Manuel Rubio Andrada y Vicente Pastor González. Versión en revisión. 2014.
1. INTRODUCCIÓN. Somos conscientes del valor documental que los grabados e inscripción de este monumento poseen, de ello el esfuerzo que su estudio nos ha acarreado en un intento de transcribir al papel impreso sin perder nada que pueda desviar a otros contenidos que los que realmente presenta.
2. SITUACIÓN. Se localiza en el punto geográfico determinado por una latitud norte de 39º 12´ 52.99´´ y de longitud oeste 5º 9´ 17.62´´.
Si se desea conocer este bello monumento hay que partir de Valdecaballeros en dirección a Castilblanco; pronto el pantano se adentra en el río Guadalupejo, crucemos el puente y continuemos ascendiendo los próximos cerros; poco antes de llegar al de Cabezuela, a poco más de 5 km de la población, un camino atraviesa, es el cordel de ganados y por él, a la derecha, continúa la antigua carretera que enfilaba el valle del Guadiana; marchemos por este lado unos 8 km hasta localizar un primer istmo, pasados uno 300 m se observan a la izquierda, muy cerca, unos paredones de construcciones en desuso, debemos dejar el automóvil y dirigirnos a ellas; nos será suficiente caminar desde allí unos 100 m cresteando en el mismo sentido que traíamos por el camino y estaremos en el monumento[1].
3. GENERALIDADES. Este terreno está formado por tierras de escasa profundidad, estando presentes las pizarras pardas de naturaleza más bien blanda y generalmente cubiertas de líquenes grises. Parecen poco aptos para la agricultura aunque no falta la ganadería tanto ovina como bovina. El pantano inunda la mayor parte del ribero hacia el S y el W siendo posible la existencia de mejores tierras en las cercanías de los antiguos cauces de los ríos Guadiana como del Guadalupejo. Unos km más hacia el SW los imponentes crestones de cuarcita surgen en dirección próxima al N-S dejando un portillo de gran amplitud por donde el Guadiana se precipitó en sinuoso cauce hacia el comienzo de las templadas y feraces vegas del centro de la provincia de Badajoz. Las laderas de esas serranías se cubren de espeso jaral salpicado de alguna encina u otro arbolado autóctono muy apto para el caprino y sobre todo para la caza mayor.
Al N según viene el camino, se observan las dehesas con encinar, no muy cuajado, ni cuidado, dedicadas principalmente al pastoreo y la caza; es notable a veces el estacionamiento invernal de grullas.
4. EL ENTORNO ARQUEOLÓGICO
El poblado de La Barca, se encuentra a poco más de 1 km de distancia hacia el SW y lo podemos visitar continuando el camino hasta su terminación en las inmediaciones del último istmo; dejado allí el vehículo hemos de buscar el cercano y último cerro donde se asienta el poblado tras un foso.
Unos kilómetros Guadiana hacia arriba, en su margen izquierda, se encuentra el poblado del Jardal, en la finca del mismo nombre; la necrópolis asociada al mismo presenta un corto número de tumbas cuyos ajuares, aunque escasos, y características coinciden con las portuguesas del SW (Jiménez, 2001).
5. DESCRIPCIÓN DEL MONUMENTO. Están presentes los tres componentes fundamentales: túmulo, corredor y cámara. El túmulo nos ha llegado muy alterado y deteriorado ya que en décadas pasadas se realizaron bancales para la plantación de eucaliptos con posterior arranque parcial de los mismos. Todas estas vicisitudes han acarreado diversas modificaciones que tendieron a la nivelación horizontal de la superficie y dañado en parte el espacio tumular. Actualmente los restos presentan una anchura de radio variable que oscila entre 9,5 y 2,10 m. En la mayor parte de su recorrido es evidente un foso irregular, poco profundo de unos 5 m de ancho y 0,50 m de profundidad, no equidistante de los ortostatos centrales.
El túmulo está formado por acumulación de tierra con piedras de pequeño y mediano tamaño sin que se observe en él anillos de piedras hincadas utilizadas a veces en este tipo de monumentos como refuerzo de la construcción.
La cámara aunque algo irregular, es de marcada tendencia circular con un diámetro de unos 4 m. El anillo que la limita está formado actualmente por 13 ortostatos, otros están caídos hacia el interior y algunos faltan. Les hemos numerado dando frente al corredor desde dentro y partiendo hacia la derecha. Ha de tenerse en cuenta que la superficie del fondo es muy irregular por los restos acumulados, por ello las diferencias de altura son tan acusadas; el ancho de algunos no se enumera por estar todavía cubiertos por los restos del túmulo.
Nº | LARGO | ANCHO | ALTO |
1 | 0,62 | – | 0,73 |
2 | 0,68 | – | 0,73 |
3 | 1,04 | – | 1,54 |
4 | 0,57 | – | 1,27 |
5 | 0,67 | – | 1,23 |
6 | 0,65 | – | 1,19 |
7 | 1,11 | – | 0,85 |
8 | 0,70 | – | 1,24 |
9 | 0,77 | 0,30 | 1,05 |
10 | 0,47 | 0,32 | 1,70 |
11 | 0,58 | 0,30 | 1,84 |
12 | 0,50 | – | 1,59 |
13 | 0,70 | – | 1,50 |
Los tres ortostatos situados hacia el W resultaron un poco más cortos que los demás habiéndose nivelado con una pizarra estrecha y larga que nos ha llegado en su posición original como cubierta, en parte, gracias a una fuerte raíz que la sostiene, posiblemente también marca el inicio de la falsa cúpula. Los números 3 y 9 tienen cazoletas; el 4 posee una inscripción prerromana y una serie de grabados reticulares; en el 11 se realizaron unos interesantes grabados.
Debemos señalar la oposición casi geométrica que existe entre los ortostatos que tienen grabados.
