Ene 182016
 

Alberto Escalante Varona y Juan Rebollo Bote.

 

Puedese creer deste Claro Varon

 que su buen seso le fizo aprender sciencia,

 e su sciencia le dio saber,

e su saber le dio esperiencia,

e la esperiencia le dio conoscimiento de las cosas,

 de las quales supo con prudencia elegir

las que le ficieron hábito de virtud[1]

 

  1. Introducción

Juan de Carvajal (Trujillo, ca. 1400  – Roma, 6 de diciembre de 1469) fue uno de los actores más determinantes del panorama político-religioso de la Europa de mediados del siglo XV. Bajo los pontificados de Eugenio IV, Nicolás V, Calixto III, Pio II y Pablo II, Carvajal ejerció como legado papal que hubo de hacer frente a tan decisivos asuntos como las relaciones post-cismáticas de Basilea entre el Papado y el Sacro Imperio, la cuestión de la herejía husita en Bohemia o la amenaza islámica en la frontera húngara tras la conquista turca de Constantinopla. Sus éxitos diplomáticos le llevaron a ser proclamado obispo de Plasencia y Cardenal de Sant Angelo, entre otras dignidades. Asimismo, Carvajal fue testigo de la implantación en Roma de los nuevos ideales humanistas que terminarían por irradiar a toda Europa y que darían comienzo a una nueva era cultural.

Sin embargo, a pesar de la magnitud político-religiosa y cultural de Juan de Carvajal en la Europa bajomedieval, sorprende la escasez de estudios sobre quien fue uno de los personajes eclesiásticos más admirables y admirados, según sus contemporáneos. Fuera de numerosas menciones aisladas y de algunos contados estudios, la mayoría extranjeros, todavía está pendiente de realizarse una recuperación más exhaustiva de su relevancia para el desarrollo de las dinámicas que conformaron la política cristiana de su tiempo. Se trata, a día de hoy, de una figura muy desconocida, necesitada de reivindicación. La propuesta que presentamos aquí intenta acercarse al Cardenal Carvajal desde una óptica fundamentalmente cultural. No insistiremos, por tanto, en su labor política y diplomática europea, puesto que la literatura existente a tal efecto tiene mayor recorrido.

Así, tras una concisa mirada historiográfica sobre nuestro personaje de estudio, nos adentramos en su formación universitaria en Salamanca y en su actitud para con la cultura de su tiempo; pasando posteriormente a analizar su condición de delegado pontificio desde la perspectiva del viaje medieval; por último, damos algunas pinceladas de su vinculación extremeña y castellana que ayuden a reconocer la importancia del Cardenal en su tierra de origen. Sirva pues el presente texto como aproximación a la realidad cultural del trujillano Juan de Carvajal.

 

  1. Breve estado académico de la cuestión

Pese a ser una figura de especial relevancia en la diócesis de Plasencia y en sus funciones como delegado papal en el contexto europeo tardo-medieval, y aunque fue admirado por sus contemporáneos y el legado de su actividad diplomática se extendió a los siglos posteriores, la literatura académica sobre Juan de Carvajal es muy escasa.

Las primeras semblanzas laudatorias hacia el Cardenal se escriben a finales del siglo XV: destacan las continuaciones a los Comentarios de Pío II, realizadas por el Cardenal Ammannati; el capítulo XIX de los Claros varones de Castilla, de Hernando del Pulgar (obra publicada en 1486); y el retrato firmado por Gaspar de Verona en su De gestis tempore pontificis maximi Pauli II. No debemos buscar en estas fuentes una descripción objetiva y exhaustiva de los hechos de Juan de Carvajal, sino una relación condicionada por la intencionalidad política o religiosa de cada autor[2].

Exceptuando numerosas cartas o breves semblanzas de menor interés, no encontramos la primera biografía sobre Juan de Carvajal hasta 1752: De rebus gestis Joannis S. R. E. card. Carvajalis, de Domingo López de Barrera, describe de forma extensa los principales hitos del purpurado. Salvo menciones esporádicas –en especial la firmada por Voigt en su biografía sobre Pío II, publicada en 1856 (Enea Silvio de Piccolomini als Papst Pius der Zewite und sein Zeitalter), crónicas sobre los concilios y cuestiones políticas de la época, así como entradas de diversas enciclopedias y listados sobre cardenales católicos[3]–, la biografía escrita por W. Fraknoi en 1889 sobre la estancia de Juan de Carvajal en Hungría, Carvajal János bibornok magyarországi kovetsegel 1448-1461[4], supone el último acercamiento parcial, dentro de los métodos historiográficos decimonónicos, a nuestro Cardenal. Antonio Ponz (1983: 127-129) también se hace eco del prestigio obtenido por el Cardenal en Roma; encontramos de nuevo alabanzas a las “glorias” logradas en sus múltiples legaciones y a las obras que mandó construir en sus diócesis (los puentes sobre el Tajo y el Almonte), como pruebas de su excelencia.

Por tanto, el estudio Don Juan de Carvajal. Un español al servicio de la Santa Sede, publicado por el franciscano Lino Gómez-Canedo en 1947, supone aún a día de hoy una consulta indispensable. Gómez-Canedo realiza un completo recorrido por las fuentes existentes hasta la fecha (de las que hemos extraído las más relevantes para el estudio que nos ocupa), al mismo tiempo que localiza otras nuevas (principalmente, del epistolario del Cardenal). Si bien el objetivo de realizar un estudio “definitivo” sobre el tema no queda satisfecho, en palabras del propio autor, los resultados son de enorme interés, pues sitúa documentalmente y con detalle todos los episodios de la vida de Carvajal –en especial los relativos a su formación pre-romana, poco estudiada por entonces. Aun así, y evidentemente por cuestiones del método historiográfico empleado (propio de la época, y presa de cierto sesgo ideológico que tiende a sobrevalorar la figura del Cardenal[5]), se trata de un estudio limitado al estudio de las pruebas documentales, por lo que no lanza hipótesis sobre sus posturas acerca del humanismo, sus actitudes de vida o la relevancia de su papel como diplomático, centrándose más en las dinámicas sociales y culturales que permitían tal labor.

Debemos señalar también la mención que realiza Rodríguez-Moñino (2003: 131-134), incansable estudioso de la historia y cultura extremeñas. En su Historia literaria extremeña señala las virtudes intelectuales de Carvajal en relación con el renacimiento cultural vivido en Plasencia de la mano de los Zúñiga-Pimentel y el establecimiento del convento de frailes predicadores de San Vicente, foco cultural con cátedras propias y relacionado con la Universidad de Salamanca; “egregio Cardenal” de “aplicación y celo nada común” (2003: 133), debe su éxito en su carrera eclesiástica y política a su formación en este ambiente, cristalizada en la “fundación de una Academia de Gramática y Retórica”, que él mismo auspició, también en Plasencia. De nuevo, sus éxitos diplomáticos (en Basilea, Alemania, Bohemia y Hungría) son los que interesan a la historiografía del momento. Lista también las obras escritas por Carvajal, parte de ellas perdidas hasta la fecha, y sitúa brevemente su biografía en su genealogía familiar.

El estado de la cuestión posterior a este hito bibliográfico comprende sólo unos pocos artículos, pertenecientes a ámbitos más especializados. Así, Erich Meuthen (1982) y Martin Davies (1996) estudian la relación del Cardenal con su entorno cultural, cercano a vivir una profunda revolución con la aparición de la primera imprenta, de la que fue uno de los primeros testigos Juan de Carvajal; Caglioti (1997) señala su labor como mecenas en relación a la obra del escultor Andrea Bregno; y Daniels (2012) estudia dos breves textos que evidencian la recepción de la labor de los delegados papales en los entornos universitarios, centrándose en parte en la figura de Carvajal y su legación a Colonia.

En resumidas cuentas, la bibliografía realizada en España es insuficiente, sobre todo en comparación con la realizada en el resto de Europa, tanto en épocas cercanas a la vida de Juan de Carvajal como en siglos posteriores. Ello, por una parte, da cuenta de la relevancia de tal personaje en un contexto internacional; por otra, sin embargo, demuestra que aún queda pendiente un estudio más pormenorizado que, aparte de localizar y reunir todas las fuentes documentales aún desconocidas o poco trabajadas, trace un panorama completo sobre Juan de Carvajal en relación con el ambiente social y cultural de su época. Esto es, analizar las circunstancias que favorecieron su educación, facilitaron su rápido acceso a la curia, y llevaron a un clérigo castellano a convertirse en uno de los legados pontificios más importantes de mediados del siglo XV; cómo, en definitiva, Castilla queda imbuida por completo en un complejo panorama religioso y político entre Occidente y Oriente. En el presente trabajo, tratamos de acercarnos al contexto cultural de Juan de Carvajal desde perspectivas hasta ahora poco utilizadas tales como la condición viajera del personaje o su proceso formativo y actitud ante los nuevos aires europeos.

 

  1. La cultura de Juan de Carvajal y la Europa de su tiempo.

2.1. Carvajal, Letrado.

Abríamos este trabajo con la mención que Hernando del Pulgar hizo de Juan de Carvajal cuando manifestó que su ciencia le dio saber, éste le dio experiencia, y que a su vez ésta última le posibilitó el conocimiento de las cosas. Efectivamente, fue la Universidad de Salamanca la que le otorgó la ciencia. No se puede entender ni explicar el éxito vital de Juan de Carvajal pasando por alto su formación salmantina. Salamanca era a comienzos del siglo XV una universidad ligada al Papado y, por ende, de resonancia en toda la Cristiandad, lo que la convertía en una institución trampolín para dar el salto al panorama político-religioso europeo. El Papa Martín V dio a la universidad las constituciones de 1422 por las cuales se sentaron las bases académicas que perdurarían hasta la época de los Reyes Católicos y ponían fin a un periodo convulso arrastrado desde el siglo anterior.

No conocemos la fecha exacta en la que Carvajal llega a Salamanca, pero puede deducirse que sus estudios se desarrollarían en la década de los 20 y comienzos de los 30 de aquel siglo XV. En aquellos momentos florecían como profesores en la universidad salmantina algunas de las figuras intelectuales más brillantes de la Castilla de Juan II como Alonso de Madrigal “el Tostado”, Juan de Segovia o Juan Alfonso de Benavente. Otros antiguos estudiantes frecuentaban la ciudad y participaban de sus quehaceres culturales como Lope de Barrientos o Alonso de Cartagena, mientras que eminentes personalidades como Rodrigo Sánchez Arévalo o Alfonso de la Torre empezaban sus estudios a la par que nuestro Juan de Carvajal. Todos ellos, y otros anteriores estudiantes salmantinos como Juan de Cervantes, destacarían en el ámbito político-religioso e intelectual de los años 30 y subsiguientes a escala castellana y europea, haciendo de aquella época una etapa de esplendor cultural y que la historiografía reciente ha venido en llamar la Primera Escuela de Salamanca[6]. A pesar de la escasez de referencias que nos han llegado, y a juzgar por la relevancia posterior alcanzada, no es aventurado pensar que Carvajal interactuara y formara parte de aquel ambiente y círculo  universitario salmantino, en cuyo encuadre se inserta su formación.

Todo ello nos contextualiza la Salamanca de Juan de Carvajal como el lugar ideal y el momento perfecto para desarrollarse intelectualmente. Y como tal se formaría en los saberes más demandados de su tiempo, el Derecho, tanto Civil como Canónico, en tanto que la universidad salmantina era de tradición mediterránea, romana si se quiere, fundada en base al modelo boloñés en que el estudio de las leyes gozaban de mayor consideración, contrariamente a la tradición teológica y filosófica parisina. Las ciencias de las Leyes eran fuente de justicia y como tales justificaban el poder real y divino o eclesiástico. Por tanto, no es de extrañar que Salamanca, y más concretamente sus facultades de Leyes y Cánones, ejercieran como fábrica de burócratas de Castilla y el Papado. Ser Letrado equivalía entonces a adquirir una posición privilegiada, reconocida y que posibilitaba el ascenso social a individuos de cualquier condición. De hecho, lo normal era empezar a ejercer oficios, mayoritariamente eclesiásticos, durante el período estudiantil y buen ejemplo de ello lo tenemos en el propio Juan de Carvajal, que dispuso de varios beneficios y fue clérigo en la diócesis de Ávila siendo aún bachiller en Leyes (no licenciado), hacia 1430. Poco después sería nombrado deán de Astorga. Así, teniendo la universidad salmantina como alma mater, Carvajal partía con ventajas.

2.2. La experiencia europea.

“E la esperiencia le dio conoscimiento de las cosas”. Sin duda, el concilio de Basilea supuso un antes y un después para la cultura europea y particularmente para los castellanos que allí se dieron cita (Monsalvo (2011: 35). Dada la entidad del estudio salmantino, el rey Juan II aseguró la preeminencia de Castilla en el concilio de Basilea enviando a la flor y nata de su intelectualidad académica. Alonso de Madrigal, Alonso de Cartagena o Juan de Segovia fueron algunos de los 130 representantes castellanos en aquella reunión “internacional”. A partir de entonces, las nuevas ideas italianas empezaron a penetrar en Castilla por medio de relaciones y correspondencias que castellanos como Alonso de Cartagena tuvieron con los más renombrados humanistas de aquel tiempo. Juan de Carvajal asistió igualmente a Basilea (1434)[7], lo que le hizo conocer y estrechar amistades con algunas de las personalidades que se destacaron en aquellas reuniones, como Nicolás de Cusa o el ilustre humanista Eneas Silvio Piccolomini. Y de aquellos lodos vienen estos polvos, pues a partir de su llegada a la corte pontificia (¿antes de 1438?) y de las subsiguientes embajadas y reuniones conciliares, es decir, de sus viajes por Europa, la adquisición de experiencia le haría ganar mucho conocimiento.

En sus primeras legaciones por el Sacro Imperio (1440s) hubo de tratar, como representante principal del Papa Eugenio IV y acompañado por Nicolás de Cusa, con autoridades de todas las posturas políticas e ideológicas posibles, desde partidarios del antipapa Félix V hasta de la neutralidad del emperador alemán. El carácter políglota de Carvajal, unido a sus dotes diplomáticas y a sus sabiduría en Leyes, le facilitaría su éxito en el Imperio y consecuentemente la obtención de dignidades varias entre las que destacaron la de obispo de Plasencia y principalmente la de Cardenal de Sant Angelo (1446). Alejado el peligro de un nuevo cisma eclesiástico tras la firma del Concordato de Viena (1448) y con su prestigio crecido, los siguientes asuntos a tratar por Carvajal serían los relativos a la cuestión husita en Bohemia. Sin embargo, y sin entrar en demasiados detalles, el Cardenal fracasó esta vez (1448) y los seguidores de las doctrinas de Jan Hus se fortalecerían en lo sucesivo hasta la muerte del primero regente y luego rey husita de Bohemia Jorge de Podiebrad (1471). Suponemos que los reformadores husitas, herejes a ojos de Roma, le provocarían no solamente muchos dolores de cabeza sino también profundas reflexiones acerca de la reforma de la Iglesia Católica. Al Cardenal, como personaje destacado de la curia romana, no le pasó desapercibido este aspecto principal en su tiempo, aunque su incesante labor diplomática no le dejarían demasiado espacio ni respiro material para llevar a cabo sus ideas reformadoras (Gómez-Canedo (1947): 259 y ss.). De todos modos, los aires reformistas ya habían penetrado y comenzaban a manifestarse progresivamente en la Cristiandad.

No obstante, las preocupaciones sobre el husismo pasarían a un segundo plano de acción debido al avance turco y la conquista de Constantinopla en 1453. En adelante, Hungría y su frontera frente al islam fueron los escenarios en que se desarrollaría la actividad diplomática del Cardenal (1455-1460). Carvajal, junto al franciscano Juan de Capistrano, fue responsable de la predicación de una cruzada contra los otomanos que se materializó en la victoria cristiana de Belgrado de julio de 1456. Pero nada más lejos de la realidad, la amenaza turca no dio tregua y los conflictos centroeuropeos imposibilitaron dar salida fructífera a la empresa contra el islam. Así, las relaciones entre el emperador alemán y el rey húngaro, el proceso contra Jorge de Podiebrad de Bohemia, nuevos proyectos de cruzada y algunos viajes por Italia ocuparon la última década de vida de Juan de Carvajal. A pesar de que las cuestiones husita y turca distaron mucho de resolverse tras los empeños de Carvajal, éste siguió recibiendo distintivos por parte de Roma, como el episcopado de Porto o el nombramiento como Protector de los Húngaros, que hablan de la notoriedad del Cardenal hasta el final de sus días. Fue especial la relación que mantuvo con Hungría y con su rey Matías Corvino, que en 1462 pedía con insistencia la vuelta de Juan de Carvajal a su reino, fiel reflejo de la actividad desenvuelta años atrás y de la buena consideración y estima tenida por los húngaros. Sin embargo, el Cardenal permaneció en Italia, donde toda su experiencia y conocimiento acumulados serían de mucha utilidad para la curia romana.

2.3. La cuestión humanista.

Señalaba Gómez-Canedo que faltaban “elementos seguros” que permitieran conocer la actitud que Juan de Carvajal mantuvo ante el movimiento humanista que se expandía por Italia a mediados del siglo XV y que por el contrario debíamos “contentarnos con algunos indicios y hechos aislados” que aproximaban a tal cuestión (Gómez-Canedo (1947): p. 269). Hoy, casi siete décadas después, aún persisten muchas dudas sobre la adscripción cultural del Cardenal en aquellos momentos en que los aires humanistas hacían acto de presencia en Roma bajo los pontificados de Eugenio IV (1431-1447) y sobre todo de Nicolás V (1447-1455). Algunos trabajos posteriores han ahondado en diversos aspectos culturales tocantes al Cardenal Carvajal que aportan nuevos detalles al mismo tiempo que complican la empresa de dirimir el carácter humanista de nuestro personaje. A falta de un estudio más pormenorizado del asunto, basten algunas claves que arrojen luz al respecto.

Sabido es que el movimiento humanista surge en Florencia a mitad del siglo XIV de la mano de intelectuales que buscan encontrar en la Antigüedad Clásica la esencia lingüística latina, y en menor medida griega, por medio del estudio y traducción de los autores clásicos. Desde allí se expandirá progresivamente por todas las cortes italianas y empezarán a recuperarse no solamente los escritos greco-romanos sino también un estilo artístico antiguo que diera armonía moderna a la arquitectura, en contraposición al arte barbaricum, o gótico, propio de la época entrambos tiempos, o Edad Media. Es lo que se conocerá como Renacimiento. Aunque se vislumbran atisbos anteriores, es bajo el pontificado de Nicolás V cuando se produce una manifiesta recepción del humanismo y la nueva moda clásica en Roma y comienza a cambiar el aspecto vaticano por medio de construcciones promocionadas por dicho Papa. Confluyen en la curia romana personalidades preocupadas por el estudio de las humanidades (studia humanitatis) y que promueven el mecenazgo de obras artísticas, arquitectónicas, literarias y de traducción. Ese es el ambiente que respiró Juan de Carvajal en Italia.

Y donde se desplazan aquellos humanistas, se traslada también el espíritu clásico y moderno. Uno de los primeros ejemplos fue el ya mencionado concilio de Basilea. De la misma forma, otras reuniones y cortes europeas serían escenarios de debates con presencia de los clásicos como debió ocurrir en algunas de las embajadas papales protagonizadas por Carvajal, por ejemplo en Núremberg, en casa de Gregorio de Heimburg, donde se discutía acerca de Platón y de cuestiones jurídicas (Gómez-Canedo 1947: 269). Y con tales legaciones y viajes se estrechaban lazos intelectuales que se mantenían por correspondencia en muchos casos[8]. Entre las amistades humanistas de Juan de Carvajal se encontraron sus compañeros Nicolás de Cusa y Eneas Silvio Piccolomini (luego Pío II), Ammannati o el bizantino Bessarion[9]. Entre los Papas humanistas que tuvieron a Carvajal en alta estima, destacan los ya citados Nicolás V (1447-1455) y Pío II (1458-1464), bajo cuyos pontificados el Cardenal pasó más tiempo en Roma, casualmente. Por el contrario, bajo Calixto III (1455-1458) Carvajal residió mayoritariamente en Hungría. No hay que descartar que el Cardenal fuera una de las personas que insuflaron inquietud intelectual en el joven monarca húngaro Matías Corvino, que se convertiría en un gran rey renacentista de la mano de Juan Vítez primero y posteriormente del italiano Antonio Bonfini.

Otra de las características humanistas de las que Juan de Carvajal disponía era la de manejar varias lenguas: castellano, latín, italiano y alemán, al menos. Esta variedad idiomática es característica de embajadores, sí, pero también de personas preocupadas por los studia humanitatis. Prueba de la preocupación de Carvajal por las lenguas, especialmente por la latina, y el fomento del estudio se puede reconocer en la creación de una escuela de Gramática en Plasencia o en el proyecto de fundación de un colegio universitario en Salamanca[10]. Con ello entroncamos con la cuestión del mecenazgo, igualmente característica del ambiente humanista, y del que encontramos buenos ejemplos en el Cardenal. Por un lado, alabó las reformas arquitectónicas de Nicolás V; por otro, hizo construir dos puentes en su diócesis placentina; y otra muestra más la vemos en su promoción al escultor Andrea Bregno en el que se deja ver su predilección por San Miguel Arcángel (Caglioti, 1997: 222). Finalmente, otra de las singularidades a destacar de Carvajal fue, como figura casual y principal del panorama político-cultural del momento que le tocó vivir, su temprano conocimiento de la imprenta, auténtico motor del cambio de era que se produciría, el internet de la época. En efecto, pudo ser la primera persona en saber de la existencia de la imprenta fuera de Alemania e interesarse por ella, demostrando una vez más su preocupación cultural  (Martin Davies, 1996: 193).

Pese a todos los indicios expuestos sobre los vínculos y sospechas humanistas de Juan de Carvajal, no podemos considerar al Cardenal como humanista propiamente dicho en tanto que no se conocen referencias claras ni escritos de carácter literario o temática propia del humanismo, esto es, autores clásicos o cuestiones filológicas latinas. De las obras que se le atribuyen ninguna parece remitir a tal dedicación literaria sino que por el contrario la actividad escritora del Cardenal se circunscribiría a su labor como legado pontificio. A decir de su biógrafo tantas veces citado, Gómez-Canedo, Carvajal “no fue devoto de la pluma” y parece ser que legar obras a la posterioridad no estuvo entre sus prioridades (Gómez-Canedo, 1947: 272-274). Podemos establecer, por tanto, que Juan de Carvajal más que un intelectual fue un diplomático de ambiente y espíritu humanista, con alta formación jurídica, experiencia y conocimiento de la Europa de su tiempo, pero que no precisó plasmar en papel sus inquietudes intelectuales. Su figura simboliza la transición cultural entre el Medioevo y el Renacimiento. A la manera de los primeros incunables salidos de aquella imprenta que tan pronto conoció, Carvajal ejerce de bisagra cultural de entre tiempos.

 

  1. Un cardenal viajero: Italia, Sacro Imperio, Bohemia, Hungría.

De acuerdo con su función como delegado papal y cardenal de la Iglesia, la biografía de Juan de Carvajal comprende como escenarios diversos territorios de la Cristiandad europea, desde sus principales focos culturales mediterráneos e imperiales hasta los confines lindantes con Oriente. Castilla es su cuna y germen de su actividad eclesiástica; el eje Italia-Alemania (Roma, Florencia y Venecia, más Viena, Frankfurt, Núremberg, Colonia…) comprende las cuestiones relativas al cisma político-religioso, dentro del ámbito de la Cristiandad católica romana; en la periferia de ese eje, Bohemia, encontramos el escenario de lucha contra la herejía husita; y Hungría, Serbia y Bosnia, ya en la frontera con el territorio musulmán, culminan la labor diplomática del Cardenal, durante la convocatoria de cruzada propuesta por Pío II. Sorprende, en definitiva, la multitud de enclaves conocidos por Juan de Carvajal, fruto de su relevancia diplomática y del complejo contexto de su tiempo: los conflictos se agudizan a medida que se aleja del núcleo de la Cristiandad, Roma, amenazada igualmente por la división interna.

El carácter viajero de Juan de Carvajal, no obstante, pasa fácilmente desapercibido por la ausencia tanto de menciones de alabanza hacia tal labor, como de relatos de viajes escritos por la propia mano del Cardenal. Sin embargo, este vacío documental consigue arrojar sentido sobre los significados del viaje medieval en sus diversas aplicaciones. La condición viajera de un delegado papal quedaba intrínseca a tal cargo, y como tal no causaba admiración: no encontraremos descripciones asombradas de las maravillas que se visitan ni de los países que se conocen; los territorios de destino, por muy limítrofes que fuesen, entran en el círculo espacial del entorno papal. La Cristiandad se erige así como mapa conocido y las relaciones políticas y culturales entre sus miembros, aunque turbulentas, no se escapan a dicho ámbito de cotidianeidad. El viaje para un embajador o delegado queda siempre sujeto a una visión claramente utilitaria: se viaja no para obtener una comprobación sensible y palpable de una realidad espiritual, como le ocurre a un peregrino, sino para cumplir una misión. Son viajes de negocio, no de ocio.

3.1. El concepto del viaje en un delegado papal del siglo XV

Nuestra concepción de este tipo de viaje bajomedieval tiene que partir de varios condicionantes: en primer lugar, viajar acerca lo lejano, permite el contacto intercultural, diluye las fronteras de lo desconocido, rompe con lo cotidiano (en una dinámica hogar/viaje que existe desde tiempo inmemorial; Ruiz Domènech (1995-1996: 261); en segundo lugar, continúa siendo una actividad peligrosa y sujeta a múltiples e impredecibles azares (condiciones climáticas, caminos inseguros, asaltos y robos, enfermedades), así como a considerables inversiones de tiempo, esfuerzo y dinero; y, en tercero, el viaje se enfrenta a su progresiva laicización. Las comunidades se asientan en entornos urbanos, y el viaje por ansia de trascendencia y contacto con la divinidad pasa a ser el viaje en pos de cumplir un objetivo, o satisfacer una curiosidad cultural. En este ámbito, el “reforzamiento de la Iglesia secular” y el mencionado progreso en el asentamiento poblacional lleva a la necesidad de establecer redes de contacto que unan continuamente dos puntos alejados geográficamente.

El hombre medieval, en su condición de homo viator, viaja para satisfacer una necesidad particular, ya sea espiritual o material. La sociedad de base rural que motivó la proliferación de peregrinaciones hasta el siglo XIV aproximadamente (Ruiz Domènech, 1995-1996: 261; Lopes, 2006: 5) da paso a otra urbana, donde la extensión del límite de conocimientos geográficos choca con la necesidad de experimentar una sensación de trascendencia ante lo desconocido, reflejado en numerosos relatos donde lo fantástico y lo real se funden (Pérez Priego, 1984: 239). A partir de este momento, los viajes con largas comitivas reales y nobiliarias, ya fuese con fines políticos o religiosos, quedan sustituidas por medios más cómodos: por ejemplo, la lectura de libros de viajes, con los que el lector puede ampliar su estado del conocimiento del mundo a través de experiencias autobiográficas de otros viajeros; o los delegados y embajadores asalariados, que establecen a lo largo del siglo XV una compleja red de comunicaciones (Beceiro Pita, 2007: 110-115). Estos delegados pueden servir para realizar peregrinaciones en nombre de su señor, o para transmitir comunicados, o bien para intermediar en diversas negociaciones. En cualquier caso, el concepto del viaje se transforma[11]: de la peregrinación física pasamos a la reflexión interior (influida por el estilo de vida monacal; Beceiro Pita, 2007: 116-117; García de Cortázar, 1994: 12); del viaje metafísico, al viaje de exploración.

La labor del embajador, pues, adquiere una relevancia crucial en este periodo, tal y como lo atestiguan los numerosos testimonios de delegados que, a lo largo del siglo XV, firman tratados y manuales en los que detallan el procedimiento empleado en su oficio, los privilegios que implica y los errores que deben evitarse en toda negociación. Por cercanía cronológica y espacial, de entre estos textos nos interesa citar el Ambaxiatorum Brevilogus de Bernardo de Rosergio[12], escrito en 1436. Arzobispo de Tolouse e intelectual, Rosergio colaboró en numerosas delegaciones a lo largo de la primera mitad del siglo XV, incluidas negociaciones con Castilla. Para Rosergio, toda embajada, y especialmente la papal, es digna de respeto, consideración, protección y beneficio, puesto que:

El oficio de embajador, en cuanto sea útil a la República y a todo el orbe, su evidencia se demuestra en el hecho visible, y así instruye como demuestra experiencia, como maestro en que los asuntos lleguen a buen resultado; […] Por tanto, quien ejerce el oficio de embajador de forma debida y diligentemente, por su labor en favor de la República será considerado en méritos, premios y honor (1905: 26)[13].

Los capítulos del tratado dan cuenta de la consideración positiva que Rosergio adscribe a este oficio. El embajador ha de ser:

[…] no preso de la tiranía de la avaricia, no deshonesto en la palabra o el acto, no molesto, no iracundo, no maligno, […] no violento, henchido de gloria, no temerario, no presuntuoso, no pusilánime, no impaciente, […] no adulador, […] humilde, modesto, temperado, discreto, benévolo, honesto, sobrio, justo y pío, largo, prudente, alegre, dador, y magnífico, dulce en el verbo y el ánimo, paciente, y benigno, oportuno, magnánimo, audaz, tratable, plácido, virtuoso, y fuerte en toda exhibición, común, […] (1905: 5).

Ha de realizar su tarea atendiendo a aspectos como el “estado, hábito y gesto” tanto propio como del entrevistado, y haciendo gala de “buena conversación, prudente madurez”, sin dejar de prestar atención a la consecución de una paz mutua (1905: 10-11) y respetando la discreción de la conversación mantenida. La excesiva adulación de Rosergio hacia su oficio arroja dos conclusiones sobre su relevancia en un doble plano, público y privado: el legado es consciente de lo necesario de su esfuerzo, y como tal pretende que así sea percibido por el resto de la sociedad al mismo tiempo que se ensalza a sí mismo. La proliferación de legaciones a partir del siglo XIV explica la necesidad de promover estas actividades por medio de estos textos, redactados por los mismos embajadores.

Ello dibuja un panorama de una Europa urbana y nobiliaria para quien el acto de viajar a destinos lejanos es más común, y ahonda la consideración de un nosotros, una Europa cristiana no exótica, frente a unos otros, el Oriente turco, donde el extrañamiento del viajero es mayor. Aun así, la utilidad del viaje sí está sujeta a su finalidad política y religiosa. Para Juan de Carvajal, viajar sin duda significaría extender la influencia de un único modo de entender la fe, adscrito a una jerarquía social y nobiliaria determinada. Ninguna de las fuentes consultadas ignora el valor viajero de Carvajal, y si bien no hacen explícito hincapié en ello como rasgo digno de diferenciación, sí lo señalan como una de sus cualidades biográficas atendiendo a los logros y méritos obtenidos durante tales misiones.

3.2. Juan de Carvajal viajero, en las fuentes

Hernando del Pulgar no olvida la adscripción castellana del Cardenal: pese a que su labor diplomática se realizó principalmente fuera de Castilla (la semblanza sólo lista el obispado en Plasencia, y la única plasmación en este territorio de la labor de Carvajal residiría en los puentes que ordena construir sobre el Tajo y el Almonte), ello basta para engrandecer a la corona con las hazañas morales y políticas de tal personaje; hazañas motivadas precisamente por compartir ese rasgo cualitativo puramente castellano, común a otros grandes hombres del reino, “Claros Varones”. Aunque se centra más en la descripción física y moral del personaje[14], lo hace en relación con las actividades que realiza para la Santa Sede; así, su carácter de “grand Letrado é hombre de honesta vida” le hace ser responsable de “negocios arduos”, “embaxadas de grand importancia, en las quales guardó siempre su honra é su conciencia, é dió la razón que hombre Letrado é discreto debia dar” (Del Pulgar, 1789: 113). El objetivo principal de estas actividades, resalta Hernando del Pulgar, es actuar “en servicio de Dios é augmentacion de la Fé Christiana” (1789: 116). Sorprende, por tanto, la ausencia de menciones hacia la misión en Hungría, en pos de conseguir apoyos en la frustrada cruzada contra el Turco.

Alonso de Palencia, sin embargo, no incide en la labor viajera del cardenal, si no es para indicar (muy a su pesar) los éxitos que cosechó en el conflicto del cisma. Señala, al igual que Pulgar, cómo la “exquisita diligencia y los felices resultados de su comisión” de Carvajal en su viaje delegación hacia Alemania, durante el cisma de Basilea (1904: 435), le valen el título de cardenal. Sin embargo, también ignora la misión en Hungría; lo que nos puede llevar a sospechar acerca de la objetividad de la furiosa crítica de Palencia en lo relativo a la opulencia del Cardenal, a quien reprocha su desentendimiento hacia los peligros que supone la cercanía del enemigo Turco y su excesivo apego, por contra, a riquezas con las que pretende exhibir orgulloso su grandeza eclesiástica[15] (1904: 432-433).

Ammannati, amigo de Carvajal, alaba cómo las múltiples legaciones (enumera veintidós) realizadas por el cardenal alcanzan siempre un rotundo éxito, indicando que se realizaron en múltiples lugares donde Carvajal “reinstaura la paz y el orden”, siendo admirable en el trato y la eficiencia de su labor pastoral en defensa del Evangelio y la doctrina de Roma. Gaspar de Verona, también contemporáneo al papado de Pío II, destaca la “increíble paciencia, trabajo ingente, diligencia y singular esfuerzo” realizados por Juan de Carvajal en los seis años que dedicó a reforzar las estrategias de respuesta contra la amenaza turca (Gómez Canedo, 1947: 254-256).

Todas las fuentes coetáneas a Juan de Carvajal, por tanto, reconocen como mérito su labor viajera; ello se transmite igualmente a manifestaciones posteriores, donde estas delegaciones se expresan como circunstancias biográficas relevantes. Lejos ya de las circunstancias históricas contextuales, que conformaban una Europa convulsa, la biografía firmada por López de la Barrera sostiene el relato biográfico de Carvajal en una sucesión de las legaciones realizadas: así, se describen en orden cronológico las misiones a Italia, el Sacro Imperio, Bohemia y Hungría, suprimiendo por contra la presencia del Cardenal en Castilla. Las entradas biográficas que se localizan en diversos diccionarios e historias papales, y que ya hemos listado previamente, también se limitan a este desglose de los destinos de viaje.

Estas actividades, vistas pues como prueba de la valía de Juan de Carvajal en un plano internacional, también prueban cómo la concepción del viaje influye en la alabanza al personaje histórico. En las semblanzas de Hernando del Pulgar, sólo las misiones en el cisma adquieren relevancia, seguramente como prueba de la presencia castellana favorable al papa de Roma en tal conflicto; en el mismo sentido actúa Alonso de Palencia, si bien falto de todo rasgo elogioso. Los testimonios de Ammannati y Verona, por otro lado, inciden también en los beneficios que acarreó la labor de Carvajal para el asentamiento de la autoridad del papa, lo que se liga inequívocamente con la consecución de una paz duradera en Europa. La finalidad política y la religiosa confluyen así en el viaje, aunque con diferente perspectiva: la defensa cristiana contra el turco sólo aparece reseñada de forma explícita por Verona; bien puede deberse al fracaso final de la convocatoria de cruzada, que silencia el relato postrero de esta misión no finalizada, o bien a que se trata de un hecho lejano para los intereses propagandísticos de ciertos cronistas de Castilla (y que, como vimos en Palencia, contradice toda crítica negativa hacia la supuesta permisividad del papa y sus cardenales hacia los musulmanes).

 

  1. Hacia el reconocimiento de la figura de Carvajal: su vínculo con Castilla.

En un momento indeterminado de los años 30 del siglo XV, Carvajal marcha a Italia. Con seguridad se sabe que se encontraba en Roma en 1438 pero algunos autores han apuntado la posibilidad de que con anterioridad a esa fecha estuviera ya en la corte pontificia, puesto que participó en Basilea (Gómez Canedo, 1947: 38-39). En cualquier caso, se puede asegurar que Juan de Carvajal permaneció en Castilla más de tres décadas. Esta etapa castellana, más o menos la mitad de su vida, es la más desconocida de su biografía y de la que menos certezas se tienen. Los pocos datos de que se disponen se deben principalmente a los aportados por Gómez-Canedo. La limitación documental ha sido sin duda un obstáculo a la hora de profundizar en los años castellanos del Cardenal pero tal desconocimiento se debe igualmente a la ausencia de modernas investigaciones referentes a esta fase de su vida. Es un trabajo que aún está por hacer, ya que desde 1947 las posibilidades de adentrase de nuevo en la figura y el contexto histórico de Carvajal han aumentado sustancialmente. No obstante, para abordar esta cuestión se necesita de una dedicación y tiempo que exceden al presente estudio. Por el contrario, nuestra pretensión en este punto es recorrer algunos de los espacios más vinculados a Juan de Carvajal, haciendo especial hincapié en el territorio extremeño y salmantino, con independencia de la cronología de los hechos.

Ya hemos puesto de manifiesto la importancia que le otorgaron sus contemporáneos así como la relevancia que tuvo en la política romana y europea de mediados del siglo XV y por este motivo el reconocimiento de nuestro personaje está avalado en la historiografía sobre el Papado y sus relaciones políticas en la Baja Edad Media. Sin embargo, en su tierra de origen, Extremadura y Castilla, la figura de Juan de Carvajal ha pasado desapercibida si se exceptúan a algunos pocos especialistas en la materia. Aprovechando pues el carácter viajero ya anotado del Cardenal Carvajal, una buena manera de reivindicar su figura y aportación histórica sería la de seguir sus pasos en la Corona de Castilla, cual ruta histórico-cultural fuera.

4.1. Extremadura, su natura; Salamanca, su alma mater.

Trujillo se presenta como punto de partida en la vida de Juan de Carvajal en tanto que esta localidad fue la que le vio nacer en torno a 1399/1400[16]. Su padre fue Juan Tamayo, corregidor de Trujillo y procedente de Castilla, probablemente de la población abulense de Bonilla de la Sierra. Su madre era Sarra o Sara de Carvajal, hija de Diego González de Carvajal, natural de Plasencia. Los Carvajales extremeños, una de cuyas ramas se asentó en Trujillo en el siglo XIV, eran una de las casas nobiliarias más importantes de la Extremadura bajomedieval[17]. Se deduce, por tanto, que la infancia de Juan de Carvajal debió ser relativamente cómoda a juzgar por su contexto familiar, lo que sin duda le facilitaría también emprender la carrera universitaria y eclesiástica[18]. Del resto de su relación con Trujillo tan sólo se puede apuntar la edificación del convento de la Encarnación de la Orden de los Predicadores en época de su episcopado placentino (1466).

Su rastro por Extremadura también podemos seguirlo, en sentido físico, a través de dos puentes construidos bajo su mecenazjo, uno sobre el río Almonte en el término municipal de Jaraicejo[19] y el otro sobre el Tajo en Torrejón el Rubio[20]. Ambas construcciones demuestran, por un lado, el interés y la preocupación que Juan de Carvajal mantuvo para con su tierra originaria y, por otro, la consideración de mecenas que envolvió al Cardenal fruto de los aires humanistas italianos. Estas huellas arquitectónicas son fiel reflejo de su aportación histórico-extremeña. Que el apellido Carvajal está muy vinculado culturalmente a estas zonas lo ejemplifica también la figura de la poetisa jaraicejana Luisa de Carvajal y Mendoza. Asimismo, otro de los lugares vinculados a Juan de Carvajal fue Coria, aunque muy sutilmente, ya que fue nombrado obispo cauriense a finales de 1443 y pocos meses después sería reemplazado por Alfonso Enríquez (Gómez-Canedo, 1947: 68-70). Como curiosidad histórica anotemos que, igual que Juan de Carvajal fue una de las primeras personas en conocer la existencia de la imprenta fuera de Alemania, Coria tiene el orgullo de ser la cuna de la impresión en Extremadura puesto que en 1489 salió de allí el primer incunable extremeño, el “Blasón general y nobleza en el universo”, obra de Pedro de Gratia Dei.

La ciudad de Plasencia ejerce de fundamento esencial en la relación de Juan de Carvajal no sólo con Extremadura, sino también con toda la Corona de Castilla. Carvajal fue elevado a la dignidad episcopal placentina en verano de 1446 y la mantuvo hasta su muerte en 1469. Aunque seguramente nunca visitaría Plasencia como obispo, la creación de una Cátedra de Gramática en 1468 refleja una vez más la preocupación por los cultural de Carvajal para con su diócesis (Gómez-Canedo, 1947: 93-94). Estos estudios fueron los primeros de rango universitario en la región extremeña y serían complementados años después con el establecimiento de una Cátedra de Teología (1484) en el convento placentino de San Vicente Ferrer, promovido esta vez por el mecenazgo de los Zúniga-Pimentel[21]. Plasencia es además, como dijimos, la cuna de la familia Carvajal en tierras extremeñas y su arraigo cultural queda representado igualmente en figuras como las de los también obispos placentinos Bernardino López de Carvajal (1521-1523) y Gutierre de Vargas Carvajal (1524-1559), estudiante y rector en Salamanca y cardenal en Roma el primero y mecenas de las artes de la gramática y de la arquitectura el segundo, en curiosas coincidencias con nuestro personaje objeto de estudio.

Finalmente, Salamanca es otro de los pilares clave de la etapa castellana de Juan de Carvajal, quien puede ser considerado como la primera figura descollante de la larga tradición de estudiantes extremeños de la universidad salmantina. No existe información cien por cien fiable de universitarios procedentes de Extremadura para fechas tan tempranas, aunque para 1403 están registrados al menos dos estudiantes procedentes de la diócesis de Badajoz, cinco de la de Coria y otros tres de la de Plasencia[22]. Si bien los datos son muy parciales, demuestran que la Universidad de Salamanca ya ejercía como universidad de los extremeños temprano el siglo XV y Juan de Carvajal fue uno de los que prontamente destacó (1420s-1430s). Como vimos más arriba, su formación abarcó tanto el derecho civil como el canónico y pronto empezó a ejercer en el mundo eclesiástico como lo demuestran los beneficios que poseyó y los cargos que empezó a desarrollar. Primero fue clérigo en la diócesis de Ávila y posteriormente ocupó el decanazgo de Astorga (h. 1433), comenzando así la meteórica carrera eclesiástica que le llevaría a ser una de las personalidades más relevantes de la política de la Iglesia de Roma (Gómez-Canedo, 1947: 33 y ss.). Salamanca representa para Juan de Carvajal el auténtico motor de su formación intelectual y de su periplo vital pues, como sabemos, la universidad salmantina fue la institución académica de mayor renombre de la Castilla bajomedieval. El vínculo salmantino continuó presente a lo largo del tiempo y siendo cardenal propuso la fundación de un nuevo colegio (del Santo Ángel), algo que no llegó a prosperar por causas desconocidas (Gómez-Canedo, 1947: 272).

 

  1. Conclusiones

Como hemos señalado durante todo este trabajo, la figura de Juan de Carvajal aún necesita de un estudio pormenorizado que parta de una revisión aún más exhaustiva de las fuentes disponibles, y consiga trascender su contenido para situar al Cardenal en las dinámicas geográficas, sociales y culturales de su época. Los testimonios conservados ensalzan principalmente su carácter de viajero por Cristo, el Papa y el Evangelio. Esto es, una doctrina cristiana delimitada, que ha de instaurarse en los dos conflictos principales en este ámbito eclesiástico para la Europa del siglo XV: los cismas heréticos y las conquistas del islam. Ahí radica la relevancia viajera de Carvajal como delegado del centro de la Cristiandad europea, un ámbito internacional. Dos sucesos que se establecen en una Europa que presenta sus propias revueltas internas al mismo tiempo que se ve rodeada por Asia y África, donde el islam gana terreno[23]. El Cardenal, por tanto, representa una Europa con un triple foco de atención: Roma como centro espiritual, y en pugna política con el Sacro Imperio, donde se forja un incipiente cuestionamiento también moral; y Oriente, revivido territorio indómito a manos del infiel, fuente de misterios y origen de la Verdad bíblica revelada. Estos tres vértices, que configuraron las relaciones socio-políticas durante todo el Medievo, van a sufrir ahora una profunda transformación.

Y todo ello en un contexto cultural preciso: el humanismo que se expande por Europa, con origen en Italia, buscando una nueva manera, estética, de conectar los territorios, con manifestaciones válidas para toda la Cristiandad: latín y autores clásicos. Las relaciones entre intelectuales, posibilitadas por concilios y legaciones, viajes en fin, propiciaron la extensión del movimiento humanista, propulsado por la aparición de la imprenta hacia mediados del siglo XV. De todo ello fue testigo excepcional el Cardenal Carvajal, por su formación universitaria en Salamanca y sus relaciones con la intelectualidad de la época. De aquel ambiente quedó impregnado como personaje principal de la curia romana y por ello ejerció el mecenazgo característico italiano, de lo que dejó muestras en su diócesis de Plasencia. Los vínculos con su tierra originaria, por tanto, aunque mal estudiados, se presentan como causa y consecuencia evidentes de la dignidad europea que alcanzó. Es su alcance nacional, castellano. Salamanca como alma mater, de donde salían los intelectuales de Castilla. Extremadura como territorio de natura donde representar los nuevos tiempos, estudio de gramática y construcciones útiles. El análisis más focalizado de tales factores permitirá una más completa comprensión del Cardenal Carvajal.

En conclusión, Juan de Carvajal, como hombre de su época, desarrolla una compleja labor diplomática y cultural en un periodo de transición: el avance turco modificará radicalmente el espacio físico de la Cristiandad al romper sus fronteras, el humanismo traerá corrientes renovadoras a la fe cristiana, y las coronas europeas configurarán nuevos modelos de gobierno y límites geográficos. El mundo cambia, y el Medievo comienza a quedar atrás. Y, ante esta confusa situación, urge la necesidad de actuar: el viaje y el humanismo, en definitiva, constituirán medios idóneos de actuación.

 

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[1] DEL PULGAR, H. (1789). Claros varones de Castilla y letras de Fernando de Pulgar, consejero, secretario y coronista de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel. Madrid, Imprenta de don Gerónimo Ortega e hijos de Ibarra, pp. 116-117.

[2] Baste señalar la opinión de Alonso de Palencia en su Crónica de Enrique IV, contraria al Cardenal. La fuente original es mucho menos benévola de lo que Gómez Canedo da a entender (1947: 16): Alonso de Palencia sí reconoce la fama de Carvajal en el Sacro Colegio, pero dedica un apartado destacado de su texto para describir un encuentro entre ambos, donde quedaría patente la opulencia del purpurado y su desapego hacia los supuestos desmanes que cometía Enrique IV de Castilla contra sus propios súbditos, actitud de Carvajal que Palencia critica con virulencia: censura la respuesta del Cardenal, bajo el tópico de constituir una “abominación extrema” que conviene no ser repetida. No obstante, debemos tener en cuenta que, puesto que se trata de una crónica particular compuesta contra la figura de Enrique IV, Juan de Carvajal, quien no participó del descrédito al monarca, no podía ser objeto de admiración. Volveremos sobre este texto más adelante.

[3] Citamos la crónica sobre el Concilio signada por el propio Pío II, Commentarii de gestis Basiliensis Concilii (1440), así como la de Juan de Segovia, Historia gestorum generalis synodi basiliensis (1449-1453); también, más tardías, interesan la mención por Frantisek Palacký en el tomo IV de su Geschichte Böhmens (1844-1867), y la signada por Ludwig von Pastor en su Historia de los Papas desde fines de la Edad Media (Geschichte der Päpste seit dem Ausgang des Mittelalters, 1886-1933). La Catholic Encyclopedia, en su volumen III (1913), recoge una biografía resumida de Juan de Carvajal que ha servido de base para aportaciones posteriores, como las que encontramos en el Lexikon des Mittelalters de Meuthen, o en el tomo XXIII del Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon y escrita por Bruno W. Haütpli. Un completo listado de estas fuentes menores, junto con fragmentos de algunos textos, lo encontramos, aunque aún pendiente de actualización, en Gómez Canedo (1947: 349-353).

[4] Existe una traducción al alemán, publicada en: “Die ungarischen Legationen des Kardinals Johan Carvajal (Cardinal Joannes Carvajal’s Legationen in Ungarn)”, Ungarische Revue, Berlín, 1890.

[5] Esteban Rodríguez Amaya reseña la obra en la Revista de estudios extremeños (1947), donde aprovecha para también resumir la biografía de Carvajal. Reproducimos ciertos pasajes que dan cuenta del entusiasmo con el que se recibió esta obra en el ámbito extremeño, si bien dentro de la mencionada subjetividad ideológica que subyace a los resultados del estudio y a la conformidad de su recepción: “Desde ese momento [la primera legación papal en Florencia] Carvajal se convierte en el soldado de la Iglesia, y con lealtad y entereza extremeñas le vemos aparecer en los lugares de más peligro […]. Entonces, como ahora, la marea procedente de Asia avanzaba arrolladora […]. Entonces, como ahora, solamente la Santa Sede veía claramente la inminencia y magnitud del peligro […]. Solo un español, con el espíritu templado en la multisecular lucha contra el moro, podía realizar el milagro, y sólo un extremeño como Juan de Carvajal, verdadero espécimen de nuestras virtudes raciales, podía ser el agente que acertara a canalizar las energías dispersas hasta realizar el milagro de Belgrado” (1947: 208-211).

[6] FLÓREZ, C., HERNÁNDEZ, M. y ALBARES, R. (eds.) La primera escuela de Salamanca (1406-1516), Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2012.

[7] Sobre esta cuestión concreta, véase: GÓMEZ-CANEDO, L. Don Juan de Carvajal y el cisma de Basilea (1434-1448): un gran español al servicio del Papa ; estudio documentado ; excerpta ex dissertatione ad lauream in Facultate Historiae Ecclesiasticae Pontificiae Universitatis Gregorianae, Impr. P. López, 1942.

[8] Sirva como ejemplo ilustrativo la correspondencia entre el castellano Alonso de Cartagena y humanistas italianos como Leonardo Bruni o Pier Candido Decembrio, véase Fernández (175 y ss.), y Monsalvo (54 y ss).

[9]De todos ellos destaca la amistad mantenida con Eneas Silvio Piccolomini y la relación epistolar que de ello se conserva. Piccolomini dedicó incluso varios de sus trabajos a Carvajal, tales como De Gestis concilii Basileae (1450), un tratado sobre la herejía husita y taborita (1452), el discurso Contra Australes (1452)  o la Historia Gothorum (1453), véase Gómez-Canedo (1947: 269-272 y 323-335); y Martin Davies (1996: 193-202).

[10] Ver infra, epígrafe 4.1.

[11] Sin que ello implique la anulación de la aplicación física: aún en el siglo XV se siguen realizando peregrinaciones a Santiago, Roma y Jerusalén. Por citar un caso propio de la historia extremeña, contamos con el testimonio de dos frailes del Monasterio de Guadalupe que, en los primeros años del siglo XVI, realizaron viajes a Jerusalén: fray Antonio de Lisboa y fray Diego de Mérida (sus relaciones sobre la travesía y las maravillas que contemplaron fueron editadas por Rodríguez Moñino, 1945 y 1949).

[12] Una selección de estos textos la encontramos en: De Legatis et Legationibus Tractatus Varii (1905). Ed. de Vladimir E. Hrabar. Dorpati Livonorum, E. Typographeo Mattieseniano. Aparte del tratado que nos ocupa, Hrabar edita textos del siglo XV de Martinus Garratus Laudensis, Andreas de Barbatia, Gondissalvus de Villadiego, Hemolaus Barbarus y Joannes Bertachinus, así como otros de siglos posteriores que no tienen cabida en el presente trabajo.

[13] La traducción aproximada del original en latín es nuestra.

[14] Tal vez en contraposición a las acusaciones de corrupción, que encabeza Alonso de Palencia, Hernando del Pulgar destaca durante buena parte de esta semblanza XIX la sencillez y humildad de Juan de Carvajal.

[15] No está falta de cierta ironía, y sin duda mucha tergiversación, cómo Carvajal supuestamente considera que tal riqueza sirve para cumplir con mayor eficiencia la labor pastoral asignada. Citamos un fragmento de la crónica de Palencia: “Añadió, por último que él conocía por experiencia cuánto influjo tenía el ornato y esmero en el vestir, y refirió como prueba, que allá en los confines de la Bohemia aceptó en su calidad de Legado apostólico una pública discusión contra fray Juan Dusa, herético corruptos de innumerables gentes, y reconociendo en él al hombre más confiado en el artificio de la argumentación que en la fuerza de las autoridades, descubrió su túnica interior, que era de camelote de púrpura de un brillo admirable, y al punto vió al hereje como sobrecogido de estupor, privado de la facultad de hablar” (1904: 434).

[16] Hernando del Pulgar lo hace nacido en Plasencia, pero la gran mayoría de autores tiene por cierto su natura trujillana. En éste y otros aspectos de la vida castellana de Juan de Carvajal seguimos a su mayor biógrafo, Gómez-Canedo (1947: 31 y ss).

[17] Sobre los Carvajales existe suficiente bibliografía para Plasencia y Trujillo. En cuanto a fuentes genealógicas, es de interés manifiesto la obra de Lorenzo Galíndez de Carvajal, Memorial de los Carvajales (1505) edición de Rodríguez-Moñino (Badajoz, 1953), donde sin embargo el autor manipuló algunos datos, véase: CUART MONER, B. (1996), “La sombra del arcediano. El linaje oculto de don Lorenzo Galíndez de Carvajal”, Studia Historica (15), pp. 135-178.

[18] Gómez-Canedo sugirió la posibilidad de que Juan de Carvajal pasase la infancia y juventud en la provincia de Ávila, de donde procedían los Tamayo y donde fue clérigo, (GÓMEZ-CANEDO, 1947: 34). Sin embargo, su nacimiento, el cargo de su padre en el concejo trujillano y el arraigo de su familia materna, nos inducen a pensar aquí que al menos gran parte de sus primeros años los pasaría en Extremadura.

[19] Denominado el Puente Viejo de Jaraicejo (ca. 1460).

[20] El llamado Puente del Cardenal (1450s), dice de él Hernando del Pulgar: “Otrosí por escusar el daño grande que conosció recrescer a todas las gentes que pasaban el rio Tajo cerca de la cibdad de Plasencia, movido con ferviente caridad, fizo a sus grandes expensas la puente que hoy allí esta edificada, que se llama la puente del Cardenal, edifico muy notable” DEL PULGAR, H. (1486). Claros varones de Castilla y letras de Fernando de Pulgar, consejero, secretario y coronista de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel. Madrid, Imprenta de don Gerónimo Ortega e hijos de Ibarra, 1789, p. 116. Ambos puentes mandados fabricar por el Cardenal Carvajal los describe Antonio Ponz en su viaje por Extremadura en el siglo XVIII de la siguiente forma: “obras una y otra que compiten con las del mejor tiempo de Roma y que solas le pudieron granjear la denominación de gran Pontífice”, Ponz, (1983: 129).

[21] A este respecto véase: GONZÁLEZ DE LA GRANJA, M. E., “Los estudios generales de San Vicente Ferrer de Plasencia: Una nueva visión”, Actas Coloquios Históricos de Extremadura, Asociación Coloquios Históricos, Trujillo, pp. 179-201.

[22] El total de universitarios registrados en Salamanca para 1403 es de 311, aunque esta cifra no engloba a la totalidad de los estudiantes y hemos de tomar los datos con precaución, GARCÍA Y GARCÍA, A., “Génesis de la Universidad, siglos XIII-XIV”, Historia de la Universidad de Salamanca, vol. I, 2004, pp. 33-36, datos resumidos de PESET, M. y GUITÉRREZ, J., ‘”Clérigos y juristas en la Baja Edad Media castellano-leonesa”, Senara III (1981), anexo, pp. 30-46.

[23] El mundo medieval, a grandes rasgos, pasa de representaciones tripartitas del mundo, en T, marcadamente simbólicas, a una ampliación del conocimiento espacial, sustentado por la recuperación de textos clásicos (como la Geografía de Ptolomeo), y que empuja a diferenciar entre lo subjetivo y lo físico (García de Cortázar, 1993: 25). La extensión de la actividad del viaje a lo largo de la Edad Media entronca necesariamente con un Oriente conflictivo, más aún tras la caída de Constantinopla en 1453, lo que acentuaría la sensación de una Europa acorralada.

Dic 302015
 

Jesús Barbero Mateos.

Maestro.

Afirma el profesor García Pérez[1], que las investigaciones sobre los procesos desamortizadores siguen siendo necesarias, para profundizar en el conocimiento de las consecuencias reales que acarreó el proceso.

Conviene tratar de acarrear explicaciones sobre las que pudieron ser algunas de las claves del subdesarrollo en la economía agraria de Extremadura, a pesar del dinamismo impulsado por el liberalismo, que hizo incrementarse las tierras roturadas y puestas en cultivo, al tiempo que limpiar y descuajar los montes, permitiendo ampliar y consolidar las dehesas en esta tierra.

Si hay acuerdo en que el latifundismo y, en general los desequilibrios en la propiedad de la tierra, son factores a considerar, no lo es menos que los microanálisis locales pueden con tribuir a centrar la cuestión en torno a los verdaderos dramas subsistenciales que, bien comenzaron, bien se consolidaron a partir de entonces.

Esta es la intención que pretende esta humilde aportación, en el caso de Torrecillas de la Tiesa.

 

Consideraciones generales.

El régimen de propiedad de la tierra y la realidad social de la España decimonónica estaban impregnados de enormes desequilibrios[2]. Este desajuste causante del subdesarrollo dominante, estaba originado, en gran medida, por la extraordinaria concentración de tierras en pocas manos, a costa de una infinidad de braceros sin posesión alguna, cuya único beneficio derivaba del usufructo de determinados usos del monte. Por si fuera poco, las denominadas “manos muertas”, principalmente el clero y las distintas administraciones, además de las grandes fincas, poseían las tierras de mejor calidad.

El interés en resolver esta situación, unido a la desastrosa situación de la hacienda pública, principalmente debida a los cuantiosos gastos derivados de los conflictos bélicos que jalonaron el siglo, acrecentó el interés político en la toma de decisiones que mitigara tan desolador panorama.

En este momento ya había podido constatarse la insuficiencia que habían supuesto las primeras medidas desamortizadoras puestas en marcha a finales del siglo XVIII. Recuérdese al respecto que por Real provisión de 2 de mayo de 1.766, el Conde de Aranda legisló la obligatoriedad de arrendar tierras a los campesinos pobres. Un paso más lejos se daría con la promulgación del Real Decreto de 28 de abril de 1.793, que proponía el reparto de terrenos incultos a los que los solicitasen, concediéndoles la propiedad de los mismos si los limpiaban.

En el siglo XIX, la desamortización tuvo su momento inicial en el R.D. de 18/8/1.809, mediante el que se establecía la desaparición de todas las órdenes religiosas, cuyos edificios serían confiscados. Al efecto, dos años después se decretaría la venta de los conventos suprimidos o arruinados. Esta legislación quedaría derogada al restablecerse el absolutismo en 1.814, sin embargo, las bases desamortizadoras habían quedado sentadas.

De vueltas al régimen constitucional, los decretos de 17/8, 27/9 y 1/10 de 1.820, daban cobertura a la desamortización de los bienes del clero regular y los jesuitas, imponiendo el último de ellos la supresión de los conventos con menos de 24 individuos.

Durante el decenio absolutista o Década Ominosa (1.823- 1.833), se anuló la normativa aprobada con anterioridad. El impulso de constitucionalismo hizo que se retomase con más intensidad el proceso desamortizador.

Sería, por tanto, desde la década de 1830 hasta principios del siglo XX, cuando se incrementarían enormemente las tierras roturadas para poner en cultivo, tratando de garantizar así las subsistencias necesarias para sobrevivir, así como otras propiedades urbanas, en detrimento de los bienes religiosos y concejiles. Esta era, al menos, la intención del legislador. Sin embargo también afloraron los inconvenientes.

Puede constatarse que entre finales del siglo XIX y principios del XX, la propiedad de la tierra se había concentrado en pocas manos de terratenientes, en gran medida absentistas, mientras que el grueso de la población englobaba el grupo de los jornaleros sin tierra que tantos problemas acarrearía años más tarde. Más aún, muchos de los actuales grandes propietarios, son los herederos directos de aquellos terratenientes decimonónicos, que acapararon grandes extensiones de terreno a raíz de los procesos de desamortización.

En síntesis puede afirmarse que las medidas puestas en marcha acarrearon inconvenientes que, con el tiempo, se convertirían en insalvables losas para el desarrollo rural:

 

  • La mayor dedicación a la agricultura diezmó los montes y pastizales, lo que perjudicó sobremanera a la ganadería.
  • Los cambios introducidos en la propiedad agraria fueron muy escasos. En Extremadura, donde se enajenó el 30% de la tierra, el aumento en el número de propietarios, no equilibró la distribución de su propiedad.[3]
  • Al invertirse los recursos económicos en la compra de bienes, se dejó de apoyar el desarrollo industrial, desembocando en el atraso de nuestra economía.
  • No menos importancia tuvo el profundo cambio en la estructura de la sociedad, al sustituirse el poder económico y de compensación en el uso de los aprovechamientos que tenían los concejos y que tan buenos resultados había arrojado hasta entonces, por el de los terratenientes, absentistas en muchos casos, cuyo inmovilismo estranguló lentamente a las familias más pobres.

 

Buen resumen de lo antedicho hizo Antonio de la Villa en su intervención ante las Cortes en 1.932:

“Muchos elementos caciquiles se fueron convirtiendo en terratenientes, apoderándose de muchos baldíos y dejando a los pueblos sin poder hacer uso de lo que les pertenecía”.[4]

 Antecedentes.

Como veremos, esta situación también se produjo en Torrecillas de la Tiesa, donde se hurtaría a los vecinos el aprovechamiento que, desde tiempo inmemorial, venían realizando de los montes y tierras, aún sin disponer de su propiedad, cuya titularidad venía siendo particular, ya desde finales de la Edad Media.

Así queda acreditado en las respuestas que desde la localidad se emitieron a los distintos interrogatorios y censos de finales del siglo XVIII[5].

Estos son algunos datos interesantes sobre la actividad económica y propiedad de la tierra en Torrecillas, en los momentos previos a la puesta en marcha de la normativa desamortizadora:

Los propios que únicamente tiene la villa consisten en el sobrante de la dehesa boyal y los arbitrios se reducen solo a la espiga y rastrojo y el demás terreno del término es común su aprovechamiento.

  • No hay montes en esta jurisdicción, aunque los labradores sacan alguna roza en jurisdicción de Trujillo.
  • No hay terrenos poblados de acebuches u olivos silvestres que se puedan injertar y distribuir en suertes entre los vecinos, montes impenetrables al ganado, que sea conveniente desmontar, árboles ó arbustos, yerbas medicinales, ni los montes se descascan. No se han cerrado tierra ni terrenos para cultivar ni arbolear.
  • No hay más dehesa que la de propios en calidad de boyal, pero confinando a sus limites hay algunas que en otros tiempos fueron de labor y en el día se han reducido a puro pasto, como la Atalaya Labrada, propia de la Marquesa de Villa García, con una cabida de 800 fanegas en sembradura; la de Retuertas y Señora, propia de Don Juan de Soto Altamirano, 1.000 fanegas; la del Carneril, propia del Marqués de Lorenzana, 600 fanegas; la de Solana y Quintos de Carmonilla, del Conde de Noblezas, 2.000 fanegas; y la de Vales Pedros, del Marques de Santa Marta, 1.200 fanegas. Sus ascendientes fueron todos vecinos en este pueblo por los años de 1577 y conservan sus heredades, casas y tierras labrantías en esta jurisdicción. Con motivo de haber pasado sus descendientes a mejor fortuna en otros pueblos extraños, se han reducido a puro pasto, arrendándolas a los trashumantes para sus ganados. Por ello, a los labradores sólo se les franquea algunos pedazos de montes para dejarlas claras, por ser unos terrenos incultos que no puede tratar el ganado, donde los pobres emplean sus fatigas con poca esperanza y de aquí resulta su decadencia y ningunos adelantamientos.
  • La producción agrícola se basa en el secano, siendo los principales productos trigo, cebada, centeno y avena. Los dos primeros son producidos fuera del término, en jurisdicción de Trujillo, en dehesas de monte que dan a los labradores por crecidos terrazgos con el fin de aclararlas, para interesarse en las grandes porciones que llevan a los trashumantes.
  • El cultivo de las tierras no muradas descansa dos años.
  • La ganadería se reduce al corto número de algunos cerdos y corderos; el comercio que tienen en estas granjerías es la de vender esta cría al año para remediar sus necesidades, así como por no tener aun terrenos suficientes a su mantenimiento.
  • La apicultura no es muy floreciente, 210 colmenas, debido a los frecuentes robos a los que los colmeneros son sometidos, aun por los mismos tratantes de cera.

