Oct 012011
 

Ángel Paule Rubio.

 

1.  INTRODUCCIÓN

El período de estudio en la historia de la Educación con sus textos, objetos, contenidos, principios ideológicos y pedagógicos según las leyes educativas que se han sucedido desde la Ley de Moyano de 1857 hasta la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo de 1990 LOGSE), va a ser objeto de nuestro estudio, a través de un pueblo situado en la Sierra de Gata, Villanueva de la Sierra, que nos servirá de modelo para conocer nuestro sistema educativo entre los años 1900-2000.

No está demasiado lejos, ni carente de sentido echar una mirada al pasado, es decir situarnos en un período prehistórico, aunque eso sí, sea con pinceladas ligeras que, como hitos jalonen nuestro caminar y nos conduzca al camino y objetivo que nos hemos propuesto.

2. ESCUELA Y EDUCACIÓN

Tanto la prehistoria como la historia, no es una ciencia exacta, si es que hay alguna ciencia que lo sea. Cada época va seleccionando temas, puntos de vista, intereses, objetivos propios de la época. También es verdad que esos objetivos van sumergiéndose en el olvido, dando paso a otras generaciones venideras que planteen otros enfoques. Sin embargo hay algo esencial, el sustantivo, que debe permanecer y algo accidental, el adjetivo, que sirva para enfatizar el contenido del momento.

Si como prehistoriador voy hacia la Prehistoria, lo hago en el sentido de que veamos al hombre del ayer, no como un loco, ni como un idiota, según se ha escuchado algunas veces, sino como un hombre  que ha ido creando y recreando sus formas de vida en defensa de unos valores, que yo me atrevería a pensar son esencia pura de nuestra convivencia.. Recordemo aquellos hombres del Paleolítico ante un cadáver que iban a enterrar, depositando unos ramos de flores, que la arqueología nos ha dado a conocer. Aquí tenemos un “valor” ante un sentimiento de creencia, de respeto, de amor y, tal vez, de creencia en el más allá. ¿Acaso creamos tan “grosero” al hombre prehistórico, que sea incapaz de valores espirituales, ante un problema de mera subsistencia?

¿No es verdad que el hombre prehistórico fue creando un conjunto de valores como la audacia, la responsabilidad, la cooperación, la justicia social, una unidad sin fisuras que le permitía vivir, crecer y creer ¿Ha cambiado algo que nosotros hacemos y ellos no?

¿No es Lucy, aquella mujer homínido, que separada de los suyos involuntariamente, llevando a su hijo en los brazos caminó por medio del áspero hábitat al encuentro de su familia, sin abandonar a su hijo? Nosotros somos descendiente de su estirpe y por ello de sus valores..

¿Cuántas veces, el deportista de hoy, camina y camina sin mirar y se topa con un peñasco, un árbol gigantesco, una gruta, un río caudaloso, una torrentera y no siente el placer, la curiosidad, el misterio, buscando explicaciones pragmáticas ante la armonía, la majestuosidad de esa lección que le presenta la Naturaleza? Pues bien, aquellos niños de antaño, vivían la Naturaleza , era su mejor libro y de sus hojas escritas extraían  el por qué de las cosas.

Podemos estar ante un santuario, un lugar de reunión, un lugar de sacrificio, donde se discutieran cosas s obre la vida de la tribu, del clan, de los genes. Aquella roca que el andante de hoy ve, la usó el prehistórico para  grabar sobre ella testigos de su vida, como si fuera un Universal de la Cultura Por permanece anclada, inamovible, permanente, la eligió para la perpetuidad de sus creencias y de sus valores. La roca es resistente, perdurable, firme, resiste la erosión, por ello el “ hombre antiguo” la ha asociado a un determinado simbolismo, la ha considerado como garantía de solidez, de material puro y limpio que no lo enfanga el barro. Esos valores que aquel hombre necesitaba para vivir también son los valores que hoy necesitamos.

Hoy el hombre destruye rocas , tala árboles, que hace poco eran lugares sagrados, los desacraliza convirtiéndolos en lugares profanos.

Dentro de las cuevas hay pinturas cargadas de simbolismos. Incisiones en piedra, unas rectilíneas, otras, más o menos ovaladas, parecen encerrar un mensaje. Por tanto se trata de una forma de escritura. Qué diríamos de las pinturas cantábricas en el Paleolítico o las pinturas esquemáticas levantinas del Mesolítico, ¿acaso no encierran un mensaje? Están preparadas para la escritura pictográfica sintética, que ya implica “lectura” dando paso a la “analítica”, independiente de la lengua hablada. Mientras la jeroglífica es una escritura analítica, esto es “por palabras, los grabados seria sintéticos, o sea, “por ideas”

¿Podríamos llamar al “Homo Sapiens Homo Scribens? En el sentido de hombre que escribe.

Queríamos hacer y no sé si lo hemos conseguido un homenaje a la cultura y a la educación en los valores del hombre que nos ha precedido para así ver mejor que no hace falta la sabiduría en el fácil entendimiento de una sociedad que busca los deberes y derechos inherentes, en esencia, en cualquier sociedad democrática.

La sociedad camina despacio pero sedimentando sus logros en la senda del progreso. Nuevos valores y por tanto nuevas formas de consistencia. La Edad del Hierro, importante en España por pasar de la Prehistoria a la Historia, nos aporta formas de vivir distintas. En las sociedades prerromanas aparecen nuevos ideales: Libertad, independencia. Fraternidad defensa del débil, ayuda, compar- tir. Recordemos los pactos de hospitalidad, la tierra comunal. Los campos se partían anualmente , se cosechaba y al final se repartía por igual. Quien hiciese lo contrario se castigaba con la pena de muerte. Otro valor “la honradez”.Se repartían riquezas en formas variadas. Aparece el “don, contradón, el.trueque” , hospitium

Pasamos páginas de historia, sin llegar aún al término que nos ocupa, pero si para comprender como evoluciona la sociedad.

Llegamos al S. XIX, preliminar al concepto de escuela, según se define hoy. En nuestras manos tenemos unas ordenanzas de época de los Reyes católicos y restauradas en 1753, donde podemos leer: Nada dice de escuelas de primeras letras. Sin embargo sus noventa y nueve ordenanzas es un código de virtudes, de deberes y derechos, de sanciones firmes, de ayuda mutua, ( si hay una corta de leña en el Carrascal y, algún vecino por enfermedad no puede ir, los demás la trocearán y llevarán a su corral) La elección de “hombres buenos” para un buen gobierno.

Aún no hablamos de escuela, ni de maestros, sí de valores.

3. YO TAMBIÉN FUI A LA ESCUELA

Todos recordamos aquellos días en la escuela. Aquel edificio viejo, destartalado. El frío del invierno o el excesivo calor junio. La cara de nuestro maestro y, como no, la bardasca de olivo, que medía de vez en cuando nuestras manos por olvidar una lección, por nuestro comportamiento o porque habíamos sido causante de la risa estrepitosa contagiando al total de nuestros compañeros. Siempre había un motivo. Recuerdos… tantos y tantos, buenos unos y otros, lágrimas, pero todo es necesario para que la primavera del recuerdo esté llena de rosas.

Un día mi padre sacó la papeleta de admisión a la escuela. Yo tenía seis años. No existía escuela de párvulos. Me enfrentaba a una etapa de la vida llena de misterios que el tiempo desvelaría.

No fue un buen día. Como todos los niños que comenzamos el curso teníamos miedo a la nueva situación. Se terminaba el corretear por las calles del pueblo, el coger nidos, la charca  con sus ranas. Un mundo.

Mi madre me llevó a la escuela, de la mano, como todas. Las madres por sentido de madre, por sus manojos de virtudes, por su entrega y por ese cariño total desprendido era el alma de le educación. Yo ya sabia las oraciones que mi madre, por las noches al acostarme con un cariño que no podría describir, me enseñaba.

La última oración “cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos…” Recuerdos. Tal vez me durmiese sin terminar las oraciones.. También ella, me había enseñado las letras, preparándome para este día y así sería más libiano. También mi madre me había dado ejemplo del respeto a los mayores, al maestro, al cura . Había vivido en familia seis añitos. Los domingos asistía con mis padres a misa , pero yo como los demás niños, ocupábamos bancos de niños y para niños .Eran bancos bajos, corridos y detrás los maestros atentos a nuestros comportamientos. La misa era muy pesada, larga y, por si fuera poco, en latín. No entendíamos nada y por ello los niños, más dispersos que concentrados en las palabras del sacerdote, nos cansábamos y hablábamos en voz baja, hasta que sin esperarlo, los nudillos de los dedos del maestro descansaban en nuestras cabezas.

Todas las familias hacían lo mismos con sus hijos. Este era el comienzo de nuestra formación, de nuestro devenir, de nuestra educación, de nuestra cultura.

Hoy los recuerdos me producen nostalgia. Sin embargo, cuando escribimos estas líneas, nos llenamos de ilusión. Diríamos que mientras escribimos, rejuvenecemos, nos hacemos niños. Nuestros recuerdos que brotan, como queriendo salir todos a la luz al mismo tiempo, precipitan nuestra escritura. No vamos a ordenar nuestros recuerdos. A vivirlos, a sacarles la esencia de tantas cosas que nos habían  ido, en definitiva, haciéndonos un hombrecillo.

4. LA ESCUELA

Era un edificio, cuadrangular, de paredes sólidas, tejado a cuatro vertientes. Una pared interior dividía el espacio en dos salas. Una de cien m2 para los ni- ños y la otra de cincuenta m2 para niñas. Ventanas amplias desde el suelo. Otras a dos metros de altura, pequeñas, cuadradas y, hoy muradas, habían tenido otra misión. Este inmueble había sido un pósito de trigo. Por ello las ventanas pri- mitivas eran altas y pequeñas. Hacia el año 1800 dejaba de ser pósito para con- vertirse en escuelas.

Dentro de estas escuelas había una tarima, con su mesa y un sillón. Era la cátedra del maestro. Desde allí visionaba a todos los niños. Para los alumnos, nuestro maestro estaba investido de sabiduría, de bondad y era un referente de respeto.

Detrás del maestro, había un crucifijo, debajo un cuadro con la figura de Franco y otro con la Virgen. Según la entrada y por la izquierda un ábaco, diez filas de bolas enzarzadas en alambre por diez bolas cada una, servían para con- tar, sumar, restar.. Más adelante unas vitrinas con cristal en corredera con mate- rial correspondiente al reino animal , vegetal y mineral..Ante estos se desarro- llaban las lecciones de Ciencias Naturales. Seguían los mapas acartonados de España y del mundo. Nuestra clase de Geografía , los niños en corro, cantába- mos los accidentes geográficos, que íbamos señalando con un puntero Una relación de nombres se iban acomodando en nuestras memorias, que hoy per- duran.

Un armario donde estaban las medidas de volumen, de capacidad, de peso, que usábamos con harta frecuencia. También, en el mismo armario, había libros de lecturas y sobre todo, recuerdo con cariño, aquellos manuscritos con las letras que debían ser la caligrafía de nuestros dictados y redacciones.

5. MATERIAL ESCOLAR

Cuaderno de Rotación de Lecciones. Cada niño, a la entrada, cogía el cuaderno correspondiente a su nivel y reflejaba todo el quehacer escolar del día. Empezaba poniendo el nombre de la Localidad que, en este caso, era Villanueva de la Sierra. Debajo la fecha y en una tercera línea la “máxima”, que previamente el maestro había puesto en el encerado con letra caligráfica inglesa de alta calidad. El niño la escribía con gran atención siguiendo el modelo.

A partir de aquí  reflejaba todo: Dictados, resúmenes, dibujos, esquemas…

–    Cuaderno del alumno. Contenía su quehacer diario.

–    Cartilla “Rayas” de primer y de segundo grado. Era un método revolucionario:“la lectura por la escritura” Simultáneamente el niño aprendía a leer y a escribir.

–    Enciclopedia Álvarez de primer y segundo grado.

–    Catecismo del Padre Ripalda y del Padre Astete.

–    Libros de lectura. : Todos los libros estaban impregnados de un elevado valor patriótico y religioso. Entre ellos, el Quijote lo recordamos por sus aventuras que incitaban a reír y, como la risa se contagia, toda la clase participaba de ella.

–    Diccionario de la Lengua Española en dos tomos.

–    Algunos manuscritos con letras de distintos estilos, que además de su lectura y comprensión intentábamos con éxito reproducirla en nuestros cuadernos.

–    La pizarra para ensayar la realización de la letra caligráfica, una y otra vez hasta conseguirlo. Las cuentas y los problemas, los hacíamos en la pizarra, por lo mucho que había que borrar, hasta pasarlos al cuaderno. No olvidaremos el borrado, saliva y secado con la manga del jersey o de la camisa.

–    Encerado-Clarión.Sobre el encerado se dibujaba un temario de dibujo que contenía el Encerado-Clarión. Sus dibujos estaban ordenados según materia. Aritmética, Geometría, Ciencia Naturales,  Religión,  Geografía, etc.

–    Láminas de Historia  Natural.

–    Vitrinas de cartón y cristal que contenían cereales, carbones, sales, minerales y algunos productos químicos  envasados en tubos de cristal.

–    Una cadena agrimensor con eslabones de diez cm cada uno y un total de diez metros. La usábamos en las mediciones de campo.

–    Un tubo de goma de cinco metros, en cuyos extremos teníamos acoplado dos tubos de cristal. Lo usábamos para medir la altura de los desniveles como vasos comunicantes.

–    Un reloj de pared, casi siempre averiado, pero aún así, nos servía para enseñarnos a medir el tiempo.

6. LIBRO DE PREPARACIÓN DE LECCIONES

Era obligación ineludible por necesidad y eficacia el cuaderno de Preparación de Elecciones.

Legalmente los maestros estaban obligados a preparar nuestras lecciones exigido repetidas veces por nuestra legislación.

La eficacia de la preparación de elecciones podemos sintetizarla como un gran ahorro de tiempo y de trabajo, ya que supone que no haya vacilaciones ni ensayos exponiendo todo con orden y claridad.

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Láms. 1 y 2. Escuela en 1936. y libros de lectura de entonces.

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Lám. 3. Tabla de pesas y medidas.

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Lám. 4. Libro de preparación de las lecciones escolares.

7. LECCIÓN PREPARADA

Tema: La Rana Envidiosa y Presumida.

Material: Libro de valores.

Canción:

Cu cú cantaba la rana,

Cu cú debajo del agua,

Cu cú pasó un caballero,

Cu cú de capa y sombrero,

Texto: Esto era una rana que todo el día se lo pasaba cantando en una laguna. Sacaba a sus hijas al sol y les decía: “mirad qué grande y qué hermosa soy”. ¿Verdad que soy mas grande que esa mariposa y que esa flor?.

¡Sí mamá: ¡ Y la rana cantaba contenta.

Pero un día llegó un patito blanco a la laguna. Las ranitas se pusieron muy contentas y llamaron a mamá . Pero la rana al verlo le dio envidia y preguntó a sus hijitas: ¿Verdad que soy mas grande que el patito?. No mamá dijeron las ranitas el patito es más grande que tú.

Entonces la rana tomó aire y hacía: uf, uf, uf … y así continuamente, porque quería hincharse. Tanto quiso hincharse que reventó.

–    Seguidamente un niño realizará la lectura.

–    Diálogos sobre animales que viven en el agua.

–    Elocución correcta.

–    Ilustraciones: Las que acompañan al cuento.

–    Copia caligráfica:

  • El que se ensalza, será humillado.
  • Y el que se humilla, será ensalzado.

8. CONSECUENCIAS EDUCATIVAS

–  La envidia es un terrible pecado.

–   Recordemos el castigo de los ángeles envidiosos de Dios. A Caín matando a su hermano Abel.

9. UN DÍA CUALQUIERA

Son las diez de la mañana. Una chiquillería jugaba en torno de la escuela. Siempre había algún niño que avisaba cuando el maestro llegaba. En doble fila esperábamos. Entre   ambas filas pasaba. Todos les decíamos buenos días.

:Cada uno a sus pupitres mientras un niño cualquiera cogía la bandera Nacional y la colocaba en el mástil en el exterior del edificio.

Maestro y niños pedíamos al Espíritu Santo, en oración, que nos iluminara en el día que comenzaba. Silencio. El maestro se dirigía a uno de los encerados y con letra caligráfica de perfección tal que hoy no la hacen los mejores tipógrafos. La máxima entre otras, cada día distinta podría ser. “El que madruga Dios le ayuda”. El maestro desde el estrado, explicaba esta máxima. Los niños la copiábamos en nuestros cuadernos, tratando de imitar, el que podía, aquella frase delicadamente escrita  en letra inglesa.

Cada niño en su nivel iba a la mesa del maestro y cogía el cuaderno de rotación, tantos como niveles. Cada niño sabia, por orden de lista cuando le correspondía.. Este cuaderno reflejaría con detalle todo lo que se hacia en ese día, que figuraba en  la cabecera de la página.

El trabajo estaba tan sabiamente asignado que cada alumno conocía lo que debía hacer. Dos niños mayores daban las letra a los más pequeños. Como si fueran tantos maestros como niveles o secciones. El maestro explicaba Lengua o Matemáticas. Eran las dos asignaturas de la mañana. También las que necesitaban más atención. A continuación, alrededor del maestro se hacia cálculo mental: Contar, descontar, multiplicar dos números y sumar otro al mismo tiempo. Bonito juego. Era una excelente gimnasia mental

Seguidamente lectura en voz alta y comentario de lo leído. De esa lectura escogía las palabras de significado más difícil y las escribía en el encerado para su análisis y comentario.

Los otros grupos de niños rotaban con el maestro mientras los demás estudiaban  y memorizaban sus lecciones.

Por las tardes las asignaturas eran diferentes: Historia de España y Geografía, Historia Sagrada, Catecismo. El sábado, dibujo lineal o artístico. Los jueves por la tarde, descanso, o bien, el que quería, queríamos todos, de excursión. Medíamos la altura de los árboles por semejanza de triángulos y a través de la sombra. Hojas de árboles para advertir las diferencias, nervios, pecíolo, formas de limbos. Una charca nos proporcionaba ranas y, si algunas se dejaban atrapar, estudiamos su cuerpo, sus costumbres. Era muy divertido salir al campo. Estaba dentro del programa, una tarde por semana, visitar la Naturaleza, convivir  con ella.

Los sábados del mes de Mayo, rosario, cántico a la virgen, flores para el altar  de la virgen  y la lectura de un librito que contenía milagros de la Virgen.

Al final de todos los días el “Cara al Sol”, “Montañas Nevadas “ Prietas la Filas…” Cánticos patrióticos del momento histórico en el que estábamos inmersos.

El Domingo, la Misa. Reunidos en la escuela salíamos en fila guiados por el maestro y nos dirigíamos a la Iglesia. Todos, No faltaba nadie Después de la Misa, la Catequesis.

La calle también era centro de aprendizaje, de deberes y de comportamiento. Buenos días a las personas mayores, el beso en el dorso de la mano al sacerdote, el hacer los recados a los mayores. Sobre todo  jugar  a la peona, al aro, a los bolos, al. marro y a la catarroma. Era curioso que, sin saber la causa, un buen día, según las estaciones, cambiábamos de juego.

Un día cualquiera, nos decía el maestro: Mañana por la tarde viene el fotógrafo para hacernos una foto, el que quisiera. Una vez hecha tenéis la posibilidad de que vuestros padres la compren o no. En caso afirmativo, pagar. Las madres vestían de fiesta a los niños, con sus mejores prendas. Llegados a la escuela, un pupitre, al lado una esfera y frente a él un libro abierto. De fondo un mapa de España. . ¿Quién no conserva o recuerda la foto que nos hicimos en el curso escolar. ? ¡Ha! De regalo para el centro una foto de conjunto. Lección de fraternidad. Allí estábamos todos, en grupo, sonrientes. Como la foto de los políticos en cualquier evento, pero muy diferente.

Todos hemos pasado por la escuela, en nuestra memoria hay recuerdos, vivencias, amistad, un conjunto de valores que han dejado la huella del pasado llena de sentimientos, de nostalgia de cariño, con raíces tan profundas que llenan nuestra propia existencia dando sentido y vida en la vivencia de ayer y en el recuerdo de hoy.

Nosotros también tenemos nuestra propia historia.

10. EL SISTEMA EDUCATIVO

Quisiéramos acotar un período de tiempo. Desde los orígenes de la enseñanza obligatoria, Ley de Instrucción Pública en 1857, conocida como Ley de Moyano hasta la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo de 1990 (LOGSE) . El modelo de este tiempo responde en líneas generales a unos planteamientos muy similares y a unos recursos didácticos muy generalizados.

Durante la Segunda Republica, la escuela secularizada, descentralizada, abre un período de inquietudes  que termina en una Guerra Civil con un Régimen de severo control ideológico. Fruto de ello, la represión del momento, depuración o exilio de maestros. Las bibliotecas se expurgan, aprobación y libros bajo control.

Los crucifijos, que habían sido retirados durante la Segunda República, vuelven a la escuela, la imagen de la Virgen y el retrato de Franco y de José Antonio ocupan la pared principal.. Izar y arriar la bandera y cantos patrióticos figuran en el diario escolar.. La educación está al servicio de los valores de la “Nueva España”.

Libros patrióticos, el catecismo de Astete y Ripalda. La Historia Sagrada. Cualquier libro de cualquier materia estaba concebido como un canto a la Nueva España. La asistencia a misa los domingos, el mes de Mayo con el rezo del Rosario.

Todos estos valores se consolidan en la promulgación de la Ley De Educación Primaria de 1945.

Hacia los años 1950, se inicia la liberación concibiendo la educación con un matiz público, cuyo responsable va a ser el Estado. Se implica en un Plan de Construcciones Escolares, cesión de terrenos y concentraciones escolares.

Aparecen los Cuestionarios Nacionales de Educación Primaria en 1953.. Estos cambios nos lleva a otra Ley de Educación de 1970, o Ley de Villar Palasí, introduciendo profundos cambios en cuanto al método de enseñanza, evaluación continua, perfeccionamiento del profesor, transformando la formación profesional, en un claro acercamiento a los modelos europeos. El maestro se dignifica social y económicamente.

En los primeros momentos de este período los programas escolares dan libertad para que cada maestro prepare su propio programa. Las lecturas explicadas y comentadas, los dictados y los problemas de Aritmética y Geometría forman la base  del sistema. El Catecismo de la Doctrina Cristiana, ya citado, el mes de María en Mayo, o mes de las flores con el rezo del santo Rosario formaban el elenco básico prioritario.

Me olvidaba de aquellos cuadros sinópticos, esquemas de visión de conjunto, que algún día nos servirían para preparar  nuestras clases de Bachillerato y de Universidad. que muchos guardamos con cariño.

Una vez un ilustre hijo de esta Villa, que años más tarde fuese Director de un Colegio de las Escuelas Cristianas de Trujillo y un poco después Director de la Cátedra de San Pio X de Salamanca fue a pasar unos días a la casa de sus padres en Villanueva. Todos los días iba a la escuela enseñándonos a perfeccionar los esquemas, tomando como base las lecciones de Historia Natural.

La Ley de Educación de 1970, o de Villar Palasí fue más lejos unificando la enseñanza primaria con el bachillerato elemental, la evaluación continua, la creación de los ICEs,  la participación de los padres  en los Consejos Escolares y la autonomía de los centros  Implanta una sola vía de enseñanza  para todos los niños españoles, sin distinción.

Los Centros de Colaboración donde los profesores de determinadas escuelas de la zona se reunían con el Inspector de Zona para estudiar conjuntamente reformas, comentar circulares, desarrollar programas, eligiendo como centro las escuelas de mayor número de aulas, que para la zona de Gata, eran o bien Montehermoso o Coria. Una vez fue en Torre de Don Miguel. Tenemos que valorarle como positivos, por dos razones: una por el contenido de los temas tratados, siempre de actualidad. Otro por ser un día de convivencia, con comida incluida. Los maestros nos conocíamos mejor y  en caso de necesidad de ayuda.

Una vez al año profesores y alumnos de las escuelas agrupadas participá- mos de la “Semana de Extremadura” Durante esta semana cada localidad dedicaba toda la semana a preparar temas, coloquios, obras de teatro, gimnasia, que previamente el profesorado había  asignado a cada centro.

El sábado compartíamos una reunión de convivencia. Las escuelas estaban agrupadas por municipio que, en el caso que nos ocupa, estaba formado por las localidades de Pinofranqueado con sus anejos, Torrecilla de los Ángeles, Hernán Pérez, Villa del Campo y Villanueva de la Sierra. Quinientos o más escolares inundaban las calles del pueblo donde se realizaba la concentración. Asistía todo el profesorado de todos los pueblos. No faltaba nadie, era considerado como día lectivo.

Se representaba una obra de teatro, poesías , concurso de conocimientos a base se preguntas y respuestas. El Director del pueblo se dirigía a todos los asistentes en la plaza pública, inundada no sólo por los escolares y maestros sino por le vecindario y padres de otros pueblos que acompañaban a sus alumnos.

No faltaba el partido de fútbol entre maestros y alumnos, siempre ganaban los alumnos.

Si tuviéramos que definir este día, diríamos  simplemente : “ Un ramillete de valores”.

11. EL MAESTRO

Ser maestro ha sido difícil hasta la democracia. El maestro deambuleaba de un sitio a otro buscando un contrato temporal para dar escuela. (leer, escribir, contar y calcular por las cuatro reglas e impartir la doctrina cristiana.) Su ilustración no era grande pero primaba en el aula la autoridad. Era considerado fuerza viva y sacerdote de la educación. Era maestro las veinticuatro horas al día y muchas veces  el único representante de la cultura.

Esta situación precaria desaparece en 1902 cuando el pago de los maestros fue asumido por el Estado.

12. LOS NIÑOS

Es posible que fuéramos unos cincuenta, tal vez más. De edades diferentes, oscilantes entre los seis años hasta los trece.

Ahora recuerdo y admiro la gran capacidad de nuestro maestro. Su esfuerzo y sus virtudes. Podríamos permitirnos que la paciencia del Santo Job, no igualaba a la de nuestro maestro.

Nos dividía en secciones. Cada sección tenía su propio maestro, decimos verdad, Los niños del nivel más elevado daban las letras a los más pequeños Otros a los de otro nivel, mientras el maestro directamente se afanaba en transmitir valores y cultura a los de mayor nivel. Terminaba el maestro con nosotros e íbamos a nuestros pupitres a estudiar en voz baja, mientras que otro grupo ascendía a la tarima para dedicarle su tiempo y así todos los días. Sentimos y valoramos la virtud del deber cumplido de maestro. La satisfacción  de su trabajo y, por que no, la excelencia de su quehacer.

La educación diferenciada de niños y de niñas. Las niñas tenían algunos li- bros específicos como “Guirnaldas de la Historia, Cuadernos de Economía Doméstica y Cuadernos de Labores Los niños tenían sus textos de lectura de carácter patriótico y hasta nuestra pequeña parcela de huerto que sembrábamos al mismo tiempo que hacíamos experiencia con semillas. Recordamos sobre rosales hacer injertos. Las semillas las echábamos en tarros de cristal con agua para observar el nacimiento del tallo y de las raíces.

Este trato diferenciado indicaba  la desigualdad por razón de sexo.

La Ley de Educación Primaria de 17 de Julio de 1945 recoge los derechos y obligaciones del niño durante la etapa de Franco. “El niño es el sujeto principal de la educación y tiene plenitud de derechos a instrucción y asistencia tutelados hasta su desarrollo normal de sus cualidades físicas, intelectuales y morales por los deberes de la Familia, la Iglesia y el Estado”.

13. LA HIGIENE

Los hábitos de costumbres, se cuidaban mucho en la escuela. Los sábados por la tarde, desfilábamos ante el maestro que nos miraba las uñas, los oídos, el pelo y el vestido Recordamos que las madres, después de la comida del sábado nos obligaba a lavarnos bien, a cortarnos las uñas y a cambiarnos de vestido. Las madres se hacían responsables del aseo de sus hijos. La higiene de la cabeza era prioritaria en aquel momento, pues los piojos alguna vez hacían su presencia. Cuando se detectaba algún caso, amén de una limpieza delicada, el maestro enviaba un oficio al ayuntamiento para de una manera generalizada se avisase a la población.

A través de textos se dedicaban  lecturas de higiene personal.

Había un librito “Comportamientos y buenas maneras” que leíamos y comentábamos en la escuela La vida escolar no sólo estaba en la escuela, estaba en la calle y en cada una de las personas. La familia cuidaba este aspecto, no sólo con su ejemplo, ya importante, sino invitando a los niños como debíamos comportándonos con mayores, autoridades y los niños entre sí.

Recuerdo lo difícil que era salir al servicio. La calleja, el arroyo, las tapias de algún corral caído. Si eso ya era difícil, el pedir al maestro ir al “servicio “ requería conocer muy bien el vocabulario. La forma de pedirlo nos causaba risa. Sr. Maestro ¿puedo salir a hacer de vientre? A mear, a orinar , hacer pis, hacer mis necesidades, hacer de cuerpo. Y como lo pedíamos tantas veces, no por necesidad, sino por gozar un poco de la libertad, el maestro nos decía a tu pupitrte..

Existían brotes de epidemias: sarampión, difteria, varicela y enfermedades contagiosas. El maestro oficiaba a la Inspección y al Alcalde y, según el Médico, cerraban la escuela hasta que el brote desaparecía.

14. ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES

Entre las actividades extraescolares, que estaban programadas “ a priori” a realizar durante el curso escolar.:

Salida al campo todos los sábados. Considerada como jornada lectiva.

Semana de Extremadura. De lunes a viernes cada colegio en su localidad preparaba los temas, que previamente se les había designado: Poesías, obras de teatro, carrera , juegos, acertijos, todo el saber paramiológico, preguntas y respuestas , todo referente a Extremadura. El sábado todos los colegios de los pueblos agrupados, a las diez de la mañana, comenzábamos las actividades. Cada año en una localidad diferente. Esta actividad altamente positiva en valores de compañerismo, de amistad , comprensión, compartíamos todo, extensible a padres y profesores.

Escuelas Viajeras. Todo los años se solicitaba de la Inspección l a asistencia a otras provincias con un grupo de 30-40 niños Recordamos la visita a Murcia , donde en un edificio preparado para ello, nos reuníamos colegios de distintas provincias:: Colegio de Salamanca. Colegio de Palma de Mallorca. Colegio de Castellón de la Plana. Allí, dos autocares, nos llevaban todas las mañanas a visitar pueblos, industrias, monumentos. Por la noche, una vez en el centro, todos reunidos, hacíamos un estudio de lo visitado. Después el profesor de cada grupo lo comentaba y por último una puesta en común. Altamente educativo y sobre todo la solidaridad, el trabajo en grupo, la igualdad, la comunicación entre distintas provincias, identificación de actitudes En conjunto “Educar en valores para la Sociedad.”

