Oct 011983
 

Juan Pedro Vera Camacho.

Los toponímicos extremeños en el globo terráqueo son abundantísimos, como consecuencia de la labor que nuestros paisanos desarrollaron en la conquista y colonización de otros mundos. Vamos a reseñar aquí algunos de ellos -no todos, desde luego-, para conocimiento de las nuevas generaciones de extremeños.

Por ejemplo, GUADALUPE, que aparece más de treinta veces en el mapa: pueblo en la provincia de Cáceres, en zona agreste de las Villuercas, donde Gil Cordero halló la imagen de la Virgen.

  • Población en la costa del Pacífico, estado de California, al norte de Punta Sal, 30 kilómetros al oeste de la estación de Santa María, y a 90 kilómetros al oeste de Los Álamos.
  • Ciudad con obispado en la California mejicana al este del monte Gipfel a 4.584 metros de altitud, Cruza la Villa el río de los Burros.
  • Pueblo en el estado de Colorado, sobre la carretera de Conejos, afluente del Río Grande del Norte.
  • Sierra volcánica en el límite de los estados de Arizona y Nuevo Méjico. Orientada de norte a sur cruza la frontera de Estados Unidos y Méjico.
  • Cañón situado en Méjico. En él nace el río Bapetito, a 5 kilómetros al este de San Bernardo.
  • Ciudad fluvial al este del Río Grande del Norte, a 8 kilómetros de San Ignacio. A 22 kilómetros está el ferrocarril más cercano, que va del Paso a Chihuaua.
  • Puerto a 4.172 metros de altura, en el estado de Texas, junto al río Delaware.
  • Ojo, por el que pasa la carretera; pasa por él la carretera que bordea Nuevo Méjico, a 25 kilómetros al oeste de Ojo de Cuervo.
  • Río en el estado de Texas entre los ferrocarriles de Canfort y San Marcos.
  • Villa sobre un afluente del río Magdalena, en Colombia, estado de Bocaya.
  • Villa en Perú, provincia de Lambayeque, entre Lagos y Pacasmayo.
  • Pequeño pueblo de Bolivia, en zona muy montañosa, junto al río Grande, en la provincia de Potosí.
  • Lago junto a la ciudad de Santa Fe, en Argentina, un poco al norte de la ciudad de Paraná.
  • Islas en el Océano Pacífico, al norte del archipiélago de Magallanes, frente al Japón, del que las separan 1.800 kilómetros.
  • Santuario Maroano, en Méjico. En él se venera la imagen de la Virgen que halló Juan Diego.
  • Isla en el mar Caribe, perteneciente a Francia, al norte de Venezuela.
  • Pequeña ensenada en la tierra de Fuego, en Argentina.
  • Localidad a 10 kilómetros al norte de la cuidad de Méjico.
  • Pequeña localidad entre las bahías de Santa Inés y Ballenas, en California.
  • Localidad en las estribaciones de la sierra de Duranzo, en Méjico.
  • Localidad en el estado de San Luís del Potosí, en Méjico.
  • Localidad mejicana en el estado de Guerrero.
  • Localidad del estado de Tejas, al sur de Cerralvo.
  • Localidad con ferrocarril en el estado de Tlaxcala, Méjico, a 2.480 metros de altitud.
  • Localidad cerca de la Habana (Cuba), al sur de Guanabacoa.

MEDELLÍN:

  • Pueblo natal de Hernán Cortés, en la provincia de Badajoz, a orillas del Guadiana.
  • Puerto y nudo ferroviario en el estado de Veracruz, en Méjico.
  • Ciudad de Colombia, en zona montañosa, al este del río Cauca.

MÉRIDA:

  • Ciudad de la provincia de Badajoz, antigua capital de Lusitania, nudo ferroviario.
  • Nudo ferroviario en Yucatán, Méjico.
  • Ciudad a 1819 metros de altitud, en los Andes Venezolanos.
  • Sierra en Venezuela, junto al golfo de Maracaibo.
  • Pequeña localidad de Colombia, en la costa del Pacífico.

TRUJILLO:

  • Pueblo de la provincia de Cáceres, patria de los Pizarro y Orellana, con grandes monumentos.
  • Localidad en los Andes venezolanos, al norte de Mérida, y a 818 metros de altitud.
  • Puerto en la costa peruana, provincia de Libertad.
  • Localidad al nordeste de la isla de Puerto Rico, en zona muy montañosa.
  • Localidad en Puerto Rico al sur de San Miguel.
  • Localidad cerca de Fresnillo, estado de Zacatecas, Méjico.

CÁCERES:

  • Capital de la alta Extremadura.
  • Localidad al sudeste de la isla de Luzón, en Filipinas.

ALTAMIRA:

  • Sierra cercana a Guadalupe, en la Oretana, provincia de Cáceres.
  • Población fluvial al norte de la República Dominicana, al sur de Puerto Plata.
  • Pequeña población con carretera al norte de la ciudad de Tampico, en Méjico.

ALBURQUERQUE:

  • Pueblo extremeño cercano a la frontera con Portugal.
  • Isla al este de la costa de Nicaragua.
  • Población ferroviaria, en el estado de Nuevo Méjico, junto al río Grande del Norte.
  • Población en Venezuela, cerca de la frontera con Colombia.

CABEZA DE VACA:

  • Pueblo de la provincia de Badajoz, entre Monesterio y Montemolín.
  • Cabo al sur del pueblo de Tortoralillo, en Chile en la costa del Pacífico.
  • Localidad de Chile, a 150 kilómetros al sur de Antofagasta, en los Andes.

QUINTANA:

  • Pueblo de la provincia de Badajoz, comarca de la Serena.
  • Puerto marítimo en el Golfo de Méjico, y a la vez fluvial sobre el río Brazos.

CORTÉS:

  • Conquistador extremeño nacido en Medellín.
  • Estación ferroviaria en la línea de Guadalajara a Querétaro, Méjico.
  • Ensenada en al parte sur-occidental de Cuba, frente a Pinar del Río.
  • Montaña en el estado de Nevada, Estados Unidos, a 5.006 mts. de altitud.
  • Puerto en la parte norte de Honduras, junto al río Chamelecón.

PIZARRO:

  • Conquistador extremeño nacido en Trujillo.
  • Pantano entre el río Salado y arroyo Calchaqui, en Santa Fe, Argentina.
  • Ciudad en a provincia de Salta (Argentina), junto a río Jujuy.
  • Cerro junto al ferrocarril de Puebla a Jalapa, Méjico, cerca de Tepeyahualco.

VALDIVIA:

  • Conquistador extremeño nacido en Castuera.
  • Ciudad importante de Chile, cerca de Punta Corral, puerto de mar.
  • Villa junto al río Cauca, en Colombia, provincia de Antioquía.
  • Ciudad costera de Ecuador al noroeste de Guayaquil.
  • Provincia de Chile, en el centro de la nación.

BALBOA:

  • Conquistador extremeño nacido en Jerez de los Caballeros .
  • Importante ciudad de Panamá, en el extremo del Canal del mismo nombre en la costa del Pacífico.

ORELLANA:

  • Descubridor extremeño nacido en Trujillo.
  • Pueblo de la provincia de Badajoz, donde vivió San Juan de la Cruz.
  • Pequeño río venezolano, frente a la isla Margarita.

SANTA CRUZ DE LA SIERRA:

  • Pueblo de la provincia de Cáceres, cercano a Trujillo.
  • Ciudad de la altiplanicie Boliviana, en zona muy agreste y escondida de aquél país.
Oct 011983
 

Eleuterio Sánchez Alegría.

Responde este epígrafe a un capítulo que el autor de la «RUTA DEL RIO JERTE» (Plasencia, su Valle y zonas de influencia hacia el N. y S. de la Vía de la Plata) ha escrito como razonada explicación al hecho insólito que aparece en las catedrales de Plasencia, Ciudad Rodrigo y Zamora. Es el caso curioso de las habilísimas tallas satíricas del genial Rodrigo Alemán, a finales del siglo XV y principios del XVI, burlescas, deshonestas e irrespetuosas en grado sumo contra curas y frailes, sin respetar jerarquías, y que se consideran producto netamente renacentista. Tal vez una verdadera venganza contra alguna alta autoridad eclesiástica y que se repite encarnizadamente en los tres coros catedralicios.

En una época en que el lodo salpicaba hasta la Curia Pontificia, el autor de este comentario cree que posiblemente este ataque personal pudiera haber sido dirigido contra los arzobispos de Santiago Alfonso, padre e hijo, cuyas flaquezas históricamente se constatan…

La sátira anticlerical cobijada en la sillería catedralicia

Pero en nuestro pensamiento al menos no podemos todavía alejarnos del sagrado recinto de la Catedral Nueva de Plasencia, sin hacer un comentario de la genial sillería de la ciudad del Jerte, en que la intencionalidad anticlerical del gran maestro Rodrigo Alemán llega a su colmo y se encarniza en forma despiadada.

Las razones que tuvo para obrar así las desconocemos y todo son conjeturas por ahora. Como acertadamente dice nuestro amigo el M. I. Deán D. Ceferino García, «su vida y muerte quedó sumida en el misterio. Conocemos su figura, que quiso inmortalizar en la misericordia del asiento del Obispo y en la de la silla presidida por la taracea de San Nicolás, santo alemán, tal vez de la devoción infantil de Rodrigo».

