Oct 012009
 

Mercedes Granjel y Juan L. de Orellana Pizarro

1.  MÉDICOS MUNICIPALES: LAS OBLIGACIONES DE LOS FACULTATIVOS DE LA CIUDAD

En la España del Antiguo Régimen existían dos tipos de contrato para regu- lar las obligaciones de un facultativo con el municipio que contrataba sus servi- cios. Los denominados contratos cerrados, que obligaban al médico a asistir a todos los vecinos de la localidad por el salario fijado, y los contratos abiertos, en los que el médico sólo estaba obligado a prestar asistencia a los vecinos pobres del lugar y a los enfermos ingresados en los hospitales sujetos a su pa- tronato. Mientras los primeros estuvieron más extendidos en el medio rural, los contratos abiertos constituyeron el tipo de obligación habitual en los núcleos urbanos1. La existencia de varios médicos con ejercicio en la localidad, permitía al vecindario elegir entre ser atendido por el titular o acudir a otro.

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Oct 012009
 

Jaime Martín Grados Reguero

1.  INTRODUCCIÓN

Después de la larga Edad Media, periodo en el que la Cultura había adqui- rido estabilidad y reciedumbre, las ciencias recuperan la intensa actividad de la época griega y romana de sus mejores momentos.

España no queda descolgada de este movimiento, todo lo contrario, va a ser unos de los focos de irradiación de sabiduría que dirigirá a todo los lugares de la Tierra, especialmente a los recién descubiertos.

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Oct 012009
 

Cándido González Ledesma

  1. 1.  INTRODUCCIÓN

El estudio y conocimiento de la obra colonizadora de España en el Nuevo Mundo no deja de ser un intento cargado de dificultades, recuérdese la actuali- dad del tema a finales del siglo XX -con la efemérides del V Centenario- que provocó un sin fin de trabajos divulgadores y científicos reavivando las contro- versias historiográficas, culturales e ideológicas sobre el fenómeno colonizador americano.

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Oct 012009
 

Juan Fernando Gómez Izquierdo

  1. 1.  A MODO DE INTRODUCCIÓN

A través de las siguientes páginas pretendemos ofrecer un análisis, valora- ción e interpretación histórica del contenido informativo del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, centrándonos en algunos de sus municipios, que forman parte en la actualidad de varias comarcas extremeñas, y que tal y como aparecen reflejados en dos de los tomos del mencionado Interrogatorio, corresponderían entonces al denominado Partido de Trujillo. Al mismo tiem- po, la información extraída será puesta en relación con los temas de muy diver- sa naturaleza. Se persigue con ello complementar la visión de la realidad his- tórica del ochocientos para esta notable comarca cacereña, que en la presente edición de estos Coloquios Histórico- Culturales, por su extensión, tendremos ocasión de analizar sólo en parte.

 

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Oct 012009
 

Luisa Clemente Fuentes

INTRODUCCIÓN

“Aunque los servicios de Higiene Escolar estuviesen debidamente atendi- dos, la Sanidad no podría permanecer indiferente y sin conocimiento del estado del niño en una época en la cual se presentan la mayor parte de las infecciones, las cuales, no solo influyen sobre la mortalidad infantil, sino que ejercen una indudable repercusión sobre el estado sanitario general del país”.1

Estas palabras emanan de la boca de responsables políticos del ámbito sani- tario durante la etapa republicana. Constituyen un excelente reflejo del interés que mostró la clase médica de esa época por la vigilancia sanitaria de las escue- las. También ponen de manifiesto cómo la necesidad de incidir sanitariamente sobre los colegios respondía a una lamentable pero evidente situación, la eleva- da persistencia de las enfermedades infecciosas durante los años de la infancia. Las tasas de mortalidad infantil eran tan elevadas, que había que aprovechar todos los posibles frentes para tratar de atajarlas. La escuela era uno de ellos. En ella se daba de manera cotidiana, la mayor concentración posible de niños. En esta lucha contra la mortalidad infantil se asienta el sustrato más compacto de lo que hoy conocemos como Educación para la Salud.

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Oct 012009
 

Gregorio Carrasco Montero

  1. 1.  INTRODUCCIÓN

Lo hemos oído multitud de veces a laicos y eclesiásticos que señalan o critican la carencia de Medios de Comunicación Social. Y de los pocos existentes, su mala utilización. Hay bastante verdad en tales críticas y lamentaciones. Sin embargo, son muchos los que tendrían que hacer por ello un verdadero y detenido examen de conciencia.

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Oct 012009
 

Jessica Carmona Gutiérrez

 1. INTRODUCCIÓN

Las actitudes violentas y las acciones conflictivas han estado presentes en cualquier sociedad, tanto en su pasado más remoto como en su presente más actual. Las relaciones entre las personas generan, inevitablemente, en ocasiones, conflictos que necesitan de la intervención de la justicia.

El estudio de la violencia y conflictividad social ha tenido un importante desarrollo en la historiografía moderna1. Sin embargo, aún queda bastante trabajo, a nivel regional, para mostrar las conductas de los hombres y mujeres extremeños para dicha época. Si bien podemos encontrar investigaciones referentes al siglo XVIII, como la más reciente y referida a la villa de Brozas; “Quien tal hace que tal pague”. La criminalidad en la raya de Extremadura en el siglo XVIII, publicada en la revista Norva y realizada por Rocío Periánez, Alfonso Gil Soto y Felicísimo García, resultan más bien escasos los estudios centrados en siglos anteriores, como el XVI y XVII.

Este trabajo tratará de ser una aportación para el estudio social extremeño de época moderna. Para ello, se tomará como ejemplo lo sucedido en la villa de Brozas, tratando de ilustrar las conductas sociales, conflictos y reacciones de la justicia, durante un tiempo marcado, en todo el territorio nacional, por las crisis de subsistencias y un conflicto armado, la Guerra de Restauración portuguesa, que supuso una enorme sangría para un territorio fronterizo como Extremadura.

Así, siendo Brozas una de las localidades cercanas a la vecina Portugal, resulta de significativa importancia como testimonio histórico que nos sirva de aproximación para la comprensión de la mentalidad y actuación de los hombres y mujeres extremeños que vivieron en nuestra región durante el siglo XVII.

2. LA SOCIEDAD DEL SIGLO XVII

La sociedad española del Antiguo Régimen se caracteriza por su carácter estamental. Una forma de organización cuya base de desigualdad se encontraba en la riqueza, el privilegio y la tierra. Siendo los minoritarios sectores privilegiados los que monopolizaban la posesión de recursos y detentaban los principales cargos representativos. Por el contrario, la mayoría de la población estaba formada por campesinos y trabajadores que vivían de su trabajo y se encontraban sujetos al pago de la generalidad de los impuestos.

En este escenario de desigualdad, las diferencias se agravaron durante el siglo XVII derivado de un periodo negativo, derivando en numerosas ocasiones al desarrollo de una conflictividad social, no solo individual sino popular2.

De tal forma, la relativa tranquilidad que vivió Castilla durante el siglo XVI se vio truncada con la llegada del nuevo siglo. Así, durante el XVII, sucedió una profunda crisis que asoló la península.

Máximo García Fernández3 sitúa el origen de ese retraso en la fortísima y continuada recesión agrícola que aparece a comienzos de la centuria. De manera que el crecimiento productivo que se había venido dando derivaría en un estancamiento que afectaría a la producción, la disponibilidad de alimentos y el encarecimiento de los mismos. El hambre y la pobreza comenzaron a afectar a muchas familias, en su mayoría humildes y sin recursos.

A esta situación habría que unir el aumento de la fiscalidad, producto del enorme gasto causado por la política intervencionista de los Habsburgo, que conllevaba una enorme necesidad de numerario y que provocaría dicho ascenso impositivo, recayendo sobre todo en los sectores más desfavorecidos.

Dentro de esta política intervencionista se iniciará a finales de la primera mitad de siglo la Guerra de Restauración portuguesa. Veintiocho años de conflicto que transformarán el día a día de la población, tanto por las alteraciones provocadas por las campañas, como por el contacto con las tropas.

Finalizada la guerra, y en un contexto ya de por sí empobrecido, se sucede- rán las malas cosechas, recrudecidas por unas condiciones climáticas cambian- tes y extremas, en las que los periodos de inundaciones son sucedidos por los de sequías.

Todo ello fue motivo más que suficiente para el desarrollo de conductas sociales conflictivas y delictivas, que en ocasiones derivaron hacia la delincuencia y el bandolerismo. La conflictividad terminaría por afectar a todas las capas, incluyendo a las mismas autoridades: regidores, escribanos, alguaciles, así como clérigos, labradores, pastores, zapateros…

Es por esta razón, por lo que a esta sociedad se le ha denominado, muy acertadamente, “de la ley y el pleito”, siendo numerosos los motivos por los que se podían generar conflictos que serían llevados ante los tribunales. Una pequeña riña entre vecinos o simplemente unas malas palabras eran más que suficien- te. Insultos, injurias, heridas, hurtos… son acciones comunes reflejadas en este estudio que nos aproximan a las conductas de aquella época.

Por otro lado, si bien esta sociedad tenía en uno de sus pilares a la religión, durante el siglo XVII nos encontraremos con un estado de relajación generalizado4 que se concretó en la incidencia de los delitos sexuales.

3. UN CONTEXTO EMPOBRECIDO: EXTREMADURA EN EL SIGLO XVII

Ya desde finales del XVI y sobre todo al principio del XVII, Extremadura comenzará a entrar en una fase de recesión que vendrá marcada por las adversas condiciones climáticas, los malos suelos y la marginalidad de su territorio. Henry Kamen afirma que “las pequeñas comunidades rurales, como las existentes en torno a Cáceres, eran muy vulnerables a la recesión del siglo XVII. Nunca habían tenido fuerza económica, y se vieron afectadas por la reducción de la demanda, la emigración y la subida de los impuestos”5. Una combinación de hechos que se encontrarán en la base de numerosas tensiones.

Nuestra región no tuvo que hacer frente solamente a estos problemas, sino que desde 1640 hasta 1668 se vio involucrada por su carácter fronterizo en la guerra con Portugal. Si la situación ya se presentaba complicada, la guerra ter- minó hundiendo a la región en la miseria. Entre los principales efectos que tuvo se pueden destacar tres. La pérdida de población; al finalizar la guerra, Extre- madura había perdido entre un tercio y la mitad de su población, convirtiéndose en una de las regiones más afectadas. El aumento de la presión fiscal, marcada por la contribución al ejército (mayor que en otras tierras y que parece que dis- minuyó solo al final del conflicto) Y el alojamiento de soldados, motivo de numerosos conflictos con los vecinos6, no solo por la temida presencia de los portugueses, sino también de los españoles, siendo la destrucción y el pillaje las principales consecuencias de su presencia. En Brozas su ayuntamiento fue quemado por los portugueses y las tierras se vieron afectadas:

“Dejaron de labrarse por efecto de la guerra del levantamiento de Portu-gal, en cuia durazión que fue larga se ynzendió por enemigos este pueblo y decaió considerablemente su vezindario”7.

En la segunda mitad de siglo aparecerán tres nuevos brotes de crisis: 1649- 1652 y 1659-1662 producidas por la guerra, la falta de subsistencias y las enfermedades. Los años 80 vendrán marcados por la peste, problemas de subsistencia y malas cosechas en las que tuvieron especial protagonismo las condiciones climáticas; sequias y lluvias torrenciales se alternaban dando lugar a enormes desajustes.

Sin perder de vista este marco general, el estudio se centrará en la conflictividad en Brozas durante la segunda mitad del siglo, intentando percibir a través de él algunos rasgos de esta sociedad.

4. FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA Y CONFLICTIVIDAD SOCIAL

Antes de comenzar el estudio, conviene indicar las fuentes utilizadas, ya que la información que ofrecen no siempre es la misma, alejándonos en muchas ocasiones de un posible estudio sociológico más profundo8. Dada la escasa información conservada en el Archivo Municipal de Brozas para la época estudiada9, se ha necesitado complementar esta muestra con la documentación con- servada en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres, sección Protocolos. Aquí se ha podido encontrar abundantes referencias que nos acercan a nuestra materia de estudio a través de cartas de poder, apartamientos de querellas y fianzas.

Agustín G. de Amezúa y Mayo indicaba refiriéndose al Archivo Notarial de Madrid que:

“La suerte de los papeles judiciales y de las escrituras escribaniles habría de ser muy varia y desigual con el transcurso de los años. Las demandas, pedimientos, réplicas y acusaciones, probanzas, autos y sentencias, escritos o pronunciamientos en los pleitos civiles y causas criminales, estaban condenados, a la larga a su casi inevitable destrucción”10.

Y es que, la información que contiene esta documentación, en muchas ocasiones incómoda, manchaba el honor de los que figuraban en la misma.

Sin embargo, la falta de documentos judiciales no responde en exclusiva a su destrucción por los motivos antes señalados, sino que mucha información se perdió en periodos de guerra, cuando aún no se les daba un valor histórico o simplemente por el deterioro material.

En las últimas décadas los investigadores en su afán de encontrar nuevas fuentes y temas de investigación, comenzaron a mostrar un especial interés por la documentación notarial. De esta forma, frente al uso puntual que se dio a las fuentes notariales, la historiografía moderna ha observado sus posibilidades seriales y cuantificables y las ha hecho imprescindibles en sus proyectos de análisis tanto económicos, sociales, de las mentalidades u otros campos11.

Ante ello, la documentación notarial, hasta el momento poco explotada para este tipo de investigaciones, presenta una importante información que pone de manifiesto las prácticas violentas del momento. Sin embargo, presenta algunos inconvenientes que debemos tener en cuenta, pues no nos proporciona, en la mayoría de los casos, cierta información que nos daría una visión más completa de las pautas sociales.

En la Edad Moderna hay un gran número de casos que fueron llevados a los tribunales pero no hasta el final. Se trataba de cartas de perdón que la víctima, o sus familiares en caso de muerte, daban al agresor.

El 23% de los casos estudiados son apartamientos de querella. Lo normal es que se produjeran en delitos cometidos “contra las personas”. En este estudio se ha podido observar que el 47,2% de los apartamientos son por agresiones físicas, heridas. También aparecen agresiones verbales y riñas. Dos de los homicidios y el intento de asesinato aparecen en este tipo de documentación.

La fórmula utilizada es siempre la misma, dándose el perdón por “amor de Dios” y por recomendación de personas buenas. Pero quizá, detrás de estos perdones se encuentre, al menos en algunos casos, una falta de medios para seguir la causa o el hecho de haber conseguido la compensación económica que se buscaba.

5. VIOLENCIA Y CONFLICTIVIDAD EN BROZAS

5.1.  Evolución cronológica

Para el periodo tratado se han contabilizado un total de 156 delitos. Resulta muy interesante comenzar por un estudio evolutivo de la conflictividad en la villa para poder comprobar si existe una relación directa entre los conflictos y la coyuntura del momento.

 Tabla 1. Distribución de los delitos.

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Fuente: Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección Protocolos, legajos 40, 2628-2629, 2639-2643, 3324 y 3415. Municipal de Brozas, cajas 29 y 132.

En esta secuencia podemos comprobar cómo la conflictividad y violencia en la villa de Brozas tiende a disminuir en el tiempo, siendo el decenio 1660- 1699 en el que se ha documentado una mayor cantidad de delitos.

1650-1659

En este periodo, si bien es cierto que el número de delitos que se documentan es menor que en el decenio siguiente, hay que precisar que el vacío de información es considerable12. Entre las infracciones más frecuentes, se encuen- tran las agresiones físicas, heridas y delitos contra la propiedad. La mala situación generada por el conflicto con Portugal fue motivo de numerosas tensiones en el seno de la sociedad. Esta situación empeoró en el decenio siguiente por la entrada en un nuevo periodo de crisis y el final de la guerra.

1660-1669

Los picos más altos de conflictividad se produjeron en estos años. Los delitos contra la propiedad serán los más usuales. Entre ellos, el 60% correspondieron a hurtos. Afectando la mitad de ellos a cabezas de ganado, siendo los bueyes los más nombrados.

La situación económica debió complicarse. Los desastres de la guerra comenzaban a mostrar la enorme sangría que había supuesto para el pueblo extremeño. No menos frecuentes fueron las agresiones verbales, mientras que las físicas disminuyeron considerablemente con respecto al decenio anterior, lo que indica que hay un aumento de las discusiones pero que se llega menos a las manos, suponiendo un cambio de conductas.

En un cómputo de delitos por año se comprueba que 1662 es el que más conflictividad recoge, con un total de 22 casos registrados. Fueron los delitos contra la propiedad, las riñas y las agresiones físicas los más destacados. Se trata de delitos comunes para un periodo en que la crisis económica y la guerra están presentes, de ahí la importancia de los hurtos y las agresiones. La angustia y falta de recursos debió de dar pie a muchos altercados. En una sociedad en la que las necesidades básicas no están cubiertas el desencanto y la agresividad emergen con facilidad.

Como se ha indicado, una de las consecuencias del conflicto con Portugal fue el alojamiento de soldados. La presencia de militares en la localidad fue frecuente y costosa. En 1667 aparece un poder dado por una serie de hijosdalgo a los que se les había obligado a alojar a soldados, siguiendo la justicia y regimientos de la villa un pleito contra ellos por rehuir esta obligación13. Es en este mismo periodo en el que se registran dos de los cuatro casos en los que aparece implicado un soldado, el tercero tuvo lugar en 1659 y el cuarto en 1677. La muestra obtenida para estos casos resulta insignificante, pero pone de manifies- to que este problema, estudiado y tratado por la bibliografía, tuvo su presencia en la villa.

El año de 1669 es el segundo donde mayor conflictividad se registra, cambiando la situación con respecto al 62. Los delitos están más repartidos entre los distintos tipos destacando los amancebamientos, lo que ahora muestra un rela- jamiento en las conductas.

Una vez finalizada la guerra, la situación de Brozas, como la del resto de Extremadura debió ser desoladora. Como bien expresa Felicísimo García Barriga, “la situación en la que los pueblos extremeños, y Brozas entre ellos, padecían después de 28 años de guerra era lamentable, provocando un notable empo- brecimiento y un retraso considerable en el inicio de la recuperación demográfica y económica”14 .

1670-1679

A partir de estos momentos comienzan a disminuir los actos violentos. Son menores los casos de delitos contra la propiedad y en cambio representan el mayor volumen las agresiones físicas, muchas de ellas con lesiones corporales. Destaca en 1677 el caso de un soldado que es acusado de haberle dado un pisto- letazo a guardarropa a un vecino quemándole y rompiéndole la casaca que tenía puesta15. Se trata de una muestra más de los conflictos existentes con los solda- dos, aunque nos encontremos en una fecha tan lejana de la guerra como ésta.

1680-1689

Este periodo coincide con momentos de crisis. De ahí que sean las agresiones físicas, verbales y los hurtos los delitos más frecuentes. Por otro lado, hay que resaltar que en 1682 tuvo lugar un tumulto en la villa, del que se desconocen los motivos, en el que se encontraron implicados varios vecinos. Tal vez tuviera que ver con esta mala situación económica. No menos importante es el hecho de que aparezcan tres de las siete muertes registradas. Una de ellas el mismo año que el tumulto; Lázaro Ximénez asesinó de un arcabuzazo al licen- ciado Lorenzo Bravo al salir de la ermita de Santa Ana donde había dicho misa16.

1690-1699

El periodo final parece ser el más tranquilo de todos, signo de la recuperación que se estaba produciendo. Se aprecia una uniformidad en el número de delitos, no destacando ninguna tipología en especial.

Esta relativa tranquilidad se verá truncada al inicio del siglo XVIII con la Guerra de Sucesión española, viéndose Brozas muy perjudicada por su carácter fronterizo. En este sentido, Felicísimo García17  hace referencia a un saqueo e incendio producido en 1706. De nuevo, los alojamientos de tropas y la destruc- ción se hacen presentes.

5. 2. TIPOLOGÍAS Y FRECUENCIAS

Si bien resulta interesante el estudio temporal de los delitos cometidos, lo es igualmente uno pormenorizado de cada uno de ellos, siendo la mejor manera de acercarnos a las conductas sociales, pues ese es el fin último de este trabajo.

Tipologías de delitos criminales18.

5.2.1.  Agresiones físicas

 Tabla 2.

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Observando los resultados obtenidos podemos constatar que fueron las agresiones físicas las más frecuentes en estos años. En el 17% de los casos eran desatadas por provocaciones verbales y la mitad de ellas tenían como resultado lesiones corporales.

Las tensiones sociales parecen habituales y las acciones contundentes, reflejo de una sociedad que está viviendo momentos difíciles. La convivencia entre la población civil y los soldados terminaría desembocando en enfrentamientos que fueron frecuentes en Extremadura. En este sentido, Fernando Cortés apunta a que “la situación de la guerra abierta que se padece produce estados de tensiones y de enfrentamientos, de conflictividad, entre hombres y mujeres que han de asistir (…) al desarrollo de las operaciones bélicas y a las consecuencias que de ellas se derivan”19. En la villa de Brozas aparecen varias agresiones entre militares y población civil. En uno de ellos, como ya se ha tenido ocasión de comentar, un soldado dispara a un vecino y le rompe la ropa. En el otro, por el contrario, es un vecino el que hiere a un soldado.

En este tipo de agresiones destaca la incidencia que tienen los hombres, ya que con la excepción de dos casos, el resto de implicados son varones. Las mujeres estaban envueltas en riñas y agresiones verbales pero no solían llegar a las manos. Se trata de comportamientos propios de ambos sexos, el hombre muestra conductas mucho más agresivas y violentas que las mujeres, éstas por el contrario, son muy dadas a la discusión, a las injurias, a disputas cotidianas que encajan dentro de una vida doméstica y en fin, de habladurías.

5.2.2.  Delitos contra la propiedad

Tabla 3.

tabla 10-1

Antes de entrar a detallar los distintos tipos, es conveniente realizar una distinción entre hurto y robo, pues aunque a simple vista puedan parecer lo mismo, tienen connotaciones diferentes. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, hurtar es: “tomar o retener bienes ajenos contra la voluntad de su dueño, sin intimidación en las personas ni fuerza en las cosas”; por el contrario, robar significa “quitar o tomar para sí con violencia o con fuerza lo ajeno”. En todos los casos estudiados se debe habar de hurtos y no robos, pues no hay signos de violencia en ninguno de ellos.Como se indicaba en el cuadro anterior, la mayoría de los delitos contra la propiedad corresponden a hurtos, en los que la sustracción de ganado es significativa. En algunos casos para uso doméstico, caso de un hombre al que se le prendió con una oveja muerta, y en otros quizá para su posterior venta, sobre todo los bueyes, un animal muy preciado para las labores agrícolas y de gran valor20.

Disminuye considerablemente la referencia a hogares o viviendas. Una en un chozo y otra en la casa de Juan Sánchez Moreno, abogado de los Reales Consejos, consultor de oficio y corregidor, que tenía una casa en Brozas pero que vivía en Talavera de la Reina. Puesto que se trataba de una persona con mayor poder adquisitivo el botín resultó “cuantioso”21.

Apenas significativos resultan los hurtos ocasionados contra la propiedad eclesiástica, apareciendo tan solo un caso en la ermita de Nuestra señora de la Concepción.

Otra partida importante la componen los fuegos: quemas de pasto irregulares que se realizaban en las zonas comunales y en algunas propiedades privadas. Ocupan el 26,6% de los casos, y en aquellos en los que se ha podido documentar la profesión, aparecen como acusados varios labradores y un pastor, siendo el vaqueril22 de la jurisdicción el lugar más mencionado.

El resto de infracciones tienen que ver con talas ilegales y allanamientos como la entrada de ganado en propiedad ajena.

Todo parece indicar que los delitos contra la propiedad fueron muy perseguidos. Tomás y Valiente indica que “quizá [era] uno de los campos en que la justicia real más se esforzó por ser eficaz”. También añade que fueron difíciles de combatir porque para ello había que terminar primero con “las causas sociales y económicas que la producen”23; y ello parecía complicado en un siglo como el XVII.

5.2.3.  Agresiones verbales

No fue menor la importancia que tuvieron las agresiones verbales. En cualquier sociedad la convivencia produce inevitablemente roces, pero un rasgo muy característico de la moderna es pleitearse por este tipo de acciones, pues atentaban contra el honor. Mantecón Movellán, haciendo referencia a éste, lo define de la siguiente manera:

“El honor formaba parte de un legado inmaterial intergeneracional y se definía en términos de estima social, entendiendo ésta como respeto del vecindario y participación en los beneficios derivados de la vecindad, entre ellos la protección y la no agresión”24.

De ahí la importancia de lavar la imagen, aunque no siempre se finalizaba el proceso25. En buena parte de la documentación no se especifica qué fue lo que se dijo para ofender al litigante. Normalmente se refleja la fórmula “me trató mal de palabras”. Sin embargo, son escasos aquellos en los que se detallan algunos de los motivos. Cabe destacar cuatro casos de injurias muy características de la Edad Moderna. En uno de ellos se le llama a la litigante “puta”; un insulto muy despreciado que necesita ser limpiado para el restablecimiento de la honra.

Otro tiene lugar en 1673. Es la causa puesta por Catalina Durán, viuda de Pedro Sánchez Canales contra Catalina Durán, viuda de Francisco Sánchez Prieto porque “estando dicho mi hijo [Juan Canales] en compañía de Juan Cabrera, hijo de Pedro Cabrera echando antravexo, le dixo la suso dicha le fuese a echar con el perro judío de su padre, y que maldita fuese el alma que le avía parido y otras palabras injuriosas”26.

El tercer caso es de una mujer injuriada en un lugar público:

“Estando en el horno de pan, dijo en alta e inteligibles voces que era una mestiza, dando a entender claramente que hera una perra y que descendía de padres que tenían ese defecto en su sangre. Quedando injuriada y gravemente desonrada”27.

El último, es el de un hombre al que se le llama “morisco”. No olvidemos que estos habían comenzado a ser expulsados en 1609, por el clima de intolerancia hacia su comunidad. Por lo que ser llamado morisco era una acusación muy grave. Hay que tener en cuenta, como expone Tomás y Valiente, que si una persona era llamada públicamente “moro”, “perro judío”, “converso” o “marrano”, “la injuria era de tal trascendencia que el ofendido se sentía impelido a lavarla de inmediato para no quedar maltratado”. Una forma de hacerlo era demostrar durante el juicio a través de una postura que descendía y era cristia- no viejo.

Una parte considerable de las agresiones verbales (el 30,4%) iban acomp ñadas de las físicas; “haber tratado mal de palabras y obras”. La exaltación del agresor/a debió de llevarle, en ocasiones, a terminar agrediendo físicamente a la otra persona, siendo las heridas en la cabeza las más frecuentes.

5.2.4.  Delitos sexuales

 Tabla 4.

tabla 10-2

El cuarto bloque a destacar son los delitos sexuales, donde los amancebamientos son los más frecuentes. Estos delitos estaban penados por la ley porque con ello se ofendía al marido, y además se incumplía el sagrado sacramento del matrimonio. Algunas de estas mujeres al igual que ocurre en los casos de estupro dicen que se las dio “palabra de casamiento” y por ello mantenían relaciones. Quizá en muchos casos solo se trataba de una excusa para justificar su comportamiento. Ante el incumplimiento por parte del hombre de estas palabras muchas de ellas emprendían causas judiciales con la intención de que se vieran cumplidas o recompensadas económicamente28. Mantecón Movellán indica que “la promesa de matrimonio seguía formas ritualizadas. Si el varón cuestionaba e incumplía el compromiso con su amante ésta debía probar que existía promesa y que se estaba incumpliendo el pacto”. Pero detrás de esta promesa matrimonial se escondía la posibilidad de mantener relaciones pues “era un precontrato capaz de interrumpir las proclamas de otro matrimonio de uno de los “prometidos”. Otorgaba derechos sexuales a los contrayentes de futuro, aunque la unión debía preservar ser solemnizada en un futuro por la Iglesia”29. Algunas de estas promesas daban lugar a adulterios. Dos son los casos en los que se ha podido constatar esta situación, uno de ellos relativo a una pareja de portugueses que mantenían relaciones en casa de un vecino de Brozas.

