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LAS “PEÑAS SACRAS” DE TRUJILLO

Posted on 29 noviembre, 20252 diciembre, 2025

José Antonio Ramos Rubio

 

Las peñas sagradas son formaciones rocosas que tienen un significado ritual y espiritual en diversas culturas, particularmente en las prehistóricas y en comunidades que han mantenido una estrecha relación con la naturaleza. Estas rocas, a menudo de formas extrañas o impresionantes, se asocian a menudo con creencias religiosas, rituales de sacrificio y lugares de adoración. A continuación, te describo tres tipos comunes de estas formaciones:

Entre las peñas sagradas destacamos los menhires, que son grandes piedras erectas, generalmente de forma alargada, que se encuentran solas o en grupos, y cuya altura y disposición suelen tener un significado simbólico o ritual. Se cree que los menhires eran utilizados en prácticas religiosas, como marcadores de territorio, orientadores astronómicos o como monumentos funerarios.

Algunas peñas localizadas en La Molineta y Las Calderonas son rocas utilizadas como altares de sacrificio son aquellas que sirvieron como sitios donde se realizaban ofrendas o sacrificios a deidades. Estas piedras suelen estar marcadas con huecos o surcos, que podrían haber sido utilizados para colocar objetos rituales o para guiar los flujos de sangre durante ceremonias. A menudo se encuentran en lugares elevados o estratégicamente ubicados, como cumbres de montañas o en entornos naturales que favorecían la conexión con el cielo o los elementos.

En la Dehesilla y la Cerca de la Encina encontramos formaciones rocosas que tienen una apariencia más fluida o curvada, como si las piedras fueran onduladas por algún proceso natural o mitológico. Estas peñas suelen tener una gran carga simbólica, ya que en muchas culturas se les considera portales hacia el mundo espiritual, o lugares de transición entre lo terrenal y lo divino. Su forma peculiar puede ser interpretada como un reflejo de la naturaleza misma o como el resultado de la acción de deidades o espíritus.

En todas estas formaciones, el concepto central es la conexión con lo sagrado y lo espiritual. Las peñas sagradas no solo sirven como puntos de referencia geográficos, sino también como símbolos de la relación entre los seres humanos y el cosmos, el ciclo de la vida y la muerte, y las fuerzas divinas o sobrenaturales.

El berrocal de Trujillo ofrece abundantes paisajes, algunos de extraordinario interés, que siempre han atraído al hombre, como debió suceder en tiempos prehistóricos, cuando las formas extrañas de esos berrocales y de otras peñas formarían parte de una visión animista del paisaje, que en algunos casos ha perdurado en el folklore hasta nuestros días, tema que suscita creciente atracción.

En consecuencia, en estos últimos años se han multiplicado los estudios y publicaciones sobre estas “peñas sacras” en Extremadura[1], dentro del interés general surgido actualmente en España hacia los sacra saxa, término aplicado a las peñas asociadas a ritos, hoy prácticamente perdidos, que revelan su carácter sacro y sobrenatural[2]. Estas peñas sacras contribuyen a conocer creencias y ritos de origen prehistórico, pero también el carácter “mágico” o sobrenatural del paisaje en el imaginario y en la cosmovisión de los pueblos prerromanos de la antigua Hispania, hecho hasta ahora escasamente valorado a pesar de su evidente interés, ya que no se considerada probada su antigüedad[3].

 

1.- PEÑAS RESBALADERAS

Lámina 1.- Peña resbaladera de los Arcabuces.

 

Lámina 2.- Resbaladero de Huertas de Ánimas

 

Lámina 3.- Resbaladera de Huertas de la Magdalena

 

En esta línea de trabajo, se ofrece este análisis, necesariamente preliminar, de las “peñas resbaladeras” de Trujillo. Las “peñas resbaladeras” se caracterizan por ofrecer la huella producida por repetidos deslizamientos realizados sobre su superficie inclinada a lo largo de los siglos. En Trujillo tenemos varios ejemplos en el jardín del convento de Santa Clara, en la finca de los Arcabuces, en “el resbaladero” de Huertas de Ánimas; en el cancho frente a la Casa Museo Pizarro y en Huertas de la Magdalena[4].

En algunos pueblos de Extremadura era muy popular el juego del resbaladero, que recibía distintos nombres según las localidades: rebaliza, resbaladera, revalaera, refalaera, etc.[5], ya que estas peñas pasaron a ser toboganes en los que jugaban niños y jóvenes, que en ocasiones usaban para resbalarse escobones y posteriormente, plásticos o chapas para evitar el deterioro de la ropa.

