Francisco Jesús Valverde Luengo.
Del característico perfil de la Villa de Galisteo, provincia de Cáceres sobresale de manera especial, por encima de las murallas la mole de su Iglesia Parroquial, que se recorta junto con su espadaña-campanario sobre el rojo intenso del cielo de sus largos atardeceres del estío. Galisteo tiene recinto amurallado, torre muy esbelta, único resto de lo que fuera palacio-fortaleza, templo parroquial y puente sobre el río Jerte. Voy pues a describir uno de esos cuatro monumentos claves de esta Villa que llegó a ostentar la categoría histórica de cabeza del Estado de Galisteo y que bajo el Señorío de don Garcí Fernández Manrique de Lara y Toledo, III Conde de Osorno y III Duque de Galisteo, a comienzos del siglo dieciséis, llegó a desempeñar el papel de pequeña Corte Renacentista.
El templo puesto bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Asunción, es amplio y poco armónico, al haber sufrido a lo largo de los tiempos reformas muy profundas que hacen difícil imaginar su primitivo aspecto. Tantas y tales reformas se han llevado a cabo en la planta este templo que la dirección de su ábside, dirigida al levante, fue posteriormente rectificada en dirección norte, quedando la primitiva cabecera actualmente como capilla lateral del lado de la Epístola. Precisamente dicha capilla es la parte del edificio que más antigüedad presenta, siendo de estilo mudéjar y traza románica.
Actualmente su fachada principal mira al sur y está construida de ladrillo visto con dos machones de piedra, que soportan como contrafuertes la presión de los arcos de la nave central, y dos cubos cilíndricos de ladrillos en los extremos. En la parte superior y para dar luz al interior, hay un ojo de buey, encima de unos adornos sencillos y casi sin relieve que enmarcan la puerta, a ambos lados de la cual se encuentran dos hornacinas con estatuas de mármol, la de la izquierda que representa a la Virgen y la de la derecha al Arcángel San Gabriel, representando el misterio de la Encarnación. Ambas imágenes no se corresponden con el tamaño de las hornacinas, ni con el estilo de la fachada, siendo adosada posteriormente procedentes del convento dominico de Fuente Santa, que existió extramuros de la Villa, del que no queda el más mínimo rastro y de cuya magnificencia nos habla Ponz y Gervasio Velo Nieto. Al sufrir el abandono con motivo de la desamortización, el famoso convento dominico proporcionó imágenes, lápidas sepulcrales e inscripciones de mármol que fueron a parar al templo parroquial y demás viviendas particulares de la Villa. Es necesario advertir al lector que el templo parroquial nunca pudo compararse a la importante obra del convento e iglesia de Fuente Santa que mandara edificar el ya mencionado III Duque de Galisteo, don Garcí Fernández Manrique de Lara con destino a ser panteón de la casa Ducal, y con tal motivo se fue viendo enriquecido por todos los Señores de la Villa, lo que no sucedió con la iglesia Parroquial que estaba destinada al pueblo llano y que únicamente se ampliaba sin mucho acierto para dar cabida a la cada vez más numerosa población.
Pasando al interior nos encontramos con un templo de tres naves y tres tramos, con la mencionada capilla de la Epístola, hoy del Santísimo, y adosado a ella la sacristía y escalera de caracol que sube a la cubierta y bóvedas. Al fondo el ábside poligonal de tres lados, en dirección Norte, actual cabecera del templo. El primer tramo, correspondiente a la cabecera, se cubre con techumbres artesonadas de madera ricamente adornadas con trabajado remate central en forma de piña, pero cuya pintura ha sufrido el paso del tiempo y la humedad de las goteras, estando francamente deteriorada. A esto se une la altura considerable a que se encuentra y lo oscuro que resulta el templo, dificultándose la contemplación adecuada de sus decoraciones.
El retablo mayor es barroco, de talla dorada del siglo XVIII muy deteriorado y sin la totalidad de las imágenes que un día debió de tener, conservando solamente las descripciones efectuadas por autores como Mélida, el tema central, que es un grupo de talla que representa la Asunción de la Virgen, titular del templo; y en la hornacina de la derecha de este grupo, una interesante talla de San Benito, obra española y estimable del siglo XVII. Del San Vicente Ferrer, figura barroca, muy movida y arrogante, solamente queda en el cuarto trastero de la sacristía sus mutilados restos después de haberse caído del retablo hace unos años. Rematando el retablo esta una buena talla de San Lorenzo, Patrón de Galisteo, y que no menciona ningún autor y a mi criterio es talla barroca digna de tener en cuenta. Las demás hornacinas actualmente están ocupadas por imágenes modernas de discreto gusto. En los altares laterales de dicho primer tramo, merece especial mención el situado al lado de la Epístola y que corresponde al altar de la Virgen de Fuente Santa y que alberga su imagen procedente del convento dominico del mismo nombre. Se trata de una imagen pequeña de la Virgen con Niño, al que se presenta de manera estática. Es la imagen que se utiliza para ser sacada procesionalmente bajo cualquier advocación. El altar del lado del Evangelio está dedicado a San Antonio y no tiene nada digno de mención. El suelo de este tramo es de baldosa cuadrada y en el presbiterio y ocupando la parte central se encuentran alineadas cinco lápidas sepulcrales, que al igual que las ocho restantes se continúan todo lo largo de la nave central y podrían muy bien proceder del convento de Puente Santa.
