Adelaido Cárcel Ramos.
El reciente nombramiento del granadino D. Antonio Montero Moreno, para la sede episcopal de Badajoz, me ha sugerido el tema que presento para los Coloquios que se celebran en Trujillo el presente año. Hasta la presente década isa en los nombramientos de obispos no se tenía muy en cuenta el origen del elegido para cada diócesis, si bien, en Vascongadas y Navarra figuraban principalmente navarros y vascos, mientras en Cataluña, Valencia y Baleares predominaban los valencianos, mallorquines y catalanes. Pero desde que han empezado a surgir las aspiraciones autonómicas de cada región, vamos viendo que los obispos nombrados suelen ser nacidos en la misma región o en les más próximas como tenemos en los últimos nombramientos hechos para los obispados de Coria y Badajoz.
Esta denominación de obispos andaluces en Extremadura, que doy al presente trabajo, comprende no solamente a los que han nacido en la región andaluza, sino también a algunos otros que, de origen distinto, tuvieron algún cargo en diócesis andaluzas, antes de venir a ejercer su ministerio pastoral en Extremadura.
D. DIEGO MARIANO ALGUACIL RODRÍGUEZ, obispo de Badajoz, Vitoria y Cartagena.
Nació en Córdoba en 1805. Estudió en el Seminario diocesano y en la Universidad de Valencia, donde se doctoró en Teología y derecho Canónico, siendo ordenado de presbítero en 1828. Su vida sacerdotal se desarrolló en Murcia, donde fue profesor de Filosofía y Sagrada Escritura, así como vicerrector del Seminario durante treinta y tres años, siendo a la vez párroco de San Juan y más tarde de Santa María la Mayor de Murcia, teniendo a la vez la dirección de los establecimientos provinciales dé Beneficencia y ostentaba los títulos de prelado Doméstico de Su Santidad, Noble Romano y Caballero de la Cruz de Isabel la Católica. Nombrado obispo de Badajoz en 1858, fue consagrado el 20 de marzo de 1859 en la capilla del Palacio Real flor el nuncio Barili. Su estancia en Badajoz fue breve, pues, habiendo sido creada la diócesis de Vitoria, cuyo territorio perteneció antes a la de Calahorra, fue elegido obispo de la misma para iniciar su organización, en abril de 1862, donde estuvo catorce años, formando su primer cabildo y poniendo en marcha el Seminario, hasta 1876 en que fue trasladado al antiguo obispado de Cartagena, donde vivió hasta su muerte el 10 de enero de 1884, siendo enterrado en la capilla de la Comunión de la Catedral. Durante su gobierno se establecieron los Jesuitas en el antiguo convento de Jerónimos a principios de 1878[1].
D. FRANCISCO CAVERO TORMO, obispo de Coria.
Nació en Murcia en 1882 y estudió en el Seminario diocesano de San Fulgencio, donde fue presbítero en 1906, después de obtener el doctorado en Teología por la Universidad Pontificia de Granada. Fue profesor y secretario de estudios del citado Seminario, en 1910 rector de la parroquia de San Pedro y en 1913 era nombrado, previa concurso-oposición, párroco arcipreste de Nuestra Señora de Gracia en Cartagena, que era la parroquia más importante de la diócesis. En 1926 obtenía por oposición la canonjía de Archivero en la catedral de Granada, siendo, más tarde, rector del Seminario y Universidad Pontificia, así como miembro del claustro de rectores de la misma. En 1935 era nombrado deán de la catedral, en 1938 académico de Bellas Artes de Granada y al año siguiente Provisor y Vicario General de Almería, de cuyo cargo no tomó posesión, siendo después de la de Granada hasta el 9 de diciembre de 1944 en que era promovido a la sede episcopal de Coria, para suceder al dominico P. Barbado, que había sido nombrado obispo de Salamanca. Su consagración tuvo lugar en la catedral de Granada por el arzobispo Parrado el 24 de febrero de 1945, cuando tenía 62 años. Su pontificado fue breve, pues falleció el domingo de Ramos de 1949, de repente, cuando se disponía a oficiar en el pontifical de la catedral. Entre sus pastorales destacan las dedicadas a «Las cofradías sacramentales» y a la «Educación postescolar»[2].