Torrecillas de la Tiesa en el ámbito de la desamortización decimonónica.

Esta paupérrima situación aún tenía posibilidades de empeoramiento, como pondremos de manifiesto.

 

Normativa reguladora.

Tres fueron las principales oleadas normativas que regularon los procesos de desamortización: Decretos de febrero de 1.836, septiembre de 1.841 y mayo de 1.855. Aunque el más nombrado de todos es el primero, impulsado por Mendizábal, afectó más de lleno al uso de aprovechamientos el último, amparado por Pascual Madoz.

 

Causas que promueven la puesta en marcha de las medidas.

Si el problema del reparto de tierras venía de antiguo, ¿por qué se adoptaron las medidas mencionadas en estos concretos momentos? Como va dicho, la sucesión de conflictos bélicos había dejado vacías las arcas públicas y urgía restablecer los caudales. Por un lado los cuantiosos recursos empleados en la Guerra de la Independencia y las subsiguientes crisis agrarias, habían llevado en 1.813, a la promoción de la venta de baldíos con cuyo dinero resarcirse. Por otro, el conflicto carlista había agravado la crisis hasta extremos difíciles de soportar.

 Bienes desamortizados.

Estos planteamientos obligan a estudiar los bienes desamortizados, para contribuir a aclarar la posterior estructura de la propiedad en Torrecillas de la Tiesa.

Como cuestión previa conviene tener presentes que en los boletines anunciadores de las subastas, se realizan una serie de advertencias a los participantes:

.  Se consideraban bienes de corporaciones civiles, los propios, beneficencia e instrucción pública y, en general aquellos que bajo distintas denominaciones pertenecían a las provincias y a los pueblos. Se consideraban bienes del estado, los que estuvieran así denominados, los de instrucción pública superior, los del “secuestro del Infante Don Carlos” y los de las órdenes militares de San Juan de Jerusalén.En la subasta no se admitían posturas inferiores al precio de salida, adjudicándose las propiedades al mejor postor.

. El precio de adjudicación, ya fuera de mayor o menor cuantía, habría de pagarse en diez plazos iguales, el primero a los quince días y los restantes a intervalos de un año cada uno. En total, nueve años para pagar la adquisición.

. Sin embargo, los adjudicatarios de las propiedades del estado, de mayor cuantía, disponían de quince plazos en catorce años, para abonar las cantidades de las adjudicaciones, bonificándose un 5% por cada plazo anticipado a su fecha de amortización. Las de menor cuantía se abonarían en 20 plazos, durante 19 años. El pago anticipado se bonificaba con el 3%.

Se garantizaba que las propiedades subastadas no tenían cargas y, en caso de que apareciesen con posterioridad, se indemnizaría al comprador.

. Todos los derechos de los expedientes y tasaciones correrían a cuenta de los rematantes.

. Los compradores sólo podían reclamar los desperfectos ocasionados con posterioridad a las tasaciones, para lo que disponían de un plazo máximo de 15 días. Podían hacerlo en los juzgados de primera instancia.

De la documentación analizada[6] se desprende que en la localidad salieron a subasta estos bienes:

 

Suplemento al Boletín Oficial de Cáceres nº. 86. Sábado 21 de julio de 1855.

 

Parte menor creciente y menguante en la dehesa de Torrecillas de la Tiesa.
Procedencia: Convento de Religiosas de Santa Clara de la Columna, de Belalcázar, provincia de Córdoba.
Número de inventario: 3 Derechos que se subastan: Productos obtenidos en los distintos repartimientos de la parte de la Dehesa Boyal.
Precio de salida 17.442 rs. Precio de venta 43.000 rs.
Adjudicatario Rosa y Antonia García, vecinas de Trujillo. Fecha de adjudicación 25/08/1855
Observaciones: Se trata de un bien considerado de mayor cuantía.

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 66. Martes 23 de agosto de 1859.

Derechos de usufructo de la dehesa “Condesilla”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1448 Superficie: 170 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 12/05/1859
Límite Norte: Dehesa “Berenga” Límite Sur: Dehesa “Labradillo”
Límite Este: Dehesa “Ladrillar” Límite Oeste: Pizarrosillo
Precio de salida 3750 rs. Precio de venta 3750 rs.
Adjudicatario Duquesa de Frías, vecina de Madrid. Fecha de adjudicación 26/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 170 fanegas de sembradura, 82 encinas[7], toda salpicada de criadero[8].

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Pradillo”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1449 Superficie: 350 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 18/04/1859
Límite Norte: Pizarrosillo Límite Sur: Dehesa “Labradillo”
Límite Este: Dehesa “Labradillo” Límite Oeste: Dehesa “Almaracejos”
Precio de salida 8000 rs. Precio de venta 32000 rs.
Adjudicatario Antonio de Vega, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 26/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 350 fanegas de sembradura, 750 encinas y 150 fanegas de criadero.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Labradillo”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1450 Superficie: 110 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 21/04/1859
Límite Norte: Dehesa “Pradillo” Límite Sur: Dehesa “Urguillón”
Límite Este: Dehesas “Dehesilla” y “Ladrillar” Límite Oeste: Dehesa “El Águila”
Precio de salida 2125 rs. Precio de venta ¿? rs.
Adjudicatario Francisco Muñoz, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 26/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 110 fanegas de sembradura, 45 encinas y 50 fanegas de criadero.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Cercadillos”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1451 Superficie: 410 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 18/05/1859
Límite Norte: Dehesa “Berenga” y el río Almonte Límite Sur: suertes de Solís
Límite Este: Dehesa “Cachiporros” Límite Oeste: Dehesa “Ladrillar y Muletillo”
Precio de salida 6250 rs. Precio de venta 6250 rs.
Adjudicatario Marqués de Campo Real, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 16/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 410 fanegas de sembradura, 200 encinas y 30 fanegas de criadero.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Ladrillar y Muletillo”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1452 Superficie: 560 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 21/08/1859
Límite Norte: Dehesa “Cercadillo” Límite Sur: Dehesa “Labradillo”
Límite Este: Suerte de Solís Límite Oeste: Dehesa “Dehesilla”
Precio de salida 16.000 rs. Precio de venta 16.100 rs.
Adjudicatario Justiniano Barroso, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 18/11/1861
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 560 fanegas de sembradura, 2.200 encinas y 360 fanegas de criadero. Este expediente muestra las dificultades en el cumplimiento de los pagos. Hasta en tres ocasiones se subastó el bien, para que su venta pudiera hacerse efectiva.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Dehesilla”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1455 Superficie: 212 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 24/05/1859
Límite Norte: Río Almonte Límite Sur: “Los Cercadillos”
Límite Este: Dehesa “Los Tercios” Límite Oeste: “Los Cercadillos”
Precio de salida 1750 rs. Precio de venta 1750 rs.
Adjudicatario Francisco Sánchez Tragón, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 11/11/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 212 fanegas de sembradura, y 80 fanegas de criadero.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Tercios”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1456 Superficie: 760 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 30/05/1859
Límite Norte: Río Almonte Límite Sur: Dehesa “Cercadillos”
Límite Este: Dehesa “Cachiporros” Límite Oeste: Dehesa “Dehesilla”
Precio de salida 6000 rs. Precio de venta 6020 rs.
Adjudicatario Vicente Núñez, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 26/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 760 fanegas de sembradura, 200 encinas y 15 fanegas de criadero.

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 155. Lunes 23 de enero de 1860. (1ª subasta en ambas)

Boletín Oficial de Cáceres nº. 206. Miércoles 9 de mayo de 1860. (2ª subasta en ambas)

Boletín Oficial de Cáceres nº. 255. Miércoles 21 de noviembre de 1860. (3ª subasta en Urguillón de Ulloa)

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Urguillón de Ulloa”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 2631 Superficie: 260 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Francisco Pérez y Jacinto Degea Fecha de tasación: 23/10/1859
Límite Norte: Dehesa “El Águila” Límite Sur: Baldíos de Torrecillas.
Límite Este: Dehesa “Urguillón del Conde”. Límite Oeste: Dehesa “Valverde”
Precio de salida 1200 rs. Precio de venta 1600 rs.
Adjudicatario Manuel Muñoz Bello, vecino de Trujillo Fecha de adjudicación 28/07/1860
Observaciones: Menor cuantía. 260 fanegas de sembradura y 5 fanegas de criadero.

 

 

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Urguillón de la Fuente”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 2632 Superficie: 200 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Francisco Pérez, Jacinto Vega, Federico Nieto. Fecha de tasación: 23/04/1859
Límite Norte: Dehesa “Urguilla” Límite Sur: Baldíos de Torrecillas.
Límite Este: Suertes de Solís. Límite Oeste: Dehesa “Urguillón de Ulloa”[9]
Precio de salida 1200 rs. Precio de venta 1600 rs.
Adjudicatario Manuel Muñoz Bello, vecino de Trujillo Fecha de adjudicación 28/07/1860
Observaciones: Menor cuantía. 200 fanegas de sembradura y 160 fanegas de criadero.

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 215. Jueves 7 de junio de 1860.

 

 

Propiedad de la hoja de Tierra “Hoja del Cerro”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3100 Superficie: 410 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: La propiedad de la tierra, que era del concejo.
Peritos agrimensores: Jacinto Degea y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 13/04/1860
Límite Norte: Dehesas “Urguillones”, Suertes de Solís y vereda del Mulato. Límite Sur: Heredades particulares.
Límite Este: Cordel de merinas. Límite Oeste: Dehesa “Retuertas” y Suerte de Los Mozos
Precio de salida 17180 rs. Precio de venta 55000 rs.
Adjudicatario Anselmo Felipe Bravo, vecino de Torrecillas Fecha de adjudicación 10/07/1860
Observaciones: Bien de menor cuantía. Enajenación de 410 fanegas de sembradura. Es de dominio particular el derecho de labor cada tres años.

 

 

Propiedad de la hoja de Tierra “Cañada de la Torre”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3101. Superficie: 520 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: La propiedad de la tierra, que era del concejo.
Peritos agrimensores: Jacinto Degea y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 13/04/1860
Límite Norte: Suertes de La Pizarra, Guinea y Terzuelos. Límite Sur: Heredades de particulares.
Límite Este: Suertes de Parra y de Buenamemoria. Límite Oeste: Cordel de merinas y vereda de abajo del Mulato.
Precio de salida 18.650 rs. Precio de venta 70.000 rs.
Adjudicatario José de Montalvo, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 10/07/1860
Observaciones: Bien de menor cuantía. Enajenación de 520 fanegas de sembradura. Es de dominio particular el derecho de labor cada tres años. Contiene el expediente una solicitud de 28 de noviembre de 1890 (treinta años después de la adjudicación) al juzgado de Trujillo por parte del médico de Torrecillas, Tomás Flores, que se dice en ese momento propietario de la tierra. En la misma se requiere al juez para que intervenga y que los vecinos no puedan acudir con sus ganados a abrevar al arroyo Pizarrosillo, que pasa por allí. Expone que éstos hacen caso omiso a los límites y a los guardas, “llevan sus ganados a beber a dicho arroyo o sacan agua para beber y otros usos, alegando que el agua no fue objeto de la subasta…”.

 

 

 

 

Propiedad de la hoja de Tierra “Camino de Naharro”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3102 Superficie: 430 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: La propiedad de la tierra, que era del concejo.
Peritos agrimensores: Jacinto Degea y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 13/04/1860
Límite Norte: Camino de la Herrumbrosa y Sortona Talaya Labrada Límite Sur: Heredades de particulares.
Límite Este: Dehesa “Boticojos” Límite Oeste: Sitio denominado Calvario
Precio de salida 16.870 rs. Precio de venta 32.100 rs.
Adjudicatario Anselmo Felipe Bravo, de Torrecillas. Fecha de adjudicación 10/07/1860
Observaciones: Bien de menor cuantía. Enajenación de 430 fanegas de sembradura. Es de dominio particular el derecho de labor cada tres años.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Casillas de Pizarroso”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3105 Superficie: 350 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Jacinto Degea y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 17/03/1860.
Límite Norte: Río Tozo Límite Sur: Dehesa “Pizarroso Grande”
Límite Este: Dehesa “Pizarroso Grande” Límite Oeste: Río Tozo
Precio de salida 16.500 rs. Precio de venta 17.000 rs.
Adjudicatario Francisco Sánchez, de Torrecillas. Fecha de adjudicación 10/07/1860
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 350 fanegas de sembradura, informando que el monte se encuentra en mal estado de fructiferar y el criadero que contiene es de inferior calidad.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “El Águila”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3520 Superficie: 421´174 fanegas de marco real (271´22 has.);
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 22/09/1861
Límite Norte: Dehesas “Labradillo” y “Urguillón” Límite Sur: Dehesas “Valverde” y “Labrado de Zúñiga”
Límite Este: Dehesa “Urguillón” Límite Oeste: Dehesas “Bonilleja” y “Pradillo”
Precio de salida 12.000 rs. Precio de venta 29.200 rs.
Adjudicatario Anselmo Sánchez, vecino de Cáceres Fecha de adjudicación 18/11/1861
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 421´174 fanegas de sembradura (200 de 2ª calidad, 200 de tercera y 21 de terreno inculto), 1500 encinas y 200 fanegas de criadero en mal estado.

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 683. Lunes 12 de marzo de 1866.

 

Derecho de labor cada tres años en la suerte de tierra llama Becerra, al sitio de la cañada de Tapia, en la hoja del Camino de Naharro.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4139 Superficie: 20 fanegas de marco real (12´879 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: Cordel de Merinas Límite Sur: con Castañuela
Límite Este: con Marqués de Santa Marta Límite Oeste: con Francisco Vegas
Precio de salida 2.000 rs. Precio de venta 3001 escudos
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra al sitio del Cordel, en la Hoja de los Herederos.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4140 Superficie: 2 fanegas de marco real (1´284 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 8/12/1865
Límite Norte: Cordel de Merinas Límite Sur: Cordel de Merinas
Límite Este: Cañada que baja del Cordel de Merinas Límite Oeste: Cordel de Merinas
Precio de salida 320 rs. Precio de venta 500 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada “Parras”, al sitio de la Herrumbrosa, en la Hoja del camino de Naharro.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4141 Superficie: 20 fanegas de marco real (12´879 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: Tozuelo Límite Sur: arroyo Pizarroso
Límite Este: con Valentín Ávila Límite Oeste: Tomás Flores
Precio de salida 2.000 rs. Precio de venta 3.010 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada “de los Carrillo”, al sitio del Redoillo, en la hoja de los Herederos
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4142 Superficie: 16 fanegas de marco real (10´302 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: con Francisco Pérez Límite Sur: tierras de las Ánimas.
Límite Este: con Antonio Ruiz y Francisco Pérez Límite Oeste: con Felipe García y otro
Precio de salida 1.600 rs. Precio de venta 2.410 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada de los Paredes, al sitio de la cañada de la Torre, en la hoja de Herederos.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4143 Superficie: 5 fanegas de marco real (3´219 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: tierra de Antonio Barroso y Francisco Delgado. Límite Sur: tierra de Juan Vega
Límite Este: tierra de Becerra Límite Oeste: tierra de Francisco Delgado.
Precio de salida 500 rs. Precio de venta 760 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra al sitio de la cañada de los Arrieros.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4144 Superficie: 20 fanegas de marco real (12´879 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: cañada de Arrieros Límite Sur: tierras de la Cruz.
Límite Este: tierras de Francisco Pérez Límite Oeste: cañada de Arrieros
Precio de salida 2.000 rs. Precio de venta 3.110 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada Castañuela al sitio del arroyo Pizarroso, en la hoja del camino de Naharro
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4145 Superficie: 6 fanegas de marco real (3´863 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: tierras de Becerra Límite Sur: Arroyo Pizarroso.
Límite Este: tierras de Francisco Antonio Jiménez Límite Oeste: tierras de Antonio Rubio
Precio de salida 600 rs. Precio de venta 910 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada Hoja del cerro.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4146 Superficie: 2 fanegas de marco real (1´284 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: tierra que fue de las Ánimas Límite Sur: tierra de Sabino Marcos.
Límite Este: tierra de Francisco Sánchez. Límite Oeste: Tierras del Duque de Noblejas
Precio de salida 600 rs. Precio de venta ¿? rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada de los Paredes, en la hoja de los Herederos.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4147 Superficie: 6 fanegas de marco real (3´863 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: arroyo Pizarroso Límite Sur: tierra que fue de las Ánimas
Límite Este: tierra que fue de las Ánimas Límite Oeste: suerte de Los Mariscales
Precio de salida 660 rs. Precio de venta 930 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

 

 

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 752. Jueves 24 de octubre de 1867. (1ª subasta)

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 764. Viernes a de mayo de 1868. (2ª subasta)

 

 

Horno de Teja.
Procedencia: Bienes del clero. Cofradía de Ánimas de Trujillo.
Número de inventario: 8376 Superficie: 30 metros cuadrados.
Derechos que se subastan: Un horno de teja arruinado.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Ramón Jiménez. Fecha de tasación: 26 /09/1867
Límites: por los cuatro vientos con el ejido de Torrecillas de la Tiesa.
Precio de salida 10 escudos. Precio de venta 9 escudos
Adjudicatario Feliciano Rodríguez Ramos, vecino de Trujillo Fecha de adjudicación 26/05/1868
Observaciones: Se subastó sin posturas el 26 de noviembre de 1867. Los peritos advierten que el horno está completamente ruinoso, por lo que centran la subasta en torno a los 30 metros cuadrados del solar.

 

 

 

Casa de la Villa.
Procedencia: Ayuntamiento de Torrecillas de la Tiesa.
Número de inventario: 297 Superficie: Un solo piso. Frente, cinco varas. Fondo, tres varas.
Derechos que se subastan: Casa arruinada, titulada “De la Villa”
Linderos: por la derecha de su entrada, con otra de Vicente Jiménez, “hoy sus herederos”; por la izquierda, con otra de Juan Fernández, “hoy de Eugenio Campo”; y traseras con corral de José de Vega.
Observaciones: La subasta de esta propiedad vino originada por un pleito de investigación promovido en 1890 por el vecino Antonio de Vega Rodríguez, que instó a las autoridades de Hacienda de la provincia a su enajenación. La razón que esgrimía es que no tenía dueño y, por lo tanto, debía ser considerada como “bien mostrenco”.

Hacienda, sin embargo, consideró acreditado que pertenecía a los propios municipales, puesto que había estado arrendada por el ayuntamiento, hasta que su estado no lo permitió. Así se lo notificó al alcalde, Ignacio Cordero, en diciembre de 1891, según certifica el Secretario municipal, Juan Muñoz Sánchez.

El secretario afirma que la casa mencionada, situada en “La Plaza Vieja del Carro” de la localidad y señalada con el número 18, constaba amillarada a nombre del ayuntamiento desde tiempo inmemorial.

Estaba inscrita en la Contribución Territorial con un líquido imponible de 12 pesetas.

En su tiempo había estado destinada a habitación del profesor de la escuela pública de niños, pero dado su mal estado y los escasos recursos del municipio, la corporación acordó su enajenación.

En resumen, estos fueron los veintiséis bienes afectados, dos del clero y veinticuatro comunales:

  

CUADRO 1 Bienes del clero. Dos propiedades.

 

Propiedad Titular Superficie Precio

(en reales)

Parte en la Dehesa Boyal Procedencia: Convento de Religiosas de Santa Clara de la Columna, de Belalcázar, provincia de Córdoba. ¿? 43.000
Horno de Teja Cofradía de Ánimas de Trujillo 30 m2 360
TOTAL ————- 43.360

 

 

 

CUADRO 2. Bienes municipales de propios y comunes.

 

Usufructo: monte alto, criadero y derecho de apostar. Once propiedades.

 

Propiedad Superficie total de la finca Aprovechamiento subastado Precio

(en reales)

En fanegas En hectáreas Criadero

(en fanegas)

Número de encinas
Condesilla 170 109´14 —– 82 3.750
Pradillo 350 224´70 150 750 32.000
Labradillo 110 70´62 50 45 —–
Cercadillos 410 263´22 30 200 6.250
Ladrillar y Muletillo 560 359´52 360 2200 16.100
Dehesilla 212 136´11 80 —- 1.750
Tercios 760 487´92 15 200 6.020
Urguillón de Ulloa 260 166´92 5 —- 1.600
Urguillón de la Fuente 200 128´40 160 —- 1.600
Casillas del Pizarroso 350 224´70 —– —- 17.000
El Águila 421 270´29 200 1500 29.200
TOTAL 3.803 2.441´53 850 4.977 115.270

 

CUADRO 3. Usufructo: Derecho de labor cada tres años. Nueve propiedades.

 

Propiedad. Denominación de la suerte de tierra. Superficie Precio

(en reales)

En fanegas En hectáreas
Becerra. Hoja del camino de Naharro. 20 12´9 3.001
Al sitio del Cordel. Hoja de los Herederos. 2 1´3 500
Parras, al sitio de la Herrumbrosa. Hoja del camino de Naharro. 20 12´9 3.010
De los Carrillo, al sitio del Redoíllo. Hoja de los Herederos. 16 10´3 2.410
De los Paredes, al sitio de la cañada de la Torre. Hoja de los Herederos 5 3´2 760
De los Paredes. Hoja de los Herederos. 6 3´9 930
Al sitio de la Cañada de los Arrieros. 20 12´9 3.110
Castañuela, al sitio del arroyo Pizarroso. Hoja del camino de Naharro. 6 3´9 910
En la Hoja del Cerro. 2 1´3 ¿?
TOTAL 97 62´6 14.631

 

CUADRO 4. Propiedades rústicas. Tres propiedades.

 

Propiedad. Denominación de la hoja de tierra. Superficie Precio

(en reales)

En fanegas En hectáreas
El Cerro 410 263´22 55.000
Cañada de la Torre 520 333´84 70.000
Camino de Naharro 430 276´06 32.100
TOTAL 1.360 873´12 157.100

 

CUADRO 5. Propiedades urbanas. Una propiedad.

 

Propiedad. Denominación de la hoja de tierra. Superficie (en m2) Precio
Casa de la Villa, en la Plaza Vieja del Carro. 11 ¿?

 

 

 

 

Beneficiarios.

 

No es difícil establecer cuáles fueron los principales beneficiarios de este proceso. En general, serían los adinerados, poseedores del capital necesario para comprar las propiedades sacadas al mercado, en gran medida, absentistas, los que acarrearan la totalidad de los bienes subastados. De forma concreta, en el caso del término municipal torrecillano:

 

  • Cargos públicos. No consta si alguno de los adquirientes locales ocupaba cargo en el concejo.

 

  • Medianos y grandes propietarios – capitalistas locales. Sólo cinco propietarios locales intervinieron en las compras, aunque, en total, se hicieron con la titularidad de catorce propiedades: Antonio de Vega, una propiedad; Justiniano Barroso, una propiedad; Anselmo Felipe Bravo, dos propiedades; Francisco Sánchez, una propiedad; Tomás Flores Díaz, nueve propiedades.

 

  • Hacendados foráneos. Diez compradores, dos de ellos, pertenecientes a la nobleza, adquirieron doce propiedades.

De Madrid: Duquesa de Frías, una propiedad.

De Cáceres: Anselmo Sánchez, una Propiedad.

De Trujillo: Rosa y Antonia García, una propiedad; Francisco Muñoz, una propiedad; Marqués de Campo Real, una propiedad; Francisco Sánchez Tragón, una propiedad; Vicente Núñez, una propiedad; Manuel Muñoz Bello, tres propiedades; José de Montalvo, una propiedad; Feliciano Rodríguez Ramos, una propiedad.

 

  • Sociedades de compra[10]. En el caso de Torrecillas no se constituyó ninguna sociedad de compra.

 

 

 

Consecuencias.

 

El análisis, siquiera somero, de estos datos nos hace concluir que, en el caso que nos ocupa de Torrecillas, casi la totalidad de los bienes subastados, procedió del aprovechamiento comunal, con una obligada venta, a precios irrisorios, de estos derechos básicos ancestrales que garantizaban la subsistencia de los vecinos de la villa.

 

A partir de estos momentos, los torrecillanos perdieron la capacidad y el derecho de uso de 4.765 fanegas (3.377 has.), de las que 1.360 (873 has.), fueron hurtadas a la propiedad al concejo. Las labores agrícolas anuales, reguladas y repartidas en suertes por el concejo, deberían, a partir de entonces, ser derechos adquiridos al mejor postor por parte de los adinerados locales.

 

Dispondrían así de la capacidad de emplear a los braceros, parados obligados durante gran parte del año, por escaso estipendio, iniciándose la consolidación de un caciquismo que, hasta entonces, había estado contrapesado por la gestión comunal. Sus condiciones de vida serían tan dramáticas, que, incluso el acarreo e la leña para cocinar y calentarse, la crianza de cerdos para las matanzas de autoconsumo, la caza y pesca de subsistencia… se verían impedidos con estos cambios en la propiedad de los derechos.

 

En definitiva, daba comienzo el deterioro estructural de las condiciones de vida de los vecinos, que llegaría al límite de la propia subsistencia.

 

Sobre el ayuntamiento recaería, a partir de entonces, la responsabilidad de gestionar y/o poner en marcha medidas compensadoras, que contribuyeran a paliar el enorme quebranto acarreado a los vecinos.

 

 

 

 

 

Detalle de un caso.

Para tener una visión global sobre la información básica contenida en los expedientes, presentamos en detalle el caso de la finca Urguillón de Ulloa.

 

BIEN DESAMORTIZADO: Urguillón de Ulloa Legajo AHPC: 142

 

IDENTIFICACIÓN

 

Comisión de venta: 3042             Número de inventario: 2631 Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos.
Superficie: 260 fanegas de marco real Derechos que se subastan: Monte, criadero y derecho de apostar.
Peritos agrimensores: Francisco Pérez y Jacinto Degea Fecha de tasación: 23/10/1859
Límite Norte: Dehesa “El Águila” Límite Sur: Baldío de Torrecillas
Límite Este: Dehesa “Urguillón del Conde” Límite Oeste: Dehesa “Valverde”
Observaciones: Se hace constar que sólo tiene 5 fanegas de criadero, con encinas. El criadero se refiere a los meses de octubre y noviembre, llamados de desacoto. A los vecinos correspondía el criadero de cerdos. El suelo es de dominio y propiedad particular.

 

DATOS DE LA SUBASTA

 

Fechas de publicación en el Boletín: 23/01/1.860; 09/05/1.860 y 21/11/1.860
Fechas de subasta: 24/02/1860, en Cáceres, Desierta. 31/05/1860, en Trujillo, Quiebra. 28/12/1860, en Trujillo, definitiva.
Precio tasado de venta: 720 rs. Como no hubo primera subasta, se bajó el precio a 630 rs. Precio en renta: 28 rs. Capitalización (precio de salida real): 630 rs, quitando 10% para la administración y 20% por la tasación
Subastadores: Mariano Bustamante, de Trujillo; Fidel Collazos y Juan Fernández, de Trujillo.
Adjudicatario: Manuel Muñoz Bello.
Destinatario final: Duquesa viuda de Noblejas, de Madrid, a través de su apoderado, Juan Manuel Fernández, de Trujillo.
Fecha de posesión: 10/03/1.861 Fecha de otorgamiento de la escritura: 12/03/1.861
Observaciones: En apariencia se trata de una subasta amañada para subir el precio, analizando el acta.

El pago se realizó en dos plazos, en el primero, las dos terceras partes (2425 rs. Y 6 cs.).

El 30% del valor (843´44 rs.) pasó al ayuntamiento.

La subasta de 31 de mayo se adjudicó a Juan Manuel Fernández, pero éste se declaró en quiebra y no pagó, por lo que salió de nuevo a subasta, por tercera vez. Sin embargo, se suspendió la tercera subasta por haber, finalmente, pagado el rematante, que la había comprado para ceder.

La posesión se realizó ante Pedro Sánchez Mora, juez de Trujillo, personados en la linde de la propiedad. Esta toma de posesión consistió en entrar en la finca y cortar una rama de monte, pacíficamente.

 

 

 

Imagen 1. ACTA DE SUBASTA DE “URGUILLÓN DE ULLOA”

[1] GARCÍA PÉREZ, J. Las desamortizaciones eclesiástica y civil en la provincia de Cáceres. Cáceres. I.C. “El Brocense”. Diputación Provincial. 1.994.

[2] Puede consultarse, a propósito de la cuestión, además de la bibliografía y fuentes referidas en la comunicación, el trabajo de BAUMEISTER, Martin: Campesinos sin tierra, Supervivencia y resistencia en Extremadura (1880 – 1923). Ed. Diputación de Badajoz y Ministerio de Agricultura. Berlín, 1.994.

[3] GARCÍA PÉREZ, J. Op. Cit.

[4] Diario de sesiones de las Cortes. Citado por GARCÍA PÉREZ, J. en Op. Cit.

[5] Datos obtenidos a partir de dos interrogatorios:

BARRIENTOS ALFAGEME, G. (Estudio y recopilación) Estremadura por López año de 1.798. Mérida, servicio de publicaciones de la Asamblea de Extremadura, 1.991

RODRÍGUEZ CANCHO, M.; BARRIENTOS ALFAGEME, G. (Estudio y comentarios) Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Trujillo. Respuestas de Torrecillas. Mérida, servicio de publicaciones de la Asamblea de Extremadura, 1.995.

 

[6] Para establecer los bienes enajenados en Torrecillas se han consultado los expedientes de venta depositados en el A.H.P.C.

[7] El monte alto y el nombramiento de la las encinas, va referido al derecho de obtención de leñas, maderas, carbón y picón.

[8] Se consideraba derecho de criadero el que correspondía a los vecinos para llevar sus cerdos a la propiedad durante los meses de octubre y noviembre, que tenían durante este periodo el apelativo de desacoto, y poder así engordarlos con el aprovechamiento de la bellota para la matanza del invierno.

[9] La discrepancia a la hora de establecer los límites (este en el caso de Urguillón de Ulloa y oeste en el caso de Urguillón de la Fuente), induce a pensar que las denominaciones Urguillón de la Fuente y Urguillón del Conde, se refieren a la misma propiedad.

[10] Las sociedades de compra estaban integradas por acaudalados locales temerosos de la pérdida de los bienes del concejo, que siempre habían sido un elemento fundamental en el sistema económico de la villa. Tomaban partido comprando de bienes desamortizados al concejo, para evitar que pasasen a compradores forasteros, o se concentrasen excesivamente en pocas manos, en perjuicios de los naturales. Es probable que, como en nuestro caso, la venta afectó a derechos de uso y no a tierras, careciese de sentido la formación de estas sociedades.

Dic 282015
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz.

LOS CAUDILLOS

La vida de nuestros conquistadores en ocasiones presentan soluciones semejantes a situaciones[1] parecidas. Es fácilmente reconocible la influencia de Cortés en la retención y muerte de Moctezuma con el posterior apresamiento y muerte de Atahualpa por Francisco Pizarro.

Nos vamos a ocupar ahora de una relación menos llamativa pero, a nuestro juicio, no por ello carente de interés. Es la influencia que ejercieron en la actuación de Cortés determinadas actuaciones de Vasco Núñez de Balboa en el Darién.

Veamos brevemente cómo se fraguaron estos dos caudillos tan diferentes en sus inicios.

 

  • El caudillaje de Vasco Núñez de Balboa

 

En 1501 Vasco Núñez zarpa en la expedición de Rodrigo de la Bastida. Descubren las costas de Colombia, las bahías de Sta Marta, Cartagena, después atraviesan el golfo de Urabá y pasan a las costas panameñas hasta Nombre de Dios desde dónde regresan a La Española en 1502.

Balboa permanece en La Española unos siete años allí tenía repartimiento de indios.

El 9 de  junio de 1508 Diego de Nicuesa obtiene capitulaciones en Burgos para sí y para Alonso de Ojeda a fin de conquistar y colonizar las tierras de Urabá y Nicaragua  no sin la oposición de Diego Colón que las reclamaba como pertenecientes al patrimonio de su padre.

En 1509 Diego Colón sustituye a Nicolas de Ovando como gobernador de La Española donde permanece hasta 1515.

En noviembre de 1509 salen los expedicionarios en medio de mutuas y escandalosas disensiones y no sin obstáculos por parte de Diego Colón, el nuevo virrey y gobernador de La Española que, recordemos, consideraba a aquellas tierras como de su patrimonio.

Poco faltó para que Hernán Cortés se enrolara en esta expedición. Otra vez, el medellinense frena sus impulsos y permanece en La Española, no nos caben muchas dudas que, entre otras cuestiones esperaba ver resultados prácticos.

Hacia 1510, Balboa  embarca como polizón en la nave del bachiller Martín Hernández  Enciso[2], alcalde mayor de  una de las dos recientes expediciones: la de Alonso de Ojeda, en la que iba nuestro paisano Francisco Pizarro.

Tras algunas vicisitudes deciden atravesar el golfo de Urabá, de esta manera cambian de gobernación: de Nueva Andalucía que era a la que iban pasan a Veragua que, como se ha mencionado, pertenecía a Diego de Nicuesa. Claramente el bachiller Enciso y los suyos trasgredieron la Ley. Las circunstancias y Balboa, sin ser el responsable directo, “soplaron el viento” en aquella dirección.

Allí, instalados en la transgresión, en el otoño de 1510 y tras diversas circunstancias, fundan la ciudad de Sta María La Antigua del Darién. Recordemos: la fundan en una gobernación distinta a la suya.

Como consecuencia de esto, se produce una crisis social con tres partidos claramente enfrentados; su solución proporcionará a Núñez el poder de las dos gobernaciones, sin riesgo de perder capital. Núñez de Balboa se mueve bien en el nuevo ambiente.

En efecto, al estar en una gobernación distinta a la suya Hernández de Enciso ya no tenía poder legal.

En asamblea se acuerda hacer elecciones para nombrar a los alcaides y corregidores de la nueva ciudad de Santa María: Vasco Núñez de Balboa y Martín de Çamudio pasan a ocupar los puestos claves, no hubo sorpresas.

Obtenido el poder de esta forma, más o menos democrática, Balboa debe hacer frente a los otros dos partidos en que se sustentaba el poder: los seguidores de Martín Hernández Enciso y los que esperan ponerse bajo la tutela de Diego de Nicuesa, gobernador de aquel territorio: Veragua.

Pacta con los dos grupos en sus propuestas: por un lado manda emisarios al gobernador Nicuesa para ponerse bajo su jurisdicción; por el otro inhabilita temporalmente al bachiller Enciso. Ambos, Nicuesa y Enciso, habían financiado sus dos expediciones.

La realidad fue que una vez alcanzado el poder,  Balboa lo mantuvo a toda costa y pese a  las apariencias, con firmeza. Posteriormente desterró en malísimas condiciones, al mismísimo gobernador Cristóbal de Nicuesa[3] -no le dejó desembarcar-.

De forma diferente pronto se deshizo también de Martín Hernández Enciso e incluso de Çamudio, su acompañante  como corregidor de Sta María la Antigua.

Ambos fueron enviados el 4 de abril de 1511[4] en el mismo navío; el primero marchaba preso para ser juzgado en Castilla y el segundo debía presentar las acusaciones. Un tercero, el regidor Valdivia debería quedarse en Sto Domingo; llevaba 1200 pesos de oro del quinto real y también  relatar lo descubierto, sobre todo las conquistas. Además presentó una serie de peticiones al  nuevo almirante y virrey  Diego Colón  y, según rumores trasmitidos por el padre Las Casas,  sobornar al tesorero real Miguel de Pasamonte[5].

Dice así Bartolomé de las Casas[6]:

“…que le enviase gente, armas y comida, para lo cual envió buena cantidad de oro, y secretamente al tesorero Pasamonte un buen presente dello, según se dijo.”

Estas gestiones dieron pronto sus frutos. Pues el Almirante Diego Colón informaba al rey el 10 de septiembre de 1511 del nombramiento de Balboa como Gobernador interino del Darién. Por el momento éste se libro de sus dos directos competidores. El 23 de diciembre de 1511 el rey Fernando ratificó el título dado por Diego Colón en la Española[7].

La decisión es fácil de entender si se parte de que Diego se había opuesto al nombramiento como gobernador tanto de Ojeda como de Nicuesa por asegurar que los territorios de sus gobernaciones le pertenecían; además no había posibilidades de que en aquel preciso momento se pudiera realizar otro nombramiento con más posibilidades de éxito.

El regidor Valdivia estaba de vuelta en Sta María la Antigua hacia el mes de octubre de 1511[8], traía para Vasco  el título provisional de Gobernador: por el momento significaba la legalización del golpe… ya Vasco podía moverse libremente como caudillo.

Llegados a este punto debemos tener claro que la fundación de la ciudad de Sta María la Antigua por orden del bachiller Enciso, fue un hecho necesario para dos cuestiones importantes: la una iniciar la conquista  de Tierra Firme, otra para que Balboa  se alzase con el poder y obtener posteriormente su legalización aunque provisionalmente.

Dejemos en este punto las andaduras de Vasco Núñez y pasemos a las de Hernán Cortés.

  • El caudillaje de Hernán Cortés

 

En sus inicios Hernán había estado muy cerca de marchar con Francisco Pizarro en la expedición de febrero de 1501 que mandaba frey Nicolas de Ovando. Por diversas circunstancias hubo de retrasar su partida hasta 1504. Hasta entonces su oficio de burócrata le había permitido vivir sin demasiadas comodidades ni estrecheces.

En 1504, ya en La Española, presentó cartas de recomendación para el gobernador frey Nicolás, allí siguió en la burocracia. Desempeñó su oficio de escribano como ayudante de Diego Velázquez, militar veterano en Sto Domingo; por tanto gran encomendero, escribano (notario) de la villa de Azua, teniente de gobernador de varias villas, alcalde mayor de la villa de San Juan y de la Maguana y alcaide de la fortaleza de Villanueva de Yaquimo; es decir un personaje de primera líneas entre los conquistadores y colonizadores.

La relación económica y profesional de Hernán Cortés con su superior, Diego Velázquez, sirvió también para ascenderle socialmente y adentrarle en los peldaños más altos de la sociedad colonial; su formación de jurista y humanista en Salamanca y Valladolid, junto a sus cualidades personales, sin duda le  permitieron desenvolverse con soltura y acierto en aquel ambiente.

Pero Cortés debía tener claro que allí había ido también a por riquezas. Desde su posición social en Sto Domingo como secretario de Diego Velázquez, tendría el oído fino y bien abierto para informarse de las andadas de unos y otros en los descubrimientos, conquistas y sobre todo de sus resultados prácticos: oro y riquezas.

Ya a finales de 1510 o comienzos de 1511 habían llegado a La Española las primeras noticias de las expediciones de Ojeda y Nicuesa. No eran favorables. Como fuente de las mismas figuraba  el accidentado regreso de uno de los dos gobernadores: Alonso de Ojeda.

Las otras noticias fueron algo posteriores, iban en el viaje del que antes hicimos referencia, y que fue emprendido por el alcalde de Santa Maria La Antigua, Çamudio, el regidor Valdivia y el bachiller Enciso el 4 de abril de 1511. Contenía  también una carta enviada por el veedor real Juan de Quincedo con la relación sobre el desastroso viaje de Nicuesa.

El regreso de Ojeda y la carta del veedor poco atractivo presentaban de estas dos calamitosas expediciones.

No ocurrió así con la narración de las andanzas de Vasco Núñez de Balboa en Tierra Firme, interesadamente corregidas y aumentadas en los relatos de Valdivia y Çamudio: el quinto real y los presentes en oro enviados por Vasco debieron ser el detonante para obtener el reconocimiento real de su nueva condición. El panorama cambio radicalmente. Tras las tropelías de unos y otros en el Darien vino el reconocimiento provisional de su nuevo cargo de Gobernador.

Llegados a este punto, en los finales de 1511 y comienzos de 1512, en el entorno más pudiente de los colonizadores de La Española se despertó aún más la ambición, la codicia de mayor riqueza y poder.

Así, en los finales de ese mismo año de 1511, bajo la autorización del virrey, se pone en movimiento nuevas expediciones, una de ellas fue la de Diego Velázquez, tenía como finalidad conquistar y colonizar Cuba.

Dejemos por el momento a Diego Velázquez y volvamos al mundo de Vasco Núñez de Balboa.

Con la legalización de la autoridad en su mano Vasco continuó sus conquistas y descubrimientos entre los que destaca el de la Mar del Sur. Pero la llegada del nuevo gobernador Pedrarias Dávila, nombrado el 27 de julio de 1513, complica su situación: queda ahora como Adelantado de la Mar del Sur y gobernador de Panamá y Coiba siempre bajo las órdenes de Pedrarias quien debía autorizar sus expediciones.

Solicitadas éstas a Pedrarias, no llegan respuestas y Vasco  decide obrar por su cuenta. En 1516 envió a su capitán Andrés de Garavito a reclutar personal para sus nuevas empresas,  en Jamaica y Cuba; recordemos, lo hace a espaldas del nuevo gobernador  Pedrarias Dávila.

Como consecuencia de esto, en ese mismo año de 1516, ocurre la prisión de Vasco y como  solución se llega al acuerdo entre ambos  de su matrimonio; lo hace por poderes con una de las hija del gobernador Pedrarias.

Después, ante las noticias de destitución de éste y la llegada de un nuevo gobernador, vuelven a sonar los “tambores de guerra”… delatado por Andrés Garavito, Vasco será apresado en los finales del año 1518,  fue juzgado acusado de independentistas y ejecutado en enero de 1519.

No nos cabe duda que el comienzo del alzamiento con el poder por Vasco fue un ejemplo a seguir por Cortés aunque como veremos con otras formas y otros tiempos.

Hernán Cortés como cualquier conquistador, para financiar una considerable expedición necesitaba un importante capital. Bien situado económicamente en Cuba, como burócrata y como encomendero, tardó siete u ocho años para poder realizar sus sueños.

Mientras las expediciones enviadas por Velázquez a la costa este mexicana se sucedían: de momento su objetivo inmediato era el descubrimiento y reconocimiento de la costa y ciertos intercambios mercantiles, los denominados rescates. Posteriormente si se lograba la legalización real con una capitulación adecuada, se iniciaría la conquista y colonización con la fundación de fuertes, ciudades y grandes repartimientos de indios.

Así surgieron dos expediciones importantes anteriores a la de Cortés. En la primera en 1517 las naves se dirigieron a las costas de Yucatán, capitaneadas por Francisco Hernández de Córdoba y financiada por los mismos soldados. Más allá de los conocimientos geográficos y sociales, fue de escasos resultados económicos y significó la ruina de muchos de sus componentes.

Inmediatamente surgió una segunda que salió de Matanzas el 8 de abril de 1518 e iba al mando de Juan de Grijalva. Tras tocar en la isla de Cozumel pasaron a costear la península de Yucatán donde se movieron hacia el norte, avistando importantes ciudades de la cultura maya: sus pirámides escalonadas, sus templos y palacios. Sin duda les impresionó.

Se movieron por la provincia de Tabasco, después ascienden hasta  el río Grijalva para continuar hacia el norte, hasta el río Panuco cerca ya de la actual frontera con E.E.U.U.

Allí, Grijalva envió a Pedro Alvarado de regreso directamente a Cuba mientras él regresó tomando información por la costa.

En Tabasco tiene noticias del Imperio Azteca.

Regresa a Cuba el 21 de septiembre de 1518; tras su llegada  es destituido. Trajo más noticias de oro y de un gran Imperio con  sus riquezas. Sus relatos debieron encender aún más las ambiciones..

Llegó un momento en la vida de Cortés en el que las distracciones ya no bastaban; poco a poco debió adueñarse mentalmente la idea general de que para ser rico, muy rico, antes o después debería dejar al lado la pluma y coger la espada con total dedicación. Espada y diplomacia habían encumbrado a Vasco en Sta María la Antigua.

Por el momento Diego Velázquez, su gobernador, dirigía las operaciones. Antes que otra cosa, tras conocer los informes de su primera expedición a Yucatán, en los finales del verano de 1518, envió emisarios a la Corte con las nuevas noticias y con las peticiones acostumbradas. Se solicitaba una nueva capitulación para los territorios descubiertos y por descubrir.

Cortés tenía que conocer este asunto como secretario que era de Diego Velázquez; siguiendo el  ejemplo de  Vasco acechaba silenciosamente  el momento oportuno que no podía retrasarse mucho tiempo.

Buscó prudentemente información de unos y otros; los necesarios apoyos sociales y económicos para financiar una gran empresa, su gran empresa. Sobre todo debió planear al milímetro la necesaria insurrección. Debería ser judicialmente correcto e impecable, lo más legal posible. Bien sabía Cortés que si no podría acabar en la horca.

El 18 de noviembre de 1518 zarpó precipitadamente Hernán Cortés del puerto de Santiago de Baracoa, cuando ya había salido para España la petición de una nueva capitulación a favor de Diego Velázquez.

Se dirigió primero a varias ciudades cubanas donde siguió reclutando y aprovisionando su armada; el 18 de febrero de 1519 zarpó desde la Habana,  directamente al oeste de Cuba, hasta recalar en la isla de Cozumel. Llevaba una gran expedición de once naves, quinientos ocho soldados, ciento diez marineros y unos doscientos indios y esclavos.

Lám 1. Ruta de Cortés desde Cuba hasta Veracruz

Lám 1. La ruta de Cortés desde Cuba hasta fundar Veracruz

¿Qué hacía Vasco en esos momentos?. Como hemos dicho, muy posiblemente estaría próxima su prisión ya que murió ajusticiado a mediados de enero de 1519.

Esta noticia debía ser desconocida por Cortés en su primera salida de Matanzas pero si lo pudo saber antes de partir hacia Yucatán, un mes después de la muerte de Vasco y sus próximos colaboradores; en cualquier caso  debió estar muy al tanto del desenlace de aquellos sucesos,  ya que  él, como otros,  debía estar expectante de este suceso.

Por el momento la legalidad envolvía la expedición, aparentemente sumisa a las órdenes del teniente gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Pero, en cambio, la mente de Cortés aguardaba el momento idóneo para  consumar la ruptura ya iniciada con su salida de Cuba: como Vasco  debía fundar una ciudad y a través de este hecho, y como Balboa alzarse con el poder de la forma más legal posible.

La fundación de Veracruz

Tras recoger en la isla de Cozumel a Gerónimo de Aguilar, que le sirvió de intérprete, la expedición continuó costeando hacia el norte; no era muy difícil por llevar de piloto a Alaminos, el mismo que había estado en las dos expediciones anteriores. Antón de Alaminos les sirvió de guía cuando avistaron las ciudades mayas con sus pirámides y templos recubiertos de estuco blanco. Sin duda Cortés lo admiró y se daría cuenta que aquello era algo más que chozas; allí una gran civilización los aguardaba.

A partir de aquellos momentos Cortés debía hacerse con la mejor y mayor información de aquel imperio que en la costa mostraba de vez en vez su esplendor.

Lám 2. Vista de ciudad maya Tulun

Lám 2.- Vista de una ciudad maya en la costa (           ).

Así lo cuenta Juan Díaz, capellán mayor de la anterior expedición de Juan de Grijalva[9]:

“…y anduvimos por la costa, donde encontramos una muy hermosa torre en una punta, la que se dice ser habitada por mujeres que viven sin hombres; crees que son de raza Amazonas. Se veían cerca otras torres al parecer con pueblos: más el capitán no nos dejó saltar en tierra…”

De esta suerte llegaron hasta la tierra de Tabasco donde fueron recibidos en son de guerra. A pesar de la dureza de las embestidas los medios técnicos de los españoles sumados a su destreza y valor hicieron que el bautismo guerrero de Hernán fuera un sonado triunfo. Era el 25 de marzo de 1519.

Tras esta victoria conoció los pormenores del imperio Mexica gracias a las narraciones y traducciones que Dña Marina y Gerónimo de Aguilar le hacían tanto de los informes sacados a los vencidos como de los facilitados por los emisarios llegados de Moztezuma. Esta cuestión  no pudo obtenerse con claridad en las expediciones anteriores por carecer de intérpretes de calidad.

Cortés como Enciso y Vasco, tras sus primeras victorias, intuyeron sus próximos movimientos: debían dejar la costa y marchar hacia el interior. Ambos aprovecharon  la moral de la primera victoria para convencer a los  suyos y  juzgaron  necesario fundar una ciudad que sirviera  de base a operaciones futuras de reparto de tierras e indios, es decir iniciar la conquista y colonización.

La fundación de ambas ciudades: Santa María La Antigua y Veracruz eran un hecho necesario para la conquista y colonización aunque  para  ello ambos, Cortés y Enciso-Balboa, no tenían permiso legal aunque, como se ha visto en especial Cortés  no de medios. Por los navíos y personal que llevaba como mínimo era una expedición de conquista.

Tras la victoria y con los informes recibidos de los mexicas, Cortés determinó que debía cortar toda dependencia con Diego Velázquez y alzarse con el poder directamente del Emperador; como se ve en completa semejanza al empleado por Vasco.

Puede que el momento llegara el 4 de julio de 1519. Entonces el tardío cronista Antonio Solís, narra que un navío, mandado por el capitán Francisco Saucedo, vino procedente de Cuba. Era portador de malas noticias para Cortés y los suyos. Traía el nombramiento de Adelantado de Velázquez para todos aquellos territorios[10]. Si es cierto que llegó el tal navío, también comentarían la muerte reciente de Vasco y sus más próximos colaboradores.

Inmediatamente después, en la primera quincena de julio de 1519, Cortés nombró el cabildo de la nueva ciudad, la mayoría entre sus incondicionales; después dimitió ante ellos de sus cargos y finalmente a instancias de estos fue aclamado por todos como caudillo provisional.

Veamos como lo narra su cronista oficial Francisco López de Gómara[11].

“…y además de esto, era razón de enviar relación y noticia de lo que pasaba a España, al Emperador Rey, su señor, con la muestra de oro y plata y cosas ricas de pluma que tenían; y para que todo esto se hiciese con mayor autoridad y consejo, el quería, como su capitán, nombrar cabildo, sacar alcaides y regidores, y señalar a todos los demás oficiales que eran necesarios para el regimiento y buena gobernación de la villa que habían de hacer, los cuales rigiesen, vendasen y mandasen hasta tanto que el Emperador proveyese y mandase lo que más a su servicio conveniese. Y tras esto tomó la posesión de toda aquella tierra con la demás por descubrir, en nombre del emperador don Carlos, rey de Castilla. “

Por lo expuesto vemos con claridad en la conducta de Cortés la ausencia de democracia en el nombramiento del cabildo de la futura ciudad. Cortés nombra a hombres de su plena confianza y a otros partidarios de Velázquez  después la mayoría de sus soldados le aclaman como caudillo. Vasco por el contrario, una vez desprovisto Enciso del mando, aprovechó  la elección para alzarse con el poder como corregidor y alcaide de Santa María la Antigua.

Así nos lo cuenta fray Bartolomé de las Casas[12]:

“…Anciso privado e impedido del mando y gobierno, acuerdan entre todos elegir alcaides y regidores, y cayó la suerte de alcaides al Vasco Núñez, y creo que a uno llamado fulano Çamudio, y por regidor un Valdivia y otros de que no tuve noticias…”

Cortés sabía que la querella contra él por parte de su superior, Diego Velázquez, es lo menos que le podía pasar.

Resumiendo, veamos como hizo Hernán:

Primero nombra el cabildo.

Segundo: su dimisión como capitán jefe de la expedición produjo un vacío de poder. Aducía que Diego Velázquez no tenía jurisdicción en aquella tierra.

Tercero: Continuó su aclamación popular como caudillo.

Cuarto: Se levanta acta del nuevo nombramiento por el recién creado cabildo, como Justicia, Alcalde Mayor y Capitán provisional… Hasta tanto el Emperador proveyese y mandase lo que más a su servicio conveniese  etc.

Quinto: envía procuradores directamente a España.

Con la aprobación de todos continuó nombrando cargos y oficios en nombre del Emperador, su directo señor: oficialmente la ruptura se había consumado.

Nos lo cuenta así su cronista Gómara[13]:

“…Cortés aceptó el cargo de capitán general y justicia mayor a pocos ruegos, porque no deseaba otra cosa por entonces…”

Días después funda la ciudad de Villarrica de Veracruz en julio de 1519.

Estos hechos en numerosos aspectos inflados favorablemente a Cortés y perjudiciales a Diego Velázquez fueron enviados inmediatamente después con numerosos presentes por el Regimiento y Justicia de la ciudad de Veracruz a la reina Dª Juana y a su hijo el emperador Carlos; eran portadores dos de los regidores nombrados por él: su amigo Alonso Hernández Portocarreo, Francisco de Montejo seguidor de Velázquez y el piloto Antón de Alaminos: tenían ordenes de navegar directamente a España.

Como se ve de forma semejante a la empleada por Vasco con el envío a Santo Domingo ante Diego Colón del corregidor Çamudio y al regidor Valdivia.

Estos hechos de Cortés constituyen la primera carta-relación enviada al emperador Carlos sobre la conquista de México[14].

¿Cómo reaccionó Diego Velázquez ante esta ruptura unilateral de su socio y subordinado?.

Recordemos que Velázquez se antepuso a estos acontecimientos.

Había enviado a la Corte, posiblemente en el verano de 1518 -unos afirman que al clérigo Benito Marín y otros a Pánfilo de Narváez-, solicitando capitulaciones con el nombramiento de gobernador de las tierras descubiertas en los dos anteriores viajes, los de Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva. Lo hizo incluso antes del regreso de éste.

El 13 de noviembre de 1518 le fue concedido la esperada capitulación con el título de Adelantado y capitán general de las tierras conocidas y bautizadas como Santa María de los Remedios (Yucatán) y Cozumel con amplios poderes de conquista y colonización –ver apéndice-[15].

Ahora, tras la inevitable marcha de Cortés envió a Pánfilo de Narváez al frente de una gran flota de diecinueve navíos y 900 hombres. Todo inútil: capturado Narváez fue preso en Veracruz y sus tropas asimiladas a las de Hernán.

Ya solo faltaba a Cortés para su legalización el permiso real lo cual le fue otorgado por cédula real, el 15 de octubre de 1522, nombrándolo Gobernador y Capitán General de Nueva España.

No disfrutó mucho de estos cargos. Las reclamaciones de Diego Velázquez  de  Cuellar, gobernador  de Cuba a través del obispo Fonseca, presidente del Consejo de Indias,  también dieron su fruto. El 16 de julio de 1526 el emperador Carlos  nombró nuevo gobernador y juez de residencia a Juan Ponce de León.

Fonseca y Velázquez utilizaron el diario de navegación escrito por Juan Díaz, capellán mayor de la expedición de Juan de Grijalba[16] y la relación de Bernal Díaz del Castillo[17] éste extiende la exploración de Grijalva más al norte, hasta la desembocadura del río Panuco: aseguraban que las tierras donde fundaron Veracruz ya habían sido descubiertas por Grijalba en el segundo viaje. La cédula real del 13 de noviembre de 1518, reconocía a  Diego Velázquez gobernador y capitán general de aquellas tierras y las que se pudieran descubrir.

Así lo cuenta Juan Díaz, capellán mayor de Juan de Grijalba,

“…Recorrieron las costas de Yucatán hasta Campeche, llegando a fines del mes al puerto Deseado, en la laguna de términos. A este lugar llamó Grijalva Nueva España, nombre que Cortés, más tarde, impondría en sus cartas. Al continuar la navegación desembarcaron en la isla que llamarón San Juan de Ulúa. Siguieron hasta Panuco hallando en todas partes poblaciones y terrenos cultivados.

  • CONCLUSIÓN 

 

  1. Nuestra respuesta es que fundamentalmente Cortés “legalizó” su traición comprándola con la elevadísima participación económica en la expedición. Todo el capital que aportaba Hernán, lo ahorraba Velázquez y esto condicionó de algún modo, la visión de éste.
  2. Una de las cuestiones interesantes que nos surge es por qué Diego Velázquez confió tanto en Hernán para encomendarle una operación que, salida oficialmente como de reconocimiento, por sus medios estaba llamada a transformarse en conquista. Ello con lo que estaba pasando no muy lejos entre Pedrarías y Balboa.

Otro aspecto es señalar que tanto Vasco como Cortés, necesitaron de la fundación de una ciudad para posteriormente alzarse con el poder como tempranos y pasajeros caudillos. Ambos, inmediatamente después mandaron emisarios de total confianza a la Corona. Los dos plantearon un juego jurídico, la Corona aceptó y jugó con ellos. Al final las tierras quedaron de realengo como propias de la corona. Como se ve, fue ésta quien acabó imponiendo sus reglas de juego.

Pienso que Cortés intuyó desde el principio este final como posible, quizás por eso sobrevivió y lo hizo muy enriquecido.

No ocurrió así con Balboa. Pedrarias debió sospechar su posible huida; por ello utilizó a Francisco Pizarro a quién al menos debía unir una cierta amistad con  Vasco, llevaban años juntos en aquellas complicadas atmósfera de tensas relaciones.  Francisco Pizarro facilitaba la captura por su confianza con Vasco.

Nos describe así el padre Bartolomé Las Casas el apresamiento de Balboa[18]:

“…Y tras la carta, sospechando que  no quería venir, despachó a Francisco Pizarro con mandamiento y la gente armada…”

“…Topo a Francisco Pizarro con gente, que le iba a prender, y díjole: ¿Qué es esto Francisco Pizarro? no soliades vos así salirme a rescibir…”

Núñez de Balboa y los suyos acudieron al arresto confiados; parece claro que de sospechar su suerte no hubieran acudido. Si Pizarro venía a por él no sería nada grave; sería un encontronazo más con su suegro. Todo salió según la astucia preparada y que  Pedrarias, el Justiciero, había puesto en marcha. El trágico desenlace puso punto final a la accidentada vida de Vasco.

Erró en esto Velázquez , obró sin astucia y por fuerza, no valorando suficientemente a Cortés sin tener en cuenta que el extremeño, incluso a el mismo había convencido. Mandó un nutrido ejército al mando de Pánfilo de Narváez quien, como se ha dicho, fue preso y su ejército asimilado.

 

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

MIRA Caballos, Esteban (2010): Hernán Cortés. Palacio de los Barrantes Cervantes S.L.

APÉNDICE DOCUMENTAL

Capitulación a Diego Velázquez. Zaragoza 13-noviembre-1518. Transcripción propia de los autores.

16 V

[…]

El Rey

Por quanto vos, Diego Velazquez, lugarteniente de nuestro governador de la Ysla Fernandina, que antes se llamava de Cuva, y nuestro capitán y repartidor della me heçistes relaçión que vos por la­ mucha voluntad que teneis al serviçio de la catholica reyna mi señora y el mío y al acresçentamiento de nuestra corona real abeis descubierto a vuestra cosat çierta tierra que por la relaçión que teneis de los yndios que della tomastes se llama Youcatán y Coçumel a la qual los cristianos españoles que en vuestro nombre descubrieron pusieron nombre Santa María de los Remedios, y así mesmo abéis descubierto otras çiertas yslas que despues de descubiertas las dichas Yslas o tierra firme y por saber los secretos dellas con liçençia y paresçer de los padres gerónimos que por nuestro mandado en la Ysla Española residen a vuestra costa tornastes a enbiar otra armada a la dicha tierra para descubrir más e ver los puertos dellas, la qual va probeyda por un año de la gente y mantenimientos nesçesarios a vuesta costa. Y porque vos, continuando el dicho propósito y voluntad que tenéis a nuestro serviçio, querriades enbiar por otras partes gente y navíos para descubrir, sojuzgar, poner por devaxo de nuestro yugo y servidumbre las dichas tierras e yslas que así abéis descubierto y descubrierdes a vuestra costa y minsión y descubrir otras, me suplicastes y pedistes por merçed vos hiziese merçed de la conquista dellas e vos hiziese y otrogase las merçedes y con las condiçiones siguientes.

17 R

Primeramente vos doy liçenciçia y facultad para que podási descubrir y descubráis a vuestra costa qualesquier yslas y tierra firme que hasta aquí no estan descubiertas con tanto que no descubrais ni hagais costa en la demarcaçión e limites del serenísimo rey de Portugal, my muy amado hermano y tío, ni en cosa alguna que le pertenesca porque mi voluntad es que lo capitulad y asentado entre mi y el dicho rey se guarde y cumpla muy enteramente.

Yten es mi merçed y mando que las tierras que ansí descubierdes o abeis descubierto las podais conquistar como nuestro capitán y poner devaxo de nuestro señorío y servidumbre con tanto que en el dicho descubrimiento y conquista guardeis las instrucçiones que se os darán para el buen tratamiento y paçificaçión y conbersión de los yndios naturales de las tales tierras e Yslas y las que de aquí adelante mandaremos hazer so las penas en ellas contenidas.

Otrosí, acatando vuestra persona y serviçios que nos abeis fecho y espero que nos hareis es mi merçed y voluntad de vos hazer merçed por la presente vos la hago que por todos los días de vuestra vida seades nuestro adelantado de todas las dichas tierras e yslas que así por veustra yndustria y a vuestra costa se an descuvierto o descubrieren y dello vos mandaremos dar título y provisión en forma.

Ansy mismo acatando la voluntad con que os abeis mobido a servir en lo susodicho y el gasto que se os ha ofresçido y ofresçe y en alguna henmienda y remuneraçión dello, quiero y es mi merçed y voluntad que en todas las tierras e yslas que asi se an desuciberto o descubierdes por vuestrsa yndustria y a vuestra costa como dicho es ayais y lleveis el crizavo [sic] de todo el provecho en qualquier manera se nos siguiere de las dichas tierres e yslas por vuestra vida y de un heredero qual vos quisieredes y señalardes según vuestra dispusiçión, y que abiendo vos poblado o paçificado quatro yslas de als que así a vuestra costa abeis descubierto o descubierdes o por vuestra yndustria de manera que pueda aber en ellas trato seguro, es nuestra voluntad que en la una dellas qual vos escogerdes y señalardes, ayais y llebeis la veintena parte delprovecho que en qualquier manera se nos siguiere de la dicha tal ysla que así seña [sic] señalardes perpetuamente para vos y vuestros herederos y susçesores para siempre jamás.

17 V

Iten por vos fazer más merçed es mi merçed y voluntad que de toda la ropa, mantenimientos y armas que destos reinos llevardes a las dichas tierras e yslas que así descubierdes no paguéis derechos de almozarifazgo ni otros algunos por todos los días de vuestra vida en las dichas tierras que ansí abéis descubierto e descubierdes.

Otrosí por quanto vos me hesistes relaçión que en la provinçia de la Habana que es en la dicha Ysla de Cuba ay çierta hazienda de comicos y puercos nuestra la qual está muy a propósito de la dicha tierra y me suplicastes vos hiçiese merçed della para que se guardase en las dichas armadas, por la presente vos hago merçed de la dicha hazienda para que se gaste en lo susodicho.

Ansí mismo, que en las rentas y provechos que en la dicha tierra oviere para nos, vos señalaré y por la presente vos señalo tresçientas mil maravedís de salario para en toda vuestra vida, y dello vos mandaré dar my provisión para que seais pagado dellos.

