Filiberto Hoyo Manzano.
Literatos, poetas, arqueólogos e historiadores, mecenas morales de la cultura extremeña, desde Logrosán, lugar casi ladera de nuestra oretana serranía, y casi a la sombra del coloso que un supuesto aldeano pastor, en sueño peregrino, elevó a la dignidad de Olimpo, os saludo.
La osadía que significa el intentar mi torpe colaboración entre tantas distinguidas que adornarán los VIII Coloquios Históricos de Extremadura, ha sido obligada por la inquietud que me anima una faceta poco estudiada de nuestra Historia, cuál es la de sus villas y aldeas, que en mi opinión enriquecerán la general de España.
En el cotidiano vagar por nuestra geografía, se detesta el lamento de dicha parte de la Historia por el olvido de siglos, en boca de ancianos cantores de épicas hazañas; en piedras vetustas que en nuestro caminar por la dura senda de la vida apartamos a un lado sin aprecio; en restos arqueo lógicos que están deseando mostrarnos sus secretos; y hasta en el aire que respiramos emana protesta por nuestra indolencia. Bien es cierto que un puñado de modestos aficionados intentamos dar vida a ese quehacer, pero con pobres resultados, por encontrarnos alejados de las fuentes que alimenten nuestra tarea (archivos, bibliotecas, etc), si bien la eficacia podría elevarse a términos interesantes con el ensamblaje de nuestros trabajos, pues es sabido la correlación que existe en las historias de nuestras pueblos. Para dicho fin sería básico que copias o resúmenes de citados trabajos fuesen donados a ese Centro de Iniciativas Turísticas, con lo que en poco tiempo dispondríamos de un banco de datos donde encontrar soluciones a infinidad de detalles que ahora nos sirven de escollos.
Otro punto interesante para el fin perseguido sería hacer participe de nuestras inquietudes a la juventud estudiosa de la región, juventud que estoy seguro acogerá con pasión, como se demuestra con la del Colegio Libre adoptado de aquí, que recibió agradecida la copia que les facilité de mi libro «Logrosán, Apuntes para su Historia», y que vienen utilizando como consultorio en sus trabajos de redacción, en el quehacer de sus estudios. Resultados alentadores es que ya se ven grupos que entretienen sus ratos de ocio en excavaciones tanto en restos de un castillo y poblado árabe, como en otros lugares que ocultan los antecedentes que nos son tan queridos. De estos trabajos se me ha facilitado un fragmento de cerámica, que después de estudiada, atestigua la procedencia berberisco-rifeña de la raza Nafza, que desde la trágica batalla del Guadalete eran los pobladores de esta área.
Hablando de juventud entusiasta, a la de Trujillo la emplazo al quehacer mas trascendente de la región extremeña. ¡Trujillo emana historia todo su conjunto!. A su vista, si concentramos nuestra mente, no podremos evitar adentrarnos en su glorioso pasado, del que pocas en España pudieron igualar. Veremos tomar vida sus vetustos alcázares, los suntuosos palacios, las casonas solariegas, y hasta sus recovecas calles, con animado colorido de los hombres y mujeres de principios del medioevo, que nos dicen de grandeza y decadencia; de estampas policromadas de atezados árabes arrogantes con sus turbantes seculares, capas de inmaculada blancura y al cinto dorados yataganes y cimitarras, acompañados de delicadas figuras de sus mujeres que ocultaban tras sus finísimos velos su serena castidad, y ojos, unos ojos tan negros y hermosos que pocas razas igualaron; o a los rudos guerreros de la Reconquista que a lomos de briosos corceles, y vistosas armaduras broncíneas adornaban con las cruces de Alcántara y Santiago, distintivos de las órdenes que nos donaron la conciencia del ser español. Y además, juventud trujillana, disponéis de una joya valiosa que es vuestro Archivo Histórico, del que sin prisa, pero sin pausa, podéis ir robando sus codiciados secretos, pues es tan rico su contenido que quedareis admirados, con lo que no habrá un palmo de nuestra geografía que quede sin recibir el obsequio de parte de su Historia. ¡Animo trujillanos, vosotros que podéis, legad a la posteridad medios con que hacer la verdadera de Extremadura!.
En mi afán de puro extremeño, no me queda ya si no pedir a los distinguidos coloquiantes lleven a sus comarcas y sean pregoneros eficaces de mi iniciativa, y a la Junta Directiva, como al Centro de Estudios, la acojan con entusiasmo, en la seguridad de que las generaciones venideras aplaudirán la labor de los que supieron acelerar la marcha de nuestra cultura histórica.
¡Que así sea!
Logrosán, Agosto de 1978 Filiberto Hoyo