Oct 012006
 

Martiria Sánchez López.

Profesora e investigadora.

INTRODUCCIÓN

Este estudio está basado en el Fuero de Plasencia otorgado por el rey Alfonso VIII y confirmado por sus sucesores, Sancho IV en 1290 y Fernando IV en 1207, después de la fundación de la ciudad en 1186.

Cuando los reyes castellanos reconquistan los territorios situados entre los valles del Duero y del Tajo, tuvieron que organizar estos espacios, por lo que crearon los concejos y les dieron unos marcos jurídicos. Por este motivo fue necesario la otorgación de fueros a los distintos concejos que iban fundando, ya que esto suponía la consolidación de los mismos. El fuero es pues el elemento básico de la ordenación del territorio, según E. Portela donde se dan una serie de ventajas jurídicas para los nuevos habitantes de las ciudades. En primer lugar, a estos pobladores se les otorga una serie de libertades frente a la nobleza y Ordenes Militares, ya que depende directamente del rey. Por otra parte se les exime de ciertos impuestos y tributos, que son los llamados privilegios. Pero además, el Fuero regula la vida económica de la ciudad y su término. Por tanto el Fuero refleja perfectamente la vida de la ciudad y sus habitantes, los grupos sociales con sus derechos y deberes, el gobierno municipal y los distritos y Sexmos, las jurisdicciones, la administración de justicia, los cargos, etc.

La vida económica está reflejada con una gran precisión, por lo que nos hemos basado principalmente en este interesante documento para hacer el estudio de las diferentes facetas económicas de Plasencia y su Tierra en este periodo: Agricultura, Artesanía y Actividades Comerciales, Ganadería, Caza y Pesca.

Antes de entrar en el tema propiamente dicho es imprescindible recordar la reconquista de estas tierras por el rey Alfonso VIII fundador de Plasencia cuyo lema es “UL PLACEAT DEO ET HOMINIBUS” “para agrandar a Dios y a los hombres” según mandato de su rey; También recordaremos a sus pobladores, protagonistas de todas las actividades que se realizan en la ciudad y su Tierra.

RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE PLASENCIA Y SU TIERRA

A finales del s. XII y principios del s. XIII la Alta Extremadura fue conquistada por los reyes castellanos leoneses. Alfonso VII, el llamado emperador, dividió el reino a su muerte entre sus dos hijos, debido a su sentido patrimonial de la Corona. A su hijo Sancho III le dejo Castilla y a Fernando II León. Por este motivo Extremadura quedó dividido en dos zonas cuyo límite era la Vía de la Plata; la zona del Oeste correspondió a León y la del Este a Castilla, por lo que Plasencia y su Tierra quedó incluida dentro del reino castellano.

A la muerte de Sancho III le sucedió su hijo Alfonso VIII que fue el conquistador de toda la Tierra de Plasencia y fundador de la ciudad en 1.186 como un enclave político y militar que no solo sirviera de base al Rey en su lucha contra el Islam, sino también como centro político contra el gran poder que tenían las Ordenes Militares de Santiago y Pereiro, ya que dominaban gran parte de Extremadura (J. Gonzáles “El Reino de Castilla en la época de Alfonso VIII) Pronto Plasencia llegó a convertirse también en un enclave religioso, pues en 1.189 se constituiría en Sede Episcopal en virtud de la Bula otorgada por el papa Clemente III y confirmado posteriormente por distintos pontífices.

Debido a estas circunstancias, el Rey asignó a Plasencia un extenso término o “alfoz”, además de concederle sus famoso Fuero, con gran cantidad de privilegios y franquicias. Después de la incursión almohade, en la que se apoderan de la ciudad, fue definitivamente conquistada en 1.196 y el Rey mandó entonces construir esos enormes e impresionantes murallas, que hoy todavía podemos admirar, para evitar cualquier clase de peligro a la población.

El alfoz placentino se dividió en demarcaciones rurales, llamadas Sexmos, que eran los siguientes; el Sexmo de la Vera, el del Campo Arañuelo, el del Valle y Transierra.

La ciudad y su término se irán repoblando poco a poco con los cristianos procedentes de los reinos castellanos y leoneses, estos se unieron a los musulmanes que quedaron en el término en calidad de mudéjares, juntamente con una importante población judía, procedente de las tierras ocupadas por los almohades, que huían de las persecuciones que sufrieron por fanatismo de este pueblo. Así irán naciendo la mayor parte de las aldeas del “alfoz” a lo largo del s. XIII, aumentando la población tanto de la ciudad como de las aldeas en los siglos siguientes ya que los nuevos pobladores que se establecían aquí se acogieron a los privilegios que les otorgaba el Fuero, con la seguridad de que vivirían tranquilos sin tener que “responder” por “ninguna cosa” que hubiesen hecho (o delito cometido) como dice el Fuero en el Art: “Otorgo que todo poblador que a Plasencia viniese a poblar de qual parte que quisiese, quier judio, quier cristiano o moro o siervo, vengan seguros et non respondan por ninguna cosa que fiziesse”.

El incremento de la población fue espectacular en el s. XV, pues e duplico la población, según afirma Paredes Guillen en su libro “Los Zuñigas, señores de Plasencia”.

Los tres tipos de pobladores: cristianos, mudéjares y judíos van a convivir de una manera pacífica hasta el 1.492, año en que los judíos fueron expulsados por los R. Católicos de toda España. Esta convivencia está expresamente regulada por el Fuero, donde se dan una serie de leyes para evitar cualquier fricción o ruptura entre ellos.

Los cristianos fueron los pobladores con todos los derechos, denominados vecinos, quienes, en virtud de las franquicias y privilegios contenidos en el Fuero, tendrán una intervención fundamental en la vida municipal que les será vedada a los demás pobladores. En estos recaerán todas las funciones político o administrativas del concejo.

La población musulmana, que el Fuero denomina mora, fue aumentando en los siglos siguientes debido a los avances de la frontera cristiana. Estos se encontraban en situación de dependencia de los cristianos generalmente, aunque también habrá moros libres con distintas categorías y algunos derechos y privilegios defendidos por el Fuero, así el Art. 63 dice: “Todo hombre que a moro de paz hiriere o matare, pague por él como cristiano”; y Art. 64 defiende la integridad de la mujer musulmana. “Todo hombre que a mora forzase, pague 5 maravedies” Los musulmanes en situación de dependencia procedían del botín obtenido por las luchas o por la compra de estos cautivos, según comprobamos en el Art. 22 del Fuero. “Otorgo que todo hombre cristiano o judío que en almoneda de Plasencia moro o mora comprare dé el precio de siervos” y podían ser azotados según el Art. 737.

La población musulmana fue muy importante en la economía de la tierra de Plasencia, ya que eran excelentes huertanos y trabajadores, especialmente en los cultivos de regadío que muchos de ellos fueran introducidos por estos pobladores.

La población judía era tan importante en Plasencia y su Tierra, que el Fuero alude constantemente a ella, ya que participaba en distintas actividades de la vida del concejo. Estas actividades fueron principalmente económicas, tanto de mercadería como crediticias. Los oficios de mercaderías eran muy variados y los regula el Fuero que les denomina menestrales: zapateros, ferreros, veinero, olleros… etc. Otra serie de oficios que desempeñaron tanto judíos con cristianos eran: carpinteros, orfebres, sastres, boticarios… etc.

Aparte de estos oficios, siempre desempeñaron un papel en materia crediticia, el Fuero regula la usura en varios Artículos, así en el 343 dice que solo pueden percibir el doble del dinero prestado en un año.

La presencia judía en Plasencia y su tierra está reflejada a lo largo de todo el Fuero directa o indirectamente. Hemos contabilizado quince artículos seguidos referentes a la población hebrea a fin de evitar conflictos con los otros pobladores, moros o cristianos para que la convivencia fuera lo más normal posible, incluso está regulado el uso de los baños públicos al que se refiere el titulo 442, ya que cada población tenía asignado un día a la semana para la utilización de estos baños públicos; a los judíos se les asignó el viernes.

LA AGRICULTURA

La economía de Plasencia y su Tierra durante la Baja Edad Media estaba basada fundamentalmente en actividades del sector primario aunque también se desarrollaron las actividades artesanales y mercantiles.

La Agricultura y la Ganadería se desarrollaron a lo largo de todos estos siglos, alcanzando gran esplendor en el s. XV. Los cultivos y los productos agrícolas y ganaderos estuvieron regulados y protegidos por el Fuero.

Entre los productos de secano destacan la vid y los cereales. Los viñedos fueron muy abundantes ya que el vino era consumido por todos los habitantes, tanto cristianos como judíos y moros. Las aldeas de los distintos Sexmos tenían obligación de abastecer a la ciudad. Debido a esta importancia, el Fuero dedica unos veinte artículos a proteger los viñedos, tanto del daño que pudieran provocar los animales, como del hurto por parte de cualquier vecino; así el Art. 563, “Si can (perro) o puerco (cerdo) la viña dañare por cada una vide el señor dello peche (pague) V muros” También regula la vendimia, fijando su fecha y poniendo una multa si alguno comenzara antes de la fecha estipulada. Art. 574 “Todo onine queagraz vendiere antes que las viñas sean vendimiadas peche 1mrs sea cristiano, judio o moro”.

En el Art. 574 se fija la fecha de la vendimia. “Mandamos que nadie non vendimie hasta la fiesta de S. Miguel, y si alguno antes comenzare a vendimiar peche X mrs”.

Se creó un cargo para guardar la viña llamado el guardador de viñas, que estaba protegido por el Fuero en el Art. 566 “Todo omne qui al guardado de viñas fieriere o matare… peche cuanta calonna finiere doblada”.

Los cereales se produjeron en todos los sexmos, pues el tipo era la base de la alimentación humana y los demás cereales de la ganadería. El Fuero dedica unos catorce artículos para su protección y regulación. También aquí se creó un cargo para guardar las mieses, llamado “el meseguero” que debía jurar su cargo antes de comenzar su actuación. Su trabajo duraba desde febrero hasta mediados de julio, más o menos hasta que se recogía la cosecha. Si las mieses eran dañadas sin que el guarda lo denunciara, tenía éste que pagar una multa al dueño de la mies “Si el señor su mies fallare dañada el messeguero peche todo el daño, si el dañador no diere manifiesto” Art. 543.

Los dueños de los animales que entraban en las siembras y las estropeaban tenían que pagar una multa en especie; “Si el messeguero cavallo o mula, buey o asno o puerco de día en la mies fallare, prende por cada uno medida en la mies fallare, prenda por cada uno media emina de pan de gual la tierra fue sembrada”.

También se establecen multas de X mrs, para los que robaran o segaran las mies ajenas, y sí había algún vecino sospechoso de haber causado daños en la mies ajena, debía jurar antes cien vecinos su inocencia si el daño causado era durante el día, y ante doscientos vecinos si era de noche. En este mismo artículo se sigue dando distintas normas para proteger bien las cosechas.

Los cultivos de regadíos también tuvieron mucha importancia, especialmente en algunos sexmos, como en el Valle y en la Vera. Los musulmanes habían introducido en la zona muchos cultivos de regadío y habrán construido presas, canales, norias, etc, que ahora se irán perfeccionando. Por este motivo Alfonso VIII regula el uso de las aguas, la construcción de presas, etc en distintos artículos del Fuero.

Los principales cultivos de regadíos fueron las plantas textiles y los productos hortofrutícolas. Entre las plantas textiles, destaca el lino, y también el cáñamo. A este respecto el Art. 577 dice: «Todo homne que huerto el fino o cañamo u otro fruto de Tierra regase después que la oviere temida, al río non lavase…”

El artículo siguiente penaliza al que se apodera del agua del vecino: “Todo omne que agua en vez ajena prendiere… peche II mrs”. También regula el agua de los manantiales en el Art. 580 “Toda agua de huerto o de viña, o de otra rayz manare, vaya por las heredades de los selgueros por lograr que non faga danno…” Además protege a los hortelanos en el Art. 579 “Todo omne qui de noche a ortelano firiere o matare en su huerto peche cuanto calonna finiere doblada”.

Los árboles frutales tuvieron mucha importancia por lo que dedica ocho artículos para su protección, así en el Art. 584 establece que “Todo omne que árbol taiare agen que levare fruto peche XXX mars.” El 588 dice que “Todo omne que fruto de arbol cogiere fuera de la vinna … peche X mrs.” También protege a los nogales, castaños, alcornoques etc, el Art. 586 dice “Todo omne que nogal u otro arbol decortezase peche X mrs.”

La seda fue uno de los productos textiles que más importancia tuvieran en algunos Sexmos, como en la Vera, donde fue el principal producto de exportación hasta el s. XIX Por este motivo se protege en varios artículos a las morales y moreras, cuyas hojas constituían el alimento del gusano de seda, así dice el Art. 586: “Todo omne que de día hoja de moral ajena cogiera peche 1 mrs…”

Como podemos comprobar por toda la importancia que el Fuero de a todos estos productos, la Agricultura fue uno de los pilares básicos de la economía de Plasencia y su Tierra.

LA GANADERÍA

La ganadería fue muy importante debido a la gran cantidad de pastos que tenía el “alfoz” placentino, tanto en las dehesas como en los montes. Las principales especies ganaderas fueron las ovejas y las cabras, aunque también había vacas y bueyes de tiro, cerdos, aves de corral y las caballerías – caballos, mulos y asnos – dedicados principalmente a los trabajos agrícolas y al transporte tanto humano como de mercancías.

El Fuero dedica catorce artículos para proteger y regular la ganadería, así el Art. 428 dice “todo omne que cabanna quebrantase, peche como por casa quebrantada et poblada…” Otros artículos regulan la relación entre amos y pastores o cuidadores de ganado, estableciendo lo que han de percibir por su trabajo: Art. 425 “La soldaba del pastor sea fasta el diezmo de los corderos y el diezmo de la lana de las ovejas…” Se hace distinción entre el pastor de ovejas y el de vacas, al que llama “vaquerizo” al de cabras “cabrerizo”, al de cerdos “porquerizo”, etc. Cada uno de estos pastores percibe un salario diferente, así, el sueldo de cabrerizo era de un séptimo de la leche y de los cabritos; el de los porquerizos era: “VI dineros por cada puerco o una cuartilla de trifo” al años, etc.

Las aves de corral también son protegidas por el Fuero, que dedica dos artículos a ello, el 674 y el 675. El primero dice “Todo omne qui gallina agena matare peche VIII dineros… por pavo, medio maravedi…” y así va enumerando los demás animales, incluidos las palomas, a la que dedica el Art. 675. También se dan órdenes contra los que roban la paja o incendian el pajar tan importante para la alimentación de la ganadería. Un factor imprescindible para la cabaña ganadera es el perro, por lo que el Fuero dedica siete artículos para su protección y regulación, pues algunos se refieren también a los daños que puedan causar sus mordeduras y demás motivos que puedan perjudicar a los vecinos, como el Art. 671. El Art. 667 dice: “Todo omne que podenco ageno matare peche II mrs…” Distingue entre distintas razas, así, si es galgo, se paga más por su muerte que si es podenco, ya que también ciertas razas tenían mucha importancia para la caza.

LA CAZA Y LA PESCA

La caza y la pesca fueron también importantes para la economía placentina. La caza menor estaba constituida por liebres, conejos y perdices principalmente.

El precio de estas carnes le impone el Fuero. “La carne de liebre vendan III dineros, carne de conejo II dineros, la perdiz II dineros…” También prohíbe la venta de ellas en las casas propias o fuera de los mercados.

La caza mayor tuvo siempre mucho relieve debido a la gran cantidad de montes y dehesas que poseía Plasencia, ya que eran famosos en todo el país por la gran cantidad de especies que había en sus montes, por lo que venían con frecuencia los reyes a practicar su deporte favorito. Hay cinco artículos referentes a la caza mayor, refiriéndose principalmente al venado, pero también habla del gamo, de la “ejebra” del jabalí, entre otros. La caza de estos animales, se solía hacer con arco ayudado de los perros. A los cazadores de venados se les llama venadores y los venados eran tan abundantes que con frecuencia se acercaban a las aldeas, por lo que el Fuero da normas para el reparto de la piel y de la carne del animal entre los vecinos.

La pesca también tuvo importancia tanto en las gargantas como en los ríos. Las especies que más citan los textos eran los barbos, truchas y anguilas. Se solía pescar con redes y escudrias y se imponían multas a los que rodaban las redes y los pescados: “Todo omne qui rede de pescador o pescado de rede o de escudría furtare, peche el danno como ladron” Art. 652.

LA ARTESANÍA

La artesanía fue desarrollándose a medida que va aumentando la población. Gran parte de los productos artesanales eran derivados de la agricultura, como el vino, aceite, cueros, lienzos, etc. Pero además habrá una gran variedad de productos realizados por los “menestrales” o “minestrailes” como los llama el Fuero; este regula la gran variedad de oficios de los artesanos: herreros, zapateros, carpinteros, albañiles, orfebres, sastres, constructores de tejas y ladrillos, etc a los que siempre se les exige calidad en los productos y en el trabajo. El Art. 639 trata de los herradores y de las herradura, oficio tan importante en aquel mundo rural: “Si el ferrador de bestias ferrare, et ante de IX días la ferradura cayese, el ferrador la peche (page)…” Además indica el precio que dependía del animal herrado: “Por mula VIII dineros, por asnar VI dineros… etc”.

El Fuero también protege a los vecinos del trabajo mal hecho de los menestrales, como carpinteros, albañiles y otros oficios, que dice “si mala labor ficiere, enmien de la epeche el danno”. Para los zapateros establece una serie de normas, como son las multas si engañan al cliente, utilizando un material por otro:“Zapatero que zapato carneroram (de piel de carnero) por cabruno (de cabra) vendiere, peche II mrs…” También establece una multa si el zapatero no tiene los zapatos hechos para el día acordado; y si el comprador no paga a su debido tiempo, este pierde la señal y el zapatero puede venderselo a otro vecino. Hay, además una garantía de calidad ya que zapatero tiene que coser bien el zapato de tal manera que: “… la costura non se descosa fasta que la suela sea rota”… En los de más oficios también se establecen una serie de medidas de calidad y precios, por ejemplo, sobre los maestros de tejas dice: “fagan las tejas de palmo en luengo, et en ancho palmo et medio… Vendan el millar de tejas por 1mrs.”

Dentro de este artesanado se observa un incipiente sistema gremial que se ira desarrollando en los siglos posteriores, en varios artículos se establecen una serie de derechos y deberes de maestros y aprendices, como el que penaliza el maestro si atca o hiere al aprendiz.

Los productos alimenticios, como el vino, también debían someterse a las normas de calidad, así nos dice el Art. 660… “Todo tabernero que vino aguado vendiere peche II mrs”

La artesanía harinera era imprescindible para el desarrollo de la vida de cualquier comunidad, ya que el pan fue siempre el elemento fundamental de la alimentación de la población. La harina se obtenía en los molinos harineros que eran muy abundantes en todo el “alfoz” de Plasencia debido a la gran cantidad de agua que habrá tanto en las gargantas como en los ríos. El Fuero dedica varios artículos a la construcción y funcionamiento de los molinos, así como de los hornos para la obtención del pan y de sus artesanos los horneros.

Los molinos funcionaban con la energía hidráulica por lo que se construían en los márgenes de las gargantas y de los ríos. Se dan en el Fuero una serie de normas para su construcción y también para la realización de presas; el Art. 593 dice: “Todo omne qui en su heredat molino fiziere, haya tres pasos la carrera d’el en ancho y aya molino espacio aderredor IX passos, si non non vala (valga)”; y el Art. 595 protege los molinos construidos primero para evitar que otros que se construyan con posterioridad perjudiquen el funcionamiento de los anteriores: “Todo omne, que molino fiziere nuevo, cote que non empezca (entorpezca) a algún molino que primero fuese fecho…”

Aclara a continuación que las presas y cauces que se hagan nuevos, tampoco deben entorpecer a los que ya había construidos, por eso dice con rotundidad que hay que destruirlos… “derribelos et non vala (valga)”. Hay otros artículos que regulan la fabricación del pan en los hornos, titulado “de cozer el pan” en el que se dan órdenes a los horneros para calentar el horno y cocer el pan y dice que tienen que cocer XXXII panes (Art. 483), además de otras normas.

La artesanía tuvo mucha importancia no solo en la ciudad, sino también en las aldeas, lo que supondrá una base importante para el desarrollo de la actividad comercial.

LA ACTIVIDAD COMERCIAL

La actividad comercial fue importante, no solo entre las aldeas del Alfoz y la Ciudad, sino también en lo que se refiere al comercio exterior. Por este motivo en el Fuero vemos una serie de artículos que regula toda la actividad comercial, desde el establecimiento de las ferias y mercados hasta el control de impuestos, calidad de los productos o la práctica de la usura.

El Art. 29 establece unas ferias importantes ya que se entienden durante todo el mes de Septiembre… “otorgo a honor et a provecho de la ciudad que duren desde’l primero día de septiembre fasta la f’esta de Sant Mígale…” dice también que puedan acudir seguros los tanto los cristianos como los judíos y moros.

Además de las ferias se establece un merado semanal en la ciudad todos los martes. A este famoso mercado acudían los aldeanos a la ciudad con sus productos y se les eximía del pago del impuesto o portazgo, Art. 9 También se eximia del portazgo a los que llevaban a la ciudad pan o vino: Art. 708 … “que cualquier omne que viniere a Plazencia con pan o con vino non de’portadgo…”

Todos los artesanos tenían obligación de acudir al mercado con los productos de su trabajo; el Fuero cita a gran cantidad de menestales para que abran sus tiendas en este mercado semanal: peleteros, zapateros, pañeros, ballesteros, olleros… etc. También tienen obligación de vender en el mercado los carniceros y los dedicados a la venta de pescado.

Las mercancías que se especifican son variadísimas: productos de la ganadería y sus derivados, productos artesanales, incluso hasta los moros. Por la venta de estos productos tenían que pagar un arancel que se estipula en el artículo 709… “de carga de panno… V.SS” De carga de lino… Iss” “De carga de lana Iss… “ “De carga de quesos Iss… “De tocino Id” “De buey Id” “De moro que se vendiere Is” etc, etc.

La calidad de los productos estaba garantizada por el Fuero, como hemos visto cuando hemos hablado del vino y de las multas que imponían si estaba aguado; o también sobre la calidad de los zapatos, así como de los demás productos especificados e los artículos 650 y 664. Así mismo se vigilaban también los pesos y las medidas para evitar cualquier engaño. La usura se controlaba en el Art. 343 donde se afirma que en un año no se podía pasar del doble del valor del producto“…que la usura non debe crecer si non doblando en cabos del anno…”

El mercado semanal de los martes arraigó tanto en la vida de la ciudad, que siglo tras siglo se ha ido manteniendo hasta llegar a ser todavía en la actualidad importante, especialmente en productos hortofrutícolas y artesanales. Todos los años se celebra el Martes Mayor en el mes de Agosto, donde el Ayuntamiento placentino, con buen criterio, organiza una serie de festejos, ya con fines turísticos, más que comerciales.

Plasencia permanece fiel a su historia y a su economía, pues sigue siendo el centro comercial de muchas de las comarcas que formaron parte de su Tierra o Alfoz., como son el Valle o la Vera.

Oct 012006
 

José Antonio Sánchez de la Calle.

1.- APUNTES BIOGRÁFICOS

Pedro Casas y Souto nació el 13 de octubre de 1826 en Sobrados del Obispo, ayuntamiento de Valenzana, en la provincia de Orense, de cuya capital dista casi cinco kilómetros. En el primer tercio del siglo XIX, el pueblo contaba con una población de 545 vecinos (1.805 almas), 450 casas y dos palacios (del conde de Torremuzquiz, y el episcopal, célebre por su bodega). Había una escuela de Primeras Letras frecuentada por 300 niños de ambos sexos, y dotada con 1.100 reales. La iglesia parroquial, dedicada a Nuestra Señora (con la aneja de Pereira), estaba atendida por un cura “de entrada”. También había 4 ermitas. El núcleo contaba con agua de cuatro pequeños arroyos que nacían en los montes del Castro, y que vertían en el río de Boutureira[1].

El futuro obispo era hijo de los terratenientes católicos José y María. Desde edad temprana fue “tutelado” por varias personas interesadas en su formación, como el maestro Rafael Balvis, que le enseñó las primeras letras en su pueblo; el presbítero Ramón Forneiro, que le instruyó en los rudimentos de Gramática Latina a los diez años; su tío Leandro Penedo Martínez, que actuó como auténtico mecenas, costeándole los estudios; y el exclaustrado franciscano Padre Francisco Blanco, que le enseñó Lengua en el pueblo zamorano de Castellanos en 1838.

En 1839, a los 13 años, y tras aprobar el examen de Latín y Humanidades, estudió Filosofía en el Seminario de Orense entre 1839 y 1842, obteniendo la calificación de Sobresaliente. A instancias de su padre, comenzó el primer curso de Teología Sagrada, pero no lo terminó pues deseaba entrar en la orden Dominica. Por este motivo, y a pesar de los intereses divergentes, el joven de 16 años se desplazó a Valladolid en 1843, donde su tío Leandro le inmovilizó reteniendo su expediente, por lo que el aspirante a dominico tuvo que desistir, quedándose, muy deprimido, un año con su familiar[2].

En 1844, con 18 años, volvió a Orense y retomó, siguiendo las directrices paternas, la truncada carrera de Teología, a cuyo término recibió la “Prima clerical tonsura” en Santiago, de manos del Arzobispo Fray Rafael Vélez. Una vez clérigo, continuó los estudios en la capital, pero tuvo una nueva e importante recaída, pues (“…su salud se resintió tanto a causa de las mortificaciones y de la tensión mental, que cayó enfermo de cuidado…) bajando las calificaciones y debiendo permanecer dos años en Sobrados para “…restablecerse y recobrar las energías perdidas). Gracias a los cuidados maternales, pudo el joven terminar como interno sus estudios de Teología y Derecho Canónigo en los siguientes siete años (1847-1854). Entre 1852 y 1861, cuando se dedicó a la enseñanza,“…padeció agudos dolores de cabeza…sin duda por la austeridad de vida y por el exceso de trabajo mental, llegando a hacerse sumamente impresionable…[3].

En 1848 recibió del obispo de Orense, Sr. Zarandia, las Órdenes Menores. Y dos años más tarde leyó su tesis en el Seminario de Orense sobre el “Probabiliorismo”, que fue su primera obra autógrafa. La Universidad de Valladolid le otorgó el grado de Bachiller en Teología en 1851, y ejerció de Teólogo (sustituto) en el Seminario Orensano entre 1852 y 1857. En 1853 recibió las Órdenes Mayores, y en 1857 la investidura de Licenciado y Doctor en Sagrada Teología en el Seminario de Toledo, alcanzando la Cátedra de Filosofía en el mismo. Opositó a la Penitenciaria de Orense en 1858 y fue nombrado Profesor de Teología Dogmática.

En 1861 consiguió el curato de San Ciprián de Cobas, donde desarrolló su actividad durante nueve años (1861-72), acompañado de su madre (si bien su padre se quedó en Sobrados, hasta que murió en febrero de 1873). Llevó a cabo numerosas obras de rehabilitación en la iglesia, y tuvo sus escarceos con la escultura, dejando una imagen de la Purísima para el Retablo Mayor, y otra de San Pedro, de pequeño tamaño. En esta época publicaba artículos de carácter satírico impregnados de aticismo en el periódico de Orense La Nacionalidad; y ya entonces era conocido por sus obras de caridad[4].

En 1872 alcanzó la Penitenciaria Vacante de Orense, y como Catedrático de Teología Moral desterró del Seminario el “Probabiliorismo” y lo sustituyó por el “Probabilismo”.

La llegada de la revolución de septiembre de 1868 supuso la ruptura de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, por lo que se interrumpió el proceso de nombramiento de obispos. Con el triunfo de la Restauración, el Papa Pío IX había encargado al arzobispo de Valladolid, Sr. Moreno, una relación de futuros prelados. Éste se valió de Francisco Teodoro Mosquera, familiar del obispo Dámaso Iglesias, y en la lista que elaboró aparecía P. Casas para la diócesis placentina. Aunque en principio quiso renunciar (llegando a afirmar incluso que era carlista), al final aceptó y fue preconizado el 23 de septiembre de 1875, no sin antes pasar por Santiago y jurar al Santo que ofrecería incluso la vida en defensa de la verdad. En enero de 1876 fue a Madrid para consagrarse, acompañado por su futuro secretario Cayetano González Cacharrón, actuando como padrino en la capital el Marqués de Mirabel. Tomó posesión del obispado el 23 de febrero de 1876, de manos del Deán, Liberato Fernández, y el 25 a las 20:00 entró en Plasencia[5].

La diócesis placentina era sufragánea de la de Santiago y por sus grandes rentas en dehesas, fueros y fundaciones ocupaba el quinto lugar entre las más ricas de España (hasta la desamortización), siendo sus principales ciudades: Plasencia, Trujillo, Don Benito y Béjar. El ámbito diocesano tenía 168 parroquias y seis filiales, con un total de 206.500 almas, lo que suponía una densidad de población muy reducida.

Cuando llegó a la ciudad del Jerte se encontró con un importante “vacío” religioso, pues la sede estaba vacante desde que su antecesor, Gregorio María López Zaragoza, falleciera siete años antes, en mayo de 1869. De hecho, le tocó recoger los frutos que la revolución de 1868 había sembrado en el ambiente social placentino. Como consecuencia de esa dinámica se extendió un ambiente negativo fomentado por la actuación del sacerdote José García Mora y su “Iglesia Cristiana Liberal”; por la gran cantidad de matrimonios civiles (en torno al millar de uniones) celebrados durante esos años; por la existencia de numerosos pueblos sin párrocos por falta de presupuesto; y por la acusada ignorancia e indiferencia religiosa, producto todo ello de la ruptura de las relaciones entre la Iglesia y el Estado durante el Sexenio Revolucionario. No es de extrañar que en esta situación se hubieran desarrollado en la zona brotes protestantes, agnósticos, ateos y anticlericales; e incluso un efímero intento cismático en la figura del polémico cura Mora.[6]

Apenas se hizo con las riendas diocesanas, obligó a los párrocos a residir entre sus feligreses, suprimió algunos derechos eclesiásticos, confirió en junio de 1876 las primeras órdenes sagradas, y comenzó su primera visita pastoral el 28 de agosto, empezando por El Torno (hizo cuatro visitas completas a todas las iglesias diocesanas). Sus sermones eran conocidos, pues duraban cerca de las dos horas, tanto en Plasencia como (por la noche) en las iglesias visitadas.[7] También lo hacía en la catedral y en funciones particulares, por lo que se decía de él que la palabra era su elemento. Convocó en septiembre oposiciones a becas para Filosofía y Teología; y dispuso Ejercicios Espirituales para el Clero entre noviembre y diciembre, dirigidos por los Jesuitas, por quienes tenía una especial predilección. Desde el siguiente año, 1877, hasta su muerte, fundó y sostuvo de su dinero la Catequesis Cuaresmal en la parroquia de San Esteban; y restableció las “Conferencias Morales del Clero” (procedentes del s. XVII).

Durante su mandato se produjo la inauguración del Nuevo Seminario, la llegada de los Padres del Corazón de María, la fundación del Colegio de Huérfanos de la Constancia (San Calixto), del que fue Patrono, y celebró el último de los sínodos del siglo XIX (10-13 de noviembre de 1891). Durante su dirección tuvieron lugar cinco concursos generales a parroquias, la Conferencia Episcopal de la provincia eclesiástica (1903), y la celebración del cincuentenario de la Definición del Dogma de la Inmaculada.[8]

Entre los principales problemas a los que tuvo que enfrentarse estaba la falta de respeto a los intereses de la Iglesia, especialmente por la negativa de algunos ayuntamientos a satisfacer los derechos eclesiásticos de rompimiento de sepulturas (Plasencia, Béjar, Cabezuela, Don Benito, Jarandilla, etc.). Las luchas con el ayuntamiento placentino fueron constantes, no sólo por la cuestión del cementerio, sino también por el arrendamiento que hizo durante unos años del edificio que se convertiría en nuevo Seminario, destinándolo para Audiencia, pues las autoridades municipales incumplieron en ocasiones las condiciones económicas y el desalojo al finalizar el contrato. Sin olvidar las cuestiones de protocolo, trato, diplomacia y respeto con las autoridades municipales.

Enorme trascendencia tuvo también el enfrentamiento con el citado párroco de El Salvador, José García Mora, que antes de llegar el obispo ya había publicado en Barcelona El principio de autoridad vindicado y La verdad religiosa. Luegoeditó la revista “Los Neos sin Careta” (18 números) en la que se hacía apología del proceso revolucionario de la “septembrina” y el liberalismo, criticaba los pecados de los religiosos (soberbia, avaricia y lujuria, frente a humildad, largueza y castidad). Ambos religiosos, de muy fuerte personalidad, terminaron chocando por la jurisdicción de la ermita del Puerto, dependiente de El Salvador, lo que condujo a un proceso de casi veinte años, y a la suspensión de las funciones de García Mora hasta la Muerte del obispo.[9] Bajo su dirección se produjo también el caso del “Muerto Resucitado” (Eustaquio Campos), el alejamiento del sacerdote Gervasio Keerse, el asunto de la “Monja Santa” (Sor María Ana) y su devoción al Niño Jesús de Cuba, y el famoso desfalco del Colegio de la Constancia.[10]

Su postura política, claramente antiliberal, le llevó a ser considerado un auténtico líder en las filas de la ortodoxia católica. No en vano intentó, sin éxito, afincar en la ciudad a los Jesuitas, conocidos defensores del dogma cristiano. Sus escritos en contra de cualquier forma de Liberalismo, los “neocatólicos”, la libertad de prensa, la filosofía racionalista y, especialmente, contra los que atentaban negando los derechos seculares de la Iglesia, le granjearon ser elegido en dos ocasiones Senador. La primera ocasión fue por la provincia de Guipúzcoa, el 15 de febrero de 1891 (hasta 1893); y la otra por Toledo, el 26 de abril de 1896 (hasta 1898). Pese a su cargo, apenas asistió a las sesiones de la Cámara Alta, por ser enemigo declarado del Parlamentarismo, y no tomó parte en las discusiones. [11]

El prelado acogió bien el movimiento conocido como “La movilización católica”, un rasgo típico de la política de los años noventa, a través de congresos inspirados casi siempre desde el Vaticano, cuya primera edición tuvo lugar en 1889. Se trataba aplicar a España una movilización como se había hecho en Italia, uniendo a todos los católicos en una serie de obras sociales y políticas. El propósito era detener el avance del liberalismo laico; aunque lo que se pretendía desde Roma era lograr la participación de los católicos en las instituciones legales. Casas y Souto asistió sólo al de Zaragoza, pero, desanimado, pronto desistió, porque la misma Iglesia era escéptica frente a la propia Restauración. De hecho, el prelado no aceptaba que en estas asambleas se pactara con los “católicos liberales”. Por eso, los congresos fueron suspendidos por primera vez en 1894; y acabaron desapareciendo en 1902, tras seis ediciones.

En el verano de 1905 se le manifestó una enfermedad circulatoria que le afectó al lenguaje e inmovilizó parte del cuerpo; y aunque se recuperó parcialmente, un año más tarde, el 25 de julio falleció en el Palacio Episcopal. Su muerte tuvo amplio eco en la prensa local, regional y nacional, especialmente por su pública y declarada postura antiliberal, y su defensa radical de la ortodoxia católica.[12]

Fue uno de los grandes obispos que tuvo Plasencia, de recio temperamento y gran fortaleza cristiana. Tuvo una gran preocupación pastoral, llegando a publicar cuarenta y tres pastorales, algunas de las cuales provocó una crisis gubernamental, ordenando el presidente del Consejo de Ministros, Práxedes Mateo Sagasta, que el Fiscal de la Audiencia asistiera a los sermones del obispo tomando nota por si hablaba contra los “intereses de la Patria”. Acabó siendo llamado “Martillo del Liberalismo”, como consta en la lápida de su sepultura, frente al Altar de la Asunción en la catedral placentina.

2.- SU LABOR EPISTOLAR

Una de las principales herramientas que este famoso prelado utilizó de manera sistemática para defender sus tesis ortodoxas, junto con la oratoria, fueron los innumerables escritos que realizó a lo largo de su vida. La primera obra autógrafa fue la tesis leída el 30 de abril de 1850 en el Seminario de Orense.[13] Se trataba de un trabajo en el que atacaba al “Probabiliorismo”, una teoría muy arraigada en algunos centros de enseñanza. Durante los años sesenta, desde su parroquia en Cobas, escribió numerosos artículos de índole doctrinal, con un estilo satírico y llenos de aticismo, que fueron publicados en el periódico orensano La Nacionalidad.

Pero los escritos más conocidos, intensos, profundos y emotivos, tal vez fueron los contenidos en sus pastorales que, en número de cuarenta y tres, acompañaron los treinta largos años de su pontificado. En los apéndices se adjunta un resumen del contenido de cada una de ellas, pero merece la pena detectar las ideas más destacadas en las que se centraba el obispo.[14]

De las cuarenta y tres publicaciones, trece están relacionadas con la labor pastoral propia de un obispo, como la publicada el 13 de febrero de 1881, donde se ocupa de la santificación de las fiestas, de los daños que se siguen por no guardar los días de precepto y de los medios que se deberían emplear para lograrlo. La del 14 de febrero de 1882 apunta contra la blasfemia, los defectos y los vicios de los pueblos, señalando a la vez el remedio necesario para desterrar y corregir tanta “abominación”. En la del 6 de febrero de 1886, motivada por el Jubileo concedido por León XIII, se exhorta a la penitencia y al arrepentimiento mediante la mortificación interior y exterior del hombre en sus potencias y sentidos. La del 6 de febrero de 1887 se centra en la necesidad de practicar la oración, el ayuno y la limosna; y la del 2 de febrero de 1888, de la importancia de la correcta educación cristiana para los fieles.