Las “peñas resbaladeras” se relacionaron desde el siglo XIX con ritos de fecundidad, por lo que fueron estudiadas junto a otras “peñas sacras “por los folkloristas y arqueólogos de la época dentro del interés de los anticuarios hacia los monumentos “celtas”, entre los que se incluían las construcciones megalíticas y las peñas sacras asociadas a ritos ancestrales. Estos estudios fueron sintetizados por el etnólogo y folklorista francés Paul Sébillot[6]y por el arqueólogo Salomon Reinach[7],posteriormente seguidos por Pierre Santyvez[8]y recogidos desde entonces en obras generales[9].

En España estos estudios tuvieron seguidores, como Manuel de Assas en 1857[10] y años después Joaquín Costa[11],quien los recogió entre los cultos celtas de la Naturaleza, idea seguida por Marcelino Menéndez Pelayo[12].. De manera paralela fueron valorados en Portugalpor José Leite de Vasconcelos[13],especialmente en su notable estudio sobre el Culto a las piedras, seguido de otros estudiosos, como Francisco Martins Sarmento y Teófilo Braga[14].

En el siglo XX estos estudios prácticamente se abandonaron al caer en creciente descrédito al no hacerse estos estudios con metodología adecuada, pues los arqueólogos no sabían cómo datarlos ni tenían seguridad para interpretar estos monumentos, ya que carecen de contexto arqueológico y cultural, mientras que etnólogos y antropólogos los recogían de pasada como elementos de la religiosidad popular, pero sin abordar nunca el un tema tan esencial el de su origen. En consecuencia, apenas se prosiguió su estudio, salvo algún caso aislado, como Julio Taboada[15].

Este panorama ha cambiado en los últimos 30 años. Los trabajos de Benito del Rey y Grande del Brío desde el decenio de 1990 valoraron los santuarios de la zona de Salamanca y Zamora en la línea tradicional[16], pero fue el altar rupestre de Lácara, situado junto al famoso dolmen de corredor, la primera “peña sacra” estudiada como monumento arqueológico[17].A partir de entonces se han suscitado en el último decenio nuevos estudios y la publicación cada vez más abundante de las peñas que se descubren, lo que permite disponer de una documentación cada vez más sistemática de estos monumentos que se extienden por toda la Península Ibérica.

Las “peñas resbaladeras”  de Trujillo son peñas que ofrecen una superficie lisa e inclinada, donde se observa una acanaladura, que es la huella del desgaste por roce producida al haberse resbalado miles de veces por esa superficie de la peña. Esta acanaladura es el elemento que caracteriza las “peñas resbaladeras”, pues permite identificar el rito practicado en ellas, para el que se aprovecha la altura y la inclinación de la pared, cuyo uso prolongado ha producido esa acanaladura.

Estas peñas resbaladeras son características de las áreas graníticas, abundantes en Trujillo, puesto que las rocas de granito parecen ser las más propicias para el rito.

Resulta bastante explícita la tradición conservada en la localidad de asociar las peñas resbaladeras con el embarazo, como indicaría el dicho popular “esta chica ha pasado por la piedra”, con el sentido de que se ha quedado embarazada. Una idea parecida se sobreentiende al asociar el dicho popular de “tener un resbalón” con la idea de quedarse embarazada, por lo que, ambos dichos, tan populares hasta hace poco en muchas zonas de España, se relacionarían con la tradición ritual de estas “peñas resbaladeras”. Aunque estos casos pudieran ser referencias descriptivas en general, las denominaciones citadas deben considerarse como indicios del rito originario, actualmente perdido, que consistiría en deslizarse las mujeres jóvenes por la roca poniendo en contacto directo sus glúteos con la piedra para lograr tener hijos, tal como documentan los testimonios recogidos en Francia en el siglo XIX[18].

Estos datos confirman la relación de las peñas resbaladeras con ritos de fecundidad, celebrados casi en las mismas fechas, relacionadas con el Lunes de Pascuas, lo que confirma que las peñas resbaladeras se relacionan con ritos de fecundidad asociados a las fiestas de primavera.

El origen de estos ritos debe considerarse anterior a las creencias cristianas, musulmanas y romanas, respecto a las que resultan del todo extraños, lo que de nuevo obliga a considerarlo originario de tiempos prehistóricos ancestrales. El rito de deslizarse por una peña de superficie inclinada es característico de muchas regiones de Europa, especialmente de las zonas graníticas de la Europa Atlántica. Como se ha señalado, tenía la finalidad de favorecer la fecundidad, ya que antiguamente se deslizaban por estas peñas las muchachas jóvenes para casarse en el plazo de un año y las mujeres para tener descendencia. Sin embargo, en la Península Ibérica apenas se han conservado testimonios este interesante rito, pues las peñas resbaladeras han pasado a ser usadas como toboganes para jugar los niños, práctica hoy día también ya casi abandonada que representa el final de su uso milenario.

