Oct 012005
 

Andrés Ignacio Plaza Rodríguez.

Saliendo de la monumental ciudad de Trujillo en dirección hacia Madrid, siguiendo lo que fuese Cañada Real, a dos leguas largas (antigua medida castellana), dado que viniésemos en la Edad Media, encontraríamos la iglesia de Santa María del Carrascal. Hoy un complejo hotelero en un cruce de carreteras.

Si hubiésemos llegado el día 27 de abril del año 1642, domingo de Cuasimodo, hubiéramos encontrado al obispo de Plasencia, don Diego de Arce Reinoso, en visita de confirmación de los niños de esta iglesia. Le acompañaba el cura de Torrecillas, D. Francisco Torres Altamirano.

Dejamos atrás la ceremonia y, “por la vereda del cura” a poco más de una legua, encontramos la aldea de Torrecillas, en honor de sus fundadores, los caballeros de “Torrecillas de Cameros”, en la Rioja.

Si nuestro viaje se hubiera realizado el año 1558, reinando Felipe II, Torrecillas se había convertida en Villa y, sus señores habían levantado su robusta picota, con las armas en sus escudos de las familias Pizarro y Carvajal.

El año 1730 heredó el señorío doña Beatriz Pizarro, casada con don Lorenzo de Quiñones, marqués de Lorenzana, su nuevo señor. El último de ellos desde 1745, fue don José Neira Quiñónez de Pizarro. “Causaron -los nuevos señores- muchos perjuicios y vejaciones en personas y haciendas” a raíz de lo cual se origina un largo pleito para liberarse del señorío. Se resuelve en el año 1762. La villa se convierte en realenga. Como primera medida, desaparecen de los escudos del Rollo de la villa las armas señoriales, pero no se pone ninguna otra, por lo que faltan en la actualidad.

En el año 1785, don Juan José Fernández, el sacerdote que envía a su Obispo la historia de Torrecillas, nos relata todos los acontecimientos con más datos y precisión que la mayoría de los clérigos del obispado.

Nos refiere además los milagros de la Virgen de las Tres Manos y, en concreto, el realizado en su persona, a la que luego de encararse con la imagen y pedirle, que igual que sana a los enfermos locales y los de los pueblos próximos, la cure a él, su sacerdote. La Virgen le oyó y sanó. Es un diálogo interesante.

Abandonamos la villa de Torrecillas y emprendemos ruta hacia Aldeacentenera, por vez primera escrito de esta forma en el año 1852 en una partida de bautismo de su iglesia, correspondiente a niño de padre aldeano, de la familia Palacios.

Hemos llegado a la actual Aldeacentenera, antes Alda Nueva y primero sólo uno de los muchos ansaderos extremeños. Cualquier persona que llegase y quisiera conocer su realidad a mediados del siglo XX se encontraría la siguiente situación: pueblo más ganadero que agricultor, de gentes esforzadas, considerado más importante que los de sus alrededores (Torrecillas, Garciaz, Berzocana, Deleitosa) y sólo más poblado Madroñera.

Sabemos por la historia que Carlos I vendió en la jurisdicción de Trujillo las aldeas de Berzocana y de Cañamero, y que se comprometió con los trujillanos a no continuar desmembrando su jurisdicción. Que ante los acuciantes apremios económicos, durante el reinado de Felipe II se pusieron en venta varias aldeas trujillanas, entre ellas Torrecillas y la vecina Garciaz.

Que la importante aldea de Garciaz la compraron los vecinos y se libraron de quedar bajo el dominio de señor. No se cita entre aquellas ventas a la próxima Madroñera, que era sólo un arrabal trujillano sin importancia.

El año 1551, el entonces obispo de Plasencia y señor de Jaraicejo, don Gutierre de Vargas y Carvajal, envió a su secretario, don Juan Cano, para que le informase de la situación de la llamada Madroñera. Así la describe:

“Tiene cuatro vecinos, posee cura, iglesia sin Sacramento y es su patrona la Virgen de la Jara”.

Si tenemos en cuenta los nombres, Madroñera y Jara, sabremos de su cerrada vegetación, apta solo para colmenas. Eran famosos los colmeneros de Serradilla.

El año 1558, al ponerse en venta aldeas de la jurisdicción de Trujillo, no se cita Madroñera. Fue su comprador el obispo antes citado; tenía 24 vecinos y medio y se compró sin terrenos. Llama nuestra atención el aumento de vecinos en aquellos siete años. Se explicaría por haber pasado algunos estantes a vecinospara tener el privilegio del ejido.

Las familias de origen ganadero -que eran la mayoría-, se dividían en cuanto a vecindad. Unos conservaban la del pueblo de origen, y en los lugares de Extremadura donde con sus ganados pasaban la temporada fría se consideraban estantes. Muchos de aquellos pastores terminaban por casarse con extremeñas y hacerse vecinos. Los más antiguos ganaderos de la familia Martín procedían de Torre de Cameros, como figura en las primeras partidas, se unen a extremeñas y terminan como vecinos de Aldea Nueva

El caso más singular lo encontramos en la familia Sanz, de Arcones, en la provincia de Segovia. Bajan con sus ganados y los encontramos en Trujillo, Romangordo, Garciaz, Aldea Nueva y Torrecillas desde las primeas actas de casamiento, donde se hace constar el origen segoviano del esposo. Llega un momento que cesa la trashumancia: unos Sanz de Aldea Nueva suben hasta Arcones y encuentra a sus ascendientes, pasado más de un siglo.

Respecto al pasado histórico de Aldeacentenera, ésta era su tradición: “En principio, el pueblo estuvo en lo que se conoce como “Ejido Centenera”; una invasión de hormigas acometía a los niños, por lo que decidieron venirse a su actual emplazamiento, en terrenos del conde Risel”

Nadie sabía con exactitud ni quién era el conde Risel, ni la fecha del traslado, ni la realidad de las hormigas. La curiosidad hizo que desease conocer aquellos extremos. Me había llegado el momento de la jubilación y tenía una labor por delante: quería aclararles su historia a los de este pueblo.

¿Quiénes fueron aquellos los condes donantes de los terrenos?

“La familia Risel, linaje de Extremadura. Tuvo casa solar en la ciudad de Trujillo”.

Así se lee en un libro de apellidos ilustres manejado. Cita a don Antonio Donato Risel Tapia Carrasco; nació y fue bautizado en Aldea Nueva el año 1730. Desconocemos a que pueblo se refiere.

Por tener Torrecillas documentos parroquiales desde el año 1592 comenzamos la revisión por sus archivos.

El año 1593 aparece como padrino de bautizo, don Juan Rrisel de Morales, vecino de Trujillo. El año 1600 figura como padrino de bautizo, don Antonio Carrasco Risel.

Entre los años 1606 al 1610 encontramos a don Antonio Risel Carrasco otras cuatro veces como padrino o testigo de bautizos.

El año 1617, en Torrecillas, mes de “henero”, se encuentra como testigo de bautizo don Joan Ramos, cura de Aldea Nueva. Continuamos ignorando dónde estaba aquella aldea.

Tenemos que llegar al año 1620 para encontrar el bautizo de un hijo de don Antonio Risel Carrasco y de su criada, Isabel Ribera.

El día 28 de noviembre del 1622 se bautiza Joan, hijo de don Antonio Risel Carrasco y doña Francisca Solano García, natural de Granada. Fue su padrino Pedro Solano.