Otrosi que vos haré merçed y por la presente vos la hago de la escobilla y relaciones de las casas de las fundiçiones que en las dichas tierras o yslas se ovieren de hazer para en toda vuestra vida.

Ansí mismo a lo que me suplicastes que si en las dichas tierras e yslas se obieren de hazer fortalezas por nos vos hiziese merçed de la tenençia dellas digo que quando sean fechas conforme a vuestra persona y serviçios se terna memoria de vos fazer merçed en ello.

Yten por hazer merçed a la gente que en la dicha armada o armadas que hiçierdes fueren, suplicaré a nuestro muy santo padre que conçeda bulla para que todas las personas que murieren en ellas sean asueltos a culpa y a pena y que esta se traerá a mi costa.

Ansí mismo por la mucha voluntad que tenemos a la población y nobleçimiento de las dichas tierras e yslas que así aveis descubierto y descubierdes y porque se pueble y ennoblezca, por la presente es mi merçede y voluntad que si en las dichas tierras e yslas que ansí abéis descubierto o descubierdes oviere oro de minas o nasçimiento que por los dos primeros años que se cofere el dicho oro no nos paguéis más de la déçima parte y por el terçero, la nobena y por el quarto la ochava parte y así venga diminuyendo hasta el quinto y dende en adelante que dé en el dicho quinto se

18 R

paguen y de la manera que al presente se paga en la ysla Española.

Otrosí si por hazer merçed a vos y a la gente que a las dichas tierras e yslas fueren así en las armadas que allá enbiardes como a los que en ellas poblare y residieren mando que por tienpo de seis años primeros siguientes no sean obligados a nos pagar cosa alguna de la sal que comieren e gastaren de la que en las tales tierras e yslas obiere, no abiendo arrendamiento nuestro.

Yten vos mandaré dar para cada navío de los que en la dicha armada que ansí abeis de enbiar al dicho descubrimiento fuere un clérigo de misa para que administre los santos sacramentos y que estos se paguen a nuestra costa y para ello vos mandaré dar çédula mía para los nuestros ofiçiales que residen en la dicha ysla de Cuba.

Ansí mismo por fazer merçed a la gente que en la dicha armada fuere y porque los que adoleçieren tengan quien los curen y las medeçinas nesçesarias vos mandare dar un médico y un boticario y dos buenos çirujanos pagados a nuestra costa y así lo mandaremos cunplir a los nuestros ofiçiales que residen en la dicha ysla de Cuba.

Otrosí y para ayudar a faboresçer la dicha armada vos haré merçed de vos mandar dar veinte arcabuzes de a dos arrovas cada uno y que así lo mandaré a los nuestros oficiales que residen en la çiudad de Sevilla en la casa de la contrataçión de las Yndias que vos los enbíen.

Yten porque las tierras e yslas que así descubierdes se pueblen y los conquistadores y pobladores dellas sean aprobechados de los mantenimientos e otras cosas nesçesarias y las dichas tierras se noblezcan y por les fazer merçed mandaré darles liçençia y por la presente la doy a todos y qualesquier personas que quisieren probeer y basteçer las dichas yslas e tierras y les haré merçed y por la presente se la hago que por término de diez años primeros siguientes que corran y se cuenten desde el día de la fecha en adelante no paguen derechos de almoxarifazgo ni otros algunos que nos pertenesca.

Otrosí por quanto vos me hizistes relaçión que para yr en las armadas que al descubrimiento y paçificaçión que a las dichas tierras e yslas abéis de enbiar y para la paçificaçión dellas es menester alguna gente de la que al

18 V

Presente ay en las yslas Española, Sanct Juan y Cuba y me suplicastes y pedistes por merçed diese liçençia y facultad a qualesquier personas que quisieren yr lo pudesie hazer libremente, digo que mandare a las personas que por nuestro mandado van a las dichas yslas que siendo nesçesario y no biniendo daño a la poblaçión de las dichas ylas den liçençia a las personas que quisieren yr con vos a nos servir en lo susodicho hasta el número de doçientas personas no debiendo debdas ni abiendo causa porque se an detenidos y para ello vos mandare dar la provisiones nesçesarias.

Y porque segun la boluntad que para nuestro serviçio teneys, yo espero que en hefeto nos serbireis con aquella diligencia y fidelidad que yo de vos confío y a nuestro serviçio conbiene tened por çierto que demás de las merçedes de suso contenidas vos haré otras conforme a vuestros serviçios y persona y que sienpre vos mandaré y faboresçer [sic] como a criado y servidor nuestro.

Por ende por la presente haziendo vos lo susodicho a vuestra costa y según y de la manera que de suso se contiene y guardando y cunpliendo la ynistruçión que se vos da y las otras ynstituçiones y hordenanças que se an fecho y hiziere para el buen tratamiento y conbersión de los yindiso en las tierras e yslas que así abeis descubierto y descubierdes y que haçiendo los de paz digo y prometo que vos será guardad esta capitulación y todo lo en ella contenido en todo y pro todo según que de susos se contiene y que si así no lo fiçierdes y cunplierdes nos no seamos obligados a vos mandar guardar e cunplir lo susodicho en cosa alguna della y dello vos mande dar y di la presente firmada de mi nonbre y refrendada de mi yinfrascrito secretario. Dada en Çaragoça, a treze dáis del mes de nobienbre de mill y quinientos y diez y ocho años.

Yo el Rey. Refrendada de Francisco de los Cobos, carta del Chanciller y del obispo de Burgos y del Obispo de Badajoz y don Garçía de Çapata.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Tomamos el contenido de situación como el conjunto de realidades en las cuales un hombre ha de realizar actos de su existencia.

[2] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Historia de Indias. T/II, cap. XL, pág 401 y cap XLII, pág 408.

[3] Fernández de Oviedo y Valdés, Gonzalo (1852): Historia general y natural de las Indias. Vol.II-I, libro XXVIII. Cap III, pág 474. Real Academia de la Historia. Madrid.

 

De las Casas, Fray Bartolomé (1965): Historia de las Indias. Libr II. Cap LXVIII., pág 430.

 

[4] Altolaguirre Duvale, Ángel (1914): Vasco Núñez de Balboa. Cap. I, pág XLV. Madrid.

 

[5] Altolaguirre Duvale, Ángel (1914): Vasco Núñez de Balboa. Cap.III, pág LVI. Madrid.

 

[6] De las Casas, Fray Bartolomé (1965): Historia de las Indias. Libr III. CapXXXIX, pág566.

[7] ARAM, Bethany (2008): Leyendas negras y leyendas doradas en la conquista de América Pedrarias y Balboa. Anexo documental. Pág  331. Fundación Jorge Juan. Marcial Pons Historia.

[8] Altolaguirre Duvale, Angel (1914): Vasco Núñez de Balboa. Cap III, pág LVII. Madrid.

[9]  Juán Díaz. Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India, el año de 1528 en la que fue por Comandante y Capitán General Juan de Grijalñva. http://www.biblioteca.org.ar/libros/154952.pdf

[10] No hemos encontrado este pasaje ni en Bernal Díaz del Castillo, ni en Gómara. Lo hemos tomado de la edición de 1732 de la Historia de la conquista de México, población, y progreso de la América Septentrional, conocida por el nombre de Nueva España de Antonio Solís, capítulo XIII. Imprenta de Bernardo Peralta. Madrid. La fecha procede del artículo en: La justificación jurídica y el concepto de reino. http://www.artehistoria.com/v2/contexto/11418.htm

[11]  LÓPEZ de Gómara, Francisco (1985): Historia General de las Indias. II. Conquista de Méjico. Pág 53 y ss. Ediciones Orbis S. A. Barcelona.

[12]  DE LAS CASAS, Bartolomé. Historia de las Indias. Tomo II, Libro II, Cap. LXIV, pág. 415 y ss. Fondo de Cultura Económica, 2ª Edición. México 1965.

[13]  LÓPEZ de Gómara, Francisco (1985): Op. cit., pág 54 y ss.

[14] CORTÉS, Hernán (2003): Cartas de Relaciones sobre la conquista de Méjico. Ediciones *94,S.C.

[15] Documento: Archivo General de Indias. Capitulación a Diego Velazquez. 13-11-1518. INDIFERENTE,415,L.1,F.16V-18V. Transcripción: TORRES DE MENDOZA, Luis (1866 ): Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de ultramar. Serie 1ª. T XXII p. 38. Establecimiento Tipográfico Sucesores de Rivadeneira. Madrid 1998. Fundación Barcenilla. Colección Pérez  Araucena.

[16] DÍAZ, Juan: Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India, en el año 1518, en el que fue de comandante y capitán general Juan de Grijalva. Escrito para Su Alteza por el capellán mayor de dicha armada. http://www.biblioteca.org.ar/libros/154952.pdf

[17]  DÍAZ del Castillo, Bernal. Historia verdadera de la conquista de Nueva España. Htpp://biblioteca-electronica.blogspot.com

[18]  LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit. Tomo III, cap LXXVI, pág 85.

Sep 162015
 

 

Domingo Quijada González. Licenciado en Geografía e Historia. Cronista Oficial de Navalmoral de la Mata. PROVISIONAL

1.- El Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

El Retablo Mayor, prototipo de los retablos españoles del siglo XVII, es un claro ejemplo de retablo catequético, con abundantes imágenes que configuran una lección doctrinal de la Iglesia surgida de Trento.

Según el estilo barroco propio de ese siglo, sigue aún la base renacentista, sobre el que se suceden los elementos propiamente barrocos: tallas de madera policromada según la técnica del estofado, pinturas barrocas y relieves del mismo estilo.

Este retablo es de gran tamaño, adaptándose a las dimensiones del edificio. La distribución del mismo es la siguiente:

Se estructura en dos cuerpos afectando a las cuatro calles externas, mientras que las tres internas constan de tres cuerpos. Siete calles pues en total, con ático (incorporado al tercer cuerpo central) y predela (en la base). Y una serie de relieves en los espacios que separan los cuerpos. Más unas esculturas coronando los diversos cuerpos.

Las obras duraron varios años por diversos motivos (destacando la enfermedad de Gregorio Fernández, ya en la etapa final de su vida), por lo que se ejecutaron durante el mandato de los siguientes prelados[1]:

Titular                                                            Nombramiento                       Cese

Sancho Dávila Toledo                                   11-VII-1622                           5-XII-1625

Francisco Hurtado de Mendoza y Ribera     27-I-1627                               1630 (renuncia)

Cristóbal de Lobera y Torres                         2-XII-1630                             22-X-1632

Plácido Pacheco                                            18-VII-1633                           7-X-1639

Diego de Arce y Reinoso                              8-X-1640                                10-XII-1652

Juan Coello de Sandoval                               11-XII-1652                           13-IX-1655

Francisco Guerra                                            3-IV-1656                              3-XII-1657

1.- Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

1.- Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

Como es lógico, esta magnífica obra (una de las mejores de España) partió del diseño que realizó el arquitecto Alonso de Balbás, vecino de Ciudad Rodrigo (año 1623 y siguientes).

Para realizarlo, la arquitectura fue encargada a los maestros entalladores Cristóbal y Juan Velázquez, de Valladolid y colaboradores de Gregorio Fernández. Y las esculturas al famoso maestro Gregorio Fernández (año 1625 y siguientes), con tallas de madera policromada según la técnica del estofado. El dorado y estofado se deben a los pintores madrileños Luis Fernández y Mateo Gallardo, así como al dorador Simón López. Mientras que los cuatro óleos ubicados en las calles segunda y sexta (primer y segundo cuerpo) son obras de tres pintores: Francisco de Rizzi (uno de los mejores del momento), que realizó dos cuadros a partir de 1652, la Anunciación y la Adoración de los Pastores; el citado Luis Fernández, que pintó la Adoración de los Reyes; y el mencionado Mateo Gallardo, que hizo lo mismo con la Circuncisión de Jesús.

2.-Imagen central de la Asunción

2.- Imagen central de la Asunción

La arquitectura, escultura y pintura están en consonancia maravillosa, en una armonía rara de encontrar en obras semejantes. La iconografía es una lección de la Iglesia contrarreformista, que intentó resaltar el historicismo de la Iglesia como institución. En el centro, el origen de toda fe, la Virgen rodeada de sus padres, San Joaquín y Santa Ana; al lado, los patronos del obispado y a continuación los patrióticos santos: Santiago, San José y Santa Teresa, todos ellos enmarcados por las potestades angelicales. Todo este programa se justifica porque debajo está el gran misterio, el de la Muerte en la Cruz. Hay una magnífica concordancia entre los temas y la solución técnica de la talla; a la Asunción se le da un papel esencial y la talla es una réplica de la que hizo en Miranda do Douro. El espacio en el que se mueven las esculturas centrales es el de movimientos más bruscos, sobrevuelan, rebasan los tableros. Es un espacio barroco tan complejo como el mensaje teológico. Si nos detenemos a comparar unas imágenes con otras, las mejores calidades artísticas están en las cabezas, parecen ser las que salieron de la gubia del maestro, mientras es lógico pensar que los cuerpos fueran obra de los ayudantes de su taller.

En el tabernáculo se venera una imagen de Nuestra Señora del Sagrario, de estilo gótico y que data del siglo XII. El original es de madera recubierta de plata y se expone en el museo catedralicio.

3.- El Calvario de la Catedral de Plasencia

3.- El Calvario

File source: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Plasencia_-_Catedral_Nueva,_retablo_mayor_04.jpg

    4.- Escultura de San Juan Bautista

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5.- Detalle de los relieves

SU PROYECCIÓN

Como es evidente, dicho retablo fue el espejo en que se miraron otros templos de la región; no sólo de la diócesis placentina, sino de otras foráneas. Aunque en mayor o menor grado son varios los que guardan alguna relación con él: Casar de Cáceres, Malpartida de Plasencia, etc.), hemos seleccionado dos que nos son muy familiares, uno de cada diócesis, que se parecen mucho entre sí y que imitan al retablo de la ciudad del Jerte: el de la parroquia de San Andrés de Navalmoral de la Mata (de su sede) y el de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso (perteneciente a la de Coria). Ambos se construyeron unos años después del placentino, pero en el mismo contexto histórico y artístico.

Como es lógico, dada la economía de ambos municipios y otros factores[2], ambos retablos son más modestos, pero guardan cierto paralelismo con el placentino.

 

2.- El Retablo de la iglesia de San Andrés de Navalmoral

Algunas notas para la introducción[3]

Según adelantábamos, los retablos suelen adoptar una disposición geométrica, dividiéndose en cuerpos (secciones horizontales, separadas por molduras) y calles (secciones verticales, apartadas por pilastras o columnas). Las unidades formadas por esta cuadrícula de calles y cuerpos se denominan encasamentos, y suelen albergar representaciones escultóricas o pinturas. El conjunto de elementos arquitectónicos que enmarcan y dividen el retablo se denomina mazonería. También hay ejemplares que se organizan de forma más sencilla, con una escena única centrando la atención.

El retablo suele elevarse sobre un zócalo para evitar la humedad del suelo. La parte inferior que apoya sobre el zócalo se llama banco o predela, y se dispone como una sección horizontal a modo de friso, que a su vez puede estar dividida en compartimentos y decorada. El elemento que remata toda la estructura puede ser una luneta semicircular, o una espina o ático; como corresponde a su posición dominante, suele reservarse a la representación del Padre Eterno o a un Calvario. Todo el conjunto se protege a veces con una moldura llamada guardapolvo, muy habitual en los retablos góticos.

2.1. Lo que había antes de este retablo

A partir del siglo XV, tomó relevancia el tabernáculo o sagrario (lugar donde se guardan las formas sagradas), que paulatinamente centralizó el espacio del retablo hasta convertirse, en ocasiones, en su elemento principal, adoptando incluso formas exentas e independientes.

En la iglesia de San Andrés, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, hubo un primer retablo con las características que acabamos de describir. Atisbos de ello los tenemos en la margen izquierda del retablo, a la altura de la imagen de San Pedro. Queda señal del hueco del sagrario, al mismo tiempo que puede observarse el picado de la piedra, para deshacer la parte que quedaba fuera del actual retablo; pero queda el resto detrás, y que rodeaba la situación del sagrario.

Debió ser hermoso. Todo de piedra. Con adornos de columnas, conchas y figuras, que aún pueden observarse, y que permanecen, tras la calle izquierda del actual retablo y que se pudo observar cuando se realizó la última restauración del mismo.

2.2. Algo de historia del retablo

Al igual que el de la catedral de Plasencia, el actual retablo de San Andrés data del s. XVII y es de madera sobredorada. Según veremos más tarde, debió ejecutarse entre 1640 y 1659. Es decir, durante los obispados de los prelados ya señalados para esa época: Diego de Arce y Reinoso (1640-1652), Juan Coello de Sandoval (1652-1655) y Francisco Guerra (1656-1657).

Consta de predela, dos cuerpos sobre ella y rematado con el ático. Consta de cinco calles separadas por columnas estriadas rematadas con capiteles corintios.

Hay toda una reseña del desarrollo del pago de la construcción del retablo, en los archivos parroquiales. Principalmente se encuentra en el Libro de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario. En él se consignan los distintos pagos que se le hicieron a Jerónimo de Bricuela, constructor del mismo. El tal Jerónimo de Bricuela, era vecino de Cuacos. Así aparece en una nota de pago donde dice:

«En la villa de Navalmoral del Concejo y campana de la Mata en dos días del mes de Abril de 1644 ante mi Domingo Caballero? compareció presente Jerónimo de Bricuela, vecino del lugar de Cuacos, jurisdicción de la ciudad de Plasencia”.

Lo que no podemos asegurar es que fuera natural de allí, pues con frecuencia estos constructores se desplazaban de un lugar a otro, con el fin de cumplimentar encargos que se les hacían.

La primera mención que aparece en las cuentas que allí se registran de los ingresos datan después de la visita del 26 de Noviembre de 1644, pero que se supone que no son indicativas del comienzo de la construcción del retablo, dice:

«Jerónimo de Bricuela tres varas y media a seis reales. 714 maravedís» (Folio 8)

 

No obstante, en otro lugar aparecen pagos que se hace anteriormente, en el que se autoriza pago al maestro que hace el retablo:

”Pago Jerónimo de Bricuela maestro del retablo 1.166 reales. Septiembre de 1640”.

Esto nos indica que antes de 1640 o en el mismo 1640, la construcción del retablo está en ejecución.

Después prosiguen los abonos, como éste otro, que se refiere a una anotación en el folio 14 de dicho libro, pareciendo que corresponde al año 1643, en la que se dice:

(Margen: Retablo; Pasada; hízomela buena ante escribano)

«Y data yo Jerónimo Bricuela maestro que hizo la obra del retablo de esta iglesia del Señor San Andrés de este villa del señor licenciado Juan Fraile mayordomo de ella recibí doscientos y cinquenta y nueve, con la partida de arriba en que todo entró en esta carta de pago y lo firme en Navalmoral a quatro de ¿Octubre? de el 43» Firmado Jerónimo de Bricuela.

Y uno más posterior:

«En la villa de Navalmoral del Concejo y campana de la Mata en dos días del mes de Abril de 1644 ante mi Domingo Caballero ? compareció presente Jerónimo de Bricuela, vecino del lugar de Cuacos, jurisdicción de la ciudad de Plasencia y confesó haber recibido del licenciado Juan Frayle, vecino de esta villa y mayordomo de ella 992 reales a cuenta de la hechura del retablo que está labrando para la iglesia de dicha villa, de lo cual…hago carta de pago en presente firma y lo fizgo ansi ante mi el presente siendo testigos Juan González de Martín González y Pedro García y Francisco Gallego vecinos todos de dicha villa … le conozco lo firmo de su nombre de que doy fe”.

Firmado Jerónimo de Bricuela                                Ante mi Domingo Caballero

Más este otro:

“Pagué a Jerónimo de Bricuela, maestro del retablo 761 reales a quenta de la hechura del retablo ha sido 66 reales que le dio Juan Granado y se hizo cuenta el día 2 …. ? ? de 46”.

Es más, por lo que puede leerse en la misma nota de cuenta, en relación con la construcción de la base o zócalo del retablo, se hace el detalle del importe de dichos trabajos.

En la misma página constan diversas cuentas de la piedra, cal y peonadas para el transporte o hechura de la base del retablo, con detalles de a quienes se abonaron. En total importaron 12.834 reales.

Y de ese mismo año 1646 existe otra cuenta de pagos atrasados:

“Retablo: Primeramente se le pasan en cuenta trescientos y quince mil cuatrocientos y cuarenta y seis maravedís que parece a pagado a el maestro que hizo el retablo y de el asiento de el como costo por cartas de pago que mostró. Mas se le pasan en cuenta siete mil y cuatrocientos ochenta maravedís que gastó con el maestro que traxo la yglesia para tasar el retablo consta por carta de pago.

(9) Mas pagué a Jerónimo Bricuela ochocientos y quarenta y quatro reales de la hechura del retablo

Mas le pagué treinta y seis reales de dicha hechura del retablo.

Mas le di al dicho veinte y seis reales.

Mas quinientos reales que di a Bricuela, de la hechura del retablo.

(10) Pasense en quenta mil setecientos y seis reales por trabajos que pareció haber pagado a quenta del rretablo.

(11) Mas da en data pagado a Florentina Díaz viuda de Jerónimo de Bricuela a cuenta de la hechura del retablo 18,520 (530) reales como ¿correduras cartas de pago que tiene la suso dicha y se le pasaron”.

Como podemos constatar con nombres, hubo intervención de varias personas, que construyeron dicha base del retablo. Pero nos queda la duda de si esta intervención fue cuando el retablo, una vez construido, se trataba ya de colocarlo definitivamente o al comienzo.

Algo interesante que se puede consignar es que la madera que se usa en el retablo es de pino y que no debería proceder de muy lejos de aquí (tal vez de los pinares del Tiétar, lugar más donde existían entonces), pues en una pequeña nota se consigna una partida que dice:

“Madera: más pagué ocho reales a la sobreguarda porque dejare cortar los pinos para el retablo”.

El pago del retablo se continuó realizando en varias partidas pues, ya que después de las realizadas en 1644 y 1646 hay consignadas otras partidas:

“(Margen: hizomela buena ante escrivano). Carta de pago del retablo

Digo yo Jerónimo de Bricuela maestro de la obra del retablo de esta villa de Navalmoral que recibí del licenciado Juan Frayle mayordomo de la parroquial de esta villa, conviene a saber mil y cuarenta y ocho reales a fin de pago por obra del dicho retablo y por que es verdad que los recibí y no haber escribano de presente dí esta firma la de mi nombre ante Pedro Marcos Cura teniente a dieciseis días del mes de Agosto de mil y setecientos ? cuarenta y nueve.

Firmado Jerónimo de Bricuela     Pedro Marcos»

Así, en 1653 dice: “Pagué 800 reales a Jerónimo de Bricuela a cuenta del retablo de que tengo carta de pago hecha fecha a tres de enero de 1653”.

La muerte de Jerónimo, debió ocurrir en 1659, pues a partir de esa fecha ya no aparece en ningún sitio.

Aunque por los apuntes que se encuentran en dicho libro, es de señalar, que el pago total del retablo no se completó hasta después de la muerte de Jerónimo de Bricuela, puesto que hay indicios de pago, tanto a su viuda, como hijos. Incluso se ve que tuvieron que intervenir para que se pagaran las deudas a los mencionados. Así nos encontramos con:

“28 de noviembre de 1663. Se le pasan en cuenta 900 maravedís que ha de pagar a José de Bricuela heredero de Jerónimo de Bricuela a cuenta de lo que se le debe de la hechura del retablo

Herederos

Se le reciben en data 574 reales que ha pagado a los herederos del que hizo el retablo de esta iglesia según consta de cartas de pago que rubricadas se entregaron al dicho mayordomo que valen. Manda su merced no le paguemos hasta que se ajuste la cuenta de lo que se le restare”.

Y consta otra más posterior, concretamente de 1671:

“Recibí del Sr. Alonso Martín de Arias, mayordomo de la iglesia parroquial de esta villa de Navalmoral 4 fanegas de trigo en grano a cuenta de lo que se me debe de la mitad de lo que dicha iglesia está debiendo de la hechura del retablo de dicha iglesia como (celonaria) de Florentina Díaz, mi tía, mujer que fue de Jerónimo de Bricuela , su marido, la cual quedó por bienes gananciales como lo declara una ffca= (fecha) que tengo en mi favor del pleito que seguí con los herederos de Jerónimo de Bricuela y porque los recibí di esta carta de pago en Navalmoral en treinta días del mes de Agosto de 1671

4 fgas. trigo                          Firmado y rubricado Joseps Ximenez”

“Digo yo Alonso del Barco Isla que recibí de mano de Alonso Martín de Arias mayordomo de la iglesia de Navalmoral por quenta de lo que tengo de recibir de la parte que me toca por la hechura del retablo, cincuenta reales que son de ciento y sesenta y tres reales en que fue (alcancada) dicha iglesia por mayor ajustadas todas cuentas y por la verdad de que los recibí esta fecha en catorce de noviembre de mil y seisciento y setenta y uno. A los cuales dichas cuentas me hallé presente.

Firmado y rubricado: Alonso del Barco Isla”.

 

“Mas da en data pagado a Florentina Díaz viuda de Jerónimo de Bricuela a cuenta de la hechura del retablo 18,520 (530) reales como ¿correduras cartas de pago que tiene la suso dicha y se le pasaron”.

 

Posteriormente sufrirá distintas restauraciones, como la de 1721-23, que afectó tanto a las pinturas como a las imágenes, por encontrarse muy deterioradas[4].

 

2.2.1. Tasación del retablo:

Era costumbre, según parece, el de hacer una tasación final del trabajo realizado, tanto por parte de la iglesia como del propio interesado constructor. Tasación que había que pagar, y que en el caso que nos incumbe consta. Podemos leer:

Tasación de retablo.

«Digo yo Gaspar Díaz de Carrasco vecino de ciudad de Trujillo y maestro ensamblador, persona nombrada por parte de la iglesia de esta dicha villa que tengo recibido de dos días, que he asistido a la tasación del retablo de la iglesia de esta villa y tres de mi camino, doscientos veinte reales de mi trabajo y ocupación y por ser verdad que lo tengo recibido de mano de Rvdo. Juan Frayle, clerigo presbítero y mayordomo de dicha iglesia, lo firmé de mi nombre en Navalmoral a siete días del mes de Febrero de mil seiscientos y cincuenta y tres años

Firmado Gaspar Díaz Carrasc”.

Declaraciones del retablo

“Pagué a Francisco Cordero, Cura de esta villa y Francisco Iñigo notario de las declaraciones y peticiones que se hicieron cuando vinieron a tasar el retablo por mitad nueve reales.

Tres reales que pagué en ¿Plasencia? de vista, dile y declaraciones y comisiones para la retasa.

Dos reales que pagué a Vbº? del vicario de Jaraiz que mandaba llevar seis reales a cuenta y a ¿costo? otros y no se paguen más de tre ? y seis cuartos que me llevaron en ¿plaza? de la suspensión de las censuras”.

 

Después de todas estas anotaciones de pagos que hemos consignado, no sabemos quienes o quien es el autor de los cuadros, puesto que no siempre era el retablista. También nos quedan dudas, como veremos, de qué imágenes eran las originales para este retablo, puesto que en el inventario que se consigna nos encontramos con las siguientes imágenes, de las cuales algunas aún existen:

 

2.2.2. Lista de imágenes:

. Un Xto. Crucificado grande en el altar mayor (probablemente es el que estaba en el ático del retablo). Si se trata del hallado recientemente, y que hemos catalogado en agosto de este año, se trata de un cristo muy antiguo, de finales del siglo XIV (pudo proceder de otro templo, quizá de Santa María de la Mata, que por entonces había perdido su esplendor).

. Un S. Andrés del culto. Tal vez el gótico que aún se venera.

. Un S. Blas. Que hoy no existe en San Andrés. Sin embargo, sí hay una talla del mismo en la ermita de San Isidro que se erigió a mediados del siglo XX por los vecinos del barrio del Cerro y de La Peligrosa, agricultores y ganaderos en su mayoría. Aunque esa talla está muy restaurada, posiblemente a finales del XVIII o principios del XIX, sobre la anterior.

. Una imagen de S. Sebastián (situada en la parte izquierda superior del arco principal; encima del púlpito).

. Una imagen de S. Gregorio de madera tallada. Que ya no existe, pues debió llevarse al templo matriz de Santa María de la Mata (hoy ruinas de San Gregorio), donde se celebraba una famosa romería en el siglo XIX. Al desaparecer la Campana en 1855 se arruina la iglesia.

. Una imagen de Sta. Ana (situada en la parte derecha superior del arco principal; encima del Resucitado).

Las imágenes citadas de San Blas, San Sebastián y San Gregorio nos señalan la economía básica de Navalmoral en el pasado, eminentemente ganadera y agrícola.

Las posteriores se irían adquiriendo después a otros templos talladores.

 

 Tabla 1: Ubicación de los elementos del Retablo de San Andrés

6.Tabla 1.- Ubicación de los elementos del Retablo de San Andrés

 

7.- Esquema del retablo de San Andrés de Navalmoral

7.- Esquema del retablo de San Andrés de Navalmoral

8.- Fotografía antigua del retablo de San Andrés

8.- Fotografía antigua del retablo

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9.- Retablo de San Andrés de Navalmoral en la actualidad

2.3. Descripción del retablo.

Como ya se ha dicho, el retablo es del s. XVII, período en el que más se trabaja en toda la región. Pero también se realizó en época en que Navalmoral y comarca padecían una gran crisis económica, entre otras causas, por los elevados costes que conllevó la consecución del título de Villa y emancipación de la ciudad de Plasencia

Había en este siglo y anterior tendencia a imitar en los retablos de algunas iglesias la estructura y configuración de la iglesia catedral más cercana, o de la misma diócesis. Algo de esto tiene el retablo de S. Andrés, en relación con el de la catedral de Plasencia; aunque, como es de suponer, en menor escala. Podríamos poner como algo similar el retablo de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción de Montehermoso, retablo muy parecido a este de S. Andrés, con las mismas distribución y factura, según veremos en el siguiente apartado.

Para el visitante de este último, puede notar una diferencia actual ya que éste último de S. Andrés no tiene, en el lugar del sagrario, el manifestador que aquel tiene. Pero se ha de advertir que éste de S. Andrés lo tenía, aunque no se sabe cuando desapareció. No obstante sí hemos conocido las bivalvas de dicho manifestador, que estuvieron mucho tiempo como base de la cruz parroquial. No obstante, hay notificación gráfica de él.

Hay la impresión, que la repisa donde está colocado el sagrario actualmente, se hizo de los restos del manifestador, dándole la forma que ahora tiene. ¿Cuándo? ¿Por qué?

La tabla del fondo indica perfectamente la presencia de un manifestador del Santísimo, puesto que todo tiende a la adoración por parte de los ángeles al Señor expuesto, quedando en lo no pintado lo ocultado por las bivalvas.

Es posible que todo ocurriera, cuando se puso un altar y manifestador de mármol, de la casa Granda, que desapareció, cuando se hizo la reforma interior del templo.

Fuera lo que fuese de dicho manifestador, la distribución actual del retablo es la siguiente:

Se compone de dos cuerpos, cinco calles, con ático y predela, y una serie de pinturas en cuadros de separación de cuerpos. (Ver Esquema y situación de los elementos).

 

  • El ático, como era normal, está con una pintura del Calvario. Con el fondo de la ciudad, sobresalen las figuras del Crucificado, teniendo a su derecha a su Madre Dolorosa y a su izquierda Juan, el discípulo amado.

Durante mucho tiempo, la figura del Crucificado, fue sustituida por un crucifijo que ocultaba buena parte de la tabla. Al realizar la limpieza y reparación del retablo fue restituido todo a su forma originaria.

 

  • Entre el ático y el segundo cuerpo nos encontramos con cuatro pequeños cuadrados apaisados:

Encima de la primera calle de la izquierda (según lo ve el espectador) se halla uno de Santa Lucía. De gran devoción en el pasado, patrona de la vista debido a una leyenda en la Edad Media que decía que, cuando Lucía estaba en el tribunal, aun sin ojos, seguía viendo. También es patrona de los pobres, los ciegos, de los niños enfermos y de las ciudades de Siracusa, Venecia y de Pedro del Monte. Así como de los campesinos, electricistas, choferes, fotógrafos, afiladores, cortadores, cristaleros y escritores.

Durante la Edad Media, debido al retraso acumulado por el Calendario Juliano, la festividad de Lucía coincidía con el solsticio de invierno y, por tanto, el día más corto del año.

A continuación, siguiendo a la derecha, tenemos una escena que parece ser del Antiguo Testamento. En realidad no sabemos cuál es. Da la sensación de la manifestación de Dios a Moisés, con el fondo de la zarza ardiendo.

El cuadro que aparece en la calle siguiente representa la escena en que un cuervo le trae a Elías un pan para alimentarse, cumpliendo lo que Dios le había dicho anteriormente y que aparece en el libro 1 Reyes, 17,4: “he ordenado a los cuervos que allí te suministren alimento…” Va en consonancia con la tabla anterior también del Antiguo Testamento.

En el extremo derecho de la referida fila, se encuentra una santa mártir (porque parece portar la espada o la palma del martirio) que nos es desconocida.

 

  • Bajando al 2º cuerpo, en la primera calle de la izquierda, está la talla de San Ramón Nonato. Probablemente es una de las imágenes originales de este retablo, pues parece adaptarse a la hornacina que la alberga. Curiosamente, también en Montehermoso se le tiene gran devoción (con retablo incluido), ya que es el santo patrón de los partos, matronas, niños, embarazadas y personas acusadas falsamente (su epíteto nonnatus –no nacido– se deriva de haber sido extraído de su madre por cesárea después de que ella hubiera fallecido).En la calle central de este cuerpo hay un habitáculo mayor que alberga una imagen de San Andrés, titular del templo y patrón de la localidad, de escasa calidad. En su origen presidía este espacio un cuadro al óleo del titular, que sufrió tantos retoques que hoy está en muy mal estado en la sacristía y no merece la pena restaurarlo (a juicio de los expertos, cuando repararon el retablo en 1989).
  • Otro de los grandes misterios del cristianismo aparece en el cuadro siguiente: la Venida del Espíritu Santo, o momento en que comienza la andadura de la Iglesia. Destaca principalmente la Virgen María, presidiendo el grupo y manteniendo la oración comunitaria de la Iglesia.
  • Seguidamente nos encontramos con un cuadro grande, con uno de los misterios principales del cristianismo. La Resurrección del Señor. Por lo que podemos ver, se trata del mismo momento de dicha resurrección, pues no aparece nadie: si exceptuamos a los soldados que, como podemos comprobar, no estaban dormidos como querían determinar los sumos sacerdotes y fariseos. Esbelta la figura de Cristo.

Se remata este cuerpo (primera calle por la derecha) con la imagen de San Francisco de Asís (que también aparece en el retablo de Montehermoso, aunque la escultura es más pequeña). Santo de gran devoción en todos los tiempos y que actualmente ha suscitado las miradas de todos por haberse puesto el Papa ese nombre, para resurgir al espíritu de pobreza de la Iglesia.

 

  • Entre cuerpo y cuerpo del retablo hay otra serie de cuadros de menor tamaño, apaisados como los superiores:A continuación, y en la segunda calle, aparece la transverberación de Santa Teresa (del latín transverberatĭo, que significa «traspasar»). Según el diccionario, “es una experiencia mística que, en el contexto de la religiosidad católica, ha sido descrito con un fenómeno en el cual la persona que logra una unión íntima con Dios siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural. El ejemplo más conocido es de Santa Teresa de Jesús. En este cuadro contemplamos los elementos que la Santa nos describe en su Libro de la Vida, capítulo XXIX.Y, en la calle exterior derecha, nos encontramos con un cuadro de San Antonio de Padua, con gran devoción en Extremadura, España, Portugal (país de nacimiento) e Italia (donde ejerció gran parte de su corta vida).
  • Otro hecho insólito nos encontramos en la siguiente pintura de la segunda calle intermedia: S. Ildefonso, santo español arzobispo de Toledo, que es investido con una casulla por la Virgen (de acuerdo con el supuesto milagro de su encuentro con María). La ayuda un ángel.
  • En la primera calle de la izquierda se representa a una santa, pero que no sabemos quién es: para unos se trata de Sta. Águeda de Catania (relacionada por su origen siciliano con Santa Lucía, por eso tal vez se hallan en la misma calle). Aunque para otros pudiera ser Santa Catalina de Siena, monja dominica, prueba de la influencia que los frailes dominicos procedentes del convento de Santa Catalina de Aldeanueva de la Vera ejercieron sobre la comarca, a la que misionaron a finales del siglo XVI y principios del XVII.
  • Para todos es conocible la imagen que ocupa la hornacina de la primera calle de la izquierda (según la vemos) del primer cuerpo del retablo: se trata de la imagen de S. Pedro Apóstol. Las llaves que lleva en sus manos le delatan como el portador del primado de la Iglesia que Jesús le dio, después de haber sido examinado de amor. Esta imagen, una talla formidable, se ve claro que no es primigenia del retablo. Debió venir de otra parte, o pudiera que, al igual que los retablos de los altares laterales, procediera de alguno de los conventos que se ubicaban en la zona y que por distintas causas desaparecieron (aunque el esquema prototipo de esa época nos anima a aseverar que en su origen hubo otra talla de San Pedro).
  • Tanto la hornacina que ocupa el Cristo de Medinaceli (segunda calle por la izquierda), como la que ocupa la Virgen de Guadalupe (segunda por la derecha), fueron originariamente cuadros (tal vez representando a la Anunciación y al Nacimiento de Cristo[5]), que fueron robados en los primeros años del siglo XX[6]. De hecho en la parte posterior de la del Cristo de Medinaceli hay una inscripción que dice quien la hizo. En su lugar se colocaron las imágenes citadas.

Entre ambas tallas, en la calle central, está el lugar del antiguo Manifestador y ahora el Sagrario.

En la última calle de la derecha está la talla del Buen Pastor. Aunque es muy posible que antes ocupara este espacio una imagen de San Pablo, haciendo juego con San Pedro (como en Montehermoso o la catedral de Plasencia).

10.- Talla de San Pedro del retablo de San Andrés

10.- Talla de San Pedro

11.- El Buen Pastor. Talla del retablo de San Andrés

 11.- Escultura del Buen Pastor

  • Los cuatro cuadros que componen la predela son estampas de la Pasión del Señor: En nuestro caso nos encontramos con el primero por la izquierda que representa la Flagelación del Señor. A continuación se halla La coronación de espinas. En la segunda calle comenzando por la derecha está el Encuentro con María camino del Calvario. Elocuente es el cruce de miradas entre Madre e Hijo. Y, la calle del extremo derecho, La Piedad. Notamos la presencia de Jesús muerto. María que lo sostiene en sus piernas, con la cabeza en su brazo izquierdo. Juan. Y a los pies Mª Magdalena.

12.- Una de las pinturas de la pradela de San Andrée

12.-Una de las pinturas de la Predela

2.4. ÚLTIMA REPARACIÓN Y LIMPIEZA DEL RETABLO

AÑO 2000

Como todas las cosas, el paso del tiempo. Así había ocurrido con el retablo. Los últimos años había recibido un grave deterioro, principalmente a causa de las termitas.

Habían entrado por detrás del retablo, por la parte baja y habían atacado principalmente las columnas de la parte derecha, en el primer cuerpo.

Se contrató un equipo de restauradores, que, puesto manos a la obra, dejaron el retablo con una nueva visión de las pinturas y limpieza del resto de la estructura, al tiempo que ésta se había reforzado en los anclajes.

Cuando todo estuvo concluido, en la limpieza y restauración del retablo, una misa en acción de gracias celebrada el 21 de enero del 2001, presidida por D. Carlos López, Obispo de la Diócesis, junto con el Sr. Cura Párroco, D. David González, da por terminada una presentación del retablo de la iglesia parroquial de S. Andrés de Navalmoral de la Mata.

 

3.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

 

Ya había intentado imitar algunas características de la Catedral Nueva de Plasencia: como es el caso de primitiva bóveda del techo (iniciada, pero no finalizada), que se pretendía descansar en proyectados haces de columnas cuyos nervios no parten desde los capiteles, sino desde los basamentos mismos, extendiéndose ramificados entre las bóvedas y creando de éste modo un efecto de gran belleza y únicos en el mundo (difícil técnica con la que, además, algunos tratadistas insinúan que los autores pretendían mostrar la unión de la Tierra con el Cielo). Como no se pudo rematar, se conservaron los arcos que separan los diferentes tramos y el inicio de los citados haces…, rematándose con bóveda de artesonado de madera.

Ubicado en la capilla mayor, el retablo es de notables proporciones pues cubre tres lienzos del ochavo, adaptándose también en su ático y remate al perfil de los nervios del abovedamiento.

Consta de banco, dos cuerpos con cinco calles y remate o ático.

Aunque, como en el caso de San Andrés de Navalmoral, imita al de la catedral de Plasencia (pero éste posee siete calles, dada la mayor extensión del ábside de la sede episcopal), y al igual mencionado de Navalmoral y de otros muchos templos, el de Montehermoso es más clasicista, con menos manifestaciones barrocas; siguiendo un modelo que se reiteraba en aquella época, con una estructura y forma en apariencia más renacentista.

Las columnas que separan las calles son estriadas y de orden compuesto. Las que separan las calles intermedias de las exteriores son dobles, para recalcar el ángulo del ábside.

Respecto a las figuras que componen el mismo, se distribuyen de la siguiente manera[7]:

  • Calle central: en el cuerpo bajo presenta un expositor, cuyas características nos hacen pensar que es posterior a la ejecución del retablo. Con pequeñas tallas muy populares de San Francisco, Santo Domingo y Jesús Salvador.
  • Sobre él, y ya en el segundo cuerpo, un grupo escultórico en el que destaca la Asunción de la Virgen (a cuya advocación está dedicado el templo), rodeada de ángeles muy toscos.
  • Dicha calle finaliza con el remate, en el que sobresale el grupo del Calvario y la coronación con el Padre Eterno.
  • Las calles intermedias presentan cuatro lienzos pintados, dos en cada cuerpo: en el inferior la Inmaculada (izquierda) y San José con el Niño (derecha, ambos de estilo popular y con imágenes desproporcionadas; en el cuerpo superior hay sendos óleos representando a la Anunciación (izquierda) y San Miguel (derecha) que, como las anteriores, poseen un mediocre valor artístico y parecen posteriores al tallado del retablo (tal vez de mediados del siglo XIX[8]).
  • En las calles exteriores aparecen cuatro imágenes de bulto, pero siguiendo la estructura de las pinturas anteriores: San Pedro (izquierda) y San Pablo (derecha) en el cuerpo inferior, mientras que en el superior están San Andrés (izquierda) y Santiago el Mayor[9] (derecha). Todas ellas de pliegues duros y ampulosos, posturas forzadas (con un barroquismo patente) y rústicos rostros.
  • El banco se decora con toscos relieves de los Evangelistas esculpidos en él.
  • En los espacios comprendidos entre los dos cuerpos, y entre el segundo y el ático, hay unos espacios rectangulares apaisados con relieves similares a los del banco.

El conjunto fue pintado, dorado y estofado por Miguel Martínez, sin fecha.

Como hemos visto y comprobado en el esquema, es muy parecido al de San Andrés de Navalmoral, variando sólo las imágenes (de acuerdo con la devoción de los fieles de cada localidad). Ignoramos si el autor de la arquitectura fue el mismo que el de Navalmoral (Jerónimo de Bricuela), siendo rematado por el mencionado Miguel Martínez. Pero no hemos hallado datos en el Archivo Parroquial ante la dispersión que han sufrido sus documentos (gran parte de ellos desaparecieron y los Libros básicos se hallan en Cáceres, en el Archivo Diocesano). Pero lo que sí es evidente es que, si no lo realizó él, al menos tuvo conocimiento del de Navalmoral y del de la catedral de Plasencia. Por lo que suponemos que se ejecutó en las mismas fechas o posteriores a cuando se realizaron los anteriores, a los que imita. En esa semejanza pudo influir el hecho de que en la época de la construcción (entre 1640 y 1650) era Señora y III duquesa de Galisteo (a cuyo Señorío pertenecía el lugar de Montehermoso) Ana Apolonia Manrique de Lara; esposa de Baltasar de Ribera Barroso, a quien el 16 de agosto de 1621 concedieron el Condado de Navalmoral. Aunque quince años después, y quizá para evitar esto, nuestra localidad compró la libertad o exención (por eso, este título se encuentra vacante, pero el citado Baltasar Rivera siempre se tituló I Conde de Navalmoral).

Lo que sí es cierto es que no imitó al de la sede de su diócesis, Coria; ya que éste es muy posterior, de un siglo después; con el que sólo tiene en común la advocación a la Nuestra Señora de la Asunción y el grupo escultórico relativo a ello. Es lógico que Coria tuviera otro anterior, tal vez del siglo XVI (cuando se labraron el coro y la verja protorrenacentista), pero no del XVII.

13.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

13.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

14. Tabla 2.- Ubicación de los elementos del Retablo de Montehermoso

14.- Tabla 2: Ubicación de los elementos del Retablo de Montehermoso

 

15.- Esquema del retablo de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

15.- Esquema del retablo

16.- Fotografía antigua del retablo de Montehermoso

16.- Fotografía antigua del retablo de Montehermoso

17.- Talla de San Pedro

17.- Talla de San Pedro

18.- Talla de San Pablo

    18.- Talla de San Pablo

19.- Expositor con el Sagrario

19.- Sagrario

20.- Relieve de la Predela

20.- Un relieve de la Predela

21.- Óleo de la Inmaculada

21.- Óleo de la Inmaculada

22.- Óleo de San José

22.- Óleo de San José

 

 

 

 

 

 

23.- Grupo escultórico de la Asunción de la Virgen

23.- Grupo escultórico de la Asunción de la Virgen

 

[1] es.wikipedia.org/wiki/Anexo: Obispos_de_Plasencia

[2] En 1636 la Campana de la Mata compra el título de Villa y la exención de la ciudad de Plasencia, por 7.565.000 maravedíes, de los que un tercio correspondieron a Navalmoral. Mientras que en esa misma época Montehermoso pertenecía al Señorío de Galisteo, bajo la jurisdicción de los Manrique de Lara, que grababan sus tierras con numerosos impuestos (alcabalas, una parte de las tercias reales, bienes mostrencos, etc.).

[3] Para este apartado nos ha sido de gran utilidad el estudio realizado por don Juan de la Fuente Remedios, anterior sacerdote de este templo.

[4] Archivo Parroquial de San Andrés. Libro

[5] BUENO ROCHA, J.: Navalmoral, 600 años de vida. Navalmoral, 1985.

[6] Archivo Municipal. Correspondencia. Publicado por QUIJADA GONZÁLEZ, D. en el periódico local “Quince Días”: Se produce un ‘horrendo sacrilegio’ en la Iglesia durante la mañana del 11 de enero de 1908, según comunica el párroco al alcalde, y sin que nos expliquen los hechos (pues todo el mundo lo sabría).

[7] ANDRÉS ORDAX, S. y otros: Monumentos artísticos de Extremadura. Editora Regional. 2006

[8] GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ, A.: Montehermoso, estudio histórico. Caja Duero. Salamanca. 1990

[9] Los Manrique de Lara, Señores de Galisteo a quien pertenecía Montehermoso, construyeron el templo en el siglo XVI y tal vez financian el retablo un siglo después, según veremos. Y eran caballeros de Santiago.

Sep 112015
 

Teodoro A. López López

 Introducción

 La ordenación de los papeles de un archivo ha de tener en cuenta la actividad del ente y se han de disponer de forma que se vea como actúa la entidad, de tal manera que se conozca como funciona su organización primitiva, dice el profesor Battelli. Esto es lo llamamos respetar el orden de procedencia o colocarlos en su lugar de origen.

 

No obstante existen varios criterios de organización: El Sistema temporal-numérico, fijándose solo en la fecha. Es inaceptable. No se construirían series. O asignarle un solo número correlativo a los expedientes. No es posible la interpolación. El Sistema por orden alfabético es improcedente, pues el mismo documento se puede alfabetizar por distintos conceptos. El Sistema decimal muy valioso para las bibliotecas, pero no aplicable a los archivos. Todos ellos destruyen la unidad de las series documentales, que primitivamente se encontraban unidas.

 

Preferentemente es el método histórico o de procedencia el que mejor refleja la organización de la entidad que los ha formado o creado.

 

Respetar la procedencia de las distintas escrituras y dejarlas en su orden primitivo, teniendo en cuenta el origen, el funcionamiento y evolución de la Institución, que las produce, se ha procurado mantener también las distintas series.

 

 

  1. La Iglesia y su praxis archivística a través de los siglos

 

Desde sus orígenes la Iglesia siempre demostró su preocupación e interés por la conservación y custodia de los fondos documentales, que habían producido los distintos organismos.

 

Los emperadores perseguidores fueron conscientes del valor que la Iglesia daba al documento para la conservación y difusión de la fe cristiana. Diocleciano antes de 313 dio cuatro decretos de libros litúrgicos, docentes y disciplinares y a quien no lo aplicaba, era un traidor.

 

En el siglo IV el Papa San Dámaso manda conservar los documentos eclesiásticos en los llamados TURRIS CHARTULARIA, que se encontraba en la basílica de San Lorenzo in Dámaso –origen del futuro Archivo Secreto Vaticano.

 

En el siglo VI San Gregorio Magno ordena las formulas determinadas para un escrito o documento. En efecto, aparecen los notarios o TABELLONES.   Así encontramos el Liber diurnus (s. VI-XI) ; Beviarium dictandi y Summa dictandi. Después se pasó a LOS REGISTROS PONTIFICIOS -Registros de la Curia Romana- que eran muy utilizados en tiempo de Inocencio III (1198-1216) para ver la validez de los privilegios presuntamente concedidos por la Sede   Apostólica.        

 

En la Baja Edad Media apenas contamos con algunas referencias documentales   sobre intentos de ordenación de los archivos eclesiásticos, a nivel de iglesia, excepto en Tarragona el 1360 que se dispone   en el Reino de Aragón los registros sacramentales en parroquias; aunque no comienza en Castilla- a la que pertenecíamos- hasta los siglos XV Y XVI.

 

El Concilio de Trento será quien empiece la política definitiva de la Iglesia sobre la archivística. Así ordena la regulación canónica de los matrimonios, la unidad e indisolubilidad del matrimonio y los matrimonios clandestinos.  Será San Juan de Ribera, obispo de Badajoz quien primero implantara la legislación tridentina con los libros sacramentales.

 

A partir de Benedicto XIII (1724-1730) con la Constitución Apostólica “Maxima vigilancia” se aborda: inventario y catálogo, seguridad e integridad, apertura al público, dos llaves, dirección del archivo.

 

León XIII (1880) concede la apertura del Archivo Secreto Vaticano pasando a ser el archivo patrimonial de la Iglesia a archivo documental para utilización de los investigadores. En efecto, a principio del siglo XX aparecen las grandes colecciones históricas de Momsem, Devifle o Pastor.

 

El primer tercio del s. XX la Secretaría de Estado da normas   sobre la ordenación y descripción, inventario y catálogo, custodia y conservación, vigilancia de los investigadores, pergaminos. (1902); la circular de Mery del Val insiste en la conservación de los archivos y de los objetos artísticos (1907), dando origen al comisioriado diocesano para los archivos de la Iglesia; y la circular de Mons. Ragonessi, Nuncio Apostólico de España en la que afirma que en los archivos se conservan los mejores fondos documentales para la historia de España (1914).

 

Con la aprobación del Código de Derecho Canónigo por Benedicto XV (1917) en los cánones 372-378 hablan del personal responsable, archivero-nato o canciller, índice, local, inventario. Otras instituciones como la escuela Vaticana de Paleografía y Diplomática y la facultad de Historia de la Iglesia en la Universidad Gregoria de Roma (1923) o la circular de Tedeschini (1930) a instancia de Pío XI, “papa archivero” por su dedicación a este servicio en los años anteriores a ocupar al silla de Pedro.

 

Consecuentemente D. Ramón Pérez Rodríguez nombra primer archivero capitular y diocesano a D. Fernando Castón Durán, previa oposiciones al beneficio catedralicio el 1922 hasta su muerte 1951.

 

El Concilio Vaticano II no afronta el tema por falta de tiempo y el esquema de 19 de noviembre de 1961 se trasladó a las conferencias Episcopales. Código de Derecho Canónigo de 1983 codifica la normativa conciliar en los cánones 486 al 491 insistiendo en el índice o guía, inventario y catálogo de los documentos, lugar y seguridad, dos llaves, obligación del archivo histórico como patrimonio documental.

 

Pero será la Circular de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, presidida por el Arzobispo Francesco Marchisano, del 2 de febrero de 1997, y

la llegada del arzobispo D. Santiago García Aracil, quien origina una nueva andadura en Badajoz.

 

Conocida como “Carta Magna” de los archiveros comienza así: “La Función Pastoral de los Archivos de la Iglesia”. En ella se anima a los archiveros y responsables de los Archivos Eclesiásticos- Diocesanos, Capitulares y Parroquiales como de otras Instituciones Eclesiales a valorar el patrimonio documental en un contexto pastoral a través de la tutela material, la organización de la gestión, la protección de las fuentes, la oportuna accesibilidad y la promoción de la iniciativas culturales, todas encaminadas a la valoración del deposito documental que está recogido y se ha estado recogiendo en cada Iglesia Particular y en las diversas instituciones eclesiales”.

 

Concluye afirmando que los archivos de la Iglesia “deben ser huella del paso de la Iglesia por la historia, o lo que es lo mismo, del paso por el mundo del Señor Jesús”.    

 

 

  1.  Archivo de la Catedral de Badajoz

 

A pesar de haber sido reconquistada la ciudad de Badajoz el 1230 por Alonso IX, la erección de la diócesis con el nuevo título de “pacensis” no se produce hasta el 1255 en el reinado de Alfonso X (1252-1284). Consecuentemente el Rey Sabio “señaló los límites del Obispado, dotó su Iglesia catedral, cuya construcción inició y favoreció con importantes donaciones territoriales, al mismo tiempo que invitaba a los habitantes de la ciudad, al Concejo y a las Ordenes Militares con su donaciones al esplendor del templo catedralicio”[1].

 

De aquí que la colección diplomática, celosamente custodiada, se inicie con los pergaminos   reales   de Alfonso el Sabio, (1255-1276) 8. Privilegio rodado. Sancho IV, (1282-1293) 7; Fernando IV, (1295-1310) 4, Alfonso XI, (1314-1310) 3; Pedro I, (1351) 1. Privilegio rodado.; Juan I, (1380) 3 y Enrique II, (1393) 1[2].

 

Junto a estos diplomas reales los prebendados unieron escrituras que recogían los derechos del Cabildo sobre aldeas, casas, pastos, ganados… Fue incrementándose la documentación durante los siglos XIV y XV sin orden. En los casos de defensa o de prueba obligada de los derechos del Cabildo, hizo la búsqueda y localización más dificultosa, En efecto, comienza   las primeras ordenaciones como sigue:

1519—“Libro de memoria de todas las Bulas Apostólicas y Breves Privilegios, Cartas Reales,/sentencias, testamentos, ventas, donaciones, troques, cambios, posesiones y otras escrituras que / están en el Arca caPitular de los Iltres y / muy Reverendos señores deán y Cabildo de la / Sancta Iglesia catedral de Badajoz. Fue hecho por los señores canónigos Ruy Gar/cía y Alonso Perez Martel. Año de mill y quinientos y / diez y nueve”. 21 fols. Escritura procesal. Estado de conservación deficiente. Signatura. Libros numerados, Indice 1, A (equivalencia, Sección III, serie 12, libros manuscritos numerados 001).

 

  1. Inventario de testamentos, codicilo….. de 1573 a 1610”. Incompleto. Signatura Libros numerados, Indice 1, B (equivalencia, Sección III, serie 12, libro manuscritos numerados 002).

 

  1. Sobre el “Libro de memoria anterior… “Por encargo del cabildo es sacado y corregido el año de mil quinientos ochenta y uno desde el segundo día de enero para poder llevar la cuenta de las escrituras por el célebre humanista y teó­logo Rodrigo Dosma, canónigo de la catedral. que llamó «Yndice». Signatura. Libros numerados. Indice 1, C. (equivalencia, Sección III, serie 12, libro manuscrito 002).

ARCHIVO CATEDRALICIO

Lám 1. Vista del archivo

 

Tanto la primera y segunda ordenación silencia el local del archivo debido a las transformaciones experimentadas en la catedral durante el siglo XVI.

 

1665— “Yndice número 2 y memoria de las Bulas y demás papeles del Archivo”. 68 hojas, con un apéndice, que pone así al día a los anteriores. Signatura. Libros numerados nº 6. (equivalencia, Sección III, serie 12, libro manuscrito 006).

Esta ordenación del Archivo fue hecha, tras la utilización del mismo por parte de don Juan Solano de Figueroa, para la redacción de su obra: Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de Badajoz. El desorden que quedó, necesitaba corregir.

Encontramos la primera ubicación como tal del archivo capitular en las dependencias del claustro por orden del Obispo Marín de Rodezno (1681-1706) al designar las dos Salas capitulares, destinando a Archivo con una pequeña sala adosada aquella. En el 1957 ante la necesidad de agrandar la Sala capitular e instalar en ella el futuro museo catedralicio pasó al piso superior en dos salas una para los fondos y otra para los investigadores[3].

En el año 2007 el 31 de mayo se hace cargo el nuevo canónigo capitular Teodoro A. López López y lleva a cabo el traslado de los Archivos Eclesiásticos, sito en el antiguo Palacio Episcopal C/ Obispo Juan de Ribera nº 13, que fue comprado por la diócesis a la Obra Pía “Marín de Rodezno”, propiedad del cabildo catedral,

 

1710- Libro de inventario de los papeles del cabildo Canónico. Libros de autos capitulares , bulas pontificias, breves y ejecutorias… ”. 1571-1710. 8 fols. Signatura. Libros numerados nº 11. (equivalencia, Sección III, serie 12, libro manuscritos numerados nº 011).

 

  1. Indice de los papeles e instrumentos del Archivo de la Catedral de Badajoz.”. Miguel Lambea. Años 1826-1836. Signatura. Libros numerados nº 104. (equivalencia, Sección III, serie 12, Libros manuscritos numerados nº 104).

 

1750-1754Copia ad futuram de Varios Ynstrumentos y privilegios de esta Santa Iglesia de Badajoz, pedida por el cabildo, que no se encuentra”. En 2010 se consigue un facsimil del original”. Ascensio de Morales se proponía demostrar con base documental los derechos de la   Corona al Patronato sobre los obispados y catedrales. Signatura. Libros numerados nº 7 (equivalencia, Sección III, serie 12, libros manuscritos numerados 007)[4].

 

1754—.Inventario/ general de Privilegios, Bulas y demás instrumentos hallados en los Archivos de esta santa Iglesia C, y /Ciudad de Badajoz”. Ascensio de Morales. 117 fols. Existen dos manuscritos uno en la sección de Códices del A.C.B Signatura 833. Desconocemos dicha sección. Y otro en la sección Consejo de Castilla, del mismo archivo, sin signatura, de donde lo tomó Rodríguez Amaya, afirma Pedro Rubio[5].

 

S/F. Yndice y memoria de todas las Bulas, Breves, Ejecutorias y papeles tocantes al Cabildo Canónico”, S. XVIII. ACB. Signatura 374, núm. 5124. (equivalencia, Sección III, serie 12, Mixtura, leg. 374, nº 5124).

 

  1. “Memoria de los libros, papeles e instrumentos que tiene la   Iglesia para su uso. Idem de los libros que se hallan en el coro y librería para cantar el oficio divino”. Francisco de Paula Truxillo. ACB. Signatura 19, núm. 289. (equivalencia, Sección III, serie 12 Mixtura, leg. 19, nº 289).

 

  1. El saqueo del Archivo por las tropas anglo-lusitanas de Wellington en el 1812 ocasionó que gran parte de los documentos fue trasladada a Portugal y recupera­da, en parte, por el cabildo al final de la contienda[6].

 

Consta que en 1810 era Archivero D. José Gabriel Martínez y poco después, todavía en el primer cuarto del siglo XIX fueron entregados al Vicario General, D. Gabriel Blazquez Prieto, documentos que habían desaparecido con motivo de la Revolución Francesa (sic=Guerra de Independencia). Al comienzo de la segunda mitad del mismo siglo se emiten autos de oficio para averiguar el hurto de un paquete de bulas sustraído al Archivo.

 

1841? Indice de los libros y legajos de contaduría. ACB. Signatura 208, núm. 4048. (equivalencia, Sección III, serie 12, Mixtura, Leg. 208, nº 4048).

 

  1. Nueva ordenación de los fondos a cargo de don Juan de Mustra, procontador del cabildo, tras el nuevo expolio por los «Comisionados de amortización» ocurrida el 1841,

El 8 de setiembre de 1847 el Cabildo comisiona a Juan Mustra para que coordine los papeles del archivo y la secretaría capitular, que desde la guerra de la Independencia o quizás antes se hallaban en estado de dislocación Pronto da cuenta en estos términos: “tengo la satisfacción de poner en su conocimiento se queden ya clasificados, enlegajados y colocados con el mayor orden y regularidad que ha sido posible; ahora falta practicar la ordenación interior de los legajos, y poner a principio de cada uno el índice de los documentos que contiene; esto a pesar de ser una operación que exige mucho tiempo, ofrezco dedicar a V.S.I. y dedicar a ella el tiempo que me permitan otras ocupaciones. Aprovecho esta ocasión para hacer presente V.S.I que, si el archivo ha de conservarse clasificado conforme actualmente se halla, deberá en los sucesivo ser manejado por una sola persona, llevando esta un libro de registro para que siempre que se saque un documento, además de la autorización de V.S.I para ello, firme el sujeto que lo extraiga el correspondiente recibo. Badajoz 15 de Mayo de 1848” Juan Mustra[7]. Leg. 282, nº 4819) (equivalencia, Sección III, serie 12 Mixtura, Leg. 282, nº 4819)

 

1900? S/F. “Relación por orden alfabético de nombres de los testamentos existentes en el Archivo”. Principio de siglo XX). ACB. Signatura 208, núm. 4098. (equivalencia, Sección III, serie 12, Mixtura, Leg.208, nº 4098).

 

  1. 1900. “Libro en que se extractan, señalando el legajo en que se encuentran todos los documentos pertenecientes al Archivo de la Santa Iglesia Catedral de Badajoz. Año 1900”. Anónimo. ACB. Signatura 107, 363 fols. (equivalencia, Sección III, serie 12, Mixtura, nº 107).

 

Bajo las ocho primeras letras del alfabeto se agrupan en legajo, número de expediente y año con un total de 6141 libros o documentos por orden cronológico del siguiente modo: A (1-15), B (1-43). C (1-78) D (1-4573), E (1-347), F (1-148), G (1-476), H (1-377) y X (1-62). Termina a final con un índice completísimo de los   documentos.

 

Al margen y a lápiz, lleva una tabla de equivalencia con la asignatura moderna o del fichero de los documentos afirman algunos, pero esta muy lejos de la realidad. Sirva de ejemplo el nº 4543 que trata de las vidrieras del Canónigo donante D. José Doncel, mientras que en el fichero tiene la nueva signatura nº 4543 se refiere a los capellanes de corro para que entreguen al cabildo un arca de legajos. Así podíamos citar otros casos.

 

En cuanto al índice final de contenido en la letra Abad se incluye obras pías, bulas, clerizones, conventos….. de embarazoso manejo.

 

Me atrevería a presentarlo como un libro muy bien encuaderno que recoge datos informativos sobre los documentos existentes como afirmaría el 1841 D. Juan Mustra que tendría que hacer otros archiveros.

 

  1. 1901.   Inventario musical. Anónimo. Fondos musicales, sección IV, serie 17.

