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La base alemana de carros de combate en las Arguijuelas, Cáceres (1936-1937)

Posted on 1 octubre, 200822 agosto, 2013

Antonio Rodríguez González

Las publicaciones más recientes suelen coincidir cuando sostienen que la victoria de los militares rebeldes en la guerra civil española no habría sido posi- ble sin el apoyo y la ayuda que recibieron por parte de las potencias fascistas europeas, esto es, de Italia y Alemania. Aparte del establecimiento de relaciones comerciales y contactos diplomáticos con el gobierno de Burgos, la interven- ción de ambos países se concretó en el envío de tropas, tanto del ejército regular como voluntarios, y de toda clase de armamento: aviones, artillería y carros de combate, armas convencionales y munición…, que a la larga resultaron indis- pensables para que los insurrectos le ganaran la guerra a la República.   … debido a lo extenso de este artículo, se ha procedido a convertirlo en archivo para descargarIcono pdf

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D. Manuel González Garrido, un boticario extremeño al servicio de Fernado VI y Carlos III.

Posted on 1 octubre, 200822 agosto, 2013

José Luis Barrio Moya. Durante la baja Edad Media la ciencia farmaceútica en España funcionaba de manera diferente en los distintos reinos peninsulares. Así en la corona de Aragón la farmaciaquedaba al margen de las otras ramas de la sanidad. Por el contrario en el reino de Castilla, y al parecer desde el siglo XIV, la farmacia estaba supeditada a la medicina a través deunos representantes conocidos con el nombre de protomédicos. Con la unión dinástica de Castilla y Aragón porel matrimonio de los Reyes Católicos, aquellos monarcas trataron deunificar las diferentes lesgislaciones médicas de sus reinos, creando para ello el Tribunal del Protomedicaro1. En 1477 los Reyes Católicos dictaron unas ordenanzas en las queestipulaban “… que por los protomédicos y alcaldes examinadores que de nos tubieren poder, lo sean de todos nuestros reynos y señorios  que agora son o fueren de aquí en adelante para examinar los físicos y cirujanos y ensal- madores y boticarios y especieros, hervolarios y otras personas que en todo o en parte usaren deestos oficios, y en oficios a ellos, y a cada uno de ellos anexo….. para que si los hallaren idóneos y pertenecientes les den carta de examen y aprobación, y liciencia para que usen los dichos oficios libres y des- embargadamente”2. Según se desprende de aquellas ordenanzas tanto los pro- tomédicos como losalcaldes ordinarios, que asimismo eran médicos, podían examinar a los boticarios. Pero esto planteó desde el principio un agudo pro-   1   El Tribunal del Protomedicaro estaba formado por toda una serie de profesionales que tenían como misión examinar a todos aquellos que deseaban dedicarse a cualquier rama del arte de curar asi comoconceder las licencias oportunas para ejercerlas. La bibliografía sobre aquella institución es abundante, destacándo los trabajos de Pascual Iborra.- “Memoria sobre la institución del Real Protomedicato premiadaen el concurso de 1884” en Anales de la Real Acedemia de Medicina, Madrid 1985-1986.- María Soledad Campos Díaz.- El Real Tribunal del Protomedicato castellano (siglos XIV-XIX), Cuenca, Universidadde Castilla-La Mancha, 1999. 2  Cit. por Guillermo Folch Jou: Historia de la Farmacia, 3ª edic., Madrid 1972, pág. 161.       blema puesto que los médicos conocían la teoría farmaceútica, pero la práctica quedaba en manos de los boticarios, y ello creaba dos opciones contradicto- rias.En 1588 FelipeII decidió poner fin a aquel estado de cosas, promulgando una prágmatica en la que establecía que los aspirantes a boticarios fueran exa- minados por profesionales de aquellaespecialidad asi como que tenían que ser menores de 25 años, contar con cuatro años de práctica junto a un boticario examinado y aprobado y conocer obligatoriamente lalengua latina. Esta última exigencia no se debía, como en el caso de los cirujanos, “… a una pretensión de elevar el nivel de formación , sino más bien a la necesidad de entenderperfec- tamente las recetas de los doctores en medicina redactadas en aquel idioma”3. También quedaba estipulado las revisiones periódicas de las boticas a traves de lasvisitas que, en la Corte y cinco leguas alrededor de la misma estaban a cargo de los miembros del Tribunal del Protomedicato, mientras que en los demas territorios de lamonarquía era tarea de los corregidores y regidores a quienes tenían que acompañar un físico aprobado. Uno de los inspiradores de aquella prágmatica fue el burgalés Francisco Valles, famoso médico de Felipe II y protomédico de Castilla. Fue Valles “… quien organizó lavisita de las boticas situadas en su radio de acción como protomédico, visita que sería problemática desde sus inicios y cuyos resultados finales nadie habría sido capazde vislumbrar” 4. Ello fue debido a lo que en un principio iba a ser una tarea rutinaria acabó con un violento enfrentamiento entre el protomédico y los boticarios, contrariosestos últimos a las diferentes medidas que Valles quería imponerles a la hora de elaborar sus compuestos, sobre todo en lo referente a la forma de destilar las aguasmedicinales que se vendían en los boticas. Los boticarios, una vez finalizados sus estudios y aprobado el correspon- diente examen podían iniciar su carrera perofesional, tanto en las ciudades co- mo en hospitalesy monasterios de todo el reino, aunque para la inmensa mayo- ría de ellos sus máxima aspración era la de entrar al servicio del rey. Con res- pecto a esto último hay que subrayarque Felipe II acordó que en el Alcázar de Madrid funcionasen dos boticas. Una dedicada exclusivamente a los miembros de la familia real y otra para los criados y servidores depalacio.El personal de ambas instituciones estaba formado por un boticario mayor a cuyas órdenes trabajaban tres ayudantes, otros tantos mozos y dos encargados de lalimpieza, un destilador y varios profesionales encargados de recoger hierbas medicinales.    …

