Dic 012014
 

José Luis Cifuentes Perea. Licenciado en Historia Contemporánea. Universidad de Barcelona.
Manuel Antonio García Ramos. Militar en la Reserva.

«La más hermosa tierra, que jamás vieron ojos humanos» decía Cristóbal Colón al dar cuenta del descubrimiento de la Isla de Cuba; estamos en las postrimerías de octubre de 1492, más de cuatrocientos años después, a las 12 de la mañana del 1 de enero de 1899, Adolfo Jiménez Castellanos, último Gobernador y Capitán General español de Cuba, cumpliendo con el punto uno del Tratado de Paz firmado en Paris el 10 de diciembre pasado renunciaba en nombre de España a «todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba»

 Con ese Tratado se ponía punto y final al dominio de un territorio a la vez que se abría un nuevo periodo histórico que iba a dejar una huella enorme en la conciencia social española, huella que inca sus raíces en el último episodio de las guerras de independencia de Cuba, años 1895 a 1898. En ese último momento España se vio abocada a una guerra indeseada y en ocasiones incomprensible. Extremadura y Trujillo en especial, otrora protagonista de innumerables hazañas en los inicios de la colonización, como todas y cada una de las restantes ciudades españolas también sufrió y experimentó el coste tanto humano como material de la pérdida de los últimos restos del gran imperio español, aquel donde jamás se ponía el sol.

 Decenas de miles de hombres fueron conducidos en un total de 15 expediciones con decenas de viajes al otro lado del Atlántico a luchar por la integridad de la patria, y también decenas de miles de ellos y millones de pesetas, fueron tragados por la vorágine del conflicto; el egoísmo de unos y el imperialismo de otros arrastró a la sociedad española a participar en la defensa de sus intereses legítimos, tal como creían la gran mayoría de españoles peninsulares.

 El coste humano para España de ese último episodio fue descomunal, la bibliografía existente da una horquilla de entre 45.000 y 55.000 fallecidos, las cifras definitivas están aún por determinar. Como todas las ciudades de España, Trujillo también pagó su coste en vidas. Un coste que nuestras investigaciones cifran en veintinueve hombres, trece repatriados por enfermedad y 15 fallecidos en la contienda, la mayoría víctimas de enfermedades endémicas, ocupando el quinto lugar en bajas de militares nacidos en localidades cacereñas, y uno en el transcurso de la repatriación, una vez finalizada la guerra. A los soldados trujillanos, en otro tiempo protagonistas de la historia de la colonización, ahora de la defensa de la españolidad de la isla, va dedicada esta comunicación, tanto a los que volvieron enfermos como a los que quedaron en la Isla para siempre víctimas de aquella contienda.

 1. EL RECLUTAMIENTO DEL EJÉRCITO

 La historia de la mayor movilización de hombres, 215.000 que atravesaron el Atlántico hasta la primera guerra mundial, arranca de las leyes de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército, primero la de 1885 y aplicable los dos primeros años de la guerra, y después la de 1896, modificación de la anterior.

 El Servicio Militar en España abarca desde los tiempos de Carlos III y el Conde de Aranda allá por 1770, hasta los de Juan Carlos I y José María Aznar, año 2001. En medio leyes, reglamentos y ordenanzas que sirvieron para adecuar la normativa a la realidad social y política de cada momento.

 Partiendo de la idea revolucionaria francesa de “el pueblo en armas” y “la natural obligación que tienen los vasallos de toda clase y condición de concurrir a la defensa del Estado”, fue configurándose este fenómeno social novedoso por su alcance, pero contradictorio en su aplicación, ya que a la vez que abría la obligatoriedad de la prestación sea cual fuere el grupo social a que se perteneciese, establecía también la posibilidad de que mediante el pago de una cantidad de dinero, la obligación de servir fuese conmutada, generando durante el siglo XIX un estigma pernicioso que desnaturalizaba la prestación, porque daba la impresión de que para defender a la Patria, además de medir más de metro y medio, se debía estar en posesión de otro requisito infalible: “ser pobre de solemnidad”.
La importancia de todo lo militar en el siglo XIX fue muy significativo en España por dos razones, la primera por el estado casi permanente de guerra que se vive a lo largo de todo el siglo, bien en territorio metropolitano con sus guerras napoleónicas, carlistas, cantonales, o bien en Ultramar (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), y las posesiones del norte de África; y en segundo lugar los constantes pronunciamientos militares, anotemos que entre 1814 y 1886 existen documentados hasta un total de 47 casos, acabando la mayoría en fracaso. De ahí que las familias hicieran lo posible y lo imposible por salvar a sus hijos varones de tan nefasto trance.

 ¡Todos o ninguno! Era el grito de las multitudes en los puertos de embarque, incluso el de los políticos cuando no ejercían responsabilidades de gobierno. Para las clases populares la prestación acabó convirtiéndose en un “impuesto de sangre”, así se le conocía popularmente, en contraposición con el “impuesto económico”.

 Al cumplir 19 años los jóvenes entraban en todo un complejo y dilatado proceso que podía terminar marcando su futuro más inmediato. El proceso marcadamente municipal y localista se desarrollaba en diversos espacios cronológicos, los primeros de ellos desarrollados en el mes de enero, y los últimos la entrega de los jóvenes en caja para el sorteo, variable según la Ley de quintas que se aplicase, y las necesidades que la misma guerra impuso.

 La entrada de un joven en quintas era en los años de nuestro estudio, todo un viaje a lo desconocido, ya que como bien apuntaba Óvilo Canales en 1898, del buen desarrollo del acto de reclutamiento iba a depender que los hombres que regresasen a sus hogares una vez concluido este [el periodo de prestación] fuesen fuertes y vigorosos o seres raquíticos y miserables, capaces sólo de producir una generación enteca, ruin y enfermiza. Era jugar a una lotería en la que las posibilidades de que el premio fuese la muerte eran muy altas. A título informativo diremos que la Memoria resumen de la estadística sanitaria del ejército español del año 1896 referida a la fuerza de guarnición en la Península, constataba que la mortalidad de las tropas españolas por enfermedad, era hasta seis veces mayor como media, que en el resto de ejércitos europeos y que el índice de jóvenes con 19 ó 20 años, fallecidos doblaba al de edades posteriores, así como los que morían durante el primer año de servicio .

 Pero ¿cuáles fueron las causas de tan alta mortalidad en las filas del ejército español y muy especialmente en el ejército colonial?, intentaremos brevemente dedicar unas líneas a
resolver este tema.

2. LA MUERTE DEL SOLDADO ESPAÑOL

La guerra como fenómeno histórico-social tiene muchas caras, y todas constituyen la peor forma de desastre posible, generan hambre, muerte, enfermedad, derrota y por si esto no fuera poco el debilitamiento total de las estructuras económicas, estatales y sociales. Todas y cada una de ellas fueron vividas y soportadas por el soldado español en las postrimerías del siglo XIX de una forma prolongada. Por esencia la guerra es violencia, pero en muchas ocasiones, y en el caso de las guerras de independencia cubana lo es, esa violencia no se ejerce directamente a través del uso de las armas o del empleo de la fuerza física sobre el contrario, sino que se ejerce con el empleo de cualquiera de los medios a los que se tiene alcance, atacando no ya el objeto físico, en este caso al soldado español, que también, sino a los fundamentos morales que sustentan la razón de ser del militar, su voluntad de vencer.

 Llevar a cifras el resultado de una guerra no es tarea fácil, Cuantificar las bajas sufridas en uno u otro bando es siempre difícil, y más si en las crónicas, diarios personales, narraciones, libros recopilatorios, historias de la guerra, etc. encontramos con frecuencia expresiones como «numerosas bajas», «dejamos gran cantidad de muertos en el campo de batalla», «se ignoran las bajas pero se presumen que fueron muchas», «se desconocen las bajas» o «hubo gran número de muertos y heridos», en la mayoría de los casos no se determina la cuantía, y en otras ocasiones se exageran las cifras de una manera poco creíble. Quejas y reclamaciones hubo al respecto, el mismo general Martínez Campos se quejó de ello en alguna circular . Pero seguramente no se cumplieron con escrupulosidad en más de una ocasión.

 Nos interrogábamos más arriba: ¿cuáles fueron las causas de tan alta mortalidad en las filas del ejército español, y muy especialmente en el ejército colonial?. La respuesta a ese interrogante no es fácil, desde nuestro punto de vista no tiene una única causa. En las páginas que siguen vamos a intentar exponer alguno de los granos, de las gotas, que fueron llenando el granero y colmando el vaso, sin que cada una por si sola fuese suficiente, pero que sin la unión de unas con otras pudiéramos explicar la sangría en vidas humanas que para España supuso aquellos más de tres años de fatídica guerra.

2.1 La pésima salubridad de los acuartelamientos militares en la Península.

 Hay abundante bibliografía de la época (1880-1898) que nos muestra de forma sangrante la constante pérdida de vidas humanas que se viven en los cuarteles españoles, antiguos conventos reconvertidos en estancias para centenares de hombres donde la escasa ventilación y las mínimas condiciones de salubridad e higiene campaban a sus anchas. Tanto es así que no era extraño que los jóvenes quintos contrajeran en aquellos viejos edificios enfermedades como la pulmonía o tuberculosis , no podemos olvidar que de una habitación insalubre puede nacer la génesis de una tuberculosis, Estas enfermedades, aunque incipientes o en periodo de incubación, iniciarían su punto de ebullición una vez inmersos en las travesías le ocasionaran la muerte después de complicaciones en sus procesos. Un testimonio significativo lo encontramos en la persona del general Bermúdez de Castro , que participó en la Guerra de Cuba con el grado de alférez, quien dejó escritas sus impresiones sobre los acuartelamientos de aquel apurado fin de siglo y que conoció de primera mano:

 “Exceptuando el cuartel de la Montaña, [se refiere a los de Madrid] todos los cuarteles rivalizaban en sordidez y falta de higiene; verdaderas zahúrdas que disimulaban su mal aspecto a fuerza de blanqueos de cal y pintura de zócalos con polvo de imprenta y cola. Nada de comedores ni de mesas, ni cristalería. Comían los soldados en cuclillas, con plato de estaño y cuchara de mango corto”.

 2.2 Los viajes marítimos a los destinos de Ultramar.

 De las 50 provincias que la España peninsular tenía en 1895, tan sólo 22 más Ceuta y Melilla, eran en aquellos años costeras, por lo que en muchísimos casos nuestros jóvenes reclutas se enfrentarían, por primera vez a experiencias nuevas, a una doble separación, la del hogar y la familia y a la separación de la tierra y la visión durante días de la gran masa de agua que era el Océano Atlántico, una visión a la que muchos no acabaron de acostumbrarse. Se enfrentaron a unas travesías en las que se verán sometidos a las inclemencias meteorológicas más variadas, fuertes ráfagas de viento, lluvias y tempestades que provocarían fuertes vaivenes en las naves que no serían nada saludables para los soldados, que encerrados en las entrañas de los buques de la Trasatlántica iban al otro lado del Atlántico. En otras ocasiones, las temperaturas soportadas en las bodegas que oscilaban entre los 30-35 grados centígrados, convertirán las travesías y sus aglomeraciones humanas en una de las causas de la proliferación de gérmenes de tipo tífico, dándose casos de fiebres infecciosas en los últimos días de las travesías. Es muy corriente encontrar actas de defunción de soldados fallecidos en las travesías de ida de las expediciones militares que se sucedieron a lo largo de los años de la contienda.

 Apenas dos meses después de iniciada la campaña, hubo periodistas que alertaban de los peligros que entrañaban los distintos factores que estamos citando, en este caso nos referimos a la revista, cuyo corresponsal en un completo artículo de fondo afirmaba:

 “…Cuando un batallón de 500 plazas procede de Europa y tiene que ir a Cuba, desde que sale de las costas de España hasta que llega al teatro de la guerra, va dejando hombres por el camino. La navegación produce bajas: algunas veces el 7 por 100.”

 En muchas ocasiones los contingentes de tropas hacían escala en puertos canarios, unas veces en Las Palmas de Gran Canaria, otras en Santa Cruz de Tenerife, En estas escalas se aprovechaba para repostar agua, carbón, víveres, armas, completar el cupo de soldados de la expedición, y también en ocasiones para desembarcar algún enfermo de la travesía.

 “Arriba el barco o vapor [se refiere al vapor Miguel M. Pinillos] con el Bon. a bordo, al puerto de Las Palmas y queda en el hospital de dicho puerto un soldado enfermo de gravedad continuando el mismo la navegación.”

 2.3 La escasez de infraestructuras militares y su falta de salubridad en Cuba.

Como en la Península, también en la Isla los acuartelamientos dejaron mucho que desear, con unas condiciones higiénicas que también brillaban por su ausencia. Y si a esto unimos la pésima ubicación de los fortines y campamentos, especialmente los situados en las costas, que no favorecían en nada la aclimatación de los soldados recién llegados , entenderemos cómo eran caldo de cultivo para la propagación de enfermedades, parásitos y otros inconvenientes.

 Tanto en la guerra del 68 (Guerra Grande o Guerra de los Diez Años, 1868-1878) como en la del 95 (Guerra de 1895 a 1898), se dieron casos de todo tipo, acuartelamientos u hospitales en iglesias, o ubicaciones que nada tenían que ver con un acuartelamiento, por eso no es difícil encontrar partidas o destacamentos situados en naves vacías, cuadras o largos cobertizos.

 «En noviembre de 1868 fueron ocupadas [en la provincia de Camagüey] la iglesia y convento de Nuestra Señora de la Merced, la Sociedad y la del Santo Cristo.»

El soldado catalán Josep Conangla Fontanilles nos ha dejado una cita de lo más clarificadora:

 «A poco más de un metro de distancia de las grupas de los ruidosos y pestilentes equinos, donde se nos obligó a extender nuestros petates, a ras del piso duro, con riesgos muy posibles de que, si lográsemos dormir, cualquiera de nosotros fuese alcanzado por alguna coz, o resultara víctima, cuanto menos, de repugnantes pero inevitables y copiosas efusiones intestinales o diuréticas de la inquieta caballería.»

2.4 La extremada juventud de tropa y su inexperiencia militar.

Las leyes de reclutamiento afectas a los años que estamos tratando, disponían que desde los 18 años un joven pudiera prestar voluntariamente sus servicios en filas o bien esperar hasta un máximo de 2 (sin llegar a los 20) para llegar a ser soldados. Martínez Campos, general en jefe del ejército español en la Isla durante algo menos de un año, y que las vio de todos los colores durante su estancia, en sus peticiones de tropas al Gobierno de la Nación, solicitaba que le fueran enviados hombres con experiencia militar y no jóvenes imberbes sin ninguna practica en el manejo de armas y demás utensilios militares.

 En septiembre de 1898, el expresidente del Consejo de ministros y ex Ministro de la Guerra, el general Azcárraga decía en unas declaraciones al diario El Liberal:

“Se discute si fueron enviados á Cuba 200.000 soldados, niños sin instrucción, atribuyendo a esto alguna parte de la causa de los resultados du la campaña.

 Nadie más que yo ha lamentado la corta edad que con arreglo á la ley vigente de reclutamiento y reemplazo ingresan en el Ejército los jóvenes llamados al servicio de las armas, y no podrá negárseme cierta autoridad para tratar esta cuestión, puesto que no me he contentado con dolerme del defecto que en este punto tiene la ley, sino que he procurado corregirlo y si no se ha conseguido no es seguramente mía la culpa.”

 El maestro de historiadores, Manuel Moreno Fraginals, concluyó con que un 2 % de los soldados del 95 tenían entre 16 y 19 años y un 92 % de la tropa, propiamente dicha y sin contar los mandos, tenía una franja de edad comprendida entre los 20 y los 29 años.

 En otro apartado de la entrevista que citábamos más arriba, el general Azcárraga, decía:

 “Se sienta como axiomático que se mandaron á Ultramar 200.000 hombres, que ni eran soldados ni tenían instrucción. Yo declaro, y lo demostraré, que semejante concepto carece de exactitud … en cada una de las expediciones iban, dentro de las unidades orgánicas, mezclados soldados ya instruidos y soldados con escasa instrucción, y mezclados también en cuanto á las edades.”

 La verdad de las cifras no engaña, las complicaciones con las que se encontraron las instituciones militares fueron tales que, como reconocía el general, forzaron al poder político a tirar de donde había y lo que había eran jóvenes de entre 19 y 21 años. Además hay un axioma indiscutible y es que a menor edad más fácil es enfermar, dada la ausencia de defensas que tiene el cuerpo humano. Defensas que no se desarrollaron lo suficiente, entre otras cosas por la falta de aclimatación a la que se vieron sometidos los soldados españoles enviados a la Isla.

2.5 La falta de aclimatación.

Si bien las primeras tropas llegaron desde las posiciones que el ejército español tenía en Puerto Rico, cosa que facilitó la rápida aclimatación de los soldados, las siguientes ya llegaron desde la Península y además en unos momentos cronológicos poco propicios para la salud del soldado. Aunque desde los primeros momentos el Ministerio de la Guerra trabaja sobre el tema de la higiene y las provisiones del ejército que se va a desplazar, con el fin de evitar que las enfermedades del país [Cuba] puedan ocasionar estragos en las filas, encontramos algunas unidades veían diezmado su número al poco tiempo de llegar, al enfrentarse a los meses de peores condiciones climáticas, unido a un calor asfixiante, lluvias torrenciales, una elevada humedad, etc. que no favorecieron en nada a la tropa.

El historiador cubano y presidente que fuera del Instituto Cubano del Libro Rolando Rodríguez García, recoge unas cuartetas mambisas dirigidas al ejército español que ilustran claramente lo que el factor ambiental suponía para aquellos jóvenes soldados:

“El calor para nosotros // es una cosa sencilla; // I si lo sufrís vosotros // os da la fiebre amarilla.
También tenemos el clima // que es nuestro aliado mejor // el os mata y desarma // y os llena de hondo pavor.”

El artículo citado anteriormente de La Ilustración española y americana es también meridianamente claro al respecto al afirmar de forma tajante:

“El cambio de clima y el de alimentación envían también gente al hospital, y antes de romper el fuego, antes de padecer alguna enfermedad endémica, el batallón pierde temporalmente del 15 al 20 por 100 de sus individuos.”

Carlos J. Finlay descubridor del causante de la trasmisión de la fiebre amarilla, decía que la aclimatación era “inmunología producida por formas clínicas benignas o amagos de fiebre amarilla” .

 2.6 Una alimentación escasa y de mala calidad.

 Muchas son las opiniones que podríamos aportar a este apartado, pero pocas tan abaladas como la del general Arsenio Martínez Campos, sustituto en abril de 1895 del capitán general de Cuba Emilio Calleja Isasi. Sus palabras han pasado a los anales de la fraseología nacida de la guerra de Cuba: “Nuestro soldado es un mártir por su sufrimiento. Es disciplinado, austero y valiente, pero faltan los medios de todo tipo, envueltos en miseria y hambre. ¡Ah, si yo pudiera alimentarles bien!”.

 Otro capitán general, autor de una monumental obra, imprescindible para entender el proceso bélico de 1895 a 1898, Valeriano Weyler, informa de la mala situación sanitaria en que se encontraban dos batallones, el Alcántara y el Sevilla, «cuyo estado de salud no era satisfactorio por haber carecido de buena alimentación por falta de carne…»

 El rancho ordinario del soldado era casi exclusivamente vegetal: garbanzos, patatas, arroz, habichuelas, y cuando había carne, esta era muchas veces enlatada y muy pocas veces fresca. Aunque el Régimen Interior de los Cuerpos del Ejército de 1896, establece que la carne debía de entrar como componente esencial en las comidas y en la mayor cantidad posible (art. 238) , esta no era la tónica habitual en el día a día de las unidades desplazadas, sino más bien todo lo contrario, en muchas ocasiones se comía lo que se podía. Es evidente pues que la cortísima cantidad de alimento de la que goza el soldado español en Cuba, sólo trae consigo un soldado débil y enfermizo. Y dado su alto nivel de alimentación vegetariana propenso a sufrir trastornos intestinales (diarreas).

 Siervert Jackson, médico de Infantería de Marina sentenció:

 “ Ha habido General en Jefe, que (…) creía firmemente que el soldado español con media docena de galletas y un puñado de arroz en el morral podía hacer jornadas de 7 ú 8 leguas durante una semana, y tener fuerzas para batirse “.

 La misma acción española, personificada en la forma de llevar la guerra del general Weyler provocó la expansión del hambre, no sólo entre los reconcentrados sino también entre los soldados españoles. Moreno Fraginals, citado páginas atrás, destacó de forma más que magistral que gracias a su actuación Weyler no sólo consiguió cortar el suministro a las tropas independentistas, sino que consiguió extender el hambre entre las tropas españolas que, además de ese padecer, vieron desaparecer las ya de por sí escasas condiciones sanitarias con las que convivían, y con ello el crecimiento exponencial de los efectos de las epidemias.

2.7 El sobreesfuerzo físico de los soldados.

Tras la renuncia de Martínez Campos como máximo jefe militar y político de la Isla, enero de 1896, llegará al mando Valeriano Weyler y Nicolau, de él se afirmaba que era el peor enemigo de sus hombres, debido a la constante actividad y batallar a que los sometía.

 Weyler que se había fijado el plazo de dos años para acabar el conflicto, conocía a fondo el tipo de guerra que debía emplearse para ganarla. Tenía claro que a la insurrección además de buscarla, perseguirla y destruirla había que quitarle cualquier tipo de apoyo por parte de la población civil, y eso solo se conseguía extrayendo hasta la última gota de sudor de las fuerzas a sus órdenes. La excelsa pluma de Pío Baroja lo relata fidedignamente cuando escribe:
“Habló de la vida en la isla [de Cuba], una vida horrible, siempre marchando y marchando, descalzos, con las piernas hundidas en las tierras pantanosas y el aire lleno de mosquitos que levantaban ronchas. Recordaba el teatrucho de un pueblo convertido en hospital, con el escenario lleno de heridos y de enfermos. No se podía descansar del todo nunca .

No podemos terminar este apartado sin añadir la opinión de un militar de la talla y calado del general Riquelme Gómez, Jefe del Estado Mayor General de Cuba en 1875, este escribió referente a la capacidad de sacrificio de la tropa española:

 “Es menester haber visto a las tropas en el momento de una marcha, atravesar por veredas imposibles de impracticables, con el barro a las rodillas, tropezando precipicios vertiginosos o quedando enterrados en lodo y cruzar por los bosques y por las zonas montañosas perdiendo su calzado y destrozando su vestuario que, en gran parte, tiene que pagar de su haber. Es indispensable haber admirado a esos bravos oficiales y soldados llenos de fatiga y cubiertos sus cuerpos de sudor, pasar 20 veces en el transcurso de dos horas crecidos ríos y arroyos, con el agua fría de las sierras hasta el cuello y con grave riesgo de ser arrastrados por la corriente como ha acontecido muchas veces. Es menester haberlos visto atravesar la manigua descalzos y pisando sobre un pavimento lleno de abrojos y espinos, cubiertos de llagas y úlceras, saliendo ensangrentados y en un estado lastimoso; haberles contemplado en esas marchas forzadas, abrumados por los rayos de un sol abrasador, llegar a un campamento cuyo suelo es á veces una laguna, teniendo que acampar sin más abrigo ni más lecho que el húmedo suelo, sin más alimento que una ración de arroz y tocino mermada por la pérdida sufrida en las marchas, ni galletas por habérseles inutilizado en el paso de los ríos y mojados hasta los huesos por espantosos aguaceros que han empapado, asimismo sus desgarradas ropas.”

2.8 Las enfermedades infecciosas.

Poco podemos añadir a esta reflexión del General Riquelme Gómez, más que decir que el soldado español se batió con valor y con ahínco, incluso cuando eran superados en número, pero las muertes de la tropa no fueron en el campo de batalla, sino en las innumerables penalidades soportadas por los soldados españoles en aquel clima asesino, con unos servicios de sanidad desbordados por plagas de enfermedades como el tifus, la disentería, el cólera, la malaria, el gusto cubano tal como llamaban los soldados a la sarna, fueron las que diezmaron a los soldados españoles.

 Eugenio Antonio Flores, oficial a las órdenes de del general Martínez Campos, escribía en 1895:

 “La naturaleza parecía declaradamente insurrecta y en aquel verano horrible a más del cólera, que causó muchas bajas entre los nuestros, contándose en una Brigada quinientos atacados, las aguas del verano de tal manera fueron, que según dato oficial, en el ejército compuesto de 60.000 hombres, se llegaron a contar 10.000 enfermos. Dato aterrador ese que demuestra por manera terminante, las dificultades y los peligros de las campañas de Cuba en estío, ya para nosotros y también para los insurrectos.”

En agosto de 1897 uno de los confidentes de Máximo Gómez informaba a este sobre la localidad de Morón, al respecto decía al general insurrecto:

 “No hay aquí donde poner enfermos, pues no caben en los hospitales, hasta el extremo de hacerlo unos encima de los otros, o sea uno en la cama y otro debajo de ella. Hay casas en el centro del pueblo que las han alquilado y le han metido unos cien enfermos. Han embarcado algunos para La Habana y no hay columna que no deje de cuarenta a cincuenta enfermos.”

Mención especial debemos hacer en el caso de la fiebre amarilla o vómito negro, como se le llamaba en la Isla, sin lugar a dudas, la principal causa de muerte durante la contienda, muy por encima del resto de causas. La fiebre amarilla es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. El término «amarilla» alude a la ictericia que presentan algunos pacientes. Una de sus principales características es que altera la coagulación de la sangre produciendo hemorragias internas, que entre otros signos ocasiona vómitos que acostumbran a tener un color rojo oscuro ennegrecido al coagularse, de ahí su nombre de vómito negro.

 “De 1869 á 1870 sólo del batallón de San Quintín, murieron en cinco meses sesenta oficiales y unos 700 soldados; y en estos últimos años el brigadier March, comandante general de Matanzas, ha tenido que desparramar por el campo al batallón cazadores de Bailen y a la caballería para disminuir la mortandad del vómito que se cebaba furioso con los soldados nuevos”, así se expresaba el militar español Francisco De Camps y Feliu allá por el año 1890 al publicar sus experiencias en la primera guerra o guerra larga (1868-1878). Peor imposible.

 2.9 Los efectos de la cloroanemia.

 Dentro del cúmulo de enfermedades que amenazaban la salud de nuestros combatientes no podemos pasar por alto la conocida por cloroanemia . No es raro encontrarse con diagnósticos en los que acompañaba este mal. En la definición del doctor alemán Ziemmsen expuesta en la referencia, nos llama la atención una de las causas, la nostalgia, entendida esta como se la identificaba en el siglo XIX, una forma patológica de la melancolía, en lo que actualmente los especialistas la acercan más a la depresión, quedando la nostalgia como una actitud positiva del cerebro. Aquel concepto también quedaba reflejado en el Reglamento para el Detall y Régimen Interior de los Cuerpos del Ejército, aprobado en 1896:

 “Art. 118.- La nostalgia es uno de los males que más generalmente se hace notar entre los reclutas que proceden de las aldeas, de los lugares y de las montañas. (…) que algunas veces toma serios caracteres, los mandos deben proporcionar a los afectados distracciones análogas a las de su respectivo país natal, además del buen trato y la justicia, que es la base para formar buenos soldados”.

 Sí parece que un diagnóstico de ese tipo, pudiera ser un indicador del estado de ánimo del individuo, sobre todos los que alcanzaron los tres años fuera de sus paisajes de nacimiento y seres queridos. Sufriendo la mortificación por la certeza y la sensación de que la guerra y por ende, los padecimientos, no iban a acabar nunca y generando una desesperanza fatalista que les llevara a no luchar por sobrevivir cuando les acometía la enfermedad.
2.10 La organización sanitaria del ejército español en Cuba.

Como en la Península, en la isla de Cuba la infraestructura sanitaria militar dejó mucho que desear, entre otras cosas porque estaba preparada y condicionada para dar respuesta al escaso contingente militar con que la isla contaba antes del inicio de la sublevación, unos escasos 16.000 efectivos.

 Solo en las poblaciones más importantes existía un hospital militar que mereciera ser denominado como tal, trazando una línea recta entere el occidente y el oriente cubano diríamos que tan sólo en La Habana, Santa Clara, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, existían hospitales militares de una cierta envergadura. A esta pobre red de hospitales se podría añadir una segunda red de clínicas y enfermerías repartidas por distintas poblaciones del territorio, muchas de ellas en poblaciones aisladas o con malas comunicaciones.

 A consecuencia de la guerra y debido al importante incremento en el número de enfermos, hubieron de ampliarse los existentes e inaugurarse nuevas enfermerías y hospitales, que sufrieron asimismo nuevas ampliaciones, todas ellas fruto de la improvisación que la guerra imponía.

 Tan elevado fue el impacto que la guerra produjo en la salud del soldado que se hizo necesario habilitar hospitales, clínicas y enfermerías en toda la Isla, un ejemplo de ello lo encontramos en la provincia de Pinar del Río, que inicialmente no disponía de infraestructura sanitaria militar pero, debido a la constante presión militar a que fue sometida por el jefe insurrecto Antonio Maceo, se superpobló de batallones peninsulares, teniéndose que habilitar centros médicos con una capacidad total de 3.000 camas . Solo con este dato, se supera el número de camas existentes (2.500) en la sanidad militar antes de la guerra para toda la Isla.

 Ese mismo esfuerzo que se hizo en la adaptación de unas escasas y obsoletas infraestructuras sanitarias, hubo que hacerlo también con el personal médico destinado en la Isla. La ingente cantidad de servicios médicos desarrollados en la Isla , hizo necesario aumentar el personal dado que como muy bien dice Gregorio Delgado García, el subsistema militar de salud se encontraba reducido a «un inspector médico de primera clase, un subinspector médico de primera clase, 2 subinspectores médicos de segunda clase, 40 médicos mayores, 121 médicos primeros, 2 farmacéuticos mayores y 16 farmacéuticos primeros.» personal a todas luces insuficiente para dar respuesta a tan ingente número de actos motivado por el incremento constante de la población militar, que pasa de 16.000 soldados a 215.000 en el trascurso de la guerra. Tal vez detrás de esto estuvo que en julio de 1895, apenas cinco meses después de comenzada la contienda el general Martínez Campos se viera en la necesidad de solicitar a la metrópoli el envío urgente de médicos y sanitarios. La respuesta como siempre corriendo, en el mes de agosto de ese mismo año el Ministerio de la Guerra tuvo que convocar una oposición para cubrir plazas de esta especialidad en Cuba.
2.11 La acción en combate o por acciones de guerra
En cuanto a los fallecidos por efecto del fuego o hierro insurrecto, son sobre todo fruto de pequeñas batallas o escaramuzas sin que en ningún caso se llegara a la batalla decisiva, que era precisamente lo que esperaban los españoles, y lo que nunca quisieron los cubanos.
José Martí, el «apóstol cubano» escribió: “Los cubanos empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos. No nos maltraten y no se les maltratará. Respeten y se les respetará. Al acero responda el acero y a la amistad, la amistad. En el pecho antillano no hay odio…” si Martí lo escribió es que debió de ser así, al menos en el suyo, aunque seguro que no en el de todos. La guerra de 1895 a 1898 no fue una guerra entre caballeros, se dieron escenas de una brutalidad tremenda en ambas partes, dejemos que hable un soldado del batallón expedicionario Soria 9, a través de un su testimonio reproducido por el Nuevo Diario de Badajoz el 10 de marzo de 1896:
“(…) el combate duraba todavía; asesinaban a machetazos a los que, como yo, no se podían defender y se ensañaban con los muertos destrozándoles a cuchilladas. Vi un negro que, después de darle lo menos treinta machetazos a un soldado, se pasó el machete por la lengua diciendo: Ya comí hoy…no pararon hasta que no quedó ni uno de nosotros en pie, excepto yo y esos a quienes también habían hecho prisioneros”.
Más tarde cayeron en la cuenta de que era mejor herir que matar, por lo que suponía de “lastre” para la unidad, pues no se les podían abandonar a su suerte. Los mambises golpeaban con el machete de arriba hacia abajo, en la base del cuello, interesando al mismo tiempo la clavícula y produciendo terribles heridas, mientras gritaban “…al machete, al machete, hijos de la puta blanca…” .

3. LA REPERCUSIÓN DE LA GUERRA EN EXTREMADURA
Entre los años 1891-1897 el pueblo español contribuyó al Ejército con la entrega de 1.288.071 mozos en los diversos alistamientos celebrados esos años ; los estudios de las actas de sesiones de quintas de Trujillo nos han documentado hasta un total de 702 individuos, todos ellos forzosos, de ellos 76 como mínimo, fueron transportados a Cuba, tanto en los años previos como durante la guerra que estamos tratando, siendo los años 1895-1896 y 1897 con 16, 26 y 18 mozos respectivamente, los que más jóvenes llevaron a la guerra.
A través de la investigación, creemos que minuciosa de las fuentes a las que hemos tenido acceso (Gaceta de Madrid, Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, Boletines Oficiales de la provincia de Badajoz y Cáceres, y claro está las actas de las sesiones de quintas del Ayuntamiento de Trujillo) hemos confeccionado un cuadro en el que podemos apreciar esto que apuntábamos líneas atrás: no menos de 6.785 mozos extremeños fueron en algún momento de los años 1891 a 1897 destinados a la isla de Cuba. Lo que nos da idea clara de lo significativo que fue este movimiento.

Tabla 1

Tabla nº1.- Soldados extremeños enviados a la guerra de Cuba.

A la hora de hablar de bajas en la guerra de Cuba vamos a limitar el campo a tres apartados, las bajas que por una u otra casusa durante el conflicto provocaron la repatriación de los soldados, las bajas por fallecimiento durante el conflicto, sea cual sea la causa y por último las bajas en el proceso final o repatriación.

 La guerra hispano-cubana fue especialmente cruenta en cuanto a número de bajas, en Extremadura, en línea con el resto del Estado. Tras largos años de paciente investigación hemos llegado a documentar un total de 2.208 fallecidos extremeños, de los cuales 1.143 son naturales de la provincia de Badajoz y 1.065 de la de Cáceres, queremos dejar anotado que estos números no son definitivos y que muy bien podrían alcanzar las 2.500 el número de bajas. No queremos justificar posibles errores, que los habrá, pero hemos localizado omisiones, ausencias de segundos apellido, imprecisiones en la nomenclatura, nombres de pueblos incompletos y confusiones a la hora de denominar la unidad militar, etc.
A la hora de pasar revista a los años del conflicto hemos observado que por orden de mortandad, el año 1897 se alza como el más luctuoso de los años, con 781 muertos, seguido por 1896 con 627, 1898 con 538 fallecidos y el primer año de guerra, 1895, año en que se fueron incorporando paulatinamente las expediciones, 116 muertos; incluso en 1899, meses después de finalizada la contienda murieron 10, todos en los viajes de repatriación, al igual que algunos a finales del año anterior. Se ignoran estos datos de 136 muertos.
En cuanto a causas de las bajas, se lleva la primacía el vómito negro con 1.034 víctimas, seguido a corta distancia, 985 fallecidos por las enfermedades comunes o accidentes, causa que enmascara toda una amalgama de explicaciones posibles a una muerte. Queda patente y corroboran estas cifras la extendida afirmación de que fueron las enfermedades, y especialmente la fiebre amarilla o «vómito negro» las que diezmaron al ejército español y no tanto la guerra mambí. Los muertos de resultas de los combates alcanzan los 177. Se desconocen las causas de 12 de ellos.
La mayoría de las bajas pertenecerán al arma de infantería, concretamente el 86 por ciento, el resto se reparten entre ingenieros, artilleros, jinetes y guardia civil.

 4. EL IMPUESTO DE SANGRE PAGADO POR TRUJILLO
Siguiendo con la división establecida más arriba a la hora de diferenciar las bajas en tres apartados, pasamos a detallar el coste que para Trujillo supuso la tantas veces citada Guerra de Cuba.
4.1 Un primer coste: los evacuados
A lo largo de todo el conflicto la administración militar española fue evacuando soldados, número que fue aumentando a medida que avanzaba la guerra, alcanzando su punto álgido en el verano de 1897.
A partir de los más de 150 listados aparecidos en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra entre los meses de diciembre de 1895 y mayo de 1898, hemos podido documentar hasta un total de 13 soldados trujillanos. Son los que subsistieron a las heridas de guerra o a las enfermedades endémicas propias de aquellas latitudes, como la malaria y la fiebre amarilla, pero quedaron en tal estado de postración e inutilidad para seguir desempeñando con eficacia el servicio de las armas, que el Estado no tuvo más remedio que repatriarlos y enviarlos a sus casas.
Estos jóvenes fueron repatriados con cuatro meses de licencia por enfermos, y algunos fallecieron poco después de pisar suelo peninsular, llegaban tan depauperados por la convalecencia y el largo viaje de quince días de navegación a los que había que añadir aquellos trenes, tanto que algunos quedaron con la miel en los labios, muriendo al tocar puerto o al poco de ingresar en el hospital militar de turno, ubicados en los puertos de llegada. Este drama no suficientemente estudiado por la historiografía española, que se centra más en las muertes, que en las decenas de miles de enfermos devueltos moribundos a sus casas, desahuciados para una vida en campaña y casi también para una vida civil, generó escenas de dolor allí por donde pasaban.
Del estudio de esos listados extraemos el siguiente cuadro explicativo:

Tabla 2

  Tabla nº 2: Licencia de 4 meses por enfermo

Sobre la repatriación de esos soldados hay todo un mundo para contar, desde las condiciones del viaje, dos semanas en el que las lóbregas bodegas del barco actuaban de hospital de circunstancias y, que en no pocos casos hicieron empeorar, más aún la salud del individuo, ya de por sí extenuados y en muchos casos, en estado crítico; hasta la muerte por extenuación ante las malas condiciones higiénicas en las que se vieron obligados a volver.
Ejemplos no faltan, como el caso del vapor Buenos Aires, que con 1.200 enfermos apiñados en sus instalaciones, sufrió durante la travesía de repatriación 20 decesos, los que amortajados con su propia manta y lastrados con un trozo de hierro al oscurecer y en presencia del militar más antiguo, el capitán del barco y un capellán, eran lanzados por la popa a las negras aguas del Atlántico. También el caso de El Isla de Panay del que conocemos detalles de las travesías gracias al testimonio de uno de los sanitarios que acompañaban a los enfermos en la travesía:
“…Pero hablemos de la enfermería. Esta reúne malas condiciones; instalada en las bodegas del buque, carece de aire respirable. Los enfermos están en literas de lona, colocadas unas debajo de otras, y tan lleno el local que apenas se puede andar por los estrechos pasillos; hay tres pisos de literas en la forma dicha, las más apartadas de la escotilla, único sitio por donde entra el aire, no tienen condiciones higiénicas. Desde la entrada de la escotilla hay una gran manga de lona para facilitar la entrada del aire, pero el local es muy grande y oscuro, y el número de enfermos allí instalado es excesivo. Hay que hacer la visita rápidamente, permaneciendo en el local lo menos posible, porque se respira un aire escaso e infecto” .
Los datos de filiación de los 13 soldados de Trujillo localizados en los listados citados son los que siguen en el cuadro:

Cuadro 1

Cuadro nº 1: Relación de trujillanos evacuados por enfermos

Uno de los enfermos evacuados, soldado Andrés Colina Suárez, destinado desde un principio en el regimiento Castilla 16, se significó durante la guerra, consiguiendo dos Cruces de Plata al Mérito Militar por su actuación en algunos combates, hasta que enfermó y se decreta su evacuación a la Península en octubre de 1897. A título informativo diremos que no fue hasta el año de 1912 cuando el erario público se puso en paz con nuestro soldado, ya que no cobró sus ajustes de permanencia en filas hasta ese año. Quince años de espera para 110,50 pesetas.
Otros datos informativos referente a trujillanos los encontramos en los libros de de hospitalizados por cuenta del Casino Gaditano, por el que pasó a su llegada al puerto de Cádiz entre otros, el guardia civil trujillano Alfonso Carvajal Benito, de 32 años de edad, que fue ingresado en el hospital de San Juan de Dios de la capital gaditana, padeciendo disentería, no falleció. Fue socorrido con camiseta, calzoncillo, calcetines y boina.
4.2 El segundo coste: los fallecidos en suelo cubano.
El segundo de los tres apartados en los que hemos dividido nuestro estudio sobre las bajas es el de los fallecidos en suelo cubano. De los soldados contrastados, un total de 15, solo dos de ellos murieron en combate, el resto por enfermedades, es decir, nueve por fiebre amarilla y 4 por enfermedades comunes o accidentes.
Nuestro lector se preguntará ¿por qué esa diferenciación entre enfermedades? Desde nuestro punto de vista esa diferenciación se establece desde un determinado momento, el 16 de julio de 1896 fecha en que se hacen extensivos los beneficios de la de 8 de julio de 1860 a los que fallecieran de vómito negro desde el comienzo de la guerra separatista cubana, 24 de febrero de 1895, al darse esa extensión el erario público pasó a sufragar con 50 céntimos de peseta al día (182,50 pesetas anuales) a los fallecidos por tal causa, mientras que para los no reconocidos con esa causa no devengaban ayuda pecuniaria. Por eso era tan importante el conseguir una certificación con causa de la muerte por vómito negro.
Entre los fallecidos por vómito negro, aparecen tres reservistas del reemplazo de 1891. De uno de ellos, José Mateos Pablos, fallecido en 1895, conocemos que hasta 1908 sus herederos no cobraron los alcances que le correspondían por el tiempo en filas en esta segunda movilización, en total le ajustaron 71,55 pesetas en un solo pago. Los hubo en el resto de España que no cobraron sus alcances hasta 1919 o sea, más de 20 años después de haber finalizado la guerra.
Otro de los fallecidos, el soldado Juan Carrasco Blanco, destinado en el Castilla 16 y uno de los nueve que murieron del vómito, era hijo de Juan y Benita, había nacido en 1874 y tenía por oficio el de carpintero. El 14 de octubre de 1896 su alma dejaba la Isla en la enfermería de Consolación del Sur, siendo enterrado en esta misma localidad. Estaba encuadrado en la 4ª compañía, y solo aguantó dos días desde su ingreso en el centro sanitario. Por aquellos meses su unidad militar operaba por la provincia más occidental de la Isla de Cuba, Pinar del Río, persiguiendo a los insurrectos que mandaba Antonio Maceo.
Veamos al detalle la relación nominal de trujillanos fallecidos, detalle que es como sigue:

Cuadro 2

Cuadro nº2: Relación de trujillanos fallecidos en la Isla de Cuba.

4.3 Un tercer coste: los fallecidos en la repatriación
El tercer y último punto de nuestro análisis arranca a partir del 16 de julio de 1898 cuando los generales Toral, jefe de las fuerzas españolas en Santiago y Joseph Wheeler firman las actas de capitulación. El paso siguiente la firma del protocolo de paz del 12 de agosto seguido del nombramiento de unas comisiones mixtas en las que cada una de las dos naciones nombraban tres comisarios, quienes tratarían con la otra parte todo lo relativo a la evacuación.
Una de las primeras controversias y la que más afectó a las condiciones en que se debía afrontar la evacuación, fue el establecimiento de una fecha tope para culminar todo el proceso, dado que para Estados Unidos era una condición previa al tratado de paz. Los españoles deseaban que fuera el 1º de abril de 1899, la otra parte, los vencedores, en claro ejemplo de fuerza, hicieron prevaler su consideración, que se adelantara cuatro meses esa fecha, es decir, que para el 1º de diciembre de 1898 los soldados y funcionarios de la administración española deberían estar rumbo a España. Posteriormente y ante el convencimiento de la imposibilidad de cumplir el plazo anterior, se aumentó hasta el día 1 de enero del año 1899 a las 12 horas. Incluso a este nuevo plazo se añadió una cláusula en que se asumía la eventualidad de que tampoco fuera suficiente, por lo que de ser así, se designarían los lugares donde debían permanecer las fuerzas que quedaran pendientes de embarque .
Asimismo se consiguió que las tropas se llevaran sus Banderas, armas portátiles con sus municiones y equipos, monturas, caballos, material y los archivos correspondientes, o sea, todo lo que era movible; esto a su vez supuso que las baterías de costa no pudieron ser desmontadas ya que la comisión americana las consideró bienes inmuebles.
Al embarque de los expedicionarios hubo que añadir el de los familiares de los destinados allí y el de los voluntarios que formaron las fuerzas irregulares o guerrillas al servicio de España, los cuales temían ser represaliados o denunciados por colaboración con el enemigo por los vecinos de los pueblos de donde procedían. También interfería en el normal desarrollo de la evacuación, el hecho de que no todos los puertos eran aptos para grandes buques, la coincidencia con la salida de Puerto Rico, la gran cantidad de enfermos y las prisas por salir de una vez por todas de aquel infierno.
Un artículo aparecido en el diario madrileño El Imparcial el 3 de septiembre de 1898 hablaba de un empeoramiento de la situación de las tropas a repatriar motivado por acción del ejército norteamericano una vez concluida la guerra, la necesidad de ubicar las tropas hizo arrinconar más si cabe a las ya maltrechas tropas españolas.
“Dícese que el aumento de los enfermos se debe a que los yanquis se instalaron en los cuarteles que ocupaban nuestras tropas, las cuales tuvieron que acampar en despoblado, sufriendo grandes lluvias, causa de la disentería y del paludismo. Prueba de ello es que la mayoría de los enfermos lo está desde que se suspendieron las hostilidades”.
La Compañía Marítima Trasatlántica, ganadora en la adjudicación del traslado de las tropas españolas desde la Isla a la Península, se encontraba en aquellos decisivos momentos con una flota mercante dispersa o requisada por los norteamericanos, las tripulaciones de algunos vapores que fueron hundidos diseminada por las Antillas. Con prisas hubo que fletar más de treinta barcos de compañías europeas, estando bastantes en pésimo estado porque no había dinero para contratarlos en mejores condiciones.
En cada uno de los barcos fletados, la Trasatlántica y el Gobierno español establecieron la necesidad de que las tropas a repatriar fueran acompañadas por personal sanitario y auxiliar para paliar en parte las carencias de los buques extranjeros y garantizar un mínimo de calidad en el servicio de restauración, alojamiento y sanidad. Poseemos un extracto de la carta de queja elevada por un particular a la dirección de la Trasatlántica, sobre las circunstancias del viaje en el vapor alemán Fulda, uno de los contratados para la repatriación:
“El pasaje ha venido disgustado…la escasez de agua, la deficiente calidad y cantidad de las comidas, la indiferencia y desatención de la tripulación con el pasaje. La falta de costumbre a la comida alemana, la imposibilidad de entenderse el pasaje con la tripulación por la diferencia de idioma etc” .
La evacuación fue una prolongación más de una guerra espantosa en cifras de muertos, cifra que se iba a ver claramente incrementada en alrededor de 1.420 hombres más, que fueron los lanzados al mar durante los 106 viajes de vuelta a casa.
A través del estudio de las actas de defunción de los diferentes vapores que participaron en la repatriación hemos localizado a un total de 58 naturales de la tierra extremeña los que tuvieron en las simas marinas su último reposo. De Badajoz contamos 36, mientras que de la provincia cacereña tan sólo documentamos 22, uno de ellos concretamente de Trujillo, el soldado Pedro Carrasco Blanco quien suponemos todo lo indica así, que lo fue por enfermedad común.
Pedro Carrasco Blanco pertenecía al reemplazo de 1891, casi con toda seguridad era un reservista movilizado por la Real Orden de 29 de julio de 1895 para formar parte de la 6ª expedición, aunque no es descartable que fuera un voluntario. Destinado en el escuadrón Montesa del arma de Caballería. Conocemos que fue repatriado en el vapor Gran Antilla al finalizar la guerra, junto con él volvían a casa 1.677 personas más, de los que 1.464 era personal militar. La duración de la travesía, La Habana – Nuevitas- Cádiz fue de 16 días. El coste del viaje en vidas humanas 14 soldados. Pedro recibió entierro en alta mar, donde fue arrojado el día 18 de diciembre de 1898.
EPILOGO
El 10 de diciembre de 1898 se firma el Tratado de París, España reconoce la pérdida de sus colonias el 31 del mismo mes, los españoles arrancaban sus emblemas de las fachadas e inutilizaban las astas de las banderas tras su arriado al tradicional toque de oración. Un día después, el 1 de enero de 1899, a las 12 del mediodía Cuba dejaba legal y formalmente de ser española.
Si se exceptúan algunos casos aislados, en general hubo respeto por parte de los insurrectos y norteamericanos a los soldados españoles, llegándose a confraternizar y a compartir la poca comida que unos y otros poseían tras tanto tiempo de destrucción de los medios de subsistencia del contrario. Las memorias del soldado español perteneciente al batallón del Regimiento Extremadura nº 15, José Moure Saco, dan fe de la alegría con que se recibió la paz:
“…la halagadora noticia corrió como el relámpago, lo mismo en las filas españolas que en el campo rebelde, noticia que también había interés por transmitir para que no hubiese colisiones.
Las avanzadas cesaron sus vigilancias y las tropas cubanas arrinconaron sus armas, lo mismo que las españolas. Entraban en el pueblo y salían al campo a la vez, abrazándose al encuentro como si fuese el día de la mejor dicha. Lo que aquí pasó es indescriptible; se sepultaron los rencores para dar expansión a la la alegría; los soldados españoles iban a los campamentos cubanos a comer boniatos, malangas y plátanos, mientras los sufridos soldados cubanos (lo mismo que nosotros) venían al pueblo a comer nuestro mal rancho de arroz, entre todos en amistoso consorcio. Después de esto se improvisaron guateques en los que los cubanos bailaron la histórica jota y los españoles el zagaletón, (…) estuvimos en este poblado (Gibara) descansando y llenando nuestros vacíos estómagos con buenas viandas que recogíamos en el campo con nuestros ya amigos, los insurrectos” .

CONCLUSIONES
Cuando estas líneas vean su luz, habrán pasado ciento dieciséis años desde el final de la guerra, aquella que origino, ya lo hemos dicho, el mayor movimiento transoceánico de hombres hasta entonces, el resultado de esos años es el arrinconamiento en los libros de aquellas historias, las de los últimos conquistadores. Con la perdida de aquellos girones se perdía también lo mejor de la juventud española, una buena parte quedo en suelo cubano, otra en las aguas del Atlántico y otra no menos significativa en suelo hispano una vez vueltos de los infiernos cubanos. Unos rindieron cuentas allí por la más que discutible administración hispana; atrás quedaban las lluvias torrenciales, el barro hasta las rodillas, el pan duro, el Máuser, los gritos, el bicho candela y el jején, sudores, temblores, la fiebre quebrantahuesos y sobre todo atrás quedaba la vida. Otros casi moribundos las rindieron en aguas atlánticas, las aguas que los llevaron y que tantos recuerdos les provocaban en los días de travesía. Y otros que contaron a sus nietos cientos de veces la misma historia, como luchaban contra el mambí en un territorio tan hostil como el cubano.
La historiografía cubana señala el gran sufrimiento a que se vio sometido el soldado español, cierto. Ellos vencieron, sí, pero con un sabor tan amargo que sabe a derrota. El día 1 de enero de 1899, a las 12 de la mañana, cuando se arría la bandera española en la sede de la capitanía general de La Habana, la bandera que se iza, no es la de la estrella cubana de 5 puntas, sino la de barras y estrellas norteamericana.
A este respecto Máximo Gómez escribiría en su diario de campaña:
… Tristes se han ido ellos [los españoles] y tristes hemos quedado nosotros; porque un poder extranjero los ha sustituido. Yo soñaba con la Paz con España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles, con los cuales nos encontramos siempre frente a frente en los campos de batalla…
Pero los americanos han amargado con su tutela impuesta por la fuerza, la alegría de los cubanos vencedores; y no supieron endulzar la pena de los vencidos.“
Este, y no otro, es el final a más de tres años de dolorosa contienda que ha dejado a la posteridad más de cuarenta mil muertos y un largo rosario de heridos.
Con estas cuantas páginas rompemos una lanza en favor del recuerdo a nuestros antepasados, no tan lejanos, para que su abnegación y sacrificio no queden resumidos a una estatua en Madrid, y a la tristemente célebre frase de que más se perdió en Cuba y vinieron cantando; trivializando el impuesto de sangre de nuestros antepasados.
No quisiéramos cerrar esta aportación a la memoria histórica de Trujillo, sin hacer mención a su Archivo Histórico y a su responsable que tan paciente y amablemente nos ha atendido en las consultas realizadas, por todo ello nuestra gratitud más sincera.

BIBLIOGRAFIA
– CHAMORRO, Víctor. El Pasmo. Círculo de Lectores. Barcelona 1990.
– FEIJOO GÓMEZ, Albino. Quintas y protesta social en el siglo XIX. Ed. MINISDEF. Madrid 1996
– GARCÍA RAMOS, Manuel Antonio. De Extremadura a Cuba. Los últimos conquistadores. Ed. Abecedario. Badajoz 2013.
– IZQUIERDO CANOSA, Raúl. Viaje sin regreso. Ed. Verde Olivo. La Habana 2001.
– MELÉNDEZ TEODORO, Alvaro. Apuntes para la historia militar de Extremadura. Ed. 4 Gatos. Badajoz 2008.
– PIRALA, Antonio. España y la Regencia. Varios tomos. Madrid 1904
– Archivo histórico de Trujillo.
– Archivo del Museo Marítimo de Barcelona.
– Archivo General Militar de Madrid.

 

Nov 062014
 

Alberto Escalante Varona.

Universidad de Extremadura.

       1.      Introducción: hacia una biografía poética

            La biografía de Luisa de Carvajal resulta realmente controvertida a ojos del lector contemporáneo, ajeno por completo a las circunstancias morales del ambiente contra-reformista en que la sociedad española estaba imbuida a finales del siglo XVI, de tal modo que resulta un personaje “dislocado” fuera de su contexto (García-Verdugo, 2004). Igualmente, eso no nos impide realizar un juicio crítico de los excesos físicos y psicológicos a los que nuestra autora se vio sometida, tanto por voluntad propia como ajena, durante su corta e intensa vida.

            Sin embargo, no nos interesa en esta ocasión adentrarnos en una polémica que nos ha dado interpretaciones muy diferentes. Fuese Luisa de Carvajal una mujer independiente y de fuerte carácter[1] o de débil naturaleza y anulada voluntad[2], lo cierto es que todas las versiones coinciden en varios aspectos: fue hija de su tiempo, lo que forjó en ella una personalidad a contracorriente, individualista a la vez que abierta al bien social, y presa de una religiosidad exacerbada. Sus circunstancias biográficas, por último, son tan intensas que constituyen un excelente punto de unión entre el punto de vista histórico y el literario: cuando decimos que fue “hija de su tiempo” nos referimos a que forma parte de un complejo aparato cultural e ideológico que condiciona su producción escrita. Luisa de Carvajal lee textos bíblicos, relatos de mártires y poesía mística[3]: lecturas habituales en aquel momento[4] que configuran su carácter a la vez que la empujan a tomar las decisiones que marcarán su devenir vital. Por último, el proceso se cierra en sus propios textos: derivan de todo ese corpus manejado por la autora, a la vez que reflejan sus propias vivencias y anhelos.

            Una mujer que construye su personalidad a partir de duras vivencias y lecturas místicas que decide imitar en su vida cotidiana, lo que da por resultado nuevos textos llenos de capas, interesantes tanto para filólogos (a la hora de rastrear sus fuentes) como de historiadores (para el estudio de los modelos culturales de la época). Y consideramos que el recurso literario del locus amoenus sirve de ejemplo perfecto para analizar esta doble vertiente: como herencia de una tradición que proviene ya de la literatura clásica, aunque a través del filtro de autores cristianos, y como creación de una autora que mira a su interior, como consecuencia de un camino espiritual de purificación que decide recorrer y en la que estos paisajes construirán profundas alegorías[5]. Por ello, y una vez realizada la pertinente presentación, analizaremos brevemente la configuración de las diferentes manifestaciones de los “paisajes espirituales” en la obra de Luisa de Carvajal y Mendoza, rastreando brevemente sus fuentes literarias y biográficas, y señalando cuál es su función.

 

  1. La configuración de un espacio idílico personal

 

            En su edición a las Poesías completas, García-Nieto (1990: 22-39) se centra en el estudio de las metáforas e imágenes empleadas por nuestra autora[6]. Son recursos centrales en su obra (al igual que en la poesía mística de por sí), hasta formar “acumulaciones metafóricas o sartas metafóricas” puras de clara tendencia barroca. El miedo al infierno, las flores como algo “caduco y perecedero”, el mar como amenaza de naufragio o ahogamiento, el puerto como cielo, el plomo como símbolo de pesadez y tinieblas, las fieras que estorban en el camino, el alcázar como protección, el fuego y la luz como medio de dolorosa purificación, la ambientación bucólica pastoril, el amor divino entre creyente y Dios y otros elementos conforman un variado aparato simbólico que tiene como base la identificación entre jardín y alma, que fusionados transmiten “tranquilidad y quietud” bajo la atenta mirada de Cristo, el “Amado”. Sobre este completo aparato alegórico nos hemos centrado para analizar los textos de Luisa de Carvajal, pero siempre desde dicha identificación base.

 

            El recurso del locus amoenus en la obra de Luisa de Carvajal se localiza prácticamente en su vertiente poética, si bien para tener una perspectiva general debemos consultar también su Epistolario y sus Escritos autobiográficos. Aunque los límites de esta comunicación impiden un análisis exhaustivo, aludiremos a dichas obras complementarias cuando sea preciso[7].

            Dos son los dos pilares que articulan la experiencia religiosa de nuestra autora: la evangelización y la mística. Transversal a ellos será su concepción de la vida terrenal como una simple estancia temporal que le lleva a despreciar todo tipo de comodidades y a experimentar mortificaciones corporales[8]; lo único que sostiene esta existencia asumida como  insignificante es su férrea voluntad de transmitir a los “paganos” de su siglo la Palabra de Dios, aunque también entendida esta actitud en términos de martirio.

            Sería aventurado señalar que Luisa de Carvajal fue una poeta al mismo nivel que otros de su tiempo como Santa Teresa o San Juan; ya no solo en lo relativo a la calidad de su obra sino también a la intensidad de sus experiencias místicas. Sin embargo, la lectura de sus poemas evidencia su intenso deseo de ser también partícipe de dichas vivencias que, recordemos, formaban parte del acervo de lecturas que la habían acompañado desde la infancia y del ambiente cultural religioso del momento. Es por eso que en su poesía emplea recursos místicos (que los mencionados autores emplearon[9]) como la ambientación pastoral, la búsqueda del amado y el vocabulario bélico para expresar su voluntad de vivir una experiencia inefable y mortificadora que la haga merecedora de una gloria eterna tras la muerte.

            Por tanto, ambas vías configuran una poesía comunicativa en la que el sufrimiento de la poeta será el motor de la expresión. Terribles experiencias personales que, no obstante, sirven para conformar un mundo interno en el que la autora tiene que refugiarse. La profunda devoción que guía su crianza cuando niña y adolescente explica, junto con las múltiples lecturas a las que tiene acceso, la creación de un mundo en el que el locus amoenus clásico se une con las corrientes místicas en boga: un mundo donde Luisa de Carvajal es única protagonista, pero en el que desecha su papel activo para convertirse en personaje pasivo, llevado hacia la plenitud espiritual de la mano de Jesucristo transmutado en pastor. La niña que gustaba ser el centro del corro de mendigos que esperaban recibir de ella regalos, alimentos y limosna[10] ahora ha anulado su propia personalidad supeditándola a la voluntad divina. Hay poco de la voz independiente de Luisa de Carvajal en sus poesía: en todas ellas relega su ser y sus anhelos al “amado” al que ansía alcanzar desesperadamente

[11], y que la lleva por caminos de gozo y tormento para poner a prueba su fidelidad[12].

            En la configuración de los paisajes participan también elementos comunes a todo el poemario, como indicábamos, extraídos de las numerosas fuentes que maneja la autora: la influencia pastoril bucólica de herencia clásica y pasada por el tamiz de Fray Luis[13]; el vocabulario amoroso místico potenciado por la lectura cristiana del Cantar de los Cantares; la escritura a través de pseudónimos (siendo el principal Silva, pastora devota que manifiesta sus sentimientos amorosos); el tópico del locus amoenus, que pese a las múltiples diferentes interpretaciones a lo largo de su larga trayectoria (algunos sitúan su origen ya en Homero[14]) conserva sus caracteres configuradores intactos (Márquez Guerrero, 2001-2003: 286)[15]; y la vida de Jesús narrada en los Evangelios con especial incidencia en los misterios del Nacimiento y la Eucaristía y en los sufrimientos de Pasión. El propio ambiente cultural de la época recoge la poesía petrarquista, la lírica erótica árabe, los profetas bíblicos, los Salmos, las miradas y abrazos como símbolos amorosos, los Padres de la Iglesia y un amplio conjunto de imágenes populares que, en suma, envuelven a Luisa de Carvajal y traslucen en toda su producción poética.

            Silva se convierte en protagonista de un camino de purificación, legitimado y promovido desde el instante primero de la vida de Cristo. Ello explica también que las sensaciones que le produce la contemplación del Nacimiento sean las mismas que frente a los signos de la Pasión, o que cuando imagina la estancia en los jardines paradisíacos del alma: pasado, presente y futuro se fusionan, anhelos y realidad se confunden.

            Así pues, los paisajes servirán de escenario alegórico para todos los estadios de este camino espiritual. La naturaleza divina extiende sus ramificaciones a lo largo de todos los recovecos del recorrido, simbolizando los estados de ánimo de nuestra poeta y sus creencias: la contemplación de los misterios, la promesa de vida eterna tras la muerte, la necesaria soledad en el proceso de purificación… Todas estas experiencias tienen lugar en un variado catálogo de paisajes que van desde ambientes bucólicos hasta mares embravecidos, desde campos al aire libre hasta fortalezas y ciudades inexpugnables.

 

  1. Los “lugares amenos” en la poesía de Luisa de Carvajal

            Luisa de Carvajal, siguiendo el ideario cristiano, considera la salvación encarnada en Cristo como un plan divino de enormes proporciones, un gran misterio teológico que abarca toda la historia de la Humanidad a la vez que se concreta en dos instantes en la figura de Jesús: el Nacimiento y la Pasión. Por eso mismo, tanto las escenas ambientadas en el pesebre de Belén como la contemplación del Cristo crucificado, o el momento de la comunión, o las figuraciones metafóricas que llenan todo el poemario, comparten el mismo contenido religioso y caminan hacia un mismo objetivo: el “jardín espiritual”.

            Se configuran, bajo esta perspectiva, una serie de paisajes maravillosos, tanto por sus encantos como por sus peligros, y con un profundo carácter onírico: en alguna ocasión el sueño, habitual vía de contemplación y revelación ya desde la Biblia, es el medio por el que Silva vive la experiencia de cercanía con el amado[16]: al dormir junto a él, el cuerpo descansa, pero el alma está despierta por causa del amor.

3.1 El camino de perfección

            Señala Cilveti (1974: 59-62) a propósito del camino como símbolo del desarrollo en la literatura mística:

         El simbolismo de desarrollo sugiere la intuición que el místico tiene de la vida espiritual como progreso a través de las etapas de purificación, iluminación y unión. Están en primer lugar los símbolos que dan una visión de conjunto: “Vía mística” […] Otros describen los períodos de la vida mística […]. En las diferentes maneras, todos ellos cuentan la historia del progreso del alma: la salida de los intereses sensuales, las dificultades del camino, […] y su impulso, que es el amor.

