Oct 011971
 

Patricio Guerin Betts.

Valores históricos religiosos de Extremadura.- Muchos sin duda, y los más llamados a estudiarlos son los hijos de la propia tierra.

Sucede, sin embargo, que los historiadores y sobre todo, los investigadores, tenemos cierto instinto policiaco, y nuestra misma labor nos exige seguir la pista de los historiados.

«Tras el polvo de su sandalias». Sí; a mi me toca en este momento seguir las huellas de unas sandalias episcopales, desde Leyre, donde me encuentro hasta Badajoz, en cuya catedral descansan los restos mortales del inmortal fray Ángel Manrique.

El dicho «inmortal», y en el título puse «coloso» aunque este epíteto no se me ocurrió a mí sino que lo recojo de una carta que hace tiempo me escribió un sacerdote erudito, que me exhortaba a seguir estudiando la persona de Manrique, «porque es un coloso«. Y aquí en esta semana monástica, un monje de gran nombradía, enterado de este trabajillo actual, me declaró con espontaneidad que Manrique era una gran figura poco estudiada.

Desconocido desde luego no lo es. Sus Annales Cistercienses han llevado su nombre más allá de las fronteras.

En nuestros tiempos, y con ocasión del tercer centenario de su muerte (1649-1949) le dedicó un trabajo muy documentado y concienzudo el que hoy es digno abad de Santa María de Viaceli, Cóbreces, provincia de Santander (1-. El Ilmo. fray Angel Manrique Obispo de Badajoz (1577-1649) en Collectanea Ordinis Cisterciensium Reformatorum nº3 de julio 1950 y nº2 de 1951, pags. 195-207, y 128-139).

Después me tocó entrar en la lid personalmente, ante todo con mi conferencia en santa María de Huerta en 1962 con ocasión del octavo centenario del Monasterio y que fue publicada en Celtiberia con el título de «fray ángel Manrique» (Celtiberia núm. 23 páginas 131-138 1962). Con la misma ocasión del centenario la revista «Cistercium» dedicó un número extraordinario a la ilustre abadía y a mí me ocupó exponer ampliamente la muy interesante genealogía hasta entroncarle con los mismos fundadores de dólares de Huerta. Agregue otro par de artículos en Cistercium: In cunabulis, y El curso de Meira (XVI, 1974 núm. 90, páginas 24-35.) bajo el título genérico de «Estudio y semblanza». El plan era vasto, pero la revista tenía sin duda gran cantidad de material, y se paralizó el trabajo. Únicamente un sueltecito en 1965 «Un insigne error» Cistercium XVII (marzo-abril 1965 pags. 85-88) en defensa de Manrique y de la verdad que es lo primero que debe preocupar a todo historiador.

También en otra revista de gran prestigio tuve ocasión de hablar de Manrique por extenso. Se trata de «Miscellanea Comillas» donde se reeditó (6) por tercera vez un «Memorial» de Manrique a las Iglesias de Castilla en 1624 acerca de la contribución que pedía el rey. Iba precedido de una larga introducción. Lo comentó D. Alberto Echevarría, profesor de la Universidad de Salamanca, en un periódico de dicha ciudad, y recientemente en un librito acerca de los antiguos alumnos de Salamanca. Envié una separata al actual señor obispo de Badajoz, y me contestó que le habían gustado mucho varios puntos del Memorial.

Un tercer exponente de las gestas de Manrique es el Padre Agustín Romero, monje de Santa María de Huerta, en Cistercium(7- Cistercium XIV marzo-abril, 1962; nº80, pags 71-82) El titulo es «El obispo Manrique a través de algunas de sus cartas». Precisamente es el tema que interesa más respecto a estos Coloquios, si bien para comprender a ese obispo pacense hay que estudiarle desde atrás.

He sentido mucho no poder acudir a Trujillo por las fechas designadas para estos Coloquios, pero para continuar mis investigaciones quedan otras muchas y estas ocasiones son las que mueven las voluntades e impulsan a trabajar. Entre tanto sólo puedo presentar a los asistentes y a los interesados en los Coloquios: una vez más a Manrique tal y como le conocemos hasta ahora. No serán nuevos los datos, pero sí la presentación, que será preparado ad hoc.

La primera explicación que hay que dar es bastante radical. Fr. Ángel Manrique al nacer y al ser bautizado parece otro distinto, ya que se llama «Pedro de Medina «Santo Domingo, y es que fue hijo de un regidor de la ciudad de Burgos, llamado D. Diego de Medina Cisneros, y de doña María Santo Domingo Manrique. El nombre propio lo cambiaria al entrar en religión, por el de Ángel, y el apellido Manrique lo hubo de llevar como condición indispensable para poder ingresar en el colegio de Los Manrique de Alcalá de Henares, fundado por D. García Manrique, tío de su madre . Un episodio famoso e importante de su niñez fue que conoció a Santa Teresa de Jesús, y esta le echo la bendición y pronosticó que había de ser importante en la iglesia de Dios.

Comenzó a estudiar en edad bastante temprana puesto que a los 13 años ya estaba en el colegio de los Manrique de Alcalá. Aquí trabó grandísima amistad con los cistercienses de Santa María de Huerta, que cursaban estudios en la Universidad Complutense. Tal vez estaría aun vivo el recuerdo de las relaciones entre los Manrique y Huerta. El caso es que el joven Pedro de Medina cobró más cariño al claustro cisterciense que al colegio y fue a tomar el hábito al cenobio soriano. Muy grande debía ser el prestigio de Huerta, o su capacidad educativa, para que de aquella sola tanda de novicios saliesen tres futuros obispos cistercienses. Cual de una crisálida sale una mariposilla, así el estudiante frustrado de Alcalá, al cabo de un año de noviciado salió a estudiar filosofía al colegio del monasterio cisterciense de Meira. Era un curso filosófico de tres años. De fray Ángel consta que por su precocidad, le sobraba mucho tiempo del estudio, para dedicarlo a la piedad.

Todavía muy joven marchó a Salamanca, que seria su residencia durante muchos años. Tales progresos hizo en el estudio, que ya en 1605 puede publicar su obra «La Laurea Evangélica«, dedicada a su madre; en 1610, «El Santoral Cisterciense», del cual hace una gran alabanza el erudito fr. Lorenzo de Zamora que encuentra la doctrina muy sana y católica junto con la delicadeza de ingenio y erudición. El 7 de noviembre de 1613 obtiene el titulo de «Maestro en Teología» Con ello ganaba puntos la Universidad de Salamanca, al granjearse un joven profesor competentísimo, ejemplar, afable y constante. Seguramente sus primeras lecciones serían para los estudiantes del colegio de la Orden.

El año 1615 obtiene la cátedra de Escoto; en 1618, la de Santo Tomás, y en 1621 la de Filosofía Moral y el título de «Maestro en Artes».

Cargos monásticos tampoco le faltaron, como fue el de abad del colegio cisterciense de Salamanca, durante cuatro trienios. Entonces demostró talento matemático y administrativo, al trabajar en la fábrica del edificio colegial en menos tiempo mas que varios de sus predecesores juntos, y construir la célebre escalera del aire, enigma para el también inteligentísimo y célebre Caramuel.

Fue consiliario y definidor de su Congregación, y finalmente general reformador desde 1626 a 1629. Terminado este importante empleo volvió a la cátedra, y en 1630 obtuvo la de Vísperas. En 1636 fue nombrado predicador del Rey. Su Majestad quedó muy satisfecho de sus servicios, porque decía la verdad sin ofender. También predicó en varias ciudades; entre ellas, Barcelona, Burgos y Santiago. Tan castiza era su dicción que mereció ser incluido en el «Diccionario de Autoridades de la Lengua». A fines de 1638 obtuvo la cátedra de Prima de Teología. También este año publicó el primero de los 4 gruesos tomos de los «Annales» Cistercienses reeditado recientemente por la Gregg Press, a un precio muy elevado, índice del valor que se les atribuye. Al publicar el último tomo, -ya era obispo de Badajoz y tenía reunidos datos para otros tres; pero ya le fallaba demasiado la vista, que nunca tuvo buena. Antes en 1633 el abad de Morimond le había nombrado prior de Calatrava, y si no lo llegó a ser de hecho, fue por la oposición de los frailes a que ocupase tal dignidad un cisterciense.

