May 012014
 

Teodoro Martín Martín.

(U. N. E. D.)

aldeanueva-de-la-vera

 

Introducción

La presentación en los XLI Coloquios Históricos de Extremadura, celebrados en Trujillo en 2012, de una comunicación con título cercano al de este estudio,[1] pero referido al siglo XVIII en Jarandilla, me motivó a realizar este trabajo, localizado en Aldeanueva de la Vera. Di curso así a una serie de documentos contextualizados en el siglo XX y que hallé en el Archivo Histórico de Protocolos de Cáceres, sección Real Audiencia de Extremadura. Nunca se valorará adecuadamente la rica información que para la vida social de nuestros pueblos y ciudades contienen los distintos fondos de este centro documental. Sea el Catastro de Ensenada, los protocolos notariales, las secciones de clero, de municipios, de la Audiencia Territorial y otros tribunales inferiores, todos ellos están esperando paciente y calladamente la llegada de los investigadores. Afortunadamente los jóvenes estudiosos de la universidad extremeña y de otros centros universitarios realizan ya sus trabajos accediendo a estas fuentes, sin duda de una gran riqueza informativa, aún sin descubrir.

Centrados en el tema que nos ocupa hemos de apuntar que utilizamos   como fuente principal algunos de los documentos que existen en el precitado archivo. Procedentes de la Audiencia Territorial de Cáceres, consultamos diferentes cajas y libros que a píe de página se citarán, y que aluden a sentencias judiciales orales de tipo penal. Otros documentos estadísticos, tipo anuarios de población de los años de la  Restauración Borbónica (1875-1931), nos han sido así mismo de gran utilidad. También las tradiciones orales mantenidas en el pueblo de referencia nos han sido también útiles en algún caso.

En cuanto a bibliografía he empleado los siguientes libros y trabajos de investigación:

-Avilés Farré Juan: Tendencias del delito en España. Conferencia en el Seminario Duque de Ahumada. Madrid mayo 2002.

-Barrientos Alfageme Gonzalo (Editor): Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura 1791. Asamblea de Extremadura. Mérida 1995.

-Códigos penales españoles de 1822, 1848 y 1870, así como las correspondientes leyes de enjuiciamiento criminal de aquellos años.

-Espadas Burgos Manuel: Un lugar de encuentro de historiadores. España y los Congresos Internacionales de Ciencias Históricas. Edita el Comité Español de Ciencias Históricas. Madrid 2012.

-Foucault Michel: Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores. Buenos Aires 2002. En él se hace una crítica del modelo penal ilustrado en Europa. Defiende las tesis minimalistas y critica también la concepción del derecho heredera del marxismo.

-García Montero Manuel: La Vera siempre la Vera (y otras querencias y vivencias). Jaraíz de la Vera 1999.

-Gómez Bravo Gutmaro: Crimen y Castigo. Cárceles, delito y violencia en la España del siglo XIX. Tesis doctoral presentada en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense. Madrid 2004. Sin publicar, he accedido a fotocopia de la misma.

-Gómez Bravo Gutmaro: Cartografías Penales para la España del siglo XIX. En Cuadernos de Historia Contemporánea nº 25. Madrid 2003.

Para un estudio de espacios y tipologías delictivas, bien es cierto que en épocas muy recientes, me han servido como referentes los distintos trabajos de mi colega en la Real Sociedad Geográfica, Felipe Hernando Sanz. Sobre todo su Atlas Criminológico de Madrid (1983-1997). Tesis doctoral inédita. Madrid 1999. También Espacio y Delincuencia. Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid 2001 y Diferentes Tipos de Espacios Delictivos en el Municipio de Madrid. Boletín de la Real Sociedad Geográfica, Madrid 2001-2002. nº 138 páginas 203-215.

-Jutglar Antonio: Ideologías y clases en la España Contemporánea. Volumen II (1874-1931). Ed. Cuadernos para el Diálogo. Madrid 1969.

-Macías Picavea Ricardo: El Problema Nacional (hechos, causas y remedios). Ed. Seminarios y Ediciones. Madrid 1972.

-Martín Martín Teodoro: Aldeanueva de la Vera, un pueblo con historia. Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera, 2009.

-Negro Cortés Adrián Elías: Violencia y crimen. Un estudio de la delincuencia en Jarandilla en el siglo XVIII. Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2012.

-Rodríguez Sánchez Ángel: El poder y la familia. Formas de control y consanguinidad en la Extremadura de los tiempos modernos. En Poder, Familia y Consanguinidad en la España del Antiguo Régimen. Anthropos. Barcelona 1992.

-Tuñón de Lara Manuel: La España del Siglo XX. Librería Española. Paris 1966.

Creemos que esta documentación nos permite hacer frente a los objetivos que nos hemos trazado, que no son otros que los perfilados en los siguientes apartados, dedicados a las características sociológicas de los años diez y veinte del siglo XX y la singularidad de un pueblo de la Vera en esa época. La comparación de tres tipos delictivos utilizados como muestra serán los parámetros que configuren esta comunicación.

 muertosVera

El contexto socio-histórico

 

El periodo histórico en el que vamos a situar los hechos delictivos de este trabajo es el de la Restauración Borbónica de 1875-1931 y más en concreto la España del primer tercio del siglo XX. Una etapa muy desigual en la evolución de nuestro país, caracterizada por un sistema social basado en lo que Vicens Vives llamaba el dominio de la trilogía de: los ferreteros vascos, la burguesía textil catalana y el poder agropecuario y financiero de la meseta y el sur peninsular. Su régimen político lo constituía una monarquía parlamentaria con una base electoral democrática, pero con bastantes limitaciones en el derecho al voto.

Sin duda en este periodo hubo luces y sombras como en toda  coyuntura histórica. A  la crisis del 98 hay que contraponer un cierto desarrollo industrial y urbano, si bien localizado en determinadas regiones. El dinamismo cultural fue  notable a nivel de las élites, Tuñón de Lara caracteriza a esta etapa como la Edad de Plata de la Cultura Española. Y no le falta razón para postular este aserto.

Ahora bien, el punto flaco de la misma lo representaba el agro español, sometido a un régimen de producción escasamente modernizado, donde pervivían juntos los más ofensivos latifundios en el sur con los más míseros minifundios en el norte.

Lo primero que saltaba a la vista era que la población activa agraria ascendía en 1920 todavía al 57% de la población trabajadora. España era un país esencialmente agrícola. Nos detendremos en este sector por cuanto a labradores y campesinos nos vamos a referir en el núcleo de esta ponencia. Las viejas estructuras del campo español no se vieron alteradas apenas en estos años que consideramos. Seguían dominando los bajos salarios, la deficiente productividad del sector y el mal reparto de la tierra, lo cual generaba una contestación social puesta de manifiesto en 1929 por José Díaz de Corral entre otros.

La política económica, tanto de los gobiernos conservadores como de los liberales no habían afrontado de forma técnica ni estructural los seculares y endémicos problemas del agro español. Todo lo cual acrecentó la injusta distribución de la renta nacional y en consecuencia una contestación social que estará en la base de las revueltas campesinas de aquellos años.[2]

Consecuencias de esta estructura productiva era  que “mientras una minoría vivía en la espuma de lo superfluo y de lo lujoso, en la cúspide de una inaguantable feria de vanidades; millones de campesinos-en brutal y estremecedor contraste-no tenían otros horizontes efectivos de realización humana que el de vivir, metidos hasta el cuello, en la más intolerable miseria. Ello explica el auge de las reacciones violentas y desesperadas, de buena parte del campesinado español durante la época de la Restauración…” Y más adelante Jutglar sigue diciendo: “El odio y la desesperación de un campesinado miserable, sujetos a condiciones de vida infrahumanas, ayudan a explicar esta fenomenología de la violencia.”[3]

Como consecuencia de lo dicho en la sociedad campesina de entonces se produce, lo que Macías Picavea llama “un temperamento moral más repentista que sistemático, más que inspirado apasionado, más que dócil independiente, más que trabajador pacienzudo improvisador, genial más que previsor, fatalista más que apto para la asociación, hecho para un individualismo casi irreductible. Todas las cualidades buenas o malas de los españoles se fundan en esos rasgos típicos de su genio; en ellos se encierra así mismo virtualmente toda su historia…”[4] Y más adelante el mismo tratadista continua diciendo: “Es un ímpetu de rebeldía y singularismo lo que arrastra y ha arrastrado siempre a los españoles a pelear furiosamente los unos contra los otros, a aislarse y separarse en pequeñas regiones y aún en diminutas localidades, a armarle la guerra al vecino por un quítame allá esas pajas, a negarse mutua cooperación en los trances difíciles.”[5]

Son pues esos dos factores aquí citados, unas estructuras socioeconómicas arcaicas e injustas y un temperamento moral peculiar, lo que en aquellos tiempos que estamos considerando, generó “esas desesperadas energías para la discordia, que dan a nuestra sociedad e historia constantes perspectivas de Campo de Agramante feroz y ensangrentado.”[6] De todo esto, que desde la perspectiva actual nos parece muy lejano, hablaremos en páginas sucesivas.

 

La Vera y su singularidad sociológica

 

Los rasgos socio-históricos descritos en el apartado anterior tienen una plasmación muy peculiar en la comarca cacereña de la Vera. Aquí persiste la agricultura de bajos rendimientos y escasa rentabilidad, dentro de unas técnicas productivas propias del Antiguo Régimen. Todo ello agravado por un régimen de propiedad muy compartimentado en pequeñas parcelas y una abundante masa de jornaleros sin tierras. Estos en constante incremento en el periodo histórico que nos ocupa. Si a todo lo dicho le sumamos unos índices altísimos de analfabetismo tenemos todos los ingredientes para que el conflicto se manifieste.

Paradójicamente nuestra comarca nunca fue un territorio conflictivo socialmente hablando. La falta de concienciación social y el escaso espíritu de asociación quizás lo expliquen en parte. Entiendo que otro factor desencadenante de lo anterior fue el tradicional aislamiento geográfico de la Vera. En pleno siglo XX Aldeanueva de la Vera se comunicaba con los demás núcleos veratos y con Plasencia solo por senderos de herradura. Hasta 1926 no existió camino carretero y el asfaltado no llegó hasta el año 1958, con ocasión de la restauración del Monasterio de Yuste por el General Franco.

La nuestra pues ha sido una comarca natural históricamente marginada de todos los proyectos de grandes vías de comunicación, tales como  ferrocarriles o rutas de primer orden. La comarcal EX-203 Plasencia Alcorcón es hoy día su verdadera espina dorsal.

Nuestro territorio, con una extensión de 840 kilómetros cuadrados, poblacionalmente hablando tenía en 1920 poco más de 20.000 habitantes. 19 eran las poblaciones que lo integraban. La evolución demográfica concreta de Aldeanueva en estos años fue la siguiente:[7]

Año                              Habitantes

1883                                  1.845

1902                                  1.859

1928                                  2.388

1940                                  3.093

1960                                  4.005

El gran tratadista de nuestra comarca, Manuel García Montero, señalaba lo siguiente en uno de sus múltiples estudios.

“No sé si propiciadas por la fertilidad de su tierra y sus buenas condiciones ambientales, en la Vera se aclimataron siempre bien las más extrañas paradojas. Una de ellas, afortunadamente ya extinguida, era el que, dentro de Extremadura, tuviera una de las más altas rentas por habitantes y, a la vez, una de las más altas tasas de analfabetismo.”[8]

Este factor me parece crucial a la hora de entender nuestra problemática y parte de la conflictividad social existente en nuestro territorio y en Aldeanueva de la Vera en particular. Tienen aún valor las líneas que expresé sobre este tema en mi libro ya citado.

“Lo que me parece aterrador de las cifras anteriores es el número de analfabetos que existían en el año 1900. Que sobre una población de varones cifrada en 903 personas, solo 45 sepan leer, 65 leer y escribir y no lo sepan 828 es algo desolador para estas fechas. Pero es más grave cuando vemos que a las mujeres se las da por iletradas, apenas se las contabiliza, lo cual es un índice de desinterés  por ellas y de que el analfabetismo en este grupo social era superior.

Una pregunta, ¿dónde estaba la escuela? La respuesta es aterradora: dispersa, desconsiderada, con maestros desatendidos y con escasa renovación pedagógica…Más del 90% de la población que no sabían leer ni escribir hace pensar en cómo ha sido nuestro pasado.”[9]

Lo  expuesto con anterioridad nos puede dar idea de la conflictividad existente en nuestra tierra. ¿Cuáles son sus claves? Sin duda un sistema productivo poco modernizado, donde la mano de obra era el sustrato esencial, y un tipo de unidades de producción inadecuadas para los tiempos modernos. Pero a estos argumentos hay que añadir otro fundamental: la falta de instrucción no solo de tipo cultural o académica, también de interés por la innovación, los avances sociales y las nuevas ideas de la contemporaneidad. Todo ello está en la base de las tensiones sociales existentes.

Estas condiciones sociales favorecen sin duda los conflictos, diríamos que los robustecen y agrandan. Ello ya nos lo señalaba para este pueblo el Interrogatorio que lleva a cabo en 1791 la Real Audiencia de Extremadura que decía textualmente. “Son frecuentes los pleitos sobre las elecciones y reinan parcialidades que mutuamente combaten por los oficios, lo cual se expresa en el genio contencioso de los vecinos, que los aniquilan sobre cosas levísimas… En este pueblo hay algunas personas que viven sin temor a la justicia y sirviendo de escándalo público.”[10]

Ahora bien, la conflictividad no solo se manifiesta de forma colectiva, cosa poco probable en nuestra comarca donde escaseaba la idea de asociación. Se expresará sobre todo en violencia individual con una etiología sociocultural. Se objetiva en bienes o personas la agresividad latente, la cual da pié a episodios de crueldad que tendrá su reflejo en la casuística que contempla el código penal. Múltiples serán las caras del delito y la violencia que tiene lugar en nuestros pagos. Casi siempre mostrando sujetos y figuras delictivas complejas y donde lo social está en  el trasfondo de la delincuencia personal o familiar. De todo esto hablaremos en el siguiente apartado.

 

Algunas Muestras de Tipología Criminal

 

El presente capítulo, núcleo fundamental de este trabajo, trata de analizar una serie de tipologías de delito que nos expresan de forma diáfana esa fuerte implicación que tiene la violencia personal y la conflictividad social. Nos basaremos fundamentalmente en tres casos habidos en Aldeanueva de la Vera en torno al año 1920. Dos están documentados en textos judiciales, el tercero es conocido por tradición oral. Todos ellos reflejan lo que postulamos en estas páginas.

Pero antes de abordarlos es conveniente detenerse en los tipos de acciones delictivas posibles, para lo cual seguiremos la ya conocida clasificación establecida por De las Heras Santos.[11] Este los fija en once. De estos nos parecen los más comunes los siguientes: Los habidos contra la vida e integridad de las personas, contra el patrimonio, contra el honor, contra el orden público y contra la moral sexual dominante, en total cinco. Estos son sin duda los que más se prodigan en nuestro espacio geográfico en el primer tercio del siglo XX.

Los tres casos que analizaremos están insertos en uno de estos cinco, sin duda el tipo de delito más común en Aldeanueva en el periodo estudiado, el delito contra la vida e integridad de las personas.

En todas  las épocas históricas este tipo penal es el predominante. Puede manifestarse en forma de peleas “a puño limpio” sin intervención de armas, casi siempre se manifiestan sus consecuencias de forma leve. Pero hay otros con resultados de gravedad e incluso de muerte, donde se emplean armas blancas, instrumentos de labranza o armas de fuego. Con respecto a la división por sexo casi siempre se encuentra el 100% de hombres como cometedores de este delito y solo en algunos casos las víctimas son mujeres.

Veamos pues las tres muestras elegidas para analizar esta tipología de conflictividad, siempre de expresión personal pero cuya etiología es en el fondo social.

 

  1. El caso de T. Martín Gilarte[12]

Se trató de un delito de homicidio cometido presuntamente por el precitado labrador, de 32 años, casado, natural y vecino de Aldeanueva, con instrucción y sin antecedentes penales. Se le imputaba haber dado muerte con violencia a Andrés Muelas Pérez con motivo de una disputa en torno a aguas de riego. El hecho tuvo lugar el día 16 de junio de 1922 en el sitio del Tejar. En el interrogatorio oral que se celebró ante los tres magistrados de la sección penal de la citada Audiencia, el acusado respondió negativamente a una de las cinco preguntas que se le formularon y positivamente a las otras cuatro. Bien asesorado por su defensa el in causado puso de manifiesto que la pelea con un hocino o calabozo fue en legítima defensa. Señaló también que el precitado Andrés no se atuvo a razones y manifestó que seguiría regando “por cojones,” insultando al inculpado y atacándole con un zacho, a la vez que le manifestaba que “si no te mato hoy, te mataré mañana.” Es por ello que, en defensa propia, aquel le dio al fallecido varios golpes en la cabeza, los cuales le produjeron la muerte. Lo sucedido se halla bien explicitado en la parte Resultando de la Sentencia, en la que el fiscal estableció en sus conclusiones que los hechos perseguidos en la causa eran constitutivos de un delito de homicidio definido y castigado en el artículo 419 de Código Penal entonces vigente. La defensa estimó real la existencia del delito así calificado por el fiscal, pero alegó a favor del procesado, como concurrentes en el hecho de autos, la eximente de defensa propia y las circunstancias de arrebato y obcecación.

En su Disposición única el tribunal dicta su veredicto de inculpabilidad, fallando en su sentencia que el procesado debe de ser absuelto del referido delito con declaración de las costas de oficio. Se ordena también que sea puesto en libertad inmediatamente y se alcen los embargos que se hubiesen practicado en los bienes del procesado. El fallo lo firman los tres magistrados presentes: Cayetano Meras, José Ramírez Cárdenas y Vicente Barrena, en Cáceres a 23 de junio de 1923, con el aval del secretario de la Sala José Franchy y Roca. De todo lo anterior se desprende que el reo solo permaneció en prisión preventiva el tiempo que transcurrió entre su inmediata detención tras el suceso y el fallo de la sentencia; es decir un año aproximadamente.

  1. El caso de J. Hernández Griesta[13]

Nos encontramos con otra variedad de la misma tipología de delito contra la vida y la integridad de las personas. Pero en este caso no se produce en razón disputas por aguas, lindes o derechos de paso sobre un bien inmueble. El procesado de 24 años, labrador y vecino de Aldeanueva de la Vera, dicen los Resultandos de la sentencia, asesinó a Elías Paniagua en el casino de la citada villa, propiedad de Lorenzo Vivas. El hecho tuvo lugar el 15 de abril de 1923, por la tarde, celebrándose en el citado local un baile entre mozos de la localidad. Para cometer la acción punible el presunto homicida utilizó un cuchillo. La causa de la reyerta fue la “posesión” en el citado festejo de la novia del fallecido.

Los Considerandos y el Fallo de la sentencia establecen que se condena al justiciable, de 20 años de edad, a cadena temporal, interdicción civil e inhabilitación perpetua. Además se fijó la cantidad de 5.000 pesetas en concepto de indemnización a la familia del fallecido. No hallaron los magistrados en su fallo la existencia de eximentes ni atenuantes que modificaran el sentido de su acuerdo. Por lesiones leves a la novia del asesinado se condenaba al acusado a un mes y un día de arresto mayor y la indemnización de 40 pesetas.

En el caso que nos ocupa el fallo judicial tuvo lugar también al año de que se iniciaran los procedimientos de in causación y la detención del inculpado por la guardia civil. Sorprende la diferente consideración judicial en los dos casos aquí descritos. En el primero la disputa tiene como “razón” la lucha por el agua y los derechos de paso por una propiedad. En el segundo es un arrebato juvenil en el que las cuestiones de honra y orgullo varonil ocasionaron los efectos que el enjuiciamiento describe. Independientemente de la habilidad de las defensas de ambos casos hay que subrayar un “mejor tratamiento” por el tribunal hacia los conflictos que están causados por la actividad económica. Digamos que estos son más explicables, si es que cualquier delito de homicidio puede en algún caso ser aceptado o explicado.

  1. El caso de El Pernales (alias)

Este suceso es conocido en Aldeanueva por tradición oral. Acontecieron los hechos en torno el año 1915  y en él se vio implicado el matrimonio constituido por Jerónimo Martín Valleros y su segunda mujer Carmen García. Cuando estos  se dirigían a caballo desde la citada población a Garganta de la Olla a visitar a unos familiares, fueron interceptados en el camino por el mencionado Pernales, el cual disparó un tiro con una escopeta de caza en la pierna del citado esposo, a consecuencia de lo cual se le tuvo que amputar la pierna.

La causa que motivó el hecho, sin duda claramente delictuoso, fue que el autor del disparo deseaba vengarse por haberle sido incautado un cepo para cazar conejos en una finca propiedad del agredido. Este se había negado a devolverle el instrumento de caza. La pronta desaparición en la comarca del asaltante hizo que no fuera inculpado ni castigado inmediatamente. No obstante años después sería encarcelado por otra acción delictiva cometida cerca de su población de origen que era Torremenga. Sin duda este es otro ejemplo de los muchos delitos que quedan impunes por múltiples circunstancias a ellas anexas, si bien tarde o temprano la justicia ejerce su imperio.

De lo que no cabe duda es que este es otro ejemplo de acciones delictivas contra la vida y la integridad de las personas, en el que la violencia es de tipo personal, parece un asunto entre individuos, y exteriormente sin duda lo es. Sin embargo, ahondando en la etiología del fenómeno, nos encontramos con una exacerbada defensa del legítimo derecho de propiedad y un manifiesto ejemplo de la existencia de hambre y miseria en el contexto rural de aquellos años. Ello no nos puede conducir a disculpar la acción, claramente condenable por la justicia, pero como historiadores podemos interpretar el hecho en su contexto y circunstancias sociales extrayendo el caso de la consideración de un mero acontecimiento punible.

 

A modo de coda

 

Los hechos anteriormente expuestos nos deben servir de ejemplo a los historiadores, máxime si como el que narra estas líneas tiene conexiones familiares con algunos de los implicados, para explicar muchos de los fenómenos delictuosos que acontecen en el devenir histórico. Sobre todo entre las clases menos poderosas de la sociedad. Las concepciones penales de Cesare Beccaria en el siglo XVIII o las de Michel Foucault en el siglo XX, tan diferentes en sus planteamientos teóricos, pueden enfocar los delitos y las faltas en clave jurídica, moral o política. Pero los historiadores debemos profundizar en las causas, los contextos, las circunstancias, no para dictar sentencia, sino para comprender y explicar hechos históricos. Nada más y nada menos este es el cometido profesional que tenemos, en modo alguno condenar a personajes o denostar situaciones pretéritas.

Los tres ejemplos explicitados, localizados en la Vera a principios del siglo XX, nos ponen de manifiesto la existencia de una conflictividad social que se expresa de forma individual, entre personas. Ahora bien la estructura social, las condiciones de trabajo, la vida mísera y la marginación social, el analfabetismo y la desidia cultural están en la base de la mayor parte de las figuras delictivas que hemos expuesto.

Concluyo poniendo de manifiesto la actualidad, que hoy día siguen teniendo para el historiador, de los principios o condiciones esenciales de la ciencia histórica:[14]

  1. La objetividad, como idea reguladora de la investigación de los hechos históricos.
  2. La multicausalidad, como regla de interpretación del encabalgamiento de los hechos históricos.
  3. La libertad intelectual como condición del discurso científico.

 

 

 

 

[1] Negro Cortés Adrian Elías: Violencia y crimen. Un estudio de la delincuencia en Jarandilla en el siglo XVIII. Actas de los Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2012.

[2] Tuñón de Lara Manuel: La España del siglo XX. Librería Española. París 1966 página 148.

[3] Jutglar Antonio: Ideologías y clases en la España Contemporánea. II (1874-1931). Edicusa. Madrid 1969 página 24 y 25.

[4] Macías Picavea Ricardo: El problema nacional. Seminario y Ediciones. Madrid 1972 página 60.

[5] Macías Picavea Ricardo: Ob. Cit. página 61.

[6] Macías Picavea Ricardo: Ob. Cit. página 89.

[7] Martín Martín Teodoro: Aldeanueva de la Vera, un pueblo con historia. Ayuntamiento de Aldeanueva de la Vera 2009 página 37.

[8] García Montero Manuel: La Vera siempre la Vera (y otras querencias y vivencias). Jaraíz de la Vera 1999 páginas 79 y siguientes.

[9] Martín Martín Teodoro: Ob. Cit. páginas 112 y 113. Sobre la evolución de la educación en nuestro pueblo puede verse mi artículo “Aproximación a la Educación en Aldeanueva”. Revista Cultural Pencona. Nº 8. Aldeanueva de la Vera 2012 páginas 18 y 19.

[10] Martín Martín Teodoro: Ob. Cit. páginas 70 y 71.

[11] De las Heras Santos José Luís: La justicia penal de los Austrias en la Corona de Castilla. Publicaciones de la Universidad de Salamanca. 1994 páginas 211 y siguientes. Recogida en la comunicación de A. E. Negro Cortés.

[12] A. H. P. de Cáceres. Fondo Audiencia Territorial de Cáceres. Sentencias judiciales orales. Penal, año 1923. Caja 139, libro 366, sentencia 38.

[13] A. H. P. de Cáceres. Fondo Audiencia Territorial de Cáceres. Sentencias judiciales orales. Penal, año 1924. Caja 141, libro 368 sentencia 87.

[14] Tesis de K.D. Erdmann, recogida por Manuel Espadas Burgos en: Un lugar de encuentro de historiadores: España y los Congresos Internacionales de Ciencias Históricas. Edita el Comité Español de Ciencias Históricas. Madrid 2012 página 75.

Abr 302014
 

Francisco Rivero.

Era el 25 septiembre del Año del Señor de 1513, cuando un extremeño, Vasco Núñez de Balboa descubrió el Mar del Sur, conocido hoy en todo el mundo como Océano Pacífico, el segundo hecho histórico más importante, tras la llegada de los europeos al Nuevo Mundo. El pasado 16 de noviembre de 2012 se abría en Cádiz la Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado, con asistencia, entre otros del actual presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, a quien acompañaba su esposa, Marta Linares, quien visitó el pueblo natal del conquistador y obtuvo de la Diputación Provincial de Badajoz una réplica de la pila bautismal de Vasco Núñez de Balboa, según me indicó Juan Pedro Plaza Carabantes, gerente del Patronato Provincial de Turismo.

 

Había nacido Vasco Núñez de Balboa en Jerez de los Caballeros… Templarios, esa preciosa población del sur de la provincia de Badajoz, que tanta historia muestra y atesora. Sobresale esta villa extremeña, de origen templario, por el perfil de sus cuatro torres Santa María de la Encarnación, San Miguel Arcángel, San Bartolomé y Santa Catalina. Cuenta con un recinto amurallado, con seis puertas, una fortaleza y una alcazaba; más de veinte edificios religiosos, entre conventos, hospitales y ermitas y numerosos palacios y casas señoriales.

 

De jovencito, Vasco Núñez de Balboa fue paje de Pedro Portocarrero, que fuera alcalde de Jerez y consejero de la reina Juana la Loca y del emperador Carlos V, además de Señor de Villanueva del Fresno, cuyo título lo ostenta hoy  una señora que se llama: María del Rosario Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza Fitz-James Stuart y de Silva Falcó y Gurtubay, más conocida como Cayetana, la Duquesa de Alba.

 

Pues bien, Pedro Portocarrero, que vivía en la localidad onubense de Moguer, era además sordo y era conocido como el Sordo Señor de Moguer. Con él, nuestro biografiado, Vasco Núñez de Balboa, que tenía un nombre de pila un tanto raro en la Extremadura de entonces como en la región Galicia de donde eran originaria su familia, aprendió a leer y el manejo de las armas, de tanta importancia en aquellos rudos tiempos.

 

Con 25 años el joven Vasco Núñez de Balboa oyendo las gestas que los paisanos extremeños habían hecho por el Nuevo Mundo, se enrola en la expedición de Rodrigo de Bastidas, que salió en el mes de octubre del año 1500 del puerto de Cádiz, con dos naves, el bergantín “San Antón” y el chinchorro “Santa María de Gracia”.

 

Con Rodrigo de Bastidas estuvo también el geógrafo Juan de la Cosa, quien fue su piloto mayor y que ya participara con Colón en sus dos primeros viajes. Con el tiempo, de la Cosa trabajó en el Puerto de Santa María en el primer mapa del nuevo continente, que se conserva en el Museo Naval de Madrid, junto al actual Ayuntamiento, en Cibeles, incluso da nombre a Venezuela por un antiguo poblado indio, que después daría nombre a todo el país.

 

No tenía malos comienzos nuestro paisano Núñez de Balboa. Bastidas ya  en esa expedición pasó por la denominada Isla Verde, hoy la isla de Granada, una pequeñísima república caribeña, y de allí, tras pasar la Isla de los Gigantes (hoy Aruba)  llega hasta la bahía de Santa Marta, hoy una bellísima ciudad colombiana, al borde del anchísimo río Magdalena, avistándolo el 1 de abril de 1501. Pasa por el golfo de Barú, donde se sitúa la ciudad de Cartagena de Indias, hoy Patrimonio de la Humanidad por su buen cuidado casco antiguo, llegando hasta los golfos de Urabá y Darién, ya en la actual nación de Panamá. Recorren la Isla de Pinos y la costa hasta el Puerto del Escribano, lugar aún desconocido. Este viaje le valdría muchísimo en su experiencia futura como un gran capitán, descubridor y conquistador de la tierra panameña.

 

Pero los barcos de esta expedición estaban carcomidos por la enfermedad de la broma, por lo que Rodrigo de Bastidas decide retornar a la isla de la Hispaniola, hacia Santo Domingo, tras pasar por Santiago (hoy la isla de Jamaica) y la región de Jaragua, situada al oeste de la isla dominicana, hoy en la República de Haití, llegando a la capital con oro, esmeraldas y perlas. Pese a todo, el juez pesquisidor de la isla, Francisco de Bobadilla, le incauta este tesoro y lo encarcela. El mandato de Bobadilla duró desde el 23 de agosto de 1500 hasta el 15 de abril de 1502.

 

En esta expedición de Bastidas, Vasco Núñez de Balboa ganó bastante dinero y se fue a tierras más tranquilas en 1502. Ese año, mi paisano Nicolás de Ovando, nacido en la villa cacereña de Las Brozas se hacía cargo de la Gobernación de las Indias, por orden de los Reyes Católicos. Antes había sido comendador de Lares, el pueblo pacense de Esparragosa de Lares, de la Orden Militar de Alcántara, donde naciera en el siglo XX el cantante Pablo Guerrero, cuyo principal tema fue “Que tiene que llover a cántaros”, canción que con otras muchas suya interpretó en el Olimpia de París.

 

EL MANDATO DE OVANDO

 

Nicolás de Ovando había sido nombrado gobernador de la Hispaniola, Indias y Tierra Firme el 3 de septiembre de 1501, cuando era comendador de Lares, para sustituir a Francisco de Bobadilla, por su mala gestión, quien había mandado prender a Cristóbal Colón y a sus hermanos Diego y Bartoloméy les había mandado a Castilla encadenados e incautados todos sus bienes. Los Reyes Católicos confían en la buena gobernación que Ovando había hecho al frente de la Orden Militar de Alcántara y le piden que reestablezca los bienes y tierras de los Colón y todos sus títulos, con la única intención de mantenerlo alejado de la isla de la Hispaniola.

 

El viaje de Ovando fue el más importante hasta entonces de los que habían salido desde la Península hasta los nuevos territorios, ya que la flota la formaban  32 barcos y más de 2.500 personas. Junto a Nicolás de Ovando se alistaron personas que hoy forman parte de la historia de España, como Bartolomé de las Casa, Francisco Pizarro, Juan Ponce de León, entre otros y doce franciscanos, comenzando la cristianización de los indios taínos. También iba a haber ido en este viaje un primo de Francisco Pizarro, Hernán Cortés, pero un asunto de faldas le retuvo en Sevilla.

 

El trayecto oceánico comenzó el 13 de febrero de 1502 en Sanlúcar de Barrameda y estaba al frente el capitán Antonio Torres, quien ya había estado con Cristóbal Colón en su segundo viaje, El mandato del brocense duró desde el 15 de agosto de 1502 hasta el 9 de julio de 1509, siendo entonces sustituido por Diego Colón, hijo del descubridor, quien fue a la Hispaniola junto a su esposaMaría de Toledo, sobrina del Duque de Alba.

 

Los Reyes pidieron también a Ovando que hiciera retornar al juez pesquisidor a Castilla en la flota de vuelta. Así lo hizo Ovando, pero con tan mala fortuna que la flota de regreso a España fue sorprendida por un fuerte huracán de las Antillas mayores y en el naufragio perdieron la vida Francisco de Bobadilla; el almirante, Antonio Torres, y el piloto Pedro Alonso Niño, así como el cacique taíno Guarionex, jefe de Maguá, (hoy ciudad dominicana de La Vega), que estaba siendo deportado a Castilla, pues había hecho la guerra a los españoles y había sido encarcelado hacía dos años. Sí llegaron a España, entre otros, Juan de la Cosa y Rodrigo de Bastidas, quienes al entregar parte del tesoro que llevaban a la reina Isabel, se volvió a interesar por los temas del Nuevo Mundo.También se salvó la carabela “Aguja”, irónicamente el barco más débil de la escuadra y el que llevaba los bienes de Colón.

 

Este huracán no sólo hundió la flota sino que arrasó la isla de la Hispaniola y la capital, Santo Domingo, aposentada en unos barracones cubiertos con hojas de palmera en la orilla izquierda del río Ozama desde 1496. Ese año de 1502 Ovando ordenó que la ciudad fuera trasladada al margen derecho del Ozama y se construyera al estilo castellano; es decir, a base de piedra. Muchos de sus monumentos, casonas y palacios que aún se conservan en el interior de la ciudad de Santo Domingo son de piedra y está declarada por su antigüedad, ciudad Patrimonio de la Humanidad.

 

FUNDACIÓN DE CIUDADES

 

Hasta 1502, año en que llegó Núñez de Balboa a la Hispaniola, ya se habían fundado un total de ocho ciudades. La primera de ellas fue el Fuerte de Navidad, fundada en lo que hoy es Haití en 1492 y desaparecida, como también desaparecieron tres más: La Isabela, Santo Tomás y La Magdalena, las tres fundadas en 1494 en territorio de la República Dominicana. Al año siguiente, se crearon dos más: Santiago de los Caballeros y Bonao, que subsisten en la actualidad. Y al siguiente, en 1496, Santo Domingo, destruida en el huracán de 1502 y refundada ese año en la margen opuesta del río Ozama, como ya se ha dicho, así como la Fortaleza Ozama, el edificio de Santo Domingo más antiguo de América, con aspecto de castillo medieval, y que se puede visitar como uno de sus atractivos del patrimonio histórico artístico de la ciudad.

 

En 1500 surgió en Venezuela la población de Nuevo Cádiz, también hoy desaparecida y dos años más tarde, también en Tierra Firme (Venezuela), Santa Cruz, de la que no quedan restos.

 

Ese año de 1502 se habían creado en lo que hoy es Dominicana las poblaciones de Puerto Plata y Santa Cruz de Hicayagua, posteriormente Santa Cruz de El Seibo y hoy El Seibo, ciudades que aún persisten en la actualidad.

 

En 1503 hubo cinco fundaciones, dos en Haití (Hincha y Santa María de la Vera Paz, ésta desaparecida) y dos en República Dominicana (San Juan de la Maguana y Salvaleón de Higüey), más una quinta en Panamá, Santa María de Belén, también desaparecida.

 

SALVATIERRA DE LA SABANA

 

En la práctica, el mandato de Ovando no iba más allá de la actual República Dominicana y Haití. Núñez de Balboa se aposentó en el año 1504 en Salvatierra de la Sabana, situada la zona oeste de la isla la Hispaniola, en el actual Haití, junto a Diego Velázquez de Cuéllar, suegro de otro gran conquistador, Hernán Cortés. Esteban Mira Caballos cuentaque el gobernador Ovando iba distribuyendo a sus hombres por las ciudades que iban fundando con el fin de controlar políticamente todos los territorios isleños. Así en Salvatierra de la Sabana, fundada por Diego Velázquez, estuvieron Vasco Núñez de Balboa, Bartolomé Becerra, Pedro Romero, Alonso de Galisteo y Martín de Cáceres, todos ellos miembros de su equipo al que llamaban los antiguos colonos “los garrovillanos” por su influencia ante el jefe.

 

El padre Bartolomé de las Casas, que conoció en persona a Vasco Núñez de Balboa,  le retrata en su libro: “Este Vasco Núñez era uno de los que muchas deudas debía, vecino del postrero pueblo desta isla, al Occidente, llamado Salvatierra de la Sabana, donde tenía indios de repartimiento, natural de Badajoz. Era mancebo de hasta treinta y cinco o pocos más años, bien alto y dispuesto de cuerpo, y buenos miembros y fierezas y gentil gesto de hombre muy entendido y para sufrir mucho trabajo. Este había venido a la Tierra Firme, cuando vino a descubrir y rescatar Bastidas…”

 

Diego Velázquez procedía de una familia noble de la ciudad de Cuéllar. Su familia ya había servido durante generaciones a los reyes de Castilla. Él viajó ya con Colón en su segundo viaje a América y en tiempos de Ovando fue su lugarteniente. Durante el mandato del gobernador Diego Colón, éste le envió a la isla Juana, hoy isla de Cuba, a conquistarla, primero como adelantado y después como gobernador.

 

La población Salvatierra de la Sabana es hoy conocida como la ciudad de les Cayes. Además en 1504 también se crearon en Haití otra población que aún pervive: Fort Liberté, y otras dos en República Dominicana: Ázua de Compostela y Bánica.

 

Velázquez fundó numerosas ciudades por orden de Ovando. En La Hispaniola fueron  las poblaciones de Villanueva de Yáquimo, San Juan de la Maguana, Ázua de Compostela, Salvatierra de la Sabana, Santa María de la Vera Paz y Bánica; y en Cuba, bajo el mandato del siguiente gobernador Diego Colón, las ciudades de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, San Salvador de Bayamo, Santiago de Cuba, Santísima Trinidad, Santa María de Puerto Príncipe, Sancti Spíritus, San Cristóbal de la Habana y San Juan de los Remedios.

 

El nombre de Salvatierra de la Sabana significa tierra salvada de las aguas. Pasados los siglos, sería destrozada por dos grandes huracanes, el primero el 5 de septiembre de 1781 y otro el 16 de septiembre de 1788. Con el tiempo fue la ciudad de Les Cayes (Los Cayos). Esta ciudad era antes de la última revolución haitiana un lugar tranquilo, al suroeste de San Domingo, donde no se daban las grandes tensiones que se producían en la capital o en el norte de la isla.

 

LA CIUDAD DE LES CAYES

 

Hoy es una gran zona turística de la República de Haití, por la diversidad de sus paisajes,  clima templado y la riqueza de su patrimonio histórico artístico y de naturaleza. Comencemos a conocer estas tierras por su naturaleza porque eso ha cambiado poco en los últimos 500 años.

 

Una guía turística nos habla de sus bellezas naturales, destacan sus hermosas playas, como la llamada Jelly, que es la más grande del país, con un precioso banco de  arena blanca, situado entre el mar y la tierra, con agua dulce en sus cercanías, como la tiene la playa de “Pointe”, con dos bellísimas cascadas yun tranquilo y hermoso mar azul.

 

En esta zona del sudeste de Haití se halla el pico más alto de la República, el PicMacaya, de 2.410 metros de altura, donde en una espesa vegetación, con agradable paisajes, habitan raras especies de aves en peligro de extinción y hoy convertido en uno de los dos Parques Nacionales del país, protegido con inversiones de la Unión Europea.

 

LA HISPANOLA EN TIEMPOS DE BALBOA

 

Y vemos qué ocurrió en esta isla en esos nueve años en el que el gobernador Ovando y Balboa convivieron en la isla de la Hispaniola.

 

Ya se ha dicho que durante los primeros años de la gobernación de Ovando, éste repartió a sus hombres por todos los territorios indígenas dela isla. En el año de 1502, elañode su llegada, mandó a Juan  de Esquivel, con 400 hombres a conquistar y a repoblar el cacicazgo de Higüey, donde funda la villa de Santa Cruz de Hicayagua, posteriormente Santa Cruz de El Seibo y hoy El Seibo, en la República Dominicana. También al añosiguiente, Esquivel fundó una fortaleza en Higüey, dentro de ese mismo cacicazgo, y que dos años más tarde se convierte en la ciudad de Salvaleón de Higüey,  colaborando en ello Juan Ponce de León – que este año se conmemora el quinto centenario de su llegada a la península de La Florida- y de Juan de Villarroel.

 

Mientras tanto Ovando ordena a Diego Velázquez, fundar una ciudad en el cacicazgo de la Maguana, quien el 24 de junio crea San Juan de la Maguana, muy cerca de la capital del reino taíno.Ayudaron en esta fundación Alonso de Sotomayor, Juan Pérez, Antonio de Herrera, Alonso Ramos, Jerónimo de Herrera, Juan Pizarro, Diego de Aldana y Alonso de Monroy.

 

La idea del gobernador era ir distribuyendo a sus hombres por la isla, como ya se ha dicho, por eso ahora su plan era conquistar el oeste, lo que hoy forma la nación de Haití. Allí volvió a enviar a su hombre de confianza, Diego Velázquez.

 

Este año de 1503 es importante para los colonos de la isla, entre ellos Balboa, ya que la Reina Isabel forma el 20 de diciembre una Real Provisión por la que da permiso para crear las encomiendas, a través de las cuales los españoles recibían indios para trabajar en sus posesiones, o bien los indios de las tribus caribes apresados en guerras justas contra ellos.

 

Ese mismo año el gobernador Ovando manda dos expediciones al oeste de la isla de la Hispaniola para terminar de pacificarla. La primera al mando de  Rodrigo de Mexía, quien crea La ciudad de Lares de Guabá o Guahabá, recordando el nombre de la extremeña Esparragosa de Lares de donde era comendador. Esta ciudad fue destruida y con el tiempo, en 1704, refundada por inmigrantes canarios se convirtió en la dominicana Nuestra Señora de la Concepción de Hincha. (Hoy es Hincha, en el centro de Haití, de unos 100.000 habitantes).

 

A su vez Diego Velázquez funda Santa María de la Vera Paz, al oeste del lago de Xaragua, hoy renombrado lago Saumatre y al este de la capital del país: Puerto Príncipe. La ciudad fundada por Velázquez desapareció pronto, en 1518. En este cacicazgo fue donde se dio la matanza de Xaragua, donde el gobernador mando hacer una masacre de los indios levantiscos, mientras sus hijos fueron recogidos por los dominicos y enseñados en las artes, las letras castellanas y la religión católica. Entre estos niños estaba el indio  Huarocuya, de tan sólo 7 años, pero que con el tiempo fue un jefe indio llamado Enriquillo, y que hoy da nombre al gran lago dominicano.

 

Toda esta parte de la isla se pacifica, solo quedan algunos indios revolucionarios en la isla de la Gonave, mientras se sigue fundando ciudades. Así Rodrigo Mejía de Trillo fundó en 1504 Puerto Real, y después denominada Bayajá, hoy Fort Liberté al norte de Haití; muy cerca de la frontera con República Dominicana, mientras que Diego Velázquez- el gran fundador- crearía Ázua de Compostela, hoy se quedó sólo con el nombre de Ázua, ciudad que fue derruida pro un terremoto el 16 de octubre de 1751 y que hoy cuenta con 250.000 habitantes.

 

Una curiosidad, al año siguiente comienza a circular en la Hispaniola la moneda el real de a ocho, al que llaman también peso fuerte o peso duro; de ahí que los hispanoamericanos tengan como monedas el peso y nosotros a ciertas monedas le llamábamos el duro: Esta moneda comenzó a circular por el Nuevo Mundo en 1505 hasta el año 1857 que también circulaba en los Estadios Unidos, al que llamaban el dólar español. Fue la moneda más internacional que nunca ha tenido España.

 

También en 1505 se funda por Rodrigo Mejía de Trillo otra ciudad. En esta ocasión es La Buenaventura, en lo que fuera una ciudad indígena de Cotuy, en el centro de la Hispaniola; hoy es la capital del mismo nombre de la provincia dominicana de Sánchez Ramírez. Cotuí es un nombre taíno.

 

Este mismo año se fundó, en una zona taína, Montecristi por Nicolás de Ovando a orillas del río Jacaguay tres décadas más tarde Juan de Bolaños. Crearon esta nueva ciudad unos 60 colonos procedentes de Canarias y la llamaron San Fernando de Montecristi, pero fue destruida a principios del siglo XVII. Hoy cuenta con más de 110.000 habitantes.

 

Ese año hubo un acontecimiento importante para la formación de los hijos de los colonos: Se crea en Santo Domingo la escuela de la Española, el primer colegio de América.

 

En 1507 Ovando mandó concluir a uno de sus comandantes, Cristóbal de Tapia, las obras de la Torre de Ozama, lugar que fue durante cuatro años más la sede de la gobernaduría del Nuevo Mundo, hasta que Diego Colón comenzó a levantar el Palacio de Colón, palacio que aún se conserva. La Fortaleza Ozama pasa a ser hoy uno de los principales monumentos de la ciudad Patrimonio de la Humanidad que es Santo Domingo.

 

Para entonces la población indígena taína había sufrido un importante descenso debido a la gran mortalidad causada por los trabajos que les obligaban los españoles y también por las bacterias que aportaron los colonos y trajeron nuevas enfermedades a una población local que hasta entonces no la tenían. La población pasó de los 500.000 tainos en 1492 a poco más de 60.000 en 1507.

 

En 1508 hubo un nuevo paso para la colonización de otros territorios en Tierra Firme. Así el rey Fernando de Aragón concedió, como regente del Reino de Castilla, dos nuevas gobernaciones a Alonso de Ojeda y a Diego de Nicuesa, que tanta importancia tendría en la vida personal de Vasco Núñez de Balboa.

 

ESCUDOS REALES

 

El 7 de diciembre de 1508, la reina Juana la Loca concede a las quince ciudades ya fundadas en la isla de la Española sus escudos: Diez en lo que es hoy República Dominicana y cinco en Haití. Son estas: Santo Domingo, Concepción de las Vega, que recibe también el título de ciudad; Santiago, Bonao, La Buenaventura, Puerto Plata, San Juan de la Maguana, Compostela de Ázua, Salvaleón de Higüey y Santa Cruz de Icayagu. Las cinco de Haití son; Salvatierra de la Sabana, Puerto Real, Santa María de la Vera Paz, Villanueva de Yáquimo y Lares de Guabá

 

Mientras tanto, el gobernador Ovando mandó fundar en Santo Domingo el primer monasterio de América. Por eso a Santo Domingo la denominan la ciudad primada de América. Se trata del monasterio de San Francisco.

 

Como la isla estaba ya pacificada, Ovando se dedica a explorar los territorios colindantes. Así  ordena al piloto Andrés Morales a que circunnavegue la isla con el fin de reconocerla por completo y realice las cartas náuticas. Lo mismo haría el navegante gallego Sebastián de Ocampo con el cercano territorio de lo que es hoy la isla de Cuba y entonces llamaron isla Juana en honor a la reina. Como es tan larga, no sabían si era isla o tierra firme. Lo hizo con dos barcos y su viaje duró dos años durante 1508 y 1509. De este viaje se ha hecho recientemente un documental firmado por una cineasta cubana.

 

Por otra parte, Juan Ponce de León, teniente de la villa de Salvaleón de Higüey, salió hacia el este para reconocer la isla de Borinquén, hoy Puerto Rico con sólo 60 hombres, Fundó la ciudad de Cáparra, donde aún se conservan los restos de su casa. Fue muy bien recibido por el cacique Agüeybaná, que llegó con él a Santo Domingo para ser recibido por el gobernador Ovando. Al año siguiente, le nombra el primero de mayo gobernador de la isla de San Juan Bautista (Puerto Rico).

 

El 9 de julio de 1509 llega a la isla el nuevo gobernador, Diego Colón, en compañía de sus tíos Bartolomé y Diego y así concluye la gestión de Nicolás de Ovando.

 

LA AGRICULTURA Y GANADERIA EN LA HISPANIOLA

 

Mientras tanto Vasco Núñez de Balboa se dedica a sus tareas agrícolas y ganaderas en la zona oeste de la isla, en Salvatierra de la Sabana, donde es encomendero, donde trabaja con sus indios en lo que conoce, criando ganado vacuno y porcino, recordando sus tiempos de estancia en Extremadura.

 

Lorenzo López y Justo del Rio estudiaron la ganadería vacuna en la isla de la Española durante el siglo XVI. En su estudio, ambos profesores de la Universidad Complutense indican que “la ganadería en la Española tuvo una considerable importancia social y económica desde los primeros momentos de la colonización debido al decrecimiento aurífero, que ya se vio entre los años 1508 y 1510, antes de que se implantase el cultivo del azúcar”.

 

Según el historiador dominicano Frank Moya Pons en su obra “La española en el siglo XVI”, “sólo permanecieron en la isla aquellos que tenían propiedades efectivas: fincas, ganados e indios”. Pero como el caso de nuestro biografiado, Balboa al arruinarse no tenía nada de ello , por lo que tuvo que abandonar la isla de manera precipitada.