15. SOCIEDAD EDUCADORA

En términos generales, la escuela, junto con la familia, ha de cumplir la función de educación en el estrato básico de dichos valores. También la familia, junto a otras entidades sociales, por ejemplo la iglesia, contribuyen a configurar valores que afectan a la vida de las personas. Esta escuela predemocrática que nos ha tocado vivir y que ha quedado plasmada en nuestra anterior sinopsis se caracteriza por la vigencia de un sistema de valores que abarca la totalidad de la vida y de los ciudadanos. Con un sistema de valores comunes, si no fueran acompañados de las actitudes de relación, sería ir a las sociedades arcaicas.. Por ello reflexionando acerca del modelo expuesto veremos que se pretende socializar al niño, formándolo moralmente, concibiendo a la persona como un con junto de deberes y derechos para que tenga sentido la propia persona y la propia vida.

Entre los objetivos que persigue nuestro sistema están la solidaridad, el concepto de persona , compromiso con la comunidad, la igualdad, la libertad y la justicia.

Entre las actitudes: el respeto, la tolerancia , la participación, el cuidado de los bienes comunes y el diálogo entre otros.

Creemos que estos valores y actitudes están presentes en este momento educativo.

16. ORGANIZACIÓN DE LOS CENTROS  EN VALORES DEMOCRÁTICOS

A partir del año 1976 vamos a asistir a un cambio decisivo y progresivo en los centros escolares hasta llegar con la LODE en 1985 en la que  la estructura de participación con representación de padres , alumnos servicios, administración local formando este entramado, el Consejo Escolar del Centro. Hay que hacer notar la publicación de la Carta de Derechos y Deberes de los alumnos. Se pretende reflejar la escuela en la sociedad e integrarse en la misma sociedad.

A partir de aquí hay un largo camino a recorrer con sistemas y modelos que todavía no han logrado establecer un sistema educativo para el conjunto de la sociedad española en todo el territorio con programas, contenidos y objetivos imbuidos en una formación en deberes y derechos, que afecten a todos los españoles por igual en todas las Comunidades

No quisiéramos despedirnos sin citar dos cosas: a) La segunda etapa de nuestra vida educadora estuvo marcada por la dedicación a un centro de “Educación Especial” donde la integración actúa como un valor de humanización. Nuestro lema y objetivo final era.”Los alumnos se acostumbren a ver, respetar y ayudar a sus compañeros distintos”, el efecto solía ser la disminución de las conductas agresivas, al menos en la proximidad inmediata, sin embargo, esta visión optimista aparece un poco lejos de la deseada

Con la Constitución Española de 1978 dedica uno de sus cientos sesenta y ocho preceptos a la familia.

Parte nuestra Constitución de una consideración disociada de un modelo de familia y matrimonio. Lo más importante ante este momento ha sido y debe ser la estabilidad de la familia que conllevará a la educación familiar de los hijos. Añade el articulado “todos tienen derecho a la educación”. Posteriormente añade.”Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”

El desarrollo legislativo de estos principios ¿han dado el fruto esperado?

¿No es cierto que la familia es el más natural y antiguo núcleo de convivencia con organización y ética propia, que tiene como misión primordial asegurar la continuidad de la especie humana y constituye el ámbito más adecuado para el desarrollo integral de la persona?

¿No es verdad que la familia constituye el lugar apropiado para la maduración biológica y espiritual del niño?

Por todo habrá que intentar llegar a ese modelo de sociedad firme en lo esencial y flexible en lo accesorio.. Es necesario terminar con esta “crisis de familia” crear valores de sacrificio y servicio a los demás sin renuncia  personal y solidaridad la vida familiar  es impracticable.

En conclusión, todos los países occidentales democráticos , sean cuales fueren sus programas escolares y sus estructuras sociales y políticas existía un núcleo de contenidos de tipo afectivo, que todos los países están dispuestos a cultivar:

–    Apoyo a las libertades cívicas

–    Actitud tolerante e igualitaria.

–    Resolución no violenta de los conflictos.

–    Participación social informada.

–    Cumplimiento de la ley justa.

–    Ayuda a los conciudadanos.-

–    Pluralismo de ideas.

17. APÉNDICE DOCUMENTAL

Recogida toda la documentación posible del Centro Escolar de Villanueva de la Sierra para su estudio y pueda perdurar, en el porvenir, es como quiero detallar.

Libro de Correspondencia Oficial. Año 1890.

Correspondencia Oficial recibida. En ella pide el Inspector a las dos Escuelas de la Localidad, una de niños y otra de niñas que se le envíe hojas de méritos y servicios debidamente legalizada a la Junta Provincial de Instrucción Pública acompañada del título profesional o en su defecto citar el número con que se encontraba registrado en la Secretaria de la Junta Provincial.

El número dos solicita la Junta la estadística de niños en la escuela.

El número 3 .”En virtud de petición de algunos padres de familia y a propuesta de la Junta Local, he acordado que en las escuelas públicas se verifique el examen público general del semestre. El día será designado por el maestro con la aprobación de esta Junta Local”.

Número 4.”Hoy que todas las clases sociales vienen dando público testimonio de su amor a las más excelsas de las virtudes, cual es la caridad, abonando suscripciones para aminorar en parte la angustiosa situación de los habita tes de los diferentes pueblos de las provincias de Toledo, Almería y Valencia castigados por las terribles inundaciones. Tal vez sea la principal misión del Maestro de la infancia cultivar en el tierno corazón de los niños el sentimiento de amor  al prójimo y fundado en tales consideraciones: Dirijo una excitación a todos los Maestros para llevar a la práctica, con lisonjeros resultados. Esta Inspección espera que los Sres. Profesores guiados del mismo espíritu de amor al prójimo que todos sentimos encabecen  la lista de suscripción”.

En cumplimiento de esta comunicación el Maestro envía lista nominal. Septiembre 1981. El profesor. Eduardo M. Peñato.

Número 5: “ Es necesario que a correo seguido manifiesten de oficio al Sr. Presidente de esta Junta Provincial, si han adquirido o no, para la escuela de su cargo, el escudo y bandera que la Superioridad tiene ordenado”.

Dirigida. “El Escudo y Bandera patrios mandados colocar por la Superioridad en la fachada de esta escuela, a V.S. humilde y respetuosamente manifiesta que dichas enseñas están puestas en sus respectivos sitios desde el 1º de Septiembre del año pasado” El Maestro. Eduardo Martín Peñato.

Recibida: Aprobadas por unanimidad las cuentas de Material Escolar. El Alcalde.

Dirigida. “Remitiendo el presupuesto con inventario de esta escuela para el próximo año económico 1895-1896.

Recibida. “Enterada esta Alcaldía, procede al cierre de las escuelas durante la enfermedad el tiempo que dure la enfermedad variolosa”.

Recibida. “En virtud de la continuación y alarmantes proporciones que en esta localidad ha tomado la epidemia variolosa, el Maestro y Maestra que suscriben participan a V que están dispuestos a continuar con la apertura de sus respectivas escuelas, si V. no dispone lo contrario, lo cual sería latamente conveniente y humanitario , según aconsejan la moral, la higiene y la salubridad pública” Villanueva de la Sierra y Enero 6 de 1897. Eduardo Martín Peñato-Luciana Corchero. –Sr. Alcalde Constitucional de esta Villa.

Dirigida.”Notificando la apertura de la escuela por disposición del Sr. Alcalde, en vista de haber terminado la epidemia variolosa. Hoy 12 de Marzo del 97”.

Recibida: “Por prescripción facultativa en vista de la epidemia del sarampión reinante en esta Villa, he acordado cierren Vds. las escuelas por unos días para que no se propague dicha enfermedad”.Hoy 9 de Junio del 99. El Alcalde Primitivo Sánchez.

Recibida. “En virtud de carecer de Secretario que actúe en las diligencias de juicio de faltas por denuncia de Manuel Galindo Gordo en contra de Manuel Domínguez y Guillermo Simón Pérez he acordado en providencia de este día dirigir a Vd. la presente para que unión de Don Romualdo Mateos presencie la práctica de dichas diligencias en la Sala de Audiencia de este Juzgado el día once del actual y hora tres de la tarde. Lo que pongo en su conocimiento a efectos de justicia. Diez de Septiembre 1900. Firmado Juan Bautista Durán. Juez de Paz”.

Recibida.”Por acuerdo de esta Junta Local de Instrucción Pública verificar exámenes públicos en las escuelas de esta Villa el día nueve de Marzo en los locales de las mismas, principiando por la de niños a las nueve de la mañana, seguirá el de las niñas. Febrero 24 de 1902. El Alcalde”.

Recibida. Existiendo en esta localidad la enfermedad infecciosa denominada difteria, según parte facultativo, se ha acordado cerrar las Escuelas Públicas de esta Villa. Sr. Alcalde de esta Junta Local.”

Dirigida. Villanueva de la Sierra 25 de Junio 1902.El Maestro Eduardo Martín Peñato- Sr. Gobernador Presidente de la Junta Provincial de Instrucción Pública. Cáceres.

“Manifestándole que próxima le época de abrirse la matrícula de la escuela de adultos, el que suscribe había hecho presente al Sr. alcalde la obligación que esta corporación tiene de provenir de luz, calefacción y material de enseñanza a la escuela tropezando no tener presupuestado nada en atención que el Estado se había hecho cargo del pago de los Maestros, material de enseñanza y gratificación por adultos Al Sr. Gobernador de la Junta Provincial de Instrucción Primaria.”

Dirigida. Escuela Pública de Adultos-Curso de 1906-1907. Memoria relativa a dicha escuela, remitida a la Junta Provincial de Instrucción Pública conforme al artículo 23 del R. D. de 4 de octubre de 1906.Comprende los siguientes extremos: Publicar pregón anunciando la matriculación y sus condiciones. Fueron admitidos cuarenta alumnos comprendidos en la edad de 15 a 25 años y siendo preferidos los que ya tenían algún conocimiento de lectura y escritura a los que todo ignoran. Hecha la clasificación de los alumnos conforme a su instrucción o ignorancia . Saben leer y escribir 30. Analfabetos, 10. El término medio de asistencia 35. Durante seis meses se han dado las enseñanzas reglamentarias a diario de lectura, escritura y práctica de Aritmética con aplicación de reglas mas precisas de Ortografía y redacción de documentos útiles en la segunda de estas materias, resolución de problemas prácticos y usuales en la última, alternados con la enseñanza del Sistema Métrico y dedicando por el que suscribe dos conferencias semanales de media hora cada una a la explicación de Rudimentos del Derecho”.

Dirigida. “Da conocimiento que con fecha de hoy, 4 de Abril, de haber cerrado las escuela por orden del Sr. Alcalde con motivo de la difteria”

Dirigida. Abril 7, de 1909 enviando la Memoria reglamentaria de la clase de Adultos”.

Dirigida. Abril, 4 de 1916. Remite memoria relativa la clase de adultos, terminada el 30 de Marzo”.

Dirigida. Noviembre 25 de 1916.Enviando relación de los cuatro niños para que cobren del Habilitado   diez   Ptas. con cargo al cuarto trimestre del material de este año, a razón de 2,50 Ptas. cada libreta. Los niños acreedores a las libretas son los siguientes: Felipe Gordo Iglesias nacido en esta Villa el1 de Mayo de 1905. Juan Bautista Galindo Corchero, nacido el 24 de junio de 1906. Florencio Pedro Luis Durán, nacido el 23 de Abril de 1906. Pedro Simón Mateos nacido el 7 de Junio de 1908.”

Recibida. Junio 21, 1921.”Próximo a la terminación el actual curso escolar y con objeto de que antes de comenzar el período de vacaciones los Maestros redactarán los programas correspondientes a las materias que deban ser objeto de las tareas escolares, procurando que, en lo posible, sean esos programas los indicadores de la diaria labor y la expresión de una finalidad prevista y de los medios para alcanzarla.

Como complemento de los programas , los señores maestros llevarán un libro o cuaderno donde cada día escribirán la preparación del trabajo escolar que haya de realizarse en la mañana y la tarde del día siguiente (lecciones, ejercicios, ejemplos, métodos, dificultades).

Esta Inspección recuerda muy especialmente el cumplimiento de la Real Orden del 10 de Abril de 1918, referente a paseos escolares, que con carácter higiénico y pedagógico podrán realizarse hasta una vez por semana, dando cumplimiento a esta Inspección de lo llevado a cabo y enviando al mismo tiempo, copia de dos diarios de excursión hechos por los niños.

Se crearán en todas las escuelas de esta zona los “Archivos Escolares” Contendrá: Trabajos personales de los niños. En todos los órdenes y edades de la vida escolar. Cuadernos anuales de preparación de lecciones y observaciones. Registros anuales y estadillos mensuales de asistencia, anotando en estos las variaciones con relación a los meses anteriores y sus causas. Breve memoria anual escrita por el Maestro, donde conste la historia de la Escuela durante el curso. Causas del adelanto o retraso, experiencia pedagógica adquirida, ensayos realizados, indicación de cuantas conferencias o trabajos de significación circum-escolar y postescolar se realiza por el propio Maestro o a iniciativa de él, por otras personas. Presupuestos e inventarios de material con expresión de las variaciones, donativos, material producido por la misma escuela. Correspondencia y documentación oficial.

Teniendo en cuenta el valor social que representa la Escuela Primaria, los señores Maestros fomentarán sin desmayo tentativas de organización, de conferencias en las clases de adultos, la creación de asociaciones de antiguos alumnos de padres de familia para estrechar las relaciones entre el hogar y la escuela. Establecimiento de Bibliotecas Escolares circulantes. Intercambio material y espiritual con las escuelas de los pueblos comarcanos y muy especialmente la implantación de la Mutualidad Escolar, admirable institución pedagógica-social

Esta Inspección, deseosa de convencer más que de ordenar, facilitará cuantas explicaciones y detalle solicite.

Cáceres 21 de Junio de 1921. El Inspector Juvenal de Vega y Relea”

Recibida. Oficio laudatorio para niños y Maestro de esta Escuela `por haber contribuido al Homenaje Escolar a la Vejez.

14 de Marzo de 1926. El Inspector.

Dirigida: Relación de alumnos, que en virtud del art. 8 del Estatuto General de Magisterio han recibido el Certificado de Cultura. Y calificaciones obtenidas.

Conclusiones: Este libro de Correspondencia Oficial comienza el 12 de julio de 1890 y termina el 4 de Abril de 1960.

Se hace notar: que la Escuela Nocturna de Adultos comienza con esta fecha y termina, cuando este libro finaliza. El envío de presupuestos trimestrales de la escuela diurna y nocturna. Las enfermedades contagiosas y cierres de escuelas. Las lecciones en plena Naturaleza, sabiamente preparadas y autorizadas. Las memorias fin de curso. Los valores, en primera línea, que esta escuela quiere enraizar en los alumnos, como disciplina, ejemplaridad, respeto, amor a la vejez, patriotismo, honradez, trabajo, respeto y amor a los símbolos nacionales, escudo y bandera, programa escolar de igualdad para toda España. La creación de Bibliotecas Escolares El huerto escolar, pieza clave para la enseñanza de la Naturaleza.

Libro de Registro de Gastos e Ingresos. Año 1902.

Contiene  los presupuestos de  Ingresos y gastos  correspondientes a los años 1902 y 1946.

Gastos. 5 de Octubre 1902 Primer trimestre.

Dos docenas de catones                                                                        6,25

Papel de todas reglas                                                                           4,80

Seis ejemplares “Frases y Cuentos                                                  3.00

Doce “ Obligaciones del Hombre” Calleja                                     3,00

Seis Manuscritos                                                                                  3,00

Doce Catecismo Ripalda                                                                     1,00

Premios para los niños                                                                       1,14

Total.                                                                                                    22,19

1,20% de pagos al Estado                                                                  0,30

Líquido percibido                                                                          21,89

Por aseo del local, provisión de agua y combustible

Para el brasero                                                                                     8,63

Total 1º Trimestre..                                                                    30,52

Segundo Trimestre.

Papel blanco de todas las reglas                                                     6,25

Seis ejemplares “Fábulas Samaniego”                                        2,25

Doce Aritméticas Calleja”                                                              3,00

Doce Gramáticas Real Academia                                                 6,00

Cinco paquetes “Clarión”                                                                3,50

.Premios para niños                                                                          1,19

Total                                                                                                 22,19

1,20 % de pagos al Estado                                                              0,30

Líquido percibido                                                                       21,89

Tercer Trimestre.

Papel blanco de todas las reglas                                                   6,25

Doce Historias Sagradas de Torre y Marco                              4,50

Cinco cajas de plumas                                                                    5,00

Cinco paquetes tinta                                                                      3,50

Tres cepillos para limpiar los encerados                                   2,25

Premios para niños                                                                         0,69

Total                                                                                                22,19

1,20% para pagos al Estado                                                         0,30

Líquido                                                                                           21,89

Aseo de la Escuela, provisión de agua y

combustible para el brasero                                                        8,63

Total Tercer Trimestre                                                       30,52

 

Cuarto Trimestre.

Papel de todas reglas                                                                    5,96

Un Tratado de Geometría Práctica y Dibujo                        7,00

Tres cepillos para limpiar los encerados                                2,25

Doce pizarras con marco                                                            5,00

Premios para niños                                                                      1,68

Aseo local, provisión de agua y

combustible para el brasero                                                     8,63

Total                                                                                           30,52

Estos son los gastos para la escuela diurna de un año.

Presupuesto de adultos para el año 1902

Para alumbrado                                                                                             25,00

Seis “Tratados de Urbanidad”                                                                      3,00

Seis Manuscritos                                                                                             3,00

Seis “Obligaciones del Hombre”                                                                  1,50

Seis Catones                                                                                                    1,20

Tres resmas de papel de todas reglas                                                     15,00

Dos cajas plumas de todas reglas y portaplumas                                  2,24

Total                                                                                                                 50,94

Nota: En cuanto al alumbrado, se refiere a quinqués de petróleo, combustible y tubos para quinqués.

Es de notar los libros de “Rudimentos de Derecho, para escuela diurna. Otros libros para “Educación de la Juventud” Un retrato de S.M. el Rey.

Hacia el año 1932 se observan cambios. Hay una partida de 50 cuadernos para ejercicios. Rayas 1ª, 2ª y 3ª parte en número de 24.. Una brújula, un higrómetro de cabello, un prisma de cristal. En el año 1936-37 , aparece en el capítulo de gastos un Boletín de Educación y otro capítulo de impresos, móviles y correspondencia. A partir del año 1946, cambia el concepto de alumbrado por el de fluido eléctrico. Libro de Registro de Asistencia diaria en 9 unidades. Se generaliza el uso de enciclopedias Dalmau.

17.1. Libro de visitas de inspección

Comienza el Libro de visitas  el 10 de Diciembre de 1935. La primera visita es como sigue:

“Realizada la visita ordinaria a esta escuela y preguntados los niños, se observa que poseen los conocimientos que  con arreglo a su edad deben tener.

El maestro Don Saturnino Santibáñez explica ante mí una lección con gran acierto a los niños y revela un decidido entusiasmo por la enseñanza y una orientación pedagógica muy laudables. La Inspección le felicita y desea continúe como hasta aquí en beneficio de la enseñanza. El Inspector. Eduardo Málaga.”

Informe: “Don Ángel Paule Rubio realiza al frente de su unidad escolar de 5ª curso, una labor meritísima, de auténtico Maestro y logra rendimientos plenamente satisfactorio. Su dedicación fervorosa, su atención constante a la enseñanza y a sus alumnos, su interés en el propio perfeccionamiento, le hacen acreedor a una felicitación efusiva y cordial que esta Inspección estima de justicia concederle , como primer paso del voto de gracias que, en un futuro inmediato espero solicitar del Consejo de Inspección para este excelente Maestro.

La matrícula es de 24 niños, asisten con regularidad todos los niños.

Villanueva de la Sierra 20 Abril 1972.

El Inspector .

Firmado y sellado.

El último período hasta el año 2000, queda reflejado en un conjunto de leyes y decretos que por su espacio, contenidos y cambios requiere un estudio pormenorizado , muy lleno de vicisitudes que los partidos políticos aún no han centrado el verdadero problema de la Escuela. Diríamos que será necesario políticas educativas que pongan al servicio de su educación cívica y democrática un conjunto de recursos personales y materiales de primera calidad. Es necesario incitar a la responsabilidad y a la participación de todas las fuerzas sociales para realizar un verdadero proyecto. La idea de un pacto educativo de vasto alcance se hace necesario. La Iglesia Católica y otras confesiones y movimientos sociales han de estar presentes para salir de esta “crisis de valores”, que a nuestro juicio está deteriorando los cimientos de una verdadera Educación.

Oct 012011
 

Martiria Sánchez López.

 

1.  INTRODUCCIÓN.

En los Coloquios Históricos del pasado año, hicimos un estudio sobre la “Economía de Plasencia y su Tierra en el siglo XVI”, basándonos en las Ordenanzas Municipales de esta ciudad, publicadas y transcritas por Doña Gloria Lora Serrano, en 2005.

Sobre ellas hicimos un amplio comentario, en el que expusimos las distintas recopilaciones que se hicieron, las revisiones y disposiciones que se añadieron y el apéndice documental de 1584, además de su transcripción por el síndico municipal Hipólito Cardeña, en 1601.

Afirmamos que constituyen un elemento sumamente interesante para el estudio histórico de la ciudad en el Antiguo Régimen, no sólo en el aspecto económico, que fue el objetivo de nuestra Ponencia anterior, sino por los demás aspectos, como el gobierno, los cargos públicos, las costumbres, las fiestas, los juegos…etc.

El estudio de estas Ordenanzas quedaría incompleto si no trataramos todos esos temas, por lo que en esta Ponencia los comentaremos. Para realizar este estudio, además de estas Ordenanzas, hemos tenido presente el Fuero de Plasencia, otorgado por Alfonso VIII cuando fundó la ciudad, pues muchas de las leyes del Fuero estuvieron vigentes durante el siglo XVI, aunque otras quedaron obsoletas y no sirvieron  para los nuevos tiempos. Por este motivo, fueron necesarias otras leyes de acuerdo con las nuevas necesidades, que son las contenidas en estas Ordenanzas.

2. RESUMEN HISTÓRICO.

A finales del siglo XII y principios del s. XIII, la alta Extremadura fue conquistada por los reyes cristianos. Alfonso VII dividió el reino entre sus dos hijos, a su hijo Sancho III le dejó Castilla y a Fernando, León. Por este motivo, Extremadura quedó dividida en dos zonas cuyo límite era la Vía de la Plata; la zona del Oeste correspondió a León y la del Este, a Castilla, por lo que Plasencia y su tierra quedó incluida dentro del reino castellano.

A la muerte de Sancho III le sucedió Alfonso VIII que fue el conquistador de toda la tierra de Plasencia y fundador de la ciudad en 1186 como enclave político y militar que no sólo sirviera de base al Rey en su lucha contra el Islam, sino también como centro político contra el gran poder que tenían las órdenes militares de Santiago y Peseiro, ya que dominaban gran parte de Extremadura. (Julio González. El Reino de Castilla en la Época de Alfonso VIII). Pronto Plasencia llegó a convertirse también en un enclave religioso, pues en 1189 se constituía en Sede Episcopal, en virtud de la Bula otorgada por el Papa Clemente III.

Debido a estas circunstancias, el Rey asignó a Plasencia un extenso término, además de concederle el famoso Fuero, con gran cantidad de privilegios y franquicias. La ciudad y su término se irán repoblando poco a poco e irán naciendo la mayor parte de las aldeas de su término en el siglo XIII. La población aumentará en los siglos siguientes, especialmente en el s. XV, llegando a duplicarse.

En 1342, Plasencia pasó a ser Señorío debido a que Juan II entregó a Pedro I de Estúñiga, Justicia Mayor del Reino, la ciudad y su término. Este hecho tuvo consecuencias negativas, aunque también supuso ciertas ventajas ya que fue más frecuentada por los reyes castellanos. Por otra parte, los caballeros dependientes de los Estúñiga van a dar un gran impulso a las actividades comerciales, especialmente a las ferias, lo que produjo un gran desarrollo económico.

Además, la nobleza placentina va a plasmar su poder y su dinero en artísticos palacios con hermosos blasones. También se levantaron hospitales, iglesias o conventos, como el de Santo Domingo, cuya finalidad principal era el de ser panteón señorial bajo la protección de la condesa Leonor de Pimentel.

Pero la familia de los Carvajal, apoyados por los Reyes Católicos, terminaron con el dominio señorial en 1488.A partir de esa fecha, Plasencia va a tener un desarrollo espectacular en  todos los aspectos: económicos, demográfico, social, cultural, religioso…etc. Prueba de este desarrollo son los impresionantes monumentos que se levantan en este período, destacando la Catedral Nueva, construida por los mejores arquitectos y escultores de la época.

3. EL CONCEJO DE PLASENCIA Y SUS CARGOS.

3.1.  EL Concejo o regimiento

El Concejo, llamado en las Ordenanzas también Regimiento, tiene como objetivo principal desempeñar las funciones de gobierno de la ciudad y su Tierra, ante el que tienen que jurar sus cargos todos los componentes del mismo. El Concejo posee los bienes comunales: dehesas, ejidos, pedreras, fuentes…etc.

En tanto que es una Asamblea de la comunidad, puede suplir las leyes que no estén de acuerdo con las nuevas circunstancias históricas, como es el caso de estas Ordenanzas.

Ya hemos dicho que Plasencia estuvo bajo el poder señorial desde 1442 hasta 1488, con motivo de la donación que hizo el rey Juan II a Pedro I de Estúñiga. Pero en 1488, la nobleza placentina, apoyando a los Reyes Católicos, acabó con el dominio señorial, pasando de nuevo a ser ciudad de realengo en lugar de señorío. A partir de esta época, se hacen necesarias unas nuevas leyes que respondan a los nuevos tiempos.

Los Reyes Católicos, debido a su sentido centralizador de la monarquía, van a controlar las ciudades por medio de sus representantes: los Corregidores. Pero aquí la nobleza placentina tenía gran poder debido a que habían apoyado a los Reyes contra los Estúñiga, por lo que los monarcas no tuvieron más remedio que favorecerles. Ahora, esta oligarquía placentina adquiere mayor poder, ya que, entre otras medidas beneficiosas para ella, se encontraba el nombramiento de un mayor número de Regidores. En algún caso, estos nombramientos anuales se convirtieron en vitalicios, como fue el caso de los que lucharon contra los Estúñiga, los Carvajal.

En la Introducción de estas Ordenanzas podemos comprobar cómo esta familia de los Carvajal fue favorecida en gran manera, ya que un gran número de los Regidores pertenecía a ella. Comienza diciendo que: “el Concejo, la justicia (o Corregidor) y los Regidores han sido llamados para hacer buenas y justas leyes”. Añade que: “Dios nuestro Señor, por su infinita bondad, le hizo el principio, sacándola del yugo del señor y restituyéndola a la corona real”. Justifican sus actuaciones diciendo: “se desecharon algunas leyes defectuosas, añadiendo otras nuevas en el caso que muy necesarias nos parecieron”.

A continuación, cita los nombres de los que son convocados para redactar las nuevas Ordenanzas: “el licenciado Vargas, corregidor de dicha ciudad y su tierra por el rey y la reina, nuestros señores”; y, como Regidores, cita entre otros: “Gutierre de Carvajal, García López de Carvajal, Francisco de Jerez, Gonzalo de Carvajal…etc”. Se puede observar que aquí nos encontramos con tres Regidores de la misma familia, aunque los demás también pertenecían a la oligarquía placentina.

En el Artículo 1 del primer Título se dan las órdenes sobre el funcionamiento del Concejo o Regimiento, y dice que sólo la justicia (corregidor) y los Regidores tienen voz y voto en él, no las demás personas que tienen obligación de asistir.

A continuación, dice el día, la hora y el lugar donde han de reunirse. El lugar, lógicamente, era la “Casa del Concejo” y el día de reunión serán los viernes de cada semana. La hora de la reunión variaba según la estación: “en verano desde el día de Pascua a San Miguel, a las siete y desde de San Miguel en adelante, a las ocho de la mañana”. Había excepciones durante la Cuaresma o con motivo de que el viernes coincidiera con alguna fiesta. Durante la Cuaresma, el Regimiento se trasladaba a los jueves, debido a que tenían que asistir a las actividades religiosas: “En Quaresma mandamos que el dicho regimiento se haga los jueves por los sermones, so pena del que no viniere no gane el resydio ese día”. El resydio era una dieta que cobraban por la asistencia. Si el viernes era fiesta, podían trasladarlo al sábado y sus decisiones eran igual de válidas aunque no asistieran todos los componentes del Concejo, solamente era necesaria la asistencia del Corregidor y un Regidor. Cuando tenían que tratar algún asunto en el que estuviera implicado algún Regidor o sus parientes porque sus intereses chocaran con los de la ciudad, éste debía abandonar el Concejo hasta que los demás lo solucionaran, para que, según las Ordenanzas, “los otros regidores hablen libremente en lo que conviene al bien de dicha ciudad”. Aparte del Concejo ordinario, se podía convocar otro extraordinario cuando el caso lo demandara.

El Concejo o Regimiento estaba presidido por dos Regidores nombrados semanalmente por los Escribanos. Los presidentes tenían la obligación de presentar por escrito “un memorial de lo que han de hacer en la gobernación de dicha ciudad la dicha semana que son presidentes”. Después debían dar cuenta de sus actuaciones y “si no lo hicieran ansi pierdan el resydio del viernes y se lo repartan entre los demás regidores”. También se les exige terminar los asuntos iniciados la semana siguiente.

Todos los cargos del Concejo debían ser jurados ante los miembros del mismo antes de tomar posesión de ellos. Pero estos no podían ejercer sus funciones ni entrar a formar parte del Concejo hasta que no cumplieran con un requisito muy original, según el Artículo 9, que era el de obsequiar a los demás componentes a “yantar o a treinta reales, como es costumbre” y sigue diciendo el Artículo “que ni puedan entrar en el Regimiento, ni tengan voto, ni usen del oficio” hasta que no cumplan esta orden. Por tanto, la fiesta estaba asegurada cada vez que se renovaban los cargos.

Los miembros del Ayuntamiento estaban obligados a mantener el secreto profesional, pues si no cumplían con este deber eran considerados perjuros y apartados del cargo, según mandan las Ordenanzas: “Mandamos que las cosas que se hablen de tener en secreto en el Ayuntamiento, que todos: justicia, regidores y oficiales guarden el secreto so pena de que se les considere perjuros.”

