Dic 052022
 

Rubén Núñez Quesada

 

  1. INTRODUCCIÓN Y ACOTACIÓN DEL ESTUDIO

La cruz es un elemento presente en la mayoría de los aspectos de nuestra cultura y que nos acompaña desde el nacimiento hasta más allá de la muerte, al menos, en el ámbito cristiano y su influencia, aunque debemos tratar la cruz como un símbolo universal y atemporal que ha formado parte de las distintas culturas desde siempre, pudiéndose considerar el más antiguo de todos los signos[1]. Aparece, por ejemplo, la cruz esvástica en la cerámica de la cultura elamita en Irak, con una antigüedad de unos 5000 años[2]. Mil años antes nace otra forma cruciforme como la letra egipcia ANJ (☥) y que dio lugar a la cruz ansata e incluso en las culturas precolombinas encontramos, por ejemplo, la cruz de Palenque de la cultura Maya. Todo esto nos hace pensar en que no todas las cruces tienen relación con la ecografía cristiana, de hecho, Berry en su famosa obra, La Enciclopedia Heráldica[3], describe un total de 385 cruces, aunque de todas ellas solo nueve tienen un significado religioso, dándonos así una idea de la universalidad del símbolo y de su carácter polisémico.

No obstante, no podemos ignorar que su expansión y universalización se produjo con el avance del cristianismo como veremos posteriormente. La cruz no solo queda reducida al ámbito litúrgico y la arquitectura religiosa, sino que desde los comienzos pasa a ser un elemento mágico-religioso con importantes funciones apotropaicas, adoptado e implantado en la arquitectura popular, amuletos, signos, gestos… se convierte de esta manera, en un símbolo con múltiples funciones, cuyo significado dependerá del momento, del lugar donde se encuentre o la persona que lo use. Este trabajo tratará de hacer un pequeño catálogo de las Cruces grabadas en piedra, sea por la técnica que sea, en la ciudad antigua de Cáceres y su entorno más cercano, no solo las enumeraremos, mediremos  y catalogaremos, sino que intentaremos descifrar el significado  íntimo que esconden, la razón mágica o religiosa que llevaron a grabarlas o tallarlas porque como decíamos, la forma o el lugar donde se ubican responden a motivaciones o funciones distintas que no siempre se relacionan con motivos religiosos como veremos también después.

Además, vamos a incluir una cruz realizada en cal, pero excluiremos totalmente las talladas en piedra que forman parte de los edificios religiosos o sus inmediaciones, como son las cruces monumentales o cruceros, como los que aparecen en Santa Clara, la iglesia de Santiago, San Blas o el Espíritu Santo y de los que ya existe publicado un magnífico catálogo[4]. Tampoco incluiremos otras de tipo ornamental como las que aparecen en la iglesia de San Francisco Javier o en la puerta del huerto del Convento de las Jerónimas. Describiremos, por tanto, cruces que en su mayoría nacen de la tradición popular y son creadas por manos anónimas de manera ajena a la construcción del edificio en el que se encuentran, aunque también encontraremos algunas excepciones a esta norma siendo el nexo común entre todas ellas su función mágica, tradicional, popular y protectora.

  1. LA CRUZ COMO SÍMBOLO

Ha sido ampliamente estudiada la tendencia del humano por la búsqueda de respuestas y de trascendencia a través de las religiones, lo que el antropólogo rumano M. Eliade[5] denominó el humus religiosus, y con él definió al humus symbolicus por su tendencia natural a usar la intermediación de símbolos como vehículo para acceder a lo sagrado. La cruz para el cristianismo, se convierte en el principal símbolo que representa el sacrificio de Cristo por sus hijos. Está presente fuertemente en la liturgia, la arquitectura religiosa y la popular, incluso está presente en la gestualidad. Como ejemplo podemos recordar la Epístola 22 de San Jerónimo (siglo IV-V d.C.) en la que decía: «el cristiano debe trazar con la mano la cruz del Señor antes de cualquier acto”.

Aunque el verdadero momento clave para entender la expansión de la Cruz por el mundo se produce en el combate en el puente de Milvio del emperador Constantino en 312, cuando apesadumbrado al pensar que su contrincante estaba siendo apoyado por fuerzas mágicas y malignas, en la víspera de la contienda ve en el cielo una gran cruz que llevaba inscrita IN HOC SIGNO VINCES, es decir, en este signo vencerás, con lo que de nuevo la cruz se convierte en un símbolo de protección. Por si todo esto no fuera poco, en el 326, su madre santa Elena, protagoniza el episodio del hallazgo de la Vera Cruz o invención de la Santa Cruz que potencia el valor de ésta como símbolo. Durante los siguientes siglos cobró importancia una corriente iconoclasta que sostenía que si Cristo era real no debería usarse ningún otro símbolo para representarle y para hacer frente a esa corriente de pensamiento, en el Concilio de Constantinopla de 692 se establece como alternativa el uso de la cruz como símbolo y no como sustitución de lo que representa, como objeto en sí no poseía valor alguno, pero como icono, como símbolo, lo era absolutamente todo.

Durante la Edad Media se popularizó su uso, los Reyes y poderosos la utilizaban como VEXILLA REGIS (tal como proclamó San Mateo), el clero la usa en las actividades litúrgicas, la arquitectura, en las representaciones artísticas y para el pueblo sigue teniendo connotaciones mágicas usándola en sustitución de otras representaciones paganas para combatir tormentas, proteger la molienda, propiciar buenas cosechas o luchar contra el maligno. El uso de la Cruz se entremezcla con gran cantidad de ritos y costumbres idólatras y que la Iglesia asumió, cristianizó e incorporó a una amplia variedad de creencias populares toleradas, aunque la Iglesia siempre buscó su enseñanza y divulgación de manera controlada a través de los catecismos donde se explicaba su verdadero significado.  La llegada de la imprenta acelera la expansión de estos catecismos y consolida aún más la cruz como símbolo, en una convivencia, y en un equilibrio inestable, entre lo litúrgico y lo mágico. El Concilio de Trento potencia la enseñanza de la cruz como símbolo protector en esos catecismos y como parte de la Contrarreforma. Durante la Edad Moderna continúa la expansión de la Cruz en esos aspectos, el litúrgico y el popular, que con pequeñas variaciones ha llegado hasta nuestros días, aunque en declive desde finales del siglo XIX cuando ya se habían incluido en el catálogo popular cruces de todo tipo como son de metal, estampas, grabadas, esculpidas… En el aspecto religioso es común la práctica de los Vía Crucis o la exaltación de las Cruces de Mayo que han llegado hasta nuestros días siendo el aspecto de la arquitectura popular, y en parte de la gestualidad, la que más cambios ha sufrido y más peligro tienen de desaparecer junto con la función apotropaica en los aspectos más cotidianos de la vida.

  1. USO POPULAR DE LAS CRUCES EN LOS EDIFICIOS RELIGIOSOS DE CÁCERES.

Como ya habíamos comentado, dejamos de lado las cruces propias de la arquitectura religiosa como pueden ser las Cruces Monumentales, las que aparecen en las veletas, Cruces de Consagración o Vía Crucis, poniendo el foco en esas cruces (en la mayoría de los casos) hechas por manos pocos expertas y de una manera ajena a la construcción y ubicadas en el exterior del templo. En este trabajo nos hemos centrado en sus cuatro principales iglesias: Santiago el Mayor, la Concatedral de Santa María, San Mateo, y San Juan, y en una ermita conocida como La Ermita de la Soledad. En total hemos localizado 32 cruces de tipo grafito, entre las que además, describiremos un medio relieve y algunas otras que posiblemente sean marcas de cantería. Existen innumerables tipos de cruces y de clasificaciones de las mismas. Nosotros nos hemos ceñido a las que aparecen en este estudio y las hemos incluido y esquematizado en la siguiente tabla, que usaremos a partir de este momento para referirnos a cada una de ellas y en la que también aparece el listado de las cruces catalogadas, su ubicación y unos sencillos datos estadísticos.

Tabla 1: Tipos de cruces y su análisis en el espacio religioso

Los primeros aspectos a analizar son el de la ubicación en el exterior del templo y el tipo de cruz que representa, porque en cuanto a la técnica, hemos de decir que en la mayoría de los casos se tratan de cruces grabadas o incisas, a excepción del medio relieve que hemos nombrado con el número 1 de la iglesia de San Juan y el 31 de San Mateo que ha sido raspada. Llama la atención la distribución en número, ya que el 53% de las 32 cruces encontradas, se halla en el templo de San Juan, el 16% tanto en Santa María como en Santiago, encontrando en San Mateo tan solo el 12 % y una única cruz en la ermita de la Soledad.

Respecto al tipo de cruz predomina la Cruz Latina Simple, representando el 37% del total, seguida de los Calvarios de base Triangular con un 25%.  Tanto las sauvásticas (13%) como algunas griegas (13%), podrían tratarse de marcas de cantería en la mayor parte de los casos, aunque en otros podrían haber formado parte de algún itinerario litúrgico perdido. El resto son cruces latinas con base recta (6%), un calvario de base redonda (3%) y una flordelisada cuyo origen explicaremos más adelante.

Lo curioso de estas cruces es que en su inmensa mayoría fueron grabadas por particulares y no forman parte del diseño original del templo o del elemento de la cantería en el que se encuentran, excepto la cruz a la que ya nos hemos referido, la Nº1, una cruz con Calvario Triangular grabada en medio relieve en la jamba de sostén a la derecha de la primera arquivolta de la portada del lado del Evangelio de la iglesia de San Juan.  Es curiosa su forma porque lo normal es que las cruces situadas en las puertas sirvieran para persignarse, siendo normalmente latinas simples y no Calvarios. No obstante, por la ubicación y altura a la que se halla, pocas dudas nos quedan de su funcionalidad como cruz para persignarse a la entrada del templo con la mano derecha. Por su factura no dudamos de que fue tallada por una mano experta al mismo tiempo que el bloque de granito en el que se halla, lo que nos permitiría fecharla entre finales del siglo XIV y principios del XV, aunque no deberíamos descartar alguna fecha posterior en alguna obra de rehabilitación.

Antes de seguir analizando sus posibles funcionalidades, pasaremos a describir, una a una, las 32 cruces encontradas en edificios religiosos de la Ciudad Antigua de Cáceres y su entorno.

Imagen 1. Portadas de la Iglesia de San Juan

  • DESCRIPCIÓN DE LAS CRUCES GRABADAS EN EDIFICIOS RELIGIOSOS

SAN JUAN. PUERTA LADO DEL EVANGELIO

  1. Es la cruz más elaborada de las que vamos a encontrar en este templo y se encuentra en la jamba derecha correspondiente la primera arquivolta de la portada del lado del Evangelio. Se realizó mediante grabado en medio relieve. Representa una factura muy cuidada e integrada en el bloque de cantería que la contiene, lo que nos lleva a pensar que se realizó en la propia construcción de la portada datada a finales del siglo XIV o principios del XV. Se trata de un Calvario con una altura total de 13cm y una base triangular de 6cm de ancho máximo. La anchura del patibulum es de 4 cm. La anchura de las trazas del relieve oscila entre los 1.5/2 cm con una profundidad media de 0.5cm. Está situada a una altura del suelo de 1,65m. Hay que destacar que “las esquinas” inferiores de la base del Calvario se han tallado de manera redondeada y no en ángulo.
  2. Se sitúa en el muro junto a la portada, en el lado izquierdo a una altura de 1.65m del suelo. Se trata de una cruz latina simple grabada de 11cm de alto y 9 de ancho. Tiene dos particularidades que la diferencian del resto: la primera es que presenta una pequeña cazoleta de poco más de un centímetro de diámetro junto a su brazo izquierdo y la segunda es que se encuentra inclinada casi 45º hacia la derecha.
  3. Se encuentra en la jamba izquierda de sostén de la tercera arquivolta, a una altura del suelo de algo menos de 1.5m. Se trata de un calvario de pie triangular de base 5cm, una altura de 10 cm y con un travesaño de 8cm. Se realizó “raspando” la piedra, mediante incisión, lo que le da un tono blanquecino que la hace destacar.
  4. Se trata de una cruz latina simple grabada en la jamba izquierda de sostén de la primera arquivolta, de 18×7 cm y enfrentada prácticamente a la cruz descrita con el número 1 a prácticamente 1,65m del suelo.
  5. Cruz latina simple grabada, a 1,8m del suelo, con 13 cm de alto y con la particularidad de que el patibulum se encuentra ligeramente desplazado hacia el centro, situándose a unos 6cm de la base. No la consideramos una cuz griega por tener este elemento únicamente 4cm.
  6. Calvario de base triangular grabado en el granito, en la jamba derecha de la segunda arquivolta a una altura del suelo de 1.6m. La base del túmulo tiene 5cm, y el conjunto alcanza una altura de 11cm con un travesaño horizontal de 7cm.

 

SAN JUAN. PUERTA LADO DEL EPÍSTOLA

  1. Cuz griega grabada de 10x10cm, situada a 1,7m del suelo en la jamba de sostén izquierda de la tercera arquivolta.
  2. Por debajo de la anterior, una cruz latina simple de 10×8 cm a unos 80cm del suelo.
  3. Aproximadamente a la misma altura, pero en la jamba de la segunda arquivolta, otra cruz latina simple de 11x8cm también grabada.
  4. En la misma zona de la primera arquivolta, en el mismo sillar encontraremos la cruz a la que hemos asignado el número 10 y 11. La 10 es una cruz latina simple de 10x6cm a unos 1,2m de altura
  5. Unos diez centímetros más arriba encontramos otra cruz latina simple de 12x7cm. La particularidad de estas dos figuras es que se encuentran parcialmente inclinadas hacia la izquierda no más de 20º.
  6. Cruz latina simple grabada en la jamba de sostén derecho de la primera arquivolta a una altura de 1,35m y con unas medidas de 13x8cm.
  7. Con las mismas medidas, y a unos 20 cm por debajo de la anterior, se halla la siguiente de las cruces latinas simples.
  8. En las jambas de la primera arquivolta, también a la derecha, pero en la cara del sillar paralelo al plano de la fachada, encontramos las dos siguientes cruces. La primera de ellas es un calvario de base triangular de 8x6cm que se sitúa a 1,5m del suelo.
  9. Unos 35 cm por debajo, otra cruz latina simple de 13x8cm.

SAN JUAN. MURO DE LA EPÍSTOLA.

  1. A una altura de metro y medio del suelo y a escasa distancia de una inscripción que nos indica que nos encontramos en la zona del cementerio del templo de San Juan, aparece esta cruz latina simple grabada en el granito, con unas medidas de 15x9cm.

SAN JUAN. ÁBSIDE

  1. En la cabecera del templo, a metro y medio del suelo encontramos esta cruz latina con base recta de 12cm de alto y con un eje horizontal de 13 centímetros. Podríamos dudar de si la cruz había sido reposicionada al reubicar el sillar en algún momento, pero la existencia de una base de 6cm nos hace descartar esta hipótesis. La cúspide mide 3cm.

Imagen 2. Cruces de la 16-22

SANTIAGO. PUERTA DE LA EPÍSTOLA

  1. Junto a la puerta de los peregrinos encontramos dos sauvásticas a menos de un metro del suelo. La sauvástica es considerada como símbolo solar y cruz en la bibliografía. La incluimos en este listado por ser una cruz grabada, pero muy posiblemente se trata de un caso de marca de cantería, algo que se aleja del campo de estudio de este trabajo
  2. Como en el caso anterior, puede considerarse una marca de cantería.

SANTIAGO. ZONA DE LA TORRE (PIES DEL TEMPLO)

  1. En la zona de la torre de la Iglesia de Santiago el Mayor, a una altura de 1,85m encontramos esta cruz griega de 12x12cm, con una profundidad de grabado de más de medio centímetro y con segmentos perpendiculares en los 4 extremos de la cruz de 4cm cada uno.

SANTIAGO. MURO DEL EVANGELIO.

  1. Más allá de la capilla de los Osma, en la zona en la que vemos los contrafuertes inacabados de la cabecera del templo, aparecen dos grandes cruces grabadas. La primera de ellas, la que se sitúa más a la izquierda, es un calvario con base, en principio triangular que posee la particularidad de no tener uno de los laterales del triángulo. Es de gran tamaño, realmente ambas son las mayores que describiremos en la Ciudad Monumental, con una altura de 35cm y una anchura de 25cm. El triángulo de la base supone 10 del total de la cruz y el lado que sí existe del triángulo es de 12 centímetros. A diferencia de otros ejemplos que veremos, el stipes se continúa en el interior de la base.
  2. A la derecha de la anterior otro calvario de base triangular con un tamaño similar, aunque el travesaño se sitúa más arriba. En ambos casos aparecen a una altura de 2,2m del suelo de la calle.

Imagen 3. Cruces de la 23-32

SANTA MARÍA. TRASERAS. CALLE DE LA AMARGURA

  1. En la calle de la Amargura, frente a la Torre Redonda encontramos esta sauvástica, y como en el caso de la iglesia de Santiago, posiblemente se trata de una marca de cantería.

SANTA MARÍA. MURO DEL EVANGELIO

  1. A más de tres metros de altura, y de nuevo, posiblemente como marca de cantería, encontramos esta sauvástica en el muro del Evangelio de la Concatedral de Santa María.
  2. Aproximadamente a 2.5m del suelo, en el lado izquierdo de la portada del lado del evangelio encontramos dos pequeñas cruces situadas a la derecha de un cartel de metacrilato que casi las tapa. La situada más a la izquierda se trata de un calvario de base triangular de 10cm de alto, 6cm de base y un travesaño de 7m. Se encuentra ligeramente inclinada a la izquierda
  3. Unos centímetros por encima y a la derecha de la anterior, encontramos una cruz latina de base recta de unos 13x8cm.

SANTA MARÍA. PIES DEL TEMPLO

  1. A la derecha de la puerta de los pies del templo y entre ésta y un contrafuerte, podemos ver esta pequeña cruz griega a algo más de metro y medio del suelo con unas medidas de 9x9cm. Podría tratarse de una marca de cantería.

SAN MATEO. LADO DEL EVANGELIO.

  1. En el muro de la Capilla de los Sande, cercana a la esquina izquierda, encontramos una cruz de unos 20cm de alto y 12 de ancho, con calvario triangular de 6cm de base y de altura y con los extremos rematados por segmentos perpendiculares de 5cm. La cruz está grabada con un grosor muy superior al normal, llegando hasta los 1,6cm de anchura. Esta capilla fue un añadido posterior a la edificación de la iglesia y se fecha a mediados del siglo XVI realizada por Rodrigo Gil de Hontañón.
  2. A 80 cm del suelo, en la cantería podemos ver esta cruz griega grabada de 7×7 cm que bien podría ser una marca de cantería.

SAN MATEO. MURO DEL EVANGELIO

  1. Incluimos esta cruz como una curiosidad, aunque se escapa al tema que estamos tratando al ser el resultado de una reutilización de unos sillares en los que se estaba tallando un escudo que quedó inconcluso. Se trata de una gran cruz flordelisada común en las órdenes militares como la de Calatrava o Alcántara enmarcada en lo que iba a ser un gran escudo.
  2. En la zona donde hay un banco corrido de piedra, se observa esta cruz latina que parece haber sido raspada, destacando su tonalidad más clara respecto al resto del granito. Tiene unas dimensiones de 14x8cm.

ERMITA DE LA SOLEDAD

  1. En la puerta de acceso a la ermita, en el lado del Evangelio, en la cara interna del dintel izquierdo, a 52 cm del suelo una cruz totalmente distinta a las descritas hasta ahora en templos religiosos, un calvario de base circular, donde el stipes entra en el orbe inferior. Posee una altura de 10 cm y la base 4cm de diámetro. Otra peculiaridad es que el brazo derecho aparece muy inclinado, con ángulo algo menor a 45 respecto a la vertical. Sobre ella parece intuirse otra similar, aunque el estado de deterioro me lleva a no incluirla en este trabajo porque realmente me ofrece algunas dudas.

3.2. POSIBLES FUNCIONES DE LAS CRUCES GRABADAS EN LOS EDIFICIOS RELIGIOSOS.

Algo que diferencia las cruces enclavadas en edificios religiosos de las del ámbito doméstico, es que fueron hechas para que un grupo de personas las viera, las entendiese y usase, alejándose de la individualización que supone en el ámbito del hogar y por lo tanto su significado y función también varía buscando su interpretación colectiva. Comencemos estudiando las cruces que aparecen en las puertas de los templos, en este sentido cabe destacar la iglesia de San Juan en la que encontramos un total de 15 cruces en sus dos portadas principales (seis en la del Evangelio y nueve en la de la Epístola).  Este tipo de cruz era hecha por el pueblo llano para dejar plasmado en piedra un estado de ánimo, una promesa o alguna acción colectiva festivo/religiosa.  La ubicación que tienen estas cruces no responde a motivos azarosos, sino que se sitúan en el acceso al templo, porque como afirma Pedro J. Cruz Sánchez en su tesis doctoral, servían para “marcar límites entre lo sagrado y lo profano, para confirmar el espacio comunitario«[6]. La propia distribución de las Cruces es lo que nos lleva a asegurar que no todas estaban pensadas para persignarse, respondiendo a creencias, promesas o ritos individuales que dejaron su plasmación física en la entrada al espacio sagrado. Lo que sí tienen en común es que eran realizadas en lugares donde podían ser fácilmente vistas, aunque muchas de ellas, solo en ciertas condiciones de luz, lo que lleva a pensar a muchos autores que algunas estaban ligadas a fiestas litúrgicas o populares concretas que propiciaban la observación o su uso en un horario o unas fechas determinadas vinculadas a una festividad en concreto.

Además de en las zonas de las portadas, donde encontramos el 50% de las Cruces descritas en edificios religiosos en este trabajo, también aparecen en otros lugares no vinculados a las entradas y salidas del templo, por lo que debemos suponer que tiene un significado o función distinta, aunque comparten con las otras su factura popular y las técnicas de grabado o incisión. En el caso de Cáceres hemos concluido que en el muro del Evangelio son más comunes (23%) que en el de la Epístola (16%), suponiendo las que aparecen en los pies y en la cabecera un 6% respectivamente. Además de las marcas de cantería que hemos querido incluir en este trabajo, como las identificadas con los números 18,19, 23 y 24, que representan sauvásticas, vamos a encontrar un gran número de cruces diferentes con distribuciones distintas alrededor de los templos. No debemos descartar que algunas de ellas formasen parte de algún tipo de itinerario litúrgico desaparecido, como Vía Crucis exteriores.

Existe un grupo de cruces en el exterior de los templos que está relacionado con los camposantos y que se ubicaban en cada parroquia hasta que en 1787 Carlos III, por razones de higiene, manda emplazarlos extramuros. A partir del siglo XVI la práctica de enterrar alrededor del templo se cambió por hacerlo en capillas o criptas, quedando al aire libre únicamente las tumbas de los más pobres hasta ese final del siglo XVIII. Los cementerios se plagaron de cruces y cruceros sobre calaveras, algo que no encontramos en la parte antigua de Cáceres, pero sí cruces que se ubican en lo que en su momento fue zona de enterramiento, aunque no quede ninguna prueba visual de su vinculación directa con el Camposanto, como puede ser el caso de la Cruz situada en el muro de la epístola de la iglesia de San Juan (Nº16) y que se encuentra a poco más de un metro de una inscripción con la palabra cementerio. También es el caso de la Cruz de la Capilla de los Sande en la Iglesia de San Mateo (Nº 28), aunque de la misma manera, nada nos hace pensar en una relación directa y poder así considerarla como la cruz cementerial.

Existen otras posibles funciones de las Cruces grabadas en edificios religiosos, como puede ser una extensión de la protección que daba el interior del templo, lo que se llamaba acogerse a sagrado y que con la plasmación de la Cruz en el exterior del edificio se ampliaba esta protección unos metros alrededor. Otra función compartida con las cruces existentes en edificios civiles es la de usarlas para evitar que la gente arrojase basuras o hiciera sus necesidades en las inmediaciones de los distintos edificios, con la pretensión de que, por el respeto al símbolo, se abandonara dicha práctica. Esta forma de intentar alejar y evitar suciedad tuvo su culmen en los siglos XVI y XVII, aunque viendo que finalmente la solución no era tal y que incluso los actos cometidos frente a las cruces eran ofensivas para el propio símbolo, hubo obispados que llegaron a prohibirlas, como el Obispado de Lugo y Ourense, que en 1622 en las Constituciones Sinodales expresaba que:

“Que no se pinten, ni esculpan Cruzes en el suelo ni en los rincones. Porque de la costumbre que hay de poner ó pintar Cruzes en los rincones, portales y paredes de las Iglesias de la parte de afuera, y de algunas calles y casas, por evitar que en aquellas partes no se echen inmundicias, por la veneración que les deben tener, no solo no se consigue el fin que se pretendía, más se da ocasión a mayor irreverencia y desacato de tan sancta insignia; ordenamos y mandamos en virtud de Sancta Obediencia, y so pena de excomunión mayor…”[7]

No tenemos en la ciudad un caso documentado de este tipo de actos para evitar conductas inadecuadas usando una cruz, pero sí usando la imagen de la Virgen, como ocurrió en el Portal Llano en 1712, donde para evitar la práctica de actos indecentes, Lázaro Lasso solicita colocar una imagen de la Virgen de la Paz de su propiedad para ahuyentar estas indecorosas prácticas y de la que aún se conserva una réplica en dicho lugar. No resultaría extraño entender que este acto es la consecuencia de una práctica, que como indicaban las constituciones sinodales del obispado de Lugo y Ourense, había dejado de ser efectivo con el uso de una simple Cruz incisa, y que, con la misma idea, se aumentase la apuesta con una imagen mucho mayor para el mismo fin, buscando así una mayor eficiencia de la medida.

Para finalizar con las cruces grabadas en edificios religiosos, debemos tratar de establecer una cronología para este tipo de representaciones. Como ninguna de ellas está datada, solo podemos especular con fechas que nos ofrezcan datos indirectos. En el ámbito académico prácticamente no hay disputa a la hora de marcarlas en una amplísima horquilla temporal que abarca desde la Edad Media hasta prácticamente nuestros días. La acumulación que encontramos en la iglesia de San Juan, con la que parece tallada por el maestro cantero que trabajó la piedra para la portada (Nº1), indicaría que esta práctica era común a comienzos del siglo XV o finales del XIV y que se continuaba a mediados del siglo XVI cuando se levantó la capilla de los Sande (Nº18) donde encontramos otra de estas cruces, siempre y cuando entendamos que se hicieron más o menos en el momento de la construcción. Al menos sí nos marcan un límite temporal inferior, pero no podemos tomar estos datos indirectos como un mecanismo de datación absoluta en ningún caso. Tan solo nos permiten indicar que las de San Juan no son anteriores al siglo XV o que la de San Mateo no es anterior a mediados del XVI, igual que los dos calvarios de Santiago que se encuentran en la zona construida también por Rodrigo Gil de Hontañón y que tampoco serían anteriores a mediados del siglo XVI (números 21 y 22). Por lo tanto, supone un gran problema fechar estos grabados, aunque si atendemos a las “modas” del país, podemos considerar que empieza a instaurarse la práctica de grabar cruces en templos a finales del siglo XV teniendo su máximo esplendor en el siglo XVIII y entrando en declive a comienzos del siglo XX.  Así lo que debemos concluir es que la práctica de dejar incisas cruces en las iglesias y capillas de la ciudad fue común durante siglos por distintas manos y con motivaciones que también fueron variando a lo largo del tiempo pero que finalmente nos han dejado una huella física de unas tradiciones, de unas creencias, que ahora nosotros intentamos descifrar.

  1. USO POPULAR DE LAS CRUCES EN EL ESPACIO URBANO Y DOMÉSTICO.

En este apartado hemos encontrado y catalogado un total de 35 cruces de las que el 54% se sitúan en la entrada del recinto amurallado o de casas o Palacios, en las propias jambas de las puertas o en la cantería situada a su alrededor. En los sillares que forman las esquinas de confluencia de calles o callejones aparecen el 14 % de las cruces, mientras que en fachadas traseras o laterales un 29 % de ellas. Respecto a la tipología hay diferencias con lo documentado en otras regiones donde predominan los calvarios de base triangular, suponiendo aquí únicamente el 17 % frente a la latina simple (26%) o el calvario de base circular (20%). En todos los casos las cruces han sido grabadas, con mayor o menor profundidad, excepto en el caso de la Cruz identificada con el número 52, que ha sido realizada con cal, y que hemos incluido aquí porque, aunque no comparte la técnica, sí la función con el resto. Pasemos a describir detalladamente cada una de estas cruces.

Tabla 2.Listado de cruces presentes en el espacio urbano y doméstico, gráficas descriptivas.

  • DESCRIPCIÓN DE LAS CRUCES GRABADAS EN EL ESPACIO URBANO Y DOMÉSTICO

Imagen 4. Cruces de la 33-40

  1. En el propio Arco de la Estrella, uno de los accesos más transitados y conocidos al recinto intramuros de la ciudad, existe una cruz latina de base recta en la cara interior del arco de esviaje, en el lado derecho si miramos hacia la plaza, a unos 20cm de la arista que forma el bloque de cantería, a 1,4m del suelo y con unas medidas de 18x12cm. Cabe destacar lo poco marcada que está, lo que hace que sea visible únicamente en condiciones muy determinadas de luz y pase desapercibida a la inmensa mayoría de las personas que atraviesan el arco a diario. Recordemos que esta puerta fue levantada a principios del siglo XVIII en sustitución de la que llamaban Puerta Nueva.
  2. En el Arco de Santa Ana, en una de las “puertas menores” de la muralla almohade, reformada y ensanchada a mediados del siglo XVIII para facilitar el acceso. A la derecha (según salimos del recinto amurallado), en el dintel de la propia puerta, a un metro del suelo aproximadamente, se localiza esta curiosa latina simple con unos 16x10cm.
  3. A pocos metros de la anterior, en el Adarve del Padre Rosalío, en uno de los lienzos de la muralla, a tan solo 65 cm del suelo, encontramos una muy deteriorada cruz con forma de calvario con base circular de 19x13cm. La base no es un círculo perfecto y tiene 9cm de diámetro mayor. Al situarse en una roca de granito muy grueso, fácilmente disgregable y, sobre todo, en un lugar que sirve habitualmente de aparcamiento de coches, ha sufrido muchos golpes y rozaduras de parachoques que han hecho que se encuentre muy deteriorada y desdibujada.
  4. En una puerta fuera de uso, que sirve de acceso a la cafetería del actual establecimiento de hostelería situado en el Palacio de los Marqueses de Oquendo, en la cantería que forma parte del dintel, a 1,65m del suelo, incisa con una profundidad entre 3 y 5mm, encontramos este calvario de base triangular de 7x6cm y una longitud de la base inferior de 3cm. Es poco apreciable por lo sutil de la incisión y por encontrarse actualmente tapada parcialmente con unos adornos vegetales que ha dispuesto el establecimiento que regenta dicha cafetería en la actualidad.
  5. En la famosa Casa del Mono vamos a encontrar dos cruces situadas en la cantería de la puerta de acceso, en la zona de la derecha. La primera de ellas, la más fácilmente observable, se sitúa a tan solo 56cm de suelo y se trata de una cruz latina simple de 13x12cm, situándose el travesaño a 5 cm del límite superior.
  6. Sobre ella y un poco a la derecha, podemos ver otra cruz latina simple bastante más pequeña y con una incisión más sutil, lo que la hace menos identificable. En este caso la cruz tiene unas medidas de 7x5cm y por la forma en la que fue hecha solo es visible en ciertas condiciones de luz actualmente.
  7. En la parte derecha de la cantería que forma la puerta de la famosa Casa del Sol, observamos una cruz latina simple, grabada con cierta profundidad en la roca, fácilmente visible y situada a 1,28m del suelo. Tiene unas dimensiones de 12x9cm. Tiene la particularidad de no poseer un segmento horizontal perpendicular, sino que los brazos se han grabado de forma independiente y con cierta angulación respecto a la vertical.
  8. En el solar de los Ulloa, en la Plaza de San Mateo, en lo que actualmente es la Escuela de Bellas Artes “Eulogio Blasco” encontramos otra cruz de las que aparecen en la cantería de la puerta de las casas, en este caso en las traseras del acceso actual, en la Calle de San Pablo y en una puerta cegada pero perfectamente identificable. A medio metro del suelo encontramos esta cruz latina simple, grabada con una gran profundidad y de 12x8cm. La manera con la que fue hecha con surco profundo y ancho, hace que sea visible en cualquier momento del año y en casi cualquier condición de luz, siendo de las más patentes que aparecen en este trabajo.

Imagen 5. Cruces de la 41-48

  1. En el dintel izquierdo de la puerta (si miramos hacia dentro del palacio) del Palacio de Los Golfines de Arriba, encontramos dos cruces perfectamente talladas, en esta ocasión no por manos inexpertas, sino por alguien con mucha pericia que consiguió un gran trabajo con estos dos calvarios de base circular. El situado más arriba tiene unas dimensiones de 20x10cm, con una base de 6cm de diámetro. La profundidad del grabado es de medio centímetro aproximadamente y se sitúa a 1,30m del suelo
  2. Por debajo de ella otra con unas dimensiones ligeramente inferiores, 16x9cm, con una profundidad similar y a tan solo 70cm del suelo.
  3. En el Palacio de los Golfines de Abajo, en la Cuesta del Marqués, frente a la Casa Museo Árabe Yusuf al Burch, y en lo que hoy es una puerta lateral, encontramos curiosamente, al igual que en la de sus parientes “de arriba”, dos calvarios de base circular en el dintel izquierdo. El superior, en mucho peor estado que su compañero, está a 85cm del suelo y tiene unas medidas de 15x6cm con un diámetro de base de 9cm. Da la sensación de que ha sido picado, porque su estado de conservación es bastante malo.
  4. Por debajo del anterior, a 25cm del suelo, otro calvario de 15x6cm y con una base circular de 8cm de diámetro.
  5. En el dintel izquierdo de la puerta principal del Palacio de Godoy, incisa a navaja encontramos una cruz latina flordelisada que solo es visible en ciertas condiciones de luz. A más de 1,6m del suelo, tiene unas dimensiones de 16x7cm y la anchura del adorno en forma de flor de lis es de 3cm. Dicho adorno parece no existir en la zona inferior, lo que también nos recordaría a la cruz en forma de espada de la Orden de los Fratres de Cáceres.
  6. Las tres siguientes cruces forman parte del monograma de Cristo, el IHS, donde a la H se le añade una cruz que corona el conjunto. Todas ellas se encuentran en la jamba derecha de la puerta de entrada del Palacio de Mayoralgo, en la Plaza de Santa María y tienen unas dimensiones parecidas: 16x15cm.
  7. Por debajo otro monograma
  8. Este se encuentra casi desdibujado, aunque se puede intuir parte de la silueta en la parte inferior del conjunto.