Un tema recurrente fueron las causas que influían en la disminución del cumplimiento del precepto pascual, como podía leerse en la pastoral del 6 de febrero de 1890 (pero también en la de febrero de 1891, 1896, 1897 y 1902, y en la de agosto de 1899). Entre ellas se señalaba las lecturas y conversaciones “impías”, el mal ejemplo de las autoridades, la avaricia de ciertos hacendados, los pecadores públicos y reincidentes, el indiferentismo y la pereza espiritual. Casas y Souto tuvo siempre como fundamental la idea de socorrer a los grupos sociales más desfavorecidos, y en numerosos escritos hace referencia a la falta de caridad en la sociedad actual en las clases alta, media y baja

Sus escritos incidían también en la necesidad de que los sacerdotes de la diócesis predicasen a los fieles para frenar la constante pérdida de fe producto de una sociedad en la que la modernización se traducía en un exacerbado materialismo. Esa falta de fe y caridad, afirmaba el prelado, estaba en el origen de la decadencia de España y la pérdida de sus colonias. Y defendía la lucha contra los enemigos del hombre en las tres clases de concupiscencia: la carne, los ojos y la soberbia. Por último, su devoción por el Corazón de Jesús le llevó a tratar el tema de la consagración el 8 de noviembre de 1884, el culto al mismo, el 12 de agosto de 1899, y de la renovación de las promesas el 20 de febrero de 1901, en la décimo tercera, trigésimoquinta, y trigésimo sexta pastoral.

Pero de tanto o más peso que las directrices, consejos y recomendaciones para sus diocesanos, fueron también los escritos contra el Liberalismo en todas sus acepciones: política, social, económica, científica, etc. Esta corriente doctrinal, surgida a finales del siglo XVIII, y desarrollada plenamente durante el XIX, impone una nueva concepción del mundo, acuñada por la burguesía y el capitalismo. Sus rasgos más notables eran el individualismo, el reconocimiento de unos derechos humanos inviolables (como la propiedad privada o el derecho de expresión), el desarrollo o progreso ininterrumpido, y la no intervención del Estado en el ámbito socioeconómico. Pero para que el Liberalismo arraigara era necesario suprimir los obstáculos sociales, económicos, políticos y, cómo no, también ideológicos del Antiguo Régimen. Y aquí reside la clave del perpetuo enfrentamiento entre nuestro protagonista y el modelo liberal: Casas y Souto nunca aceptó los cambios derivados del mismo que se anunciaban inevitables en todos los órdenes. Frente al “dinamismo” liberal, el religioso opuso en todo momento su visión inquebrantable y dogmática de sus creencias religiosas. Para él, los valores emanados del Catolicismo eran inmutables, e irreconciliables con la modernidad, porque la libertad del individuo podría llevarle (como de hecho así fue), a dudar de las verdades nunca antes cuestionadas en materia de religión.

Un movimiento de tan amplio espectro como el liberal, permitía la crítica desde diferentes ópticas o enfoques: la defensa del Papado y de la Iglesia, el ataque a la prensa, la crítica a la modernidad, la culpabilización sistemática de la Masonería, las nefastas consecuencias del triunfo de las revoluciones liberales durante el siglo XIX, la extensión de la persecución contra la Iglesia, el rechazo taxativo de los católicos que abrazaran de alguna manera la doctrina liberal, y la desazón que le producía la desunión de las filas católicas.

Algunos de los primeros escritos del obispo Casas estaban relacionados con la aflictiva situación del Papa Pío IX, por el despojo al que se vio sometido su Estado en el proceso de la unificación italiana desde 1870, según pone de manifiesto la segunda pastoral del 16 de abril de 1877. Un tema sobre el que volvió posteriormente dos años después en su quinta publicación, describiendo en ella la precaria y angustiosa situación del sumo pontífice, y exhortando a que los fieles contribuyeran con sus limosnas a hacerla más llevadera. Con este motivo se instituyó el “Dinero de San Pedro”, cediendo él mismo, cada mes, un día de su asignación personal hasta su muerte.[15] Pero no sólo la cabeza visible de la Cristiandad era objeto de interés por parte del prelado, sino también la propia Iglesia y sus representantes, por la incesante persecución a la que se veía sometida por parte de un sistema “desnaturalizado”, según se detecta en la tercera, vigésimo segunda y trigésimo segunda pastorales.[16]

Uno de los elementos más denostados por Casas y Souto, un auténtico caballo de batalla, fue la prensa, y ya desde muy temprano el obispo arremetió contra este medio publicitario. En febrero de 1878, en su tercera pastoral, atacaba la “mala prensa”, fijándose de una manera especial en los periódicos, e indicando seis señales para conocer sus daños. En primer lugar habría que sospechar de todo impreso que se denominara a sí mismo como “liberal”. Incluso, aunque no se denominase así, también serían sospechosas aquellas publicaciones que se sostuviesen o defendiesen los principios de esa “secta”, o que apareciese con alguna de las denominaciones de “conquistas del progreso” y “representantes de la civilización moderna”. También habría que recelar de los que ofendieran a los católicos llamándoles “neos, ultramontanos, oscurantistas, fanáticos, exagerados, intransigentes y otros motes parecidos”. Y de igual manera serían sospechosos los periódicos que juzgaran y censuraran el modo de proceder de los eclesiásticos; y las publicaciones que se imprimieran en días festivos.[17] A lo largo de las siguientes décadas la prensa sigue apareciendo como un auténtico revulsivo, y causa de los principales males que sufría la Iglesia y el país. Durante los dos últimos años antes de su muerte, Casas y Souto seguía insistiendo en que “…en el origen de la incesante persecución que se hace a la Iglesia y sus miembros…estaba la libertad de prensa (…), la gran cloaca donde se vacían todos los horrores” [18]

Tampoco los “errores de la vida moderna” escaparon a sus diatribas, pues según él, los pueblos se transmitían las equivocaciones y los aciertos de generación en generación, pero la herencia que el siglo XIX iba a dejar en el mundo occidental, sería pésima, debido al testamento revolucionario y liberal que surgió en 1789. Además, continuaba exponiendo, sospechaba que durante el siglo XX se incrementaría la legión de infieles, herejes y apóstatas que habían proliferado durante la centuria anterior. A lo largo de las décadas de dirección diocesana no dejó de fustigar “…el mal llamado progreso moderno, por ser más bien la apostasía general de la fe divina en que vivieron por mucho tiempo felices los pueblos para caer en la pérdida de la grandeza y la libertad…”. [19]

A los ocho años de hacerse cargo de la dirección diocesana publicó su décima pastoral, donde abordaba por primera vez el tema de la Masonería. Se trataba de un trabajo casi monográfico, donde exponía los medios de los que se valía para infiltrarse en diferentes ámbitos de poder y opinión; y marcaba las directrices y procedimientos para combatirla. Quince años después, en agosto de 1899, insistía en la obligación que tenían los católicos de defender la fe en público contra la política masónico-liberal descristianizadora de España, “…que se disfrazaba con palabras como vaticanismo, jesuitismo, integrismo y reacción (…), que los gobiernos liberales no combaten esta dinámica, sin cumplir los tres primeros artículos del Concordato de 1851; que los fieles deberían defender de palabra y obra a las órdenes religiosas y al culto del Sagrado Corazón de Jesús, y oponerse a los proyectos de Morayta, Blasco Ibáñez y otros, rechazar la fuerza con la fuerza, aplastar a la masonería y a sus cómplices, y protestar contra las profanaciones en Cádiz, Castellón y otros sitios a las placas del Corazón de Jesús”. El 18 de febrero de 1900, en su trigésimo sexto escrito, seguía manteniendo que “La logias maquinaron todos los tenebrosos planes de desmoralización, desorden y desquiciamiento de la familia y de la sociedad, y entronizaron en lugar de Dios la soberanía popular, extraviando toda clase de personas desde el niño al anciano, desde el militar al togado, desde el letrado al artesano, desde el rico hasta el pobre, y hasta en las sacristías y seminarios, conventos y escuelas han introducido su virus ponzoñoso”.[20]

El 23 de enero de 1885 publicó la que tal vez fuera su mejor pastoral, la undécima, centrada en su lucha contra el liberalismo, que traía aparejadas toda clase de negaciones contra la doctrina de la Iglesia. El prelado denomina como lepra liberal a la verdadera causa de los males que afligían al país, criticando la conducta ingrata de los diferentes gobiernos con la Iglesia, los errores modernos en la enseñanza oficial, y la hostilidad de esa política liberal para con los derechos de los obispos. Asimismo ponía de manifiesto el incumplimiento del Concordato, los desaires que se hacían al Papa y la rebaja de la autoridad episcopal. El revuelo que armó este escrito hizo que el gobierno apelara a Roma, acusando al prelado de injerencias en la política, por lo que el Sumo Pontífice y su Secretario de Estado, Cardenal Jacobini, amonestaron a Casas y Souto por el contenido del texto, que podría hacer peligrar las relaciones de Iglesia-Estado.[21]

El obispo placentino acató el dictamen de Roma, aunque en años sucesivos siguió atacando frontalmente a los gobiernos conservadores y liberales, como ocurrió con su décimo sexta pastoral de 16 de septiembre de 1888, que es un auténtico trabajo contra el liberalismo, apoyándose principalmente en la Encíclica “Libertas”, que acababa de salir en el Boletín Eclesiástico. En ella plantea que “…si ser liberal es ser imitador de Lucifer (…) es sin duda pecado grave, muy grave, ser liberal, que hace digno al que lo comete de condenación eterna (…). La esencia del liberalismo consiste en la negación del sumo señorío de Dios sobre el hombre (…). Es malo porque se niega la dependencia que el hombre tiene de Dios en todo (…). Tampoco es de recibo que se pueda ser católico en religión y liberal en política”. Y lo mismo puede decirse de su décimo octava pastoral, publicada el 18 de noviembre de 1889.

Esta postura motivó que se le conociera como “Martillo del liberalismo”. En esta época los sermones del prelado eran muy apasionados y comprometidos, por las injerencias en la política gubernamental, lo que motivó que el propio Sagasta encargara al Fiscal de la Audiencia que supervisase las charlas y denunciase al obispo en el caso de cometer delito. La postura de Casas, lejos de amilanarse, fue anunciar en el púlpito a los que tomaban notas de sus palabras diciéndoles que hablaría despacio para que pudieran copiar bien, pero sin dejar de condenar el Liberalismo de manera más intensa que en los anteriores sermones.

A primeros de mayo de 1889 se celebró en Madrid el Primer Congreso Católico Nacional, promovido por el Obispo Sáncha, y presidido por el Arzobispo de Zaragoza. La idea era utilizar un punto de partida para la movilización católica, emulando la que se estaba produciendo en Roma, para unir a todos los católicos en una serie de obras sociales y políticas. Pero el proyecto no fue compartido por nuestro obispo, porque entre otras cosas debería aceptar la presencia de católicos liberales a los que denominaba despectivamente “mansos”, y los cuales no gozaban de su confianza. El 22 de febrero de 1889, en su décimo séptima pastoral afirmaba que “…los liberales, especialmente los mansos, son los que más caretas usan para encubrir ante los pueblos la deformidad del liberalismo o herejía liberal que (…) es sin duda el funesto origen (…) de casi todos los trastornos religiosos, políticos y sociales de que somos testigos y víctimas a la vez”. Al año siguiente, volvía a ocuparse de la deseada y no conseguida unión de los católicos españoles, responsabilizaba a la mutua desconfianza en unos y otros, a la crueldad con que se trataban, al aliento que le daban sus enemigos, y al continuo escándalo que recibían los fieles. Y seis años después retomaba el tema de la necesaria unión, pero sólo entre los católicos “verdaderos”, lo que suponía seguir manteniendo la exclusión de los “conciliadores, acomodaticios, contagiados de liberalismo o masones; a los que seguían las enseñanzas de Kant, Hegel, Krause y otros filósofos alemanes y racionalistas; y a los que aceptaban acuerdos que permitían atentar contra los intereses de la Iglesia”. [22]

Como vemos, su intransigencia fue uno de los elementos que caracterizó la personalidad de este prelado, que llegó, en su último escrito de 23 de febrero de 1906, a insistir en lo nefasto que resultaba para la fe y a la piedad de los pueblos la presencia de la prensa católico-liberal “…empeñada en el sacrílego intento de conciliar lo inconciliable, de unir lo que no es posible unir en manera alguna, la luz con las tinieblas, la verdad con el error, los principios católicos con los liberales, la independencia de la razón con la sujeción que la razón debe a Dios y a su Santa Iglesia”. En su última pastoral, ya enfermo de gravedad, y unos meses antes de su muerte, afirmaba que los que primeros que rompieron la fe de los pueblos y prepararon el ánimo para recibir las “doctrinas impías” fueron los católico-liberales, que alardeaban de profesar un gran amor a la religión, pero aceptan leyes contrarias a la misma. En este sentido, Casas y Souto se alinea con la postura de Pío IX a la hora de condenar el catolicismo liberal, y adopta una postura críptica cuando se muestra convencido de que, dada la evidente falta de fe y los abominables vicios de que está llena la tierra, así como la presencia del naturalismo y las “libertades de perdición” en los gobiernos, se acercaba el momento del regreso del Salvador. [23]

3.- CONCLUSIONES

La figura del religioso P. Casas y Souto aparece en la distancia como un personaje controvertido. Para unos fue un hombre terco, pertinaz, obstinado, intransigente y contumaz, especialmente en todo lo referente a los dogmas religiosos. Pero también en el ámbito del respeto a los bienes de la Iglesia y sus representantes; a la responsabilidad y jurisdicción eclesiástica; y al impenitente antiliberalismo que durante toda su vida estuvo presente. Nunca condescendió con los principios democráticos derivados de la corriente liberal; pero tampoco con aquellos individuos que mostraron un carácter similar al suyo, como los religiosos J. García Mora o Evaristo Pinto Sánchez. Nunca aceptó talantes soberbios, altaneros, vanidosos o prepotentes, lo que le llevó a enfrentarse a numerosas corporaciones municipales de su extensa diócesis: Cabezuela en 1884, Hervás en 1884, Béjar en 1884 y 1885, Jarandilla y Trujillo en 1886, Navalmoral de la Mata en 1889, Don Benito en 1891, 1892 y 1898, y cómo no con Plasencia en numerosas ocasiones.

Pero hay que plantear la situación de manera lo más objetiva posible. Una persona sin inquietudes económicas, profundamente conservadora, con un sistema de valores muy anclados en la tradición, procedente de un medio rural atrasado como el gallego, y formada en centros culturales de rancio abolengo como Orense, Valladolid y Toledo, recibe de manera inesperada, el nombramiento para un elevado cargo para el que, en principio, no se encontraba preparado. Y que consiste, ni más ni menos, en hacerse cargo de una de las mayores diócesis del país, desatendida durante casi siete años, en una zona donde, además del fenómeno cantonalista y republicano, habían arraigado de manera destacada numerosos brotes derivados del fenómeno liberal y fomentados por la numerosa prensa anticlerical. El futuro no parecía planteársele muy halagüeño.

En estas condiciones, es fácil comprender que antes de recibir la consagración en Madrid, pasara por Santiago de Compostela para pedir la protección del Santo y prometerle que siempre defendería la verdad. Y lo hizo. Pero cumplió e hizo cumplir “sus” verdades, que eran las que conformaban su mundo, su cosmogonía y su idiosincrasia. Desde el punto de vista religioso exigió el cumplimiento escrupuloso de las reglas establecidas, reorganizó el Cabildo Catedralicio, giró visita nada más llegar a los pueblos de la diócesis, se enfrentó con algunos de sus propios sacerdotes que cuestionaban la ortodoxia católica, y con numerosas alcaldías que pretendían conculcar los derechos seculares de la Iglesia y, sobre todo, con la filosofía liberal que amenazaban sus valores incuestionables.

No es de extrañar que su comportamiento mereciera el unánime aplauso de los sectores católicos más radicales, así como los del propio Vaticano, que veían en él un auténtico paladín de la defensa del Catolicismo, los derechos de la Iglesia y el respecto por la jerarquía eclesiástica. Su trayectoria religiosa permaneció inalterable hasta su muerte, y sus feroces críticas continuaron hasta inquietar y comprometer a los altos cargos políticos del Gobierno Las herramientas de las que se valió para intentar detener el proceso liberal en su diócesis fueron la palabra (en los sermones) y la escritura (en sus pastorales). Nunca un prelado en nuestra diócesis desarrolló una labor pastoral tan intensa como la que realizó Casas y Souto, que convirtió sus escritos en auténticos manuales “pedagógicos” para adoctrinar a sus fieles en el mantenimiento del dogma y el rechazo de las nuevas teorías libertarias.

Hombre polémico, de carácter intransigente; pero también profundamente religioso, con una fe inquebrantable, y adornado de otros valores como la adustez, la sobriedad, la rectitud, la legalidad y la caridad. Un obispo que dejó huella en Plasencia, en toda su diócesis y en el propio país, en una época en la que las nuevas corrientes hacían presagiar a la Iglesia tiempos de cambio. [24]

4.- APÉNDICES

APÉNDICE NÚMERO 1. CRONOLOGÍA DE LOS DESPLAZAMIENTOS GEOGRÁFICOS DEL OBISPO P. CASAS Y SOUTO

En 1838 realiza estudios de Lengua en Castellanos (Zamora).

Entre 1839 y 1842 estudia Filosofía en el Seminario de Orense.

El año 1843 lo pasa en Valladolid, con su tío, sin poder entrar en la Orden Dominica.

En 1844 intenta hacer el primer curso de Teología en Orense (pero no lo consigue).

Entre 1847 y 1854 desarrolla los estudios de Teología y Derecho Canónigo en Orense.

En 1857 alcanza en el Seminario de Toledo la Licenciatura y Doctorado en Sagrada Teología.

Entre 1861 y 1872 atiende el Curato de San Ciprián de Cobas.

En 1872 actúa como Penitenciario de Orense, y como Catedrático de Teología Moral en el Seminario.

En 1875 pasa por Santiago de Compostela para prometer al Apóstol defender siempre la verdad.

En 1876 fue a Madrid a consagrarse como obispo de Plasencia

En 1878 fue a Roma para visitar al Papa León XIII.

Del 5 al 12 de octubre de 1890 fue a Zaragoza al II Congreso Católico Nacional.

En febrero de 1891, y hasta 1893, se desplazó a Madrid en varias ocasiones, por haber sido elegido Senador por Guipúzcoa.

En abril de 1896, y hasta 1898, se desplazó a Madrid en varias ocasiones, por haber sido elegido Senador por Toledo.

Desde julio a septiembre de los años 1877 a 1905, subía a la Casa de Santa Bárbara por el fuerte calor de Plasencia.

APÉNDICE NÚMERO 2

RESUMEN DE LAS PASTORALES DELOBISPO PEDRO CASAS Y SOUTO

PRIMERA: Publicada el 25 de febrero de 1876, y en ella se anuncia la paz, acomodando el Pax vobis a todas las clases y categorías de sus diocesanos: explica el significado de esta paz, y manifiesta sus propósitos en la custodia de las almas; y concluye animando a todos a practicar el bien sin concesiones al mal.

SEGUNDA: Publicada el 16 de abril de 1877. En ella se ocupa de la situación aflictiva en que se encontraba el Papa Pío IX por verse despojado de sus Estados desde el año 1870, declamaba contra los católicos indolentes ante las penalidades del Padre Común, y ordenaba que se hicieran preces y comuniones para que cesara el despojo.

TERCERA: Publicada el 8 de febrero de 1878. En el texto fustiga la mala prensa, fijándose de una manera especial en los periódicos, e indicando las seis señales siguientes para conocer los que son dañosos: 1.- Habría que sospechar de todo impreso o periódico que se denominara a sí mismo como “liberal”. 2.- Aunque no se denominase así, también serían sospechosos aquellas publicaciones que se sostuviesen o defendiesen los principios de esa “secta” (“conquistas del progreso” y “civilización modernos”, que quieran ser conciliadas con el Catolicismo). 3.- También habría que recelar de los que ofenden a los católicos llamándoles neos, ultramontanos, obscurantistas, fanáticos, exagerados, intransigentes y otros motes parecidos. 4.- Y lo mismo de los periódicos que juzgaran y censuraran el modo de proceder de los eclesiásticos. 5.- De igual modo, de las publicaciones que se imprimían en días festivos. 6.- Y por último, de aquellos escritos que, junto a la doctrina católica, colocan otros escritos impíos, escépticos, etc. en confusa mezcolanza.

CUARTA: Publicada el 21 de noviembre de 1878, volvía sobre la idea que había desarrollado en la anterior de febrero. En ella daba la voz de alerta contra los propagandistas de malas doctrinas, expresando el alcance siniestro de las pérfidas fórmulas de “separación de la Iglesia y el Estado”, “Iglesia libre en el Estado libre”, “Independencia de la política de la Religión”, la “legislación civil del Evangelio”, la “Libertad de cultos”, o el “Reconocimiento de un derecho en el hombre de profesar la Religión que quiera o de no tener ninguna”, “Matrimonio civil”, “Enseñanza laica o secularización de la enseñanza”, “Universalidad racionalista”, “Absoluta libertad de la ciencia”, “Sujeción del Clero a la potestad civil y supresión de los votos monásticos”, “Libertad de imprenta”, Hechos consumados”….Y continuaba atacando al liberalismo en todas sus formas

QUINTA: El 5 de mayo de 1879 publicó su quinta Pastoral, describiendo en ella la precaria y angustiosa situación del Papa, exhortando a que los fieles contribuyeran con sus limosnas a hacerla más llevadera. Con este motivo se instituyó el “Dinero de San Pedro”, cediendo él un día de su asignación personal mensualmente hasta su muerte.

SEXTA: Publicada el 13 de febrero de 1881, donde se ocupa de la santificación de las fiestas, de los daños que se siguen por no guardar los días de precepto y de los medios fáciles de lograrlo.

SÉPTIMA: El 14 de febrero de 1882 sacó su séptima pastoral, contra la blasfemia, los defectos y los vicios de los pueblos, señalando a la vez el remedio necesario para desterrar y corregir tanta abominación.

OCTAVA: Publicada el 18 de enero de 1883 en la cual se ocupa de los medios para vivir cristianamente, de la unión que los fieles deben tener con sus Pastores, y de los incesantes cuidados de la Iglesia con sus miembros.

NOVENA: El 10 de febrero de 1884, publicó la novena pastoral ocupándose en ella de los errores de la época actual, de sus causas y de sus remedios

DÉCIMA: El 15 de agosto editó su décima pastoral, un trabajo completo de lo que se propone la Masonería, de los medios que emplea para infiltrarse en todas partes, y de los procedimientos que deben usar para rebatirla.

UNDÉCIMA: El 23 de enero de 1885 editó su undécima pastoral, la célebre que descubre las llagas de la lepra liberal, verdadera causa de los males que afligen a la sociedad y a la Iglesia española. En ella se estudia la conducta ingrata de los gobiernos españoles con la Iglesia, los errores modernos en la enseñanza oficial, la hostilidad de la política liberal a los derechos de los obispos.

DUODÉCIMA: El 6 de febrero de 1886 editó su duodécima pastoral, motivada por el Jubileo concedido por León XIII. En ella exhorta a la penitencia y al arrepentimiento mediante la mortificación interior y exterior del hombre en sus potencias y sentidos.

DÉCIMO TERCERA: En 8 de noviembre de 1886 publicó su decimotercera pastoral, dedicada a la consagración de la Diócesis al Sagrado Corazón de Jesús.

DÉCIMO CUARTA: El 6 de febrero de 1887 publicó su décimo cuarta pastoral, dedicándola a la oración, ayuno y limosna y las falsas excusas para no ayunar.

DÉCIMO QUINTA: El 2 de febrero de 1888 publicó su décimo quinta pastoral, en la que se ocupa de la educación cristiana, exponiéndola con abundancia de doctrina y detalles extraídos de sus numerosos sermones y escritos del obispo.

DÉCIMO SEXTA: Y el 16 de septiembre de 1888 publicó su décimo sexta pastoral, que es un auténtico trabajo contra el liberalismo, apoyándose principalmente en la Encíclica “Libertas”, que acaba de salir en el Boletín Eclesiástico. En ella fustiga a los católicos liberales, calificándolos de los más perniciosos enemigos de la Iglesia: no admite el liberalismo político, ni que haya un liberalismo bueno y otro malo; y concluye censurando las iniquidades e injusticias del Gobierno italiano contra la Iglesia.

DÉCIMO SÉPTIMA: En 22 de febrero de 1889 publicó su décimo séptima pastoral, sobre la fe, los liberales mansos y la fraseología equivocada: ciencia, oscurantismo, ilustración, fanatismo, libertad, teocracia, intolerancia, tiranía clerical, explotación, patriotismo, abnegación y otras por el estilo.

DÉCIMO OCTAVA: El 18 de noviembre de 1889 publicó su décimo octava pastoral contra el liberalismo, tal vez la mejor de todas. Se trata de un texto en que se identifica el liberalismo con el error y la mentira, por lo que los fieles están autorizados para criticar y rechazar esta “maléfica” doctrina.

DÉCIMO NOVENA: El 6 de febrero de 1890 salió su décimo nona pastoral, sobre las causas que influyen en la disminución del cumplimiento del precepto pascual, entre las que señala las lectura y conversaciones impías, el mal ejemplo de las personas principales de los pueblos, la avaricia sola o acompañada de impiedad de ciertos amos, los pecadores públicos y reincidentes, el indiferentismo y la pereza espiritual.

VIGÉSIMA: El 29 de septiembre de 1890 sacó su vigésima pastoral, sobre la apetecida y nunca lograda unión de los católicos españoles, y expone las causas de la desunión: la mutua desconfianza en unos y otros, la crueldad con que se tratan, el aliento que le dan los enemigos y el escándalo continuo que reciben los fieles.

VIGÉSIMO PRIMERA: El 6 de febrero de 1891 publicó su vigésima primera pastoral, sobre las causas que impedían la confesión y la comunión en tiempo pascual.

VIGÉSIMO SEGUNDA: 22 de febrero de 1892 publicó su vigésimo segunda pastoral, que se centra en las máximas erróneas contra la fe y las prácticas cristianas, señalando a los perseguidores de la Iglesia, mencionado las principales causas de la corrupción general, e indicando los medios de contrarrestar la avalancha del error y las preocupaciones.

VIGÉSIMO TERCERA: El 16 de febrero de 1893 publicó su vigésimo tercera pastoral que constituye una auténtica apología de la Iglesia Católica, presentando los grandes beneficios que los fieles y las naciones reciben de tan santa y regeneradora madre.

VIGÉSIMO CUARTA: El 23 de enero de 1894 publicó su vigésimo cuarta pastoral, centrada en la necesidad de que los sacerdotes prediquen la divina palabra, condenando las excusas de algunos a no hacerlo.

VIGÉSIMO QUINTA: El 1 de octubre de 1894 salió su vigésimo quinta pastoral, fustigando el mal llamado progreso moderno, por ser más bien la apostasía general de la fe divina en que vivieron por mucho tiempo felices los pueblos para caer en la pérdida de la grandeza y la libertad; además, señalaba los remedios adecuados para restaurar el reinado social de Cristo; y clamaba por la unión en España de los católicos, estableciendo los pasos para esa unión.

VIGÉSIMO SEXTA: El 6 de febrero de 1895 sacó su vigésimo sexta pastoral centrada en las causas variadas sobre el desconocimiento de Dios en los pueblos, señalando los medios para solucionarlo.

VIGÉSIMO SÉPTIMA: El 10 de noviembre de 1895 publicó su vigésimo séptima pastoral, sobre los deberes de los gobernantes y autoridades (senadores, congresistas, ministros, gobernadores, magistrados, ejército, alcaldes y jueces municipales); destacando como causa de la apostasía general la perniciosa influencia del liberalismo en todos los organismos.

VIGÉSIMO OCTAVA: El 6 de febrero de 1896 salió su vigésimo octava pastoral, sobre la falta de caridad en la sociedad actual en la clase alta, media y baja, indicando los medios adecuados para restablecer esa virtud.

VIGÉSIMO NOVENA: El 4 de octubre de 1896 publicó su vigésimo nona pastoral, dedicada a promover la unión de los católicos españoles verdaderos (es decir, no conciliadores ni acomodaticios ni contagiados de liberalismo o masones). Excluía a los que seguían las enseñanzas de Kant, Hegel, Krause y otros filósofos alemanes y racionalistas; los que aceptaban soluciones que incluían ir contra los intereses de la Iglesia; los que se dicen católicos pero no practican; los masones; y los que no combaten nunca el liberalismo.

TRIGÉSIMA: El 22 de febrero de 1897 sacó su trigésima pastoral, sobre la conservación de la fe católica, las causas de perderla y los medios de recobrarla.

TRIGÉSIMO PRIMERA: El 1 de octubre de 1897 salió su trigésimo primera pastoral, sobre los funestos resultados de los vicios en las naciones, especialmente en España.

TRIGÉSIMO SEGUNDA: El 6 de febrero de 1898 salió su trigésimo segunda pastoral, que trata de la ingratitud de los hombres con la Iglesia, transgrediendo sus preceptos, la guerra violenta de los liberales y las insidias perniciosas de los católicos liberales, calificando a estos últimos de más peligrosos que los liberales fieros.

TRIGÉSIMO TERCERA: El 15 de agosto de 1898 publicó su trigésimo tercera pastoral, describiendo las causas de la decadencia de España, de la pérdida de sus colonias y la predicción de la pérdida de Filipinas por la influencia masónica.

TRIGÉSIMO CUARTA: El 6 de febrero de 1899 publicó su vigésimo cuarta pastoral, centrándose en los enemigos del hombre en las tres clases de concupiscencia: de la carne, de los ojos y de la soberbia; de los efectos que estos enemigos producen en la conciencia, oscureciéndola y haciéndola voluntariamente errónea, con el séquito de consecuencias, y el remedio para evitar la conciencia errónea voluntaria: procurar conocer los deberes religiosos y particulares, y practicarlo cada uno con constancia.

TRIGÉSIMO QUINTA: El 12 de agosto de 1899 salió la trigésimo quinta pastoral, sobre la obligación que tienen los católicos de defender la fe en público contra la política masónico-liberal descristianizadora de España, que se disfraza con palabras como vaticanismo, juesuitismo, integrismo y reacción. Los gobiernos liberales no combaten esta dinámica, sin cumplir los tres primeros artículos del Concordato de 1851. Los fieles deberían defender de palabra y obra a las órdenes religiosas y al culto del Sagrado Corazón de Jesús, y oponerse a los proyectos de Morayta, Blasco Ibáñez y otros, rechazando la fuerza con la fuerza, aplastando a la masonería y a sus cómplices, y protestando contra las profanaciones en Cádiz, Castellón y otros sitios a las placas del Corazón de Jesús.

TRIGÉSIMO SEXTA: El 18 de febrero de 1900 publicó su trigésimo sexta pastoral, según la cual los pueblos se transmiten de generación en generación sus buenas cualidades y censurables defectos, y que el siglo XIX acrecentó su pésima herencia recibida del siglo anterior en el testamento revolucionario y liberal de 1789 con los sanguinarios frutos de 1793, extendiendo por doquier el dominio de Satanás. Y sospecha que en el umbral del siglo XX la multitud de infieles, herejes y apostatas hará que los males sigan presentes mediante las logias masónico-judaicas, y porque los supremos poderes de las naciones están inspirados por el Liberalismo.

TRIGÉSIMO SÉPTIMA: El 20 de febrero de 1901 publicó su trigésimo séptima pastoral, centrada en la renovación de las promesas hechas al Sagrado Corazón de Jesús el 1 de enero del año anterior, y afirma que para poder cumplirlas es indispensable abominar de las liberales, recomendando paciencia hasta que los valores sagrados inmutables triunfen.

TRIGÉSIMO OCTAVA: El 24 de septiembre de 1901 publicó su trigésimo octava pastoral, sobre las miserias de España, atribuyéndolas a que la sociedad peca no por ignorancia sino por malicia, y la responsable es la libertad moderna, pues su objetivo es reducir el hombre a bestia y a esclavo. Y es muy difícil evitar esa esclavitud porque los poderes públicos la agravan prescindiendo de Dios y dejándose gobernar por la veleidosa opinión. Por ello, no deben extrañar a nadie las grandes catástrofes y humillaciones nacionales con que Dios ha castigado y castiga a España.

TRIGÉSIMO NOVENA: El 6 de febrero de 1902 publicó su trigésimo nona pastoral, que trata sobre las excelencias del ayuno y de las causas que debilitan en nuestros días la fe, como la gran ignorancia sobre las verdades de la Religión, los vicios, la propaganda impía, las innumerables diatribas contra la Iglesia, sus enseñanzas y ministros, de manera especial el daño que causan los “conciliadores”.

CUADRAGÉSIMA: El 25 de noviembre de 1902 sacó su cuadragésima pastoral, sobre la lucha que hay que sostener sobre los tres enemigos: mundo, demonio y carne. Todos, afirma el obispo, debemos oponernos a sus avances, todos debemos ir a la victoria. Todos debemos luchar según los talentos que el Señor nos ha otorgado: los débiles deben pelear bajo la dirección de hombres expertos y orando mucho; los sabios, esparciendo las luchas de la verdad y disipando las tinieblas del error; los ricos ayudando con sus recursos pecuniarios; y las autoridades buenas haciendo cumplir rigurosamente las leyes que favorecen a la Iglesia, y absteniéndose de ejecutar lo malo que hubiese en esas mismas leyes. Pero los gobiernos siempre han venido mermando los derechos de la Iglesia española por medio del liberalismo avanzado y del manso. Los liberales avanzados siembran ruinas, los “mansos” las legalizan y preparan el terreno para nuevas fechorías de aquéllos, en la seguridad de que, como las precedentes, serán legalizadas más tarde.

CUADRAGÉSIMO PRIMERA: El 26 de febrero de 1904 publicó su cuadragésimo primera pastoral, sobre la incesante persecución que se hace a la Iglesia y sus miembros, señalando como origen de tal guerra la libertad de prensa.

CUADRAGÉSIMO SEGUNDA: El 17 de marzo de 1905 apareció su cuadragésimo segunda pastoral, en la que afirma que está cercana la llegada por segunda vez del Salvador, dado la evidente falta de fe y los abominables vicios de que está llena la tierra. Además, en los gobiernos impera el naturalismo y están plagados de las denominadas por Gregorio XIV “libertades de perdición”.

CUADRAGÉSIMO TERCERA: El 23 de febrero de 1906 publicó su cuadragésima tercera y última pastoral, centrada en la fe, y un último palmetazo que dio al catolicismo liberal, con quien siempre sostuvo enconada lucha, incidiendo de nuevo en la nefasta, impía y liberal prensa, especialmente la católico-liberal.

APÉNDICE NÚMERO 3

GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS RELACIONADAS CON LA VIDA Y LA OBRA DEL OBISPO DON PEDRO CASAS Y SOUTO

img01Foto 1 (Sobrados)

img02Foto 2 (Casas en 1876)

img03Foto 3 (Seminario)

img04Foto 4 (Orense)

img05Foto 5 (Casas siglo XIX)

img06Foto 6 (Catedral)

img07Foto 7 (Seminario)

img08Foto 8 (Bodas de Oro)

img09Foto 9 (Tumba)

5.- FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

A) FUENTES:

FOTO HAUSER Y MENS. Retrato del Obispo de Plasencia, Don Pedro Casas y Souto (junto a los prelados de Cuenca, Sigüenza y Dora). En Biblioteca Nacional, Sala Goya. Signatura IH/1869/2. En SALVADÓ, JOSÉ. Biografías de los Prelados que desde 1876 hasta la fecha han venido ocupando las diócesis de España. Barcelona, 1877. Lámina situada entre las páginas 294 y 295.

PERIÓDICO EL DARDO, ejemplar del 19 de octubre de 1902

PERIÓDICO EL DARDO, ejemplar del 26 de octubre de 1902

PERIÓDICO EL DARDO, ejemplar del 26 de marzo de 1903

PERIÓDICO EL DARDO, ejemplar del 4 de agosto de 1903

PERIÓDICO EL DARDO, ejemplar del 11 de octubre de 1904

PERIÓDICO EL DARDO, ejemplar del 1 de agosto de 1906

PERIÓDICO EL EXTREMEÑO, ejemplar del 14 de diciembre de 1879

PERIÓDICO EL EXTREMEÑO, ejemplar del 15 de febrero de 1880

PERIÓDICO EL ECO EXTREMEÑO, ejemplar del 13 de agosto de 1906

PERIÓDICO LA NUEVA UNIÓN, ejemplar del 29 de mayo de 1909

PERIÓDICO EL CRUZADO EXTREMEÑO, ejemplar de 24 de septiembre de 1903

PERIÓDICO EL CRUZADO EXTREMEÑO, ejemplar de 8 de agosto de 1906

SÁNCHEZ DE LA CALLE, JOSÉ ANTONIO. Diferentes fotografías realizadas en julio de 2006 en el pueblo de Sobrados del Obispo (Orense); así como de la tumba del prelado Pedro Casas y Souto al pie del Altar de la Asunción en la catedral placentina.

SENADO ESPAÑOL. CÁMARA ALTA Expediente Personal del Senador D. Pedro Casas y Souto, Obispo de Plasencia, por la Provincia de Guipúzcoa y por el Arzobispado de Toledo. Véase en la siguiente página web: http://www.senado.es/cgi-bin/BRSCGI?CMD=VERDOC&BASE

B) BIBLIOGRAFÍA:

BLÁZQUEZ YAÑEZ, DIEGO. El cura Mora, liberal y cismático en la Alta Extremadura. Madrid, 1983. Hijo de E. Minuesa, 275 págs., 16 X 22 cms.

CASAS Y GONZÁLEZ, JUAN BAUTISTA. Cartas Pastorales y otras exhortaciones del Excmo. e Ilmo. Dr. Don Pedro Casas y Souto. 22 años de episcopado. Tomos I y II. Madrid, 1898, 18 X 24 cms.

CASAS Y SOUTO, PEDROPastoral del Venerable Obispo de Plasencia. Madrid, 1885. Revistas Religiosas, 32 págs., 12 X 18,5 cms.

CASAS Y SOUTO, PEDROLa pastoral del venerable obispo de Plasencia. Madrid, 1886. Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús (C/Juan Bravo-5), 59 págs., 20 X 28,5 cms.

CASAS Y SOUTO, PEDROAlegación en Derecho por el Ilmo. Sr. Obispo de Plasencia con el párroco del Salvador de la misma ciudad sobre que, por sentencia de la Rota de la Nunciatura Apostólica se ha compelido el provisor del arzobispado de Toledo a hacer que se ejecute un auto gubernativo que dictó el 16 de febrero de 1887. Madrid, 1892. Imprenta de la Viuda e Hija de Gómez Fuentenebro, 31 págs., tipo fascículo.

CASAS Y SOUTO, PEDRO. Constituciones sinodales del obispado de Plasencia. Madrid, 1892. Imprenta de la Sociedad Editorial de San Francisco de Sales, 530 págs., 17 X 24 cms.

