Rufino Jiménez Mateos.
Es mi intención en la presentación de este trabajo recopilatorio sobre la vida y obra de Francisco Pizarro, aproximarnos a la fecha y lugar de nacimiento, dónde y cómo se desarrolló su juventud, sus virtudes, su carácter, su constancia, su lado humano, su fe, su vida y su muerte.
Ha sido fruto de muchas horas de lectura, más de 2.500 páginas, y toma de datos de cronistas de la época y de otros más recientes que aportan luz a mi pretensión; pero fundamentalmente basados en dos obras:
Una «Las Obras Completas» de Pedro de Cieza de León, autor meticuloso, detallista, que vivió la conquista, que consultó sobre el terreno a los protagonistas de la gesta y que tomaba diariamente notas sin desmayo mientras todos descansaban. Hombre religioso convencido y de fe, lo lleva a sus escritos.
Otra, la «Historia de la Conquista del Perú» de William H. Prescott, que no vive la conquista, pero que utiliza las fuentes más creíbles que en ese momento había. Autor que no tiene ninguna simpatía a los Pizarro en general pero que a veces tiene que rendirse ante la evidencia incurriendo en contradicciones.
Para adentrarnos en la vida de Francisco Pizarro comencemos recordando su genealogía tanto por línea paterna como materna:
Por línea paterna, aparece Hernando Alonso Pizarro. Casó con Inés Rodríguez y en 1.448 tuvieron a GONZALO PIZARRO «EL LARGO»: Llegó a ser coronel de infantería. Militó en Italia a las órdenes del Gran Capitán entre los años 1.495 y 1.515. Murió en 1.522 por las heridas sufridas en las guerras de Navarra.
Tuvo nueve hijos:
- De Isabel de Vargas, su esposa, tuvo a:
- Hernando en 1.475. Fue el mayor de los hijos. Vivió 103 años.
- a Inés Rodríguez Aguilar
- y a Isabel de Vargas quien tomó el apellido de su madre.
- De María Viedma, en Pamplona, con ya 54 años nacieron:
- Gonzalo (1.502-1.548).
- Catalina
- y Graciana.
- De María Alonso, su criada, hija de unos molineros de la Zarza, tuvo a:
- Juan (1.505-1.536).
- De otra mujer desconocida, tuvo a:
- Francisca Rodríguez, monja
- María Rodríguez, monja.
- De Francisca González tuvo, ya casado, a:
- FRANCISCO PIZARRO, nuestro protagonista.
Por línea materna:
- De Juan Mateos y María Alonso, vecino de la Huerta de Trujillo, Huerta de Valfermoso, nació:
- Francisca González:
- De Gonzalo Pizarro tuvo a:
- FRANCISCO PIZARRO
- De Martín de Alcántara, su esposo, tuvo a:
- Francisco Martín de Alcántara.
Juan Mateos y María Alonso eran hortelanos o labradores en la Huerta de Trujillo. Su hija Francisca muy joven pasó al servicio de Beatriz Pizarro, hermana de Hernando Alonso Pizarro, que se encontraba en el Convento de la Coria, con el afán de llevar una vida más perfecta.
De las visitas que Gonzalo, ya casado, hacía a su tía Beatriz, entró en conocimiento y relación amorosa con Francisca a quien dejó embarazada.
No es difícil imaginar, dada la rigidez de un Convento, el gran escándalo que se produjo y por ello decretar la expulsión inmediata de Francisca del mismo. Lo natural es que fuese recogida inmediatamente en la casa de sus padres en su domicilio de la Huerta de Trujillo, como así sucedió.
Los Pizarro no vieron con buenos ojos este embarazo al ser de familia noble, pero sí dieron apellido al fruto de esta relación, Francisco Pizarro, conquistador del Perú.