No nos cabe duda de que los Risel habitaban en aquellas fechas en la villa de Torrecillas, donde bautizaban a hijos.

Examen de las partidas bautismales de Aldeacentenera

Año 1617, mes de septiembre, primera partida de bautismo. Su sacerdote es don Joan Ramos, y además es el cura de Aldea Nueva. No cabe duda, estamos en el lugar a que se refiere la partida de don Antonio Risel, es la actual Aldeacentenera.

Algo llama poderosamente nuestra atención. En todos los documentos de esta iglesia de los curas propios o tenientes, bien licenciados o bachilleres, los encabezamientos rezan: “Aldea Nueva, arrabal de la ciudad de Trujillo”. Es algo desconocido, considerábamos arrabal a un barrio próximo a la ciudad, no a un terreno alejado, que todo lo más pueda ser un Ejido. A finales del siglo XVII, encontraremos a su sacerdote que encabeza las partidas: “Aldea Nueva y Zentenera, Arrabal Colgadizo de la Ciudad de Trujillo”.

En las sucesivas partidas de bautismo de los años finales del siglo XVII, encontramos a don Bernardino y don Antonio Risel Tapia como padrinos y testigos, siempre vecinos de Trujillo.

El año 1706 se bautiza la niña María Carrasco Sánchez-Salcedo. Su abuelo, Juan Carrasco Toril, es de Torrecillas. Como testigo, Gregorio Rangel; es la primera ocasión que figura un Rangel en estos archivos parroquiales.

Precisamos una aclaración. A raíz de la reconquista de Extremadura, de Murcia, Jaén Córdoba y Sevilla por Fernando III, ante la mayor atracción de terrenos feraces, villas, ciudades y alquerías, se quedaron grandes extensiones de menor calidad sin poblar y así continuaron durante siglos. Se denominaron arrabales.Madroñera, Centenera y Ansadero formaron uno, de 25.000 hectáreas. Al convertirse Madroñera en villa en el año 1558, Ansadero y Centenera continúan como arrabales, con 10.500 Ha.

La familia Risel en Aldea Nueva

En una partida de bautismo del año 1725, figura como testigo don Bernardino Risel (hermano de don Antonio), y continúa como tal en varios bautizos.

A) Don Antonio Risel Tapia Calderón y Cortés, casado con doña María Carrasco Sánchez-Salcedo, nacida en Aldea Nueva el 1706. Se celebra su boda en Plasencia en 1725, con licencia eclesiástica. Sus hijos son bautizados en Aldea Nueva:

  • Año 1726. Juana Risel Carrasco, de don Antonio y doña María.
  •   »    1728. Antonia Risel Carrasco             »                         «
  •   »    1730. Antonio Donato Risel Carrasco »                         «
  •   »    1732. Rosa María Risel Carrasco       »                         «
  •   »    1733. Vicente Risel Carrasco             »                         «
  •   »    1736. Juan Risel Carrasco                  »                         «

B) Don Antonio Manuel Bustamante Pérez de Pedraza, hijo de don Genaro y de doña Antonia, natural de Alcañiz, casado en 1756 con doña Juana Risel Carrasco, hija de don Antonio y doña María. Sus hijos son bautizados en Aldea Nueva:

  • Año 1758. María Bárbara Bustamante Risel
  • Año 1761. Ana Joaquina Petronila Ramona de la Asunción Bustamante Risel
  • Año 1765. Ana Joaquina Zacarías Ramona de la Trinidad Bustamante Risel.

C) Don Antonio Risel Tapia Carrasco, nacido en Aldea Nueva el año 1730 casó en Badajoz el año 1750, con doña Isabel Rosa Aponte Grajera, hija de don Atanasio, de la Coruña, y doña Ana Andrade Grajera, de Badajoz. Sus hijos:

  • Año 1760. Atanasio Esteban José María Risel Aponte.
  • Año 1762. Miguel María Antonio Risel Aponte.

D) Don Vicente Risel Carrasco, es el único que nombra el sacerdote don Melchor Esteban y González que envía las notas de la historia de Aldea Nueva.

Hijo de don Antonio y doña María, aquí nacido y bautizado el año 1733, perteneció a los ejércitos, siendo “Mariscal de Campo de los Ejércitos y Comandante en Jefe del Real Cuerpo de Artillería”. Es hijo ilustre de Aldea Nueva, donde nació y fue bautizado.

Casó en la catedral de La Habana el 16 de mayo del 1767, con doña Manuela de Santa Cruz y Coca, hija del doctor Pedro de Santa Cruz y Calvo de la Puerta, corregidor y alcalde ordinario de La Habana, y de doña Manuela de Coca y Arteaga. Tuvieron seis hijos, de los cuales citamos a doña María Risel y Santa Cruz, que se casó en La Habana el año 1791, con don Antonio Bustamante Risel, hijo de don Antonio Manuel Bustamante y Pérez de Pedraza Risel y de doña Juana Risel Carrasco, nacida en Aldea Nueva el 1726. “Los hijos de don Vicente y doña Manuela no se consignan.

E) Antonio Risel Tapia Aponte y doña María Josefa Orozco y Treviño de Mexía, cuya abuela materna era María Juana Josefa, de Trujillo. Tienen dos hijos bautizados:

  • Año 1792. Ana María Josefa Telesfora Juana Nepomucena Risel Orozco.
  • Año 1794. Jacoba María Josefa Dorotea Antonia Dolores Risel Orozco.

Este matrimonio tuvo otros hijos que no fueron bautizados en Aldea Nueva:

  • Don Vicente Risel Orozco.
  • Don Leonardo Risel Orozco.
  • Doña Jacinta Risel Orozco, casada con don Antonio Bustamante Risel
  • Sor Filomena Bustamante Risel, Abadesa de La Coria.
  • Sor Paula María Risel Orozco.

(En otro lugar se afirma lo siguiente: Don Antonio Risel Tapia y Aponte y doña María Orozco y Treviño de Mexía tuvieron a su hija Jacinta Risel Orozco, casada con don Antonio Bustamante Risel Saldaña Orozco, los cuales fueron los padres de SOR FILOMENA, nacida en Trujillo el año 1825.)

Hemos encontrado parte de lo afirmado por los más conocedores de Aldeacentenera. En efecto, la familia Risel, unida a los Bustamante, han sido regidores de Aldea Nueva desde 1725 a 1794.

Se han bautizado en esta iglesia seis Risel Carrasco, dos Risel Aponte, dos Risel Orozco y tres Bustamante Risel. En total 13 niños.

Podemos afirmar que han sido los más importantes y durante mayor tiempo regidores locales, pero no pudieron fundar Aldeanueva. Viven aquí desde el 1725 y las primeras partidas datan del año 1617. Median 108 años entre ambos acontecimientos.

¿Quiénes fundan en realidad Aldea Nueva y Zentenera?

Al examinar las partidas bautismales desde 1617, hemos encontrado desde las primeras a la familia Calderón, que continúa en la actualidad.

Ocupan los Calderón el primer cuartel del escudo colocado en la fachada de la Ermita, el segundo los Loaysa, el tercero los Orellana y el cuarto los Alvarado. Existe otro escudo desconocido de la familia Carvajal.