Sus tallas logradísimas y originalísimas son algo inimaginable desde todos los puntos de vista. Se hicieren para la Catedral Vieja y se situaron en la Nueva el año 1567. Son para persignarse y dejan estupefacto al que las contempla por primera vez. El mismo Ramón Mélida no sale de su asombro y he aquí su magistral comentario, al que poco o nada cabe ya añadir:

«Lo ideal y lo real, lo trágico y lo burlesco, todo esto y con ello lo que menos podía esperarse, la licencia y la grosería se ve en estas singulares tallas, bajo las bóvedas del sagrado recinto. Y aún no es esto todo lo que da testimonio de la incomprensible tolerancia del clero y la sociedad de aquel tiempo con los artistas que, acaso a pretexto de representar los vicios para hacerlos aborrecibles, o bien porque lo picaresco estaba harto bien recibido y celebrado, no se iban a la mano en pasar de lo libre a lo obsceno y a la más baja grosería.

En los sitios más disimulados, en las misericordias, que no se ven mientras no se levantan los asientos, es donde se ven tallados los asuntos mas licenciosos. No lo son todos. Algunos relieves representan las artes y los oficios: un escultor tallando una imagen, un carpintero trabajando en su banco; otros representan motivos de la vida corriente, como un juglar a caballo con un mono o una suerte de toros; otros asuntos son de pura fantasía como un hombre con cabeza de mono haciendo bailar a un cerdo; algunas veces se trate de ejemplos morales como el suplicio o quema de un hombre y una mujer, sin duda unos adúlteros; otras veces diríase que se han representado los vicios para hacerlos odiosos y así vemos la gula en un banquete al que asisten hombre y mujer, o la embriaguez de una dama.

Pero otras veces la intención picaresca es patente, como una dama que frente al espectador y con las faldas levantadas se lava los pies. O bien la escena burlesca de una dama que azota las carnes de un hombre, o bien otra que tiene que defenderse de un caballero. Más grave es todavía cuando el héroe de la burla o del lance amoroso es un fraile: uno de ellos caído y con los hábitos levantados es mordido por un perro; en otro relieve un fraile requiere de amores a una dama, y luchando con ella se le representa en otro. Aún la sátira llega a lo increíble en cuatro personajes cuyos inflados cuerpos son pellejos y que parecen ensayarse en el canto llano, o en el sermón burlesco de un reverendo con cabeza de zorro a unas gallinas. Y aún hay otros asuntos, como una mujer y una marrana o una marrana y un mono, de grosería tal que no es posible describirlos».

Por lo demás y así termina el comentario del citado arqueólogo, «aparte los asuntos, todos estos relieves son interesantísimos por lo numerosos datos que contienen para conocer los trajes, los muebles y objetos usuales en el siglo XV, todo lo cual constituye para el estudioso un curso de Arqueología. Por lo que hace al arte, toda la sillería es obra de primer orden… «

El hecho, sin embargo, de las escenas burlescas y groseras está de todas formas muy patente. Si ello obedeció a una determinada actitud de venganza frente a la jerarquía eclesiástica, a un acendrado odio y desprecio de la religión cristiana por las razones que fuere, es preciso un espíritu satánico para concebir y ejecutar premeditadamente tan depravadas escenas. No creemos en absoluto en su inocencia. Ni el Renacimiento ni ninguna circunstancia justifica que se pueda decir por alguien que «no representan en manera alguna irreverencia, sino que constituyen condenación de vicios o risueña represión de amaneradas costumbres». Si hubo o no hubo relación intencional de yuxtaponer pasajes religiosos con temas burlescos y ello fuera como la pro testa o censura del vicio y de la impiedad, no es tan fácil afirmarlo y más difícil todavía probarlo. Habrá que asentir tal vez a lo que, a propósito de las tallas del coro de Zamora intensamente groseras y procaces como las de Plasencia y Ciudad Rodrigo, comenta A. Gamoneda: «Visto lo que se ve, yo pienso que la religiosidad de aquellos artistas tenía cierto aire extra-católico; se olisquean los tufillos de la Reforma. Pero, también seguramente, en estas pequeñas creaciones existe una motivación moral: negativa en unos casos, cuando se trata simplemente de procacidad; positiva y crítica en otros, cuando la figuración alude y fustiga vicios a los que la clerecía y los monasterios no fueron ajenos en aquellos y los pasados siglos».

Con su atrayente y cautivador estilo José Mª Pemán así nos comenta las sillerías de coro en nuestras iglesias españolas y de manera general dice: «Estas sillerías de coro son como maravillosas viñetas que ilustran todo el libro de nuestra historia y de nuestra alma. Devoción, sentimiento, duda, todo esto y mucho más está expresado a trozos en esas riquísimas tallas, con toda la variedad y todo el vaivén del espíritu humano. Tienen estas sillerías algo de libros de horas y algo de álbum de caricaturas. Nuestro misticismo y nuestra socarronería están en ellas en amigable maridaje como están en nuestro espíritu… Todo es sinceridad en estas tallas que ríen y que lloran, que rezan y que pecan, como peca y reza y ríe y llora toda esta España de las Santas Teresas y los Lazarillos de Tormes».

Y con referencia concreta a las tallas de Rodrigo Alemán, que ni las nombra siquiera ni las vitupera, prosigue diciendo: «Toda la vida y las preocupaciones de la pequeña sociedad que rodeó, al convento o a la catedral, cuando la sillería se tallaba, han pasado a ella en alegres y traviesas alusiones. Todos son colaboradores de la obra como en el romancero o en la música coral. Apenas en algún rincón, el artista, como una pequeña rebeldía, se permite un leve desahogo personal a modo de sátira o libelo, contra algún obispo o algún abad, que andaba remiso en el pago de sus soldados, así como los pintores de retablos de ánimas; retratan a veces, por una ingenua venganza, a sus enemigos entre las llamas del purgatorio. De ahí vienen esas tallas burlescas de los obispos con alas de murciélagos o los salmistas cuyos cuerpos son odres de vino».

Más adelante, distinguiendo ya perfectamente entre las tallas candorosas, expresiones de la fe arraigada y firme, y las burlas atrevidas e irreverentes, afirma de manera categórica: «Es la invasión de la duda, del espíritu libre y desenvuelto. Erasmo y Lutero están ya agazapados detrás de las sillerías, como esos diablos que ellas presentan, a veces acurrucadas a los pies de un moribundo. El cincel, como la pluma, se atreve a herir lo más sagrado. El libre examen se entra, como una plaga de langosta, por los ventanales de la iglesia, y hace anidar en las sillerías los monos y diablos con mitra, las zorras con hábito de frailes, predicando a las gallinas al mismo tiempo que les roban los pollos. He aquí los comentarios de un nuevo estudio de nuestro espíritu nacional: orlas jugosas y realistas, admirables para ilustrar los diálogos de Luís Vives o los versos de Cristóbal de Castillejo.

Todos esos frailes y monjas que aparecen en las tallas, haciendo mil picardías y diabluras, son la cristalización del anticlericalismo de las vísperas del Concilio de Trento… No sólo está en ellas lo que éramos (la historia, las costumbres…) y lo que pensábamos (ideas, doctrinas…), sino que en ellas está también lo que soñábamos y lo que imaginábamos».

Alude luego a las sillerías españolas con hábiles palabras de exaltación de la Naturaleza, de forma que como si diera una bendición sacerdotal sanciona todas las cosas: lo sublime y lo grotesco, lo correcto y lo deforme.

«Para el Cristianismo la Creación toda es una obra divina y el contacto de las manos de Dios la embellece toda. Ante este nuevo concepto, las puertas del Arte se abren de par en par y, redimidas y bautizadas ya por el amor cristiano, entran en confuso tropel todas las formas incorrectas y grotescas: los enanos de Velázquez, los mendigos de Cervantes, las figuras, los animales y las flores extrañas de las sillerías. Es como una gran orgía de la naturaleza exaltada; como un último delirio del amor fraternal de San Francisco de Asís para todas las cosas y para todos los seres… Para el artista del Renacimiento cristiano la gama de los temas y de las formas se estira hasta lo infinito…

Este es el secreto, a mi juicio, el íntimo secreto de las maravillosas locuras de las sillerías. Significan la aceptación cordial de todas las cosas y todos los seres. Son como una ofrenda total de la Vida y de La Naturaleza dentro del templo cristiano».

Y finalmente termina su Prólogo a las «Sillerías de coro en las iglesias españolas» por Pelayo Quintero Atauri con estas palabras sentenciosas que condensan su criterio a manera de epifonema: «Nuestras sillerías son toda la crónica escandalosa a ratos y a ratos devota de varios siglos del espíritu español».

A tan sabio comentario del erudito gaditano, cabría añadir que, a pesar de las alusiones literarias a las licenciosas costumbres del Renacimiento, nadie, que yo sepa, ha extraído de nuestros bien surtidos archivos ningún ejemplo en España parecido al del memorable «Prior del Hospital», protegido de de la Corte de Santarem, quien, pese a su voto de castidad, engendró 32 hijos, entre los que se cuenta al extraordinariamente valeroso Nuño Alvares Pereira, famoso Condestable de la batalla de Aljubarrota, bajo el reinado de Juan I de Castilla (año 1385)… Su madre, Iria Gonçalves de Carvalhal, expiaría sus pecados (11 hijos tuvo con el célebre Prior), enclaustrada durante 40 años en el convento de Sernache denominado «Bomjardim»…

Esto sucedía hacia finales del siglo XIV, cuando el Cisma de la Iglesia se estaba confirmando e ideas paganas o peregrinas pululaban ya en mentes de cultos eclesiásticos. Los versos de Petrarca eran leídos con gran delectación junto con los libertinos e irrespetuosos cuentos del «DECAMERONE» de Boccaccio, historias del año 1348 repletes de sensualidad. El humanista eximio Lorenzo Valla escribía en precioso latín su tratado «De voluptate ac uero bono», singular proclamación de los principios de Epicuro como ideal de vida de bastantes humanistas no ejemplares.

