
Miren Gardoqui Iturriarte
Resumen.
Este estudio examina las miradas y las obras de cuatro viajeros europeos del siglo XVIII — Antonio Ponz, Guillermo Bowles, John Talbot Dillon y William Beckford— en su recorrido por España y con especial atención a Extremadura. Representan paradigmas distintos y complementarios que reflejan la transición entre Ilustración y Romanticismo. Ponz, comprometido con la regeneración cultural, ofrece una observación crítica y sistemática del patrimonio para un proyecto reformista que influirá en otros viajeros europeos. Bowles aporta una visión técnica y científica vinculada a la modernización. Dillon sintetiza y divulga en inglés las aportaciones de ambos, combinando análisis y crítica social. Beckford rompe con la claridad ilustrada, presentando una mirada subjetiva y estética que evoca un paisaje onírico y melancólico. La comparación revela la tensión entre razón y emoción, ciencia e imaginación, reforma y melancolía, con Extremadura como espacio clave de este diálogo donde convergen visiones del paradigma Ponciano. Sus obras construyen representaciones culturales complejas que influyeron en la proyección europea de España y en la evolución del viaje como género literario y experiencia cultural, fuente de la circulación de ideas y estética en la Europa moderna.
Palabras clave: Ilustración, Romanticismo, literatura de viajes, Extremadura, Europa, paradigma Ponciano.
- INTRODUCCIÓN.
El siglo XVIII representó un punto de inflexión en la percepción europea de España, en gran medida gracias a la figura de Antonio Ponz y su obra seminal Viage de España[1]. Ponz, con su enfoque ilustrado y meticuloso, sentó las bases para la observación y análisis del territorio español que luego influirían decisivamente en viajeros europeos como Guillermo Bowles, John Talbot Dillon y, en menor medida, William Beckford. Estos viajeros, guiados por un interés que oscilaba entre la razón ilustrada y las sensibilidades emergentes del Romanticismo, recorrieron la Península con la intención de documentar, analizar y experimentar una España que, a través del prisma Ponciano, se mostraba como un espacio de riqueza patrimonial, complejidad cultural y potencial reformista.
La obra de Ponz, con su énfasis en la catalogación racional del patrimonio artístico, histórico y social, proporcionó un marco metodológico y conceptual que Bowles adoptó y amplió desde una perspectiva naturalista y científica, incorporando además la dimensión económica y geográfica en su obra Introducción a la geografía natural y a la geografía física de España por D. Guillermo Bowles con superior permiso [2]. John Talbot Dillon, por su parte, integró y adaptó el legado de A. Ponz en su texto, titulado Travels through Spain with a view to illustrate the natural history and physical geography of that kingdom in a series of letters, including the most interesting Subjects contained the Memoirs of Don Guillermo Bowles, and other Spanish writers[3] combina observación crítica con una profunda inmersión literaria y cultural. Aunque William Beckford se aparta del paradigma ilustrado para encarnar una sensibilidad más estética y subjetiva, su itinerario narrado en su obra Italy with sketches of Spain and Portugal, by the author of Vathek[4], también se inscribe en diálogo con la representación de España construida por Ponz y sus seguidores, ya que su mirada romántica surge como respuesta y contraste frente al racionalismo ilustrado.
En estas páginas se analiza cómo la influencia de Antonio Ponz permeó las obras de estos viajeros europeos no nacionales, especialmente en sus descripciones de Extremadura, y cómo, a partir de esa matriz común, se despliegan diversas tensiones y enfoques que reflejan la transición cultural entre la Ilustración y el Romanticismo. La confluencia de estas miradas revela cómo España se constituyó en un laboratorio discursivo y un símbolo de las transformaciones intelectuales y culturales que atravesaban Europa en el siglo XVIII.
En la España del siglo XVIII, el viaje se convierte en un puente entre la razón ilustrada que busca entender y reformar, y el misterio romántico que contempla y siente; Antonio Ponz, con su enfoque pionero y meticuloso, marcó el camino para viajeros como Guillermo Bowles y John Talbot Dillon, quienes ampliaron su legado desde la ciencia y el progreso, y otros como William Beckford que, aunque se aparta hacia lo sublime y lo emocional del incipiente romanticismo, dialoga con esa mirada ilustrada para construir una visión compleja y contrapuesta de la nación.
A partir del análisis de tres relatos de viaje de autores europeos no nacionales como, Bowles, Dillon y Beckford, relacionados con la obra de Antonio Ponz, se ofrece una mirada de otro y visión dieciochesca sobre el territorio de Extremadura con puntos en común y discrepancias que se difundieron y contribuyeron a la creación de una imagen nacional y regional en el continente europeo.
- LOS VIAJEROS EUROPEOS: GUILLERMO BOWLES, JOHN TALBOT DILLON Y WILLIAM BECKFORD Y SUS LIBROS DE VIAJE.
Bowles nació en Irlanda en 1714 y falleció en España en 1780. Realizó su viaje por España y Extremadura en 1752. La llegada de Bowles a España tuvo lugar en el marco de la política científica desarrollada en el siglo XVIII por la monarquía borbónica, semejante a la establecida por el modelo ilustrado francés. Trabajó al servicio de la corona española como experto en trabajos de minería, asimismo se encargó de establecer y dirigir un gabinete de Historia Natural y un laboratorio de química en la corte[5].
La obra de Bowles titulada Introducción a la geografía natural y a la geografía física de España por D. Guillermo Bowles con superior permiso, se publicó en 1775[6] por primera vez y una segunda edición en 1782[7]. Además, fue traducida al francés en 1776[8] y al italiano en 1783[9]. Se publicó una reseña de su viaje con el título “A curious paper from Spain relating principally to the sheep and sheep-walk of that country” en The Gentelman´s Magazine[10]. En la primera edición en castellano se aconseja leer la obra de Viaje de España de Antonio Ponz[11].
El relato de Bowles una obra de síntesis miscelánea en la que se recogen los resultados de las comisiones y de sus viajes por España, así como informes sobre los recursos naturales y mineros. La obra está dedicada al rey Carlos III, se recogen los diferentes itinerarios realizados por la geografía española. Los viajes realizados por Extremadura le llevaron a Puebla de Alcocer, Orellana, Navalvillar, Logrosán, Zalamea de la Serena, Garbayuela, Talarrubias, La Coronada, Villanueva de la Serena, Don Benito, Medellín, San Pedro de Mérida, Mérida, Talavera la Real, Badajoz, Santa Marta de los Barros, Zafra, La Zarza, Monesterio y Fuente de Cantos[12].
Dillon nació en Irlanda en 1740 y murió en 1805. Realizó su viaje por España y Extremadura en 1778. Fue diputado en el parlamento irlandés desde 1771 hasta 1783[13], aunque la mayor parte de este periodo de su vida se dedicó a viajar por el extranjero, dejando de lado las actividades políticas[14].
Recorrió Italia y España: “At my return from Italy, in the year 1778, I once visited Spain and travelled the whole kingdom”[15]. Tiene varios libros sobre España, lo que le diferencia de los demás viajeros, que se limitaron a hacer una relación más o menos completa de su recorrido por la Península. A través de estas publicaciones podemos apreciar el profundo conocimiento que tenía sobre la cultura española.
Algunas de sus obras son adaptaciones de autores españoles, deuda que él suele indicar en el prólogo. Su obra más conocida es Travels through Spain with a view to illustrate the natural history and physical geography of that kingdom in a series of letters, including the most interesting Subjects contained the Memoirs of Don Guillermo Bowles, and other Spanish writers[16], publicada por Robinson and Pearson and Rolladson en Londres en 1780 y, es donde se recoge su viaje por Extremadura.
La obra naturalista de Guillermo Bowles Historia Natural de España[17], aparecida en 1775 en Madrid, es su principal fuente de información, aunque añade algunos comentarios propios. También reconoce en el prólogo haber extraído información de Antonio Ponz “cuyos viajes por España han sido recibidos con un aplauso general”[18], del tratado sobre las aguas minerales de Trillo del Dr. Ortega y, en cuestiones botánicas, las publicaciones de D. Joseph Amer “el médico de su majestad”[19].