“Francisco Carrillo, alguacil de esta gobernación ha prehendido al suso dicho esta mañana, como a las ocho della, en casa de Antonio Romero, vecino della, con una muger casada, portuguesa, cuyo nombre se calle por el honor del matrimonio”30.

De lo que no parece haber duda es que muchas de estas relaciones eran conocidas por los vecinos, como se ha podido comprobar en el estudio de las causas penales registradas en el Archivo Municipal de Brozas. En estos casos eran llamados a prestar testimonio y muchos de ellos sabían de “las entradas y salidas” en la casa de la mujer. Tal y como indica Isabel Testón: “En Extremadura, durante el siglo XVII, no sólo existían parejas amancebadas, sino que esta conducta era admitida por buena parte de la sociedad, y es que se trataba de un comportamiento muy arraigado en el sentir de sus gentes”31.

Los estupros son casos que suelen comenzar con la quita de la honra a la mujer estuprada. En el caso de Juana Cid contra Francisco Moreno ésta declara lo siguiente en referencia al momento inicial cuando entra en la casa:

“Entró [Francisco Moreno] dentro de ella y cerrando las puertas de la calle procuró con alagos forçarme, y resistiéndome yo diciéndole se fuera con Dios y que no me agraviase en la onra, no lo quiso haçer, asta me amenaçó, diciendo que avía de decir a todos me abía goçado, si no condescendía con su quito y no obstante le repliqué que fuese con Dios”32.

La mujer se puso a dar voces y la tiró tierra. Cuando la vencieron las fuerzas la estupró y quitó la virginidad, y viéndola tan desazonada la dijo que se casaría con ella. Es éste el motivo por el que comenzó a dejarle entrar en su casa.

Hay que mencionar por último, que aparecen varios intentos de violación y una consumada llevada a cabo por dos clérigos de menores contra una criada del gobernador33, lo que muestra que ni siquiera los estamentos eclesiásticos pudieron escapar a la conflictividad sexual.

 5.2.5.  Riñas

El último bloque significativo fue el de las riñas. En la mayoría de los casos se habla de “palabras de enfado”. Teniendo en cuenta, que el número de agresiones físicas es mucho mayor, podemos deducir que a medida que avanzaba la discusión la tensión aumentaba. En este sentido, Bartolomé Bennassar hace referencia a que tan sólo un insulto (“palabras de enojo”, “palabras feas”), era suficiente para que dos desconocidos o incluso dos amigos llegasen a las manos.

5.2.6.  Homicidios

A continuación, aparecen una serie de delitos cometidos con menor frecuencia. El primero de ellos es el homicidio. A pesar de ser una sociedad conflictiva parece que fueron pocas las veces en las que se llegó a tan trágico final en la localidad. Entre ellas aparece el asesinato de un licenciado, Lorenzo Bravo, por Lázaro Jiménez, quien le dio un arcabuzazo en la puerta de la ermita cuando salía de escuchar misa34. En 1677 se registró un intento de asesinato en el que Alonso Molano mandó a otras personas asesinar a Juan Álvarez de Cabrera35.

5.2.7.  Muerte de animal

Aparecen dos casos por muerte de animales, tratándose en ambos de perros. En uno de ellos se especifica que se trataba de una galga, animal que seguramente era utilizado en la caza, por lo que debía tener un valor considerable, de ahí que se pusiera una causa por su muerte. Sin embargo, debemos tener en cuenta que al igual que ocurre en nuestra sociedad actual, existía un afecto hacia los animales domésticos, motivo por el cual se pudieron realizar las querellas.

5.2.8.  Abusos de autoridad

Los abusos de autoridad no parecen frecuentes en la villa. Se han registrado únicamente tres casos, siendo los imputados dos regidores perpetuos y dos alguaciles. Alonso Flores Gutiérrez, regidor perpetuo fue acusado porque “estando Pedro Gutiérrez en la cárcel real, llamó a la puerta della una noche, diciendo que no le quería sacar, que si quisiera bien pudiera, que para gastar con él tenía dos mil ducados”36 . En el caso de los alguaciles se les acusa de haber ocultado un delito. Y es que, como viene indicando de las Heras Santos “entre los funcionarios más fácilmente corruptibles, los alguaciles deben ser citados en lugar destacado”37

5.2.9.  Fugas

Son varios los casos en los que se produce complicidad en fugas. Se trata de personas, principalmente familiares, que esconden a una persona que iba a ir a la cárcel. Por otro lado se ha registrado un caso de intento de fuga de un soldado de a caballo que salió huyendo de su compañía pero que fue apresado. El año del suceso es 1663, tratándose probablemente de un caso de alistamiento forzoso.

5.2.4. Fraude

En referencia a los casos de fraude aparece uno referido a un fraude que “hubo en los registros en la ocasión de la Pragmática de baja de moneda”, y del que no se sabe quiénes son los culpables. El otro caso corresponde a un escribano de la villa; Simón de Cabreras, cuya acusación es la que sigue:

“ [Ser] escribano de la villa sin tener título para ello de su Magestad, en lo cual a cometido y comete delito, porque dichos contratos y escrituras y otros despachos que ante él han pasado son nulas y de ningún valor, digno todo de castigo”38.

La querella es puesta por Bartolomé Muñoz Mantilla, escribano, y resultó ser falsa, por lo que se le puso una sentencia al mismo consistente en 50 ducados y la entrega de los escribanos de la villa de los pleitos y papeles referentes al caso.

5.2.10. Tumultos

Nos encontramos dos casos que hacen referencia a unos tumultos que tuvieron lugar en la villa. Se sabe que uno de ellos tuvo lugar en el año de 1682 pero del que no podemos precisar nada excepto que intervinieron varias personas y que al menos una de ellas tuvo una sentencia que se tratará en otro apartado. En referencia al otro caso es imposible constatar si hace referencia al mismo suceso u otro distinto, pues no hay nada especificado.

5.2.11.Estafa

El caso de estafa fue realizado por un administrador de las Rentas Reales que era de la villa de Plasencia. Se dedicaba a jugar a los naipes y con trampas estafó a algunas personas, el caso se complicó porque aparecieron en su casa armas de fuego prohibidas: un trabuco, dos pistolas, un pistolete y un cuchillo. Parece que este administrador fue una persona muy conflictiva pues tenía dos causas pendientes, una realizada por un síndico por “excesos cometidos contra algunos vecinos” y otra con el administrador de estanco de tabacos por venta ilícita39.

Esta conflictividad no va a desaparecer en el siglo siguiente. En el estudio realizado por Rocío Peñiánez, Alfonso Gil y Felicísimo García para la zona de frontera extremeña, se puede observar cómo la importancia de los delitos se mantiene, a excepción de los delitos contra el honor (agresiones verbales) que en este caso aparecen por encima de los delitos contra la propiedad, el restosiguen una trayectoria parecida a la aquí expuesta, siendo las agresiones físicas los delitos más frecuentes40.

5.3. El arrabal de ventasSe trataba de un barrio periférico de Brozas que más tarde, en un proceso iniciado en 1737 conseguiría independizarse, pasando a denominarse Navas del Madroño41. En el 10,8% de los casos estudiados aparece implicado, al menos, un vecino de dicho arrabal. Lo normal era que tanto litigante como litigado pertenecieran al mismo, pero también se dan casos en los que se producen conflictos con otros vecinos de la villa o con vecinos de poblaciones cercanas como Arroyo del Puerco. En el periodo que nos ocupa no parece una zona excesivamente conflictiva, siendo los delitos más frecuentes las agresiones físicas, verbales y riñas.6. UNA REALIDAD DIFERENTE: HOMBRES Y MUJERESEn la sociedad moderna, hombres y mujeres desempeñaban roles diferentes que se veían reflejados en la conflictividad. Unos y otros son más proclives a determinados delitos que tienen, en ocasiones, mucho que ver con su condición sexual.En un estudio pormenorizado de ambos sexos nos encontramos con la siguiente relación:

image009    image007

A través de estos gráficos podemos observar en primer lugar que tanto litigantes como litigados son en su mayoría hombres42, sobre todo en los segundos; lo que indica que la mujer era menos propensa a cometer delitos. Tal vez, esta situación venía dada por el papel secundario que tenía en la sociedad, abocada a la vida doméstica.

6.1. Condición civil43

tabla 10-3

tabla 10-4

No son abundantes los casos en los que se especifique el estado civil. Entre los hombres podemos observar que son los casados los que más se querellan, siendo los solteros los más delictivos. Entre las causas destacan en las agresiones físicas, los delitos contra la propiedad (en todos los casos son hombres), las riñas; siendo en su mayoría los que suelen llegar a forcejeos, y en todos los casos causantes de heridas en estas discusiones. Los asesinatos también son cometidos por ellos, así como los fraudes o abusos de poder. En lo referente a los delitos sexuales suelen aparecer como querellados, siendo la mujer la querellante. Esta situación viene dada por la falta de cumplimiento por parte del hombre de las “palabras de casamiento”. En los casos de estupro se querellan por haberlas “quitado la honra”. Se trata, como muestra Jean P. Dedieu de una estampa típica. Las mujeres alegan resistencia y los hombres se excusan en tratos venales44.

Respecto a las mujeres, son las casadas las más implicadas, tanto litigantes como litigadas. Es más frecuente que aparezca su condición civil, ya que en estos casos era el marido el que tenía que iniciar el proceso, pedir un poder o realizar la fianza, apareciendo siempre la fórmula “como marido y conjunta persona de”, lo que muestra las desigualdades sociales. Situación de inferioridad en la que ni siquiera podía presentarse sola ante la justicia. Solamente en el caso de que estuviera viuda era ella la que se encargaba del proceso. Entre los delitos cometidos destacan las agresiones verbales. Eran muy propensas a la discusión, sobre todo con otras mujeres, pero no solían llegar a las manos. En los casos de injurias, de los cinco registrados, en cuatro de ellos son mujeres las que las producen, siendo por tanto, los delitos contra el honor, los que solían llevar a las mujeres ante la justicia. Otro delito en el que se ven implicada es el caso de los amancebamientos. Lo normal, como ya se ha indicado, es que fuera al hombre al que se le abriera una causa por acusaciones de la propia mujer, pero no hay duda de que se trata de relaciones consentidas. En el 41,6% de los casos aparece implicada una mujer viuda. Esta actitud se debe, en numerosas ocasiones, a la necesidad de recursos pecuniarios. Por ello, como viene indicando Isabel Testón, ante su precaria situación laboral; trabajos no cualificados y mal remunerados, el amor ilícito se convirtió en una solución para su manutención45.

 7. SENTENCIAS

 Tomás y Valiente, haciendo referencia a la utilidad de la justicia dice:

“En la Edad Moderna la Monarquía utilizó la ley penal como uno de los más importantes instrumentos de imposición de su autoridad (…) Así, en el Derecho Penal castellano se reflejan, como no podía ser menos, los caracteres de la sociedad estamental y de la política económica y general de la monarquía absoluta”46.

En este sentido, hay que precisar que la justicia no fue igual para todos. Los nobles o hidalgos gozaban del privilegio de un fuero especial. No sufrían penas corporales. En el caso de ser sentenciados a muerte no eran llevados a la horca; forma de ejecución deshonrosa.

Además de mostrar estas diferencias, el sistema penal era de gran utilidad para obtener dinero con el que hacer frente a los gastos. La Monarquía “tenía una visión productivista de la Administración de Justicia. La imposición de penas servía para pagar el mantenimiento de los organismos judiciales y abastecer de remeros las galeras reales”47.

Al igual que ha ocurrido en otras ocasiones, debido al tipo de documentación manejada, escasean los casos en los que aparece reflejada la sentencia. No obstante, nos pueden aproximar al conocimiento de las distintas respuestas que se solían dar a los delitos.

Cuando se iniciaba un proceso el primer paso consistía en poner al querellado/a en la cárcel y embargarle sus bienes a la espera del mismo. La cárcel suponía un gran gasto para la Corona y por ello no se solían dar penas de este tipo, a excepción de delitos menores o por un periodo corto. También se podían poner en la cárcel a determinados testigos cuyo testimonio fuese de interés. Lo normal eran penas pecuniarias, de las que una parte iba a los gastos de la Real Cámara de los Reales Consejos de las Órdenes y otra parte para los gastos de justicia, siendo las cantidades muy diversas en función del delito.

Con respecto a las agresiones físicas hay registrado un caso que terminó con heridas, “le había dado de palos y maltratado muy mal, y a un hijo suyo, [Juan Flores] rompiéndole la cabeza por dos o tres partes”48. La sentencia dada para este caso fue de dos años de destierro y 3.000 maravedíes.

En los casos de delitos contra la propiedad si se trataba de allanamientos, como querer pasar con animales por una propiedad ajena, la pena que se ha registrado es la pecuniaria. En uno de los casos se impusieron 1.000 maravedíes para un padre y 1.500 para su hijo, porque había cometido, además, una agresión verbal, aplicando tres partes para la Real Cámara y gastos de justicias y una para las costas de la causa49.

Una sentencia más dura fue la relativa a dos hombres que habían incumplido un arrendamiento, permitiendo que entrasen en la propiedad puercos de otra persona. Además, araron la tierra, por lo que el ganado salió de mala calidad y no pudo criar, produciéndose por ello importantes pérdidas para el arrendatario. Se les imponen penas de 500 ducados50 cada uno.

Por último, en un caso referente a un hurto realizado en la casa de un abogado de los Reales Consejos la sentencia fue que se devolvieran las alhajas sustraídas y el culpable es puesto en la cárcel, siendo ésta la pena para otras dos personas implicadas en el caso que fueron las que vendieron las alhajas sabiendo que eran robadas. Dado que la sentencia es la cárcel se puede apuntar que se trata de un delito menor.

Para las agresiones verbales, la sentencia era pecuniaria y en los casos de injurias la acusada/o debía desdecirse públicamente para que la otra persona restituyese su honra. Aparece la sentencia dada a una mujer y su hija, María e Isabel Flores, quienes llamaron públicamente a Juana Cid “puta”. Esto es dicho delante de algunos vecinos los cuales en sus declaraciones afirman que fue llamada de esa manera. A ello se añadió un delito más, pues la víctima fue apedreada. El motivo de este revuelto fue que Juana Cid había sido estuprada por el hijo de María Flores quedando embarazada. Las acusadas decían que el hijo que esperaba era de otro hombre, de ahí el término utilizado.

Una vez comprobada la acusación la sentencia definitiva fue que se le restituyese el crédito y honra a la víctima.

En cuanto a los delitos sexuales, las sentencias dadas eran diferentes, dependiendo del tipo. Para los casos de amancebamiento la pena normal era la de destierro y una pena en dinero. En lo referente al tiempo desterrado, aquí se han constatado penas de uno o dos años, consistiendo en la salida de la villa y su jurisdicción, normalmente se establecía el número de leguas a las que se tenían que alejar. Estas penas fueron consideradas leves. Tomás y Valiente añade que no solían ir solas, sino que las acompañaban azotes y vergüenza.

En el caso de estupro referente a Juana Cid, puesto que quedó embarazada, se falló que mientras el acusado estuviera en la cárcel debían ser los padres del mismo los que se encargaran de la manutención de la criatura, buscando para ello un ama que la criase.

En el homicidio de Francisco Gómez Mohedano la pena fue de cinco años en el presido de Melilla y el pago de 100 ducados para la Cámara de su Majestad, siendo una cuarta parte para el montado del Real Consejo de las Órdenes51.

Un último caso registrado es el del tumulto de 1682, en el que, como se ha indicado, estuvieron involucradas varias personas. Aparece la sentencia de una de ellas, cuyo pago ascendió a los 5.102 maravedíes.

A la vista de lo expuesto podemos indicar que en muchos casos se trataba de penas ejemplares, pues lo que se pretendía era infundir miedo entre la pobla- ción para evitar la delincuencia.

8. CONCLUSIÓN

A la vista de lo expuesto se puede observar en primer lugar una relación entre contextos adversos y aumento de la conflictividad. La mayoría de los casos se han producido en momentos de crisis de subsistencia o de inestabilidad social. Durante estos periodos han sido los hurtos, las agresiones físicas, verbales y las riñas los delitos más comunes, mostrando unas pautas sociales que reproducen la mala situación del momento. Por el contrario, en épocas más tranquilas el número de delitos disminuye y tienden a reducirse las tipologías anteriores; aumentando, por el contrario, los casos de amancebamientos. Lo que muestra una disminución de la tensión y al mismo tiempo una desviación en las conductas.

La mayoría de esta conflictividad se desarrolló entre vecinos de la villa, disminuyendo considerablemente entre personas del arrabal de ventas o de otra localidad.

En referencia a las sentencias pronunciadas, a pesar de su escaso número, han ilustrado la conducta de la justicia en la Corona de Castilla, pues no difieren de las pronunciadas para delitos similares en otros lugares. Por otro lado, queda reflejada la funcionalidad de las penas en esta época: ejemplaridad y obtención de numerario destinado al Real Consejo para poder sufragar los números gastos de la política de los Habsburgo.

Se trata por tanto, de una conflictividad y unas respuestas judiciales que están en la línea de la normalidad. Tipologías y sentencias que podemos encontrar en cualquier otro lugar de la Corona.

9. FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

9.1.  Fuentes manuscritas

–          Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección Protocolos Notariales, Legajos 40, 2628-2629, 2639-2643, 3324 y 3415.

–          Archivo Municipal de Brozas, cajas 29 y 132.

9.2.  Bibliografía

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–   CORTÉS CORTÉS, F., El alojamiento de soldados en la Extremadura del siglo XVII, Mérida, editora regional de Extremadura, 1996.

–   DE LAS HERAS SANTOS, JOSÉ L., La justicia penal de los Austrias en la Corona de Castilla, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991.

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hace que tal pague” La criminalidad en la raya de Extremadura en el siglo XVIII”, Norva. Revista de Historia, vol. 16, 2003.

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–   RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, A. (coord.), Historia de Extremadura. T. III. Los tiempos modernos, Badajoz, Universitas, 1985.

–   TESTÓN NÚÑEZ, I., Amor, sexo y matrimonio en Extremadura, Badajoz, Universitas Editorial, 1985

–   TOMÁS Y VALIENTE, F., El derecho penal de la Monarquía Absoluta (si-glos XVI-XVII-XVIII), Madrid, Editorial Tecno, 1969.

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1 Entre la historiografía española cabe destacar: TOMAS Y VALIENTE, F., El derecho penal en la monarquía absoluta (siglos XVI-XVII-XVIII), Madrid, editorial Tecno, 1984. DE LAS HERAS SANTOS, JOSÉ L., La justicia penal de los Austrias en la Corona de Castilla, Salamanca, Univer- sidad de Salamanca, 1991. MANTECÓN MOVELLÁN, TOMÁS A., Conflictividad y disciplina- miento social en la Cantabria rural del Antiguo Régimen, Santander, Universidad de Cantabria, servicio de publicaciones, 1997. FORTEA JOSÉ I., GELABERT JUAN E. Y MANTECÓN TOMÁS A. (coord.), Furor et rabies. Violencia, conflicto y marginación en la Edad Moderna, Santander, Universidad de Cantabria, servicio de publicaciones, 2002.

2  Para profundizar en el tema ver: LORENZO CADARSO, PEDRO L., Los conflictos populares en Castilla (siglos XVI-XVII), Madrid, editorial Siglo XXI, 1996.

3   GARCÍA FERNÁNDEZ, M., La economía española en los siglos XVI, XVII y XVIII, Madrid, Actas editorial, 2002, pp. 37-45.

4  Maravall, tratando el tema de la homosexualidad, dice que «la crisis del XVII había transformando la imagen de los españoles del siglo anterior, y mostrando, pues, que afectaba a la base humana de la sociedad, ponía al descubierto un estado de relajación moral generalizado», MARAVALL, JOSÉ A., La cultura del Barroco, Barcelona, Edesa, 1998, p. 95. También Bennassar hace referencia a «una cierta relajación sexual y una resistencia real a la rigidez de la moral tridentina», sin embargo, como este autor sigue más adelante «la propensión a la violencia y la atracción por el sexo no suponía de ninguna manera una merma de la sinceridad de la fe y de la fuerza de los sentimiento religiosos. El proceso cultural favoreció la profundización en la fe». BENNASSAR, B., Historia de los españoles. 1. Siglos VI-XVII, Barcelona, editorial Crítica, 1989, pp. 475 y 480.

5  KAMEN, H., Una sociedad conflictiva: España 1469-1714, Madrid, Alianza editorial, 1984, p. 397.

6  Para profundizar en este tema ver: CORTÉS CORTÉS, F., El Real Ejército de Extremadura en la guerra de Restauración de Portugal (1640-1668), Cáceres, 1995. Y CORTÉS CORTÉS F., El alojamiento de soldados en la Extremadura del siglo XVII, Mérida, editora regional de Extremadura, 1996.

7  Citado por CORTÉS CORTÉS, F., El alojamiento…, p. 240.

8  La información acerca de datos tan interesantes como edad o profesión es muy escasa, lo que hace imposible un estudio coherente sobre dichas variables.

9  Los casos documentados se suscriben al periodo comprendido entre 1682 y 1699 con un total 19 causas criminales, una escasa muestra que por sí sola resulta poco relevante si de lo que se trata es de un estudio social de la conflictividad.

10  La vida privada española en el protocolo notarial: selección de documentos de los siglos XVI, XVII y XVIII del Archivo notarial de Madrid, con un estudio preliminar de Agustín G. de Amezúa y Mayo, Madrid, Colegio Notarial de Madrid, 1950, p. XXV.

11  PORRES, R. (directora), Aproximación metodológica a los protocolos notariales de Álava: Edad Moderna, Bilbao, Universidad País Vasco, 1996, pp. 11-12.

12  Entre los años 1650 y 1655 solamente se ha podido documentar un apartamiento de querella en 1652.

13   El pleito es seguido contra Juan Gutiérrez, Alonso Flores Aldana, Diego de Tovar y Becerra, Alonso Flores Delisán y Diego del Gadillo, todo ellos hijosdalgos a los que se les obliga cumplir con la «provisión de su Magestad despachada por el Consejo Real para que los hijosdalgos aloxemos y contribuyamos como lo hacen los hombres buenos». Archivo Histórico Provincial de Cáceres (en adelante A.H.P.CC.) Protocolos notariales, leg. 3416, año 1667, p. 117.

14  GARCÍA BARRIGA, F., “Los desastres de la guerra: la incidencia de los conflictos bélicos en la historia moderna de Brozas (desde 1640 hasta 1812)”, Actas de las V Jornadas de Historia en Llerena, Badajoz, Sociedad Extremeña de la Historia, 2004, p. 76.

15A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg.2642, año 1677.

16A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2642, año 1682 y leg. 2629, año 1695; aparece una carta de perdón para el culpable.

17  GARCÍA BARRIGA, F., op. cit., pp. 77-83.

18  Existen causas en las que aparecen más de un delito pero se han contabilizado individualmente para poder observar la frecuencia de los mismos.

19  CORTÉS CORTÉS, F., op. cit., p. 180.

20   En primer lugar debemos tener en cuenta que el buey era un animal más abundante que otros como caballos y mulas, pero además, J.L. Pereira y M. Rodríguez, tratando la cabaña ganadera en el Antiguo Régimen, indican que «la adquisición de caballos y mulas por el campesinado le obligaría a hacer un considerable desembolso económico que no posee; sin embargo, el mantenimiento de los bueyes es más barato», lo que facilitaría su posterior venta. Pudiendo ser ambos los motivos por los que se producían dichos hurtos.. PEREIRA IGLESIAS, J.L. Y RODRÍGUEZ CANCHO, M., La “riqueza campesina” en la Extremadura del Antiguo Régimen, Cáceres, Universidad de Extrema- dura, servicio de publicaciones, 1984, p. 83.

21  Ambos robos se llevaron a juicio y obtuvieron sentencia. En el caso de Juan Sánchez Moreno se le robaron diferentes alhajas que después fueron vendidas.

22  Se trata de una dehesa de invierno a la que iba a pastar el ganado que carecía de agua cercana. Para mayor información consultar el trabajo de GARCÍA BARRIGA, I., “La importancia del agua en el mundo mediterráneo: dimensión geográfica, económica e histórica de los acuíferos de Bro- zas”, XXXII Coloquios históricos de Extremadura, Coloquios Históricos de Extremadura, año 2003.

23  TOMAS Y VALIENTE, F., op. cit., p. 256.

24  MANTECÓN MOVELLÁN, TOMÁS A., op.cit., p. 70.

25  De los 36 casos de apartamiento que se han documentado 11 son por agresiones verbales.

26  A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2641, año 1673.

27  A.H.P.CC. Municipal de Brozas, caja 29, carpeta 1.

28  Es el caso de una mujer, Ana Flores, quien otorga varias cartas de poder para el seguimiento de su caso. En una de ellas, con fecha a 17 de enero de 1677, habla «sobre que me cumpla la palabra de casamiento que me dio en fe de la cual y contra mi voluntad me forço y conoció carnalmente el suso dicho, estándose en mi casa a deshoras de la noche». La intención de la mujer era que se casara con ella o que la pagara 300 ducados. A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2642, año 1677.

29  MANTECÓN MOVELLÁN, TOMÁS A., op. cit., pp. 36-37.

30  A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2628, año 1686.

31  TESTÓN NÚNÉZ, I., Amor, sexo y matrimonio en Extremadura, Badajoz, Universitas Editorial, 1985, p. 178.

32A.H.P.CC. Municipal de Brozas, caja 29, carpeta 1.

33A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2642, año 1674, p. 298.

34  El crimen tiene lugar en 1662, en 1682 los familiares dan una carta de poder para poder seguir con el caso y en 1695 aparece una carta de perdón por parte de los mismos. A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2642, año 1682 y leg. 2629, año 1695.

35  A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2642, año 1677.

36  A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2639, año 1663.

37  DE LAS HERAS SANTOS, JOSÉ L., op. cit., p. 160.

38  A.H.P.CC. Municipal de Brozas, caja 29, carpeta 4.

39  A.H.P.CC. Municipal de Brozas, caja 29, carpeta 3.

40   PERIÁNEZ GÓMEZ, R., GIL SOTO, A., GARCÍA BARRIGA, F., “Quien tal hace que tal pague” La criminalidad en la raya de Extremadura en el siglo XVIII”, Norva. Revista de Historia, vol. 16, 2003, p. 456.

41  Ibídem, p. 454.

42   En el caso de los litigados, por motivos legales, cuando se trataba de mujeres casadas era el marido quien denunciaba el caso, ocurriendo lo mismo para los hijos menores, siendo la madre la que se encargaba de denunciar el delito si el padre había fallecido. Se ha tomado como litigante a la mujer para que el estudio no lleve a resultados erróneos.

43  Debemos tener en cuenta que no en todos los casos se sabe cuál es la condición civil tanto del litigante como el litigado. Los datos reflejados en las tablas han sido obtenido del cómputo total disponible, siendo mayor el número de casos en los que se constata la situación civil de la mujer y menor en el caso de los hombres.

44  DEDIEU, JEAN, P., «Un mundo perseguido. Delitos sexuales y justicia eclesiástica en los tiem- pos modernos», en Fortea José I., Gelabert Juan E. y Mantecón Tomás A. (coord.), Furor et rabies. Violencia, conflicto y marginación en la Edad Moderna, Santander, Universidad de Cantabria, servicio de publicaciones, 2002, p. 405.

45  TESTÓN NÚÑEZ, I., op. cit., p. 179.

46  TOMÁS Y VALIENTE, F., op. cit., p. 23.

47  DE LAS HERAS SANTOS, JOSÉ L., op.cit., p. 265.

48  A.H.P.CC. Municipal de Brozas, caja 29, carpeta 5.

49  En este caso se había dado con anterioridad un apartamiento de querella, lo que quizá rebajara la pena.

50  El ducado era una moneda pura de oro, durante el siglo XVII tuvo un valor de 375 maravedíes: moneda de base realizada en cobre acuñada en piezas de 2, 4 y 8.

51  A.H.P.CC. Protocolos notariales, leg. 2641, año 1677.

Oct 012009
 

 Francisco Vicente Calle Calle

 Nuestra intención es estudiar en esta ponencia la imagen de Plasencia y de varias comarcas vecinas en algunos relatos de viaje escritos por viajeros franceses durante los siglos XVIII-XIX, completando de alguna manera los estudios que sobre otras comarcas y ciudades de Extremadura hemos hecho en estos Coloquios y en otros foros1.