            Pero, y sin que ello anule esta definición, el que Luisa de Carvajal emplee el camino como símbolo del proceso de purificación espiritual prueba lo que señalábamos antes: en la imagen que construye no encontramos digresiones sobre la experiencia mística y sus pasos, sino más bien el empleo de un símbolo ya topicalizado y cuyo contemporáneo inmediato es San Juan de la Cruz. Lo que no impide que emplee una serie de recursos propios que procedemos a presentar.

 

3.1.1 Una experiencia inefable

            La experiencia de este camino es imposible de describir. “Aunque de aquesta aventura / mucha parte en no decilla / consiste, que a maravilla / el silencio la asegura”[17], manifiesta Silva ante las preguntas de su amiga pastora acerca de la identidad de quien la ha prendado de amor. Esta “aventura” ni puede ni merece describirse con detalle: la naturaleza divina del amado dificulta cualquier tipo de explicación fiable en términos de experiencia sensorial: como más adelante indica, los milagros y misterios surgidos de Cristo “son maravillas tales, / que sólo el que pudo hacerlas / es el que sabe entenderlas, / que a su saber son iguales”[18]. De este modo, la contradicción mística queda protegida en su propia condición inexplicable, que remite a un poder divino inabarcable para el entendimiento humano. Según Cilveti (1974: 51-52):

         ¿En qué consiste la inefabilidad de la experiencia mística? Es bastante común definirla con la siguiente comparación: así como el vidente no puede comunicar la naturaleza del color al ciego de nacimiento, tampoco el místico puede comunicar sus experiencias al no místico. […] La comparación es incompleta, pues la ceguera afecta también al místico, que se reconoce incapaz de entender sus propias experiencias […] La inefabilidad de la experiencia mística consiste, pues, en que no puede ser comprendida ni comunicada por el místico. De esto se sigue que el no místico, aparte la ceguera natural, no tiene la oportunidad de entenderla. En cambio, puede investigar cómo funciona el lenguaje místico. El punto de partida de la indagación es que los fenómenos místicos pueden ser experimentados, pero no conceptualizados. Mas, si las palabras corresponden a conceptos, no habrá lenguaje donde no hay conceptos. Por tanto, la inefabilidad no es sólo de grado, sino absoluta.

            Por ello se necesitan símbolos para poder acercar lo inefable al entendimiento del lector (“el lenguaje místico, no obstante las apariencias en contra, no es descriptivo, porque la experiencia mística es totalmente indescriptible”; Cilveti, 1974: 53); y aunque la experiencia mística no se perciba mediante los parámetros de lo sensible y por tanto tampoco puedan emplearse para su descripción, el poeta místico se ve impelido a recurrir a ellos para conseguir transmitirle de manera comprensible una verdad espiritual al lector. A partir de aquí, la triple y progresiva clasificación de estos símbolos “ha de hacerse atendiendo a las diferentes maneras en que la experiencia mística es percibida por el místico” (Cilveti, 1974: 54): intuición de presencia (experiencias sensoriales, símbolos de los sentidos espirituales), intuición de progreso (procesos, símbolo del desarrollo) e intuición de unión (relaciones entre personas, símbolos de unión).

            En nuestro caso, el camino es el símbolo del progreso, que tiene como meta la unión marital; pero todo ha de partir del simbolismo “dinámico” de la experiencia sensible, “percepción inmediata de la presencia de Dios” (1974: 55).

            El modo de recepción y conocimiento de este locus (y el consiguiente significado de salvación que contiene) es fundamentalmente la mirada (definida “por relación a la luz, que es la causa, el medio y el objeto de la visión […] y que, por su contraste con las tinieblas, determina la naturaleza de la contemplación mística”; 1974: 56). La poesía de Luisa seguramente surja de la contemplación de imágenes de Cristo crucificado o del Niño en el pesebre, así como de numerosas imágenes tópicas muy plásticas descritas con todo detalle. La mirada de Cristo es herramienta que “arrebata” a Silva, cuyo corazón, “que en nada resistía”[19], se ve impotente ante el poder del amado: Silva ha de “aparejar” su pecho para convertirlo en “morada” a petición de Dios, que “por suya la señalaba”.

            Pero también el sonido (el oído “percibe la palabra de Dios o su mensaje en las criaturas”, asemejándose dicha Palabra a música armónica con la que las criaturas expresan lo que de Dios hay en su alma; 1974: 57). Bien puede ser la voz del pastor apacigua las quejas de Silva (“Y luego que a mis orejas / su voz sonora llegó; / como el alma derritió, / deshiciéronse mis quejas”), llenándose el jardín del encuentro de “apacible ruïdo” y “silbos del austro amable”[20], o bien las aves que cantan alegres en el Nacimiento. El sonido puede incluso ser negativo, como “los fuertes bramidos / de fieras”[21] que rodean a Silva pero sin intimidarla en el camino tortuoso hacia el amado. Añadamos el “trascendiente olor” que despiden las flores ante la presencia de su creador, el gusto al que remiten los frutos del jardín (olfato y gusto “expresan el lado deleitable de la experiencia mística”; 1974: 58), el contacto directo con el amado al dormir sobre su pecho[22], y la experiencia sensorial así se completa[23].

3.1.2 Amores pastoriles

            Igualmente, para que el contenido sea inteligible deben emplearse también otras metáforas de fácil calado, y en este sentido la ambientación pastoril es indispensable para que el tópico del locus amoenus quede completamente configurado: siguiendo el canon estilístico de la época, Silva es pastora bucólica que manifiesta sus dichas y desdichas de amor. Señala Cilveti (1974: 61-62):

         La segunda forma del simbolismo de desarrollo es de romance interior, de secreto drama de amor entre el Amante y el Amado. Muchos lectores encuentran aquí la parte más bella de la literatura mística, pero también la más ambigua. […] El “juego” de amor, la “caza”, las “heridas”, las “huidas” súbitas, las “ausencias”, la “pena” de los amantes y, finalmente, el reposo en los “brazos” del Amado, son notas comunes del lenguaje del peregrino en la mística universal. […] Pero el significado de toda esta alegoría erótica es espiritual […] Y en cualquier trecho del camino se hace sentir la noche. […] Hay que señalar, por fin, que el simbolismo de desarrollo no puede explicarse con independencia del simbolismo de los sentidos espirituales, pues las heridas, penas, etc., se perciben por los sentidos espirituales. Además, todas las etapas del camino participan y en cierto modo contienen el simbolismo de unión.

            El enamorado de Silva será, evidentemente, Cristo, pastor como ella, vigilante de su rebaño. Pero hasta ahí acaba la equiparación: el amado estará dotado de una belleza perfecta, por cuanto que es Dios. Señala García-Nieto (1990: 35-36):

                        […] este término de pastor que se identifica con Cristo experimenta una doble vía de desarrollo. En primer término, los espirituales que se sitúan en la vía ascética más que en la mística […] conservan intactos los aspectos bíblicos de la imagen. Por el contrario, aquellos que han dejado atrás la veta ascética, van progresivamente pergeñando desarrollos más elaborados de la metáfora. En efecto, en tales casos predomina la carga bucólica frente a la envoltura mística. Hallamos, pues, un pastor enamorado que va en busca de la oveja=alma. […] En la poesía de doña Luisa el pastor es el Amado en quien se aglutinan dos facetas: al tiempo que da muestras de fortaleza y defiende a la Amada, es sumiso y delicado como los corderos.

            Una belleza, además, que entronca con lo inefable antes expuesto: “garzo color” de ojos, “piedras diamantinas”, “castaños cabellos […] más que aquese sol dorados”, “color soberano / cual primavera florida”, “frente esclarecida […] con los arcos de solaz”, “nariz afilada / de notable perfección”, “boca y labios […] rojo carmesí” “manos como la nieve”, “rubicundas heridas […] entre lo blanco esculpidas”[24]… Toda una serie de elementos que nos describen a un ser en el que las virtudes del locus amoenus quedan materializadas: los atributos físicos se expresan mediante metáforas en las que el término imaginado pertenece al orden de la naturaleza.

            Silva manifestará su pasión amorosa hacia el pastor principalmente a través de diálogos, recurso necesario en la literatura pastoril (por cuanto a través de él los pastores confiesan sus sentimientos amorosos) y que en este caso adquiere tonos didácticos. Ante las preguntas de otra pastora Silva responde con promesas de fe satisfecha y felicidad. Véase cómo la pastora le increpa a Silva por qué descuida sus obligaciones[25]:

-Más dime: ¿por qué así dejas

esparcidas las ovejas

sin tener dellas memoria?

[…]

Que mal se puede encubrir

el alma que está sujeta

a la dorada saeta.

            A lo que Silva responde:

[…] Y si quieres escuchar,

pues me preguntas, diré

que puse toda mi fe

adonde no puede errar.

Y pienso yo que la tuya,

oyéndome, quedará

tan prendada, que podrá

no tenerse más por suya.

            Se nos deja entrever que este ambiente es de calma y seguridad totales: en el papel de pastora Silva no teme ningún peligro, puesto que tanto su propia labor como el entorno donde la realiza la protegerán de todo daño. Acogerse a Cristo de una manera tan profunda hasta mimetizarse con su función como pastor guardián (el Buen Pastor) es lo que la resguardará. Y aun así nuestra protagonista vive en una situación de incertidumbre, abierta a los peligros externos: amenazada por el amor, Silva descuida sus funciones. Desatender a sus ovejas implica también desatenderse a sí misma. La pastora que plantea la pregunta se da cuenta de que esta situación se debe a que Silva ha caído presa del amor.

            Habla entonces Silva, y pese a lo que nos podía parecer en un principio, no siente miedo ante la “lanzada” de amor que supuestamente la ha apartado de sus responsabilidades protectoras: más bien, su “descuido” es solo aparente, y responde a haber entregado su fe, su confianza ciega, a un ente desconocido que, apartándola del error, la llevará por camino seguro. Más aún, por medio de la palabra, de este discurso, la interlocutora de Silva también puede quedarse “prendada” de esa misteriosa fuerza arrebatadora, ante la cual Silva ya ha perdido todo dominio sobre sí misma.

            Otro ejemplo encontramos en el diálogo entre Silva y Amari, su prima[26]:

¿Cómo, di, bella Amari, tu cuidado

estimas en tan poco, que, olvidada,

de quien con tanto amor eres amada,

te empleas en el rústico ganado?

¿Háte la vana ocupación comprado?

¿qué nigromántica arte embelesada

te trae, y de tu bien tras trascordada?

¡Ay, alevosa fe! ¡Ay, pecho helado!

            Volvemos a la imagen inicial, el diálogo de dos pastoras, pero ahora es Silva quien le increpa a Amari su negocio. Ahora entendemos por qué Silva descuidaba a sus ovejas: eso no era sino una actividad pasajera, poco relevante en comparación al pastoreo espiritual de su amado. Frente al “pecho helado” de Amari, Silva prefiere vivir inflamada de amores. Por eso mismo le recomienda a Amari que siga su mismo camino y “descuide” a su rebaño. Considerar al pastoreo “arte nigromántica” resulta chocante, pues revela una naturaleza diabólica oculta en lo que es, al fin y al cabo, una obligación: para Silva, sin embargo, el aislamiento del mundo externo y “vano” ha de ser total.

Vuelve, Amari; repara que perdiendo

vas de amor el camino; digo, atajo.

Y ese que llevas, ancho y deleitoso,

suele mañosamente ir encubriendo

entre las florecillas, y debajo

de verde hierba, el paso peligroso.

            Curioso también el paisaje que se nos presenta: un locus amoenus afable que oculta la verdadera condición abrupta y dañina del “camino” de la vida de pastoreo. Frente a esto, Silva propone el camino del amor. Lo que Silva no le cuenta a Amari, pero que nosotros sí sabemos a raíz de la lectura de otros poemas, es que dicho camino está lleno de contratiempos y dolores.

3.1.3 Un camino de sufrimiento

            Y es que para Luisa de Carvajal el camino de purificación no es fácil: imbuida en su vida cotidiana en un continuo ejercicio de mortificación y menosprecio de la vida terrenal, considerada como algo pasajero y mero trámite hacia la felicidad eterna tras la muerte, en sus poemas se advierte un plan de vida que comprende una férrea voluntad evangelizadora unida a una incansable búsqueda de perfección espiritual, que la lleva a soportar dolores tanto físicos como psicológicos[27]. Todo ello deriva de la promesa de Salvación que surge desde el momento mismo del nacimiento de Cristo: en el pesebre Luisa ve “la vida que expiraba, / con lo cual muerta dejó / a la muerte, y vida dio / al alma que muerta estaba”[28]. El niño al morir mata a la Muerte, lo que justifica el desapego humano hacia una finitud ahora anulada.

            Cuánto más acentúan los versos a Amari, por tanto, la especial concepción del mundo que tenía nuestra poeta: los placeres de la vía mundana en realidad esconden una mortificación indeseable, porque no conducen a nada; sin embargo, los tormentos de la vía espiritual son anhelados, puesto que llevan a la gloria eterna. El trasfondo de todo “camino ameno” aparente es una verdadera eterna estancia en una senda pedregosa; sin embargo, si el camino visible no es nada apacible eso significará que la recompensa sí será, al fin, la estancia en el jardín.

            Como vemos, esta vía de comportamiento y pensamiento puede emplearse como recurso literario, bajo la forma explícita de un auténtico camino. Cuando Silva abandona la “cabaña”, refugio seguro en una montaña que ya intuimos abrupta y llena de peligros (la “más áspera y más fragosa”), encontramos un nuevo paisaje que simbolizará los tormentos por los que debe pasar el cuerpo en el proceso de purificación del alma.

            Este abandono, sorprendentemente, lo ha causado el propio amado (“si huiste / […] lo causó / aquella belleza extraña”): se incide de nuevo en su carácter inefable (“extraño”) y arrebatador, hasta el extremo de aislar a la amada de todo lo que hay fuera (“dejarlo todo / cuando fuera dél se halla”). Por tanto, aventuramos a interpretar que la cabaña de la que Silva huye es una falsa comodidad: el amado ha empujado a Silva a huir, la ha “arrancado” de su hogar y la ha sacado a un lugar inhóspito. Silva va en busca de su amado, donde sabe que encontrará la felicidad y la paz, pero el camino será duro: pisará “agreste tierra / de espesas zarzas poblada”. Este sufrimiento le hará dar “grandes suspiros […] / apremiada del dolor / que la consume y acaba”; quejas que no tienen desenlace feliz establecido[29], ya que Silva, aunque sabe que su amado será remanso de paz, todavía seguirá caminando, “esperando en quien puso toda esperanza”. Pues el amado se esconde de Silva “como de enemiga declarada”, pero aunque la atormente no la halla “cansada / de sufrirte y quererte[30]”. Y Silva se asemeja a una “sincera palomilla” que ansía[31] volar y acogerse “a la ciudad soberana / de mi refugio y defensa, / a do no llegan ni alcanzan / los males de aqueste suelo / en que vivo desterrada”[32]. La conexión está clara: la ciudad de Dios, la vida eterna en el cielo, el paraíso más allá de la tierra temporal. El locus amoenus aquí tiene forma de urbe: allí Silva vivirá libre de males, pero no considera como tales a aquellos sufrimientos que le sirven para perfeccionarse y purificarse por medio del dolor (como acabamos de ver), sino a los propios de la existencia terrenal[33].

3.1.5 Una dolorosa alianza por amor

            Y es un camino de amor, donde se aúnan el sentimiento de pasión espiritual ardiente y el necesario sufrimiento de cuerpo y alma[34]. El progreso místico concluye aquí (Cilveti, 1974: 63-65):

         El simbolismo de unión representa la culminación del simbolismo místico porque la experiencia de unión es la etapa última de la vida espiritual. Como la unión es de amor entre personas (hombre-Dios), el simbolismo de unión se vale de toda la gama del amor personal: paternidad, fraternidad, amistad, etcétera, hasta el más íntimo del matrimonio. […] Y como la unión constituye el término de la vida espiritual, es natural que algunos místicos contemplen todas las etapas de la vida mística en la perspectiva del matrimonio. […] La posesión sobreviene en la unión, en que el alma es “deificada por el contacto con la sustancia divina. […] Al no encontrar imágenes aptas en el mundo de las relaciones personales […] los místicos recurren al simbolismo del fuego, el agua, el aire, el vino, el pan, para expresar la nota transformante de la unión.

            Así pues, se emplea un intenso vocabulario donde el fuego es abrasador en su misión purificadora y las referencias bélicas ejemplifican los daños del alma asemejándolos a heridas físicas. Incluso los signos de la Pasión son ejemplo para Luisa, y los emplea como símbolos de entrada a la vida plena: es deseable seguir el ejemplo del martirio de Cristo[35]. Por ello, imágenes tan violentas como las que nos evocan sus textos están presentadas con unos efectivos recursos retóricos: las saetas de Amor son doradas, se sabe que el doloroso ardor del alma es beneficioso, las heridas de Pasión se asemejan a flores, las heridas de lanza “abren puertas” al “pecho divino” del amado.

            Se trata de una alianza entre Cristo y creyente: la fe se dibuja como una relación entre un hombre y una mujer, pero en este caso diferente a la figuración alegórica de San Juan de la Cruz por cuanto Luisa de Carvajal lo plantea desde una perspectiva personal, una falsa biografía: es ella misma la que se convierte en verdadera protagonista de los poemas de encuentro amoroso y la que desea ser merecedora del amor divino. Pero puesto que este amor se encuadra en un exigente camino de perfección, el Amado, a tenor de su carácter divino y superior por tanto a la amada, exigirá que la relación sea de entrega total. Bajo pena de condenación eterna (los que resisten la “angélica grandeza” de Dios “muy injustamente incurrieron / en culpa de eterna muerte”[36]) se establece así una promesa irrompible: un enlace semejante a un matrimonio con el mismísimo Dios. Se entiende esta relación amorosa como una justa compensación de la Humanidad hacia Cristo, construida sobre los signos de Pasión: se “entra” en Jesús por su llaga derecha (“abrió para entrar en Sí / una puerta, que yo vi / rasgada en su diestro lado”). Y puesto que Dios ha “amado primero” dándole a Silva “en el madero / la vida que me faltaba”, esta solo puede corresponderle amándole también.

            Igualmente, al hablar del pastor lo hace en términos de “amo/esclava”: el pastor se promete en matrimonio (“Que Esposo fiel me sería, / sin que jamás mé faltase; / pero que no le olvidase / ni le hiciese alevosía”), pero solo bajo promesa de que Silva jamás le abandonará[37]. Esta acepta, ofreciéndose a pena infernal si lo incumple (“Antes que tal me acontezca / […] en el infierno metida / en cuerpo y alma padezca”). La consiguiente felicidad “marital” es lo que le promete Silva a la pastora si sigue sus pasos (“buscalle es lo más dichoso; / que hallarás puerto glorioso / cuando le llegues a ver”). El gozo es tan intenso que tiene que comunicarlo, transmitírselo a otros[38].

            Aun así, y como señalábamos, esta promesa implica recorrer el tortuoso camino del Amor. Pero Silva se empeña en ello, dando cuenta de su irrenunciable promesa[39]:

Y entre ti y tu dulce Bien,

hecha ya ley asentada

con mil solemnes promesas,

y dádole la palabra

de que siempre serás suya,

y te tendrás par su esclava,

y que será tu blasón

verte por él aherrojada;

a romper dificultades

de continuo aparejada.

            Tan intenso es este sentimiento de deuda y pertenencia que Silva lo extrapola incluso al Niño recién nacido, que pese a lo gozoso de la situación no duda en proferirle a su amada intensas palabras que reinciden en la promesa[40]: “«¿Cómo desechas / (¡ay!, dulce enemiga mía), / tal amante y tal esposo, / que por ti pena y suspira? / […] Yo te obligaré a que me ames, / dejándote tan herida / de mi amor, que no descanses / ni un punto sin mí, alma mía”.

 

3.2 El jardín del alma

            Vistos ya los componentes básicos (la ambientación pastoril, la relación amorosa entre Cristo y Silva, la finalidad doctrinal del poema, el proceso de purificación a modo de vía tortuosa), queda por configurar el desenlace del camino, el locus amoenus final en la persona de Cristo; inicio (en el Nacimiento), medio (en la Pasión), impulso (en la promesa) y meta, en el jardín espiritual, donde vegetación, luz y agua tendrán importantes funciones simbólicas[41].

3.2.1 Exuberante vegetación

            El jardín es, ante todo, metáfora de la alegría espiritual que recibe el alma que renace cuando acoge a Cristo y cree en su promesa de salvación. Se estructura de acuerdo con los parámetros clásicos, uniéndose la tradición clásica con la lectura cristiana del Cantar de los Cantares. En él hay flores y frutos que representan la abundancia de dones positivos y la alegría de la resurrección, consecuencia de la sumisión de la naturaleza (en este caso, el alma) a Dios.

            Y es que hasta la naturaleza espiritual reacciona cuando su señor soberano[42] hoya en ella, al igual que la naturaleza física también lo hacía en los milagros bíblicos (recordemos a Jesús parando la tempestad del mar, o secando la higuera, o el repentino anochecer durante su crucifixión); Dios aparece representado en el pastor cuyos pies reposan sobre la “menor naturaleza” espacial que ha de sostener su “angélica grandeza”. Ante Él, es normal que el alma de Silva “resucite”: no es casual que ante la mirada del pastor y su pregunta de si ella le ama, nuestra pastora responda afirmativamente con un “¡Por ti muero!”. Solo entonces, cuando Silva acepta morir por Cristo al igual que Cristo sufrió en el madero por ella, este penetra en el alma de Silva junto a ella (“de la mano me asió, / y en mi jardín se metió”[43]).

            La visita de Dios al jardín del alma también supondrá también la resurrección vegetal, como símbolo de la propia resurrección en cuerpo y alma que Cristo experimentó y que se erige como la recompensa final para todo aquel que, como Silva, deje que Dios penetre en su alma (su jardín, en definitiva): es decir, lo que Silva experimenta en su interior es solo anticipo de lo que confía recibir tras la muerte, tras su perecedera existencia corporal llena de sufrimientos[44]. La reacción del jardín es portentosa: las flores “trascendiente olor” vierten, el verdor se viste “de alegría y frescura”, los “casi secos frutales / echaron hojas, y fruto / dieron luego por tributo / conforme a sus propiedades”. Al igual que Cristo resucitó, también lo hace Silva, completándose así la metáfora de identificación total de la amada con el Amado. Se nos dibuja un precioso y plástico entorno: todo florece (azucenas, jazmines, mosquetas, tornasoles, alelíes, claveles, rosas, violetas), pintado con todo tipo de vivos colores azules, blancos, dorados, rojos, violetas. Y en el enlace de los tallos de los claveles, rosas y violetas encontramos la clave que nos permite interpretar este jardín floral (“los claveles y las rosas […] sus lazos entretejidos”): en su exuberancia botánica encontramos el amor revivido de los amantes, la felicidad capaz de generar nueva vida, la “frescura” contraria a lo anteriormente marchito; de hecho, esta naturaleza solo puede reaccionar de esta forma cuando está en presencia de su Hacedor. Nueva metáfora, por tanto, que revela la sensación de reverencia, respeto y admiración del alma hacia su creador, a quien ahora por fin conoce en una experiencia íntima e inefable, solo expresable por medio de imágenes como esta. Al igual que Abel, el jardín entrega sus frutos a su creador: imagen muy sugerente, que expresa ya no solo un lugar lleno de bella apariencia externa sino también de utilidad, de vida que es capaz de reproducirse (imagen conforme a su metáfora fuente: los amantes unidos que crean vida en la naturaleza, no generada de ellos mismos). Aquí se confirma lo que antes se intuía[45]: ante la mirada de Dios declara Silva que “mi invierno en primavera / se trueca, y su secura / en dulce y amenísima frescura”[46].

            Situación que se repite en la representación del Nacimiento, donde el lugar ameno es ahora una “graciosa isleta”[47] aislada del mundo por medio de un río (soledad acentuada también en que el Niño carece de compañía). Recordemos la idea del agua como medio purificador, aquí también como elemento delimitador que protege la sacralidad de tan crucial momento. El Niño, “florido Abril”[48] (en relación con la generosidad “primaveral” con la que derrama los bienes de su Salvación) está rodeado en un “verde asiento / […] de fresca hierba adornado”, completando la escena un olmo, aves que cantan y el sol al atardecer. Y aquí Dios disfruta, aun a tan temprana edad, de su poder sobre la naturaleza, “señoreando” la “clara agua cristalina” del río, que reacciona “contenta y placentera” ante su “hacedor” batiendo en las orillas de la ribera. Posando sus ojos en “sus criaturas” las “viste” de “gloria y lindeza”, y llena de flores los “campos amenos” que le rodean. Comienza a dibujarse el paisaje ameno, paradisíaco, producido por el milagro del nacimiento y la alegría que experimenta la tierra ante la encarnación de su creador, que ahora puede habitar en ella. Cielo y tierra quedan conectados por medio del ocaso reflejado en las aguas del río[49].

            Se identifica además la morada primera de Dios con un alcázar, fortaleza inexpugnable, y el alma de Silva con una sierra, entorno natural donde es posible que se cultive el jardín divino. Y otra vez vemos la consecución de la resurrección: la morada del alma de Silva, antes “albergue pajizo”[50], ante la llegada de su huésped, el creador, se vuelve por acción de este un “paraíso”, “cielo”, y por consiguiente “hecha también diosa el alma”; un lugar ameno que incluso diviniza al receptáculo humano al contener en su espíritu a su amado Dios, permitiendo así que se identifique plenamente con Él.

            Y solo en el jardín Silva podrá dormir junto al Amado, máximo de unión corporal al que aspira semejante relación[51]. Es el pecho del pastor “florido y saco lecho”[52] rodeado de ninfas a las que Silva les suplica que la cerquen de “odoríferas manzanas” y “amenas flores”, para con ello aplacar su abrasión del alma. En esta preciosa estampa que describe el encuentro entre los amados y el contacto físico directo, en una escena tan apacible como una siesta, esto alcanza niveles casi extáticos cuando todo se revela como metáfora de la asimilación de Cristo en forma de hostia durante la comunión (de ahí el subtítulo del soneto: “al Santísimo Sacramento; en que habla el divino Verbo inmenso con el alma que le está recibiendo de las manos del sacerdote”). Silva así consigue entrar (por medio de la llaga del costado) en el paraíso espiritual, en el jardín: Cristo se transmuta en flores sobre las que la amada descansa, a la vez que se abrasa de amor con el contacto directo; flores de belleza que revelan la existencia de abundante vida allá donde está el amado. La presencia de ninfas completa el carácter idílico, primaveral y espiritual del entorno.

3.2.2 Cristo como luz

            Cristo aparece representado en el jardín ya no solo como su señor sino también como fuente de luz, lo que simboliza su naturaleza divina y celestial. El pastor es la “aurora”[53], y aceptarle se traduce en que una estrella disipe las tinieblas; la ausencia de Dios, por el contrario, implicará que al “ponerse el sol” todo sean “tinieblas palpables”. Solo así, al “romperse” la “tenebrosa nube que de mil modos” atormenta a Silva, el miedo desaparecerá y el jardín podrá renacer. Es la mirada de Cristo, a la vez humana y divina, la portadora de esta luz[54]; incluso puede penetrar repentinamente en el alma de Silva en forma de estrella fugaz que cae a la Tierra (“la luz de una gran estrella / […] como rayo ligero / del cielo en la tierra daba / […] al tercer asalto, asestaba, / Nise, en medio de mi pecho, / y dentro de él se me entraba”). La estrella, manifestación de Dios en la noche, adquiere habilidades humanas (salta y “ataca” a las mujeres); allí, en el alma de Silva, construirá su jardín y desde allí la abrasará de amor, incitándola a seguir el camino espiritual que la conducirá a través de la mortificación terrena hacia el paraíso postrero. Incluso en el momento del nacimiento, el milagro implica que el cielo nocturno “quede dorado”. Solo el tormento de la Pasión puede afear la hermosura de Cristo, “Sol de justicia” que queda “eclipsado”.

            Silva también reacciona a esta luz, de tal manera que debido a su sentimiento amoroso su alma “despide centellas” que se fijan en el “firmamento / de amor, como hermosísimas estrellas”. La luz de Cristo se realiza a través de la amada que ha conectado con él[55]. Tan intensa es la relación entre amada y Amado que incluso cuando Silva sufre Dios “vuelve de plomo el cielo, / y su luz oscurecida, / y de metal todo el suelo”. Luz y paisaje se dan de la mano: el camino del amor está lleno de sufrimiento, los dos órdenes (terrenal y divino) se vuelven inhabitables. Es curioso comprobar, pues, cómo la atención cariñosa de Dios hacia su sierva se traduce en el empeoramiento de las condiciones idílicas del locus amoenus, de tal manera que es la propia aflicción de Silva, aunque sea producida por influencia ajena, la que la envuelve en un ambiente negativo.

3.2.3 Ríos apacibles, mares furiosos          

            El río también constituye un apacible elemento de este locus. Recordemos la isleta donde nace Dios, o el río Duero donde se ambienta el encuentro de Silva y Amari con la estrella; la vida terrenal falsamente afable se expresa como “apacibles riberas” que Silva “trueca por aguas saladas”, mares furiosos, confiando que su amado la salvará[56].

            La fuente constituye otro de los símbolos imprescindibles de todo locus amoenus, ya desde la época clásica, también como símbolo de abundancia: sin agua purificadora no puede mantenerse un jardín, las flores que le otorguen la apariencia de belleza y la proliferación de frutos que le den continuidad y sustento. Agua, además, como símbolo de purificación y limpieza del alma antes seca. Agua, por último, conectada físicamente con el pastor, Cristo, bañando sus pies que se sostienen sobre la hierba del jardín, dotándole así de vida[57]. Es la hostia también fuente que templa, que no apaga, el ardor de amor durante la comunión (“Contra los «hostes» soberano y fuerte / amparo, do tu nombre se deriva / de cristalinas aguas fuente viva / que templa la abrasada ansia de verte”[58]). El alma abrasada por contener el Amor divino solo encuentra tranquilidad durante el momento de la comunión, cuando recibe a Cristo físicamente; materialización palpable de su cuerpo y sangre, la hostia permite a la devota Silva la contemplación directa de su amado, “apagándose” así su ardor interno provocado por la ausencia de él.

            Y de nuevo el misterio del Nacimiento también emplea esta imagen[59]: la contemplación del Niño supone una contradicción, pues en él ve Silva la “cristalina fuente” que a la vez es “ardiente fragua” donde se encendió su amor. De nuevo, el fuego de amor abrasador, ahora metaforizado por fuerte contraste en el símbolo de la fuente: elemento indispensable del locus amoenus que estamos viendo, empleada como proveedora de pureza y sujeta a la voluntad de su creador, Dios. En este caso la fuente es el Niño: de este modo, se enlaza la formación del jardín espiritual con el momento mismo del Nacimiento. En la contemplación del misterio Silva ve las trazas del amor realizado entre ella y quien será su pastor, y uno de los elementos del jardín ya “brota” en este instante primero, induciendo a la pastora al éxtasis.

            Sin embargo, el agua también presenta un carácter destructor (al igual que el fuego purifica y abrasa al mismo tiempo). Por eso mismo, Cristo aparece también representado en las poesías de Luisa de Carvajal como un “puerto venturoso”[60] que protege contra un mar embravecido[61] (“las olas hasta el cielo, / de tan divina roca rebatidas / quedaron por el suelo, / sus trazas destruídas, / y tus promesas fieles bien cumplidas”) e impide “que en el alma desembarquen / extranjeros descontentos, / ni peregrinos solaces”[62]. Se dibuja así un paisaje aterrador, donde temibles bestias (leones, dragones, tigres[63]) habitan una naturaleza inhóspita y peligrosa, pero que no puede hacer nada contra Dios, su hacedor y señor (“en polvo los volvió tu fuerza inmensa”)[64]. Aquí vemos, pues, el poder de Cristo sobre el agua a la vez purificadora y destructora, lo que nos remite inmediatamente al milagro bíblico de la tempestad.

            Pero Silva se entrega a este furioso mar, como vimos (a través del contraste entre mar violento y ríos apacibles que en el jardín discurren venturosos), símbolo del tortuoso camino que ha de recorrer para llegar a Cristo. Silva está sola en un entorno hostil, en busca del amado. Pero no tiene miedo, puesto que su propia tempestad interna es mucho más intensa (son olas “más furiósas y alteradas”). El alboroto natural externo actúa solo como agitador de la turbación interna ya de por sí intensa, fruto del amor descontrolado (de ahí la equiparación con el fuego, símbolo de pasión en todo el poemario, y que se acrecienta incoherentemente ante la presencia del mar violento). El anhelo de recibir a Dios se hace más fuerte con el sufrimiento, y el exterior, representado por las sirenas (la tentación) “con su voz fingida y falsa”, no le importa: Silva va en busca de Cristo, puerto seguro al que solo se puede ir “viento en popa y mar bonanza”[65].

 

  1. Conclusiones

            Como indicábamos al comienzo de nuestro trabajo, las reflexiones vertidas alegóricamente por Luisa de Carvajal en su poemario revelan tanto experiencias vividas como actitudes y anhelos en su labor evangelizadora y en su empeño de perfección espiritual. Sorprende comprobar cómo en el poemario hay incluso espacio para leves referencias biográficas acerca de su infancia y juventud: el conocimiento de Dios se produce en una “primera edad” en la que el “pastor” se convierte para Silva en “el primero / que robó mi voluntad”[66]. Seguirlo implica agotar los años de juventud, “flor de la mocedad” que a medida que la vejez avanza y los martirios del camino se intensifican queda “marchita y desfigurada”, pierde “el lozano talle / en la amorosa demanda”; tanto da, pues solo agrada a un “mirar vano”, a los ojos del cuerpo finito, y no a los del inmortal Amado que se posan en Silva.

            Cabe preguntarnos lo siguiente: ¿es este locus un simple marco, o más bien las metáforas adquieren pleno significado como representación del Paraíso, materializado en la figura del Pastor? Más bien, la segunda opción: sin excluir las posibilidades estilísticas de los ambientes bucólicos, que como señalábamos están latentes en el ambiente cultural en el que se mueve Luisa de Carvajal, esta los emplea para transmitir sensaciones internas mediante códigos estilísticos conocidos por el receptor. Las imágenes alegóricas de abundancia vegetal, ambientación pastoril y paisajes turbulentos entroncan con los textos bíblicos y emplean un lenguaje muy sugerente, apoyado igualmente en las detalladas y efectivas (cuando no efectistas) descripciones de las que Luisa de Carvajal hace gala. Al igual que en la literatura antigua “la descripción del paisaje […] no es nunca un fin en sí misma, sino que se utiliza como un medio de contraste con situaciones adversas en la navegación, guerra o frente al mundo salvaje” (Márquez Guerrero, 2001-2003: 287), las descripciones de “paisajes amenos” en la poesía de Luisa de Carvajal no buscan una belleza solitaria, autosuficiente, sino que guardan un contenido, actúan como símbolos de una expresión religiosa; en este caso, como medio de contraste con la situación adversa de la vida terrenal sin Cristo, representada en los paisajes agrestes que ya hemos visto.

            Es un locus en el que son necesarias las figuras humanas. No obstante, Silva no adopta papel relevante alguno: se supedita por completo a la figura de Dios, de tal modo que se convierte incluso en huésped, invitada de su propia alma. Pierde así toda posesión sobre sí misma, y se arroja a todo tipo de paisajes desapacibles donde, en completa soledad, va en busca del Amado. Los únicos episodios en los que aparece otro personaje humano (siempre femenino, siempre una amiga o una familiar) no implican un protagonismo compartido, sino una experiencia individual que Silva transmite a su interlocutora esperando que se convierta en ejemplo digno de imitación.

            Cabe destacar que los lugares maravillosos creados por Luisa de Carvajal son profundamente femeninos. Remitimos a lo expuesto por García-Verdugo (2004):

         La tensión entre la negación de su entidad física de mujer temporal y la afirmación de su entidad espiritual como parte de un linaje atemporal, es la fuerza que inspira a Carvajal para perpetuarse en la escritura. Es precisamente esa negación explícita de lo corporal, la que hace al cuerpo más presente en el texto. […] La sensualidad se lee en la presencia rotunda de lo físico y presupone una afirmación de la femineidad de la autora. Al autodefinirse en lo corporal femenino, Carvajal se sitúa en oposición directa al modelo masculino de autoridad religiosa, el cual rechaza lo físico en favor de lo espiritual, lo femenino en favor de lo masculino. Sin embargo no abandona su sumisión a esa autoridad porque se presenta como cuerpo femenino castigado y humillado.

            Consciente del papel que le ha sido asignado por la sociedad, Luisa de Carvajal se amolda a él (en un sentido sumiso) al mismo tiempo que toma decisiones marcadamente rebeldes, caminando en un precario equilibrio que, como señalábamos al principio de nuestro trabajo, dificulta nuestra aproximación a los modelos ideológicos de la época, tan distintos a los nuestros. Ya en su deseo de experimentar “del dolor físico” y la “inmolación sagrada del martirio por la fe” se ve su ansia de “trascender” lo que denomina como “la vanidad del siglo”, buscando así  “perpetuar su linaje noble a través de la fama, de la memoria colectiva” (García-Verdugo, 2004). Y en este sentido no solo sus acciones responden a ese objetivo: también sus escritos, tanto los autobiográficos –por ser una exposición explícita de vivencias y sentimientos– como los poéticos –en los que el contenido personal ha de inferirse de las metáforas e imágenes empleadas–. Como manifestábamos, vivencias que engendran literatura, y literatura que motiva acciones; trascendencia terrenal en las huellas que se dejan atrás.

            La experiencia de infancia y adolescencia fue, cuanto menos, terrible: y si ello derivó en que el carácter de nuestra autora fuese fuerte, autosuficiente e independiente, o por el contrario débil, sumiso y anulado emocionalmente, no nos incumbe. En cualquier caso, su poesía nos permite rastrear la existencia de un mundo interior donde, ya sea para refugiarse de un exterior opresor o para reafirmarse en sus firmes ideales, Luisa de Carvajal desaparece para convertirse en espectadora paciente de la acción de Cristo, auténtico “gobernante” de este territorio interno, esa “graciosa isleta” donde Cristo nace y que se configura en “espacio de bienaventuranza, ligado tanto al tópico del paraíso perdido, como al del beatus ille y al del locus amoenus […] lugar de evasión”, donde se puede “experimentar de modo concentrado lo que no es dado a percibir en otros espacios menos acotados” (Punte, 2013: 116-17); isla luego transformada en jardín delicioso en una localización desconocida y atemporal, compartiendo así las características asignadas al momento primero de la historia de la salvación de la Humanidad. Un mundo, como hemos visto, configurado como un espacio idílico, ajeno a todo lo demás pero al mismo tiempo volcado hacia ello.

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[1] Tal y como señala García-Verdugo (2004): “No es de ninguna manera una mujer desposeída y débil; se ha criado en un ambiente noble y, en su concepción de sí misma, se ve que es plenamente consciente de su autonomía y de su fuerza […] reta a la autoridad del mundo […] pero, al mismo tiempo, respeta la estructura social, la jerarquía de la iglesia y sobre todo los principios de las sagradas escrituras […] Ejerce sus libertades y entre sus cartas y sus escritos autobiográficos nos ofrece un retrato de sí misma, humilde ante Dios y beligerante ante sus contemporáneos. […]”.

[2] “[Su tío] acabó sometiendo a la muchacha a una vida de mortificaciones y penitencias, obsesionándola aún más si cabe con la idea del pecado, la obediencia perfecta, la negación de su propia voluntad y la purga espiritual a través de los castigos físicos más crueles. A su lado, Luisa comienza a aislarse del mundo y del resto de la familia, a anularse como persona, a encontrar intrascendente las conversaciones de parientes y amigos, a buscar su propio mundo interior a través del severo ejemplo de su tío, al que escuchaba absorta horas y horas hablando de las Sagradas Escrituras o leyendo textos religiosos.” (Teijeiro Fuentes, 2011: 24).

[3] Detalle señalado por la práctica totalidad de los estudios aquí citados en relación con nuestra autora, de modo que sería redundante ofrecer aquí un listado de las obras que leyó o que pudo conocer.

[4] Lecturas, por otro lado, realizadas en silencio, de forma meditativa y concienzuda, tal y como revelan los Escritos autobiográficos; detalle que también estudia Rees (2009: 763-764) como constituyente de una práctica, la lectio divina, frecuente por entonces, y que le permitió a Luisa de Carvajal acceder a una ingente cantidad de textos que habrían de servirle de fuente, como señalamos.

[5] En opinión de Flores Santamaría (2005: 393-97), “No será hasta la llegada de la Edad Media cuando el tópico adquiera unas dimensiones diferentes y de mayor envergadura que las proporcionadas por los autores clásicos. Aparecen entonces signifi cados alegóricos, tanto religiosos como profanos, capaces de trascender el escenario bucólico hacia otras interpretaciones que lo aproximen a la idea del Paraíso Terrenal o del Edén. […] diríamos que el «paraje ameno» se alza como único escenario literario posible de lo «poético» y de lo «amatorio» [a partir de la Edad media y durante el Renacimiento]”.

[6] Diferenciando ambas a partir de las definiciones que dan Senabre (1964) y Lázaro Carreter (2008: 273) sobre metáfora: para el primero, “podemos entender por metáfora una relación sintagmática en cuyo fondo late una identidad que opera en la mente del hablante o del autor y de la cual es reflejo la fórmula sintagmática. Por el contrario, la imagen es el elemento insólito que, dentro de la relación metafórica, le proporciona una carga estética. De esta manera, se incorpora al terreno estilístico” (García-Nieto, 1990: 24-25); para el segundo, “Tropo mediante el cual se presentan como idénticos dos términos distintos. […] Se confunde a veces erróneamente la metáfora con la imagen; se diferencian en que esta última es una comparación explícita, mientras la metáfora se basa en una identidad que radica en la imaginación del hablante o del escritor”.

[7] Seguiremos tanto la edición que de las Poesías completas realiza García-Nieto (1990) como la edición digitalizada en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://www.cervantesvirtual.com/obra/poesias–32/).

[8] Entendidas, según García-Verdugo (2004), como otro medio de plasmación física de la “resistencia de catolicismo contra la agresión política y religiosa de los disidentes de la iglesia católica, y dentro de este contexto es como deben entenderse las violentas penitencias que describe en sus escritos autobiográficos. Las penitencias, la confesión, las reliquias, la sangre y la carne de los mártires son elementos de resistencia del catolicismo frente a las ideas protestantes. […]”.

[9] “Por otra parte adopta como modelo en no pocas ocasiones a Santa Teresa, cuyas obras corrían ya impresas desde 1588 […] doña Luisa guardaba ejemplares manuscritos de los poemas del carmelita, de cuyo Cántico Espiritual extrae la idea de que, ante la mirada divina, las criaturas adquieren plenitud de belleza. […] Concretamente, de la santa abulense parece adoptar las imágenes de la saeta, el dardo, o la flecha para indicar el amor místico, así como la paradoja metafórica de la muerte que entraña vida. Por su parte, las imágenes de la llama o de los desposorios entre Cristo pastor y el alma pastora (frecuentes y muy difundidos en libros espirituales de la época) los toma directamente de San Juan” (García-Nieto, 1990: 16-22).

[10] “[…] como si se tratara en ambos casos de una especie de hada madrina capaz de cumplir los sueños de los que menos tenían. Hay, como se puede intuir, una propensión a convertirse en la protagonista activa y caritativa de su mundo social más cercano, una consciencia asumida desde muy niña de que a ella le correspondía el papel de remediadora y salvadora de aquellos necesitados.” (Teijeiro Fuentes, 2011: 15).

[11] Curiosamente, tal y como señala Teijeiro Fuentes (2011: 27) citando los Escritos autobiográficos de la propia autora, “Luisa siempre fue muy reacia al contacto con el sexo masculino (“Fui muy seca y huraña con mi contrario sexo, propiedad con que parecía haber nacido”) y no veía en los hombres la culminación de sus anhelos. No concebía el matrimonio como sinónimo de felicidad o de libertad, sino como una obligación que no le impediría renunciar al voto de virginidad, imaginándose entonces viviendo con su marido como si fuera su hermano, en aposentos distintos y sin ningún contacto carnal: “Y parecíanme groseros y fríos y feos, aun los tenidos por más hermosos hombres”.

[12] Tal y como señala García-Verdugo (2004), “Es interesante considerar que posiblemente la escritora elige dejar constancia en sus escritos autobiográficos de sus sufrimientos cuando niña […] para transmitir cuál fue su ‘camino de perfección’. Así fue su preparación desde niña para soportar el dolor físico y así fue como dio alas a su pasión religiosa, dejando atrás el apego al cuerpo y a lo mundano.” Bajo esta perspectiva, la particular vía defendida por Luisa de Carvajal en su obra es la que pasa por el martirio.

[13] Fulton (2005: 272-73) ha señalado igualmente que las fuentes bíblicas tienen un peso mayor en la obra de Fray Luis de lo que se pensaba, y constituirían su principal inspiración en la configuración del locus amoenus: “Abraham, Isaac, Jacob y los doce hijos de este, que eran pastores. David también era pastor de los rebaños de su padre antes de subir al trono de Israel […] Isaías comunica su mensaje de arrepentimiento por medio de símiles agrícolas […] Además, en el capítulo 34 de Ezequiel, Dios mismo usa la metáfora de un pastor y sus ovejas para describir su relación con Israel, noción que Cristo recoge al anunciar ‘Yo soy el buen pastor’ (Juan 10.11). Por supuesto que no podemos pasar por alto el jardin del Edén como modelo antiguo del locus amoenus (Gen. 2.9, 15) […]”.

[14] De donde provendrían, según Flores Santamaría (2005: 65-66), elementos como los árboles, las fuentes de agua, los prados, las ninfas, la fertilidad, la sombra, la ausencia de dolores y sufrimientos, la primavera… a los que se añadirán posteriormente las aves, la brisa y las flores. Dedica el resto del estudio a presentar someramente los diferentes estadios del tópico, que evidencian su transformación durante en el Renacimiento en un motivo estético que luego, de manos de la mística, adquirirá contenido teológico en la inspiración de Cristo, en su papel de “Amado”.

[15] Recoge la definición dada por Curtius (1955: 280) “[…] un paraje hermoso y umbrío; sus elementos esenciales son un árbol (o varios), un prado y una fuente o arroyo; a ellos pueden añadirse un canto de aves, unas flores y, aún más, el soplo de la brisa”.

[16] Véase, por ejemplo, el poema 46, en el que la escena de la caída de una estrella fugaz en el pecho de Silva se encuadra en un sueño de la pastora.

[17] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

[18] 42. Redondillas espirituales de Silva: a la Navidad.

[19] 45. Liras de Silva: a los divinos ojos de Nuestro Señor.

[20] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

[21] 4. Romance espiritual de Silva: en que, de paso, va tocando lo sucedido en su espiritual camino.

[22] El tacto “es el sentido de los ‘toques espirituales’. En cierto modo los cinco sentidos espirituales pueden reducirse al tacto, puesto que toda clase de experiencia es como una especie de tacto” (Cilveti, 1974: 58).

[23] La influencia jesuita en Luisa de Carvajal, a través de los escritos de san Ignacio de Loyola (que sabemos a ciencia cierta que se conservaban en la biblioteca de los Mendoza), llevan a la poeta no solo a ser una mujer “de acción” antes que de refleción; Rees (2009: 770) sugiere que la identificación sensorial total en los poemas de doña Luisa remiten a las vías de contemplación propuestas por san Ignacio.

[24] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

[25] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

[26] 44. Soneto espiritual de Silva: para una señora grave…

[27] Motivo, según García-Verdugo (2004), proveniente de una extensa tradición: “La negación del propio cuerpo es la clave, y a través de esa negación se afirma el Cuerpo, la Sangre y la Carne humanos y divinos. Este es el contexto artístico en el cual se genera la obra ascética. […] La asociación dolor-amor-placer/ sierva-señora-víctima que se origina aquí [en la adolescencia] se extrapolará a la relación amorosa con Cristo en la poesía religiosa de Carvajal y al resto de su autobiografía, alcanzando su máxima expresión en la narración sobre las penitencias extraordinarias. […]”.

[28] 42. Redondillas espirituales de Silva: a la Navidad.

[29] A la vez que articularán el poema, 4. Romance espiritual de Silva.

[30] 34. Octavas espirituales de Silva: sobre interiores sentimientos del alma.

[31] 30. Romance espiritual de la misma a Cristo Nuestro Señor.

[32] Recoge Unceta Gómez (2005: 444-46) pasajes de la obra de San Juan de la Cruz en los que “el alma es identificada en varios pasajes con la figura de un pájaro: paloma o tórtola, empleadas ambas como motivo de gran raigambre en la poesía amorosa; pero […] la imagen del alma-pájaro tiene también gran repercusión en la literatura espiritual. Muy bien pudiera San Juan estar jugando con ambas tradiciones y creando una plasmación literaria con varios niveles de lectura. […] Los éxtasis místicos no casan bien con los parámetros existenciales del común de los mortales y de alguna manera hay que dar cuenta de la experiencia inefable de la unión mística en el amor divino. Y nada mejor, lo sabemos ya, para captar la esencia transcorpórea del alma, que la imagen aérea y volátil de las aves que pueblan el cielo y, por tanto, están más cerca de la divinidad.”

[33] Esta ciudad, como veremos, se equipara al pecho del amado donde Silva sueña con descansar: en medio del paisaje florido, donde todo es seguridad y confort, donde se materializa el sacrificio de la comunión (a través del sacrificio de la Pasión, por medio del símbolo de la lanzada). Nido donde se nace, morada donde se habita, lugar al que el amado ha de dejar paso (por medio también del sacrificio de cruz); ciudad divina, fortaleza, donde la promesa se realiza.

[34] Aunque lo veremos con mayor hincapié en la descripción del jardín, tengamos en cuenta que los locus amoenus han de definirse en relación a la intensidad de sus “rasgos placenteros a los sentidos”, que lo configuran como “mundo soñado de los placeres sensuales, y se relaciona frecuentemente con el amor, el sexo y el sueño (=muerte/inmortalidad)” (Márquez Guerrero, 2001-2003: 288).

[35] Todo un modelo de imitación para Luisa de Carvajal: “Siendo de diecisiete años, y no sé si aún menos, en mi retirada oración empezé a tener grandes deseos de martirio: esto era, morir por el dulcísimo Señor que murió por mí, aun primero que yo tuviese ser para reconocerlo. […] Y representábaseme Inglaterra, pareciéndome que si me hallara en ella, me fuera de los grandes consuelos que pudiera tener y casi haberme reducido al estado de la primitiva Iglesia, o persecuciones dellas antiguas” (Carvajal y Mendoza, 1966: 189).

 

[36] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

[37] La unión es la etapa definitiva en el proceso de la experiencia mística, y como tal así aparece reflejada en la poesía a través de símbolos: “[…] enamorarse es algo indispensable y conduce al desposorio, primero, y, finalmente, al matrimonio. [Desposorio-vía iluminativa; matrimonio-vía unitiva] […] La imagen del Esposo (Cristo) exige y necesita a su vez la presencia de la Esposa (alma)” (García-Nieto, 1990: 37)

[38] No olvidemos que la pastora amiga inicia el diálogo a partir de una duda: es el extrañamiento ante el aparentemente descuidado comportamiento de Silva lo que lleva a la pastora a preguntarse el porqué de esta situación. Igualmente, notemos cómo el carácter inefable se diluye en la experiencia: para conocer las bondades espirituales del Amor no basta con que nos las cuenten, sino que tenemos que sentirlas nosotros mismos.

[39] 4. Romance espiritual de Silva: en que, de paso, va tocando lo sucedido en su espiritual camino.

[40] 7. Romance: es una consideración que muchas veces debió de pasar…

[41] Remitimos al estudio de Rees (2009), centrado especialmente en el poema “Redondillas espirituales de Silva, al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió” y donde también se hace eco del empleo del recurso del locus amoenus, del Cantar de los Cantares como fuente (aunque no se sepa a ciencia cierta que la biblioteca familiar contase con tal texto)

[42] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

[43] Señala Rees (2009: 767) una variación con respecto al Cantar de los Cantares: “Los amantes en el Cantar de Salomón parecen ir y venir, pero Silva permanecerá para siempre en el jardín al encuentro del Amado” (la traducción del inglés es nuestra). Del Cantar la mística toma la ambientación bucólica y la expresión de amor entre el hombre y la mujer, entendida como el diálogo entre Cristo y la Iglesia o el alma; varía, por su parte, en que las descripciones idealizadas se centran más en el cuerpo perfecto del Amado antes que en el de la mujer (sobre todo en el caso de Luisa de Carvajal, lo que denota desapego hacia su persona a favor de la admiración hacia Dios). Igualmente, y como es obvio, las referencias a la realidad de Oriente que aparecen en el texto bíblico desaparecen en las reescrituras místicas occidentales (Rees, 2009: 768).

[44] Localiza Rees (2009: 769) una similitud entre San Juan de la Cruz y Luisa de Carvajal en la descripción de la acción de Dios revivido en el jardín: San Juan señala en su Cántico (estrofa 5): “[…] Mil gracias derramando / passó por estos sotos con presura, / y yéndolos mirando / con sola su figura / vestidos los dexó de hermosura”; Luisa relata por su parte: “Cien mil gracias derramaba / aquella figura bella / porque se derramó en ella / toda cuanta en Dios estaba”. En ambos casos, a fin de cuentas, vemos la misma actitud “transfiguradora” de la naturaleza “a través de lo radiante del divino rostro”.

[45] Es curioso que en el poema 46. Romance ambiente su particular locus (que participa de las características que estamos comentando aquí: ríos apacibles, hierba fresca, viento suave, cabaña protectora; un “prado ameno”, en definitiva) en la ribera del Duero.

[46] 12. Liras espirituales de Silva: sobre sentimientos de ausencia de Nuestro Señor.

[47] Señálese, según Punte (2013: 116), citando a Chevalier y Gheerbrant (1982: 519-20), la importancia de la isla como “mundo en reducción, imagen del cosmos, completa y perfecta ya que en ella se presenta un valor sacral concentrado […] centro espiritual primordial, se la entiende como lugar por elección de la ciencia y de la paz en medio de la ignorancia y la agitación del mundo profano”; entorno, como vemos, ideal en sus características arquetípicas como escenario del nacimiento de Dios.

[48] 39. De Navidad.

[49] En 42. Redondillas, sin embargo, se nos presenta un paisaje totalmente opuesto: la belleza del Niño se “marchita” ante las pésimas condiciones en las que nace (frío, desamparo). Pero es corrupción momentánea, pues su belleza interna es interna: concentra, pese a su corta edad, todo el poder divino, hecho que le sirve a Luisa de Carvajal para manifestar su fascinación ante tal misterio (“Y que era ya Dios el hombre, / y hombre Dios, y sin respeto / tratado, y a ley sujeto: / ¿Habrá a quien esto no asombre?”).

[50] 46. Romance espiritual de Silva.

[51] Fulton (2005: 274-75) señala cómo en la obra Los nombres de Cristo, de Fray Luis, se alude a la idoneidad del campo como lugar “para la intima comunion con Cristo”, incidiendo también en su carácter solitario ya que, dentro de este ambiente pastoril, “las ovejas, como todo ganado, requieren de campos extensos para pastar”; imagen que provendría de los pasajes de los evangelios en los que se señala que es al campo donde Jesús se apartaba para orar.

[52] “[Sobre términos como “tálamo”, “lecho”, “cama”] se refieren al lugar concreto en que se consuma la unión espiritual del alma con la divinidad, al tiempo que comportan la idea del descanso, de intimidad […] enriquecido por la adición de las imágenes de la flecha y el arco [tópico latino cruzado con el Cantar]” (García-Nieto, 1990: 38).

[53] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

[54] Véase el poema 45, a los divinos ojos de Nuestro Señor que son presentados como “Sacros soles dorados”.

[55] 34. Octavas espirituales de Silva: sobre interiores sentimientos del alma.

[56] 22. Romance espiritual de Silva: refiere el esfuerzo con que un alma…

[57] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

[58] 17. Soneto de Silva al Santísimo Sacramento: ¡Hostia!

[59] 42. Redondillas espirituales de Silva: a la Navidad.

[60] Concretamente, en “45. Liras” son los ojos de Cristo quienes contienen esta cualidad de puerto protector.

[61] Esta imagen remite directamente a Fray Luis, que en la Lira 5 “presenta el campo (monte, fuentes, ríos) como puerto seguro del mar de la vida […] concibe el tópico como un lugar retirado del campo que es refugio (puerto seguro) de los males del mundo, en donde, libre el alma en su interior [el locus amoenus del huerto plantado por su mano], conjura los peligros de los ambiciosos que surcan el mar y vive frugalmente […]” (Picón García, 2005: 280-82).

[62] 11. Romance espiritual: sobre sentimientos de amor y ausencia.

[63] Representan estas bestias para Luisa el pecado, tal y como ella misma señala en sus escritos biográficos: “me hubiera de tragar allí viva, cuerpo y alma, una horribilísima serpiente” y “Venía a hallar, con un notable aborrecimiento y detestación, cuanto tocase a pecado mortal. Y causábame tan horrible temor, como si, en haciendo cosa que yo tuviera por tal o dudara si lo era, me hubiera de tragar un león” (Teijeiro Fuentes, 2011: 16). Véase Carvajal y Mendoza (1966: 161 y 186-87).

[64] 21. Liras espirituales de Silva: a Cristo Nuestro Señor.

[65] 22. Romance espiritual de Silva: refiere el esfuerzo con que un alma…

[66] 1. Redondillas espirituales de Silva: al buen empleo de su amor y frutos que de él sintió

Nov 062014
 

Rafael Luis Carballo López.

  

INTRODUCCIÓN. 

             Al abordar, en el marco de estos coloquios, la historia de la educación en Extremadura, varias ideas nos llevan a centrar el tema. Por un lado, el personaje al que esta edición se dedica el coloquio, Luisa de Carvajal y Mendoza[1], entre otras causas, se significó por su lucha contra la iglesia protestante en tierras británicas. Su personalidad nos llega a través de un conjunto de epístolas, redactadas por ella misma, en las que igualmente podemos admirar su calidad literaria. Por otro lado, varios siglos después de su existencia, entre finales del XIX y comienzos del XX, en un pueblo de su misma comarca, se instalaría una iglesia protestante que llevaría anexa una escuela. Dos comunidades -Católicos y Evangelistas- tuvieron que convivir, tuvieron que llegar a entenderse a pesar de los muchos pesares que entre ellos se atribuían. Si la vida de Luisa de Carvajal la podemos analizar por sus cartas, los avatares de esta Misión evangélica nos han llegado, en gran parte, a través de los escritos que, de sus protagonistas, se conservan, sobre todo, en el archivo de la Fundación Federico Fliedner.

La llegada de la escuela protestante a Ibahernando ayudó a cambiar la fisonomía cultural y el atraso de este pequeño pueblo, además de ser un garante para la permanencia del culto evangélico entre las siguientes generaciones viveñas; sin ella, sin la escuela, la Misión viveña tendría un porvenir muy limitado en el tiempo. Y así sucedió, cuando la escuela cierra definitivamente sus puertas, allá por la década de los años treinta del siglo pasado, comienza la decadencia de un culto que, aun así, de forma cada vez más minoritaria, llegaría hasta finales de los años sesenta.

GÉNESIS DEL PROTESTANTISMO EN IBAHERNANDO. 

Los orígenes del protestantismo en Ibahernando nos llevan a situarnos en los últimos años del siglo XIX cuando una familia viveña se traslada a Madrid en busca de salud para uno de sus miembros. En la capital, se hospedan en un domicilio particular y entablan buena amistad con la familia que les acoge, perteneciente a la Iglesia Evangélica Alemana fundada en España por Federico Fliedner Bertheau[2]. Terminada su estancia en la capital, y como gratitud por la hospitalidad y el trato recibido, ofrecen su casa en tierras extremeñas, invitación que es aceptada con ilusión por la familia anfitriona. La devolución de la visita, supone la llegada del germen protestante a Ibahernando y el comienzo del apostolado evangélico entre los viveños. En el pueblo, encuentran tierra fértil para su misión evangélica y ese apostolado, de biblia en mano, que ejercían esos visitantes y los colportores que venían se iban y volvían a venir, poco a poco, va dando sus frutos, surgiendo la curiosidad en los hogares y siendo, cada vez más, las familias adeptas a estas novedosa ideas religiosas que circulan por el pueblo.

Así lo narraba, años después, el Pastor Agustín Arenales Ortiz: «Hace unos veinticinco o veintisiete años, un honrado matrimonio, sin posición, sin nombre apenas, hubo de emprender un viaje a Madrid de limosna en busca de la salud quebrantada. Su permanencia en la corte durante más de un mes les ofreció la oportunidad de conocer a alguien que era evangélico, y que les llevó alguna que otra vez a los cultos de una capilla protestante. A su regreso al pueblo, contaron a unos y a otros lo que habían visto y oído, y ésta fue la primera noticia que en Ibahernando se tuvo del Evangelio de Cristo. Desde entonces y a pesar de las burlas de los fanáticos y de esa terrible oposición contra aquella pobre familia, que se vio más abandonada que antes, ya nadie pudo impedir su arraigo en el pueblo»[3].

Desde esos inicios y con el paso de los años, el pueblo se convierte en el centro comarcal del protestantismo. Aquí vienen y de aquí salen distintos predicadores que van captando prosélitos por los pueblos cercanos. Ibahernando cobra importancia para la Iglesia Evangélica Española, llegan visitas de sus dirigentes nacionales, Teodoro, Jorge y Juan Fliedner, hijos del fundador, quienes ponen en marcha una pequeña comunidad evangélica. La Iglesia Católica y las autoridades locales de la época no ven con buenos ojos todos esos movimientos e intentan frenarlos[4]; aun así, el proyecto sigue adelante y en los primeros años del siglo XX la comunidad evangélica de Ibahernando consigue los permisos gubernativos para constituirse como congregación[5].

Comienzan a hacerse notar los protestantes viveños y se originan los primeros problemas y las batallas políticas y religiosas. Problemas con las bodas, con los bautizos; problemas con los moribundos y problemas con los entierros. Batallas y denuncias entre políticos y fieles de ambos ritos; entre cura y pastor, entre alcalde y maestro. Esta sería la tónica, más o menos habitual, durante la mayor parte del tiempo, de esos largos años, que permaneció en el pueblo la comunidad evangélica; y es que, una parte de la sociedad viveña quisieran haber hecho válido el pensamiento que un día se publicaría en la Revista Cristiana: «Los ingleses o alemanes podrán ser católicos o protestantes, pero un español o un hispanoamericano no puede ser más que católico romano o ateo».[6] Algo que no se cumplió en esta pequeña población que, con los años, llegó a contar con más de doscientos fieles de culto evangélico[7].