Que nació en la Huerta, en casa de sus padres, lo anuncia María la Barragana o comadrona, de 80 años, mujer de Juan Gracián. Atestigua haberle visto nacer y que conocía a Francisca y a su madre María Alonso, cristianos viejos.
Juana la trapera, de 70 años, casada con Alonso Ropero, prima hermana de Francisca, tiene ya 70 años y dice conoció de muchacho a Francisco, a quien no había vuelto a ver hacía 35 años. Implica que se volvieron a ver cuando Francisco estuvo en 1.529 en Trujillo.
Por otro lado, Catalina de Mena, monja de la Coria, preguntada por Francisco Pizarro, dice haber oído como «voz del pueblo» que la madre era pariente de la familia de los «Ropero», persona llana y que vivía de su trabajo.
Otro testimonio más. Lo confirman Francisco de Loaysa, Alonso de Hinojosa y Andrés Calderón «vecinos de Trujillo» que no recuerdan haber conocido a Francisco, pero si tienen noticia de que era hijo del capitán Gonzalo Pizarro. De la madre nada, no la conocen.
Su crianza fue humilde y poco esmerada. No aprende a leer ni escribir, que era privilegio de pocos, confirmando cómo se crió lejos de su padre y en hogar más humilde, donde trabajar para sobrevivir eran las letras a aprender.
Francisco Pizarro, podemos decir sin temor a equivocarnos nació en Trujillo, pero en la Huerta de Trujillo, Huerta de Valfermoso, hoy Huertas de Animas, donde incluso hoy es conocida la familia de los Ropero. Aunque Gonzalo Pizarro, su padre, le da su apellido nace y se cría apartado de su familia paterna.
¿En que fecha nació Francisco Pizarro?
Pocos cronistas se aventuran a fijar la fecha del nacimiento de Francisco y entre ellos existen contradicciones y errores de bulto.
Garcilaso de la Vega dice en su “Historia General del Perú” que tenia mas de 50 años en 1.525. Es un dato a voleo, a ojo, muy impreciso y poco fiable, implica que nació antes que su hermano Hernando.
Pizarro y Orellana en “Varones Ilustres del Nuevo Mundo”, dice que tenía 54 años en 1.525, comete el mismo error que Garcilaso.
Herrera en su “Historia General” dice que tenía 63 años cuando murió. Herrera bebe y copia de la fuente de Pedro de Cieza con capítulos enteros copiados al pie de la letra.
Pedro de Cieza de León, cronista muy preciso en sus afirmaciones, muy meticuloso en todos los detalles de sus Crónicas, al hablar de la muerte de Pizarro, en el capítulo XXXI de la Guerra de Chupas, dice así:
“Fue su muerte a hora de las once del día, a veinte e seis días del mes de junio, año de nuestra reparación de mil e quinientos e cuarenta y un años; gobernó él e por sus tenientes desde la villa de Plata hasta la ciudad de Cartago, que hay nuevecientas leguas y más; no fue casado; tuvo, en señoras de este reino, tres hijos y una hija; cuando murió había SESENTA Y TRES AÑOS Y DOS MESES…
Fue muerto así mismo Francisco Martín de Alcántara su hermano…”
Le entierra Juan Barragán su fiel criado. Siempre rodeado de amigos de la Huerta.
Ante un testimonio así podemos afirmar sin equivocarnos que Francisco Pizarro nació el día 26 de Abril de 1.478.
¿Quién inculcó las verdades de la fe al joven Francisco?
En primer lugar su madre, que vivió en el convento de la Coria.
En segundo lugar sus abuelos, de quienes se les conoce porque eran “cristianos viejos”
En tercer lugar los padres dominicos, que prestaban su asistencia religiosa a los habitantes de la Huerta, llegando a crear la 3ª parroquia de Trujillo en 1.564 en la iglesia de santo Domingo y bajo la advocación del Rosario. El siempre dispensó sus favores a los dominicos quienes dos de sus primeras iglesias de Lima las dedicaron a la devoción del rosario. En la isla de la Gorgona durante siete meses de espera todos los días se rezaba el rosario. La patrona de Huertas es la Virgen del Rosario.