El corredor está orientado hacia el E equinocial. Tiene de ancho 1,18 m y de largo por el interior entre 2,60 y 2,80 m pues su terminación es algo irregular; no es posible calcular la altura por estar bastante cegado. Desde el interior se observan a la derecha 6 ortostatos y en la izquierda solamente 3, todos más bajos que los del anillo de la cámara central; la diferencia del número se debe a que han excavado externamente por esa parte habiendo retirado quizás las piezas que faltan y tapando de forma descuidada con otras medianas. El final del corredor -que sería su principio-, se ve cegado con materiales procedentes del túmulo cuya elevación en esa parte ya dijimos que era mayor; esto posiblemente pueda ser debido a depositarse allí parte de la tierra extraída en los diversos expolios sufridos a través del tiempo (Fig 16).
6. LA INSCRIPCIÓN. Antes de comenzar su estudio y como introducción diremos que las inscripciones realizadas con alfabeto del SW tienen unas características que creemos oportuno mencionar. El escrito suele comenzar por la parte superior derecha y avanza hacia la izquierda tendiendo a seguir los renglones en espiral rectangular hacia el interior. Otra característica es la ausencia de separación entre las palabras u oraciones aunque a veces un trazo vertical las delimita. Su carácter semisilábico le hace presentar con un solo signo las sílabas oclusivas, las consonantes continuas y las vocales. Con frecuencia hay geminación de la misma vocal presente en la sílaba oclusiva (Correa, J. A. 1985). Finalmente hay que señalar el carácter funerario que se viene atribuyendo a este tipo de inscripciones repitiéndose en muchas determinadas palabras tenidas por fórmula epitafial. Gracias a esta costumbre nos ha llegado a ser conocida su escritura.
Esta inscripción fue realizada en el interior del ortostato número 4, en su parte derecha central y ocupa un pequeño espacio rectangular de 12 cm de largo por 10 de ancho. La superficie del soporte es blanda y se exfolia con facilidad en capas muy delgadas, de cerca del milímetro de espesor. En la parte superior de esta zona del monumento hay una nivelación, ya mencionada, que actúa como pequeña visera y resguarda toda esta superficie de la erosión[2].
Toda la superficie debió estar llena de trazos lineales distribuidos de manera muy irregular pero el plano saltó en amplios espacios que no ofrecen ya ese tipo de realizaciones; en uno de estos resaltes hay realizada, muy tenue, una inscripción que es visible en su totalidad en condiciones muy especiales de luz y humedad ambiental. Para realizar los signos no debió necesitarse un instrumento excesivamente duro ya que la pizarra aparenta ser blanda; si fue necesario que la herramienta estuviera muy afilada dada la delgadez de los trazos; ya hemos dicho que su relieve es escaso siendo difícil la observación en circunstancias normales. Consta de 24 o 25 signos cuyo ancho oscila entre 1,20 y 0,50 cm; fueron distribuidos en una línea con pauta ocasional; a los 10 cm de su comienzo, el renglón se curva durante 6 cm hacia la parte inferior para terminar con rectitud pero algo caído 8,5 cm a la derecha y, naturalmente, en sentido contrario a su comienzo. Aparentemente existe una unión entre los signos 15, 16 y 17; de estos, el 16, es el trazo recto que aparentemente los une, pero una mirada atenta y pormenorizada nos acerca a considerarle más bien un relieve natural de la roca y por ello no lo consideramos signo (Lám I, II-a, II-b, II-c y Fig 1). El autor hizo las grafías sin titubeo demostrando soltura en la realización de los trazos los cuales, en general, no fueron interrumpidos; por todo ello hemos de suponerle soltura, buen conocimiento del signario del SW y quizás una práctica habitual propia de un lapicida con cierta profesionalidad.
En todos estos monumentos debemos suponer posibles errores caligráficos, adornos o variaciones debidas a un voluntario añadido del autor, en otras ocasiones las variaciones serían involuntarias, motivadas por el cambio direccional de la línea, alteraciones imprevistas del soporte o bien el fuerte cambio de posición de la mano del autor forzado por la imposibilidad de rotar ante la disposición vertical del soporte.
Por el momento se encuentran en Extremadura varias inscripciones con este tipo de signos. La primera fue ofrecida por Vicente Paredes Guillén, es la situada más al N y consta de un solo signo leído como i; fue grabado sobre un canto rodado de fibrolita encontrado cerca de Plasencia (de Mello 1980). Continúa la pintada en el abrigo del Santuario de Monfragüe, su mala ejecución y conservación han hecho que nos llegue bastante confusa y deteriorada (Beltrán 1973). Algo alejada hacia el SE está la de Almoroquí descubierta por un grupo de trabajo en el que algunos de nosotros formábamos parte (Beltrán 1973; de Hoz 1993). Pasamos luego a la pequeña inscripción de Cañamero (Hernández 1972) situada aún más al SE aunque algo menos que ésta de la Barca, la cual es equidistante con la hallada en Siruela, situada al S (Otero 1974); finaliza esta serie la hallada en Capote, Higuera la Real, Badajoz (Berrocal 1982) mirando ya a sus vecinas del S portugués que es donde se encuentran la mayor concentración de estos monumentos. Finalmente completan la muestra algunos grafitos hallados en Medellín, Badajoz (Almagro 1977) y en Cancho Roano, Zalamea de la Serena, Badajoz (Jiménez 1996).
Ofrecemos en la lámina I la inscripción y en la figura 1 presentamos su ordenación según nuestro sistema actual de escritura pero sin mudar su disposición sinestrosa. Al enfrentarnos a los contenidos de cada signo utilizaremos los signarios según creamos más conveniente. Utilizamos los de Gómez Moreno (G.M.) (Gómez 1961), el de J. de Hoz (J.H.) (de Hoz 1989) y el tercero de Virgilio Hipólito Correa (V.H.G.) (Hipólito 1996); para el alfabeto fenicio hemos consultado el ofrecido por J. de Hoz (de Hoz 1989).
Son claramente identificables por los signarios del SW, los números 1, 2, 3, 5, 6, 7, 8, 9, 11, 13, 21, 22, 23, 24 y 25; presentan dudas de interpretación los números 10 , 16, 17 y 18; consideramos signos evolucionados los números 4, 14 y 12 y desconocidos a dicho signario los números 15, 19 y 20. Además en esta inscripción parece que no hay geminación y llama la atención la excesiva presencia de oclusivas labiales con una marcada ausencia de signos vocálicos en la parte central del texto.