D. ENRIQUE DELGADO GÓMEZ, obispo de Almería y arzobispo de Pamplona.
Nació en Valverde de Serena (Badajoz) en 1888. Estudió Latín y Filosofía en el Seminario Diocesano de San Atón, marchando a Roma en 1909 como alumno del Colegio Español, donde permaneció hasta 1914 y del que fue Viceprefecto de teólogos, recibiendo el presbiterado el año 1912. Cuando regresó a España dos años más tarde era doctor en Filosofía, Teología y Derecho Canónico, por lo que fue nombrado profesor de distintas materias en el Seminario, secretario de estudias, notario del tribunal eclesiástico y en 1917 habilitado del clero. En 1924 obtenía una canonjía por oposición, siendo nombrada profesor de Teología Dogmática en el citado Seminario del que fue rector en 1928, vicario general de la diócesis en 1932 y deán de la catedral en 1936. Elegido para regir la diócesis de Almería en 1943, fue consagrado en Badajoz por el nuncio Cicognani el 3 de octubre del citado ano y en 1946 era propuesto para obispo de Pamplona, pasando a ser su primer arzobispo el 11 de agosto de 1956 al ser elevada esta diócesis a metropolitana. Dimitió en 1968, fijando su residencia en Pamplona donde vivía retirado y falleció el 16 de enero de 1978. Entre sus pastorales destacan las dedicadas al «Día del Seminario», a la «Asamblea Sacerdotal Diocesana», «La niñez desvalida» y «La Parroquia»[3].
D. JESÚS DOMÍNGUEZ GÓMEZ, Obispo de Coria.
Nació en Pilas (Sevilla) el 25 de septiembre de 1931. Estudió en el Seminario Diocesano y fue ordenado de presbítero el 18 de diciembre de 1954; después de desempeñar unos años el cargo de vicario episcopal en la archidiócesis de Sevilla, fue nombrado obispo de Coria el 16 de marzo de 1977 y consagrado el 24 de septiembre del mismo año. Es el más joven de todos los obispos que figuran en la presente relación[4].
D. MANUEL. FERNÁNDEZ-CONDE Y GARCÍA DEL REBOLLAR, obispo de Córdoba.
Nació en Puertollano (Ciudad Real) el 8 de septiembre de 1909, Estudió en el Seminario de Badajoz, ya que su padre era maestro nacional en esta provincia; enviado al Colegio Español de Roma en 1928, se doctoró en Filosofía y Derecho Canónico y se licenció en Teología por la Universidad Gregoriana. Fue presbítero el 17 de marzo de 1934, ingresando después en la academia de Nobles Eclesiásticos, por lo que estuvo muchos años destinado en la Secretaría de Estado con el Papa Pío XII. El 2 de febrero de 1959 era nombrado obispo de Córdoba, siendo consagrado en Roma el 8 de marzo por el prosecretario de Estado monseñor Tardini. Falleció de repente en Córdoba el día 3 de enero de 1970, cuando hacía pocos días que había regresado de Roma, a donde hacía frecuentes viajes por haber sido elegido en la Conferencia Episcopal Española presidente de la Comisión de Seminarios, en cuyo asunto estaba especializado por haber publicado un libro sobre los seminarios tridentinos[5].
D. GREGORIO Mª LÓPEZ ZARAGOZA, obispo de Plasencia.
Nació en Villacañas (Toledo) el 24 de abril de 1805. Estudió en el Seminario Diocesano y se licenció en Derecho Canónico por la Universidad de Toledo. Ordenado de presbítero el 13 de junio de 1829, fue profesor de Historia Eclesiástica en el Seminario de Plasencia, así como beneficiado, fiscal y provisor del obispado, pasando a Sevilla como visitador general de la diócesis hasta su nom bramiento para obispo de Plasencia el 21 de diciembre de 1863, siendo consagrado en Madrid el 13 de marzo de 1864 por el nuncio Barili. Falleció en Plasencia el 3 de marzo de 1869[6].
D. Fr. DIEGO DE MELO Y PORTUGAL, obispo de Osma v Jaén.
Nació en Badajoz a mediados del siglo XVIII, ingresando en la orden de agustinos, donde desempeñó importantes cargos hasta 1794 en que fue nombrado obispo de Osma, pasando en 1798 a la diócesis de Jaén, que gobernó hasta su muerte en 1816[7].
