Oct 012003
 

José Luís Barrio Moya.

El año de 1812 fue una de los más dramáticos del corto, azaroso y mediatizado gobierno de José Bonaparte “rey de España y de las Indias” desde l 7 de junio de 1808, por decisión personal de su hermano Napoleón quien, tras la bochornosa entrevista de Bayona con Carlos IV y Fernando VII, se había hecho dueño del trono hispano por la renuncia al mismo de los Borbones españoles.

Aquel año de 1812 se inició con muy negros augurios para el monarca impuesto. Así el 19 de enero, Valencia se rendía al ejército del mariscal Suchet, al que no pudo frenar las tropas del general Blake. Aunque Suchet guardaba las formas frente a José Bonaparte, Napoleón disputaba a su hermano la próspera ciudad levantina, nombrando como intendente de la misma al barón de Fréville, con lo que la autoridad del rey intruso en la zona quedaba en entredicho. Por sin todo aquello fuera poco, la situación económica empeoraba día a día. Cuatro años de guerra destructiva y salvaje causaron el abandono de los campos por parte de los labradores, que pasaron a engrosar las partidas de guerrilleros, ello llevó aparejado la ocultación de las cosechas cuando no la incautación de las mismas tanto por parte de los ejércitos franceses como por las guerrillas que actuaban por doquier y que a su vez dificultaban las comunicaciones, dieron lugar a la aparición de una gran hambruna que se cebó sobre todo en Madrid, donde desde fines de 1811 hasta principios del año siguiente murieron de inanición cerca de 20000 personas, y que fue descrita con muy negras tintas por Ramón de Mesonero Romanos[1].

La batalla de los Arapiles, acaecida el 22 de julio de 1812, en la que Wellington derrotó a las tropas francesas, obligó a José Bonaparte, el 12 de agosto de 1812 a dejar Madrid y pasar a Valencia para acogerse a la protección de Suchet. En la capital valencia permaneció José Bonaparte hasta febrero de 1813 en que regresó a Madrid, ciudad que tuvo que abandonar de nuevo a finales de aquel año para emprender su retirada a Francia con su famoso equipaje, en el que se llevaba numerosísimas obras de arte, producto de los saqueos de los palacios reales y de muchas residencias privadas[2]. Pero no obstante aquella convulsa situación, la vida en Madrid trataba de adaptarse a una cierta normalidad existencial, a pesar de las casi insuperables dificultades que la acosaban. Así lo demuestran los documentos que el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid guarda de aquellos trágicos años y en los que se recogen cartas de pago y dote, testamentos, inventarios, pleitos, arrendamientos, declaraciones de todo tipo y demás instrumentos administrativos emitidos por una sociedad que trata de sobrevivir en medio de los estragos de una tan larga como devastadora contienda. Uno de aquellos documentos, que además es muy clarificador de que no todos los habitantes de Madrid estaban afectados por la situación de ruina de la ciudad es la carta de dote en la que se recogen los bienes que Doña Antonia de Fuentes aportó a su matrimonio con Don José Tomas de Iratorza, celebrado en Madrid en febrero de 1812.

Doña Antonia de Fuentes “de estado honesto” nació en Badajoz “en el reino de Extremadura”, siendo hija de Don Manuel de Fuentes y de Doña Paula Miranda, ambos también naturales de aquella ciudad, y la madre ya difunta cuando Doña Antonia contrajo matrimonio.

Por su parte Don José Tomás de Irastorza “de estado soltero”, era natural del “lugar de Aldeacueva, obispado de Santander en el señorío de Vizcaya”, hijo de Don José de Irastorza y de Doña María Santos González, asimismo vecinos de la mencionada población.

El 24 de enero de 1812 Don José Tomás de Irastorza declaraba ante el escribano madrileño Cristóbal de Brenacasa su intención de casarse con la señora extremeña a la vez que otorgaba carta de pago y recibo de dote por los bienes que aquella aportaba a la unión “para ayuda a soportar las cargas del matrimonio”[3]. A pesar de la penuria de los tiempos, la dote de Doña Antonia de Fuentes era importante, puesto que todas sus pertenencias fueron tasadas en la cantidad de 163815 reales. Ignoramos la profesión de ambos cónyuges, puesto que no se menciona en los documentos, aunque Doña Antonia de Fuentes debió tener un negocio de venta al público, ya que entre sus bienes se contabilizaba un mostrador grande de nogal para tienda.

La dote de Doña Antonia de Fuentes incluía ropas y vestidos, muebles, pinturas, abanicos y utensilios de cocina. Singularmente numerosos, para la época, fueron los objetos de plata y las joyas que la dama pacense tenía en el momento de sus esponsales, lo que sorprende por el momento tan crucial por el que pasaba España en los últimos estertores de la Guerra de la Independencia. Pero amén de todos aquellos bienes muebles, Doña Antonia de Fuentes llevó 4216 reales en dinero de contado y otras cantidades, pendientes de cobro, que le adueñaban diferentes personas.