Los números 10 y 16 podrían ser tomados como separación ya que a veces se emplean con esa función. Así podría ser pues el signo anterior es terminación de palabra ya que …ikalan es semejante a la terminación…ikalen, pero una mirada atenta nos hace ver que tras el primer signo vertical, va otro claramente traducido por n y después no va una vocal como habría que esperar, -va el doble gancho-, el cual tiene muchas posibilidades de ser silábico, por lo que habría una construcción muy forzada y un poco extraña. Por todo esto parece acertado suponer al menos en este primer signo vertical su habitual contenido silábico de ba (G. M.) y con ello aceptar en él, el comienzo de una nueva palabra. Igual lectura podría ofrecer el otro vertical número 16, aunque nosotros no lo consideremos tal; éste, signo o relieve natural, se encuentra en una zona de la inscripción en la que unos no son legibles en el alfabeto del SW y carece de signos vocálicos con lo que de ser signo añadiría mayores dificultades.
El número 17 es parecido a labial ba (de Hoz 1986) pero incluye una variación en la zona central de la línea quebrada que aquí se construyó con horizontalidad sus segmentos 1, 3 y 5. También tiene variaciones el signo número 18 que se aproxima a la s (de Hoz 1986). En cualquier caso su situación en esta parte de la frase no nos facilita su lectura.
Los rectángulos cortados por tracitos superior e inferior, números 4 y 14, son una clara evolución del signo rectangular simple leído por bu en los tres signarios. El número 12 procede del gancho sencillo formado por un solo arco leído como bi (G.M.) y (J.H.). Precisamente estas particularidades nos hace suponer que puedan ser añadidos del autor y que representen sonidos muy parecidos o iguales a los que representan los signos de donde proceden.
Entre los signos más desconocidos para el signario del SW podemos incluir el número 15 que semeja al celtibérico be (de Hoz 1988 b); puede considerarse también una representación deforme del e del SW. El trazo 19 señala el alfabeto neopúnico como el más próximo y el número 20 nos resulta desconocido. Ya hemos dicho que todos estos signos presentan un grado de desgaste que hace difícil su visión.
Dividimos la inscripción de manera convencional en tres partes para seguir acometiendo su estudio con mayor facilidad (Láminas II-a-b-c). De esta manera tendríamos una primera parte que llega hasta el final de …i.ka.l.a.n, el cual va precedido de cuatro signos conocidos, formarían con muchas posibilidades n.i.e.bu.i.ka.l.a.n..
La segunda parte de la inscripción comienza con el primer signo vertical y termina en el número 20, ambos inclusive; debe ofrecer en primer lugar ba.n.; luego un evolucionado doble gancho, número 12, que podría tener un contenido cercano al del gancho simple, leído como bi en (G.M.) y con dudas por (J.H.); sigue una clara n; nuevamente un rectángulo evolucionado, leído por bu como en su primitiva representación o cercano a ella; después los signos 15 y 16 que preferimos no leer y después los signos 17, 18, 19 y 20 que ignoramos su contenido y que tampoco leemos. Su posible lectura se acercaría a ba.n.bi.n.bu.¿-?.-.¿-?.¿-?.¿-?.¿-?. Obsérvese que los signos vocálicos escasean o están ausentes y aparentemente hay un elevado número de sílabas oclusivas labiales.
La tercera parte, convencionalmente separada, presenta la terminación i.ka.l.e.n. con un significativo cambio de a por e con respecto al primer segmento. Su lectura incompleta sería i.ka.l.e.n. En conjunto la inscripción se aproximaría a:
1 2 3 4 5 6 7 8 9
n i e bu i ka l a n
10 11 12 13 14 15 16 17
ba n bi n bu ¿? – ¿?
18 19 20 21 22 23 24 25
¿? ¿? ¿? i ka l e n
Tanto ikalan como ikalen tienen una estructura rastreable en alguna inscripción del SW como el comienzo de G.M.1, a partir también del cuarto signo hay un ipalen.
A pesar de lo dicho hay que reconocer que las numerosas variaciones con respecto a los signos habituales en el SW, la ausencia de las frases rituales maronabe o mirnabe keonai o similares, las sucesivas repeticiones de las sílabas oclusivas labiares y la escasez de signos vocálicos en la parte central así como sus posibles conexiones con los diferentes signarios etc, hacen de nuestro monumento un caso excepcionalmente raro con respecto al resto de las inscripciones prerromanas en general y del SW en particular.
Aunque el lugar de aparición de nuestra inscripción pueda considerarse para la cultura del SW al menos fronterizo, pensamos que esta distancia entre el foco principal no debe ser la causa principal de tales variaciones, ya que en la cercana inscripción de Siruela aparece el signario del SW bien definido y ajustado. Aquí vemos una parte central con representación de sonidos extraños al signario del SW; el lapicida parece conocer otros signarios, celtíbero como quizás apunte el signo nº15 y el neopúnico como parecen indicar el número 19. En parte, debió tener necesidad de combinarlos para lograr representar satisfactoriamente unos sonidos extraños al signario del SW y a su vez agradar a los demandantes. Así pues, la parte central de la inscripción, muy posiblemente haga referencia a palabras de origen fenopúnico lo cual se deduce de la ausencia de signos vocálicos en su construcción. Estas palabras hay que relacionarlas con algún personaje importante, de procedencia oriental, posiblemente afincados en el cercano poblamiento de la Barca.
Forzosamente no se puede decir que la inscripción pertenezca a un rito fúnebre ya que el pequeño tamaño de los signos parece más bien hacer una referencia común, cotidiana. Pero la utilización del viejo monumento megalítico como lugar respetable, necrológicamente hablando, le añade consistencia como posibilidad de continuar siendo un lugar de enterramiento elitista. Con él perviviría su antiguo valor simbólico general, fiel representante de una vieja estructura social; reflejo de sus valores o parte de todo ello.
7. CAZOLETAS
Las cazoletas grabadas presentan una superficie pulida, cóncava y fueron representadas formando conjuntos de dos.
El ortostato número 3 contiene dos cazoletas situadas en el cuarto superior izquierdo de la superficie visible; de ellas, la número 1 se realizó superiormente y tiene forma elíptica, miden sus ejes 5,5 cm el vertical y 5 cm el horizontal siendo su profundidad aproximada de 1 cm; la número 2 se situó inferiormente a 7 cm y es circular, su diámetro mide 3,5 cm y la profundidad es de apenas 2 mm.