Hombre de fe arraigada, al morir hace en el suelo la señal de la Cruz.
Que se crió al lado de su madre a la que profesó especial devoción lo confirma con hechos tan relevantes como dar a dos de sus hijos los nombres de Francisco y Francisca.
De su niñez y pubertad pocos datos más nos llegan. Pero lo que no cabe duda es que en algún momento y como siempre por vía de los amigos le descubren su origen. Que su corazón se revela no cabe duda; le marca su carácter y su orgullo le hace salir de la Huerta a los 18 años con su padre a las Campañas de Italia donde comienza a tener experiencia en el arte de la guerra.
En 1.501 vuelve a Trujillo y parte hacia Sevilla.
En 1.502 embarca hacia las Indias con Nicolás de Ovando.
Pasó unos años aclimatándose a las Indias y curtiéndose. Los que no lo hacían sobrevivían con dificultad.
Sus biógrafos nos dicen que tenía presencia imponente y agradable; imponía respeto, hablaba bien y aun con elocuencia.
Asociado a Balboa, le acompañó en su terrible marcha a través de las montañas hasta el Océano Pacifico, siendo uno de los primeros españoles que se deleitaron con la vista del mar del Sur.
En 1.508, comienza a sonar su nombre. Su constancia le distingue.
En 1.510 siendo teniente acompaña a Alonso de Ojeda.
En 1.513 se asocia a Balboa.
También como capitán actuó con Enciso, Morales y Pedrarias.
En 1.524 forma sociedad con Almagro y Luque con el permiso del gobernador Pedrárias.
En Noviembre sale la 1ª expedición de Pizarro desde Panamá hacia los mares del Sur con solo 129 hombres.
El panorama que se les presenta es sobrecogedor. Durante diez días son juguete de las olas. Pasan todo tipo de inclemencias. El terreno era pantanoso, luego montañoso, el calor insoportable, estaban cansados, hambrientos, exánimes y sin fuerzas. Grandes tormentas con gran aparato eléctrico y torrentes de lluvia sobre sus cuerpos. Faltan agua y provisiones. Calamidades indescriptibles. Cada día iban muriendo españoles y otros se hinchaban como odres.
Ante este panorama Pizarro alienta a sus hombres, les proporciona alimentos y se vuelca en cuidados, aparece su gran humanidad.
Por fin encuentra indios que le confirman las noticias del rico y poderoso Imperio más al sur.
El día 10 de marzo de 1.526 sale la 2ª expedición. Formalizan Pizarro, Almagro y Luque un contrato donde se demuestra que Pizarro y Almagro no sabían escribir y dice así textualmente: “… En la Ciudad de Panamá a diez días del mes de Marzo de Nuestro Salvador Jesucristo de mil quinientos ventiseis años. Testigos que fueron presentes a lo que dicho es, Juan de Panés y Alvaro del Quiro y Juan Vallejo vecinos de la Ciudad de Panamá y firmó el dicho don Fernando de Luque y porque no saben firmar el dicho capitán Francisco Pizarro y Diego de Almagro, firmaron por ellos en el registro de esta cartaJuan de Panés y Alvaro del Quiro, a los cuales otorgantes yo el presente escribano doy fe que conozco. D. Fernando de Luque. A su ruego de Francisco Pizarro -Juan de Panés y a su ruego de D. Diego de Almagro- Alvaro del Quiro. E yo Hernando del Castillo escribano de su Majestad”.
Más tarde aprendería a firmar en los documentos.