 

2.- EL MENHIR DE TRUJILLO

Lámina 4.- Menhir en la calleja de los Negros

 

El menhir está a unos 2 km de la gasolinera saliendo de Trujillo por la antigua carretera a Mérida. A unos doscientos metros de la fuente del Plato, sale una calleja a la derecha y a unos cien metros está el menhir.

Los menhires son grandes piedras verticales que se encuentran principalmente en Europa, especialmente en regiones de Bretaña (Francia), las Islas Británicas y partes de España. Su significado religioso y ritual ha sido objeto de interpretación en diversas culturas prehistóricas.

En términos religiosos, los menhires se asocian con prácticas espirituales y ceremoniales de las comunidades neolíticas, aunque su propósito exacto sigue siendo un tema de debate entre los arqueólogos. Sin embargo, algunas teorías sugieren lo siguiente:

Muchos investigadores creen que los menhires representaban símbolos de fuerzas divinas o de los antepasados, actuando como un puente entre el mundo humano y el espiritual. Estos monumentos podrían haber sido erigidos en lugares sagrados para marcar eventos celestiales, como solsticios o equinoccios, lo que refleja una vinculación con la observación astronómica y la religión relacionada con la naturaleza[19].

En algunas culturas prehistóricas, se pensaba que los menhires servían para rendir homenaje a los muertos o a los ancestros. Esto podría estar relacionado con creencias sobre la vida después de la muerte y la conexión espiritual con aquellos que ya no estaban presentes físicamente.

Algunos estudios proponen que los menhires podían haber tenido un simbolismo relacionado con la fertilidad, dado su tamaño y forma fálica. Esta interpretación se apoya en la relación entre ciertos elementos de la naturaleza, como la tierra y la fertilidad, que muchas culturas prehistóricas adoraban.

Los menhires a menudo forman parte de complejos megalíticos junto con otros monumentos como dólmenes y círculos de piedras, lo que sugiere que eran usados para ceremonias religiosas y rituales, posiblemente relacionados con el culto al sol, a la luna o a las fuerzas naturales.

En resumen, el significado religioso de los menhires parece estar vinculado a su papel en la conexión espiritual y ritual, en un contexto donde la naturaleza, los ancestros y los fenómenos astronómicos eran fundamentales para las creencias religiosas de las sociedades prehistóricas.

 

3.- PEÑAS BAMBOLEANTES

Lámina 5.- Peña Bamboleante de Montánchez

Lámina 6.-Peña bamboleante, la Dehesilla

 

Lámina 7.- Peña bamboleante del Torruco

 

Lámina 8.- Peña bamboleante del berrocal

 

La Dehesilla, la cerca de la Encina y lo poco que queda del Pradillo está repleto de Peñas Bamboleantes u Oscilantes.

 

En 1920, José Ramón Mélida en su trabajo “Monumentos megalíticos en la Provincia de Cáceres” en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos[20], señala la existencia de piedras bamboleantes en Cáceres. En ese estudio dedica un pequeño capítulo a las Piedras bamboleantes, todas prácticamente desaparecidas en la actualidad, a excepción del Cancho que se menea de Montánchez, que también fue destruido, aunque ha sido remontado recientemen­te, pero sin recuperar el movimiento que le daba singularidad.

 

Estos megalitos estarían directamente relacionados con las creencias religiosas de los hombres prehistóricos, menester es recordar con don Marcelino Menéndez Pelayo “que la litolatría es una de las formas más anti­guas del culto naturalista”[21] y que, en general, se considera que estas piedras debieron estar con­sagradas a la adivinación y destinadas, por tanto, a ser utilizadas como oráculos según el número de oscilaciones u otra circunstancia de ellas cuando se pusieran a prueba. A esta costumbre se refiere Estrabón (III,1) por referencia de Artemidoro, cuando, al hablar del Promontorio Sacro, habla de unas piedras que allí se veían tendidas de tres en tres o de cuatro en cuatro, a las que hacían dar vuelcos las gentes que allí llegaban. Respecto de que las piedras bamboleantes deban considerarse como obra del hombre, sin olvidar que, aunque lo sean de la Naturaleza, no excluye esto, antes confirma la idea de culto, es de notar que, aunque en la mayoría de los casos se crea fenómeno natural el equilibrio de tales piedras, no deja de admitirse que “la mano” del hombre haya intervenido para facilitar o regularizar el trabajo caprichoso de la Naturaleza, como dice Dechelette[22].

 

Las prácticas “mágicas” en piedras oscilantes o caballeras son habituales en todo el Occidente como su nombre indica, servía para pronosticar el matrimonio a los novios que conseguían moverla. En algunos lugares tendría función adivinatoria, por lo que fue utiliza­da en juicios y litigios para averiguar la culpabilidad o inocencia del acusado, según fuera capaz o no de mover la roca, práctica que se mantuvo hasta el siglo XIII; que servía para probar la inocencia del acusado si la hacía abalar y la culpabilidad en caso contrario. A estas se pueden añadir otras diversas peñas que cumplían con otros ritos o invenciones fabulosas, rituales de adivinación en juicios ordálicos.

