Francisco Rivero Domínguez
Cronista oficial de Las Brozas
Resumen
El militar de Brozas Pedro Romo Vivas escribió una obra, no publicada, y cuyo original poseo gracias a la gentileza de su hijo. El título de la obra es “Sobre la conquista y colonización de América. (Nicolás de Ovando y otros). A primeros del año 1990, este ensayo fue presentado a los Premios Constitución que organizaba ese año la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura.
No hay ningún extremeño, interesado por la cultura, que no se haya atraído por este tema universal: La conquista y colonización de América, sobretodo sabiendo que en Las Brozas nació el primer gobernador de Indias, Nicolás de Ovando, comendador mayor de la Orden Militar de Alcántara, que sustituyó al descubridor Cristóbal Colón en la gestión y gobierno de la isla La Española, que hoy conforman dos países: República Dominicana y Haití.
La tesis del autor es que durante siglos los extremeños guerrearon contra los moros en la Reconquista del suelo patrio; guerrearon entre sí por hacerse con el poder en la región y en el Reino de Castilla, por lo que su vida era un continuo guerrear: por eso mismo, salir a la conquista de un nuevo continente era su “modus vivendi”.
Como buen militar, Romo argumenta que “quisimos justificar la bravura del extremeño como soldado. Sus dotes innatas para la guerra se basan en dos pilares singulares y eternos, que son disciplina y valor. Por añadidura, austeridad, coraje ante el sufrimiento, y paciencia. Fuera de los Ejércitos, confunden frecuentemente combatividad con agresividad. El extremeño es combativo, pero no agresivo.
Pedro Romo Vivas (Las Brozas, 1914 – 1990) fue un militar y ensayista que escribió una pequeña novela y muchas historias firmando con el sobrenombre francés de “Beau geste” (“Bello gesto”), según me cuenta su hijo Mariano Romo, hombre dedicado a los libros antiguos y que posee una librería en Madrid, de igual nombre “Libros Mariano Romo”.
Pedro quedó huérfano de padres, que fallecieron en 1918, con dos días de diferencia por la pandemia de la “Gripe Española”, que por cierto no fue española, sino universal y que para algunos investigadores empezó en Francia en 1916 o en China en 1917. El resultado fue 40 millones de muertos en todo el mundo. La razón por la que se le conoce en todas partes como la Gripe Española es que nuestro país era un país neutral en la I Guerra Mundial (1914 – 1918) y no censuró, como otras naciones europeas, las informaciones médicas y que sí las hizo públicas. Desde entonces arrastró esa denominación de Gripe Española. Con apenas 4 años, era el mayor de tres hermanos (Pedro, Aurelia y Teresa), fue un niño precoz, e inquieto, y famoso por las muchas bromas que realizaba con las gentes del pueblo. Teresa se convirtió en madre Carmelita de la Tercera Orden dentro del convento –colegio que fundaron las Carmelitas de Orihuela en Brozas en 1914, y que en 2014 recibieron un homenaje por parte el pueblo de Brozas.
Pedro Romo, ya, de jovencito, tras presenciar la actuación de la compañía teatral del actor y empresario Ramón Tejela, se enamora de la hija de éste (Julia), y se escapa del pueblo, uniéndose al grupo de cómicos. En Madrid intenta acogerse a ésta profesión, pero, al ser menor de edad, la Guardia Civil le devuelve a Brozas, tras la denuncia de su abuela Sofía Carbajo.
La Guerra Civil le llevó a combatir, con el ejército nacional, en el frente del Alto de los Leones, y en las batallas de Teruel, donde recibe distinciones militares (Cruces al Mérito Militar, y al Mérito en Campaña). En 1938 se une en matrimonio, en Segovia, con Natividad Aguado, que en 1939 da a luz, en Brozas, a una niña (María Dolores, “Loli”).