 

Cuentan López y del Río que “las décadas de 1510 y 1520, el incremento del vacuno y la despoblación insular fueron dos fenómenos que terminaron con la desaparición del mercado interior y el derrumbe de los precios de la carne. Los precios bajaron a costas tan reducidas que los criadores ya no ganaban ni para pagar a los vaqueros y pastores,quedando los ganados sin guarda y haciéndose monteses”.

 

EL FINAL DE SU ESTANCIA EN LA HISPANIOLA

 

Como soldado, Núñez de Balboa, a las órdenes del gobernador, pacificó la zona de indios y por eso recibió tierras y también indios para trabajar en ellas, pero no debía ser un buen agricultor ni negociante y se endeudó. Cuenta la historia que como extremeño se dedicó a la cría de cerdos, pero debió de salirle mal el negocio,  por lo que a los pocos añostuvo que abandonar el lugar escondido en un barco que salía desde Santo Domingo, como polizón, en un barril, y acompañado por su perro Leoncico, que por entonces era un arma contra los indios. Estamos ya en 1509 cuando huye en el barco del bachiller Martín Fernández de Enciso, y tras acercarse a la zona panameña del Darién funda allí la ciudad de Santa María del Darién y es nombrado alcalde de la misma, pero esa ya es… otra historia antes de su gran descubrimiento en Panamá: La Mar del Sur-

 

MIS EXPERIENCIAS PERSONALES EN PANAMÁ

 

Y algunas experiencias vitales que este viajero ha tenido por esta zona de América han sido ricas y variadas, como entrevistar en Mallorca –donde residí doce años- al general Omar Torrijos, por entonces presidente de Panamá, o realizar una visita a los indios Kuna, el lugar donde murió nuestro paisano, en la actual provincia de San Andrés, a donde me desplacé en una pequeña avioneta desde el aeropuerto de Panamá hasta el pequeño aeródromo de los kuna, situado en el continente y muy cerca de una islita-ciudad. A la vuelta, una gran tormenta tropical amenazaba la pequeñísima avioneta mientras, a medio metro de mí, el fuerte aguacero impactaba sobre el parabrisas de la aeronave haciéndola bambolear. Los indios kuna han sido muy bien estudiados por el catedrático de Antropología de Iberoamérica Tomás Calvo Buezas, natural deTornavacas, de los que ha escrito el libro “Los Kuna”.

 

Otra interesante experiencia fue con los indios Emberá, situados en la zona del Canal, adonde me trasladé un lluvioso día en una barca, que no tenía nada que envidiar a la que use hace unos años para estar con los indios de la zona selvática de Venezuela para ir a conocer el Salto Ángel, la catarata más alta del mundo con 940 metros de caída libre.

 

El día que fui a ver a los emberá, estaba lluvioso, un par de horas bajo un continuo cielo abierto, tanto que toda la jornada se empleó en unas compras de artesanía local, una comida típica debajo de una de las chozas y una buena charla con el chamán de la tribu.

 

Los días selváticos de Panamá concluyeron en el Canal. Tuve la suerte de estar detrás de un barco Panamax, que son aquellos barcos que de gran tonelaje que son capaces de traspasar las esclusas. Su tamaño es tan enorme que fui incapaz de hacerle una fotografía de tan cerca que estaba. No entraba en el ángulo de la máquina de fotos. Sin embargo tuve esa gran experiencia desde lejos, desde las tierras de los emberá.

 

Para terminar, dos apuntes: Miguel de la Quadra Salcedo, con el que uno de mis hijos realizó la Ruta Quetzal por México, va llevar a jóvenes de España y América por Panamá y Jerez de los Caballeros,  lugar donde ha sido restaurada recientemente con dinero de aquel país hermano la pila bautismal donde se cristianó Vasco Núñez de Balboa.

 

Por otra parte, una sugerencia le hice en su día a la presidenta del Hogar Extremeño, Maruja Sánchez, y es que en desagravio de la mala situación en la que se encuentra la estatua de Núñez de Balboa en la Ciudad Universitaria, junto al Museo de América, sería muy interesante que los extremeños le lleváramos una corona de laurel ante el monumento y homenajeemos a uno de los más grandes personajes de la historia de Extremadura, España y América.

 

Y como prueba de mi visita por el Canal  de Panamá y en agradecimiento a su interés, les dejo esta imagen con un buen amigo, Félix Arévalo, secretario general de la Asociación Nacional de Agencias de Viajes, gran prohombre del turismo español, en el barco que nos  llevó por las aguas que navegara nuestro ilustre paisano, el jerezano Vasco Núñez de Balboa.

 

Abr 302014
 

Martiria Sánchez López.

Profesora de Historia I.E.S. Maestro Gonzalo Korreas de Jaraíz 

Cronista oficial de Jaraíz de la Vera (Cáceres)

 I.- INTRODUCCIÓN.

Las Cofradías en Jaraíz han tenido siempre una gran importancia y trascendencia en todos los aspectos de la sociedad jaraiceña, tanto a nivel religioso  como cultural y social, pero la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias lo ha sido de una manera muy especial, ya que era una de las Cofradías Penitenciales más significativas  y a la que pertenecían la mayor parte de los vecinos.

Jaraíz fue un centro religioso de primer orden dentro del Obispado de Plasencia, ya que era Sede de una de las Vicarías más extensas e importantes del Obispado. A esta Vicaría pertenecían “36 lugares”, es decir, todos los pueblos de la Vera y del Campo Arañuelo. Sobre ellos tenía jurisdicción y todos dependían de ella en el aspecto religioso. Por este motivo Jaraíz contaba con dos parroquias regentadas por sendos  Vicarios, con los mismos derechos y atribuciones: el Vicario de la parroquia de Sta. María y el Vicario de la parroquia de San Miguel.

Esto explica la importancia religiosa de Jaraíz a todos los niveles, lo que se traducirá en la existencia  de numerosas instituciones religiosas, como Memorias, Capellanías, Ermitas y, sobre todo, Cofradías. Sobresalió notablemente  el Colegio de San José, que dependía de la Vicaría de la parroquia de Sta. María; era un Colegio de Segunda Enseñanza, con Cátedra de Gramática, donde se formaban principalmente los niños que aspiraban a la carrera eclesiástica. Según el Catastro de Ensenada, aquí llegó a haber unos 22 clérigos en el siglo XVIII un número muy elevado para una población de poco más de 300 vecinos.

Para realizar este trabajo hemos contado con los documentos existentes en el Archivo de la parroquia de San Miguel, especialmente con dos valiosos manuscritos de la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias, uno del siglo XVII y otro del siglo XVIII. Los dos “Libros” están en perfecto estado de conservación y reflejan perfectamente la organización de la Cofradía en sus respectivas épocas, sus cuentas, los cargos directivos, los cofrades que la integraban, con sus nombres y apellidos, las visitas del Obispado y demás asuntos referentes a la misma.

Otro documento interesante es el “Libro de Misas” de donde hemos obtenido algunos datos. También hemos consultado textos del Archivo parroquial de Sta. María, como el “Libro de Visitas” entre otros.

Del “Catastro de Ensenada”, depositado en el Archivo Provincial, hemos obtenido datos interesantes como el nombre y el sueldo de los “Organistas”, entre otros. Hemos consultado, a su vez, el Interrogatorio de la Audiencia de Cáceres (Archivo Provincial) donde se enumeran las Cofradías de las dos parroquias, así como las demás Obras Pías, como las Ermitas, incluyendo la de la Virgen del Salobrar, patrona de Jaraíz, donde se  habla de su situación junto al río Tiétar y de su festividad.

 

II.- ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LAS COFRADÍAS. TIPOLOGÍA.

 

Los orígenes de las Cofradías hay que buscarlos en la época medieval, con la creación de los “gremios”, que eran asociaciones de personas pertenecientes a la misma profesión u oficio. Estos se agrupaban con fines profesionales y sociales. En Jaraíz, los gremios tuvieron mucha importancia, dada la gran actividad artesanal que comenzó a desarrollarse en la época bajo-medieval y, sobre todo, en la Edad Moderna. Una vez constituidos los gremios, se agrupaban los distintos oficios por calles, de los que todavía nos quedan sus nombres, como la calle Herradores, Pedreros, Herreros… Estas asociaciones gremiales, llamadas también “cofradías”, se ponían bajo la protección de un santo o de la Virgen, teniendo un protagonismo enorme en la vida social, religiosa y cultural de nuestro pueblo.

Todas las asociaciones gremiales y cofrades acogidas a sus respectivos patronos, comenzaron a llenar las calles del pueblo con sus desfiles procesionales, ofertorios, danzantes al son de la flauta y el tamboril y demás actos litúrgicos y folklóricos, durante las festividades de sus diferentes santos.

Pero las ordenanzas gremiales iban más allá de todas estas actividades festivas y religiosas, ya que otro de sus objetivos principales era la asistencia y defensa de sus componentes, especialmente de los hermanos más necesitados, atendiendo a sus necesidades materiales, así como a los sufragios por los fieles difuntos.

Todas estas asociaciones gremiales o cofradías adquirieron un notable desarrollo después del Concilio de Trento (1546-1563). Esto fue debido a que este Concilio fijó los dogmas de la fe católica, muchos de los cuales habían sido negados por los protestantes, al igual que el culto a la Virgen, a los santos, al Santísimo Sacramento y a las Ánimas del Purgatorio.

Por este motivo, la Iglesia dará un gran impulso a las cofradías, quienes serán las encargadas de fomentar todas estas devociones.

Su desarrollo principal se alcanza en el siglo XVII y primera mitad del XVIII, ya que a finales de este siglo empiezan a levantarse críticas por parte de algunos hombres de la Ilustración. El rey Carlos III, en 1777, proclama la llamada “Real Célula”, por la que se prohíbe la salida de “disciplinantes y empalaos” en las procesiones de Semana Santa, aunque en algunos casos no se cumplieran estas órdenes y se continuara con estos ritos, como fue el caso de Valverde de la Vera, donde los “Empalaos” siguen celebrando su ritual en la actualidad.

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) las cofradías sufrieron una gran crisis, ya que la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812 declaró la expropiación de los bienes de estas instituciones religiosas. La entrada  en vigor de estas leyes desamortizadoras, una vez jurada la Constitución, llevó   a los vecinos de Jaraíz a cumplir  con ellas. En efecto, todos los bienes de las cofradías y demás instituciones religiosas de las dos parroquias fueron enajenados y vendidos en pública subasta por un precio simbólico.

Después de ser derrotado Napoleón en 1814, ocupó el trono Fernando VII, quien anuló la legislación de las Cortes de Cádiz. Por este motivo, los vecinos tuvieron que devolver todos los bienes a las cofradías y demás Obras Pías: olivares, viñedos, huertos…etc. Así lo hemos comprobado en el “Libro de Visitas” del Archivo Parroquial de Santa María, donde dice el Sr. Obispo: “ Al haberse hecho constar que durante nuestra Sagrada Revolución las personas respectivas de esta Villa han vendido varias fincas pertenecientes a Establecimientos piadosos… que reclamen dichas fincas vendidas”.

Pero los vecinos no estaban de acuerdo con estos mandatos eclesiásticos y se resisten a devolverlos. Por este motivo, en la visita realizada al año siguiente, el Sr. Obispo insiste en su devolución, ya que de estos bienes dependía el funcionamiento de las cofradías y demás instituciones religiosas. Entonces, envía a los Mayordomos, como máximos responsables, para que la devolución sea efectiva y ordena: “Que en unión de los Mayordomos de Fábrica (parroquias) reclamen a los tenedores de las fincas de los Establecimientos piadosos y los de Nuestra Señora del Salobrar, el importe de los materiales de su Ermita, deteriorada y vendida, y con arreglo a las Reales Ordenanzas, que anulen estas ventas, que deben volver a su piadoso destino y legítima propiedad”. En efecto, los bienes tuvieron que ser restituidos, pero los vecinos continuaron intentando recuperarlos. Lo lograron de nuevo durante el Trienio Liberal, 1820-1823, cuando Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución de 1812, pero después tuvieron que devolverlos de nuevo.

Será durante el reinado de Isabel II cuando los consigan de una manera definitiva, con las leyes de Desamortización de Mendizábal , en 1841, por las que todos los bienes de la Iglesia pasaron definitivamente a manos de los vecinos, obteniéndolos por un precio simbólico en pública subasta.

Después de la Desamortización, la mayoría de las cofradías desaparecieron, pero las procesiones y demás actos litúrgicos seguirían realizándose. A principios del s. XX, la religiosidad popular adquiere de nuevo un gran auge  y es entonces, cuando gran parte de las imágenes tradicionales, de gran valor artístico, fueron sustituidas por las actuales.

Después de la Guerra Civil, las procesiones adquieren un nuevo impulso, hasta los años sesenta y setenta en que decaen por diversas causas, entre ellas la emigración, hasta el punto que muchas imágenes dejaron de sacarse en procesión.

En los años ochenta comienza una recuperación de las cofradías penitenciales que continúa hasta nuestros días, culminando con la creación de la Junta de Cofradías Penitenciales, en el año 2002.

 

La tipología de las cofradías en Jaraíz responde a los tipos generales: Cofradías Penitenciales y Cofradías de Gloria, entre las que se incluyen las de Santos, las Marianas, con las distintas advocaciones de la Virgen, las Sacramentales y las de Ánimas. En cada parroquia existían diferentes Cofradías de Santos y Marianas, pero hubo dos Cofradías semejantes en las dos parroquias: las del Santísimo Sacramento y las de Ánimas. Según los textos, a las Cofradías que se fundaron posteriormente se las llamó “Demandas”.

Las Demandas tenían los mismos objetivos, actividades y rituales que las Cofradías de su nombre, pero sus festividades se celebraban en distintos días. Así, en la parroquia de San Miguel, la Demanda del Santísimo Sacramento celebraba la fiesta del Corpus Christi el domingo de la octava, en lugar del día del Corpus, cuando lo celebraba la Cofradía del Santísimo Sacramento, de la parroquia de Santa María.

En Jaraíz tuvieron mucha importancia las cofradías en las dos parroquias. El “Interrogatorio” de la Audiencia de Cáceres, habla de siete en total en 1791, pero esto no se ajusta a la realidad, ya que  sólo en la parroquia de San Miguel, los documentos del Archivo Parroquial enumeran ocho, dos penitenciales,  “la Cofradía de Nuestra Sra. de las Angustias y la del Stmo. Cristo de la Humildad” y el resto de gloria, entre las que se citan: “la de San Miguel, la de San Blas, Santa Lucía y Santa Catalina, la de San Benito, la de la General, la Demanda del Stmo. Sacramento y la Demanda de las Benditas Ánimas del Purgatorio” (Legajo 5- D. 21, A.P.) En la parroquia de Santa María se mencionan la Cofradía del Rosario, la de Nuestra Señora de Gracia, la de Santa Ana, la de los Santos Mártires, la del Santísimo Sacramento, la de las Benditas Ánimas de Purgatorio, entre otras.

 

III.- LA COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS.

 

III.- A.- ORÍGENES Y EVOLUCIÓN.

Esta Cofradía era una de las más antiguas y una de las más importantes. Ya en el siglo XVI era conocida, como consta en el Libro de Misas del Archivo Parroquial, que data de 1594, donde se la menciona como una de las de mayor relieve. En otro documento de 1606 aparece una donación a favor de esta Cofradía “…María González, viuda de Gonzalo Martín, vecina de este lugar […] estando presente el escribano de lo que fue otorgado en dicho lugar de Jaraíz, de mil seiscientos y seis años, siendo testigos Francisco flores y Pedro Campos, ambos vecinos de este lugar de Jaraíz.” (A.P.)

La Cofradía se fue desarrollando a lo largo del siglo XVII para adquirir su mayor esplendor en el siglo XVIII. En el siglo XIX desapareció como las demás cofradías, con la Desamortización, aunque el culto a la Virgen de las Angustias continuó, pero ya con otra denominación y solamente durante la Semana Santa. Como comentaremos en su momento, era tal la devoción que los vecinos tenían a la Virgen de las Angustias, que se le rendía culto también fuera de Semana Santa, concretamente el día de Año Nuevo, con procesiones, ofertorios y danzas al son de flauta y tamboril.

La advocación de la Virgen cambió a principios del s. XX, denominándose Nuestra Señora de los Dolores. Este nombre aparece en los textos, a finales del s. XVIII, referido a unas misas que se celebraban el viernes anterior al Domingo de Ramos  en honor de las Virgen de las Angustias (“Misas de Dolores”) recordando los sufrimientos de la Virgen ante la Pasión de Señor. Pensamos que poco a poco se iría sustituyendo el nombre hasta que definitivamente se la llamó así cuando se sustituyó la antigua imagen de la Virgen de las Angustias por la actual. Las dos representaban una Piedad, la Virgen con Jesús muerto en sus brazos. La diferencia es que la imagen de la Virgen de las Angustias tenía un valor histórico y artístico de primer orden, importantísimo para un pueblo que la rindió culto a lo largo de su historia.

Esta cofradía contaba con tres pasos procesionales: el Cristo del Descendimiento, Nuestra Señora de las Angustias o la Santísima Virgen con su hijo muerto entre sus brazos, y Nuestra Señora de la Soledad.

III.- B.- OBJETIVOS Y ACTIVIDADES.

LA PROCESIÓN DE VIERNES SANTO: ACTO PÚBLICO DE PENITENCIA.

Como Cofradía penitencial, su principal objetivo era conmemorar la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo durante la Semana Santa, aunque a lo largo del año realizaba otras celebraciones litúrgicas relacionadas con sus santos patronos.

Además de esta finalidad, tenían otro objetivo importantísimo: la protección y asistencia a todos los hermanos cofrades, tanto de los  vivos como de los  difuntos, con los distintos tipos de sufragios, misas, responsos…etc. Tenían la obligación de socorrer a los hermanos necesitados mediante limosnas en dinero, en comida o en ropa. En la “Cuentas de la Cofradía” hemos encontrado una partida considerable, en 1671: “se dieron 7.555 maravedíes de limosnas el día de Viernes Santo”. Otra obligación que tenían los cofrades era visitar a los hermanos enfermos.

Los actos litúrgicos del Viernes Santo, con la procesión general, eran los momentos más esperados y deseados por todos, ya que era uno de los principales objetivos de la Cofradía: la procesión, con sus pasos, es una forma viva de realizar la conmemoración de la Pasión del Señor, ya que el patetismo de sus imágenes muestra al creyente los sufrimientos de Cristo por redimir al mundo.

Pero aquí, antes de la procesión, se representaba con enorme realismo y devoción, el ritual de la Crucifixión del Señor y el Descendimiento. Este ritual se celebraba dentro del templo o en el atrio, ya que al estar a una altura considerable, lo podía contemplar todo el pueblo. Allí podía verse, de una manera muy real, el terrible drama de la cruz. El ronco y estrepitoso sonido del tambor anunciaba al creyente el trágico acontecimiento, mientras los golpes del martillo sobre los clavos iban atravesando los miembros de la imagen del Redentor y las tristes melodías de la trompeta interpretaban una plegaria fúnebre. Acompañando a este ritual, elocuentes predicadores especializados pronunciaban el “Sermón de las siete palabras” donde explicaban al creyente el significado de cada una de ellas. Estos predicadores solían ser Agustinos o Dominicos de los conventos de la Vera. Los textos hacen referencia a ellos  y especifican lo que se les pagaba por su trabajo: “Se pagó al predicador 70 reales por dos sermones”

También los textos nos hablan varias veces de la “trompeta y el tambor” de la Cofradía que “…acompañan al calvario”, así como de lo que costaron los clavos empleados para la ceremonia: “…se pagaron dos reales para los clavos para la crucifixión”.

A continuación tenía lugar el ritual del Descendimiento en el que unos cofrades especializados bajaban de la Cruz la imagen del Señor para depositarlo en su Santo Sepulcro. De nuevo, según los textos, los sonidos de la trompeta y el tambor hablaban al alma de los fieles de la inmensidad de la tragedia de un Dios que ofrecía su vida para salvar a los hombres.

El Sepulcro era una urna de cristal que los cofrades se habían encargado de preparar y acondicionar  para contener la divina imagen y formaba  parte de la procesión general. Los textos nos hablan de todos los elementos que contaban para este ritual: “Tres sábanas, seis almohadas enfundadas labradas y un cabezal para el suelo del Sepulcro y una colcha de damasco negro”  “Una toalla de seda con la que se baja de la Cruz a nuestro Señor del Descendimiento” “Un paño ancho con un encaje, con el que se cubre a nuestro Señor”, se mencionan además las andas, un carrillo y otros objetos. La imagen de este Cristo del Descendimiento es una escultura articulada de un enorme valor artístico, que se conserva en la actualidad y de la que hablaremos en el capítulo correspondiente.

Además de esta imagen, la Cofradía contaba con otros dos pasos, el de la Virgen de la Soledad y el de Nuestra Señora de la Angustias, que era la titular. Todas formaban parte de la “Procesión General que recorría todo el pueblo” el día de Viernes Santo.

Tras asistir a la conmemoración del ritual de la Crucifixión y el Descendimiento, los fieles contemplaban a los “disciplinantes” que caminaban en procesión junto a las imágenes. Aquí la religiosidad popular alcanzaba niveles indescriptibles.

Los disciplinantes eran unos hermanos cofrades que públicamente realizaban una dura penitencia consistente en la autoflagelación. Estos hermanos rememoraban la flagelación de Cristo con enorme realismo, ya que corría también su sangre debido a los azotes. Los disciplinantes o “hermanos de sangre” tenían que ir con la cara cubierta con el fin de guardar el anonimato, llevaban una túnica con la espalda descubierta y se golpeaban con unos látigos de cuerda terminados en bolas y, generalmente, solían hacer el recorrido con los pies descalzos. Al finalizar la procesión, los disciplinantes eran atendidos por los Mayordomos, ofreciéndoles algunos alimentos o “colaciones”; además, les curaban las heridas y les limpiaban la sangre, como hemos comprobado en los documentos consultados : “Abónanse en dar colación a los hermanos disciplinantes y por el lavatorio sesenta y seis reales” (Cuentas de1732). En otros documentos se hace mención de las esponjas y toallas empleadas para el lavado y la curación de las heridas. Era costumbre entre todos los demás hermanos de la Cofradía acompañarles la noche del Jueves Santo, flagelándose también ellos. Además todos recibían el Sacramento de la Penitencia para el perdón de sus pecados.

La Cofradía mantenía distintas denominaciones para los demás hermanos, aparte de los disciplinantes, según el papel que desempeñaran: los “hermanos de luz” eran los que llevaban las velas, los “hermanos de espaldas” eran los que cargaban con los pasos, los “hermanos de asiento” eran los que acompañaban simplemente.

En la procesión general de Viernes Santo, además de los tres pasos de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias: la Virgen con el Señor muerto en sus brazos, el Santísimo Cristo en el Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad, salían en procesión los pasos de la Cofradía penitencial del Santísimo Cristo de la Humildad, con dos imágenes, la del Cristo de la Humildad y el “Crucifixo”, dos preciosas esculturas del s. XVI de gran valor artístico.

 

III.- C.- OTRAS PROCESIONES Y ACTIVIDADES.

Era tanta la devoción que se tenía a Nuestra Señora de las Angustias, que se celebraba otra festividad muy importante aparte de la del Viernes Santo, pero ya con cierto carácter lúdico, realizándose actividades como Ofertorios y danzas con “bailaores” al son de la flauta y el tamboril.

Era la fiesta grande, cuya celebración duraba dos días: el día de Año Nuevo y el día siguiente. El día de Año Nuevo comenzaba con una misa solemne cantada y con interpretación del órgano. Iba precedida de “Tercias”, también cantadas. A continuación, se organizaba una procesión por todo el pueblo, animada por la flauta y el tamboril y acompañada de los danzantes que bailaban delante de la Virgen sus danzas típicas. Por la tarde se celebraba el Ofertorio al son de la flauta y el tamboril. Los cofrades llevaban   presentes a la Virgen: dulces, pollos, corderos…etc. Todo ello era subastado y el dinero se usaba para ayudar a los necesitados. Así lo hemos comprobado en los documentos consultados.

La tarde anterior a los días de fiesta, se celebraban las Vigilias cantadas, y era costumbre tocar las campanas con un “doble” especial que las distinguía de las celebraciones de otras cofradías. El segundo día de la fiesta, tras el característico toque de campana, se oficiaba otra misa solemne cantada con órgano, tras la cual salía otra procesión acompañada de danzantes al son de la flauta y el tamboril para animar a todos.

Todas estas celebraciones son mencionadas en los textos: “ Hay solemne celebración el día de Año Nuevo[…] cantando las Tercias antes de la misa y después se saca a la Sta. Imagen en procesión. Se celebra al día siguiente una Misa en su altar y después se hace la Procesión y se tocan las campanas a doble. Se celebra la Misa solemne con órgano…”(Datta de 1736).

Con respecto al tamborilero, el texto nos dice lo que se le abonó por las  actuaciones: “Se abonan al tamborilero 30 reales por tocar el día de Año Nuevo en la función y en ofertorio como es costumbre”. En la “Datta” de las Cuentas de 1725 consta también lo que se pagó a los danzantes el día de Año Nuevo.

Además de todos estos actos, todos los jueves del año se celebraban misas solemnes en la capilla de la Virgen de las Angustias, por los cofrades vivos y difuntos  y se tocaba la campana al modo peculiar de esta Cofradía.

Todas las celebraciones se hacían con gran boato y solemnidad, jugando un papel muy importante la música, el órgano, el incienso, la iluminación con velas y lámparas de aceite, el vestuario de los celebrantes…etc. Así lo afirman los textos: “Se gastó 17.398 maravedíes en cera […] en aceite para la lámpara de Nuestra Sra. 11. 689 maravedíes”. (Cuentas de 1671). También consta el dinero gastado en misas, responsos y vigilias.

 

III.- D.- CARGOS DIRECTIVOS Y EL CONTROL DEL OBISPADO: VISITAS.

Los cargos directivos se nombraban y elegían en una asamblea general llamada Cabildo, integrada por todos los hermanos. El Cabildo se convocaba todos los años “al son de campana” por la misma fecha.  Los cargos más importantes eran: el mayordomo, los alcaldes, los contadores, los proveedores y los escribanos.

En las actas del libro de la Cofradía constan todos los nombramientos y todas ellas comienzan con el mismo encabezamiento, aunque hemos encontrado una diferencia muy significativa en las actas de los Cabildos anteriores a 1685 y los posteriores a esta fecha. Los anteriores comienzan: “En el lugar de Jaraíz, jurisdicción de la ciudad de Plasencia.” mientras en las posteriores dicen: “En la Villa de Jaraíz”. Esto es debido a que en esa fecha Jaraíz adquirió el Privilegio de Villazgo con el que consiguió su autonomía y total independencia de Plasencia, bajo cuya jurisdicción había estado desde su fundación hasta  el s. XIII.

En el acta del Cabildo de 1666 observamos el nombramiento de los distintos cargos, después de advertir que se convoca “al son de campana tañida”: “Se nombra Mayordomo a Gaspar Fernández y escribano a José Muñoz y por alcalde los que salieron por el Libro: Jerónimo Gómez y Francisco Gómez y contadores a Bartolomé de la Breña […] y proveedores….”

La asistencia al Cabildo era obligatoria pues si alguien faltaba debía pagar una multa: “Se castigará a los cofrades que faltan al Cabildo a un real cada uno”.

El Mayordomo era el máximo responsable de la Cofradía. Era elegido por un año, pero podía ser reelegido por el Cabildo correspondiente. Los alcaldes eran dos y tenían como misión: “llevar la insignia (estandarte), repartir la cera (velas), enramar las andas (adornar), tocar al sermón… y todo lo demás que esté a su cargo”, también tenían la obligación de cuidar la Capilla de la Virgen.

Los contadores, en número de dos, eran los encargados de llevar las cuentas. Los proveedores se encargaban de organizar el ofertorio y repartir las limosnas. Estos cargos eran asignados por orden de la lista del Libro de la Cofradía y también era obligatorio  desempeñarlos. Un cargo muy importante era el de escribano, ya que era el encargado de reflejar en el Libro todo lo referente a la Cofradía: las actas de los Cabildos, las Cuentas, las Visitas del Obispo, la lista de cofrades con nombres y apellidos, con lista separadas para hombres y mujeres, de quienes se hacía constar el nombre del marido.

El Libro de la Cofradía debía estar siempre  a disposición del Visitador del Obispado, para inspeccionar el funcionamiento y las cuentas. En él se incluían los resultados de las visitas con los “Mandatos” del Sr. Obispo.

El obispado llevaba un enorme control de las Cofradías mediante el Visitador, especialmente en lo referente a las cuentas, al capital que poseían, a las fincas, y a los censos, entre otras cosas. Este era una persona cualificada, culta y de plena confianza del Prelado, ya que aparte de controlar todas las actividades y cuentas de la Cofradía, se encargaba de transmitir los Mandatos o normas del obispado.

Uno de estos visitadores fue Don Juan Domingo Manzano de Carvajal, el jaraiceño que después será Obispo de Jaca y que será conocido como Obispo Manzano. La visita la realizó en 1719, según consta en los textos. Otro visitador muy interesante fue D. Juan Cañamero de la Cruz, que llama la atención por la severidad de sus Mandatos, amenazando con una gran multa y con la excomunión si no cumplían. Así constan estos mandatos: “Mando que el Mayordomo y el Escribano pongan en este libro las escrituras que tiene esta Cofradía, diciendo el día, el mes y el año que se otorgan […] y los demás bienes, así como raíces y muebles y con quién lindan y en el sitio que están y el ganado vacuno que tiene y lo que cría cada año […] bajo pena de Excomunión Mayor y dos mil maravedí si no cumplen…” Otro mandato es: “Que consten las misas que se dicen cada año y lo que se paga al cura y al sacristán”. Añade también que estos Mandatos se notifiquen a otras Cofradías y que “el cura ponga una certificación de haberse ejercitado para que se cumplan estos Mandatos”.

Como puede comprobarse en estos textos el Obispado llevaba un gran control sobre el funcionamiento de las Cofradías y, de una manera especial, sobre el aspecto económico. Llama la atención el grado de severidad de los castigos, como la excomunión, que era el peor castigo que podía imponerse a los fieles o las multas tan elevadas para la época.

 

 

III.- E.- EL PATRIMONIO DE LA COFRADÍA Y SUS CUENTAS.

Esta Cofradía contaba con un gran patrimonio, tanto en bienes inmuebles como en dinero. Este capital fue aumentando con el paso del tiempo y vemos cómo en el siglo XVIII fue tan importante que contaba con una ganadería vacuna con su dehesa para pastar en ella, así como con olivares, linares, castañares y morales. Además, recibía distintas donaciones que muchos cofrades dejaban en herencia antes de morir. Pero el mayor capital en dinero provenía de los “censos”, que eran préstamos hipotecarios contra los bienes raíces de los deudores. Los vecinos hipotecaban sus fincas a cambio de un préstamo por el que pagaban un rédito de bajo interés; solía ser de un 3%. Estos censos eran una de las mayores entradas económicas que tenía la Cofradía, de aquí el interés del Obispado en que se especificara en el libro todos los detalles de los deudores y de sus fincas. Los censos se podían renovar todos los años, pagando el interés correspondiente y, además, podían prolongarse de generación en generación. Así lo hemos comprobado en un censo familiar de nuestro archivo privado. Este censo se efectuó a finales del siglo XVII, en la época de Carlos II y se fue renovando año tras año hasta la segunda mitad del siglo XIX, en que se “redimió” o canceló mediante un aporte económico muy bajo, más bien simbólico, con motivo de las leyes de la Desamortización de Mendizábal. Por esta legislación, todos los bienes de la Iglesia pasaron a los vecinos por un precio simbólico.

Otra aportación económica importante era la de los cofrades, como hemos comprobado en las cuentas de 1671, donde consta que pagaron 1.600 maravedíes de ciento treinta y tres cofrades que tenía la Cofradía en esa época.

La contabilidad que se llevaba en el libro del siglo XVII difiere de las del siglo XVIII, aunque las formas eran semejantes. A las partidas de ingresos se las denominan “Cargos” y a los gastos se les llaman “Dattas” en los dos períodos. Difieren en que el del siglo XVII solían hacerse cada cuatro años y venían  expresadas en maravedíes, mientras que en el siglo XVIII se hacían cada dos años y se contabilizaban en reales. Además, en estas últimas se especifican con todo detalle las entradas y los gastos, como indican los Mandatos del Obispado.

A continuación transcribimos algunos ejemplos de cuentas de los dos períodos para apreciar mejor las diferencias. Las cuentas del s. XVII, concretamente las de 1671 se refieren a cuatro años y sólo aparece el importe de cada partida sin especificar nada más. En los Cargos o ingresos están: “Censos -6.555maravedíes, Ofertorios -37.784 maravedíes, Terrazgo-35.300 maravedíes, Limosnas de seda y lino, 8.890 maravedíes. Los gastos se denominaban “Dattas” y se citan los siguientes: “Derechos del Cura, beneficiados y sacristanes -40.800 mrvs. De zera de cuatro años -17.380 mrvs. Sermones -12.373 mrvs.” Se incluyen también los gastos de aceite para la lámpara, las limosnas del Viernes Santo, gastos de incienso, de monaguillos…etc. al tamborilero se le abonó 4.828 mrvs. Los “cargos” o entradas suman un total de 170.296 mrvs, mientras los gastos fueron de 121.826 mrvs, con un saldo a favor de 48.770 mrvs.

La cuentas del siglo  XVIII vienen expresadas en reales, además de especificar bien las procedencias, especialmente todos los Censos, con el nombre y apellidos de los interesados, el importe del rédito de cada censo:  “Isabel Álvarez, mujer de Alonso Castillo paga rédito anuales 9 reales y 9 maravedíes”. También especifican si eran de Jaraíz, de Garganta o de Pasarón.

En este período se observa un aumento de las propiedades, como por ejemplo : “el castañar que produjo 350 reales así como la huerta, las yerbas de la Vega donde pastaba la ganadería vacuna que poseía”,  y consta el dinero que obtenía de la venta de los terneros, que ascendió en una de las cuentas a 1.280 reales.

En los gastos aparecen ahora nuevas partidas como lo que se pagaba al guarda de las vacas. Aumenta el dinero que se empleaba en misas, vigilias y tercias: “en las Misas de Dolores ascendió a 12 reales por ser cantadas”.

Pese al aumento de las propiedades de la Cofradía, hubo algún año que se produjo déficit, como en el 1732. En las cuentas de este año constan los siguientes datos: “Cargos 2.295 reales, Dattas (gastos) 2.455 reales, saldo en contra, 160 reales”. En las cuentas de los años siguientes este déficit se fue superando, hasta equilibrarse y luego superarse el presupuesto.

 

 

III.- F.- ESTUDIO ARTÍSTICO DE LAS IMÁGENES.

 

III. F. 1. LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS.

Esta imagen, a la que se le rindió culto durante muchos años, fue sustituida en el siglo XX por la actual, llamada Virgen de los Dolores. De la antigua imagen no tenemos noticias, a pesar de nuestro interés por encontrarla. Por este motivo sólo podemos hacer el estudio artístico de la imagen actual.

Esta “Piedad” representa a la Virgen en posición sedente, con el cuerpo de su hijo muerto entre sus brazos, al pie de la Cruz. Es una obra del primer tercio del siglo XX, cuyos caracteres responden a la corriente del “clasicismo” de la época.

Es un grupo escultórico muy bien conseguido, siendo de gran serenidad y mesura, cuya composición está muy equilibrada. Destaca el bellísimo rostro de la Virgen, de facciones perfectas, sin reflejar demasiado el patetismo formal, pero sí un intenso dolor sin estridencias, con su mirada dirigida al cielo, mientras abraza a su Hijo muerto, que parece como si estuviera dormido en el seno de su Madre.

También en la imagen del Señor, el dramatismo de la muerte está expresado con mesura y serenidad. El rostro de Jesús se apoya sobre el hombro de la Madre, acariciado por su mano derecha, sosteniendo con la otra uno de sus brazos, mientras el otro se desploma hacia el suelo, impulsado por la rigidez de la muerte. El cuerpo de Cristo muerto está muy bien conseguido, expresando la quietud de un cuerpo sin vida, cuya palidez es contrastada por la policromía intensa del manto de la Madre. En la profunda mirada de esta Virgen Dolorosa, serena y suplicante como Corredentora, se refleja todo el drama del Calvario, al contemplar a su Hijo muerto en sus brazos que emociona al creyente y que hace exclamar al poeta:

“Al pie de la Cruz la Virgen Madre llora,

Con Jesús estrechado en un abrazo,

Ya no había que esperar un nuevo plazo

Para alcanzar la gracia redentora.

¡Cómo debe dolerte mi Señora

La carga que soporta tu regazo¡

¡Cómo debe quemar ese pedazo

De tu entraña vencido en esta hora¡” (R.S. Shelly)

 

 

 

III.- F.-2 – LA IMAGEN DEL STMO. CRISTO DEL SEPULCRO

O DEL DESCENDIMIENTO.

Esta es  una escultura articulada con la que se procedía al rito de la Crucifixión y del Descendimiento de la Cruz para ser depositada a continuación en el Sepulcro, como ya hemos referido.

Esta bellísima escultura es de madera policromada del siglo XVII perteneciente a la escuela castellana, relacionada con el gran maestro Gregorio Fernández. En la actualidad se ha realizado una extraordinaria restauración por la que se pueden apreciar mejor sus características y cuyo realismo y hondo dramatismo se ponen de relieve en toda su pureza, tal como el artista la realizó hace más de tres siglos. Ahora resalta más la monocromía del “encarnado” de la Imagen contrastando con el rojo de la sangre que brota a borbotones de la herida del costado. Además, se aprecia mejor el patetismo de la expresión de su rostro, que se acentúa con el barroquismo de la barba y del cabello, así como también la sangre de las heridas producidas por la corona de espinas en su frente, acentuando aún más el sufrimiento  del rostro de Cristo.

Es, pues, una hermosa obra de arte que, además, tiene un profundo sentido religioso para el creyente jaraiceño quien, año tras año contempla con enorme emoción su paso por las estrechas calles medievales de la población la noche del Viernes Santo, en medio del más impresionante silencio, roto solamente por los ecos de una campana portada por los hermanos cofrades.

 

III.- F.-3.- LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE LA SOLEDAD.

Esta imagen formó parte también de la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias. Comienza a citarse en los textos a finales del siglo XVII y en el siglo XVIII hay muchas referencias a esta imagen, especialmente a sus ropas y mantos, ya que era una “imagen de vestir” al tener sólo esculpidas la cabeza, las manos y los pies mientras el resto del cuerpo es una especie de “maniquí” vestido con túnicas y manto apropiados.

La Virgen de la Soledad es de estilo barroco y se caracteriza por la perfección del modelado de su rostro, cuya expresión refleja con inmenso dramatismo todo el dolor que supone la muerte del Hijo, que se nos hace presente con la corona de espinas que muestra en una de sus manos.

Es una escultura de composición abierta, con sus brazos extendidos y sus manos son de tal expresividad que parece que sus dedos se quiebran ante el intenso dolor que se manifiesta de una manera especial en su rostro, con la mirada baja y un gesto de intenso dramatismo.

Varios textos nos hablan de esta imagen y de sus vestidos. La cita de 1722 dice lo siguiente: “Tiene un manto de seda que está en la Sacristía y otro de tafetán que tiene puesto Nª Sra. de la Soledad”. El texto de 1764 explica con más detalles las características de sus mantos: “Tiene dos mantos, uno de griseta negro con puntilla de plata y otro de tafetán negro”.

 

III.- G.- VALORACIÓN DE LA COFRADÍA.

Después de haber hecho este estudio detallado de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, hemos llegado a la conclusión de que fue de una enorme trascendencia en el aspecto religioso, social y cultural para el Jaraíz de la Edad Moderna.

Más de la mitad de los habitantes del pueblo pertenecían a ella, como hemos ya referido. Esto influirá de manera decisiva en la magnificencia de las celebraciones y en el ritual y fervor religioso de las procesiones, especialmente las del Viernes Santo, cuando tenía lugar la representación del misterio más importante de la Pasión: la Crucifixión del Señor y el Descendimiento de la Cruz, momento sumamente dramático donde la religiosidad alcanzaba indescriptibles niveles de elevación espiritual en los fieles.

Al gran drama del Calvario, representado con tanto realismo, se unía el rito de los disciplinantes, que, caminando son los pies descalzos, con el rostro cubierto y la túnica descubierta por la espalda para recibir los latigazos de su autoflagelación, acompañaban a las imágenes en todo su recorrido. Todos estos momentos eran vividos por los creyentes con una gran intensidad.

En cuanto a la faceta cultural que desarrolló la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias, hay que decir que fue de gran relieve, no sólo en lo referente a la cultura popular sino también en otros ámbitos más cultos. Las facetas más importantes de la cultura popular las encontramos en el fomento del folklore y la música popular a través de las danzas al son de flauta y tamboril ejecutadas en las distintas festividades.

Las manifestaciones culturales de alto nivel como la Oratoria o la Música religiosa alcanzan gran desarrollo. Hemos encontrado numerosas citas en los textos sobre los cantos “al son del órgano”, tanto de Misas como de Vigilias y otros canto litúrgicos. En la Parroquia de San Miguel hay documentos de la existencia de, al menos, dos órganos. Uno de ellos data de 1625 y costó “cien reales”, el otro es de 1739 y supuso para las arcas parroquiales un desembolso considerable, pues se pagó por él 5.032 reales. Según el Catastro de Ensenada, en 1753, el organista de este templo era “Felipe Rodas” y aclara el texto lo que ganaba: “y por serlo del vale ciento cincuenta reales”.

La Oratoria tuvo mucha importancia para esta Cofradía ya que los sermones eran imprescindibles en algunas festividades, como en el Viernes Santo para la evangelización de los fieles, la mayoría analfabetos, pero, sobre todo, para provocar en los creyentes esos sentimientos que requerían los momentos cumbre de la Pasión y Muerte del Señor. Solían ser los dominicos  los agustinos los encargados de estas predicaciones.

 

 

 

 

 

 

 

Abr 292014
 

Álvaro Meléndez Teodoro.

 INTRODUCCIÓN.

Trabajábamos con un grupo de amigos, Recreaciones Históricas en Miniatura, para la realización de un diorama sobre la Guerra de la Independencia en Extremadura. El tema elegido era la entrada en Badajoz, en 1810, del General Menacho, que habría de morir en su defensa. No encontramos mucha documentación para conocer las unidades militares que le acompañaron en ocasión, aunque conocíamos las que estuvieron en el Badajoz sitiado.

Seleccionamos algunas de las más allegadas a nuestra región, así se reprodujeron soldados del regimiento 1º de Badajoz, de las Milicias urbanas de la ciudad y del Regimiento Provincial de Trujillo del que sabemos que, al menos, un batallón estuvo en la defensa de la plaza.

La uniformidad fue fácil de conseguir puesto que aparece en numerosos tratados de uniformología y en el Estado Militar de España, Biblioteca Nacional.

Por aquellas fechas también mi hijo Álvaro visitó la Academia de Infantería en Toledo y entre las numerosas fotografías que trajo destaca una modesta placa, dibujada en forma de pergamino que señala todas las unidades de Infantería española condecoradas con la Cruz Laureada de San Fernando, la mayor recompensa en combate que se concede en España. En la corta y heroica relación volví a encontrarme con el provincial de Trujillo aunque no especificaba la mención ninguna otra circunstancia ni fecha.

El trabajo de Recreaciones históricas es riguroso en la historia y de ahí la necesidad de ampliar conocimientos sobre esta Unidad militar, tan destacada en su corta existencia, un siglo cumplido, aunque prolongada en otras Unidades, como el Regimiento de Reserva Cáceres y, actualmente, en el Regimiento de Infantería “Isabel la Católica” acantonado en Galicia.

La historia bélica, y social, del Provincial de Trujillo, es muy destacada, habiendo tomado parte en todas las campañas de su tiempo, Rosellón, Portugal, Guerra de la Independencia y Primera Guerra Carlista.

El problema que se nos plantea es la falta de documentación. Muy pocos trabajos hay publicados sobre los regimientos de milicias y en el principal Archivo Militar, apenas se encuentran algunas referencias y antiguos libros.

Considero que trabajar, investigar, en el historial del Provincial de Trujillo es una tarea por realizar y modestamente quiero aportar estas líneas, aquí, en la cuna de esa Unidad, para ponerlas a disposición de aquel historiador que quiera afrontar el reto.

 

LAS MILICIAS PROVINCIALES.

A grandes rasgos puede señalarse que la idea de crear las Milicias Provinciales surge de la necesidad de mantener una elevada fuerza en armas para defensa de un territorio a un coste muy económico. Son los pueblos los que aportan el personal y vestuario y el Estado aporta el armamento. En origen se dedicaban varios días al trimestre para la Asamblea, reunión de formación e instrucción, con alguna que otra práctica de tiro.

En los Provinciales solo cobra la Plana mayor, un coronel, un teniente coronel, un sargento mayor[1] y dos ayudantes, que si bien pueden ser militares profesionales, pronto serán sustituidos por “propietarios acaudalados”, quedando únicamente el sargento mayor como profesional de las armas.

Si en un primer momento se pensó en estas milicias para defensa urgente del territorio nacional,  la ausencia del ejército regular, caro de mantener y alejado de España en sus campañas trasatlánticas, hizo que se emplearan estas fuerzas en diversos conflictos. Así las vemos en la campaña contra la convención francesa ó Guerra del Rosellón, entre 1793 y 1795; en la invasión de Portugal, Guerra de la Naranjas, en 1801; en la Guerra de la Independencia, 1808-1814, aunque en 1810, se las equiparó a fuerzas regulares, dotándolas de mandos regulares ó en la Guerra carlista de 1733 a 1739. Desaparecerían con las reformas de los años cuarenta del siglo XIX.

…Las milicias provinciales no pueden existir hoy, como existieron hasta principios del presente siglo. Las milicias provinciales estaban destinadas a cubrir el servicio militar en el interior del país, cuando el ejército tenía que marchar a combatir en país extranjero y cuando el estado de tranquilidad completa en lo  interior hacía innecesaria en ellas la vigorosa organización de los ejércitos permanentes. De aquí el no necesitarse entonces en las milicias toda la solidez de instrucción, que es condición indispensable del triunfo.

De aquí también el que los jefes y oficiales de este instituto pudieran ser tomados de entre aquellas familias acaudaladas de cada provincia, que ejercían sobre su tropa, más bien que la autoridad de la Ordenanza militar, la influencia del propietario sobre el colono, del amo sobre el criado, del rico sobre el pobre…Del Real decreto de 16 de agosto de 1847, sobre la reorganización de la Infantería.

Sin descartar por completo las afirmaciones que arriba señala el decreto, habría que hacer constar el papel destacado, heroico en muchas ocasiones y los valiosos  servicios prestados por los Provinciales. Este decreto, destinado a hacer desaparecer las milicias y necesitando para ello una vigorosa defensa de tal medida, carga las tintas, en ocasiones de manera desmedida.

Tal descrédito perduró muchos años entre los historiadores de lo militar y por ello, todavía hoy, son desconocidas en gran parte las vicisitudes de estas fuerzas territoriales o de reserva, formadas por ciudadanos modestos de la mayor parte de las localidades de España,  que en momentos decisivos si supieron cumplir su deber con gallardía.

 

EL REGIMIENTO PROVINCIAL DE TRUJILLO.

 

La Real Ordenanza de Felipe V de 31 de enero de 1734, dispone la reorganización de las milicias provinciales en proporción al vecindario y regidas por el Reglamento de la Infantería.

En Extremadura, todos sus partidos excepto Plasencia conformarán dos Regimientos, que habrán de ser los de Badajoz y Trujillo. Plasencia y Ciudad Rodrigo formarán el Regimiento de Plasencia.

Cada regimiento estará formado por un batallón de a siete compañías, en cada una de las cuales formarán 1 capitán, 1 teniente, 1 alférez y 133 hombres, entre ellos, 2 sargentos, 1 tambor y 4 cabos.

La Plana Mayor regimental habrán de formarla 1 coronel, 1 teniente coronel con mando de compañía, 1 sargento mayor y 2 ayudantes. En total cada regimiento estará formado por 721 plazas.

Por Real orden de 2 de febrero de ese mismo 1734 es nombrado Inspector General de Milicias el General José Tineo y por otra, de 1 de agosto de 1735, se dispone que de cada compañía habrán de seleccionarse 15 soldados robustos y bien conformados para organizar una compañía de Granaderos, selecta.

En febrero de 1760 está de guarnición en Badajoz y algo después: …a las diez de la mañana del día 24 de abril de éste año, salió de ésta ciudad y su Plaza la tropa toda de Milicias de Trujillo, que la guarnecía; van derechos a Miajadas, a la Zamblea[2] [sic] de donde cada uno se irá a su domicilio y hasta dicha villa van también los oficiales… (Tolosa, página 6)

 

En 1767, la División 2 de Milicias Provinciales estaba compuesta por los Regimientos de Badajoz, que englobaba 26.549 vecinos; Trujillo, 31.945 vecinos; Plasencia, 26.839 vecinos, además de los Regimientos de Murcia, Cuenca, Alcázar de San Juan, Chinchilla, Lorca, Toledo y Ciudad Real

En 1788, al acceder al trono Carlos IV, las Milicias Provinciales mantuvieron la organización anterior, en base a un solo batallón de ocho compañías. Por aquella época no suponían un alto coste a la Hacienda Pública ya que lo obtenido por un impuesto a la fanega de sal se invertía únicamente en pagar a Sargentos, cabos y Tambores, los jefes y Oficiales cobraban de la Inspección de Infantería, de donde generalmente procedían.