Estos Travels through Spain conocieron enseguida varias ediciones y fueron traducidos al alemán en 1782[20]. Sin embargo, la obra de Bowles, desde muy pronto había sido traducida al francés literalmente, lo que restaba algo de importancia a los comentarios de Dillon. Consideró que el trabajo de Bowles debía ser conocido en Gran Bretaña pues la obra de Bowles, al servicio de la Corona de España, estaba escrita en castellano.
En 1781 publicó otros viajes por España, Travels from an English traveller in Spain in 1778, on the origin and progress of poetry in that kingdom, with occasional reflections on manners and customs and illustrations of the romance of Don Quixote[21].
Centra fundamentalmente esta obra en temas literarios. Se tradujo al francés, ya en 1810, con el título Essai sur la littérature espagnole[22].
El mismo año aparecieron sus Notes on the Reverend John Bowles edition of Don Quixote[23] y, poco después, otras obras de tema español que le acreditan como un hispanista. Así, en 1782 se publicaron en Londres Sketches on the art of painting translated from the Spanish, traducción de la carta de Mengs a Antonio Ponz[24].
Su obra fue publicada tanto en Inglaterra como en Irlanda. Salió a la luz en inglés bajo el título Travels through Spain with a view to illustrate the natural history and physical geography of that kingdom in a series of letters, including the most interesting Subjects contained the Memoirs of Don Guillermo Bowles, and other Spanish writers, interspersed with historical anecdotes, adorned with copper-plates and a new map of Spain, with notes and observations relative to the ARTS, and descriptive of Modern Improvements, written in the Course of a late Tour through that Kingdom by John Talbot Dillon, Knight and Baron of the Sacred Roman Empire[25].
Ian Robertson, en 1976[26] tradujo al castellano parte del viaje de Sir Talbot Dillon en su obra Los curiosos impertinentes y, en 1990 María Dolores Maestre[27] traduce la parte referente a Extremadura del itinerario seguido por este viajero en su obra 12 viajes por Extremadura en los libros de los viajeros ingleses.
Corchón García[28] aporta la referencia del viaje de Dillon en su edición original, y la reseña del itinerario seguido por Extremadura.
Además, existen publicaciones periódicas sobre este viajero tales como Sir John Talbot Dillon an his “Lettres” on Spanish Literature, publicado en Hispanique Review[29].
Estos Travels through Spain conocieron enseguida varias ediciones y fueron traducidos al alemán en 1782[30]. Sin embargo, la obra de Bowles, desde muy pronto había sido traducida al francés literalmente, lo que restaba algo de importancia a los comentarios de Dillon. Consideró que el trabajo de Bowles debía ser conocido en Gran Bretaña pues la obra de Bowles, al servicio de la Corona de España, estaba escrita en castellano.
Su obra fue publicada tanto en Inglaterra como en Irlanda. Salió a la luz en inglés
publicada por Robinson y Rollason en Londres en 1780[31].
La obra está dividida en dos partes: la primera parte incluye Madrid y la parte Norte de la Península, Navarra, Galicia, Aragón y Vizcaya. En la segunda parte se encuentra el viaje desde Madrid hacia Extremadura[32], Andalucía, Granada, Murcia, Valencia y Cataluña. En su Letter II. Itinerary of Don Guillermo Bowles, continued, from Almaden to the city of Mérida, in Extremadura[33] narra el itinerario por La Coronada, Villanueva de la Serena, Don Benito, Medellín, San Pedro de Mérida y Mérida.
Beckford nació en Inglaterra en 1760 y murió en 1844. Realizó su viaje por España y Extremadura en 1787. Pertenecía a la aristocracia británica. Viajó por Europa para completar sus estudios siguiendo parte del itinerario del Gran Tour.
Su familia era inmensamente rica y poseía esclavos en Jamaica. Recibió una educación refinada con los mejores maestros de la época. Sin embargo, combinó su sed de conocimientos con una devoción casi enfermiza por los placeres ilícitos[34].
Su primer libro lo publicó en 1780, Biographical Memoirs of Extraordinary Painters[35]. Sus viajes y experiencias europeas las recogió en Dreams, Walking Thoughts and Incitents (1783)[36].
Años después escribió en francés el libro que más renombre literario le dio, la historia del sultán Vathek, que tantas veces ha sido reeditada hasta la más inmediata actualidad[37].
El primer viaje peninsular fue a causa de su arrepentimiento ultramarino. Llegó al puerto de Lisboa el 24 de marzo de 1787[38]. Esta estancia la recoge en Italy with Sketches of Spain and Portugal[39]. En esta publicación será donde se recoja su itinerario por Extremadura.
La obra que sigue una estructura epistolar, en el primer volumen recoge la información referente a su viaje a Alemania y sus dos visitas a Italia en treinta y ocho cartas. El segundo volumen contiene treinta y cuatro cartas sobre su viaje por Portugal y dieciocho cartas sobre España. Concretamente lo referente a su itinerario por Extremadura está en las cartas III[40] y IV[41].
Jesús María Marín Calvarro[42] y María Dolores Maestre[43] han estudiado las figuras de algunos viajeros de habla inglesa por Extremadura, entre ellos la de William Beckford, trascribiendo su texto referente a Extremadura al castellano.
Entra a España y a Extremadura por Badajoz y sigue por Lobón, Mérida, Miajadas, Trujillo, Almaraz y Navalmoral de la Mata, saliendo hacia Castilla La-Mancha por Calzada de Oropesa[44].
- EL VIAJE COMO INSTRUMENTO DE CONOCIMIENTO: DE PONZ A BECKFORD.
Antonio Ponz, en su monumental obra Viage de España[45], se erige como el paradigma del viajero ilustrado nacional. Su itinerario no busca el exotismo ni el pintoresquismo, sino la catalogación racional del patrimonio artístico, arquitectónico de la nación. El viaje es, para él, una forma de diagnóstico y a la vez una herramienta pedagógica: observar para corregir, describir para edificar una conciencia nacional. Su estilo, claro y objetivo, responde a la retórica de la Ilustración, es un discurso que aspira a reformar a través del conocimiento. El contenido de las cartas referentes a Extremadura se recoge en los tomos VII y VIII y, a su vez fue reeditado por la editorial Universitas en 1983[46].
Guillermo Bowles, irlandés al servicio de la Corona española, se orienta hacia una observación naturalista: su Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Física de España[47] combina mineralogía, geografía y política económica, siguiendo la metodología enciclopédica. Su viaje se justifica por una utilidad científica y administrativa. Al igual que Ponz, responde al ideario ilustrado de orden, progreso y utilidad pública. Su trabajo fue pionero en integrar conocimiento científico con objetivos de desarrollo económico y explotación de recursos naturales.
John Talbot Dillon representa un puente entre ambas posturas. A diferencia de Bowles, en su Travels through Spain…[48]su aproximación es más narrativa y su juicio se mezcla con observaciones culturales, históricas y críticas. Dillon no solo adapta fuentes españolas (como Bowles o Ponz) sino que también incorpora una dimensión literaria y política. Su defensa de la libertad religiosa, su interés por las lenguas y su rechazo al despotismo lo alinean con los sectores más liberales del pensamiento ilustrado británico. Dillon introduce además un elemento sentimental, que anticipa sensibilidades románticas, especialmente en su aprecio por la poesía española y su crítica a los abusos institucionales.
William Beckford, en cambio, en Italy with sketches os Spain…[49] encarna la ruptura, su viaje no responde a un deseo de reforma, sino de experiencia. Beckford transforma el viaje en experiencia estética. La introspección sustituye a la cartografía; lo emocional, a lo enciclopédico. Su escritura fragmentaria, subjetiva y lírica reconfigura el viaje como un proceso de autodefinición estética. Beckford, heredero del orientalismo y del gusto por lo sublime y lo grotesco, convierte el imaginario español en espectáculo de sensaciones.