Tras la firma del contrato, 110 hombres salen y recalan en la Isla del Gallo. Nuevamente, tempestades, lluvia, hambre, mosquitos que les hace dormir con los cuerpos enterrados en la arena, enfermedades, muerte. Todos deseaban volver excepto un hombre excepcional. Pizarro valiente saca un puñal y traza una línea en el suelo que sólo cruzan LOS TRECE DE LA FAMA, dispuestos a seguir a su jefe. Sea mi homenaje repetir sus nombres: Pedro de Candia, Cristóbal de Peralta, Domingo de Soria Luce, Nicolás de Ribera, Francisco de Cuellar, Alonso de Molina, Pedro Alson, García de Jerez, Antón de Carrión, Alonso de Briceño, Martínde Paz , y el valiente piloto Bartolomé Ruiz , quien volvió a por un navío. Una docena de hombres sin alimentos, sin vestidos, casi sin armas, sin conocer el país que iban a buscar, sin buque para transportarlos, se quedaban en una roca del Océano con el objeto de llevar adelante una cruzada contra un poderoso Imperio.
Si Pizarro hubiera vacilado en su enérgico propósito la conquista del Perú hubiera quedado para otros y más felices aventureros. Lo que sí es cierto es que la conquista se verificaría siempre. Era irreversible. Sólo un espíritu indomable y un hombre excepcional continúa. Ese hombre fue Pizarro.
Era hombre de fe. Se rezaba todos los días y se guardaban escrupulosamente las fiestas de la Iglesia. A pesar de su incultura, Pizarro se esforzaba en dar un carácter religioso a su empresa inspirando en sus rudos compañeros confianza en la protección del cielo que los sostenía en medio de todas las dificultades. . Además era fiel cumplidor de su palabra. En una balsa se trasladan a la isla de Gorgona, isla sin habitar, a cinco leguas del Continente pero con agua y alimentos.
Dice Pedro de Cieza que era alta y adonde jamás dejaba de llover y tronar parece que los elementos unos contra otros combaten. Esperaron siete meses en ver volver las velas salvadoras.
Pizarro en Tumbez trata de entablar relaciones amistosas con los indígenas. Da gracias al cielo por haber coronado sus esfuerzos con resultado tan glorioso. El devoto católico veía en esta circunstancia un favor de la Providencia, ser recibido con tanto amor.
Según el padre Naharro, Pizarro no quiso recibir oro, plata y perlas que les ofrecieron, a fin de que conociesen no era codicia, sino deseo de su bien el que les había traído a tan lejanas tierras a las suyas.
Tras 18 meses, vuelve a Panamá.
¿Quién podía estar más interesado que la Corona en el feliz éxito de la empresa? ¿Quién mejor interlocutor para contarlo que quien lo había vivido día a día?
Pizarro viene a España con los primeros regalos. Llega a Sevilla en el verano de 1.528. Es recibido por el Emperador. El 26 de Junio de 1.529 se celebra la memorable Capitulación que indicaba y contenía los poderes y privilegios de Pizarro. En ella se asegura el descubrimiento y conquista de la Provincia del Perú o Nueva Castilla
Le debían conferir el título y dignidad de gobernador y Capitán General de la Provincia, etc.
A Almagro Comandante de la Fortaleza de Tumbez. A Luque el obispado de Tumbez.
A Bartolomé Ruiz el título de Gran piloto del Océano del Sur
A Candia se le dio el mando de la Artillería y a los doce restantes, de los trece de la Fama, se les creó Hidalgos y Caballeros. Se le obligaba a llevar eclesiásticos. Dominicos y Mercedarios le acompañaron. Como siempre, para sus hombres fieles tuvo sus recuerdos ante el Emperador.
Pasó por Trujillo y en el atrio de la iglesia de san Andrés y bajo un álamo secular que cortaron, Pizarro leyó la Capitulación reclutando amigos y con ellos a sus cuatro hermanos, Hernando, Juan, Gonzalo y Francisco Martín de Alcántara, que siempre le acompaña, siempre a su lado, como también su fiel criado Juan Barragán, hijo de Juan Gracián y de Inés la Barragana ya nombrados.