El ortostato número 9 tiene otras dos igualmente pulidas aunque presenten peor acabado; una superior de tendencia elíptica se situó en el centro del cuarto superior derecho, tiene un eje vertical de 5,5 cm y otro horizontal de 4 cm siendo la profundidad cercana al centímetro; la más inferior fue realizada hacia el centro del ortostato quedando de ella solamente un pequeño casquete esférico.
Es numeroso el repertorio de cazoletas realizadas en los ortostatos de dólmenes y monumentos posteriores.
Numerosa es también la representación de estas formas con una cazoleta oval destacable casi siempre por su mayor tamaño, valga como ejemplo las realizadas en la parte E exterior al recinto del cercano poblado de La Barca, Valdecaballeros, Badajoz.
8. LOS GRABADOS LINEALES.
Los grabados fueron realizados en dos grupos: la serie A que ocupa el ortostato número cinco y la b en el once. Enumeramos siempre de arriba abajo y de izquierda a derecha salvo que se indique lo contrario.
SERIE A. Esta primera serie de grabados se encuentra en el mismo ortostato que la inscripción.
Fueron realizados muy finamente en v aunque, en algunas formas especialmente relevantes, fueron realizadas en U, algo mayores, más concretas y con mayor intensidad.
Conjunto A-1. Ocupa un plano algo más elevado situado sobre el centro de la parte superior. La superficie está bien limitada, lisa, de color claro y de forma compleja; no se utilizó en suparte inferior (Fig 2).
Algunos trazos son de difícil visión pues la disposición del ortostato comunica mala luminosidad.
En la parte superior de este espacio se grabaron con fuerza nueve cortos trazos, a veces dobles y siempre paralelos entre sí, aunque inclinados a la izquierda su tendencia es vertical.
Bajo ellos siete líneas inclinadas hacia la derecha ahora de tendencia horizontal; cortas y algo gruesas, fueron distribuidas paralelamente.
En la parte media de esta composición, bajo la parte inferior de las líneas más verticales se dispuso una figura en forma de corta hoja de espada con su punta hacia el lado derecho y en la misma disposición que los trazos de tendencia horizontal a partir de la cual comienzan.
También hacia el centro del conjunto, en la parte baja de la forma de arma, casi imperceptibles, se observan varias líneas muy finas, distribuidas desordenadamente aunque a veces forman triángulos.
Conjunto A-2. El soporte está bien limitado, bastante liso y tiene forma irregular. Este conjunto se realizó en la superficie contigua por la derecha y en la parte baja, el lado izquierdo no se utilizó (Fig 3).
La parte superior de la derecha apenas ofrece un par de finos trazos, muy próximos, de tendencia vertical y cóncavos.
Este conjunto consta esencialmente de tres estelares parcialmente grabados en el límite derecho del espacio utilizado: uno se realizó hacia la zona media central con una forma circular finamente piqueteada y deforme en su parte superior; de este círculo se desprenden cuatro trazos, los dos de la derecha son muy cortos, los de la izquierda son muy largos y unen por lo general los distintos trazos lineales de este conjunto.
Otro estelar se dibujo con una semicircunferencia, está inmediato a su derecha y bajo éste el otro, solamente insinuado en la parte inferior. Estos últimos se realizaron en el límite de la superficie acotada.
Ambos proyectan sus radios, curvándose con suavidad, hacia la parte inferior izquierda. En todo ese espacio se trazaron numerosas líneas de distintos tamaños y generalmente de tendencia paralela con las mismas de sus posición. Hay unas de tendencia vertical, otras horizontales e inclinadas; en general, aunque algo deformes, pueden considerarse estructuras reticulares.
En este conjunto de trazos se pueden observar algunas formas triangulares y de puntas de espadas. Destacan dos: una corresponde a la representación de una alabarda reforzada con nervio central, mide 5 cm de largo y 3,6 cm de alto, fue grabada en U, en la zona media central y con mayor intensidad; la otra, muy deteriorada, corresponde a una corta forma de espada de 15 cm de larga y 2,2 cm de ancha, se dispuso horizontalmente en la parte inferior y con la punta hacia la izquierda.
Comentarios a los conjuntos de la serie A
El conjunto A-1 presenta una forma de hoja de espada y trazos, no muy grandes, de tendencia vertical y horizontal y carece de estelares.
La disposición de los trazos y el arma nos dispone a suponer, con cierto rigor, que se nos trasmitió una acción, en la cual “algo” que estaba en pie -posición tendente a la vertical-, fue cercenado por la forma de arma hasta la posición inclinada de tendencia horizontal; parece decir: algo que está vivo pasa a estar muerto por la acción de la espada.
El conjunto A-2 presenta un panorama diferente. Pueden considerarse tres grupos en torno a los tres estelares y sus campos radiales, el tercero solamente insinuado por la confluencia de sus rayos.
Otra cuestión es la introducción de una forma nueva de arma que se suma a la deteriorada figura de espada corta ya presente en el Conj A-1; se trata de una representación de alabarda con refuerzo central.
Las representaciones radiales parecen ser el motivo para realizar en sus “campus”, una serie de estructuras reticulares, no bien acabadas, pero que permiten asociar en este conjunto ambas formas -estructuras y rayos estelares-; más allá de esta correspondencia formal deben relacionar igualmente sus contenidos aunque estos se nos escapen.
La forma de alabarda se situó fuera de los dos campos radiales de los estelares, más bien al comienzo del segundo pero directamente conectada a ellos por largos trazos de tendencia vertical y paralelos que se extienden de arriba a abajo desde el primer conjunto articulando con los otros dos grupos mediante estructuras reticulares.
En el trazado parece representado un pequeño caos en la parte izquierda inmediata inferior de la forma de alabarda cerca de la conclusión del primer trazo por ese mismo lado.
Así pues este segundo conjunto concreta la relación de determinadas armas en asuntos estelares.
Parece quedar muy lejana su acción mortífera; en realidad se nos transmitió una complicada acción de carácter general, cósmica.