Por monumental que fuese la obra de los Annales, es solo una parte de su labor literaria en latín y en castellano. Además de las obras ya citadas, hay un «Sermón en la beatificación de S.Ignacio de Loyola», Salamanca, 1610; –«Meditaciones para los días de la Cuaresma«. Salamanca, 1612- Sermones varios. Salamanca, 1620; «Apología por la mujer fuerte», Salamanca, 1620; «Historia y vida de la venerable Madre Ana de Jesús Bruselas», 1632, obra bastante voluminosa y escrita por encargo de la infanta doña Isabel Clara Eugenia; Memorial al señor Felipe IV, sobre el nombramiento de Prior de Calatrava, 1634; Respuesta al Rey sobre seis puntos concernientes a la Concepción de nuestra Señora, 1643, y Pontificale Cisterciense, Salamanca, 1610.

El no haber sido nombrado en fecha más temprana para alguna sede importante fue debido en gran parte a su desgana. Bien le hubiese gustado al Rey y a alguno de sus magnates tenerle cerca en Madrid para consultarle muchas cosas; pero Manrique no quería que le envolviesen y prefería estar a distancia. Por otra parte debía tener mucho cariño y apego a la Universidad Salmantina donde llegó a ser «Princeps Studiorum», y al colegio-abadía de su Orden.

Ya de viejo a los sesenta y ocho años consiguieron algunos de sus amigos, muy a disgusto suyo, que fuese nombrado obispo de Badajoz, y como dije en mi conferencia de Huerta: «A los sesenta y siete años bien cumplidos le llegó a Manrique la mayor de las distinciones, el nombramiento de obispo de Badajoz. Bien podía parecer una medida cruel, si es que el nombrado hubiese de tomar en serio las obligaciones anejas a esta dignidad, como en efecto lo hizo Manrique.»

Mientras se le enviaban de Roma las bulas, se pasó otro año casi entero, y así fue un anciano de 68 años el que se presentó en Badajoz para tomar las riendas del gobierno eclesiástico en el otoño de 1645. Viejo según el cuerpo, joven y vigoroso en el espíritu.

Es edificantísimo ver como el aristócrata, el teólogo, el historiador, la lumbrera de España, según le llamó Diana en carta escrita a Caramuel, este venerable anciano reside en la diócesis, y no solo en la capital, sino la mayor parte del tiempo en todos los rincones de ella sucesivamente, y cuando llegan las grandes festividades y conmemoraciones, Manrique escribe el Cabildo desde los puntos más remotos con exquisita cortesía para excusar su ausencia, y manifestar su unión espiritual con sus colaboradores mas íntimos.

No contento con recorrer la diócesis en todas las direcciones, tuvo arrestos para convocar un sínodo a fines de 1648, último año de su vida. Don Juan de la Guerra, canónigo magistral, nos describe al obispo Manrique en 1646 «armado de la pluma» en medio de las tropas a las cuales arengaba, ya en privado, ya en público, convertido casi en Ordinario Castrense, ya que Badajoz rayaba con Portugal, teatro de la guerra entre españoles y portugueses. Pese a esta situación y después de cumplir con las obligaciones de fiel pastor, Manrique hallaba tiempo para dar los últimos toques al cuarto tomo de sus Annales, que habrían de servir según el citado magistral, para animar a todos a cumplir con su deber.

Badajoz fue la ultima etapa de la vida de fr. Ángel Manrique, la más gloriosa pero también la más laboriosa. Sin duda Dios quería consumar la obra de santificación y por eso dejados atrás Burgos, Alcalá, Huerta y Salamanca se afanó en tierras extremeñas por cultivar la porción del campo del Señor a él encomendada. Y este es el ocaso inmortal del coloso. Ya no teoriza el que grande y excelente teorizador había sido. Obrar, trabajar, dar ejemplo cumplir esmeradamente su ministerio pastoral. De esto fue testigo la Extremadura de aquellos tiempos que se admiró y conmovió cuando los monjes de Santa María de Huerta, que también tenían motivos para conocer y para amar y admirar a fr. Ángel Manrique, pidieron sus restos mortales. La respuesta negativa estaba fundada en que sus restos eran los restos de un Santo. Y fue sepultado en la capilla del Sagrario de la S.I.Catedral de Badajoz, lo cual debe servir para que los habitantes de la capital y de la diócesis le consideren presente, porque un ocaso inmortal excluye la muerte.

Non omnis moriar, se debe decir de todo aquel que muere en gracia de Dios; pero más especialmente de estos colosos, que se deshacen en aras del bien de los demás, y con ello reciben una bendición especial de Dios, la bendición do permanencia. Ese sol que veis rubicundo esconderse tras la montaña o deslizarse en el mar, no ha desaparecido, se ha ocultado silenciosamente, majestuosamente, pero aún tiene que haceros mucho bien.

Fr.Patricio GUERIN BETTS.OCSO.

Oct 011971
 

 D. Lorenzo Rodríguez Amores.

Perdonen el atrevimiento, de llamar su atención y de consumir un espacio de tiempo les hará falta a alguna de las personalidades, que tendremos el honor de oír, por todo seré breve.

Señores Delegado provincial de Turismo, Alcalde de Trujillo, Presidente del C.I.T de Trujillo y amigos todos. Vengo a pedir, la reivindicación de un pueblo y de un trozo de un recinto tremendamente históricos. El pueblo es Madrigalejo, con fuerte presencia celtibérica en su «Toro de Casa de Hitos, Verraco de la Hocecilla» en el Museo de Cáceres y una arracada en propiedad particular.

El actual Madrigalejo, es el «Ródacas» o «Rodacis» romano, mencionado por el Ravienate, en la margen derecha del Río Ruecas, situado en la vía romana que partía de Mérida y llegaba a Zaragoza, segunda jornada en los itinerarios de Antonino. Hübner, recoge tres fragmentos de inscripciones lapidarias en su «Inscriptiones Hispaniae LatinaeM, Mélida», que estuvo en el pueblo, también  las señala en su «España Monumental», el P. FITA, hace la siguiente  comunicación a la Real Academia dela Historia».. En el ano 1886, en el sitio llamado «Tesoro», se halló por casualidad un asiento de edificación antigua con preciosos mosaicos, con chinas de varios colores, con figuras que representan dragones, caballos marinos, grandes peces, un sol y en lo« ángulos el disco de la media luna. Las piedrezuelas del mosaico forman además grecas y lazadas de caprichosos arabescos, cuya elegancia parece anunciar la obra de un hábil artista. Todas ellas son de mucha dureza, y las hay que, con el esmeril, rayan los cristales ordinarios.

 

Próximo a este pavimento se encontraron conducciones de agua de cal, plomo y baldosas que iban a un depósito de cien metros de circunferencia que estaba lleno de restos arqueológicos y junto a él, apareció una estatua mujeril descabezada; también se encontraron buen número de monedas, de Gordiano, Vespasiano y Constantino y además muchas piezas de mármoles exquisitos. Todo esto se ha destruido, conservándose la estatua en manos particulares. De la época visigoda no hay señales.

Según don Publio Hurtado, los árabes vuelven a poblarlo y construyen un castillo. Año 1180, Alfonso VII, irrumpe desde el Ambroz hasta el Guadiana, señalando los límites dela Diócesis de Plasencia, en la cual Madrigalejo, queda incluido y desde este momento es de Castilla y de la jurisdicción de Trujillo, del que tardará en separarse y de lo que está orgulloso de pertenecer

«Campos de la Raza» que D.Clodoaldo, felizmente propuso se denominase este territorio, aunque con poco éxito.

Diez años después Alarco y sus consecuencias, 5 años que vuelve a ser tierra de moros. Después de la conquista de Trujillo D. Arias Pérez, con sus quinientos de Alcántara hace sin dificultades la liberación definitiva, el año 1232, tiempos de Fernando III el Santo. Desde aquí en adelante Madrigalejo, es como si fuera Trujillo, en el castillo y tierras asientan Vargas, Chaves y otros linajes.