En diciembre de 1907, Teodoro Fliedner, hijo de Federico Fliedner, pidió al Pastor Cándido Rodríguez que hiciera en su lugar un viaje a Ibahernando. Tras  pasar unos días allí Cándido Rodríguez[8] dejó escrito: «En Ibahernando di durante dos días charlas largas. Por la tarde y por la noche llegaron las familias para escuchar la Palabra de Dios y aprender nuestros himnos melodiosos y poéticos y cantar aquellos que ya conocían de otras visitas de los Pastores Teodoro y Juan Fliedner. El día 30 de diciembre por la mañana tuvimos una reunión con los hombres que se habían convertido al Evangelio después de haberse despedido de las tonterías de Roma y que habían permanecido bajo la Palabra de Dios durante muchos años. En dicha reunión me hicieron apuntar sus deseos y deberes -el documento fue firmado por 15 padres de familia -, para que se lo entregara al pastor Teodoro Fliedner y éste procurara conseguirles un pastor que les proclamara la Palabra de Dios, bautizara a sus niños y les instruyera en la fe evangélica, y ministrara la Santa Cena. (…). Cuando se lo comenté al pastor Teodoro Fliedner en Madrid me dijo que no tenía a nadie para atender la provincia de Cáceres, y me pidió si podía yo encargarme de ello. La decisión no me fue fácil, dejar Madrid y marcharme con mi familia a una región desconocida. Finalmente accedí, y el día 10 de abril partí, acompañado por el Pastor Fliedner, y llegué aquí el día 11. (…)»[9].

Con la llegada de un pastor estable se daría el lanzamiento a la ejecución de todo el proyecto de la Misión Evangélica de Ibahernando; en la cual, el fomento de la cultura, con su escuela «El Porvenir», tendría el pilar fundamental para garantizar su futuro.

COLEGIO «EL PORVENIR»; NACIMIENTO Y DESARROLLO. 

La enseñanza ocupa un papel fundamental y relevante en las actividades del pueblo evangélico. Prácticamente en todos los lugares, cuando una iglesia protestante se abría, ésta llevaba anexa una escuela.

La Biblia fue el motivo por el que surge la «Pedagogía de la Reforma». El hombre se hace responsable de su fe, siendo la Biblia el centro de toda regla espiritual para su vida. Por ello, era necesario que todos pudieran leer la Biblia, buscando dirección en su fe por su razón personal. Esto conllevó la necesidad de una educación para todos, sin distinción de edad, raza, clase social o sexo. A pesar de ese objetivo religioso, propio de la institución evangélica, no fue nada despreciable el esfuerzo que esta pequeña escuela prestó al pueblo cuando la educación necesitaba de cualquier ayuda para poder erradicar el analfabetismo, casi endémico, de la época, no sólo en Ibahernando, sino en todo nuestro país y por ende en toda Extremadura.

Si la educación fue una prioridad en todas las misiones evangélicas, también lo sería en la naciente Iglesia Evangélica Española de Ibahernando. Cuando llegan los protestantes el pueblo cuenta con una escuela para cada sexo[10], ubicada en espacios poco adecuados y sin apenas materiales. Así pues, no cabe la menor duda que desde aquel día que resonaron las primeras palabras evangélicas en este pequeño pueblo cacereño, aquellas irían cargadas de una finalidad pedagógica difícilmente eludible.

Según la documentación obrante en los archivos, los primeros datos fehacientes que muestran el interés y la preocupación de los protestantes por la educación evangélica de los niños y adultos de Ibahernando, se hace constar desde las primeras reuniones celebradas por la Congregación Evangélica. Este explícito interés por la educación, quedaría reflejado en el acta de la citada reunión de fecha 30 de diciembre de 1907: «Los infrascritos, miembros de la Congregación Evangélica de Ibahernando, se reúnen en nombre de sus hermanos en Cristo que en dicha localidad adoran al Señor en espíritu y verdad, para exponer los subsiguientes deseos y pretensiones ante el firmante de la presente Pastor de la Iglesia de Jesús en Madrid. Declaran estar constituidos actualmente en congregación evangélica autorizada gubernamentalmente para celebrar reuniones públicas dedicadas al culto divino. El propósito de todos los miembros de la mencionada congregación es el levantar, con los esfuerzos propios y con el auxilio que les presten los hermanos de fuera, ya sea de Madrid o del extranjero, un edificio suficientemente grande con capilla para los cultos, con local para escuela y vivienda para el Pastor y su familia. Pero como la obra supradicha no es factible en plazo breve, por no disponer de antemano de los medios materiales indispensables para el caso, desean arrendar un local para que entretanto sirva para los fines antedichos de culto, escuela y morada del ministro del Señor, con el fin de que no vuelva atrás la obra ya hecha en este pueblo, antes bien, prospere en él y en los pueblos de las inmediaciones, a los cuales se ha de extender la acción del Pastor, que en ésta como centro haya de residir. Manifiestan además, que urge el emprender algo decisivo para aprovechar la ocasión propicia, en que el estado de ánimo de las almas de esta localidad se manifiesta en un anhelar vivo y constante por poseer un Pastor que vele por sus intereses religiosos y educativos de un número bastante considerable de vecinos que públicamente se han afiliado a la Religión Evangélica y de otros que esperan el que sus deseos de que venga a este pueblo persona idónea para el servicio de la Palabra y de los Sacramentos, sean satisfechos, para afiliarse también públicamente a la doctrina enseñada por nuestro Divino Redentor. Exponen así mismo que, habiéndose reunido en junta el día 26 de los corrientes, los miembros caracterizados de la congregación, acordaron para el caso de la mencionada Iglesia de Jesús, tome resueltamente a su cargo el sostén de la congregación de Ibahernando, que habrán de correr de cuenta de los miembros de esta última, los gastos de arriendo del local y los del material de escuela y culto, debiendo ser de cuenta de la Iglesia de Jesús, o de las sociedades de que esta dependa, la subvención del Pastor, pudiendo para ello disponer la Iglesia de Jesús de las cuotas que cada alumno pague en la escuela diaria, que podrá fijarse por lo pronto en 0,25 pesetas al mes por cada niño, y las cuotas de los alumnos de la escuela de noche, que podrá ser de 1,00 pesetas por discípulo por cada mes de los tres que cada año tiene la duración estas escuelas nocturnas.

Firmado: D. Cándido Rodríguez Gil (…)»[11].

              Cuatro meses después, otro documento obrante en los archivos nos lleva al día siguiente de la oficial sesión inaugural de esta iglesia local[12]. Ese día, 12 de abril de 1908, según quedó recogido en el acta de la sesión que firma el ya pastor de esa iglesia local Cándido Rodríguez Gil, se acuerda, en una reunión que mantienen los miembros de la naciente iglesia, comprar un terreno donde, además del local de la iglesia y casa del pastor, se construiría unas dependencias para establecer un colegio elemental.

Mientras se ponían las bases de la futura escuela, se redactaba el proyecto, se pedían y se concedían los permisos y llegaba un maestro titulado que se hiciera cargo, el pastor, Cándido Rodríguez, estableció una escuela nocturna de adultos durante los meses de invierno; al mismo tiempo, tanto él como su esposa Emilia Killius Zimmerman[13], impartían algunas clases, ni oficiales ni regladas, a niños y niñas hijos de las familias inscritas. Toda esta actividad se realizaba en una casa alquilada para el culto y dichos fines, mientras se compraban los terrenos y se edificaba el complejo de la Misión.

No es hasta el 29 de enero de 1909, casi un año después de la fundación de la iglesia local evangélica y de la llegada de su pastor, cuando encontramos en los archivos un nuevo documento. En esta ocasión, el texto lleva la firma de Francisco Jarrín Moro, obispo de la Diócesis de Plasencia; va dirigido a los fieles de Ibahernando, mandando dar lectura de la epístola, para su conocimiento, en la misa dominical. En su escrito, el obispo, exhorta a los fieles locales para que se abstengan de llevar a sus hijos a la escuela protestante que tratan de establecer en ese «católico pueblo» pues será para ellos «escuela de perdición»:

              «Obispado de Plasencia, a 29 de enero de 1909. Amadísimos hijos: Ha llegado a nuestra noticia, que tratan de establecer en ese católico pueblo una escuela protestante, y es nuestro deber llamaros la atención para que no enviéis a vuestros hijos a esa escuela, que será para ellos escuela de perdición y para vosotros de gran responsabilidad ante Dios, que os ha de pedir cuenta de la educación que deis a vuestros queridos hijos. No hay más que una religión verdadera, la fundada por N.S. Jesucristo y fuera de ella nadie se puede salvar. Por ello, es preciso pertenecer a la Iglesia fundada por El. Vosotros por la gracia divina sois miembros de esa Iglesia y os salvareis; pero si vuestros hijos se salen de esa Iglesia son apostatas; son como los soldados desertores, que se pasan al campo enemigo, cometiendo un delito que con severas penas castiga el código militar, y ¿Cuánto más castigará Dios a los que abandonan su fe?. Los protestantes son apostatas por que en otro tiempo se separaron de la verdadera iglesia, que es la fundada por Jesucristo. El protestantismo tuvo por fundador a un hombre vicioso y soberbio, y ningún hombre puede fundar una religión divina, sino únicamente una secta, llena de errores y engaños. Los llamados pastores protestantes no son enviados de Dios, como los sacerdotes de la Iglesia Católica a los que dijo Jesucristo «Id y enseñad a todas las gentes, bautizadlas en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El que creyere se salvará, el que no creyere se condenará». «El que a vosotros oye a mi me oye, el que a vosotros desprecia, a mi me desprecia». Por tanto, amadísimos hijos, seguid las enseñanzas de vuestro sacerdote que son las únicas verdaderas, las que salvaron a vuestros mayores, las que habéis escuchado de labios de vuestras madres, las que hicieron felices a este pueblo. Es un deber grandísimo vuestro educar a vuestros hijos en la verdadera religión y de ello tenéis que dar estrecha cuenta a Dios, los criais para el cielo y, si los enviáis a la escuela protestante, los ponéis a sabiendas en el camino del infierno. Y ¿Llegará vuestra temeridad hasta el punto de permitir que vuestros hijos se condenen por toda una eternidad?. Si queréis para vosotros la gloria, ¿Habéis de querer para ellos el infierno? ¿No aspiráis vosotros a ser felices y a que lo sean también vuestros hijos?. Menester es, pues que los enviéis a la escuela católica y a la Iglesia Católica, para que reciban la enseñanza de labios del sacerdote católico. Además, andando el tiempo, si enviáis a vuestros hijos a la escuela protestante, sucederá que el pueblo se dividirá en católicos y protestantes; la diferencia de religión en un pueblo por pequeño que sea será causa continua de discordia en casa, en la calle, en las reuniones, en la celebración de matrimonios y en otras muchas cosas, y los males, que con esto sobrevendrán, serán innumerables. Así pues, os pido por las entrañas de N.S.J.S., mis hijos muy amados, os pido también por la salud de vuestras almas y por la de esos mismos hijos a quienes tanto amáis, que no haya ninguno que se matricule en esa escuela, para que la ira de Dios y el desprecio de los hombres no caiga sobre ese pueblo y en él reine la paz y N.S.J.S. Dichosos vosotros si así lo hacéis. El Señor os bendecirá en esta vida y os dará después la gloria eterna, como ardientemente desea vuestro prelado que os bendice. Francisco, Obispo de Plasencia. A nuestros amados hijos, los fieles de Ibahernando»[14].

Por el texto intuimos que en estas fechas aun no estaba abierta la escuela aunque sí muy próximo el comienzo de su andadura, dado que ya se habría hecho público el permiso en el Boletín Oficial de Cáceres[15]. Seguramente esta publicación y el aumento de los adeptos al protestantismo en el pequeño pueblo, fue lo que hizo saltar todas las alarmas en la diócesis placentina y así, además de esta epístola, el obispo Jarrín envió inmediatamente a Ibahernando a varios sacerdotes para que frenasen este avance de los «herejes». Los sacerdotes permanecieron varios días en el pueblo y, junto con el Pastor Cándido Rodríguez, protagonizaron uno de los episodios históricos más recordados por los viveños»[16].

La escuela elemental de Ibahernando fue, ya desde antes de su apertura, un centro polémico, sometido a los avatares políticos de la época y a las presiones religiosas de la Iglesia de Roma; lo cual le hizo estar en el candelero de la prensa nacional desde sus inicios. Su desarrollo, con altibajos, estuvo totalmente condicionado a las distintas etapas políticas que vivió España en las primeras décadas del siglo XX.

A pesar de la oposición y lucha contra su apertura que parte de la sociedad civil, ciertas autoridades políticas y sobre todo el clero católico realizó, la escuela, obtuvo las licencias oficiales y fue abierta. A ello se refería de esta forma Miguel de Unamuno: «De las cosas de la escuela protestante de Ibahernando, podría yo con autoridad para ello, decir bastante, y, entre otras cosas, que siendo el Sr. Rodríguez San Pedro ministro de Instrucción Pública, y yo rector de la Universidad de Salamanca, no pudo el obispo de Plasencia impedir que fuese autorizada su apertura, y que se abriese en España»[17].

Sin embargo, las luchas del clero, tanto del párroco local, como del obispo Jarrín y su secretario[18], tuvieron momentos en las que fructificaron y así, después de conseguir los permisos para su apertura y comenzar a impartir sus clases, el colegio de Ibahernando padeció un hostigamiento especial que le llevó a sufrir por la oposición y vejaciones de dichos clericales católicos una serie de cancelaciones y reaperturas que situaban a Ibahernando en el punto de mira de la prensa española[19].

La Revista Cristiana recogía una de las primeras reaperturas de la escuela: «(…) Recibimos la grata noticia de haberse abierto nuevamente la escuela que, como ya saben nuestros lectores, estaba clausurada merced a rastreros manejos de los clericales. Y por cierto que ha ocurrido un feliz incidente en esta reapertura. El mismo día que se recibía del rectorado la resolución favorable a la apertura, llegaba a Ibahernando el obispo de Plasencia, que al enterarse de que la escuela se abría nuevamente, se irritó en gran manera, redactando algo así como un mensaje de protesta, no sabemos para quien, en cuyo mensaje se pide, -no asustarse…-, la expulsión del pueblo del pastor evangélico; este documento recomendó el obispo fuese firmado por el mayor número posible de vecinos. Sin duda, el reverendo prelado o ha perdido el sentido con el disgusto o no ha pasado sus ojos por la Constitución al proceder de esta suerte»[20].

Probablemente fuese a estos hecho a los que, en un escrito aparecido en prensa, se refiriese Agustín Arenales: «Los clericales no han dejado piedra por mover para conseguir de las autoridades a cada paso y bajo cualquier pretexto, el cierre de la capilla y colegio y destierro del Pastor (…). De la manera más miserable y vergonzosa engañando a incautos vecinos del pueblo, diciéndoles que había que ir a Trujillo a pedir un ferrocarril que pasara por Ibahernando y que prestasen su firma en blanco, cuando en realidad lo que pidieron en aquel ignomioso papel era la expatriación del Pastor protestante, si no procedía un juicio sumarísimo y condenatorio. Consiguieron cerrar las escuelas y llevaron el odio hasta los extremos más inverosímiles»[21].

Otra de las varias cancelaciones que sufrió la escuela, tal vez la que mayor repercusión tuvo a nivel nacional, fue comunicada con fecha de febrero de 1910 por el alcalde de Trujillo, Luis Pérez-Aloe Mediavilla, quien remitió una orden al alcalde de Ibahernando para que «la escuela laica que en esa localidad tienen los protestantes» fuera clausurada. Esta orden le había sido remitida por el Señor Mariano Martínez del Rincón, Gobernador Civil de la provincia[22]. El cierre sería muy temporal, pues, en una semana ya estaría nuevamente abierta[23] por orden del Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Álvaro de Figueroa Torres, Conde de Romanones: «El colegio de Ibahernando se volvió a abrir ocho días después de su clausura, por el ministro de Educación, y las vejaciones de los clericales fueron rechazadas»[24].

Así exponía la noticia el diario La Región Extremeña:      «Orden anulada: El ministro de Instrucción Pública ha dejado sin efecto la orden del alcalde[25] de Ibahernando, que no firmó el gobernador civil de Cáceres, sobre cierre de una escuela evangélica. Los ministeriales dicen que aquella resolución del ministro demuestra que éste quiere ser fiel cumplidor de la ley, puesto que apenas se enteró el Conde de Romanones de que la escuela de Ibahernando reunía condiciones legales e higiénicas, anuló la orden del alcalde y dispuso, en su consecuencia, la reapertura de dicho establecimiento de enseñanza. Hay quien cree, sin embargo, que el ministro se ha apresurado a dictar su resolución por evitar que surjan reclamaciones diplomáticas»[26].

La prensa nacional recogió también la noticia de la reapertura:

              «El conde de Romanones ha ordenado telegráficamente se habrá la escuela evangélica de Ibahernando -Cáceres-, clausurada ilegalmente por el alcalde de aquel pueblo»[27].

              «El Ministro ha telegrafiado al Gobernador de Cáceres para que inmediatamente ordene la reapertura de la Escuela evangélica que funcionaba en Ibahernando, y que fue clausurada por los conservadores sin intervención de las autoridades académicas»[28].

Teodoro Fliedner Brown narraba como vivió personalmente este episodio: «El sábado por la tarde estaba tranquilamente en mi despacho cuando entró mi esposa y me dijo: «Acaba de venir Manuela -la futura esposa del pastor Rodríguez- para decirme que la escuela en Ibahernando se ha clausurado otra vez». Al momento miré el libro de horarios de los trenes y me fui esa misma noche con el tren nocturno. En la capital de provincia visité a un amigo que me dijo que al parecer el Pastor Rodríguez se había metido en líos de política local y que puede tener malas consecuencias. Cuando llegué a Ibahernando y nos saludamos, don Cándido Rodríguez. me enseñó la notificación del gobernador civil a raíz de la cual el colegio había sido clausurado, y -dijo- eran todo mentiras y enredos. Nuestro pastor había sido denunciado por elementos enemistosos del pueblo y la Administración Provincial se había inventado el escrito sin contar con la Administración de Educación, y el gobernador, un hombre poco entendido, lo había firmado, al parecer para hacer un favor al obispo. También se acusaba a nuestro pastor de intrigas políticas. Antes de poderle preguntar por ello, me dijo «¡Menos mal que no me he metido en política para nada!». En el camino a Madrid, me paré en Cáceres para mandar telegramas sobre lo ocurrido a los periódicos influyentes, y el lunes por la mañana ya lo pude leer en El Imparcial en Madrid. Un buen amigo de mi padre, que tiene una posición de influencia y cuya madre tenía mucha amistad con nuestra Obra, me prometió hablar personalmente con el Ministro de Educación y me dio una recomendación para el presidente del Gobierno. Yo no salí del traje de gala en toda la semana, pues tuve que escribir informes, hacer visitas, buscar recomendaciones, pero el resultado fue que el Ministro de Educación, el Conde de Romanones, una vez, que yo le había expuesto la situación con todo detalle, me dijo el viernes por la tarde: «Mañana se vuelve a abrir el colegio». El gobernador fue encargado de ello por telegrama y, cuando las vejaciones continuaron a pesar de todo, el presidente del Gobierno movilizó a la gente»[29].

Nuevamente la polémica está servida y la prensa nacional se hace eco y opinión de estos sucesos que acaecían en la escuela de Ibahernando. El diario El Siglo Futuro, el día 16 de marzo de 1910 lo recogía en estos términos: «De Ibahernando hemos recibido una carta en la que se nos pone en antecedentes acerca de lo ocurrido en el asunto del cierre de las escuelas protestantes que contra toda ley y saltando la Constitución, funciona en aquel pueblo. Lo ocurrido, dicho en dos palabras, es que el pueblo entero protesta de que la ley se vulnere, de que se tolere la existencia de una escuela que no tiene condición legal de ningún género, y de que esté al frente de ella un protestante que se ríe de todas las autoridades locales y provinciales gracias al concepto que del respeto a la ley y de la libertad tiene el Conde de Romanones, que por lo visto está en el Ministerio de Instrucción Pública para poner en ridículo a las autoridades que de él dependan y para hacerse acreedor con toda justicia a las antipatías de los ciudadanos, que no consienten que un ministro tenga bula especial para hacer lo que le dé la gana, pasando por encima de las leyes, ante las cuales los ministros y los ciudadanos somos perfectamente iguales, al decir de los que las promulgan. La escuela de Ibahernando no la cerró el alcalde de aquel pueblo; la cerraron la Junta de Instrucción Pública y el gobernador liberal de Cáceres, Sr. Martínez del Rincón, apoyándose en razones legales; y si hoy está abierta es contra la ley, contra la voluntad del pueblo de Ibahernando, cuyo alcalde ha protestado ante el ministro, y sólo a gusto de tres o cuatro radicales, con quienes hace causa común el consejero de la Corona que rige, por desgracia, los destinos de la enseñanza»[30].

La prensa también recogía el pensamiento del fundador del PSOE Pablo Iglesias[31] sobre el cierre de esta escuela viveña: «¿Por qué se ha cerrado el colegio evangélico o protestante de Ibahernando -Cáceres-? (…) Pues sencillamente porque pesa más en el gobierno la influencia de la gente beata que las varias manifestaciones realizadas por la parte más sana del país»[32].

Cerrar el colegio por la administración y luchar por abrirlo, otra vez, por los evangélicos, fue la tónica habitual, no sólo en Ibahernando, sino en algunas otras escuelas evangélicas, algo en lo que se «especializó» Teodoro Fliedner y así lo expresaba años después: «En los últimos años he sido especialista en reabrir colegios evangélicos clausurados. Mi primer éxito fue la reapertura del colegio en Ibahernando en 1910. Los dos siguientes casos ocurrieron a comienzos de 1924, tres meses después de la instalación de la dictadura, nuevamente en Ibahernando y en Escóznar. Un cuarto caso es el de Miajadas, y los dos casos recientes de reaperturas de colegios ocurrieron el año pasado, poco antes de la caída de la dictadura (…)»[33].

A un problema, le sucedía otro, pero la misión evangélica, que desde su constitución se había propuesto adquirir unos terrenos para sus locales iba, poco a poco, solventando situaciones conflictivas y alcanzando sus propósitos; para ello, compraron varias casas en ruinas situadas entre las calle de La Estrella y la calle Gonzala, casas que fueron derribadas para levantar los locales de la Misión[34].

Mientras se terminaban las obras de estos locales, tanto el culto como las clases se impartían en una vivienda arrendada por la congregación. El colegio evangélico de Ibahernando fue funcionando con cierta normalidad aparente. Allí se impartían clases a los hijos de las familias protestantes que, en número creciente, acudían a los cultos, a la escuela dominical, a las clases nocturnas de adultos y al colegio.

En abril de 1910, hay matriculados unos 22 niños, los mismos que asisten a la escuela dominical: «(…) Escuela dominical: Asisten a ésta por ahora sólo 22 niños, es decir, los que se inscribieron en su tiempo para la escuela diaria, los cuales están obligados a asistir a la escuela dominical, salvo razones atendibles que aleguen los padres (…)»[35].

Casi un año después, en marzo de 1911, son ya 41 niños y 18 niñas de las 29 familias inscritas en la congregación: «Las escuelas, instaladas también en la planta baja de la casa pastoral, con muy buen material de enseñanza, están bajo la dirección del profesor Don Catalino Díaz, y se ven siempre con un número muy crecido de alumnos de ambos sexos. En este mes de marzo hay matriculadas 18 niñas y 41 niños (…)»[36].

Con las obras terminadas, en julio de 1911 el pastor Cándido Rodríguez Gil solicita en el ayuntamiento el alta de una casa construida en la calle de La Estrella. Esta casa, alberga un templo sencillo con fácil acceso; viviendas para el pastor, maestro y un aula para las clases del colegio; además de corral para el recreo de los niños. Al centro educativo se le puso por nombre «El Porvenir»[37].

La Misión Evangélica de Ibahernando nunca fue obra fácil. La posición de ambas comunidades, católicos y protestantes, era muy rígida y, poco a poco, fue creciendo la tensión y la hostilidad, surgiendo continuos disturbios que enfrentaban a los partidarios con los detractores del proyecto de evangelización alemán.

              «En una reunión en Ibahernando, que según yo me había asegurado con el gobernador civil era totalmente legal, entró el alcalde del pueblo con un grupo de fanáticos para estorbarla. Nosotros no estábamos dispuestos a dejarnos interrumpir, y continuamos con la reunión. Pero el alcalde y su gente nos quisieron echar del local a la fuerza, y finalmente consiguieron disolver la reunión. Al ver que nuestra resistencia no serviría para nada, poco a poco se fueron todos. El alcalde, furioso, mandó a don Cándido Rodríguez, y a mí que fuéramos al Ayuntamiento. Declararon muchos habitantes en contra de nosotros, pero al final pudimos salir a la plaza. Al fondo vi a unos hombres vestidos de negro con el rostro decidido. Les hice señas para tranquilizarlos, diciéndoles que al final iba a ganar la justicia y que todo iba a salir bien. A la mañana siguiente me enteré que se habían ido de la reunión y se habían armado para defendernos. Una señora me dijo la mañana siguiente que por mis esfuerzos se había podido evitar que se derramara sangre. En casa del colportor nos esperaban todas las mujeres, y fuimos allí . Cuando entramos por la puerta nos recibió el canto con el que habíamos empezado también la reunión. «Nos veremos en el río, cuyas aguas argentinas, cuyas ondas cristalinas nacen del Edén de Dios». Pocas veces me emocionó un himno de tal manera. Me dio pie para leer el texto correspondiente del Apocalipsis, decir unas palabras al respecto y terminar con una oración que naturalmente, incluía también a nuestros enemigos que sin saberlo nos trataban tan mal. Pero teníamos que pasar todavía cosas peores. El alcalde me denunció a mí, a don Cándido y a dos habitantes de Santa Amalia por resistencia contra el Gobierno, y a pesar de que mi abogado había demostrado que la infracción de la ley había sido por parte del alcalde, que había disuelto la reunión que se celebraba con el permiso oficial, el juicio sigue su curso. El juez, del que se dice que bebe de dos a tres litros de aguardiente al día, está destituido pero mientras dura el juicio no puedo abandonar el suelo español ya que esto sí se interpretaría como resistencia contra el Gobierno. De este modo no pude realizar el viaje anual previsto para estas fechas, para buscar fondos de colectas»[38].

Durante sus años de existencia, la escuela, pasó por distintas etapas estando condicionado su devenir a la situación política que se vivía en España. Las distintas políticas más o menos restrictivas en materia religiosa y la libertad, o no, de enseñanza favorecían o perjudicaban la posibilidad de impartir clases en «El Porvenir».

Se vivieron momentos de convivencia tranquila que impulsaron el auge de la escuela y también quedaron reflejados en escritos: «(…) Notase en el pueblo todo un movimiento muy acentuado de aproximación hacia los antes tan odiados y perseguidos protestantes. (…) Las autoridades se muestran hasta deferentes con el Pastor y el profesor evangélico, y no sólo respetan y hacen respetar nuestros derechos, sino que nos facilitan toda suerte de medios legales para el ejercicio de los mismos. El actual señor alcalde[39], que tiene un hijo y un sobrino en nuestro colegio, merece un sincero elogio de todos los evangélicos de Ibahernando por su constante benevolencia en su favor, demostrada en todos los casos (…)»[40].

La iglesia católica, máximo opositor de la misión, no bajó la guardia y no cesó nunca en sus pretensiones de cerrar el colegio. Las gestiones y visitas de clérigos fueron constantes. En octubre de 1912 nuevamente aparece, en la que sería su última visita pastoral, el Obispo Jarrín quien fallecería[41] pocos días después en Ibahernando.

Casi cuatro años después de estos sucesos, el acta de la reunión celebrada el 28 de octubre de 1916, recoge el interés del nuevo Pastor evangélico, director de toda la Misión, por saber cuántos niños pertenecen a la congregación; probablemente, esto sería para corroborar si coincide con el número de los que asisten a las clases: «(…) Deseando el Pastor saber de una manera efectiva cuantos son los niños que pertenecen a esta congregación fueron encargados de hacer una lista de los niños evangélicos, D. Catalino Díaz y Dª Adela Fernández»[42]. Además se presenta una propuesta de mejora de los locales que beneficiaría a la escuela: «(…) El pastor presentó un proyecto de puertas divisorias de escuela y capilla. El proyecto gustó mucho y se acordó que se comenzase el trabajo lo antes posible, como también que la señora recaudadora se encargase de recoger los donativos que para esta obra den los miembros de la congregación»[43].

Pero los momentos de tensión regresarían y, en 1924, durante la dictadura de Primo de Rivera, la escuela sería nuevamente cerrada por otro breve espacio de tiempo.

El 1 de marzo de 1930, en una circular a los prelados, el nuncio Federico Tedeschini, pidió datos exactos y detallados sobre las confesiones protestantes en sus diócesis[44]. Con los datos que obtuvo, elaboró un informe relativo al Protestantismo en España[45] que, con fecha 6 de febrero de 1931, Tedeschini, envió a la Secretaría de Estado Vaticano. En dicho documento, de 115 folios mecanografiados, se incluye el informe del obispo de Plasencia[46], Justo Rivas Fernández, fechado el 3 de abril de 1930. Este informe decía así:

«Diócesis de Plasencia:

  • Protestantes: Hay desde principios de siglo de quince a treinta en Ibahernando, todos españoles.
  • Pastores: Hay uno en Ibahernando, luterano, y otro en Santa Amalia, que no se sabe a qué secta pertenezca. Aquél de Ibahernando fue condenado a la cárcel por el tribunal de Cáceres tras denuncia del párroco por vilipendio del culto católico.
  • Capillas. Hay una en Ibahernando, nominal porque allí no se celebran cultos. No consta que haya en Santa Amalia ni que se celebren cultos.
  • Escuelas. En Ibahernando hay una, que cesó por falta de alumnos. En Santa Amalia no hay.
  • Asociaciones y fundaciones. No existen.
  • Propaganda. En Ibahernando emplean la «Hoja Evangélica». Nada se sabe de Santa Amalia.
  • Conducta de las Autoridades. Aquéllas del Directorio favorecen a los protestantes de Ibahernando. Las actuales no se sabe, en Santa Amalia son favorables.

El Obispo considera que no es necesario tomar medidas porque se nota que van en disminución».

Según este informe del titular de la diócesis placentina, la escuela de Ibahernando ya no funcionaba por estas fechas y añade el informe que el culto tampoco. A raíz del fallecimiento en 1930 del pastor y maestro Isaac Vega es cierto que la actividad de los protestantes no fue continua; se hizo cargo, como interino, el pastor de Santa Amalia; los pastores iban y venían, y esto paralizó un tiempo toda la misión evangélica hasta la llegada, en 1932, en plena república, del nuevo Pastor Carlos Liñán. Sin embargo, la escuela ya no funcionó como antes. Su cierre, dato que extraemos del informe diocesano y que damos por fidedigno, estaría motivado por la escasez de recursos de la iglesia evangélica[47]  para poner un maestro al frente de ella; a esto se une que, a pesar de lo que dice el informe citado, durante los años de la dictadura de Primo las cosas no fueron fáciles para la Misión, tampoco para el sacerdote católico; las denuncias continuaron[48],  los protestantes no estaban bien vistos y esto hizo que muchos fieles evangélicos adjuraran[49],  traspasando su fe a las filas católicas[50]; a  todo ello se añade que  la administración estableció nuevas escuelas públicas en dicha localidad y con ello el colegio evangélico vio mermado su número de alumnos; estos fueron, por tanto, los detonantes que provocaron el cierre de la escuela.

Incluso sin escuela, durante los años de la Segunda República, el pastor organizó actividades paralelas al culto donde la infancia y juventud viveña tenían alto protagonismo, como sucedió en la fiesta del aniversario de la república[51].

Con la llegada de la guerra civil, el Pastor, Carlos Liñán, abandona el pueblo y la Casa-Misión es precintada. Si el interés por reabrir la escuela seguía vivo, el comienzo de la guerra pondría el broche definitivo a la posibilidad de una nueva etapa del colegio evangélico viveño. Finalizada la guerra, a comienzos de la década de los cuarenta se inicia el lento periodo de reconstrucción de la iglesia, Carlos Liñán regresa a Ibahernando y obtiene los permisos para reabrir, sin signos externos, la iglesia al culto[52]. Sin embargo, por múltiples factores -continúa la escasez de recursos para poner al frente de ella a un maestro, mayor oferta de enseñanza pública, menor número de adeptos…-, la escuela no es abierta nuevamente. Las posibilidades de su apertura se apagan definitivamente con el comienzo de la dictadura franquista y la promulgación del decreto sobre enseñanza. Elfriede Fliedner lo cuenta así en su diario: «El 17 de abril de 1939 se promulga un decreto para el cierre de los colegios. A partir de ese momento nuestros colegios fueron clausurados. Casi todas las iglesias evangélicas extendidas por toda España disponían de una escuela, donde el pastor era muchas veces también el maestro. Todo esto desapareció a partir de este decreto. Empezaba una época oscura»[53].

En 1945 cuando, con la dictadura de Franco, ya es imposible reabrir el colegio, la comunidad evangélica con su pastor al frente, Carlos Liñán, deciden, como medio para aumentar sus recursos, alquilar el local de la antigua escuela situado delante de la capilla, a Joaquín Peña conocido como «El tío quincelibras»[54],  quien pondría allí su negocio de carpintería que perduró hasta 1969 fecha en la cual se jubila y se traslada con su familia a Madrid[55].

ENSEÑANZAS Y ORGANIZACIÓN DEL COLEGIO «EL PORVENIR» DE IBAHERNANDO.

Aprender a leer y a escribir era la única fórmula para acceder directamente a los textos bíblicos sin intermediarios ni exégetas. Cada colegio tenía su propio carácter, su enfoque idiosincrásico, que dependía de quienes los formaban y de cuales fuesen las necesidades más acuciantes.

La familia Fliedner, aplicaba en sus colegios criterios pedagógicos avanzados para el sistema educativo español de entonces; modelos importados de las escuelas alemanas e ideas de pedagogos como Pestalozzi; pero también, sus métodos estuvieron muy marcado por la estrecha relación que mantenían con el Movimiento de Renovación Pedagógica, representado por la Institución Libre de Enseñanza; abogando por la supresión del axioma de que «la letra con sangre entra» y favoreciendo una enseñanza plural y mixta.

Además de los programas regulares y de la escuela dominical, de obligada asistencia para los niños del colegio, en la cual se instruía en lo básico de la fe cristiana; la escuela evangélica de Ibahernando impartía clases vespertinas para adultos, labor esencial debido a la elevada proporción de analfabetismo de aquella época; y no sólo esto, cuando los niños finalizaban las enseñanzas en la escuela elemental, la misión evangélica, ponía a disposición de los que querían continuar sus estudios una beca en su centro de Madrid, al cual llegaron algunas niñas y niños viveños.

Tal vez por su metodología, tal vez por el tipo de actividades que desarrollaban, la escuela, de humildes pupitres de madera envejecidos y carteles con citas evangélicas, atraía a muchas familias del pueblo; así lo corroboró y dejo escrito el pastor Agustín Arenales[56] cuando pasó una temporada sustituyendo a Cándido Rodríguez, mientras éste realizaba unos cursos en Madrid: «(…) El pueblo sabe de sobra dónde se enseña y se aprende, e irá pese al cura y a todos sus adláteres, engrosando las filas escolares evangélicas. Todos los domingos se celebra la escuela dominical para niños con lectura y explicación de algún pasaje bíblico y cánticos adecuados. La asistencia media a este acto se calcula en cuarenta niños que asisten con mucho gozo y atención, y leen con interés las hojas dominicales de Amigos de la Infancia. Tienen además establecido los niños de la Escuela Dominical una Caja de Ahorros, que se nutre con las cantidades que todos los domingos, al terminar la reunión dan y que oscila entre cinco y veinticinco céntimos, llegando hoy por este sencillísimo medio a tener en la Cooperativa de la Sociedad antes mencionada una suma de más de cien pesetas, que rentan el cinco por ciento anual. Este es un ardid muy bueno para sostener la asistencia a la escuela dominical, y sirve además para acostumbrar a los pequeñuelos a practicar la virtud del ahorro. A más de los exámenes públicos que se celebran en el mes de julio con la recitación de poesías y canticos, hay en las fiestas de navidad y año nuevo una hermosa fiesta infantil, que hace la felicidad de los jovencitos con los aplausos y regalos con que se les obsequia por su buen comportamiento y entusiasma al vecindario. En este año último estas fiestas constituyeron un verdadero acontecimiento que ha ocasionado la saludable reacción que hoy se advierte en nuestras escuelas. Entonces, al ver los progresos que aquellos pequeñuelos demostraban con la declamación de poesías y diálogos, al contemplar aquella fiesta de notas tan simpáticas y reveladoras de una evidente cultura y moralidad, la inmensa muchedumbre que en aquellas dos noches memorables de navidad y año nuevo llenaba todo el amplio local destinado a capilla y escuelas donde se celebró, prorrumpió en vítores y aclamaciones, que repetidas después en las calles y en el seno de muchos hogares, repercutieron por todas partes y crearon un ambiente de simpatía que poco a poco se tradujo en el considerable aumento y prosperidad en el que hoy se ve nuestro colegio (…)»[57].

Previo a su autorización y puesta en funcionamiento, el colegio presentó, ante la administración, una serie de documentación entre la que se exigía: plano del local y patio de recreo, título oficial del maestro que allí fuera a ejercer, horario de las clases, plan de enseñanza[58], y reglamento por el que se dirigiría.

 

Reglamento[59] por el que se ha de dirigir el Colegio de Primera Enseñanza «El Porvenir» de Ibahernando -Cáceres-

 

  • El colegio se distinguirá con el nombre «El Porvenir»
  • Su objeto es difundir la instrucción primaria sobre la base de una educación moral absolutamente evangélica.
  • El local para la enseñanza está situado en la calle de La Estrella, domicilio de Don Cándido Rodríguez Gil en Ibahernando.
  • Serán admitidos a la clases de día los niños de cinco a catorce años cumplidos y a las nocturnas, las personas mayores de catorce años.
  • Las clases de día durarán de nueve a doce de la mañana y de dos a cuatro de la tarde. Las clases nocturnas empezaran a las siete y media y terminarán a las nueve de la noche.
  • Las materias objeto de estudio son: Religión, Lección de cosas, Lectura, Escritura, Aritmética, Gramática castellana, Geografía, Historia de España, Canto, Gimnasia y Labores.
  • Las clases se repartirán en tres secciones[60] en la siguiente forma:           – A la segunda sección, las asignaturas anteriores ampliadas y además, nociones de Castellano y Geografía.
    1.           – A la tercera sección, las asignaturas ya mencionadas e Historia de España. Las niñas tendrán labores todas las tardes.
    2.           – A la primera sección se enseñarán tan sólo nociones de Religión, Lección de cosas, Lectura, Escritura, Aritmética mental, Canto y Gimnasia.
  • Los niños abonarán en la primera sección 0,25; en la segunda sección, 0,75; y en la tercera, 1,25 pesetas mensuales.
  • La cuota de la escuela nocturna se fija en 1 peseta.
  • Una vez al mes, si el tiempo lo permite, harán excursiones con su profesor para expansionarse al aire libre con juegos propios de la niñez.
  • Se darán vacaciones a los niños en las tres épocas del año: Navidad, Semana Santa y verano. Durarán dos semanas cada una de las vacaciones de las dos primeras épocas, y seis semanas las de verano.
  1. Observaciones:

Primera: Se ruega a los padres que envíen puntualmente a sus hijos al colegio y que no les obliguen a faltar sin causa justificada.

Segunda: Se exige a los niños el más detallado aseo y limpieza de cuerpo y vestido.

Tercera: Se ruega, asimismo, a cuantos se interesen por la regeneración de las costumbres que den cuenta al director de este colegio de cuantas acciones indignas cometan los alumnos asistentes al mismo.

Dos notas importantes, primero destacar que el estudio del Nuevo Testamento fue una asignatura muy importante en esta escuela; y segundo decir que, aunque en los colegios evangélicos los niños no pagaban ninguna cuota, la familia Fliedner, creyó oportuno instaurar como algo positivo, que se cobrase una pequeña cantidad, de modo que se pudieran tener más recursos y más profesores[61].

LOS MAESTROS DE «EL PORVENIR».  

Hasta la  llegada al colegio del primer maestro, los inicios del centro estuvieron en manos interinas del Pastor Cándido Rodríguez Gil[62], quien se encargó de toda su gestación, dirigió las obras, preparó la documentación requerida para su autorización, redactó el reglamento de funcionamiento e inició las clases nocturnas de adultos; también colaboró con él su esposa, Emilia Killius, quien daría clases a las niñas de materias típicas en aquella época para este sexo.

A nivel educativo, la misión evangélica se completa con la llegada, en 1911, de un maestro evangélico, Catalino Díaz Gómez[63], que ejercerá su magisterio[64] en Ibahernando hasta 1921, fecha en la cual, muy a su pesar y por motivos económicos de la Iglesia Evangélica Española, es trasladado a Santa Amalia, haciéndose cargo del colegio protestante viveño Isaac Vega Naón quien ya desde 1916 ejercía de pastor en la localidad[65].

Ante el rechazo manifiesto de Catalino a su traslado fuera de la localidad en la que había establecido una familia, sus superiores le respondieron: «(…) Comprendo muy bien sus dudas y zozobras, pues no es cosa fácil abandonar un pueblo donde se ha vivido tanto tiempo y donde tantos intereses se han creado. También comprendo que usted no vea la utilidad del traslado, basta que lo vea yo (…), y debo decirle que el traslado no sólo es conveniente, sino que es de absoluta necesidad. Ibahernando hasta ahora no se ha tocado, pero habiéndose hecho economía en todas partes, también hay que hacerlas allí. (…) Sin duda será un sacrificio para Don Isaac tener que encargarse de la escuela, pero ante la necesidad no creo que se negara»[66].

Isaac Vega[67] se hizo cargo de la escuela desde esa fecha de 1921 hasta su fallecimiento[68] en 1930. A Vega, lo sustituyo, como pastor interino, Salvador Íñiguez Martelo[69], hasta la llegada del pastor estable Carlos Liñán Andueza[70], sin embargo éste, no asumiría el cargo de maestro evangélico que también ostentaba su predecesor ya que, la escuela, por estas fechas de 1930, habría cerrado sus puertas definitivamente; según hemos podido extraer de los documentos existentes, como el anteriormente citado de la Diócesis de Plasencia[71].

LOS MATERIALES DE LA ESCUELA. 

La escuela evangélica española procuró tener los libros de texto más adecuados, por lo que se hizo una exhaustiva criba entre los libros que ya existían en España y se escribieron otros de forma exclusiva para sus colegios. Además, se crearon unas cartillas escolares con ilustraciones muy adecuadas. El empeño de hacer nuevas cartillas para las escuelas era debido, sobre todo, a que afirmaban que: «Los libros editados por el Estado, fuese de la temática que fueran, estaban imbuidos de temas relacionados con la Iglesia Romana. (…) Al empezar a establecer nuestras escuelas, nos faltaban en absoluto todos los libros escolares. No hay cartilla que no lleve un Ave María o el rezo a algún santo. No hay libro de Historia en el que no se presente a Felipe II, que persiguió a la Iglesia de Dios, como defensor de la Fe. Incluso en los libros de Geografía se lee acerca de los países herejes: Inglaterra, Holanda o Prusia. Tales libros no son para nuestros niños. Así que ahora, juntamente con nuestra librería[72], hemos ido editando, según nos lo permitían los medios y el tiempo, un libro escolar tras otro»[73].

También se usan materiales complementarios a los libros de texto. Algunos de estos eran revistas como «El Amigo de la Infancia: Periódico Ilustrado»[74], tanto la revista, como las láminas que con ella se editaban, tenían el fin de apoyar la educación de la infancia. Éstos se publicaban mensualmente en Madrid, y se utilizaban en los diferentes colegios de España para que fuesen un instrumento más de apoyo en la enseñanza; material del cual se beneficiaron los escolares viveños:             «Aprovecho ahora esta ocasión para mostrar nuestra gratitud a la Librería Nacional y Extranjera por los donativos de libros hechos y con los cuales hemos podido atender a nuestros niños y hermanos»[75].

  1. TRANSCENDENCIA DE LA ESCUELA EVANGÉLICA VIVEÑA.

Además de la repercusión mediática a nivel regional, nacional e incluso en algún momento internacional, que provocaron los particulares acontecimientos de la Misión Evangélica; si analizamos desde el punto de vista cultural, se puede afirmar que la llegada de esta confesión religiosa a Ibahernando fue beneficiosa pues, suple las lagunas que la escuela pública en esos momentos no cubría. Como ya se ha expuesto, hasta su llegada, sólo existía una escuela para cada sexo, insuficiente para una población que superaba los mil habitantes.

Su influencia en la pequeña población cacereña sería muy evidente; Teodoro Fliedner, diría: «La escuela primaria evangélica modifica, sin duda alguna, el carácter general del pueblo o del barrio donde permanece durante un tiempo determinado»[76].

El mismo Estado, en algún periodo reconocería, al igual que Fliedner, que son muchos los niños escolarizados por los evangélicos, y que la calidad de enseñanza es tan buena que está contribuyendo al desarrollo de la cultura, no como algo extranjero, sino como propia, autóctona.

Su implantación en Ibahernando trajo consigo beneficios culturales que, tal vez sin esta escuela, hubieran tardado más tiempo en llegar. Por un lado, la Iglesia Católica, férrea opositora que fue de los protestante, organizó de forma paralela una serie de medidas para combatir la asistencia de los niños a la escuela evangélica. Entre ellas se fijaron:

  • Procurar que los niños encuentren en nuestras escuelas las ventajas económicas que ofrecen los protestantes.
  • Hacer que el ayuntamiento cumpla con el deber que le impone el Real Decreto de 23 de diciembre de 1921 de pedir al Estado la construcción de unas Escuelas para las cuales el mismo Estado pague el 80 %.
  • Valerse de la Acción Católica de la Mujer para que visiten las casas de los niños o niñas que asisten a la escuela protestante, a fin que los retiren.
  • Difundir folletos en los pueblos infectados, folletos populares por el estilo de los del Padre De Mandato S. J. en Roma, por los años 1890 a 1900.
  •               En el caso de Ibahernando, Agustín Arenales cuenta lo siguiente: «(…) El cura y sus adictos han traído últimamente una maestra particular para contener el avance que tan visiblemente se nota hacia nuestro colegio; pero todos esos recursos y cuantos otros quiera emplear el clericalismo resultarán ineficaces en orden a su decidido empeño en abatir la real potencia del protestantismo en Ibahernando. (…)»[77].

Otra de las repercusiones beneficiosas que trajo la instalación de la escuela evangélica, fue la lucha constante de los opositores al protestantismo para que Ibahernando contase con locales adecuados para la enseñanza. Estas gestiones consiguieron que, en febrero de 1926, se inauguraran nuevas escuelas públicas con espacios que ahora si podían competir con los que ofrecía, desde hace años, la escuela protestante: «En el pueblo de Ibahernando se ha celebrado, con gran entusiasmo popular, la inauguración de los locales escuelas que ha hecho construir el Ayuntamiento, con recursos propios. Hablaron, encomiando la importancia de la escuela nacional, los señores Deán de Toledo, inspector jefe de primera enseñanza. D. Juvenal de Vega, y el párroco D. Miguel Abril. El Ayuntamiento, queriendo corresponder al cariño y protección que le viene dispensando el ilustrísimo señor Deán de Toledo, D. José Polo Benito, ha nombrado a éste, hijo adoptivo. Concurrieron al solemne acto varios sacerdotes y los maestros nacionales del partido de Trujillo, quienes, en unión de otros visitantes, fueron obsequiados por el Ayuntamiento con un espléndido banquete. Los maestros celebraron con el inspector una reunión de carácter pedagógico»[78].

Inauguración de locales para escuela y solicitud de un mayor número de plazas escolares públicas: «(…) Ibahernando ha emprendido la marcha por la buena senda y después de gastar una gran parte de sus economías en construir edificios para las escuelas nacionales que actualmente tiene, se dispone a solicitar la creación de otras dos escuelas que necesita para atender como es debido a su población escolar (…)»[79].

Los grupos políticos, de cualquier ideología que fuesen, se fijaban, como propósitos, la mejora de la educación viveña: «(…) Continuaremos nuestra obra (…) cultural, dotándoos de sanos, amplios y cómodos locales de Escuela, donde la labor perseverante, y vigilada del Maestro, pueda dar el máximo de rendimiento, pues sería ridículo pedir, por gran potencialidad germinativa que tuviere la semilla emisora, diera exuberantes frutos, si la materia receptora y generadora, fuera pobre, anémica y enfermiza. (…) Será pues objeto de nuestra predilecta atención mejorar e intensificar vuestras enseñanzas con el fin de elevar vuestro nivel intelectual»[80].

Y todo este reclamo, asentado incluso en el supuesto daño que a la población había hecho la escuela evangélica, permaneció todavía años después de su cierre definitivo; así, el 26 de diciembre de 1943, las autoridades locales solicitan, de un solo golpe, seis escuelas; tres para cada sexo; justificando esta petición, entre otros motivos, con el siguiente argumento que figura en el primer lugar de dicho escrito: «Primera: Con el fin de desarraigar las fatales consecuencias que la Secta Protestante Evangélica ha traído a este pueblo por haber tenido aquí capilla y escuela de su religión por espacio de muchos años»[81]. Se animaba la petición con el ofrecimiento, por parte del Ayuntamiento, de locales apropiados, material escolar necesario, casa-habitación para los maestros o la indemnización legal correspondiente[82].

Para finalizar, decir que resulta difícil poder medir la influencia del protestantismo en la educación de los viveños del siglo XX; sin embargo, no cabe duda de que, al menos en una pequeña medida, el protestantismo local, contribuyó a desarrollar aquella religión cívica que fue el optimismo educativo en las primeras décadas del siglo XX; y su presencia, impulsó el interés por la educación, el interés por la escuela, evangélica o pública, en este pequeño pueblo.

  1. BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES CONSULTADAS.

 

Las citadas a pie de cada página.

[1] CARBALLO LÓPEZ, Rafael Luis: Luisa de Carvajal y Mendoza, extremeña, poeta y activista religiosa, Diario HOY, 4-I-2014, p.14.

[2]  Pastor evangélico alemán nacido en Düsseldorf el 10 de junio de 1845. Tras su llegada a España comienza una obra misionera por distintos lugares, abriendo iglesias, escuelas… Personaje fundamental en lo que  hoy es la Iglesia Evangélica Española; tras su fallecimiento en Madrid, el 25 de abril de 1901, su mujer e hijos continuarían su obra.

«Federico Fliedner, educador, editor y misionero alemán en la España de la Restauración», Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, nº 30, Madrid: Fundación Giner de los Ríos, mayo 1998, pp.73-74.

[3]   Carta de Agustín Arenales firmada en Ibahernando en marzo de 1911. Agustín Arenales Ortiz. «La Iglesia Evangélica de Ibahernando». Revista Cristiana. nº 2, 31-III-1911. pp. 91-96.

[4] «(…) Por ahora, el inconveniente que nos pone esta autoridad es que no podemos predicar la Divina Palabra en una casa particular habitada por una familia y, como se quedó en hacerlo en mi casa, deseo que usted me diga si tendré que alquilar otra destinada únicamente a capilla o si puedo seguir predicando el Evangelio en la mía, sin que nadie pueda impedírmelo» -Carta de consulta dirigida al Pastor Alejandro González con fecha de 29 de septiembre de 1906; la autoridad a la que se refiere es el alcalde de Ibahernando en esas fechas Francisco Fernández García-. Fondo documental de Juan de Miguel Martínez, Ibahernando.

[5]  Se nombra pastor de esta congregación a Alejandro González quien aun no viviendo en el pueblo, con visitas periódicas, ejerce de enlace entre Ibahernando y Madrid.

[6]  Revista Cristiana 9-I-1936.

[7] «(…) La Iglesia Evangélica de Ibahernando, de la provincia de Cáceres. Pocas como ésta habrán sido tan humildes en su origen; pocas también la superarán en fecundidad y lozanía» – Agustín Arenales. «La Iglesia Evangélica de Ibahernando». Revista Cristiana. nº 2. 31-III-1911, pp. 91-96.

[8] Cándido Rodríguez Gil fue el primer pastor estable, quien lucho por conseguir implantar la Misión Evangélica, protagonizando los episodios más destacados de ésta y quien, en 1924, adjura de sus creencias evangélicas y se convierte al catolicismo, lo cual fue festejado por la Iglesia Católica y recogido en la prensa nacional.

[9] Teodoro Fliedner Brown. «Blätter aus Spanien», Madrid, julio de 1908. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[10] La escuela de niñas no funcionaba de forma contínua.

[11]  Hay varias firmas más. Acta de la reunión celebrada por la Congregación Evangélica de Ibahernando el 30 de diciembre de 1907. -Fondo documental de Juan de Miguel Martínez, Ibahernando-.

[12]  La Iglesia local Evangélica fue fundada con fecha de 11 de abril de 1908.

[13] Emilia Killius Zimmerman, falleció repentinamente un año después de su llegada a Ibahernando, a la edad de treinta y tres años.

[14]  Fondo documental de Gabino Fernández Campos.

[15] La fecha de publicación en el boletín pudo ser el 14 de enero de 1909 según escritos del Pastor Cándido Rodríguez.

[16] Los sacerdotes enviados fueron José Polo Benito -secretario del obispo-  y Teodoro Sánchez. La visita se produjo a comienzos de 1909 y durante la misma los representantes de ambas religiones se retaron a un debate en la plaza pública. Este acontecimiento tuvo gran trascendencia en toda la prensa de la época. LIÑAN Carlos: Por tierras Extremeñas «Reto aceptado», El Motín, nº 15, 15-IV-1909, pp.5-6.

– Noticias de Extremadura, «Bejar al día», El Lábaro, 20-II-1909.

[17] Miguel de Unamuno, «A la Revista Cristiana», Periódico España, nº 27,  Madrid, 29-VII-1915, p.2

[18] El obispo Jarrín y su secretario José Polo Benito lucharon por el cierre de este centro. Para sus gestiones  ante el gobernador civil y el presidente de la diputación cacereña, Polo Benito contó en sus propósitos con la colaboración de José Collantes Rivero, párroco de la localidad salmantina de Cantagallo.

[19] Cándido Rodríguez, narra en un escrito los turbulentos inicios que tuvo la escuela: «(…) De nuestra escuela diaria sólo he de decir que, no obstante haber estado ésta suspendida para organizar su mejor funcionamiento y cumplir nuevos requisitos legales, y no obstante también la rastrera oposición que hemos padecido de los clericales de por aquí, en los primeros días de febrero se reanudarán las clases, pues en el Boletín Oficial de Cáceres se publicó, con fecha 14 de enero, la declaración de haberse presentado completa y conforme la documentación para abrir nuestra escuela». -Fondo documental de Juan de Miguel Martínez, Ibahernando-.

[20] Revista Cristiana, nº 704, 30-IV-1909, pp.125-126.

[21] Agustín Arenales Ortiz. «La Iglesia Evangélica de Ibahernando». Revista Cristiana. nº 2,  31-III-1911, pp. 91-96.

[22] La Correspondencia de España, nº 19.009, 27-II-1910, p.3.

[23] Teodoro Fliedner hace el siguiente comentario: «Otro colegio de reciente creación, como es el de Ibahernando de la provincia de Cáceres. Este colegio parece sufrir un hostigamiento especial, llegándose a cerrar por la oposición y vejaciones de los clericales». Teodoro Fliedner Brown, «Blätter aus Spanien», Madrid. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid. Unos días después, gracias a los buenos contactos de la familia Fliedner, será reabierto.

[24] Teodoro Fliedner Brown.«Blätter aus Spanien», Madrid, diciembre de 1910. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[25] En esas fechas Antonio Ruiz Mena era el alcalde de Ibahernando. – Archivo Histórico Provincial de Cáceres-.

[26] La Región Extremeña: Diario Republicano, nº 10623, 7-III-1910, p.3.

[27]  ABC -Madrid-  6-III-1910, p.8.

[28] La Educación 20-III-1910, p.2.

La Correspondencia de España, nº 19015, 5-III-1910, p.5.

[29] Teodoro Fliedner Brown.»Blätter aus Spanien», Madrid, abril de 1910. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[30]  El Siglo Futuro, nº 807, 16-III-1910, p.2.

[31] Los hijos de Pablo Iglesias se formaron en el colegio «El Porvenir» de Madrid.

[32]  Pablo Iglesias: «Vida Política», Vida Socialista. n.º 9, 27-II-1910, p.18.

[33] Teodoro Fliedner Brown. «Blätter aus Spanien», Madrid, marzo de 1931. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[34]  En 1909 fueron compradas las casas por valor de 9.000 pesetas, cuantía que a fecha de diciembre de ese año se había pagado la mitad. La propiedad, para asegurarla ante cualquier circunstancia, se  inscribió a nombre de la Sociedad Alemana Española de Inmuebles.

En una de las reuniones de la congregación se hace constar: «(…) Acuérdase dirigir un voto de gracias a la Iglesia Evangélica Española, por el auxilio prestado para la edificación del nuevo local, al cual contribuyo con dos mil pesetas. Se acuerda, así mismo, otro voto de gracias para el Comité Central de Alemania para la Evangelización de España, que ha tenido el desinterés de adelantarnos una gran parte del coste del local, por valor de nueve mil pesetas». -Acta de la sesión de 15 de agosto de 1908-. – Fondo documental de Gabino Fernández Campos-.

Para ayudar a pagar estos terrenos y las obras, entre cuyas dependencias figura la escuela, desde un principio fijaron una cuota semanal: «Los miembros de la iglesia -son 31 adultos con los que nuestra congregación comenzó aquí el día 12 de abril- se habían propuesto hacer lo posible para edificar un local, y cada uno de ellos ha fijado su cuota semanal según sus posibilidades, de modo que cada semana reunimos 10 pesetas. Si se tiene en cuenta que la mayoría de los miembros son campesinos, su ofrenda es importante». – Carta de Cándido Rodríguez, Ibahernando. – Teodoro Fliedner Brown. «Blätter aus Spanien», Madrid, julio de 1908. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[35] Carta del pastor Cándido Rodríguez. – Fondo documental de Juan de Miguel Martínez-.

[36] Agustín Arenales. «La Iglesia Evangélica de Ibahernando». Revista Cristiana. nº2, 31-III-1911, pp. 91-96.

[37] Este sería el mismo nombre que, años atrás, Federico Fliedner, puso al colegio que abrió en Madrid. Inaugurado el 31 de octubre de 1897 coincidiendo con el Día de la Reforma.

[38] Teodoro Fliedner Brown. «Blätter aus Spanien», Madrid, agosto de 1912. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[39] El alcalde en esas fechas era Alejandro Mena García. – Archivo Histórico Provincial de Cáceres-.

[40]  Agustín Arenales Ortiz. «La Iglesia Evangélica de Ibahernando». Revista Cristiana. nº II. 31-III-1911, pp. 91-96.

[41] Según el parte de defunción de fecha de 3 de noviembre de 1912, la causa de la muerte fue una gastroenteritis. El pastor Cándido Rodríguez  días después le dedica unos versos: » (…) Perseguiste con gran saña/ a las huestes evangélicas,/ que sus escuelas cerraste/ y privaste a la inocencia/ del alimento sagrado;/ pan de tierna inteligencia». Rodríguez Gil, Cándido: «Crónica a la muerte del obispo de Plasencia en Ibahernando».

[42]  Acta de la reunión de la Iglesia de Jesús en Ibahernando del día 28 de octubre de 1916. – Fondo documental de Gabino Fernández Campos.

[43] Acta de la reunión de la Iglesia de Jesús en Ibahernando del día 28 de octubre de 1916. – Fondo documental de Gabino Fernández Campos.

[44] «(…) Con el fin, pues, de dar a la Santa Sede un completo y concienzudo informe sobre materia de tanto interés para la causa de Dios y de la Iglesia, espero del reconocido celo de V. E. Rvdma. se servirá proporcionarme una relación, la más completa y detallada posible, acerca de la actual situación y desarrollo de la propaganda protestante en esa Diócesis de su muy digno cargo. Esta relación deberá comprender los siguientes extremos: Si hay Protestantes en la Diócesis; en caso afirmativo, en qué localidades y cuál es su número; si ellos son extranjeros y protestantes de origen, que aquí hayan inmigrado, o, por desgracia, españoles, que lamentablemente han apostatado, aunque solo en lo exterior; desde cuando data su existencia en la localidad; si hay en ella pastores, y, de haberles en qué número; cuál es su procedencia y a qué secta pertenecen; si tienen capilla, y si más de una y con cuáles cultos y prosélitos; si tienen escuelas o colegios, y de tenerlos cuál es la asistencia de niños y alumnos y por qué medios son atraídos; si tienen fundaciones y de qué clase; si tienen asociaciones; cuáles son los medios de propaganda que emplean; y finalmente cuál es la conducta que las Autoridades observan con ellos. A estos extremos hará bien V. E. Rvdma. en añadir todo lo que estime conveniente para dar una idea lo más exacta posible del estado del Protestantismo en esa Diócesis; y asimismo se servirá indicar si estima V. E. que sea necesario tomar medidas y cuáles». –Despacho nº 4345 del nuncio Tedeschini a los obispos de España. Madrid, 1 de marzo 1930. – Archivo Nunz Madrid, busta 848, fasc. 2, tit. VI, rub. 29, sección única, ff. 252-254.

[45] Despacho nº 5157 del nuncio Tedeschini al secretario de la S. C. de Affari Ecclesiastici Straordinari, monseñor Pizzardo. Madrid, 5 de agosto 1931, – ASV, A.E.S., Stato Spagna, IV periodo, pos. 790, fasc. 146, año 1931, f.4.

[46] Informe del obispo de Plasencia, Justo Rivas Fernández. Plasencia, 3 de abril de 1930, -ASV, Archivo Nunz. Madrid, busta 848, fasc. 1, nº 38, f. 123-.

[47] La Iglesia Evangélica Española, para su financiación, se sometía de forma regular a instituciones alemanas que a raíz de la perdida de la Primera Guerra Mundial se vieron obligadas a limitar su apoyo económico.

[48] «(…) En la noche del día 17 del corriente, proyectaron una función los elementos propagandistas protestantes; que de un modo encubierto no era otra cosa que propagar esa secta (…)». Carta al Gobernador Civil, dando comunicado de la disolución, por la fuerza, de una actividad de los evangélicos. Trujillo 23 de marzo de 1925. Posteriormente fueron multados por realizar estos actos. – Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Fondo Gobierno Civil, GC/4043-.

[49] Incluida la del primer pastor Cándido Rodríguez, una de las abjuraciones que más expectación causó. Así lo recogió la prensa nacional: «Con solemnidad extraordinaria se celebraron ayer las fiestas organizadas con motivo de la conversión del pastor protestante D. Cándido Rodríguez Gil (…)». – ABC -Madrid- 18-XI-1924, p.21.

La noticia también apareció en La Montaña: Diario de Cáceres, nº 2420, 7-XI-1924, p.3; La Montaña: Diario de Cáceres, nº 2430, 19-XI-1924, p.5 y  La Opinión: Diario Independiente de la Mañana, nº 272, 18-XI-1924, p.3; entre otros diarios.

[50]   El sacerdote católico Miguel Abril Blanco, tampoco se libró de recibir denuncias -marzo de 1928-. – Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Fondo Gobierno Civil, GC/4043-.

[51] Desde Ibahernando, «La fiesta de la república», Diario Nuevo Día, 19-IV-1932, p.6.

[52] Autorizada por el Gobierno Civil de la Provincia el 19-XI-1945 en virtud del Fuero de los Españoles. «Nadie será molestado por sus creencias religiosas ni el ejercicio privado de su culto».