Tal vez haga las siguientes referencias: una es la creencia de los orígenes cósmicos de determinadas clases de armas metálicas -bronce-; otra a la organización cósmica, quizás con carácter ocasional, por la conjunción de determinados rayos de diferente procedencia astral formando estructuras reticulares.
SERIE B.
Fue realizada finamente y con escasa profundidad en la cara interna del ortostato nº 11. El soporte presenta una superficie lisa, blanda y fácilmente exfoliable en capas delgadas lo que ha producido resaltes de extensión importante; tiene tres racheados oblicuos hacia la izquierda en ángulo de unos 30º con la vertical, son paralelos, y de tendencia equidistantes. La roca tiene color pardo en la parte inferior, zona que ha estado más tiempo cubierta por tierra, después pasa paulatinamente a diferentes tonalidades de gris y en la zona superior, por estar en el exterior y en contacto con el aire, ha propiciado la aparición de numerosos líquenes que la han prestado su protección. La diferencia de estas coloraciones es un buen testigo de las sucesivas grandes etapas que ha tenido la existencia de este tholos.
Los seis primeros conjuntos ofrecen trazos de apariencia desorganizada, una observación más pormenorizada nos hace ver entre ellos a determinadas formas de armas que hemos fotografiado y dibujado mediante su escaneado con lo que su acercamiento a la realidad es importante, cuestión que creemos imprescindible en este tipo de trabajos. Las demás líneas están organizadas en formas geométricas.
En general enumeramos los conjuntos desde la parte superior izquierda hasta la inferior derecha.
CONJUNTO B-1. Ocupa una superficie triangular irregular de 45 cm de alto y 14 cm de ancho. El vértice más agudo apunta la parte inferior; está bien limitada por racheados naturales de la roca (Fig 4).
La superficie es lisa y clara; un resalte daña el dibujo central de un estelar o soliforme. Dividido el espacio horizontalmente en tres partes apenas se ocupó la parte inferior, la más aguda; los restos del soliforme destacan en la zona media y una serie bastante abigarradas de trazos rectos de tendencia vertical ocupan el tercio superior.
El conjunto está formado por dos tipos de formas. Una de ellas muy concreta, es el estelar cuya circunferencia central se trazó con la ayuda de líneas rectas; son visibles en la parte superior unos 4 cm, de la parte derecha solamente tenemos un tracito de 2 cm e indica que, al menos los inicios por esta parte también son rectos; de la parte inferior derecha no nos ha llegado nada y en su izquierda hay muy desvaída una línea circular. El arco se completaría en un resalte de la roca.
Más allá de esta línea, supuesta en un buen tramo, se encuentran los radios inequívocos que reclaman el arco central. En total hemos observado trece o catorce líneas radiales cuyas medidas oscilan entre 4 y 10 cm.
El resto de las formas se situó por lo general en la parte superior del espacio. Son líneas rectas de aspecto desordenado cuyo trazo tiende a la verticalidad.
En la parte media superior se trazó una línea tendente a la horizontalidad, con ella se acotaron en sus extremos dos formas triangulares, la de la izquierda sin refuerzo central y la de la derecha más pequeña, remarcado su contorno con doble trazo lleva refuerzo. Son representaciones de alabardas. Menos precisas se observan otras.
Igualmente se dibujaron varias terminaciones lineales que se aproximan hasta cortarse en forma de hoja de cuchillo o espada y en menor cantidad puntas de flecha.
De la parte superior del estelar salen largas líneas que por sus forma y extensión aparentan ser extraños al estilo nada armamentista de la figura.
CONJUNTO B-2. Acometemos el estudio del conjunto B-2 según la fotografía obtenida en el año 2001 ya que las del año 2014 han perdido gran parte de trazos, sobre todo del estelar (Fig 5).
Ocupa una superficie contigua por la derecha; como la anterior está perfectamente acotada de forma natural. Tiene forma de rectángulo con base en uno de sus lados menores; miden 12,5 cm de ancho y 24,5 cm de alto. En este espacio rectangular se realizaron dos conjuntos de temática semejante al B-1. El espacio se presenta alisado y sin líquenes.
El conj B-2 es el situado a la izquierda, en la parte central. Está formado por un estelar con una corona en forma de elipse irregular, más recta en la parte superior que en la inferior. De ésta parten salen al menos nueve trazos rectos de tendencia radial, muy regulares los cuatro del lado derecho y anormalmente largos los de la izquierda sobre todo el penúltimo. De todos al menos seis terminan superiormente unidos en forma de hoja de cuchillo, en una ocasión se prolongaron las líneas hasta conseguir la unión muy superiormente. Los radios visibles de la parte superior estaban casi perdidos y ocupaban más bien la parte central.
La figura solar está bajo un reticular que nos ha llegado en parte muy desvaído. Estaba formado por seis trazos bien marcados de tendencia horizontal; los trazos verticales correspondientes a esta estructura son más difíciles de precisar: uno se observa muy cerca del límite derecho de la superficie; en la parte superior derecha se observan dos restos; hay otro casi coincide con el extremo derecho de la elipse; uno más coincide con la parte superior del cuarto radio -comenzando por la derecha-. Más hacia la izquierda algunos radios se confunden con los trazos verticales de la estructura.
Aun existen otras líneas que cortan diagonalmente el conjunto posibles añadidos de tiempo impreciso sin otro sentido que el daño.
CONJUNTO B-3. Este conjunto fue realizado en la parte superior derecha de este espacio rectangular, se separó del anterior conjunto escasos centímetros. Consta de un nuevo reticular bien trazado con líneas rectas y perpendiculares (Fig 5).
Cuatro son de tendencia horizontal, miden 5,6 – 6 – 6 y 6 c; de las cinco verticales el segundo por la izquierda mide 18 cm y se curvo superiormente hacia ese mismo lado con el fin de unirse al primero de longitud similar. Se retocaron las longitudes de estos dos trazos superiormente logrando dos terminaciones puntiagudas semejantes a las de los conjunto B-1 y B-2; una de ellas acaba más arriba que las demás.