Tanto la ropa blanca como los vestidos de Doña Antonia de Fuentes eran numerosos : sábanas, almohadas, peinadores, toallas, mantas, camisas, colchas, jubones, zagalejos, vasquiñas, mantillas, calcetas, pañuelos, medias, cortinas, gorros, zapatos, chales, mantos, paraguas, colchones, alfombras, etc. Destacaban por su valor:

  • diez y nueve savanas nuevas de Olanda y batista con gaurnizion de muselina, 3800 rs.
  • ocho bestidos de verano, de varias telas, nuevos, 1920 rs.
  • un manton de seda morado, 60 rs.

Por lo que toca a los muebles se registraban urnas de caoba, un sofá de nogal, dos veladores de cristal, una escribanía de charol, etc.

MUEBLES.-

  • dos cofres catalanes cubiertos de baqueta, 320 rs.- yd un arca grande con tafilete encarnado, 200 rs.- yd otra de pino, 40 rs.- yd un sofa de nogal y doce taburetes compañeros, forrados en damasco color carmesi con fundas de coton, 400 rs.- yd un tremor con su mesa correspondiente, 480 rs[4].- yd siete sillas de Vitoria, 133 rs.- yd dos tocadores con su espejo y pie, 180 rs.- yd dos arquetas de pino forradas de papel jaspeado para ropa, 130 rs.- yd una arquita escrivania embutida, con asas de bronce, 90 rs.- un brasero de azofar con caja de nogal y badila de metal, 320 rs.- yd una mesa de nogal para juego, cubierta de paño berde, 90 rs.- una mesa de pino con su cajon, 30 rs.- yd dos tableros de cama con sus banquillos dados de verde, nuevos, 160 rs.- un catre de madera pintada, 200 rs.- yd una escalera de mano de ocho peldaños, 16 rs.- yd una escrivania de charol, 40 rs.- yd seis bandejas ochavadas, de varios tamaños, 240 rs.- un mostrador grande de nogal para tienda, nuevo, 150 rs.- yd una urna de caova y bronce con un Niño de talla, 300 rs.- yd otra urna mas grande con varios cristales y dentro de ella el Niño Dios con su mesa correspondiente, 500 rs.- yd dos rinconeras de caova, 90 rs.- yd dos veladores grandes de cristal para guardar reloxes, 120 rs.- yd un armarito de cristal, 40 rs.

PINTURAS.-

Doña Antonia de Fuentes poseyó una pequeña pinacoteca formada por cinco cuadros, entre los que se contaba uno de coral y nácar, cuyo tema no se especifica. Había también una pintura de la Divina Pastora, tema muy recurrente en el siglo XVIII y en el que destacó el sevillano Bernardo Lorente Germán (1680-1759). La pintura más valiosa, a juzgar por el preció en que se tasó, 3000 reales, fue una lámina en cobre de la Asunción.

  • yd un quadro de Nuestra Señora de la Concepción con su cristal, 100 rs.- yd otro quadro de coral y nacar, 300 rs.- yd otro quadro que respresenta la Divina Pastora con cristal y marco dorado, 50 rs.- yd otro dicho de San Antonio, 50 rs.- yd una lamina en cobre que respresenta la Asuncion con su marco dorado, 3000 rs.

ABANICOS.-

Doña Antonia de Fuentes poseyó una interesante colección de abanicos, formada por diez y siete ejemplares, y aunque seis de ellos se califican de ordinarios, el resto era verdaderamente lujoso, realizados en concha, marfil, plata y países de seda, algunos con países chinescos. Era digno de mención uno realizado en concha con país de seda, bordado en oro de figuras con las caras de marfil, de indudable origen chino[5].

  • yd un abanico de concha con país de seda, bordado en oro y acero y sus figuras con caras de marfil, 200 rs.- yd otro de marfil con país de seda, bordado en oro y clavillo de piedra, 140 rs.- yd otro de lo mismo con varillas doradas y clavillo de piedra, antiguo, 20 rs.- yd otro de concha negro, de dos países bordados en oro, 50 rs.- yd otro de lo mismo bordado con país chinesco, 90 rs.- yd otro de marfil calado con las guias de acero y país de crespon bordado, 100 rs.- yd otro de lo mismo, elastico, embutido en oto, 150 rs.- yd otro de concha redondo con anteojo, 160 rs.- yd seis abanicos ordinarios, 24 rs.- yd un abanico de concha con pais de papel, usado, 60 rs.- yd otro con el varillaje y guias de plata maciza sobredorada y pais chinesco , 200 rs.- yd otro de varillaje blanco con guias de acero, 40 rs.