 

LA CAMPAÑA DEL ROSELLÓN.

El desencadenante de la guerra contra la Convención fue la ejecución del rey francés Luis XVI, 21 de enero de 1793.

España desplazó a los Pirineos tres Ejércitos: el de Cataluña, unos 40.000 hombres, al mando del General Ricardos, el de Navarra y Guipúzcoa, unos 20.000, al mando del general Ventura Caro y el de Aragón, unos 5.000, al del príncipe de Castelfranco.

Trujillo combate en los inicios de esta campaña al mando de su coronel, el III Conde de la Torre del Fresno, Toribio Gragera de Vargas.[3]

En 1793 con el Ejército de Observación del Centro, junto a los Provinciales de Salamanca, Alcázar de San Juan y Toledo,  mantiene diversos encuentros por los que el rey, Real orden de 26 de agosto, felicita a los cuerpos provinciales, mostrando su satisfacción por su conducta militar.

En el ataque al reducto de Ceret, 26 de noviembre de 1793, aparece como destacado por su valor el capitán de los granaderos de Trujillo Conde de la Oliva.

En la campaña de 1794 combate en los Pirineos occidentales, Navarra y Guipúzcoa.

En marzo de 1794, tras el traslado de Torre del Fresno al Regimiento “Extremadura” es designado para el mando el Conde la Oliva.[4]

Los franceses, en junio, van a tomar la iniciativa con diversos ataques sobre la izquierda española. El general Ventura Caro traza un plan de contraataque:

El general Ventura Escalante, desde los altos de Vera atacará la posición de Mandale, con la columna de Granaderos del marqués de Ferrara y los Regimientos Provinciales de Trujillo, conde de la Oliva, y Toro, coronel Pedro Guerrero, y un escuadrón de dragones de la Reina, al mando del Brigadier Diego de Artacho. Se iniciaría la acción el día 23 de junio.

El general Escalante, a bayoneta calada, sin hacer un solo disparo ocupó Mandale que guarneció con 700 hombres de Trujillo y Toro y se adelantó a las lomas de Urruña. Pero la acumulación de medios del enemigo, unos 60.000 hombres al mando de Moncey, que veremos en España unos años más tarde con el empleo de Mariscal del Imperio[5], obliga a un ordenado repliegue a las posiciones de partida.

Tras estas operaciones, y a causa de las constantes intrigas palaciegas y de la falta de refuerzos, el general Caro renunciará al mando siendo sustituido por el conde de Colomera, Martín Álvarez de Sotomayor.

Las operaciones costaron unos 80 muertos, alrededor de 400 heridos y 34 prisioneros, entre estos últimos el teniente Bartolomé Donoso del Provincial de Trujillo. Los franceses tuvieron alrededor de 800 bajas.

Las tropas de la Convención prosiguen su avance y ocupan Vera, el valle de Baztán y San Sebastián y son frenados ante Pamplona y la línea del Deva, defendida por los Provinciales de Burgos, León, Toro, Trujillo, Laredo, Valladolid y Santiago de Compostela.

El 22 de julio de 1795 se firmará la paz de Basilea, que pondrá fin a las hostilidades.[6]

El provincial de Trujillo aparece acantonado en Extremadura desde finales de 1796 a fines de 1797, junto a otras Unidades veteranas de la campaña. La finalidad principal era poner coto al desorden observado en la instrucción, táctica y voces de mando.

Godoy, por entonces en la cumbre de su éxito, dispone unas amplias reformas en los Ejércitos, y en los reglamentos de la Infantería.

El general Pardo Figueroa traduce el reglamento francés de 1793 y el rey dispondrá que sea el que se aplique a toda la Infantería española.

Por esta época se dispone que los lugares de Asamblea de la Infantería se lleven a cabo en Trujillo y Ávila y las de Caballería en Almagro.

Las asambleas eran reuniones periódicas, en tiempos de paz, para realizar ejercicios conjuntos y unificar criterios en las fuerzas operativas.

 

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

Tras el tratado de Amiens, 25 de marzo de 1802, que pondría fin a la guerra entre Francia e Inglaterra, por poco tiempo, el Provincial de Trujillo pasa a establecerse en el Puerto de Santa María, el provincial de Plasencia también se establecería en el Puerto y en la Isla de León. El Provincial de Badajoz entraría en Portugal en 1807 con las fuerzas de Junot.

 

En mayo de 1808 se halla en el Puerto de Santa María, conformado en un batallón con 34 jefes, y 567. Tiene 171 hombres agregados al Regimiento de Caballería de la Reina. En junio está integrado en la División 2, General Félix Jones, un batallón con 967 hombres. Por entonces es su Coronel Diego de Carvajal y su Sargento Mayor Francisco Pavía.

El 19 de julio combate en la batalla de Bailén, donde sufre 12 bajas. El Provincial de Trujillo se encuadra en la División 2, Marqués de Coupigny, junto a los Regimientos de Infantería: Ligera de Voluntarios de Cataluña, Fijo de Ceuta, Provinciales de Granada, Bujalance, Cuenca y Ciudad Real, Voluntarios de Granada; los de Caballería Borbón y España; una compañía de Artillería con seis piezas y una compañía de zapadores.

Por Real Orden de la Regencia, de 1 de julio de 1810, se dispone que los regimientos de Milicias fueran conformados  como regimientos de Infantería de línea y se le organiza un segundo batallón, nace el efímero Regimiento de Infantería Trujillo.

En 1811 cae prisionero al rendirse la plaza de Badajoz. Muchos de sus componentes logran fugarse de los franceses y se reorganiza en julio, pasando a la División del General Penne Villemur.

En 1812 es Coronel Manuel Mª Montalvo, Primer mayor Joaquín Fontán, y Segundo mayor Francisco Mogollón.

En 1 de abril de 1814 se ordena pasara  Vitoria pero al paso por Madrid se le ordena establecerse en dicho cantón militar, donde quedará de guarnición hasta 1815.  Aquí, por Real orden de 16 de octubre de 1814, vuelve a establecerse al pie de Provincial, un batallón.

La Real resolución estará cumplimentada en marzo de 1815, cuando quedan repuestos los 42 regimientos provinciales, que se constituirán en cuatro divisiones al mando de: La 1ª del Mariscal de campo Fernando Butrón, la 2ª del Brigadier Ignacio Balanzat, la 3ª del también Brigadier Andrés de Mendoza y la 4ª del Mariscal de campo José de Imaz.

El pronunciamiento de Cabezas de San Juan, y consiguiente Trienio liberal, supone una nueva reforma.

Por decreto de las Cortes, de 18 de noviembre de 1821, se dispone que las unidades de las Milicias Provinciales  habrán de integrarse en la Milicia Nacional, que se reorganizará en 75 batallones de Infantería de línea, 12 batallones de Infantería ligera, 5.000 plazas de Artillería y 1.000 de Zapadores. Aportando las poblaciones unas tres plazas por cada 400 habitantes.

Según este reglamento Badajoz llevará el nº 3, Trujillo el nº 11 y Plasencia el nº 39. Se crea además, entre otros, el Batallón Mérida.

Tras la invasión de los “Cien mil hijos de San Luis” y la toma de los plenos poderes por el rey Fernando VII, que dará lugar a la llamada década ominosa, se restauran las milicias provinciales por Real Orden de 9 de agosto de 1824.

De los regimientos Provinciales se tomarán las compañías selectas, granaderos y cazadores, para conformar la llamada Guardia Real Provincial, pronto motejados como “guripas» por las siglas de sus botones (G. R. P.)[7]

Los 42 Regimientos quedarán conformados por un batallón de ocho compañías, seis de fusileros más las dos ya señaladas y se encuadrarán en cuatro divisiones: 1ª Castilla la Vieja, 2ª Castilla la Nueva, 3ª Andalucía y 4ª Galicia.

El Boletín Oficial de 26 de noviembre de 1833 publica una Real Orden sobre reclutamiento y exenciones del servicio.

 

LA I GUERRA CARLISTA.

Toma parte en la Guerra carlista, en la que ha de jugar un papel destacado.

Por decreto de 16 de noviembre de 1835 se dispone la integración, de nuevo, de las Unidades de Milicias en las Unidades de Infantería de Línea. Esta reorganización supondrá la paulatina disolución de los provinciales, desapareciendo totalmente la Institución de las Milicias Provinciales en 1841, tras la Guerra y consiguiente reorganización de la milicia operativa.

El Regimiento de Trujillo destaca en la defensa de la ciudad de Bilbao:

…Gobierno político de la provincia de Badajoz.- Cuando todos están admirados y prodigan las más justas alabanzas a los heroicos defensores de la invicta Bilbao, justo es que en esta provincia se sepa la gran parte que en tan inmortal defensa ha tenido el valiente Regimiento de Milicias Provinciales de Trujillo, que dirigido por su bizarro e impávido coronel, don Juan Durán, extremeño como todos los soldados y la mayor parte de sus dignos oficiales, después de haberse llenado de gloria en el sitio que sufrió aquella heroica villa en el mes de Octubre último, ha eternizado su nombre en el que acaba de sufrir con tanto valor dando a la nación uno de los mayores días de gloria.

El interesantísimo punto de San Agustín estaba encomendado a los denodados estremeños, cuyo regimiento lleva el nombre de la ciudad en que nació Pizarro, y la siguiente comunicación da una idea del modo con que lo defendieron en el obstinado y mortífero ataque que sufrió el día 17 de Noviembre:

“Comisión permanente de la Junta de Armamento y defensa de Vizcaya = Nº 51 = Admirada esta comisión de la bravura de los heroicos defensores de San Agustín, que al mando de V. S. han hecho el día de hoy, para siempre memorable en en los fastos militares de España con tantos prodigios, ha dispuesto embiar a V. S. pan vino y mil reales de vellón, a fin de que se sirva distribuirlos entre ellos conforme mejor le parezca, para que puedan referescar en su nombre y prepararse si fuese necesario a combatir de nuevo con igual gloria y bizarría y recoger los laureles inmarcesibles de que se han hecho tan dignos = V. S. que a la vista mismo de la comisión, ha sabido darles sublimes ejemplos de impavidez y denuedo, reciba su parabién cordial, y no dude que la patria agradecida premiará como merecen las virtudes guerreras de V. S., su infatigable actividad, su valor sin segundo. Dios guarde a V. S. muchos años. Bilbao 17 de Noviembre de 1836 = José Pantaleón de Aguirre = Francisco de Gaminde = José Antonio de Ibarra = Francisco de Hormaeche secretario = Señor coronel don Juan Durán, comandante del fuerte inmortal de San Agustín.

Regimiento provincial de Trujillo = Punto de San Agustín = La noble y patriótica Junta de Armamento y defensa de esta noble villa de Bilbao me honra en este día con mis súbditos de un modo extraordinario, que jamás olvidaré, ni dejaré de adrle en nombre de todos las más espresivas gracias.

Bilbao es el que merece la inmortalidad y nosotros con su ejemplo y en nobre de la patria lo defendemos entre sus ruinas, hasta sepultarnos en ellas como así lo tenemos jurado. Admitimos con entusiasmo el obsequio que VV SS se ha servido hacernos del que repetimos nuestro agradecimiento. Dios guarde a V. Ss. Muchos años = San Agustín 17 de Noviembre de 1836 = el coronel Juan Durán =Señores de la Junta de Armamento y defensa de Bilbao.”

Estremeños: Poseeros de un noble orgullo al ver como nuestros paisanos saben defender la libertad y el trono de la inocente Isabel; imitad su ejemplo y, cuando concluida la guerra frarticida, regresen esos valientes a sus hogares, recibidlos con coronas de laurel, acatadlos y consideradlos como hijos predilectos de la patria que defendiendo la invicta Bilbao han dado con las demás tropas del ejército, Milicia nacional y sus habitantes, una prueba indestructible de que las fuerzas de los déspotas se estrellarán siempre que osen atacar a hombres libres. Badajoz a 8 de Enero de 1837 = José Zepeda[8](BOPB, 21 enero 1837)

Finalmente el convento caería en manos de los asaltantes el día 27 de noviembre, no obstante, la tenaz resistencia de los isabelinos determinó que los carlistas no pudieran tomar la ciudad y se retirasen con grandes pérdidas. En la actualidad el convento ha desaparecido por completo y en su emplazamiento se levanta el Ayuntamiento de la ciudad.

En 17 de enero de 1837 la Reina gobernadora sanciona un decreto de las Cortes por el que se conceden diversas felicitaciones y recompensas a los liberadores y defensores de Bilbao. Entre otras mercedes son declarados Beneméritos de la Patria. El documento es publicado en el Boletín de la Provincia del 2 de febrero:

……Las Cortes, usando de la facultad que se les concede por la Constitución, han declarado:

Art. 1º.- Los defensores de Bilbao, el General y las tropas de mar y tierra, tanto españolas como inglesas, que han hecho levantar el sitio de aquella plaza, han merecido bien de la Nación española…

La defensa de Bilbao, o mejor el fracaso de las fuerzas carlistas ante ella, supuso una inflexión importante en el desarrollo de la Guerra. Las potencias internacionales retirarían gran parte del apoyo al pretendiente don Carlos, al ver que no dominaba ninguna capital importante en lo económico, industrial o estratégico. Muchos estudiosos marcan este acontecimiento como el principio del fin del las aspiraciones carlistas. La importancia de esta victoria fue muy celebrada y conmemorada entre los isabelinos:

…VARIEDADES.- El domingo 5 del corriente, a las 9 de su mañana, se celebran en esta sta. Iglesia catedral[9] las honras por las víctimas de Bilbao; siendo su orador el canónigo D, Juan Pascual de Sama. Tenemos la satisfacción de anunciar al público ser este uno de los poquísimos liberales que cuenta este cabildo; y es de esperar de su erudición y patriotismo un cabal y exacto desempeño de la importante misión que se le ha cometido… (BOPB, 4 febrero 1837)

Por Real orden de 22 de julio de 1836 se dispone que desaparezcan los empleos de teniente coronel por innecesarios y por Real decreto de 5 de marzo de 1839 se dispuso que los empleos de coronel se cubran con tenientes coroneles o comandantes de Infantería con la denominación de Comandantes primeros jefes de Milicias.

 

A MODO DE CONCLUSIÓN

 

Consta el Regimiento provincial de Trujillo en una relación de Unidades de Infantería del ejército español como laureada de San Fernando. Por el momento no hemos encontrado la acción, ni la fecha ni las circunstancias de tal concesión.

Sí hemos encontrado que la Unidad heredera, el Batallón de Reserva de Cáceres, obtuvo tan preciado galardón por la acción del cerro de Muriaín[10] (Navarra), los días 3 y 4 de febrero de 1875.

Que dicho batallón  a finales del siglo XIX cambió de nombre hasta conformarse como Regimiento de Isabel la Católica en 1889 y que esta Unidad incorporó a su Historial tan relevante condecoración y el escudo de Cáceres que aún campea en sus armas. En la actualidad se acuartela en Figueirido (Pontevedra) con la denominación Regimiento de Infantería Ligera “Isabel la Católica” nº 29.

 

 

 

 

ANEXO I

 

 

CUADRO DE MANDOS DEL REGIMIENTO.

 

Tomado del Estado Militar de España, de los años reseñados.

Conviene hacer notar que el estado Militar, completísima guía de Unidades, destinos y Mandos del Ejército y la Armada, se elboraba siempre en los últimos meses del año anterior al referenciado, de modo que ocasiones aparece un mando en puesto que ese año solo ocupó unos días, o aparecen Instituciones o destinos que desaparecieron  en el transcurso del mismo.

Ocurre lo mismo con la uniformidad, siempre sujeta a modificaciones, en ocasiones muy puntuales, que pueden dar lugar a equívocos. No obstante, el estado Militar de España, es un documento, de elaboración anual, que se publicó entre 1768 y 1863, imprescindible para conocer la articulación de los Ejércitos españoles, sus Instituciones, composición y cuadros de mandos del mismo.

 

1768 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo:

Fundado en 1734, consta de un batallón. Coronel José de Quiñones; teniente coronel, Pedro de Torres; sargento mayor, teniente coronel Narciso Muñiz.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1769 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo:

Fundado en 1734, consta de un batallón. Coronel José de Quiñones; teniente coronel, Pedro de Porras (sic); sargento mayor, teniente coronel Narciso Muñiz.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1770 a 1772 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo:

Fundado en 1734, consta de un batallón. Coronel José de Quiñones; teniente coronel, Pedro de Porres (sic); sargento mayor, teniente coronel Narciso Muñiz.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1773 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Coronel: José de Quiñones, Teniente coronel: Pedro de Porres, Sargento mayor: Teniente coronel Esteban del Corral.

 

1774 a 1778 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: José de Quiñones, Teniente coronel: Pedro de Porres, Sargento mayor: Teniente coronel Narciso Muñiz.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1779 a 1781 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: José de Quiñones, Teniente coronel: Pedro de Porres, Sargento mayor: Pedro Cortés.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1782 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: José de Quiñones, Teniente coronel: vacante, Sargento mayor: Pedro Cortés.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1783 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: José de Quiñones, Teniente coronel: vacante, Sargento mayor: Pedro Cortés.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1784 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: José de Quiñones, Teniente coronel: el de Infantería Diego Castañeda, Sargento mayor: Antonio Fernández de Lozoya.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1785 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: José de Quiñones, Teniente coronel: vacante, Sargento mayor: Antonio Fernández de Lozoya.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1786 a 1792 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: José de Quiñones, Teniente coronel: el de Infantería Rodrigo Moscoso, Sargento mayor: Diego García Gago.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1793 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el Conde de la Torre del Fresno, Teniente coronel: el de Infantería Rodrigo Moscoso, Sargento mayor: Diego García Gago.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1794 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el Conde de la Torre del Fresno, Teniente coronel: el de Infantería Rodrigo Moscoso, Sargento mayor: Diego García Gago.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1795 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el Conde de la Oliva, Teniente coronel: el Marqués de Camarena la Real, Sargento mayor: el Teniente coronel de Infantería Diego García Gago.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1796 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el de Infantería Marqués de Camarena la Real, teniente coronel: vacante, Sargento mayor: el Teniente coronel de Infantería Diego García Gago.

Uniforme: Azul con vuelta, solapa y collarín encarnado, botón dorado.

 

1797 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el Marqués de la Conquista, teniente coronel: Diego Carvajal Roco de Godoy, Sargento mayor: el Teniente coronel de Infantería Diego García Gago.

Uniforme: casaca azul; chupa y calzón blanquizcos, vuelta, solapa y cuello encarnado, botón dorado con el nombre de su capital.

 

1798 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el Marqués de la Conquista, teniente coronel: Diego Carvajal Roco de Godoy, Sargento mayor: el Coronel de Infantería Diego García Gago.

Uniforme: casaca azul; chupa y calzón blanquizcos, vuelta, solapa y cuello encarnado, botón dorado con el nombre de su capital.

 

1799 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el Marqués de la Conquista, teniente coronel: Diego Carvajal Roco de Godoy, Sargento mayor: el Coronel de Infantería Diego García Gago.

Uniforme: casaca azul; chupa y calzón blanquizcos, vuelta, solapa y cuello encarnado, botón dorado con el nombre de su capital.

 

1800 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el Marqués de la Conquista, teniente coronel: Diego Carvajal Roco de Godoy, Sargento mayor: Francisco de Paula Pavía.

Uniforme: casaca azul; chupa y calzón blanquizcos, vuelta, solapa y cuello encarnado, botón dorado con el nombre de su capital.

 

1801 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: el Marqués de la Conquista, teniente coronel: Diego Carvajal Roco de Godoy, Sargento mayor: Francisco de Paula Pavía.

Uniforme: casaca azul; chupa y calzón blanquizcos, vuelta, solapa y cuello encarnado, botón dorado con el nombre de su capital.

 

1802 a 1808 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Fundado en 1734, consta de un batallón.

Coronel: Diego Carvajal Roco de Godoy. Sargento mayor: Teniente coronel de Infantería Francisco de Paula Pavía.

Uniforme: Casaca, chaleco y calzón blanco, forro, vuelta con portezuela, solapa y cuello encarnado, botón dorado con el nombre de su capital.

 

1811 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo

Formaba parte del 5º Ejército, Extremadura y Castilla, del mando del General Francisco Javier Castaños.

Coronel: Diego Carvajal Roco de Godoy. Sargento mayor: Teniente coronel de Infantería Francisco de Paula Pavía.

 

1815 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo.

…Declarados de Infantería de línea por el Reglamento de 1º de Julio de 1810 y que deben extinguirse luego que se restablezcan aquellos con arreglo a la Real orden de 16 de Octubre de 1814… (Estado Militar 1815)

Fundado en 1734.

Coronel: Manuel María Montalvo[11]. Teniente coronel: Joaquín Fontán[12]. Sargento mayor: Francisco Mogollón[13].

Uniforme: casaca azul turquí, cuello y vuelta azul celeste, forro, vivo y botón blanco.

 

1816 a 1820 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo.

Fundado en 1734.

Coronel: el de Infantería Ventura Mena. Sargento mayor: Francisco Mogollón.

Uniforme: casaca corta, pantalón y botín azul turquí, vuelta, cuello, solapa y forro encarnado con vivo blanco y chaqueta del propio color; capote pardo con vivo encarnado, morrión y botón dorado con el nombre de su capital.

 

1821 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo.

Fundado en 1734.

Coronel: el de Infantería Ventura Mena. Sargento mayor: el comandante supernumerario Francisco Mogollón.

Uniforme: casaca, pantalón y botín azul turquí, vuelta, cuello, solapa y forro encarnado con vivo blanco y chaqueta del propio color; capote pardo con vivo encarnado, morrión y botón dorado con el nombre de su capital.

 

1822 y 1823 Batallón de la Milicia Nacional Activa, Trujillo nº 11.

Fundado en 1734. (Mantienen la antigüedad)

Coronel: el de Infantería Ventura Mena. Sargento mayor: el comandante supernumerario Francisco Mogollón.

Uniforme: Será en todo igual al de la Infantería, diferenciándose tan solo en el escudo del chacó y en el botón, según Real Orden de 20 de septiembre de 1821.[14]

 

En 1824 no se editó el Estado Militar.

 

1825 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Narciso Muñiz; Teniente coronel: Antonio de Orellana y Plata; Sargento mayor: Mariano Montesinos.

Uniforme: Casaca larga sin solapa, vuelta y faldón con cartera, pantalón, chaqueta y gorro azul turquí, cuello, forro, y vivo encarnado, botín negro, capote gris con cuello encarnado, botón dorado con el nombre del regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1826 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Narciso Muñiz; Teniente coronel: Antonio de Orellana y Plata; Sargento mayor: Ramón Abeleira.

Uniforme: Casaca larga sin solapa, vuelta y faldón con cartera, pantalón, chaqueta y gorro azul turquí, cuello, forro, y vivo encarnado, botín negro, capote gris con cuello encarnado, botón dorado con el nombre del regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1827 y 1828 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Narciso Muñiz; Teniente coronel: Antonio de Orellana y Plata; Sargento mayor: Teniente coronel de Infantería, graduado[15], Ramón Abeleira.

Uniforme: Casaca larga sin solapa, vuelta y faldón, pantalón, chaqueta y gorro azul turquí, cuello, forro, y vivo encarnado, botín negro, capote gris con cuello encarnado, botón dorado con el nombre del regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1829 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Comandante de Infantería Narciso Muñiz; Teniente coronel: Antonio de Orellana y Plata; Sargento mayor: Teniente coronel de Infantería, graduado, Mariano de Lara.

Uniforme: Casaca larga sin solapa, vuelta y faldón, pantalón, chaqueta y gorro azul turquí, cuello, forro, y vivo encarnado, botín negro, capote gris con cuello encarnado, botón dorado con el nombre del regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1830 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Comandante de Infantería Narciso Muñiz; Teniente coronel: Antonio de Orellana y Plata; Sargento mayor: Teniente coronel de Infantería, graduado, Mariano de Lara.

Uniforme: Casaca larga sin solapa, vuelta, pantalón y gorro azul turquí, cuello, barras, forro, y vivo encarnado, botón dorado con el nombre del regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1831 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Comandante de Infantería Narciso Muñiz; Teniente coronel: Antonio de Orellana y Plata; Sargento mayor: Coronel de Infantería, graduado, Francisco de Paula Latorre y Latorre.

Uniforme: Casaca larga sin solapa, vuelta, pantalón y gorro azul turquí, cuello, barras, forro, y vivo encarnado, botón dorado con el nombre del regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1832 y 1833 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Comandante de Infantería, graduado, Juan Durán; Teniente coronel: Antonio de Orellana y Plata; Sargento mayor: Coronel de Infantería, graduado, Francisco de Paula Latorre y Latorre.

Uniforme: Casaca larga sin solapa, vuelta, pantalón y gorro azul turquí, cuello, barras, forro, y vivo encarnado, botón dorado con el nombre del regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1834 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Coronel de Infantería graduado Juan Durán; Teniente coronel: Coronel de Milicias graduado Antonio de Orellana y Plata; Sargento Mayor: Coronel de Infantería, graduado, Patricio Menduiña.

Uniforme: Casaca azul larga sin solapa, vuelta, pantalón y gorro azul turquí, Cuello, barras, forro y vivo encarnado, botón dorado con el nombre del Regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1835 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Coronel de Infantería, graduado, Juan Durán; Teniente coronel: Coronel de Milicias graduado Antonio de Orellana y Plata; Sargento Mayor: teniente coronel de Infantería, graduado, Antonio Nieto.

Uniforme: Casaca azul larga sin solapa, cartera a la walona, vuelta, pantalón y gorro azul turquí, cuello, barras, forro y vivo encarnado, botón dorado con el nombre del Regimiento y morrión con su número respectivo.

 

1836 y 1837 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Coronel de Infantería, graduado, Juan Durán; Teniente coronel: Teniente coronel de Infantería, graduado, José Pacheco y Gragera. Sargento Mayor: Teniente coronel de Infantería, graduado, Antonio Nieto.

Uniforme: Casaca azul larga sin solapa, cartera a la walona, vuelta azul turquí,  cuello, barras, forro y vivo encarnado, botón dorado con el nombre del Regimiento, morrión con el número del mismo en la chapa, pantalón celeste gris y gorro de cuartel azul turquí.

 

1838 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Coronel de Infantería, graduado, Juan Durán; Sargento Mayor: Teniente coronel de Infantería, graduado, Juan Bautista Pujol.

Uniforme: Casaca azul larga sin solapa, cartera a la walona, vuelta azul turquí,  cuello, barras, forro y vivo encarnado, botón dorado con el nombre del Regimiento, morrión con el número del mismo en la chapa, pantalón celeste gris y gorro de cuartel azul turquí.

 

1839 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Coronel de Infantería, graduado, José Pacheco y Gragera; Sargento Mayor: Teniente coronel de Infantería, graduado, Juan Bautista Pujol.

Uniforme: Casaca azul larga sin solapa, cartera a la walona, vuelta azul turquí,  cuello, barras, forro y vivo encarnado, botón dorado con el nombre del Regimiento, morrión con el número del mismo en la chapa, pantalón celeste gris y gorro de cuartel azul turquí.

 

1840 y 1841 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Coronel de Infantería, graduado, José Pacheco y Gragera; Sargento Mayor: Teniente coronel de Infantería, graduado, Manuel Garrido.

Uniforme: Casaquilla de paño verde oscuro, cuello y vueltas encarnado, vivo amarillo y botón blanco con el número en el centro y el nombre en la circunferencia. Pantalón de paño gris celeste forrado de lienzo, polainas de paño negro, capote de paño del color del pantalón con esclavina larga con botones como la casaquilla, morrión de fieltro de lana con imperial y visera de suela encerada, franja encarnada para los granaderos, verde para los cazadores y amarilla para los fusileros y galleta con el número del regimiento en el centro.

 

1842 Regimiento de Milicias Provincial de Trujillo nº 11.

Fundado en 1734.

Coronel: Coronel de Infantería, graduado, José Pacheco y Gragera; Sargento Mayor: Teniente coronel de Infantería, graduado, Manuel Garrido.

Uniforme: El mismo que el del Ejército, con la diferencia de los golpes del cuello y vuelta que serán encarnados. Botón blanco con el número en el centro y el nombre del regimiento en la circunferencia.

 

En 1843 ya aparece como Batallón de Reserva  Cáceres nº 11, mandado por el Coronel José Pacheco y, de Segundo comandante, el teniente coronel de Infantería Manuel Garrido. Por Real orden de 1 de marzo de 1842 se dio a los Sargentos mayores la denominación de Segundos comandantes.

 

 

ANEXO 2

En una búsqueda inicial, apenas aparecen documentos en el Instituto de Historia y Cultura militar de Madrid. En el mismo se custodian los Historiales de todos los regimientos del Ejército regular, pero apenas hay documentación, de esta época, de fuerzas no regladas, tales como Milicias. Estos documentos que presentamos se refieren a soldados del provincial de Trujillo, que por una u otra causa se encontraban afectos al ejército de Extremadura y aparecen firmados por el general Francisco Javier Castaños, a la sazón Capitán general.

 

 

INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA MILITAR. Documento 6707.355:

Carta del Capitán general Francisco Javier Castaños.

 

Al margen: a dn. Francº de Paula Leyte en 20 de Octubre desde Valencia de Alcántara.

El Teniente del Regimiento de Ynfantería Provincial de Truxillo dn. Ygnacio Martínez por quien tengo el honor de remitir esta a V. E. pasa a la Corte de Lisboa con el solo y único objeto de conducir a esta las papeleras y demás efectos del Archibo de la secretaría general de este Exercito que quedaron depositados allí el año pasado y en el día me hacen notable falta para la pronta y fácil expedición de los negocios. Esta razón me obliga a rogar a V. E. tenga a bien facilitar al expresado oficial un pasaporte amplio para que en su ida y vuelta se le faciliten sin demora los auxilios que necesitare para desempeño de su comisión; en la firme inteligencia y seguridad de que pagará puntualmente y a los precios establecidos en ese Reyno los carros o Acémilas que se le dieren; a cuyo efecto se han puesto a su disposición los caudales necesarios; y de que yo viviré reconocido a este fabor que procuraré añadir a los muchos que V. E. me tiene dispensados.

Esta ocasión me ofrece la de renovar a V. E. el respeto y la consideración con que es de V. E. afectísimo servidor y B. L. M. de V. E.

 

IHCM. Documento 6707.196

Carta del Capitán general Francisco Javier Castaños.

 

Al margen: Al Sub Ynspector de Ynfantª en 29 de Septe. Desde Valencia de Alcántara.

En atención a lo expuesto por el Teniente del Regimiento de Ynfantería Provincial de Truxillo dn. Bautista Vila en su instancia de 22 del actual; y a lo que manifiesta V. S. en el informe que acompaña: he venido en concederle la gracia que solicita de pasar a su primitivo regimiento de Ynfantería de la Princesa en su misma clase y con destino a la Compañía que resulta vacante por retiro que ha obtenido el Teniente dn. Vicente Corchado.

 Lo que comunico a V. S. para su noticia y cumplimiento. Dios gde. Etc…..

 

 

 

 

Bibliografía:

ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL, Informe sobre Jefes, fuerzas y destinos del regimiento provincial de Trujillo desde 1808 hasta 1815…, Diversos-Colecciones, Legajo 125, nº 8.

BOLETÍN DE BADAJOZ,Nº 24, 24 marzo 1835;

BOLETÍN OFICIAL DE LA PROVINCIA DE BADAJOZ, nº 9 de 21 de enero de 1837; nº 14 de 2 de febrero de 1837; nº 15 de 4 de febrero de 1837;

BOLETÍN OFICIAL Y DE AVISOS DE EXTREMADURA, BADAJOZ, 26 noviembre1833;

CLONARD, Conde de,  Historia orgánica de las Armas de Infantería y Caballería, Madrid, 1857, tomo V, página 227; tomo VI;

GAZETA DE MADRID, nº 117 de 26 agosto 1808.

GÓMEZ DE ARTECHE, Y MORO, J. Guerra de la Independencia. Historia militar de España de 1808 a 1814, Madrid, Depósito de la Guerra, 1875, tomo II, página 674 y ss.[16]

HERNÁNDEZ TOLOSA, Leonardo, Libro de noticias de…, Trujillo, Real Academia de Extremadura, 1992, páginas 4, 6, 21, 28, 51, 110, 175.

MERCURIO DE ESPAÑA, Madrid, Imprenta Real, enero 1794, página 67.

MERCURIO DE ESPAÑA, Madrid, Imprenta Real, febrero1794, página 223.

MERCURIO DE ESPAÑA, Madrid, Imprenta Real, julio 1794, páginas 367 a 384.

MERCURIO DE ESPAÑA, Madrid, Imprenta Real, septiembre 1794, página 117.

OÑATE ALGUERÓ, Paloma de, Servir al Rey: la Milicia provincial (1734-1846), tesis doctoral, Madrid, 2003.

OZCARIZ, H. de, Historia de las Milicias provinciales, de su origen, vicisitudes y servicios prestados…, Madrid, imprenta a cargo de Ramón Santacana, 1852.

SÁNCHEZ RUBIO, Mª Ángeles, Trujillo y la guerra de la Independencia, Badajoz, Caja de Extremadura, 2008.

SAÑUDO, J. J. La evolución orgánica militar durante la Guerra de la Independencia, Madrid, 1989.

Base de datos sobre las Unidades militares en la Guerra de la Independencia española, Madrid, Minisdef/Instituto de Historia y Cultura Militar, 2007.

SERVICIO HISTÓRICO MILITAR, Guerra de la Independencia, Madrid, editorial San Martín, 1989, volumen 2º, página 222.

URQUIJO GOITIA, José Ramón, Los sitios de Bilbao, CSIC

 

 

[1] Empleo hoy desaparecido, entre el comandante y el teniente coronel. Era el responsable de la instrucción y disciplina de una Unidad. Por lo general cada regimiento  contaba con una plaza.

[2] Quiere decir Asamblea: lugar determinado donde se reúne una fuerza y, por extensión, reunión de Unidades militares para una misión. En la actualidad se sigue denominando Asamblea a la reunión de una fuerza, que entra de servicio, para ser revistada.

[3] También Roco y Argüello. Siendo Capitán general interino de Extremadura fue asesinado, en un motín popular, el 30 de mayo de 1808.

[4] El Rey se ha servido conferir Dignidades, empleos y honores a los sujetos que aquí se expresan:

…El Regimiento de infantería de Córdoba al Coronel D. Vicente Amorós, teniente coronel del propio cuerpo;…el de Extremadura al Conde de la Torre del Fresno, Coronel del Provincial de Truxillo… (MDE febrero 1794)

[5] En 1808 con Napoleón y en 1823 con los Cien mil Hijos de San Luis.

 

[6]  Por la firma de este tratado recibirá Manuel Godoy el título de Príncipe de la Paz.

[7]  …Por Real decreto de 9 de agosto de 1824, ha resuelto el REY Nuestro señor que los Granaderos y cazadores de los expresados Regimientos sean parte de su Guardia Real, formando dos brigadas que se denominarán Granaderos Provinciales de la Guardia Real de Infantería y cazadores provinciales de la Guardia Real de Infantería; constando cada una de las mismas de dos Regimientos de tres Batallones, siendo su Comandante General el Inspector general, Juez privativo de los referidos Cuerpos provinciales, el teniente general Conde de San Rommán…Tomado del Estado Militar de España, año 1925.

[8] Presidente de la Diputación provincial de Badajoz.

[9]  Badajoz.

[10]Concesión en Real orden de 13 de junio de 1876.

[11]  Por decreto de 21 de diciembre de 1812, con sueldo de Sargento mayor.

[12] En comisión con sueldo de capitán.

[13] En comisión con sueldo de capitán.

[14]  Casaca azul turquí sin solapas, cuello, vueltas y vivo carmesí, forro encarnado, botón dorado algo convexo y en él el número del regimiento, vuelta abierta con portezuela, dragonas del color de la divisa y el número del regimiento en ambos lados del cuello, pantalón ancho de paño gris oscuro y medio botín de paño negro para invierno y para el verano pantalón y botín de lienzo blanco, capote gris con esclavina y chacó.

[15]En el siglo XIX se usaba la “graduación” como recompensa; es decir, se premiaba a los oficiales y suboficiales con uno dos grados más del que tenía. Era una manera de distinguir sin tener que pagar sueldos elevados o saturar un empleo. Hoy queda una reminiscencia en la “consideración de suboficial” que ostentan algunos miembros de tropa de la Guardia Civil. En adelante, en los textos será corriente encontrarse la expresión: “capitán, graduado de teniente coronel…”,  “para capitán de la compañía el comandante graduado don…” o “sargento 1º, con grado de subteniente…”

 

[16]Estado de fuerza del Ejército de Andalucía en 19 de julio de 1808…

Abr 242014
 

Rafael Luis Carballo López.

INTRODUCCIÓN.

La historia de la educación abarca amplias facetas más o menos estudiadas; más o menos conocidas, como pueden ser, entre otras muchas, las leyes, la organización académica, los manuales escolares. Estudios de los cuales, tanto a nivel nacional como autonómico, podemos encontrar amplia y diversa bibliografía.

Pero es la historia más particular, más próxima al alumno; esa historia de la educación en Extremadura, cercana a cada comunidad educativa particular, la que vamos a exponer en este trabajo; y lo vamos a hacer, mirando directamente al docente, enfocando nuestra atención en la figura del maestro; más concretamente, centrándonos en la maestra, en el agente femenino de la educación.

Ni que decir tiene que la mujer ha ejercido y ejerce un papel sumamente relevante dentro de la profesión docente, destacando por encima de la figura masculina en cuanto al número de personas que a esta profesión, a este arte, encaminan sus vidas.

Sin embargo, ese papel destacado ha quedado históricamente relegado a un segundo plano, por detrás de la figura masculina, en cuanto al reconocimiento público del que han sido objeto; escaso reconocimiento nunca motivado por falta de méritos, que sobradamente reconocemos y atribuimos, sino más bien por la apatía con la que durante lustros, la sociedad ha dado la espalda al valor social del papel de la mujer.

Y ese escaso porcentaje quedó nuevamente revalidado cuando realizamos el estudio sobre la denominación de los centros de enseñanza de la provincia de Badajoz.

Nuestro campo de investigación se centra, por tanto, en los centros educativos de Badajoz y su provincia.

Del más de medio millar de centros de enseñanza de toda la provincia, ciento veinticinco llevan nombres de algún personaje extremeño de nacimiento o adopción; y de estos, tan sólo diez llevan el nombre de una mujer, de una extremeña. Nuestro análisis quiere profundizar un poco más en la figura docente femenina y así, a modo comparativo, constatamos como la figura del docente masculino pacense aparece en la denominación de cerca de una treintena de centros en toda la provincia; mientras que el número de centros con nombres de maestras extremeñas en la provincia pacense es tan sólo de cinco.

Este exiguo porcentaje pone de manifiesto, una vez más, el escaso prestigio que, a través de su denominación, los centros educativos de la provincia de Badajoz dan a la figura femenina extremeña. Postura motivada, sin duda, como ya hemos matizado, por el escaso reconocimiento social que se daba a las mujeres en las fechas, ya lejanas, en las cuales estos centros obtuvieron su denominación actual.

Pero ¿Quiénes son esas cinco destacadas maestras? En su momento, durante el proceso de investigación que concluyó con la publicación del libro[1] en el que basamos este particular análisis, dar respuesta a ésta y similares preguntas fue una ardua tarea motivada por el escaso y en ocasiones nulo conocimiento que en los centros existe sobre la vida y obra de las personas de la que reciben su nombre.

Hoy, solventada la incógnita, rescatamos aquí los relatos biográficos de esas cinco maestras, todas ellas, comprometidas con el tiempo que les tocó vivir, mujeres sabedoras de la trascendental importancia que la educación tiene para el desarrollo futuro de los pueblos; y lo hacemos con la convicción plena de que estas cinco mujeres representan a toda una generación de maestras que, aun no teniendo placa en la puerta de ninguna escuela, son acreedoras de esa deuda en forma de gratitud que la sociedad ha contraído con ellas.

Este es por tanto un trabajo de historia y de historias, cinco historias singulares que juntas forman parte de la historia de la educación en Extremadura; una tierra que ha aportado a la Historia con mayúsculas numerosos personajes universales; pero también, una Extremadura de mujeres y hombres sencillos, como estas maestras, las cuales, en sus pequeñas poblaciones y en su día a día, han ido forjando, casi desde el anonimato, no solo su biografía particular, sino además, la historia de sus pueblos y ciudades; y por tanto, la historia más particular de esta tierra extremeña. Maestras que con su huella pedagógica, cincelada hoy a modo de recuerdo en las placas de las puertas de los colegios de Badajoz, bien merecen un puesto en los anales de la historia de la educación en Extremadura.

Cinco relatos biográficos de maestras que formaron a varias generaciones de hijos de esas localidades; docentes que dejaron huella para la eternidad; como decía el historiador y filósofo norteamericano Henry Adams cuando afirmaba que, “el maestro deja una huella para la eternidad, nunca puede decir cuando se detiene su influencia”; y por otro lado,  maestras cuyo legado de valores pedagógicos, con el paso de los años, con el transcurrir del tiempo, ha caído en el olvido en los centros a los que dan nombre y hoy apenas las conoce nadie, cumpliéndose así las palabras del Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, cuando afirmaba “… concluida la ardua labor seremos olvidados como la semilla en el surco; pero algo nos consolará al considerar que nuestros descendientes nos deberán parte de su dicha y que, gracias a nuestras iniciativas, el mundo, es decir, aquella minúscula parte de la naturaleza, objeto de nuestros afanes, resultará un poco más agradable e inteligible”.

Un recuerdo, un homenaje que, a través de estas líneas, a través de estos cinco relatos biográficos, queremos hacer extensible a todas esas maestras extremeñas anónimas que a lo largo de la historia, con su saber hacer pedagógico, con su arte de enseñar, construyeron un mejor futuro para varias generaciones de extremeños.

RELATOS BIOGRÁFICOS


maria josefa rubioMaría Josefa Rubio López – Colegio Público María Josefa Rubio – Esparragalejo  -Badajoz-.

Nace el día 6 de mayo de 1896 en Olivenza -Badajoz-. Hija de Manuel Rubio y de Cándida López.

Comienza los estudios en su localidad natal y desde allí pasa a Badajoz, donde cursa estudios de magisterio. A los diecisiete años ya ejercía como maestra nacional interina en la localidad de San Benito -Badajoz- y posteriormente, también siendo interina, recorre varias localidades de Extremadura; entre ellas, Alconchel, Cheles, San Vicente de Alcántara, Santa Marta, Esparragalejo.

En su destino de Esparragalejo, lugar donde su primera estancia duró aproximadamente año y medio, conoció a quien se convertiría en su esposo, Francisco Sánchez, de profesión labrador; contrayendo ambos matrimonio en Olivenza en 1925.

Una vez aprobadas las oposiciones de magisterio es trasladada a Galicia, donde imparte, durante tres años, clases en la localidad de San Pedro de Sarandon -La Coruña-.

Tras este periodo regresa a Extremadura, ya con plaza en propiedad, y lo hace a la localidad de Jola -Cáceres-, lugar donde permanece tres años.

En 1933 solicita y obtiene traslado a la localidad de Esparragalejo, donde toma posesión de su plaza de maestra.

Tres años después de regresar a la localidad de su esposo estalla la Guerra Civil española y durante el conflicto, Doña María Josefa Rubio, tiene que impartir clases por las mañanas a las niñas y por las tardes a los varones.

Durante este periodo de su estancia en Esparragalejo, fue nombrada secretaria de la Sección Femenina y Subsidio al Excombatiente.

Una vez finalizada la Guerra Civil, vivió en una casa propiedad del Ayuntamiento de Esparragalejo; allí daba clases, en el doblado[2] de la misma, a un total de noventa alumnos, lecciones impartidas en condiciones bastante inadecuadas y con una gran carencia de materiales apropiados para tal fin.

Por las mañanas, en esos espacios poco adecuados para la misión de enseñar[3], Doña María Josefa Rubio, daba clases de lectura y matemáticas y durante las tardes, impartía clases de materias como costura y religión, siendo auxiliada por sus hijas Cándida y Antonia.

Al cabo de los años se construyeron locales destinados a las escuelas, por ello, se solicitaron más maestros por la autoridad local competente en aquella época, llegando a Esparragalejo, tres nuevos docentes. En ese momento, María Josefa Rubio, ejercía de maestra y directora del grupo escolar.

Entre las actividades que esta maestra organizaba destacaba el teatro que, además de su finalidad educativa, tenía el objetivo de recaudar fondos con el fin de adquirir libros y material para las escuelas.

En 1966, a la edad de setenta años, Doña María Josefa Rubio se jubila, siendo homenajeada por sus compañeros, por sus antiguos alumnos y por todo el pueblo de Esparragalejo, por la gran labor desarrollada; así como, por haber logrado impartir la enseñanza a tres generaciones de esparragalejanos.

María Josefa Rubio López, falleció en Esparragalejo en 1988, a los noventa y dos años de edad.


carmen gonzalez guerreroCarmen González Guerrero. Colegio Público Carmen González Guerrero. Los Guadalperales  -Badajoz-.

Nace en Los Santos de Maimona -Badajoz- el 5 de mayo de 1923, en el seno de una familia[4] humilde, siendo la menor de cuatro hermanos. Su padre, Juan González Luna, fue jornalero, y su madre, Carmen Guerrero Reyes, era modista.

Desde pequeña muestra un gran interés a la hora de estudiar y adquirir nuevos aprendizajes. Tanto fue así que, como anécdota, contaremos aquí que, cuando sus padres le encargaban comprar churros, su parte la ahorraba para comprar material escolar, diciendo en casa, para no preocuparlos, que los churros suyos se los había comido por el camino.

Gracias a sus aptitudes para los estudios, su maestra, hizo lo posible para que se le otorgara una beca y pudiera estudiar bachillerato y una carrera. A pesar de que se le concedió la beca, ella contribuiría en los gastos impartiendo clases particulares, a lo largo del curso escolar, y trabajando como telefonista, durante los veranos, en el balneario de El Raposo.

En 1939 aprueba el examen de ingreso en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Badajoz. Allí hasta 1945 cursa bachiller[5]; posteriormente estudia magisterio con un expediente inmejorable.

Cuando termina la carrera comienza trabajando como maestra interina por pueblos de toda la provincia de Badajoz; entre ellos, en Cortegana, Bienvenida, Benquerencia.

Fue en el primero de los pueblos mencionados, Cortegana, donde conoció a Isidro Nieves de la Rosa, con quien contraería matrimonio, fruto del cual tendrían dos hijas.

En aquella época estuvo también en algunas escuelas, como la de La Campiña de La Varse, de difícil desempeño. Esta era una escuela unitaria con una gran cantidad de alumnos matriculados, pero en la cual, por su situación, el número de  alumnos que asistían a las clases eran muy variables. Para llegar a la escuela, los niños, tenían que recorrer grandes distancias, incluso cruzar un río, por ello, dependiendo de las condiciones meteorológicas, en numerosas ocasiones no todos podían llegar hasta allí.

Trabajó durante doce años en la provincia de Soria, con destino en Fuentearmegil. No obstante, de septiembre a noviembre de su primer año, por un error, tuvo que dar clases en la localidad Soriana de Leria, un pueblo de muy difícil acceso y desaparecido poco después, en el cual, solo tenía un alumno. Dadas estas condiciones decidió, con la conformidad de los padres del niño, llevárselo al municipio de Yanguas de lunes a viernes, donde ella residía, dándole las clases en su casa; regresando el alumno, durante los fines de semana, a Leria, a su domicilio familiar.

En noviembre de ese mismo curso empezó a trabajar, por fin, en Fuentearmegil, donde impartiría clases, también, en una escuela unitaria, hasta el fin de su estancia en Soria. En aquella época era muy frecuente que, en pueblos tan pequeños, las niñas no continuarán con los estudios una vez finalizada su etapa escolar. Sin embargo, Doña Carmen, habló con numerosos padres para convencerles de la importancia de la educación y animarles para que sus hijas siguieran estudiando, consiguiendo así que, algunas alumnas, fueran más allá de la educación primaria.

Tras aquellos doce años regresó a su tierra, ejerciendo en la localidad de Los Guadalperales -Badajoz-, donde trabajó hasta su jubilación.

Su vida no destaca por un hecho relevante, sino por el día a día en el trato con sus alumnos y sus familiares, por su entrega, por su servicio; por su disponibilidad para ayudar a solventar problemas, ya no sólo culturales, sino cualquier tipo de situación que estuviera en sus manos; en ella, en Doña Carmen, las gentes del pueblo podían encontrar un ser cercano y comprometido con su entorno.


Eulalia PajueloAntonia Eulalia Pajuelo Díaz. Colegio Público Eulalia Pajuelo. Campillo de Llerena -Badajoz-.

Nace en Badajoz, hija de Juan Pajuelo y Julia Díaz fue la mayor de cuatro hermanas -Eulalia, Rosa, María y Teresa-. Desconocemos la fecha de nacimiento. Estudió magisterio en su ciudad natal y aunque tampoco tenemos fechas exactas de los años de su formación, si nos constan datos relevantes de su obra, de su labor docente en Campillo de Llerena, pueblo pacense, cuyo colegio lleva hoy su nombre.