Muy interesante nos parece también la costumbre que había, ya en el siglo XVI, de obsequiar a los miembros del Concejo con algunos regalos por las fiestas navideñas, costumbre que ha perdurado hasta la actualidad. Los regalos consistían en los siguientes productos: gallinas, perdices, higos, naranjas y vino. Este presente ascendía a un importe de 10.000 maravedíes que se empleaban en obtener los doscientos pares de perdices, los higos, las naranjas y el vino, pues las setecientas gallinas, que también se regalaban, no estaban incluidas en este presupuesto y en el texto no consta a cuánto ascendía. El Artículo se titula “El Presente que se da por Navidad a los regidores, justicia, escribanos, mayor- domos del Concejo”, en el que se indica cómo y cuándo debían recibir estos regalos: “El que no estuviere en el Regimiento la víspera de Navidad que no oviese parte en dicho presente, salvo si fuese enviado a realizar algún asunto o estuviese enfermo”. También manda que el reparto lo haga algún regidor y un escribano y, además, lo anoten y firmen en el libro que debía estar guardado en el arca del Concejo.

3.2.  Los cargos públicos

Con respecto a los cargos públicos, sólo vamos a comentar los que se citan en la Ordenanzas, pues muchos de ellos ni se mencionan, como por ejemplo: Andadores, Sayones, Pregonero, Corredor, Montañero…etc.

El Corregidor

En las Ordenanzas se le denomina “la justicia” generalmente, sólo cuando se habla de salarios o algún otro caso, se le llama Corregidor. Este fue un cargo decisivo en el gobierno de la ciudad ya que representaba la autoridad real y tenía la obligación de defender sus intereses, así como el de los vecinos, frente a la oligarquía ciudadana, aunque algunas veces se pusieran al lado de esta oligarquía.

El Corregidor era el encargado de nombrar a su lugarteniente, además de a los alcaldes, jueces y alguaciles. Al ser un cargo de máximo relieve, la ciudad solicitaba de los Reyes que este cargo fuera nombrado entre personas que no fueran naturales de Plasencia, pertenecientes a la oligarquía que había dominado la ciudad, con el fin de que sus actuaciones fueran más imparciales y justas.

El Corregidor celebraba la audiencia con los jueces diariamente y, tres días a la semana, tenía la obligación de “sentarse en causa pública”. Otras obligaciones eran la de visitar la cárcel municipal y recorrer la Tierra para ver las necesidades y asuntos referentes a sus vecinos. También tenía la obligación de residir en la ciudad.

El artículo dedicado a estipular el salario del Corregidor dice lo siguiente: “Mandamos que el salario de los Corregidores sea de setenta mil mrs.” Era un salario muy alto comparado con los demás cargos, que solían ser de tres mil maravedíes. A continuación especifica quién tiene que pagarles: “El Concejo de la ciudad pague doce mil mrs. De los cuales los caballeros de alarde paguen la tercera parte”. Después, manda que el resto, es decir, los cincuenta y ocho mil maravedíes restantes los paguen los lugares de la tierra. Pero no toda esta cantidad de dinero era para el Corregidor, sino que él tenía que pagar al alcalde ocho mil de su salario: “Estos se sacan de los setenta mil mrs. del salario del Corregidor…”.

Sabemos el nombre del Corregidor que presidió la redacción de estas Ordenanzas, como nos indica la Introducción de las mismas, era el “licenciado Vargas, nombrado por el Rey y la Reina, nuestros señores”.

El cargo de Corregidor era anual y, después de cada mandato, se le “tomaba residencia”, que consistía en pedirle cuentas de su actuación. La persona encargada de tomar residencia” le sustituía en sus funciones hasta que llegara el nuevo Corregidor nombrado por los reyes, para evitar vacío de poder. Cuando los vecinos no estaban conformes con la actuación del Corregidor podían demandarle durante el tiempo que duraba la “residencia” ya que después prescribía cualquier falta cometida y ya no podían demandarle. A veces los reyes prolongaban su mandato un año más. Parece que a veces abusaban de sus cargos presionando a los demás miembros del Concejo para que fueran sus fiadores. Por este motivo, hay un Artículo que prohíbe esto: “que ningún regidor ni escribano ni mayordomo sean fiadores de ningún corregidor”.

Los Regidores

Los Regidores eran personalidades que estaban al frente del gobierno de la ciudad, juntamente con el Corregidor. Solían ser ocho, aunque los Reyes Católicos aumentaron su número, ya que querían premiarles por el apoyo recibido contra el poder señorial. Debían reunirse en la Casa del Concejo una vez a la semana, los viernes, excepto en Cuaresma que serían los jueves, como hemos comentado ya y mandan estas Ordenanzas. Si no asistían al Regimiento perdían la dieta o “resydio” y se la repartían los demás Regidores. El cargo era anual, aunque los Reyes Católicos concedieron a algunos el cargo vitalicio, pero después se anuló esta excepción.

Los Regidores eran nombrados entre los caballeros de la ciudad, que formaban una oligarquía muy poderosa entre los que se repartían estos y otros cargos. Muchos cesaban como Regidores y les nombraban Mayordomos, Procuradores…etc. Cada semana eran elegidos dos Presidentes del Concejo según el Artículo 6 y eran nombrados por los Escribanos los viernes de cada semana. Estos Presidentes tenían obligación de presentar por escrito un memorial de las distintas actividades que tenían que realizar para el gobierno de la ciudad, como hemos comentado ya.

Otra de las funciones de los Regidores era el nombramiento de Mayordomos del Concejo y del Procurador. Con anterioridad, los nombraban los Caballeros de alarde, pero esto provocaba descontentos y disturbios en la ciudad, según consta en el Artículo 14, que dice: “con estos nombramientos se seguía mucho daño a la ciudad, por cuya razón la elección fue dejada al Regimiento para que los Regidores nombraran al dicho Mayordomo y Procurador”.

El Artículo 27 trata acerca de cómo y cuándo han de ser elegidos los distintos cargos por los Regidores y el Corregidor: “que los oficios se nombren de esta maneras: los alcaldes […] en el primer Regimiento después de Navidad […] porque salgan con las varas el primer día de Año Nuevo…” y así va enumerando el día que han de elegir los distintos cargos y el día que tienen que comenzar su trabajo: “el mayordomo que comience a servir desde primero de Marzo[…] los guardas de pinares […] comiencen a servir por el día de todos los Santos, etc…”.

Otra obligación de los Regidores era atender “los negocios de la Tierra”. Tenían que recorrer las aldeas de dos en dos y no podían renunciar al viaje sin una causa justificada, bajo pena de la pérdida de la tercera parte de su salario. Dicen las Ordenanzas que el “Regimiento debe nombrar a los Regidores que tienen más noticia de los negocios”, es decir, que conozcan mejor los problemas de la Tierra y sus vecinos.

Los Regidores debían residir en la ciudad, pero había algunos que no cumplían con esta obligación, por lo que el Artículo 20 ordena que, al menos, debí- an residir “cuatro meses de cada año juntos o interpolados. E si no los residieren, que no les sea librado el dicho salario y la dicha caballería”. Añade que han de asistir, al menos, a dieciséis Regimientos para poder cobrar el salario.

Los Regidores cobraban dietas diferentes por sus desplazamientos, dependiendo del sitio adonde fueran y de las distancias. Era de mayor responsabilidad cuando el desplazamiento era hasta la Corte o fuera de la jurisdicción. Por este motivo, la dieta se estipula de la siguiente forma: “El salario de los Regidores cuando van a la Corte que sea de 250 mrs.; fuera de la tierra, a diez leguas, 150 mrs…y si va a la jurisdicción…cuatro reales…”.

El Artículo dedicado a los salarios de los Regidores ordena que sea: “Tres mil mrs., más una cavallería”.

Los Escribanos

El cargo de Escribano equivalía al de notario público. Las Ordenanzas mandan que haya “dos escribanos del Concejo” y exponen las razones de la necesidad de estos dos escribanos, que eran nombrados por el Corregidor y los Regidores. Dicen lo siguiente al respecto: “Mandamos que haya dos escribanos del Regimiento[…] son muy necesarios porque hay dos linajes en los caballeros de alarde, uno que se nombra del linaje de Santa María y otro del linaje de San Salvador […] e cada uno ha de dar cuenta en su linaje de los oficios que han de haber dichos caballeros”.

Los Escribanos tenían obligación de asistir a todos los Regimientos y a “dar cuenta y razón de todo lo que pasare…”. Si estos no cumplían bien con su trabajo, podían ser destituidos por el Corregidor y los Regidores y nombrar a otros que realizaran mejor su trabajo.

Tenían obligación de tener un libro donde constaran o “asentaran” todos los nombres de los Regidores y Oficiales que asistieran a los Concejos y todo lo que se ordenara en ellos. Todo esto debían firmarlo el Corregidor y dos de los Regidores y, además, tenían obligación de “leer lo que quedara escrito porque ninguno pueda ignorarlo”.

Además de este libro, mandan también que tuvieran otro libro donde consten los “libramientos y provisiones”. Este debía ser firmado por el Corregidor y los Regidores, juntamente con el Escribano, para que tuviera efectividad, ya que ordena que “de otra manera non valga e los mayordomos no paguen”. Por tanto, no podían pagar ni dar dinero a nadie sin quedar constancia en el libro y que estuviera firmado por las autoridades municipales y el Escribano.

Cuando el Concejo tenía que otorgar alguna merced, o dattas, o algún privilegio de arrendamientos de tierras o solares, no podían otorgarlo sin poner el “Sello del Concejo”, ya que, como dice el Artículo 23, “de otra manera non valga”. Luego se dan los detalles de cómo ha de ser el Sello, quién debe aplicarlo y lo que deben cobrar por ello: “Que el Sello lo tenga cada año una persona del Regimiento que selle las dichas provisiones con cera colorada y lleve de salario CX mrs. y vaya firmado de su nombre”.

Todo esto nos habla de las irregularidades que se cometían en estos aspectos económicos y por eso quieren controlarlo bien, insistiendo en lo mismo en el Artículo 24: “Que el escribano asiente las dattas en un libro”, y añade las consecuencias nefastas que se habían causado cuando no se llevaba este control: “porque de no haber hecho esto se han causado muchos daños a esta ciudad”. Se impone una multa importante al Escribano que “no asiente en el libro las Dattas que diera”. También dice que se guarde el libro en el arca del Concejo, pues había habido protestas y denuncias a los Reyes a este respecto, ya que los Escribanos ocultaban las escrituras y los libros de cuentas y rentas y no los depositaban en el “Arca del Concejo, que era como su memoria”. Con esto evitaban que fueran controladas las cuentas, por lo que se insiste tanto en estas Ordenanzas.

Los Escribanos eran los encargados de nombrar a los Presidentes del Concejo, los viernes de cada semana, como hemos dicho ya, pero ellos no tenían ni voz ni voto, ni siquiera podían emitir sus opiniones, según el Artículo 12, que dice: “que los escribanos no hablen ni digan ninguna cosa cuando los regidores hubieren de votar…hasta que sean preguntados, bajo pena de cien maravedíes”. También estaban obligados al secreto profesional, como los demás funcionarios, según hemos ya referido.

En cuanto al salario de los Escribanos se establece que sea igual que el de los Regidores: “tres mil mrs. e una caballería por razón de su oficio” (Art. 9). Cuando se desplazaban a algún lugar de la Tierra para realizar las gestiones pertinentes, cobraban menos que los Regidores: “tres reales e de comer”, mientras que los Regidores percibían cuatro reales, aunque no se dice nada de la comida para estos.

También hay otro Artículo dedicado a los derechos de los Escribanos, como era la entrega de las copias de las Ordenanzas a las personas que las solicitaran; debían cobrar por estas copias treinta mrs. por cada pliego. Igualmente, debían cobrar por “todas las escrituras que diesen sinadas”.

Los Escribanos tenían la obligación de copiar en el libro todos los salarios de cada uno de los funcionarios, los cuales tenían que firmar, juntamente con “la justicia y regidores”, para que el Mayordomo pudiera pagarles.

Los Mayordomos

El mayordomo del Concejo

El Mayordomo era el encargado de la administración económica de la ciudad y del cobro de las rentas. También era el que pagaba los libramientos y previsiones así como los salarios a todos los funcionarios del Concejo. No podían pagar hasta que no lo hubieran firmado el Corregidor, Regidores y el Escribano, quien debía registrarlo en el “libro”: “que se asiente en el libro, e de otra manera non valga e el mayordomo non pague”.

El cargo de Mayordomo era muy importante porque de él dependía la buena o mala administración de la hacienda concejil. Era fundamental que la persona que la desempeñara. El Artículo 14 da las normas para su nombramiento, que debían hacerlo los Regidores, ya que antes lo nombraban “los linajes de los caballeros de alarde, de lo cual se seguía mucho daño a la ciudad”. Se entiende que el daño se refiere al aspecto económico, por este motivo los nombraban los Regidores. En otros artículos se insiste en esto y se repite que “el cargo fue ocupado por los caballeros de alarde, pero algunos pusieron a mal recaudo la hacienda de la ciudad”.

En cuanto al salario que debían percibir, dice el mismo Artículo que “se les dyese seiscientos mrs. de los propios de esta ciudad”. También participaban en los regalos o presentes que se repartían por Navidad entre los cargos del Concejo.

Además del Mayordomo del Concejo, había otros Mayordomos que controlaban las pesas, medidas y precios, los cuales eran conocidos también como Oficiales. El título XVI contiene una serie de artículos sobre derechos y obligaciones de estos para evitar el abuso del cargo. Eran nombrados por el Concejo y no podían ser sustituidos por otra persona, bajo una multa de tres mil mrs. Los Mayordomos tenían derecho a una cantidad del producto vendido: por ejemplo, si se trataba de aceite, dice el artículo: “de cada persona que venda aceite lleven una panilla de aceite y un mrs. una vez al año y no más…”, así va especificando lo que deben obtener de cada producto que se venda en los mercados.

Los Procuradores

Hay que distinguir dos tipos de Procuradores: los Procuradores del Concejo y los Procuradores del Común. El Artículo 32 dice los requisitos que el Procura- dor del Concejo tenía que cumplir, entre los que destaca: “que el Procurador esté en las casas consistoriales cada día del Regimiento”, es decir, cada vez que se reúna el Concejo. También dice el sitio que debe ocupar : “que esté abajo” y “que esté aparejado”, o sea, que esté bien preparado para realizar sus cometidos y para hacer “si algo le mandaran”. Así mismo, le exigen que no se “vaya hasta que no haya salido el Regimiento”, es decir, hasta que no termine el Concejo, bajo una multa de cien maravedíes si no cumple con estas obligaciones.

Los Procuradores eran nombrados por los caballeros de alarde, igual que los Mayordomos, pero tampoco cumplían bien su trabajo y “se seguía mucho daño a la ciudad”, por lo que el Artículo 14 manda también que sean “nombrados por los Regidores”.

La ciudad necesitaba también un Procurador del Común que atendiera a las necesidades del bien común, por lo que se solicitó, en el 1501, su nombramiento. Este podía entrar en el Regimiento sin voz ni voto pero podía exponer las necesidades del pueblo llano y reivindicar sus derechos ante las autoridades del Concejo. Al principio, se opusieron los Regidores, pero no tuvieron más remedio que aceptarle por mandato de los Reyes.

En cuanto a su salario, dice el Artículo 14 que: “sea de cuatrocientos mrs. de los propios de la ciudad”, tanto para el Procurador del Concejo como para el Procurador del Común.

Los Procuradores, igual que los demás cargos, “letrados, físicos, ciruxanos e otros minestriles y oficiales”, mandan las Ordenanzas que sean pagados “por el Mayordomo por el día de Navidad”. Pero insiste en que han de firmar en el libro de las cuentas el Escribano, el Corregidor, dos Regidores y los interesados, para que el Mayordomo pueda pagarles.

Los Alarifes

El Alarife era un cargo muy importante, nombrado para estar al frente y controlar “las obras públicas e ver los edificios de la ciudad”, para fueran bien construidos. Por eso les dedican el Título XLVI, con varios Artículos. El primero dice “que los Alarifes juzguen las obras de esta ciudad, si tienen algún defecto, ver las paredes si están desplomadas, las piedras mal labradas[…] juzgando los vicios y faltas de los maestros […] de manera que las obras vayan perfectas”.

El Alarife tenía también que controlar la fabricación de tejas y ladrillos para que “juzguen si están bien cocidos y si es de marco que la ciudad tiene establecido”. Otra misión del Alarife era controlar el trabajo de los encargados de apagar los fuegos. También era el responsable de cerrar la plaza con maderas para la fiesta de los toros, como veremos en el capítulo siguiente.

El salario del Alarife era importante, ya que cobraba por varios conceptos de acuerdo con sus diferentes responsabilidades. El Concejo le pagaba tres mil maravedíes y cobraba, además, diez maravedíes por cada visita que hiciera al horno de las tejas. También cobraba por los toros que se corrían en la plaza, medio real por cada toro”.

Los encargados de apagar los fuegos

Los que apagaban los fuegos eran oficiales muy importantes para la ciudad ya que eran muy frecuentes en aquella época y las Ordenanzas lo explican así: “Por cuanto hemos visto que en esta ciudad se han hecho muchos daños a causa del fuego[…] e por no haber personas suficientes […] mandamos que la ciudad tenga 12 oficiales carpinteros”. Pero estos carpinteros tenían que tener una cierta especialización y ciertas cualidades para desempeñar lo mejor posible su trabajo, el cual especifican las Ordenanzas en el Título XLVII: “que sean personas hábiles, diligentes…y que estén aparejadas (preparadas) para matar el fuego…e si alguno vagare, que pongan otro en su lugar”. Manda también que el Alarife sea el que controle el trabajo y el instrumental que deben tener todos: “que tengan xeringas (escaleras) de madera y hachas en sus casas para matar el fuego […] e oyendo la campana acudan todos so pena de no recibir el salario e pagar el daño que por su negligencia ocasionara a los vecinos”. El Alarife era el encargado de pagarles y juzgar el trabajo que hacían. El salario de estos oficiales era de tres mil maravedíes”.

Los Porteros

Los Porteros del Concejo eran dos y debían estar siempre que hubiese Regimiento en la puerta del Ayuntamiento. Tenían como misión, según las Ordenanzas, “llamar a las personas que la justicia y los regidores mandaren e hacer otra cosa que les mandaren”. El salario de los Porteros era de 350 maravedíes más el derecho de “humos”. Este derecho consistía en que les pagaban “una blanca de cada vecino de la Tierra en cada año”.

Las puertas de la ciudad estaban a cargo de los caballeros de alarde. Las llaves de la ciudad la tenían dos de estos caballeros y cobraban por este oficio “trescientos mrs. cada uno, cada año por Navidad”. (Art. 15)

Hay varios oficios y cargos que no se citan en estas Ordenanzas, como es el caso de los Sexmeros, que eran los representantes de los Ayuntamientos de las aldeas de la Tierra en el Concejo de Plasencia. Pensamos que seguirían rigiéndose por la “Ley del Fuero”, actualizando sus salarios.

4. USOS Y COSTUMBRES.

4.1.  La Alhóndiga

Fue muy importante para los vecinos de la ciudad y de su Tierra, ya que pretendía evitar las “hambrunas” y las calamidades que sufría la población cuando había escasez de trigo, debido a las malas cosechas. En la Introducción se alude a esos “años terribles”, los cuales intentan que no se vuelvan a repetir con la creación de la Alhóndiga.

Comienza con la invocación a la Santísima Trinidad, “… a quienes todas las obras buenas han de ser atribuidas”. A continuación, se exponen las causas de su fundación de la siguiente forma: “Queriendo velar por el bien público…y teniendo en la memoria las necesidades…en años terribles…para remediar y prevenir las formas que en el trato del pan se suelen usar por algunas personas para lo encarecer, e porque los pobres en tales tiempos sean remediados, acordamos hacer Alhóndiga de pan…para el proveimiento del pueblo”.

En el segundo Artículo se acuerda que se compre trigo al mejor precio y se “guarde en las trojes, donde esté a buen recaudo”. En cuanto a la elección del Mayordomo, dice que se nombre “a una buena persona, porque para obra tan pía han de ser escogidas buenas personas”. El nombramiento duraba un año y debía ser nombrado “en el primer Regimiento del mes de Julio por la justicia y los Regidores”. El Mayordomo no tiene facultad de dar fiado el pan, sólo si lo mandan los Regidores o el Corregidor, pero con la condición de que tienen que cobrarlo después.

Se ordena que la Alhóndiga tenga libros donde consten las compras que se realizan, indicando el día, el mes y el año en que se han hecho. También deben hacer constar el nombre de las personas a quien se compre el trigo, así como el número de fanegas adquiridas y añade que: “Se compre el trigo puesto en la Alhóndiga”, para evitar pagar el transporte, ya que cuando tenían que ir a adquirirlo fuera debían pagar tres reales al Mayordomo por el viaje. Se observa en todos los capítulos una gran preocupación porque funcione bien y no se pierda dinero, sino todo lo contrario, que aumenten los ingresos para poder seguir abasteciendo a los vecinos los mejor posible y sin problemas, por lo que indica lo siguiente: “Porque obra tan piadosa siempre crezca y no venga en disminu- ción, mandamos que no se pueda vender al precio que se pierda […] sino que se gane, so pena de que paguen el doble los que mandaran vender…”.

A continuación, se dan una serie de normas para que la venta sea correcta, como la que dice que no se podía vender el trigo sino sólo el pan cocido. También se exige a las panaderas que lo vendan en la plaza de la ciudad “al tiempo que los Regidores y la justicia señalen el precio y no se pierda […] pues siendo hecha esta obra para el bien público, se conozca en estar la plaza bien abastecida de pan cocido y los pobres sean probehidos…”. Después añade que se nombren “buenas panaderas que de cada fanega de trigo obten- gan sesenta y ocho libras de buen pan que lo vendan en la plaza pública […] so pena de 200 mrs.”

Con todas estas normas se aseguraba el abastecimiento correcto del pan a todos los ciudadanos y, especialmente, a los pobres que no tenían que pagar nada por este alimento de primera necesidad, con lo que se evitarían las ham- brunas de otros años a las que aluden estas Ordenanzas. Por otra parte, el Artículo 6 insiste en conseguir el buen funcionamiento de la Alhóndiga, de tal manera que no se gastara el dinero destinado al pan en atender a “ninguna necesidad mayor ni igual ni menor…ni prestar, so pena que el Regidor que lo diere lo pague con el cuatro tanto”, es decir, que las autoridades que lo consintieran serían penadas pagando un interés del cuatro por ciento del dinero prestado o gastado en otros asuntos distintos a la adquisición de trigo.

También se estipula el salario del Mayordomo de esta institución en el Articulo 7, que era el siguiente: “por cada fanega que vendiese, se le pague dos maravedíes e de cada fanega que comprare, recibirá un maravedí.”

Por otra parte, se tenía en cuenta la conservación del trigo en las trojes con toda garantía, dando medidas para que no se estropeara el trigo el año que no se consumiera todo. Por este motivo, el artículo 8 manda “que se preste el pan (el trigo) cuando no se gaste, para renovarlo…que se obligue a restituirlo dentro de 30 días en las trojes”. Además de esta solución también se da otra, y era la de obligar a todos las panaderas de la ciudad a que vendan el pan cocido “sólo del trigo de la Alhóndiga, hasta que se renueve”.

El Corregidor, como máximo responsable del Concejo, tiene obligación de cumplir y hacer cumplir estas Ordenanzas, comprometiéndose a ello mediante juramento : “Mandamos que el Corregidor jure de guardar estas hordenanzas en conservación de esta alhóndiga e no ir ni consentir contra ella.”

4.2.  la fiesta de los toros

Dada la importancia que tenían los festejos taurinos para toda la población, estas Ordenanzas los regulaban convenientemente. En el Título XLVI, Artículo 10, se dan una serie de normas para evitar que algún caballero desaprensivo pudiera estropear la fiesta, por eso dice: “ que los caballeros no den lançada al toro hasta que la ciudad dé licencia para ello, so pena de que pague otro toro porque los peones y la gente del pueblo goze”. A continuación, se dan las normas para matar bien al toro de la siguiente manera: “ y dada licencia, el que diera al toro a más atrás de la cruz, si no fuera por guarecer a otro…que pague un toro para que se corra…” También estaba prohibido matar al toro sin permiso de las autoridades, por eso en otro capítulo manda que “…el que acuchille al toro sin licencia, pague la mitad de lo que vale otro toro”. Pero si este no podía pagarlo, se le imponían unas penas muy importantes, ya que tenía que estar un mes en la cárcel y otro más desterrado de la ciudad.

Hay una normas muy interesantes referidas al cierre de las plazas: “Mandamos que las talanqueras estén bien aderezadas, que sean de buena madera, con fuertes traviesas e quicios…las de la plaza y las del corral donde se encierran a los toros…”.

Con frecuencia, las autoridades invitaban a estas fiestas a personas de prestigio de otras ciudades, por lo que había que cuidar el estado de la plaza para que el toro no se escapara: “…que por estar mal hecha la plaza, el toro se vaya… que alguna vez ha acontecido hallarse aquí caballeros extranxeros y murmuraban de la justicia y de los regidores por el mal proveimiento de esto”. El responsable del cierre de la plaza y del corral era el Alarife, que cobraba “medio real por cada toro que se corría”, además de los tres mil maravedíes que le pagaba el Concejo, pero le imponían una multa si se escapaba el toro: “…que si por falta de talanqueras se fuera el toro, que el Alarife pierda el primer tercio de su salario”.

En ningún otro artículo hay nada referido a otro tipo de festejos civiles, como por ejemplo los torneos. Las comedias y autos sacramentales, las romerías, las danzas y otras fiestas religiosas estaban a cargo de las Cofradías.

4.3.  Los juegos

En esta época, debía estar muy extendida la costumbre de jugarse el dinero en los distintos juegos de mesa o de “azahar”, ya que estas Ordenanzas intentan controlarlos, aunque no los prohíben. En primer lugar, nos llama la atención que, en los Artículos referidos a estos juegos, se incluya a todos los grupos de población: cristianos, moros y judíos. Recordamos que estos últimos habían sido expulsados en 1492, por lo que pensamos que se debe referir a los judíos conversos.

El primer Artículo prohíbe que se juegue el dinero de la siguiente forma: “Ansí cristianos, moros e judíos que en este tiempo…jugaren a dados, jaldetas e naipes a dinero, por primera vegada paguen 30 mrs., por segunda 60 mrs., por tercera paguen 120 mrs.” También se castigaba con castigos físicos: “…e si quiere ser tan porfioso que por esta pena no quiere dejar de jugar, se le den cien azotes”. El juego estaba también prohibido dentro de las casas particulares: “…a dados, juldetas e naipe bajo pena de 60 mrs. por primera vez, 120 mrs. por segunda vez y 240 mrs. la tercera vez”.

Sin embargo, se permitía jugarse un maravedí “e no más”, así como “un acumbre de vino”, según el Artículo 2. El juego de dinero entre los jóvenes debía estar también bastante extendido, ya que dice que: “a los rapaces” se les aplique las mismas penas y si no podían pagar que “den las capas, capotes e cintas” o “que le echen en cadena e yazan 30 días”, es decir, debían estar un mes en la cárcel. Tampoco se podían jugar objetos de valor, a los que se denomina “prendas”, según el Artículo 4, que dice: “que cualquiera que ganara prenda, que la torne a su dueño sin precio alguno”.

El Artículo 5 expresa que durante el período de Navidad se permitían toda clase de juegos de mesa: “…que la víspera de Navidad y el día de Navidad y la octava hasta primero día de henero…que se pueda jugar dados, jaldeta e naipes sin pena ninguna e non antes ni después”.

Debía estar muy extendida la costumbre de blasfemar en el juego, pues el Artículo 6, titulado Pena de Blasfemia, ordena lo siguiente: “Que cualquiera que en Plasencia o en su término renegare de Dios o de Santa María por juego…que además de las penas que caen por jugar, que caigan en otras tantas penas por renegar…ansí en pena de dinero como de azotes…”.

4.4.  La pena de las armas

Las Ordenanzas regulan la tenencia y el uso de armas, ya que en esta época eran frecuentes las peleas y reyertas entre la población. Las armas que estaban prohibidas se especifican en el Titulo LI: “Las armas vedadas son estas: todo hierro que pueda matar un ome a otro”. A continuación, indica el castigo que se imponía al que usara las armas: “…que ninguno sea osado de meter mano a armas a buelta con otro, que cualquiera que meta mano a armas uno contra otros que peche diez mrs. cada uno por cada vegada”. Las penas de armas eran aplicadas a todos los grupos de población, por este motivo, el Artículo 4 dice: “…mandamos que judío o moro que contra ello fuere, que pague la dicha pena, así como el cristiano”.

En este mismo Título se incluye un capítulo muy original que se refiere a las penas que se imponían a las llamadas “mujeres bravas”. Estas debían ser mujeres de gran carácter, que no toleraban los abusos ni las discriminaciones, lo que les llevaba a originar peleas y escándalos públicos. Algunas de ellas han pasado a la historia, como por ejemplo Doña María la Brava, a la que Plasencia le ha dedicado una calle. Dice el Artículo 3 al respecto: “Otrosí que en dicha ciudad y en su término si algunas mujeres que son bravas e muy desonestas de sus lenguas e vuelven muchos ruidos y pellas con muchas personas…cualquier mujer (brava) cristiana, judía o mora caiga en pena diez mrs. por cada vegada”.

Se observa, una vez más, que los responsables de estas Ordenanzas buscaban el establecimiento de la paz, el orden y las buenas costumbres en toda la población, para una mejor convivencia.

4.5.  Las mujeres públicas

En épocas anteriores, el Fuero prohibía que estas mujeres vivieran en la ciudad y podían, incluso, ser ofendidas y ser “despojadas de sus vestidos” sin que les cayera pena ninguna; se establecía una pena de 50 maravedíes a quien las defendiera.

Ahora, en el siglo XVI, los tiempos han cambiado y, con ellos, la legislación. En las Ordenanzas se dan una serie de normas para regular sus actuaciones, en el Título XLIIII, que contiene varios artículos.

Son obligadas a cumplir los preceptos de la Iglesia: “Ordenamos que las mujeres públicas, los domingos de Pascua, Navidad e Resurrección e Santi Espiritu e los demás días de Nuestra Señora e de los Apóstoles sean obligadas a ir a la Iglesia mayor de Nuestra Señora, la Catedral e oir las misas mayores desde el comienzo hasta el fin”. También se les prohibía “usar el oficio” durante todos esos días, ya que se les condenaba a unas penas muy importantes:

“…que si no oyeren misa y husaran el vil oficio en dichos días, por primera vez estén diez días en la cárcel y paguen un real, por segunda vez, la pena doblada y por tercera vez, 60 azotes públicamente”.