 

  1. Catálogo musical. Rafael Jiménez Rubio. Manuscrito Fondos musicales sección IV, serie 17.

 

1940— Don Fernando Castón, archivero, redacta un fichero completo utilizando el libro de 1900.

 

Sobre el fichero de Fernando Castón Durán dice Pedro Rubio: “aunque anónimo, puede ser atribuido sin margen de error a este benemérito archivero, que dedico cerca de treinta años, según queda dicho a la redacción paciente y meticulosa de cerca de 14. 000 fichas catalográficas de cada uno de los documentos del archivo, que distribuyó en secciones nominales, cuyo contenido dejó   sin clasificar. A pesar de este error, el fichero resulta hoy en día utilísimo para el trabajo diario en el archivo[8].

 

Nos atrevemos a afirmar que la realización material de dicho fichero fue llevada a cabo por el segureño Fernando Montero Granero, pendolista del Ayuntamiento en perfecta caligrafía y con cartulina “ad hoc”   que se conservan en seis archivadores, que han sido informatizados el año 2009 y completado hasta 11080 documentos 11080 [9].

 

  1. “Guía del archivo de la Santa Iglesia Catedral de Badajoz” por Pedro Rubio Merino, Beneficiado Archivero. (1953-1966)[10].

 

El autor en la serie de pergaminos recoge la documentación relativa a la catedral desde su erec­ción el 1255 hasta el año 1802, omitiendo los pergaminos del siglo XIX y XX,

 

Comienza con una enumeración de los distintos inventarios, pasando a una descripción de secciones o series nominales dando origen a la confusión de archiveros e investigadores.

 

Las secciones y series reales son por orden alfabético son: Pergaminos, Actas Capitulares de cabildo pleno y de cabildo canónico. /Contaduría. Correspondencia/.   Fábrica. Mesa Capitular. Obras Pías. Subsidio, Excusado y Noveno. Colecciones de Cartas Reales, Pontificias, Eclesiásticas y otras. Libros manuscritos más notables., Puntos de Coro.

 

Los grupos o series nominales son: Archivo (Años 1691-1980. Expedientes, 41). Arte (Años 1642-1980. Exp. 56). Censos (Años 1642-1980. Exp. 56). Civil (Años 1361-1979). Docs. En orden cronológico). Clero catedral (Exp. de provisión , en orden cronológico). Consueta (Años 1521-1979. en orden cronológico). Conventual (Años 1477-1863. Docs. De los conventos de la ciudad y de la diócesis, en orden cronológico). Culto (Años 1441-1979 Docs. en orden cronológico). Diezmos (Años 1781-1805. Libros 4). Episcopal (Años 1357-1979. Docs. en orden cronológico). Hacienda (Años 1380-1979. Docs. en orden cronológico). Hacienda Años 1564-1835. Libros 13). Histórico (Años 1335- 1930. Docs. en orden cronológico). Informaciones genealógicas (Años 1335-1833. Docs. en orden alfabético). Instituciones Reales (Años 1525-1834. Docs. en orden cronológico). Muchos de ellos en pergamino. (Equivalencia. Sección I, serie 1). Junta Diocesana (Años 1815-1834. Docs. en orden cronológico). Casi todo es de tipo económico. Jurídica (Años 1442-1944. Sentencias, pleitos etc. en orden cronológico). Capellanes de coro (Años 1681-1790. 14 libros de hacienda y 2 de cuentas). Nunciatura (Años 1587-1826. Correspondencia). Obras y reparaciones (Años 1542-1963. Docs. en orden cronológico). Palacio Episcopal (Años 1575-1978. Docs.). Parroquial (Años 1575-1956. Docs. en orden alfabético). Penales (Años 1440-1884. Docs. en orden cronológico). Pontificios. (Años 1313-2004. Docs. 60) Procesales (Años 1445-1857. Docs. en orden cronológico).). Pueblos. Docs. en orden alfabético). Seminario Diocesano (Años 1657-1951. Docs. en orden cronológico) y Varios (Años 1605-1835. Docs. en orden cronológico).

 

Todas las series nominales se ubican en una serie real, que hemos llamado Mixtura y se ha conservado en un campo informático de la Base de Datos – Access que sirve de orientación a los investigadores.

 

  1. 1998. Libros corales de la   Catedral de Badajoz. Estudio y catalogación por Carmelo Solís Rodríguez y Francisco Tejada Vizuete[11]. Libros 1-60. Estantería

 

  1. 2001. Guía de los Archivos de la Iglesia en España. 3 folios. El Archivo de la Catedral de Badajoz por Carmelo Solís Rodríguez, archivero capitular. Al señalar los fondos y colecciones cae en el mismo error que su antecesor mezclando las secciones o series reales con las nominales.

ORGANIGRAMA   GENERAL

Leyenda: Secciones/Series/Legajos o Cajas/Nº de expte. o U.D./Años/Descripción/Compacto/Cra/Situación/Balda

 

La organización de los archivos requiere una previa clasificación de los fondos documentales, después se ordenan o agrupan en SECCIONES Y SERIES.

 

Sección es el conjunto de documentación producida por una gran Institución, cualquiera que sean los organismos con los que funcionan o en los que se encuentran divida en razón de las distintas actividades desarrolladas por ella.

 

Series son los grupos documentales producidos por cada uno de los organismos pertenecientes a la entidad mayor o superior y de la que forma parte dentro del organismo de la Institución.

 

Unidad documental es el expediente o documento aislado o unipersonal. Estos documentos se agrupan en Unidades de archivo, que son los legajos o cajas.

 

Legajos o cajas, Años extremos, Descripción de los documentos breve y concisa, que llegan a ser un inventario o catálogo, que pronto se publicará. Compacto o armarios sobre raíles dirigidos manualmente. Cara   A y B. Situación, izquierda, centro o derecha y Baldas.

ORGANIGRAMA   I

Organigrama Ia

Organigrama Ib

Organigrama Ic

Organigrama II

Organigramas III y IV

Organigrama V

PECULARIEDADES

Las cinco series señaladas se complementan en las series Mixtura y Libros numerados, como sigue:

Series Serie Mixtura Serie   Libros numerados
Pergaminos Secc. 1 Series 1. Leg. 8 nº 8 y leg. 7, nº 321
Cartas Reales Sección I Series 5. Mixtura Congregación de obispos     nº 125, 126, 127, 128,129,130, 131,132,133,134,135,136,137,138,139,140,141,142,143, y 144.
Fábrica. Sección II. Series 7 Leg. 84, 85, 86, 87, 92, 93,95,96,98,99,100,101,102,104,107,   108, 109, 110, 111, 112, 113, 114, 115,116,117 y 119 Nº 023,032,044050,078, 090,102
Mesa Capitular. Sección II Series 8. Leg.84, 87, 90,91,92, 94, 97, 98,102, 103 y 104 Nº 031,035, 036, 037, 043, 048,049,061,062,067, 068, 071, 073, 077, 079, 082 y 085
Obras Pías. Sección II Series 9. Leg 87, 88, 89, 91, 92, 93, 94, 95, 96 y 103 Nº 028, 033, 070, 080, 091, 092, 093 y 101

nombramiento de patriarca

Lám 2. Bula del Papa Pio IV

                                      

ADDENDA

 

BULAS DE NOMBRAMIENTO DE JUAN DE RIBERA, PATRIARCA DE ANTIOQUIA.

 

Completamos con las Bulas del segundo y último nombramiento de Juan de Ribera, obispo de Badajoz, como Patriarca de Antioquia que carecíamos en el archivo capitular de la catedral y ahora mi gratitud y complacencia a los maestros que han hecho posible que vea luz este trabajo de investigación, trascripción y traducción. El expediente pontificio original se encuentra en Archivo Secreto Vaticano, Registros Vaticanos 2006, ff. 107r-114v.

 

  1. La trascripción paleográfica ha sido realizada gentilmente por la Doctora Doña María Desamparado Cabanes Pecourt, catedrática de Ciencias y Técnicas Historiográficas, y especialista en Paleografía de Historia Medieval en la Universidad de Zaragoza, valenciana de cuna y vecina a un tiro de piedra del Colegio del Corpus Christi de Valencia, en donde reposa los restos mortales del Patriarca..

 

En notas anexas expone que en los números   volados, después de doble barra(//), está indicado el número de folio en su inicio, en negrita alguna palabra dudosa, entre [ ] las restituciones de palabra o sílaba supuestas o corregidas por equivocadas. Encuentra una dudosísima puntuación, advirtiendo que el registrador vaticano no aparece muy fuerte en latín, pues hay palabras   no muy correctas respecto al latín clásico.

 

 

Texto Latino transcrito

 

1568, abril 30. Roma

Archivo Secreto Vaticano, Reg. Vat. 2006, ff. 107r-114v

//179Pro Reverendissimo Don Joanne, episcopo pacense in Patriarcham Antiochienum. Pleito promoto Ecclesiae Patriarchalis Antiochiene.

\Cae: Glorierius/

Pius, etc. Venerabili fratri Johanni, episcopo Pecense in Patriarcham Antiochienum electo. Salutem et apostolicam benedictionem. Onerosa pastoralis officii cura, nobis licet immeritis dispositione Summi Pastoris, qui pro suis ovibus animam suam posuit, demandata mentem nostram iugi pulsat instantia ut ad celerem ecclesiarum omnium presertim patriarchalium pastorum solatio destitutarum provisionem solertius intendamus, ne ob diutinam earum vacationem oves relictae dispergantur sed pastores soliciti eis praeficiantur per quorum circunspectionem providam et providentiam circunspectam Ecclesiae ipsae multiplicibus proficiant incrementis. Dudum siquidem provisiones ecclesiarum omnium tunc vacantium et in antea vacaturarum ordinationi et dispositioni nostrae reservavimus, decernentes ex tunc irritum et inane si secus super his \per quoscumque/ quavis auctoritate scienter vel ignoranter contingeret attemptari. Postmodum vero ecclesia patriarchali Antiochiena cui bonae memoriae Ferdinandus patriarcha Antiochienus dum viveret presidebat, per obitum eiusdem Ferdinandi patriarchae, qui extra Romanam Curiam debitum naturae persolvit pastoris solatio destituta, Nos vacatione hac fidedignis relatibus intellecta ad provisionem eiusdem ecclesiae celerem et felicem de qua nullus preter nos hac vice se intromittere potuit sive potest reservatione et decreto obsistentibus supradictis, ne ecclesia ipsa longae vacationis exponatur incommodis, paternis et solicitis studiis intendentes, post deliberationem quam, cum fratribus nostris habuimus diligentem, demum ad te Episcopum Pacensem, consideratis grandium virtutum meritis quibus illarum largitor Altissimus personam suam multipliciter insignivit, et quod tu qui dilecti filii nobilis viri Petri Afan de Ribeira, ducis de Alcala et Neapolis proregis natus, et in Theologia magister \acta aetate (legitima) constitutus es et/ Ecclesiae Pacensi huc usque laudabiliter prefuisti pro ut praees, scies, voles et poteris eandem Ecclesiam Antiochienam auctore Domino salubriter regere et feliciter gubernare, direximus oculos nostre mentis intendentes igitur tam eidem Ecclesiae Antiochienae quam eius gregi dominico salubriter providere de persona tua nobis et eisdem fratribus ob tuorum exigentiam meritorum accepta eidem ecclesiae Antiochienae de eorumdem fratrum consilio Apostolica auctoritate providemus teque illi in patriarcham preficimus et pastorem, curam et administrationem ipsius Ecclesiae Antiochienae tibi in spiritalibus et temporalibus plenarie comittendo. Ita tamen quod propter hoc prefatae Ecclesiae Pacensis praeesse non desinas, sed utriusque earundem Antiochienae et Pacensis ecclesiarum in simul verus praesul et pastor existas firma spe fiduciaque conceptis quod gratia Domini tibi assistente propicia dicta Ecclesia Antiochiena per tuae circunspectionis industriam et studium fructuosum regetur utiliter et prospere dirigetur ac grata in eisdem spiritalibus et temporalibus suscipiet incrementa.

Volumus autem quod antequam regimini et administrationi dictae Ecclesiae Antiochienae te in aliquo immisceas in manibus venerabilium fratrum nostrorum Cordubensis et Giennensis episcoporum seu alterius eorum professionem fidei catholicae iuxta unam expresse facias et fidelitatis debitae solitum prestes iuramentum, iuxta alteram, formas quas sub bulla nostra mittimus introclusas; quibus episcopis et utrique eorum per alias nostras litteras ut ipsi vel eorum alter a te professionem fidei ac nostro et Romanae Ecclesiae nomine iuramentum hoc recipiant seu recipiat, tuae vero fraternitati per haec scripta mandamus quatenus eiusdem Antiochienae Ecclesiae curam et administrationem praedictas sic solicite geras et fideliter prosequaris, quod exinde fructus quos speramus proveniant ipsaque Antiochiena Ecclesia gubernatori provido et fructuoso administratori gaudeat se comissum, et bonae famae tuae odor et laudabilibus tuis actibus latius difundatur, tuque praeter aeterne retributionis praemium, nostram et apostolicae sedis benedictionem et gratiam exinde uberius valeas promereri. Ac etiam volumus quod postquam presentes literas habueris expeditas ad prefatam Ecclesiam Antiochienam te conferas et resideas personaliter in eadem.

Data Romae apud Sanctum Petrum anno Incarnationis Dominicae millesimo quingentesimo sexagesimo octavo, pridie kalendas maii, pontificatus nostri tercio.

\Cae: Glorierius/

SIMILI MODO:

[Pius, etc.] Venerabili fratri Johanni, episcopo Pacense in patriarcham Antiochienum electo. Salutem et apostolicam benedictionem. Apostolicae sedis consueta clementia ne dispositiones per eam de patriarchalibus et aliis ecclesiis pro tempore factae valeant quomodolibet impugnari, sed personae ad eas promovendae illis puro corde et sincera conscientia presidere possint remedia, pro ut convenit adhibet opportuna. Cum itaque Nos hodie Ecclesiae Antiochienae ad presens certo modo pastoris solatio destitutae de persona tua, nobis et fratribus nostris ob tuorum exigentiam meritorum accepta, de fratrum eorumdem consilio auctoritate Apostólica providere, teque illi in patriarcham et pastorem praeficere intendamus Nos, ne si forsan aliquibus sententiis, censuris et penis ecclesiasticis ligatus sis, provisio et praefectio praedictae valeant propterea invalidae reputari providere volentes, te a quibusvis excomunicationis, suspensionis et interdicti aliisque ecclesiasticis sententiis, censuris et penis a iure vel ab homine quavis occasione vel causa latis, si quibus quomodolibet innodatus existis, ad hoc duntaxat ut provisio et praefectio praedictae //181 et singulae literae apostolicae desuper conficiendae suum sortiantur effectum auctoritate predicta, tenore presentium absolvimus et absolutum fore nuntiamus, non obstante constitutione et ordinatione apostolicis ac dictae Ecclesiae Antiochienae iuramento, confirmatione Apostólica vel quavis firmitate alia roboratis, statutis et consuetudinibus ceterisque contrariis quibuscumque. Nulli ergo omnino hominum liceat hanc paginam nostrae intentionis, absolutionis, nuntiationis et voluntatis infringere vel ei ausu temerario contraire. Si quis etc.

Data Romae apud Sanctum Petrum anno etc. millesimo quingentésimo sexagésimo octavo, pridie kalendas maii, pontificatus nostri anno tertio.

\Cae: Glorierius/ SIMILI MODO:

[Pius, etc.] Venerabili fratri Johanni, episcopo Pacense in patriarcham Antiochenum electo. Salutem et apostolicam benedictionem. Sincerae devotionis affectus \quem/ ad nos et Romanam geris Ecclesiam promeretur ut votis tuis, quantum cum Deo possumus, favorabiliter annuamus. Hodie siquidem Ecclesiae Antiochienae certo tunc expresso modo pastoris solatio destitutae de persona tua, nobis et fratribus nostris ob tuorum exigentiam meritorum accepta, de fratrum eorumdem consilio auctoritate Apostolica duximus providendum, praeficiendo te illi in patriarcham et pastorem; volentes quod postquam litteras ipsas super provisione et praefectione huiusmodi habeas expeditas, ad predictam Ecclesiam /Antiochienam/ te conferres et personaliter resideres apud illam, prout in nostris inde confectis literis //I81v plenius continetur. Cum autem, sicut accepimus, tu ad dictam Ecclesiam Antiochienam, quae in partibus infidelium consistit, commode nequeas te conferre nec apud eam personaliter residere, nos volentes te praemissorum meritorum tuorum intuitu favore prosequi generoso, tuis in hac parte supplicationibus inclinati, tibi quod apud Ecclesiam Pacensem cui etiam praeesse dignosceris residendo ad Ecclesiam Antiochienam praedictam accendere et apud illam personaliter residere minime tenearis, priori voluntate nostra praedicta ac contitutionibus et ordinationibus Apostolicis, necnon dictae Ecclesiae Antiochienae iuramento, confírmatione Apostolica vel quavis firmitate alia roboratis, statutis et consuetudinibus ceterisque contrariis nequaquam obstante auctoritate praedicta tenore presentium de speciali gratia indulgemus. Nulli ergo omnino hominum liceat hanc paginam etc. Si quis etc.

Data Romae apud Sanctum Petrum anno Incarnationis Dominicae millesimo quingentésimo sexagésimo octavo, pridie kalendas maii, pontificatus nostri anno tertio.

\Cae: Glorierius/

SIMILI MODO:

[Pius, etc.] Venerabili fratri Joanni, episcopo Pacensi in patriarcham Antiochenum electo. Salutem et apostolicam benedictionem. Sincerae devotionis affectus quem ad nos et Romanae geris Ecclesiam promeretur ut votis tuis quantum cum Deo possumus favorabiliter annuamus. Cum itaque Ecclesiae Antiochienae certo tunc expresso modo //182 pastoris solatio destitutae de persona tua, nobis et fratribus nostris ob tuorum exigentiam meritorum accepta, de fratrum eorumdem consilio auctoritate Apostolica duxerimus providendum, praeficiendo te illi in patriarcham et pastorem ac tibi quod apud Ecclesiam Pacensem cui etiam tunc praeeras residendo ad Ecclesiam Antiochienam predictam accedere et apud illam personaliter residere minime tenereris, indulserimus prout in diversis nostris inde confectis literis plenius continetur. Nos volentes te praemissorum meritorum tuorum intuitu favore prosequi gratiae amplioris tuis in hac parte supplicationibus inclinati tibi quod vivificae Crucis vexillum ubicumque locorum etiam extra Pacensem diocesim ante te iuxta iuris communis dispositionem anteferri facere libere et licite valeas quibusvis etiam iuramento, confirmatione Apostólica vel quavis firmitate alia roboratis, statutis et consuetudinibus ceterisque contrariis nequaquam obstante auctoritate predicta tenore presentium de speciali gratia indulgemus. Nulli etc. Si quis etc.

Data Romae apud Sanctum Petrum anno Incarnationis Dominicae millesimo quingentésimo sexagésimo octavo, pridie kalendas maii, pontificatus nostri anno tertio.

\Cae:   Glorierius/

SIMILI MODO:

[Pius, etc.] Venerabili fratri Johanni, episcopo Pacensi in patriarcham Antiochienum electo. Salutem et apostolicam benedictionem. Divina supereminens largitas nonnunquam in multis sic suae gratiae dona diffundit // 182v ut etiam defectum natalium patientes per suarum virtutum merita defectum supplentes eundem mereantur ad dignitatum culmina promoveri. Cum itaque nos hodie Ecclesiae Antiochienae certo tunc expresso modo pastoris solatio destitutae de persona tua, nobis et fratribus nostris ob tuorum exigentiam meritorum accepta, de fratrum eorumdem consilio auctoritate Apostólica provideri teque in patriarcham et pastorem praeficere intendamus, Nos sperantes quod tu qui ut accepimus defectum natalium ex dilecto filio nobili viro Petro Afán de Ribera, duce de Alcalá, Neapolis prorege, et soluta seu coniugata aut alias pateris ac Ecclesiae Pacensae ex dispensatione Apostólica preesse dignosceris per grandia virtutum merita quibus circumfultus existis et alia tibi affutura suffragia eidem Ecclesiae Antiochienae eris authore domino multipliciter fructuosus motu proprio non ad tuam vel alterius pro te nobis super hoc oblatae petitionis instantiam sed de nostra mera liberalitate, tecum ut eidem Ecclesiae Antiochienae in patriarcham praefici et praeesse, illamque in spiritualibus et temporalibus regere et gubernare ac munus consecrationis suscipere et illo uti libere et licite valeas defectu predicto ac Pictaviensis concilii et quibusvis aliis constitutionibus et ordinationibus apostolicis, necnon dictae Ecclesiae Antiochienae //183 iuramento, confirmatione Apostólica vel quavis firmitate alia roboratis, statutis et consuetudinibus ceterisque contrariis ne quaquam obstante dicta auctoritate tenore presentium de specialis dono gratiae dispensamus. Nulli etc. Si quis etc.

Data Romae apud Sanctum Petrum anno etc. Ut supra [Incarnationis Dominice millesimo quingentésimo sexagésimo octavo, pridie kalendas maii, pontifícatus nostri anno tertio].

\Cae: Glorierius/ SIMILI MODO

[Pius, etc.] Venerabilibus fratribus Cordubensis et Giennensis episcopis. Salutem et apostolicam benedictionem. Cum nos hodie Ecclesiae Antiochienae certo tunc expresso modo pastoris solatio destitutae de persona venerabilis fratris nostri Joannis episcopi pacensi in patriarcham Antiochenum electi nobis et fratribus nostris ob suorum exigentiam meritorum accepta de fratrum eorumdem consilio Apostólica auctoritate duxerimus providendum, preficiendo ipsum illi in patriarcham et pastorem prout in nostris inde confectis literis plenius continetur. Nos ipsius Joannis electi in partibus illis degentis ne propter hoc ad Sedem Apostolicam accedendo personaliter laborare cogatur volentes par(cere] laboribus et expensis fraternitati vestrae per apostolica scripta mandamus quatenus vos vel alter vestrum ab eodem Joanne electo fidei catholicae professionem ac nostro et Romanae Ecclesiae nomine fidelitatis debitae solitum iuramentum recipiatis seu recipiat iuxta formas presentibus introclusas ac professionis quam ídem Johannes electus faciet et iuramenti quod prestabit formas huiusmodi nobis de verbo ad verbum per eius //183v patentes literas suo sigillo munitas per proprium nuntium quantocitius destinare curetis professionis autem fidei forma haec est:

 

Ego Johannis, electus in Patriarcham Anthiochienum firma fide credo et profiteor omnia et singula quae continentur in symbolo fidei, quo Sancta Romana Ecclesia utitur in missa videlicet «Credo in Deum patrem omnipotentem factorem celi et terrae, visibilium omnium et invisibilium. Et in unum dominum Jesum Christum, Filium Dei unigenitum. Et ex Patre natum ante omnia sécula. Deum de Deo, lumen de lumine, Deum verum de Deo vero. Genitum, non factum, consubstantialem Patri per quam omnia facta sunt. Qui propter nos homines et propter nostram salutem descendit de caelis. Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine et homo factus est. Crucifíxus etiam pro nobis, sub Pontio Pilato passus et sepultus est. Et resurrexit tertia die secundum scripturas. Et ascendit in caelum, sedet ad dexteram Patris. Et iterum venturus est cum gloria iudicare vivos et mortuos; cuius regni non erit finis. Et in Spiritum Sanctum, Dominum et vivificantem, qui ex Patre Filioque procedit. Qui cum Patre et Filio simul adoratur et conglorifícatur; qui locutus est per prophetas. Et unam sanctam catholicam et apostolicam Ecclesiam. Confíteor unum baptisma in remissionem peccatorum. //184 Et expecto resurrectionem mortuorum. Et vitam venturi seculi. Amen».

 

Apostolicas et ecclesiasticas traditiones reliquasque eiusdem ecclesie «observationes» et constitutiones firmissime admitto et amplector. Item Sacram Scripturam iuxta eum sensum quem tenuit et tenet Sancta Mater Ecclesia cuius est iudicare de vero sensu et interpretatione Sanctarum Scripturarum admitto nec eam unquam nisi iuxta unanimem consensum patrum accipiam et interpretabor. Profíteor quoque septem esse vere et proprie sacramenta novae legis a Jesu Christo domino nostro instituta atque ad salutem humani generis licet non omnia singulis necessaria, scilicet Baptismum, Confirmationem, Eucharistiam, Penitentiam, Extremam Unctionem, Ordinem et Matrimonium illaque gratiam conferre et ex his Baptismum, Confirmationem et Ordinem sine sacrilegio reiterari non posse. Receptos quoque et approbatos Ecclesiae Catholicae ritus in supradictorum omnium sacramentorum solemni administratione recipio et admitto. Omnia et singula quae de pecato originali et de iustificatione in sacrosancta Tridentina Synodo diffinita et declarata fuerunt, amplector et recipio. Profíteor pariter in missa offerri Deo verum, proprium et propiciatorium sacrifícium pro vivis ac defunctis atque in Sanctissimo Eucharistico Sacramento esse vero realiter et substantialiter Corpus et Sanguinem unacum anima et divinitate Domini Nostri Jesu Christi fierique conversionem totius substantiae panis in corpus et totius substantiae vini in //184v sanguinem, quam conversionem Catholica Ecclesia Transubstantionem appellat. Fateor etiam sub altera tantum specie totum atque integrum Christum verumque Sacramentum sumi. Constanter teneo purgatorium esse animasque ibi detentas fidelium suffragiis iuvari. Similiter et Sanctos confíteor unacum Cristo regnantes venerandos ac invocandos esse eosque orationes pro nobis Deo offerre atque eorum reliquias venerandas ese. Firmiter assero imagines Christi ac Deipare semper Virginis necnon aliorum Sanctorum habendas et retinendas esse atque eis debitum honorem ac venerationem impartiendam. Indulgentiarum etiam potestatem a Cristo in Ecclesia relictam fuisse illarumque usum christiano populo maxime salutarem esse affirmo. Sanctam Catholicam et Apostolicam Romanam Ecclesiam omnium Ecclesiarum matrem et magistram agnosco, Romanoque Pontifici Beati Petri, apostolorum principis successori ac Jesuchristi vicario veram obedientiam spondeo ac iuro. Cetera item omnia a Sacris Canonibus et Ecumenicis Conciliis ac precipue a sacrosancta Tridentina Synodo tradita, diffinita et declarata indubitanter recipio atque profíteor; simulque contraria omnia atque hereses quascunque ab Ecclesia damnatas et reiectas et anathematizatas ego pariter damno, reiicio et anathematizo. Hanc veram catholicamque fidem extra quam nemo salvus esse potest quam in presentí sponte profíteor et veraciter teneo, eandem integram et inviolatam usque ad extremum vitae spiritum constantissime //185 Deo iuvante retinere et confiteri atque a meis subditis teneri, doceri et predicari quantum in me erit curaturum, ego, idem Johannes electus, spondeo, vendo ac iuro. Sic me Deus adiuvet et haec Sancta Dei Evangelia.

 

Forma vero iuramenti est ita: Ego Johanes, electus in Patriarcham Anthiochenum, ab hac hora in antea fidelis et obediens ero Beato Petro Sanctaeque Apostolicae Romanae Ecclesiae ac domino nostro, domino Pio papae V suisque successoribus canonice intrantibus. Non ero in consilio, consensu vel facto ut vitam perdant aut membrum, seu capiantur, aut in eos manus violenter quomodolibet ingerantur, vel iniurae aliquae inferantur quovis quaesito colore. Consilium vero quod mihi credituri sunt per se aut nuncios seu litteras ad eorum damnum me sciente nemini pandam. Papatum Romanum et regalia Sancti Petri adiutor eis ero ad retidendum et defendendum contra omnem hominem. Legatum Apostolicae Sedis in eundo et redeundo honorifice tractabo et in suis necessitatibus adjuvabo. Iura, honores, privilegia et auctoritatem Romanae Ecclesiae, domini nostri Papae et seccessorum praedictoum conservare, defendere, augere et promovere curabo. Nec ero in consilio, facto vel tractatu, in quibus contra ipsum dominum nostrum vel eadem Romanam Ecclesiam aliqua sinistra vel praeiudicialia personarum, iuris, honoris, status et potestatis eorum machinentur. Et si talia a quibuscumque procurari novero vel tractari, inpediam hoc pro posse et quantocius potero commode significabo eidem domino nostro vel alteri per quem ad ipsius notitiam perveniat. Regulas Sanctorum Patrum, decreta, ordinationes, sententias, dispositiones, reservationes, provisiones et mandata apostolica totis viribus observabo et faciam ab aliis observari; haereticos, scistamicos et rebelles domino et successoribus praedictis, pro posse persequar et impugnabo. Vocatus ad Sinodum veniam nisi praepeditus fuero, praepeditione canonica, apostolorum limina, Romana Curia existente[12] citra, singulis annis, ultra vero montes singulis bienniis per me ipsum visitabo, et si post primam visitationem personaliter factam aliquo legitimo impedimento prepeditus personaliter venire non potero per aliquem fidum nuntium de gremio meae ecclesiae aut alium in dignitate constitutum seu alias personatum habentem et de statu ecclesiae bene instructum qui vice mea apostolico conspectui [se] presentare et de legitimo impedimento huiusmodi saltem per iuramentum legitimum fidem facere teneatur id adimplebo. Possessiones vero ad mensam meam pertinentes non vendam neque donabo neque impignorabo neque de novo infeudabo vel aliquo modo alienabo etiam cum consensu capituli Ecclesiae meae inconsulto Romano Pontifice. Et si ad aliquam alienationem devenero, penas in quadam super hoc edita constitutione contentas eo ipso in[currere] volo. Sic me Deus adiuvet et haec Sancta Dei Evangelia.

\Data Romae apud Sanctum Petrum anno Domini millesimo quingentésimo sexagésimo octavo, pridie kalendas maii pontificatus nostri anno tertio/.

\Cae. Glorierius/ SIMILIMODO:

[Pius, etc.] Venerabili fratri Johanni, episcopo Pacense in patriarcham electo. Salutem et //186 apostolicam benedictionem. Personam tuam nobis et Apostolicae Sedi devotam, tuis exigentibus meritis, paterna benevolentia prosequentes, illa tibi, favorabiliter concedimus quae tuis commoditatibus fore conspicimus opportuna. Cum itaque nos hodie Ecclesiae Patriarchali Antiochiene certo tunc expresso modo pastoris solatio destitutae de persona tua, nobis et fratribus nostris ob tuorum exigentiam meritorum accepta, de fratrum eorumdem consilio Apostólica auctoritate duxerimus providendum, praeficiendo te illi in patriarcham et pastorem prout in vestris inde confectis literis plenius continetur. Et sicut accepimus tempore provisionis et praefectionis predictarum nonnulla indulta et facultates etiam testandi etiam usque ad quamcumque sumam tibi Apostólica auctoritate concessa extiterint prout existunt Nos te premissorum meritorum tuorum intuitu generoso favore prosequi volentes et a quibusvis excomunicationis, suspensionis et interdicti aliisque ecclesiasticis sententiis, censuris et poenis a iure vel ab homine quavis occasione vel causa latis si quibus quomodolibet innodatum existís ad effectum praesentium duntaxat consequendum harum serie absolvendum, et absolutum fore censentes motu proprio non ad tuam vel alterius pro te nobis super hoc oblatae petitionis instantiam sed de nostra mera liberalitate tecum ut et postquam in vim provisionis et prefectionis //186v predictarum pacifícam possesionem seu quasi regiminis et administrationis dictae Ecclesiae Antiochienae ac illius bonorum seu maioris partis eorum assecutus fueris et munus consecrationis susceperis omnibus et singulis indultis et facultatibus etiam testandi huiusmodi tibi Apostólica auctoritate quomodolibet concessis etiam unacum dicta Ecclesia Antiochiena quamdiu illi praefueris uti libere et licite valeas generalis concilii et aliis constitutionibus et ordinationibus apostolicis ac dictae Ecclesiae Antiochienae iuramento, confirmatione apostolica vel quavis fírmitate alia roboratis, statutis et consuetudinibus ceterisque contrariis ne[qua]quam obstante dicta auctoritate tenore presentium de specialis dono gratiae dispensamus, decernentes propterea indulta et facultates haec extincta non esse irritum quoque et inane si secus super his a quoquam quavis auctoritate scienter vel ignoranter contigerit attemptari. Nulli ergo omnino hominum liceat hanc paginam nostrae absolutionis, dispensationis, et deceat infringere vel ei ausu contraire. Si quis etc.

Data   Romae   apud   Sanctum   Petrum   anno   etc.   millesimo   quingentésimo sexagésimo octavo, pridie kalendas maii, pontifícatus nostri anno tertio. P. episcopus. (…)

 

 

  1. La traducción española del Doctor Padre José Antonio Gonçalves, profesor de lenguas clásicas en Ebora (Portugal), especialista en latín eclesiástico y párroco en la vecina ciudad de Elvas.

 

 

BULAS DE NOMBRAMIENTO DEL PATRIARCA DE ANTIOQUÍA

 

Pío, etc. Al venerable hermano Juan, obispo de Badajoz, elegido como Patriarca de Antioquía; salud y bendición apostólica. La pesada mejora del oficio pastoral, a Nos inmerecidamente confiada por disposición del Sumo Pastor que dio la vida por sus ovejas con permanente tesón, estimula nuestra mente de la forma más eficaz, para que volvamos a un urgente abastecimiento de todas las iglesias, especialmente las patriarcales, privadas de la presencia de pastores, para que las ovejas abandonadas no se dispersen debido a su prolongada ausencia; sino para que sean puestos al frente de ellas pastores diligentes por cuya vigilancia prudente y atenta disposición, esas mismas Iglesias progresen hacia las más variadas dotaciones. En efecto, hace mucho tiempo que reservamos a nuestro criterio e interés, el abastecimiento de todas las iglesias hasta entonces vacantes y que de ahí en adelante fuesen ocupadas, determinando que desde entonces quede nulo y sin efecto lo que acerca de esto se intente hacer de manera diferente, sea consciente o inconscientemente, sea por quien fuera y con la autoridad que fuese. Ahora bien, una vez destituida de la presencia de Pastor la Iglesia Patriarcal de Antioquía que presidió en vida el Patriarca de Antioquía, Fernando, que en paz descanse; por fallecimiento del mismo Patriarca Fernando que murió fuera de la Curia romana, Nos hemos tenido conocimiento de esta vacante por medio de relatos fidedignos. Y en relación al rápido y feliz nombramiento para la referida Iglesia, en relación al cual nadie, además de Nos, podía o puede entrometerse por impedimento del arriba citado decreto y reserva y para que esa misma Iglesia no quede expuesta a las molestias de una prolongada ausencia, analizando el asunto con celo paternal y solícito después de la deliberación diligente que tuvimos con nuestros hermanos, volvemos al fin los ojos de nuestra mente hacia ti, Obispo de Badajoz, considerados los méritos de tus grandes virtudes con las cuales el Altísimo, dispensador de ellas, señaló tu persona de las más variadas maneras y porque tú que eres hijo del predilecto hijo e noble señor Pedro Afán de Ribera, duque de Alcalá y virrey de Nápoles, tú que te convertiste en maestro en Teología después de alcanzada la mayoría de edad y que hasta ahora estuviste al frente de la Iglesia de Badajoz y que todavía estás; sabrás, querrás y podrás regir saludablemente y gobernar favorablemente la referida Iglesia de Antioquía con la ayuda de Dios. Pretendiendo pues proveer tanto la mencionada Iglesia de Antioquía como el rebaño del Señor que en ella está con tu persona que nosotros y nuestros referidos hermanos aceptamos porque tus méritos así lo exigen.

 

Te nombramos para dicha Iglesia de Antioquía, según el parecer de estos hermanos y con la Autoridad Apostólica, te colocamos al frente de ella como Patriarca y Pastor, confiándote plenamente su mejora y administración de la misma, tanto en las cuestiones espirituales como en las temporales. No obstante, esto se hará de tal manera que tú por causa de esto, no dejes de estar al frente de la mencionada Iglesia de Badajoz, pero serás simultáneamente verdadero prelado y pastor de ambas Iglesias de Antioquía y de Badajoz, siendo así porque la esperanza y la confianza, nos dan la convicción de que, asistiéndote la favorable gracia del Señor, la mencionada Iglesia de Antioquía será provechosamente regida y prósperamente dirigida por el celo de tu vigilancia y por tu entregada dedicación y aún recibirá inestimables mejoras tanto en lo espiritual como en lo temporal.

 

Queremos, sin embargo, que tú, antes de acometer la dirección y administración de la citada Iglesia de Antioquía, vayas junto a nuestros venerables hermanos, obispos de Córdoba y de Jaén, o al menos de uno de ellos y por un lado, hagas profesión de la fe católica y prestes el acostumbrado juramento de fidelidad debida y por otro, recites las fórmulas que enviamos adjuntas a nuestra bula, ordenando a ambos obispos, a través de otra carta nuestra, que ellos mismos, o al menos uno de ellos, reciban de ti en nuestro nombre y en el de la Iglesia de Roma, la profesión de fe y este juramento. No obstante, ordenamos a tu fraternidad, por medio de este documento; que de tal manera ejecutes y fielmente prosigas la arriba mencionada mejora y administración de la Iglesia de Antioquía que con ello se obtengan los frutos que esperamos. Y que la misma Iglesia de Antioquía se alegre con el gobernador precavido y el administrador útil y ventajoso que le fue confiado, que el aroma de tu buena fama se difunda por doquier en virtud de tus loables acciones y que tú, además del premio de la vida eterna, puedas por ello obtener aún más merecidamente nuestra bendición y gracia y también la de la Sede Apostólica. Queremos aún que, después de enviar esta carta a la referida Iglesia de Antioquía, te dirijas hacia allí y residas personalmente en ella.

 

Fecha en Roma, junto a San Pedro, el día 30 de Abril del año de la Encarnación del Señor de 1568, tercer año de nuestro pontificado.

 

(1) DEL MISMO MODO

 

(Pío, etc.) Al venerable hermano Juan, obispo de Badajoz, elegido como Patriarca de Antioquía, salud y bendición apostólica. La habitual clemencia de la Sede Apostólica, tal y como conviene, recurre a los oportunos remedios, a fin de que las disposiciones por ella tomadas de acuerdo con las circunstancias, respecto de las iglesias patriarcales y otras iglesias, no vengan a ser impugnadas de cualquier manera, para que las personas a ellas promocionadas puedan estar al frente de las mismas con pureza de corazón y recta conciencia. Pretendiendo Nos hoy, con la Autoridad Apostólica y el consejo de nuestros hermanos, hacer que la Iglesia de Antioquía que en el momento presente está como privada del consuelo de un pastor, sea promocionada por tu persona, aceptada por nosotros y por nuestros hermanos porque tus méritos así lo exigen y colocarte al frente de ella como patriarca y pastor, siendo nuestra voluntad dar conformidad, aun en el caso de que puedas estar afectado por algunas sentencias, censuras y penas eclesiásticas y para que la referida provisión y nombramiento no puedan considerarse inválidas por causa de ello; a tenor del presente documento te absolvemos de cualquier sentencia eclesiástica de excomunión suspensión o prohibición, así como de otras sentencias, censuras y penas eclesiásticas, jurídicas y personales dictadas en cualquier circunstancia y por cualquier causa si de algún modo incurriste en ellas; solamente para este fin: que la referida provisión y nombramiento y cada una de las cartas apostólicas dadas por orden superior surtan su efecto por la mencionada autoridad; y hacemos saber que quedarás absuelto ante cualquier constitución, confirmación apostólica o cualquier otra resolución, tanto como ante cualesquiera estatutos y costumbres u otras cosas que sean contrarias. A nadie, por tanto, le será lícito infringir u oponerse temerariamente a este texto de nuestra pretensión, absolución, declaración y voluntad. Si alguien . . . etc.

 

Fechada en Roma, junto a San Pedro, el año de la Encarnación del Señor de mil quinientos sesenta y ocho, 30 de Abril, tercer año de nuestro pontificado.

 

(2) DEL MISMO MODO

 

(Pío, etc.) Al venerable hermano Juan, obispo de Badajoz, elegido como Patriarca de Antioquía, salud y bendición apostólica. El afecto y la sincera devoción que tienes por nosotros y por la Iglesia de Roma, justifican que correspondamos favorablemente a tus deseos, tanto cuanto nos es posible con la ayuda de Dios. Hoy efectivamente con la Autoridad Apostólica y por consejo de nuestros hermanos, decidimos que era necesario proveer la Iglesia de Antioquía, que hasta ahora estaba en cierto modo privada del consuelo de un pastor como tu persona, que aceptes por nosotros y por los mencionados hermanos, porque tus méritos así lo exigen, colocándote al frente de ella como patriarca y pastor, queriendo nosotros que tú, después de que vinieras a tener en tu poder ya aprobada la propia carta de provisión y nombramiento, te desplazases para la referida Iglesia de Antioquía y que ahí residieses personalmente tal como se contiene de manera más pormenorizada en nuestra carta entonces escrita. No obstante, tal como admitimos, no pudiendo tú desplazarte cómodamente para la dicha Iglesia de Antioquía, situada en territorio de infieles ni residir en ella personalmente; nosotros queriendo gratificarte con generoso favor, en atención a tus referidos méritos, proclives a tus súplicas en este punto concreto, por la precitada autoridad, con especial gracia y de acuerdo con la esencia de este documento, te concedemos que, residiendo tú en la Iglesia de Badajoz de la que continúas como jefe, no te sientas de ninguna manera obligado a dirigirte a la referida Iglesia de Antioquía ni a residir personalmente en ella, a pesar de nuestra voluntad anteriormente mencionada y las constituciones y preceptos Apostólicos de dicha Iglesia de Antioquía, corroboradas por juramento, confirmación apostólica o por cualquier otra resolución, estatutos, costumbres y otras cosas que sean contrarias. A nadie, por tanto, sea lícito infringir u oponerse a este texto, etc. Si alguien . . . etc.

 

Fechada en Roma, junto a San Pedro, el año de la Encarnación del Señor de mil quinientos sesenta y ocho, 30 de Abril, tercer año de nuestro pontificado.

 

(3) DEL MISMO MODO

 

(Pío, etc.) Al venerable hermano Juan, obispo de Badajoz, elegido como Patriarca de Antioquía, salud y bendición apostólica. El afecto y la sincera devoción que tienes por nosotros y por la Iglesia de Roma, justifican que correspondamos favorablemente a tus deseos, tanto cuanto nos es posible con la ayuda de Dios. Siendo así y habiendo nosotros decidido, con la autoridad Apostólica y por consejo de nuestros hermanos que era necesario proveer a la Iglesia de Antioquía, que hasta ahora estaba en cierto modo privada del consuelo de un pastor, con tu persona, aceptada por nosotros y por los referidos hermanos porque tus méritos así lo exigen, colocándote al frente de ella como patriarca y pastor y residiendo tú en la Iglesia de Badajoz que hasta ahora presidías, te concedemos que no te sientas obligado de manera alguna a dirigirte a la mencionada Iglesia de Antioquía ni a residir en ella personalmente en ella, tal y como se indica de manera más pormenorizada en diversas cartas nuestras entonces escritas. Queriendo gratificarte con el favor de una gracia mayor en atención a tus referidos méritos, proclives a tus súplicas en este punto concreto; por la precitada autoridad, con especial gracia y de acuerdo con la esencia de este documento, te concedemos que libre y lícitamente puedas hacer que el estandarte de la cruz redentora sea llevado delante de ti por todos los lugares, incluso fuera de la diócesis de Badajoz, según la disposición del derecho común frente a cualesquiera cosas corroboradas por juramento, confirmación apostólica o por cualquier otra resolución, estatutos, costumbres u otras cosas que sean contrarias. A nadie . . . etc. Si alguien . . . etc.

 

Fechada en Roma, junto a San Pedro, el año de la Encarnación del Señor de mil quinientos sesenta y ocho, 30 de Abril, tercer año de nuestro pontificado.

 

(4) DEL MISMO MODO

 

(Pío, etc.) Al venerable hermano Juan, obispo de Badajoz, elegido como Patriarca de Antioquía, salud y bendición apostólica. La grandiosa libertad divina siempre distribuye a mucha gente los dones de su gracia, de tal manera que los que incurren en el impedimento de generación, al superar ese mismo impedimento con los méritos de sus virtudes, merecen ser promocionados a las dignidades más elevadas. Así, pretendiendo Nos hoy, con la autoridad Apostólico y por consejo de nuestros hermanos, hacer que la Iglesia de Antioquía que hasta ahora está como privada del consuelo de un pastor, sea promocionada con tu persona, aceptada por nosotros y por nuestros hermanos porque tus méritos así lo exigen, y colocarte al frente de ella como patriarca y pastor, a ti que, tal como sabemos, incurres en el impedimento de generación, porque nacido del dilecto hijo y noble señor, Pedro Afán de Ribera, duque de Alcalá y virrey de Nápoles y de mujer soltera o casada con otro, pero que aun así por concesión apostólica continuas como jefe de la Iglesia de Badajoz, teniendo la esperanza de que vengas a dar, con la ayuda del Señor, mucho fruto en la referida Iglesia de Antioquía, debido a los grandes méritos de tus virtudes a los que te encuentras inclinado y a otras cualidades que has de revelar, Nos, de motu propio y no a petición tuya ni por encargo de otra persona que nos fuese presentada en tu favor acerca de este asunto, sino por nuestra libre decisión, por la precitada autoridad, con especial gracia y de acuerdo con la esencia de este documento, te concedemos que puedas, como patriarca, presidir y estar al frente de la referida Iglesia de Antioquía, regirla y gobernarla tanto en lo espiritual como en lo temporal, recibir el ministerio de la consagración y usarlo libre y lícitamente a pesar del impedimento citado ad supra y cualesquiera otras constituciones y reglamentos apostólicos del concilio de Poitiers como de la Iglesia de Antioquía, confirmadas por juramento, confirmación apostólica o cualquier otra resolución, estatutos, costumbres y otras cosas contrarias. A nadie . . . etc. Si alguien . . . etc.

Fechada en Roma, junto a San Pedro, el año de la Encarnación del Señor de mil quinientos sesenta y ocho, 30 de Abril, tercer año de nuestro pontificado.

 

(5) DE IGUAL MODO

 

(Pío, etc.) A los venerables hermanos obispos de Córdoba y de Jaén, salud y bendición apostólica. Habiéndonos decidido hoy, con la autoridad apostólico y por consejo de nuestros hermanos, que era necesario proveer a la Iglesia de Antioquía que hasta ahora estaba, en cierto modo, privada del consuelo de un pastor con la persona de nuestro venerable hermano Juan, obispo de Badajoz, elegido para patriarca de Antioquía, aceptada por nosotros y por nuestros referidos hermanos porque sus méritos así lo exigen, colocándolo al frente al frente de ella como patriarca y pastor, tal como contiene de manera más pormenorizada en nuestra carta entonces escrita, nosotros queriendo ahorrar a nuestro referido electo Juan que vive en esos territorios, los sacrificios y gastos de verse obligado a causa de esto a enfrentar las molestias de desplazarse personalmente a la Sede Apostólica, enviamos a vuestra fraternidad, por medio este documento apostólico para que ambos, o al menos uno de vosotros; recibáis del mencionado electo Juan, en nuestro nombre y en el de la Iglesia de Roma la profesión de fe católica y el acostumbrado juramento de fidelidad debida, según la fórmula aquí incluida y que procuréis, lo más rápidamente posible, enviarnos, por medio de un mensajero particular, la citada fórmula de profesión que el referido electo Juan hará y la fórmula de juramento que él prestará, palabra a palabra, por medio de una carta abierta suya provista con su sello. Así pues, la fórmula de fe es ésta:

 

“Yo, Juan, elegido para patriarca de Antioquía, con fe firme creo y profeso todos y cada uno de los artículos que se contienen el símbolo de la fe que la Santa Iglesia de Roma usa en la misa, a saber: Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado; consubstancial al Padre. Por él fueron hechas todas las cosas. Y por nosotros, los hombres, y para nuestra salvación descendió de los Cielos. Y encarnó por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen María y se hizo hombre. También por nosotros los hombres fue crucificado bajo Poncio Pilatos; padeció y fue sepultado. Resucitó al tercer día conforme a las escrituras y subió a los Cielos, donde está sentado a la derecha del Padre. De nuevo ha de venir en su gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor que da la vida, que procede del Padre y del Hijo y con el Padre y el Hijo es alabado y glorificado: Él que habló por los Profetas. Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica. Profeso un solo bautismo para absolución de los pecados y espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo que ha de venir. Amén.

Firmemente admito y abrazo las tradiciones apostólicas y eclesiásticas y otros preceptos y constituciones de la misma Iglesia. También acepto las Sagradas Escrituras de acuerdo con aquel sentido que siempre sustentó y sustenta la Santa Madre Iglesia, a quien pertenece juzgar el verdadero sentido e interpretación de las Sagradas Escrituras, ni nunca voy a aceptarla ni interpretarla sino no es de acuerdo con el consentimiento unánime de los Padres de la Iglesia. También profeso que existen verdadera y debidamente siete Sacramento de la nueva ley, instituidos por Jesucristo Nuestro Señor y necesarios para la salvación del género humano, aunque no todos sean necesarios para todos, a saber: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Extremaunción, Orden y Matrimonio y que confieren la gracia. Y que de éstos, el Bautismo, la Confirmación y la Orden no pueden ser repetidos sin sacrilegio. También acepto y admito los ritos de la Iglesia Católica adoptados y aprobados para la administración solemne de todos los referidos sacramentos. Acepto y adopto todas y cada una de las cosas que fueron definidas y declaradas en el sagrado Concilio Tridentino sobre el pecado original y la justificación. Profeso, igualmente, que en la Misa es ofrecido a Dios un verdadero, propio y propiciatorio sacrificio para los vivos y los muertos y que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía existe, verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto al Alma y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo y que se produce una transformación de toda la substancia del pan en el Cuerpo y de toda la substancia del vino en la Sangre, transformación ésta que la Iglesia Católica denomina Transubstanciación. Confieso también que bajo cualquiera de las dos especies, Cristo es recibido completo y existe un verdadero Sacramento. Estoy firmemente convencido de que existe un Purgatorio y que las almas ahí retenidas con ayudadas por los sufragios de los fieles. Del mismo modo confieso también que los santos que reinan con Cristo deberán ser honrados e invocados y que ellos ofrecen oraciones a Dios por nosotros y que sus reliquias deberán ser veneradas. Firmemente afirmo que las imágenes de Cristo, de la Madre de Dios, siempre Virgen, y de otros Santos deben ser mantenidas y conservadas y que les debe ser dada la debida honra y veneración. También afirmo que el poder de indulgencias fue dejado por Cristo en la Iglesia y que el uso de ellas es muy saludable para el pueblo cristiano. Reconozco a la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana como la madre de todas las iglesias y prometo y juro verdadera obediencia al Romano Pontífice, Sucesor de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles y Vicario de Jesucristo. Acepto sin ningún género de dudas y profeso todas las otras cosas transmitidas, definidas y declaradas por los Sagrados Cánones, Los Concilios Ecuménicos y particularmente por el Santo Concilio Tridentino; y al mismo tiempo condeno, rechazo y anatematizo todas las cosas contrarias y todas las herejías condenadas, rechazadas y anatematizadas por la Iglesia. Esta fe verdadera y católica, fuera de la cual nadie puede salvarse que ahora profeso libremente y que verdaderamente mantengo, yo, electo Juan, me comprometo, prometo y juro mantenerla y profesarla íntegra e inviolable con la más firme constancia y con la ayuda de Dios hasta mi último soplo de vida y que será mantenida, enseñada y proclamada, en la medida de lo posible, por mis súbditos. Así me ayuden Dios y estos Santos Evangelios de Dios”

 

La fórmula del juramento es así:

 

“Yo, Juan, elegido para patriarca de Antioquía, a partir de este momento seré fiel y obediente a San Pedro y a la Sede Apostólica de la Iglesia Romana, así como a nuestro señor Papa Pío IV y a sus sucesores canónicamente elegidos. No tomaré parte en consejo, plan o hecho que vengan a perder la vida o algún miembro, contra se venga a levantar violentamente en rebelión, sea de la manera que fuere o contra vengan a lanzar injurias bajo cualquier pretexto. El plan que ellos me hayan de confiar por sí mismos, a través de sus mensajeros o por carta, al saberlo, a nadie revelaré en perjuicio de ellos. Seré partidario de ellos con el único objeto de defender el Papado Romano y las cosas Regias de San Pedro contra todo hombre. Trataré honradamente al legado de la Sede Apostólica en su llegada y en su partida y lo ayudaré en sus necesidades. Me ocuparé de defender, aumentar y promover los derechos, las honras y los privilegios de la Iglesia Romana, de nuestro señor Papa y de los mencionados sucesores. No tomaré parte en consejo, plan o acción donde se maquinen cualesquiera perversidades y cosas perjudiciales contra nuestro proprio señor o la Iglesia Romana relativas a sus personas, su derecho, honra, estatuto y poder. Y si supiese que tales cosas son practicadas o intentadas, lo impediré lo mejor que pueda y lo más rápidamente posible, lo notificaré a nuestro propio señor o a otra persona por medio de la que la noticia pueda llegar hasta él. Observaré con todas las fuerzas haré que otros observen las reglas de los Santos Padres, los decretos, ordenanzas, sentencias, disposiciones, reservas, provisiones y órdenes apostólicas; perseguiré y combatiré a los herejes, cismáticos y los que se rebelan contra el mencionado señor y sus sucesores.

 

Una vez llamado al Sínodo, asistiré de no estar imposibilitado por impedimento canónico. Si la Curia Romana quedase en la parte de acá de los Alpes, haré la visita Limina Apostolorum todos los años, pero si quedase de la parte de allá de estas montañas, la haré cada dos años, realizándola por mi personalmente, y si después de la primera visita hecha personalmente, me encontrase impedido por alguna causa legítima y no pudiera realizarla personalmente, lo haré por un fiel mensajero del gremio de mi Iglesia o por medio de otro digno de confianza, o en su defecto por otra persona que tenga representación y que ostente convenientemente de un cargo de la Iglesia y que esté obligado a presentarse ante el examinador apostólico y dar fe de ese legítimo impedimento mediante al menos por medio de un juramento legítimo. Las propiedades que pertenezcan a mi mesa, no las venderé, ni las donaré, ni las hipotecaré, ni posteriormente las enfeudaré ni siquiera con el consentimiento del Cabildo de mi Iglesia, sin consultar antes con el Romano Pontífice. Y si yo incurriese en alguna enajenación, quiero por este motivo sufrir las penas que están contenidas en alguna disposición decretada al respecto de este delito. Así me ayuden Dios y sus Santos Evangelios”

 

Fechada en Roma, junto a San Pedro, el año de la Encarnación del Señor de mil quinientos sesenta y ocho, 30 de Abril, tercer año de nuestro pontificado.

 

(6) DEL MISMO MODO

 

(Pío, etc.) Al venerable hermano Juan, obispo de Badajoz, elegido para Patriarca; salud y bendición apostólica. Honrando con paterna benevolencia a tu persona, a nosotros y a la Sede Apostólica tan dedicada, porque tus méritos así lo exigen, te concedemos favorablemente aquellas cosas que consideramos van a ser oportunas para tu comodidad. Habiendo nosotros decidido hoy, junto a la Autoridad Apostólica y por consejo de nuestros hermanos, que era necesario proveer a la Iglesia Patriarcal de Antioquía que hasta ahora estuvo en cierto modo, privada del consuelo de un pastor como tu persona, aceptada por nosotros y por nuestro referidos hermanos, porque tus méritos así lo exigen; colocándote al frente de ella como patriarca y pastor, tal y como se expresa de forma más pormenorizada en nuestra carta entonces escrita y tal y como nos consta. Conteniendo, de hecho, además de la referida provisión y nombramiento, algunos indultos y facultades, incluso, de hacer testamentos sin límite de cantidad que te fueron concedidas por la Autoridad Apostólica. Nos, en atención a tus referidos méritos, queriendo honrarte con generoso favor y considerando, sólo a efectos del presente documento, que debes ser absuelto de cualesquiera sentencias eclesiásticas de excomunión, suspensión y prohibición. Así como de otras sentencias, censuras y penas eclesiásticas jurídicas y personales, dictadas en cualquier circunstancia y por cualquier causa si de algún modo incurriste en ellas; y dándote por absuelto del conjunto de estos delitos, de motu propio y no a petición tuya, ni a petición de otra persona que nos fuese presentada en tu favor acerca de este asunto, sino por nuestra libre voluntad, por la precitada autoridad con especial gracia y de acuerdo con la esencia de este documento además de por la fuerza de que por la referida provisión y nombramiento alcanzarás la posesión pacífica del gobierno y administración de la citada Iglesia de Antioquía y de sus bienes o de la mayor parte de ellos y recibir el ministerio de la consagración, te concedemos que puedas usar libre y lícitamente todos y cada uno de los indultos y facultades, incluso la de hacer testamentos independientemente del modo en que te hayan sido concedidos por la Autoridad Apostólica además de por la citada Iglesia de Antioquía, mientras estuvieras al frente de ésta, frente a otras constituciones y ordenanzas apostólicas del Concilio General o de la Iglesia de Antioquía, confirmadas por juramento, confirmación apostólica o cualquier otra resolución, estatutos, costumbres y otras contingencias contrarias, decretando por ello que estos indultos y facultades no se han extinguido como cosa sin valor y sin efecto se ocurriese que alguien, consciente o inconscientemente, intentase actuar de manera diferente respecto a esto; fuese con la autoridad que fuese. A nadie, por tanto, sea lícito ni conveniente infringir ni enfrentarse temerariamente a este texto de nuestra absolución y concesión. Si alguien . . . etc.

 

Fechada en Roma, junto a San Pedro, el año de la Encarnación del Señor de mil quinientos sesenta y ocho, 30 de Abril, tercer año de nuestro pontificado.

 

         [1] Rubio Merino, Pedro. Guía del Archivo de la Santa Iglesia Catedral de Badajoz . Revista de Estudios Extremeños. Año 1974. pág. 5.

[2] Santos Coco, Francisco. Documentos del Archivo-Catedral   de Badajoz. Centro de Estudios Extremeños. Badajoz 1927. Trascripción. Nº I-XII Tomo I, 1927   págs 79-201, 259-293; Nº XIII –XV,   Tomo VIII, 1934, págs. 423-429; Nº XVI- XIX Tomo XIX, págs. 87-95, 1936.

 

[3] Modélica instalación de los fondos de pergaminos. Año 1961.

 

[4] Rodríguez Amaya, Esteban. Inventario general de los Archivos de la S.I. Catedral y Ciudad de Badajoz, formado por D. Ascensio Morales en 1753-1754.   Revista de Estudios Extremeños, VIII-2, I-IV, 1952. Dice autor: ”Tomamos estos documentos del encarecimiento   de la Colección de Documentos que sirven de Compulsa a la Crisis Histórica de Badajoz.

[5] Rubio Merino, o.c. pág. 10.

[6] López López, Teodoro Agustín. XLI Coloquios Históricos de Extremadura. Págs. 405-429. Año de 2012

[7] Archivo .Capitular de Badajoz.. Leg. 282, nº 4819

 

[8] . Rubio Merino, Pedro. Guía general-Inventario analítico del Archivo en La Catedral de Badajoz 1255-2005. pags 728-741.

 

[9] En la Persecución religiosa (1936-39) se origino, al parecer, más confusión en la documentación que destrozo, aunque pudieron desaparecer algunos documentos; los ocupantes del Palacio Episcopal buscaban otro tipo de papeles en el Erario.

 

[10] Revista de Estudios Extremeños. Diputación Provincial de Badajoz. Año de 1974, pás. 5-25.

[11] Separata del Volumen IV de las Memorias de la Real   Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo 1998. págs. 327-384.

 

[12] El texto pone la palabra exeunte. Pudeira ser mla copiada de la palabra existente.

Sep 042015
 

Carlos Marín Hernández**. El museo, entendido como institución permanente en la que se custodian, exhiben e investigan para fines educativos, de contemplación y de estudio una colección de piezas de relevante naturaleza cultural, volcado en su utilidad pública, es un concepto propio de la Contemporaneidad reciente. Tras tímidas e imperfectas tentativas, fue la creación de las Comisiones Provinciales de Monumentos Históricos y Artísticos en 1844 la que vino a asentar las bases de la institucionalización para la conservación del Patrimonio Histórico mueble y la red museística de España, una disposición que para Alegre Ávila mereció la consideración de “primera gran regulación orgánica” del Patrimonio Histórico[1]. Estos organismos, conocidos a secas como Comisiones de Monumentos y forjados en torno a las élites sociopolíticas provinciales (presididos por los Jefes Políticos, primero, y por los Gobernadores Civiles, después), funcionarían hasta las primeras décadas del siglo XX como supremos apoderados de toda la política cultural en su feudo provincial. A las Comisiones de Monumentos se les transfirió en 1844 la práctica totalidad de posibilidades de intervención sobre el Patrimonio Histórico nacional (mueble e inmueble) para su gestión directa, siendo la vertiente que más nos interesa la fundación y el fomento de Museos Provinciales. La atención que estos centros merecen cobra verdadera carta de naturaleza en 1865, en un nuevo Reglamento de las Comisiones, cuando se estipula que serían de dos clases, de Bellas Artes y de Antigüedades (Arqueológicos, se entiende), ligados al destino de su respectiva Comisión de Monumentos: éstas se encargarían del acopio del Patrimonio mueble y, por medio de dos de sus integrantes, que harían las veces de Conservadores, de la catalogación de sus fondos, de su exhibición y del mantenimiento corriente del establecimiento en el que se ubicaran. Figura 1                   Figura 1 Fig. 1. El Instituto de Segunda Enseñanza en 1915, sede del primigenio Museo de Cáceres (AHMCC, Fondo fotográfico).

Así quedó fijada, a grandes rasgos y salvando modificaciones posteriores de pequeña entidad, la legislación de los Museos Provinciales en España hasta los albores del siglo XX. Así también se intentó hacer cumplir en la ciudad de Cáceres con su respectivo establecimiento museístico provincial, donde múltiples condicionantes mediatizaron todo su devenir institucional, unos orígenes que aún se mantienen inéditos o cuanto menos no narrados con la debida extensión y análisis en la bibliografía extremeña[2]. Afincado desde 1933 en la Casa de las Veletas, ni su ubicación, ni su disputada titularidad fue siempre la misma. En 1898 y por orden de su claustro, una pequeña colección de piezas quedaba instalada como Museo Arqueológico Escolar en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cáceres, ubicado entonces en el antiguo noviciado de los jesuitas [Fig. 1]. Muy pronto la Comisión de Monumentos pretendió su patrocinio, según le amparaban (a su parecer) las disposiciones legales citadas, iniciándose un contencioso para el que no se encontró solución hasta 1917, cuando obtuvo la declaración de utilidad pública como Museo Provincial de Bellas Artes y fue entregado a una Junta de Patronato encargada de su cuidado. El discurrir histórico durante esas dos décadas de lo que acabaría siendo el Museo Provincial de Cáceres, la crónica de los enfrentamientos y los desengaños, pero también de los empeños y las conquistas en la preservación de los caudales históricos, artísticos y arqueológicos de Extremadura, es el objeto del presente estudio.