El Monasterio de Guadalupe, adquiere muchas y buenas posesiones en Madrigalejo, por lo ejerce muchas influencias en el pueblo, pero ante la anarquía del reinado de Enrique IV los ataques del Maestre don Gómez y la Condesa de Medellín, tiene que abandonar, dichas propiedades «hasta que abonasen tiempos mejores» (P. Ecija).

DESTRUCCIÓN DEL CASTILLO.-Mes de junio de 1477, guerra de sucesión por los derechos a corona de Castilla, Don Fernando se va a tierras de Salamanca y Dona Isabel, con riesgo personal se mete en Trujillo, donde se ocupa de la entrega de su fortaleza que estaba el contrario Villena- y he aquí lo que refiere el Conde de Canilleros, en su biografía «El Capitán Diego de Cáceres Ovando»: «La Reina llama al Capitán Diego de Cáceres que defendía Benquerencia y le manda a Madrigalejo, creándole una desagradable situación, al ser pariente y amigo de Juan de Vargas, dueño del castillo y  desde el que cometía al frente de una banda de desalmados verdaderas atrocidades, (los de las otras fortalezas no se quedan atrás en estos desmanes, ya que era producto de la época). Diego de Cáceres fue a sitiar Madrigalejo, e hizo un pacto de rendición que luego quisieron romper los cercados. Esto dio lugar que procediese la Reina con toda dureza. El capitán era partidario de la conquista, no de la destrucción del fuerte, pero sus demandas en tal sentido fueron inútiles «Diego de Cáceres —dice Patencia— tampoco se conformaba con la demolición, solo aceptaba la devolución, pero como la Reina se negase en absoluto, despechado por la negativa se volvió con sus caballos a Benquerencia».

El castillo de Madrigalejo fue arrasado cuando  el Capitán había partido. Su marcha no supuso enturbiamiento en la lealtad del Capitán y hasta es posible, que se la facilitase la Reinaamistosamente para evitarle una embarazosa situación.

La destrucción fue hecha a conciencia, corriéndose la noticia como la pólvora, cumpliendo el objetivo de que sirviese de escarmiento.

De la trascendencia del episodio podemos decir sin rebozo, que es el golpe de fuerza mayor de Isabel, después de la expulsión de los judíos en unión de Fernando. La desaparición de castillo se puede dar por buena, cuando trae tan saludables consecuencias; Se da a conoce una Moza, un trono que vacila, se fortalece, una región empieza a saber lo que es la paz y la justicia, la lealtad sustituye a la traición y los extremeños que antes se gastaban en luchas de banderías y rivalidades familiares, empiezan a prepararse para días de imperio.

La Reina Isabel, vuelva a intervenir, personalmente en una concordia entre los vecinos del pueblo y el Monasterio de Guadalupe, acta que se conserva en el Ayuntamiento de Madrigalejo

MUERTE DEL REY FERANDO EL CATÓLICO- La enfermedad.-Solano Costa en Cuadernos de Aragón nos

Dice «En marzo de 1513, el rey Fernando enfermo gravemente en Medina del Campo. Según nos cuenta B. Leonardo de Argensola, fue causa de esta dolencia, el brebaje que a instancia de su mujer Germana de Foix, tomó para tener descendencia. Este insano afrodisíaco, con manos inexpertas por las damas de la reina, Maria Velasco e Isabel de Fabra, que las crónicas llaman el «potaje crudo» con «materiales cálidos e hierbas poderosas». La crisis paso, más nunca volvió a quedar ya bien.

Viaja por tierras de Castilla y Aragón, permanece un mes en Calatayud  (septiembre-octubre de 1515) con ocasión de unas cortes aragonesas, que se despidieron del monarca negándole el subsidio solicitado, por lo que tubo gran disgusto. Por aquel entonces ya tenia que estar D Fernando muy enfermo, sufriendo recaídas en su dolencia crónica «Ya desde mucho antes nos dice Argensola «ni seguía venados, ni volaba garzas, ni admitía otros solaces, porque la hidropesía le acabó de imposibilitar los miembros…» mientras tanto la campana de Velilla de Ebro tocaba sin impulso ajeno, presagio de un desenlace funesto.

Ya entrado diciembre de 1515, salió el rey de Plasencia, llevado en andas y acompañado la siguiente comitiva: Su nieto Fernando de Aragón, el Duque de Alba, el marqués de Denia el Obispo de Burgos, los contadores mayores: de Castilla, Antonio Fonseca y Juan Velázquez tesorero de Aragón, Luis Sánchez, el camarero Martín Cabrero, el doctor Carvajal, los licenciados Zapata y de Vargas, del Consejo Real, el caballero aragonés Pedro Sánchez de Calatayud. y el capitán Jerónimo Cavanillas, al frente de la guardia del rey. Tomaron rumbo sur.

Pasaron por Jaraicejo, el día de Reyes, están en Trujillo, y por Abertura, por fin llegan Madrigalejo, el 13 o el 14 de enero de 1516. Lo alojan en la Casa de Santa Maria. Él rey enflaqueció en Madrigalejo y el dolor de corazón, con la hidropesía, le apretó de suerte que los médicos perdieron el tino y la esperanza. Luego se disolvió la hinchazón y se le cayó un trozo de las quijadas… dijéronle el peligro que corría, todos lo veían, menos la real victima, Galíndez de Carvajal, testigo de estos sucesos dice «a la verdad le tentó mucho el demonio, con la incredulidad que le ponía de no morir tan pronto, para que ni confesase ni recibiese los sacramentos. La embajada que le había mandado la famosa Beata del Barco de Ávila, haciéndole saber, en nombre de Dios, que no moriría, hasta haber conquistado Jerusalén del poder de los enemigos de Jesucristo. Por eso cuando se le acercaba su confesor, el dominico fray Tomás de Martienzo, le hacia salir de la alcoba, diciendo venia a negociar memoriales y no, para entender en el cargo de su conciencia

Por fin cayó en la cuenta de que era otra, la Jerusalén que en aquel trance, le convenía conquistar y llamando al dominico, confesé muy despacio y reiteré el sacramento algunas veces

..a esta sazón, acudió a Madrigalejo, el deán de Lovaina (Adriano de Utrech)que secretamente traía las credenciales en regla, para ser regente interino, en nombre de Carlos. Al anunciar su presencia, el monarca hizo un gesto de displicencia y respondió «ese viene a verme morir. Decidle que se vaya.

Llama la atención que el Cardenal Cisneros, no estuviese en estos momentos al lado de Rey. El se justifica así en una carta que escribe a López de Ayala el 15 de enero. «Ya tenia todas las cosas preparadas, cuando sobrevino tan grande fortuna de agua, que acá pareció la mayor locura partir con tal tiempo. Como he sabido, que no hay certidumbre ninguna en qué lugar hará asiento Su Alteza, he acordado esperar. En sabiendo, dónde Su Alteza determine hacer su asiento, luego partiré de aquí (Talayera), porque andando Su Alteza de lugar en lugar, será trabajo insoportable, mudarse hombre con muchas jarcias».

Como vemos el temporal era recio y los torrentes, bajaban arrastrando cieno, con sus revueltas aguas por caminos y trochas. Por aquellos intransitables vericuetos, iban bajando los señores del reino, consejeros, freires de la órdenes Militares y la Reina Germana a rendir el último tributo de amor a su esposo, con cuya presencia, creció en ambos el dolor. Quedaron solos un rato y saliéndosela Reina, mandó el Rey llamar al Licenciado Zapata, al Doctor Carvajal y al Licenciado Vargas, que junto con el protonotario Clemente, comenzó a  tratar, el, testamento -el último testamento otorgado el 22 de enero de I516, en Madrigalejo, tierra trujillana, en la Casa de Santa María de Guadalupe ¿cabe más extremeñidad?.

Señores, es este uno de los momentos más solemnes de nuestra historia, es nada más y nada menos que el acta de nacimiento de la moderna España, decisivo para su futura grandeza ya no habrá reyes privativos de esta o la otra región, serán reyes de España entera. (Solano Costa y P. Risco).