Observamos que las penas aplicadas son muy importantes, ya que las penas de cárcel y de azotes no eran corrientes en estas Ordenanzas, se imponían muy pocas veces, como hemos podido ver en los diferentes Artículos.

En otro artículo, se les prohibía “usar el oficio” durante la Cuaresma, así dice: “…que ninguna mujer pública use el oficio desde el domingo de Lázaro (Primer domingo de Cuaresma), hasta pasados los tres días de Pascuas, pen- sando en la Pasión de Nuestro Salvador…so pena que le sean dado 60 azotes…y pena de 200 mrs”.

En el Artículo 4 se dan órdenes a los cristianos sobre cuándo pueden entrar en las mancebías, además de cumplir con sus obligaciones religiosas: “…que los cristianos sean obligados a comulgar y confesar el día de Pascua de Resurrección… y es razón que para estos se aparten mucho del pecado”. A continuación, enumera los días prohibidos para entrar en la mancebía: “…desde el domingo de Lázaro hasta ser pasado los tres días de Pascua de Resurrección, so pena que la primera vez que lo contrario hicieren, estén tres días en la cadena e, por la segunda, la pena doblada e, por la tercera, sean traídos a la vergüenza y desterrados tres meses”. También se prohíbe “ejercer el oficio” a las mujeres que tuvieran enfermedades contagiosas y no podían tener sirvientas, ni solteras ni casadas, ni siquiera para acompañarlas, “so pena de sesenta azotes a cada una de dichas rameras”.

Los hombres casados no podían entrar en las mancebías, según el Artículo 7, que dice: “…que ningún hombre que sea casado que no sea osado de entrar en la ramería…so pena que por primera vez sean presos en la cárcel diez días e, por segunda vez, la pena doblada e, por tercera sean traídos en vergüenza y desterrados un mes, más tres reales de pena para el alguacil”.

Observamos en estos artículos el sentido de moralidad pública que intentan conseguir con estas normas, aunque se puede percibir una gran discriminación entre los castigos que se imponen a las mujeres públicas que no cumplan las órdenes con respecto a los que se imponen a los hombres. Vemos, además, cómo se obliga al cumplimiento de los preceptos religiosos a toda la población sin exclusiones, lo que demuestra, una vez más, el poder de la Iglesia en el Antiguo Régimen.

5. CONCLUSIONES.

Después de haber estudiado estas Ordenanzas en las dos Ponencias que comprende este trabajo, tituladas “La Economía de Plasencia y su Tierra, según las Ordenanzas Municipales del siglo XVI”, que ya expusimos y “El Concejo de Plasencia: Instituciones, Usos y Costumbres”, de los actuales Coloquios, hemos llegado a los siguientes conclusiones:

1.- Estas Ordenanzas constituyen un documento imprescindible para el estudio de la historia de Plasencia y su Tierra durante el Antiguo Régimen en sus diferentes facetas: económicas, sociales, políticas…etc.

2.- Se observa en todas las normas, en general, un gran sentido de equidad, justicia y nobleza, que, con razón, conseguiría que se la calificara con la denominación de la “Muy noble, muy leal y muy benéfica ciudad de Plasencia”.

3.- Se advierte una gran potenciación de la economía, tanto en la agricultura con cultivos de regadíos y secano, como en el fomento de la ganadería, con la selección de razas y, también, el impulso dado al comercio en los mercados y ferias, que tanta riqueza proporcionaron a la ciudad.

4.- Muy importante es también el empeño por conseguir una convivencia pacífica entre los distintos grupos de población, así como entre todos los vecinos, ciudadanos y aldeanos, procurando el mayor bienestar de todos y en un intento de evitar las posibles hambrunas entre las clases menos favorecidas, como fue la creación de la Alhóndiga.

En estas Ordenanzas se refuerzan y ponen al día los objetivos del rey Alfonso VIII cuando fundó la Ciudad: UT PLACEAT DOMINI ET OMINIBUS (Para que agrade a Dios y a los hombres).

Por todo esto, esperamos que toda la grandeza cultural, social y económica de Plasencia y, especialmente, su belleza artística sean reconocidas a niveles internacionales con el nombramiento de “Ciudad Patrimonio de la Humanidad”, juntamente con su otra ciudad hermana, esta monumental, magnífica y bellísima ciudad de Trujillo, como ya expresamos el pasado año.

Oct 012011
 

María Estela González de la Granja.

El convento de San Vicente Ferrer de Plasencia es, sin duda, uno de las instituciones religiosas más importantes de la Extremadura de los Tiempos Modernos. Ello se debió a tres cuestiones fundamentales: en primer lugar, su emplazamiento en la ciudad de Plasencia, uno de los núcleos urbanos más poblados y con una economía más dinámica en la Extremadura moderna. En segundo lugar, la importancia que en este período histórico van a tener las llamadas “órdenes mendicantes”, sobre todo dominicos y franciscanos, en la propagación de la fe católica por los territorios recién descubiertos por los europeos y, por extensión, como firmes baluartes del catolicismo en el turbulento período de la Reforma protestante. Y por último, su carácter de fundación nobiliaria, y no de cualquier familia aristocrática, sino de los Zúñiga, que en el momento de la fundación eran, además de señores de Plasencia, una de las familias nobiliarias más importantes de la Corona de Castilla, acumulando títulos y posesiones territoriales que, durante la Edad Moderna, la convirtieron en uno de los grandes linajes de la nobleza española.

En este trabajo nos centraremos en el análisis de una de las vertientes que tuvo el monasterio de San Vicente Ferrer como institución religiosa en la Plasencia moderna. Nos referimos a la enseñanza, ya que en una época en la que las administraciones públicas solían desentenderse, con raras excepciones, de la educación de niños y jóvenes, la Iglesia debía hacerse cargo de esa misión, como lo hizo de otros ámbitos que también ahora consideramos “servicios públicos”. Y dentro de la Iglesia las órdenes religiosas, especialmente franciscanos, dominicos y jesuitas, fueron los principales mantenedores de escuelas y facultades donde se enseñaba desde los rudimentos de la lectura y escritura hasta las licenciaturas universitarias.

Este trabajo se centra, por ello, en estudiar cómo se desempeñó esa función educativa en el monasterio que los dominicos poseyeron en Plasencia, examinando en primer lugar la influencia de la Orden de Predicadores en la educación española durante la Edad Moderna, para pasar a continuación a relatar brevemente la historia del convento y, centrándonos en el tema que nos ocupa, analizar la fundación del monasterio y su relación con la enseñanza, un tema sobre el que existe una tradición “históriográfica” que como veremos no se corresponde con la realidad histórica, y las donaciones y fundaciones que diversos particulares e instituciones realizan en el convento en los siglos XVII y XVIII para dotarlo de diversos estudios.

1. LOS DOMINICOS Y LA EDUCACIÓN EN LA ESPAÑA DE LOS TIEMPOS MODERNOS

La aportación de la Orden de Predicadores a la historia de la educación en España se centró en los propios Estudios de la Orden y en su proyección en los colegios mayores, algunos de los cuales alcanzaron el rango de universidad. Tampoco hay que olvidar el enorme papel desempeñado por la orden en la evangelización de América y en la creación de las primeras instituciones educativas de corte europeo en el Nuevo Continente, aunque no sea éste el lugar para hablar de ello.

En el ámbito hispánico, el papel desempeñado por la Orden de Predicadores en la educación española va a ser muy importante, aunque va a ir disminuyendo a medida que nos acerquemos al siglo XIX, debido a la incapacidad de los dominicos para adecuar sus métodos y enseñanzas a los cambios científicos y pedagógicos experimentados durante toda la Edad Moderna.

De esta manera, podemos decir que el siglo XVI presencia el auge de la enseñanza dominica en España1; buena parte de la responsabilidad de este desarrollo se debe a la reforma que vive la orden desde principios del siglo XV, la llamada observancia dominica, uno de cuyos componentes principales, que como veremos tuvo gran importancia en el convento placentino, fue la preocupación por los estudios y por tener bien surtidas y ordenadas las bibliotecas. Los capítulos y los superiores provinciales nombraban visitadores, que debían recorrer los conventos para observar la marcha de las comunidades, y una de cuyas obligaciones era examinar las librerías o bibliotecas de los conventos. El capítulo de Salamanca de 1489 pide que estén bien provistas las bibliotecas, y carga la conciencia de los superiores con la obligación de proveer a los hermanos de los libros que necesiten.

No es de extrañar, por lo tanto, que en el siglo XVI se consoliden importantes instituciones que habían surgido en el siglo XV, como los monasterios de San Esteban de Salamanca, San Pablo de Valladolid o Santo Tomás de Ávila. Estos monasterios con vertiente educativa tenían todos el rango de Estudio General, aunque se podían diferenciar entre aquellos que también tenían el título de Universidad (en el siglo XVI Santo Tomás de Sevilla, Santo Tomás de Ávila, Nuestra Señora del Rosario de Almagro, Santo Domingo y San Jorge de Tortosa, Nuestra Señora del Socorro de Orihuela y Santa Catalina Mártir de Jaén), y los meros Estudios Generales, que figuraban como colegios y cuyos títulos eran reconocidos por las universidades, como San Esteban de Salamanca, San Gregorio de Valladolid, San Pablo de Burgos, San Pedro Mártir de Toledo, etc.

Durante el siglo XVII2 se acrecienta el número de Estudios Generales hasta 30 (incluyendo las universidades), incluyéndose entre ellos, como veremos, San Vicente Ferrer de Plasencia. En cuanto a las universidades, el principal cambio se produjo en Santo Tomás de Ávila, que por bula del Papa Inocencio X concedida en 1645 pudo dar grados en filosofía, derecho y medicina, además del de teología que ya tenía desde el siglo XVI. En el siglo XVIII los cambios sociales e ideológicos que se producen en toda Europa explican que en esta centuria no se cree ningún Estudio General dominico.

La enseñanza en estos centros respondía a esquemas plenamente tomistas y escolásticos, algo lógico si tenemos en cuenta que Santo Tomás de Aquino es posiblemente la figura más importante de la Orden de Predicadores desde el punto de vista cultura, pero que en una época de cambios radicales como fue la Edad Moderna supuso un lastre en el nivel de las enseñanzas impartidas por los dominicos, demasiado aferradas al Medievo.

Ello no obstante, por lo menos en los inicios del Renacimiento sí se introdujeron algunas novedades; por ejemplo, para la enseñanza de la gramática se usaba el método ideado por Antonio de Nebrija a finales del siglo XV. En lógica se seguían usando las medievales Súmulas Logicales de Pedro Hispano, libro de texto fundamental hasta el siglo XVII, aunque a mediados del XVI se comenzaron a usar como textos oficiales las Súmulas, Físicos y Dialéctica de fray Domingo de Soto.

Donde se mantuvo inalterable la tradición fue en el estudio de la filosofía y la teología, ya que la referencia intelectual fue siempre Santo Tomás de Aquino, enseñándose la filosofía con sus comentarios a Aristóteles y la teología con la Summa Theologica. Podemos considerar comprensible esta práctica en el siglo XVI, e incluso en el XVII, en un contexto marcado por las disputas religiosas en toda Europa, pero resulta llamativo que en 1757, es decir, en pleno Siglo de las Luces, el Maestro General de la Orden obligase a todos los colegios dominicos a enseñar solamente las doctrinas teológicas del Santo de Aquino3, una prueba más de la cerrazón de la orden en el ámbito educativo, y que la llevó a ser considerada como símbolo de oscurantismo cultural e ideológico. Ello, de paso, contribuyó al retraso de las universidades españolas con respecto al resto de Europa, ya que desde principios del siglo XVII la inmensa mayoría de las cátedras de teología fueron ocupadas por dominicos.

Hemos de citar por último a las figuras más importantes de la educación dominica en España que no por casualidad vivieron en el siglo XVI. Nos referimos a fray Francisco de Vitoria, fray Melchor Cano y fray Domingo de Soto; Vitoria, catedrático en la Universidad de Salamanca, renueva el método teológi- co, haciéndolo más humanístico y crítico, creando la famosa Escuela Teológico- Jurídica Salmantina o Española. Melchor Cano, catedrático de Teología en San Gregorio de Valladolid y en Salamanca, es enviado por Carlos V al concilio de Trento y destaca por sus aportaciones a la ciencia teológica. En cuanto a Soto, perteneciente a la Escuela de Salamanca y teólogo imperial en Trento, escribió numerosas obras sobre teología, derecho, filosofía y lógica, todas de orientación tomista, destacando además desde el punto de vista científico su reflexión sobre la caída de los cuerpos, considerada precursora de la teoría de Galileo Galilei.

En el siglo XVII el nivel de los maestros dominicos desciende claramente; podemos mencionar, por ejemplo, a fray Juan de Santo Tomás, catedrático de teología en la Complutense, y cuya obra más famosa es Cursus Philosophicus, tratado sobre filosofía tomista, y fray Francisco de Araujo, catedrático de teología en Salamanca, con sus Comentarios a la Metafísica de Aristóteles. El siglo XVIII certifica la crisis de la enseñanza dominica, ya que sus catedráticos, centrados casi exclusivamente en la teología, son incapaces de aportar novedades frente a academias y otros centros culturales ilustrados.

2. FUNDACIÓN Y PRIMEROS AÑOS DEL MONASTERIO DE SAN VICENTE FERRER

El establecimiento de los dominicos en Plasencia no puede ser explicado sin el señorío que sobre la ciudad ejerció desde mediados del siglo XV la poderosa familia de los Estúñiga o Zúñiga, bajo cuyo patronato se fundó el convento de San Vicente Ferrer, tal y como demuestran diversos documentos y la simbología heráldica que alberga el monasterio4.

A pesar de que, según Benavides Checa, existió en Plasencia un pequeño cenobio dominico desde mediados del siglo XIII5, lo que sí está documentalmente probado es su presencia a partir de 1464, una presencia que estará ligada, por un lado, al proceso de expansión que la orden vive en la segunda mitad del siglo XV y, por otro, al señorío de los Zúñiga sobre la ciudad del Jerte.

En cuanto al primer punto, hay que señalar que, tras la crisis del siglo XIV la recuperación demográfica y económica se tradujo en un amplio movimiento de reforma religiosa, con dos vertientes, la herética (movimientos de Jan Huss, John Wyclyff…) y la que permanece fiel a la Iglesia pero intenta recuperar la espiritualidad, compromiso y pobreza originales. Ello se refleja sobre todo en las órdenes religiosas, y más concretamente en las órdenes mendicantes, en cuyo seno surgen corrientes que buscan el retorno a sus principios fundadores y que reciben el nombre de “observancia”.

En la orden dominicana, los primeros pasos hacia esa reforma fueron dados a finales del siglo XIV en Alemania e Italia; en España encarnó ese movimiento reformista a principios del siglo XV el beato Álvaro de Córdoba, y fue un movimiento lento, con sus avances y retrocesos hasta conseguir su encauzamiento y empuje final en el último cuarto de ese mismo siglo XV, hasta coronarse la obra en el capítulo de Burgos de 1506. El señorío de los Zúñiga sobre Plasencia va a ser, como decíamos, el otro motivo fundamental para la creación de un convento dominico en esta ciudad; desde luego, y a pesar de las hipótesis ya mencionadas que apuntan a una presencia más antigua de la orden en la ciudad, lo que sí está claro es que la promotora de la fundación de un convento dominico en la ciudad fue la segunda mujer de Álvaro de Zúñiga, Leonor Pimentel, convencida muy posiblemente por su confesor fray Juan López, fraile del también dominico convento de San Esteban de Salamanca6.

Tradicionalmente se ha descrito la fundación de esta institución religiosa como un acto de agradecimiento a San Vicente Ferrer; sin embargo, y tal y como ponen de manifiesto autores como José María López Martín7, es difícil creer en esta versión, toda vez que en las cartas de donación otorgadas por los duques, y de las que hablaremos a continuación, no se alude en ninguna ocasión a ese motivo que, si hubiera existido, habría sido sin duda señalado. Como se puede deducir de las cartas de fundación y donación del convento, junto a la piedad religiosa es más que probable que los señores de Plasencia quisieran con este monasterio dar más lustre aún a su casa, en una práctica típica de la nobleza española anterior y posterior a este período histórico8.

En todo caso, lo que sí es cierto es que los duques recibieron la bula del papa Paulo II autorizando la fundación del convento el 15 de octubre de 14649, pero que las obras no comenzaron hasta 10 años más tarde10; mientras tanto, la pequeña comunidad dominica que ya residía en Plasencia bajo la dirección de fray Juan López tuvo como sede provisional una casa conocida como “Santo Domingo el Viejo”, situada entre las casas del conde de Torrejón y la puerta de Trujillo11. Para la construcción del convento, y además de la asignación de buena parte de sus bienes, los duques consiguieron de Enrique IV de Castilla un juro perpetuo de 50.000 maravedís sobre el servicio y montazgo del Puerto de Malpartida de Plasencia, concedido el 10 de junio de 1472.

El poder de la familia Zúñiga y su absoluto control de la ciudad de Plasencia se plasma, además, en la “expropiación” de importantes bienes raíces y rentas que pertenecían a otras fundaciones religiosas que según los duques no se estaban llevando a cabo. De este asunto hablaremos más adelante, pues tiene íntima relación con la dedicación a la enseñanza del monasterio.

Una vez comenzadas las obras, los duques procedieron a ratificar oficialmente la fundación del convento y la donación tanto del nuevo monasterio en construcción como del antiguo a la Orden de Predicadores mediante diversos documentos otorgados por los duques, en pareja o por separado, entre 1476 y 1486. En 1476 los duques donan al nuevo monasterio de San Vicente Ferrer “…la iglesia y monasterio pequeño que se llama San Vicente que está cabe la Puerta de Trujillo…” y unas casas en Béjar, nombrando como patrono tras su muerte a sus hijos don Juan, doña Isabel y doña María, sus herederos y descen- dientes.

Al año siguiente, en 1477, don Álvaro dona a fray Pedro de Barrionuevo, prior del convento de San Vicente el Viejo, el terreno sobre el que ya se estaba edificando el convento; se trataba del llamado “Cerro de la Mota”, una elevación del terreno que dominaba una quebrada o pequeño arroyo sobre el cual se levantó la muralla de la ciudad en el siglo XIII y que fue, al menos desde el siglo XIV, la judería12. Zúñiga, amparado en el poder que le daba el ejercicio del señorío sobre la ciudad, expropió para sí todo el terreno, dedicando la parte más occidental para el convento y la zona oriental para construirse su propio palacio, ahora conocido como de los Marqueses de Mirabel13. Por último concedía al monasterio la dehesa de Macarra y la exención del pago de alcabala, sisa y cualquier otro impuesto sobre lo que comprase o vendiese, exención que prescribió cuando Plasencia volvió a la jurisdicción real.

Siete años más tarde, en 1484, la duquesa Leonor Pimentel dirige al prior fray Alonso Maldonado la que es la definitiva carta de donación del convento. Fechada en Béjar el 22 de agosto y ampliada el 10 de octubre de 1484, es una relación detallada de cómo deberá ser el convento, además de hacer referencia a la cátedra que funda en el convento, y de la que hablaremos en el próximo apartado. Dos años más tarde, en 1486, la duquesa otorga dos documentos muy importantes; por un lado, dona y entrega el edificio ya construido a fray Julián de Sancti Spiritus, provincial de la provincia de España14. Muy pocos días después confirma la donación en su testamento, encomendando a sus albaceas la terminación del monasterio15; aunque este mandato no se había cumplido totalmente, al año siguiente se procedió al traslado de los religiosos y fray Pedro de Villalobos, visitador general del obispado de Plasencia, bendijo lo que estaba ya construido de la nueva iglesia, claustro y sala capitular16.

Una vez establecido el convento, la siguiente etapa fue su reducción a la observancia regular, dentro del plan de reforma de la vida religiosa que estaba siendo patrocinada por los Reyes Católicos. Dicha reducción se produjo el 13 de septiembre (y no el 17 de noviembre, como señala erróneamente Crescencio Palomo17) de 1492, siendo el encargado de transmitir las bulas papales y cartas reales ordenando dicha reducción Fray Juan de Zazo, visitador general de la Provincia de España18.

Según Crescencio Palomo, el paso a la observancia se produjo en el caso del monasterio placentino sin los traumas y conflictos que supuso dicho proceso en otros conventos dominicos sometidos a la llamada “regla claustral”, probablemente debido a las relaciones entre el convento placentino y el de San Esteban de Salamanca, uno de los que no necesitó reforma por su rigurosa aplicación de la regla original de Santo Domingo19. No obstante, los frailes del convento, atemorizados ante posibles represalias e intentos para quitarles sus bienes, se dirigieron a los reyes porque “…se temen e recelan que los frailes claustrales e otras algunas personas a injusta e non debidamente les quieran molestar e fatigar así en la posesión de la dicha casa como en algunos heredamientos e otras rentas que tienen y poseen en término de la dicha ciudad de Plasencia…”; por ello, el 17 de noviembre de 1492 se emitía una real cédula por la que el convento de San Vicente quedaba bajo el amparo y protección de la Corona y de sus justicias20

El último paso que tendría que dar el convento de San Vicente Ferrer en lo que a su fundación y establecimiento se refiere fue el pleito que emprendió en 1515 contra los duques de Béjar don Álvaro y doña María de Zúñiga como sucesores de los fundadores del convento, al defender los dominicos que al morir dichos fundadores “…dejaron dispuesto que de su hacienda y mayorazgo se proveyese hasta acabarse, de suerte que la obra nunca cesase (el subrayado es nuestro)”, y que por tanto los dueños de dicha hacienda debían contribuir a la continuación de la fábrica de la iglesia y convento, la compra de libros, ornamentos sagrados, etc. El pleito finalizó con un acuerdo entre las dos partes, por el que el duque actual donó la cantidad de un millón de maravedís, por lo que el convento “…le dio por libre para siempre y nunca le sería pedido ni demandado por este convento otra cosa alguna en tiempo alguno…”21.

3. LA FUNDACIÓN DE LOS ESTUDIOS EN SAN VICENTE FERRER

Fundado y establecido definitivamente, comienza en el edificio la vida conventual como tal, en la que junto a las obras de finalización y reforma que van a tener lugar en estos siglos, tuvieron un especial protagonismo los estudios de teología que, como hemos visto, ordenaba fundar la duquesa Leonor en la carta de donación otorgada en 1484, así como la biblioteca, que debido a circunstancias favorables consiguió acumular un importantísimo patrimonio bibliográfico.

En la ya mencionada carta de donación del monasterio a la Orden de Predicadores, fechada en Béjar el 22 de agosto y ampliada el 10 de octubre de 1484, la duquesa de Plasencia doña Leonor Pimentel ordenaba que el convento tuviera capacidad para cuarenta religiosos, de los cuales veinte debían ser sacerdotes y cinco estudiantes de teología, pues quería dejar rentas para una cátedra de dicha disciplina, y que se comprasen los libros necesarios para una biblioteca de renombre22.

La fundación de esta cátedra ha sido tradicionalmente considerada como un intento de los Zúñiga por “diversificar” la dedicación de sus dos posesiones más importantes, Plasencia y Béjar, asignando a la primera la función cultural y a la segunda la industrial23; de hecho, fray Alonso Fernández en su Historia y Anales de la ciudad y obispado de Plasencia, publicada en 1627, afirmaba que “el motivo que tuvieron los duques en la fundación de su convento fue querer remediar la ignorancia que avía en aquellos tiempos en esta tierra, que no sería poca ni de pequeña lástima, antes de que la Orden de Predicadores viniese y asentase en Plasencia. Con este intento quisieron que por lo menos se leyese siempre una Cátedra de Teología Moral, para que los Eclesiásticos pudiesen con facilidad aprender lo que debían saber para la administración de los Sacramentos. Fue un remedio general para Estudiantes pobres, que no pueden ir a estudiar a las Universidades. Bien se dexa entender, que en la provincia de Estremadura, aunque tan rica y de tanta nobleza, sería este convento el primero que profesase leer Teología y instituyese Cátedra para esto, aviendo sido los moradores desta provincia y en los tiempos pasados más dados al exercicio de Armas que de Letras”24; sin embargo, creemos que esta hipótesis, elaborada desde luego mucho después de la fundación del convento, no es en absoluto correcta ya que hay que tener en cuenta dos importantes factores.

En primer lugar, ya hemos visto en la primera parte de este trabajo que la vocación educativa de los dominicos tuvo como consecuencia el surgimiento de un importante número de estudios y colegios en los monasterios de la Orden de Predicadores; por lo tanto, la fundación de una cátedra de Teología en San Vicente no fue algo extraordinario ni excepcional, sino un paso más en la conformación de un amplio conjunto de estudios en los principales conventos dominicos castellanos (San Esteban de Salamanca, Santo Tomás de Ávila, San Pablo de Valladolid…).

Por otra parte, existe un hecho fundamental que se produce también, y creemos que no por casualidad, en 1484. El día 19 de mayo de ese año25 el papa Sixto IV confirmaba las sentencias emitidas por el juez apostólico Rodrigo de Borja (el futuro papa Alejandro VI), y que a su vez confirmaban las emitidas por el canónigo Juan de Gata, don Martín de Yanguas en 147426; esas senten- cias añadían a los bienes del convento parte de las dehesas de Valtravieso y Mironcillo, dejadas por Álvaro de Carvajal para fundar un convento, las casas, viñas, molino y la cuarta parte de la dehesa de Aldeanueva de Beringues, que Sevilla López dejó en Galisteo para fundar una monasterio de la orden de Santa Clara, 3000 maravedís de renta que dejó Estefanía Suárez en la heredad de Fresnedilla, unas casas, parte de la dehesa de la Bazagona, dos viñas y parte de la dehesa de la Herguijuela dejados por Catalina Jiménez para fundar un hospital y las dehesas de San Esteban y el Guijo, que pertenecían al priorazgo de San Marcos, que además fue disuelto.

Es decir, el papa “regalaba” a los Zúñiga un enorme patrimonio en tierras y rentas para que culminaran su fundación que, por otra parte, carecía hasta ese momento de bienes propios; el dominio que don Álvaro ejercía sobre la ciudad permitió una clara usurpación ilegal de esos bienes, ya que los testamentos de los fundadores de esas instituciones sí se estaban cumpliendo, como perfectamente atestigua Domingo Sánchez Loro27.

El expolio fue aún más sangrante en el caso del llamado priorazgo o priorato de San Marcos, un pequeño cenobio cisterciense fundado en el siglo XIV y para cuya disolución se inventaron bulos que el papa, buen amigo de los duques, no tuvo ningún reparo en creer; se decía, por ejemplo, que el priorato “…estaba e está en un lugar muy deshonesto e cerca de él han estado e están e moran públicamente malas mujeres en el dicho monesterio donde no habrá más de un fraile o dos, los cuales han tenido vida agena fuera de la dicha religión, e ayuntándose muchas veces a malas mujeres en gran peligro de sus ánimas e oprobio de la dicha religión e pernicioso ejemplo e escándalo de muchos…”28.

A primera vista, no se aprecia la relación que podría haber entre esta lluvia de bienes para el convento y su dedicación a la enseñanza; sin embargo, es muy profunda, ya que en la bula de Sixto IV se añadió una interesantísima cláusula para autorizar al convento a quedarse con los bienes del priorato de San Marcos, y es que “…estando dicha casa en pacífica posesión del dicho priorazgo y eremitorios desde entonces haya en la dicha casa una cátedra de teología con lector suficiente y docto que sea elegido no por favores sino por idoneidad y suficiencia que lea dicha cátedra a todos los que quisieren oírlo(el subrayado es nuestro)”29.

Esta cláusula es aún más importante porque hasta ese momento los diversos documentos por los que los duques de Plasencia procedían a la fundación del monasterio dominico no hacían ningún tipo de mención a la fundación de una cátedra o de otro tipo de institución educativa en él. Y resulta más llamativo aún que sea precisamente después de la concesión de la bula, en agosto de 1484, cuando doña Leonor Pimentel otorgue la llamada “carta de donación” del monasterio, y en ella aluda por primera vez a estudios de teología, ya que “…de los quales dichos quarenta religiosos los veinte a lo menos sean sacerdotes continuos, e más cinco estudiantes theólogos, que continuo oyan e estudien la leçión de teología, los quales no sean ocupados en oficio alguno salvo en su estudio para los quales quiero que vos el dicho frey Alonso Maldonado hagays apartadamente hedificar sus cámaras e estudios como vos viéredes que cumple. E los religiosos que así fueren recibidos en el dicho número de cinco para estudiar teología sean de tal forma recibidos que después que fueren letrados no se vayan a otros monesterios, salvo que se hagan de la dicha casa naturales porque yo quiero dexar apartadamente, allende de la que para sustentación del dicho monesterio entiendo dar, señalada renta para la dicha cátedra e para los dichos cinco estudiantes para todas las cosas necesarias…”30.

Debemos insistir en que, hasta ese momento, nunca se había dado a entender la creación de una cátedra de teología en el monasterio por parte de sus fundadores, por lo que nuestra hipótesis es que lo hicieron obligados por la cláusula de la bula del papa Sixto IV otorgada en 148431 y que de no ser así hubieran tardado tiempo en establecerse, aunque posiblemente la tradición pedagógica de los dominicos hubiera hecho surgir en San Vicente Ferrer unos estudios similares a los de otros monasterios de la orden. De hecho, los bienes concedidos por el pontífice a los duques fueron los únicos con los que se dotaron los estudios en San Vicente, ya que aunque Crescencio Palomo indica que el duque dotó la cátedra de teología con la dehesa de Macarra, en el Libro Becerro del convento sólo se anota que el mismo debía pagar con las rentas de dicha dehesa una serie de mandas pías, misas y memorias por el alma de don Álvaro32.

4. LOS ESTUDIOS DE SAN VICENTE EN LA EDAD MODERNA.

Establecidos, pues, definitivamente los estudios en el convento, su desarrollo va a ser mucho más positivo y rápido que su complejo proceso de fundación. Apenas conocemos nada de la evolución de la cátedra de teología en el siglo XVI, debido a la práctica ausencia de documentación; en todo caso, sospechamos que su desarrollo fue muy importante, ya que el convento es conceptuado durante todo el siglo XVII como una institución educativa de primer orden. Y, por supuesto, siempre siguiendo los principios escolásticos y tomistas, considerados como elementos indisociables de la teología dominicana.