En el Diario Oficial del Ministerio del Ejército del miércoles, 13 de agosto de 1958 aparece su nombre al recibir una gratificación dentro del Grupo de Auxiliares del Almacén del Ejército, como Sargento especialista de la Escuela de Aplicación y Tiro de Artillería (Sección Campaña). Asimismo, en el Diario Oficial de ese mismo ministerio correspondiente al domingo 24 de agosto de 1958, aparee por llevar siete trienios (21 años) en la citada Escuela de Aplicación y Tiro de Artillería, por lo que comenzaría a cobrar el siguiente trienio a partir de septiembre de 1958. Ejerce como militar toda su vida, hasta que obtiene la jubilación anticipada (hacia 1975). Gran amante de Brozas, donde pasa grandes temporadas, y gran curioso histórico y literario. Se dedica a viajar e investigar (buen conocedor de la obra de Azorín). Indaga en bibliotecas y archivos, y da fin a su obra extremeña.
A primeros del año 1990, este ensayo fue presentado a los Premios Constitución que organizaba ese año la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura. El 8 de junio de ese mismo año, una empresa de Madrid le hizo un presupuesto para editar el libro, en un papel blanco de 80 gramos, de 21x 15 centímetros, para un total de 304 páginas y una tirada de 2.000 ejemplares ascendía a 836.234 pesetas, que corresponderían hoy a poco más de 5.000 euros, pero por falta de recursos económicos no consiguió publicar.
Pedro Romo Vivas falleció en Brozas en 1990, y reposa junto a su esposa, en el cementerio, muy cerca de sus padres, abuelos y hermana.
Nuestro protagonista dibujó su casa realizando una “recreación”, de la que pudo ser la construcción original de la fachada, en un principio, de una sola planta, del arquitecto de la Orden Militar de Alcántara, Pedro de Ibarra, (Alcántara 1510 – 1570), discípulo de Juan de Herrera, con el que colaboró en la obra de El Escorial, y que dirigió las obras del cercano templo de Santa María de la Asunción de la villa, su obra maestra, considerada desde 1988 Monumento Nacional.
El ensayo sobre la conquista y colonización de América
No hay ningún extremeño, interesado por la cultura, que no se haya atraído por este tema universal: La conquista y colonización de América, sobretodo sabiendo que en Las Brozas nació el primer gobernador de Indias, Nicolás de Ovando, comendador mayor de la Orden Militar de Alcántara, que sustituyó al descubridor Cristóbal Colón en la gestión y gobierno de la isla La Española, que hoy conforman dos países: República Dominicana y Haití.
La tesis del autor es que durante siglos los extremeños guerrearon contra los moros en la Reconquista del suelo patrio; guerrearon entre sí por hacerse con el poder en la región y en el Reino de Castilla, por lo que su vida era un continuo guerrear: por eso mismo, salir a la conquista de un nuevo continente era su “modus vivendi”.
Nuestro protagonista, Pedro Romo Vivas, escribió una obra, no publicada, y cuyo original poseo gracias a la gentileza de su hijo. El título de la obra es “Sobre la conquista y colonización de América. (Nicolás de Ovando y otros). Son 69 hojas mecanografiadas en la parte posterior sin usar de unos folios de artillería telemetrista, que muy bien podrían haber sido desechados por el Ejército, aunque el capítulo dedicado a Mont Roig se suma aparte con 8 folios, numerados con la paginación 57.1; 57,2; 57, 3…
El original comienza con una introducción, de seis folios, en el que el autor dice que fueron consultados exhaustivamente para la elaboración de este ensayo el padre Yepes, Torres y Tapia Cea Bermúdez, Rubio Muñoz-Bocanegra, Julio Rosado, Publio Hurtado, Guerra y Orbe, Alonso Maldonado, Fernando del Pulgar, Tapia y Paredes, Antonio Guerra, Padre Mariana, Garcilaso de la Vega, Fray Francisco de Redes, y Andrada, Hernán Pérez del Pulgar, Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros y Eugenio Escobar Prieto, autor, entre otros, del libro “Hijos ilustres de la villa de Brozas”, del que se han publicado desde 1901 cuatro ediciones, en alguna de las cuales ha intervenido este autor con la ampliación de la biografía del actor Casimiro Ortas Rodríguez.