  1. Génesis y desarrollo de la disputada e inestable titularidad

Las tensiones y los enfrentamientos con otras instituciones públicas es un problema consustancial a la historia fundacional de muchos centros museísticos en España. Ante la imposibilidad de sus promotores para encontrar el local adecuado, por no gozar de las infraestructuras y dimensiones necesarias o no poder costear su compra o alquiler, tratan de ubicarlo en locales que han de ser compartidos con otros entes públicos, lo que ocasiona conflictos con quienes los administran y pretenden su disfrute exclusivo. Nada menos que tres décadas debió permanecer el Museo de la Comisión de Cáceres constreñido entre unas pocas dependencias del Instituto, en una coexistencia con las funciones y actividades docentes del centro que durante largo tiempo no fue precisamente pacífica.   1.1. El Museo Arqueológico Escolar del Instituto Los hechos que precipitan los acontecimientos se retrotraen a septiembre de 1898. Reunido en claustro, el profesorado del Instituto de Cáceres acepta la propuesta oficiada por uno de los concurrentes para fundar entre sus dependencias un Museo Arqueológico Escolar. La propuesta parte del entonces Catedrático de Geografía e Historia del centro, Gabriel Llabrés[3]. Sobre su cometido educativo, se entiende que la colección arqueológica coadyuvaría a la instrucción docente reforzando los contenidos teóricos inculcados, al modo de los clásicos gabinetes decimonónicos. De hecho, la colección que forma su primigenio inventario sale de un puñado de piezas numismáticas y arqueológicas pertenecientes a un desarmado Gabinete Arqueológico y Numismático instalado en 1864 en el mismo centro educativo, compradas por las mismas fechas al clérigo garrovillano Jerónimo de Sande Olivares y Calderón, una de las figuras más desdibujadas de la Arqueología extremeña[4]. Llabrés, con este conjunto, el mobiliario más elemental y la ayuda de otros profesores y alumnos del Instituto, instala pronto en el salón que antes ocupaba la clase de Dibujo la flamante colección escolar[5]. De todas las gestiones realizadas da parte Llabrés nada más ultimar su montaje a la Comisión de Monumentos, en noviembre de 1898, la que se ha mantenido al margen por haber sido refundada ese mismo mes[6]. No obstante y sin que su no implicación sirva de impedimento, la Comisión en pleno acuerda patrocinar el proyecto museístico, secundando el parecer expuesto de antemano por su Presidente el Gobernador Civil, José Muñoz del Castillo[7]. Muy significativa será también la opinión de su Presidente cuando al pronosticar su futuro enaltecimiento manifieste que no conviene su adscripción a la categoría de “Escolar”, pues “aunque en realidad lo sea, que se prescinda de tan modesto dictado por si llega a ser algo, con el tiempo”. Tomado su acuerdo, la Comisión de Monumentos aspira a ejercer en lo venidero un mecenazgo problemático, pues no se trata de un Museo Arqueológico Escolar en sino del Instituto, del cual depende en exclusiva administrativa y económicamente. Figura 2    Fig. 2. Piezas arqueológicas sueltas de la colección de Miguel Jalón y Larragoiti (AHMCC, Fondo Llabrés). Al cabo de un año, la Comisión de Monumentos presiente ya la intromisión de competencias que podría acarrear mantenerle su mecenazgo: “convenía que procediese [la Comisión] por su cuenta, pues si fomentaba el Museo de carácter escolar que el Instituto de 2ª enseñanza pensó establecer, llegaría un día en que en realidad pudiéndole a ella caber la mayor parte, no se supiese a quién pertenecía el Museo”[8]. Pero acertar con el local adecuado en el que acomodarlo fuera de los muros del Instituto no es una opción viable económicamente. La alternativa que conciben es buscar su mejor acondicionamiento posible en el mismo edificio, lo que desata la controversia con su recién nombrado Director, Manuel Castillo[9]. El Instituto se aviene a cederle a la Comisión un determinado local, sin uso, y dos integrantes de la Comisión se desplazan al centro para su inspección, el Gobernador Civil José Muñoz del Castillo y el Secretario de la institución Juan Sanguino, auxiliar supernumerario de la sección de Ciencias en el Instituto y, para añadir más trabas al contencioso, malavenido con su moderno Director[10]. Decepcionados, el reconocimiento del local no les parecerá adecuado y el problema se enquista al ser el único ofrecido. Figura 3 Fig. 3. Tableros con objetos arqueológicos de las inmediaciones de Alconétar, en la colección de Vicente Paredes (Mélida, 1924) La implicación de las autoridades gubernamentales abre un resquicio para el entendimiento mutuo. Aprovechando las obras de reparación que se acometerían con vistas a evitar la ruina inminente que amenazaba a la planta superior del Instituto, el Gobernador Civil se dirige al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes y le expone la necesidad de realizar las obras pertinentes para contar en el edificio con un local propio, amplio y funcional en el que alojar el pretendido Museo Provincial. Con las obras en fase de preparación, el acuerdo no será posible. En agosto de 1901 se publica el Real Decreto que reorganiza los Institutos de Segunda Enseñanza del país, que pasan a denominarse Generales y Técnicos. En su articulado, la normativa decreta el aumento del número de cátedras docentes, una reforma que según el parecer del Director genera una mayor necesidad de habitaciones para uso educativo, con lo cual no se podría destinar a Museo Provincial ninguno de los locales que la Comisión de Monumentos solicitara. La estupefacción de los comisionados, que se niegan a aceptar sus pretextos, hace que varios de ellos se desplacen de nuevo al Instituto en compañía del arquitecto competente para ver si ante un examen detenido hay o no espacio para alojar en él las salas del Museo Provincial, como así resulta. No se cita en ningún momento, pero es razonable pensar que entre ellos figuraran el Presidente del organismo, el Vicepresidente y su Secretario (el Gobernador Civil, Publio Hurtado y Sanguino)[11]. Para salvaguardar su opinión de una nueva negativa tanto del Director del Instituto como de su claustro, la Comisión de Monumentos intenta reclamar su derecho al local buscando el aval de los senadores y diputados de la provincia. Del mismo modo, cuando la Comisión sabe de la publicación del Real Decreto de 25 de octubre de 1901, que trae nuevos vientos para la definición constitutiva de los Museos Provinciales en España, remiten al Ministerio de Instrucción Pública un cumplido telegrama con el que buscan no tanto elogiar su labor al frente de su departamento como reiterarle sus preocupaciones[12]. Paradójicamente, esos vientos renovadores que trae el decreto para la red de museos del país, devienen en aire viciado en lo tocante al normal funcionamiento de la Comisión de Monumentos. Su articulado reforma la composición de individuos ligados a estos organismos. Entre otros colectivos, para avivar más el fuego del litigio, también los Directores de los Institutos Generales y Técnicos se integrarían a partir de entonces en las Comisiones de Monumentos. Es precisamente la asunción de los postulados del Real Decreto la que motiva que la Comisión de Monumentos llame a sesión un 30 de noviembre de 1901, en la que Castillo lima asperezas con la institución y da su consentimiento para almacenar en el Instituto las colecciones del futuro Museo Provincial, siempre en espera del remate de las obras de reforma del edificio, las que habrían de separar sin lugar a equívocos los límites de habitabilidad. Finiquitadas en el otoño de 1902, la Comisión se traslada a sus reformadas estancias inaugurales para celebrar una sesión, muy concurrida, durante la que rebrota la discordia[13]. Cuando se procede a leer en público la lista de objetos que Llabrés ha entregado a Sanguino para la formación del Museo Provincial, Castillo pregunta si son los reunidos en su momento para el Museo Arqueológico Escolar, pues de ser así debía ser el claustro del Instituto el que aprobara su trasvase al que ahora se pretendía instaurar. Por si fuera insuficiente, critica enérgicamente que la Comisión haya ocupado en el edificio para tal fin un espacio mayor del que cree estrictamente necesario. Es más, por falta de habitaciones disponibles, Castillo había ordenado ya la ocupación de ciertas salas destinadas al Museo Provincial en los planos de obras; al mismo tiempo, había ordenado franquear el paso a otra de sus estancias, o levantar tabiques con puertas en las crujías que también ocupaba, a fin de instalar allí gabinetes y cátedras. El Museo, en definitiva, había sido arrinconado a las estancias más deficientes del edificio, desprovisto incluso de acceso independiente. Los malos modos con los que Castillo enuncia su protesta y la ocupación de las estancias citadas originan una desapacible contestación de algunos vocales de la Comisión, que le reprochan no haber reclamado ante el Ministerio a su debido tiempo. La tensa atmósfera respirada por todos, impropia de una asamblea, aplaza la toma de todo acuerdo para la siguiente sesión, en la que las partes implicadas (Comisión e Instituto) aceptan la propuesta del conciliador Gobernador Civil José Muñoz del Castillo para extender un acta de concierto entre ambas. Terminaba así el primero de los disputados pulsos que las dos instituciones mantendrán a costa de un Museo Provincial que aún debería recorrer un largo camino para conocer su declaración oficial de utilidad pública.   1.2. El Museo de la Comisión de Monumentos Firmada el acta de concierto que Comisión e Instituto han extendido para encontrar una solución viable al conflicto, la declaración oficial del anhelado Museo Provincial será todavía una realidad remota. El organismo sabe que de su hacer depende ahora el aciago o próspero destino de su Museo, pues suyo será hasta que el Ministerio de Instrucción Pública no promulgue su utilidad pública en 1917. Hasta ver ese momento, durante años deplorará la Comisión de Monumentos el vacío legal en el que se encuentran sumidas sus colecciones y las promesas incumplidas de las oficinas estatales. Figura 4 Fig. 4. Colección arqueológico-artística del Museo Provincial en el Instituto (Blázquez Marcos, 1929). Aun así, mediante el convenio entre partes se han alcanzado al menos algunos acuerdos importantes. El Instituto ha aceptado la permanencia en el edificio de la colección museística, que se exhibe en la mejor apariencia posible en el postergado local del edificio. Para evitar indeseados equívocos, el Secretario Sanguino, por orden del claustro del Instituto, ha entregado los objetos con los que Llabrés había acondicionado el Museo Arqueológico Escolar y que la Comisión había detentado en concepto de depósito, realizando su devolución bajo inventario detallado. El cómputo de piezas que constituyen el recién instalado ahora se nutre con el catálogo que viene reuniendo por su cuenta y riesgo la Comisión en su labor privativa de recuperación del Patrimonio mueble provincial. En el mismo sentido, unos pocos meses después es la Real Academia de la Historia la que da su conformidad a que Sanguino acoja el título de Conservador, una designación que daba un espaldarazo a la consolidación institucional del proyecto museístico. Pero las embravecidas aguas sólo habían vuelto a su razonado cauce temporalmente. El 14 de mayo de 1903 publica Castillo un incendiario artículo en El Noticiero con el que rebrota la polémica. En su columna, firmada bajo el seudónimo Un vocal de la Comisión de Monumentos, vierte duras críticas sobre el organismo de Cáceres, al que achaca no haber llamado a sesión en todo 1903 y carecer de laboriosidad alguna. La reprimenda pública obliga a la Comisión a llamarle a capítulo en reunión convocada al efecto pocos días después, durante la que se exponen “mutuas y satisfactorias explicaciones sobre los conceptos que hubieran lastimado”. Aprovechando su asistencia, se le recuerda también que al claustro del Instituto debe someter las bases del convenio firmado el pasado año, en las que se rubrica el derecho de la Comisión a ocupar su local en el edificio. Como de rutina, la salida amistosa no es una solución viable. El claustro acordará por unanimidad mantener en su integridad el derecho del centro al uso de todo el edificio, cediendo únicamente para la exposición de las piezas reunidas por la Comisión el local que no tenga dedicación inmediata. La resolución destemplada del claustro obtiene entonces una respuesta semejante de la Comisión de Monumentos, que resuelve elevar al Ministerio de Instrucción Pública una demanda “pidiendo que se le entregue el local del Museo, tal y como figuraba en el proyecto de obras, y sin las adulteraciones en él introducidas”, así como expresarle “el deseo de la Comisión de que se le entregaran los objetos que de un modo indubitable le pertenecían”[14]. La determinación de la Comisión de Monumentos se le notifica también a la Real Academia de la Historia, en su búsqueda para granjearse apoyos institucionales, e incluso a la opinión pública local por medio del Diario de Cáceres, que en su edición del 13 de noviembre de 1903 reproduce la comunicación dirigida al Ministerio. Cuando vuelven a reunirse todos los implicados en el contencioso museístico, en el verano de 1904, el desencuentro es palmario[15]. Vetado a la Comisión de Monumentos el acceso a su local en el Instituto, o tal vez para acercar posturas en un terreno neutral, son citados a la reunión en el despacho del nuevo Gobernador Civil, Juan Fernández Vicente. Durante la asamblea, Castillo arremete contra la redacción del acta de la sesión anterior, nula, a su juicio, por haberse violado varios preceptos reglamentarios, como rehuir el número mínimo de vocales asistentes que establece el reglamento de las Comisiones de Monumentos o que la exposición remitida al Ministerio se haya tramitado con defectos de procedimiento. Tan sólo un concurrente quiso que constara en acta su adhesión a Castillo, el bibliotecario del Instituto Marcelino Gutiérrez[16]. Contestando cuidadosamente a las acusaciones del Director, el resto de comisionados asistentes participa de la discusión, a cuyo término se alcanzan reconciliadores acuerdos en firme, como la retirada de la instancia acusatoria elevada al Ministerio o el usufructo que se otorga a la Comisión para disponer de dos de sus salas en el Instituto mientras se trabaja en el traslado al edificio de la Diputación Provincial, que sería tanteada por una delegación del organismo para ubicar en él la colección museística. Como ya ocurriera en 1901, la mudanza no prospera con la facilidad que se piensa y las colecciones reunidas por la Comisión deben continuar instaladas por tiempo indefinido en su deficiente local del centro educativo. No obstante, el mutismo del que se hace gala en la documentación sobre cualquier tipo de polémica a tenor de su ubicación, unido al goteo de piezas que pasan a engrosar sus fondos, nos induce a pensar que el conflicto entre Comisión e Instituto se relajó por unos años[17]. Ya en 1908, la Comisión de Monumentos tropieza con que una de sus dos salas en el edificio ha sido ocupada para la impartición de las clases de Dibujo de la Escuela de Artes e Industrias, un desaire que resucita la controversia[18]. Castillo, presente en la sesión pertinente del organismo, tras solicitar repetidamente la impugnación del acta anterior por nuevos defectos de procedimiento, justifica sus acciones en atención al dominio exclusivo que, a su juicio y del claustro, detenta el centro sobre todas las instalaciones del edificio. Se desconoce si la Comisión de Monumentos recuperó la sala del Instituto que le pertenecía. En cambio, sí es seguro que su Museo continuó asfixiado entre las dependencias docentes, sin que fructifiquen los intentos del organismo para encontrarle un local externo más espacioso y práctico en el que arrancar su andadura autónoma. Resignada la Comisión, será la iniciativa estatal la que abra una vía para el adecuado desenlace de un litigio que duraba ya demasiado.   1.3. El Museo Provincial de Bellas Artes y su Junta de Patronato Para ver algo de luz al final del túnel que viene recorriendo desde 1902 como tutora de un Museo que, muy a su pesar, no goza de la debida declaración oficial como Provincial de Cáceres, la Comisión de Monumentos habrá de aguardar hasta 1913. En el otoño de ese año, los comisionados discurren sobre la solicitud que el Ministerio de Instrucción Pública les demanda: una nómina de vocales que componen el organismo y una relación del catálogo de objetos reunidos que pueda respaldar la creación del Museo Provincial implorado. La notificación ministerial se sustenta en los artículos 2º y 3º del Real Decreto de 24 de julio de 1913, que reorganiza los Museos Provinciales del país e impulsa resolutivamente la extensión de la utilidad pública a cuantos aún no la disfrutan[19]. El requerimiento es tramitado con diligencia por la Comisión de Monumentos, pero ya sea por las clásicas desatenciones a las que el Gobierno la somete o por el extravío de su reclamación entre el confuso aparato burocrático estatal, lo cierto es que nunca llegará a saberse de una eventual contestación. Las exigencias que demanda para/con su Museo son atendidas tiempo más tarde por conducto directo de la misma Monarquía alfonsina. En julio de 1916 la Infanta Isabel de Borbón visita la ciudad y durante cuatro días de estancia asiste a múltiples actos que celebran su venida. Entre otros lugares señalados, visita la colección museística ubicada en el Instituto, guiada por Publio Hurtado, Sanguino y Emilio Herreros[20]. Allí, ante la insistencia de sus acompañantes, promete secundar los remotos deseos de la Comisión, cuya respuesta cabe ubicar más en el ámbito de la cortesía que en el de una hipotética y decisiva contribución por su parte a la causa. Más importante debió ser la inspección que en torno a las mismas fechas realizó Alfonso Pérez Gómez-Nieva, por entonces Jefe de la Sección de Fomento de las Bellas Artes del Ministerio, quien dado su cargo más podía hacer por la empresa museística. Sabedores del punto de inflexión que el aparente respaldo gubernamental parece suponer, la Comisión de Monumentos acude también a sus representantes políticos extremeños en Madrid, como ya hiciera anteriormente, para que cooperen en su declaración, entre los que se destaca el nombre de Eloy Sánchez de la Rosa[21]. Tras un mar de vaivenes administrativos y políticos, que fundan primero y disuelven después una primera Junta de Patronato del Museo, se instaura ésta, a la que se encomienda autónomamente el fomento del bautizado (ahora sí) Museo Provincial de Bellas Artes[22]. La Junta fundacional se forja con un variado elenco de personalidades: la Presidencia se otorga a Publio Hurtado; las vocalías recaen en Eloy Sánchez de la Rosa, Fernando Jiménez Mogollón (Arcipreste en Cáceres), Manuel Castillo, Juan Sanguino, Gustavo Hurtado Muro[23], Eladio Rodríguez (Director de la Escuela Normal) y Antonio Floriano Cumbreño[24]. En la misma sesión se eleva a Sanguino hasta la Dirección del Museo en virtud del título de Conservador que ya venía ocupando desde 1903. A la Junta también pertenecerían, como vocales natos, el Presidente de la Diputación y el Alcalde de Cáceres, según estipulaba el reglamento para los Museos Provinciales de 1913. Poco tiempo disfrutaría de su vocalía el Director del Instituto, Manuel Castillo, pues en diciembre de 1918 trasladó su actividad docente al de Valencia. Ultimada su marcha, dejó de pertenecer a la Junta de Patronato y a la Comisión de Monumentos, sin que sus congéneres en la institución le mostraran atisbo de aprecio alguno, pues no figura su nombre en las actas ni para anunciar su traslado. Figura 5Fig. 5. Inscripciones epigráficas de Ibahernando (Sanguino, ARAH, CACC/9/7948/21(2)). Así instalada, la Junta de Patronato desvincula de la Comisión de Monumentos sus hasta entonces atribuciones privativas sobre el Museo, lo que no implica que el organismo continúe asociado a su fomento permanente a través de la dual integración de muchos de sus integrantes en ambas instituciones. Según lo refirió Publio Hurtado en la primera sesión que celebraba la Comisión tras la reorganización de la Junta de Patronato, “cesaba la acción de la Comisión sobre el Museo, pero no la de varios de los individuos que la componían, vocales del Patronato, y él mismo, honrado con la Presidencia”[25]. No andaba desencaminado: de las ocho personalidades que habían sido agregadas a la Junta como vocales ordinarios (excluimos los natos), seis pertenecían en aquel instante a la Comisión de Monumentos. El desvío puntual que la Comisión hace de sus presupuestos para gastos concernientes a la Junta museística es también síntoma de la consonancia entre las dos instituciones. Hasta las fechas en las que la Junta de Patronato celebra sus asambleas son en gran número coincidentes con los días en los que el organismo de Cáceres convoca las suyas. En definitiva, el Museo Provincial de Bellas Artes, tras un alumbramiento dilatado penosamente en el tiempo, seguiría en lo venidero tutelado de facto por la institución que desde 1898 promovió su fomento cuando apenas era un elemental Museo Arqueológico Escolar.

  1. Provisión de objetos y musealización

Como ha sido puesto de manifiesto, la génesis y el desarrollo de lo que llegaría a ser, andando el tiempo, el Museo de Cáceres, escribe su historia en claves singulares. Las disposiciones jurídicas del Reglamento de 1as Comisiones de Monumentos de 1865, por el que se regían los Museos Provinciales del país a las puertas del siglo XX, tipificaba su doble naturaleza: de Bellas Artes y de Antigüedades (Arqueológicos), dependientes de la Real Academia de San Fernando los primeros y de la de la Historia los segundos. Uno y otro podían acomodarse indistintamente en la misma capital provincial. En el caso que nos ocupa, su creación parte de una eventualidad peculiar, la que funde ambas concepciones en una sola. De hecho, hasta que no recibe su declaración de utilidad pública en 1917 como Museo Provincial de Bellas Artes, los mismos integrantes de la Comisión lo definen como “Museo Arqueológico y Artístico de la Provincia”, esto es, con secciones arqueológica y artística. Si el arranque del proyecto museístico había sido difícil, no menos lo sería el proceso de acopio de objetos. En enero de 1899, cuando apenas se han reunido unas pocas piezas, la Comisión de Monumentos de Cáceres recibe de su homóloga pacense el “voluminoso catálogo” de los objetos que ha logrado reunir en el Museo de Badajoz, “produciendo su revisión una impresión penosa al compararlo con la pobreza del nuestro”[26]. Y es que los presupuestos anuales que disfruta la Comisión son tan ajustados que apenas llegan para pequeños desplazamientos y la adquisición de enseres de Secretaria, mobiliario, libros y unos pocos objetos para su Museo. Según la normativa vigente, son las Diputaciones Provinciales las que están obligadas a asistir económicamente a su respectiva Comisión de Monumentos, pero los libramientos que la de Cáceres expide adolecen de una enorme falta de rigor tanto en las cantidades como en la periodicidad con la que se reciben. Lo mismo le ocurrió a todas las Comisiones del país, que siempre se debatieron entre la precariedad pecuniaria y su desatendida reclamación[27]. Para suplir la dificultad, se buscará decididamente la generosidad de la sociedad extremeña y de las más cercanas instituciones públicas, como el Ayuntamiento de Cáceres o la Diputación Provincial, aleccionadas para la donación de todo tipo de objetos, ya en propiedad o en depósito. Una vez aplacado en parte el litigio que mantiene con el Instituto en 1902, el Boletín Oficial de la Provincia es el medio que se le antoja a la Comisión para hacer su primer llamamiento a la donación sistemática. En él difunden una circular destinada a particulares, párrocos y Alcaldes, en la que se les invita a donar desprendidamente una extensa mezcolanza de objetos[28]: Son parte principal del fomento de estas instituciones los frecuentes donativos de objetos que de particulares reciben; y como la Comisión de Monumentos de Cáceres cuenta ya con muestras del interés que ha merecido su pensamiento á varias personas de estudio, y á otras meritísimas de la provincia, que con desprendimiento laudable le han hecho valiosos ofrecimientos, quiere, por la presente circular, que entiendan los Sres. Alcaldes, párrocos y cuantos hombres de ilustración la lean, la obligación moral que á todos incumbe de coadyuvar á la prosperidad del Museo. Para esto, debe V. [como Alcalde municipal] divulgar entre sus convecinos que las piedras llamadas de rayo, los bronces antiguos, las inscripciones, los hierros artísticos, los azulejos, pergaminos, escritos y libros raros, las pinturas y telas de notoria antigüedad, etc., podrán ser, si no son donadas con el fin dicho, compradas por la Comisión, siempre que sus recursos pecuniarios lo permitan; y que, al fin, será más patriótico ofrecerlos á ésta en venta que no á codiciosos mercaderes que se los lleven al extranjero, como viene ocurriendo en la provincia, con lamentable frecuencia. La publicación de la circular en el Boletín provincial obtiene al instante una triunfante aceptación. Una cincuentena de pueblos han contestado diligentes a la circular, anunciando haberle dado la mayor divulgación, y los más variopintos ofrecimientos comienzan a llegar. Destacan, entre otros, los ofrecidos desde Plasencia: “interesantes objetos prehistóricos y miliarios y lápidas” obsequiados por Vicente Paredes, un copioso monetario prometido por Eugenio Escobar e “interesantes pergaminos” que entregaría José Benavides[29]. Unos meses más tarde, es Mario Roso de Luna el que facilita para las colecciones del Museo un considerable lote de piezas arqueológicas exhumadas durante sus excavaciones practicadas en varios enclaves cercanos a su Logrosán natal[30]. El escritor y folklorista Rafael García-Plata de Osma, otro de los más activos donantes que se ofrecen a la Comisión de Monumentos, realiza una concesión de un puñado de objetos artísticos y casi 150 monedas, entre las que había “fenicias, túrdulas y romanas de interés”[31]. El entusiasmo comprometido del Gobernador Civil José Muñoz del Castillo para el fomento del Museo de la Comisión se calibra también con las 250 ptas. que entrega entonces despreocupadamente. Así, la nómina de personas que forman el dadivoso colectivo se corresponde con la élite social extremeña, como no podía ser de otra forma. Más allá de ellos, nos encontramos ante todo sacerdotes, abogados, políticos, maestros y alumnos y profesores del Instituto de Cáceres (algunos verdaderamente activos), cuyas aportaciones se vinculan por lo general con los hallazgos numismáticos. Menos suerte corre la llamada particular que varios miembros de la institución hacen a diversas personalidades de su entorno, quienes podían facilitar más objetos o mediar para su adquisición, a los que se tantea por escrito. Su repercusión fue un fiasco: a su llamada sólo contesta Marcelino Guerra Hontiveros enviando un ejemplar de su libro Apuntes históricos acerca de la villa de Gata (que ya poseía además la Comisión) y otro del folleto Notas á las Antigüedades de Estremadura de D. José Viu, firmado por su padre Felipe León Guerra. Pero la decepción no podía esconder un logro mayúsculo: publicada la circular, el Museo de la Comisión se había abierto a un espacio regional que hasta el momento ignoraba su misma existencia, y que si se conocía era más bien por las trifulcas que continuamente avivaban la comidilla local. A partir de su llamada, los ingresos de todo tipo de objetos históricos, artísticos y arqueológicos procedentes de la geografía provincial aumentarían a ritmo constante sus depósitos año tras año. Los vocales de la Comisión de Monumentos también predican con el ejemplo. Las piezas que ceden al Museo que administran proceden invariablemente de las áreas inmediatas de sus municipios de residencia. Si establecemos entre sus integrantes un escalafón donante, sobresale por encima del resto la generosidad de Sanguino. Su labor merece relatarse con detenimiento, pues trasciende su mera caracterización como donante de objetos. Como tal, es frecuente encontrarse con la cesión periódica de objetos varios, como la que realiza en 1910, un catálogo de útiles prehistóricos (“de los que nada había en el Museo”) procedentes de diversas cuevas de la provincia de Santander, en la que residía transitoriamente por motivos laborales[32]. Su activismo febril le hace destacar no sólo por su desinteresada generosidad. En su ejercicio como vocal y Secretario de la Comisión y Conservador de su Museo, resulta ser un excelente gestor. Con mano paciente redacta en el libro de actas de la institución, en el de cuentas y en el de inventario del Museo todas y cada una de las colecciones y objetos sueltos que ingresan. Con pareja eficacia administra los gastos que el organismo asigna al Museo, como el transporte de los objetos a la capital provincial o la compra del mobiliario indispensable para su exposición. Y es que alrededor del fomento del Museo giraron sus principales inquietudes en el seno de la Comisión de Monumentos, convertido aquél en su genuina obra personal. La provisión cadenciosa que nutre los fondos museísticos se complementa en ocasiones con las colecciones arqueológicas privadas que, bien en parte o en su integridad, trata de adquirir la Comisión de Monumentos para su acrecentamiento. La primera de las colecciones sondeadas fue precisamente la de uno de sus miembros reorganizadores, Miguel Jalón y Larragoiti, XII Marqués de Castrofuerte[33]. A su muerte, la Comisión de Monumentos naufraga en sus pretensiones para ser la destinataria de la herencia cultural de su benefactor, una magnífica biblioteca y una serie artístico-arqueológica que exhibía en su residencia particular. La colección pasó a sus hermanos y sufrió un proceso de disgregación entre diferentes instituciones (e incluso manos privadas) españolas, de la que apenas pudieron salvar los comisionados para el Museo un pequeño lote de objetos [Fig. 2]. Un desenlace muy diferente tuvieron sus tenaces esfuerzos para hacerse con el legado testamentario de Vicente Paredes a su muerte en 1916, cuya adquisición aumentó formidablemente la dimensión de su Museo. Su autor había logrado reunir alrededor de 200 objetos y un monetario de más de 3.000 piezas (por no hablar de su recopilación bibliográfica y documental) que tras un parón de tres años, en espera de conocerse su destino, se trajeron a Cáceres en 1919 gracias a los eficaces trámites burocráticos gestionados por la Comisión de Monumentos y la Junta de Patronato del Museo, lo que dio origen a un litigio que todavía hoy es causa de controversia [Fig. 3][34]. Es también Sanguino quien realiza las gestiones precisas para adquirir el mobiliario expositor y quien coordina los criterios museísticos de exhibición. En lo que respecta al mobiliario, requerido para la exposición de las colecciones y para la sala de juntas de la Comisión (que se ubica en su local del edificio del Instituto), se acude a tres vías de adquisición, con resultados que guardan una dispar fortuna. Una de ellas es acudir al mobiliario construido para exposiciones y al existente en administraciones públicas suprimidas, que es solicitado en concepto de depósito mientras no sea requerido para nuevo uso, precisamente lo que ocurrió con el de la despojada Jefatura del Segundo Distrito Agronómico, que debió ser devuelto en 1904 cuando apenas había sido utilizado durante dos años. En otras ocasiones, como fue el caso de unos tableros y marcos acristalados para portaláminas y fotografías, se solicita el auxilio económico de la Diputación Provincial, la que asiste presupuestariamente a la Comisión, pero su fabricación se malogra continuamente por entorpecedores trámites burocráticos. La tercera alternativa, a la que más se acude, es destinar una partida de sus presupuestos anuales para la fabricación del mobiliario más esencial, aunque los elevados costes de construcción convierten en una gesta económica este dispendio[35]. Las cantidades restantes de su presupuesto se reservan a las gratificaciones al conserje que se ocupa de la limpieza del local y de recados diversos. Figura 6

   Fig. 6. Inscripción votiva de Talaván (Fita, 1914).

Figura 7

Fig. 7. Piezas arqueológicas procedentes de Cáceres el Viejo (Sanguino, 1913).

Con anterioridad nos referíamos al Real Decreto de 25 de octubre de 1901, que abordaba la condición de los Museos Provinciales (Arqueológicos, para más señas) y su lugar en el organigrama museístico de España. El Museo de la Comisión de Monumentos de Cáceres se instaura al poco de su promulgación debiendo atenerse a sus disposiciones, que no serían nada fáciles de asumir por la institución en lo tocante a las instalaciones expositivas y a sus tendencias museográficas. Se desconoce dónde se ubicaban y cómo se realizaba la exhibición de los objetos que formaban sus primeras colecciones en el Instituto, antes de la declaración de utilidad pública de 1917. Sólo a través de las descripciones que José Blázquez Marcos realizó del local y de sus colecciones en la obra Por la vieja Extremadura, auxiliados por las fotografías con las que Tomás Martín Gil ilustraba la publicación, se puede plantear un esbozo de sus planteamientos museográficos a finales de años veinte, poco antes del traslado a la Casa de las Veletas [Fig. 4][36]. Según su reseña, la planta alta del edificio acogía tres salas de exposición. En la primera se habían acomodado las colecciones pictórica y escultórica moderna y contemporánea, que compartían espacio con el nutrido monetario del Legado Vicente Paredes. En la segunda sala, expuestos en cinco vitrinas acristaladas, se exhibían los “restos y objetos” arqueológicos, en su mayoría los que venían aflorando del campamento romano de Cáceres el Viejo, dejando las paredes para fotografías de monumentos de la provincia, vaciados de esculturas clásicas en yeso y variadas piezas cerámicas. Las demás reproducciones en yeso y todas las piezas arqueológicas restantes del legado testamentario de Vicente Paredes quedaron instaladas en la tercera sala, expuestas en una vitrina particular. De este modo, sabemos que en todas las salas había vitrinas y estanterías en las que se colocaban algunos objetos con su respectiva cartela (los de mayor facilidad de manipulación por su peso y dimensiones), mientras que otros eran fijados en las paredes (la colección pictórica) o incluso apoyados directamente en el suelo (caso de las inscripciones epigráficas). En consecuencia, podríamos decir que el Museo de la Comisión de Monumentos en el Instituto no era muy diferente de un provisional emplazamiento a medio camino entre una sala de exposición y una galería de objetos de variada tipología, cronología y estima.   2.1. La colección arqueológica: epigrafía y numismática Si a Sanguino, como Conservador del Museo que fue desde 1903 hasta el mismo día de su muerte en 1921, le cabe la mayor parte en su correcta administración, no menos protagonismo detenta en las directrices netamente arqueológicas que al mismo le otorgó. A sus decididas y continuadas gestiones para indagar en el Patrimonio Arqueológico extremeño, al que consagró con energía sus inquietudes investigadoras, se debe sin lugar a dudas la acentuada orientación arqueológica del Museo que dirige, en detrimento de otros objetos de diferente naturaleza que forman también parte del Patrimonio mueble provincial, pero que cuentan con una atención y presencia menor. La incidencia de su eminente predilección por la Arqueología regional y los bienes que integran su Patrimonio Arqueológico se deja notar especialmente en el peso específico que las secciones de epigrafía y numismática ocupan en el cómputo de la colección museística, un fiel reflejo del gusto personal de Sanguino por este tipo de hallazgos arqueológicos. Amparado en su cargo de Conservador y en los poderes coordinativos que le otorga la Secretaría de la Comisión de Monumentos y de la Revista de Extremadura, sostiene una red de informadores o “corresponsales epigráficos” repartidos entre distintas localidades de la provincia que le comunican con frecuencia la aparición de hallazgos epigráficos, facilitando que la Comisión de Monumentos ponga en marcha la maquinaria legal y burocrática de apropiación, la que la ampara para hacer prevalecer su derecho a reunirlas en su Museo. Para ello esgrime con gran juicio la legislación conservacionista vigente, sea cual sea el contexto en el que la pieza se encuentra, en especial la muy recurrida Ley de Excavaciones y Antigüedades de 1911[37]. En la misma línea, es también Sanguino quien tiene la iniciativa de fijar unas directrices tipo destinadas a evitar los errores y omisiones, muy habituales, que comenten sus colaboradores en los calcos que reproducen el texto de las inscripciones, y que difundió convenientemente en la Revista de Extremadura para su conocimiento. Este procedimiento en el que Comisión e informadores ocasionales trabajan conjuntamente permite a la institución distribuir posteriormente las copias de las inscripciones entre los más avezados epigrafistas, como Emil Hübner o Fidel Fita, quienes las publican posteriormente en la Revista de Extremadura, el Boletín de la Real Academia de la Historia y/o el Boletín de la Real Academia de la Historia 38]. Figura 8 Fig. 8. Calcos de monedas recogidas en Alconétar por Sanguino en 1906 (AHPCC, Legado Paredes). Entre los mayores éxitos en la recopilación sistemática de epígrafes que acomete la Comisión de Monumentos se cuenta el cosechado en Ibahernando entre 1899 y 1904. Por medio del Secretario de la Alcaldía del citado municipio, que predispone una admirable colaboración, se pueden adquirir un importante conjunto de inscripciones romanas y cristianas aparecidas casualmente y detentadas en su mayoría por varios vecinos de la población. La competente labor del organismo se juzga con el número total de piezas epigráficas que procedentes de Ibahernando aloja hoy el Museo de Cáceres: de un total de 22 inscripciones, 17 de ellas fueron las adquiridas en este primer lustro del siglo XX por la Comisión de Monumentos [Fig. 5][39]. En el extremo más opuesto, la Comisión de Monumentos no puede siempre contar con la esperada colaboración institucional o ciudadana, ineludible para satisfacer sus intenciones concluyentes: trasladar y exponer las inscripciones epigráficas en su lugar correspondiente en el Museo. La desconsideración de la ciudadanía hacia las piezas que detenta es habitual y el archivo de la Comisión da continuas muestras de ello. En cambio, otras veces es la irresponsabilidad en pleno de la Comisión de Monumentos hacia sus obligaciones proteccionistas la que provoca la pérdida o destrucción de puntuales epígrafes. Algunos sumamente interesantes, como el aparecido en 1913 junto a otros hallazgos en las cercanías de Talaván, durante la construcción de una carretera pública: una formidable inscripción votiva, con peculiar bajorrelieve esculpido en su frente y asociada a un topónimo desconocido en los catálogos epigráficos [Fig. 6]. Oído el informe de Floriano dando cuenta de su aparición, se activan las diligencias de apropiación, pero no prosperan y el asunto se olvida por unos años. En 1916 se encarece su recuperación del particular que la conserva en Talaván al haber aparecido en una obra pública del Estado, sin próspero desenlace. Martín Gil la vio personalmente a principios de los años cuarenta, desdeñada en una propiedad particular de esa población, siendo el último que ha proporcionado datos sobre su desconocido paradero actual[40]. Por su parte, la colección numismática que reúne el Museo durante su etapa fundacional es también de gran relevancia. El monetario del Museo se nutre en sus orígenes con las aproximadamente 500 piezas numismáticas que en su día pertenecieran al Museo Arqueológico Escolar del Instituto, y que se incrementa con creces en las décadas siguientes. La envergadura de la misma actualmente es de las mayores de España, con un monte total que sobrepasaría las 7.000 unidades, recogidas en buen número por la gran labor de acopio llevada a cabo por la Comisión de Monumentos y la Junta de Patronato. Conocidas las crónicas dificultades económicas por las que atraviesa la Comisión de Monumentos, serán las donaciones altruistas las que dominen por lo común la provisión del monetario. Entre el colectivo donante, ya nos hicimos eco de sus principales valedores: las figuras vinculadas a la élite social y cultural de la región y los mismos vocales del organismo de Cáceres, especialmente Gutiérrez del Caño, Roso de Luna y el incombustible Sanguino. El canje del monetario duplicado es otra de las posibilidades sin cargo económico alguno, aunque nunca se aprovecha. La mejor ocasión se le presenta a la Comisión en 1902 por medio de Narciso Díaz de Escovar, Secretario de su homóloga en Málaga y asiduo colaborador de la Revista de Extremadura. La oferta cautiva al organismo para cuando se aborde la catalogación del monetario reunido, pero nunca acaba de concretarse, ya que cuando el inventario es una realidad ni uno ni otro recuperan las diligencias. La otra vía sin gasto económico alguno se canaliza a través del legado testamentario de los coleccionistas privados, como colosal fue el fondo numismático procedente del depósito privado de Vicente Paredes, ya referido, y que aún hoy supone alrededor de un tercio del monetario del Museo de Cáceres. Por su parte, la compra del monetario no es un negocio asequible para la Comisión de Monumentos, causa de muchas operaciones frustradas. Es el caso de la colección de monedas romanas que Joaquín Durán, vecino de Almaraz, ofrece en venta al organismo en 1903. El archivo de la institución conserva el catálogo remitido por el expresado, pero según sus palabras “otras atenciones impedirían comprárselas por ahora”, precisamente cuando se acaba de hacer un fuerte desembolso por el mobiliario destinado al Museo y la sala de juntas. Pasado el tiempo, ni Comisión ni ofertante recuperarán el interés por la compraventa[41]. Por sí mismo, el comercio numismático no es precisamente una alternativa módica: por la compra de cuatro monedas de oro se abonaron 152 ptas. en 1914, una cantidad significativa en atención a las 500 ptas. que la Diputación consignaba entonces a la institución para sus gastos presupuestarios. La obligación de catalogar los fondos del Museo era otra de las atribuciones conferidas por reglamento a los Conservadores de los Museos Provinciales desde 1865. Su importancia era especialmente acusada en lo tocante a las colecciones numismáticas, propensas al extravío de piezas sueltas o, por qué no, al hurto. Aun siendo una potestad conferida a los Conservadores, no sería Sanguino el que catalogara la colección monetaria. El primero de los inventarios lo acomete Gutiérrez del Caño en 1905 por encargo de la Comisión de Monumentos, cuando todavía se compone de unas pocas piezas monetales. De mayor significación es la clasificación y valoración genérica que Floriano realiza de ellas en 1913, publicada unos meses después por medio de un sucinto folleto[42]. El compromiso de Floriano, una vez terminada la tarea, se complementó con la entrega al Conservador Sanguino de una caja índice con el inventario y dos pirámides para su muestra que él mismo había costeado. Como no podía ser de otro modo, su labor fue evaluada como un “trabajo meritorio” por el resto de comisionados, y su autor, como digno acreedor de sus agradecimientos. * * * El resto de piezas arqueológicas que no guardan carácter epigráfico ni numismático, acrecientan también rítmicamente estas colecciones arqueológicas. Las circunstancias que rodean a su procedencia y acopio son múltiples. Los hallazgos casuales ante la expansión urbanística contemporánea y las obras de remodelación públicas y privadas son muy frecuentes. En especial, el yacimiento romano de Cáceres el Viejo se destapa a partir de 1910, tras la primera intervención de Schulten, como una magnífica cantera de hallazgos arqueológicos, siempre y cuando pueden ser rescatados de entre los arrasamientos que viene provocando la construcción de la carretera pública que lo cruza, que preocupan a la Comisión de Monumentos por los destrozos constantes que ocasionan en el yacimiento [Fig. 7][43]. Por otra lado, las salidas excursionistas, durante las que se visitan yacimiento o contextos arqueológicos asociados y donde se recoge colateralmente material arqueológico, suponen una cierta intencionalidad para inspeccionar y recuperar piezas para su Museo, como es el caso de los viajes realizados a Las Torrecillas de Alcuéscar en 1900 o al vado de Alconétar en 1906[44] [Fig. 8]. Casi nulas son las excavaciones arqueológicas abordadas por la Comisión de Monumentos, el modelo de intervención más proclive para la exhumación de objetos arqueológicos. Por el contrario, sí impera una actitud permisiva con arqueólogos aficionados, una postura acomodada que resulta muy conveniente si de lo que tratan es de enriquecer sin esfuerzos materiales y humanos las colecciones arqueológicas de su Museo. Figura 9 Fig. 9. Torre de la Casa de los Cáceres-Ovando a principios del siglo XX (AHMCC, Fondo Llabrés). 2.2. Otras colecciones no arqueológicas Las colecciones no arqueológicas que aloja el Museo de la Comisión no guardan comparación posible con la anteriormente descrita. Apreciamos, de hecho, que no existe esfuerzo organizado para su acopio, como sí se desprende del metódico enaltecimiento de la sección puramente arqueológica. El ingreso paulatino de objetos no arqueológicos (históricos, artísticos, mineralógicos, etc.) se reconoce en el libro antiguo de inventario de objetos del Museo, pero con una frecuencia menor y ensombrecidos por el esmero con el que se procura la recolección de piezas arqueológicas. En verdad, suponen una amalgama de objetos tal en la disparidad de su tipología, cronología y procedencia, que resulta una tarea más que ardua realizar aquí su exposición detallada, que acometemos a modo de síntesis. Entre las colecciones no arqueológicas primigenias del Museo de Cáceres, se procura reunir el catálogo fotográfico más completo posible con la intención de (parafraseando sus impresiones) ilustrar a los vocales en los monumentos y conjuntos histórico-artísticos más notables de la provincia. Un centenar de fotografías alcanza a reunir muy pronto la institución para tal fin, las que inmortalizan palacios, iglesias y demás edificios de entidad monumental de Cáceres, Plasencia, Trujillo o Guadalupe, así como puntuales contextos arqueológicos (ruinas de Cáparra), compradas a la casa fotográfica Laurent, al gabinete local de Julián Perate u otros estudios fotográficos, que se incrementan con las cedidas por desprendidos donantes, como Llabrés, que en 1910 regaló a la Comisión casi medio centenar de instantáneas. Todas ellas se cotizan alto en la actualidad entre el cómputo de catálogos fotográficos de la región extremeña al haber inmortalizado entornos perdidos o desfigurados [Fig. 9]. Otras colecciones no arqueológicas que pasan a engrosar los almacenes fundacionales del Museo de Cáceres son vajillas de porcelana, azulejos y lozas antiguas talaveranas y puenteñas; obras pictóricas, entregadas en depósito temporal por la Diputación Provincial; elementos religiosos, del tipo de tallas, crucifijos, rejerías y pequeños retablos; armas blancas y de fuego, como cuchillos o pistolas; medallas, aunque éstas figuran catalogadas en la colección numismática; o una interesante colección de estampas y grabados de época moderna y contemporánea[45].

  1. La vertiente instructiva e investigadora del Museo

El concepto de utilidad pública aplicado a los Museos Provinciales sufre aceleradas reconsideraciones en España tras la publicación del Real Decreto de 25 octubre de 1901. Su articulado replantea a principios de siglo la consideración de los centros museísticos, a partir de ahora, potenciales espacios pedagógicos en los que concertar la teoría y la práctica, ya fuera para profesorado y aprendices o para el común de la ciudadanía[46]. Pese a lo enunciado, la Comisión de Monumentos de Cáceres apenas esboza unas pinceladas sobre estos aspectos en favor de su Museo, aunque, todo sea dicho, más por falta de recursos que de predisposición. Figura 10 Fig. 10. Escultura femenina romana, instalada con anterioridad en el Palacio de Mayoralgo (Mélida, 1924). Figura 11 Fig. 11. Fragmento escultórico procedente de Las Torrecillas de Alcuéscar (ARAH, CACC/9/7948/22(07)).   La celebración de conferencias y exposiciones, que podrían ayudar a que el espectro ciudadano fuera conocedor de su utilidad social, son proyectos generalmente ideados y casi nunca ejecutados. Castillo, en 1901, es el primero en exponer la conveniencia de oficiar conferencias sobre Arqueología abiertas al gran público, “como propaganda que redundara en provecho del fomento del Museo”, pero su propuesta se juzga prematura en tanto que el Museo instalado en el Instituto no se haya constituido aún como órgano museístico institucionalizado, sino más bien como un provisional emplazamiento donde se reúnen y exponen las colecciones en la mejor apariencia posible, escasamente apropiado para presentarlo ante la opinión pública como el recurso social que se espera que sea[47]. El mismo desenlace cosecha en 1908 la propuesta para dar conferencias a las clases populares acerca del Patrimonio Histórico-Artístico de la región, que no fructifica, entendemos que por múltiples ocupaciones de los comisionados. Siquiera puede reseñarse la sugerencia de Sanguino, que en su ejercicio compartido de profesor del Instituto y Conservador del Museo, promueve que el profesorado del centro educativo imparta en éste algunas de sus lecciones de Historia. Las reiteradas propuestas de ciertos vocales para organizar actos y exposiciones de “arte retrospectivo”, donde se mostrarían al público una selección de piezas históricas representativas, fracasan también sistemáticamente ante las escasas posibilidades económicas y la pobre implicación de las personalidades que más ayuda podrían prestar. Estos son los pretextos que se aducen en marzo de 1913 ante su intención de celebrar una de estas exposiciones con motivo de las fiestas locales, abortada “por lo poco asequibles que para esas cosas, son las personas que pueden poseer objetos propios para tal fin, como ya lo han demostrado en otras ocasiones análogas”. La renovada sugerencia se realiza por las mismas festividades de 1921, ya instalada la Junta de Patronato, con las que se podría “ir despertando en la localidad y la comarca la curiosidad y la afición a estas manifestaciones artísticas”. Conforme en un principio la Comisión en pleno, no tardó en subordinarla a los escasos recursos presupuestarios, “cuya carencia había malogrado más de una vez tan laudables iniciativas”[48]. Paralelamente a la aperturista función social que el Estado ofrece a los Museos Provinciales con la publicación del Real Decreto de 1901, el Museo de la Comisión de Monumentos de Cáceres se perfila pronto como un espacio abierto a arqueólogos, profesores universitarios y demás investigadores interesados en estudiar las colecciones que cobija, ya sea para sus trabajos particulares o para otros que les han sido encargados, como catálogos o inventarios patrimoniales. Los estudios que las élites eruditas de la región extremeña editan por las mismas fechas en publicaciones científicas (la Revista de Extremadura y el Boletín de la Real Academia de la Historia, principalmente) son conocidos por estos avezados investigadores, comúnmente los vinculados a la disciplina arqueológica, tanto nacionales como extranjeros, que se desplazan al terreno en el que se encuentran afincados los bienes de su interés y de los que tienen vagas referencias o, como es el caso, al Museo de la Comisión, en el que examinan personalmente las piezas. En julio de 1904 el arqueólogo francés Pierre Paris se detiene en Cáceres durante uno de sus viajes e intercambia opiniones con Sanguino sobre la escultura femenina romana existente en el Palacio de Mayoralgo (hoy en el Museo de Cáceres) y sobre un fragmento escultórico del Museo procedente del yacimiento arqueológico de Las Torrecillas de Alcuéscar [Figs. 10 y 11][49]. Entre los meses de junio y julio de 1906, la Comisión de Monumentos puede recibir en Cáceres a Adolf Schulten, al que acompaña durante su estancia[50]. El alemán indaga en la colección de epígrafes del Museo y en ciertas piezas halladas por Roso de Luna durante sus incursiones arqueológicas en la comarca trujillana. También tiene tiempo para visitar el conjunto histórico intramuros, su recinto amurallado y el campamento romano de Cáceres el Viejo (que acabaría excavando en distintas campañas), de todo lo cual procura obtener fotografías, dibujos y medidas. Raymond Lantier, compatriota de Paris, visita también la ciudad en el verano de 1914, guiado en todo momento por Sanguino. Juntos inspeccionan varios lienzos de la muralla y diversas piezas arqueológicas alojadas en el Museo y otros puntos del entramado urbanístico cacereño, de las que toma apuntes y fotografías para la elaboración del catálogo en el que estaba trabajando junto con otros colaboradores[51]. Las comprobaciones de José Ramón Mélida, que hace lo propio en las instalaciones del Museo, mediciones y fotografías de ciertos objetos, se rastrean abundantemente en el archivo de la Comisión y en la prensa local, sobre todo durante la redacción de su Catálogo Monumental de la Provincia de Cáceres, entre 1914 y 1918[52]. Los vocales de la Comisión de Monumentos acompañan también a Mélida tanto en el Museo como durante sus incursiones en los contextos regionales de su interés, mientras recaba datos para su obra citada.         Reflexiones finales, a modo de conclusión En 1898, una propuesta de quien entonces ejercía de Catedrático de Geografía e Historia en el Instituto de Cáceres permitía asentar en la localidad su primer centro museístico de carácter público, aun asociado a la categoría de Arqueológico Escolar. Al mismo tiempo, un heterogéneo grupo de su élite aristocrática y burguesa reorganiza una Comisión de Monumentos lánguida, si no desorganizada, que se vuelca en su promoción. A causa de intromisiones de competencias, rencillas personales y ruegos desatendidos, el establecimiento provincial que pretenden instaurar es objeto durante dos décadas de una existencia volátil que, no obstante y gracias a redoblados esfuerzos, llega a recibir en 1917 la declaración de Museo Provincial de Bellas Artes. La lid por su puesta a punto apenas dio durante años, cómo no, para instaurar un desdibujado local en el que reunir las colecciones en la mejor apariencia posible, en espera de una declaración insospechada. Si bien en algunas áreas geográficas, una red de museos alcanzaba cotas significativas de afianzamiento, en otras ni siquiera su acomodo autorizado se relevaba a ojos de sus promotores cacereños como una realidad lejana en el horizonte. Entre medias, la Comisión de Monumentos pudo tutelar un Museo Provincial carente de existencia oficial, lo que en ningún momento le impidió volcarse en su promoción hasta hacer de él, de su Museo, el eje central de su política cultural en el acopio y la protección regulada del Patrimonio Histórico mueble de Extremadura. En otro orden de prioridades, esta historia, la fundacional del Museo de Cáceres, se ha escrito en atención a una brega constante, la que pugna contra el fallido corpus legislativo e institucional que el Estado ha diseñado para la administración del Patrimonio Histórico español (mueble o inmueble, indistintamente). Del mismo modo, los errores y omisiones en este andamiaje proteccionista se arrastraron lacerantemente sin reparar tampoco en los condicionantes socioeconómicos, políticos y culturales de las regiones en las que se había de aplicar. Es más, las sucesivas normativas jurídicas, desde entonces y en no pocos casos hasta nuestros días, han transitado por los tortuosos senderos a través de los que históricamente ha discurrido toda la política cultural del Estado, determinada por la provisionalidad y la inconsistencia. A poco que realicemos una lectura detenida de la legislación, nos sorprenderá ver hasta qué punto la perpetuación de erróneas directrices jurídicas y de inciertos hábitos de administración que hunden sus raíces en anacrónicos procedimientos continúan hoy presentes en el buen gobierno de nuestro Patrimonio Histórico digno de preservación. Contemplados en perspectiva y sólo en determinadas coyunturas, los saltos al vacío pudieron revocarse a tiempo; en otras ocasiones no se corrió tanta suerte y sus secuelas, en apariencia triviales, permanecen obstinadamente aferradas a la gestión diaria de los bienes que integran el Patrimonio Histórico mueble no ya de Extremadura, sino de España. 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(eds.): La cristalización del pasado: génesis y desarrollo del marco institucional de la Arqueología en España, Málaga, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1997, pp. 423-429. [1] Creadas mediante Real Orden de 13 de junio de 1844, publicada en la Gaceta de Madrid del día 21. La cita, en J. M. ALEGRE ÁVILA: Evolución y régimen jurídico del Patrimonio Histórico, Madrid, Ministerio de Cultura, 1994, Tomo I, p. 46. [2] Juan Manuel Valadés Sierra, Director del Museo de Cáceres desde 1997, es quien más veces se ha acercado a esta historia fundacional (véase la bibliografía al final). Agradecemos tanto a él como a José Miguel González Bornay la ayuda prestada en todo momento mientras frecuentamos las dependencias del Museo para la realización de este y otros trabajos, entre las que siempre hemos trabajado libre y cómodamente asesorados. [3] Gabriel Llabrés y Quintana (1858-1928). En atención a su obra y compromiso docente, fue una figura representativa de la Historiografía española contemporánea. Miembro también del Cuerpo Facultativo de Ayudantes de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios, hizo gala de un espíritu emprendedor en todas las ciudades a las que fue destinado, de lo que dan cuenta las distintas correspondencias académicas y societarias que recibió. En 1902 forzaría su traslado al Instituto de Huesca por la controvertida relación personal que mantenía con el Director del Instituto, Manuel Castillo. G. PASAMAR ALZURIA e I. PEIRÓ MARTÍN: Diccionario Akal de historiadores españoles contemporáneos (1840-1980), Madrid, Akal, 2002, pp. 355-356. [4] Archivo del Instituto el Brocense (en adelante, AIB), Legajo 146, Comunicaciones (1863-1869), que conserva el expediente de creación del gabinete, y Real Academia de la Historia (en adelante, RAH), CACC/9/7948/05(1-2), que guarda una copia del inventario adquirido a Jerónimo de Sande. Agradecemos a María de los Ángeles Sánchez Rubio las facilidades ofrecidas para consultar el repositorio documental antiguo del Instituto. [5] El Archivo Histórico Municipal de Cáceres (en adelante, AHMCC), Fondo Llabrés, Museo Arqueológico Escolar, conserva una copia digital del naciente registro de inventario. [6] Fundada en 1844, la Comisión de Cáceres no alcanza su debido afianzamiento institucional y sufre en pocos años hasta tres reorganizaciones (1855,1860 y 1867). Rebasado su último acto de reinstalación, se desorganizó de nuevo o mantuvo una existencia mortecina hasta 1898, momento en el que una pujante generación, abanderados del pensamiento noventayochista local, toma sus riendas para procurarle su época más longeva y dinámica. Un acercamiento al transitar de la institución en el siglo XIX, en C. MARÍN HERNÁNDEZ: “Especulación y quebranto de un programa conservacionista contemporáneo: el derribo de la Torre Julia de Trujillo (1861-1871)”, Revista de Estudios Extremeños, LXIX (I), 2013, pp. 645-684. [7] José Muñoz del Castillo (1850-1826). Catedrático de Mecánica Química de la Universidad Central de Madrid y miembro de la Academia de Ciencias, fue un hombre comprometido con el Regeneracionismo político y cultural de su tiempo. Ejerció hasta 1902 de Gobernador Civil en Cáceres y, por tanto, como Presidente de su Comisión de Monumentos. Su implicación en la Presidencia fue más allá del estricto imperativo legal, de quien llegaron a alabar los vocales sus entusiastas y continuadas acciones para el fomento de la Comisión. [8] Museo de Cáceres, Libro de Actas de la Comisión de Monumentos de Cáceres (en adelante, MCC, Libro de Actas de la CMCC) (1898-1935), sesión del 20 de febrero de 1900. El AIB, Legajo 163, Comunicaciones (1900), guarda el oficio remitido al Instituto comunicándole la decisión. [9] Manuel Castillo Quijada (1869-1964). Catedrático de Lengua Francesa en distintos Institutos del país y miembro del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios. Ocupó la Dirección en Cáceres entre 1901 y 1918. Fue una figura controvertida de la provinciana ciudad de Cáceres. Militó en las filas del Partido Liberal, cuyo órgano de difusión era El Noticiero, diario del que fue miembro fundador en 1903 y Director, desarrollando una labor periodística con la que se ganó una sonada enemistad con otras instancias locales, entre ellas la Comisión de Monumentos. A. ARTERO HURTADO: “Los fundadores”, en E. CORTIJO PARRALEJO (coord.): La Revista de Extremadura (1899-1911), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2001, pp. 50-57. [10] Juan Sanguino Michel (1859-1921): es más recordado por los trabajos que realizó siguiendo su verdadera vocación, la investigación histórica, artística y arqueológica. Fue el más célebre miembro de la Comisión de Monumentos y su más eficiente Secretario, mismo cargo que detentó en la Revista de Extremadura. En las páginas siguientes nos extendemos sobre su aportación, clave, a la historia del Museo Provincial. Véase el estudio biográfico introductorio que le dedicó Mercedes Pulido Cordero para la edición de la obra J. SANGUINO: Notas referentes a Cáceres (facsímile del manuscrito autógrafo), Badajoz, Ediciones Norba, 1996, pp. XXIX-XXXII. [11] Publio Hurtado Pérez (1850-1929). Vinculado de por vida a la Real Audiencia de Extremadura, disfrutó de un enorme prestigio local y regional por sus contribuciones literarias. Correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de San Fernando, participó en los más importantes proyectos y acontecimientos históricos y culturales de su tiempo, como la Comisión de Monumentos (de la que fue Vice y Presidente), la Revista de Extremadura (en la que ocupó la Presidencia) o la misma Junta de Patronato del Museo (en la que también ejerció la Presidencia). A. ARTERO HURTADO: “Los fundadores”, op. cit., pp. 36-44. [12] La publicación del decreto se realizó en la Gaceta de Madrid del día 26. [13] La reunión tuvo lugar el 6 de octubre de 1902. [14] AIB, Libro de Actas de Claustro (1898-1914), sesiones del 25 de septiembre y 15 de octubre de 1903, y MCC, Libro de Actas de la CMCC (1898-1935), sesión del 10 de noviembre de 1903. [15] Todo el desarrollo de la reunión puede seguirse en Idem, sesión del 17 de junio de 1904. [16] Marcelino Gutiérrez del Caño (1861-1922). Funcionario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios, se distinguió por sus trabajos de investigación archivística y bibliográfica en los prestigiosos centros a los que fue destinado. Conocido también por su obra numismática, recibió como galardones los nombramientos de correspondiente de las Reales Academias de la Historia y de San Fernando, lo que le hizo acreedor de una vocalía en la Comisión de Monumentos de Cáceres. En la asamblea, su posicionamiento a favor de Castillo estaría encaminado a evitar la enemistad con el que era Director del Instituto y, por tanto, su superior. [17] A mediados de 1907, al fin, se recibieron del Instituto los objetos reunidos por Llabrés, J. SANGUINO: “Lista de objetos entregados por el Instituto General y Técnico a la Comisión de Monumentos”, Revista de Extremadura (en adelante, RE), IX, 1907, pp. 327-328. [18] MCC, Libro de Actas de la CMCC (1897-1935), sesiones del 24 de julio, 17 de septiembre y 11 de diciembre de 1908. [19] El Real Decreto se publicó en la Gaceta de Madrid del 27 de julio de 1913. Su reglamento de aplicación no se aprobó hasta el 18 de octubre siguiente (Gaceta de Madrid del día 24). [20] Emilio Herreros Estevan (1876-1970). Hombre de gran prestigio social, desempeñó una fecunda carrera como letrado y tuvo una destacada labor en la cultura y la política extremeñas de su época, muy involucrado con las fuerzas canalejistas, a las que representó como Concejal del Ayuntamiento cacereño, Diputado Provincial y Presidente de esta misma corporación. Correspondiente de la Real Academia de San Fernando, en la Comisión de Monumentos acogería una de sus vocalías y, a partir de 1929, su Presidencia. M. VAZ-ROMERO NIETO: La Diputación de Cáceres y sus presidentes (1898-2003), Cáceres, Diputación Provincial, 2004, pp. 81-84 y 103-111. Sobre la estancia de la Infanta Isabel en Cáceres, El Noticiero de julio recoge todos los pormenores. [21] Eloy Sánchez de la Rosa (1871-1954). Fue una figura reputada del Cáceres de la primera mitad del siglo XX, miembro de una adinerada familia de banqueros. Se distinguió como Presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Cáceres y representante de las fuerzas liberales como Diputado Provincial, Presidente de la misma corporación y Senador del Reino. En la Comisión de Monumentos, de la que era miembro en calidad de correspondiente de la Real Academia de la Historia, ocuparía la Vicepresidencia a partir de 1929. F. SÁNCHEZ MARROYO y J. CHAVES PALACIOS: Dinamismo corporativo y desarrollo mercantil: la Cámara de Comercio e Industria de Cáceres, Cáceres, Cámara Oficial de Comercio e Industria, 2000, pp. 232 y ss. [22] MCC, Libro de Actas de la Junta de Patronato (en adelante, JPMCC) (1917-1951), nota del 24 de octubre de 1917. Los Reales Decretos corresponden al 18 y 19 de octubre de 1917 (publicados todos en la Gaceta de Madrid del día 22). [23] Gustavo Hurtado Muro (cc. 1878-1960). Hijo de Publio Hurtado, desarrolló su carera artística como pintor, dibujante y fotógrafo. Ejerció la docencia en el Instituto de Cáceres (como Catedrático de Dibujo) y en otros centros docentes del municipio, que compaginó con la política (Concejal del Ayuntamiento cacereño y Diputado Provincial). Correspondiente de la Real Academia de San Fernando en Cáceres, fue vocal y, durante veinte años, Secretario de la Comisión de Monumentos. Mª. del M. LOZANO BARTOLOZZI (dir.): Plástica extremeña, Badajoz, Fundación Caja de Badajoz, 2008, pp. 474-475. [24] Antonio Floriano Cumbreño (1892-1979): doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid, sobresalió como archivero, paleógrafo y pedagogo, destacándose en la Cátedra de Paleografía que durante dos décadas ocupó en la Universidad de Oviedo. En paralelo, desarrolló una fecunda labor investigadora en la Historia y la Arqueología españolas y fue miembro de prestigiosas instituciones de su tiempo. Como correspondiente de la Real Academia de la Historia en Cáceres, era también miembro de su Comisión de Monumentos. G. PASAMAR ALZURIA e I. PEIRÓ MARTÍN: Diccionario Akal…, op. cit., pp. 256-257. [25] MCC, Libro de Actas de la CMCC (1897-1935), sesión del 27 de diciembre de 1917. [26] Idem, sesión del 23 de enero de 1899. [27] Los prepuestos y gastos de la Comisión de Monumentos de Cáceres durante las primeras décadas del siglo XX pueden leerse de primera mano en su libro de cuentas, conservado en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres (en adelante, AHPCC), Diversos, 8, Exp. 2. [28] Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres del 12 de febrero de 1902. [29] MCC, Libro de Actas de la CMCC (1897-1935), sesión del 25 de febrero de 1902, y El Dardo, 2 de marzo de 1902, diario placentino que se hizo eco de “tan noble y desprendida conducta”. Los tres citados, Vicente Paredes Guillén (figura clave en la historia de la cultura y la investigación histórica extremeña de entresiglos), Eugenio Escobar Prieto (Deán de la catedral de Plasencia, legó una abundante obra sobre la historia eclesiástica y del medievalismo extremeño) y José Benavides Checa (Chantre de la misma catedral, logró reunir una interesante colección artística privada), fueron miembros de pleno derecho de la Comisión de Monumentos de Cáceres como correspondientes académicos, pero nunca llegaron a formar parte de la institucionalización para la gestión del Patrimonio Histórico materializada a través de este organismo. Por esta razón, sus acciones en pro de la cultura extremeña se ubican en el estricto marco de la colaboración mutua con la Comisión de Monumentos. [30] El caso de Mario Roso de Luna, uno de los más importantes representantes de la cultura y el pensamiento español contemporáneo, es semejante al de Vicente Paredes. Era correspondiente de la Real Academia de la Historia en Cáceres desde 1897. Sin embargo, nunca abordó sus fecundas investigaciones (principalmente arqueológicas) como representante de este organismo, sino impulsado por su propio activismo en los campos a los que consagraba sus estudios y trabajos. En cuanto a su donación citada, los objetos se reseñaron al término del acta de la sesión del 15 de noviembre de 1902 y en la Revista de Extremadura, J. SANGUINO: “Donativos de D. Mario Roso de Luna al Museo Arqueológico y Artístico de la provincia”, RE, IV, 1902, pp. 41-42. [31] MCC, Libro de Actas de la CMCC (1897-1935), sesión del 6 de octubre de 1902. [32] Idem, sesión del 5 de julio de 1910. Descritos por Gustavo Hurtado en la Revista de Extremadura (XII, 1910, pp. 328-329). [33] Miguel Jalón y Larragoiti (1829-1901). Doctor en Derecho por la Universidad Central de Madrid, fue uno de los más ilustres miembros de la aristocracia provincial. Participó en la política local cacereña como Concejal del Ayuntamiento y en la nacional como Diputado y Senador. Bibliófilo y coleccionista de todo tipo de “antigüedades”, era correspondiente de la Real Academia de San Fernando cuando se reinstala la Comisión de Monumentos en 1898, de la que fue Presidente hasta 1901, cuando falleció. A. ARTERO HURTADO: “Los fundadores”, op. cit., pp. 34-36. [34] Sobre el contencioso, que no cuenta aún con su adecuado análisis historiográfico, se explaya Mª. de la M. DOMÍNGUEZ CARRERO: Vicente Paredes Guillén: biografía, Cáceres, Institución Cultural “El Brocense”, 2006, pp. 145 y ss. [35] Hasta las 250 ptas. se elevó en 1904 el coste de una única vitrina acristalada, la mitad del presupuesto anual que la Diputación asignaba al organismo. AHPCC, Diversos, 8, Exp. 2, Libro de Cuantas (1904). [36] J. BLÁZQUEZ MARCOS: Por la vieja Extremadura. Guía artística de la provincia de Cáceres, Cáceres, Tip. Extremadura, 1929, pp. 76-79. El autor, profesor en el Instituto, y Tomás Martín Gil, destacado representante del ambiente cultural cacereño, serían nombrados vocales de la Junta de Patronato en 1922 y 1935 respectivamente. [37] Se publicó mediante Real Orden de 7 de julio en la Gaceta de Madrid del día 8. Resultó ser una norma trascendental para la práctica de la Arqueología y la defensa de los bienes arqueológicos que integraban su objeto de estudio. Un acercamiento a sus disposiciones, en A. YÁÑEZ VEGA: “Estudio sobre la Ley de Excavaciones y Antigüedades de 1911 y el Reglamento para su aplicación de 1912”, en G. MORA y M. DÍAZ-ANDREU (eds.): La cristalización del pasado: génesis y desarrollo del marco institucional de la Arqueología en España, Málaga, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1997, pp. 423-429. [38] E. CERRILLO MARTÍN DE CÁCERES: “Arqueología y Epigrafía: reflexiones en torno a la idea de Patrimonio en la Revista de Extremadura”, en E. CORTIJO PARRALEJO (coord.): La Revista de Extremadura…, op. cit., pp. 107 y ss., entre otras publicaciones de temática epigráfica del autor. [39] J. ESTEBAN ORTEGA y J. SALAS MARTÍN: Epigrafía romana y cristiana del Museo de Cáceres, Mérida, Consejería de Cultura, 2003, pp. 70 y ss. [40] La inscripción fue publicada por F. FITA: “Nuevas inscripciones romana y visigótica de Talaván y Mérida”, Boletín de la Real Academia de la Historia (en adelante, BRAH), LXIV, 1914, pp. 304-313, gracias a la notificación de Sanguino, sobre la que también se extendió en la prensa local, J. SANGUINO: “Cosas extremeñas. Eberobriga (Talaván) y su diosa tutelar”, Diario de Cáceres, 31 de marzo de 1914. La última nota, en T. MARTÍN GIL: “El material prehistórico y protohistórico en Extremadura”, Revista del Centro de Estudios Extremeños, XVII (1), 1943, p. 5. [41] MCC, Libro de Actas de la CMCC (1897-1935), sesiones del 10 de noviembre de 1903 y 14 de octubre de 1904. El catálogo enviado por Joaquín Durán se encuentra en la carpeta “Facturas, cartas y notas de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Cáceres”. [42] A. FLORIANO CUMBREÑO: Informe sobre la Catalogación de la Colección Numismática del Museo de Cáceres por el Licdo. Antonio C. Floriano, De la Facultad de Filosofía y Letras, Á la Comisión de Monumentos de Cáceres, Cáceres, Imp. y Lib. Cat. de Santos Floriano González, 1913. [43] J. SANGUINO: “Objetos ingresados en el Museo Provincial de Cáceres”, BRAH, LXII, 1913, pp. 65 y ss., y “Cosas extremeñas. Hallazgos en Cáceres el Viejo donados al Museo Provincial”, Diario de Cáceres, 8 de julio de 1912. [44] Sobre el primero de los viajes se extendió Sanguino en la memoria que remitió a la Real Academia de la Historia, ARAH, CACC/9/7948/22(5). También él describió los pormenores del segundo reconocimiento, J. SANGUINO: “¿Turmulus?: antigüedades descubiertas y otras ya conocidas”, RE, VIII, 1906, pp. 374-383 y “Nuevos hallazgos en Turmulus”, RE, VIII, 1906, pp. 468-473. Los calcos de la figura se encuentran en el AHPCC, Legado Paredes, 100-101, Correspondencia con Juan Sanguino Michel. [45] J. M. VALADÉS SIERRA: “La formación de la colección de estampas del Museo de Cáceres”, en J. CARRETE PARRONDO: La colección de estampas del Museo de Cáceres, Mérida, Consejería de Cultura, 2005, pp. 9-13. [46] Mª. BOLAÑOS: Historia de los museos en España, Gijón, Trea, 1997, pp. 322-325. [47] MCC, Libro de Actas de la CMCC (1897-1935), sesiones del 10 de noviembre de 1903 [48] Idem, sesiones del 13 de marzo de 1913 y 22 de octubre de 1921. [49] J. SANGUINO: Notas referentes a Cáceres…, op. cit., pp. 37-38. [50] J. SANGUINO: “Crónica regional”, RE, VIII, 1906, p. 333. [51] La obra se publicaría años después, R. LANTIER: Inventaire des monuments sculptés pré-chrétiens de la Péninsule Ibérique. Première partie. Lusitanie, conventus emeritensis, Bordeaux, Feret & Fils, 1918. [52] Catálogo Monumental de España. Provincia de Cáceres (1914-1916), Madrid, Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, 1924. La publicación de la obra se compuso de tres volúmenes, dos tomos de texto más uno de láminas, que remitió Mélida a la Comisión de Monumentos en 1925.