Hablaba el Rey con mucho ahogo, porque el mal anidaba en el corazón, pero con sumo despejo en el entendimiento. Escribió dos cartas muy afectuosas al príncipe Carlos, su nieto mezclando en el estilo, el amor de abuelo y la gravedad de rey. Dióles en ellas su bendición y encomendóle con particular ternura, al infante Fernando, su hermano, a la Reina Germana, al Arzobispo don Alonso de Zaragoza y a otras personas»

Al caer la tarde del día 22, pidió el Viático y la Santas Unción y poco después entró en agonía «era la media noche, entre una y dos, entrante el miércoles, que se contaban 23 de enero de 1516, cuando paso de esta presente vida. Nuestro Señor le quiera perdonar, que buen rey fue. Falleció en hábito de Santo Domingo». Con estas palabras da Carvajal la noticia de la muerte de Fernando el Católico.

CASA DE SANTA MARÍA: Al tener los Jerónimos de Guadalupe, tantas y tan buenas propiedades en este lugar, construyen su casa, que la dedican a hospedería, además el pueblo tenía otros alojamientos, pues una de sus calles principales se llamaba de los «Mesones», por que le podemos considerar foco turístico de primera magnitud, ¿motivo?, Madrigalejo, está a una jornada de Medellín, con su puente, primero que había en el Guadiana; a otra de Trujillo, salida para los reinos de Castilla y León y a otra. de Guadalupe, con su trasiego de peregrinos. Madrigalejo  por lo tanto es paso obligado en estas direcciones, seguramente unas de las mas ajetreadas de la península, hasta que queda apartado e incluso incomunicado las nuevas vías de comunicación, gracias a Dios en la actualidad, parece que vuelve a estar en ruta.

Es lógico, que haya albergado a gran número de personalidades, me voy a referir en las que  he podido ver  constancia escrita.

«En Madrigalejo se alojó una  noche el rey Felipe II y toda su corte, después de pasar la Semana Santa en Guadalupe camino de Badajoz». (J. Pedro Vera).

En el viaje que hace D. Sebastián de Portugal a Guadalupe a entrevistarse con Felipe II, nos le describe minuciosamente ,el Marqués de Siete-Iglesias, en la Revista del Monasterio, así mismo el Sr. Rodríguez Moñino en la Revista de Estudios Extremeños» de donde entresacamos siguiente: «Después de bien agasajado por el conde de Medellín, salió de este pueblo en dirección de Madrigalejo. Al pasar por tierras de Villanueva de la Serena, le aguardaba el Vicario y doscientas personas con arcabuces, lanzas y adargas, cogiéronlos en medio a los portugueses y les llevaron hasta Madrigalejo, a cuyo lugar llegaron a las cuatro. Ricamente habían dispuesto el aposento a los portugueses. El Rey D. Sebastián disfruta de una cámara verde carmesí que fue en la que murió su tatarabuelo Fernando. Las posadas de sus caballeros tenían colgaduras de brocados».

Zurbarán. que viene de Llerena a pintar cuadros a Guadalupe, pernocta en Madrigalejo, lo que más le llama la atención es la frondosidad y la fauna salvaje.

Otro visitante ilustre y además viajero de profesión, el Barón León de Romithal «Madrigalejo es un lugar situado en llano, a seis millas de Medellín y el camino es por selvas amenísimas, en que abundan varias especies de animales, entre ellos ciervos, gamos y otros. En este lugar hay un edificio, que aventaja a los demás, que lo forman y que pertenece al Monasterio de Guadalupe; suelen parar en él, caballeros que pagan sus gastos y tiene unas caballerizas en que caben más de cien caballos, porque esta hospedería es casi regia. «¿Casi?, si en aquella época, hubiesen catalogado los alojamientos, ¿cuantas estrellas o tenedores, hubiese puesto a esta hospedería de los Jerónimos de Guadalupe.

Con frecuencia vemos en nuestros tratados de Historia, que el Rey Fernando falleció en una humilde casa, bueno, ante la talla del personaje, puede que tengan razón, pero tal como nos las describen los que en ella han estado no era tan humilde: Señores: El estado actual de este histórico recinto es lamentable, queda trozo con tapias y maderas antiguas, y corre peligro que desaparezca; los destinos que ha tenido y tiene, los propios de un almacén, donde se recogen los aperos del labranza en desuso.

Es ya famosa la siguiente anécdota: Se examinaba en Cáceres, de ingreso un niño de la localidad, hijo del actual dueño y le preguntan ¿Qué personaje ha muerto en tu pueblo?, pregunta frecuentísima por cierto a los que son de Madrigalejo y el peque. contesta decidido «Mi abuelo Fraile» y entre las risas del Tribunal y para no desconcertarle le dice ¿Y Don Fernando El Católico?, más decidido aún contesta «En el pajar de mi abuelo Ciudad». En las dos cosas tenía el chico razón.—

Señores, yo les pido ayuda para rescatar esta reliquia y les emplazo para que interesen a todos los Organismos especialmente aquí representados. Información y Turismo que también sabe hacer las cosas, acuda con sus medios a un pueblo de Extremadura que se bate tres días contra los franceses en la Guerra de la Independencia además de figurar su donativo en los primeros que acuden a la Capitanía de Badajoz y el paisanaje se va a la guerrilla con Toribio Bustamante,-

Pasa una noche de aquelarre el 31 de Diciembre de 1836 cuando le ataca la facción de Palillo, que al no ser capaz de ocupar el pueblo le quema, entre ello, el  Ayuntamiento con su archivo. En la Cruzada de Liberación pasa dos años de angustia y zozobra.

Señores, tengo la ilusión que de estos Coloquios saldrá la iniciativa de restauración de la casa de Santa María y se recabe para el pueblo el TITULO DE REAL VILLA DE MADRIGALEJO.-

Muchas gracias por haberme soportado y un ruego, que no lo temen como un localismo morboso.

TRUJILLO 1971

Oct 011971
 

Ricardo Hurtado de San Antonio.

ANTECEDENTES  HISTÓRICOS

Extramuros de la ciudad de Cáceres y pasados los pilares (hoy en la Plaza Mayor) de tiempos de Felipe II, en la ribera, se levanta la Iglesia y antiguo Monasterio de San Francisco el Real. La construcción se debió al siguiente hecho prodigioso narrado en el Memorial de Ulloa (l); por aquella época el Fuero de la Villa de Cáceres prohibía dar terrenos a «Ordenes Militares y a los de Cogulla que renunciaban al siglo». Este Fuero, por el que Cáceres se ha venido rigiendo hasta el siglo pasado, fue otorgado por Alfonso IX de León al tomarla definitivamente a los moros el 23 de Abril de 1229 de Xto. y Era de 1267, siendo Papa Gregorio IX y Obispo de Coria D. Sancho. La villa había pertenecido a la Orden Militar de Santiago por donación de Fernando II de León en 1171. Al reconquistarla D. Alonso de León en 1213, el Comendador de la Orden D. Nuño Freire de Andrada pidió la villa al Rey sin que se le concediera a pesar de la demanda interpuesta al Papa. Reconquistada definitivamente por Alfonso de León la fecha arriba indicada, a pesar de la nueva petición de la Orden fue incorporada a su real corona dando en recompensa a la Orden las villas de Castrotoraf y Villafafila y 2.000 maravedíses. Todo este pleito motivó posiblemente, que el Fuero otorgado por el Rey a Cáceres sea el mas liberal y anticlerical de España, no permitiendo ni Ordenes Militares ni frailes.