La primera mención importante a los estudios en el monasterio placentino aparece en la Historia General de Sancto Domingo y de su Orden de Predicadores, publicada entre 1613 y 1615 por fray Juan López, obispo de Monopoli. De esta forma el Monopolitano indica que se leen dos lecciones de Teología y una de Artes (filosofía), aunque precisando que “…todas las casas donde se lee tienen dos liciones de Teología y cursos de Artes…”; es decir, el caso de San Vicente no es nada excepcional en el conjunto de monasterios dominicos españoles, aunque hay que resaltar que eso suponía que durante el siglo XVI se amplió notablemente la capacidad del convento en lo que a la enseñanza se refiere. Señala asimismo que sin duda San Vicente es el principal colegio e universidad (haciendo referencia evidentemente a su función educativa, no a un título oficial) de Extremadura y que sus cursos eran admitidos en la Universidad de Salamanca para graduarse en Artes33.

En 1627 el ya mencionado Fray Alonso Fernández en su Historia y Anales de Plasencia y su Obispado34 señalaba que San Vicente Ferrer “…es la principal Universidad y Colegio que tiene la provincia de Extremadura y de los más graves y calificados Estudios de toda la provincia de España…”. De nuevo reitera que uno de los motivos de los duques al fundar el convento fue “el estudio de las Letras para desterrar las ignorancias que en aquellos tiempos avía”, aludiendo sin embargo de manera significativa a la bula de Sixto IV. Incluso habla de un proyecto del obispo placentino don Pedro Ponce de León, Inquisidor General de España, para trasladar la sede del tribunal inquisitorial extremeño a Plasencia “… para que se ayudase aquel santo tribunal de las letras, erudición, talento y prudencia de los lectores y padres graves que siempre florecían en este convento”.

Habla de un importante número de estudiantes, tanto de Teología como de Artes, y de su admisión en la Universidad de Salamanca, en términos prácticamente idénticos a los usados por fray Juan López, fuente que sin duda utilizó. También expone una larga lista de maestros que leyeron Teología en el monasterio y que luego ocuparon importantes cargos, como fray Juan Vicente, catedrático de Durando y Vísperas en Salamanca, fray Diego de Yanguas, regente de San Gregorio de Valladolid, fray Diego Álvarez, arzobispo de Trápani, fray Alonso de Alvarado, Catedrático de Prima en la Universidad de Toledo, y varios provinciales de la provincia de España.

Y para finalizar, explica que en 1606 el convento pidió al Papa Paulo V la concesión de un estatuto de limpieza de sangre (y no un privilegio de colegios mayores, como erróneamente señala Crescencio Palomo35) utilizando seis argumentos, de los cuales dos tienen relación con su labor docente: el tercero, “…porque en toda esta provincia de Estremadura no hay estudio de Teología tan principal como éste, donde con tanto primor y puntualidad se lean y enseñen las Artes y Teología, y la doctrina de Santo Tomás… Y este estudio es, ha sido y será el Seminario de las letras de Estremadura…, en el qual estudian y han de estudiar todos o los más curas y confesores deste Obispado”; y el cuarto, “…porque a instancia de los Duques de Béjar, que entonces lo eran desta ciudad de Plasencia fundadores de este convento, el pontífice Sixto Quarto le adjudicó gran parte de la hazienda que tiene con estrecha obligación de que en él hubiese estudio y desde entonces ha sido y es juntamente convento y colegio donde se ha leído y se lee la sagrada Teología con eminencia y ventajas grandes, y en él florecen las letras con aplauso, admiración y utilidad de la ciudad y Ovispado, y ha avido y hay en él maestros y lectores eminentes que salen para las principales Universidades de España”.

La vocación docente del convento estaba, pues, perfectamente asentada a principios del siglo XVII, y fue confirmada con la creación en él por parte del capítulo general de la orden dominicana, celebrado en Toulouse en 1628, de uno de sus Estudios Generales36. La financiación de estos estudios va a estar, además, asegurada gracias a diversas donaciones que fue recibiendo el convento durante este siglo.

La primera de esas donaciones no lo fue en su origen para el convento; en 1630 el regidor placentino don Pedro Gómez de Carvajal fundó por su testamento una memoria en el Colegio de la Compañía de Jesús para que creara una escuela de niños para enseñar a leer y escribir; esa donación, consistente en la tercera parte de un censo de 5.000 ducados de principal contra el Estado del señor de Monroy, fue rechazada por los jesuitas, y en 1648 el obispo don Diego de Arce y Reinoso decidió aplicar al convento de San Vicente la manda “…para que en este convento se ponga segundo curso de artes, distinto del que tiene en el qual puedan cursar y aprovechar todos los que quisieren y venga a ser como universidad general en esta provincia de Extremadura…”; la donación, que en 1648 ascendía a la enorme cantidad de casi 43.000 reales y que tenía como obligación el pago de 20 ducados al año para el Colegio de los Irlandeses de Salamanca y para los franciscanos del Santo Sepulcro de Jerusalén, fue aceptada por el convento el 20 de noviembre de 164837; sin embargo, los herederos del regidor placentino emprendieron un largo pleito que no se resolvió hasta muchos años más tarde38.

Por otra parte, el año 1655 el señor don Gregorio de Vargas Chamizo, chantre de la Catedral, dejó al convento un censo de 4.000 ducados de principal que tenía contra el cabildo mayor para que en el convento se leyese el curso de Filosofía. El autor del Libro Becerro del convento indica que ya antes de esa fecha se leía el curso de Súmulas y Lógica, con lo cual esta donación vendría a completar el curriculum docente del monasterio en lo que a filosofía se refiere. Sin embargo, dicho cabildo mayor entabló un pleito contra el convento sobre la validez del censo, que tras diversas sentencias y apelaciones fue resuelto a favor de los frailes de San Vicente en el último cuarto del siglo XVII39.

La última donación en relación con los estudios en San Vicente Ferrer de la que tenemos noticia se produce en 1684; el 10 de enero de ese año otorgaba su testamento ante el escribano Antonio de Oliva el licenciado don Juan Antonio Mengíbar, típico miembro de la oligarquía placentina, que había sido muchos años abogado de los Reales Consejos y regidor de la ciudad, pero que al quedar viudo en 1679 de su esposa doña Estefanía de Medina Yáñez se ordenó como clérigo presbítero. En ese testamento don Juan Antonio decía que “…ha muchos años que deseo hacer en dicho convento de San Vicente unas escuelas con tres generales de artes y una grande de theoloxía por la mucha necesidad que de ellas tiene el convento, y para mayor adorno suyo…”. Nos informa también de que hace unos años vino a Plasencia un maestro de arquitectura (no dice el nombre) que elaboró dos plantas de esos estudios generales y valoró la obra en unos 3.000 ducados, que son los que precisamente deja para que la obra se realice, 2.000 procedentes de una manda que dejó a su disposición su esposa y los mil restantes que añade él mismo.

Para la ejecución de la manda ponía varias condiciones y mandas pías, de las cuales la única que afecta a los estudios es aquella en la que nombraba como patrona de las escuelas a Santa Rosa de Santa María, ordenando que se pusiera una imagen de la santa “…en nicho que se ha de hazer sobre la puerta del general mayor de teología, y a los pies de la imagen se ha de poner una piedra grande de cantería, en que se ha de esculpir un letrero con letras grandes y legibles que digan así: estas escuelas fundaron y mandaron hazer a su costa el lizenciado don Juan Antonio de Menxibar, presbítero, abogado de los Reales Consejos, que primero fue rexidor perpetuo de esta ciudad de Plasencia, y doña Estefanía de Medina Yáñez su muxer, y elixieron por patrona de ellas a su madre Santa Rosa de Santa María…”. Por último, ordenaba que si los dominicos no aceptaban la manda en el plazo de cuatro meses a partir de su muerte, dicha donación pasase al convento de Santa Catalina del Arenal, pero no para fundar las escuelas, sino para establecer dos fiestas anuales en honor de Santo Domingo Soriano. Ello no sucedió, ya que tras la muerte de don Juan Antonio, los frailes de San Vicente Ferrer se apresuraron a aceptar la fundación en los tres tratados pertinentes y con la licencia del provincial de la Provincia de España, aceptación fechada el 26 de enero de 168540.

Gracias a esta generosa donación, se construyeron en una amplia zona hasta entonces dedicada a huerta, los llamados Generales Nuevos, una gran nave de dos pisos con una arcada inferior donde desde ese momento los estudiantes y novicios que residían en el convento podían seguir sus estudios. Nos consta la ampliación de la capacidad docente del monasterio, ya que sabemos que en 1719 del conjunto de frailes residentes en el convento había un catedrático decano, un maestro de estudiantes, dos lectores de teología, 8 lectores de artes, un lector de lógica y un lector de súmulas41.

Las mandas y donaciones no sólo fueron destinadas a sufragar los distintos estudios impartidos en el convento; de hecho, un elemento fundamental para la enseñanza era la existencia de una buena biblioteca. Ya en la carta de donación otorgada en 1484 la duquesa Leonor Pimentel ordenaba que se comprasen los libros necesarios para una biblioteca cumplida42; a esa manda y a los libros que lógicamente iría adquiriendo el monasterio durante el siglo XVI para sus necesidades se unieron en el siglo XVII dos donaciones de libros, una inédita hasta ahora y otra sobradamente conocida.

La primera donación a la que hacemos referencia es la que hizo el licenciado don Juan Martínez de Salazar, arcediano de Plasencia, en 1615; en su testamento otorgado ante el escribano Blasco Gil el 18 de marzo de 1615, solicitaba que fuese enterrado en el capítulo del convento de San Vicente Ferrer y se le dijesen dos misas cada mes a perpetuidad por su alma. A cambio de ello donaba al monasterio toda su librería, aunque se la entregaba a su sobrino don José Martínez de Salazar por los días de su vida a cambio de 60 ducados anuales que debía abonar al convento hasta tanto éste no tuviera en su poder la biblioteca43. Los frailes aceptaron la manda el 25 de junio de 1615, aceptación gracias a la cual y a distintas cartas de pago tenemos constancia de esta manda44, ya que el legajo donde se debería conservar el testamento se ha perdido, por lo que desconocemos el contenido de esa librería.

Mucho más importante, generosa y conocida es la otra donación de libros que recibió el convento de don Rodrigo Ignacio de Carvajal y Nieto45; la historia de la biblioteca de este noble placentino es muy interesante, ya que en su origen perteneció a don Francisco de Mendoza y Bobadilla, cardenal arzobispo de Burgos, a cuya muerte en 1556 fue vendida. La mayor parte de los libros pasó a manos de don García de Loaysa y Girón, arzobispo de Toledo y ayo del futuro Felipe III, quien en su testamento legó su biblioteca a sus sobrinos don Pedro de Carvajal, obispo de Coria, y don Álvaro de Carvajal, obispo de Zamora, los cuales a su vez la legaron a su sobrino don Diego Esteban de Carvajal y Nieto, padre del mencionado don Rodrigo Ignacio.

El último poseedor de la biblioteca decidió donarla al convento dominico de Plasencia en 1650, por razones desconocidas aunque podemos suponer que le era gravoso mantener en buen estado la enorme cantidad de libros y manuscritos que la componían. La donación se efectuó el 30 de mayo de 1650 y en ella don Rodrigo Ignacio estableció como condiciones que el convento dijese 1250 misas rezadas en la capilla que poseía en la iglesia parroquial de San Nicolás, otras 1.500 en el propio convento por el alma de su padre don Diego Esteban de Carvajal y Nieto y una misa cantada en el altar mayor de la iglesia conventual por todos los antepasados del donante en la octava de Todos los Santos. Obligaba también al convento a “…tener la librería en pie y conservarla…”, y le permitía vender aquellos libros que tuviesen duplicados o que estuviesen escritos en griego o hebreo. Por último, establecía que él y sus sucesores deberían tener siempre una llave de la librería y que se había de poner un letrero en la biblioteca diciendo que:

“EL SEÑOR GARCÍA DE LOAYSSA, ARZOBISPO DE TOLEDO Y MAESTRO DEL PRÍNCIPE DON FELIPE III, DEJÓ SU LIBRERÍA A SUS SOBRINOS DON PEDRO DE CARVAXAL, DEÁN DE TOLEDO YOBISPO DE CORIA, Y DON ÁLVARO DE CARVAXAL, CAPELLÁN Y LIMOSNERO MAYOR DE SU MAJESTAD Y ABAD DE SANTA LEOCADIA, ELECTO OBISPO DE ZAMORA, LOS CUALES LA DEJARON AL SEÑOR DON DIEGO ESTEBAN DE CARVAXAL Y NIETO, COMENDADOR DE CASTROVERDE DE LA ORDEN DE SANTIAGO SU SOBRINO Y SU HIJO DON RODRIGO YGNACIO DE CARVAXAL, CABALLERO DE LA DICHA ORDEN, LA ENTREGÓ A ESTE CONVENTO CON ALGUNAS CARGAS, COMO CONSTA DE ESCRITURA. AÑO DE 1650”46.

El contenido de la biblioteca, que ha sido perfectamente analizado por Ricardo Luengo Pacheco47 abarcaba 258 manuscritos y 2.593 obras impresas, incluyendo 52 incunables; el 31% del total eran obras de temática religiosa (Biblias, vidas de santos, libros de sermones, etc.), el 12,1% trataba temas de derecho y política, entre los que se encontraban libros sobre derecho canónico, índices inquisitoriales, constituciones de órdenes militares, títulos de arbitristas, las obras de Justo Lipsio y Jean Bodin y obras de importantes dominicos como Domingo de Soto o Bartolomé de las Casas.

Los libros sobre ciencias ocupaban el 5,4% del total, abundando los libros de astronomía, matemáticas, historia natural, medicina, arquitectura (como las obras de Palladio y Serlio) o geografía (incluyendo la Geographia de Tolomeo). Muchos más abundantes eran los libros de Humanidades (el 30%), entre los cuales destaca sin duda la Historia, con libros de hechos de nobles, biografías de la monarquía e historias de distintos reinos de la Península y de fuera de ella (como la Historia General de España del padre Juan de Mariana).

La literatura de ficción tiene un peso considerable; hay algunos libros de caballería, como el Amadís de Gaula, aunque curiosamente no está el Quijote; encontramos también poemarios, obras de autores clásicos como El Asno de Oro de Apuleyo, así como un importante número de ediciones de las obras de Dante, Petrarca y Bocaccio, tanto en italiano como en castellano.

En cuanto a la filosofía, materia importante para el convento al impartirse los cursos de Artes, se centra en Aristóteles, bien como obras originales bien como comentarios sobre lógica, metafísica o física. No se pueden olvidar, por supuesto, las obras de Santo Tomás de Aquino.

También es significativo el número de clásicos grecolatinos (casi un 10% del total de la biblioteca), entre los que destaca Cicerón, Estrabón, Pomponio Mela, Vitrubio, Tito Livio, Julio César, Ovidio, Plinio, Séneca o Virgilio. Por último, hay que destacar el importante número de diccionarios de griego, hebreo, italiano o latín y algunas obras de gramática, incluyendo alguna de las obras del extremeño Francisco Sánchez el Brocense.

La biblioteca permaneció intacta en manos del convento algo menos de un siglo; en marzo de 1739 don Juan de Iriarte, bibliotecario de la Real Biblioteca fundada por Felipe V, negoció con el convento la entrega de 136 impresos y 106 manuscritos, a cambio de los cuales los dominicos placentinos recibieron 232 impresos sobre ciencias eclesiásticas48.

Unos años más tarde, en noviembre de 175249, el oidor de la Audiencia de Sevilla Ascensio de Morales, que estaba revisando por orden del secretario de Estado don José de Carvajal y Lancáster los archivos y bibliotecas del país, localizó la biblioteca de San Vicente Ferrer, y propuso a Carvajal que se enviase una real orden a la comunidad dominicana para que entregasen los manuscritos y documentos más útiles a los propósitos de Morales. La orden fue expedida en febrero de 1753 y desde ese momento Ascensio de Morales procedió a la selección de 146 manuscritos, que fueron remitidos a Toledo el 31 de marzo de 1753; los códices fueron valorados en 12.000 reales y como compensación el convento debería recibir 95 volúmenes impresos50. Sin embargo, en 1779 toda- vía no había recibido todos los libros, ya que el convento otorgó el 21 de octubre su poder a un dominico madrileño para que “…pueda percibir y perciba de su majestad y su real biblioteca y demás personas que fueren parte legítima todos los libros que se le entregasen en recompensa del valor dado a los que se extrajeron de dicha librería…”51. Hemos de decir, en todo caso, que los códices manuscritos fueron extraídos de la biblioteca conventual con plena autorización y consentimiento de los frailes dominicos, para quienes no resultaban útiles para su dedicación religiosa y docente.

Aparte de lo ya dicho, poco más sabemos de la trayectoria del convento en el siglo XVIII debido a la ausencia de documentación, tanto en líneas generales como en lo que respecta a la “universidad” placentina; parece, no obstante, que el Siglo de las Luces no debió de ser negativo para los dominicos de Plasencia. Así, según el Catastro del Marqués de la Ensenada el convento contaba en 1751 con 30 religiosos de misa, 9 in sacris, 11 clérigos de menores y 11 legos52, y en 1769 el número de religiosos, criados y huéspedes del monasterio ascendía a 5253. Por último, en la respuesta que el Concejo placentino daba a la pregunta 24 del Interrogatorio formulado por la Real Audiencia de Extremadura en 1791, se decía que el convento dominico contaba “…con una escuela completa de filosofía y teología escolástica y moral…”54

La historia del convento sufrirá un cambio fundamental y definitivo a principios del siglo XIX; la Guerra de la Independencia supondrá para los dominicos placentinos, al igual que para el resto de Extremadura y España, un desastre desde todos los puntos de vista; para conocer los efectos directos de la presencia francesa en Plasencia sobre el convento de San Vicente Ferrer contamos con el relato hecho por el propio prior José María Ramos Monroy a la Junta Central55; siguiendo dicho relato, a finales de julio de 1809 llegó a Plasencia la noticia de la aproximación de las tropas francesas al mando del mariscal Ney, por lo que la comunidad de frailes abandonó el convento. El 2 de agosto llegaron a la ciudad los franceses, y al día siguiente ocuparon el edificio, destrozaron todos los muebles y lo dejaron en un estado deplorable; el 5 quemaron el algodón almacenado en el convento por orden del capitán general español, con lo que provocaron un enorme incendio que afectó a la portería, paneras, coro y parte de la iglesia, destrozaron los edificios habilitados para la labor, mataron el ganado y destruyeron la bodega. También destruyeron o quemaron toda la madera que había en el convento, incluyendo marcos de puertas y ventanas, arrasaron la biblioteca, la librería coral y la sillería del coro. Asimismo, la iglesia fue utilizada como cuadra, sus retablos usados como leña y las imágenes y sepulcros mutilados o simplemente destruidos.

Una vez acabada la guerra, los dominicos volvieron al convento e intentaron restaurar la vida religiosa y las clases que impartían; prueba de su relativo éxito es que el ayuntamiento de la ciudad les pidiera ayuda en 1816 para fundar una universidad en el propio convento a semejanza de la Universidad de Santo Tomás de Ávila. El proyecto quedó en el olvido, pero en la década de 1820 se mantuvo e incluso aumentó el número de alumnos matriculados en los cursos de Teología, Moral y Metafísica.

La historia del convento como institución religiosa y docente acabó, como la de tantos otros monasterios, con la desamortización decretada por el Gobierno de la Nación en 1834 y que supuso la disolución del convento, la venta de sus bienes entre 1835 y 183656 y la del propio edificio conventual en 184857. Se ponía así fin a casi cuatro siglos de historia tan fecunda desde el punto de vista espiritual, económico, social y cultural. Afortunadamente, poco a poco vamos sabiendo más sobre esta institución, sin duda una de las más importantes de la Extremadura moderna, y esperamos que este trabajo amplíe ese conocimiento.

5. FUENTES INÉDITAS Y BIBLIOGRAFÍA

5.1.  Fuentes

Archivo Histórico Nacional:

Clero, Clero secular y regular, legajo 1406 y carpeta 415, documentos del monasterio de San Vicente Ferrer de Plasencia.

Estado, Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino, legajo 27E. Archivo General de Simancas:

Dirección General de Rentas, 1ª remesa, Catastro de Ensenada, Respuestas Generales, libro 147 (Plasencia).

Registro General del Sello, amparo al monasterio de san Vicente de Plasencia nuevamente reformado, Barcelona, 17 de noviembre de 1492.

Archivo Histórico Provincial de Cáceres:

Protocolos, legajos 237, 581, 693, 1073-1074, 1874 y 2871.

Hacienda, sección Clero, legajo 1 bis, carpeta 37.

5.2.  Bibliografía

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1   HERNÁNDEZ, R. y GALMÉS, L: “Los dominicos y la educación en el siglo XVI”, en DELGADO CRIADO, B. (coord..): Historia de la Educación en España y América. La educación en la España Moderna (siglos XVI_XVIII), Madrid, 1993, pp. 79-85.

2   HERNÁNDEZ, R. y GALMÉS, L: “Los dominicos y la educación en el siglo XVII”, en DELGADO CRIADO, B. (coord..): Historia de la Educación en España y América. La educación en la España Moderna (siglos XVI_XVIII), Madrid, 1993, pp. 457-261.

3  HERNÁNDEZ, R. y GALMÉS, L: “Contribución de los dominicos a la educación en el siglo XVIII”, en DELGADO CRIADO, B. (coord..): Historia de la Educación en España y América. La educación en la España Moderna (siglos XVI_XVIII), Madrid, 1993, p.p. 720-721.

4  Sobre la historia de los Zúñiga, sus vínculos con Extremadura y, en especial, con Plasencia, se pueden consultar los siguientes artículos: LORA SERRANO, G.: “La organización de la defensa militar de un estado señorial y el potencial bélico de un noble a mediados del siglo XV”, Historia, Instituciones, Documentos, 18, 1991, 297-338; IBIDEM: “El ducado de Arévalo (1469-1480): un conflicto señorial en tierras abulenses a finales de la Edad Media”, Historia, Instituciones, Documentos, 25,, 1998, págs. 369- 394; GRANDE QUEJIGO, F. J.: “Don Alonso de Zúñiga y la Glosa de Alonso de Cervantes”, Revista de Estudios Extremeños, LXIII (1), 2007, págs. 405-428.

5  Según este autor, ese primitivo convento estaría situado fuera del recinto amurallado de la ciudad: BENAVIDES CHECA, J.: Prelados Placentinos. Notas para sus biografías y para la historia documental de la Santa Iglesia Catedral y Ciudad de Plasencia, Plasencia, 1999, p. 151.

6   FERNÁNDEZ, A.: Historia y anales de la Ciudad de Plasencia y su Obispado, Madrid, 1627, pp. 107-108; MATÍAS GIL, A.: Las Siete Centurias de la ciudad de Alfonso VIII, Plasencia, 1984, pp. 139-140; TORO, L. de: Descripción de la ciudad y obispado de Plasencia, Plasencia, 1961, p. 31; PALOMO IGLESIAS, C.: “El convento de San Vicente Ferrer, de Plasencia”, Revista de Estudios Extremeños, XXXIV, 1978, pp. 139-141.

7  LÓPEZ MARTÍN, J. M.: Paisaje urbano de Plasencia en los siglos XV y XVI, Plasencia, 1993, p. 322.

8  En la carta de donación otorgada por Leonor Pimentel en 1484 la fundadora dice claramente que “…tengo confiança avrá en el dicho monasterio personas notables en vida, ejemplo e ciencia de donde seguirá aumento al serviçio de Dios e provecho a mí e a mi casa e señorío (el subrayado es nuestro)”: PALOMO IGLESIAS, C., “Carta inédita de la Duquesa de Plasencia, doña Leonor Pimentel, donando a los dominicos el convento de San Vicente Ferrer de la ciudad de Plasencia (22 de agosto y 10 de octubre de 1484)”, Revista de Estudios Extremeños, XXXI (I), 1975, págs. 45-55.  9 FERNÁNDEZ, A.: Historia y anales…, op. cit., p. 108.

10  LÓPEZ MARTÍN, J. M.: Paisaje urbano…, op. cit., p. 323.

11  Así se recoge en el llamado Libro Becerro del convento de San Vicente Ferrer, una recopilación y transcripción de documentos relacionados con el convento que se elaboró a mediados del siglo XVIII, y que fue publicado íntegramente por Crescencio Palomo Iglesias en Archivo Dominicano entre 1982 y 1984; el primer documento que reseñan es “…una escritura de donación de nuestros fundadores don Álvaro de Zúñiga y doña Leonor Pimentel en la cual dicen que por cuanto ellos han edificado a su costa una iglesia y monasterio pequeño, que se llama de San Vicente, en la ciudad de Plasencia que está cabe la Puerta de Trujillo y hoy se llama de Santo Domingo el Viejo…”.

12  En las obras de restauración realizadas en el convento para su conversión en parador de turismo se han hallado numerosos restos de la ocupación judía, tanto de elementos cotidianos como de la antigua sinagoga, cuya ubicación coincide exactamente con la del convento dominico: MATENSAZ VERA, P. y SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, C.: “Elementos judíos en la intervención arqueológica en el convento de San Vicente Ferrer de Plasencia (Cáceres)” en ROMERO CASTELLÓ, E. (coord..): Judaísmo hispano: estudios en memoria de José Luis Lacave Riaño, volumen 2, Madrid, 2003, págs. 507-517.

13  Según el duque, el motivo para dicha expropiación fue que la Mota era “…el lugar más convenible e sano que se pudo fallar en la dicha mi çibdad de Plasençia, en especial segund la quantidad e largueza e anchura e espacio que ha menester el dicho monasterio para ser excelente e famoso segund que lo yo e la dicha duquesa mi mujer lo desseamos…”: PALOMO IGLESIAS, C., “Libro Becerro del convento de san Vicente Ferrer de Plasencia (III)”, Archivo Dominicano, V, 1984, págs. 256-257.

14  PALOMO IGLESIAS, C., “Libro Becerro del convento de san Vicente Ferrer de Plasencia (I)”, Archivo Dominicano, III, 1982, p. 246.

15  PALOMO IGLESIAS, C., “Libro Becerro… (III)”, op. cit., p. 187.

16  FERNÁNDEZ, A., Historia y anales…, op. cit., p. 179.

17  PALOMO IGLESIAS, C., “El convento de San Vicente Ferrer…”, op. cit., págs. 142-143.

18   Archivo Histórico Nacional (en adelante AHN), Clero, Clero secular y regular, legajo 1406, documentos del monasterio de San Vicente Ferrer de Plasencia, testimonio de cómo este convento de San Vicente fue reducido a la observancia en 13 de septiembre de 1492.

19  PALOMO IGLESIAS, C., “El convento de San Vicente Ferrer…”, op. cit., p. 144.

20  Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Registro General del Sello, amparo al monasterio de san Vicente de Plasencia nuevamente reformado, Barcelona, 17 de noviembre de 1492.

21  PALOMO IGLESIAS, C., “Libro Becerro del convento de san Vicente Ferrer de Plasencia (II)”, Archivo Dominicano, IV, 1983, págs. 171-172.

22  PALOMO IGLESIAS, C.: “Carta inédita…”, op. cit., p. 50.

23  SENDÍN BLÁZQUEZ. J.: “Convento e iglesia de Santo Domingo. Los dominicos en Plasencia”, Alcántara, 64, 2006, págs. 95-123.

24  FERNÁNDEZ, A., Historia y Anales…, op. cit., p. 109.

25  Es curiosa la divergencia existente sobre la fecha de la bula papal, ya que en una traducción de dicha bula que se conserva en el Archivo Histórico Nacional se da como fecha el 13 de junio (AHN, Clero, clero secular y regular, legajo 1406, documentos referentes al convento de San Vicente Ferrer de Plasencia, Bula de Sixto IV y sentencias de Rodrigo de Borja). Por su parte, Crescencio Palomo indica que se publicó el 19 de junio (PALOMO IGLESIAS, C.: “Los dominicos y su labor universitaria en Plasencia”, Archivo Dominicano, 25, 2004, pp. 211-235), basándose supuestamente en el ya mencionado Libro Becerro de San Vicente Ferrer. Sin embargo, en dicho Libro Becerro se señala que la bula fue otorgada en “13 kalendas junii”, es decir, el 13 de las calendas de junio, que convertido a nuestro calendario actual resulta ser el 19 de mayo, fecha en la que sin duda se otorgó esta importante bula de Sixto IV (PALOMO IGLESIAS, C., “Libro Becerro… (III)”, op. cit., p. 180).

26   AHN, Clero, Clero secular y regular, legajo 1406, documentos del monasterio de San  Vicente Ferrer de Plasencia, bulas y sentencias sobre los bienes del convento, sentencias de Juan de Gata y Martín de Yanguas.

27  SÁNCHEZ LORO, D.: Historias placentinas inéditas, Cáceres, 1983 volumen III, págs. 225-228.

28   AHN, Clero, Clero secular y regular, legajo 1406, documentos del monasterio de San Vicente Ferrer de Plasencia,  bulas y sentencias sobre los bienes del convento, sentencia del doctor Ruy García de Salamanca adjudicando al monasterio los bienes del priorazgo de San Marcos de Plasencia.

29   AHN, Clero, Clero secular y regular, legajo 1406, documentos del monasterio de San Vicente Ferrer de Plasencia.

30  PALOMO IGLESIAS, C.: “Carta inédita…”, op. cit., p. 52.

31  Crescencio Palomo afirma que la obligación de poner cátedra de teología en el convento aparece en la bula de Sixto IV de 10 de marzo de 1474 por la que daba permiso a la duquesa para aplicar al monasterio las obras pías, memorias y fundaciones no cumplidas (PALOMO IGLESIAS, C.: “Los dominicos…”, op. cit., p. 29). Sin embargo, nosotros hemos podido consultar el original de dicha bula, conservada en el Archivo Histórico Nacional, y en ningún momento se menciona cátedra de teología alguna: AHN, Clero, Clero secular y regular, carpeta 415, documento nº 2.

32  PALOMO IGLESIAS, C., “Libro Becerro… (I)”, op. cit., p. 211.

33  LOPEZ, J. (O. P.): Tercera Parte de la Historia General de Sancto Domingo y de su Orden de Predicadores, Valladolid, 1613, libro 3, pp. 197-198.

34  FERNÁNDEZ, A., op. cit., pp. 111-112.

35  PALOMO IGLESIAS, C., “Los Dominicos…”, op. cit., p. 31.

36  PALOMO IGLESIAS, C., “El convento de San Vicente Ferrer…”, op. cit., p. 144.

37  Archivo Histórico Provincial de Cáceres (en adelante AHPC), Protocolos, escribano Juan González León, legajo 1073, sobre memoria de don Pedro Gómez Carvajal, noviembre de 1648.