Imagen 6. Cruces de la 49-56

  1. En el propio palacio de Mayoralgo, pero en la fachada principal, ya no en los sillares que forman la puerta, encontramos otras dos cruces. La primera de ellas a unos dos metros a la izquierda de la portada, a unos 70cm del suelo, una cruz latina de base recta de 12x6cm y 5cm de base. Quizá por la erosión, o por los daños sufridos en el palacio en los bombardeos que sufrió en 1937, la mitad derecha del segmento horizontal es casi inapreciable o inexistente.
  2. A la derecha, y un poco por debajo de la anterior, aparece este calvario de base triangular muy desdibujado. Fue grabado a 75cm del suelo y tiene unas medidas de 13x6cm incluyendo los 5cm de altura del calvario, que tiene una anchura de 6cm.
  3. En la fachada del Palacio de Godoy, a unos metros a la izquierda de la puerta, a 83cm del suelo, encontramos este deteriorado calvario de base circular de 18x12cm y una base de 6cm de diámetro. Los brazos aparecen parcialmente angulados.
  4. En el portalón contigua a la Casa Mudéjar, en la cuesta de Aldana, encontramos sobre el dintel, con una medida de más de medio metro de alto por unos 20cm de ancho, esta gran cruz realizada con cal, la única de estas características incluida en este trabajo.
  5. En la calle ancha, en una fachada lateral de la Casa de Lorenzo de Ulloa aparece esta cruz perfectamente tallada con ángulos rectos y que aparece invertida. Es una cruz latina situada a 2.3m metros de altura y con un tamaño aproximado de 23x12cm. La profundidad del grabado ronda los 0,8cm. Esta cruz aparece invertida, pero por su ubicación y la historia de la casa, nos inclinamos a pensar que su posición se debe a una reutilización de la cantería sin tener en cuenta la orientación de dicha cruz.
  6. En el Adarve Obispo Álvarez, en el lateral del Palacio Toledo Moctezuma, vamos a encontrar tres cruces. La primera que vamos a describir se sitúa a tan solo 10cm del suelo y se encuentra bastante deteriorada. Se trata de un calvario de base circular. Tiene una longitud total de 12cm, mientras que el travesaño tiene 9cm y la base circular 3cm de diámetro.
  7. A la izquierda de la anterior encontramos dos calvarios de base triangular. El primero de ellos está situado a 1,2m del suelo y tiene unas medidas de 16x10cm, siendo 5cm la altura de la base.
  8. A su derecha, y casi superponiéndose, otro calvario con una base muchísimo mayor, aunque en conjunto mide 12x9cm. En ambos casos el grabado es solo visible en ciertas condiciones de luz y su observación es dificultosa si no se aprovecha la idónea luz incisa.

Imagen 7. Cruces de la 57-63

  1. Esta cruz latina con base recta se encuentra en la fachada lateral del Palacio de los Becerra, en la Calle del Mono. Se sitúa a 1,5m del suelo y su patibulum mide 10cm, mientras que el stipes 17cm. La base tiene 7cm de longitud, y aunque en conjunto el grabado es bastante profundo, no resulta fácil su observación en según qué condiciones de luz.
  2. En la cuesta de Aldana, frente al callejón, en la fachada lateral de un establecimiento de hostelería, encontramos esta pequeña cruz latina de base recta junto a lo que parece un raspado de la letra A. Se encuentra a poco más de un metro del suelo y tiene unas medidas de 9x7cm, no llegando la base a 5cm.
  3. Las dos siguientes cruces son similares y se encuentran en la misma calle, el Adarve del Padre Rosalío. Ambas se encuentran a más de 5m de altura y se han hecho sobre el material usado en la mampostería que se encuentran. Debido a la altura no he podido tomar medidas, pero son de gran tamaño y son muy visibles desde el suelo. La primera de ellas se encuentra frente a las puertas inmersas en la muralla y que tienen el número 6.
  4. La siguiente tiene una ubicación parecida, pero en las traseras del Palacio de los Golfines de Arriba. El grabado es mucho más sutil y su identificación se hace algo más complicada. Se trata en esta ocasión de una cruz latina de base recta, que como en el caso anterior, no he podido medir por su ubicación.
  5. Las dos siguientes cruces se encuentran en lateral de la Casa de los Saavedra o la Torre de Sande, frente a la capilla bautismal de la iglesia de San Mateo. Se trata de dos cruces griegas grabadas con bastante profundidad. La situada más a la izquierda es ligeramente inferior, teniendo unos 7x7cm, mientras que la que está ubicada por debajo y a la derecha tiene unas medidas de 9x9cm aproximadamente.
  6. Descrita en el punto anterior. Que ambas aparezcan en el mismo sillar nos hace descartar su función como marca de cantero.
  7. Esta cruz se encuentra en la sillería que hace de esquina entre una de las casas situada en la Cuesta de Aldana y un pequeño callejón sin salida, actualmente cerrado por una verja. Se encuentra a 80cm del suelo y se trata de un calvario con base semicircular, el conjunto tiene 18cm, 7 de ellos correspondientes al túmulo. El travesaño tiene una longitud de 9cm. Debido a la ubicación y el tipo de granito de grano grueso sobre la que se talló, su estado es bastante malo, aunque se distingue en casi cualquier condición de luz.

Imagen 8. Cruces de la 64-67

  1. En la Cuesta de Aldana, en la esquina con la Calle Condes, encontramos este calvario con base triangular a un metro del suelo aproximadamente. La base tiene una anchura de 3m y se encuentra parcialmente tapada por lo que parece cemento. El conjunto tiene unas dimensiones de 10x7cm. Tiene una particularidad, que ya hemos visto con otros ejemplos, y es que los brazos aparecen parcialmente angulados respecto a la horizontal.
  2. En el Palacio de Carvajal, en la Calle Tiendas, en la esquina con la Calle de la Amargura aparece esta cruz, un tanto peculiar porque parece tumbada, ya que el segmento horizontal es mayor que el vertical, siendo de 10cm de ancho por 8 de alto. Esto puede haberse dado por diversos motivos como que es un reaprovechamiento del sillar y no se respetó la orientación de la cruz, o que ésta ha sufrido algún daño o modificación posterior que le ha dado el aspecto actual. Se halla a 1,2m del suelo.
  3. En el Palacio de Camarena, en la Calle General Ezponda, en la esquina con Santo Domingo, a 70cm del suelo, podemos encontrar esta cruz tumularia, es un Calvario de base semicircular de una altura de 22cm, de los que 12 corresponden a la base. El travesaño tiene 12cm. Se observa fácilmente por lo profundo y ancho del grabado.
  4. En la Torre de los Espaderos, en La Calle Adarve Obispo Álvarez, en la esquina con la Calle Tiendas, aparece esta cruz ancorada, la única de todas las encontradas y descritas en este trabajo. La parte inferior es rematada con forma de ancla y los 3 extremos superiores con tres marcadas cazoletas. Se encuentra a un metro del suelo, tiene 20cm de alto y la anchura del “ancla” es de 15cm, mientras que la del travesaño es de 14cm.

4.2. POSIBLES FUNCIONES DE LAS CRUCES GRABADAS EN EL ESPACIO URBANO Y DOMÉSTICO.

Está documentado desde los orígenes del cristianismo el papel de la Cruz con funciones apotropaicas y su uso en las casas molinos, cobertizos, corrales… para buscar su protección[8]. La cruz tratada como un “detente” o un “espantabrujas” contra todo tipo de males, desde los más “sobrenaturales” a los más mundanos. Ejemplos tenemos en la cultura extremeña contra las posesiones como explica Publio Hurtado[9] al contarnos la historia Inés Panduro que vivió en Cáceres a mediados del siglo XVIII junto a su marido Lesmes, un herrero que tenía su taller al lado del Postigo de Santa Ana y a la que de pronto «coláronse los malignos» en el cuerpo y a la que la simple vista de la Cruz «le crispaba los nervios”, o como en Barcarrota para saber si alguien estaba «hechizado» se entraba a la habitación con una cruz en el bolsillo y si en ese momento reaccionaba era prueba de su posesión. También se usaba contra enfermedades como los herpes; en Higuera la Real se hacía con los índices unidos 12 veces el símbolo de la cruz sobre el paciente mientras se repetía “bicho corto, corto bicho, bicho corto, corto bicho», y en otras zonas de Extremadura se escribía sobre las marcas de la enfermedad «Jesús, María, la culebra se perdía» mientras se completaba el proceso dibujando cruces sobre la piel del enfermo.

La Cruz también estaba presente en lo cotidiano, es conocida la costumbre de grabar una cruz con navaja en la masa del pan antes de hornearlo o como también se ponía en los días de tormenta, bajo los huevos que se destinaban a ser incubados, clavos en forma de cruz para que no se echaran a perder.  Es indudable que la cruz es un símbolo usado no solo en lo litúrgico, sino que formaba (y forma) parte de las creencias, costumbres y supersticiones más profundas y cotidianas del pueblo y eso queda reflejado no solo en la gestualidad, sino en el espacio urbano y doméstico.

En las casas se situaban las cruces en las puertas, fachadas, portones ventanas, chimeneas… porque son las zonas por las que la tradición dice que puede entrar el mal en el hogar. Tenemos ejemplo de este tipo de cruces en palacios como el de los Golfines, Mayoralgo, Casa del Sol o Casa del Mono, aunque llama la atención que la tipología que encontramos en todas ellas es muy variada.  Destacaremos por su singularidad la cruz flordelisada del palacio de Godoy (Nº45) o Las Cruces con base circular, en el lado izquierdo de la puerta, de los palacios de los Golfines de arriba y de abajo (números del 41 al 44).  La cruz no solo aparece como símbolo principal, sino que acompaña otros símbolos tan importantes como el anagrama IHS en el palacio de Mayoralgo (números 46-48). Este símbolo lleva siglos siendo muy común, gracias a la difusión que le dieron, entre otros, San Bernardo en el siglo XI, San Bernardino entre el XIV-XV, San Vicente Ferrer en siglo XV, pero, sobre todo, gracias a San Ignacio de Loyola que lo adoptó como emblema de la compañía de Jesús en 1541 que no se limitó a utilizar el monograma IHS tal cual, sino que lo enriqueció con otros elementos. El monograma lleva, en esta ocasión, una cruz sobre la H, de esta manera, IHS no hace referencia únicamente a un nombre, sino que se refiere a la persona y divinidad de Jesucristo.

De esta manera se guardaban las casas de la entrada de la enfermedad o la miseria, con cruces que, como vemos, no aparecen solo de la mano de las clases más desfavorecidas y de manera más o menos espontánea, sino que, como hemos visto con algunos de los ejemplos anteriores, las cruces fueron grabadas por manos expertas, aunque otras muchas son fruto de una incisión improvisada y que posiblemente respondiera a una situación o preocupación principal. Una función parecida, pero con un concepto más global, debían de tener las grabadas en las puertas de acceso al recinto amurallado y que se encuentran en el lado derecho según salimos de él, lo que nos lleva a pensar en que eran usadas para persignarse, como algunas personas siguen haciendo al salir de casa. En este caso se trataría de una manera de buscar la protección divina cuando se abandonaba la seguridad de los muros de la ciudad.

Para explicar el origen de las cruces grabadas en las fachadas laterales o traseras, nos tenemos que remontar a lo explicado en el caso de los edificios religiosos con la idea de evitar el depósito de basuras o inmundicias, o para espantar algunos actos “indecorosos”.

Llama muchísimo la atención por ser la única de su tipo en la ciudad, la cruz ancorada situada en la Torre de los Espaderos (Nº67). Estamos frente a una cruz-ancla, una cruz marinera o una cruz de San Clemente. Es decir, un ancla al que se le añade un travesaño superior horizontal para que incluya el símbolo de la cruz, trazada a base de líneas y cazoletas.

Es imposible conocer cuándo se grabó ni las razones por las que alguien la hizo en ese lugar, o incluso si estaba en otro punto y el sillar fue reubicado. Por eso, simplemente, trataremos de especular sobre estos motivos explicando el uso que se le ha venido dando a la cruz-ancla a lo largo de los siglos. Realmente el ancla, por su función de mantener una embarcación fijada en un punto, se ha usado en el cristianismo como una alegoría de la esperanza de la salvación, siendo un icono universal de solidez, estabilidad, fidelidad, tranquilidad. Los propios Doctores de la Iglesia San Agustín y San Juan Crisóstomo, la usaban como distintivo habitualmente, pero fue mucho antes, los primeros cristianos, los que la “popularizaron” como enseña de la fe y la esperanza en la resurrección. La cruz-ancla también se denomina Cruz de San Clemente porque se convirtió en el emblema de este mártir y líder de la iglesia de Roma en Crimea por el año 100 d.C.

Existen únicamente dos calvarios de base semicircular que tienen también en común el situarse en esquinas o rincones de las calles de la ciudad y que desde hace algún tiempo se están atribuyendo a la señalización de una muerte trágica en el lugar y cuyo origen estaría en los frecuentes duelos a espadas que se producían en los siglos XV y XVI por cualquier motivo, por absurdo que pareciera, y que terminaban exterminando a un gran número de hombres. Es a partir de la finalización del Concilio de Trento (1563) cuando distintos reyes de la época reciben el apoyo de la Iglesia de Roma para que todos los participantes en duelos, incluidos sus padrinos, quedaran descomulgados:

«Extermínese enteramente del mundo cristiano la detestable costumbre de los desafíos… Los que entraren en el desafío, y los que se llaman sus padrinos, incurran en la pena de excomunión y de la pérdida de todos sus bienes, y en la de infamia perpetua, y deben ser castigados según los sagrados cánones, como homicidas; y si muriesen en el mismo desafío, carezcan perpetuamente de sepultura eclesiástica».

Para aquellos que morían a duelo no se podían realizar misa, ni se podían enterrar en camposanto, por lo que las familias buscaron una salida a aquel desprecio, a aquel olvido y a aquel dolor: colocaban una Cruz Tumularia en el lugar de la muerte con la esperanza de que aquellos que pasaran frente a ella rezaran por el alma del difunto y de este modo poder salvar su alma de la condena eterna. La ubicación y la tipología de la cruz nos llevan a pensar que las situadas en el Palacio de Camarena (Nº66) y en cuesta de Aldana (Nº67) (quizá también la presente en la Calle Adarve Padre Rosalío (Nº35)) pudieran tener esta función.

  1. CONCLUSIONES

La cruz es un símbolo que en el ámbito cristiano se encuentra presente en muchos de los lugares y los momentos por los que transitamos, y aunque perviven residualmente algunas costumbres y gestos relacionados con la idea de un poder protector para el que la porta, hemos perdido en las últimas décadas una gran parte de esas costumbres mágico-religiosas que han formado parte de nuestro acervo cultural desde hace siglos. De esas creencias permanecen frente a nosotros, testimonios físicos con un significado perdido, pero al que nos podemos acercar desde lo antropológico, etnográfico y lo histórico. Durante mucho tiempo se ha desdeñado el estudio de este tipo de manifestaciones, aunque por fortuna, cada vez más se pone el foco en estos elementos que se van perdiendo tanto en lo simbólico como en lo material al haber desaparecido su significado. El trabajo que ahora termina ha consistido en hacer una importante labor de campo para encontrar, describir y catalogar un total de 67 cruces situadas en la Ciudad Antigua de Cáceres y su entorno más próximo para intentar saber más del “panteón” de creencias de la ciudad y con la intención de proteger estas pequeñas marcas que forman parte de la intrahistoria de Cáceres y los cacereños.

 

[1] Chevalier, Diccionario de los símbolos, cit, en n,1 p,362

[2] Denik Birnau, ad vocem. Enciclopedia de la Religión Católica. Barcelona, Dalmau y Jover, Vol. II, p. 1302.

[3] Berry, Wm., Enciclopedia heráldica o Completo Diccionario de Heráldica, 1828/37, 4 vols.

[4] Cruceros y cruces de término en la provincia de Cáceres. Historia, arte y tradiciones. José Antonio Ramos y Óscar de San Macario. Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2021, 306 págs.

[5] ELIADE, M (1990): Tratado de historia de las religiones. Ed. Círculo de Lectores. Barcelona.

[6] Pedro Javier Cruz Sánchez (2014). Análisis y significado de la cruz en la cultura popular del occidente salmantino: El Abadengo.

[7] Citado en FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA, 2003: 45-46.

[8] Giordano, O., Religiosidad popular en la Alta Edad Media, Madrid, Gredos, Monografías Históricas.

[9] Publio Hurtado. Supersticiones extremeñas. Anotaciones psico-fisiológicas. Segunda edición 1989

Nov 182022
 

Rocío Sánchez Rubio

(Universidad de Extremadura)

 

En este 2022, se cumplen 500 años de la primera circunnavegación de la tierra; son muchas las actividades académicas que recientemente se vienen sucediendo para conmemorar esta asombrosa empresa naval que tantas repercusiones tuvo en numerosos ámbitos de la vida. En 2017 se creó en España una Comisión Nacional para recordar y celebrar este acontecimiento por considerarlo de especial interés público. Desde entonces se han organizado numerosos encuentros científicos y exposiciones, se han proyectado documentales y se han publicado monografías y artículos que nos alumbran acerca de la expedición, de sus protagonistas y de las consecuencias innegables que tuvo aquel viaje que se inició y culminó en Sevilla. El equipo responsable de estos Coloquios de Extremadura ha decidido, con buen criterio, sumarse a esta efemérides dedicando la presente edición a la expedición de Magallanes-Elcano, pero han ido más allá y aprovechan esta conmemoración para reflexionar sobre el papel que los extremeños desempeñaron en América, en las exploraciones, conquista y proceso migratorio, un papel que fue especialmente relevante durante el periodo colonial. Agradezco la confianza que han depositado en mí para impartir esta conferencia en la que trataré de exponer las líneas maestras de un tema que requeriría mucho más tiempo de lo que una conferencia debe ocupar para no cansar al auditorio.

Existen fechas en el calendario de la Historia que han quedado marcadas para siempre por la trascendencia de los acontecimientos vividos en ese tiempo. Afortunadamente algunos de los protagonistas o testigos directos de esos hechos dejaron memoria de lo acontecido, contribuyendo a alimentar la materia prima con la que trabajamos los historiadores: las fuentes documentales. En uno de esos registros de 1522, podemos leer:

 

«El lunes 8 de septiembre largamos el ancla cerca del muelle de Sevilla, y descargamos toda nuestra artillería. El martes bajamos todos a tierra en camisa y a pie descalzo, con un cirio en la mano, para visitar la iglesia de Nª Señora de la Victoria y la de Santa María la Antigua, como lo habíamos prometido hacer en los momentos de angustia».

 

Quien escribió este texto se llamaba Antonio Pigafetta, era de origen italiano y fue uno de los pocos supervivientes de la expedición que, con el apoyo de la Corona castellana, había zarpado desde Sevilla tres años atrás comandada por el portugués Fernando de Magallanes. Pigafetta dejó una crónica repleta de información sobre el viaje, la cual entregó al emperador Carlos y a otras personalidades de la época.  De las cinco naves que el 10 de agosto de 1519 partieron desde las aguas del Guadalquivir, solo regresó la Victoria, al mando de Juan Sebastián Elcano y con 18 supervivientes de los 255 hombres (según las últimas investigaciones) que habían iniciado el viaje con Magallanes. No fueron los únicos, otros 12 volvieron varias semanas después procedentes de Cabo Verde y transcurridos algunos años, otros 5 lo harían procedentes de las lejanas Molucas, destino que había sido el principal objetivo que había alentado esta expedición.

Se ha afirmado, y con razón, que el mundo no volvió a ser el mismo después de este viaje que buscaba abrir una ruta por el Oeste para llegar a Oriente, a las islas de la Especiería. Una meta perseguida por Castilla desde el primer viaje de Colón, en una pugna con Portugal por liderar la carrera del comerciop de las especias. Los portugueses lo llevaban intentando desde que Bartolomé Dias consiguiera doblar con éxito el cabo de Buena Esperanza, siguiendo la ruta que pocos años después, en 1494, el Tratado de Tordesillas asignaría a Portugal.

La creencia infundada de que las islas de la Especiería se encontraban dentro de la demarcación española y que llegar a ellas permitiría a Castilla controlar el lucrativo comercio de las especias, hizo que las espectativas de la expedición de Magallanes fueran enormes.

El regreso a España de la nao Victoria con el reducido número de supervivientes tras transitar miles de kilómetros a través de tres océanos y tres continentes, convirtió a esta expedición en uno de los acontecimientos más relevantes de la historia de la humanidad. Con este viaje se había recorrido y descubierto «toda la redondeza del mundo, yendo por el oçidente e venyendo por el oriente «, tal como expresó Elcano en 1522 en una carta que remitió al rey Carlos al poco de avistar las costas españolas. Con la llegada de los supervivientes a España se materializaba, por tanto, la primera vuelta al mundo y se iniciaba también lo que se ha venido denominando la primera globalización.

La expedición de 1519 estaba integrada fundamentalmente por españoles y portugueses, aunque había también marineros de otras nacionalidades: italianos, griegos, alemanes, franceses, incluso algún asiático (un hindú y un malayo).  Se conoce la identidad de todos gracias al diario de Antonio Pigaffeta y a los diversos testimonios de algunos de los protagonistas donde vierten datos sobre el grupo, el viaje y los episodios vividos. Dos de aquellos hombres eran extremeños: Hernando de Bustamante y Juan Rodríguez Serrano. Hernando o Fernando residía en Mérida antes de embarcar, aunque todo apunta a que su origen estaba en la villa de Alcántara. Marchó como barbero de la expedición y fue uno de los 18 afortunados que consiguió volver tras completar la primera vuelta al mundo.

El otro extremeño, Juan Rodríguez Serrano, no tuvo la misma suerte, era originario de Fregenal de la Sierra aunque residía con su familia en Sevilla, viajó como capitán y piloto de la Santiago, una de las cinco naves que acompañaron a Magallanes en 1519. El frexnense desapareció en Cebú, una de las islas de archipiélago filipino, tras sufrir una emboscada de los indígenas y nunca más se supo de él. Su mujer, la sevillana Juana de Durango, nunca lo dio por muerto y peleó incansable durante años para conseguir que tanto la Corona castellana como la portuguesa buscaran a su marido y acudieran a su rescate.

Finalmente, el esfuerzo de esta expedición, con las decenas de vidas cobradas no sirvió para que Castilla consiguiera el control de las ansiadas islas de la Especiería. El principal problema tras el viaje de Magallanes y Elcano fue dilucidar a quien pertenecía aquellas islas, si a Portugal o a Castilla. Se sucedieron reuniones de alto nivel en las que participaron diplomáticos, pilotos, cartógrafos, matemáticos y navegantes muy reconocidos de ambas Monarquías para intentar resolver el contencioso que sólo se pudo cerrar en 1529 tras la firma del Tratado de Zaragoza.

Se ha dicho que para Castilla este Tratado fue uno de los negocios más rentables de su historia y seguramente fue así; en él se reconocía que las islas Molucas se hallaban en la parte del mundo asignada a la Corona castellana  (ahora ya sabemos que aquella suposición se basaba en un cálculo erróneo, en  realidad las islas estaban situadas en la parte que se le había otorgado a Portugal a finales del siglo XV). Siendo dueña de las Molucas, Castilla renunció a ellas y vendió a Portugal ese derecho, a cambio de una sustanciosa cantidad de dinero (es decir, vendió a Portugal lo que en realidad era de Portugal).

¿Por qué Castilla renunció a ese derecho que con tanto ahínco había perseguido desde que se produjera el primer viaje de Colón en 1492?. Pronto los castellanos fueron conscientes de que, aún con la posesión de las Molucas, su posición en el comercio asiático era muy marginal puesto que se tardó en fijar la manera de regresar por el Pacífico, única vía permitida a Castilla; el  derrotero del llamado tornaviaje a través de este océano, no se consiguió fijar hasta 1565.

A ello podemos sumar otro factor, quizás más importante, vinculado a  los acontecimientos que se sucedían por entonces en los nuevos territorios de América y que ayudarán a revalorizar la posición castellana en este continente. Al tiempo que Magallanes descubría en 1519 el paso entre el Atlántico y el Pacífico para dirigirse a las islas de la Especiería, el ejército de Hernán Cortés se encontraba con la confederación azteca. De esta manera, América empezará a cobrar valor por sí misma, convirtiéndose, ahora sí, en el objetivo prioritario de la expansión castellana.

Por tanto, el verdadero valor de los nuevos territorios descubiertos por Colón, no se puso de manifiesto en sus inicios, y aunque la Corona trató muy pronto de controlar aquella empresa (convirtiendo en papel mojado los compromisos adquiridos con el almirante), lo cierto es que durante un tiempo la Corona miró más hacia Oriente que hacia las nuevas tierras de América, que en apariencia no ofrecían tantas oportunidades ni parecían tan ricas. Ello no impidió que el control real sobre el Nuevo Mundo fuera aumentando progresivamente a medida que se debilitaba el poder que la propia Corona había depositado en manos de Cristóbal Colón. También muy pronto, para los nuevos territorios se apostó por el sistema de poblamiento, por la fundación de ciudades y el asentamiento de una población fija y no de paso.

En 1992, hubo otro V Centenario donde se conmemoraba un acontecimiento de especial relevancia histórica: el Descubrimiento de América. Ese aniversario dio un gran impulso a las investigaciones sobre el tema que versa esta conferencia. En los años inmediatos y posteriores a 1992 se publicaron numerosos trabajos que alumbraron acerca del fenómeno migratorio que alentó a miles de españoles a abandonar sus hogares para poblar el Nuevo Mundo. Gracias a aquellas investigaciones y a otras muchas que se han ido abordando después (ampliando, matizando y corrigiendo en algún caso), hoy tenemos una visión suficientemente nítida sobre aquel movimiento de población procedente de la Península que se dirigió hacia los nuevos territorios, los mecanismos que se pusieron en marcha para hacerlo posible y los protagonistas que lo llevaron a cabo a ambos lados del Atlántico.

 

La política migratoria

Hay que partir de una realidad que, desde su inicio, condiciona la emigracióna Indias: el trasvase de población española a América -y, por tanto, también extremeña- fue un proceso dirigido y controlado por el poder político. Aunque en la fase inicial se produjeron titubeos, enseguida se tuvo claro que no se iba a permitir el libre acceso de pobladores a América, porque el deseo de la Corona era la de asentar a personas de calidad, de «buenas costumbres» y que lo hicieran de forma ordenada. A través de una legislación amplísima y con la ayuda de un cuadro administrativo muy complejo se fue dictaminando qué personas podían instalarse y el modo de acceder a aquellos territorios.

A lo largo de los sesenta años que cubren los reinados de los Reyes Católicos, de su hija Juana y de su nieto Carlos, se fueron definiendo las características y los requisitos que el candidato a marchar a Indias debía cumplir, así como los trámites a realizar antes de embarcarse.También se empezó a concretar qué grupos iban a tener vedado el acceso y los castigos en caso de incumplimiento. En esas décadas iniciales se fija de forma casi definitiva la legislación referida a pasajeros, pues en lo sustancial no cambiará durante todo el periodo colonial.

De inicio, se estableció la obligación de portar licencia de la Corona para marchar a Indias, requisito que se mantuvo inamovible durante más de tres siglos y que las autoridades no dejaron nunca de recordar, lo que de alguna manera delata que su cumplimiento no era general.

En 1503 se crea en Sevilla la Casa de la Contratación, entre sus funciones estaba la de llevar el control de las personas que se embarcaban. Sevilla se convertía -como la defició Lope de Vega-  en el único “Puerto y Puerta de las Indias”; circunstancia que a priori, permitía establecer un control más seguro y fiable tanto de los pasajeros que iban y venían de América, como sobre las mercancías intercambiadas. Esta situación se prolongó hasta principios del siglo XVIII; en 1717, la institución se trasladó a la ciudad de Cádiz.

La supervisión de la emigración ejercida por la Casa de Contratación será compartida con el Consejo de Indias a partir de la creación de éste en 1524, convirtiéndose en el principal órgano de gobierno de los territorios americanos.

Al menos desde 1509, los oficiales de la Contratación llevaban un registro de todos los pasajeros, identificados por su nombre y apellido, el lugar de origen, la filiación de sus padres y el oficio ejercido, se incluía también una declaración jurada de testigos ratificando que no pertenecieran a grupos prohibidos para marchar a Indias.

Desde muy pronto a determinados colectivos se les prohibió viajar y establecerse en América. En 1502 se ordena que no pasen «moros, ni herejes, ni judíos, ni reconciliados, ni personas nuevamente convertidas a nuestra sancta fe». En 1508 se amplía la condición de prohibido a los descendientes de los quemados y reconciliados por la Inquisición, hasta el segundo grado; tres años después se incluirá también a los nietos.

También se vetó el paso a los extranjeros, pero ¿quien era extranjero en un Imperio como el español que controlaba tantos territorios?. Las reales órdenes lo dejaban muy claro: aquel que no fuese natural de los territorios españoles de la Corona de Castilla y de Aragón. Sin embargo, la necesidad de poblar a las nuevas áreas que continuamente se incorporaban a los dominios de la Monarquía hizo que, en determinadas coyunturas, se favoreciera el paso de pobladores de manera indiscriminada; haciendo la vista gorda, y relajando las medidas restrictivas, sobre todo, durante las primeras décadas del siglo XVI.

Finalizadas las grandes conquistas, durante la segunda mitad del Quinientos, se inicia una nueva etapa coincidente con el reinado de Felipe II;  los trámites burocráticos y los mecanismos de control para viajar a Indias se incrementan y adquieren ya su forma definitiva, sin los vaivenes de la etapa anterior. Aumentan los esfuerzos y se ponen más medios para evitar que los grupos prohibidos accedan y se instalen en los nuevos territorios, y se incorpora a la lista otro colectivo, el de los gitanos, un modelo poco ajustado -según la mentalidad de la época- al prototipo de poblador honrado que se quería para América.

En este periodo se pone, si cabe, más cuidado en la calidad de los pobladores, evitando el paso de personas desocupadas para que las Indias no se llenaran de vagabundos, ociosos y gentes de mal vivir. Finalmente se insiste en declarar a las Indias coto cerrado para quienes no fueran súbditos españoles. A pesar de esta prohibición, la realidad era que los extranjeros estaban por todas partes y su llegada a América se había convertido en una constante desde los inicios, ya fuera de manera ilegal o con autorización de la Corona. Conscientes del problema, se arbitraron diversas fórmulas para permitir a los extranjeros instalarse de manera legal en América; fórmulas como las naturalizaciones (si se cumplían una serie de requisitos) o las composiciones (mecanismo que los Austrias utilizaron muchas veces para recaudar dinero consistente en legalizar la presencia del extranjero a cambio de un pago).

En 1552 se introduce la exigencia de presentar en la Casa de Contratación información de limpieza de sangre, realizada en el lugar de nacimiento ante un escribano público y en presencia de alguna de las autoridades del lugar (corregidores, alcaldes…); además varios testigos debían ratificar los datos que el futuro emigrante daba de sí mismo y de su familia. Con esta información se acreditaba ante la comunidad la calidad social y la condición de cristiano viejo del emigrante. El candidato a viajar no escatimará esfuerzos para demostrar, la pureza de su sangre, su conducta intachable, y alegar que no marchaba para evadir pleitos pendientes ni para escapar de deudas contraídas con la Real Hacienda. En definitiva, que era persona de bien y merecedora de la licencia que habilitaba el paso de manera legal a las Indias. Las informaciones que se han conservado, proporcionan datos valiosos sobre los emigrantes y nos aproximan también a su apariencia física pues solía incluirse una descripción de los rasgos más sobresalientes al objeto de evitar fraudes y suplantaciones de identidad a la hora de embarcar.

La necesidad de otorgar estabilidad y orden a los nuevos territorios alentó, así mismo, desde muy pronto:

– La emigración de familias completas y, por tanto, de mujeres (una colonización sin mujeres no era posible). La presencia de familias era necesaria para que los asentamientos en América fueran estables y duraderos, además existía también una justificación de tipo religioso y moral, ¿cómo podía enseñarse a los indígenas la bondad del matrimonio único y las ventajas de la vida civilizada si los españoles no daban ejemplo de ello?.

– En esta misma línea, se intenta acabar con un fenómeno preocupante como era la de los hombres casados que habían marchado a Indias sin sus esposas y alargaban sus estancias en América muchos años separados de ellas, convirtiendo a estas mujeres en auténticas viudas, cuando en realidad no lo eran.

Por tanto a los grupos prohibidos se sumó la condición de varón casado que pretendía viajar sin su mujer, poniéndose trabas también a los que ya lo habían hecho y alargaban sus estancias en Indias sin intención de regresar a España o de enviar a por sus esposas. A lo largo del siglo XVI (1505, 1511, 1524, 1525 1530, 1533…) la Corona elevará órdenes en este sentido que irán subiendo de tono, lo que atestigua que este fenómeno -como el de la presencia de extranjeros- era difícil de erradicar en un espacio tan inmenso como era la América española.

El problema adquirió tal dimensión que en los últimos años del reinado de Carlos V (a partir de 1544) se intentó resolver de manera contundente y con la ayuda de una reglamentación mucho más dura:

– Para los matrimonios que permanecían separados se destinaron jueces especiales, nombrados por las Audiencias americanas, para perseguir a los casados que incumplían la ley y proceder a su expulsión.

– Para los hombres casados que se veían obligados a embarcarse en solitario por asuntos de negocios (muy habitual entre los mercaderes), o para llevar a cabo tareas puntuales como el cobro de haciendas o el acompañamiento de familiares en viajes de ida o vuelta, se crean permisos especiales que comprometían, tras el pago de una fianza, a regresar en un plazo estipulado. Estas licencias requerirán, además, el consentimiento expreso de las esposas, que sólo podía certificarse ante un escribano público.

Esta fue una línea de actuación política que se mantendrá hasta el final del periodo colonial pero que ni consiguió acabar con las separaciones matrimoniales, ni con el problema de los abandonos en la Península y de las falsas viudas (que no lo eran por ley porque sus maridos seguían vivos en América).

Los datos sobre las mujeres extremeñas que viajaron durante la segunda mitad del siglo XVI para reencontrarse con sus maridos haciendo constar el tiempo que éstos llevaban ausentes de sus casas, confirma que el problema se perpetuó y que las separaciones siguieron produciéndose, aún después de endurecerse las penas contra los casados que se olvidaban de regresar.

Desde muy pronto se promovió también el paso de mujeres solteras y casaderas porque en América deambulaban muchos hombres solteros que llegaron en la etapa descubridora y conquistadora a quienes se pretende fijar en la tierra para que la sociedad estuviera bien ordenada. Al principio no se puso freno alguno a estas mujeres célibes, pero después se empieza a obstaculizar el que pudieran instalarse libremente en solitario. Se les impedirá viajar si no van acompañadas de un varón de la familia que pudiera velar por su honra y reputación. Detrás de esta decisión estaba el temor de que emigraran aventureras o prostitutas que pudieran influir negativamente en la moral de las nuevas poblaciones, tal como aseguraban las autoridades virreinales que estaba ya sucediendo en algunas ciudades de sus distritos.

El propio discurrir de la presencia española en territorio americano con las etapas de descubrimiento, conquista, pacificación y colonización y la política migratoria que la Corona fue perfilando, contribuirá a ir fijando el tipo de poblador que se desplaza hacia los nuevos territorios.

Durante la primera fase se detecta la presencia mayoritaria de hombres jóvenes, lo que resulta lógico dadas las tareas que debían llevarse a cabo en América. Y aunque hubo también mujeres que se decidieron a embarcar, la presencia de éstas al principio fue bastante minoritaria.

En el primer tercio del siglo XVI por cada mujer extremeña que cruzaba el Atlántico lo hacían 24 hombres, desajuste que se irá corrigiendo a medida que se consolida el asentamiento español y se entra en una fase plena de colonización. La preferencia de la Corona por una emigración de tipo familiar contribuirá a ir equilibrando ese desajuste entre ambos sexos. Hacia mitad de siglo XVI las mujeres ya representaban más de la cuarta parte del total de los emigrantes, proporción que irá subiendo paulatinamente a medida que se pacifica el territorio, se fundan las ciudades y los asentamientos se hacen estables y duraderos.

En los últimos años del XVI la emigración femenina extremeña se había quintuplicado en relación a comienzos de ese mismo siglo. Sin embargo, la participación global masculina siempre fue superior a la femenina (algo más de 4 varones por cada mujer) y aunque con el transcurrir del tiempo tendieron a igualarse, nunca llegaron a equipararse.

 

Los trámites para viajar a Indias

En función de lo dicho hasta ahora, se puede deducir que los trámites para marchar a Indias eran largos y costosos para aquellos pasajeros que decidían hacerlo por los cauces legales. Se iniciaban con la solicitud de una licencia real, donde solía manifestarse las razones que empujaban a emigrar. En ella debían incluirse todas las personas que el solicitante llevaba en su compañía (mujer, hijos, otros familiares, criados). La petición debía presentarse en la corte ante el Consejo de Indias, donde era aprobada o desestimada estampando en la resolución la firma del rey. Sólo en casos especiales (mercaderes y factores de mercaderes, por tiempo limitado a tres años y sin opción a prórroga, mestizos, vecinos de Indias casados en aquellas parte, familias que quisieran residir en Santo Domingo y mujeres casadas cuyos maridos residían en Santo Domingo) las licencias podían ser despachadas en la Casa de Contratación.