Un pensamiento más libre levantaba ya cabeza por todas partes y la conducta cristiana se venía relajando día por día durante el largo periodo del Cisma de Occidente (1378-1418). Principalmente para los poderosos no existirían leyes humanas ni divinas. Si el filósofo escita Anacarsis había dicho ya en el siglo VI a. de C. que las leyes eran «simples telarañas» que sólo aprisionaban a los impotentes, en la primera parte del siglo XVI vemos que Nicolás Machiavelli proclama sin rebozo que la única norma de moral para el Príncipe es su propia conveniencia. Como fatal consecuencia inmediata surgía el «anglicanismo», instaurado por el vicioso y cruel rey de Inglaterra Enrique VIII, de infame memoria, en febrero de 1531. Pero ya anteriormente, en 1516, había precedido el gran desastre religioso en Europa: el Protestantismo de Lutero, con sus variantes de Zuinglio y Calvino…

Pues bien, medio siglo antes, en las postrimerías del XV había hecho su aparición en España el insigne «Maestro Rodrigo Alemán», conocido por su extraordinaria destreza con los nombres de «Maese Rodrigo, tallista» o «Maestro Rodrigo, el Tallador». Parece que el primer requerimiento procedió del Cardenal Mendoza, Primado de Toledo, quien le encargó la sillería baja en estilo gótico de la catedral metropolitana, que se compone de 54 tallas en que se desarrollan como único tema episodios de la «Guerra de Granada». Se remataron el año 1495, a razón de 866 reales y 20 maravedíes por cada uno. Magistralmente efectuados, no aparece aquí nada extraño de lo que será la futura picaresca y sátira anticlerical del Maestro Rodrigo por esa misma época en Plasencia y poco después en Ciudad Rodrigo (1498-1503) e igualmente en Zamora, cuya sillería catedralicia le encomienda el obispo Meléndez Valdés.

Observando la situación geográfica de Plasencia y Zamora, más o menos inmediatas a la frontera portuguesa y la de Ciudad Rodrigo, casi en la propia «Raya», como acostumbramos decir por Salamanca, se nos ocurre pensar si el gran artista alemán no conociese de oídas y rumores la escandalosa vida del «Prior del Hospital» del vecino reino de Portugal y ello influyera en su caricatura burlesca y encarnizada sátira contra el clero. Pero es que, por añadidura, si en los archivos españoles no consta que sepamos nada en contra de las jerarquías eclesiásticas de dichas diócesis, es lo cierto que al redactar este capítulo encontramos en una narración escrita un caso aislado de notoria inmoralidad por aquella misma época de finales del siglo XV en la provincia metropolitana de Santiago de Compostela, en que se hallaban comprendidas estas tres diócesis precisamente, además de otras varias.

Calumnia o no calumnia, fábula o triste realidad, nos cuenta Alberto Valero Martín en su libro «Castilla madre. Salamanca» (Madrid, 1916), al referirse a «LA CASA DE LA SALINA», que el famosísimo arzobispo de Santiago de Compostela y Patriarca de Alejandría Don Alfonso de Fonseca, hijo de una familia noble de Salamanca, edificó precisamente este gran palacio plateresco, «del más elegante y libre gusto del Renacimiento», en la calle de San Pablo, en honor de Doña María de Ulloa, una hermosa dama gallega. Y hace constancia de que formó aquel propósito para desairarla del agravio que la hicieron las autoridades salmantinas, cuando a finales del siglo XV, llegó a la Corte de Juan II a Salamanca con extenso séquito de prelados, nobles caballeros y gentiles damas. Doña María de Ulloa se sintió muy postergada en dicha ocasión, desprovista de digno alojamiento…

Valero Martín añade un párrafo emotivo entre comillas, como si se tratase de testimonio ajeno y del que transcribe tan sólo este fragmento:

«… Vedme llorar de los ojos, y pensad que lloro también del alma. Y ¿habréis de consentir mi afrenta y la de nuestro hijo por nacer? Apartaos, apartaos de mi y nunca más volváis, que hombre que así consiente que me afrenten en tu tierra, no es merecedor de que estos ojos le miren ni estos labios le regalen».

Ante tales sucesos, muy humanos por cierto, que se produjeran de hecho o no, en las altas o bajas esferas eclesiásticas, pero que la maledicencia popular nunca perdona y a veces inventa, no hacía falta demasiada animosidad en un artista extranjero, judío o simplemente ateo, y por supuesto excesivamente librepensador, para fomentar ese tipo de producción degradante que sabía de antemano sería siempre bien acogida con hilaridad por un público escéptico de la vida espiritual, indiferente o muy comprensivo ante las miserias de los hombres.

Picado de la curiosidad y sentido crítico de la historia, he tratado de hacer más averiguaciones y compruebo que otras fuentes confirman el testimonio del libro novelador «Castilla madre. Salamanca».

No hay duda de que a fines del siglo XIV un destacado noble portugués, Pedro Rodríguez de Fonseca, Señor de Olivenza, se mantuvo en las Cortes de Juan I y Enrique IV. Era un emigrado de su país, a causa de las contiendas civiles de su tiempo. Tenía una hija llamada Beatriz que se casó en Toro con Alfonso de Ulloa, iniciando un importante linaje nobiliario que conservó generalmente el apellido Fonseca y en el de figuran toda una serie de personajes llamados Alfonso o Alonso, quienes ocuparon altos cargos eclesiásticos desde mediados del siglo XV hasta mediados del siglo XVI, lo cual (y esto es lo más curioso de recalcar en este momento) no les impidió dejar a la posteridad una numerosa descendencia. Dinastía nobiliaria con una excepcional hegemonía política en la Corte castellana, precisamente por su carácter eclesiástico. Durante más de un siglo esta noble familia tuvo un especial sortilegio para enredar a nuestros infortunados reyes y a aquellos otros que alcanzaron el cenit de España. Tal vez sea para pensar si en estos prelados de altos cargos no estuviera la clave de nuestras grandes relaciones internacionales de la diplomacia mundial, en aquella época en que los Papas eran a la vez que dirigentes de la Cristiandad grandes Jefes de sus Estados Pontificios…

Pues bien. El primero de estos grandes personajes llamado Alfonso (Toro 1418-Coca 1473) fue un segundo hijo de Beatriz, nombrado capellán mayor del futuro Enrique IV. Bien pronto se le constituye en obispo de Ávila en 1445 y en 1453 es promovido a arzobispo de Sevilla. Casa a Enrique IV con Juana de Portugal y se erige en principal dirigente en las luchas civiles de Castilla. Por razones que no son del caso relatar, se indispuso con el Rey y se pasó al bando del Príncipe Alfonso, si bien trató de mediar entre ambos hermanos y guardó en rehenes en uno de sus castillos a la reina Juana. A la muerte del Príncipe, volvió a la obediencia del Rey, teniendo una muy destacada intervención en el Pacto de Toros de Guisando, en que se proclamara Reina de Castilla a Isabel. Este prepotente prelado fundó el mayorazgo de Coca y Alaejos, que se convirtió en el núcleo de los dominios de esta rama de la familia.

Pero, en realidad, la acción política del precitado Alfonso I nos importa ahora en función de su ínclito sobrino Alfonso II de Fonseca, que hay que suponer naciera de un pariente de éstos Alfonsos en Salamanca, quien ocupa la sede metropolitana de Santiago, gracias a la influencia de su ilustre tío. Es posible que entonces hicieran los nombramientos directamente los Reyes. En tiempos de los Reyes Católicos el Papa Sixto IV otorga, desde luego, una Bula con muy amplias concesiones (1478), aunque sus atribuciones se aplicaban a los poderes de la Inquisición española… Verificado, pues, el nombramiento he aquí que surge una fuerte resistencia armada en la archidiócesis y entonces tío y sobrino resuelven intercambiar sus respectivas mitras el año 1460, hasta tanto que el poderosísimo tío sometiera a los cabecillas de la insurrección y pacificara las tierras que dependían de Santiago. Así se verificó, en efecto, pero lo curioso es que, una vez alcanzada la pacificación allá por el año 1463, el sobrino ya no quería retornar a la sede de Santiago. Allí volvió contrariado y aquí es de suponer que conoció a la noble dama María de Ulloa, señora de Cambados, (tal vez pariente suya, si reparamos en el apellido Ulloa), de quien nació, en Santiago el año 1476 el todavía más ilustre vástago de los Fonseca el Alfonso III, que estudió en Salamanca y siguiendo la carrera eclesiástica sucedió a su mismo padre en la sede arzobispal de Santiago en 1508.

En su culto padre, muerto en Santiago en 1512, había sido un hombre extraordinario, aunque en menor escala que el tío Alfonso que le había precedido, este tercer Alfonso de Fonseca supera a los anteriores en formación teológica y humanística siendo el típico gran señor eclesiástico del Renacimiento, con sus eximias cualidades y defectos, manteniendo correspondencia con Erasmo de Rotterdam, a quien pagaba una pensión anual, mientras fundaba los esplendorosos colegios Universitarios que llevan su nombre en Santiago y Salamanca. Indudablemente era la gran figura de su época y con razón en 1524 era nombrado arzobispo de Toledo, Primado de España, y por ello en 1527 bautizó al que sería nuestro gran Felipe II. Para terminar nuestro comentario sobre los Prelados Fonseca y volviendo al tema que fue objeto de este capítulo, declaremos que en estos siglos gloriosos del Renacimiento triunfante, el clero incluso de las más altas esferas vivía muchas veces al margen del celibato y un tan eximio eclesiástico cual el tercer Alfonso de Fonseca tuvo de Juana de Pimentel diversos hijos, debiendo citar entre ellos a Diego, que fue mayordomo de Felipe II.