D. RAMÓN MONTERO, obispo de Coria y arzobispo de Burgos.
Nació en Fuencarral (Madrid) y empezó sus estudios en las Escuelas Pías pasando al Seminario de Murcia para cursar Filosofía y más tarde Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, como becario del colegio de Málaga, donde se doctoró en la Facultad de Teología. Obtuvo por oposición el curato de El Pardo y más tarde una canonjía en Segovia y la lectoral de la Colegiata de La Granja. Durante la guerra de la Independencia rechazó una canonjía en Burgos que le ofreció el gobierno intruso, permaneciendo en Loeches como capellán de religiosas. Elegido diputado por Madrid en las Cortes de 1812, se distinguió par la rectitud y templanza de sus opiniones. Fernando VII le agració después con una canonjía en la catedral de Jaén, de donde pasó a otra de Toledo, habiendo sido en Madrid director del Hospital. En 1826 fue nombrado abad de la colegiata de San Ildefonso en La Granja y en 1830 obispo de Coria, donde colocó la primera piedra para el Seminario, siendo promovido en 1847 al arzobispado de Burgos en el mes de octubre y murió poco después en Madrid, el 30 de mayo de 1848, siendo enterrado en Fuencarral. Tenía la Cruz de Isabel la Católica y había sido senador del Reino, por lo que pronunció en el Senado notables discursos defendiendo los derechos de la Iglesia contra la política religiosa del gobierno liberal y estaba reconocido como orador sagrado[8].
D. ANTONIO MONTERO MORENO, obispo auxiliar de Sevilla y obispo de Badajoz.
Nació en Churriana de la Vega (archidiócesis de Granada) el 28 de agosto de 1928. Estudió en el Seminario Diocesano de San Cecilio, donde fue presbítero el 19 de marzo de 1951. Después marchó a Roma, donde se doctoró en Historia de la Iglesia por la Universidad Gregoriana con la tesis «Persecución religiosa en España», que fue editada por la B.A.C. En el curso de 1958-59 terminó los estudios para el doctorado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca con la no ta de «Summa cum laude» en todas las asignaturas. Ha sido director de la revista «Ecclesia» y el día 4 de abril de 1968 era nombrado obispo titular de Regiana y auxiliar del cardenal Bueno Monreal, arzobispo de Sevilla, que lo consagró en aquellas catedral el 17 de mayo de 1969 y con el que ha venido colaborando en el gobierno de la diócesis hasta su reciente nombramiento en 1980 para el obispado de Badajoz[9].
D. Fr. PEDRO NUÑEZ PERNIA, obispo de Coria.
Nació en Benavente (Zamora), en 1810 de familia noble. Estudió en Valladolid y profesó en el monasterio de San Benito de Sahagún, que abandonó al llegar la Desamortización en 1836, ejerciendo el ministerio sacerdotal en su pueblo. Después fue nombrado canónigo de Menorca, Barcelona y Toledo, así como abad de la colegiata de Jerez de la Frontera, volviendo a Toledo como arcediano. En mayo de 1868 era promovido a la sede episcopal de Coria y consagrada en la iglesia de San Martín de Madrid por el nuncio Franchi en febrero de 1869. Tuvo momentos difíciles como obispo debido a la revolución de septiembre de 1868 con sus luchas políticas y el juramento que tenía que prestar a la nueva Constitución. Asistió al Concilio Vaticano I al final de 1869 y murió en Cáceres en 1884, siendo enterrado en la catedral de Coria. Durante su largo pontificado publicó varias pastorales, reorganizó el Seminario con nuevo plan de estudios y suprimió la llamada carrera breve debido al bajo nivel cultural que tenía el clero salido de ella y que era objeto de críticas y burlas por los políticos liberales. Era caballero de la Orden de Carlos III y autor de dos folletos titulados: «Dos cartas a una monja carmelita de Toledo» y «Un catecismo filosófico, moral y práctico»[10].
D. ESTEBAN JOSÉ PÉREZ FERNANDEZ, obispo de Coria y Málaga.
Nació en Jorairatar (Granada) en 1799. Estudió en el Seminario de Granada del que fue profesor, así como de su Universidad y fue párroco de Loja, canónigo de Toledo, deán de Granada y misionero apostólico hasta 1865 en que fue nombrado obispo de Coria, donde entró el 25 de marzo de 1866. Ordenó la continuación del Boletín Eclesiástico, que estaba interrumpida y consiguió un breve pontificio declarando patrono principal de la diócesis a San Pedro de Alcántara. Cuando entró en Coria ya estaban disueltas las juntas revolucionarias informando al principio de 1869 al Papa sobre el estado de su diócesis. Le unía especial amistad con el general Narváez, a cuyo cadáver acompañó hasta su entierro en Loja, donde pronunció la oración fúnebre. Preconizado en el consistorio de 16 de enero de 1874 para el arzobispado de Tarragona con otros varios obispos, que no fueron reconocidos por el nuevo gobierno, aprovechó esta circunstancia para renunciar a dicho arzobispado continuando como obispo de Málaga, de donde había sido nombrado obispo en septiembre de 1868 y allí falleció en 1878. Era predicador de su majestad y caballero de la Orden de Isabel la Católica y Carlos III[11].