Esta documentación es muy jugosa pues aporta pistas sobre las causas que los solicitantes exponían en sus peticiones para abandonar estos territorios, en un porcentaje muy alto solían declarar estos dos motivos:

– padecer mucha necesidad

– tener familiares en América que les habían ofrecido su ayuda y les reclamaban para que fueran a vivir con ellos.

Este último es el origen de que numerosas peticiones incorporaran cartas privadas de estos familiares emigrados para demostrar que no se iba a la aventura sino a «mesa y mantel puesto», al objeto de obtener con más facilidad la licencia real. Se han conservado centenares de cartas privadas escritas por los emigrantes a sus familiares en España, lo que supone un auténtico tesoro para los historiadores por la cantidad y calidad informativa.

La licencia era personal, intransferible y tenía validez por dos años, quedando invalidada si en ese plazo no se había hecho uso de ella. Obtenida la licencia el siguiente trámite era la realización de la limpieza de sangre, documento que certificaba, en teoría, la condición de cristiano viejo y la de ser persona de fiar y no conflictiva. Hubo dos colectivos exentos de cursar esta obligación: los eclesiásticos y los denominados provistos (cargos públicos), pues se sobreentendía que su limpieza de sangre estaba probada de sobra.

El siguiente trámite tenía como escenario la Casa de Contratación, donde se efectuaba el control de los documentos que el emigrante aportaba para poder embarcar (la licencia real y la información). Hay estudios que demuestran que ese control era bastante minucioso antes de obtener el permiso final y ser registrado en los libros de asientos. Días después del asiento los pasajeros eran citados para recoger las credenciales necesarias al objeto de realizar el viaje: la real cédula original y la licencia de embarque expedida por Contratación.

El último control se efectuaba ya a bordo de los navíos donde los visitadores inspeccionaban los barcos para controlar el número y la identidad de los que viajaban, elaborando un listado. Previamente los pasajeros debían negociar su viaje y las condiciones en las que éste se efectuaría con los maestres de los navíos de las flotas. Usualmente lo hacían ante un escribano de la ciudad de Sevilla mediante un documento que conocemos como carta de fletamiento. Gracias a esta documentación podemos aproximarnos al coste económico que suponía el viaje a Indias y el enorme esfuerzo que representaba para el emigrante su traslado a aquellos territorios. Cantidad que se elevaba extraordinariamente cuando era una familia de varios miembros la que embarcaba.

 

Evolución del movimiento migratorio

El control que la Corona pretendió ejercer sobre el flujo migratorio ha tenido una consecuencia muy positiva para los investigadores que hemos abordado esta temática, gracias a aquél se generó un volumen ingente de documentos que con el tiempo se han convertido en fuentes imprescindibles para poder conocer los rasgos de la población que marchó (lugar de procedencia, señas de identidad, razones de la partida, lugares donde se establecían…). Sin embargo esta documentación no es fiel reflejo de la dimensión que alcanzó el fenómeno migratorio por diversas razones:

– A lo largo del tiempo se han producido pérdidas documentales y deficiencias en la tramitación que provocan vacíos informativos, sin olvidar que en algunos momentos la Corona eximió de realizar algunos trámites a determinados pasajeros o grupos por el gran deseo que tenía de que aquellas tierras se poblaran. Por ejemplo, solía ser bastante habitual que en expediciones pobladoras se dispensara a los participantes de presentar informaciones de limpieza de sangre, bastando con que el capitán jurara que no llevaba con él a ninguna persona de las prohibidas (ello agilizaba los trámites, pero esta fórmula permitía que se colaran personas que, con la ley en la mano, no debían de haber pasado).

– Tampoco se puede pasar por alto la existencia de una emigración ilegal, que escapaba a todo control y, por tanto, muy difícil de estimar numéricamente. Todo apunta a que la existencia de emigrantes ilegales fue un fenómeno bastante extendido a juzgar por las reiteradas denuncias que hacían las autoridades, tratando de atajarlo con sanciones cada vez más duras.

Los ilegales no sólo fueron personas pertenecientes a los colectivos prohibidos para establecerse en América, también individuos aparentemente sin trabas, optaban por utilizar vías ilícitas para no tener que realizar los largos y costosos trámites administrativos.

Se conocen bastante bien las vías utilizadas por la emigración clandestina para entrar en América. Entre ellas, era común enrolarse como marinero o soldado y desertar cuando el barco arribaba en tierras americanas, marchar escondido en un barco en calidad de polizonte, los llovidos, o embarcarse con documentos falsos. En este sentido, existen noticias de que en Sevilla llegó a existir un mercado clandestino de compraventas de licencias. Sin embargo, resulta muy dificil evaluar el alcance de este fenómeno y su estudio supone un gran reto para los investigadores por la escasa huella documental.

Durante el periodo colonial el flujo migratorio hacia los territorios de Ultramar fue un proceso oscilante que experimentó altibajos y alteraciones, en parte motivadas por la modalidad y por la normativa que trataba de regularlo. A medida que transcurría el tiempo, fueron modificándose también las características de la población que marchaba, su volumen, los aportes de las diferentes regiones de España y las preferencias a la hora de elegir destinos.

Simplificando y de manera muy esquemática se pueden señalar varias etapas en este largo proceso que se inició a finales del siglo XV.

Durante las primeras décadas los españoles que se desplazan a América lo hacen para participar en la conquista, ocupar el territorio y comenzar su poblamiento. Los protagonistas son, sobretodo, hombres jóvenes que marchan en busca de fortuna como recompensa a los méritos militares.

La situación cambia claramente a partir de la segunda mitad del siglo XVI, al producirse un incremento de las salidas -hasta casi duplicar los valores de la primera mitad de siglo-, modificándose también la composición del flujo migratorio de las primeras décadas. Las grandes conquistas habían finalizado y se entraba en la fase plena de colonización y poblamiento, comenzaba a consolidarse el asentamiento de españoles en América y los nuevos territorios ya no atraían sólo a los jóvenes aventureros de la primera etapa, sino a grupos de funcionarios, comerciantes, religiosos y, sobre todo, a familias dispuestas a iniciar una nueva vida. Este modelo, en el que la emigración familiar tiene un gran peso, se va a prolongar hasta la década de 1630. A partir de entonces y hasta finales del siglo XVII los desplazamientos de grupos familiares descienden de manera progresiva, aunque sin desaparecer del todo, contribuyendo a que el ritmo de las salidas disminuyera en comparación al siglo XVI.

También la creciente presión de la Corona tratando de impedir el paso de hombres casados sin sus esposas, forzó a que los matrimonios separados se agruparan en América, actuando como mecanismo corrector del desajuste de los primeros tiempos. Por otra parte, un porcentaje importante de quienes marchaban lo hacían porque habían sido reclamados por otros familiares o conocidos, o acompañando a personas que iban a ejercer determinados cargos en América.

La tendencia a la baja se prolongará durante el siglo XVIII, si bien con los Borbones hubo un intento de reactivar la emigración familiar promoviendo el paso de colonos (que provenían sobre todo de los territorios del norte peninsular y de Canarias) hacia espacios escasamente poblados de la América española que urgía controlar frente a los competidores europeos.

 

Las cifras y la participación de los extremeños

Se han realizado muchos esfuerzos para ofrecer cifras globales sobre la población trasvasada al Nuevo Mundo, pero no es una tarea sencilla hacer una cuantificación general del volumen de emigrantes y menos aún conocer sus orígenes y las señas de identidad de todos los que participaron en las empresas del Nuevo Mundo.

Ya hemos apuntado algunos de los problemas con los que nos enfrentamos: vacíos informativos por pérdidas documentales, las excepciones en la política migratoria, la existencia de emigrantes ilegales…etc.

Las diversas estimaciones efectuadas hasta ahora parten de técnicas de prospección y recuentos que se extrapolan para tratar de aproximarse al volumen que debió alcanzar la emigración en los siglos XVI, XVII y XVIII. De esta manera, se calcula que a lo largo del periodo 1493-1600, habrían viajado a las Indias unas 250.000 personas. Un volumen que se encontraría lejos de las cifras que se barajan para los siglos posteriores, donde el número de salidas se redujo de manera notable sin que volvieran a alcanzarse los valores del XVI, que es considerado el gran siglo de la emigración del periodo moderno. Se acepta una secuencia de 100.000 individuos para el siglo XVII, una cifra algo más alta para el siglo XVIII y unos 25.000 emigrantes para el primer cuarto del siglo XIX.

Pero una cosa son las estimaciones numéricas y otra muy distinta es conocer a los protagonistas de la emigración a Indias. En las últimas décadas se han publicado numerosos trabajos, sobre todo a nivel local, que, valiéndose de fuentes muy diversas (parroquiales, protocolos notariales, etc) han servido para identificar a emigrantes que no aparecían en los registros oficiales. Aunque estos trabajos son relevantes, hemos de acudir a muestras más globales para obtener conclusiones válidas que sirvan para todo el territorio peninsular.

Para el Seiscientos sigue siendo de gran valor la amplia muestra que hace bastantes años ofreció el investigador norteamericano Peter Boyd Bowman, quien consiguió reunir numerosos datos biográficos de un volumen considerable de emigrantes -algo más de 56.000- manejando numerosos documentos tanto de archivos españoles como americanos. Su Índice Geobiográfico (muy utilizado por los investigadores) ha permitido valorar los diferentes aportes regionales de la emigración a Indias. En su lista los extremeños suponían cerca de 9.000 efectivos, un volumen que en mi tesis doctoral conseguí elevar hasta la cifra de casi 15.400 nombres ampliando el número de fuentes. No todas las regiones españolas participaron aportando contingentes similares en el poblamiento y colonización de América en ese siglo XVI, ni tampoco lo hicieron en los mismos tiempos y con la misma intensidad.

La primera evidencia de la muestra de Boyd Bowman es el protagonismo indiscutible de Andalucía, que mantuvo porcentajes superiores al resto de territorios peninsulares alcanzando casi el 37 por ciento de la emigración registrada entre 1493-1600. Tras ella otros espacios castellanos ofrecen también porcentajes importantes destacando Extremadura, con un valor que se aproximaba al 16 por ciento. En menor medida están los aportes  procedentes de Castilla la Nueva, la Vieja y León. En su conjunto, este gran bloque de territorios de la Corona de Castilla representó casi el 90 por ciento de la emigración española en el largo siglo XVI, siendo muy limitada, por tanto, la participación de otros territorios de la Monarquía.

Para el siglo XVII, hasta hace poco no contábamos con una muestra lo suficientemente amplia de todo el territorio español, que permitiera compararla con las cifras del investigador norteamericano. Afortunadamente una reciente tesis realizada por Palmira García Hidalgo ha conseguido reunir un volumen cercano a los 40.000 nombres, demostrando de paso que, a grandes rasgos y aún presentando un volumen más reducido, se mantuvo la tendencia del siglo anterior en relación al origen geográfico de los emigrantes. Esta investigación y la efectuada hace años por Encarnación Lemus sobre la emigración extremeña del XVII, fijan una participación de Extremadura que roza los 5.000 efectivos. En esta centuria, los extremeños continuaron siendo, tras los andaluces, los más propensos a acudir a la llamada del Nuevo Mundo, seguidos de nuevo por los originarios de las dos Castillas.

Finalmente para la etapa comprendida entre 1700 y 1824, los trabajos de Isabelo Macías y Rosario Márquez sobre una muestra cercana a los 25.500 emigrantes -de los que algo más de 6.000 corresponden al siglo XIX-, manifiestan ya claramente el importante cambio que se produjo en relación a los orígenes regionales. Dejando a un lado Andalucía, que no perdió su relevancia debido a su condición de cabecera en la Carrera de Indias (en este siglo se traslada la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz), Extremadura y las dos Castillas perdieron de manera significativa el peso que habían mantenido hasta entonces. En contraste, se observa el gran protagonismo que tuvieron los territorios del norte peninsular (País Vasco, Galicia, Cantabria y Asturias) y del levante español (particularmente Cataluña). Atendiendo a las cifras que ofrecen estos dos investigadores sólo 120 extremeños optaron por atravesar el Atlántico, testimoniando para Extremadura el final de un proceso que prácticamente se había cerrado a mitad del siglo XVII.

 

La corriente migratoria extremeña

Con todos estos datos podemos concluir que los extremeños se sintieron especialmente atraídos por América durante la centuria del Quinientos. Conocemos la identidad de algunos que acompañaron a Colón en su viaje de descubrimiento y algunos más siguieron atravesando el Atlántico en años sucesivos. Sin embargo, no será hasta 1502 cuando América se presente como una oportunidad para los extremeños de la mano de otro extremeño, fray Nicolás de Ovando, nombrado gobernador de las Indias, con el que se inicia de manera decidida el proyecto colonizador que la Corona pretendía para sus nuevos territorios.

Un buen conocedor de esta expedición, Esteban Mira Caballos, señala que nunca antes se había puesto tanto empeño en asentar la colonización en las tierras recién descubiertas, ni se había despachado a las Indias una armada de esas dimensiones: 32 navíos y en torno a 2.000 personas entre tripulantes y pasajeros. Entre los participantes que se han podido identificar (algo más de 400), los extremeños representaron en torno al 13 por ciento, iniciando una cadena migratoria que con el tiempo se iba a fortalecer con nuevos eslabones.

A partir de entonces cientos de extremeños se aventurarán a pasar al Nuevo Mundo formando parte de expediciones descubridoras, conquistadoras y colonizadoras, también integrados en el séquito de criados y servidores que personalidades y dignatarios llevaban consigo.

Los extremeños están por todas partes, aunque la cuota de participación parece incrementarse durante las grandes Conquistas. El historiador Hugh Thomas, concluyó que el 16 por ciento de los miembros de la expedición de Cortés procedía de Extremadura y que la mayor parte de sus capitanes y hombres de confianza eran originarios de esta región, una fidelidad que Cortés supo recompensar de manera muy generosa más adelante.

Al igual que en la expedición cortesana, muchos de los participantes en la conquista del Perú se sumaron a la empresa cuando ya residían en Indias. A ellos se unió el contingente más reducido, reclutado por Francisco Pizarro en 1529 en Andalucía y en Extremadura cuando ultimaba con la Corona la capitulación. Como se desprende del trabajo de James Lokhard, de los 168 hombres que estaban presentes en el momento de la captura de Atahualpa en Cajamarca, los extremeños constituían el grupo regional más numeroso, y 17 de ellos eran trujillanos.

El desplazamiento de los extremeños  al Nuevo Mundo en la primera mitad del XVI, constata su máximo durante los años comprendidos entre 1534 y 1540, debido sobre todo a la aportación de la expedición que acompañó al extremeño Hernando de Soto a La Florida. El elevado número de paisanos a los que sedujo Soto para conquistar y poblar el sureste de los actuales Estados Unidos, provocó que ese año de 1538 se erigiera en la cota máxima de la emigración extremeña durante toda la historia colonial. Un total de 344 extremeños marcharon con el Adelantado a La Florida, casi la mitad de todos los participantes directos  en esta malograda empresa. En ese mismo año, Pedro de Alvarado llevó consigo desde la Península a 80 personas más procedentes de la región en su expedición a Guatemala.

Con el discurrir del siglo el ritmo de las salidas de los extremeños hacia el Nuevo Mundo mantuvo una tendencia alcista alentada, en gran medida,  por la incorporación de conjuntos familiares, lo que contribuyó a modificar la composición y la morfología de la corriente migratoria de acuerdo con las nuevas necesidades y demandas que se producen, a mediados del siglo XVI, en territorio americano. Los extremeños que marchaban por entonces lo hacían hacia destinos donde familiares y paisanos se hallaban asentados, aunque otros muchos lo harán bajo el cobijo de las diferentes expediciones organizadas en la Península para poblar territorios que a la Corona le interesaba ocupar de manera efectiva. A dichas expediciones se incorporan muchas familias de la región aprovechando las facilidades de pasaje que ofrecían sus organizadores y las promesas de disfrutar de tierras y de un porvenir mejor.

Resulta imposible en estas páginas aludir a todas ellas, pero por su simbología recordaremos la protagonizada por el jerezano Pedro Maraver. En 1574 capituló con la Corona para ocupar y poblar un amplio territorio -prácticamente inexplorado-, entre el Amazonas y el norte del alto Perú que el promotor bautizó con el nombre de La Nueva Extremadura, una de las tres Extremadura que hubo en América, aunque ninguna ha perdurado en la toponimia. La recluta del contingente se realizó básicamente en las tierras de Jerez de los Caballeros, Badajoz, Mérida, Trujillo y Plasencia. Se le requirió reclutar a 200 hombres «los çiento casados y los çiento solteros (…) lleuando los casados sus mugeres». Gran parte de los integrantes pereció en esta aventura a consecuencia de las enfermedades y el ataque de los indígenas, entre ellos el propio Pedro Maraver y dos hijas que le acompañaban en el viaje.

Estas grandes expediciones pobladoras, muy usuales en el siglo XVI, fueron ya casi inexistentes en el siglo XVII. De hecho para el caso extremeño, la última vez que se localiza a un grupo numeroso de pobladores fue en 1619. Ese año 40 familias acompañaron a Gaspar de Magallanes a Cumaná, en la provincia de Nueva Andalucía (actual Venezuela), en respuesta a la petición que éste había elevado a la Corona sobre la «falta despañoles y ser neçesarios para la conserbaçión de aquella tierra y acudir a su labrança con sus casas y familias». Entre las familias que embarcaron hubo 14 que procedían de Extremadura y casi la mitad eran originarias de Zalamea de la Serena, conformando un amplio grupo de 23 personas integrado por hombres, mujeres, jóvenes y niños de corta edad. La expedición regresaba a los escenarios que 73 años atrás había intentado ocupar sin éxito la expedición del trujillano Francisco de Orellana, donde éste fallecería en 1546 sin lograr su objetivo.

Estas experiencias migratorias confirman un aspecto que ha sido abordado en otras investigaciones tanto de ámbito local como regional: el carácter colectivo que impregnó gran parte de la emigración a Indias.

Para desafiar el largo viaje y el encuentro con un espacio físico desconocido y con frecuencia hostil, el emigrante se valió de la compañía de familiares, pero también de convecinos y amigos para afrontar las penalidades de la travesía y del nuevo entorno al que se incorporaban. Iniciar el viaje con deudos o arropado por paisanos o vecinos de lugares próximos podía ser tranquilizador para emprender la aventura de la emigración. Por ello, encontramos frecuentemente a extremeños del mismo lugar viajando juntos, formando parte de las mismas expediciones, tramitando al mismo tiempo en Sevilla su documentación para embarcarse o incluso  realizando la travesía en el mismo barco.

 

La procedencia de los emigrantes

Las localidades extremeñas que contribuyeron al poblamiento del Nuevo Mundo, superan los 300 núcleos, aunque los aportes tuvieron una gran diversidad cuantitativa.

En el siglo XVI, dos de cada tres emigrantes extremeños procedían de lugares enclavados en la actual provincia de Badajoz (el 66 por ciento), un rasgo que se intensificará en el XVII pues casi el 71 por ciento de los emigrantes de esta centuria había nacido en localidades de la baja Extremadura.

En este sentido, hay que señalar como factor impulsor en las salidas, la proximidad a Sevilla, el puerto de embarque forzoso durante algo más de dos siglos para todos pasajeros que se dirigían a América.

Si atendemos a los núcleos con mayor saldo migratorio durante el siglo XVI, obtenemos otro de los rasgos de la emigración extremeña. Entre las 19 localidades con más de 200 emigrantes documentados, se encuentran las más populosas de la región, otorgando a la emigración un claro matiz urbano, rasgo que investigaciones efectuadas para otros territorios peninsulares también corroboran. Trujillo se erige en la ciudad extremeña que más emigrantes envió al Nuevo Mundo en el siglo XVI (más de 1.500).  Fue también una de las más generosas de toda España, solo superada por Toledo y Sevilla. En el siglo XVII, Trujillo perdió esta hegemonía regional en favor de Zalamea de la Serena, que aportó cerca de 600 salidas. Durante esta centuria, en la lista siguen estando en las primeras posiciones las mismas localidades que la lideraban en el Quinientos.

Otro elemento que ayuda a explicar la desigual participación de los núcleos extremeños tiene que ver con el papel desempeñado por las vías de comunicación en el flujo migratorio. En el caso extremeño, la vía de la Plata constituía el principal acceso para llegar al puerto de embarque. Por ello, los pueblos situados en sus márgenes o en las proximidades de este camino se convirtieron en protagonistas privilegiados de la comunicación con América, estando en mejores condiciones que otros núcleos para trasladarse al Nuevo Mundo y también para recibir con más facilidad los estímulos positivos que llegaban desde el otro lado del Atlántico. En este mismo sentido, habría también que incluir el ramal del Camino Real que desde la corte se dirigía hasta Extremadura y que pasando por Trujillo conectaba en Mérida con la antigua calzada romana de la Plata

 

Sus señas de identidad

La documentación manejada no informa de manera sistemática de la edad que tenían los emigrantes cuando abandonaban Extremadura, los datos que a veces se deslizan nos permiten confirmar el marcado rasgo de juventud que caracterizó al colectivo. Un tercio de los casos informados no superan los 20 años, incluyéndose a mucha población infantil (que debemos vincular con la emigración de familias). Un porcentaje muy alto (el 70 por ciento) contaba con menos de 30 años.

Otro rasgo que permite caracterizar al grupo de extremeños que se trasladó a América es su heterogeneidad social y profesional, que no difiere del perfil general que conocemos para el conjunto peninsular. Entre los emigrantes hubo una representación importante del grupo de hidalgos y de la nobleza de segundo grado que marchó a las Indias buscando las oportunidades de promoción que no encontraban en su tierra. Sin embargo, el grueso del colectivo migratorio se nutrió fundamentalmente de los estratos intermedios e inferiores de la sociedad, tanto desde el punto de vista del patrimonio económico como de la consideración social.

Es cierto que marchar a las Indias fue un proyecto que no estuvo al alcance de cualquiera por su alto coste económico, pero diversas estrategias permitían que los más humildes de la sociedad pudieran embarcar: formar parte de una expedición o marchar como criado de un señor que se hacía cargo de los gastos del desplazamiento estaba al alcance de cualquiera. Además existían otras posibilidades para hacer frente a los gastos sustanciosos que generaban la tramitación de los permisos y el largo viaje a las Indias. La documentación notarial arroja algo de luz al respecto al atestiguar cómo algunos jóvenes concertaban con sus padres el adelanto de sus legítimas;  las mujeres casadas ponían sus dotes a disposición de sus maridos para sufragar los gastos con la certeza de que regresarían. Otras vías para conseguir fondos eran la venta de bienes, las donaciones y los préstamos, sin olvidar que en frecuentes ocasiones fueron los propios emigrantes instalados en América los que facilitaron el viaje a familiares.

Mención aparte merecen los eclesiásticos, que protagonizan una emigración más reducida y selecta que la ordinaria y en la que es preciso diferenciar entre el clero regular y el secular porque su participación en el proceso migratorio difiere en lo relativo a las motivaciones, trámites burocráticos, condiciones exigidas para realizar y costear el viaje y, sobre todo, al papel que ambos colectivos asumieron en Indias. El clero secular, a excepción de la limpieza de sangre, estaba obligado a cumplimentar los mismos trámites que los pasajeros comunes.

Más dificultoso es el análisis de las órdenes regulares en quienes recayó el cumplimiento de la misión pontificia de evangelizar a la población indígena encomendada a los Reyes Católicos y sus sucesores. Las fuentes que permiten conocer la identidad de los religiosos misioneros que marcharon a cumplir con esta misión requieren de un tratamiento y posicionamiento metodológico que evidentemente excede de los objetivos de este trabajo. Para empezar no era frecuente que se consignara el lugar de nacimiento de los religiosos misioneros, siendo más usual la inclusión del convento o provincia religiosa a la que pertenecían. Los trabajos que han abordado a este colectivo confirman que en relación a Extremadura la aportación de religiosos fue incesante y mantuvo las mismas pautas a lo largo de los siglos.

El predominio de la emigración franciscana en el siglo XVI (que alcanza un porcentaje sobre el resto de las órdenes religiosas del 71,7 por ciento), continuó e incluso se incrementó en periodos posteriores. Esta notable aportación del franciscanismo obedece, en el caso de Extremadura, a la enorme implantación conventual de la regla de San Francisco en la región.

Ambos cleros (el secular y el regular) representaron  en el siglo XVI el 5 por ciento de toda la emigración regional conocida, porcentaje que, en relación a las Órdenes religiosas, no dejó de crecer a medida que se reducía el flujo migratorio extremeño.

 

Las razones para emigrar

Dejando al margen los traslados por motivos profesionales que protagonizaron comerciantes, religiosos o funcionarios de la Corona, los propios emigrantes informaron sobre las razones que les llevaba a abandonar sus hogares y emprender una nueva vida en América. En sus peticiones de licencia y en las cartas privadas que se han conservado aludían muy frecuentemente a las dificultades para sustentarse en esta tierra y a las perspectivas de mejora que esperaban tener en su nuevo destino. Un alto porcentaje de los emigrantes extremeños esgrimió como motivo fundamental que les empujaba a marchar a la pobreza. Una pobreza que se formula de diferentes maneras: «ser pobre», «no tener hacienda», «estar la tierra muy fatigada», «no tener en estos reinos bienes ningunos con que poder vivir», «padecer mucha necesidad»…). Esta penuria económica escondía realidades muy distintas dentro del colectivo que lo expresaba. No todos sufrían el mismo grado de pobreza aunque lo verbalizaran con las mismas palabras. Las dificultades de las capas sociales más desfavorecidas no podía compararse con la que alegaban los hidalgos que con frecuencia, junto al testimonio de no poderse sustentar, utilizaban la muletilla «conforme a la calidad de su persona».

Emigrar a Indias, por tanto, se vinculó muy estrechamente al deseo de lograr una situación más ventajosa en las condiciones de vida que hasta entonces se había disfrutado en el lugar donde se residía. Mejores condiciones que se intentan alcanzar en un entorno nuevo, América, que durante buena parte del periodo moderno ejerció una gran seducción entre los extremeños y el resto de españoles. Los nuevos territorios proyectaron la imagen de una tierra de oportunidades donde el sueño de alcanzar una posición más ventajosa podía hacerse realidad.

Entre la población emigrante, todo apunta a que los elementos de atracción que consiguieron despertar expectativas y deseos de marchar fueron más poderosos que los factores de expulsión. Pronto comenzó a funcionar con fuerza el llamado “tirón familiar”, el reclamo de los que habían emigrado antes a los parientes y amigos que quedaron atrás para favorecerlos. Les escriben cartas repletas de imágenes positivas sobre América («fértil y abundosa», «buena y rica», «donde jamás falta el comer aunque el hombre no trabaje», «donde llueva que no llueva, no hay hambre»), les envían noticias con retornados, les animan a seguir sus pasos haciéndoles partícipes de sus éxitos y muchas veces facilitándoles incluso el viaje mediante el envío de dinero y de la información necesaria para no perderse en los trámites.

Pero a quienes no contaban con el respaldo de un familiar o conocido no le faltaron tampoco incentivos y oportunidades como ya hemos señalado. A los componentes de las expediciones reclutadas en nuestro territorio, además de un futuro prometedor, se les ofrecían privilegios y exenciones fiscales. Si a ello sumamos la escasa distancia de nuestro territorio con el puerto de embarque comprenderemos por qué los extremeños marcharon en gran número.

Los caminos que conducían a Sevilla fueron insistintemente recorridos por reclutadores para las expediciones a Indias, por arrieros que transportaban viajeros y mercancías, por indianos y peruleros que regresaban de América trayendo noticias, por comerciantes, etc. Ese trasiego tenía que penetrar necesaria y especialmente en el ánimo de quienes se encontraban asentados en la cercanía de estos caminos. Estos estímulos explicarían por qué áreas con condiciones de vida semejantes arrojaron saldos migratorios diferentes.

Cuanta más gente abandonaba un pueblo o una comarca más familiares y convecinos se animaban a seguir sus pasos. Por el contrario, cuanto más extrañas se hacían las salidas más ajeno era aquel mundo y menos real su existencia.

 

Destinos y retornos

En cuanto a los destinos hacia los que se dirigieron los extremeños, resultaría difícil encontrar algún territorio que no hubiera contado con la presencia de algún originario de esta región.

Con el discurrir del tiempo se fue ampliando el territorio conocido e incorporándose nuevas áreas receptoras donde poder iniciar una nueva vida. Los extremeños están por todas partes, aunque existieron algunas áreas donde tendieron a concentrarse en función de los diferentes factores que condicionaron los asentamientos. Esos factores iban desde la elección personal, el deseo de reagruparse con miembros de la familia que habían emigrado antes, la fama de las tierras, la participación en expediciones pobladoras que marchaban a zonas que convenía controlar o, incluso, el ejercicio de algún cargo en las instituciones coloniales.

Uno de los problemas que presenta el análisis de los destinos está en relación con las referencias genéricas que se incluía en la documentación oficial cuando se mencionaba hacia donde se dirigían los emigrantes. Con frecuencia se alude, sin más precisión, que los pasajeros viajaban a las «provincias» o «reinos» del Perú o de Nueva España, que fueron los dos virreinatos que hasta principios del siglo XVIII administraron la América española. Estas demarcaciones incorporaban amplísimos territorios, sin que podamos conocer el lugar exacto donde los viajeros se asentarían finalmente. En otras ocasiones las áreas receptoras coinciden con demarcaciones territoriales y administrativas algo menos genéricas que los virreinatos, pero igualmente amplias: audiencias, gobernaciones o capitanías generales.

La posibilidad de cruzar fuentes ayuda en algunos casos a concretar algo más el destino final de los emigrantes en América, aunque éstos no siempre fijaron su residencia en el mismo lugar durante todo el tiempo que permanecieron en las Indias. En cualquier caso resulta interesante referir la predilección que los extremeños mostraron por los territorios del Perú, una vez éstos se convirtieron en una opción para establecerse.  La posición de liderazgo de los Pizarro durante la conquista y los años inmediatamente posteriores a ella junto con el claro favoritismo que vierten entre allegados y amigos de su misma naturaleza garantizaron el temprano establecimiento de una corriente migratoria y su autoalimentación posterior como respuesta al continuo reclutamiento y a las reclamaciones de parientes, paisanos y amigos que realizan  los que se asentaron primero en aquel territorio. Esta especial predilección incluso se incrementó en el siglo XVII. La inclinación por el destino peruano puede considerarse, por tanto, una característica definitoria de la emigración extremeña, puesto que la tónica general de la emigración española fue la predilección por los territorios situados en el virreinato de Nueva España. En este sentido, para los extremeños Perú llegó a ser sinónimo de Indias y perulero el equivalente a indiano. El favoritismo por los amplísimos territorios del virreinato peruano se acentúa de manera muy llamativa en el caso de la ciudad de Trujillo.

 

Por último, una pequeña reflexión sobre un aspecto sin el cual este análisis apretado sobre la emigración extremeña no quedaría completo. El fenómeno de los retornos de emigrantes a los lugares de donde partieron y el impacto que ello pudo ocasionar en el flujo migratorio. Resulta difícil constatar si quienes partieron hacia América lo hicieron con intención de regresar o si, por el contrario, la marcha se proyectó como un viaje sin retorno, como seguramente fue el caso de las familias que llevaron consigo a todos sus hijos. Esta decisión, lógicamente, debió estar mediatizada por la experiencia personal vivida en América y por el nivel de éxito o fracaso alcanzados en el nuevo destino.

La documentación permite conocer las trayectorias de algunos retornados que lo hicieron tanto de manera temporal (por razones de negocio, visita a sus familias, solicitud de mercedes a la Corona u otros asuntos particulares), como también con carácter definitivo. La presencia de estos indianos o peruleros en las sociedades de origen ejerció un papel también esencial para el sostenimiento de las cadenas migratorias contribuyendo a impulsar nuevas salidas y a orientar el viaje de otros emigrantes.

De igual modo, el dinero de América -su envío a España y sus formas de inversión en las sociedades locales- representan un aspecto del fenómeno migratorio de gran interés. Esos caudales sirvieron para que hijas, hermanas y otras mujeres hicieran buenos matrimonios o ingresaran en conventos, para que jóvenes varones pudieran formarse en las universidades, para remodelar capillas, para efectuar compras de casas, tierras, rentas y censos o para fundar capellanías y obras pías.

Un impacto igual de importante como la pérdida de población que la emigración a Indias provocó en este territorio de Extremadura.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

– Pedro BORGES (1977), El envío de misioneros a América durante la época española, Bibliotheca Salmanticensis. Estudios, Salamanca, 1977.

»                «La emigración de eclesiásticos a América en el siglo XVI. Criterios para su estudio», en F.P. SOLANO PÉREZ-LILA, F. del PINO Díaz (coords.), América y la España del siglo XVI, vol. 2, Servicio Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1983, pp. 47-62.

– Peter BOYD-BOWMAN, Índice geobiográfico de más de 56 mil pobladores de la América hispánica. 1493-1519, México, Fondo de Cultura Económica, 1985.

»                  “La emigración extremeña a América en el siglo XVI”, Revista de Estudios Extremeños, tomo XLIV, Badajoz, 1988, pp. 601-621.

Palmira GARCÍA HIDALGO, La emigración española a Améroca en el siglo XVII. Mujeres cruzando el Atlántico, Tesis doctoral dirigida por R. MÁRQUEZ MACÍAS Y Mª L. CANDAU CHACÓN, Universidad de Huelva, 2021.

– Auke Pieter JACOBS, Los movimientos migratorios entre Castilla e Hispanoamérica durante el reinado de Felipe III, 1598-1621. Amsterdam-Atlanta, Rodopi, 1995.

»            «Pasajeros y polizones. Algunas observaciones sobre la emigración española a Indias durante el siglo XVI», Revista de Indias, 172, 1983, pp. 439-481.

– Encarnación LEMUS, Ausente en Indias. Una historia de la emigración a América. Ediciones Siruela, Madrid, 1993.

– James LOCKHART, Los de Cajamarca: un estudio social y biográfico de los primeros conquistadores del Perú, 2 Vols. Editorial Batres, 1986

– Isabelo MACÍAS DOMÍNGUEZ, La llamada del Nuevo Mundo. La emigración española a América (1701-1750), Universidad de Sevilla, 1999.

– Rosario MÁRQUEZ MACÍAS, La emigración española a América (1765-1824), Universidad de Oviedo, 1995.

– Carlos MARTÍNEZ SHAW, La emigración española a América (1492-1824), Gijón, Archivos de Indianos/Caja de Asturias, 1993.

– Esteban MIRA CABALLOS, La gran armada colonizadora de Nicolás de Ovando, 1501-1502. Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, 2014.

– Recopilación de las Leyes de los Reynos de las Indias, mandadas imprimir y publicar por la Magestad Católica del Rey Don Carlos II, Nuestro Señor, 4 vols. (edic. facsímil), Madrid, 1973.

– Antonio Pigafetta, La primera vuelta al mundo. Relación de la expedición de Magallanes y Elcano, Madrid, Alianza Editorial, 2019.

– Rocío SÁNCHEZ RUBIO, La emigración extremeña al Nuevo Mundo. Exclusiones voluntarias y forzosas de un pueblo periférico en el Siglo XVI, Madrid, Ediciones Siruela, 1993.

»                    «Extremeños con Hernando de Soto en la expedición a la Florida». Hernando de Soto y su Tiempo, Badajoz, Junta de Extremadura, 1994, pp. 19-52.

»                    «Trujillo y América. Relaciones y vínculos durante los siglos XVII y XVIII», en Trujillo: Desde el Barroco al Neoclasicismo (Siglos XVII y XVIII). Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, Badajoz, 2004, pp. 267-316.

– Hugh THOMAS, La conquista de México, Barcelona, Planeta, 1994

 

 

WEBGRAFÍA:

https://www.rutaelcano.com/

La historia

 

 

[1] El presente texto reproduce la conferencia impartida en la sesión inaugural de esta edición de los Coloquios Históricos de Extremadura, incorporando al final las referencias bibliográficas que han sido manejadas y citadas en esta disertación.