CASAS Y SOUTO, PEDRO. La Unión de los Católicos Españoles. Carta Pastoral del Excelentísimo e Ilustrísimo Doctor Don Pedro Casas y Souto, Obispo de Plasencia y Senador del Reino. Madrid, 1897, 68 págs., 11,5 X 17 cms.

CASAS Y SOUTO, PEDROCarta Pastoral del Reverendísimo Señor Obispo de Plasencia. ¿?, 1897, 46 págs., 10,5 X 16 cms.

CASAS Y SOUTO, PEDRO. Carta Pastoral del Reverendo Obispo de Plasencia sobre la situación de España. Madrid, 1899, 48 págs., 12 X 18,5 cms.

GARCÍA MORA, JOSÉ. Breve reseña histórica del expediente sobre la cuestión de la ermita de Nuestra Excelsa Patrona la Santísima Virgen del Puerto. Y sentencia, ya firme, dictada por el Excmo. Tribunal Superior Metropolitano de Toledo a favor del párroco del Salvador, José García Mora… contra su subordinado en dicha ermita, el Mayordomo, D. Gregorio Concha Castañeda, Presbítero Arcediano de esta Santa Iglesia Catedral. Plasencia, 1887. Tipografía de José Hontiveros, 12 págs., 15,5 X 21,5 cms.

GARCÍA MORA, JOSÉLo que no se ha visto ni es posible vuelva a verse jamás en ningún Tribunal Eclesiástico del mundo católico. Folleto dedicado a la honorable Magistratura Civil y Eclesiástica de España y a cuantos abriguen sentimientos de dignidad, equidad y justicia. Plasencia, 1888. Imprenta de Evaristo Pinto Sánchez, 22 págs., 15,5 X 21 cms.

GARCÍA MORA, JOSÉApuntamiento y Alegación en Derecho. Declinatoria de jurisdicción propuesta al Provisor de Plasencia, y cumplimiento de sentencia en expediente contencioso acerca de la jurisdicción de dicho párroco en el Santuario de Nuestra Señora del Puerto. Antecedentes, Adicción y Sentencia. Toledo, 1888, 9 págs., 23 X 34 cms.

GARCÍA MORA, JOSÉRefutación del escrito del Señor Obispo de Plasencia dirigido al Ilmo. Sr. Provisor Vicario General de Toledo sobre la cuestión del Santuario del Puerto. Por el párroco del Salvador, superior inmediato en dicho Santuario. Plasencia, 1889. Imprenta Evaristo Pinto Sánchez, 30 págs., 16 X 21,5 cms.

GARCÍA MORA, JOSÉAlegación en derecho precedida del apuntamiento en el pleito jurisdiccional sobre la Ermita de la Santísima Virgen del Puerto, Patrona Augusta de la Ciudad de Plasencia, ante la Sala Plena del Supremo Tribunal de la Rota. Plasencia, 1892. Imprenta, Librería y Encuadernación de José Hontiveros, 115 págs., 14 X 20 cms.

GARCÍA MORA, JOSÉVida y reivindicación de Don José García Mora, Presbítero. Plasencia, s.a. (¿1909?). Talleres de Imprenta y Encuadernación de M. Ramos, 26 (calle del Marqués de Mirabel, 20), 29 págs., 14,5 X 21 cms.

LÓPEZ SÁNCHEZ-MORA, MANUEL. Episcopologio. Los Obispos de Plasencia, sus biografías. Los Santos de Maimona, 1986. Caja de Ahorros de Plasencia, 141 págs., 17,5 X 24 cms.

MADOZ, PASCUALDiccionario Histórico-Geográfico de Extremadura. Tomo XIII. Madrid, 1849. Edición de las Escuelas Universitarias de Santa Ana, Almendralejo (Badajoz), 885 págs., 17 X 24 cms. Tomo IV, O-Z. Cáceres, 1955. Biblioteca Extremeña. Publicaciones del Departamento de Seminarios de la Jefatura Provincial del Movimiento, 348 págs., 18 X 22 cms.

PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado del Ilmo. Sr. Doctor D. Pedro Casas y Souto, Obispo de Plasencia. Por D. Inocencio Portabales Nogueira, Arcipreste de la S. I. C. Basílica de Lugo. Lugo, 1911. Talleres Tipográficos de Gerardo Castro, 337 págs., 14 X 21 cms.

RAMOS BERROCOSO, JUAN MANUEL. “En el Centenario de la muerte del Obispo Casas y Souto”. En Semana Santa 2006 Plasencia. Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Sepulcro, págs. 17-23.

SALVADÓ, JOSÉ. Biografías de los Prelados que desde 1876 hasta la fecha han venido ocupando las diócesis de España. Barcelona, 1877, págs. 315-319.


NOTAS:

[1] Desde el punto de vista económico, el sector primario estaba representado en la parte montañosa por robles, carrascas y castaños, y algunos prados con buenas hierbas dedicadas para pasto. En las zonas más llanas, destacaba la producción de trigo, centeno, maíz, vino, patatas, garbanzos, castañas y habas; ganado vacuno, mular y lanar; caza de liebres, conejos, perdices, codornices y bubillas; y pesca de anguilas. En el sector secundario había algo de industria agrícola, con molinos harineros, y algunos telares de lienzo ordinario. En el terciario, por su parte, sobresalía el comercio, con la exportación de vino y la introducción de granos y harinas. Los caminos, muy deteriorados, conectaban con los núcleos de Llariz, Orense, Celanova y Rivadavia; y el correo se recibía, a pie, de la capital provincial. Véase MADOZ, PASCUAL. Diccionario Histórico-Geográfico de Extremadura. Tomo XIII. Madrid, 1849. Edición de las Escuelas Universitarias de Santa Ana, Almendralejo (Badajoz). Tomo IV, O-Z.

[2] Las fuentes afirman que el joven quedó, “…curándose de la contrariedad que le había causado por no habérsele permitido realizar sus fervorosos deseos…”. En este sentido hay que tener en cuenta que nuestro protagonista sufrió a lo largo de varias décadas diferentes episodios de agotamiento, fatiga, decaimiento y, posiblemente, ciertos procesos depresivos, motivados por el gran esfuerzo intelectual a que se encontró sometido por imperativos familiares y particulares, así como por la probable frustración de no poder profesar en la congregación de los Dominicos.

[3] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado del Ilmo. Sr. Doctor D. Pedro Casas y Souto, Obispo de Plasencia. Por D. Inocencio Portabales Nogueira, Arcipreste de la S. I. C. Basílica de Lugo. Lugo, 1911. Talleres Tipográficos de Gerardo Castro, págs. 18-19.

[4] Cuando volvió a cobrar el dinero que dejó de ingresar por la revolución de 1868, lo revirtió en los pobres y obras de beneficencia.

[5] La consagración tuvo lugar el 6 de febrero en la iglesia de San Isidro, dirigida por el Cardenal Moreno, Arzobispo de Toledo, y actuando como padrino el Marqués de Mirabel, quien le regaló un magnífico pectoral que el prelado, a su muerte, legó a la Virgen de la Asunción, en la catedral de Plasencia.

[6] El propio palacio episcopal fue convertido en salas de Juzgado, y apenas había alumnos en el Seminario (76 estudiantes externos-internos en 1878). BLÁZQUEZ YAÑEZ, DIEGO. El cura Mora, liberal y cismático en la Alta Extremadura. Madrid, 1983. Hijo de E. Minuesa, págs. 30-36.

[7] El Secretario Pegerto Megid le informó sobre el dilatado tiempo que el prelado empleaba en adoctrinar a sus fieles, y entre ambos acordaron que, pasada una hora, le tiraría de los capisayos; pero en una ocasión, al hacerlo, le preguntó al Secretario (que era su familiar): “Pero, ¿quién se cansa, ellos o tú?”. Véase en PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado del Ilmo. Sr. Doctor D. Pedro Casas y Souto, Obispo de Plasencia… Obra citada, pág. 41.

[8] Véase El Dardo, ejemplar del 1 de agosto de 1906; y también SALVADÓ, JOSÉ. Biografías de los Prelados que desde 1876 hasta la fecha han venido ocupando las diócesis de España. Barcelona, 1877, págs. 315-319.

[9] De GARCÍA MORA, JOSÉ. Pueden citarse los libros siguientes relacionados con el enfrentamiento con su prelado: Breve reseña histórica del expediente sobre la cuestión de la ermita de Nuestra Excelsa Patrona la Santísima Virgen del Puerto. Y Sentencia, ya firme, dictada por el Excmo. Tribunal Superior Metropolitano de Toledo a favor del párroco del Salvador, José García Mora… contra su subordinado en dicha ermita, el Mayordomo, D. Gregorio Concha Castañeda, Presbítero Arcediano de esta Santa Iglesia Catedral. Plasencia, 1887. Tipografía de José Hontiveros, 12. IBID.: Lo que no se ha visto ni es posible vuelva a verse jamás en ningún Tribunal Eclesiástico del mundo católico. Folleto dedicado a la honorable Magistratura Civil y Eclesiástica de España y a cuantos abriguen sentimientos de dignidad, equidad y justicia. Plasencia, 1888. Imprenta de Evaristo Pinto Sánchez. IBID.: Apuntamiento y Alegación en Derecho. Declinatoria de jurisdicción propuesta al Provisor de Plasencia, y cumplimiento de sentencia en expediente contencioso acerca de la jurisdicción de dicho párroco en el Santuario de Nuestra Señora del Puerto. Antecedentes, Adicción y Sentencia. Toledo, 1888. IBID.: Refutación del escrito del Señor Obispo de Plasencia dirigido al Ilmo. Sr. Provisor Vicario General de Toledo sobre la cuestión del Santuario del Puerto. Por el párroco del Salvador, superior inmediato en dicho Santuario. Plasencia, 1889. Imprenta Evaristo Pinto Sánchez. IBID.: Alegación en derecho precedida del apuntamiento en el pleito jurisdiccional sobre la Ermita de la Santísima Virgen del Puerto, Patrona Augusta de la Ciudad de Plasencia, ante la Sala Plena del Supremo Tribunal de la Rota. Plasencia, 1892. Imprenta, Librería y Encuadernación de José Hontiveros. Y por último, Vida y reivindicación de Don José García Mora, Presbítero. Plasencia, s.a. (¿1909?). Talleres de Imprenta y Encuadernación de M. Ramos.

[10] El famoso sacerdote José García Mora, además del establecimiento de su “Iglesia Liberal”, su bibliografía enfrentada al tradicional sistema clerical, y antes de obtener el traslado mediante concurso de curatos, tuvo un enfrentamiento con el hacendado (cacique) de la sierra, Godinez de Paz, llegando a intercambiarse multitud de críticas en diferentes folletos.

[11] Expediente Personal del Senador D. Pedro Casas y Souto, Obispo de Plasencia, por la Provincia de Guipúzcoa y por el Arzobispado de Toledo.Véase en la siguiente página web: http://www.senado.es/cgi-bin/BRSCGI?CMD=VERDOC&BASE… Véase también El Dardo, ejemplar del 1 de agosto de 1906

[12] LÓPEZ SÁNCHEZ-MORA, MANUEL. Episcopologio. Los Obispos de Plasencia, sus biografías. Los Santos de Maimona, 1986. Caja de Ahorros de Plasencia, págs. 85-86.

[13] El nombre de la tesis era:Licitum est sequi conscientiam quam quis eformat ex principiis reflexis, dum sequitur opinionnem vere et solide probabilem, ubi alia non ocurrit, vel probabiliorem, faventem libertati, probabilitate juris: minime vero concientiam rigurose probabilem, quae videlicet ex principiis tantum probabilibus inmediate oritur.

[14] Juan Bautista Casas y González resumió buena parte de estos escritos en dos tomos titulados: Cartas Pastorales y otras exhortaciones del Excmo. e Ilmo. Dr. Don Pedro Casas y Souto. 22 años de episcopado, que fueron publicados en 1898 en Madrid. El primer tomo expone la documentación emitida por el prelado desde el 6 de febrero de 1876 a finales de 1888; mientras que el segundo lo hace desde principios de 1889 hasta diciembre de 1897. El autor, tras elaborar una amplia biografía del obispo, acompañada de un retrato, expone las diferentes cartas pastorales, comenzando por la escrita a su llegada a la diócesis placentina. Seguida de circulares, mensajes, instrucciones, contestaciones, cumplimientos, avisos, exhortaciones, precauciones, prohibiciones, mensajes de condena, conveniencias, edictos, infracciones, comentarios, rechazos, exposiciones, adhesiones, recomendaciones, devociones y beneficios. En realidad se trata de la publicación de toda la correspondencia pastoral que este prelado tuvo con el clero, la comunidad religiosa y sus fieles. Al final del primero tomo se incluye un apéndice sobre las relaciones de la Iglesia con la sociedad.

[15] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado del Ilmo. Sr. Doctor D. Pedro Casas y Souto, Obispo de Plasencia. Por D. Inocencio Portabales Nogueira, Arcipreste de la S. I. C. Basílica de Lugo. Lugo, 1911. Talleres Tipográficos de Gerardo Castro, págs. 40-43.

[16] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado del Ilmo. Sr. Doctor D. Pedro Casas y Souto…Obra citada, págs. 47, (tercera pastoral, de 3 de febrero de 1878); pág., 186 (noveno segunda pastoral de 22 de febrero de 1892); y pág. 259 (cuadragésimo primera pastoral, de 26 de febrero de 1904).

[17] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado… Ob. Cit. págs. 48-49

[18] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado… Ob. Cit. Pág. 44 (tercera pastoral), págs. 259-261 (cuadragésimo primera pastoral); y págs. 265-268 (cuadragésimo segunda pastoral).

[19] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado… Ob. Cit. Págs. 84-85 (novena pastoral del 10 de febrero de 1884); págs. 194-196 (vigésimo quinta pastoral); y págs. 228-231 (trigésimo quinta pastoral)

[20] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado… Ob. cit., págs. 91-92 (décima pastoral); y págs. 233-235 (trigésimo sexta pastoral).

[21] El contenido de la pastoral había actuado de revulsivo en el Gobierno conservador de Antonio Cánovas del Castillo (Presidente y Ministro de Estado), formado por Francisco Silvela (Ministro de Gracia y Justicia), Francisco Romero Robledo (Ministro de Gobernación), Fernando Cos (Ministro de Hacienda), y Alejandro Pidal y Mon (de Fomento). El Consejo de Ministros publicó en la primera plana de la Gaceta de Madrid el 19 de abril de 1885 que “… la pastoral en que se censuraba públicamente los actos del Gobierno, cosa expresamente prohibida por la legislación del Reino, llegando hasta dirigir irrespetuosas y transparentes alusiones a las personas más elevadas, y a las instituciones fundamentales de la Nación…había sido analizada por los ministros, y se hubieran podido tomar severas medidas (según el art. 44 del Concordato), pero que se había optado por elevar una queja a Roma para poner coto a extralimitaciones que ya antes se habían cometido, si bien no en tan alto grado, y que provocaban conflictos entre la Iglesia y el Estado”. CASAS Y SOUTO, PEDRO. Pastoral del Venerable Obispo de Plasencia. Madrid, 1885. Revistas Religiosas, 32 págs., 12 X 18,5 cms. Véase también en PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado… Ob. cit. págs. 305-330 (décimo octava pastoral).

[22] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado… Ob. cit. págs. 142-144 (Décimo séptima pastoral); págs. 159-150 (vigésima pastoral); y págs. 200-205 (vigésimo nona pastoral)

[23] PORTABALES NOGUEIRA, INOCENCIO. Vida y pontificado… Ob. cit. págs. 265-270 (Cuadragésima tercera y última pastoral); y págs. 259-261 (Cuadragésimo segunda pastoral).

[24] Su paso por la diócesis no fue indiferente, y algunos poetas del momento inmortalizaron su memoria con composiciones poéticas en las que alabaron sus principales características. El 6 de febrero de 1901 celebró sus bodas de Plata por el 25 aniversario de su consagración episcopal, con solemnes fiestas religiosas, veladas literarias, limosnas extraordinarias, cuantiosos donativos, obsequios, iluminación general en la ciudad, recibiendo felicitaciones desde Roma incluso. Y la poeta Luisa Torralba (Aurora Lista) le escribió el siguiente soneto: Recibid, oh Señor, el cariñoso // Saludo, que con alma y fe sincera // El pueblo que os admira y venera // Os envía sumiso y respetuoso. // De la causa de Dios, campeón glorioso, // de ciencia y de virtud clara lumbrera, // vuestra palabra varonil y entera, // vibra cual rayo ardiente y luminoso; // Laten los pechos de esperanza llenos // A tan santo denuedo y energía; // braman las huestes que abortó el abismo. // Lo mucho que valéis, malos y buenos // a su modo pregonan a porfía; // uno solo lo ignora, sois vos mismo.

El 24 de septiembre de 1903 celebró las bodas de Oro, el 50 aniversario de la ordenación sacerdotal, por lo cual el poeta José María Gabriel y Galán le escribió una composición donde destacan los siguientes versos: Venerable Pastor, que has conducido// Tu rebaño querido, // Hollando con tus plantas los abrojos, // Por las ásperas cuestas de la vida: // Tú, que ya ves con anhelantes ojos// la tierra prometida // desde las cumbres del dorado ocaso // que ganas paso a paso // con santa majestad de alma elegida, // alza tus manos al clemente cielo // y alcánzale a tus hijos el consuelo // de dilatar tu triste despedida. // ¿No ves cómo te aman? // ¿No escuchas cómo a coro // todos padre te llaman? // ¿Oyes cómo te aclaman // celebrando tus puras bodas de oro? // ¿No ves cómo a tus puertas, // siempre a la santa Caridad abiertas, // se agolpan rumorosas // las turbas de tus pobres numerosas, // que pan y bendiciones // reciben de tus manos amorosas? // Ese rumor opaco y elocuente // Que tu nombre amadísimo murmura // Es el himno amoroso más ardiente // Que de la humana gente // puede escuchar una conciencia pura. // El otro canto, el de la gloria humana, // ya sonará vibrante // cuando entres por las puertas de la Historia; // y otro más dulce, que tu triunfo cante, // ¡cuando te abra el Señor las de su gloria!

Oct 012006
 

Rosario Rubio de Orellana-Pizarro y José Eugenio Rubio Parra.

Entre la arboleda de nombres gloriosos que pueblan esa primera larga mitad del siglo XVI, se encuentra uno, el de don Gutierre Vargas Carvajal que fuera Obispo de Plasencia, entre desconocido y olvidado, y singular en varios aspectos; personaje del Renacimiento, “avant”, el Renacimiento en España; preocupado y adelantado por lo que conceptuó como el mayor problema de la Iglesia: la formación eclesial y cultural del clero regular y a lo que se adelantó en implantar en su diócesis; protagonista singular en el mundo de los Descubrimientos transoceánicos; amante y protector de la Arquitectura, las Bellas Artes y de las Letras, también bellas; con intensa vida sentimental en alguna época de su vida, miembro del Consejo Real (Casa Real); Banderizo armado.

Don Gutierre de Vargas sería un producto de su época: el segundón que toma el estado eclesiástico, más como solución impuesta que como vocación. Como quiera que el padre era un hombre poderoso se iniciaría su ascendente carrera al tiempo mismo de tomar el estado eclesiástico. Su padre, el Licenciado, Don Francisco de Vargas, había sido uno de los más destacados cortesanos de los Reyes Católicos, predilecto de la Reina Isabel, y a quienes prestó tan extraordinarios servicios, que vino a ser, – nos dice el cronista -, sus pies y sus manos en el gobierno universal de su monarquía. Fue tesorero y consejero de Castilla, poseía un gran dominio del mundo del Derecho y de las Finanzas, así como de los usos políticos y el más introducido en todos sus Consejos: Estado, Justicia, Guerra y Hacienda. Carlos I lo mantuvo en su puesto, -mantuvo en su puesto al Consejero de sus abuelos-. Su buen recuerdo y consideración perduraría en Felipe II.

No llegó a decirse de él que fuera el “tercer rey de España”, como se dijo del Cardenal Mendoza pero sí puede decirse que no anduvo lejos. Su amplia y profunda competencia y eficacia en la solución de los asuntos, daría lugar al dicho popular “Averígüelo Vargas” atribuido inicialmente a la Reina Isabel y que sirvió como título de una obra de Tirso de Molina.

El hijo, personaje que nos ocupa, se da por hecho que nació en Madrid, en el histórico Palacio familiar de la Plaza de la Paja, en el año 1506. Algunos autores sitúan su nacimiento en Trujillo, como Nicolás Díaz y Pérez, que así lo expone en su obra: “Diccionario Histórico de Autores, Artistas y Extremeños ilustres” en su tomo segundo, edición de 1888. En cualquier caso, su vida transcurrió entre ambos lugares: Madrid y Extremadura.

Su ascendencia: dos muy nobles familias de raigambre madrileña y extremeña respectivamente. Su padre descendiente de Iván de Vargas del que fuera siervo en el siglo XII el luego patrono de Madrid, San Isidro Labrador, muy vinculada su memoria a la de esta familia. Su madre perteneciente también a familia muy afecta a los Reyes Católicos; su padre Francisco de Carvajal había ayudado a aquellos a incorporar Plasencia a la Corona de Castilla en 1488; hermana del Cardenal Bernardino de Carvajal muy influyente en la Curia Vaticana.

Muy tempranamente se le otorgó a Don Gutierre en 1522, la abadía de Santa Leocadia en Toledo, ya canónigo desde 1519. Su toma de posesión fue ordenada por el Emperador en carta extendida al efecto, y en la que asimismo reiteraba el favorable juicio que le merecía Don Francisco su padre.

Además de esta abadía Don Gutierre accedió a la del monasterio benedictino de San Juan de Corias, en el Principado de Asturias, abadía que había obtenido en encomienda y que terminaría permutando por una compensación económica. Entre su nombramiento de canónigo en 1519 a la concesión de la abadía de Santa Leocadia fue nombrado Obispo de Plasencia por Breve Pontificio de 2 de diciembre de 1519, disponiéndose en él que tomara posesión una vez que hubiera fallecido el Obispo anterior, toma de posesión que la haría en 1524, fecha posterior a la de 1521 en que debiera haber sido y que acontecimientos acaecidos en los anteriores últimos años lo postergaron.

Desarrollaría su vida como Obispo de Plasencia a lo largo de 28 años. “Los primeros años de su consagración episcopal no llevó vida tan arreglada como convenía a un prelado de tal categoría que debía ser muy circunspecto…” , diría de él un antiguo biógrafo suyo, lo que no sería obstáculo para en ningún momento dejara de atender y remediar las necesidades de sus diocesanos; lo hizo con largueza y generosidad, de mayor importancia si se tiene en cuenta ser la Iglesia de la época, la única institución que velaba por desamparados y menesterosos, lo que se inscribía en una insistente preocupación social por su parte. “Para ser justos, – dirá el historiador Domínguez Ortiz-, hay que agregar que una gran parte de los bienes eclesiásticos se aplicaban a lo que hoy llamaríamos “atenciones sociales”. Atendería también todo lo referente al buen gobierno de la diócesis y de sus fines espirituales.

La entrega a su misión pastoral se iría incrementando hasta acabar siéndolo total y llegando a renunciar a todos los bienes, rentas y riquezas y a la donación de todas sus propiedades en favor de los fines de la Iglesia y de una decisión de enclaustrarse, decisión que se vería impedida por su quebrantada salud, residenciándose en Jaraíz, en su Jaraíz querido y por el que tanto hizo. Incluso llegó a pensar en abandonar el Obispado.

Su evolución hasta aquellos límites, como la de tantos cristianos, presentes o no en el santoral, fue un proceso natural propio al que contribuyó la práctica de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, su buena relación con los Jesuitas y su amistad con miembros destacados de la Compañía, especialmente de San Francisco de Borja, de quién, expresó, desear ser asistido por él a la hora de su muerte.

El punto que reforzaría aquella buena amistad con los Jesuitas sería la coincidencia de sus respectivas preocupaciones en materia de la formación e instrucción religiosa del clero y la misma decisión y eficacia desarrollada ante este problema. En su caso, y en su afán de aquella buena formación diría, con cierto aire de ironía, que «no había de haber en él, -en el obispado-, otro mal sacerdote que él sólo» al percibir que los estudios realizados en Toledo no le habían dado una mayor amplitud de conocimientos. No pensaba en ese momento que estaba haciendo tanto por el bien de la Iglesia que sus méritos rebasaban su supuesta insuficiente ciencia. Todo ello, le movería en 1555 a crear un Colegio de la Compañía de Jesús en Plasencia y a dotarlo de toda clase de medios y en el cual intervendría hasta personalmente. En la colocación de su primera piedra estuvo presente, por expreso deseo de Don Gutierre, San Francisco de Borja.

Pretendió fundar otros cuatro colegios más en la propia diócesis, pero le alcanzó antes la muerte y sólo llegaría a construir uno más: el de San Francisco de Trujillo, en nuestra Señora del Berrocal, y al que dotó aún más generosamente. La construcción del Colegio de Plasencia una de sus obras pastorales más importantes, reunió en torno a su obispo Vargas a sus buenos amigos, los primeros compañeros de San Ignacio, figuras germen de la Orden, lo que permite afirmar que aún sin pertenecer a ella su persona forma parte de la historia de la Compañía de Jesús.

Su gran interés por la formación del clero, le llevaría a desempeñar, acompañado de teólogos y estudiosos, un papel importante en el examen de esta cuestión en el Concilio de Trento, en su segunda sesión en 1559, en la que se debatió y dirimió el problema de la formación eclesiástica aportando soluciones,-creación de seminarios-, que una vez formalmente promulgadas, en su tercera sesión en 1568, en la que se clausuraba el Concilio, demostraron ser de una gran eficacia. De su obra de gobierno en la diócesis diría Fray Alonso Fernández en 1627 “que gobernó su obispado con mucha justicia”

En su vida hubo episodios que se corresponden con el juicio que anteriormente citábamos de un su antiguo biógrafo, este es el caso de una vida sentimental que ha sido ignorada por la mayoría de los autores en unos casos, y calificada de “enigma” por otros, quizás en unos y otros por considerarla como vida privada, al margen de la función o ministerio, si bien algunas funciones, al ser indisociables de aquella, como es el caso del estado eclesiástico no pueden ser separadas. Son graves transgresiones juzgadas por la sociedad, con mayor o menor benevolencia, según épocas y costumbres.

Este sería el caso de lo que podríamos llamar su vida amorosa marcada por el nacimiento de un hijo habido con dama noble de Toledo, Doña Magdalena o Doña María, según otros, de Mendoza, del tronco de los Marqueses de Almazán, Condes de Monteagudo y casada más tarde con persona de su rango. Su filiación ilustra la consideración moral de ciertas costumbres de las que hablábamos: era hija del Deán de Toledo Don Carlos de Mendoza, hermano del Conde de Castrojeriz, de la ilustre casa de Mendoza. Este hijo, que creció amparado por un padre que no era el suyo, sería legitimado en 1546 por Bula de Paulo III y por Felipe II. Estaba aún por llegar a España el Renacimiento, el Medievo que aún se prolongaba y que continuaría con su pureza, también transmitiría sus lacras, acentuadas por la incidencia en la decisión de vocaciones por linajes dominantes que darían lugar a corruptelas originarias de consiguientes corrupciones, y que combatidas fueron atenuadas pero no desarraigado.

Otro capítulo de lo que se puede llamar vida mundana de este personaje sería su activa y directa intervención en lo que diríamos hoy la Política Local de la época. Es decir, la toma de partido, que en este caso habría de ser por uno de los dos bandos en liza que se disputaban la supremacía en la gobernación de Plasencia. Por aquellos años Plasencia se hallaba dividida en banderías, enfrentamientos que databan del siglo anterior, cuando Fernando el Católico arrebató en 1488 este señorío a la familia Zúñiga para incorporarlo a la Corona de Castilla y la que intentaría sublevarse se aprovechando la situación creada por la rebelión de las Comunidades. Impropio resultaría que el obispo capitaneara uno de los bandos. Obligado y lógico que así fuera, una antinomia que resolvió sin dudar considerándose comprometido a hacerlo, y de lo que ya existían precedentes, aunque no se guiara por aquellos, como los del Arzobispo Carrillo y el Obispo Acuña

Por estirpe, lealtad y coherencia militaría en el bando de los Carvajal, frente al de los volubles, belicosos, venales, desleales, ambiciosos, “Stúñigas”, castellanizados ya en Zúñiga. A todo ello abundaría su personal condición, así, se había dicho en sus principios, la de ser hombre más de armas que de letras, lo que en aquél caso se cumpliría y se confirmaría su lealtad a la Casa Real.

Pese al supuesto desinterés que se le atribuyó por el mundo de la cultura, de algún modo pecado de juventud, no llegó siquiera a serlo en lo referente al interés por la Arquitectura, del que ya a sus diecisiete años mostró afición y conocimiento. Durante toda su vida mostró gran inquietud en el arreglo y organización material de su diócesis, restaurando templos o erigiéndolos; fundó monasterios, reconstruyó pueblos enteros. Durante su episcopado entre otras obras, se remataría la fachada principal de la Catedral Nueva, inaugurada sin haberse terminado, con motivo de la celebración de los funerales del Emperador Carlos V, fallecido en Yuste en 1558; mandando construir seguidamente el Palacio Episcopal al tiempo que supervisaba la construcción del citado Colegio de San Francisco. De su faceta artística, en la que no podemos detenernos, se ha dicho “haber constituido un timbre de gloria para la Iglesia española y para el arte del Renacimiento”.

Aunque inicialmente no fue considerado hombre de letras, su temprana madurez se encargaría de desmentirlo. A partir de ella se dedicó con ahínco al mundo de la cultura, promoviendo obras a las que dotó sobradamente de medios para su desenvolvimiento, primordialmente ricas bibliotecas. Citemos un ejemplo entre muchos por su preocupación cultural intentando, aunque sin éxito, trasladar la Universidad Complutense de Alcalá a Madrid, lo que no se conseguiría hasta tres siglos después.

No fue muy extensa en títulos su obra escrita, aunque si lo fueran en contenido: así las Constituciones Sinodales de 1544, muy extensas y prolijas que denotan la preocupación de la Iglesia de disponer de una administración efectiva; el Misal publicado en Venecia en 1554, para uso exclusivo de su diócesis, idea que le sugeriría el Padre Laynez, al tiempo de impartirle los Ejercicios Espirituales; y, las Constituciones de la llamada Capilla del Obispo en 1558, lo que acabaría siendo su testamento espiritual.

Hablábamos de lo que fue su obra espiritual como Obispo. Hay otra cuya condición eclesiástica, su tiempo y su sentido del linaje le harían realizar: la construcción de lo que ha sido llamado Capilla del Obispo en Madrid.

Se trataba de lo que diríamos “Capilla funeraria”, iniciada por sus padres para enterramiento de ellos y en la que decidió que sus propios restos allí descansaran, Capilla cuyo nombre responde al de los santos bajo cuya advocación la puso, Santa María y San Juan de Letrán. No obstante, es conocida como “Capilla del Obispo”, de un obispo que renuncia a ser enterrado en su propia catedral y lo hace en su Madrid amado, que aún no alcanzaba a ser diócesis, junto a sus padres. En ella transitoriamente reposaron los restos de San Isidro Labrador hasta su posterior enterramiento en la Iglesia de San Andrés de memoria tan querida por la familia de los Vargas. Un magnífico edificio, declarado monumento nacional en 1931, que representa la transición del gótico al renacimiento, con un prodigioso retablo mayor y la estatua orante del sepulcro del obispo, obras, ambas de un discípulo de Berruguete que acabaría concluyéndolo hacia 1550. Su construcción contribuyo a darle monumentalidad a un Madrid, escaso todavía de mayores creaciones que la mejoraran.

Se interesaba también por las perspectivas que el Nuevo Mundo ofrecía y que darían lugar a la gran época de los grandes descubrimientos, un período de cincuenta años mágicos en los que se navegan, descubren y conquistan, mares y tierras nuevos y desconocidos, y en la que se desarrolla un espíritu de aventura, atracción por lo desconocido y deseos de engrandecimiento; aún palpitaba el espíritu de la Reconquista.

Magallanes traspasará en 1519 el sur del nuevo continente y circunvalará la tierra Juan Sebastián Elcano al perecer aquél durante la travesía. El paso por el sur del Nuevo Mundo se bautizaría con su nombre: Estrecho de Magallanes, acceso a otros mares y a otras posibles rutas.

Don Gutierre sería presa también de ese espíritu de aventura que se apoderó especialmente de los extremeños, de los que él era Obispo y vinculado, en todo caso por línea materna a la región extremeña. Así, decide incorporarse a aquél movimiento y financia, construye, arma y promueve una flota preparada para surcar los mares y descubrir o gobernar nuevos territorios, y posiblemente tratar de explorar las aún quiméricas Tierras de las Especias, obsesión generalizada por sus predecesores, Esteban Gómez en 1523 y Jofré de Loaysa en 1525.

Al efecto contrató con los astilleros de Vizcaya la construcción de ocho naves de las que le fueron entregadas seis. De Sevilla, en agosto de 1539, zarparían cinco, una se había perdido en la travesía desde el norte, dos más se perderían durante la travesía del Atlántico. Y serían tres las que finalmente conseguirían arribar al Estrecho de Magallanes el 20 de enero de 1539.

La expedición fue concertada con la Corona mediante Cédula Real, fórmula ésta privilegiada, frente a la usual y genérica de las Capitulaciones, y extendida aquella, al igual que toda la documentación a nombre de su hermano Francisco, Francisco de Camargo, segundo apellido materno escogido por éste que capitanearía la expedición situándolo así en una de las honrosas opciones, Mar, de las tres – Iglesia o Mar o Casa Real-, que para personas de rango se consideraban las profesiones idóneas. A este honor acabaría renunciando Don Francisco Camargo; en su lugar sería designado su pariente Fray Juan de Ribera navegante avezado.

La ilusionada expedición resultó desafortunada. Sólo tres navíos de los cinco que partieron de Sevilla, como decíamos, llegarían al estrecho de Magallanes en donde fueron dispersados por vientos y temporales y perdido el rumbo. La nave capitana se estrelló en aquella tierra que iban a descubrir, salvándose doscientos cuarenta y una personas, entre los que se contarían ciento cincuenta soldados y trece mujeres casadas, el resto aventureros y marineros, que hubieron de adentrarse en aquél territorio al no poder ser auxiliados por los otros barcos y cuya supervivencia en tales circunstancias alimentaría toda suerte de leyendas hasta el siglo XVIII.

Las otras dos naves no llegaron a encontrarse, una navegaría sin rumbo por el Mar Austral descubriendo unas islas, las que luego conoceríamos como las Islas Malvinas, permaneciendo en la mayor de ellas diez meses; sería esta nave, se le llamó “Incógnita”, la única que regresaría a España. La otra tomó rumbo distinto explorando los confines marítimos y costeros del litoral occidental de la Gobernación de Nueva León, que a la expedición le había sido encomendada, la hoy Patagonia, llegando en su periplo hasta Perú y Panamá.

Ambas embarcaciones realizaron un gran esfuerzo descubridor explorando unas regiones desconocidas y sondeando mares ignotos, acopiando datos que serían de gran utilidad para cosmógrafos y futuros expedicionarios. La expedición del Obispo de Plasencia, que desde la perspectiva de la empresa podría calificarse de fracaso, desde el punto de vista del conocimiento geográfico arrojaría interesantes datos, decimos, a los cosmógrafos y posteriores expedicionarios, tales como Ladrillero y Sarmiento, identificar territorios ya descubiertos, arribar al continente australiano e incluso facilitar la conquista de las Islas Filipinas en su día. Para no alargarnos más en el tiempo hemos de recortar la relación de su vida, siquiera sea en el modo somero que lo venimos haciendo. Hablemos de su muerte como punto final.

Don Gutierre Vargas Carvajal acabaría su vida en 1559, como el buen cristiano que fue. Sobre su devota muerte y arrepentimiento escribieron admirativamente el padre Laynez de la Compañía de Jesús y San Francisco de Borja.

Su condición renacentista no era contraria al espíritu; como hombre de fe, ésta sería más acendrada conforme fue viviéndola en mayor grado. Su gran logro y que él intuiría, si no adivinó: el posterior incremento en el siglo XVII de la devoción popular en Extremadura, fruto, según quedaría comprobado con el tiempo, de una mejor instrucción religiosa a raíz de las disposiciones emanadas del Concilio de Trento y en las que tan importante intervención tuvo.

Oct 012006
 

Manuel Rubio Andrada,  Manuel Ignacio Rubio Muñoz y Francisco Javier Rubio Muñoz.

INTRODUCCIÓN

En Trujillo, como en la mayor parte de su comarca, existe una baja actividad relativa a la investigación prehistórica y los pocos aficionados o profesionales que nos hemos dedicado a ello, no vemos expresado el fruto de nuestras investigaciones en determinados trabajos que, dedicados a poblaciones cercanas, han proliferado en los últimos años.

Ante ese panorama algunos, desde luego más bien pocos, seguimos realizando en el ámbito comarcal, una serie de trabajos en los que intentamos quedar constancia impresa, lo más científicamente que nos es posible, medidas, descripciones, dibujos, fotografías…, de diversos bienes patrimoniales que presentan un alto riesgo de desaparecer y que, sin saber por qué no son inventariados por la Consejería correspondiente que, en este aspecto parece no existir. Esperamos que, a pesar de todo este “espléndido” panorama, no se deterioren nuestros bienes o se pierdan para que el prehistoriador de oficio o de afición no los ignore y los sepa aprovechar. En esta línea de trabajo traemos este año las pinturas rupestres de la cueva Larga del Pradillo publicada su reseña ya hace tiempo.

1. Localización

Este monumento se encuentra situado cerca del centro de la ciudad, al NE. El punto geográfico que ocupa está muy próximo al formado por una latitud de 39º 28´ 02´´ y longitud de 5º 52´ 45´´ del meridiano de Grenwich, hoja 702-II, denominada Trujillo, del Mapa Topográfico Nacional 1/25000, Instituto Geográfico Nacional, Madrid 1996.

Para visitar este abrigo y observar las pinturas, debéis partir de la Plaza Mayor de Trujillo y tomar la avenida de la Coronación en sentido de Huertas de Ánimas; antes de llegar al cruce con la carretera de Plasencia, hacia la mitad del trayecto, divisaremos a nuestra izquierda entre las edificaciones y tras de ellas, unas bellas formas de granito; grandes volúmenes curvos, de aspecto caótico y deslizados suavemente hacia el este donde se abre la boca del covacho.