En primer lugar, resulta curioso constatar que de la docena de autores que hemos estudiado en otros trabajos sólo tres, Alfred Jouvin, Alexandre Laborde y Jean—Charles Davillier, dedican algunas páginas al territorio objeto de nuestro estudio.

He aquí unas breves notas biográficas sobre estos viajeros:

Alfred JOUVIN, (¿?). En 1762 publicó, en París y en 8 tomos, la obra Le voyageur d’Europe, cuyo segundo volumen está dedicado íntegramente a España y Portugal2.

Alexandre-Louis-Joseph, conde de LABORDE, (1774-1842) fue arqueólogo, político y también un gran viajero. Es uno de los viajeros más conocidos gracias a su Voyage pittoresque et artistique de l’Espagne (1806-1820), monumental obra en la que se recogen, acompañados de magníficos grabados, los principales monumentos de la España de la época. Aunque citaremos algunos fragmentos del Voyage pittoresque…, seguiremos principalmente la traducción de otra de sus obras titulada Itinerario descriptivo de las provincias de España y de sus islas y posesiones en el Mediterráneo3.

Jean-Charles DAVILLIER (barón de) (1823-1883). Experto en cerámica y alfarería, coleccionista de loza hispano-morisca y enamorado de España. En 1862 emprendió un largo viaje, acompañado por Gustave Doré, que dio como resultado una serie de artículos que fueron apareciendo en la revista Le tour du monde de 1862 a 1873, y que fueron publicados en un solo volumen en 1874 bajo el título de L’Espagne4.

Curiosamente, para un viajero anónimo del siglo XVII, la ciudad que hoy forma la cabeza de la diócesis no figura entre las ciudades principales de Extremadura:

“Las principales ciudades (de Extremadura) son: Badajoz, capital de esa provincia; Mérida, Trujillo, Alcántara, Alburquerque, Jerez y Llerena5”.

En cambio, Alexandre Laborde sí la incluye en la introducción a lo que el denomina “la provincia de Extremadura”:

“Extremadura es una de las grandes provincias de España. (…) Comprehende 3 obispados, que son: Badajoz , Plasencia, y Coria, (…). Las principales poblaciones son, Badajoz, que es la capital, Plasencia, Coria, Mérida, Medellin, Truxillo, Xeréz de los Caballeros, Llerena, Alburquerque, Alcántara, Za- fra, Cáceres, Olivenza, y otras6”.

En este texto de A. Laborde podemos comprobar la importancia que Plasencia tiene dentro del conjunto de la provincia de Extremadura ya que no sólo aparece citada entre las ciudades importantes, sino que además figura como cabeza de uno de los tres obispados de la región.

Esta situación señera se debe, además de a ciertos factores históricos, a su posición geográfica ya que Plasencia se encuentra situada estratégicamente en un cruce de caminos. Si observamos el mapa del obispado de Plasencia del año 1797 levantado por el geógrafo D. Tomás López (fig. 1) podemos ver cómo de Plasencia salen numerosos caminos, 8 en concreto, de los cuales los más importantes serían el camino de la Plata (nº 7), el camino del Puerto, hacia Villar de Plasencia, que hoy conocemos como “Camino Viejo” (nº 2), el de Malpartida hacia Almaraz, donde se unía al Camino Real de Madrid a Lisboa, tras atravesar el río Tiétar por la Barca de la Bazagona (nº. 5) y el camino a Trujillo que cruzaba el Tajo por el Puente del Cardenal (nº 6).

Por estos caminos llegan nuestros autores a la ciudad del Jerte: Alfred Jouvin, que viene desde Salamanca, recorre la Vía de la Plata y al llegar a la altura de Villar de Plasencia se desvía para coger el denominado “Camino Real o del Puerto”. Tras visitar la ciudad, la abandonará en dirección a Trujillo. Para ello cruzará el puente del mismo nombre y cogerá el camino de Malpartida para a continuación desviarse hacia el Tajo, que atravesará por el Puente del Cardenal.

Por Malpartida también pasa A. Laborde, aunque procedente de Almaraz. Tras visitar la ciudad seguirá su ruta hacia el norte, por el Camino Real y la Ruta de la Plata, tal y como había hecho Alfred Jouvin, pero en sentido inverso. Llegará hasta los límites de la provincia de Salamanca y desde allí se dirigirá a Coria (Ver mapa).

Jean-Charles Davillier llega a Plasencia procedente de Cáceres, es decir, recorre el tramo de la Ruta de la Plata que separa estas dos ciudades. Una vez visitada la ciudad, saldrá de ésta por el llamado Puente Nuevo en dirección a La Vera.

Independientemente de las dificultades que entrañaba el viajar por cualquier camino de la época7, en general, los tres autores estudiados señalan la gran diferencia de paisajes que existen entre Plasencia y los territorios que hay que atravesar para llegar hasta ella, excepción hecha de la ruta por La Vera y del tramo de la Ruta de la Plata que une Plasencia con la provincia de Salamanca.

Según Jean-Charles Davillier, desde el sur, hay que atravesar “un acciden- tado país8”.

El camino de Trujillo también es árido como podemos leer en A. Jouvin:

“Después de haber pasado el río a la salida de Plasencia, encontramos un país desierto lleno de montañas y de multitud de arenales, de lo que fuimos bien advertidos por nuestro conductor, que nos aconsejó hacer provisión de una botella de cuero que llaman bota, llena de ese buen vino que habíamos bebido en aquella posada, puesto que durante cinco largas leguas no encontraríamos nada más que el puente de Almaraz, donde hay dos o tres casas, pero en las que entonces no había nadie9.

Una cierta sensación de escasez de población y de terrenos cultivados, aunque sin llegar a la desolación del camino de Trujillo, también se desprende recorriendo el camino desde Almaraz a Plasencia:

“Á la salida de Almaraz se dexa el camino de Portugal, y atravesando campiñas cubiertas de encinas y pastos con pozos y lagunas de trecho en trecho, se llega a la villa de Toril dexando a la izquierda el lugar de Cerrajon (Serrejón), y á la derecha los de Saucerila (Saucedilla), y de Casa-texada (Casatejada). Á dos leguas se pasa por una barca el rio Tietar10, en cuyas riberas se ven encinas verdes y blancas, robles, y alcornoques: sigue luego un terreno todavía mas inculto, por el qual se llega á Malpartida. (…) Su salida es poco agradable, y solo encuentra la vista con algunos arbustos. Todavía sigue un terreno mas árido, hasta llegar á las cercanías de Plasencia, donde el suelo recobra su vigor, y fertilidad (p. 389)”.

Estas sensaciones contrastan con las que sienten los viajeros que vienen del Norte o que recorren La Vera:

Del camino del Norte, descrito por Alfred Jouvin, queremos destacar la repetición de la palabra río y otros términos relacionados con el agua, ya que producen en el lector de la sensación de recorrer una tierra muy fértil.

“Pasamos a la salida de Montemayor el río que corre entre pequeñas colinas, que son muy agradables y de grandes viñedos, en donde vimos montecillos bajos que no tenían otra cosa más que una cierta planta muy olorosa y muy corriente en varios sitios de España, que llaman jara, y los franceses llaman bálsamo de Andalucía, porque su olor tiene mucha relación con ésa, y no su altura ni la hoja, que es untuosa y de olor de incienso.

Seguimos a la Abadía, pueblo con un castillo sobre un río que viene de las montañas que teníamos a mano izquierda. Las costeamos para ir a El Villar, pueblo que forma un valle, que teníamos a mano derecha, en el cual desagua otro pequeño río que vimos a la salida de El Villar, cuando se sube a una alta montaña, en el alto de la cual está Santa María del Portuas (…).

Desde encima de ese alto vimos a mano izquierda un largo valle regado de un río que pasa por delante de Plasencia [El río Jerte y su valle], y a mano derecha dejamos aquel en que se juntan esos dos pequeños ríos susodichos, que por bajo de la ciudad de Plasencia se vierten en aquel que vemos más grueso a mano izquierda [El río Ambroz]; de suerte que descendiendo de esa montaña nos encontramos entre las viñas un largo acueducto, que lleva las aguas desde una montaña vecina a la ciudad de Plasencia, adonde llegamos (p. 835)”.

La misma sensación de frescura y verdor se desprende en la descripción que Jean-Charles Davillier hace de La Vera.

“La Vera de Plasencia (este es el nombre que se da a la fértil comarca que se extiende al oeste de la ciudad11) se considera con justicia como uno de los lugares más favorecidos de la Península. Este fue el camino que tomamos para ir al célebre lugar donde se retiró y murió Carlos V, el Monasterio de Yuste, uno de los rincones más agradables de España. Encontramos en él verdor, cosa poco corriente en varias provincias de España, límpidos arroyos y hermosos árboles seculares. En los pueblos que atravesábamos, las viejas casas, adornadas de balcones de madera, y el pintoresco traje de las mujeres, nos recordaron ciertos cantones de Suiza y del Tirol12.

Pero sin lugar a dudas el lugar más privilegiado de todos es la ciudad de Plasencia.

1.  LA CIUDAD DE PLASENCIA

Nuestros tres autores hablan de la ciudad en distintos términos. El más prolijo es Alexandre Laborde, el más sencillo Alfred Jouvin, mientras que Jean- Charles Davillier es el que aporta más elementos que podemos definir como “anecdóticos”. Nosotros hemos intentado agrupar los datos que nos proporcionan sobre la ciudad siguiendo un esquema compositivo que en ocasiones es utilizado, con ligeras variaciones, por A. Laborde para describir las distintas ciudades que vistita. Según Miguel Ángel Pérez Priego “(…) ese esquema, a nuestra manera de ver, procede de la antigua tradición retórica y es el que catalogan algunos textos, como los Excerpta rhetorica del siglo IV, en el apartado de laudibus urbium. Sustancialmente, conforme allí se recomienda, la descripción debe atender a los siguientes aspectos:

a la antigüedad y fundadores de la ciudad a su situación y fortificaciones

a la fecundidad de sus campos y aguas a las costumbres de sus habitantes a sus edificios y monumentos

a sus hombres famosos

para todo ello, en fin, se encarece el uso de la comparación, como era propio de todo el género epideíctico13)”.

Jean-Charles Davillier es el único de los tres viajeros que hace referencia a la antigüedad y los fundadores de la ciudad:

“Plasencia es una ciudad muy antigua que se llamó Ambroz. Alfonso VI, rey de Castilla y de Toledo, cambió su nombre en el siglo XII, como lo demuestra una carta cuyo texto ha sido conservado: …Cui Plasencia, ut Deo placeat, nomen imposui”. (p. 367)14.

En cuanto a su situación y fortificaciones he aquí lo que nos dicen nuestros tres autores:

Tanto Alfred Jouvin como Alexandre Laborde, señalan que se halla en las montañas:

“Plasencia es una ciudad de Castilla la Vieja, situada en las montañas, sobre una eminencia, (…)” (p. 622)

Veamos el texto de A. Laborde:

“PLASENCIA se halla en medio de las montañas, en un estrecho valle bastante fértil que se extiende en su longitud nueve leguas, regado por el rio Xerte, que rodeándola en parte forma como una península hermoseada con un agradable paseo” (p. 387)

Jean-Charles Davillier:

“Plasencia, (…), es una pequeña ciudad que se considera como una de las bonitas de España. Está situada sobre un ribazo, desde donde la vista alcanza las cumbres de la alta sierra de Béjar, coronada de nieves” (p. 425)

De las fortificaciones, Jouvin menciona el alcázar y Davillier las murallas, que compara con las de Ávila:

“(…) hay un castillo grande y fuerte, dotado de varios torreones, hechos de gruesas piedras de cantería, que está por donde nosotros llegamos

La ciudad está rodeada de murallas de la Edad Media, que hacen un efecto muy pintoresco y que nos recordaron las de Ávila, modelo en su género15”.

Fecundidad campos y aguas:

“Sus jardines, plantados de árboles frutales y regados por las límpidas aguas del Gerte, todo hace de Plasencia una residencia de las más agradables para aquellos a quienes gusta la naturaleza riente y tranquila”. (Davillier. p. 386).

Laborde señala que “los alrededores de esta ciudad son agradables por la parte del río Xerte, cuyas laderas están plantadas de alamedas deliciosas16”. (p. 425)*

El capítulo más amplio es el que los autores dedican a edificios y monumentos. El más breve es A. Jouvin quien, además de citar el acueducto junto al castillo, la iglesia de San Martín y la catedral, que “si (…) estuviese acabada, sería tan bella como la de Salamanca”, señala que “(…) las calles son largas y estrechas; pero eso no impide el que sean hermosas y estén llenas de algunos comerciantes y obreros que hacen paños y sargas finas. [Además] hay una gran plaza, cuyo centro está adornado con una hermosa fuente17”.

Laborde primero sitúa a la ciudad desde el punto de vista de su importancia como centro de poder religioso y civil y, a continuación, enumera los principales monumentos que son la iglesia de los Dominicos, la catedral y el palacio del Marqués de Mirabel, más el acueducto, que ya se encuentra “en los alrededores de la ciudad”:

Es silla episcopal sufragánea de la de Santiago18, y en otro tiempo poderosa, pues 1a historia nos presenta á su obispos combatiendo con los moros mas de una vez. Su diócesis tiene 174 parroquias; es residencia de un corregidor, y alcalde mayor. En esta ciudad hay 7 iglesias parroquiales, 7 conventos, y muchas capillas u oratorios19

La iglesia de los dominicos, que tiene una hermosa fachada de orden compuesto, es de una nave grande del género gótico, con un altar mayor de buena arquitectura. En la capilla de San Juan está el sepulcro de Martín Nieto, cuya estatua armada y de rodillas, está tan llena de gracia, nobleza y expresión, que se mira como uno de los mas insignes monumentos, después de la restauración de las artes20.

En la iglesia catedral, fabricada también de granito, se distingue fácilmente el gusto de los diferentes siglos y épocas en que ha sido construida. En el presbiterio está el sepulcro de Don Ponce de León, obispo de esta iglesia, executado con bastante gusto. El medio del altar mayor ocupa una Asunción de la Virgen de escultura, con grupos de ángeles y apóstoles, y otras varias estatuas distribuidas en varias partes del altar; obra excelente del famoso estatuario español Gregorio Hernandez. La sala capitular contiene entre otras buenas pinturas, el desposorio de Santa Catalina, á la manera de Rubens; el nacimiento de Jesucristo de Diego Velazquez; y un San Agustín, del Españoleto.

La casa del marqués de Miravel es el principal edificio de esta ciudad y no es lo más precioso el patio rodeado de dos órdenes de pórticos uno sobre otro, sino una gran colección de antigüedades que se conservan en una de sus galerías, donde entre varias urnas, cabezas, bustos, aras é inscripciones, se observa una cabeza y un pie colosales, de Tiberio, calzado de borceguí; una cabeza de Cárlos Vº, de mármol, de León Leoni, y de su hijo Pompeyo, y un bello busto de Antonio Pio.

(…) También es digno de observarse el bellísimo aqüeducto, de mas de 80 arcos, que conduce el agua á la ciudad de dos leguas de distancia21.

Jean-Charles Davillier, menos propenso que A. Laborde a hablar de los monumentos principales de la ciudad, quizás por su espíritu más romántico, se centra en la catedral y sobre todo en las tallas de la sillería y la leyenda en torno al conocido como Ícaro Placentino:

“La catedral, aunque ha llegado a nosotros sin terminar, es un hermoso monumento que pertenece a la época de tránsito entre el estilo ojival y el renacimiento. Observamos entre otras partes interesantes las tallas en nogal de la sillería del coro. Estas sillas, en número de sesenta, están adornadas con motivos de animales fantásticos, figuras extrañas y ciertos detalles más que profanos y que nos habrían asombrado mucho en una iglesia de no haber visto otros ejemplos de estas singulares libertades.

El autor de estas tallas vivía a principios del siglo XVI, y se cuenta a este respecto una leyenda de las más extrañas referida en un libro impreso en 1610. Como Dédalo, quiso intentar atravesar los aires volando, y para conseguir mejor su propósito comenzó por adelgazar, disminuyendo poco a poco su alimento, que sólo consistía en pájaros, con la esperanza—decía él—de convertirse él mismo en pájaro. Siempre que comía un volátil tenía cuidado de separar la carne y las plumas y de pesarlas muy exactamente para tomar nota de sus pesos respectivos. Sus experiencias le enseñaron que hacían falta cuatro onzas de plumas para sostener un cuerpo que pesase dos libras. Después de haberse pesado, puso aparte la cantidad de plumas que según sus cálculos correspondían a su propio peso, y después de haberse untado el cuerpo con una cola que había preparado para fijar las plumas, reservó las mayores para sus brazos, que debían servirle de alas.

En este singular traje se lanzó un buen día desde lo alto del campanario de la catedral. Todos los habitantes de Plasencia le vieron tomar vuelo y elevarse en los aires. Parece ser que planeó algún tiempo por encima de la ciudad, pero, nuevo Icaro, no pudo sostenerse mucho tiempo en el aire. Sus fuerzas se agotaron en seguida, las alas cesaron de agitarse y fue a caer a un cuarto de legua de la ciudad, en una pradera llamada Dehesa de los Caballos, donde encontra- ron su cuerpo inanimado22”.

Nada en concreto dicen nuestros autores sobre los hombres famosos y las costumbres de los habitantes de Plasencia. Nosotros supliremos estas carencias con dos citas: La primera es de A. Ponz, quien hace un breve elenco de las principales familias placentinas, y la segunda es del padre Jerónimo Román sobre los naturales de esta ciudad:

“No se le puede negar á Plasencia, y á su Obispado haber sido madre de varones de esclarecida fama, y no pocos han salido de las ilustres familias de Monroyes, Zúñigas, Nietos, Paniaguas, Chaves, y otras muchas. De los Carvajales ha habido tres Obispos de Plasencia, cuya fama extendida por el mundo, es muy superior á sus alabanzas, particularmente la de D. Juan de Carvajal, creado Cardenal por Eugenio IV, de quien fue muy querido23”.

Sobre los naturales de esta ciudad dice el Padre Jerónimo Román “Es la gente desta ciudad naturalmente belicosa, de grandes ánimos, y como sus antepasados siempre se curaron en guerras, porque fueron los conquistadores de mucha gente de la estremadura, y guardaron esta ciudad, de aqui les quedó por mucho tiempo seguir vandos y parcialidades, que es en cierta manera vnos pequeños ractros de las guerras antiguas, y como la tierra es regalada, y de muchos entretenimientos, de aqui es que era poco deuota, y en estremo viciosa, como lo suelen ser todas las que están en fronteras, como los de los marinos y costas del mar. Y quando Dios quiso hacerles merced de remediarlos, heruia en disensiones, abrazauase con vandos, ardia en particulares odios, mucho mas sabian de la espada, casco y rodela que de Dios y de su saluacion. Entre estas parcialidades se les conocieron algunos buenos respectos de agradecimiento, buenos entendimientos, y tenaces de lo que una vez aprehenden (…)24”.

2. DIFERENTES ITINERARIOS DESDE PLASENCIA

Tras estos breves apuntes sobre la ciudad, nuestros autores salen de la misma pero por rutas diferentes: Laborde va hacia el norte por el camino de la Plata para subir hasta la Abadía y luego bajar en dirección a Coria; Davillier va hacia el este, hacia La Vera, para visitar Yuste y desde allí dirigirse a Almaraz, donde cogerá el Camino Real a Madrid. A. Jouvin, sale por el sur en dirección a Trujillo. Veamos estos itinerarios que nos acercan un poco más a las comarcas que limitan con Plasencia, aunque antes de ver estas dos rutas citaremos la descripción que Laborde hace de Malpartida, población situada en el camino desde Almaraz a Plasencia y veremos también cuál es la ruta seguida desde el sur por Jean-Charles Davilier, a partir de Casar de Cáceres:

“Malpartida: Este lugar tiene 1300 habitantes, y está bastante bien construido: su iglesia parroquial es de granito de una cantera vecina llamada de los cinco hermanos. Forman su magestuosa fachada dos cuerpos de arquitectura, de orden corintio25. Su salida es poco agradable, y solo encuentra la vista con algunos arbustos26”.

3. CAMINO DESDE CÁCERES HASTA PLASENCIA SEGÚN EL RELATO DE JEAN-CHARLES DAVILIER

“Algunas horas después de haber atravesado el pueblo de Casar de Cáceres llegamos a Cañaveral, donde pasamos la noche. Cerca de aquí estaba el famoso puente de Alconétar27, por el que pasaba la vía romana de Salamanca a Mérida. Este es el mismo puente que el de Mantible, del cual hablaba Don Quijote, y que se hizo famoso por la aventura de Fierabrás, que sucedió en tiempos de Carlomagno. El puente de Mantible, que estaba formado por treinta arcos de mármol blanco, estaba defendido—dice el historiador de Carlomagno—por el gigante Galafre, que antes de haber sido vencido por Fierabrás exigía de los cristianos por derecho de pasaje treinta parejas de perros de caza, cien jóvenes doncellas, cien diestros halcones y cien caballos ricamente enjaezados, con herraduras que pesaban cada una un marco de oro fino28.Vimos cerca de Cañaveral vestigios de la vía romana. Algunos arcos del puente de Alconétar se alzan aún en la orilla derecha del río29”.La ruta de A. Laborde desde Plasencia a Coria subiendo hasta la Abadía:

“Al salir de Plasencia se halla una legua de mal camino siguiendo la cañada en que está aquella ciudad30; súbese despues una colina bastante cubierta de árboles, y a la baxada se encuentra con el territorio llamado Tras-sierra31, que conduce á Villar; vese á lo lejos una cordillera que se extiende desde la Peña de Francia hasta la montaña de Jalama en la frontera de Portugal, distinguiéndose también las del Gamo, y de los Ángeles. Villar es una aldea de agradable posición, recomendable por la abundancia, y excelencia de las aguas, y por las inscripciones romanas que conserva en las paredes de muchas casas32. Sus cercanías están llenas de castaños, y de árboles frutales; todavía se ven allí vestigios de un aqüeducto, por el qual los romanos conducían el agua á Caparra. Hállase despues Aldea nueva que cuenta 1500 habitantes, y está sobre la ladera de una montaña cubierta de castaños. Aquí se pasa el rio Ambroz por dos puentes, uno á la entrada, y otro a la salida de la aldea, de los quales el último se llama de la Doncella; costeando el rio se descubre á la derecha el puerto de la Gumilla (Lagunilla), y se llega á Abadía, aldea perteneciente al duque de Alva, cuyos jardines están adornados de soberbias fuentes, bustos, y estatuas de mármol antiguas y modernas33. Poco después se pasa segunda vez el Ambroz por un mal puente, y se presenta un convento de franciscanos, y á media hora se descubre una columna miliaria asolada, y se llega á la Granja; desde esta aldea hasta Caparra se van siempre atravesando bosques de verdes encinas, y de robles; y se dexa á la izquierda el lugar de Villería (Villoria), ya la derecha el de la Zarza.

Caparra, (la Ambracía de los romanos) es un lugar despoblado, y conserva preciosas reliquias de los monumentos que construyeron aquellos. Estaba situada en una eminencia en la orilla del rio Ambroz, que se pasa por un hermoso puente de 4 arcos de construcción romana: actualmente esa reducido a una mala aldea, cuyo antiguo suelo cubren ruinas interesantes34.

Síguese atravesando bosques de encinas verdes hasta Oliva, villa de cerca de 240 habitantes, patria del poeta Juvenco, y después se encuentran en la llanura las aldeas de Carcaboso y Aldeguela, la quál estuvo un tiempo abandonada y casi destruida, pero se reedificó, y de dia en dia. se va repoblando. En seguida se pasa el rio Xerte por un buen puente de 7 arcos35, y sé sube a la villa de Galisteo que es de 1200 habitantes. Toda esta ruta ofrece rastros de la despoblación, y de la voracidad del tiempo, que al mismo paso sirven de pábulo á los amantes de la antigüedad; los quales llegan hasta Coria casi sin sentir la travesía de 4 leguas, entretenidos en observar las muestras que quedan de la grandeza romana, inscripciones, columnas miliarias, y trozos de via militar (pp. 387-389))

Ruta desde Plasencia a Yuste y Cuacos según el relato de Jean-Charles Da- villier.

La Vera de Plasencia36

“… Divisamos a lo lejos el Monasterio de Yuste37, en medio de los bosques, al pie de la Sierra de Tormantos, en la vertiente del Cerro del Salvador.

El Monasterio de Yuste (…), se llama así por un arroyo del mismo nombre que desciende de la vecina sierra. El 3 de febrero de 1557 llegó Carlos V a su último retiro, donde murió el 21 de septiembre del año siguiente. (…) El emperador no vivió nunca con los frailes, como tantas veces se ha dicho, sino en un pabellón bastante amplio que había hecho construir para él y que estaba al lado del convento. Su alcoba, la misma en que exhaló el último suspiro, daba a la iglesia, y podía, cuando estaba enfermo, oír misa desde su cama y asistir a los oficios sin encontrarse entre los religiosos. El pabellón de Carlos V, sin ser tan suntuoso como un palacio, estaba amueblado con cierto esmero. Cuadros del Ticiano y de otros maestros, tapicerías donde el oro, la plata y la seda formaban variados dibujos, bellos relojes y otros objetos de arte de diferente clase embellecían la morada imperial.

De todo esto, sólo queda el recuerdo, pues el Monasterio de Yuste, antiguamente muy rico, ha tenido que sufrir mucho, tanto de la incuria como del fuego y de la guerra38. El único recuerdo que encontramos allí del poderoso emperador es un ataúd de madera, que según se dice contuvo su cuerpo hasta que lo trasladaron al panteón del Escorial39.

Después de un corto paseo, llegamos a Cuacos, el pueblo más próximo a Yuste y cuyo nombre ha adquirido una cierta notoriedad, tanto a causa de la estancia en él de Don Juan de Austria, siendo niño, bajo el nombre de Jerónimo como por las humillaciones que los habitantes se atrevieron a hacer con el hijo de Carlos V y con el mismo emperador. Ya se apoderaban de una de sus vacas, ya robaban las truchas reservadas a su mesa. Se cuenta incluso que un día llegaron a tirar piedras al futuro vencedor de Lepanto, que había trepado a un cerezo del pueblo.

Salimos de Yuste al clarear el día, pues para coger en Miravete la carretera de Talavera de la Reina teníamos que atravesar una comarca de las más salvajes, en donde volvimos a encontrar el recuerdo de Carlos V. Cuando se dirigía hacia Yuste, la carretera estaba en tan mal estado que tuvo que mandar exploradores para que pudieran pasar él y su comitiva. Y después de haber franqueado un paso de montañas por el que íbamos a subir nosotros, se dice que exclamó divisando la Vera de Plasencia: No pasaré ya otro en mi vida, sino el de la muerte40”.

La impresión que se tiene tras leer los testimonios de estos viajeros es que Plasencia y las comarcas que la rodean, sobre todo las que se encuentran al norte de la misma, son, tal y como señala Laborde en su Voyage pittoresque, unos parajes privilegiados que ofrecen un contraste maravilloso con lo restante de Extremadura”.

Curiosamente, ningún viajero se adentra en el Valle del Jerte, quizás por el escaso interés artístico o histórico que sus poblaciones tenían para ellos. Sin embargo, se alaba, como hemos visto, sus límpidas aguas así como la fertilidad del terreno. A ello se refiere también Laborde en su Voyage pittoresque cuando señala que “Hay también otros distritos que disfrutan de un cultivo dirigido con mas celo é inteligencia, como cerca (…) de Plasencia y su vega, en cuyas montañas se ven viñas, olivos, morera., limoneros azamboas y otros árboles frutales”.

Más adelante explica cómo los habitantes de la cañada de Béjar cultivan las tierras en bancales, tal y como se continúa haciendo hoy día en el Valle o en La Vera:

“En la cañada de Béjar se entregan los habitantes á la agricultura con actividad, á pesar de los obstáculos que les presenta el terreno de montañas, colinas y ramblas, formando lo campos otros tantos terraplenes levantados unos sobre otros; de modo que al verlos se cree uno transportado á las montañas de Valencia; ofreciendo estos parages privilegiados un contraste maravilloso con lo restante de Extremadura”.

4. ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES

Además de estas informaciones, los viajeros que recorrieron estas tierras anotan en sus diarios algunos detalles curiosos sobre la manera de vivir de los habitantes. Por ejemplo, A. Jouvin lleva para el camino vino blanco que compra en una posada de Plasencia en “una botella de cuero que llaman bota. Este recipiente, de uso tan corriente entre nosotros, era sin embargo una novedad para los viajeros de la época así como para sus lectores, tal y como se deduce de la descripción dada por A. Jouvin del mismo. Descripción que puede ser completada por esta de otro viajero francés, el capitán Chalbrand , que estuvo en España durante la Guerra de la Independencia, y que vio una bota por vez primera en una venta en la provincia de Valladolid:

“El vino estaba en una bota, odre de piel de macho cabrío. Prepararon ellos mismos su comida en la sartén de los muleros; se sentaron a la mesa, amos y sirvientes; y todos comieron con buen apetito, picando por turnos de la sartén y bebiendo de la misma bota, pero a la catalana, es decir cogiendo la bota con una mano, y elevándola de manera que caiga el líquido en la boca sin que los labios toquen el brocal. El uso de vasos es desconocido en el campo y en los albergues de este país: es muy curioso ver a un grupo de Españoles bebiendo así mientras comen, uno detrás de otro, a chorro. Son tan duchos en este ejercicio, que, incluso levantando la bota lo más alto que les permite el brazo, no dejan caer una gota sobre el rostro o sobre las ropas41”.

 También A. Jouvin deja constancia de la costumbre de dormir al raso en las tórridas noches de verano al hablar del calor que hace en las cercanías de Torrejón el Rubio, camino de Trujillo:

“Como los calores son excesivos (…) ordinariamente se duerme en lo alto de una galería o de una terraza para encontrar allí el fresco y algún poco de viento, que comienza a levantarse al ponerse el sol, pues sin eso sería imposible vivir en España, y principalmente en Portugal y en Extremadura (…)42

Para terminar citaremos una anécdota que le ocurrió a mismo Jouvin en el mismo camino

“y allí nos ocurrió una divertida historia.

Es que descansábamos en una habitación, después de haber comido, donde el huésped y algunos de sus vecinos se distraían juntos, por ser día de fiesta, cuando aquel caballero que me acompañaba sacó de su maleta el mapa del  país para examinar la situación de los alrededores y por dónde habíamos de pasar, viendo lo cual se mostraron curiosos de saber lo que aquello era y a qué fin llevábamos ese papel que nos mostraba todas las partes de España, las ciudades, los pueblos, los castillos y los ríos, con el atrevimiento de querernos encerrar en el cuarto; lo que dio deseo a ese caballero, compañero mío, de tomar sus armas y maltratar a aquellos insolentes; a lo que por remedio juzgué a propósito con algunas palabras amables, de rogarles nos hicieran hablar al señor o al cura del pueblo, con lo cual hicieron venir al cura, el cual, después de haber sabido el insulto que esos campesinos nos habían hecho, nos vino a encontrar en aquel cuarto, rogándonos les excusáramos, burlándose de su ignorancia, visto que, como nos dijo, jamás habían salido de dos leguas de su pueblo.

Habíamos visto también en España gentes de gran saber, y hasta un general de la Artillería, que jamás había visto mapas geográficos, y por eso nos tomaban por brujos, después de haberle enseñado un mapa del reino de España, cuando le decíamos la distancia de un lugar a otro, las ciudades, los ríos, la situación del país y de los pueblos que había sobre el camino, por ejemplo, de Sevilla a Zaragoza. Por eso es por lo que no aconsejaré jamás a nadie enseñar a ningún español el mapa del país cuando por él viaje, por miedo a ser tomado por espía y detenido.

Por fortuna, los tiempos han cambiado y, no sólo nos atrevemos a ver los mapas de aquellos viajeros sino que también leemos los escritos que nos legaron y que nos permiten, a través de sus miradas lejanas, conocernos un poco más.

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1 Francisco Vicente CALLE CALLE, “Desempolvando viejos caminos y viejos mapas por el Campo Arañuelo”, en Casatejada, Revista Anual de Cultura, nº 47, septiembre 2007, pp. 39-42; “Trujillo visto por algunos viajeros de lengua francesa” en Actas de los XXXVII Coloquios Históricos de Extremadura celebrados en Trujillo del 18 a l24 de septiembre de 2006, Indugrafic Artes Gráficas, Badajoz, 2007, pp. 369-390; “La ciudad de Badajoz en los textos de algunos viajeros franceses”, en Actas del VIII Congreso de Estudios Extremeños, 2007, pp. 1454-1470; “Las tierras de la diócesis de Coria-Cáceres vista por algunos viajeros franceses de los siglos XVII-XX”, en Revista de Estu- dios Extremeños, 2007, I, pp. 319-340; “Viajeros de lengua francesa por el Campo Arañuelo y La Vera durante los siglos XVII-XX”, Actas de los XII Coloquios Históricos-Culturales del Campo de Arañuelo, pp. 29-67; “Alusiones al Quijote en los textos de algunos viajeros franceses por Extrema- dura”, en Actas de los XXXVI Coloquios Históricos de Extremadura Extremadura celebrados en Trujillo del 19 al 25 de septiembre de 2005, Indugrafic Artes Gráficas, Badajoz, 2006, pp. 115-125; CALLE CALLE, Francisco Vicente y ARIAS ÁLVAREZ, María de los Ángeles, “Extremadura en los relatos de viajes de viajeros franceses (1698-1894)”, en Guadalupe, nº 779-780, año 2003, pp. 32-43. Sobre los viajeros franceses en España ver, Bartolomé et Lucile BENNASSAR, Le voyage en Espagne. Anthologie des voyageurs français et francophones au XVIe au XIXe. siècle, Paris, 1998. (En adelante lo citaremos como VE). También se puede consultar la introducción a la obra Viaje por España del Barón J.-Charles DAVILLIER, Madrid, 1949, pp. VII-XL. Sobre los viajeros europeos en Extremadura entre 1750 y 1850, se puede consultar el artículo de Pilar ROMERO DE TEJADA, “La visión de Extremadura en los viajeros europeos”, en Antropología Cultural en Extremadura, Actas de las I Jornadas de Cultura Popular celebradas en Cáceres del 18 al 21 de marzo de 1987, Mérida, 1989, pp. 779-790. Algo parecido puede verse en el artículo que la Gran Encicl pedia Extremeña consagra a los viajeros; tomo 10, voz: viajeros.

2  Nosotros seguimos la edición que aparece en GARCÍA MERCADAL J., Viajes de extranjeros por España y Portugal, tomo III, 1999, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, pp. 622-630. En adelante VEEP.

Itinerario descriptivo de las provincias de España y de sus islas y posesiones en el Mediterráneo (1816). trad. libre de Mariano de Cabrerizo y Bascuas, Valencia, 1816. Hemos respetado la grafía de la época en que se hizo la traducción. El libro original fue escrito en 1808.

4  Cf. Barón J.-Charles DAVILLIER, Viaje por España, Madrid, 1949. Además de estos dos autores, citaremos otros viajeros coetáneos para completar o matizar algunas de sus informaciones.

ANÓNIMO, en VEEP, tomo V, p. 56.

6  Cf. Itinerario…, ed. cit., pp. 386.

7   Sobre los transportes y caminos en esta época, ver las referencias generales ofrecidas en María Dolores MAESTRE, Doce viajes por Extremadura (en los libros de viajeros ingleses desde 1760 a 1843), Plasencia, 1995, Imprenta La Victoria, pp. 25-27, 551-583. Como haremos bastantes referencias a este libro, a partir de ahora lo citaremos como VI. Ver también Jesusa VEGA, “Viajar en España en la primera mitad del siglo XIX: Una aventura lejos de la civilización”, en Revista de Tradiciones Populares, LIX, 2, 2004, pp. 96-97; 111-117.

8  Cf. op. cit., p. 367.

9  p. 623. Se trata en realidad del puente del Cardenal. Sobre este camino he aquí lo que dice el inglés dice Richard Roberts, que pasó por allí en diciembre de 1860: “Nuestro siguiente lugar era Trujillo, a una distancia de sesenta millas. El camino discurría por una de las partes menos pobladas de la escasamente poblada Extremadura, a través de paisajes que difería totalmente de cualquier otro que habíamos visto. Al alcanzar la cima de los altos que encierran el valle del Jerte por el sur examinamos con detenimiento una región donde se ha dejado a la Naturaleza enteramente a su albedrío y se puede cabalgar un día entero de verano sin ver nada más quizás que un solitario grupo de casas o ninguna otra señal de la presencia permanente del hombre. Una ondulante sucesión de colinas suavemente redondeadas, recordándonos en su contorno las «ondulantes praderas del Lejano Oeste» según las describen los viajeros, se extendía delante de nosotros durante muchas leguas revestidas con una extensión de jaras que, en algunas direcciones, parecía interminable mientras que más lejos la propia mano de la Naturaleza había dispuesto las masas de alcornoques y encinas, con los que el campo más despejado estaba salpicado, al estilo de un parque inglés. Una quietud perfecta reinaba por todas partes en esta vasta soledad dándole un punto de grandeza al paisaje cuyas características generales nunca se podrían reproducir en ninguna otra situación. La acción del sol en esta extensa superficie de jaras llenaba el aire con una fragancia deliciosa como si la tierra estuviese enviando hacia el Cielo una incesante nube de incienso en honor de su Creador Todopoderoso. Algunas veces nuestro camino transcurría por una gran extensión de arena y piedras, prolongándose durante millas como una carretera por donde, durante los aguaceros de la estación lluviosa, un torrente podría haber seguido su caprichoso curso”. Citado por Jesús A. MARÍN CALVARRO, Viajeros ingleses por Extremadura (1760-1910), (Volumen II), Diputación de Badajoz, Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, Diario Hoy, Plan de Fomento de la Lectura de Extremadura, Badajoz, 2004, (Viajes a Extremadura), pp. 119-120.

10  Quizás la barca que había en La Bazagona, ya que en el mapa que acompaña al texto aparece la venta de La Bazagona.

11  En realidad, la comarca de La Vera se encuentra al este de este de Plasencia.

12  “Los pueblos de la que propiamente se llama la Vera de Plasencia, empezando desde poniente á oriente, son los siguientes, según un práctico de la tierra me dixo: Piornal, Barrado, Garguera, Arroyomolinos, Pasarón, Gargatalaolla, Xarandilla, Gujo de Xarandilla, Xaraiz, Cuacos, Robledi- llo, Aldea nueva de la Vera, Viandar, Villanueva, y el Osar”. Cf. A. PONZ, Viajar por Extremadura. En cuanto a este libro, señalar que la Editorial Universitas publicó en 1983 en su colección Biblioteca Popular Extremeña dos tomos (3, 4) con el recorrido del insigne geógrafo por la región extremeña bajo el título Viajar por Extremadura (I y II). Cuando citemos esta obra lo haremos de la siguiente manera: primero citaremos el tomo de la edición original, así como las cartas y los párra- fos correspondientes; a continuación, vendrán el volumen (I o II) y las páginas correspondientes de la edición moderna. Por lo tanto he aquí la referencia de la cita anterior: Op. cit., Tomo Séptimo, Carta Sexta, 20. Op. cit., Vol. I, pp. 139. En la actualidad, Piornal y Barrado están englobados en la Mancomunidad de Municipios del Valle del Jerte.

13  Cf. Miguel Ángel PÉREZ PRIEGO, Viajeros y libros de viajes en la España medieval, Madrid, 2002, pp. 14-15

14  Sin embargo, fue Alfonso VIII quien fundó Plasencia en marzo de 1189. “Según testimonio del célebre arzobispo de Toledo D. Rodrigo Jiménez de Rada en su célebre «Historia contemporánea de los hechos», Plasencia fue conquistada a los moros por Alonso (sic) VIII en 1180… En el privilegio de fundación fechado en marzo de 1189, se dice que «para honor de Dios, en el lugar que antiguamente se llamaba Ambroz, se edifica una ciudad con el nombre de Plasencia, para que agrade a Dios y a los hombres “VT PLACETA DEO ET HOMINIBUS” (…)». Cf. M. LÓPEZ SÁNCHEZ-MORA, Las catedrales de Plasencia, Plasencia, 1971, p. 7, en V. I., pp. 410-411, nota 89.

15  Cf. Viaje por España, ed. cit., pp. 606..

16   “(…) entre [las] cuales es una isla bien arbolada, formada por un rio, que Xerete se llama, y gózala más que nadie Don Favian de Monroyo, que es un caballero de muchas partes, el cual tiene allí una huerta y su casa a la orilla del rio, cosa de ver, con una barca para pasar. La cual casa nuestro pelegrino vio muy despacio por medio de una señora que con benignidad correspondió con su deseo. Á la entrada halló un cenador muy bien aderezado con azulejos, y un poco más adelante una dama ó ninfa en carnes, muy hermosa, que estando de rodillas por todas partes echaba agua, y más adelante una dama hecha un réspice finem la cual tenia una serpiente, y un Cupido y una bivora, que todas tres habian instado, el fin. A nuestro pelegrino dióle gusto la metáfora, y en el escudo de las armas fijó esta copla que le hizo:

«Ninfa que habéis fenecido,

pues tenéis esa serpiente,

y bivora, y á Cupido,

dezi cuál os ha mordido más áspera y duramente.

Que segun vuestra hermosura

es grande y vuestro valor, no se atreviera ventura

á llevar tanta cordura si no fuera por Amor.»

Y disimuladamente acabó de ver el jardin, y halló un circulo ladrillado de azulejos de Talayera, y una reina que, de rodillas, por muchas partes esparcía agua; y una glorieta que tiene (es bien de arcediano) que cae sobre el rio con mucha frescura. Demás desto tiene mucha jardinería; la cual viendo llegó el señor della, y acarició á nuestro pelegrino. Este con su compañero volvióse á embarcar para volver a la ciudad, en la cual le acontecieron muchas cosas notables (…)”. Cf. Bartolomé de Viallabalba y Estaña, en citado por A. RODRÍGUEZ MOÑINO, en “Extremadura en el siglo XVI. Noticias de viajeros y geógrafos (1395-1600), Revista de Estudios Extremeños, 1-4, 1954, pp. 342-343.

17 pp. 228.

18 Al igual que el resto de las diócesis extremeñas, la diócesis de Plasencia pasó a ser sufragánea de la de Toledo a raíz del Concordato de 1851.

19 pp. 287.

20  Según A. Ponz, D. Martín Nieto, fue Baylío de la Orden de S. Juan de las Nueve Villas y Comen- dador de Yébenes; fundó la capilla en la que se encuentra el sepulcro, y murió, según dice el epitafio, el 29 de julio de 1597. cf. op. cit., Tomo Séptimo, Carta Quinta, 68. Op. cit., Vol. I, p. 114. Sobre la iglesia y el convento de los Dominicos ver AA. VV., La España Gótica (14). Extremadura, pp. 245-247.

21  Cf. pp. 378. Este acueducto, conocido popularmente como “los Arcos”, fue construido imitando el estilo romano en 1574. Cf. José Antonio SÁNCHEZ DE LA CALLE, Plasencia. La Perla del Valle del Jerte, Montijo, 1994, Editora Regional de Extremadura, (Cuadernos populares, 49), p. 23. Todas estas noticias que hemos señalado sobre Plasencia, aparecen mucho más ampliadas y detalladas en A. PONZ, Op. cit., Tomo Séptimo, Cartas Quinta y Sexta, 39-96 y 1-8. Op. cit., Vol. I, pp. 95-134.

22  Cf. Viaje por España, ed. cit., p. 606. El libro impreso en 1610 es el libro VI de los comentarios a Virgilio del Padre Luis de la Cerda, citado por A. PONZ, quien, a su vez, recoge diferentes versiones de la leyenda. Cf. Op. cit., Tomo Séptimo, Carta Sexta, 1-8. Op. cit., Vol. I, pp. 130-134.

23  Este Prelado fue el que costeó el todavía hoy llamado Puente del Cardenal, en el Camino desde Plasencia a Trujillo. Los otros dos Carvajales famosos fueron, D. Bernardino de Carvajal, sobrino del anterior y D. Gutierrez de Carvajal. Cf. A. PONZ, Op. cit., Tomo Séptimo, Carta Quinta, 92. Op. cit., Vol. I, pp. 127-128.

24   Cf. P. Jerónimo ROMÁN, citado por A. RODRÍGUEZ MOÑINO, en “Extremadura en el siglo XVI. Noticias de viajeros y geógrafos (1395-1600), Revista de Estudios Extremeños, 1-4, 1954, p. 398.

25   Curiosamente A. PONZ no pudo visitar la iglesia “por ser ya al caer la tarde”. Sin embargo, cuando se entera de que es una buena iglesia, “[se procura] desde luego noticias de ella, y las sup[o] muy puntuales de sugeto inteligente en la arquitectura”. Dichas noticias, incluida una referencia a la cantera de los cinco hermanos, “(…) de donde se llevó la piedra para hacer el puente del Cardenal que dista seis leguas”, ocupan los párrafos 29-39 del Viage de España, Tomo Séptimo, Carta Tercera. Op. cit., Vol. I., pp. 90-94. Sobre el puente del Cardenal, ver el artículo a él dedicado en la Gran Enciclopedia Extremeña, tomo 3, p. 16.

26 pp. 345.

27  De hecho, en el Diccionario de P. Madoz, el pueblo figura como Cañaveral de Alconétar, llama- do también Cañaveral de las limas. Cf. P. MADOZ, Diccionario…, tomo 5, voz: Cañaveral de Alconétar.

28  A. Ponz no da ningún crédito a esta leyenda, que para él son “errores” propios de criados y peones. Cf. Cf. Op. cit., Tomo Octavo, Carta Tercera, 20. Op. cit., Vol. II, p. 97. Sobre la leyenda de Fierabrás, Carlomagno y la princesa Floripes así como su reflejo en las tradiciones extremeñas, ver

Moisés MARCOS DE SANDE, “Del folklore garrovillano: usos y costumbres”, en Revista de Estudios Extremeños, t. I, 1945, pp. 447-460.

29   Cf. DAVILLIER, J. -Ch. Op. cit., p. 605. Los restos del puente, que datan del siglo II, fueron trasladados de su lugar original a 29 kilómetros de Cáceres, para evitar que fueran sumergidos por las aguas del pantano de Alcántara. En V. I. aparece una fotografía (ilustración nº 8) que muestra la barca de Alconétar y los restos del puente en su ubicación original. Ver Gran Enciclopedia Extremeña, tomo 1, voz: Alconétar, Puente de. En este artículo se señala que en un grabado de Alexandre Laborde del siglo XVIII (sic) aparece el puente con un arco más de los que se han conservado hasta nuestro momento. Según Pascual Madoz, los lugareños llamaban al arco central “Bigotes” y a otro “Andaniña”. Cf. Pascual MADOZ, Diccionario..., tomo I, voz: Alconétar, puente de. El puente de Mantible aparece citado en la primera parte del Quijote, capítulo XLVIII. Sobre la leyenda de Fierabrás, Carlomagno y la princesa Floripes así como su reflejo en las tradiciones extremeñas, ver Moisés MARCOS DE SANDE, “Del folklore garrovillano: usos y costumbres”, en Revista de Estudios Extremeños, t. I, 1945, pp. 447-460.

30   También A. PONZ se queja del estado de este camino: “El camino hasta Villar es en la mayor parte cosa rematada; lo peor es la primer legua: y no sé cómo la ciudad de Plasencia no lo tiene compuesto, ó siquiera no lo ha conservado, pues se conoce, que en tiempo pasado estuvo bueno”. Cf. Op. cit., Tomo Octavo, Carta Primera, 2. Op. cit., vol. II, p. 1.

31  Se llama así “por estar entre él, y el valle de Plasencia (del Jerte) una lata sierra que los divide”,

A. PONZ, Op. cit., Tomo Octavo, Carta Primera, 2. Op. cit., vol. II, p. 2.

32  A. PONZ cita algunas. Cf. Op. cit., Tomo Octavo, Carta Primera, 4. Op. cit., vol. II, p. 3.

33   A. PONZ ofrece una detallada descripción de los jardines, Cf. Op. cit., Tomo Octavo, Carta Primera, 27-42. Op. cit., vol. II,. pp. 18-28. También Bartolomé de Villalba y Estaña es prolijo en su descripción del palacio del Duque de Alba. Cf. A. RODRÍGUEZ MOÑINO, en “Extremadura en el siglo XVI. Noticias de viajeros y geógrafos (1395-1600), Revista de Estudios Extremeños, 1-4, 1954, p. 350.

34  Curiosamente, A. LABORDE no menciona el monumento más famoso de Cáparra, su “famoso arco de trofeo”, como lo define A. PONZ, quien sí dedica unas páginas a la antigua ciudad romana. Cf. Op. cit., Tomo Octavo, Carta Primera, 48-56. Op. cit., vol. II, pp. 31-36.

35  Construido en 1546 por orden del Conde de Osorio Don García Fernández Manrique, según reza en una inscripción que se halla en mitad del puente.

36  El inicio del recorrido lo hemos reproducido un poco más arriba.

37  Una breve historia del monasterio puede leerse en la Gran Enciclopedia Extremeña, tomo 10, pp. 217-220, así como en VI, pp. 151-154; 214-215; 416-425.

38  Parte del monasterio fue destruido por las tropas francesas a mediados del mes de agosto de 1809. Cf. Pedro Antonio de ALARCÓN, Una visita al monasterio de Yuste, en El monasterio de Yuste y la retirada de Carlos V, Jaraíz de la Vera, 1983, Monjes Jerónimos, Imprenta La Verata, pp. 29-30.  39 En febrero de 1574. Cf. Ibid., pp. 42-44.

40  Esta última referencia no es exacta porque para ir desde Yuste a Miravete no hay que pasar por el Puerto de las Yeguas (1500 m. de altitud), que separa el Valle del Jerte de la Vera, y que fue el puerto en el que el emperador pronunció las conocidas palabras mencionadas por J. –Ch. Davillier: “Partió su Majestad de Valladolid por fin de octubre de cinquenta y seys, y pasó un puerto muy áspero que llaman en aquella tierra el Puerto nuevo, que aunque los de Plasencia hizieron quanto pudieron para facilitarle, fue menester en muchos passos difíciles llevarle a manos en una silla. Encareciendo algunos la aspereza del camino, y de tan mal puerto, dixo su Majestad: No passare ya otro en mi vida sino el de la muerte, y no es mucho que tierra tan buena y sana como la de Yuste, cueste cara de alcanzar”. Cf. Fr. José de SIGÜENZA, Historia de la Orden de San Jerónimo. Parte III. Lib. I. Cap. XXXVI. Citado por Luis CORTÉS VÁZQUEZ, Viaje literario al norte cacereño, Salamanca, 1984, Gráficas Cervantes, pp. 50-52.

41   Cf. Capitán CHALBRAND, Les Français en Espagne. Souvenir des guerres de la Péninsule, (1808-1814), Tours, 1856, Ad. Mame et cie, Imprimeurs-Libraires, p. 6.

42  Cf. pp. 622.

Oct 012009
 

José Luis Barrio Moya

 En este año de 2009 se cumplen doscientos años del nacimiento de un genio de la literatura hispana del siglo XIX: Mariano José de Larra, quien en palabras de Juan Luis Alborg constituye el valor más permanente, más vivo y más actual de todo el Romanticismo español. Su sostenida actitud de inconformismo y rebeldía será siempre una lección, cualesquiera sean las circunstancias en que se acuda a su magisterio, y son numerosas las páginas de sus escritos que no han perdido un solo átomo de su vigencia1

La vida de Larra fue corta, azarosa y atormentada. Hijo de un médico afrancesado, don Mariano José de Larra y Langelot, y de la dama extremeña doña María de los Dolores Sánchez de Castro, nació en Madrid el 24 de marzo de 1809, en plena guerra de la Independencia.

El padre de Larra fue un personaje atípico para la época. Estudio medicina en Valencia y Madrid, logrando plaza de médico en el ejército de José Bonaparte, teniendo que exilarse en Francia en 1813 tras la derrota de los franceses. El infante don Francisco de Paula le nombró su médico de Cámara y gracias a aquel cargo puedo regresar a España en 1817, ejerciendo su profesión en luga- res tan dispares como Madrid, Navalcarnero, Torrejón deArdoz, Corella, Aranda de Duero y Cáceres.

Don Mariano José de Larra contrajo matrimonio en dos ocasiones. Del primero nacieron siete hijas y un hijo, todos fallecidos en temprana edad. De su segunda unión con doña María Dolores Sánchez de Castro engendró un único hijo, el futuro Mariano José de Larra. El padre del gran escritor murió, a edad muy avanzada, hacia 1846.

De doña María Dolores Sánchez de Castro apenas se sabe nada. Nacida en Villanueva de la Serena (Badajoz), fue hija de don Francisco Sánchez de Castro y doña Inés Delgado, ambos naturales de la mencionada población. Muy joven se casó con don Mariano José de Larra, un hombre que le doblaría la edad, y que probablemente no amaba gran cosa a su marido ni a su hijo2.

Como ya se dijo Larra nació en Madrid, a las ocho y media de la mañana, del 24 de marzo de 1809, en la residencia de empleados de la antigua Casa de la Moneda , sita en la calle de Segovia, donde vivían los padres del futuro escritor junto con el abuelo don Antonio Crispín de Larra y Morán de Navia, administrador de la citada institución, en la que trabajaba desde 1768.

El pequeño Mariano no debió sentir hacia él mucha ternura por parte de su madre, dado el escaso papel que representa en la vida del hijo . Joven, recién casada, atenta a su marido, combatida por disgustos de familia, doña Dolores Sánchez no se ocupó mucho de su hijo. Debió ser la madre perfecta, a usanza de aquel tiempo, que supo hacerse respetar y no se preocupó de ser amada, creyendo que el hijo ama por obligación3.

Larra recibió su primera educación en Francia, donde su familia tuvo que exilarse por la vinculación de su padre a José Bonaparte. En 1818 regresó a Madrid, donde inició sus estudios en el Colegio Imperial, sito en la calle de Toledo, regentado por los jesuitas. Inclinado hacia la carrera de la abogacía pasó a Valladolid para estudiar derecho. En la ciudad castellana tuvo lugar un hecho que marcó profundamente su vida, enamorándose de la amante de su padre. Desengañado abandonó Valladolid trasladándose a Madrid para dedicarse al periodismo, fundando en 1818 la revista El duende satírico del día, a la que siguió la muy famosa El pobrecito hablador, en la que aparecieron sus demoledores artículos sobre la sociedad del momento en el seudónimo de Figaro.

En 1829 Larra se casó, sin amor, con Pepita Wetoret, su matrimonio muy pronto hizo aguas por todas partes a pesar de haber tenido tres hijos.

Larra cultivó todos los géneros literarios, tanto la poesía como el teatro, siendo su obra más relevante Macías, sobre el célebre trovador gallego, estrenada con éxito en el Teatro Príncipe de Madrid el 24 de septiembre de 1834. También trató la novela histórica, tan de boga en la época, como la conocida El doncel de don Enrique el Doliente. Sin embargo de todo ello la fama de Larra como escritor se asienta en su artículos de costumbres, tan mordaces como críticos, muchos de ellos todavía de rabiosa actualidad.

Una aventura amorosa con la hermosa valenciana Dolores Armijo, que en un momento dado se negó a continuar con aquella relación, hizo de Mariano José de Larra se suicidase de un tiro, a las siete de la tarde del 13 de julio de 1837, en su casa del número 3 de la calle de Santa Clara.

La muerte de Larra conmovió a todo Madrid, que acudió en masa a su velatorio y entierro, salvo sus padres, ignorándose de los motivos de su ausencia. El padre de Larra quiso buscar al culpable de aquel luctuoso suceso a su propia esposa, a la que acusó de no haber sabido inculcar a su hijo valores religiosos. Y a mayor abundamiento el desolado padre dejó caer el peso de su dureza en su mujer y la decía “tu castigo está en que el día que yo muera te quedarás sin nada”. Así fue. Después de su vida de trabajo (dice en una de sus cartas que había ganado con la medicina millón y medio), el día que murió le quedaron a la viuda los modestos enseres de la casa y dos reales por todo capital4.