Doña Eulalia Pajuelo, como era conocida en esta localidad, llegó a Campillo, procedente de Garlitos, sobre el año 1920 allí, sus comienzos no fueron fáciles; su trabajo como maestra lo desarrollaba en un local con unas condiciones muy poco favorables para tan ardua labor, como reflejó el anónimo cronista de Campillo el 10 de julio de 1924 en el Correo de de la Mañana[6]. En ese mismo periódico, el 15 de junio del mismo año, aparecía una crónica, en la cual, se ensalza públicamente la labor de Doña Eulalia y sus dotes para la enseñanza[7].

La lucha de esta maestra no solo se centraba en que sus alumnas adquiriesen los conocimientos básicos de la cultura, sino que lo hicieran en unas circunstancias adecuadas para tal fin; por ello, gracias a sus esfuerzos, consiguió que trasladaran la escuela a un local que sin dejar de ser impropio, no hay que dejar de destacar que las alumnas tenían que llevar sus propias sillas; aun así, era algo más apropiado para tal fin. También esta maestra consiguió recaudar algún dinero para paliar estas y otras deficiencias.

Doña Eulalia no era una mujer de ideas políticas definidas, pero si era una persona profundamente religiosa, hasta el punto de negarse en una ocasión a retirar el crucifijo colgado en la pared de su escuela. También era una amante del teatro, creó una compañía infantil con la cual represento varias obras en el pueblo.

Su personalidad, su carácter fuerte y su sentido del deber, llevaban a esta maestra a que, cuando alguna de sus alumnas faltaban a clase, se presentase en sus casas y se interesase por el motivo de tal ausencia, enfrentándose a los padres y reprochando su falta de responsabilidad si consideraba que el motivo de la ausencia no era suficientemente justificado. En este sentido, destacar su lucha por garantizar y convencer a las familias del derecho de las niñas a la educación.

Doña Eulalia, como tantos maestros de aquella época, dedicaba su tiempo, más allá de la jornada escolar, a sacar adelante a aquellas niñas que tenían mayores dificultades.

Tras más de una década en Campillo, el curso de 1934 fue el último que Doña Eulalia impartió clases en esta población pues, el curso siguiente, se trasladaría a Badajoz. Nunca perdió el contacto con Campillo de Llerena así, en el verano de 1936 acompañada de una amiga, decide pasar unos días de vacaciones en Campillo. Durante su estancia estalla la Guerra Civil, su amiga decide regresar a Badajoz, pero ella cree encontrarse más segura en el pueblo que durante tantos años había sido su casa y así lo hace, se queda en Campillo. Esta sería una trágica decisión, pues allí, es detenida junto con el párroco Baltasar de la Cruz y Cruz y otros treinta y siete feligreses y, tras varios días de cautiverio, en la madrugada del 24 al 25 de agosto es trasladada, en un camión descubierto, a Higuera de la Serena donde fue fusilada y enterrada. Poco tiempo después, sus restos fueron trasladados a Campillo e inhumados en la Ermita del Divino Señor, donde permanecerían hasta los años sesenta, fecha en la cual, fueron trasladados a un panteón construido en la Iglesia Parroquial[8]. Nunca fue entendida esta muerte entre los vecinos de la localidad pues, Doña Eulalia, fue una persona muy querida y respetada por todos por su entrega y abnegación.


Isabel CasablancaIsabel Casablanca Casablanca. Colegio Público Isabel Casablanca. Villagonzalo -Badajoz-.

Nace el 9 de julio de 1942 en Villagonzalo -Badajoz-. Hija de Antonio Casablanca, de profesión agricultor, y de Rosa Casablanca; es la pequeña de tres hermanas.

Inicia sus estudios en el Colegio Sagrada Familia de Las Josefinas en Badajoz y posteriormente cursa estudios de magisterio en la escuela La Inmaculada Concepción en Granada donde, en 1961, obtiene el Titulo de Maestra[9].

Comenzó muy pronto a ejercer la que era su vocación y profesión, la enseñanza. Aprobó las oposiciones y trabajó durante algún tiempo en Guareña -Badajoz- y más tarde en su pueblo natal Villagonzalo donde también, tiempo después, ejercería como directora.

Con la entrada de España en la Unión Europea, obtiene un premio por un trabajo de aula sobre esta temática; este premio, le permite viajar  con sus alumnos a Palma de Mallorca.

Fue muy querida en su pueblo, no solo por su trayectoria profesional como docente de varias generaciones, sino además, por su labor social, participando en numerosas actividades; entre ellas, como catequista de niños de primera comunión.

Isabel Casablanca Casablanca, falleció en Villagonzalo el 18 de Octubre de 1987.

A propuesta de sus paisanos, el Excelentísimo Ayuntamiento de Villagonzalo, en sesión ordinaria del día 20 de diciembre de 1989 cambia el nombre del Colegio Público Pío XII pasando a llamarse, desde esa fecha, Colegio Público Isabel Casablanca.


maria teresa baraincaMaría Josefa Barainca Fernández-Nespral. IES María Josefa Barainca. Valdelacalzada -Badajoz-.

Nace en Badajoz el 30 de noviembre de 1917. Hija primogénita de Casimiro Barainca, dentista de profesión[10], y de María Fernández-Nespral[11], de cuyo matrimonio nacieron otros cuatro hijos.

En Badajoz, María Josefa Barainca, realiza toda su formación. Allí cursa los estudios primarios, los de bachillerato y los estudios de magisterio; terminando, estos últimos, en 1935.

Al comienzo de la Guerra Civil, para evitar la tragedia que claramente se adivinaba, las familias Barainca y Fernández-Nespral, deciden su traslado a la vecina ciudad de Elvas en Portugal, hasta que se apaciguase la situación en Badajoz.

Junto a su familia, María Josefa Barainca, se traslada a vivir a la cercana ciudad portuguesa donde alquilan una casa que, por sus dimensiones y estructura, pueden compartir con independencia con la familia Fernández Chiralt.

A finales de 1936 toda la familia regresa a su vivienda en Badajoz, incorporándose entonces como enfermera voluntaria y Madrina de Guerra, junto a sus tías Nati y Mercedes y su hermana Carmina.

La localidad pacense de Castilblanco fue su primer destino[12] como maestra interina; allí toma posesión el 2 de abril de 1940 y estuvo hasta el 31 de julio de 1942.  De ese destino, María Josefa Barainca, recordaba “Estaba recién acabada la guerra civil española cuando tomé posesión de mi primer destino. Encontré unos niños llenos de hambre y miseria a los que importaba más un pedazo de pan que cualquier enseñanza. La tarea pues, era difícil pero con un poco de imaginación y un mucho de constancia mi escuela tenía vida”[13].

Una vez aprobada las oposiciones obtuvo destino, como maestra provisional, en Torre de Miguel Sesmero -Badajoz-, donde permanece un año y cinco meses, hasta diciembre de 1943. De allí pasa al sur de Badajoz, a Jerez de los Caballeros, también como provisional, estando en este destino dos años y nueve meses, hasta que, como propietaria definitiva, es trasladada a Valverde de Leganés -Badajoz-, tomando posesión y cesando simultáneamente en este destino, para regresar a Jerez de los Caballeros en donde, por no haber sido desplazada, permaneció un año más.

En octubre de 1947 fue destinada a La Dehesilla, en la provincia de Cádiz, donde permanece hasta junio de 1950.

Con el objetivo de acercarse a su tierra y a su familia, solicita regentar una de las nuevas escuelas que el Instituto Nacional de Colonización iba a crear en los pueblos nuevos del Plan Badajoz[14]. Para ello, tuvo que asistir en Madrid a un cursillo de orientación agrícola, después del cual fue destinada, en junio de 1950, a La Vara y El Condado, dos fincas que el Instituto Nacional de Colonización iba a transformar de tierras de secano, improductivas, desérticas e inhóspitas en verdaderos oasis de vida. Unos años después, en 1954, este lugar ya tenía su nombre propio Valdelacalzada.

De este destino, la Señorita Mari, como era conocida en el pueblo decía “si necesitados estaban los niños y escuelas de mis primeros destinos, los de éste no lo estaban menos. Eran familia venidas de numerosos pueblos de la provincia y de otras provincias alejadas de la nuestra. Solo traían lo indispensable para poder instalarse en unas viviendas prefabricadas -barracones-, en tanto se construían las verdaderas y definitivas. Habían dejado el pueblo que les vio nacer, familias y amigos, en donde el horizonte era escaso, sobre todo para los hijos, para venirse a unas tierras extraordinarias por su fertilidad”. “Los dos maestros que llegamos entonces y el sacerdote fuimos muy bien acogidos. La escuela, habilitada a tal efecto una casa en construcción, estaba a reventar de niñas, a veces pasaban del centenar. El horario era imposible de respetar a veces, si pretendía llegar a todas y cada una de ellas”[15].

Durante todos esos años de destino en Valdelacalzada, realiza muchas actividades socio-culturales con los niños y las familias; entre ellas, trabaja el huerto escolar y el teatro. Primero ejerce en una escuela unitaria de niñas; y con la llegada de la EGB, se dedica a enseñar en lo que se conocía como segunda etapa. Siempre dio un ejemplo de constancia, fortaleza, amor y dedicación a todos en medio de las muchas dificultades de la época. Con su esfuerzo, consiguió que muchas alumnas continuaran estudios de bachillerato y enseñanza superior; sobre todo, estudios de magisterio, vocación que ella, con su ejemplo, les infundió.

Allí en Valdelacalzada, la Señorita Mari, permaneció hasta el 31 de agosto de 1977, fecha en la cual, por motivos de salud, se traslada a Badajoz dejando en este pueblo una honda impronta de su magisterio.

Ya obtenido destino en la capital, trabaja primero en el Colegio Público Lope de Vega y más tarde, obtiene su último destino, hasta su jubilación en 1983, en el Colegio Público Santa Marina.

Por su labor docente y su entrega personal, María Josefa Barainca, obtuvo diversos galardones; entre ellos, en 1973 le fue otorgado por el Ministro de Agricultura el ingreso en la Orden Civil del Mérito Agrícola, en la categoría de Lazo. También tuvo varios reconocimientos educativos como los Votos de Gracia que le otorgó el Consejo de Inspección en diciembre de 1982. En 1983, le fue solicitado por sus antiguos alumnos; por distintas asociaciones de padres; por los claustros de los Colegios Públicos Adolfo Díaz Ambrona de Valdelacalzada y Santa Marina de Badajoz; y por la Jefatura Provincial del Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario, la Concesión de la Medalla de Alfonso X el Sabio al Mérito Docente.

María Josefa Barainca Fernández-Nespral, de estado civil soltera, falleció en Badajoz el 27 de marzo de 1992.


EPÍLOGO.

Hasta aquí los cinco relatos biográficos de estas extremeñas, educadoras de profesión, maestras que forman parte de la historia de la educación de Extremadura; mujeres que, en un momento histórico concreto y en ambientes de dificultad, con gran escasez de recursos, influyeron tanto y tan positivamente en sus contextos que, el pueblo, en palabras de Santiago Castelo “para perpetuar su memoria entre las futuras generaciones, quiso honrarlas en el lugar más destacado, como no puede ser otro que la puerta de la escuela; y sin embargo, en muchas ocasiones ha sido lugar de olvido”.

Mujeres que en algunos momentos ejercieron su profesión en condiciones distintas a las de sus colegas masculinos y con connotaciones diferenciadas, no sólo durante su ejercicio profesional sino ya incluso desde mucho antes, desde su formación.

Docentes que tuvieron que atravesar muchas vicisitudes de carácter político y socio-económico, llegando a convertirse en seres apasionados que soñaron con regenerar a un pueblo en muchas ocasiones sumido en la penuria cultural, yendo más allá de un currículo rudimentario de alfabetización y cálculo.

Maestras que regentaron la autoridad cultural de la Extremadura rural. En todas ellas concurrían actitudes de un componente ético importante, conducta intachable, entrega, servicio; en una palabra, vocación, actitud para ayudar a resolver los problemas de  un pueblo; las dificultades de unas gentes quienes, sobre todo en aquellos años de mitad del siglo pasado, encontraron en el maestro, en la maestra un ser cercano comprometido con su micro sociedad rural.

Mujeres, pedagogas, luchadoras, educadoras, cinco docentes que, hoy por hoy, hasta estas fechas son las únicas en la provincia de Badajoz  que tienen el honor de ceder sus nombres para la denominación de centros de enseñanza; mujeres que, por tanto, ostentan, el merecido reconocimiento de ser Maestras con Escuela.


[1]  Este estudio “Maestras con escuela”, hasta ahora inédito, está basado en el trabajo de investigación que referenciamos: CARBALLO LÓPEZ, Rafael Luis: Tras la placa de la escuela. Personajes extremeños tras la denominación de los centros de enseñanza de la provincia de Badajoz. Pinceladas biográficas. Badajoz, Tecnigraf Editores 2013.

[2]     Con este término, en Extremadura se conoce al piso superior de la vivienda, desván. Normalmente de poca altura, muchas veces menor que la de una persona de pie. Suele tener el techo inclinado según la inclinación de la cubierta y aunque el piso bajo esté cubierto mediante bóveda, el doblado no la posee.

[3]     Me vienen a la memoria las palabras de Luis Bello Trompeta en su Viaje por las escuelas de Extremadura. Ed. Rescate, Badajoz, 1994. Edición de E. Lemus“¿Cómo pueden encerrar tantas horas en cuartos húmedos, sin luz ni aire, a unas criaturas que no han hecho daño a nadie y a unas pobres maestras cuyo único delito consiste en haber aceptado los innumerables sacrificios que exige su carrera?”

[4]    Registro Civil de Los Santos de Maimona. Sección de nacimientos tomo 46, folio 476.

[5]     Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Expediente de bachillerato nº 20.847.

[6] “Una de las causas del hastío y la indolencia de la vida pueblerina, acaso la principal y la más fuerte de todas, es sin duda alguna el lamentable olvido, el cruel abandono, la incuria y apatía con que suelen ser tratados, mirados y regidos los que en ellos viven. El alejamiento por parte de quien tiene el deber de mirar y cuidarse de su vida intima, de su vida espiritual, o la incapacidad para regirlos, contribuyen de poderosa manera a perpetuar ese letargo intelectual, esa anulación cerebral, esa anestesia del alma que por espacio de muchos años ha sido el sello distintivo, “la marca”, digámoslo así de pueblos como este de Campillo de Llerena, donde el eterno olvido por parte de casi todos le ha impedido vivir como merece quien vive en pleno siglo XX. Vivir y trabajar a “lo inconsciente” sin preocuparse de pensar, sin saber que el hombre debe saber algo más que el manejo de la hoz y la mancera, es vivir tan atrasados, tan lejos de la realidad de la vida de nuestro siglo, tan distanciados de la cultura y el progreso, que quien así vivía bien pudiera decirse que estaba dormido. Y esto es lo que sucedía en este pueblo, en este pueblo que despierta afortunadamente merced al poderoso impulso de una sola voluntad, gracias a la constancia y el taxón de la cultísima y distinguida maestra nacional, que por bien de todos le cupo en suerte tener: Doña Eulalia Pajuelo Díaz -así se llama nuestra maestra-. Es el alma y la vida de este resurgimiento que se inicia entre nosotros al amparo de sus incomparables dotes pedagógicas, de su clara inteligencia, de su férrea voluntad para todo lo que significa amor al trabajo y al estudio, para todo lo que sea velar por la vida intelectual, por la única y verdadera vida humana.

Gracias a ella y su constante labor, podemos decir que el analfabetismo, ese tan frecuente como doloroso mal de nuestros pueblos, va poco a poco desapareciendo aquí, proporcionándonos a los que disfrutamos del incomparable don de entender lo escrito en nuestra lengua, el sabroso placer de ver leer a una niña que apenas si tiene edad para ello, mientras nos duele el alma de saber que la mayoría de los padres de ellas siguen -por lo que a la lectura se refiere-, en el mismo estado que los animales de que se sirve para cumplir con sus rudas faenas del campo. Sin sentir la verdadera vocación que selecciona y escoge nuestras almas para los fines que nacieron; sin pensar en esa vocación de nuestra maestra, es difícil pensar y encontrar tanto amor, tanto celo, tanto entusiasmo, tanto tesón, tanta voluntad y tanta resistencia física y moral para cumplir como esta nuestra doña Eulalia sabe cumplir constantemente, prodigándose, multiplicándose, excediéndose inclusive en el cumplimiento de sus deberes de enseñanza, que bien pudiera decirse que derrama amor al  trabajo intelectual y derrocha energías en favor de este pueblo tan necesitado, que percatado plenamente de su fecunda labor, la quiere y la respeta, como la protectora de las inteligencias que nacen en las mujeres de mañana. Condenados por el abandono de quien tenga la misión de proporcionar escuelas a la moderna, a soportar generación tras generación, locales de escuelas que en cualquier pueblo culto y celoso del saber de sus hijos los rechazarían para caballerizas; teniendo que soportar locales para escuelas sucios, antihigiénicos, pequeños, y por viejos y mal cuidados, ruinosos; sin material docente alguno en la escuelas de niñas, y esta dada en un desván a falta de un local adecuado y propio, sin más atractivo, en fin, para la enseñanza que su cultura y afición por ella, sabe nuestra maestra estimular tanto la afición al saber en sus niñas, que la que va a recibir sus lecciones vuelve siempre y vuelve preocupada, obsesionada por las cosas que de su profesora aprende diariamente. Con el fin enaltecedor de allegar recursos para proporcionar asientos para sus alumnas, asientos que no tiene esta escuela de niñas, con el inagotable deseo en ella de hacer más agradable la difícil misión de enseñar, con la preocupación única de cumplir con sus deberes docentes, tratando de proporcionarse para sus niñas y su escuela lo que el Estado tiene o debiera de tener la misión de dar, no omite medio alguno ni desperdicia ocasión hasta habernos proporcionado el placer de poder aplaudir la numerosa compañía infantil de teatro que ella ha creado, dirigido y enseñado.

Días atrás hizo representar por su compañía dos exquisitas obras teatrales, donde no solo los niños, sino los hombres ya mayores, pueden aprender lo que es la virtud y el sacrificio por el bien ajeno, lo que es nuestra religión, fundamento del cariño y base única, firme y potente, del bien de una sociedad.

Una de las obritas representadas se titula Fabiola.

En ella, que se remonta a los lejanos tiempos de las persecuciones cristianas por los emperadores romanos, acopla con su talento artístico de tan maravillosa manera los trajes de las niñas a las necesidades de la época, en que el autor desarrolla su obra, que sin galantería ni exageración podemos asegurar que no falta un detalle.

En ella lucen a porfía sus infantiles galas, tanto materiales como intelectuales, las niñas… Todas tan bien ataviadas, tan posesionadas de sus papeles, tan dominadoras de la obra, que aun a los más desconfiados de estos éxitos infantiles les hicieron pensar en lo mucho que es y vale una buena voluntad cuando cae en inteligencias que prometen tanto como las de las niñas antes mencionadas, pues fiando toda su labor a la naciente memoria, pudieron cumplir sus propósitos sin tener que lamentar ni la más leve equivocación, ni la omisión más insignificante. Fue un éxito rotundo, clamoroso; uno de los mil y mil motivos con que este pueblo cuenta ya para testimoniar de una manera perpetua la enaltecedora labor de su maestra, el bien que para todos va vertiendo a manos llenas, fomentando tan buenas costumbres y preparando las almas de sus discípulas para las dificilísima y espinosa labor de ser madres de un pueblo… Si con este pequeño elogio de los infinitos merecimientos de tan altruista y laboriosa maestra consiguiera al fin llevar a su ánimo el convencimiento de la gratitud de este pueblo; si alcanzara con ello la satisfacción que da el deber cumplido, procurando estimular más y más la meritísima obra que ya ha empezado de sacar de la ignorancia a quien en ella vivía, más por la culpa ajena que por la propia culpa, sería la única satisfacción a que aspira esta modestísima cronista, que, en el anonimato quiere disculpar su atrevimiento…”. Periódico  El Correo de de la Mañana  nº 3.224,10-VII-1924.

[7] “No debe quedar en silencio. Si en este pueblo no hay quien quiera dedicar unos momentos a ensalzar públicamente los méritos que adornan a su maestra nacional doña Eulalia Pajuelo, yo, que las cosas de Campillo las siento tan en lo íntimo como las mías propias, pongo en ristre mi ya olvidada pluma, cumpliendo con el deber que todo ciudadano tiene de dar a conocer las virtudes y preclaras cualidades de sus semejantes, para que en su tiempo cada cual recoja el premio de la obra que le está encomendada.

No conozco a la señorita doña Eulalia Pajuelo. No he tenido la satisfacción de hablar nunca con ella. Solo una vez y a distancia, he visto su figura.

Ahora bien: su obra en la enseñanza y su labor educativa la he podido apreciar en todos sus detalles.

      Vive por la enseñanza y para la enseñanza,  y con voluntad firme y levantados sentimientos labra en el espíritu lugareño de sus niñas, acostumbradas a la indiferencia y al abandono, las más delicadas  concepciones de cultura y sensibilidad que las harán en su día la mujer de su  casa; educada para el amor y el sacrificio de cuantos tengan la dicha de rodearla.

      Con motivo del culto celebrado en la iglesia parroquial las Flores de mayo, la señora maestra ha desplegado una actividad inconcebible. Solamente tocándolo de cerca, se puede apreciar el esfuerzo hecho para llevar a un sin número de niñas de todas las clases sociales, amaestradas en el canto y el recitado como los mismos ángeles del cielo.

        ¡No cabe más,  joven profesora! Aunque el Campillo lo llore, usted debe levantar el vuelo a regiones más elevadas.

       Y vosotros, los que tenéis la fortuna de usufructuar esos méritos no hacéis nada demás aureolando su figura.

       Vosotros, los que vais al frente de la vida pública, los que ocupáis puestos de preferencia en la dirección de los pueblos, pensad en lo que la ilustración y el progreso representan, en su vecindario, que sumiso acata vuestra falsa jerarquía, pensad en vuestros hijos, educados a la moderna, y entonces sabréis lo que os toca hacer, para que vuestra distinguida maestra no viva desconocida y olvidada”.Un impertinenteEl Correo de de la Mañana  nº 3.203,15-VI-1924.

[8]     Todos ellos fueron fusilados entre el lugar llamado cerrito y el cementerio de Higuera de la Serena, justamente en el puente. Sus cuerpos se sepultaron en una fosa común, previamente rociados con cal viva. Una vez exhumados del cementerio los trasladaron a todos a la ermita del Divino Señor y posteriormente, el 14 de marzo de 1964, sus restos son trasladados a la Parroquia de San Bartolomé Apóstol.

[9]     Hace constar su suficiencia en la Escuela de Magisterio La Inmaculada Concepciónde Granada, de acuerdo con los artículos 101 y 103 del reglamento de escuelas de magisterio. Título de Maestra dado en Madrid el 31 de enero de 1961. Registro especial de la sección de títulos folio 9, nº 99. Ministerio de Educación Nacional.

[10]   Descendiente de una saga de dentistas por parte de padre. Su abuelo, Casimiro Barainca Moreno, fue el primer médico odontólogo que se instaló en Badajoz, ya que hasta entonces, las muelas se extraían en las barberías.

[11]    Su abuelo  materno Faustino Fernández-Nespral Antuña, fue coronel de Carabineros, con una intensa vida militar, habiendo participado en la guerra de Cuba y en numerosas campañas en África.

[12]   Todos los destinos están extraídos de la Hoja de Servicios emitida por la Unidad de Personal de la Delegación  Provincial de Educación de Badajoz.

[13]    Extraído del Curriculum Vitae redactado por María Josefa Barainca.

[14]    “Las plazas de maestro de colonización tenían un doble atractivo: primero el material: una casa decorosa y una  gratificación especial del I.N.C.; segundo el humano, dado que la eficacia de su labor repercutía enseguida sobre la vida del pueblo y gozaba de cierto respecto y prestigio. Pero en contraposición su magisterio presentaba una faceta también oscura: un sueldo escaso, unas aulas unitarias y un material ridículo”. TRAVER VERA, Ángel Jacinto: Historia cotidiana de Valdelacalzada: crónica, anecdotario y remembranzas, Badajoz, Tecnigraf Editores, 1998.

[15]    Extraído del Curriculum Vitae redactado por María Josefa Barainca.

Abr 232014
 

Manuel Jesús Ruiz Moreno.

Cumplimos este año los 780 años de la reconquista definitiva de Trujillo (1233-2013). La fecha de la reconquista cristiana de Trujillo, en el siglo XIII, sigue siendo objeto de debate.

Los investigadores, que han estudiado esta etapa de la historia, refieren dos años distintos para el momento que se pudo llevar a cabo este hecho.

Algunos historiadores han indicado que esta ciudad pasó definitivamente a manos cristianas el 25 de enero de 1232, mientras que otros refieren que fue el 25 de enero, pero de 1233.

En este pequeño trabajo de investigación se va a recoger los diversos pareceres y opiniones de los principales estudiosos del tema y sus argumentos para poder mostrar un poco de luz sobre este asunto.

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Lámina 1.- Fotografía cortesía de D. Silverio Fernández.

 Entre los autores que afirman que la conquista de Trujillo se llevo a cabo en 1232 tenemos:

D. Alonso de Torre y Tapia,  en la “Crónica de Alcántara”, dice: “… juntaron todas sus armas el maestre D. Arias Pérez y combatieron Trujillo, pero duró poco el asedio, pues el dia de la conversión de San Pablo, 25, de el mes de enero, año 1232, entraron triunfantes el Obispo y el Maestre. Cuenta este hecho Juan de Mariana que se hallo escribiendo los anales de la Santa Iglesia de Toledo, y yo en unos memorables antiguos de cosas de esta orden” (Torres y Tapia. 1999: 25)

 

D. Clodoaldo Naranjo Alonso, en su trabajo «Trujillo, sus hijos y monumentos«, comenta basándose en las Crónicas de Torres y Tapia que: “En el año de 1227 el maestre de la Orden de Alcántara, don Arias Pérez Gallego quiso acrecentar los méritos de su Orden y puso los ojos en la conquista de Trujillo, consiguiendo apoderarse de la población y que los moros se replegasen al castillo, así trancurrieron dos meses en el asedio, ante la venida de los refuerzos musulmanes de las poblaciones cercanas, la prudencia le aconsejó retirarse” (Naranjo Alonso. 1983: 72). Continuando poco después que: “A la conquista de Trujillo en enero de 1232 concurrió el maestre de Santiago don Pedro González Mengo; el del Temple, don Pedro Alvárez Alvito de las provincias de Castilla y León, según Zapata; el de los Hospitalarios representados por don Gonzalo Pérez, que años adelante fue Comendador Mayor; y el obispo de Plasencia con su gente, conquistando el 25 de enero de 1232 la ciudad” (Naranjo Alonso. 1983: 77)

 

D. Gervasio Velo y Nieto, en su investigación «Castillos de Extremadura«, afirma que: “En 1232, congregáronse los freires de Santiago, Alcántara y el Obispo de Plasencia don Domingo y con un gran golpe de soldados de a pie y de a caballo, sitiaron la ciudad que fue tomada el 25 de enero de dicho año, según los Anales toledanos” (Velo y Nieto. 1968: 559).

 

D. Juan Tena Fernández, en su estudio «Trujillo histórico y monumental«, dice: “La definitiva liberación fue el dia 25 de enero del año 1232” (Tena Fernández. 1988: 14).

 

D. Miguel Muñoz de San Pedro (Conde de Canilleros), en su publicación «Extremadura«, comenta que: “los tanteos reconquistadores, iniciados por Alfonso VIII, tuvieron realidad definitiva el 25 de enero de 1232” (Muñoz de San Pedro. 1981: 291).

 

D. Luis Suarez Fernández, en el Tomo VI de “La Historia de España, la consolidación de los Reinos Hispánicos (1157-1369)” escribe que: “ En todos los frentes, las tropas reales y concejiles tuvieron el concurso de las Órdenes Militares, que tomaban en exclusiva sectores completos y ordenaban en sus nuevas conquistas bastiones formidables. Tales fueron Trujillo (enero de 1232) y Montiel (1233) para la Orden de Santiago” (Suarez Fernández. 1988: 59)

 

D. Marcelino Cardalliaguet Quirant, en su «Historia de Extremadura«, afirma que : “Trujillo fue reconquistada en 1232 por el Maestre de la Orden de Alcántara D.Arias Pérez y el Obispo de Plasencia D. Domingo” (Cardalliaguet Quirant. 1988: 93)

 

Dª María de los Ángeles Sánchez Rubio en su estudio «El concejo de Trujilo y su alfoz en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna«, refiere que: “…la conquista de Trujillo en 1232” (Sánchez Rubio. 1993: 73)

 

Dª Carmen Fernández-Daza Alvear en «La ciudad de Trujillo y su tierra en la baja Edad Media» apoyándose en los anales Toledanos de Fr. Alonso Fernández (pag 62 y 63) expresa: “ la conquista de Trujillo se dio en tiempos de Fernando III, el 25 de enero de 1232 y en ella participaron las Órdenes militares de Alcántara, Santiago, el Temple y el Obispo de Plasencia, don Domingo” (Fernández-Daza Alvear. 1993: 99).

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 Lámina 2- Fotografía cortesía de D. Silverio Fernández.

 La fuente principal en la que se apoyan los especialistas que dan por bueno el año de 1232 son los “Anales toledanos”, que expresan «prisieron a Trugiello dia conversion Sancti Pauli, en janero, era MCCLXX” que convertido al calendario actual correspondería con 1232.

Por el contrario, otros investigadores, bebiendo en otras fuentes afirman que la operación de sitio y conquista comenzó en los últimos meses de 1232, tomándose la ciudad el 25 de enero de 1233.

D. Francisco García Fitz, en su estudio “Las relaciones políticas y guerras entre castellano-leoneses y el Islam”, anota que:» En enero de 1233 los efectivos de las Órdenes Militares y del obispo de Plasencia tomaron Trujillo, sin que Ibn Hûd, caudillo andalusí asentando en Murcia y de tendencias antialmohades, pudiera evitarlo, a pesar de que en dos ocasiones se puso en camino contra los asediantes” (García Fitz. 2002: 179)

 

D. Derek W. Lomax, en su investigación “La Reconquista» dice que: ”el maestre de Calatrava, Gonzalo Yañez, y el obispo de Plasencia, Adán, tomaron Trujillo, el 25 de enero de 1233, y aunque Ibn Hûd, mandó un ejército de socorro, no se atrevió a atacarles” (Lomax. 2006: 187)

 

D. Enrique Rodríguez-Picavea en su trabajo «Los monjes guerreros en los reinos hispánicos»  expresa que: “el maestre Gonzalo Yañez, junto con el Obispo de Plasencia, capturó la estratégica plaza de Trujillo en 1233, según la Crónica Latina de los Reyes de Castilla (pag 87)” (Rodríguez-Picavea. 2008: 189).

 

D. Gonzalo Martínez Díez, en su estudio, “La cruz y la espada. Vida cotidiana de las Órdenes Militares españolas”, comenta que: “una hueste formada exclusivamente por caballeros de las Órdenes militares y algún vasallo del Obispo de Plasencia marchó sobre  Trujillo y puso cerco a la plaza en los meses de verano, se defendieron con denuedo durante más de medio año, pero a no recibir ningún auxilio externo se vieron obligados a capitular y entregar la ciudad el 25 de enero de 1233”(Martínez Díez.2002: 94)

 

D. Francisco Ansón, en su publicación “ Fernando III. Rey de Castilla y León” afirma que: “Fernando III a finales de 1232 conquistó Trujillo” (Ansón. 1998: 140)

 

Dª Ana Rodríguez Lopez, en su estudio “La consolidación territorial de la monarquía feudal castellana”, escribe que: “la conquista de Trujillo se llevó a cabo en 1233 fundamentalmente por los santiaguistas y por los hombres del Obispo de Plasencia” (Rodríguez López. 1994: 294)

 

D. Flocel Sabaté, en su “Atlas de las Reconquista”, comenta: “el avance cristiano se dirigió sobre el antiguo reino de Badajoz del mano de las OO.MM. Que entre 1233 y 1235 se hicieron con Trujillo -con la participación del Obispo de Plasencia-, Medellín, Santa Cruz, Magacela y Hornachos” (Sabaté. 1998: 41).

 

Dª. María Jesús Viguera Molins, en su estudio «Trujillo en las crónicas árabes«, afirma que: “Según el diccionario de lugares al-Himyari, compilado en el s.XIV, la toma de Trujillo por los cristianos ocurrió en rabi I de ese año / 16 diciembre 1232 – 14 enero de 1233”. (Viguera Molins. 2002: 207)

 

D. Manuel Terrón Albarrán , en su obra «Extremadura musulmana» , dice que: “Trujillo cayó el dia de la conversión de San Pablo de 1233 según fija el Cronicón Cordubense, aunque los toledanos señalan el 1232. Coinciden los aludidos cronistas cristianos con el geógrafo musulmán al-Himyari que dice que esta acción tuvo lugar en Rabi I del 630 H que debemos corregir a Rabi II que corre desde el 15 de enero al 12 de febrero de ese año (1233)” (Terrón Albarrán. 1991: 213)

 

El mismo autor, en su ponencia: “En torno a los orígenes de la tierra de Trujillo (1166-1233). Síntexis y reflexiones” se ratifica en su afirmación: “el 25 de enero de 1233, el dia de la conversión de San Pablo, las milicias de Plasencia con su obispo Domingo a la cabeza y los caballeros de Santiago y Alcántara  recuperan definitivamente Trujillo” (Terrón Albarrán. 2005: 300).

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 Lámina 3. Fotografía cortesía de Forjadores del tiempo CC. by-nc-sa.

 Todos estos autores se habían apoyado en las siguientes fuentes:

  • la Crónica latina de los reyes de Castilla” que dice que la ciudad se tomó en el invierno de 1232-33.
  • El “Cronicón cordubense” de Fernando Salmerón que puntualiza que se tomó en 1233.
  • Ls escritos del geógrafo musulmán al-Himayari, quien indica que esta conquista tuvo lugar en el 630 H, correspondiente con el invierno de 1232-1233.

También hay algunos autores que citan las dos fechas, como es el caso del profesor D. Carlos de Ayala Martínez, en su estudio “Las Órdenes Militares hispánicas en la Edad Media” afirma que: “En el invierno de 1232 el maestre de Alcántara, junto con el Obispo y la milicia concejil de Plasencia conquistaron Trujillo. La Crónica Latina atribuye la conquista de Trujillo a la Orden de Calatrava y la sitúa una año después”. (Ayala Martínez. 2003: 433).

¿De dónde puede provenir entonces la confusión?.

La solución a este desacuerdo viene dada de la mano de D. Julio González, en su investigación «Reinado y diplomas de Fernando III» , en la que afirma que: “Trujillo cayó en poder de los cristianos el 25 de enero de 1233”·, y que el dato aportado por los anales Toledano: “prisieron a Trugiello dia conversion Sancti pauli en janero era MCLXX” es solo parcialmente correcto, porque le falta una unidad. (MCCLXX_ ) = (1232), sería (MCCLXXI) = (1233).

Razón por la cual este año de 2013, festejaríamos los 780 años de la Reconquista de Trujillo.

Bibliografía

– Ansón, Francisco. Fernando III. Rey de Castilla y León. Ediciones Palabra. Madrid 1998

– Ayala Martínez, Carlos. Las Órdenes militares hispánicas en la Edad Media. Marcial Pons        Ediciones, 2003

– Cardalliaguet Quirant, Marcelino. Historia de Extremadura. Biblioteca popular extremeña.       Universitas Editorial. 1988

– Fernández-Daza Alvear. Carmen. La ciudad de Trujillo y su tierra en la baja Edad media. Junta de      Extremadura. 1993

– García Fitz, Francisco. Relaciones políticas  guerra. La experiencia castellano-leonesa frente al            Islam, siglos XI-XIII. Universidad de Sevilla. 2002

– González, Julio. Reinado y diplomas de Fernando III. Publicación del Monte de Piedad y Caja de      Ahorros de Córdoba. 1983

– Lomax, Derek W. La Reconquista. Biblioteca Historia de España. RBA. 2006

– Martínez Diez, Gonzalo. La cruz y la espada. Vida cotidiana de las Órdenes militares españolas,         Plaza & Janes 2002

– Muñoz de San Pedro, Miguel. Extremadura (la tierra en la que nacían los dioses). Caja de Ahorros      y Monte de Piedad de Cáceres. 1981

– Naranjo Alonso. Clodoaldo. Trujillo sus hijos y monumentos. Espasa-Calpe. Madrid 1983

– Ramos Rubio, José Antonio. El castillo de Trujillo. Fundación palacio de Alarcón. 2008

– Rodríguez López, Ana. La consolidación de la monarquía feudal castellana. CSIC. Madrid 1994

– Rodríguez-Picavea, Enrique. Los monjes guerreros en los reinos hispánicos. Editorial la Esfera de       los libros, 2008

– Sabaté, Flocel. Atlas de la Reconquista. Ediciones Península.1998

– Sanchez Rubio, María de los Ángeles. El concejo de Trujillo y su alfoz en el tránsito de le Edad           Media a la Edad Moderna. Edita. Universidad de Extremadura. 1993

– Suarez Fernandez, Luis. La historia de España. La consolidación de los reinos hispánicos (1157-         1369). Tomo VI.

– Tena Fernández, Juan. Trujillo histórico y monumental. Ediciones Religiosas Hijas de la virgen de       los Dolores. 1988

– Terrón Albarrán. Manuel. Extremadura musulmana. Badajoz 1991

En torno a los orígenes de la tierra de Trujillo (1166-1233). síntexis y reflexiones. Actas            Congreso la Tierra de Trujillo desde la época romana a la Baja Edad media. Trujillo 2005

– Torres y Tapia, Alonso de. Crónica de Alcántara. 1763

– Velo y Nieto, Gervasio. Castillos de Extremadura. Madrid 1968

– Viguera Molins, María Jesús. Trujillo en las crónicas árabes. Actas Congreso Trujillo medieval.           Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes. 2002

 

 

Abr 142014
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz

 

1. INTRODUCCIÓN

Mchos de los trabajos que se vienen haciendo sobre biografÍas en general y de los conquistadores en particular contienen una narración de los hechos del personaje en los cuales no está ausente la subjetividad propia de la admiración o rechazo de los hechos narrados que pueda producir el autor.

 

Muchos de esos trabajos suelen ocuparse muy secundariamente, de las actuaciones menos llamativas de los protagonistas en relación con otros personajes más secundarios que nosotros entendemos como muy importantes a la hora de acercarnos a la reconstrucción completa de la historia del individuo objeto de la biografía.

 

Ya manifestamos esta opinión en nuetro trabajo sobre Francisco de Orellana, fray Gaspar de Carvajal y Gonzalo Pizarro[1]. Esto nos sirvió para darnos cuenta de cuáles eran las intenciones de los dos primeros con respecto al tercero a lo largo de buena parte del famoso viaje e intentar conocer mejor la difícil tarea de clarificar la trama de su inesperado desenlace.

 

La conducta de Francisco Pizarro en las biografías de Vasco Núñez de Balboa y viceversa se ven por lo general, devaluadas, cuando no deformadas, inclinando la balanza a favor de uno u otro personaje según corresponda el sentir de la circunstancia. En general, se suele pasar de forma superficial sobre esas relaciones ciertamente conflictivas, quedando así la conducta entre ambos deformada o al menos imprecisa.

 

2. LAS FUENTES

Para realizar este trabajo nos hemos servido principalmente de las

Biografías sobre Vasco Núñez que en 1914 realizó D. Angel Altolaguirre[2] mientras que de Francisco Pizarro hemos tomado como guía la publicación de D. José Antonio del Busto[3]. Ellos nos han señalado la ruta en la que ambos personajes coincidieron en años concretos de sus vidas.

 

Estos dos autores se acercan al tema desde posiciones distintas. Para

Altolaguirre el centro del sistema social en el que se desenvolvieron no siempre estuvo ocupado por Vasco, en esto fue  realista; no lo fue, empero, en su juicio final sobre Balboa, el cual como veremos, también transgredió en numerosas ocasiones e hizo de las suyas.

 

Del Busto intentó ascender siempre a Francisco Pizarro en la escala

del poder social colocándole en ocasiones en su relación con Balboa en posiciones que en muy pocos momentos podemos sospechar que ocupó.

 

Completamos esa ruta marcada grosso modo por los autores citados

logrando mayor precisión con los numerosos datos que nos facilitan los cronistas, principalmente con Bartolomé de las Casas[4], Gonzalo Fernández de Oviedo[5] y en menor cuantía, Antonio de Herrera[6].

 

3. ANTECEDENTES

Vasco Núñez de Balboa y Juan de la Cosa acompañaron a Rodrigo de la Bastida cuando zarpó en 1501 del puerto de Cádiz. Descubrieron las costas de Colombia, las bahías de Santa Marta, Cartagena y Cispatá; atravesó el golfo de Urabá, llegaron hasta las costas panameñas en los puertos de Retrete y Nombre de Dios desde donde volvieron a La Española en 1502. Vasco Nuñez permanece en La Española donde tiene repartimientos de indios en Salvatierra de las Çabanas[7]. Allí permanece en torno a siete años, hasta poco después de la salida del tercer viaje de Ojeda, el 10 de noviembre de 1509.

 

Francisco Pizarro había partido de San Lúcar de Barrameda el 13 de febrero de 1502, en la expedición de Nicolás de Ovando; también va en esta expedición Bartolomé de las Casas, nuestro cronista. Durante los años que Ovando recaló en La Española impuso la política de conquista y colonización diseñada por los Reyes Católicos; para ello realizó numerosas guerras de apaciguamiento en las que Francisco participó activamente. Ovando fue sustituido por Diego Colón y regresó de La Española en 1509.

 

Pizarro está en La Española como militar bajo las órdenes de Nicolás de Ovando, desde 1502 a 1509, en ese año marcha con la tercera expedición de Alonso de Ojeda. Al menos en algunos momentos nuestros personajes debieron coincidir en La Española, entre los años 1502 y 1509, es decir durante siete años. Ambos eran solteros y veintiañeros.

 

Alonso de Ojeda fue un experimentado conquistador que comenzó sus viajes al Nuevo Mundo en 1493 en el segundo viaje de Colón. Inició su primera expedición con autorización de los Reyes Católicos, el 18 de mayo de 1499, a espaldas del virrey Cristobal Colón. En ella fue acompañado de Juan de la Cosa y Américo Vespucio. Recorrieron la costa venezolana: el golfo de Paria, las islas de Trinidad y Margarita, hasta el cabo de Vela. Regresó a La Española el 5 de septiembre de 1499.

 

Tras un segundo viaje por la costa venezolana, Ojeda emprende una tercera aventura junto con Diego de Nicuesa: capitulan en la ciudad de Burgos el 9 de junio de de 1508. Mediante ella el primero obtiene la gobernación de Nueva Andalucía y el segundo la de Veraguas. Como límites de ambas gobernaciones se fijaba el centro del golfo de Urabá.

 

Para llevar a efecto su cumplimiento Ojeda parte de La Española en su  expedición el 10 de noviembre de 1509; llevaba 300 hombres y tenía como fin la conquista y colonización de Nueva Andalucía[8].Uno de los militares que le acompaña es Francisco Pizarro[9].

 

La expedición de Nicuesa se retrasó al 22 de noviembre del año 1509, llevó 700 soldados y su fin era conquistar y colonizar la gobernación de Veraguas. Ambas expediciones debían completarse con un navío; el de la expedición de Ojeda estaría bajo el mando del bachiller Martín Hernández Enciso y el de Nicuesa por el capitán Rodrigo Henríquez de Colmenares[10].

 

Ojeda desembarca en Cartagena y tras diversos infortunios abandona aquella costa. Buscaba mejores condiciones y  dirigiéndose hacia el golfo de Urabá, en el sureste, funda en enero o en febrero de 1510 la ciudad de San Sebastián de Urabá, en la parte oriental de este golfo.

 

En San Sebastián no hay sosiego. Los indios continúan hostigándolos continuamente con sus temibles flechas envenenadas, los abastecimientos escasean, pasan hambre y la nave con  refuerzos, capitaneada por Hernández Enciso, no llega. Ojeda intenta regresar a la Española en busca de nuevas ayudas; para ello en el mes de mayo de 1510 no duda en embarcarse en la nave del corsario Bernardino de Talavera[11].

 

Como hemos dicho, Francisco Pizarro había embarcado en esta expedición de Alonso de Ojeda que había partido en noviembre del año de 1509. Ahora, en ausencia de Ojeda, queda como capitán en  San Sebastián de Urabá;  tenía la “provisión” de esperar la llegada de refuerzos durante cincuenta días. Se esperaban éstos bien por el regreso de Ojeda o por la llegada de la nave de Enciso, el “socio” de Ojeda y alcalde mayor de la expedición que, como dijimos, retrasó su partida desde Santo Domingo[12].

 

Pasados los 50 días, es decir sobre finales de agosto o primeros de septiembre de 1510 ni había vuelto Alonso ni llegaba Enciso. En este momento Francisco Pizarro determina cumplir las órdenes y regresar, haciéndolo en los dos bergantines que tenían. Al mando de uno se puso él, mientras que el otro naufragó en el regreso por el golfo de Urabá rumbo al puerto de Cartagena.

 

 

4. EL ENCUENTRO ENTRE VASCO NÚÑEZ DE BALBOA Y FRANCISCO PIZARRO

 

Al entrar en este puerto coincide con la nave de Hernández Enciso, debió ser a mediados o finales de septiembre de 1510; llevaba los ansiados refuerzos. Entre los 150 hombres que portaba esa nave iba Vasco Núñez de Balboa que según los cronistas las Casas y Oviedo había embarcado sin autorización, es decir como polizón[13].

 

Fray Bartolomé aprovecha para enviarnos su lugar de nacimiento, retrato y actividades en la isla de La Española.

 

Asi lo narró fray Bartolomé:

“…Este Vasco Nuñez era uno de los que muchas deudas debía, vecino del postrero pueblo destas islas, al Occidente, llamado Salvatierra de las Çabanas, donde tenía indios de repartimiento, natural de Badajoz. Era mancebo de treinta y cinco o pocos más años, bien alto y dispuesto de cuerpo y buenos miembros y fuerzas y gentil gesto de hombre muy entendido y para sufrir mucho trabajo; este había venido a la tierra firme, cuando vino a descubrir y rescatar Bastidas,…” [14]

 

No fueron bien recibidos Pizarro y los suyos, Enciso les acusó de haber desertado del resto de la expedición de Ojeda, Pizarro no debió olvidar esta afrenta con facilidad; muestra las ordenes de Ojeda y entonces Enciso comprende y acepta su versión.

 

Durante la navegación, también Vasco Núñez había sido humillado por Enciso; fue aceptado al fin por sus conocimientos del medio natural en el que se iban a desenvolver ya que había estado anteriormente en su viaje con Rodrigo de la Bastida.

 

5. VASCO NÚÑEZ DE BALBOA Y FRANCISCO PIZARRO BAJO LAS ÓRDENES DEL BACHILLER HERNÁNDEZ DE ENCISO

 

Es pues en las proximidades del puerto de Cartagena, a finales de verano o comienzo del otoño de 1510, cuando las crónicas hacen coincidir a nuestros dos personajes por segunda vez: Pizarro queda como segundo en la escala bajo el mando del alcalde mayor Hernández Enciso y Balboa va en el último lugar como un soldado “sin papeles”.

 

Poco después, a principios de ese otoño, Hernández de Enciso y sus hombres se trasladan desde las inmediaciones de Cartagena a San Sebastián de Urabá. Tras desembarcar, observan las ruinas de la ciudad, su visión se une a los malos recuerdos de Pizarro y los suyos. Los estragos causados por las flechas envenenadas de los nativos, diversas desgracias posteriores -hundimiento del buque con todo lo que portaba-, sirvieron para sustentar la opinión de atravesar cuanto antes el golfo de Urabá hacia su costa occidental.

 

Dice así Las Casas sobre Pizarro y los suyos:

“…, y es de creer que Francisco Pizarro y los de su compañía zaherirían e acusarían su porfía de venir a ella al bachiller Anciso; ayudaba la opinión que la dejasen, haber ya quemado los indios la fortaleza que Ojeda hizo, y treinta casas que los españoles allí tenían…”

 

Balboa fomenta muy oportunamente la tentación, también él aconseja atravesar el golfo hacia poniente y allí promete mejores y más ricos territorios. Pero aquellas costas eran tierras de Veragua ya en la demarcación del gobernador Nicuesa.

 

Las Casas narra así lo dicho por Balboa:

“…Yo me acuerdo de los años pasados, viniendo por esta costa con Rodrigo de Bastidas a descubrir, entramos en este golfo, y en la parte de occidente, a la mano derecha, según me parece, salimos en tierra y vimos un pueblo de la otra banda de un gran río, y muy fresca y abundante tierra de comida, y la gente de lla no ponía hierba en sus flechas…”[15]

 

Es muy probable que las relaciones entre Pizarro y Balboa, en estos últimos días de verano o comienzos del otoño de 1510, fueran muy buenas por la ayuda mutua que se habían prestado ante las complicadas relaciones con Enciso. Los dos unen criterios con motivo de no fijar residencia en San Sebastián de Urabá; pero a partir de ese momento algo debió comenzar a sopesar la cabeza del trujillano; la expedición de su inmediato superior Martín Hernández Enciso comenzaba a trasgredir los límites de la legalidad.