Poseo, cedidos por su hijo, dos originales; uno de ellos, de 69 cuartillas, está escrito a máquina, una máquina que debería ser bastante antigua, hay textos que se leen muy bien, con la cinta nueva y otros que apenas se dejan ver. Comienza con un capítulo dedicado a una reflexión, desde el folio 7 al 20. El segundo capítulo (páginas 21 a 26) está dedicado a las Órdenes de Caballería. El tercero, muy corto, (páginas 27 a 30) es todo para Alcántara. Dos folios están dedicados al apartado de “la Encomienda”. El autor como broceño, consagra muchas hojas al capítulo de Brozas y al comendador mayor. Llama la atención que el tema siguiente esté dedicado a “Los infantes de Aragón en Extremadura”, no en balde realizaron una guerra para hacerse con todo el territorio de la región y crear en ella un reino independiente que ahogase a Castilla. Es curioso que metiera de “estrangis” un asunto dedicado a “Mont Roig”, el actual Monroy, con una paginación distinta, al suponer que se incluyó a última hora. Estos originales concluyen con el capítulo “La guerra del Clavero”.
El segundo original
Este original tiene 221 folios en total, (pero algunos repetidos en la numeración y así figuran 196), escritos a máquina y metidos por capítulos en unos sobres de cartas del Banco Popular, llenos de apuntes mecanografiados. En su prolegómeno, Pedro Romo habla de ¿Por qué fueron extremeños los conquistadores? y de la región de Extremadura y también del hombre extremeño
En la introducción cita al prestigioso historiador inglés Lord Thomas Macaulay (1800 – 1859) cuando en su obra “Estudios históricos” escribe: Para conocer profundamente la anatomía patológica de los gobiernos y las causas que conducen a su decadencia y postración en que a veces vienen a caer los grandes Estados, se hace necesario el estudio de la Historia de España y de los españoles”. Macaulay era famoso por sus juicios críticos. En el periódico español “El Mundo” del 14 de julio de 2010 hay su famosa frase: “La prueba suprema de virtud consiste en poseer un poder ilimitado sin abusar de él”
El escritor habla de “que en este ensayo se tratará el tema de los conquistadores de América; quiénes fueron, de donde salieron, por qué muchos, muchísimos, fueron extremeños; por qué los más señalados fueron extremeños. De paso se dirá de qué pueblos salieron y cómo vivían hasta el momento de su partida para el Nuevo Mundo. Todas estas cuestiones desgranadas se irán haciendo palpables conforme vayamos avanzando”.
En esta época reciente en que hay una hispanofobia contra los grandes hombres que conquistaron, con grandes sacrificios, todo un continente para la cultura, civilización y religión imperante en Europa, tenemos que reivindicar lo nuestro, lo propio. Es algo que llama la atención que países que han reconocido la legalización de los matrimonios mixtos en 1967 condenen lo que hacíamos los españoles desde siglos atrás y tachan de racistas a los españoles del siglo XVI porque se casaban con las indias, algo que ya recomendaban los Reyes Católicos. Y estos que habla de que los españoles hicimos genocidios no dejaron ningún indio vivo más allá de Río Grande, se puso de manifiesto en un curso de verano de este año 2020 en El Escorial sobre novela histórica dirigido por el periodista y comentarista Antonio Pérez Henares. Este ha publicado recientemente una novela sobre la vida de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el descubridor de las cataratas argentino-brasileñas de Iguazú.
En el libro, aún no publicado, se tratan varios temas, como el capítulo dedicado al guerrero; otro a las “Órdenes de Caballería”, la Encomienda, Alcántara, Gutiérrez de Sotomayor, Mont Roig, Los Solís y los Ovando, un maestre, 1492 como año singular, Nicolás de Ovando; la hora del Descubrimiento y concluye con una reflexión final. A lo largo de esta ponencia iremos desgranando, de una manera breve, lo que se dice en cada capítulo.
En el apartado de las Órdenes de Caballería, el autor se fija lo que hicieron los cruzados en Tierra Santa para recuperar esos territorios para la cristiandad y así los españoles que fueron a conquistar nuevos territorios para el Rey Católico de España, tuvieron como ejemplo a esos freyres soldados: Aquellas órdenes de caballeros hispanos se miraron en el espejo de los cruzados de Oriente. Y sus congregaciones religioso – guerreras se formaron a imagen y semejanza de aquellas que lucharon en Palestina para conquistar a los musulmanes los Santos Lugares del cristianismo. Además, sin dotes guerreras, los extremeños no hubieran hecho absolutamente nada.