Si además de figurar como padrinos y testigos, los Calderón habitaban en el Arrabal, podremos afirmar que fueran ellos sus fundadores.

En el año 1630, don Alonso Calderón y doña Jerónima Loaysa bautizan a su hijo Juan actuando como padrino don Gonzalo Sanabria y como testigos, Matías García, sacristán y Bernardo Díaz. Lo firma el Licenciado Juan Fernández.

El año 1644 se bautiza a Lucas, hijo de don Alonso y doña Jerónima, siendo padrino su hermano Juan.

Damos a continuación la descendencia de los Calderón en su totalidad hasta el año 1756, en el que aparece Juan Calderón Lasso de Orellana la Vieja, casado con la vecina de Aldea Nueva, Antonia Robledo Carrasco, pertenecientes a dos importantes familias de este Arrabal.

Se cumple en Aldea Nueva el fenómeno que se dio en todos los lugares donde las tierras realengas pasaron a señoriales: las gentes prefirieron vivir en las realengas. La venida desde Torrecillas, Madroñera, Garciaz, Deleitosa y otras tierras de señorío a Aldea Nueva, confirma esta tendencia y hasta explica el crecimiento desproporcionado de este Arrabal.

En la primera historia resumida del año 1785, afirma el sacerdote: “Las tierras son en su totalidad de señores forasteros”. El año 1846, Madoz repite la cantinela, “no son suyas las tierras”. En realidad, ya poseían los aldeanos algunas cercas, trozos del antiguo ejido ansadero, que el Municipio, a partir del año 1812, fue vendiendo para poder pagar algunos de sus servicios, aunque Trujillo era la que más participaba en los gastos.

La desamortización de Madoz, tardíamente, pone algunas tierras en manos de los granjeros arrendatarios. El año 1859 se compran los propios de Aldeacentenera, de Garciaz y Berzocana por aldeanos. Ha continuado la venta de arrayos en el Ansadero, ahora con su nuevo nombre, que se van convirtiendo en cercas muradas. La mayoría en pocas manos, pues los pobres son ganaderos o agricultores, con míseros jornales. Se crea por el párroco, en los primeros años del siglo XX, una cooperativa que presta al mínimo interés (3%), cantidades de cincuenta y a veces de cien pesetas a los pobres que tienen alguna cerca arrendada.

Si hacemos recuento de los aldeanos que llegaron a propietarios y su proporción en la totalidad del término municipal, siempre anduvo en torno al 20 %.

Si fuésemos a detenernos en las penurias, de ellas no saldríamos. Y si fuésemos a otras tierras y otras latitudes, las encontraríamos iguales y aún mayores. La vida era así. Nos extrañamos o maravillamos de la invasión de emigrantes. Andalucía y Extremadura perdieron en pocos años de la década de los sesenta del siglo XX, mas de la mitad de su población trabajadora. Aldeacentenera pasó de más tres mil a mil habitantes.

Si queremos conocer la evolución de este pueblo debemos revisar sus documentos desde el año 1617, en que se abren los libros de registro de la iglesia. Hasta el 1650 no llega a una media de cuatro bautizados al año, cantidad que en la segunda mitad del siglo XVII pasa de una media de ocho bautizados y en el siglo XVIII se triplica.

Los únicos documentos de estos pueblos sin historiar son los archivos de sus iglesias, salvados milagrosamente. Don Avelino, un cura pequeño con manos de niño, me los señala, en una caja de cartón, en un rincón de la Sacristía.

La familia Calderón en Aldea Nueva: bautizos del siglo XVII

  • Año 1621. Calderón Sossa Gloria María, hija de Martín e Inés. Padrino, Cosme Carro; testigo, Manuel García y Lucas Calderón.
  • Año 1625. Calderón Catalina, de Leandro y doña Catalina. Padrino, Lucas Calderón. Testigos, Pedro García y Juan Rodríguez.
  • Año 1630. Calderón Loaysa Juan, de don Alonso y doña Jerónima. Padrino, don Gonzalo Sanabria. Testigos Manuel García y Bernardo Díaz.
  • Año 1644. Calderón Loaysa Lucas, hijo de don Juan y doña Jerónima.

Son todos los Calderón bautizados en Aldea Nueva, durante el siglo XVII.

Los Calderón en el Siglo XVIII. 1701 al 1752

Año 1705. Pedro Calderón y Catalina Fernández, bautizan a su hija María.

Año 1715. Se bautizó al niño José Benito Villar-Martín, hijo de Juan y de María. Es el padrino su tío, el marqués de Siete Iglesias y conde de la Oliva, Don Pedro Benito. Se incluye por conocer que el marqués de Siete Iglesias es Calderón. Tendrían posesiones en este Arrabal.

Años 1737 al 1752. Ambrosio Calderón y María Cereza, ésta de Cabañas del Castillo, bautizan a cinco hijos: 1737 María; 1740 Juan; 1743 Antonio; 1745 Ildefonso; 1752 Pedro. No consta que sean de la nobleza. Padrinos, entre otros, Bartolomé Vázquez y Pedro González-Alarcón. Testigos; Juan Vizcaíno, Miguel González, Gregorio Rangel, don Antonio Risel, etc.

Comenzamos una nueva familia Calderón, sin duda de la nobleza. Se va a seguir la descendencia de uno de los hijos del primer matrimonio y de una de las hijas, hasta llegar al año 2.000, lo que nos dará a conocer la evolución social de la familia, que permanece aquí, entre nosotros.

Año 1757, día 17 de enero, casamiento de Juan Calderón Lasso Cabrera, con la vecina de Aldea Nueva de Centenera, Antonia Robledo Carrasco. El novio es hijo de Juan Martín Calderón y de Catalina Cabrera, todos naturales de Orellana la Vieja. Antonia, nacida el año 1735 es hija de Francisco Robledo, natural de ésta y de María Carrasco, natural de Garciaz.

Los Robledo son una familia que figura en Aldea Nueva desde el año 1657 y los Carrasco desde el 1644. Estas dos familias, entonces importantes en Aldea Nueva, han desaparecido, como también desapareció el apellido Cabrera que sólo encontramos en aquella ocasión. Continúa no obstante el Calderón, y se ha seguido la línea descendiente en uno de los hijos, Calderón Robledo y en una de las hijas hasta el presente.

Como dato que avala la importancia social de Juan Martín Calderón Lasso en aquella fecha, está el siguiente: el señor de la villa de Madroñera, don Juan Carlos Calderón Lasso y Santa Cruz, vivía en Almodóvar y reclamaba las Tercias Reales. En cuanto a los Carrasco, recordamos que el regidor don Antonio Risel Tapia, se casó con doña María Carrasco, natural de Aldea Nueva el año 1725.

Nota sobre el bautizo de la primera hija del matrimonio Calderón Lasso-Robledo Carrasco

Año 1757. Bautizo de Bárbara María, hija de Juan Calderón Lasso de Orellana la Vieja y de Antonia Robledo Carrasco. Encontramos el siguiente texto: “En la parroquial de Aldea Nueva y Zentenera el 16 de diciembre del año 1757. Yo el Br. Martín Mayoral y Fernández cura rector de dicha Iglesia hice los exorcismos y puse los Santos Óleos y bapticé solemnemente a una niña que nació el día 4 de dicho mes. Hija legítima de Juan Lasso Calderón natural de Orellana la Vieja, vecino de esta Aldea y de Antonia Robledo Carrasco su legítima mujer, natural de dicha Aldea y se le puso por nombre Bárbara María.