Sin embargo, y como muy bien subrayó Carmen de Burgos en su espléndida biografía de Larra, la culpa del suicidio del escritor no puede recaer sobre la madre al no infundirle esa religiosidad absurda que hace a los hombres timora- tos, sino a la falta de ternura hacia él, de amor y bondad, sentimientos ausentes en las estructuras familiares de la época, dominadas por el obsoleto derecho romano, donde la esposa quedaba totalmente supeditada al marido y los hijos una propiedad de los progenitores.

El bicentenario del nacimiento de Larra será conmemorado en Madrid con diversos actos a lo largo de este año. El Ateneo de la capital ha organizado un ciclo de conferencias que con el título de Larra en el tiempo, y a cargo de destacados especialistas, se desarrollara en la citada institución entre los meses de marzo y diciembre de 2009. Por su parte Jesús Miranda de Larra, descendiente del escritor, ha publicado una biografía de su ilustre antecesor con documentos inéditos guardados por la familia 5.

Para colaborar en aquellas celebraciones, y otras más que están programadas, vamos a dar a conocer las dotes que sus padres aportaron en su enlace, otorgadas en Madrid el 31 de enero de 1806, cuando hacía tres semanas de casados, y que nos informan de la situación económica de ambos cónyuges en el momento de su unión.

El día 31 de enero de 1806, y ante don Julián Pedro Serrano, escribano del rey nuestro señor, de la Superintendencia y juzgado de la Real Casa de la Moneda de esta Corte y del Collegio de ella, se presentó don Manuel de Larra medico titular de los Reales Hospitales General y Pasión de esta Corte, y natural de ella, hijo legitimo de Don Antonio Crispin de Larra y Doña Eulalia Langelot, y confesó que por quanto para el servicio de Dios nuestro señor habia contraido segunda numcias con Doña Maria de los Dolores Sanchez, natural de la villa de Villanueva de la Serena, provincia de Extremadura, obispado de Badajoz, hija de Don Francisco Sanchez y de Doña Ynes Delgado, el primero ya difunto. Continuaba declarando don Mariano de Larra que su segundo matrimonio tuvo lugar en Madrid el 7 de diciembre de 1806, y que con motivo de la brevedad con que se celebro no se hizo y otorgo por el compareciente la correspondiente escritura de recivo de dote y carta de pago que a su favor la compete por los vienes, dineros, alhajas, ropas, prevenda y otros efectos con que en aquel tiempo se hallava y actualmente tiene6.

Doña María Dolores Sánchez de Castro aportó a su matrimonio una dote valorada en 30426 reales de vellón, en la que se incluían tanto dinero en metálico como ropas de casa y vestidos, algunos muebles, varios abanicos y joyas así como ciertas cantidades de aceite, carbón y jabón. Todo ello en realidad de muy menguado valor.

“- Primeramente es dote la cantidad de diez y ocho mil novecientos y seis reales de vellón en efectivo, librados por Don Juan Josef Cerero, como heredero fideicomiso de Don Manuel Laso, del Consejo de Su Majestad y super intendente que fue de la Real Casa de la Moneda de esta Corte, que se entregan en este acto por mano del señor Don Manuel Lamas, general de Comercio, Moneda y Minas, vecino de esta Corte, como dote de la misma Doña Maria Dolores como prima que fue de dicho señor respecto haverselo asi comunicado al propio su heredero fideicomiso.

–  Y gualmente es dote una prebenda de cien ducados a que se hallava nombrada la dicha Doña Maria Dolores de cierto patronato fundado en la iglesia parroquial de San Nicolas de esta Corte por Don Manuel de la Oz al mismo otorgante en dinero efectivo y entregado antes de ahora, como lo confiesa y declara en este acto, como dote de la misma Doña Maria su esposa, 1000 reales de vellon”.

El resto de los bienes que Doña María Dolores Sánchez de Castro llevó a su matrimonio fueron, al igual que los de su esposo, justipreciados por personas inteligentes, nombradas por una y otra parte, aunque sus nombres no se mencionan en los documentos.

ROPAS DE CASA

–    Seis sabanas de Coruña nuebas, de a dos anchos y tres varas y media de largo, 468 rs.- yt. quatro sabanas mas , ya usadas, 184 rs.- yt. tres tablas de manteles, usados, 90 rs.- yt. quatro servilletas, 40 rs.- yt. quatro camisas usadas, 120 rs.- yt seis finas sin estrenar, 220 rs.- yt. seis pares de enaguas entre nuevas y usadas, 132 rs.- yt. ocho pares de calcetas, 96 rs.- yt. seis pares de medias de seda, 180 rs.- yt. diez cortinas de coton, de tres varas y media de ancho, 350 rs.- yt. diez y ocho pañuelos para el cuello y las narices, 200 rs.- yt. una decena de almuadas, 140 rs.

ALHAJAS

– Yt. una cadena de oro para el cuello, 700 rs.- yt. tres pares de pendientes, dos de oro y uno de feligrana, 200 rs.-yt. un cubierto de plata, 130 rs.- yt. quatro abanicos, 500 rs.

ROPA DE COLOR

–  Yt. dos cortinas de seda, chicas, 20 rs.- yt. im sitoyen de paño, 180 rs.- yt. un cobertor de cama de damasco de lana, 40 rs.- yt. quatro basquiñas, dos de lana y otras dos de seda, 800 rs.- yt. dos mantillas negras,320 rs.- yt. una blanca de muselina, 60 rs.- yt. tres jubones de seda y uno de lanilla, 160 rs.- yt. otros dos blancos, 60 rs.- yt. dos camisas de muselina bordadas, 400 rs.- yt. otras dos, una de percal y otra de coton, 300 rs.- yt. tres zagalejos blancos de muselina, 200 rs.

CAMA

–  Yt. un tablado, 80 rs.- yt. tres colchones nuevos poblados de lana, 600 rs.- yt. tres fundas pobladas de lana, 60 rs.- yt. dos mantas nuebas, 180 rs.

MUEBLES

–  Yt. dos baules, 120 rs.- yt. un canapé, seis sillas grandes y dos chicas, de Victoria, 160 rs.- yt. seis sillas ordinarias, 36 rs.- yt. tres mesas, 40 rs.- yt. quatro quadros con sus cristales, 80 rs.- yt. un velon, 30 rs.- yt. una palmatoria, unas parrillas y un asador, 20 rs.- yt. un fregadero, 20 rs.- yt. un brasero con su caxa y vadil, 60 rs.- yt. dos sartenes, un almirez, planchas y jarro, 90 rs.- entre vidriado fino y ordinario, como son fuentes y medias fuentes y platos de vidriado de la Alcora y de Talavera, barreños, pucheros, cazuelas, xicaras, tazas, sellico, bacinillas, alguna tinaja y demas utensilios de vidriado, vidrio y cristal como frascos, botellas, compoteras, tazitas de dulce, todo regulado y tasado a los precios corrientes, su valor, 1000 rs.

– En azeite, jabon y carbon, 500 rs.

REGALOS DEL NOVIO

– Yt. en regalos hechos por el nobio a la novia antes de casarse y que deveran agregarse al dote.

– Yt. una camisa exterior de media china 140 rs.- yt. un pañuelo manton para los hombros, 460 rs.- yt. dos adornos para la cabeza, 160 rs.- una colcha de cotonia guarnecida, 200 rs.- yt. zapatos y otras frioleras, 100 rs.

Tras recibir la dote de su esposa, don Mariano de Larra otorgó a favor de la misma la competente carta de pago y recibo de dote por los citados bienes. Fueron testigos de aquel otorgamiento don Fernando Acedo, don José Ordín y don Joaquín Martínez de Maeztu.

El ya citado día 31 de diciembre de 1806, y ante el mismo escribano, don Mariano de Larra procedía e inventariar y tasar las pertenencias que él mismo llevaba a su segunda unión.7

Los bienes del médico madrileño superaron en precio a los de su esposa, puesto que fueron valorados en 20472 reales de vellón, cantidad a la que había que añadir que añadir los sueldos que se le adeudaban por su trabajo en los Reales Hospitales de Madrid.

De entre todas las pertenencias que don Mariano de Larra registra en su dote, lo más interesante fue sin duda su biblioteca, con libros en latin, frances, italiano y otras lenguas, en pasta, rustica y pergamino, la mayor parte de medecina y ciencias físicas, que fueron tasados en 4000 reales de vellón, pero de los que, desgraciadamente, no se citan ni títulos ni autores, lo que en verdad es lamentable, puesto que nos impide conocer la formación profesional del médico madrileño. Los bienes aportados fueron los siguientes:

– Primeramente en dinero efectivo, 1500 rs.- yt. tres cubiertos de plata con su cuchillo, con su peso y calidad, 500 rs.- yt. dos reloxes de faltriquera nuevos y de ultima moda, el uno de Reimeni y el otro de J.Jammel , 1000 rs.- yt. dos estantes de libros de todas facultades en latin, frances, italiano y otras lenguas en pasta, rustica y pergamino, la mayor parte de medecina y ciencias físicas, 4000 rs.- yt. una silleria de damasco de seda compuesta de un canapé y una docena de sillas o taburetes entre grandes y chicos, 320 rs.- yt.- media docena de cortinas de damasco de lana amarilla, 200 rs.- yt. una

Concepcion, 180 rs.- yt. un estante nuevo y bien pintado, de todo gusto, 400 rs.- yt. otro con su analqueria para libros, 160 rs.-  yt. tres rinconeras de nogal y maderas embutidas, 180 rs.- yt. dos candeleros de ojilla de plata y otros ocho de bronce y cobre dorado, 180 rs.- yt. una mesa de juego, 80 rs.- yt. un bufete, 70 rs.- un escritorio, 200 rs.- yt. un tocador, 80 rs.- yt. un escritorio, 200 rs.- yt. dos tableros de cama y un catre, 140 rs.- yt. cuatro colchones, 700 rs.- yt. quatro mantas, 200 rs.- yt. quatro fundas de almuadas, 80 rs.- yt. dos baules, 80 rs.- yt. una mesa redonda, de comer, 60 rs.- yt. otra de nogal, 40 rs.- un belon de bronce para estudiar con su pantalla y dos receptáculos del aceyte, y uno del mismo metal y otro de cristal con espabiladeras de acero y su bandejita de charol para colocarlas, 220 rs.- yt. dos caperos y una percha, 90 rs.- yt. dos cortinas chicas para el balcon, 30 rs.- yt. una colcha de cotonia , 160 rs.- yt. quatro sabanas, 200 rs.- yt. quatro almuadas, 80 rs.- yt. media docena de toallas, 90 rs.- yt. una caxa de sellico cubierta y pintada, 160 rs.- yt. una mesa de cocina, 20 rs.- yt. una escribania de peltre, un cuchillo de marfil para cortar papel y abrir las ojas de los libros y otras menudencias anexas al bufete como cartapacios, 300 rs.- yt. una alacena grande y otra chica, 60 rs.- yt. cinco tinajas con sus pies, una para aceyte, otras para agua y demas provisiones, 150 rs.- yt. una mesa larga de aparador, 60 rs.- yt. un fregadero, 12 rs.- yt. un tajo con su chilla, 50 rs.- yt. un jarro de cobre, 40 rs.- yt. un brasero de azofar y dos vadiles y dos gorros o cubrilones y una caxa,210 rs.- yt. un cazo, una sarten, unas parrillas, unas tenazas, un badil de fierro, candil, pala para el carbon y cogedor de ferro, asador, trebedes, una palmatoria, un candelero de azofar y demas trebejos de espetera y cocina, 200 rs.- yt. planchas, 60 rs.- yt. media docena de platos de pedernal, dos medias fuentes, una fuente, xicaras y demas vidriado, 160 rs.- yt. una salvilla de peltre, 30 rs.- yt. ocho xicaras de China con sus platillos, 160 rs.- yt. dos botellitas de cristal dorado para serbir el vino y agua a la mesa y media docena de vasos dorados por el mismo estilo y que las acompaña, 120 rs.- yt. media docena de basos de cristal iguales y diversas otras vasijas, 160 rs.

ROPA DE PONERSE

–  Yt. una capa blanca de paño de sedan con embozos de pieles de chinchillas, 1500 rs.- yt. otra de paño de color de la lana con embozos de terciopelo, 600 rs.- yt. un capote de paño fino con embozos de terciopelo turquí, 120 rs.- yt. otro de paño burdo, 80 rs.- yt. otro usado con embozos de terciopelo rayado, 60 rs.- yt. un espadín de acero, 240 rs.- yt. un vestido de serio con botonadura de azero, casaca y chupa de paño fino de color verdoso, 200 rs.- yt. otro tambien de serio, casaca y chupa color abellana, 180 rs.- yt. un pantalon de pana açul turquí,210 rs.- yt. otro de paño negro muy fino, 190 rs.- yt. un frac negro, 200 rs.- otro verde, 160 rs.- yt. tres pares de calzones, 200 rs.- yt. una lebita blanca, 400 rs.- yt. dos sombreros de tres picos, uno con presilla y borlas de plata y otro con presilla y borlas negras, 320 rs.- yt. un vestido de paño negro, de serio y luto con espadin, ebillas y charreteras apabonadas, 400 rs.- yt. seis chalecos de muselina, uno de cotonia, otro de percal, otro de mahon y otro de seda, 170 rs.-yt. media docena de camisas, 300 rs.- yt. quatro camisolas, 300 rs.- yt. tres pañuelos de cuello bordados de Olanda, 120 rs.- yt. otros tres de percal y otro de batista ya usados, 40 rs.- yt. quatro pañuelos de faltriquera, 60 rs.- yt. media docena de pares de calcetas, 90 rs.- yt. otra media docena de pares de medias de seda, nuebas y usadas, 190 rs.- yt. dos chalecos de bayeta, 20 rs.- yt. un sombrero redondo, 60 rs.- yt. esteras, ruedos y algunos otros muebles indispensables en las casas, que son de poco valor como linterna, farol, lampara para la escalera, escalera de manos, barillas, cordones de seda para tocar las campanillas y llamar a la familia, 320 rs.- yt. dos pares de ebillas de plata, 110 rs.- yt. un par de botas enteras con campana y otro par de medias botas, 400 rs.

A todo lo arriba referido don Mariano de Larra añadía a sus bienes dotales 4000 reales de vellón que dice tiene devengados de sus sueldos en dichos Hospitales General y Pasión y no le estan satisfechos, en la misma forma tres mil reales por la propia razon de su asistencia en las quatro Diputaciones de San Juan, Amor de Dios, Trinitarios y Jesus Nazareno, y últimamente como unos dos mil reales poco mas o menos que tambien se le deven por diferentes casas particulares, cuyas tres partidas ascienden a nueve mil reales en efectivo y se havian de haver cobrado en la Navidad proxima y no ha tenido efecto, y quan- do tenga aumentara este capital.

Fueron testigos de este otorgamiento los mismos que firmaron en la dote de su esposa.

A pesar de que los bienes del doctor don Mariano de Larra son de una cierta entidad, no alcanzan ni de lejos el millón y medio de reales que , al final de su vida, aseguraba había ganado ejerciendo su profesión.

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1 .- Juan Luis ALBORG.- Historia de la literatura española. El Romanticismo, Tomo IV, Madrid, edit. Gredos , 1980, p.186.

2 .-Ismael SÁNCHEZ ESTEBÄN.- Mariano José de Larra, Madrid 1934, p. 15.

3  .- Carmen de BURGOS,. Figaro, Madrid 1919, p. 26.

4  .- Carmen de BURGOS.- o. cit, p. 271.

5   .- Jesús MIRANDA DE LARRA.- Larra. Biografía de un hombre desesperado, Madrid, edit. Aguilar, 2009.

6   .- Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 20796, folº. 3-8. Escribano = Juan Pedro Sierra

7   .- Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 20796, folº. 9-15. Escribano = Juan Pedro Sierra.

Oct 012008
 

Esteban Mira Caballos

 1.  INTRODUCCIÓN

Siempre se ha sostenido que la expulsión de los moriscos no sólo se debió a una cuestión de xenofobia sino también a un problema de seguridad nacional. En 1569 declaró un morisco ante la inquisición de Granada que ellos pensaban que esta tierra se había de tornar a perder, y que la habían de ganar los moros de Berbería1. Un año después, algunos cristianos viejos de Hornachos escribieron una misiva a Felipe II en la que manifestaban su temor ante una posible rebelión de los hornachegos en colaboración con otros moriscos de Extremadura y Andalucía con los que mantenían contactos2.

Los ataques corsarios a las costa mediterráneas españolas aumentaron ese clima de inseguridad. De hecho, en Valencia, donde habitaban más de 60.000 vecinos moriscos, muchos desampararon los pueblos y han pasado las mujeres y niños a los lugares de las fronteras dentro en Castilla3. Realmente, estos hechos no tenían nada de particular; López de Gómara insistió reiteradamente en su crónica  sobre  la  inteligencia  y  comunicación  que  había  entre  los  moriscos españoles y los corsarios berberiscos. Y para apoyar dicha tesis, citó el caso de un ataque enemigo al río de Amposta en el que un morisco hizo de guía4.

Es más, según Fernand Braudel, en la costa catalana, en torno al delta del Ebro, donde la población era escasa, llegaron a establecerse, en diversas etapas del quinientos, corsarios argelinos de forma más o menos permanente. Ello, nos puede dar una idea aproximada de la magnitud que adquirió el corso en el siglo XVI. Los ataques del Emperador a Túnez en 1535 y a Argel seis años después no pudieron evitar una realidad y es que el peligro berberisco y turco en el Mediterráneo durante el siglo XVI no solo no disminuyó sino que se acrecentó. De hecho, la batalla de Lepanto, ganada para España por don Juan de Austria y don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, no supuso más que una momentánea disminución del corsarismo en el Mediterráneo. De hecho, tras la toma de Túnez por don Juan de Austria en 1573 se produjo una contraofensiva turca en la que se apoderaron de nuevo de dicha plaza y de La Goleta5.

Sin embargo, el problema morisco -percibido por la sociedad- era más ficticio que real. Se trataba de unos temores excesivamente exagerados, provocados por las rebeliones del pasado y por los continuos ataques berberiscos a las costas mediterráneas. La literatura posterior se encargó de poner el énfasis en el problema morisco para justificar de alguna forma una decisión tan drástica como perjudicial para los intereses económicos del Reino. Por ello, se les culpó de instigar los ataques corsarios de turcos y berberiscos lo que acentuó y justificó el rechazo creciente de la población hacia esta minoría.

Hoy sabemos que los moriscos no tenían potencial militar, ni armas suficientes ni tan siquiera apoyo externo. La ayuda de los berberiscos y turcos fue muy escasa, pues, los ataques corsarios a las costas mediterráneas no se debieron a un plan de reconquista, con la ayuda interna de los moriscos, sino a meros actos individuales de rapiña. Probablemente nunca pasó por la cabeza de los corsarios magrebíes la posibilidad real de recuperar la Península Ibérica , ni muchísimo menos de devolver el poder a los moriscos.

El caso de Hornachos que tratamos en este trabajo, era muy singular porque, como veremos en páginas posteriores, la mayor parte de su vecindario era morisco6. Su resistencia al cambio fue muy tenaz, tanto que la mayoría terminó, como los demás moriscos españoles, en el exilio.

2. LOS MORISCOS HORNACHEGOS ANTES DE LA EXPULSIÓN

En 1502 se publicó un decreto por el que se obligó a todos los moriscos a elegir entre destierro o bautismo7. Como era de esperar, casi todos optaron por convertirse al cristianismo; comenzaba la era morisca, pues todos los mudéjares fueron oficialmente bautizados. Desde ese momento no sólo se dio por finalizada la convivencia pacífica entre cristianos viejos y conversos sino que se inició una fractura definitiva que acabaría trágicamente con la expulsión del más débil, es decir, de la minoría morisca8. Como es bien sabido, la conversión fue sólo aparente, pues, la mayoría siguió practicando la religión mahometana. El humanista zafrense Pedro de Valencia explicó estas conversiones ficticias muy significativamente:

Como saben que Mahoma no quiso mártires ni esperó que ninguno hubiese de querer morir por su mentira, niegan luego y dicen ser o querer ser cristianos, son por ello perder la fe con Mahoma ni la honra con los suyos, ni dejar de ser moros como antes”9.

En Hornachos, el decreto de 1502 debió provocar no solo una gran resistencia sino también diversos altercados. Nada menos que 35 hornachegos decidieron huir a Portugal, tras ser obligados a recibir el sacramento10. Pedro Muñiz, vecino de Mérida, fue comisionado para que los persiguiera y apresara. Y así lo hizo, cobrando  por  sus  servicios  25.540  maravedís11.  Al  parecer  el  inquisidor  del arzobispado Hispalense, Álvaro de Yebra, puso, algunas objeciones a la venta, por lo que los cautivos permanecieron durante 31 días en las atarazanas de la Casa de la Contratación de Sevilla12. Finalmente, la transacción se concretó en 684.352,5 maravedís que pasaron a las arcas de la Corona13. La relación de estos moriscos, con sus nombres y apellidos ha sido dada a conocer recientemente:

Cuadro I. Relación de la venta de esclavos hornachegos en sevilla (1503)14.

Tabla 1-1

Varios aspectos merecen ser destacados: en primer lugar, ¿por qué fueron perseguidos estos moriscos huidos? Como es bien sabido, a los mudéjares granadinos se les dio la opción de convertirse o exiliarse, una posibilidad que se mantuvo en vigor durante bastantes años. Sin embargo, en el decreto de 1502 se obligó a los mudéjares a optar por la conversión o por el exilio, no por ambas. Los moriscos de Hornachos, presionados por las circunstancias, se bautizaron y aprovecharon la primera ocasión que se les presentó para abandonar el territorio. Ya no eran mudéjares sino moriscos, cristianos nuevos y probablemente por ello fueron perseguidos y capturados.

Estos hechos confirman un aspecto que ya conocíamos para el caso de la costa levantina y murciana donde muchas familias se fugaron, bien individualmente, o bien, embarcándose masivamente en las armadas corsarias cuando atacaban los puertos hispanos15. Así, por ejemplo, entre 1505 y 1509 huyó toda la población morisca de los pueblos granadinos de Teresa, Istan, Almayate y Ojen16. Pero, es más, entre 1527 y 1563, nada menos que 90 localidades moriscas valencianas perdieron población, en algunos casos de manera masiva17.

Obviamente los moriscos extremeños lo tenían mucho más difícil pues vivían tierra adentro. La posibilidad más factible que les quedaba era la huida al vecino reino de Portugal, con la intención de embarcarse hacia las costas del África occidental. Sin embargo, al menos en teoría, Portugal no era una solución pues los lusos, incluso, se habían adelantado a los castellanos, decretando su expulsión en 149618. En cualquier caso, desconocemos si con posterioridad a 1503 algunas familias hornachegas lograron huir a través del territorio luso.

Para facilitar su integración con los cristianos viejos, entre 1502 y 1504 se enviaron a la villa 30 familias de cristianos viejos con el objetivo de catequizarlos19. Sin embargo, también en esta ocasión los resultados fueron infructuosos. Desde el primer momento se supo que la integración de moros y cristianos era una empresa difícil por no decir imposible. Los moriscos estaban fuertemente arraigados a su cultura y no estaban dispuestos a renunciar a ella. La situación se tornó mucho más violenta a lo largo del siglo, intensificándose gradualmente la presión sobre los moriscos y sus bienes.

En 1526, tras un decreto prohibiendo todo culto que no fuese el cristiano, los hornachegos volvieron a rebelarse, resistiendo durante semanas en la fortaleza de la localidad20. Tras ser sometidos, Carlos V encargó al arzobispo de Sevilla Alonso Manrique de Lara, que repoblara la villa con 32 familias de cristianos viejos21. Eso significa que más de medio centenar de familias cristianas se establecieron en Hornachos a lo largo del siglo XVI. Y esa debía ser la base de la minoría cristiana –en torno al 10% de la población- frente a las más de 1.000 familias moriscas que residían en la localidad.

La situación de estos hornachegos a lo largo del siglo XVI se fue tornando cada vez más complicada. Muy significativo es la existencia en la villa de un lugar llamado el Desbautizadero de los moros desde donde, para agradar a Alá, se despeñaban aquellos moriscos bautizados contra su voluntad22. Por tanto, suicidios, huidas, y procesamientos por el Tribunal de la Inquisición; éste era el dramático cerco que se fue cerniendo a lo largo del quinientos sobre esta desdichada minoría. De hecho, la inquisición de Llerena pasó de juzgar a tan solo 6 moriscos en el período comprendido entre 1540 y 1549 a nada menos que 121 entre 1590 y 159923. Entre 1600 y 1609 la cifra de moriscos juzgados por el Santo Tribunal ascendió nada menos que a 29224. Pero es más, el 35% de todos los procesados en Llerena procedían de Hornachos, concretamente 20125. Sin duda, se vigilaban especialmente aquellos núcleos con alta concentración de moriscos, como Hornachos, Almoharín o Cañamero, donde el peligro de rebelión era mayor26.

Es cierto que, pese a su aparente conversión –prácticamente todos recibieron las aguas del bautismo-, siguieron observando sus costumbres y rezándole a su verdadero dios, Alá. Además era ostensible que no comían carne de cerdo, que ayunaban durante el mes del ramadán y que le practicaban la circuncisión a todos los varones. Y es que la concentración de más de tres millares de moriscos en una misma localidad en la que, además, controlaban los cargos públicos les daba una mayor libertad para practicar sus viejas costumbres mahometanas. Todo ello suponía la excusa perfecta para actuar contra ellos, constituyendo una fuente excepcional de ingresos para la Inquisición y los inquisidores. Cuando finalmente los expulsaron se acabó, como dice el refrán, con la gallina de los huevos de oro.

Previendo posibles altercados la Orden de Santiago reparó en varias ocasiones la fortaleza de la villa cuya base era de origen musulmán. En 1537 hizo ciertos reparos el albañil Hernando Camar, sin embargo, la obra más concienzuda la llevó a cabo en 1544 el maestro llerenense Luis Zambrano27. También se afianzaron las infraestructuras religiosas, inexistentes todavía a finales del siglo XV. Precisamente, en 1494 se decía que no había más iglesia que una pequeña capilleja pequeña situada en la fortaleza28. A lo largo del siglo XVI se construyó la iglesia parroquial que consta de tres naves y tiene una bonita torre-fachada típicamente mudéjar. Asimismo, se erigió un convento de franciscanos, del que sólo quedan algunos restos, así como la ermita de Nuestra Señora de los Remedios29.

3. EL EXILIO

Como es bien sabido, Felipe III decretó finalmente la expulsión de los moriscos el 9 de diciembre de 1609. Los varones adultos fueron en su mayoría expulsados muy a pesar de que había al menos una minoría que se consideraban conversos sinceros. En cambio, hubo un mayor número de excluidos entre otros grupos: a las mujeres, tanto si eran moriscas como cristianas desposadas con un morisco, se les consintió quedarse con sus hijos, contando con el consentimiento de su esposo y con la aprobación de los cristianos viejos de cada localidad. También fueron excluidos los niños menores, pues se intentaba proteger a aquellas personas que todavía se consideraban recuperables. De hecho, en el decreto del 22 de septiembre de 1609 se estableció lo siguiente:

No serán expelidos los menores de cuatro años y sus padres, si quisieren. Los menores de seis años, hijos de cristiano viejo, se pueden quedar y su madre con ellos, aunque sea morisca. Si el padre fuera morisco y la madre cristiana vieja, él será expelido y los hijos quedarán con la madre”30.

Una vez que acabó la expulsión de los moriscos valencianos, en diciembre de 1609, se procedió a expulsar, ya en 1610, a los residentes en Extremadura, Andalucía y Murcia. El bando de expulsión de los moriscos hornachegos, fechado el 16 de enero de 1610, fue llevado personalmente a la villa por el alcalde de la Corte Gregorio López Madera31. Existen muchos aspectos controvertidos sobre los que intentaremos arrojar algo de luz: ¿qué población tenía la villa?, ¿cuántos de ellos eran moriscos?, ¿cuántos se exiliaron? La primera pregunta tiene una fácil respuesta, puyes, aunque no disponemos de censos sobre la población de Hornachos en el siglo XVI, contamos con otras fuentes que hablan de una población en los años previos a la expulsión de entre 1.063 y 1150 vecinos32 Por ello existe casi unanimidad a la hora de fijar su población entre los 4.500 y los 5.000 habitantes.