 

Posiblemente en los finales de septiembre o comienzos de octubre de 1510 ya están en el lado opuesto: han seguido el consejo de Balboa.

 

En el Darién están en la ciudad y tierra del cacique Cemaco con el que pelean duramente y obtienen su primera victoria; como consecuencia obtienen un aprciable botín: Vasco comienza a ser un valor en alza.

 

Inmediatamente, otoño de 1510, Enciso y sus hombres pueblan la ciudad indígena a la que ponen por nombre Santa María la Antigua del Darién[16].

 

Santa María la Antigua, como se ha dicho, era territorio de la gobernación de Veragua perteneciente al gobernador Cristóbal de Nicuesa. Estaba en un lugar todavía poco precisado, próximo a la desembocadura del río Atrato, en el occidente del golfo de Urabá. Su climatología es ecuatorial siendo una región de gran pluviometría; esto determina una vegetación selvática con su correspondiente fauna y la destrucción de las construcciones realizadas por lo general con materiales pobres.

 

Alonso de Ojeda no regresa. La prohibición de Enciso de rescatar oro con los indios sin su intervención, so pena de muerte, convierte esta expedición en una empresa privada de Enciso. Esto produce una crisis y comienzan a surgir complicados conflictos sociales con sus naturales divisiones. Balboa había fomentado la transgresión legal de cruzar el golfo de Urabá que les había facilitado el enriquecimiento en el nuevo lugar. Como veremos ahora fue más allá en esta crisis.

 

Unos, entre los que se encuentra Vasco Núñez de Balboa, piensan que al estar en otra gobernación, la Veragua de Nicuesa, el cargo de alcalde mayor que ostentaba el bachiller Enciso por concesión del gobernador de Nueva Andalucía, Alonso de Ojeda, había perdido su valor.

 

Posteriormente aunque cercana a la fundación de la ciudad de Santa María la Antigua del Darién, se producen elecciones para nombrar dos alcaides y los regidores de la nueva ciudad; no hubo sorpresas: Vasco Núñez de Ballboa y el vizcaino Martín Çamudio ocupan los dos puestos claves.

 

Lógicamente la fundación de esta ciudad era un hecho necesario para que Balboa se alzase con el poder, si no hay ciudad no hay alcaldes ni regidores.

 

Acto seguido detienen a Enciso, lo procesan, confiscan sus bienes y lo encarcelan temporalmente… finalmente acordaron enviarlo a Santo Domingo.

 

Si desde que llegan al Darien, en los finales del verano hasta los comienzos del otoño de 1510, el puesto de capitán de Pizarro se tambaleaba. La detención de Enciso recién pasadas las elecciones, presionaba aún mas su posición de capitán subordinado al mando legal, existiendo sin dudas una difícil situación entre Balboa y Pizarro. Ademáshay que tener en cuenta que los seguidores de Balboa no eran la totalidad, también Enciso tenía sus partidarios.

 

En el mismo otoño de 1510 entra en escena un personaje al que ya antes mencionamos: se trata del capitán Colmenares. Llega a Santa María la Antigua en noviembre de 1510; va con una nave en busca de su jefe Diego de Nicuesa.

 

Colmenares se mostró desprendido repartiendo alimentos y enseres que llevaba y a la vez fortalecía la voluntad de algunos residentes en Santa María. Con su llegada surge un nuevo grupo: los que piensan a favor de situarse bajo las órdenes del gobernador de aquel territorio Diego de Nicuesa. Un grupo que añadir a los partidarios de Balboa y de Enciso.

 

Pasados unos días Colmenares continuó costeando hacia el norte en busca de Nicuesa. Iba acompañado de varios emisarios, según fray Bartolomé fueron dos emisarios, según Oviedo cuatro; le relatarían la situación de los hombre de Ojeda en su territorio y el acatamiento de la  recién fundada Santa María la Antigua de Darién y su gobierno.

 

Mal lo había pasado Nicuesa y sus hombres, de 785 hombres que salieron de la Española le restaban vivos algo menos de 100. El capitán Colmenares los halla en el recién creado fuerte de Nombre de Dios; el encuentro  con su gobernador fue desilusionante. Las peripecias pasadas, el hambre, las muertes, la conducta del gobernador para con su gente… Regresar a Santa María era la única esperanza de ambos.

 

Todos regresan en el invierno de 1511 y Nicuesa intentará desembarcar.

 

Hemos visto anteriormente que Nicuesa era muy deseado en Santa María por un grupo que pedía legalizar la situación, por diversas cuestiones también Nicuesa deseaba ir a la nueva ciudad. Evidentemente los fines de Nicuesa y Balboa no coincidían.

 

En general la gente de Nicuesa y los de Enciso deseaban, ante todo, el oro que pudieran obtener de los indígenas. Antes Enciso y ahora Nicuesa prohibieron todo trato con los indios en este sentido: el oro ante todo debía amortizar la inversión, los gastos de la expedición. Para amortizar sus grandes inversiones en este viaje  lleva la intención de castigar y prohibir la tenencia y rescate de oro con los indios.

 

El mismo Nicuesa facilitó la llegada de este mensaje. Ante esto nos narra el padre Las Casas que surge en Santa María una nueva idea: no dejar desembarcar al gobernador; Vasco Núñez era uno de los que más insistía en esta pretensión como solución.

 

Para acercarnos al ambiente que allí se vivía, narremos el suceso que ocurrió en la ciudad de Santa María con este motivo.

 

Dice así el cronista Fernández de Oviedo:

…É para esto, teniéndolo muy bien masados los de su opinión, y en la iglesia de San Sebastián pusieron al pié del altar una manta o tapete en tierra é una almohada de cama y ençima una cruz, como se suele hacer el jueves de la Çena o Viernes santo quando se andan las estaciones; é juraron allí solemnemente sobre aquella cruz que no reçibirían á Diego de Nicuesa por gobernador…”[17]

 

Los cronistas narran de distinta manera la pintoresca y dramática llegada de Nicuesa a Santa María la Antigua. Su desenlace es siempre el mismo: Nicuesa, con 16 o 17 de los suyos, navega con rumbo incierto desde la ciudad de Santa María la Antigua, nunca más de él se supo. Era marzo de 1511.

 

Poco más de un mes después, el 4 de abril de 1511, Balboa va completando su vocación de caudillo. Envía embarcados en un mismo navío a Enciso que va como exiliado, a Çamudio, su compañero en la alcaldía, y al regidor Valdivia, van como procuradores ante las autoridades de la Española y la Corte.

 

Quizás el más significativo que quedaba era Francisco Pizarro, en esos momentos era capitán subordinado a un Capitán General o a su lugarteniente[18]. De él guardan silencio las crónicas durante todos los acontecimientos narrados. Ante la posterior marcha forzada de su legalmente inmediato superior Hernández Enciso, su poder se diluía, no tenía otras posibilidades que acatar a Balboa como nuevo jefe.

 

Pero su obediencia al nuevo caudillo no se le debió  presentar clara. Debía sopesar mucho los pros y contras de su acatamiento a Balboa ante la forma, tan trasgresora por democrática, con que éste había llegado al poder y sobre todo por el proceder contra el gobernador Nicuesa y el alcalde Enciso.

 

¿Qué ocurriría si regresaban  Hernández de Enciso, Alonso de Ojeda u otro personaje con nombramiento real?. Al fin y al cabo Vasco Núñez, era un ilegal que se había alzado con el poder por una práctica ilícita  en el Antiguo Régimen: la vía democrática.

 

6. Francisco Pizarro capitán a las ordenes de Vasco Núñez de Balboa

 

Durante estos acontecimientos y según la lógica de los hechos sus relaciones debieron atravesar momentos de cierta tensión, quizás difíciles ya que según todas las crónicas Francisco tendía a ser un legalista convencido.

 

Pero sabemos que como capitán terminó acatando a Vasco Núñez de Balboa, incluso antes de llegar el nombramiento de éste como gobernador.

 

El envío de los dos emisarios de Balboa, Zamudio y Valdivia, a La Española con los papeles del proceso de Enciso y las pasadas andanzas de Nicuesa, relatadas por el veedor real Quincedo, produjeron sus frutos: a partir de la respuesta recibida por Balboa nadie podía ya objetar ilegalidad en la nueva posición de Vasco.

 

Éste, una vez liberado de sus inmediatos superiores en la primavera de 1511, señaló el turno de Francisco al que encomendó una misión de reconocimiento ciertamente peligrosa.

 

Algunos  nativos les venían lanzando el señuelo del oro y las riquezas, esta vez localizados en la provincia de Cueba, distante 30 leguas de Santa Maria.

 

Nos narra las Casas que, poco después de las deportaciones del gobernador Nicuesa y el bachiller Enciso, Vasco encomienda una difícil misión a Francisco Pizarro; junto con  seis compañeros debe marchar río arriba -posiblemente el actual Astato- en territorio del cacique Cemaco y su gente, cuya ciudad y propiedades los españoles habían confiscado, tras el desembarco, hacía más o menos un año, en aquella operación el mismo Cemaco había sido torturado.

 

Andadas tres leguas los españoles sufren la acometida de los indios con su jefe; heridos por flechas y piedras huyen y retroceden a refugiarse en Santa María; uno de ellos no ha podido seguirlos. Francisco llega herido pero junto con otros, es obligado por Balboa a regresar a por su compañero; así lo hacen y todos regresan. Es posible que Balboa no esperara ese final.

 

El padre Las Casas lo narra así:

“…Acordó Vasco Núñez enviar a Francisco Pizarro con seis hombres, para que fuese a descubrir por allí la tierra; salidos el río arriba, tres leguas, salieron 400 indios con su señor Cemaco…y dan en Francisco Pizarro y en sus seis compañeros, con muchas flechas y piedras, de manera que a todos descalabraron y hirieron…los españoles arremeten contra los 400, y desbarrigan con las espadas dellos, 150 sin muchos otros que hirieron…Todavía uno de los seis, llamado Francisco Herránz, y los demás, todos muy heridos, volvieronse a su pueblo; desque Vasco Nuñez los vido, recibió pesar grandísimo, y mayor desque le dijeron que Francisco Herránz aún quedaba vivo; y en pena de lo haber dejado, mandó a Francisco Pizarro, no embargante que venía malherido, que tornase por él con cierta gente, y así lo trujo…”

 

Nos fijamos en la frase que incluye las Casas sobre la actitud de Balboa al concluir la primera parte de la operación: “…recibió pesar grandísimo…”. En la misma página las Casa nos recuerda la posición parecida que adoptó tras la expulsión de el gobernador Nicuesa “…Tornose desde a pocos días al pueblo del Darién, y dijeron algunos que traía proposito de, si hobiese Nicuesa vuelto, dalle la gobernación y sometérsele, y debía platicarlo así, por resguardo de complimiento si acaso volviese, porque su entendimiento a esto y a mas que esto se extendía…”[19]

 

Tras la deportación del alcalde mayor Enciso, lo resolvió en la misma línea y de esta manera:

“…Todavía, estando ya embarcado Anciso, antes que se hiciesen a la vela, fueron ciertos de aquellos vecinos, por ventura movidos por el Vasco Núñez, a rogalle que saliese en tierra y no se fuese, que ellos se ofrecían a intervenir  para que fuesen amigos él y Vasco Núñez y que lo dejarían usar el oficio de alguacil mayor, como pretendía, y lo demás que le pudieron ofrecer; pero él nunca quiso….”[20]

 

Una de las finalidades de estos  arrepentimientos, tan característicos de la conducta de Balboa y aparentemente poco naturales, era arreglar algo las malas cosas recientemente hechas: iban destinadas esas acciones por una parte ante sus vecinos opositores en esas cuestiones y por otra a suavizar futuras actuaciones de la justicia sobre él, que, como sabemos, acabo siendo implacable.

 

Estos sucesos determinan una nueva forma de relación entre el gobernador Balboa y el capitán Pizarro en la que éste aparentemente pierde protagonismo bélico. En las operaciones siguientes diseñadas por Balboa no se menciona el nombre de Francisco Pizarro, su lugar como capitán subordinado fue ocupado por otros personajes.

 

Esas operaciones militares fueron intensas y duras; veamos como sucedieron:

Lámina 2

 Lámina 2.- Esquema del primer viaje de Balboa desde Santa María la Antigua del Darién.

 

La primera de estas expediciones comienza en julio de 1511. Balboa se mueve hacia el norte del golfo de Urabá. Su objetivo es doble: primero repatriar a los españoles que Nicuesa dejó en el fuerte de Nombre de Dios y  segundo, ya con esos refuerzos prospectar nuevas conquistas y requisamientos (Lám 2).

 

Entre septiembre y noviembre de 1511 realiza simultáneamente ambos objetivos: el territorio del cacique Careta es invadido y saqueado. Después llega a un compromiso político con él para entablar posteriores expediciones desde su territorio contra otro cacique: Ponca. Por el momento aplaza ésta por falta de recursos y decide cambiar de rumbo.

 

Por sus anteriores viajes bajo las ordenes del gobernador Nicuesa es muy posible que en esta doble marcha, el capitán  Rodrigo Colmenares,  prestara oportunos servicios. Balboa debió observarlo y aceptarlo de forma positiva para sus planes, al menos por algún tiempo.

 

De regreso  a Santa María la Antigua en noviembre de 1511, Vasco Nuñez de Balboa se encuentra con la buena noticia que ha traído el regidor Valdivia desde La Española: la respuesta que antes mencionamos, era su nombramiento por el virrey Diego Colón, como gobernador interino del Darién. Contra el pronóstico de algunos este nombramiento fue ratificado por el rey en Zaragoza el 23 de diciembre de 1511[21].

Lámina 3

 Lámina 3.- Segundo viaje de Balboa desde Santa María la Antigua del Darién.

 

No pierde el tiempo y organiza una segunda expedición; ahora van hacia el sur, posiblemente por donde ya estuvo Francisco Pizarro con sus seis compañeros. No tenemos fechas exactas del inicio de esta expedición logicamente fue después de noviembre de 1511 (Lám 3).

 

Ascienden por el actual río Astrato y alguno de sus afluentes; como casi siempre buscan oro y comida. Las crónicas no dejan ya dudas que allí fue Rodrigo de Colmenares como capitán a las ordenes directas de Balboa[22].

Lámina 4

Lamina 4.- Esquema de la tercera expedición de Balboa desde Santa María la Antigua del Darién.

Tras el regreso de esta fructífera expedición a Santa María, ya con oro y comida, Vasco Nuñez organiza la tercera gran salida: es una marcha hacia el norte. Van por territorio en parte ya conocido: el pretexto fue castigar al cacique Ponca enemigo del ya aliado Careta (Lám 4). Se reanudaba así la expedición aplazada tras la invasión y posterior pacificación del territorio de este cacique[23].

 

Por noticias del padre Las Casas sabemos que Rodrigo de Colmenares fue también en esta ocasión como lugarteniente de Vasco.

 

Dice así fray Bartolomé:

“…Mostrada la casa y las cosas della, manda traer Comogre ciertas piezas de oro muy ricas en la hechura y en la fineza, que pesarían 4.000 pesos, y 70 esclavos, y daselos a Vasco Núñez y a Colmenares, conociendo ser los principales…”[24]

 

El territorio del cacique Ponca fue invadido, saqueado y él puesto en fuga. Vasco Núñez de Balboa entabla posteriormente relaciones amistosas con un nuevo grupo social al frente del cual estaba el cacique llamado Comogre y su familia directa. De Panquiaco, uno de los hijos de Comogre, reciben la noticia de la existencia de otro mar y de un territorio más al sur con mucho oro y riquezas; también le asesora del elevado número de soldados necesarios para su conquista. Son las primeras noticias del Perú.

 

La noticia del nuevo mar y la posterior existencia de un país tan rico caló hondo en la expedición y todos deciden regresar a Santa María para preparse ante una empresa de mayores dimensiones.

 

La expedición a tierras de Ponca y Comogre ya había concluido en octubre de 1512. Tras ella fueron enviados como procuradores, primeramente a la isla Española y después a España, al veedor Juan de Quincedo y, por elección, al capitán Rodrigo Colmenares. Debían informar de esas grandes noticias y llevar el quinto real de lo ya conseguido.

 

Siguiendo al padre las Casas podemos afirmar que no fue cómoda la espera de nuevos refuerzos en Santa María la Antigua donde Balboa hubo de dominar varias conjuras contra su persona; la astucia y la política fueron como casi siempre sus mejores aliados a la hora de completar sus acciones para resolver estos problemas.

 

A los numerosos enemigos que con sus acciones, Balboa se iba creando en Santa María, se sumaron las de sus procuradores Colmenares y  Quincedo, que recien llegados a la Corte, cambiaron de bando. Todos estos consiguieron su sustitución como gobernador interino de Tierra Firme del Darién. Poco antes del 18 de junio de 1513 D. Pedro Arias Davila fue nombrado Capitán General de Castilla del Oro, nueva denominación que se dio a este territorio.

 Lámina 5

 Lámina 5.- Cuarta expedición de Vasco Nuñez de Balboa desde Santa María la Antigua del Darién.

Vasco Núñez sospechó esa maniobra de sus enemigos y tras la llegada de dos navíos con viveres y 150 soldados desde la Española, decide dos cosas: una, enviar a la Corte para su defensa a Sebastián de Ocampos y la segunda no esperar más y organizar una cuarta salida hacia el noroeste en busca del nuevo mar y sus ricos territorios (Lám 5).

 

El 1 de septiembre de 1513 embarca en Santa María la Antigua con 190 españoles y varias centenas de indios; navegan primeramente hasta el puerto de Acla, en territorio del cacique Careta, llegan el 4 de septiembre. Allí deja los barcos. Tras recibir guías de este cacique, el 6 de septiembre de 1513 pasa al territorio de Ponca. No sin serias dificultades consigue una alianza con Ponca por la que éste facilta guías para trasladar a Vasco y su gente a territorio de un cacique enemigo de Ponca, Torecha según unos cronistas o Guarequa según otros. Para llegar a estos territorios debían atravesar un terreno difícil, lleno de dificultades naturales y siempre acechados por los nativos.

 

A pesar de todo esto Vasco Núñez de Balboa se alzó victorioso y llegó a un acuerdo político con Torecha/Guarequa, facilitando éste los guías necesarios para ascender a la cordillera inmediata. Por indicación de los recientes guías, allí, desde una meseta, a las 10 de la mañana del 25 de septiembre de 1513, Balboa avista el nuevo mar al que puso por nombre Mar del Sur.   Sus objetivos inmediatos son recabar precisas informaciones sobre este nuevo mar y el rico país que guardan sus orillas.

 

Transcurrido el canto del Te Deum y la posterior elevación de una cruz, Balboa ordena que el escribano real levante acta la cual recoge el nombre de los asistentes; afortunadamente nos ha llegado a través del cronista Fernández de Oviedo.

 

En ella primero figura el nombre de Vasco Núñez de Balboa, en segundo lugar el clérigo Andrés Vera y en el tercero Francisco Pizarro, hasta completar sesenta y siete nombres[25].

 

Recordemos que nuestros hombres están divisando el mar desde una lejana meseta, para acercarse a la orilla y planear nuevos movimientos Balboa debe resolver un serio problema que añadir a la invasión del territorio: se trata de la resistencia del cacique Chiapes. El ruido de los disparos de los arcabuces y la vista de los perros azuzados al encuentro logran, una vez más, la desvandada de los indios y el posterior ofrecimiento político de paz a cambio de oro y colaboración en la empresa. Destacado protagonismo tenía en estas campañas Leonçico, el perro de Balboa que le proporcionaba buenos beneficios a su amo ya que generalmente estos perros de guerra ganaban como un compañero más.

 

Entonces, en el territorio del cacique Chiapes,  selecciona tres hombres con un grupo de doce soldados cada uno. Al mando de uno de los tres grupos seleccionados va Francisco Pizarro, los otros dos van bajo el mando de Juan de Ezcaray y Alonso Martín. Les encomienda hallar un camino para acercarse a la orilla del nuevo mar recien avistado. Alonso Martín y su grupo tuvieron la suerte de encontrarlo primero.

 

Vueltos donde Vasco estaba, el 29 de septiembre de 1513 desciende éste en compañía de veintiseis hombres. Llegados al nuevo mar, Balboa penetró en él y tomó posesión en nombre de los Reyes de Castilla levantando acta Andrés de Valderrábano, el escribano real. El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo también nos trasmitió los nombres de los veintiseis participantes, igualmente Francisco Pizarro figura en tercer lugar[26].

 

Por ser el día de San Miguel dio este nombre a aquel golfo. Después regresaron al poblado de Chiapes donde aguardaban los demás. Ya en Chiapes, Vasco entabla conversación con el hermano del cacique Chiapes quien le facilita noticias de la existencia de un conjunto de islas, ricas en perlas; deben navegar mar adentro en el recién visitado golfo de San Miguel.

 

No era tiempo propicio para navegaciones en aquellas aguas pero Balboa no se detiene y recaba información más precisa en tierras cercanas de un nuevo cacique: Cuquera.

 

Organiza la expedición con sesenta hombres que salen hacia el archipielago el 17 de octubre de 1513; navegaron distribuidos en ocho canoas. Desencadenada una tempestad se ven obligados a refugiarse en un islote, pierden los víveres y las canoas han sufrido importantes daños: se impone el forzado regreso.

 

Al regresar a tierra lo hacen en territorios del cacique Tumaco que le confirma la existencia del archipielago de las Perlas y la existencia de riquìsimas tierras situadas más al Sur. El mismo cacique le ofrece como presentes oro y doscientas cuarenta gruesas perlas.

 

Con el fin de preparar nuevas expediciones decide regresar a Santa María la Antigua el 3 de noviembre de 1513. Comienzan tomando un nuevo camino; sin muchas dudas su objetivo era proseguir con la economía depredadora que habían iniciado.

 

Con los nuevos caciques que entabla relación realiza la política persuasoria que tan buenos resultados le había dado. La expedición se acercó al ya conocido territorio de los caciques aliados Comogre, Ponca y Careta. Embarcan en los bergantines y regresan a Santa María el 19 de enero de 1514.

 

El oro y las perlas que traían los expedicionarios llenó de alegría a los residentes; entre estos estaba Pedro de Arbolancha que había llegado a santa María con la secreta misión de informar al rey sobre los asuntos de aquella gobernación y preparar la llegada del nuevo gobernador. Ante la narración de los sucesos de esta última expedición y la visión de las riquezas reunidas, Arbolancha se vuelve un apasionado defensor de Vasco.

 

Reunido el cabildo de la ciudad acuerda solicitar al rey la continuidad de Vasco Núñez como gobernador del Darién. Arbolancha se traslada con este requerimiento primero a la Española donde Pasamonte, el Tesorero Real, cambia igualmente de posición e informa directamente al rey en favor de la continuidad de Vasco.

 

Después Arbolancha continúa hasta España y notifica al rey estos sucesos tan positivos para Balboa. Pero  a pesar de la celeridad de las gestiones de Arbolancha, el tiempo había pasado en su contra. Pedrarias Dávila, nombrado capitán general y gobernador  de Castilla del Oro -nuevo nombre que se dió a aquella gobernación- había partido de San Lucar el 11 de abril de 1514; iba al mando de una gran expedición que según las Casas llegaba a los 1200 hombres[27].

 

El 30 de junio de 1514 desembarcaba Pedrarias en Santa María la Antigua del Darién en un cortejo formado por él y su mujer, su séquito y sus soldados. Entre ellos regresan dos viejos concidos de Vasco Núñez: el bachiller Enciso y el capitán Colmenares. Serios presagios cubrirían la mente de nuestro conquistador.

 

A través de las crónicas sabemos que durante el periodo de tiempo que empieza con la elección de Balboa como alcalde mayor y acaba con la llegada del nuevo gobernador, tres años y siete meses, las numerosas actuaciones de Balboa y sus compañeros se caracterizan entre otras cosas por el protagonismo de Vasco. En las cuatro grandes expediciones que realizó en esta época es evidente también, que en las tres primeras el capitán Colmenares fue su segundo en el mando y en la cuarta se perfila a Francisco Pizarro como el sucesor en el cargo de Colmenares.

 

Su presencia como tal, solamente puede sospecharse por las listas mencionadas, facilitadas por Oviedo; su nombre ocupa un lugar preeminente: el tercero inmediato después de Balboa y el clérigo Andrés de Vera. También es algo significativa la pequeña salida que Balboa le encomendó en esta misma expedición, en busca de la orilla del mar.

 

Ya vimos como según las Casas, Pizarro ya había sufrido el embite de Balboa en su primera salida cuando, recién elegido alcalde mayor, le mandó ir con seis soldados en una misión, ya narrada, ciertamente peligrosa.

 

Francisco sabía cual había sido el destino de los anteriores jefes y lugartenientes de Balboa, de una u otra manera les había apartado de su empresa.  Con la prudencia como arma, con el oido bien dispuesto, debería mantenerse pasivo, dócil y poco significalitivo: por el momento solo debía ganar algo de oro, informarse y aguardar mejores tiempos.

 

7. Balboa y Pizarro a las ordenes de Pedrarias

El 19 de enero de 1514 se produjo el regresó triunfal de la cuarta gran expedición de Balboa y desde esa fecha hasta el 6 de junio de ese mismo año  que desembarca el nuevo gobernador Pedrarias Dávila, unos cinco meses, nuestros personajes con el resto de españoles, permanecen en Santa María la Antigua consolidando el descubrimiento de la ruta entre los dos grandes mares; ahora para ello Vasco ocupa al capitán Andrés de Garabito.

 

Pero una vez más Balboa tiene que ocuparse de defender ante el Poder Real, su posición de caudillo. El sabía que los futuros embites vendrían de sus ya conocidos enemigos y de otros nuevos.

 

En esos momentos puede engrandecer su  reputación ante el favor real, los hechos realizados y las grandes riquezas obtenidas. Así intentó hacerlo.

 

Llegó Pedrarías con sus soldados, que sobrepasaban en mucho el millar, a Santa María donde estaban quinientos quince hombres; naturalmente la población se llenó de hombres sedientos de inmediatas riquezas. Las narraciones llegadas a la península habían disparado la fantasía hasta extremos difíciles de admitir.

 

Obtenida de Balboa rápida información de lo hallado y su localización, Pedrarías comienza una nueva conquista preferentemente con los hombres que él había llegado relegando a puestos carentes de relevancia a Balboa y a la mayor parte de los residentes.

En el periodo posterior que comienza con la llegada de Pedrarias, Balboa tiene que enfrentarse a una pesquisa y a un juicio de residencia que le impide salir de Santa María la Antigua; en este periodo continuó su inactividad bélica que se extendió hasta su puesta en libertad, al menos hasta finales de noviembre de 1514. El juicio de residencia que se le hizo reconoció la culpabilidad colectiva de los habitantes de Santa María la Antigua, en las actuaciones contra el gobernador Nicuesa.

 

El 20 de marzo de 1515 Vasco recibe la agradable sorpresa de las mercedes que le habían prometido: su nombramiento por la reina Dª Juana como Adelantado del Mar del Sur y Gobernador de las provincias de Panamá y Coiba[28].

 

Sin embargo da la impresión que las condiciones de este nombramiento en realidad pretendían complicar la situación para que nada avanzara: en el futuro su actividad en el territorio de su provincia debía estar bajo la obediencia de Pedrarías y éste debía dar plena libertad a Balboa en las cosas de su nueva gobernación. ¿Qué ocurriría en el caso de que Pedrarias silenciara sus respuestas a los deseos de Balboa?.

 

Poco después de esas fechas, Pedrarias propuso a Vasco Núñez organizar una expedición a Dabaybe, posiblemente en el verano de 1515. Aunque estos míticos territorios no eran de su gobernación ya le eran parcialmente conocidos desde su segunda gran salida; Vasco aceptó la propuesta y emprendió la marcha con 190 hombres distribuidos en cinco barcos. Esta expedición hubo de regresar a la Antigua a los treinta días y fue un rotundo fracaso.

 

En ese tiempo y por el fracaso de esa expedición como motivo, Pedrarías y sus allegados comienzan una nueva campaña de desprestigio y calumnia contra Vasco. Sus fines esencialmente son dos:  en la Corte, conseguir que el rey le quite a Balboa  los beneficios otorgados en el otorgamiento de su gobernación; en Santa María la Antigua desprestigiarle y restarle seguidores.

 

A su vez Vasco y sus allegados reclaman una y otra vez sus derechos. Solicita a Pedrarias que se le permita llevar 150 hombres del Darien para organizar una nueva expedición a los territorios de su gobernación. Ante la ausencia de respuesta, Vasco organiza la llegada desde Cuba de una pequeña expedición de 50 hombres al mando de Andrés de Garabito lo que ocurrió ya en los primeros meses de 1516.

 

La realización de este hecho sin autorización indignó a Pedrarias y tomó preso a Vasco.

 

Una vez preso, ambos llegan a un acuerdo: Vasco obtuvo la libertad a cambio del matrimonio por poder con una de las hijas del gobernador y de hecho, éste renuncia a los beneficios de su Gobernación aunque no a sus nombramientos[29].

 

La nueva expedición que tras este pacto se acuerda con Vasco, ya bajo las ordenes de su gobernador y suegro Pedrarias tenía dos objetivos: uno, terminar la construcción de la ciudad y puerto de Acla y el segundo realizar la construcción de cinco naves para marchar a la isla de las Perlas y seguir descubriendo en la costa del mar del Sur, siempre bajo la autorización del gobernador Pedrarias.

Conseguido su primer objetivo, organizó el nuevo municipio y se nombraron los miembros del Ayuntamiento. Después regresó a Santa María con el fin de preparar la construcción de la flota para la nueva expedición proyectada.

 

Regresó Vasco desde Santa María la Antigua a Acla con 200 hombres y pertrechos para la contrución de los navíos. Organiza el traslado de las maderas y materiales a través de la fuerte serranía hasta el río de las Balsas, ya en la vertiente del mar del Sur. Pero la dificultades que encuentra en el translado retrasan la operación y se pasa el tiempo de concesión de la capitulación; al fin consigue una prórroga de cuatro meses que cumplió el  24 de junio de 1518 y a partir de ella el gobernador Pedrarias ni se la renueva ni se la negaba[30].

 

En realidad los planes de Pedrarias eran bien distintos. Casi todos  ignoraban sus nuevos manejos en la Corte. Se trataba de desprestigiar a Balboa acusándole, entre otras cuestiones, de escasa actividad. Pasar a Diego de Albitéz los permisos especiales para fundar ciudades y descubrir los territorios que, años atrás, ya se habían concedido a Balboa.

 

La Real Cédula de concesión de esos beneficios a Albítez tiene fecha de 23 de marzo de 1518. Su regreso debió ser en los comienzos del verano de ese mismo año, justo cuando cumplía la prorroga de la autorización dada a Balboa para la construcción de las naves.

 

La actitud silenciosa de Pedrarias en esos días debía producir fundadas sospechas de que algo importante tramaba. Avisado Vasco Núñez por Hernando de Argüello, su emisario en Santa María la Antigua, de parte de estas maquinaciones, éste le aconsejó que siguiese con su expedición por el mar del Sur, que así lo recomendaban también los padres jerónimos -sucesores de Diego Colón en el mando de la Española-.

 

El proceso de destitución de Pedrarias Dávila y el nombramiento de D. Lope de Sosa como nuevo gobernador de Castilla del Oro comenzó a finales del verano de 1518. Hacia los finales de ese año ya se pudo y debió conocer en Santa María la noticia de su próxima marcha pero hasta mediado el mes de Mayo de 1520 no llegó a Santa María el barco con el nuevo gobernador D. Lope de Sosa; le acompañaba su familia y allegados. En ese preciso día D. Lope falleció.

 

Según el sistema social al que se pertenecía en Santa María la Antigua (de Vasco o de Pedrarías), eran numerosas y variadas las conjeturas que se hacían ante la próxima y espectante llegada del nuevo gobernador: su llegada, sus propositos, la partida de Pedrarias…

 

Los allegados a Balboa suponían con buen criterio, que D. Lope de Sosa reemplazaría a Balboa en el mando de la nueva flota que tanto esfuerzo les estaba costando terminar; les parecía que Pedrarias Dávila, al fin de cuentas suegro de Balboa, les posibilitaría de alguna forma continuar su deseada expedición por el mar del Sur.

 

Para informarse de todas estas cuestiones y conseguir de una vez la ansiada prórroga de las naves, Balboa y sus allegados acuerdan enviar al capitán Francisco Garavitos a la ciudad de Acla -en los últimos tiempos personaje en alza en la esfera de Balboa-. Allí “casualmente” en aquellos días se había trasladado el todavía gobernador Pedrarias.

 

Poco después de conocer la noticia de su próxima destitución, Pedrarias trató de suprimir a su molesto competidor y determinó para ello acercarse a Acla donde tendría lugar la muerte de Balboa. Este asesinato estuvo motivado por varias cuestiones entre las que se ofrece como más destacables la venganza personal de Pedrarias por su cese como Gobernador, en el que Balboa y sus seguidores tanto tuvieron que ver por la presión que, desde hacía varios años, venían ejerciendo sobre él en la Corte.

 

Pero en aquel momento concreto, verano de 1518, lo que motivó el cese fue la presión que ejercieron las cartas que fray Pedro de San Román hizo llegar a la Corte a través de fray Bartolomé de las Casas, sobre los excesos realizados en la expedición del licenciado Espinosa, alcalde mayor  de Pedrarias en Santa María[31].

 

Para llevar a efecto la legalización de la muerte de Balboa, según los cronistas Bartolomé de las Casas y Fernández de Oviedo, Pedrarias se sirvió de la traición de varios de sus compañeros entre ellos destacan a uno: el capitán Andrés de Garavitos, el mensajero enviado por Vasco cuya delación le salvó la cabeza[32].

 

Aparentemente Pedrarias recibió tergiversadas informaciones de las acciones que se proponía realizar Balboa en el sentido de siempre: sus detractores le acusaban de la pretendida marcha hacia el sur con la nueva flota y sin permiso. Tras estos comentarios, el gobernador Pedrarias determinó  llamar a Vasco y a sus compañeros más cercanos, posteriormente su apresamiento, juicio y muerte ocurrida el 12 de enero de 1519.

 

El ajusticiamiento se justificó  en la posibilidad real de que, libre ya de  la tutela de Pedrarias por el próximo cese de éste como gobernador, Balboa marcharía en nueva peripecia, a explorar los territorio situados más al sur del golfo de San Miguel.

 

Francisco Pizarro fue encargado por Pedrarias de dirigir el grupo de soldados que apresó a Balboa. Veamos como sucedió este hecho según nos lo contó el padre Bartolomé de las Casas.

 

Nos lo narra de esta manera:

“…Topó a Francisco Pizarro que iba con gente, que le iba a prender, y díjole: ¿Qué es esto, Francisco Pizarro? no soliades vos así salirme a rescibir…”[33]

 

Cabe preguntarnos por la causa que tuvo Pedrarias Dávila para elegir a Francisco Pizarro, residente y antiguo allegado de Balboa, para realizar esta delicada misión.

 

Sin duda Pedrarias eligió a Francisco por tener plena confianza en que cumpliría sus órdenes. Para confiar en Pizarro éste debía haber demostrado tener una serie de condiciones: debía ser un soldado con fama de cumplidor de órdenes y en aquellos momentos debía hacerse patente un alejamiento de Pizarro del entorno de Vasco Nuñez.

 

Veamos como se llegó a esta última condición.

 

Las palabras de Balboa referidas a Pizarro “…no soliades vos así salirme a rescibir…” hacen mención a una situación en la que Pizarro estaba pasivo de unas acciones militares que Balboa venía realizando.

 

Actitud que sospechamos se dio también durante las expediciones primera, segunda y tercera de Balboa en las que el capitán Colmenares aparece como su lugarteniente; también en las posteriores a la cuarta en las que vimos a Andrés Garabito como segundo de Balboa.

 

No ocurrió esa situación en su famosa cuarta expedición pues ya vimos que, tras la marcha de Colmenares, Francisco Pizarro lo acompañó en puesto cercano. Tras el descubrimiento del mar del Sur, ambos se acercan a las islas de las Perlas, adentrándose en el golfo de san Miguel; después regresan a Santa María.

 

Cabría esperar que, tras este acercamiento entre Balboa y Pizarro, evidente en la cuarta gran expedición, Francisco ocupara el puesto de lugarteniente de Balboa, pero según los relatos de las crónicas, no fue así. La llegada del nuevo gobrnador alteró el sistema social de Balboa, la sustitución de Francisco por el capitán Garavitos nos hace suponer con lógica que Francisco Pizarro se excluyó de él en espera de nuevos acontecimientos.

 

Tras la llegada de Pedrarias a Santa María la Antigua el 30 de junio de 1514, comienzan bajo sus órdenes, las expediciones de conquista, saqueo y exterminio. En general, en las primeras salidas, la mayoría de los soldados que estaban en Santa María participaron poco, pues eran considerados por Pedrarias sospechosos de desobediencia, posibles traidores, ya que habían sido y muchos seguían siendo seguidores de Balboa, entonces retenido por el juicio de residencia acusado de la muerte del gobernador Nicuesa.

 

Nada sabemos de Francisco Pizarro en el año y medio que va desde su regreso a Santa María, tras la cuarta expedición de Balboa, mediado el mes de enero de 1514, hasta su salida con Gaspar de Morales en los comienzos del verano de 1515.

 

Según las crónicas no hay noticias de que Francisco Pizarro participara en las primeras expediciones organizadas por el gobernador Pedrarias inmediatas a su llegada a Santa María la Antigua; mandadas la una por Luis Carrillo que fue al río Ánade y a la tierra de Abrayba, la otra por Juan de Ayora; ambas se movieron por territorios ya conocidos por las diversas exploraciones de Balboa y su gente.

 

Tampoco aparece su nombre en las que mandaron el sobrino del gobernador primero y después el bachiller Enciso al río Cenú; al menos la primera realizada inmediatamente después  de la de Juan de Ayora.

 

Igualmente está ausente Pizarro de la narración que las crónicas nos ofrecen sobre la salida de Vasco Núñez por el rio Darién en busca de las riquezas del mítico dios Dabaiba.

 

Es en el preciso lugar donde lo dejó Balboa, en el archipielago de las Perlas, donde las crónicas sitúan a Pizarro en los comienzos de esta fase de su vida bajo el nuevo gobernador; sucedió sobre la primavera o el verano de 1515. Ya va con las tropas de Pedrarias y bajo las órdenes de Gaspar de Morales. En ese preciso lugar encuentran la famosa perla llamada Peregrina.

 

Así lo cuenta el padre las Casas:

“…saltó Gaspar de Morales con la mitad de los españoles en ciertas canoas grandes y Francisco Pizarro en otras con los demás…”

 

“…Metiólos en la casa la cual dijeron que era maravillosamente hecha y muy más que otras de caciques señalada; hizo sacar una cesta de vergas muy lindas hecha, llenas de perlas que pesaron 110 marcos, todas muy ricas, y entre ellas una que pocas parece haberse hallado en el mundo tan grandes ni tales; era como una nuez pequeña (otros dijeron que como una pera cermeña), la cual llevó a España la mujer de Pedrarias y la presentó a la Emperatriz, e dijeron que le mandó dar 4000 ducados por ella….[34].

 

Entre las numerosas expediciones que organizó Pedrarias con su gente en este periodo las Casas menciona las de Francisco Vallejo, Francisco Becerra, Tello de Guzmán, Diego de Albítez y Gonzalo de Badajoz[35].

 

Tampoco hay noticias por los cronistas de la participación de Pizarro en las crueles expediciones de Gaspar de Espinosa a las tierras de Comogre y Pocorosa que duraron desde 1515 hasta 1517 aunque algunos historiadores  sitúan en esos momentos el inicio de su relación con Pizarro.

 

Tenemos noticias de la participación de Pizarro en la expedición que organizó Juan de Tavira, una vez más a las tierras del dios Dabayba. Tras la muerte de Juan de Tavira en esta expedición Francisco Pizarro fue elegido jefe por sus compañeros y organizó el regreso a Santa María la Antigua.

 

Lo narra así fray Bartolomé:

“…La gente, viéndose sin capitán, eligieron a Francisco Pizarro que los capitanease hasta el Darién, y asi se volvieron…”[36]

 

Ya en 1518, e inmediatamente después de la expedición anterior, se observa un mayor acercamiento entre el gobernador y Francisco Pizarro: le encomienda directamente al mando de cincuenta soldados una expedición al Abrayme; en ella Francisco va como capitán jefe a las órdenes directas de Pedrarias, esta expedición resultó un fracaso.

 

Dice así la narración de las Casas:

“…y que él quería dallesa Francisco Pizarro por capitán, quetornasen a la otra demanda, que era también rica, convene a saber, de abrayme,…”[37]

 

Era la primera vez que había llegado a este escenso como capitán independiente. Aunque había pasado por situaciones parecidas: recordemos su actuación en San Sebastián de Úraba, entonces en ausencia del mando de Ojea e igualmente en su primera salida ya con Vasco Núñez como alcalde de Santa María del Darién.

 

Poco después de esta expedición, en la que ya se ve con claridad el acercamiento e inclusión de Pizarro en la órbita del gobernador Pedrarias, Francisco Pizarro recibió la orden de apresar a Balboa y por lo dicho esta cuestión no debió disgustar al trujillano pues ya hacía tiempo que deseaba progresar con Pedrarías.

 

Basado en todas las tramas vividas entre Balboa y su suegro Pedrarias, es muy posible que Pizarro no supiera con certeza el fin último que Pedrarias tenía destinado a su yerno Vasco Núñez. Pero la rápida marcha del gobernador, desde Santa María a Acla, cuando ya sus días como político y militar parecía que se agotaban, podía con lógica inducir a Pizarro a suponer lo peor. No obstante Francisco era un soldado de los que no discuten las órdenes.

 

Conclusiones

Debemos comenzar estas conclusiones afirmando que Francisco Pizarro jamás se sumó a favor o en contra de las acusaciones o defensas de Balboa o Pedrarias. No intervino en la vida “política”.

 

Es cierto que las relaciones de Balboa con Pizarro aunque superficialmente cordiales no habían ofrecido nunca las perspectivas que sin duda Pizarro deseaba, su ascenso social como militar  y como persona.

 

Con la llegada de Pedrarias el futuro era poco alagüeño para ambos. Las probabilidades de una nueva “escapada” de Balboa no le ofrecían a Francisco un claro proyecto vital por su aparente fobia a lo ilegal. Por otra parte Balboa le había estancado demasiado tiempo en su progresión personal como militar. En consecuencia Pizarro, como hemos apuntado, procuró dejar la orbita de su paisano y aproximarse a la del gobernador.

 

Aunque con incierto porvenir, al lado de Pedrarías Francisco había comenzado a expresar su valía. Ahora con la orden, tan comprometida y  arriesgada de cumplir, Pizarro enseguida se dio cuenta que el gobernador Pedrarías le acercaba más aun en su órbita de poder; le estaba demostrando que Francisco era ya un hombre de su total confianza. De todo ello deducimos que la orden de apresamiento de Vasco no la debió ejecutar Pizarro de muy mala gana; por la vorágine social de aquellos días debió suponer la posibilidad de un fatal desenlace pero la realidad es que ignoraba el fin de Balboa.

 

Efectivamente, según la lectura de todas las crónicas, tras la detención de Vasco, se produjo la entrada de Francisco Pizarro en el selecto grupo formado por los miembros más cercanos al gobernador Pedrarias que, por circunstancias imprevistas, siguió en el poder de Castilla del Oro, ya con un sistema social único en el que Pedrarias ocupaba el centro. La buena adaptación económica y militar de Pizarro en ese sistema tiende a confirmar lo expuesto a lo largo de este trabajo.

 

 

APÉNDICE NÚMERO 1

 

Real cédula nombrando a Vasco Núñez de Balboa Gobernador interino del Darién. (Archivo de Indias, 139-1-4, libro 3, folio 203 vto). Transcrito por Ángel Altolaguirre y Duvale (1914): Vasco Núñez de Balboa, pág 9. Madrid.

 

El rey.- Por la presente entre tanto que mandamos prohuer de gouernador e justicia de la provincia del darien ques en la tierra firme de las yndias del mar oceano es mi merced e voluntad acatando la suficiencia e avilidade fidelidad de vos vasco nuñez de valboa entendiendo que cumple asi a nuestro servicio que seays nuestro gobernador e capitande la dicha provincia del darien e que tengais por nos y en nuestro nombre la gobernación e capitanía de la dicha ysla e provincia e juzgado della e por esta mi cedula mando a cualquier persona de cualesquier estado o condicion preheminencia o dignidad que sea que están o estuvieren en la dicha provincia del darien que durante el dicho tiempo vos ayan e tengan e resciban por nuestro capitan e gobernador della e vsen con vos en todos los casos al dicho oficio de gobernador anexas e pertenecientes e que como a nuestro governador en todo vos traten e cumplan e obedescan vuestros mandamientos que para vasar el dicho cargo en la forma susodicha e para la ejecución e cumplimiento dello vos doy poder cumplido por esta mi cedula con todas sus yncidencias e dependencias anexidades e conexidades e los vnos ni los otros no fagades en deal fecha en zaragoza XXIII dias de diciembre de de DXI años yo el rey por mandato de su alteza / lope conchinos señalada del obispo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

APÉNDICE NÚMERO 2

 

Los caballeros è hidalgos y hombres de bien que se hallaron en el descubrimiento del mar del Sur con el magnífico y muy noble señor el Capitán Vasco Núñez de Balboa, Gobernador por Sus Altezas en la Tierra firme, son los siguientes: (FERNÁNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, Gonzalo (1853): Historia General y Natural de las Indias. Tomo 2.2, libro XXIX, cap III, pág. 11 y 12. Real Academia de la Historia Madrid.)

 

Primeramente el Señor Vasco Núñez y el fue el que primero de todos vido aquella mar e la enseño a los infrascriptos.

 

Andrés de Vera, clerigo; Francisco Piçarro; Diego Albitez; Fabian Pérez; Fernandino de Morales; Diego de Texeira; Chrpistobal de Valdebuso; Bernardino de Cienfuegos; Sebastián de Grijalba; Francisco de Ávila; Johan de Espinosa;  Benito Durán; Andrés de Molina; Antonio de Barcaldo; Pedro de Escobar; Chipstobal Daça; Francisco Pesado; Alonso de Guadalupe; Hernando Muñoz; Hernando Hidalgo; Juan Rubio de Malpartida; Álvaro de Bolaños; Alonso Ruiz; Francisco de Luçena; Martín Ruiz; Pascual Rubio de Malpartida; Francisco Gonzalez de Guadalçama; Françisco Martín; Pedro Martín de Palos; Hernando Díaz; Andrés García de Jaen, Luis Gutierrez; Alonso Sebastián; Jhoan Vegines; Rodrigo Velazquez; Johan Camacho; Diego de Montehermoso; Johan Matheos; Maestre Alonso de Sanctiago; Gregorio Ponce; Francisco de la Tova; Miguel Crespo; Miguel Sánchez; Martín García; Cripstobal Robledo; Cripstobal de León, platero; Johan Martínez; Valdenebro; Johan de Bras Loro; Johan Ferrol; Johan Gutierrez de Toledo; Johan de Portillo; Johan García de Jaen; Matheo Locano; Johan de Medellín; Alonso Martín, esturiano;Johan García, marinero; Johan Gallego; Françisco de Lentin, siciliano; Johan del Puerto; Pedro Fernández de Aroche, Nuflo de Olano, de color negro; Pedro de Orduña; Francisco de Arias; Andrés de Valderrabano, escribano de sus Altezas, en su corte y en todos sus reinos y señorios estuve presente y doy fec dello, e digo que son por todos sessenta y siete hombres estos primeros cripstianos que vieron la mar del sur con los quales yo me halle e cuento por uno dellos: y este era de Sanct Martín de Valdeiglesias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1]  RUBIO ANDRADA, Manuel y RUBIO MUÑOZ, Francisco Javier (2011): Aproximación histórica a la relación entre Gonzalo Pizarro, Francisco de Orellana y fray Gaspar de Carvajal en su viaje a la Canela y el Dorado. XL Coloquios Históricos de Extremadura, pp 61-89.Trujillo.

[2]  ALTOLAGUIRRE Y DUVALE, Ángel (1914): Vasco Núñez de Balboa. Madrid.

[3] DEL BUSTO DUTHURBURU, José Antonio (2000): Pizarro, tomo I. Lima.

[4] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Historia de las India., Tomos II y III. México.

[5] FERNÁNDEZ  DE OVIEDO Y VALDÉS, Gonzalo (1851-1855): Historia general y natural de las Indias…Vol II. Academia de la Historia, Madrid.

[6]  HERRERA Y TORDESILLA, Antonio (1601): Histria General de los Hechos de los Castellanos… Décadas I y II. Imprenta Real Madrid.

[7] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit.,. Tomo II, capítulo LXII, pág 408.

[8] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit.,.Tomo II, cap, LXII, pág, 377.

[9] HERRERA Y TORDESILLA, Antonio (1601): Op. cit.. Década I, libro VII, cápitulo XIV, pág 197.

[10] HERRERA Y TORDESILLA, Antonio (1601): Op., cit.. Década I, libro VII, cap., VII, pág 214.