En la parte de abajo, apenas visible, hay un estelar bajo el reticular citado. Se realizó de forma triangular, con un ángulo recto en el lado izquierdo de la parte superior, arriba el lado mayor mide 4,2 cm y 1,2 cm el inferior en la izquierda. El otro lado se realizó de forma cóncava uniendo ambos extremos.
Esta forma arqueada presenta cinco líneas radiadas en el lado superior de 4 – 4 – 4 – 4,8 y 3 cm; en la parte inferior vemos otros cinco de 2,5 – 0,6 – 5,3 – 2,1 y 3,1 cm; se completó este estelar con otros tres en el lado izquierdo, miden 1,5 – 1,5 y 3,6 cm.
Aprovechando los radios de la parte superior se trazó otro reticular con al menos tres líneas horizontales de unos 3 cm. Esta forma y el estelar aparecen muy desvaídos en el material fotográfico de 2001, en el año 2014 prácticamente han desaparecido.
CONJUNTO B-3 bis. Este conjunto no fue recogido en nuestro estudio de 2002. Se situó en una superficie adosada a la derecha en forma de paralelogramo irregular y para orientación del lector diremos que tiene como base uno de sus lados menores, los diagonales. Sus ejes miden 10,5 cm y 29,5 cm (Fig 6).
Los trazos que recoge están muy desvaídos y nos permite aproximarnos a sus contenidos. Se trata de una forma estelar en la que la corona central es visible en su parte inferior y el lado derecho; también su parte izquierda, encontramos perdida la parte superior. Son visibles por ese contorno numerosas formas de tendencia radial, seis en la parte superior, cinco en el lado izquierdo y nueve en la parte cóncava; algunas de ellas son de gran extensión.
Existen un corto número de líneas esparcidas por la superficie sin aparente sentido que, en parte no incluimos por no dificultar la observación.
CONJUNTO B-4. Fue situado inmediato a la izquierda bajo los anteriores. Ocupa una superficie de tendencia rectangular de 12,4 cm de ancho y 29,5 cm de alto. En el soporte aparece con cierta alineación con los conjuntos B-5 y B-6 (Fig 7).
Consta de dos estelares y otros trazos. El estelar superior se realizó a la izquierda y se aprovechó un resalte de la roca. Se nos representó el arco de forma muy parcial con al menos cinco largos radios que se desprenden del resalte de forma impulsiva y algo descuidada.
El otro estelar se situó en la parte baja del lado derecho, muy cerca de otra pequeña oquedad. Para trazar el arco se utilizó en la parte superior un ángulo obtuso de gran abertura y sus extremos se unieron inferiormente con un arco resultando una figura alargada.
En todo su contorno se completo con al menos catorce trazos radiales.
En el centro de estas dos formas confluyen sus radios -serían los rayos de los dos estelares- y sobre ellos hay trazada en inclinada diagonal una indudable forma de hoja de puñalón que parece quebrar la línea de uno de los radios del estelar inferior. Entendemos que narra quizás con mayor claridad por su simpleza, las mismas cuestiones apuntadas en los cuatro primeros conjuntos de este ortostato.
CONJUNTO B-5. Ocupa la parte central y se realizó en una superficie lisa de tendencia rectangular; tiene 36 cm de alto y 16,5 cm de ancho. Como los anteriores conjuntos está bien limitado por racheados naturales, dos de estos cortan el espacio perpendicularmente llegando a converger en la parte superior: los trazos son finos y superficiales (Fig 8).
Las formas son semejantes a las reseñadas: trazos lineales y dos estelares, más confusos y descuidados, aparentemente inacabados.
El primero ocupa la parte superior derecha al lado del racheado central; el arco se realizó hacia la derecha en forma de triángulo con un pequeño remate cóncavo en la parte inferior izquierda, en esta corona, superiormente se trazaron al menos cuatro trazos radiales y cinco en el lado inferior.
Bajo él, a unos 10 cm hay otro estelar, muy posiblemente inacabado, nos ha llegado parte de su corona circular y algún trazo radial. Destaca en su interior una forma de arco.
En toda esta superficie se realizaron numerosos trazos, la mayoría de tendencia vertical, de ellos varios lo hacen determinando cuatro o cinco formas acuchilladas.
CONJUNTO B-6. Fue realizado en una superficie en forma de triángulo escaleno; tiene de alto 35 cm y de ancho 13,5 cm. Es lisa aunque manchada de tonos ocres que dificultan la visión de la superficie de la roca, no obstante no parece que existan más trazos que los reseñados.
Solamente hemos visto un estelar -soliforme- en la parte superior derecha. La corona central se formó con trazos rectos, quebrados, en la parte inferior y superiormente con una línea cóncava. Para observarse debe tomarse como referencia para la corona central, una pequeña hendidura de la roca. Lo acompañan al menos diez trazos radiales visibles en los laterales y la parte inferior (Fig 9).
CONJUNTO B-7. Se realizó unos cinco centímetros bajo los anteriores, alineado con los conjuntos B-8 y B-9, es el primero de la izquierda y está muy cerca del límite del ortostato (Fig 10).
El soporte inmediato se aproxima a la forma rectangular, tiene 13 cm de ancho y 40 cm de alto. El grabado viene a ocupar aproximadamente el centro de este espacio.
La figura fue realizada con trazos el u y ligeramente más gruesos que la mayoría de los anteriores. Está compuesta en su parte superior por un rectángulo de 9 cm de largo y 4 cm de alto; el lado superior se prolongó brevemente hacia la izquierda; este rectángulo se dividió interiormente con siete trazos paralelos y equidistante –hay un octavo, más fino, entre el cuarto y el quinto.
Diez trazos de idénticas características pero sin corresponderse, fueron realizados inferiormente al rectángulo.
CONJUNTO B-8. Pronto hacia el lado derecho se encuentran los restos de otro estelar. Solamente nos han llegado restos de cinco líneas radiales del lado izquierdo (Fig 11).
CONJUNTO B-9. Continuando en esta alineación hacia la derecha se encuentra el grabado de un nuevo esteliforme (Fig 12).
El soporte es de forma menos definida aunque se acerca a la forma triangular, mide 42 cm de alto y 17 cm de ancho y la superficie es lisa.
Como hemos dicho el conjunto lo forma un único estelar que nos ha llegado completo, su trazo es ligeramente más fino.
