Oct 011985
 

Luis Núñez Secos.

Muchos son los trujillanos que pasan de los sesenta años y recuerdan la inauguración de la estatua a 1º de Junio de 1929 pero pocos son los que saben que la aspiración de tener en Trujillo este monumento a su Ilustre hijo fue mucho mas antigua… Ya en 1892 con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de América por Cristóbal Colón el Municipio trujillano envió a Huelva una lucida representación y fue entonces cuando un entusiasta trujillano, D. Anselmo Blázquez Pedraza, culto Notario, de una viva inteligencia y un gracejo inevitable concibió la idea de la construcción de un monumento a Pizarro y con otras personas de aquella época formó una especie de junta para dicho fin. Con el colaboraron D. Jacinto de Orellana-Pizarro y Díaz, Marqués de la Conquista, D. Prudencio Fernández de la Pelilla, D. Andrés Seco de Vargas y algunos más que no se recuerdan, llegando a conseguir del Sr. Cánovas del Castillo la promesa, de que el gobierno prestaría su apoyo a la idea.

Pero pasaron los años, fueron muriendo aquellas personas y con la penuria y sobresaltos nacionales que acarreo la guerra de Cuba y la perdida de las colonias dejo de hablarse durante muchos años del monumento a Pizarro; hasta que en 1912 en que siendo alcalde D. José Núñez Secos animado este por el entonces Comandante Militar de la Plaza Sr. Estévez, del culto presbítero D. Clodovaldo Naranjo, autor del libro «Trujillo y su tierra» por la prensa local y algunos entusiastas entre obreros y estudiantes volvieron a reanudarse los trabajos en pro de la construcción del monumento. Presto gran apoyo en este segundo intento otro trujillano de inmemorial recuerdo por su bondad y generosidad sin límites. Fue este D. Jacinto de Orellana-Pizarro y Abecia, Marques de Albaida, que alentó aquella comisión ofreciendo en cariñosa carta la entonces espléndida cantidad de 5.000 pesetas para encabezar una suscripción y además trabajó de una manera decidida con aquella comisión durante más de un año.

Se llegó a construir una maqueta en la que se representaba a Pizarro no a caballo sino a pie con un estandarte en la mano. Dicha maqueta yo he llorado al verla en el ayuntamiento donde creo aun continuará.

Se dieron algunos festejos para allegar recursos y se llegó a reunir en la suscripción a más de la ya citadas 5.000 pesetas otras 8 o 10.000 pesetas. Pero con estas cantidades era insuficiente no solo para la estatua sino para el pedestal de la misma. No se hizo efectiva la cantidad suscrita y con la salida de la alcaldía de D. José Núñez Secos y la muerte del Marqués de Albaida, pasaron varios años sin que se pudiera hablar de la estatua del Conquistador.

Pero a fines de 1924, empezó a correrse el rumor de que una señora norteamericana regalaba la estatua de Pizarro a la Ciudad de Trujillo. La esplendidez de la señora americana fue acogida con reserva y sin entusiasmo debido a los fracasos anteriores y se ponían en duda las noticias algo confusas que se iban recibiendo. Pero a medida que pasaban los días los detalles que se daban iban siendo mas cierto y por fin se supo que siendo Alcalde por segunda vez D. José Núñez Secos, este y D. Juan Terrones López salían para Madrid para ser presentados al Duque de Alba gran amigo de la señora norteamericana que regalaba la estatua y ponerse en relación directa el Duque con nuestra Ciudad para determinar los detalles del emplazamiento. La prensa atenta a sus deberes informativos procuro entrevistarse con D. Juan Terrones, el cual con su acostumbrada amabilidad contesta detalladamente a cuantas preguntas se le hicieron…….. ¿Díganos Sr. Terrones?……… Su contestación fue explícita.

Llegamos a Madrid el alcalde y yo a las once de la noche y al entrar en el hotel se nos entregó por el dueño del mismo una carta de D. Andrés Castellano Gendre en la cual decía no había tiempo que perder; el Duque no esperaba al día siguiente a las once así que a esa hora acudimos al palacio de Liria donde nos esperaba el Sr. Castellano acompañado de D. José Ortega y Gasset. Nos recibió el Duque con gran sencillez y amabilidad y después de los saludos de rigor le hicimos presente que los que habíamos acudido a su llamada éramos pocos por no haber tenido tiempo material para avisar a algunos trujillanos residentes en Madrid y otros que por sus urgentes ocupaciones no pudieron efectuar el viaje; pero que Trujillo entero agradecía su requerimiento y que en las sucesivas entrevistas que habíamos de tener con él sería más nutrida la representación de todos los estamentos sociales.

Nos manifestó el Duque tener que salir en breve de Madrid y antes cumplir el encargo de Mrs. Runmsey sin excusa dada la amistad con que me honra, y esta ha sido la causa de molestarles a ustedes con esta cita. Continuó el Duque diciendo que estando en África en una cacería de tigres hizo amistad con un hijo de dicha señora siendo este el origen de haber hecho extensiva la amistad a los padres de mi amigo. El Sr. Runmsey padre, multimillonario norteamericano, era hombre de gran cultura y de entusiasmo loco por España, por su historia y por sus conquistadores especialmente por Pizarro. Hizo grandes estudios sobre la Conquista del Perú y llego a enamorarse tanto de la obra colosal llevada a cabo por el valeroso trujillano de quien decía era superior en todo conceptos a los demás conquistadores. Era muy aficionado a la escultura y no sabiendo como enaltecer y perpetuar la memoria de Francisco Pizarro modeló una estatua ecuestre del Ilustre trujillano, que es la que tengo el gusto de mostrar a ustedes en esta fotografía que pueden llevarse a Trujillo pues para que la conozcan los trujillanos me las ha entregado su viuda.