Nov 172022
 

GERARDO NÚÑEZ, MANO DERECHA DE SÁNCHEZ ALBORNOZ

 

Francisco Rivero

Cronista Oficial de Hinojal (Cáceres)

 

Ponencia dedicada a mi buena amiga María Teresa Pérez-Zubizarreta

 

Gerardo Jaime Núñez Clemente fue un archivero, profesor e investigador que nació en Hinojal (Cáceres) en octubre de 1887 y falleció en Madrid en 1966.

Estudió Filosofía y Letras en la rama de Historia consiguiendo Premio Extraordinario de Fin de Carrera en la Universidad central de Madrid, allá por agosto del año de 1913. Tres meses más tarde en noviembre, entró por oposición en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, donde destacó en su profesionalidad.

En su carrera sobresalió como prestigioso profesional de la archivística. Fue el brazo derecho de Claudio Sánchez Albornoz en el Centro de Estudios Históricos desde 1928 a 1934, donde participó en los trabajos y viajes de recogida de materiales para los proyectos de la entidad cultural.

Por un concurso de traslado, pasó el 14 de julio de 1915 desde Toledo al Archivo Histórico Nacional en Madrid donde trabajó como vicedirector del mismo desde 1948 hasta el 2 de octubre de 1957 que se jubiló, recibiendo varios homenajes, uno de ellos, en 1966, presidido por el entonces director general de Archivos y Bibliotecas, José Antonio García Noblejas. Gerardo Jaime Núñez Clemente falleció en la capital de España el 15 de marzo de ese año, celebrándose su funeral en la parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel, en el madrileño barrio de Chamberí.

 

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Gerardo Jaime Núñez Clemente nació en la localidad cacereña de Hinojal el 2 de octubre de 1887, situada en la comarca de los Cuatro Lugares. Era hijo del maestro Antonio Núñez Jiménez y de su esposa Juana Clemente Díaz, natural del vecino pueblo de Casas de Millán, y que vivían en la popular calle de la Cruz, donde había nacido a las ocho de la tarde del día anterior su hijo Gerardo, según declaró el padre a las 10 de la mañana del día 3 ante el juez municipal Santiago Segovia Gil para rellenar el acta del nacimiento. La ficha se completa con el nombre de los abuelos paternos: Joaquín Núñez, natural del Casar de Cáceres, y Tomasa Jiménez, de Garrovillas de Alconétar y de los maternos: Vitoriano Clemente y Concepción Díaz, ambos de Casas de Millán.

Antonio Núñez, que había nacido en el año de 1861 en las Casas de Millán, estudió Magisterio y ejerció en Hinojal durante varios años y según la Dirección General de Instrucción Pública, dependiente del entonces Ministerio de Fomento, indica que el 25 de octubre de 1894, se publicó el escalafón definitivo de los maestros de la provincia de Cáceres, en la Gaceta de Madrid, de ese día, y que hoy es el Boletín Oficial del Estado don Antonio Núñez Jiménez apareció con el número 123 y llevaba de antigüedad 5 años, 3 meses y 19 días de servicios en la localidad de Hinojal. Fue tan reconocida su labor en el pueblo de Hinojal que desde hace años tiene dedicada una calle que hace las famosas cuatro esquinas del pueblo con la calle de la Cruz y que va desde la calle de la Laguna hasta la calle Cerro.

En agradecimiento, Antonio Núñez cedió al Ayuntamiento su amplia biblioteca de libros para enriquecimiento cultural de los hinojaliegos. Un servidor de niño leyó varios de estos libros, sugeridos por mi abuelo Juan Francisco Domínguez, entre ellos recuerdo al “Tartarín de Tarascón”, del francés Alfonso Daudet. La biblioteca donada cuenta actualmente con 176 libros, pero eran bastante más y algunos de ellos han ido desapareciendo con los años. Había quien los pedían prestados y después no lo devolvían. Yo sugiero desde aquí al Ayuntamiento de Hinojal que compre una placa y la ponga en esta estantería y que diga: “Biblioteca don Antonio Núñez”, con el fin de que los hinojaliegos sepan quién donó, altruistamente, tantas obras literarias al pueblo.

Antonio y su esposa Juana dieron dos hermanos más a Gerardo, que era el mayor de los hijos: Alejandro Eloy, que nació dos años más tarde, en 1889 y José Alberto en 1893.

Un estudioso del pueblo de Hinojal, Fidel Durán Macarrilla, me amplia la información sobre este maestro con el siguiente texto:

«A don Antonio se le nombra maestro de la escuela nocturna de adultos el 23 de diciembre de 1900, cobrando 200 ptas. anuales. En enero de 1904 el Ayuntamiento de Hinojal tiene con él un contencioso porque no daba las clases y sin embargo las cobraba (no se dice si es porque los alumnos no asistían o porque él no se presentaba).

En 1935 se le hace un homenaje y asiste el obispo Feliciano Rocha Pizarro. Se hace una comida para las autoridades y el Ayuntamiento dona 100 ptas. para que puedan comer los más necesitados del pueblo.

Se le pone su nombre a la calle que entonces se llamaba Calle de La Peña, dado que en la casa número 10 había una peña que sobresalía de la pared.

Fallece en su pueblo natal el 18 de noviembre de 1936 y parece ser que el cadáver es trasladado a hombros por los vecinos de Las Casas de Millán hasta la barca. Desde ahí hasta Hinojal es trasladado de la misma forma por los vecinos de este último. En Hinojal se le hace un nicho que cuesta 54 pesetas y se le pone una placa. (El nicho lo levantaron los albañiles Juan y Andrés Ollero y los peones Félix Montes, Filomeno Molano y Antonio Sánchez)»

 

Como siempre hay colaboradores de uno en el pueblo de Hinojal, pedí a Esther García Lancho que me proporcionara una fotografía de la tumba del maestro en el cementerio. Esta es su leyenda:

 

  1. ANTONIO NÚÑEZ JIMÉNEZ

Maestro Nacional

Falleció en Casas de Millán

el día 18 de noviembre de 1936

a los 75 años de edad

ooOoo

El Ayuntamiento y pueblo de Hinojal

le dedica este recuerdo

 

Un alumno muy brillante

La vida de Gerardo es muy interesante y gracias a la ayuda de su nieto, Juan Antonio Núñez, que me facilita este diploma podremos conocer algo más de la vida de nuestro personaje, escrita con una preciosa caligrafía. Vamos a transcribirla textualmente:

 

EL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL

 

POR CUANTO D. Gerardo Jaime Núñez y Clemente, natural de Hinojal, provincia de Cáceres, de edad de veintiún años tiene acreditado en debida forma que reúne las circunstancias prescritas por la Legislación vigente para obtener el TÍTULO DE BACHILLER; habiendo demostrado su suficiencia en el Instituto general y técnico de San Isidro ante los Tribunales correspondientes que le han calificado de Sobresaliente en el ejercicio de la Sección de Letras y de Aprobado en la Sección de Ciencias del grado respectivo terminando estos actos académicos el día primero de julio de mil novecientos nueve.

POR TANTO y en virtud de la facultad conferida a los Rectores, expido a su favor el presente Título sellado con el de esta Universidad y refrendado por el Secretario general de la misma, en Madrid a veintiséis de agosto de mil novecientos nueve.

                                                       El RECTOR

El SECRETARIO GENERAL                                                      Firma del interesado

De este prestigioso Instituto de Madrid, fundado en 1845, han salido primeras figuras españolas del arte y la cultura como Pío Baroja, Pedro Salinas, Alonso Zamora Vicente, Antonio Machado o los Premios Nóbel de Literatura José Echegaray y Camilo José Cela.

Influido por la profesión de su padre, aficionado a las letras, Gerardo estudió Filosofía y Letras (rama de Historia) y se licenció en esta carrera, con Premio Extraordinario por la Universidad Central.

El edificio de la Universidad Central se encuentra en la calle de San Bernardo, número 49, muy cerca del Ministerio de Justicia el Instituto Cardenal Cisneros y el antiguo Colegio Mayor “José Miguel Guitarte” donde residí mientras estudiaba la Licenciatura en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid y ahora reconvertido en el Conservatorio profesional de Música “Amaniel”. Los tres grandes edificios dan a un patio común que era un antiguo claustro del convento de los jesuitas, por eso la calle y el metro se llaman Noviciado, que era donde se formaban los novicios de la Compañía de Jesús. Tras la Desamortización de Mendizábal se instaló un cuartel de infantería y posteriormente, en 1843, la Universidad Central.  Sobre la antigua iglesia jesuítica, el arquitecto Pascual Colomer levantó el Paraninfo de la Universidad Central con alegorías a la cultura universitaria, obras de Joaquín Espalter y esculturas de Ponciano Ponzano. Hoy alberga el Instituto de España, que reúne a todas las Reales Academias de nuestro país.

El 2 de octubre de 1912 (página 16) el periódico monárquico ABC reflejaba en una amplia reseña de la apertura oficial del curso 1912/13 en la que se decía que “con la solemnidad acostumbrada se celebró ayer tarde en el Paraninfo de la Universidad Central la apertura del curso académico. El acto fue presidido pro el rector señor Conde y Luque, a quien acompañaban los decanos de las facultades; los respectivos claustros de catedráticos y los representantes de los diversos centros docentes oficiales tomaron asiento en el estrado”.

El catedrático de la Facultad de Farmacia, D. Marcelo Rivas Mateos, fue el encargado de leer el discurso; versó este acerca de “El profesorado” y en él trató de su situación actual y de la posición que debe ocupar para el mejor cumplimiento de la alta misión que le está encomendada; en último término trató de la organización del profesorado y abogó por que se cree en la Universidad una Escuela de Pedagogía.

Su lectura fue premiada con grandes aplausos, y acto seguido se procedió al reparto de premios a los alumnos que los obtuvieron el curso anterior.

Fueron adjudicados Premios Extraordinarios de Carrera a los siguientes alumnos: Licenciatura en Filosofía y Letras a la señorita Ángel García Rives (Sección de Historia) y a don Gerardo Jaime Núñez Clemente (Sección de Letras). Posteriormente se hace una amplia relación de nombres que fueron premios extraordinarios en las siguientes carreras: Ciencias Exactas, Ciencias Químicas, Derecho, Medicina y Farmacia. Posteriormente se entregaron los Premios de Doctorado en estas ramas universitarias y también a algunos bachilleres.

 

Su primer trabajo

El primer trabajo de Gerardo fue en el Archivo de Hacienda de Toledo. De un total de 20 plazas que se convocaron por una Real Orden del 9 de octubre de 1912 del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, siendo ministro Joaquín Ruiz Jiménez, para el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos sacó el puesto número 4, con un sueldo anual de 3.000 pesetas, al precio de hoy 18 euros. El primer puesto fue para Juan Ferrer y Oliver, que obtuvo puesto en el Archivo General Central de Acala de Henares.

La documentación está entresacada del número 215 de la Gaceta de Madrid (lo que hoy es el Boletín Oficial del Estado) del viernes 1 de agosto de 1913, durante el primer gobierno del Conde de Romanones, Álvaro Figueroa y Torres (Páginas 265 y 266). Uno de los miembros del jurado que calificó a Gerardo Núñez fue el célebre arqueólogo y académico de la Historia, José Ramón Mélida. La principal labor de este arqueólogo fue la excavación de la ciudad romana de Mérida donde se le concedió dar su nombre a una calle. Con el tiempo fue el director del Museo Arqueológico Nacional.

Por Real Orden del 9 de octubre de 1912 se mandó convocar a oposición para proveer 20 plazas vacantes de Oficiales de tercer grado del Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecario y Arqueólogos, dotada cada una con el sueldo anual de 3.000 pesetas y las demás de igual categoría y grado que también vacaren hasta el día en que el Tribunal hiciera la calificación definitiva y subsiguiente propuesta, sin más excepción entre estas últimas que las que resultasen en el ínterin amortizadas, por virtud de los reingresos que pudieran solicitar los individuos del propio Cuerpo que se encontraren en la situación de supernumerarios:

2.- Resultando que publicada en forma la oportuna convocatoria en la Gaceta de Madrid y anunciada posteriormente de igual manera la constitución definitiva del Tribunal, no se dedujo por los opositores recusación alguna:

3.- Resultando que el Tribunal, constituido por D. Francisco Rodríguez Marín, como Presidente, y como Vocales, por D. Emilio Ruiz Cañabate, D. José Ramón Mélida y Alinari, D. Manuel Pérez Villamil, D. Cayo Ortega Mayor, don Juan Menéndez Pidal y D. Manuel González Simancas, ha propuesto para cubrir las 26 plazas vacantes el día 11 del presente mes, en que tuvo lugar la calificación definitiva por orden riguroso de mérito, y entendiéndose que los 13 primeros números de la lista han sido adjudicados por unanimidad y los 13 restantes por mayoría absoluta de votos a los opositores siguientes:

  1. D. Juan Ferrer y Oliver.
  2. D. Andrés Sobejano Alsina.
  3. D. Benito Fuentes Isla.
  4. D. Gerardo Jaime Núñez Clemente.
  5. D. Faustino Gil Ayuso,

Los opositores propuestos por el Tribunal para cubrir las plazas vacantes, en acta levantada ante el jefe de la sección correspondiente de este Ministerio (de Instrucción Pública y Bellas Artes) con fecha 14 de los corrientes han elegido, siempre a reserva de que fueran nombrados individuos del mencionado Cuerpo, entre las plazas vacantes, en la siguiente forma:

El 1, Archivo General Central de Alcalá de Henares.

El 2, Archivo de la Chancillería de Granada.

El 3, Museo Arqueológico de Toledo.

El 4, Archivo de Hacienda de Toledo,

El 5, Biblioteca Universitaria de Zaragoza.

En la revista del órgano facultativo del ramo de los Archivos, Bibliotecas y Museos, correspondiente al semestre de enero a junio de 1918 , en la sección de Ascensos se da la siguiente noticia en la sección se informa de lo siguiente: Por jubilación de don Servando Corrales y García, han ascendido: a jefe de segundo grado, don Jerónimo Béckery González; a jefe de tercer grado, don Manuel Ramos y Cobos; a jefe de cuarto grado, don Juan Romera y Navarro; a oficial de primer grado, don Aureliano Castillo y Beltrán, y a oficial de segundo grado, don Gerardo Jaime Núñez Clemente.

 

 

La no asamblea de 1923

Del 23 al 29 de octubre de 1923 se organizó una Asamblea del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Los aciagos momentos políticos de la época- el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera en septiembre anterior- hicieron que no se celebrase. Hubo numerosas ponencias: Una la del prestigioso archivero Ángel González Palencia, compañero de Gerardo en el archivo de la Delegación de Hacienda de Toledo desde 1911 y posteriormente en el Archivo Histórico Nacional. Esta asamblea pretendía crear el armazón normativo para archivar documentos.

Las ponencias que fueron publicadas en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, núm. 10-12 (octubre-diciembre de 1923), una de Ángel González, titulada Clasificación, organización y catalogación de los archivos históricos: Bases para unas instrucciones”, en la que argumentaba que “sin instrucciones no hay trabajo fructífero posible”.

La segunda comunicación, titulada “El préstamo de documentos” corresponde a nuestro biografiado, que ya trabajaba en el Archivo Histórico Nacional, en la que abogaba por la necesidad de la publicación inmediata de esas normas sin incidir en su posible contenido. En esta ponencia se decía: En España, en los últimos años, se ha concedido el préstamo de toda clase de documentos, manuscritos y códices del Archivo Histórico Nacional y del General de Simancas, al Centro de Estudios Históricos de Madrid y a la Universidad vallisoletana respectivamente, y, de un modo más restringido, a determinados profesores, siempre con excelente resultado. ¿Porqué, pues, no establecer con carácter general en todos los archivos históricos este nuevo servicio limitado, al menos, a los fondos de carácter local o regional?

Trabajando ya Gerardo en el Archivo Histórico Nacional, aparece en la Gaceta de Madrid del miércoles 4 de febrero de 1931 una Real Orden por la que se publican los sueldos de los funcionarios desde el 1 de enero de ese año, de acuerdo con la Ley de Presupuestos. Hay una amplia relación de nombres entre lo que aparecen el director de la Biblioteca Nacional, Miguel J. Artigas y Ferrando y se confirma en el cargo al funcionario del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos Francisco de P. Álvarez Ossorio y Farfán de los Godos en el cargo de director del Museo Arqueológico Nacional, con un suelo anual de 15.000 pesetas.

También se confirman los sueldos que señala el citado precepto del Real Decreto-Ley de Presupuestos y conforme a los lugares que ocupa cada uno en el escalafón y efectos económicos a partir de 1° de enero de 1931 a los siguientes funcionarios facultativos del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, en el que hay una amplísima relación y ahí figura nuestro biografiado con un salario anual ya de 8.000 pesetas, al día de hoy unos 48 euros.

 

Su labor durante la Guerra Civil

El jefe del Archivo de la Biblioteca Nacional de España, Enrique Pérez Boyero presentó la ponencia “El Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y la protección y evacuación del patrimonio histórico en la España republicana” en el Congreso Internacional “Patrimonio, Guerra Civil y posguerra” coordinado por el catedrático Arturo Clorado Castellary que se celebró en Madrid el año 2010. Allí el ponente tenía el propósito de estudiar el papel desempeñado por el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos en las labores de protección y evacuación del patrimonio histórico en la España republicana durante la Guerra Civil.

Las instituciones que dirigieron su acción durante la mayor parte de la contienda civil fueron la Comisión Gestora del Cuerpo (hasta marzo de 1937) y el Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico y su Comisión delegada en Madrid (desde marzo de 1937 hasta finales de 1938).

Los Decretos de 23 de julio y 1 de agosto de 1936, publicados en la Gaceta de Madrid de 25 de julio y 2 de agosto de 1936, respectivamente indican que “el Gobierno de la República, preocupado por la suerte del tesoro artístico que se encuentra en los edificios ocupados, crea, por iniciativa de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, que “procederá a la incautación o conservación en nombre del Estado de todas las obras, muebles o inmuebles, de interés artístico, histórico o bibliográfico que, en razón de las anormales circunstancias presentes, ofrezcan, a su juicio, peligro de ruina, pérdida o deterioro”.

El Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico tenía como función la de coordinar la labor de todos los establecimientos y servicios de la Administración del Estado relacionados con el tesoro artístico. De sus 22 miembros, incluido su presidente, que era el director general de Bellas Artes, José Renau Berenguer, diez eran funcionarios del Cuerpo Facultativo: José María Lacarra de Miguel, Julián Paz y Espeso, José Aniceto Tudela de la Orden, Tomás de las Heras y Despierto, José María Giner Pantoja, Benito Sánchez Alonso, Juan Vicens de la Llave, Teresa Andrés Zamora, Enrique Lafuente Ferrari y Gerardo Jaime Núñez Clemente.

El presidente de la Junta Central del Tesoro Artístico, era el pintor extremeño Timoteo Pérez Rubio, nacido en Oliva de la Frontera (Badajoz) y fallecido en Brasil en 1977. Pérez Rubio fue el que salvó buena parte del tesoro artístico español, siendo trasladado a Valencia y a Ginebra, vía Cataluña. Por los años 70 tuve el gusto de poder entrevistarle en Madrid tras regresar del exilio, en un pisito de la Plaza de Tirso de Molina, que compartía con su esposa la escritora Rosa Chacel, a la que tuve el gusto de saludar.

En Madrid, los libros, documentos y objetos arqueológicos incautados por la Junta de Incautación se depositan en la Biblioteca Nacional, el Archivo Histórico Nacional y el Museo Arqueológico Nacional. En estas acciones intervino otro extremeño, de Calzadilla de los barros (Badajoz), el bibliógrafo Antonio Rodríguez – Moñino, quien salvó buena parte del bibliográfico español, colocando los libros y documentos en la Biblio6teca Nacional. Su biblioteca particular junto a la de su esposa María Brey Mariño contenía 17.000 volúmenes, que cedió, a la Real Academia Española y a la Biblioteca de Cáceres.

Según Enrique Pérez Boyero, los profesionales de la Biblioteca Nacional registraron más de 40.000 volúmenes, mientras que en el Archivo Histórico Nacional- donde trabajaba Gerardo Jaime- a 21 de agosto de 1937, se habían inventariado los fondos incautados de las procedencias siguientes: Iglesia parroquial de San Marcos de Madrid, Monasterio de Comendadoras de Santiago de Madrid, Convento de las Comendadoras de Santiago el Mayor, Casa Foronda, Marqués de Miraflores, Conde de Montefuerte, Conde de Casal de Griegos, Retratos de Artistas de Teatro procedentes de la Iglesia parroquial de San Sebastián, Marqués de Perales del Río, Conde de Oliva, Cartas dirigidas al Duque de Sexto procedentes de la Casa del Duque de Alburquerque, Casa Corvera y Conde de Cedillo”.

 

Catálogo Bibliográfico de España de 1945

El 12 de febrero de 1945 se creó en Madrid la Comisión Central del Catálogo Bibliográfico y Documental de España, del que formaría parte el hinojaliego Gerardo Núñez. Firmado por el ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín, hay una orden del director general de Archivos y Bibliotecas, por la que se crea esta Comisión.

El argumentario para crearla dice lo siguiente: La necesidad de coordinar los trabajos que con plausible celo vienen realizando las distintas Comisiones del Catálogo Bibliográfico y Documental de España, creadas em virtud de la orden ministerial de 18 de octubre de 1944, para dar cumplimiento al Decreto de 29 de diciembre de 1942, exige el nombramiento en Madrid de una Comisión Central, dividida en dos secciones independientes: una de Archivos y otra de Bibliotecas, integradas por personal idóneo en cada una de las especialidades, para recoger, orientar y ordenar la labor iniciada, al mismo tiempo que para estudiar el plan que debe desarrollarse en esta provincia en orden a la catalogación de sus Bibliotecas y Archivos y para preparar la publicación de los materiales que se vayan recibiendo.

La Sección de Archivos estará presidida por el inspector central de Archivos y serán miembros de la misma don Gerardo Jaime Núñez Clemente, don Federico Navarro Franco, don Félix del Val Latierro y don Antonio Matilla Tascón. La Sección de Bibliotecas la presidirá el inspector general de Bibliotecas, y formarán parte de ella don Amadeo Tortajada y Ferrandis, don Nicolás Fernández-Victorio y Pereira, don Francisco Tolsada y Pizaco y doña Matilde López Serrano.

La finalidad de ambos grupos de trabajo era la de catalogar el tesoro documental y bibliográfico de España orientar los trabajos que se hagan en los archivos y bibliotecas de la nación y preparar los inventarios y catálogos que se redactarían al efecto.

 

Los elementos de trabajo de Gerardo Núñez

La investigación siempre es lenta, pero si uno tiene la ayuda de un familiar directo, surgen muchos temas para ir descubriendo la biografía de un personaje relevante en la historiografía española, pero que apenas es conocido en su pueblo natal. Me estoy refiriendo a don Gerardo Jaime Núñez y Clemente, nacido en Hinojal, y que ayudó al catedrático y posterior rector de la Universidad Central de Madrid, Claudio Sánchez Albornoz, con quien trabajó en el Centro de Estudios Históricos durante los cursos 1928 a 1934, donde participó en los trabajos y viajes de recogida de materiales para los proyectos de dicho centro.

Ahora, uno de sus nietos, Juan Antonio Núñez Moreno me ha facilitado una serie de temas interesantes para irlos divulgando. Estuve en su oficina de la calle Fortuny de Madrid y allí fuimos descubriendo esos temas: Desde un sofá de su abuelo, hecho con paja de enea, una cantarera que ahora sirve para poner unas preciosas macetas o hasta su máquina de escribir marca “Yost 20”, fabricada en los Estados Unidos en los primeros años del siglo XX, con un peso de unos 14 kilos y su funda sobre el sofá. La máquina no usaba cinta, sino que las teclas se entintaban para poder escribir. Así usaba yo una en la academia que tenía don Joaquín Corchado junto a don Ángel Canales, en Brozas, donde estudié bachillerato.

No podemos olvidarnos de la biblioteca personal de don Gerardo Núñez. En su pequeña colección de libros, muchos de ellos de los años 30 hasta la década de los 60 que conserva Juan Antonio, hay de todos los temas, principalmente filosofía, ensayos, novelas y literatura en general, no en valde él era un pensador, hombre de letras. En total serían unos 120 tomos, muchos de ellos descuadernados y de un color ya amarillento, pero con mucha solera.

Los repasé una mañana todos los títulos y el que más me llamó la atención fue el titulado “Viaje universal en la búsqueda de la verdad” publicado en 1930 por Eugenia Lefevre y Pedro de la Cierva.

 

De aquí entresaco este texto:

 

Un alemán, un pedante; dos, una cervecería; tres, el militarismo.

Un inglés, un negado; dos, un “match”; tres, el Almirantazgo.

Un francés, un galante; dos, un escándalo; tres, un matrimonio.

Un griego, un cero; dos, dos ceros; tres, igual a nueve.

Un español, un mendigo; dos, una corrida; tres, el desastre.

Un italiano, un organillero; dos, una conspiración; tres, bancarrota.

Un ruso, un genio; dos, el asalto; tres, el caos.

 

Con el tiempo, Gerardo Núñez trabajó con Claudio Sánchez Albornoz en el Centro de Estudios Históricos (CEH). Fue vocal de la Junta Facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos, así como secretario del Patronato Nacional de Archivos Históricos.

 

Exposición de la Orden Benedictina

Nuestro biografiado, Gerardo Núñez, fue un hombre importante en los trabajos del Archivo Nacional, no en balde trabajó allí buena parte de su vida laboral. Uno de ellos fue encargarse de la exposición histórica de la Orden Benedictina en la Biblioteca Nacional que se celebró del 17 al 31 de mayo de 1948, con motivo del XIV Centenario de San Benito.

De esa exposición pude encontrar su catálogo en muy buen estado en una librería de viejo y me hice con él. Está impreso el 14 de mayo de 1948 en los Talleres Tipográficos de Pablo López, en la calle Meléndez Valdés, 17, de Madrid. Tiene 70 páginas y se halla encuadernado en rústica, concluyendo con 30 páginas llenas de fotografías en blanco y negro de la muestra benedictina.

En el prólogo que habla del “Propósito” de la exposición, el gallego Ramón Fernández Pousa, fundador y director de la Hemeroteca Nacional, catedrático de Universidad y periodista, escribía: “En esta labor, acometida con excesiva precipitación, han prestado su valiosísima colaboración organismos múltiples. La selección y catalogación de los fondos procedentes del Archivo Histórico Nacional ha sido realizada por el ilustre archivero don Gerardo Jaime Núñez Clemente bajo la acertadísima inspiración del director del mismo don Benito Fuentes Isla. La de la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, por el notable bibliotecario don Ramón Paz Remolar con la sabia orientación del jefe de la sección, don Pedro Longás y Bartibás. La catalogación de los fondos procedentes de las Secciones de Bellas Artes, Raros, Varios y Depósito General ha sido realizada por el bibliotecario y notable escritor don Justo García Morales. A ellos se debe el éxito de la selección de tan notable fondos. También dieron todas clases de facilidades la Real Academia de la Historia, la de Bellas Artes, San Plácido de Madrid, Museo del Prado, etcétera, a todos los que deseamos expresar las más rendidas gracias

 

Crónica periodística de la exposición benedictina

La exposición de la Orden Benedictina en su XIV centenario, en la que colaboró intensamente nuestro biografiado, Gerardo Jaime Núñez Clemente, fue tan interesante que de ella se hizo eco la prensa nacional.

El diario ABC sacaba el 19 de mayo una fotografía en huecograbado de su fotógrafo Virgilio Muro (Escalona de Alberche. Toledo, 1891 – Madrid, 1967) con el siguiente pie de foto: En los salones de la Biblioteca Nacional se ha inaugurado la Exposición histórica de la Orden Benedictina, con motivo del XIV centenario de San Benito. Acudieron el ministro de Educación Nacional, señor Ibáñez Martín, acompañado de los abades mitrados de Samos y Silos, y D. Rafael Sánchez Masas, que en la fotografía presiden la sesión inaugural, en la que el marqués de Lozoya pronunció una conferencia. (F. Muro).

José Ibáñez Martín fue ministro de Educación Nacional desde 1939 hasta 1951 y fue el padre de Pilar Ibáñez-Martín, viuda del que fuera presidente del Gobierno en la democracia, Leopoldo Calvo Sotelo.

Previamente, el martes 18 de mayo de 1948 el periódico monárquico tituló en su página 10 la siguiente información: “El señor Ibáñez inauguró ayer la exposición de la Orden”.  A última hora de la tarde de ayer fue inaugurada solemnemente en los salones de la Biblioteca Nacional, la Exposición histórica de la Orden Benedictina con motivo del XIC centenario de San Benito. Presidió el acto el ministro de Educación Nacional, Sr. Ibáñez Martín, quien fue recibido por los abades mitrados de Samos y Silos; el director general de Propaganda, Sr. Rocamora; el de Bellas Artes, marqués de Lozoya; el de Archivos y Bibliotecas, Sr. Bordonau; el del Archivo Histórico Nacional, Sr. Fuentes Isla; el de la Biblioteca, Sr. Morales Oliver; el vicepresidente del Patronato, Sr. Sánchez Mazas, y los miembros de la Comisión Permanente del centenario.

El marqués de Lozoya pronunció una conferencia sobre “La Regla de San Benito y las Órdenes Militares” Luego el ministro y las restantes personalidades recorrieron detenidamente la Exposición, examinando los valiosos códices y documentos, ejemplares únicos que forman parte del certamen y en el que figuran, además, entre otras joyas de valor, los frontales de Silos y Burgos del siglo XII y más de cuarenta cuadros benedictinos del Monasterio de Silos , de Burgos y del Museo del Prado y otros inéditos procedentes del Museo de San Plácido de Madrid. Los actos de este centenario durarán hasta el día 31 de mayo

Para el día 19 estaba anunciada en el Teatro Español, para la siete de la tarde una función musical con intervención de la Schola Cantorum de Silos y Monserrat y el homenaje de la Dirección General de Archivos a su patrono, que precisamente es San Benito de Nursia, ya que tiene que ver con el trabajo de los monjes sobre los códices y las horas de lectura recogidas en la regla benedictina.

 

Repercusión internacional de la exposición

En esta magna exposición en la que trabajó denodadamente Gerardo Núñez, tuvo una gran repercusión a nivel nacional, e incluso internacional.  Un ejemplo de ello es el solemne pontifical que se celebró en la Real Iglesia de Monserrat de los padres benedictinos en la calle de San Bernardo de Madrid. El pontifical fue celebrado por el abad primado de la Orden Benedictina, doctor Bernardo Kaelin, quien estuvo acompañado por el abad mitrado de Santo Domingo de Silos. La Schola Cantorum de los oblatos de Monserrat, reforzada con los cantores mayores del Monasterio de Silos bajo la dirección del padre Germán Prado, interpretó la misa solemnísima «Fons Bonitatis», del siglo XI. El templo ofrecía impresionante aspecto con preciosos ornamentos medievales. El padre del Corazón de María, natural de Colombia, D. Carlos de la Mesa, predicó un elocuentísimo panegírico de San Benito.

Fue tal el interés que la sociedad mostró por esta exposición de la Biblioteca Nacional de España que se editó un precioso catálogo que aún se puede encontrar en las librerías de viejos, así como un folleto con el amplísimo programa de actos que se desarrollaron y algunas fotografías de las autoridades que inauguraron la citada muestra.

Para el 27 de mayo de 1948, con motivo de la clausura del XIV Centenario de San Benito estaba anunciada la visita al monasterio de Santo Domingo de Silos de los entonces ministros de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo; Educación Nacional, José Ibáñez Martín; Justicia, Raimundo Fernández-Cuesta y del Aire, Eduardo González-Gallarza y el presidente de las Cortes, Esteban Bilbao Eguía. Estaba programado un solemne pontifical, oficiado por el arzobispo de la diócesis de Burgos, Dr. Luciano Pérez Platero y u acto literario en el salón de actos del monasterio.

Previamente, para acudir a estos importantes actos habían llegado a Madrid diversas autoridades eclesiásticas, entre ellas el abad mitrado de Nueva Nursia (Australia), Anselmo Catalán, y el abad general de la Congregación de Solesmes (Francia); el general de la Congregación de Subiaco (Itaia) y el abad obispo de Subiaco.

Por último, informar que a lo largo del tiempo que duró la exposición hubo ilustres conferenciantes que trataron la Orden Benedictina desde distintos aspectos. El doctor Gregorio Marañón habló del benedictino padre Feijoo y Sarmiento en el pensamiento español del siglo XVIII; el catedrático de la Universidad de Madrid, José Camón Aznar lo hizo sobre «La miniatura en los Monasterios benedictinos de la Edad Media», o el ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo, clausuró el ciclo, con la exposición; “La Regla de San Benito y la sociedad moderna”

 

La exposición a través de su catálogo

Del Archivo Histórico Nacional, los trabajos de Gerardo Núñez se expusieron en la muestra benedictina en dos secciones: la del Clero, códices, cartularios, y sellos y en la de las Órdenes Militares (Alcántara, Calatrava y Montesa).

Gerardo Jaime fue vocal de la Junta Facultativa de Archivos, Bibliotecas y Museos, y primer secretario del Patronato Nacional de Archivos Históricos, además de profesor auxiliar de latín en el Instituto Nacional de Enseñanza Media “San Isidro”, así como inspector regional de archivos de la Zona Centro-Sur.

 

Participación en el Congreso Iberoamericano de Archivos y Bibliotecas

En el año 1952 se celebró en Madrid el I Congreso Iberoamericano y Filipino de Archivos y Bibliotecas con numerosas portaciones del mundo hispánico sobre las bibliotecas y el patrimonio documental. En él intervino, como subdirector del Archivo Histórico Nacional nuestro biografiado. De su aportación hace una reseña Mariano García Ruiz en su obra “La descripción documental en España y sus instrumentos: de los inventarios medievales a los metadatos del documento electrónico”.

García Ruiz reseña que de este congreso sobresalen dos ponencias, una del Inspector General de Archivos, Miguel Bordonau y Más, en la que aportó unas normas para las guías de los archivos de España y la Gerardo Jaime Núñez, subdirector del Archivo Histórico Nacional, versando sobre la catalogación de los expedientes conservados en ese Centro para ingresar en las Órdenes militares y civiles:  “En su texto defendía la realización de una cédula principal para cada una de esas informaciones con los siguientes elementos: a) Encabezamiento (apellidos y nombre del pretendiente, y años de nacimiento y muerte); b) Título del expediente (el que se hallase en su cubierta o portada reflejado “con toda exactitud” y, si no lo tuviera, el que le diera el archivero recogiéndolo en este caso entre corchetes); c) Descripción externa (estado de conservación, número de piezas, hojas, folios o páginas, dibujos, escudos y árboles genealó­gicos, su tamaño y encuadernación); d) Notas personales y familiares (datos que permitan la perfecta identificación del pretendiente); e) Contenido del expediente (“composición del expediente y los documentos que, en calidad de prueba, se aducen”; f) Notas especiales (detalles interesantes no incluidos en otros apartados) ; y g) Signatura. Estas cédulas principales se acompañarían de otras cédulas de referencia elaboradas siguiendo las Instrucciones utiliza­das para la catalogación de impresos en las bibliotecas.

Está claro que estas cédulas principales, utilizadas por G. Núñez, nos recuerdan a las utilizadas por los bibliotecarios en la descripción de sus manuscritos. Su encabezamiento alfabético, las fechas de la vida de la persona, el título formal… son prueba de ello”, termina Mariano García

El 2 de octubre de 1957 se jubila de su puesto de subdirector general del Archivo Histórico Nacional y recoge esta jubilación el Boletín de la Dirección General de Archivos, Bibliotecas y Museos de ese mismo año.

 

La esquela de Gerardo

Gerardo era un hombre muy conocido en la sociedad madrileña de su época, de ahí que era costumbre divulgar su muerte y funeral a través de una esquela publicada en las páginas del diario ABC el 16 de marzo de 1966, un día después de su fallecimiento.