Hace un rápido estudio de las órdenes militares: Calatrava, El Temple, Montesa, y las dos extremeñas: Alcántara, nacida en Portugal como San Julián del Pereiro, y la de Santiago surgida en la iglesia de igual nombre de Cáceres: Todas las órdenes tenían igual finalidad y funcionamiento análogo. Estaban formadas por hombres que mantenían en sus cerebros unas ideas muy claras, la de recuperación del territorio hispano para la cristiandad. Eran pequeños ejércitos con disciplina y leyes de honor.
Estudia también Pedro Romo lo que son las encomiendas antes de entrar a detallar la Orden Militar de Alcántara. Las encomiendas eran terrenos que los Reyes entregaban a las órdenes militares Para su custodia y explotación en nombre de dichas órdenes. De hecho, un estudioso de la de Alcántara informa que tenía de renta dos millones de monedas de aquella época y de capital unos 50 millones, una verdadera fortuna. Su formación militar y sus ingresos hacían que las órdenes militares fueran como unos estados dentro del Estado. Me recuerda, salvando mucho la distancia uno de mis viajes al África central, concretamente a la República de Camerún, donde hay varios reinos, con sus correspondientes reyes.
No lo podía entender; sería algo así como nuestras comunidades autónomas actuales. Un ejemplo práctico de ello con el rey de Batoufam o el Sultán de Fumbam.
Camerún estaba formado por numerosos reinos, de ahí que en la actual República camerunesa haya todavía muchos jefes tribales que llevan el nombre de rey, (chefferi) como es el caso del de Batoufam, Su Majestad Nayang Toukam Inocent, un hombre simpático que conoce muy bien los Sanfermines de Pamplona y que manda sobre unas 12.000 personas. Fue una agradable visita la que hice a su palacio, a su salón del trono, concluyendo la jornada con una cena especial y la danza guerrera de su pueblo y a la especial cena que nos dedicó.
Esa jornada concluyó en el Dominio de Petpenoum, un lugar encantador, al borde de un lago, con todas las comodidades (incluido wifi), y que es propiedad de un francés. Para llegar hasta allí hay que recorrer 9 kilómetros por un camino, que por la noche tiene su riesgo. De todas formas, merece la pena.
Un rey de primera es el Sultán de Fumbam, Su Majestad El Hadj Ibrahim Mbombo Njoya, el rey de los bamunes, reino fundado a finales del siglo XIV y que posee una lengua propia, inventada por su ascendiente en 1869, denominada «Shu-mon», que pudo ser descifrada gracias a una tabla escrita en esta lengua, en árabe y en francés, y que se puede ver en el museo del sultán. Por cierto se está construyendo junto al palacio un nuevo edificio que propone una muestra de los objetos artísticos de esta tribu con estilos museísticos mucho más modernos.
El sultán tiene un protocolo extraordinario a su salida de la mezquita los viernes. Es agasajado por sus súbditos, mientras grandes trompetas anuncian su llegada y dos le abanican. Lentamente desde el templo hasta el palacio, el rey agradece las muestras de afecto de su pueblo. Los caballos, muy engalanados, brican delante del real cortejo. Al final nos recibió en su salón del trono y resulta que habla un español perfecto por haber sido años atrás embajador de Camerún en Guinea Ecuatorial.
Volvamos al tema extremeño:
“La encomienda jugó un papel en el poblamiento, explotación y cultivo de los terrenos, pues 1.500 años de yugo romano, visigodo y musulmán, habían ido desertizando y despoblando . El establecimiento de minúsculos municipios y de otros extensos unidos y vinculados entre sí por lazos irrompibles de disciplina y religión, permitieron a las órdenes ser estados dentro del Estado.