Hay que hacer constar que el Sr. Runmsey hizo dos estatuas de Pizarro exactamente iguales, una de ellas fue regalada a Lima donde se encuentra y la otra es de la que estamos tratando; con esto queda demostrado no ser cierto lo que dice cierto escritor, que la estatua de Pizarro no es de éste sino de Hernán Cortes y que México la rechazó. Si eso fuese cierto ¿por qué no regaló a Medellín dicha estatua?, y ¿por qué fue el hacer dos iguales?.

Continua el Duque diciendo que muerto el Sr. Runmsey su viuda quiere llevar a efecto el pensamiento de su marido pues siente aun mayor entusiasmo que él por Pizarro, por Trujillo y por España, en su relación con América y encomienda con fervoroso entusiasmo ver colocada en Trujillo la estatua que modeló su marido. Ya sabe que hoy venían ustedes a reunirse conmigo para aceptar el regalo y esta misma mañana he recibido este telegrama que pueden leer en el que saluda a Trujillo y agradece en el alma acepten su oferta terminando el telegrama con un ¡Viva Pizarro!.

Continuo el Duque diciendo que el pedestal lo haríamos nosotros pues no era cosa de sablear a nadie. Trujillo pone lo que buenamente pueda y yo me ofrezco a contribuir con lo necesario. Se lo encargaremos a quien creamos pueda hacerlo mejor y el Sr. Ortega y Gasset allí presente estoy seguro se complacerá en redactar la leyenda de la lápida que ha de llevar el pedestal.

Esta primavera quiere ir a Trujillo Mrs. Runmsey para conocer la Ciudad y procuraremos la acompañe el Embajador del Perú y algún otro personaje pues esto gustará a los trujillanos. Su Majestad el Rey está al tanto de las corrientes favorables de Hispano-Americanismo le he enterado de los propósitos de Mrs. Runmsey y los aprueba con entusiasmo. También el Gobierno se muestra propicio y el Marqués de Magaz se ha ofrecido a dar toda clase ayuda como Franquicia Aduana, representación cuando se inaugure el monumento etc. etc.

Dijo el Duque que como la estatua estaba modelada por un aficionado tanto por el interés de Mrs. Runmsey como por el suyo propio antes de ser erigida quería fuese examinada por un profesional y al efecto se llamó al gran escultor Mariano Benlliure que examinó la obra con todo detalle asegurando era una escultura perfectísima que denotaba gran conocimiento dé los trajes de la época, de las armas, de los arreos y de la anatomía caballar pues los músculos y posición del caballo son exactos a los descritos en documentos históricos de aquella época. Ustedes me dirán si aprueban mis gestiones y creen necesaria alguna otra cosa. Creo que a Trujillo se le abren puertas para obtener en el futuro mayores bienes; hoy es la estatua, tras ella vendrán las visitas, las relaciones con otros pueblos y quien sabe donde puede llegar el ofrecimiento de Mrs. Runmsey. Tengo entendido que Trujillo es algo apático pero debe despertar de su modorra…. En fin ustedes dirán y verán lo que hacen.

Al terminar el Duque su amena conversación los visitantes quedaron absortos pues les parecía un sueño lo que acababan de oír. El alcalde dio las gracias en nombre de la Ciudad y ofreció al Duque que Trujillo sabría corresponder dignamente a las atenciones de que era objeto, pues si bien es cierto el carácter indolente de los trujillanos mucho de ello se debe al olvido constante que se tiene a esta región por parte de los poderes públicos pero que a pesar de ello sabríamos corresponder con entusiasmo sin límites al rasgo de Mrs. Runmsey y a las atenciones de V.E.

Abandonamos el Palacio de Liria impresionados, satisfechos y confiados en que Trujillo agradeciera y aprobara el rasgo de Mrs. Runmsey.

Hasta aquí la relación que nos hace el Sr. Terrones.

En efecto aquella primavera venía a Trujillo Mrs. Runmsey siendo recibida con gran entusiasmo por gran multitud de trujillanos. Dicha señora ofreció costear todo lo referente al emplazamiento de la estatua y se encargo el proyecto al inminente arquitecto D. Pedro Muguruza a quien la estatua no le gustó tanto como a Benlluire y propuso su instalación en el Campillo (Hoy plaza del General Mola), a lo cual Mrs. Runmsey no accedió pues era su deseo que la estatua fuese instalada en la Plaza Mayor. El Sr. Muguruza hizo el proyecto para instalarla en el centro de la Plaza, pero hubo oposición por gran parte de trujillanos que no querían ver desaparecer el pilar; se hizo otro proyecto situando la estatua, delante de donde se encontraba la plaza de mercado pero tampoco satisfizo al pueblo y al fin se hizo el proyecto ubicando la estatua donde se encuentra en la actualidad.

Fue inaugurado el monumento el 9 de Junio de 1929 descubriendo la estatua Mrs. Runmsey en presencia de autoridades civiles militares y eclesiásticas, locales, provinciales y nacionales asistiendo el Presidente del Gobierno General Don Miguel Primo de Rivera, y en representación de S.M. el Rey lo hicieron sus S.S. A.A. reales Dª. Beatriz y Don Alfonso de Orleans. También asistieron numerosos embajadores así como los descendientes del Conquistador.

Esta es la historia de la erección del monumento a Pizarro en Trujillo que por unos es admirado y por otros censurado, pero es el caso que ha atraído multitud de visitantes a Trujillo siendo una de sus principales ilusiones el ver la estatua y retratarse ante ella, así como adquirir postales que han dado la vuelta al mundo proclamando la grandeza y el valor del Ilustre trujillano que fue Francisco Pizarro Conquistador del Perú.

Trujillo, Agosto de 1985

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