   No sería hasta finales de 1945 cuando se retoma el culto: «El domingo 16 de diciembre se celebró el primer culto en la capilla de Ibahernando, después de una interrupción de nueve años y meses». – Carlos Liñán en «Carta circular a los evangélicos españoles», nº 15, enero de 1946, p.15.

[53] Diario de Elfride Fliedner en RODRÍGUEZ DOMINGO, Ana: Memorias de la familia Fliedner: Más de 100 años al servicio del protestantismo en España. Barcelona, Gayata Ediciones, 1997, pp. 392-393.

[54] Lo apodaban así por su talla menuda y escaso peso.

[55]  Aun sin la escuela, cada vez con menos adeptos y en determinados periodos incluso sin pastor estable, la comunidad evangélica sobrevivió hasta finales de los años sesenta; eso sí, los enfrentamientos entre católicos y protestantes existieron siempre: «Un pastor protestante, el de Ibahernando -Cáceres-, refiere una conversación con el Cura Párroco y dice: El señor Cura me aseguró que mi sola presencia en el pueblo de Ibahernando es una pesadilla que le ahuyenta el sueño…; que nosotros hemos hecho de un pueblo católico y unido, un pueblo indiferente y dividido por luchas intestinas; que cuantos asisten a nuestra capilla son personas de conducta, inmoral…» «El Protestantismo en España no tiene importancia, pero…», Requetés, nº7, abril 1948, p.2.

[56] Destacado Pastor evangélico a nivel nacional. «La Comisión de pastores evangélicos fue presentada al presidente de las Cortes, el Conde de Romanones. (…) El ex sacerdote Agustín Arenales faltaba porque tuvo que atender a la congregación en Ibahernando». – Teodoro Fliedner Brown. «Blätter aus Spanien», Madrid, marzo de 1911. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[57] Agustín Arenales Ortiz. «La Iglesia Evangélica de Ibahernando». Revista Cristiana. nº 2. 31-III-1911, pp. 91-96.

[58] El Plan de Enseñanza que presentan recoge orientaciones y principios pedagógicos que son novedosos en su época.

[59] Fondo documental de Juan de Miguel Martínez, Ibahernando.

[60] Propuesta que siglos atrás haría Melanchthon aconsejando que la escuela fuera graduada.

«Es necesario dividir a los niños en tres secciones. A la primera pertenecerán los que sepan leer; a la segunda los que, sabiendo ya leer, estudien la Gramática , y para la sección tercera se elegirán los que estén más adelantados». – C.F.: «La influencia de la Reforma en la enseñanza», Revista Cristiana nº 861, 20-IX-1967, p.144.

[61] Las familias pobres accedían sin ningún pago.

[62] Licenciado en Filosofía y Letras estudió en la ciudad alemana de Barmen Teología, hasta su llegada a Ibahernando fue profesor en «El Porvenir» de Madrid y pastor de la iglesia madrileña.

[63] Nace en Navalucillos -Toledo- el 30 de abril de 1883. Se casa al poco tiempo de llegar a Ibahernando con Irene Martínez Ruiz «(…) Educado con nosotros. Don Catalino Díaz, traído por don Federico Fliedner de los Montes de Toledo, operado de los pies en nuestro hospital y educado en El Porvenir, aprobó en la Escuela Normal su examen (…)». Breve Informe estadístico de la obra de Evangelización de la Misión Alemana en Madrid -Octubre de 1908 –. Teodoro Fliedner Brown. «Blätter aus Spanien», Madrid, abril de 1909. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[64] Realizó el examen de reválida como maestro de Primera Enseñanza el 22 de enero de 1908. Archivo General de la Administración nº 2296, 12.

[65]  El 28 de octubre de 1916 se procede al nombramiento de la nueva junta directiva. – Acta de la reunión de la Iglesia de Jesús en Ibahernando del día 28 de octubre de 1916. – Fondo documental de Gabino Fernández Campos.

[66]  Fondo documental de Juan de Miguel Martínez. Ibahernando.

[67] Isaac Vega participó como representante español en el Congreso Evangélico Hispano-Americano de la Habana celebrado en 1929. «J. González Molina e Isaac Vega Naón, nos hicieron sentir hondamente los vínculos de sangre y de espíritu que nos ligan con España. Con infatigable buena voluntad, se echaron a cuestas la pesada tarea de editar el Boletín». GRINGOIRE, Pedro: Hacia la renovación religiosa en Hispano-América. Resumen e interpretación del Congreso Evangélico Hispano-Americano de la Habana, México, D.F., Casa Unida de Publicaciones, S.A., 1930, p.86.

[68] «(…) Empezó a visitar periódicamente Ibahernando y terminó fijando su domicilio aquí«. FLIEDNER Teodoro: «In Memoriam: Rdo. Isaac Vega Naón», España Evangélica, nº 562. Madrid 6-XI-1930, p.358.

[69] Pastor de la iglesia de Santa Amalia. Compaginaba su misión en ambos pueblos.

[70] Natural de Fitero -Navarra-, nace el 4 de Noviembre de 1897.  Pastor de Ibahernando en dos periodos desde 1932 hasta 1936 y desde 1945 hasta 1952, en lo que se denominó en Ibahernando “semana trágica” cuando fueron destituidos al mismo tiempo el párroco, el alcalde, el comandante de puesto de la Guardia Civil y el pastor protestante.

[71] Según el informe del obispo de Plasencia con fecha 3 abril 1930, la escuela ya estaba cerrada.

[72] En la Librería Nacional y Extranjera se editarían obras de los reformadores, folletos, himnarios, libros de texto para los colegios, evangelios…; también, entre otras, las revistas El Amigo de la Infancia y la Revista Cristiana, y otras muchas obras.

[73] FLIEDNER Jorge: Aus meinem Leven. Tomo II. Berlín, Editado por Martin Warneck -Traducción de Catalina Fliedner Brown, 1903, pp.170-195. Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[74] La revista “El Amigo de la Infancia”, fundada por Federico Fliedner en Madrid, seguiría publicándose hasta el año 1936. Con ella, los niños de España y América, tenían cada semana cuatro páginas con grabados, historias, cuentos, versos y pasatiempos bíblicos.

[75] Escrito de Candido Rodríguez Gil. – Fondo documental de Juan de Miguel Martínez, Ibahernando.

[76] Teodoro Fliedner Brown. Blätter aus Spanien, Madrid, septiembre de 1925, Archivo de la Fundación Federico Fliedner, Madrid.

[77] ARENALES ORTIZ, Agustín. «La Iglesia Evangélica de Ibahernando». Revista Cristiana. nº 2, 31-III-1911, pp. 91-96.

[78] Diario ABC -Madrid- 10-II-1926, p.25.

La Correspondencia Militar, n.º 14.326, 10-II-1926, p.3.

[79] Artículo firmado por J. de Vega y Relea publicado en el diario El Sol -Madrid-  13-II-1926, p.3.

[80] Juan Bernardo Cuadrado: A los vecinos de Ibahernando. El comité de Unión Patriótica, 1928. – Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Fondo Gobierno Civil, GC/4043-.

[81]  Acta de petición de unidades escolares firmada por el alcalde Higinio Martínez García. Ayuntamiento de Ibahernando 1943.

[82] Desconocemos si en esa ocasión el Ayuntamiento cumplió con la indemnización por casa-habitación. Años atrás, los maestros de Ibahernando tuvieron que recurrir al gobernador civil de la provincia para que el Ayuntamiento les hiciera efectivo ese pago. – Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Fondo Gobierno Civil, GC/4043-.

Oct 112014
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

Licenciado en Historia y en Derecho. Abogado.

 

Resumen.

La historiografía de la Guerra Civil, por lo general, ha obviado estudiar la actitud de los alzados sobre el conjunto de la legislación social de la República. Una parte de la historiografía, muy activa en los últimos años, ha defendido que los objetivos de los alzados era volver al «orden natural» perdido tras el 14 de abril. Sin embargo, la actitud de los alzados dicta mucho de esta postura. Por esta razón era necesario de un estudio que combinase lo general con lo particular, y por esta razón se enfoca al ámbito de la provincia de Badajoz, unidad territorial de economía esencialmente agraria en aquella época para constatar si se derogó de plano la denominada legislación social de la República, o por el contrario se siguió aplicando con matización.

 

I. Introducción.

La bibliografía predominante sobre la Guerra Civil Española propugna que iniciado el conflicto en la zona franquista de retaguardia se produjo una involución sobre la Legislación social que implantó la República desde 1931. Diversos autores defienden dicha tesis. Entre los principales historiadores, clásicos, que sostienen esta posición está Gabriel Jackson. Éste ha concluido que «respecto al desarrollo de España, el resultado más importante de la Guerra Civil fue la derrota de los liberales y de las izquierdas (…) los terratenientes volvieron a recuperar sus fincas y su autoridad, y el abismo entre su nivel de vida y el de los campesinos siguió siendo tan grande como antes de de 1931»[1]. Esta tesis fue combatida por este autor con ocasión de la defensa de su trabajo de grado en la UEx[2].

En referencia a Extremadura, un estudio parcial sobre la Guerra Civil en la provincia de Badajoz, como es La columna de la muerte, de F. Espinosa Maestre. En este sentido, y en el prólogo a cargo de Josep Fontana, éste afirma que «en el verano de 1936 las derechas españolas no trataban de enfrentarse a una amenaza revolucionaria inexistente, sino de liquidar un proyecto reformista que no aceptaban»[3]. Espinosa Maestre mantiene esta tesis con palabras más gruesas: «¿A qué se reduce, pues, lo que llamamos guerra civil en una provincia como Badajoz a lo largo de 1936? Digámoslo claramente: A un golpe militar brutal impuesto mediante una gran matanza y cuyo único fin era restaurar el orden natural perdido con la proclamación de la República»[4].

En su día, un experto en Derecho Laboral como es el catedrático Alfredo Montoya dejó dicho que «las derogaciones concretas de normas republicanas no impiden que el régimen de Franco siga aplicando, en los años turbulentos de la guerra civil, buena parte de la legislación de la República (en esencia, las normas referentes a la contratación laboral, significada en la Ley de Contrato de Trabajo de 1931)»[5]. Sin embargo, la derogación no fue generalizada, sino que se aprovecharon las estructuras jurídicas, que desde un planteamiento que parece que es inconcebible para los que propugnan un planteamiento maniqueo de la Historia tal como se ha expuesto.

Una de las tesis de esta historiografía tan característica, realizada sin ningún tipo de matices, es que uno de los objetivos del golpe militar era volver, en cuanto a la cuestión socio-laboral, a la situación anterior a la proclamación de la República. Con estas afirmaciones, que se resume en una supuesta implantación de la involución, el orden natural, suponía la destrucción de la Legislación emanada de los gabinetes republicanos. En resumen, borrón y cuenta nueva. Sin embargo, esta tesis, expuesta con rotundidad, sólo es válida si no realiza un estudio histórico que la corrobore, o en su caso la descarte. Una tesis tan aventurada, que expone como único motivo, en sus propias palabras: «único fin», la restauración del «orden natural perdido con la proclamación de la República» necesita de un estudio, aunque sea breve, y sobre un territorio como es la provincia de Badajoz, de economía plenamente agraria y donde tuvo un gran impacto dicha legislación.

El espíritu de la normativa emanada de la autoridad militar no fue la de restaurar los privilegios de los terratenientes o de los potentados como se ha pretendido defender. Varios ejemplos, pues, son los que evidencian que los patronos no estuvieron exento del esfuerzo de guerra. Un bando del Comandante Militar de la provincia de Badajoz, Eduardo Cañizares, en el que se ordenaba «todos los obreros o empleados, cualquiera que sea su categoría, que presten sus servicios como voluntarios en unidades del Ejército Español, Falange Española, Requetés y Milicias Nacionales, percibirán en todo momento, íntegramente, de sus patronos respectivos el sueldo o haber que viniesen hasta ahora disfrutando, y por todo el tiempo de su permanencia en el servicio militar»[6]. Es más, una actividad de recreo de las clases acomodadas como era la caza quedó terminantemente prohibida, hecho que iba contra los supuestos privilegios de aquéllas:

«Don Eduardo Cañizares Navarro, Gobernador Militar de la Plaza y provincia de Badajoz, hago saber que toda vez que en las actuales circunstancias las armas sólo pueden y deben emplearse en la defensa de la Patria, queda terminantemente prohibida toda clase de caza con armas, y aquéllos a quienes se les concedan por mi Autoridad licencia para usar armas de ánima lisa (escopetas) tiene que tener en cuenta que sólo les faculta para su uso en la defensa personal e intereses. Lo que se hace público para general conocimiento, encareciendo a las autoridades encargadas del cumplimiento de esta orden la mayor vigilancia en el mismo. Badajoz, 14 de diciembre de 1936. El Gobernador Militar, Eduardo Cañizares Navarro»[7].

II. «Restablecer la normalidad»: Las primeras medidas del Gobernador Civil de Badajoz en agosto de 1936.

La provincia de Badajoz, al comienzo de la Guerra Civil era una de las pocas demarcaciones en las que la sublevación no tuvo éxito, o versus contrario, no triunfó. La demarcación pacense se incorporó a la zona sublevada mediante la ocupación militar[8]. En los últimos meses de 1936 se definió la provincia de Badajoz la occidental en poder de los sublevados y la oriental quedó bajo el poder del Frente Popular, estableciendo su capitalidad en Castuera y más tarde en Cabeza del Buey[9].

Apenas once días después de tomado el control de la capital de Badajoz por los alzados, el nuevo Gobernador Civil, Marciano Díaz de Liaño, publicó un bando, de fecha 25 de agosto de 1936, con el objetivo de «restablecer la normalidad» y corregir «los atropellos producido por el Gobierno marxista», en clara referencia al Frente Popular. La vuelta de la normalidad, por el tenor del bando, no era la vuelta a la situación anterior al 14 de abril de 1931, sino, la anterior al 16 de febrero de 1936. El objeto del bando era la puesta en libertad de los presos gubernativos, patronos agrícolas en su mayoría, que se habían mostrado contrarios a las imposiciones o abusos de las autoridades del Frente Popular en materia de pactos de trabajo[10].

Una de las primeras medidas que se llevaron a cabo por el Gobernador Civil de Badajoz fue la de reorganizar la Delegación Provincial Trabajo de Badajoz. Este servicio fue creado por el Ministro de Trabajo y Previsión, el socialista Francisco Largo Caballero, por la Ley de 13 de mayo de 1932[11]. El Delegado de Trabajo ejercía la representación del Ministerio en la provincia «para toda intervención del Poder Público encaminada a resolver los conflictos de trabajo», y sustituyeron a las antiguas Delegaciones Regionales de Trabajo y a las Inspecciones Regionales de Trabajo.

El Gobernador Civil dictó un bando, de 26 de agosto de 1936, interesante en su contenido, con el fin de dar a conocer, por un lado la reorganización de la Delegación de Trabajo bajo la jefatura del ingeniero Ángel González Calderón, y con las competencias en materia de «cuestiones de carácter social, infracciones a la legislación vigente y toda clase de conflictos que pudieran originarse». En esta circular, se indicaba, además, que las bases de trabajo (o convenio colectivo) agrícola en vigor «y que han de regir en lo sucesivo, son las que estaban vigentes en 15 de febrero último, o sean, las acordadas por el Jurado Mixto de Trabajo Rural en fechas 18 y 26 de noviembre de 1936. También se puso de manifiesto en ese edicto las normas para poderse autorizar, por la Delegación de Trabajo, el uso de máquinas segadoras, incluidas las sanciones de hasta cinco mil pesetas para los patronos que incurrieran en «casos de mala fe, ocultaciones, declaraciones falsas, etcétera»[12].

III. Los alzados resucitan las bases de trabajo de 1932.

Por el citado bando de 26 de agosto de 1936, el recién nombrado Gobernador Civil de Badajoz, Díaz de Liaño, dejó sin efecto cualquier base o pacto de trabajo vigente durante la etapa del Frente Popular, y recobró vigencia las bases de trabajo de 1932. Las bases de trabajo de 1932 funcionaron como un convenio colectivo y fueron negociadas en los Jurados Mixtos de Don Benito y Olivenza entre una representación muy exigua de la clase patronal[13]y por el núcleo duro de la clase obrera[14]. Los jurados mixtos fueron creados en 1931 por el Gobierno Provisional de la República por el Decreto de 7 de septiembre[15], más convertido en Ley. Las funciones de los jurados mixtos del trabajo rural era «determinar las condiciones del trabajo rural y regular las relaciones entre patronos y obreros del campo, entre propietarios y colonos, y entre cultivadores e industriales transformadores de las materias agrícolas». Queipo de Llano suspendió, mediante bando de 5 de septiembre de 1936, la actuación de los jurados mixtos[16]. Los jurados fueron suprimidos por el Decreto de 13 de mayo de 1938, y sus funciones fueron asumidas por las recién creadas Magistraturas del Trabajo[17]. Es decir, pasó de ser un organismo administrativo a judicial.

Las bases de trabajo de 1932, la de Don Benito y las de Olivenza, eran una regulación meticulosa del trabajo sin precedentes, y así mismo se establecía el salario mínimo de la agricultura y de la ganadería. El hecho de que el Gobernador Civil de Badajoz recién designado por los alzados restaurase esta normativa de inspiración obrera es un dato muy llamativo que así mismo vuelve a restar veracidad a las afirmaciones acerca de restaurar el «orden natural». No sólo se resucitaron las bases de 1932, sino que por el Servicio de legislación y normas de trabajo de la Delegación Provincial de Badajoz se publicó una circular en la que se recordaba los salarios mínimos:

«Para que patronos y obreros sepan a qué atenerse respecto a precios fijados por las bases de trabajo, hoy vigentes para las faenas agrícolas, se hace público que los precios señalados para los partidos judiciales de Alburquerque, Almendralejo, Fregenal, Fuente de Cantos, Jerez de los Caballeros, Mérida, Olivenza y Zafra, así como los pueblos de Talavera la Real y La Albuera, pertenecientes al partido judicial de la capital, son los que a continuación se relacionan:

«Tarifa de jornales. Agricultura. Carreros, 5’50 pesetas; carretero, 5’25; muleros, 5’25; mozos de bueyes, 5.

«Nota. Los cuatro jornales anteriores tendrán 0,25 pesetas más por día durante los días comprendidos entre el 15 de mayo al 15 de septiembre.

«Mozos de labor eventuales, 4,75 pesetas; sembradores de abono, con derecho a mono, 5’50; sembradores de semilla, 5’50; sembradores de legumbres, 4’75; repartidores de estiércol, 4’75; escardadores 4’50; rozadores, 4’50; vendimiadores, 4’75; azufradores, 5; taladores y podadores de olivos, 5’50; taladores y podadores de encinas, 5’25; injertadores y podadores de viña, 5; picadores de leña, 4’50; cocedores de carbón, 6’25; descorchadores, 6’25; cavadores en general, 4.75; cavadores de huertas, 5; hortelanos (cabecera), 7; ídem (ayuda), 6; ídem (aprendices y regadores), 4; muleros con yunta propia, 15; mulero con carro y yunta propia, 25; mozos de eras, 4’75; collaceros, 5,25; segadores y arrancadores de garbanzos y semillas, 8; servidores de máquinas segadores, 10. Alimentadores de trilladores de primera clase, 9 pesetas; alimentadores de trilladoras de segunda clase, 7’50; auxiliares de trilladoras de segunda clase quedan de libre contratación; cogedores de aceituna, 4’75; acarreadores y aceitunas se pagarán a los usos y costumbres de la localidad; chicos de catorce a dieciocho años, tres cuartas partes del jornal de un obrero.

«Obreros técnicos. Maquinistas de primera, 18 pesetas, maquinistas de segunda, 15; fogoneros, 10’50.

«Nota. Se entenderá trilladora de primera clase aquella cuyo cilindro tenga de un metro cincuenta centímetro en adelante.

«Por lo que se refiere a la capital, los jornales son los siguientes: Carreros, 4,25 pesetas y mantenidos; muleros 4 y mantenidos; labradores con bueyes, 3’75, también mantenidos; carreteros, 4; sembradores de cereales, 4,25; ídem de leguminosas, 3’25; caseros, 2,25; hateros, 2 pesetas. Estos cinco obreros últimamente citados también son mantenidos. Repartidores de abonos químicos, 6’25; ídem de estiércol, 4’50; escardadores, 4’25; rozadores, 4’25; vendimiadores, 5; cogedores de aceituna, 5; personal obrero en La Corchuela, 5’50; cortadores en general, 6; el arreglo de hachas de estos obreros por cuenta del patrono; obreros en general, 4.

«Badajoz a 1 de septiembre de 1936. El Delegado de Trabajo, Ángel G. Calderón»[18].

No sólo el trabajo agrícola fue reglamentado de esta manera, sino que otros sectores importantes en la economía fueron tratados igual. A finales de 1936 se publicaron las bases para el trabajo a domicilio del ramo de sastrería y camisería en la capital de Badajoz, y por el que «quedarán sometidos a estas bases todos los patronos y obreros de ambos sexos que proporcionen trabajos a domicilio de esta capital». También para el ámbito de la ciudad de Badajoz se publicaron unas bases de trabajo para el sector de la sastrería[19].

El 2 de enero de 1937 el Gobernador Civil de Badajoz y el Delegado de Trabajo firmaron unas nuevas «bases para el trabajo de las industrias agrícolas y ganaderas de la provincia de Badajoz»[20]. La vigencia de este documento se establecía hasta el 30 de septiembre de 1938, con posibilidad de prórroga siempre que no fuese denunciada por algunas de las partes, patronos u obreros, ante la Delegación de Trabajo. Se establecía que los contratos debían respetar los mínimos de las bases, y para su control debía enviarse por triplicado copia de los contratos a aquel organismo. Una copia se archivaría y las otros dos se devolverían devueltas a los interesados.

En general, se conservaban todas las medidas conseguidas por las organizaciones obreras durante el régimen republicano, incluso hubo una revisión al alza de los salarios. Por ejemplo, las horas perdidas por fuerza mayor debían ser abonadas por el patrono, las horas extras estaban prohibidas si existían obreros en paro, y si se dieran debían ser autorizadas por la Delegación de Trabajo (basándose en el Decreto de 1 de julio de 1931, de establecimiento de la jornada diaria de ocho horas)[21].

Estas relaciones laborales seguirían rigiéndose por Ley 21 de noviembre de 1931, del Contrato de Trabajo, iniciativa del socialista Largo Caballero, Ministro de Trabajo y Previsión[22]. Esta Ley disponía que un contrato de trabajo no fuese válido si era perjudicial al trabajador, y este perjuicio se definía en el artículo 9 si era contrario a lo dispuesto a las bases y acuerdos de los jurados mixtos. Esta Ley no fue derogada hasta la promulgación de la que la sustituyó, de fecha 26 de enero de 1944[23].

IV. La Junta de Defensa Nacional no deroga los decretos del Frente Popular de marzo de 1936 para el asentamiento de los yunteros extremeños, pero los corrige.

Tras la victoria del Frente Popular, el Ministro de Agricultura, Mariano Ruiz Funes, firmó el decreto de 5 de marzo de 1936, de asentamiento de yunteros. Esta disposición, en esencia, venía a restituir a los propietarios de yuntas, pero que carecían de tierra, la vuelta de las tierras que labraban y de las que habían sido desahuciados. Entonces, el Estado intervenía de lleno en las relaciones jurídico-privadas entre propietarios y yunteros, y las restauraba cuando hubiese sido rota por los primeros. Afectaba, pues a los yunteros que habían sido tales en el año agrícola de 1933-1934, y que en la fecha del decreto no tuvieran el uso de la tierra para labrarla. El procedimiento que se establecía era ordenado y había que solicitarse a los ingenieros del Instituto de Reforma Agraria, y nada tenía que ver la demostración de fuerza que el 25 de marzo de 1936 hizo la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (de la UGT) para ocupar tierras[24].

Así, otra de las cuestiones a las que también se atendió fue al problema de los yunteros y su asentamiento, según se estableció en dos decretos del Ministerio de Agricultura (del Frente Popular) de fecha 3 y 14 de marzo. La Junta de Defensa Nacional, presidida por el General Miguel Cabanellas aprobó el «Decreto número 71»[25] que interpretó este asunto como la publicación precipitada de los decretos del Ministerio de Agricultura «muy avanzada para el comienzo de las labores de barbechera, y otras causas de índole política, hicieron que se aplicaran con gran precipitación y valiéndose de informaciones no siempre imparciales y objetivas que dieron lugar a injusticias que conviene subsanar».

La importancia de este Decreto de la Junta de Defensa es que ratificaba con matizaciones una de las disposiciones del Frente Popular que más polémica había causado en la primavera de 1936: «La necesidad por otra parte de no interrumpir las explotaciones agrícolas de las tierras que han sido objeto de aplicación de los Decretos antedichos, obliga a esta Junta a dictar normas que aseguren la continuidad de dichas explotaciones, en tanto se legisla para esta clase rural de yunteros, transformándose en colonos o aparceros, gocen mayor estabilidad sobre la tierra que trabajan». Por esta razón sorprende la parte dispositiva de este decreto:

«En todas aquellas fincas en que se hayan realizado barbechos, en virtud de los decretos llamados de ‘yunteros’, de 3 y 14 de marzo último, se realizará la sementera por tantos cultivadores como lotes se hubieran hecho, eligiendo para cada finca los beneficiarios entre aquellos que, siendo tradicionalmente cultivadores de la tierra no dispongan para la próxima sementera de extensión suficiente a sus elementos de trabajo:

«a) Arrendatarios o colonos, yunteros o medieros, que contraviniendo los artículo 5º y 6º, respectivamente, de los decretos mencionados hubieran sido lanzados de las fincas que cultivaban al aplicar dichos decretos.

«b) Cultivadores de cualquier clase a quienes no se les han asignado tierras para barbechar, pero que hayan tenido siembras en el año actual, en una u otra finca.

«c) Cultivadores de cualquier clase, que habiendo realizado barbechos, hayan tenido también siembras.

«d) Yunteros que no teniendo siembra en ninguna finca han barbechado y poseen elementos de trabajo».

Así mismo, se rectificaba dichos decretos en unos puntos muy polémicos. Así la Junta de Defensa Nacional declaró expresamente que «la posesión de tierras a que se refiere el presente Decreto, no podrá, en ningún caso, servir de título para ejercer derechos de retracto, de expropiación o de cualquier otra forma de acceso a la propiedad, quedando en suspenso cuantas medidas se hayan adoptado según el artículo décimo del segundo decreto, para legalizar como asentamientos estas anticipadas ocupaciones temporales». En este sentido, quedaba sin efecto una de las medidas más polémicas de esta legislación de urgencia del Frente Popular.

Lejos de restaurar los privilegios de los terratenientes, deshacer lo hecho, se asumió con rectificación. Es más, la Junta de Defensa ordenó que «los que siembren barbechos no labrados por ellos mismos, satisfarán a aquellos que los realizaron el valor de las labores, tasadas con arreglo a los precios locales y de uso corriente en cada pueblo». O, también que el pago de las rentas se realizaría ultimada la recolección del próximo año tomando como referencia la fecha de la ocupación.

A finales de 1936, Gonzalo Queipo de Llano, General Jefe del Ejército del Sur publicó un bando, de fecha 27 de noviembre, en el que suspendía los juicios de desahucio de fincas rústicas por falta de pago, siempre fuese debida una anualidad. El espíritu de la norma era el ser una «medida protectora» de «carácter general». El bando era efectivo en el territorio de Andalucía y de Badajoz y se promulgó por la actuación «de algunos propietarios de fincas rústicas que, con inconcebible egoísmo, han iniciado demandas de desahucio contra antiguos colonos que pactaron el pago anticipado de la renta y que, sin adeudar ninguno de los periodos arrendaticios anteriores»[26].

V. Reorganización de las oficinas y registros de Colocación Obrera.

Mediante la Ley de 27 de noviembre de 1931 se creó, a instancia de Francisco Largo Caballero el servicio de colocación obrera, con el «carácter de nacional, pública excluyendo y gratuita» excluyendo a la iniciativa privada. El objeto de estos organismos era múltiple: Registrar la demanda y oferta de trabajo, dar publicidad a ésta, poner en relación a ambas partes, la formación de los obreros, la inspección, estadística. Los Alcaldes organizarían el registro de colocación obrera local. Esto en la práctica suponía una pérdida de independencia y objetividad, como así ocurrió, fomentando el clientelismo y el caciquismo[27]. También existían oficinas en las capitales de los partidos judiciales, en la capital provincial y a nivel nacional[28]. El origen de esta normativa se hallaba en llamado como «Decreto de términos municipales» de 28 de abril de 1931, que creó las bolsas de trabajo. Posteriormente se publicó un extenso Reglamento de ejecución de la Ley de 27 de noviembre de 1931, contenido en el Decreto del 12 de agosto de 1932[29].

El 1 de septiembre de 1936, el recién nombrado Delegado Provincial de Trabajo, Ángel G. Calderón, firmó una circular en la que ordenaba que en la capital y en las cabeceras de los partidos judiciales se crease una oficina local de colocación obrera, y en los demás municipios de la provincia existiría un registro de colocación obrera conforme a la legislación firmada por Largo Caballero en 1931-32. Cada organismo local tendría una comisión inspectora compuesta por el alcalde y seis vocales, mitad obreros y mitad patronos. Se recordaba en la circular que el servicio era gratuito. Sin embargo, la situación real de estos organismos es que habían sufrido las luchas de la guerra civil:

«Diariamente se vienen recibiendo en esta Delegación contestaciones de los diversos ayuntamientos referentes al estado en que han quedado en cada uno de ellos los servicios de la oficina o registro de colocación obrera; salvo muy raras excepciones, en la mayor parte de los casos las contestaciones son coincidentes: Los archivos han desaparecido en unos, la documentación falta casi totalmente, en otros en gran número de casos, hasta las colecciones legislativas, boletines oficiales, etcétera, por todo lo cual se hace preciso proceder a una reorganización en aquellos sitios donde aún quede algo de estos organismos, y organizarlos de nuevo en aquellos otros donde nada existe, y siendo urgente que en cada Ayuntamiento funcione la respectiva oficina o registros de colocación obrera, a fin de que cumplan los fines para que fueron creados, se proceda a encauzar el remedio contra el paro y la depuración de los censos profesionales»[30].

La resucitación de estos organismos de control del trabajo, de inspiración socialista, no fue transitoria, sino que fue permanente. En un bando posterior del Gobernador Civil de principios de 1937 se indicó la obligatoriedad de la inscripción de los obreros en los Registros de Colocación Obrera, con obligación de especificar «el oficio, jornal que disfrute, domicilio, fecha desde la cual está colocado, patrono con quien está trabajando, número de hijos y personas que de cada uno de ellos dependan». Pero también tenían que inscribirse los parados, con indicación de la fecha, patrono con quien trabajaron y número de hijos que tengan a su cargo. Pero además se hacía énfasis en que «todos los patronos [sic] quedan obligados a dar cuenta a la oficina o registro de colocación obrera, en sus respectiva, de todos los datos anteriores, como asimismo el concepto respecto a la aptitud que el obrero le haya merecido». Haciendo hincapié el gobernador que los infractores «serán sancionados severamente»[31].

VI. Derogación definitiva de la llamada «Ley de Términos Municipales» de 1931.

Entre las normas que sí hubo una derogación expresa, por haber estado bajo crítica desde su promulgación a comienzos de la República, fue el Decreto de 28 de abril de 1931, del Ministerio de Trabajo y Previsión[32], elevada con rango de Ley por las Cortes Constituyentes en el artículo único de la Ley de 9 septiembre de 1931[33]. Esta norma, inspirada por Largo Caballero, disponía que «en todos los trabajos agrícolas, los patronos vendrán obligados a emplear preferentemente a los braceros que sean vecinos del municipio en que aquellos hayan de realizarse». En este decreto se creaban, así mismo, las bolsas de trabajo bajo la intervención del secretario municipal y bajo la inspección del alcalde, lo que en la práctica suponía un control absoluto del trabajo por el poder político, por una parte, y además impedía la libertad de movimiento de los obreros. Éstos para poder trabajar, debían ser vecinos de un determinado término municipal. Se ha apuntado incluso que se fundamentó de cara a «una potenciación del movimiento proletario-campesino en la coyuntura de crisis de la Segunda República»[34].

Esta disposición fue derogada expresamente por la Ley de 28 de mayo de 1934, iniciativa de José Estadella Arnó, Ministro de Trabajo, Sanidad y Previsión, con la cual se restauraba la libertad de contratación siempre respetando el salario mínimo establecido en las bases de trabajo[35]. El 20 de septiembre de 1936 el Gobernador de Badajoz, Díaz de Liaño, publicó una circular en la que hacía una dura crítica a «la legislación marxista aplicada en las cuestiones de trabajo, la constante persecución a los patronos y la falta absoluta de respeto a la propiedad, contribuyeron a la ruina de la economía nacional haciendo la vida imposible, especialmente a los propios obreros, que se vieron precisados a formar en las legiones de parados forzosos dentro de sus respectivas localidades, dando con ello lugar a que muchos emigrasen a otras regiones en busca de cualquier colocación que les permitiera atender sus necesidades familiares»[36].

VII. El recargo de la Décima sobre la contribución del Paro Obrero.

El 18 de julio de 1931 los ministros Indalecio Prieto (Hacienda) y Francisco Largo Caballero (Trabajo y Previsión) promulgaron el Decreto que declaró en Andalucía y demás comarcas donde hubiera venido practicándose el régimen de repartos de jornaleros parados entre propietarios y arrendatarios agrícolas, durante la crisis de trabajo. Por el contrario, se autorizaba «para atender al remedio del paro, mediante bolsas locales de trabajo y ejecución de obras públicas, se autoriza en las provincias andaluzas y extremeñas, y en las demás que quieran aceptar este régimen, el recargo de una décima de las contribuciones territorial e industrial». En cada municipio que acogiera esta medida se constituiría una comisión especial gestora con representación de las clases contribuyentes, de la obrera y del propio ayuntamiento. En fin, se obtenía un recargo del 10% que procedía de los propietarios rústicos (especialmente los afectados eran los terratenientes) y los industriales. El destino de los fondos era la aplicación en obras municipales en las que habría de contratarse a los parados.

Siendo, pues, la conocida como «Décima para el paro obrero» un recargo sobre la riqueza rústica, creada por dos ministros socialistas y que suponía una carga para los patronos (en la vertiente rústica e industrial), las autoridades militares no la suprimió. Así se corrobora por el contenido de la circular número once de la Delegación Provincial de Trabajo de Badajoz, de fecha 7 de octubre de 1936. En esencia, se decía que todos los ayuntamientos de la provincia la habían establecido, pero que no se había destinado su producto para su fin (mitigar el paro), sino «para el pago de viajes de diversas autoridades, y por lo tantos desvirtuando de esta manera los fines a que debieran destinar (…) obligando a muchos patronos a tener que contribuir de otra manera arbitraria para resolver el paro obrero, en forma de repartos alojamientos, etcétera».

El Delegado de Trabajo recordó a los ayuntamientos que las cantidades generadas en este recargo «no constituyen un capítulo más del presupuesto de ingresos y que deben ser dedicadas única y exclusivamente a los fines para que fueron creadas». Así se ordenaba, en previsión de futuras «crisis de trabajo» la constitución de las comisiones gestoras porque el espíritu de la aplicación de esta norma era el «recordar a las autoridades que es más conveniente estudiar los problemas y tener preparadas soluciones para ellos antes de que se produzcan»[37]. En esta circular se omitió que dos obreros tenían que formar parte de la comisión gestora junto a dos contribuyentes, dos concejales, un representante de la Delegación de Trabajo y presididas por el Alcalde. Fue subsanado por otra circular posterior[38].

Años más tarde, y siendo Ministro de Trabajo José Antonio Girón de Velasco, se promulgó el Decreto de 22 de junio de 1943, por el que dispuso que el antiguo recargo de la décima para remedio del paro se denominara «Impuesto para la prevención del Paro Obrero»[39]. En sustancia, esta disposición legal mantenía el espíritu de la norma anterior, de la que hacía un reconocimiento en el preámbulo, y perfeccionaba los mecanismos de control de las actividades de las comisiones locales que administraban estos fondos.

[1] JACKSON, G. La República Española y la Guerra Civil, Barcelona, Crítica, 1999, p. 427.
[2] BARRAGÁN-LANCHARRO, ANTONIO MANUEL República y Guerra Civil en Monesterio, Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, 2010, pp. 311 y ss.
[3] Cfr. ESPINOSA MAESTRE, F. La columna de la muerte, Barcelona, Crítica, 2003, p. XI.
[4] Cfr. ESPINOSA MAESTRE, F. La columna de…, ob. cit., p. XXIII
[5] MONTOYA MELGAR, ALFREDO «Ideología y lenguaje en las leyes laborales de España: La Guerra Civil», en Anales de Historia Contemporánea, Murcia, Universidad de Murcia, 1989, núm. 7, p. 171.
[6] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 2 de octubre de 1936.
[7] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 18 de diciembre de 1936.
[8] Cfr. PILO ORTIZ, F., DOMINGUEZ NÚÑEZ, M. y DE LA IGLESIA RUIZ, F. La columna relámpago (agosto 1936), Diego Marín Librero Editor, 2014.
[9] BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «El proceso revolucionario en las instituciones de la República del Frente Popular en Extremadura (1936-1939), en IÑESTA MENA F. y MATEOS ASCACÍBAR, F. (Coords.) España. Nación y Constitución y otros estudios sobre Extremadura. XII Jornadas de Historia en Llerena, Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, 2012.
[10] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 26 de agosto de 1936.
[11] Gaceta de Madrid, 15 de mayo de 1932.
[12] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 28 de agosto de 1936.
[13] Gaceta de Madrid, 6 de marzo de 1934.
[14] BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «La reglamentación de las labores agrícolas y ganaderas en la provincia de Badajoz por los Jurados Mixtos de Trabajo Rural durante la II República», en LORENZANA DE LA PUENTE, F. y MATEOS ASCACÍBAR, F. (Coords.) España. El Atlántico y el Pacífico. V centenario del descubrimiento de la mar del Sur (1513-2013) y otros estudios sobre Extremadura. XIV Jornadas de Historia en Llerena, Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, 2012.
[15] Gaceta de Madrid, 8 de mayo de 1931.
[16] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 7 de noviembre de 1936.
[17] Boletín Oficial del Estado, 3 de junio de 1938.
[18] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 5 de septiembre de 1936.
[19] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 1 de diciembre de 1936.
[20] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, suplemento correspondiente al 27 de febrero de 1937.
[21] Gaceta de Madrid, 22 de noviembre de 1934.
[22] Gaceta de Madrid, 22 de noviembre de 1934.
[23] Boletín Oficial del Estado, 24 de febrero de 1944.
[24] BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «Violencia sindical en la primavera de 1936 en la provincia de Badajoz: Los asaltos de fincas del 25 de marzo», en Actas de los XXV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, Centro de Iniciativas Turísticas, 2007.
[25] Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España, 29 de agosto de 1936. Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 2 de septiembre de 1936.
[26] Boletín Oficial de la provincia de Badajoz, 7 de diciembre de 1936.
[27] Cfr. BARRAGÁN-LANCHARRO, Antonio Manuel República y Guerra Civil en Monesterio, Badajoz, Sociedad Extremeña de Historia, 2010, p. 118.
[28] Gaceta de Madrid, 28 de noviembre de 1931.
[29] Gaceta de Madrid, 13 de agosto de 1932.
[30] Boletín Oficial de la provincia de Badajoz, 19 de septiembre de 1936.
[31] Boletín Oficial de la provincia de Badajoz, 2 de febrero de 1937.
[32] Gaceta de Madrid, 30 de abril de 1931.
[33] Gaceta de Madrid, 10 de septiembre de 1931.
[34] MARTÍN VALVERDE, ANTONIO «Colocación y regulación del mercado de trabajo agrícola» en Agricultura y Sociedad, Madrid, Ministerio de Agricultura, 1977, núm. 3, p. 122.
[35] Gaceta de Madrid, 30 de mayo de 1934.
[36] Boletín Oficial de la provincia de Badajoz, 22 de septiembre de 1936.
[37] Boletín Oficial de la provincia de Badajoz, 12 de octubre de 1936.
[38] Boletín Oficial de la provincia de Badajoz, 16 de octubre de 1936.
[39] Boletín Oficial del Estado, 12 de julio de 1943.

Jun 112014
 

Marciano Martín Manuel.

 1SinogaValencia

1. PÓRTICO

El proceso de falsificación de la judería de Hervás, como los barrios judíos de Casar de Palomero y Garganta la Olla, y las sinagogas de Alcántara y Valencia de Alcántara[1], esta última reflejada en la fotografía tras su remodelación por la Junta de Extremadura en 2001, cabe definirlo, parafraseando a Eric Hobsbawn y Terence Ranger, como la invención de la tradición judía extremeña. En aras del turismo rural, el Ayuntamiento de Hervás ha interrumpido estrepitosamente en la cadena de la historia, guiado por intereses meramente crematísticos, y ha distorsionado a su libre albedrío los hechos del pasado causando los mismos estragos que un elefante en una cacharrería. Reconstruir el proceso de invención de la historia judía de Hervás es el objetivo primordial de este ensayo escrito expresamente para los Coloquios Históricos de Extremadura que se celebran anualmente en la extremeña ciudad de Trujillo. El texto está inspirado en mis trabajos de investigación que recopilo en el apartado bibliográfico. He desglosado el proceso histórico en dos secciones: la historia judía, según las fuentes de la archivística, y el corpus legendario apócrifo, semillero de la invención.

2. PRIMER TRANCO. LA HISTORIA (DOCUMENTADA) DE LA JUDERÍA

Es tradición que Hervás fue fundada por la Orden Militar del Temple durante la Reconquista cristiana de Alfonso VIII de Castilla a finales del siglo XII. Los caballeros templarios erigieron a escasos metros de la calzada de los romanos una ermita de la que apenas quedan ruinas, bajo la advocación de los mártires San Gervasio y San Protasio. De San Gervasio procede el nombre de Santihervás, que denomina a la ermita, al río y al puente de cantería. A media legua de Santihervás, los cristianos construyeron un recinto fortificado y en su interior la iglesia de Santa María, origen de Hervás, perteneciente a la diócesis de Plasencia. La aldea fue agregada al señorío de Béjar, posiblemente, por la reina doña Violante de Aragón y Hungría a mediados del siglo XIII. Consolidada la repoblación, Hervás desarrolló su estructura urbana a espaldas de la fortaleza y a la vera del río Ambroz, asiento de las barriadas de Arriba y de Abajo, cuya denominación obedece a su orografía. Castellanos y gallegos fueron los primeros colonizadores del lugar.

2. 1. La población judía

En el siglo XIII el judaísmo cacereño se desarrolló en los territorios de realengo y de la orden de Alcántara: Cáceres, Coria, Plasencia, Trujillo, Alcántara y Valencia de Alcántara. Su población era muy reducida. La más numerosa no alcanzaba las 25 familias, según don José Luis Lacave. A finales del siglo XIV las comunidades judías, con motivo de las persecuciones, incendio de sinagogas y destrucción de juderías, se desplazaron desde los centros urbanos de Al–Andalus y Castilla hacia las villas y aldeas extremeñas de la nobleza feudal y las Órdenes Militares. En esta segunda fase, el judaísmo adquirió un acentuado carácter rural. Demediado el ecuador del siglo XV hubo más de cuarenta comunidades judías en la provincia cacereña. Las comarcas del valle del Jerte, la Vera, Campo Arañuelo, Sierra de Gata, Campo de Montánchez, Villuercas, el Salor, etcétera, recibieron focos migratorios judíos. Los niveles demográficos judíos no alcanzaron el 10 por ciento de la población. En este ciclo se estableció en Hervás una población judía.

2. 2. El Rabilero y la sinagoga

El asentamiento de una comunidad judía en una ciudad, villa o lugar de los episcopados extremeños de Plasencia y Coria y la Orden Militar de Alcántara, conllevaba la formación de un barrio en el que los judíos acomodaron la sinagoga, pero no tuvo carácter segregatorio. La judería de Plasencia se hallaba en la Mota, desplazada a la calle Trujillo y Rúa Zapatería tras el apartamiento de Cortes de 1480. Cáceres fijó su judería en el barrio de San Mateo, trasladada al barrio de San Juan en 1478. En Coria se hallaba en la calle del Albaicín, colación de Santa María. En Trujillo formaron la judería apartada de la calle Nueva y la Rinconada en 1480. Y en Béjar (Salamanca) se acomodaron en la calle Parrillas, colación de San Gil.

La comunidad judía de Hervás estaba formada por no más de 45 familias. No tenía el rango de aljama. La aljama se hallaba en Béjar donde los judíos hervasenses satisfacían las derramas fiscales. Predominaron los patronímicos Abenfariz, Calderón, Cohen, Escapa, Hamiz, Mahejar, Orabuena y Salvadiel, entre otros. Se dedicaron al comercio del textil, arrendamiento de impuestos fiscales, préstamo a interés, medicina, etcétera. Los judíos moraron en una calle, conocida en nuestros días con el nombre despectivo de Rabilero, cuya denominación es posterior a la época medieval. La judería no tuvo carácter de gueto, como la Rinconada de Trujillo, la calle Nueva de Cáceres, o Rúa Zapatería de Plasencia durante los años 1478–1492.

Los judíos de Hervás también residieron en calles cristianas, como la Plaza y la Corredera (hoy, Relator González), cuyo comportamiento se manifestó igualmente en las comunidades de Cáceres, Coria, Plasencia, Trujillo y Béjar. Los judíos cacereños y salmantinos compartieron con los cristianos las calles y las plazas durante la política de tolerancia, recluidos en guetos en los momentos de mayor crispación política, de 1412 a 1419 y de 1480 a 1492. En los lugares donde moraban diez familias, como Hervás, era obligatorio disponer de un oratorio, como mandaban las ordenanzas comunales de Castilla de 1432. Hay constancia documental y restos de vestigios patrimoniales de las sinagogas de Alcántara, Arroyomolinos de Montánchez, Coria, Cáceres, Trujillo, Plasencia y Valencia de Alcántara.

2Fiesta sinagogaR

La sinagoga de Hervás, según la tradición oral, se ubica en la casa número 19 de la calle del Rabilero, como se aprecia en la fotografía que ilustra el espectáculo «Ambientación y Dinamización del Mercado» organizado por el comité de la esperpéntica fiesta turística de «Los Conversos» 2013.

2.3. El proceso de asimilación de los cristianos nuevos

Proclamado el edicto de expulsión, la mitad de la población judía de Hervás se exilió. Ante los problemas de acogida que tuvieron en Portugal y el Magreb, algunas familias retornaron y se convirtieron al cristianismo en febrero de 1494. ¿Cómo se desarrolló el proceso de asimilación, el desarraigo de la identidad judía, en el contexto de una mayoría cristiana, muchos de los cuales se manifestaron como fervorosos antisemitas? Los cristianos nuevos de primera generación, aquellos que habían nacido judíos y mudaron su fe al cristianismo sin ninguna convicción religiosa, preservaron en la intimidad del hogar los ritos, ceremonias y costumbres judías. En los autos de fe de 1514 y 1515, el tribunal de la herética pravedad de Llerena condenó a morir quemados en la hoguera a los cristianos nuevos que se mantuvieron firmes en la fe de Moisés. Poco tiempo después comenzó la paulatina asimilación de los cristianos nuevos en las cofradías cristianoviejas sin apenas suscitar conflictos sociales. No existían medidas segregatorias que acentuasen la coloración de la sangre de los cristianos nuevos.

La asimilación de los descendientes de judío en el cristianismo se habría producido satisfactoriamente si el duque de Béjar no hubiese reformado el sistema de gobierno municipal. Hacia 1578, el duque don Francisco II dividió la sociedad local en dos partidos políticos: «mercaderes», o cristianos nuevos, y «labradores», o cristianos viejos, menoscabando las disposiciones legales del reino que únicamente permitían los estados hidalgo y pechero llano. La casa de Béjar repartió los cargos políticos entre los dos partidos cuyos oficios se renovaban al finalizar el año. Los políticos cesantes no podían presentarse a la reelección hasta después de transcurridos cuatro años. Tampoco se admitían parientes dentro del cuarto grado. Una medida racional que debería imitar los políticos españoles que se visten con el traje de luces de la democracia, o se lo ponen por montera.

Asimismo, el duque don Francisco II impuso el estatuto racial de pureza de sangre. ¿En qué consistía? El candidato mercader debía someterse previamente a un examen genealógico ante un tribunal de pureza formado por tres personas. Generalmente, el alcalde, el escribano y un familiar del Santo Oficio. Esta revisión genealógica, esta purgación de la sangre, se aplicaba exclusivamente a los componentes del partido mercader. A los labradores se les suponía exento de la mácula judía. El candidato mercader que había heredado un delito de fe quedaba exonerado del ejercicio de las prebendas políticas.

El estatuto segregacionista acarreó trágicas consecuencias en la sociedad. La exclusión política del cristiano nuevo puso una nota de agravio en las familias mercaderes. El estatuto de sangre rejuveneció la sabia judía, tan denostada por los cristianos viejos. Las hostilidades políticas trascendieron al marco de la vida cofrade y laminaron la asimilación de los cristianos nuevos. Se fundaron cofradías de cristianos viejos que no admitían a cristianos nuevos, como las hermandades xenófobas del Sacramento y San Juan Bautista. En la misma consideración, hubo cofradías de cristianos nuevos que no aceptaron a cristianos viejos, como el Rosario y Nuestra Señora de la Asunción.

El estatuto segregacionista político y cofrade acarreó trágicas consecuencias en la vida de la aldea. Hervás se resquebrajó en dos sociedades enemigas irreconciliables y al más liviano roce estallaba la reyerta en la vía pública, en el Ayuntamiento, en los asientos de la iglesia parroquial, en las procesiones o en las cofradías. Impelidos por los conflictos, las dos comunidades políticas se reagruparon en dos barrios adversos en función de su pasado cultural. Así, en el barrio de Abajo –que hoy se factura como judío en la literatura turística–, se alojaron los cristianos viejos que repudiaban todo lo que estuviese algún vínculo con el judaísmo. Y en el barrio de Arriba se arracimaron los mercaderes cristianos nuevos, en las calles de la Cruz, Corredera, Vedelejos y Centiñera.

Glosaré, a título informativo, que en el siglo XVI los cristianos nuevos de Cáceres vivieron en la judería nueva, o de la Cruz, los de Trujillo, en la Rinconada y calle Nueva, y los de Guadalupe en la calle Nueva. En Béjar existió la Puerta de la Judería, luego, Nueva. En Hervás hubo una calle Nueva y otra de la Cruz, desconozco si es la misma vial. En definitiva, en la Alta Extremadura sucedió lo mismo que en muchos otros lugares de la península. Las juderías segregatorias del medievo se transformaron en el Renacimiento en el barrio de los cristianos nuevos.

La calle de la Cruz era la residencia de los cristianos nuevos en el siglo XVII. Se accedía por la calle Corredera a través del «portal de la virgen», así llamado por la imagen de Nuestra Señora que los cristianos nuevos depositaron en una hornacina sita en el portal que formaban dos balcones corredizos, a modo de pasadizo, demolido por el consistorio en 1855. ¿Recuerdan las autoridades municipales, consumidores de la flor del loto, dónde se hallaba esta calle? Corresponde a la Plazuela de Hernán Cortés.

No voy a extenderme en las insidiosas actitudes racistas de los cristianos viejos del barrio de Abajo, obsesionados con el prurito de la limpieza de sangre, como era tendencia en la sociedad conflictiva del Siglo de Oro. Como muestras del botón resalto la actitud del vicario antisemita don Jerónimo González de Lucio, comisario del Santo Oficio de Béjar, que intimidó a los cristianos nuevos de Hervás con escribir a la Inquisición de Llerena para que les renovasen los sambenitos de sus pasados. O la fabricación por los cristianos viejos xenófobos de un Libro Verde, el tizón de sangre, el lucero mercader, para denunciar a la casa de Béjar y al prelado de Plasencia, que ostentaba el cargo de Inquisidor general del Santo Oficio, el linaje judaico de los mercaderes e impedir la derogación del estatuto de sangre que permitía el acceso de los cristianos nuevos a la administración local. Este complejo capítulo de la historia antisemita de Hervás lo he narrado en mi novela de corte picaresco El Libro Verde, editada por Espuela de Plata, Sevilla 2014.

Afortunadamente para los cristianos nuevos, los tiempos estaban cambiando en el linaje de los Zúñiga. La benefactora duquesa doña Teresa Sarmiento de la Cerda, madre tutora  del duque niño, asesorada por el prelado de Segovia, derogó en 1661 las divisiones políticas y el estatuto racial que tiznaba la sangre del mercader dando curso legal al acceso de los cristianos nuevos en el Ayuntamiento. El descendiente de judío abandonó su condición de marginado político y social. Fray Liciniano Sáez, archivero de la casa de Béjar, glosó la situación política de Hervás a finales del XVIII con esta lacónica pincelada: «Nombra la casa de los señores duques indistintamente de unos y de otros [bandos] porque, aunque no se ha olvidado la denominación de barrios bajo y alto, se tienen todos los vecinos por buenos e iguales, sin haver (sic) más desigualdad que en los caudales, deseo de mandar y codicia en aprovechar y tener autoridad, como sucede en todas partes».

Mientras tanto, a miles de kilómetros de Hervás se produjo el movimiento del iluminismo judío, o la haskalá. Una corriente ideológica judía surgida en Alemania en la segunda mitad del siglo XVIII que se extendió por Polonia y Rusia. El iluminismo promovió el acercamiento de los judíos askenazíes, que hasta entonces habían vivido encerrados en la ortodoxia rabínica de los guetos del Centro y Este Europa, a los demás pueblos y culturas de los países europeos. El iluminismo facilitó el camino de la asimilación judía en la vida social de sus respectivos países de acogida, cuyos frutos recogerían las artes, la música, la ensayística, la narrativa, la pintura, etcétera. En Extremadura otro era el cantar. Después de varios siglos de obsesivo acoso y persecución, los descendientes de judíos se habían asimilado en la sociedad cristiana, como demandaba el programa integrista de la España católica de los Borbones. Los mercaderes se habían despojado del lastre de sus raíces hebreas a la que consideraban un accidente de nacimiento. Nacían, vivían y morían como cristianos, como los campesinos y labradores.

Al contrario de lo que manifestaron los judíos askenazíes asimilados en la cultura europea, de cuya honra judía hacían gala en sus composiciones artísticas, como los cristianos nuevos hervasenses en el Renacimiento, los mercaderes de la Ilustración, preclaros disidentes del mosaísmo, habían borrado la huella que delataba su vínculo cultural con la religión de Jacob. Los mercaderes asimilaron sin ningún remordimiento de conciencia los sacramentos y mandamientos de Dios y de su Iglesia, confesaban y comulgaban por Pascua, casi todas las familias tenían en sus hogares uno o dos sacerdotes, y morían como cristianos. Culminada la integración en la jerarquía política (Ayuntamiento), en el estado religioso (cabildos eclesiásticos, parroquias, conventos, monasterios y ermitas), en la sociedad civil (cofradías) y en la gastronomía (dietética porcina), los mercaderes cristianizaron su sangre judía por vía marital con familias nobiliarias, como los Loaysa, de Trujillo, y los Quiñones, y los Arce y Soto, de León, y se erigieron en la burguesía acomodada del siglo XVIII. Sin embargo, su irreprochable conducta cristiana, su comunión con la moralidad de la doctrina católica, no era suficiente para la sociedad cristianovieja. A la comunidad mercader le faltaba por escalar el último peldaño de la asimilación que le hiciera acreedor del lábaro del cristianismo. Al mercader le quedaba por asimilar los valores sustanciales de la cultura y del pensamiento de la sociedad extremeña del Barroco y de la Ilustración: la conducta antisemita. Los descendientes de judíos, vecinos del barrio de Arriba, profesaron sin ambages la doctrina antisemítica, si cabe, con mayor profesión de fe que los cristianos viejos antisemitas del barrio de Abajo. En las fundaciones de las capellanías de misas, los mercaderes exigieron que los curas capellanes fuesen personas de crédito, limpias «de la mala raza de judío, moro y de los nuevamente convertidos a la santa fe católica». Este, y no otro, eran los frutos inmanentes de la edad conflictiva del barroco. Esta y no otra era realidad histórica de la trágica asimilación judía.

Los mercaderes asimilados contribuyeron a la consolidación de la fe de Cristo en Hervás y en las naciones allende los mares. El canónigo mercader don Francisco Sánchez Zúñiga alcanzó el grado de chantre en la catedral de Plasencia y fundó la Escuela de Cristo en la iglesia parroquial en 1730, hoy, baptisterio. El mercader don Gerónimo Sánchez ocupó el cargo de cura rector de Santa María y de comisario del Santo Oficio, y mandó dorar a sus expensas el retablo del altar mayor que, ironías de la historia, acabaría calcinado por los republicanos anticlericales, anarquistas y socialistas, muchos de los cuales vivían en el barrio de Abajo. Otros sacerdotes mercaderes, y en menor consideración cristianos viejos, dirigieron sus pasos hacia la evangelización cristiana de las Indias Occidentales y las Islas Filipinas, como misioneros predicadores, con la labor de convertir infieles a la fe de Cristo. La redención del descendiente de judío en el dogma católico se había consumado.

La estigmatización judaica del barrio de Arriba se diluyó parcialmente en la memoria popular cristiana. Y digo parcialmente porque en la memoria oral de los vecinos del barrio de Abajo siguió latiendo tenuemente el antisemitismo. Un antisemitismo acicalado con el terciopelo de las palabras transmitido de generación en generación hasta el siglo XX. En mi adolescencia, en los estertores de la Hervás franquista, cada vez que la pandilla de amigo, vecinos del barrio alto, nos adentrábamos en el barrio de Abajo en busca de hermosas doncellas, nos asaltaban las madres guardianas amedrentándonos como si fuéramos el lobo feroz: «¿No estáis “mu” bajero?». Tras consagrarme a la investigación de la historia judía discurrí lo que encerraba la palabra «bajero». En la conciencia social quedó impresa la animadversión hacia todo lo que proyectase la más leve sombra o sospecha de judaísmo. Era notoria la fobia obsesiva, el odio visceral, las actitudes de intolerancia hacia el judío, hacia el judío imaginario, porque hacía quinientos años que no moraba un solo judío en Hervás y en las calles hablábamos del judío como si compartiese las tradiciones, ritos y costumbres locales.

3. SEGUNDO TRANCO. LA FALSIFICACIÓN DE LA JUDERÍA

Tras la asimilación de los mercaderes en el dogma del cristianismo, Hervás cayó en un estado amnésico, como es ley en la historia de todas las culturas y civilizaciones. Víctima del síndrome de Korsakoff, sobrevino el deterioro de la memoria judía y el lugareño perdió la rosa de los vientos. La clase política y los fabuladores del lugar cubrieron las lagunas de la historia con un rosario de invenciones, con el judío imaginario como protagonista estelar. El retrato cruel y grotesco del judío fabulesco, fruto de la incultura popular de la época y del desconocimiento de la Historia, originó en la sociedad xenófoba un corpus extraordinario de fábulas milesias, semillero de la invención de la historia judía, objetivo del segundo tranco.

3. 1. La visión del judío en la historiografía extremeña de finales del XIX

Los libros de los viajeros, manuales de Historia y cronicones religiosos del siglo XVIII desconocían la historia judía. Antonio Ponz, el hervasense Pedro de Aguilar y el italiano Antonio Conca ignoraron en sus textos la existencia de la judería. Señalaron como focos de interés histórico–artístico el convento de los religiosos trinitarios descalzos, la iglesia de Santa María, la enfermería franciscana –hoy, Ayuntamiento–, y la fábrica de tejidos, hoy desaparecida. Tampoco he hallado referencias históricas, tradiciones orales, leyendas hebraicas ni atisbos de invenciones en ninguna de las descripciones históricas y literarias de los cronistas y viajeros del siglo XIX, como Antonio de Laborde, la Sociedad de Literatos, Nicolás Díaz y Pérez, Pablo Riera y Sans y Juan Mariana y Sanz.

El proceso fabulador de la tradición histórico–cultural judía cobró alas en la región extremeña en el último tercio del siglo XIX. En la época comprendida entre «la Gloriosa» y la Primera República (1868–1874), la perspectiva del judío imaginario navegaba en las procelosas aguas del antisemitismo histórico, con el notario Romualdo Martín Santibáñez como comandante del barco, con su opúsculo Historia de la Santa Cruz del Casar de Palomero (1870). Martín Santibáñez se alineó con la literatura apologética antisemita de fray Francisco de Torrejoncillo, Centinela contra judíos, (1673), que daba pábulo a la leyenda que atribuía el apedreamiento por los judíos de Casar de Palomero a la cruz de madera del puerto del Gamo, propagada en la región por los círculos religiosos y sociales desde los primeros tiempos del renacimiento. El notario mantenía vigente la imagen abyecta del judío deicida con la proyección inveterada del odio a los judíos. Sus disparatadas teorías recibieron las felicitaciones de Vicente Barrantes (Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura, I, Madrid 1875) «por la exactitud y riqueza de sus datos y la verdad de sus descripciones, que anulan todas las fábulas difundidas hasta ahora sobre Las Hurdes». En un nuevo alarde de fantasía, Romualdo Martín Santibáñez (Las Jurdes: un mundo desconocido en la provincia de Extremadura (1876), vinculó el asentamiento de las comunidades judías en la comarca de Las Hurdes con los judíos deportados de Jerusalén por el emperador Vespasiano a Mérida, los cuales se refugiaron en la comarca tras el edicto expulsorio de 1492, cuya idea repescará poco después Vicente Paredes.

En las antípodas de la fábula histórico-literaria irradia la ciencia de don Anselmo Arenas López, una isla de lucidez en el maremágnum judeófobo extremeño. Desempeñó la cátedra de Historia en el Instituto de Badajoz, de 1877 a 1892. En libro de texto Curso de Historia de España (1881), el autor se alineó con las ideas progresistas de su tiempo y el revisionismo histórico. Abordó el tema de la expulsión de los judíos como una imposición de la confesionalidad cristiana de los Reyes Católicos, e imputó al Consejo de la Suprema Inquisición el fenecimiento del desarrollo intelectual y creativo en la península. En la misma línea se situaba el chantre de la catedral de Plasencia, el erudito don José Benavides Checa, con su riguroso volumen Prelados placentinos. Notas para sus biografías y para la Historia documental de la Santa Iglesia Catedral y ciudad de Plasencia(1907).

3. 2. La regencia de María Cristian: el gueto, el centinela y el fetor judaico

Durante la regencia de María Cristina (1885–1902), las obras de divulgación histórica y de creación literaria ofrecieron una imagen distorsionada del judío. El romanticismo apenas refrescó los mordaces salones de la encorsetada imagen del judío extremeño. Las Historias locales, ayunas de un consistente soporte científico, vararon en los tópicos del antisemitismo histórico–religioso de Romualdo Martín Santibáñez y el seudocientifismo de Publio Hurtado. Las aventuradas propuestas de Vicente Paredes (Origen del nombre de Extremadura, el de los antiguos y modernos, de sus comarcas, ciudades, villas, pueblos y ríos: situación de sus antiguas poblaciones y caminos, 1886), donde no faltaron los tradicionales resabios antijudaicos, contribuyeron al desarrollo del judío imaginario jurdano, aún cuando la archivística no ofrecía ningún dato veraz sobre la presencia hebrea en la comarca. Refiere Vicente Paredes que los judíos se refugiaron en Las Hurdes tras el edicto expulsorio y ocultaron el tesoro del rey Salomón que se habían traído de Jerusalén. Su tesis encontraría eco en Publio Hurtado (Supersticiones populares, 1902), cuyo autor se hizo eco del mito del judío errante y de la figura del judío usurero, a la vez que justificaba la instauración de un tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en La Puebla y el monasterio de Guadalupe. Sus postulados inspirarían someramente la narrativa teosófica de Mario Roso de Luna analizada en mi ensayo «La teosofía cabalística de Roso de Luna» (Clarín. Revista de Nueva Literatura, año XV, núm. 93, mayo–junio 2011, pp. 3–7).