38  PALOMO IGLESIAS, C., “Libro Becerro… (I)”, op. cit., 201.

39  PALOMO IGLESIAS, C., “Libro Becerro… (II)”, op. cit., p. 173.

40  AHPC, Protocolos, legajo 1874, escribano Antonio de Oliva, año 1684, testamento del licenciado don Juan Antonio Mengíbar y año 1685, aceptación de fundaciones que hizo el convento de San Vicente Ferrer, s/f.

41   AHPC, Protocolos, legajo 581, escribano Martín Elizondo de Berrueta, año 1719, aprobación para hacer obras en el tejado del convento, s/f.

42  PALOMO IGLESIAS, C., “Carta inédita…”, op. cit., p. 15.

43  AHPC, Protocolos, legajo 237, escribano Francisco Díaz del Campo, 25 de junio de 1615, s/f.

44  AHPC, Protocolos, legajo 2871, escribano Francisco Díaz del Campo, 5 de febrero de 1626, s/f.

45   Los poderes otorgados por el donante, la aceptación del convento, la licencia concedida por el padre provincial y un inventario completo de la biblioteca en AHPC, Protocolos, legajo 1074, escribano Juan González León, 30 de mayo de 1650, s/f

46  Curiosamente, en la biblioteca actual no se conserva dicho letrero, bien porque fue destruido bien porque nunca se llegó a colocar.

47  LUENGO PACHECO, R.: Libros y lectores en Plasencia (siglos XVI-XVIII), Cáceres, 2002, pp. 232-258.

48  FERNÁNDEZ POMAR, J. M.: “Libros y manuscritos procedentes de Plasencia. Historia de una colección”, en Hispania Sacra, XVIII, 1965, pp. 33-102.

49   ANDRÉS, G.: “Historia de un fondo griego de la Biblioteca Nacional de Madrid. Colecciones Cardenal Mendoza y García de Loaisa”, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, tomo LXXVII, 1, enero-junio de 1974, pp. 5-65

50   CARRASCO GONZÁLEZ, G.: “La comisión de don Ascensio de Morales en Plasencia: una muestra de la biblioteca del convento de San Vicente Ferrer de los Padres Dominicos”, en Jornadas de Estudios Históricos. VIII Centenario de la Diócesis de Plasencia (1189-1989), Plasencia, 1990,

pp. 243-254.

51   AHPC, Protocolos, Legajo 693, escribano Luis de la Flor, poder otorgado el 21 de octubre de 1779, folios 361-362.

52   AGS, Dirección General de Rentas, 1ª remesa, Catastro de Ensenada, Respuestas Generales, libro 147 (Plasencia), folio 150.

53   AHN, Clero, clero secular y regular, legajo 1406, documentos referentes al monasterio de San Vicente Ferrer de Plasencia, testimonio firmado por Luis de la Flor, escribano de la ciudad de Plasencia, para pedir licencia para comprar bacalao y salmón en Bilbao, 18 de agosto de 1769.

54   RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G.: Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Plasencia, Badajoz, 1995, p. 626.

55  AHN, Estado, Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino, legajo 27E, carta de José María Ramos Monroy, prior del Convento de San Vicente, orden de Predicadores, de Plasencia, informando a la Junta de los destrozos causados por las tropas napoleónicas. Plasencia, 28 de noviembre de 1809.

56  AHPC, Hacienda, sección Clero, legajo 1 bis, carpeta 37.

57  Boletín Oficial de la Venta de Bienes Nacionales, número 2054, Madrid, sábado 29 de enero de 1848.

Sep 012011
 

Carlos María Neila Muñoz.

1.  METODOLOGÍA DE TRABAJO

El trabajo de campo que he estado realizando para conseguir los datos cuantitativos y cualitativos propios de esta investigación comenzó en el año 2007 como un aspecto más del núcleo central de mi D.E.A. y de mi Grado: “Ritos de paso del ciclo de la vida. Costumbres y tradiciones en Brozas (1900- 1999)”, dirigido por el profesor Dr. D. Javier Marcos Arévalo, de la Universidad de Extremadura. He pretendido unificar, en la medida de mis posibilidades formativas, las dos disciplinas que el profesor Caro Baroja decía que tenían que ir de la mano o que, por lo menos, debían de ser complementarias y no excluyentes: la antropología y la historia. Al día de la fecha (01 de agosto de 2011), he trabajado –o estoy trabajando- en diecinueve (19) localidades, y he recopilado tres mil quinientos setenta y nueve (3.579) expósitos repartidos en los Registros Civiles de estas poblaciones. Para lograr tal fin, no he podido utilizar los índices de los libros, sino que he tenido que ir viendo hoja a hoja, acta a acta, persona a persona… de todos los nacimientos regulados en los correspondientes libros y actas. Es conveniente hacer reseñar la importancia de los testimonios orales recogidos en las distintas localidades, siempre de personas de avanzada edad, que amablemente han accedido a buscar en sus recuerdos vitales cualquier hecho –más o menos anecdótico- relacionados con el tema. Es necesario dar las gracias a los encargados y encargados de los Registros Civiles que amablemente han accedido a mi pretensión investigadora y, como no, a los/as Srs/as. Juez/as y Fiscales que igualmente me han concedido la oportuna autorización para el acceso a los correspondientes datos personales. En lo que hace referencia a la localidad de Trujillo, mi más sincero agradecimiento a Dña. Puerto Cuadrado Calvo, sin cuya amistad, sin cuya facilidad de acceso a las fuentes documentales y sin su constante ánimo, no hubiera sido posible esta investigación.

La Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de carácter personal, tiene por objeto “…garantizar y proteger, en lo que concierne al tratamiento de los datos personales, las libertades públicas y los derechos fundamentales de las personas físicas, y especialmente de su honor e intimidad personal y familiar. Se entiende por datos de carácter personal: cualquier información concerniente a personas físicas identificadas o identificables”. La misma Ley en el título II, en el artículo 4.2 dice que “…los datos de carácter personal objeto de tratamiento no podrán usarse para finalidades incompatibles con aquellas para las que los datos hubieran sido recogidos. No se considerará incompatible el tratamiento posterior de éstos con fines históricos, estadísticos o científicos”, por lo tanto esta etnohistoria y su posterior tratamiento de datos, se ajusta a la opción de considerar ésta como “…operaciones y procedimientos técnicos de carácter automatizado o no, que permitan la recogida, grabación, conservación, elaboración, modificación, bloqueo y cancelación, así como las cesiones de datos que resulten de comunicaciones, consultas, interconexiones y transferencias”. Y teniendo en cuenta la Directiva 95/46/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 24 de octubre de 1995 relativa a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, en el artículo 6.1.b, recogido en la Sección I: Principios relativos a la calidad de datos, dice que los datos personales “…recogidos con fines determinados, explícitos y legítimos, y no sean tratados posteriormente de manera incompatible con dichos fines; no se considerará incompatible el tratamiento posterior de datos con fines históricos, estadísticos o científicos, siempre y cuando los Estados miembros establezcan las garantías oportunas”, esta investigación se ajusta a la normativa vigente sobre el uso y protección de datos personales.

2. BREVE HISTORIA DE LOS REGISTROS CIVILES

El lunes 20 de junio de 1870, apareció en la Gaceta de Madrid1 la “Ley Provisional de Registro Civil”, firmada por el entonces Ministro de Gracia y Justicia Eugenio Montero Ríos (1832-1914). Espín Cánovas (1959) expresa que “la novedad que en su día supuso la ley de 17 de junio de 1870 del Registro civil, al regular por primera vez en España esta materia, anteriormente disciplinada por la Iglesia a través de sus Registros parroquiales, le dio un carácter de ensayo que no escapó a sus autores y hasta quedó plasmado en su propia denominación, calificándola de «Ley provisional». Pero esta provisionalidad que preveía una ley definitiva que recogiese ulteriores experiencias al implantar el Estado el Registro civil, se ha prolongado excesivamente al estar en vigor hasta el 1º de enero de 1959 en que una nueva ley, definitiva, viene a sustituir a aquélla”. Por lo tanto esta ley que entró en vigor el día 1 de enero de 1871 y fue derogada el día 1 de enero de 1959, mantuvo su vigencia a través de dos Repúblicas (1873-1874 y 1931-1939), la Restauración Borbónica (1874-1931) y la dictadura del general Franco (1939-1945) en varias etapas sociales y políticas muy variopintas en cuanto a ideas y en cuanto a la plasmación de las mismas en la sociedad. Esta «ley provisional» y su Reglamento de fecha 13 de diciembre de 1871 expresaba en su artículo 5º que “El Registro civil se dividirá en cuatro secciones denominadas: la primera de nacimientos, la segunda de matrimonios, la tercera de defunciones y la cuarta de ciudadanía; habiendo de llevarse cada una de ellas en libros distintos”. En los que hace referencia a las personas expósitas o depositadas, el artículo 47 dice que “Están obligados a hacer la prese tación y declaraciones que se expresarán en los artículos sucesivos de esta ley las personas siguientes por el orden en que se mencionan: […] 3º. El pariente más próximo, siendo de mayor de edad, de lo que se hubiesen hallado en el lugar del alumbramiento al tiempo de verificarse. […]. 6º. Respecto a los recién nacidos abandonados, la persona que los haya recogido. 7º. Respecto a los expósitos, el cabeza de familia de la casa o el jefe del establecimiento dentro de cuyo recinto haya tenido lugar la exposición. […]”. Y el artículo 49 expresa que “Respecto a los recién nacidos abandonados o expósitos, en ves de las circunstancias números 3º, 6º y 7º del artículo anterior [48] se expresarán: 1º. La hora, día, mes y año y lugar en que el niño hubiese sido hallado o expuesto. 2º. Su edad aparente. 3º. Las señas particulares y defectos de conformación que le distingan. 4º. Los documentos u objetos que sobre él o a su inmediación se hubiesen encontrado; y demás circunstancias cuya memoria sea útil conservar para la futura identificación de su persona”.

3. ETNOHISTORIA DEL ABANDONO. LOS EXPÓSITOS EN LA PROVINCIA DE CÁCERES (1871-1949)

Las localidades donde he realizado trabajo de campo en los respectivos Registros Civiles, son las siguientes2:

Tabla 18-1

De forma resumida, las personas depositadas, expuestas o abandonadas por sexo, en Trujillo y en la provincia de Cáceres, son:

Tabla 18-2

Se puede apreciar que no hubo preferencia en el abandono de niñas frente al de niños. Es un hecho verificable en función de los datos anteriores, aunque es idea general –errónea en este caso- que se abandonan más niñas que niños por la concepción sexista del trabajo imperante en una sociedad machista, paternalista y patriarcal a favor del varón.

A continuación se cita la temporalización de expósitos abandonados o expuestos hasta la mitad del siglo XX, ya que a partir de esta fecha, no se registra ningún caso más de abandono, comparando los datos recopilados en la localidad de Trujillo con los de la totalidad de las localidades investigadas, son:

Tabla 18-3

Tabla 18-4

Siguiendo con la temporalización, los datos sobre los meses de cuándo se depositaban o se exponían los niños y las niñas abandonados en los tornos de las casas cunas o en otros enclaves de las localidades, son las siguientes:

Tabla 18-5

De forma visual, se puede apreciar los datos a nivel provincial en el gráfico que a continuación aparece:

Tabla 18-6Veamos este testimonio recogido en la localidad de Navas del Madroño:

 “Abandonaban a los pobrecitos en el torno cuando más frío hacía. Yo casi no me acuerdo porque era muy joven y a mí me lo contaba mi madre, […] ¿… que de dónde eran? Pues casi todos eran de los señoritos y del hambre que había…

En la tabla y en el gráfico que aparece a continuación, se puede apreciar la estacionalidad en que se expusieron a los niños y a las niñas, pero con datos globales extraídos de los Registros Civiles de las diecinueve localidades donde se ha hecho –o donde se está realizando- trabajo de campo etnográfico e historiográfico:

Tabla 18-13

Tabla 18-8

Las posibles explicaciones del ritmo estacional de la exposición, de por qué los niños o las niñas se depositaban más en la temporalización anteriormente mencionada, pueden ser:

–  Las inclemencias del tiempo en los meses de otoño y de invierno, unidas a las malas condiciones climatológicas imperantes en ciertos momentos del período estudiado.

–  La coyuntura económica adversa. El trabajo agrario faltaba y no había ingresos: se pasaba hambre y/o necesidad alimenticia, unido al alza de los precios del trigo y a la escasez de los productos de primera necesidad que según Fernández Ugarte (1988) “esto nos permitirá ver la influencia que sobre la concepciones tuvo el ciclo agrícola, no tanto por sí mismo […] como por el hecho de que este ciclo fue el que sirvió para montar sobre él toda una estructura religioso-lúdica, que es la que afectó de un modo mucho más directo a los distintos comportamientos sociales”.

–  En el mes de diciembre había celebraciones familiares y el sentimiento re- ligioso podría afloraba más en el corazón y en la economía de los ciudadanos pudientes.

–   Por Navidad, la caridad cristiana y la piedad religiosa externa se hacían más visibles de cara a la comunidad.

–  En los meses de invierno los días eran más cortos, había menos luz y esto ayudaba a realizar un acto prohibido e ilegal de abandono con nocturnidad y alevosía.

–   En los meses de verano existían peores condiciones higiénico sanitarias, por lo que la mortalidad aumentaba en niños/as que al ser depositados mostraban déficits nutricionales.

–  En una sociedad calificada de rural, es innegable que el ritmo cronológico biológico impuesto por la sociedad a través de ciertos acontecimientos políticos, religiosos, alimenticios… incidían en el abandono o exposición de las personas.

He aquí el testimonio de una mujer recogido en la actualidad en la localidad de Brozas:

“La gente iba por la noche, cuando no las veían nadie y por las calles que no tenían luz. Eso era por culpa de la mala conciencia. Dejaban a los niños para que les dieran de comer la inclusera o se los llevaban a la casa de la madre de Cáceres. Muchos se morían porque no tenían sus padres con qué darles leche y…

¡que no salían ‘pa’lante’…! Pero así eran muchos y unas veces se sabía de quién eran y otras no… y otras nos callábamos porque […] no había p’comer y a los niños pequeños se les veía con la barriga como una pandereta…”

Otro ejemplo recogido de un hombre en la localidad de Trujillo:

Eso fue antes de la guerra, cuando la gente no tenía trabajo y no tenían que comer. ¿Cómo iban a criar a los hijos? Pues le daban la teta las nodrizas pero ninguno salía adelante porque no se sabían de quiénes eran […] o la gente se callaba por miedo y no se decía nada… […] ¿Qué cómo se llamaban?

Pues como les daba la gana a los del Ayuntamiento, como el día de la semana [¿…?] como el nombre del calendario del día…

Los resultados obtenidos de cuándo se depositaban los recién nacidos en los distintos lugares a nivel provincial, a lo largo de las veinticuatro horas del día son los siguientes:

Tabla 18-9

Tabla 18-10Con respecto a esta variable temporal de exposición, Fernández Ugarte (1988) expresa que “las familias que abandonaban niños por ser ilegítimos tratarían de no ser vistas, pues de lo contrario su vergüenza sería pública; por ello creemos que los expósitos abandonados a altas horas, aprovechando la oscuridad y lo desierto de las calles, serían probablemente ilegítimos. Nos parece importante señalar que esta medida de precaución que tomaron muchos padres para salvaguardar su buena fama resultó sumamente perjudicial para los niños, especialmente en invierno, ya que las inclemencias de las horas nocturnas les resultarían fatales en la mayor parte de los casos”.

Una vez que se ha comprobado la temporalidad del abandono, se pueden exponer las hipótesis sobre el por qué del abandono. Después del trabajo de campo realizado he llegado a las siguientes conclusiones:

–  Por no poder los progenitores biológicos y las respectivas familias mantener al recién nacido que, casi siempre, era el más pequeño de una serie de ellos.

–  Por ser hijo/a de padre desconocido o lo que es lo mismo: por ser hijo ilegítimo de madre soltera, tenido fuera del enlace matrimonial civil o religioso, claro fruto de un comportamiento pecaminoso de acuerdo con la mentalidad socio-religiosa imperante en ese momento histórico.

–   Por ocultar al recién nacido, fruto de relaciones conyugales prohibidas socialmente, bien sea por un adulterio o por aventuras con los “señoritos” de turno, terratenientes en la mayor parte de las ocasiones y dueños de la tierra y del trabajo, lo que se traduce en su poder económico incontestable sobre sus trabajadores o “inferiores”.

–   Por fallecimiento de uno de los progenitores y no poder hacerse cargo el otro miembro de la pareja ni sus respectivas familias de su subsistencia.

–   Por ser fruto de la relación de dos personas menores de edad –o al menos una de ellas- sin dedicación laboral, sin haber hecho el servicio militar ni poseer medios económicos para la subsistencia.

La mayor parte de la información que aportan las personas depositadas, provienen de las cédulas, que eran trozos de papel que proporcionaban datos sobre el abandono y de las circunstancias que rodeaban a la persona (Torrubia Balagué: 2004). Fernández Ugarte (1988) dice que “llamamos cédula a los pedazos de papel con que los niños solían ser abandonados y donde los fami- liares ponían una serie de datos sobre el pequeño, que podrían servir a los administradores de la Inclusa de orientación y a las criaturas de ayuda en la dura vida que para ellas comenzaba”. Las cédulas recogidas y que han llegado a nuestros días, son pocas en comparación con el número de expósitos, y es probable que la mayor parte de ellas se perdieran y no aparezcan relacionadas en las actas de nacimiento o adjuntas en los libros cuando fueron encuadernados o encolados. Torrubia Balagué se cuestiona si nos podemos fiar de la información que ofrecen los textos pues podrían ir buscando tranquilizar la conciencia de los padres biológicos o conseguir un trato de favor en la Casa Cuna. Pero, ¿quién o quiénes escribieron estas notas? Todas las que he encontrado proceden de los propios interesados o de la familia o allegados, en ningún caso de personas o autoridades, por lo menos en lo que depende a su contenido y a la manera de presentación de las mismas. Álvarez Santaló (1980) clasifica las cédulas en“escuetas o simples” y “explicativas o complejas”. A lo largo de esta investigación únicamente se han encontrado cédulas del primer tipo, donde se hace constar datos como: el nombre que se ha de poner, la fecha de nacimiento y si está por bautizar o no.

En las cédulas se podía encontrar en un alto porcentaje de textos si el niño o la niña estaban o no bautizado, buscando la salvación espiritual por si la salvación material estaba alejada o era difícil o complicada de convertirse en una realidad. Existían normalmente dos tipos de bautismo: el de “solemnidad”, que era administrado por la jerarquía religiosa con poderes para la imposición del sacramento y el de “socorro” o de “necesidad”, que era administrado en caso de necesidad vital por cualquier persona que se encontrara en ese momento en el momento del parto o de la exposición. En esta investigación he encontrado reseñas como las que a continuación se expresan:

◉ “Este niño no está bautizado

◉ “Este niño está por cristianizar”.

◉ “La niña            3 a recibido el agua del socorro en la casa”.

◉ “           4 tiene el agua de socorro y está cristianizado”.

Veamos este ejemplo recogido de un testimonio realizado por un hombre en Alcántara:

“Como eran niños que, por lo general, estaban malnutridos y con mucha hambre, también los ponían en el torno por la mañana para que la inclusera los apuntara en el registro y los bautizaran rápidamente por si se morían y se quedaban donde van los niños que no han sido bautizados…”

Teniendo en cuenta estos hechos, en las actas de nacimiento se hacía constar igualmente si las personas depositadas mostraban algún defecto físico o señal alguna que los pudieran distinguir en un hipotético futuro y ante una posible reclamación de paternidad, tanto por parte de padre como de madre –fueran o no biológicos-. Los textos que aparecen en las cédulas eran los siguientes:

*  “Sin señas particulares ni defectos de conformación que le distinga”.

*  “Sin tener señal alguna particular”.

*  “Sin señales que le distinga”.

*  “Sin papel, señal o distinción alguna encima o en sus inmediaciones”.

*  “No se ha encontrado nada, ni señal, ni defecto, ni papel”.

Una vez que sabemos dónde y cómo han sido expuesto, es conveniente saber qué ropas llevaban puesta cuando se depositaron los niños y las niñas. Normalmente se hacía constar estos datos en una nota marginal en el acta de nacimiento o, simplemente, se escribía encima de las líneas pautadas que existían en la mayoría de los libros depositados en el Registro Civil. ¿Por qué estos datos? Pues para una futura identificación por parte de los padres o familiares en una hipotética reclamación sobre la paternidad y la reclamación del niño/a de la institución donde habitara de forma temporal. Expresa Torrubia Balagué (2004), citando a Álvarez Santaló, que “la cantidad y la calidad de las mismas pueden servir para identificar la procedencia social y económica de los niños con el fin de averiguar después las causas que motivaron los abandonos”. Pues bien, las prendas con las que se depositaban estaban casi siempre deterioradas o en mal uso. Veamos algunos ejemplos:

Persona depositada el 27 de junio de 1879: “…venía envuelto en una camisa vieja a medio uso, una mantilla amarilla de paño viejo, un jubón de listas viejo, una faja vieja colorada, otra mantilla de peluza blanca vieja y una gorra blanca

Persona depositada el día 13 de diciembre 1883: “…venía vestido de una camisa de cuello, de lienzo crudo a medio uso, un trapo de lienzo por pañal, una mantilla amarilla, bayeta frisa, otra de peluza vieja, un jubón de percalina nuevo, una liga por faja, dos gorras viejas”.

Persona depositada el 18 de noviembre de 1885: “…vino envuelto en una gorra blanca de piqué, camisa vieja, jubón de percal viejo, pañal de lienzo viejo, una mantilla de peluza vieja, otra amarilla frisa nueva”.

Persona depositada el 08 de enero de 1886: “…vino envuelto en una camisa y pañal viejo, jubón alistado viejo, una mantilla de paño amarillo viejo, gorra y marmota corta”.

Persona depositada el 20 de abril de 1889: “…venía envuelta en una gorra negra, una gorra blanca con puntilla de lino, una camisa de brugueta vieja, un jubón de percal negro y colorado, pañal de lienzo viejo, una mantilla vieja color grosella, otra de lino y lana vieja y como faja nueva un pañuelo viejo al pecho”.

Persona depositada el 10 de marzo de 1890: “…venía envuelto en dos go- rras blancas viejas de brugueta, un jubón de lienzo crudo, unas mangas viejas negras, una mantilla se peluza y otra vieja de bayeta usada, un pañal y faja encarnada de dos ligas”.

La antroponimia u onomástica antropológica es la rama de la onomástica que estudia el origen y significado de los nombres propios de persona, investigando igualmente, los nombres de pila, apellidos, linajes, apodos o motes. En este caso me voy a centrar en los nombres y apellidos –una o dos palabras, según los casos- que, por lo general, y si no se hacía constar la preferencia por un nombre u otro en cédula, papel o documento adjunto que portara el niño/a depositado, era designado por: la encargada de la casa cuna o casa torno que podría ser –o no- nodriza; por el juez municipal; por el secretario municipal; por personas influyentes en la localidad –bien sea por profesión, por estado económico, por título nobiliario- o por los religiosos del lugar. A la hora de poner el nombre y los apellidos siempre ha sido la adjetivación de “de la iglesia”; “de la villa”; “expósito”, sin olvidar el nombre del patrón o la patrona del lugar y del santo o de la santa del día en que nació o fue depositado: el recurso al santoral era bastante corriente.

A partir del segundo cuarto del siglo, esta práctica él depósito, la exposición, el abandono- entra en declive hasta que es abandonada por varios motivos a saber:

* La “culturización” del pueblo llano o de los/as cacereños/as del último tercio del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX al poseer una visión algo más amplia, abierta y optimista de la vida.* La presión social contra las personas que, de forma directa o indirecta, abandonaban a los recién nacidos: culpables y encubridores. En algunos casos por acción y en otros casos por omisión.

* La recuperación económica que, aunque con ciertas inflexiones, no provoca hambruna endémica o por lo menos se atenúa con mayor celeridad que en décadas precedentes.

* Las condiciones higiénico-sanitarias en la población en general que han mejorado por los avances médicos, la mayor salubridad de las aguas y la incipiente investigación científica.

* El calor excesivo que provoca la aparición de epidemias, trastornos gastrointestinales, deshidratación, inanición…

4. ETNOHISTORIA DEL ABANDONO. LOS EXPÓSITOS EN TRUJILLO (1871-1949)

Después de haber realizado el trabajo de campo en el Registro Civil de Trujillo, he obtenido la suma de quinientos cincuenta y nueve (559) expósitos o depositados en el contexto geográfico-temporal de la localidad. Los niños y las niñas fueron expuestos o depositados en los siguientes lugares de la población, con una mayoría aplastante en los dos primeros lugares:

+  En el torno de la Casa Cuna.

+  En la puerta de la casa donde habitaba la encargada de la Casa Cuna.

+  A la puerta de las iglesias.

+  En domicilios particulares de personas que vivían en la localidad.

Siguiendo con la temporalización, los datos sobre los meses de cuándo se depositaban o se exponían los niños y las niñas abandonados en el torno de la casa cuna o en otros enclaves de la localidad, son las siguientes:

Tabla 18-11

De forma visual, se puede apreciar los datos en el gráfico que a continuación aparece:

Tabla 18-12Los/as niños/as depositados, teniendo en cuenta la temporalización estacional, es la siguiente:

Tabla 18-13

Y los datos anteriores visualmente, son:

 Tabla 18-14

 En Trujillo hay catorce (14) niños/as que los depositaron con cédulas, documentos o notas adjuntas, cuyos contenidos se copiaron textualmente en las respectivas actas de nacimiento y de las que no se guardan los originales ni se conservan adjuntas en los libros de nacimientos como en otras localidades. En estos casos, debemos considerar verídica la información que allí se expresa. Algunos ejemplos son:

+ En Junio de 1875: “Se a de llamar vir el agua” ____5 y nació el día 12, sin el recivir el agua”.

+ En Septiembre de 1878: “Nacio a las diez de la noche, con el nombre de  _____6 del día en que a nacido”.

+ En Julio de 1891: “Oi 19 de julio nació un niño que se a de llamar______7 a las dos o las tres de la tarde en la casa de su madre, para que le den de comer

+ En Diciembre de 1902: “A quien tenga caridad esta niñita recién nacida que tiene el agua de socorro”.

+ En julio de 1914: “Se tiene que llamar Pedro porque se es muy importante asi y nació hace dos días… a quien pueda ayudarlo…

Estos documentos podían servir para personalizar al niño o a la niña y para dar ciertas pistas o detalles de su nacimiento o de las apetencias, gustos u obligaciones a la hora de asignarles algún nombre. En ciertos casos, se utilizaba igualmente para hacer constar si el niño o la niña estaba bautizado o no de forma solemne o de socorro, por un posible y más que probable fallecimiento o si eran reclamados por los hipotéticos progenitores, familiares o personas interesadas.

En el caso de Trujillo ningún niño y/o niña presentaba alteración física apreciable ni constatable diga de reseñar, tal y como legisla la “Ley provisional del Registro civil”, pues esto significada un dato más a la hora del regreso del niño/a a la familia origen –nuclear o no- o a la nueva familia constituida por alguno de los progenitores.

La toponimia de la localidad, como rama de la onomástica que se ocupa del estudio de los nombres de lugar (accidentes geográficos, calles, núcleos de población, etc.), no tuvo gran repercusión en los depositados, que fueron asignados con nombres propuestos por las autoridades locales (civiles o religiosas) y por las referencias que constan en las cédulas correspondientes.

El tiempo de vida de las personas depositabas variaba mucho y los responsables de la Casa Cuna especificaban muy claramente las horas o los días que ‘aparentemente’ tenían –o creían tener- estas niñas y estos niños. En el caso que nos atañe en esta comunicación de Trujillo, se puede apreciar que hay dos grandes grupos a tener en cuenta, especificando la terminología utilizada en el momento de la redacción de las actas:

– «Edad aparente una hora»; «Como de una hora de edad»; «Tenía una hora de edad y lo aparentaba»; «Se creía que era de una hora porque era recién nacido»…

– «Al parecer de un día»; «Edad aparente de un día»; «Como de un día de edad»; «Edad aparente veinticuatro horas»; «Aparenta un día»; «En el día de hayer»; «Edad aparente como veinticuatro horas»; «Un día de vida, nacería ayer»; «Se cree que tiene un día o alguno más pero pocos»; «Por como viene el niño ayer nacio o poco mas, pero poco…»…

Después existe una amplia gana de horas y días pero ya con casos puntuales. Se puede extrapolar los datos de Trujillo con resultados definidos y concluyentes como son las horas en que se aprecia una mayor frecuencia en cuanto al abandono de los recién nacidos para extraer conclusiones, al igual que con los datos recogidos en el trabajo de campo realizado en las distintas localidades se puede apreciar que las horas eran cuando había poco tránsito por las calles y cuando el depósito se podía hacer con mayor impunidad cobijada la persona que exponía al niño o a la niña, bajo el manto nocturno. Hay, igualmente cierto depósito a primeras horas del día, esto se debía a:

Por la noche, sin luna y en silencio donde nadie viera a su madre… o a quien fuera… ir a poner el niño en la puerta o en el torno. Por la mañana siempre me decían que había un niño muerto de frío y hambriento… ¡pobrecito!

Los resultados obtenidos de cuándo se depositaban los recién nacidos en la casa cuna, a lo largo de las veinticuatro horas del día son los siguientes:

Tabla 18-15

Tabla 18-16

En lo que respecta a la mortalidad está representada a lo largo de todo el año; los fríos invernales y los calores estivales juegan en contra de la fragilidad y debilidad de los expósitos, por mucho que los responsables de las casas cunas y del trabajo de las nodrizas, tanto internas como externas o contratadas en la comunidad, hicieran por sacar adelante a estos niños fruto del hambre, de la pobreza y de la ilegitimidad.

Los expósitos que sobrevivían unos días en la localidad, eran trasladados por los medios de locomoción más variados, entre los que destaca a lomos de caballerizas a Cáceres. La Casa Cuna de la capital de provincia los recibía… pero eso ya es otra historia.

5. BIBLIOGRAFÍA

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1  Gaceta de Madrid. Lunes, 20 de junio de 1870. Año CCIX. Nº 171.

2  A fecha 01 de agosto de 2011, sigo haciendo trabajo de campo en los Registros Civiles de las localidades de Cáceres, Navas del Madroño y Trujillo. Aunque cuento con la correspondiente autorización, no he comenzado la investigación en el de Plasencia por falta de tiempo material. Por lo tanto los datos vertidos en este documento y referidos a estas localidades, son parciales porque están incompletos.