Todos los autores estudiados dedican pasajes significativos a Extremadura, una región percibida como marginal y arcaica, según los marcos interpretativos.
Ponz examina iglesias, monasterios y ciudades como Mérida[50] con mirada patrimonial, valorando su legado clásico. Ve en la región un campo para educar al ciudadano mediante la restauración del legado monumental.
Bowles parte de la mina de plata de Almadén, ve en las aguas minerales y en el potencial económico desaprovechado de la región, en especial su riqueza subterránea. Su análisis de los recursos naturales extremeños forma parte de su proyecto de desarrollo territorial racional[51]. Entre Puebla de Alcocer y Orellana menciona una mina de hierro y arenisca donde contemplo “…el más hermoso ocre rojo”[52]. En la zona de Navalvillar de Pela refiere que hay “…un mineral muerto de hierro refractario del que nada se puede sacar”[53]. En la Sierra de Guadalupe localizamos una breve reseña sobre las construcciones de la zona realizadas en granito: “…las casas del pueblo están fabricadas en granito…”[54]. En la zona de Berlanga aporta datos sobre el cultivo de trigos y habla sobre el paisaje de la dehesa extremeña con encinas y alcornoques y la saca de la corcha: “…al cabo de cuatro o cinco años se forma el nuevo corcho”[55]. A su paso por Garbayuela nos habla de la vegetación autóctona con el predominio de la jara pringosa y comenta la gran cantidad de colmenas que había. También refiere que las encinas estaban huecas por haberse podado, lo que impedía que dieran mucha bellota, alimento principal del cerdo ibérico: “…los cerdos en aquel país son todos negros”[56]. Asimismo, aporta datos sobre el comercio de la zona basado en la bellota, la cera, la cría de caballos y “…rebaños de vacas blancas y rojizas”[57]. En Don Benito refiere la abundancia de agua que favorecía los cultivos de trigo, garbanzo, vino y frutales en tierras llanas[58]. Destaca la casa de Hernán Cortes en Medellín, con “…un dintel de granito igual que el del Escorial”[59] que, en la actualidad no se conserva. Destaca de Mérida su antigüedad, aunque afirma que solo se detendrá a hablar de la Historia Natural, pasando a describir el paisaje. Se detiene a comentar las ruinas romanas al llamarle la atención los diferentes tipos de piedras hallados entre las antigüedades[60]. Entre Talavera la Real y Badajoz en las orillas del Guadiana describe múltiples islas en el río donde al parecer entraban a pasar los rebaños y sus pastores, corriendo el riesgo de las crecidas del río, narrando un episodio que pudo ver en este tramo[61]. Sobre la ciudad de Badajoz además de una breve mención al puente, describe un “…castillo edificado en lo alto de un peñón”[62] refiriéndose a la alcazaba. Llegando a Zafra nos habla de la aparición de rocas calizas, y añade información interesante sobre la trashumancia, los rebaños, los pastores y datos curiosos sobre esta actividad: los pastores debían construir sus chozas a lo largo del recorrido, por lo que tenían permitido cortar una rama de cada árbol para hacer lumbre, y es por este motivo que el autor atribuye la causa de que “…todos los árboles por donde trashumaban ovejas están huecos y secos”[63].
La obra de Bowles cuenta con descripciones muy extensas sobre la geología del territorio y la minería, pero entre toda esta información de carácter técnico podemos extraer breves alusiones o menciones al patrimonio, al paisaje o a los materiales empleados en la construcción.

Figura 1. Mapa de Extremadura con los municipios y lugares destacados por Guillermo Bowles. Fuente Google MyMaps, software de tratamiento ArcGIS. Elaboración propia, 2025.
Dillon en su Letter II. Itinerary of Don Guillermo Bowles, continued, from Almaden to the city of Mérida, in Extremadura[64] narra el itinerario por Extreamdura. En Medellín menciona la casa natal del conquistador Hernán Cortés[65], como ya hizo Bowles. En Mérida también se detiene ante las antigüedades romanas y los tipos de piedra que se podían encontrar entre los restos de la ciudad. Describe los dos acueductos, el teatro, el arco triunfal, una naumaquia refiriéndose al anfiteatro el circo y los dos puentes sobre el Guadiana y el sobre el Albarregas. Además, habla de estatuas, inscripciones, medallas y otras antigüedades que habían sido extraídas de sus ruinas, haciendo alusión al expolio, “[…] all wich announce its former magnificence, exclusive of the statues, inscriptions, medals, and other antiquities, so frequently dug out of its ruins”[66]. En su Letter IV, Of the barren and wretched district of Batuecas, in Extremadura[67], sobre las Hurdes refiere que se trata de un lugar melancólico que divide la zona conocida como las Batuecas[68]. Indica que el valle hurdano fue considerado como una parte desconocida del mundo por aquellos que la habían dado a conocer relatos fabulosos durante el reinado de Felipe II, así como en los anales de España durante la época ilustrada[69]. En su Letter V. The Convent of Yuste, in the Vera of Plasencia, famous for the retreat of the Emperor Charles[70] encontramos la primera referencia entre los viajeros al Monasterio de Yuste, del que dice es el lugar más encantador del mundo, razón por la que fue elegido por Carlos V para terminar sus días[71].
Dillon recorre la región en varios itinerarios, comenta la casa natal de Hernán Cortés en Medellín[72] y describe Mérida como ejemplo de esplendor romano[73]. En Las Hurdes y las Batuecas, su descripción oscila entre lo etnográfico y lo mitológico[74]. Su visión de Extremadura es la más matizada, entre la admiración por la historia y la crítica al atraso.

Figura 2. Mapa de Extremadura con los municipios y lugares destacados por John Talbot Dillon. Fuente Google MyMaps, software de tratamiento ArcGIS. Elaboración propia, 2025.
William Beckford conoció a Voltaire[75] y, de hecho, su obra tiene influencias de los romances satíricos de Voltaire[76]. En su obra Itali, with sketches of Spain and Portugal. By the author or Vathek[77], se recoge el viaje que realizó en su primera estancia en la Península Ibérica y, a su vez, donde se recoge el itinerario seguido por Extremadura. La obra que sigue una estructura epistolar. Concretamente lo referente a su itinerario por Extremadura está en las cartas III[78] y IV[79]. Cruzando desde Portugal llegó a Badajoz y entró a Extremadura atravesando la aduana situada en el puente sobre el Guadiana de la ciudad pacense, cosa que pudo realizar fácilmente en la época gracias a su pasaporte[80]. podemos leer cómo se refiere al enrejado en las ventanas de la ciudad. Además, nos brinda una descripción de la indumentaria de los hombres de la ciudad diciendo que era en tonos oscuros con pesados mantos que los cubrían[81]. Podemos leer, con su tono habitual de ilustrado que anticipa a los románticos, la descripción de los hombres de Badajoz, que no le quitaron ojo durante toda la cena: “Una muchedumbre de ojos y mantos, pues ni bocas o tan siquiera piernas se podían percibir, se reunió alrededor de los carruajes desde el momento que se pararon y tuvieron suficiente paciencia para permanecer en la calle, fumando silenciosamente sus cigarros”[82].