El texto de su esquela decía lo siguiente:

El señor don Gerardo Jaime Núñez Clemente falleció en Madrid el día 15 de marzo de 1966 habiendo recibido los Santos Sacramentos y la bendición de Su Santidad R.I.P.

Sus hijos María del Pilar, Gerardo, Avelino, Luis y Juan; hijos políticos Enrique Sánchez Sáez, Avelina Moreno Rivas, María del Prado Jiménez Moreno, Julia Teresa Castillo Quílez y Josefina Sevilla Marcos; hermana política, Rosario Meléndez Marchena (viuda de Núñez); nietos, sobrinos y demás familia y la señorita Paquita Moreno Orellana ruegan una oración por su alma.

El funeral que se celebrará el viernes, día 18, a las doce de la mañana, en la iglesia parroquial de Santa Teresa y Santa Isabel, y el rosario que se rezará a partir de hoy, día 16, a las ocho y media de la tarde, en la Capilla del Perpetuo Socorro, de dicha parroquia, serán aplicados por su eterno descanso.

Hay que informar que la señorita Paquita Moreno era su asistenta en la casa en la que habitaba Gerardo, que estaba en la calle Juan de Austria, en el barrio de Chamberí, por lo que esta era su parroquia. Gerardo Núñez está enterrado en la Sacramental de San Isidro de Madrid, junto a su hijo, también de nombre Gerardo.

El templo da nombre a la estación del metro Iglesia que hay en la plaza de Joaquín Sorolla. El edificio se levantó a mediados del siglo XIX por sugerencia de los propios vecinos de esta, por entonces nueva barriada de Chamberí. A su construcción ayudaron obreros de la zona, así como los feligreses de la nueva parroquia, el arzobispado de Toledo y hasta de la propia reina Isabel II. El edificio es obra del arquitecto Aguilar y se levantó entre 1842 y 1856. Durante la Guerra Civil fue totalmente destruido perdiéndose todas las riquezas religiosas que había en su interior, teniéndose que ser reconstruido posteriormente.

Su necrológica fue publicada en el Boletín de la Asociación Nacional de Bibliotecarios, Archiveros y Arqueólogos número 51 correspondiente al año 1966 y en el Boletín de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas de 1967.

 

 

 

Bibliografía

 

Bio-bibliografía del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, 1858-1958. Madrid. Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958. Página 716.

 

García Ruipérez, Mariano. La descripción documental en España y sus instrumentos: de los inventarios medievales a los metadatos del documento electrónico. Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha. Colección Biblos. Cuenca 2021.

 

Molano Hurtado, Simeón. Historia de Hinojal y árbol genealógico de sus apellidos. Prólogo José Luis Vaquero Vázquez. Copegraf. Cáceres 1997.

 

Núñez Clemente, Gerardo Jaime. Exposición histórica de la Orden Benedictina en la Biblioteca Nacional, Catálogo. Madrid. Tipografía Pablo López, 1948.

 

Núñez Clemente, Gerardo Jaime. Reglas para llegar a la catalogación de informaciones para el ingreso en órdenes militares y civiles. Varios autores. Ponencia en el I Congreso Iberoamericano y Filipino de Archivos, Bibliotecas y Propiedad Intelectual. Dos tomos. Madrid, 1952. Páginas 272-277.

 

Pérez Boyero, Enrique. El Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y la protección y evacuación del patrimonio histórico en la España republicana. Congreso Internacional “Patrimonio, Guerra Civil y posguerra”. Coordinado por el catedrático Arturo Clorado Castellary. Madrid 2010. Páginas 125-158.

 

Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Tomo XXXVIII. Tipografía de la revista en la calle Salustiano Olózaga, número 1 de Madrid, 1919.

 

Su vida en fechas

1887, 2 de octubre. Nace en Hinojal (Cáceres)

1909, 26 de agosto. Título de Bachiller.

1912, 2 de octubre. Premio Extraordinario por la Universidad Central.

  1. 1 de agosto. Concurso para aspirar a la su plaza en el Archivo de Hacienda de Toledo

1913, 30 de noviembre. Ingresó en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, con destino en el Archivo de la Delegación de Hacienda de Toledo.

1914, 15 de enero.

1915, 14 de julio, Pasó al Archivo Histórico Nacional.

1918.- Asciende a Oficial de Segundo Grado

1923, octubre. La no Asamblea de Archivos de 1923

  1. Publica “Clero regular y secular. Inventario de procedencias”, Valladolid

1928 a 1934. Trabajó con Claudio Sánchez Albornoz en el Centro de Estudios Históricos.

1931 4 de febrero. 8.000 pesetas que se le confirma como sueldo

1937, 14 de marzo. Funcionario en la España republicana

1945.- Miembro de la Comisión Central del Catálogo Bibliográfico y Documental de España.

  1. 16 de abril, Se publica en el BOE su pase al Archivo Histórico Nacional
  2. Nombramiento de subdirector general del Archivo Histórico Nacional.

1948, 17 al 31 de mayo. Exposición histórica de la Orden Benedictina.

  1. octubre y noviembre I Congreso Iberoamericano de Archivos y Bibliotecas. Madrid
  2. 2 de octubre. Jubilación como subdirector general del Archivo Histórico Nacional

1966, 15 de marzo. Muere en Madrid. Está enterrado en la Sacramental de San Isidro.

 

Jul 012022
 
María Teresa P-Z. S.
Unas palabras en recuerdo de

María Teresa Pérez-Zubizarreta Sánchez

 siempre presente en nuestro corazón

Decenas de amigos y familiares se acercaron a dar el último adiós en la iglesia de San Francisco a María Teresa Pérez-Zubizarreta, que falleció el 2 de mayo  a los 93 años de edad. Muy querida en la ciudad, perteneciente a una familia muy conocida, nació un 27 de junio de 1928.

Pionera en muchos campos, vecina ilustre, inmortalizó con sus fotografías el devenir de la plaza Mayor, así como numerosos e importantes acontecimientos. Durante décadas, desde ese balcón privilegiado de su hogar, siempre abierto, fue plasmando con numerosas instantáneas la evolución de la Plaza Mayor y la Historia de Trujillo.

Como aficionada a la fotografía, sus primeros recuerdos fotográficos datan cuando era niña, allá por los años 30, veía a su padre Narciso Pérez-Zubizarreta Hermosilla, natural de Deva (Guipúzcoa), farmacéutico, cargar con la cámara de fuelle en un trípode de madera y un paño negro para enfocar. Revelaba las placas de cristal en una habitación con la bombilla envuelta en un papel rojo. En una prensa de madera y cristal, unía la placa y el papel sensible exponiendo al sol unos minutos. Volvía al cuarto oscuro y allí se producía el “milagro” apareciendo la imagen poco a poco hasta llegar a un color sepia precioso. Algunas veces colocaba entre la placa y el papel unas orlas con dibujos variados que les daba un mejor aspecto. Su primera cámara se la regaló su primo (marino mercante), traída de Alemania: una “Agfa” 6 x 6, de los años 50. Después le regaló una “Kodak Retina”. Ya empezó a usar algunos filtros amarillos que mejoraban el cielo de esta luz fuerte de Extremadura. Así, día a día, miles de fotografías conforman su espectacular archivo.

Trabajó como auxiliar en Cáritas Interparroquial. Durante décadas, participó en el Centro de Iniciativas Turísticas, así como en la creación de los Coloquios Históricos de Extremadura – de la cual ha sido miembro de la Junta Directiva, contribuyendo con varios trabajos y ponencias –. Su labor siempre ha sido encomiable e infatigable.

En 2012, donó más de 5.000 fotografías al Archivo Histórico Municipal de Trujillo. Ante este hecho, la corporación municipal de aquel momento, en una sesión plenaria, le rindió un sentido homenaje. Además, se destacó que esta mujer, muy ligada al movimiento asociativo local, había representado la entrega, el esfuerzo y la gratitud hacia la tierra que la vio nacer, además de su compromiso con la ciudad.

Fue nombrada ‘Trujillana del año’ en 1991. Ha pronunciado varios pregones, en las Fiestas de la Virgen de la Victoria de Madrid (año 2000); Badajoz (2003); en Extremayo en la Feval de Don Benito (2004), y recibió el premio PopEye 2018, en la categoría ‘Cultura extremeña’.

Ha realizado varias exposiciones de pintura, otra de sus aficiones, consiguiendo varios premios, como el I Premio en 1976 otorgado por don Antonio Flores Franco. Podemos destacar la Exposición de pintores extremeños celebrada en Cáceres o las obras que han recorrido toda la región en la exposición itinerante que anualmente organizaba  Caja de Extremadura. Ha realizado exposiciones fotográficas con Matilde Muro en el Ateneo de Cáceres, en el Colegio “Oscus” de Badajoz o en el Palacio de San Carlos de Trujillo.

Tiene varios libros publicados junto a otros autores:

  • La Memoria Quieta. La fotografía en Trujillo hasta 1936. con Matilde Muro Castillo, fue el punto de partida de la publicación de fotos antiguas en libros en la ciudad.
  • Con su hermano Manuel Pérez-Zubizarreta Sánchez  y  José Antonio Ramos publica Trujillo en fotos (1840-2003)
  • Trujillo. Mirada atrás I; y Trujillo. Mirada atrás II, con  José Antonio Ramos Rubio.
  • Canto a Trujillo: historia, imagen y poesía,  con doña Toñi Durán y José Antonio Ramos Rubio.
  • Trujillo en Blanco y Negro (2000); Trujillo, historia gráfica, editado por la Hermandad de la Virgen de la Victoria de Trujillo con motivo del cincuentenario de la Coronación Canónica de la Patrona (Cáceres, 2003), todos agotados por su enorme éxito.

María Teresa, siempre inquieta,  a pesar de su edad, manejaba la informática y tenía su particular cuenta en Facebook. Con un carácter abierto, mantuvo su casa siempre a disposición de conocidos y foráneos para que pudiesen disfrutar de las vistas. De hecho, televisiones de diferentes ámbitos tuvieron la oportunidad de grabar desde sus balcones.

Son solo estas palabras un breve e insuficiente  recordatorio de su trayectoria, desde el cariño, afecto y agradecimiento por todo lo que ha supuesto para la asociación Coloquios Históricos de Extremadura. Queda pendiente un cita posterior, en forma de homenaje, en justo reconocimiento.

Dic 102021
 

Ángel Paule Rubio

 

ANTECEDENTES.

No estaría de más, antes de llegar al núcleo central de este trabajo, conocer un poco las prácticas testamentarias del pasado. El artículo 667 de nuestro Código Civil define el testamento como “… el acto por el cual una persona dispone para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de ellos

Podrían diferenciarse tres momentos históricos donde estos documentos han sentido el eco de una formación religiosa de la vida y de la muerte:

  1. En un principio la mayoría de las religiones antiguas, particularmente la cristiana tenían una configuración dual, el destino final del alma podía ser un lugar idílico y paradisiaco, el cielo; o bien un lugar horroroso en el que se castigaría la mala vida, el infierno.
  2. Hacia los siglos III y IV, comienza a extenderse entre los cristianos una nueva visión. No sería justo que el alma del creyente que hubiese cometido faltas leves fuera al infierno. La Iglesia pensó en un lugar de tránsito donde se expiarían las pequeñas faltas cometidas, el purgatorio. El objetivo del testamento en este caso, iría dirigido a salir de aquel lugar en el tiempo más abreviado posible.
  3. Durante los siglos XVI y XVII, las prácticas testamentarias perseguían que, tras la muerte, los bienes materiales del finado pudiesen aligerar su tránsito por el purgatorio. Por ello dispone un reparto con la doble finalidad, yo te doy mis bienes pero, en compensación, tú me has de ayudar con tus oraciones y prácticas cristianas a conseguir mi salvación espiritual. Por ello el testamento de este período tiene la particularidad, como veremos a lo largo de este trabajo, de la búsqueda de la salvación del alma.

Actualmente los testamentos notariales están más enfocados a una distribución material de los bienes del finado. Desde el punto de vista jurídico, el testamento es un acto de últimas voluntades, libre y revocable ya que en cualquier momento el otorgante puede modificar su voluntad inicial sin tener efecto los que hubiere hecho con anterioridad.

TEXTO ORIGINAL (Se incluyen aquí tan solo las seis páginas correspondientes al testamento, obviando las veintiocho páginas del vínculo por falta de espacio, si bien la transcripción abarca la totalidad del documento)

Figura 1

 Figura 2

Figura 3

Figura 4

Figura 5

Figura 6

 

DESCRIPCIÓN DEL DOCUMENTO.

Conforme a las normas editadas en 1944 por la Escuela de Estudios Medievales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, esta es la información básica del documento transcrito:

Fecha cronológica y lugar: 28 de febrero de 1581. Villanueva de la Sierra (Cáceres).

Resumen: Se trata de un documento testamentario con la fundación de un Vínculo formado por todos sus bienes materiales sometidos a un gravamen económico a perpetuidad para pagar todas las misas, responsos, novenarios y aniversarios por el alma del donante, el Bachiller D. Bartolomé Rodríguez Carcaboso

Tipo de Documento: Copia de original. Material: Papel de Estado: Deteriorado y con márgenes cortados.

Bibliografía: Archivo Diocesano de Villanueva de la Sierra, hoy ubicado en el Archivo Diocesano de Cáceres. Bibliografía: Paleografía, Historia dela Escritura de la Universidad de Salamanca. Departamento de Historia Medieval. Moderna y Contemporánea. Paleografía y Diplomática dela Universidad Nacional de Educación. Apuntes de la Universidad de Salamanca de Ángel Paule Rubio.

TRANSCRIPCIÓN DEL TESTAMENTO DEL BACHILLER BARTOLOMÉ RODRÍGUEZ CARBABOSO

In Dey nomine amen. Sepan quantos esta carta de testamento y postrimera voluntad vieren como yo, el bachiller Bartolomé Rodríguez Carcaboso, clérigo, becino y beneficiado desta villa de Villanueba, estando enfermo del cuerpo y sano de la boluntad, en mi buen juiçio y entendimiento qual Dios nuestro Señor fue serbido de me dar, temiendome de la muerte por ser cosa natural, deseando poner mi ánima en camino de salbaçión, creyendo como firmemente creo en la Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios berdadero, y todo lo que cree y tiene la santa madre Iglesia, en la qual fe protesto de bibir y morir como fiel y católico cristiano, otorgo e conozco por esta carta que hago y ordeno y otorgo mi testamento para otorgar en la forma que se sigue:

Primeramente, encomiendo mi ánima a Dios nuestro Señor y Redentor Jesuchristo que la crió y redimió por su preçiosa sangre, y mi cuerpo mando a la tierra de donde fue formado.

Yten, mando que si Dios nuestro Señor fuere servido? de me llebar desta presente vida, que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia de Nuestra Señora desta villa, en la capilla mayor della donde tengo mi sepultura perpetua.

Yten, mando que el día de mi enterramiento, si fallesçiere a ora que se puede tener el cuerpo, es mi boluntad que no se entierre sin misa e que, si se pudiere dar, ordeno? se me digan luego las onras juntamente con el entierro, según costunbre desta villa y si …[1] por/fol. 2 mi ánima los clérigos que se …[2] para venir a ellas así desta (villa) como de fuera, y a los clérigos desta villa (si) a ellas y al ofiçio asistieren, les paguen (a) cada uno un real demás de la limosna (por) la misa, y a los que vinieren de fuera se (les) dé limosna de la misa y por asistir quatro reales, y esto, si fueran posible (se) haga el día de mi entierro y no pudiendo hacerse, se haga luego la primera fiesta o domingo que viniere. Y aquel día se diga oración por mi como se acostumbra, y se dé colaçión o caridad de pan e vino e queso (y se) dé de comer a doçe pobres desta villa, los que a mis testamentarios les pare(çiere) y que mejor convenga, y se ponga al ofiçio en cantidad conforme a la calidad de mi p(ersona)?

Yten, mando que se me digan unas novenas dobladas, según costumbre desta villa, y se haga con la çera? y las treçe misas de consolaçión y las treynta y tres de rebelaçión y unas al ángel de mi guarda, y tres misas por penitençias mal cunplidas.

Yten, digo que yo saqué una liçençia del señor probisor para deçir seysçientas misas por los difuntos desta villa, las quales tengo encargadas, con çédula e relación, y a quién se an de deçir. Y muchas de ellas (están) ya cobradas çédulas commo está dichas y pagadas, y otras están pagadas la mitad … ay doçe çedulas los quales diçen de todo ansí por las firmas suyas que tengo en la çedula y memorias dellas dichas misas, quiero y mando que se esté a quenta con los que an traydo çédula y la den y se le …/fol. 3 de pagar conforme a las misas que dixeren y se encargaron de deçir.

Yten, digo que para la rida? de todo lo que tengo recibido de los testamentos de los difuntos tengo hecho un libro donde tengo asentado los nombres de los difuntos, y en cada partida lo que cada uno a pagado a quenta de lo que se le a de deçir.

Yten, mando a la iglesia de Nuestra Señora desta villa, para ayuda a su obra, diez mil mrs., los quales se paguen del açeite que se hará y venderá en este presente año. Y a las hermitas desta villa, a cada una, quatro reales; y a las obras pías y redençión de cautivos lo acostunbrado; y a la demanda? y limosna de la çera del Santísimo Sacramento doçe reales para ayuda a la çera?; y a la demanda de las ánimas de purgatorio les mando seis reales, y declaro que se me deben de limosnas de las misas dichas y no pagadas treynta y çinco reales y medio como paresçerá por mi libro en la quenta con Diego de Cantos, mayordomo que fue el año de ochenta.

Yten, quiero y es mi boluntad que Martín del Arroyo, mi sobrino, case a ley de bendición con una hija de Francisco Rodríguez Carcaboso, mi primo, y porque lo hagan les mando esta casa que tengo frontera de mi casa, linde casas de Bartolomé Herrero y María Sánchez, que se entiende el baso de casa y bodegas y trojes[3], y la tierra de Canillas, que hará treinta fanegas de tierra, con su era que tiene en ella, y un olivar que tengo tras de la huerta del obispo, que tiene diez y seys pies poco más o menos, y dos bueyes de los que tengo, después de aber escogido María, su hermana, otros dos que le mando. /fol. 4

Yten, mando y quiero que bistan al dicho Martín del Arroyo y le hagan un capote y un sayo[4] y çarafuelles[5] y calças, lo qual se le haga de mis vestidos que tengo de Contray y …[6] con la vuelta de terciopelo y un par de? camisones y un sombrero y unos çapatos de cordobán. Y digo que havrá agora, por le aver? yo criado desde niño, no le abía señalado soldada, y este año que corre desde san Pedro? del año de ochenta por delante gana sus vestidos? y dos ducados.

Yten, digo que mando a María, mi sobrina, hija de Francisco del Arroyo, el olibar de la Cruz …[7] linde con Bartolomé Miguel y… Velasco y el camino. Y el olibar del …, entero, con todo su terreno, linde con capellanía del Franco al camino de Santibáñez. Y más le mando toda la tierra que tengo do diçen la tierra de Pero Muñoz, sacando lo que paresciere estar mandado en ella. Y más le mando otra hanegada de tierra que tengo a la fuente de Juan Herrero, linde con Miguel de Cabo y Alonso Felipe, execto que las higueras della son de la Xarmienta. Y más le mando dos bueyes y una cama de ropa y agora le abía conprado dos sayas, una açul y otra verde escura, y pora ver si dominan no se la a puesto. Y más dos hilos de corales y bollones[8] y tres quartas de paño verde de… veinte y quatreno? de tienda y unos botines. Mando que todo se le dé. Y los bueyes sean los que escogiere su tutor de los que agora tengo.

Yten, mando a mi señora doña Ana Osorio Maldonado çinquenta ducados para que conpre dedixes[9] el hijo del señor liçençiado Osorio Maldonado de Coria. /5

Yten, mando que se vistan todos los niños barones hijos de Francisco del Arroyo, mis sobrinos que son tres: Francisco y Pedro y Gonçalo, y (dello)[10] se les den sayos y çarafuelles y caperuças y çapatos.

Yten, mando vestir de pardillo a Marica, hija de Alonso Maçías, y se le dé una camisa y saya y sayuelo, y dos varas de lienço para un reboço, y unas çapatas que se le conpren en Plasençia.

Yten, mando y digo que por quanto por mi respeto Pedro Gómez, sastre, veçino de Coria, se casó con la hija de María Hernández, mi ama, y siempre me le ofreçí de favoresçerle, mándole veynte ducados.

Yten, es mi voluntad que, el día que mi cuerpo se enterrare, saquen de mi troge doçe fanegas de trigo, las quales se den por amor de Dios a las personas siguientes porque rueguen a nuestro Señor por mi ánima: a María, hija de Andrés Bermejo, una quartilla; y a la hija de Juan Sánchez, otra quartilla; y a Ana, hija de Pedro Gómez, otra quartilla; y a la de Juan Gómez? otra quartilla; y a las hijas de Francisco Gordo media fanega; y a María, hija de Alonso Maçías, otra quartilla; y a Francisco Sevillano, media fanega; y a Juana Halcona, una quartilla; y a Gonçalo Halcón y sus hijas y nietas media fanega; y a la de Francisco Moreno y su hermana e hijas una fanega; y a la Jarmienta una quartilla; a la mujer e hijos de Alonso Cadimo, media fanega; y a Bartolomé Poçuelo, media fanega; y a la de Pero Sánchez Barcoso y sus hijos una fanega; y a la de Ximón Rodríguez, media hanega; y a la de Francisco Gutiérrez, una fanega para ella y sus hijos; y a los hijos de Juan de Valençia e Inés Hernández, media fanega; y a Gonçalo /fol. 6 Rodríguez y sus hijos e mujer, una hanega; y a Pero Xerez e su mujer e hijos una fanega; y a la Serrana Vieja una quartilla; y a Ana Martín, hija de Lucas Martín, una quartilla; y a Juan Serrano y su suegra y mujer e hijos una fanega; y a Martín Sánchez e su mujer e hijas una fanega, que en todas se montan doçe fanegas y una quartilla, y estas mando que se den a las dichas personas como va declarado y para el dicho efeto.

Yten, es mi voluntad de remitir por esta cláusula remito a Tomé Sánchez Sevilla e a Ysabel Calba, su muger, vecinos desta villa, diez y seys reales, poco más o menos, que me deben, que les presté para sacarle de la cárcel, que le executó el padre Martín Rodrígues, clérigo, por lo que estaba preso y executado.

Yten, mando que si alguna persona pidiere que le debo alguna cosa, lo qual yo no tengo noticia demás de lo que tengo asentado, que se le pague hasta dos reales con su juramento. Y si fuere más, que pruebe e muestre por dónde y se le pague.

Bínculo

Es mi boluntad, quiero y ordeno que de los bienes muebles, rayçes, juros y actiones de que de yuso se hará memoria y mención, dexar y de(xo) un bínculo que no se pueda vender ni enajenar, trocar ni canbiar en ninguna manera, (sino) que sienpre esté en pie, perpetuamente, si no fuere con los requisitos y aditamentos de que de yuso se declarará. El qual bínculo y bienes quiero que los haya y posea por todos los días de su vida el clérigo presbítero que de mi linage e casta oviere más cer(ca), y, no lo abiendo, sea natural desta villa y, no /fol. 7 lo abiendo, sea de los naturales destas dos leguas a la redonda desta villa, el que mejor opinión de christiano viejo, onesto, onrado y birtuoso se hallare. El qual an de elegir los electores que yo nonbrare en este testamento. El qual clérigo presbítero elegido y nonbrado a de paresçer ante los electores que le nonbraron y obligarse ante escribano, con juramento que cumplirá las cargas que yo aquí dexare ynpuestas en todo lo a él posible. Y si hecha esta obligación, sacada en linpio y signada a su costa, la entregará a los dichos electores para que la pongan y metan en el erario y archivo so llabe.

Y luego le den posesión por entrega de las llabes de mi casa en nonbre de todos demás bienes. El qual clérigo presbítero goce los frutos de toda esta hacienda por sus días, con carga que a de residir en esta villa de Villanueva, en mis casas dobladas que para ese efeto dejo, y a de administrar la hacienda, y no la a de arrendar si no fueren las tierras de pan llevar.

Yten, con carga de que todos los días de domingo y fiestas a de decir misa del día por mi ánima y por el ánima de mis padres, hermanos y… Y todos los sábados del año a de deçir misa del alba del ofiçio de Nuestra Señora, cantada. Por el mesmo efeto, y quando estubiere ynpedido, la haga desir, de modo que no aya falta.

Yten, con carga que a de ser patrón perpetuo de la cofradía de la Bera Cruz desta villa, y a de deçir gratis las doçe misas del año que la cofradía suele decir por los hermanos vivos y difuntos, porque yo quiero haçer esta limosna a la cofradía en deboçión y reberençia de la Bera y Santa Cruz + sin que al capellán le paguen derecho alguno, más de que una misa que se a decir el día /fol. 8 de Pasqua de Resurreçión por mí y mis di(funtos) se la a de pagar la cofradía según abajo se declarará.

Yten, con carga de que el dicho capellán a de dar en cada un año diez mil mrs. pagados el día de Pasqua de Resurreçión realmente y con efeto, so pena que si aquel día no los pagare a la ora que de yuso se declarará, pague de pena a la yglesia desta villa seys reales, y por cada día de los que después pasaren que no los pague de un real para la dicha yglesia en tanto que los dé y entregue. Los quales diez mil mrs. son y los mando y dexo de r(enta) para sienpre jamás para ayuda a casar una pobre, la que de mi linaje o casta obiere más menester; y no la abiendo de mi parentela o casta, sea natural desta villa; y lo ha abiendo en esta villa, sea la más pobre que se hallare en los lugares comarcanos en distancia de una legua desta villa. Y aquella llamo pobre que de legítima no le puedan caber çinquenta mrs. de sus padres aunque aquél día se (le) entregasen. Y estos diez mill mrs. se an de pagar el día que se belare la tal pobre. E quiero y es mi boluntad que si de parte de la tal pobre que estubiere elegida y nonbrada se obligaren de que no llegando a belarse (por) muerte della, bolberán estos dineros a los eletores para remediar otra pobre que, en desposándose por mano de sacerdote, se le entreguen y den para que los pueda enplear en lo que le convenga a su probecho. La qual obligación y … sea a contento de los eletores porque la pobre no haçe suyos estos diez mill /9 mrs. hasta el día que se belaren; y siendo bihuda hasta el día que se le diga la misa, y no antes.

Yten, nonbro por eletores de la pobre en cada un año al alcalde hordinario y (al) regidor más viejos y al procurador general desta villa y al capellán y clérigo que poseyere este vínculo y al cura que residiere en esta villa, los quales se an de juntar el día de Pasqua de Resurreçión por la mañana en cada un año, acabados los maytines, en la iglesia y dicha la misa y acabada la proçesión que se ha de haçer como abajo se dirá. Y juntos todos çinco elegirán y nonbrarán la pobre de las calidades arriba dichas, sobre que les encargo la conçiençia que sienpre nonbren la que más neçesidad tiene de se dar a marido abiendo igualdad en el parentesco. E quando alguna tubiere tan poca hedad que no está para casarse, aunque sea más parienta çercana … más remota que tiene hedad y neçesidad de se casar más presto, paresçiendo a los eletores que conviene, quiero que ansí se cunpla y haga. Y sienpre, en discordia, se a de estar por lo que la mayor parte de los eletores hiçiere y nonbrare. Y esta nonbrada se a de escribir y asentar en el libro que a de aber para este efeto, y poner cómo se nonbró fulana tal día y año, y se le pagará para el día que se belare o en desposándose con el … y condición arriba declarado. Ypor/10que cada año se mudan los ofiçios de concejo, darán una çedula y fee firmada del cura y capellán y de los demás que sepan firmar y la entregarán a la tal pobre o a sus padres o cuidadores? o parientes para que a su tienpo acudan a los eletores que por tienpo fueren para que por ellos vista se le dé luego la limosna, y aquella fee y çedula balga y haga tanta fee y fuerça como si fuese obligaçión guarentigia o sentencia pasada en cosa juzgada contra qualquiera de los eletores, pues el tal dinero en su poder y custodia.

Yten, que luego allí el capellán a de pagar y entregar los diez mill mrs. en presencia de los dichos eletores y contados se a de asentar en el libro cómo los pagó, so la pena arriba dicha, y meterlos luego en el erario y archivo que se hará en la dicha yglesia para tal efeto para que allí estén depositados para quando se ayan de pagar a la nonbrada. Y cada eletor de los dichos tenga y llebe su llabe diferente o, a lo menos, el cura y capellán y el procurador del concejo.

Yten, quando alguno de los eletores estubiere inpedido o enfermo siendo alcalde, regidor o cura, puedan estar en lugar suyo su teniente o los otros conpañeros ofiçiales de conçejo, y ellos lleven el estipendio.

Yten, que aquella dicha mañana de Pasqua, a cabo de haçer lo suso dicho, el capellán tenga allí luego quatro ducados y dé a cada uno de los eletores que allí se hallaren un ducado a cada uno en cada un año para sienpre /11 por su trabajo, y esto les asigno por salario y estipendio, por el cuidado y trabajo que an de tener en cunplir y haçer lo que en este mi testamento les encargo. Y este salario se a de pagar como tengo dicho aquel día y aquella ora por el capellán, so pena que lo pague doblado pasado aquel día.

Yten, es mi boluntad y mando que este clérigo y capellán se llame en su sobrenonbre Rodríguez Carcaboso en todas sus firmas y escrituras so pena que, no lo hasiendo, por el mesmo caso y hecho pierda el bínculo y se pueda probechar a otro que lo haga.

Yten, es mi boluntad, quiero y mando que en los primeros diez años después que yo muera estos diez mill mrs. se junten y guarden en la forma susodicha para conprar trigo a los mejores y más baratos preçios que se hallaren?, y se haga un pósito de treçientas fa(negas) más o menos lo que alcançare lo… dexo y mando a esta villa para re… de todos los beçinos que tuvieren (ne)çesidad para senbrar o comer, y pasa(do el) año que se dé y destribuya por horden que mejor conbenga, con una ganancia mo(de)rada para soportar las costas y gastos que an de tener en recogellas y troxargos?, y para que baya sienpre en aumento y no benga en diminución; y esta administraçión y dispusiçión y orden que se a de tener en este pósito cometo y dejo yo al regimiento desta villa, que se entiende a los dos alcaldes y dos regidores ordinarios/12 annales y al procurador de concejo y al clérigo capellán que poseyere este mi vínculo, el qual quiero que tenga dos votos para que, en caso de discordia, lo que la mayor parte hiçiere hordenare, eso valga y se haga y cunpla. Y es mi boluntad, porque aya quenta y raçón en todo, que los oficiales y regimiento que fueren elegidos por Año Nuevo de cada un año tomen quenta a los viejos cómo se a hecho y destribuido y juntado el dicho pósito. Y quiero y es mi voluntad que otra justicia ninguna no se entremeta en disponer deste dicho pósito, salvo quando de parte de los dichos administradores sobrello? se le pidiere pronunçie sobre alguna discordia que entrellos nazca o se levante. Porque de otra manera, en qual … y modo que otra justicia, mayor o menor, eclesiástica e seglar, se entremetiere a querer mandar o disponer en el modo como se a de distribuyr o repartir o administrar este pósito, por el mismo caso reboco esta manda y quiero que mi capellán, con testimonio que tome del caso, pida y cobre los çien mil mrs. que ansí dejo y los entre en juros y çensos al quitar con paresçer de los eletores para renta deste mi vínculo, y la goçe como los demás bienes que dexo en él. Los quales çien mill mrs. o pósito dexo y mando, según queda declarado, con carga que en cada un año para sienpre jamás todo el pueblo, juntamente con la cofradía de la Bera Cruz, se junte en la yglesia el día de Pasqua de Resurreçión a oir y estar a los maytines y, acabados, hagan una proçesión /13 a rededor de la yglesia o a donde les paresçiere al cura y regimiento y mi capellán, en gloria y alabança de la Resurreçión de Cristo Nuestro Señor, y la acaben con la salutaçión de Nuestra Señora Regina Celi Letare, y oraçión del tienpo y otra de un sacerdote difunto por mi ánima. Y luego esté aperçebido mi capellán para que diga una misa reçada de la fiesta por mi ánima y difuntos, con su responso cantado sobre mi sepultura, a la qual, ansí mesmo, es(té) todo el pueblo y cofradía, sobre que les encargo la conçiençia para que rueguen a Dios por mi ánima, y la cofradía de la Bera Cruz pague dos reales a mi capellán por esta misa en remuneración de las doçe que diçe a la cofradía en cada un año, lo qual acabado se harán las diligençias que arriba dejé declaradas.

Yten, es mi boluntad y mando que el clérigo o capellán que este mi vínculo poseyere y goçare sea obligado a plantar un to(cón) de oliva que prenda en cada un año en baçios y marradas de mis olibares y tierra, donde más conbenga, sobre que le encargo la conçiençia, so pena que por el que dexar de plantar le lleben por cada uno seys reales, los tres para el que le acusare y (de)nunçiare y los otros tres para las ánimas de purgatorio desta villa.

Yten, por quanto entre mis olibas y heredades ay olivas y heredades agenas, y puede aber conyuntura de trocarse por /14 otras que hacen menos al caso, quiero y es mi boluntad que quando suçediere lo pueda haçer el capellán con paresçer de los eletores y no de otra manera. Y para se aber de haçer que balga lo an de firmar en el contrato que se hiçiere diciendo ser más conbiniente al vínculo que no lo otro que se da, y con esta diligençia mando y quiero que valga y no sea neçesaria otra liçençia ni autoridad de juez ni de otra persona alguna.

Yten, por quanto en este bínculo dejo algunos juros y çensos al quitar, es mi boluntad y mando que quando alguno se quitare y redimiere el capellán no lo pueda recibir solo sin que primero junte a los eletores, los quales lleben el dinero que se redimiere y le metan en el archivo o erario, a donde esté hasta que aya quien lo tome, dándo la seguridad e hipoteca que convenga.

Yten, es mi boluntad que los frutos deste mi bínculo anden de Año Nuevo a Año Nuevo, y por rata de lo que bibiere el capellán goçe repartidos por los doçe meses del año, sacando primero la parte que le cupiere a pagar de los marabedís que se pagan cada un año a los pobres y salarios y adereço de la hacienda.

Yten, digo que yo tengo en esta yglesia de Villanueva, en la capilla mayor, mi entierro, con su laude dotada, y se pagan duçientos y çinquenta mrs. en cada un año perpetuamente, los quales a de pagar /15 el poseedor deste mi bínculo, en la qual sepultura no se puede enterrar nadie más de (quien) yo quisiere; mando que qualquiera de mis capellanes que quisiere enterrarse en él lo pueda haçer gratis.

Yten, es mi boluntad y quiero que cada y quando que el visitador deste obispado viniere a visitar esta iglesia, bisite y tome quenta al clérigo y capellán que poseyere este mi bínculo en cómo diçe y cunple las misas que le dexo de (cargo) y si paga la limosna de los pobres en la forma que yo lo dexo mandado. Y porque en esto aya diligençia mando se pague por cada bisita al bisitador que tomare la dicha quenta dos reales, y al notario un real por su trabajo.

Yten, aseñalo de salario y estipendio al sacristán que es o fuere desta yglesia (dos) ducados en cada un año por el trabajo que a de tener en tañer y en ayudar a ofiçiar las misas, los quales le a de pagar el mi capellán, la mitad por Nabidad y la otra mitad por san Pedro de junio, o a su resp(eto) y buena quenta.