La figura se consiguió con un ángulo próximo al recto de abertura hacia los lados derecho e inferior; sus extremos se unieron con una línea cóncava poligonal.
En el contorno de ese arco central se realizaron veintitrés trazos radiales de distintas dimensiones aunque proporcionales a la superficie central
CONJUNTO B-10. La última línea ofrece un primer conjunto en una superficie de límites poco precisos excepto a izquierda y derecha. El conjunto está situada en la parte baja, cerca del límite del ortostato por el lado izquierdo (Fig 13).
La figura tiene el trazo impulsivo, rotundo y sin titubeos. Consta de cinco líneas de tendencia vertical; dos en el lado izquierdo de 8 cm y 11,6 cm, la separación media entre ellas es cercana al centímetro y tienden a converger en la parte superior. Otras tres en tamaño y disposición semejante ocupan el lado derecho.
La figura se completa por trazos horizontales ligeramente cóncavos hacia la parte superior; se distribuyeron cortando ocho a la primera por la izquierda y otras ocho lo hacen por el lado derecho prolongándose hasta cortar con menor amplitud a las tres verticales de este lado.
CONJUNTO B-11. Este nuevo conjunto se situó en la parte central algo alineado horizontalmente con el anterior. El soporte tiene forma triangular de 17 cm de largo y 37 cm de alto; presenta la superficie con diversos saltados (Fig 14).
Consta de un estelar. La corona que mostraba era de tendencia poligonal -hoy ha desaparecido-, de ella se desprenden nueve trazos radiales.
CONJUNTO B-12. Finaliza la serie de conjuntos en este ortostato una forma aparente estelar realizada en una superficie lisa, de límites poco precisos, situada a la derecha en la parte inferior (Fig 15).
Es menos visible que las formas anteriores por estar grabada con menor intensidad.
La forma muy poco visible, de corona lograda a base de trazos rectos y circulares parece tener una pequeña prolongación en la parte superior derecha, de ella salen, muy próximos, dos apretados trazos radiales. En torno al resto del arco central se trazaron otros trece, alguno de ellos visiblemente articulado como patas de insecto.
Comentario general a los grabados.
Para realizar los grabados de la serie B se eligió como soporte la superficie del ortostato número once que señala el norte geográfico.
En los seis primeros conjuntos de la serie B se repiten por lo general, los motivos lineales aislados y, a veces su disposición reticular; existe cierta similitud con los realizados en la serie A. El resto de los conjuntos ofrecen formas individuales de estelares y zoomorfos.
En esta nueva serie el estilo del trazado de las formas estelares es mucho más cuidado y pormenorizado; parece indicar que fueron realizados con anterioridad al resto de trazos. Por el contrario en el conjunto A-2 los estelares están más descuidados y formalmente diferentes ello nos lleva a suponer su trazado al mismo tiempo que el resto de las formas que los acompañan.
Por lo general, los estelares del Conj B, repito, se realizaron primeramente, de manera individual y en una superficie determinada, bien limitada.
Las estructuras presentes en el Conj A-2 aquí están presentes en los Conj B-2 y B-3. Si comparamos su disposición en los conjuntos B-1, B-2 y B-3 podemos afirmar que narran una evolución desde el caos lineal del B-1, al perfecto orden del B-3 pasando por un estado intermedio en el conjunto B-2, equiparable al ya comentado conjunto A-2.
El hecho de que la razón se haya impuesto en el trazado de las formas en la estructura del B-3, no quiere decir que sus contenidos sean racionales; posiblemente sean la expresión de una narración inventada “literaria” a la que se recurrió para explicar algún fenómeno físico relativo a la presencia de las armas, especialmente de bronce. De estas cuestiones se deduce que su representación aislada en determinados conjuntos debe ser simbólica e indicar contenidos en el sentido indicado.
7. RELACIONES
Los estelares más parecidos a los representados en la serie B son los motivos simbólicos utilizados en la decoración de recipientes cerámicos de época neolítica, la facilidad del trazado sobre la arcilla blanda facilitaba la realización del disco central. La descomposición del arco central – curvo- en pequeños segmentos rectos es un recurso que se utiliza aún hoy en el dibujo con ordenador. Hecha esta aclaración podemos relacionar estas formas estelares con los realizados en recipientes hallados en la cueva de la Murcielaguina (Gavilán 1991) y acompañado de una estructura en un fragmento hallado en la granadina sima del Conejo, Alhama, Granada (Carrasco 1982).
Las estructuras reticulares están presentes desde el Paleolítico; la más cercana la menciona Hipólito Collado en la cueva de la Mina en Castañar de Ibor, Cáceres (Ripoll y Collado 1996); posterior es la del Puerto del Gamo, Casar de Palomero, Cáceres (Sevillano 1991) representada como armazón fundamental de todo el conjunto. De forma independiente conjuntada con otras formas, ya con presencia de representación de armas de bronce están presentes en numerosos grabados entre los que mencionamos los de Tejadilla V-I y XII, Madroñera y Garciaz, Cáceres (Rubio 2001 b).
Sobre los trazos lineales aparentemente sin estructurar tenemos representaciones en numerosos grabados sirvan como ejemplo cercano los mencionados en el río Tejadilla o los de Santo Cebolloso en la cercana Siberia extremeña (Domínguez y Aldecoa 2007).
8. CRONOLOGÍA
Las series de cazoletas debieron ser los motivos primeramente realizados en época imprecisa del Neolítico.
Independientemente de que algunos trazos de los reseñados fueran trazados de forma esporádica, en tiempo impreciso, la mayoría parece indicarnos que se realizaron esencialmente en dos momentos diferentes: en uno los estelares individuales y zoomorfos de la serie B; en otro las series A y B incluidas las estructuras, las representaciones de armas -sobre todo las alabardas reforzadas-.
Los estelares y zoomorfos por su semejanza con algunas decoraciones simbólicas de recipientes cerámicos las situamos en un Neolítico tardío o Calcolítico temprano; en momento posterior, en el Bronce Medio, el resto de trazos por las formas de armas representadas. El momento final de nuestro monumento lo marca claramente la inscripción aparentemente no funeraria; debe añadirse al rico Orientalizante extremeño que tiene en la zona de Medellín; Cancho Roano, Zalamea de la Serena y La Mata en Campanario etc, sus mejores testimonios. Todos ellos superaron la segunda mitad del primer milenio a. de C.; nuestra inscripción puede ser incluso algo posterior si se tiene en cuenta que la raíz ikalen- es propia de algunos denarios.