3  Se omite el nombre.

4  Se omite el nombre.

5  Se omite el nombre.

6  Se omite el nombre.

7  Se omite el nombre.

Sep 012011
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz.

 

1.  INTRODUCCIÓN

1.1.  Generalidades

Nos produce cierto desagrado oír o leer los trabajos que de nuestros tres paisanos se vienen realizando con motivo de la conmemoración del 500 aniversario del nacimiento de Francisco de Orellana. Da la impresión que, todo está hecho, que todo está aclarado y que no existen posibilidades de encontrar más versiones del famoso viaje que la mencionada por estos autores sin que existan controversias cuando son éstas lo natural y lógico; es lo que marca la lectura de las fuentes más directas.

Por lo general, en la mayoría de esos trabajos se valoran generosamente de igual manera las fuentes directas –los escritos de nuestros tres paisanos- que las indirectas realizadas por los demás cronistas; compuestas éstas, en el mejor de los casos, a partir de los testimonios orales de protagonistas, generalmente acompañantes, y otros que se harían pasar por ellos e incluso imprecisiones supuestas por los mismos cronistas secundarios.

La utilización en nuestro trabajo de las numerosas fuentes secundarias generaban una cantidad de datos tan elevada que, por lo contradictorio del tema, al final eran una maraña imposible de ordenar. Por esto decidimos usar como base de nuestro trabajo los testimonios facilitados por Gonzalo Pizarro en su carta al rey de 3 de septiembre de 1542; la relación que el padre Gaspar de Carvajal realizó durante la navegación o recién terminada ésta, existente pocos meses después de la carta de Gonzalo y los documentos que Francisco Orellana presentó al Consejo de Indias el 7 de junio de 1543.

Otros escritos menos directos, posteriores, pero que estimamos de interés para atestiguar o completar lo dicho son empleados para reforzar y clarificar lo simplemente apuntado por nuestros tres personajes entre ellos destacan los de Pedro de Cieza de León; el relato de Pedro Ordóñez de Cevallos, firmado como el Clérigo Agradecido, primer sacerdote que penetra en parte de la zona con un propósito político – militar, en el último cuarto del s, XVI las cartas del padre Rafael Ferrer S. J., que intenta evangelizar la zona a principios del s. XVII y muy brevemente al cronista oficial Gonzalo Fernández de Oviedo.

Debemos aclarar que la fuente facilitada en la relación del padre Carvajal, en las primeras páginas que son las que hemos utilizado, suele utilizar una construcción conceptista en las frases que, sin perder el sentido de los hechos, permite hacer una lectura más extensa y profunda de los mismos, sin perder el sentido del relato y sin alejarnos de la realidad. Otras veces, por determinados detalles, podemos saber lo sucedido a pesar de que se nos narraron unos hechos con apariencia de absurdos pero que nosotros hemos reinterpretados con buena lógica.

En lo tocante a Orellana, si se toma el relato de fray Gaspar superficialmente jamás se duda de los nobles fundamentos de su viaje: fue un héroe mitológico de conducta intachable. Lo contrario supondría sospechar la posibilidad de traición no ya en Orellana, sino en cualquier héroe. Esto choca de lleno con la épica, que al fin de cuentas es el género predominante al que la mayoría han dado lugar. Esta actitud, tan simplista tiene que ignorar por medio del silencio la relación basada en los datos que nos proporcionó Gonzalo Pizarro.

La Historia muchas veces es difícil de completar y contar. En nuestro caso lo es desde el principio, desde los orígenes, debido a la doble finalidad que encontramos en las mencionadas fuentes. Radicalmente para Gonzalo, Orellana es un traidor; para fray Gaspar es un héroe.

En nuestro trabajo hemos descubierto la posibilidad de que no fuera ni lo uno ni lo otro. Como se verá, tras la lectura y comentarios de estos párrafos se puede llegar a la conclusión de que los dos cronistas no conocían toda la verdad, ésta solamente era conocida por Francisco de Orellana y sus escritos fundamentales sobre el particular, si los hubo, no se encuentran.

En otro orden de cosas debemos abordar el problema de la determinación más o menos exacta de la ruta que siguieron. Inclinarnos por una u otra es fundamental para nuestro trabajo. Nosotros hemos tomado la opción por la que, tras abandonar el río Coca, asciende hacia las tierras de Pasto y Popayán y desciende por el río Putumayo, localizando entre éste y el río Caquetá, a los omaguas. Este trayecto es un destacado escenario que propicia la ambientación necesaria  a la narración de las acciones de nuestros personajes con una coincidencia bastante certera. Nos hemos inclinado por seguir la lógica de esta ruta porque casi todo en ella coincide. La opción no es nuestra, la encontramos propuesta por la artista colombiana Gilda Mora1.

Más adelante aclararemos también los desajustes en las distancias manejadas, por presentar las unidades empleadas, las leguas, aparentes imprecisiones.

Aunque encuentren buena correspondencia estos dos temas en nuestro trabajo, nos parecen propios de estudios particulares.

Nuestro trabajo tiene unos límites bien definidos. Comienza en Quito, con los preparativos y el inicio del viaje en fechas cercanas a febrero de 15402. Su término tiene lugar cuando surge la separación entre los personajes: Gonzalo queda en tierra con el real y Orellana con fray Gaspar y sus compañeros navegan “oficialmente” en busca de comida, a finales de ese mismo año3.

1.2.  Los personajes

No es frecuente que la narración histórica, no novelada, presente tres protagonistas de la misma ciudad y de edades cercanas. Gonzalo Pizarro nació hacia el año 1510, Francisco Orellana en 1511 y Toribio Medina sitúa el nacimiento de Gaspar de Carvajal sobre 15044. Nuestro Gaspar cuenta con unos 37 años al comenzar el viaje; Gonzalo y Orellana rondaban los 30.

Gonzalo Pizarro pasa a América en 1530 en compañía de sus hermanos Francisco, Hernando y Juan. Participó con su particular valentía, en todos los conflictos bélicos acaecidos a su familia en América. Francisco Pizarro lo nombra Gobernador de Quito como medio de acometer con diligencia la conquista del País de la Canela y el Dorado; cuestión que en ese momento se les escapaba de las manos por la marcha y posterior maniobra de Sebastián de Belalcázar ante Carlos I pidiendo una gobernación5..

Para tomar posesión de su nuevo cargo, Gonzalo marcha desde la recién conquistada Charcas a Quito, vía Lima. Desde aquí va agrupando soldados y enseres. En Lima convence a Fray Gaspar de Carvajal para que les acompañe. Juntos marchan a Quito donde Gonzalo Pizarro toma posesión de la gobernación que le había otorgado su hermano; a este acto asiste también Francisco Orellana que pasa a depender del nuevo gobernador como señor de Guayaquil y Puerto Viejo. Igualmente, al acto de posesión no debió faltar el paisano y capellán de la expedición Fray Gaspar de Carvajal por su muy probable estancia en esa ciudad por esas fechas y por ese motivo6.

Francisco Orellana llegó a América cuando tenía unos l6 años, es decir hacia 1527. Pronto se relaciona con el clan de los Pizarros, sus paisanos, y tras una estancia en Guatemala, marcha a Lima. En 1538, tras participar victorioso en la batalla de las Salinas, principio del fin de la guerra civil contra Almagro, es enviado por Francisco Pizarro como Teniente General a Puerto Viejo y Guayaquil, al norte del incario en el actual Ecuador. Como hemos dicho, en 1539 asiste y acata la toma de posesión de Gonzalo Pizarro como gobernador en Quito, era su gobernador7.

Gaspar de Carvajal, dominico, había partido hacia América en 1536 y en 1538 se halla en el convento de Lima como Vicario General. Gonzalo Pizarro, cuando marcha a Quito a tomar posesión de su gobernación en 1539, le habla del proyectado viaje al País de la Canela y el Dorado. La necesidad de capellanes que les asistan en sus necesidades espirituales, las posibilidades de evangelizar los nuevos territorios, la muy probable presencia de Orellana…animó a nuestro clérigo a acompañarle. Carvajal convencido, se traslada a Quito en ese mismo año8.

2. EL VIAJE

2.1.  Primera etapa: Quito – Valle de Zumaque (Zumaco, Çumaco)

2.1.1.  La entrevista

Nos dice el padre Carvajal:

“…venía a gobernar a Quito y a la dicha tierra quel dicho capitán tenía a cargo; y para ir al descubrimiento de la dicha tierra, fue a la villa de Quito, donde estaba el dicho Gonzalo Pizarro, a le ver y meter en la posesión de la dicha tierra. Hecho esto, el dicho Capitán dijo al dicho Gonzalo Pizarro como quería ir con él en servicio de Su Majestad y llevar sus amigos y gastar su hacienda para mejor servir; y esto concertado, el dicho capitán se volvió a reformar a la dicha tierra que a cargo tenía…” 9.

Aquí se nos menciona, con total nitidez, los dos objetivos de este viaje de Orellana a Quito: primero, asistir a la posesión de la Gobernación de Gonzalo y segundo entrevistarse con él para intentar “asociarse” en la próxima expedición.

Para acercarnos a las fechas de la entrevista y posesión que con Gonzalo celebró Orellana recurrimos al cronista Toribio de Ortiguera que, como ya mencionamos, determinar el tiempo de salida de la expedición de La Canela; fue un par de meses antes:

“…Por el mes era de Hebrero del año del nacimiento de Nuestro Redentor y Salvador Jesucristo de 1540…”10

Es lógico pensar que el padre Carvajal, paisano de ambos, debió tener algún conocimiento de la entrevista ya que como hemos mencionado, lo lógico es que estuviera al tanto en la toma de posesión de Gonzalo; allí vería también a Orellana, su compañero de próxima aventura, del que acabará siendo su parcial confidente.

La entrevista nos aproxima a un acuerdo entre los dos militares que en lo esencial consistía en un aporte a la expedición por parte de Orellana de veintitrés hombres. Orellana debía poder relacionarse con un mayor numero de caballeros ya que los había utilizado en la reciente reconquista de Guayaquil. Además contribuyó con una importante cantidad de dinero: 40.000 pesos de oro.

Nos lo dice Carvajal en la continuación:

“…que por no llevar más de veintitrés hombres…”11.

“…y para seguir la dicha jornada gastó sobre cuarenta mil pesos de oro…”12.

Por las crónicas solo sabemos que la contrapartida de Gonzalo consistía en aceptar en la expedición la compañía de Francisco y sus caballeros, la aporta- ción económica; y según Cieza de León a cambio Gonzalo le otorga el apetecible título de Teniente General del Real que solía llevar consigo elevados privilegios a la hora de repartos.

”… al cabo de algunos días llegaron a Zumaque, donde estaba Pizarro é toda su gente, é con ellos recibió mucho placer, é nombró por su Teniente general á este Francisco de Orellana.” 13.

La cuestión del título no solamente lo sabemos por el cronista, Orellana no deja de mencionarlo en sus escritos de descargo presentados en el Consejo de Indias el día 7 de junio de 1543:

“ …la tercera, que no había causa para que yo me alzase, pues era el principal del real,…”

“…y a todo lo suso dicho vino por nuestro Capitan y Tiniente General, como lo era del dicho Gobernador; y agora hemos visto haberse desistido de dicho cargo que del señor Gobernador tenía por se excusar del mucho trabajo que tenía…”14.

2.1.2.  El regreso de Orellana

Tras la entrevista, Orellana vuelve a Guayaquil para realizar los preparativos del viaje y ordenar sus asuntos privados, cotidianos y futuros; después regresa a Quito. Debía venir ilusionado con la expedición, pero quedó perplejo ante los hechos: Gonzalo marchó con el real sin que aparentemente deje recado que lo justifique. No sabemos los motivos de su marcha pero sin duda faltó al acuerdo alcanzado entre ambos.

La crónica de fray Gaspar narra con rapidez y sin entrar en detalles descriptivos, esa parte del viaje de Orellana.

y cuando llególe fallo que era ya partido, de cuya cabsa el Capitán es- tuvo en alguna confusión de lo que debía de hacer…”15.

¿Qué hacer? ¿Seguir los consejos de los que les presagiaban un oscuro porvenir si continuaba? Es decir, regresar a sus tierras en Guayaquil y  Puerto Viejo o ir tras la riqueza de la Canela y el Dorado. La decisión se produce por la introducción de un elemento idealista en el razonamiento muy propio del siglo y del momento: Se recurre al servicio de su Majestad el rey Carlos I. Después sin más dudas se parte.

La carta de Gonzalo Pizarro a Carlos I nada menciona de la entrevista, de los preparativos de su primo, de la ida y vuelta de éste a Guayaquil, de la aportación económica, ni de las personas que Orellana aportó a la expedición, ni por supuesto, del inapropiado comienzo de marcha. En circunstancias normales es excesivo este silencio pero la finalidad de la misma carta –acusar de traidor a Francisco- explica como su carga emocional pudo imponer un silencio que, de no haber existido, habría tendido a beneficiar a Orellana: es pues la carta de Gonzalo una narración que, desde sus comienzos, rezuma partidismo. Francisco aunque no escrito, era en realidad su socio y como se ha visto, en apariencia, en esta ocasión, fue claramente rechazado, expresión que, como se verá, no evidencia abiertamente su oposición aunque fuera también deseado por Gonzalo para marchar en la expedición. De momento Orellana aguanta el envite sin aparentes problemas. A nuestro entender, a lo largo del viaje aflorará esa ambivalencia producida por una falta de sintonía, muy generalizada, que repunta al final de forma inesperada.

No está demás recordar brevemente lo que, nos cuenta Cieza al hablar del personaje Pedro de Puelles, en los tomos I y II de sus Guerras Civiles del Perú.

Nos dice que días antes de partir Gonzalo con su expedición, Pedro había llegado a Quito desde la costa; Pedro Puelles era reconocido enemigo de Belalcazar y en ausencia de Gonzalo quedó en Quito de Teniente y Justicia Mayor.

¿Quién era y de dónde venía el recién llegado Puelles en un momento tan oportuno para él?

Puelles llegó al Perú con las tropas de Pedro Alvarado en 1534. Compradas éstas, fue asimilado a las de Belalcazar. Desde entonces no deja de ocupar cargos político y militares importantes en la naciente sociedad quiteña. Dónde ya tuvo enfrentamientos con Sebastián.

No hacía mucho, hacia 1538, había sido apresado por Belalcazar en la población de Villaviciosa de la Concepción de Pastos, donde era Primer Teniente de Gobernación. Preso, fue trasladado por la expedición de Belalcazar hacia el norte. Tras dejar la sabana de Bogotá, lo lleva hasta Cartagena de Indias. Antes de marchar a la Península Belalcazar lo devuelve con destino al Perú; lleva informes para Francisco Pizarro sobre sus movimientos. Las pretensiones de Belalcazar eran claras: marchaba a la Península a solicitar para si la gobernación de Quito. Finalmente se le entrega la de Popayán.

Belalcazar marchó a la península en el mes de julio de 1539; consiguió la Gobernación de Popayán con los títulos de Adelantado y Gobernadpor Vitalicio, en marzo de 1540 y regresó a América en  1541.

En febrero de 1541 sale la expedición de Gonzalo. Es muy probable que esos informes que traía Puelles influyeran poderosamente en el adelanto de la salida de la expedición sin esperar a Orellana.

Sigue el viaje lleno de dificultades y sin indicios de que Pizarro le aguardara, piensen que el territorio acababa de ser depredado por miles de bocas de las personas y a nimales de la expedición. Por su corto número, los indios los hostigaban continuamente… el resultado fue que padecieron mucha necesidad, penalidades, sufrimientos…. Perdieron todo lo que llevaban, según Carvajal.

La terminación de esta primera etapa ofrece escasa imprecisión; su situación está definida con mucha aproximación en el valle de Zumaque.

Zumaco (Zumaque, Çumaco en las crónicas), es el nombre actual de un volcán, pero en el s. XVI la extensión de su contenido era más amplia. Los cronistas la identifican con una ciudad, un valle, o un río.

Según Gonzalo Pizarro, nuestros expedicionarios están a 60 leguas de Quito.

“…y fuimos siguiendo el viaje hasta llegar a la provincia de Çumaco, que habrá bien sesenta leguas…”16.

Menos preciso resulta el relato de Carvajal por tener perdido el número de leguas en el manuscrito que manejamos y menciona una provincia que aun no hemos sido capaces de localizar: la provincia de Motín.

“…y de esta manera entró en la provincia de Motín, donde estaba el dicho Gonzalo Pizarro con su real17.

¡Ojo!. Según el cronista Pedro de Cieza de León están a 30 leguas de Quito.

”…Llegaron al valle de Zumaque, que es donde más poblado e bastimento hallaron y está treinta leguas de Quito18.

Hemos mencionado este párrafo de Cieza para aclarar la diferencia de las medidas de longitud, que, desde los primeros años tanto han confundido a los cronistas secundarios. Son exactamente el doble de las que emplean Gonzalo y Carvajal. Ello es debido a la utilización de unidades diferentes. Las que utilizan Gonzalo y fray Gaspar se basaban en la milla árabe o de Alfagrano que equivale a 1.973,5 km (2 km); en cambio en las crónicas de Ponce de León se utilizan las millas de postas implantadas en Indias a partir de 1.587 con un valor aproximadamente el doble, unos 4 km.

En el mismo sentido diremos que Cieza menciona la población de Hatunquijo (el gran Quijo) como la primera a la que llega D. Antonio Rivera, Maestre de campo de Gonzalo que encabeza la expedición. Es población hoy conocida.

“…D. Antonio se partió é anduvo hasta que llegó al pueblo de Hatunquijo…”19.

Hatunquijo en la actualidad se localiza junto a la población de Cuyuja en el valle de Papayacta, en el trayecto Quito – Baeza. Esta ciudad, Baeza, está actualmente a 106 Km de Quito y fue fundada en 1559 . En época colonial fue la ciudad principal del valle de los Quijos20.

Si unimos los topónimos Hatunquijos y Zumaco con las medidas aportadas en leguas (60 leguas =120 km) podremos afirmar que Gonzalo se dirigió al valle del río Quijo y asentó por primera vez el real en las proximidades de la actual ciudad de Baeza (Ecuador) que entonces no existía como tal.

2.2.    Segunda etapa: Zumaque -Quema

2.2.1.  La prospección de Gonzalo.

Gonzalo decide ir a encontrar la localización exacta de los afamados árboles canelos y que Orellana quede al mando del real, como hemos dicho en un lugar de la zona de Zumaco, próximo a la actual ciudad de Baeza (Ecuador). La situación de ese lugar de la especiería era medianamente conocida por una expedición reciente de Gonzalo Díaz de Pineda quien los acompañaba como guía, según nos cuenta Cieza de León. Obtenidos los datos objetivos, tantearía su aprovechamiento económico para su familia y para su rey.

Nos dice fray Gaspar de Carvajal:

“…Después quel dicho Capitán llegó, el dicho Gonzalo Pizarro, que era Gobernador, fue en persona a descubrir la canela,…” 21.

Gonzalo Pizarro nos narra así esta parte de la expedición:

“…procuré de me informar á que parte era la tierra de la Canela de algunos indios que yo había fecho tomar de los naturales, los cuales dijeron que sabían donde estaba la tierra de la Canela; y como fuese cosa de que tanta noticia se tenía y tan rica tierra era habida, porque V. M. mejor y más cierto fuese informado de la verdad, determiné de ir en persona á la ver con ochenta soldados a pie…”22.

Puestos en Zumaque, entre lo que sabía Diez de Pineda y lo que le dijeron los indios la localización de los árboles canelos no sería difícil. Pero en la narración de Gonzalo que acabamos de mencionar, les presuponía asentados en buena tierra:

“…y tan rica tierra habida…”23.

Pero desde Zumaque, ¿hacia donde se dirigió Gonzalo Pizarro por espacio de algo más de dos meses, con sus ochenta soldados entre los que se debía encontrar Pineda, el guía “oficioso”?. No lo sabemos bien. Pero algo más adelante del viaje, Fray Gaspar de Carvajal nos clarifica algo este aspecto:

“…no era cosa para seguir un río y dejar las çabanas que caen a las es- paldas de Pasto y Popayán,…” 24.

Pizarro exploraría el territorio sin un rumbo fijo, lo que no hay dudas es que la expedición marchó después bastante al norte; si dejaron las çabanas de Pasto y Popayán es por que habían llegado a ellas.

Estos detalles tan precisos para la orientación de la expedición es silenciado en el comentario que en la nota nº 88 dedica Toribio Medina a la enumeración de las ciudades de Pasto y Popayán25.

En sus comienzos debieron seguir la corriente del río Quijo. Pero llegados al punto en el que este dobla y pasa a otro valle tomando el nuevo nombre de Coca, según la ruta que nosotros seguimos, siguieron ascendiendo hacia el norte, como dice la crónica de fray Gaspar, hacia las çabanas cercanas a Pasto, ciudad situada en el sur de Colombia.

En la versión más difundida, los expedicionarios continúan el curso del río, ahora llamado Coca, hasta el Napo y después siguieron éste hasta el Amazonas. Es decir era una ruta que parece no fue diseñada para buscar los territorios con la Canela, ni las riquezas del Dorado, iba directamente a descubrir el Amazonas.

Sin detenernos mucho, diremos que para nosotros esta última ruta carece de sentido principalmente por varias cuestiones:

Una, todos nuestros protagonistas sabían que la canela y el Dorado estaban hacia el norte o nordeste, hacia allí había marchado Belalcázar no hacía mucho; de allí venían todas las noticias relativas al oro del afamado tercer imperio y hacia allí los manda la crónica de Carvajal con la reseña de las dos ciudades antes mencionadas: Pasto y Popayán.

La segunda es que el paisaje natural que ofrece la ruta hasta aquí tan historiada no se corresponde bien con el “escenario” natural que nos mencionaron las crónicas directas. Es verdad que ambas rutas poseen tres islas en su desembocadura con el Amazonas: la del gran río que llevaban, el Putumayo-Iza en Brasil- y el Napo, con otro mucho mayor que les venía por la derecha, el Ama- zonas y al que Orellana llamo por ello río de la Trinidad (Lám 1).

Gonzalo nos menciona, antes de la separación, la existencia de unos omaguas, no amazónicos, en el gran río que acaban de descubrir, y que se localizan según los testimonios que aportamos, cerca del curso superior del río Putumayo y que los historiadores suelen silenciar (Lám II y III).

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Lám. 1. Nos narra fray Gaspar de Carvajal:“…vimos entrar por el río otro río muy poderoso y más grande, a la diestra mano: tanto era de grande que a la entrada hacía tres islas, de cabsa de las cuales le pusimos el río de la Trinidad;…”

Nosotros ahora debemos continuar con nuestros expedicionarios. Andaron el valle del río Quijo hasta las proximidades del volcán Reventador, situado a 53 km de Baeza, hemos mencionado que en las proximidades de esta ciudad -en Zumaco- estaba el real detenido; pasado este valle, dejarían el valle del río Coca y ascenderían por el corto valle del Azuela hasta el río Aguarico; aquí comienza el territorio cofán. Posiblemente remontaron algo este río y debieron cruzar el curso alto de al menos otros tres, los San Miguel, Guamuez y el Orito que discurrían de izquierda a derecha, de los Andes al llano, ya que, como veremos, cuando cambien de sentido de ruta y bajen todos el gran río, han de pasar tres desembocaduras de ríos importantes.

Lo proponemos como acciones necesarias antes de llegar a las tierras próximas a Pasto apoyados en la crónica de fray Gaspar y en la carta de Gonzalo que menciona en el descenso posterior del gran río, dos grandes desemboca- duras antes de la célebre tercera junta.

No dudamos que el límite oficial por el norte de esta expedición, era el señalado a Francisco Pizarro en la Capitulación de Toledo de 1529. Precisamente para llegar a ese territorio de demarcación, situado al septentrión de los quijos, había que atravesar el ocupado por los cofanes, donde cronistas directos aunque algo posteriores nos dicen que estaban los árboles canelos buscados por Pizarro y como se ve en no corto número.

El primer sacerdote misionero entre los quijos, cofanes etc. fue el padre Pedro Ordoñez de Ceballos, conocido como “El Clérigo Agradecido” quien desempeño su labor a finales del s XVI .

“…la provincia de los cofanes está del valle de la Coca (a do hay cura y beneficiado) veinte leguas, que las doce son de montaña, que todas son de árboles de canela y las otras son de árboles de lúcumos…”

“…Supe del Ladino otro camino por la tierra de cofanes, que toda es (como queda dicho) mas de doce leguas de árboles de canela.”

“Es cosa de grande contento y camino de mucho placer, porque la cordillera todo es canela, y acá abajo todo son árboles de lúcumas,…” 26.

De la lectura de estas cortas descripciones de D. Pedro Ordóñez se desprende que lo que sin duda disgustó a Gonzalo no fue el número de plantas que como acabamos de ver era numeroso, doce leguas de posta, es decir de cuatro kilómetros, equivalentes a unos 48 Km. Era la aspereza del terreno y posiblemente junto a esto la climatología adversa para la agroganadería: él, como los demás esperaban estos árboles en una tierra agrícolamente productiva y rica.

Nos lo menciona fray Gaspar y sin duda por no faltar a la verdad no hace referencia a la especiería:

“…y no halló tierra ni disposición donde Su Majestad pudiese hacer servicio…”27.

Nos dice Gonzalo:

“…y fui prosiguiendo la vía que los guías decían donde era tierra buena…”28.

Al cabo de más de dos meses de exploración con una climatología adversa debida a la zona ecuatorial donde se mueven y del rechazo a la explotación de los canelos, Gonzalo Pizarro no da marcha atrás, ni da la sensación de que cambien los objetivos de la expedición: la Canela, el Dorado y la tierra fértil. Él decide que la expedición continúe de nuevo.

“…bien más de setenta días…”

“…por razón de las grandes aguas y hambres que pasamos…”29.

El padre Carvajal nos narra como continuó el viaje:

, y así determinó de pasar adelante y el dicho Capitán Orellana en su seguimiento con la demás gente, y alcanzó al dicho Gobernador en un pueblo que se llama Quema que estaba en unas çabanas ciento treinta leguas de Quito, y allí se tornaron a juntar;…” 30.

Gonzalo dice:

“…Desde allí salí a otra provincia que se dice Capua, y de allí mande a por el real y fui prosiguiendo la vía que los guías decían donde era buena tierra, y todo siempre por montañas y sierras y haciendo camino de nuevo, y llegué a otra provincia que se dice Guema…”31.

3. TERCERA ETAPA: QUEMA – GRAN RÍO (RÍO PUTUMAYO)

3.1.  Todos en Quema

Por fin todos de nuevo en Quema a 130 leguas de Quito (260 km). Luego Quema se encontraría pasado el volcán Reventador aproximadamente a 87 km (140 – 53 = 87).

No nos lo dicen las crónicas pero antes de llegar a Quema ellos comenzarían a observar como el paso de la sombra de los objetos pasaba de norte a sur, es decir, ellos saben que han pasado el ecuador. Un poco más abajo, en el curso del río Aguarico, se sitúa la línea equinoccial (ecuador terrestre).

Allí arriba, próximos al río Orito, sin duda les surge un problema que no mencionan nuestros informantes pero que comienza a alterar a determinados expedicionarios.

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Lám. 2. Las dos rutas propuestas

¿Qué hacer?. Nuestros paisanos bien sabían que tenían límite en su marcha hacia el norte-noreste, era la primera Capitulación de Toledo de 26 de julio de 1529 en la cual se fijaba el paralelo 1º 20´ los derechos de Francisco Pizarro en el Perú. Este paralelo correspondía a la boca del río Santiago, en el pueblo indígena de Teninpuya32.

Aproximadamente este paralelo pasa por la ciudad de Pasto y Pasto era la última ciudad de la Gobernación de Quito por el norte. Por eso, sin mencionar directamente estas cuestiones, es referencia sugerida para la orientación de este viaje en la crónica del padre Carvajal. Decir Pasto y Popayán era lo mismo que indicar el límite norte de la gobernación de Pizarro, es decir de Nueva Castilla.

Quizás es posible que aún tuvieran una corta extensión por explorar, o ya habían salido de ella, pero tras esto, legalmente, era necesario volver o cambiar de rumbo.

Puede que con esta cuestión, en la expedición se acentuó un conflicto inter- no que vendría larvándose desde el fracaso de los árboles canelos, la climatología hostil, la tierra desechable para el cultivo etc.

Gonzalo Pizarro en su carta al rey no da noticias de la llegada del real a Quema; pero sabemos que allí interrogaron al cacique y éste les indicó que había tierra buena hacia abajo, es decir hacia el este, ya que al norte, al oeste y al sur son territorios altos,  andinos.

Nos dice Gonzalo:

“…fui del informado que más abajo era la tierra buena…”33.

No sabemos si cuando fue este interrogatorio había llegado el real a Quema, es de suponer que si, Carvajal así lo da a entender.

3.2.  El descenso por el gran río

Para seguir buscando el Dorado y tierras fértiles Gonzalo envía de exploración a D. Antonio Rivera, su maestre de Campo, regresa con sus 50 soldados tras quince días de prospecciones. Trae importantes nuevas: ha visto un poblado disperso a la orilla de un gran río; los indios tenían buen aspecto e iban bien vestidos. Era lo que Gonzalo esperaba, sin pérdida de tiempo, todos dejan Quema y cambian el sentido de la marcha hacia el gran río.

Pero veamos como nos cuenta el padre Carvajal estos sucesos:

“…y el dicho Gobernador queriendo enviar por el río abajo a descubrir, hubo pareceres que no lo hiciese porque no era cosa para seguir un río y dejar las çabanas que caen a las espaldas de Pasto y Popayán, en las que había muchos caminos;…” 34.

Como se ve la cuestión de cambiar el sentido de la exploración de forma tan radical no fue tan simple como nos narra Gonzalo ya que, como nos dice fray Gaspar, hubo varios personajes que se oponían a cambiar de rumbo hacia el este-sureste, en general todos los ríos importantes de esta zona tienen esa orientación; buscan el Amazonas. Estas voces discrepantes le indicaban que el rumbo debido era el opuesto, hacia el noroeste, es decir hacia la ciudad de Pasto, donde había muchos caminos que unían poblados y por lo tanto terreno fácilmente reconocible. Esto en realidad significaba la aceptación del fracaso de la expedición; apuntaban el regreso a Quito.