Fue su padrino Francisco de Sossa natural y vecino. Testigos, Juan García, José Cercas, todos vecinos. Y por verdad lo firmo en dicho día y año Br. Martín Mayoral”.

Nacieron otros hijos de Juan Calderón y Antonia Robledo: 1759 Juan Martín, 1762 Francisco José, 1764 María Eugenia, 1767 Francisco Bartolomé, 1772 Antonia, 1776 Juan y 1778 Bárbara.

Se va a continuar la descendencia de Juan Martín, rama masculina y de María Eugenia Calderón Robledo, en la femenina, que al unirse con un Marcos, serán estos los que lleguen al año 2000. El año se refiere al del matrimonio.

(El año 1791 se bautizó en esta iglesia a María del Carmen, hija de don Tomás Calderón y Rodas y de doña Alfonsa Sánchez Rangel. Abuelos paternos, don Francisco Calderón Balborda y doña Ana Manuela de Rodas y Monroy, feligreses de Santa María de Trujillo. Y maternos Francisco Sánchez-Torres y María Rangel Cordero, de ésta. Bautismo importante, de otra rama.)

1781. Juan Martín Calderón Lasso Robledo, nacido el 1759 se casa con María Catalina González Trejo. Ella es hija de Miguel González Trejo, de Madroñera, y de Josefa Castro Cerezo, procedente de Roturas.

1811. Juan José Calderón González Trejo (de Juan calderón y María Catalina) se casa con María Ruda González, hija de Pedro Ruda y de Isidora González, ambos padres de Madroñera (se ha dejado de consignar el Lasso).

(1823. Juan José Calderón, (viudo de María Ruda) se casa con Ángela Rubio.)

1838. Ciriaco Martín Calderón, (de Juan José M Calderón y de María Ruda González) con Vicenta Domínguez Villegas, hija de Antonio y de Catalina. Testigos, don Maximiliano Aniceto Chaves, médico y Francisco Bartolomé Calderón y Alonso Marcos Calderón.

1871. Francisco José Calderón Domínguez (hijo de Ciriaco y de Vicenta) se casa con 24 años de edad con Ángela Chamorro Fernández (“la Música”).

1890. Andrés Calderón Chamorro y Petra Rodríguez Gozalo. Arrendatario de la finca “Valdeorellana”, de apodo “el Músico”.

(Graciana Calderón Chamorro, hermana de Andrés, se casa con Andrés Tovar Vivas, hermano de Jacintito. Fueron los padres de María Catalina Tovar Calderón, esposa de Ángel Mariscal Vivas, celebrándose su boda en 1920. Sus hijos de apellidaron Mariscal Tovar.)

1944. Aurelio Calderón Rodríguez (“el Músico”), nacido 1914, fue arrendatario de “El Quintillo”, y casado con Teodosia Fernández Holgado.

1981. Andrés Calderón Fernández y María Trinidad Jiménez Jiménez, Tienen una pequeña empresa constructora. Su esposa es de Torrecillas.

2005. Andrés Calderón Jiménez, mozo nacido el año 1982. Tiene una hermana. Es el último descendiente de una rama masculina de los Calderón.

Descendencia femenina de Calderón Lasso Robledo Carrasco

María Eugenia Calderón Lasso Robledo Carrasco, nacida el año 1764,casada el año 1791, con Francisco Marcos Carmona, natural y vecino de Aldea Nueva y Centenera, hijo de José Marcos y de María Carmona (el apellido Marcos continúa en 2006, desapareciendo el Calderón, por línea femenina).

Narciso Leandro Marcos Calderón, hijo de Francisco y María Eugenia, nacido el año 1805, en Aldea Nueva de Centenera, se casa en el año 1826 con Antonia Tovar González. Son padres, entre otros, de Leandra Marcos Tovar.

Tomamos de ellos a Leandra Marcos Tovar, nacida el año 1830 y casada con Melitón Ramiro Bañas, de Romangordo.

Leandra murió el 17 de enero del año 1861. Agonizante, le fue extraída mediante cesárea por el profesor de cirugía local, don Tomás Herrero y con la colaboración del médico cirujano de Torrecillas, don Manuel Chaves de Monte, una niña a la que en recuerdo de San Ramón Nonato se llamó Ramona (“Nonata”) Ramiro Marcos.

La conocida Ramona estuvo casada con don Ruperto Cordero, no tuvieron hijos y viuda se casó en 1898 en Aldea Nueva, con Miguel Martín Tovar, “Malara”. Vivieron en la Plaza de España, no tuvieron hijos y, a mediados del siglo veinte, era personas muy referidas por su circunstancia (no era nada frecuente la operación realizada a Leandra Marcos Tovar en el año 1.861. Las hermanas de don Manuel y la hija fueron las Cirujanas).

Queda viudo Miguel Marcos Calderón y se casa el 1841, con Francisca Chaves de Monte (hermana del médico don Manuel). Fueron padres de, Dionisio, Agapito, María Isabel, María Inés y Aniceto (seguimos las líneas de varón).

Dionisio se casa el 1868 con Mª Juana Cercas Vivas, hija de Melchor y Catalina. El matrimonio compra una cuarta parte de “El Campillón” en 12.000 pts y “El Campilluelo” en 6.000 a los señores Chaves de Loaysa, condes de Noblejas. Son padres de Dolores, Jacinta, Joaquina, Florencio y Antonia, aunque no queda descendencia masculina. En la actualidad conservan “El Campilluelo” los descendientes de la hija menor, Antonia Marcos Cercas, casada con Gabriel Fernández.

El hijo menor, Aniceto Marcos Chaves, se casa con Juana Martín Mejías, (“Tía Fraila”), prima de “los Periquines”, pero no tienen descendencia. Compran la dehesa “El Navazo” a los marqueses de Torres Arias y lo reparten entre Quintín Tovar y las familias Marcos y Martín (actuales cercas del Chaparral).

Aniceto y Tía Juana la Fraila, vivieron en la Plaza, luego, en esa casa Ramona Nonata. Criaron a Quintín Tovar, y por eso participó en el reparto de la finca del Navazo. Le dieron además por la intervención en el trato de la finca, el solar donde está en Centro Médico.

De los hijos varones, apellidados Marcos Chaves, quedan los descendientes de Agapito. Éste se casa en 1879 con María Concepción Vivas Solís. Sus descendientes actuales son los Marcos Cercas, descendientes de la línea directa de María Eugenia Calderón y Francisco Marcos.

Tomás Marcos Vivas, casado en 1919 con María Eugenia Mariscal Bayal. Una vez viudo se casa con Paulina González y tienen a Tomás, profesor.

Florencio Marcos Vivas casado el 1924 con María Cercas Palacios. Los hijos son de nuevo Marcos Cercas y viven en la actualidad Petra, Narciso y María.

Ricardo Marcos Vivas, casado 1915 con Ninfa Vivas Muñoz y Villegas

Narciso Marcos Vivas, casado con Elena Mariscal Rodríguez.

Constancia Marcos Vivas (la única hembra), se casa en 1919 con Julián Herrera Vivas.