Pero sigamos con nuestro relato: “Cierto día del año 1471, llegó a la Villa Fray Pedro Ferrer «de grandes virtudes y excelente predicador», de la orden franciscana, procedente de Valencia con dos compañeros y con el propósito de fundar un Convento, mas después de varios meses y ante la reiterada negativa del Concejo se disponía a marchar cuando acertó a pasar por delante de la posada donde Fray Pedro disponía su montura, D. Diego García de Ulloa, llamado el Rico, principal autor de la oposición, al que se dirigió el fraile pidiéndole una limosna para herrar su jumento. El caballero se excusó diciendo que ningún dinero llevaba encima, mas ante la insistencia del fraile, de mala gana y enfado metió la mano en la faltriquera y con sorpresa y estupor sacó una rara y nunca vista moneda de oro. Ante este hecho, saltó del caballo, le pidió de rodillas perdón por «su grosera repugnancia» y le rogó que volviera sobre sus pasos porque el pediría al Concejo el permiso para fundar el Convento y cedería el terreno necesario de sus viñas en la ribera del mediodía. A la mañana siguiente citados los Regidores, Ulloa expuso lo acaecido la víspera, pidiendo la aprobación de tan santa obra “porque los hijos de San Francisco establecerían segura paz en la peligrosa guerra de los vicios». Se aprobó y ellos mismos se erigieron en recaudadores de donativos. Por mediación del Ilmo. Sr. D. Iñigo Manrique de Lara, 0bispo de Coria, se solicitaron las oportunas licencias y el Papa Sixto IV por Bula dada en Roma el día 3 de Diciembre de 1472 autorizaba la construcción del Monasterio (I).

En el año 1477, hallándose en Cáceres los Reyes Católicos, dieron para la fábrica de la iglesia una elevada limosna. También lo hizo el cardenal Mendoza, protector de la causa de Fray Pedro.

Fray Pedro Ferrer, sobrino del dominico San Vicente Ferrer, vivió en el incipiente Monasterio 38 años, muriendo en el año 1510 en olor de santidad, pues a él acudían antiguamente los fieles atacados de fiebres malignas. Sus cenizas se depositaron en una arqueta de cantería, en el ábside en el lado del evangelio con el siguiente epitafio en caracteres góticos: «Aquí yace el Reverendo Padre de buena memoria, Fray Pedro Ferrer, fundador de este notable Monasterio».

Concluida la obra, según nos cuenta el Padre Definidor Fray José de la Santa Cruz (2), contó con muy crecida comunidad, pues tenia capacidad para 60 monjes, siendo noviciado y casa de estudios. Convento magnifico y con habitaciones muy cómodas. Poseía una biblioteca copiosísima. En una Capilla de la Iglesia había muchas y especiales reliquias, (hoy desaparecidas). Dependiente del Monasterio, en el año 1659 se edificó la enfermería de San Antonio en la calle Olmo, en cuya portada y ventana rectangular existen escudos de España, Cáceres y Orden Franciscana. A partir de 1781, fue colegio de teología Escolástica. Poseía buena huerta (hoy ajena al Colegio), y por ella y por varios parajes del Monasterio pasaba el raudal de agua de la Fuente del Rey.

De la importancia y prestigio de este Monasterio dan fe las capillas y sepulcros de nobles familias cacereñas (hoy en gran parte vacíos), pues según afirma el historiador Publio Hurtado: “todos los que contribuyeron a su construcción quisieron reposar en el mismo, disputándose las más insignificantes parcelas del suelo y paredes del templo y sus claustros, para elevar capillas y altares y cavar sepulturas donde dormir el sueño eterno».

Precisamente por la disputa de un sepulcro, uno de los Ulloas fue excomulgado, por haber dado muerte en singular duelo en el interior de la Iglesia a otro noble litigante. Muchos personajes notables se formaron en este Monasterio, entre ellos tomó hábitos, vivió y murió en 1570 a los 80 años de edad, Fray Juan de Torres, cacereño, capitán de los comuneros contra Carlos V, que después fue perdonado por este. (2)

Este Monasterio pertenecía a la Provincia Franciscana de Santiago hasta el 15 de Julio de 1548, en que se creó la Provincial de San Miguel por decreto del ministro general P. Andrés de la Isla, con los 14 conventos que Santiago tenía en Extremadura, llegando al numero de 27 casas. Poseía San Francisco de Cáceres tal vitalidad en personas de ciencia y virtud, que aceptó a propuesta del Ayuntamiento hacerse cargo de momento de la dirección y servicio del extinguido convento de la Compañía de Jesús (1767). También el de S. Clara, que se fundó y empezó a habitarse el 5 de Noviembre de 1612, estuvo sometido a los franciscanos de San Francisco el Real de Cáceres, siendo de aquí sus capellanes y confesores.

Vivieron pacíficamente sus moradores hasta 1835 en que lo abandonaron por la Ley de Desamortización de Mendizábal, pasando a la Diputación Provincial. Debió ser entonces cuando todos los objetos valiosos, artísticos y sagrados que encerraba el Monasterio acompañaron a los frailes en evitación de posibles expolios, ventas o profanaciones, pues hasta la campana que existe en la actualidad, fue fabricada por la Diputación en el año l879.

Al volver los franciscanos a la ciudad en 1915, el Obispado les cedió la Iglesia de Sto. Domingo y un edificio contiguo a ella, hoy colegio de S. Antonio.

Desde el año 1835 el Monasterio de S. Francisco el Real ha sido: Archivo General de la Provincia, Enfermería, Orfanato… y hasta hace pocos años, 1965, ha estado regido sucesivamente por Religiosas Hijas de la Caridad y Comunidad Salesiana.

En la actualidad se ha convertido en el Colegio Provincial de San Francisco, con capacidad para 200 jóvenes. Su funcionamiento y marcha se determina por un Director, Director Espiritual, Educadores y Maestros para la enseñanzaza de los niños en edad escolar, pues los restantes trabajan o cursan estudios en los diversos centros de la capital.

Recientemente, de manera inteligente y con verdadero amor se trabaja en la reconstrucción del noble edificio para devolverle su primitivo y auténtico valor.

MONUMENTO ARQUITECTONICO Y ARTÍSTICO

CLAUSTRO (1) Pasado el espacioso y singular vestíbulo con su ornamentación barroca en las cuatro bóvedas cuyos arcos descansan sobre una esbelta columna central jónica,  aparece el claustro gótico, de sillería de granito y gárgolas para el desagüe, con galería superior superpuesta posteriormente. Alrededor de este amplio claustro, con arcos de ojiva escarzanos y crucería inacabada, adosado al muro derecho de la Iglesia se conservan capillas de la nobleza cacereña: Aldanas, Gutiérrez, Valverde, Peña, Porcallos, Paredes, Monroy y Golfines. Estos últimos pagaron un lienzo completo del claustro con su capilla y sepulcros. El dormitorio grande, Diego García Ulloa (l). Las portadas son góticas y renacentistas. También hay unos frescos encalados, en las paredes, sobre la vida y milagros de S. Francisco de Asís, de no muy antigua factura, sobre 1825, de escaso valor artístico. Todo el suelo es de cantería.

CLAUSTRO (2) Al fondo del claustro gótico y pasado el vestíbulo y escalera principal del piso alto entramos en el segundo claustro. Es algo posterior al primero, posiblemente en la derivación del gótico-plateresco al renacentista con columnas de una sola pieza, rematadas con un gracioso punto que se repite con frecuencia y arcos perfectos. Alrededor de él se disponen varias dependencias del Monasterio. La parte superior fue superpuesta según iban surgiendo y aumentando las necesidades de la casa.

IGLESIA

Sin embargo la parte mas noble e importante de todo el conjunto es su templo.   La Iglesia, de proporciones catedralicias, se define como gótica del último tercio del siglo XV, por lo tanto decadente: aunque su fachada externa sea herreriana. Posee tres naves divididas en dos tramos, coro, ábside, bóvedas de crucería sustentadas por seis enormes columnas de base romboide, sillería de granito, planta de cruz latina mirando al oriente. Sus dimensiones son las siguientes: Largo: Nave central, 40 m, Laterales, 33 m. Ancho: 22 m. 10 cm, sin contar las capillas laterales. Altura: Crucero, 20 m. Ábside, 15 m. Dan luz al interior del edificio: dos ventanas gemelas en los laterales del ábside, otra abierta posteriormente y hoy tapiada, a media altura, dos ventanales circulares y dos aspilleras en el crucero; un balcón central corrido y dos ventanas en el coro, así como otras dos bajo el mismo. Existen también diversos ventanales en las capillas laterales.