La época del tallista Rodrigo Alemán coincidió en España con las de los arzobispos Fonseca, hombres con sus debilidades humanas, cuando la Corte Pontificia, regida por el inteligente español Alejandro VI (1492-1403), no era por cierto un modelo de virtud. Por ello, consideramos que los arzobispos Fonseca puedan ser probablemente la clave del enigma picaresco que con encono trata de difamarlos en los coros de nuestras Catedrales.

Quizá por demasiado respeto a personas concretas, se ha tildado a estas tallas burlescas como producto espontáneo de la época renacentista. En realidad, no estaba aún muy lejano el recuerdo hiperbólico de las atribuidas inmoralidades de Alejandro VI, el inteligente Papa Borja y posiblemente la gran masa católica y devota había sabido comprenderlo todo muy humanamente, en razón del Renacimiento desbordado en todos los países, pensando con San Agustín que los ministros del Señor no son más que meros canales transmisores de la gracia y lo que contaba para ellos era la fe…

Comoquiera que sea, es lo cierto que existían unos precedentes de poco o ningún respeto al celibato en el bajo y alto clero en tiempos anteriores a la Reforma y precisamente surge ésta, exaltando más de la cuenta el matrimonio y presentando como modelo la doctrina y ejemplo del propio Lutero, quien cínicamente escribe en una de sus «CHARLAS DE SOBREMESA»: «En el primer año de casado se vienen unas ocurrencias extrañas. Cuando uno está a la mesa, piensa: «antes estaba solo, ahora estoy acompañado». En la cama, cuando se esta desvelado, ve un par de trenzas junto a él que antes no veía… » Y exclama: «¡Ay Dios mío querido! Que el matrimonio no es solo algo natural, sino también un don divino que proporciona la mas dulce, grata y honesta de las vidas, incluso más que el celibato y la soltería cuando el matrimonio sale bien…»

Lutero, contemporizando muy armónicamente con su época, hace una verdadera apología del matrimonio, afirmando que es una ley natural impuesta por Dios a toda la creación: «El matrimonio está inmerso en toda la naturaleza, porque en todas las criaturas se da el macho y la hembra. También los árboles se maridan, lo mismo que las perlas. Incluso entre las rocas y las piedras se da el matrimonio…»

Las críticas circunstancias en que se desenvolvía la Iglesia de Roma, pocos años antes de surgir a la palestra Martín Lutero, habían obligado a Julio II, intrépido Papa defensor de los Estados Pontificios y gran alentador de la Basílica de San Pedro, a convocar el XVIII Concilio General, V de Letrán, (1512-1517), en que se intentaba en principio una reforma completa de la Iglesia romana en su cabeza y en sus miembros, pero de hecho falto luego la decisión para hacer cumplir dichos mandamientos…

Precisamente el 31 de octubre de 1517 aparecen en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, en Sajonia, las 95 Tesis de Lutero, redactadas en latín y que eran un desafío intelectual dirigido a los dominicos que predicaban la necesidad de adquirir indulgencias. En Alemania se promovía la agitación y, tras la Dieta de Worms, en presencia del joven Emperador Carlos V el día 22 de enero de 1521, sobrevendrían las guerras encarnizadas por cuestión de religión en que consumiría su existencia nuestro idealista Emperador…

Al fin, por lo que cabía a la Iglesia Católica, la solución habría de venir del cielo y el Papa Paulo III un año antes de la muerte de Lutero en Eisleben (18 de Febrero de 1546) tuvo la feliz idea de convocar el famoso concilio de Trento, año 1545, que puso orden y derramó luz en temas dogmáticos y preparó con divina sabiduría el camino para la reforma de las costumbres. Indudablemente fue el medio providencial más importante para la verdadera reforma de la Iglesia frente a las innovaciones protestantes, como dice el P. Bernardino Llorca.

Tres grandes Papas reformadores surgieron tras el Concilio de Trento: Pío V, Gregorio XIII y Sixto V, quienes lograron cambiar radicalmente la faz de la nueva Cristiandad. La fe se avivó cada día más intensamente, las costumbres del clero fueron en lo sucesivo ejemplares y fueron virtuosos sus prelados.

Oct 011983
 

Ángel Paule Rubio.

«La mentalidad de un pueblo, queda plasmada en su saber popular».

El mundo camina muy deprisa. Lo que hoy es mañana, ya no es. No queda ni el recuerdo. Las máquinas piensan, se humanizan. El hombre se deshumaniza, pasa de ser centro, para convertirse en número. Da miedo pensar en el futuro. ¿Dónde están esas raíces profundas cargadas de tradiciones, de saber, de afectividad? Todo se esfuma con la ligereza del rayo. No hay pasado, ni siquiera presente. Todo es futuro. Lo que no es materia se destruye. Estamos disconformes, pero aceptamos.

Solo viven una vida plena, los poetas, literatos, artistas. Aquellos que juegan con el espíritu. Tenemos que hacernos algo de poeta para ver con los ojos cerrados y cantar la vida. Tenemos que escribir la novela, plantar un árbol y plasmar en el lienzo de la fantasía la imagen del abuelo con el niño sobre sus piernas transmitiéndole un cuento, un acertijo, una sentencia. ¡Qué lejos queda todo aquello!.

Mi trabajo, el de todos, será recopilar aquellos refranes, sentencias y acertijos que condensen el saber de pasadas generaciones.

Encuestados niños, concretamente cien, de doce a quince años, sobre estos saberes, se observó una triste realidad: No queda nada.

Acertijos que en castuo llamamos acertajones y que hacían las delicias de niños, jóvenes y viejos en las frías noches de invierno en aquellas veladas familiares, tan llenas de calor, han pasado. También de eso paso dicen los jóvenes de hoy.

Por ello entiendo, entendemos, que estas cosas hay que salvarlas, recoger nuestro folklore, que es cultura y nos corresponde a nosotros, a los que tenemos un pie en la generación de antaño, cargada de romanticismo, de poesía, y el otro en la de hogaño, cargada de materia, de cansancio, de aburrimiento, producto de dosis excesivas de facilidad, de divertimiento, de ocio.

Refranes, sentencias y acertijos, es un compendio de filosofía popular, de gracia, de síntesis, de chispa, de inteligencia.

Hoy hablamos mucho, decimos poco. Ayer esencia de palabrería, agudeza de ingenio.

Refranes, sentencias y acertijos será el trabajo que ya casi en el empolvado olvido de la historia, tenemos que salvar. Hay que limpiarlo, acrisolarlo y estucarlo en las páginas de un libro como tesoro imperecedero que hable a los futuros siglos de nuestro pueblo, costumbres, vida y mentalidad histórica. Ahí queda nuestro acervo cultural para los estudiosos del futuro y nos digan: Gracias, muchas gracias.

Hemos elegido Villanueva de la Sierra. No quiere decir que los pueblos limítrofes no disfruten también de estos saberes tal vez con matizaciones diferentes y a veces con acepciones distintas. Lo que queremos decir que este pueblo sentado en la falda de Dios Padre, que así se llama nuestra sierra, se escuchaba a los octogenarios en una conversación popular y sencilla estos dichos como adorno y colofón de sus disertaciones.

Refranes de siembra y vida campesina

  • Ya se está pusiendo el sol, hacen sombra los terroenes, mírale la cara al amo, verás que jocicu poni.
  • Enero veranero, ni paja en el pajar, ni granu en le graneru.
  • La flor de Febrero, no llega al frutero.
  • Marzo varía siete veces al día.
  • Golondrina anticipada, primavera muy templada.
  • Marzo ventoso, Abril lluvinoso, sacan a Mayo florios y hermoso.
  • Mayo caliente y lluvioso ofrecen vienes copiosos.
  • Primavera fría, cosecha tardía.
  • Lluvia de Agosto, lluvia de miel y mosto.
  • En Octubre coge la yunta y cubre.
  • Por Todos los Santos, a más tardar, el trigo has de sembrar.
  • Al llegar el invierno helado, esté ya el trigo arraigado.
  • De Castilla el trigo, pero no el amigo.
  • De Extremadura el aceite, pero no la gente.
  • Quien siembra a su hora, mas veces ríe que llora.
  • En Marzo se acuesta la gente un rato.
  • En Abril échate a dormir, en Mayo aunque no quiera el amo y en Junio todo el mundo.
  • Cuatro meses, cuatro semanas y cuatro días la puerca paría
  • Gallina con pollinos, tarde llega al molino.

De sociedad

  • No hay tocino pa el puchero y hay escarapela pa el sombrero.
  • A la puerta del industrial, llega el hambre y no quiere entrar.
  • El que con niños se acuesta, cagao se levanta.
  • La ayuda del niño es poco, pero quien la pierde es un loco.
  • Sardina que lleva el gato, tarde vuelve al garabato.
  • El lobo que no anda por sus pies no come la carne que quiere.
  • El que come por mano ajena, come mucho pero no nunca se llena.
  • Donde se saca y no se mete, pronto se llega al jondón.
  • El que perdió burro y mujer no le quedó na por perder.
  • El que anda alrededor de la miel algo tiene que lamer.
  • No compres un burro cojo con intención de que sane, porque los buenos encojan y los cojos, cojos están.
  • Salud y pesetas y lo demás puñetas.
  • Somos arrieros y por el mundo andamos.
  • El mal del milano, la pata pata mala y el papo sano.
  • Oveja que ja que berrea, pierde bocao.
  • La cabra coja no quiere siesta y si la quiere caro le cuesta.
  • El zapato malo más vale en el pie que en la mano.
  • Febrero mocho que solo trae 28.
  • Cuando la cochina se lava la cara to el mundo la repara.
  • El que con lobos anda a aullar se enseña.
  • Padrino de boa y alcalde de aldea, quien quiera ser que lo sea.
  • Cuando mi madrí cierní yo me enjarinu pa que diga la genti que yo he cerniu.
  • De lo que no nos cuesta, llenamos la cesta.
  • Cuando yo hablo, rechina un carro.
  • La ensalá, salá, poco vinagri y bien aceitá.
  • De las sopas se ha dicho: «Tres nombres tienen las condenás; gachas, puchas y poleás»
  • Estropeandu palus se jacin araos.
  • Regotra a chorizo sin haber comio morcilla.