En cuanto al número de moriscos, disponemos de abundantes datos; aunque Hornachos no se incluyó en el famoso censo de moriscos extremeños de 159433, disponemos de fuentes alternativas. En una carta de los inquisidores de Llerena dirigida al Consejo Real, fechada poco antes de la expulsión, afirmaban que casi todos sus habitantes eran moriscos y que tan sólo había unas ocho casas de cristianos viejos34. Mas testimonios encontramos en las fuentes secundarias; así, por ejemplo, el capitán Alonso de Contreras en su autobiografía de finales del siglo XVI dijo que toda la villa era morisca excepto el cura35. Poco después, en 1608, Ortiz de Thovar afirmó que de los 1.000 vecinos que había en la localidad casi todos eran moriscos, salvo unos cuantos cristianos viejos36. Ello explicaría de paso por qué controlaban totalmente el gobierno municipal, pues, tras la expulsión, quedaron vacantes nada menos que 19 regidurías y escribanías de cabildo así como dos procuradurías del número37.

Disponemos de otras pruebas más circunstanciales que confirman esta presencia casi simbólica de cristianos viejos. De hecho, en casi tres siglos de emigración a las Indias, donde más de 20.000 extremeños cruzaron el charco tan sólo una veintena fueron naturales de Hornachos, la mayoría frailes del convento franciscano. Excluyendo a estos últimos prácticamente emigraron dos familias: la de Diego López de Miranda y la de su hermano Pedro Gómez de Miranda38. Este bajo índice migratorio nos refuerza la idea del bajísimo número de cristianos viejos que residían en la localidad, pues los moriscos tenían prohibida la emigración al Nuevo Mundo39. En definitiva, es obvio que existía una alta concentración de moriscos, que podían suponer entre el 90 y el 95% de la población. Dicho en otras palabras de las 4.500 o 5.000 personas que habitaban la villa casi todas, excepto varias decenas de familias de cristianos viejos, eran moriscas40.

En los libros sacramentales no se especifica, salvo en muy rara ocasión, el carácter morisco del bautizado quizás porque prácticamente todos lo eran. En otras parroquias extremeñas sí he encontrado la alusión en la partida al carácter morisco del niño en cuestión. Lo raro es que tampoco encontramos especificado la condición de cristiano viejo de alguno de los bautizados. Ahora bien, el análisis de los nombres con el que se bautizaban los hornachegos nos ratifican en la idea de que su población era mayoritariamente morisca.

Cuadro II. Frecuencia de los nombres femeninos en los libros de bautizos (1603-1609)41

 Tabla 1-2

Analizando 366 nombres de niñas bautizadas en los siete años anteriores a su expulsión, los datos son bastantes concluyentes y contundentes. En cuanto a los nombres femeninos domina ampliamente el de María que lo recibieron el 58,19% de las bautizadas. Le siguen en importancia Isabel con el 26.77% y Leonor con el 10,20%. Pero, es más, estos tres nombres -María, Isabel y Leonor- concentraban nada menos que el 96,17% de los casos. ¿Y qué tiene de particular todo esto?, pues, bien, resulta que según estudios de Bernard Vincent, en 1503, el 87,67 % de las moriscas que vivían en el Albaicín se llamaba María, Isabel o Leonor42. Obviamente esto no puede ser causalidad. Estaba claro que los párrocos impusieron con mucha frecuencia a los moriscos los nombres de María, obviamente en honor a la Madre de Dios, Isabel, en recuerdo de la Soberana Católica, y Leonor que, a juicio de Bernard Vincent, es un nombre muy vinculado a las familias de cristianos viejos que los solían apadrinar.

En cuanto a los nombres cristianos impuestos a los niños presentamos el cuadro nº III:

Cuadro III. Tabla de frecuencia de los nombres masculinos en los libros de bautizos (1603-1609)43

Tabla 1-3

Antes de analizar los nombres de los niños bautizados aprovecharemos para decir que la sex ratio en estos años era de 104,09 niños por cada 100 niñas. Una relación de sexos que parece plenamente normal, y similar a la que se daba en aquellos tiempos en el resto de España y de Europa44.

En el caso de los nombres masculinos también se produce una gran concentración, pues el 79,26% fueron bautizados con la onomástica de Diego, Francisco, Alonso, Gabriel, Hernando Juan y Luis por este orden. Se trata igualmente de nombres muy usados en los pueblos moriscos de la Alpujarra granadina a principios del siglo XVI, especialmente los de Francisco y Alonso. Diego, que es el nombre más usado en Hornachos, también lo encontramos con bastante frecuencia en algunos pueblos de la serranía de Granada45. En cuanto a Francisco, no solo estaba vinculado a los moriscos pues era un nombre usual en la España de los siglos XVI y XVII por el gran auge e influencia de la orden franciscana. Lo que pretendemos demostrar es que efectivamente, quedan pocas dudas sobre el carácter morisco de la mayoría de la población de Hornachos, antes de 1610.

Solventada la primera cuestión, debemos abordar la segunda: ¿cuántos de estos moriscos hornachegos marcharon al exilio? La mayoría de los especialistas han sostenido que fueron unos 3.00046. Teniendo en cuenta que en Hornachos vivían aproximadamente en torno a 4.000 moriscos, y entre 300 y 500 cristianos, podríamos pensar que aproximadamente un 25 % de los moriscos permaneció en la villa. Sabíamos por algunas referencias que muchos moriscos entregaron a sus hijos y a sus mujeres antes de marchar. Las palabras del cronista Ortiz de Thovar resultan muy significativas:

Publicado el bando que ya tenían ellos sospechas, se quitaron muchos la vida a sí mismos, y otros vendían a sus propios hijos para aliviarse de la carga; otros dejaban a sus mujeres; y otros entregaban a sus hijos para ir de este modo más desembarazados47.

Sin embargo, hay una fuente adicional que puede aportarnos luz sobre el número de moriscos que permaneció en la villa, es decir, los libros sacramentales de la parroquia de la Purísima Concepción de Hornachos:

Cuadro IV. Bautizos en Hornachos (1585-1613)48

Tabla 1-4

Nuestras conclusiones son muy elocuentes: entre 1590 y 1609 se bautizaron una media aproximada de 115,45 niños, mientras que entre 1611 y 1613 la media descendió a 53.  Es decir, una caída en los bautizos del 54,1%. El dato nos parece sumamente revelador, pues si la mayoría de la población era morisca, como defiende prácticamente la totalidad de la historiografía, entonces habría que pensar que un porcentaje importante permaneció en la villa50.

Comparemos los bautizos de Hornachos con los que se celebraban en una villa pequeña como Feria. En esta última localidad se estimaba que por aquellos años tenía entre 1600 y 1800 habitantes y bautizaba un promedio de entre 60 y 65 niños anuales51. Dado que la media de bautizos, tras la expulsión, se mantuvo en unos 53, es factible deducir que la población de Hornachos se redujo a unas 1.400 o

1.500 personas. Teniendo en cuenta que tan sólo había entre 300 y 500 cristianos viejos, supondría la permanencia en la villa de entre 1.200 y 1.000 moriscos, es decir, entre un 25 y un 30% de la población morisca original.

Otros datos verifican esta misma idea; tras el exilio se inventariaron 1.000 casas abandonadas. Eso equivaldría más o menos a 1.000 vecinos o fuegos. Se ha estimado en general que la familia media morisca se situaba por debajo de cuatro52, sin embargo, es seguro que el número de emigrados debió ser inferior por varios motivos: primero, porque los niños menores de edad se quedaron en la localidad en manos de cristianos viejos o de moriscos de una conversión probada. Por ello, aunque la casa morisca quedase vacía, algunos miembros de esa unidad familiar pasaron a engrosar las familias de los cristianos viejos. Incluso, contaban los cronistas que algunos entregaron hasta sus mujeres para evitarles la dura experiencia del exilio. Por tanto, a nuestro juicio es obvio que, pese a las 1.000 casas abandonadas, los exiliados debieron estar en torno a 3.000. Pero crucemos estos datos con los de los matrimonios. A continuación presentamos un muestreo, utilizando algunos años anteriores y otros posteriores a la expulsión:

Cuadro V. Matrimonios anuales celebrados en Hornachos (1592-1627)53

Tabla 1-5

Como puede observarse la media de matrimonios antes de la expulsión era de 35,5 mientras que después se situaba en 17,75. Ello equivaldría a un descenso aproximado de un50,7%. En definitiva, los bautizos descendieron un 54,1% y los matrimonios un 50,7%. Ello volvería a ratificar la idea de que un buen número de moriscos, a mi juicio entre 1.000 y 1.200, permanecieron en Hornachos. La hipótesis no deja de ser novedosa, pues, siempre se pensó que los llamados moriscos de paz, aquellos conversos sinceros que se quedaron, fueron muy excepcionales. Se confirmaría la intuición que ya manifestó Bernard Vincent hace más de dos décadas cuando afirmó que posiblemente, después de 1610, permaneció en la Península una población morisca más numerosa de lo que generalmente se admite54.Tan claro tenemos la permanencia de moriscos en la villa que en la tardía fecha de 1735 encontramos el bautizo de uno de ellos, que por su interés lo reproducimos a continuación:

En la villa de Hornachos, en catorce días del mes de septiembre de mil setecientos y treinta y cinco años, yo don Juan Miguel de Tovar, teniente de cura de ella y comisario del Santo Oficio de la Inquisición, bauticé solemnemente, catequicé y pasé los sagrados óleos a Juan Antonio de la Cruz, hijo legítimo de José Francisco Luis de los Dolores, vecino de esta villa y mariscal de los arrabales de Orán, presidio de África, hijo de padres moros de nación de los llamados de paz, y de Thomasa María Lorenza, vecina de esta villa, cuyos padres se casaron en Badajoz y consta de ser casamiento por certificación que está sacada de la original y consta del libro de casados y velados de esta villa al folio trescientos y treinta y seis vuelto, fueron sus padrinos Juan Alonso Márquez, abuelo del bautizado, y doña Isabel de Mendoza, mora, soltera, hija de don José de Mendoza ya difunto y de doña Antonia Grillo, a quienes advertí la consignación espiritual y demás obligaciones. Fueron testigos don Fernando de Mendoza, presbítero, Alonso Durán Zapata, sacristán mayor y don José Grillo de Thena, todos vecinos de esta villa. Y firmé: D. Juan Miguel Marías Tovar55.

Como puede observarse la partida no tiene desperdicio, pues confirma la residencia en Hornachos al menos de una familia de orígenes moros, incluidos los padres, los abuelos y hasta una moza mora que hizo de testigo.

Pero volviendo al hijo de nuestra narración, la situación de los deportados debió ser trágica. Tenemos relatos que nos pintan escenas verdaderamente dramáticas sobre las condiciones del viaje. Al parecer sufrieron en los caminos el acoso de bandidos que les robaron lo que pudieron56. En 1611 se encontraban en Sevilla, un acontecimiento que fue destacado por el cronista hispalense Diego Ortiz de Zúñiga quien, por un lado, alabó el celo religioso de Felipe III al expulsarlos y, por el otro, denunció la penosa situación de los deportados hornachegos. De hecho, escribió que algunas personas piadosas lamentaron la situación, viendo embarcar criaturas que movían su lástima y compasión57. El pasaje se lo pagaron ellos mismos con el dinero líquido que habían obtenido malvendiendo algunas de sus propiedades antes de la partida.  Concretamente gastaron unos 22.000 ducados en financiar su pasaje con destino a las costas del actual Marruecos58. Unos ayudaron en el pago a los otros, confirmando nuevamente la gran solidaridad existente entre los moriscos en general y entre los hornachegos en particular. La mayoría desembarcó en el puerto de Tetuán desde donde se dirigieron a Salé, antigua villa, integrada actualmente en el perímetro metropolitano de la ciudad de Rabat.

4. LA VILLA DESPUÉS DE LA MARCHA DE LOS MORISCOS

Se ha creado un falso mito sobre las riquezas dejadas por los moriscos tras su exilio. Pero esta creencia no es nueva, pues, los propios contemporáneos se equivocaron al estimar las rentas y las propiedades de los moriscos muy por encima de su valor real. Los moriscos distaban muchos de ser pobres de solemnidad –utilizando un concepto de la época- pues la mayoría eran trabajadores eficientes que se repartían en los tres sectores económicos: el primario, el secundario y el terciario. Sin embargo, a lo largo del siglo XVI se habían empobrecido considerablemente, debido a la excesiva presión fiscal, a las multas y a la confiscación de sus propiedades. Todo esto está bien documentado en diversas regiones moriscas de España. En el caso de Granada, entre 1559 y 1568 se revisaron los títulos de propiedad de todas las fincas de los moriscos, cambiando de manos unas 100.000 hectáreas59. En Almería, tras la expulsión de los moriscos, después del alzamiento de 1568, se supo que la mayor parte de sus propiedades estaban fuertemente cargadas con censos perpetuos60.

El caso de Hornachos no fue una excepción. Los moriscos hornachegos se habían empobrecido considerablemente a lo largo del quinientos. Y las causas están bien claras: una presión fiscal excesiva, las condenas pecuniarias de los inquisidores de Llerena que convirtieron la problemática morisca en una excepcional fuente de ingresos, y finalmente, el hecho de que, temiendo su expulsión, muchos malvendieran sus propiedades. Precisamente, con motivo del decreto de febrero de 1502 muchos hornachegos vendieron sus fincas al mejor postor, pensando que sería expulsados. Finalmente, la mayoría aceptó el bautismo y se quedó, pero el quebranto económico estaba ya hecho61.

Felipe III había contraído una deuda de 180.000 ducados con la familia Fugger62, a los que les seguía debiendo algo más de 30 millones de maravedís. Por ello, se tasaron bienes de los moriscos de Hornachos para pagar esa deuda. Sin embargo, los tasadores reales valoraron al alza muchas de las propiedades de los moriscos lo que generó una reclamación por parte de estos prestamistas. Inicialmente las rentas y propiedades de los moriscos de Hornachos fueron estimadas en 180.000 ducados. Domínguez Ortiz y Bernard Vincent analizaron un inventario de los bienes dejados por los moriscos estimaron su valor en unos 122.300 ducados63. Pero también esa cantidad nos parece excesiva. Los Fugger se quejaron de que las propiedades que les entregaron estaban fuertemente censadas, tanto por particulares como a favor de los inquisidores de Llerena. De hecho, en una Real Cédula expedida el 17 de septiembre de 1611 se afirmó lo siguiente:

“Que el tribunal de Santo Oficio de la Inquisición de la villa de Llerena tenía cantidad de censos sobre aquellas haciendas y no se habían presentado sus escrituras para saber lo que montaba y por parte de los Fúcares se agravió en mi Consejo de Hacienda…”64.

Incluso, muchos de sus bienes inmuebles tenían contraídas deudas censales por un importe muy superior a su propio valor65. Por todo ello, fue necesario volver a tasar las propiedades, haciendo previamente concurso de acreedores de todas aquellas personas e instituciones que tenían censos a su favor. Para ello, se comisionó a Tomás de Carleval para que se encargase antes que nada de hacer pagar las deudas y censos que estaban cargados sobre las haciendas que dejaron los moriscos de Hornachos66. Su trabajo era complicado y duró varios años por lo que el 9 de enero de 1614 se le volvió a renovar su prorroga para continuar la venta de bienes para el pago de los acreedores. Una vez pagadas las deudas se debía entregar a los Fúcares el valor pactado con ellos. Pero nunca se completó el pago porque los bienes dejados por los moriscos no fueron suficientes.

Aunque muchos cristianos acudieron a poblar la villa, pues ofrecía grandes posibilidades de enriquecimiento por el hundimiento de los precios, lo cierto es que nunca se recuperó totalmente. En 1646 seguía teniendo tan solo 500 vecinos, es decir, poco más de 2.000 habitantes67. La situación no mejoró en la segunda mitad del siglo XVII pues los bautizos nunca alcanzaron las cifras anteriores al decreto de expulsión68.

5. LA REPÚBLICA DE SALÉ

Desde Sevilla llegaron a Ceuta y de aquí a Tetuán. El sultán de esta ciudad, incómodo por la presencia de este contingente tan cohesionado, decidió establecerlos en la frontera sur de Marruecos69. Sin embargo, terminaron desertando, ubicándose por su propia cuenta en la pequeña villa de Salé la Nueva, en la orilla izquierda del río Bou Regreg, muy cerca de Rabat70. Se trataba de una pequeña aldea que fue revitalizada con la llegada de los hornachegos. Allí se unieron a otro contingente menor de andaluces y todos ellos formaron, desde 1627, la república independiente de Salé. Culminaba así la larga lucha de los hornachegos por su libertad.

Los hornachegos formaron allí un pequeño Estado corsario que vivió su esplendor en la primera mitad del siglo XVII. Una curiosa y efímera república, entre mora e hispana, tan diferente al reino de España como al de Marruecos. Para entenderlo basta con citar el nombre de su primer gobernador: Brahim Vargas71, una curiosa combinación de un nombre moro con un apellido netamente castellano. Actuaban en la zona del estrecho de Gibraltar por su propia cuenta o aliados con los turcos, causando graves daños a la navegación hispana en el Mediterráneo.

En 1631, a través del Duque de Medina Sidonia, propusieron a Felipe IV un pacto: ellos entregarían la ciudad a la Corona castellana a cambio de permitirles la vuelta a Hornachos en las mismas condiciones en las que vivían antes de la expulsión, recuperando, por supuesto a sus hijos72. Obviamente, el plan no salió adelante y, despechados, no tardaron en ofrecerle algo parecido al rey de Inglaterra. Sin embargo, este proyecto fallido nos aclara mucho sobre el sentimiento y la añoranza del exilio español en Salé.

Después esta república de Salé languideció hasta su integración en el reino marroquí en el tercer tercio de ese mismo siglo. Sin embargo, todavía en el siglo XXI muchos descendientes de aquellos moriscos llegados en el siglo XVII combinan sus nombres árabes con apellidos como Zapata, Vargas, Chamorro, Mendoza, Guevara, Álvarez y Cuevas entre otros73.

6. VALORACIONES FINALES

Del estudio de los moriscos de Hornachos podemos extraer varias conclusiones: primero, los moriscos en general y los hornachegos en particular se mostraron inasimilables. Padecieron todo tipo de presiones: bautismos forzados, multas, confiscaciones y un cerco asfixiante contra sus costumbres pero, pese a ello, la inmensa mayoría jamás renunció a su cultura. En Hornachos, el hecho de que existiese un contingente total en torno a 4.000 moriscos provocó una especial cohesión entre todos ellos que favoreció el mantenimiento de sus tradiciones grupales. Una cohesión que mantuvieron después del exilio y que les sirvió para ayudarse y protegerse mutuamente. Una vez alcanzado su destino en Salé, permanecieron juntos, fundando la famosa república corsaria. Allí encontraron su particular tierra de promisión donde pudieron cumplir sus deseos de mantenerse fieles a sus raíces islámicas.

Segundo, una de las conclusiones más sorprendentes de este estudio es que no todos los hornachegos fueron obligados a marchar al exilio. El descenso de los bautismo en solo un 54,1% y el de los matrimonios en un 50,7% nos está indicando que una parte de la población permaneció en la villa. Es imposible establecer una cifra concreta porque probablemente, ante las posibilidades de comprar casas y tierras a bajo precio, algunas familias cristianas se apresuraron a avecindarse en la localidad. Pese a ello, a mi juicio, y dados los indicios de que disponemos, más de un millar de moriscos eludieron el exilio. Y no sólo fueron niños y mujeres porque siguieron celebrándose matrimonios y bautizos. Es probable que algunos varones adultos, los que participaban al menos públicamente en los cultos cristianos y los que mantenían buenas relaciones con los franciscanos y con los cristianos viejos del lugar, se quedasen en la localidad con el consentimiento de las autoridades. Quiero insistir que se trata solo de hipótesis a partir de los indicios que nos ofrecen los libros Sacramentales. Habrá que esperar a futuras investigaciones o a futuros hallazgos documentales para ratificar estas hipótesis iniciales. Obviamente, ignoramos también cómo fue la integración de estos moriscos que finalmente se quedaron en una sociedad tan intransigentemente cristiana.

Tercero, los bienes dejados fueron mucho menos cuantiosos de lo que la Corona estimó en su momento y de lo que incluso la historiografía contemporánea ha defendido. Sus rentas no eran tan cuantiosas, sobre todo porque habían sido fuertemente lastradas con censos, básicamente provocado por las multas que periódicamente les imponían los inquisidores de Llerena.

Y cuarto, su largo viaje en busca de la tierra prometida les costó caro, carísimo: la pérdida de todos sus bienes, el abandono forzado de sus vástagos más pequeños y un largo recorrido en el que padecieron todo tipo de calamidades. Nunca pensaron que su cultura y sus tradiciones eran una curiosa mezcla entre elementos predominantemente berberiscos e islámicos con otros de honda tradición hispánica. Ocho siglos en la Península Ibérica los había transformado irremediablemente. De hecho, encontraron serias dificultades para entenderse con los habitantes de Rabat, pues su idioma era una compleja mezcla entre el árabe y el castellano. No se podían identificar con la España de los cristianos viejos, pero probablemente tampoco con los berberiscos intransigentes del norte de África. Eran islámicos, sí, pero españoles no africanos. Por ello, mientras vivió uno solo de ellos nunca se olvidaron de su tierra de origen. Algunos, incluso soñaron con la remota posibilidad de poder retornar algún día a su querida y añorada villa de Hornachos. E incluso, los actuales descendientes todavía conservan cierta nostalgia, trasmitidas de padres a hijos, de su origen hispano.

Estos siglos de presencia moruna en Hornachos, unido a la permanencia de algunos de ellos en la localidad contribuyeron a perpetuar el bagaje cultural y artístico moro en esta peculiar villa pacense.

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8. APÉNDICE DOCUMENTAL

8.1. Apéndice I

Remate y obligación de las obras en la fortaleza de Hornachos en Luis Zambrano, vecino de Llerena, 1544. (Archivo Histórico Provincial de Badajoz, Visitas de la Orden de Santiago, microfilm 24).

En la villa de Hornachos, a diecinueve días del mes de marzo, año del Señor de mil y quinientos y cuarenta y cuatro años, el señor Hernando de Aldana, obrero de Su Majestad, por presencia de mi el escribano público y testigos (de) yuso contenidos, en cumplimiento de un capítulo que le fue mandado por provisión de los señores presidente y oidores del Consejo de Órdenes que tornase a visitar la torre el Homenaje de esta dicha villa de Hornachos, y tomó consigo a Miguel Cabezudo, vecino de la villa de Hornachos, y a Pedro Hernández, vecino de la ciudad de Mérida, maestros canteros, los cuales visitaron la dicha torre y homenaje y hallaron que tenía dos piezas, una es de piedra y cal y tierra y tiene tres pies de grueso de pared y diez pies de hueco en cuadrado. Ésta tiene fuerza para se aforrar (sic) y hacer sus dos bóvedas. La otra pieza de torre homenaje, que está junto y abrazada con la de suso, está ésta de tapiería de hormigón de alto debajo de tierra y su hormigón a la haz de fuera, tiene a la larga dieciocho pies de ancho y once pies de hueco y tiene tres pies de grueso y dijeron que esta dicha pieza que está de tierra y hormigón que no está para que en ella se arme una ni dos bóvedas y que para haberse dichas que será necesario derribarse la dicha torre hasta el primer suelo y de allí fundarles sus rafas a las esquinas y a las juntas donde junta la obra de piedra y cal y tierra con la obra de hormigón gruesas de ocho y seis ladrillos labrados con mezcla de cal y arena y la pared labrada de grueso de cuatro ladrillos y la tapiería de tierra con muy buen hormigón que tenga un ladrillo de través de grueso y que labrándose esto y fundándose sus bóvedas junto con la obra a la primera ponerlo su aforo de grosos de un ladrillo así en los lados como en los alto. Y la otra segunda y postrimero del suelo de arriba se funde y labre junto con la rafa y tapiería que de suso se manda hacer y darle sus corrientes y encima solado con su ladrillo cocido de u cal y arena encima y fundar el petril (sic) de piedra y cal y arena y los mismo las almenas y darle sus saeteras que convengan y de esta manera la dicha obra quedará reparada. Y que esto es lo que les parece so cargo del juramento que de ellos se recibió en forma. Y el dicho Miguel Cabezudo que había hecho más lo firmó de su nombre. Miguel Cabezudo, Hernando Tello, escribano público.

Luego el dicho señor Hernando de Aldana, obrero, dijo que le parece bien la visitación y lo que los dichos maestros mandan pero que lo que la dicha torre Homenaje tiene muy buen muro así en lo labrado de tierra y piedra como en las paredes de tierra y hormigón, las cuales están muy buenas y muy derechas y muy sanas y por lo alto sus rafas a las esquinas y por el medio y el doblado postrimero alto de muy buenas vigas de encina con sus tillas que a este suelo de arriba, poniéndolo sobre él, tieso, una arcatifa de cal y arena a pisón y encima solado de su buen ladrillo con su cal y arena, dando sus corrientes que según la dicha torre está buena de buenas paredes y derechas y sanas que lo pueden pasar con esta obra de presente sin que su Majestad gaste dineros en derribar la torre que está sana y hacer bóvedas y que esto es lo que le parece sobre ello. Su Majestad y los señores del su Consejo hagan sobre ello lo que fueren servidos y que esto es lo que le parece. Testigos los dichos y firmolo de su nombre Hernando Aldana. Y se les de(be) pagar a los maestros cuando esta obra se viniere a visitar a cada uno dos reales y medio al escribano que son cuatro reales y medio y firmolo de su nombre Hernando de Aldana.

La manera y traza y condiciones con que se ha de hacer la obra de la fortaleza de la villa de Hornachos conforme a la provisión de Su Majestad que sobre ello dispone son las siguientes en esta manera:

Lo primero, es condición que un adarve que está a mano derecha, saliendo de la torre del homenaje, saliendo por la parte de adentro está un portillo caído que tiene de largo dos tapias. Es necesario repararse en esta manera que se cabe del muro hasta en grueso de tres pies y se aforre de dos ladrillos en grueso y se labre de ladrillo y cal y arena seis tapias hasta el andel y del andel arriba se haga su pretil de ladrillo de un ladrillo grueso y esté en forro distas seis tapias hasta el andel se hagan de piedra de cal y arena y que sobre esto haya dos tapias de pretil de ladrillo y cal y arena de un ladrillo grueso del altura que está hecho.

Es condición que desde este dicho reparo hasta dar a un tejado que está adelante se encasquen y tapen ciertos agujeros con su ladrillo y piedra y cal y arena y se revoquen con lo mismo y que ciertos agujeros que están debajo de este reparo en el dicho muro se tapen y reparen como lo de suso.

Es condición que el muro que está junto a lo de suso que corre desde la torre de las velas hasta la esquina de la garita por la parte de adentro está el muro hendido y parte de él caído, tiene necesidad de se derribar hasta abajo y sacarse desde lo firme de piedra, cal y arena de una vara de grueso tiene cinco tapias de hilo y ocho en alto hasta en el andel que son cuarenta y ocho tapias y que sobre esto ha de haber un pretil y almenas, el pretil de cinco cuartas en alto con sus almenas romas labradas con ladrillo y cal y arena como lo de suso.

Es condición que una ventana que está en el muro junto a la torre del homenaje que sale al campo que está en la pared de tierra y se cae tiene necesidad de repararse que se labren los lados de la pared de un ladrillo en grueso y labrados de ladrillo y cal y arena metido en la pared de altura de dos tapias y tapia y media de largo y lavado detrás dos de grueso de un ladrillo todo lo grueso del muro como queda hecha la ventana y acabada de cal y arena con su trasdós labrado como convenga.

Asimismo, es condición que otra ventana que está en el muro que sale a la villa se haga y labre otra ventana como la de suso declarada.

Es condición que un torrejón que está entre los adarves que están sobre la entrada de la puerta que un(a) almena que tiene caída se haga de piedra y cal y arena y reparar lo demás del torrejón con la misma mezcla y por la parte de adentro del muro están dos portillos caídos junto a lo de suso se han de reparar todo de piedra y cal y arena.