Ago 282015
 

 Manuel Rubio Andrada.

 In memoriam

Este trabajo va dedicado a la memoria de Florencio Fernández Araujo, Floren, agradable y estimable compañero de arduos paseos culturales por las Villuercas, a quién la muerte sorprendió demasiado pronto.

 

 

  1. INTRODUCCIÓN

La noticia de la existencia de estas pinturas nos fue facilitada por D. Florencio , maestro y licenciado, natural de Roturas, quien gustoso y en compañía de D. Vicente Pastor González e hijo, nos acompañó a su visita en los comienzos de la primavera del año 2012. A él se debe la elección de su denominación. El minucioso conocimiento del terreno de su propiedad, facilitó el ascenso que, de otra manera se hubiera hecho difícil, sufrido e interminable.

 

  1. GENERALIDADES

La covacha del Lentiscar se abre a poniente, en la base de una potente masa de cuarcitas armoricanas. La sierra se alarga y bascula de noreste a suroeste por un espacio de unos 6 km, hasta precipitarse con bastante brusquedad en la margen derecha del río Almonte: es la sierra de Valdelaorden, su altura máxima es de 957 m (Lám 1).

Lámina 1 Cueva del Lentiscar Vista general de la sierra

Lámina 1.- Posición de la cueva del Lentiscar en la sierra de Valdelaorden.

Al este, el medio es rocoso ya que las cuarcitas ascienden verticalmente; a poniente la sierra desciende con cierta brusquedad y forma la ladera compuesta por una capa de tierra parda con abundancia de cuarcitas muy fragmentadas de tamaño variable. Entre ellas descienden imponentes pedrizas.

La flora presenta por lo general un estado asilvestrado a pesar de los notorios esfuerzos de desbroce. Superiormente comienza desde el pie de los farallones y está formada por arboleda: principalmente alcornoques, encinas, robles, enebros, lentiscos etc. De menor altura la jara, muy tupida, el brezo, el rebollo, el matorral… Más en descenso se abren claros en los que prosperan cortas zonas de pastos aprovechadas para el pastoreo aunque éste cada vez tenga menor presencia.

En cuanto a la fauna es notoria la presencia de insectos y reptiles autóctonos, mientras que la ornitológica es abundante y variada. En lo referente a mamíferos mayores únicamente observamos en nuestras visitas huellas de jabalí, además de recibir noticias de numerosos rebaños de muflones que desplazan a otros mamíferos como el ciervo y el gamo. Excluimos otros pormenores sobre la fauna por razones conservacionistas.

 

  1. LA CUEVA
    • Localización

La cueva se halla en el término de Cabañas del Castillo, sus coordenadas geográficas son: latitud norte 39º 34´ 33,93´´ y longitud oeste 5º 31´ 33,78´´. Se abre como se ha dicho en el lado oeste de la cadena descrita, hacia la mitad de la base del farallón.

 

Para acceder a ella debemos trasladarnos a la ciudad de Retamosa y tomar el camino que parte a su salida en sentido de Roturas; está inmediato a la izquierda. Marchemos por él solamente unos metros y doblemos en ángulo recto nuevamente hacia ese mismo lado, pudiéndose ascender en vehículo durante 1,5 km. Trascurrida esta parte del camino no es fácil de seguir por tener varios ramales por lo que recomendamos se pidan los correspondientes permisos, informaciones y asesoramientos en la población, sin duda serán bien correspondidos.

Una vez dejado el vehículo debemos acceder a la base de la sierra y dirigirnos hacia su mitad. Lo haremos por un viejo camino que asciende en zigzag por una gran pedriza que nos debe dejar próximos a la cueva; sigamos buscando la parte central de la base del farallón y marchemos entre las jaras buscando los restos de veredas de las sacas de corcho. Desde el automóvil esta ascensión no debe llevarnos más de 45 – 60 minutos.

Ya en la base, situados en su mitad, no resulta difícil localizar el boquetón del abrigo. Accedamos a él (Lám 2).

Lámina 2 La cueva del Lentiscar

 Lámina 2.- La cueva del Lentiscar, Retamosa, Cabañas del Castillo (Cáceres)

 

  • Descripción

La cueva presenta una forma de embudo irregular e invertido, con su parte estrecha hacia arriba, en el lado superior izquierdo. En el exterior tiene de ancho 3,8 m y de altura unos 4 o 5 m; asciende al menos 8 o 10 metros.

 

  1. LAS PINTURAS

De algunos conjuntos no ofrecemos fotografías por considerarlo innecesario dada su personalidad, además de no existir las condiciones para realizar una correcta impresión fotográfica dada la tonalidad rojiza de parte de la superficie de la roca. No obstante incluimos los conjuntos más interesantes y además los dibujos muy aproximados, de los mismos. Ponemos el resto del material fotográfico a disposición de quien esté interesado en el estudio del tema.

De las superficies lisas y claras que pueden servir de soporte en toda la parte izquierda de la cueva solamente se escogieron dos. En la zona baja del centro derecha se utilizó un espacio cóncavo para realizar en él un gran panel. En general, en diversos lugares, ese tipo de hundimiento despertaba un atractivo especial a los distintos autores, recordamos uno de los más llamativos el de la cueva de La Panda en Talarrubias. Quizás a esa causa se deba añadir la existencia de un hoyuelo en la parte baja posiblemente utilizado como receptor de pintura tal y como ocurre en el cercano panel del Paso de Pablo.

Lámina 3 C. Lentiscar Conj 1

   Lámina 3.- Cueva del Lentiscar, conjunto 1, Retamosa, Cabañas del Castillo (Cáceres)

 

4.1. Cueva del Lentiscar, conjunto número 1

4.1.1. Descripción.

Este conjunto fue pintado en el fondo del lateral izquierdo a 0,50 m de altura. El espacio es rectangular con base en uno de los lados pequeños, y está acotado y dividido interiormente en cuatro parte por racheados y cambios de plano. Se presenta a veces oculto por manchas irregulares de color negruzco, de modo que junto a ellas aparecen algunas superficies claras y manchadas con tonalidades ligeramente rosáceas en la parte inferior. En una de éstas, la situada en el cuadrante inferior izquierdo, se reconocen sin dificultad y en color rojo vinoso, la parte trasera de un pequeño cuadrúpedo de corta cola. Junto a ella se observan otros tracitos de formas menos definidas.

Para la realización del primer conjunto se seleccionó en la superficie mencionada el cuadrante superior derecho que destaca por su claridad, definida por un largo de 12 cm y 8 cm de ancho, es claramente visible y su estado de conservación es bueno.

Las dos figuras que lo forman tienen color rojizo tinto (Lám 3, Fig 1).

Figura 1.- Esta figura pertenece a un cuadrúpedo de 3,4 cm de largo y 2,8 cm de alto. Se realizó con trazo más bien fino en estilo esquemático.

Dicha figura mira hacia la izquierda aunque la cabeza no se señaló, a la vez que parece portar largas orejas, enveladas y de cierto grosor, desproporcionadamente grandes. Éstas fueron realizadas directamente en un corto cuello, marcado con simpleza por un cambio de dirección hacia la parte superior. Una larga línea intermitente indica el tronco; en la terminación opuesta a la cabeza se realizó la cola, erguida y corta. Cinco apéndices inferiores, de grosor irregular y desprendidos del tronco, indican las extremidades.

Figura 2.- Es otro cuadrúpedo de tamaño algo mayor ya que tiene 8 cm de largo y 6 cm de alto.

En este caso ocupa la parte inferior del conjunto y fue utilizada la misma tonalidad; el trazo es fino y con la mancha se indicó determinados volúmenes. Esta figura fue realizada en estilo naturalista y, aunque rígida, se intentó dotar de movimiento extendiendo las extremidades inferiores.

Nuevamente no se dibujó la cabeza, en su lugar fue prolongado muy brevemente el trazo que representa el cuello y el tronco. En su extremo superior se realizaron hacia atrás y con cierta habilidad, un par de cuernos apalados de diferente tamaño y escasamente separados el uno del otro. El tronco fue realizado con una línea superior bien marcada, mientras que en el extremo derecho, el opuesto a la cabeza, se realizó una corta cola, muy erguida. En la parte inferior de esa línea se extiende un manchón ocupando el espacio que correspondería al vientre en donde se observan al menos tres trazos arqueados indicadores de las costillas.

Las extremidades superiores no se aprecian con nitidez y las inferiores como hemos dicho, fueron trazadas hacia atrás. Se observa en ellas la forma del muslo y el resto de las patas más finas, estiradas, indican la gran extensión propia del movimiento en carrera.

 

4.1.2. Comentario.

Hemos visto que este pequeño conjunto encierra dos figuras: la número 1 nos acerca a la forma de un cánido, posiblemente sea un podenco por la posición de sus orejas y cola y la 2 por su cuerna parecer a un gamo macho.

 

La escena representa un pequeño lance sorpresivo en el que se quiso destacar la carrera del gamo mientras el can permanece anormalmente estático. Indudablemente en el lance la pieza escapó.

Por la realización del gamo se puede decir que estilísticamente se acerca mucho a la pintura naturalista levantina de la que hay poquísimas representaciones en Extremadura.

 

 

 

 

4.1.3. Relaciones y cronología

A continuación señalamos algunas de estilo semejante. Están presentes en el valle del río Ruecas, Cancho del Perro, conjunto A y sierra de la Madrasta, abrigo II, panel I.

Exclusivamente naturalistas se representaron en el Paso de Pablo, sobre todo el conjunto 5 (Fig 2) [1] y los dos jabalíes poco vistos pero aún presentes a la derecha del gran panel del Cancho del Reloj en Solana, Cáceres (Fig 3) [2].

Al intentar acercarnos a determinar su posible cronología, debemos tener en cuenta la ausencia del arco y la flecha en todos los dibujos esquemático-naturalistas de carácter cinegético presentes en esta área cacereña; esa ausencia del armamento indicado se manifiesta con claridad en las mencionadas del valle del río Ruecas y con las que este conjunto tiene una innegable correspondencia estilística.

La ausencia de esas armas les sitúa en épocas muy tempranas del Neolítico; si bien la presencia de las figuras esquemáticas que hay en los conjuntos del Ruecas -sobre todo los antropomorfos-, posibilita su realización en tiempos más tardíos.

 

4.2. Cueva del Lentiscar, conjunto número 2

4.2.1. Descripción.

El conjunto número 2, (Fig 4), se encuentra situado a la derecha; unos veinte centímetros a la izquierda del espacio cóncavo que se utilizó como soporte del gran panel y a poco menos de un metro de altura. En general la superficie que rodea al espacio ocupado por las pinturas presenta color negro a excepción del mencionado que es claro; tiene tendencia rectangular con los lados superior e inferior algo inclinados, mide unos 22 cm de largo y 20 cm de ancho.

Bajo este espacio hubo otras figuras aunque en corto número y de conservación muy deficiente ya que se encuentran cubiertas por la pátina negra mencionada; todo ello hace prácticamente imposible fijar sus límites.

Creemos que resulta innecesario describir pormenorizadamente las diez figuras de tendencia lineal vertical que forman este conjunto. Se distribuyeron en dos líneas bastante horizontales lo que le comunica un aspecto gráfico.

La línea superior consta de siete figuras más bien gruesas e inclinadas hacia la derecha; la primera por la izquierda mide 5,6 cm de alta y sobre 1 cm de ancha; de ellas, las tres primeras permanecen unidas por diferentes lugares, igualmente lo están la cuarta y la quinta, las dos últimas presentan mayor independencia.

La inferior es algo más irregular, está compuesta por tres figuras que aparentan representar partes del cuerpo humano; es bien visible la representación triangular, torso, en la figura número nueve y la diez parece mostrar las cortas extremidades inferiores de un antropomorfo incompleto, situado en la línea superior.

 

4.2.2. Comentario

Las cadenas que forman el Parque Nacional de Monfragüe y su continuación hacia el este han sido objeto de un trabajo de campo que como fin primordial tenía la obtención documental del arte rupestre. Después se plasmó en un bellísimo libro, demorándose sine die los correspondientes a la parte central y oeste.

La mayor parte de las estaciones registradas en ese libro contienen este mismo estilo de pintura lineal abstracta compuesto generalmente por líneas rectas, puntuaciones etc. las que ahora hemos presentado pueden considerarse integrantes de esa misma forma de expresión[3].

 

4.2.3. Relaciones y cronología.

Como acabamos de decir este segundo conjunto del Lentiscar es relacionable hacia el norte con la mayoría de los conjuntos realizados en los pequeños covachos del este del Parque Nacional de Monfragüe; lo es igualmente con determinados conjuntos cercanos, entre otros los representados en el Cancho del Reloj[4] (Fig 5) y Risco de Paulino[5].

Basándonos en las ausencia de temática cinegética y la representación esquemática que suele acompañarla y con las debidas precauciones venimos situando este estilo lineal abstracto y su frecuente distribución lineal, en tiempos tardíos alejado ya del mundo Neolítico y Calcolítico; en términos generales coincidentes con la Edad del Bronce.

 

4.3. Cueva del Lentiscar, conjunto número 3

4.3.1. Generalidades

Una vez pasada la gran cavidad central que se eleva en la izquierda se observa una oquedad más superficial a la derecha; su forma cóncava es de tendencia triangular, con vértice en la parte superior; un racheado la corta centralmente. Toda está limitada por una mancha negruzca; a veces se muestra en el interior por ambos lados del rachón.

Esta superficie, bien limitada, posee en la parte inferior otras dos pequeñas oquedades algo más profundas, de tendencia semiesférica poseen restos de pinturas poco definidos; cada una tiene unos quince centímetros de diámetro.

Su forma ligeramente triangular y cóncava -durante gran tiempo de la Prehistoria todo un símbolo-, como se ha dicho, despertó cierto atractivo para la creación artística aunque elemental.

 

4.3.2. Descripción.

Este nuevo conjunto se situó en el vértice de la parte superior; ocupa un pequeño espacio dividido de arriba abajo por el rachón central; otro más fino lo limita por la parte inferior (Fig 6).

Solo en la parte izquierda de este pequeño espacio se observan dos figuras aunque inferiormente hay otros restos poco definidos.

Figura 1.- Señalamos superiormente con este número una forma semicircular de 5,2 cm de diámetro con límites laterales externos levemente radiados; parece “salir” del manchón como si éste se tratara de una negra nube. Esa forma circular tiene un radio inferiormente que llega a la parte superior de la figura número 2.

 

Figura 2.- Se realizó con un trazo rojizo violáceo de poco más de 1,2 cm de ancho. Puede corresponder a la parte central de un pectiniforme en el que el extremo izquierdo no se distingue por la mancha negra de la roca y el derecho por un resalte; nos ha llegado la línea horizontal que marca la parte superior del tronco de unos 4 cm; de ella se desprenden dos cortos apéndices inferiores; en su parte central superior concluye el trazo radial de la figura 1.

 

4.3.3. Comentario

No resulta difícil reconstruir las figuras: en la parte superior tendríamos un estelar y en la inferior un pectiniforme, ambas unidas por un trazo radial.    Lo interpretamos como una transmisión energética del estelar, que sería una representación del Sol, hacia un cuadrúpedo.

 

4.3.4. Relaciones y cronología

Estos motivos y la misma forma de relación los observamos en el gran panel del Cancho del Reloj en Solana (Fig. 7). Así pues por su estilo y temática, tiene relación con la figura circular radiada que dio origen a la denominación del “Reloj” en el cercano conjunto. Ha sido aquella figura poco estudiada y sin la meticulosidad que, a pesar de su aparente simpleza, a nuestro juicio merece.

En el de Solana se trata de un esteliforme circular radiado con diez pequeños trazos -en forma de antiguo reloj. Allí, como aquí, inferiormente, un trazó radial se prolongó hasta la parte superior de un pectiniforme -representación evidente de un cuadrúpedo-; estas son las coincidencias. No caben dudas de que en Solana el estelar es más complejo y se relaciona con otras figuras próximas esquemáticas y lineales entre ellas, inmediato superiormente y actitud de dádiva se puede observar un antropomorfo doblemente ancorado. Para nosotros está claro: estos estelares son una representación solar que mandan su energía a determinados cuadrúpedos.

Deducimos que la pérdida y adquisición de la cuerna en los cérvidos puede ser coincidente con estas realizaciones. La aparente mayor influencia solar en la estación veraniega -mayor luminosidad, temperatura etc.- con su innegable influencia en las variaciones de segregaciones hormonales necesarias para ese proceso debió ser motivo para un pensamiento posiblemente de carácter sacro, según se puede deducir de la función del personaje esquemático que acompaña la escena de Solana. Bien encaminado pero todavía precientífico.

La relación solar está expresada directamente con antropomorfos en un conjunto de la cueva de los Doblones en Alía, Cáceres (Fig. 8).

Los tres conjuntos son esquemáticos aunque el del Lentiscar presenta mayor tendencia a la abstracción lineal. Debido a la tendencia lineal de los cuadrúpedos y aunque con imprecisión, apuntamos tiempos propios de la Edad del Bronce.

 

4.4. Cueva del Lentiscar, conjunto número 4

4.4.1. Descripción

Este conjunto se dispuso a una altura semejante al anterior y a unos treinta centímetros a su derecha. Ocupa la parte superior de un espacio claro, bien limitado, parte de otro mayor que no se utilizó (Fig 9).

Está formado por ocho trazos semejantes, su color actual es rojizo; el mayor tiene 5 cm de alto y en general 2-3 cm de ancho. Están dispuestos verticalmente en dos líneas de cuatro cada una, muy próximos en la primera de ellas y concatenados arriba en la más baja.

Hay que señalar los pequeños salientes que presentan algunos trazos; una vez en la parte inferior -el número 2- y dos en la parte superior -números 3 y 4-. Por su unión superior pueden considerarse que los números 5, 6, 7 y 8 forman un pectiniforme aunque no creemos representen a un cuadrúpedo.

Debemos incluir este conjunto con los demás de estilo lineal semejante que se realizaron en esta estación y en el resto de estas cadenas montañosas remitiéndonos a lo dicho para el conjunto número 2, en este caso con un mayor predominio lineal.

 

4.5. Cueva del Lentiscar, conjunto número 5

Lámina 4 Conj 5 Capeas

 Lámina 4.- Cueva del Lentiscar, conjunto 5, Retamosa, Cabañas del Castillo (Cáceres)

4.5.1. Generalidades

El espacio que ofrece la hornacina acentúa su forma cóncava bajo los conjuntos 3 y 4. En la parte derecha la superficie es bastante clara aunque no presenta figuras. A medida que se desciende por este lado la superficie es rosada o anaranjada característica de la descomposición superficial de algunas cuarcitas; si continuamos hacia abajo el color del espacio es cada vez más rojizo.

En la parte izquierda del racheado central la superficie es igualmente clara. En ella se puede observar con plena seguridad un conjunto compuesto por distintas figuras, algunas de ellas muy pequeñas. Está algo deteriorado y la calidad de los pigmentos no es la mejor.

 

4.5.2. Descripción

Este conjunto (Lám 4 y Fig 15), está formado por figuras de igual tonalidad rojiza y distinto tamaño, algunas esquemáticas y otras más abstractas; según estos estilos y su disposición en el conjunto, éste se puede dividir en dos partes.

La figura número 1 se situó en la parte izquierda de la escena, centralmente, mide 3,5 cm de alto. Está formada por una recta vertical que indicaría el tronco, y superiormente muy próximo, un resto de pintura podría apuntar la cabeza. Uno de sus brazos está extendido y el otro parece portar un señuelo. Las extremidades inferiores, casi perdidas, son percibidas por manchas intermitentes de color: una se presenta adelantada y flexionada y de la otra solamente nos ha llegado el inicio, lo que permite suponer que estaba extendida hacia atrás. Correspondería a un antropomorfo en una posición nada habitual. Esta figura es proporcionalmente algo mayor que las demás de este grupo las cuales siguen alineadas a la derecha.

Inmediata por ese lado y algo elevada, continúa la figura número 2 que corresponde a un cuadrúpedo muy esquemático de 3 cm de longitud. Se ven con claridad las cuatro extremidades y el tronco en cuyo extremo derecho es evidente la cuerna. Se observa el cuerno derecho y algo intermitente el izquierdo; por su forma arqueada nos indica con nitidez que se trata de un bóvido.

Continuando en el mismo sentido se dibujó la figura número 3; se trata de una pequeña forma de ancorado simple, de escasamente 1 cm de longitud. Superiormente, muy próxima, continúa otra semejante en disposición parecida aunque de extremidades más rectas; es la figura número 4. La número 5 se construyó con una de las extremidades en ángulo, trazo recto para ambos brazos separados del cuerpo. Está igualmente echada aunque su sentido es contrario, es decir la parte superior está muy cerca de la res, tanto que el cuerno izquierdo de ésta se corta con la pequeña extremidad superior de la figurilla: da la impresión de que hubo cogida.

Bajo esta primera alineación el conjunto, como hemos dicho, ofrece otra en estilo más lineal-abstracto; lo forman las figuras número 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13 y 14.

La número 6, situada en primer lugar por la izquierda, mide algo más de 4 cm de alto; es de estilo complejo ya que tiene parte semiesquemátca y, toscamente, algunos detalles naturalistas. Corresponde a un antropomorfo. Aunque está algo deteriorada destaca en su doble cabeza, un tocado logrado con un fino y largo penacho; no salió gustoso en el primer intento y se repitió algo más arriba. En su parte media inferior una forma triangular aparenta ser un corto faldoncillo.

 

Al lado derecho continúan las demás figuras expresadas por líneas de tamaño decreciente y ligeramente inclinadas hacia el mismo lado dando cierta perspectiva. Inferiormente se observan tres pequeños trazos, muy cortos y en clara correspondencia con la fila anterior, son los números 12, 13 y 14.

Este conjunto posee otras manchas inmediatas que no describimos por sus formas poco definidas; podemos decir que se hizo sin grandes esmeros aunque se ocupó de las distintas disposiciones de los participantes con una elemental perspectiva cuestión poco frecuente en este tipo de pinturas.

 

4.5.3. Comentario

A pesar de la finura, pequeñez y estado de conservación de algunos trazos, nos inclinamos por admitir que este conjunto es la representación de un lance taurino que, por los numerosos elementos que lo componen y por su disposición, lo aproximan a una tauromaquia. A pesar de su simpleza nos sirve también de argumento la organización de la composición.

No parece haber dudas de la figura central del relato: el cuadrúpedo, indudablemente astado. Delante de él, hay un grupo de pequeños ancorados que, como hemos apuntado, fueron dibujados en extraña postura. Su posición tiende a la horizontal, es decir yacían en el suelo mientras el astado y el antropomorfo mayor están en pie.

Mientras el cuadrúpedo dirige a las tres figurillas caídas su mirada y su actitud, el antropomorfo número 1 se posicionó detrás del animal. Erguido, cita al bóvido con señuelo y desde atrás, levantando adecuadamente una de sus manos. Es decir, intenta atraer la atención de la res para distraer y evitar que siga la acometida del astado a los personajes caídos; un quite aceptable, hecho en vertical, desde el lugar preciso (Lámina 5).

Lámina 5 Conj 5 Capeas

  Lámina 5.- Escena taurina (capeas), semejante a la representación esquemática del conjunto 5 de la cueva del Lentiscar

 

Suponemos que el resto de las figuras de la parte baja pertenecen al mismo conjunto aunque el grosor y estilo difieren bastante. La número 6 es la menos lineal y por ello más reconocible. La hemos descrito como un antropomorfo posiblemente femenino por el tocado y la faldilla que porta.

El grupo lineal que la acompaña está distribuido en diagonal descendente, hacia la derecha. Es decir se ha intentado conseguir una elemental perspectiva para que esta segunda línea resulte más cercana al observador y más distante de la tauromaquia. Podemos decir que el público algo alejado observa la escena. Como se ve todo encaja adecuadamente.

Tras lo dicho podemos afirmar que lo representado en este conjunto ofrece inequívocamente un momento difícil de una fiesta taurina de posibles resultados no gratos aunque como tantas otras veces pudo quedar en el susto.

 

4.5.4. Relaciones y cronología

Veremos que este tipo de fondos no es del todo extraño en el arte rupestre. Ya en el arte paleolítico encontramos lances taurinos. El más antiguo está en Villars (-23.000); es una pintura que representa a un hombre con los brazos en alto, huye o cita a un bisonte, muy próximo y enfurecido. La cueva de Roc de Sers (-19.230) ofrece un relieve en el cual, el antropomorfo huye del bisonte llevando algo sobre su hombro. En ocasiones es clara la derivación de la caza como ocurre en Lascaux (-17.000) con el antropomorfo caído ante un bisonte visiblemente herido, sin duda por efectos de un lance cinegético[6].

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 Lámina 6.- Escena de diversión taurina. Kwa Zulu Natal, Montes Drakensberg, Sudáfrica

Posteriormente en estilo naturalista, ya en el Neolítico, puede situarse una escena taurina de la cueva de, Kwa Zulu Natal, situada en los montes Drakensberg, Sudáfrica. En ella un enorme bisonte, aparentemente enfurecido, está rodeado de quince personajes: unos están estáticos, otros corren, unos portan arcos, sin ademanes de disparar. Uno de ellos bastante próximo y centrado, adopta una extraña posición: apoya en el suelo uno de sus musculosos brazos en vertical y soporta el peso del cuerpo extendido horizontalmente, mientras con sus piernas parece realizar graciosos y extraños movimientos de equilibrio.

En este grupo, los antropomorfos no presentan cabezas, en su lugar o cerca hay un ave parecida a un pavo, una raspa de un pez, una estrella…

Es indudable el tono festivo, nada cinegético, que desprende la escena puesta de manifiesto por la acrobática posición del mencionado personaje (Lám 6).

También en estilo naturalista podemos señalar diversiones ocasionales con otro animal que irrumpe en la vida cotidiana produciendo el consiguiente susto y alboroto, tal nos muestra una escena de la cueva de la Sarga, Helche, Alicante.

Ya en el arte esquemático, una diversión arriesgada de tipo circense, nos ofrece un conocido panel de Peña Escrita en Fuencaliente, Ciudad Real (Fig 10). En él, un valiente antropomorfo esquemático, desafía rodilla en tierra a una temible cabeza ciertamente monstruosa.

Otros conjuntos de Sierra Morena aparentemente ofrecen el tema taurino pero la naturaleza abstracta lineal de la mayoría de los signos empleados dificulta concretar el contenido de los mismos.

Más cercano en el tema y lugar, nos resulta uno de los conjuntos realizados en la Cueva de La Panda, Talarrubias (Badajoz). En ella un antropomorfo esquemático cita a un cuadrúpedo aparentemente sin cuerna. En la parte superior de la escena está presente un curvado signo lineal que nos señala el posible empleo en el juego de una soga o maroma. En su parte inferior, hay representados con cierta perspectiva, varios alteriformes y bajo ellos numerosos bitriangulares, generalmente tenidos como representaciones masculinas y femenina. Ellos y ellas observan algo alejados en distintos grupos (Fig 11). [7]

Tras lo dicho se puede afirmar que el tema propuesto aunque escaso, no es extraño en la pintura rupestre. Entendida ésta en sentido regional, tiene muchas probabilidades de ser la primera representación de nuestras populares fiestas taurinas.

La pintura representada enmarca, junto con la res, un grupo de personajes activos y otro pasivo. En el trazo de los primeros se recurrió al esquematismo, signos ancorados, los cuales se utilizaron en pintura desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce. Posteriormente a este periodo la forma ancorada tiende a desaparecer en pintura aunque persiste o tiende a reaparecer en los grabados de las estelas de guerrero.

Excepto el llamativo personaje tocado de pluma y faldoncillo, el grupo pasivo se realizó con notoria torpeza o descuido, tenía menos importancia. En ellas se tendió a utilizar el estilo lineal abstracto, tendencia muy empleada en épocas avanzadas de la Edad del Bronce. Ambas cuestiones posibilitan la realización del conjunto en tiempos diferentes aunque nos inclinamos por situarlos en un mismo tiempo. Sencillamente se prescindió de todo detalle en los personajes pasivos, secundarios, podemos decir que del “tendido”, al igual que algunas imágenes de tauromaquias relativamente actuales.

Cronológicamente la época que nos parece más apropiada para su realización es un tiempo impreciso situado entre el Calcolítico tardío, en el cual perduraba la representación del grupo social y la utilización de signos ancorados y la Edad del Bronce con la extensión de representaciones lineales abstractas.

 

4.6. Cueva del Lentiscar, conjunto número 6

 

4.6.1. Generalidades

El espacio sobre el que fue pintado el conjunto anterior ya mostraba pequeños cambios de nivel hacia el interior y rugosidades que se acentúan a medida que descendemos por la izquierda, lo cual dificulta la delimitación del contorno de las figuras. Debemos añadir el color rojizo que comienza a cubrir la superficie la cual tiende a oscurecerse con más intensidad en el cuarto superior derecho de este espacio. A pesar de todo esto, bajo el conjunto número 5 podemos distinguir algunas figuras.

Diremos también que la superficie está bien limitada lateralmente, siéndolo de manera menos visible en la parte superior e inferior.

 

4.6.2. Descripción

Aparentemente por su proximidad las figuras están conjuntadas pero en realidad parecen presentar independencia temática. No obstante por facilitar la exposición las enumeramos en el sentido de la escritura (Fig 12).

Figura número 1.- Se situó inmediata bajo la parte izquierda del espacio que ocupa el conjunto número 5. Es de grueso trazado y color rojo, y tiene 6,3 cm de longitud. Es una figura esquemática de cuadrúpedo mirando hacia la parte derecha. Su ejecución es muy tosca.

Figura número 2.- Se realizó bajo la anterior. De color rojizo algo más oscuro que las demás, mide poco más de 4 cm de lado. Corresponde a una pequeña forma de triángulo equilátero de vértices muy redondeados y no bien conseguido.

Figura número 3.- En este número englobamos todas las puntuaciones y pequeños trazos que parecen desprenderse del semicírculo realizado caprichosamente en la superficie central de la roca. Son de igual tonalidad al zoomorfo y su grosor no llega al centímetro.

 

4.6.3. Comentarios y relaciones

Dada la individualidad de las figuras poco se puede añadir en cuanto a temática se refiere.

La figura 1 es la representación esquemática elemental de un cuadrúpedo, debe tratarse de un cánido debido a la larga y erguida cola que lleva en la parte izquierda.

La número 2 es un triangular simple. En general los triangulares hacen referencia al mundo femenino aunque también son empleados como representaciones de estrellas. Constituye un raro ejemplo de representación individual por encima del río Guadiana. En general los triangulares dobles en sentido vertical, son difíciles de encontrar pasado el río Tajo en cambio más al sur, pasado el río Guadiana el motivo se encuentra con profusión. La representación en la parte alta del abrigo del Santuario de Monfragüe de un par de ejemplares es, hasta el momento, la representación más septentrional que conocemos en Extremadura.

En la cara oeste de la Sierra de San Serván, en el sitio denominado “Las Palomas”[8] y entre los grabados del dolmen de la Barca[9] se encuentran figuras semejantes a ésta aunque mejor conseguidas e incluso radiadas, lo que sin dudas les da contenidos estelares de cronología cercana a las cerámicas neolíticas decoradas con motivos similares.

En el Lentiscar, su individualidad comunica una mayor imprecisión cronológica pues podría alargarse el arco temporal desde el periodo señalado hasta la paulatina pérdida de su uso según avanzaba la Edad del Bronce.

Enfocamos los contenidos de la figura número 3 de este conjunto en sentido naturalista. Es indudable que uno de los dos semicírculos sirvió de inspiración y complemento a la realización del conjunto; el segundo, de curva menos marcada, parece que no se utilizó. Los trazos y puntuaciones parecen salir de ella como ciertos ríos nacen de cuevas determinadas. No podemos definir más sus contenidos. Este motivo no está presente en el medio cercano aunque puede ser producto de una lejana observación o simplemente de la imaginación del autor. Su cronología es también imprecisa.

 

4.7. Cueva del Lentiscar, conjunto número 7

Lámina 7 Conjunto 7

 Lámina 7.- Cueva del Lentiscar, conjunto 7, Retamosa, Cabañas del Castillo (Cáceres)

 4.7.1. Generalidades

Al estudiar el conjunto número 5 describíamos el estado actual del espacio superior de la hornacina. En la parte media del lado derecho se observan formas aparentemente caprichosas, todas muy desvaídas por lo que no reseñamos ni su dibujo ni su descripción. Más abajo la superficie no se utilizó aunque es muy clara y posibilitaba buenas realizaciones.

4.7.2. Descripción

El conjunto número 7 presenta algunas formas que no parecen formar conjunto, no obstante para seguir facilitando la exposición enumeramos las figuras en el orden habitual (Lám 7).

La figura 1 ocupa el espacio claro de la parte superior y se realizó toscamente en el color rojo ya mencionado. Se trata de un antropomorfo de 6 cm de alto. Su forma es algo ancorada en la parte superior con la extremidad derecha casi perdida, las inferiores resultaron angulosas. El tronco se terminó en desproporcionado falo y menos señalada está la cabeza.

 

La número 2 tiene una altura de 7 cm, es de realización confusa y aparentemente incompleta. Su color y trazos son parecidos aunque ligeramente mayor. Se situó en un espacio próximo a la derecha y corresponde a un antropomorfo del que solamente se realizó el tronco, parcialmente las extremidades superior derecha e inferior izquierda.

La figura número 3 está realizada en una “línea” inferior, próxima al límite izquierdo del grupo. Tiene 14 cm de alta y de color semejante (Lám 8, Fig 16).

Lámina 8.- Ramiforme del conjunto 7, figura 3

Se trata de un llamativo ramiforme realizado con una línea para indicar la cabeza y el tronco al que cortan cuatro pares de extremidades en zig-zag.

La parte media superior de la línea que indica el tronco fue pintada en forma de alargado corazón; en su parte superior está apuntada la cabeza.

El par de zig-zag superior se realizó de forma ligeramente asimétrica, mientras que el que correspondería a su extremidad derecha ocupa una posición ligeramente más baja. En el extremo de éste hay una gruesa mancha roja tendente a la forma circular, de algo más de 3 cm de diámetro. La posición caída de esta extremidad nos indica que portaba un objeto de cierto peso. Esta particularidad no le fue indiferente al autor.

A la derecha de este antropomorfo se pintó la figura número 4. Una mirada atenta a los pormenores de su realización nos hace sospechar que, aunque en extraña posición, puede tratarse de un pectiniforme o de dos antropomorfos de tendencia ancorada simple enlazados.

A la izquierda, bajo la figura del antropomorfo ramiforme, hay tres figuras que estimamos constituyen conjunto por su proximidad. Fueron realizadas con el mismo matiz rojizo que la figura número tres y de igual grosor; están indicadas con los números 5, 6 y 7 y las tres se inclinaron unos 45º a la izquierda.

La primera por la derecha es la figura número 5, y corresponde a una línea en forma de bastón de unos 6 cm de longitud, en torno al centímetro de ancho. La número 6 está un par de centímetros a la izquierda y la forman al menos cuatro puntuaciones, equidistantes y dispuestas paralelamente a la forma siguiente. Muy próxima por la izquierda está la número 7, se trata de una recta de unos 6 cm de longitud.

A la derecha de estas formas se realizó la figura número 8. Mide unos 6 cm de alta y es de color semejante aunque pueda variar el matiz. Creemos que se trata de un mal realizado pectiniforme en posición tendente a la verticalidad; de su tronco titubeante parten hacia la izquierda al menos ocho apéndices. Esa posición es poco usual pues por lo general representan animales en pie.

 

Continuando hacia la derecha y ascendiendo levemente, encontramos las figuras 9, 10, 11 y 12, miniaturistas, finas y muy próximas, de igual colorido y de un par de centímetros de longitud, características que las sitúan en un subconjunto lineal.

La número 9 corresponde a un cruciforme sin el pequeño remate superior. Los dos brazos laterales son de desigual longitud y no coincide con exactitud su lugar de inserción con el trazo vertical. Claramente se observa que ocupa la parte superior central de las cuatro figuras.

Los números 10 y 11 se situaron muy inclinados cercanos a la horizontal e inmediatos a la parte baja derecha del cruciforme. Son dos rectas de parecida longitud al cruciforme y se dispusieron paralelas, una bajo la otra.

La figura número 12 puede considerarse un antropomorfo ancorado e incompleto, de tendencia abstracta. Le faltan las extremidades superior e inferior del lado izquierdo.

Dejado el pequeño espacio central que ocupa y descendiendo unos 10 centímetros, pasamos un rachón de tendencia vertical, en donde fácilmente encontraremos la figura número 13. Tiene 11,7 cm de alta, corresponde al dibujo de una estructura de tendencia rectangular, realizado mediante trazos discontinuos. Se situó en posición vertical y se terminó inferiormente en ángulo con un eje central, toda esta parte está doblada hacia la derecha quizás por no invadir el racheado. Pudiera tratarse del dibujo esquemático de un trineo o la caja de un carro.

La número 14 se situó muy próxima, al mismo nivel e inmediata a la izquierda del racheado. Su color es el rojo habitual y su grosor está en torno al centímetro, midiendo de largo unos 8 cm y otro tanto tiene de altura. Si partimos de la derecha, justo en el racheado, se conserva un trazo de tendencia vertical cuyo extremo está en la misma hendidura y es algo aguzado hacia abajo; puede indicar la cabeza. El trazo sigue bastante horizontal indicando el tronco. Son visibles las extremidades superiores y por encima de éstas se dibujo una singular cuerna vertical de unos 6 cm de alta, en forma de lira la cual nos ha llegado incompleta. La forma de esta cuerna es semejante a una representación del abrigo del Santuario en Monfragüe[10]. Se trata de un cuadrúpedo trazado de manera elemental y quizás incompleta.

 

A la izquierda de este panel, en la parte central hay una pequeña oquedad igualmente cóncava en forma de semiesfera, de unos 12 cm de diámetro. Está dividida en dos por un racheado y sus superficies parecen contener restos de pinturas de formas poco definidas entre otras cuestiones por la descomposición rojiza de la capa superficial de la roca.

 

4.7.3 Comentarios

Gran parte de las figuras descritas en este conjunto poco parecen aportar, unas por su aparente individualidad otras por su ejecución lineal abstracta, su elemental realización etc. Algo difieren en este sentido el grupo formado por las número 10, 11 y 12 que parecen hacer alusión a un irregular y elemental “calvario”; igualmente las 13 y 14 parecen representar un elemental artilugio de carga con un animal al lado.

Una figura difiere del resto, se trata del ramiforme enumerado con la figura número 3, seguidamente nos ocupamos de ella. El personaje que representa tiene un considerable valor para el autor ya que se duplica el tamaño con respecto a las formas que le rodean. Esta valoración del personaje se ve correspondida por la masa redondeada que porta en su mano derecha.

Para intentar acercarnos a su contenido dividimos el límite de esa forma redondeada en cuatro partes: el cuadrante superior derecho está bien definido, es circular, y el izquierdo aunque tiende a esa misma forma queda intermitente y menos preciso. La terminación de los dos cuadrantes inferiores tienden más a la rectitud, más claro en el lado izquierdo. Toda la parte inferior se prolongó y, aunque sus límites están confusos se puede apreciar su forma gruesa y alargada. La imprecisión en este lugar es debido en parte por la coincidencia en ese espacio con la realización de uno de los brazos de la figura ramiforme. Debemos añadir que estimamos pérdida natural una fina abertura blanquecina que presenta en su parte izquierda central.

Todo esto viene a indicar que la figura número 3 exhibe un objeto pesado de contorno redondeado en la parte superior, más bien recto en los laterales, estrecho y alargado en la parte inferior; tal vez la cabeza de algún temible enemigo, hombre o fiera.

 

4.7.4 Relaciones y cronología.

Dentro del arte esquemático, la tipología en zigzag de este ramiforme es escasa y rara su difusión.

Está presente ya desde el Neolítico tanto en la cerámica cardial como en la pintada, ofrecemos en la figura 13 un fragmento de esos dos tipos de cerámica. El número 1 y el 2 proceden de la cueva de Les Cendres, Moraira-Teulada, Alicante[11] y con el 3 ofrecemos un ejemplo de su relación con algunos ídolos-placa, en este caso con el hallado en Granja de Céspedes, Badajoz. En todos estos casos aunque se emplea como elemento decorativo no hay que dudar de sus contenidos simbólicos, frecuentemente próximos al mundo funerario[12] .

Además de las relaciones mencionadas ya dentro de la pintura rupestre mencionamos el gran panel del conjunto de la sierra Peñas Blancas, cornisa de la Calderita, en la Zarza (Badajoz), con media docena de ejemplares formando un amplio e interesante conjunto (Fig 14).

La representada en el Lentiscar goza de de una ejecución cuidada, completa y primitiva, sin añadidos ni supresiones y su presencia individual. En cambio, varias de la Zarza presentan un curioso añadido: la mayoría se pintó con una forma de gancho para indicar la cabeza. Hay que añadir que en la Zarza estas formas pertenecen a un conjunto de numerosas y variadas formas entre las que abundan los pequeños triangulares dobles signo empleado desde los albores del Neolítico, como ya hemos apuntado.

Estas dos cuestiones, ejecución completa y extremidades en zigzag, tienden a situar nuestra figura en un impreciso momento del Neolítico-Calcolítico aunque por su individualidad, pudiera haber persistido más tiempo.

 

  1. CRONOLOGÍA

Como en otras estaciones próximas podemos sospechar con fundamentos una participación estilística y temática con el levante español en una época imprecisa del Neolítico; esta influencia está plasmada como se ha dicho por el conjunto número 1. No presenta dificultad encajar al ramiforme en zigzag en un amplio abanico temporal que iría desde el Neolítico a la Edad del Bronce. Su individualidad señala más bien este periodo.

Por razones ya expuestas, los finales del Calcolítico nos parecen propicios para situar los conjuntos de tema taurino, el triangular y poco más. De esta escasez se puede deducir que la cueva no fue artísticamente muy utilizada, a pesar de no estar muy alejada del cercano valle del río Guadiana y de su conexión con el valle del río Ruecas, donde el mundo dolménico está presente. Lo mismo ocurre con el cercano río Almonte en el dolmen del poblado la Coraja[13].

Finalmente ya durante un impreciso periodo de la Edad del Bronce, participa con mayor presencia de la expresión formal lineal -de contenido incierto- y en el pensamiento pseudocientífico-religioso presente en esta serranía por la presencia del zoomorfo-estelar en conjunto número 3 del Lentiscar.

Este abrigo carece de otros restos materiales arqueológicos en sus inmediaciones aunque no es extraño observar fragmentos de cerámica común de características variadas, esparcidas por distintos lugares no muy alejados de la cueva.

 

  1. CONCLUSIONES

Tras lo que acabamos de exponer se puede afirmar que algunas figuras del abrigo del Lentiscar forman conjuntos mientras que otras van individualizadas lo cual indica una expresión de la sociedad en el primer caso y una mayor individualización en el segundo.

Los trazos lineales abstractos por lo general ocultan sus fondos. Los más esquemáticos, presentan la posibilidad de acercarnos a los contenidos con algo más de certeza. En general faltan agrupaciones extensas a cuyos mensajes hubiéramos podido acercarnos; un ejemplo de este acercamiento nos es posible en el singular conjunto número 5.

Hay figuras en cierta correspondencia cultural con otras latitudes hispanas, relacionamos el conjunto 1 con el arte naturalista levantino. El ramiforme número 3 del conjunto 7, con decoraciones del arte mueble cerámicas, ídolos-placa, estelas etc., y en este grupo incluimos los antropomorfos esquemáticos y el triangular. Otras veces parecen carecer de correspondencia cultural amplia, entre estos estarían el zoomorfo-estelar y quizás la tauromaquia.

Estas cuestiones nos a los individuos que realizaron estos paneles y con ellos las sociedades a las que pertenecían. Gracias a estas pinturas sabemos que en general no vivían aislados ya que eran partícipes de la cultura que en el momento prevalecía en amplias regiones de España. Pero también en esos momentos eran partícipes del desarrollo de una cultura más localista como muestran el contenido y las relaciones aquí presentados.

Igualmente las cuestiones expuestas no nos permiten suponer que este lugar fuera habitado ni siquiera esporádicamente, aunque al menos estamos seguros de que, a través de un largo periodo de tiempo fue visitado ocasionalmente. Por sus pinturas no parece que existieron influyentes grupos sociales en las cercanías; se comporta como un lugar más bien poco frecuentado; los mensajes se nos muestran en un intermitente y lejano goteo.

APÉNDICE GRÁFICO

Fig 1 a 6

Fig 7 a 11

Fig 12 Conjunto 6

                       Fig 12.  Conjunto 6.

 Figura 13 Ramiformes varios                                                              Fig 13.  Ramiformes varios.

 

Figura 14 Ramiformes de Zarza de Alange

Fig 14. Ramiformes de Zarza de Alange.

Figura 15 Figura Conj 5 Tauromaquia                                                           Figura 15. Conjunto 5: Tauromaquia.

Figura 16. Ramiforme del conjunto 7.

[1] GONZÁLEZ CORDERO, A. y DE GONZALO ALVARADO, M. (1993): Nuevas pinturas rupestres en Extremadura. Revista de Arqueología nº 143, pág 18-25.

RUBIO ANDRADA, M. (1995): Estudio de las pinturas rupestres del Paso de Pablo. XXIV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.

[2] GARCÍA ARRANZ, J. J. (1990): La pintura rupestre esquemática en la comarca de las Villuercas (Cáceres). Institución Cultural el Brocense, Salamanca.

 

[3] COLLADO GIRALDO, H. y ARRANZ GARCÍA, J. J. (2005): Arte rupestre en el Parque Natural de Monfragüe: El sector Oriental. Mérida.

[4] GARCÍA ARRANZ, J. J. (2000): Op. cit.

[5] RUBIO ANDRADA, M. (1996). Las pinturas rupestres del Risco de Paulino, Berzocana, Cáceres. XXV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.

 

[6] VIARD, ANDRÉ (2014): Tauromaquias parietales. Tierras taurinas, julio-agosto 2014.

[7] RUBIO ANDRADA, M. (1997): Las pinturas rupestres en el término de Talarrubias (Badajoz). XXVI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.

[8] ORTIZ MACÍAS, M. (1984): Pintura rupestre esquemática al sur de la Comarca de Mérida, pág 106. Badajoz.

[9] RUBIO ANDRADA, M. (2002a): Monumento funerario de la Barca. XXXI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.

 

[10] RUBIO ANDRADA, Manuel (1991): La pintura rupestre en el Parque Natural de Montgragüe (Cáceres). Pág 41.

[11] CARRASCO RUS, Javier L.; PACHÓN ROMERO, Juan A.; GÁMIZ JIMÉNEZ, Jesús (2012): Las cerámicas pintadas de Andalucíay sus contextos arqueológicos. Antiquitas nº 24, pp 17-79.

[12] ALMAGRO GORBEA, M. J. (1973): Los ídolos del Bronce I Hispano. Biblioteca Praehistórica Hispana, vol XIII, pág 181 y ss. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid.

SOS BAYNAT, V. (1962): Los ídolos-placa de granja de “Céspedes” (Badajoz). Diputación Provincial de Badajoz.

SIRET, L. (1995): Religiones neolíticas de Iberia. Ayuntamiento de Cuevas de Almanzora..

[13] BUENO RAMÍREZ, Primitiva; DE BALBÍN BHERMANN, Rodrigo y GONZÁLEZ CORDERO, Antonio (2001): El arte megalítico como evidencia de culto a los antepasados. A propósito del dolmen de La Coraja (Cáceres). Quad. Preh. Arq. Cast. 22

Ago 272015
 

Manuel Jesús Ruiz Moreno.

I.- Introducción

De la reconquista de Trujillo, no tenemos datos suficientes para asegurar que ocurrió realmente. Solo sabemos lo que de ello nos cuentan las fuentes de forma bastante escueta:

“La Crónica latina de los reyes de Castilla” dice que la ciudad se tomó en el invierno de 1232-33. El “Cronicón cordubense” de Fernando Salmerón puntualiza que se tomó en 1233. Y los escritos del geógrafo musulmán al-Himayari, indican que esta conquista tuvo lugar en el 630 H, correspondiente con el invierno de 1232-1233.

Existe otra fuente que hace remontar la reconquista de la población un año antes, los “Anales toledanos”, que expresan «prisieron a Trugiello dia conversion Sancti Pauli, en janero, era MCCLXX” que convertido al calendario actual correspondería con 1232.

La solución a este desacuerdo viene dada de la mano de D. Julio González, en su investigación «Reinado y diplomas de Fernando III» , en la que afirma que: “Trujillo cayó en poder de los cristianos el 25 de enero de 1233”·, y que el dato aportado por los Anales Toledanos: “prisieron a Trugiello dia conversion Sancti pauli en janero era MCLXX” es solo parcialmente correcto, porque le falta una unidad. (MCCLXX_ ) = (1232), sería (MCCLXXI) = (1233).

Trujillo se reconquistaría, por tanto el 25 de enero de 1233, en plena descomposición del Imperio almohade, cuya capital se encontraba en Marrakech.

La espectacular victoria de los cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa, aceleró el ya progresivo desmoronamiento del Imperio almohade. Facilitando el levantamiento de los gobernadores andalusíes contra los norteafricanos, y su proclamación como poderes locales, en lo que se conoce como las terceras taifas. Estas pequeñas entidades, en principio independientes, fueron incorporándose bajo las banderas de uno de los tres poderes principales que emergieron en al-Andalus, cuyos intereses particulares les hacían combatir, tanto contra los cristianos, como contra otros musulmanes. Entre ellos el de Ibn Hud, quien desde Murcia, se proclamó emir de los musulmanes en 1228, pero reconociéndose súbdito del califa de Bagdad, y enarbolando por ello su estandarte negro como señal de sumisión al mismo. Tras vencer a los ejércitos que, los gobernadores almohades, enviaron para sofocar la rebelión, las poblaciones de Córdoba, Sevilla, Almería, Granada y Málaga le reconocieron como emir. Solo se mantuvieron rebeldes a este nuevo poder las zonas de Valencia, Niebla (Huelva), y otras poblaciones de menor importancia (VIDAL CASTRO, 2012: 23). También reconocieron a Ibn Hud en el reino de Badajoz, de forma concreta Mérida y Trujillo (GONZÁLEZ, 1983: 314) El cronista musulmán el “Bayan” dice de Ibn Hud, que había pertenecido al ejercito regular de Murcia, y que sus antepasado tuvieron cargos importantes en el gobierno de esta región, mientras que la “Crónica latina de los Reyes de Castilla” afirma que era un almogavar, plebeyo, pero decidido y valiente que lideró uno de los movimientos antialmohades de la zona (HUICI MIRANDA, 1957: 469) . Este tagri o frontero debía mucho de su prestigio en la hazaña que realizó al arrebatar a los cristianos el castillo de Sanfiro, situado al este de Murcia de manos de los cristianos. Con sus hombres trepo con escalas de cuerda a las murallas, eliminaron a los centinelas y tomaron por sorpresa el castillo. Poco a poco fue acaudillando mayor número de hombres, al principio entre los fronteros andalusíes de peor fama, gentes malvadas que vivían como salteadores y bandidos, y que no respetaban ningún credo para realizar sus fechorías. Posteriormente el éxito en sus algaradas contra las fuerzas almohades le hizo aumentar el número de adeptos, hasta tal punto de erigirse como el libertador del pueblo andalusí (GONZÁLEZ, 1983: 310)

Como nuevo señor de casi todo el al-Andalus, Ibn Hud, comenzó a oponerse a las conquistas de los cristianos, pero la suerte que había tenido en los enfrentamientos contra los almohades, en este caso no le sonrió contra sus vecinos del norte, y no tuvo éxito al intentar frenar sus avances. El rey de León, con la ayuda de los freires de Santiago se apoderó de la mayor parte del territorio de Badajoz (HUICI MIRANDA, 1957: 478). Mérida y Montánchez caerían en poder de Alfonso IX en 1230, donando, esta última, a la Orden de Santiago (NAVAREÑO MATEOS, 1983:172). Ibn Hud reunió un ejército para oponerse al avance leonés, pero fue derrotado en batalla campal cerca del castillo de Alange. A consecuencia de esta victoria cristiana los musulmanes abandonaron el castillo de Elvas, y muchos otros próximos, ante el miedo a no poderlos defender. Algunos cronistas como Jiménez de Rada opinan que primero fue la batalla de Alange y luego la caída de Mérida. Parece ser, según cuenta la Crónica Latina, que la fortaleza de Elvas fue tomado por unos “frates” portugueses que habían participado en la batalla de Alange y que encontraron la ciudad vacía y con las puertas abiertas. Este momento de pánico general fue aprovechado por Alfonxo IX para asediar en abril la ciudad de Badajoz y tomarlo en pocos días, según la crónica Tudense (GONZÁLEZ, 1983: 314) . Por su parte el rey Fernando de Castilla, por las mismas fechas estaba en plena campaña para intentar tomar Jaén, habiendo arrasado el año anterior sus campos y despensas en un movimiento preparatorio para ablandar la resistencia de la plaza, pero pese a hacer mucho daño a sus murallas con los ingenios que llevó, y que según la Crónica de Castilla “tiraban muchas piedras”, levantó el cerco a los tres meses, en septiembre de 1230, ante la imposibilidad de tomar la ciudad. Fue durante su regreso cuando recibió la noticia de que su padre, el rey de León, Alfonso IX había muerto y que la corona leonesa se mostraba ante él. En 1231, el rey Fernando, ya monarca de Castilla y León, envió una expedición a la baja Andalucía. Ibn Hud le hizo frente en el rio Guadalete cerca de Jerez de la Frontera, y allí las fuerzas musulmanas sufrieron una severa derrota. Los castellanos regresaron con un gran botín. A esa expedición le siguieron otras, el 8 de diciembre, cuenta el Bulario de Santiago que cayeron cinco caballeros santiaguistas en una de estas algaradas a territorio musulmán. Todas estas derrotas frente a los cristianos no hacían sino desprestigiar el poder de Ibn Hud, y las poblaciones bajo su dominio comenzaron a levantarse frente a su autoridad, en Arjona otro, frontero Muhammad ben Nasr, se proclama emir el 18 de abril de 1232 y tomó el color rojo para sus enseñas reconociendo al soberano de de Túnez como su señor (GONZÁLEZ, 1983: 316).

De una manera similar en el año 629 (octubre de 1231 a 18 de octubre de 1232) se levanta el pueblo en Sevilla, contra su gobernador, hermano de Ibn Hud, ofreciéndole el poder de la ciudad a uno de los personajes de mas prestigio de Sevilla, Abu Merwan Ahmend el Baggi, pero este no lo aceptó haste el año 630 (19 de octubre de 1232 a 7 de octubre de 1233). En un proceso parecido, en julio de 1232, también se independiza del poder del murciano, la población de Arjona (Jaén), bajo el mando de Ibn Nasr a las que se unió Jaén y Córdoba. Y con el fin de contrarrestar el poder de Ibn Hud ambos líderes rebeldes unieron sus fuerzas en una alianza. El murciano se dirigió y sitio Sevilla en el año 631 (7 de octubre de 1233 a 26 de septiembre de 1234), pero durante el asedio acudió en auxilio de Sevilla el de Arjona, y juntos vencieron a Ibn Hud. En una acción traicionera, Ibn Nasr, aprovechó la ocasión y capturo a el Baggi , dándole muerte en abril de 1234, entrando en Sevilla como nuevo señor, pero su gobierno fue efímero, porque al mes de ocuparla, los sevillanos se sublevaron y aceptaron de nuevo la autoridad de Ibn Hud. Camino de sometimiento que siguieron después las poblaciones de Carmona y Córdoba, que también se habían sublevado. En junio-julio de 1234 el señor de Arjona y el de Murcia firmaron treguas (GONZÁLEZ, 1983: 318).

La razón de comentar los sucesos anteriores viene por la necesidad de conocer el panorama que se presentaba en Trujillo y el resto de poblaciones bajo el gobierno de Ibn Hud entre 1232 y 1234.

Según los datos que disponemos de las crónicas y que resume, el profesor García Fitz, en su estudio “Las relaciones políticas y guerras entre castellano-leoneses y el Islam”, anota que:» En enero de 1233 los efectivos de las Órdenes Militares y del obispo de Plasencia tomaron Trujillo, sin que Ibn Hûd, caudillo andalusí asentando en Murcia y de tendencias antialmohades, pudiera evitarlo, a pesar de que en dos ocasiones se puso en camino contra los asediantes” (GARCÍA FITZ. 2002: 179).