Podemos aproximarnos a través de una calleja, algo cerrada por la vegetación, que se abre en la parte izquierda hacia la mitad de la citada Avenida.

Actualmente no está en terreno público por lo que son necesarios las correspondientes autorizaciones y permisos tanto de la Consejería de Cultura y Patrimonio como de la propiedad. No obstante, no existe puerta de acceso, ni cartel de prohibición alguna y si se continúa la alambrada que surge a la derecha nos conduce, sin posible pérdida, a las inmediaciones de la cueva.

2. Antecedentes

En el mes de marzo de 1973 un grupo de la Organización Juvenil Española, dirigido por D. Alfonso Naharro, descubrió estas pinturas. Poco después le fue comunicada la noticia al Dr. Jordá de la Universidad de Salamanca quien visitó el covacho. Dada la escasa espectacularidad del hallazgo pasó el tema a la Dra. Rivero de la Higuera quién incluyó una imprecisa y breve reseña en un artículo de contenido más amplio (Rivero de la Higuera, 1972-73).

Posteriormente, en el año 1978 acometí un estudio más pormenorizado y presentado en los IV Coloquios Históricos de Extremadura, su pérdida, ha motivado la realización de este nuevo estudio con el fin de quedar al menos una realidad impresa del mismo.

En 1991 se da una breve reseña de su localización en un artículo de carácter general en el que se alega el fenómeno de la meteorización para excluir enumerar sus contenidos (Alvarado y González, 1991).

En lo anecdótico, cabe reseñar que: en el año 2005, la construcción de viviendas adosadas a la parte sur del morro que contiene la cueva, fue objeto de denuncias por no cumplirse varias condiciones requeridas en la actual Ley de Patrimonio. Gustosamente acompañé a su visita a las partes en litigio. Ignoro el resultado de dicha denuncia aunque los resultados prácticos pueden observarse.

3. El paisaje

La mole de granito, sin apenas tierra fértil que la fecunde, presenta, sobre todo en umbría, notables variedades de flora mediterránea entre los que destacan numerosos arbustos plenamente autóctonos, generalmente encina joven. Sin excesivos antropismos, ofrecía milagrosamente hasta hace unos años, a unos pasos de la plaza, un singular conjunto. Salpicado de líquenes y musgos su cromatismo varía intensamente según la estación. La naturaleza abstracta de sus formas, generalmente curvas, presenta con difícil intermitencia un instante del movimiento natural del magma deslizándose, aquí y allá, siempre hacia el este…donde se formó la cueva(Lám I y II).

img01Lam. I

img02

Lam. II

Más hacia el sur y en parecidas condiciones, aunque menor y más olvidada, se ofrece su mole compañera, quizás más estática; también presenta abertura en semejante dirección. Entre ambas se realizó, en general, un tardío urbanismo -mediados del s. XX-, en él, tras años de indecisión constructiva, se acabó arrasando este extremo del Pradillo; no se atendió a solucionar con corrección los espacios comunes, naturaleza y ciudad, ello, a pesar de las diversas evidencias denunciadas, fundadas y competentes. Ahí están los aciertos y errores.

Hacia el oeste, en mayor altura, se presenta “Cabeza de Zorro”, ya muy alterado, sirvió para que los asentamientos humanos fueran numerosos, demostrables estos solamente desde época romana. Lo más característico de este cabezo granítico es su época musulmana con la maravillosa alcazaba emiral, pareja de la emeritense. A su solana se alza un paisaje plenamente urbanizado: la ciudad de Trujillo.

Todavía debemos mencionar otro “cabezo”, hacia el NW emerge el denominado “Pradillo II”. Su aspecto actual es más rotundo y cortante.

4. Descripción de la cueva

Ya hemos mencionado que esta pequeña cueva se abre al este. Sus formas son redondeadas aunque de tendencia prismática rectangular e irregular, desgastadas con más intensidad están las caras y aristas superiores. Aunque da la impresión de ocupar la base de la masa rocosa, en realidad se abre a unos 2 o 3 m de altura del terreno que, a partir de ella, decae con suavidad hacia naciente. Un lindero de unos 2m de altura impide la visión general desde la entrada, sin él, disfrutaría de gran capacidad de observación por su amplitud de mira hacia el vallecillo de esa parte.

Su entrada mide 2 m de ancho y 1,95 m de alto, la longitud total, ligeramente ascendente, está en torno a los 11 m. El volumen que guarda está claramente dividido en dos partes de igual longitud -5.50 m-

La entrada se formó con un gran volumen de granito de aproximadamente 1,50 m de alto, 4 m de ancho y 5 m de largo que hace de cubierta, más allá se formó con otros menores. Este gran bloque parece deslizado desde la parte superior y se apoya lateralmente en otros volúmenes también considerables, más quebrados los del lado derecho; las formas de estos tienden a ser alargadas en dirección este-oeste y se extienden más allá de la boca formando un pasillo de unos 3 m de largo (Lám III y IV).

img03Lam. III

img04

Lam. IV

Su base está formada por el mismo tipo de roca con una ligera capa de tierra negra acumulada en la superficie de la entrada. Aquí, una zarza se ha introducido entre los racheados de la derecha y dificulta el acceso. Pronto, en esta misma parte, se ofrece una considerable pared lateral vertical, muy lisa y escasamente alterada a pesar de la composición del granito; en ella se organizó bastante centrado en el espacio, un conjunto, que ocupa una pequeña superficie del espacio disponible. Continuemos por este mismo lado y enseguida se abre, hacia el norte y de forma caótica de indudable belleza, un vano alargado compuesto por formas caprichosas.

Más regular es el lateral sur formado por una pared hasta la mitad, continúan grandes bloques cuyas superficies internas son bastante verticales; no parecen poseer restos de pinturas.

El fondo es cada vez más angosto y llegados a unos 5,50 m, hacia su mitad, la cueva se estrecha cada vez más -1,65 m al comienzo y 0,70 al final-; su altura en cambio se eleva -comienza con 0,60 m y termina con una altura de 2,60 m.

En la cubierta de esta segunda parte de la cueva los volúmenes son menores, en los comienzos se han desprendido y han propiciado la fijación de una capa de tierra de mayor grosor -aproximadamente 0,40 a 0,60 m- su superficie presenta numerosos restos de cerámicas aparentemente actuales. En la articulación de esta última parte hay superiormente una roca central que presenta superficie hacia el sureste, lisa pero muy alterada, parduzca y oscura, en ella se aprecian numerosos restos de pigmentos que posibilitan la clara observación de una única figura.

5. Las pinturas

El escaso número de pinturas y su convencionalismo no deben restar importancia a su ejecución. Pese a no ser espectaculares son un testimonio inequívoco de que nuestros ancestros de pasados milenios utilizaron esta covacha con determinadas finalidades. No hay tantos testimonios de sus obras, sobre todo en esta penillanura dónde los batolitos de granito parecen ser una excepción aquí confirmada. Por esto, a pesar de su humildad, debemos conservarlas en lo posible como parte fundamental de nuestro Patrimonio en esta parte de nuestro pasado tan escasamente estudiado.

Estas obras, como el resto del arte rupestre, a pesar de su fosilización, sufre desde su ejecución un progresivo deterioro, unas más que otras; de manera cierta acabará con su desaparición si no hay alguna “bárbara” acción que las elimine antes. Como en cualquier estudio de estas características, nuestra relación con ellas ocupa un momento histórico preciso de ese deterioro físico, también del nuestro, y debe estar presidido por la atención, el cuidado, la delicadeza etc.

Conjunto I

El soporte.- Hemos señalado que en la primera parte de la cueva, en el lateral derecho, había una considerable superficie lisa con el conjunto I, así pues se orienta a solana. Este espacio mide 97 cm. de alto y 1,25 m de ancho en su zona media. Solamente se utilizó una pequeña parte de la zona media superior, además está bastante centrada en el espacio que ocupa. La parte inferior a las formas está invadida por un liquen verde que se hace ceniciento a medida que profundizamos; la parte superior del soporte donde se trazaron estas formas está limpio de formaciones. El granito presenta pequeños racheados que a través del tiempo van alterando las figuras originales.

Las pinturas

Su color actual es rojo vinoso -tinto claro- y su estado de conservación es aceptable. En su centro y parte derecha está bastante bien definida; en la izquierda por el contrario la continuidad de los trazos cambia constantemente de dirección sobre todo en el cuarto inferior. A veces da la impresión que el autor hubo de utilizar algún objeto para manipular las pinturas en algunos trazos ya que, por su finura, les hace imprescindible.

Este conjunto se trazó a unos 1,80 m de altura y lo debió realizar una persona bastante alta. Se ejecutó algo inclinado hacia la izquierda; esto puede ser debido a la dificultad que ofrece el lateral de la cueva en ese lugar ya que allí presenta una angulación considerable desde una buena altura y no permite acercarse a la superficie utilizada con facilidad. Para realizar la pintura no pudieron apoyar los pies en el mismo plano pues no se llega al muro; uno, generalmente el izquierdo, debe estar más elevado, flexionado y apoyado sobre la pared inclinada, esto motiva la elevación de la mano derecha, el posible apoyo del brazo izquierdo sobre la pierna flexionada y doblando la columna determinaríamos una posición de equilibrio bastante estable que permite acercarnos más a la pared, elevar la mano derecha y realizar de forma inclinada hacia la izquierda -sinistrógira- los trazos.

Suponemos que el autor realiza un retrato de alguien y algo que está frente a él, presente o representado en su cerebro; en la descripción, como ocurre en la reflexión, los lados se cambian, el derecho corresponde al izquierdo y viceversa (Lám V. Fig 1).

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Lám V. Conjunto Pradillo I, fig 1, 2, 3, 4
fig1
Fig 1. Conjunto Pradillo I, fig 1, 2, 3 y 4

Fig 1.- Esta figura está formada por una forma humana, antropomorfo, tendente a la posición vertical, claramente esquemático, dibujado sin titubeos con trazos decididos y rectos. Lo componen una línea vertical de 25,5 cm. que dobla ligeramente hacia la derecha en su mitad y tiene en torno a 1 cm. de ancho. Representa la cabeza y el tronco. Dos trazos angulares, escasamente caídos, indican las extremidades, más abiertas las superiores y disminuida la extremidad derecha inferior.

Fig 2.- Ésta se situó a la derecha del antropomorfo 1, en la zona media de su lado izquierdo y a 3 cm. de ella; tiene forma lineal curva, de tendencia vertical y ligeramente arqueada, convexa al exterior; su trazado nos ha llegado bastante intermitente.

Fig 3.- A la izquierda de la representación esquemática humana, correspondiente al lado derecho del modelo y por ello el más importante a la hora de aprehender algo con la mano, hay un trazado, ciertamente complejo, que intentaremos describir.

Primeramente señalaremos su intermitencia en los trazados y los continuos cambios de dirección en los mismos.

Escasamente a 1 cm. bajo la terminación de su extremidad derecha hay realizados cinco tracitos ligeramente inclinados hacia la parte inferior izquierda; centralmente bajo ellos se realizó una línea que dobla hacia la izquierda a 1,6 cm. formando en un trazo algo más grueso una forma de corta U cuya parte izquierda es de menor altura; en su centro inferior hay un corto tracito que enseguida termina en una gruesa puntuación de apariencia irregular, continúa inferiormente paralelo a la extremidad inferior de este lado con al menos dos pequeñas líneas muy intermitentes quizás por estar invadidas por los líquenes verdes. Esta parte ocupa unos 15 cm. desde su comienzo en las proximidades de la parte inferior de la extremidad superior hasta terminar en el mismo plano que la extremidad correspondiente del antropomorfo; es decir, esta parte de lo representado ocuparía desde el fin de la mano hasta el suelo.

Fig 4.-El conjunto continúa hacia la parte superior a partir del trazo externo de la figura en U ya descrita. Asciende en grueso trazo de unos 12 cm. de longitud y algo más ancho que el antropomorfo al que ligeramente sobrepasa; intermitente en su zona media y con alguna coloración esparcida en las proximidades de la parte inferior del lado izquierdo. En su parte superior se realizó un trazo de tendencia horizontal, ligeramente arqueado, cóncavo en la parte inferior sobre todo en la derecha; es decir esta cuarta figura es un ancoriforme de cabeza ligeramente apuntada, cuya extremidad superior derecha acaba con bastante rectitud siendo más curvada la izquierda; las extremidades inferiores solamente se apuntaron con unos tracitos inconexos. Esta figura posee en torno a su cintura una serie de pequeñas puntuaciones indicadoras de que el personaje portaba algún objeto en esa parte del cuerpo.

Comentario

La reconstrucción de las formas a través del dibujo ofrece una posibilidad de interpretar y conocer lo que en este conjunto se nos muestra. Es indudable que se representó un personaje principal, Un tracito en la parte inferior del tronco puede mencionar un corto puñal. El personaje exhibe cerca de su parte izquierda un trazo arqueado intermitente que puede reconstruirse sin problemas: debe ser la representación de un arco. En su derecha, asido, hay un objeto desconocido, algo pesado ya que motiva que el tronco de nuestro protagonista flexione ligeramente hacia la parte contraria para mantener el equilibrio. Posiblemente otro personaje, sin duda de menor relieve, acompaña a nuestro protagonista y su objeto. Esto es ciertamente lo representado.

Ahora nos adentramos en el mundo de lo posible e intentaremos suponer qué es lo que se nos mostró en ese objeto del cuadrante inferior izquierdo.

Desde los primeros dibujos y detenidas observaciones que hicimos de este conjunto nos llamó la atención que todos los trazos de apariencia caótica ocuparan el cuarto izquierdo inferior de la composición. Los trazos reconocibles no presentan graves deterioros que impidan reconocer las figuras y no hay razones físicas, corrientes de agua, intemperie etc., para que los situados en este cuadrante lo estén. También dadas las extensiones de las figuras reconocibles lo probable es que debería pertenecer a una sola figura. Concluyendo: los trazos caóticos que se realizaron deben representar un objeto que, según la intención del autor, debería sernos reconocible aunque la ausencia del dominio por éste, del esquema de lo representado nos impide conocerlo.

Debemos tener en cuenta los posibles convencionalismos que a veces utilizan algunos artistas primitivos que, claramente se manifestaban en uno de los conjuntos de la cueva de La Panda en el término de Talarrubias, en Badajoz -mostrar las puntas de los venados de forma rectangular y doblar sus astas para representarlas en un espacio reducido-. (Rubio Andrada, 1997). Parece que nuestro autor utilizó levemente el primero de esos recursos y nos dejo dos tracitos rectangulares unidos en su parte superior por una fina línea, serían representativos de dos puntas del asta derecha de un venado. Están situados en la parte superior del cuadrante con trazos caóticos -inferior izquierdo-, muy cerca de la extremidad derecha del personaje central.

Reconstruyamos la figura con las posibilidades que ofrece de esa pequeña línea con sus trazos. Sus inicios estarían en las cercanías de la figura antropomorfa mayor, la terminación en el corto lateral izquierdo de la U. Nos mostraría el asta de una cuerna con sus pequeñas puntas representadas por pequeños rectángulos. La abultada parte central de la línea en U sería el testuz del animal; del lado derecho de la U parte la otra punta, corta y mal realizada por no encontrar espacio suficiente ya que enseguida encontró su par ya realizado. Bajo ésta se puede suponer, más bien adivinar, un pequeño cuello; entre los demás restos colocados inferiormente reconstruir un cuerpo disminuido y grotesco; linealmente inferior hay otros tracitos de tendencia vertical y poco definidos, pueden ser las representaciones de unas cortas extremidades, colgantes, intermitentes por la invasión de líquenes y mal realizadas.

De esta manera podemos suponer que el personaje, un cazador, portaría en su mano derecha un venado, exhibiendo su cabeza y sus puntas en posición horizontal y cuya mirada se perfiló desplazando algo el hocico hacia la derecha con el fin de que se observe bien el trofeo.

La escasa valoración del resto del cuerpo y las dificultades propias de su dibujo contribuyeron a realizar una pésima figura, mal trazado, por esto, más que por el deterioro, nos ha llegado irreconocible.

Con respecto al trazado de la figura número 4 diremos que posiblemente el autor llegó a su límite de extensión natural, es decir, la dificultosa posición para pintar, ya indicada, no le posibilitaba dominar superiormente más espacio para pintar. Posiblemente las extremidades inferiores le quedaron excesivamente cortas porque ya había realizado las demás figuras. El resultado está a la vista.

Conjunto II

El soporte

El segundo conjunto de pinturas se realizó en la zona media de una superficie situada en el bloque que, suspendido desde la cubierta, amenaza con estrangular la cueva en su parte media; de tendencia rectangular (trapecio), tiene unos 65 cm. de alta y 1,30 m de ancha y se orienta al SE. La superficie que nos ofrece aunque en general es lisa, está bastante alterada, presenta un color parduzco y sufre en épocas de lluvia una intensa correntía; esto motiva que los colores estén muy desvaídos y sus formas muy alteradas e imprecisas.

Las pinturas

Un fino racheado corta la superficie de arriba abajo; en general la mayoría de las pinturas se sitúan a la derecha. Su color es parecido a las anteriores aunque los trazos son bastante más gruesos, en torno a 1,7 cm. (Lám VI, VII, VIII y IX. Fig 2, 3 y 4).

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Lam. VI
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Lam. VII
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Lam. VIII
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Lam. IX

Fig 1.- Solamente distinguimos en la parte central un corto y grueso cruciforme cuyos brazos iguales miden 8 cm. En el resto la coloración, presente en sus proximidades, no nos ha permitido limitar los contornos de otras figuras por lo que renunciamos a cualquier tipo de descripción o representación de las mismas.

CONJUNTO III

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Fig 2. Conjunto Pradillo III, fig 1 (inferior) y 2 (superior).
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Fig 3. Conjunto Pradillo III, fig 3.
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Fig 4. Conjunto III, fig 4.

El soporte.-El tercer conjunto se situó en una superficie ofrecida por la gran roca de granito que forma la cubierta de la cueva; este espacio tiene tendencia horizontal aunque algo convexo en el tercio de la parte norte. Tiene unos 5 m de largo en dirección E-W y 2 m de ancho en el N-S. Está desprovisto de los habituales líquenes y se ofrece clara y limpia aunque con zonas verdes, rojizas o negras.

Las pinturas.- Son de pigmentos semejantes a los empleados en los conjuntos anteriores; las figuras se situaron en sentido N-S y solamente son reconocibles con cierta claridad dos figuras el resto tienen un contorno poco preciso.

Fig 1.- La primera figura que describimos se situó en la zona media del espacio cerca de la parte abombada. Es una línea vertical de 7 cm. de longitud y 1 cm. de ancho realizada en el sentido apuntado; su extremo norte termina algo afilado y el sur (la cabeza) lo hace algo engrosado de forma triangular (1,5 cm. de lado); en la parte derecha de esta figura hay un corto pero evidente trazo de 2 cm. que correspondería a una extremidad superior. Por ello debemos suponerla como la representación de un antropomorfo.

Fig 2.- Superiormente a 3 cm. de la fig 1, hacia el sur hay un doble ancoriforme de 15,6 cm. en disposición semejante. Se compone de un trazo vertical para la cabeza, tronco y largo falo prolongado intermitentemente hacia la fig 1 con cuyo eje corporal se corresponde. Dos trazos angulares, muy agudos hacia la parte inferior y ligeramente cóncavos, indican las extremidades superiores y otros dos en semejante disposición, indican las inferiores.

Fig 3.- A 16 cm. de la fig 2 y en el mismo sentido, el sur, hay otros trazos ya menos definidos. El número 3 es una línea oblicua de 4,5 cm., elevada hacia la izquierda unos 50º; a su derecha hay numerosos restos intermitentes y muy desvaídos; parecen apuntar una forma alargada semejante a los antropomorfos descritos. En ese caso el trazo más visible sería la represtación de un objeto alargado que portaría en su extremidad superior izquierda, tal vez una espada.

Fig 4.- En la misma superficie de la cubierta, unos 15 cm. hacia el sur, en el lateral derecho de una mancha triangular de color verdoso se observan restos de otra figura parecida, en tonalidad semejante y de unos 7,5 cm. de longitud.

Entre la zona estudiada y la entrada se puede observar una zona con un manchón de una pigmentación de color semejante; su contorno no es alargado y su parte media es intermitente.

Comentario

La proximidad y disposición de las figuras 3 y 1 parecen reclamar una relación de parentesco directo es decir la persona representada en la figura 1 procede, es hija de la número 2; nos apoyamos en el hecho de que se dirigen hacia ella los trazos surgidos del pene de esta figura. Entendida la escena como la representación particular de un hecho general, ésta nos deposita en unos momentos culturales, de época poco precisa, en los que, en general y de manera global, no está claro el hecho de la paternidad en su relación causa efecto o al menos ofrecía dudas. Parece que el autor de cabeza triangular o tal vez su padre, que no presenta esa forma, dominaba el tema y así lo expresó.

También puede ser la representación de un hecho particular, es decir, la aclaración de determinada paternidad entre un padre con respecto a su hijo debido quizás a su escaso parecido en alguna parte corporal tal vez la forma de la cara.

6. Relaciones

Formalmente y temáticamente poco tienen que ver con las pinturas realizadas en el canchal cercano al arrabal de Belén en Trujillo (Rubio Andrada, 2001). En el panorama provincial los batolitos granitos que nos son próximos, Plasenzuela y Malpartida de Cáceres, ofrecen también realizaciones artísticas de este tipo. En las de Plasenzuela resulta más dudoso o por ser mínimamente testimonial ya que no ha sido presentado a la comunidad científica trabajo alguno que ofrezca algo de las formas del único conjunto prospectado (Alvarado y González, 1991). En Malpartida se observa una mayor cantidad con notables semejanzas cromáticas y formales aunque sus temas aparentemente tienen poco que ver con los aquí tratados (Alvarado y González, 1979) (Sauceda Pizarro, 2001). Con esta breve enumeración quedan nuestras pinturas asociadas con cierta simpleza al resto de las representaciones sobre los granitos que nos son más próximos.

El tema previsto en el conjunto representado en el Pradillo I encajaría bien en el cinegético y ciñéndonos a la pintura esquemática, en el ámbito provincial, hemos de indicar su relativa abundancia comparada con la escasez que ofrecen otros espacios hispanos en este tema.

En los cacereños es evidente el predominio de fondos en los que el hecho cinegético se realiza con otras artes más primitivas en los que esta ausente el arco y la flecha. Bien mediante acoso individual como ocurre en Torrejón I del P. N. de Monfragüe; de una cuadrilla de cazadores y perros como ocurre en sendos conjuntos de La Burra y El Joyu en Cañamero o mediante reclamos y trampas como se evidencia en el Risquillo de Paulino en Berzocana (Rubio Andrada, 1994).

7. Cronología

Hemos visto que, en la mayoría de las ocasiones, en este tipo de pinturas -el esquematismo-, resulta difícil acercarnos al conocimiento verdadero de los temas, cuestión que surge también en los fondos pictóricos actuales dada su naturaleza abstracta. Cronológicamente este tipo de monumentos, por pequeño que sea, entraña numerosos problemas cuyas incógnitas son difíciles de resolver aunque si debemos acercarnos a su situación temporal.

Para ir buscando solución a todos estos problemas nos referiremos primeramente a los conjuntos I y III cuya situación temporal les suponemos muy próxima dadas las semejanzas de cromatismo, igualdad de trazado en los antropomorfos y el escaso número de estos representados en ambos conjuntos. En otro impreciso momento se debió de realizar el conjunto II de trazos más gruesos, inclusión de cruciformes etc., y que, dado su estado de conservación, poco más podemos decir de él.

Referente a los conjuntos mencionados en primer lugar, la primera duda que deberíamos aclarar en lo posible es si estas pinturas son de época histórica o si pertenecen a la Prehistoria. El hecho de la posible representación del arco en la izquierda del personaje del conjunto I limita el tiempo de su ejecución al postpaleolítico, concretamente su ejecución más antigua podría haber sido en el Neolítico Medio que es cuando se sitúa la introducción del arco y la flecha en nuestra cultura peninsular (Arias González, R. A. 113). El hecho de la marcada desnudez de algunos personajes y la utilización de los esquemas corporales propios del esquematismo prehistórico les aleja de cualquier periodo histórico y sobre todo del periodo islámico por su prohibición coránica.

Entre los temas de pintura esquemática o naturalista de época temprana -Neolítico Calcolítico-, cinegéticos o de otra índole, no suele haber representaciones individualizadas o son muy escasas comparadas con el número de temas en las que el grupo humano es lo predominante por otro lado conservan detalles naturalistas propios del periodo estilístico al que parecen pertenecer. Citemos como ejemplos de esas representaciones grupales entre otros muchos, los conjuntos de “Los Varones”, en el abrigo de Torrejón I-C-I, en el P. N. de Monfragüe (Rubio Andrada, 1991); Bonete del Cura en Ciudad Rodrigo (Bécares Pérez y Rivero de la Higuera).

Una de las excepciones individuales que presentamos de esa primera época es “el acoso individual” expresado en el conjunto cinegético del “Despeñado” Torrejón I-A-II también del P. N. de Monfragüe; los útiles de caza allí representados nos inducen a sospechar que el protagonista no debía conocer el arco y la flecha, por ello la situamos en un Neolítico temprano (Rubio Andrada, 1991).

También la pintura naturalista levantina ofrece algunos ejemplos de temas de caza individualizados, ya con arco, en medio de la multitud de escenas colectivas de cazadores y guerreros. Se viene situando en época neolítica ya plenamente desarrollada con toda la problemática que sugiere su realización, Mencionemos como ejemplo el arquero con arco y flechas de la Cueva de la Vieja en Alpera, Albacete (Beltrán Martínez, 1982).

A pesar de las posibilidades que proporciona lo expuesto nos inclinamos por suponer la realización de estos dos conjuntos del Pradillo, de temas bastante individualizados, en las cercanías del Calcolítico Final o en los comienzos del Bronce pues en ellos existen también una clara tendencia a la supresión y simplificación abstracta lineal eliminando paulatinamente parte del esquema corporal cuestión que parece acentuada hacia los finales del Bronce y que es evidente en las figuras 4 del conjunto Pradillo I y figura 1 de Pradillo III.

Repetimos, aunque no están en estas pinturas de manera general y evidente, las supresiones propias de finales del Bronce en las que barras y puntos son lo predominante, creemos que comienzan a indicarse. La tendencia a suprimir la cabeza en el segundo antropomorfo del conjunto I y la ausencia clara de cabeza y extremidades inferiores en la figura 1 del conjunto III constituyen indicios de que ya era conocido el proceso que llevaría desde el esquematismo a la abstracción lineal. Por lo tanto de encajar en esta evolución estilística y seguir el camino de las supresiones apuntado nos serviría para datar con cierta probabilidad estos dos conjuntos en la transición del Calcolítico al Bronce en torno a los comienzos del segundo milenio a. C.

8. Conclusiones

Según pasaba el tiempo, las funciones de nuestra cueva debieron ser diversas.

En el mencionado aspecto cinegético no cabe duda de que es un excelente sitio de observación del amplio valle que se extiende hacia el E. En él pastarían diversos animales salvajes. En el estío los puntos de agua serían muy escasos y por ello privilegiados lugares para el rececho. Es probable que, nuestro antepasado nos dejo el resultado singular de uno de esos lances en esta instantánea.

Tampoco debe descartarse la utilización de la cueva como habitación y refugio en un Neolítico temprano cual ocurre en otras zonas del berrocal trujillano (Rubio Andrada, 1998, 199 y 2000) e incluso su utilización temporal con carácter funerario aunque estas cuestiones deberá resolverlas una apropiada excavación.

BIBLIOGRAFÍA:

  • Arias González, L. y Jiménez González, C. ( ): “Puntas de flechas líticas del Calcolítico Ibérico”. Revista de Arqueología. nº 113. Madrid.
  • Becares Pérez, J., Rivero de la Higuera, M. C. y otros ( ): Las pinturas rupestres de Bonete del Cura, Ciudad Rodrigo (Salamanca). Zephyrus XXX y XXXI, pág 131 y ss.
  • Beltrán Martínez, A. (1982): “De cazadores a pastores. El Arte Rupestre del Levante Español”. Ediciones Encuentro. Madrid.
  • De Alvarado Gonzalo., M. y González Cordero, A. (1979): “Pinturas esquemáticas en Malpartida de Cáceres”. Alcántara, 195, 16-22. Cáceres.
    • (1991): “Pinturas y grabados rupestres de la provincia de Cáceres, estado de la investigación”. Extremadura Arqueológica II, pág 141. Mérida-Cáceres.
  • Rivero de la Higuera, M. C. (1972 – 1973): “Nuevas estaciones de pintura rupestre esquemática en Extremadura”. Zephyrus XXIII-XXIV, pág 297.
  • Rubio Andrada, M. (1991): “La pintura rupestre en el P. N. de Monfragüe” (Cáceres). Cáceres.
    • (1994): “Reflexiones en torno a cuatro escenas de contenido cinegético representadas en la pintura rupestre esquemática de la provincia de Cáceres”. XXIII Coloquios Históricos de Extremadura”, pág 425. Trujillo (Cáceres).
    • (1997): “Las pinturas rupestres en el término de Talarrubias, Badajoz”. XXVI Coloquios Históricos de Extremadura, pág 421. Trujillo (Cáceres).
    • (1998, 1999, 2000): “Tres poblamientos prehistóricos del berrocal trujillano”. XXVII – XXVIII – XIX Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo (Cáceres).
  • Rubio Andrada Manuel y Cáceres Herrera José María (2001): Una hoja de cobre endurecido en el berrocal trujillano. XXX Coloquios Históricos de Extremadura, pag 489. Trujillo (Cáceres).
  • Sauceda Pizarro, M. I. (2001): Pinturas y grabados rupestres esquemáticos del Monumento Natural de los Berruecos. Malpartida de Cáceres. Memorias, 2. Museo de Cáceres.
Oct 012006
 

Jennifer Rol Jiménez.

Introducción

La población objeto de estudio en nuestro caso ha sido la villa de Madroñera y para ponernos en situación con respecto a su ubicación geográfica, comenzaremos diciendo que la historia de nuestros pueblos se mueve entre los tópicos, las leyendas y unos cuantos hechos más o menos documentados que han llegado hasta nuestros días. Desde las líneas de nuestro estudio, intentaremos hacer llegar unas simples notas o apuntes para acercarnos a lo que fue el pueblo, en donde se ubica la ermita, en tiempos pretéritos. Comenzaremos por una coplilla, tomada del Diccionario Geográfico Popular de Extremadura, editado en 1963 que realiza una somera descripción geográfica del lugar de localización de Madroñera.

Santa Cruz de la Sierra
está en un cerro,
Trujillo en un berrocal,
y la Madroñera hermosa
entre dos sierras está
[1].

Un vistazo a la hoja 706 del Mapa Topográfico Nacional también nos serviría para ubicar a Madroñera en la comarca trujillana entre el Cerro de Trujillo y el Cerro de Pedro Gómez, el punto más elevado de la Cuerda de Valdelamadera con 1.003 m. de altitud. De este modo, Madroñera está situada en la Meseta meridional, en el sureste de la provincia de Cáceres, de cuya capital la separan 62 km. Tiene una superficie de 139.91 km² y está a 589 m. de altura sobre el nivel del mar. Limita al norte con Aldeacentenera, al sur con Santa Cruz de la Sierra, al este con Garciaz y al oeste con Trujillo. Dista algo más de dos kilómetros del “Cruce”, una carretera provincial, la 524, que va desde Plasencia a Logrosán, para enlazar con otras vías que, formando un entramado de redes, comunican y relacionan a varios núcleos activos de la provincia (Miajadas, Guadalupe, Logrosán, etc.)[2]. Quizás, este relativo “aislamiento” de su carretera principal, haya podido suponer un obstáculo para un mayor desarrollo del municipio.

Podemos seguir señalando que la villa de Madroñera está situada entre las tierras de la meseta Trujillano-Cacereña y la Sierra de las Villuercas. Atraviesan sus tierras las aguas de los ríos Almonte y Magasca. Predomina el paisaje adehesado, combinando con olivares y tierras de labor. Su vegetación es típica de bosques mediterráneos, encinas y alcornoques, también robles, melojos o rebollo, castaños y, por supuesto, madroños, que dan nombre a ésta tierra. En la fauna destacan conejos, perdices, tórtolas, liebres, patos, jabalíes y zorros. Y en cuanto a la pesca hay tencas y carpas, que pueden pescarse en sus pantanos.

Es probable que los orígenes de Madroñera se remonten a tiempos bastante remotos, ya que en lugares cercanos se han encontrado vestigios de culturas antiguas, como el poblado de asentamiento celtíbero en Aldeacentenera o algunos restos del periodo visigodo en Santa Cruz de la Sierra. Pero quizás sea la cercanía a Trujillo, ciudad donde estuvieron romanos, visigodos y árabes, entre otros, la que pueda conferir a Madroñera una discreta existencia en los tiempos antiguos. Lo que parece estar claro es que el nombre del pueblo tiene su origen en el topónimo “madroñera” como nombre derivado de un arbusto, el madroño, dentro de la amplia toponimia de pueblos extremeños cuyos nombres evocan vegetales (Aceuchal, Oliva, Acebo, Jaraicejo, Hinojal, Robledillo, etc.). En este sentido, la abundancia de esta planta arbustiva, de hoja perenne, color verde oscuro brillante y fruto rojo comestible, por estos parajes, favoreció que desde mediados del siglo XVI se conociese a este lugar como la “Villa de las Madroñeras”. No se sabe el año de su fundación, pero sí que en 1551 lo estaba, ya que en 1558 don Gonzalo Carvajal, Obispo de Plasencia, compró a “Su Majestad” haciéndole villa, y falleciendo en 1559, hizo cesión de la compra en don Alonso Ruíz de Albornoz, regidor de la ciudad de Trujillo[3].

Cuando el conocido “lugar de las madroñeras” dejó de pertenecer en jurisdicción a la ciudad de Trujillo, tenía poco más de cien habitantes dispersos entre el recorrido del arroyo el Hornillo y los cerros que circundan por el norte y, sobre todo por el este de sierras pizarrosas, redondas, conformado entonces por colmenas y lagares. Debió de ser hacia la segunda mitad del siglo XVI, fecha oficial de su fundación, según reza en el Libro de Becerro del archivo parroquial[4], un desorden de casas de una sola planta construida con materiales pobres donde sus pobladores se dedicaban a labores agrícolas, a la apicultura y al pastoreo. Estas actividades ocuparían la mayor parte de sus quehaceres y apenas dispensarían un par de días al año para rendir gratitud a algún benefactor santo de los muchos que proliferaron en la Baja Edad Media. Cronológicamente estaríamos hablando de lo que los historiadores llaman Edad Moderna, cuando todavía se andaba con la resaca de la Reconquista y se había instituido una monarquía basada en los principios del Cristianismo, del Catolicismo, y en el discurso político y filosófico de Maquiavelo, tan de moda entre las incipientes monarquías absolutas, institución representada en los territorios de las Españas por los Reyes Católicos y en la unidad de los reinos peninsulares.

De sus monumentos, podemos destacar la iglesia de la Purísima Concepción, perteneciente al siglo XVII y de estilo barroco, con órgano instalado en 1759 que pertenecía a la parroquia de San Martín de Trujillo; la conocida Mona del Rollo o Picota, pertenece al tercer cuarto del siglo XVI, rematada por blasones de los señores de la villa (actual escudo de Madroñera), así como la denominada “Ermita Vieja», dedicada a la Virgen de la Soterraña, patrona del pueblo y que cuenta la leyenda que entre los años 1500 y 1600 se apareció la Virgen en una roca que se encuentra frente a la ermita, a un pastor que andaba por esas tierras aún despobladas. Una fuerte tormenta de nieve y granizo le sorprendió y se puso a rezar a la Virgen pidiendo auxilio y ella acudió en su ayuda ofreciéndole refugio en la cueva, y por este motivo, es tradición de las gentes del lugar llevarse un trocito de pizarra de la cueva y tirarlo a su tejado para que les proteja de las tormentas. En lo referente a esta cuestión es la ermita “Virgen de la Soterraña” donde centraremos nuestro estudio y que va a constituir el tema central que nos ocupa. La ermita “Virgen de la Soterraña”, situada en las afueras del pueblo, es una construcción moderna, no anterior a finales del siglo XVIII, a pesar de que la leyenda la sitúe entre 1500 y 1600, aunque podrían referirse a una ermita anterior, considerada como la verdadera ermita del pueblo, en la actualidad desaparecida, que era la ermita de San Gregorio, según se recoge en el informe del párroco de Madroñera en el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, fechado el 3 de abril de 1791 y que dice lo siguiente:

“Que hai solo una Hermita de San Gregorio Ostiense, inmediata al pueblo y en su día se trae en procesión el santo a la yglesia parroquial, donde se zelebra su fiesta”[5].

Respecto a sus orígenes se ha barajado la hipótesis de que el nombre de Soterraña, con el que se conoce a la ermita dedicada a esta Virgen, proviene de la palabra de raíz latina, que significa “lo que está debajo del suelo”, lo subterráneo. Es posible que el origen de la Virgen de la Soterraña, también conocida como la Virgen de las Nieves, se pueda hallar al final de la Baja Edad Media y en consonancia con el pastoreo y, sobre todo, con la trashumancia, asunto que trataremos en páginas posteriores, ya que la ermita se encuentra muy cerca del camino que conduce a Garciaz. Así, tenemos constancia de que el pueblo segoviano de Santa María del Real de la Nieva, también tiene como patrona a Ntra. Sra. de la Soterraña, pudiendo existir alguna relación entre ambas. Sin embargo, la tradición popular, tanto de este pueblo castellano, como la de Madroñera, narra que la imagen de la Virgen fue encontrada enterrada, de ahí podría proceder su denominación de “Soterraña” o subterránea.