[11]DE LAS CASAS, Bartolomé (1065): Op., cit., Tomo II, cap. LX, pág 401.

[12] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op., cit.,. Tomo II, cap., XL, pág. 401 y cap., XLII, pág. 408.

[13] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op., cit.. Tomo II, cap. LXII, pág., 408. / FERNÁNDEZ DE   OVIEDO Y VALDÉS, Gonzalo (1855): Op., cit.. Vol. 2.1., libroXXVII, cap. IV, pág., 427. / Para acercarse al lugar de nacimiento de Vasco puede consultarse : ALTOLAGUIRRE Y DUVALE, Ángel (1914): Op. cit.. pág  XIII. Madrid. 

[14]  DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op., cit.. Tomo II, cap. XXXIX, pág. 565.

[15] LAS CASA, Bartolomé (1965): Op., cit.. Tomo II, cap.LXIII, pág 411.

[16] LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op., cit.. Tomo II, cap. XXXIX, pág. 565.

[17] FERNÁNDEZ OVIEDO y VALDÉS, Gonzalo (1852): Op. cit.. Vol. II-I, libro XXVIII. cap. III, pág 474. Real Academia de la Historia. Madrid.

[18] DEL BUSTO DATHURBURU, José Antonio (2000): Op. cit. Tomo I, pág 101. Ediciones COPÉ. Lima.

 

[19] LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit. Tomo II, libro III, capítulo XXXIX, pág. 567.

 

[20] LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit..Tomo II, cap.  XXXIX, pág 566.

[21] Ver apéndice nº 2.

[22]  DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op., cit.. Tomo II, cap. XLIII, pág. 577.

[23]  Hay confusión en la ordenación de estas expediciones en el padre las Casas. No se encuentran en Fernández de Oviedo y si en las Décadas de Pedro Martir de Anglería; hemos seguido el orden de estas expediciones siguiendo las indicaciones encontradas en  ALTOLAGUIRRE Y DUVALE, Ángel: Op. cit., pp XIL-L.

[24]  DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op., cit.. Tomo II, cap. XLI, pág 573.

[25] FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo (1855): Op. cit. Vol. II-II, libro XXIX, cap. III, pág 11.

Apéndice nº 2.

[26] FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo ( 1855): Op. cit. Vol. II-II,  libro XXIX , cap. III, pág 14.

[27] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit. Tomo III, capítulo XLIII, pág 15. Fondo de Cultura Económica. México.

 

[28]  Nombramiento de la reina Dª Juana por Real cédula de 23 de septiembre de 1514. ALTOLAGUIRRE DUVALE, Angel (1914 ): Op. cit. Apéndice documental número 25, pág 59.

[29] FERNÁNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, Gonzalo(1855): Op. cit.. Vol. II-II,  libro XXIX , cap. XII, pág. 57. DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit.. Tomo III, libro III, cap. LXXIV, pág. 77.

[30]  DE LAS CASAS, Bartolomé (1965):Op. cit.Tomo III, libro III, cap LXXV, pág. 81 ss..

[31] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit.. Tomo III, cap. LXXII, pág. 73.

[32] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op.cit.. Tomo III, cap. LXXVI, pág 85.

FERNÁNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, Gonzalo (1855): Op. cit. Vol. II-II,  libro XXIX , cap. XII, pág. 59.

[33] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit.. Tomo III, cap. LVI, pág. 85.

[34]  DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Opus cit..Tomo III, libroIII, cap. LXV, pág 49 y 50. México.

[35] Para consultar el desarrollo de estas expediciones ver: LAS CASAS, Bartolomé (1965): Opus cit. Tomo III, cap. LXII y ss.

[36]  DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit.. Tomo III, cap. LXXVIII, pág 88.

[37]  DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit.. Tomo III, cap. LXXVIII, pág 88.

Abr 132014
 

José Antonio Ramos Rubio y Oscar de San Macario Sánchez.

Se ha dicho que si queremos conocer la vida, cultura y costumbres de un pueblo tendremos que aproximarnos a la forma de entender y practicar su religión. Por otra parte, la historia no se entiende hoy como una relación de datos, fechas, grandes acontecimientos, etc.; hay que ir más allá y profundizar en la vida, creencias y sentimientos de sus habitantes. Ofrecemos un estudio científico (documental), histórico-artístico dedicado al culto religioso en las ermitas de la población cacereña del Casar de Cáceres. Es un trabajo de las  ermitas, oratorios, capillas que aborda muchos de los aspectos de la sociedad de nuestros mayores a la vez que nos ayuda a comprender mejor la nuestra. Esa sociedad estamental de designación divina, caracterizada por una fuerte organización gremial, con una economía predominantemente agraria de escasos intercambios, sometida constantemente a las inclemencias del tiempo, donde se desarrolló una cultura fuertemente impregnada de elementos religiosos, fue la causa de que se crearan muchos de los recintos sagrados que en su obra nos muestran estos dos investigadores. Las continuas crisis de producción agraria, las frecuentes epidemias, las constantes guerras favorecieron la situación y ayudaron a que se establecieran votos ante una imagen generalmente especializada, que obligaban a toda la población y a sus descendientes durante siglos, pero también a que surgieran con cierta frecuencia mecenas agradecidos a una determinada advocación, o a  que se crearan cofradías que se verían en la necesidad de construir aposentos adecuados donde recoger sus efigies veneradas. Las cofradías desempeñaron un papel fundamental en este proceso, imprimiendo un gran empuje a la cristianización de la sociedad al hermanarse todos los cofrades y desempeñar un papel esencialmente asistencial de ayuda a los enfermos, socorrer a las viudas y huérfanos, distribuir limosnas, enterrar a sus muertos y, sobre todo, celebrar con gran regocijo y esplendor el día de la fiesta de su devoción.

Es un estudio que  se limita a lo histórico y antropológico e incluso hagiográfico de cada una de las devociones, que se amplía con datos arqueológicos y artísticos tanto de los diferentes edificios, como de las distintas imágenes, retablos u objetos sagrados que albergan, para darnos una visión más global de los hechos. Y donde los amantes del arte sacro pueden encontrar un completo estudio de la estructura, características y decoración de cada uno de esos lugares a lo largo de su historia. El trabajo va acompañado además de notas a pie de página y fuentes documentales, fruto del trabajo de investigación de los autores, así como un gran número de fotografías que nos facilitan la comprensión.

 

La población del Casar de Cáceres se localiza entre los 39º 33’44’’ de latitud norte y los 6º 25’03’’ de longitud oeste. Detenerse a la comarca funcional de Cáceres de la que dista 10 km. La tensión del término municipal es de 130,29 km². El casco urbano está situado 365 m de altitud y rodeado por formas del relieve en el que destaca la penillanura con formas onduladas de escasa pendiente, siendo el punto más elevado el Pico del Águila con 434 m. El clima es del tipo mediterráneo subtropical con veranos muy calurosos e inviernos suaves, dando lugar a una vegetación característica del bosque de encinas y matorral compuesto por jara, romero, tomillo, retama.

Los restos más antiguos que se han localizado en su término municipal corresponden a la Edad de Bronce, localizándose en la zona conocida como La Jara un castro, donde se encontró una estela funeraria, entre otros restos. De la época romana destaca la construcción de la Vía de la Plata. También se ha localizado salpicadas en el terreno varias tumbas antropomorfas altomedievales.

En 1291, Sancho IV de Castilla concedió a Casar un privilegio para cultivar la tierra, conservándose en el archivo municipal la ratificación de Carlos IV.[]  Tras la caída del Antiguo Régimen en la localidad se constituyó en municipio constitucional en la región de Extremadura, quedando integrado desde 1834 en el Partido Judicial de Cáceres.

 

ERMITA DE SAN BARTOLOME

La ermita se ubica al Este de la población, en la calle del Santo Es una construcción de mampostería revestida en algunos paramentos con enfoscado aplantillado y la utilización de granito en pilares del interior de la ermita y en las dos portadas. Su arquitectura responde, como al resto de ermitas del Casar de Cáceres, a modelos populares, aunque ha sufrido numerosas remodelaciones.

En la fachada lateral tiene una puerta rectangular, adintelada, de cantería, en cuyo dintel se puede leer literalmente del Evangelio de San Juan: “NATANAEL LE CONTESTO MAESTRO. TU ERES EL HIJO DE DIOS (Jn 1,49)[1]. El nombre de Natanael significa Don de Dios, la explicación de encontrarnos con este texto en un templo de San Bartolomé radica en que Natanael es también llamado Bartolomé, oriundo de Caná de Galilea y Felipe se lo presenta a Jesús, predicó el Evangelio en Arabia y Armenia, donde murió mártir. En una de las fachadas hay un azulejo talaverano con la representación de San Bartolomé con su atributo o cuchillo en la mano y el demonio a sus pies al que tiene sujeto con una cadena.

Se accede al interior por una puerta en arco de medio punto dovelada, de cantería, rematada en un óculo y una espadaña popular. Una parte de la fachada principal está enfoscada y presenta un zócalo de piedra que además de su función ornamental, tienen excelentes aptitudes como barrera contra la humedad. Por ambas cualidades funcionan bien tanto en muros exteriores como en el interior de la casa.

En el interior hay una sola nave, con suelo de terrazo, dividida en cinco tramos, realizada en mampostería y pilares de cantería. La nave se cubre con techumbre a dos vertientes, y los tramos de la capilla mayor con bóveda de cuarto de esfera irregular y cañón con lunetos. La construcción es de tipo popular, del siglo XVII[2]. En el lado del Evangelio se conserva una imagen popular de la Virgen del Prado, copia de la que se encuentra en la ermita de su nombre, es una escultura de vestir del siglo XIX. También existen otras esculturas modernas como La Piedad o La Entrada de Jesús en Jerusalén, característica imagen de serie que encontramos por numerosos lugares de la geografía española y que procesiona en Domingo de Ramos, obra del año 1946 de la casa Bayroda de Casabó de Olot (Gerona) y fue diseñado por el imaginero catalán Jaime Martrús i Riera.

En el presbiterio, alrededor de la cúpula podemos leer la siguiente frase:  «Congregavit nos in unum Christi Amor» (Vida fraternal en comunidad)[3]. En la hornacina del retablo mayor está  la imagen de San Bartolomé, obra del escultor Tomás de la Huerta, fechada el 8 diciembre en de 1607[4], por el precio de 240 reales que recibió el escultor en dos plazos[5]. La imagen se nos ofrece en posición frontal, estática, viste túnica y manto, con el brazo derecho levantado teniendo su mano el cuchillo que simboliza el instrumento con el que fue degollado en su martirio, y con la mano izquierda soporta un libro y una cadena de hierro con la que sujeta al demonio, que se encuentra bajo sus pies[6]. Es una escultura muy expresiva, como ha querido manifestar el artista en el rostro del santo. En el presbiterio, en un lateral hay dos imágenes del Crucificado y la Magdalena orando, son modernas (de hacia 1950) y una copia bien conseguida del cuadro que pintara José de Ribera en 1639 “El martirio de San Felipe” (Museo del Prado), donación del artista casareño Pedro Rego Redondo a María Patrón Rey.

 

ERMITA DE SAN BENITO Y SAN BLAS

Está situada en las proximidades del centro urbano, es una sencilla edificación de mampostería encalada y con sillería en las esquinas y contrafuertes, ha sido muy remozada al cerrarse el culto en la ermita de San Blas y unificar en esta otra ermita ambas advocaciones, como nos manifiestan los dos azulejos talaveranos de la fábrica S. Timoneda situados en la fachada principal y en la cabecera con las representaciones de ambos santos. La fachada se abre en tres arcos de medio punto sobre columnas de granito que acceden a un pórtico con suelo de baldosas  y cubierta de cañón, y a la puerta de entrada a la ermita con arco de medio punto de cantería. Cubierta rematada en una espadaña popular, encalada, con tres pináculos.

En su interior presenta una nave dividida en dos tramos y presbiterio rectangular. La nave se cubre con bóveda de cañón y la capilla mayor con bóveda vaída. La fábrica es de estilo popular; la nave puede darse en los años finales del siglo XVI, y la capilla mayor en los inicios del siglo XVIII, en el exterior, lado de la Epístola, muy cercano al presbiterio, reza la siguiente inscripción: 1719 Mº. En 1794 don Gregorio Sánchez de Dios escribe sobre la ermita de San Benito: “A distancia de media legua y medio cuarto, a la mano derecha, distante cosa de 300 pasos del camino que va de este lugar al de Santiago del Campo, están dos ermitas, distante una de otra unos 60 pasos, en una dehesa de diferentes caballeros de Cáceres, las que antes de dar el rey esta dehesa eran del pueblo, y hoy se mantiene en posesión de ellas, la una con el título de San Benito Abad y la otra con el de María Santísima de Almonte. Se considera que este título es por estar cuarto y medio distante del río Almonte. La efigie de María Santísima es antiquísima, como la obra de la ermita. La de San Benito es más moderna[7].

En el presbiterio hay un retablo mayor de estilo rococó, del 1760, de un cuerpo con cuatro columnas estriadas decoradas con rocallas; en los Intercolumnios, imágenes de San Benito, un crucificado moderno y San Blas; en el remate, una pintura con representación de la imposición de la casulla a San Ildefonso, de finales del siglo XVIII.

Aquí se trasladó desde la ermita de San Blas la imagen moderna de Ntra. Sra. de Almonte (réplica realizada en 1999) de la imagen gótica del siglo XIV, se nos ofrece la Virgen María en pie, sostenida en una peana y sujetando al Niño Jesús con su brazo izquierdo, representando a la Odegetria bizantina como conductora de su Hijo que adopta una actitud bendiciendo con la mano derecha y con la izquierda porta el libro de la divina sabiduría. La Virgen tiene en la mano derecha una fruta esférica, típico de la imaginería medieval.

ERMITA DE SAN BLAS (Antigua)

La que fuera antigua ermita de San Blas se encuentra a 4 km al norte del Casar de Cáceres. El escritor Martín Gil, que vivió durante varios años en esta localidad, documenta esta ermita en los inicios del siglo XVI, según el Libro de Cofradías que actualmente se conserva en el Archivo Diocesano de Cáceres[8]. Pero, la ermita es muy más antigua, fue una iglesia mozárabe de una sola nave abovedada y con un solo ábside en herradura coronada por bóveda, con cabecera exterior curva.  En planta el ábside posee forma de herradura y remate en casquete hemiesférico. La nave estaría cubierta por una bóveda de cañón sustentada en los muros[9].

Además, el edificio presenta restauraciones de la época medieval, que consistieron en completarlo que faltaba de la bóveda del ábside, cubrir la nave con una techumbre a dos aguas que iba sustentada por un arco reforzado con contrafuertes exteriores. En el siglo XVI se añadiría la sacristía y se realizarían otro tipo de construcciones adosadas como habitaciones auxiliares. Todos los muros están cubiertos por una capa de enlucido que ocultan las distintas remodelaciones llevadas a cabo en el tiempo.

En la actualidad nos encontramos ante lo que fue una fábrica eclesial y que ahora es destinada a usos particulares. Gracias a los estudios de Martín Gil y la descripción y fotografías que realizó en el año 1933 podemos hacernos una idea de cómo fue la antigua ermita. Construcción de mampostería de nave única que se cubría con madera y ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera. La capilla mayor tenía un retablo de los inicios del siglo XVII, desaparecido, que se estructuraba en predela y un cuerpo con dos columnas de capitel corintio y ático con un óleo sobre tabla. Existían en este retablo seis tablas pintadas al óleo o las representaciones de santos y, en el centro, una hornacina avenerada con la imagen de Nuestra Señora del Almonte[10]. Es interesante el estudio de esta escultura, desaparecida, se nos ofrece la Virgen María en pie, sostenida en una peana y sujetando al Niño Jesús con su brazo izquierdo, representando a la Odegetria bizantina como conductora de su Hijo que adopta una actitud bendiciendo con la mano derecha y con la izquierda porta el libro de la divina sabiduría. La Virgen tiene en la mano derecha una fruta esférica, típico de la imaginería medieval. Estamos ante una obra gótica de la primera mitad del siglo XIV[11]. Actualmente, existe una réplica en madera policromada realizada en 1999 (actualmente se encuentra en el muro del Evangelio de la ermita de San Benito y San Blas), trasladadas a esta ermita cuando se cerró al culto.

ERMITA DE LOS MARTIRES

Situada junto al cementerio de la población, en la Avda. Ejido de Abajo, actúa como capilla del mismo. Es una construcción de mampostería del siglo XVI[12], con importantes remodelaciones acometidas en el siglo XVIII, la última reforma tuvo lugar en el año 2012. La brigada de obras del Ayuntamiento se encargó de darle una capa de pintura a la fachada.

Se accede al interior de la ermita mediante una puerta  en arco de medio punto, que se abre en el hastial de los pies y va precedida por un pórtico con tres arcos rebajados, que fue construido a finales del siglo XVI, según los mandamientos ordenados por el licenciado Lorenzo González en la visita del año 1597, donde se hace referencia su construcción y a los costes del mismo entre 1740 maravedíes que dejó María Hernández “para hazer un portal delante de la puerta mayor con dos pilares”[13]. la cofradía potenció la devoción a la Virgen del Consuelo, imagen titular que preside el altar mayor, a los mártires San Fabián y San Sebastián, que también reciben culto en la ermita.

El interior de la ermita consta de una nave rectangular dividida en dos tramos, y capilla mayor de testero plano, los arcos de separación son de medio punto, y la cubierta se dispone a dos aguas. Destacando el presbiterio mediante un simple escalón y mayor elevación de la cubierta.

En el lado del Evangelio se conserva un óleo sobre lienzo, con la representación de San Marcos, excesivamente retocado en el año 1968 por A. L. Barrera. En el presbiterio hay un púlpito con soporte de columna granítica, de carácter popular y datación incierta; el antepecho es moderno. El altar mayor lo remata un espléndido ventanal con vidrieras contemporáneas polícromas con la representación de Cristo Resucitado, que permiten la entrada de luz al interior.

El retablo mayor es obra moderna procedente de los talleres de Escultura Religiosa Tena de Valencia. Preside el retablo una imagen de vestir de la Virgen del Consuelo, con cara y manos talladas, obra popular del siglo XVIII. A ambos lados del retablo mayor están las imágenes de los santos mártires Fabián y Sebastián. En la visita del año 1578 un mandamiento refiere lo siguiente: “otro si mandó al mayordomo que al presente es de la dicha ermita haga azer vna imagen de San Fabián de bulto que sea buena e la haga entera e los dos o tres pedazos de santos que están en ella sea atento que conviene de adeçenzar que lo cumpla dentro de tres meses con pena de dos ducados y se renuebe San Sebastián y ambos se pongan en la caxa del retablo[14]. La imagen de San Fabián es obra del siglo XVI, del entallador Juan de Santillana[15], aparece representado con los atributos episcopales: alba, capa pluvial, mitra, báculo y la actitud de bendecir.

En lo que se refiere a la imagen de San Sebastián la primera noticia documental que tenemos es el mandamiento anteriormente citado con fecha 1578. Aunque la imagen actual sustituyó a otra anterior –que se encontraba en deplorable estado de conservación-  según consta en la Visita del 27 abril del año 1605, el visitador, fray Martín de Vivanco ordena lo siguiente: “Otro si por quanto en la hermita  de San Sebastián está el santo muy indecente y disfugurado, mandó su merced al mayordomo que al ora presente es de la dicha ermita haga vn San Sebastián de el alcançe que la dicha hermita tiene e si algo faltare lo preste la hermita de señor Santiago y lo cumplan los dichos mayordomos so pena de dos ducados[16]. La imagen de San Sebastián que se nos ofrece como un joven adolescente, semidesnudo, atado un árbol y erizado de flechas, fue realizada en el primer decenio del siglo XVII por Pedro de la Quadra Rios, según constatamos en los pagos que se realizaron[17].

En el lado de la Epístola se conserva un óleo sobre lienzo con la representación de Dios Padre y las Ánimas del Purgatorio, de finales del siglo XVIII. Mucho ha destacado en el Casar de Cáceres la Cofradía de Animas, institución secular, es la expresión de la necesidad de purificación del alma en la tierra[18]. La cofradía data del siglo XVI, según testamento fechado en el año 1500 por el cual se legan bienes pecuniarios para misas de la Cofradía de Animas del Purgatorio[19]. La Cofradía está constituida por los mayordomos y los diputados, si bien todos los vecinos son candidatos a conformar la forman datos anuales. La componen dos mayordomos y ocho diputados. Las condiciones exigidas a los miembros de la cofradía son pocas y sencillas, basta con estar casado y residir en la localidad. Al término del mandato se eligen los próximos mayordomos y diputados. Los actos en el año celebra la cofradía son los siguientes: la Ronda de Reyes, Misas de difuntos, Reparto de la Bolla y la Mesa del Ramo. Todos ellos se han mantenido a lo largo de los siglos como obligaciones importantes, aunque algunos han modificado su esencia[20].

El resto de bienes muebles que posee la ermita corresponden a una Inmaculada de Olot, en el Altar Mayor, una imagen de Ntra. Sra. de la Candelaria, Patrona de Canarias, sin mérito artístico alguno, así como varios cuadros contemporáneos donados por devotos hace algunos años con las representaciones de los Mártires, así como un cuadro- litografía popular de principios del siglo XX con la representación de San Antonio con el Niño.

El día 26 de enero se celebra la fiesta de los Santos Mártires en su ermita. Esta congregación religiosa y popular que se organiza en torno a la ermita tiene como alicientes los aperitivos que se ofrecen al público asistente patatera, tortas de Arroyo de la Luz y roscas de anís a la venta, y la tradicional mesa de ofrendas con una puja donde se sucederán las delicias de la tierra: dulces artesanos, buenos vinos y embutidos ibéricos. A media mañana se celebra una misa de campaña y, posteriormente, algunas actuaciones folclóricas. Generalmente, todo lo que se recauda va destinado a fines sociales caritativos.

 ERMITA DE SAN JERONIMO

Situada en un descampado próxima al Casar de Cáceres[21], situada en la carretera que conduce a la población de Arroyo de la Luz, perteneciente a la jurisdicción de la Parroquia del Beato Espínola de Cáceres. Edificio rematado con contrafuertes que se levantan en sus cuatro esquinas, una pequeña espadaña y paredes encaladas. Es una sencilla construcción de mampostería encalada, con una nave dividida en dos tramos cubiertas con bóvedas de aristas y cabecera rectangular cubierta con bóveda de aristas, presentando al exterior una  estructura a dos aguas. En el muro de la Epístola hay una pequeña habitación que cumple las funciones de sacristía, cubierta con bóveda de aristas y una ventana en arco de medio punto que permite la entrada de luz. La puerta de entrada se sitúa los pies, adintelada y enmarcada por un arco de medio punto; sobre el mismo lienzo, una espadaña popular. Es una obra del siglo XVIII, se ha conservado muy bien gracias al esmero de la familia González Calzada.

En el interior, en el muro del Evangelio, hay dos imágenes modernas de la Virgen de Fátima y Santa Rita, de hacia 1916; y en el muro de la Epístola una pila de agua bendita de una pieza del siglo XVIII, de granito; por encima de ella, hay una pequeña imagen de San Antonio con el Niño sobre una peana, de escaso valor artístico y un Crucificado pintado sobre una cruz, interesante obra artística del siglo XVIII.

Hemos de destacar un óleo sobre lienzo que representa a San Jerónimo en un lateral del altar mayor; el santo aparece representado en el momento en que le sorprende una poderosa luz que entendemos es el momento de la llegada del ángel que, con el sonido de su trompeta, lo distrae de sus oraciones. Su figura ocupa toda la escena de cuerpo entero, arrodillado, con sus atributos. Detrás suyo asoma la cabeza del león[22] y en las manos sostiene una cruz y en la diestra una piedra con la cual aparece en algunas otras escenas golpeándose el pecho. Hay una calavera bajo el tronco en el que se apoya el santo, y el capelo o sombrero cardenalicio, símbolos iconográficos tradicionalmente vinculados  a San Jerónimo, cuyo cuerpo desnudo le cubre parcialmente con una tela de intenso color rojo, formada por amplísimos pliegues que le proporcionan un considerable volumen. Concretamente en el torso el contraste de luces y sombras consiguen representar un cuerpo envejecido con gran realismo.

Es un lienzo inédito, consiguiendo el arista anónimo una composición correcta y un dibujo flexible y equilibrado, en  una escena característica de las representaciones de artistas la escuela castellana, ubicada en un paisaje boscoso dado que el capelo aparece anudado al tronco de un árbol en el ángulo derecho inferior, y San Jerónimo aparece con la mirada fija, casi en éxtasis, arrodillado encima de ramajes. El lienzo no está firmado ni fechado, consideramos que se trata de una obra de los inicios del siglo XIX, en mal estado de conservación.

Preside el presbiterio un  retablo mayor retablo rococó, de un cuerpo y tres calles con dos columnas estriadas y rocallas y remate en frontón, restaurado en el año 2006 por el Taller de Restauraciones “Gótico”, con una hornacina central entre dos columnas estriadas que alberga la imagen de San Jerónimo, de discreto valor artístico. A ambos lados de la imagen de San Jerónimo, hay un Corazón de Jesús y una imagen de la Virgen del Carmen, de los Talleres de Olot (Gerona), de la primera mitad del siglo XX.

ERMITA DE SAN FRANCISCO

Próxima al Casar de Cáceres, perteneciente a la jurisdicción de la Parroquia de San Juan de Cáceres, está en el lugar conocido como “Las Viñas de la Mata” a 5 kms. del Casar de Cáceres. Es una construcción posiblemente del siglo XVII, avalada por la fecha que figura en una inscripción de la fachada principal, junto a la puerta de acceso a la ermita: “1724”, y al otro lado, hay un mural de azulejos  que representa la Estigmatización de San Francisco, fechado en la parte inferior izquierda: “1743”.

Es una construcción de mampostería con la mayor parte de los paramentos encalados. A la ermita se accede por un pórtico construido en el año 1940 y que nuevamente ha sido reformado recientemente. Una puerta en arco de medio punto de cantería permite el acceso al interior, rematada por una espadaña popular y toda la fábrica eclesial está coronada en sus frentes y laterales con pináculos, coronando la altura de la cúpula semiesférica al exterior un pináculo que remata la techumbre de la cubierta de teja árabe. Sencillas ventanas cuadrangulares permiten la entrada de luz al interior de la ermita.

En el interior presenta nave única con cúpula semiesférica rebajada en la capilla mayor, y bóveda de cañón con lunetos en los tramos de la nave.

Tiene un solo altar presidido por  una imagen de San Francisco de escaso valor artístico del siglo XVIII, la antigua desapareció a finales del siglo XIX. Existieron en esta ermita algunos frescos, como una pintura que representaba a San Francisco, desapareció en una de las restauraciones llevadas a cabo en la ermita, fue sustituida por el  mosaico de azulejos citado anteriormente, fechado en el año 1743.

ERMITA DE NTRA. SRA. DEL PRADO

Se encuentra en un descampado denominado “Viñas de la Jara” a 8 km de la localidad, donde existen algunas tumbas altomedievales antropomorfas excavadas en la roca correspondientes al siglo VII d. C.

El edificio cuenta con un pórtico con arcos de medio punto sobre columnas de granito que soportan bóvedas de aristas de ladrillo, circundando la cabecera, el costado de la epístola y el hastial de los pies. En el pórtico luce un azulejo talaverano con la imagen de la Virgen, recordando el día de su Coronación Canónica, 1988 y el nombre de la  familia Tovar Patrón que regaló dicho azulejo a la ermita. Los primeros testimonios documentales corresponden al año 1524[23].

La ermita tiene una nave dividida en dos tramos con un coro alto a los pies y cubierta con bóveda de cañón con lunetos, y presbiterio cerrado con interesante bóveda de terceletes en cuya clave está el escudo policromado de los Golfines, mecenas que ayudarían económicamente a la construcción del presbiterio en los años finales del siglo XV[24]. Un camarín cubierto con cúpula semiesférica con pechinas, obra del siglo XVIII, concretamente en el año 1788[25], dándole entrada por la sacristía vieja y que se ha embellecido recientemente con columnas de mármol y cuatro de las mujeres fuertes pintadas por el pintor Ortiz de Badajoz en las pechinas del camarín, de las existentes en el Real Monasterio de Guadalupe: Rut[26], Jael[27], Judit[28] y Esther[29], donación de la familia Pérez López en el año 1992, con marquetería realizada a mano en Rabat (Marruecos). En el año 1721 se realizó una importante obra en el portal de la ermita. Y una visita que hace a la ermita el obispo don Juan José García Álvaro en el año 1758, ordena que se quiten del altar los Milagros y se pongan en las paredes de la capilla[30].

Pueden distinguirse varios momentos constructivos que van desde el más antiguo en el presbiterio de finales del siglo XV, la nave es de los años finales del siglo XVII y el camarín del siglo XVIII. El presbítero Benito Boxoyo considera que la propia población tuvo su lugar de origen “…en el sitio que hoy están las viñas de Santa María del Prado, en que hay una hermosa iglesia dedicada a nuestra Señora y acaso sería la parroquia del antiguo pueblo, que parece haberse reedificado por los años 1500, según consta de un recibo de cierta limosna, que dejó para esta obra don Alonso Golfín y pagó su hijo el camarero Sancho de Paredes, cuyas armas están en la clave y crucero de la capilla mayor”[31].

En el lado del Evangelio se conserva un óleo sobre lienzo con la representación de San Juan Evangelista escribiendo el Apocalipsis, del siglo XVIII, con un marco de rocallas, se nos presenta el evangelista de cuerpo entero con un paisaje de fondo, identificado por el simbólico iconográfico como es el águila que se le acerca con un tintero en el pico, el evangelista fija su mirada ante la aparición de la Virgen, en el extremo izquierdo del cuadro, obra del pintor Nicolás Antonio José Hidalgo, natural de Villanueva de la Serena; y otro óleo con la Adoración de los Pastores, obra también realizada por el pintor  Nicolás Antonio José Hidalgo, siendo restaurados en el siglo XVIII por su sobrino Ignacio José Hidalgo Gallardo, tal y como consta en una inscripción existente en el óleo de la Adoración de los Pastores: “Ygnacio Joseph a Renovado esta Hobra De Su Maestro este año de 1766. Son naturales de Villanueva de la Serena”. Cuadros que llevan marco de rocallas ejecutados por Vicente Barbadillo y el dorado por Antonio Bernal y Quirós. El cuadro muestra una estudiada composición triangular, las claras tonalidades en las carnaciones del Niño y los pañales en que está envuelto resaltan sobre el conjunto en que predominan los tonos cálidos. Es evidente la inspiración sevillana en esta composición[32]. En el camarín un Niño Jesús vestido, popular, del siglo XVIII.

En el presbiterio hay una verja de hierro separando de la nave, del siglo XIX. Un grupo de pinturas murales trasladadas a lienzo: Anunciación, Coronación de la Virgen y  Asunción, de finales del siglo XIX; Cristo predicando el sermón de la montaña y Cristo predicando ante varios templos paganos, son obras del año 1930; la representación de la Coronación de la Virgen está firmada por José María López Rodillo. Es importante destacar que en la ermita se halla una campañita con una inscripción singular: “Es parte de la que tocó por sí sola el año de mil cuatrocientos cuarenta y cinco”. El púlpito de hierro se realizó en el año 1788[33].

Retablo mayor rococó en el ábside, de mediados del siglo XVIII, con un cuerpo rematado con dos ángeles tocando trompetas; la decoración es de rocallas, fue dorado del año 1777; en él, se encuentra un imagen vestida, aunque es de talla completa, tiene rostrillo y corona de plata del siglo XVIII, piezas probablemente salmantinas; la parte inferior del retablo, un imagen de vestir del Niño Jesús del siglo XVIII. A los lados del retablo hay dos cuadros de Jesús predicando en el monte y San Pablo en el Areópago de Atenas. En la hornacina principal del retablo mayor se encuentra una vetusta imagen de la Virgen de los años iniciales del siglo XIV. Es una talla completa a la que se tiene gran devoción bajo la advocación de Santa María del Prado. Consiste en una escultura en madera labrada con tronco y cabeza que recibió una importante reforma en el siglo XVIII, convirtiendo claramente en a la imagen en una especie de maniquí, con los brazos y las manos movibles, según el asiento que pudo comprobar el profesor García Mogollón en el Libro de Cuentas de la Cofradía de Nuestra Sra. del Prado[34]. Según este documento en el año 1767 realiza importantes reparaciones el pintor oriundo de Villanueva de la Serena, el citado Ignacio José Hidalgo. La parte inferior de la talla es uno de los pocos vestigios que quedan de la primitiva talla, estamos de acuerdo con el profesor García Mogollón que considera que no era una talla sedente sino que se encontraba de pie y es posible que llevará a su hijo en el brazo izquierdo a la manera de una Odegetria bizantina[35]. Fue coronada canónicamente el 15 de agosto de 1988 por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Coria-Cáceres don Jesús Domínguez, el promotor de la idea fue el párroco don Esteban Durán.

La fiesta en honor a la Virgen se celebra el lunes de Pascua de Resurrección, también llamada “Día de las Cruces”, celebrándose una importante romería a la que acuden los vecinos de la localidad y de otros lugares cercanos. Se celebra la Santa Misa y se saca a la Virgen en procesión. La Virgen se traslada todos los años al pueblo en el mes de septiembre donde se celebra un novenario solemne. En el año 1580 el visitador ordena al mayordomo de la Cofradía en el lugar donde salen a recibir las cruces el día que van de romería, se haga una cruz de piedra, en la forma que al cura de pareciere. Ya por estos años podemos encontrar actas con las obligaciones propios del ermitaño como son la limpieza de la ermita, el cuidado de los árboles del monte que la rodea, asistencia a los sacerdotes que van a la ermita y la de agradar a las personas que acudan a la ermita, pedir limosna con una tablilla en la que está la efigie de la Virgen del Prado[36].

Así elogia don Gregorio Sánchez de Dios este paraje donde se encuentra la ermita de la Virgen del Prado, en 1794: “A legua y media de distancia de este pueblo –se refiere al Casar de Cáceres- y en su término hacia el poniente, en el sitio que llaman de La Jara (donde hay vestigios de haber habido población, y en las excavaciones que hacen los dueños de aquellas heredades para laborear sus viñas, se encuentran monedas muy antiguas) se venera en su ermita, muy decente, la imagen de María Santísima con el título del Prado, a la que los pueblos inmediatos tienen grande devoción, y éste en sus afliciones la trae en procesión a la parroquia, para conseguir por su intercesión los divinos beneficios. El expresado sitio de La Jara en la primavera es un jardín natural muy delicioso por la abundancia y diversidad de flores, principalmente rosas, de las que se proveen los boticarios de Cáceres, Alcántara, Brozas…”[37].

Todo comenzó, según una venerable tradición, en un hecho acaecido en el año 1173. Cáceres fue conquistada a los árabes en 1171, pero a continuación fue recuperada por éstos. Las fuerzas cristianas fueron rehaciendo sede de la derrota y presentaron batalla a las musulmanas en los parajes en que se levanta la ermita. El capitán de estas mesnadas era el fundador de la Orden Militar de Santiago entonces se conocían como los hermanos “fratres” de Cáceres y que eran mitad monjes, mitad guerreros. La leyenda empieza cuando viéndose en situación apurada don Pedro Fernández Hurtado de Fuenteencalada, que así se llamaba, invocó a la Virgen “ten tu día”, que le sonrió desde una nube y descendió a tierra en forma de aldeana que prometió de agua de una fuente próxima a un ejército que había soportado durante un día a un enemigo aguerrido y al calor sofocante de la tierra extremeña.

A través de los libros de la Cofradía hay bastantes inventarios. De tal modo que puede saberse lo que ha pertenecido a la Virgen del Prado a lo largo de historia. Podemos poner un ejemplo, al final del Tomo Primero del Inventario del año 1652, anotamos literalmente:

La escritura de un censo de 20 ducados.

Dos ovejas.

Un cáliz de plata con patena, labrado.

Un cáliz con patena de plata y estaño. Los dos tienen caja de madera.

Dos amitos.

Tres misales.

Una casulla de tafetán, color colorada.

Un paño de mano para los sacerdotes.

Una camisa para el altar.

Dos candeleros pequeños de altar.

Cuatro vinajeras, dos de barro y dos de cobre.

Un vestido de raso blanco con rosas amarillas y manto azul.

Dos pares de manteles para el altar mayor.

Una taza de estaño.

Una capa de damasco colorado con ramos guarnecidos de galones.

Una saya de tafetán con mantilla azul.

Tres vestidos de lana con flores. Una manta de tafetán. Unos cuerpos: tres vestidos de tafetán, unos cuerpos de damasco.

Una camisa labrada con seda negra.

Un coletillo y mangas.

Diez tocados.

Un rosario de cuentas de aguamarina, labrado. Otro medio rosario de lo mismo.

Un paño labrado con seda verde y colorada para el altar.

Un frontal de damasco.

Un ara, dos pares de corporales, tres tafetanes. Dos pares de corporales. Un raso de damasco verde que tiene el señor San Juan vestido.

Unas toallas.

Lámpara de aljofar con vidrieras.

Un arca.

Una vara para las fiestas.

Un facistol. Unas andas. Una bula de pergamino de los ejercicios de la Cofradía[38].

 

ERMITA DE SANTIAGO

Próxima a la ermita de Santiago, situada al final de la calle Larga, enclavada en la Vía de la Plata (comunicaba Emérita Augusta con Asturica), hay un miliario, que podemos encontrarnos con varios desde la casa del Berrueto, por el camino del mismo nombre hasta las casas de la Perala. La Vía cruza el Éjido de Casar de Cáceres hacia la ermita de Santiago y, por el Camino de las Barcas, alcanza la siguiente mansio: Turmulus, situada a XX M.P. de Castra Caecilia, en el llamado Vado de Alconetar, punto de paso obligado de todas las vías de comunicación N-S y viceversa del oeste peninsular. La mansio Turmulus se ubicó en la confluencia de los ríos Tajo y Almonte, sobre un castro prerromano y, en época medieval, los templarios levantaron un hermoso castillo cuya torre del homenaje apenas es visible sobre las aguas del actual embalse de Alcántara. También, se encuentra la ermita de Santiago ubicada en la Cañada Real “La Soriana Occidental”, única vía pecuaria en el Casar de Cáceres. Esta ermita situada en el Camino de Santiago era antiguo lugar de parada y albergue de peregrinos y transeúntes.

Es una construcción de sillería, mampostería y sillarejo. Sobre el presbiterio se levanta una sencilla espadaña de reciente construcción, de un cuerpo y un vano, en sustitución de la primitiva que estaba realizada en ladrillo. La puerta de acceso se sitúa en el lienzo de la Epístola, con vano de medio punto y decoración de tipología gótica en los capiteles. Aunque ha sido remodelada con el paso del tiempo todavía se conservan la entrada lateral, la capilla principal así como su  nave perteneciente a su primera etapa. En la ermita existe una maqueta, realizada por el vecino de la localidad don Erasmo Barrera, que reproduce fielmente cómo era originalmente.

La ermita se encontraba en gran parte derruida, llegando a un acuerdo entre la iglesia y el Ayuntamiento para proceder a su reconstrucción en el año 1963 y  la construcción de la carretera a su paso por la ermita, se quitó un pórtico formado por cinco arcos de medio punto, al central se accedía por unas escalinatas y comunicaba directamente con la puerta lateral de entrada, que también se abría en arco de medio punto. La fachada principal también tenía un pórtico, continuación del anterior, que se abría con cuatro arcos de medio punto y acceso mediante escaleras al arco central que comunicaba directamente con la puerta principal de acceso a la ermita. Fueron también eliminados también los arcos que formaban el pórtico y solamente queda en la fachada la puerta en arco de medio punto de cantería arquitrabado ligeramente apuntado, rematado con un óculo y fachada de mampostería encalada y estucada, habiéndose eliminado también la espadaña que remataba la cubierta, realizándose una moderna, que ha sido ubicada en la fachada lateral. Si exceptuamos los distintos volúmenes que forman la ermita, en lo referente a los cerramientos de las cubiertas, el resto de la fábrica eclesial ha sido muy reformado, perdiendo la ermita la singularidad de su antigüedad y las características que definen al resto de ermitas de la tierra de Cáceres, formadas por un pórtico de entrada con cubiertas a base de bóvedas de aristas o techumbre de madera, una peculiaridad que las hace singulares al resto de ermitas existentes en otros puntos de la geografía cacereña.

En su interior tiene una nave dividida en dos tramos y presbiterio recto. La nave separa sus tramos mediante arcos apuntados sobre pilares adosados, cubriéndose con estructura dos aguas; la capilla mayor se cubre con cúpula semiesférica sobre pechinas. La capilla mayor ha recibido una restauración en el año 2008[39], según nuestro criterio nada afortunada, no conservando ninguna de las pinturas al fresco que decoraban totalmente los muros, cúpula y pechinas del presbiterio, los restauradores se han limitado a encalar todo el espacio y solamente lo han decorado con los anagramas, en dos óvalos situados en las pechinas, con la Cruz de Santiago o JHS (Jesús Hominum Salvator) con el corazón sangrante. Un lamentable proceso de destrucción de las pinturas originales de la ermita.

Aunque es una obra de carácter popular, podemos fechar la ermita en los años finales del siglo XV y la cabecera del siglo XVIII. En el presbiterio se conserva una imagen de Santiago Apóstol a caballo, es una talla de madera, popular del siglo XVIII, excesivamente restaurada. En la ermita se conservan otras esculturas como un Niño Jesús que sostiene en su mano izquierda la bola del mundo coronada por una cruz, de finales del siglo XVIII, sobre un pedestal y bola posteriores. La ermita tiene otras imágenes más modernas, como un San Miguel Arcángel en su versión dramática combatiendo al diablo, en el lado de la Epístola y, al otro lado, en el muro del Evangelio una Virgen de los años 50 del siglo XX.

Desde hace nueve años cada 25 de julio,  la imagen moderna de Santiago peregrino (adquirida en el año 2004)  sale en procesión por las calles más próximas a su ermita. No es un recorrido demasiado largo, ya que apenas discurre en media hora, pero suficiente para que este santo siga atrayendo a los casareños el día de su festividad.

Tras la celebración del último día de novena, el Santo sale de su ermita. La imagen es portada por decenas de personas durante todo el recorrido. La procesión parte desde la ermita hacia la calle Santiago. Luego se prolonga hasta la plaza del Ayuntamiento, y da la vuelta por la calle Larga Baja. Santiago despierta gran devoción en casareños de mayor edad. Sin embargo, cada año se pueden ver a grandes grupos de niños que no faltan a la cita acompañados de sus padres. Santiago se despide de sus devotos el día 25 de julio cuando vuelve a cruzar la puerta sobre los hombros de sus paisanos.

ERMITA DE LA SOLEDAD

Edificio con cabecera de testero plano y nave rectangular distribuida en tres tramos, íntegramente construida en mampostería. La puerta de ingreso, en arco de medio punto, se hace a los pies y a ambos lados hay dos azulejos talaveranos modernos con las representaciones de Ntra. Sra. de la Soledad y Jesús Nazareno. En el interior, la única nave existente se cubre con bóveda de aristas y la capilla mayor con bóveda de cuarto de esfera, que en su exterior está decorada con esgrafiados con motivos figurativos, grifos  y vegetales entrelazados que rodea la parte superior del cerramiento del ábside en el exterior. Sobre la nave se levantó una elemental espadaña de mampostería. El conjunto es una obra popular del siglo XVII.

En el presbiterio hay una verja de hierro separando la nave del presbiterio, carece de detalles de estilo y de inscripciones, solamente en una cartela las palabras abreviadas de  SM (Santa María). En un retablo moderno ornamentado con los símbolos pasionistas se venera a la imagen de la Virgen de la Soledad, del siglo XVII.

Los actos previos a la Semana Santa comienzan cada año con el traslado de las imágenes a la parroquia Nuestra Señora de la Asunción. Tal es el caso de la Virgen de La Soledad, que sale de su ermita, acompañada de numerosos casareños que cada año están presentes en este tradicional acto. Se celebra una misa, y al término de la misma, los vecinos se aproximan hasta la ermita de la Ronda de La Soledad. Allí acuden los devotos para portar a la imagen hasta la iglesia parroquial.  Tras los días festivos la Virgen de la Soledad regresa en la procesión del Silencio a su ermita, despedida con saetas y el canto La  Salve.

Para finalizar el estudio de las ermitas y capillas existentes en el Casar de Cáceres hemos de incluir un pequeño oratorio que hubo en el extinguido Hospital de San Juan de Letrán, actual consultorio de la Seguridad Social construido en el solar del citado Hospital.

En el testamento del Arcediano de Lima, don Rodrigo Pérez, firmado el 4 septiembre de 1550, se dice literalmente: “Item mando que en un hospital, que está en dicho pueblo del Casar, se acabe a costa de mis bienes y hacienda, seis cámaras pequeñas y en cada una se ponga una cama, donde si algún pobre del pueblo enfermo que no tenga con qué curarse de su enfermedad se quiera recoger a curar, sea curado y servido hasta que comparezca y se puede ir a su casa. Y que una de dichas cámaras sea para clérigos y frailes, que por allí pasen caminantes y en las tres de ellas se aposenta en los pobres caminantes, faltando enfermos que las ocupen del dicho pueblo.

Item mando que de los dichos mis bienes que envié a Roma, lo que fuese necesario para traer las bulas al dicho hospital y se alcancen de Su Santidad y de los cardenales, todas las indulgencias de San Juan de Letrán de Roma.

Item mando en el dicho hospital se hará un altar, y se ponga un retablo pequeño de la advocación del señor Sant Juan para que allí se diga misa”.

De lo que se deduce en el año 1550 ya existía un hospital que venía funcionando y fue ampliado y dotado por don Rodrigo Pérez, donde mandó construir un oratorio con su altar para celebrar misa. En algunos de los libros que existen en el Ayuntamiento se asignan partidas para la asistencia de los enfermos, médicos hipotecarios y el salario que cobraban por atender a los pacientes.

Por último, aunque dan testimonios orales de algunos vecinos. Incluso referencias directas de la última “ hospitalera” doña Ascensión Lucas Gómez, gracias a la cual sabemos que existían siete estancias y dos cocinas, una de ellas amplia que servía también de comedor, la otra más pequeña, con la vivienda del hospitalero, servían a una familia numerosísima de siete hijos. También está malas letrinas para hacer las necesidades corporales. Un pozo era amplísimo, un corral rodeado de poyos de cantería, donde se sentaban los pacientes y peregrinos. Adosados al edificio principal estaban las cuadras, que tenían acceso por la calle Macorrillas y una comunicación con el patio. Las letrinas tenían la inclinación suficiente y el desagüe para qué echando agua por una parte se recogieron la sociedad. El salón comedor el amplio y tenía lugar especial para la impedimenta algunos visitantes enfermos. El fin principal era atender a los peregrinos que iban a Santiago, a pie o a caballo.

 

 

 

 

ERMITA DE NTRA. SRA. DE LA ENCARNACIÓN

 

Situada al sur de la población, en la carretera provincial CC-75. Es una construcción popular de finales del siglo XIX, realizada en mampostería. Se accede por una puerta con arco de medio punto que se encuentra a los pies, precedida por un pórtico con similar arquería cerrado con verjas que fueron colocadas en el año 1996 (según reza en la propia verja principal) y por encima de esta fecha está la paloma como símbolo para representar al Espíritu Santo y, también, relacionándola con uno de los textos que aparecen en un azulejo de la fachada, el símbolo de la paloma que vino sobre Jesús cuando fue bautizado fue la señal que el Espíritu Santo descendió sobre el Único en el mundo en que no hubo pecado. Jesús era totalmente limpio y con su perfección en el Espíritu Santo trajo la salvación por gracia. El emblema de la paloma cómo símbolo del Espíritu Santo sugiere limpieza, inocencia, integridad y todo lo que es moralmente completo.

A la fachada principal la rematan tres pináculos y  una espadaña sobre la cabecera, realizada mampostería. Toda la ermita en sus fachadas laterales y trasera está encalada, excepto la fachada principal. También es característico en esta ermita, como en ninguna otra de las estudiadas en este trabajo, la numerosa presencia de cuadros en azulejo que adornan, quizá excesivamente, la ermita en sus paredes exteriores. Concretamente, en la fachada principal hay cinco cuadros en azulejería “La Veguilla” (Madrid), con frases relacionadas con las meditaciones, los misterios y la devoción al Stmo. Rosario, para propagar entre los fieles esta devoción y la utilizará como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe. Frases como: “El bautismo de Jesús y las bodas de Caná, la predicación del Reino, la visión del Salvador”; “ROSARIO. MEDITACION. Caminante que has llegado a este lugar elevado, recorre en tu itinerario LOS MISTERIOS DEL ROSARIO. Esta divina mansión se llama LA ENCARNACION porque Dios se encarnaría en el seno de María: son los misterios GOZOSOS”; “Transfigurado y glorioso, la institución de la Eucaristía constituyen todos juntos los MISTERIOS LUMINOSOS”, “Después en los DOLOROSOS, piensa en Cristo que agotado por el peso del pecado llega hasta quedar prendido de la Cruz, donde cosido tiene el corazón María, viéndole como moría. Pero.. ¡Cristo resucita y a su gloria nos invita! Y ya que Dios te ha llamado y el camino se ha acabado. ¡No mires ya para el suelo, mira solo para el cielo ¡ Frases que están relacionadas con los azulejos que recorren todas caras de la fachada de la ermita en polícromas representaciones de las escenas de la Vida de la Virgen María y de Jesús: La Asunción, La venida del Espíritu Santo, La Coronación de la Virgen,  Las bodas de Caná, El bautismo del Señor, La institución de la Eucaristía, Jesús en el Huerto de los Olivos, la corona de espinas, La flagelación, Jesús con la Cruz a Cuestas, La Resurrección, La Ascensión del Señor, La Transfiguración, la Predicación del Reino.