También sobre las condiciones higiénico-sanitarias de la ciudad a través de la mención de un elemento como las alcantarillas y de cómo en una jornada de lluvia éstas estaban rebosando, “las alcantarillas estaban totalmente repletas”[83]. Sobre el estado de las calles de la ciudad nos cuenta que eran todo barro a causa de la lluvia. Además, los cerdos dormían plácidamente bajo los aleros de los edificios[84]. Por otro lado, el monumento que destaca en la ciudad es la catedral, de estilo gótico y se construyó bajo la advocación de San Juan Bautista, que había dado nombre a la antigua ermita que sirvió para el culto católico durante la dominación sarracena y sobre cuyas ruinas se levantó la catedral. Sobre la disposición del coro en el centro de la nave central leemos como había tapado el altar mayor: “En medio de la nave central algún arquitecto obtuso ha colocado torpemente el coro no muy lejos de la entrada principal y al construirlo ahí ha tapado la vista del altar mayor”[85]. Ponz también se refiere a ello como “el coro, embaraza la mitad de la iglesia poco menos”[86]. Sobre el altar mayor no tiene buenas palabras: “el altar mayor no parece más que una gran masa de piedras doradas y bruñidas” [87], al igual que observó Madoz años después informando que “el altar mayor está muy sobrecargado y no es de mucho gusto, fue construido em 1708”[88]. Entre Badajoz y Lobón describe el paisaje “me encontré atravesando una llanura tan lisa como el océano. El verano en este yermo debe trasmitir únicamente ideas de esterilidad y desolación; en este momento una hierba nueva, en la que pastan varios rebaños”[89]. Por las fechas en las que viaja, podemos decir que estas ovejas eran ovejas trashumantes. Sobre Lobón leemos la escueta descripción de la ciudad como una pequeña aldea pobre con casas de barro: “aldea de casitas de barro […] cuyos habitantes parecen haber alcanzado el último estadio de pobreza e infortunio”[90]. Destaca la iglesia de la población, un edificio de estilo gótico en origen, aunque con añadidos posteriores[91]. Resulta curioso que el viajero no aporte ningún dato ni curiosidad sobre las antigüedades emeritenses, aunque aporta datos sobre la posada y narra un episodio con un brasero, elemento típico de la zona:
“En medio de la habitación había un gran brasero lleno de brasas ardientes exhalando un aroma a romero y lavanda por lo que mi cabeza empezó a dar vueltas y me tambaleé como un borracho. Pero tan pronto como se llevaron el pernicioso objeto me senté para escribir en paz y tranquilidad”[92]. En Miajadas la posada le sorprendió gratamente: “en vez de entrar en una sucia posada mi guía me introdujo en una especie de galería, con un magnífico techo en forma de arco, cubierta completamente de esteras y amueblada todo alrededor con sillas doradas”[93]. Continuando con su itinerario, se sitúa en Trujillo el 6 de diciembre. Como ya lo habían hecho otros viajeros anteriores, destaca que se trata de la patria “del despiadado Pizarro, azote de los peruanos y el asesino de Atabaliba”[94]. Probablemente el autor se refiera al emperador inca Atahualpa y añade un adjetivo con conotación despectiva a la descripción del conquistador, algo insólito hasta entonces, pero, que cada vez será más recurrente a medida que avanza el siglo y durante el siguiente. Entre Miajadas y Jaraicejo vuelve a habar del paisaje y refiere un gran bosque de alcornoques “en el horizonte descubrimos un bosque de alcornoques en un prado que se extendía hasta donde alcanzaba la vista”[95]. Llegaron a Navalmoral de la Mata a través de un bosque de encinas el 8 de diciembre, día de fiesta local por la Inmaculada Concepción y encontraron a los lugareños en las dos parroquias locales la de San Andrés y la de Nuestra Señora de las Angustias[96].
Beckford convierte Badajoz[97] en escenario de lo siniestro y sublime: barro, penitentes, silencio, humedad, santos. Su mirada gótica y sensual transforma los pueblos extremeños en paisajes emocionales cargados de ambigüedad. Para Beckford, Extremadura es territorio liminal entre el sueño y la vigilia, entre lo sagrado y lo monstruoso. Comienza a apreciarse cierto desprecio hacia las figuras de los conquistadores.

Figura 3. Mapa de Extremadura con los municipios y lugares destacados por William Beckford. Fuente Google MyMaps, software de tratamiento ArcGIS. Elaboración propia, 2025.
La mirada de estos cuatro autores sobre Extremadura refleja sus perfiles y enfoques diferenciados, revelando la riqueza interpretativa que aportan a la literatura de viajes del siglo XVIII. Antonio Ponz, fiel a su método ilustrado, analiza la ciudad desde una perspectiva crítica y armónica, deteniéndose en el estudio de la catedral y el urbanismo, atento a la regeneración y el equilibrio estético. Guillermo Bowles, con su formación científica, centra su interés en el entorno geológico de Badajoz, abordando el territorio como un objeto de catalogación y aprovechamiento racional, ajeno al sentimentalismo. John Talbot Dillon, por su parte, ofrece una descripción marcada por el análisis político y militar, aplicando una mirada comparativa que pone de relieve las estructuras de poder y la dimensión histórica de la ciudad. Finalmente, William Beckford se aparta del enfoque racionalista y opta por una aproximación sensorial y subjetiva: su descripción de Badajoz privilegia las impresiones visuales y atmosféricas, deteniéndose en detalles como las rejas, los mantos, el barro y el silencio[98], y anticipando así la sensibilidad romántica que florecería en la literatura de viajes del siglo XIX.
- LA INFLUENCIA DE ANTONIO PONZ EN LOS VIAJEROS EUROPEOS. CONVERGENCIAS ILUSTRADAS Y ROMÁNTICAS.
Para profundizar en el paradigma Ponciano y su influencia sobre otros viajeros europeos, destacamos a continuación como cada uno responde a su legado. Antonio Ponz encarna la mirada del reformador, fue educado en el humanismo clásico y cercano a los círculos de Feijoo y Jovellanos[99], Ponz recorre España en busca de un equilibrio entre pasado glorioso y regeneración presente. Critica el abandono del patrimonio[100], el exceso barroco y las supersticiones religiosas, mientras documenta iglesias, conventos, caminos, puentes y costumbres. Ponz propone una pedagogía visual y moral, con el arte como herramienta de regeneración nacional. Es un viajero interno que refleja el deseo de una burguesía ilustrada por modernizar sin romper con la tradición.
Guillermo Bowles representa la ciencia al servicio del Estado, pues Bowles, al igual que Ponz, cree en el potencial de España, pero desde una perspectiva científica. Su obra, publicada en Madrid en 1775, forma parte del programa reformista borbónico[101]. Catalogó y clasificó minerales, aguas, y zonas económicas desaprovechadas. Aunque su estilo es menos literario que el de Ponz, ambos coinciden en la crítica al atraso y en la esperanza de progreso. Bowles fue traducido pronto al francés[102], lo que facilitó su difusión europea. Su legado reside en haber profesionalizado la observación territorial con criterios científicos y económicos.
John Talbot Dillon realiza su crónica y crítica desde la distancia. Dillon visitó España en 1778 y publicó varias obras en inglaterra, entre ellas Travels through Spain with a view to illustrate the natural history and physical geography of that kingdom[103], donde cita y amplifica los trabajos de Bowles y Ponz. Su obra revela un profundo conocimiento de la cultura española, y se interesa por la religión, la poesía y el arte. A diferencia de Bowles, su mirada es más crítica con el absolutismo y más empática hacia el catolicismo popular. En Travels from an English traveller in Spain…[104] Dillon se centra en la literatura española, destacando el valor cultural de autores como Cervantes y su influencia europea. Su uso del castellano y su compromiso con la transmisión del conocimiento español en Inglaterra lo convierten en un mediador cultural.
William Beckford es la estética del sentimiento, heredero de la sensibilidad prerromántica, Beckford transforma su viaje en una sucesión de cuadros, atmósferas y episodios casi oníricos. Su paso por Badajoz, Lobón y Sevilla revela un interés estético en lo grotesco, lo sagrado y lo decadente. Describe la lluvia, los mantos de las mujeres, las criptas oscuras y las ruinas con un lenguaje sensorial. Esta España no se conoce ni se reforma: se contempla, se teme, se desea. Beckford marca el paso del viajero ilustrado al viajero romántico. Su estilo fragmentario, subjetivo y poético anticipa el viaje interior romántico. En su texto, lo exótico y lo espiritual se entrelazan: la España de Beckford es un teatro de sombras que fascina por su densidad simbólica.