Un paso concreto es cuando estudia la Orden Militar de Alcántara, asentada en un pequeño pueblo del oeste de España y con el Partido de la Serena, en la actual comarca de la Serena en el sureste de Extremadura. El protagonismo de esta villa viene desde los tiempos romanos cuando bajo el mandato del emperador hispano Trajano se construye el puente sufragado por las tribus de los alrededores y cuyo constructor, Cayo Julio Lácer, lo terminó “para la eternidad” en el año 105 de nuestra era, con 58 metros de altura y que se sigue usando hoy en día, `para asombro de muchos por su uso y porque no se reserva el mejor puente del mundo romano, “pues es un recreo para los amantes de la belleza y el arte”. Los árabes le nombraron como Kantara As Saif: “El puente de la espada”
Alcántara estaba relativamente cerca de tres grandes ciudades romanas: Emérita Augusta (Mérida), Cauria (Coria) y Conimbriga (Coimbra).
Con el tiempo, los caballeros de San Julián del Pereiro tomaron la villa, cedida por un documento real firmado en Ciudad Rodrigo, el 16 de junio de 1218.También se posesionaron de la cercana aldea de Las Brozas, situada al este, como a unas tres leguas de la villa capital (15 kilómetros), y que tenía ya una fortaleza situada sobre una colina, donde con el tiempo se constituyó la Encomienda Mayor y que en el pueblo se le conoce como “El Palacio”, por ser residencia de la segunda autoridad alcantarina, tras el Maestre: el Comendador Mayor, que venía a ser como el capitán general de las frailes –soldados. Los habitantes de esta comarca muchos se hicieron soldados, por lo que tuvieron que venir a repoblarlas y cuidar de sus tierras portugueses y salmantinos.
La villa de Las Brozas
Cuenta Pedro Romo sobre su villa natal de Las Brozas que “generalmente los inviernos húmedos, pero templados mantienen el crecimiento de las especies herbáceas por lo que, al llegar mayo y junio, lo que fue un hermoso prado coloreado por millones de flores se convierte en tierra desgreñada y brozosa. El prado se dora y las altas hierbas tantos meses alegres y de belleza cromática se secan tornándose hosco y seco con el fuerte calor de Extremadura, y todo el campo es una pura broza. De ahí, seguramente, le vino el nombre raro y peregrino de Las Brozas”.
Estudia el tema curioso del refrán: “En Brozas, ni vaca ni moza; y si me apura, ni sacristán ni cura”. El autor considera que en los terrenos de esta villa había buenas y bravas hembras de ganado vacuno, como sigue habiéndolas en estos años del siglo XXI. Una anécdota, buena parte de las terneras, crías de las vacas broceñas, llegan hasta El Líbano saliendo del puerto de Cartagena. Y en cuanto a las mozas se consideraban recias y bravas…En la segunda parte del famoso refrán, en esa época había muchos frailes – soldados, que con el tiempo relajaron sus costumbres y tenían sus barraganas y amas de casa con las que saciar el apetito sexual. Esto cuenta sobre este asunto Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros, académico correspondiente de la Real de la Historia, desempolvando documentos del concejo brocense: “en los que se reglamentaban impuestos y exacciones. Toda viuda que contrajera matrimonio antes del año y medio de la muerte de su esposo pagaba una multa consistente en un marco de plata, y toda mujer pública que viniera a vivir de asiento a la villa, 12 maravedíes”.
Otro tema curioso que trata es el del Toro de San Marcos, una fiesta que se está recuperando estos años en la villa, y cuyo tema fue tratado ya en el siglo XV por Luis Zapata de Chaves, natural de Llerena (1526 – Valladolid 1595), en su libro “Miscelánea de curiosos casos”, editado por la Compañía Iberoamericana de Publicaciones, con sede en Madrid y delegaciones en Barcelona y Buenos Aires.
Tras contar varios casos de corridas de toros en tiempos del emperador Carlos V, por Valladolid, Salamanca o Talavera de la Reina, se centra en Brozas. Esto dice de nuestro pueblo, con el estilo de escritura del siglo XVI (en la imagen copia del libro original archivado en la Biblioteca Nacional):
“Pensé atrás decir este caso que diré, y olvidóseme, como cuando del coso se escapa algún toro para correrse otra vez, y este cuento es de lo que pasa los días de San Marcos cada año, en un lugar que se llama Las Broças, tierra de Alcántara».