Los bienes, juros y actiones que dexo y nonbro para dote deste bínculo son los siguientes:

La casa grande donde bibo con su huerta y pajar, que está linde con la casa y cor(rales) de Felipe Rodríguez; y la caballeriça con los dos corrales que están juntos a… y medio lagar que tengo junto con los /16 herederos de Peña, a la fuente el arroyo, y un huerto para coles que está allí junto al arroyo, y la biña y parral que allí está junto, que hube de Andrés Gómez, y un herrenal para berde y açafranal que está junto al bergel que diçen de Chabes y el olibar de cabo que hube de Plaça, y el olibar que está junto al que hube de Castillo, con todo lo de la bega que fue de Peña, y el olibar del Pico, que linda con el camino de Coria y bereda del P…, y una oliba que está allí junto, en terreno de Alejos y sus herederos, y el olibar de Valdehelechoso, que es a la oliba (de) Juan Martín, y la oliba del Sordo, y el olibar de Bolloluengo, viejo y nuevo, con todo su terreno, y el olibar del Conde, con todo lo que allí tengo comprado; y el olibar del Herrero, con todo su terreno; y el olibar de Ollero para criar tocones para trasplantar; y el olibar de la Çumaguera? que hera de Alexos[11] para criar ansí mismo olibos para trasplantar; y el çercado de los prados así redondo como está çercado con su çanja, y el olibar de la Butrera con la tierra que allí está; y el olibar del teso de la frontera; y el olibar con toda la tierra que allí tengo a do diçen el Teso de Pedro Domingo; y la viña del Humilladero; y el palomar con quarta y media de viña junto a él; y diez fanegadas de tierra a la Peñasola; y un linar a Baldeherrero; y quatro fanegadas de tierra a Baldelorente; y tres fanegas en la suerte de la Laguna; y seys fanegadas en…/17 a la era de Juan Yzquierdo; en Balcosado dos hanegadas al Teso Luengo; y con los viñales de Bolloluengo y el Conde y los prados, que es una hoja, salen más de veinte fanegadas en esta hoja; y en Malpartida tres hanegadas a la fuente de los Caballeros, y seis con la pata del caballo; y dos y media a Malpartida, en el camino del Campo, con los viñales de cabo, que arriba están dichos y la media hera que la mande Valiente en Malpartida.

Yten, mill reales de renta de juros y çensos al quitar. Yten, un colmenar que está a la bega del Andrino con çinquenta colmenas que dexo para que el capellán tenga çera para las misas, las quales a de tener y de dexar en pie bibas y sanas como se le entregaren. Yten, dexo al dicho bínculo tres días de un molino de pan que llaman del Risco, en el arroyo de Trasgas. Yten, doçe fanegas de tierra que tengo de propiedad y suelo en el exido de arriba de la villa del Campo, ocho en el rodeo de Cabeçagorda y quatro más arriba que hube de un fulano Gil, que lindan con tierras de Alonso Tomé, vecino del Campo, las quales goça por ahora María Halcona, mi cuñada, por todos los días de su bida; y, en muriendo, an de benir a mí e a quien yo las mandare; tengo y en mi escritorio escritura dello, con el testamento de mi hermano, Pero Rodríguez, que se las mando. Yten, dexo y mando en este bínculo una porçelana y taça de plata… /18 y sobredorada, con un pie muy alto de … la qual mando que se pese para que se sepa lo que pesa y a de dexar cada capellán, y así se asiente en el libro con los demás.

Yten, dexo en este vínculo una cama… campo encanelada de nogal con sus … de hierro y otras de palo, y quatro … doradas por estremos, y tres a la cabeçera con su frontispicio de moldura muy san… y reçia, que costó doçe ducados y más seis (col)chones de lana limpia muy buenos, que an de pesar y ver cómo están para que así los dexe el capellán. Y seys saba(nas) nuevas de lienço de a tres?[12] paños cada una, y dos mantas fraçadas y una colcha… todo, y quatro almohadas, las dos llenas con henchidura de lana, que se pese la henchidura para en que duerma el capellán, y lo tenga en pie y lo renuebe quando (fuer) menester, de manera que siempre que(de) mejorado antes que diminuydo.

Yten, dexo dos arcas mesas grandes (que) tengo enteriças de cinco tablas, en (que) el capellán guarde y meta sus bestidos y alhajas. Más dexo un escritorio de n(ogal)? que me costó doçe ducados para en que te(nga) el capellán las escrituras deste mi bínculo.

Yten, dejo çien arrobas de basija para bino en tres cubas.

Yten, dejo todas las basijas de aceyte que se hallasen en mis casas quando fallesçiere, las quales mando se midan e estén con el testamento por memoria lo que… lo qual todo dejo y mando /19 en el dicho bínculo para que lo goçe el clérigo que lo poseyere con carga que lo a de conserbar y renobar y dar quenta de todo él y sus herederos a los eletores o al capellán que le suçediere.

Yten, que en los testamentos que hiçieron Francisco Izquierdo, clérigo, mi tío, e Isabel Rodríguez, su hermana, con que murieron me dexaron por disponedor y distribuidor y administrador de sus bienes, de los quales parte se dio a pobres, a quienes ellos mandaron, y parte dellos se bendieron, de que yo le fundé doçe anibersarios que se diçen en esta yglesia, y para dote dellos y pagar la sepultura que tiene perpetua, y[13] para deçirlos tiene y le asigno el hordinario seys mill y duçientos y çinquenta mrs. de juros en cada un año, y unos biñales a Bolloluengo con sus olibas y higueras que tienen, y tres olibas a las viñas escogidas y una tierra a los balles de la Corredera, que hará dos hanegadas poco más o menos, de lo qual se pagan en cada un año çinco mill mrs. que questan deçir los dichos doze[14] anibersarios. Y porque el hordinario los quisiese açetar en la iglesia me obligué yo e mis bienes a que sienpre pagarían por mi persona mientras bibiese, y después de mis días dexaría persona çierta y açetada que los pagase e hiçiese /20 deçir e cumplir. Por tanto, yo nonbro y dexo por administrador de la dicha memoria al dicho mi capellán, al qual mando y encargo administre, cobre y pague los dichos mrs. y hacienda, que para ello le doy poder cumplido, con libre y general administraçión como yo lo e tenido y tengo, y lo que sobrare lo goçe como los (de)más frutos de mi bínculo, porque yo anexo? y junto estos bienes y dote con todo lo demás que yo dexo. Y quiero y mando que, si faltare, lo supla; y si sobrare, lo goçe libremente como está dicho, y laboree y administre sus bienes e hipoteca como los demás del binculo. Y quando se redimiere algún çenso se haga la misma diligençia que en los demás del bínculo queda arriba declarado. Y en lo de decirse y pagarse los anibersarios se gu(arde) y tenga el orden escrito en la tabla que (está) en la yglesia. Y mando que tres tocones que están pico por destribuir, que heran del dicho Francisco Yzquierdo en viñas de la de … los haga mi capellán arrancar y plantar donde están las demás oliberas que es(tán) hipotecadas a la carga de los dichos anibersarios.

Yten, por quanto yo fincara de ánimas (pro)prietario en la catedral de Coria donde res(idí)? doçe años poco más o menos, y llevé mi parte de los diezmos de los feligreses de la dicha cate(dral) y su campana, donde no pude dexar de ha(çer) algunas faltas y defetos en el ofiçio que tenía, por tanto, para descargo de mi conçiençia, mando a la yglesia catedral tres du(cados); y a la iglesia de Torrejonçillo otros tres; /21 y a la de Casillas otros tres; y a la de Casas Don Gómez otros tres; y a la de Pezcueça ducado y medio; y otro tanto a la de Cachorrilla; y a la capilla de Marchagaz un ducado para ayuda a sus reparos. Los quales mrs. mando que a mi costa los lleven y entreguen en cada iglesia. Y otro ducado y medio a la iglesia de la Portaje.

Yten, declaro que de los vienes del reberendo Francisco Yzquierdo, clérigo difunto, cuyo destribuydor y de sus hermanas yo fui e soy, quedó una olibera que hubo de Aldonça[15] al olibar de cabo que llaman por destribuyr; e por ser sola e buena la di al padre Martín Rodríguez, clérigo presbítero vecino desta villa, para que la goçe todos los días de su bida, con carga que la labore e diga una misa reçada en la misa del Gallo el día de Navidad de Nuestro Señor en cada un año, por el ánima del dicho difunto y sus difuntos, el qual la tiene açetada y la diçe, y queda en su escogençia de mandarla en fin de sus días a otro clérigo presbítero qual él quisiere elegir e biere que conviene, e para que la tenga e goçe y cunpla la dichas cargas y la mande y goçe ansí mismo en fin de sus días a otro, de suerte que, por la misma horden y manera sea perpetua la dicha destribuiçión con la dicha carga, y asimismo se cunpla y guarde perpetuamente.

Yten, declaro que otra oliba que fue del dicho Yzquierdo, clérigo, al pico /22 por estar entre otras más muy rebu(elta) atento que si hubiese de aber quen(ta)? a la qual no estoy obligado, le alcan(ça)ría a su dispusiçión y aniversarios que? yo hordene mucha suma de mrs. por los que así le podría alcançar para, en … pago dello tomo para mi la dicha olibera (la) qual pueda baler hasta dos ducados[16].

Yten, declaro que todas las oliveras, vi(ñas), casas, huertos y alcaçeles y los demás (bie)nes rayçes y muebles del dicho Francisco Y(zquierdo) están dados y distribuidos con est(as) oliberas últimas que declaré y conoz(co) di a la Serrana a la Çumaquera, en … de Go. del Arroyo en trueco de dos tocones (que) me dio, y plante en las heredades que (que)dan hipotecadas a sus anibersarios, por manera que no debe de quedar sino algún pedacillo de tierra pequeño o más … que no se hace caso dello. Y si destos pares(çe) aber alguno, les cometo a los testamen(tarios) lo distribuyan como yo mismo lo podía ha(çer y a)quello que hiçieren balga y se cunpla.

Yten, declaro quel dicho Francisco Yzquierdo, (clérigo) fue testamentario de Francisco Sánchez, clérigo natural desta villa, y Martín Gonçales de Çepeda, (al) que sucedió en El Bronco, y tubieron su libro de reçibo y gasto… e al tiempo que se … quenta con los herederos del dicho Francisco S(ánchez) y yo, como tal destribuydor del dicho (Francisco Yzquierdo) por ser el difunto, aberigué… con Alonso Gonçalez, vecino de Santa Cruz, hered(ero) del dicho Francisco Sánchez, y le alcançé por … /23 el dicho Alonso González, y visto que dexó muchos hijos y pobres y pequeños, y la más parte henbras, e atento quel dicho Francisco Yzquierdo era su yntento haçer limosnas, se los remitý para ayuda a criar los dichos hijos, y agora, siendo nesçesario, se los remito, no abiendo nobedad de su parte o otra.

Yten, mando, para que en todo aya claridad y se sepa que se cunple mi boluntad y mejor se sepa el número y cantidad de los pies de olibos que dexo en el dicho bínculo y los que así mando plantar, que antes que se entreguen a mi capellán se quenten todos los pies que tiene cada un olibar de los que dexo nombrados para él, y se pongan memoria con este testamento en el archibo con las demás escrituras o, al menos, que se quenten dentro de unos? días que se quenten dendel día de mi entierro luego siguientes porque al que tengo de nonbrar será con graçia de meterle luego[17] en la posesión del dicho bínculo, e yso fato que la pida quiero que se le dé, y por quitar pleytos e diferençias y el dicho capellán, jurando conforme a la cláusula arriba dicha y obligándose, pueda tomar la dicha posesión, la qual quenta quiero que hagan los dos testamentarios que yo nonbrare y lo lleben por memoria ellos y el capellán que yo nonbrare, el qual baya con ellos a berlos contar, y todo lo manifiesten así antel escribano, y confiese el capellán que los reçibe, y así se asiente por testimonio? /24 al pie deste mi testamento para que … dello.

Yten, mando y es mi boluntad que en el (in)terin? que no hubiere herario en la iglesia desta villa donde se pueda echar los (dine)ros? que se resquitaren de los juros des(ta) dispusiçión y de la del dicho Francisco Yzquierdo, clérigo, quando algún çenso se quitare, se deposite en la forma y con la… arriba dicha en el mayordomo de la yg(lesia) desta villa que al presente fuere, (y en) él estén depositados hasta que se bue(lvan) a dar en la forma que ba declarada, y (el) dicho mi capellán los ponga en poder (del) dicho mayordomo en cada un año los … mill mrs. que así dexo mandados de dote?[18] por el … de la Resurrección para el efeto dec(larado) y so las dichas penas, y no sea obliga(do a) los depositar hasta la Pasqua de Resurreçión del año de mill y quinientos y ochenta … años, y entonces sea el primero … que hiçiere dellos, y ansí susçesibe en los demás años benideros perpetuamente … ba declarado y, en abiendo herario (en) la iglesia, se guarde e cunpla lo (que va) arriba declarado y fecho. Y en quanto (a los ) anibersarios del padre Yzquierdo, no a(ya) interpolaçión alguna, sino que se (tenga)? e guarde la horden que está dada… seguido y sigue.

Yten, mando y es mi boluntad que p(or) quanto en la dicha declaraçión que atrás (de)xo fecha de los vienes que dexo para este (bín)culo, declaro que dexo mil reales de … de renta de çensos al quitar en cada …, y no tengo bien noticia si los tengo cumplidos, que mis testamentarios ve(an) /25 las escrituras dellos y mi libro de quentas e memorias, donde los tengo escritos y asentados y, si algo faltare, lo suplan e conpren. Y más conpren de mis bienes otros tres mill y quinientos mrs., que por todo hagan çien ducados de renta, los cuales mando que sean dote deste mi bínculo y los goçe e aya mi capellán en cada un año, con que se entienda que de lo que agora se conprare para henchir los çien ducados no ha de goçar hasta que se conpren; y dende que se conpraren por delante comiençen a correr la renta dellos por del dicho mi capellán, y en lo que se conprare y en lo que está conprado se guarde en todo la horden atrás declarada.

Yten, declaro que yo tengo hecho conçierto con la otra parte del molino para que no le lleve maquila de su açeyte ni la otra parte a mí de la mía; mando que se cunpla y guarde así por este año y que del açeyte que dexo cogido para haçer no se pague ninguna maquila ni a la otra parte dueño del medio molino ni a mi capellán, ni se le pida ni llebe a la otra parte cosa alguna por mi capellán ni herederos por este año.

Yten, declaro que tengo un libro de quarto de pliego donde tengo asentados los çensos que tengo dados, y lo que tengo cobrado dellos, y en él tengo, ansí mismo, asentado lo que me deben y de qué y hasta quando, y las quentas que tengo con muchas personas, digo que lo que en él está es cierto y berdadero.

Yten, declaro que soi tutor de la persona /26 e bienes de Francisco Hernández?, hijo de Francisco Hernández?, maestro de obras, vecino de Coria, y tengo mi libro de reçibo y gasto y quen(tas) y relación? de sus bienes y deudas y… que e cobrado y reçibido y gastado, el qual es çierto y berdadero y declaro que para entre mi y él y el otro su (her)mano Juan de Miranda y sus herederos está un papel e memorial de … dello, fecho entre mí y el liçençiado Xerez, metido en un arca mía que está en Coria, en casa del señor Martín Sánchez, benefiçiado de Santiago, está un traslado, porque aquel signado se presen(tó) en Salamanca, en el pleyto contra …, declarolo para que por él … estar las quentas averiguadas… por él constará? toda claridad, la qu(al) tanbién dará el señor Pedro? Pérez, cu(ra) de Coria, porque está en su poder …

Yten, llamo y nonbro por mi primer capellán, para que goçe y tenga y … la dicha mi capellanía e vínculo con la… y en la forma que por mí va declarado (en) este mi testamento, al bachiller Fran(cisco Ló)pez Franco, vecino desta villa, mi pariente, el qual quiero que la tenga, goçe e posea libremente, guardando y cunpliendo dichas cargas. E porque podría suceder tener otra alguna carga de la capellanía o en otra manera de misas, la qual fuese ynconpatible, y concurriesen en un día o en dos e más, quiero y es /27 mi voluntad quel dicho Francisco López, por los días de su vida y por los días de las personas quel dexare nonbradas después de sus días, él y ellos puedan cumplir las dichas cargas de misas por terçeras personas. El qual bachiller Francisco López quiero y mando que, al tiempo que fallesçiere o antes si antes quisiere, en bida o en muerte, pueda nonbrar y elegir capellán e poseedor deste mi bínculo, uno y dos y tres o más, llamando unos tras otros como a él bien visto le fuere, con que en su vida e tiempo a de llegar a ser clérigo presbítero, o estar en tal estado que dentro del año se pueda hordenar de presbítero. Al qual encargo la conçiençia para que lo haga como más conbenga, y nonbre sienpre personas convinientes en yngenio y abilidad, a las quales que él ansí nonbrare y llamare yo e por nonbradas y llamadas. Y después de los que él ansí nonbrare entren nonbrando mis heletores como ba declarado arriba. Y porque pueda suçeder quel dicho bachiller Francisco López no llegue a goçar deste bínculo, o por alguna causa no pueda nonbrar persona que suçeda en este mi bínculo como ba declarado, quiero y mando y es mi boluntad que en tal caso sea mi capellán y poseedor del dicho bínculo y lo nonbro, el señor Bartolomé Hernández?, clérigo vecino desta villa, el qual lo tenga y goçe y posea y nonbre y haga todo lo demás que en esta cláusula /28 el dicho bachiller Francisco López podía haçer (e) nonbrar, sin exçetarle en esto cosa.

Yten, es mi boluntad de remitir y re(mi)to a María Halcona, mi cuñada, vecina del C(ampo) el rédito de dos años del çenso que me d(ebe), que son ocho ducados, los que le remito.

Yten, digo que por quanto Francisco Fran(co), mi tío, que sea en gloria, quando fal(le)çió me mando un salero de plata y un … ropa de chamelote con aguas, y yo d(es)pués la guarneçí hasta abajo con su (ter)çiopelo, que así como él me lo man(dó a) mí lo mando como agora está al … Francisco López, mi pariente e ahijado.

Yten, declaro que tengo en oro viejo …/pie)ças de a dos caras, diez pieças de a dos y … de a quatro, que hacen doçe; y otra pie(ça) de oro nuebo de a ochoçientos, y hasta de treç(ientos) a quatroçientos reales en reales; (y) tengo la porçelana alta, que dexo dada para mi bínculo, y otra porç(elana) de pie más bajo y más pequeña, y otra taça casera que fue de mis padres, de pie bajo, y un jarro de plata, y dos cuchar(as de) plata, y un escarbador de plata.

Yten, quiero y mando que porque… haçer, bender y cobrar, el açeyte que queda en aceituna por haçer en … Higueros, por evitar deshorden man(do) el açeytuna e açeyte dellos a los señores Bartolomé Hernández y el bachiller Francisco … clérigos, y les pido por merçed que por que mejor se cunpla mi … /29 mandas de testamento, ellos lo hagan con cuidado, y esto les mando con carga que del dinero dello cunplan y paguen las mandas deste mi testamento, lo que dexo mandado e mandaré e … de las cosas que dexo señaladas que tengo yo mías, y van mandadas. Y los bueyes que mando los conpren, ansí mismo, dello, si algunos más mandar de los que van declarados.

Yten, mando a Marina, hija de mi prima (Ca)talina Rodríguez Carcabosa, una baca (pre)ñada que hube de Mateo Paule, vecino que fue desta villa.

Yten, mando otra baca que tengo preñada (y) tanbién remendada a Francisco Gordo, mi primo, vecino del Campo, lo qual le mando para su hija la mayor que tiene, y le mando un vestido de pardillo para él, capote y sayo y caperuça y çarafuelles y calças y quatro reales para unos çapatos.

Yten, mando a los frayles de la casa de Nuestra Señora de los Ángeles seys fanegas de trigo porque en su conbento rueguen a Nuestro Señor por mi ánima que me perdone, y esto se saque de lo que tengo en casa, y lo demás que tengo mandado y lo necesario para los ofiçios hasta que se acabe, y si faltare algo lo conpren a quenta y del açeyte de los Higueros como ba dicho.

Yten, declaro que con Alonso Conde, mi criado, tengo quentas, y las tengo averiguadas hasta este año de ochenta e ochenta y uno. Y, porque en estos años andubieron guerras, yo le di dineros… /30 dineros, la quenta está en mi libro (que) se bea y aberigue, y lo que él gana y … demás de todo aya asiento y quenta.

Yten, declaro que Ysabel de Canillas me sirve desde quinçe de henero deste año y gana medio ducado cada mes; mando que por e(sto) se le pague lo que montare, y de(más) le mando dos fanegas de trigo que ten(go) en casa.

Y para cumplir e pagar y executar las m(andas) e legatos y pías causas en este mi test(amento) contenidas dexo y establezco y nonbro por albaçeas testamentarios a los reverendos Bartolomé Hernández, y el bachiller Francisco López Franco, y a Cristóbal Valdeolibos, escribano, y a Francisco Rodríguez Carcaboso y a Pedro del Castillo, y a Francisco del Castillo, todos desta villa, a los quales y a cada uno dellos yn solidun les doy poder cumplido (cuanto) que de derecho se requiere para que entren… y bendan de mis bienes en pública al(mo)neda o fuera della los que bieren que conviene y de su valor lo cunplan en todo, y mando y es mi voluntad que las cosas que se hiçieren en esta villa en (cum)plimiento de mi testamento se hagan (siem)pre con acuerdo de dos dellos, y no de otra manera, porque yn solidun es para poner en execuçión lo que se determinare y para cobrar lo que se me debiere…della. Para lo qual les doy, ansí mismo, poder cunplido como yo le tengo a todos e a cada uno yn solidun para (po)der cobrar qualesquiera deudas que /31 me son debidas en esta villa y fuera della, y aberiguar qualesquiera quentas çerca dellas con qualesquiera personas, y executar e haçer en ello lo que yo mismo podía haçer con libre y general administraçión.

Yten, declaro que debo a la dispusiçión del reberendo bachiller Diego del Castillo, clérigo, lo que paresçiere que saque e conpre en sus almonedas, que fueron oliberas y bienes muebles, mando que lo que no está ni paresçiere pagado porque se bendió fiado, se pague a su tienpo de lo que se hiçiere del açeyte de los Higueros.

Yten, mando quel día de mi entierro se den por amor de Dios, doçientos? reales, repartidos por pobres desta villa más nesçesitados, los que paresçiere a los testamentarios.

Yten, mando que si el dinero que se hiçiere del açeyte de los Higueros no bastare para pagar lo que va mandado pagar y cunplir y conprar de juros, que se cunpla de la demás de mi haçienda.

Yten, mando que se den çien reales para que se digan misas en la Fuente Santa de Galisteo por las ánimas a quien yo pueda tener algún cargo que no biene a mi noticia, y estos los lleben mis testamentarios o qualquier dellos, y los entreguen al prior por … /32 a Martín del Arroyo e a Catalina del … e a María e a Francisco e a Pedro e a Gonçalo, mis sobrinos, hijos de Francisco del Arroyo, mi (her)mano, para que los ayan y ereden, e tan por yguales partes. E por este (tes)tamento reboco e anulo e doy por ninguno todos otros qualesquier testamentos, codicilos e mandas que ante deste aya fecho, dicho e otorgado, por escrito e de palabra o en otra qualquier manera que no valgan ni tengan fuerça ni hagan (fe)? en juicio ni fuera del, salbo este mi testamento que yo agora hago y hordeno… el qual quiero y mando y es mi boluntad que valga y se cunpla y execute por testamento o por mi codicilo o por escrit(ura) pública o en aquella bía y forma que (me)jor lugar aya de derecho porque lo en él contenido es mi boluntad húltima e postrimera, en testimonio de lo qual (otor)gué? la presente carta de testamento, según dicha es, ante Cristobal de Oliberos, escribano público desta villa, y testigos.

Que fue fecha y otorgada en la villa de Villanueba, estando en las casas y morada del dicho señor bachiller Carcaboso a veynte y ocho días del mes de hebrero, del año del Señor de mill y quinientos y ochenta y un año, estando presentes por test(igos) llamados y rogados Martín Hernández, y Esteban Biçioso, y Francisco Domingo, y Francisco Calbo, y Alonso Conde, criado del señor bachiller, vecinos desta villa, y el dicho otorgante que yo, el escribano, doy fee que conozco, lo firmó en esta manera: el bachiller Rodríguez Carcaboso Carcaboso (sic). Pasó ante mi Cristó/33 bal de Oliberos, escribano. (Sigue la corrección de erratas).

E yo el dicho Cristóbal de Oliveros, escribano público susodicho en la dicha villa de Villanueva por merçed de don Alonso Pérez de Loaysa, señor della … e aprobado por el Rey Nuestro Señor, presente fui a lo que dicho es en uno con los testigos y otorgante, que a todos doy fe que conozco, y fize aquí mi signo que es atal en testimonio de verdad: Cristóbal de Oliveros escribano.

ANOTACIONES AL TEXTO Y COMENTARIO

Está escrito en primera persona. Sólo lo hará en nombre propio el escribano. “Doy fe”.

Es una joya para el estudioso del lenguaje del siglo XVI-XVII. Merece destacar el uso del subjuntivo y sobre todo su futuro imperfecto en las formas ,”asistieren”, “vinieren”, “escogiere”, “enterrare”, “pidiere”, “velaren”, etc. Actualmente, el futuro imperfecto y futuro compuesto de subjuntivo han desparecido del habla coloquial. Entiendo que hay expresiones con un matiz delicado, cariñoso, enfático que es muy difícil expresar en otros términos. Recuerdo y he entonado en la iglesia esa oración a la Virgen: “Y si mi amor te olvidare…”

Este documento está formado por dos partes: Testamento y vínculo.

Escrito en letra gótica procesal, en un momento del siglo XVI en la que la letra cortesana, pariente de la procesal inicia junto a esta su caída en favor de la letra humanística. Hay un pasaje en el Quijote que dice: “Mira, Sancho, entregas esta Carta a Dulcinea pero no vayas al escribano para que la escriba, sino vete al primer maestro de escuela que encuentres y si no lo hallares vete al sacristán que lo hará mejor”.

El Bachiller Rodríguez Carcaboso, hombre culto y poderoso de su época. Nació, vivió y murió en Villanueva de la Sierra.

El título de Bachiller era el primero que se impartía en la Universidad de Salamanca. Los grados impartidos eran tres: Bachiller, licenciado y doctor. El primer grado lo conseguían el 8% de los estudiantes matriculados. De estos, sólo el 2% llegaban a licenciado, y un muy reducido porcentaje conseguían el de doctor. Si el bachiller era de teología se requerían cinco cursos en derecho y tres en artes. Si el bachiller fuese en medicina, cuatro cursos, dos de prácticas y dos en arte. Para acceder a licenciado había que pasar por el título de bachiller y para el de doctor se necesitaba amen de los anteriores, que fuese una personalidad distinguida y sabia en la Universidad.

Fue Don Bartolomé Rodríguez Carcaboso Provisor de la Diócesis de Coria, ejerciendo la jurisdicción contenciosa, nombrado por el obispo para ocuparse de causas eclesiásticas.

Vivió en su casa-palacio en Villanueva de la Sierra. Casa según él describe y yo he visitado. Está formada por su residencia, granero, lagar de uvas, cuadra de animales y jardín. Próximo a ella, en la Arroyo de las Higueras, tenía un lagar de aceite. Hasta el siglo XX ha sido un molino de aceite con las técnicas de este momento. Su casa haciendo esquina con la calle denominada la Calzada y la calle, hoy llamada de D. Antonio de Oliveros, Secretario de las Cortes de Cádiz y también nacido en esta Villa.

Su casa está blasonada con el escudo Carcaboso. De campo pleno con dos borduras y en la barba se lee 1677, entre dos aspas. En los cantones diestro y siniestro, dos aspas dobles con un punto cada uno. La fecha debe ser error del lapidario, debe decir 1577.

En 1582 por privilegio del Rey Felipe II se otorga escritura de censo ante D. Cristóbal de Oliveros, escribano, a favor del Bachiller D. Bartolomé Rodríguez Carcaboso. Ese mismo año deja 10.000 mvs por 10 años consecutivos tras su muerte, para el Pósito y compra de trigo. Pagó la obra del Presbiterio de la Iglesia y en él tiene su sepultura perpetua. He intentado encontrarla, sin éxito, pero sí he hallado una lápida granítica en la escalera de la sacristía al Presbiterio (ilegible). Lo dejo con interrogante.

La venta de sepulturas y la cesión de sitios para la construcción de capillas y sepulturas en el interior de las iglesias fue otra vía de primer orden para la ampliación del patrimonio eclesiástico, bajo el concepto genérico de “limosna”. Las obras de reparación de las iglesias, templos o monasterios se sufragaban “Vía testamentaria”,

A modo de resumen, este testamento consta de:

  1. Presentación del otorgante. Profesión y estado de salud. Declaración de fe. Invocación. Encomendar su alma Dios y su cuerpo a la tierra.
  2. Lugar de su enterramiento. Dispone sus honras fúnebres. Asistentes a su entierro. Limosnas. Todo para el bien de su alma.
  3. Misas de Consolación y de Revelación. Misas a decir, seiscientas, por los difuntos. Cédulas y memorias.
  4. Ayuda con 10.000 mvs para la Iglesia. Manda donativos para las ermitas, obras pías y redención de cautivos.
  5. Distribuye su hacienda entre sus familiares, amigos y servicios en general.
  6. Por si alguna cosa se hubiere olvidado ordena y manda se les pague, no sin antes, averiguar por sus libros la veracidad de lo que le puedan pedir.
  7. Muy importante para él es que el Beneficiado de su Vínculo refleje en todos sus documentos el sobrenombre Rodríguez Carcaboso para siempre, a perpetuidad.

No pudiéndome extender más por falta de espacio, dejo este testamento, joya, para que se exprima el rico jugo que encierra.

He pretendido que mi transcripción haya sido lo más correcta posible, respetando sin añadiduras la escritura del documento. Algunas veces por lógica deducción he añadido palabras o sílabas que eran ilegibles.

Las tachaduras, correcciones y anomalías en el texto no están contenidas en el mismo, sino consignadas en notas.

[1] La fotocopia corta la línea superior del fol. 2

[2] El texto está cortado a lo largo del margen derecho, por lo que faltan palabras y otras están incompletas, de manera que puede haber algún error en la transcripción.

[3] Graneros o almacenes

[4] Lectura insegura porque está cortado el margen derecho.

[5] Los zaragüelles eran una especie de calzones que se usaban entonces.

[6] Cortado el margen derecho.

[7] Cortado el margen derecho.

[8] Los bollones eran adornos, a veces con plata.

[9] Parece referirse a dijes, adornos o joyas.

[10] Añadido al margen.

[11] Sigue una palabra, o parte de ella, tachada.

[12] Palabra corregida.

[13] A continuación hay alguna palabra tachada.

[14] Esta palabra se encuentra interlineada.

[15] Sigue una tachadura.

[16] En la fotocopia no sale buena parte del margen derecho.

[17] Está interlineado.

[18] Palabra interlineada.

Feb 012020
 

JESÚS BERMEJO BERMEJO

 

  1. INTRODUCCIÓN.

 

Con motivo del 460 aniversario de la compra del pueblo de La Cumbre por Pedro Barrantes, el tema de mi intervención, en estos Coloquios Históricos de Extremadura, entorno a su figura resulta para mí, casi, de obligada dedicación y empeño.

De todos/as es conocida la leyenda del apellido “Barrantes”1: Nuño Fernández Valiente, que vivió en los siglos IX-X, era capitán de unos de los navíos del Conde D. Fernán Sánchez. Esta embarcación transportaba un nutrido grupo de normandos que se disponían a luchar contra los sarracenos que estaban apostados en Sevilla. Cuentan que, al llegar al puerto de Zenfanejo, junto a San Lúcar de Barrameda, los árabes los esperaban en ocho naos dispuestas para el ataque. Los normandos, por su parte, habían puesto una recompensa para quien cruzase la “barra” de embarcaciones primero. Nuño Fernández, haciendo alarde de su maestría marítima, fue el primero que cruzó, derrotando y echando a pique las embarcaciones. De este hecho surgieron unos versos:

“Por la pasar la barra antes, Que los otros navegantes Ñuño Fernández, valiente, Fue llamado entre la gente

Por sobrenombre Barrantes.”2

 

 

  1. BARRANTES Y

 

 

 

El apellido viajó, desde Galicia, por los reinos de León y Castilla, simultaneado con la reconquista a los musulmanes y, posterior, repoblación cristiana. Una parte importante

 

1 Hazaña que se encuentra entre los papeles de Pedro Barrantes Aldana, Canónigo de la Catedral de Burgos, nació en Alcántara (Cáceres) y falleció en Burgos el 9 de Agosto de 1658. Fue Secretario del Arzobispo Don Alonso Manrique desde 1605. Fundó el Hospital de San Julián y San Quirce, después llamado «Hospital de Barrantes».

2 González Cáceres, José Luis y María Dolores Díaz Rodríguez. “La Cumbre desde el recuerdo”. Joman

  1. Páginas 28-29.

 

se asentó en Extremadura, concretamente en Alcántara, donde la figura de Garci Fernández Barrantes3 se convierte en la antesala del arraigo del apellido en nuestra región: Maestre de Alcántara entre 1254 y 1284, fue privado4 del rey Alfonso X “el sabio” y participó en la reconquista de los territorios de Orihuela y Niebla entre muchos otros.5

El Solar alcantarino de los Barrantes del siglo XIII y las proezas de esta familia durante la reconquista nos llevan a Don Fernando Rodríguez de Villalobos, Maestre de la Orden de Alcántara entre los años 1394-1408 y Pedro Fernández Barrantes o, más bien, a su hija pues un rumor de amoríos, raptos y despechos ha ensombrecido, desde siempre, la causa del porque una rama de esta familia se estableció en Trujillo. Es casi imposible desligar las habladurías de la época con la verdad de los hechos pero lo cierto es que,

por preservar la honra de su hija, Pedro Fernández Barrantes decidió trasladarse a Trujillo junto con su familia.6

Hipótesis aparte, lo cierto es que, ya en 1429, se tiene constancia de la presencia de la familia Barrantes en Trujillo; tal como cita Fernán Gómez de Ciudad Real, sobre los hechos en el castillo de esta ciudad, donde quedaron a cargo de la justicia caballeros naturales de la villa, entre ellos Juan Barrantes.7

 

 

3 Su nombre completo parece haber sido Frey García Fernández Barrantes, ya que se dan dos versiones sobre sus antecedentes; hijo del señor de San Andrés de Barrantes, parroquia de Ribadumia en Galicia, y que antes de hacerse religioso había estado casado con Aldonza Díaz de Pereros y había tenido descendencia; otra que fuera el tercer hijo de Alonso Fernández Barrantes, señor de los cotos de Barrantes y Tomiño, a 10 km de Bayona y del río Miño en Galicia, noble gallego que se había establecido en Alcántara.

4 Alude al que goza de la confianza de un rey, príncipe, mandatario, etc. y puede ejercer una influencia

sobre sus decisiones.

5 Es más que probable que las ochos aspas de adornan el escudo de los Barrantes se deban a la figura de de Garci Fernández Barrantes, Maestre de la Orden de Alcántara, por sus muchos actos al frente de la

Orden; aunque también es posible que se deban al origen de esta bordadura, es decir, a la toma de Baeza en 1227 por Diego López de Haro, quien auxilió al rey Fernando III el Santo junto a 500 caballeros, entre los que se encontraba Garcés o García de Barrantes. A todos los caballeros se les concedió “ocho aspas de oro sobre campo de gules” (ocho cruces de San Andrés sobre fondo rojo) en la bordura de sus escudos heráldicos. María Antonia Carmona Ruiz. La conquista de Baeza. Universidad de Sevilla. 2010.

6 “Existen muchas versiones sobre este hecho: una habla del enamoramiento de Fernando Rodríguez de

Villalobos hacia la hija y el posterior rapto; otra interpretación habla de un forzamiento del Maestre Villalobos hacia la doncella con la consecuencia de un embarazo; y otra simplemente fue la negativa de Fernández Barrantes a la relación entre ambos”. Miguel Ángel García Rodríguez. “La Cumbre Historia y Sentimiento”. Diputación de Cáceres. 2018. Págs. 62-63.