Ponz, Bowles y Dillon comparten una visión ilustrada del viaje: conocer para reformar. Aunque con enfoques diferentes —Ponz desde el arte, Bowles desde la ciencia, Dillon desde la literatura— los tres creen en la posibilidad de mejorar España mediante la razón, el conocimiento y la voluntad. Representan, respectivamente, las versiones nacional y extranjera, científica y crítica del pensamiento ilustrado. Beckford, en cambio, viaja desde el sentimiento y la experiencia en sí misma, su España no necesita redención, sino interpretación. Es un espacio simbólico donde proyectar deseos, miedos y ficciones. Mientras que los tres primeros contribuyen a la España ilustrada, Beckford inaugura la España romántica, decadente, misteriosa, teatral. En Beckford, lo español deja de ser materia para la reforma y se convierte en experiencia estética.
Tanto Bowles como Ponz desarrollaron sus trayectorias en el contexto del reformismo ilustrado borbónico del siglo XVIII, en el que la Corona impulsó programas para modernizar el país a través de la ciencia, la técnica y el conocimiento racional. Bowles llegó a España como parte de esa política de atraer científicos extranjeros para modernizar la minería, la química y la historia natural. Ponz, por su parte, fue comisionado por el Estado para recorrer España y describir su estado artístico y cultural, como parte de un diagnóstico ilustrado de la realidad del país. Ambos fueron funcionarios al servicio del proyecto ilustrado estatal, aunque desde campos distintos: Bowles desde las ciencias naturales y mineras, y Ponz desde el arte y la cultura.
En cuanto al carácter itinerante y la observación directa del territorio, los cuatro autores estudiados realizaron extensos viajes por España, que constituyen la base de sus obras principales. Bowles recorrió minas, explotaciones, territorios geológicos y recursos naturales en múltiples regiones. Ponz hizo lo propio con monumentos, iglesias, ciudades y elementos del patrimonio artístico. Dillon, por su parte, realizó un recorrido detallado que combinaba la observación cultural, histórica y geográfica, buscando adaptar y contextualizar sus hallazgos para un público británico. Beckford también llevó a cabo un viaje personal y prolongado por diversas zonas de España, aunque su enfoque se orientó menos a la descripción científica o documental y más a la experiencia sensorial y emocional del paisaje y la arquitectura. Sus observaciones, cargadas de una mirada subjetiva y evocadora, registraron paisajes, ruinas y ambientes con un sentido estético que influiría en la visión romántica posterior del país.
En todos los casos, el itinerario físico se tradujo en un registro sistemático de observaciones, un método empírico de conocimiento típicamente ilustrado.
En los autores de carácter ilustrado como Ponz, Bowles y Dillon se aprecia una voluntad de mejora y crítica constructiva, ya que todos comparten una mirada crítica, pero constructiva, orientada a mejorar la situación del país mediante la aplicación del conocimiento. Bowles, al analizar el estado de la minería, no solo describe, sino que propone mejoras técnicas y organizativas. Ponz, en su recorrido artístico, no duda en criticar el abandono del patrimonio, la falta de gusto o el atraso, pero con el propósito de promover reformas culturales y educativas. Dillon, por su parte, adopta un papel mediador y pedagógico, buscando acercar la cultura y la historia españolas al público británico mediante la traducción, adaptación y contextualización, con la intención de fomentar una visión más justa y comprensiva de España en Europa. Mientras que Ponz y Bowles buscan despertar conciencia nacional sobre los recursos (naturales o culturales) desaprovechados o mal gestionados, Dillon persigue la mejora de la imagen internacional de España y el entendimiento intercultural. En cambio, Beckford, desde una óptica más romántica y subjetiva, no centra su crítica en la mejora práctica, sino en una exploración estética y emocional del país, que revela tanto fascinación como melancolía, mostrando una España envuelta en misterio y exotismo que invita a la contemplación más que a la reforma.
Surgen obras escritas en español y con enfoque didáctico, aunque Bowles era irlandés, escribió su obra fundamental (Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Física de España, 1775) en español, con un claro afán divulgativo y pedagógico, al igual que Ponz, que también escribe para educar e instruir al lector. Dillon publicó en Inglaterra sus escritos en inglés, orientados a presentar una imagen accesible y matizada de España para el público británico, combinando traducción, análisis cultural y un estilo literario acorde con el gusto ilustrado. Beckford, en cambio, redactó sus obras principalmente en inglés, aunque su escritura es menos didáctica y más literaria y evocadora; sus textos buscan transportar al lector a un universo sensorial y emocional, pintando a España como un lugar de misterio, exotismo y belleza decadente, y contribuyendo así a la construcción del imaginario romántico europeo sobre la península.
Los relatos de viaje estudiados de Ponz, Bowles y Dillon presentan una estructura miscelánea (mezcla de observaciones, datos, comentarios), un enfoque enciclopédico, propio de la Ilustración y la intención de crear un saber útil y racional, no meramente erudito. Por otro lado, la obra de Beckford muestra un acercamiento al Romanticismo y presenta características como la subjetividad narrativa, el énfasis en las emociones y sensaciones, la evocación de lo sublime y lo misterioso, así como una atención especial a los paisajes decadentes y ruinas que simbolizan la fugacidad y la melancolía. Su estilo literario es más evocativo y poético que informativo, y su visión de España se articula a través de una atmósfera casi onírica, que invita al lector a experimentar un viaje interior además del geográfico.
Sobre la influencia internacional y proyección europea, tanto Ponz como Bowles lograron trascender el ámbito nacional. La obra de Bowles fue traducida al francés e italiano, y sus ideas circularon en medios científicos ingleses. Ponz, aunque más centrado en España, siguió el modelo del Grand Tour europeo y mantuvo pensamientos en línea con ilustrados de otros países, como Winckelmann[105]. Dillon, por su parte, fue un intermediario cultural clave, publicando sus obras en inglés y alemán, y contribuyendo a la difusión del conocimiento sobre España en el mundo anglosajón, donde se le considera un precursor del hispanismo británico. Beckford tuvo una proyección más ligada a los círculos prerrománticos y góticos europeos; sus escritos influyeron notablemente en la literatura de viajes posterior y en la construcción del imaginario romántico sobre España, donde su visión estética y sensorial despertó un interés que trascendió el ámbito estrictamente literario, incidiendo en las artes y la cultura europeas del siglo XIX.
Ponz, Bowles y Dillon son autores que participan, así, del proyecto ilustrado europeo, aportando una visión renovadora de España hacia dentro y hacia fuera.
Aunque Antonio Ponz y Guillermo Bowles trabajaron en ámbitos diferentes —el arte y la cultura en el caso de Ponz; la ciencia natural y la minería en el de Bowles—, comparten importantes similitudes como la inserción en el proyecto reformista de la monarquía ilustrada, el método basado en la observación directa y el recorrido territorial, el propósito pedagógico y voluntad crítica constructiva y el espíritu enciclopedista y compromiso con el progreso del país. Ambos representan el ideal ilustrado del intelectual viajero, analista y reformador, y sus obras son documentos fundamentales para entender cómo la Ilustración interpretó y trató de transformar la realidad española del siglo XVIII.
Ponz fue funcionario del estado; autor del Viaje de España (informe artístico-cultural al servicio de la Corona). Bowles fue naturalista irlandés al servicio de la Corona española; autor de Introducción a la Historia Natural y Geografía Física de España. Dillon era Parlamentario irlandés, viajero cosmopolita y defensor de la libertad religiosa; autor de obras basadas en Ponz y Bowles, con vocación divulgativa internacional.
Estos viajeros se relacionan con el proyecto ilustrado, ya sea desde dentro del aparato del Estado (Ponz y Bowles) o desde una perspectiva externa pero aliada (Dillon), mostrando una voluntad común de modernización del conocimiento sobre España.