“En aquel lugar teniendo alguno espantable y temeroso toro, y que de fiero no se pueden con el averiguar, dásele a la Iglesia. Llegando el día de San Marcos, a la víspera de él, donde no le para hombre que vea, y llegado en su asnillo ante el embajador de San Marcos, le dice: “Marco, amigo, ven conmigo a las Broças, que de parte de San Marcos te llamo para su fiesta”. El toro luego deja sus pastos, y manso váse delante de él; entra a las vísperas a la Iglesia como un cordero manso, y pónenle en los cuernos rosas y guirnaldas las mujeres; y sin hacer mal a nadie, sálese acabadas las vísperas al campo allí cerca. Otro día va en la procesión suelto entre la gente, y pasa un arco del claustro, tan estrecho que ha menester para pasar ladear los cuernos, y esto sin que se lo diga nadie, y toda la misa se está de pie delante de las gradas del altar mayor, y acabada de alzar la hostia postrera y de consumir alguna vez, sálese de la Iglesia a todo correr, como muchacho de la escuela, y base por esos montes y jarales, volviendo a su bravura natural”.
Pedro Romo sugiere, como lo hiciera años más tarde, el párroco de Santa María la Mayor. Gregorio Carrasco, que “es muy posible que el toro fuera alimentado el día de autos con ciertas hierbas adormecedoras que solo la gente campesina conocía y “drogado” cambiase su natural y anulara su bravura”
No se le pasa por alto, tras una relación de los personajes más importantes de la localidad como Francisco Sánchez de las Brozas, al que compara como rival de Erasmo de Rotterdam; y el comendador mayor de la Orden de Alcántara. Los comendadores eran en tiempos antiguos excelsos guerreros y en siglos posteriores “estos cargos los ocuparon hombres jóvenes… con la conquista de América, estos pueblos siguieron enviando guerreros a la campaña del nuevo continente”.
Los Infantes de Aragón en Extremadura
El siguiente capítulo, titulado “Los infantes de Aragón en Extremadura”, está dedicado a la guerra civil que en el primer tercio del siglo XV hubo en la Orden Militar de Alcántara protagonizado por el maestre Juan de Sotomayor y su sobrino Gutierre de Sotomayor, que fuera clavero (tercera autoridad de la orden) y posteriormente comendador mayor en Las Brozas.
Don Juan de Sotomayor fue comendador mayor en la villa de Las Brozas y por entonces se portó muy bien “había tratado con infinita dulzura y distinción a los Infantes de Aragón siempre que estos se acercaban por Extremadura”. Los infantes eran Enrique y Pedro, quienes eran hijos del rey Fernando de Antequera (Fernando I de Aragón), quien colocó muy bien a todos sus siete descendientes. Uno fue Alfonso, que le sucedió en el torno (Alfonso V); otro, Juan, fue rey de Navarra, y después de Aragón, tras el fallecimiento de su hermano mayor. María fue reina de Castilla por su matrimonio con Juan II y Leonor, reina consorte de Portugal, por su desposorio con el monarca luso. El infante Enroque fue maestre de la orden militar extremeña de Santiago; Sancho maestre de la de Alcántara y Pedro, el más pequeño, fue infante solo.
¿Qué querían los Infantes de Aragón en Extremadura?, pues hacer de ella un reino independiente, ya que Castilla estaba emparedada entre Portugal, Navarra y Aragón. Como los dos hermanos tenían el poder acumulado de las órdenes militares, y ante un rey Juan II, dedicado más a la cultura y otros menesteres, muy debilitado en su reinado, querían apoderarse de todos estos territorios para estrechar el cerco al reino castellano.
Estando en Alcántara y en ausencia de su tío el maestre Juan de Sotomayor arresta al infante don Pedro cuando, desde Alburquerque, llegó a Alcántara para hacerse con las propiedades y el poder de la Orden Militar. Y dice Pedro Romo: “El infante don Pedro se había metido en Alcántara subrepticiamente. Contando con la complicidad del maestre, sus tropas destruyeron algunas fortalezas menores, como la de Belvis y Navarra (que puede verse en la margen derecha de la carretera de Brozas a Alcántara) y Jartín, (una finca que le da nombre el Arroyo de Jartín entre los términos municipales de Las Brozas y Villa del Rey)”. Mientras tanto, el infante don Enrique atacó Valencia de Alcántara y se apropió de muchos rebaños de ganado. Don Juan de Sotomayor entregó Alcántara al infante y se quedó allí con él. Días después, el infante ataco la Encomienda Mayor de las Brozas, pero los habitantes de esta aldea supieron defenderse y el infante don Pedro no pudo nada contra su fortaleza, ni siquiera saquear la villa como hubiera deseado”.