El tramo central podría coincidir con lo que fuese la primitiva nave central de la iglesia cuando su cabecera tenía dirección Este. Queda este tramo enmarcado por los cuatro machones o pilares octogonales de sillería sobre los que vienen a descargar los seis arcos transversales y los seis longitudinales, los primeros de medio punto y los otros ligeramente apuntados, que sostienen las bóvedas de crucería del segundo y tercer tramo. Bóveda de crucería con nervaturas de ladrillo enlucido y blanqueado. En el lienzo de pared enfrente de la capilla del Santísimo se encuentra una puerta tapiada por dentro pero que al exterior conserva las maderas y herrajes. Es sin duda la puerta más bella del templo, con arco de medio punto y jambas de piedra bien labradas. Al lado de esta puerta y por dentro en el templo hay un pozo con brocal de cantería y cuya agua es utilizada para los servicios de limpieza de la iglesia. A la derecha del pozo está el Altar llamado de las Ánimas con un gran lienzo como motivo central, muy deteriorado en el que se lee en la parte inferior la siguiente frase: «Siendo mayordomo Pedro Elvira 1.813«.
El material utilizado en estos dos primeros tramos descritos, es de piedra menuda de mampuesto con pizarras, enlucido y blanqueado en su interior. Los muros son de una simplicidad y pesadez absolutas, carentes por completo de labores ornamentales y de ventanas. En el arco que divide la nave central del lado de la Epístola, en lo alto se lee la siguiente inscripción: «Renovóse esta obra siendo cura el Rvo. D. Juan Sánchez Conde 1789»
En el primer pilar octogonal del lado de la Epístola hay adosado un púlpito de piedra, poligonal, gótico, con un escudo en el que bajo corona lleva una M y S enlazadas.
En el tercer tramo y ocupando la nave central se encuentra el coro. A la izquierda está el Baptisterio con pila de piedra sencilla y de buen tamaño, así como un Cristo en la Cruz de talla de madera bastante primitiva.
La sacristía es una pieza cuadrada rematada con bóveda semiesférica de ladrillo blanqueada y que da a otra dependencia más pequeña de la que parten las escaleras de caracol que suben a la cubierta y donde se encuentra una pequeña alacena enmarcada con azulejos talaveranos y forrada en su interior con el mismo material. También hay dos lienzo uno representando a la Virgen de Fuente Santa y firmado por un tal Juan Muñoz Caballero y fechado en 1721; el otro es una Anunciación sin firma visible. Los dos proceden del convento de Fuente Santa.
La documentación más antigua que poseía esta iglesia fue trasladada al archivo diocesano de Cáceres.
Pero la parte arquitectónica que merece un especial tratamiento es la primitiva cabecera o ábside románico de ladrillo, obra mudéjar con dos órdenes de arcadas ciegas, doce arcos de medio punto doble en la parte inferior y otros doce con arcadas ciegas más apuntadas en la superior con una ventana abicinada en el mismo centro del semicilindro. En la actualidad solo pueden apreciarse diez arcadas al estar dos ocultas por la sacristía adosada al ábside. La base es de cantos rodados del mismo material con que está construida la muralla de esta Villa. Interiormente está completamente desfigurada y enlucida, observándose arcos de piedra apuntados. Este magnífico ábside que debe datar del siglo XIII está muy próximo a la puerta de la muralla conocida por el nombre de Santa María y encima de la cual se levanta el campanario separado del templo. Las escaleras que se utilizan para subir al adarve de la muralla y que flanquean a la citada puerta sirven de acceso al campanario que también es de ladrillo con arcos de medio punto y que en la actualidad por presentar un lateral derruido más parece espadaña, encontrándose las campanas al aire. En uno de los esquinazos correspondientes a la cabecera en uno de los sillares se encuentra la siguiente inscripción: ANNO DMI 1.503.
La explicación más lógica de la rara situación del ábside de la actual iglesia en dirección N, fue debido a la necesidad de ampliar el templo ante las necesidades de una población que debió aumentar considerablemente a principios del siglo XVI al convertirse Galisteo en cabeza del Condado.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
J. R. Mélida: Catálogo Monumental de la Provincia de Cáceres.
A. Ponz: Viajes por España.
G. Velo Nieto: Castillos de Extremadura.