Dichos

  • Que te suelto un pescozón.
  • Que te suelto un lapo.
  • A buenas horas mangas verdes.
  • Eres como el perro del tío Máximo, que en toas las boas se encuentra.
  • Es una escuillera (alcahueta).
  • Componeora de casas ajenas.
  • Eres como tía Cañizara, la de los compromisos.
  • No metas bulla que te sacudo las estopas.
  • El que mucho va y viene al molino tarde o temprano cae en el camino.
  • Eres como tía Balbina, no sabe si mea o orina.
  • Estás como un peo jinchón.
  • Eres como un torovisco.
  • Es tan fácil como tener un burro y andar a jacis.
  • ¡Qué morias tienes!
  • Corre a escape.
  • Corre a echapesca.
  • Que te zurreo la pavana.
  • Que te sobo la pandereta.
  • María …! «Cuu…».
  • Tiralo pa acullá.
  • Eres una pejiguera.
  • Ponte de curriquillas.
  • ¿Te gusta? «Ni fu, ni fa»
  • Vienes to apergollao.
  • Comí aturugullau.
  • Menuo turungullu.
  • Eres una jongona.
  • Vete a sacar merendillas con la jeta.
  • Tiene tres y la bailaera.
  • ¡Pies pa que te quiero!
  • Eres una júrdiga (Retraida)
  • Eres una morucia (Rezobgona)
  • Ni cruu, ni chonchu, ni cociu.
  • Siempre vas detrás como los cojones de los perros.
  • Dímelo dequino (Dímelo dequino)
  • ¡Vaite!
  • No metas voces.
  • Preparó una escabechina.

De juegos de cartas

  • En la mesa y en el juego se conoce al caballero.
  • Cargaita de leña y pa casa.
  • El que con dos empieza no llega a sesenta.
  • Aceituna comía y pipo fuera.
  • A ningún marrano se le quita la baraja de la mano.
  • To las bonitas no se besan.
  • Hasta que no se cabe la vendimia no se friegan los canastos.
  • Por la boca muere el pez.

Picarescos

  • Burro cansao, burro empalmao.
  • Se ve el telón, pero no la función.
  • Cama dura, picha tiesa.

Acertijos o acertajones

  • LA ACEITUNA
    Verde nací, de luto me vestí, las piedras me atropellan y un jugo sacan de mi.
  • EL SOMBRERO
    De la forma de una cazuela y tiene alas y no vuela.
  • LA SARTÉN
    Redondo como un queso y tiene el rabo tieso.
  • LA LENGUA
    Una señorita muy señoreada, siempre va en coche y siempre está mojada.
  • LA PERA
    Blanco por dentro, verde por fuera, si quieres que te lo diga, espera.
  • LAS ESTRELLAS
    Un platillo de avellanas que día se recogen y de noche se derraman.
  • LA CAZUELA Y LA TAPADERA
    Mi abuela estaba en la cocina llegó mi abuelo y se le encaramó encima.
  • LA SACA DE PAJA
    Mi abuela iba delante, mi abuelo iba detrás, contra más se la metía, más tiesa se la ponía.
  • LA VACA
    Por la carretera va caminando lentamente quien no es gente, adivina hombre prudente que el nombre lo lleva atrás.
  • LA AMAPOLA
    Con mi cara encarnada y mi ojo negro,mi vestido verde el campo alegro.
  • EL HOMBRE
    Como un mono yo trepo hasta lo alto y en la altura al moverme parezco un pájaro.
  • LA CEBOLLA
    Una saca mu remendada y no tiene ni una puntada.
  • EL CANDIL
    Un hombre mu chiquitino y se come los trapos a puñainos.
  • VINO TINTO Y ROJO
    Son dos hermanos de religión el una va a misa y otro no.
  • LA CAMPANA
    Una vieja con un diente llama a toa la gente.
  • EL PESO
    Un dindín con dos dindaines y un garabín con dos garabines.
  • EL RÍO
    Largo, largo como una soga y joza, joza como una loba.
  • EL TAMBORIL
    Redondo, redondo como un mortero y trae a las mozas al retortero.
  • LA GRANADA
    Estaba mi abuela en la huerta y la vio mi abuelo con la chocha abierta.
  • EL PEDO
    Entre dos peñas feroces, salió un hombre dando voces.
  • EL CAMPANILLO
    Va al monte y no come, va al río y no bebe, dando voces se mantiene.
  • EL ANILLO
    Redondo redondo como una peseta y le gusta a las mozas que se lo metan.
  • LA INYECCIÓN
    Se la metí, se la saqué, ella lloraba y yo me reía del líquido que la metía.
  • EL HORMIGUERO
    Redondo redondo como un garabil y caben más de mil.
  • LA LLAVE
    Más chico que un ratón y guarda la casa como un león.
  • HOMBRE, TAJO, JAMÓN Y GATO
    Estaba dos pies, sentado en tres pies comiéndose a un pie. Vino cuatro pies, le quitó el pie, entonces dos pies agarró a tres pies por un pie y tiró con él a cuatro pies que soltó el pie.
  • EL SUEÑO
    Estando mi abuela sentada en la cocina, vino mi abuelo y se le encaramó encima.
  • LA CEBOLLA
    Saya sobre saya y encima la más mala.
  • EL CARACOL
    Del tamaño de una nuez, sube al árbol y no tiene pies.
  • LAS ESTRELLAS
    Muchas lamparitas, muy colgaditas, siempre encandiladas y nadie las atiza.
  • EL TAMBORIL
    Barriga con barriga, panza con panza y entre las dos anda la danza.
  • LA BOTA
    Le agarré por las orejas, la tiré al suelo, quiera que no quiera le metí el ciruelo.
  • EL CABALLO
    Gordo lo tengo, mas lo quisiera que entre las patas no me cogiera.
  • EL PENDIENTE
    Quieras que no quieras te lo tengo que meter y te tengo que hacer sangre por ser la primera vez.
  • EL BARCO
    Uso agujas sin coser, corto sin tijera y ando sin pies.
  • LA ACEITUNA
    Verde fue mi nacimiento, encarnado mi vivir y negra me estoy quedando a la hora de morir.
  • EL AJO
    Tiene cabeza y dientes y no muerde.
  • LA TENAJA
    Estaba mi abuela meando y vino mi abuelo y le jincó el nabo.
  • LOS CANALES
    Cien monjes en un corral y todas mean a la par.
  • EL AJO
    Aunque me vean así con estos tristes calzones, tengo tres varas picha y un celemín de cojones.
  • EL UMBRAL
    Qué será, qué será, que está a la puerta y no quiere entrar.
  • BERZA
    Ver y más ver y a la postre ¡Za!
  • EL HONGO
    A la montaña subí, a los pastores llamé con cien costillas y un solo pie.
  • EL CENCERRO
    Va al prao y no come, va al río y no bebe, pero dando voces se mantiene.
  • LA ESCOBA
    Salgo de la sala, voy a la cocina, meneando la cola como una gallina.
  • EL ESPEJO
    De todos los tamaños soy, y en todas partes me encuentro desde la pobre buhardilla hasta el más rico aposento. Aunque no tengo importancia todos me la quieren dar y al que me pide un consejo siempre digo la verdad.

La Fonética y la Ortografía seguida, es fiel a la forma espontánea de recibir esta información de primera mano.

La Semántica de las palabras es propia de la gente llana, del ayer, palabras de difícil significado, pero que reflejan el Extremeño de lo que fue en otros tiempos.

Tenemos hecho un estudio fonético de éstas y otras más, pero por la extensión del tema, no nos ha parecido oportuno introducirlo.

El significado de algunos refranes, pueden poner al lector en un aprieto, pero me atrevo a pensar que en buen grado, todos estamos influenciados por la analogía de vocabulario en estos pueblos vecinos.

Oct 011983
 

José Martín Vizcaíno.
Hermano Mayor-Presidente de la Cofradía de la Santísima Virgen del Puerto de Madrid

El Excmo. Sr. D. Antonio de Salcedo y Aguirre, primer marqués del Vadillo, corregidor de Plasencia (1689-1696) y de Madrid (1715-1729), en que murió, ha sido uno de los grandes devotos de la Virgen del Puerto, Patrona de la episcopal ciudad extremeña.

Cuando estaba en Plasencia robaron las alhajas que la Virgen tenía en el Camarín  del Santuario y al saber la sacrílega noticia cuando se estaba afeitando, le produjo tal disgusto que hizo la promesa de no volverse a afeitar y mudar de ropa hasta encontrar a los ladrones, logrando apresarlos en Portugal.

Una vez de corregidor en Madrid, determinó hacer un Santuario a la Patrona de Plasencia, entre las riberas del Manzanares y los regios jardines del Palacio Real, encargando la obra al famoso arquitecto D. Pedro de Rivera, que edificó un templo de bellísima traza, declarado Monumento Nacional Histórico Artístico (28-XII-45), al que el generoso marqués dotó con profusión.