Gutierre de Sotomayor, comendador mayor, detiene al infante don Pedro y se pone al servicio del rey don Juan II de Castilla. En un capítulo genera, en julio de 1432 se depone al maestre Juan de Sotomayor y se nombra al comendador como nuevo maestre, siendo refrendado en diciembre de ese año por una bula del Papa Eugenio IV.
Por contar un chascarrillo de este maestre, a pesar de que la Orden Militar de Alcántara obligaba a la castidad, tuvo hasta 15 hijos de 8 mujeres. Gutierre está enterrado en el Monasterio de Guadalupe.
Mont Roig que es Monroy
El autor dedica dos capítulos a Mont Roig, que con el tiempo se transformó en Monroy, la villa de los Cuatro Lugares, junto a Hinojal, Talaván y Santiago del Campo. En este caso estudia la figura del clavero Alonso de Monroy, Clavero de la Orden Militar de Alcántara que hizo guerra a su maestre Gómez de Cáceres y Solís, y que consiguió ser también maestre, el penúltimo, antes que los Duques de Plasencia colocaran en el maestrazgo a su hijo don Juan de Zúñiga, bajo cuyo mandato se creó la Academia donde trabajó Elio Antonio de Nebrija y escribió la Gramática Castellana, editada en Salamanca en 1492, pero que cuyo original debió trabajarlo entre las localidades de Gata Alcántara, Las Brozas y Zalamea de la Serena, donde don Juan mandó construir un palacio.
Volvamos a la historia que concluye cuando la Orden Militar de Alcántara tiene hasta tres maestres en muy poco tiempo: Gómez de Cáceres y Solís, Alonso de Monroy y Juan de Zúñiga. Esta época fue muy violenta tanto que llego a haber una verdadera guerra civil entre los freyres de la milicia alcantarina, por apoyar al rey Enrique IV contra su hermanastro Alfonso de Castilla.
Sostiene Romo que “Don Gómez de Cáceres, nuevo maestre de Alcántara, y continuador de Sotomayor en el poderío y en la autoridad indiscutida, retuvo a su lado al de Monroy como pieza importante para el logro de sus grandes planes que no eran otros que la consolidación del poder de la Orden y de su persona en el dominio e toda Extremadura”, pues Gómez de Cáceres también era comendador de la Orden de Santiago.
Pese a todo el maestre metió en la cárcel a su valiente clavero porque en la boda Leonor de Solís, hermana del soberano de la Orden, hubo una fiesta con justas, que terminaron con uno de sus oponentes herido, Francisco de Hinojosa. El grupo que detuvo al clavero se detuvo en Brozas para curarle algunas heridas y lo llevaron a prisión a Alcántara, donde se logró escapar a los pocos días.
Con el tiempo, Monroy se hizo con la fortaleza de Azagala y allí resistió como un bravo las embestidas de las tropas el maestre que quería recuperarla. Con el tiempo hicieron las paces. Sin embargo, duró poco; de nuevo el maestre Gómez de Solís se alzó contra el rey y éste mando a Alonso de Monroy que le combatiese, por lo que destituyó del maestrazgo al primero y colocó a su aliado.
A Alonso de Monroy le sustituyó en el maestrazgo de Alcántara Juan de Zúñiga Pimentel, un joven hijo de la Duquesa de Arévalo, casada con el Duque de Plasencia, quien solicitó al rey el maestrazgo para su hijo Juan y también al Papa Sixto IV, logrando así que su vástago fuera el último maestre de la Orden de Alcántara. Incluso se llegó a nombrar un tercer maestre, Francisco de Solís, sobrino del maestre fallecido, por lo que hubo tres maestres: Alonso de Monroy, encarcelado, y el joven Juan de Zúñiga.