Se dio a la vela en Enero de 1.530. Todos iban muy lozanos, dice el cronista, porque creían que volverían en breve tiempo con gran riqueza a España. Vieron este deseo cumplido algunos y otros murieron en su pobreza. Y es en Enero de 1.531 cuando emprende la 3ª y última expedición para la conquista del Perú.
La marcha en tierras peruanas fue penosa por ser la época de lluvias de invierno y tener que vadear a nado múltiples torrentes, precipicios, tremendas quebradas andinas, gargantas, impracticables senderos para armaduras y caballos, temor a emboscadas….
Pizarro siempre estaba dispuesto a prestar auxilio y animaba a los abatidos con su alegría e indomable valor.
Los indígenas pocas veces hacían resistencia y Pizarro lejos de adoptar medidas vengativas, aceptaba gustoso las primeras demostraciones de la sumisión. Con esta política liberal y tolerante pronto se ganaba a los indios.
Por todas partes proclamaba que venía en nombre del Santo Vicario de Dios y del Soberano de España, exigiendo la obediencia para convertirlos en verdaderos hijos de la Iglesia y en vasallos de su amo y señor. Por donde va pasando construye una nueva colonia con su Iglesia, su almacén, una sala de Justicia y una fortaleza.
Antes de presentarse a Atahualpa oyen la Santa Misa, estaban convencidos de que peleaban por la Cruz.
La muerte de Atahualpa es historia negra sobre las armas españolas y sobre la Iglesia, en el Nuevo Mundo.
El español fue siempre un cruzado. Peleaban por el oro y por la Cruz.
El castellano demasiado orgulloso para ser hipócrita cometió ingentes crueldades en nombre de la religión. Quemar a un infiel era grato al cielo. En su obrar se mezclaban influencias mezquinas con aspiraciones nobles, lo temporal con lo espiritual.
En el Cuzco los padres de Santo Domingo, los hermanos de la Orden de la Merced y otros misioneros, trabajaban libremente en la santa obra de la conversión. Los esfuerzos hechos para convertir a los gentiles, son un rasgo característico y honroso de la conquista española.
Pizarro no atesoraba; las mayores riquezas probablemente de las que jamás han tocado en suerte a un aventurero se disiparon en su mayor parte en sus empresas, en sus obras arquitectónicas y en sus planes de mejoramiento público. ¿A eso puede llamarse avaricia?
Aunque él en cierto modo consideraba el país como suyo y le distribuía libremente entre sus capitanes, es cierto que la regia concesión de un territorio con 20.000 esclavos que le hizo la Corona, jamás fue llevada a efecto, ni sus herederos se aprovecharon nunca de ella. A eso le podemos llamar nobleza.
No solo su cualidad era el valor, sino acompañado de la constancia tan profundamente arraigada en él, como hemos visto, quien jamás se rendía ante las contrariedades antes bien, se crecía.
El ánimo inflexible de Pizarro se manifestó con más energía cuando en la isla del Gallo trazó en la arena la línea que debía separarle, con el puñado de hombres que le seguían, de su país y del mundo civilizado. Confiaba en su constancia, daría fortaleza a los débiles y agruparía en derredor suyo a todos aquellos valientes para ayudarle en su empresa. Fiábase del porvenir y no erró en sus cálculos. Este fue un acto de heroísmo. El peligro a que se expuso Pizarro fue mucho más grande que el que tuvo que arrastrar Hernán Cortés en Méjico.
No ha tenido España un hijo a quien deba más obligaciones, por la extensión que dio a su Imperio.
La Corona poco expuso y todo lo recibió.
Cuando contemplamos los peligros que arrastró, las fatigas que con tanta paciencia sufrió, los increíbles obstáculos que superó, los magníficos resultados que consiguió, no es posible dejar de considerarle como un hombre extraordinario. Muy extraordinario. Un hombre excepcional.