Leyenda de Las hormigas

La leyenda de Las Hormigas se repite en cientos de pueblos a lo largo de nuestra geografía: Centenera, Albalat, Puebla de Enaciados, Chozas, Corral Rubio, Las Herencias…

Centenera perdió su importancia al construirse la Puente del Conde y desviarse el paso de las ganaderías trashumantes. Se despobló por coincidir con las guerras de Granada y la conquista de América, hacia donde marcharon muchos de sus moradores, lo que explica que tres de ellos se distinguieran en las tierras recién descubiertas: Pero Alonso y Martín Barco, de Centenera y Alonso Álvarez de Pineda.

Al construirse el puente de Albalat, dos kilómetros más arriba de los barcajes en el curso del Tajo, las ganaderías salían más al norte y se partían en dos direcciones, las que iban hacia la Puente del Conde, sobre el Almonte, que ya no pasan por Albalat ni por el Pontón entre Deleitosa y Centenera y, las que suben por el Puerto de Miravete, y luego por Jaraicejo, Trujillo y Puerto de Santa Cruz.

Puebla de Enaciados. Fue avanzada de Ávila, hasta la ribera del Tajo, pasó por manos de la casa Miranda, de los Zúñigas y de los Álvarez de Toledo. Su puente próximo se decía del Conde Miranda. De ella queda el Rollo de Villa mutilado, con la estela de los Zúñigas. Según un historiador, las hormigas blancas (probablemente termitas) fueron las que comieron aquí a los niños

¿Quiénes fueron, en realidad los fundadores de Aldea Nueva y Zentenera que al final quedó en su nombre actual?

Solemos confundir a los dueños de la tierra y de los ganados, con los fundadores de los pueblos. Los verdaderos fundadores fueron los ganaderos trashumantes que después de atravesar media España, quedaron en estos ejidos. Entre ellos señalaríamos a los Vivas, que se encuentran en Torrecillas, en Centenera y en las Casas de las Merchanas, y al final de Aldeanueva.

A los primeros Martín, hidalgos de Torrecillas de Cameros, que antes de fundarse esta Iglesia, se encontraban en los Güañis Pedro; a los Díaz y García y que figuran como cameranos y aparecen en la primera partida de bautismo.

A los Alonso, de apellido, muy abundantes, que ahora sólo existe como nombre.

A los Lorenzo, que vinieron de Berzocana donde fueron cedaceros y que procedían de San Julián de Pradones, en Orense.

A los Álvarez y Fernández, asturianos, que bajaron con los ganados del Monasterio que tenían ocho enclaves en Busdongo, (León) y Pajares (Asturias).

Muchos desaparecieron. En el siglo XVII bautizaron aquí a sus hijos 85 familias, de ellas quedaron solamente 26. Aquellas familias que constan en documentos que se encontraban en este Arrabal desde los años 1617 al 1650 y que aquí continúan, serían los verdaderos fundadores de Aldeacentenera. En el siglo XVIII, bautizaron a sus hijos en esta iglesia 75, y sólo quedaron 28.

Muchas de esas familias las hemos podido seguir en su evolución, desde simples pastores a ganaderos, de ganaderos y granjeros a simples obreros de la emigración.

Me gustaría finalizar esta exposición con un dicho aldeano: “Vale mas lo que el pobre duerme que lo que el rico tiene”.

En Sumeria, escrita en caracteres cuneiformes, se ha descifrado la siguiente sentencia: “Quien tiene mucho dinero, es sin duda dichoso; quien posee mucha cebada, es sin duda dichoso, pero el que nada posee puede dormir”. La forma condicional, se da en el Código de Hammurabi.

Entre las dos reflexiones median más de cuatro mil años.

Bibliografía:

  • Archivos parroquiales de las iglesias que se citan.
  • Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispano Americana. Por Alberto y Arturo García Carraffa. Madrid. MCMLVI.
Oct 012004
 

Andrés Ignacio Plaza Rodríguez.

El día 24 de abril del año 1477, la Reina doña Isabel duerme en Villar del Pedroso. El día 4 de abril del año 1525, es su nieto Carlos con su cortejo el que duerme en este poblado camino de Guadalupe. Han pasado 48 años.

Maria Guadalupe Jarillo Torrecillas mujer del Villar de 58 años recuerda: La reina era de regular estatura, pecosa, cara un poco bolluda (toledana) pelo taheño, su nieto Carlos de pronunciada barbilla.

Había cumplido veintiséis años, el día 22 de abril de 1477, y sabemos que en su viaje a esta revuelta tierra de Extremadura, el 23 durmió en Talavera, la tarde de aquel día había junto al castillo de Maqueda que tanto influyó en su vida; el día 24, luego de pasar el Puente del Arzobispo, construido por el arzobispo Tenorio para paso de peregrinos y cañada real de la Mesta, duerme en Villar del Pedroso, (que el Papa Sixto IV, había donado el año 1471 a la Colegial de Talavera) y el día 25, descansa en el Monasterio de Nuestra Señora la Puebla de Guadalupe.

Desde Villar del Pedroso hasta el Monasterio hay siete leguas y es una de las Rutas Marianas más famosas y concurridas

Comenzaba por la ascensión a las ventas, de los Nogales y la Magdalena y al Puerto de Arrebatacapas, dejando a la izquierda Carrascalejo y Navatrasierra para llegar al alto de Cereceda con descanso en el hospital del obispo, fundado por don Juan del Castillo. En la actualidad ni ventas ni hospital; de éste solo la capilla salvada de milagro.

Era parada obligada el hospital, donde los peregrinos recibían el viático de un pan de libra, que con humildad tomó la reina Isabel. Al atardecer, dando vistas a la mole del Monasterio. Acción de gracias en el Humilladero y descenso hasta el Santuario, trayecto que doña Isabel hizo a pie.

Dio aquel rodeo, antes de llegar a Trujillo, con el pretexto de honrar la memoria de su hermano Enrique IV. Uno de nuestros reyes de infeliz memoria y cuyo cadáver fue traído a Guadalupe por porteadores pagados por don Pedro González de Mendoza, arzobispo de Toledo.

Cuenta alguna historia peregrina, que asomada a uno de los altos balcones de la fortaleza del Monasterio, la curiosidad femenina venció por un momento a doña Isabel, que preguntó a Fray Diego de París, prior del Monasterio, por la casa donde su hermano tuvo a la favorita, doña Guiomar de Castro y si en realidad era tan bella como la leyenda refería.

Majestad, la casa es aquella -respondió meditadamente el clérigo, señalándola con su índice extendido- (en los cristales se reflejaba el hermoso sol de la primavera), -en cuanto a su hermosura, mis votos me privan de entrar en juicios sobre la belleza femenina.

Se demoró doña Isabel en el Monasterio asistiendo como una feligresa más a los oficios sagrados y enviando misivas con su contador, Gonzalo de Baeza hasta Trujillo para conocer la actitud del capitán defensor de la fortaleza, que pertenecía a don Diego Pacheco Portocarrero y estaba confiada al capitán Pedro de Baeza, hermano de Gonzalo.

Si la ruta mariana desde el centro de España hasta Guadalupe era conocida y muy transitada, la que partiendo desde Guadalupe llegaba hasta Trujillo y Cáceres, tenia una legua más si se hacía por Puerto Llano y Cañamero, (aldea con castillo derruido por orden de Enrique IV y con fecha posterior vendido por el Emperador Carlos I, en 6.000 ducados), el lugar de Logrosán, Zorita, la Zarza y Pagos, Madroñera, solo arrabal, y Trujillo.