Fuerzas de socorro que a decir de Julio González, apoyándose en los textos de Al-Himayari, salieron de Sevilla (GONZÁLEZ, 1983: 316). “En el año 630/18 octubre de 1232-6 octubre 1233, los cristianos fueron contra Trujillo y lo cercaron, acudió contra ellos Muhammad. Ib Hud, deseando aprovechar la oportunidad de atacarles (por sorpresa), pero no pudo, y se dirigió a Sevilla, cogiendo allí provisiones para llevarlos a Trujillo, entonces recibió la noticia de que los cristianos la habían conquistado y regresó a Sevilla. La toma de Trujillo por los cristianos ocurrió en rabi I de ese año (630)/16 diciembre 1232-14 enero 1233” (VIGUERA MOLINS, 2002 : 207).       Pero si en esas fechas Sevilla no era fiel al emir Ibn Hud, malamente podría enviar tropas en auxilio de Trujillo. Sabiendo además que el rey Fernando III había enviado fuerzas en diciembre de 1232 contra Úbeda, ciudad que no era muy importante, pero tenía una posición estratégica para la defensa de Baeza y Quesada, en poder de los cristianos desde 1226 y 1231 respectivamente. Y que Úbeda cayó en julio de 1233, cuando los sitiados comprobaron que no podían recibir refuerzos ninguno, por parte de Ibn Hud, ni de ningún otro de los señores musulmanes de la zona (GONZÁLEZ, 1983: 319). Si Úbeda, mas cercana a las poblaciones dominadas por el emir murciano no pudo recibir refuerzos, cuanto mas difícil sería el recibirlos Trujillo, situada en el límite del emirato de Ibn Hud y por tanto ¿de dónde vendrían las fuerzas de socorro que citan las crónicas?. Es una pregunta que se nos queda en el aire.

 

2.- Estructura defensiva de Trujillo en 1233

 

Es difícil precisar que estructuras defensivas de Trujillo se encontraban construidas en el momento de su reconquista. Los especialistas en castellología disienten en cuanto a la datación cronológica de determinados elementos arquitectónicos que hoy podemos observar.

Mientras que para algunos autores tras la conquista cristiana no debieron efectuarse modificaciones importantes en la estructura y trazado tanto de la cerca amurallada que rodea la villa, como de la fortaleza, y las obras realizadas se limitarían, en su mayor parte, a la conservación de lo existente y las mayores ampliaciones se debieron llevar a cabo durante los siglo XIV y XV (SANCHEZ RUBIO,1993: 69). Para otros, tanto el castillo como la muralla experimentan, ya a partir de 1233 reformas y se amplían su perímetro de forma muy significativa (PIZARRO GÓMEZ, 2007: 26)

Tenemos noticias de que Trujillo es la cabeza de una Cora en el siglo X. La construcción inicial de la alcazaba islámica pudiera asociarse al grupo de fortalezas con estructura de planta cuadrangular o rectangular con ocho torres, cuatro en los ángulos, semejantes al Vacar (Córdoba) Lora (Málaga) Bujalance (Córdoba) ó Linares (Jaén) .(PAVÓN MALDONADO. 1999, 185). Dichas torres, que defenderían el adarve, normalmente deberían superar en dos o tres metros la altura de los muros, aunque Pavón Maldonado destaca que las torres construidas en el periodo de los siglos IX y X, eran macizas y su altura no debía sobrepasar demasiado el nivel del paso de ronda. Por lo que observando la altura de las existentes en las alcazaba de Trujillo, y de no haber sido desmochadas durante su azarosa existencia, este dato pudiera informarnos sobre su posible datación cronológica (MORENO LÁZARO. 2004: 51)

La parte más antigua de dicha alcazaba se ha podido fechar gracias a una lápida árabe encontrada en el mismo, en la que Francisco Codera pudo leer: “En el nombre de Dios clemente / misericordioso …/ Mohamed, hijo de Soleiman, compadézcase (de él) Dios … y este (fue) dia jueves, año ocho cuatrocientos” (408/1018) (PAVÓN MALDONADO. 1967: 196).

En el siglo XII Trujillo es considerada como una villa o ciudad de mediano tamaño. El geógrafo el Idrisi en su Geografía de España (acabada en 1154) , describe en su visita, que Trujillo era una villa grande tal que parecía una fortaleza y sus muros están sólidamente construidos, con bazares bien provistos (TERRÓN ALBARRÁN. 1991: 313).

Descripción que nos permite deducir que no sólo es que tuviera una fortaleza, o alcazaba, si no, que el conjunto de la villa, esto es, el recinto de la cerca, que el observó, estaría en tan buen estado que todo ello le pareció una fortaleza.

En cuanto al Albacar, mientras Pavón Maldonado opina que ya debía estar en pie en el siglo XII (PAVÓN MALDONADO, 1999: 99), otros autores piensan que si bien la puerta principal de dicho albacar si pudiera ser contemporánea con la alcazaba, posiblemente no todos los lienzos existentes en la misma puedan ser tan antiguos, siendo en su mayoría de época posterior.

Reforzando el perímetro se construyeron dos torres albarranas en la alcazaba (s. XII- XIII, aunque otras opiniones se inclinan hacia una contemporaneidad con la alcazaba); y una coracha, o torre avanzada, en el albacar de construcción quizás un tanto posterior a las anteriores. El término “albarrana”, a decir de Pavón Maldonado, viene de la palabra barrani que significa exterior, correspondiendo con la situación más alejada de dichas torres del lienzo de la muralla. Las torres albarranas de la alcazaba actualmente están unidas al resto de la muralla por dos pasarelas, ahora metálicas y fijas, en su tiempo serían de madera y móviles, o quizás pudieron estar unidas al adarve por unos pequeño arcos como en el caso de la coracha, que podían destruirse en caso de ser tomadas al asalto. Estos elementos defensivos, en opinión de Torres Balbás, son exclusivos de las fortificaciones hispano-árabes, y no existen fuera de la península ibérica. Su misión era aumentar el flanqueo contra los atacantes, además tenían la ventaja de que si el enemigo las tomaba, bastaba romper el puente de unión para dejarlas aisladas (MORENO LAZARO. 2004: 52).

La coracha además de cumplir como torre albarrana, impedía el cerco total del recinto asediado por parte de las fuerzas asaltantes.

Probablemente las torres albarranas serían construidas después de la caída de la ciudad en manos almohades en 1196. Pensemos que, aunque probablemente los freires truxillenses estuvieron al cargo de la fortaleza desde su fundación, alrededor de 1180, solo serían dueños legales, de toda la villa con la alcazaba incluida, desde su donación, por Alfonso VIII el 6 de marzo de 1195, hasta aproximadamente mayo de 1196, poco más de un año, durante el cual además sufrían las pérdidas de personal de la Orden, en la batalla de Alarcos ocurrida el 19 de julio de 1195. Tiempo probablemente insuficiente para abordar obras defensivas de gran envergadura.

Tras la toma de Trujillo por los almohades, en la campaña de 1196, esta villa quedará en primera línea frente a los contraataques y cabalgadas de los cristianos, por lo que nos inclinamos a pensar, que fue bajo su dominio cuando se procedió a reforzar las defensas de la ciudad. Recordemos que en esta campaña (1196) las tropas almohades parten de Sevilla alrededor del 15 de abril y podemos conocer su ruta devastadora a través de los Anales toledanos: “ Prisó el Rey de Marruecos a Montanias e Santa Cruz e Turgiello e Placença e vinieron por Talavera e cortaron el Olivar e ermos Santa Olaia e Escalona e lidiaron Maqueda e non la prisieron e vinieron cercar Toledo e cortaron las viñas e los arboles”. También sabemos que no muchos meses después, concretamente el 15 de agosto de ese mismo año, Plasencia será recuperada por los cristianos, a decir de Julio González en su estudio sobre Alfonso IX de León, pero no así Trujillo.

Imagen 1. Los cristianos planean el asalto Trujillo. Fotrografia cortesia de Asunción Ruiz Moreno

  Lam 1. Los cristianos planean el asalto a Trujillo.

Fot. Cortesía de Asunción Ruiz Moreno.

Razón por la cual, no sería aventurado pensar que la plaza de Trujillo se convirtiera en uno de los objetivos vitales para la ofensiva cristiana tanto de los castellanos, por haber sido territorio suyo; como de los leoneses, que también la consideraban en su zona de expansión, prueba de ello es la donación que Alfonso IX de León realizó a la Orden de Santiago en mayo de 1229, en la que se obligaba a entregar a la susodicha Orden los castillos de Trujillo, Santa Cruz, Montánchez y Medellín cuando consiguiera conquistarlos a los musulmanes (GONZÁLEZ, 1944: 205). Motivo que implicaría un aumento de las defensas de esta plaza con los elementos fortificados añadidos. (albarranas, aljibes en la alcazaba, etc.) Esta opinión entraría dentro de los razonamientos de los trabajos de Torres y Balbás, para quien las torres albarranas más antiguas serían de época almohade, mientras que presentaría discrepancias con los pareceres de Lafuente y Zozaya, quienes, basándose en criterios arquitectónicos, fechan la torres albarranas de Trujillo de finales del siglo IX.

El resto de las defensas que podemos encontrar actualmente en el recinto de la alcazaba, son de época muy posterior: el Baluarte que presenta en el lado oeste, entre una de las torres albarranas de la alcazaba y la puerta principal del albacar pudiera ser del siglo XVI (VELO y NIETO.1968: 599). Así como una pequeña barrera o antemural que defendían: el lienzo oeste del albacar, el lienzo este de la alcazaba, y parte del albacar, que presentan aspilleras de palo y orbe para el uso de armas de fuego.

 

3.- Medios técnicos de expugnación que se pudieron emplear en la toma de Trujillo

 

Evaluados los elementos defensivos que pudieran encontrarse en pie, en el momento del cerco de 1233, pasemos a estudiar los métodos técnicos de expugnación que pudieron utilizar los cristianos para tomar la villa.

No se conoce que se emplearan maquinas de expugnacion en la conquista de Trujillo, los cronistas son parcos en darnos información sobre la misma. No se nombra ningún tipo de “machinis validas”, y posiblemente no debieron utilizarse en gran número o su eficacia fue simplemente de apoyo.

Aunque el pensamiento popular y las películas de Hollywood han mostrado, de manera un tanto espectacular, el poder de las ingenios bélicos utilizados en los asaltos, como los arietes, torres de asalto y trabuquetes (catapultas de contrapeso), a la hora de la verdad, tales maquinas tenían una eficacia bastante limitada, y mas bien trataban de superar o compensar la inferioridad que sentían los atacantes frente a las murallas de los defensores. Estos paramentos no solo ofrecían protección a los cercados, sino que también les presentaba un control en altura sobre el acercamiento de los asediantes, y sobre todo un efecto psicológico muy importante frente a los atacantes. Por ello, la mayoría de las máquinas empleadas buscaban a minimizar esa ventaja, de ahí que los diseños de las distintos “ingenios” permitiera vencer alguna de estas dificultades (GARCÍA FITZ, 2005: 225)

Los tratadistas medievales aconsejaban el uso y la preparación de ingenios de guerra, y en algunos casos, hasta contemplaban la posibilidad de conmutar la pena de muerte a un condenado, si estando el rey en un asedio que se esperaba largo y costoso, el reo pudiese aportar un ingenio o una maestría que permitiese tomar aquel lugar, pero no dejaban de ser conscientes de que su uso era escaso y solo efectivo cuando se trataba de atacar castillos y villas pequeñas, en las que su utilización, si permitía derribar muros y torres, y aun casas y matar hombres, pero no en villas grandes. En estos casos las máquinas de asedio podían contribuir a su conquista, provocando un desasosiego y miedo a los cercados, de manera que el terror les podía llevar a entregar la población sin tener que iniciar un asalto a la misma, pero sus efectos eran mas morales que reales, y no se podía tomar ninguna fortaleza, ni siquiera las menores, a no ser que los atacantes fueran muchos y mejores que los defensores (GARCÍA FITZ, 1998: 234).

Imagen 2. Los cristianos se ponen bajo la protección de la Virgen. Fotografia cortesia de Asunción Ruiz Moreno

  Lám 2. Los cristianos se ponen bajo la protección de la Virgen.

Fot. Cortesía de Asunción Ruiz Moreno.

El primer paso era aproximarse a las murallas. Los sarzos, gatas y viñas, eran grandes casetones de madera, cubiertos con pieles para intentar ralentizar su incendio, y que permitían el acercamiento de los asaltantes a los pies de las murallas, a salvo de los proyectiles lanzados contra ellos por los defensores, con el fin de realizar una mina o trabajos de socavación que les permitieran derribar las murallas, o proteger un ariete (GARCÍA FITZ, 2005: 224). Máquinas que son mencionadas frecuentemente en la Primera Crónica General de España, en el ataque a Lora, Alcalá del Río y Sevilla, en 1247, por las fuerzas de Fernando III (SÁEZ ABAD, 2007: 219). Las fuerzas cristianas pudieron emplear gatas en el asedio a Trujillo, pero mas bien como medio de acercamiento para cubrir a un número de arqueros o acercar a algunos guerreros a los pies de la muralla con el fin de situar escalas con las que penetrar en el recinto fortificado, dado que la cimentación sobre roca de la mayoría de las torres y del perímetro amurallado, hace inviable, o de una enorme laboriosidad la realización de cualquier minado.

Una vez que los asaltantes hubieran llegado a las cercanías el muro, y excluida la opción de minado, se planteaban dos opciones para superarlo: acceder al camino de ronda de las murallas y/o torres mediante torres de asalto o escalas, o derribar los muros o puertas, para entrar en el interior de la fortaleza (GARCÍA FITZ, 2005: 225). Las escalas podían fabricarse de madera o de cuerda y se colocaban directamente sobre la muralla para acceder a la misma, era un operación muy peligrosa, y que se llevaba un alto coste en vidas de los atacantes, porque salvo que si hiciera de forma encubierta, los asaltantes eran un blanco fácil para los defensores, por ello solamente solían realizarse en un ataque generalizado para dificultar el presentarse como diana de los arqueros y ballesteros enemigos, o a la sombra de una torre de asalto, que se situase próxima a la muralla y permitiese colocar en su parte superior una serie de tiradores de apoyo que limpiaran las murallas de defensores con sus saetas y virotes (SÁEZ ABAD, 2007: 122).

El empleo de torres de asedio está documentado desde el siglo IX a.C, Para Sáez Abad, su utilización venia a consecuencia de haber fracasado previamente las escalas, porque su coste era muy elevado, el modelo mas simple era una plataforma con tejado y parapeto que guarnecía a los hombres situados en ella, su construcción en madera, obligaba a que en muchos casos no pudieran ser construidas en las cercanías de la población sitiada, por carecer del arbolado necesario, y tuviese que venir desmontadas con las tropas atacantes, o por lo menos las partes fundamentales, acudiendo a la improvisación con el resto. En el asedio de Jerusalén se emplearon las maderas de las construcciones cercanas, y en el de Tiro, desmontaron algunos barcos para utilizarlos en la construcción de una torre de asedio. En ocasiones se colocaba en sus pisos inferiores un ariete basculante para batir las murallas a resguardo de los arqueros y ballesteros contrarios. Estas máquinas se empujaban hasta los muros con la fuerza muscular de sus ocupantes, y si tenían una altura similar a la muralla, al llegar a la misma, se bajaba un portón levadizo que permitía a los hombres que estaban en su interior acceder directamente al camino de ronda de las murallas y entrar en el cuerpo a cuerpo con los defensores. El inconveniente mas serio que presentaba la utilización de este ingenio, es que no había efecto sorpresa, antes de acercarlo a los muros, había que realizar un allanamiento previo del terreno y cegar los fosos que hubiera, a lo que seguía un empuje lento de la estructura hacia su objetivo, lo que permitía que lo asediados tuvieran tiempo para reforzar con las fuerzas necesarias el lugar del lienzo de muralla al que se dirigía la torre de asalto (SÁEZ ABAD, 2007: 126). Sabemos de la utilización de torres de asedio por Alfonso VII en el asalto a Coria (1142) y en Almería (1147) (SÁEZ ABAD, 2007: 220). Desconocemos si en Trujillo se emplearon alguna torre de asedio, pero dada la orografía tan accidentada del terreno, posiblemente las escalas fueron los medios mas utilizados para intentar rebasar las murallas.

El profesor García Fitz nos señala que, una vez que los asediantes habían logrado acercarse a la muralla, podían intentar destruirla sin tener que exponerse a un asalto. Los dos medios principales podían ser o bien los airetes o bien las máquinas de lanzamiento como los trabuquetes. Los arietes solían utilizarse contra la parte más débil de la muralla, esto es las puertas. Estos ingenios básicamente consistían en una viga de madera con una cabeza endurecida, o de metal, manejada por un grupo de hombres, normalmente bajo la estructura de algún tipo de gata o viña que protegía su acercamiento, y cuyo movimiento oscilante, permitía golpear con fuerza sobre la superficie de madera de la puerta hasta derribarla. A pesar de conocer de su existencia y de poder haber sido utilizada en numerosos sitios, las menciones directas a los arietes en los enfrentamientos entre castellano-leonés y musulmanes no es frecuente, García Fitz puntualiza que en pocas ocasiones aparecen citados expresamente, casos contados como en el asedio almorávide de Toledo en 1109, en manos de los norteafricanos; y en el de Alcaraz en 1213 utilizados por los castellanos (GARCÍA FITZ, 2005: 233).

En cuanto a las maquinas de lanzamiento, señalar que existían varios modelos, en función de su tipo de tiro, de su fuerza impulsora, tamaño, etc. Lo que hace una tarea difícil el poder identificar de que tipo fueron las utilizadas en los cercos que se dieron durante el periodo de la reconquista, pues había varios nombres para designar a la misma máquina, incluso maquinas distintas se designaban con la palabra genérica de “un engenno” o “machinas”(GARCÍA FITZ, 2005: 240).   Entre ellas destacaremos el trabuquete, que es la denominación que recibía en los reinos castellano y leonés el trabuco de contrapeso.

Siguiendo a Fernández Mateos, en su estudio sobre los ingenios de guerra, sabemos que desde muy antiguo existieron máquinas de acción parabólica que recibieron diferentes nombres y diseños en función del lugar de utilización y del momento en que se emplearon, así conocemos las denominaciones de: fundíbalo, trabuco, mangaña, almajaneque, o brígola, por citar solo algunas.

Según los estudios de Rubén Sáez, El trabuco es un ingenio derivado del hou-palo chino. La “honda con bastón” ya era conocida en tiempo de los romanos, pero fueron los chinos los primeros en dotarla de una base fija. Estas piezas de tracción humana que recibieron, entre otros, el nombre de mangonel llegaron a Europa a través de los árabes. Las fuerzas cristianas no tardaron en copiar el uso de estos ingenios de los que tanto daño habían sufrido en su enfrentamiento contra los musulmanes. Durante el siglo XII y XIII, las guarniciones de las ciudades hispanas, podrían haber contado con cuerpos de honderos que pudieron haber utilizado este arma, aunque aquí recibirían el nombre del “almajeneques”. Las formas más comúnmente utilizadas de mangonel precisaban del esfuerzo de varios hombres, (20 a 100). En la actualidad se han reconstruido algunos mangonel que pueden disparar proyectiles de 50 kg a 100 m de distancia (SÁEZ ABAD, 2007: 97).

Imagen 3. Los cristianos entran por el arco del triunfo. Fotografia cortesia de Asucnión Ruiz Moreno

   Lám 3. Los cristianos entran por el Arco del Triunfo.

Fot. Cortesía de Asunción Ruiz Moreno.

Una de las primeras ocasiones en el que se tiene constancia, documentalmente, del uso de magonel, fue en el asedio de Lisboa en 1147. Junto a las tropas del rey Alfonso I de Portugal, lucharon contingentes de cruzados holandeses, alemanes, ingleses y normandos que se dirigía a Tierra Santa en lo que se conoció como la Segunda Cruzada. Los anglonormandos construyeron dos ingenios con los que llegaron a disparar 5000 piedras en 10 horas, pero a pesar de ello, las murallas no sufrieron graves daños, lo que permite suponer que estos ingenios debieron ser de tracción y los proyectiles no debieron ser de grandes dimensiones. (SÁEZ ABAD, 2007: 164)

La evolución del trabuco de tracción llegó de la mano del trabuco de contrapeso fijo, cuyo uso se generalizó a finales del siglo XII. Este ingenio funcionaba de forma similar al de tracción manual pero sustituía la fuerza de los brazos por un contenedor relleno de materiales pesados. La forma y denominaciones de estos ingenios variaron de gran manera a lo largo del tiempo. Básicamente se trata de un armazón en el que se apoya una palanca, en el brazo corto se cuelga el contrapeso y en el otro extremo se engancha una honda en la que se situará el proyectil a lanzar. (FERNÁNDEZ MATEOS, 1996: 38)

Para la construcción de estas máquinas se necesitaba gran cantidad de madera. Durante la Cruzada de San Luis se capturaron, en Damieta, 24 trabucos de los sarracenos, que una vez desmontados permitieron construir una empalizada con la que se cercó el campamento entero.

Menéndez Pidal, en su investigación sobre los manuscritos de Alfonso X el Sabio, nos indica la constancia de la utilización de estos ingenios por los almorávides en el sitio de Aledo (1087), y por los cristianos en el de Zaragoza (1118), siendo muy habituales en las operaciones militares llevadas a cabo por Fernando III en Andalucía y Jaime I el conquistador en las campañas de Levante.

En el sitio de Ibiza las tropas cristianas construyeron un trabuco, que solo necesitó tirar 10 piedras para que los defensores rindieran la ciudad.

En la guerra contra Escocia, Eduardo I hizo construir un trabuco que recibió el nombre de “Lobo de guerra”, y que se transportó al asedio de Stirling. El rey estaba tan orgulloso del mismo, que no aceptó la rendición de los escoceses antes de haber demostrado su poder disparando el “lobo” contra las murallas de la ciudad (GRAVETT, 1990: 50)

 

4.- La conquista de Trujillo en 1233

 

Aunque la mayoría de los estudiosos que escriben sobre la conquista de Trujillo, no dan información del tiempo que duro el cerco, pensamos que no sería una operación de pocos días, lo normal es que fuera un trabajo que conllevara su tiempo, y que con anterioridad al asedio podían haberse practicado algaradas de saqueo y destrucción por parte de los cristianos para ir debilitando las fuentes de aprovisionamiento y metiendo miedo en el corazón de los musulmanes que ocupaban la villa. Incluso parece ser que se dio un intento previo de conquista por parte de la Orden de Alcántara que no obtuvo la rendición total de la ciudad y que tuvo que retirarse a esperar un nuevo intento. Lo cuenta D. Clodoaldo Naranjo Alonso, en su trabajo «Trujillo, sus hijos y monumentos» basándose en las Crónicas de Torres y Tapia : “En el año de 1227 el maestre de la Orden de Alcántara, don Arias Pérez Gallego quiso acrecentar los méritos de su Orden y puso los ojos en la conquista de Trujillo, consiguiendo apoderarse de la población y que los moros se replegasen al castillo, así transcurrieron dos meses en el asedio, ante la venida de los refuerzos musulmanes de las poblaciones cercanas, la prudencia le aconsejó retirarse” (NARANJO ALONSO. 1983: 72).

Imagen 4. Los cristianos conquistan la ciudad. Fotrografia cortesía de Asunción Ruiz Moreno

  Lám 4. Los cristianos conquistan la ciudad.

Fot. Cortesía de Asunción Ruiz Moreno.

La expugnación de la villa y la fortaleza de Trujillo ya no podía realizarse “a furto”, por sorpresa, como la realizada por el aventurero portugués Gerardo Sempavor entre 1165 y 1169 junto con las plazas de Evora, Montánchez, Cáceres, Serpa, Jurumella, Santa cruz y Monfragüe por citar algunas de ellas (GARCIA FITZ, 1998: 218). Tiempo en el cual, seguramente Trujillo no pasaría de ser una pequeña población con escasas defensa y una guarnición reducida, en opinión del profesor García Fitz (GARCIA FITZ, 1998: 220). Tras su cesión a la familia de los Castro y su posterior paso a la milicia de los freires de Truxillo, la villa cayó en poder de los almohades, que aprovechando la victoria del año anterior en Alarcos, realizaron en 1196 una ofensiva sobre el frente occidental del reino castellano, arrasándolo y tomando Montánchez, Trujillo y Plasencia. Durante el tiempo que los almohades permanecieron dueños de esta plaza seguramente se realizarían importantes mejoras en su defensa, lo que conllevaría la necesidad de una mayor fuerza de asalto para su conquista. Mejoras a las que habría que sumar el valor de sus defensores que por aquellas fechas, y tras la caída de Cáceres, Montánchez, Mérida, Badajoz, Évora, Andujar, Baeza… convertía a Trujillo en el bastión más septentrional andalusí frente a los reinos de Castilla y León. Y en el que se habrían agrupado los guerreros más duros de que disponía el Andalus por aquellos tiempos, de una forma similar a los calatravos establecidos en Salvatierra que causaban grave quebranto en el territorio musulmán. Soldados musulmanes de Trujillo a los que bien podríamos asignar las mismas cualidades que el geógrafo musulmán el Idrisi, escribiera de los habitantes de esta medina unos cincuenta años antes: “sus habitantes, tanto jinetes como infantes, tenían la fama de ser unos excelentes especialistas en la guerra de guerrillas, efectuando frecuentes correrías contra el territorio cristiano”. Lo que implicaría que son gente acostumbrada a los rigores de la guerra y que no temían enfrentarse a los cristianos. De ahí que aunque los caballeros de Alcántara y sus fuerzas pudieron entrar de alguna manera en la medina, no se verían con fuerzas suficientes para doblegar a la guarnición de la ciudad que se habría refugiado en la alcazaba, con la mayor parte de la población resguardada en el albacar de la misma. El suceso relatado por Naranjo Alonso no es una excepción, es frecuente ver que después de poner cerco a una población e incluso habiendo entrado en alguna parte de la misma, los atacantes deben retirarse. Tenemos el caso del intento en 1138 de Alfonso VII de tomar Coria. El profesor García Fitz explica como después de comenzar con una cabalgada destructiva y una emboscada que tendieron a los musulmanes de la villa, el rey instaló su campamento en las inmediaciones de la fortaleza, y construyeron torres de asedio y otros ingenios con los que iniciaron el asalto a la población, pero pese a las fuerzas empleadas tuvieron que retirarse sin conseguir rendir la ciudad (GARCIA FITZ, 1998: 230). Caso similar fue lo acontecido en Cáceres, Alfonso IX de León, intentó su conquista en varias ocasiones, antes de conseguir su rendición. En noviembre de 1218 el rey leonés Alfonso IX cercó Cáceres durante mes y medio, y cuentan los anales Toledanos que aunque la ciudad no pudo ser tomada, devastaron a fuego e hierro todo el campo, árboles, viñas, sembrados y cuanto había en los alrededores de la ciudad (GONZALEZ, 1944: 190). En la primavera de 1222 volvió a intentarlo, esta vez los leoneses atacaron con máquinas y derribaron algunos lienzos de muralla y ciertas torres lo que les permitió entrar en la ciudad, pero cuando estaban a punto de adueñarse de la misma, los Anales Toledanos cuentan que se presentaron unos diplomáticos al rey leonés y le ofrecieron grandes promesas de dinero si levantaban el cerco, los cristianos debían haber tenido muchas bajas en el asalto, y aunque estaban dentro de la ciudad, no las debían tener todas consigo, cuando el rey acepto la oferta y se retiró sin tomar la ciudad (GONZALEZ, 1944: 197). En 1223, 1225 y 1227 los leoneses volvieron sobre Cáceres, sin ningún resultado positivo, no siendo tomada hasta 1229 (ORTI BELMONTE, 1944: 128).

Del mismo modo durante el reinado de Fernando III, el impulso conquistador fue uno de los mas exitosos en conquista de territorio al vecino musulmán, pero tuvo que asumir frecuentes fracasos en el asedio de puntos fortificados importantes. En 1225 el rey castellano realizó el primer intento par conquistar Jaén, devastó sus huertas, viñas, sembrados y alrededores, y puso sitio a la población durante varios dias , pero tuvo que levantar el asedio ante la imposibilidad de obtener el éxito en esta empresa. En 1230 lo volvió a intentar, atacando sus muros durante tres meses, pero a pesar de contar en esta ocasión con maquinas de asedio, que tiraban muchas piedras, llamadas trabuquetes por la Crónica de la población de Ávila, volvió a retirarse (GARCÍA FITZ, 1998: 231). El siguiente intento, no fue hasta 1246 en el que, de nuevo, el rey castellano volvió a intentar el asalto a Jaén, lanzando entre tanto razzias esporádicas con el fin de asolar el territorio con vistas a preparar el asalto definitivo En esta ocasión la ciudad después de un sitio de varios meses pidió la rendición (SÁEZ ABAD, 2007: 173).

Aunque no volvemos a tener ninguna noticia sobre los ataques al territorio de Trujillo, es de suponer que las algaradas de devastación se seguirían produciendo. De hecho si tenemos noticias de dos correría de saqueo que se realizaron, una en 1211 por las fuerzas castellanas del infante don Fernando, hijo del rey Alfonso VIII, según relatan los anales toledanos (LOZANO RUBIO, 1970: 113). Y sobre 1220 por parte de tropas leonesas en territorio de Trujillo, de mano de don Sancho Fernández, hermano del rey Alfonso IX. Esta expedición entro y ocupó el castillo yermo de Cañamero, desde donde comenzó a atacar a los musulmanes, pero fue por poco tiempo, porque dicho personaje acabo sus dias en un encuentro mortal, con un oso de la zona (GONZÁLEZ, 1944: 195).

Los principales autores que han abordado el tema de la reconquista de Trujillo, afirman que la población cayo después de un corto sitio, y un asalto “por fuerza” en enero de 1233. Clodoaldo Alonso, lo expresa diciendo que el maestre de Alcántara se dispuso a la conquista de Trujillo en diciembre de 1231, y que la ciudad se tomó en enero de 1232 (NARANJO ALONSO, 1983: 78). Obviamos el problema de las fechas, al saber que el señor Naranjo se apoya en los Anales Toledanos, que dan por valida la fecha de 1232 para la toma de la ciudad. Pero a nuestro entender, nos inclinamos mas por pensar que la conquista de Trujillo debió ocurrir de una manera similar a los ejemplos anteriormente comentados, como Cáceres o Jaén, y que no fue una operación de asedio que durara apenas unos semanas, si no, que fuera precedida de una campaña de destrucción previa para intentar disminuir la resistencia de los defensores de la población, cuando el asedio se hiciera efectivo. Y que éste conllevaría un tiempo, de esta opinión es D. Gonzalo Martínez Díez, en su estudio, “La cruz y la espada. Vida cotidiana de las Órdenes Militares españolas”, quien comenta que: “una hueste formada exclusivamente por caballeros de las Órdenes militares y algún vasallo del Obispo de Plasencia marchó sobre Trujillo y puso cerco a la plaza en los meses de verano, se defendieron con denuedo durante más de medio año, pero a no recibir ningún auxilio externo se vieron obligados a capitular y entregar la ciudad el 25 de enero de 1233” (MARTÍNEZ DÍEZ. 2002: 94)

Naranjo Alonso sigue narrando que tras varios asaltos fallidos por parte de los cristianos al intentar atacar la ciudad por varios puntos de la misma, el Obispo de Plasencia, aconsejó el asalto por un solo punto, la parte mas alejada de la alcazaba, que hoy lleva el nombre del “Arco o Puerta del Triunfo”. Según el citado autor, en los momentos del combate el obispo se puso en oración y encomendó el triunfo de las tropas cristianas a la “Divina Madre”, invocando su protección para sus hijos, la leyenda dice que en ese momento apareció un resplandor sobre la muralla y que esto dio nuevas fuerzas a los cristianos para conseguir superar esta puerta y entrar en la ciudad.

Se apareciese realmente la Virgen o no, es un hecho anecdótico, lo importante es que los combatientes recobraron las fuerzas, posiblemente tras la exhortación del Obispo de Plasencia, de que tenían la protección de “la Señora” y que este estímulo les serviría para dar todo lo que les quedaba.

Es un suceso normal en la batalla que en esos momentos de incertidumbre de la suerte de los combatientes, la moral lo es todo. Durante la primera Cruzada, después de que los cristianos tomaron Antioquia, fueron cercados por las fuerzas musulmanas que venían con retraso para socorrer la ciudad, y los cruzados pasaron de ser sitiadores a sitiados, sus condiciones eran muy duras, pero en un momento dado el encuentro “casual” de una punta de lanza, que atribuyeron a la Santa Lanza que había atravesado el costado de Cristo, les dio tal fortaleza de animo, que salieron el 28 de junio de 1098 a dar la batalla definitiva, fuera del amparo de los muros y atacaron en inferioridad numérica al ejercito turco al que derrotaron (LEHMANN, 1989: 110)

Naranjo opina que además de la intercesión de la Virgen en los corazones de los combatientes cristianos, también se contó con la ayuda de un cristiano valeroso, llamado Fernán Ruiz y que junto a algunos mozárabes de la ciudad logró abrir las puertas a las fuerzas castellanas desde dentro, y permitir el paso a los asaltantes, después el combate se generalizó por todo la medina, parte de la guarnición pudo escapar y sostener la resistencia en la alcazaba, pero al poco tiempo tuvieron que entregarse a discreción (NARANJO ALONSO, 1983: 78).

Otras fuentes, como el “Manuscrito de Tapia”, recogido en las “Crónicas Trujillanas del siglo XVI”, nos dice que Hernán Ruiz de Valverde no era un mozárabe que habitara en la ciudad, sino un caballero que entró de noche en la ciudad, escalando la muralla, y que consiguió abrir las puertas de la villa, y que por esta acción o alguna otra en la que su valentía permitió la entrada de los cristianos en la ciudad, es recordado hasta nuestros días.

Sobre este apunte detalla el profesor García Fitz que dado el enorme peligro que entrañaba la toma al asalto de un punto fuerte para los atacantes, y de una forma mas particular para aquellos que iban dirigiendo dicho asalto, se estableció una serie de incentivos especiales, además de las cuotas que les podía corresponder de botín, premios extraordinarios que son recogidos en las fuentes jurídicas, en las que se premiaba a los que primero entraban en las fortalezas, o sus acciones permitían la toma de las mismas (GARCÍA FITZ, 1998: 240).

Meditando sobre lo narrado, observamos como en la conquista de Trujillo también se dio un acción mixta de un asedio en toda regla y un golpe de mano para hacerse con el control de un acceso, de forma parecida a lo ocurrido en 1236, cuando tropas especializadas en ataques sorpresa, con ayuda de algunos musulmanes descontentos, consiguieron facilitar el asalto a la Ajarquía cordobesa (GARCÍA FITZ, 1998: 220).

Y es que la expugnación a viva fuerza, según los estudios del profesor García Fitz, era posible siempre que hubiera un claro desequilibrio entre las fuerzas enfrentadas, y los atacantes sobrepasaran a los sitiados mediante un ataque masivo. Todo ello contando con el elevado coste en vidas humanas que podía repercutir en las fuerzas asaltantes, aunque ello tenia como ventaja el ahorro de sufrimiento, que siempre implicaba un cerco prolongado y evitar que la fortaleza pudiera recibir refuerzos del exterior (GARCÍA FITZ, 1998: 224).

Loa ataques al asalto, aunque fueron frecuentes en la Península Ibérica del siglo XII y normalmente tuvieron éxito, tanto por parte cristiana (Almería, Lisboa), como por el bando musulmán ( Oreja, Aceca), ya en el siglo XIII, fueron los menos, y en su mayoría tenían por objeto fortalezas de pequeña o mediana entidad como Malagón, Quesada, Priego, Loja. Podemos decir que por norma general, la conquista al asalto en el siglo XIII no fue un suceso habitual, siendo lo normal que la guarniciones capitulasen después de haber calibrado sus posibilidades de resistencia frente a las fuerzas empleadas por los asaltantes y comprobar que no habrían de recibir fuerzas de socorro (GARCÍA FITZ, 1998: 229).

 

5.- A modo de conclusión

 

Apoyándonos en la opinión de los autores consultados y las fuentes de que disponemos sobre la conquista de Trujillo. Podemos concluir que Trujillo en el momento de ser objetivo de las fuerzas castellanas, pudo sufrir durante una temporada algaradas de devastación con el fin de reducir su capacidad de resistencia previa a la acción del cerco. Las tropas castellanas debieron levantar el dispositivo de asedio, probablemente en una fecha cercana al verano de 1232, cuando el apoyo que podría recibir del emir de Murcia, podía ser casi inexistente, dados los graves problemas por los que pasaba Ibn Hud, con las rebeliones de Sevilla, y Arjona, información que seguramente manejasen los cristianos. Los musulmanes de Trujillo, acostumbrados a realizar razzias a territorio cristiano no se achicaron a ver a los castellanos formalizar el sitio de su ciudad, y resistieron con firmeza, pese a los intentos de asalto de las tropas cristianas. Sabemos que Ibn Hud envió fuerzas de socorro para intentar tomar a los asediantes por sorpresa, pero no lo consiguió, por lo que los cristianos debieron forzar el asalto, para evitar verse pillados entre dos fuegos, el de los asediados y los refuerzos. Los cristianos podrían haber efectuado diversos asaltos en distintos puntos del perímetro amurallado de la villa con el fin de despistar la atención de los defensores y obligarles a repartir sus fuerzas por todo el recinto fortificado. En enero de 1233 se planeó una acción sorpresa, mediante la cual una pequeña partida de guerreros, liderados por Fernán Ruiz, fuera desde dentro, o infiltrados desde el exterior, se harían con el control de una de las puertas, la situada mas al occidente, y la mas alejada de la alcazaba, mientras tanto las tropas castellanas se pusieron bajo el amparo de Nuestra Señora La Virgen, a quien invocaría como protectora el Obispo de Plasencia. Dominado el punto de acceso a la ciudad, se procedió al asalto, entrando las tropas cristianas a la ciudad y venciendo toda resistencia dentro de la villa, pero no pudiendo tomar la alcazaba, momento en el que se iniciarían negociaciones, y suponiendo, los defensores, que no podían recibir ayuda, pues desconocían los nuevos intentos del emir de Murcia, de enviar nuevas fuerzas en su socorro, se rindieron el día de la conversión de San Pablo, el 25 de enero de 1233.

 

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Ago 262015
 

Francisco Rivero Domínguez.

El día 31 de mayo de 2014 comenzaron los actos del Centenario de la fundación del convento de las Hermanas Carmelitas de Brozas, que llevaría consigo la creación del colegio de primera enseñanza para niños y niñas de corta edad, en donde hemos aprendido las primeras letras cientos y cientos de niños de la villa de Las Brozas, así como la preparación para la primera comunión. Muchos hombres y mujeres de mi edad hicimos la Comunión en las Carmelitas.

Los actos oficiales del centenario empezaron en la tarde del 31 de mayo en el auditorio de “Las Comendadoras”, que era antiguamente la capilla del convento de San Pedro de las Madres Comendadoras de la Orden Militar de Alcántara, cuya entrada solo podían solicitar las doncellas con título nobiliario. Al salón de acto acudió un numeroso público interesado en conocer la historia del convento carmelitano y consistió en sendas conferencias: Una pronunciada por don Antonio Galiano, presidente de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales y cronista oficial de Orihuela (Alicante), quien habló en una disertación con imágenes de la “Presencia del Carmelo en Orihuela: Pasado y presente” y la segunda por un servidor que llevaba el título “Las Carmelitas de Brozas”.

Fueron invitadas de honor la hermana vicaria general de la Congregación de las Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, hermana María del Carmen Hernández, a quien acompañan la madre asesora de la Superiora Rita-Dwiningsih, natural de Indonesia, y la hermana Aureliana Gómez de la Cruz, que hizo el sacrificio de venir desde tan lejos, desde el colegio de San Juan de Alicante, a sus 86 años, para rendir un homenaje a sus hermanas fundadoras de este convento de Santa Eufrosina, de la villa de Brozas.

La segunda jornada comenzó con una visita privada de las hermanas carmelitas y de los cronistas oficiales de Orihuela y de Brozas, así como varios acompañantes, al convento y colegio que regentaron las religiosas en Brozas, hoy propiedad del Ayuntamiento donde se hallan varios organismos locales, como la biblioteca municipal, el centro de informática o la guardería infantil. Este colegio y convento se aposentó en las estancias que fuera el palacio de los Nebrija y en ellas habitó durante tres años Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática Española, publicada en Salamanca en 1492 Esta casa es la única casa palacio de las que habitó Nebrija que se conserva en España. Bien merecería que se le hiciera a Antonio de Nebrija un homenaje como ya hizo uno en 1990 la Real Academia Española a Francisco Sánchez “El Brocense”, trasladándose desde Madrid hasta Las Brozas el director de la real institución, don Manuel Alvar, con varios académicos de la Lengua.

La hermana Aureliana de la Cruz, maestra y directora del colegio en 1972, que tuvo que cerrar por adecuarse a la Ley de Educación de EGB, del ministro José Luis Villar Palasí, promulgada dos años antes, aprovechó para hacerse una fotografía con sus dos hermanas de la orden en lo que había sido su clase y ahora es sede del SEXPE (Servicio Extremeño de Empleo).

El tercer acto se celebró en el templo parroquial de Santa María de la Asunción de Brozas, más conocida como “la catedralina”, y fue presidido por el obispo de la diócesis, don Francisco Cerro. La iglesia estaba a rebosar y al final de la misa de acción de gracias hubo un acto sencillo en el que el alcalde de la localidad, don Leonardo Rodríguez; el Párroco, don Jaime Rubio y un servidor como cronista oficial, entregamos un diploma a la hermana Aureliana; posteriormente el obispo de Coria – Cáceres, acompañado, del presidente de los cronistas de España, hizo lo mismo a la Congregación de las Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo. Recogió este diploma la vicaria general, hermana María del Carmen Hernández

Al concluir el acto religioso, muchísimos fieles se acercaron a las tres hermanas para felicitarlas, especialmente a la hermana Aureliana porque muchos de ellos la conocían. Los actos conmemorativos terminaron en un sencillo almuerzo ofrecido por el Ayuntamiento a las protagonistas del centenario y los organizadores del evento.

La prensa local, regional, la página web de la Congregación y su publicación mensual “Surco fecundo” que se distribuye por toda España y algunos países hispanoamericanos. “Surco fecundo” promueve la causa de la canonización de la sierva de Dios, la madre Elisea Oliver, fundadora de la Congregación y fundadora personal del convento carmelitano de Brozas. También merece la pena resaltar las fotografías que colgó en internet Rosa María Jiménez y de las que realizó un magnífico “power point” Alejandro Cid.

Tras esta larga entrada hay que dar a conocer lo que supone el Carmelo en Orihuela (tomado de la conferencia de su cronista, Antonio Galiano) y su traslado a primeros del siglo XX a un lugar tan apartado como es la villa cacereña de Las Brozas.

 

  1. El Carmelo en Orihuela

Al sur de la Comunidad Valenciana, en el sur de la provincia de Alicante, en el corazón de la Vega Baja del Segura, se encuentra Orihuela, de la que alguien ha dicho que tiene alma de palmera y de poeta. En su paisaje, se entrelazan la riqueza de la huerta y los edificios civiles y eclesiásticos, que nos muestra como telón de fondo el Seminario, el castillo y la Cruz de la Muela.

Orihuela presenta una riqueza arquitectónica avalada por cinco monumentos nacionales:

1.- La catedral del Salvador y Santa María cabeza del Obispado, con una torre gótica.

2.- La iglesia parroquial de las Santas Justa y Rufina, entre el gótico y el barroco, con una torre gótica que emerge desde la lejanía.

3.- La iglesia parroquial de Santiago Apóstol, en cuya fachada principal campean las armas de los Reyes Católicos con la granada cerrada, por haberse celebrado Cortes en la ciudad antes de la toma de la misma.

4.- El Colegio Santo Domingo, con una iglesia barroca rica en frescos, claustros renacentista y barroco y tres portadas, entre la que destaca la de la Universidad.

5.- El Palacio Episcopal, con actuaciones desde el siglo XV hasta la actualidad, en que se encuentra el Museo Diocesano de Arte Sacro, entre cuyas pieza se exponen “San Miguel” de Paolo San Locadio y “La Tentación de Santo Tomás”, de Velázquez.

Artísticamente Orihuela ofrece otras muchas más cosas dignas de visitar como “La Diablesa”, de Nicolás de Bussy, en el contexto de su Semana Santa declarada de interés turístico internacional, con el Canto de la Pasión, el Caballero Cubierto y los Armaos.

Pero, se ofrece algo más: sus playas bañadas por el Mediterráneo que atesoran siete banderas azules, y el ser la cuna del inmortal poeta Miguel Hernández, al que tanto debe Orihuela.

La labor de los carmelitas en la ciudad gozó de una buena aceptación entre las gentes de Orihuela, manteniéndose en algunos momentos la devoción carmelitana a través de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, la Tercera Orden y la Escuela de Cristo, relacionada y ubicada en el convento de los carmelitas. La labor de los carmelitas en la ciudad gozó de una buena aceptación entre las gentes de Orihuela, manteniéndose en algunos momentos la devoción carmelitana a través de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, la Tercera Orden y la Escuela de Cristo, relacionada y ubicada en el convento de los carmelitas. Su primera llegada a la tierra del Segura se produjo el 19 de julio de 1537.

La fundación definitiva se llevó a cabo, en la fecha indicada a cargo del padre Miguel Alfonso Carranza. En junio de 1587, aparece el convento de Orihuela en las actas oficiales del capítulo celebrado en Huesca de la provincia de Aragón y Valencia. El arribo de aquellos carmelitas se produce, allá por el 24 de julio de 1585, con un equipaje lleno de pobreza y de ilusiones.

2. Las Carmelitas en Orihuela

Por otro lado, la Venerable Orden Tercera ha sido, a lo largo de la historia del Carmelo en Orihuela otro de los pilares en los que se ha sustentado la devoción carmelitana. La Venerable Tercera Orden se aprobó y confirmó su nueva erección el 21 de febrero de 1778.

Una nueva y última etapa comienza a vivir el Carmelo en Orihuela, gracias a la fundación de la Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, en Caudete, por entonces perteneciente a la Diócesis de Orihuela, por ocho mujeres que habían tomado el hábito del Carmen el 6 marzo 1891. Un año después el obispo Juan Maura y Gelabert, aprueba las Constituciones y en 1899, nombró como superiora general interina, a Elisea Oliver Molina, coincidiendo con el traslado a la ciudad de Orihuela, instalándose provisionalmente la Curia Generalicia y el noviciado, ubicándose en algunas dependencias del antiguo convento de San Pablo de los carmelitas.

Así, las Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, llegadas a Orihuela sin propiedades, ni recursos económicos se encontraron con casa y lugar de oración. No sin muchas dificultades, como las acaecidas durante la Segunda República y la Guerra Civil, esta Congregación ha mantenido viva la presencia del Carmelo en Orihuela hasta la actualidad, en la que existe la Casa Madre, un colegio de bachillerato, dándose servicio al Seminario Diocesano y dedicándose a obras sociales.

Madre Elisea fue la que acudió a Extremadura, concretamente con algunas religiosas para fundar en ella. Y entre aquellas que vestían el hábito carmelitano que, desde Orihuela arriban a Brozas, la gerundense nacida en Olot en 1876, madre Angélica Badosa Cuatrecasas, que aquí desempeñó tareas como maestra de párvulos, siendo superiora en varias ocasiones, viviendo entre las gentes de esta tierra cacereña desde la fundación hasta 1972.

3. Las Carmelitas de Brozas

Lo primero que llama la atención es cómo las Carmelitas de Orihuela (Alicante), congregación fundada por la madre Elisea Oliver Molina en 1892 se decide fundar un convento – colegio para enseñar las primeras letras a los parvulitos de la villa de Las Brozas situada, pasando por Madrid, a unos 800 kilómetros, pero kilómetros de 1914, con las dificultades que había hace un siglo. La respuesta la dan las mismas hermanas en la biografía crítica de la madre Elisea que ha sido escrita por las hermanas carmelitas Josefina Díaz y la extremeña Áurea María Ferreira para la apertura del proceso de beatificación en la Congregación de los Santos: “Hubo un encuentro fortuito en un balneario de la hermana Dolores Martínez con una señora de Brozas, doña Lucía Moreno Sánchez”.

La conversación transcurrió tras una pregunta de la señora a la hermana sobre cuál era la función de la asociación religiosa y al responderle ésta que se dedicaban a cuidar enfermos y ancianos y a educar a los parvulitos, a doña Lucía le faltó poco para pedirle que se hiciera cargo de un colegio de niños pequeños en la localidad.

Tras documentarse doña Lucía de la labor de las religiosas a través de la revista “El Santo Escapulario”, decidió escribir a la madre fundadora y pedirle que se encargaran de los parvulitos de Brozas.

La hermana Áurea María Ferreira me proporciona una serie de documentos escritos, del archivo general de la congregación sobre la fundación y el desarrollo del convento y colegio hasta su cierre en junio de 1972. Desde aquí mi agradecimiento. Este colegio que lleva el nombre de Santa Eufrosina estuvo abierto desde junio de 1914 hasta junio de 1972; en total fueron 58 años y lleva ya cerrado 42.

Así el 15 de abril de 1914 el obispo de Coria, don Ramón Peris y Mencheta, firma el decreto de erección de la fundación de Brozas.

El documento de apertura dice así: “Por lo que a Nos toca, autorizamos la fundación solicitada por las Religiosas Terciarias Regulares de Nuestra Señora del Carmen para la enseñanza de párvulos y asistencia de enfermos, con la expresa condición de no enseñar a las niñas no párvulas, atendiendo a que en dicha población existe ya un Colegio de Hermanas de la Doctrina Cristiana dedicado a la enseñanza de niñas. Lo decretó y firma además el secretario del obispo, Vicente Cosme Navarro.

El 12 de septiembre de 1918, éste mismo obispo de Coria solicita a la Santa Sede la aprobación definitiva del Instituto “por realizar esta congregación los altos fines de la enseñanza de la niñez y juventud, así como a la asistencia de enfermos con gran celo y abnegación siendo abundantísimos los beneficios que reporta para el pueblo de Brozas”.

El colegio de Brozas recibió el nombre de Santa Eufrosina, una mujer egipcia, de los primeros tiempos del cristianismo, a la que sus familiares no dejaron de ser monja, se vistió de hombre y murió santamente en un convento carmelita.

 4. Crónica de la llegada a Brozas

En un documento interno de las Madres Carmelitas, escrito por la superiora de su puño y letra, madre Angélica Badosa, cuenta en una crónica cómo se vino a fundar la Casa de Brozas y narro textualmente:

         “El día 28 de mayo del año 1914 salieron de Alicante para Brozas la Superiora General Muy Reverenda Madre Elisea Oliver acompañada de las Hermanas Angélica María Badosa, Dolores Martínez y María del Tura Verges. El día 29 llegaron a Madrid, donde por no conocer a nadie de la población, lo pasaron en la estación de Delicias.

         El día 30 del mismo mes llegaron a Brozas y se apearon en casa de D. José Montemayor y después de descansar un rato Dª Santiaga Montemayor nos acompañó a casa de Dª Lucía Moreno Sánchez, cuya señora era la fundadora de esta residencia de Brozas. Al llegar a la calle de los Laureles salió a recibirnos la mencionada Dª Lucía Moreno, la que nos pasó a un salón muy a propósito para recibir visitas. Al rato de estar allí vinieron a visitarnos las Autoridades Civiles y Eclesiásticas y también las principales señoras del pueblo

         El día 1 de junio, la Hermana Angélica María Badosa tomó posesión de la Escuela Municipal de párvulos de esta villa de Brozas.

         La impresión de la Madre General y las hermanas fue mucha al ver el local de la Escuela y las habitaciones de la vivienda, pues el local parecía una bodega, yg las habitaciones estaban totalmente vacías, sin una silla para sentarse, ni una cama para descansar y las paredes llenas de insectos, causaba asco al ver tantos bichos. Solo resignaba pensar en la casa de Nazaret.

         La Madre Elisea animaba al verla tan resignada y siempre sonriente. Nos prestaron todo lo que hacía falta y se pudo descansar.

         Todo lo dicho no era nada en comparación a la pena que tuvo la M.R. Madre Elisea al ver que no había sitio para la capilla, pero se desvanecieron lasa penas cuando más apuros había, porque el Señor inspiró a la M R. Madre Elisea que se podía establecer la capilla en uno de los extremos del local escuela, pues con ella todavía quedaba el salón muy suficiente para los niños.

         Se llamó al señor alcalde, que era don Alejandro Guija para pedirle permiso. Vino el señor alcalde con algunos concejales y enseguida dieron el permiso para incomunicar la escuela de la capilla por medio de unas puertas correderas. Se llamaron a los albañiles para que hicieran el tabique, mientras el señor párroco de Santa María, que lo era don Ángel Perianes, pidió los permisos necesarios para la capilla y poner el Reservado al Señor Obispo de Coria que lo era el Muy Ilustrísimo Señor Don Ramón Peris Mencheta. Todavía no habían terminado los albañiles la obra, los permisos necesarios para el culto de la capilla ya estaban despachados.

         El día 15 de julio de 1914 se celebró la primera misa con la solemnidad posible. La dijo el señor cura párroco de Santa María, don Ángel Perianes, y la cantaron tres cantoras que mandó la señora fundadora, doña Lucía Moreno, y doña Rosa Domínguez prestó el piano.

         El día 17 del expresado mes y año se ausentó la Madre General María Elisea Oliver y quedaron solas las tres palomas Hermana Angélica, Dolores y María del Tura en el palomar tristes y pobres, pero muy resignadas a la voluntad de Dios. ¡Cuántas veces se postraron ante Jesús para pedirle lo necesario que nunca faltó!, pues para contar los milagros de la Divina Providencia se necesitaba un grueso volumen.

         Por ser la casa húmeda y pequeña, las hermanas estuvieron malas hasta que se aclimataron y el Municipio cedió otras habitaciones de un piso alto.

         A instancias del señor Obispo, se estableció el servicio domiciliario a los enfermos. Para la asistencia a los enfermos vinieron de Orihuela tres hermanas: Visitación, Emilia y María de la Cruz. Llegaron el 14 de diciembre de 1918 y con ellas vino la felicidad a esta casa por ser mayor el número de religiosas que formaban la comunidad para atender el crecido número de niños que asistían a las clases y a los enfermos en sus domicilios.

1 Foto 1

      Lám 1.

5. Varias actuaciones municipales

 Durante años hubo una magnífica relación entre el Ayuntamiento y las Madres Carmelitas. Así hay varios documentos conservados que así lo manifiestan.

El 29 de abril de 1914, el Ayuntamiento acuerda de nombrar profesora en propiedad de la Escuela de Párvulos a doña Paula Badosa Cuatrocasas, que reúne título y aptitud.

El 6 de mayo de 1914 se acordó efectuar en la casa habitación de la profesora de párvulos los reparos necesarios a quedarla en buen uso como asimismo el local de dicha escuela y que queden libres por don Fabián Mansilla que ocupa algunas de aquellas y las ponga a disposición de la profesor.

El Ayuntamiento comunica que en la sesión del 13 de mayo de 1914 se acordó hacer reparaciones en la casa de la profesora de párvulos y que como eran más de los necesarios, el Consistorio acuerda con la fundadora del convento, doña Lucía Moreno Sánchez que se le abonen 60 pesetas y que sea el municipio el que se haga cargo de los costos de las obras.

El 24 de agosto de 1918, el alcalde de la localidad, don Virgilio Laberti escribe un oficio a la profesora de párvulos, doña Paula Badosa Cuatrocasas, para que se sirva dejar libre en un plazo breve y a disposición del Ayuntamiento el local bajo que tuvo don Antonio Roldán Salor, con motivo del abastecimiento de trigo a la población.

El entonces alcalde Alejandro Guija informa al colegio el 9 de octubre de 1922 que se había declarado oficialmente una epidemia de sarampión por lo que pide que se cierren las Escuelas públicas y privadas.

Lo mismo ocurre el 7 de octubre de 1923, cuando es una epidemia de viruela la que obliga a la junta local de Sanidad acuerda a cerrar la escuela de los parvulitos.

El alcalde don Ricardo Salvado, escribe el 25 de abril de 1924 pide que se abran de nuevo las escuelas al haber desaparecido otra nueva epidemia de sarampión.

En enero de 1926, el Ayuntamiento acuerda pagar 163 pesetas al colegio por los gastos habidos el año anterior en la compra de material de enseñanza.

Así, el 30 de junio de 1928, el Ayuntamiento acuerda en su comisión permanente que “debido a lo reducida que se encuentra la vivienda de las Carmelitas, las monjas piden al Ayuntamiento que dejen de arrendarse al vecino don Rafael López Lopo las habitaciones que ocupa en dicho edificio, cediéndolas gratuitamente al convento.

El 3 de marzo de 1930, debido al excesivo número de alumnos que cada día van a las clases, llegando a los 220, las monjas manifiestan que debido al reducido local que ocupan se les debería conceder el local que tenía la maestra de la Escuela Nacional, doña Teresa Porras, y el Ayuntamiento acuerda esta cesión por unanimidad. Este tema también es aprobado por la Comisión Permanente Municipal.

Otro oficio del Ayuntamiento, de fecha 20 de agosto de 1941, informa que “hay también otra petición de las hermanas al Consistorio. Se trata de que por prescripción facultativa, se tenía que ausentar de la localidad la madre superiora y era la única que poseía el título de maestra y desde la sede central no podían enviar a otra hermana con el título. Ante ello, las Carmelitas le piden al Ayuntamiento que le siga concediendo la asignación que se les daba porque si no, no podrían sostenerse económicamente y todas deberían abandonar la localidad, dejando sin clase a los 400 niños. El Ayuntamiento agradece su labor y decide seguir subvencionando el colegio con la misma cantidad como si estuviera su maestra titular y “se hace constar en acta el agradecimiento de la Corporación y el pueblo entero siente hacia ellas y muy especialmente a su Superiora, a quien deseamos guarde Dios muchos años su vida, por haber sabido regir tan dignamente esta comunidad donde recibimos y siguen recibiendo los pequeños los primeros auxilios espirituales y materiales de la vida , dándole a todas ellas un voto de gracia por su labor”

  6. Una declaración

Marcelina Marchena Borrega, natural de Brozas conoció a la Madre Elisea cuando vino a fundar el convento y cuenta del auditorium de Las Comendadoras, que era la iglesia del convento de San Pedro, lo compró su padre y tuvo una abertura en el techo. Este cronista, como muchos brocenses, lo conocieron así, como un cobertizo donde había vacas, un pajar, un corral de gallinas y hasta un almacén de granos y abonos. También que sus columnas fueron vendidas a un anticuario de Toledo por unas 16.000 pesetas, perdiéndose así un importante elemento artístico, que nunca debió salir de la villa de Las Brozas.

En lo que se refiere al colegio de Las Carmelitas Marcelina Marchena declaraba en octubre de 1971 que conoció a la Madre Elisea, que estuvo en Brozas, al menos tres veces y que la acompañaba a las visitas o bien al coche de línea, “el directo”, como le decimos por aquí.

“La escuela la llevaba un Patronato de señoras, con doña Lucía Moreno y otras señoras del pueblo. Pasaban una colecta y cada cual daba la limosna que quería. Con ello, las monjas pasaron mucho porque unas veces no sacaban”, indica en su declaración Marcelina Marchena.

Las Carmelitas vivían casi de limosna, Había una costumbre y es que durante el período de las matanzas del cerdo, las familias del pueblo obsequiaban a las monjas con algunos productos y a cambio ellas les entregaban una estampita. Lo digo porque así lo hacia mi madre y otra señoras, que se acercaban hasta el convento para donar sus productos. Pese a todo, las monjas pasaron muchas necesidades.

Antes de venir las Carmelitas a Brozas venía a una hermana de la Doctrina Cristiana a dar clases a los párvulos y se marchaba luego a su convento, que estaba situado en la otra parroquia, en la de los Santos Mártires, convento que se hallaba en unas casas nobles cedidas por don Manuel Flores de Lizaur y don Juan Montes Íñigo.

En el colegio había dos clases, los parvulitos gratuitos que eran unos 300 o 400, que se alojaban en lo que es ahora la iglesia y los niños y las niñas estaban separados. También había unos 20 parvulitos de pago, que abonaban al mes 1,50 pesetas.

 

 7. El epistolario de la Madre Elisea

En 1992, la hermana Josefina Díaz Mendoza publicó un interesante libro titulado “La Madre Elisea a través de su epistolario”. Estudia 76 cartas, de las que seis cartas circulares; 55 autógrafas y cinco apógrafas, es decir copias de las originales, Hay que sumar diez más enviadas a personas de fuera de la Congregación, a otros carmelitas o a señores particulares.

De estas 76 cartas estudiadas, unas 40 están dedicadas a la comunidad de Brozas, por la que la madre Elisea sentía un cariño especial. Van dirigidas a la comunidad y tratan temas internos. La primera está fechada en Orihuela el 11 de septiembre de 1914 y la última en Alicante el 29 de agosto de 1930. Hay otras fechadas en El Bonillo (Albacete), Paradas, (Sevilla) Málaga y Cieza (Murcia).

De su lectura se deduce el cariño que tiene la madre Elisea a su fundación más lejana y precaria. En uno de sus escritos dice la madre Elisea que le “gustaba la fundación de Brozas por la pobreza en la que se vivía y la pobreza de los niños que acudían a la escuela”.

Yo que soy un niño de los años 50 aún recuerdo algunos de mis amiguitos que andaban descalzos por La Calleja, el lugar de nuestros juegos infantiles, muy cercana a mi casa, y a veces con un solo tirante que sujetaban sus calzones.

En sus cartas se menciona a gente bienhechora de Brozas y los repite en numerosas ocasiones. Así está doña Lucía Moreno Sánchez y su hermano Julián: doña Rosa Domínguez y su esposo don Agustín Vinagre y cita también a María Cruz Colmenero, hija de don Julián Colmenero e Inés Lizón, sin olvidarse del cura párroco don Ángel Perianes ni del capellán de la Comunidad, don Fausto Cantero. Hay una carta que recibe de doña Lucía que también firma doña Vicenta, esposa del médico don Ciriaco Rodríguez. También se cita a una aspirante o “pretendienta”, como la llama la madre Elisea; se trata de Aurora Rodríguez, cuya familia vivía en la localidad. La Hermana Aurora Rodríguez nació en San Vicente de Alcántara (Badajoz). Tomó el hábito en Orihuela el 14 de noviembre de 1916. Emitió sus votos perpetuos el 7 de febrero de 1924 y falleció en Paradas (Sevilla) el 16 de junio de 1974.

Las citas tratan para pedirles a las hermanas que les dé las gracias por sus ayudas bienhechoras o para interesarse por la salud de alguno de ellos que estaba enfermo. Incluso hay un especial interés por la madre superiora, Angélica Badosa, que padecía úlcera de estómago.

La hermana Josefa Díaz que ha estudiado todas estas cartas escribe en su libro del epistolario: “Sus cartas son frecuentes, consoladoras y llenas de ternuras. Ella estimula a la entrega generosa. Al sacrificio, buscando “la gloria de Dios, y el bien espiritual, y el temporal de los prójimos, nuestros hermanos”.