En el interior del pórtico, se abren en un lateral dos arcos de medio punto a modo de hornacina que acogen de nuevo más representaciones en azulejería: Los misterios gozosos del Santo Rosario. La Encarnación del Señor, la Visitación de María a Isabel, el nacimiento del Hijo de Dios, la Presentación en el Templo y el Niño perdido y hallado.

La ermita en su interior consta de tres tramos, que antes de la restauración estaban cubiertos con bóveda de arista, sustituida por un cerramiento de vigas apoyados en arcos sobre pilares; y el correspondiente a la capilla mayor, cubierno con cúpula semiesférica. En el lado del Evangelio se conserva un púlpito de piedra con basa y soporte de granito y balaustrada de hierro, del siglo XIX. En el presbiterio hay un retablo mayor de finales del siglo XIX, con esculturas en madera policromada que representan la escena de la Anunciación (la Virgen María con San Gabriel y la Paloma del Espíritu Santo), de los años finales del siglo XIX. Hay un retablo sencillo con la imagen de San Juan, y otro similar con la imagen de La Dolorosa, ambos del siglo XIX.

Pintura mural en la cúpula, de finales del siglo XIX, en el centro, la Virgen rodeada de las alegorías de las Letanías (rogativa o súplica que se hace a Dios con cierto orden, invocando la Santísima Trinidad, y poniendo por medianeros a Jesucristo, la Virgen y los Santos. Las letanías más antiguas después de las de los Santos (año 595) son las de la Santísima Virgen. Llámanse lauretanas o de Loreto, y fueron aprobadas por Sixto V en 1587).

La ermita ha sido restaurada en el año 2012, bajo la iniciativa de los mayordomos don Justino Espada y doña Soledad Izquierdo. En concreto se ha puesto un zócalo de cartón yeso en el interior para evitar los incesantes problemas de humedad, así como la incorporación de iluminación en la zona donde se ubican los bancos. Se ha rematado con un friso de madera. Las paredes se caían cada vez que se pintaban, había mucha humedad y se ha decidido arreglarlo, con buen acierto por parte de los mayordomos, quienes han recibido muchas felicitaciones por parte de los devotos. El retablo también se ha limpiado y barnizado, así como la capilla, la cual ha sufrido una mejora considerable, además toda la ermita se ha pintado de color blanco.

Son pocos los actos que se celebran en la ermita de La Encarnación cada año, pero cuando llega marzo, los casareños no faltan a la cita. Decenas  de personas asisten cada año  a la misa y mesa de ofrendas que la Hermandad organiza con motivo de la festividad del 25 de marzo.

ERMITA DE LA CASA DE LA BRUJACA

 

Se encuentra esta ermita en el término del Casar de Cáceres. Perteneció a la denominada Casa de la Brujaca, dedicada a actividades agropecuarias. Delante de la casa se puede apreciar el patio que en otras épocas debió tener un ambiente de reunión, muy frecuente en las casas de la nobleza cacereña en el siglo XIX y principios del siglo XX; también existen espacios destinados a otros usos como el horno que existe en una esquina de la fachada, y los bancos adosados a los muros[40].

Es posiblemente una construcción del siglo XVIII, verificándose un segundo piso en el siglo XIX tal y como consta en una inscripción donde se puede lee: “AÑO DE 1839”. Está ornamentada con pináculos en la cubierta y destaca en el exterior la airosa cúpula.

La ermita, a la que se accede por una puerta rectangular, tiene una sola nave cubierta con bóveda de cañón y presbiterio con cúpula algo peraltada sobre pechinas, datable en el siglo XVIII. En el interior se aprecian, en muy mal estado de conservación, restos de pintura mural en tono ocre a base de rombos rodeando la hornacina central y temas geométricos en la cúpula.

 


 

[1] Evangelio de San Juan: 49 Natanael le respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. 50 Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás. 51 Y le dijo<***>: En verdad, en verdad os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre.

[2] Libro de Cuentas de San Bartolomé, 1671-1737 (sign 66) y 1769-1804 (sign 67). Archivo Diocesano de Cáceres.

[3] El amor de Cristo ha reunido a un gran número de discípulos para llegar a ser un sola cosa, a fin de que en el Espíritu, como Él y gracias a Él, pudieran responder al amor del Padre a lo largo de los siglos, amándolo «con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (Dt 6,5) y amando al prójimo «como a sí mismos» (cf Mt 22,39).

[4] Don Tomas Martín Gil fue el primer autor que mencionó a Tomás de la Huerta cuando  publico la documentación del retablo mayor de la parroquia del Casar de Cáceres, extraída de los Libros de Cuentas de Fábrica en 1931. MARTIN GIL, T: “La iglesia parroquial de Casar de Cáceres y su retablo mayor”. Revista del Centro de Estudios Extremeños, 5, Badajoz, 1931, pp. 39-58. Vid. Igualmente GARCIA MOGOLLON, F. J.: “El retablo mayor de la parroquia del Casar de Cáceres y el escultor Tomás de la Huerta”. Norba, 4, 1983, pp. 25.55. Pero, es a don Tomás Pulido al que debemos la escritura de la imagen de San Bartolomé para la ermita de su mismo nombre en el Casar de Cáceres, cuando publicó datos inéditos de la sección de Protocolos del Archivo Histórico de Cáceres. PULIDO Y PULIDO, T, Datos para la Historia Artística Cacereña, Cáceres, 1980, pp. 250-254.

[5] TORRES PEREZ, J. M: “Una escultura de San Bartolomé realizada por Tomás de la Huerta para su ermita en Casar de Caceres”. Norba, XIV-XV, Cáceres, 1994-1995, pp. 321-326.

[6] Vid. FERRANDO ROIG, J: Iconografía de los santos, ediciones Omega, Barcelona, 1950,  p. 57.

[7] SANCHEZ DE DIOS, G: Descripción y noticias del Casar de Cáceres. 1794 (reed. Cáceres, 1952), p. 43.

[8] MARTIN GIL, T: MARTIN GIL, T: “Ermitas de Nuestra Señora del Almonte y de Nuestra Señora de Tebas”. Revista del Centro de Estudios Extremeños, 1933, págs.. 154- 164.

[9] MATEOS, P y CABALLERO, L: Repertorio de Arquitectura cristiana en Extremadura: Época Tardoantigua y Altomedieval. Anejos de Aespa XXIX, Madrid, 2003, pp. 44 y 45.

[10] Hemos de destacar que esta ermita  se encontraba cerca de la confluencia de los ríos Almonte y Guadiloba. . En 1794 don Gregorio Sánchez de Dios escribe sobre la ermita de San Benito: “A distancia de media legua y medio cuarto, a la mano derecha, distante cosa de 300 pasos del camino que va de este lugar al de Santiago del Campo, están dos ermitas, distante una de otra unos 60 pasos, en una dehesa de diferentes caballeros de Cáceres, las que antes de dar el rey esta dehesa eran del pueblo, y hoy se mantiene en posesión de ellas, la una con el título de San Benito Abad y la otra con el de María Santísima de Almonte. Se considera que este título es por estar cuarto y medio distante del río Almonte. La efigie de María Santísima es antiquísima, como la obra de la ermita. La de San Benito es más moderna”. SANCHEZ DE DIOS, G, op. cit., p. 43. La Iglesia de la Virgen de Almonte estaba situado en las inmediaciones del río del mismo nombre, ocupó un espacio de culto de planta semicircular cubierta con una bóveda de cuarto de esfera. Unido al ábside se construyó una nave rectangular. CERRILLO Y MARTIN DE CACERES, E: Las construcciones basilicales de épocas paleocristiana y visigoda en la antigua Lusitania. Tesis Doctoral. Salamanca, 1978, p. 265. MARTIN GIL, T: “Ermitas de Nuestra Señora del Almonte y de Nuestra Señora de Tebas”, op. cit., págs.. 154- 164.

[11] GARCIA MOGOLLON, op. cit., p. 64.

[12] El primer libro conservado de la cofradía data del año 1578. En este año el señor visitador manda al mayordomo que “ haga hacer en la dicha ermita dos altares y la reteje”. Cofradía de los Mártires. Libro de Cuentas y de Visitas ( 1570-1629), Archivo Diocesano de Cáceres. 

[13] Mandamientos de la Visita de 1597, libro número 78, foo. 30 vº. Archivo Diocesano de Cáceres. Asuntos Casar de Cáceres. Cit. TORRES PEREZ, J. M: “La ermita de los Mártires de Casar de Cáceres”.  Revista de Estudios Extremeños, tomo XXXIX, número II. Badajoz, 1983, p. 382.

[14] Libro número 78, folio 11,13 vº y 14. Libro de Cuentas y de Visitas (1570-1629), Archivo Diocesano de Cáceres.  TORRES PEREZ, op. cit., p. 382.

[15] Torres Pérez considera que el encantador Juan de Santillana pudo haber sido el autor de la imagen de San Fabián, pues a él vienen referidos los pagos en 1572 y 1580. Libro número 78, folio 11,13 vº y 14. Libro de Cuentas y de Visitas (1570-1629), Archivo diocesano de Cáceres

[16] Libro de Visitas (q1526-1716), número 116, fol. 178 vº. Archivo Diocesano de Cáceres.

[17] Concretamente en las cuentas de la Cofradía del año 1609, “Dio por descargo nueve mil y ochocientos y ochenta maravedíes que gasto en hazer vna figura de escultura del señor sant sevastian que hizo pedro de la quadra, escultor, en ocho mil y seiscientos y doze maravedíes”. Libro 78, fol. 14 vº. Archivo Diocesano de Cáceres. Cit. TORRES PEREZ, op.  cit., p. 384.

[18] La Cofradía de Animas del Casar de Cáceres. Una tradición viva. Universidad Popular “Helénides de Salamina”. Casar de Cáceres. Revista Alcántara, números 53-54. Evocaciones y Recuerdos. Cáceres, 2001.

[19] En I Libro de Cuentas de la Cofradía data del 6 de septiembre del año 1610, sin excluir que antes ya existiese. La última de las ordenanzas se reformó en el año 1878, sin modificaciones importantes hasta la fecha. Archivo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción del Casar de Caceres. Vid. MARTIN GIL, T: “La Cofradía de Ánimas de Casar, contribución al estudio de nuestro folklore religioso”. Revista de Estudios Extremeños, tomo IV, 1º Epoca, 2, Badajoz, 1948, pp. 2-16.

[20] V.V.A.A.: Animas del Purgatorio de Casar de Cáceres. Taller de Etnología de la Universidad Popular “Helénides de Salamina”. Casar de Cáceres, 1996.

[21] Agradecimiento a doña Manoli Calzada por facilitarnos el acceso a la ermita.

[22] Cuenta la leyenda que un león se acercó al monasterio y que San Jerónimo sin asustarse, le ayudó a quitarle una espina en una de sus zarpas. A partir de ese momento, el león sería el compañero fiel del santo.

 

[23] Libro de cuentas de fábrica e inventario correspondiente a 1524-1652. Archivo Diocesano de Cáceres.

[24] El Libro de Cofradías más antiguo que se conserva data del 9 de julio de 1524.  Archivo Diocesano de Coria-Cáceres, se inaugura así: “En el Casar, término de la villa de Cáceres a nueve del mes de julio de 1524. El  Ilmo. Sr. Don Tomás López  Cruz, …. obispado de Coria …. en dicho lugar tomó cuenta a  Alonso Galeano (mayordomo )”. Se conservan en dicho Archivo  cuatro libros relativos a la Cofradía del Prado que comprenden los años 1524-1871. Su contenido son cuentas, inventarios de bienes, visitas, aprobaciones, cuentas y obligaciones del ermitaño. Es importante el inventario de 1549 por el listado preciso de ropas y alhajas de la Virgen.

[25] Libro de cuentas de fábrica y asiento 1732-1838. Archivo Diocesano de Cáceres.

[26] Moabita que habiendo perdido su marido, hijo de Noemí, vuelve con ésta a Belén, en medio de la mayor pobreza, obligada por ella, sigue espigando a los senadores de Booz pariente de su marido que la favorece e invita a que vuelva siempre sus campos y recoja las espigas que caen de las manos de sus secadores. Aconsejada últimamente por su suegra Noemí, consigue de Booz e, adoptando la por esposa, levante del nombre de su marido, llegando a ser madre de Obedegón, abuelo de David (Lib. De Rut).

[27] Mujer de Haber, cineo, la cual, después de la victoria de Barac, general de los ejércitos del pueblo de Israel, huyendo Sísara, caudillo del rey de Canán, le sale Jael a su cuenta no ya viéndolo acogido en su tienda, lo escondió en ella hasta tanto que, rendido el general por el cansancio de la batalla, érase profundamente dormido. Toma entonces Jael uno de los clavos de su tienda y un martillo, y atraviesa con él las sienes del malaventurado Sísara dándole muerte y vengando en él a todo su pueblo (Lib. De Jueces, cap. 4).

[28] Joven viuda de Betulia, en la Judea que vive retirada y en continuos ayunos y oraciones. Invadida la tierra de Judea por Holofernes, general de los ejércitos asirios, y puesto el cerco su ciudad, se vio esta en gran aprieto y a punto de perderse. Entonces, Judit, inspirada por Dios, se adorna con todas joyas en sus días de gloria, desciende el campamento de los asirios, y presentada a Holofernes, que queda prendado de su hermosura y gentileza, la hace venir a su presencia en medio de las alegrías de un banquete y ebrio, es conducido su tienda de púrpura y seda. Mientras profundamente duerme el sueño de la embriaguez, Judit, invocando al Señor, toma la espada del general, que pende junto a su lecho, y con ella cortar un tajo la cabeza del enemigo de Israel, liberando así a su ciudad y a todo su pueblo (Lib. De Judit).

[29] Se criaba con su tío Mardoqueo y mereció por su incomparable hermosura ocupar el lugar de la reina Vasthi, siendo elegida esposa de Asuero. Condenado Mardoqueo y todo el polo de Israel a la muerte por la crueldad y soberbia del impío Amán, ministro del rey, Esther, exponiéndose a la muerte, se presenta ante el rey e interceder por Mardoqueo y el polo de Israel y por ella y consigue que se alce la pena de muerte de Asuero. Al mismo tiempo Amán es ejecutado en un patíbulo (Lib. De Esther c. 7).

[30] Se conservan los libros de cuentas de fábrica e inventarios correspondientes a 1524-1652, 1647-1730, 1730-1769, cuentas y asientos de 1730-1769, inventario de 1789-1871. Archivo Diocesano de Cáceres.

[31] BENITO BOXOYO, op. cit., p. 121.

[32] Vid. MOGOLLON CANO-CORTES, M. P: “La pintura extremeña del siglo XVIII: los Hidalgo”. Norba IV. Cáceres, 1983, p. 61. Algún de considerar que José Hidalgo era pintor de cuadros en Cáceres y buen restaurador de imágenes. AGUNDEZ FERNANDEZ, A: Viaje a la Serena en 1791. Cáceres, 1955, p. 49.

[33] Libro de cuentas de fábrica y asiento 1732-1838. Archivo Diocesano de Cáceres.

[34] Se encuentra en el Archivo Diocesano de Cáceres. Según los interesantes estudios del profesor GARCIA MOGOLLON, F. J.; Imaginería medieval extremeña. Esculturas de la Virgen María en la Provincia de Cáceres, Cáceres, 1987, p. 66.

[35] Ibidem, p. 67.

[36] Actas. Libro de Cofradía de la Virgen del Prado, 1580. Archivo Diocesano de Coria- Cáceres.

[37] SANCHEZ DE DIOS, G: Descripción y noticias del Casar de Cáceres. 1794, op. cit., p. 43.

[38] Inventario del año 1652. Tomo I. Archivo Diocesano Coria-Cáceres.

[39] Agradecimiento a don Alfonso Aguilar Andrada por facilitarnos las fotografías previas a la restauración.

 

[40] Vid. NAVAREÑO MATEOS, A: Arquitectura residencial en las dehesas de Cáceres. Cáceres, 1999, p. 259.

Abr 082014
 

 Jesús Barbero Mateos.

Maestro.

 PREFACIO

La historia de los colectivos humanos queda plasmada en los documentos.

En España, con amplia tradición documental, comienzan a proliferar a partir del siglo XVIII. La razón estriba en la influencia que el movimiento Ilustrado ejerce sobre la Monarquía Absolutista, instaurada en la dinastía borbónica.

Uno de los planteamientos clave es el incremento de la prosperidad, el bienestar y la felicidad a la población en general y para alcanzarlo se hace necesario establecer una administración más racional, ordenada y, sobre todo, bien informada.

El primer paso es sondear la situación efectiva de los núcleos poblados del reino y, para ello, la administración comienza a recoger información a través de una serie de cuestionarios locales, denominados Interrogatorios; cuestionarios elaborados y remitidos a los pueblos, que las autoridades civiles y eclesiásticas debían responder.

Las respuestas ofrecidas por pueblos y ciudades son la principal fuente de información para aquilatar los componentes de cada localidad, quienes ejercían el poder o poseían las riquezas, qué actividades económicas se desarrollaban o cuál era el nivel educativo de sus habitantes. Para poner de manifiesto estos extremos, basta analizar y contrastar las informaciones recogidas por la administración, a partir de la década de los años cincuenta.

  Seguramente fueron tres los Interrogatorios en los que mejor y mayor cantidad de información se recogió, a través de las respuestas exigidas.

En primer término se pone en marcha a partir de 1.752, un  Catastro promovido por el Marqué de la Ensenada[1]. Pretendía recoger información especialmente de carácter económico con el objetivo de adoptar medidas políticas en distintas áreas que modernizaran el país (armonización fiscal, reajustes en la propiedad de la tierra, aumento de la productividad agraria…), partiendo de parámetros ciertos respecto de la situación en el reino. Los cargos del concejo serían los responsables de su cumplimentación.

            En 1.787 se confecciona el Censo promovido por el Conde de Floridablanca, referido exclusivamente a datos estadísticos de población y que, en nuestro caso no aporta otros datos significativos.

Otro modelo de recogida de información puesto en marcha, fue un interrogatorio que recogiera amplia información, en este caso sobre las localidades de Extremadura. Es el denominado Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura[2], que fue desarrollado en 1790, al establecerse la Audiencia Territorial de Cáceres. Como va dicho, el objetivo era conocer el estado de los pueblos y ciudades que debían quedar bajo su jurisdicción. Las respuestas eran requeridas a los cargos concejiles.

Finalmente, en 1798, cuando la centuria tocaba a su fin , Tomás López, geógrafo el rey, elabora un nuevo interrogatorio que envía a todos los pueblos de España para publicar un Diccionario Geográfico de España (a partir de ahora López).

Además de la interesante información que recogió, merece destacarse la recopilación de mapas de los términos municipales de todos los pueblos que respondieron, en este caso a través de los curas locales.

  A partir de la información obtenida con estos documentos, trataremos de poner de manifiesto y contrastar la información que hay disponible, sobre la vida de Torrecillas de la Tiesa en la segunda mitad del siglo XVIII, tomando en consideración las respuestas dadas por las autoridades municipales y/o eclesiásticas.

Presentamos los más interesantes datos agrupados por temas, para una mejor organización de la información.

  Es preciso advertir que los datos que se presentan, puede no ser todo lo objetivos que debieran. No podemos perder de vista que cada individuo responsable de responder a los cuestionarios, podía reaccionar de forma dispar a estas preguntas por motivos diversos: regidores temerosos de mostrar la verdadera situación económica ante la administración;  alcaldes ostentosos para mostrar un nivel de desarrollo superior o inferior al verdadero, por motivos de prestigio o por deseo de recibir ayuda económica; justicias avariciosos o dados a ocultar conflictos internos, para evitar que las autoridades externas se inmiscuyeran en su gobierno; eclesiásticos apáticos, podían ofrecer versiones y datos distorsionados y no ajustados a la realidad…

Con esta advertencia presente, pasamos a describir la situación de Torrecillas de la Tiesa en el periodo analizado.

  DENOMINACIÓN

  Es el interrogatorio de Tomás López, respondido en diciembre de 1785 por don Josef González Santos de San Pedro, “cura theniente de la parroquial de Santa Catalina de esta villa de Torrezillas, el único que hace referencia al nombre de la localidad, afirmando: “esta villa de Torrezillas está situada en una tiessa y zerro, que por esso los antiguos la nominan de la Tiessa”.

  JURISDICCIÓN

  Desde la Edad Media hasta la implantación del denominado Estado Liberal del siglo XIX,  hombres y tierras pertenecían a uno de estos tres tipos de jurisdicción:

  • Ø  Realengo, cuando estaban bajo la jurisdicción directa del Rey.
  • Ø  Señorial, si se encontraban bajo el control de un  noble o señor.
  • Ø  Eclesiástica, en el caso de someterse al control de una institución religiosa.

  La  villa de Torrecillas era de Señorío (Ensenada), gozaba del fuero de realenga (Audiencia), pasando de ser un lugar anejo de la corona, a ser vendido a un noble y, finalmente, de jurisdicción libre (López): anejo a la corona de su majestad hasta el año de mill quinietos zinquenta y ocho…hasta que en dicho año a causa de los grandes y exzesivos gastos que el Emperador y Rey Nuestro Señor hizo en conservazión de la religión christiana y defensa de sus estados, el real patrimonio y rentas reales estaban exaustos y consumidos…. En el año de mill quinientos y zinquenta y nuebe se mandó tomar asiento con el lizeciado Juan de Vargas, Oydor de la Audienzia y Chanzillería de su Majestad, sobre que yo, en nombre de su Majestad le hubiese de vender y vendiese el lugar de Torrezillas, y él nombró a Diego Pizarro, vezino de la ziudad de Trujillo, para que a él se hiziese y otorgase de venta de dicho lugar de Torrezillas, que desde aquí adelante se a de llamar villa y intitularse tal”. “Esta villa a sido lugar vendido al dicho Diego Pizarro y después tanteada por los vezinos de Torrezillas”.  La villa fue eximida de la jurisdicción de Trujillo en 1762 por la cantidad de “un quento, nobezientos y ochenta y un mill, quatrozientos y quarenta y seis maravedíes de vellón…la carta ejecutoria se expidió en Madrid en los 20 de febrero de 1762. La villa de Thorrezillas logró la victoria y palma de los triunfos del tanteo, señorío y vasallaje quedando solamente sugeta a Su Real Majestad” En definitiva, Torrecillas de la Tiesa, sujeta inicialmente a jurisdicción real y gobernada a través del corregidor de Trujillo, pasó a manos de Diego Pizarro en 1.559, cuando éste la compró a la corona en los difíciles momentos económicos de inicios del reinado de Felipe II. No cejarían los torrecillanos en el empeño de emanciparse jurisdiccionalmente del señor, hasta que, en 1.762, compraron su libertad por un millón novecientos ochenta y un mil cuatrocientos cuarenta y seis maravedís.  

SITUACIÓN GEOGRÁFICA

  En los tres documentos, las respuestas ofrecen similares datos en este caso. 

         Ensenada: “tiene de trabiesa, desde lebante a poniente, media legua; lo mismo de Norte a Sur y de circunferencia dos leguas y que  por todas partes confina con término de la ciudad de Trujillo, terreno propio o particulares. A Saliente con dehesas que se dicen la Atalaya y Boticojo a Poniente las de Centenera (Sic ¿?), al Norte con las de Pizarra y al Sur con la Solana”.

Según la Audiencia es una: “Villa del partido de Truxillo, distante de ella tres leguas, situada en el medio de la provincia hacia la parte del norte. Dista onze leguas de la villa de Cazeres. Su término se extiende por los extremos más apartados a un quarto de legua y en circuito a dos,los pueblos más inmediatos son las villas de Jaraizejo y Deleitosa, como también la dos aldeas de Zentenera y del Obispo a la distancia todos de dos leguas”.

López: “está situada en una tiessa y zerro, que por esso los antiguos las nominan de la Tiessa. Está en tierra llana y de distanzia a la capital del partido, ziudad de Truxillo, tres leguas cortas, mui llano su camino. El distrito y ámbito que coge por ancho su jurisdiczión es media legua y en zircuito o a el rededor una legua a corta diferenzia”.

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Plano de Torrecillas de la Tiesa de 1798, obtenido en la Biblioteca Nacional

DEMOGRAFÍA

  De forma general, pomos decir que en la documentación de la época no se concreta el número de habitantes. Se habla siempre de vecinos; concepto que podemos asimilar al de cabezas de familia residentes en la población. En el caso de Torrecillas, Ensenada afirma que “en este pueblo hay setenta y dos vecinos”; ochenta y seis havitadores se precisan en la Audiencia; y sesenta vecinos poco más o menos, según López. Establecer la equivalencia entre el número de vecinos citados en los documentos y habitantes reales, resulta complejo, existiendo distintos índices aplicables para el cálculo de la población, dependiendo de las consideraciones hechas por distintos autores: x 3´8; x 4; x 5´48. De esta manera el número de habitantes oscilaría en una horquilla que va de los 240 a los 471 habitantes.

Por nuestra parte hemos tomado el más aceptado de 4 personas por vecino: 288, 344 y 240, respectivamente. Gráficamente se aprecian de forma nítida estas diferencias:

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ESTRUCTURA SOCIO PROFESIONAL  

           A partir de las respuestas podemos esbozar cómo estaba estructurada la sociedad y las actividades profesionales en el momento considerado. En el caso de los oficios religiosos tenemos estos datos:

A decir de Ensenada “en este pueblo sólo hay un párroco y dos clérigos, un sacristán, don Julio de Thorres y  don Diego Portillo”.

La Audiencia habla de “theniente de cura y sachristan”. En López sólo se percibe la existencia de un párroco, don Juan Josef Fernández, persona que responde a las preguntas. Seguidamente detallamos la heterogénea información que nos ha llegado, advirtiendo que, en función de la fuente consultada, se obtienen respuestas más o menos concretas y detalladas. Agrupamos los oficios por sectores económicos, para poder apreciar la tremenda descompensación existente.  

 

ENSENADA

(1.753)

AUDIENCIA

(1.791)

LOPEZ

(1.798)

SECTOR

Pastores

Cita sin aclarar

Primario

Labradores

Cita sin aclarar

Jornaleros

10

Los vecinos

Herrero

1

Secundario

Sastre

1

Albañil

1

Carpintero

1

Aperadores

Cita sin aclarar

Molinero

1

1

Fabricantes de teja y ladrillo

1

2

Párroco

1

1

1

Terciario

Clérigos

2

 

Sacristán

1

1

Tabernero

1

1

Mesoneros

2

1

Abastecedor de jabón

1

Tratante de ganado

1

Prestamista

1

Alcalde Mayor

1

1

1

Alcalde ordinario

1

Procurador del Común

1

Escribano

1

1

Regidores

2

Alguacil

1

Maestro

1

1

1

Cirujano

1

1

Oficial real

1

 ORGANIZACIÓN JURÍDICO – ADMINISTRATIVA

  A través de la Real Audiencia podemos conocer los órganos administrativos y judiciales. La villa estaba gobernada “por un solo juez ordinario del estado general, cuya elección se practica por establecida constumbre en la noche del día 31 de diziembre de cada año y entrando a regentar sus empleos por la mañana del día primero de enero, botando privatibamente para un alcalde, dos regidores y quedando los que finalizan por jurados del ayuntamiento en el año siguiente. Un solo escribano con el que se alla bastantemente serbido, pagandose a este por su asignación un mil y cien reales” Torrecillas no disponía de ordenanzas municipales, debido a la destrucción del archivo municipal, a raíz de la guerra de Sucesión: “no tiene ordenanzas municipales, a motibo de que quando entró el enemigo en estos dominios hizo varios estragos, derrotando y quemando los papeles de archibo”.

  RECURSOS NATURALES

  Nada nos dice la Audiencia respecto de los cauces y el abastecimiento  de agua de la villa. Pero López señala la existencia de fuentes para beber y lavar “dentro del mismo pueblo, a los dos extremos alto y bajo hay agua ventajosa y saludable. La del extremo bajo sirve para lavar la ropa de los vezinos, que haze jabonaduras y tiene para lavar quatro o zinco pilas de cantería y para dar agua a los zerdos, cavallerías, y  otras servidumbres. A una y otra zircundan dos arroyuelos, el de arriba y alto sale y se origina de una cañada y valle de las heras del Calvario y se nomina el arroyo de la Fuente de Arriba; y el otro tiene su origen y nazimineto de otra cañada y zerro de las heras de la yglesia y pasa por la fuente de abajo llamado el Peralillo”. Habla también de un pozo muy fértil en una cerca de sembrar forraje: “al pie de él un pilón de cantería grande, que sirve para lavar trigo quando se pica de tizón, con el agua de este abundante pozo se componen hasta quatro y seis ranchos y sugetos que se emplean en hacer teja y ladrillo, baldosas y adoves”. Cita además una charca no muy grande para abrevadero del ganado vacuno de la boyada, cerdos, caballerías y, ya en el baldío de esta villa, “a las espaldas de la parroquial yglesia, en el baldío de esta villa un arroyo grande  que se nomina y llama Pizarroso el Grande y tiene su origen en una charca que llaman del Boticoso. Toma el nombre de Grande con otros regajos que le entran y creze en términos, algunas veces de no poderse vadear por lo que en los años ochenta y uno y setezientos ochenta y dos los señores de justicia y regimiento y el cura párroco fueron a ponerle unas pasaderas, al camino real que viene del Puerto de Miravete”.   También habla de tres fuentes más muy copiosas “la una del Guijo, la otra de Pizarroso y otra la Herrumbrosa”. Por el camino de Madroñera, “a la hizquierda mano del dicho camino está la fuente Blanca, a la derecha el arroyo Tozo, que va zircundando el término de Torrezillas y a esta mano tiene el palazio de Carmonilla. Junto al cordel está el pozito que llaman de Carmonilla, abundante de aguas y con pilas para lavar la ropa los caseros del palazio y vezinos de Torrezillas, de agua herrumbrosa y que haze jabonaduras”.   De la caza encontramos referencia en Audiencia, donde sólo menciona las liebres, porque no hay quien las persiga “por no haver corsarios, ni abundancia”. También existían lobos, estando por entonces establecida una recompensa por darles caza: “en obsequio de las reales ordenes se sale de comun a estinguir las fieras en montes de la jurisdicion de Truxillo, premiando por cada caveza de lobo 44 reales y de loba 88, pero regularmente suele presentarse cada año uno y algunos nada”.  

DERECHOS FISCALES Y RECURSOS MUNICIPALES

  Se hace necesario recordar en este momento que la villa de Torrecillas no consiguió su autonomía jurisdiccional hasta bien recorrido el siglo XVIII. Reclamó para sí el derecho de tanteo sobre la  aldea, lo que consiguió depositando la cantidad de “un quento nobezientos y ochenta y un mill, quatrozientos y quarenta y seis maravedíes de vellón”, el 20 de enero de 1762 en la tesorería de la Corona. La Carta Real ejecutoria de tal privilegio se expidió en Madrid el 20 de febrero de 1762, constituyéndose desde entonces como villa realenga con propia jurisdicción.     Esta nueva situación no acarrearía más que beneficios:

  • ·         Ahora sería el concejo quien gestionase sus propios recursos, sin plegarse a las necesidades ni caprichos del marqués que, hasta entonces, había sido dueño de la aldea.
  • ·         El nuevo titular de la villa, el Rey, estaba geográficamente más alejado de Torrecillas y los intermediarios para ejercer el control se sucedían, hasta diluir su propia misión fiscalizadora.
  • ·         Finalmente, los vecinos no debían ir a buscar justicia a Trujillo, con el retraso y las vejaciones que ello suponía. La nueva villa tenía ahora poder de juzgar y ejecutar las sentencias dentro de su territorio. Esta inmediatez en la impartición de justicia vendría a evitar injusticias manifiestas y a insuflar confianza en los vecinos hacia la institución municipal.

  Como valor añadido pasarían a la propiedad del concejo una serie de bienes de propios, que aportarían beneficios generales a los vecinos: casas del Ayuntamiento con calabozo, archivo y sala de acuerdos; la dehesa boyal; un pósito; abasto público de vino, aceite y jabón blando; una escribanía numeraria y una fábrica de tejas y ladrillos. En la perspectiva contraria debemos decir que también debían asumirse una serie de gastos, a los que se hacía frente con los impuestos. De un lado los eclesiásticos: diezmo de grano al obispo de Plasencia y a Santa Clara de Trujillo; diezmo de ganado a Santa Mª del Carrascal y a la iglesia de Santiago de Trujillo y primicias al monasterio de Guadalupe. De otro los jurídico-civiles: 3841 reales vellón de alcábalas y penas de Cámara al Marqués de Lorenzana y 330 reales vellón al Marqués de Lorenzana, del arriendo de un mesón. En total, los vecinos debían aportar, para cubrir el modelo impositivo vigente: 120 fanegas de trigo, 10 fanegas de centeno, 45 de cebada, 50 de avena, 4 lechones, 4 libras de cera, 3 enjambres, 4 arrobas de queso, 18 arrobas de lana, 25 corderos, 10 chivos, 2 becerros y 4 azumbres de miel.             Éste es el desglose de los gastos a mediados del siglo XVIII, cuando todavía era villa señorial:  

Concepto

rs

mrs

Concepto

rs

Quentas y residencias

450

 

Jabón blando

108

Alcalde

 

100

Párroco y fiestas del concejo

300

Alcalde ordinario

80

 

Sacristán

9

Millones y fiel servidor

2.812

17

Maestro de primeras letras

270

Gastos de justicia

24

 

Salario del ministro

15

Real contribución

30

 

Viajes de los capitulares

220

Soldado miliciano

90

 

Salario escribano

500

Audiencia de la Mesta

100

 

Cirujano

22

Mestilla

18

 

Guarda de la dehesa

70

Visitador eclesiástico

30

 

Corridas de lobos y animales nocivos

60

Conducción de pobres y cristianos  nuevos

40

 

Echar raya a la dehesa

360

Hospitales de Valladolid, Salamanca y Lugares Santos de Jerusalem

34

 

Veredas

400

Predicador cuaresmal

330

 

Papel sellado y blanco

30

Vino de misa

28

 

Limpiar fuentes

30

 

 

 

Apostar monte común

60

  El gasto total era de 6.520   reales y 117 maravedís La renta de sal, de 1089 reales y 6 maravedíes y del jabón, de 108 reales, era por cuenta del recaudador.   Tras recibir la carta de libertad, los gastos se redujeron drásticamente, según consta en los documentos de la Audiencia de 1.791: Un escribano, 100 reales, dotación de la escuela de niños y niñas, 500 rs., cirujano, 300 rs., parroquia, 50 y encabezamiento de penas de cámara, 43 rs. en total

  ACTIVIDADES AGRÍCOLAS Y GANADERAS

  En este pueblo no hay más dehesa que la de propios en calidad de boyal” según la Audiencia, pero afirma que confinando a sus límites hay algunas que fueron de labor y que están reducidas a puro pasto: “la Atalaya Labrada, propia de la Marquesa de Villa García, su cabida 800 fanegas en sembradura; la de Retuertas y Señora, propia de don Juan de Soto Altamirano, vecino de la ciudad de Orense en el Reyno de Galicia, su cavida 1.000 fanegas; la del Carneril, propia del Marqués de Lorenzana, vecino de Truxillo, su cavida 600 fanegas; la de la Solana y Quintos de Carmonilla, que pertenecen según noticias a el Conde de Noblejas, vecino de Madrid, su cavida 2.000 fanegas; y la de Valles Pedros, perteneciente a el Marques de Santa Marta, vecino de Truxillo, su cavida 1.200 fanegas”.   La producción agrícola estaba copada por los cultivos de secano, siendo los principales productos: trigo, cebada, centeno, avena. La Audiencia nos advierte que trigo y cebada son producidos fuera del término, en la jurisdicción de Trujillo, “en dehesas de monte que dan a los labradores por crecidos terrazgos con el fin de aclararlas para interesarse en las grandes porciones que lleban a los trasumantes”.   Por su parte, Ensenada ratifica que el término de este pueblo es de secano “exceptuando una muy corta parte del murado que se siega a brazo y se siembra de hortaliza”. Las tierras muradas y los terrenos para pastos se labraban todos los años, y las no muradas descansaban dos.   Los frutales no debieron de ser muy importantes porque se dice de ellos que eran pocos, puestos sin orden en las tierras muradas de particulares. Se trataba de olivos, ciruelos, perales, membrillos, “una” higuera, “un melocotón”, “plantados en las márgenes de las heredades unos y sin orden algunos otros”. La Audiencia tampoco incide mucho en el tema: “algunos perales y olibos…clase muy basta y que fructifican poco.”               Estos eran los precios de diferentes productos agrícolas:  

Producto

Ensenada

Audiencia

Unidad

Trigo

22

25

Reales/fanega

Cebada

10

20

Reales/fanega

Centeno

12

18

Reales/fanega

Avena

4

15

Reales/fanega

Yerba

4

Reales

Tierra pasto 1ª calidad

6

Reales/fanega

Tierra de riego hortaliza

150

Reales/fanega

Olivos (árbol)

4

Cada uno

Ciruelas

2

“       “

Perales

2

“       “

Membrillo

3

“        “

Higuera

3

“       “

Miel

2

Reales/cuartillo

Cera

2

Reales/cuarterón

Enjambre

10

Cada uno

Colmena

7 rs 11maravedíes

Cada una

  Puede apreciarse que los productos de los que tenemos constancia habían elevado su precio en el periodo transcurrido entre uno y otro documento. La distribución de las tierras de cultivo, en fanegas era: cañadas y dehesas pasto, 1.070; tierras de labor, 30; labor sin murar, 1.980; segadas a brazo, 2. En total, las fanegas estimadas en el término municipal eran 3.082.   En lo que se refiere a la ganadería, las respuestas son dispares. Para la Audiencia se reduce “a el corto numero de algunos cerdos, 200, y cosa de 250 corderos; el comercio que tienen en estas grangerías es la de vender esta cría a el año o antes para remediar sus necesidades, hasi por esto como por no tener fondos para sostenerlas, ni aun terrenos suficientes a su mantenimiento.” En cambio, Ensenada nos informa con mayor amplitud: ganado lanar, cabrío, vacuno, de cerda, yeguas, caballar y asnal. El número de cabezas de ganado lanar ascendía a 1.804, con importantes rendimientos: cada 13 ovejas, 2 arrobas de lana a 44 reales/arroba; cada 3 ovejas, 1 cordero a 10 reales la unidad; la arroba de queso, 30 reales. La apicultura, que estaba muy desarrollada en otras poblaciones extremeñas de la época, no era muy floreciente en Torrecillas debido, según la Audiencia, a los frecuentes robos a los que los colmeneros torrecillanos eran sometidos, aun por los mismos tratantes de cera. Según Ensenada, el total de colmenas era de 210, cuya propiedad era de los siguientes vecinos: El párroco, 54; Antonio Ribas, 24; Mª Grájera Bega, 30; Alonso Delgado, 24; Nicolás Delgado, 18; Manuel Delgado, 18; Juan Iñigo, 10; Juan Jiménez, 8; Francisco Porras, 7 y Francisco Calero, 17.

  ASPECTOS RELIGIOSOS, SANITARIOS Y EDUCATIVOS

  Ensenada hablaba de “un párroco, dos clérigos, un sacristán…” la Audiencia de “un teniente de cura y un sacristán”, y López de ”un cura”. Deducimos de ello el posible abandono sugerido en algunas respuestas a la Audiencia, por parte de las autoridades eclesiásticas de más alto rango. En este sentido, sabemos que “el pueblo sólo tiene una parroquia, o mejor una casa sagrada destinada a cumplir sus preceptos los feligreses, porque mal puede llamarse yglesia, ya que carece enteramente de aquellos emonumentos nezesarios a la dezente manutención del theniente de cura y sacristán, y a sufrir los gastos que son indispensables a el culto divino, pues no se le conoce más rentas en propiedad que el corto producto señalado por rompimiento de sepulturas que nunca llega a 80 reales”. Según el visitador, la causa de tal olvido es que en 1.576 la villa de Torrecillas era aldea y feligresía dependiente de la iglesia parroquial del Señor San Clemente, situada en Trujillo, en cuyo solar se mandó construir el convento de Santa Clara. En ese momento debió suprimirse la parroquia y todo el beneficio fue a parar a las monjas Clarisas. Por ello, al desaparecer la parroquia matriz de la que era sufragánea la torrecillana, ésta dejó de estar amparada eclesiástica y económicamente, desapareciendo como lugar de culto y devoción. Sin embargo, la situación volvería a sus orígenes. En López se reconoce tener poca información acerca de los avatares religiosos de la localidad, aunque se nos habla por primera vez de la patrona y titular del santuario: Santa Catalina Mártir. La causa de tal desconocimiento había sobrevenido ya en tiempos de la guerra de sucesión a principios de siglo. A lo largo del conflicto, habían entrado tropas en la localidad, saqueando y quemando los archivos de la iglesia, al igual que los municipales, como ya se dijo. Además de ello, “los que dejaron, con el transcurso del tiempo y estar el dicho archivo en la sacristía y averse mojado muchas veces, por lo poco reparada que entonzes estaba no pueden leerse, ni se puede dar razón verídica”.   No existía cementerio ni se consideraba necesaria su creación. Los muertos de postín eran enterrados en la iglesia y el resto de vecinos, en sus aledaños, tal como se acostumbraba en la época. Así al menos se deduce de esta aseveración: “la parroquia, poco menos que una ermita, se halla a la orilla del pueblo, donde la bentilan bien los ayres y por consiguiente es muy corto el número de muertos que entran en ella cada año, regulado por un quinquenio a solo dos”. Por otro lado, podemos asegurar que el día 7 de mayo de 1.723, D. Juan Rodríguez Duro fundó una capellanía  “dotada con diferentes heredades en el término de esta villa y otras en el lugar del Castañar de Hibor”.   Consta que también existían en Torrecillas tres cofradías. Las informaciones disponibles sobre las mismas, varían en función de las respuestas a los diferentes interrogatorios y según provengan de los vecinos o del visitador. Todas se gobernaban por sus respectivos alcaldes, diputados y mayordomos con intervención del cura. Estaba constituida la cofradía de Ánimas, dirigida al oficio de las ánimas benditas. Se gobernaba por 4 hermanos oficiales y el cura teniente. También funcionaba la cofradía de la Vera Cruz, dirigida a obras de penitencia, mortificación y  asistencia de moribundos. Se gobernaba por su alcalde, mayordomo y diputados, con anuencia del cura. Finalmente, existía la cofradía del Rosario, dirigida al culto de María Santísima del Rosario. Estaba gobernada por 4 hermanos, junto con el cura teniente. Ofrecemos algunos datos sobre ellas, contrapuestos, como puede comprobarse,  según quien respondiese al cuestionario:    

COFRADÍAS

Fecha de fundación

Dotación económica

Número de cofrades

Respuestas de los vecinos

Respuesta del Visitador

Respuestas de los vecinos

Respuesta del Visitador

Respuestas de los vecinos

Respuesta del Visitador

Ánimas

1.700

1.723

1.100rs

1.150 rs

80

60

Vera Cruz

1.539

1.536

900rs

900rs

100

40

Rosario

1.696

1.5….

1.000rs

1.000rs

30

30

  Otro aspecto a considerar, es el referido a la asistencia sanitaria. Su desarrollo era casi nulo. No había hospital, entendido en la terminología de la época, única y exclusivamente como sala para cobijar a los transeúntes. Ensenada menciona a Juan Felipe, cirujano “cuyo oficio le vale al año 900 reales”.  También en la Audiencia se habla de un cirujano, pero en ningún momento se cita a boticarios, sangradores o a médico alguno, de cuya existencia sí dan fe estos visitadores en otros lugares de la provincia. Finalmente, en lo que respecta a cultura y educación, cabe poner de manifiesto que no se contaba con biblioteca pública. Había un maestro de Primeras Letras, según Ensenada y escuela de niños, según Audiencia. De las 240 almas que tenía la villa, 40 sabían leer, escribir y hablar como habilitados de la escuela, a decir de López. Este es el retrato, la foto fija de la Torrecillas del ochocientos, un siglo principiado y finiquitado por dos importantes conflictos bélicos, la Guerra de Sucesión en su inicio y la de la Independencia, ya cuando el diecinueve asomaba en el tiempo. Sin duda alguna, supuso un periodo apasionante en la vida de la villa, que logró reponerse y resurgir de las negativas consecuencias acarreadas con la llegada de la dinastía Borbón a la corona española, alcanzando niveles de desarrollo desconocidos hasta entonces. La agricultura, ganadería, comercio y oficios artesanales se desarrollaron, hasta estabilizarse cuando la demografía así lo requirió. Los recursos naturales se constituían en elementos suficientes para el autoabastecimiento. La religiosidad copaba la actividad habitual en el escaso tiempo de asueto, mientras los servicios sanitarios, asistenciales y educativos, como era habitual en la época, brillaban por su ausencia.  

Es el paso del tiempo uno de los elementos que contribuyen, en mayor medida, a la formación del criterio. Tomando este corolario y desde la óptica actual, bien puede afirmarse que el salto cualitativo que se ha producido en Torrecillas de la Tiesa con el transcurso del tiempo, ha sido fruto del esforzado trabajo y el ilusionado tesón de unos vecinos comprometidos con la mejora del futuro para las sucesivas venideras generaciones. 



[1] ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS. Dirección General de Rentas, 1ª Remesa. Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada. Torrecillas de la Tiesa. (En lo sucesivo Ensenada).
[2] RODRÍGUEZ CANCHO, M.; BARRIENTOS ALFAGEME, G. (Estudio y comentarios) Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Trujillo. Respuestas de Torrecillas de la Tiesa. Mérida, Servicio de Publicaciones de la Asamblea de Extremadura, 1.995. (En lo sucesivo Audiencia).  
Abr 082014
 

Antonio Manuel Barragán-Lancharro.

Licenciado en Derecho e Historia. 

Introducción.

            Uno de los elementos que no tenido trascendencia en la reciente historiografía, la cual ha analizado las transformaciones de la economía rural de principios del siglo XX en Extremadura, fue la introducción del crédito agrícola. Algún estudio sobre la zona en concreto a la que se circunscribe esta comunicación no ha valorado suficientemente la importancia que tuvo la extensión del crédito agrícola cooperativo a principios del siglo XX[1]. Este fenómeno tiene una trascendencia tal porque la inversión en la agricultura antes de la implantación del sistema crediticio normalizado dependía exclusivamente del corto excedente de la cosecha anterior y de la usura. Ésta tenía una extensión tal, que cualquier agricultor que caía en sus garras podía caer en la ruina.

            A principios del siglo XX se produjeron y se sucedieron varios años de malas cosechas. El Partido Judicial de Fuente de Cantos fue uno de los más azotados por esta desdicha. Las malas cosechas provocaban que una parte del excedente destinado para la simiente de la siguiente campaña fuera casi inexistente, porque lo escasamente producido se destinaba para su consumo. Estamos hablando especialmente de la cosecha triguera, la fundamental en aquella época, ya que su transformación en harina es el elemento fundamental para la fabricación de los productos panificados y derivados.

            En cuanto a la usura, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX era una auténtica lacra, pues el sistema bancario y crediticio sólo estaba presente en las grandes capitales, y el resto del país, ruralizado, y especialmente Extremadura era un auténtico desierto bancario. Hubo una importante censura eclesiástica contra la práctica de la usura, y sin duda influyó en el Legislador que promulgó por Ley de 23 de julio de 1908 la primera y única norma contra la usura, al declarar nulo de pleno derecho cualquier contrato que tuviera alguna cláusula con interés desproporcionado[2].

            En este contexto se fundó la primera Caja Rural de Ahorros y Préstamos en Extremadura, de carácter estrictamente local, en Fuente de Cantos. En los años sucesivos, y de forma mimética, se crearon más de veinte en toda la provincia de Badajoz. En pocos años se pasó de un auténtico desierto bancario a un incipiente panorama de combate contra la usura. La extensión del crédito a través de las cajas rurales por un módico interés supuso que por primera vez se dispusiera de un capital que permitía comprar simiente de mejor calidad, y en la introducción de novedosos aperos de trabajo que sustituyeron paulatinamente a los anteriores, totalmente rudimentarios. Así, la irrupción de las cajas rurales es, por tanto, un fenómeno muy interesante que según ciertas opiniones es fundamental para

«Entender las transformaciones agrarias liberales y la introducción del capitalismo en la agricultura», y además ayuda a entender otros fenómenos como las «transferencias de propiedades, introducción de innovaciones tecnológicas y nuevas formas de cultura, la ampliación en el uso de insumos como los abonos químicos, la selección y renovación del ganado de labor…»[3].