7 Fernán Gómez de Ciudad Real. Centón Epistolario: “Epístola XXXVII… Al muy alto e muy poderoso el

Señor Rey Don Juan el Segundo nuestro Señor… a Vra Señoria narré cumplidamente el fecho del castillo de Troxillo. Dallí partimos, habiendo primero liberado al Condestable de su sigureza, e dexado buen recaudo en la Villa, encargada la justicia al Bachiller Rodrigo Rodríguez… e Juan de Chaves, e a Finojosa, e Barrantes, Caballeros naturales de la Villa…”.

 

La presencia de la familia en los acontecimientos históricos de Trujillo debía de quedar patentes en la gran gesta conquistadora.

 

 

  • BARRANTES, PIZARRO Y TRES JÓVENES DE SU TIEMPO.

 

 

 

Pedro Barrantes y Fernández de Ulloa era hijo de Juan Barrantes y Francisca Rodríguez de Cervantes, pertenecía al linaje de los Añascos y habría nacido en Trujillo entre los años 1507-1510, al igual que sus compañeros de infancia, letras y conquistas Juan Pizarro (1510) y Diego García de Paredes hijo (1506) y; en atención a las palabras que escribiría Don Fernando Pizarro y Orellana: “entre los primeros fueron los caballeros de Trujillo Juan Pizarro Orellana, Pedro Barrantes y Diego García de Paredes, que como por el valor de sus personas y conocidas calidad habían de tener los primeros lugares con el Marques (Francisco Pizarro)”; la amistad entre los tres caballeros se habría sustentado desde la más tierna infancia, pasando por las coincidencias en su

educación y ambientes comunes de la época.8

 

En sus años mozos escucharon las hazañas de Francisco Pizarro que, con tan solo 20 años, estuvo a las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba, “El Gran Capitán”, en las Campañas de Nápoles; llegó, en 1503, al Nuevo Mundo con la expedición de Nicolás de Ovando; socorrió a Alonso de Ojeda y fue testigo del descubrimiento de “La Mar del Sur” con Vasco Núñez de Balboa, gozando por ello del reconocimiento y la fama en su ciudad natal.

En 1523 se asoció con Diego de Almagro y Hernando de Luque para conquistar los territorios del “Birú”9 y desde esa fecha hasta 1528 las calamidades y los esfuerzos de conquista habían surcado el océano hasta un Trujillo que, por la época, engrosaba un nutrido grupo de hidalgos dispuestos a continuar lo que sus antepasados con la Reconquista a los árabes, si Francisco Pizarro les daba la oportunidad de pasar la misma raya que los “Trece de la Fama”

 

 

8 Entre los q temiero los lucellos que después sucedieron, fueron los cavalleros de Truxillo Juan Pizarro de Orellana, Pedro Barrantes (Seños de la Villa de La Cumbre, fucellor de un hermano de Garci-Fernandez Barrantes, feptimo Maestre de Alcantara) y Nueftro gran Diego García de Paredes, que como por el valor de fus perfonas, y conocida calidad avian de tener los primeros lugares con el Marqués… Varones Ilustres del Nuevo Mundo, Escrito por Fernando Pizarro y Orellana.

9 El Imperio Inca del Perú.

 

La oportunidad llegó, en 1529, Francisco Pizarro regresó a su Trujillo tras las Capitulaciones de Toledo10, por las que se le concedía licencia para la conquista del Perú, entonces “Nueva Castilla”. En dichas Capitulaciones se disponía que tenía un año para preparar la empresa y que se le autorizaba a llevar 150 “peninsulares”, 100 que podía reclutar en América, 50 esclavos negros, oficiales de la Real Hacienda, así como eclesiásticos y religiosos.

De los 150 peninsulares jugaron un papel importante sus hermanos Gonzalo y Juan Pizarro, buscando hombres de confianza para tal fin. Con este propósito, el pequeño de los Pizarro no dudaría de conceder el privilegio a su “compañero” Pedro Barrantes (García de Paredes se uniría en Panamá11), para formar parte de la gesta como “soldado de a caballo”.12

 

En 1532 partieron de Panamá 180 soldados, entre los que se encontraba nuestro protagonista, desembarcando cerca de Tumbes.

Ríos de tinta con distintas versiones y hechos recorren la historia de la conquista de Perú. No vamos a detenernos en dar una visión propia, sino que, ateniéndonos a los testimonios de los hijos de Pedro Barrantes: Diego García de Paredes y Barrantes y Álvaro de Loaisa y Barrantes13; el que sería primer Señor de La Cumbre estuvo presente en este desembarco y la batalla de Cajamarca, donde se destaca la captura de Atahualpa y se resalta que estuvo entre los que siguieron a Francisco Pizarro, es decir, en el

amanecer del 16 de noviembre de 1532, sábado, Atahualpa se presentó en la plaza de Cajamarca con más de 10.000 indios.

Más 30.000 guerreros incas se aproximaban a la ciudad, los conquistadores empalizaron la plaza y se escondieron en un patio adyacente a esperar la orden de Pizarro. Un gran desfile se desplegó ante los ojos de los conquistadores, en perfecto orden, regueros de

 

 

 

10 Por la Capitulación de Toledo firmada el 26 de julio de 1529 por la reina consorte Isabel de Portugal, esposa de Carlos V, se concedió a Francisco Pizarro 200 leguas hacia el sur desde la desembocadura del río Santiago (1°20’N a 9°57’S) para constituir la gobernación de Nueva Castilla.

11 Diego García de Paredes se unió, junto con Hernando de Soto, a la expedición de Pizarro en Panamá.

El hijo del conocido como “Sansón extremeño” ya había participado en la conquista de los territorios de la actual Nicaragua.

12 En la Batalla de Cajamarca, el 16 de noviembre de 1532, Pedro Barrantes figura como uno de los 63 conquistadores a caballo entre los 168 españoles presentes.

13 Informaciones de oficio y parte: Pedro Barrantes, descubridor y conquistador del Perú y su hijo Alvaro

de Paredes Loaisa, canónigo de la catedral de Cuzco, comisario del Santo Oficio del Cuzco y su obispado. Consta también Jerónimo de Loaisa (O.P.). Información contenida, 1586. Pares.

 

personas se alineaban para marchar al paso de su emperador, quien avanzaba rodeado de 10.000 indios quiteños en una litera construida toda de oro macizo.

A su encuentro no salió nadie, salvo el dominico fray Vicente de Valverde. El religioso se acercó hasta la litera y le entregó una biblia a Atahualpa diciéndole:

  • Aquí está la palabra de Dios, único y verdadero, retráctate de tus creencias paganas y acepta el bautismo de Cristo y la autoridad del Rey de España Carlos I

El inca cogió el libro con curiosidad pensando que dentro se hallaba lo que aquel hombre le decía con tanto ímpetu. Después de examinarlo una y otra vez, viendo que era algo sin importancia ni valor, Atahualpa tiró el libro al suelo.

  • ¡Blasfemia!- gritó Fray Vicente de
  • ¡Traición!- gritó Francisco Pizarro desde la posición donde

Acto seguido, un tiro de arcabuz dio la señal de alarma, salieron todos los jinetes espada en mano, con la artillería secundando el ataque. Pizarro picó espuelas y se apresuró hasta la litera del emperador; en ese momento según las crónicas, se tiró del caballo y tomó prisionero a Atahualpa. Durante esos momentos, un grupo de jinetes hizo un círculo entorno al Marqués y Atahualpa. Como se ha dicho, de los testimonios de sus propios hijos, uno de los jinetes era Pedro Barrantes.14

También estuvo en el sitio de Cuzco y su posterior conquista.15

 

 

  1. EL ORO

La historia del apresamiento de Atahualpa, su confinamiento y el precio del rescate ha sido analizada desde muchos puntos de vista. El emperador propuso a Pizarro llenar la habitación donde se encontraba preso, el conocido “Cuarto del Rescate”, dos veces, una con oro y otra con plata, a cambio de su libertad. Pizarro aceptó y durante tres meses no

 

 

 

 

14 Stuart Stirling. Francisco Pizarro Conquistador de los Incas. El Ateneo (Argentina), 2007.

15 Entre los años 1533 y 1534 los capitanes del Gobernador, Sebastian de Belalcázar, Diego de Almagro, Hernando de Soto, Juan Pizarro y otros cumplieron con maestría, tacto y valor, la conquista de los

lugares principales y más ricos del antiguo Tahuantinsuyu”. Manuel Ballesteros. Francisco Pizarro.

Historia 16 Quorum.1992.

 

pararon los súbditos del inca en traer oro, hasta reunir 84 toneladas de oro y 164 de plata.16

De ahí partió casi la totalidad de la fortuna de los conquistadores que estuvieron con Francisco Pizarro durante la contienda. A Pedro Barrantes le correspondió 8.880 pesos de oro y 362 marcos de plata.

En el año de 1535, el Marqués emitió una licencia general para todos aquellos que quisieran regresar a España. Pedro Barrantes fue uno de los pocos en aprovechar dicha licencia.

Junto con Hernando Pizarro, Diego García de Paredes y otro caballeros (Juan Pizarro se quedó en Cuzco), ese año regresó a España a llevar el “Quinto Real”17 al emperador Carlos V. Pero García de Paredes se alistó en los tercios europeos y participó en las guerras de Flandes, Francia, Túnez y Sicilia; y Hernando Pizarro sería encarcelado en 1539 por el ajusticiamiento de Diego de Almagro. Antes esta perspectiva, Pedro Barrantes se convirtió en uno de los hombres de confianza de Francisco Pizarro para la gestión económica de las riquezas de la conquista de Perú en España.

Es por ello que la información y documentos consultados establecen que, durante esa época, vivió en Sevilla. El 26 de junio de 1535 se encontraba reclamando el oro suyo y de otros compañeros que le habían confiscado los oficiales de la Casa de la Contratación.

Existe una ejecutoria18 ganada por Francisco Pizarro ante la Chancillería de Granada en 1538, en el podemos conocer que en 1534 Pizarro había confiado a Pedro Barrantes el transporte a España un cargamento de 10.000 pesos de oro19. Ese año llegaron los dos últimos navíos con el rescate de Atahualpa. Juan Pizarro figuraba en los documentos del metal precioso, pero este se encontraba en Cuzco y Pedro Barrantes fue su hombre de confianza, por lo que se le hizo la entrega en Jauja para tal fin.

 

16 Lizette Paternina. Lingoro.info. «El rescate de Atahualpa, pagado con Oro».

17 El quinto del rey o quinto real era un tributo que se pagaba al rey cuando se capturaba una presa o descubría un tesoro y que era igual a la quinta parte (20%) de lo capturado o descubierto. En particular

la expresión Quinto del Rey o Quinto Real suele hacer referencia a un impuesto de la quinta parte establecido en 1504 por la Corona de Castilla sobre la extracción de metales preciosos, principalmente el oro y la plata, y otros artículos dentro de los territorios de lo que fue la América española.

18 Documento público en el que se consigna una sentencia firme.

19 El día 17 se le había hecho entrega de 15.000 pesos de oro de a 15 quintales, en 52 barras y una plancha de oro, valorado cada peso en 450 mrs. La ejecutoria ganada por

don Francisco Pizarro, gobernador del Perú, ante la Chancillería (1538) Pedro Andrés Porras Arboleda. Facultad de Derecho. Universidad Complutense de Madrid

 

La codicia y los múltiples trámites para una administración adecuada propiciaron que en febrero de 1536 se presentara una demanda contra Pedro Barrantes en el que se alegaba que el oro llegado en lingotes tenía un valor de 5.362.343 mrs (según la Casa de la

Contratación). De este tesoro, la Corona se apropió de 4.511.250 mrs, prometiendo devolverla en juros20.

Pedro Barrantes se quedó 851.093 mrs., y de esta cantidad abonó 529.500 mrs que eran del conquistador Pizarro. Quedando en deuda por valor de otros 321.108 mrs. De esta deuda, nuestro protagonista pretendió pagar a la familia Pizarro 264.937 mrs. y quedarse los 56.250 restantes en calidad de derechos de portes. Al final la justicia consideró que el coste del transporte fuera de 10.000 mrs, debiendo pagar Barrantes el resto.

 

  1. REGIDOR EN TRUJILLO Y SEÑOR DE LA VILLA DE LA

 

El desenlace final de estos procesos jurídicos determinó el ascenso social de Pedro Barrantes, puesto que, durante esos años, el cobro de los réditos21 de los juros debió superar bastante los 10.000 mrs correspondientes como transportista; y aunque su relación con los Pizarros siguió siendo estrecha ( consta su testimonio junto a favor de Hernando Pizarro22 durante su proceso por la muerte de Diego de Almagro23), nuestro protagonista se aprovecharía de su condición de tesorero y transportista para aumentar su hacienda.

 

 

 

20 Un juro no puede considerarse un título, sino más bien un certificado. Era un papel por el que se definía un privilegio a favor de la persona citada en él. Esta persona declaraba entregar al rey un capital y, a cambio, el rey le concedía el privilegio de cobrar una parte de determinados impuestos de la Renta feudal, citados en el documento, hasta una cantidad prefijada.

21Rédito: cantidad de dinero que produce periódicamente un capital.

22 En el testamento de Hernando Pizarro se declara que debía a Pedro Barrantes, vecino y regidor de Trujillo, cierta cantidad de los 40.000 maravedís al año que le pagaba por una cantidad a censo que le entregó, a través de su mayordomo Diego Moreno. Mira Caballos Esteban “Hernando Pizarro y la perpetuación de su linaje. Un testamento desconocido de 1557”. CHDE. Trujillo 2014.

23 “…que Pedro Barrantes e Juan Pizarro de Orellana… anduvieron los sobredichos en las provincias del

Perú debajo de la bandera e compañía del dicho Hernando Pizarro… el dicho Pedro Barrantes es pariente muy cercano del dicho Hernando Pizarro, natural de la ciudad de Trujillo, donde los susodichos son vecinos y naturales y parientes dentro del cuarto grado…” Escribania de Cámara de justicia. Leg 1007 – Causa criminal seguida en el Consejo entre Don Diego de Almagro y otros contra Francisco, Gonzalo y Hernando Pizarro, sobre la muerte del adelantado don Diego de Almagro. Escrito de tachas de testigos presentado por el Fiscal Villalobos.

 

Es por ello que, en 1545 ya estaba en Trujillo ostentando el cargo de Regidor24.

 

En aquella época, a finales de la década de 1550, ya en tiempos de Felipe II, la tierra de Trujillo, una de las más extensas, con más de 300.000 hectáreas, lugares y vasallos subordinados a su política social, económica y administrativa se vio inmersa en un curioso fenómeno de desmembración de parte de su territorio y poblaciones donde el Obispo de Plasencia, don Gutierre de Vargas de Carvajal, desempeñó un papel importante.

El concejo de Trujillo, a pesar de contar con fuertes leyes y edictos de antiguos reyes que dejan clara su fuerte vinculación a la Corona de Castilla (como las de Juan II en 1442, a través de una Real Pragmática en la que se compromete a no enajenar el realengo), es ninguneado en lo referente a este aspecto.

La bancarrota real y las continuas guerras en Flandes y contra el turco propiciaron que la Corona tuviera que conseguir dinero de forma rápida. Por ello, entre los años 1558 y 1559 varios lugares son vendidos por parte de la Corona de Castilla a diferentes señores e hidalgos que los compran para establecer su propia jurisdicción. Por lo extenso del tema, nos vamos a centrar en el lugar de La Cumbre, que fue comprado por nuestro protagonista: Pedro Barrantes.

Cuando se produce estos hechos, Pedro Barrantes se encontraba en Trujillo tratando de vender las casas, viñas, tierras y censos que tenía en Sevilla, a través de su criado Alonso Caballero25. También, según el testamento que presenta Alonso Fernández Barrantes26, ya poseía casa en La Cumbre, con huertos y tierras.

Las actuaciones de la venta se efectuaron a cargo del juez comisionado de Trujillo Núñez de Avendaño, el propio Pedro Barrantes y el representante de la ciudad, el bachiller Prieto.

Al igual que el pueblo de Plasenzuela, La Cumbre no figuraba en el lote inicial de lugares que la Corona otorgó al Gutierre de Vargas Carvajal. Fue una especie de cambio: Madrigalejo, Piedrahitilla, Alcaria y Abertura por Plasenzuela y La Cumbre.

 

24 El regidor era un cargo de los municipios de la Corona de Castilla.

25 Entre septiembre y octubre de 1551, Pedro Barrantes y su mujer Juana de Paredes, otorgan poderes a Alonso Caballero, su criado, para que venda las propiedades que poseen en Sevilla, señalando que las casas se encuentran en la Carretería y la calle de Placentines y que tienen censos sobre las casas y tenerías de Pedro Diente, a la puerta de Carmona. A. M . T Protocolos de García de Sanabria, Leg 1, s/f.

26 “…el asiento e casa de La Cumbre en que io bibo con sus guertos e términos…” “Alonso Fernandez de

Barrantes. Su testamento”. Apuntes genealógicos de su casa. Boletin dde la Real Academia de la Historia. Tomo 99, 1931. Madrid, pp 225-267.

 

Sobre el termino adjudicado a la nueva villa no hubo especial disputa: desde el río Gibranzos por el camino de Trujillo hasta la “dehesa de Rodas” y, entre “Casillas” y “Magasquilla”, hasta “Casa Sola”; y de ahí hasta “Martin Rubio”, volviendo al rio Gibranzos27.

Del termino, una legua cuadrada, se pasó al padrón de habitantes, donde si surgieron controversias. El Juez Núñez de Avendaño recurrió al testimonio de Mateo Jiménez, Bartolomé Sánchez y Alonso Gil, personas viejas y naturales de La Cumbre que, por consiguiente, conocían bien al vecindario. El 3 de noviembre de 1559, el juez, acompañado de los alcaldes ordinarios, anduvo por el pueblo, determinando el padrón

de vecinos. De los 230 vecinos iniciales y, tras varias discusiones, se determinó 178 vecinos finales.28

Pedro Barrantes pagó por cada vecino 16000 maravedíes más media legua de término. El pago se dividió en dos partes: primeramente se pagaron un millón quinientos mil maravedíes en el mes de abril de 1559 y el resto en noviembre, cuando se consolidó el término y padrón.

La Cumbre pasó a ser villa y Pedro Barrantes “Señor” de la misma. Título que ostentarían sus hijos y descendientes hasta el siglo XIX (que desempeñaron un papel mayor aún, si cabe, en la historia de La Cumbre. La casa palacio ya debía de estar por esa fecha pero no el rollo jurisdiccional que, aún hoy, conservan los escudos de los Barrantes y Paredes.

La historia escrita en piedra, testimonio que queremos resaltar hoy con motivo del 460 aniversario de la compra de La Cumbre por Pedro Barrantes.

 

27 En el charco de los leñadores.

28 Es evidente, el “regateo” de Pedro Barrantes para pagar.

 

Bibliografía:

 

CUESTA, Luisa: “Una documentación interesante sobre la familia del conquistador del Perú”, Revista de Indias Nº 8. Madrid, 1948.

FERNÁNDEZ DE OVIEDO; Gonzalo: Historia General y Natural de las Indias. Madrid, Atlas, 1992.

GARCÍA RODRÍGUEZ MIGUEL ÁNGEL. La Cumbre: del Calcolítico a la guerra de Cuba. Su Historia. Coloquios Históricos de Extremadura 2015.

González Cáceres, José Luis y María Dolores Díaz Rodríguez. “La Cumbre desde el recuerdo”. Joman 2008.

Miguel Ángel García Rodríguez. “La Cumbre Historia y Sentimiento”. Diputación de Cáceres. 2018.

FRANCISCO PIZARRO CONQUISTADOR DE LOS INCAS. STUART STIRLING, EL ATENEO (ARGENTINA), 2007

BREVE HISTORIA DE FRANCISCO PIZARRO. BARLETTA ROBERTO. NOWTILUS, 2008

BERNARD LAVALLÉ: FRANCISCO PIZARRO, BIOGRAFÍA DE UNA CONQUISTA. LIMA, INSTITUTO FRANCÉS DE ESTUDIOS ANDINOS / INSTITUTO DE ESTUDIOS PERUANOS / EMBAJADA DE FRANCIA EN EL PERÚ / INSTITUTO RIVA-AGÜERO, 2005.

Sanchez Rubio Rocio y María Angeles. “Señorialización en la Tierra de Trujillo a mediados del siglo XVI”. Extremeña de Comunicación y Producciones. 2007.

ALLER ET VENIR DE TRUJILLO AU PÉROU, SECONDE MOITIÉ DU XVIE SIÈCLE. GREGORIO SALINERO. BIBLIOTHÈQUE DE LA CASA DE VELÁZQUEZ NO 34.

 

 

 

 

Resumen:

 

Este año 2019 se cumplen 460 años de la venta del pueblo de La Cumbre, en Cáceres, (1559-2019) por Pedro Barrantes, conquistador de Perú junto con la familia Pizarro; que jugó un papel muy importante en el traslado de las riquezas de Atahualpa a España. Hombre cercano a los Pizarro y a Diego García de Paredes (hijo). Se desprende en este trabajo el testimonio de su vida y sus hazañas.

Oct 242019
 

Jesús Barbero Mateos

Maestro

 (Provisional)

Introito.

Si durante el siglo XVIII se habían producido en Serradilla los primeros intentos para establecer una institución educativa, con relativo éxito, el XIX supuso la verdadera consolidación de las escuelas de la villa. No sin el padecimiento de importantes altibajos en el proceso, la institución escolar se asentó de forma sólida.

Hasta el momento, prácticamente el único objetivo de las sucesivas iniciativas, había sido el cumplimiento de la ley, desplazando a un segundo plano los intereses y necesidades de los niños y, en general, de la sociedad en su conjunto. Restaba promover su óptimo desarrollo para que llegara a convertirse en verdadero motor de transformación social, bienestar individual de los niños y niñas y desarrollo y la modernización de la localidad.

Con el transcurrir de los primeros años de la vigésima centuria, los niños comenzaría a ser considerados sujetos del derecho a la educación y situados en el primer plano de las prioridades, al tiempo que la sociedad local asumía su papel como garante de un ejercicio eficaz del mismo.

 

Análisis de situación en España.

Pero unos altos índices de mortalidad infantil, el endémico analfabetismo, la falta de cultura y expectativas respecto de la educación en los padres, casi nula escolarización de los hijos, depauperada situación económica, incumplimiento institucional de la normativa jurídica o falta de celo para su cumplimiento, una estructura social cerrada y tradiciones culturales encorsetadas, funcionaban como un todo interrelacionado de factores explicativos de la dinámica de la época.

Las ideas de extensión educativa y de educación popular que habían sido defendidas por la revolución de 1.868, fueron abandonadas durante la Restauración por el estado liberal, a favor de una selección clasista, concentrada en una educación media y alta selectiva y en una limitada instrucción primaria. Ello supuso que España entrara en el siglo XX con una de las tasas de analfabetismo más altas de Europa. Las cifras más elevadas se correspondían con las zonas rurales. Las capas sociales más bajas fueron permeabilizándose más lentamente en relación con el valor de la educación como instrumento propedéutico para que los niños se enfrentasen con éxito a la nueva sociedad.

La escuela contribuiría a aportar una nueva imagen de la infancia, que con mucha dificultad llegaba a las clases populares, debido a la inadecuada política educativa en la enseñanza primaria. Muchas de las reformas del primer tercio del siglo XX encontraron problemas de aplicación, debido al enfrentamiento entre el Estado, que quería mejorar la enseñanza pública, y la Iglesia que formaba a los vástagos aristócratas y burgueses.

A todo esto se unía la paupérrima situación económica de las familias, que no permitía costear una enseñanza elemental privada.

Además a los padres no les interesaba que sus hijos estudiaran, pues les resultaba más beneficioso que trabajaran lo antes posible para obtener un jornal, aunque fuera bajo, que ayudara a la economía familiar.

Esta situación favorecía ampliamente el analfabetismo.

No sería hasta 1.909, cuando el Decreto de 25 de junio estableciera la obligatoriedad de asistencia a la escuela durante todo el curso, hasta los diez años. Sin embargo, a partir de esta edad, se permitía a los niños dejar de asistir para ayudar a sus padres.

De nada había servido que la Ley Moyano reglamentara una enseñanza obligatoria y gratuita para todos los niños de 6 a 12 años, cuando el problema de la escuela se identificaba con el problema social: no se puede exigir a quien tiene hambre que se instruya. De esta forma la utilidad de la educación era minimizada a favor de necesidades más inmediatas. Si a ello unimos el estado lamentable de maestros y escuelas, la estimulación para acudir tampoco era tan atrayente como para pensar que allí no se estaba perdiendo el tiempo[1]. Todo ello pone de manifiesto la insuficiencia y deficiencia que arrastraba la escuela decimonónica.

Esta empezaría a solucionarse en el siglo XX, cuando el estado crea al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1.900, asumió el pago de los maestros en 1.901 y creó la Dirección General de Enseñanza Primaria en 1.911. Gran parte de la responsabilidad en este salto cualitativo, la tuvo el interés de los regeneracionistas por la educación. Aún así, a principios de siglo la educación proseguía la tónica decadente de finales de la centuria anterior. En las décadas de los años 20 y 30 se pretendió llevar a la práctica lo que había escrito Jovellanos en plena Ilustración: “No hay redención económica posible, sin una anterior redención intelectual”.

A partir de la dictadura de Primo de Rivera, política y pedagogía parecen ponerse de acuerdo, en el inicio de la dignificación del maestro y de la escuela, aunque fuese en aras de la subordinación ideológica, como ocurrió durante la República y la dictadura[2]. Como consecuencia se inició una gran campaña de alfabetización cuyos ecos llegaron a todos los rincones de España.

Por lo tanto, dos hechos se pueden destacar hasta la proclamación de la II República: un revulsivo en cuanto a concepción y metodología y la reforma de la Dictadura de 9 de julio de 1926. Mediante un Decreto-Ley el gobierno había habilitado un crédito de 100 millones de pesetas para la construcción de escuelas.

El panorama se vislumbraba diferente en 1931, más aún para la educación. Con la proclamación de la Segunda República, se hizo una apuesta clara por la escuela pública y laica. Proclamaba el cambio el hecho de que un gobierno y forma de Estado se hubiese dado a sí misma el nombre de República de los maestros, lo cual ponía de manifiesto la intencionalidad pedagógica de los nuevos tiempos, a pesar que en 1.932, según la “Revista de Escuelas Normales”, la República había recibido de la Monarquía, en relación con la educación, inmoralidad, despilfarro e incultura. Heredó un alto grado de analfabetismo e insuficiencia de escuelas[3].

Los artículos 48 al 50 de la nueva Constitución aportaron claras novedades[4]: la cultura sería servicio del Estado a prestar por instituciones educativas, mediante el sistema de escuela unificada; la enseñanza primaria sería gratuita y obligatoria; reconocía la libertad de cátedra; protegía a los más necesitados para su acceso a todos los grados de la enseñanza; reconocía a las iglesias, bajo inspección estatal, el derecho a enseñar sus doctrinas; habría competencia exclusiva del Estado en la expedición de títulos; ordenaba por ley la edad escolar para cada grado, la duración de los periodos de escolaridad, el contenido de los planes pedagógicos, las condiciones para la enseñanza en los centros privados; aceptaba la enseñanza de las lenguas autonómicas, con obligatoriedad de desarrollar las clases en castellano…

A los catorce días del primer gobierno, Marcelino Domingo promulgó un decreto para renovar todo el plan de la Dictadura y restablecer el de 1903. Otras tres reformas se produjeron hasta 1935. Todo este proceso político y social ocasionaría notables sobresaltos en la educación española. El trienio de la Guerra Civil supondría el aniquilamiento de todo lo que se había levantado durante la etapa anterior.

Situación básica en Extremadura.

Por lo que atañe a Extremadura, cabe decir que funcionaban en 1923, 1.042 escuelas, en Badajoz, 549 unitarias y 5 graduadas; y en Cáceres, 477 unitarias y 11 graduadas. Estas unidades atendían a una población total de 644.625 y 410.032 habitantes en cada una de las dos provincias, con una población entre 6 y 12 años de 83.367 y 56.387 respectivamente según el censo de 1920. Por su parte la población no escolarizada hacia 1923 en Badajoz era del 54% y en Cáceres del 44%.

Seis años más tarde, en el curso académico 1928/29 existía una diferencia palpable: Badajoz 669 escuelas y Cáceres 540 escuelas. Este aumento se correspondió con la tónica nacional en el mencionado periodo. En todo caso, los que estudiaban en estas aulas de la escuela pública, considerada la escuela para pobres, eran los menos pobres.

De todas formas, desde Serradilla se advertía:

En nuestro país necesitamos pan y escuela. Formemos ciudadanos fuertes de cuerpo y alma, que lo demás se nos dará por añadidura. La misión de la escuela es única e insustituible. Debe atenderse debidamente la preparación de los maestros y su adecuada remuneración, los locales y el apoyo social”[5].

Rozando la tercera década del Siglo XX, comienza una etapa de progreso para la escolarización. Con el aumento del número de escuelas, crece la asistencia. En Cáceres la matrícula de los escolares avanza de 31.028 en 1916 a 51.032 en 1929, mientras que en Badajoz en 1925 había matriculados 45.208 alumnos y en 1929, 64.411.

Con todo esto, tenemos dos hecho significativos: Extremadura presenta uno de los índices de analfabetismo mayores del país. Badajoz, con el 68,32% está en el lugar decimocuarto y Cáceres con un 66´10% ocupa el decimoctavo puesto (la media española era del 63% en 1.900). Por otro lado y a pesar de que los años veinte fueron una época de cambio rápido con una mejora evidente, había pocas aulas y pocos profesores y, consecuentemente, Extremadura estaba afectada por una de las menores tasas de escolarización de España.

El advenimiento de la II República hizo que en Extremadura se aspirara a lograr la socialización y extensión de la cultura, tratando de hacerla llegar a los sectores sociales que, secularmente, habían sido relegados del sistema escolar. Durante este periodo, la provincia de Cáceres experimentó un considerable avance educativo, tanto desde la perspectiva de las construcciones escolares, como de la implicación de los maestros[6].

Pero también los sobresaltos del periodo llegarían a las aulas serradillanas. Entre los días 18 y 19 de enero de 1932 se produjo una manifestación pública en contra de las medidas adoptadas por la superioridad en materia religiosa:

“Cumpliendo órdenes de la superioridad, el pasado 18 procedieron los profesores de estas graduadas a retirar de sus clases la imagen del Crucificado. Enseguida corrió por el pueblo tal noticia, que fue desfavorablemente comentada, y en el mismo día partidas de jóvenes recorrieron las calles invitando al vecindario a hacer una manifestación de protesta, que se llevó a efecto en la mañana de ayer. A las 10 comenzaron a reunirse en la plaza gran número de personas que rápidamente fue engrosando, hasta dirigirse en manifestación a la graduada de niñas donde las profesoras trataron, inútilmente, de prohibir la entrada, consiguiendo el pueblo penetrar en las clases, que en señal de protesta estaban casi vacías, y colocar nuevamente el crucifijo en su lugar. Desde allí se dirigieron a la graduada de niños donde procedieron de igual forma, a pesar de las negativas de sus profesores. La manifestación, entonando cantos religiosos, se trasladó al santuario del Santísimo Cristo de la Victoria, que rápidamente se vio lleno de público, donde el párroco de la localidad, D. Francisco Cabello, hizo uso de la palabra, congratulándose de la espontánea y pública manifestación de fe que había dado el pueblo de Serradilla”[7].

La creencia religiosa en Serradilla, por sus vinculaciones con el Cristo de la Victoria, seguía siendo muy fuerte. Tras la guerra civil, el franquismo abortaría, más si cabe en esta tierra, las posibilidades de avance en el campo de la educación, hasta límites escandalosos, durante casi cuatro décadas.

 

Los ecos del Krausismo en Serradilla. Lastres y propuestas de solución

Ya desde el inicio de la centuria, los planteamientos educativos propugnados por el movimiento krausista, aunque con notable retraso, llegarían con fuerza a Serradilla.

Tal como planteaba Urbano González Serrano, los planteamientos pedagógicos debían tener un lugar esencial en la planificación y desarrollo de la educación. La educación para la formación y progresión personal debía entenderse como la permanente actualización del ciclo vital, pretendiendo lograr la elevación moral e intelectual de los españoles, e intentando la modernización del país, a través de una pedagogía asentada sobre bases científicas y racionales.

Desde esta perspectiva, asentaba su concepción pedagógica sobre tres principios básicos:

Análisis crítico del modelo de enseñanza.

La enseñanza tradicional arrastraba una grave disfunción estructural, el intelectualismo abstracto que promovía un saber totalmente desconectado de una realidad suplantada por las apariencias. El absoluto divorcio de la instrucción y la educación, engendraba como fruto un desarrollo atrofiado de la inteligencia, centrado en la promoción de su función más mecánica, la de la memoria. Se trataba de un tipo de enseñanza que fomentaba la pasividad del alumno.

Frente a este pernicioso modelo, Giner de los Ríos y González Serrano, proponían tomar como eje central del proceso educativo la espontaneidad del alumno, que superase la lejanía entre el pensamiento y la vida; la teoría y la práctica; las ideas y la conducta. Así lo concretaba González Serrano:

“La pedagogía moderna persigue el ideal de asociar la escuela al taller, como el medio más adecuado para que toda enseñanza sea teórico-práctica. Ensayos que se encaminan a tan nobilísimo empeño, son los “Jardines de la Infancia” ideados por Fröebel, las “excursiones escolares”, las enseñanzas prácticas, las escuelas de artes y oficios, los gabinetes de material científico, las investigaciones experimentales y otros tantos medios para la indagación y la enseñanza de la verdad en vivo, donde el fruto se recoge maduro y en sazón, pero observado y estudiado en la semilla y en todo el largo trayecto de su fecunda elaboración”[8].

El maestro ejercería su misión instructiva y educadora sobre los elementos variables de la personalidad, sin violentar la capacidad del alumno para ejercer su libertad.

Educación asentada sobre bases científicas.

La enseñanza tradicional no estaba logrando alcanzar el propósito que perseguía: perpetuar su ideología. Más bien se cumplía con frecuencia, que los anhelos y tendencias de la juventud se encaminaban en la dirección contraria a los intereses e ideas de los maestros:

«¿Por qué maestros conservadores educan a discípulos demócratas?, ¿qué razón existe para que los profesores liberales devuelvan a la sociedad, como fruto de sus enseñanzas, generaciones conservadoras?»

González Serrano concluye con rotundidad que el proselitismo produce, por rechazo, el efecto contrario al que pretende. Por ello, la educación debía plantearse como una ciencia, cuyas raíces han de hundirse, necesariamente, en los conceptos de sensación y percepción desarrollados por la psicología experimental, siendo la ley primordial guíe todo modelo educativo, el funcionalismo psíquico, condicionado tanto por la naturaleza, como por el medio en el que vive y se desarrolla el educando.

Desarrollo de una pedagogía nacional.

La personalidad colectiva española tiene un carácter propio y unas cualidades específicas y determinadas, que se reflejan en el modo de ser y comportarse de todos sus individuos.

Como la educación, en sentido integral, trata de la formación, el maestro ha de tener esto siempre muy presente, para que su tarea no esté en disonancia con el medio en el que se mueven los educandos, sin olvidar que la formación debe tener una carácter cosmopolita, para que, dado el caso, se pueda dar una fácil adaptación a cualquier circunstancia y ambiente.

En su propuesta estimaba que la pedagogía nacional no debía repetir, de la forma rutinaria, mecánica y nominalista en que lo venía haciendo la enseñanza tradicional. Bien al contrario, debía primarse la espontaneidad del ver frente a la receptividad del mirar, evitando tomar referencia acrítica ni copia servil o imitación de doctrinas foráneas, sin considerar las circunstancias y condiciones del propio entorno.

Frente a una enseñanza tradicional adocenada, el krausismo pretendía un modelo progresista de educación, considerando al niño como un adulto en ciernes y dejando libre a su inteligencia para alcanzar por sí misma el conocimiento y la verdad:

“El maestro, lo mismo que el labrador rotura y prepara su tierra, debe disipar las tinieblas de la inteligencia del alumno, emanciparla de preocupaciones, mostrarle el camino y procedimiento para hallar la verdad y habituarle a que entienda que quien la enseña y la impone, por su carácter impersonal, es la realidad misma” [9].