De esta manera se estableció en la Villa y Corte el culto a la Stma. Virgen del Puerto, el 8 de septiembre de 1718, que ha proporcionado a Plasencia el señalado privilegio de ser la única población de España que tiene en Madrid Santuario propio de su Excelsa Patrona.

En el epitafio que cubre el sepulcro del fundador en le Santuario madrileño de la Virgen del Puerto, se puede leer una frase muy significativa: «Aquí está enterrado quien no debía haber nacido o no debía haber muerto».

Durante estos doscientos sesenta y cinco años, la devoción de los placentinos, creciendo de día en día, se ha mantenido firme hasta cristalizar en la espléndida realidad de la Cofradía madrileña de la Stma. Virgen del Puerto de los momentos actuales.

El día 16 de octubre de 1954, el prelado diocesano de Madrid – Alcalá aprobó canónicamente la Cofradía y sus Estatutos, y el día 18 de abril de 1955, quedó constituida en el Santuario la primera Junta Directiva con D. José Montero Neria de Hermano Mayor y D. Ildefonso Prieto López de Director Espiritual, ambos ilustres placentinos ya fallecidos.

Para que el apostolado seglar de la Cofradía esté conforme, en lo posible, con las orientaciones del Concilio Vaticano II y para que en sus tareas participen el mayor número de cofrades, han sido creadas dentro de la Junta Directiva las Secciones siguientes:

  1. Asuntos Económicos: ingresos y gastos
  2. Caridad: canastillas de la Virgen, visitas a enfermos, socorros a necesitados.
  3. Fomento del Culto y Devoción: visita domiciliaria, adoración nocturna, camareras de la Virgen, semana mariológica, fiestas anuales, culto en la Ermita.
  4. Juventud: escolanía, excursiones, formación, deportes.
  5. Patrimonial: conservación y aumento del patrimonio, adquisición de bienes inventariables, restauración del Santuario por la Dirección General de Patrimonio Artístico y Cultural.
  6. Propaganda y Publicaciones: impresos, folletos, radio prensa, televisión.
  7. Relaciones Sociales: Arzobispado, parroquia, cofradías de la diócesis placentina y extremeñas en Madrid, hogar extremeño, obispado y autoridades de Plasencia.
  8. Transeúntes de Plasencia: orientación y ayuda.

El número de cofrades se aproxima a los 800.

Las fiestas mayores de abril y de septiembre adquieren cada año mayor solemnidad, así como la de octubre en honor de San Calixto I, el gran Papa de la Caridad y Patrono de las obras sociales.

El Sacramento del Matrimonio ha registrado, en el año 1983, un promedio de 20 bodas mensuales.

Continúan celebrándose, los domingos y días de precepto, las tradicionales Misas de 11 ½  y 12 ½.

Con el fin de que el Santuario del Puerto llegue a ser el verdadero SANTUARIO EXTREMEÑO DE LA CAPITAL DE ESPAÑA, la Directiva de la Cofradía seguirá solicitando de los Ayuntamientos de la región las imágenes más representativas de Extremadura. Hasta ahora ocupan lugares preferentes en le Camarín de la Virgen, los cuadros de la Stma. Virgen de la Montaña, Patrona de Cáceres; de la Stma. Virgen de Argeme, Patrona de Coria; de Jesús Nazareno, titular de la Cofradía del Silencio de la Catedral de Plasencia; de la Stma. Virgen de la Salud, de arraigada devoción en Plasencia.

El Santuario del Puerto es un auténtico enclave de Plasencia en Madrid, ojalá lo fuera también de Extremadura.

Oct 011983
 

Fray Patricio Guerín Betts.

Sobre el año y lugar de nacimiento de este muy ilustre personaje no hay noticia tan exacta e indiscutible como sería de desear. Se calcula que sería hacia el 1400 y en Trujillo. Vivió alrededor de setenta años y su vida se puede dividir en dos secciones muy marcadas: la nacional y la internacional.

En 1430 consiguió en Salamanca el título de bachiller en leyes. Por entonces era clérigo de Ávila, donde fue canónigo y también en Salamanca y Deán de Astorga. Desde 1436 licenciado en leyes y abad de Santa María de Husillos (Palencia). En 1438 el Papa Eugenio IV le concede beneficios en León y Palencia. Este mismo año es nombrado oidor del Palacio Apostólico y miembro del Tribunal de la Rota Romana.

Y a partir de entonces comienza la segunda parte de su vida, sin duda la más gloriosa y fecunda para la Iglesia Universal. Embajadas a Florencia (1438), Venecia (1439), Sena (1440). Legado del Papa en las Dietas de Maguncia (1441), Francfort (1441, 1442), Nüremberg (1443,1444), Francfort (1445,1456).

En 1445 fue nombrado oidor general de la Cámara Apostólica y en 1446 cardenal del título del Santo Ángel en Pescheria. También el Papa Nicolás V le envió varias veces a Alemania, donde desde 1447 estuvo dos años. Junto con el emperador Federico fue promotor del concordato de Viena en 17 de febrero, 1448. Estuvo también en Bohemia y Hungría. Desde 1450 a 1454 le enviaron a Florencia, Venecia y Milán, para preparar una cruzada contra los turcos.

El Papa Calixto III (español) le mandó una vez más a Alemania y Hungría (1445,1456) y Bosnia (1457). En 1461, ya en el pontificado de Pío II, aún  está en Hungría y le llegaron a llamar Protector de los Húngaros.

Junto con el cardenal Bessarión fue íntimo consejero del Papa Pío II, que le nombró obispo de Porto en 1461.

Paulo II le encomendó formar una Liga de Estados Italianos. Los dos últimos años los pasó en Roma y fue elegido Camarlengo del Sacro Colegio. Falleció el 11 de enero, 1469 y fue enterrado en la iglesia de San Marcelo. El cardenal Bessarión redactó el epitafio.

Su relación con España en la segunda época de su vida no pudo ser mucha, pero existió a través de algunos nombramientos. Ya Eugenio IV le nombró obispo de Coria en 1443 y en 1446 de Plasencia. Aquí fundó la cátedra de Humanidades, Nicolás V le dio la Encomienda de la abadía cisterciense de Moreruela en Zamora en 1449. Se da la circunstancia curiosa de que el mismo Carvajal era opuesto a las Encomiendas, mas, quizás en este caso concreto hubo algún motivo especial para aceptar. Lo cierto es que tenemos una hermosa fotocopia de un documento del Papa Pío II en que apoya una reclamación de Carvajal como tal abad comendatario de Moreruela a favor de los derechos de la Comunidad. Reza así:

«Pius episcopus, servus servorum Dei. Dilectis filiis Decano Ecclesiae Bracharensis et Officiali Bracharensi. Salutem et Apostolicam Benedictionem, Conquesti sunt Nobis Venerabilis Frater noster Iohannes episcopus Portuensis, qui monasterium de Moreruela cisterciensis Ordinis Zamorensis dioecesis ex concessione et dispensatione Apostolicae Sedis in commendam obtinet et Conventus eiusdem ad Alvarus Peres et quidam alii laici Bracharensis diócesis super quibusdam possessionibus et aliis immobilibus in dicta dioecesi Bracharensi cosistentibus mobilibusque bonis, fructibus, redditibus, proventibus et rebualiis ad dictum Monasterium legitime spectantibus iniuriantur eisdem. Itaque Discretioni vestrae per apostólica scripta mandamus quatenus, vocatis qui fuerint evocandi et auditis hinc inde propositis, quod iustum fuerit, appellatione remota, decernatis, facientes quod decreveritis per censuram ecclesiasticam firmiter observari. Testes autem qui fuerintnominati, si gratia, odio vel timore subtraxerint, censura simili, appellatione cesante, compellatis veritati testimonium perhibere. Quod, si non ambo iis exsequendis potueritis interesse, alter vestrum ea nihilominus exequátur. Datis Viterbii anno Incarnationis Dominicae millesimo quadragintesimo sexagésimo secundo, tertio nonas iunii, pontificatus nostri anno cuarto».

Que traduciendo quiere decir:

«Pío, obispo, siervo de los siervos de Dios. A los amados hijos el Decano de la iglesia de Braga y al oficial de Braga. Salud y la bendición apostólica. Se nos han quejado nuestro Venerable Hermano Juan, obispo de Porto, que tiene en encomienda el monasterio de Moreruela, de la Orden cisterciense en la diócesis de Zamora por concesión y dispensa de la Sede Apostólica y la Comunidad del mismo contra Álvaro Peres y algunos otros seglares de la diócesis de Braga, sobre diversas posesiones y otros inmuebles sitos en dicha diócesis de Braga, así como bienes muebles, frutos y réditos, rentas y otras cosas que corresponden legítimamente a dicho Monasterio y contra los cuales comenten desmanes. Por lo tanto mandamos a vuestra Discreción por este escrito apostólico que, llamados los que fueren de llamar y habiendo oído las razones alegadas por unos y otros, dispongáis lo que sea justo, sin admitir apelación y hagáis guardar lo decretado firmemente bajo censura eclesiástica. En cuanto a los testigos nombrados, si por soborno, odio o temor fallasen, les obliguéis bajo la misma censura y sin posibilidad de recurrir, a dar testimonio de la verdad. Que, si ambos no pudieseis ocuparos en ejecutar lo sobredicho, uno al menos de vosotros lo ejecute. Dado en Viterbo el año de la Encarnación del mil cuatrocientos sesenta y dos a tres de junio y en el cuarto de nuestro pontificado».