En las claves del ábside y del crucero se sustentan escudos con las Insignias (yugo y flechas) de los Reyes Católicos y del Cardenal Mendoza, en agradecimiento a sus muchas ayudas. En memoria de los mismos Reyes, en los escudos del ábside se grabaron sus letras iniciales F. I. y los trofeos de sus monedas.

Lo que más destaca de la Iglesia, aparte su grandiosidad y fábrica, es el atrevido Octágono estrellado «florido» formado por el entrecruzamiento de los nervios en la clave central del crucero y las finas columnas apuntadas del ábside que diagonalmente distribuyen la crucería por toda su bóveda.

De las seis capillas existentes en el interior del templo pertenecientes a los Carbajales, Ulloas, Saavedras, Torres, Ovando y Rochas, la que mejor se conserva es la de D. Diego García Ulloa, en la nave de la epístola, con un bello techo cuyos escudos forman la rosa de los vientos.

En la Sacristía primitiva, donde hay dos manutergios colosales de granito, y su tránsito estaban las de los Toledos, Vargas, Sotomayor, Torres y Golfines. En la antesacristía, hoy sacristía, con bella portada Isabelina; la de Figueroas, Vargas y Blázquez (I).

El retablo fue destruido y quemado durante la guerra de la Independencia y según D. Benito Boxoyo en él se encontraban las armas reales de los Reyes Católicos. Se conserva una imagen de San Francisco de Asís, quizá de principio del siglo XVIII, con rostro, manos y pies policromados y perfectos al estilo de nuestros imagineros. Ante el altar Mayor hay un Cristo muerto en la Cruz de regular mérito y conservación. El suelo es pródigo en lápidas sepulcrales. Es interesante el pasadizo de 2 metros de espesor abierto en la misma cantería para subir al púlpito.

Aunque la Iglesia dijimos que se presentaba como gótica y así es, sin embargo la fachada fué reformada en el año 1723, según reza una piedra colocada en el frontispicio sobre el escudo central con las armas de los Reyes Católicos. Posiblemente se debió a que la monumental Iglesia iba cediendo hacia la entrada y se pensó reforzarla y embellecerla como actualmente se halla. Es de estilo herreriano en sus postrimería con dos espadañas de ladrillos revocados, una para las campanas y la otra para un reloj, hoy desaparecido. En el templete central se hallaba la imagen de Nuestra Señora de la Estrella. Esta imagen de la que hace mención D. Simón Benito Boxoyo en 1749, fue regalada por el Sr. Obispo de Coria residente en Cáceres D. Sancho de Velunza en 1726. Fabricada y traída de Badajoz para ser colocada en la hornacina del Arco de la Estrella, por unas desavenencias surgidas entre el Obispo y la Villa, el conde de la Enjarada trajo de Salamanca la actual que allí existe y el Sr. Obispo regaló la suya a los religiosos observantes de San. Francisco. Hoy tal imagen ha desaparecido acompañando, posiblemente, a los frailes en la desamortización.

De tal reforma data la antiestética columna que en el interior del templo sirve para sostener la plataforma de madera policromada que debió albergar algún órgano desaparecido cuando el retablo. El ábside y primer tramo de las naves son de cantería, no así el segundo que solamente lo es la crucería, siendo el resto de ladrillo recubierto de cemento imitando la cantería.

ATRIO

A la entrada del atrio y como división de lo que era recinto y propiedad sagrada existe un frontón sobre cuatro arcos de medio punto, muy deteriorado, renacentista o más bien de sabor colonial, pues posiblemente lo dirigiera algún fraile que conocía las misiones de California o Méjico. Hace juego con las espadañas y templete central, así como con le portada que daba acceso a la huerta del Monasterio.

Enmarcado en el atrio y ante la entrada principal al conjunto residencial hay también un o porche de ocho arcos sobre columnas jónicas con amplia portada, todo renacentista.

REFORMAS y RESTAURACIÓN

Destaca la magna escalera, alarde arquitectónico, que situada en medio de los dos claustros da acceso a la parte superior de ellos y a la zona de dormitorios, así como la cúpula con linterna sobre dicha escalera. Todo de nueva construcción y canterías labradas. También merece destacarse la limpieza de los claustros, los suelos de arcilla y cerámica el artesonado de la parte superior de los claustros, las bóvedas de los nuevos dormitorios, comedor, salas de juegos, servicios… La reforma de la Iglesia contribuirá definitivamente a recompensar todos los esfuerzos, gestiones y amor de los que se han entregado y empeñado dar fin a este gran objetivo, lograr una digna y adecuada casa para los jóvenes que allí forjan su porvenir.

Diremos para finalizar que el Conjunto Arquitectónico del antiguo Monasterio de San Francisco el Real, hoy “Colegio Provincial de San Francisco» de la Excma. Diputación de Cáceres, es juntamente con Guadalupe, Yuste y San Benito de Alcántara, uno de los edificios más notables de la región extremeña, que contribuyó notablemente al saber y a la cultura de sus hombres.

Oct 011971
 

Francisco Fernández Serrano.

Pequeñas discrepancias hay entre los dos textos titulados «Los Coloquio de Trujillo», el original, primigenio, escrito en Zaragoza y firmado el 3 de julio del presente año, y el secundario, el impreso en la revista Fiestas de su patrona la Virgen de la Victoria, ya dentro del presente mes de septiembre: observaciones, detalles, matices fueron omitidos, tal vez menos oportunos, o porque los responsables de la edición no se atrevían a compartir plenamente cierros criterios omisiones del autor del articulo.

Así fué preterido un párrafo que trataba de justificarlo explicar, el carácter religioso de estos Coloquios, afirmándose en la dirección religiosa, cuando la solemnemente anunciada primavera se comprueba que o no ha llegado, se ha transformado rápidamente en estiaje religioso a distintos niveles: estiaje de ideas, con un confusionismo desbordante; estiaje de orientaciones, quemando lo que ayer se adoraba y adorando lo que ayer se quemaba; y sobre todo estiaje de personas, que sufren trágicas consecuencias de los dos estiajes anteriores.

Algo parecido sucedió, y supongo que por idénticos motivos, con los párrafos que justificaban el carácter histórico. En su redacción primitiva se decía textualmente: «Tampoco los temas históricos gozan en nuestros días tecnológicos, muchas veces de pacotilla, de buena prensa. Tal vez, porque la historia tomada en serio, investigación del pasado grato e ingrato, no alegre y preciosista lirismo, saturado de tópicos indigestos, nos enseña demasiado, quema no pocos ídolos, que mejor sería llamar idolillos, aunque estén externamente consagrados, levanta valores soterrados, o poco izados en la sociedad circundante, y sobre todo obliga al que la cultiva honestamente a un frecuente, y casi ininterrumpido ejercicio práctico de humildad, virtud desconocida en el mundo antiguo, medio y moderno, porque consiste, frase feliz de Santa Teresa de Jesús, en andar en la verdad.- Porque la historia documentada y seria, como la religiosidad seria y aprobada, son valores eternos, independientes de las fluctuaciones de las bolsas y de las modas, se quiso matizar estos Coloquios abiertamente con dos calificativos: históricos y religiosos.

Estas afirmaciones que senté como bella teoría en la revista de las fiestas de Trujillo, me toca hoy confirmarlo, sin rubor con algunos ejemplos, como decía en su “Ejercicio de perfección y virtudes cristianas” el P. Rodríguez, maestro de la Ascética española.  Recientemente la revista “Hispania Sacra” se publicó un trabajo intitulado «0bispos Auxiliares en Plasencia, siglos XV-XX», y del mismo salieron las correspondientes separatas o folletos independientes. Cuantos leyeron con algún detenimiento aquel modesto trabaje sea por la novedad objetiva del asunto tratado, sea por la impresión subjetiva que recibieron al ponerse en contacto con figuras desconocidas, manifestaron unánimes su aprobación, y complacencia por la investigación realizada.