Afloraba la valoración de la labor de la educación y su efecto en los alumnos, así como la trascendencia de la tarea de los maestros, que superaban la concepción de meros cuidadores de niños, para ser concebidos como modeladores del alma, forjadores de voluntades y cultivadores de la inteligencia. Atentos:

“El maestro es, en el cumplimiento de su deber, el funcionario que dota a la patria del ejército más fuerte y poderoso, disciplinando la inteligencia de los futuros ciudadanos, sembrando y cultivando las semillas de la regeneración social. Suprimid al maestro y la humanidad volverá al estado de barbarie. Merece, por consiguiente, atención especial del gobierno y de los pueblos.

Dadnos buenos y muchos maestros y transformaremos la sociedad, porque el problema social actual es de enseñanza, de maestros. De la buena enseñanza surge el progreso, la paz y la armonía de los pueblos.

Todos los materiales que posee una escuela serán insuficientes, si no hay un maestro que les de vida, dirija y ordene con entusiasmo. Hoy la misión del maestro, además de enseñar, es educar. Los pueblos que no tienen más medios solo tienen por guía al maestro, que debe atesorar tres condiciones esenciales: saber, saber enseñar, educar. Aquí estriba la importancia del maestro”[10].

 

En definitiva, transcurridos más de 175 años desde la fundación de la escuela y de la cátedra de gramática, el siglo XX supondría un considerable salto cualitativo, en lo que respecta a la oferta escolar en Serradilla. La escuela de niñas y luego la de niños, pasarían a graduarse, ampliándose sus secciones a medida que las necesidades de escolarización lo demandaban y posteriormente sería creada la escuela de párvulos. Los avances producidos en la oferta educativa, las infraestructuras y las condiciones de acceso a la escuela, se verían complementados con la paulatina evolución de los procesos educativos.

Un importante salto cualitativo situaba la consideración de la educación en Serradilla en el umbral del espectacular despegue que comenzaría a producirse recién entrado el nuevo siglo.

La educación pasaría a considerar su imbricación con el entorno uno de sus pilares fundamentales. Gracias a este planteamiento, se pondrían en marcha novedosas, cuasi revolucionarias iniciativas socioeducativas que, partiendo del análisis objetivo y ajustado de la realidad concreta, permitiera dar respuesta a las necesidades de los niños, más allá de los muros de la escuela: cantina, ropero, mutualidad, biblioteca…

Entremos en un análisis más detallado de estas iniciativas.

 

Elementos educativos auxiliares.

Los avances esbozados y las nuevas perspectivas respecto de la educación, generarían la necesidad de dotar a la escuela de unas instituciones complementarias de su labor, de unos elementos de compensación de las enormes carencias económicas, tal es el caso de la cantina, ropero y mutualidad escolar; de compensación de carencias sociales, como en el caso de las asociaciones de alumnos y antiguos alumnos, que contribuyeran a vincular por más largo tiempo a los alumnos a la escuela, la participación en las colonias escolares y la fundación de los exploradores; o de compensación de carencias culturales, promoviendo la vida cultural de la localidad o abriendo y dinamizando bibliotecas escolares. Serradilla lo asumiría e impulsaría desde el primer momento, como veremos seguidamente.

 

1.- Mutualidad Escolar.

La primera iniciativa que se planteó para dar respuesta a las necesidades de los niños serradillanos, fue la Mutualidad Escolar. El magisterio de la villa pronto se interesaría por su puesta en marcha, cuando en julio de 1.913, Rosario Marchante Lora, directora de la Escuela Graduada de niñas, afirmaba:

“Tiene innumerables ventajas y beneficios como poderoso remedio educativo de la voluntad y porque es útil y práctica, al habituar al individuo, desde los primeros años de su vida, a pensar en el mañana y a vencer las adversidades y calamidades de la vida. Es la preparación más adecuada para encauzar debidamente las corrientes societarias de la época actual».

 

Se proponía promover y fomentar la prosperidad de la Mutualidad Escolar y para ello no vacilaba la maestra en pedir la cooperación de todos, especialmente de las autoridades locales y personas influyentes e ilustradas, altruistas y desinteresadas, como forma de acrecentar los intereses morales y materiales de la villa:

“Hay que marchar al compás de los tiempos, sin petrificarse en la rutina del pasado. En la Escuela Nacional radica nuestro mejoramiento social y el progreso y regeneración de la Patria. Todos unidos debemos agitar fuertemente la opinión del vecindario, luchar contra la ignorancia y la apatía, hacer propaganda en toda ocasión, para convencer a los incrédulos, estimular a los reacios y alentar y animar al débil de voluntad. Así podremos, en plazo no muy lejano, ver realizado nuestro anhelo”[11].

 

Poco a poco iría calando la propuesta, hasta que el 29 de noviembre de 1.917, Isabelo Sánchez, Víctor Mena y Diego Carrasco, maestros de la graduada de niños, constituyeran en Serradilla, con domicilio en la propia escuela, la Mutualidad Escolar titulada “El Progreso Serradillano”[12].

Días antes de la fundación, Víctor Mena disertaba sobre el asunto:

“El domingo último pronunció una importantísima conferencia sobre el tema “La Mutualidad Escolar”, el ilustre profesor de esta Graduada, D. Víctor Mena. El joven estudiante de derecho D. Teodoro Rodrigo García pronunció breve y elocuente improvisación apoyando la tesis expuesta por el orador, siendo ambos muy aplaudidos y felicitados por el auditorio. Con facilidad de expresión, pleno dominio del asunto y sobre todo, decidida voluntad educativa, el conferenciante fue exponiendo detalladamente la esencia de la Mutualidad; las ventajas inmensas que seguramente proporciona; el modo de establecerlas y su funcionamiento y, finalmente, en párrafos convincentes, exhorta a los padres de los niños y al vecindario en general para que propaguen la beneficiosa y regeneradora práctica del ahorro”[13].

 

Los estatutos de la Mutualidad recogían sus fines y la dinámica de funcionamiento. En cuanto a los fines que perseguía eran, entre otros:

Seguro mutuo de enfermedad y fallecimiento.

Constitución de dotes infantiles y pensiones de retiro para la vejez, usando los servicios del Instituto Nacional de Previsión.

En el seguro de enfermedad, la mutualidad ayudaba con un subsidio de 50 céntimos diarios durante el primer mes de enfermedad y 75 céntimos los dos meses siguientes. Si duraba más de tres meses, la Junta Directiva resolvería lo adecuado.

Se excluía la enfermedad que durase menos de cuatro días, las ocasionadas por riñas o delitos y las crónicas padecidas al ingresar en la Mutualidad.

Si fallecía un socio se abonaría a la familia una cantidad en concepto de subsidio funerario.

Para tener derecho a subsidios había que tener una antigüedad mínima de seis meses y estar al corriente del pago de cuotas.

 

Se consideraban tres tipos de socios:

Mutualistas: con 50 céntimos de cuota de entrada y 10 semanales, teniendo derecho a todos los beneficios. Estarían comprendidos entre los 3 y los 10 años.

Protectores: los que contribuyesen con donativos y aportaciones, sin tener opción a derechos ni prestaciones.

Honorarios: los que la Junta Directiva estimase conveniente, en función de sus servicios a la Mutualidad.

 

El capital social se compondría de las cuotas de entrada, las semanales, las suscripciones de socios protectores u honorarios, los intereses de los fondos invertidos, donativos y subvenciones. De las cuotas semanales de los mutualistas, se destinarían 5 céntimos a la caja de socorros mutuos, para caso de enfermedad o fallecimiento. Con los otros cinco se formaría una dote infantil o pensión para la vejez, a través del Instituto Nacional de Previsión. Cuando hubiese fondos suficientes se harían imposiciones por cada mutualista en el mismo organismo. En caso de que no hubiese fondos para abonar los subsidios, los que se concediesen estarían subordinados a los fondos sociales.

La institución estaría guiada por una Junta Directiva, cuyos cargos se elegirían en asamblea y se renovarían cada año entre mayores de edad, teniendo cada cargo un adjunto infantil, con voz y sin voto, elegido por sus compañeros, “para que los niños entren de lleno en la vida social”.

La Junta Directiva sería la encargada de decidir sobre admisión e interpretación de estatutos y se reuniría, al menos, dos veces al año.

En el caso de que se disolviese la mutualidad, los fondos ingresarían proporcionalmente, en las libretas de seguros de cada mutualista.

El entusiasmo inicial, sin embargo, iría poco a poco apagándose, de tal forma que en febrero de 1.924, Vidal Lucas, maestro de la graduada, escribía:

“Mutualidad y Cantina tienen una vida lánguida que acabará por extinguirse. Insto a todos a contribuir dejando a un lado el egoísmo y predicando con el ejemplo”.

La institución seguiría funcionando, a la par que poderes públicos e instituciones sociales y económicas, trataban de promocionar su desarrollo con la puesta en marcha de algunas iniciativas específicas.

La Caja Extremeña de Previsión social convocó premios a las Mutualidades Escolares y a los niños mutualistas en enero de 1.926: 4 premios de 35 pts y 6 de 20 para las Mutualidades más activas. 4 premios de 25 pts y 10 de 10 pesetas para los niños mutualistas con mejores virtudes morales. Para ello cada escuela debía proponer a tres niños.

En marzo de 1.928 se convocó en Mérida un certamen regional de Mutualidades escolares y Previsión Infantil que resultó ser un éxito. En las jornadas formativas previas para maestros, se trataron interesantes temáticas: enseñanza de la previsión en las Normales, himno de las mutualidades escolares extremeñas, cotos escolares de previsión…

El acto central se celebró el día 3 de junio en el Teatro Romano, con asistencia de las autoridades y más de seis mil maestras y maestros, entre ellos las de la escuela serradillana, Filomena Serrano y María Sánchez Gómez.

 

2.- Cantina y ropero.

Sin dejar transcurrir mucho tiempo, se produjo el nombramiento del serradillano Marcelo Rivas Mateos como Director General de Enseñanza Primaria. Con este motivo, el magisterio provincial organizó en Plasencia un banquete en su honor el día 21 de diciembre de 1.917. Se le invitó a visitar Serradilla para inaugurar la cantina y el ropero, recientemente constituidos, invitación que aceptó, ofreciendo una merienda a 50 niños y niñas pobres, con 100 pesetas pagadas por el Gobierno, para el día de Navidad de 1.917.

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 1. Anselma Alonso Ropero apartando la comida de la Cantina Escolar. Día1 de marzo de 1.920. Tomada de Eduardo Gómez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto 2. Niños comiendo bajo la mirada de D. Isabelo Sánchez, director de la escuela, el mismo día.

 

 

 

 

 

 

 

 

No podía hacer menos. Él mismo se había comprometido con su puesta en marcha:

“Aquí he tenido al Alcalde y al Secretario de nuestro pueblo y espero que podré hacer una buena obra que deje gratísimo recuerdo en Serradilla. Hay que crear Cantinas Escolares para alimentar y educar a los niños pobres; hay que formar Roperos Escolares con que vestir y calzar a los desgraciados…, hay que hacer lo que se pueda.”[14].

La cantina era una institución benéfica que se encargaba de ofrecer comidas a los niños pobres. funcionaba entre los meses de enero y abril.

Qué duda cabe que el ambiente para su constitución era propicio y la dinámica de apoyos pronto se consolidaría. En febrero de 1.918, se hicieron efectivas importantes subvenciones, que habían sido concedidas por el gobierno. Para allegar fondos, el patronato organizaba actividades a las que se podía acceder a cambio de una módica cantidad en beneficio de la institución: veladas teatrales o recitales como el celebrado en junio de 1.922, cuando escribiría José María Vecino:

Vistiendo al niño pobre,

sois los magos que vertéis una esperanza,

en los tiernos corazones que ya sufren

y ya gimen y ya lloran las desgracias…

 

Incluso llegaron a organizarse becerradas benéficas con idéntico fin, que resultaron ser un éxito, como la que tuvo lugar en septiembre de 1.920.

 

 

 

 

 

Foto 3. Entrega de ropa a veinte niños pobres de la escuela. Domingo de Ramos de 1.919. En pie, de izquierda a derecha, el maestro, Isabelo Sánchez, el alcalde, Arsenio Mateos, el cura, Cipriano Pajares y la maestra, Rosario Marchante. Tomada de Eduardo Gómez.

 

En 1.931, al visitar los redactores de El Cronista las Escuelas Graduadas,

“Los señores maestros encargados respectivamente de la Secretaría de la Cantina y Ropero escolares y de la Mutualidad Escolar, nos facilitaron muy interesantes datos sobre el funcionamiento y la vida de estas instituciones, que tanto contribuyen a que la importante labor escolar rinda los más excelentes resultados”.

La salud de estas instituciones estaba fuerte y dando los apetecidos frutos.

Tras solicitar la edificación de nuevas escuelas, se aseveraba en el quincenal,

“cuando hayamos conseguido todo esto, que nos ofrece, en verdad, dificultades insuperables, es cuando llegará la verdadera regeneración de Serradilla, en todos los órdenes. Entonces es cuando será posible implantar entre nosotros multitud de instituciones y servicios escolares y circumescolares necesarios, para que la obra educativa alcance el grado necesario de eficacia: escuelas maternales, cantina, ropero, mutualidad, biblioteca, museo, labores y trabajos manuales, campo de demostración agrícola, gabinete de antropometría y psicología, inspección médico-escolar, etc”.

 

El interés por la educación y sus implicaciones sociales se había extendido a todas aquellas iniciativas y servicios relacionados con los pequeños más desprotegidos.

 

3.- Asociación de Alumnas y antiguas alumnas. Bibliotecas Escolares.

También con premura se percibiría la necesidad de promover el asociacionismo y de impulsar la fundación de enriquecedoras y compensadoras bibliotecas.

A mediados de 1917, las páginas de EL CRONISTA se hacían eco de ello:

“Biblioteca, archivo, museo. Ninguna de estas tres cosas poseemos y las tres son de absoluta necesidad para conseguir el progreso de nuestra cultura, el conocimiento y valía de nuestros derechos para aumentar y conservar nuestros intereses, y la fehaciente comprobación de nuestra importancia histórica y artística, para que ocupemos el puesto, aunque modesto nunca despreciable, que nos corresponde en el concierto de los pueblos civilizados.

La biblioteca podría comenzar con sencilla instalación; sin pretensiones ni lujo, con el constante afán de adquirir el máximum posible de buenos y apropiados libros.

El archivo. Se necesita un verdadero archivo, donde se custodien los documentos importantes relativos a la Historia e intereses del municipio.

El museo. Los pueblos necesitan conservar, purificar, robustecer y enaltecer su espíritu colectivo, su alma popular, que cuanto más vigorosa, mayor capacidad tendrá para defender los intereses morales, políticos y materiales de la colectividad, que alícuotamente serán al fin de los individuos.

Prestan instrucción las bibliotecas, se conservan y estudian nuestros derechos en los archivos, y son los museos las gloriosas páginas de nuestra historia, escritas con las obras de nuestros antecesores, que afanosos debemos recoger, cuidadosos conservar y satisfechos ensalzar”[15].

Los resultados no tardarían en producirse. En mayo de 1.922, tras múltiples gestiones, se logró que el estado concediese una biblioteca escolar para la escuela graduada de niños, aunque la realidad se impondría más lentamente, pues en 1.926 aún no la había remitido.

Las maestras, que hacía tiempo querían fundar una biblioteca para que las niñas siguieran relacionándose con la escuela, consiguieron su objetivo en junio de 1.927.

Además de las escolares, en marzo de 1.928 se fundó la biblioteca del Sindicato Agrícola y también funcionaba la popular del ayuntamiento, formada en febrero del mismo año, cuando el Ateneo cedió la suya al consistorio, con la condición de que sirviera de base para formar una biblioteca popular municipal y al incremento de cuyos fondos contribuyeron Raimundo Rodríguez, doblando los fondos existentes, y Agustín Sánchez. Estas instituciones vendrían a constituirse en centros culturales complementarios para la villa, a promover un ambiente de necesidad formativa en sus vecinos y a compensar las dificultades de acceso a los libros de la mayor parte de la población.

 

Por su parte, Filomena Serrano, directora de la escuela graduada femenina, defendía que era esencial la creación de un asociación de alumnas y antiguas alumnas, que estimulara y mantuviera por más tiempo en las niñas el amor a la instrucción, y contribuyera a hacer mujeres instruidas, útiles y cultas. Para ello proponía desarrollar secciones de economía doméstica, labores, floricultura, conferencias, teatro… Con la eficaz ayuda de Marcelo Rivas habían conseguido una biblioteca del Ministerio de Instrucción Pública, además de múltiples donativos bibliográficos de particulares. Hasta que el día 25 de septiembre de 1.930, se puso en marcha la biblioteca de la Asociación de Alumnas y Antiguas Alumnas, con el visto bueno de la Inspección de primera enseñanza.

Tras un año de andadura, unas 300 niñas y jóvenes de la localidad estaban asociadas y la biblioteca contaba con unos 1100 volúmenes, habiendo recibido aportaciones de fondos del habilitado provincial del Magisterio, Raimundo Rodríguez; del Jefe Provincial de Inspección, Juvenal de Vega y Relea; del editor Agustín Sánchez; de maestros, vecinos y asociadas[16].

Los fondos estaban divididos en tres secciones:

Para niñas en edad escolar, que había empezado a funcionar en octubre de 1.928. Su fondo era de unos 400 títulos. La asociación era voluntaria, a cambio de 5 céntimos mensuales. Estaban inscritas casi todas las alumnas de los cursos superiores.

Además de las alumnas, podían pertenecer las antiguas alumnas entre 14 y 18 años, con una cuota de 5 céntimos al mes. Su fondo constaba de unos 250 volúmenes. Las asociadas editaban quincenalmente una revista manuscrita, lo que lleva acarreado, además, el uso de la prensa en la escuela.

Antiguas alumnas, de 18 años en adelante, con una cuota mensual de 10 céntimos. Su fondo era de 350 volúmenes y estaban suscritas a una revista ilustrada.

 

La asociación de alumnas y antiguas alumnas promovida por Filomena Serrano, perseguía dos objetivos fundamentales:

Aproximar a las niñas a la escuela para ilustrar su inteligencia y modelar su corazón.

Aficionarlas al estudio y al gusto por la lectura, base de toda instrucción.

Para conseguirlo, como se ha apuntado, se pondría en marcha una biblioteca, se programaría la celebración de conferencias, fiestas escolares o exposiciones, o se organizarían actividades en torno al día del libro, se planificarían viajes, excursiones científico-recreativas…

Así se verificó el día 12 de octubre de 1930, con motivo de la Fiesta de la Raza, celebrándose un importantísimo acto cultural en la escuela Graduada de niñas:

“Convocadas las asociadas de las tres secciones que constituyen la hermosa y ya verdaderamente grande biblioteca, concurrieron éstas con verdadero entusiasmo, mezclándose en cariñosa camaradería las actuales y antiguas alumnas, todas deseosas de demostrar su adhesión a sus ilustres profesoras, a la que el deseo de seguir concurriendo al sagrado templo de minerva donde tanto bien obtienen para la educación de su espíritu y ampliación de sus conocimientos. Se sostuvieron importantes conversaciones, referentes al creciente desarrollo de la biblioteca que además de recibir constantemente regalos de volúmenes que este año han pasado de 200, también cuenta con donativos en metálico. Grata es nuestra complacencia por el éxito creciente de esta cultural institución y muy sincera nuestra felicitación a sus elementos directivos que han sabido elevarla a las regiones del triunfo”[17].

Por su parte, el día 8 de abril de 1931,

“marcharon en peregrinación a Guadalupe, por dos días, el párroco D. Francisco Cabello, la directora de la graduada Dª Filomena Serrano y otras profesoras, la Junta y varias señoritas de la “Asociación de antiguas alumnas”[18].

 

También promoverían reuniones periódicas en la escuela para hablar de “religión, moral, historia, geografía, ciencias físico-naturales, puericultura, higiene, economía doméstica, sericultura”.

Invertirían anualmente en obras benéficas, patrióticas y culturales, allegando fondos de las cuotas de las asociadas, donaciones, aportaciones del ayuntamiento y organización de veladas literarias y musicales. Uno de los usos del dinero se destinaba a “encargar una misa en memoria de las asociadas fallecidas”.

 

Los estatutos fundacionales consideraban tres tipos de asociadas:

Alumnas, con una cuota de 5 céntimos al mes, que debían salir “del dinero de golosinas o bagatelas”[19].

Ex alumnas de 13 a 17 años, que pagarían 10 céntimos de entrada y 5 al mes.

Ex alumnas mayores de 17 años, abonando 25 céntimos de entrada y 10 al mes.

Además de asistir y participar en las reuniones, las asociadas podían hacer propuestas a la junta directiva y pertenecer a la misma, examinar los libros, asistir a reuniones y conferencias y pertenecer a la biblioteca. Las principales obligaciones consistían en pagar las cuotas, cumplir el reglamento y aceptar y desempeñar los cargos para los que fueran elegidas.

Uno de los cargos más representativos venía regulado en el Capítulo VI de los estatutos: la bibliotecaria. Sería elegida mediante votación y sus atribuciones irían desde llevar el registro de préstamo de libros o tener voz y voto en la Junta Directiva, hasta ir a la escuela cada sábado último de mes para comprobar el estado de los libros y oír las reclamaciones de las lectoras.

 

El fondo bibliográfico se agruparía en tres bloques:

Cuentos e historietas.

Viajes, descubrimientos científicos, historia, religión y biografías.

La misma temática que el bloque 2, pero con contenidos más ampliados, libros científicos, novelas nacionales y extranjeras, además de libros de autores clásicos.

Todas las obras debían ser buenas moral y literariamente, rechazando las que no cumplieran con estos requisitos. Cada ejemplar estaría forrado en papel fuerte, llevaría el sello de la asociación e incluiría en las primeras páginas máximas relacionadas con la lectura, el valor de los libros y el buen trato que merecen.

Las lectoras estaban obligadas a ajustarse a la hora del préstamo para sacar una única obra y a entregar los libros prestados dentro del plazo establecido, en buen estado de conservación, pudiendo renovar el préstamo por una sola vez.

No podían prestar libros de la biblioteca a personas que no vivieran en su casa.

En caso de darse de baja sin justificación y pedir posteriormente el alta de nuevo, la asociada debía pagar todas las cuotas dejadas de pagar. Para las ausencias temporales de la localidad, los familiares podían sacar libros, eso sí, pagando la cuota.

La gestión directa del préstamo correría cada mes a cargo de tres asociadas.

 

También establecía un sistema sancionador de los incumplimientos:

La pérdida o desperfecto grave, suponía el abono del libro.

Las manchas hacían pagar entre un tercio y la mitad. Si estaban en el forro, se abonarían 10 céntimos

El deterioro intencionado conllevaba el abono del libro y suspensión de derechos por el tiempo que acordase la Junta Directiva.

Cada semana de retraso o fracción se sancionaría con el pago de 10 céntimos.

En caso de impago de cuotas durante tres meses consecutivos, se causaría baja.

Cuando se produjesen infracciones del reglamento, la Junta Directiva, graduando la gravedad del incumplimiento, impondría la sanción que estimase más oportuna.

 

Cada uno de los tres grupos de asociadas tendría una junta directiva, estando las dos primeras subordinadas a la del tercer grupo.

En caso de disolución, los fondos bibliográficos se donarían a una biblioteca popular de la localidad y, en su defecto, al Ayuntamiento de la villa, con la condición de crearla. En caso de que esto no se cumpliera, la Junta Directiva decidiría qué hacer con los libros, siempre que no se desmembrase el conjunto.

Según las crónicas de la época era…

“selecta y bien surtida la biblioteca escolar dirigida y administrada por la “Asociación de alumnas y antiguas alumnas”. Esta asociación realiza positivamente una labor cultural y social de gran importancia”.

Poco más tarde, también la escuela de niños contaría con su propia biblioteca. En 1.931, había

una importante cantidad de volúmenes destinados a la biblioteca escolar, que se halla en formación y que aún no funciona por falta de local apropiado” [20].

 

La llegada de la Guerra Civil afectaría a bibliotecas serradillanas, que fueron objetivo de depuraciones ideológicas a partir de lo recogido en la Orden de 4 de septiembre de 1.936:

“Por los Gobernadores Civiles, Alcaldes y Delegados Gubernativos se procederá, urgente y rigurosamente, a la incautación y destrucción de cuantas obras de matiz socialista o comunista se hallen en bibliotecas ambulantes y escuelas”.

Sólo se autorizaría el uso de libros cuyos contenidos respondieran a los principios de la religión y de la moral cristiana y los que exaltaran los principios del movimiento nacional.

 

4.- Otras iniciativas complementarias innovadoras e interesantes.

Cerrando el análisis y como una nueva muestra del interés que Serradilla manifestaba por la educación integral, moderna y racional de los niños, más allá incluso de la propia institución escolar, incluimos la puesta en marcha de algunas iniciativas tendentes a complementar la formación reglada.

Una de ellas, tal vez la de mayor recorrido, fue el establecimiento en la localidad de los Exploradores de España[21] en las primeras décadas del siglo.

Pretendía ser una institución noble, útil y patriótica, destinada a educar e instruir a los jóvenes adolescentes, para completar la educación del hogar y la instrucción de la escuela. Así trataba de contribuir a la acción de guiar por buen camino a los jóvenes,

“ en esa edad peligrosa que media entre la niñez y la mocedad. ¡Dichosos los pueblos donde con buena voluntad se implante! Estos recogerán el fruto teniendo ciudadanos educados e instruidos, base necesaria para la felicidad y prosperidad de la patria.

Esto se consigue fomentando e inculcando en los jóvenes Exploradores el amor a Dios y a la Patria, el respeto a las leyes y autoridades; desarrollando en ellos la iniciativa, el espíritu de observación, el sentimiento del deber y el noble valor para cumplirle, la caridad y el compañerismo, y el fortalecimiento de sus energías tanto físicas como morales.

En otro orden de ideas, el Explorador aprende multitud de cosas útiles y prácticas para la vida, que no se aprenden en la escuela, y menos después de abandonarla. Se le enseñan nociones prácticas de geometría, medicina, astronomía, agricultura y otras ciencias, siempre en forma amena y a ser posible al aire libre en instructivas e higiénicas excursiones. Y además se le inicia en la instrucción militar y deberes del soldado, habituándole a la disciplina y ejercicios militares, que hoy por más o menos tiempo todos han de practicar.

 

 

 

 

Foto 4. Exploradores participantes en un campamento. Tomada de Wikipedia

 

Confiamos en que no faltarán jóvenes que con sus nombres cubran las listas abiertas para fundar la asociación: pero esto no basta; para conseguirlo necesitamos algo más, necesitamos que todo serradillano que para ello sea útil, se decida a prestar su ayuda desinteresada y entusiasta; que cada cual enseñe aquello que mejor sepa. Y como afortunadamente no faltan en esta villa elementos para formar lúcidos cuadros de instructores, no dudamos que habiendo en todos buena voluntad, el mayor éxito coronará nuestro empeño”[22].

           

No sería, finalmente, hasta febrero de 1.920, cuando se concretara la creación en Serradilla de los Exploradores de España, a cuyo efecto el vecino Andrés Alonso llevaba una lista en la que figuraban los nombres de más de sesenta muchachos.

En el Cronista se apoyaba la iniciativa con estas palabras:

“Noble y digno es el propósito y cuenten los iniciadores con nuestro apoyo incondicional. Nada de vacilaciones y “siempre adelante”[23].

 

 

 

 

 

Foto 5. Los exploradores. Wikipedia

Algunas otras iniciativas interesantes e innovadoras se pondrían en marcha en torno a los alumnos, ya desde 1.916, serían las fiestas de la paz, el libro, el árbol y la raza.

En diciembre de 1.919, 200 niños de la catequesis se fueron a hacer calvotes a Las Trochas.

A partir de 1.929 comenzó a celebrarse la fiesta de la Flor, promovida por la reina Victoria Eugenia para recaudar fondos destinados a la lucha contra la tuberculosis, creación de sanatorios y dispensarios. Para estimular su implantación en los pueblos, se premiaba a algunos niños que precisasen reponer su organismo con mejor clima, alimentos y ejercicios adecuados, por encontrarse en situación de riesgo de contraer la enfermedad.

 

 

 

 

 

Foto 6. Niña de primera comunión en torno a la década de 1930

 

En Serradilla se celebró por primera vez en septiembre de 1.929 y se recaudaron 478´78 pesetas. En torno a esta iniciativa se organizarían colonias escolares. Cada año, en relación a la cantidad recaudada en la fiesta de la flor, se elegía un número de niños para ir a la colonia escolar que se desarrollaba en Serrota (Gredos).

En verano de 1.930, tres fueron los niños serradillanos que pudieron disfrutar de la misma. En julio de 1931, fueron tres los niños de la villa entre 7 y 10 años, los que marcharon a la citada colonia escolar. Tras examinar a los pequeños candidatos, se consideró que los que más necesitaban reponerse, por estar en riesgo de contraer tuberculosis eran: Luis Naharro Recuero, Pedro García Villar y Emiliano Sánchez Martín.

 

 

 

 

Foto 7. Niños de Serradilla en una salida, en torno a la segunda década. Tomada de Eduardo Gómez

La sensibilidad de los poetas locales también tomó a los alumnos como inspiración. Tal es el caso de José María Vecino, quien en 1.928 escribió:

¡Si supieras, oh niño que juegas,

que bello es el libro que tengo en las manos!

Tiene, en mil colores,

figuras soberbias de fieras y pájaros;

le adornan las flores que tú no conoces;

¡tiene más encantos!…

¡Si supieras, oh niño que juegas!…

mas no me hagas caso,

que yo… ¡ya soy hombre muy serio!

tú… sigue jugando.

 

 

 

 

 

 

 

Epílogo.

La educación y sus elementos constituyentes han evolucionado sustancialmente desde que, a principios del siglo XX, el Estado asumiera la creación de un ministerio propio para abordar su desarrollo.

Las novedosas corrientes psicológicas y pedagógicas que comenzaron a desarrollarse, impulsaron nuevos modelos y planteamientos en la escuela: racionalidad y análisis crítico, paidocentrismo, consideración del entorno, conveniencia de la experimentación, superación del marco escolar como único elemento educativo, o necesidad de dar respuesta a las necesidades socioeconómicas y culturales de alumnos y familias.

De forma precoz la escuela de Serradilla, la femenina primero, asumirían estos nuevos planteamientos con fuerza, impulsando la puesta en marcha de iniciativas culturales, educativas y sociales, que supusieran un claro y definitivo avance hacia la formación integral de las niñas y los niños de Serradilla.

Mutualidad Escolar, Cantina y Ropero, Bibliotecas Escolares, Asociacionismo del Alumnado, además de otras acciones complementarias, arrancarían junto a este nueva forma de entender la educación primaria.

Visto y analizado con la perspectiva que da el tiempo y teniendo en cuenta el actual modelo, ¿hemos avanzado tanto?

 

 

 

 

 

 

Foto 8. Materiales de antiguas escuelas. Museo de Serradilla

 

 

 

Referencias.

 

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AHPC. Gobierno Civil. Asociaciones. Estatutos de la Sociedad de Cultura Femenina “Asociación de alumnas y antiguas alumnas” de la Escuela Nacional de Niñas de Serradilla.

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CIEZA GARCÍA, J.A. “Mentalidad y educación en España durante el primer tercio del siglo XX”. En HISTORIA DE LA EDUCACIÓN, REVISTA INTERUNIVERSITARIA, nº 5. 1.986. Ed. Universidad de Salamanca. Pp. 299-316.

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[1] CIEZA GARCÍA, J.A. “Mentalidad y educación en España durante el primer tercio del siglo XX”. En HISTORIA DE LA EDUCACIÓN, REVISTA INTERUNIVERSITARIA, nº 5. 1.986. Ed. Universidad de Salamanca. Pp. 299-316.

[2] ESTEBAN, L. “Introito a la historia de la escuela”. En HISTORIA DE LA EDUCACIÓN. REVISTA INTERUNIVERSITARIA. Nº 16. 1.997. Ed. Universidad de Salamanca ESTEBAN, L.

[3] PALMERO DE LA CÁMARA, M.C. “La formación del magisterio en la Rioja republicana”, en HISTORIA DE LA EDUCACIÓN. REVISTA INTERUNIVERSITARIA. Nº 8. 1.989. Ed. Univ. Salamanca. Pp. 275-291.

[4] PÉREZ BLÁZQUEZ, J.M. Op. Cit.

[5] SÁNCHEZ RODRIGO, A. En EL CRONISTA de Serradilla. Abril de 1925.

[6] AYALA VICENTE, F. “La educación en la provincia de Cáceres durante la II República”. Badajoz. Muñoz Moya Editores. 2.004.

[7] Noticias. En EL CRONISTA nº 386 de 20/1/32.

[8] GONZÁLEZ SERRANO, U. “La asociación como ley general de educación”. Pág. 8. Citado por JIMÉNEZ GARCÍA, A en “El Krausopositivismo”. Diputación Provincial. Badajoz, 1.996.

[9] RODRIGO, T. “La Función del Maestro”, en EL CRONISTA de Serradilla. Octubre de 1.926.

[10] SÁNCHEZ, J. “El Educador”. En EL CRONISTA de Serradilla. Agosto de 1.928.

[11] A.M.S. Expedientes de educación. Legajo 58. Memorias.

[12] Sus estatutos han sido consultados en el AHPC. Sección Gobierno Civil. Asociaciones. Serradilla.

[13] EL CRONISTA. Serradilla. 20 de Noviembre de 1917.

[14] Carta de fecha 21/11/1.917, que Marcelo Rivas, Director General de Primera Enseñanza, envió a Agustín Sánchez y que fue publicada en EL MIGAJÓN. LA REVISTA DE SERRADILLA nº 150 de junio de 2.003, aportada por José María Real Antón.

[15] Sánchez Rodrigo, Agustín. “Biblioteca, Archivo y Museo municipales”. En EL CRONISTA. Serradilla. 5 de junio de 1.917.

[16] EL CRONISTA. Serradilla. nº 382 de 20 de noviembre de 1.931.

[17] EL CRONISTA. Serradilla. nº 356 de 20/10/1930.

[18] EL CRONISTA. Serradilla. nº 368 de 20/4/1.931.

[19] Estatutos de la Sociedad de Cultura Femenina “Asociación de alumnas y antiguas alumnas” de la Escuela Nacional de Niñas de Serradilla. AHPC. Gobierno Civil. Asociaciones.

[20] SÁNCHEZ RODRIGO, A. en El Cronista nº 382 de 20/11/31. Serradilla.

[21] Los Exploradores de España fue una asociación infantil y juvenil fundada por el capitán de caballería Teodoro Iradier y Herrero en 1912 e inspirada en los boy scouts, cuyo objetivo era la educación física, moral, cívica y patriótica. En sus primeros años tuvo un rápido crecimiento y expansión. ​ En junio de 1912 recibió el apoyo personal del rey Alfonso XIII y de los gobiernos de la época, a pesar de lo cual su camino no fue fácil, al contar con la oposición de la Iglesia católica y algunos sectores de la cultura que veían con recelo su evolución muy militarizada y supeditada al servicio del poder. ​Tras un periodo de decadencia entre 1914 y 1919, recibió apoyo del Directorio militar de Primo de Rivera durante los años 1920, experimentando un cambio de rumbo educacional y un fuerte aumento de participantes, en lo que se podría considerar la edad de oro de la institución.

Los exploradores aportaría una renovada visión sobre cómo ejercer la pedagogía: la formación del carácter y la instrucción en valores religiosos y de ciudadanía. Wikipedia.

[22] SÁNCHEZ RODRIGO, A. en EL CRONISTA. Serradilla, 20 de febrero de 1.916.

[23] EL CRONISTA. Serradilla. 20 de febrero de 1.920.

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