Oct 011978
 

José Martín Vizcaíno.

En días turbulentos para España, cuando la benemérita Compañía de Jesús se ve obligada a tomar el camino del destierro y otros Institutos religiosos fueron expulsados de sus casas, vino a la vida el que había de fundar, en la bella ciudad episcopal de Plasencia, la Congregación de Hermanas Josefinas de la Stma. Trinidad.

Nace el 18 de Febrero de 1837, en Miedes de Atienza (Guadalajara) diócesis de Sigüenza, administrándole el Sacramento del Bautismo, el mismo día, el preceptor de la latinidad, D. Francisco Alonso, en la iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora.

A los 10 años, ingresa en el Seminario Conciliar de San Bartolomé de Sigüenza y destaca de tal manera, en aplicación y piedad, que el Sr. Obispo le dispensa del pago de los derechos de matrícula, desde el tercer año de Filosofía hasta que termina la carrera, doctorándose en Sagrada Teología con la calificación de Sobresaliente en la Universidad Central de Madrid, revalidándole el título de Doctor un Breve del Papa Pío IX.

El 21 de Mayo de 1864, recibe las Ordenes Menores y el Subdiaconado en el Palacio Episcopal de la Viña, de manos del Sr. Obispo de Plasencia, D. Gregorio Mª López Zaragoza, y el 24 de Septiembre, tres meses más tarde, el Diaconado, en su Capilla Episcopal.

El Sr. Obispo Auxiliar de Toledo, D. Francisco de Sales Crespo, lo Ordena Sacerdote, el 1 de Abril de 1865, en las Monjas del Santísimo Sacramento de la capital de España, celebrando su primera Misa, probablemente, según opinión del Sr. Santamera, sobrino y primer biógrafo, en el templo madrileño de la Virgen del Buen Consejo, de quien era muy devoto.

Una vez en la diócesis placentina, inicia su labor sacerdotal como Misionero Rural, recorriendo en este ejercicio gran parte de los pueblos diocesanos, y después, previo Economato en la iglesia de San Pedro, es nombrado Párroco de San Nicolás de Plasencia, en el concurso general de curatos vacantes de 1866.

El estado de la feligresía que había de gobernar durante 15 años, nos lo cuenta D. Isidoro José Morales, Párroco a la sazón ,en carta de 7 de Enero de 1943 «las costumbres eran cristianas de tradición, no maleadas todavía por el liberalismo y la mala prensa que apareció y se propagó más tarde y que tantos males ha causado a la sociedad presente».

Si la parroquia era buena, su preparación era excelente. Contaba con una cultura acabada fruto de sus estudios anteriores, y con una magnífica formación pastoral, siempre confirmada con el buen ejemplo y del que dejó escrito: «el buen ejemplo vale más que cien sermones».

Era además tan activa y laboriosa su actuación parroquial -confesiones, predicaciones, visitas a enfermos, etc.- que alguien llegó a decir de el esta encomiástica frase: «don Eladio no puede pecar…porque no tiene tiempo para ello». Desde luego todos los feligreses le consideraban santo por su oración continua y algunos fenómenos místicos, como el arrobamiento y el don de lágrimas.

El año 1881, cuando gobernaba la diócesis un prelado insigne, Don Pedro Casas y Souto, fue nombrado por unanimidad de los votos del Cabildo y después de brillantísimas oposiciones, Canónigo Penitenciario de la Santa Iglesia Catedral.

Refiere Sor Margarita Josefa de los Dolores, cofundadora de las Josefinas, que el Sr. Obispo Dr. Casas y Souto, siempre que había vacante algún cargo sin retribución ya sabía a quien confiarlo, al que tenía la seguridad que había de aceptarlo gustosamente y desempeñarlo a la perfección: a don Eladio Mozas Santamera.

En la Crónica del Instituto por él fundado se lee este párrafo: «don Eladio era el Sacerdote a quien se encomendaba los cargos más difíciles, predicó durante 20 años en las Dominicas todos los 19 de cada mes, en las novenas y septenarios, era confesor de casi todas las religiosas de Plasencia, tenía cátedra en el Seminario Diocesano, formaba tribunal de los exámenes de ordenandos y colegiales. En la iglesia de Santo Domingo fundó la Cofradía de la Stma. Trinidad y levantó en su honor un retablo. También instituyó, en el Noviciado de las Josefinas, las Camareras del Sacramento para proveer de ornamentos sagrados a las iglesias pobres. CUATROCIENTAS SESENTA Y SEIS CARTAS SE CONSERVAN DE DIRECCIÓN ESPIRITUAL».

En la recoleta capilla del Cristo de la Columna de la iglesia parroquial de San Nicolás, en medio de un intenso apostolado, conoció la difícil empresa de instituir una nueva Congregación religiosa y el Papa Pío IX, en audiencia particular concedida el año 1876, aprobó en todas sus partes el proyecto y le animó a llevarlo a la práctica, fundando la Congregación de Hermanas Josefinas de la Stma. Trinidad, que tantos sacrificios y desvelos le costó, el 18 de Febrero de 1886.

La primera casa de la Congregación se abrió en la C/ Zapatería, hoy Marqués de Mirabel, 35.

El 18 de Marzo de 1897, víspera de la fiesta de San José, moría en la capital de la diócesis en olor de santidad. Sus restos mortales reposan en la actualidad, junto con los de la Coofundadora, en la capilla de la Casa Madre de la C/ Buen Suceso, 2.

Esta es, en síntesis, la vida y obra de D. Eladio Mozas Santamera, que pasó por Plasencia y su Diócesis como un águila de vuelo imperial, reflejando en su retina las claridades del cielo y llevando hacia la eternidad la presa de muchísimas almas.

Pero, al pasar, no murió del todo, como no mueren del todo las águilas que han dejado en medio de las rocas el nido: el nido de la posteridad.

Un Instituto joven y dinámico conservará su recuerdo y prolongará su raza.

Las Religiosas Josefinas de la Stma. Trinidad, esparcidas con sus Casas de Nazaret por España, Portugal, Francia, Bélgica, Alemania, Italia, América… llevando su nombre por consigna, luchan en las avanzadas de Cristo -Colegios, Hospitales, Asilos, Seminarios-, para bien de la Iglesia y peculiar honor de Plasencia y de España.

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