Es condición que un torrejón que tiene caída una almena se le haga de piedra y cal y arena y el adarve el cual es a la ronda de la puerta. Falta, asimismo, se ha(n) de reparar ciertos reparos por la parte de adentro con la misma mezcla.

Y es condición que porque encima (d)el adarve la puerta falsa está bajo que entran por (en)cima de la fortaleza que se alce al peso del muro que con él viene así en andén como almenas de piedra y cal y arena. Y por ser tan necesario el aguardo de la fortaleza se manda hacer y se le dé su escalera.

Es condición que un torrejón que está mocho, que está encima de la puerta falsa, que tiene necesidad de tres almenas que se le hagan de cal y arena y piedra.

Es condición que el torrejón del palomar que está asido del muro junto a la puerta falsa se derribe una parte de él que será hasta dos tapias en largo y nueve en alto y se torne a labrar desde lo firme de cuatro pies en grueso de piedra y cal y arena y encima su pretil de almenas labradas de grueso de ladrillo y medio pretil y almenas con su piedra y cal y arena y que vaya abrazando la obra y trabando con la vieja.

Es condición que un torrejón redondo que está hendido, cayéndose junto a lo de suso, que tiene tres tapias de hilo y diez en alto de tres pies en grueso se ha labrado de piedra y cal y arena del dicho grosor derribándose y abrir la zanja hasta lo firme labrándose de la altura que de suso va declarado.

Es condición que ciertas hendiduras y agujeros que tiene por de dentro y por de fuera la torre del palomar se repare y tape por de dentro y por de fuera con su mezcla de cal y arena y piedra y ladrillo.

Es condición que la puerta principal, la portada, se repare por de dentro y por de fuera de cal y arena y ladrillo y, encima de ella, se haga su pretil de almenas de dos ladrillos de grueso de piedra y cal y arena y el pretil de altura de cinco cuartas y sus almenas mochas como las demás.

Es condición (que) para hacer estas mezclas se coja y ponga un peón cual el (que) allí se señalare el cual, con juramento, haga y mezcle las mezclas como de suso se contiene. El cual pague cada día el maestro en que en esta obra rematare cincuenta maravedíes cada día y éste sirva de la dicha obra, haciendo sus mezclas como de suso se contiene. Y el maestro en que en esta obra rematare que no mezcle ni gaste otra mezcla salvo la que éste hiciere so pena que si con otra mezcla labrare que la puedan deshacer y hacer a costa de sus fiadores.

Es condición que estas obras se revoquen limpiamente de su cal y arena desde arriba hasta abajo y quede fenecida y acabada a vista y parecer de oficiales puestos por Su Majestad y por Hernando de Aldana, su obrero, y la visitación de los maestros pague el oficial en que esta obra rematare.

Es condición que esta obra se dé hecha y acabada desde el día que se dieren los primeros dineros hasta dentro de un año primero siguiente al cual maestro no se le ha de dar otra cosa salvo los maravedís en que en esta obra remataren y que él ponga manos y peones y cal y piedra y arena y ladrillo y agua y herramientas y todas las cosas pertenecientes a esta obra a carne y cuero y que los maravedís en que rematare esta obra le sean pagados dadas las fianzas, la mitad luego y la otra cuarta parte hecha la mitad de la obra y la otra cuarta parte dada y acabada por buena la dicha obra por los dichos maestros y si en este tiempo no la hiciere se tase lo por hacer y se ejecute en él y en sus fiadores hasta que se haga.

Es condición que los maestros se aprovechen de la piedra y materiales viejos de la dicha obra.

Es condición que desde el día del remate en diez días postreros siguientes den fianzas de la dicha obra, llanas y abonadas a contento del dicho Hernando de Aldana, obrero de esta provincia de León, y si no las dieren que se pueda tornar al almoneda y se pueda hacer contra ello quiebra y cobrarlo de su persona y bienes como maravedís y haber de su mano lo que contra ellos se obrare.

Es condición que el maestro que en esta obra rematare pague las costas de pregones y escribanos y peones y visitaciones y sacar en limpio para enviar a la Corte y que a los maestros que estas condiciones sirvieren les dé quinientos maravedís pagados de los primeros dineros. Hernando de Aldana, Francisco Delgado, Diego Rodríguez, Juan Pérez.

En la villa de Hornachos, a diecinueve días del mes de marzo de mil y quinientos y cuarenta y cuatro años estando en la fortaleza de ella el señor Hernando de Aldana, obrero de Su Majestad, ante mí Hernán Tello, escribano público, estando presentes Francisco de Vargas y Gerónimo Zapata y Diego de Arrellana y Diego de Vargas, albañiles vecinos de la villa de Hornachos, y Francisco Delgado y Gabriel Serrano y Hernando Delgado y Luis Zambrano y Gonzaliañez, vecinos de Llerena, albañiles asimismo, y Francisco López y Francisco Gutiérrez y Pedro Hernández, vecinos de la ciudad de Mérida, albañiles susodichos, fueron vistas las obras y condiciones de sus contenidas y dijeron que todas eran justas y necesarias…

Luego, incontinente, en este dicho día mes y año susodicho ante el dicho señor Hernando de Aldana pareció presente Luis Zambrano, vecino de Llerena, y dijo que no embargante el remate hecho y por servir a Su Majestad abajaba y abajó en la dicha obra tres mil maravedís por manera que queda en cincuenta y cinco mil maravedís y se obligó de dar fianzas a contento de Su Majestad y del dicho señor Hernando de Aldana, lo cual fue  apregonado públicamente en la plaza pública de la dicha villa en presencia de mucha gente y de muchos maestros de albañilería que ende estaban y para defecto de no haber quien abajase se remató en el dicho Luis Zambrano y recibió en sí el dicho remate. Testigos los dichos Luis Zambrano.

Sepan cuantos esta carta de obligación vieren como nosotros Luis Zambrano, vecino de Llerena, por principal y Francisco de Vargas y Gerónimo Zapata y Rodrigo Zapata, vecinos de Hornachos, como sus fiadores y pagadores todos como dichos somos de mancomún y a voz de uno y cada uno de nos por sí y por el todo, renunciando las leyes de la mancomunidad y el derecho de ellas según y como en ellas se contiene, otorgamos y conocemos y decimos por cuanto en el dicho Luis Zambrano fue rematada la obra de la fortaleza de torres y muros tocantes a su majestad de esta villa en precio de cincuenta y cinco mil maravedís para la hacer conforme a las condiciones y tiempo y plazo en ellas contenido decimos que nos obligamos todos como dichos somos so la dicha mancomunidad que las dichas obras se harán y cumplirán bien y perfectamente según y como se contiene en las dichas condiciones y a los dichos plazos y términos en ella contenidos a vista y examinación de maestros conforme a las dichas condiciones… En la dicha villa de Hornachos, estando en la audiencia pública de la dicha villa a veinte días del mes de marzo de mil y quinientos y cuarenta y cuatro años.

8.2. Apéndice II

Expediente sobre el valor de los bienes dejados por los moriscos de Hornachos y su entrega a los Fúcares, 1611-1614 (Archivo Histórico Provincial de Badajoz, Archivos familiares leg. 11, N. 25).

El Rey. Don Juan Tomás Favaro, Comendador de Huélamo de la Orden de Santiago, que por mi mandado administráis las haciendas que dejaron los moriscos de la villa de Hornachos que fueron expulsados de los Reinos y me pertenecen que por una cédula firmada de mi mano y refrendada de Pedro de Osma, secretario, en once de julio pasado de seiscientos y nueve mandé librar a Marcos Fucar y hermanos ciento y ochenta mil ducados que valen sesenta y siete cuentos y quinientos mil maravedís en dinero, oro o plata que para mí vino de las Indias el dicho año, conforme a él me dio, tomando con ellos en diez y siete de noviembre de seiscientos y ocho sobre la paga de lo que mi real hacienda les debía y no haber tenido efecto se le libraron en diferentes conciliaciones por (perdido) cuenta, treinta y siete cuentos nueve mil y quinientos y treinta y nueve maravedís. Y ahora, por parte de los dichos fúcares me ha sido suplicado les mandase librar los dichos treinta cuentos cuatrocientos y noventa mil cuatrocientos y sesenta y un maravedís que se les restaban debiendo a cumplimiento de los dichos ciento y ochenta mil ducados en bienes raíces de los que así dejaron los moriscos en la dicha villa de Hornachos y sus términos y jurisdicción o como la nuestra merced fuere. Y visto en el mi Consejo de Hacienda y consultándose lo he tenido por bien y os mando deis y entreguéis a los dichos Marcos Fucar y hermanos en los dichos bienes raíces tasados en su justo valor por las personas y en la forma que mejor os pareciere convenir para que mi Real Hacienda no reciba agravio como de vuestra persona lo confío y según bastaren para hacer el cargo de los dichos treinta cuentos cuatrocientos y noventa mil cuatrocientos y sesenta y un maravedís. Y les otorgaréis, en mi nombre, carta de venta de ellos con todas las fuerzas y firmezas para su validación necesarias. Lo cual mando se guarde y cumpla en todo tiempo para siempre jamás a los dichos Fúcares y a los que sucedieren en los tales bienes, según y como en la dicha carta de venta se contuviere. Y les pondréis en la posesión de los dichos bienes deslindados y apreciados con toda distinción y claridad, tomando carta de poder de los dichos Fúcares o de quien su poder hubiere en que se den por contentos y pagados en los dichos bienes en que así se les dieren los dichos treinta cuentos cuatrocientos y noventa mil cuatrocientos y sesenta y un maravedís, lo cual así haced y cumplid, habiendo tomado razón de esta mi cédula el contador del libro de caja y los de la razón de mi hacienda en cuyos libros ha de quedar rasgada la dicha cédula de once de julio de que de suso se hace mención y se ha de (a)notar en el registro de ella por Juan Rodríguez Núñez, mi criado y oficial mayor de la secretaría de mi Real Hacienda, como con la dicha cantidad que les mando pagar en las dichas haciendas se le han acabado de pagar los dichos ciento y ochenta mil ducados en ella declarados. Y que por la dicha razón que en ningún tiempo se ha de dar por perdida ni duplicada.

Fecha en Madrid, a siete de diciembre de mil y seiscientos y once años, yo el Rey, por mandado del Rey nuestro señor Pedro de Contreras con la cual dicha comisión que de suso va incorporada fue requerido el dicho don Juan Tomás Favaro y en siete de abril de este año me escribió que había hecho tasar los bienes que fueron menester para hacer pago a los dichos Fúcares de la dicha suma con las personas de mayor experiencia y confianza que podría hallar. Y habiendo requerido la parte de los dichos Fúcares los recibiese, reclamó de la dicha tasación por tenerla por muy subida y también de haberles dado con las demás haciendas del campo la parte de casas de aquella villa que le debía tocar correspondiente a la cual se le da de todas las demás haciendas. Y asimismo, había reclamado que había muchos censos de particulares impuestos sobre los bienes que se les daban y de que los moriscos cuyos fueron (sic) debían cantidad de deudas sueltas pretendiendo que habían de ser pagados en bienes libres de todas las cargas y que aunque al principio les pareció justo darles otra tanta cantidad de bienes como el principal de los censos Merado Mexón entendió que esto fuera en perjuicio de mi Real Hacienda porque muchas de las hipotecas estaban tasadas en menos de lo que montaban los principales de los censos e impuestos sobre ellos van daño a los dichos Fúcares bienes cuantiosos del valor del principal quedaba mucha hacienda defraudada, que asimismo pedían los dichos Fúcares doce mil ducados de deudas sueltas diciendo que tenían posesión de muchos de los bienes con que se le hacía pago de su consignación y que el dicho don Juan era de parecer que para lo uno y lo otro hubiese pleito de acreedores y a cada uno de ellos se les hiciese pago en bienes tasados y a los censualistas en las mismas hipotecas pagando a los dichos Fúcares en otros bienes de los que allí había en recompensa de los que se le quitaron y de los doce mil ducados que decían se les debían se le podrían también hacer pago en bienes tasados en el mismo concurso de acreedores. Y advirtió que el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de la villa de Llerena tenía cantidad de censos sobre aquellas haciendas y no habían presentado sus escrituras para saber lo que montaba y por parte de los dichos Fúcares se agravió en mi Consejo de Hacienda del dicho don Juan Tomás así de las cosas que están referidas como de éstas, suplicome que para remedio de ello mandase proveer tres cosas: la una que la dicha tasación se volviese a hacer por tasadores nombrados por parte de mi Real Hacienda y la de los dichos Fúcares en igual número, y la otra que primero antes que todas cosas se pagase a todos los acreedores y a los mismos Fúcares lo que montaban sus censos deudas, hipotecas y otras cargas y que esta paga se hiciese en bienes raíces tasados obligándoles conforme a derecho a que los tomasen. Y la última, que los géneros de bienes se adjudicasen a los Fúcares en proporción conveniente de manera que en casas, tierras (y) vinos inútiles no se les diese tanta cantidad como se les daba por el dicho don Juan Tomás sino que se regulase y acomodase respectivamente y por el licenciado Gelincón de la Ota, mi fiscal, se respondió que para disponer de los dichos bienes y darlos en pago sin agravio de tercero ni de quien los recibiese era necesario pagar las deudas y censos que había sobre ellos, considerando cada cosa heredad de por si con el censo y deuda que tuviesen y las especiales hipotecas que no valiesen tanto como los censos o como las deudas que había sobre ellos se dejaran a los acreedores sin hacer caso de ellas ni tenerla por bienes de mi Real Hacienda ni darlos en pago de de lo que de ella debía y los bienes que valiesen que los censos o deudas se pregonasen, vendiesen y rematasen en el mayor ponedor que diese su justo precio y no habiéndolo se de tasado a la Inquisición de Llerena habiendo declarado lo que se le debe sobre aquellos bienes se hubiese pagado en la misma forma o en la que pareciese y de todo en los demás bienes que quedasen para muchas haciendas pagase la dicha partida a los dichos Fúcares para todo lo cual no se podía excusar de enviar persona inteligente y segura que lo hiciese, suplicome lo mandase nombrar o como la mi merced fuese lo cual visto en el mi Consejo de Hacienda y consultándoseme por la satisfacción que tengo de esta persona os he querido encomendar y cometer lo que adelante se dirá como por la presente lo hago y os mando que luego que esta mi cédula os fuere mostrada y entregada acudáis con vara de mi justicia a la villa de Hornachos y a las demás partes que fueren necesarias y veáis dicha mi cédula que de suso va incorporada y los autos que en virtud de ella hizo el dicho don Juan Tomás que con ésta os serán entregados originalmente.

Y habiendo citado y llamado a todos los acreedores que hubiere a los dichos bienes haciendo pago al dicho Santo Oficio de la Inquisición y a los demás acreedores de las dichas deudas y censos que sobre ellos tuvieren, considerando cada cosa o heredad por sí con el censo o deuda que tuvieren y las especiales hipotecas que no valiesen tanto como los censos o como las deudas que hay sobre ellas las dejareis a los acreedores sin tenerlas por bienes de mi Real Hacienda ni darlos en pago de lo que ella debe y los bienes que valieren más que los censos o deudas los haréis pregonar y los rematareis y venderéis en el mayor ponedor que de su justo precio, otorgando a los compradores en mi nombre carta de venta de ellos en los cuales yendo inserta esta mi cédula yo por la presente las apruebo y ratifico y doy por firmes, bastantes y valederas como si yo mismo las otorgase y mando que las personas que compraren los dichos bienes y sus herederos y sucesores las tengan y gocen y posean perpetuamente para siempre jamás y dispongan de ella a su voluntad con cualesquier iglesias, monasterios y personas particulares y extranjeros de estos reinos como lo pueden hacer de los dichos bienes y hacen cuenta que tienen, y como de bienes propios suyos comprados por sus dineros y habidos y adquiridos por su justo derecho o título de compra sin que en ello le sea puesto embargo ni impedimento alguno y así juro y prometo por mi palabra Real y de los reyes mis sucesores en estos reinos que los dichos bienes que así le vendiéredes serán ciertos, sanos, seguro a las personas que los compraren y a sus herederos y sucesores para siempre jamás y que en ello ni en parte de ello no le sea puesto pleito embargo, ni impedimento alguno y si les fuere puesto y movido mandaré yo y por la presente mando que mi procurador fiscal tome voz y defensa del tal pleito o pleitos lo siga y fenezca en todas instancias hasta tanto que los dichos compradores queden con ellos libres y seguros de ellos que no se pudiesen sanear les mandare volver y restituir los maravedís que por ellos pagaren con más los edificios y mejoramientos voluntarios y necesarios que en ellos hubiesen hecho y el tiempo hubieren gastado y las costas, daños e intereses y menoscabos que sobre ello se siguiere y recrecieren y en razón de la seguridad y firmeza de las dichas ventas y de otra cualquier cosa a ellas tocantes y concernientes habéis de poder poner en las dichas escrituras todas las fuerzas, cláusulas, y condiciones que os pareciere y para validación de ello fuere necesarias que siendo por nos hechas y otorgadas las confirmo y apruebo y tengo por buenas, firmes y valederas como si de palabra a palabra aquí fueran insertas e incorporadas y no habiendo quien de por los dichos bienes su justo precio los haréis tasar jurídicamente de manera que mi Real Hacienda no reciba agravio y en lo que así se tasaren haréis pago a los dichos acreedores de lo que hubieren de haber y de los demás bienes que quedaren libres de deudas y censos entregareis a los dichos Fúcares tasados jurídicamente como está dicho los que bastaren para hacerles pago de los dichos treinta cuentos cuatrocientos y noventa mil cuatrocientos y sesenta y un maravedís y les otorgareis en mi nombre carta de venta de ellos como está referido para con las demás tomando carta de pago de los dichos Fúcares o de quien su poder hubiere en que se den por contentos y pagados en los dichos bienes que así se dieren de los dichos treinta cuentos cuatrocientos y noventa mil cuatrocientos y sesenta y un maravedís y mando a todas y cualesquieras personas de quien entendiéredes ser informado y saber la verdad vengan y parezcan ante vos y exhiban cualesquieras papeles y hagan las tasaciones y declaraciones que ordenare de las dichas penas que de mi parte expusiéredes en las cuales les doy por condenados lo contrario haciendo y las podáis ejecutar en los que remisos e inobedientes fueren y mando asimismo a los del nuestro Consejo, presidente y oidores de las mis audiencias y chancillerías y a otros cualesquieras jueces y justicias de estos reinos no se entremetan en conocer en cosa alguna de lo susodicho en grado de apelación, ni por vía de exceso ni en otra manera ni admitan los pleitos, ni demandas que se quisieren poner a las personas a quien se vendieren los dichos bienes o sobre alguna cosa o parte de ellos que yo por la presente las inhibo y doy por inhibidos del conocimiento de las tales causas, pleito, dolo demás que dicho es porque quien pretendiere tener algún derecho a los dichos bienes que así vendiéredes lo han de poder ante vos el tiempo que así entendiéredes en esta dicha comisión y después en el dicho mi Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda.

Y si para cumplir lo susodicho favor y ayuda hubiéredes menester mando a todos los sobredichos lo den y hagan dar bien y cumplidamente y si ello que hiciéredes o de alguna cosa o parte de ello cualquiera persona o personas o concejos se sintieren agraviados y apelaren de vos otorgareis las apelaciones en lo que derecho hubiere lugar para el dicho mi Consejo de Hacienda y Contaduría Mayor de ella y no para otro consejo ni tribunal alguno en lo cual podáis estar y os ocupar cien días o los que menos fueren necesarios con más la ida a la dicha villa de Hornachos y vuelta a esta mi Corte contando a razón de a ocho leguas por día y hayáis y llevéis de salario en cada uno de ellos mil maravedís y Antonio de la Cueva, mi escribano, ante quien mando pase y se haga lo susodicho quinientos maravedís de más aliende (sic) de los derechos de los autos y escrituras que ante él pasaren que ha de llevar conforme al arancel, y Melchor de Aparicio, alguacil, para que ejecute vuestros mandamientos quinientos maravedís los cuales salarios cobrareis de lo procedido de los dichos bienes que para todo lo susodicho y lo a ello anexo y dependiente os doy poder cumplido con todas sus incidencias y dependencias, anexidades y conexidades y de esta dicha cédula ha de tomar la razón el contador de libro de Caja y las de la razón de mi hacienda hecha en San Lorenzo a diez y siete de septiembre de mil y seiscientos y once años, yo el Rey, por mandado del Real Nuestro Señor, Pedro de Contreras. En veinte y dos de septiembre de mil y seiscientos y once años tomé la razón Miguel de Penarriera tomé la razón y Rodrigo González de Legarda tomé la razón Juan Núñez de Escobar.

Yo Pedro de Contreras, secretario de Su Majestad de su Real Hacienda, certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente del Consejo de Hacienda de Su Majestad prorrogaron al dicho Tomás de Carleval el término de la comisión que se le dio para hacer pagar las deudas y censos que están cargados sobre las haciendas que dejaron los moriscos en la villa de Hornachos y de lo que restase entregase a los Fúcares hasta en cantidad de treinta cuentos cuatrocientos y noventa mil cuatrocientos y sesenta y un maravedís que en ellos le están librados por cien días más que han de correr y contarse desde el día que se cumplió el término que se le dio por la dicha comisión dentro de los cuales o los que menos fueren menester acabe lo que les está cometido y el dicho licenciado y juez y oficiales lleven el salario que por ella les están señalados y para que de ello conste di la carta en Madrid a catorce de enero de mil y seiscientos y doce años, pedro de Contreras, yo Pedro de Contreras, secretario de Su Majestad y de su Real Hacienda certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente y del su Consejo de Hacienda de Su Majestad prorrogaron al dicho Tomás de Carleval el término de la comisión que se le dio para hacer pagar las deudas y censos que están cargadas sobre las haciendas que dejaron los moriscos en la villa de Hornachos y de los que restase entregase a los Fúcares hasta en cantidad de treinta cuentos y cuatrocientos y noventa mil y cuatrocientos y sesenta y un maravedís que en ellos están librados por cien días más que han de comenzar a correr y contarse desde el día que se cumplió el último término que se le prorrogó con aprobación de lo que hubiere hecho, dentro de los cuales o los que menos fueren menester acabe lo que está cometido y el dicho licenciado y sus oficiales lleven el salario que por ella le están señalados y para que de ello conste de la presente di la presente en Madrid a treinta de abril de mil y seiscientos y doce años, Pedro de Contreras , Yo Pedro de Contreras, secretario de Su Majestad, y de su Real Hacienda certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente del Consejo de Hacienda de Su Majestad prorrogaron a el dicho Tomás de Carleval el término de la comisión que se le dio para hacer pagar las deudas y censos que están cargados sobre las haciendas que dejaron los moriscos en la villa de Hornachos y que de lo que restase entregase a los Fúcares hasta en cantidad de treinta  cuentos  cuatrocientos  y noventa  mil cuatrocientos y sesenta y dos74 maravedís que en ellos le están librados por cien días que han de correr y contarse desde el día que se cumplió el término de la última prorrogación que se le dio dentro de los cuales o los que menos fueren menester acabe lo que le está cometido y el dicho licenciado y sus oficiales lleven de salario que por ella les está señalado y para que de ello conste si la presente en Madrid a seis días de agosto de mil y seiscientos y doce años, Pedro de Contreras.

Yo Pedro de Contreras, secretario de Su Majestad y de su Real Hacienda, certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente y del Consejo de Hacienda de Su Majestad prorrogaron el término que se le dio a el dicho Tomás de Carleval para lo tocante a las haciendas que dejaron los moriscos en Hornachos por cien días más que han de contar y contarse después que cumplió el último término que está dado dentro de los cuales o los que menos fueren menester acabe lo que está cometido y él y sus oficiales lleven el salario que por la dicha comisión les está señalado y para que de ello conste di la presente en Madrid a tres días de noviembre de mil y seiscientos y doce años, Pedro de Contreras, yo Pedro de Contreras, secretario de Su Majestad y de su Real Hacienda, certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente y los del su Consejo de Hacienda prorrogaron el término de la comisión que se dio al licenciado Carleval para la cuenta de los bienes que dejaron los moriscos de Hornachos por otros cien días más que corran y se cuenten desde el día que se cumplió o cumpliere la última prorrogación que se le dio para la dicha comisión y que en ellos gocen él y sus oficiales el mismo salario que por la dicha comisión le está señalado y para que de ello conste di la presente en Madrid a veinte y uno de febrero de mil y seiscientos y trece años, Pedro de Contreras, yo Pedro de Contreras, secretario de Su Majestad y de su Real Hacienda, certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente y los de su Consejo de Hacienda prorrogaron el término de la comisión que se dio a el licenciado Carleval para la cuenta de los bienes que dejaron los moriscos de Hornachos por otros sesenta días más que corran y se cuenten desde el día que se cumpliere la última prorrogación que se le dio para la dicha comisión y que en ello gocen él y sus oficiales el mismo salario que por la dicha comisión le está señalado y para que de ello conste di la presente en Madrid a diez y ocho de mayo de mil y seiscientos y trece años, Pedro de Contreras, yo Pedro  de Contreras, secretario de Su Majestad y de su Real hacienda, certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente y de su Consejo de Hacienda prorrogaron el término de la comisión que se dio al dicho Carleval para la cuenta de los bienes que dejaron los moriscos de Hornachos por otros sesenta días más que corran y se cuenten desde el día que se cumpliere la última prorrogación que se le dio y que en ello gocen él y sus oficiales el mismo salario que por la dicha comisión les está señalado y para que de ello conste di la presente en Madrid a primero de agosto de mil y seiscientos y trece años, Pedro de Contreras.

Yo Alonso Núñez de Valdivia y Mendoza, secretario de Su Majestad y de su Real Hacienda, certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente y del su Consejo de Hacienda prorrogaron el tiempo de la comisión que se le dio al licenciado Carleval para la venta de los bienes que dejaron los moriscos de Hornachos por otros cien días más que se corran y se cuenten desde el día que se cumpliere la última prorrogación que se le dio para la dicha comisión dentro de los cuales acabe lo que por ella le está cometido y que en ellos gocen él y sus oficiales del mismo salario que por la dicha comisión le está señalado y para que de ello conste di la presente en Madrid, a primero de octubre de mil y seiscientos y trece años, Alonso Núñez de Valdivia y Mendoza, yo Pedro de Contreras, secretario de Su Majestad y de su real Hacienda, certifico que hoy día de la fecha de ésta los señores presidente y de su Consejo de Hacienda prorrogaron el término de la comisión que se dio al licenciado Careval para la venta de los bienes que dejaron los moriscos de Hornachos por cien días más que corran y se cuenten desde el día que se cumpliere la última prorrogación que se le dio para la dicha comisión dentro de los cuales o los que menos fuesen menester acabe lo que por ella está cometido y él y sus oficiales gocen del salario que por la dicha comisión está señalado y para que de ello conste di la presente en Madrid a nueve de enero de mil y seiscientos y catorce años, Pedro de Contreras.

Y la parte del dicho Lorenzo Hidalgo pareció ante el señor licenciado Tomás de Carleval y en treinta de octubre del año de mil y seiscientos y once presentó una demanda contra los bienes y hacienda de Hernando García Peñalosa, vecino que fue de esta dicha villa, que la demanda es del tenor siguiente:

Demanda: Lorenzo García Hidalgo, vecino de esta villa de Llerena, como uno de los herederos que quedaron por fin y muerte de el licenciado Pedro de Videlares, provisor que fue de esta provincia, digo que entre otros bienes suyos por la partición que hicimos me toca y pertenece una escritura de censo de principal de doscientos ducados contra las personas y bienes de Hernando García Peñalosa y su mujer como principales y García Correón, su fiador abonador, vecinos que fueron de esta villa, a la cual señaladamente están supuestos y obligados, una suerte de tierras de Lancelvar, término de esta villa al sitio de las Bonaicas, otra suerte a el Hinojal y otra suerte a Matarbrel, otra suerte al Chorcajo con otras muchas hipotecas señaladas y especificadas así de los dichos principales como de sus abonadores según que más largamente se contiene en la dicha escritura a que me refiero y es así que del dicho censo se me deben ocho años y medio enteros desde corridos que cada uno de los ocho años rinde cinco mil trescientos y cincuenta y siete maravedís y por ellos y por los salarios de doce reales cada un día de ocupación de cobranza me compete la vía ejecutoria en las dichas posesiones especiales y en cada una de ellas sin que por esto sea visto renuncia y el dicho que tengo por la general a los demás bienes raíces de los principales y fiadores como lo protesto.