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El Patronato de Don Luis de Tapia y Paredes…

Posted on 13 diciembre, 201324 diciembre, 2013

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Las repercusiones de la Guerra de la Independencia en Navalmoral

Posted on 1 octubre, 200822 agosto, 2013

Domingo Quijada González. 1.  INTRODUCCIÓN Cada vez que deseamos adentrarnos en la historia de Navalmoral para ana- lizar el conflicto en cuestión y épocas anteriores nos encontramos con la enorme dificultad que conllevael hecho de no hallar documentación escrita y objetiva relativa a esos años, puesto que casi la totalidad de la misma fue destruida por los invasores galos durante la Guerra deIndependencia: consta en el Archivo Municipal1 que “los papeles del Ayuntamiento fueron utilizados como cama para las caballerías por los franceses…”. Sólo disponemos de los Libros de Sesiones municipales desde el 1-I-1806 (y muy incompletos, especialmente durante el conflicto bélico, ya que sólo se limitan a reflejaralgunos acuerdos que afectaban a la vida local en determina- dos aspectos), Libros de Cuentas Municipales, Archivo Parroquial de la iglesia de San Andrés (para analizar, sobretodo y al margen de los religiosos, los te- mas demográficos, aunque el de Difuntos presenta una destacada interrupción hasta diciembre de 1809, por fallecimiento del párroco), losLibros de Cuentas de la Campana de la Mata (que nos ayudan en asuntos económicos, así como en algunos aspectos administrativos o de gobierno local y de la zona) y diversos datos sueltos (comunicaciones, avisos, requerimientos y otros documentos), que hemos interrelacionado entre sí para obtener bastante información fidedigna. Igualmente, hay una bibliografía –que luego reflejaremos al final, o en las notas a pie de página y aclaratorias– que analiza diversos aspectos de la con- tienda en la comarca. Para fechas anteriores y comparativas contamos con trabajos tan socorridos como las Relaciones del cardenal Lorenzana (1782), el Interrogatorio de D.   1 Libro de Actas nº 1: 11-I-1806/28-12-1833       Tomás López (geógrafo de su Majestad, con datos tomados en 1776), el Censo de Floridablanca (don José Moñino Redondo, aquel buen ministro de Carlos III, de 1787) y eltan reseñado «Interrogatorio de la Real Audiencia de Ex- tremadura» (1791). De los documentos o censos anteriores extraemos que, al comenzar el siglo XIX, Navalmoral ya era el pueblo más grande de la comarca (y uno de los ma- yores de laprovincia): con unos 600 vecinos y alrededor de 2.500 habitantes (en el citado Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura aparecen 591 y 2.430, respectivamente),dedicados en su mayor parte al sector agropecuario (en el citado censo constan 174 agricultores, 173 jornaleros y 80 ganaderos –lanar, caprino, cerda y vacuno, predominando elovino–; seguido de un artesanado casi rural: 80 industriales había en esa rama entonces). Los agricultores se repartían (o les eran adjudicados) lotes de las tierras comunales de la Campana de la Mata (compuesta por Navalmoral, Millanes, Peraleda de laMata y Torviscoso, que administraban conjuntamente las si- guientes dehesas: el Ejido Grande, Cerrocincho y parte de El Berrocal; aunque eran los alcaldes de Navalmoral yPeraleda quienes se alternaban en esa mi- sión); de las tierras de propios municipales (Casasola, La Hilera, Dehesa del Matadero, Dehesón-Buenavista-Las Mojeas, EjidoChico, Ejido de la  Jara, Ejido Gallinero, El Fondón, La Chaparrera, Horco y El Turuñuelo); o de las que compartían Navalmoral y Millanes de la Mata, con una elevada superficiedebi- do al reparto de Baldíos del finales del siglo XVIII (Dehesa de Abajo, Dehesa de Arriba, Dehesa Nueva, Cancho Redondo, Casarejo, Ejido Nuevo, parte del Berrocal yRaygosillo). Que laboraban gratuitamente o abonando un pequeño canon, en base a unos cultivos cerealísticos y de leguminosas por pequeños agricultores, con la únicacondición de «desmonte», «suertes» o lotes de tierras de tierras comunales que se rotaban (para darles descanso), especialmente en el Ejido Nuevo y Raygosillo, y que repartía elGremio de Agricultores. Y aprove- chaban los pastos o las bellotas que el municipio o el Concejo de la Mata no arrendaba a los ganaderos forasteros trashumantes, tambiéncomunalmente, aportando un número escaso de cabezas de ganado por familia, que eran custo- diados por un pastor común contratado (sobre todo en El Berrocal y Dehesa de Arriba). La dehesa boyal –o Dehesa Nueva– se destinaba a las yuntas de labor (vacas y bueyes en su mayoría, de ahí su nombre), donde pastaban gratis en el…

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