Había conocido la reina doña Isabel, durante su estancia en Güadalupe, la historia de las reliquias de San Fulgencio y Santa Florentina, en Berzocana y quiso visitarlas y adorarlas, por lo cual determinó hacer el viaje por esta ruta.

Se avisaron la los cuadrilleros de Berzocana y de Garciaz, que tomarían la custodia y guarda de la Reina, hasta entregarla a los regidores y gentes de la Santa Hermandad en los terrenos del Arrabal trujillano; el Ansadero, por donde ahora pasaban los ganados y no por Centenera. A los pastores de la Mesta se les ocurrió mudar el nombre por el de Aldea Nueva.

En la mañana del día 14 de mayo de año 1477, al alba, el pequeño cortejo que acompaña a la Reina esperaba su aparición por la puerta de la hospedería, las cabalgaduras fueron aproximadas a los tres escalones del edificio frontero (hoy Parador del Turismo), desde cuyo peldaño cimero, montarían la Reina y su camarera, la joven María Pacheco, -hermana de don Diego-, ambas discípulas del confesor de la reina, Fray Fernando de Talavera, prior del Monasterio del Prado, que no acompaña en esta ocasión al cortejo.

Los cuadrilleros de la Santa Hermandad de Guadalupe, darían escolta, continuaría bajo la vigilancia de los de Berzocana y Garciaz y en los terrenos de arrabal de la jurisdicción de Trujillo, (Ansadero y Centenera) serían los nobles trujillanos, con sus regidores y cuadrilleros los que darían escolta hasta depositar a su joven reina, en la que hoy es Plaza Mayor de Trujillo.

Uno de los acompañantes del cortejo, que se unió el día 24 en Villar del Pedroso y acompañó a la reina hasta Guadalupe, regresando posteriormente a su feudo de Oropesa, se encontraba de nuevo entre los acompañantes de la reina, el día 14 de mayo: era el joven Fernando Álvarez de Toledo, V señor de Oropesa, prometido de doña María Guiomar de Mendoza, sobrina del arzobispo, máxima autoridad entre los del mínimo Consejo que acompañaba en este viaje a doña Isabel.

La tarde del día 14 de mayo del año 1477, es imperecedera en la historia de la ciudad de Trujillo. Apeada doña Isabel, escoltada por don Pedro González de Mendoza y por su fiel servidor, Chaves el Viejo, iniciaban la ascensión.

Precedía el Cortejo don Gutierre de Cárdenas, que al igual que hiciera en Segovia, cuando la reina, luego de la muerte de su hermano se dirige a la catedral, también aquí lleva desde la Plaza Mayor, entonces solo arrabal, la espada desenvainada, hasta el palacio de los Chaves.

Les acompañaban los nobles y regidores y el pueblo llano alborozado; hasta los franciellos, las cigüeñas y las chovas que pueblan de continuo el cielo sobre Trujillo, parecían detener sus vuelos para contemplar aquel acontecer irrepetible.

No era fácil la toma de la fortaleza trujillana. El capitán defensor Pedro de Baeza, no la entregó a las fuerzas reales, hasta que personalmente se lo ordenó don Diego Pacheco Portocarrero, defensor de los derechos de la Beltraneja, que tuvo que someterse a la nueva y poderosa voluntad real. Sucedía la entrega del castillo el día 24 de junio, del año 1477.

Supuso un triunfo para la reina, que el día 30 de aquel mes, pacificada Trujillo, marchó hasta Cáceres, donde urgentes problemas de sumisión se amontonaban.

Aún no estaban los extremeños convencidos de que una nueva forma de reinar; ahora en manos femeninas, no débiles, habían tomado el relevo a la muerte del dubitativo Enrique IV, el Impotente.

Es posible que la decisión final por inclinarse Isabel por Fernando fuera la certeza de su conocida virilidad. «Mujer fuerte no quiere a hombre afeminado.» Y no cabía duda; entre el casi anciano Alfonso V, el maestre Pedro Girón y la leyenda cantada en coplas populares de la impotencia del último de los reyes, optase por el joven, Fernando de Aragón.

Mucho se ha escrito, sobre la fortaleza y dominio de Isabel sobre Fernando. Se ha olvidado que era reina de una nación más importante y, sobre todo, que tenía un año más, que a aquella edad, de 18 sobre 17 años, representaban una mayor granazón. La realidad vino a demostrar que era genéticamente apto para el amor, seis veces empreñó a la reina, vivieron cinco de sus hijos, también los cuatro bastardos. El tanto monta, monta tanto fue una realidad total, en el mando y en la descendencia.

La estancia de doña Isabel en Cáceres, donde duerme el día 30 de junio, hasta el 14 de julio que duerme en Medina de las Torres, fueron días decisivos para hacer valer su favor por los leales (los Ovando) y su rigor contra los dudosos a los que le rebaja su soberbia desmochando sus fortalezas.

Sabemos que Alfonso X, mandó rebajar el castillo de Cabañas, que Enrique IV, hizo destruir de Cañamero, de nuevo encontramos, ahora a la reina Isabel, mandando desmochar los castillos de Cáceres. Podían ser –y de hecho lo fueron- reductos para la rebelión.

Enumeramos los nombres seguros del cortejo que acompaño a doña Isabel en su primer viaje hasta la inquieta Extremadura y a la rebelde Andalucía.

Formaban la comitiva real del Consejo de la Reina, que se había opuesto a éste viaje, las siguientes personas: el arzobispo don Pedro González de Mendoza; don Gutiérre de Cárdenas y don Gonzalo Chacón, los dos naturales de Ocaña; el secretario real don Fernando Álvarez de Toledo, los también secretarios Fernando Núñez y Alonso de Palencia, Jorge Manrique, los expertos Alfonso de Quintanilla y Rodríguez de Lillo y el contador Gonzalo de Baeza. Una dama, María Pacheco Portocarrero.

Gran intuición de la Reina, al separar a los hermanos Pacheco Portocarrero.

Consignamos dos notas sugestivas, no rigurosamente históricas: Era secretario del arzobispo, don Pedro González de Mendoza y le defendía, unas canonjías de Hita y de Cuenca, Juan de Centenera, ¿vendría en el cortejo acompañando a su señor para recordar el origen de su familia? Y, ¿no es extraño que fuera Antón de Centenera el primero que mandase imprimir las Coplas de Jorge Manrique el año 1490, en Zaragoza? Centenera la dejaron atrás en su viaje hasta Trujillo, era sólo un arrabal de la ciudad.

Estaba recién terminada la Puente sobre el río Almonte, que sustituyó al Pontón a la altura de Deleitosa para el paso de las ganaderías trashumantes, su desvío a la altura de Retamosa y Ansadero. Los ganaderos llamarán Aldea Nueva, al antiguo Ansadero, nombre común de todos los ejidos. Había nacido un nuevo pueblo, comenzaba la desaparición de Centenera, ambos arrabales trujillanos

Salieron para Sevilla desde Cáceres, como aposentadores, además del arzobispo, don Pedro, don Gutiérre de Toledo y don Diego de Valladolid; lo sabemos por carta del 4 de julio de 1477 dirigida al arzobispo, que desde 1475, acompañaba siempre a Doña Isabel, para hacerle saber que llega a Sevilla, el día 25 de julio.