D. RAMÓN PÉREZ RODRÍGUEZ, obispo de Badajoz y Cádiz.
Nació en Mecina Fondález (Granada) en 1868. Hizo los estudios en el Seminario Diocesano y en la Universidad de Granada, obteniendo los títulos de doctor en Teología, licenciado en Derecho Civil y Canónico y profesor de instrucción primaria. Ordenado de presbítero en 1891, fue profesor, vicerrector y rector del Seminario de Granada, capellán de Reyes Católicos, canónigo de le catedral, fiscal, provisor y vicario general del arzobispado hasta su nombramiento para la sede episcopal de Badajoz el 12 de marzo de 1821, diócesis que rigió hasta mayo de 1929, en que fue nombrado obispo de Sión, procapellán mayor de su majestad vicario general castrense y patriarca de las Indias occidentales. Al venir la República en 1931 y suprimir el vicariato castrense, fue trasladado al obispado de Cádiz que estaba vacante, en 1933, continuando con el título de patriarca de las Indias, donde organizó una nueva división de arciprestazgos y falleció el 28 de enero de 1937. Entre sus actos destacan la reorganización de la Acción Católica, la Asamblea Eucarística Diocesana y homenaje al celebra polígrafo Arias Montano con motivo del V centenario de su nacimiento en Fregenal de la Sierra, la fundación en Villafranca de los Barros de una casa para el clero y un Seminario menor, el Seminario de verano en Marbella con una finca de recreo extra-muros de la ciudad, celebró una asamblea misional en Zafra y doto de casa rectoral a varias parroquias[12].
D. Fr. ANTONIO Mª SANCHEZ-CID CARRASCAL, obispo de Coria.
Nació en Fregenal de la Sierra en 1799. Estudió en la Universidad Literaria de Sevilla al lado de un tío suyo que era abad de la colegiata de El Salvador y en 1813 entró en el Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla, donde pasó 40 años trabajando en el confesonario y en el púlpito. Al ser cerrado el Oratorio en 1835, permaneció en Sevilla y volvió al mismo en 1843, escribiendo un libro titulado «Epitome Histórico de la gran villa de Fregenal, provincia de Andalucía Baja». Fue examinador sinodal en Sevilla y Badajoz y obispo de Coria el año 1852, siendo consagrado en las Salesas de Madrid por el nuncio Bruneli. Creó el Boletín del Obispado y en 1857 marchó a Sevilla para estar una temporada en el Oratorio donde le sorprendió la muerte el 14 de febrero de 1878 y está enterrado en la iglesia del mismo. Dio un nuevo plan de estudios al Seminario, aumentó los volúmenes de su biblioteca, estableció la Pía unión contra la blasfemia y restauró el santuario de la Virgen de Algeme[13].
D. FÉLIX SOTO Y MANCERA, obispo de Badajoz.
Nació en Zafra (Badajoz) en 1849 y estudió la carrera eclesiástica en el Seminario de Cuenca después de haber sido alumno de un colegio católico en Gibraltar. Ordenado de presbítero en 1874 en Cuenca y nombrado profesor de Latín, se doctoró en Derecho Canónico y volvió a Gibraltar como profesor del citado colegio. En 1879 era nombrado fiscal del tribunal eclesiástico de Cádiz, donde poco después obtenía la doctoral y era nombrado auditor del tribunal de Ha Rota en Madrid, donde estuvo hasta el 14 de noviembre de 1904 en que fue promovido al obispado de Badajoz, donde sucedió al dominico P. Hevia Campomanes. Su pontificado fue breve, pues falleció el 31 de enero de 1910, habiéndose ganado el aprecio de sus paisanos, pues era hombre muy inteligente y virtuoso[14].