Los cuatro autores convierten el viaje como experiencia empírica en la base de su obra. Ponz recorre el país describiendo iglesias, obras de arte, arquitectura y costumbres. Bowles viaja para estudiar y mejorar las explotaciones mineras, los recursos naturales y el paisaje físico. Dillon, aunque posterior, sintetiza y amplía las observaciones de Bowles y Ponz, incorporando sus propias reflexiones, especialmente literarias y culturales. Beckford recorre España con un enfoque más personal y estético, plasmando en sus escritos una visión emocional y sensorial del paisaje, las ruinas y la cultura, que trasciende la simple descripción para construir un imaginario romántico lleno de misterio y exotismo.
Dillon sigue literalmente parte del itinerario de Bowles, como demuestra en sus cartas, y adopta el método del viaje comentado característico también de Ponz. Todos consideran que el conocimiento del país exige recorrerlo personalmente.
- METODOLOGÍAS Y ENFOQUES: ILUSTRACIÓN Y ROMANTICISMO EN TENSIÓN.
Antonio Ponz, figura central de la Ilustración española, autor de Viage de España, combina arte, política, moral y economía. Aunque crítico con ciertos aspectos (el abandono de monumentos, supersticiones), cree en la posibilidad de regeneración del país. Rechaza el exceso barroco en arte y busca una estética armónica (influencia neoclásica). Su estilo se torna modelo o punto de partida para viajeros posteriores como Bowles o Dillon.
Guillermo Bowles. Hombre de ciencia (geología, minería, historia natural). Su Introducción a la Historia Natural… de España, responde a la lógica ilustrada de catalogar y conocer para transformar. Coincide con Ponz en su reprobación de supersticiones y falta de aprovechamiento nacional de los recursos. A diferencia de Ponz, adopta una mirada más empírica y técnica; menos implicado emocionalmente con la cultura hispánica. Fue traducido y leído por ilustrados españoles, influenció indirectamente a Ponz, y compartió su espíritu reformista.
John Talbot Dillon, historiador, cronista y viajero con mirada más anglosajona y política. Sus escritos buscan explicar las estructuras de poder, la historia nacional y los contrastes sociales. Más afín al tono informativo-crítico de Bowles, pero también se interesa por lo que ve como contradicciones del absolutismo español. Usa un estilo más narrativo que Bowles y Ponz, introduciendo episodios personales, costumbristas y políticos. Influyó indirectamente en la visión británica sobre España como tierra de contrastes y decadencia gloriosa.
William Beckford, figura más heterodoxa y compleja, representa el tránsito hacia el romanticismo, subjetividad, misterio, decadencia, exotismo. Aunque instruido y culto, su obra está impregnada de sensaciones, imaginación y simbolismo (herencia de Voltaire y la novela gótica). A diferencia de los tres anteriores, su viaje no es racional ni técnico, sino emocional y sensorial. Sus observaciones sobre Extremadura son agudas, pintorescas y teatrales, con escenas casi barrocas (carruajes, muleros, lluvia, iglesia, devoción popular). Anticipa la literatura de viajes del XIX, y rompe con la frialdad de la Ilustración.
- DIFUSIÓN Y PROYECCIÓN EUROPEA: LA ESPAÑA PONCIANA EN EL IMAGINARIO EUROPEO.
A continuación, se aborda la circulación y recepción de las obras de los viajeros estudiados, destacando la influencia de Ponz y Bowles, la mediación cultural de Dillon y la influencia estética de Beckford en Europa.

Figura 4. Tabla de autores y su difusión. Ponz, Bowles, Dillon y Beckford. Elaboración propia, 2025.
Antonio Ponz, Guillermo Bowles y John Talbot Dillon representan tres perfiles diferentes, pero complementarios, del intelectual ilustrado que describe España en el siglo XVIII. Ponz: observador crítico del arte y la cultura nacional, desde dentro del sistema. Bowles, científico y técnico extranjero comprometido con el progreso material del país. Dillon, viajero culto y erudito europeo que integra, adapta y difunde su visión de España a una audiencia internacional. Los tres comparten un método empírico y racional, una visión reformista de España y un profundo interés por el conocimiento útil y sistemático. En conjunto, conforman una triada representativa del saber ilustrado europeo aplicado a la realidad española.
William Beckford, en contraste, no responde a este modelo racionalista, sino que encarna un perfil prerromántico caracterizado por la imaginación subjetiva, la sensibilidad estética y el gusto por lo exótico. Aunque su estilo se aparta del discurso ilustrado, su obra participa en el mismo proceso de interpretación cultural de España. Beckford no pretende reformar, sino experimentar; no sistematiza, sino que sugiere. Su contribución es fundamental para entender la transición hacia una visión romántica de lo hispano, donde el misterio, la emoción y lo sublime ocupan el lugar de la razón y el método.
Viajeros y cronistas de la España del siglo XVIII, entre la Ilustración y el temprano Romanticismo, sugieren que la segunda mitad del siglo de las luces vive una intensa circulación de ideas ilustradas entre Europa y España, que es percibida como un país exótico, atrasado o pintoresco, dependiendo del autor. El viaje se convierte en herramienta de conocimiento empírico y también literario: se documenta el paisaje, la sociedad, la religión y el patrimonio con fines científicos, morales o estéticos. En este marco, los cuatro autores viajan con distintos propósitos (científicos, reformistas, aristocráticos, sensoriales), pero todos reproducen la tensión entre razón ilustrada y sensibilidad subjetiva que anticipa el Romanticismo.
En cuanto al sentido que cada autor otorga al viaje, Antonio Ponz lo concibe como un instrumento de reforma ilustrada, orientado a transformar y mejorar la realidad española desde una perspectiva crítica y constructiva. Guillermo Bowles, en cambio, entiende el viaje como una vía para el conocimiento científico, centrando su atención en la observación y el estudio sistemático de la naturaleza y la geografía. Para John Talbot Dillon, el viaje representa una oportunidad de observación histórica, permitiéndole analizar y contextualizar los fenómenos sociales y culturales en clave comparativa. William Beckford, por su parte, se diferencia al considerar el viaje como un ejercicio de goce sensorial y estético, privilegiando la experiencia subjetiva, la emoción y el deleite por lo exótico y lo sublime por encima de cualquier propósito reformista o científico.
- TEMÁTICAS CENTRALES EN LOS LIBROS DE VIAJE: PATRIMONIO, NATURALEZA, LITERATURA Y CULTURA.
Se analizan los focos temáticos de cada autor, con tablas o descripciones comparativas para evidenciar sus intereses particulares. Los viajeros ilustrados comparten intereses comunes como la naturaleza, el arte, la historia, la literatura, las costumbres, la geografía y la cultura.

Figura 5. Tabla de temas y autores. Ponz, Bowles, Dillon y Beckford. Elaboración propia, 2025.
Dillon, en cierto modo, es un compilador ilustrado, pues recoge lo mejor de Ponz y Bowles y lo presenta a una audiencia anglosajona, incorporando su voz como observador culto y crítico. En su escritura y estilo divulgativo, los autores ilustrados como Ponz, Bowles y Dillon practican un estilo accesible, a caballo entre la ciencia, el ensayo y la crónica de viajes. Buscan informar e instruir al lector, mezclan descripción, anécdota, y análisis y se dirigen tanto a especialistas como a curiosos ilustrados. Dillon traduce, adapta y complementa, con intención de hacer comprensibles las obras españolas al lector británico. Sus cartas (inspiradas en el estilo epistolar ilustrado) son una forma literaria típicamente dieciochesca. Destaca como el gran difusor de la obra de Bowles en Gran Bretaña, y como admirador declarado de Antonio Ponz, cuya influencia reconoce abiertamente.