Hervás no fue una excepción. Imbuido por el espíritu posromántico costumbrista y el movimiento regionalista de ámbito cultural, los noveladores de la historia hendieron la torva reja del arado en la parva de las ficciones y sembraron la historia judía con la herrumbre de las invenciones, que fructificaron como granos de mostaza. El maestro de la escuela unitaria de niños don Agustín Manzano Calzado recogió las primeras fantasías sobre el pasado judío en 1886. De la literatura proverbial espigó el vejamen antijudío: «En Hervás, judíos los más». Un lábaro antisemita que hoy enarbola la población como estandarte de su filojudaísmo turístico.

Asimismo, el maestro de niños esbozó el cliché atávico de un gueto judío segregado de los cristianos: «Desde el castillo parte otra calle que separa el pueblo en dos mitades, nueva y vieja, y a la parte opuesta una plazoleta llamada Cantón de Centiñera, donde es creíble hubiese un centinela, que en unión del que habría en el castillo, estuviesen destinados a impedir el trato de los judíos con los cristianos». El relato del gueto ficticio emanaba del tópico de los judíos y cristianos divididos en dos barrios enemigos enfrentados por odios seculares, aversiones manifiestas y venganzas religiosas. Cobraría nueva forma con la interpolación del centinela apostado en el cantón de la calle Centiñera que vigila, que «ve de lejos», a los judíos, de ahí que la calle inmediata a Centiñera se llame Vedelejos.

El poder de seducción del judío imaginario actuó en la memoria de los viajeros como un eficaz psicotrópico con distintas percepciones. Vicente Paredes transmitió su peculiar mirada judeófoba en 1907: «Estuve en el barrio del Ravilero (sic) y en la calle de la Sinagoga, cuyos nombres indican que pertenecía este barrio a los judíos, el cual es muy interesante para conocer cómo eran las casas que decía el historiador de los RRCC Bernáldes (sic), que olían a judío como ellos, porque sus alimentos sin grasa les daba un olor repugnante que transmitían a sus viviendas». El olor judaico que Vicente Paredes percibió en las casas del Rabilero emparentaba con el fetor iudaicus que el doctor Punch Costello diagnosticó en la orina de Bloom narrado por Joyce en Ulises.

La invención de la tradición judía prosiguió en la España franquista. Hechizado por la imagen romántica de la judería y el mito del centinela, Camilo José Cela pinceló sus peculiares impresiones en el reportaje periodístico «Del tranco del diablo a la judería de Hervás» (1951): «En la ciudad de abajo, más allá de la Puerta del Centinela, los niños de la Judería saltan, igual que núbiles bestezuelas, recortando sus renegridas y panzudas figurillas sobre el severo y nutricio verde del bosque que, quizá por umbrío, llaman Gallego». Elisa Carolina de Santos Canalejo (La historia medieval de Plasencia y su entorno geo–histórico: la sierra de Béjar y la sierra de Gredos, Cáceres 1986, p. 532) confirió veracidad documental a la rocambolesca fábula del centinela y del gueto judío de Vicente Paredes: «Los judíos de Hervás, aldea de Béjar fueron apartados del trato con los cristianos poniendo un centinela en el castillo y otro en la plaza opuesta a él». La lírica descriptiva del fértil imaginario judío ha dejado en mantillas la estética surrealista de Buñuel, Dalí y Tzara.

3. 3. La Extremadura franquista: el apólogo del machón y la conversión de los judíos

Los noveladores de la tradición judía no dieron tregua a las invenciones y ensombrecieron el mirador de la historia con recreaciones fabulescas. Alonso Sánchez mandó labrar una escultura sepulcral yaciente de granito ataviado con su armadura de caballero y con perros alanos a finales del siglo XIV. Su lápida sepulcral, conocida como el Machón, se instaló en el interior de la iglesia de Santa María, trasladada al pretil del puente de la Fuente Chiquita durante las reformas del siglo XVIII o XIX. En la España de la apertura franquista, los artificios literarios de corte judaico impregnaron con su dúctil verbo la efigie yaciente del caballero cristiano. El rapsoda Emilio González de Hervás, en su romance «Canto al amor verdadero»,ubicó la efigie fúnebre del Machón en el pretil del puente como testimonio de la conversión sincera de la comunidad judía en el fielato del dogma del cristianismo. El referente literario se convirtió en la pluma de Miguel Muñoz de San Pedro (Extremadura (la tierra en la que nacían los dioses, Madrid 1961, p. 124) en un hecho histórico veraz: «De algún templo vino este adorno, que el pueblo liga a una vieja leyenda, relacionada con la conversión al cristianismo de la colonia judía».

En Hervás no hay fronteras perceptibles entre Historia y Literatura. El rigor histórico y la literatura turística, la realidad y la ficción, la ciencia y la fantasmagoría, son una misma (in)disciplina. Que en los trabajos de investigación de Elisa Carolina de Santos Canalejo y de Miguel Muñoz de San Pedro se aprecien las interferencias de los excogitadores del pasado judaico, nos ayuda a entender el poder de seducción y la permeabilidad de las invenciones. Hervás, militante activo del bovarismo, incorporó al acervo popular la narrativa literaria del Machón, y lo asimiló en su repertorio como historia verídica, de la cual se hizo eco Juan García Atienza (Guía judía de España, Madrid 1978, p. 174): «Representa un caballero con armadura y el recuerdo del pueblo le atribuye la legendaria conversión en masa de los judíos de la localidad».

3. 4. De cómo el Estado circuncidó el barrio cristiano de Abajo en judería

Ante la importancia que adquirieron las leyendas judeófobas en la nación, y especialmente su barrio judío, debido a la agresiva campaña de promoción en prensa por el Ilustre Ayuntamiento, el consistorio decidió delimitar el marco de la judería para dar acomodo al judío fabuloso. En el estío de 1966, la clase política tomó conciencia del «tesoro histórico–artístico que representa el barrio bajo o barrio judío de esta villa», como empezaron a intitular al barrio de Abajo, y tramitó la declaración oficial como conjunto histórico–artístico en la Real Academia de la Historia, con la siguiente reseña: «Barrio Judío. De época medieval, visitado constantemente por nacionales y extranjeros. Se halla situado en la parta baja del pueblo, a la orilla del río Ambroz. Es curioso y pintoresco por su gran número de casas de dos pisos, la mayoría saledizos en el primero y aleros prolongados en el tejado. Los muros son de adobes o barro sin cocer y entramado con madera de castaño, que parece incorruptible por los siglos que por ella han pasado sin apenas deterioro. El barrio ha sufrido escasas consideraciones; siguen con sus nombres las calles de la Sinagoga, en la que estaba su templo, y la del Rabilero, donde habitó el Rabino». Pese a las incoherencias históricas, el Estado entronizó el barrio labrador de Abajo como judería, en el BOE número 53 de 3 de marzo de 1969. Un nuevo ciclo se abría en la memoria colectiva oral. El Ayuntamiento y los lugareños modificaron la etiqueta de «Barrio de Abajo» por la de «Judería», consolidada en la memoria oral y guías turísticas.

3. 5. La Transición española y la Red de Juderías «Caminos de Sefarad»

3 Relator GonzalezR

Tras el ingreso de Hervás en la Red de Juderías «Caminos de Sefarad» en 1996, la judería imaginaria alcanzó el rango de VIP de la historia del judaísmo español codeándose con las ciudades de Ávila, Córdoba, Gerona, Palma de Mallorca, Segovia, Sevilla, Toledo y Tudela. En lugar de eliminar las fabulaciones antisemitas que tan flaco favor están haciendo a la historia, y de circunscribir el marco de la judería únicamente a la calle del Rabilero, el Ayuntamiento decidió judaizar siete calles del barrio de Arriba incrustando la estrella de David en los rótulos del callejero. De esta manera, la Plaza de la Corredera y las calles Asensio Neila, Vedelejos, Centiñera, Convento, Pizarro y Relator González (como se aprecia en la fotografía), se han agregado al judaísmo turístico.

¿Qué ofrece Hervás como atractivo a sus honorables visitantes, al margen de su judería mitológica, calificada sin rubor por los políticos locales, a rebufo de las promociones comerciales, como la judería (imaginaria) mejor conservada de España? Aparte del mercadillo bufo de «Los Conversos», más próximo al carnaval de Purim que a historia, la Hervás de los «Caminos de Sefarad» nada tiene que envidiar a personajes ilustres de la talla del naguid Ibn Nagrella, del cabalista don Moisés de León, del astrónomo Abraham Zacuto, del poeta y maestro talmúdico don Isaac al–Baliah, del historiador Abraham Ibn Daud, o del viajero Benjamín de Tudela. En la Hervás de los «Caminos de Sefarad» ha nacido una egregia figura que rebasa en sabiduría, esplendor, ciencia, erudición, estudios talmúdicos, pensamiento, mística, filosofía, cartografía, raciocinio, arte e historia, a todos los autores judíos que figuran con bordado de oro en la Enciclopedia Judaica: la judía Maruxa.

3. 6. La Alianza de Civilizaciones y la judía Maruxa

En el lenguaje coloquial de la Hervás de los años 40 del siglo XX, «la maruja» era la onomatopeya del sonido generado por el viento invernal proveniente de Pinajarro. Otros autores prefieren el étimo gallego Maruxa. El fenómeno atmosférico sirvió como decorado narrativo a varios cuentecillos populares editados en la Revista de Ferias y Fiestas de 1951.

En «La leyenda de la Fuente Chiquita», creación literaria de Miguel Álvarez Encina, «la maruja» es la metáfora de la princesa romana Clodia que desciende rumorosa por el cauce del Ambroz. En el cuentecillo de la reina Violante, de José Sánchez Matas, es el sonido producido por el viento invernal en la campana de la chimenea. La Maruxa cobró un giro espectacular en el apólogo «Amor y sangre en la judería» (Leyendas extremeñas, León 1987), de don José Sendín Blázquez, que se inspiró en «Canto al amor verdadero», de Emilio González de Hervás. En la versión de Sendín Blázquez, Julián es un cristiano viejo que moraba en el barrio de Arriba y el rabino Ismael, «hombre soberbio poseído de su cargo e influencia, intransigente, fanático, que sostenía a pulso el poderío de la grandeza de su raza», vivía en el barrio de Abajo. «Maruja o Maruxa» y Julián se comían los ojos de amor. Una noche «los sicarios del rabino» apuñalaron a los enamorados en la Fuente Chiquita y Maruja fue inhumada a la vera del Ambroz. Desde entonces, «en determinados días, sobre todo de invierno, baja desde el Pinajarro un vientecillo fresco, salpicado de lágrimas, que produce un extraño rumor como de alguien que llora. Los lugareños lo llaman “el quejío”, equivalente a grito o suspiro, y dicen que son los suspiros de Julián y de la Maruja que recuerda a toda la villa el incomprensible martirio de la pareja de enamorados».

4 Fuente ChiquitaR

La fantasía de la judía Maruxa cobró nuevo diseño con Carlos Aganzo (Por los caminos de Sefarad, Turesepaña 2007). El romance, presentado como un hecho histórico veraz, se intitulaba «la judía errante», y lo reeditó en Rutas por las juderías de España (El País, Aguilar, Madrid 2008, pp. 142–151), con este formato: «La historia de la Maruxa o de la judía errante forma parte también de las tradiciones más arraigadas en la villa. No faltan vecinos que, en sus paseos nocturnos junto a la fuente Chiquita, afirman haber oído en alguna ocasión el quejido lastimero de aquella joven judía que, enamorada de un galán cristiano, le protegió con su cuerpo y encontró la muerte junto a él cuando su padre mandó a un grupo de sicarios a que acabaran con su vida; enterrada en un lugar secreto junto al río Ambroz, lejos del cementerio, la Maruxa sólo se aparece para prevenir de alguna desgracia». De esta manera, el onomatopéyico viento de «la maruja» ha mudado en el epopeyico lamento de la judía Maruxa; y la Fuente Chiquita (que muestra la fotografía), en la flor y nata del patrimonio cultural, cuya visita está recomendada por la Red de Juderías «Caminos de Sefarad»[2].

La fábula judaica ha explorado nuevos caminos en la ficción teatral. Miguel Murillo ha dado vida al imaginario judío en la tragicomedia La estrella de Hervás, representada en la explanada de las traseras de la calle del Vado, a la vera de la Fuente Chiquita, durante la fiesta de «Los Conversos» de 2008–2012. Maruja, Baruch, Esther, Sara y los cristianos Maricuera, Labán, Gil el condenado y Álvaro han cobrado vida en el escenario de la Fuente Chiquita como emblemas de las raíces judías de Hervás. Las ideologías, como la política, hacen extraños compañeros de cama. Miguel Murillo, imbuido por el espíritu conciliador de la Alianza de Civilizaciones de Rodríguez Zapatero, ha cargado la autoría del crimen judío sobre la conciencia del cristiano viejo Gil el Condenado, rebasando con su sugestiva propuesta teatral la bonhomía del católico conservador don José López Prudencio. En el teatro profano de la Alianza de las Civilizaciones, en el teatro profano de la Fuente Chiquita, es el labrador, el cristiano viejo Gil el Condenado, el que vaga errante por el mundo cargando con la culpa del hermano judío.

3. 7. Los efectos del síndrome de Korsakoff

Con el advenimiento del turismo rural soplan vientos de mudanza en los noveladores de la historia. La martingala de la Sefarad cautiva y reinventada ha iniciado un nuevo ciclo en la Comunidad Autónoma de Extremadura. El antisemitismo histórico ha evolucionado en filojudaísmo turístico. Si en el aciago verano de 1492 los judíos extremeños optaron por el fingimiento de la conversión al cristianismo para eludir el destierro de los Reyes Católicos, en el pórtico del siglo XXI algunos avispados Ayuntamientos extremeños han optado por la reconversión del patrimonio cristiano al judaísmo turístico como espejuelo comercial. En el catálogo del patrimonio judío inventado cabe incluir la carnicería –nunca mejor dicho– de Valencia de Alcántara, consagrada como sinagoga medieval; el Museo de la Inquisición de Garganta la Olla, cuyo artífice se inspiró en un cuadro de Goya; la judería de los Barreros de Casar de Palomero; y la ermita de la Soledad de Alcántara.

5 MoralR

En julio de 2013, la corporación municipal implantó el señuelo de la estrella davídica al rótulo de la Travesía del Moral, Amistad Judeo–Cristiana, y las calles Bodeguilla, Abajo, Cuestecilla, Rabilero, Sinagoga, Calleja de Cofrades y del Moral (véase la fotografía), judaizando el barrio labrador de Abajo.

Mientras ultimaba la ponencia, el imaginario judío, tan hiperactivo en la localidad, ha protagonizado una nueva odisea digna de crónica. La judería del Rabilero quedó finalista en el concurso «Mejor Rincón de España 2013», organizado por la Guía Repsol. En la tarde del jueves 12 de septiembre, en las traseras de la calle del Vado, el programa vespertino de televisión Canal Extremadura hizo tres conexiones en directo con Hervás para captar votos en la región. Los militantes del judaísmo imaginario debieron pensar que el concurso turístico tenía traza de fiesta popular y tuvieron la ocurrencia de exhibir la comparsa de los dos Gigantes y su prole de Cabezudos, que desfilan por las calles en las fiestas de agosto y las patronales del Cristo de la Salud, pidiendo el voto para Hervás. Estos dos Gigantes, dicho sea de paso, esa tarde concreta de septiembre en que los políticos promocionaban la judería, estaban fuera de contexto porque representan a los Reyes Católicos. A los soberanos que expulsaron a los judíos de España en 1492. Quinientos veintidós años después, la comparsa de los Reyes Católicos, víctima del síndrome de Korsakoff, pedía el voto para la judería del Rabilero como «Mejor Rincón de España 2013» de la Guía Repsol, como se aprecia en la fotografía. En fin, todo es posible en este genuino y singular parque de atracciones turístico, en esta cultura del espectáculo judío, a la que no es ajena la Red de Judería «Caminos de Sefarad». Especialmente en estos tiempos en los que los valores de la ética profesional no tienen cabida en la historia y escasea el compromiso social de los historiadores, como ha resaltado don Esteban Mira Caballero en la Lectura inaugural de estos memorables XLII Coloquios Históricos de Extremadura.

6 Reyes catolicos1JPG

4. RECAPITULACIÓN

Hervás tuvo una población judía formada por 45 familias aproximadamente en el siglo XV. La judería y sinagoga estaban en la calle del Rabilero, según la tradición oral. Después de la conversión de los judíos al cristianismo, el duque de Béjar dividió a la sociedad en dos partidos políticos e impuso una ordenanza discriminatoria que entorpeció la asimilación de los cristianos nuevos en la administración local en los siglos XVI y XVII. Como consecuencia de las leyes raciales, Hervás se fragmentó en dos barrios enemigos: el de Arriba, residencia de los descendientes de judíos, y el de Abajo, de los cristianos viejos. Consumada la asimilación de los cristianos nuevos en el cristianismo, sobrevino el olvido del pasado en los siglos XVIII y XIX. La intromisión por el Ayuntamiento de Hervás en la cadena de la historia en el siglo XX, por cuestiones meramente crematísticas, ha desviado el curso natural con el señuelo de una judería turística formada por más de 17 calles, señalizas con la estrella de David para embrujar al viajero de los «Caminos de Sefarad». A este proceso de falsificación de la historia se le puede definir, parafraseando a Eric Hobsbawn y Terence Ranger, como la invención de la tradición judía extremeña.

Hervás, julio–agosto de 2013

Glosa: Esta ponencia fue leída en los Coloquios Históricos de Extremadura, en la ciudad extremeña de Trujillo (Cáceres), el sábado 28 de septiembre de 2013, mientras se celebraba la XIV Jornada Europea de la Cultura Judía.

5. SUMMARY

In the 15th century, approximately 45 Jewish families lived in Hervas. Based on oral history, the Jewish neighborhood and the synagogue were located on the street known as Calle Rabilero. After the Jews converted to Christianity, the Duke of Bejar divided society into two political factions and imposed laws of discrimination which hindered assimilation of the new Christians into the town’s political life in the 16th and 17th centuries. As a consequence of its racial laws, Hervas became two separate feuding neighborhoods: one being known as «el Barrio de Arriba» (the higher–situated part of town), where the descendants of Jews lived, and «el Barrio de Abajo» (the lower–situation part of town), where the old Christian families lived. As the Jews became more integrated into the Christian faith in the 18th and 19th centuries, the Due to economic interests in the 20th century, the City Government of Hervas disrupted the chain of history and changed the natural course of history by designing a Jewish Quarter made up of 17 streets, luringly marked by a Star of David to attract tourists. To paraphrase Eric Hobsbawn and Terence Ranger, this process of falsification of history is, in essence, the invention of the Jewish tradition in Extremadura[3].

6. BIBLIOGRAFÍA

DE HERVÁS, M. [seudónimo de MARTÍN MANUEL, M.],

Los judíos de Hervás, Artesanía El Lagar, Hervás 1997 (agotado).

– «La invención de la tradición: leyendas apócrifas sobre los judíos de Hervás», publicado en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 52, Madrid 1997, pp. 177–203.

– «Documentos sobre los judíos de Plasencia en el Archivo Catedralicio (1411–1492)», Sefarad, 59, 1 y 2, Madrid 1999, pp. 53–76, y 263–307.

Documentos para la Historia de los judíos de Coria y Granadilla. Coria 1999.

Historia de los judíos de Plasencia y su tierra I. De los orígenes a la Inquisición siglos XII–XVII; II. Colección Diplomática (1187–1823), Sevilla 2001.

– «La judería y sinagoga de Coria en la documentación del Archivo Catedralicio: siglos XIV y XV», Sefarad. 61, 1, Madrid 2001, pp. 91–125.

– «La Inquisición en el señorío de Béjar y sus consecuencias, 1514–1515», Revista de Estudios Extremeños, 57, 2, Badajoz 2001, pp. 661–698.

– «Noticias sobre la judería y sinagoga de Béjar (Salamanca)», Sefarad, 63, 2, Madrid 2003, pp. 331–370.

– «Juderías y sinagogas en los obispados de Coria y Plasencia. Estado de la cuestión», Juderías y sinagogas de la Sefarad medieval, en memoria de José Luis Lacave Riaño: XI curso de Cultura hispanojudía y sefardí de la Universidad de Castilla–La Mancha, Ediciones de la Universidad de Castilla–La Mancha, 2003, pp. 459–488.

Judíos y cristianos nuevos en la Historia de Trujillo, Badajoz 2008.

– «Las “sinagogas” de Béjar y de Valencia de Alcántara. Problemas de interpretación», XVII Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí, Toledo 2007. (No tengo constancia de la edición de las actas).

– «Historia de Hervás: sus orígenes», Estudios Bejaranos, XV, núm. 13, Béjar 2009, pp. 37–66.

La invención de la tradición judía de Hervás. Discurso de ingreso en el Centro de Estudios Bejaranos contestado por D. José Muñoz Domínguez, Béjar 2010 (agotado).

La Capa de Elías: la asimilación de los cristianos nuevos de Hervás, I Premio Alconétar de Historias Locales de Extremadura, Editora Regional de Extremadura, Badajoz 2012 (agotado).

Algunos de estos artículos pueden descargarse en mi web: estudiosjudaicos.imaginason.com.

[1] Véanse GALAVÍS BUENO, F. Consideraciones sobre el barrio gótico de Valencia de Alcántara, Badajoz 2010, pp. 379–439; y MIRANDA DÍAZ, B. y MARTÍN NIETO, D. A. El patrimonio artístico de Valencia de Alcántara a través de los documentos (siglos XIII–XIX), Badajoz 2011, pp. 97–107.

[2] www.redjuderias.org/red/upload/imagenes/24ciudadesES.pdf.

[3] Mis agradecimientos a doña Virginia Pugh por la traducción, y a don José Carlos Guerra Librero–Alcaraz por la preparación de las fotografías digitales.

May 092014
 

Serafín Martín Nieto.

I.- LA JUDERÍA NUEVA

 a) El asentamiento en la Plaza de la Feria

Es tradición que fueron los judíos los que, rebasando el ámbito de la antigua judería, se asentaron en la entonces denominada Plaza de la Feria y sus aledaños, primeramente, sin duda, con puestos ambulantes. El Ayuntamiento, deseoso de auspiciar esta función mercantil, promovió la edificación de seis casas-tiendas, en los Portales de Arriba, es decir en los inmediatos al recinto murado, las cuales, a mediados del siglo XV, dio a censo enfitéutico perpetuo a diversos vecinos, tanto hebreos como cristianos.

El 7 de febrero de 1449, la villa de Cáceres acensuó a favor del judío Haim Alvolia unas casas con sus tiendas en la Plaza. El 12 de mayo de dicho año, otras a Abrahán Leví Daraguero y a su mujer Orvillida. Señala Antonio Floriano que donde están las escaleras de subida a la Puerta Nueva se emplazaban las tiendas del referido Daraguero y las del también judío Simuel, hijo de don Sento, casado con Amada[2]. Alvolia, para la seguridad del contrato, hipotecó su casa de la Judería[3], que por entonces se emplazaba dentro de los muros.

El 16 de julio de 1453, ante Rodrigo Alfón, el clérigo Benito Gómez dio a censo a Isaac Amalec, judío, por 420 maravedís de renta anual perpetua, unas casas en la Plaza, en los portales de abajo, a la colación de Santiago[4].

El 20 de agosto de 1459, ante Diego Fernández, el judío David Alvilia, jubetero, posiblemente hijo de Haim Alvolia, vendió en 380 maravedís a Pedro Dávila el derecho que tenía a unas casas acensuadas del Concejo en la Plaza, las cuales lindaban con las de Gonzalo Delgado, también del Concejo, y con la calle que iba por la escalera de la Puerta Nueva[5].

Pero los Alvilia no abandonaron la Plaza, sino que siguieron viviendo en ella en la confluencia de las llamadas Piñuelas Bajas, como se demuestra en la cesión, a cambio de la celebración de un aniversario en la iglesia de Santiago, que en 24 de marzo de 1492, ante Fernando de Sepúlvega, formularan Fernando de Castro y su hermana Isabel de Castro, monja, hijos de Fernando de Castro, a favor del cabildo eclesiástico de 100 maravedís de renta perpetua sobre la casa en la Plaza, a la colación de San Juan, que gozara el judío Alvilia, linde las de los nietos del bachiller Alonso Cano y las de Mosé de Medina[6].

Un miembro de esta familia, Abrahán Alvalia, estaba avecindado en Medellín. Allí, el 16 de mayo de 1468, se obligó a pagar a doña Cecilia Vázquez, mujer del cacereño Cristóbal de Figueroa, 133 maravedís y 4 cornados sobre unas casas y un horno de cocer pan[7].

Vecinos de David Alvelia eran Çaq Nahu y sus hermanos, quienes gozaban la casa por censo perpetuo de 900 maravedís y dos fajas de paño pardo a favor de García González de León y de su mujer Mayor Álvarez. El 27 de septiembre de 1473, ante Fernán Alfón, León y su mujer trocaron 200 de estos 900 maravedís por 130 y un par de gallinas que el cabildo eclesiástico tenía sobre sus casas en la colación de Santiago[8].

El 27 de  julio de 1475, ante Luis González, Naçán Amarillo, judío morador en Cáceres, se obligó a pagar al cabildo eclesiástico y a su abad, Juan Alonso de Guzmán, 160 maravedís y un par de gallinas por sus casas de  morada, sitas a la colación de San Juan, linde las del tundidor García Hernández y las de Tristán del Amarilla y su mujer Leonor de Solís y por delante la calle y Plaza del Rey. Dicha vivienda debía de pertenecer a Álvar Gutiérrez Manivardo, pues Naçán se comprometió a cambio del censo que Manivardo estaba obligado a pagar sobre unas casas pequeñas al sitio del alcázar que se habían incluido en las del capitán Diego de Cáceres[9]. Con anterioridad, Nacán Amarillo había vivido en otras casas, también en la colación de San Juan, propiedad de Juan de Saavedra, hijo de Álvar López de Saavedra, cuyos vecinos eran el recuero Juan Pascual y el carnicero Fernando, por las que pagaba 200 maravedís y una gallina[10].

En esta misma colación, en la confluencia de las Piñuelas con la Plaza, se emplazaba el hogar de Haçan Adaroque y de su mujer Masaltón, que lindaba con los de los también judíos Isabel Navarro y Abrahán Gago. El 2 de mayo de 1479, ante Luis González de Cáceres, el matrimonio vendió sus casas a Diego López de Medellín por el precio de 1.000 maravedís. Acto seguido, Medellín dio a censo a Haçán la séptima parte de dichas casas en 70 maravedís y 2 gallinas[11].

En los portales, a la colación de Santiago, tuvo su morada Mosé Vehe, quien estando avecindado en la villa de Segura, encomienda mayor de Léon, el 4 de diciembre de 1489, ante el escribano Joaquín Rodríguez, la vendió a Juana González de Escobar, mujer que fue de Pedro Alonso Golfín.Lindaba con la de Rodrigo de la Barreda y la de Joaquín Blanco[12].

A algunos judíos debió de costarle mucho trabajo abandonar la Plaza, donde parece que resistieron varios años a pesar de las medidas de aislamiento de 1480.

En 1487, aún vivía en los Portales de Arriba, a la colación de Santiago, Manuel Brudo, a tenor de la escritura de donación a favor del cabildo eclesiástico que el 26 de septiembre de dicho año, otorgara Juan Gutiérrez, por sí y por su hermano el bachiller Diego de Ovando, para cumplir el testamento de su padre Álvar Gutiérrez Manivardo, de 400 maravedís de renta sobre la casa-mesón de Isabel Delgado, que lindaba con casas del herrador Ruy López y la del referido judío Brudo[13]. A dicho Manuel Brudo, en 1472, estando en Ciudad Rodrigo, el cacereño Diego de Sanabria le arrebató un caballo, 6.000 maravedís en dinero y los efectos que llevaba consigo, valorado todo en la cuantiosa suma de 10.000 maravedís. Habiéndole reclamado muchas veces inútilmente la devolución, por último recurrió a los Reyes, quienes, en Medina del Campo, el 18 de octubre de 1480, dictaron provisión para que Sanabria, hombre rico y con parientes muy poderosos en aquella ciudad, le devolviera sus bienes[14].

Otro miembro de esta familia fue Jacob Brudo, al que el mercader toledano Pedro de Toledo reclamaba 80.000 maravedís en virtud de contrato público. Cumplido el plazo, el mercader no había podido cobrar, pues Brudo alegaba que todos los bienes que poseía eran dotales de su mujer. Para poder cobrar, Toledo acudió ante los Reyes, quienes desde Medina del Campo, el 22 de marzo de 1489, comisionaron al corregidor cacereño para que determinara qué bienes pertenecían a Jacob y cuáles a su mujer[15].

El3 de marzo de 1490, ante Juan Holguín, el mercader Abrahán Cohen, hijo de don David Cohen, vendió al tejedor Bartolomé Blázquez Longanizo, por el principal de 1.000 maravedís, unas casas en la Plaza a la colación de Santiago, donde vivía el zapatero Juan del Barco, linde las de Martín espadero y las de Alfón Guzmán barbero y por la espalda la barbacana.  Fue testigo de dicha escritura Fernán Alfón de Molina el mozo, cantero[16]. Abrahán Cohen había pasado a residir a la Judería, según se constata en  la escritura otorgada el 17 de enero de 1493 ante Pedro del Amarilla, por Domingo de Olivas, mayordomo de las freilas de San Pablo, por la que daba a censo al cabrero Fernando Alonso y su mujer Isabel Rodríguez unas casas en la colación de San Juan, linde casas de dicho monasterio, las de Gonzalo Laínez y por las espaldas casas que fueron del judío don Abrahán Cohen[17].

 

b) Casas de los judíos en los aledaños de la Plaza:

Por otra parte, a lo largo del siglo XV, la mayoría de los hebreos se habían ido trasladando a las calles adyacentes a la Plaza, lo que, en la práctica, supuso el abandono paulatino del viejo barrio judío, situado al amparo del alcázar real. La destrucción de este viejo símbolo de poder durante las guerras civiles de los siglos XIV y XV, había hecho perder importancia urbanística a esta zona, convirtiendo el primitivo barrio judío en una zona marginal, aislada del núcleo comercial y político que emergía en la Plaza.

En nuestra habitual consulta de los archivos locales y nacionales, hemos hallado las siguientes referencias al asentamiento de los judíos en el arrabal, en los aledaños de la Plaza.

El 9 de septiembre de 1451, ante Pedro Golfín escribano, Macías Muñoz compró de Alfón García del Rey, a censo perpetuo, en 30 maravedís de renta anual, un solar en la calle de la Ollería (actual Margallo), que lindaba con el camino de la alberca y con solares de Çag Rofos, judío, de Luis García de Villarreal y de Juan Barbero, y la calle que venía del horno de la feria[18].

El 2 de agosto de 1453, ante el escribano Luis Gómez de Cáceres, Lorenzo de Ulloa, hijo de Fernán Pérez de Ulloa, dio a censo enfitéutico a Yuzén Javen padre y a Jae, su mujer, unas casas en la calle del Sahúgo (actual Río Verde), en la colación de Santiago, en 450 maravedís, 2 gallinas y 2 perdices. Dicha casa colindaba con la que, el 6 de enero de 1467, ante Luis González, Teresa Alfón, mujer de Juan Martín Vaquero, vendiera a censo a Luna, judía, mujer de Abrahán, a Caganchas (actual Río Verde)[19].

Con anterioridad al establecimiento de la Judería, en la entonces denominada calle de la Mancebía, pues la actual calle de la Cruz era así denominada por el comercio carnal allí establecido[20], ya vivían en ella diferentes familias judías.

El 25 de abril de 1455, ante Luis González de Cáceres, Inés González, viuda de Álvaro de Sande, curadora de sus hijos Álvaro, Juan y Aldonza de Sande, dio a censo a Diego Rodríguez de Sanabria y a su mujer Juana González unas casas con corral, linde el horno de la Mancebía y casas de Ferrand Álvarez, las del judío Mosé Brinde, las de García de León y las de Andrés Pérez por la renta de 500 maravedís y 4 pares de gallinas. Un siglo después, dicho corral sería agregado al verjel de las casas de Pedro Alonso Holguín, hoy conocidas como Palacio de Camarena[21].

Pero algunos judíos todavía conservaban sus casas en la vieja judería. El 21 de diciembre de 1468, ante Diego Fernández, Sayas Nahu otorgó poder a su hijo Ça Nahu, ambos mercaderes, para vender “la parte e derecho que yo he e tengo e poseo en dos pares de casas, que son dentro de la dicha villa en la Juderja (la Judería Vieja) e de otras que yo tengo en el arraval desta villa a la collaçión de San Johan, çerca del forno de la Mançebía (la que sería Judería Nueva)”. Éstas se alzaban a las espaldas de la Plaza, vecinas a las del herrero judío Hayn y a las de Pedro de Carvajal. Dicho día, ante Alfón Delgado, Ça Nahu las vendió a Pedro Carrillo en 7.800 maravedís horros de  alcabalas[22].

Los Nahu era una familia de posibles. Uno de sus miembros, Abrahán Nahu, el 29 de julio de 1467, compró a Marina Ferrera 400 maravedís de renta de hierba en la heredad de Álvaro de Ulloa y Juana de Ulloa en la dehesa de la Pulgarina[23].

El judío Aben Rico tenía un solar, linde al que Alonso Sánchez, hijo del caballero Sancho Sánchez de Paredes diera a censo en 90 maravedís a Sancho Martín, el 4 de abril de 1456 ante Luis González, para hacer casa de 60 pies de ancho, colindante con alcácer de Alonso Mateos. Paredes donó esta renta a las beatas de San Pablo y a la madre Juana de Dios para que tuvieran cargo de mandarle decir dos misas anuales[24].

El 26 de enero de 1475, ante Diego Fernández, Pedro Carrillo dio a censo al judío Ysaq Colchero, quien llegaría a ser mayordomo de la aljama, unas casas en la calle de Pintores por 360 maravedís y 2 gallinas, las cuales lindaban con las de Pedro Carrillo, las Juan Jiménez, la calleja entre las calles de Pintores y la de la Corte, y por las espaldas las de Jerónimo Sánchez Carrillo, con la obligación levantar el primer año una cámara en el sobrado. El 27 de noviembre de 1476, ante Pedro González, Carrillo trocaría dicho censo con Juan de Sandoval, abad del cabildo eclesiástico, por un día con su noche que el cabildo tenía en el molino de la Dehesilla y 80 maravedís y 1 gallina sobre casas en la colación de Santa María, linde las de Pedro Carrillo y la de la viuda de Alfón Donate. El 13 de febrero de 1490, ante Fernando de Sepúlvega, tras haberlas tenido que abandonar Colchero para reducirse a la Judería Nueva, el abad Fernán Martín se las dio por juro de heredad al zapatero Juan Martín, criado de Juan de Perero, por 400 maravedís[25].

Las casas de Ça Rofos y su mujer Rahel, sitas en la colación de Santiago, salieron a pública subasta por deudas que tenían contraídas con Luis Delgado y Miguel González del Dado. Éste las compró en pública almoneda, pero se las traspasó a aquél  junto con otros 275 maravedís más que tenían de carga. Sin embargo, el 3 de octubre de 1475 ante Luis González, a ruego de algunas personas, se las dio a censo perpetuo a Ça Rofos y a su mujer por 100 maravedís. Las casas lindaban con las de doña Ladina, también judía, y las de la mujer de Luis de Mesa. Un día después, Delgado donaría esta renta perpetua al cabildo eclesiástico por un aniversario de misas anual[26].

Pero ya corrían vientos de segregación. Las cortes de Madrigal de 1476 recordarían las medidas de aislamento adoptadas en anteriores convocatorias. Domínguez Nafría[27], siguiendo a Suárez Fernández, señala los confinamientos ordenados en Sevilla y Soria en 1476 y 1477 respectivamente. Inmediata fue la orden dada al corregidor de Cáceres, Jerónimo de Valdivieso, de impedir la convivencia de judíos y moros con los cristianos y de animarlos a vender las casas que tenían para retirarse a barrios propios.

El 4 de mayo de 1478, ante Luis González de Cáceres, María González, mujer de Fernando Llorente, vendió a Pedro de Carvajal y a su hermana María de Mayoralgo unas casas en la calle de la Judería en 7.000 maravedís. Unos días después, concretamente el 29 de dicho mes y año, ante Nuño González, doña Ruima, mujer de Rabí Raime, traspasó al mencionado Pedro de Carvajal 750 maravedís y 2 gallinas de renta de censo que tenía sobre la repetida propiedad[28].

A causa de la Guerra de Sucesión Castellana, don Fernando y doña Isabel, bajo graves penas, habían mandado “que persona nj personas algunas, nuestros súbditos e naturales de qualquier estado, condiçión, premjnençia e dignidad que fueren, no fuesen osados de se juntar nj se juntasen a la conpañía del adversario de Portugal nj con los otros sus secaçes ni parçiales que en su conpañja en nuestro deserviçio estavan ni de les dar nj diesen consejo, esfuerço, ayuda nj favor”. Empero, doña Rahel, judía residente en Cáceres, “pospuesto todo temor de Dios e nuestro, e con gran pryvaçía e rebellión e menos preçio de las dichas nuestras cartas e mandamientos”, se mudó a Portugal. Por ende, había incurrido entre otras penas, en la de confiscación de sus bienes; y en el caso de que los hubiera vendido antes de ausentarse, “que tal venta nj donaçión no vala”, por cuanto sus Altezas, desde Sevilla, el 10 de junio de 1478, habían hecho merced de ellos al cacereño García de Herrera, “my guarda, por algunos buenos e leales servyçios que nos abedes fecho e fasedes de cada día y en enmjenda de los muchos dapnos e robos que abéys reçebido en vuestra fasyenda del dicho reyno de Portugal”[29]. Informado el rey don Fernando, que se hallaba aún en dicha ciudad andaluza, de que los bienes de doña Rahel los poseían su hijo don Mosé Cohen junto con su padre don Abrahán Cohen y abuelo don Mosé Cohen, el 15 de julio de dicho año de 1478, reiteró su real merced a favor de Herrera[30].

 

c) el establecimiento de la Judería Nueva:

Como hemos expuesto, muchos judíos vivían en las calles aledañas a la Plaza de la Feria, mezclados con los cristianos. Hecho del que tuvieron noticias los Reyes, por lo que, estando en Sevilla, el 26 de agosto de 1478 ordenaron al corregidor Valdivieso que “fasades apartar a todos los judjos e moros que en esa dicha villa bjven e moran dentre los christianos. Que moren e agan sus juderías e morerías apartadas en los lugares donde antiguamente la solían e acostunbravan a thener e, sy no solían thener juderías apartada ni lugar reservado, o en los lugares donde las avja no ay donde estar, que luego buscades lugar convinjente e apartado dentre los christianos donde estén e moren, fasyéndoles dar casas e solares púvlicos”[31].

Pero, verdaderamente, la creación de la nueva judería cacereña se debió a la voluntad real plasmada en el Ordenamiento de Toledo de 1480: “Porque de la continua conversación e byvienda mesclada con los christianos resultan grandes daños e inconvenientes (…) ordenamos e mandamos que todos los judíos e moros de todos e quales quier çibaddes, villas e lugares destos nuestros reynos, quales quier sean, de lo realengo o señoríos o behetrías e órdenes e abadengos, tengan sus juderías e morerías distintas e apartadas sobre sy. E no moren a vueltas con los chtistianos ni ayan barrios con ello”. Al tiempo que  “encomendamos a las aljamas de los dichos judíos e moros que cada uno dellos que pongan en el dicho apartamiento tal diligençia e de tal orden que, dentro del dicho término de los dichos dos años, tengan fechas las dichas casas de su apartamiento e byvan e moren en ellas. E dende en adelante, no tengan sus moradas entre los christianos ni en otra parte fuera de los çircuytos e lugares que les fueren deputados para las dichas judería e morerías”, so pena de perder todos sus bienes.

Y para evitar abusos, “mandamos por la presente a las personas que para la execuçión de lo suso dicho fueren deputadas por nuestras cartas, que conpelan e apremien a los dueños de las tales casas e suelos que asy fueren señalados por ellos para fazer e edificar las dichas synagogas e mesquitas e casas de morada, que las vendan a los dichos judíos e moros por presçios razonables, tasados por dos personas”, una, nombrada por los cristianos; la otra por los judíos. En caso de discordia, se contemplaba el nombramiento de un tercero.

Pero estas garantías no bastaron para frenar la especulación. Los judíos cacereños expusieron a los Reyes que en la Judería habían entrado muchas casas de cristianos, los cuales “vyendo la neçesidad que ellos tenían, disque les alquilaron e arrendaron por grandes quantyas de maravedís de más de lo que valían e solían e acostunbravan alquilar antes que la dicha juderja fuese señalada, de manera que ellos, dis, que no lo pueden sofrir e rreçiben enllo mucho agravjo”, por lo que solicitaban de la gracia real que fuesen nombradas “dos buenas personas puestas por las dichas partes” para que “tasasen e moderasen lo que rasonablemente valiesen e se devían de dar de alquiler por las dichas casas”. El 28 de febrero de 1491, desde Sevilla, don Fernando y doña Isabel comisionaron al corregidor para que resolviera el asunto sin dilación[32].

La nueva Judería se extendió entre las calles de Vando (hoy de Panera), parte de la de la Corte[33], parte de la de las Parras, la actual plazuela de la Isla, y la calle del horno de la Mancebía, que a partir de entonces y durante todo el siglo XVI se denominaría por antonomasia de la Judería. Existe constancia documental, que tendremos ocasión de citar, de que el nuevo barrio judío cacereño se cerró con puertas.

Por entonces, se llamaba también calle de la Corte al tramo, hoy titulado de Paneras, que va desde la propia calle de la Corte a la de la Cruz, incluido asimismo en la Mancebía, según se deduce de una escritura de 25 de junio de 1472, ante Rodrigo Alfón, por la que Juan de Acosta dio a censo a Juan Sánchez, hijo del sastre Antón Sánchez, un pedazo de tierra con corral en la colación de San Juan, linde casa de dicho Acosta, corral del clérigo Galín Gómez Mogollón que tenía acensuadas “onde están las figuras” y por las espaldas casa de la viuda de Ferrand González de Ulloa. Este censo sobre dichas casas, “que son en la calle de la Judería Nueva”, por donación de María de Mayoralgo, viuda de Pedro de Carvajal, el 1 de julio 1482, pasarían a poder del cabildo eclesiástico[34]. Enigmática resulta la alusión a las “figuras”, que, acaso, tendrían algo que ver con el viejo oficio que allí se ejercía.

No parece que el proceso de reasentamiento fuera tan rápido como se preveía en la real orden. En este sentido, hay que entender los arrendamientos y ventas tardíos registrados en la Plaza. Con ello, se confirma la tendencia señalada por Domínguez Nafría de que “tras el acuerdo de las Cortes de 1480, hubo algunas ciudades en las que el aislamiento se retrasó año tras año[35].

En la nueva Judería, se confinó también el judío Vidales, quien, con anterioridad había vivido en la Plaza, en una casa que tenía acensuada de maestre Ferrando, boticario, cuyo contrato no había podido rescindir, no obstante las leyes a su favor, y había tenido que seguir pagando el alquiler sin poderlas habitar porque Ferrando se hallaba ausente de Cáceres. Habiendo retornado el boticario, Vidales acudió a los reyes, quienes, desde Úbeda, el 17 de noviembre de 1489, comisionaron al corregidor para la resolución del asunto[36].

En torno a estas fechas, Isabel García, viuda de García Fernández, dio a censo al judío Abrahán Pache y a su mujer Çepti unas casas en la colación de San Juan. Con posterioridad, Pache vendió a Juan Martín de Mercado una cámara, que incorporó a las de su morada. Por ello, Isabel García le puso pleito ante Lope de la Higuera, teniente de corregidor. Tanto Mercado como Pache negaron que la casa hubiera pertenecido a la viuda, sino a la cofradía de San Mateo, y afirmaron que lo que Abrahán le había vendido era un corral independiente de la casa, en el que Mercado había edificado una habitación baja y otra alta. Como el alcalde Antón Galindo fallara a favor de Isabel García, Mercado apeló ante la Chancillería de Valladolid, que ratificaría la sentencia el 27 de noviembre de 1493.[37]

El 30 de septiembre de 1487, ante Tomás Fernández de Morales, Domingo de Olivas, mayordomo de las freilas de San Pablo, dio por 650 maravedís “a çenso ynfitiosin, e por nonbre de çenso çensal e perpetuamente, para syenpre jamás a vos Mosé Cohen, judío, sastre, fijo de Salomón Cohen, vezino de la dicha villa, que estades presente rresçibiente el dicho çenso por vos e por vuestros herederos e suçesores, unas casas quel dicho monesterio e freylas dél han e tyenen, que son en el arraval de la dicha villa, a la collaçión de Sant Juan, en la Judería, que alindan de la una parte con casas de Fernando tyntorero, e de la otra parte con casas de los fijos de Gonçalo Rodrigues, carpjntero, e delante las puertas de la calle del Rey, e por do mejor parten”[38].

Con el establecimiento de la judería, las casas se revalorizaron, hasta el punto de que se incrementaron sus adquisiciones por parte de la nobleza local. El 8 de abril de 1485, ante Bartolomé Manuel, Juan Martín Portocarrero, carpintero, vendió a censo a Hernando García de Osma unas casas en el arrabal, linde las que fueron de Sancho Holguín y las de Santo Abenjado y don Samuel Cohen, judíos, por 80 maravedís. Posteriormente, Osma daría al judío Moçe Nilgo, sastre, la referida casa, “que dixo estar en la dicha collaçión de Sant Juan, en la Judería Nueva”, por 100 maravedís de renta[39]. Dicho Samuel Cohen, en 28 de marzo de 1480, ante Fernando de Sepúlvega, compraría al clérigo Juan de Mata, como apoderado de su tío Juan González, cura de Aliseda y Malpartida, una viña con su lagar a la Fuente del Rey[40].

El 31 de diciembre año de 1486, ante Pedro de Moreda, Pedro de Sandoval vendió a Teresa de la Rocha, hermana de Gómez de la Rocha, en 6.000 maravedís, “quinjentos maravedís de ynçenso, desta moneda usual que agora corre en Castilla, que seys cornados valen un maravedí, e más un par de gallinas que yo he e tengo en la propriedat e suelo de unas casas que tiene Symuel Arrof (entre líneas ferrero), vezino desta dicha villa, ynçensuadas de mj el dicho Pedro de Sandoval por mjl maravedís e dos pares de gallinas, las quales dichas casas son en la Judería desta dicha villa, que han por linderos, por ambas partes otras casas de mj el dicho Pedro de Sandoval, que tengo ynçensuadas a otros dos judíos, e por delante la cal de la Corte e por las espaldas la cal de Pjntores”[41].

Dicho Pedro de Sandoval, el 8 de abril de 1489, ante Alfón Delgado, vendería al mencionado Gómez de la Rocha, en 4.600 maravedís horros de alcabala, 375 maravedís y 2 gallinas de renta de censo, que “tengo e poseo en una casa en que agora bjve e mora el rrabj, que es en la Judería desta dicha villa, que aljnda con otras casas mjas de una parte e de otra e delante las puertas la calle del rrey e por do mejor parte”[42].

El zapatero judío Ça Barchilón habitaba en la calle que dicen de la Corte, dentro de la Judería, en vecindad con su pariente Jarón Barchilón y la Garrovillana, asimismo judía. El 15 de enero de 1487, ante Bartolomé Manuel, vendió estas casas a censo perpetuo al cabildo y a su abad, Domingo Fernández, capellán de San Mateo, por  800 maravedís[43]. Tres años antes, concretamente el 5 de enero de 1484, acaso por haberse mudado a la judería, ante Alfón Delgado, Ça Barchilón requirió a Per Alfón Holguín por si quería ejercer el derecho de tanteo sobre la casa que él y Jarón Barchilón le tenían acensuadas por cuanto las iba a vender por 100 maravedís de renta y  920 de principal[44].

El3 de agosto de 1488, ante Juan González de Arenas, Diego de Cáceres dio a censo enfitéutico, en 225 maravedís, a Abrahán Abenpadre, zapatero judío, hijo de Donoro, la propiedad de unas casas que tenía a censo Juan Durán, hijo de Gonzalo Durán, “que son el la juderya desta villa”, linde la de los sobrinos de Gonzalo de Cáceres, las de Fernán de Cáceres, su hermano, y las de Alba judía. El 24 de marzo de 1491, ante Fernando de Sepúlvega, Fernán López de Aguirre, con poder de su mujer María Alonso vendió al cabildo eclesiástico esta renta que ella había recibido en dote y casamiento. Por escrituras posteriores, sabemos que las casas en cuestión estaban ubicadas en la calle de la Corte[45].

Abrahán Abenpadre había vivido antes en la misma calle, en una casa de Francisco de Ovando, quien la permutó junto con otra que tenía dada en arriendo al judío Alfandar, hijo del platero Baru, con Diego de Figueroa por mil maravedíes de renta de yerba en el Campillo del Corcobado el 14 de octubre de 1487 ante Tomás de Morales[46].

El escribano Nuño González vivía en unas casas “que son dentroen la judería de la dicha villa, en el arraval e collaçión de Santiago de la dicha villa, en la calle que disen de las Parras”, propiedad de Catalina González, hija de Francisco Bardal y viuda de Juan de Ulloa, la cual el  28 de julio de 1490, ante Juan Holguín, donó al cabildo eclesiástico y a su abad, el clérigo Domingo Fernández, 100 maravedís sobre estas casas por un aniversario de misas en dicha parroquia[47].

El6 de abril  de 1491, ante Fernando de Sepúlvega, Francisco de Ovando, a fin de ser recibido por cofrade, donó al cabildo y a su abad, Domingo Fernández, 133 maravedís y 2 cornados y un par de gallinas de renta de censo sobre unas casas en la Plaza en las que moraba Alonso pellitero, linde las de Bartolomé buchitero y otro par de gallinas sobre las casas que tenía acensuadas Jarón Barchilón, sitas en la Judería, en la calle que “disen de Vando” (al margen concreta “que va esta calle de la calle de Pintores hazia Santa Elena”, es decir, en la actual de Paneras)[48].

Como hemos visto, los judíos que allí vivían desempeñaban diversas profesiones: sastre, curtidores, zapateros, herreros, plateros, etc.

 

Profesiones Nombres
Cereros David Navarro y su hijo Ysta
Sastres Mosé Cohen, Moçe Nilgo
Herreros Samuel Caña, Symuel Arrof, Plavui
Zapateros Ça y Leví Barchilón, Abrahán Abenpadre
Mercaderes Abrahán Cohen, Sayas Nahu y hijo Ça Nahu, Haim Alvolia, Daraguero, Simuel
Físico Rabí Uçé
Abogado Rabí Abrahán Amigo
Platero Baru
Pelaire Yuda Alba, Symuel Cardiel
Jubetero David Alvilia

 

Sabemos que el judío Samuel Cañas ejercía el oficio de herrero gracias a una escritura de fecha 13 de septiembre de 1456, ante Manuel García, por la que María de Burgos, beata de la casa de cerca de la iglesia de Santa María, con licencia de Juana de Santa María, madre de las beatas, le dió a censo, en 80 maravedís, una viña en el ejido cerca de Aguas Vivas[49].

Herrero también fue Plavui, citado en  la carta de donación que, el 5 octubre 1468, ante Fernán Alfón, Álvaro de Ulloa y su mujer Isabel Álvarez hicieron al cabildo eclesiástico de 120 maravedís de renta sobre huerta al Vadillo, linde la de la madre del Maestre (don Gómez de Solís) y huerta de Plavui “ferrador”[50].

Los miembros de la familia de los Barchilón eran zapateros y curtidores. En 10 de junio de 1468, ante Luis González, Leví Barchilón y su mujer Cenha habían comprado a censo perpetuo, por 900 maravedís, del comendador Fernando de la Rocha y de su mujer María Téllez, una tenería colindante por dos partes con la de Pedro Vara y por las espaldas con las peñas del lagar de los Caños[51]. El 23 de enero de 1473, el comendador Fernando de la Rocha traspasó a Alfonso Golfín, hijo de Alfonso Golfín difunto, 45 de los 150 maravedís que le pagaba Barchilón[52].

En 1478, ante Nuño González, Barchilón tomó a censo de Andrés Hernández Cintero una tenería[53].

Pelaires eran Yuda Alba y Symuel Cardiel. Junto con Fernando Picapiedra, acogiéndose al privilegio que favorecía a los habitantes de Cáceres frente a los forasteros, lograron que el alcalde mayor bachiller Gonzalo de Fonseca, siendo corregidor Diego López de Ayala, les diera, por el mismo precio, la lana que Juan de Carmona y sus pastores que invernaban en la dehesa de la Coraja habían vendido a unos vecinos de Trujillo. Abrahán Barchilón, morador en dicha ciudad, apeló el auto ante la Real Chancillería de Valladolid, por cuanto él les había comprado 750 vellones en Abadía, tierra de la villa de Arenas. El 7 de diciembre de 1491, la Chancillería falló a favor del judío trujillano[54].

David Navarro y su hijo Ysta Navarro desempeñaron el oficio de cereros, a quienes, en 26 de marzo de 1479, ante Fernando de Sepúlvega, el bachiller Alfonso Cano, mayordomo de la iglesia de Santa María, dio a censo perpetuo un lagar de labrar cera que la fábrica de dicha iglesia tenía al sitio de las Tenerías. La renta anual que debían satisfacer era de 450 maravedís, pagaderos por mitades el día de la Virgen de agosto y el primero de marzo. Dicho lagar, como tantas otras propiedades de los judíos, lo compraría el regidor Alonso Holguín[55]. Entre las escrituras reseñadas en el inventario de bienes de don Pedro Golfín de Carvajal, figura la venta realizada por Juan Jiménez, en nombre de la iglesia de Santa María, al referido Alonso Holguín, padre del Camarero Sancho de Paredes, de 450 maravedís de censo sobre el lagar de cera de Navarro[56].

Yuçe Rachen, morador en Arroyomolinos, en virtud de poder de doña Catalina de Donaire, y en el de doña Juana, viuda de Juan Fernández Caballero y curadora de su hija doña Isabel, freila, vendió al cacereño Pedro de Carvajal las partes que dichas señoras tenían en la dehesa de Mayoralguillo el 13 de febrero de 1467[57].

Y, evidentemente, también los hubo ocupados en actividades financieras, que tantos agravios les valdrían. Yuçe Çarefay fue arrendador de la renta de la zapatería de Cáceres. Se la subarrendó a Martín Moñino en 99.500 maravedís anuales. Tras la expulsión, le sucedió en el cargo Diego de Ávila, quien quiso cobrar a Moñino 4.000 maravedís más de lo que estaba obligado a pagar conforme al contrato con el judío[58].

Por la época, las rentas de las alcabalas de la ciudad de Trujillo y de la villa de Cáceres estaban bajo la administración de la rica familia judía trujillana de los Abenaex, en concreto de Abrahán Abenaex, quien tenía por “fasedores” a don Çulema Abenaex, don Yuda Abenatabe, don Frayme Barchilón, Abrahán Barchilón, Abrahán Abenaex, Mosé Alfandari y Çagüe Follequenos, quienes informaron a los Reyes de que “tyenen algunos debates con los conçejos e aljamas de la dicha çibdad e villa en algunos repartimientos que se han fecho e fasen”, pues se quejaban de “que les echan e reparten mucha contja de maravedís más de lo que de justa rasón deven pechar” y además les ejecutaban sus bienes por las deudas de los demás. Sus Altezas, para corregir este abuso, ordenaron, el 2 de agosto de 1490 desde Córdoba, a los corregidores de Trujillo y Cáceres que no les cobrara más que a otros judíos de similar riqueza[59]. Este Abrahan Abenaex era hijo de Yuçef Abenaex, recaudor de las rentas reales de la ciudad de Córdoba.

Rabí Abrahán Amigo ejercía de abogado y procurador. En 1478, actuó en defensa de doña Hadobuena en el pleito que mantenía con García de Herrera, por cuanto éste había alcanzado cierta gracia real sobre unas casas en perjuicio de la judía. Rabí Abrahán consiguió una provisión de los reyes, datada en Sevilla el 15 de julio de dicho año, para que Herrera no usara de la merced mientras el Consejo no determinara en el asunto[60].

Sin embargo, Alonso Golfín, procurador general síndico del concejo cacereño, lo denunció porque “ynjusta e no devjdamente, no lo podjendo ni deviendo faser de derecho e contra las leyes e hordenanças de estos nuestros rreynos e señoríos, aboga e procura públicamente en la dicha villa de Cáçeres e en otras partes asy en los pleitos civjles como crimjnales”. Por ello, el 20 de septiembre de 1487, desde Salamanca, los Reyes se lo prohibieron bajo pena de 100.000 maravedís para la guerra de Granada[61].  Pero Abrahán no obedeció. En 1490, volvió a ser delatado, esta vez por Pedro González de Guadalupe, que lo acusaba de que “usa el ofiçio de abogaçía ayudando en muchos pleytos a muchos judíos”. Por ello, don Fernando y doña Isabel, se lo prohibieron desde Sevilla, el 31 de marzo de 1490[62]. El 5 de enero de 1491, desde dicha ciudad, los Reyes reiteraron la interdicción, por cuanto no sólo se había limitado a los pleitos entre los hebreos, sino que “en muchos casos que eran de judjo a christiano y de christiano a judjo”[63]. No obstante, rabí Abrahán, según determinó el bachiller Pedro Díaz de la Torre, procurador fiscal de la Corte, “con poco temor de Djos e en menos preçio de nuestra justjçia e no curando de las penas en la dicha nuestra carta contenidas”, no sólo siguió ejerciendo, sino que trató “de procurar con la justjçia e regidores de la dicha villa de Cáçeres que vos diesen mandamjento para que pudiésedes usar dicho ofiçio de abogaçía, el qual diz que vos os los dichos regidores le distes, no lo podjendo ni deviendo faser”, por lo que les imputaba haber incurrido en las penas establecidas. Por ello, desde Córdoba, el 24 de septiembre de este año de 1491, los Reyes ordenaron que los regidores cacereños fueran requeridos en su cabildo y ayuntamiento ante la presencia de escribano público, Holguín y Abrahán en persona, para que, en el plazo máximo de 20 días, comparecieran ante el Real Consejo, por sí o por procuradores, a excepción de rabí Abrahán, que debía comparecer personalmente, para la determinanación del asunto. Asimismo, mandaba al corregidor que tomara fianzas abonadas al judío para el pago de la pena de 100.000 maravedís y mientras no las diese, “vos prenda el cuerpo”, es decir, lo apresara[64]

Hay un caso documentado de antisemitismo. El cacereño Fernando de Palazuelo, asistido de dos de a caballo, a comienzos de 1476, secuestró a Mosé en el lugar de las Brozas y se lo llevó a la fortaleza de San Pedro, donde lo tuvo preso dos días hasta que le pagó 3.000 maravedís. El judío acudió ante los Reyes para suplicar ser resarcido con los bienes que Palazuelo poseía en Cáceres. Estando sus Altezas en esta villa, el 4 de julio de 1477, mandaron que se hiciera justicia[65].

No siempre la convivencia entre los propios judíos fue buena. Para solucionar sus desavenencias, aunque contaban con sus propios jueces, en última instancias recurrían a los Reyes.  El 29 de septiembre de 1469, estando en Trujillo, Enrique IV, nombró a don Gutierre de Solís alcalde de los moros y judíos de Cáceres. Merced que le ratificarían don Fernando y doña Isabel en 4 de abril de 1475[66].

Yucef Samariego, como marido de Çenha, apeló la sentencia del juez por la que condenaba al destierro a Iza y a Salomón, hijos de Leví, y a Iza y su hemano Abrahán, hijos del Cojo, por cuanto se sentía agraviada por no haberse fijado el tiempo de la condena, tanto más cuanto ya habían sido castigados al destierro por otros delitos anteriores. Desde Jerez de la Frontera,  el 27 de octubre de 1477, los Reyes  emplazaron a los condenados[67].

Don Vidal casó a una hermana suya con Salamón Deça y la dotó con la ingente suma de 150.000 maravedís. Pero una vez casados, Deça pretendió vender toda la hacienda en contra “del pacto e yguala fecho entre marido e muger sobre la bivjenda en el lugar de domiçilio de la muger e de sus parijentes”. Desde Murcia, el 22 de mayo de 1488, los Reyes le prohibieron que sacara a su mujer de Castilla y que se llevara los bienes[68].

Ça Mollio denunció a Abrahán Frenero y a Yuçe Frenero porque habían entrado en su casa y robado varias joyas y preseas. Aunque Mollio había alcanzado carta de los Reyes para que el corregidor de Cáceres le hiciera cumplimiento de justicia, éste no quiso, a pesar de haber sido requeridos varias veces. Por ello, los Reyes, el 11 de mayo de 1491, libraron una nueva carta para que le fuera administrada justicia sin mayor dilación[69].

Pero el asunto no quedó ahí. Los ya citados hermanos Abrahán y Yuçe Frenero y su primo Jayn Frenero, quienes se habían mudado a Arroyo del Puerco, fueron acusados de defraudadores, pues “avyan çerçenado moneda de oro e plata”. Don Fernando y doña Isabel comisionaron al corregidor cacereño para que hiciera pesquisas “por que semejante deljto no quedase syn castygo”. Desde Sevilla, el 29 de abril de 1491, los Reyes ordenaron al corregidor Diego Ruiz de Montalvo que oyera a las partes para determinar[70]. El 11 de mayo de dicho año, sus Altezas mandaron que fuesen interrogados la mujer del judío Osua, por cuanto les había sostenido las candelas para alumbrarlos mientras recortaban los metales preciosos, el hijo de Vara y el tendero Mosé; y que en caso de que resultaran culpables los Frenero, fueran apresados y sus bienes secuestrados. Éstos se defendieron señalando al judio Çamolo (Ça Mollio), morador en Cáceres, de que “con odjo e mal querençia que entre ellos dis que tiene, por les faser daño” los había delatado falsamente[71].

 

d) El momento de la expulsión

A la luz de los datos económicos que ofrece Viñuales Ferreiro sobre los repartimientos, la aljama de Cáceres era una de las más pobladas de Castilla, superior en número a las de Palencia, Burgos, Salamanca, León, Vitoria, Madrid, Talavera de la Reina, etc. Y tras la de Trujillo, la segunda más importante de Extremadura[72].