Lo cual es buena muestra de la solicitud del Cardenal por sus encomendados de España. Aunque estuvo fuera más de treinta años, había marchado ya maduro y muy relacionado y eso no se olvida fácilmente. Según Denfle, citado por Pastor (t.V, p.121), fundó un colegio en Salamanca.

En su monumental obra Historia de los Papas Ludovico Pastor le menciona en los cinco primeros volúmenes (Barcelona, 1910). En la página 120 del tomo IV y sgtes. dice:

«…Juan de Carvajal, jaladalid de los cardenales de más severas ideas eclesiásticas. Su máxima favorita era: Sufrirlo todo por Cristo y su Iglesia. Su gran modestia y su total menosprecio de la celebridad han sido la causa de que la memoria de aquel varón enteramente extraordinario no haya alcanzado todo el esplendor que merecía…dio en 22 legaciones brillantes pruebas de su abnegada fidelidad y espíritu de sacrificio en por de la causa de la iglesia y que de todos sus viajes no trajo otra cosa sino la fama de su honestidad sacerdotal…Había ido a Hungría lleno de fuerza y salud en tiempo de Calixto III…y volvió hecho un viejo y quebrantado de aquella espinosa legación …En Roma se tributaba la mayor veneración a aquel varón sufrido…Ningún otro cardenal, se decía con justicia, ha trabajado tanto, ni tolerado tan indecibles fatigas como él en los seis años de aquella legación, en la cual se consagró al más sublime de los intereses es de la Iglesia, la defensa de su fe…De buena gana asistía con sus consejos a las personas de todos estados y apoyaba a los débiles contra los poderosos y ni por un instante desmintió los rasgos característicos: la severidad y la justicia…En su modesta casa…reinaba la mayor simplicidad y un orden ejemplarísimo. Su manera de vivir severamente ascética hacía posible al cardenal socorrer copiosamente a los pobres y acudir a las iglesias necesitadas. Nunca faltó a una solemne festividad eclesiástica o a un consistorio y en estos decía su parecer con libertad, pero sin aspereza ni espíritu contencioso…sus discursos eran breves, sencillos, inteligibles, rigurosamente lógicos…Se puede decir que no había nadie en Roma que no se hubiese inclinado ante aquel carácter de alteza y profundidad enteramente extraordinarias…Lo propio que a sus contemporáneos ha obligado Carvajal a los historiadores más modernos a tributarle no sólo estima y reconocimiento, sino también admiración».

En 1752 publicó sobre él una obra (De rebus gestis Ioannis S.R.E.Card. Carvajalis Commentarius) en Roma. En 1947 apareció en Málaga la del P. Lino Gómez Canedo Don Juan de Carvajal y en el Diccionario de Historia Eclesiástica de España un artículo de J. R. Codina en 1972.

Oct 011983
 

Santos Benítez Floriano.

PRÓLOGO

La comunicación que presento a estos «XII Coloquios Históricos de Extremadura» lleva por título: Comportamientos socio-políticos de la nobleza cacereña a fines del siglo XV.

En primer lugar, me gustaría señalar que este trabajo no es un estudio genealógico de la misma, del que ya se han ocupado importantes investigadores; pretende ser un análisis sobre algunos aspectos o funciones políticas, sociales y económicas, que tradicionalmente se estudian como propios de la clase nobiliaria hispano-cristiana en este período histórico, sacados de una serie de documentos que se encuentran en el Archivo Municipal de Cáceres y que tienen relación con la nobleza cacereña.

A través de ellos hemos investigado este espíritu de la nobleza cacereña, intentando conocer mejor su forma de vida, similar, como veremos, a la del resto de la nobleza de la España cristiana del momento.

INTRODUCCIÓN

Tomando como guía el libro de Antonio C. Floriano Cumbreño: Documentación Histórica del Archivo Municipal de Cáceres (Tomo I. Cáceres, 1.934), hemos realizado la consulta e investigación de una serie de 11 documentos que hemos considerado idóneos para el estudio de la nobleza cacereña a fines del siglo XV.

Debido a que algunos documentos se encontraban en mal estado, y otros, aunque catalogados por Floriano en su día, hoy están perdidos, hemos recurrido a copias de los mismos utilizando el Libro Becerro y el libro, Fueros y Privilegios de Cáceres, atribuido a Ullea Golfín.

Diremos para los que no los conozcan, que el Libro Becerro es una recopilación de documentos de los siglos XIII, XIV y XV copiado en letra cortesana y con un total de 365 páginas.

Y Fueros y Privilegios de Cáceres, es otra compilación de documentos que van desde el Fuero concedido a Cáceres por Alfonso IX en 1.299, hasta cartas o correspondencia del reinado de Felipe IV; escritos en letra de imprenta y con 416 páginas de contenido.

Metidos ya de lleno en nuestro estudio, hemos de anotar que la nobleza cacereña aparece muchas veces nombrada en el Fuero Latino de Cáceres con los nombres de milites, infanzones, nobiles, potestates, caballeros, etc. Y de su importancia nos da buena prueba Fernán Mexía, que, en el siglo XV, nos señalaba que la villa de Cáceres era desde fines de la Edad Media uno de los principales solares de nobleza de España. (Fernán Mexía: Libro intitulado Nobiliario perfectamente copilado i ordenado por el onrrado cavallero fernantd Mexia veynte cuatro de Jahen; sábado 30 de junio de 1.492).

CONTENIDO

  1. La exención de pechar.
  2. El espíritu guerrero.
  3. El acceso de la nobleza a la Administración Municipal (a los cargos municipales).
  4. Los abusos de la nobleza cacereña.

1) LA EXENCIÓN DE PECHAR

La nobleza cacereña destacaba del resto de la población libre por su situación de privilegio y por su poder económico, político y social. Uno de los privilegios más importantes, era el de no pagar tributos ni impuestos, recogido en el Fuero de Cáceres.

Esta exención la hemos analizado, en la realidad, a través de dos documentos.

  • a) El 12 de Diciembre de 1.471, Enrique IV concedió un albalá (catalogado por Floriano con el nº 123.D.C.L.B. Diaposi. nº 1) al Concejo y particulares de Cáceres en el que hacía constar que por los leales servicios que los caballeros, escuderos y vecinos y moradores de Cáceres para el Rey, poniendo en peligro para ello sus personas y haciendas, cuando la ocupó Don Gomes de Solís, maestre de Alcántara, les concedía que no pagaran alcabala alguna de todas las hierbas de las dehesas para siempre jamás. Este documento nos da idea de que hasta entonces era pagada la dicha alcabala.
  • b) Este albalá fue confirmado por Enrique IV a través de un privilegio, dado en Segovia el 18 de Diciembre de 1.471 (cat. por Flor, no 124.D.C.L.B.Diap. nº 2). El Rey señala que pagarán tres mil maravedís cada uno de los que lo contrario hicieron; dinero que pasaría a la cámara real de su Majestad.

2) EL ESPÍRITU GUERRERO

En el Fuero de Cáceres se dicta como aspecto fundamental de la nobleza el de que tenían caballo y armas siempre dispuestos para la guerra.

La función guerrera, según Domínguez Ortiz, era la función más propia de la nobleza, y de ella derivaba teóricamente la mayoría de sus exenciones y privilegios. (Antonio Domínguez Ortiz, Las clases privilegiados en la España del Antiguo Régimen, pág. 143, Ediciones Istmo, Madrid, 1.973).

Esta vocación guerrera se mantuvo muy fuerte durante toda la Baja Edad Media y en los comienzos de la Moderna.

Los caballeros amaban el riesgo y la aventura, y siempre estaban deseosos de luchar. Unas veces peleaban junto al Rey, pero en períodos donde no había guerra, se debatían en luchas feroces en sus villas entre los distintos clanes nobiliarios, intentando saciar de este modo su belicosidad. Y en la villa de Cáceres no eran ajenos los grupos nobiliarios a estos enfrentamientos.

  • c) Respecto al primer aspecto, que hemos expuesto, de guerras de ayuda al Rey, lo observamos a través de una Real Carta de los Reyes Católicos (cat. por Flor, nº 160.D.D. Diaposi. nº 3), dada el 31 de Julio de 1.485 en Córdoba, por la que solicitaba se reclutara gente de armas en la Villa y su tierra con destino a la guerra de Granada. Pedía el Rey sesenta hombres de a caballo, y seiscientos peones, doscientos ballesteros y los otros cuatrocientos lanceros. Diciendo, a continuación, que el grupo «venga con el Corregidor, e con el pendon de essa villa, e venga con la dicha gente todos los Regidores y Caualleros, escuderos de cinquenta años abaxo» (pág. 312 de Fueros y Privilegios de Cáceres). Muestra, por último, Don Fernando que el que no fuere, quedaría privado de su oficio y se le confiscarían sus bienes. Por lo que se refiere a los enfrentamientos entre los grupos nobiliarios, podemos afirmar que Cáceres los padecía. Veamos dos muestras de ello.
  • d) A través de unas ordenanzas dictadas por la Reina Católica en Cáceres, el 9 de Julio de 1.477, (cat. por Flor. nº 130 D.D. Diaposi. nº4), pretendía pacificar la tierra y reprimir los bandos y parcialidades de la Villa. La Reina señala en ellas, ante los continuos atropellos que se venían sucediendo, que«todos juntamente favorescan la justicia, que a la sazon fuere en esta villa». También apuntaba «que ningunas personas, vezinos e moradores desta dicha villa a su tierra e arravales no se armen nj acudan a vandos, nj a sonadas, nj a rruidos, en favor de los cavalleros e escuderos desta dicha villa». En estas ordenanzas, así mismo, se dan normas acerca de cómo se debían de construir los edificios y acerca de ciertas modificaciones de las casas fuertes de los nobles para evitar que fueran centros inexpugnables; ordenando entre otras «que todas las torres que estan començadas a faser en esta dicha villa e sus arravales, sy sus dueños qujsieren alçarlas que lo puedan faser, solamente hasta los tejados de la casa de morada e non mas» (Pág. 285 v. del Libro Becerro). Se produce, como vemos, un cambio en la arquitectura civil cacereña a fines del siglo XV.
  • e) Y por una Real Provisión de los Reyes Católicos, dada en Córdoba, el día 5 de Diciembre de 1.491, (cat. por Flor. nº 243. D.D. Diaposi. nº 5), se prohibía a los regidores y caballeros cacereños que tuvieran allegados para resolver sus diferencias; imponiendo la pena de tres mil maravedíes por cada vez que esta provisión no se cumpliera, y además que el que hiciera, fuera desterrado de la villa y su tierra por seis meses. Así mismo, Los Reyes Católicos ordenaban que los caballeros no tomaran por allegados suyos a los concejos de la dicha tierra, ya que recibían de ellos dádivas y presentes; bajo pena de destierro de la villa y tierra y pago de tres mil maravedíes por cada vez.