Doña María Pacheco Portocarrero, hija de don Juan Pacheco y hermana de don Diego, fue acompañante de la reina Isabel, ambas influidas por su común confesor, Fray Hernando de Talavera.

Muerta la esposa del primer conde de Oropesa, doña María Guiomar de Mendoza, sobrina de Cardenal, casó don Fernando Álvarez de Toledo por indicación real, con doña María Pacheco; era el año 1481.

Fueron los primeros condes de Oropesa, don Fernando y doña María padres de ocho hijos; Francisco, segundo conde, Luis que se une en Talavera de la Reina con doña Inés Duque y serán los Pacheco Duque, con palacio en la Plaza del Pan, Cristóbal caballero de la orden de Alcántara, Diego primer abad de Cabañas del Castillo, una hija casada con el conde de Orgaz y tres monjas.

Un hijo de los Pacheco Duque, sacerdote, de nombre Fernando fue nombrado, segundo abad de Cabañas por Felipe II, no aceptó.

El día 30 de agosto de 1477 es importante para la zona toledana e incluso para Aldea Nueva de Centenera. Ha sido uno de los acompañantes de la reina en este viaje por tierras de Extremadura, Fernando Álvarez de Toledo, V, señor de Oropesa, el prometido en matrimonio a doña Guiomar de Mendoza, sobrina del don Pedro González de Toledo, es elevado ese día a conde de Oropesa. Se premia la fidelidad y se satisface al arzobispo en la persona del que será su sobrino.

Firmaron el documento de concesión del título, juntamente con la reina doña Isabel, el secretario real y homónimo del conde. En alguna nota de aclaración de linajes, figura en la lista de la iglesia toledana, como judío converso, Luis, hermano del secretario de la reina. No podemos olvidar la cantidad de conversos que encontramos entre los servidores reales.

Es posible que en la entrega de la fortaleza trujillana se conocieron Jorge Manrique y Pedro de Baeza, capitanes de la reina Isabel y de don Diego Pacheco respectivamente. En fecha posterior 1479, en una lucha ante el castillo de Garcí-Muñoz (Cuenca), se enfrentan estos dos capitanes y se hieren, pero sólo el autor de las Coplas, llevado agonizante hasta Santa María del Campo, pierde la vida. Había sido dada aquella fortaleza a don Diego Pacheco a cambio de Medellín, por ser la nueva más próxima a otras de sus plazas.

(Comunicación de Andrés Ignacio Plaza Rodríguez, para los Coloquios Históricos de Extremadura, correspondientes al año 2004)

Bibliografía

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  • Compromiso e Cervera, 7 de marzo del año 1469.

Datos históricos relacionados con la Reina Isabel la Católica

Como complemento al presente escrito, se agregan las siguientes notas que detallan algunos aspectos de la vida de los Reyes Católicos.

Era doña Isabel, hija de don Juan II de Castilla y de doña Isabel de Portugal, nace en Madrigal de las Altas Torres (Ávila), el 22 de abril de 1451; muere en Medina del Campo (Valladolid), el 26 de noviembre del 1504.

Fue la reina doña Isabel de rostro pecoso y abultado, de pelo taheño, herencia de su abuela doña Catalina de Lancaster la esposa de don Enrique III. De ésta escribió Fernán Pérez de Guzmán, en sus Generaciones y semblanzas: «Era alta de cuerpo, e muy gruesa, blanca y colorada e rubia y en el meneo del cuerpo, tanto parecía hombre como mujer.» La forma de andar no la heredó doña Isabel.

Era celosa en gran medida, aparatosa y espectacular, impávida y un tanto visionaria, hija de reina próxima a la locura, madre de doña Juana, rematadamente loca. «Murió la reina de cáncer de natura en partes vergoñosas.»

La infancia de aquella niña educada en parte por manos portuguesas y crecida en medios rurales, hasta donde llegaban los ecos de la Corte, que no siempre fueron gratos, sin grandes medios económicos, la fueron preparando para saber sortear las tentaciones palaciegas cuando a ellas fue conducida.

Estuvo en su pubertad en Maqueda de la que conservó grato recuerdo y la amistad de Isabel de Bobadilla, que intervino en un momento difícil de su lucha por el poder, en la ciudad de Segovia. Andrés de Moya, converso, esposo de Isabel, tesorero real de Enrique IV, puso el tesoro de la ciudad en manos de los príncipes. Al final los Moya Bobadilla, fueron muy recompensados.

En la feria de los maridos su tesón la salvó y en último momento, cuando ya todo parecía estar decido y el matrimonio concertado con el Maestre de Calatrava a punto de celebrarse, don Pedro Girón, murió en Villarrubia de los Ojos, (Ciudad Real), camino hacia Ocaña, donde estaba la infanta Isabel.

De todos los pretendientes optó la princesa por don Fernando, hijo de don Juan II de Aragón. En las Capitulaciones de Cervera día 7 de marzo de 1469, representantes de doña Isabel y de don Fernando, toman los acuerdos para el caso de celebrarse la boda e incluso los premios que recibirán cada uno de los que intervienen, en caso de no celebrarse.

En realidad vino a confirmarse la conversación entre Juan de Navarra y de Aragón y Enrique IV, el año 1457 cuando Fernando tenía cinco años e Isabel seis y concertaron este matrimonio.

La mano larga de don Juan II de Aragón, captó voluntades y allanó obstáculos, no extraña la intuición política de don Fernando, teniendo tal padre.

La venida de Fernando, desde Zaragoza hasta Valladolid, es una hazaña un tanto arriesgada y muy conocida.

El día 5 de octubre del año 1469, sale Fernando de Zaragoza, el día 12, se encuentra en Valladolid, el 14 se entrevistan los príncipes en la sala rica de la casa de Juan de Vivero, hijo de don Alonso Pérez de Vivero, el que fue muerto en Burgos, por orden de don Álvaro de Luna, arrojándolo por un balcón de la posada donde paraba el condestable, para simular un suicidio. Doña Elvira Quiñónez, sobrina del arzobispo Carillo era la esposa de Juan de Vivero. El palacio de los Vivero, confiscado, (se culpó al esposo de la muerte de doña Elvira), fue después Chancillería real.

El día 17 donación a Troilos Carrillo, hijo de arzobispo, por su intervención en la boda, de la villa de Atienza, el día 18 ceremonia civil, el 19, jueves ceremonia religiosa. Está presente el arzobispo de Toledo y por ser los desposados familiares precisan bula papal. Se lee una falsificada; oficia la ceremonia don Pedro López de Alcalá, beneficiado de San Justo.

Se había falsificado la bula a nombre de Pío II, fechada en Roma el 28 de mayo del año 1.464, ejecutada por el obispo Arias Dávila, con fecha 4 de enero del 1469 y leída el 18 de octubre del 1.469 ante el arzobispo Carrillo.

No conoció esta circunstancia doña Isabel, al final se obtuvo una dispensa matrimonial, dada por Sixto IV el 1º de diciembre del año 1471.

La suerte no le sonrió a doña Isabel: murió su hijo Juan sin quedar descendencia, supo de la locura de doña Juana, la culta y cariñosa Catalina fue desgraciada en su matrimonio, las uniones de dos de sus hijas con don Manuel de Portugal no dieron el fruto apetecido. Con todo es nuestra gran Reina.