El obispo de Plasencia, cuya formación cultural y cuya sensibilidad artística sin hipérbole pueden colocarle en los primeros puestos del actual episcopado español, no tuvo reparos en manifestar explícitamente su complacencia, y hasta en añadir que no tenía idea de tantos personajes relacionados con nuestro episcopologio alguna vez había sospechado, o atisbado, su existencia, un tanto por casualidad. El máximo historiador de la Iglesia de España en nuestros días, el dominico padre Vicente Beltrán de Heredia calificado el días, el dominico padre Vicente Beltrán de Heredia calificaba el trabajo de interesante y sugeridor, hecho con cariño -es verdad- y espíritu de superación, que había trazado el camino a seguir en casos semejantes, que el tema da de sí, y aun merece que se continúe.

Pero ningún investigador serio puede dormirse sobre los laureles de las alabanzas que se le tributen, aunque provengan de doctores y maestros, y que hayan estos procedido con la mejor sinceridad y noble afán de justa sino que ha de otear nuevos horizontes, ahondar en el conocimiento de le temas que lo merezcan, y dar por descontado que nueva documentación y nuevos estudios pueden obligar honestamente a modificar puntos de vista sostenidos, y a rectificar las propias afirmaciones, noblemente expresadas.

En mi trabajo sobre los «0bispos Auxiliares en Plasencia, siglos XV-XX» yo había escrito «Vaya un sobresaliente en critica histórica para el curiosos párroco que saltando por encima de hablillas, fábulas, cuentos, y presunciones de pedantescos e ignorantes feligreses, supo documentarse in situ. Repasar los libros parroquiales, y desautorizar una noticia, aunque esta pudiera alagar la vanidad de parroquianos, satisfechos con una piadosa mentira».

Era la consecuencia de haber leído y copiado yo mismo del libro primero de fábrica de Escurial la siguiente nota: «La sala principal de esta casa rectoral fabricó en dicha casa el Ilmo. señor don Fray. Alonso García de Losada obispo de Constantina y cura rector de la expresada parroquia». A  esta sacerdote moderno añadió «Examinados los libros parroquiales de bautizados de esta parroquia, que alcanzan el año 1563, no he hallado más datos sobre dicho obispo que el acta de santa visita y confirmación, extendida al folio 213 del libro seguido de bautizados. En ella aparece dicho señor obispo, como gobernador del obispado de Plasencia, por el excelentísimo señor Inquisidor General, obispo de Plasencia. Referida acta de visita tiene fecha de 16 de abril de 1673; pero no he visto firma, ni partida alguna que pruebe que el mencionado obispo fuese rector de esta parroquia.»

Tan sinceras, y tajantes afirmaciones de un sacerdote moderno, y paciente investigador me permitieron  suscribir mis afirmaciones de arriba, y hasta darle un sobresaliente en critica histórica, que hoy no puedo confirmar. Escrito, y entregado a la revista «Hispania Sacra», el artículo sobre los obispos Auxiliares en Plasencia, ocasional, e inopinadamente, el 10 de octubre de 1970, visité la iglesia parroquial de Escurial, y deteniéndome una sola hora, gracias a la facilidad y colaboración, que me prestó su celoso párroco y mi buen amigo D. José Casado Ortiz, pude comprobar las noticias que yo había insertado en mi biografía del obispo benedictino García de Losada. Quise una vez más confirmar la veracidad de las afirmaciones sustentadas por el párroco escritor, repasando los libros de bautizados, y entonces surgió en mi primero la duda, después la interrogación, y al final la rectificación sobre lo que él y yo habíamos previamente escrito, y yo sólo calificado.

Ciertamente en el libro II de bautizados, no sólo en el folio 213, sino los folios 212-218 se halla consignada el acta de visita sobre  mencionado libro verificada el 17 de abril, no el 16, de 1673, que firmaron fr. Alonso obispo de Constantina, y fray Gregorio de Prado, su secretario, y todo acta de las confirmaciones conferidas por el mismo obispo los días, 15, 16, 17 y 18 de abril con la relación nominal de todos los confirmados, de los fue padrino -de los varones- el licenciado D. Juan Bozada y Hevia, cura esta villa, y madrina -de las hembras- Maior García, vecina de la misma villa.

Efectivamente desde mayo de 1672 hasta febrero de 1675 fue cura propio de la parroquia de Escurial el Licenciado JuanBouzada Hevia, a quien sustituyó algunos meses del mismo año 1675; el Licenciado Juan Borrallo Gómez.

Pero aunque no lo indicara la noticia ya publicada y mencionada, el obispo de Constantina reapareció en santa visita pastoral por Escurial el año 1677 el 11 de mayo, y entonces terminada la revisión de las partidas de bautizados nuevamente firma fray Alonso, obispo de Constantina, acompañado esta vez, no por fr. Gregorio de Prado, sino del secretario Mauro deQuinteyro.

Otra vez confirma el obispo de Constantina en la parroquia de Escurial 3 de Julio de 1677, y en la suscripción del acta reaparece no ya como secretario,  sino como notario,  el susodicho Mauro de Quinteyro.

A este Mauro de Quinteyro yo le había encontrado ya en Garciaz el año 1675, cuando en febrero visitó el prelado el libro VI de bautizados, y dos -obispo y secretario- suscribieron el acta. Aquellos días 1-18 de febrero de 1675 acompañaban enGarciaz al obispo Mauro de Quinteyro  y fr  Benito de Pazos. El mismo año, pero dentro del mes de julio andan el obispo de Constantina y Mauro de Quinteyro por el lugar del Puerto de Béjar. Allí  revisa las cuentas de la ermita de Santa Bárbara, tomadas a su mayordomo rinde las suyas Juan Muñoz de Villanueva cura rector, colector de misas, y administrador de la cofradía de la Vera Cruz.

Pero Mauro de Quinteyro es cura propio de Escurial y su iglesia parroquial a partir del 1 de agosto de 1677, cuando no había transcurrido ni siquiera un mes de la citada visita pastoral de Escurial, y continuó atendiendo a los feligreses y firmando normalmente las partidas de bautismo hasta el 10 de abril de 1697 casi veinte años completos Francisco Gómez, teniente de cura por muerte del cura propietario, con título de interino del señor obispo de Plasencia, firma por vez primera en los libros de bautizados el 16 mayo de 1697.

El intervalo existente entre noviembre-diciembre de 1675 hasta el 13 de junio de 1677 es cura propio de Escurial el obispo de Constantina, don Alonso García de Losada.

El primer testimonio de esta, que no es peregrina afirmación, se debe a Juan Borrallo, clérigo, presbítero, vecino de la villa de Escurial “por ausencia del señor obispo don fray Alonso García de Losada obispo de Constantina, y auxiliar del obispado de Plasencia, cura propio de la yglesia parrochial de esta villa, y por muerte del licenciado Juan González Corrales, cura teniente de dicha  yglesia, que el 17 de noviembre de 1675 hizo los exorcismos que nuestra madre la Yglesiamanda a Inés, hija de Martín Corral y de Juana Gómez, de la que fue su padrino Juan Carmona vecino del mismo; y testigos Francisco Fernández y Andrés Muñoz, del mismo”.

La redacción del clérigo Borrallo no está sobrada de claridad, y se presta a interpretaciones variadas, dejando en el ánimo la duda sobre si el cura propio era el obispo de Constantina o el propio cura Borrallo, por aquellas fecha, de noviembre. Pero la duda abierta queda solventada con otra partida del 25 de diciembre del mismo año 1675 escrita por Mauro deQuinteyro, presbítero licencia del ilmo. señor don fray Alonso García de Losada, obispo de Constantina y cura propio de dicha parroquial.

Con ese mismo estilo continua actuando Mauro de Quinteyro hasta mediados del año 1677, cuando el que había figurado unas veces como Notario Apostólico, y otras como secretario de Cámara del obispo de Constantina, pasa a intitularse; «cura propio de esta iglesia parroquial de la villa del Escurial» por espacio de casi 20 años.