La población actual de Madroñera, haciendo una referencia aproximada a la revisión de los padrones de población de los últimos años, se encontraría en torno a los 3.500 habitantes, con una sex ratio bastante igualada entre hombres y mujeres, si tenemos en cuenta que nacen más niños que niñas, pero al igual que sucede en el resto de España, la esperanza de vida es más elevada entre las mujeres. Por otra parte, los aspectos económicos de Madroñera, ligados a su soporte físico y demográfico, se han modificado sustancialmente en las dos últimas décadas. De ser un pueblo de economía rural dependiendo de la agricultura y la ganadería, ha pasado a ser económicamente un pueblo terciario, donde una buena parte de sus habitantes dependen del sector servicios. Por su parte, el Diccionario Estadístico-histórico de Pascual Madoz, publicado hace más de ciento cincuenta años, refiere que las principales dedicaciones de los vecinos de este pueblo estaban en la producción de trigo, cebada, centeno, avena, ganado lanar, cabrío, porcino y caza menor, “pero todo por la jurisdicción de Trujillo, por falta de terrenos del pueblo”[6]. La escasez de tierras de labor, bien por lo reducido del término o por la existencia de grandes latifundios, y esto ha supuesto un endémico obstáculo al crecimiento, ha propiciado que en Madroñera durante mucho tiempo se haya practicado una economía primaria de subsistencia, a veces de servilismo, que se ha perpetuado hasta la segunda mitad del siglo XX, probablemente, a causa de la emigración y de un radical cambio en las actividades económicas del pueblo.

En resumen, podemos decir que Madroñera es un pueblo de carácter terciario que poco a poco ha ido sustituyendo su economía agropecuaria por actividades del sector de la construcción y del sector servicios que podrían consolidarse y aumentar en un futuro inmediato. De este modo, los diferentes aspectos económicos, así como su desarrollo y proceso de formación, podrían resultarnos de gran interés para la realización de nuestro estudio histórico-antropológico y poner de manifiesto las posibles causas del abandono y recuperación de la ermita “Virgen de la Soterraña”, sometida a los avatares del proceso de emigración producido hacia la segunda mitad del siglo XX.

– El enclave de la ermita “Virgen de la Soterraña”.

Para el desarrollo de este apartado, comenzaremos poniéndonos en situación ante la temática planteada. En la población de Madroñera, en la actualidad, existen dos ermitas, conocidas como la “Ermita Nueva” y la “Ermita Vieja”, ambas consagradas a la advocación de la Virgen de la Soterraña. La “Ermita Nueva” sustituyó a la “Ermita Vieja”, que quedó en desuso por razones de la situación de ruina en que fue declarada hacia el año 1966. Por ello, la Virgen de la Soterraña, talla que data del año 1916, se llevó a la villa de Madroñera, donde sería custodiada por su mayordoma durante casi tres décadas, hasta que fue trasladada a la sacristía de la parroquia “Purísima Concepción” de Madroñera. Actualmente, se está restaurando de nuevo la denominada “Ermita Vieja”, cuyo enclave geográfico dista pocos kilómetros de la denominada “Ermita Nueva”.

El dato que nos remite a la mayor antigüedad y que consta en el archivo parroquial, es una reseña histórica, que se redacta con motivo de la visita que realizó el arcipreste al párroco y le recomienda que se preocupe de corregir algunas pequeñas imperfecciones que hay en el tejado de “esa pequeña ermita a la que la gente muestra una gran devoción”. De este modo, señala que se preocupe el párroco de pedir limosna, puesto que es una ermita muy pequeña y que debido a las condiciones del temporal se encuentra en un mal estado. Así dicen algunos de los gozos dedicados a la Virgen de la Soterraña, cuya devoción entre su pueblo, consta por escrito desde el año 1859: “Se halla en el término jurisdiccional de esta Parroquia una Ermita de Nuestra Señora bajo el título de Soterraña”[7].

Por otro lado, suponemos que en el año 1859, la ermita ya estaba construida, y que antes de 1791 no estaba levantada, ya que hacia esta fecha se han encontrado unos escritos de la parroquia en los que consta que no existía ninguna ermita más que una conocida como la Ermita de San Gregorio. Dicha ermita es la que aparece mencionada en un documento del año 1791, recogido por el Interrogatorio de la Real Audiencia que se realizó por los diversos pueblos y municipios de la comunidad extremeña. En este sentido, se contestó desde el Ayuntamiento y desde la Parroquia de la población de Madroñera, señalando que había una ermita dedicada a San Gregorio, lo que significa o podemos deducir que la Ermita de la Soterraña, o no tenía resonancia popular, o no existía. Parece ser que esta última opción sea la más considerable. Aparece otro dato que podría resultarnos relevante, como es el hecho de que la gente iba en romería a una quinta conocida como la Rinconada, a cumplir un voto o una promesa, debido a la existencia de una ermita en dicha finca, que a pesar de su carácter privado, era accesible al resto de la población de Madroñera.

La estructura de la ermita de la Soterraña consta de una planta de cruz latina, formada por una nave central de pequeñas dimensiones, atravesada por el transepto y coronada por una linterna que se conserva en la actualidad ubicada en el crucero de la nave central. En el ábside de pequeñas dimensiones se encontraría depositado el cuadro con la imagen de la Virgen, para su veneración. Podríamos estar hablando de la existencia de un exvoto pictórico, hecho muy frecuente en siglos anteriores ante la falta de tallas de las imágenes religiosas. La imagen de la Virgen de la Soterraña, venerada por la población de Madroñera, fue adquirida en el año 1916, como ya hemos señalado, sustituyendo al cuadro que se encontraba en el lugar en que se adoraba a la Virgen en la ermita, de la que se encuentran los datos en el archivo parroquial señalando la existencia en el año 1859 de dicha ermita. Del mismo año hay un escrito del visitador del arciprestazgo, que fue a encontrarse con el párroco de Madroñera y le habló de la existencia de una pequeña ermita donde se veneraba una efigie de la Virgen de la Soterraña a la que el pueblo profesaba una gran devoción. La ermita estaba muy deteriorada y el visitador recomendó al párroco de la villa que se lo comunicase a los fieles para que le ayudaran, contribuyendo con alguna limosna, para poder reconstruir el tejado, dado que el pueblo sentía una gran devoción por la Virgen.

Posteriormente, la pequeña ermita fue ampliada en dos terceras partes, entre los años 1916 y 1920, por los párrocos que entonces se encontraban en la villa de Madroñera, que eran dos hermanos, don Donato y don Vicente, que tras las obras de ampliación de la ermita, colocaron una imagen de talla, y en el caso de la existencia del cuadro, podría haber quedado ocultado en la pared. En su lugar colocaron una efigie que parece ser imitación de la imagen que se venera bajo la advocación de la Virgen de la Soterraña, en Santa María de Nieva, provincia de Segovia, y donde también encontramos otra Virgen similar conocida como Nuestra Señora de la Soterraña en la provincia de Ávila, ubicada en un santuario dedicado a ella. De estas tierras castellano-leonesas, parece ser que pudiera haber llegado la devoción a Madroñera, pudiendo haberse difundido a través de la trashumancia, con lo cual, los mismos pastores podrían haber traído la imagen de la Virgen como recuerdo y memoria de donde ellos venían, junto con algún cuadro que colocaron en una pequeña ermita en el lugar que llamamos la “Ermita de la Soterraña”, y allí se encontraría durante casi tres siglos la imagen de la Virgen, venerada por los lagareros y otras gentes del lugar. En este sentido, podríamos poner de manifiesto la existencia de una teoría de carácter difusionista, desde el punto de vista antropológico, dado el carácter extensivo de la transmisión cultural por difusión. Para confirmar la existencia del carácter trashumante de la zona, el texto de Julius Klein nos servirá para ponerlo de manifiesto, así como el carácter conflictivo de la práctica trashumante con la monarquía de la época:

“El aspecto más significativo de este programa para el cumplimiento de las resoluciones adoptadas por las Cortes de Toledo de 1480, fue la política francamente agresiva llevada a cabo por la nueva autocracia respecto a villas y ciudades. Las justicias locales, y más adelante los corregidores reales, tenían orden de informar anualmente, a fines de abril, sobre la administración de las leyes referentes a los peajes reales. Al poco tiempo hallamos una comisión de veedores recogiendo estos datos durante cada primavera. Cáceres, Plasencia, Trujillo y otros centros de pastoreo, que en tiempos se consideraban muy por encima de estas decisiones, se vieron pronto enfrentados con una Monarquía que estaba dispuesta a hacer cumplir sus edictos”[8].

Las siguientes aportaciones también nos conducen a poner en relación la construcción de la ermita “Virgen de la Soterraña” como consecuencia de las prácticas trashumantes que se llevaron a cabo durante varios siglos en la región extremeña. Atendiendo a las palabras de Diago Hernando, podemos señalar que dichas prácticas se llevasen a cabo considerando bastante probable que entre los mesteños predominasen entonces los modestos ganaderos de comarcas serranas que sólo trashumaban para sobrevivir, aunque entre ellos también hubiese algunos grandes propietarios de origen social muy diverso. A lo largo de las generaciones, reclutarían en los siglos subsiguientes sus pastores y mayorales los grandes propietarios que “se volcaron en la cría de ganados trashumantes cuando esta actividad adquirió mucho mayor desarrollo gracias al incremento espectacular de la demanda de lanas” [9]. Podríamos estar ante dichos y hechos que se transmiten de un sitio a otro, así como valores y costumbres que en cada lugar se recogen, dejando entrever un carácter propiamente difusionista.

Por otro lado, también podemos barajar la posibilidad de que la construcción de la ermita “Virgen de la Soterraña” se hiciese a través de la influencia de los monjes dominicos, por cuanto que en Trujillo existía un convento bastante representativo de esta Orden, y por lo que nos consta, el santuario de Santa María de Nieva en Segovia, estaba atendido por monjes de la orden dominica, pudiendo ser que uno de ellos, procedente de Trujillo, quien condujera la devoción de la Virgen hasta la villa de Madroñera. En este sentido, podemos señalar que hasta el momento, se desconoce esta advocación en otro lugar de la provincia de Cáceres, aunque sí existe el caso de la Virgen de Soterraño en Barcarrota, provincia de Badajoz[10], que podría resultar de carácter similar. No obstante, en diversas provincias podemos encontrar analogías con la Virgen de la Soterraña, tales como Segovia, Ávila, Tarragona y Córdoba, entre otras. Podría tratarse de un hecho muy concreto y bastante significativo desde un punto de vista espacio-temporal.

– Leyenda y transmisión oral.

En torno a la leyenda y respecto a la transmisión oral y divulgación popular que nos habla del “mito de origen”de la Virgen de la Soterraña, se narra la aparición de la Virgen a un humilde pastor, cuando éste se refugiaba de una gran tormenta en el abrigo de una pequeña cueva, al que la Virgen le indicó que deberían construir una ermita para su veneración y advocación, en señal de gratitud por haberle salvado y prestado su auxilio durante la fuerte tormenta. De un modo general, se trata de la narración que circula entre la población de Madroñera, aunque pueda sufrir alguna variación en función de quién nos la cuente y nos la transmita, con una aportación de información más o menos extensa.

Uno de los problemas sin resolver que podemos encontrar con respecto a la religiosidad, es el del nacimiento de las leyendas y los mitos de creación y su fijación por diferentes manuscritos. En este sentido, se señala que el potencial poder benéfico que la tradición atribuye a ciertas imágenes, les otorga por su supuesta facultad de incidir en la salud, “el rol de intercesoras en el contexto levistraussiano de la eficacia simbólica”[11], en este sentido, nos estamos refiriendo al poder de los símbolos y de las imágenes dentro de una sociedad. Por otro lado, lo que también nos parece sugerente es la posibilidad que ofrecen los exvotos, en su versión de tablillas y objetos simbólicos, a la hora de establecer, lo que se pueden denominar áreas de gracia de cada devoción y sus fluctuaciones y modas en una visión tanto retrospectiva o diacrónica, como actual, para tratar de valorar la vigencia del fenómeno. Para el caso de Extremadura, en general, la información que poseemos acerca de los exvotos desde la perspectiva histórico-temporal que se nos ofrece, tenemos de un lado, la documentación historiográfica, como los Libros de Milagros, y del otro, la bibliografía pertinente. En este sentido, los libros de milagros, que inspiran determinadas tablas votivas, sobre todo durante los siglos XVI, XVII y XVIII, no son más que una fuente de segunda mano, teniendo en cuenta que, generalmente, se basan al mismo tiempo en relatos orales anteriores a las fechas en que se escribieron. Estos documentos e impresos tienen por objeto dejar por escrito lo que, frecuentemente, andaba de boca en boca, pretendiendo divulgar el culto y extender el conocimiento acerca de sus benefactoras virtudes. En el caso de la ermita “Virgen de la Soterraña” en la localidad de Madroñera, no tenemos constancia de que se conserve ningún tipo de documento, manuscrito o libro de milagros, relacionado con la leyenda en torno a la aparición de la Virgen.

Por otra parte y desde un enfoque científico, al margen de la fe y del estricto ámbito de las creencias, hay que tener presente que los divulgadores de este tipo de leyendas relacionadas con la transmisión oral, suelen ser clérigos o personas próximas en su afecto a las poblaciones, santuarios y devociones que historian. Además, también se pone de manifiesto que el recurso explicativo remite a lo mitológico, de forma que los hechos históricos se confunden en un proceso consciente con los de carácter legendario.

A todo ello, queremos aportar otro dato de gran interés que nos ha legado la transmisión oral, como es el hecho de coger un trozo de pizarra de la cueva próxima a la ermita a la que nos estamos refiriendo, donde habría tenido lugar la aparición de la Virgen, para enterrarlo en una vivienda cuando se realiza su construcción, o arrojarlo al tejado, si ya está construida; todo ello con la finalidad de que la Virgen de la Soterraña, ofrezca su protección ante las tormentas. De este modo, con motivo de las tormentas, los devotos toman pequeños trozos de la cueva para evitar que caiga un rayo en sus casas, por advocación contra las tormentas. Asimismo, tenemos que señalar que este mismo gesto también se produce en Santa María de Nieva, en Segovia.

En este sentido, podemos señalar que la mayoría de las veces “los hechos históricos se confunden en un proceso consciente con los de carácter legendario o fantástico, pudiendo dar respuesta a las diversas estrategias que emplearían miembros de la cultura oficial para penetrar en las capas populares y hacer más sugestivo el mensaje”[12], como ya hemos señalado anteriormente.

– Abandono y recuperación.

En este apartado, queremos reflejar un dato, como ha sido el hecho del abandono que sufrió la ermita, hacia los años sesenta del siglo XX, probablemente por causa del fenómeno de la emigración que tanto afectó a nuestros pueblos, y que en la actualidad, ha mostrado un notable retroceso, junto con la reconstrucción de la ermita, seguramente a la par que la recuperación de la economía y la identidad cultural del pueblo de Madroñera, puesto que el estado de la ermita se encontraba en una situación casi de ruina total.

Con motivo del fenómeno de la emigración hacia la segunda mitad del siglo XX, los diversos grupos humanos que habitaban diferentes parajes de la villa de Madroñera, emigraron a las ciudades y su entorno quedó deshabitado, asimismo, el camino que daba paso a la ermita dejó de ser transitado, dificultando su acceso a la misma. Durante algún tiempo, el santuario permaneció en el olvido, aunque no sucedió lo mismo para la mayoría de sus devotos, ya que se seguían produciendo visitas de forma esporádica.

Respecto al abandono de la ermita, podríamos pensar que el hecho de ubicarse en un paraje húmedo, que con los temporales de agua afectaría al interior y exterior de la ermita, junto con la aparición del fenómeno migratorio; porque pensemos que la emigración contribuyó a que diversas zonas se quedaran despobladas, al mismo tiempo que la mayoría de todos los lagares que existían en el entorno donde estaba situada la pequeña ermita, van a ser dos factores de gran importancia a la hora de referirnos a su abandono. De este modo, los efectivos humanos marcharían a las ciudades, quedando en situación de despoblamiento los enclaves del lugar. El sitio de acceso sería menos frecuentado, al encontrarse el camino de paso en condiciones cada vez más adversas y podría ser este hecho el que contribuyese a que gran parte del tejado se cayera en el año 1966 y se trasladase la imagen de la Virgen al pueblo, al mismo tiempo que se producía un total abandono del lugar.

Respecto a su recuperación, podemos señalar que todo se conjuga. Pensemos que después de los últimos coletazos producidos por el fenómeno migratorio, la gran mayoría de los habitantes de Madroñera habrían ido adquiriendo una mayor calidad y nivel de vida y un mejor bienestar, todo ello podría haber contribuido a que las gentes del lugar quisieran recuperar todo aquello que anteriormente había formado parte de su cultura, de su identidad y de sus creencias, volviendo posteriormente al intento de rescatar sus raíces. Tal vez con un sentido de nostalgia o un sentido de vacío, con el trasfondo de un mayor nivel de vida y la puesta en marcha de una serie de nuevos valores que se han ido adquiriendo con la entrada al nuevo milenio, así como con el crecimiento, el desarrollo y la existencia de un mayor poder adquisitivo; podemos referirnos a la recuperación de la ermita “Virgen de la Soterraña” de una forma paralela y al mismo tiempo que los parajes del entorno que la rodean.

En este sentido, la adquisición de los antiguos lagares por nuevos propietarios, dispuestos a invertir grandes sumas de dinero en su restauración y recuperación, en una clara apuesta por el desarrollo sostenible, así como la imposición de nuevos valores y modas con respecto a un estilo pseudo-rústico, nos lleva a hablar de la clara necesidad de la recuperación del entorno, como creación o habilitación de una de las denominadas zonas verdes, al igual que si de un ámbito urbano se tratase. De este modo, se pueden percibir las nuevas construcciones que se han producido durante los últimos tiempos. A todo ello, podemos añadir que con la recuperación del camino y la mejora de las condiciones de acceso a la ermita, se ha producido un mayor incremento de las visitas a la misma. Junto con la recuperación del enclave paisajístico y de los lagares que se han ido recobrando y reconstruyendo, al mismo tiempo, se ha contribuido a hacer el lugar más accesible.

En la actualidad, se encuentra restaurada, reconstruida y ofreciendo una mayor amplitud a su entorno paisajístico, tal vez como expresión de unos nuevos valores culturales que enraízan en el pasado o quizás por la nostalgia de un pueblo al intentar recuperar lo que algún día fue suyo y lo que en algún tiempo le perteneció. Todo ello para seguir manteniendo viva la leyenda de la Virgen de la Soterraña, así como sus valores y creencias, además de mantener activo el engranaje socio-cultural del municipio de Madroñera.

– La “cultura” como determinante demográfico y social.

Para el desarrollo de este apartado, nos referiremos al concepto de “cultura” como determinante de un sistema social concreto. Para ello, se nos ofrecen diversos puntos de vista, así como diferentes autores. Se exponen de forma general, los diferentes modelos que encontramos en la literatura antropológica referidos al estudio de sociedades relacionadas con sus medios y formas de producción así como la construcción de sus ideas y creencias religiosas. Pero antes, vamos a distinguir las orientaciones de tipo materialista de aquellas no materialistas o culturalistas. Para ello, a lo largo del presente apartado, pueden verse los presupuestos metodológicos y las posiciones teóricas, y a pesar del gran abanico que forman, se pueden clasificar a partir de la consideración según la cual la cultura definida como sistema de representación determina el modo de vida social de las diversas comunidades o grupos humanos, en este caso nos referiremos al punto de vista culturalista[13]. Por otro lado, desde el punto de vista materialista, a partir de la consideración según la cual los recursos disponibles, los productos obtenidos, los modos de obtenerlos y las relaciones de producción van a determinar la cultura, las estructuras sociales y su historia, se incluye al materialismo histórico como una de dichas formas. En el segundo caso, sin embargo, la polarización aparece más claramente en torno a los cambios en las condiciones materiales de su existencia como fundamento de los cambios sociales e históricos.

Por otro lado, nos encontramos ante un concepto de naturaleza geográfica que se apoya sobre las características del medio físico. En este sentido, el punto de vista difusionista puede permitir aclarar cuestiones de tipo histórico, y señalamos también, a modo positivo, que la noción de área cultural es muy útil, aunque no es un instrumento eficaz de análisis en sí a no ser que se complemente por el estudio de las relaciones entre los grupos de la sociedad o las clases[14]. En este sentido, no debemos olvidar también el factor temporal. Para la aplicación en el caso que nos compete, hemos empleado la perspectiva difusionista para la creación y construcción de la ermita “Virgen de la Soterraña”, bien a través de la trashumancia o de la orden de los dominicos.

De este modo, podemos señalar que nos referimos a un momento en el que las referencias descriptivas abundan y son de gran valor, tanto por el detalle y la minuciosidad con los que han sido recogidas, como por su gran número. En este marco, los detalles referentes a la esfera del campo social aparecen estudiados desde la perspectiva de la identificación y del valor adaptativos de los medios de trabajo. Los dos puntos básicos serían, por un lado, la importancia otorgada a la tecnología de los grupos estudiados, y por otro, la prioridad dada a la adaptación con el medio en el que se hallan dichos grupos, junto con el componente demográfico. Aplicadas estas características al caso que nos ocupa, podemos referirnos al abandono de la ermita, como adaptación al nuevo medio, producido por el fenómeno de la emigración, cuya influencia se basa en el desarrollo tecnológico, así como el “proceso de mecanización”, que se produce durante los años sesenta del siglo XX en la región extremeña.

En este sentido, podemos ver cómo la influencia del fenómeno de la emigración y la modernización sobre el sector económico podrían haber afectado de una forma u otra tanto al abandono como a la recuperación de la ermita “Virgen de la Soterraña” de Madroñera, por medio de la influencia de nuevas técnicas aplicadas, como por medio de nuevas formas de organización del trabajo. Sin embargo, ello puede parecer insuficiente si tenemos en cuenta que no se hace mención sobre los factores que están en la base de dicha influencia. En este sentido, los análisis presentados se detendrían en un plano más bien ideal, de carácter religioso, sin entrar en un análisis más profundo de las causas estructurales. Por lo tanto, la necesidad de utilizar conceptos más operacionales, nos va a conducir hasta los estudios sobre la economía y las formas de religiosidad basados en el materialismo histórico.

Si tenemos en cuenta que la sociedad en la que vivimos actualmente, conocida como la sociedad de masas, se contrapone al estilo de sociedad tradicional y es una consecuencia del proceso de industrialización a que se han visto sometidas ese tipo de sociedades, abocadas a una forma de vida impregnada de gasto y consumo, podremos esclarecer algunas de las claves hacia el intento de recuperación de un determinado espacio físico. Mientras que para unos, el término consumo podría tratarse de un adjetivo impuro de enorme capacidad contaminante, para otros puede ser sinónimo de bienestar, prueba irrefutable de igualitarismo económico y hasta garantía de las libertades individuales. Puede tratarse de un concepto polivalente, tan apto para anunciar el advenimiento del nuevo Apocalipsis como para constatar el reino de Jauja. Por otra parte, “el consumo de productos inútiles o superfluos constituye un impulso irrefrenable para hombres y mujeres en todas las edades y niveles sociales y culturales, sabiamente alentado y dirigido por quienes dominan la mecánica del consumismo”[15]. En este sentido, nos atreveríamos a señalar que el hombre puede convertirse en un consumidor de espacios, a lo que podríamos atribuir el hecho de la recuperación de la ermita de la Soterraña en Madroñera en relación con la sociedad de consumo en la que nos movemos, donde podemos entrever un claro trasfondo de carácter económico que podría sustentar el hecho al que nos venimos refiriendo.

Por otro lado, para poder acercarnos al estudio antropológico de nuestro estudio desde el punto de vista del materialismo cultural de Marvin Harris, debemos tener presente que la estrategia de investigación seguida por éste, enfatiza en la infraestructura como una causa de la estructura y la superestructura, y a esto es a lo que se le llamará “materialismo cultural”[16]. En este concepto se utilizará el patrón universal integrado por tres divisiones principales: infraestructura, estructura y superestructura.

En el caso que nos compete, como aplicación práctica podemos referirnos al hecho de buscar una infraestructura como la causa y la consecuencia de que se produzca el abandono y, posteriormente, la recuperación de la ermita como puede ser el absentismo rural y la emigración a las ciudades, por necesidades económicas, como resultado de un contexto espacio-temporal determinado, así como de unas causas relacionadas con los requisitos mínimos de subsistencia y el crecimiento demográfico. Para el caso de la estructura, podríamos referirnos al tipo de organización económica de carácter político que va a influir en el hecho del abandono y recuperación de la ermita, constituida por actividades económicas y políticas de carácter capitalista, mediante las cuales se va a organizar la población de Madroñera, así como el tipo de relaciones internas y externas entre la sociedad global. En último término, la superestructura estaría integrada por la conducta y el pensamiento dedicados a las actividades religiosas, como la advocación hacia la Virgen de la Soterraña, junto con otros aspectos ideológicos, tales como la búsqueda o recuperación de una identidad cultural.

Sin embargo, desde el estructuralismo, corriente antropológica defendida por Claude Lévi-Strauss, podemos establecer un patrón general en nuestro estudio antropológico, si tenemos en cuenta que el hecho migratorio hizo que se despoblase una zona determinada y, posteriormente, con el auge y el bienestar económico se volviera a recuperar. En este sentido, la estructura inconsciente que podría subyacer sería la idea del intento de recuperar un espacio abandonado, por motivos económicos como la falta de recursos que conllevó a la emigración de una mayoría de los grupos humanos, del mismo modo que su reconstrucción se debería igualmente a la intervención de los factores económicos, con el crecimiento de una economía favorable que propició el retorno de los efectivos humanos que habían emigrado durante la década de los años sesenta del siglo XX, dispuestos a recuperar tanto la ermita “Virgen de la Soterraña” de Madroñera como su entorno socio-cultural.

Conclusiones finales.

A modo de conclusión, podemos señalar que el ejercicio de nuestra labor investigadora nos ha servido para poner de manifiesto que en el mundo de las creencias, el factor económico puede jugar uno de los papeles más relevantes en la historia del hombre, al mismo tiempo que el fenómeno de la emigración parece estar presente en la mayoría de la sociedades en circunstancias determinadas. Para ello, a través de la realización del estudio presente, así como siguiendo el recorrido de estas páginas, podemos incidir y apreciar una de las ideas que subyacen a lo largo de nuestro análisis defendiendo el desarrollo y la aparición de diversos factores tales como el crecimiento económico, el proceso de emigración, así como los cambios socio-culturales que se han venido produciendo en la sociedad durante las últimas décadas. Dichas causas podrían haber contribuido de una manera notable a los resultados que se han producido en la actualidad y que tienen como reflejo la recuperación de una ermita abandonada y de una serie de principios, valores y símbolos asociados.

Por otro lado, hemos podido constatar que la religiosidad dentro del ámbito de la población de Madroñera es un instrumento de integración y cohesión social, siempre que la percepción que se que tenga de la sociedad esté ligada a la condición religiosa del hombre. En este sentido, el culto religioso será un instrumento de cohesión social en el momento en que la sociedad esté dispuesta a aceptarlo como tal y destine ciertos lugares para su culto y celebración, así como para su manifestación. En el caso que nos compete nos referimos a la ermita “Virgen de la Soterraña”.

Otro de los aspectos que podemos señalar es la construcción de una nueva identidad a partir de la recuperación de un edificio de carácter religioso, como puede ser la ermita y que podría dejarnos entrever otra serie de aspectos que han resultado de especial interés para llevar a cabo nuestro estudio. También podemos señalar que el fenómeno de la emigración podría ser más proclive a la adaptación de una sociedad de carácter rural que urbana, pudiendo producirse una concepción diferente del espacio físico en ambos casos.

Por otro lado, podríamos plantearnos la idea de si volvería a abandonarse, a lo que añadiremos que, ya el hecho de haberse reconstruido, podría aportar una mayor consistencia y una mejor reestructuración que lo haría más difícil; sin embargo, si formulamos un patrón general, es decir, si tenemos en cuenta que cuando las necesidades económicas apremian y la población debe emigrar, la ermita se abandona, en contraposición a los tiempos de bonanza y crecimiento económico, en los que existe una intencionalidad de recuperar lo perdido, la respuesta sería afirmativa.

Sin embargo, la actitud o el hecho de mantener y conservar un determinado espacio físico o geográfico podría poner de manifiesto la expresión y manifestación de una identidad cultural, con una raíz en común, en lo que significa la fe y la advocación de la Virgen de la Soterraña para el pueblo de Madroñera. De este modo, crecer y madurar en el sentido de convivencia, de unidad y de cohesión social, podría conducir a que las nuevas generaciones, recogieran la antorcha y el relevo de sus antecesores, pero con la incorporación de los nuevos valores surgidos. Desde el punto de vista de nuestro estudio histórico-antropológico, hemos intentando reflexionar y entender cómo el proceso migratorio ha contribuido en gran medida a ampliar las miras y las perspectivas de la población de Madroñera como hecho reflejado en la recuperación de su ermita.

En esta línea, podemos hacer referencia a cómo las personas tienen un lenguaje vivo junto a las formas de expresar su fe, su devoción y hasta su inventiva y, en el trasfondo, lo que se ve es la existencia de una devoción hacia la Virgen de la Soterraña, arraigada en el pueblo y sus gentes, cuya base se encontraría en el sistema económico de la población. Otra de las teorías defendidas en nuestro estudio histórico-antropológico que aquí presentamos, hace referencia al hecho de que se haya relacionado una misma advocación con la que ya existía en otros pueblos y que se celebra actualmente en otros lugares como en Segovia, fruto de una transmisión difundida entre diferentes grupos humanos, partiendo de una base económica específica como ha sido la práctica trashumante durante varios siglos. Por otra parte, podemos señalar que en el fondo de la cuestión, subyace una dimensión religiosa, bastante profunda, que podría haber quedado diluida y difuminada, de una manera ambigua, con motivo del fenómeno migratorio durante los años sesenta del siglo XX, como consecuencia de la búsqueda de nuevos efectivos económicos.

De este modo, podemos referirnos al fenómeno de la emigración como una de las aportaciones culturales y manifestaciones ancladas en espacios temporales, que testimonian épocas y muestran valores, mitos, organizaciones sociales y símbolos que configuran la historia de nuestros pueblos, reproduciendo también un modo cultural específico de un tiempo, un espacio y una sociedad.

Para concluir, sólo nos queda poner de manifiesto el gran acercamiento al terreno de la Antropología Social y Cultural que ha supuesto para nosotros la realización del presente estudio histórico-antropológico. Para ello, finalizaremos con las palabras del profesor Lisón Tolosana, puesto que “ni las gentes del pasado ni las más remotas y aisladas culturas nos son radicalmente ajenas”. Es por ello que “reconstruimos, naturalmente; imaginamos desde nuestra coyuntura histórica y situación personal, sin duda, pero podemos captar porciones del Otro, quienquiera que sea, porque con todos compartimos una cierta afinidad espiritual, porque también peregrinamos y escribimos y leemos, porque también creemos y dudamos, porque también nos equivocamos, sufrimos, gozamos y creamos”[17]. Esperamos no habernos equivocado demasiado en la realización del presente estudio histórico-antropológico, no obstante, siempre nos quedará el consuelo de reflexionar acerca del Otro, para conocernos mejor a nosotros mismos, porque también “creemos y dudamos, porque también nos equivocamos, sufrimos, gozamos y creamos”.

ANEXO

– Dossier fotográfico

img01
Enclave geográfico de la ermita “Virgen de la Soterraña” (Madroñera).
img02 img03
“Ermita Nueva” de la Virgen de la Soterraña. “Ermita Vieja” de la Virgen de la Soterraña.
img04 img05
Cueva donde se “apareció” la Virgen de la Soterraña, según la tradición oral. Talla de la Virgen de la Soterraña realizada en el año 1916.
img06 img07
Réplica del campanario anterior en la actualidad. Conservación de la antigua linterna de la ermita sobre la reconstrucción actual.
img08
Detalle de la Virgen de la Soterraña con el Niño en brazos.
img09 img10
Emita de la Soterraña en 1955. Antes de ser abandonada. Ermita de la Soterraña en 2006. En proceso de recuperación.
img11
Vista exterior de la ermita “Virgen de la Soterraña”.

Agradecimientos:

A don Jesús Mateo Izquierdo Gil, párroco de Madroñera, por su inestimable ayuda y a la Fundación “Fernando Valhondo Calaff” (Cáceres).

BIBLIOGRAFÍA:

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  • Diccionario Geográfico Popular de Extremadura, 1963.
  • GARCÍA ROL, J. M., Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999.
  • GARCÍA ROL, J. M., Ordenanzas de Madroñera del año 1443, Gráficas Geximp, Madrid, 2004.
  • GEERTZ, C., El antropólogo como autor, Barcelona, Paidós, 1997.
  • HARRIS, M., Antropología cultural, Alianza Editorial, Madrid, 2001.
  • KLEIN, J., La Mesta, Alianza Universidad, Madrid, 1979.
  • LÉVI-STRAUSS, C., Antropología estructural, Paidós Básica, Barcelona, 2000.
  • LIPOVETSKY, G., La era del vacío, Ed. Anagrama. Barcelona, 1990.
  • LISÓN TOLOSANA, C., Individuo, estructura y creatividad. Etopeyas desde la Antropología Cultural, Akal Universitaria, Madrid, 1992.
  • MARCOS ARÉVALO, J., “La religiosidad y el fenómeno votivo en Extremadura. El caso de la Virgen de Soterraño (Barcarrota)”, en S. Rodríguez (Edit.).Religión y Cultura, vol. II. Fundación Machado, Sevilla, 1999. Pp. 51-60.
  • RUBIO-ARDANAZ, J. A., La Antropología marítima subdisciplina de la Antropología sociocultural. Teoría y temas para una aproximación a la comunidad pescadora de Santurtzi (Bizkaia). Universidad de Deusto, Bilbao, 1994.

NOTAS:

[1] Diccionario Geográfico Popular de Extremadura, 1963.

[2] J. M. García Rol, Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999, pág. 15.

[3] J. M. García Rol, Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999, pág. 15.

[4] J. M. García Rol, Ordenanzas de Madroñera del año 1443, Gráficas Geximp, Madrid, 2004, pág. 7,

[5] J. M. García Rol, Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999, pág. 19.

[6] J. M. García Rol, Madroñera. Imágenes y letras, Mileto, Madrid, 1999, pág. 15.

[7] Documento del Archivo Parroquial de Madroñera.

[8] J. Klein, La Mesta, Alianza Universidad, Madrid, 1979. Pp. 280-281.

[9] M. Diago Hernando, Mesta y trashumancia en Castilla (siglos XIII a XIX), Arco/Libros, Madrid, 2002. Pág. 65.

[10] J. Marcos Arévalo, “La religiosidad y el fenómeno votivo en Extremadura. El caso de la Virgen de Soterraño (Barcarrota)”, en S. Rodríguez (Edit.). Religión y Cultura, vol. II. Fundación Machado, Sevilla, 1999. Pp. 51-60.

[11] J. Marcos Arévalo, “La religiosidad y el fenómeno votivo en Extremadura. El caso de la Virgen de Soterraño (Barcarrota)”, en S. Rodríguez (Edit.). Religión y Cultura, vol. II. Fundación Machado, Sevilla, 1999. Pp. 51-60. Pág. 53.

[12] J. Marcos Arévalo, “La religiosidad y el fenómeno votivo en Extremadura. El caso de la Virgen de Soterraño (Barcarrota)”, en S. Rodríguez (Edit.). Religión y Cultura, vol. II. Fundación Machado, Sevilla, 1999. Pp. 51-60.

[13] J. A. Rubio-Ardanaz, La Antropología marítima subdisciplina de la Antropología sociocultural. Teoría y temas para una aproximación a la comunidad pescadora de Santurtzi (Bizkaia). Universidad de Deusto, Bilbao, 1994. Pág. 40.

[14] Ibídem. Pág. 47.

[15] G. Lipovetsky, La era del vacío, Ed. Anagrama. Barcelona, 1990.

[16] M. Harris, Antropología cultural, Alianza Editorial, Madrid, 2001. Pág. 32.

[17] C. Lisón Tolosana, Individuo, estructura y creatividad. Etopeyas desde la Antropología Cultural, Akal Universitaria, Madrid, 1992. Pág. 6.

Oct 012006
 

Francisco Rivero.

Cronista oficial de la Villa de Las Brozas (Cáceres)

La villa de Las Brozas cuenta entre sus hijos ilustres a uno de los actores más importantes de España e Hispanoamérica del siglo XX, sin que sea conocida suficientemente su vida profesional por las generaciones actuales de los brocenses. Me estoy refiriendo a Casimiro Ortas, maestro de grandes actores, ya fallecidos, como Antonio Garisa, Alfonso del Real, Rafaela Aparicio… etc.

Una breve biografía: Nació en la villa de Las Brozas el primero de mayo de 1880, en la casa de don José Domínguez, hoy en la Plaza de Príncipe de Asturias, número 2, que entonces era una pensión, pues sus padres eran actores y se encontraban de gira por Alcántara y Brozas.

Según la partida de nacimiento, que se encuentra registrada en el juzgado municipal se escribe lo siguiente: Eran las cuatro y media de la tarde del primero de mayo de 1880 cuando vino al mundo en la casa que hace el número 2 de la Plaza Nacional (hoy Plaza Príncipe de Asturias), en Las Brozas (Cáceres) el que, con el tiempo sería uno de los principales protagonistas de la escena española: Casimiro Eduardo de la Concepción Ortas y Rodríguez”

Ortas murió en Barcelona en 1947 y su cuerpo fue trasladado a Madrid para ser enterrado en el cementerio de la Almudena, donde se halla su tumba, con una lápida que dice: “Propiedad de Casimiro Ortas”.

Y en el intervalo él cuenta su vida al periodista José Góngora, quien la publica en una entrevista en la revista “Alrededor del mundo”, concretamente en el volumen 58, del 4 de febrero de 1928, y cuyo hallazgo se lo debo al mexicano don Héctor Perea, quien conoce muy bien Cáceres y su provincia.

Y paso a transcribir dicha entrevista. Cuenta el periodista que fue a su casa de Madrid, donde se encontró en el salón con dos fotografías dedicadas del rey Alfonso XIII y del príncipe de Asturias, que sería don Juan de Borbón, padre de don Juan Carlos. Como dato curioso señala que al entrar al salón hay dos fotos de tamaño natural del artista hechos en Méjico, que bien iluminados parece que es el propio Ortas en persona quien recibe al escritor.

Cuenta en la interviú el fracaso económico que tuvo en México, ya que le tocó vivir una de sus muchas revoluciones durante sus siete meses de estancia en el país azteca. Cuenta Luis Mario Moncada en su obra “Cronología de teatro en México. 1900 – 1950”, que en 1923 estuvo allí nuestro paisano. Se presenta en el teatro Principal la Compañía del teatro Apolo de Madrid, bajo la dirección de Casimiro Ortas. Durante su temporada, que se prolonga por casi siete meses, se presentan obras del género chico español.