Como todas las grandes personalidades de la Historia ha tenido sus detractores y sus entusiastas En la actualidad, es posible que nos encontremos en un periodo de baja estima de la reina doña Isabel, aunque por otra parte se le quiera elevar a los altares.

No hemos precisado los españoles de extraños para vituperarnos, en muchos momentos nos convertimos en nuestros mayores detractores.

Cualquier otra nación europea, ante una personalidad de aquellas características y aquella edad, la considerarían su genuina representación.

Hitos decisivos del reinado de los Reyes Católicos.

Creación del primer ejército. En las Cortes de Madrigal, año 1476, se refuerzan las atribuciones de la Santa Hermandad creada por Enrique IV, en principio por solo tres años, que continúan hasta el siglo XVII y son el núcleo del Ejército permanente. Cada localidad con más de treinta hogares tendría dos magistrados que reclutarían una cuadrilla para perseguir a los malhechores.

Se divide el reino en ocho provincias, cada una de ellas con un capitán que forma el concejo, presididos todos por el duque de Villahermosa, hermano bastardo del Rey que estaba considerado el mejor estratega de su tiempo.

Cortes de Toledo año 1480. Fueron consideradas durante centurias fundamentales para el desenvolvimiento de España.

Las municipalidades pidieron en ellas que se respetasen sus terrenos propios y comunales y se promulgasen los instrumentos legales que sirvieran para oponerse a los poderosos: nobles, señores, monasterios y maestrazgos, en las usurpaciones.

Se revisaron todas las prebendas otorgadas, sobre todo durante el reinado de Enrique IV, pudiendo considerarse que las medidas tomadas no tienen otra parecida hasta la Desamortización de Mendizábal. Las rentas gozadas por los particulares quedaron reducidas a la mitad, pasando de mas de 63 millones de maravedíes a unos 32. Además de las cantidades en dinero se suprimieron: alcabalas, tercias, salinas, ferrerías, servicios y aduanas. Se unificaron las pesas y medidas de líquidos y áridos y superficies.

La operación supuso un acontecimiento que impresionó a los interesados a los que se les privaba de grandes ingresos. Fueron conocidas como «las declaratorias de Toledo de 1480».

Toma de Granada, 22 de enero del año 1492.

Descubrimiento de América, 12 de octubre del año 1492.

Año 1495, Se cambia el antiguo impuesto llamado alcabala, que se inició con el 5% de las transacciones y pasó al 10. Lo pagaba el vendedor y en las permutas ambos, existía la alcabala del viento, la pagaba el forastero por los géneros que vendía, se consideraba fácil de burlar. Fueron sustituidas por los «encabezamientos» se referían a las listas de los contribuyentes de los pueblos por orden de tributación. En principio se asignó a la Corona, el importe abonado por el tercer contribuyente, a Felipe II se la asignó, además lo del primero de los contribuyentes.

Rapidez en las soluciones:

Siendo princesa manda a su criado, Pedro de la Concha hasta Trujillo, con carta para su fiel defensor Chaves, interesándose por un juro de heredad que aquí tiene, de 340.000 maravedíes, para que se atienda su colocación y cuidado.

Muere don Rodrigo Manrique; hay que elegir nuevo maestre en Uclés (los Maestres de Santiago tienen tantas rentas como la corona.) Para ello, lleva a cabo el siguiente viaje: Sale de Toro, (Zamora) el 1 diciembre, el 9 duerme en Ocaña (Toledo), personándose el 11 en Uclés (Cuenca); en pleno invierno cruzó la Cordillera Central.

Solicita y es autorizada a estar presente en la elección del Maestre. Componían la reunión 4 miembros de Consejo, 4 comendadores, 4 caballeros y el Prior de Uclés; Los trece de Santiago. Estaba prohibida otra presencia.

Propone la Reina que se nombre como Maestre a don Alonso de Cárdenas por considerar que es una institución de la Corona y debe estar en manos de persona propuesta por los Reyes. Es aceptada la propuesta quedando excluidos los aspirantes, Diego Pacheco, un hijo del Maestre don Rodrigo y el legado pontificio, Franco.

Hijos de los Reyes Católicos:

Isabel: nace en Dueñas el 1 de octubre de 1470. Se casa, en Sevilla el 18 de abril de 1490, con el príncipe Alfonso de Portugal, hijo de don Juan II y nieto de Alfonso V, los defensores de la Beltraneja; una vez viuda se une a don Manuel I, el Afortunado, primo de su primer esposo.

María: nace en Córdoba el 29 de junio de 1482, casada con su cuñado Manuel I por muerte de su hermana Isabel. Son los padres de doña Isabel la Emperatriz, esposa de Carlos I. Tuvo don Manuel un nuevo matrimonio con doña Isabel de Austria, nieta de los reyes Católicos e hija de doña Juana y Felipe el Hermoso.

Juana: nace el 6 de noviembre de 1479 en Toledo, en el palacio de Cifuentes; casada con Felipe el Hermoso, hijo de Maximiliano. Padres de Carlos I, y de doña Isabel de Austria, tercera esposa de don Manuel I, el Afortunado.

Juan: nace en Sevilla el 30 de junio de 1478 (tiene labio leporino) El bautizo es fastuoso; se casa con Margarita, hija de Maximiliano, hermana de don Felipe. Mucha mujer para él, que fallece de amor. A la muerte del príncipe Juan, se cambió el color del luto (de amarillo a negro), aunque lo conservó la población de Lagartera. (Toledo)

Catalina: nace en Alcalá de Henares el 15 de diciembre de 1485. Se casa con el príncipe de Gales y por muerte de éste, con su hermano Enrique VIII. Padres de María Tudor, segunda esposa de Felipe II, la de los embarazos fingidos; era vieja y fea. Felipe II, hijo obediente.

Les sucedió Carlos I, el Emperador, hijo de doña Juana y de Felipe el Hermoso.

Hijos extramatrimoniales de Fernando el Católico; dijo un día Felipe II a su hijo, ante el retrato de don Fernando: «A éste se lo debemos todo.»

A los diecisiete años, aún no casado con doña Isabel, tuvo con Doña Aldonza Roig, nacida en Cervera de Segarra hacia 1450, a don Alfonso de Aragón, que fue Arzobispo de Zaragoza y fue educado por la reina Isabel. El Arzobispo tuvo a su vez siete hijos con Ana de Guerra, la cual murió en 1520.

Con Juana Nicolau, segunda amante que nació hacia 1455 y falleció en Barcelona en febrero del 1522, tuvo a su hija Juana de Aragón, nacida hacia 1473 ó 1474 y muerta en 1521. Casada con D. Fernando de Velasco, siendo ambos los primeros Duques de Frías.

Con Toda de Larrea, portuguesa, Señora de Pereira, tuvo dos hijas, ingresadas monjas en el mismo convento sin saber su parentesco.

Muerta la reina Isabel tuvo don Fernando una segunda esposa, doña Germana de Foix, con la que casó el 19 octubre 1505, por poder, en Bloix. Actuó en su nombre D. Juan de Silva, conde de Cifuentes. El 18 de marzo de 1506 se consuma el matrimonio en Dueñas (al final le fallaron las turmas, por agotamiento.) Murió en Madrigalejo el año 1516.

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