 

Aljamas 1484 1485 1490 1491
CÁCERES 5.700 5.700 5.500 7.000
Trujillo 7.500 7.500 7.500 7.500
Badajoz 3.000 3.000 2.115 2.710
Plasencia 5.000 5.000 5.000 5.000
Mérida 500 1.000 2.000 2.000
Coria 2.000 2.000 5.000
Jerez de Badajoz 4.000 4.000 5.000 5.000
Béjar y Hervás 6.000 6.000 6.500 6.500
Alcántara 1.000 1.000 2.250 2.250

 

En 1479, la aljama se componía de 130 “judíos casados”, según manifestaron personalmente en  audiencia el 15 de mayo a los Reyes, presentes en Cáceres, en cuyo transcurso se quejaron de que se les repartía una cantidad similar a la de los 2.000 vecinos que componían la villa[73].

Estos datos vienen corroborados por los datos contenidos en los repartos que cupieron a los judíos de los obispados de Plasencia y Coria en 1482, 1485 de los dieciocho mil castellanos de oro, que, “para ayuda a los gastos de la guerra de los moros”, se impusieron a las aljamas del reino; y en 1488, de diez mil castellanos. En 1485, se encargó del cobro a Juan de Quesada; en1488, a Álvaro de Sepúlveda, ambos continos de los reyes, quienes debían recibir “las dichas quontías de castellanos, que asy cabe pagar a cada una de las dichas aljamas, de los judíos más ricos e abonados que ovjere en cada una de las dichas aljamas, los quales ellos cobren después de las dichas aljamas repartiéndolos por todos los judíos de cada una de las dichas aljamas segund que lo han de uso e de costunbre en semejantes repartimientos”[74]. Como las cantidades de 1485 figuran en castellanos, las hemos convertido en maravedís, a razón cada castellano de 495 maravedís.

 

Aljamas 1482, 1485 1488
Plasencia y sus ayudas (Galisteo y Aldeanueva del Camino) 81.722, 5 53.970
Cabezuela y sus ayudas (Jerte) 22.795 10.641
Jaraíz y Cuacos 30.070 21.052
Belvís y sus ayudas (Almaraz, Valdehúncar y Saucedilla) 8.972,5 23.850
Valverde de la Vera 32.495 22.950
Jarandilla y Tornavacas 54.562,5 43.249
Béjar y Hervás 99.910 55.207
Garganta la Olla y Pasarón 12.610
Medellín 72.750 55.768
Trujillo y sus ayudas (Jaraicejo y campo de Montánchez) 181.875 131.532
Aldeanueva y Santa Cruz 12.610                    —
Montemayor 30.070            11.720
Granadilla y su ayuda (Abadía) 30.070            17.320
Coria 19.400            28.951
Gata 10.912,5 4.112
CÁCERES 90.937,5 41.228
Arroyo del Puerco 13.822,5 10.116
Garrovillas 3.788
Alcántara 9.215 11.970
Valencia de Alcántara 9.215 19.362
Alburquerque 28.130 34.268
Villanueva de la Srena 6.518

 

Sin embargo, a pesar de estas aportaciones, con ocasión de las levas de soldados para la última fase de la  conquista de Granada, el concejo cacereño repartió peones, ballesteros y espingarderos entre los judíos. Éstos, amparándose en el privilegio que tenían de los reyes castellanos de suplir las personas por contribuciones en dinero en los encabezamientos de las lanzas, recurrieron a sus Altezas alegando ser “francos y esentos” y “no se le levaban honbres para la guerra”, quienes, desde Córdoba, el 4 de agosto de 1490, ordenaron al corregidor cacereño que cesara en su pretensiones por cuanto los judíos habían pagado 10.000 castellanos cada uno de los años pasados y el doble en el de 1490[75].

Una nueva polémica surgiría con motivo de la asignación a los judíos de 43 de los 300 peones que se repartieron a la villa de Cáceres para la guerra de los moros. Por haberse negado, varios judíos fueron apresados y sus bienes secuestrados. Por lo que apelaron. La villa comisionó a los regidores Juan de Sande Carvajal y Francisco de Aldana para entender en el asunto. Éstos dictaminaron que debían contribuir como todos los pecheros y alegaban que incluso habían contribuido a la Hermandad después de la conquista de Granada. David Cohen, procurador de la aljama, se quejó ante los Reyes, quienes el 18 de enero de 1492, desde Córdoba, proveyeron que de inmediato el corregidor Diego Ruiz de Montalvo los soltara y devolviera sus bienes[76].

Ya en las vísperas de la expulsión, muchos judíos habían abandonado Cáceres debido al aumento de las cargas fiscales. En 1491, los judíos volvieron a quejarse por el hecho de haberles repartido una de las cinco lanzas de la Hermandad asignadas a Cáceres, por cuanto “se les fase grand fatyga, de la qual cabsa, de dos años a esta parte, se han absentado e se absentan de cada dja los judíos e diz que se van a algunos logares de señorjos, diziendo que ellos no pagan nj contribuyen en tanta suma de maravedís como en esta dicha vjlla e diz que desta cabsa ay pocos judíos en esta dicha villa” y los que quedaban “no pueden contribuyr ni pagar segund el poco número de judíos que diz que han quedado de los cabdalosos e ricos, e se han ydo e absentado desta dicha villa e su Tierra”, por lo que solicitan a los Reyes que mandaran “que los dichos judíos que asy se han ydo e absentado, segund dicho es, que sean conpelidos a pagar por los bjenes que dexaron en esta dicha villa e su Tierra en lo que asy les fuere repartido por el dicho repartimiento”[77]. Desde Sevilla, los Reyes mandaron el 15 de marzo de 1491, que los ausentes también contribuyeran al pago de la lanza[78].

A la luz de este documento, no parece muy fiable cifrar, como tradicionalmente se afirma a tenor del documento de 1479, en 130 las familias judías que abandonaron Cáceres.

El 31 de marzo de 1492, los Reyes promulgaron el conocido como edicto de Granada, por el que se les daba de plazo hasta finales de julio para abandonar el Reino. Durante estos cuatro meses, los judíos, bajo la protección real, debían vender sus bienes inmuebles y llevarse su importe, pero sin poder sacar oro ni plata ni las demás cosas prohibidas por ley.

Ya con anterioridad, los hebreos habían comenzado a deshacer de sus propiedades, como lo demuestra una escritura“cuyo título dezía carta de venta para Gonçalo de Cáçeres e Marina Alonso, su muger, vezinos de Cáçeres, contra Jaco Pollo, judío, vezino de Cáçeres, fecha a veynte y quatro días del mes de mayo de mill e quatroçientos y noventa y un años, signado de Pedro de Moreda, escrivano”[79].

Dada la cercanía con la frontera de Portugal, muchos judíos cacereños, arroyanos y de otros lugares de la comarca, aconsejados y favorecidos por algunos caballeros, habían sacado de Castilla oro, plata y monedas. Informado de ello los reyes, desde Santa Fe, el 13 de mayo de 1492, ordenaron a Sancho de Paredes, alcalde de las sacas de Cáceres, que hiciera pesquisas para prender a los culpables y que pusiera cuantos guardas fueran necesarios para impedirlo[80]. A instancias de Diego de Vera, alcalde de las sacas del obispado de Badajoz, los reyes, estantes en Burgos, el 25 de mayo de dicho año de 1492, limitaron la comisión dada a Paredes “entretanto que los dichos judjos salen de nuestros Rejnos e fasta que sean saljdos fuera e no más ni allende”[81].

Pero, a pesar de los guardas, bastantes hebreos, con ayuda de terceras personas, lograron evadir parte de sus riquezas. Por este motivo, en 1496, fue requerido Pedro Maldonado, pesquisidor de los bienes de los judíos en los obispados de Plasencia y Coria, para que informara si Juan de Porras, vecino de Mérida, lugarteniente de las sacas del puerto de Valencia de Alcántara en 1492, por el comendador Diego de Vera, había dejado pasar a Portugal a los judíos expulsos con dinero, joyas de oro y plata y otras cosas vedadas[82].

Para la liquidación “de las haziendas e debdas que quedaron de los judjos al tienpo que fueron desterrados” en los obispados de Plasencia, Coria y el maestrazgo de Alcántara, se comisionó como receptor a Martín Pérez, vecino de Ávila para cobrar las partidas de dinero contenidas en las sentencias pronunciadas por el pesquisidor Pedro Maldonado. Éstas fueron las cuentas que rindió de “los maravedís que tengo rresçibidos en la villa de Cáçeres e su tierra son los syguientes:

Resçebj de su muger de Alonso de Ribera dies rreales en que fue condenada.

Resçebj de Juan de Cáçeres çinco mjll maravedís en que fue condenado, e destos pagué a Djego Lopes de Alvjto el quarto, porque lo ganó de su quinto, cárgase al rreçebtor. Todos çinco mjll.

Resçebj de  Álvaro ocho rreales en que fue condenado.

Resçebj de Juan de Olloa, yerno de Juan Delgadillo, quynientos maravedís en que fue condenado.

Resçebj de Gonçalo de Olloa trezientos e veynte e syete maravedís en que fue condenado.

Resçebj de Gonçalo Gomes de Sayavedra dos mjll e cient maravedís que devja a Benatabe judjo.

Resçebj de Françisco de Sayavedra quynientos e ochenta e tres maravedís que devja a Ronqus judjo.

Resçebj de Djego de Mjngolla mjll maravedís de çiertas cosas que llevó de la synagoga de Cáçeres.

Resçebj de Juan de Paredes seteçientos maravedís que devja a Benatabe.

Resçebj de Juan de Olloa el moço, fijo de Arjas de Olloa quatroçientos e setenta maravedís.

Resçebj de Pedro de Collaços dos mjll maravedís que me djo por Andrés Martjn, ollero, por una portada de pyedra que llevó.

Resçebj que me pagó Pyamont mjll e trezientos maravedís en nonbre de Juan Martjn de Alburquerque para en pago de dos mjll que sa de dar por otra portada.

Resçebj de Pedro armero quatroçientos maravedís para en pago de quynientos maravedís en que fue condenado. Resçebj más los otros çient con que acabé de pagar.

Resçebj de Pyamont CLX que dio por Alonso Tejado.

Resçebj de dicho Piamonte dosjentos maravedís que me djo por Alonso Tejado. Ha de aver el quarto desto el dicho Gerónjmo, quedan para sus Altezas CLXXVI.

Resçebj de Ruy Lopes Pycón veynt rreales por la propjedad de una casa que le vendjó un judjo, do el dicho Ruy Lopes tenja DCC de çenso.

Resçebj que me djo el dicho Angulo por Djego de la Recha tresjentos e veynt e tres maravedís e medjo. Cárgase más al rreçebtor otros seysçientos  e sesenta e seys maravedís e medio.

Resçebj que me djo el dicho Angulo seysçientos maravedís por Lorenço de León”.

 

Algunos judíos, tras haber soportado muchas penalidades, decidieron regresar a Cáceres. Tal fue el caso de Ruy López de Medina, quien, habiéndose expatriado a Túnez, “no sacó ni pasó oro ni plata ni cosa vedada” y estando en Berbería, “alumbrado por graçia del Espíritu Santo, se convirtió a nuestra santa fe católica con su mujer e dos hijos e dejó otros quatro hijos cabtivos que le catyvaron los moros” y se vino a Cáceres tan “desnudo y muy pobre” que los que lo conocía, lo socorrieron con mil maravedís para que pudiera comprar vestidos y una cama de ropa. Sin embargo, Pedro Maldonado, juez de los bienes de los judíos expulsos, había iniciado pesquisas contra él para hacerle pagar. Medina recurrió a los Reyes, quienes, desde Burgos, el 10 de octubre de 1495, mandaron al pesquisidor Pedro Maldonado que se reuniera con el corregidor cacereño, si fuera letrado, y si no con el alcalde mayor, para que determinaran de manera que el converso no recibiera agravio[83].

Otras familias, procedentes de localidades rayanas de Portugal, al amparo del comercio de las lanas, regresarían un siglo más tarde en Cáceres. Tal es el caso de los Núñez Belmonte, uno de cuyos miembros, que serviría de factor en Sevilla, huyó a Holanda para no ser penitenciado por el Santo Oficio.

Hay constancia de otros judíos cacereños establecidos en Londres en la época de Cromwell. Como señala Moïse Bloch, “grâce aux démarches de Carvajal et de Simón de Cacérès, ils purent même acquérir un cimetière spécial pour le membres de leur communauté” en febrero de 1657[84].

El cementerio judío cacereño se ubicaría hacia el final de Fuente Nueva, entre dicha calle y el Camino Llano, a la vera de la Vía de la Plata, no lejos del postigo del viejo barrio judío. A principios del siglo XVII, aún se conservaba su memoria. El 18 de octubre de 1604, el trapero Gonzalo Jiménez vendió a Pedro Gómez Mirueña un alcácer de 4 ó 5 celemines “en el exido desta villa, a do dizen el onsario, por zima de la hermita de sancto Domingo del Camjno Llano”[85]. Dicha ermita se edificó en fechas cercanas a la expulsión de los judíos, gracias a la donación de María Fernández y su hija Inés Fernández, mujer de Juan Cervigón, el 20 de octubre de 1486, de un alcácer para “faser una yglesia en el exido desta dicha villa para la abocaçión” “de señor Santo Domjngo de los predicadores” que “dicha vjlla tjene nuevamente estableçida”[86]. Tal vez, en su construcción se utilizarían las laudes del cercano cementerio.

En Cáceres, hubo otro osario, a Aguas Vivas, igualmente a la vera de la Vía de la Plata, pero éste, seguramente, sería de los musulmanes, por la proximidad a la morería, situada en la calle de los Moros[87].

Varias casas nobles, como los Corbacho, Pizarro, Saavedra, Delgado, Rocha, Cáceres Andrada, Blázquez de Cáceres; e instituciones religiosas, cual el convento de San Pablo y el Cabildo Eclesiástico compraron las casas de la Judería.

Muchas de estas familias continuaron a lo largo del siglo XVI adquiriendo nuevos bienes en la Judería. En 1551, Juan de Saavedra vendió a Pedro de la Rocha y a su mujer Ana de San Román, a censo perpetuo enfitéutico, una casa en la calle de la Cruz, “que alinda de una parte con casa de la muger de Alonso de Triana defunto e de otra parte con la hermjta de la Cruz e por las espaldas con los corrales de Luis de Cáçeres e con casa de Gonçalo Téllez”[88].

En el Inventario de bienes de Juan Pizarro el viejo, figuran una “casa pequeña en la calle de la Judiría” a las espaldas de la Plaza y“un horno en la dicha calle de la Judiría de cozer pan[89]. Se trataba del antiguamente conocido como horno de la Mancebía y que, durante el confinamiento, acaso los judíos se sirvieran de él para elaborar el pan ácimo.

Sin embargo, la calle de la Judería o de la Vera Cruz[90] como se la denominaba indistintamente a lo largo del siglo XVI, siguió teniendo un  cierto carácter marginal[91].

 

II.- LOS HERMANOS LUIS Y JUAN BLÁZQUEZ DE CÁCERES

 

Son los hermanos Luis y Juan de Cáceres, eclesiásticos nobles, quienes construyeron la casa conocida hoy día como Palacio de la Isla, en la que está incluido el solar de la sinagoga nueva.

Hijos de un segundón de la familia de los Mayoralgo, el destino quiso preservarlos de la dura suerte que esperaba a quienes no heredaban los mayorazgos y vinculaciones familiares, gracias a la protección de uno de los personajes más influyente en la Curia Romana, el cardenal don Bernardino de Carvajal,  de cuya familiaridad disfrutaron, sin duda desde la niñez en Cáceres, villa natal de don Luis y seguramente también de don Bernardino. Éste se llevó a ambos hermanos a Roma y los acogió entre su séquito. Tal fue el grado de amistad entre don Luis de Cáceres y don Bernardino, que el cardenal le confiaría un cometido tan importante como personal, cual fue la dotación de una capilla en la catedral de Plasencia para el traslado de los restos mortales de su madre, la cacereña doña Aldonza de Sande[92].

En 1508, la designación del cardenal Carvajal como legado pontificio ante la corte del Maximiliano de Austria, la elevación a la mitra placentina de don Gómez de Toledo Solís, su pariente, los hizo regresar a la tierra.

Apenas transcurridos unos meses desde su toma de posesión como obispo, aprovechando las primeras vacantes, don Gómez benefició a sus deudos nombrando racionero a Juan de Cáceres (el cual figura por primera vez como tal en la sesión del Cabildo celebrada el viernes 27 de abril de 1509) [93] y a don Luis  para el arcedianato de Trujillo, que durante todo el siglo XVI y comienzos del XVII, por sucesivas resignaciones, ostentaría un miembro de los Blázquez de Cáceres Mayoralgo. Don Luis sucedió en dicha dignidad a otro don Bernardino de Carvajal, cuya última asistencia documentada al Cabildo data de 13 de julio de 1509. Don Luis de Cáceres es citado por primera vez en las actas en la sesión del 2 de mayo de 1510, en que, junto con su hermano Juan, participó en la elección de don Francisco de Carvajal, arcediano de Medellín, como mayordomo y visitador de la Iglesia para el año de 1511[94].

Pero, desde que Publio Hurtado en su obra Ayuntamiento y Familias cacerenses, aparecida en el año de 1915 sentenciara acerca de la falta de hidalguía de esta rama de los Blázquez de Cáceres, de la que nos vamos a ocupar someramente, todos los autores que han tratado, directa o indirectamente, de esta familia, han seguido los dicterios de Hurtado sin cuestionárselos, ni contrastar los asertos recibidos, limitándose a repetirlos o, incluso, como en el caso de Antonio Floriano Cumbreño, a difundir nuevas teorías sobre bases en exceso erróneas, acaso por haber bebido de las mismas fuentes oníricas que el propio Hurtado señalara para Nicolás Pérez y Pérez.

El mencionado Floriano, en su Repertorio heráldico de Cáceres[95], mezclando varias generaciones, con total confusión de filiaciones, relata lo siguiente:

Con el final del siglo (XVI) nos acercamos también al final de la trayectoria del blasón de los Blázquez Mayoralgo. Pero antes ocurre un curioso caso de ingerencia genealógica en esta familia, y es la aparición inopinada de una rama denominada de Blázquez de Cáceres Solís, que heráldicamente se inserta en la de Mogollón Blázquez, como aseverando ser descendientes de Nuño Blázquez, hermano del fundador del Mayorazgo de los Mayoralgos”. Hasta aquí ha seguido fielmente a Publio Hurtado, pero en adelante empieza a aportar su propia cosecha de errores: “Esta rama emigró, al parecer, al Mediodía en los comienzos del siglo XV y hace su reaparición en la villa hacia la mitad del XVI. Eran tres hermanos, Juan, Miguel y Luis, dueños de cuantiosísimas riquezas y los dos primeros clérigos. Se sabe muy poco de sus antecedentes familiares; ellos aseguraban provenir de los primitivos Blázquez y se llegó a saber que su padre se llamó Gonzalo Blázquez y nada más. En la villa comenzaron a especular en gran escala. Juan llegó a conseguir, sin reparar en medios por lo que se cuenta, el deanato de la Catedral de Plasencia; acrecentaron el caudal y los dos eclesiásticos, con lo que les correspondía, fundan un mayorazgo que vinculan en el hermano laico, Luis. Extramuros de la villa elevan una casa suntuosa, cuya fachada y corrales timbran con el escudo Mogollón Blázquez, hacen ostentación de nobleza y alegan hidalguía para gozar de las exenciones tributarias de los de tal condición. Al mismo tiempo y en contrapolo de esta exhibición ostentosa, alardean  de despreciar las preocupaciones nobiliarias, colocando en el friso que corre a lo largo de la fachada de su palacio este intencionado lema:

MODERATA DURANS

NOBILITAT ANIMUS NON ACTA PARENTUM

Además en el patio hacen esgrafiar un escudo (el más bello trabajo de esta clase que Cáceres posee) lo encuadran en finísimo ornato renaciente y en el friso, sobre el que figura asentarse entre grutescos y calaveras, trazan la inscripción:

VANITAS VANITATUM ET OMNIA VANITAS

Naturalmente, se comenzó a murmurar enseguida de esta gente que hacía cosas tan extrañas en aquellos tiempos. La nobleza los aisla y el Concejo les niega la pretendida consideración de hidalgos; pero ellos, con tenacidad y con perseverancia, consiguieron triunfar jurídicamente, haciendo que ésta se les reconociera, y acabaron por imponerse en el terreno social, a pesar de todas las tachas que se pusieron a su linaje”.

El cúmulo de errores, confusiones, anacronismos es tal que para aclarar tan embrollado panorama expuesto por Floriano, vamos a comenzar con el establecimiento correcto del linaje de esta rama de los Blázquez de Cáceres.

La Catedral de Plasencia guarda, entre sus legajos, una genealogía de los Mayoralgo de Cáceres, establecida a partir de documentos correspondientes al señorío de Mestajas, en la que “todo lo escrito en este quaderno es sacado por escritos del conde viexo de la Oliva”, la cual “parte de Juan Blázquez de Cázeres, el que se halló en la reconquista de Cázeres”:

Juan Blázquez de Cázeres el Conquistador. Llamávanle ansí por aver sido uno de los que se señalaron en la conquista de Cázeres.”, y coincide con la que tradicionalmente se acepta para esta familia. Pero, al llegar a Luis García de Mayoralgo -hijo de “Diego Blázquez de Cázeres, que se llamó de Maioralgo” y de Ana Pérez- incluye entre los hijos habidos de su matrimonio con Marta Martínez, además de al primogénito Diego de Mayoralgo, al que todos los autores reconocen, a su hijo segundogénito, que nadie incluye, Juan Blázquez de Cáceres, origen de esta hasta ahora discutida rama de los Blázquez:

Luis de Maioralgo casó con Marta Martínez, hixa de Martín Martínez, el leal servidor del Rei don Pedro y tubo por hixos a

Diego de Maioralgo

Juan Blázquez de Cázeres”[96].

Así también lo afirma el presbítero Sancho Blázquez Mayoralgo Altamirano, cuando el 8 de octubre de 1599[97], agregó quince misas más a la obra pía que fundara su tía Isabel González de Mayoralgo, vinculada al mayorazgo de esta rama de los Blázquez, en la capilla del Santo Crucifijo de Santa María la Mayor de Cáceres:

«y porque, como dicho es, la dicha Ysabel Gonçalez de Mayoralgo fue su voluntad de mandar dezir las dichas mysas por su ánjma y de nuestros difuntos; e yo, prosiguiendo tan santa e buena obra y para salvaçión de mj ánjma, otorgo y conozco que junto y anejo a la dicha obra pía e misas de la dicha Ysabel Gonçalez de Mayoralgo e yncorporo otras quynze mjsas rrezadas perpetuamente en cada un año por mj ánjma y de mys padres y cargos que los tres tengamos e por todos los demás difunctos de nuestra casa e linaje, dende Luys Garçía de Mayoralgo, quarto poseedor del dicho mayorazgo, del qual nosotros desçendimos; y Juan Blázquez de Cáçeres, su hijo segundo, marido de Teresa Garçía de Figueroa, ermano segundo de Diego Garçía de Mayorazgo de Torrevelasco, el segundo deste nonbre y eredero del mayoralgo; y Sancho Blázquez, su hijo legítimo, y por Luis Blázquez de Cáçeres su hijo legítimo y don Luys Blázquez de Mayoralgo su hijo y sus mujeres y difuntos y por todos los suçesores dellos para sienpre jamás”.

Ambos documentos arriba citados son suficientemente elocuentes y recogen de modo fidedigno la genealogía de esta discutida rama de los Blázquez, que se separa en fecha relativamente tardía del tronco común de los Mayoralgo al fundar mayorazgo propio, en el primer cuarto del siglo XVI, el muy reverendo don Luis de Cáceres, arcediano de Trujillo, y su hermano el racionero Juan de Cáceres, dignidades de la iglesia placentina, en favor de su hermano menor Sancho Blázquez y sus descendientes.

Por especial privilegio papal, las dignidades del cabildo catedralicio de Plasencia estaban exentos de hacer probanza de sangre. Sin embargo, las personas que las ostentaban pertenecían a las familias más linajudas de Cáceres y Plasencia. Coetáneos de don Luis de Cáceres fueron, entre otros, don Gómez de Jerez, don García López de Carvajal, don Francisco de Carvajal y Sande, don Nufrio de Sande.  Y desde luego, don Luis  y Juan de Cáceres no fueron la excepción ante tanta nobleza de sangre.

Y en Cáceres como en Plasencia fueron siempre reputados por hidalgos notorios de solar conocido, cuya naturaleza estaba en Cáceres. Y como tales, gozaban de los privilegios de los de su clase: exención de impuestos, blasones en sus casas y derecho de asilo, “donde antiguamente solía tener por privilegio que si uno se hiba a retraer a ella, no le sacaban por ser casa noble de caballeros y hijosdalgo notorios, con cadena a la puerta”.

En Cáceres, conservaron el apellido Blázquez; pero en Plasencia, lo cambiaron por el gentilicio de Cáceres,  con que fueron conocidos, aunque a finales del XVI, la rama placentina empezó a recuperar los apellidos familiares de Blázquez, Mayoralgo y hasta el de Ovando.

 

  1. – Luis García de Mayoralgo marido de Marta Martínez. Tuvieron por hijo segundogénito a:

II.- Juan Blázquez: Murió en la gran peste de 1507 y de su existencia existen numerosas citas documentales. Casó con la cacereña Teresa García de Figueroa.

Tuvo, al menos, los siguientes hijos:

  1. don Luis de Cáceres, arcediano de Trujillo en la Santa Iglesia Catedral de Plasencia; a quien consideramos el mayor, por llevar el mismo patronínico que su abuelo, como era usanza en la época[98].
  2. Juan de Cáceres, racionero en la misma sede episcopal.
  3. Sancho Blázquez, en quien recaería el mayorazgo de sus dos hermanos mayores. Casó con la trujillana Isabel Álvarez Altamirano, con sucesión.
  1. Gonzalo Blázquez casado con Isabel González. Con sucesión.
  1. Diego Blázquez de Cáceres, casado con doña Isabel de Ovando, tronco de los Blázquez placentinos. Con sucesión.

Consecuentemente,  las afirmaciones de Hurtado, Cumbreño y las de los demás autores que se han basado en ellos, resultan a todas luces erróneas y deben ser enmendadas.

 

III.- DE SINAGOGA NUEVA A ERMITA DE LA SANTA CRUZ DE JERUSALÉN Y SANTA ELENA

  • La Sinagoga nueva

El ordenamiento de Toledo de 1480, disponía que “e sy en los lugares donde ansy les señalaren no tuvieren los judíos synagogas, e los moros mesquitas, mandamos a las personas que ansy deputáremos para ello, que esso mismo, dentro de los tales çircuytos, les señalen otros tantos e tamaños suelos e casas para que fagan los judíos synagogas, e los moros mesquitas, quanto tovieren en los lugares que dexaren; e que de las synagogas e mesquitas que avían primero, no se aprovechen dende en adelante para aquellos usos. A los quales dichos judíos e moros, por la presente, damos liçençia e facultad para que puedan vender e vendan a quien quisieren las synagogas e mesquitas que dexaren, e derrocarlas e fazer dellas lo que quisieren; e para fazer e edificar otras de nuevo tamañas como de primero tenían”.

Parece que la ejecución de esta medida provocó un altercado entre los judíos cacereños que aún seguían residiendo en la Judería Vieja, en torno a la sinagoga, y aquellos que deseaban el establecimiento de la nueva aljama cerca de la Plaza Mayor. Juan de Carvajal sacó prendas a Symuel, judío por “aver caydo e yncurrido en çiertas penas por rasón de çierta questión que avja pasado entre algunos judíos del aljama de la dicha villa en el synagoga della”. Samuel acudió ante los reyes para que Carvajal le devolviera lo embargado alegando que no tenía jurisdicción por tratarse de un pleito entre judíos que, conforme a los privilegios de los judíos españoles, debía juzgarse conforme a sus leyes. Desde Toledo,  el 10 de junio de 1480, proveyeron que el corregidor cacereño, oídas las partes, resolviera[99].

Establecido, finalmente, el nuevo ghetto en los aledaños de la Plaza Mayor, el solar de la sinagoga vieja fue vendido al noble Alonso Holguín, quien compró diversas casas y alcáceres en la Judería Vieja. Los judíos se llevaron las tejas y maderas para reutilizarla en la que estaban construyendo, que tardaría varios años en ser acabada.

La sinagoga nueva se levantó en unas casas que  Diego de Migolla, según él mismo referiría a los reyes, “tenja en la dicha vjlla çiertas partes de casas que, al tienpo que Nos mandamos faser el apartamiento de los judíos, le açensó el aljama de los judjos desta villa las dichas casas, ansy la parte que tenja como çierta parte que tenja el cabjldo de la yglesia desta dicha villa e otras personas, las quales dis que le davan en cada un año VII O maravedís e çiertos pares de galljnas, poco más o menos, en las dichas casas que ansy dis que la açensuaron fueron para labrar en ellas una synagoga que en ella fisieron”[100].

Pronto se quedó pequeña la sinagoga y tuvieron necesidad de ensancharla con la incorporación de un solar contiguo. El 1 de diciembre de 1483, ante Fernando de Sepúlvega, reunido el cabildo eclesiástico en la iglesia de Santa María, con asistencia de Galín Gómez Mogollón, vicario perpetuo; Álvar Pérez de Osma, arcipreste; Gonzalo Roco, cura de Santa María; Galín Gómez, cura de Santiago; Alfonso de Torres, beneficiado de San Mateo; Pedro González, beneficiado de Santa María; Juan García de Jema, abad; y los clérigos capellanes Juan Alonso Guzmán, Ferrán Holguín, Benito Sánchez, Juan Díaz y Juan Martín confirieron poder a su citado abad para vender “al aljama e judíos de la dicha villa e a su mayordomo en su nonbre un solar que nos el dicho cabildo e clérigos hemos, tenemos e posseemos, ques en la Juderja que agora nuevamente se fiso en el arraval de la dicha villa, en la calle que disen del forno de la Mançebía, que alinda de la una parte con solar en que agora los judíos de la dicha villa se llegan a faser oraçión, e de la otra parte con casas de Álvaro de Saavedra e a las espaldas con casas de la dicha aljama e judíos e delante la puerta la calle pública”, por 220 maravedís de censo perpetuo, pagaderos en las dos consabidas pagas anuales, por San Juan de junio y Navidad.  En virtud de dicho poder, este mismo día, el abad dio a censo el solar a Ysaq Colchero, mayordomo de la aljama y de los judíos[101].

Por lo tanto, la sinagoga ocupó ambas casas. Así lo evidencia la carta de donación suscrita el 12 de septiembre de 1485, ante el escribano Fernando de Sepúlvega, por la cual Pedro Dávila entregó al cabildo eclesiástico y a su abad, Juan Fernández, cura de Aldea del Cano, 50 maravedís y 2 gallinas que tenía de renta de censo “en unas casas que fueron de Diego de Mjgolla, que agora están en la judería de los judíos de la dicha villa, donde tiene fecha parte de la Synagoga”, linde casas de la Quelosa y la  propia sinagoga, a fin de que el cabildo celebrase un aniversario por sus intenciones el día San Juan[102].

Cerca de la sinagoga se hallaba la puerta de la judería. El 18 de diciembre de 1487, ante Juan González de Arenas, María Sánchez la Quelosa, mujer del ovejero Diego Martín, donó al cabildo eclesiástico 50 maravedís y 2 gallinas de los 550 y 2 gallinas que “el aljama de los judíos desta dicha villa me son devjdos et obligados de dar e pagar de çenso en cada un año para syenpre jamás, por un corral de mis casas que es en la Judería Nueva que de mí tiene a çenso por los dichos quinjentos e çinquenta maravedís e un par de galljnas, que aljnda el dicho corral con la puerta de la dicha aljama et con casas de Raby Uçe físyco et con casas de doña Mjra e casas de mj la dicha María Sánchez” por que el cabildo la recibiese a ella y a su difunto hijo Francisco de Quirós por cofrades legos y celebrase por ellos un aniversario en San Juan[103].

Poco tiempo disfrutaron los hebreos de esta sinagoga. Estando liquidando sus bienes antes de partir,  Diego de Migolla les reclamó la renta, como expondría ante los reyes: “al tienpo que los judjos se tovjeron de yr destos Reynos le devjan dosçientos maravedís a vos del dicho çenso, los quales dis que al tienpo que les demandó los dichos maravedís que le devjan dis que le respondjeron que no le podjan satjsfaser, syno que tomase en cuenta de las debdas que le devjan del dicho año lo que avjan labrado e mejorado en ellas segund por nuestras cartas le enbjamos a mandar e le fisjeron graçia e donaçión de lo que oviese labrado e fecho e hedeficado en la dicha synagoga”. Parece que Migolla tomó posesión del edificio. Pero, pronto San Pedro, contador real nombrado para inventariar los bienes que habían dejado los judíos, se la quitó, como se lamentaría el propio afectado, en beneficio de la real hacienda por cuanto “por endusymiento de algunas personas que lo qujeren mal procuraron que le qujtasen la dicha synagoga, el qual dis que le secrestó la dicha sinagoga disjendo pertenesçer a Nos, de manera que él no se pudiese aprovechar della nj de la dicha renta, de que le requirieron muchas veses después le alçase el secresto”. No obstante San Pedro no lo quiso hacer de tal manera que aún retenía la sinagoga y seguía sin pagarle la renta. Por ello, recurrió a los Reyes, quienes, desde Sevilla, el 6 de octubre 1494, dispusieron que si lo expuesto por Migolla era cierto “le dexe ya las dichas sus casas que asy tenja dadas a çenso a los dichos judíos e dedes orden como le sea pagado el dicho çenso que ansy en las dichas casas e synagoga los dichos judíos le devían e heran obligados a dar e lo que se le deve de los años pasados e sy valjere más desto que así él ha de aver, sea puesto en almoneda e lo que más valjiere sea para Nos e lo resçibiere nuestro recabdador de los bienes de los judíos”[104].

Parece que Migolla, para resercirse de la deuda, desmanteló algunos de los elementos del edificio, por lo que fue condenado, pues sabemos que Martín Pérez de Ávila cobró 1.000 maravedís de Diego de Migolla “por çiertas cosas que llevó de la synagoga de Cáçeres”[105].

 

  • La ermita de la Santa Cruz o de la Vera Cruz y de Santa Elena:

 

  1.  

El edificio de la sinagoga,  tras haber sido adquirido por don Luis Blázquez, se convirtió “en la capilla de la Santa Cruz de Jerusalem de esta dicha villa, que hizo e fundó el reberendo señor don Luis de Cáceres, arcediano de Truxillo”.

Tradicionalmente, se afirma que muchas de las sinagogas, al ser convertidas en iglesias, se las consagraba a la Santa Cruz. En este caso concreto, el título de Santa Cruz supuso también un homenaje al cardenal, amigo y protector de los hermanos Luis y Juan de Cáceres y en recuerdo de la basílica romana que tanto frecuentaran.

El 19 de septiembre de 1518, ante el escribano Francisco de Figueroa, siguiendo la costumbre de los demás dueños de tierras en el término de Cáceres, los herederos de las viñas de la Mata, para su defensa y conservación, decidieron fundar una cofradía y redactar las “ordenanzas de los cofrades y herederos de las viñas de la Mata, que dicen de Alonso Holguín. La abocación de la qual, a honra de Dios e servicio suio, instituimos nuebamente una cofradía e la intitulamos, e damos por abocación, y sea su abocación de la Cruz; e donde sea servida, elegimos la capilla e yglesia de la Cruz que está establecida e ordenada e fecha por don Luis de Cáceres, arcediano de Truxillo”[106].  Sobre estas ordenanzas, se siguió pleito ante el escribano Alonso de Trujillo, cuyo motivo no explicita este expediente.

Esta fue, por lo tanto, la primera cofradía dedicada a la Santa Cruz en Cáceres, que precedió, en casi tres años, a la actual de la Vera Cruz, fundada el 3 de mayo de 1521 por el franciscano fray Juan de Illescas. El enorme auge que ésta adquirió, llegó a eclipsar a la establecida por don Luis de Cáceres, la cual en 1548 se encontraba ya agregada a la sacramental de la parroquia de San Juan.

El edificio de la sinagoga se mantuvo en pie durante poco más de un siglo. A comienzos del siglo XVI, sus muros, edificados, sin duda, con pobreza de material para cumplir el perentorio mandato de los Reyes Católicos, se resentían, de tal manera que la reedifición resultaba inevitable.

Gracias a la ayuda económica de su tío, don Diego de Tapia Aldana, clérigo de la orden de Caballería de Santiago, prior del monesterio de San Salvador de la villa de Donas en el Reino de Galicia, don Luis Blázquez de Cáceres Mayoralgo concertó la reforma con Francisco Martín Paniagua, uno de los principales maestros de obras de Cáceres. El indiano Juan Durán de Figueroa, fundador del desaparecido convento de la Concepción, y miembro de esta familia como hijo de Teresa García de Mayoralgo, colaboró en los gastos. También el clérigo Sancho Blázquez Mayoralgo Altamirano, a cuyo cargo correría el cuidado de la obra hasta su fallecimiento el 5 de agosto de 1601.

El 26 de julio de 1598, se protocolizaron las condiciones de la obra, que por su importancia, transcribimos en los apéndices. Al día siguiente, don Diego de Tapia Aldana, en cumplimiento de la carta de obligación por la que se comprometía a “que como se fuere dando dineros al dicho Francisco de Panjagua vaya haziendo la dicha obra, la qual está començada e se va prosiguiendo”, hizo entrega al clérigo Sancho Blázquez Mayoralgo de “seysçientos y doze escudos de oro de valor de a quatroçientos maravedis cada uno en presençia del presente escrivano e testigos desta carta”[107] para concluir esta obra en la que, según declararía, había puesto tanto empeño: “E porque el dicho prior, como prinçipal obligado y dotador para hazer la dicha obra de la dicha yglesia y capilla, pretende y es su voluntad que se haga, porque su prinçipal yntento de venjr a la dicha villa de Cáçeres fue a ello”[108]. Seguidamente, don Diego de Tapia otorgó testamento cerrado, que se abrió pocos días después, el 1 de septiembre, con ocasión de su fallecimiento. En él, rogaba “al señor don Gerónimo Romero, nuestro prior, y los demás señores hermanos nuestros me encomyenden en sus oraçiones y que por quanto yo en la Corte asistiendo más de çinco meses gasté muy gran suma de dineros vinyendo con disinyo de hazer la capilla de la bienaventurada Santa Elena, que es en las casas del mayorazgo de don Luys Blázquez de Mayoralgo, mj sobrino, de la villa de Cáçeres, porque yo tengo dotado y pagado muj gran parte de la obra nueva que se va haziendo, que es muj endereçada para gloria de Dios y su syerba Santa Elena, nuestra abogada, sea su Señoría servido no permjtir se me ponga ynpedimento y ostáculo alguno, antes le suplico que para esta tan buena obra, si algo faltare, me hagan graçia e limosna dello y que miren que la causa de mi muerte, si acaso de la dicha enfermedad presente muriere, a sido causa ynpulsiva al gran amor y grande zelo con que e venjdo a hazer esta obra de mjsiricordia”[109].

En este documento aparece la segunda advocación de la capilla: Santa Elena. Con toda lógica, pues la memoria de la madre del emperador Constatino va unida a la Invención de la Santa Cruz, que ella misma ordenara desenterrar de las ruinas del monte Calvario.

El 25 de agosto de 1598, ya se habían levantado los nuevos cimientos, que medían tres varas y una cuarta de hondo y vara y media de ancho, conforme a la certificación dada ante Martín de Cabrera, a petición de Francisco de Paniagua:

Testimonios de los çimientos de la obra de la yglesia y capilla de la Cruz.

En la villa de Cáçeres, a veynte e çinco días del mes de agosto de myll e quinientos e noventa e ocho años, estando dentro en la yglesia e capilla de la Cruz, questá en las casas prinçipales de don Luis Blázquez de Cáçeres Mayoralgo, en presençia e por ante my Martín de Cabrera, escrivano público del número de la dicha villa, e testigos ynffraescritos, Françisco de Paniagua, maestro de obras, questava presente, vezino  de la dicha villa, dixo que él tiene encargo de hazer la obra de la dicha yglesia y capilla, confforme a la escritura y condiçiones de ella, que se otorgó ante el dicho escrivano, la qual tiene començada y tiene començado a sacar los çimientos de las paredes de la dicha obra, como dellos constava e pareçía. Y porque a  su derecho conviene confforme a las condiçiones de la dicha escritura que se le dé por ffee e testimonio el largo y ancho y hondo y manera que los dichos çimientos, que ansí van començados, tienen; pidió e rrequirió a mj el dicho escrivano se lo diese por ffee e testimonio. Testigos que fueron presentes Estevan Garçía vezino del lugar de Santiago del Canpo, Juan Gonçález, criado que fue de Sancho Blázquez clérigo, trabaxadores; y Alonso Martín, cantero, vezinos y estantes en la dicha villa. E luego yncontinente con una vara ordinaria de medir, se mydió el alto questava sacado para los dichos çimientos hasta lo ffirme y tenían de hondo tres varas y dos terçias de la dicha vara; y el ancho de los dichos çimientos tenía vara e medio, poco más de la dicha vara, y al ffin de los dichos çimientos estava e se vía estar arçilla para más firmeza de los dichos çimientos. De lo qual, yo el dicho escrivano doy fee e testimonio verdadero porque en mj presençia lo vi de mydir, estando presentes los dichos testigos que ansí mysmos lo vieron. E lo ffirmó de su nonbre el dicho Françisco de Paniagua. Testigos los dichos. Pasó ante mi Martín de Cabrera. Françisco de Paniagua (firmado y rubricado). 25 agosto[110].

En este documento figuran los nombres del cantero, Alonso Martín, y el de los obreros, Esteban García y Juan González, que trabajaron en la obra.

El  8 de octubre de 1599, el clérigo Sancho Blázquez de Mayoralgo Altamirano, en cumplimiento de las últimas voluntades de su tía Isabel González de Mayoralgo, fundó una memoria de misas de la que él sería primer patrono y, después, el poseedor del vínculo del arcediano Luis Blázquez de Cáceres, a las que anejó otras 15 más, entre las cuales destacó las en reverencia de San Juan y San Luis Rey de Francia, “porque son nuestros abogados y de nuestros antepasados”, “en cada un año perpetuamente y en la parte y lugar de yglesia o ermjta que señalare el dicho poseedor del dicho mayorazgo de nuestra casa, por tener como tiene dos capillas, una en su entierro en la dicha yglesia de Nuestra Señora y la otra en  sus casas prinçipales de su mayorazgo[111].

El 5 de agosto de 1601, el clérigo Juan Criado solicitó la apertura del testamento que Sancho Blázquez de Mayoralgo, que acaba de fallecer, había otorgado cerrado el 21 de julio de dicho año. En él mandaba “se pague lo que paresçiere yo dever de la obra de la capilla de Señora Santa Elena, questá en las casas prinçipales del mayorazgo de don Juan Blázquez Mayoralgo, mj sobrino, en esta villa de Cáçeres y el alcance que yo deviere, no se entregue a mj eredero, syno que mys testamentarios lo paguen y cunplan en la dicha obra hasta que se acabe y gaste lo que yo deviere y estuviere a mj cargo, conforme a mys papeles y quenta que dello tengo, ques çierto y verdadero; o se entregue al señor Juan Durán de Figueroa para que por su orden y paresçer se gaste en la dicha obra de la dicha capilla, porque lo que se me entregó para hazer la dicha capilla por mj tío don Diego de Tapia Aldana, prior de la villa de San Salvador de Villar de Donas, lo e ydo gastando conforme a mi quenta que en Dios y en mi conçiençia es verdad y çierta. Y lo que paresçiere yo deviere, se gaste y haga de la forma que tengo dicho”[112].

La ermita se construyó conforme a la traza de Francisco Martín Paniagua, autor del desaparecido seminario conciliar de San Pedro edificado a instancias del obispo don Pedro García de Galarza.

Consta de dos naves, separadas por un arco toral de cantería labrada, sostenidas por pilastras adiamantadas. En las claves, figuran los blasones de Mayoralgo y Figueroa.

Se la dotó de tres altares. El central, enmarcado con dovelas y los dos laterales, timbrado con el escudo familiar. En uno de ellos, se rindió culto al apóstol San Juan. Los otros dos, aunque no hemos hallado mención, lógicamente se consagrarían a la Santa Cruz y a Santa Elena, sus titulares.

Tiene dos puertas de acceso, una desde el patio de la casa, consistente en una sencilla portada de cantería; y la puerta principal que da a la calle de la Cruz, enriquecida con dos hileras de cantería, con jambas y dintel labrados en punta de diamante, sobre la que se alza un escudo con una sencilla cruz y sobre ella una cartela con la inscripción siguiente: “Calle de la Cruz”, rematada con el escudo familiar con las armas de  Mayoralgo, Mogollón y Figueroa.

Después, debido a las ausencias de Cáceres de esta familia, vino el abandono, sobre todo, a partir del asentamiento en Arroyo del Puerco de doña María Justa Blázquez de Cáceres, la última en ostentar como primero este apellido, tras su matrimonio con don Matías Jacinto Marín, I marqués de la Isla.

En 1794, el presbítero Simón Benito Boxoyo la clasificó entre las ermitas extinguidas[113].

El 8 de junio de 1805, su hija, Dª María Teresa Marín y Blázquez Mayoralgo, III marquesa de la Isla, solicitó del obispo don Juan Álvarez de Castro la vuelta al culto público de la capilla. El día 12, el prelado comisionó a don Gonzalo María Rincón, su vicario en Cáceres, quien aceptó el encargo el 18, pasando ese mismo día a reconocer el edificio con asistencia del presbítero don Vicente Chaparro, por hallarse la marquesa ausente en su casa de campo. Dicha señora, para la información, presentó por testigos a don Luis Guerra Borregón, de 80 años, quien declaró que, siendo muchacho, oyó misa en la capilla, (lo queconfirma que dejó de tener culto tras la boda de doña María Justa con don Matías Jacinto Marín y su traslado a la villa de Arroyo del Puerco); don Juan Bruno Grande, presbítero, de 68 años, que no alcanzó a conocerla con uso, pero sí oyó a sus mayores que la causa del abandono se debió a la ausencia de la familia. Don Manuel Monmán de Sobrarroca, escribano del ayuntamiento de 76 años, depuso que había oído a muchos vecinos que estuvo en uso y lo mismo certificó don Manuel de Diego Grande, de 50 años.

A tenor de dichas declaraciones y de las noticias que previamente ya tenía, don Gonzalo María Rincón concluyó, el 21 de junio de 1805, que “ninguna duda me queda de que ha sido pública”.

El 26 de dicho mes, desde Coria, el obispo autorizó la bendición, una vez “abilitada y surtida dicha capilla con la debida decencia de todo lo necesario al dibino culto”.

El 25 de noviembre, don Gonzalo María Rincón “en atención de constar a su merced que la señora marquesa de la Ysla, de esta vezindad, tiene ya avilitada, con mucha decencia, la capilla pública, hace saber a la marquesa que otorgue la obligación” de mantenerla en buen estado y bien dotada. Así, lo efectuaría al día siguiente ante el escribano Juan García Borrega. Para la mayor seguridad, hipotecó, de entre “las muchas fincas libres que posee, una casa y cochera que tiene en la calle de Barrio Nuebo de esta villa, señalada con el número treinta y dos”, que valía más de 18.000 reales, y en renta más de 500. Fueron testigos de este acto los presbíteros don Vicente Chaparro, que era el capellán de la casa, don Juan Bruno Grande y don Simón Benito Boxoyo, ya muy anciano y próximo a la muerte. El 27, fue, finalmente, bendecida.

Desde Hoyos, el 14 de diciembre de 1805, el obispo concedió licencia para el uso público de la ermita.

Mas pocos años permanecería abierta al culto. Ante la amenaza de la invasión francesa, la marquesa huyó a Cádiz, donde pasó gran parte de la Guerra de la Independencia en compañía de su hija doña María Justa Ussel y Marín, separada legalmente de su marido don Alonso Montalvo de Ovando. A su hijo don Antonio Montalvo y Ussel, la invasión napoleónica lo sorprendió en Madrid, en el Colegio de Nobles, y no parece que volviera a establecerse en Cáceres, pues murió antes que su madre. Su nieto y heredero, don Ildefonso Montalvo, nunca residiría en Cáceres, antes bien, acogiéndose al real decreto de supresión de los mayorazgos, vendió gran parte de los bienes que a lo largo de los siglos habían reunido sus antepasados los Marín y los Blázquez.

Doña Justa mejoró en tercio y quinto a su hija doña María de los Dolores Quintanilla y a su nieto don Antonio Quintanilla, entre cuyos bienes les cupo la Casa de la Isla. Por muerte de don Antonio, recaería la nuda propiedad en su madre doña María de los Dolores.

Dicha casa solariega, junto con la capilla, bodegas y corrales, fue vendida el 22 de septiembre de 1846, por don Matías Álvarez, procurador del juzgado de 1ª Instancia de Cáceres, con poder habente de don Francisco Javier Quintanilla y de su esposa, la citada doña María de los Dolores, vecinos de Lora del Río, a don Antonio Concha y a don Anacleto Gallardo en 60.000 reales, pagaderos en seis plazos iguales de 10.000, el primero en el acto y los restantes en nueve años consecutivos[114].

Un decenio más tarde, el 5 de enero de 1856, para atender a las obligaciones que gravitaban sobre la disuelta sociedad Concha & CIA, don Antonio Concha, don Anacleto Gallardo y su hijo don Bernardino vendieron la casa, que habitaban, en 82.000 reales, a don Miguel Calaff y a su mujer doña Mariana Segura, con todas sus entradas y salidas, capilla, jardín, pozo, bodegas y demás dependencias, incluida la puerta falsa y la habitación ocupada con la librería de la imprenta[115].

El matrimonio Calaff Segura arrendó las distintas dependencias a diferentes personas, y desde el 1 de septiembre de 1862 hasta el 15 de agosto de 1865, la planta baja al Círculo de Artesanos, según consta en sus libros de contabilidad[116].

Don Fernando Valhondo Calaff, a quien sobrevino la muerte en Madrid durante la Guerra Civil, por su testamento redactado en el Hotel Inglés, legó, entre otros, el usufructo de la casa a su empleado Ramón Criado, contra quien pleiteó el Ayuntamiento de Cáceres, que ganaría la posesión de la casa.

El 10 de abril de 1950 el Ayuntamiento autorizó las obras para la instalación en ella de la Biblioteca Pública de Cáceres. Las obras se ejecutaron conforme al proyecto diseñado por el prestigioso arquitecto municipal don Ángel Pérez Rodríguez, quien, en junio de 1952, certificaba que “queda pendiente la reforma de la parte posterior del conjunto del solar, es decir, lo que era capilla, así como la ampliación necesaria para cubrir todas las necesidades, de manera que el edificio principal se presenta ya adaptado a los fines a que se le ha destinado, quedando a falta de Salón de Actos y Capilla, que se han emplazado en la parte posterior, dando fachada a la calle de Río Verde, proyecto que puede formularse si las posibilidades económicas lo permiten”[117]. Y la ocasión se presentó pronto. Al año siguiente, salía a pública subasta el pliego de condiciones, según el diseño del citado arquitecto don Ángel Pérez:

Art. 2. Distribución general del edificio.

El edificio constará de dos plantas y una entreplanta.

La dictribucion de dichas plantas es la siguiente:

Planta Baja: A la derecha y aprovechando lo que fue antigua capilla se instalará el Salón de Actos, con entrada completamente independiente. A la izquierda se sitúa la habitación para el conserje portero y al fondo se sitúa el acceso a la galería abovedada que unirá este edificio con el recientemente obrado donde está el Archivo y la Biblioteca.

Entreplanta: Se sitúa un despacho para el señor Director y el acceso a la terraza situada encima del porche.

Planta primera: es donde se sitúa la vivienda del Archivero-Director”[118].

 

La capilla sufrió algunas modificaciones, siendo las principales la elevación de una planta para la que fuera vivienda del director de la Biblioteca Pública, con la supresión del campanil, que se ha embutido en la fachada, y el desplazamiento a los pies de la puerta de entrada que da a la calle. En su interior, pemanece el hueco capialzado del antiguo acceso.

Trasladada en 1983 la Biblioteca a su nuevo emplazamiento, la capilla se llenó de estanterías para depósito de los fondos del Archivo Histórico Provincial. Tras la mudanza, a partir de 1992, al Palacio de Moctezuma, estuvo algunos años sin uso.

En la actualidad, tras haber sido restaurado hace pocos años todo el conjunto por la empresa Abreu, según proyecto del arquitecto municipal don José Luis Hernández Álvarez, la capilla se ha convertido en salón de actos y en sala municipal para las celebraciones de los matrimonios civiles y actos culturales.

 

 

                                     APÉNDICES

1.- A. H. P. CC.  Protocolos de Martín de Cabrera, escribano de Cáceres. Caja 3.650. Año 1598.

Escritura de la obra de la yglesia y capilla de la Cruz de don Luys Blázquez de Cáçeres.

Sepan quantos esta escritura de conçierto vieren como yo don Diego de Tapia Aldana, clérigo, prior de Señor San Salvador de Villar de Donas, del Ábito de Señor Santiago, rresidente en la villa de Cáçeres; e yo Sancho Blázquez Mayoralgo, clérigo, vezino de la dicha villa, como su fiador, y ambos a dos juntamente, de mancomund  e a boz de uno y cada uno de nos por sí e por el todo rrenunçiando como espresamente rrenunçiamos las leyes de duobus rreys de bendi estipulandi et conprometendi y el auténtica presente hoc yta de fidejusoribus y el benefiçio de la división y escursión e la epístola del divo Adriano y las leyes dadas y conçedidas a los conrreos e fiadores, y todas las demás a ellas anexas y que hablan en rrazón de la mancomunydad y división, como en ellas se contiene, de una parte. E yo, Françisco de Panyagua, maestro de cantería, vezino de la dicha villa, de la otra, otorgamos y conoçemos e dezimos que por quanto la yglesia e capilla de Señora Santa Elena, que está ynclusa en las casas prinçipales de don Luys Blázquez de Cáçeres Mayoralgo, sobrino de mj el dicho don Diego de Tapia Aldana, e primo de mj el dicho Sancho Blázquez, en la dicha villa de Cáçeres, tiene nesçesidad de rreedificar y rreparar, para lo qual y hazer la dicha obra, estamos conçertados y convenjdos con vos el dicho Françisco Paniagua que la avéys de hazer. Y para ello, ambas partes tenemos fecho la traça e condiçiones de la forma e manera que se a de hazer y cunplir e pagar la dicha obra, firmadas de nuestros nonbres e firmas, de las quales dichas condiçiones hezimos presentaçión ante el presente escrivano e testigos desta carta al tienpo del otorgamiento della, que son del tenor siguiente:

aquí las condiciones

Por tanto, nos, ambas a dos las dichas partes, dezimos e otorgamos que açetamos las dichas condiçiones y cada una dellas, las quales, por lo que a cada uno de nos toca y tocar puede, obligamos nuestras personas y bienes avidos e por aver de las guardar y cunplir y pagar e aver por firmes y valederas, según y como en ella se contienen syn eçetar ny rreservar cosa alguna, las quales vos fueron leydas por el presente escrivano al tienpo del dicho otorgamiento syn faltar cosa alguna, de lo qual yo, el dicho escribano, doy fee (entre renglones: e yo el dicho Françisco de Panjagua rreçibí de los susodichos dozientos ducados en rreales en presençia del presente escrivano y testigos, de lo qual yo el dicho escrivano doy fee). E nos, los dichos don Diego de Tapia Aldana y Sancho Blázquez, clérigos, debaxo de la dicha mancomunydad y rrenunçiaçión de leyes y haziendo como hazemos en este caso de deuda ajena nuestra propia, nos obligamos de cunplir e pagar e mantener las dichas condiçiones según dicho es y cada una dellas. E para ello e para questa escritura e lo en ella contenjdo sea çierto, firme y valederos, nos, anbas a dos las dichas partes por lo que les va y toca, obligamos nuestras personas y bienes avidos e por aver e damos e otorgamos entero poder cunplido a todos e qualesqujera juezes e justiçias que dello puedan y devan conoçer, ansí de la dicha villa de Cáçeres e obispado de Coria, como de las demás partes y lugares destos rreynos y señoríos del Rey, nuestro señor, a la jurisdiçión de los quales y de cada uno dellos espresamente nos sometemos e rrenunçiamos nuestro propio fuero e jurisdiçión, domiçilio; e previlegio y la ley si convenerid de jurisdicione onium judicum ante quyen estas cartas paresçiere y della y de cada una cosa e parte della fuere pedido cunplimiento de justiçia y de derecho y execuçión de lo en ella contenido para que por vía executiva e por las demás fuerças e rrigores de los derechos nos conpelan e apremjen a lo ansí cumplir, según dicho es, con más todas las costas y gastos, daños, yntereses y menoscabos que sobrello se rrecreçieren, como sy fuese sentençia definytiva de juez conpetente pasada en cosa juzgada. E rrenunçiamos todas e quales quyera leyes, fueros e derechos, estatutos e partidas e previlegios e ordenamientos rreales y conçesiones que contra lo dicho en esta escritura nos puedan y devan provechar; e todas ferias y mercados francos quales quyer; e la ley que dize que jeneral rrenunçiaçión de leyes ffecha non vala. En testimonio de lo qual otorgamos esta escritura en la manera que dicho es, por ante Martín de Cabrera, escrivano del Rey, nuestro señor, en todos sus rreynos y señoríos e público del número en la dicha villa de Cáçeres e testigos ynfraescritos. Que fue fecha e otorgada en la dicha villa de Cáçeres, a veynte e sejs días del mes de jullio de mjll e quinientos y noventa y ocho años. Testigos que fueron presentes Françisco de Palaçios y Juan Gonçález, çapatero, y Alonso Martín, cantero, vezinos de la dicha villa. E firmáronlo de su nonbre los dichos otorgantes en el rregistro, a los quales yo el dicho escrivano doy fee que conozco. Está entrerrenglones clérigo, e yo el dicho Françisco de Panjagua rreçibí de los susodichos dozientos ducados en rreales en presençia del presente escrivano y testigos, de lo qual yo el dicho escrivano doy fee  vala y do diz como su fiador vala.

Don Diego de Tapia Aldana, prior de San Salvador de Villar de Donaz, Françisco de Paniagua, Sancho Blázquez Mayoralgo. Ante mj, Martín de Cabrera. (firmado y rubricado).

condiçiones con  que se a de hacer la capilla i cuerpo de iglesia de Señora Santa Elena desta villa de Cáçeres.

-Son las siguientes – la qual a de hazer Françisco de Panjagua maestro de cantería.

1.- Primeramente se proçederá i fabricará la dicha capilla i cuerpo de iglesia conforme a la traça que para ella está dada, sin exceder de ella nada – firmada del señor don Diego de Tapia Aldana, prior de Señor San Salvador de Villar de Donas -que se queda en poder del dicho Françisco de Panjagua y ansimysmo firmada del dicho Françisco de Paniagua.

2.- Iten. Es condiçión que se a de derribar todo lo viejo de la dicha capilla i se an de sacar de nuevo çimientos para la tornar a rredificar. I estos çimientos se ahondarán hasta hallar cosa firme, que se entiende peña o arçilla. I después que estén abiertos los dichos çimientos, se sacarán hasta el suelo de la iglesia de quatro pies i medio de ancho; i dende el suelo de la iglesia, se rrecojerán las paredes en tres pies i medio de grueso. Y por esta orden, subirán hasta en cantidad de treinta i dos pies, que es el duplo que a de tener la capilla de ancho, conforme a la traça que para ello está dada.

3.- Item. Se a de haçer tres huecos con sus altares en esta dicha capilla, conforme está demostrado en la dicha traça, con sus arcos i pies derechos de cantería. El hueco destos será de dos varas de medir cada uno i con su moldurita por los lados i anse de montera, que vengan los trasdoses de ellos en el alto de las formas. Ansimismo a de venir el trasdós del arco torar monteado de condiçión que su trasdós haga forma para la dicha capilla.

4.- Ytem. Se çerrará el casco de la capilla por la ordem i traça que está demostrada en ella, çerrándola por sus hiladas con una çercha y un naybel, como el arte lo demanda, porque haçiéndose así es de mucha fortaleça. Ansimismo, se proseguirá, por la orden dicha, con las paredes de la iglesia, haçiendo sus arcos torazes i sus capillas de un cruçero de rrincón a rrincón de cantería, conforme están en la dicha traça del cuerpo de la iglesia. I los cascos de las dos capillas an de ser de ladrillo encaladas i cortadas de cantería falsa.

5.- Ytem. Se a de haçer la puerta prinçipal de la iglesia de buen  talle i pareçer, que tenga çinco pies de hueco. I ansí mismo, se hará otra puerta para entrar de la iglesia a la casa principal. I las esquinas de la capilla, por la parte de afuera, an de ser de cantería, porque ansí conviene para la dicha obra. Los escudos que se an de poner en esta obra, serán adonde mejor pareçe que convegan. I haçiéndose esta obra con esta traça i condiçiones, quedará fuerte i vistosa i en proporçión acabada.

6.- Házesse esta iglesia conforme a la traça y condiçiones dichas y con estas condiçiones que sienpre se an de yr dando dineros para la obra. Y luego de presente, se dan a Françisco Martin Paniagua dozientos ducados. Y como parezca tenerlos gastados, daré lo demás, de tal manera que siempre tenga dineros para gastar en ella.

7.- Házesse a tassaçión, de tal manera que, después de hecha la dicha iglesia, como dicho es, los señores don Diego de Tapia Aldana, prior de Villar de Donas, del Ábito de Señor Sanctiago, o Juan Durán de Figueroa o Sancho Blázquez de Mayoralgo, clérigo, qualquiera dellos ynsolidum o todos juntos, an de traher de fuera de la villa de Cáçeres dos maestros del arte, de çiençia y conçiençia, los quales, con juramento, tassem la dicha iglesia. Y por lo que ellos tassarem y jurarem, estem los unos y los otros a tenerlo por bueno, firme y valedero, sin contradiçión alguna. Y que, quando estos dos maestros del arte no se concertarem y estuvierem conformes, que por ambas las partes, se nombre un terçero y lo que los dos de los tres hizierem en la tassaçiom y se conformarem, estem los unos y los otros obligados a cumplillo, sim contradiçión ni otra cosa que lo impidam.

8.- Áse de obligar Françisco Martín Paniagua con las firmezas neçesarias a que gastará los dozientos ducados en la obra. Y que, quando por algún acontesçimiento, no los gastare todos o parte dellos, que los bolverá y pagará luego que se tasse lo que tuviere gastado en la obra, por los tassadores susodichos, conforme a lo que dicho es.

9.- Por el contrario, no ay que dezir sino que Françisco Martín Paniagua, por ser maestro del arte,  que haze la dicha iglesia y sabe lo que se gasta y meresçe, que quando no se le dem dineros adelantados, que pare con la obra hasta que se le dem.

10.- Y es condiçión que teniendo dineros adelantados, que se entiende en cantidad de veynte ducados, que no pare con la obra so pena de perder y estar luego obligado a pagar quatro ducados para los pobres de la cárçel. Y esto sin contradiçión ni réplica que lo ympida, a que luego dexede, no incurra en la dicha pena y no çese la obra.

11.-  Ánsele de dar las luzes que convenga, todas altas, de tal manera que, çerradas las puertas, quede la iglesia muy clara y muy alegre.