Junto con los abanicos se tasaron a la vez toda una serie de objetos, de pequeño tamaño y materiales ricos, reminiscencias de las chucherías de escaparate, que tanto auge tuvieron en las grandes casas españolas de los siglos XVII y XVIII, y entre los que se contaban peinetas y cajas de concha, figuras y urnas de marfil, etc.

  • yd una figura de marfil, 60 rs.- yd un cubierto de lo mismo, 24 rs.- yd una urnita de marfil con una Virgen de lo mismo, 20 rs.- yd un par de tixeras ynglesas con baina de acero, 30 rs.- yd un cortaplumas con mango de nacar, 20 rs.- yd una peineta nueva de concha, 40 rs.- yd dos peinetas de lo mismo, mas pequeñas, 40 rs.- yd una caja de concha guarnecida de similor, 60 rs[6].- yd otra caja larga de lo mismo guarnecida de similor, esmaltada, 100 rs.- yd una estampa de seda guarnecida de plata y su media caña dorada, 40 rs.- ys una navaja con su mango de concha y acero, nueva, 20 rs.- yd dos pares de tixeras ynglesas, esmaltadas en oro, 70 rs.- yd una sombrilla verde guarnecida de lo mismo y forrada en blanco y arriva de plata, 160 rs.

PLATA.-

Dentro de este apartado, en el que asimismo se incluían las joyas, se registraban numerosos utensilios de aquel metal, tales como cubiertos, cucharones, cajas, cuchillos, dedales, relicarios, rosarios, alfileteros, etc. Por lo que respecta a las joyas se contaban collares de perlas y aljófar, sortijas de oro y plata, pendientes y relojes de oro, medallones de plata, Vírgenes del Pilar en plata, etc.

  • seis cubiertos compuestos de cuchara y tenedor de plata, con peso de treinta y tres onzas de ley, 660 rs.- yd un cucharon de lo mismo con peso de ocho onzas, 160 rs.- yd tres cuchillos con mangos de plata, 120 rs.- yd una caja de plata, 40 rs.- yd un rosoario de tres medallas de plata, 14 rs.- yd otro rosario estrellado con tres medallas y una cruz de plata, 30 rs.- ys otro de Jerusalen con tres medallas y dos cruzes de plata, 24 rs.- yd otro rosario de piedra azul con una cruz de plata, 20 rs.- yd quatro dedales de plata, 48 rs.- yd tres relicarios de plata con una cruz de Caravaca, 40 rs.- yd dos dichos con una Dolorosa en miniatura, una cruz y dos medallas de plata, 200 rs.- yd una arquita de caova para los dichos, 20 rs.- ys un rosario de plata sobredorada con un Santo Cristo, 160 rs.- yd un medallon con su cadena de plata sobredorada, 140 rs.- yd un relox de oro con cahja de cristal, hechura de flor de lis, guarnecido de plata, 320 rs.- yd dos Virgenes del Pilar, una grande y otra chica, de plata sobredorada y un relicario de filigrana, 120 rs.- un collar de granates finos y granos de oro, 50 rs.- yd tres alfileteros de plata, uno de hechura de pistola, otro de atahud y otro regular, 90 rs.- yd un relicario con la Cara de Dios y su cadena larga de plata, 60 rs.- una caja chiquita de concha con plata para palillos, 50 rs.- yd una navajita de concha engastada en plata, 30 rs.- yd un collar de nacar fino con diez siete estrellas de granates finos y unos clavitos de oro en medio, 120 rs.- yd un Agnus dei con cerco de plata maciza, su pedo quatro onzas, 80 rs.- un relicario grande con cerco de plata, su peso quatro onzas, 80 rs.- yd un collar de aljofar con peso de dos adarmes, 120 rs.- ys una carterita con un par de zapatos, el Mundo, tres potencias y la corona con un bordon, todo de plata, de un Niño Dios, 80 rs.- yd dos bestidos de tisu de oro y un sombrero para el Niño Dios, incluso la arqueta donde estan guardados, 110 rs.- yd una sortija de plata, de lanzadera, con piedras, 20 rs.- yd un cordon de oro con un corazon de piedras, una alcachofa de oro con quatro perlitas finas y una cruz de piedras, 240 rs.- yd un abanico de concha con su alfiler de oro para el pecho, 50 rs.- yd un tocador guarnecido con piedras de Francia y similor, esmaltado de azul con dos hilos de granos de nacar, 120 rs.- yd un collar de perlas de dos hijos largos, 80 rs.- yd una sortija de oro con cinco diamantes rosas, 320 rs.- yd otra de lo mismo con un solitario rosa, 120 rs.- yd otra de lo propio con quatro diamantes rosas, 100 rs.- yd tres sortijas de oro con tres diamantes rosas cada una, 300 rs.- yd una sortija de lo mismo con quatro diamantes rosas, 100 rs.- yd otro tambien de oro con cinco rubies, 40 rs.- ys otra dicha de un solitario de topacio, 40 rs.- yd otra sortija de oro con dos chispas de diamantes y una esmeralda, 50 rs.- ys una sortija de plata sobredorada engastada a punta de diamante, 50 rs.- yd unos pendientes de oro con diez y ocho diamantes, 340 rs.- ys otros pendientes tambien de oro con doce diamantes rosas, 220 rs.- yd un collar de piedras de Francia con una palomita, 160 rs.- yd otro collar de corales con granates y un relicarito de oro, 200 rs.- yd una piedra engastada en plata para el fluxo de sangre, 400 rs.- yd una peineta grande de concha con un estrellon grande de oro y en medio un topacio, 200 rs.