Es posible que a la retirada, o dimisión del obispado de Plasencia, por parte del Inquisidor General D. Diego Sarmiento Valladares, el fundador del seminario diocesano de Plasencia, se agraciase con el curato de Escurial a su obispo auxiliar y gobernador, aunque la regencia efectiva durante año y medio la llevase su secretario Mauro de Quinteyro; y que al reintegrarse fr. Alonso García de Losada a su monasterio de Samos, dejase el curato que pasó en propiedad a su compañero de fatigas pastorales y sacerdote secular Mauro de Quinteyro.

Mi querido amigo y paisano D. Pedro Romero Vivas, hoy cura de Santa Amalia, pero antes párroco de Escurial, hace años me remitió una lista de sacerdotes que habían regido la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Escurial desde el año 1564 hasta el de 1966, y aunque yo no la pude utilizar en mi trabajo sobre los Obispos Auxiliares en Plasencia, por carecer del soporte documental, sí quiero repetirla hoy  para comprobar la seriedad de sus escritos.

Le mencionada lista dice lo siguiente:

D.Juan de Bauzada, párroco 1672-1676.

D.Sr. Alonso García de Losada, obispo de Constaiatina y auxiliar de Plasencia, fué párroco y tuvo 1676-1677 de regente al licenciado Mauro de Quintero.

El Licenciado Mauro de Quintero, párroco 1677-1697.

El licenciado Francisco Gómez, ecónomo 1697-1697.

El licenciado Juan Mateos Cariacedo, párroco 1697-1705.

Quedan pues, en claro la buena voluntad, pero la información deficiente, del primer redactor de las notas que fue el sacerdote D. Domingo Zamora; el acierto substancial de D. Pedro Romero Vivas, aun cuando no detallase los meses y aún los días que fue párroco de Escurial don fr. Alonso García de Losada, y cumplida mi obligación, casi penitencia, gustosamente aceptada, aunque expresamente por nadie impuesta, de rectificarme a mi mismo en la biografía del obispo de Constantina, el ultimo de los auxiliares dados hasta ahora a los obispos de Plasencia.

Sep 231971
 

Fernando Bravo y Bravo.

Fuentes documentales.- Copia existente en el Ayuntamiento de la citada villa, de la intitulada «Relación, memoria e información histórica y descriptiva de esta Villa» año 1775, enviada al «señor» de la villa, Conde Alba de Aliste, para responder «a cierto interrogatorio de preguntas, venido de la Superioridad» suscrito por Juan Gutiérrez Bello, Cgdor de Toledo.

Antes de proseguir con el asunto mencionado en el epígrafe de esta «Comunicación», quiero dejar constancia literal, por lo curiosa, de una nota previa desde dicha «Relación», que dice así:

«Crisis y súplica que hace por este papel, al que acompañan estos apuntamientos, un imparcial:

Aquí tosca pluma, aunque lerda,
por este papel que vi,
a V.S.Sª. recuerda
que como otros no se pierda
por no merecerlo así.»

Texto.- Al número 53 del referido interrogatorio se contesta de la siguiente manera:

53.- Los monasterios de frailes y beatas que hubiera en el pueblo, con lo que se supiere de sus fundadores y el número de edificios y rentas que hubiese.

Hay en esta villa tres Conventos o Monasterios, el uno de religiosos de San Francisco, de regular observancia, otro de Religiosas Terceras de dicho patriarca y otro de Religiosas Jerónimas.

El Convento de religiosos franciscanos fue fundado en el año de mil cuatrocientos setenta y seis (1.476) por los Excelentísimos Señores D. Enrique Enríquez y Dña. María de Guzmán, en virtud de la bula de S.S. Sixto IV; y como su marido se hallase prisionero de guerra en Portugal cuando acompañó al Sr. Rey D. Fernando el V, su sobrino, en el cerco del castillo de Zamora, dicha Sra., como a quien correspondía esta villa, lo puso en ejecución; cuya Iglesia y claustro amplificó el Excmo. Sr. D. Luis Enríquez de Guzmán, Conde de Alba de Aliste y Villa flor y Virrey de los reinos de Perú y Méjico, y su mujer Dña. Hipólita de Córdoba y Cardona.

Cuya iglesia es de obra exquisita de sillería, con un retablo de pintura que los inteligentes no solo dudan la mano del autor de ellas sino el precio que se le puede dar, pues en su clase es obra singular. Cuatro arcos en su capilla mayor los dos con dos cajones cada uno para sepulcros, o depósitos, y sobre ellos unos bultos de alabastro de grande magnitud y perfección; los del cuerpo de la iglesia aunque tienen los cajones, no se hallan efigies como en los otros.

Dicho Convento, el presente, tiene veintidós sacerdotes, tres religiosos legos, tres donados, y tres sirvientes y, por lo regular, lo común es ser el mismo número; sus rentas de fundación y agregaciones con diversos respetos, son diez y seis mil quinientos noventa y ocho reales y veinticinco maravedíses, veinte fanegas de trigo y treinta de cebada, que todo lo paga la Casa de Alba de Aliste; también tiene algunas donaciones entre particulares por aniversarios, que cobra su Sindico con arreglo a su instituto.

En dichos panteones de capilla mayor están Don Enrique Enríquez, hijo de Don Alonso Enríquez y de Dña. Juana de Mendoza, primer Almirante de Castilla y nieto de Don Alonso el Onceno, primer Conde que fue de Alba de Aliste; en el otra Doña María de Guzmán, su mujer. En el cuerpo de la iglesia, en los otros arcos y gavetones, están Don Luis Enríquez de Guzmán, nono Conde de Alba de Aliste, y segundo de Villa Flor, y Dña. Hipólita de Córdoba y Cardona su mujer; en otro está Don Manuel Enríquez de Guzmán, duodécimo Conde de Alba de Aliste y tercero de Villa Flor, remitido por la Excma. Sra. Dña. Andrea de Velasco, hija de D. Bernardino de Velasco Condestable de Castilla y León, Duque de Frías, y de Dña.  Isabel de Guzmán, su mujer.

Dícese tener en su iglesia una cabeza de las once mil Vírgenes, una costilla de San Pedro Regalado, pero la más celebre y venerable memoria de dicha iglesia es un crucifico que se venera en una suntuosa capilla con la vocación de Cristo de las Injurias, cuyo título le ocasionó la perfidia de ciertos hebreos que con sacrílega osadía apedrearon la soberana imagen en un ermita tres cuartos de legua de esta villa, término de la de Portezuelo, llamada Villasbuenas; los que, según la Crónica de dicha Provincia y otros documentos a primera instancia fueron presos por la Justicia de esta villa, y traída su imagen a ella, y como la de Portezuelo la pretendiese manifestando el claro derecho que le asistía, el Santo Tribunal de la Inquisición, quien cono privativo conociera en la causa, tomó el termino medio de depositarla en el Convento donde se halla, siendo el imán de los corazones no sólo de los vecinos de esta villa sino de todos los pueblos de sus inmediaciones, a donde concurren frecuentemente con suplicas y votos en común o en particular, siendo testigos que convencen las piedades que dispensa Su Divina Magestad con sus devotos, la muchedumbre de tarjetas presentadas y otras demostraciones que llaman la atención a creer que en todos los tiempos ha franqueado y dilatado dicha Sagrada imagen el raudal de sus favores con sus devotos»

Hasta aquí el objeto de esta comunicación pues los otros dos conventos de monjas: el de Ntrª Sra. De la Encarnación, de Religiosas Terceras, y cuyo solar se ha utilizado para edificar el grupo escolar hoy existente; y el de Ntrª Sra. De la Salud, de Religiosas Jerónimas, que subsiste en la actualidad.

Del Convento de San Francisco, hoy en ruinas, se conserva la iglesia y el claustro, salvo la balaustrada superior, pero no las pinturas del retablo que menciona la «Relación» ni los bustos de alabastro que cita. El edificio se halla situado al poniente de la villa, en sus inmediaciones.

La imagen del Cristo de las Injurias se conserva y se venera en la Iglesia parroquial de San Pedro, de esta villa. Termino indicando que la «Relación» esta firmada, sin que se consignen cargos, por Francisco Narciso Gutiérrez y Francisco de Granda Ribero.

Madrid a 23 de Septiembre de 1971

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