Pero el actor lo narra de otra manera bastante diferente: “Me ocurrió lo peor después de perder a mis padres. Me quedé en la ruina más absoluta, ya que había firmado un contrato por seis meses y con la crisis de la revolución, nadie iba al teatro, por lo que me arruiné y como yo era el presidente de la Sociedad Española de Actores me vi mas obligado a pagar a mi gente todo lo que les debía, por lo que tuve que pedir un crédito personal” ¡En total eran 610.000 pesetas de las de 1923!

El periodista le pregunta por sus comienzos:

Comenzó a ser artista con su padre, concretamente en Sabadell, donde a los 15 años trabaja en la obra “La caza del oso o el tendero de comestibles”, de Federico Chueca, que se había estrenado en el Teatro Apolo el 6 de marzo de 1891 y fue la peor representación de Ortas, “un rotundo fracaso”, según sus propias palabras. Después vino “La familia es un estorbo”, un juguete cómico, adaptado del alemán por Emilio Sáez, compañero de escritura del alicantino Carlos Arniches.

Pasó por Cádiz, contratado por el empresario Barrilaro, aunque el primer papel que bordó fue Melindres de “El cabo primero”, una zarzuela de Carlos Arniches y Caballero. Fue un éxito clamoroso a los 17 años.

Al año siguiente se presentaba en el Teatro de la Comedia en Madrid y pasó después a Andalucía, su segunda tierra.

En 1919 recibió un homenaje en Brozas, aunque muchos creían por entonces que era de Olivenza, la ciudad natal de Casimiro Ortas padre.

Otras obras en las que trabajó en sus primeros comienzos fueron “La ciudad de los cármenes”, “Los niños llorones”, de Arniches, Paso y García Álvarez; una zarzuela cómica de 1908; “El último chulo”, de los compositores Tomás López Torregrosa y Joaquín Valverde “Quinito” y libreto de Carlos Arniches, donde trabajaba tan duro que usaba hasta dos trajes debido a que se rompían con facilidad.

Pero en esta larga entrevista declaró que las mejores obras líricas en las que trabajó fueron “Serafín el Pinturero”, “El Asombro de Damasco”, haciendo el papel del doctor Bhem Bhem, estrenada en 1916, y “Pepe Conde”.

Fue Carlos Arniches un verdadero apasionado del trabajo de Ortas, tanto que escribía obras en exclusiva para él, con obras como “Es mi hombre”, en el que representa a un hombre pusilánime en casa, pero que por hambre y necesidad se convierte en un chulo matón en un casino. Esta obra fue puesta en escena en 1994 por José Sazatornil, Saza” y Beatriz Bergamín, la nieta del escritor José Bergamín. O “La Venganza de la Petra”, una farsa cómica que se puso en escena en la muralla árabe de Madrid. La obra se estrenó en 1917 y Ortas fue su protagonista. Cuenta la historia de una mujer que provoca de celos a su marido cuando éste la abandona, y le hace volver junto a ella haciéndole pensar que se va suicidar por amor. Hoy sigue en cartel en el teatro de La Latina de Madrid, propiedad de Lina Morgan,

Arniches dedicó «La flor del barrio» a Casimiro Ortas con el siguiente texto: «Al gran actor y queridísimo amigo Casimiro Ortas. Con toda admiración. Madrid, 1 de julio de 1919». El estreno había tenido lugar el día 30 de mayo de 1919 en el teatro Apolo. Se trataba de un sainete lírico de costumbres madrileñas. La música fue compuesta por Calleja y Foglietti. En esta obra, Ortas intervino como protagonista en el papel de Saturiano y también lo hizo su primera esposa, Carmen Sobejano, como doña Visita.

Otros escritores que trabajaron para que Ortas se luciera fueron los Pericos: Pedro Muñoz Seca y Pedro Pérez Fernández.

Del primero tenemos, como ejemplo, “Calamar. Casi película policíaca en tres jornadas”.

De Pedro Pérez Fernández, abuelo del que fuera concejal de Sanidad de Madrid, Simón Viñals Pérez, con el alcalde José María Álvarez del Manzano, estrenó numerosas obras. Entre ellas el sainete de Muñoz Seca y Pérez Fernández “El marido de la Engracia”, en el que un periódico escribía seis aleluyas y con los que resumía la obra:

Marcelino no se sacia
De perseguir a la Engracia

Busca un hombre decidido
Que asesine a su marido

Y encuentra a un tal Cardenete
Dispuesto a matar a siete

Más la Engracia… ¡es la mujer
De Cardenote (¡¡ hay que ver!!)

Y Cardenote y la Engracia
¡firman la paz! ¡¡¡ Ay, qué gracia!!!

Y Marcelino, burlado
Se marcha por donde ha entrado.

La crítica decía de este sainete: “Todos merecían ser nombrados, pero Casimiro Ortas, el estupendo actor cómico, el glorioso karicato, el amo… hicieron las delicias del auditorio”

Otro de los hallazgos de un servidor por reconstruir la biografía de nuestro paisano Casimiro Ortas es buscar su voz. Y la encontré en la obra “El sobre verde”,con música del maestro Jacinto Guerrero y estrenada en el Teatro Victoria de Barcelona el 22 de enero de 1927, aunque se llevara al cine siendo protagonistas Tony Leblanc y Esperanza Roy. Fue pasada por TVE el 7 de mayo de 2005 en el programa “Cine de barrio”.

Sinopsis:

Fortunato es un director de escena que quiere tener una oportunidad en el mundo del teatro para dirigir su revista favorita de los años veinte llamada El sobre verde. Un día por casualidad, un empresario se fija en él y le contrata para su teatro, donde actúa una estupenda vedette, Katia Kayles, de la que Fortunato se enamora perdidamente. Sin embargo, no faltarán los que quieran hundir su número, aunque para ello haga falta atentar contra su vida.

Fisonomías de Casimiro

El colaborador de ABC Ramón López-Montenegro escribió en le revista “Blanco y Negro” número 1.785, correspondiente al 9 de agosto de 1925 un artículo titulado “Fisonomía de Casimiro Ortas” en el que muestra cómo era nuestro cómico:

Si veis a Casimiro en la calle es un señor correctísimo, bien proporcionado, altidadamente vestido, serio; nada hace sospechar a quien no lo conozca que aquel señor, horas más tarde, saldrá a escena vestido absurdamente deformado su cuerpo en una contorsión casi epiléptica, convertido todo él en un imponderable gesto cómico, de una comicidad pertubadora. Y si tuviéramos ocasión de entablar algún diálogo con aquel caballero tan correcto que encontráis en la calle, no apreciaríais en su charla nada extraordinario; una voz muy corriente, modulada con naturalidad, una prosodia perfectísima… Pero escuchadle en su farándula, observad qué distinto: es el balido de la oveja, el croar de la rana, lo que fuere., Más nadie negará que tan extravagante dicción completará el gesto cómico de Ortas.

El final

Casimiro Ortas murió en la madrugada del lunes 10 de marzo de 1947 en Barcelona, cuando trabajaba en el Teatro Borrás, en la compañía de Paco Melgares, su discípulo, quien compadecido del maestro le dio trabajo. La comedia que iban a reponer el miércoles próximo al de su muerte (12 de marzo) era «Militares y paisanos», de Emilio Mario hijo.

La última obra en la que intervino fue con «El tío catorce» el día 4 de ese mes. A la jornada siguiente se sintió enfermo y, por prescripción facultativa, guardó cama. El domingo, día 9, empeoró sensiblemente.

Hacía bastante tiempo que su salud se hallaba bastante deteriorada. En las actuaciones de la compañía de Paco Melgares se agotaba físicamente. La muerte le sobrevino por un ataque de uremia en la mañana del día 10. La uremia es un conjunto de síntomas cerebrales, respiratorios, circulatorios, digestivos, etc., producidos por la acumulación en la sangre y en los tejidos de venenos derivados del metabolismo orgánico eliminados por el riñón cuando el estado es normal.

Desde hacía algunos meses, Casimiro Ortas padecía una enfermedad, no obstante la cual había continuado trabajando, ya que su vocación -y también la falta de dinero, porqué no decirlo- no le permitía retirarse a descansar.

Por el teatro Borrás, donde se instaló la capilla ardiente, desfiló en la tarde del día del óbito numeroso público. Todos los actores y actrices de las compañías que actuaban por entonces en Barcelona depositaron flores a los pies del féretro y oraron ante el cadáver. Igualmente acudieron a rendir su último tributo a Ortas los veteranos actores barceloneses.

El cadáver sería embalsamado esa noche y, al día siguiente, el 11 de marzo, por orden del jefe nacional del Sindicato del espectáculo, fue conducido a Madrid para recibir cristiana sepultura en el cementerio de la Almudena. Los pliegos de firmas, instalados en el vestíbulo del teatro Borrás, se llenaron rápidamente. «La muerte del popular actor ha sido muy sentida en Barce­lona -escribía la agencia Cifra (actual agencia Efe), que distribuyó la noticia a toda la prensa nacional y ésta se hizo eco de ella en sus primeras páginas.

Los restos de Casimiro Ortas fueron velados aquella noche por las actrices y actores de los teatros barcelo­neses, críticos teatrales y amigos del finado.

En un ter expreso fue desde Madrid la viuda, acompañada de otros familiares, quienes se dirigieron a la capilla ardiente. En el teatro Borrás fue recibida por numerosas personas que se hallaban en el mismo y le expresaron su pésame más sentido.

A la viuda le fue entregada una carta de condolencia del gobernador civil, ofreciéndole sus respetos y poniéndose a su disposición para todo lo relacionado con el entierro. En el teatro se recibieron numerosos telegramas de pésame de toda España e infinidad de coronas y ramos de flores.

El desfile de público por la capilla ardiente fue continuo durante toda la mañana del día 11.

EL ENTIERRO

«El Sindicato Provincial del Espectáculo de Madrid pone en conocimiento de los actores residentes en la capital de España que mañana, miércoles, 12 de marzo, llegarán procedentes de Barcelona, los restos mortales del que fue gran actor Casimiro Ortas. Tanto los artistas como sus admiradores y amigos que quieran rendir el último tributo al gran artista podrán hacerlo concurriendo a las doce de la mañana a la Plaza de la Independencia, frente a la puerta del Retiro, de donde partirá el fúnebre cortejo. El Sindicato Nacional del espectáculo ha sufragado, íntegramente, los cuantiosos gastos ocasionados por el falleci­miento de Casimiro Ortas», dijo una nota de prensa.

Para apoyar su manifestación de pesar, algunas empresas cerraron sus teatros. De esta manera se le rindieron los honores que se merecía por su arte y talento.

En la sección «Actualidad gráfica», del diario ABC del 13 de mayo se puede ver la comitiva fúnebre de Casimiro Ortas en la Puerta de Alcalá, con el siguiente texto: Madrid.- El entierro del gran actor cómico Casimiro Ortas, verificado ayer, dio ocasión a una impresionante manifestación de duelo. La comitiva se organizó en la Plaza de la Independencia y siguió a la carroza fúnebre hasta la plaza de Manuel Becerra. (Foto Sanz Bermejo).

En la esquela de Ortas se podía leer: «El señor don Casimiro Ortas y Rodríguez. Actor. Hermano mayor de las Cofradías del Buen Fin y Virgen de la Palma, de Sevilla, y de Nuestra Señora del Gran Poder, de Málaga; hermano de Jesús del Gran Poder, de Sevilla, que falleció en Barcelona el día 10 de marzo de 1947, habiendo recibido los Santos Sacramentos y la bendición apostólica de Su Santidad, descanse en paz. Su viuda, doña Aurora Garcíalonso; madre política, doña María Alonso (ausente); hermanos políticos, María y José Garcíalonso (ausentes), tíos políticos, sobrinos, primos y demás parientes ruegan a sus amistades asistan a los funerales que, en sufragio de su alma se celebrarán en la parroquia de Santa Cruz, de esta capital, mañana martes, 18, a las once de la mañana. Las misas que se celebren en las iglesias de San Antonio, de Sevilla; del Carmen, de Málaga y la parroquia de Las Brozas (Cáceres), el día 25 y todos los días 10 de cada mes en la parroquia de Santa Cruz de Madrid serán aplicadas al eterno descanso de su alma. No se repartirán esquelas.

Un ruego y es que este gran actor extremeño, hijo ilustre de la Villa de Las Brozas, sea conocido por todos y se pueda publicar su biografía. Me gustaría lanzar un reto y es que el próximo año la tuviéramos aquí editada. Haríamos una gran labor por la propia cultura extremeña.

DOCUMENTACIÓN GRÁFICA

img01Foto 1.- Casimiro Ortas en el teatro

img02Foto 2.- Casimiro Ortas y su primera esposa Carmen Soberano.

img03Foto 3.- Casimiro Ortas, actor maduro

Oct 012006
 

José Antonio Ramos Rubio.

Cronista Oficial de Trujillo
Doctor en Historia del Arte

Las imágenes de Jesús Niño, suponen por su simbolismo una muestra patente de la infancia del Verbo Encarnado.

Desde los principios de la divulgación del Evangelio, aparecieron pequeñas figuritas, formando parte de Belenes de Navidad, o de pinturas, frescos y mosaicos, creados en las catacumbas romanas y basílicas en los albores del Cristianismo: el Niño Jesús entre María y José. Durante mucho tiempo, la figurita del Niño en la iconografía cristiana estuvo algo «eclipsado» por las esculturas de mayor formato de Jesús como Crucificado o Nazareno y la Madre de Dios. En las épocas del Arte Románico y Gótico, casi solamente forma parte de escenarios navideños, y apenas aparece como escultura individual.

En la Antigüedad, el Arte Romano nos ha dejado muestras de representaciones de carácter religioso, en las que se puede apreciar cierta analogía con la forma de realizar posteriormente las imágenes del Niño Jesús, ya que en ambas se ve englobado el sentido del dominio universal. Podemos citar las figuras de dos infantes: uno de la familia del Emperador Trajano y el otro, del también Emperador, cuando niño, Marco Aurelio. Se les representa con el globo imperial en la mano, corona laureada y reclinados sobre troncos de palmera. La presencia del globo pudiera estar explicada por las propias palabras de Marco Aurelio en sus «Soliloquios»: «La esfera es viva imagen del alma, cuando ésta no se extiende a lo que está fuera de sí». Estas figuras se encuentran integradas en la colección Brummer, de Nueva York, y en la Galería Borghese, de Roma, respectivamente[1].

Es patente que desde tiempos muy antiguos los católicos hemos tenido mucha devoción al Divino Niño Jesús, y hemos honrado su santa infancia, considerando esta edad de Jesucristo como una maravilla de inocencia y amabilidad. El culto al Niño Jesús es muy antiguo, uno de los ejemplos más arcaicos le encontramos en la iglesia de San maría de Aracoeli (Roma), que según la tradición, fue esculpido en un trozo de olivo del Huerto de Getsemaní, obra del siglo VII y se expone durante las fiestas navideñas en el Belén.

Hacia el año 1200 San Francisco de Asís dispuso recordar con mucha solemnidad la Navidad haciendo un pesebre lo más parecido posible al de Belén y celebrando así entre pastores, ovejas, bueyes y asnos la misa de la medianoche, y haciendo él mismo un hermoso sermón de Nochebuena recordando la gran bondad del Hijo de Dios al quererse hacer hombre en Belén por salvar nuestra alma[2]. En el siglo XVII el padre Borély nos relata en un libro la ternura con la que se veneraba al Niño Jesús en la iglesia de Greccio, como uno de los ejemplos barrocos de la devoción a las imágenes infantiles del Señor.

También, San Antonio de Padua fue un devoto tan entusiasta del Niño Jesús que según las imágenes que de él se conservan, mereció que el Divino Niño se le apareciera[3]. La representación de Antonio de Padua en el arte pictórico o escultórico ha conocido una cierta evolución en algunos de los símbolos característicos. Antonio aparece en las primeras representaciones, además de vestido con el hábito franciscano (sayal y cíngulo que lo ciñe), con el libro de los Evangelios. Ya en el siglo XIV se le representa con un elemento que es recogido de San Antonio Abad: la «llama», símbolo del amor divino, y en algunas ocasiones aparece la variante del «corazón en llamas». En el siglo XV se le representa con el «lirio», símbolo de la pureza; y a finales del mismo siglo XV aparece en su iconografía la figura del «Niño Jesús». Hoy en día, San Antonio es representado vestido de franciscano, en la variedad de la Primera Orden, con los símbolos -generalmente unidos- del libro, el Niño Jesús y el lirio.

Casi todas las órdenes religiosas cuentan con un santo o santa a quienes se les atribuye una aparición del Niño y por eso se nos representa en los brazos con él. Otro santo al que se le presenta en las imágenes teniendo entre sus brazos al Niño Jesús es San Cayetano, el cual lo que necesitaba lo pedía por los méritos de la infancia de Jesús. Posteriormente los santos que más contribuyeron a difundir la devoción al Niño de Belén fueron Santa Teresa y San Juan de la Cruz[4]. Santa Teresa de Jesús le tenía un amor tan grande al Divino Niño que un día al subir una escalera obtuvo tener una visión en la que contemplaba al Niño Jesús tal cual había sido en la tierra[5]. En recuerdo de esta visión la santa llevó siempre en sus viajes una estatua del Divino Niño, y en cada casa de su comunidad mandó tener y honrar una bella imagen del Niño Jesús que casi siempre ella misma dejaba de regalo al despedirse[6]. A medida que se avanza en el tiempo y se dejan atrás los siglos medievales, surge el Renacimiento, factor principal del cambio absoluto en la concepción del mundo. El hombre experimenta una evolución que le lleva a preocuparse de motivos más cercanos a su propia vida, al estrato humano. Es entonces cuando aparece el «Antropocentrismo», fiel reflejo de ese Humanismo imperante: la individualidad. El Niño hierático del Románico y más sensible del Gótico, sentado siempre en los brazos y rodillas de su madre, empieza a jugar y se despega de todo lo que le rodea, volviéndose, en pocas palabras, más niño.

Por tanto, esto iba a cambiar en el Renacimiento, cuando en Italia, Flandes y España comenzaron a crearlo como estatua exenta para ponerlo en el foco de la devoción religiosa. Durante el manierismo, en Sevilla se creó lo que podemos llamar el prototipo del Niño Jesús como escultura exenta destinada al culto, un paradigma muchas veces copiado (sin lograr del todo su calidad expresiva) y «exportado» a muchas regiones del Imperio Español. Se trata de una magnífica obra de Juan Martínez Montañés quien esculpió su famoso Niño Jesús de madera de cedro en el año 1606 o 1607. Hoy se encuentra en la Iglesia del sagrario al lado de la Catedral sevillana.

En el año 1636 Nuestro Señor le hizo a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento esta promesa: «Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y tu oración será escuchada».

Millones de creyentes han hecho la experiencia de pedir favores a Dios por los méritos de la infancia de Jesús y han conseguido maravillas.

En el Barroco tardío y Rococó, el motivo comercial parecía lentamente llegar a ser superior a las ambiciones estéticas y teológicas. Mientras que los maestros del Barroco se dejaban guiar por ideas teológicas y filosóficas cuando crearon imágenes del Niño Jesús, en el transcurso de los siglos siguientes se puede observar cierta decadencia – también a causa de la enorme demanda que provocó una producción en serie. Esas creaciones ya no parecían preocupadas por principios de teología y se alejaron cada vez más del aura de lo sagrado, ya que como artículos de gran consumo se basaron en el gusto popular de las masas de clientes quienes sobre todo querían comprar un Niño Jesús que fuera gracioso. La manera de concebir los temas es la causa principal del enfrentamiento entre los artistas, y el origen de abundantes protestas, reflejadas algunas en la obra del P. Mercedario Juan Interiam de Ayala, quien escribe en 1730: «El pintor christiano o tratado de los errores frecuentemente en pintar y esculpir las imágenes sagradas»[7].

Desde hace unos trescientos años la devoción al Niño Jesús se ha extendido rápidamente por Europa, América, Asia, África y Oceanía. Las gentes empezaron a experimentar que cuando piden favores a Dios por los méritos de la infancia de Jesús consiguen maravillas. Mientras que antes el escultor quería imponer su visión, luego los clientes dictaron como querían la apariencia del Niño Divino. También los pintores en varias ocasiones plasmaron en sus lienzos esta imagen, dotándola de un carácter emotivo y propio, análogo al de la escultura, y son bastantes los cuadros sobre el Niño Jesús, aunque las representaciones difieren en algunos aspectos.

En el Siglo XIX (romanticismo burgués) y durante el Neobarroco del Siglo XX, había una amplia producción del Niño Jesús como regalos de primera comunión o destinados a decorar retablillos domésticos. Niños Jesús de dudoso valor estético o francamente de mal gusto invadieron lugares tan profanos como decoraciones de escaparates, libros o tiendas de juguetes.

Paralelamente con la decadencia de la estética, también podemos observar el empleo de materiales cada vez menos prestigiosos y duraderos. Mientras que Martínez Montañés y sus contemporáneos del siglo XVII esculpieron sus obras en madera de cedro que por su dureza se conserva muy bien, a partir del siglo XVIII, y especialmente durante el siglo XX, utilizaron materiales menos valiosos que no prometen dar vida centenaria a los esculturitas del Niño, como el barro, yeso, cera o plástico.

Desde esta perspectiva, conviene resaltar que el Niño Jesús tardó en penetrar en su expresión, iconográfica. Hubo épocas largas, muy largas, en la humanidad, la debilidad infantil del hombre, estuvo absorbida por al apariencia multiforme de la divinidad. Y cuando se acudía a Jesucristo, se hacía más fijándose en la persona de la Trinidad que en su realidad terrena. La predicación cristiana primitiva, se fijó antes en los misterios de la Pasión, de la cruz, de la Resurrección que en los de la infancia de Jesús. Cuando entraron en crisis estas formas de piedad con el Renacimiento. Los humanistas se impusieron el objetivo de purificar las expresiones abigarradas, valorando al hombre, y por lo mismo, en acentuar una religiosidad más atenta a la realidad humana de Dios, buscar la humanidad de Jesús, la ternura del Niño Jesús. Los talleres de escultura comenzaron a producir al por mayor para satisfacer la demanda de conventos, de iglesias, de particulares que podían encargar imágenes del Niño Jesús, o de las colectividades tan populares como fueron las cofradías del Antiguo Régimen, donde descubrimos esa catequesis vivida de familiaridad con Dios, en aquellas sociedades que habían roto las barreras entre lo sobrenatural y lo natural, entre lo divino y lo humano.

Y ahí está esa colección heterogénea y dispar que hemos localizado en algunos conventos de Trujillo como es este el caso, Niños Jesús con simbolismos y anuncios -y rasgos a veces- de su madurez trágica de pasión; Niños frágiles y desnudos, en los que a veces se perciben aún los ingenuos y monjiles disimulos de la cándida desnudez; Niños con atuendos que constituyen testimonios del arte de vestir de la época respectiva, en los que sus propietarias del convento femenino de RR. Dominicas volcaron maternidades sublimadas.

Los escultores castellanos anónimos de estos Niños Jesús prefieren la madera a cualquier otro material, madera con la que consiguen una fuerza y dramatismo acusados, que le dan ese carácter tan expresivo a las figuras y que les permite la posibilidad de una posterior corrección, fijando nuestra atención en el encarnado (consiste en la pintura o policromía de las partes del cuerpo que están al descubierto: cabezas, brazos, manos, torsos y piernas). El color no se daba directamente sobre la madera, sino en una primera capa que constituía el aparejo. En segundo lugar iba el dorado, no afectando para nada al encarnado. Se aplicaban algunas veces panes de oro. Una vez dorada la escultura se procedía, al estofado, pintando encima con colores planos y trabajados, o labores a punta de pincel. El aparejo de la encarnación era distinto y más delgado que el empleado en el estofado, a base de albayalde (óleo y barniz, producto este último que daba el brillo). Durante la primera mitad del siglo XVII, se empleará otra técnica en algunos Niños Jesús del Convento de San Miguel: encarnar primero a pulimento y después a mate: ya que el pulimento daba consistencia a la encarnación y el mate restringía el excesivo lustre, matizando la piel. Lo cierto es que la encarnación del siglo XVII posee un tono oscuro. El naturalismo de este siglo, dio origen al empleo de elementos postizos, para dar la impresión de vida y realidad, como los ojos de pasta vítrea, pestañas, lágrimas, pelos naturales, orillas de encaje y letras bordadas. En cuanto a los ojos, primero se usó el procedimiento de pintarlos y después de recubrirlos con una lámina de cristal adaptada a su forma.

Los Niños Jesús exentos del Convento de San Miguel tienen importancia decisiva tanto por su novedad iconográfica como por el hecho de encontrarse en ellos varias representaciones o tipos distintos. No obstante, he de destacar que a pesar de haber realizado el estudio de los Niños Jesús exentos del cenobio de religiosas dominicas de Trujillo, en la ciudad y en concreto en otros conventos como en Santa Clara o San Pedro, existen varios Niños Jesús de distinta tipología, así como el Niño barroco de la Bola en la iglesia de San Francisco o los Niños de plomo del siglo XVII de la iglesia de Santiago, uno de ellos en paradero desconocido. Y, más recientemente, el Niño Jesús de Praga de la parroquial de San Francisco, de los años 40 del siglo XX.

Será el siglo XVI el que contemple esencialmente la aparición de la iconografía y se continúe con gran auge durante los siglos siguientes. Una de las representaciones menos frecuentes que hemos podido comprobar de los Niños estudiados han sido las imágenes de Niños Jesús en cunitas, integrados en los de Belén-, dentro de vitrinas de cristal (foto 1). Obra en madera policromada, anónimo del último tercio del siglo XVI. El cabello, las cejas y la boca presentan pintura. Con una anatomía muy marcada, las piernas cruzadas, vientre y curva inguinal trabajos con detalle. Viste túnica de raso de color salmón, ribeteada con bordados en hilo plateado, medias blancas caladas y zapatos de raso bordados. Es de pequeño tamaño. Descansa dormido en una cuna, con una colcha de raso de tono rosáceo y blanco, con motivos florales, y una almohada de encajes en las orlas. Presenta muy buena conservación.

img01Foto 1

En el convento de San Miguel nos encontramos con tres Niños Jesús de Pasión. Esta iconografía procede de las palabras de Santo Tomás: “Que en el momento de su concepción, el primer pensamiento de Cristo fue para su Cruz”. Es evidente que en el Medioevo se utilizaron los instrumentos de la Pasión, dominaban en la liturgia de las vísperas de la Semana de Pasión, en el canto del himno “Vexilla Regis” y encabezaban las procesiones del Jueves Santo. Será en el siglo XVI cuando se una la Infancia de Cristo con la Pasión, siendo los Jesuitas sus mayores propagadores, apareciendo con frecuencia como ocurre en uno de los Niños del convento de San Miguel con el anagrama de JHS, siendo una variante como es el Nazareno.

Niño Jesús de Pasión (Foto 2). Mide 42 cms. Debemos tener en cuenta que las religiosas del convento han cambiado en numerosas ocasiones sus vestimentas, por eso no todos los Niños de Pasión son Nazarenos, aunque sí todos los Nazarenos lo son de Pasión. En este caso viste tela roja bordada, porta una cruz en la mano izquierda y en la cabeza una corona de espinas, lleva los pies descalzos. Viste túnica roja de raso con motivos vegetales con bordados dorados, mangas y cuello ribeteada con encajes. Es obra en madera policromada del segundo cuarto del siglo XVII. Pertenece al grupo de los Niños de Pasión, posee cabellera postiza, sobre la que se apoya una corona de espinas. Cara redonda; cejas finas; mirada fija, nariz recta y mejillas abultadas, excesivamente coloreadas; boca con las comisuras hacia abajo, que le da una expresión de tristeza y cuello ancho corto. Se apoya sobre una peana, restaurada que no corresponde con la fechación de la obra en sí.

img02Foto 2

Niño Jesús de Pasión (Foto 3). Mide 69 cms. Viste túnica morada como Nazareno, de terciopelo y raso, ajustada con un cíngulo a la cintura. Porta una cruz en la mano izquierda y en la cabeza una corona de espinas. Es obra en madera policromada del siglo XVII, anónima, aunque muy en la línea de los Niños Jesús de Pasión del artista Tomás de la Sierra, parecido al existente en la colegiata de San Luis, de Villagarcía de Campos (Valladolid). Se nos ofrece el Niño Jesús del Convento de San Miguel de Trujillo con los atributos pasionales, un gran patetismo, mira la cruz, posee peluca con grandes rizos. Cara redonda, cejas finas alargadas, mejillas coloreadas y nariz pequeña, boca gordezuela. Se apoya en una peana.

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Niño Jesús Nazareno (Foto 4). Mide 66 cms. Pertenece al grupo de los denominados “Nazarenos” dentro de los Niños de Pasión. Porta una cruz sobre el pecho. Apoya su pie izquierdo sobre la bola del mundo, con el cuerpo inclinado hacia la derecha. Es un claro ejemplo de la contraposición entre el bien y el mal. Apoya la cabeza en actitud reflexiva en la cruz. Posee cabellera en forma de ondas, cara oblonda, nariz recta, pómulos marcados y barbillas muy pronunciada, los ojos son de cristal. Se apoya en una peana que lleva el anagrama JHS. Es una obra de pasta de la primera mitad del siglo XX, posiblemente de la Escuela de Olot.

img04Foto 4

En el convento de San Miguel nos encontramos con tres Niños Jesús Triunfante, portan una cruz en su mano izquierda y bendicen con la derecha.

Niño Jesús Triunfante (Foto 5). También llamados Victoriosos. Tendría que llevar en su mano izquierda una cruz o estandarte, pues la cruz no solo es símbolo de la Pasión sino también de la Resurrección y Victoria-. Mide 67 cms. Apoya su peso sobre la pierna derecha. La mano derecha se encuentra en actitud de bendecir. Es obra barroca, el Niño está desnudo y se encuentra en posición movida, denominado “en posición de baile”, presentando una anatomía excesivamente musculosa. Su vientre es grande y la curva inguinal muy marcada. Posee cabeza con cabello ensortijado, de rizo pequeño, más abultado en el centro, frente ancha, cara oblonda, cejas alargadas y finas, ojos expresivos de cristal, nariz recta y boca rosada de labios delgados y mejillas con tono rosáceo. Las rodillas se ven muy trabajadas lo mismo que la espalda. Se apoya en una peana cuadrangular de madera. Tiene una buena conservación. Por las características artísticas e iconográficas, es obra en madera policromada del primer tercio del siglo XVII. Su tipo deriva muy directamente del creado por Juan Martínez Montañés, utilizado igualmente por Juan de Mesa[8].

img05Foto 5

Niño Jesús Triunfante (Foto 6) de vestir. Mide 47 cms. Tendría que llevar en su mano izquierda una cruz -desaparecida- y la mano derecha se encuentra en actitud de bendecir. Cabellera de rizos, ojos de cristal, cejas finas, nariz chata, boca expresiva dejando ver los dientes y mejillas sonrosadas. La encarnadura es a pulimento y la conservación es buena. Viste túnica blanca de tejido de organza con encajes. Se apoya en una peana decorada con volutas. Obra en madera policromada del primer tercio del siglo XVIII.

img06Foto 6

Niño Jesús Triunfante (Foto 7) de vestir. Mide 44 cms. Tendría que llevar en su mano izquierda una cruz -desaparecida- y la mano derecha se encuentra en actitud de bendecir. Lleva enagua, cuello e interior de las mangas de encaje blanco, el vestido está ajustado con cíngulo de raso blanco. Cabello de rizo grande, formando un remolino en el centro, para caer a los lados en grandes bucles. Posee cejas finas, ojos de cristal; nariz respingona; mejillas coloreadas y boca pequeña. Apoya su peso sobre la pierna derecha en una peana circular. La conservación del Niño Jesús es buena. Obra en madera policromada del segundo cuarto del siglo XVII.

img07Foto 7

Niño Jesús sentado (Foto 8) de vestir, en actitud de bendecir. Mide 40 cms. Cara oblonda con cabellos rizados, cejas finas, ojos de cristal, nariz chata y boca gordezuela entreabierta. Viste túnica de raso ricamente decorada y lleva los pies desnudos. Obra en madera policromada de mediados del siglo XVIII. Tiene buena conservación.

img08Foto 8

El convento de San Miguel conserva tres Niños Jesús Majestad, representando al Infante como Rey y Señor, pudiendo ser asociado con de Niño Jesús de Praga por rasgos generales de idéntica significación[9]. Según la tradición la imagen pragense emana de España[10]. Algunos autores consideran que hacia 1610, creó Martínez Montañés el tipo de Jesús desnudo, bendiciendo, en actitud naturalista, extendiéndose por España[11]. Sujeta con la mano izquierda el globo terráqueo y bendice con la mano derecha.

Niño Jesús Majestad (Foto 9). Mide 66 cms. Obra de hacia 1850. Niño en actitud de bendecir, al que le falta la bola del mundo en su mano izquierda; se apoya en una peana de mármol.

img09Foto 9

Niño Jesús Majestad (Foto 10). Niño de vestir. Mide 45 cms. Niño en actitud de bendecir, al que le falta la bola del mundo en su mano izquierda. Viste túnica blanca de tejido de organza con encajes, también tiene encajes las mangas, el cuello. Posee frente grande; cabello de abundantes rizos aglutinados en tres zonas; cejas alargadas; ojos de cristal; nariz pequeña; pómulos sonrosados salientes; boca gordezuela; barbilla marcada. Se apoya en una peana circular. Obra en madera policromada del segundo tercio del siglo XVIII. Tiene buena conservación.img10

Foto 10

Niño Jesús Majestad (Foto 11). Niño de vestir, en actitud de bendecir, al que le falta la bola del mundo en su mano izquierda. Cara redonda, abundantes rizos en la cabeza, cejas finas; nariz pequeña, mejillas abultadas; boca gordezuela y barbilla marcada. Obra del siglo XVII. Se encuentra en lamentable estado de conservación. Tiene un brazo roto y le falta la peana sobre la cual iba apoyado.

img11Foto 11

Niño Jesús, Buen Pastor (foto 12):Presenta una mezcla iconográfica de dos tipos: bendiciendo con la mano derecha y con la izquierda portando el estandarte, como Salvador del mundo, y también como Buen Pastor, con el báculo o cayado. Con este tema, sin embargo se produce una contraposición que raya casi en el antagonismo, entre pintores y escultores de la época. Los primeros, salvo en raras excepciones, tratan la figura de Jesús Niño de una manera delicada y humana. Vemos Niños en los cuadros de Velázquez, de Zurbarán, pero sobre todo en los del artista que mejor ha sabido distinguir la infancia, Bartolomé Esteban Murillo, copiando sus modelos del natural e inmortalizándolos en lienzos de los que se conservan buena parte en nuestro país, repartidos por diferentes lugares, y muy especialmente en el Museo del Prado. Se representa en pintura al «Buen Pastor», aparece Jesús Niño con una oveja, rememorando el pasaje evangélico de San Juan: «Yo soy el Buen Pastor y conozco a mis ovejas…». Estos lienzos, mundialmente conocidos y admirados, son una clara muestra, dada la delicadeza de sus temas y la forma de ser tratados, de la profunda religiosidad del autor. Los escultores -generalmente- dirigen sus pasos por otros caminos totalmente opuestos a los pintores. Las imágenes que crean son crudas y amargas: Niños de corta edad con corona de espinas, con instrumentos de Pasión o soportando el peso del madero. En este caso, en el convento de San Miguel, nos encontramos con un Niño Jesús vestido de pastor, bendiciendo con la mano derecha y portando con la izquierda un báculo muy moderno (que no corresponde con la fechación de la obra escultórica). Mide 55 cms. Cara redonda, cejas finas, nariz pequeña, mejillas abultadas, boca gordezuela y barbilla marcada. Obra en madera policromada de la segunda mitad del siglo XVII. En mal estado de conservación.

img12Foto 12

Niño en actitud declamatoria (Foto 13). Mide 56 cms. Sería un Niño Jesús Pasionario, se supone llevaba la cruz en el palo que tiene apoyado -pero la falta la cruz-, y se le han girado los brazos tomando otra actitud. Cabello con rizos, frente pequeña, cejas finas, nariz recta, boca gordezuela y mejillas muy coloreadas, presentando encarnadura a pulimento. Se sujeta en una peana de madera, sin ningún adorno. Se encuentra en mal estado de conservación. Es obra del siglo XVII.

img13Foto 13

Niño Jesús, anónimo, siglo XVII (Foto 14). Mide 40 cms. Presenta una anatomía excesivamente musculosa. Se apoyaría en una peana -que ha desaparecido- . Está desnudo, portaría en su mano izquierda una cruz y en la derecha una bola del mundo. Se encuentra en estado de conservación precario.

img14Foto 14

Niño Jesús, siglo XVIII (Foto 15). Mide 31 cms. Se encuentra en muy mal estado de conservación. Sobre su cabeza de cabello castaño, tiene las marcas de haber portado una pequeña corona. Posee cejas alargadas, ojos de cristal; nariz pequeña, mejillas abultadas y barbilla marcada. Obra en madera policromada.

img15Foto 15


NOTAS:

[1] BLÁZQUEZ, J. M.: Trajano. Ariel, 2000;Brown, P, Thébert, y Vevne, P: Historia de la vida privada en el Imperio romano. Taurus, Madrid, 1992; GONZALEZ, J y SAQUETE, J. C.: Marco Ulpio Trajano. Junta de Andalucía, 2002; Mommsen, T: El mundo de los Césares. F.C.E., Madrid, 1983.

[2] Casas, V: Francisco de Asís. Vivir según el Evangelio (Col. Testigos, 8). Madrid, Ed. Paulinas, 1991 (3ª ed); Chersterton, G. K.San Francisco de Asís(Biografías – Memorias). Barcelona, Ed. Juventud, 1994 (8ª ed); Colosanti, JuanSan Francisco de Asís. Vida popular. Buenos Aires, Misiones Franciscanas Conventuales, 1991; Herrera, Juan IgnacioSan Francisco de Asís (Vidas ilustres, 15). Madrid, Susaeta Ed., 1981; Larrañaga, IgnacioEl Hermano de Asís. Vida profunda de San Francisco. Madrid, Ed. Paulinas, 1991 (XI edición).