Del escrito y los hechos inmediatos que surgieron, se puede deducir que en esa reunión, donde hubo distintos cambios de pareceres, se llegó a un acuerdo. En éste, prevaleció la tesis de Gonzalo Pizarro de imponer un nuevo sentido a la marcha siguiendo el curso del gran río. Pero el modo en que se llevó a cabo deja espacio para suponer que en esta exploración iba con el freno de la pruden- cia echado: como veremos se le puso un espacio determinado. Repetimos que esta distancia debió ser la contrapartida de Gonzalo para silenciar de momento las voces más prudentes entre las que, según la crónica de fray Gaspar de Carvajal debían estar Orellana y él.

Nos comunica Gonzalo Pizarro:

“.Y luego como vino con esta relación, me partí y llegue á esta provincia, que se llama Omagua, pasando grandes ciénagas y muchos esteros…”35.

Detengamos lo preciso para situar esta tribu, ello nos acercará certeramente a la ruta de la marcha.

Estos nativos, los omaguas, eran uno de los diversos omaguas localizados en la Amazonía o sus proximidades; para nosotros su situación es clave para confirmar la verdadera ruta de la expedición.

Hasta estos momentos se habían movido por territorio cofán, relativamente conocido siquiera como límite de las tierras habitadas por los quijos, cuyos caminos principales se había conseguido seguir. En estos momentos, con el cambio de sentido, todo cambia.

Breves pero seguras son las citas que hemos encontrado para localizar a los omaguas a las orillas de un gran río que no es el Amazonas y antes de separarse los expedicionarios, es decir en el lugar apropiado a la descripción de Gonzalo.

Diremos que nos resulta extraño que Toribio Medina no le dedique una mínima reflexión cuando en su libro, que venimos manejando habitualmente, enumera el texto anterior (nuestro número 35). Trata de los omaguas, más adelante del relato de Carvajal, cuando la separación entre Orellana y Pizarro ha sido efectiva, concretamente en la página LXXXVIII al hablar de los irimarais.

irimais ó irimareses; son ya omaguas del río Amazonas o muy próximos al mismo36.

Encontramos los siguientes datos en el ya citado título, del cápitulo XXIX del Libro Segundo del padre Pedro de Ordóñez Ceballos que dice:

“Donde se contiene la descripción de la provincia de los Quijos, Omaguas, Cofanes y demás naciones.”

Algo más adelante en el mismo libro y capítulo se lee:

“…La provincia de los omaguas distan de Ávila y Archidona ciento treinta leguas, y son muchas con este nombre de omaguas en general, y en particular cada provincia tiene su nombre. Lo que de esta gente y provincia más en general se puede decir, es que andan desnudos, sin cubrir sus carnes con cosa alguna…”

“….La provincia de los nujas está de otra parte de un río grande de los cofanes, hacia los omaguas;…”

“…La provincia de los coronados está junto a ésta…”37.

Con relación a esta misma cuestión de los omaguas no amazónicos, encontramos también una cita en la descripción del ministerio y muerte del jesuita padre Rafael Ferrer, en ella parece que se ignora la reciente evangelización del P. Ordóñez. Su estancia en territorios muy próximos acaeció una decenas de años después. Al referirse a un viaje apostólico que realizó Ferrer descendiendo Cofán – Aguarico para vía Napo llegar hasta el Marañón (Amazonas), dice así:

“…Entre las diversas naciones que descubrió y visitó, las principales eran los coronados, omaguas y los avishiras…”38.

Esta corta reseña, testimonio de la evangelización del padre Ferrer en las proximidades del territorio de los cofanes, aunque breve, atestigua lo reseñado. Observemos como los coronados ya son nombrados en nuestra nota 37.

Continuando con el comentario de la estancia del padre Ordoñez entre quijos y cofanes se deduce que su relación con los omeguas fue distante, quizás de oídas más que de hechos pues no narra experiencia alguna con los mismos. Hay además un punto de divergencia con el relato de Gonzalo Pizarro es su desnudez –D. Antonio, el maestre de campo de Pizarro insiste en su vestido-. Aparentemente no hay ningún punto más de discrepancia. ¡Hasta aquellos territorios, tan apartados por la naturaleza del medio físico, incluso hoy mismo, les llevó Gonzalo!.

Continuemos el comentario: Al hablar de la localización de los nujas nos dice que su territorio estaba situado en los límites de los cofanes más allá de su río grande, hacia territorio omagua. Esto les sitúa al norte de Ávila y Archidona de las que según nos dice dista ciento treinta leguas. Si las leguas empleadas son las de posta serían 4 X 130 leguas = 520 Km. Si la distancia Archidona – Baeza – Quema son 204 Km vemos que el padre Ordoñez les sitúa quizás de- masiado al norte. Lo que si se deduce es que eran vecinos de los cofanes, y que se situaban al este de estos, más allá del gran río que no puede ser otro que el actual río Putumayo tal como se representó en el mapa realizado en los comienzos del s. XVIII por Delisle Guillaume.

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Lám. 3. Situación de los omaguas en el curso alto, entre los ríos Putumayo y Caqueta. Mapa de Delisle Guillaume.

Anteriormente vimos como en Quema, fray Gaspar nos insinúa con cierta elegancia las dos tendencias que habían surgido: seguir buscando los objetivos el recién descubierto río grande abajo, en general hacia el este-sureste, o aceptar el fracaso de la exploración y regresar a casa (Quito) por Pasto, es decir , en general cambiar de ruta hacia el oeste.

Al fin decidieron seguir explorando. Dejan todos Quema y sabemos que acaban descendiendo el curso de un gran río recién descubierto, durante 20 penosas leguas (40 Km); allí dan con un pequeño poblado en el que se detienen. Ya insinuamos que la exploración del maestre de campo D. Antonio y este límite de veinte leguas fuera quizás una prudente condición acordada en la reunión tenida en Quema por las dos tendencias que habían surgido al llegar al límite norte de la Gobernación. Se explica así más fácilmente el cambio de actitud de la facción más conservadora y prudente. Su finalidad parece ser un nuevo tanteo económico de las posibilidades que ofrecía el viaje en esta nueva dirección.

Nos lo dice Carvajal:

“…y todavía el dicho Gobernador quiso seguir el dicho río, por el cual anduvimos otras XX leguas al cabo de las cuales hallamos unas poblaciones no muy grandes…”39.

Para imponer su criterio y hacer posible seguir su camino, Gonzalo recurre a una acción que debió sorprender a todos: observa las relaciones de los indios; ve como se trasladan ágilmente, de un sitio a otro, en cientos de canoas y decide imitarles. Gonzalo decide construir un barco que sirva de ayuda a la marcha río abajo  y  comunique ambas orillas.

Así lo cuenta fray Gaspar:

”…y aquí determinó el dicho Gonzalo Pizarro se hiciese un barco para navegar el río de un lado a otro por comida…”40.

Recordemos que los objetivos materiales de la expedición eran básicamente tres: evaluar la cantidad de canela, conquistar El Dorado y poblar buenas tierras. Ahora, solamente Gonzalo en su carta al emperador, añade un objetivo novedoso: salir a la mar del Norte. Aunque parezca extraño Gonzalo intuía por sus conocimientos esa salida y trató a toda costa seguir río abajo.

Así nos lo dice él:

“…si no topásemos con buena tierra donde poblar, de no parar hasta salir á la mar del Norte…”41.

Pero volvamos a Carvajal. Antes de dar comienzo a la construcción del bergantín, nos cuenta que hay una nueva recriminación de Orellana en el sentido de dejarse de navegaciones y volver a lo conocido. El río Putumayo les debía asombrar por su gran caudal y amplitud. No es un río cualquiera, en algunas partes de su curso alto llega a tener más de 1 km de ancho. La selva, los manclares y esteros ocupaban sus orillas cada vez con más frecuencia. Es lo que la expedición iba viviendo en el día a día.

Reflexionemos ante esta situación: Orellana era ya rico;.poseedor de tres señoríos y por esto, no estaba en disposición de acometer largas y temibles aventuras. Sus tierras, algunas cerca de Pasto, le reclamaban la necesaria aten- ción política, militar y administrativa. Sus aspiraciones, como máximo la gobernación, no se correspondían con los derroteros que venía marcando Gonzalo y es lógico pensar que él deseaba justificadamente el regreso, no debemos olvidar que le acompañaban algo más de una veintena de caballeros y al menos su estimado fray Gaspar. Pero no podían desertar por su honor y por los Pizarros dueños totalmente de la situación.

Bajo esta presión Carvajal añade:

“…y aunque el dicho Capitán era de parecer que no se hiciese el dicho barco, por algunos buenos respetos, sino que diesen vuelta a las dichas çabanas y siguiésemos los caminos que iban al dicho poblado…”42.

Como vemos el hecho de oír la iniciativa de construir el barco no solo no llama la atención de Francisco Orellana, más bien ocasiona su rechazo.

Sin embargo hay un momento en el que parece cambiar de actitud, la narración nos lo precisa: Carvajal nos menciona como abandona su actitud de prudente oposición y pasa a organizar la actividad de la construcción naval sin desagrado. ¿Había pasado alguna nueva idea por su cabeza que le hizo cambiar de actitud?. Creemos que es posible. De todas formas cuando dejado ya el Real, río abajo, construyeron el otro bergantín en Aparia, obró con la misma solicitud.

Nos dice Carvajal:

“…, visto esto, anduvo por el Real sacando hierro para clavos y echando a cada uno la madera que había de traer…”43.

Como se aprecia Gonzalo no da vuelta atrás; es partidario de continuar el descenso del gran río y decide que todos lo hagan.

Hecha la botadura del barco, debieron seguir descendiendo por la margen derecha del río Putumayo ya que en la izquierda Gonzalo nos ha contado que se encontraban los siempre temidos omaguas. Los enfermos y pertrechos más pesados irían navegando, ya era un buen alivio, y unos por tierra y otros por agua descienden otras 50 leguas (100 km).

Completa Carvajal:

“…y seguimos el río abajo otras L leguas, al cabo de las cuales se nos acabó el poblado y íbamos ya con mucha necesidad y falta de comida, de cuya causa todos los compañeros iban muy descontentos y platicaban de se volver y no pasar adelante, porque se tenía noticia que había gran despoblado;…” 44.

La obtención de comida se convirtió en necesidad urgente. Ante este hecho la gente vuelve a estar descontenta y quiere regresar antes que sea demasiado tarde. Nadie quería seguir río abajo y por ello aparecen motivos para una verdadera rebelión.

Una mirada superficial de estos momentos claves, en las dos fuentes, parecen indicar una clara disparidad pero, a nuestro entender, se complementan.

Veamos lo que nos dice Gonzalo de estos momentos con sabrosos pormenores que a nuestro entender, pueden servir para aclarar algo los acontecimientos posteriores.

“…vino a mí el capitán Francisco de Orellana y me dijo como las guías que yo en su poder tenía puestas por mejor guarda y porque los hablase y dellos se informase de la tierra adentro,…” 45.

En su marcha, Gonzalo seguía la costumbre de tomar rehenes; varios caciques les acompañan como presos desde el primer poblado que encuentra en este río, además lleva los guías indios quienes irían en parecidas condiciones. Nos menciona, con bastantes detalles, dos de los cometidos de Orellana en lo relativo a estos rehenes: era responsable de su vigilancia y de recabar información de los mismos. Era conocedor de sus lenguas como se nos mostrará más adelante, a lo largo del descenso por este río.

Por lo general la interrogación a los presos, es confidencial. Ello induce a Orellana a manifestar a Gonzalo, lógicamente en privado, que los serios problemas de subsistencia tienen solución río abajo:

“… y me dijo que las guías decían quel despoblado era grande y no había comida ninguna hasta donde se juntaba otro río grande con este por donde caminabamos, y allí una jornada río arriba había mucha comida…” 46

Orellana le propone dos cosas: la primera es donde encontrar comida y la segunda es como llevar a cabo este hecho y para ello se ofrece personalmente a tomar el mando del viaje de tan difícil prospección.

Ahora y aquí se nos muestra una nueva faceta de Orellana: toma la iniciativa y se constituye por unos días en protagonista visible de la expedición; a pesar de que resulte extraño Gonzalo lo acepta. Mal le deberían ir las cosas a Gonzalo en ese momento. Poco después, se nos dice, marchará al mando de los escogidos a encontrar nuevas tierras con alimentos.

Prosigue Gonzalo:

“…que él quería tomar trabajo de ir á buscar la comida donde los indios decían, porquel estaba cierto que allí la habría;…”

“..y que dándole el bergantín y las canoas armadas de sesenta hombres, quel iría a buscar comida y la traería para socorro del real…”47.

Hagamos un alto en el viaje y reflexionemos sobre estas dos cuestiones:

¿Por qué este cambio tan radical en Orellana?. Recordemos que hace unos días deseaba con reiteración, marchar en retirada en sentido contrario, hacia las tierras de Pasto.

Por otro lado, ¿qué cosas podía hacer Gonzalo con el real, a punto de levantarse, frente a su decidida voluntad de continuar hacia el sureste, río abajo?.

Orellana estaba en un grupo formado por al menos su veintena de caballeros, sus caballeros, y el clero; eran al menos, veinticinco voces dispuestas a susurrar a diestro y siniestro sobre la conveniencia de volver, de regresar. Entre las diversas opciones había pues una por la que Gonzalo se inclinó; era permitir el envío de Orellana y los dos religiosos, fuentes importante de las discrepancias según manifiesta el manuscrito del padre Carvajal. Por unos días todo volvería a la calma y de esta manera lograría solucionar los dos problemas que más le acechaban: la sublevación interior y la necesidad de alimentos.

Los no ocultos deseos de sus paisanos, fray Gaspar y Orellana, de marchar río arriba, a las cercanías de Pasto, es decir volver a casa, eran una garantía de su regreso. Según nos refieren las dos fuentes, su decisión vino facilitada por el ofrecimiento del propio Orellana. De esta manera los rumores de sublevación desaparecerían  y su gente volvería a ser aguerrida, como siempre lo había sido.

Además Gonzalo nos añade que hubo una condición concreta, muy precisa, para la autorización del protagonismo de su primo y que Carvajal no menciona quizás por ignorarlo, dadas las características confidenciales de las declaraciones de los presos.

nos dice Gonzalo:

“…y por ninguna manera no pasase de las juntas de los ríos…”48.

Esta junta de los ríos es clave en el relato de Pizarro, para acusar a su compañero de traición ante Carlos I.

Ahora variaremos de personaje e intentaremos acercarnos a las causas que debió tener Orellana para decidir un cambio de actitud aparentemente tan radical.

Orellana, como hemos visto, se ocupaba de “interrogar-conversar”, es decir obtener políticamente y aparentemente sin violencia información de los rehenes; por tanto podía manejarla prudentemente según sus fines. Esta información, como ya se ha dicho, no sería pública, por sus características, sería siempre confidencial.

Él sabía con certeza y exactitud, por esas declaraciones, no solo la localización de las juntas, también el territorio señalado por los indios como pleno de víveres recordemos su expresión ya escrita: porquel estaba cierto que allí la habría. Posiblemente también sabía que el lugar estaba abandonado tras una incursión de otros indígenas vecinos, ¿omaguas?. Es muy probable que algún prisionero en su poder hubiera participado en la invasión o relacionado con la misma pues eran tribus vecinas.

Por su función debía saber eso y algo más. Es lógico pensar que dado su puesto de “conversador” con los indios, Orellana les hablara también de sus deseos, de dejar la expedición y volver a Quito por rutas benévolas. Los presos se lo debieron indicar y Orellana lo guardó en lo más recóndito de su corazón y obró en consecuencia.

El relato arrancado a los rehenes indios debió ser algo parecido a esto: navegando Putumayo abajo y ascendiendo por el tercer río de notable caudal, pronto, en un día, encontrarían alimento y podía devolverles a territorio conocido en unas pocas jornadas más, pues ese río es uno de los principales del territorio de los cofanes; donde ya habían estado evaluando la rentabilidad económica de los árboles canelos.

La información, la de la tercera junta de los ríos por donde deberían ascender a buscar comida, era una información que Orellana comunicó posteriormente a Gonzalo a quien los presos le confirmaron lo dicho. La segunda cuestión, la del territorio conocido habitado por los cofanes no se la mencionaron ni el uno ni los otros. ¿Por qué?.

Ahora contestamos a este ¿por qué?. Llegar a territorio cofán era regresar a Quito por un camino conocido y fácil, pero si Gonzalo Pizarro conocía ese detalle, dada su obcecación por seguir explorando el río grande abajo, es muy probable que ni los frailes ni su primo hubieran embarcado.

Esta hipótesis justifica la decisión del embarque río abajo, Putumayo abajo, de Orellana, fray Gaspar, y según el cronista Fernández de Oviedo, el otro clérigo y dos trujillanos más –paisanos-. Sencillamente intentaban buscar una nueva ruta de regreso para todos o al menos para los que lo desearan.

Todavía podemos profundizar algo más. El cronista Pedro Cieza de León puede aproximarnos a un entendimiento o pacto entre Orellana y los rehenes por obtener toda la información lo más cierta y detalladamente posible.

Dice Cieza:

“…é, viendo un día que no había mucho cuidado en los mirar, se echaron con la cadena al río, é pasaron de la otra parte sin que los cristianos les pudiesen tomar,…” 49.

¿Cómo se explica la escapatoria de estos, en esos días, si hubieron de atravesar el gran Putumayo, que ya tenía más de media legua de ancho (1 km), nadando encadenados?. Ponce nos pone una vez más en una situación increíble. Lo probable es, que si existió tal escapatoria, sería acordada, porque alguien los liberó antes de las cadenas.

El río que tenían que ascender tras la junta sería probablemente el actual río San Miguel, les mandaba a territorio de los ya conocidos cofanes.

image011 Lám. 4. La unión del río S. Miguel con el Putumayo

Orellana estaba también en disposición de saber que lo dicho anteriormente por los indios tenía visos de ser verdad pues si habían cruzado varios ríos que discurrían hacia la derecha cuando la expedición ascendía hacia el N-NE; variaron la ruta hacia el hacia el S-SE, al descender con el barco por el gran río, forzosamente tendrían que atravesar otra vez alguno de los mismos ríos que habían cruzado antes, esta vez por su desembocadura en el Putumayo. Por tanto, repetimos estaba en disposición de juzgar si tenía posibilidades de ser o no verdadera una información que surgiera de los rehenes en este sentido (Lám IV).

Continuemos con lo que nos dice Gonzalo Pizarro:

pues los guías habían dicho que en el principio del despoblado había dos ríos muy grandes, que no se podían facer puentes,…” 50.

Esos tres afluentes del río Putumayo, que necesariamente pasó nuestra expedición en sus cursos altos al ascender hacia las tierras de Pasto y Popayán, son los ríos San Miguel, Guadanés y Orito,  no hay otros significativos, luego la expedición podría haber llegado hasta el Orito y antes de la desembocadura del río Conejo doblar Putumayo abajo.

El ascenso por el San Miguel, el tercer río, de Gonzalo y los restos del real, les llevó a divisar las cumbres de los Andes y pasarían, más arriba, a la vertiente del Aguarico y a partir de allí seguirían una ruta alternativa a la empleada en la ida, por el Azuela y el Quijo. Esta fue posiblemente la ruta que siguió Gonzalo andando, en su regreso a Quito como se puede comprobar por el relato de Cieza de León51, invirtieron en ello entre 7 y 8 meses.

Volvamos a días anteriores y observemos lo escrito por fray Gaspar; veremos como se ignora en su crónica el hecho de la junta de los ríos y otros pormenores:

“…,y el Capitán Orellana viendo lo que pasaba y la gran necesidad en que todos estaban, y que había perdido todo cuanto tenía, le pareció que no cumplía con su honra dar la vuelta sobre tanta pérdida, y así se fue al gobernador y le dijo cómo él determinaba dejar lo poco que allí tenía y seguir el río abajo, y si la ventura le favoreciese en que cerca hallase poblado y comida con que todos se pudiesen remediar, que él se lo haría saber,…” 52.

De este párrafo se puede deducir que dado lo estéril de la expedición y los problemas de supervivencia que iban surgiendo, por la cabeza de Orellana debió pasar la posibilidad de unirse a la sublevación en germen y volver a Quito. Debió ser esto lo que su honra no le permitía hacer y lo debió hablar confidencialmente con fray Gaspar por eso éste puede insinuarlo en su relación.

No dudamos que Carvajal y demás compañeros del real ignoran el detalle de las juntas de los ríos. Este silencio por ignorancia que a nosotros nos resulta de poca lógica, por las razones que fuera, no lo era para los jefes de la expedición. Se trataba de un dato manejado en conversaciones confidenciales entre los dos mayores dirigentes militares de la expedición. No olvidemos que Carvajal pertenecía al estamento religioso.

De haber sido público el dato de la junta de los ríos como límite de la expedición, algún cronista indirecto, de los de primera época lo hubiera mencionado. Nada de ello dice Fernández de Oviedo en su carta al cardenal Pedro Bembo, ni en su famosa Historia general y natural…Otros cronistas no lo ponen claro, en concreto Cieza coloca las dos versiones etc.

Según Carvajal, fue Orellana quien puso condiciones: no le debían esperar mucho tiempo, 3 o 4 días; si estos trascurrían que diesen la vuelta y buscasen poblado y comida.

Continúa fray Gaspar:

“… y que si viese que se tardaba, que no hiciese cuenta dél, y que, entre tanto, que se retragese atrás donde hubiese comida, y que allí le esperase tres o cuatro días, o el tiempo que le pareciese, y que si no viniese que no hiciese cuenta dél; y con esto el dicho Gobernador le dijo que hiciese lo que le pareciese….”53.

El tono final que fray Gaspar pone a su relato es que a pesar de lo dicho por los presos, cuestión que parece conocer de manera muy general e imprecisa, la expedición en busca de comida tenía un fin difícil, todo era dudoso e incierto y se contemplaba claramente la posibilidad de no regresar. A pesar de ello y por extraño que parezca, él y su compañero religioso se embarcan. No es lo que Francisco Orellana había “vendido” a Gonzalo recordemos que le dijo que la localización del poblado con alimentos situado tras la junta era una cuestión cierta.

¿Qué función hacían en este viaje de ida y vuelta, de conquista y requisa alimenticia los padres Carvajal y Vera?. Parece lo más lógico que hubieran quedado para atender las necesidades espirituales del real. Con buena lógica, la posibilidad de regresar a casa sería una causa que puede contribuir a explicar este hecho.

Gonzalo acepta y lo autoriza, nos da la impresión que, aparenta resignado ante los acontecimientos y el creciente protagonismo de su primo. Aunque ya hemos apuntado como las circunstancias sociales de la expedición contribuyeron de manera decisiva a explicar la autorización de ese protagonismo.

Hubieron de desembarcar los menesterosos y algún bagaje ya que se pretendía volver cargados con alimento. Después Orellana marcha libre de la tutela de su primo Gonzalo, y navega con sus compañeros Putumayo abajo; en el grupo vienen los dos religiosos y sus otros dos paisanos54.

A Orellana no le surgieron las cosas como esperaba, continuó río Putumayo abajo sin encontrar la junta de éste con el San Miguel. Tampoco como vimos le sucedió a Gonzalo lo deseado.

Allí los ríos, sus juntas etc. pueden llegar a ser de gran magnitud, mucho mayor de lo que ellos habitualmente conocían. Por una circunstancia geográfica precisa, no resulta fácil encontrar la desembocadura del río San Miguel en el Putumayo: las aguas de ambos, se funden en un “lago” en calma.

Transcribimos una descripción del jesuita padre Pablo Maroni del s. XVIII:

“…Desde el mismo pueblo de San Miguel, navegando río abajo, á los cuatro días, se hallan las juntas del mismo río con el Putumayo, que llaman La Laguna por lo ancho y apacible que tienen al juntarse ambos ríos…”55.

4. CONCLUSIONES

Por una jugada del destino nuestros paisanos siguieron las rutas que ni se propusieron ni desearon. Gonzalo, en canoa, vadeó lógicamente cerca de la orilla; llegó hasta la famosa junta; ascendió con muchísimas dificultades muy posiblemente por el río San Miguel; encontró la yuca en un despoblado y regresó al gran río, el Putumayo, con lo que quedaba del real.

A pesar de todo lo sucedido les propuso una vez más seguir el río grande abajo. Esta vez hubo negativa general. Vadearían difícilmente los dos primeros ríos y ascendieron nuevamente por el tercero, repetimos, quizás el San Miguel y, como hemos dicho, tras grandes penalidades regresaron a Quito por territorio conocido, el de los cofanes. Lo que nunca contempló.

Orellana, fray Gaspar y sus compañeros, a bordo del bergantín, barco más pesado que las canoas, tras romper un tablón del barco, huirían de las orillas por eludir los choques. Por el centro del río navegaron de largo por “La Laguna”, sin ver la junta. Descendieron posiblemente el Putumayo con sus innumerables meandros hasta el Amazonas, desde éste hasta salir al mar del Norte –el océano Atlántico-. Fueron donde nunca se propusieron.

Finalmente diremos que esta nueva ruta que se os propone es de mayor recorrido y multiplica los peligros del viaje; el río Putumayo es una continua serie de meandros llenos de islas, ciénagas, esteros y manglares.

Aunque es indudable a lo largo del relato una elegante pero cierta oposición de Carvajal-Orellana hacia Gonzalo, pensamos que su conducta general no traduce unos personajes para encabezar una conspiración indirectamente violenta, preparada y encabezada por ellos. Según se narra en la crónica de fray Gaspar Orellana, tras los primeros fracasos, nunca ambicionó otra cosa que regresar por Pasto; no cabe en él pensar que explorar el camino de regreso; tomar comida y volver con sus compañeros para voluntariamente regresar por la nueva ruta, es decir, sin remontar el gran río hacia las tierras de Pasto.

Nuestros paisanos merecían este esfuerzo por nuestra parte en un intento de contribuir a favorecer su humana honradez. Su astucia y la jugada de sus destinos, que a nuestro juicio les reservó la Historia, si les acerca y mucho, a los héroes literarios.

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1  Mora, Gilda (2007): http://www.eldoradocolombia.com/

2  Páez Flor, Roberto J. (2004): Cronistas Coloniales. (Segunda parte). Toribio de Ortiguera. Jornada del río Marañón con todo lo acaecido en ella y otras cosas notables dignas de ser sabidas acaecidas en las Indias occidentales.     Cap. XIV. http://www.luisvives.com/servlet/sirveObras/ecu/01383886477026622312802/index.htm

3  Toribio Medina, José (1894): Descubrimiento del río de las Amazonas. Introducción, p. XIX.

4  Toribio Medina, José (1894): Op. cit., p XIV.

5  Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Pedro Ponce de León. Guerras Civiles del Perú, tom. II, cap XVIII.

6  Páez Flor, Roberto J. (2004): Ibiden.

7  Toribio Medina, José (1894): Op. cit. Nota número 1 a la Relación del padre Carvajal, p 4.

8  Toribio Medina, José (1894): Op..cit. p XIV y ss.

9   Toribio Medina, José (1894): Op. cit. Relación del descubrimiento del famoso río grande que, desde su nacimiento hasta el mar descubrió el Capitán Orellana en unión de 56 hombres. p 3 y 4.

10  Páez Roberto, J. (2004): Op. cit. Toribio de Ortiguera. Cap XIV.

11  Toribio Medina, José (1894): Op. cit. p 4.

12  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 4.

13  Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. Cit. Pedro Cieza de León. Guerras Civiles del Perú. Tomo II, Guerra de Chupas. 196-197.

14  Toribio Medina, José (1894): Op. cit.. Documentos, p 95.

15  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 4.

16  Toribio Medina, José (1894): Ibiden. Documentos, p 85.

17  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 5.

18  Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Pedro Cieza de León. Guerras Civiles del Perú. Tomo II, Guerra de Chupas. 196-197.

19  Páez Flor, Roberto J. (2004): Ibiden.

20  Gutiérrez Marín, Wilson (2002): Baeza la ciudad de los Quijos, pág 48. Ed. Abya-Yala. Quito.

21  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit. p 5.

22  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 85.

23  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 85.

24  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 5.

25  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit. Introducción, p LXXVI.

26   Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Historia y Viaje del Mundo del Clérigo Agradecido don Pedro Ordóñez de Ceballos. Natural de la insigne ciudad de Jaén a las cinco partes de la Europa África América y Magalanica con el itinerario de todo él. Libro Segundo. Cap. XXIX, XXX, XXXI y XXXII.

27  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 5.

28  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 85.

29  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 87.

30  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 5.

31  Toribio Medina, José (1894): Op. Cit., p 85.

32   Porras Barrenechea, Raul (2006): Obras completas. Indagaciones peruanas: El legado Quechua. Coli y Chepi.

33  Toribio Medina, José (1894):Op. Cit., p 85.

34  Toribio Medina, José (1894):Ibiden, p 5.

35  Toribio Medina, José (1894):Ibiden, p 85.

36  Toribio Medina, José (1894):Op. cit., Introducción LXXIV y LXXXVIII.

37  Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. Cit. Historia y Viaje del Mundo del Clérigo Agradecido don Pedro Ordóñez de Ceballos. Natural de la insigne ciudad de Jaén a las cinco partes de la Europa África América y Magalanica con el itinerario de todo él. Libro Segundo. Cap. XXIX.

38  Jouanen, José (2005): Historia de la Compañía de Jesús en la antigua provincia de Quito: 1570- 1774. Tomo I. Ministerio apostólico y martirio del padre Rafael Ferrer. htpp://www.lluisvives.com/servlet/sirveObras/ecu/90252847651270596932457/index.htm

39  Toribio Medina, José (1894): Op. cit., p 5 – 6.

40  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 6.

41  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 89.

42  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 6.

43  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 6.

44  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 6.

45  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p. 89.

46  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p. 89.

47  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p. 89.

48  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 90.

49   Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Cronistas Coloniales: (Segunda parte). Pedro Ponce de León. Guerras Civiles del Perú. Tomo segundo. Guerra de Chupas. Cap XX.

50  Toribio Medina, José (1894): Op. cit., p 90.

51   Páez Flor, Roberto J. (2004): Op. cit. Cronistas Coloniales: (Segunda parte). Pedro Ponce de León. Guerras Civiles del Perú. Tomo segundo. Guerra de Chupas. Cap XX, XXI, XXII y LXXI.

52  Toribio Medina, José (1894): Op. cit., p 6 – 7.

53  Toribio Medina, José (1894): Ibiden, p 7.

54  Fernández de Oviedo y Valdez, Gonzalo ( 1851-1855): Historia general y natural de las Indias islas y Tierra Firme del mar Océano por el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez. Tercera parte. Libro XLIX. Cap II. Academia de la Historia. Madrid.

55  Maroni, Pablo (1988): Noticias Auténticas del famoso río Marañón (1738). Monumenta Amazónica, B4, Iquitos.

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