Beckford, por su parte, se sitúa en el extremo opuesto del espectro ilustrado. Su obra sobre España no busca la claridad ni la didáctica, sino la evocación estética y emocional. Sus textos, marcados por una voz narrativa profundamente subjetiva, transforman el paisaje español en un escenario onírico, decadente y sublime. En lugar de adaptar o explicar España a sus lectores, como hace Dillon, Beckford proyecta sobre ella sus propios fantasmas culturales, convirtiéndola en una tierra de excesos sensoriales y ruinas sugestivas. Aunque no dialoga directamente con Ponz, su visión constituye una respuesta implícita, estética y espiritual, a la racionalidad ilustrada que este representa, y ejerce una notable influencia en la recepción romántica de España durante el siglo XIX.
- CONCLUSIÓN: ¿PONZ COMO CENTRO, BECKFORD COMO RUPTURA? ESPAÑA COMO LABORATORIO CULTURAL EN LA TRANSICIÓN ENTRE ILUSTRACIÓN Y ROMANTICISMO.
Ponz representa el modelo de viajero ilustrado español comprometido con la regeneración. Bowles y Dillon son sus paralelos extranjeros: aportan saber técnico y observación crítica. Beckford desborda la Ilustración. Su subjetivismo, atención al detalle atmosférico, y visión melancólica e incluso decadente marcan una transición hacia la sensibilidad romántica. Aunque Ponz influye directa o indirectamente en los tres, Beckford rompe con su paradigma, y en cierto modo lo subvierte: ya no se viaja para reformar, sino para sentir, imaginar y narrar.
El recorrido comparativo de estos cuatro autores muestra la evolución del viaje como género y experiencia en el siglo XVIII. Ponz representa el último gran humanista patriótico; Bowles y Dillon, la mirada científica y crítica desde el extranjero; Beckford, el inicio del viaje literario y estético. A través de sus textos, España se convierte en espejo de los dilemas europeos: razón frente a pasión, ciencia frente a imaginación, reforma frente a melancolía. Entre todos, construyen una imagen compleja, contradictoria y sugerente de un país que, al ser observado desde fuera y desde dentro, revela su riqueza y su potencia simbólica. Extremadura, en particular, emerge como un territorio clave para interpretar esta transición entre paradigmas: entre el campo de estudio ilustrado y el escenario de ensoñación romántica. El legado de estos viajeros reside no solo en la información que nos transmiten, sino en el modo en que contribuyeron a modelar las representaciones de lo español en la cultura europea moderna.
El análisis conjunto de las etapas discurridas por Extremadura de los viajes de estos personajes ilustrados y prerrománticos que recorrieron España en el siglo XVIII —Antonio Ponz, Guillermo Bowles, John Talbot Dillon y William Beckford— permite comprender la complejidad y riqueza de la mirada de otro, europea sobre España y Extremadura durante un período de profunda transformación cultural, política y social. A través de sus obras y experiencias, estos viajeros ofrecen diferentes paradigmas y metodologías que ilustran la tensión entre la Ilustración y el Romanticismo, así como la circulación de ideas en un marco europeo, articulado desde la combinación de observación empírica, crítica social y exploración estética.
El paradigma Ponciano y su influencia en la mirada ilustrada surge cuando Antonio Ponz emerge como figura central del proyecto ilustrado español, en cuyo itinerario se conjugan el compromiso moral, la crítica constructiva y la voluntad pedagógica. Su Viage de España es una obra clave que aspira a trazar un diagnóstico del estado cultural y artístico de España con el objetivo de proponer una regeneración nacional basada en el equilibrio entre la tradición y la modernidad. Ponz rehúye el barroquismo excesivo y las supersticiones, promoviendo una estética neoclásica y racional, que refleja su formación humanista y su vinculación con figuras emblemáticas de la Ilustración española como Feijoo y Jovellanos[106].
El legado de Ponz se manifiesta en la estructura metodológica del viaje, una observación sistemática del patrimonio artístico, la documentación de iglesias, monumentos y costumbres, y la voluntad de presentar un conocimiento accesible. Este modelo influye directamente en viajeros posteriores, tanto en el ámbito nacional como europeo, sentando las bases para una mirada reformista que concibe el arte y la cultura como instrumentos de progreso.
La ciencia y la técnica al servicio de la modernización es atendida por las figuras de Bowles y Dillon. Guillermo Bowles representa la proyección más científica y técnica de la Ilustración aplicada a España. Su obra, centrada en la geología, la minería y la historia natural, responde al programa reformista borbónico, con una mirada empírica y rigurosa orientada a la catalogación y la mejora material del país. Bowles coincide con Ponz en la crítica a la superstición y el desaprovechamiento de los recursos nacionales, pero se diferencia en su menor implicación emocional y su énfasis en el conocimiento técnico como motor de transformación.
John Talbot Dillon actúa como mediador cultural entre España y el público anglosajón, sintetizando y ampliando las observaciones de Ponz y Bowles. Su estilo narrativo combina la crítica política y social con la descripción literaria y costumbrista, mostrando un interés particular en las contradicciones del absolutismo español y en la riqueza cultural hispana. Dillon contribuye así a difundir una imagen matizada de España en Europa, haciendo un uso estratégico de la traducción y la adaptación para acercar la cultura española a su audiencia extranjera.
Ambos, Bowles y Dillon, representan las facetas científica y política de la Ilustración, unidas a un espíritu reformista que pone en valor el conocimiento como herramienta de modernización y mejora. Sus obras tienen una amplia difusión europea, reforzando el papel de España dentro del circuito ilustrado y científico continental.
William Beckford encarna la estética del sentimiento y el tránsito al Romanticismo. Con un marcado contraste con los tres viajeros ilustrados, William Beckford encarna una sensibilidad prerromántica que inaugura un cambio de paradigma en la percepción de España. Su escritura no se centra en la documentación o la reforma, sino en la experiencia subjetiva, la evocación poética y la creación de atmósferas sensoriales que revelan una España misteriosa, decadente y exótica. Beckford transforma el viaje en un proceso de introspección y goce estético, donde lo sagrado, lo grotesco y lo sublime se entrelazan en una visión emotiva.
Esta ruptura con la objetividad ilustrada anticipa la prolífica literatura romántica de viajes del siglo XIX, con sus paisajes oníricos y ruinas sugestivas, cargadas de simbolismo. Beckford no busca explicar ni reformar, sino interpretar y fascinar, dando lugar a una España que se convierte en un escenario teatral donde se proyectan deseos, temores y fantasmas culturales. Su influencia en la construcción del imaginario romántico europeo es fundamental para entender la transición de la visión ilustrada hacia una más emocional y estética. Asimismo, se aprecia un cambio de paradigma respecto a la significación de las figuras de los conquistadores.
En cuanto a las convergencias y divergencias metodológicas entre la Ilustración y el Romanticismo, el análisis comparativo de estos viajeros revela que, a pesar de sus diferencias, todos coinciden en el protagonismo del viaje como método empírico para la adquisición de conocimiento. El desplazamiento físico por el territorio se traduce en un registro sistemático de observaciones, propias de la Ilustración, y en la creación de relatos que mezclan ciencia, historia, arte y cultura. Sin embargo, el sentido y la intención detrás del viaje varían significativamente, pues Ponz, Bowles y Dillon comparten una visión reformista y racional, que se traduce en una crítica constructiva destinada a mejorar la realidad española a través del conocimiento útil y la voluntad de progreso. Beckford se distancia de esta perspectiva, privilegiando la dimensión estética y emocional del viaje, donde la experiencia sensorial se convierte en fin en sí misma.
En términos estilísticos, los viajeros ilustrados practican un lenguaje claro, didáctico y accesible, orientado a instruir tanto a especialistas como al público culto general, con obras que combinan descripción, análisis y comentario crítico. Por el contrario, Beckford opta por un estilo literario evocativo y subjetivo, con una narración fragmentaria que anticipa las técnicas literarias románticas y de la novela gótica.