[3] San Antonio de Padua, Sermones dominicales y festivos, Publicaciones del Instituto Teológico Franciscano, Murcia 1995; G. Abate, La «Vita prima» di Sant’Antonio, en Il Santo 8 (1968), pp. 127-226.

[4] Obras de San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia, editadas y anotadas por el P. Silverio de Santa Teresa, C.D. Burgos, Monte Carmelo, 1929-1931, 4 vol., (Biblioteca Mística Carmelitana 10-13); Obras completas. Edición crítica, notas y apéndices por Lucinio Ruano de la Iglesia. 13. ed. Madrid, EDICA, 1991. Obras completas. 6. ed. Preparada por Eulogio Pacho. Burgos, Monte Carmelo, 1998; JOSÉ DE JESÚS MARÍA (Quiroga), Historia de la vida y virtudes del venerable P. Fr. Juan de la Cruz… Ed. de F. Antolín. Salamanca, Junta de Castilla y León, 1992; JERÓNIMO DE S. JOSÉ (Ezquerra), Historia del Venerable Padre Fray Juan de la Cruz. Nueva ed. preparada por J.V. Rodríguez. Valladolid, Junta de Castilla y León, 1993, 2 vol.

[5] ROIG, R: De la visión del infierno a la visión del primer Carmelo, del Libro de la vida de Santa Teresa, Letras de Deusto (Bilbao, Spain) 12, nº. 24 (1982 July-Dec.), p. 59-75.

[6] Polo, José (ed.): Estudios sobre Santa Teresa. Universidad de Málaga, Málaga,1988; Cammarata, Joan F.: Epístola consolatoria y contemptus mundi: El epistolario de consuelo de Santa Teresa de Ávila,Actas del XIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, I: Medieval: Siglo de Oro; Sevilla, 2000; Arencibia, Yolanda Source: La expresividad de Santa Teresa en Las moradas, Revista de Filología de la Universidad de La Laguna {Tenerife) 3, (1984), p. 17-30; Carreno, A: El Libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, Madrid, 1986; LOPEZ ESTRADA, F: Literatura y religión en la política de los Siglos de Oro: La relación de las fiestas que Felipe IV hizo en 1627 por el patronato de Santa Teresa de Jesús, Aureum Saeculum Hispanum: Beitrage zu Texten des Siglo de Oro; Korner, Karl-Hermann (ed. & introd.)–Briesemeister, Dietrich (ed.), 1983.

[7] Benito Jerónimo Feijoo, Teatro crítico universal, tomo segundo (1728). Edición de Madrid 1779 (por D. Joaquín Ibarra, a costa de la Real Compañía de Impresores y Libreros); El pintor christiano, y erudito, ó Tratado de los errores que suelen cometerse frecuentemente en pintar, y esculpir las Imágenes Sagradas./dividido en ocho libros con un apéndice…; escrita en latín por…Juan Interián de Ayala…; y traducida en castellano por D. Luis de Durán y de Bastéro.Biblioteca de Cataluña. 1782 (Biblioteca de la Universidad de Navarra, Humanidades Fondo Antiguo, sig. Fa 150-180), existe una versión publicada en Barcelona en 1883 (Imprenta de la Viuda de J. Subirana).

[8] Véase URREA, J: La pequeña escultura en Valladolid (siglos XVI al XVIII). Edit. Caja de Ahorros Popular de Valladolid, marzo de 1983.

[9] VIRGEN DEL CARMEN, Fr. A. De la: Historia del Milagroso Niño Jesús de Praga. Edt. De Espiritualidad. Madrid, 1960. Il Messagiero del S. Bambino Gesú di Praga. Padri Carmelitani Scalzi. Arenzano (Génova). Organo Ufficiale dellÓmonimo Santuario. Anno LXX, 1975; LXXII, 1978; LXXVII, 1981.

[10] OLRS, J: El Niño Jesús de Praga es de origen español. Ecclesia, 1952.

[11] MARTÍN GONZALEZ, J. J: Historia del Arte. Gredos, Madrid, 1978, tomo II. MALE, E: L`art Religieux de la fin du XVI siécle, du XVII siécle et du XVIII siécle. Ed. Armand Colin. París, 1951. LLOMPART, G: Imágenes mallorquinas exentas del Niño Jesús. B.S.A.A., XLVI, Universidad de Valladolid, C.S.I.C. Valladolid, 1980.

Oct 012006
 

Domingo Quijada González.

Justificación

Se han escrito ya diversos trabajos referentes a la conquista y repoblación del Valle del Alagón, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX (exponemos algunas muestras en la Bibliografía). Sin embargo, la escasez de documentación, especialmente la relativa a la primera fase de ambos procesos, implica que aún hayalagunas históricas en este apartado –como es evidente.

Ese fue el motivo principal que nos impulsó a realizar esta ponencia, con el fin de complementar los estudios y el conocimiento de nuestra amada tierra con nuevas aportaciones.

Como se desprende del título de la misma, hoy nos vamos a centrar sólo en el tema de los apellidos (para no excedernos en la extensión, incumpliendo las bases de estos Coloquios). Pero lo podemos ampliar con otros apartados (etnográfico, lingüístico, folclórico, etc.), lo que posiblemente haremos en otras ediciones…

1.- Historia de los apellidos

Pero, antes de comenzar, hagamos una pequeña reseña acerca de nuestro protagonista de hoy, los apellidos que, aunque nos puedan parecer tan cotidianos, tienen su propia historia:

  1. Antes de la romanización, los apellidos no existían: para distinguir o singularizar a las personas, se usaban motes o similares para completar el nombre o especificar al mismo.
  2. Sin embargo, los romanos los introducen, añadiendo la familia (Livio, Graco, Julio, etc.) a la que pertenecían. Pero a los nativos no les afectaba apenas.
  3. Los árabes no nos legan en este sentido casi nada (sólo significado).
  4. Pero con la Edad Media aparecen los apellidos actuales:
    • La Nobleza: fueron los primeros en hacerlo, añadiendo el nombre de su lugar de nacimiento, conquista, señorío, etc. (topónimo: ej. Alba, Miranda, etc.), de su familia (patronímico: ej. González, Sánchez, etc.) y mote o apodo (Calvo, Gordo…).
    • El pueblo llano imita a los anteriores e incorpora el lugar natal (Retortillo, Mahíllo, etc.), profesión (Carpintero, Vaquero…), familia (López, Gutiérrez, Nieto, etc.), mote (Rubio, Roncero), cualidad (Bueno, Clemente, Garrido, Franco, Hermoso, etc.) y otros. Un caso especial fueron losconversos, con nombres de ciudades (Cáceres, Plasencia…) o elemento geográfico (Batuecas, Fuentes, Mesa, Valle, etc.), de la Iglesia (Cruz, Iglesia), profesiones (Cirujano, Carpintero, Herrero,…), plantas (Granado), animales (Alcón, Cordero…), etc.
  5. A partir de entonces se generalizan y expanden por toda la geografía hispana, incluso fuera de ella: por la conquista y colonización de América:

2.- Fundamentos históricos

Conocido lo anterior, pasemos a conocer los datos históricos básicos, para lo que nos hemos servido de la Bibliografía reflejada al final (así como de nuestra propia base de datos):

  • Presencia árabe en su entorno durante los siglos IX, X y XI, dada su inclinación por asentarse en los valles fértiles de los ríos (como es el caso del Alagón y sus afluentes), unido a la proximidad de la antigua calzada romana (“Vía de la Plata”). Así se desarrollan o surgen Coria, Galisteo, Granada (o Granadilla), la Atalaya de Pelayo Vellido, Palomero y otras almenaras de menor importancia. Su aportación será destacada en ciertos lugares, como se aprecia por el legado etnográfico que aún perdura: costumbres, vocablos, ornamentos, gastronomía, etc. En el propio Montehermoso, dos de sus barrios principales tienen nombre árabe: “El Albadil” y “Las Kábilas”, aunque su fundación fuera posterior. Pero será en la etapa siguiente cuando alcance un mayor protagonismo.
  • Reconquista:
    • Hubo una Reconquista inicial en el siglo XI, cuando Alfonso VI (1040-1109) toma Coria (incluyendo la Atalaya de Pelayo Vellido en el 1077, denominada así porque se la donó a su mayordomo de ese nombre). Pero los almorávides recuperan la zona a finales de ese siglo XI y principios del XII, tras las batallas de Zalaca y Alarcos. Por lo tanto, en esa fase no puede hablarse de repoblamiento, ya que no dio tiempo para ello.
    • En la primera mitad del siglo XII el despoblamiento del Valle del Alagón era casi general, originado por las frecuentes razzias llevadas a cabo por ambos bandos.
    • Sin embargo, a mediados de ese siglo XII se acomete una nueva Reconquista Cristiana:
      • Alfonso VII (el emperador, 1105-1157) reconquista Coria el año 1142, aunque no fuera de forma permanente o definitiva. Alfonso VII divide a León y Castilla (1157).
      • Su hijo Fernando II (1157-1188), además de tomar Granadilla y Cáceres, dona Coria al arzobispo de Santiago (1162), y después a los Templarios (1168), debido a los peligros que surgen con la entrada de los almohades.
  • Finales del siglo XII:
    • Alfonso IX de León (1188-1230): establece la línea fronteriza en el Tajo, y toma Mérida y Badajoz. Pero ya adelantábamos que se trataba de una situación inestable, por lo que estos territorios siguen en poder de las Órdenes Militares, destacando la de Santiago en el sector que estamos analizando (la de Alcántara quedaba más lejos). Así pues, el Valle del Alagón pasó primero a la diócesis de Santiago y más tarde a la Orden militar de ese nombre (después le serían cedidos muchos privilegios al convento de Sancti Spíritu (Sta. Ana) de Salamanca.
    • Sin embargo, en el siglo XIII sucede un hecho trascendental: la batalla de Las Navas de Tolosa (1212). Y, aunque el citado Alfonso IX de Leónno participa en ella (dada su enemistad con su suegro, Alfonso VIII de Castilla), la derrota almohade permite a Alfonso IX retomar Cáceres (1229), Montánchez, Medellín, Mérida (1230), Badajoz (1230) y otras muchas plazas fuertes extremeñas.
  • Esa nueva situación permite la REPOBLACIÓN y el posterior deslinde del Valle del Alagón: Granada, Palomero y Atalaya de Pelayo Vellido. Importante fue la repoblación de Galisteo, pues permitió el nacimiento de su Mancomunidad de la Villa y Tierra de Galisteo, que englobaría una serie de pueblos como luego veremos (incluyendo el de Montehermoso).

Resumiendo, tras la Reconquista hubo que efectuar la consiguiente Repoblación pues, al estar nuestra región casi despoblada (por las causas antes citadas), los reyes se ven obligados a entregar extensos territorios a las Órdenes Militares y a la nobleza (incluyendo a la Iglesia), lo que repercutirá negativamente en los aspectos económicos y sociales de años y siglos posteriores. Las propias ciudades, como necesitaban atraer población cuando son fundadas o repobladas, recurren a la concesión de Fueros que favorecían a los recién llegados, a la vez que los reyes protegían a esos núcleos urbanos del interés y poder de la nobleza: así, desde tierras avileñas (como en el Campo Arañuelo), leonesas (Valle del Alagón y Sierra de Gata) o desde el resto de Castilla y León en general (incluso desde Galicia, Asturias y Cantabria), gradualmente van llegando los nuevos pobladores, dejando su huella (lingüística, cultural, tradiciones, etc.) para el futuro. Como es lógico, dada la vinculación geográfica, la entrada se hizo desde Salamanca; a través de diversas etapas, fases o trampolines: Béjar, Plasencia, Granadilla y su tierra, Galisteo y su Mancomunidad, Coria, etc. Precisamente, en el apartado de los apellidos se confirman muchas de esas premisas.

Pero esa nobleza, con el visto bueno de reyes débiles posteriores (a menudo lo hicieron para “premiar” su apoyo en las guerras), se harían en muchos casos con el control jurisdiccional y/o territorial de ciudades y lugares, siendo una de las causas de los latifundios posteriores y de los frecuentes abusos en todos los sentidos: sólo las tierras de realengo o dependientes de ciudades fuertes (caso de las Campanas…) mantendrían cierta libertad frente a los Señoríos.

Esos mismos colectivos sociales (Órdenes Militares, Nobleza y repobladores castellano-leoneses), la propia escasez demográfica, el mencionado reparto de la propiedad (latifundismo) y las características edafológicas y climáticas de Extremadura favorecerán la economía pecuaria, en torno a la Mesta (que se crearía más adelante) y la ganadería trashumante; lo que impidió el desarrollo agrícola. Como cita Aurelio Gutiérrez (que a su vez lo toma de J.L. Martín Martín), “…Los concejos situados al sur del reino de león, bajo cuya área de influencia caía la Transierra, mostraron un claro interés, al menos durante el siglo XII, porque no se roturara esta zona y mantuviera un aprovechamiento ganadero que había de proporcionarles pingües beneficios. Pero, en todo caso a modo preventivo, ante el temor de nuevos asentamientos poblacionales que se desgajasen del alfoz primitivo, los legisladores leoneses dictan normas como la que imponía que en todo el extremo non haya nengun labor sinon colmenar con su casa e torre”.

Es muy posible que también frecuentaran estos parajes grupos de marginados o perseguidos por la justicia, que se habían refugiado en estas tierras fragosas y semiabandonadas por múltiples motivos: desertores, aventureros, ladrones, delincuentes, criminales, etc. Posteriores cartas de poblamiento permitirán la reinserción de estos individuos ante la escasez demográfica para poder llevar a cabo los posteriores procesos de roturación que más tarde se permitirán y animarán.

  • La Repoblación de Galisteo y su tierra

La citada victoria de las Navas de Tolosa permite a Alfonso IX de León repoblar Galisteo en 1217, con gente procedente de Castilla León –como ya hemos señalado–, constituyéndose la “Mancomunidad de Villa y Tierra de Galisteo”, compuesta por esa localidad más las de Riolobos, Holguera, Aldehuela del Jerte, Carcaboso, Valdeobispo, Montehermoso, Aceituna, Pozuelo de Zarzón y Guijo de Galisteo (y algún que otro despoblado, sobre todo en las márgenes del río Alagón, como fue el caso de Malpartida). Todos ellos en el Valle del Alagón central o sus proximidades (al norte quedaba Granadilla y aguas abajo Coria).

El tema de esta Mancomunidad estará ligado posteriormente al Señorío de Galisteo, que data de 1268 cuando el rey Alfonso X el Sabio dona dicho estado a su hijo primogénito D. Fernando de la Cerda, primer Señor de Galisteo y su Tierra. El Señorío estaba formado por la mencionada Villa de Galisteo, cabeza del mismo. Y en los parajes más alejados surgen aldeas o pequeñas alquerías que, con el progresivo crecimiento, darían lugar a los mencionados pueblos (algunos de ellos superarían a la matriz de Galisteo, como es el caso de Montehermoso).

Según García Martín, la vida económica y administrativa de estas aldeas estaba regulada por un Concejo, ejerciendo el dominio sobre el terreno asignado y correspondiéndole todas las competencias relativas a su poblamiento, así como el reparto de heredades entre los vecinos, reservando parte de las tierras para el aprovechamiento comunal o concejil (tierras de propios y comunes).

Tras unos turbulentos años, finalmente el rey Juan II donó el Señorío de Galisteo a don Garci Fernández Manrique de Lara, conde de Castañeda y Señor de Aguilar. Precisamente, el segundo de sus hijos, don Gabriel Manrique, recibiría el título de Conde de Osorno y, en 1451, el de Duque de Galisteo; recayendo por último, en la casa del duque de Montellano y del Arco, que nombraba al corregidor y las justicias. Los mismos pueblos componían el sexmo de Villa y Tierra, aprovechando en común los pastos y montes, los cuales fueron donados por el duque, formando para su gobierno un cuaderno de leyes municipales, en el año 1531; que fue sancionado por el mismo señor en 1547; cuyo sexmo quedó disuelto en 1837, por orden de la Diputación Provincial, adjudicando a cada pueblo la parte de terreno correspondiente.

3.- Los apellidos de Montehermoso: origen y relaciones actuales

Conocido lo anterior, y según decíamos al principio, existe un gran vacío documental sobre la historia de Montehermoso –como en tanto otros lugares–, especialmente en la etapa que abarca a los tiempos antiguos (desde su fundación hasta la Edad Moderna). Es lógico que buena parte de su trayectoria coincida con la evolución histórica que hemos descrito antes: repoblación del Valle del Alagón. También anticipábamos que podríamos servirnos de los apellidos para justificar esa posibilidad tan evidente. Y es lo que hemos llevado a cabo para analizar los orígenes y movimientos migratorios de esta localidad –pero que sería válido igualmente para cualquier otra–, cotejando las relaciones de vecinos (o Censos), así como diversas listas o catálogos de diferentes fuentes desde el siglo XVI (que es cuando ya hay datos suficientes, al surgir los Archivos Parroquiales) en distintas épocas, para ver así las incorporaciones, desapariciones o continuidades a lo largo de los años.

  • Vamos a comenzar por la primera relación que existe en el Archivo Parroquial de Montehermoso (registros de Bautismos, Matrimonios y Defunciones), que data de 1582 (tras las normas emanadas del Concilio de Trento), según el cual los apellidos más abundantes en ese año eran los siguientes:

Alba: apellido de origen castellano-leonés, que también existe en Ahigal y Salamanca.

Alcón (con H): lo encontramos en Aldehuela del Jerte, Coria, Galisteo, Plasencia, Santa Cruz de Paniagua, Villa del Campo y Valdeobispo. También en Salamanca.

Blasco: hoy sólo permanecen escasas muestras, así como en el entorno del Alagón.

Bueno: los casos más antiguos se hallan en Aragón y Burgos. Y cerca de Montehermoso destaca en Aldehuela del Jerte, Carcaboso, Galisteo, Plasencia, Valdeobispo y Salamanca.

Caballero: desaparecido ya.

Calvo: origen gallego y castellano. Con suficiente presencia en Pinofranqueado (Hurdes), Plasencia, Riolobos y Sierra de Gata (Cadalso). Abundante en Salamanca.

Carpintero: lo hallamos también en Coria, Holguera, Plasencia, Valdeobispo y Salamanca.

Clemente: origen castellano-aragonés. Muy común en Aceituna, Aldehuela del Jerte, Coria y Plasencia y Salamanca.

Contreras: hoy desaparecido en la localidad.

Domínguez: procedencia castellana. Apellido que destaca en Aceituna, Ahigal, Valle del Ambroz, Coria, Galisteo, Sierra de Gata, Hurdes, Moraleja, Plasencia, Riolobos, Valdeobispo, Villa del Campo y Villanueva de la Sierra.

Fernández: muy reducido en la actualidad, y de expansión generalizada.

Flores: caso parecido al anterior, pues sólo se mantienen escasos ejemplos.

Franco: origen vario (francés, gallego incluso zamorano). En la zona destaca en Acebo, Coria y Plasencia.

Galindo: se conocen orígenes aragoneses, cántabros y castellanos. Pero aquí procede de Salamanca (donde abunda). También destaca en Ahigal, Guijo de Galisteo y Plasencia.

García: apellido muy común (sobre todo en Navarra y Castilla, incluyendo la tierra de Cameros), aunque en Montehermoso no lo es tanto. De todos modos, en la zona sí prolifera, sobre todo en Oliva de Plasencia y Plasencia.

Garrido: éste sí que lo es, de origen castellano y que también sobresale en Guijo de Galisteo, Oliva de Plasencia y Salamanca (de donde posiblemente proceda).

Gil: dicen los expertos que este apellido procede de Cantabria, pero lo que a nosotros más nos interesa es saber que en Salamanca es muy común (de donde pudo proceder); lo mismo que en el Valle del Ambroz, Coria, Granadilla, Plasencia, Pozuelo de Zarzón y Villa del Campo.

Gómez: en los últimos años (y siglos) se ha reducido su porcentaje.

González: sin embargo, y como veremos en otro apartado, éste era y es uno de los apellido con mayor número de portadores en la localidad. De origen castellano (Camerano), está muy extendido por la península y la comarca: sobre todo en Oliva de Plasencia y Plasencia.

Gutiérrez: los antecedentes más antiguos hay que buscarlos en Asturias y Castilla; y, dentro de ésta, en Salamanca (donde es bastante frecuente). Centrándonos en el Valle del Alagón o sus aledaños, lo hallamos en Carcaboso, Coria, Galisteo, Guijo de Galisteo, Moraleja, Oliva de Plasencia, Plasencia, Santibáñez el Bajo y Villa del Campo.

Hernández: apellido de origen generalizado y muy abundante en esta zona que estamos viendo: Abadía, Aceituna, Ahigal, Valle del Ambroz, Carcaboso, Cerezo, Coria, Galisteo, Granadilla, Sierra de Gata, Guijo de Galisteo, Hurdes, Moraleja, Palomero, Plasencia, Pozuelo, Riolobos, Santibáñez el Bajo, Villa del Campo y Villanueva de la Sierra. También en Salamanca.

Iglesias: en los documentos reseñados consta precedido por el artículo “LA”. Ignoramos si se trata de personas con antecedentes “conversos”, de padres desconocidos o similares. Es muy frecuente en el Valle del Alagón y sus alrededores: Abadía, Acebo, Ahigal, Valle del Ambroz, Coria, Galisteo, Granadilla, Hurdes, pueblos del Alagón (Guijo de Galisteo), Moraleja, Palomero, Plasencia, Riolobos, Sierra de Gata, Valdeobispo, Villa del Campo y Villanueva de la Sierra. También en Salamanca.

Izquierdo: con escasos representantes hoy.

Jiménez: en los Libros citados aparece con “G” (lo que no nos debe extrañar, pues en casos muy recientes también consta). Apellido de origen general y que en la zona objeto de estudio es frecuente en Granadilla, Moraleja, Palomero y Santibáñez el Bajo.

López: también es de origen general, destacando en Plasencia y Villa del Campo.

Lorenzo: de origen italiano o gallego, aunque en Montehermoso pudo entrar desde Salamanca, donde es frecuente. También lo encontramos en Guijo de Coria y Moraleja.

Martín: no está claro su origen (francés, aragonés, castellano-Camerano…), aunque sí sabemos que es el más abundante en la provincia de Salamanca (de donde es posible que proceda). También sobresale en Azabal, Cerezo, Galisteo, Granadilla, Granja de Granadilla, Holguera, Hurdes, La Pesga, Marchagaz, Mohedas, Moraleja, Oliva de Plasencia, Palomero, Plasencia, Pozuelo de Zarzón, Villa del Campo, Villanueva de la Sierra y Zarza de Granadilla.

Mateos: de origen general. Lo hallamos también en Mohedas de Granadilla, Plasencia, Villasbuenas de Gata y Zarza de Granadilla.

Mesa: apellido que también aparece en la provincia de Salamanca.

Morcillo: he leído acerca de su origen vasco. Y en la comarca aparece en Guijo de Galisteo, Moraleja, Plasencia, Pozuelo de Zarzón y Valdeobispo.

Muñoz: hoy apenas existe.

Nieto: aunque es de origen general, se le suele adjudicar procedencia leonesa. En el Valle del Alagón lo encontramos en Galisteo, Plasencia y Riolobos. También en Salamanca.

Ovejero: ya no queda ningún representante de este apellido.

Palomino: tampoco de éste.

Pañero: ni de éste.

Peña: ni de éste.

Planchuelo: ni tampoco de éste.

Plaza: ha evolucionado en la localidad con pequeños altibajos. Procedían de Salamanca.

Pulido: originario de los montes de Burgos. Presente en Aceituna, Coria, Plasencia y Salamanca.

Quijada: y éste de Castilla León (Valladolid), muy difundido en la localidad. Aunque también hay ramificaciones en Carcaboso y Plasencia (también en La Mancha).

Redondo: desaparece prácticamente a partir del siglo XVIII.

Retortillo: procedente de Castilla León (concretamente de Salamanca, donde hay un municipio con ese nombre). También lo hallamos en Plasencia (además de en Salamanca).

Rodríguez: se ha mantenido siempre, aunque con escasa representación. Y es muy común en casi todos los municipios.

Roncero: este calificativo de perezoso, también aparece en las Hurdes (Cabezo y Ladrillar) y Villasbuenas de Gata. Así como en Salamanca.

Ruano: su origen se lo disputan los vascos y Castilla, pero en Montehermoso entró por Salamanca, donde también existe, así como en Ahigal, Aldehuela del Jerte, Guijo de Coria, Guijo de Galisteo y Plasencia.

Rubio: este otro apelativo es de procedencia asturiana. Y también es frecuente en Ahigal, Valle del Ambroz, Coria, Granadilla. La Pesga, Plasencia y Villanueva de la Sierra.

Ruiz: desapareció en los siglos siguientes.

Sánchez: de origen general, se ha mantenido siempre, con representación destacada en Plasencia.

Vaquero: entonces constaba con “B”. Su origen es dudoso (vasco o castellano). Con importante presencia en Coria, Sierra de Gata (Eljas), Galisteo, Moraleja. Plasencia y Salamanca.

  • Avanzamos un siglo, y la situación en el período 1685-92 era la siguiente:
    • Se mantienen éstos: Alba, Alcón (también con “H”), Blasco, Bueno, Calvo, Carpintero, Clemente, Domínguez, Fernández, Franco, Galindo, García, Garrido, Gil, Gómez, González, Gutiérrez, Hernández, Iglesias, Jiménez (con G), López, Lorenzo, Martín, Mateos, Mesa, Morcillo, Nieto, Palomino, Planchuelo, Pulido, Quijada (con “X”), Redondo (que luego desaparece), Retortillo, Rodríguez, Roncero, Ruano, Rubio, Sánchez y Vaquero (con B).
    • Surgen estos otros por primera vez: Alonso (apellido de origen general, que tiene que ver con el nombre coincidente, y que en el Valle del Alagón lo encontramos en Marchagaz, Mohedas de Granadilla, Palomero y Zarza de Granadilla), Aparicio (se habla de su origen asturiano-leonés, que también abunda en Plasencia y Salamanca), Barquero (según veremos, luego desaparece, por lo que nos queda la duda si fue una entrada esporádica o una confusión con el local Vaquero, que también lo escribían con “B”), Bautista (común en Aragón y Castilla, con presencia varia en diversos lugares de Extremadura y Salamanca), Coello, Conejero, Corrales, Floriano, Francisco, Fuentes (pudo tener origen placentino, donde es numeroso, al igual que en Salamanca), Hermoso (pudo entrar desde Plasencia o Acebo), Mahíllo (con o sin “H”, que pudo proceder desde Salamanca, donde hay un pueblo con ese nombre, vía Ahigal o Valle del Ambroz, donde también existen), Miranda (este toponímico, “bello”, lo hallamos igualmente en Aldehuela del Jerte y Salamanca), Monroy (que luego desaparece), Morán (como también le sucede a éste), Moreno (y a éste), Pérez (bastante común), Santos (que desaparecerá), Sierra (lo mismo que éste), Toribio (que se mantendrá hasta nuestros días), Valle (parece ser que tiene su origen en Cantabria, pero que nos entró desde Salamanca a través del Valle del Ambroz. También hay notable presencia en Coria, Moraleja y Plasencia) y Vázquez (que más tarde desparece).
    • Desaparecen los siguientes: Caballero, Contreras, Flores, Izquierdo, Muñoz, Ovejero, Pañero, Peña, Plaza y Ruiz.
  • Y ahora lo hacemos un poco más, ya que nos vamos al trienio 1852-54, en el que la situación era la siguiente:
    • Se mantienen éstos: Alba, Alcón (también con “H”), Alonso, Aparicio, Bautista, Blasco, Bueno, Calvo, Carpintero, Clemente, Domínguez, Francisco, Franco, Fuentes, Galindo, García, Garrido, Gil, Gómez, González, Gutiérrez, Hermoso, Hernández, Iglesias, Jiménez (con G),López, Lorenzo, Mahíllo (con o sin “H”), Martín, Mateos, Mesa, Miranda, Morcillo, Nieto, Palomino, Pérez, Pulido, Quijada (con “X”),Redondo (que luego desaparece), Retortillo, Rodríguez, Roncero, Ruano, Rubio, Sánchez, Toribio, Valle y Vaquero (con B).
    • Aparecen estos otros por vez primera: Álvarez, Corredor (que ignoramos desde dónde pudo llegar, pues escasea por la zona…), Delgado (muy extendido en Plasencia), Durán (lo mismo que éste), Gordo (que no la habíamos hallado antes, pero que es bastante común en Abadía, Coria, Guijo de Galisteo, Marchagaz, Moraleja, Palomero, Pozuelo de Zarzón, Villa del Campo, Villanueva de la Sierra y Salamanca), Granado (frecuente en la sierra de Burgos y La Rioja; en nuestra comarca aparece en Coria, Moraleja y Plasencia. También en Salamanca), Manzano, Montero, Osuna, Paniagua (apellido leonés, de la época de Alfonso XI, que también abunda en Ahigal, Coria, Guijo de Coria, Palomero, Plasencia, Santibáñez el Bajo y Salamanca), Pinero, Piñero, Ramos, Rivera (con “B” y con “V”, con antecedentes gallegos y presencia destacada en Plasencia y Salamanca),Romero Señorán (llega desde Ciudad Rodrigo, Salamanca).
    • Desaparecen los siguientes: Barquero, Conejero, Corrales, Fernández, Floriano, Monroy, Morán, Moreno, Planchuelo, Redondo, Santos, Sierra y Vázquez.
  • Ascendemos un poco más, casi a finales del siglo XIX, con un muestreo bastante importante, ya que hemos analizados un total de 1.480 personas: todos los nacidos en 1883 (125), 1884 (113) y 1885 (132), incluyendo a sus padres. En esos años vemos que desaparecen los apellidos Delgado, Durán, Manzano, Montero, Palomino, Piñero, Ramos y Romero. No hay ninguna incorporación destacada y los tres con mayor porcentaje son (por este orden):Garrido, Domínguez y González.
  • Y ya en el siglo XX, así como en la actualidad, todo seguía y continúa casi igual. Apreciamos algunas incorporaciones destacadas: como los apellidosBatuecas (con presencia en la comarca, caso de Ahigal, Cerezo, Mohedas de Granadilla y Plasencia) o Méndez (lo encontramos en Guijo de Granadilla, Marchagaz, Moraleja, Plasencia y Salamanca). Sin contar los movimientos migratorios, muy frecuentes a partir de la segunda mitad del siglo XX (ya hablaremos de este tema). Como es lógico, los porcentajes varían, incrementándose unos y reduciéndose otros.

Resumiendo las coincidencias generales:

  • Galisteo y su Mancomunidad: Alcón, Bueno, Carpintero, Clemente, Domínguez, Gordo, Gutiérrez, Hernández, Iglesias, Martín, Morcillo, Nieto y Vaquero.
  • Coria y su tierra: Alcón, Calvo, Carpintero, Clemente, Domínguez, Franco, Gil, Gordo, Granado, Gutiérrez, Hernández, Iglesias, Jiménez, Lorenzo, Martín, Méndez, Morcillo, Paniagua, Pulido, Ruano, Rubio, Valle y Vaquero.
  • Ahigal y tierra de Granadilla: Alba, Batuecas, Clemente, Domínguez, Galindo, Gil, Domínguez, Hernández, Iglesias, Jiménez, Mahíllo, Martín, Mateos, Méndez, Paniagua, Ruano, Rubio y Valle.
  • Hurdes: Domínguez, Hernández, Iglesias, Martín y Roncero.
  • Sierra de Gata: Calvo, Domínguez, Hermoso, Hernández e Iglesias.
  • Plasencia: tema complejo, pues existen prácticamente todos. Lo difícil es saber si fue núcleo expansivo o los ha recibido por inmigración progresiva. Destacan los comunes con Montehermoso al margen de la zona = Aparicio, Fuentes, García, González, Hermoso, López, Quijada, Retortillo, Rivera, Sánchez y Señorán.
  • Salamanca (provincia): Alba, Bueno, Calvo, Franco, Fuentes, Galindo, Garrido, Gil, Gutiérrez, Hernández, Iglesias, Lorenzo, Martín, Mesa, Miranda, Nieto, Paniagua, Plaza, Ruano, Valle y Vaquero. Apartado éste muy a tener en cuenta, pues nos hace pensar en la repoblación comentada y en todo ese proceso histórico.

4.- Conclusión

Curiosamente, y también como rasgo significativo, observamos que contabilizando y sintetizando los mencionados documentos de esas centurias los 55 apellidosmás reiterados o destacados –al menos en los cinco últimos siglos– eran y son los siguientes (recordando que su mayor o menor abundancia cambia a lo largo de la historia por múltiples circunstancias, a la vez que señalamos en «negrita» los más numerosos): Alba, Alcón, Alonso, Álvarez, Aparicio, Batuecas, Bautista, Blasco, Bueno, Calvo, Carpintero, Clemente, Corredor, Domínguez, Franco, Fuentes, Galindo, García, Garrido, Gil, Gómez, González, Gordo, Granado, Gutiérrez, Hermoso, Hernández, Iglesias, Jiménez, López, Lorenzo, Mahíllo, Martín, Mateos, Mesa, Miranda, Morcillo, Nieto, Osuna, Paniagua, Pérez, Pineros, Pulido, Quijada, Retortillo, Rivera, Rodríguez, Roncero, Ruano, Rubio, Sánchez, Señorán, Toribio, Valle y Vaquero. Había otros que ya han desaparecido (Illana, Pineros,…), y algunos que han sufrido un notable retroceso respecto a una destacada proliferación en el pasado (Galindo, Rivera, Toribio). Lo que sucede cuando se extinguen o disminuyen las líneas sucesorias: bien por carecer de hijos, o debido a que los tenidos eran del sexo femenino, con lo que en dos generaciones se pierde el apellido.

Esto es algo muy común en el ámbito rural. Pero en el caso de Montehermoso se hace más patente debido al aislamiento secular al que se vio sometido hasta mediados del siglo XX debido a sus malas comunicaciones (por ejemplo, el puente sobre el Alagón y la carretera que la une con Plasencia no se construyó hasta la década de los 50), los escasos flujos migratorios antiguos en la localidad, la elevada tasa de natalidad y otros factores han permitido que los apellidos se hayan mantenido en un gran porcentaje. Lo que nos ha servido como una buena fuente histórica y demográfica para lograr los objetivos marcados: analizar sus orígenes y procedencia, relaciones con el entorno (como parte del proceso repoblador común), movimientos migratorios a lo largo de los siglos, expansión o desaparición de los mismos, causas de aquellos porcentajes más destacados, etc.

Debido a ello, no debemos extrañarnos si al componer nuestros árboles genealógicos vemos cómo esos apellidos se acumulan. Por ejemplo, añadiendo a mi nombre actual los apellidos de mis antepasados resultaría parcialmente algo así como Domingo Quijada González Garrido Bueno Franco Retortillo Jiménez Alcón Martín Ruano Mateos Clemente Domínguez Carpintero Iglesias… (sin contar las repeticiones que deberían ir intercaladas, que son varias), todos ellos pertenecientes a los mencionados 55 apellidos más numerosos, y a los primeros que constan en los documentos escritos más antiguos (los parroquiales del siglo XVI ya comentados)…

Resumen y Porcentajes (y puesto que ocupan los principales)

1582 1685-92 1852-54 1883-85 A 1963 B 2004 C
Alba: 1’216 0’292 0’226
Alcón: sí (con H) sí (H) 2’296(12) 2’046(12) 2’925(10)
Alonso: 0’000 0’730 0’430
Álvarez: 0’540 0’146 0’226
Aparicio: 1’080 0’292 0’430
Barquero:
Batuecas: 0’000 0’292 0’680
Bautista: 0’270 1’315 0’136
Blasco: 0’134 0’146 0’113
Bueno: 0’810 0’146 0’158
Caballero:
Calvo: 0’674 0’730 0’907
Carpintero: 3’782(6) 5’263(4) 2’766(14)
Clemente: 5’540(4) 4’970(5) 3’106(9)
Coello:
Conejero:
Contreras:
Corrales:
Corredor: 0’404 0’438 0’045
Delgado:
Domínguez: 7’702(2) 6’140(3) 5’419(3)
Durán:
Fernández:
Flores:
Floriano:
Francisco:
Franco: 1’620 0’292 1’156
Fuentes: 1’216 0’730 0’907
Galindo: 2’16014) 0’438 0’702
García: 2’432(10) 1’461 0’907
Garrido: 10’000(1) 10’233(1) 9’6011
Gil: 0’404 1’023 1’383
Gómez: 0’540 0’146 0’249
González: 5’944(3) 8’479(2) 8’049(2)
Gordo: 2’566 1’023 0’839
Granado: 0’540 0’584 0’521
Gutiérrez: 2’160(15) 2’046(13) 2’834(13)
Hermoso: 1’350 0’877 0’975
Hernández: 2’296(13) 2’485(10) 3’877(4)
Iglesias: sí (La) 3’378(7) 2’631(9) 3’696(6)
Izquierdo:
Jiménez (G): 0’540 0’146 0’861
López: 0’944 1’461 0’612
Lorenzo: 1’216 2’485(11) 2’879(12)
Mahíllo (i): 0’404 0’146 0’634
Manzano:
Martín: 1’756 2’046(14) 3’424(8)
Mateos: 0’540 0’438 0’453
Mesa: 1’620 1’608 1’269
Miranda: 0’810 1’023 0’634
Monroy:
Montero:
Morán:
Morcillo: 0’810 0’438 0’408
Moreno:
Muñoz:
Nieto: 0’540 1’169 0’770
Osuna: 1’216 0’292 0’340
Ovejero:
Palomino:
Paniagua: 0’540 0’877 0’566
Pañero:
Peña:
Pérez: 0’134 0’438 1’020
Pinero: 0’540 0’146 0’000
Piñero:
Planchuelo:
Plaza:
Pulido: 4’864(5) 3’508(7) 3’786(5)
Quijada: sí (x) 2’432(11) 3’947(6) 3’673(7)
Ramos:
Romero:
Redondo:
Retortillo: 1’890 2’777(8) 2’380(15)
Rivera (b): 1’486 1’023 0’181
Rodríguez: 1’216 0’730 0’498
Roncero: 2’972(8) 1’754(15) 1’179
Ruano: 0’540 1’315 1’247
Rubio: 0’810 0’877 1’020
Ruiz:
Sánchez: 1’350 1’315 2’925(11)
Santos:
Sierra:
Señorán: 0’540 1’023 0’634
Toribio: 0’540 0’292 0’340
Valle: 0’404 0’584 0’453
Vaquero (B): 0’810 1’461 1’020
Vázquez:
92’518 % 88’713% 86’469%

A = nacidos en 1883 (125), 1884 (113) y 1885 (132), con sus padres: 1.480
B = nacidos en 1963, incluyendo a sus padres (161×4 = 644 vecinos)
C = muestra de 4.410 vecinos (habitantes) iguales o mayores de 18 años

Mapa explicativo (elaboración propia)

img01BIBLIOGRAFÍA:

  • García Martín, Bienvenido: “Mancomunidad de Villa y Tierra de la extremadura leonesa. El ejemplo de la villa de Galisteo”. Revista Alcántara nº 11, 1987. Cáceres.
  • García Martín, Bienvenido: “El paisaje agrario de la Tierra de Coria. Sus transformaciones e incidencias”. Salamanca, 1985.
  • García Oliva, Mª Dolores y Martín Martín, José Luis: “Historia de Extremadura”. Badajoz, 1985. Editorial Universitas.
  • Gutiérrez Gutiérrez, Aurelio: “Montehermoso, estudio histórico”. Salamanca. 1990.
  • Martín Martín, José Luis: “La repoblación de la Transierra” (siglos XII y XIII). Estudios dedicados a Carlos Callejo.
  • Velo y Nieto, Gervasio: “Coria. Reconquista de la Alta Extremadura”. Cáceres, 1956.
  • Archivos: Simancas, Histórico Provincial, Obispado de Coria-Cáceres, local (Montehermoso: Ayuntamiento y Parroquial), etc.
  • Base de datos personal
Oct 012006
 

Ángel Paule Rubio.