En el folio 67 termina su primer original Pedro Romo y concluye aquí con la siguiente frase: Jugada tan osada y procedimientos tan expeditos dejó anonadados a los partidarios de don Alonso que desconfiaron de salvar a su jefe”. Alonso de Monroy, conocido en la historia como el Clavero, murió en el castillo de Azagala en el año de 1511.
Los Solís y los Ovando
En el segundo original, más amplio que el primero y del que faltan las páginas 128 y 129, tiene varios capítulos: “Los Solís y los Cáceres”, “Un maestre, dos, tres”, “1492, un año muy singular”, “Ovando: Capitán General y Gobernador”, “La hora XXIV del Descubrimiento” y “Reflexión final”.
Para Pedro Romo que conoce bien el tema sostiene que “el dominio de Extremadura por la Orden de Alcántara y su Maestre era la palanca que permitía tener un puesto preeminente en el Reino de Castilla.
Nicolás de Ovando y el Descubrimiento
El autor, como buen brocense, se fija en una de los hijos ilustres más importantes de la villa: Nicolás de Ovando, primer gobernador en las Indias, nombrado por los Reyes Católicos y sustituto del descubridor y navegante Cristóbal Colón y del juez pesquisidor Francisco de Bobadilla. Este llegó en agosto de 1500 y prendió a los Colón y los envió a España. Cometió tantos desmanes en la isla que los monarcas nombraron a Ovando para sustituirle. Y escribe Romo: “El cometido de Ovando no era nuevo, pero lo parecía. Y se mostraba nueva aquella misión por estar decidido los Reyes Católicos a empezar, de una vez por todas, con el buen gobierno de la isla. Había que colonizar aquellos extensos dominios y darle una organización cristiana y española. Las rencillas y las particulares codicias tenían que terminar. Había que civilizar a aquellas gentes en los usos y costumbres españoles”.
El comendador mayor seleccionó personajes de la guerra de Granada, entre ellos apellidos tan ilustres en la historia de España y, por ende, de la de Extremadura, como Aldana, Villarroel, Saavedra, Montejo, Orellana, Barrantes, Hinojosa, Ocampo, Godoy, Holguín, Hurtado, Sanabria, Trejo, Chaves, Sande, Paredes y Villalobos, entre otros. Y se sumaron nombres que dieron fama a la historia hispanoamericana como Francisco Pizarro que fue con él a la isla de La Española y en otro viaje Hernán Cortés.
Y más adelante, el ensayista sostiene que “Ovando fue la causa que hizo posible el trasplante a latitudes remotas. Desde la prehistoria, en Extremadura se formó una raza de pastores y guerreros con duros músculos y enorme capacidad de resistencia frente a privaciones y contrastes. El nombramiento de Ovando, como gobernador en Indias, puso en pie a Extremadura”.
En su reflexión final, como buen militar, Romo argumenta que “quisimos justificar la bravura del extremeño como soldado. Sus dotes innatas para la guerra se basan en dos pilares singulares y eternos, que son disciplina y valor. Por añadidura, austeridad, coraje ante el sufrimiento, y paciencia. Fuera de los Ejércitos, confunden frecuentemente combatividad con agresividad. El extremeño es combativo, pero no agresivo.
Los folios originales concluyen en el número 196 con el siguiente párrafo: “A partir de 1505 afluyeron de todas las regiones de España: Castilla, León, Cantabria, Vasconia y hasta de Aragón (que al principio se abstuvo por tener sus miras el Reino en el Mediterráneo), no iban en plan guerrero en su mayoría, por lo que siguieron siendo los extremeños, las fuerzas que formaban en todos sus cuerpos de expedición armada: Menestrales, artesanos, campesinos, comerciantes y otras profesiones, eran de toda España, pero combatientes siguieron siendo, en su mayoría, extremeños, motivo este para considerar que los conquistadores de América fueron extremeños en general, aunque figure en primera fila y en letras de oro, sus principales capitanes”.
APÉNDICE FOTOGRÁFICO
Fig 1. Pedro Romo en 1938
Fig 2. Pedro Romo en 1980
Fig 3. Condecoraciones militares de Pedro Romo
Fig 4. Casa de Pedro de Ibarra
Fig 5. Dibujo de Pedro Romo de su casa y la de Pedro Ibarra
Fig 6. Certificación del Premio Ensayo