Sobre las temáticas y focos de interés, el patrimonio, la naturaleza, la literatura y la cultura constituyen las líneas temáticas comunes en la producción de estos viajeros. Mientras Ponz se centra en el arte y las costumbres, Bowles dirige su atención a los recursos naturales y la geografía física, y Dillon sintetiza ambas perspectivas con un añadido político y literario. Beckford, por su parte, aborda estos temas desde una óptica estética y emocional, transformando las ruinas, la devoción popular y el paisaje en símbolos de la fragilidad y la melancolía.
Esta diversidad temática evidencia cómo la España del siglo XVIII fue objeto de múltiples interpretaciones, que van desde el proyecto ilustrado de regeneración hasta la construcción de un imaginario romántico y exótico.
La difusión y proyección europea de la España Ponciana había calado en el imaginario europeo. Las obras de Ponz, Bowles y Dillon lograron trascender el ámbito nacional, participando activamente en la circulación europea del saber ilustrado. La traducción de Bowles al francés e italiano, la correspondencia de Ponz con figuras como Winckelmann, y la publicación de Dillon en inglés y alemán, ilustran el alcance y la proyección internacional de sus escritos. Dillon, en particular, actúa como un intermediario cultural clave para la difusión del conocimiento sobre España en el mundo anglosajón, sentando las bases del hispanismo británico.
Beckford, aunque menos comprometido con la difusión científica o política, ejerció una influencia decisiva en la recepción romántica de España. Su obra resonó en los círculos prerrománticos y góticos europeos, inspirando la literatura y las artes del siglo XIX y consolidando una imagen de España cargada de misterio, exotismo y belleza decadente.
Como reflexión final podemos intuir cierta tensión fecunda entre razón y emoción. La comparación entre estos cuatro viajeros pone de manifiesto la coexistencia y tensión entre la Ilustración y el Romanticismo en la percepción europea de España durante el siglo XVIII. Mientras los primeros representan un proyecto racional, progresista y reformista, orientado a transformar y mejorar el país, Beckford anticipa una mirada más subjetiva, estética y emocional, que valoriza la experiencia individual y el misterio cultural.
Esta dialéctica entre razón y emoción, entre empirismo y evocación, es fundamental para entender no solo la evolución del viaje literario, sino también la construcción del imaginario europeo sobre España. Los viajeros ilustrados contribuyeron a crear un saber útil, sistemático y crítico, mientras que Beckford inauguró un espacio de interpretación simbólica y sensorial que influiría en la literatura y el arte posteriores.
Por tanto, el estudio conjunto de Ponz, Bowles, Dillon y Beckford revela que la España del siglo XVIII fue objeto de una mirada plural y compleja, que aunaba la voluntad de reforma con la fascinación estética, y que su legado cultural forma parte esencial del diálogo entre Ilustración y Romanticismo en Europa difundido en gran medida por la literatura de viajes.
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[10] Anónimo, “A Curious paper from Spain, relating principally to the Sheep and Sheep-walk of that country”, en The Gentelman´s Magazine, Nº XXXIV, 1764, pp. 203-205.
[11] Ponz Piquer, A., 1774, T. I-XVIII.
[12] Bowles, G., 1775.
[13] García-Romeral Pérez, C., 2000, p. 98.
[14] Clara Guerrero, A., 1990, p. 67.
[15] Talbot Dillon, J., 1780, p. 12.
[16] Talbot Dillon, J., 1780.
[17] Bowles, G., 1775.
[18] Talbot Dillon, J., 1780, p. 13.
[19] Talbot Dillon, J., 1780, p. 13.
[20] Talbot Dillon, J., 1782, 2 Vols.
[21] Talbot Dillon, J., 1781.
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[23] Talbot Dillon, J. ,1786.
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[32] Talbot Dillon, J., 1780, pp. 249-300, letters II, III, IV, V, VI, y VII.
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[35] Beckford, W., 1780.
[36] Beckford, W., 1783.
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[38] García-Romeral Pérez, C., 2000. p. 51.
[39] Beckford, W., 1834, 2 Vols.
[40] Beckford, W., 1834, Vol. 2, pp. 275-281.
[41] Beckford, W., 1834, Vol. 2, p. 282-288.
[42] Marín Calvarro, J. A., 2002, pp. 73-78.
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[44] García-Romeral Pérez, C., 2000, p. 53.
[45] Ponz Piquer, A., 1773.
[46] Ponz Piquer, A., 1983, T. I y II.
[47] Bowles, G., 1775.
[48] Talbot Dillon, J., 1782, 2 Vols.
[49] Beckford, W., 1834, 2 Vols.
[50] Ponz Piquer, 1774, T. II, p. 106-153.
[51] Bowles, G., 1775, pp. 54-109.
[52] Bowles, G., 1775, p. 55.
[53] Bowles, G., 1775, p. 56.
[54] Bowles, G., 1775, p. 57.
[55] Bowles, G., 1775, p. 58.
[56] Bowles, G., 1775, p. 111.
[57] Bowles, G., 1775, p. 111.
[58] Bowles, G., 1775, pp. 112-113.
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[61] Bowles, G., 1775, p. 117.
[62] Bowles, G., 1775, p. 118.
[63] Bowles, G., 1775, p. 484-485.
[64] Talbot Dillon, J., 1780, pp. 249-256.
[65] Talbot Dillon, J., 1780, p. 252.
[66] Talbot Dillon, J., 1780, p. 255.
[67] Talbot Dillon, J., 1780, pp. 270-278.
[68] Talbot Dillon, J., 1780, p. 273.
[69] Talbot Dillon, J., 1780, p. 271.
[70] Talbot Dillon, J., 1780, p. 278-284.
[71] Talbot Dillon, J., 1780, p. 279.
[72] Talbot Dillon, J., 1780, p. 252.
[73] Talbot Dillon, J., 1780, p. 225.
[74] Talbot Dillon, J., 1780, p. 271.
[75] García-Romeral Pérez, C., 2000, p. 51.
[76] Beckford, W., 1834, Vol. 2, p. 73.
[77] Biblioteca Nacional de España, “BECKFORD, William, Italiy With sketches of Spain and Portugal by the author of <<Vathek>>, Vols, I y II, Richard Bendley, Londres”, << https://purl.pt/17219/4/ >> [consultado el 10 de abril de 2025]
[78] Beckford, W., 1834, Vol. 2, pp. 275-281.
[79] Beckford, W., 1834, Vol. 2, 282-288.
[80] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[81] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[82]Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[83] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[84] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[85] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[86] Ponz Piquer, A., 1983, T. I, p. 239.
[87] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[88] Madoz e Ibáñez, P., 1845, T. I, p. 239.
[89] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[90] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[91] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 75.
[92] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 75.
[93] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 76.
[94] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 76.
[95] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 76.
[96] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 78.
[97] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 76.
[98] Marín Calvarro, J. A., 2002, p. 74.
[99] De Lorenzo Álvarez, E., “Aproximaciones al epistolario de G. M. de Jovellanos, con veinticuatro cartas inéditas”, en Cuadernos de Ilustración y Romanticismo, Nº 21, 2015, pp. 57-88.
[100] Ponz Piquer, A., 1983, T. I, Carta VII, p. 149-192.
[101] Bolufer Peruga, M., “Visiones de Europa en el Siglo de las Luces: el Viaje fuera de España (1785) de Antonio Ponz”, en Estudis: Revista de historia moderna, Nº. 28, 2002, pp. 167‑204.
[102] Bowles, G., 1776.
[103] Talbot Dillon, 1780.
[104] Talbot Dillon, 1782, p. 13.
[105] Winckelmann, considerado el padre de la historia del arte moderna, defendía la superioridad del arte griego por su “noble sencillez y serena grandeza”. Antonio Ponz, en su obra Viage de España, muestra una clara inclinación por ese mismo ideal de belleza clásico, en contraposición al arte barroco y recargado que tanto critica.
[106] De Lorenzo Álvarez, E., “Aproximaciones al epistolario de G. M. de Jovellanos, con veinticuatro cartas inéditas”, en Cuadernos de Ilustración y Romanticismo, Nº 21, 2015, pp. 93.