Hasta 1909 se constituyeron hasta el número de veinticinco entidades, siendo las más importantes las de Fuente de Cantos (15 de octubre de 1905), Hornachos (1 de abril de 1906), Cabeza del Buey (15 de abril de 1906), Medina de las Torres (25 de abril de 1906), Almendralejo (3 de mayo de 1906), Oliva de la Frontera (24 de mayo de 1906), Monesterio (27 de mayo de 1906), Nogales (5 de julio de 1906), Villafranca de los Barros (14 de octubre de 1906), Fregenal de la Sierra (27 de abril de 1907), Villar del Rey (7 de mayo de 1907), Valencia del Ventoso (3 de noviembre de 1907), Cortes de Peleas (30 de noviembre de 1907), Calera de León (6 de enero de 1908), Villagarcía de la Torre (15 de febrero de 1908), Guareña (19 de marzo de 1908), Fuentes de León (25 de julio de 1908), Fuente del Maestre (13 de septiembre de 1908), Olivenza (20 de septiembre de 1908), Torre de Miguel Sesmero (23 de septiembre de 1908), Los Santos de Maimona (4 de abril de 1909), Talarrubias (28 de mayo de 1909), Zafra (16 de julio de 1909) y Bienvenida (3 de septiembre de 1909). Operaban en 62 localidades y contaban en conjunto con 5.859 socios[4].

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D. Manuel Carrascal y Gordillo,jefe de los liberales de Fuente de Cantos y fundador de Caja Rural; D. Tomás Marín Pérez, director de la sucursal del Banco de España en Badajoz, alentador y Presidente de Honor de la Caja Rural de Fuente de Cantos -retratado por Eugenio Hermoso y D. Álvaro de Figueroa, Conde de Romanones, Presidente de Honor de la Caja Rural de Fuente de Cantos

II. La crisis agraria de 1903 y 1904 en el sur de Extremadura y su influencia en la creación de la primera Caja Rural.

            1903 y 1904 fueron años en los que especialmente se manifestó una crisis agraria con importante consecuencia: La cosecha fue prácticamente inexistente. Esta situación supuso la ruina de pequeños labradores y agricultores que no pudieron recoger si siquiera la inversión en simiente, y no tuvieron apenas producción triguera para destinarla a la panificación. Muchos de estos pequeños labradores, para poder subsistir, especialmente en la localidad de Fuente de Cantos, se pusieron en manos de usureros. Unos años después, ya creada y consolidada la primera Caja Rural, se recordó con estas palabras esa situación:

«Conocedores de la que la usura, cuyas redes aprisionan entre sus mallas al labrador, al que impiden toda acción y desenvolvimiento, al que agobia obligándole a dejar en sus manos la producción y el trabajo, procuraron por este medio arrancar de sus garra a aquellos desgraciados, víctimas de la insaciable avaricia de semejante calamidad, rémora funesta de la vida y del progreso de los intereses sociales»[5].

            La principal derivación de las malas cosechas era especialmente económica, que se tradujo, dicho sea de paso, en protestas sociales y motines de subsistencia en la localidad de Fuente de Cantos. El más grave se produjo en mayo de 1905, con el asalto del carro del pan[6]. En agosto también se produjo un motín, denominado de subsistencia[7], también en Fuente de Cantos. Las autoridades locales, en el verano de 1905 hicieron gestiones ante las provinciales y nacionales para reactivar obras públicas con escaso éxito[8]. En agosto de 1905, los alcaldes de las más importantes localidades y demás personales políticos de la provincia de Badajoz hicieron público un manifiesto titulado «Pueblos hambrientos»:

El hambre y la miseria se ciernen sobre las antes feraces campiñas de Extremadura, donde ha fracasado toda cosecha y agoniza la ganadería. Legiones de hombres, ayer fuertes y robustos, y hoy anémicos y debilitados, recorren las principales ciudades de aquella región en humilde demanda de pan o de trabajo; porque aquel pueblo, educado en el sufrimiento y la resignación no ha aprendido aún a imponerse tumultuosamente. Las cajas municipales están exhaustas de fondos y el labrador y el ganadero, agotadas sus reservas económicas, torturan su imaginación para arbitrar recursos con que atender a las labores del año próximo a la alimentación de sus ganados. Impulsadas las fuerzas vivas de aquel país por un sentimiento altamente humanitario y previsor de próximos y tristes acontecimientos nos han comisionado para acudir al Estado en demanda de auxilios pecuniarios para contrarrestar la crisis del trabajo. Entendemos que nuestro primer deber es solicitar el apoyo de la prensa periódica, siempre dispuesta a la defensa de los altos intereses del país sin distingos ni condiciones. A ella, pues, acudimos para que como directora de la opinión nos preste el eficaz apoyo que exigen nuestras pretensiones. Con él contamos y por la participación que no dudamos ha de prestarle ese periódico de su digna dirección, anticipamos a V. las más sinceras gracias ofreciéndonos cuyos afectísimos atentos S. S. S. S. Q. L. B. L. M. Antonio de Rivas, abogado; Regino Corrales, abogado, Herrera del Duque. Antonio Márquez Tejada, Alcalde, Fuente de Cantos. Ignacio Santos Redondo, Alcalde; Mario G. de Segovia, Teniente de Alcalde; Manuel Jiménez, Teniente de Alcalde; Vicente Martínez, Concejal, Badajoz. Eduardo Baselga, Cámara de Comercio. Félix Sardiña, Cámara Agrícola y Comunidad de Labradores, Badajoz. Alfonso Pachecho, Presidente de la Diputación Provincial. Jesús Lopo, José Reginfo, Antonio Márquez, Diputados Provinciales. Fidel Macías, Alcalde. Antonio Fernández, Manuel Gutiérrez, concejales, Mérida. Felipe Trigo, Julián Martínez, asociados. Perfecto Zancada, Sociedad Económica de Mérida. Augusto Alvar, Comunidad de Labradores, Mérida. Julián Landero, Alcalde, Valverde de Leganés. Juan Ponce, Alcalde; Enrique Castelló, Antonio Rincón, Concejales, Llerena. José Prieto, Alcalde; Francisco Mendoza, José Pío, labradores, Talarrubias. Antonio Benítez Donoso, concejal de Castuera. Blas Moreno, Alcalde, Felipe Martínez, ex Diputado Provincial, Justo Martínez Pardo, ex Alcalde, Zafra. José Tovar, Alcalde, Faustino Meslín, Concejal, Los Santos. Francisco Martínez, Concejal, Segura de León. Marqués de Jerez de los Caballeros, Rafael Tovar, Arcadio Albarrán, Eugenio Silvela, Ricardo Fernández, Pedro Gallardo, Antonio Pacheco, Luis González, Carlos Groizard, Francisco Barreiro, Diputados a Cortes. Conde de Torrefresno, Marqués de Lorenzana y Marqués de Rianzuela, Senadores del Reino. Casimiro López, Eduardo Baselga, Antonio Cortijo, ex Diputados a Cortes. Ventura Márquez de Prado, Enrique Donoso Cortés, ex Senador. Madrid, 7 de agosto de 1905»[9].

            Esta situación económica, insostenible, porque hay que añadir que la localidad de Fuente de Cantos tenía según el Censo de 1900, 8.507 habitantes[10], se intentó remediar por parte de los más importantes propietarios afectos al Partido Liberal. Una comisión compuesta por Antonio Márquez Tejada y Francisco Romero Romero se desplazó a Badajoz para mantener una entrevista con el Director de la sucursal del Banco de España en dicha capital. Aquéllos solicitaron, en nombre de los principales propietarios y labradores, al Banco de España un empréstito para ser repartido entre todos los agricultores y labradores de Fuente de Cantos.

            El Director de dicha sucursal, llamado Tomás Marín Pérez, comunicó a esa Comisión de propietarios que las normas internas del propio Banco de España le impedía autorizar dicho empréstito. Sin embargo, les expuso los pro y los contra sobre la conveniencia de constituir una entidad de crédito novedosa, cuya base era el sistema de crédito mutuo y solidario. Esta entidad se denominaría Caja Rural. La comisión fue «a pedir peces y volvieron con una caña de pescar». El Director de la sucursal se comprometió proporcionarles en un plazo corto un proyecto de estatuto[11].

Al poco tiempo, Tomás Marín envió a la comisión de propietarios de Fuente de Cantos un borrador de los estatutos y de los reglamentos para proceder a la fundación de la que sería la primera Caja Rural de Extremadura. El acto de fundación tuvo lugar el 15 de octubre de 1905 en el «Casino de la Amistad». Sus promotores fueron considerados como «protectores del noble y elevado propósito de constituir tal institución benéfica». Constituida la entidad, este grupo se convertiría en su primer consejo de administración. Los promotores estaban acompañados por un importante número de labradores, cultivadores y granjeros domiciliados en aquel término municipal. En total, suscribieron el acta de fundación 171 socios. Presidió dicho acto el jefe de los liberales fuentecanteños, Manuel Carrascal Gordillo, que asimismo era uno de los principales propietarios rústicos de la localidad.

Carrascal intervino en primer lugar manifestando «en sentidas frases su agradecimiento por la merced con que le distinguen, expone consideraciones redentoras encaminadas a evidenciar lo mucho que a Fuente de Cantos interesa que se combata la usura y se fomenten los hábitos de economía y ahorro»[12]. En esta misma reunión se leyeron los proyectos de estatuto y reglamento de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos, los cuales, tal como se ha manifestado, eran de la autoría del director de la sucursal del Banco de España en Badajoz, Tomás Marín Pérez. Como se ha relacionado anteriormente, se había ofrecido tras una reunión de una comisión de propietarios de Fuente de Cantos. Varios años después se hizo público, por boca de Guillermo López, las circunstancias de este hecho:

«Así nos ofreció el señor Marín el que ni tardo ni perezoso, con la diligencia que le distingue, nos sorprendió a los pocos días, no con las bases solicitadas y prometidas, sino con un proyecto de reglamento y estatutos completo y acabado que, sometido a vuestra deliberación, fue aprobado unánimemente sin alteración alguna en aquella inolvidable asamblea que duró trece horas y determinó la solemne constitución de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos. La fecha memorable del 15 de octubre de 1905, fecha de nuestra constitución, debe quedar grabada con caracteres indelebles en el corazón de todo fuentecanteño que se precie ser amante de la prosperidad y bienestar de su pueblo»[13].

Tras la lectura de los proyectos de estatuto y reglamento -los cuales fueron aprobados por unanimidad, adquiriendo el carácter de definitivos- se hizo la declaración formal de constitución de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos. El segundo acuerdo fue del siguiente tenor: «Nombrar Presidentes Honorarios del Consejo de Administración y socios de mérito al excelentísimo señor Conde de Romanones, Ministro de Fomento, como protector de nuestra abatida agricultura nacional, y al señor don Tomás Marín Pérez como Director de la sucursal del Banco de España en Badajoz, autor del proyecto de estatutos y reglamento porque ha de regirse la sociedad, y campeón que propaga con entusiasmo en nuestra provincia las redentoras cajas rurales». En ese mismo acto se solicitó al citado Ministro de Fomento que auxiliara a la naciente institución fuentecanteña con la subvención que estimara conveniente. También se acordó telegrafiar a Marín Pérez en estos términos: «Constituida en esta población Caja Rural de Ahorros y Préstamos, elegidos por aclamación usted y Excmo. Sr. Conde de Romanones presidentes honorarios; cúmpleme el honor de notificar sentimientos». Contestó Marín con estas palabras:

            «Presidente Caja Rural de Ahorros y Préstamos, Fuente de Cantos. Agradezco vivamente honrosísima distinción y felicito organizadores y socios por el paso de gigante dado en el camino de la redención de los agricultores y prosperidad de ese noble pueblo. Tomás Marín»[14].

III. Marco jurídico y objeto social de las primeras Cajas Rurales extremeñas.

            Llama la atención que la primera Caja Rural fundada en Extremadura, la Fuente de Cantos, no se realizara bajo ninguna cobertura legal específica. Se constituyó utilizando la Ley de Asociaciones de 1887. La norma que hubiera servido de cobijo, la Ley de Sindicatos Agrícolas, no sería promulgada hasta el 28 de enero de 1906[15]. Había habido un intento legislativo en este sentido en 1901, y fue un proyecto de ley sobre esta misma materia suscrito por el Ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, Miguel Villanueva y Gómez. Este proyecto ya adelantaba una de las finalidades de los sindicatos agrícolas en su artículo 3.4: «Ejercer el crédito agrícola y crear instituciones de previsión para los labradores, sobre todo en orden al seguro, ganados, invalidez, enfermedades, contratos agrícolas»[16].

Pero, sin duda, en la concreción del objeto social, como se podrá comprobar más adelante, de la Caja Rural de Fuente de Cantos influyó notablemente el proyecto de Ley de Sindicatos Agrícolas de Antonio Maura de 7 de octubre de 1904[17]. Se partía de una ausencia legal. Ausencia legal de carácter positivo porque no suponía ninguna prohibición su fundación teniendo en cuenta la máxima jurídica permissum videtur in omne, quod non prohibitum, es decir, «está permitido todo lo que no está prohibido». Aunque el encaje legal podría justificarse en el principio de la autonomía de la voluntad consagrado en el artículo 1.255 del Código Civil («Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral ni al orden público»[18]).

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Sellos de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos; firma de si primer Director-Presidente D. Guillermo López Núñez.

Hasta enero de 1906 no se promulgó la Ley de Sindicatos Agrícolas, norma bajo cuya cobertura se desarrolló en los años siguientes la creación de las cajas rurales. Dos semanas después de la fundación de la de Fuente de Cantos fue enviado por el Consejo de Ministros a las Cortes el proyecto de ley suscrito por el Conde de Romanones[19], por lo que tampoco pudo influir en la norma estatutaria de aquélla. Habría que tener en cuenta el proyecto de Ley de Sindicatos Agrícolas de Maura de 1904 como texto sí influyente en la redacción del objeto social de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos:

 

Art. 1º del Estatuto de la C. Rural de F. de Cantos

Proyecto de Ley de Sindicatos Agrícolas de Maura

1º Crear hábitos de economía y ahorro entre los agricultores y auxiliarse mutuamente en sus necesidades.
2º Utilizar el crédito que proporciona la solidaridad ilimitada para obtener préstamos a módico interés en beneficio de los asociados. 6º Creación o fomento de institutos o combinaciones de crédito agrícola (personal, pignoraticio o hipotecario), bien sea directamente dentro de la misma asociación, bien estableciendo o secundando cajas, bancos o pósitos separados de ella, bien constituyéndose la asociación en intermediaria entre tales establecimientos y los individuos de ella.
3º Adquisición de aperos y máquinas agrícolas y ejemplares reproductores de animales útiles para aprovechamiento de los socios. 1º. Adquisición de aperos y máquinas agrícolas y ejemplares reproductores de animales útiles para su aprovechamiento por el sindicato.
4º Adquisición para los socios de semillas, plantas, abono y cuantos elementos convengan para el fomento agrícola y pecuario 2º Adquisición para el sindicato o para los individuos que lo formen, de abonos, plantas, semillas, animales y demás elementos que la producción y el fomento agrícola o pecuario.
5º Depósito, custodia y conservación y venta en común de los productos de los asociados. 3º Venta, exportación, conservación, elaboración o mejora de productos de cultivo o de la ganadería.
6º Organización de la guarda y defensa de las heredades, ganados y cosechas, y extinción de plagas del campo. 5º. Organización de la guarda o defensa de heredades, ganados o cosechas, y aplicación de remedios contra las plagas del campo.
7º Seguro de cosecha, edificios, aperos y ganados de los asociados
8º Conciliación entre los socios cuando se sometan a este procedimiento para dirimir sus contiendas por medio de amigables componedores 9º Conciliación entre los asociados, organización profesional, y cuando lleguen a plantearse conflictos, resolución de ellos por arbitraje y otros medios que los estatutos establezcan.

 

            El marco legal, entonces, era la Ley de Asociaciones vigente en aquella fecha[20]. El encaje legal a la actividad desarrollada por la Caja Rural de Fuente de Cantos se podía incardinar en la autorización del artículo 1º de la citada Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887: «El derecho de asociación que reconoce el artículo 13 de la Constitución podrá ejercitarse libremente, conforme a lo que preceptúa esta ley; en su consecuencia, quedan sometida a las disposiciones de la misma las asociaciones […] que no tenga por único y exclusivo objeto el lucro o la ganancia», especificándose a continuación que se regirían por esa ley «las cooperativas de producción de crédito o de consumo». El inciso final del artículo cuarto del Estatuto de la Caja Rural establecía que «ha de tenerse por norma que la creación de ésta no tiene por fin el lucro de los socios, sino el objeto indicado el artículo primero». Es decir, la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos se constituyó según la legislación común sobre asociaciones.

            Pero dentro del objeto social contenido en el artículo primero del Estatuto se puede analizar la verdadera naturaleza jurídica de esta sociedad, y especialmente su responsabilidad. Se constituía «bajo la base del crédito mutuo solidario», y sobre todo se hacía hincapié al sistema de responsabilidad ilimitada: «Utilizar el crédito que proporciona la solidaridad ilimitada para obtener préstamos a módico interés en beneficio de los asociados». Pero habría que añadir otra característica de esta sociedad, y que es el intuitu personae, es decir, en el negocio jurídico tenía verdadera importancia la consideración personal de las personas que intervenían[21]. Esta cuestión se detectaba en el artículo séptimo de los Estatutos en el cual se establecían varias condiciones relevantes sobre esta materia: Observa buena conducta, no formar parte de otras sociedades que tuviesen por base la responsabilidad solidaria o la residencia habitual en Fuente de Cantos. Una materia del objeto social que quedaba poco más o menos sin contenido era el número sexto, el cual decía: «Organización de la guarda y defensa de las heredades, ganados y cosechas, y extinción de plagas del campo». Suponía una mera declaración de intenciones si se tiene en cuenta que en el verano de 1905 se había fundado en Fuente de Cantos la Comunidad de Labradores[22].

            También era un punto de importancia la responsabilidad ilimitada que sobre el patrimonio presente y futuro adquirían los asociados por el mero hecho de ser admitido en la Caja Rural. Así aparecía consagrado en el artículo octavo de los estatutos: «Los socios no aportarán capital alguno, y responderá solidariamente con sus bienes presentes y futuros de las obligaciones que la sociedad contraiga en forma legal». El carácter especial de esta sociedad hacía recaer, pues, la responsabilidad en los asociados, con la matización hecha en el artículo 37 de los estatutos: «Para proceder contra éstos es requisito indispensable que no existan fondos de caja». Otro asunto de gran trascendencia era el capital social de la Caja Rural. En el momento de la constitución se declaraba en el artículo quinto del reglamento que no poseía capital de ninguna especie. Éste se formaría con las cuotas de entrada y con las mensuales de los socios, de donaciones de personas o sociedades filantrópicas, con subvenciones que puedan conceder el Estado, la provincia o el municipio, o las ganancias que obtenga la entidad. Y la ausencia de lucro se manifestaba en el artículo octavo del reglamento: «Si llegase el caso de disolverse la sociedad, se liquidarán y satisfarán todas sus obligaciones y el capital remanente se destinará a obras de beneficencia o mejoras que redunden en beneficio del pueblo».

La importancia de estos documentos estribó en que fueron tenidos en cuenta en el acto de fundación de las cajas rurales extremeñas creadas en la oleada de 1906 y 1907 en la provincia de Badajoz. El texto es idéntico al documento constitucional de la Caja Rural de Monesterio a finales de mayo de 1906[23], aunque se hacía una curiosa mención, que era que los estatutos que habían servido de modelo eran los de la Caja Rural de Almendralejo, fundada varias semanas antes[24]. En cambio, el documento fundacional de la Caja Rural de Calera de León reunían en un solo texto una síntesis de estatuto y reglamento[25]. Hay que decir que uno de los promotores de la entidad establecida en 1906 en Monesterio era Miguel Romero Delgado, hermano del cajero de la de Fuente de Cantos. Hay que tener en cuenta la difusión que existió de los documentos fundacionales de la Caja Rural de Fuente de Cantos.

IV. Un ejemplo de organización de una Caja Rural extremeña según los estatutos y reglamentos de la creada en Monesterio.

            El 27 de mayo de 1906 se constituyó en la Casa Consistorial de Monesterio un Sindicato Agrícola denominado Caja Rural de Ahorros y Préstamos, con 106 socios solidarios. Fueron tomados como ejemplo los estatutos y reglamento de la Caja Rural de Almendralejo, siendo copiados literalmente. El acto se formalizó mediante documento privado que fue presentado el 5 de junio en el Gobierno Civil de Badajoz, y fue inscrito con el número 8 en el libro habilitado para tal fin. Tal como se ha citado, los estatutos de la Caja Rural fueron el modelo de todas las demás. Estos documentos eran obra del Director de la sucursal del Banco de España en Badajoz, Tomás Marín y Pérez, el cual se había basado en estas mismas instituciones que ya funcionaban en Murcia y en Zamora[26]. Tomás Marín y un corredor de comercio de la capital, Luis Pla Soto, fueron distinguidos honoríficamente como «socios de méritos» de esta entidad de Monesterio. A estos estatutos se adjuntó también el reglamento de funcionamiento como anexos al acta de constitución. Se hizo en ese mismo año una edición impresa de tales documentos en la Imprenta de Antonio Arqueros de Badajoz[27]. En el caso de Monesterio se tiene constancia de la situación de crisis de la agricultura y la ganadería a principios del XX. El siglo comenzó con una plaga de langosta que afectó al norte de la provincia de Sevilla y Córdoba, parte del término de Monesterio[28]. Este hecho fue el aliciente para la unión de los más importantes propietarios de la localidad para llevar a cabo esta empresa:

«La crisis angustiosa porque atravesó el pueblo en años anteriores, debida a las malas cosechas, mortandad de ganado, especialmente el de cerda, etc., colocaron a los labradores y ganaderos en situación difícil, obligando a muchos a acudir al préstamo usurario para atender a los gastos más apremiantes de la agricultura y a las necesidades de la vida, habiendo llegado el caso de adquirir dinero en marzo o abril a un interés de 1 y 1,25 pesetas por cada 5 pesetas y plazo de cuatro meses.

            «Ante esta crisis ruinosa y teniendo conocimiento los iniciadores de la indicada Caja Rural de los buenos resultados obtenidos por las establecidas en Fuente de Cantos, Almendralejo, Oliva de Jerez y otras, surgió por el imperio de la necesidad la agrupación mencionada, merced al esfuerzo de todos y al valioso auxilio del Director de la Sucursal del Banco de España de Badajoz y del apoyo de casi todos los propietarios más importantes del pueblo, y quedó formado su primer consejo de administración»[29].

Las normas internas de la Caja Rural de Monesterio eran los estatutos (40 artículos) y el reglamento (101 artículos) que fueron tomados de forma literal de la establecida en Almendralejo. No obstante, también eran idénticos de los de la Caja Rural de Fuente de Cantos, difiriendo ligeramente sobre la regulación de la composición del consejo de administración. En el artículo 1 de los estatutos se establecían los fines de la entidad en la base del «crédito mutuo solidario». Esta característica de la responsabilidad solidaria ilimitada le hacía acogerse al modelo Raiffeisen. Entre aquellos fines estaban el de «crear hábitos de economía y ahorro entre los agricultores y auxiliarse mutuamente en sus necesidades», «utilizar el crédito que proporciona la solidaridad ilimitada para obtener préstamos a módico interés en beneficio de los asociados», «depósito, custodia, conservación y venta en común de los productos de los asociados» o «el seguro de cosecha, edificios, aperos y ganados de los asociados» entre otros.
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La Caja Rural de Monesterio se fundó en la planta alta de este edificio, situado en la Plaza del Pueblo, el 27 de mayo de 1906. Durante varios años y hasta 1932 fue la Casa Consistorial.
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Fachada de la sede de Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Monesterio, construida en 1908. Albergó las oficinas (planta alta) y un casino (planta baja) hasta 1922, fecha en que se vendió a un particular.

Con el establecimiento de la Caja Rural «se constituirá el capital social con las donaciones particulares o subvenciones oficiales que reciba la sociedad, con las cuotas de entradas y mensuales que satisfagan los socios y con la diferencia que resulte entre el interés activo y el pasivo de la sociedad». El capital social, en caso «de disolución de la sociedad ha de tenerse en cuenta por norma que la creación de ésta, no tiene por fin el lucro de los socios, sino el objeto indicado en el artículo primero». La Caja Rural, según el artículo 5 del reglamento, «se constituye sin capital social de ninguna especie». Aquél se formaría así:

«Primero. Con las cuotas de entrada y mensuales que satisfagan los socios.

            «Segundo. Con las donaciones que hagan a la sociedad las personas o sociedades filantrópicas.

            «Tercero. Con las subvenciones que pueda concederle el Estado, la provincia o el municipio.

            «Cuarto. Con la diferencia entre el interés activo y el pasivo de las operaciones que efectúe la sociedad.

            «Quinto. Con la diferencia entre la remuneración de los socios por los servicios que les preste de los enumerados en los apartados 3º y siguientes de los estatutos y los gastos que originen la sociedad.

            Esta entidad tenía como órganos rectores la junta general de socios, el consejo de administración y el inspector. La figura del inspector (regulada en el artículo 28) tenía las funciones del «accionista censor» en las sociedades anónimas, figura sustituida actualmente por la auditoría externa: «Corresponde al inspector la vigilancia constante de los asuntos sociales y su principal misión es la de velar por el cumplimiento de los estatutos y reglamentos porque se rige la sociedad y amparar a los socios que crean menoscabados sus derechos por el consejo». Éste se componía de ocho miembros: Un presidente, que era al mismo tiempo director de la Caja Rural, un vicepresidente, un cajero, cuatro consejeros y un secretario. Además establecía un sistema de sustituciones que se completaba con el nombramiento de consejeros suplentes. Todos los cargos no remunerados excepto el cajero, cuya retribución (según el Art. 64 del reglamento) se configuró mediante una asignación fija y una comisión pagadera por la Caja Rural del 1 por 1.000 de los préstamos que se concedieran o se renovaran. Según el artículo 36 del reglamento, las atribuciones del consejo de administración eran:

«Primero. Acordar las admisiones y baja de los socios.

«Segundo. Acordar las cantidades que en concepto de imposiciones podrán admitirse en el intervalo de una a otra sesión.

«Tercero. Acordar las concesiones de los préstamos.

«Cuarto. Enterarse del resumen mensual de operaciones y de la situación de la sociedad».

            También existía un sistema peculiar de renovación de los cargos del consejo de administración y del inspector. Los consejeros podían ser reelegidos indefinidamente, sin embargo, el inspector sólo podía ser renovado por una vez, y siempre que hubiesen trascurrido cuatro años. La primera renovación del consejo de administración se haría a los tres años de su constitución de forma parcial, ya que se en ese momento se haría por cuatro turnos (presidente y consejero 1º; vicepresidente y consejero 2º; cajero y consejero 3º; e inspector, secretario y consejero 4º). Según el artículo 27 del reglamento «no son elegibles para cargos los socios que no sepan leer ni escribir, los que tengan no su residencia habitual en Monesterio ni las mujeres». Se evitaría el proceso de elección siempre y cuando la junta general de socios los designase por aclamación. Las competencias de la junta general, según el artículo 21 de los estatutos de la Caja Rural de Monesterio, eran entre otros:

            «Primero. El nombramiento del inspector y del consejo de administración.

            «Segundo. Examinar las operaciones de la sociedad y aprobar la memoria y balance que presentará anualmente el consejo de administración.

            «Tercero. Señalar la cantidad máxima que haya de concederse en préstamos a un solo socio.

            «Cuarto. Resolver sobre la inversión de las cantidades que hubiere en caja, y que revistan el carácter de beneficios o ganancias, con la limitación que señala el artículo 4º.

            «Quinto. Acordar la destitución del inspector, del consejo de administración, de cualquiera de sus vocales o de los delegados.

            «Sexto. Conocer en alzada de todos los acuerdos del consejo de administración».

            Para obtener la calidad de socio, debía ser solicitado previamente por escrito al consejo de administración, se requería (según el artículo 7 de los estatutos) «hallarse en pleno goce y ejercicio de los derechos civiles», «observar buena conducta», «tener su residencia habitual en el término de esta villa», «no formar parte de otras sociedades que tengan por base la responsabilidad solidaria e ilimitada de sus miembros» y «ser admitido por el consejo de administración». Los socios no aportarían capital alguno, pero responderían solidariamente con sus bienes presentes y futuros de las obligaciones que la sociedad contrajese. Sin embargo, los socios satisfarán a la sociedad una cuota de entrada (diez pesetas) y una mensual de 25 céntimos. Dada la importancia de la responsabilidad solidaria en este tipo de entidad, el artículo 11 del reglamento disponía   que «los socios están obligados a comunicar al consejo de administración las alteraciones que experimente su fortuna».

            El secretario asumiría la custodia de toda la documentación de la Caja Rural. El cajero, según el artículo 57 del reglamento «tendría a su cargo la cartera de la sociedad y los fondos y valores de la misma». La caja se abriría varias horas solamente un día a la semana, el domingo. Los fondos se custodiarían en el propio edificio de la sociedad. No obstante, si la cantidad de dinero fuera importante, el consejo podría acordar su depósito en la sucursal de Banco de España en Badajoz. Una de las funciones del cajero era la de recibir las imposiciones que podían ser en depósito o en cuenta corriente. En este caso de admitía que los impositores podían ser no socios. Las imposiciones en cuenta corriente devengarían un tres por ciento de interés anual. En cambio, las imposiciones en depósito se admitirían a partir de mil pesetas y el interés se devengaría en 3,25 si era por seis meses y 3,50 pesetas si era por un año o plazo superior.

V. La organización de la Caja Rural de Calera de León.

            El día seis de enero de 1908 se reunieron en la casa consistorial cuarenta vecinos, entre ellos dos mujeres, con el notario de Montemolín Juan Rodríguez Celestino. La reunión estaba alentada por el Alcalde, Anselmo Chaves, y por el Juez Municipal, Antolín Megías. El primer extremo de la reunión era el acuerdo de desear «asociarse y al efecto lo verifican con el objeto de constituir un sindicato agrícola con arreglo a la Ley de veintiocho de enero de mil novecientos seis». De esta forma, el sindicato agrícola se denominaría Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Calera de León. A continuación se aprobó el proyecto de estatutos el cual constaba de noventa artículos.

            Los estatutos de la Caja Rural de Calera de León estaban inspirados en los que ya eran habituales para estas instituciones. El modelo era la norma estatutaria de la Caja Rural de Fuente de Cantos, la primera fundada en la provincia (octubre de 1905), y que era obra de Tomás Marín y Pérez, director de la sucursal del Banco de España en Badajoz. La principal diferencia era la composición del consejo de administración. Éste estaba integrado por el gerente de la Caja Rural, que sería además su presidente, un vicepresidente, seis vocales y un secretario. A diferencia de otras del entorno, carecía de la figura del cajero. El domicilio social de la Caja Rural de Calera de León se estableció en la casa consistorial. Este sindicato denominado Caja Rural estaba formado por propietarios, labradores, arrendatarios y ganaderos, y se basaba en los principios del crédito mutuo y en la solidaridad ilimitada tenía este objeto múltiple:

1º. Crear hábitos de economía y ahorro entre los agricultores y auxiliarse mutuamente en sus necesidades.

2º. Utilizar el crédito que proporciona la solidaridad ilimitada para obtener y conceder préstamos a módico interés en beneficio de los asociados.

3º. Adquisición de aperos y máquinas agrícolas y ejemplares reproductores de animales útiles para aprovechamiento de los socios.

4º. Adquisición para los socios de semillas, plantas, abonos, y cuantos elementos convengan para el fomento agrícola y pecuario.

5º. Depósito, custodia, conservación y venta en común de los productos de los asociados.

6º. Organización de la guarda y defensa de las heredades, ganados y cosechas, y extinción de las plagas del campo.

7º. Seguro de cosechas, edificios, aperos y ganados de los asociados.

8º. Conciliación entre los socios cuando se sometan a este procedimiento para dirimir sus contiendas por medio de amigables componedores.

El primer objetivo del sindicato agrícola, declaro en el artículo tercero de sus estatutos, era que su constitución era ajena a toda idea de lucro, y que cualquier beneficio sería para la constitución de un fondo de reserva que se destinaría para la adquisición de abonos, aperos de labranza, máquinas agrícolas, semillas, plantas y sementales seleccionados, libros y revistas útiles al Sindicato, enseñanzas y experimentaciones agrícolas y en general a todo lo que pueda redundar en beneficio común de los asociados. La Caja Rural se constituyó sin capital social, pero se iría formando bajo la denominación del citado fondo de reserva. En caso de disolución del sindicato, el capital remanente resultante de la liquidación del activo y del pasivo, del patrimonio y de las deudas, en caso de ser positivo «se destinará a obras benéficas o mejoras que redunden en el beneficio del pueblo» (artículo noveno).

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Sellos de la Caja Rural y Préstamos de Calera de León y firma de su presidente.

Los órganos de gobierno la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Calera de León eran colegiados: El consejo de administración y la junta general de socios. El primero tenía, como ya se ha advertido anteriormente, ocho consejeros (el gerente-presidente, el vicepresidente y seis vocales numerados de forma ordinal). El artículo 13 de los estatutos designó al primer consejo de administración: Gerente-presidente, Antolín Megías Cubero; vicepresidente, Manuel Paniagua Cubero; consejero primero Matías Chaves González; consejero segundo, Anselmo Chaves Domínguez; consejero tercero, Lesmes Redondo Rodríguez; consejero cuarto, Policarpo Blanco Gordito; consejero quinto, Domingo Díaz Botón; consejero sexto, José Mosquero Gómez. Una de las atribuciones del consejo era la de nombrar al secretario de la Caja Rural, que no necesariamente debía ser socio. Esta función fue desempeñada por Ángel Fernández Paniagua, el cual ejercía esta misma ocupación en el Juzgado Municipal, y unos años después en el Ayuntamiento. Las atribuciones del consejo de administración eran:

1º. Acordar las admisiones y bajas de los socios.

2º. Otorgar préstamos a los socios que los soliciten, atendiéndose a sus respectivas clasificaciones, cuando sólo ofrezcan garantía personal.

3º. Aceptar las cantidades que se impongan en la Caja del Sindicato siempre que puedan ser colocadas entre los asociados.

4º. Enterarse del resumen mensual de operaciones y de la situación del Sindicato.

5º. Resolver en caso de urgencia, sobre los asuntos de la competencia de la junta general, bajo la responsabilidad personal de los consejeros.

6º. Designar los días y locales hábiles durante el intervalo de uno a otro consejo para proponer toda clase de operaciones y la tramitación que el secretario haya de dar a las sesiones.

La junta general era la reunión de todos los socios presentes o representados. Ordinariamente se reuniría el primer domingo de cada año, pero también podía ser convocada de forma extraordinaria en otra fecha. Sus atribuciones eran éstas:

1º. Examinar las operaciones del sindicato y aprobar la memoria y balance que presentara anualmente el consejo de administración.

2º. Exigir al consejo de administración las responsabilidades a que hubiere lugar, llegando hasta su destitución, si así lo acordasen las dos terceras partes del número total de socios.

3º. Conocer en alzada de todos los acuerdos del consejo de administración.

4º. Resolver todos los asuntos que no estén atribuidos al consejo de administración.

El gerente, según el artículo veintiséis, es «el jefe supremo del sindicato» y de esta declaración se deduce que era el órgano unipersonal más importante de esa sociedad. Sus funciones eran las siguientes:

1º. Cumplir y exigir el cumplimiento de los estatutos, de todos los acuerdos de la junta general del propio consejo, y de cuantos contratos celebre el sindicato.

2º. Llevar la representación del sindicato en todos los asuntos y contratos en el ejercicio de toda clase de acciones y excepciones, entendiéndose en sus relaciones con las autoridades, corporaciones, establecimientos, sociedades y todo género de personas. Esta representación la ostentará por medio de certificado expedido por el secretario y visado por el vicegerente.

3º. Presidir los consejos de administración y las juntas generales.

4º. Dar posesión a los consejeros en el primer consejo que se celebre después de su elección o nombramiento.

5º. Abrir las sesiones a la hora fijada y levantarlas evacuados que sean los asuntos que en ellas hayan debido tratarse.

6º. Dirigir la discusión fijando los puntos a que debe contraerse.

7º. Levantar de autoridad propia la sesión del consejo o de la junta general, siempre que no pueda restablecer el orden después de amonestar a los que lo alteren.

8º. Autorizar la ejecución de los préstamos que haya acordado el consejo de administración y acordar en casos urgentes los que no excedan de cincuenta pesetas sin esperar a la reunión del consejo al que dará cuenta en la primera sesión que se celebre.

9º. Autorizar el balance anual y la memoria que redactará el secretario y presentar ambos documentos a la junta general.

10º. Dar cuenta a la sucursal del Banco de España en Badajoz en la primera decena de cada mes de las alteraciones introducidas durante el anterior en la lista de socios, por alta, bajas, aumentos y disminuciones en las clasificaciones.

            En cuanto a los socios, según el artículo 54 de los estatutos, su relación con la entidad definía el carácter de esta sociedad: «No aportarán capital alguno y responderán solidariamente de las obligaciones que el sindicato contraiga en forma legal». Es decir, el patrimonio personal de los socios podía llegar a responder en caso de haber deudas en la Caja Rural. Para ser socio debía acreditarse estas condiciones:

1º. Hallarse en el pleno goce y ejercicio de los derechos civiles.

2º. Poseer bienes inmuebles suficientes para obtener préstamos de la primera categoría de las contenidas en el artículo veintitrés.

3º. Tener sus bienes inmuebles libres de todo gravamen.

4º. Observar buena conducta.

5º. Tener su residencia habitual o casa abierta en el término de Calera de León.

6º. No formar parte de otras asociaciones que tengan por base por responsabilidad de sus miembros con la sola excepción de los que pertenezcan a sociedades mercantiles.

7º. Ser propietario, colono, aparcero, arrendatario o ganadero en Calera de León.

            En cuanto a las imposiciones, la Caja Rural admitía que personas extrañas a la misma pudieran depositar sus ahorros. Éstos tenían el carácter de préstamo al sindicato y devengaban un interés anual del 3,5%. Los préstamos sólo podían ser concedidos a los socios para la atención de la industria agrícola y pecuaria, a la construcción, reparación o adquisición de edificios destinados a uso personal, o para cancelar deudas. En todo caso los préstamos debían garantizarse con una hipoteca, prenda o fianza personal. En el hipotecario se devengaría un 5% de interés anual, y un seis para los personales y los pignoraticios. Si el préstamo hipotecario se constituía sobre bienes inmuebles rústicos o urbanos, y los constituidos mediante prenda se podrían garantizar con los frutos recolectados o los ganados.

VI. Las Cajas Rurales extremeñas modernizan la agricultura extremeña de principios del siglo XX: El caso de Monesterio.

La labor de la Caja Rural de Monesterio en sus primeros años fue objeto de diversas condecoraciones y concesiones. Entre éstas está la de haber sido el primer sindicato al que se le concedió la exención del Impuesto del Timbre en la provincia[30] según establecía la Ley de 28 de enero de 1906. Cuando comenzaron las actividades crediticias de la Caja Rural, llama la atención que el notario de Montemolín Juan Rodríguez extendiera las escrituras en papel común a diferencia de las demás. Pero en el libro de protocolos de 1907, y concretamente en los documentos de la Caja Rural de Monesterio, se adicionaron posteriormente pólizas que fueron estampillados con el sello de la Inspección Técnica del Timbre de la Provincia de Badajoz. Además, en el Congreso Internacional de Agricultura celebrado en el Palacio de Exposiciones del Parque del Retiro de Madrid, en 1911, la de Monesterio, en presencia del Rey Alfonso XIII recibió «el diploma de mérito» en el contexto del II Concurso de Asociaciones Agrícolas. Recibió tal distinción al igual que las de Fregenal de la Sierra, la de Medina de las Torres, Fuentes de León, Valencia del Ventoso y Villafranca de los Barros[31]. Este asunto fue puesto de manifiesto en la Memoria y balance leída por Miguel Romero Delgado en la junta ordinaria de socios de 3 de marzo de 1912:

«Después de la mala impresión que queda en el ánimo de que sin poderlo evitar, se causa por morosidad en el pago de sus obligaciones a algunos asociados; nos reanima y satisface el premio obtenido por esta entidad consistente en Diploma de mérito y Medalla de oro en el noveno Congreso Internacional de Agricultura celebrado en Madrid en el mes de mayo último, premio que tuvimos el honor de recibir de manos de S. M. el Rey y que nos otorgó en su concurso la Asociación de Agricultores de España».

            Aparte de la actividad crediticia propia de la Caja Rural, no hay que olvidar que realmente era un sindicato agrícola. En 1914, y por iniciativa de aquélla se ensayaron algunas vacunas sobre el ganado de cerda, pero no pudieron combatir la epidemia conocida como mal rojo que había mermado dicha cabaña en el Sur de Extremadura[32]. Además, una de sus actividades fue la de gestionar la compra de los primeros abonos químicos que fueron utilizados en Monesterio. Precisamente el artículo 1.1 de la Ley de Sindicatos Agrícola de 1906 consideraba que uno de sus fines fuese la «adquisición para el sindicato o para los individuos que lo formen, de abonos, plantas, semillas, animales y demás elementos de la producción y el fomento y pecuario». La introducción de esta novedad se produjo en el año 1910:

            «Hemos ensayado por primera vez, y para la siembra del año que finaliza, los abonos químicos minerales, habiendo traído tan solamente tres vagones, no habiéndose expedido más que uno aproximadamente, debido tal vez a la desconfianza que aún existe por aquí de sus positivos resultados, esperando que al ver el que les pueda dar con el ensayo que han hecho, será poco para la siembra próxima los dos vagones que nos quedan de existencia, y que para el balance próximo os daremos cuenta de las pérdidas o ganancias que haya habido en los mismos»[33].

Además, la Caja Rural intentaba dar respuesta a las cuestiones y dudas de los labradores sobre los cultivos más adecuados. En aquélla se recibían además las siguientes revistas especializadas: La industria pecuaria, La liga agraria, Revista comercial de Sevilla entre otras. Se tiene constancia del envío y contestación de aquéllas en la revista El Progreso agrícola y pecuario de Madrid. He aquí un ejemplo:

«El Secretario de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos del Sindicato Agrícola de Monesterio (Badajoz) nos pregunta:

«1º ¿Se puede sembrar la alfalfa en todo el mes de noviembre?

«2º Caso afirmativo, ¿cuántos kilógramos de semillas tengo que comprar para media fanega de tierra?

«3º ¿Qué cantidad de abono necesita y de qué clase con arreglo a la muestra de tierra adjunta?

«Contestación: 1ª Me parece la primavera mejor época para sembrar la alfalfa. 2ª Para una hectárea se necesitan de 20 a 25 kilogramos; la fanega superficial de Badajoz, de 2.216 varas cuadradas equivale a 64,395 áreas, de modo que serán 6,5 a 8 los kilos que para sembrar media fanega hagan falta; la semilla ha de ser madura, pesada, amarilla, lustrosa, reciente y perfectamente limpia para evitar que lleve cúscuta, que es su peor enemigo; se distribuye a voleo, mezclando arena fina con la semilla para hacer más regular la distribución, después se cubre con un pase de rastra y se riega. 3ª Puede ensayar la fórmula siguiente por hectárea y año: Escorias Thomas 250 kilógramos, cloruro potásico, 120 kilogramos; Los kilos de escorias Thomas que corresponden al número de años que ha de dura el alfalfar los distribuirá de una vez, antes de la siembra de la alfalfa, en unión del cloruro potásico correspondiente a un año. Los demás años se repartirá la misma cantidad de potasa en cobertura en primavera»[34].

 

 



[1] Cfr. SÁNCHEZ MARROYO, F. «Propiedad y conflicto social en la comarca de Tentudía (1850-1930) en Actas del I Congreso de la Memoria Colectiva de Tentudía, Zafra, Centro de Desarrollo Comarcal de Tentudía, 2001, pp. 182 y s.

[2] Gaceta de Madrid, 24 de julio de 1908.

[3] Martínez Soto, Á. P. «Síntesis bibliográfica sobre el ‘crédito agrícola’ en España (1850-1934)» en Biblioteca agronómica, p. 129.

[4] MOLINA REYES, I., PULIDO ROMERO, M., VILLALOBOS CORTÉS, Caja Rural de Extremadura, papeles para su Historia, Badajoz, Caja Rural de Extremadura, 2005. p. 14.

[5] Revista ilustrada de banca, ferrocarriles, industria y seguros (Madrid), 10 de abril de 1907.

[6] El liberal (Madrid), 26 de mayo de 1905. «Ahora llegan al Gobierno Civil noticias de haberse amotinado varios grupos de obreros del pueblo de Fuente de Cantos. Arrojáronse sobre un carro cargado de pan. Apoderándose de lo que en el carro iba, y distribuyéndose las hogazas, los obreros las partieron entregando de ellas a sus hijos. Todos comenzaron a comer con ansia loca. Fue imposible impedir el despojo. Otras noticias llegan de Fuente de Cantos, que no me atrevo a telegrafiar hasta que estén confirmadas»[6]» Cfr. BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «Fuente de Cantos a principios del siglo XX» en Actas de la XI Jornada de Historia de Fuente de Cantos, Fuente de Cantos, Lucerna, 2011, pp. 30 y s.

[7] BAUMEISTER, M. Campesinos sin tierra. Supervivencia y resistencia en Extremadura (1880 – 1923), Madrid, MAPA-Diputación de Badajoz, 1996, p. 421.

[8] BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «Fuente de Cantos a principios del siglo XX… op cit., pp. 30 y s.

[9] El liberal (Madrid), 9 de agosto de 1905. Cfr. BARRAGÁN-LANCHARRO, A. M. «Fuente de Cantos a principios del… op. cit. p. o. 27 y s.

[10] Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, Censo de la población de España según el empadronamiento hecho en la península e islas adyacentes en 31 de diciembre de 1900, Madrid, Imprenta de la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, 1903, tomo II, p. 41.

[11] Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos, Memoria y balance del ejercicio social leída y aprobada en el junta general de socios, extraordinaria, celebrada el 7 de marzo de 1907, Badajoz, Tip. Lit. y Enc. De Uceda Hermanos, 1907.

[12] Cajas rurales extremeñas. Estatutos. Reglamentos, Formularios y documentos y tablas de liquidación, Badajoz, Tip. Lit. Encuad. De Uceda hermanos, 1905.

[13] Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Fuente de Cantos, Memoria y balance del ejercicio social leída y aprobada en el junta general de socios, extraordinaria, celebrada el 7 de marzo de 1907, Badajoz, Tip. Lit. y Enc. De Uceda Hermanos, 1907.

[14] La región extremeña (Badajoz), 18 de octubre de 1905.

[15] Gaceta de Madrid, 30 de enero de 1906.

[16] Gaceta de Madrid, 20 de octubre de 1901.

[17] Gaceta de Madrid, 8 de octubre de 1904.

[18] Gaceta de Madrid, 26 de julio de 1889.

[19] Gaceta de Madrid, 8 de octubre de 1904.

[20] Gaceta de Madrid, 12 de julio de 1887.

[21] VV. AA. Diccionario básico jurídico, Granada, Comares, 1996, p. 300.

[22] Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, 4 de septiembre de 1905.

[23] Cfr. Barragán-Lancharro, Antonio Manuel «La Caja Rural de Ahorros de Monesterio» en Iñesta Mena, Félix (Coord.) en El arte en tiempos de cambio y crisis y otros estudios sobre Extremadura, Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, 2011, pp. 305-322.

[24] Estatutos y reglamento de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Monesterio, Badajoz, Tip., Lib. y Encuad. de A. Arqueros, 1906.

[25] Cfr. Barragán-Lancharro, Antonio Manuel «La constitución de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Calera de León en 1908» en Tentudía, Zafra, Hermandad de la Santísima Virgen y Ayuntamiento de Calera de León, 2011.

[26] PULIDO ROMERO, M., VILLALOBOS CORTÉS, F. 100 años del crédito cooperativo… op. cit. p. 66.

[27] Estatutos y reglamento de la Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Monesterio, Badajoz, Tip., Lib. y Encuad. de A. Arqueros, 1906. El ejemplar utilizado procede de un hallazgo producido a finales de 2007 en la obra de construcción de la planta alta de la casa de la calle Colón 6. Fue introducido el folleto en una carcasa de motor en forma de olla junto con periódicos de la época, hacia 1927, por los albañiles (los hermanos Juan y José Mejías Sánchez, y Manuel Barco Mejías) que hicieron la remodelación de esa misma vivienda. Agradezco a Juan Carlos Giraldo Garrón la gentileza de haber puesto a nuestra disposición este valioso documento.

[28] El progreso agrícola y pecuario (Madrid), 22 de abril de 1901, p. 190.

[29] ROVIRA, P. “Caja Rural de Ahorro y préstamos de Monesterio”, El progreso agrícola y pecuario (Madrid), 13 de abril de 1909, p. 220.

[30] ROVIRA, P. “Caja Rural de Ahorro y préstamos de Monesterio”, El progreso… op. cit. p. 220.

[31] El siglo futuro (Madrid), 8 de mayo de 1911.

[32] GARCÍA E IZCARA, D. “Sección de consulta”, El progreso agrícola y pecuario (Madrid), 31 de enero de 1914, pp. 59.

[33] Caja Rural de Ahorros y Préstamos de Monesterio, Memoria y balance del cuarto ejercicio social… op. cit. p. 7.

[34] GARRIDO, A. “Sección de consulta”, El progreso agrícola y pecuario (Madrid), 22 de noviembre de 1910, p. 683.

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