12.- Ánse de poner tres escudos en la puerta prinçipal, uno con una cruz por çima y unas letras por baxo que digan calle de la Vera Cruz. Y otro ençima del arco toral de la capilla, y el otro en la clave della con las armas de la casa del mayorazgo donde está dicha capilla.

13.-  El campanillero onde suele, a destar alto y bueno de canteria, porque se a de tañer a pino la campana que tiene.

14.- Yten. Es condiçión que todos los materiales y lo demás nesçesario para hazer la dicha obra, lo a de poner y hazer el dicho Françisco de Paniagua a su costa, porque tan solamente se le a de pagar en dinero la dicha obra conforme a las demás condiçiones susodichas.

15.- Yten. Es condiçión que se a de obligar a cunplir las dichas condiçiones con el dicho Françisco de Paniagua y de mancomún e a boz de uno, los dichos don Diego de Tapia Aldana y Sancho Blázquez Mayoralgo, porque el dicho Françisco de Paniagua de una parte y los susodichos de la otra, se an de obligar a lo cunplir y lo firmaron de sus nonbres.

Fecho a veynte y seys de jullio de mill y quinientos y noventa y ocho años.

Don diego de Tapia Aldana, prior de Villar de Donas; Sancho Blázquez Mayoralgo, Françisco de Paniagua  (firmado y rubricado).

 

2.- ARCHIVO DIOCESANO DE CORIA-CÁCERES.  Oratorios.

Expediente formado para volver a poner en uso la capilla pública de la casa de la Marquesa de la Ysla. 1805.

Yllmo Señor.

Dª Antonia Teresa Marín Blázquez y Mayoralgo, marquesa de la Ysla, vezina de la villa de Cáceres, de estado viuda, con el devido respeto hace presente a V.S.Y., que sus ascendientes, como de yllustre y distinguida familia, gozaron, entre otras prerrogativas y Privilegios, el Pontificio de tener una capilla pública, que no sólo servía para su asistencia a los Divinos oficios, sino también para el concurso público, en mayor honrra y gloria de Dios, sino que también hubo y se estableció en la misma una cofradía con la adbocación de la Cruz, qual se acredita del testminio que se acompaña; y cuia capilla, fundada por el Arcediano titular de Truxillo, Dn Luis de Cáceres, subsiste con su campana para combocar a los fieles a los Divinos oficios, en la casa solariega, donde avita la exponente en dicha villa de Cáceres, aunque a la actualidad y ya hace bastante tiempos sin uso, a causa de haverse cesado en él, por ausencia, sin duda, de sus causantes de dicha Población o por motibos que no constan, ni son posibles averiguar. Y como la exponente, para el mejor servicio de Dios y consuelo Espiritual en su estado de viudedad, y para el de sus descendientes, desea poner en uso de nuebo referida capilla.

Suplica reberente a V.S.Y. se sirva librar la correspondiente comisión a su vicario eclesiástico en referida villa, a fin de que, con asistencia de notario que de feé, pase a reconocer referida capilla, poniendo por testimonio su existencia y reciviendo la competente justificación de testigos sobre el relato de esta solicitud. Y que, ebacuada dicha comisión, y remitida con su vista y del testimonio que va mencionado, conceder a la exponente (que protesta adornar y surtir insinuada capilla cumplidamente de todo lo necesario a su servicio y decencia del culto) buelba a darle de nuebo a su Divina Magestad en ella, con la celebrazión de Santo sacrificio de la Misa, en los propios términos que lo executan otros cavalleros de su clase en la misma Población. Y según sea del agrado de V.S.Y., cuya vida pedirá a Dios, por esta gracia, guarde y conserbe muchos años. Cáceres, 8 de junio de 1805

Beso las manos de V.S.Y. , su más afecta servidora

La marquesa de la Ysla

Yllmo. Sr. D. Juan Álbarez (roto)

 

Diligencia

En la villa de Cáceres, en dicho día diez y ocho de junio de mil ochozientos y cinco, el referido Sor vicario, acompañado de mí, el notario, se constituió en la casa de avitazión de la señora Marquesa de la Ysla, de esta vecindad, principal de sus mayorazgos, sita en la calle de Cadena, cuias azesorias corresponden a la de la Cruz, donde se halla la capilla que se cita en el memorial y decretto antezzedente, propia de dicha señora y sus mayorazgos, teniendo entrada por la misma casa, y haviendo pasado a ella se halló que su  puerta principal la tiene por la calle de la Cruz, siendo su portado de piedra de cantería con escudo del mismo por cima de su toza, estampadas en él las armas de los ascendientes de dicha señora Marquesa, iguales a las que están puestas en la referida su casa principal: que en cima de dicho portado tiene su campana colocada un campanario, con su cadena aún pendiente por la parte de adentro de la capilla; que ésta es toda de bóbeda con arcos de cantería de buena fábrica, componiéndose de trece varas de largo y cerca de seis de ancho, con pila para agua bendita a su entrada; con tres huecos para altares, el uno enfrente, y los otros dos, cada uno en las paredes de los costados, existiendo una ymagen de bulto de San Juan, que manifiestan haber tenido uso por tener los sitios de las aras, de forma que aseándola y blanqueándola quedará, poniéndole los demás adornos conduzentes como lo estaríua en lo antiguo. Todo lo qual mandó dicho Sr. Vicario se pusiese por diligencia, que firmó. A que doy fe.

Dr. Rincón       Juan García Borrega (firmado y rubricado)

 

Diligencia de bendición de la capilla.

En la villa de Cáceres, el referido Sr. Dr. Dn Gonzalo María Rincón, vicario, juez eclesiástico de ella y su arciprestazgo, en atenzión de estar otorgada la obligazión prevenida por el decreto de S. S. Y., acompañado de mí, el notario, pasó a la casa de avitazión de la Sra. Dª Antonia Marín, Marquesa de la Ysla, de esta vecindad, y constituido en la capilla que tiene en ella, con puertas a la calle de la Cruz, hallándola bien adornada y con todo los necesario para su uso, practicó y executó su vendición con todas las ceremonias correspondientes según el ritual Romano, dejándola (roto)cientos y en uso para el consuelo espiritual de dicha señora Marquesa de la Ysla, sus sucesores y familia. A cuia diligencia se hallaron presentes Dn Vicente Chaparro, Dn Juan Bruno Grande, presbíteros, y otras personas de distinción, y varios criados de la referida señora. Y para que conste de ello, mandó su merced se pusiese por diligencia, que firmó. De que doy fe. En Cáceres, a veinte y siete de dicho mes de noviembre y año referido.

Dr. Rincón       Ante mí, Juan García Borrega (firmado y rubricado)”.

Nota: Por diversas razones ofrecemos el material fotográfico solamente en el libro.

 

[1] Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación propio y ha sido íntegramente costeado por el autor. La legislación civil y penal protegen al autor y castigan el plagio o fraude cometido por aquéllos que de forma sibilina no citan fuentes de donde extraen la información o a los autores que hayan publicado sobre el tema o asunto en cuestión

[2] FLORIANO CUMBREÑO, Antonio C.: Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres. Tomo I (1217-1504).Cáceres, 1934. Págs. 70-72.

[3] Ibid. Págs. 186-189.

[4] ARCHIVO DIOCESANO DE CORIA-CÁCERES (A. D. C.-Cc.). Parroquia de Santa María de Cáceres. Libro 106 «Libro de órdenes y decretos de la iglesia parroquial de Santa María  de Cáceres. Da principio en el año de 1685 y finaliza en el de 1705».

[5] A. D. C.-Cc.. Parroquia de San Mateo de Cáceres (S. M.). Leg. 18. Cabildo Eclesiástico. Doc. 12.

[6] Ibid. Doc. 121.

[7] ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁCERES (A. H. P. Cc.). Escrituras de Pedro Ramos, escribano de Cáceres. Caja 4.220. Año 1712. Inventario de bienes de don Pedro Golfín de Carvajal.

[8]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18.  Doc. 41.

[9] Ibid. Doc. 47.

[10] Ibid. Doc. 37. El 9 de abril de 1472, ante Fernán Alfón de Cáceres, Juan de Saavedra trocó con el cabildo eclesiástico   su abad, Juan Fernández, este censo por otro de 180 mrs y una gallina que pagaba a dicha congregación por una casa que le tenía acensuada, linde sus casas de morada y las de los hijos de Costanzo González y delante las puertas el cementerio San Juan.

[11] Ibid. Doc. 57. El 2 de julio de 1479, Medellín donó este censo al cabildo eclesiástico para un aniversario en Santa María por su mujer Mayor González.

[12] A. H. P. Cc. Protocolos de Benito Magdaleno, escribano de Cáceres. Caja  4.024. AÑO 1633, julio-septiembre. 8 de agosto. Inventario de bienes de don Diego de Galarza. El 8 de julio de 1610, ante Juan Romero, don Antonio de Toledo Golfín vecino de Cazalla de la Sierra, vendió estas casas a don Diego de Galarza.

[13] A. H. P. Cc. Clero. Caja 21. Expte. 7.

[14] ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS. Registro General Del Sello (RGS). Leg. 148010, 245.

[15] Ibid. 148903, 200.

[16]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18. Doc. 104.

[17] A. H. P. Cc. Clero. Caja 21. Expte. 15.

[18]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18. Doc. 4.

[19] A. H.P. Cc. Protocolos de Juan Sánchez del Pozo, escribano de Cáceres.  Caja 4.347. Año 1703.  11 de enero. Fols.1-16v. Inventario de bienes y escrituras del licenciado Diego Mendo Romero, presbítero, muerto repentinamente y abintestato. El 28 de enero de 1468, ante Antonio Martínez, Teresa Alfón vendió estas casas a Pedro de Carvajal en 5.000 maravedís. El 28 de diciembre de 1492, ante Juan González de Arenas, Juan de Carvajal, en nombre de sus sobrinos Diego de Carvajal y María de Mayoralgo, las dio a censo a Pedro Martín Gazapo y su mujer María González por 200 maravedís y 2 gallinas. Dichos hermanos, se las acensuarían al zapatero Martín Francés y a su mujer Catalina Rodríguez en 450 maravedís, 2 gallinas y 2 perdices, con carga de 400 maravedís a favor del cabildo eclesiástico el 17 de noviembre de 1496, ante Alfón Manuel. El 2 de abril de 1501, ante Pedro de Moreda, por su parte, el clérigo Juan Díaz daría al zapatero Francisco López y a su mujer Leonor Pérez la casa que fue de Martín Francés por dicho precio.

[20]Como tantas invenciones que han tomado carta de naturaleza histórica, generalmente se admite la calle de las Damas como la de los burdeles. En aquella época, como hoy, era una calle muy apartada. Es más lógico que la mancebía se emplazara, en lugar discreto, pero céntrico, como era la actual calle de la Cruz, próxima a la Plaza de la Feria. Hasta hace muy poco, ha funcionado un prostíbulo, la Cueva, en sus inmediaciones, al inicio de la calle Río Verde. Además, la actual calle de la Cruz era conocida en el siglo XV como la calle de la Mancebía, como tendremos ocasión de comprobar a través de varios de los documentos consultados.

[21] El 20 de marzo de 1491, ante Fernando de Sepúlvega,  Juan de Sande el mozo donaría al cabildo 800 maravedís de renta que gozaba, 500 de ellos sobre dicha casa, sita en la Judería, que entonces lindaba con los vergeles de Vasco Porcallo y Luis Delgado, casas que fueron de Luis Delgado, el horno de la Judería y la sinagoga (A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 19. Doc. 2).

[22] Ibid. Leg. 18. Doc. 31.

[23] A. H.P. Cc. Protocolos de Pedro Ramos, escribano de Cáceres.  Caja 4.220. Año 1713.  Inventario de bienes de don Álvaro Baltasar de Ulloa Cravajal y Paredes.

[24] Ibid. Doc. 10.

[25] Ibid.  Leg. 19. Doc. 9.

[26] Ibid.  Leg. 18. Doc. 48.

[27] DOMÍNGUEZ NAFRÍA, Juan Carlos: “Inquisición y cierre de las aljamas en 1480: el caso de Murcia” in Isabel la Católica : homenaje en el V centenario de su muerte. Dykinson, 2005.

[28] A. H.P. Cc. Protocolos de Juan Sánchez del Pozo, escribano de Cáceres.  Caja 4.347. Año 1703.  11 de enero. Fols.11v-12. Inventario del licenciado Diego Mendo Romero, presbítero, ya citado. El el 21 de septiembre de 1537, ante Gutierre de Valverde, Diego de Carvajal, patrono de la capellanía de María de Mayoralgo, y su capellán Jerónimo González dieron a censo enfitéutico dicha casa a Francisco Martín Rico en 515 maravedís y 2 gallinas.

[29] A.G.S. RGS. Leg. 147806, 94.

[30] Ibid. Leg. 147807, 79.

[31] Ibid. Leg. 147808,30

[32] Ibid. Leg. 149102,108

[33]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18. Doc. 113. El 5 de agosto de 1490, ante Juan González de Arenas,  Juan de los Nidos fundó un aniversario en San Juan por su difunta mujer Leonor González, de quien era heredero vitalicio.  Para este fin, donó  al cabildo clesiástico una casa en la Judería, linde el mesón de los hijos y herederos de Juan de Saavedra el Navarro y de los hijos y herederos  de Santos de Figueroa y casa del dicho Juan de los Nidos y la calle de Pintores.

[34] Ibid. Leg. 19. Doc. 7. La donación se otorgó ante Fernando de Sepúlvega. Por escrituras posteriores, sabemos que dicha casa quedó incluida en la principal del mayorazgo del doctor Bernáldez.

[35]Domínguez Nafría… op. cit. Pág. 51.

[36] RGS. Leg. 148911,71

[37] ARCHIVO REAL CHANCILLERÍA DE VALLADOLID, Registro de ejecutorias. Caja 0062.0029.

[38] A. H. P. Cc. Clero. Caja  21. Expte. 8.

[39]ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (A. H. N.). Clero. Legajo 1.402. Inventario de escrituras de la cofradía de San Luis de Cáceres. Año 1610. Aunque figura entre los papeles del convento de San Bartolomé de Alcántara.

[40] A.D. C.-Cc. S. M. Leg. 18.

[41] A. H. P. Cc. Clero. Caja  21. Expte. 8.

[42] Ibid.

[43]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 18. Doc. 81.

[44] Ibid. Doc. 70.

[45] Ibid. Leg. 19. Doc. 14.

[46] Ibid. Leg. 18.

[47] Ibid.  Leg. 18. Doc. 112.

[48] Ibid. Leg. 19. Doc. 19.

[49] Ibid.  Leg. 18.  Doc. 11. La viña lindaba con la de Alfón Rodríguez, carpintero, la de Hanco Frontino, la de Antón Sánchez, sastre, la calleja que iba entre las viñas y el camino real. Asistió como testigo Juan Gutiérrez de Pamanes, maestro de enseñar mozos.

El 10 de octubre de 1488, ante Fernando de Sepúlvega, Catalina Ruiz, mujer de Pedro de Yepres, donó al cabildo y a su abad Domingo Fernández estos 80 maravedís perpetuos sobre esta viña que, por entonces,  tenía acensuada Andrés de la Barra para que recibieran por cofrades a María de Burgos y a Catalina de Madrid y rogaran por ellas en la iglesia del monasterio de Santa María de Jesús.

[50] Ibid. Doc. 42.

[51] Ibid. Doc. 27.

[52] Doc. 39.

[53] A. H. N.. Clero. Legajo 1.402. Op. cit.

[54] ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE VALLADOLID. Registro de Ejecutorias. Caja 42,2.

[55] A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 19. Doc. 11. Lindaba con tenería de Alfonso hijo de  Juan Martín, y la de Pedro, yerno de Luis Alfonso, todos zapateros.

El 27 de febrero de 1489, ante Alfón Téllez, el cabildo, reunido en la capilla de Santa María, trocó 7 noches de molienda en el molino del Moralejo por los  450 maravedís, que el regidor Alonso Holguín tenía en el molino de labrar cera de las tenerías , que entonces lindaba con la del zapatero Alfonso Martín y , por las espaldas, la de Pedro Serrano y la calleja que discurría entre las tenerías.

[56] A. H. P. Cc. Escrituras de Pedro Ramos, escribano de Cáceres. Caja 4.220. Año 1712.

[57] Ibid.

[58] RGS. Leg. 149412, 375. Madrid, 23 de diciembre de 1494.

[59] Ibid. 149008, 372.

[60] Ibid. 147806,44

[61]Ibid. 148709,239

[62] Ibid. 149003,249

[63] Ibid. 149101,253

[64]Ibid. 149111,239

[65]Ibid. 147707,84.

[66] A.G.S. RGS. LEG. 147504,388

[67] A.G.S. RGS. LEG. 147710,196

[68] A.G.S. RGS. LEG. 148805,163.

[69] A.G.S. RGS. LEG. 149105, 89.

[70] A.G.S. RGS. LEG. 149104,185.

[71] A.G.S. RGS. LEG. 149105,119.

[72] VINUALES FERREIRO, Gonzalo: “Los repartimientos del “servicio y medio servicio” de los judíos de Castilla en 1484, 1485, 1490 y 1491”. In SefaradN. 62 (2002). C. S. I. C. Págs. 185-206.

[73] FLORIANO CUMBREÑO, Antonio: La villa de Cáceres. Institución Cultural El Brocense. Cáceres, 1987. Pág. 171.

[74] A.G.S. RGS. Legs. 148504,286 y 148801,271.

[75] Ibid. 149008,38.

[76] Ibid. 149201,117.

[77] Ibid. 149103, 550.

[78] Ibid. 149103, 90.

[79] ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES. Expedientes varios del Siglo XVI. En fase de catalogación. Inventario de bienes por muerte del lcdo. Jerónimo de Andrada marido de Dª Ana Muñoz, de fecha 2 septiembre 1562 ante Sancho Jiménez”.

[80] A.G.S. RGS. Leg. 149205,289

[81] Ibid. Leg. 149205,544.

[82] Ibid. Leg. 149608,97.

[83] A.G.S. R.G.S. Leg. 149510,128.

[84] BLOCH, Moïse. Histoire des Juifs. Tome Cinquième. Paris. Librairie Durlacher, 1897. Pág. 173. Trad. “gracias a las gestiones de Carvajal y Simón de Cáceres, pudieron hasta adquirir un cementerio especial para los miembros de su comunidad”.

[85] A. H. P. Cc. Protocolos de Juan Sigler, escribano de Cáceres. Caja 4.368.

[86] A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 5. Expte. 3.

[87] A. H. P. Cc. Protocolos de Diego Pacheco, escribano de Cáceres. Caja 4.100. El 21 de noviembre de 1552, el escribano Pedro de Grajos vendió a Juan Sánchez Mediodía una acera en el ejido “a do dizen los onsarios, la qual hazera se llama la hazera del Tesoro”.

[88] Ibid. Protocolos de Diego González, escribano de Cáceres. Caja 3.836. Año 1551  Cuad. I. Fol. 11. 31 de diciembre.

[89] Ibid. Protocolos de Antonio Gutiérrez, escribano de Cáceres. Caja 3.911. Año 1568, 6 junio.

[90] Ibid. Caja 3.912. Año 1569, s/f. María Delgado, viuda de Diego de Torres y madre de Diego de Torres, entregó a censo a Diego Pérez de Herrera “casas en la collaçión de Santa María en la calle que dizen de la Vera Cruz, que alinda de una parte con casas de los hijos y herederos de Juan Piçarro difunto e de la otra parte  con casas de Juan Carrasco procurador de esta dicha villa e por las espaldas con casas de vos el dicho Diego Pérez de Herrera”.

[91] A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 4. Doc. 18. Como sitio poco apetecible para vivir, cuyos vecinos eran tan sumamente pobre que la mayoría no pagaban los censos, lo define el mayordomo de  la cofradía de San Jorge en una carta de reconocimiento de censo, otorgada el 28 de diciembre de 1734 ante Francisco Martín del Pozo Andrade, a favor del cura de San Mateo, poseedor por trueque que hizo en 1572 con las monjas del convento de San Pablo de 200 maravedís sobre las casas del espadero Sebastián González, linde el horno de Juan Pizarro.

[92] ARCHIVO DE LA SANTA IGLESIA CATEDRAL DE PLASENCIA (A. S. I. C. P.). Actas Capitulares. Libro nº 5 (1499-1513). Fol. 54v.

[93] Ibid. Fol. 40v.

[94] Ibid. Fols. 53 y v.

[95]  “Repertorio heráldico de Cáceres. Escudos nacionales y locales y de las familias primates”. In Revista de Estudios Extremeños. Año 1950. T. I-II.  Págs. 64-65.

[96]  A. S. I. C. P. Legajo 101. Expte. 19.

[97] A. H. P. CC. Protocolos de Martín de Cabrera. Caja 3.650. Año 1599.

[98]  SALAZAR Y ACHA, Jaime : Génesis y evolución histórica del apellido e.n España. RAMHG, 1991,

[99] A.G.S. RGS. Leg. 148006,143

[100] A.G.S. R.G.S. Leg. 149410, 310.

[101]A. D. C.-Cc. S. M. Leg. 19. Doc. 12.

[102] Ibid.  Leg. 18. Docs. 74 y 5.

103 Ibid. Doc. 85.

[104] A.G.S. R.G.S. Leg. 149410, 310.

[105] Ibid. C.M.C. 1º. Legajo 962.

[106] A. D. C-Cc. Oratorios. “Expediente formado para volver a poner en uso la capilla pública de la casa de la Marquesa de la Ysla. 1805”.

[107] Que lo fueron Cristóbal de Cabrera, el zapatero Juan González y Pedro García, criado de don Diego de Tapia Aldana.

[108] A. H. P. Cc. Protocolos de Martín de Cabrera, escribano de Cáceres.  Caja  3.650. Año 1598. Carta de pago y recibo.

[109] Ibid. Caja  3.648. Testamentos.

[110] Ibid. Caja  3.650. Año 1598.

[111] Ibid. Caja  3.650. Año 1599.

[112] Ibid. Caja  3.650. Testamentos.

[113] BOXOYO, Simón Benito: Historia de Cáceres y su Patrona. Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de FET y de las JONS. Cáceres, 1952. Pág. 113.

[114] A. H. P. Cc. Protocolos De Pedro Asensio, escribano de Cáceres. Caja 2. 786. Año 1846. El matrimonio, otorgó el poder el 29 de junio de 1846 ante el escribano licenciado Pedro Lopera.

[115] Ibid. Protocolos de Lorenzo Mendoza, escribano de Cáceres. Caja  3.179. Año 1856.

[116]  Ibid. Archivos Privados. Sección Calaff-Valhondo. Libro Nº 24. Fincas propiedad de D. Miguel Calaff y de su esposa Dª Mariana Segura y Puyol. Año 1859.

 

[117] ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES. Obras y Servicios. 130. / 1952. Proyecto de adaptación del Palacio de la Isla de Cáceres para Archivo, Biblioteca y Museo.

[118] Ibid. 227 / 1953. Adaptación del Palacio de la Isla de Cáceres para Archivo y Biblioteca (Salón de Actos y vivienda del Bibliotecario).

 

May 082014
 

 Ángel Paule Rubio.

Pese a que se han publicado miles de libros sobre la Guerra Civil Española, es muy difícil encontrar un relato que satisfaga la verdad de todos. Será , tal vez, que todavía no haya pasado el tiempo histórico para llega al fondo, sin mediar ideologías caducas, conceptos y hasta símbolos mal entendidos y, sobre todo, hoy, se están utilizando hipótesis en contra de un buen entendimiento entre españoles Deberíamos hacer una reflexión para borrar de nuestro espíritu la mezquindad humana, comprender la fugaz temporalidad y lo poco gratificante que es la lucha entre valores e ideologías que, si las despojamos de toda materialidad, nos hace a todos tan iguales, tan hermanos ,tan españoles.

Esta Historia sin fronteras, nos debe servir para comprender el sentido de nuestra presencia en el mundo y volver a esa edad dorada, de contacto con la Naturaleza, ajena a los vicios, viviendo al completo esa edad de inocencia de la que tanto nos habla Séneca.

Nosotros, en nuestra misión de historiador, quisiéramos llegar a que todos pongamos el rigor y la severidad en los juicios éticos , informando y aleccionando para que la Historia cumpla así, su objetivo principal: “Ser maestra de la vida”.

Hemos de añadir, viendo el momento en que vivimos, que los vicios avanzan, mientras decrece la virtud, por lo que sería nuestra primera lección instaurar la paz entre los hombres para atenuar el avance de corrupción a que ha llegado, hoy, nuestra sociedad.

No vamos a hablar de la Guerra Civil Española, ya se ha hablado, largo y tendido

España perdió la guerra

Nuestro tema es otro, tal vez emparentado, pero otro.

Hace un tiempo hallamos un documento entre papeles comidos por la humedad; otros, por la tinta que había perforado el soporte de las letras y se podría leer más a través de sus perforaciones, porque la tinta desaparecida había dejado la huella como si fuese un bajorrelieve de una escultura.

Nosotros no buscábamos ese documento, porque no conocíamos su existencia, ni oro, ni plata, ni joyas, ni nada relacionado con la guerra Civil Española.. Sólo se trataba de recopilar y publicar los legajos de papeles de un archivo, pero los caprichos de la historia que, algunas veces, te halaga con la realidad perdida, pero jugosa e interesante y, casi pudiéramos afirmar, desconocida; otras, la curiosidad buscada, no la encuentras. Los papeles encontrados, fortuitamente, respondían a un episodio más de nuestra Guerra Civil Española Leídos con sumo interés y profundidad, nos lanzamos a la investigación. Le dimos un nombre: “El oro de un pueblo al servicio de una ideología. .No estaban en un contexto preciso ni ordenado, sino simplemente, estaban allí, en desorden y sin mas importancia. Hasta no pudimos averiguar su datación, Parece que el asunto no importaba. Sin fecha, sin nombre de las personas que lo hicieron y recogieron los enseres, ni a que iban destinados. Nada.

Intentamos leerlos y transcribirlos para que pudiesen llegar a los historiadores. De suma importancia para los anales de la Historia.

 1

Primer folio del documento.

  TRANSCRIPCIÓN

Suscripción Oro

Relación de los donantes con determinación de lo donado.

Con este encabezado comienza los siete folios que hemos encontrado. El final parece como si quisiera indicarnos algún folio más. Lo que hay, es lo que hay y a eso nos atenemos. No hay fecha ni al principio ni al final…Fuera de los precitados papeles intentamos llegar a un análisis más profundo Libros y hemerotecas de la II Republica Española. y de la Guerra Civil. Preguntamos a gentes que pudieran darnos alguna información, en fin, todo aquello que necesita un investigador

Hemos intentado conocer las opiniones y sugerencias de personas de los pueblos de la Sierra de Gata, del Valle del Ambroz, de Salamanca y Zamora y nos  dicen que ellos han oído decir a sus padres, que las gentes donaban alhajas, joyas y monedas-oro.

España, dividida por la contiende en dos mitades, de distinta ideología, trataría hacer donaciones a sus simpatizantes. y de coincidentes ideologías.

Una nota en un periódico dice así: Ropa para los defensores de la Republica

“ Las personas que deseen hacer donativos de mantas, colchones, ropa de abrigo u otros efectos para las milicias y fuerzas leales de la República, pueden hacer sus entregas o enviar paquetes al depósito de Intendencia  Militar en la cripta de la Almudena” Octubre 1936.

De aquí se deduce que cada una de las zonas ocupadas por la República y por el Alzamiento Nacional donaron joyas para sus combatientes. Con un mapa de España de aquel momentos nos indica la división de ambas zonas y por ello, más o menos, vislumbramos para quienes iban destinados sus donaciones. Decimos más o menos, porque en ambas partes habría ideologías distintas a la zona ocupada..

Relación de donantes:.

Don Rufino Camisón

Dª Lorenza García Morales Un bastón con empuñadura de oro; un reloj; un par de pendientes.

Baldomero Garzón = Un Alfonso de 25 ptas

Concha Sánchez = Un anillo de Sra.

José Mª Garzón = Un anillo de niño, con sello e iniciales J. G.

Pantaleón Sánchez Una cruz = cuatro pares de pendientes rotos. Una sarta; unos trozos de cadena.

Florián Paramio J. Sus anillos de boda (dos)

Maximina Corchero Otros dos usados y rotos

Vicente Paramio

Antonia Mateos. Un par de pendientes = Un collar; unas sartas de collar: Dos cruces y un anillo roto e incompleto

Pedro Martín y Adela Moriano = Un collar con cruz

Juana Corchero de Santibáñez = Dos pares de pendientes; un anillo.

Lorenzo Paule = Un collar; dos pares de pendientes = Un anillo; tres bolas o pendoletas.

Feliciana Rubio = Dos anillos rotos y uno completo; un par de pendientes

Eusebio Corchero Lajas = Un par de pendientes y un anillo roto

Emiliano S. Barquero =  Un par de pendientes rotos y un anillos

Petra Rubio Domínguez = un collar de cinco sartas = una cruz = un par de pendientes.

Julia Sánchez Galindo = un collar de 23 sartas, un par de argollas =  un par de pendientes incompletos.

Saturnina Corchero Calvo = Un par de pendientes

Marta Hernández = Un par de pendientes

Agustina Martín = Un par de pendientes

Eusebia García = Un par de pendientes rotos y dos sartas de collar

Virgilia Lajas González = un par de pendientes incompletos.

Modesta González M. = una cruz.

Juana Gordo Gutiérrez =  Un collar de 28 sartas.

Ángel Rubio Canillas = Un par de pendientes

Rufino Saúl Gordo = Una cadena = Un anillo = un par de pendientes incompletos = Otro suelto.

D. Rufino Camisón y Señora = Un  par de pendientes (rotos)

Elisa Corchero Iglesias = Dos pares de pendientes = Un collar de 22 sartas.

Primitiva Corchero = Un collar de 60 sartas con cruz.

Honorio Puertas Prieto = Un collar de 39 sartas y un par de pendientes rotos

Ciriaco Simón Valencia y Señora = Un collar de 34 sartas.

Guillermo García Machado = Un par de pendientes ( rotos )

Serafina Lajas Gallego = Un cruz = dos pares de pendientes incompletos = Otro suelto incompleto, siete trozos de pendientes.

Felipe Rubio Matillas = Un par de pendientes incompletos.

Emiliano Barroso = Dos pares de pendientes  incompletos  = Una venera = Una medallita.

Josefa Rodríguez = Dos pares de pendientes incompletos =  Una cruz (Galápago)

Sra de Eleuterio Simón Vicioso = Un par de pendientes incompletos

Jacinto M. Pulido =  Un pendiente suelto

Jacinta Galindo Aguilar = Un par de pendientes = Dos anillos = Una cadena y un alfiler.

Isabel Corchero Mateos = Una cruz

Ascensión Román Corchero = Un par de `pendientes = Un anillo.

Luisa García = Un par de pendientes

Brígida Pulido = Una cadena = Un par de pendientes ( incompletos ).

Bruna Matillas Hez = Un par de pendientes incompletos y cuatro sartas.

Cipriana Román Rodríguez = Una cruz y un anillo.

Cesárea Martín Calzada  = Un par de pendientes

María Corvo Corchero = Una cruz = Un par de pendientes

Inocencia Simón Valencia = Un par de pendientes.

Rufina Moreno Maldonado =  Una pulsera  = Unos gemelos.

Vicenta Domínguez = Un  par de pendientes (rotos)

Consuelo Muñoz = Una cadena de reloj.

Flora Marín = Una cadena = Un par de pendientes = Un anillo

Felix García Pérez = Un par de pendientes = Un ajustador.

Vicenta Ángel Martín = Un collar de 22 sartas = Una cruz.

Margarita Galindo Mateos = 24 sartas collar con cruz = 36 sartas collar con cruz y venera = Dos anillos rotos = Un par de pendientes y otro suelto.

Agripina Corchero C. = Un collar de 24 sartas con cruz y un par de pendientes.

Leonor Corchero C. =Un collar de 31 sartas con venera = Un par de pendientes = Un anillo = otro pendiente suelto

Felicísima Corchero C. = Un collar con cadena = Un anillo = Dos pares pendientes.

Fermina García Machado = Un par de pendientes = Un anillo

Cecilia Tovar Herrero = Un par de argollas (rotas).

Juana MartínPuertas = Un collar de 22 sartas = Un par de pendientes rotos = Una cruz = Una argolla  = seis trozos de sartas y pendientes.

Marciana Domínguez de Puertas = Un  par de pendientes rotos = Otro suelto y cinco sartas de collar.

Jacinto Sánchez = Una moneda de 25 ptas (Alfonso) = Un par de pendientes.

Petra Corchero = Un collar de 25 sartas.

Rufina Moreno Maldonado = Un par de pendientes= Una cruz (galápago)= Un anillo = tres sartas

Felisa Rubio Luis = un alfiler = Una cruz.

María Corchero Rubio = Un par de pendientes

Avelina Sánchez Román = Un collar de 29 sartas.

Margarita Corchero Valencia = Una cruz = Un par de pendientes = Una sarta de collar

.Vicente Lajas = Tres sartas de collar = Un pendiente roto incompleto =  dos anillos de pendientes.

Victoriana Izquierdo = Un par de pendientes (argollas) y un collar de 23 sartas.

Maximina Corchero Rubio = Una cruz (galápago)

Petronila Vicioso Pulido = varios trozos de pendientes y una medalla.

Miguela Martín Martín = Un par de pendientes incompletos

Juliana Elena = Un reloj pulsera = Un par de pendientes = Una cadena con medalla = Una pulsera.

Germán Martín Mateos = Un collar de 40 sartas = Un par de pendientes

Valentín Simón = Tres pares de pendientes incompletos.

Jacinta Martín Pulido = Una cruz = Un collar con cuarenta y nueve sartas y un pendiente roto.

María Bejarano = Una cruz

Candela Martín Corchero = Un par de pendientes. Uno incompleto

Petra Gordo = Un pendiente.

Margarita Corchero Simón = 22 sartas collar =  Un par de pendientes = Trozos de sartas y anillos.

Lázaro Iglesias = Una cruz y unas polcas rotas.

Marcelina Rubio y Emiliano Rubio y Sra = Un collar = Dos pares de pendientes

Ángel Rubio R. Canillas = Un anillo de niño.

Alberta Miró Botejara = Un par de pendientes rotos

Emiliano corchero = tres pares de pendientes.

Agapio Luis = Un par de pendientes = Una cruz esmaltada.

Felisa Sánchez Simón = Dos anillos y un collar.

Antero Rodríguez B. = Un par de pendientes y un anillo

Consuelo Román Corchero = Un par de pendientes = Un anillo = Un gemelo

Maximina Corchero de Paramio = Un collar y un par de pendientes

Margarita Herrero Martín =Una cadena y dos anillos.

Amparo Marín Martín = Un par de pendientes

Elidia Martín Barroso =Un par de pendientes

Teodora Pérez Muñoz.=  Dso (ilegible)) pendientes sueltos.

D. Sebastián Mateos González = Un collar =  Dos cruces = Un par de pendientes.

Rosenda Mateos Hernández = Dos pares de pendientes rotos.

Marcelino Sánchez Galindo = Un collar de 24 sartas.

Felipa Bravo Cerro = Dos pares de pendientes (uno roto)

Por Dios y por la Patria = Un collar de 37 sartas = Una cruz = Un par de pendientes = Una argolla.

Vicenta Sánchez Gordo = Un collar de 33 sartas.

Elías Matías y Señora = Un collar de 20 sartas = Un anillo = Una cruz esmaltada  = Un pendiente.

Teresa Paramio de Luis = Un par de pendientes

Luciana Corchero Camisón = Una pulsera = Un anillo = Un par de pendientes.

Angela Domínguez  = Un par de pendientes = un trozo de cadena.

Ascensión Román Rubio Un par de pendientes = Un anillo.

Vicenta Corchero de Luis = Unos trozos de pendientes

Máxima Luis Corchero = Un collar de 27 sartas y una cruz de…

Juliana Mateos = Un collar y dos pendientes sin pendolón uno.

Modesto González Fabián = Una Librea esterlina = un alfiler con 21 piedras.

Teresa Fernández Pimentel = Una cadena reloj = Un anillo y reloj roto = Un anillo caballero con sello iniciales M. G. = Dos anillos (alianzas) = Un alfiler señora = Un par de pendientes = Una cadena con medalla

Gonzalo García de Casasola y Elena González = Un Reloj (caja) = Un portamonedas = Un par de pendientes = Un anillo = Una alianza = Un par de gemelos caballeros = Una medalla 0 Un anillo de sello de niño = Dos monedas Una Isabelina de 40 reales = y un alfonso de 10 pesetas = Un collar con cruz y un par de pendientes.

.Justiniano Martín = Varios trozos de pendientes rotos

Petra García y García.= Diez sartas de collar con cruz.

Dª Felisa Mateos Sánchez y Dª Arsenia Materos Sánchez = Un collar con colgante = Un par de pendientes = Un par de argollas = Un alfiler

Victor Moriano = Un par de pendientes incompletos.

Cesáreo Domínguez y Señora = Un Carlos III (cuarto de onza) = Un collar con cruz = Dos trozos de anillos

Telesforo Sousa y Sra = Dos monedas de los E.U..( cinco dólares cada una ) = Dos anillos sellados. = Dos ajustadores = Un anillo niño sello = otra (¿cadena?)

José Simón y Sra =  Un collar con cruz de esmalte = Un par de pendientes.

Cristina Román Gómez = Un collar de 20 sartas con cruz

Joaquín Martín Rubio = Un par de pendientes = Un collar de 24 sartas = Un anillo

Segunda Domínguez Galindo = Dos anillos

Agustín Izquierdo = Un par de pendientes incompletos = Un collar de  26 sartas.

Prudencia Galindo Correa = Caja de reloj = Un  par de pendientes = Un anillo

Miguel Matillas Mateos = Un par de pendientes rotos = Una sarta = Otro objeto.

Eduardo Simón Iglesias = Un collar de 48 sartas = Un pendiente suelto.

Felipa Sánchez Galindo = Dos pares de pendientes ( uno roto) = Un collar de 93 sartas con cruz.

Laureano Matillas = Un collar de 28 sartas.

Ascensión Gordo Iglesias = Un collar de 30 sartas = Un par de pendientes

Josefa Barroso = Un par de pendientes rotos = Una cruz y un collar de 33 sartas.

Elena Muñoz Crespo = Un collar de 20 sartas Un par de pendientes.

Eufemia Crespo = Un par de pendientes.

Guadalupe Gómez = Un par de pendientes

José García Mateos y Señora = Un collar de 30 sartas.

Eurosia Rodríguez = Una cruz (galápago)

Gregoria Corchero Iglesias = Una cruz (galápago) Un par de pendientes.

Virgilio Simón gordo = Un collar de 24 sartas

Hilaria Matillas Sánchez = Un collar de 23 sartas = Una cruz.

Eduvigis Gordo = Diez sartas collar.

Tomasa Ángel = Un collar de 28 sartas = Un par de pendientes.

Matías Simón Vicioso = Un par de pendientes = Otro suelto e incompleto = Otro objeto.

Lucía Sánchez Galindo = Un collar de 24 sartas = Un par de pendientes semirrotos

Lucía Camisón Herrero = Un par de pendientes = Un collar de 32 sartas.

Señora de Pío Matillas Mateos = Un par de pendientes = Un pendiente suelto incompleto

Aurora Gordo Román = Un collar de 25 sartas = Un par de pendientes incompletos.

Miguela Clemente Aparicio = Una cruz = Un par de pendientes = Un anillo roto.

 

RESUMEN

Número de donantes: Matrimonios …………………     10

Cabezas de familias                                                 139

Total                                                   ……………….  149

Es de notar el número de mujeres que hacen sus donativos, es de 108; el número de hombres es de 32. Y los que se han acercado a donar sus alhajas en concepto de matrimonio han sido 10.

Ello se presta a una reflexión: ¿será el amor materno hacia sus hijos o el conyugal, o simplemente amigos los que llevó a estas mujeres a donar sus alhajas de uso personal. ¿No sería un sacrificio desprenderse de sus joyas que con tanta ilusión lucirían en las fiestas solemnes o en acontecimientos familiares? Los hombres, en cambio, también aportaron objetos íntimamente unidos a sus profesiones. De esto hablaremos al describir los objetos donados

EL TESORO DE UN PUEBLO AL SERVICIO  DE UNA IDEA.

RELACION DE LOS OBJETOS DONADOS

1.-Bastón con empuñadura de oro.                           1

2.-Relojes de oro                                                       3

3.-Pendientes  Pares                                              157

4.-Alfileres                                                                4

5.-Monedas:    Alfonsina de 25 pts                           3

Isabelinas de 40 reales                       2

Alfonsina de 10 pts                           1

Carlos III de cuarto de onza             1

6.- Anillos                                                                26

anillos alianza de boda                       3

anillos sellados con iniciales             21

7 Cruces. (4 de ellas galápago)                                  9

8.- Sartas                                                                  44

9.- Cadenas                                                               8

10.- Collares                                                            53

11.- Pendolones                                                         4

12.- Argollas                                                            14

13.-Medallas                                                              9

14.-Veneras                                                               3

15 Ajustador                                                             3

16.-Pulsera                                                                 3

17.-Gemelos                                                              3

18.-cadenas de reloj                                                  4

19.-Medallón                                                             2

20.-Libra esterlina                                                     1

21 Polcas                                                                   varias

22.- Monedas de EE. UU.                                        2

23 Monedas dólares de 5 dólares cada una              5

24.- Un portamonedas                                               1

Haciendo un poco de historia, llegamos a este documento sin buscarlo ni esperarlo. Como todo investigador, metido entre los anaqueles de la Historia, busca lee  anota, reflexiona, dejando constancia como si fuera un presente histórico .Unas veces encuentra lo buscado; otras, encuentra lo no buscado, pero pare ellos, importante.

El archivo del Ayuntamiento de Villanueva de la Sierra, según dicen y nosotros observamos fue quemado, o tal vez vendidos a precio de papel, sin más importancia. Por ello faltan épocas de las que nada sabemos. Hemos de notar que vamos al Archivo, tanto eclesiástico, como municipal, cuando nuestros trabajos nos lo permiten a fin de conocer mejor nuestras raíces. Por ello muchas veces encontramos, este es el caso, algo insólito, desconocido.

Este documento compuesto de siete folios a una cara sin fecha, ni lugar donde se escribió y un final que nada dice y se presta a seguir buscando su continuidad, si existiera,.lo único que podemos decir es que lo encontramos en el Ayuntamiento de Villanueva de la Sierra (Cáceres). No está registrado, ni dice quien lo hizo y donde se recogieron estas joyas y su destino final. Para paliar, en la medida que pudiéramos, estas omisiones, tratamos de acudir a otras fuentes.

Después de haber leído una exhaustiva información sobre la Guerra Civil Españolas llegamos a consecuencias.

España en 1936 estaba dividida en dos: República, gobierno legítimamente constituido y Alzamiento Nacional. Cada parte con ideologías distintas, por razones de todos conocidas, comenzó una guerra entre hermanos. Una parte, la República fue ayudada con barcos, aviones y pertrechos de guerra por Rusia y otras naciones La otra parte, el. Alzamiento Nacional, también fue auxiliado por barcos, aviones y material bélico por Alemania e Italia.

La España dividida hubo que pagar las deudas contraídas. El Gobierno de la República, pagó con oro, joyas y otros títulos bancarios sacados del Banco de España y del Museo Arqueológico Nacional, como pagos al contado. La otra parte, se pagaría al acabar la contienda. Pero nos preguntamos, ya que esta es la esencia del documento. ¿La provincia de Cáceres, estaba en el 18 de Julio en  zona adicta al Alzamiento?. Sabemos que el norte de Cáceres, salamanca y Zamora fue zona Nacional, según se desprende de que Franco quería enlazar Sevilla con Cáceres, que eran afines a su ideología. Por ello nos atrevemos a pensar, que este oro fuese destinado a la zona nacional. ¿Para pagar las deudas contraídas por Franco con sus aliados?. ¿Iría destinado para pagar alimentos y vestidos a sus soldados? ¿Dónde se almacenaría todo este arsenal de joyas, que al parecer, por lo obsequiado, multiplicado por los pueblos donantes, sería una fortuna? Preguntas que nos gustaría, primero conocer y después informar..

Hemos intentado recoger información de las gentes de los pueblos de la Sierra de Gata y todos los interrogados, han dado respuestas afirmativas, según sus mayores. Hemos preguntado en los Ayuntamientos, si hay constancia de ello. Respondiendo negativamente.

Lo cierto es que después de leer lo mucho publicado en libros y hemerotecas si han existido esas donaciones.

Hace muchos años, una señora muy mayor, ahora tendría 110 años, si viviese.

me contaba que ella también había donado y todo el pueblo. Añadió que las mozas del pueblo tenían soldados, de los que se sentían madrinas de guerra, con nombres y apellidos y hacían jerséis y ropas para ellos. También mandaban paquetes de comido ¿Cómo? Hemos intentado conocer a través de los apellidos algunas características de las familias que nos han facilitado datos, concluyendo que, todo el pueblo acudió a donar, de acuerdo con lo que tenía, sus alhajas. Hemos descubierto, que hay donaciones tan desprendidas que, formaban parte de su arsenal de ilusiones, de fechas afectivas, de recuerdos inolvidables. Hagamos una mirada y meditemos.

¿No os parece que el pueblo español añoraba vehementemente la terminación de una guerra fratricida? Lucha entre hermanos, padres e hijos, amigos, familias y todas ellas rotas por el fantasma bélico.

Dijimos al principio que no íbamos a hablar de la guerra. No quisiéramos resucitar viejas historias. Pedimos como historiadores un no rotundo a la guerra, que la guerra es una desilusión para los ganadores y para los perdedores.

El pueblo entero es, pues y será considerado a manera de un individuo. Es el sujeto histórico. La vida histórica no es inmutabilidad y monotonía, es, por el contrario, creación y variedad. Para ello necesitamos volver a nuestros principios, a nuestros valores que son eternos y consustanciales con el ser humano. La Historia, “magistra vitae”, lugar común de todos los escritores ha de formar hombres virtuosos y enteros que tengan como denominador común, el deber, la honestidad el trabajo; oponerse al auge de los vicios, cultivar las virtudes y así será posible producir un renacimiento moral, que en estos momentos necesitamos.

Terminamos con la idea central de Lucio Anneo Floro, siglo I que. define así una Guerra Civil.:

“El pueblo armado contra sí mismo para su ruina” Floro

 P 07

Réplica de joyas para paliar los efectos de la guerra en la zona nacional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

May 062014
 

Luis Vicente Clemente Quijada.

Continuación.

Anexo estadístico

Gráfico 1: Evolución del diezmo de cereales en la Serena entre 1504-1507 (fanegas).

 escanear0031

Fuente: AGS, CMC-III, Leg 3359

Gráfico : Evolución del diezmo de cereales en la Tierra de Valencia de Alcántara entre 1504-1507 (fanegas).

escanear0030

Fuente: AGS, CMC-III, Leg 3359

Cuadro I: Evolución de la Extremadura Santiaguista entre 1503 y 1511. Solo se incluyen las poblaciones que aportan datos para las fechas consignadas.

escanear0032

Fuente: Elaborado a partir de Blanco Carrasco, J.P.: Familia, demografía y sociedad, pp409-418

May 052014
 

**Luis Vicente Clemente Quijada.

“Faltavan los recueros que tratavan e las regatonas

que vendían e los traperos e tenderos; que

no ay de quatro partes la una”.

Alcántara, 1509[1]

 

INTRODUCCIÓN

El análisis de las crisis en la Historia ha merecido la atención tanto de historiadores como de economistas[2]. Investigadores relacionados con el ámbito historiográfico o el económico han creado modelos explicativos que han puesto a prueba mediante diferentes ejemplos históricos para obtener conclusiones acerca del funcionamiento de la economía y la sociedad actuales. Tradicionalmente y sobre todo en las obras de investigadores de orientación maltusiana, las crisis agrarias (descensos críticos de la producción agrícola) se vinculaban con las crisis de subsistencia (hambrunas y carestías)[3]. Las caídas de la producción eran responsables directas de las hambrunas, en tanto que generaban el desabastecimiento de la población, que se veía avocada así a las penurias de la malnutrición y al alza de precios generadas por la escasez de bienes. Los estudios recientes, en cambio, han advertido una motivación diferente para los fenómenos críticos de desabastecimiento. En lugar de achacarlos exclusivamente a una caída brusca de la producción agraria, cada vez más, se pone el énfasis en los problemas vinculados a los circuitos de distribución[4]. Desde esta óptica, las crisis de subsistencia se deben antes a fenómenos de fallo de mercado, es decir, a una distribución ineficiente de los recursos que genera dificultades de acceso a los mismos por parte de los consumidores. Esta nueva perspectiva, basada en algunas teorías económicas que se desarrollaron durante los años 90[5], ha supuesto un cierto abandono del estudio de las causas naturales de las crisis agrarias – por otra parte, bastante conocidas –  en busca de las causas sociales de las crisis de subsistencia, lo que ha generado una más adecuada comprensión de los ciclos críticos en las sociedades preindustriales.

Desde luego, en una sociedad de base agraria, como es la Extremadura de finales del medievo, la escasez puede originarse inicialmente por una mala cosecha, pero sus efectos  son amplificados por los distintos agentes económicos que intervienen en la distribución de bienes. De este modo, un fenómeno fundamental para entender la crisis de subsistencia lo constituye el intento de los perceptores de renta por mantener sus niveles de riqueza cuando la caída de la producción es ya evidente. La fijación de precios máximos por parte de los concejos, la especulación con productos básicos por los intermediarios o las políticas desiguales de abastecimiento, agravan las consecuencias de la mala cosecha y son los responsables últimos de las hambrunas y carestías que sacuden a la población en un periodo corto de tiempo.

En este trabajo analizaremos estos procesos a través de la crisis de 1504-1508 en Extremadura. Utilizaremos para ello los datos procedentes de territorios de las órdenes militares por considerarlos, debido a su extensión, una muestra lo suficientemente representativa como para dotar de validez universal a los resultados de nuestro análisis.  La superficie ocupada por la jurisdicción maestral en Extremadura a finales de la Edad Media suponía alrededor del 40% del solar. Los señoríos de Santiago y Alcántara tienen una distribución que abarca Extremadura de norte a Sur. De esta forma, conseguimos que en el análisis estén representadas una parte relevante de las comarcas que integran la región (Sierra de Gata, Baldíos, Penillanura Cacereña, La Serena, Vegas del Guadiana, Tierra de Barros…). No obstante, para dotarlo de mayor rigor recurriremos igualmente a ejemplos de los concejos de Badajoz, Cáceres y Trujillo.

1.    PROBLEMAS EN LA PRODUCCIÓN AGRARIA

1506 fue un mal año agrario. Las fuentes nos hablan de una sequía generalizada por todo el sur de la Corona de Castilla[6]. Los problemas afectaron a la ganadería y agricultura por igual. La situación en Extremadura no fue distinta de la que se daba por las áreas meridionales de la Península.  En los pastos de La Serena, los arrendadores del diezmo de los ganados trashumantes de 1506 solo tuvieron que pagar 15.000 maravedís de los 520.000 por los que se venía arrendando esa renta el año anterior. La entrada que recoge este asiento en los libros de la Contaduría Mayor es elocuente al detallar que se adopta la medida “por la esterilidad del año”[7]. En el Partido de Alcántara, los pastores que alquilaron la dehesa de Pizarroso dejaron a su partida en 1506 una deuda por valor de un tercio del total de la renta, “que son nueveçientos e ochenta e seys mrs, que mandó el rey que no paguen a las salidas y no bolbieron más a esta tierra”[8]. En Valencia de Alcántara, la producción de trigo en 1506 supuso tan solo el 18,7% de la cosechada en 1504 (Cuadro 3). A continuación, veremos por separado los efectos sobre la ganadería y sobre la producción de cereales.

1.1 Los efectos sobre la ganadería

La sequía debió comenzar durante el otoño de 1505, dado que ya durante los primeros meses de 1506 apreciamos algunos síntomas a través de las rentas ganaderas cobradas en Extremadura. En general, es todavía bastante amplio el desconocimiento que tenemos sobre las repercusiones de las crisis agrarias sobre los semovientes. En Andalucía, donde se han realizado algunas aproximaciones para este particular, el análisis de los padrones fiscales de bienes de algunas localidades del Reino se Sevilla demuestra que la crisis de 1507 tuvo una especial incidencia sobre las cabañas de los pecheros. Aparte de aquellos animales que muriesen como consecuencia de la sequía, este sector de la población tuvo que deshacerse de parte de su riqueza ganadera para venderla y/o alimentarse[9]. En Extremadura, al carecer de estas fuentes, no podemos evaluar con precisión las pérdidas. Ahora bien, para aproximarnos a la evolución de la ganadería durante el periodo que analizamos, pueden sernos de utilidad, por ejemplo, las cifras procedentes del medio diezmo de los ganados de La Serena durante los años 1505-1507.

El medio diezmo del ganado se recaudaba en el momento de la partida de la cabaña trashumante a los invernaderos de Castilla, normalmente durante los primeros días de abril. La tasa gravaba con un 10% a los animales que nacían mientras la cabaña pastaba en las dehesas maestrales de La Serena así como al esquileo. El cobro de esta renta había pertenecido a los maestres de la Orden de Alcántara, pero desde el abandono de Juan de Zúñiga en 1503, se había convertido en un derecho de la Corona. Es a partir de entonces cuando empezamos a tener datos sobre el valor de este derecho. Como ocurría con otras rentas, la Corona alquilaba su cobro mediante una subasta unos meses antes y su precio se fijaba en función de las expectativas de los arrendadores. Las expectativas para el medio diezmo correspondiente al año agrícola de 1505-1506 fueron tan bajas que el alquiler de su cobro hizo a cambio de solo el 3% del precio del año anterior así como del valor que alcanzó en 1507 (Cuadro 1).

Cuadro 1: Valores del arrendamiento del medio diezmo en La Serena.

Año 1505 1506 1507
Valor (maravedís) 520.000 15.000 500.000

Fuente: AGS, CMC-III, Leg 3359.

Estos datos vienen a mostrar que la sequía debió causar una importante merma de los ganados trashumantes, que sería similar en las cabañas estantes. Si bien el medio diezmo se recaudaba en base a los animales neonatos y a la lana esquilada, tenemos indicios para precisar que la mortalidad afectó también a los adultos. Así interpretamos la aparición de dehesas sin arrendar en el Partido de Alcántara en los años posteriores a la sequía de 1505-1506. Es el caso de la dehesa de Maymón, de la familia Aponte, cuyo valor en 1506-1507 no aparece consignado en el libro de rentas porque “no ovo quien la arrendase este dicho año”[10]. Será esta pérdida de animales adultos la que afecte a la estructura productiva y haga que los efectos de la sequía se prolonguen durante los años siguientes pese al retorno a la normalidad climática.

1.2 Los efectos sobre la producción cerealista

De cara al común de la población, son los problemas que afectan a la agricultura aquellos que tienen una mayor repercusión sobre la vida cotidiana. En una sociedad donde la base de la economía y la alimentación la constituyen los cereales, la escasez de estos bienes influye decisivamente sobre los niveles de consumo y bienestar. Y la falta de cereales viene motivada, inicialmente, por las consecuencias de un mal año, aunque, como veremos más adelante, no sean estas las causas únicas de la escasez. Por ello, junto a los efectos de la sequía sobre la ganadería, planteamos un análisis de los mismos sobre la producción de los cereales de uso mayoritario, como eran el trigo y la cebada.

Para analizar la producción cerealista, contamos con los datos del diezmo de cereales de La Serena, lo que nos permite contrastarlo con los que ya hemos visto referidos a la ganadería en la misma zona. Las series de la Contaduría Mayor de Cuentas cuantifican este diezmo tan solo a partir de la recaudación de 1504 dado que, como veíamos, hasta 1503 la renta perteneció a Juan de Zúñiga, último maestre de la Orden. A partir de 1507, el diezmo de cereales de La Serena comienza a recaudarse bajo el régimen de arrendamiento, por lo que desde ese año solo conocemos el valor de la puja en la subasta, pero no los valores de la producción. A pesar de estos inconvenientes, contamos con las cifras referidas a lo años de la sequía (1505-1506) y la peste (1507), lo que nos va a permitir un acercamiento preciso a las fluctuaciones acaecidas en esos momentos (cuadro 2).

Cuadro 2: Fanegas recogidas por el arrendador del diezmo de cereales en la Serena

Cereal/Año 1504 1505 1506 1507
Trigo 3946 3090 881 2207
Cebada 2686 2495 269 1290

Fuente: AGS, CMC III, Legajo 3359, s/n

Si asignamos el valor 100 a las cifras de 1504, cuando todavía no hay evidencias de catástrofes climáticas que hagan disminuir los rendimientos, obtenemos que la producción de trigo en 1506 ha descendido un 77,67% respecto a la de 1504. Por su parte, la cosecha de cebada cayó en 1506 un 89,98% respecto a la obtenida en 1504. Desde luego, corremos el riesgo de que estas cifras estén alteradas por diversos intereses, tales como la ocultación de cereal por parte de los productores o los desfalcos por parte del recaudador. Por ello, resulta interesante su contraste con los datos procedentes de otra jurisdicción maestral, como era la tierra de Valencia de Alcántara. En las rentas de Valencia se incluían por entonces las procedentes de la villa así como las de sus aldeas de San Vicente y Santiago. También en ella, debido a la falta de arrendador de la renta, la recaudación estuvo a cargo de un receptor nombrado por la Corona. Este tenía la obligación de consignar en sus libros de cuentas el montante total de las fanegas recogidas, de modo que contamos con datos precisos hasta el año 1507 (Cuadro 3).

Cuadro 3: Fanegas recogidas por el arrendador del diezmo de cereales en Valencia de Alcántara.

Cereal/Año 1504 1505 1506 1507
Trigo 2677 2175 501 525
Cebada 619 573 83 136

Fuente: AGS, CMC III, Legajo 3359, s/n

Si repetimos el mismo procedimiento, consistente en asignar el valor 100 a los datos de 1504, obtenemos un descenso del 81,29% para la producción de trigo y del 86,59 para la de cebada en la Tierra de Valencia de Alcántara. Por tanto, nos situamos ante unas cifras similares procedentes de dos espacios distintos. Esto nos lleva a plantear la validez de los datos que manejamos y nos permite situar el descenso de producción, a partir del cálculo del promedio de ambos territorios, en torno al 78,98% para el trigo y el 89,18% para la cebada durante el año de 1506 en Extremadura. Esto supone que las economías campesinas dispusieron de apenas el 20% del trigo que recolectaban de manera habitual y algo más del 10% de la cebada. Si tenemos en cuenta que los rendimientos estipulados para la Corona de Castilla en estas fechas se sitúan en torno a 1:5 (una fanega sembrada produce 5 fanegas de cosecha)[11], obtenemos que la recolección del año 1506 no basta para sembrar una superficie similar de cara a la siguiente campaña. De esta forma, el efecto coyuntural se incorpora a la estructura productiva y la acaba lastrando durante los años venideros, como de hecho nos muestra la baja producción del año 1506-1507, cuando todavía no se han generalizado los efectos de la peste (gráficos 1 y 2).

2.    LA AMPLIFICACIÓN DE LA CRISIS: ESPECULACIÓN, POLÍTICAS DESIGUALES DE ABASTECIMIENTO E INELASTICIDAD DE LA DEMANDA

Una vez que hemos repasado los problemas en las bases productivas, podemos analizar cómo los mismos se amplifican a partir de algunas medidas adoptadas por los distintos agentes económicos. A priori, es lógico interpretar que las crisis de subsistencia se generan como consecuencia de las crisis agrarias. Sin embargo, estimamos que son los fallos de mercado, es decir, las desigualdades en la distribución y asignación de los recursos, los responsables últimos de que los problemas agrarios se amplifiquen y recaigan sobre los eslabones más débiles de la cadena de consumo, que vienen a coincidir con los sectores económicamente más débiles de la sociedad. Entre las dificultades de acceso a los recursos que supone el fallo de mercado, la más destacada será la escasez generada no ya por la mala cosecha sino por la especulación y las políticas concejiles ineficientes de abastecimiento. Sus consecuencias se ven intensificadas por el problema de la inelasticidad de la demanda de cereales panificables.

2.1 Especulación y políticas desiguales de abastecimiento

Una de las funciones de los concejos medievales era la de gestionar el abastecimiento de alimentos para la población. El concejo no ejercía un control directo sobre carnicerías ni hornos de pan, que eran arrendados y explotados por particulares. Las villas contaban con un mercado semanal y varios mercados especializados a lo largo del año donde cada productor acudía a vender su mercancía. ¿Cuál era entonces el papel del concejo? Las autoridades concejiles se limitaban a regular las condiciones en las que debían realizarse las transacciones (control de pesos y medidas, fijación de normas…). Sin embargo, cuando se producía el desabastecimiento de algún bien, como es el caso de la carestía que analizamos, los concejos intervenían para intentar restablecer el flujo de esos productos. En el caso de los cereales, algunos concejos tenían ya a principios del siglo XVI sus propios pósitos que mitigaban los efectos de las carestías[12]. Cuando estos se vaciaban, los concejos ponían en marcha diversas medidas para abastecer a la población. ¿Pero de dónde procedía el grano? Pues normalmente los concejos buscaban granos en otras jurisdicciones, como ocurrió con Trujillo y Cáceres durante esta carestía. No obstante, había momentos en los que el grano se conseguía de los almacenes de personas que se dedicaban a especular con él o del almacenado en las aldeas dependientes de la villa. Veamos algunos ejemplos.

En Badajoz, en 1507 se había creado un registro donde se contabilizaba el trigo almacenado en las casas de particulares. Las actividades especulativas habían hecho que de nuevo escasease el pan en la ciudad. El informe presentado ante la Cámara de Castilla es elocuente al respecto[13]. En el mercado local no había granos; desde hacía un tiempo, los vecinos “no hallavan pan en la plaça para sus mantenimientos”. El problema no estaba en la escasez, sino en la especulación. Solo así se entiende aquella falta de producto cuando vecinos como Francisco de Tarifa “tenían registradas dos mill quinientas fanegas de pan”. Sin embargo, como recoge el informe, los comerciantes preferían retirar el producto del mercado en un intento de hacer aumentar el precio o desviarlo a otros circuitos: “no querían vender el dicho trigo a veçinos de esta çibdad por lo vender a estrangeros a mayores preçios”. Nos situamos en este caso ante los efectos adversos que acarrea el control de precios por parte de un poder. El establecimiento de un precio máximo que los vendedores pueden recibir por el bien ofertado a menudo genera escasez, en tanto que los mismos se niegan a vender su producto porque son conscientes de que pueden obtener mayores beneficios si lo venden en otros lugares. La siguiente consecuencia es la aparición de un mercado negro donde ese producto se comercia a precios superiores. Los especuladores de Badajoz preferían vender a extranjeros porque el concejo había establecido un precio oficial de 5 reales por fanega (170 maravedís), “que hera justo e razonable preçio”, pero seguía siendo bajo en comparación con los precios alcanzados en Valencia de Alcántara, donde la fanega llegó a costar ese año a 375 maravedís (véase Cuadro 4) o Trujillo, donde alcanzó los 400[14].