Prehistoriador

Comenzamos nuestra ponencia partiendo de la lectura del Antiguo Testamento que, cronológicamente, nos lleva a fechas muy lejanas, a la Historia del Pueblo de Israel.

En este libro bíblico, nos encontramos con el término “lagar”. Lo define como “sitio cavado frecuentemente en roca y dentro de la misma viña (Is 5,2; Jer 25,30 y 48,33)

Isaías (5) dice: tenía mi amado una viña en un fértil recuesto e hizo en ella un lagar. Este pasaje nos da la fecha 737 a.d. C.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo define: “como el recipiente donde se pisa la uva para obtener el mosto por medios artesanales”.

img01Lagar L’ ALT de BENIMAQUIA S. VII-VI a. d. C.

La identificación como lagares para producción de vino tomada en una excavación realizada en 1961 y reanudada en 1989 nos habla de lagares dentro del campo denominado “Cultura Ibérica”. Se practicó una prospección arqueológica en L’Alt de Benimaquia, término de Denia, con una cronía de los siglos VII-VI a. d. C. Se recuperó abundante cerámica de filiación fenicia, aplastada, sobre un suelo cubierto por un estrato negro plagado de pepitas de uva. Una balsa rectangular y una cuba enlucida del lagar, terminada en un pico en forma de canal en una de sus paredes, servía para la recogida del mosto. Podría tratarse de un lagar comunal o bien un símbolo de jerarquización social, donde el vino no era un bien de consumo común por su alto coste en horas-trabajo, sino un prestigioso don para los jefes de la tribu.

img02Pisado de uva de Benimaquía

El material encontrado en L’Alt de Benimaquia, entre otros, fueron 7000 pepitas de uva (vitis vinifera). Su estudio, por su tamaño, nos permite identificarla como vides cultivadas. Nos da a conocer unas estructuras para pisar las uvas “lagares”. Unas fechas de los siglos VII-VI a. d. C. Una industria de vasijas fenicias, ánforas, como introducción a la viticultura en el medio indígena.

Las bebidas alcohólicas han ocupado un lugar importante en las sociedades y han sido fuente de energía como alimento y objetos de comercio.

En el Próximo Oriente ya se conocía la cerveza en el año 2500 a.d. C. sin embargo fue el vino la bebida que gozaba de mayor status, creando en torno al Mediterráneo un activo comercio durante las civilizaciones griegas y romanas.

Nada fácil resulta saber donde se originó la cultura del vino. Como todo vegetal sería primero salvaje; durante la neolitización se hablaba de vitis salvaje, con una cronía de 7000 años a.d.C. La vitis cultivada, en el Próximo Oriente nos ofrece una fecha de 3 ó 4 milenios a. d. C. El primer yacimiento de vitis cultivada conocido por la arqueología fue en Jericó, en el Próximo Oriente, pasando, la domesticación de la vid, desde allí a Canaán.

A finales del IV milenio a. d. C. aparecen textos cuneiformes en la región de Mesopotamia que nos da a conocer un incipiente comercio de vino. En Lagash se recogen transacciones comerciales de vino. En Egipto hacia el 3100 a.d.C se atestigua el consumo de vino. En Mari se encuentran las mismas evidencias.

El papiro Harris encontrado en la tumba de Deir el Medina nos da a conocer las donaciones de propiedades que realizó el faraón a los templos y a los dioses para el cultivo y elaboración del vino.

img03Kilys con Dionisos. S. VI a. d. C.

El vino gozaba de gran importancia en los rituales e ideas religiosas tanto en los mitos egipcios, como en los griegos. Las fiestas dionisiacas, en honor de Dionisos, el dios griego de la fecundidad de los campos y sobre todo de la viña y del vino, fue para la mitología griega, lo mismo que el dios Baco para la romana. Fue Roma la propagadora del vino por el mundo.

Hablábamos, al principio, del Antiguo Testamento. Noé, agricultor, comenzó a labrar la tierra y plantó una viña, bebió de su vino y se embriagó. (Ge 9,20)

Desde las tierras del Egeo, al oeste del Mediterráneo, se llevaría la vid a la Península Itálica, por la Magna Grecia. Llegó a Roma sobre el 800 a. d. C. y extendieron su cultivo, ya iniciado, por fenicios y griegos a todo los países del Mediterráneo

La Ora Marítima de Avieno señala los primeros contactos con el extremo occidental del Mediterráneo hacia el año 1100 a. d. C., la fecha de la fundación de Gadir.

Homero nos dice en la Odisea: “Se bebe vino mezclado con agua y se conocen ciertas drogas, si bien estas se asocian a curaciones divinas o mágicas”. Homero vivió en Jonia hacia los siglos IX-VIII a. d. C.

Los lagares eran los lugares donde se pisaban las uvas. Unos eran rectangulares, otros redondos, excavados en la misma roca y dentro de la viña. En algunos depósitos se fermentaba, en principio, la uva para pasar después a vasijas, con lo que se desarrolló una muy importante industria cerámica, que tenía la doble misión de servir para almacenaje y transporte.

Además de las ánforas hemos de destacar el uso, para transporte, de las pieles de ovejas y cabras, debidamente extraídas y preparadas, de manera que sólo tuvieran una abertura, la de la cabeza, por donde se sacaba todo el cuerpo del animal. Estos pellejos o vasijas han llegado hasta nuestros días, desde el Próximo Oriente, para transporte del aceite y del vino.

Las vasijas, ánforas, se han documentado en la Península Ibérica a raíz de la colonización fenicia desde el S. VIII a. d. C.

Estos envases evolucionaron a partir de los importados del Próximo Oriente, creando una industria cerámica en la Península Ibérica, como hemos documentado en el yacimiento de Cancho Roano, Zalamea de la Serena (Ba) en el S. V a. d. C.

En Jumilla, Murcia, en la excavación realizada en 1984 se encontraron 20 pepitas de uva cultivada con una antigüedad de 435-395 a.d. C. En el proceso de excavación, se sometieron las tierras a la técnica de solución de agua removida por el burbujeo de aire comprimido con la consiguiente flotación de elementos vegetales. Al no poder someter toda la tierra al proceso, debemos pensar que, si la milésima parte de la tierra tratada ha dado 20 pepitas de vitis, es de suponer, que si el proceso hubiera sido mayor, mayor hubiera sido su número.

Las pepitas estudiadas daban las dimensiones siguientes: Long. 5,5mm.; grosor: 3,1 mm.; anchura: 3,8 mm. Comparadas con pepitas frescas maduras modernas, no acusaron grandes diferencias, por lo que se dedujo de que se trataba de vitis cultivada.

Se ha estudiado el cultivo de la vid en la Prehistoria, especialmente en el yacimiento griego de Sitagros desde las antiguas pepitas pequeñas silvestres en los niveles del Neolítico del VI milenio hasta los niveles del III milenio, consideradas ya como vitis cultivada.

img04Ermita San Albin: “In antis “. Puerta adintelada.

En una de las visitas de campo por Portugal, mediante una prospección ocular, acompañando a D. Luis Benito del Rey, a D. Marciano Sánchez, ambos profesores de la Universidad de Salamanca y a D. Herminio Augusto Hernández, profesor de la Universidad de Oporto, que realizaban un estudio sobre Santuarios Rupestres Prehistóricos en Miranda do Douro, Zamora y Salamanca, observamos que al lado de un santuario en estudio, había una ermita, derruida por el tiempo, pero con características arqueológicas importantes, que la enclavaríamos dentro de los templos griegos o megarón prehelénico, de planta rectangular, dividido en dos partes: una el nao o cella, es decir la capilla del mismo dios y el pronao o vestíbulo abierto, flanqueado por la prolongación de los muros laterales terminados en pilastras, “antae”. Este lugar, en principio, fue un santuario prehistórico, después se sacralizó con este pequeño templo, más tarde, es posible, que se cristianizara con el titular con el que se le conoce, “San Albín”, de esto sólo queda el recuerdo. Al lado de este templo o ermita derruida, se observa una gran piedra granítica rectangular, a ras del suelo, de dimensiones 4 X 3 m. y rebajada en su interior hasta una profundidad de 30 cm. Su suelo está ligeramente inclinado hacia otra pila de menores dimensiones, también inclinado hacia un canal de desagüe. Nuestra impresión es que se trataba de una tosca construcción para pisado de uvas y obtención de mosto. Todos coincidimos en ello. El profesor portugués nos dijo, que por allí corría la coplilla de: “San Albino, ¿quién se bebe tu vino?”.

img05 img06

Lagar en San Albin. Se observa el rebaje y una pila central mas profunda. Anclajes laterales.

Desde este momento comenzamos a interesarnos por estas estructuras.

En otro viaje a Salamanca encontramos lagares en Vilvestre, y en Zamora los hallamos en Mula de Sayago y Mámoles con las mismas características, sólo diferenciados de los portugueses por tener éstos forma circular. Estas rocas, rebajado su interior, forman recipientes, unos rectangulares y otras circulares que los vamos a llamar desde ahora “lagares”.

Lagares portugueses, zamoranos y salmantinos fueron suficientes para que nuestra curiosidad se trasladara por el norte de la provincia de Cáceres, buscando el posible cultivo de la vid, que es más o menos el asunto a tratar.

Los pueblos, que quisiéramos tratar en este trabajo serían: Aceituna, Santibáñez el Bajo, Aldeanueva del Camino, Segura de Toro y Casas del Monte, todos en el norte de la provincia de Cáceres, en tierras y fechas vettonas.

ACEITUNA.

Sus coordenadas:
Latitud N: 40º 9 ‘
Longitud O: 6º 35’ 35’’

img07 img08

Muros circulares con falsa cúpula.

img09Detalle de la falsa cúpula

Es una zona de abruptas rocas graníticas, poblada de encinas, cercados de reducido espacio, murados con piedra de pequeñas dimensiones. En estos cercados se ubican construcciones pastoriles o chozos de forma circular. Junto a ellos zahurdas para cerdos, formando uno, dos o tres habitáculos, de forma rectangular. Estas zahúrdas están formadas por dos paredes verticales y paralelas levantadas a una altura de un metro, donde, a partir de aquí, se va levantando una falsa cúpula La distancia de ambas paredes no es superior a dos metros. Una vez cerrada la cúpula, se cubre con ramaje y sobre él una capa de tierra. Es importante mencionar que al empezar la falsa cúpula se hace un pequeño saliente de treinta cm., que sirve para sujetar la tierra y facilitar el drenaje del agua de la lluvia. La puerta de entrada, generalmente es adintelada, de cincuenta cm. por sesenta de ancho. Cuando se trata de dos o más entradas, lógicamente, se está diciendo que también tendrán dos o más compartimentos.

Los muros, habitación para pastores o familias, son circulares, de dos metros de diámetro por 1,2 m. de alto. La entrada está formada generalmente por tres piedras, de forma adintelada, de ochenta por setenta, sin ventanas al exterior, aunque en algunos se observan alacenas interiores, que no son otra cosa que una oquedad en la pared, lo suficientemente profunda para poner algunos enseres propios de pastores. El hogar estaba en el centro, sin salida de humos, que lo hacia bien por la entrada o por algunos orificios laterales, que tenían dos cometidos, uno el observar desde dentro lo que ocurría fuera y el otro, tal vez, fuera una forma de salida del humo. Cada muro, por lo general, lleva anexo un corral de piedra, uno, el aquí citado como ejemplo, tiene 11 X 12 m., su función sería el albergar el ganado por la noche, protegiéndole de los lobos, o bien amparar el ganado enfermo, que no podía pastar fuera, permaneciendo allí mientras el resto del ganado estaba en el campo.

img10 img11

Zahúrda múltiple con entradas adinteladas.img12

Zahúrda. Detalle entrada con muros paralelos. Zahúrdas múltiples

La cochinera, que vamos a citar y explicar, la más representativa, está formada por un corral murado de granito de 11 x 12 m. en la pared más larga, donde se disponen cuatro cochineras con sus entradas y en el ángulo superior izquierdo otra cochinera. En el derecho dos muros circulares, que podrían ser un pequeño refugio de pastores.

Otro conjunto, en la misma zona está formado por tumbas excavadas en la roca. De forma unas trapezoidales y otras antropomorfas.

img13Tumba excavada en granito. Pertenece a un jefe vettón.

Yacimiento: Lagar.- 1

img14Lagar. Hoy dedicado a bebedero de cerdos.

En uno de estos corrales encontramos un rebaje circular, ligeramente inclinado que podría ser en un principio, un lagar, pero en el momento se ha debido utilizar como bebedero de cerdos.

Este conjunto, ya estudiado y publicado por D. Ángel Paule, está dentro de un gran complejo étnico, o poblado, que va desde el período Neolítico, pasando por la Edad del Hierro, entroncado en un floreciente emporio romano, hasta el momento actual.

No olvidemos que, además de lo expuesto, hay rocas con una gran profusión de cazoletas, grabados, cerámica romana en abundancia y un número abundante de molinos romanos, acompañado de lápidas o estelas con inscripción latina, que ya publicamos en su momento.

Cronía:

Es el momento más difícil para un arqueólogo acompañado sólo por una prospección ocular, sin medios para hacer una cronía ajustada a la realidad.

En el entorno hay dólmenes, ya publicados por D. Ángel Paule y datados.

Pero es a partir del S. V a. C. cuando se van a desarrollar la cultura vettona de los verracos, conocida arqueológicamente como Cogotas II o nivel de los castros. Hay tres ciudades perfectamente localizadas: Dos lusitanas, en el término de Galisteo, Rusticiana (fuente del Sapo) y Tourmnoghon, y una vettona, Cáparra. Los verracos de Malpartida, Montehermoso, Carcaboso, Hervás y Segura de Toro, están testificando la presencia del pueblo vettón en la zona. Estas fuentes se deben a Estrabón y Plinio.

Los vettones eran un pueblo ganadero. Caro Baroja los llama pastores de la Meseta Occidental. Las tierras en las que se asentaron eran fallas de cuarcitas, pizarras y granito, poco aptas para el cultivo, en cambio el bosque y las encinas eran aptas para la cabaña ganadera, caballar, caprina y porcina.

En el año 206 a. d. C. el sur y levante cayeron bajo el dominio de Roma. Los vettones luchaban en sistemas de guerrilla y vivían del saqueo, hasta que Roma en el año 154 a. d. C. los sometió y los incorporó a sus ejércitos a la muerte de Viriato, caudillo lusitano y vettón. Apiano dice: “Cepión dirigiéndose contra los vettones y galaicos devastó sus campos”.

Al decir de César, los vettones formaron parte como tropas auxiliares en el ejército de Petreyo, legado de Pompeyo, en Lusitania y Vettonia. Hay un ejército de caballería vettona “El Ala Hispanorum Vettonum civium Romanorum”.

Todo indica que los romanos, vencieron a los vettones o los anexionaron a sus ejércitos por ser excelentes jinetes y valiente soldados, quedando esta región sometida a una romanización, como, a partir del momento, se ve por los restos arqueológicos encontrados.

El “ius latii minus”, dado por Roma en el año 74 d. C. concedía el derecho de ciudadanía romana a todos los habitantes.

SANTIBÁÑEZ EL BAJO

Sus coordenadas:
Latitud N: 40º 10’ 48”,7
Longitud O: 6º 13’ 49”,3

Pueblo cuyo término linda con el de Aceituna. Pertenece al Cuaternario, dentro del período Holoceno. Tiene unas características propias de una plataforma marina abierta y una plataforma más continental. Su granito está formado por dos micas de naturaleza alcalina. Hay una zona de tipo aluvial formado por arenas y arcillas, otra formada por un granito de dos micas y una tercera por grauwacas y pizarras.

Yacimiento: Lagar.- 2

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Lagar oval. Fondo muy rebajado. Estrechamiento del caño de salida.

img17Piedra con agujero circular profundo al lado del lagar.

Localización: tomando la carretera de Santibáñez- Santa Cruz de Paniagua a 500 m sale un camino hacia la izquierda, que prontamente se bifurca. Cogerás el camino de la izquierda, es amplio con una pequeña subida, que te llevará a un muro de piedra granítica y, al lado, una angarilla de hierro que cierra a un cercado de pared de piedra. Entras y a 40 m encontrarás una mole de granito que te dirá, yo soy el lagar.

Paraje: Arrozutano.
Finca: Viña del Gato.

img18Muro de acceso al lagar.

En este paraje se encontró un ídolo, en forma de falo, con armadura de guerrero que nos indica un período prehistórico próximo a la Edad del Hierro, o del período vettón. Sí que sabemos que todo falo proclama ritos de fertilidad e indica la penetración a través de las entrañas de la tierra – madre. Son muchos los símbolos fálicos encontrados.

img19Idolillo fálico: anverso y reverso. Detalle: puñal vettón.

Esta piedra representa a un espíritu petrificado. Puede tratarse del espíritu de un dios, de un tótem o de un clan, todas esas concepciones están concretadas en esa piedra. La fertilidad del guerrero en su lucha contra la naturaleza, la protección del guerrero en su lucha diaria por la supervivencia. Las mujeres de la India creen que los antepasados tienen el poder de fecundarlas Las piedras pueden fecundar a las mujeres estériles. También los vettones piensan que sus veloces yeguas son fecundadas por el viento.

El cuchillo de este ídolo nos lleva a incluirlo dentro de los usados por el pueblo vettón, cuando realizaban sus luchas cuerpo a cuerpo. Lo que afirma más la presencia en la zona del pueblo vettón.

El culto fálico, propio del Neolítico, ha perdurado hasta bien avanzado el s. V, pasando por el Imperio Romano.

Estamos ante un yacimiento romano, que se palpa por la cantidad ingente de restos de tégulas, ladrillos y tinajas. En la búsqueda del lagar tuvimos la suerte de encontrar una pesa de telar de 400 g, de peso. No lejos del lugar hay tumbas con las mismas características que tenemos en Aceituna. Este pueblo vettón se caracteriza por sus restos romanos, monedas y piedras con inscripciones latinas. También hay una peña, llamada del Torero, que se destaca, no sólo por su grabado, sino por las fracturas realizadas en la roca que sirvieron de moldes para fabricar hachas de hierro.

La vegetación del paraje está formada por olivar, encinas y algunos alcornoques.

Este lagar, aquí representado, es uno más de los que nos indican un momento de la Prehistoria en la que sus habitantes tomaban el vino como una fuente de energía necesaria para su sustento. Se trata de un lagar comunal, suficiente para la población existente.

Vamos a partir desde Aldeanueva del Camino por el puente que da paso a la Vía de la Plata que nos llevará a Segura de Toro y a Casas del Monte. Para iniciarlo qué mejor y más representativo que este azulejo.

img20Puente e itinerario Vía de la Plata. Inicio de nuestro recorrido

SEGURA DE TORO

Coordenadas:
Latitud N: 40º 12’ 42”
Longitud O: 5º 56’ 24”

Pueblo de montaña, con vistas a un valle, pueblo pétreo donde los bloques de granito audazmente erguidos proclaman la rudeza, la dureza y el poder. Todo podríamos encajarlo dentro de una función mágica incorruptible. Aquellos vettones habitantes de estos parajes, contemplarían los bloques de granito, audazmente erguidos, majestuosos y como no, desempeñando una función mágica, de poder, objeto sacro, o símbolo de la fertilidad. Allí había un poblado. Hombres duros como la misma roca eran sus moradores. A su sombra descansaban, se cobijaban, servirían de testigos mudos de cuantas historias, bajo ellas, en sus entrañas hoy dormitan.

Siguiendo nuestro camino por Segura de Toro, nos encontramos con un puente romano, que la fuerza de la naturaleza arrancó de cuajo los arcos laterales, quedando lo suficiente para dar paso a las aguas tranquilas y tranquilizantes. Aguas abajo y aguas arriba del puente se observan dos aliviaderos rectangulares con tajamares de forma de prisma triangular. A unos metros de este río, a la izquierda de la carretera, y junto a ella, una piedra de granito de forma circular, que la denominamos “lagar”.

Subiendo desde Aldeanueva, al lado izquierdo de la carretera que nos lleva a Segura está este lagar, a un km. de distancia del puente, ya enumerado.

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Lagar. Perforación de roca para salida del mosto. Panorámico del enclave del lagar. Recinto circular.

Término: Segura de Toro.
Paraje: Los Corrales.
Estructuras: Abundantes rocas graníticas. Huertos con canales para el riego.
Vegetación: Alcornoques y árboles frutales de todo tipo.

Yacimiento: Lagar de uvas.- 3

Forma: circular
Dimensiones: Diámetros exteriores: 1,90 m y 1,30 m. Es ovalado.
Profundidades extremas: 0,30 m y 0,25 m.
Agujero de salida del mosto: 0,10 m
Altura total de la piedra sobre el suelo: 0,60 m
El bloque total podríamos inscribirlo en un cuadrado de 2 m de lado.

Características del entorno: A 20 m hay unas ruinas, que parecen tratarse de un dólmen. Al menos ocularmente se dan los condicionamientos físicos para su catalogación. Lugar elevado. Un río muy cercano. Valle.

CASAS DEL MONTE

Coordenadas:
Latitud N: 40º 13’ 30”
Longitud O: 5º 57’

Se caracteriza por la presencia de rocas graníticas perteneciente al área granítica Béjar-Plasencia. Los materiales sedimentarios pertenecen al Precámbrico Superior.

Es rico en olivos, viñedos y frutales. Hoy se está dando más importancia a los frutales y sobre todo al cerezo. Canales de regadío, excavados unas veces en la misma roca, otras sobre tierra y en algunos trozos han optado por encauzar el agua por tuberías de PVC, rompiendo un poco la uniformidad del paisaje. Cercados murados de granito y algunas casetas de bellas siluetas van deteriorando por su ineficaz uso que, en estos momentos se le dispensa la belleza del pasado.

img23Camino enlosado que conduce al poblado

Cercados pequeños, sembrados de moles graníticas, algunas aprovechadas para hacer algún cobijo para personas o animales, recoletos rincones de paz idílica hacen de ellos la delicia del visitante.

Pueblo de altura que alcanza los 599 m., hace por ello de mirador del valle.

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Zahúrda múltiple con falsa cúpula. Alineamientos de piedra en círculo como posible lugar de reunión.

Ascendiendo por la vera del río, que baja en torrentera por nuestra izquierda, tomamos un camino, antiguo, lo extralimitaríamos en el tiempo al paso por él de los belicosos vettones, que ascenderían por su enlosado pétreo, tortuoso y estrecho, pero para llegar a la cima es mucho más poético el sendero. Este camino serpentea, cosa que nosotros hicimos para contemplar un poblado vettón sembrado de una naturaleza de rocas que allí están, algunas, muchas, diríamos majestuosas, erguidas, sagradas y adoradas, ya repetido, tal vez por aquel pueblo que sabía valorar ese “ algo” y ese “lugar” que la dureza y la rudeza de las rocas representan. Allí entre ellas, jugueteando con la luz y la sombra observaban sus caballos y sus cerdos que con libertad plena se alimentaban y bebían para saciar su sed en las aguas del río que se deslizaba a sus pies.

Muros circulares, llamados por aquí bóvedas, zahúrdas, cercados pequeños, recios, como la naturaleza. Algunos lugares de reunión, sobre roca plana y rodeados de piedras que forman círculo de diez m. de diámetro que servirían de asiento en sus tomas de decisiones, de sus caprichos colectivos, o lugar de sacrificios impetratorios. Las piedras hablan, dicen la verdad, pero algunas veces nosotros no las comprendemos. Qué misterios encierran estos lugares, que hasta podrían ser un “témenos” lugar consagrado a una divinidad, complementado por un bosque sagrado como rito de regeneración vegetal. Sea lo que sea, de lo que no tenemos duda es un monte, elevación del espíritu, un árbol, símbolo de regeneración, o de cosmos invertido, una piedra como símbolo de la permanencia, de la dureza, de la inmortalidad. Por ello Casas del Monte sería, una cratofanía.

Yacimiento: Lagar de uva.- 4

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Lagar exento. Panorámica del mismo lagar.

Término: Los Collarillos.
Altitud: 599 m.
Vegetación: Matorral
Conjunto: Pueblo prehistórico vettón.
Geología: Formación de rocas graníticas de gran tamaño.
Forma: Ligeramente circular
Materia: Una mole de granito.
Dimensiones:
Diámetros interiores: 176 cm y 142 cm.
Profundidad: 35 cm y 17cm. de suelo inclinado.
Exterior: 216 cm.
Altura desde el suelo: 100 cm.
Canal salida del mosto: 20 cm.

El canal vierte sobre una piedra situada 50 cm por debajo del mismo con dimensiones 70 X 55 cm, que sería, por lógica, el apoyo a una vasija o recipiente pequeño donde recogerían el mosto para su almacenamiento.

Yacimiento: Lagar.- 5

img28Lagar Oval.

Término: Corralejo Palo.
Altitud: 599 m.
Vegetación: Matorral
Conjunto: Zahúrdas y muros. Entre unos y otros suman más de 20.

Ubicación. Un cercado de piedra triangular. Dentro y en la pared opuesta al vértice más agudo, se hallan dos paredes paralelas y separadas entre sí por una distancia de 150 cm, cubiertas de falsa bóveda, dan forma a una zahurda. A 80 cm de la zahurda está el lagar.

Comentario:
Forma: Ligeramente circular.
Materia: Granito.
Dimensiones:
Diámetros interiores: 143 cm y 100 cm.
Profundidad: 40 cm.
Altura desde el suelo: 110 cm.
Canal salida del mosto: 10 cm.

Este poblado está limitado por el río. Al iniciar la subida al poblado hay una piscina natural, atravesada por un puente que hace a la vez de muro de retención. La subida a la cima del poblado se hace por un sendero estrecho, enlosado y quebrado que nos va mostrando, muros, zahurdas, y lagares. Desde la cúspide del poblado se divisa el pueblo moderno que está a nuestros pies y un bello paisaje que se pierde por una parte en el valle y por otra en otro pueblo, la Jarilla, donde hay otro lagar de uva y en su cúspide un templo romano. Mejor las ruinas de un templo.

Yacimiento: Lagar.- 6

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Caseta de piedra seca al lado del lagar. Lagar exento.

Forma: Ligeramente ovalado.
Materia: Granito
Dimensiones:
Diámetros exteriores: 2,30 X 1,65 m.
Profundidad del rebaje: 12 cm.
Ubicación: Arroyo de la Madrigala.

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Caseta en piedra seca del entorno. Detalle entrada a un recinto circular murado. Lugar de reunión.

Está enclavado en un conjunto imponente de rocas y árboles. A su lado una sepultura doble excavada en la roca granítica y una zahúrda, aprovechando para ello una roca majestuosa y, cerrado el hueco por piedras de granito que forman el habitáculo.

img33Sepultura doble posiblemente familiar.

A unos metros, se halla un círculo de piedras ciclópeas, de altura media 1 m. y 0,80 m., que tiene características de un lugar de reunión. Las piedras parecen estar dispuesta en formas de asientos. Su diámetro es de 11 m. La entrada está mirando al este. Está formada por una piedra de umbral 0,80 m. y otras dos de altura 0,60 que hacen de dinteles.

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Recinto circular, vista general. Zahúrda aprovechando la roca.

Todo este conjunto pétreo y arbóreo está regado por canalillos que sirven actualmente para riego.

Creemos que de lo expuesto debemos sacar la importancia del vino en la sociedad a partir del Próximo Oriente, en el VII milenio, y a partir de este lugar y de esta fecha sería el pueblo fenicio, griego y romano quienes se encargarían de su difusión entre los pueblos lusitanos y vettones. Fue el proceso de la revolución neolítica, bien por cambios climáticos, bien por aumento de población, bien por evolución cultural, los que activaron la economía de las poblaciones neolíticas planteándose la cuestión de someter a plantas y animales a un proceso de cultivo que ofrecería mejores condiciones de vida que las plantas y animales salvajes nos habían dispensado.

El sistema será cada vez más complejo, pero sólo podremos hablar de verdadera agricultura cuando se destine una parte al consumo y otra para siembra o plantación intencionalmente en previsión de mejores y nuevas cosechas.

La Revolución Neolítica en los distintos lugares se originó en tiempos distintos dependiendo del grado de civilización. La adopción de los nuevos procesos productivos convertiría a la sociedad en comunidades agricultoras, ganaderas o en sociedades de tipo mixto.

Volviendo al tema que nos ocupa, los lagares, después de un largo recorrido “in situ” hemos deducido que el territorio, objeto de estudio, pertenece al pueblo vettón, ganadero, estable, sedentario, ocupante de cerros fáciles de defender, con agua y valle para su alimento y el de sus ganados. Sus viviendas redondas así lo testifican. Sus zahurdas lo prueban y su entorno lo justifica.

En cuanto a su cronía, hemos de aventurarnos, una vez estudiados las fechas ya expuestas, el modelo de lagar, éste más primitivo, más rudimentario, antes de que Tharsis capital del imperio tarteso-ibero, fuera destruido en el año 500 a.d. C., datos tomados de la Biblia; ya existía un activo comercio y la vitis cultivada crecería en los pagos cacereños.

Una cosa nos ha llamado la atención de nuestros lagares y su entorno: El espacio material para plantar las vides, espacio muy pequeño, reducido, lleno de árboles y rocas, con pequeños trozos de tierra susceptibles de plantación, claro está, que también la población sería muy reducida. Se nos ocurre pensar, después de leer a Columela, escritor latino, nacido en Cádiz en el S. I d. C., su obra “De re rústica” tratado de agricultura, que las vides serían escasas en número, pero de porte alto, tal vez como los parrales actuales.

Dice Columela, Libro XIII, capítulo 16,1:

“El álamo es el árbol que mejor sostiene la vid, después el olmo, y luego el fresno. Así pues, el que quiera formar una arboleda para maridar las vides, un año antes de plantar los árboles debe hacer unos hoyos de cuatro pies en todas direcciones y plantará un olmo y un fresno en el mismo hoyo. Transcurridos 36 meses, hay que darle forma para recibir la vid; cortarle las ramas, dejarle brazos alternos a modo de escalera y podarlos un año sí y otro no. Maridarás la vid, le pones un apoyo y la atas al árbol. Al año siguiente no la podes, hasta ponerse fuerte y cuando haya tomado mayor incremento distribuye los sarmientos en los diferentes entablamentos formados por las ramas del árbol”.

¿Podría ser este sistema el adoptado por el pueblo vettón, muy de acuerdo con la estructura del terreno? ¿No podrían ser los parrales actuales, con postes y alambres, el sistema que hace dos mil años ya se hacía en la Iberia de Columela?

Otra cosa quisiéramos añadir para completar nuestro estudio y que hay que tener en cuenta:

Esta zona está muy romanizada como lo prueba la cantidad de restos romanos: Calzada de la Plata, puentes romanos, termas, templos, diosas de las aguas, monedas, estelas, y un grado de romanización que nos llevaría a historiar en complejidad la idiosincrasia de la zona.

CONSIDERACIONES

El territorio en cuestión ha estado poblado en tiempos prehistóricos. Ya en el Paleolítico Inferior, dentro de la fase achelense, cultura de los guijarros, unos 2 millones de años, en la ribera del río Alagón y del Jerte ya existió vida humana. En Sartalejo, término de Galisteo, fue excavado el yacimiento Achelense precitado. Su riqueza tipológica está cifrada en 353 útiles tallados por ambas caras y 148 monofaciales.

El período Neolítico, esta también documentado. En Montehermoso, en estos mismos Coloquios, D. Ángel Paule publicó un trabajo sobre los tres dólmenes que descubrió y estudió.

Las Hurdes tienen una gran cantidad de petroglifos, estudiados y publicados

Cerámica abundante y un buen número de útiles de todos los períodos.

La Edad de los Metales está representada en hallazgos diversos y en insculturas rupestres que nos muestran las armas que utilizaban. Los metales abundaban en la Sierra de Gata. Fe de ello dan los tartessos, que utilizando caminos fluviales llegaron hasta nuestras tierras en su búsqueda.

Fenicios y griegos, en su camino hacia las Islas Casiterides o del estaño, se encontraron con los metales que buscaban en nuestros campos.

Roma, vencedora de los cartagineses conquistó la Península, pero antes tuvo que sufrir las humillaciones del pueblo vettón, hasta que con argucias y mentiras lograron incorporarlos a sus ejércitos.

Esta población vettona llegaría a nuestro suelo hacia el S. VI a. d.C., al igual que otros pueblos, galaicos, cántabros o lusitanos. Sus luchas contra los celtíberos hicieron que los campos que rodean sus acrópolis se erizasen de piedras largas, hincadas y puntiagudas para impedir el avance de la caballería enemiga.

Numerosas esculturas labradas en piedra granítica representando a un animal, que podría ser verraco, toro, oso o jabalí. Esto se denominó “Cultura de los Verrracos”, que coincide arqueológicamente con el nombre de Cogotas II o nivel de los castros. Para unos estas figuras tenían carácter funerario, para otros, delimitación de términos, esculturas propiciatorias a las divinidades. Es como un animal más en eterna presencia oferente.

Fabrican bellas piezas para su adorno personal. No olvidemos el tesoro de la Aliseda, aunque algunos hablan de que pudiera ser influencia de los tartessos.

Su economía es pastoril, lo que lleva a Caro Baroja a clasificarlos como pastores de la Meseta Occidental.

Adoraban a Avisa, a la diosa Astrila, a Endobellico, dios de ultratumba, a la diosa Bandua, que aparece rodeada de árboles.

Los romanos en boca de Plinio el Viejo, refiriéndose a su velocidad en el combate define a los vettones como jinetes excelentes. Con respecto a las cualidades de las yeguas: Las yeguas vueltas hacia el viento favonio respiran sus fecundantes auras, preñándose de este modo”.

El poeta Virgilio, más extenso que Plinio, en su libro las “Geórgicas” manifiesta: Las yeguas cuando invaden sus ávidas médulas el fuego del amor, sobre todo en primavera, que es la estación en que vuelve el calor a los huesos, súbense a las altas rocas y allí se están, vueltas del lado de donde sopla el Céfiro, aspirando las sutiles auras y muchas veces, sin ayuntamiento, las fecunda el viento”.

Este es el pueblo vettón que ha habitado nuestros montes, ha cuidado de cerdos, cabras y caballos, habrá bebido nuestros delicados y afrutados vinos, productos de sus vides y elaborados sobre la dura roca de un lagar en plena naturaleza, plenos de energías. Tu hoy que sabes más, sobre lagares, vides y vinos, podrás amar más a nuestra tierra extremeña, que le hace falta.

Terminamos este trabajo sobre lagares del pueblo vettón, ganadero, dentro de la “Cultura de los Verracos”, con el inicio de nuestra ponencia en los XXVII Coloquios con el título “El Lagar: Prensa de Viga para aceitunas y uvas” con la ilustración de “Les Vendanges”

Los de hoy artilugios de madera, los de ayer, los más sencillos con una piedra de granito al pie de la viña.

img36L’ Apocalyse de Lorvao: Les Vendanges. Archivo Nacional de Torre de Tombo

Oct 012005
 

Ismael Montero Fernández.
ÍNDICE

  1. Introducción.
  2. Vargas Carvajal. Una vida de anécdota.
  3. La huella del prelado en arquitectura.
  4. La ciudad de Plasencia: (Catedral de Santa María, Palacio Episcopal, Colegio de la Compañía de Jesús, Iglesia de San Martín y Hospital de Doña Gracia).
  5. El término de Plasencia: Serrejón, Almaraz y Malpartida de Plasencia.
  6. Vicaría del Valle y la transierra. (Valdestillas y Jarilla).
  7. Vicaría de Jaraicejo: Jaraicejo, Romangordo, la Piñuela e Higuera.
  8. Vicaría de Medellín: Santa Cecilia (Medellín), Guareña y Cristina.
  9. Arciprestazgo de Trujillo: San Martín, Santa María la Mayor y Santo Domingo (Trujillo), Garciaz, Berzocana, Zorita, Escorial y Orellana la Nueva.
  10. Vicaría de la Vera y Campo Arañuelo: Tejeda de Tetar, Villanueva de la Vera, Robledillo de la Vera, Aldeanueva de la Vera, San Miguel de Jaraíz de la Vera, Gargüera, Navalmoral de la Mata y Almaraz.
  11. La retabilística en tiempos del Obispo Vargas Carvajal.
  12. Su recuerdo también en piezas de orfebrería.
  13. Agradecimientos.

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“La apariencia estética de un edificio depende de dos elementos: belleza y ornato. Belleza: la armonía y concordia de todas las partes, logrando de Tal modo que no sea posible agregar ni quitar nada, ni efectuar cambio Sin disminuir su valor. El Ornato es una especie de brillo adicional y Perfeccionamiento de la belleza. La belleza es algo encarnado que cabe Considerar como propio, innato e infuso en el todo, en tanto que el ornato Es algo agregado y adherido, más que propio e innato”. Rafael Alberti. “Los Diez Libros de Arquitectura”.

 

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