D. MARCELO SPINOLA MAESTRE, obispo de Coria y Málaga y cardenal arzobispo de Sevilla.
Nació en la Isla de San Fernando (Cádiz) en 1835. Era hijo de los marqueses de Spinola. Estudió en Cádiz, Motril y Granada, donde se graduó en Bachiller, Filosofía en la Universidad de Valencia y se licenció en derecho por la Universidad de Sevilla. Decidido a seguir la carrera eclesiástica, renunció a los títulos nobiliarios que le correspondían como primogénito y fue ordenado de sacerdote en 1864. Celebró su primera misa en la iglesia de San Felipe Neri de Sevilla, en la que continuó ejerciendo el ministerio de la caridad por medio de las Conferencias de San Vicente de Paul, de las que era especial protector. Nombrado párroco de San Lorenzo de Sevilla, restauró el templo, creó escuelas y asilos y en 1879 era nombrado canónigo de Sevilla, visitador general del arzobispado y director espiritual de la Asociación de Señoras Católicas. En 1880 recibía el nombramiento de obispo titular de Milo y auxiliar del cardenal arzobispo de Sevilla Lluch Garriga. A la muerte de éste, era trasladado al obispado de Coria en 1884, donde sólo estuvo dos años, figurando entre sus actos más importantes la fundación de las Esclavas del Sagrado Corazón, la visita ad limina de la diócesis y el nuevo estatuto para el Seminario. Trasladado a Málaga en mayo de 1886 tuvo un fecundo pontificado hasta 1895 en que era promovido al arzobispado de Sevilla y creado cardenal el 11 de diciembre de 1905, habiendo fallecido el 19 de enero de 1906 con fama de santo y sabio[15].
D. MANUEL DE TORRES TORRES, obispo de Plasencia.
Nació en Córdoba el 9 de abril de 1849. Estudió en el Seminario Diocesano y en el de Sevilla donde se licenció en Teología. Fue párroco de San Francisco de Córdoba y más tarde canónigo archivero y arcipreste de la catedral, pasando en 1904 a Sevilla, donde fue arcediano y deán hasta el 18 de julio de 1913, en que fue nombrado obispo de Plasencia para suceder al llorado obispo Jarrín, antiguo magistral de Salamanca, que había fallecida haciendo la visita pastoral en Villa Hernando. Su pontificado fue muy breve, pues murió el 4 de junio de 1915 sin haber llegado a realizar actos importantes en la diócesis. Estaba considerado como literato y orador[16].
NOTAS:
[1] DÍAZ CASSOU, Serie de obispos de Cartagena, p. 242.
[2] Anuario Religioso Español (Madrid 1947), p. 371.
[3] Id., p. 424.
[4] Anuario Pontificio de 1978, Diócesis de Coria, p. 150.
[5] Id. de 1970, Diócesis de Córdoba, p. 131. Catálogo de alumnos del Colegio Española de Roma en 1954, p. 62.
[6] Guía del Estado Eclesiástico de España en 1865 (Madrid), p. 322. RITZER, Obispos Españoles, t. VIII (Roma), p. 458.
[7] 7. E. SUBIRANA, Anuario Eclesiástico de España (Barcelona 1933). Apéndice Episcopologio de Osma, p. 177.
[8] M. A. ORTI BELMONTE, Episcopologio Cauriense, p. 163-164.
[9] Anuario Pontificio de 1970. Diócesis de Sevilla, p. 783. Memoria de la Universidad Pontificia de Salamanca de 1959, p. 81.
[10] M. A. ORTI BELMONTE, Episcopologio Cauriense, p. 171-173.
[11] Id., p. 170-171. Historia de la Iglesia en España. V (Madrid 1978), V. CÁRCEL ORTI, p. 192 y 275.
[12] E. SUBIRANA, Anuario Eclesiástico de España de 1931. Capilla Real, p. 429.
[13] M. A. ORTI BELMONTE, Episcopologio Cauriense, p. 167-169.
[14] E. SUBIRANA, Anuario Eclesiástico de 1918 (Barcelona). Obispos españoles fallecidos en el último decenio, p. 302.
[15] M. A. ORTI BELMONTE, Episcopologio Cauriense. p. 174-175. y J. Mª JAVIERRE, Don Marcelo de Sevilla (Barcelona 1973).
[16] Anuario Pontificio de 1914, Diócesis de Plasencia, p. 170. E. SUBIRANA, Anuario Eclesiástico de 1918, p. 302. L. PÉREZ BELLOSO, Anuario Eclesiástico de España 1904 (Madrid). Archidiócesis de Sevilla, p. 651.