 2 Comunión con las Carmelitas

    Lám 2. Comunión en las Carmelitas

8. La clausura del convento

 La superiora general, hermana María del Socorro Font Deulofeu, que dirigió la Congregación desde 1969 a 1987 y durante este periodo creó 34 fundaciones, escribe el 16 de mayo de 1972 una carta desde Orihuela al Obispo de Coria Cáceres, que por entonces era don Manuel Llopis Iborra, alicantino de Alcoy, en la que comunica que “debido a la nueva Ley de Educación es obligado cerrar algunos colegios que regenta la Congregación, entre ellos, el de Brozas. Sabe por la superiora de dicha comunidad que por entonces era la Hermana Aureliana de la Cruz, que se entrevistó con él para tratar el asunto y también con el inspector y con el alcalde, que era don Manuel Garlito. En vista de lo expuesto y, dado que los niños quedan atendidos espiritualmente, transmite el acuerdo del Gobierno General y espera que otorgue su permiso para la supresión de dicha casa-colegio”.

 

El 3 de junio de 1967, el Obispo de la Diócesis le responde que le cuesta comenzar esta carta. Siente pena a que la Congregación, benemérita por tantos títulos, haya de suprimir el Colegio y levantar la Casa que tiene en Brozas. Se ha relacionado con las religiosas y sabe de su labor en la villa, pero comprende las exigencias del momento actual, por la nueva Ley de Educación y Enseñanza. Quiere que conste la gratitud en el Señor que la Diócesis, Brozas y particularmente él guardarán por la acción apostólica de las Reverendas de la Virgen María del Monte Carmelo. Pide a Dios les bendiga siempre. Firmado: Manuel. Obispo de Coria Cáceres.

9. Los últimos años

Antes de terminar esta ponencia quiero contar la vida de algunas de las religiosas que más traté. Todos los de mi generación se acuerdan de las hermanas Virtudes, Elena, Delfina, Eulalia, Magdalena, Paciente. Aureliana…

De algunas de ellas he podido sacar una pequeña biografía gracias a la hermana Áurea, extremeña de nacimiento, que se encarga del archivo de la congregación y de la causa de canonización de la madre Elisea Oliver.

En mi recuerdo están, sobre todo, las hermanas Virtudes Salar Albert, Elena Arín o Delfina Martín Ballesteros, ésta última ecónoma del convento y que cambió su nombre años más tarde por el de Pilar.

La hermana Virtudes nació el 27 de marzo de 1901 en Las Encebras (Alicante). Vistió el hábito el 4 de enero de 1925 y la profesión perpetua el 5 de septiembre de 1932. Tras 56 años de vida religiosa consagrada al Señor y al servicio de la Iglesia, falleció el 15 de noviembre de 1978. Se distinguió por su espíritu de laboriosidad y de observancia regular. Fue superiora del colegio de Brozas en 1957.

La hermana Elena Arín Alberch nació en Benicarló (Castellón) el 10 de febrero de 1919 y falleció en la localidad de Tales el 18 de agosto de 2008. En su fecunda actividad apostólica, destacó por sus servicios en la educación en Paradas, Brozas, Nogales y Orihuela. También estuvo en la farmacia del sanatorio de Tarrasa y prestó atención en la portería de Valencia y en el Colegio de Murcia.

Ella misma nos cuenta su historia en Brozas: “Llegué a Brozas el año 1950, a la casa fundada en 1914 por nuestra Madre Fundadora. Fue una verdadera misión en nuestra querida España. Al llegar me di cuenta del gran aprecio que tenía la gente del pueblo a las Hermanas por el bien que de ellas recibían.

         El año 50 todavía venían las niñas descalzas a la clase y casi sin ropa por mucho frío que hiciera, más de una vez se desmayaron por venir sin desayunar y no haber cenado por la noche. Las hermanas les dábamos una taza de caldo hasta que conseguimos la ayuda de Cáritas, la que remedió grandes necesidades.

         Estas breves motas dan a conocer el espíritu de nuestra Madre Fundadora, que siempre elegía para las fundaciones las zonas más necesitadas, quería que nos asemejásemos a la masa para que ella viniera a nosotras y la condujésemos a Dios. Así se vivía en mi querida Brozas, que a pesar de los sufrimientos y escasez, tanto corporal como espiritual, nunca le faltó la alegría del Señor, por la unión y cariño con que nos tratábamos todas y cada una de las Hermanas. Ese amor se reflejaba al exterior por lo que mucha gente exclamaba: “¡Mirad cómo se aman!”.

La hermana Elena fue superiora desde el 28 de agosto de 1963 hasta la llegada a Brozas de la hermana Aureliana Gómez de la Cruz, quien fue la que cerró el convento y el colegio.

 3 Convento de Brozas

Lám 3. El convento de Brozas.

 

La hermana Aureliana Gómez de la Cruz, nació en Hinojosa del Duque (Córdoba) el 2 de diciembre de 1927, hija de Nicolás y Rafaela. Tenía ocho hermanos; ella era la cuarta. Fie bautizada el diez días más tarde de su nacimiento en la Parroquia de San Juan Bautista (Córdoba), y confirmada el 29 de octubre. Inició el postulantado en Orihuela el día 2 de Julio 1947, el noviciado 1 de abril 1949; su profesión temporal  el 24 de ese mismo mes y año, profesión perpetua en 22 de septiembre 1955 en Orihuela -casa madre- Hizo sus Bodas de Plata 25 abril 1974 en Paradas y de Oro 1 de Mayo de 1999en Villanueva de la Serena.

Estudio Magisterio de la Iglesia de maternales y párvulos, pues siempre le gustaron los niños, la música y el canto.

Los destinos fueron los siguientes: Santa Pola en el 1949, daba clase a párvulos. Paradas (Sevilla) en 1964, en Brozas desde 1969 hasta 1972, allí daba clase a párvulos. Después paso a Paradas donde fue directora de la Residencia y Escuela. Posteriormente en Fuente de Cantos 1978, fue ecónoma de la comunidad. Después la trasladaron a Villanueva de la Serena, donde impartía clases en una guardería infantil, superiora y ecónoma.

En 2002 pasó al Colegio de San Juan de Alicante, ayudando en varias tareas de la comunidad, hasta hoy. Ella recuerda el día de su profesión aunque su familia no pudo estar por motivos familiares, ella experimentó la entrega y consagración al Señor con mucho amor. Es una hermana muy servicial y bondadosa, los alumnos la querían mucho y les enseñaba con paciencia y cariño.

La hermana Aureliana fue la que se trasladó a Brozas para personificar el homenaje a la Comunidad de las Carmelitas de nuestro pueblo.

A ellas les debemos que nos enseñaran las primeras letras como parvulitos y nos enseñaron la fe cristiana, pues muchísimos niños y niñas hicimos con ellas la Primera Comunión. Sin duda, las Carmelitas se merecen un gran homenaje de todo el pueblo de Brozas.

10. Unas peticiones

Una última petición. Y que me perdone el “portero de la liga celestial” y que lleva el nombre de Pedro. Esta calle en la que estamos se llama San Pedro por el convento de las Madres Comendadoras de la Orden de Alcántara. Mi propuesta es que así como la calle de Orihuela ha dedicado la calle donde está el convento sede de las Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo y se llama la calle Madre Elisea por la fundadora de la Congregación quiero proponer al señor acalde y al Ayuntamiento en pleno que esta calle dela villa de Brozas pase a llamarse ahora “Madres Carmelitas”. Ese sería un gran homenaje y gran recuerdo para estas abnegadas hermanas.

Otra sugerencia: Alejandro Cid realizó un magnífico “power point” de las fotos que hemos ido poniendo en Facebook. Ha sido visto por cientos de personas. No sería mala idea que ahora se haga, en el Hogar Nicolás de Ovando” una exposición fotográfica de las Comuniones realizadas en las Carmelitas. Muchos niños y niñas de entonces tenemos nuestra foto y de esta manera se recupera la memoria colectiva y, entre todos, hacemos un homenaje popular a estas buenas hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, a los que todos conocemos aquí como las Carmelitas de Brozas.

Lo dicho, desde aquí, sirva mi voz, como cronista oficial de la villa de Las Brozas, para hacer un reconocimiento público por la labor llevada a cabo por estas hermanas en todo un pueblo.

Ago 252015
 

José Pastor Villegas , José David Pastor Valle, Jesús Francisco Pastor Valle.

1. INTRODUCCIÓN

 

Los estudios sobre la Historia de la Ciencia (Experimentales) y la Tecnología de Extremadura son una minoría en el total de publicaciones sobre Extremadura. En particular, se puede comprobar nuestra afirmación revisando los trabajos de los Coloquios Históricos de Extremadura publicados hasta ahora.

En nuestra opinión, el pasado de la fosforita de Logrosán, que tiene relación con Trujillo, es conocido insuficientemente en el presente. Tal pasado es el antecedente inmediato de la fosforita que se descubrió en El Calerizo de Cáceres hace aproximadamente 150 años.

Mirando al pasado, el fósforo es un elemento químico descubierto por el químico alemán Henning Brand (Hamburgo, 1625 – Hamburgo, 1692); aisló de la orina una sustancia de color blanco que daba luz en la oscuridad, a la que denominó fósforo, es decir, portador de luz. Su descubrimiento lo comunicó, pero no lo publicó, estimándose que fue en 1669 o 1677[1]. El elemento químico se aisló pronto de otras materias, en particular de los huesos. Entre los compuestos químicos de fósforo están los fosfatos, que componen las fosforitas.

La fosforita es una roca formada por minerales fosfatados del grupo del apatito y otros minerales; tiene aspectos diferentes y el fosfato de calcio (Ca3(PO4)2) es el compuesto químico principal. Su fórmula general es 3Ca3(PO4)2·CaX2…Ca10X2(PO4)6, en donde X = F, Cl, OH, 1/2O2-, 1/2CO32-, es decir, tres moles de fosfato de calcio por uno de isosal acompañante; el calcio puede estar reemplazado parcialmente a veces por hierro, magnesio o calcio. La calidad de la fosforita se evalúa en el mercado en porcentaje de pentóxido de difósforo (P2O5); la roca comercial contiene 25-35% de este óxido (equivalente a 50-73% de fosfato de calcio) y proporciones variables de otros compuestos químicos: carbonatos de calcio y de magnesio (CaCO3 y MgCO3) se tolera hasta un 12% expresado como óxidos de calcio y de magnesio (CaO y MgO), no más de un 12% de dióxido de silicio (SiO2) y no más de un 2% de suma de óxidos de aluminio e hierro (Al2O3 y Fe2O3)[2].

En el siglo XIX, la influencia de los abonos naturales era conocida desde hacía mucho tiempo, si bien los conocimientos eran en gran parte empíricos. Menos aún, eran conocidos los abonos minerales fabricados a partir de fosforita.

Tras los descubrimientos de los yacimientos de la fosforita en Logrosán y Cáceres, tuvo gran interés internacional; los yacimientos fueron muy estudiados y se explotaron en el siglo XIX y en el siguiente para la fabricación de fertilizantes fosfatados. Se exportó a diferentes países porque el uso de los abonos minerales era mucho mayor que en España. En otras palabras, Logrosán y Cáceres fueron conocidas mundialmente y sus yacimientos de fosforita tuvieron interés científico y tecnológico internacional en el ámbito de la industria química de la Segunda Revolución Industrial, que se inició en la segunda mitad del siglo XIX y continuó en el siglo XX.

De los descubrimientos y estudios decimonónicos que se realizaron sobre la fosforita hasta 1876, así como de las páginas que los investigadores escribieron al pasar por Trujillo en sus viajes a Logrosán, tratamos en este trabajo. Aquí, tratamos también del importante problema del transporte de la roca a los diferentes países europeos para fabricar fertilizantes.

 

 

  1. DESCUBRIMIENTO Y ESTUDIOS DECIMONÓNICOS DE LA FOSFORITA DE LOGROSÁN

 

Antes de ser conocida la composición química de la fosforita, se sabía que había piedras en Logrosán de aspecto diferente a las rocas de esta villa que tenían la propiedad de fosforescencia. La luminosidad era bien observable cuando los fragmentos de tales piedras se calentaban en la oscuridad al ser esparcidos sobre brasas.

Las primeras noticias escritas de la fosforita de Logrosán son de la Ilustración Española: reinados de Carlos III (1759 – 1788) y Carlos IV (1788-1808).

El científico irlandés William Bowles (Cork, Irlanda, ca. 1720 – Madrid, 1780)[3] es autor de Introducción a la Historia Natural y á la Geografía Física de España, publicada en 1775 y reeditada varias veces. Su curiosidad científica le llevó a escribir sobre la fosforita tras viajar a Logrosán, localidad perteneciente entonces a la jurisdicción de Trujillo. Después de esta publicación, el interés por la fosforita de Logrosán aumentó considerablemente.

El químico francés Louis Joseph Proust (Angers, Francia – Angers, Francia)[4] republicó en 1791[5] y 1799[6] un artículo que había publicado en la revista Journal of Physique en abril de 1788. En ellos, repite el párrafo que escribió mencionado irlandés:

 

“Camino de Logrosán, Lugar que está situado al pie de una cordillera que corre de Levante a Poniente, y se llama la Montaña de Guadalupe, al salir de dicho lugar se encuentra una vena de piedra fosfórica, que atraviesa el camino real oblicuamente de Norte a Sur. Esta piedra es de un color pálido, no tiene sabor, y esparcida sobre las ascuas, hecha polvo, se levanta una llama azul que no despide olor alguno”.

 

Seguidamente, afirma que la fosforescencia tan notable de la piedra de Logrosán es lo que la había hecho objeto de curiosidad; observó que no decrepitaba cuando la echaba sobre las ascuas y que daba llama de color verde hermoso tras tiempo suficiente para admirar su brillantez, sospechando que el fosfato de calcio forme parte de ella como en los huesos. Refiere los experimentos hechos con dificultad por no tener instalado totalmente su laboratorio, afirmando haber obtenido fósforo a partir de las muestras recibidas. No duda que la piedra, mejor estudiada en el futuro, pueda ser de utilidad. Y sobre el problema de su formación, afirma que las aberturas de pozos, excavaciones y cortaduras manifestarán algún día a quienes las reconozcan con inteligencia la información necesaria.

Asimismo, manifiesta su deseo de viajar a la localidad y se equivoca al comunicar al editor de tal revista sobre su gran abundancia:

 

“Esta piedra se encuentra, no por venas, sino por collados enteros, a las inmediaciones de Logrosán, Aldea de la jurisdicción de Truxillo en la Provincia de Extremadura. Las casas, y paredes de sus cercados están construidas con ella. El haber visto la situación de estos cerros, su elevación y figura, su base y proporción con las demás que las circundan, hubiera sido más del caso que no formar conjeturas. Pero no previendo cuando tendré ocasión ni tiempo de recorrerlas, considero que no podré tan presto darle a usted noticias de más extensión”.

 

Finalizando el artículo, añade que las primeras noticias de la piedra fosfórica de Extremadura y muestras de ella para los análisis se las había dado el boticario Pedro Gutiérrez Bueno, ejerciente en Madrid, y que figuran colocadas en el Real Gabinete de Madrid entre las piedras fosfóricas. Añadimos que Pedro Gutiérrez [Jiménez] nació en Cáceres (Cáceres, 1743 – Madrid, 1828)[7] y fue el primer catedrático que enseñó públicamente Química en Madrid.

En la mencionada revista Journal of Physique, se publicó en septiembre de 1791 el primer análisis de la composición química de la fosforita realizado por los franceses Pelletier y Donadei, republicándose un extracto del mismo inmediatamente en Anales del Real Laboratorio de Química de Segovia[8] y años más tarde en Anales de Historia Natural[9]. Los autores de los análisis determinaron: aire fijo (1.5%), hierro (1%), tierra silícea (2%), tierra calcárea o cal (59%), ácido fosfórico (34%) y ácido fluórico (2.50%). Este análisis recalculado es: Fe2O3 (1%), CaO (60.2%), P2O5 (34.7%), CO2 (1.5) y F (2.5%)[10].

Tras la publicación del Real Decreto de 4 de julio de 1825[11], considerado como la primera ley de minas del siglo XIX[12], extranjeros expertos viajaron a Logrosán comisionados por las administraciones de sus países para verificar la exactitud de las informaciones sobre la fosforita y ocuparse de otros asuntos mineros. Entre ellos, el francés Pierre Guillaume Frédéric Le Play viajó meses antes de morir el rey Fernado VII, y los ingleses Charles Daubeny y Samuel Edward Cook viajaron en el reinado de Isabel II (1833 – 1868); los tres pasaron por Trujillo.

El francés Pierre Guillame Frédéric Le Play (1806-1882) fue un brillante ingeniero de minas y sociólogo, editor de Annales des Mines y la Statistique de l´Industrie mineral; fue comisionado para evaluar la potencialidad minera del sur de España. Su expedición geológica a España, entre el 12 de abril y el 15 de julio de 1833, tuvo como primer objetivo la fosforita de Logrosán, pudiendo observar pequeños filones de cuarzo y fosforita. Un año después de la realización de la expedición, publicó en Annales des Minnes dos artículos: Itinéraire d´un voyage en Espagne, précédé d´un aperrçu sur l´etat actuel et sur l´avenir de l´industre minérale dans ce pays y Observations sur l´Estramadure et le nord d´Andalousie, et essai d´une carte géologique de cette contrée. En el segundo de ellos, figura un mapa geológico de Extremadura y norte de Andalucía a escala 1:1 000 000, a todo color, con escala gráfica doble en leguas castellanas y unidades del Sistema Métrico Decimal, mucho antes de ser introducido este sistema en España; el yacimiento de fosforita de Logrosán está indicado en la dirección errónea NNW-SSE[13].

El inglés Samuel Edward Cook, quien prefirió llamarse Samuel Edward Widdrington, capitán de navío, acompañó al Dr. Charles Daubeny, profesor en la Universidad de Oxford, en un viaje científico a Logrosán realizado en la primavera de 1843 con el fin de examinar la fosforita e informar a la Royal Agricultural Society of England sobre la posibilidad de importarla para la fabricación de fertilizantes en sustitución de los huesos animales importados desde lejos y que disminuían cada año. Este capitán, viajero en la década anterior en España, es autor del libro Spain and the Spaniards in 1843[14], en el que relata el viaje desde Madrid a Logrosán, primero en diligencia hasta Trujillo y después en mula hasta Logrosán; trata de la villa trujillana en un capítulo, escribiendo en los párrafos primero y último[15]:

 

“Trujillo ocupa una majestuosa y elevada posición en un extenso promontorio formado por un montículo de granito como si hubiese sobresalido de las pizarras que forman la base de la región. Cuenta con una fértil llanura y está rodeada por cadenas y altos picos de colinas y montañas en todas direcciones. La ciudad moderna ocupa la ladera este del montículo; el oeste y el norte son zonas escarpadas y de fácil defensa.”

 

“Llevamos cartas para algunas personas del lugar y recibimos de ellos toda clase de atenciones que pudieron dispensarnos. Una, que se ofreció voluntariamente para servirnos de guía, persistió hasta el final pero me di cuenta de que hizo falta toda la fuerza de la cortesía española para inducirle a quedarse mientras yo paseaba por la Villa, y no podía comprender la causa de mi atracción por un lugar que ningún trujillano pisaría si no fuese estrictamente necesario. El señor Luján [Francisco Luján y Miguel Romero], al contrario de la costumbre tan frecuente en las capitales entre los hombres tan ocupados con asuntos oficiales, se había excedido más que quedarse corto en sus promesas y nos encontramos con que todo el mundo en la región estaba enterado de nuestro viaje y del objeto del mismo. Tuvimos numerosos visitantes y recibimos a varios personajes del lugar. Sugerí que viésemos al alcalde pero estaba enfermo y no pudo ver a nadie durante nuestra estancia allí. Me quedé sorprendido al saber que la población de esta ciudad se reducía, en la actualidad, a 4 000 habitantes cuando debería ser una capital con al menos diez veces este número. En mi trabajo con ellos los encontré serios y refinados en sus costumbres y su dialecto extremadamente puro.”

 

Sigue el viaje desde Trujillo a Logrosán; refiere que entraron en la villa por el oeste y que fueron muy bien recibidos y atendidos durante su estancia. En Logrosán, observaron que la fosforita era bastante independiente del granito y que formaba parte de la pizarra, extrayéndola para ser analizada en el futuro por Daubeny. Ambos y un criado partieron de Logrosán a Guadalupe en tres mulas y un guía a pie.

Los mencionados Daubeny y Wriddintong son autores de un artículo publicado en 1845[16]; ilustraron el relieve desde Trujillo a Logrosán, señalando granito y pizarra alternativamente, y escribieron que en las inmediaciones de Logrosán la superficie de la pizarra es ondulada, estando encajada la fosforita en la pizarra. Como media de los análisis de dos muestras de fosforita dieron: sílice (1.70%), óxido de hierro (3.15%), fluoruro de calcio (14.00%) y fosfato de calcio (81.15%), llamando la atención de que los elementos químicos flúor y fósforo componen la fosforita.

Joaquín Ezquerra del Bayo (Ferrol, La Coruña, 1793 – Tudela, Navarra, 1857)[17], ingeniero profesor de la Escuela de Minas de Madrid e inspector general del cuerpo de ingenieros de minas, a partir de 1825 atendió encargos diversos de la Dirección General de Minas. En Trujillo, el 26 de junio de 1845, escribió[18]:

 

“Salí de paseo hasta la ermita situada unas 300 varas [aproximadamente 252 m] al S. de la población para ver una cantera empezada a abrir en el granito que, hace poco se ha observado ser fosforescente. Efectivamente lo es, y, a mi parecer esto proviene de su descomposición, o por mejor decir de la descomposición del feldespato que deja libre la fosforita. El cómo se verifique esta descomposición es lo que yo no sabré explicar, pero lo cierto es que aquel granito no contiene otra cosa que mica, cuarzo y fosforita, notándose muy bien en algunas partes la cristalización pseudomórfica del feldespato. Es de notar que el sitio donde se encuentra el granito fosforescente se halla atravesado por una masa o especie de filón de granito de grano fino aporfidado, dirección N.S. de la brújula, y que allí inmediato hay un manantial de agua constante que surte de granito de grano grueso, cuyo fenómeno no podría verificarse si no estuviera descompuesto.

Probablemente el fenómeno de la fosforita de Logrosán tendrá el mismo origen, es decir, que serán filones o bancos de feldespato metamorfizados en fosforita, que en otras partes lo es caolín […].

Es notable la abundancia de aguas con que está surtida la población de Trujillo, a pesar de hallarse edificada, como ya hemos dicho, cuasi en el punto culminante de la línea divisoria ente Tajo y Guadiana, y ser el terreno exclusivamente de granito de grano grueso y de grano fino. Cuasi en la parte más alta y dentro del recinto de la antigua fortaleza, hay una gran alberca natural de 30-40 varas [aproximadamente 25,2-33,6 m] de diámetro, donde nunca falta el agua por calurosa y seca la estación […]”.

 

A mediados del siglo XIX, Felipe Naranjo y Garza[19], ingeniero de minas por Madrid, reconoció la cuenca del Guadiana por encargo de la Dirección General de Minas, dedicando un párrafo a la fosforita de Logrosán[20]:

 

“La fosforita de Logrosán, que en el cerro de San Cristóbal está en contacto del granito con la pizarra arcillosa, es un criadero notable por su corpulencia y extensión. Está situado al Sud-Este, y a mil pies [aproximadamente 305 m] de distancia del pueblo, en el cerro de la Costanaza, sobre el camino de Guadalupe a Cañamero. Su longitud, hasta ahora reconocida no baja de media legua [aproximadamente 2,786 km] desde el arroyo Nava-Zarza hasta la falda meridional del cerro en que se encuentra el santuario de la Virgen del Consuelo. Este mineral, influido grandemente por la enunciada roca plutónica, parece ser mucho más antiguo en su formación de lo que hasta ahora se ha creído. Aparece en capas verticales intercaladas con las del esquisto, con vetas de cuarzo grosero y en dirección de Norte a Sur con un espesor de doce a veinte pies [aproximadamente 3,66 a 6,10 m]. En la actualidad no se explota pertenencia alguna de las que con tanto afán se denunciaron en estos últimos años y créese que esto consiste en que los grandes bancos de cropolites descubiertos recientemente en Inglaterra han reemplazado al fosfato de cal español, para el abono de los terrenos del extranjero”.

 

Nuevas aportaciones científicas sobre la fosforita de Logrosán fueron realizadas por extranjeros y españoles en la segunda mitad del siglo XIX. Entre ellos, es de destacar al científico español Ramón Torres Muñoz de Luna (Madrid, 1822 – Málaga, 1890)[21], vinculado con Extremadura, ya remarcó la importancia del viaje científico del mencionado Dauveny a Logrosán y recogió en una publicación de 1856[22] los hechos químicos referentes a la industria agraria, en la que resumió el interés práctico procedente de aportaciones científicas de numerosos investigadores, siendo uno de ellos el gran químico alemán Justus von Liebig (Darmstadt, 1803 – Munich, 1873)[23], su maestro, quien fue el primero en realizar experimentos sobre la fertilidad de un suelo con abonos químicos.

En primer lugar, el mencionado Naranjo y Garza y el también ingeniero de minas Lino Peñuelas y Fornesa (Madrid, 1830 – Madrid, 1878)[24] trataron sobre la fosforita de Logrosán detalladamente en una publicación escrita por orden del Gobierno en 1858[25]. En ella, adjuntaron un plano topográfico y geológico que comprueba en su mayor parte las observaciones del primero de los autores diez años antes, indicaron consideraciones sobre la exploración, dieron la composición química de la fosforita (87% fosfato básico de cal), mencionaron sus usos, hicieron consideraciones sobre las vías de comunicación y sobre la explotación del yacimiento que consideraron el más importante de los conocidos entonces.

En una publicación sobre la Exposición Universal de Londres de 1862[26], Torres Muñoz de Luna, comisionado por España, informó que se expuso fósforo y otros productos obtenidos a partir de la fosforita de Logrosán por Ramón Manjarré y Bofarrull, profesor de Química industrial de Sevilla; señaló también que ya es urgente que en España se emprenda un estudio experimental completo sobre las diferentes clases de abonos:

 

“Ya es urgente que en España se emprenda un estudio experimental, detenido, y con arreglo a los adelantos de la ciencia agrícola en Europa de la acción que las diferentes clases de abonos conocidos ejercen sobre los diversos terrenos de nuestra Península, teniendo en cuenta la clase de producción, el clima y sobre todo la cuestión económica del agente fertilizador que debe emplearse.”

 

En el mismo año de 1862, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales convocó un concurso público abierto sobre la “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales de la Península”, siendo premiadas cuatro memorias[27] [28] [29] [30]. Tal concurso indica el interés científico-utilitario de los fosfatos térreos como abonos en España, asunto no fácil de Química aplicada. En las cuatro memorias se trata con mayor o menor extensión de la fosforita de Logrosán.

En la década siguiente, es decir, durante el Sexenio democrático o revolucionario (1868 – 1874) y el reinado de Alfonso XII (1874 – 1885), se redactó y publicó la Memoria geológico-minera de la provincia de Cáceres, cuyos autores eran ingenieros de mina que formaban parte del Personal de la Comisión Ejecutiva del Mapa Geológico de España[31]. En el prólogo de la misma, se aclara que por Real orden de 10 de junio de 1872 se nombró al profesor de Geología de la Escuela especial de minas Justo Egozcue y Cía, jefe de una comisión para el estudio de los fosfatos calizo de Extremadura, y en 13 de julio del mismo año, la Dirección general de Agricultura, Industria y Comercio destinó para complementarla a Lucas Mallada y Pueyo. En la publicación figura información de los yacimientos de fosforita conocidos hasta entonces, clasificados en criaderos que arman en granito, criaderos que cortan las pizarras cambrianas y criaderos intercalados en las calizas. Se da también información de la fosforita en cada uno, las labores efectuadas, el origen probable de la fosforita, análisis efectuados en la Escuela de Minas de Madrid y consideraciones industriales.

Asimismo, afirman que de los tres tipos de yacimientos, los menos importantes son los que arman en granito. En lo referente a los yacimientos de Logrosán, el filón Costanaza, a tan solo 450 m al este de la villa, es el más importante de los que arman en pizarra, siendo también el más importante de la provincia; los otros yacimientos que arman en pizarra son: Mingote, Navacerrada, Canchas, Jinjal, Cañuelo, Casillón, Zorreras, Terrenos Colorados y Cumbre Bajera.

La mayor parte de la fosforita del filón Costanaza, así como de otros filones de la provincia de Cáceres, corresponde a la variedad palmeada porque las fibras se reúnen formando haces entrecruzados en abanico; hay manchas amarilla irregulares alternantes con otras rojizas y parduzcas sobre un fondo blanquecino. El análisis de una muestra de dicho filón dio: fosfato de calcio (87,320%), fluoruro de calcio (6,158%), sulfato de calcio (indicios), óxido de hierro (III) (1,800%), peróxido de manganeso (0,356%), alúmina (indicios), sílice (1,800%), agua higroscópica (2,300%) y pérdidas (0,266%). Los autores estimaron una existencia de 596 944 000 kg de fosforita.

Los autores mencionados consideraron que las fosforitas tienen un origen geiseriano, es decir, hidrotermal, existiendo relación entre las masas graníticas y los depósitos de fosfato. La influencia del granito entre las pizarras no necesita explicación diferente, pues el yacimiento principal de Logrosán toca al extremo oriental del afloramiento granítico del cerro de San Cristóbal.

Dicho con otras palabras[32], los magmas que originaron el batolito de Logrosán causaron grandes fracturas al ascender lentamente entre las rocas preexistentes (pizarras y grauvacas) del Neoproterozoico (hace más de 600 millones de años) dentro del anticlinal de Logrosán hoy desaparecido por la erosión. Los fluidos (gases y líquidos) de los magmas se inyectaron en tales fracturas y al solidificar resultaron los filones de fosforita, los cuales presentan una longitud aproximada de 5 km y una potencia variable (entre 0,10 y 8 m); alternan las mineralizaciones de apatito con las de cuarzo, y en ocasiones también carbonatos (calcita, siderita y ankerita).

En la Figura 1, como complemento a todo lo expresado anteriormente, se puede observar la fosforita de Logrosán en una galería de la mina la Costanaza, mina recuperada en los últimos años; es el geositio tercero de los cuarenta y cuatro descritos en la Guía de geositios del Geoparque Villuercas Ibores Jara, antes referenciada.

Figura 1 XLIIICHE (1)

 Figura 1. Galería de la mina de fosforita la Costanaza de Logrosán (Cáceres). Fotografía: José Pastor Villegas, 9.12.2012.

 3. DESCUBRIMIENTO Y ESTUDIOS DECIMINÓNICOS DE LA FOSFORITA DE EL CALERIZO DE CÁCERES

 

El Calerizo de Cáceres es uno de los calerizos de Extremadura, es decir, terrenos formados principalmente por roca caliza. Las calizas son rocas sedimentarias carbonatadas formadas por depósitos de los productos de alteración física y química de rocas preexistentes; el carbonato de calcio (CaCO3) es el componente mayoritario de las calizas, principalmente en forma de calcita. En la Figura 2, se puede observar la roca caliza en la entrada a la Cueva de Maltravieso en la actualidad, sita en el calerizo cacereño.

Según los autores de la Memoria geológico-minera de la provincia de Cáceres, El Calerizo, al sur de la villa de Cáceres, consta de dos partes principales, situada una a la derecha y la otra a la izquierda de la carretera de Mérida y unidas por una estrecha lengüeta que, partiendo de la fuente de El Marco, llega al horno del Sapillo, junto al camino de Montánchez. La parte oriental, de menor extensión, se apoya en la falda de Sierra de Fuentes. La parte occidental es la de mayor extensión y la de mayor interés; el límite norte es el Cerro de Cabeza Rubias, el límite sur remata de manera bastante regular y poco sinuosa, siguiendo una línea paralela al barranco de Valdacoz; el límite este está en las pizarras y el límite oeste pasa por la dehesa Corchuela hasta mencionado cerro.

Años después, el Prof. Dr. Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan (Madrid, 1872 – Alcuéscar, Cáceres, 1965)[33], insigne geólogo que ejerció en el Instituto de Enseñanza de Cáceres y que después fue catedrático de la Universidad de Madrid[34], escribió sobre El Calerizo de Cáceres en varias ocasiones. En 1902, viene a decir que la porción oriental, que es muy estrecha, se apoya contra las estribaciones meridionales de la serreta silúrica de la Montaña y la occidental, de mayor extensión, está limitada al Norte por la manchita silúrica cacereña, al sur por la misma formación del Cerro de los Romanos, al oeste por el granito que en su contacto ha metamorfoseado la caliza, impregnándola de cuarzo y resquebrajándola en todos los sentidos, y por el este está limitado por las pizarras. Y que tal calerizo está constituido por calizas dolomíticas, cavernosas y corroídas superficialmente por las aguas pluviales, con sus huecos rellenos por tierras arcillosas; con las calizas alternan pizarras calizas y arcillosas[35].

En nuestra opinión, se puede definir El Calerizo de Cáceres, química y geológicamente como un sistema material complejo en el sinclinal de Cáceres, al sur de la ciudad actual, de vital importancia en la historia de Cáceres; es un sistema abierto, pues intercambia materia y energía con el exterior, teniendo una superficie exterior de aproximadamente de 14 km2 y una profundidad variable (puede llegar a cientos de metros), cuyas rocas calizas se formaron hace millones de años (era paleozoica, sistema carbonífero, entre 360 y 325 millones de años[36]). En tales rocas el proceso de carstificación durante milenios ha formado cavidades complejas con gran capacidad de almacenamiento de agua (estimada en aproximadamente 3 hm3).

La fosforita de El Calerizo de Cáceres está encajada en la caliza; predomina la fosforita palmeada, dominando las de colores claro y brillo anacarado o sedoso de alguna intensidad. Una muestra de fosforita de Cáceres, expuesta en el Museo del Instituto Geológico y Minero de España (I. G. M. E.), se puede observar en la Figura 3.

Antes de 1864, el calerizo cacereño tenía gran importancia, porque de él se extraía la roca caliza para fabricar artesanalmente cal viva (óxido de calcio, CaO) por los caleros de la villa de Cáceres en los numerosos hornos cercanos a las canteras. Tal vez, algunos vieron la fosforescencia producida por alguna piedra caliza calentada en los hornos de cal.

En ese año, se considera que se descubrió la fosforita y que sus descubridores fueron Francisco Lorenzo Acuña y Diego Viviano González, vecinos de Cáceres, quienes contaron con la colaboración del también vecino Florencio Martín y Castro[37].

En relación con tal descubrimiento, precisamos que Francisco Lorenzo de Acuña había sido fraile y que era abacero, que Diego Viviano González, o con más precisión Diego Viviano González Martín era Subdirector de la Sociedad de Seguros La Nacional, y que Florencio Martín y Castro es en realidad Florencio Martín Herrero, doctor en Farmacia y farmacéutico de Cáceres, quien determinó un contenido de fosfato de calcio del 62% en piedras arrancadas del sitio de Cabeza Rubia que aquellos le presentaron, sitio donde al poco tiempo comenzó la actividad minera de la mina Abundancia. Los tres fueron después accionistas de sociedades mineras.

Además, precisamos que el ya mencionado Torres Muñoz de Luna da noticia del descubrimiento de la fosforita en Cáceres en su publicación premiada por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1863. Por consiguiente, el descubrimiento debió ser anterior a 1864. De ello trataremos en otro trabajo próximo con mayor extensión.

Los dos primeros registros de pertinencias mineras (una pertenencia son 10 000 m2 de extensión superficial) de fosforita en el término de la capital de Cáceres fueron solicitados por dos vecinos en el Gobierno de la Provincia de Cáceres en marzo de 1864[38]. Con el nombre de Blanca Fosforita fueron solicitadas dos pertenencias en la dehesa de los Arenales por el ya mencionado Francisco Lorenzo de Acuña el día 21 de marzo de 1864. Y con el nombre de Abundancia fueron solicitadas dos pertenencias en la dehesa de Corchuela por Antonio María Concha y Cano, el día 30 de marzo de 1864.

Ocho años después, se relacionan 34 minas en el Calerizo de Cáceres en una publicación. Su autor[39] señaló que las minas podían proporcionar materia prima industrial con una riqueza media en fosfato de calcio de 65 a 66%, y que la explotación debería ser no solo una cosa local sino nacional. En particular, describe la mina Abundancia, situada sobre la pendiente oeste de la colina Cabeza Rubia, extendida aproximadamente de este al oeste 800 m de longitud y de norte al sur 200 m de latitud, y unida a la carretera de Mérida por un camino de aproximadamente 1 500 m; el filón desciende en forma de cuña, desde el noreste (45º) hacia el suroeste (65º), y que debe pasar por la cantera calcárea que le encajona al sur.

En la posterior publicación de Egozcue y Mallada, mencionada en el apartado anterior, se expresa que los filones de fosforita en roca encajante caliza son más importantes que los de roca encajante pizarra o granito, y que las minas de fosforita se hallan dispuestas siguiendo la línea de separación de las calizas y las pizarras por el sur, suroeste y oeste de El Calerizo, entre Cabeza Rubia y el cerro del Viso, por Corchuela y Valdealcoz, a lo largo de aquella en una longitud de 6 200 m y anchura variable de 100 a 200 m, componiendo una superficie de 165 ha. Y añaden que fuera de esta zona, la caliza no tiene al exterior ni indicios de fosforita rellenando las numerosas fisuras y gritas de aquella. Las minas reseñadas son: Labradora, Casualidad, Agricultora, Abundancia, San Eugenio, San Salvador, La Esmeralda, María Estuardo, Estrella, Eloísa, Carvajala y Flor de Extremadura. En todas ellas, la abundancia de agua dificulta el laboreo. En todo El Calerizo, estimaron al menos existentes 1,3 billones de kg de fosforita, con composiciones químicas diferentes.

En particular, los dos autores antes mencionados proporcionaron datos interesantes de la Abundancia. Se profundizó hasta 27 m en una zanja irregular, donde después se instaló el pozo número 1. En este pozo se alcanzó una profundidad de 63 m, que fue la mayor profundidad de laboreo alcanzada en las minas de El Calerizo entonces; el primer nivel empezó a los 20 m con una galería de 5 m dirigida al norte, otra de 11 m al oeste y otra de 4 m al sur, y a los 35,60 m se estableció una galería a poniente. Se describen tres pozos más y se dan otros datos de interés sobre desagüe, trabajadores y producción; el desagüe se realizaba con dos máquinas de vapor; el número de trabajadores empleados al día en 1871 y 1872 fue variable (máximo de 160 obreros entre enero y mayo de 1871, y mínimo de 80 obreros entre noviembre a fin de marzo de 1872), y que a principio de 1876 se ocuparon 40 trabajadores en la instalación de un malacate y labores de exploración, y posteriormente en la colocación de una máquina de vapor portátil y en preparar el arranque que obreros entre mayo y octubre; la riqueza de la fosforita de varias clases (en general, térreo-palmeada, compacta y terrosa, más o menos cuarcíferas, bastante ricas) no debe estimarse en más del 65% y que la producción alcanzada fue de aproximadamente 20 millones de kilogramos. Asimismo, proporcionan información de la demasía de la Abundancia, al sudoeste de la mina Abundancia.

Años después, Hernández-Pacheco apuntó en su publicación de 1902 que la fosforita de El Calerizo se encuentra en los contactos de la caliza con las pizarras de formaciones más antiguas, rellenando grietas y constituyendo grandes bolsadas, en su mayoría de la variedad terro-palmeada, teniendo con ganga de cuarzo una riqueza en fosfato de calcio superior al 60%; apuntó también que la fosforita debe de tener su origen en aguas geiserianas que corroyeron los bancos calizos y rellenaron de fosfatos los huecos fraguados. Dice también que las minas más ricas eran Esmeralda, San Salvador, San Eugenio y Abundancia.

Según el I. G. M. E.[40], al sur de Cáceres están los yacimientos decimonónicos de fosforita explotados hasta mediados del siglo XX; la caliza carbonífera es la roca encajante, siendo el origen hidrotermal la hipótesis más considerada, es decir, venidas hidrotermales de flúor y apatito ascendieron a altas temperaturas a través de fracturas preestablecidas.

Figura 2 XLIIICHE

Figura 2. Caliza observable en el exterior de la Cueva de Maltravieso en la actualidad. Fotografía: José Pastor Villegas, 6.07.2014.

Figura 3 XLIIICHE

Figura 3. Muestra de fosforita de Cáceres expuesta en el Museo del I. G. M. E. Fotografía: José Pastor Villegas, 13.02.2012.

 

  1. COMIENZO DE LA EXPLOTACIÓN Y DEL TRANSPORTE DE LA FOSFORITA DE LOGROSÁN Y CÁCERES A LISBOA

 

Nuestras investigaciones en el Archivo Histórico Provincial (AHP) de Cáceres y en el Archivo Histórico de Protocolos (AHP) de Madrid nos han permitido conocer a los primeros propietarios de minas de fosforita de Logrosán. Entre ellos, Julián de Luna y de la Peña, Antonio Pérez Aloe, José Rodríguez Tocha y Pedro de Echevarría.

Julián de Luna y de la Peña (Zarza Capilla, Badajoz, 1789 – Cabeza del Buey, Badajoz, 1848) fue un ilustre liberal sobre el que escribió su nieto Mario Roso de Luna[41]. Añadimos que Luna y de la Peña, siendo vecino de Cáceres, fue propietario de canteras de fosfato de calizo en Logrosán en 28 de febrero de 1840[42], quien se asoció el 10 de agosto de 1845 con Antonio Pérez Aloe, vecino de Trujillo, propietario de una cantera de granito fosfórico llamada Santa Ana en las inmediaciones de Trujillo[43], yacimiento que suponemos cercano a la ermita Santa Ana. Ambos se asociaron con José Rodríguez Tocha, vecino de Estremoz (Portugal), el 8 de diciembre de 1845[44].

El mencionado Pérez Aloe nació en Cervera de Pisuerga (Palencia) al finalizar el siglo XVIII y se estableció muy joven en Trujillo debido a la trashumancia. A partir de 1837, comenzó su vida parlamentaria, representando primero a la provincia de Cáceres y desde 1846 hasta su muerte al distrito de Trujillo. Su hija mayor, María Asunción Pérez Aloe Elías casó con Jacinto Orellana Pizarro Díaz, X Marqués de la Conquista, X Marqués de Albayda y VII Vizconde de Amaya, viudo de su primera esposa, riquísimo terrateniente; fue diputado a Cortes por Trujillo en 1857, 1859 y senador vitalicio desde 1862, así como senador por Cáceres en 1876, 1877 y 1879 por derecho propio desde 1887. Ambos, personajes significativos en la estructura político-institucional de Extremadura (1808-1874)[45], tuvieron también negocios conexos con la fosforita de Logrosán durante su vida.

Otro de los primeros propietarios de minas de fosforita de Logrosán fue el mencionado Echevarría, vecino de Madrid, quien formó una sociedad minera en Madrid el 27 de julio de 1856 para la explotación de seis minas: La Cacereña, La Riojana, Vascongada, Francesa, Madrileña y Castellana[46]. Entre sus consocios figuraba el ingeniero de minas de nacionalidad francesa Clemente Roswag.

La importancia de la fosforita fue asunto de Estado en el reinado de Isabel II. Torres Muñoz de Luna viajó a Logrosán comisionado por el Gobierno y el jurista Claudio Antonio Moyano y Samaniego (La Bóveda de Toro, Zamora, 1809 – Madrid, 1890)[47], siendo ministro de Fomento, el día 12 de junio leyó en las Cortes para su aprobación el Proyecto de ley para que se reserven al Estado las minas de fosforita de Logrosán, y cualesquiera otras del mismo mineral que existan en todo el reino [48], fechado el día anterior, que finaliza con los dos artículos:

 

“Artículo 1º. Se reservan al Estado las minas de fosforita del partido judicial de Logrosán, y cualesquiera otras que existan del mismo mineral en todo el reino para que pueda explotarlas bajo la dependencia del Ministerio de Fomento.

Artículo 2º. El Gobierno se atendrá en todo a las disposiciones de la ley, beneficio y aprovechamiento de las mismas minas de fosforita, comprendidas en terrenos particulares.”

 

Este proyecto de ley, que fue retirado, dio origen a la oposición de Julián de Luna y Arribas, hijo de Julián de Luna y de la Peña, y otros de los primeros propietarios de yacimientos de fosforita de Logrosán. Asimismo, originó una polémica científico-tecnológica desde el día de su presentación. De ello trataremos en el XV Congreso Internacional sobre Patrimonio Geológico y Minero, que se celebrará en el mes en curso en Logrosán.

Problema no menor para el comienzo de la explotación de tales yacimientos fueron los litigios mantenidos durante muchos años entre los descendientes de los propietarios de Luna y de la Peña y de Pérez Aloe con el propietario Rodríguez Tocha, así como otros litigios. De ello trataremos detalladamente en un trabajo próximo.

No obstante, el problema más importante para comenzar la explotación de los yacimientos de fosforita de Logrosán y Cáceres fue el estado de las vías de comunicación en España en general y en particular en Extremadura. Entonces, eran pocas y dejaban mucho que desear; perjudicaron el desarrollo minero-industrial en ambas villas.

Como es sabido, el ferrocarril es un medio de transporte que surgió en el siglo XIX; el primer ferrocarril comunicó Stockton (localidad con minas de carbón) con Darlington (localidad portuaria de embarque) en Inglaterra, inaugurado el 27 de septiembre de 1825. En la Tabla 1, están resumidos los proyectos decimonónicos para comunicar Madrid con Portugal, vía Extremadura; hubo ferrocarril por el valle del Guadiana debido a la necesidad de unir Madrid con las fronteras y puertos marítimos, siendo inaugurado oficialmente en diciembre de 1867. No fue realidad la comunicación de Logrosán y Trujillo con la red ferroviaria que entonces se proyectaba y construía, perjudicando el desarrollo minero-industrial de los yacimientos de fosforita de Logrosán, e indirectamente a Trujillo.

A pesar de que el descubrimiento de la fosforita fue anterior en Logrosán que en la capital de Cáceres, es un hecho a señalar que el comienzo de la explotación fue casi al mismo tiempo en ambas villas en la década de 1860, transportándose desde las minas mediante carros hasta la estación de ferrocarril de Mérida, continuando en ferrocarril hasta Lisboa. Consecuentemente, no se pudo intensificar la explotación hasta no haber enlace ferroviario con Portugal por Mérida.

Tabla 1

La publicación Estadística Minera informó sobre la explotación y transporte de la fosforita desde Logrosán y Cáceres a partir de 1863[49]. En ese año, solo se recoge que las explotaciones de Logrosán pueden desarrollarse en los próximos años. En el año 1864, se practicaba el arranque en las concesiones mineras de Logrosán en lo general a cielo abierto y sin ningún género de precauciones, y se informa del descubrimiento en las inmediaciones de Cáceres, estando los yacimientos no tan caracterizados como en Logrosán. En 1865, se señaló que continuaba con alguna actividad el arranque de la fosforita en los yacimientos cercanos a ambas villas, siendo un obstáculo para la explotación asuntos de propiedad de las concesiones mineras en Logrosán. Referente al año 1866, se apunta que continuaba la actividad de arranque en Logrosán y Cáceres, y los asuntos de propiedad en la primera de estas villas. Del año 1867, se dice que en las inmediaciones de la villa de Cáceres, la fosforita se presenta en los potentes bancos de caliza y atravesando en forma de filones las pizarras del mismo terreno que en estratificación concordante con aquellas constituyen el subsuelo, y que la fosforita arrancada se transportaba en carros hasta Mérida, desde donde se conducía por ferrocarril hasta Lisboa para seguir al extranjero, precisándose que una sola casa extranjera había contratado 6 000 toneladas (6 000 000 kg). La demanda de fosforita aumentó en 1868, siendo la materia prima que sostenía casi exclusivamente los gastos del ferrocarril de Mérida a Lisboa, y se añade que la carretera hasta Mérida había quedado inútil por los numerosos carros que la transportaban, pensándose en establecer una vía férrea que comunicara las minas con Mérida por el sur y con el río Tajo por el norte para reducir los gastos de transporte y atender las demandas crecientes. Y en el año 1869 se recoge la cantidad de 180 000 quintales métricos (1 800 000 kg) de fosforita arrancada por 639 operarios, con un gasto de 25,124 escudos cada tonelada desde Cáceres hasta Lisboa, y se recoge también que la paralización de las minas de Logrosán parece que finalizará.

En 1872, Dalençon señaló en su publicación de 1872 que el transporte de la fosforita desde el Calerizo de Cáceres a Mérita era caro, estimado que cada tonelada costaba aproximadamente 80 reales (una peseta son cuatro reales), es decir, tanto como el valor de la roca fosfática a boca de mina, y tanto como el flete del guano de las Islas Chinchas (Perú) hasta Londres o Hamburgo. Y los autores Egozcue y Mallada estimaron en su publicación de 1876 que el precio de la tonelada de fosforita de Logrosán o Cáceres puesta en Londres variaba entre límites poco distintos, aproximadamente 291,47 reales.

En la década de 1880, la fosforita de El Calerizo comenzó a transportase en ferrocarril desde Aldea Moret por Valencia de Alcántara hasta Lisboa, y desde el puerto marítimo de la capital de Portugal hasta los países de destino. Recientemente, se ha conmemorado en Cáceres el Centenario de la muerte de Segismundo Moret y Prendergast (Cádiz, 1838 – Madrid, 1913). Este grande de la historia contemporánea de España, Hijo Predilecto de Cádiz en 1907, fue alumno y catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, y abogado; político liberal y monárquico, no cacique, adelantado en la necesidad de fomentar la educación, la ciencia y la tecnología para el progreso y reformas sociales. Casi desde el inicio de la Restauración de la monarquía borbónica, tuvo vinculación con Cáceres por su participación en dos compañías anónimas: Sociedad general de Fosfatos de Cáceres, formada y constituida en la villa de Madrid el 22 de agosto de 1876, con modificación y complemento de los Estatutos en la capital de Cáceres el 7 de junio de 1881; y Sociedad de los ferro-carriles de Cáceres a Malpartida de Plasencia y a la frontera Portuguesa, formada y constituida en Cáceres el 27 de octubre de 1877. El Ayuntamiento de la villa cacereña acordó en 1880 denominar Barrio de Moret, llamado pronto Aldea Moret, sito en El Calerizo, y le nombró Hijo Adoptivo en 1881. A título póstumo, el Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad de Cáceres acordó dar el nombre de calle de Moret a la que en 1913 llevaba el de Cortes, nombre que se mantiene en la actualidad[50].

En la Figura 4, se puede observar la vía férrea a Valencia de Alcántara, próxima a la mina Abundancia (rehabilitada), en la que comenzó a extraerse fosforita en el siglo XIX. Los reyes Alfonso XII de España y Luis I de Portugal pasaron cerca de ella al viajar en ferrocarril desde Valencia de Alcántara el 8 de octubre de 1881 con motivo de la inauguración oficial de la línea ferroviaria MCP, que comunicó Cáceres con Madrid y Lisboa mediante el ramal a Arroyo del Puerco (después, Arroyo de la Luz). Por tal línea se transportó directamente durante muchos años la roca fosfática desde Aldea Moret hasta el puerto de Lisboa, desde donde continuaba el transporte marítimo hasta los países de destino.

Fig 4

Figura 4. Vía férrea actual que comunica Cáceres con Valencia de Alcántara a su paso cerca de la mina Abundancia, mina de fosforita de Aldea Moret explotada en los siglos XIX y XX. Fotografía: José Pastor Villegas, 11.01.2014.

 

La llegada del ferrocarril a Cáceres tuvo como consecuencia una revolución industrial en Aldea Moret en el siglo XIX, y supuso la comunicación internacional ferroviaria de Cáceres con Portugal hasta ser suprimida en agosto de 2012. De ello, trató el primero de los autores de este trabajo en una conferencia pronunciada en la conmemoración del centenario mencionado. En cambio, las minas de fosforita de Logrosán quedaron relativamente lejos de la estación de ferrocarril de la capital de la provincia, y Trujillo quedó otra vez sin ferrocarril.

 

 

  1. CONCLUSIONES

 

  1. La fosforita de Logrosán se investigó a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, siendo frecuentes los viajes de investigadores españoles y extranjeros a Logrosán, vía Trujillo, con miras a saber su potencial como materia prima para la fabricación de fertilizantes fosfatados. Algunos escribieron páginas sobre Trujillo.
  2. Entre los primeros propietarios de yacimientos de roca fosfática de Logrosán figuran Julián de Luna y de la Peña y Antonio Pérez Aloe, quienes destacaron en la estructura político-institucional de Extremadura (1808-1874). Con sus descendientes y otros propietarios comenzó la explotación discontinua de los yacimientos tras ser retirado el proyecto de ley de 1857 tendente a reservar al Estado minas de Logrosán y cualesquiera otras que pudieran existir de tal roca en todo el reino, y tras ser inaugurado en 1866 el ferrocarril de Madrid a Portugal por Ciudad Real, Mérida y Badajoz. La fosforita de Logrosán se transportó hasta la estación de ferrocarril de Mérida mediante carros, continuando en ferrocarril hasta Lisboa, desde cuyo puerto marítimo se embarcaba con destino a varios países europeos.
  3. La fosforita se descubrió en El Calerizo de Cáceres en los primeros años de la década de 1860, registrándose las primeras minas en marzo de 1864. Antes de 1881, se transportó también vía Mérida a Lisboa. A partir de ese año, la fosforita comenzó a transportase en ferrocarril desde Aldea Moret por Valencia de Alcántara hasta Lisboa, continuando desde el puerto marítimo lisboeta hasta los países de destino.
  4. No llegó a ser realidad el proyecto de ferrocarril a la frontera de Portugal por Talavera de la Reina, Navalmoral, Trujillo y Cáceres de 1864, ni otros proyectos ferroviarios decimonónicos posteriores para comunicar Logrosán, Trujillo y Cáceres. La falta de una línea férrea cerca de las minas perjudicó el desarrollo minero-industrial de la fosforita en Logrosán y Cáceres, e indirectamente a Trujillo.

 

 

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AGRADECIMIENTOS

 

A la Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura por la continuidad de su trabajo gustoso durante 43 años, catalizador para un mejor conocimiento de Extremadura, y al Prof. D. Vicente Pastor González por sus informaciones puntuales conexas con Trujillo.

[1]ALFONSECA, Manuel.: Grandes científicos de la humanidad, Vol. 1, pág. 31. Madrid, Espasa Calpe, 1998.

 

[2]VIAN ORTUÑO, Ángel: Introducción a la Química Industrial, págs. 178-202. Madrid, Alhambra, 1987.

 

 

[3]PORTELA MARCO, Eugenio: “Bowles, Guillermo”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, Eugenio Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 129-130. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[4]PORTELA MARCO, Eugenio: “Proust, Luis José”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, Eugenio Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2., págs. 201-205. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[5]PROUST, Luis: “Sobre la piedra fosfórica de Extremadura. Carta escrita a Mr. Darcet, de la Academia de París”, 1791. Anales del Real Laboratorio de Química de Segovia, T. 1, 439-450. Segovia, Academia de Artillería, 1990.

 

[6]PROUST Luis: “Sobre la piedra fosfórica de Extremadura. Carta escrita a Mr. Darcet, de la Academia de París”, Anales de Historia Natural 1799-1804, Vol. 1, núm. 2, 127-138. Madrid, 1799.

 

 

[7]PASTOR VILLEGAS, José: “Pedro Gutiérrez Bueno [Jiménez], farmacéutico, y químico ilustrado e ilustre extremeño en Madrid”, Actas de las I Jornadas de historias locales de Extremadura, págs. 243-249. Mérida, Asamblea de Extremadura, 2010.

 

 

[8]PROUST, Luis: “Continuación sobre la piedra fosfórica de Extremadura”, Anales del Real Laboratorio Químico de Segovia , 1791, Vol. 1, 453-456. Segovia, Academia de Artillería, 1990.

Segovia, 1791.

 

[9]PROUST, Luis: “Continuación sobre la piedra fosfórica de Extremadura”, Anales de Historia Natural 1799-1804 Vol. 1, núm. 2, 138-140. Madrid, 1799.

 

[10]LA IGLESIA, A. y GONZÁLEZ, V.: “Exactitud y precisión de los análisis en análisis de minerales realizados por Proust, Elhuyar y otros químicos contemporáneos”, Rev. R. Acad. Cienc. Exactas Fis. Nat. Madrid 87, 19-36. Madrid, 1992.

 

[11]“Real decreto relativo al laboreo y beneficio de las minas de 4 de julio de 1825”, Gazeta de Madrid núm. 81, jueves 8 de julio de 1825, págs. 323-324. Madrid, 1825.

 

[12]NAHARRO QUIRÓS, Elena: “La legislación de minas y la regulación de sociedades en la segunda mitad del siglo XIX. La ley de sociedades especiales mineras de 6 de julio de 1869”. Anuario de la Facultad de Derecho, Vol. 23, 379-400. Madrid, 2005.

 

 

[13]BOIXEREU VILA, E.: “El boceto de un mapa geológico de Extremadura y Norte de Andalucía de Fréderic Le Play (1834): Primer mapa geológico realizado en España”, Boletín Geológico y Minero 119 (4), 495-508. Madrid, 2008.

 

[14]WIDDRINGTON S. E.: Spain and the Spaniards in 1843, London, T. & W. Boone, 1844.

 

[15]COOK, Samuel Edward: Un viaje por Extremadura con Samuel Edward Cook, págs. 30-60. Cáceres, Caja de Extremadura, 2012.

 

 

[16]DAUBENY, Charles y WIDDRINGTON, S. E.: “On the occurrence of phosphorite in Estremadura”, Quartely of the Geological Society 1 (1), 52-55. London, 1845.

 

[17]PORTELA MARCO, Eugenio: “Ezquerra del Bayo, Joaquín”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, Eugenio Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España Vol. 1, págs. 314-315. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[18]EZQUERRA del BAYO, Joaquín: “Sobre la fosforita de Logrosán”, Revista Minera T. 8, núm. 179, 683-685. Madrid, 1857.

 

 

[19]PORTELA MARCO, Eugenio: “Naranjo y Garza, Felipe”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2., págs. 101-102 Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[20]NARANJO y GARZA, Felipe: “Reconocimiento geológico de la cuenca del Guadiana”. Revista Minera T. 1, 65-82. Madrid, 1850.

 

 

[21]PORTELA MARCO, Eugenio: “Torres Muñoz de Luna, Ramón”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España. Vol. 2., págs. 359-360. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[22]TORRES MUÑOZ DE LUNA, Ramón: La Química en sus aplicaciones a la Agricultura. Madrid, Imprenta Félix de Bona, 1856.

 

[23]ASIMOV, Isaac: Enciclopedia biográfica de ciencia y tecnología, págs. 282-283. Madrid, Alianza Editorial, 1982.

 

[24]PORTELA MARCO, Eugenio: “Peñuelas y Fornesa, Lino”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2., págs. 150-151. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[25]NARANJO y GARZA, Felipe y PEÑUELAS, Lino: Extracto de una Memoria sobre la fosforita de Logrosán. Madrid, Imprenta de la Viuda de Antonio Yenes, 1860.

 

[26]TORRES MUÑOZ de LUNA, Ramón: Memoria relativa a la Exposición Universal de Londres, págs. 37-41. Madrid, Imprenta Nacional, 1863 págs. 37-41.

 

[27]SAÉN DIEZ, M.: “Memoria premiada en el concurso público abierto por la Academia para el año 1862, sobre el tema “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales en la Península”. Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, T. VI, 8-198. Madrid, Aguado, Impresor de Cámara de S. M. y de su Real Casa, 1863.

 

[28]MANJARRÉS Y BOFARRULL, Ramón: “Memoria premiada en el concurso público abierto por la Academia para el año 1862, sobre el tema “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales en la Península”. Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, T. VI, 203-298. Madrid, Aguado, Impresor de Cámara de S. M. y de su Real Casa, 1863.

 

[29]HIDALGO TABLADA, J de.: “Memoria premiada en el concurso público abierto por la Academia para el año 1862, sobre el tema “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales en la Península”. Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, Tomo VI, 297-346. Madrid, Aguado, Impresor de Cámara de S. M. y de su Real Casa, 1863.

 

[30]TORRES MUÑOZ de LUNA, Ramón: “Memoria premiada en el concurso público sobre el tema “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales en la Península”. Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, T. VI, 349-413. Madrid, Aguado, Impresor de Cámara de S. M. y de su Real Casa, 1863.

 

[31]EGOZCUE J. y MALLADA, L.: Memoria geológico-minera de la provincia de Cáceres. Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1876.

 

[32]BARRERA MARTÍN-MERÁS, José María y GIL MONTES, Juan (coords.): Guía de geositios del Geoparque Villuercas Ibores Jara. Cáceres, pág. 3. Cáceres, Diputación Provincial de Cáceres, 2013.

 

 

[33]PORTELA MARCO, Eugenio: “Hernández Pacheco y Estevan, Eduardo. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 448-449. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[34]LOZANO LOZANO, Julio: Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan (1872 – 1965): apuntes biográficos y obra científica. Cáceres, I. E. S. “Profesor Hernández Pacheco”, 2004.

 

[35]H-PACHECO, Eduardo: “Apuntes de Geología Extremeña (continuación): los calerizos”, Revista de Extremadura 4 (cuaderno 38, 1 de agosto 1902), 337-342. Cáceres, 1902.

 

 

[36]PIEREN PIDAL, Agustín Pedro: “Tabla cronoestratigráfica”. En: Tesoros en las rocas, pág. 24. Mérida, Junta de Extremadura, Consejería de Economía y Trabajo, 1999.

 

[37]HURTADO, Publio: Crónica de la venida a Cáceres de SS. MM. D. Alfonso XII de España y D. Luis I de Portugal con motivo de la inauguración de la vía férrea, que cruzando esta provincia une a Madrid con Lisboa, págs. 5-6. Cáceres, Imprenta de Agustín Figueroa, 1881.

 

[38]Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres núm. 46, sábado 16 de abril de 1864, 2. Cáceres, 1864.

 

 

[39]DALENÇON, Eugenio: Estudio sobre las minas de fosfato de cal del distrito de Cáceres. Cáceres, Imprenta de Fernández y Compañía, 1872.

 

[40]BARÓN RUIZ de VALDIVIA, José María et al. (Instituto Geológico y Minero de España): Mapa geológico de España E. 1: 50 000, Cáceres (segunda serie, 1ª edición). Madrid, Servicio de Publicaciones del Ministerio de Industria y Energía, 1982.

 

[41]ROSO de LUNA, Mario: “D. Julián de Luna”. Revista de Extremadura, año III, núm. 21, 1 de marzo de 1901, 115-123. Cáceres, 1901.

 

[42]AHP de Cáceres, tomo 3069.

 

[43]AHP de Cáceres, tomo 2310.

 

[44]AHP de Madrid, tomo 25355, 1003r-1004v.

 

 

[45]SÁNCHEZ MARROYO, Fernando: “Estructura político-institucional de Extremadura (1808-1874)”. Revista de Estudios Extremeños 69 (1), 141-206. Badajoz, 2013.

 

[46]AHP de Madrid, tomo 25867, 518r-525v.

 

[47]ÁLVAREZ LÁZARO, Pedro: “Moyano y Samaniego, Claudio Antonio”. En: Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico Español, vol. XXXVI, págs. 618-622. Madrid, Real Academia de la Historia, 2012.

 

[48]MOYANO SAMANIEGO, Claudio: “Proyecto de ley para que se reserven al Estado las minas de fosforita de Logrosán, y cualesquiera otras del mismo mineral que existan en todo el reino”, Gaceta de Madrid núm. 1623, 15 de junio de 1857, 4. Madrid, 1857.

 

 

[49]Estadística Minera, años 1863, 1864, 1865, 1866, 1868 y 1869. Madrid.

 

[50]PASTOR VILLEGAS, José: “Acto inaugural del Centenario de la muerte del Excmo. Sr. D. Segismundo Moret y Prendergast, Hijo Adoptivo de Cáceres e Hijo Predilecto de Cádiz”. Alcántara núm. 89, julio-diciembre, 11-38. Cáceres, 2014.

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