De lo apuntado podría deducirse que las políticas intervencionistas solo conseguían agravar la situación. Ahora bien, el informe de Badajoz nos detalla cuáles fueron los pasos siguientes. Una vez que los oficiales concejiles advirtieron que el establecimiento del precio máximo no había sido suficiente para garantizar el acceso al pan, la justicia optó por requisar, previo pago, de 1000 fanegas de las almacenadas por los distintos intermediarios que acaparaban el trigo. Para ello estableció una contribución obligatoria que era proporcional a la cantidad almacenada. Entre los afectados por la medida resulta significativo el caso de Francisco de Tarifa, por lo que nos dice sobre la especulación comercial en la ciudad. En el momento de contribuir en el repartimiento, Francisco se negó a aportar la parte asignada, alegando que el trigo era “del señor rey don Femando e de sus rentas e que él no tiene recudimiento para lo vender”[15]. Francisco de Tarifa intentaba protegerse con el argumento de que él se limitaba a cumplir con su tarea, pero más adelante declaraba sus verdaderas intenciones: “dixo que no quiere resçibir el dinero a çinco reales por la fanega, salvo a siete reales (238 maravedís) por cada una, como dixo que vale en la çibdad”. Su testimonio, aparte de confirmarnos la existencia de un mercado paralelo donde el trigo se vendía por encima del precio oficial, denota la actividad especulativa que estaba llevando a cabo el recaudador de rentas reales. La sentencia del concejo fue fulminante. El alguacil fue enviado a incautarse de las 100 fanegas correspondientes y Francisco de Tarifa acabó en la cárcel “por el poco acatamiento que ha tenido”. El concejo recaudó finalmente todo el trigo que se había propuesto, pero a riesgo de que la fijación de precios máximos potenciase el desabastecimiento. Fue necesario acompañar a la medida de otras más contundentes.

Junto a la incautación de bienes de especuladores, algunas villas y ciudades recurrían a la incautación de la producción cerealista de sus aldeas. Para comprender esta política y sus efectos sobre la población, debemos tener en cuenta la forma en la que se producían las relaciones ente las villas y las aldeas. Las villas disponían de la capacidad legal para desarrollar una organización económica de su territorio en función de los intereses urbanos. Entre otras realidades, estas normativas van a incidir sobre la producción y el comercio[16]. Las aldeas son las grandes perjudicadas por estas políticas a lo largo de la Edad Media. Esta situación, con matices, seguía vigente a principios del siglo XVI. El interés de una villa por controlar los recursos aldeanos en estas fechas podemos observarlo a través de los acontecimientos de Zalamea de la Serena. Hacia 1510, el concejo de Zalamea pretendía usar en igualdad de condiciones los rastrojos de la aldea de La Higuera (Higuera de la Serena), a lo que se había opuesto el concejo aldeano, cuyos representantes fueron arrestados por ello[17]. En Cáceres, en relación con el comercio del vino, el concejo promulgó unas ordenanzas en 1494 para prohibir la importación hasta que se consumiese el de los vecinos. La ordenanza afectaba por igual al vino de los aldeanos del Casar y Pozo Morisco, a quienes también se les prohibía vender en la villa o se les permitía a cambio de una costosa licencia: “que ninguna ni algunas personas (…) no sean osados de meter en esta dicha villa ni en su término vino añejo ni nuevo de fuera parte, ni del Casar, ni de Pozo Morisco”[18]. Se genera así una política económica desigual que favorece a la actividad agraria y comercio de los habitantes de las villas en detrimento de la vida económica de las aldeas[19].

¿Cómo afecta esta política a los habitantes de las aldeas en los momentos de crisis de subsistencia? En Extremadura documentamos algunos casos en los que los concejos de la villa requisan parte del trigo almacenado para el abastecimiento local aldeano. En Trujillo, durante las carestías de 1485, el concejo estableció un reparto entre las aldeas del término[20]. Durante la crisis de subsistencia de 1507, el concejo se abasteció de trigo al menos en Berzocana y Aguijón el año de 1505 y en Logrosán y de nuevo Berzocana en 1506. Aunque resulta difícil precisar la existencia o no de una presión sobre los concejos aldeanos para obligarles a contribuir con las cantidades demandadas, esta situación parece más clara en el repartimiento de 1485[21]. En cualquier caso, podemos documentar el funcionamiento de este mecanismo en Huete (Cuenca). En 1505, los vecinos de sus aldeas escribían a la Cámara de Castilla porque el corregidor y alcalde de la ciudad “toman a los lugares e vezinos de la dicha tierra el pan que tienen para sus mantenimientos”[22]. La política de la ciudad, a tenor del informe, pasaba por garantizar el abastecimiento urbano en detrimento de los intereses aldeanos, por lo que los vecinos pedían “que no lo saquen ni puedan sacar del dicho lugar hasta aver proveydo el pueblo o lugar donde está el tal pan”. De esta forma, el peso de la carestía se hace recaer en mayor medida sobre los habitantes de las aldeas, que se verán atenazados por la escasez debida a la mala cosecha y por las incautaciones de granos efectuadas por las villas. La política desigual de abastecimiento urbano mitigará los efectos de la carestía entre los vecinos de la villa, pero no hará sino aumentar su incidencia sobre las aldeas.

2.2    Inelasticidad de la demanda

El problema de la inelasticidad de la demanda se nos presenta, junto al de la especulación y las políticas desiguales, como un elemento básico para comprender la carestía y la paralela crisis de subsistencia. En condiciones normales y en un mercado no sujeto a intervención oficial, el precio del trigo llegaba a un punto de equilibrio en función de las cantidades ofertadas y las demandadas. El trigo era en estos momentos un bien básico que además presentaba la peculiaridad de que su demanda era prácticamente inelástica. Esto quiere decir que, pese a la escasez y el aumento de su precio, los consumidores necesitaban seguir consumiendo aproximadamente las mismas cantidades de este cereal. La inelasticidad se veía reforzada por la ausencia de bienes sustitutivos durante la carestía, o sea, aquellos que cumpliesen un papel similar al que desempeñaba el trigo en la dieta básica de gran parte de la población. Hemos visto en el apartado 1.2 cómo la caída de la producción afectó incluso en mayor medida a la cebada y sospechamos que los efectos sobre otros cereales panificables, como el centeno, debieron ser similares.

Los vendedores de cereal conocían estos detalles, aunque en su universo mental no manejasen los conceptos que hoy utilizan los economistas. Por eso, en los momentos de escasez, aprovechaban la circunstancia para aumentar el precio de venta, como hacía en Badajoz Francisco de Tarifa. Los intentos de fijar un precio máximo no hicieron sino empeorar la distribución de trigo, de modo que en lugar de garantizar el acceso a los bienes, generaron el desabastecimiento de algunas urbes. Debido a la especulación y a la necesidad de seguir consumiendo, el precio seguía subiendo en el mercado clandestino. Los consumidores no tenían alternativa y se veían obligados a obtener el trigo a cualquier precio. De esta forma, los acaparadores amplificaban los efectos que ya de por sí había generado la crisis agraria. Para hacernos una idea de la magnitud del incremento de precios de los cereales panificables podemos recurrir a la evolución de sus cifras en Valencia de Alcántara.

Cuadro 4: Precio de la fanega de cereal en Valencia de Alcántara.

Cereal/Año 1505* 1506 1507
Trigo 110 280 375
Cebada 60 100 60
Centeno 70 190 70

Fuente: AGS, CMC III, Legajo 3359, s/n *Precios de tasa.

La serie presenta el problema de que los precios consignados para el año 1505 se corresponden con los fijados en la tasa. Sin embargo, en 1507 se ordenó una averiguación del valor real que estaba alcanzando el cereal, sin duda porque los responsables de la Contaduría Mayor de Cuentas eran sabedores de las fluctuaciones que se estaban produciendo y de la existencia de un mercado negro donde los cereales alcanzaban unos precios superiores a los fijados oficialmente. Gracias a esta averiguación conocemos el incremento de hasta un 254,54% del precio del trigo sobre el valor de tasa en 1506, aumento que se disparó hasta alcanzar el 340,90 % en 1507. Sin duda, la inelasticidad del consumo unida a la especulación con la escasa producción va a promover un aumento desmesurado del precio de los cereales. Ambos factores se convertirán en un mecanismo que depauperará al común de la población, asunto del que nos encargaremos en el apartado siguiente.


3.    LOS EFECTOS DE LA CRISIS: CONCENTRACIÓN DE LA RIQUEZA, EMIGRACIÓN Y MUERTE.

Como suele ser habitual en los momentos de crisis, la de 1507 no supuso una quiebra para toda la población extremeña. Algunos grupos salieron beneficiados e incluso fortalecidos de este desajuste. Mediante unas políticas impopulares, habían conseguido aumentar su riqueza. Por el contrario, otros sectores padecieron los efectos de la enfermedad o la depauperación. Sin que esta crisis suponga una transformación definitiva, construirá un peldaño más de la serie de factores que contribuyeron a profundizar las diferencias socioeconómicas desde finales del siglo XV. A continuación, dedicaremos unas líneas al proceso de concentración de riqueza y a los efectos demográficos de la crisis de subsistencia.

3.1 Procesos de concentración de la riqueza

Al igual que hacíamos en el apartado dedicado a la producción agraria, realizaremos el análisis de los procesos de concentración de la riqueza a partir de los datos procedentes de la producción agroganadera y su comercialización. Este recurso ha sido puesto en práctica con interesantes resultados en Andalucía. Allí se ha observado cómo, pese a los efectos negativos de la crisis, la cabaña siguió creciendo en el Reino de Sevilla. No obstante, también se ha comprobado que este crecimiento no fue paralelo  a una mayor distribución de la propiedad ganadera entre la población. Mientras que la población pechera tuvo que deshacerse de parte de su cabaña, las oligarquías locales consiguieron no solo mantenerla, sino incrementarla[23]. En suma, desde la crisis de 1507, el mayor número de cabezas documentado a partir de los diezmos eclesiásticos pertenece a los potentados locales y no ya a los pecheros. En Extremadura no contamos aun con datos fiables sobre la reducción de las cabañas pecheras y la concentración en manos de sectores enriquecidos. Los datos sobre el diezmo de La Serena contabilizan al ganado trashumante fundamentalmente y si bien los efectos coyunturales sobre este debieron ser similares en las cabañas estantes, seguimos sin cifras precisas. Sin embargo, sí podemos plantear una reflexión sobre el fenómeno de concentración a partir del alza de precios del trigo y el incremento de beneficios que supuso para los acaparadores de grano.

Como hemos visto en el informe de Badajoz, el trigo no faltaba pero las dificultades para encontrarlo permitían a los especuladores aumentar sus beneficios. Si los especuladores hubiesen sido unos meros intermediarios, podríamos pensar que el margen de ganancia tendía a mantenerse estable pese al aumento del precio. Así, ante la escasez, los productores exigirían un precio más alto por el cereal. El intermediario, al subir el precio en el mercado, no haría sino compensar el incremento aplicado a su precio inicial. Sin embargo, los casos de especulación que hemos detectado no se adaptan a este esquema. Para ellos, el cereal era recaudado a coste 0. Esto ocurría porque la mayoría de los acaparadores eran en realidad arrendadores de diezmos. Así, recibían siempre y con independencia de las calamidades, un porcentaje del cereal cosechado sin que tuviesen que pagar ningún coste por él. El único gasto asociado a su actividad era el salario de las diversas personas implicadas en la recaudación. Los salarios no se dispararon durante la crisis de 1504-1508, de modo que no supusieron un gasto extra. Dado que conocemos el montante de fanegas recogidas en Valencia de Alcántara durante los años de la crisis (Cuadro 3) y su precio de venta (Cuadro 4), podemos estimar los beneficios brutos obtenidos por el receptor Juan de Barradas durante ese periodo de tiempo (Cuadro 5).

Cuadro 5: Beneficios brutos derivados de la venta de trigo por el receptor de rentas de cereales en Valencia de Alcántara.

Año Cantidad(fs de trigo) Precio (mrs) Beneficio bruto (mrs)
1505 2175 110 239.250
1506 501 280 140.280
1507 525 375 196.875

Fuente: CMC-III, Leg 3359, s/n

¿Cómo afecta este incremento de precios al reparto de la riqueza? En general, podemos afirmar que mediante a distintos mecanismos económicos, el peso de la crisis se hará recaer sobre los consumidores, que tendrán que pagar más por el mismo producto. Por el contrario, los acaparadores de grano conseguirán amortiguar los efectos de la caída de la producción, de modo que el desajuste repercutirá en menor medida sobre sus beneficios. Para ilustrar estas afirmaciones recurriremos, una vez más, al ejemplo del comportamiento del mercado de granos en Valencia de Alcántara a través de la relación entre la recaudación y los beneficios brutos obtenidos por el receptor real Juan De Barradas (Cuadro 6).

Cuadro 6: fluctuaciones de la recaudación y del beneficio bruto del receptor de Valencia de Alcántara

Año Beneficio bruto (mrs) Disminución de la recaudación (%) Disminución del beneficio (%)
1505 239.250
1506 140.280 76,97 41,37
1507 196.875 75,86 17,71

Fuente: elaboración propia a partir de CMC-III,  Legajo 3359, s/n

Como podemos observar, la caída de la producción no supone un descenso directamente proporcional de los beneficios. La tabla muestra cómo durante el año de 1506, cuando la recaudación del diezmo de trigo cae un 76,97%, los beneficios solo descienden un 41,37%. De esta forma, el incremento del precio del trigo en un 254% en la Tierra de Valencia repercutió sobre los consumidores, que se vieron obligados a pagar más, pero amortiguó las pérdidas del especulador. Más significativo si cabe es el análisis de lo ocurrido durante el año 1507. Cuando la recaudación seguía estancada en un 75,86% con respecto a la recogida en 1505, las ganacias del receptor solo eran un 17,71%  inferiores. En otras palabras, los efectos de la caída de la producción fueron menos graves en la economía de Juan De Barradas que en la de los consumidores gracias al aumento del precio durante 1506 y 1507.

A tenor de los datos manejados podemos afirmar que la crisis supuso un mecanismo de empobrecimiento para el consumidor urbano de trigo y para los grupos pecheros más desfavorecidos. Sin embargo, este empobrecimiento no afectó a todos los vecinos por igual. Determinados grupos, mediante la práctica del acaparamiento de bienes básicos favorecida por la inelasticidad de la demanda, consiguieron aumentar sus ganancias. De esta forma, canalizaban hacia sí el gasto extra del consumidor. O lo que es lo mismo: su enriquecimiento era directamente proporcional a la depauperación de sus vecinos.

3.2 Consecuencias demográficas: emigración   y muerte.

Uno de los mejores indicadores de los efectos de la crisis de subsistencia lo constituye la evolución de la población, especialmente los datos referidos a la mortalidad. En este caso, sería interesante analizar las series sacramentales por parroquias, pero los datos para esta etapa no ofrecen una estadística fiable en las diócesis extremeñas, debido a la escasez de libros de difuntos para el primer tercio del siglo XVI. Los datos sobre la pérdida global de población en Extremadura como consecuencia de la crisis de 1507 son todavía parciales debido a la parquedad de las fuentes. Algunos trabajos han ofrecido la cifra de un 20% entre 1503 y 1515[24]. Sin embargo, este porcentaje no es indicativo de los efectos concretos de la crisis, dado que al tratar las cifras comprendidas entre esos dos años, se incluye en ellas la recuperación operada a partir de 1510. Por nuestra parte, planteamos un análisis de la pérdida demográfica operada entre 1503 y 1511. Contamos para ello con los datos de población de algunos lugares de la Extremadura Santiaguista que nos van a permitir establecer una comparativa entre el volumen de población contabilizada en 1503 (previa al inicio de la crisis), la de 1508 (justo después de la peste de 1507) y la de 1511, que nos ofrece el resultado final, justo en el momento de la vuelta a la normalidad en el abastecimiento. Desde luego, estas cantidades deben ser tratadas con cautela debido a que se refieren solo a la población pechera y omiten el monto que suponía la población privilegiada[25]. En cualquier caso, nos sirven siquiera para estimar la tendencia en el comportamiento demográfico durante la crisis. De esta forma, el análisis del conjunto de poblaciones santiaguistas que aportan datos para los tres años referidos (véase anexo), nos arroja la siguiente panorámica:

Cuadro 7: Tasas de crecimiento demográfico en la Extremadura Santiaguista.

Año 1503 1508 1511
Total 13647 11214 10501
Crecimiento (%) -17,82 -23,05

Fuente: ver Cuadro 1 del Anexo Estadístico.

En la tabla se pone de manifiesto que la reducción de la población se sitúa en un 17,82% entre 1503 y 1508, años durante los cuales se vive la carestía de 1506 y la peste de 1507. Sin embargo, resulta significativo que la tasa siga en aumento durante los años posteriores, hasta situarse en una pérdida global del 23,05% de la población en 1511 con respecto a la de 1503. Esto demuestra cómo, en efecto, no son los problemas generados por la mala coyuntura climática los que repercuten sobre la población, sino la serie de trabas en el  acceso a los recursos que se desencadena durante los momentos de escasez. Es por ello que, pese al repunte de la producción en 1508, la población continua disminuyendo hasta 1511.

Si de lo general descendemos a un ejemplo particular, como es el caso de la Tierra de Montánchez, observaremos las tendencias con mayor precisión. La tierra de Montánchez se ajusta a las pautas comunes que hemos visto para la Extremadura santiaguista. Si otorgamos a la población total de 1503 el valor 100, la reducción en el número de vecinos que se ha operado entre esa fecha y el año 1511 es de un 37,48%, una cifra muy superior al  23,05% que obtuvimos en el cómputo global de los territorios extremeños de la Orden de Santiago.

Cuadro 8: Evolución demográfica de la Tierra de Montánchez durante la crisis.

Población 1503 1508 1511
Albalá 89 100 72
Alcuéscar 300 250 156
Almoharín 200 160 121
Arroyomolinos de Mont. 240 144 146
Benquerencia 34 15 15
Casas de don Antonio 95 73 63
Montánchez 135 190 125
Salvatierra de Santiago 180 100 76
Torre de Santa María 90 50 44
Torremocha 220 166 170
Valdefuentes 90 63 70
Valdemorales 30 21 17
Zarza de Montánchez 170 114 96
Totales 1873 1446 1171
Crecimiento (%) 100 -22,79 -37,48

Fuente: elaborado con los datos de Blanco Carrasco, J.P: Familia, demografía y sociedad, pp 413-418

Resulta significativo que pese a la merma generalizada de efectivos humanos en todas las aldeas de la jurisdicción, la villa aumente su población en 55 vecinos, lo que supone un 40, 7% más respecto a la población contabilizada en 1503. A finales de 1507, los visitadores de la villa achacaban su buena marcha demográfica a la mediación de los martires San Sebastián y San Fabián “por cuya intençion la dicha villa fue librada de la dicha pestilençia más que ningun logar de su tierra”[26]. Más allá de los milagros, quizá su evolución guarde relación con las políticas concejiles de abastecimiento. La villa, pese a ser el cuarto núcleo demográfico de la Tierra, poseía la capacidad jurídica de imponer sus políticas sobre las aldeas. Como veíamos en Badajoz y Trujillo así como a través de las protestas de las aldeas de Huete, es posible que en Montánchez se hayan puesto en marcha mecanismos que garantizasen el abastecimiento de sus vecinos a corto plazo. Esto causaría un doble efecto despoblador sobre las aldeas. Por una parte, la vida en la villa suponía una mínima garantía de disponibilidad de productos básicos. Por otra, los vecinos de las aldeas que se avecindaban en ella evitaban unas políticas que hacían recaer sobre ellos el peso del sustento de la villa. De esta forma, Montánchez pudo constituir un polo de atracción sobre los habitantes de la jurisdicción, lo que explicaría el aumento repentino de población en un momento en el que la tendencia generalizada era la merma. Esto demuestra que la emigración constituye uno de los recursos de las poblaciones para paliar los efectos de la crisis. La movilidad, tiene como finalidad huir de una situación de desabastecimiento y de una fiscalidad insostenible.

4.      CONSIDERACIONES FINALES

En la crisis de 1504-1508 en Extremadura encontramos varios componentes relacionados. En primer lugar se produce un descenso de la producción agroganadera, cuyas tasas hemos calculado en un promedio de 77,67% para el trigo y del 89,98% para la cebada en 1506 con respecto a las cifras de 1504. La escasez de cereales panificables y sobre todo la especulación que hemos documentado en Badajoz y Valencia de Alcántara harán que el precio del trigo se dispare hasta cuotas del 254,54% en 1506 y del 340,90% en 1507 sobre el valor oficial de la tasa ordenada por la Corona. Junto a estos indicadores, la población extremeña descenderá un 17,82% tras la peste de 1507, cifra que aumentará hasta un 23,05% en 1511 con respecto a los datos poblacionales de 1503, previos al inicio de los problemas agrarios y de abastecimiento. El descenso de población hasta el año 1511 pone de manifiesto que los problemas coyunturales (peste) tienen un peso menor que los estructurales (crisis de subsistencia) en la evolución de la mortalidad.

El efecto fundamental del desajuste se encuentra, pues, en la crisis de subsistencia. Esta es fundamentalmente una cuestión de economía política. Las políticas desiguales de abastecimiento y las prácticas especulativas son las responsables principales de los fallos de mercado que dificultan el acceso a los bienes básicos. Los concejos pondrán en marcha medidas destinadas a garantizar el abastecimiento de la villa, pero chocarán con los intereses de determinados sectores económicos enriquecidos mediante el acaparamiento de granos. En otras ocasiones, el abastecimiento urbano se hará a costa de la incautación de la producción aldeana. Por tanto, mediante la especulación y las políticas desiguales de abastecimiento, y favorecido además por la inelasticidad de la demanda, el peso de la crisis se transfiere a los consumidores urbanos y al campesinado aldeano, que ven mermar su poder adquisitivo y sus recursos económicos. Estos daños estructurales condicionaran negativamente el desarrollo las economías familiares de la mayoría de la población durante los años siguientes. Así, podemos afirmar que la crisis de subsistencia contribuye al empobrecimiento de los grupos económicamente más débiles. Paralelamente, se produce una transferencia de recursos desde estos sectores hacia aquellos mejor situados en cuanto a niveles previos de riqueza. Por tanto, la crisis supone una profundización de las diferencias socioeconómicas en la Extremadura tardomedieval que se presume irreversible.

 

 

* Trabajo realizado dentro del proyecto “Paisaje agrario y sociedad rural en Extremadura y Andalucía Occidental (siglos XV-XVI)”. Proyecto HAR2010-15238 del Ministerio de Economía y Competitividad.

** Becario del Programa FPU del Ministerio de Educación en la Universidad de Extremadura. Correspondencia: luisvcq@unex.es

[1] AGS, CCA, Pueblos, leg 1 doc 195. Citado en Martín Nieto, Dionisio: “Panorama histórico de Alcántara en el siglo XVI”, en AAVV: Noticias de Alcántara, Tomo II: La villa de Alcántara en tiempos de Pedro Barrantes Maldonado, Cáceres: Diputación Provincial, 2010, p19

[2] Algunos trabaos relevantes para el conocimiento de las crisis bajomedievales en la Corona de Castilla son los de Borrero Fernández, Mercedes: “El mundo rural y la crisis del siglo XIV. Un tema historiográfico en proceso de revisión”. Edad Media. Revista de Historia, 8 (2007), pp. 37-58; Casado Alonso, Hilario: “¿Existió la crisis del siglo XIV? Consideraciones a partir de los datos de la contabilidad de la catedral de Burgos” en Del Val Valdivieso, Maribel y Martínez Sopena, Pascual (dirs): Castilla y el mundo feudal. Homenaje al profesor Julio Valdeón, Valladolid: Junta de Castilla y León, 2009, pp 9-25. Colombo, Octavio: “Entre lo natural y lo social. Las crisis de subsistencia a fines de la Edad Media castellana (Ávila, 1500-1504)”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Hª Medieval, Tomo 25 (2012), pp 173-198. De especial interés para el ámbito peninsular resulta el conjunto de obras reunidas en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere (coors): Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media, Sevilla: Universidad de Sevilla, 2007.

[3]Utilizamos los conceptos de crisis agraria y crisis de subsistencia en el mismo sentido que han sido propuestos por François Menat en “Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media: algunas reflexiones previas” en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere (coors): Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media, p17.

[4]Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere: Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media; Colombo, Octavio: “Entre lo natural y lo social”.

[5] Concretamente, a los trabajos de Sen, Amartya: Poverty and Famines: An Essay on Entitlement and Deprivation, Oxford: University Press, 1999

[6] Véanse para Andalucía los trabajos de Martín Gutiérrez, Emilio: “La crisis de 1503-1507 en  Andalucía. Reflexiones a partir de Jerez de la Frontera” en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere: Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media. pp 277-302 y también el de Carmona Ruiz, María Antonia: “Ganadería y crisis agrarias en Andalucía en la Baja Edad Media” en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere: Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media. pp 245-258.Para el ámbito castellano Oliva Herrer, Hipólito: “Reacciones a la crisis de 1504 en el mundo rural castellano” en Oliva Herrer, Hipólito y Benito i Monclús, Pere: Crisis de subsistencia y crisis agrarias en la Edad Media. pp 259-276

[7] AGS, CMC-III, Leg 3359.

[8] SNAHT, Ovando, C.1, D. 42.

[9] Carmona Ruiz, María Antonia: “Ganadería y crisis agrarias en Andalucía en la Baja Edad Media”.pp 256-257

[10] SNAHT, Ovando, C.1, D. 42. Cuentas de 1508.

[11] Clemente Ramos, Julián: “Agrosistemas hispanocristianos: el secano (Corona de Castilla, siglos X-XV)”, en De la Iglesia Duarte, José Ignacio (coor): Cristiandad e Islam en la Edad Media Hispana, Actas de la XVIII Semana de Estudios Medievales de Nájera, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos,  2008 p 256.

[12] Hay alhóndigas documentadas en estas fechas en Trujillo (Sánchez Rubio, M.A: El concejo de Trujillo y su alfoz en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna, Cáceres:Universidad de Extremadura, 1993) y Cáceres (García Oliva, María Dolores: Organización económica y social del concejo de Cáceres y su tierra en la baja edad media, Cáceres: Institución Cultural El Brocense, 1991, p181). Sobre los pósitos y alhóndigas que se documentan en Extremadura, véase   Hidalgo Mateos, Antonio: “Los pósitos extremeños en la transición del medievo a la modernidad” en Clemente Ramos, Julián y Montaña Conchiña, Juan Luis (coors): Actas de las I Jornadas de Historia Medieval de Extremadura, Mérida: Editora Regional de Extremadura, pp 147-154.

[13] AGS, CCA, Leg 31, doc 19.

[14] Sánchez Rubio, María de los Ángeles: El concejo de Trujillo, p 398

[15] AGS, CCA, Leg 31, doc 19, 98

[16] Clemente Ramos, Julián: “Ciudad y territorio en la Extremadura medieval (siglo XIII-c. 1550)”, en Beatriz Arizaga Bolumburu y Jesús Angel Solórzano Telechea (coords): La ciudad medieval y su influencia territorial Actas de la XVII Semana de Estudios Medievales de Nájera, Logroño: Instituto de Estudios Riojanos,  2008, p82

[17] “el alcalde y rregidores [de La Higuera] desacotaron los dichos rastrojos y por ello este testigo y su conpañero, que hera Gaspar de Herrera, tuvieron preso en esta villa a los dichos alcalde y rregidores del dicho lugar” ARCHGR, 2944, 2

[18] GARCIA OLIVA, María Dolores: Documentación histórica del Archivo Municipal de Cáceres, (1475-1504), Cáceres: Institución Cultural El Brocense, 1987, p 208,  doc. 121, art 1.

[19] Sobre este modelo y su paulatina ruptura en algunas jurisdicciones extremeñas, véase Clemente Ramos, Julián: “Ciudad y territorio en la Extremadura medieval”, en especial las páginas 104-108.

[20] Sánchez Rubio, María de los Ángeles: El concejo de Trujillo,  p393

[21] Ibídem.

[22] AGS, CCA, Leg 9, doc 217.

[23] Carmona Ruiz, María Antonia: “Ganadería y crisis agrarias en Andalucía”, p 257

[24] “Así, en 1515, en vísperas del gran movimiento de emigración a Indias, la Extremadura santiaguista tenía una población inferior en un 20% a la de antes de la peste” Gerbet, Marie Claude: La nobleza en la Corona de Castilla. Sus estructuras sociales en Extremadura (1454-1516), Cáceres: Institución Cultural El Brocense, 1989, p25.

[25] Blanco Carrasco, José Pablo: Demografía, familia y sociedad en la Extremadura Moderna. 1500-1800. Cáceres: Universidad de Extremadura, 1999, p 32

[26] Citado en Rodríguez Blanco, Daniel: La orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV), Badajoz: Diputación Provincial, 1985, p86.

ANEXO ESTADÍSTICO

Véase artículo propio de este mismo año.

 

May 052014
 

Adrián Elías Negro Cortés.

Universidad de Extremadura

1. Introducción

El propósito de este trabajo es realizar un pequeño análisis de la colección de numismática expuesta al público en el museo arqueológico de Cáceres, situado en la plaza de las Veletas. Es un museo ecléctico en lo relativo a su temática, dispone de tres secciones, la de arqueología, que abarca desde los primeros pobladores a Roma, la sección de etnografía, en la que se pueden observar objetos utilizados hasta hace poco en los que podemos analizar los patrones de comportamiento y de evolución temporal y la sección de bellas artes, en la que podemos admirar obras de arte de diferentes épocas y estilos.

 

La sección que nos va a ocupar aquí es la sección de arqueología, y más en concreto su sala 4. En el centro de la sala 4 podemos contemplar una muestra, bastante escasa por cierto, de las monedas que conserva el museo de Cáceres, que centrarán nuestro estudio. Ocupa un lugar principal en esta sala dedicada a Roma, con vitrinas alrededor cuyo contenido es principalmente de cultura material. Es el único lugar del museo donde podemos ver monedas.

 

La musealización de estas monedas es muy criticable, solo se muestra el anverso o reverso de las monedas, en algunas monedas, que son las que nosotros vamos a comentar, un tosco dibujo nos permite apreciar el anverso y reverso de las monedas. Se dividen en dos vitrinas, una que expone las monedas indígenas, entre las que se incluyen las monedas hispanorromanas y las monedas romanas propiamente dichas.

 

El Museo de Cáceres dispone de muchos más fondos numismáticos, tanto de época hispanorromana como medieval, pero únicamente tiene expuestos fondos correspondientes a la Edad Antigua. Nosotros, para iniciar el estudio, hemos examinado las monedas expuestas al público acuñadas en Hispania, prescindiendo, por razones de espacio, del análisis de las emisiones republicanas realizadas en Roma.

 

2. Catálogo.

 

2.1. La moneda prerromana.

 

Aquí expondremos unos cuantos ejemplos de moneda hispánica, los más característicos y significativos según el museo, pues los ha juzgado merecedores de unos dibujos adjuntos que nos permitan ver anverso y reverso.

 O

 Fig. 1: As con jinete lancero. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Asimilado al as[1]

Cultura: Ilergetes

Ceca: Kelse (Velilla de Ebro, Zaragoza)

Cronología: s. II- s. I a. C.

Peso: 9,4 g (peso estándar)

 

Anverso: Cabeza viril masculina[2], probablemente Apolo, con pelo rizado, a derecha con dos delfines a la derecha de la moneda y a la izquierda, la leyenda CEL que hace referencia a la ceca donde se acuñó, Kelse, latinizado.

 

Reverso: Caballo avanzando hacia la derecha con jinete portando una palma en su mano derecha. Bajo él, en el exergo, la leyenda CASE.

 

Comentario histórico: No podemos precisar exactamente de qué divinidad se trata la cabeza masculina, algunas representaciones del dios fenicio Melquart, aunque también, en el tiempo que nos ocupa, puede asociarse a Apolo, que será más probable.

 

Apolo, a veces, se puede representar con dos delfines, bajo la advocación de Apolo Delfinio, que fue utilizado en el mundo griego para desear una navegación segura, buen augurio y que, en ciudades marítimas, tendría connotaciones talasocráticas. No es el caso, pero podemos asociar el busto que aparece en el anverso fácilmente a Apolo, pues, aunque no se marca muy claramente, parece que tiene el pelo bastante rizado y ni rastro de barba en la cara, dos de los atributos iconográficos más destacados de Apolo. Ello asociado a los delfines nos hace concluir que puede ser Apolo o incluso un Apolo sincretizado con el dios fenicio Melqart, Apolo-Melqart. De nuevo hay que decir que el museo no propone cronología alguna para esta moneda, pero es fácil advertir que dado que la ceca de Kelse sólo emitió moneda entre mediados del siglo II a. C. a mediados del siglo I a. C. es la única cronología posible de la moneda.

 O

 Fig. 2: As con pegaso volando. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Celtíberos

Ceca: Belikiom (¿Zuera?, Zaragoza)

Cronología: s. II a. C.[3]

Peso: 9,4 g (peso estándar)

 

Anverso: Busto de cabeza masculina a derecha, con pelo rizado y con ínfulas. Parece que su cuello está adornado por un collar.

 

Reverso: Pegaso volando hacia la derecha. En el exergo la leyenda BELIKIOM, que hace referencia a la ceca.

 

Comentario histórico: La situación geográfica de Belikiom es aún objeto de debate, aunque la mayoría de los estudiosos se inclinan a situarla en un yacimiento a las afueras de Azuara.

 

Con respecto a los tipos, no podemos precisar claramente a qué divinidad hace referencia el busto situado en el anverso, es simplemente una cabeza viril que, dado que carece de barba, podríamos asociar a Apolo pero de manera poco concluyente. El pegaso es un tipo que se repite bastante.

 

Esta moneda fue acuñada por el pueblo prerromano de los Belos, que ocupó gran parte de la provincia de Zaragoza, dominando otros importantes enclaves como Bilbilis. Su capital era Seikaisa, un oppidum romano en el término de Belmonte de Gracián, en la provincia de Zaragoza. Su principal riqueza era la minería, pues ponen en explotación las importantes minas situadas en la sierra de Moncayo.

 

Como otros muchos pueblos prerromanos, adoptaron la moneda por influencia romana y para poder abonar los impuestos que les exigían desde Roma.

 O

 

Fig. 3: Shekel fenicio con pez. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda

 

Metal: Bronce

Valor: Siclo

Cultura: Fenicia

Ceca: Gades (Cádiz)

Cronología: s. III a. C.[4]

Peso: 8,5 g

 

Anverso: Busto de Melquart a izquierda, con una piel de león cubriendo la cabeza y drapeado, con la clava detrás.

 

Reverso: Atún entre una leyenda en fenicio, que no podemos leer, pero que probablemente referencia a la ceca, Gades.

 

Comentario histórico: El museo no propone cronología alguna para esta moneda, pero nosotros trataremos de darle una cronología, aunque muy amplia. Sabemos que entre finales del siglo IV a. C. y comienzos de siglo III a. C. comienzan las emisiones de moneda en Gades y continúa emitiendo moneda con leyendas en alfabeto fenicio hasta mediados del siglo I a. C., cuando Roma les concede la condición de municipio romano.

 

Sin embargo, lo arcaico del diseño, unido al tipo que se nos presenta aquí nos hacen concretar aún más la cronología, siglo III a. C. El anverso nos muestra inequívocamente a Melquart[5], divinidad fenicia tocada con una piel de león, atributo que en monedas griegas o helenísticas será atribuido a Hércules.

 

En el reverso nos encontramos con un pez, que más concretamente podemos relacionar con un atún debido a que al principal pez que se pescaba, según el método de almadraba, en la bahía gaditana. Es un tipo muy repetido en las acuñaciones gaditanas y hace referencia a lo que era la principal riqueza y medio de vida de los habitantes de la ciudad, la pesca del atún y su conversión en una salsa denominada garum, que gozó de considerable éxito incluso en época romana. El valor probablemente también sea erróneo, pues dudamos de que sea un semis, proponemos que fuera un shekel fenicio.

 O

 Fig. 4: Bronce con jinete lancero. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Vettona

Ceca: Tamusia

Cronología: s. II- s. I a. C.

Peso: 8,8 g

Módulo: 23-24 mm

 

Anverso: Cabeza viril a derecha, sin barba. Delante de la nariz, parece que aparece un delfín.

 

Reverso: Jinete lancero, con lanza sostenida por la mano izquierda montado a caballo que está avanzando hacia la derecha. En el exergo leyenda ilegible en alfabeto ibérico que probablemente hará referencia a la ceca.

 

Comentario histórico: La ceca de Tamusia, perteneciente a la cultura vettona, se sitúa normalmente en el paraje conocido como Villasviejas del Tamusia, perteneciente al término municipal de Botija, en la provincia de Cáceres. Esta ceca emite monedas entre el siglo II a. C. a mediados del siglo I a. C.

 

De todas formas, hay problemas con esta localización. La mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que Tamusia y Tanusia son la misma ceca y la sitúan en Cáceres, basándose en la inmensa cantidad de hallazgos de monedas de Tanusia en el castro cacereño. Sin embargo, hay otros estudiosos que asocian Tanusia a una ciudad en territorio de los belos, en el valle del río Jalón.

 

Con respecto a los motivos, si podemos determinar que la figura informe delante de la nariz del busto es un delfín, podemos volver a asociarlo la divinidad de Apolo Delfinio, aunque es difícil que en un lugar tan alejado del mar se acuñaran monedas con la efigie de este dios.

 

El tipo del jinete lancero, que es repetido hasta la saciedad en la moneda ibérica, en este caso tiene una particularidad y es que es la ceca más suroccidental de la península ibérica en acuñar monedas con este característico tipo. De todas formas, parece que el mito fundacional del asentamiento urbano de Tamusia estaba relacionado alguna manera con el mar, pues en sus emisiones posteriores aparecerán tipos que representan grandes barcazas de guerra, lo cual no está en consonancia con la situación geográfica del yacimiento[6].

 

 

2.2. La moneda altoimperial

 O

 Fig. 5: Bronce con Victoria y estandartes legionarios. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Semis

Cultura: Romana

Ceca: Cartago Nova

Cronología: 27 a.C.-14 d.C.[7] (Augusto)

Peso: 6,26 g

Módulo: 22 mm

 

Anverso: Dos estandartes legionarios rodeados de la leyenda C(aius) AQVINVS MELA II VIR C(olonia) U(rbs) I(ulia) N(ova)

 

Reverso: Una victoria, avanzando hacia la derecha, con la cabeza girada a la derecha, drapeada y sosteniendo una corona y una palma. Alrededor de ella la leyenda P(ublius) BAEBIVS POLLIO II VIR C(olonia) U(rbs) I(ulia) N(ova)

 

Comentario histórico: Esta moneda resulta curiosa porque aparece en la leyenda tanto el anverso como del reverso el nombre de cada uno de los duunviros que estaban ejerciendo el poder en Cartago Nova cuando esta moneda fue acuñada. El tipo del anverso muy probablemente hace referencia a las legiones romanas, y al hecho de que Cartago Nova, como tantas otras ciudades fue un lugar preferente de asentamiento de veteranos de la legión romana. Es una forma de homenajear la valentía de estos legionarios y de hacerles más llevadera su vida en la ciudad.

 

Con respecto al reverso, está claro que la alegoría representada es la de la victoria, habida cuenta de que también es congruente con la población de soldados veteranos que habitaba la ciudad.

 

La investigación de la ceca, en el caso de la ceca de Cartago Nova, reviste grandes problemas, pues como hemos visto, el nombre explícito de la ciudad jamás aparece en moneda alguna y aparecen las siglas, en su lugar, C·V·I·N o C·V·I·N·C.

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 Fig. 6: Bronce con tipo de yunta fundacional. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Semis

Cultura: Romana

Ceca: Emérita Augusta

Cronología: 2 a. C. -14 d. C. (segunda mitad Augusto)[8]

Peso: 10,45 g

Módulo: 25-26 mm

 

Anverso: Busto de Augusto a la derecha, laureado y con ínfulas. Leyenda rodeando el busto PERMISSV CAESARIS AVG(ustus) P(ater) P(atriae).

 

Reverso: Dos bueyes que avanzan hacia la derecha, guiados por un augur. Se trata del tipo de la yunta fundacional. Sobre los bueyes la leyenda AVGUSTA y en el exergo la leyenda EMERITA.

 

Comentario histórico: En el anverso encontramos al fundador del imperio romano y primer emperador, Augusto. La leyenda del anverso nos dice que el propio Augusto aprobó la acuñación de esta moneda. Por el busto de Augusto podemos concretar un poco más la cronología de la moneda, dado que se trata de un Augusto que aunque ya pasado la primera etapa de su vida aún no parece muy envejecido, podemos afirmar que la moneda fue acuñada antes del inicio de la era cristiana.

 

El tipo del reverso representa la ceremonia que hacían los romanos con motivo de la fundación de una nueva ciudad, que tiene su origen en la propia Roma y en su fundación. Se trata de un augur que conduce a los bueyes que primero trazarán el pomerium o límites de la ciudad y luego trazarán las dos principales calles que convergerán en el foro, el cardo y el decumanus máximos.

 

El pomerium de la ciudad romana era inviolable, es algo que ya aparece en la leyenda de los fundadores de Roma, Rómulo y Remo, en la que Rómulo, tras haber trazado el pomerium de Roma de la forma que se nos muestra en la moneda tiene que acabar con la vida de su hermano Remo porque éste ha invadido el espacio correspondiente al pomerium de Roma sin permiso. Ello le da una importancia capital a la fundación de las ciudades romanas y por ello son un tipo muy repetido.

 

Era importante también que la moneda exprese que ha sido acuñada con permiso del emperador Augusto. Esto nos indica que la Lusitania era una provincia imperial, esto es, gobernada bajo el mandato directo del emperador, quien designaba directamente a quien debía dirigirla. Eran las provincias más conflictivas, que necesitaban de una mano más dura, mientras que el Senado estaba al cargo de las provincias más tranquilas.

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 Fig. 7: Bronce con el tipo de la yunta fundacional. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Romana

Ceca: Caesar Augusta

Cronología: 13 a. C. – 8 a. C.  (reinado de Augusto)[9]

Peso: 9,42 g

Módulo: 28 mm

 

Anverso: Busto de Augusto a izquierda laureado y con ínfulas. En la leyenda podemos leer DIVI F(ili) AVGUSTVS

 

Reverso: Augur guiando una yunta fundacional hacia la izquierda. El augur está vestido con los ropajes propios de los sacerdotes y sostiene un látigo en la mano izquierda con el cual está guiando a los bueyes. Está situado sobre un arado. En la leyenda aparece, rodeando la moneda CAESARAVGVSTA L(ucio) CASSIO G(ayo) VALERIO y en el exergo la leyenda II·VIR (duo)VIR.

 

Comentario histórico: El busto es de Augusto, que se autocalifica como hijo de una divinidad, su padre adoptivo, César. El museo concede, como a todas las monedas de época de Augusto una cronología muy general correspondiente al reinado del propio Augusto (27 a. C. -14 d. C.).

 

En el caso de esta moneda, nosotros podemos concretar un poco más gracias a los nombres de los duunviros. Podemos decir que, aunque desconocemos las fechas concretas en las que estos dos dignatarios detentaron el poder, éstos ejercieron el poder entre el 13 – 8 a. C.[10], con lo cual la moneda que estamos examinando tuvo que ser acuñada en esa fecha.

 

Con respecto al reverso, ya hemos comentado el tipo de la yunta fundacional, se nos indica también la ceca en la que fue acuñada la moneda, Caesaragusta, la actual Zaragoza y se nos da el nombre de los dos duoviri que gobernaban la ciudad en el momento de acuñarse esta moneda.

 

De todas formas, hay que decir que en las acuñaciones de Emerita Augusta y Caesaraugusta son prácticamente las únicas en las que aparece el tipo de la yunta fundacional, dado que son de las pocas ciudades en Hispania que se fundaron mediante este rito. También son motivo de orgullo para las poblaciones las circunstancias de su fundación, de ahí que el tipo de la yunta fundacional sea uno de los más repetidos.

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Fig. 8: Bronce con tipo militar. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Semis

Cultura: Romana

Ceca: Itálica

Cronología: 19-23 d. C. (Tiberio)[11]

Peso: 6,47 g

Módulo: 22-25 mm

 

Anverso: Busto de Druso laureado y con ínfulas a derecha. Leyenda DRVSUS CAESAR TI(berio) AVG(usto) F(ilius) rodeando al busto. Traducción “Druso, hijo de Tiberio, césar augusto”.

 

Reverso: Tres estandartes legionarios, los dos de los lados iguales, en el del centro podemos ver el águila legionaria típica del estandarte principal de las legiones (aquila) y debajo el vexilum. Leyenda MUNIC(ipi) ITALIC(a) a ambos lados de los estandartes y bajo ellos PER(petuo) AVG(usto).

 

Comentario histórico: El tipo de los estandartes es muy repetido en monedas del imperio cuyo objetivo era pagar a las legiones. Es de nuevo una especie de homenaje a la infantería del imperio romano que era la base de su expansión. En esta moneda está representado Druso, el hijo de Tiberio y heredero, hasta su temprana muerte en el año 23 d. C.

 

Por ello, podemos concretar un poco más la cronología que se propone en el museo, en todas las monedas se ha identificado al emperador y asignado la cronología simplemente marcando los años de inicio y final del reinado de cada emperador, sin un trabajo de investigación posterior. Realmente, se podría afinar bastante más, pero dado que sabemos que Druso murió en 23 d. C. está claro que esta moneda se acuñó entre el 19 d. C., cuando se le proclamó heredero de Tiberio y el 23 d. C., cuando murió.

 

Es evidente que entre el 14-19 d. C., inicio del reinado de Tiberio, esta moneda no fue emitida, porque Druso aún no era un personaje central de la política romana. Aquí podemos apreciar un claro ejemplo del fin propagandístico de la moneda, uno de los objetivos de esta moneda era anunciar por todo el imperio que Druso era el heredero de Tiberio. Las monedas eran una de las pocas maneras de hacer circular las noticias por el Imperio, de ahí su enorme importancia como elemento propagandístico.

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Fig. 9: Bronce con tipo de toro estante. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Romana

Ceca: Cascantvm

Cronología: 14-37 d. C  (Tiberio)[12]

Peso: 11,24 g

Módulo: 27-29 mm

 

Anverso: Busto de Tiberio laureado y con ínfulas, a derecha. Leyenda TI(berius) CAESAR DIVI AVG(usto) F(ilius) AVGUSTUS rodeando el busto. Traducción “Tiberio, césar, hijo del divino Augusto”.

 

Reverso: Toro estante orientado hacia la derecha y mirando al frente. Por encima del toro, la leyenda MUNICIP(i) y en el exergo CASCANTVM

 

Comentario histórico: Esta moneda es muy rara, pues la ceca que la emitió, aunque emitió bastantes monedas en época berona, con el nombre de Kaiskata, en época romana sólo emitió dos series de monedas de bronce, y esta moneda pertenece a una de esas series. La ceca estaba situada en la actual población de Cascante, en Navarra. Esto otorga a esta moneda un valor alto para coleccionistas.

 

Pero la muy deficiente conservación de esta moneda, como no podía ser de otra manera en monedas que eran de circulación muy grande, pues la moneda de bronce era la que más circulaba por todo el imperio, le quita valor de cara a una posible subasta. Los tipos, aunque aún distinguibles, está muy borrados y desgastados por el uso.

 

Sabemos que es de época de Tiberio aparte de por la leyenda por el hecho de que se designe a Cascantum (Cascante, Navarra) como municipio, lo cual nos dice que ya llevaba cierto tiempo bajo la égida romana y había demostrado un gran compromiso con los romanos. Así, se les concede la dignidad de municipio romano, cosa relativamente difícil. Por ello, las poblaciones que la obtienen se sienten orgullosas de ello, plasmándolo en sus tipos.

 

Nos preguntamos si la tosquedad del tipo se debe a que realmente la moneda era de fea factura o es un problema de la reproducción que se nos ofrece. De todas maneras, lo desgastado de estas monedas requiere un gran esfuerzo de investigación e interpretación para determinar cuáles serían los tipos de las monedas, pero el problema es que el visitante del museo no va a apreciar ese trabajo, preferirá unas monedas más bonitas, pese a que su importancia histórica sea más escasa, como es el caso de los sólidos de oro que también se exponen en la misma vitrina, que captan una mayor atención de los visitantes.

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Fig. 10: Bronce con tipo de los herederos del Imperio. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: Semis

Cultura: Romana

Ceca: Tarraco

Cronología: 15-19 d. C  (Tiberio)[13]

Peso: 8,19 g

Módulo: 21-24 mm

 

Anverso: Busto de Tiberio laureado a derecha. Rodeándolo, la leyenda TI(berius) CAESAR DIVI AVG(ustus) F(ilius) AVG(usto) PONT(ifex) MAX(imo) IMP(erator). Traducción “Tiberio, divino César, pontífice máximo y emperador, hijo de Augusto”.

 

Reverso: Dos bustos enfrentados, de los dos herederos de Tiberio, Germánico y Druso. Alrededor de ellos, la leyenda CAESARES GERMANICVS DRVSVS y entre los bustos la leyenda C-V-T, de significación desconocida.

 

Comentario histórico: De nuevo podemos ajustar más la cronología de esta moneda con respecto a la que nos propone el museo. Por una parte sabemos que la ceca de Tarraco dejó de emitir monedas en 23 d. C. También sabemos que uno de los herederos de Tiberio que aquí se nos presentan, Germánico, murió en 19 d. C. Por lo tanto, esta moneda debió ser acuñada entre el 14 d. C., cuando se inicia el reinado de Tiberio y el 19 d. C., cuando muere Germánico.

 

Este es un buen ejemplo de cómo las emisiones monetarias sirven como propaganda. El principal objetivo de esta moneda era declarar a Druso y Germánico como herederos de Tiberio y hacérselo saber a todos los habitantes del imperio. Hay que tener en cuenta que las monedas de cobre eran las que más circulaban, por lo que este mensaje iconográfico llegaría a todas las partes del imperio y a la mayoría de sus habitantes. Ello hacía que el mejor soporte para estas declaraciones institucionales fueran las monedas de cobre, pese a su pronto desgaste.

 

En el caso de Germánico, esto estaba revestido de una especial importancia, dado que el escaso carisma de Tiberio le podría restar apoyos, por lo cual, mientras actuaba de coprinceps de Augusto, decide declarar a Germánico como su heredero en 14 d. C., aprovechándose así de la buena fama de él y de su familia.

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Fig. 11: Bronce con tipo de jinete lancero. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Romana

Ceca: Bilbilis (Calatayud)

Cronología: 27 a. C. -14 d. C. (Augusto)

Peso: 11,64 g

Módulo: 28 mm

 

Anverso: Busto de Augusto a la derecha, laureado y con ínfulas. Leyenda rodeando el busto DIVI F(ilius) AVGUSTVS.

 

Reverso: Jinete lancero, el caballo está galopando hacia la derecha, con un soldado montándolo, del que no se aprecia gran cosa debido al dibujo, pero suponemos que iría al menos drapeado, si no acorazado. Sostiene una lanza con la mano derecha. En el exergo, leyenda identificativa de la ceca, BILBILIS[14].

 

Comentario histórico: En el anverso aparece el busto de Augusto, que ya hemos visto en bastantes ocasiones. En el reverso, el tipo del jinete lancero es muy destacado en las monedas que se acuñaban en Hispania bajo la responsabilidad de los pueblos indígenas. El tipo del jinete lancero está muy repetido en estas monedas, siendo casi exclusivo en ellas.

 

Con respecto a la ceca, Bilbilis, que corresponde a la actual ciudad de Calatayud, tenemos que decir que si no supiéramos que esta moneda era de bronce, simplemente con echarle un vistazo a la ceca sabríamos que lo es, pues la ceca de Bilbilis únicamente acuñó monedas de cobre pues dado que era un importante centro de producción de acero, pagaba sus impuestos a Roma en especie, en acero elaborado, esto es, con armas.

 

Esta moneda es un homenaje a las acuñaciones realizadas por los pueblos indígenas que convivieron con los romanos. Dado que en el anverso, durante el imperio, siempre salía el busto del emperador correspondiente, esto sólo dejaba al reverso como soporte para la decoración, la rememoración, el homenaje o la propaganda política. En este caso, esta moneda puede ser considerada un homenaje a la valentía de los pueblos que lucharon contra Roma en Hispania.

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Fig. 12: Bronce con tipo de jinete lancero. Está al revés, a la izquierda está el reverso y a la derecha está el anverso de la moneda.

 

Metal: Bronce

Valor: As

Cultura: Romana (Imperio)

Ceca: Osca (Huesca)

Cronología: 27 a. C. -14 d. C. (Augusto)

Peso: 12,36 g[15]

Módulo: 28 mm

 

Anverso: Busto de Augusto a la derecha, laureado y con ínfulas. Leyenda rodeando el busto DIVI F(ilius) AVGUSTVS. Traducción “Augusto, hijo del divino [César]”.

 

Reverso: Jinete lancero, el caballo está galopando hacia la derecha, con un soldado montándolo, drapeado y sosteniendo una lanza con ambas manos con ambas manos. En el exergo, leyenda identificativa de la ceca, OSCA y rodeando la imagen del caballo la leyenda M(arco) QVINCTIO Q(uinto) AELIO II VIR. Bajo el caballo V V.

 

Comentario histórico: De nuevo encontramos en el anverso el tipo del jinete lancero, que como hemos tenido ocasión de analizar en la anterior moneda es deudor de uno de los tipos más representativos de la moneda hispánica, emitida por los pueblos prerromanos. En el reverso encontramos de nuevo el muy repetido busto de Augusto, que ya hemos tenido de oportunidad de analizar repetidas veces en este trabajo, dado que es un busto que se repite continuamente.

 

Con respecto al tipo del jinete, tampoco tenemos mucho más que añadir a lo que hemos venido diciendo hasta el momento. Sin embargo, sí que la leyenda del reverso merece un comentario más detenido. Encontramos el nombre de los duunviros que estaban al cargo del gobierno de la ciudad.

 

Dado que se les califica como duunviros, no podemos por menos que concluir que Osca se trataba de un municipio o colonia romano. Con respecto a la V V que aparece bajo el caballo, la mayoría de los autores lo asocian a la denominación de la ceca, pues se repite continuamente en todas las acuñaciones de la ceca oscense, aunque otra posibilidad puede ser que se refiere a Valeria Victrix, la victoria de la legión Valeria.

 

Dado que Osca no es una ciudad fundada para veteranos (como el ejemplo de Emérita Augusta) sino una ciudad de sustrato celtíbero, es dudoso que la V V haga referencia a una legión, sino que lo más probable es que se trate de marcas de control relacionadas de algún modo con la ceca emisora.

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Fig. 13: Famosísima emisión de denarios de plata emeritenses con tipo de las puertas de la ciudad.

 

Metal: Plata

Valor: Denario

Cultura: Romana (Imperio)

Ceca: Emerita Augusta

Cronología: 25 a. C. -23 a. C. (reinado de Augusto)

Peso: 3,9 g (peso estándar)

 

Anverso: Busto de Augusto laureado a derecha. Leyenda AUGUST(o) IMP(erator) CAESAR.

 

Reverso: Puerta de la ciudad, muy decorada, con dos lienzos de muralla enmarcándola. Las torres son cilíndricas y están rematadas por almenas. Leyenda P(ublius) CARISIVS LEG(atus) PROPR(etoris).

 

Comentario histórico: Lo interesante de esta moneda desde luego intentar tratar de precisar la cronología de ella, desdeñando las amplísimas cronologías que nos aporta el museo. En este caso, dado que la figura de Publio Carisio es ampliamente conocida en el universo numismático, y sabemos que estas monedas, exhibiendo el tipo que podemos ver, el de las puertas de la ciudad, fueron acuñadas entre el 25-23 a. C.[16].

 

El tipo hace claramente referencia, dado que tenemos que tener en cuenta que la colonia Emerita Augusta se funda en el 25 a. C. a las numerosas obras que este propretor, Publio Carisio, puso en marcha en la colonia emeritense, obras públicas, como el acueducto de los Milagros, u obras civiles, como el foro provincial. En suma, las obras públicas que la colonia necesitaba para empezar a sentirse tal, y para que, en suma, se tratara de un lugar confortable para vivir.

 

Por ello, para dejar constancia, Publio Carisio decide lanzar esta serie de monedas para que por todas partes se tenga noticia de que Augusta Emérita es un asentamiento urbano en expansión y así tratar de atraer nuevos pobladores a la ciudad, para que así se consolide como un asentamiento urbano importante en la geografía de Hispania.

 

2.4. Conclusiones.

 

Es evidente que el museo de Cáceres no le ha prestado la atención que debería a su colección numismática. No hay ninguna publicación, al contrario en el caso de la epigrafía, que se dedique a analizar de una manera pormenorizada la colección de monedas que este museo atesora. Las cronologías que se aportan, aunque sean únicamente para que el visitante del museo se sitúe cronológicamente, si bien no son incorrectas, no han requerido un análisis muy detenido de las monedas, no se ha invertido demasiado trabajo en ello por parte de los conservadores del museo.

 

Esto es así debido a que las cronologías que se proponen son muy amplias, siendo posible afinarlas bastante con un escaso esfuerzo. Cuando aparece el busto del emperador, si se consigue identificar al emperador simplemente se busca la fecha de inicio y final del reinado del emperador y se proponen como cronología. Sin embargo tras haber localizado la ceca, que es un trabajo bastante más duro, se puede obtener una cronología más afinada fácilmente, estudiando las series de emisiones monetarias de esa ceca se obtiene una cronología mucho más acotada que la que se propone.

 

De hecho, en las monedas ibéricas ni siquiera se propone una cronología ni aproximada ni de ningún otro tipo, simplemente no se pone cronología alguna. Comparada con la musealización de la epigrafía, en la que está claro que se ha invertido mucho más tiempo y esfuerzo, la musealización de la numismática expuesta en el museo arqueológico de Cáceres debe mejorar mucho.

 

La colección expuesta recorre las emisiones monetarias hispánicas, romanas e hispanorromanas desde las primeras emisiones fenicias en torno al siglo III a. C. hasta las emisiones del bajo imperio, de las cuales se nos ofrecen dos ejemplos pero debido a que no se las ha juzgado merecedoras de un dibujo que nos muestre el anverso y el reverso de la moneda a la vez no nos ha sido posible estudiarlas. Las monedas a las que más atención se presta son a las monedas correspondientes a los reinados de Augusto y su sucesor Tiberio, de las que encontramos numerosos ejemplos.

 

No conocemos la estructura exacta de la colección monetaria del museo de Cáceres, pero quizás sería interesante exponer monedas correspondientes a los siglos II y III d. C. y tratar de seleccionar un poco mejor las monedas expuestas, dado que en las monedas que se pueden ver en la actualidad están muy desgastadas por el uso y los tipos no se aprecian bien, salvo en el caso de las monedas del bajo imperio por razones que ya hemos explicado.

 

La solución de los dibujos para poder ver a la vez el anverso y el reverso de las monedas es muy arcaica. Sería interesante adoptar, con una mínima inversión, métodos como el que utiliza la Casa de la Moneda madrileña, con vitrinas en las que las monedas tengan un pie, de manera que puedan sostenerse, se les pone detrás un espejo y así el visitante del museo puede ver tanto el anverso como el reverso a la vez.

 

También sería adecuado, como se realiza en la sección de epigrafía tener cartelería explicativa de las leyendas que aparecen en las monedas, se pueden hacer de la misma manera que se ha hecho toda la cartelería correspondiente a la epigrafía.

 

El problema es que la vitrina en la que se exponen estas monedas en el museo de Cáceres, a pesar de ocupar un lugar central de la sala que les corresponde, no parece haber sido tocada en 30 años, en contraposición a la epigrafía en la que se pueda apreciar que los carteles explicativos son relativamente recientes y a la que se le ha prestado una mayor atención. Es muy significativo que no haya ninguna publicación dedicada a analizar la colección de numismática del museo de Cáceres.

 

La colección de epigrafía si ha sido analizada en una publicación del propio museo que firman los profesores de la Universidad de Extremadura José Salas Martín y Julio Esteban Ortega, que lleva por título “Epigrafía romana y cristiana del Museo de Cáceres”. Sería adecuado realizar una publicación de estas características también de la colección numismática del museo, además de mejorar la musealización de la colección numismática de manera apreciable.

 

Es necesario mejorar la cartelería, mejorar la apreciación que puede tener el visitante de las monedas, un estudio más riguroso y tratar de hacer una mejor selección de las monedas expuestas, para tratar de que la moneda hable por sí misma y no haya que dibujarla al lado para que el visitante pueda apreciar los tipos de la moneda, pues las monedas que se exponen están tan desgastadas que apenas se puede apreciar nada si no es con ayuda de los dibujos. También debería tratar de exponer más ejemplos de la antigua provincia lusitana, como más emisiones de Emérita Augusta o alguna de Pax Iulia (Évora).

 

A pesar de todo, hay que reconocer el esfuerzo del museo cacereño en dar a conocer las acuñaciones monetarias, pues muchos museos arqueológicos provinciales del nivel del cacereño ni siquiera ofrecen exposición numismática.

 

 

Bibliografía

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COLLANTES PÉREZ-ARDÁ, E. Historia de las cecas de Hispania Antigua, Tarkis, 1997.

 

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MARÍN MARTÍNEZ, A. P. “Iconografía sagrada fenicio-púnica en las monedas de Hispania (siglos III -I a. C.)” en “El futuro del pasado” nº2 2011 pp. 579-600.

 

RIPOLLÉS, P.P. Las acuñaciones provinciales romanas de Hispania, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010.

 

SALAS MARTÍN, J. y ESTEBAN ORTEGA, J. “Epigrafía romana y cristiana del Museo de Cáceres” III Memorias del museo de Cáceres, Copegraf, 2003

 

VIVES Y ESCUDERO, A. La moneda hispánica, Madrid, Real Academia de la Historia, 1926.

 

 

[1] COLLANTES PÉREZ-ARDÁ, E. Historia de las cecas de Hispania Antigua, Tarkis, 1997, p. 235

[2] No es posible precisar más ROYO ORTÍN, M.L. “La moneda en el Aragón romano” p. 9 en NUMISMA, 2008

[3] COLLANTES, E. op. cit. p. 89

[4] COLLANTES, E. op. cit. p. 169

[5] MARÍN MARTÍNEZ, A. P. “Iconografía sagrada fenicio-púnica en las monedas de Hispania (siglos III -I a. C.)” p. 586 en “El futuro del pasado” nº2 2011 pp. 579-600

[6] ESTARÁN TOLOSA, M. J. “La emisión bilingüe de Tamusia” XIV Congreso nacional de numismática, Madrid 2011 pp. 585-598 p. 591.

[7] RIPOLLÉS, P.P. Las acuñaciones provinciales romanas de Hispania, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010. p. 127 nº 157b

[8] RIPOLLÉS P.P. op. cit. p. 51 núm. 13

[9] RIPOLLÉS P.P. op. cit. p. 209 núm. 309

[10] BELTRÁN LLORIS, M. y FATÁS CABEZA, G. “Historia de Zaragoza II: César Augusta, ciudad romana”, Zaragoza, 1998 pp 38-39.

[11] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 84 núm. 71.

[12] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 254 núm. 425.

[13] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 163 núm. 232.

[14] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 235 núm. 390.

[15] RIPOLLÉS, P. P. op.cit. p. 198 núm. 284.

[16] CEBRIÁN SÁNCHEZ, M.A. “Emerita Augusta y sus imágenes monetales I” en OMNI, 4 02/2012  p.38

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