Por tanto, a Vuestra Merced pido y suplico mande dar su mandamiento de en contra los dichos bienes hipotecados por los dichos corridos salarios y costas según se me deben por la obligación y escritura pública que presentó con la solemnidad necesaria y que de este impedimento no haré perjuicio a la fuerza ejecutoria de mi instrumento y hago también presentación del testamento del dicho difunto y de la escritura de partición por donde me pertenece esta deuda. Otrosí pido y suplico a Vuestra Merced mande que después de pagados los corridos y salarios que se me debieren en el traspaso o renta de las dichas tierras se declare la carga del dicho censo para que pase en el sucesor con ellas y con cada una como es derecho y en toda justicia. El licenciado Juan Mexía con la cual dicha demanda hizo presentación de ciertas escrituras y autos originales en virtud de ellas hechos contra los dichos naturales de que por el dicho señor juez se mandó dar traslado al fiscal de esta audiencia por la cual fue respondido a ellas y dicho de su justicia y los dichos pleitos fueron recibidos a prueba con cierto tino dentro del cual fueron hechas ciertas probanzas y estando el pleito concluso visto por el dicho juez dio y pronunció sentencia en que mandó pagar en la sentencia alguna cantidad de maravedís al dicho Lorenzo García Hidalgo de los bienes que fueron del dicho Hernando García Peñalosa que la sentencia es del tenor que se sigue:

Visto este pleito entre partes, de la una actor demandante Lorenzo García Hidalgo, vecino de la villa de Llerena, como heredero del licenciado Villares y su procurador en su nombre y de la otra el fiscal de la Real Audiencia.

Fallo que debo de mandar y mando que de los bienes del dicho Hernando García Peñalosa que están mandados apreciar en este proceso y apreciados y de su valor se le haga pago al dicho Lorenzo García Hidalgo de setenta y cinco mil maravedís de principal del censo que el dicho Hernando García Peñalosa impuso sobre sus bienes en favor del dicho licenciado Villares, cuyo heredero fue el dicho Lorenzo García Hidalgo, como parece por los autos del dicho proceso y de veinte y dos mil y quinientos y cincuenta y ocho maravedís de corridos hasta fin de este presente mes de julio de seiscientos y trece que todo montan noventa y siete mil y quinientos y noventa y ocho maravedís por los cuales le adjudicó los bienes siguientes:

Una huerta del dicho Hernando García de Peñalosa al sitio de Lairin de Limes con huerta de Francisco Carpintero y otros linderos apreciada en cincuenta y seis mil y doscientos y cincuenta maravedís.

Una suerte de tierras del susodicho en Chapaya, linde con tierras de Álvaro Cordobés y tierras de Hernando Blanco que tiene veinte mil y doscientas fanegas y siete celemines de cuerda, apreciada en treinta y seis mil y ciento y treinta y tres maravedís.

Y por los cinco mil y doscientos y veinte y cinco maravedís restantes a cumplimiento de la dicha cantidad que le mando pagar por esta mi sentencia le adjudico la parte que los valiere pro indiviso de una suerte de tierras del dicho Hernando García de Peñalosa al sitio del Hinojal, linde con tierras de Álvaro González y con tierras de Luis Barco que tiene nueve fanegas y cinco celemines de cuerda apreciada la fanega a mil maravedís y toda ella en nueve mil cuatrocientos y veinte maravedís y por esta mi sentencia definitiva, juzgando así lo pronuncio y mando sin hacer condenación de coste contra ninguna de las partes más de que cada una pague las que hubiere hecho el licenciado Tomás de Carleval, Cristóbal Pérez, en nombre de Lorenzo García Hidalgo, vecino de la villa de Llerena, en el pleito con los bienes de Hernando García Peñalosa digo que Vuestra Merced tiene adjudicado a mi parte por el principal y corridos de un censo noventa y siete mil y quinientos y tantos maravedís como consta de la dicha sentencia a que me refiero la cual pasó en cosa juzgada en una huerta del sitio de Lairines, linde con huerta de Carpintero, apreciada en cincuenta y seis mil y doscientos y cincuenta maravedís y en una suerte de tierras en Chapaya, linde con tierras de Álvaro Cordobés, de veinte y dos fanegas de cuerda y siete celemines apreciada en treinta y seis mil y ciento  y  treinta y tres  maravedís  y cinco  mil y doscientos  y veinte  y cinco maravedís en una tierra pro indivisa a el Hinojal, linde con Luis del Barco y Álvaro González de nueve fanegas y cinco celemines de cuerda apreciada en nueve mil y cuatrocientos y veinte maravedís por todo lo que le debían, pido y suplico mande dar la posesión de las dichas heredades en la cantidad que Vuestra Merced tiene adjudicado, pido justicia. Cristóbal Pérez.

Traslado al fiscal de esta petición y conocimiento que dicen como se traigan los autos para la primera audiencia, proveyolo el señor licenciado Carleval juez de su majestad en Hornachos en veinte y cuatro de enero de mil y seiscientos y catorce años. Ante mi, Vega Este día lo notifiqué a Melchor de Aparicio, fiscal Vega.

Cristóbal Pérez, en nombre de Lorenzo García Hidalgo, vecino de Llerena, en el pleito con los bienes de Hernando García Peñalosa, digo que yo tengo pedido posesión de los dichos bienes en la cantidad que Vuestra Merced tiene adjudicados de la cual se dio traslado al fiscal y no ha respondido, acusole la rebeldía. A Vuestra Merced pido y suplico la haya por acusada y mande dar la dicha posesión que yo estoy presto de dar la fianza de la ley de Toledo como Vuestra Merced tiene proveído por su auto, pido justicia. Cristóbal Pérez.

Auto para proveer justicia proveyolo el señor licenciado Carleval, juez de Su majestad en Hornachos, en veinte y cinco de enero de mil y seiscientos y catorce, ante mi Vega.

En la villa de Hornachos, en veinte y cinco días del mes de enero de mil y seiscientos y catorce años, el señor licenciado Carleval, juez de comisión por Su Majestad habiendo visto estos autos dijo que habida por pasada en cosa juzgada la dicha sentencia por Su Merced pronunciada, dándose ante todas cosas por el dicho Lorenzo García Hidalgo fianza conforme a la ley de Toledo para que en caso que la dicha sentencia o su ejecución se revocare en todo o en parte por vía de nulidad o apelación o atentado o en otra cualquier manera volverá y restituirá los bienes que le fueren entregados en virtud de ella se le dé posesión de los bienes (que) para ello le están mandados adjudicar, dando carta de pago de la deuda, así lo proveyó de firme el licenciado Tomás de Carleval ante mi Antonio de la Vega.

En la villa de Hornachos, a veinte y cinco días del mes de enero de mil y seiscientos y catorce años, ante mi el presente escribano y testigos pareció Francisco Gallego, vecino de la villa de Llerena, a quien doy fe conozco y dijo que salía y salió por fiador conforme a la ley de Toledo y del auto de suso de Lorenzo García Hidalgo, vecino de la dicha villa, en tal manera que si la sentencia pronunciada en el pleito fuere revocada en todo o en parte o su ejecución por vía de apelación, nulidad, restitución, atentado o yerro de cuenta o en otra cualquier manera volverá y restituirá los maravedís que por ella se le mandan pagar entregando los bienes que se le dieren con sus frutos en pago de ellos, llanamente sin pleito alguno con las costas de la cobranza de ellos cuales se da por entregado a su voluntad y en razón de la entrega que no parece del presente renuncio las leyes de ella e hizo de deuda ajena suya propia y para la paga y cumplimiento de lo que dicho es obligó su persona y bienes habidos y por haber y dio poder a las justicias de Su Majestad para que a ello le premien como por sentencia pasada en cosa juzgada y renuncio la ley de su favor y la general y lo otorgó, testigos Diego de Paredes y Francisco Jaramillo y el licenciado Mexía, estantes en esta dicha villa y porque el dicho otorgante dijo no saber escribir a su ruego lo firmó un Alonso Diego de Paredes ante mi Antonio de la Vega, el licenciado Tomás de Carleval, juez de comisión por Su Majestad para la venta de bienes de moriscos de Hornachos y hacer pago a sus acreedores mando a vos Melchor de Aparicio, alguacil de mi comisión que luego como este mandamiento os sea entregado por ante escribano que de ello de fe deis la Provisión Real corporal actual (y) veraz a Lorenzo García Hidalgo, vecino de la villa de Llerena, heredero del licenciado Villares, difunto de las heredades que aquí irán declaradas como bienes de Hernando García Peñalosa de el estado naturales de esta villa que son las siguientes:

De una huerta que fue de Hernando García Peñalosa, al sitio de Lairines, linde con huerta que fue de Francisco Carpintero y otros linderos.

Ítem de una suerte de tierras que fue del dicho en Chapaya, linde tierras de Álvaro Cordobés y tierras de Hernando Blanco que tiene veinte y dos fanegas y siete celemines de cuerda.

Más en una suerte de tierras del dicho Hernando García Peñalosa, al sitio del Hinojal, linde tierras de Álvaro González y Luis Barco, de nueve fanegas y cinco celemines de cuerda, una parte pro indiviso que valga cinco mil y doscientos y veinte y cinco maravedís.

Que los dichos bienes le tengo mandados entregar para en pago de noventa y siete mil y quinientos y noventa y ocho maravedís que por mi sentencia están mandados pagar al susodicho por el principal (y) corridos de un censo que sobre ellos y los demás del dicho morisco tenía como tal heredero y la dicha provisión le daréis en forma quieta y pacíficamente sin perjuicio de tercero y en ella le defended y amparad poniendo pena de cincuenta mil maravedís para la Cámara de Su Majestad a quien se la perturbare so la cual mando al escribano dé testimonio de ello que para todo lo susodicho doy comisión cual se requiere, fecho en Hornachos a veinte y cinco de enero de mil y seiscientos y catorce años el licenciado Tomás de Carleval, por su mandado Antonio de la Vega.

Estando en el sitio de las Huertas de Lirones, en veinte y ocho días del mes de enero del dicho año, el dicho Melchor de Aparicio, alguacil de la comisión del señor licenciado Tomás de Carleval, juez por Su Majestad para hacer pago (a) acreedores tomó por la mano a Lorenzo García Hidalgo, vecino de la villa de Llerena, como heredero de el licenciado Villares, difunto, y les metió dentro de una huerta que fue de Hernando García Peñalosa, al sitio de Lairines, linde con huerta que fue de Francisco Carpintero, y en señal de posesión se paseó por ella y echó tierra fuera de la dicha huerta y otros actos de posesión y el dicho Lorenzo García la recibió en si conforme a derecho y expidió por testimonio de que doy fe. Testigos Pedro Díaz y Francisco Sánchez, vecinos de Hornachos, y firmó el alguacil y lo signé Melchor Aparicio en testimonio de verdad, Juan Hidalgo.

Estando en el sitio de Chapaya, en el dicho día mes y año dichos, el dicho Melchor de Aparicio, alguacil de la comisión del dicho señor licenciado Tomás de Carleval, juez por Su Majestad, tomo por la mano al dicho Lorenzo García Hidalgo, vecino de la dicha villa de Llerena, como heredero del dicho licenciado Videlares, difunto, de una suerte de tierras que está en el sitio de Chapaya, linde tierras de Álvaro Cordobés y Hernando Blanco y en señal de posesión se paseo por ella e hizo un maxano de piedras y otros actos de posesión y la recibió en si conforme a derecho y lo pidió por testimonio de que doy fe, siendo testigos Pedro Díaz y Francisco Sánchez, vecinos de Hornachos, y firmó el alguacil y lo signé, Melchor de Aparicio en testimonio de verdad, Juan Hidalgo.

Estando en el sitio del Hinojal en el dicho día, mes y año dichos el dicho Melchor de Aparicio, alguacil de la comisión del señor licenciado Tomás de Carleval tomó por la mano al dicho Lorenzo García Hidalgo, vecino de la dicha villa de Llerena, como heredero del dicho licenciado Villares, difunto, y le metió dentro de una suerte de tierras que está al sitio del Hinojal, linde con tierras de Álvaro González y Luis Barco, pro indivisa y le dio la provisión de una parte que valga cinco mil doscientos y veinte y cinco maravedís y en señal de posesión se paseo por ella e hizo un maxano de piedras y otros actos de posesión y lo recibió en si conforme a derecho y lo pidió por testimonio de que doy fe, siendo testigos Pedro Díaz y Francisco Sánchez, vecinos de Hornachos, y firmó el alguacil y lo signe Melchor de Aparicio en testimonio de verdad, Juan Hidalgo.

Y del dicho Antonio de la Vega, escribano del Rey nuestro Señor y de la comisión del dicho Licenciado Carleval, fui presente al corregir y concertar este testimonio el cual va cierto y verdadero y concuerda con el original que queda en mi poder a que me refiero y va sacado en treinta y siete hojas, consta en que va mi signo y por cada una lleve a doce maravedís por hoja y conste firme. Antonio de la Vega.

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1  DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio y Bernard VINCENT: Historia de los moriscos. Madrid, Alianza Universidad, 1997, Pág. 29.

2  Cit. en GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Alberto: Hornachos, enclave morisco. Mérida, Asamblea de Extremadura, 2001, Pág. 76.

3Relación  de  los  ataques  y  saqueos  cometidos  en  1543  por  una  armada  turca  en  las  costas mediterráneas españolas y en las islas Baleares. Colección de Documentos de Martín Fernández de Navarrete. Publicado Facsímil en Revista de Historia Naval, Nº 79. Madrid, 2002, págs. 100-104.

4 LÓPEZ DE GÓMARA, Francisco: Guerras del mar del emperador Carlos V . (Estudio y edición de Miguel Ángel de Bunes y Nora Edith Jiménez). Madrid, Sociedad Estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, Pág. 102.

5BRAUDEL, Fernand: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en ka época de Felipe II, T. II. México, Fondo de Cultura de Económica, 1987, Pág. 273.

6  Algunos autores han sostenido que casi la totalidad de los habitantes de Hornachos eran moriscos. Véase, por ejemplo, a GONZÁLEZ RODRÍGUEZ: Ob. Cit., Pág. 69-70. Sin embargo, a mi juicio, hay indicios más que suficientes para pensar que los moriscos aun siendo un contingente muy amplio, era aproximadamente la mitad de la población de la villa.

7   El documento en cuestión se encuentra transcrito en LADERO QUESADA, Miguel Ángel: “Los mudéjares de Castilla en la Baja Edad Media”, en Los Mudéjares de Castilla y otros estu- dios de historia medieval andaluza. Granada, Universidad, 1989, Págs. 127-130. Sobre la pro- gresiva intolerancia de esos años puede verse el interesante trabajo de CORTÉS PEÑA, Antonio Luis: “Mudéjares y moriscos granadinos, una visión dialéctica tolerancia-intolerancia”, en Gra- nada 1492-1992, del Reino de Granada al futuro del Mundo Mediterráneo. Granada, Universi- dad, 1995, Págs. 97-113.

8   Sobre el conflicto entre cristianos viejos y moriscos puede verse el interesante trabajo de CARDAILLAC, Louis: Moriscos y cristianos. Un enfrentamiento polémico (1492-1640). Madrid, 1979.

9   VALENCIA, Pedro de: Tratado acerca de los moriscos de España (Ed. de Rafael González Cañal). Badajoz, Unión de Bibliófilos Extremeños, 2005, Págs. 82-83. Desde la Baja Edad Media había habido debates sobre la validez de estos bautismos forzados. Sobre la cuestión puede verse el trabajo de GOÑI GAZTAMBIDE, José: “La polémica sobre el bautismo de los moriscos a princi- pios del siglo XVI”, Anuario de Historia de la Iglesia, Nº 16. Pamplona, 2007, Págs. 209-216.

10  Bernard Vincent sospechaba la posibilidad de que algunos moriscos hubiesen optado por la exilio antes que asumir su conversión forzosa. VINCENT, Bernard: Minorías y marginados en la España del siglo XVI. Granada, Diputación Provincial, 1987, Págs. 218-219. Estos detenidos confirman su sospecha. Hubo intentos de exilio al menos en el caso de Hornachos.

11  LADERO QUESADA, Miguel Ángel: Las Indias de Castilla en sus primeros años. Cuentas de la Casa de la Contratación (1503-1521). Madrid, Dykinson, 2008, Pág. 267.

12  Ibídem, Pág. 266.

13  Ibídem, Pág. 180.

14Elaboración propia a partir de los datos que figuran en los libros del tesorero de la Casa de la Contratación del doctor Sancho de Matienzo. AGI, Contratación 4674, libro manual, fols. 30v-35 r. Documento publicado por LADERO: Las Indias de Castilla…, Págs. 242-243.

15  Hay casos muy llamativos como en ocurrido el 24 de septiembre de 1566 cuando una armada berberisca atacó la villa almeriense de Tabernas. Nada menos que 99 moriscos decidieron marchar- se voluntariamente con los corsarios. GIL SANJUÁN, Joaquín: “Represión inquisitorial de los moriscos almerienses durante la segunda mitad del siglo XVI”, Coloquio Almería entre culturas, T. II. Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 1990, Pág. 543.

16  DOMÍNGUEZ ORTIZ: Ob. Cit., Pág. 86.

17  Ibídem.

18MOLÉNAT, Juan-Pierre: “Hornachos fin XVe-début XVIe siècles”, en La España Medieval Vol. 31, 2008, Pág. 167. Sobre la situación de los moriscos en Portugal puede verse el trabajo de LÓPES DE BARROS, María Filomena: Tempos e espaços de mouros. A minoria musulmana no Reino portugués (sécalos XII a XV). Lisboa, Fundaçao Calouste Goulbenkian, 2007.

19  GONZÁLEZ RODRÍGUEZ: Ob. Cit., Pág. 73.

20  Ibídem.

21  Alonso Manrique ocupó la mitra hispalense los quince años comprendidos entre 1523 y 1538. Era hermano del célebre poeta Jorge Manrique. ROS, Carlos (Dir.): Historia de la Iglesia de Sevilla. Sevilla, Editorial castillejo, 1992, Pág. 831.

22   MUÑOZ DE RIVERA, Antonio: Monografía histórico-descriptiva de la villa de Hornachos. Badajoz, Imprenta de Uceda Hermanos, 1895, Pág. 34.

23  FERNÁNDEZ NIEVA, Julio: “Inquisición y minorías étnico religiosas en Extremadura”, Revista de Estudios Extremeños T. XLI Nº 2. Badajoz, 1985, Pág. 240.

24  TESTÓN NÚÑEZ, Isabel: “Minorías étnico-religiosas en la Extremadura del siglo XVII”, Norba T. III. Cáceres, 1982, Pág. 263.

25  Ibídem.

26  Ibídem, Pág. 264.

27  Véase el apéndice I.

28  RUIZ MATEOS, Aurora: Arquitectura civil de la Orden de Santiago en Extremadura. La Casa de la Encomienda. Madrid, 1985, Pág. 106.

29   Un breve recorrido por el arte de la localidad puede verse en PIZARRO GÓMEZ, Francisco Javier: Por tierras de Badajoz. León, Ediciones Lancia, 1992, Pág. 56.

30   Cit. en STALLAERT, Christiane: Ni una gota de sangre impura. La España inquisitorial y la Alemania nazi cara a cara. Barcelona, Galaxia-Gutenberg, 2006, Pág. 291.

31  MUÑOZ DE RIVERA: Ob. Cit., Pág. 40.

32     VINCENT:   Ob.   Cit.,   Pág.   221.   GONZÁLEZ   RODRÍGUEZ:   Ob.   Cit.,   Págs.   87-88. FERNÁNDEZ NIEVA, Julio: “Un censo de moriscos extremeños de la Inquisición de Llerena (año 1594)”, Revista de Estudios Extremeños T. XXIV, Nº 1. Badajoz, 1973, Págs. 160-162.

33  FERNÁNDEZ NIEVA: Un censo de moriscos extremeños, Págs. 149-176.

34  Ibídem, Págs.160-161.

35   CONTRERAS, Alonso de: Vida del capitán Alonso de Contreras. Madrid, B.A.H., 1920, Pág. 198 y ss.

36  Cit. en GONZÁLEZ RODRÍGUEZ: Ob. Cit., Pág. 80.

37  DOMÍNGUEZ ORTIZ: Ob. Cit., Pág. 127.

38  El 13 de octubre de 1583 Pedro Gómez de Miranda realizó una información en la villa de Hornachos porque pretendía acudir a Lima donde estaba su hermano Diego López de Miranda. En 1584 marcharía a los reinos del Perú en compañía de su esposa, Francisca de Mesa, natural de Zafra, y de sus hijos Pedro, Juan y María. El argumento que esgrimió para justificar su marcha era que pasaba mucha necesidad en esta tierra por haberse llevado su hermano su hacienda. En una villa dominada por moriscos no debía ser nada fácil la vida de estos pocos cristianos viejos. Por cierto que en la informa- ción salieron a relucir casi todos los cristianos que había en el pueblo: Juan de Escobar, gobernador del partido, el mercader Diego Hernández y un tal Pero Gómez entre otros. Información y licencia de Pedro Gómez de Miranda, 1583-1584. AGI, Indiferente General 2093, N. 200.

39  Aunque a partir de la expulsión en 1610, la villa se fue repoblando de cristianos, la emigración extremeña en el siglo XVII se redujo considerablemente, haciéndose prácticamente simbólica en el siglo XVIII.

40  Con estos datos la historiografía contemporánea ha dado por cierto que su población era básicamente morisca. Así, por ejemplo, Bernard Vincent estimó que los cristianos avecindados en Hornachos en el momento de la expulsión no eran más de cien, incluyendo una veintena de monjes. VINCENT: Ob. Cit., Pág. 215.

41   Fuente: Libro Nº 1 de bautismo de la parroquia de la Purísima de Hornachos. Centro Cultural Santa Ana, película 452. No necesariamente el número total de bautizados en este cuadro tiene que coincidir con el cuadro III. Y ello porque algunas páginas estaban rotas o muy deterioradas y se veía que había habido un asiento de bautismo pero no se podían leer los datos.

42  VINCENT: Ob. Cit., Pág. 35.

43  Fuente: Libro Nº 1 de bautismo de la parroquia de la Purísima de Hornachos. Centro Cultural Santa Ana, película 452. No necesariamente el número total de bautizados en este cuadro tiene que coincidir con el cuadro III. Y ello porque algunas páginas estaban rotas o muy deterioradas y se veía que había habido un asiento de bautismo pero no se podían leer los datos.

44  Como es bien sabido, el número de niños nacidos siempre ha sido superior al de niñas. La sex ratio al nacer en España ha sido y es favorable a los niños, situándose actualmente entre 105 y 106 niños por cada 100. Dado que la mortalidad masculina es mayor, la sex ratio global se sitúa en 96 hombres por cada 100 mujeres.

45  VINCENT: Ob. Cit., Pág. 36.

46   Véase por ejemplo el trabajo de SÁNCHEZ PÉREZ, Andrés: “Los moriscos de Hornachos, corsarios de Salé”, Revista de Estudios Extremeños T. XX, Nº 1. Badajoz, 1964, Pág. 126.

47  Cit. en GONZÁLEZ RODRÍGUEZ: Ob. Cit., Pág. 81.

48  Fuentes: Libros de bautismo de la parroquia de la Purificación de Hornachos Nº 1 (1587- junio de 1613). Centro Cultural Santa Ana de Almendralejo, Microfilm, película 452. El Libro de Bautismos Nº 2 se inicia en 1677.

49   De mayo de 1600 salta a enero de 1603, de ahí que no hayamos contabilizado el número de bautismos en 1600, 1601 y 1602.

50  Los nombres de los bautizados no son para nada indicativos porque casi nunca es posible deducir si el nuevo cristiano es de origen morisco. Como es bien sabido desde 1565 se prohibió explícita- mente que los musulmanes usasen nombres o sobre nombres de origen islámico. Asimismo, los padrinos debían ser obligatoriamente cristianos. VINCENT: Ob. Cit., 1987, Pág. 31 y 39.

51  MUÑOZ GIL, José: La villa de Feria, T. I. Badajoz, Diputación Provincial, 2001, Págs. 263-274.

52  En este aspecto existen muchas contradicciones. En la misma Extremadura, la unidad familiar de los granadinos instalados en Cáceres se situaba en 3,5. Sin embargo, en Benquerencia en el distrito de Llerena, era de nada menos que 4,6 VINCENT: Ob. Cit., Pág. 8 y 50-53.

53  Libros de matrimonio de la parroquia de la Purísima Concepción de Hornachos. Centro Cultural Santa Ana, Película 453.

54  VINCENT: Ob. Cit., Pág. 230.

55  Centro Cultural Santa Ana, Película 453.

56  DOMÍNGUEZ ORTIZ: Ob. Cit., Pág. 183.

57   ORTIZ DE ZÚÑIGA, Diego: Anales eclesiásticos y seculares de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Sevilla, T. IV. Sevilla, Guadalquivir, 1988 (1ª ed. de 1796), págs. 224-225.

58  SÁNCHEZ PÉREZ: Ob. Cit., Pág. 126.

59  DOMÍNGUEZ ORTIZ: Ob. Cit., Pág. 31.

60  La pérdida de mano de obra así como la imposibilidad de cobrar estos censos a favor de la Iglesia, de los bienes propios de los concejos y de particulares crearon una depresión económica que se prolongó hasta el siglo XVII. ANDÚJAR CASTILLO, Francisco: “La expulsión de los moriscos. Algunos impactos económicos en la ciudad de Almería”, Coloquio Almería entre culturas, T. II. Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 1990, Págs. 669-678.

61  Recientemente Jean-Pierre Molénat ha publicado un documento inédito localizado en el Archivo General de Simancas en el que los Reyes ordenaban a las autoridades de la Orden de Santiago que, en un plazo de 180, facilitasen la recompra por el mismo precio de los bienes que vendieron los moriscos. Real Cédula al gobernador de la Orden de Santiago, Toledo, 7 de junio de 1502. Transcri- to en MOLÉNAT: Ob. Cit., Págs. 170-171.

62   Esta familia de banqueros alemanes, conocida en España como los Fúcares, crearon una red financiera por toda Europa en el siglo XV. En el siglo XVI fueron prestamistas tanto de Carlos V como de Felipe II y Felipe III. Finalmente, a principios del siglo XVII su banca entró en quiebra, convirtiéndose e meros rentistas de las enormes posesiones que consiguieron retener. Sobre el particular puede verse la monografía de KELLENBENZ, Herman: Los Fugger en España y Portu- gal hasta 1560. Salamanca, Junta de Castilla y León, 2000.

63  En el citado inventario se incluían entre otros bienes, 1.000 casas, 15.000 fanegas de tierra, 800 huertas y 150 colmenas. Ibídem, Pág. 127.

64  Ibídem.

65  Véase el apéndice II.

66  Prorroga de la comisión dada a Tomás de Carleval, en Madrid, 14 de enero de 1612 y nuevamente en 6 de agosto de 1612 y el 9 de enero de 1614. Apéndice II.

67  Relación de la vecindad que tienen la ciudad de Llerena y villas y lugares de su partido, h. 1646. AGS, Diversos de Castilla 23, Nº 1 al 3.

68   En 1677 se bautizaron 82, en 1678 70, en 1679 68 y en 680 811. Centro Cultural Santa Ana, Película 452.

69  DOMÍNGUEZ ORTIZ: Ob. Cit., Pág. 234.

70    GUERRA  CABALLERO,  Antonio:  “Moriscos  de  Hornachos  y  República  de  Rabat”,  en http://www.elfaroceutamelilla.es (Consulta del 26-V-2009). Sobre la República corsaria de Salé puede verse la clásica monografía de COINDREAU, Roger: Les corsaires de Salé. Rabat, Institut des Hautes Études Marocaines, 1948.

71  Ibídem.

72  DOMÍNGUEZ ORTIZ: Ob. Cit., Págs. 236-237.

73  GUERRA CABALLERO: Ob. Cit. s/p.

74 Ahora en vez de uno aparece dos.

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