TRASTOS DE COCINA.-

El menaje de casa que Doña Antonia de Fuentes llevó a su matrimonio se caracterizó por su abundancia y variedad. Se componía de cazos, chocolateros, torteras, almireces, palmatorias, sartenes, planchas, parrillas, trébedes, tenazas, peroles, velones, romanas, espumaderas, embudos y coladores, todo ello realizado en cobre, hierro, azófar y acero, amén de artesas y fregaderos de madera, vasos de cristal, soperas y barreños, etc. Piezas curiosas fueron:

  • yd seis platillos de China con sus gicaras correspondientes, 120 rs.
  • doce platos de la fabrica del conde de Aranda, 18 rs[7].
  • una tinaja del Tovoso con pie y tapa de pino, 40 rs.
  • una tetera acharolada y una cafetera de pedernal, 80 rs.

Por todo lo expuesto anteriormente podemos convenir que Doña Antonia de Fuentes vivió en el Madrid de José Bonaparte, tan castigado por los excesos de la Guerra de la Independencia, dentro de un marco material no lujoso desde luego, pero si bastante acomodado habida cuenta de la situación bélica. En el hogar madrileño de la dama extremeña se guardaban valiosas joyas y numerosos objetos de plata, que quedaron a resguardo de los saqueos y depredaciones de aquellos aciagos años. Pero no solamente Doña Antonia de Fuentes mantuvo intacto su patrimonio, por lo menos así lo creemos, sino que también muchos profesionales activos en el Madrid josefino tuvieron una economía boyante, ajena a las miserias de la guerra. Tal es el caso del impresor Manuel de Rivera y Calvillo, quien al contraer matrimonio con Doña María Josefa Formanti declaraba, el 23 de noviembre de 1811, tener un patrimonio valorado en 2.807.153 reales y 22 maravedis de vellón[8].


NOTAS:

[1] Ramón de Mesonero Romanos.- Memorias de un setentón en Obras de Ramón de Mesonero Romanos, Madrid. Biblioteca de Autores Españoles, 1967, págs. 37-39.

[2] Sobre la Guerra de la Independencia véase Miguel Artola Gallego.- La España de Fernando VII en Historia de España. Ramón Menéndez Pidal, Tomo XXXII, Madrid, Espasa Calpe, 1978, págs. 89-307.

[3] Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Protocolo = 23367, folº. 387 – 404.

[4] El tremor o tremó era un adorno en forma de marco, de origen francés, en el que se colocaban los espejos para que quedasen fijos en la pared.

[5] Sobre los abanicos chinos en España véase Maruja Merino de Cáceres y José Luís Valverde Merino.- Abanicos chinos de exportación en Oriente en Palacio. Tesoros artísticos en las colecciones reales españolas. Catálogo de la Exposición, Madrid, Patrimonio Nacional, 2003, págs.263-266.

[6] El similor es una aleación de bronce y estaño, a veces con un poco de zinc que tiene el brillo y color del oro. Con frecuencia aquella mezcla se solía platear, recibiendo los objetos realizados con aquella técnica el nombre de platería del cobre.

[7] Se trataba de piezas salidas de la famosa fábrica de cerámica de Alcora, fundada por Don Buenaventura Pedro de Alcántara, conde de Aranda en 1726, que fue una de las manufacturas españolas más célebres, por la calidad de sus productos, de la España del siglo XVIII.

[8] José Luís Barrio Moya.- Pinturas, libros y grabados del impresor madrileño Manuel de Rivera y Calvillo en Homenaje a Antonio Matilla Tascón, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florían de Ocampo, 2002, págs. 17-38.

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