3) EL ACCESO DE LA NOBLEZA A LA ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL (A LOS CARGOS MUNICIPALES)

Debemos recordar que en la Baja Edad Media se facilitó la irrupción de la nobleza en los concejos.

Apunta Colmeiro que: «Luego que las ciudades crecieron en poder y riqueza, ofreció el gobierno municipal cabo apetitoso a la ambición y la codicia»(Curso de Derecho Político).

La nobleza llegó a tener el monopolio legal de los cargos municipales, de mayor importancia, en la mayoría de ciudades castellanas en este tiempo; el concejo de Cáceres no fue, una vez más, la excepción.

  • f) La Reina Católica en su estancia en Cáceres en el año de 1.477, dictó una ordenanza (cat. por Flor. nº 129. D. D. Diaposi. nº6) (Libro Becerro) determinando la constitución que habría de tener el ayuntamiento cacereño, enumerando los cargos que dirigirían al mismo y por medio de qué normas se elegirían éstos.
    Esta ordenanza fue dada en Cáceres el 9 de Julio de 1.477.
    La Reina mandó que la villa tuviera:

    • 12 Regidores, perpetuos, entre los que no fueran pecheros y con un salario de dos mil maravedíes por año.
    • 1 Procurador del Concejo, perpetuo, y con un salario de dos mil maravedíes al año.
    • 1 Escribano del Concejo, perpetuo, y con quinientos maravedíes al año.
    • 1 Mayordomo y 1 Alférez de la Villa, nombrados por un año y con el salario acostumbrado.
    • Cuatro Contadores de los propios del Concejo.
    • Cuatro fieles.
    • 1 Procurador del Común, elegido por un año entre los pecheros de la tierra, que entrara en el concejo y procurara el bien de éstos en el ayuntamiento.
  • g) Dentro de este mismo cuerpo documental se incluye el acta de ceremonia de elección de los cargos que constituirán el Concejo de la Villa, ejecutándose de este modo la ordenanza antes mostrada. Esta ceremonia tuvo lugar en Cáceres el 9 de Julio de 1.477 (cat. por Flor. nº 131 D. D. Diaposi. nº 7). Ni que decir tiene que toda la nobleza en pleno estaba allí para acaparar los cargos municipales. Empezado el acto, la Reina mandó que todos prometieran, juraran e hicieran pleito – homenaje de que todos los oficiales que fueran puestos por su Alteza los guardarán, cumplirán y no los impugnarán. Después de hecho el juramento, empezó la elección de los doce regidores entre 48 caballeros hidalgos de la villa, 24 del linaje de arriba («abaxo rriba» en el documento) y 24 del de abajo. Se escribió cada nombre en un papel, y se metieron los papeles en dos bonetes, y se metieron los papeles en dos bonetes. Después la Reina sacó de cada bonete seis papeles, nombrando de este modo a los doce regidores cacereños para toda su vida. Fueron los siguientes:
    • Luys de la Peña
    • García de Osma
    • Fernando de Toledo
    • Pedro de Godoy
    • Juan de Orellana
    • Cristoval de Figueroa
    • Álvaro de Ribera
    • Gonçalo de Ulloa
    • Francisco de Andrada
    • Francisco de Carvajal
    • Diego de Paredes
    • Juan Delgadillo

A continuación juntáronse los 36 papelejos restantes en un bonete y de ellos extrajo la Reina uno con el nombre del Procurador del Concejo, saliendo Diego Gomes de Torres. Poco después con cuatro papeles con los nombres de cuatro escribanos públicos, suficientes y hábiles de la Villa, sacó el de Diego Hurruco, para el puesto de Escribano del Concejo.

De este modo se perpetuaron en manos de miembros de la nobleza cacereña los cargos municipales de raigambre. Con lo cual, la nobleza hizo y deshizo a su antojo en todos los asuntos que se trataban en el Concejo, haciendo valer siempre en ellos, sus intereses nobiliarios.

4) LOS ABUSOS DE LA NOBLEZA CACEREÑA

El Profesor Colmeiro afirmaba sobre esto que : «La cobranza de los pechos y servicios reales, los oficios concejiles bien remunerados, la tenencia de los alcázares, las alcaldías de las fortalezas y castillo, el mando de las milicias en campaña, el influjo decisivo en el nombramiento de procuradores a Cortes, todo junto y lo demás que el abuso añadía, estimulaba a los nobles a emplear las artes de la corrupción o los medios de la violencia hasta someter al yugo de su autoridad a los concejos y reducir los vecinos a la humilde condición de sus vasallos» (Curso de Derecho Político).

Y algo parecido ocurrió en el Concejo Cacereño, o, al menos, es lo que se desprende de los siguientes cuatro documentos que hemos analizado.

  • h) Doña Juana dio en Jaén el 4 de Agosto de 1.489 (cat. por Flor. nº 197. D. C. L.B. Diaposi. nº 8) una carta al Concejo de Cáceres, ratificando lo acordado en la Ordenanza dad por la Reina Isabel en 1.477, acerca de que el Común de vecinos tuviera un Procurador que defendiera sus intereses en el Concejo. A través de este documento se puede apreciar cómo los Regidores no consentían que los pecheros mantuvieran su Procurador, como era preceptivo en las ordenanzas y lo habían anulado y hasta lo suprimieron del Concejo, Viendo la Reina esta petición pechera dio licencia y facultad al Común para que cada año nombraran un Procurador. En esta carta se dice que este Procurador «pueda entrar en los cabildos o concejos desa dicha villa e procurar las cosas tocantes al dicho comun, e ser presente al faser los rrepartjmjintos e al contar de las dichas quentas e al desacoto de las dichas dehesas» (Pág. 359 del Libro Becerro). La pena para el que se lo impidiera era de diez mil maravedís.
  • i) Como consecuencia de la carta anterior, la Reina Isabel dio otra carta, en Jaén el 4 de Agosto de 1.489 (cat. por Flor. nº 198 D. D. Diaposi. nº 9), por la cual tomaba bajo su guarda, seguro y amparo al «común y omes buenos» de la dicha villa de Cáceres. El Común temía que los regidores y caballeros de la Villa tomaran represalias por la petición del Común a la Reina de que nombrasen un Procurador, y entonces solicitaron a la Reina que los amparase; cosa que hizo, concediéndoles esta merced a través de esta Carta. En ella manda que los que lo contrario hagan sufrirán las mayores penas civiles y criminales en sus personas y bienes, con pérdida de sus oficios si los tuvieran.
  • j) Esto mismo observamos, en una Real Provisión dad por los Reyes Católicos en Córdoba, el 15 de Febrero de 1.492, (cat. por Flor. nº 250 D. D. Fotoco.) por la que ordenaron que ningún caballero, alcalde, ni oficial arrendara las rentas del concejo. Ante los Reyes se había presentado una petición, diciendo que algunos caballeros, regidores y oficiales de Cáceres arrendaban rentas del Concejo, lo cual ocasionaba gran daño y perjuicio a la Villa, por lo que les suplicaban dieran alguna orden para que estos abusos no se produjeran. En esta Real Provisión los Reyes muestran cómo este asunto fue tratado en las Cortes de Toledo de 1.480, en las que se dio, una que lo prohibía. Los Reyes imponían penas de pérdida de oficio a los infractores, con la privación del tercio de sus bienes.
  • k) Por último, a través de una Real Provisión, dada por los Reyes Católicos en Valladolid, el 1 de Julio de 1.493 (cat. por Flor. nº 273 D. D. Diaposi. nº 10), mandan que no se impidiera a los Alcaldes de los Hijosdalgos echar pecho a algunos vecinos de Cáceres, que habían aducido la condición de hidalgos sin serlo. El Común expuso una petición mostrando la existencia de una serie de personas que se decían hijosdalgos sin serlos de verdad, para no pagar el pecho; lo que ocasionaba gran perjuicio y daño. Éstos eran tapados por algunos regidores y caballeros para que les hicieran algún servicio. Los Reyes dictaminaron que se les obligara a contribuir como personas pecheras que eran. En esta Real Provisión se dice: «prender a los sobredichos que asy se desyan hijosdalgo e lo no heran a que pagasen e contribuyesen los dichos pechos libremente».

Con estos cuatro documentos hemos podido ver cómo el poderío real tenía que alzarse contra el señorial para cortar estos abusos de los señores hacia el Común Cacereño.

Espero, y este ha sido mi deseo, que este trabajo haya contribuido a que conozcan un poco más el mundo de la nobleza cacereña en el período que hemos tratado de historiar.

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