NOTAS (1) El descubrimiento de este monumento se debió a D. Julián Hontanilla Cendrero –La dehesa de los Guadalupes. Historia de un espacio socio-económico extremeño. Editora Regional de Extremadura. Colección Estudio 16. Mérida 2000. La noticia de su existencia nos la comunicó D. Pedro Diosdado de Cañamero, Cáceres, a quienes agradecemos su colaboración. (2) El descubrimiento de la inscripción se debió a Dª Elvira Novella del Río habitual acompañante de nuestro grupo. (3) Provisionalmente no se ofrecen varias láminas de los grabados por razones técnicas.
BIBLIOGRAFIA
- Almagro Gorbea, Martín (1977): El Bronce Final y el Periodo Orientalizante en Extremadura. Madrid. 263 ss.
- Anati, Emmanuel (2000): Orígenes de la escritura. B.A.R.A., nº 3. Diputación General de Aragón, pág 3.
- Apellaniz Castroviejo, J. M. y Uribarri Angulo, J. L. (1976): Estudios sobre Atapuerca, Burgos. I. El Santuario de la Galería del Silex. Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Deusto, 5. Bilbao.
- Beltrán Lloris, Miguel (1973): Estudios de Arqueología Cacereña. Monografías Arqueológicas XV. Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza.
- (1974): La estela con alfabeto del SW de Siruela, Badajoz. Mastia 4 – 5, pág 43 – 45.
- Berrocal Rangel, Luis (1987): La losa de Capote (Higuera la Real, Badajoz). A. E. A.
- Carrasco, J., Toro, I., Medina, J., Carrasco, E., Pachón, J. A. y Castañeda, P. (1982): Las pinturas rupestres del Cerro del Piorno (Pinos Puente, Granada). Cuadernos Populares de la Universidad de Granada VII, pág 161 y 167.
- Correa J. A. (1985). Consideraciones sobre las inscripciones tartesias. Actas del III coloquio sobre lenguas y culturas paleohispánicas. Lisboa 1980. Edición Universidad de Salamanca.
- Fuentes Estañol M. J. (1989): Los fenicios en la Península Ibérica. Coordinan G. Del Olmo y Aubet M. E. Sabadell.
- Gavilán Cevallos, Beatriz (1991): Paralelismo entre la decoración cerámica y el arte esquemático parietal. Vasija de la cueva de la Murcielaguina. XIX Congreso Nacional de Arqueología. Zaragoza.
- Gómez Moreno, Manuel (1961): La escritura Bastulo-Turdetana Primitiva Hispánica. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. T/LXIX, 2.
- Hernández Hernández, Francisca (1972): Inscripción ibérica hallada en Cañamero (Cáceres). T. P. 29.
- Hipólito Correia, Virgilio (1996): A epigrafía da Edade do Ferro do Sodoeste da Peninsula Ibérica. Ediçôes Etnos. Oporto.
- Hoz J. de (1988 b): Tomado de A. J. Lorrio. 1997. Los Celtíberos. Alicante: Universidad de Alicante.
- (1989) El desarrollo de la escritura y las lenguas de la zona meridional. Tartessos Arqueología y Protohistoria del Bajo Guadalquivir. Coordina M. E. Aubet Semmler.
- (1993) Tartesio, fenicio y céltico 25 años después. Tarteessos 25 años después 1968 – 1993. Jerez de la Frontera, pág 593.
- Jiménez Ávila, Javier (1997): Cancho Roano y los complejos monumentales post-orientalizantes del Guadiana. Complutum, 8.
- (1991): La necrópolis de El Jardal (Herrera del Duque, Badajoz). Complutum, 12.
- Jorda Cerda, F. (1968 – 1969): Nuevas representaciones rupestres en Ojos Guareña (Burgos). Zephyrus XIX y XX. Universidad de Salamanca.
- Mello Beirao, Caetano y Varela Gomes, Mario (1980): Grafitos da Idade do Ferro do centro e sul de Portugal. Actas III Coloquio sobre lenguas y culturas paleohispánicas. Lisboa. Edición Universidad de Salamanca. Pág 492.
- Morin, Edgar (1970): El hombre y la muerte. Editorial Kairos, Barcelona, pág 115.
- Otero, José Mª y Melenas, José L. (1974): La estela inscrita de Siruela. Actas I Coloquio sobre lenguas y culturas prerromanas de la Península Ibérica. (Salamanca). Pág 343 y ss
- Patrik, Richard (1976): La Mythologie Egyptienne. Éditions Robert Laffont S. A., Paris, pág 19.
- Rubio Andrada, Manuel (1991): La pintura rupestre en el Parque Natural de Monfragüe, pág 25.
- (1990): La pintura rupestre en el término de Talarrubias, Badajoz. XXVII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo. Cáceres.
- Rubio Andrada, Manuel y Pastor González, Vicente (1996): Monumento funerario megalítico de Logrosán. XXV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.
- (2001 a): El grabado del Cándalo, Garciaz, Cáceres. XXVIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, Cáceres.
- (2001 b): Los grabados del río Tejadilla, Cáceres. XXIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, Cáceres.
- Sevillano S. José (1991) Grabados rupestres en la comarca de Las Hurdes (Cáceres). Universidad de Salamanca.
- Silva A. C. (1995): Gruta do Escoural, Montemor o Novo, Evora, Portugal. Roteiros da Arqueología Portuguesa nº4.
- Domínguez García, Arturo y Aldecoa Quintana Mª Amparo (2007): Arte rupestre en la Zepa de la Serena. Mérida.
APÉNDICE GRÁFICO
Lámina I.- Inscripción del dolmen de la Barca, Valdecaballeros (Badajoz)
Lámina IIa.- Detalle de la inscripción
Lámina IIb.- Detalle de la inscripción
Lámina IIc.- Detalle de la inscripción
Conjunto B-II
Conjunto B-III