Mélida consideró que estas peñas oscilantes estarían consagradas a la adivinación y a servir como oráculos[23]. En Francia, donde las peñas oscilantes se conservaron mejor hasta el siglo XX y don­de fueron mejor estudiadas721, en muchos lugares se denominan peñas de adivinación (pierres de dévination) o peñas de la suerte (pierres du sort), que suele ser la denominación más popular, pues cumplían las mismas funciones, aunque el rito fuera diferente, que las peñas de deseos en la Península Ibérica.

Lámina 9.- Detalle de peña oscilante

 

4.-LAS PEÑAS PROPICIATORIAS

Las peñas propiciatorias y de adivinación son características de las áreas graníticas de la antigua Hispania y corresponden a un substrato “lusitano” originario del Campaniforme que se desarrolló a lo largo de la Edad del Bronce y se mantuvo entre los pueblos prerromanos galaico-lusitanos y vetones, substrato relacionado con las áreas atlánticas451, donde este rito tiene precisos paralelos en Bretaña e Irlanda, y donde, como en España, ha perdurado cristianizado casi hasta nuestros días.

 

Estas interesantes peñas sacras son relativamente raras, pues su número no alcanza el centenar en toda la Península Ibérica. En Extremadura, por ahora sólo se han identificado 5, si bien de­ben existir otros casos aún desconocidos. Las escasas peñas propiciatorias de Extremadura todas están en la provincia de Cáceres. Quizás la más conocida, al menos localmente, sea La Porra del Burro de Valencia de Alcántara. Esta peña está situada en una dehesa, propiedad de José Manuel Márquez Gavanches, vecino de Valencia de Alcántara, a unos 7 km al noroeste de la población, zona en la que existen numerosos dólmenes, como el del Caballo, situado no lejos de la “Porra del Burro”.

Lámina 10.- Cancho gordo, Edad del Bronce

 

Lámina 11.- Cancho Pinocho

 

Restos de este rito también conservaba el Cancho Gordo, en la zona de los “Cancha­lejos” del barrio de Belén, a unos 4 km de Trujillo. Es un afloramiento granítico con formas redondeadas, que se yergue con paredes casi verticales, situado en el centro de un anillo de rocas de menor altura a unos 10 m de un abrigo con pinturas esquemáticas. Su parte superior es una gran plataforma plana de unos 13 m2 levemente inclinada hacia el este y uno de los lados del bolo muestra 12 pequeñas entalladuras, aunque no pudieron servir como escalones dado la pendiente de sus paredes. Hasta mediados del siglo XX, los quintos o mozos que iban al servi­cio militar ponían en una piedra del río el nombre de la chica a la que querían y la arrojaban a lo alto del gran bolo; si la piedra quedaba arriba, se consideraba que conseguirían casarse, si se caía, indicaba lo contrario. Otra posible peña propiciatoria es el Cancho Pinocho, situado en Huertas de Ánimas, al norte de Trujillo, desde el que se ve esta ciudad y la Sierra de Santa Cruz. Es una gran peña de granito fungiforme, pero con forma de cabeza humana, pues en un lado tiene una prolongación horizontal que recuerda la nariz de Pinocho. A esta peña iban las parejas de novios a jurarse amor eterno y se cuenta que, en caso de que no dijeran la verdad, crecía la “nariz” de la peña, lo que la relaciona con las rocas que crecen, bien conocidas en el mundo bretón[24].

 

5.- LOS ALTARES DE SACRIFICIO

 

Lámina 12.-Altar de la Molineta

 

Lámina 13.- Figura en roca

Lámina 14.- Altar de las Calderonas

 

Lámina 15.- Las Calderonas, Altar de Sacrificios

 

Lámina 16.- Escaleras. Altar de las Calderonas

Lámina 17.- Esquema de vestigios en Las Calderonas

 

Las “peñas sacras” se pueden clasificar teóricamente según su función, que es el aspecto más im­portante de estos monumentos, aunque en algunas peñas sacras esa función pueda ser compleja, lo que dificulta su clasificación. En este sentido, se deben diferenciar los altares rupestres, teóricamente destinados a sacrificios, de las peñas sacras propiciatorias, de adivinación, curativas y de otras peñas con funciones menos frecuentes, como servir de trono, medir el tiempo, etc. Dentro de las peñas sa­cras destacan los altares, que, en los casos bien documentados, se pueden identificar por ofrecer ins­cripciones, por tener escaleras o entalles para subir a su cumbre o por haberse retallado las cazoletas o los canalillos de evacuación para los ritos sacrificiales que en ellos se celebraban.

Destacamos tres en Trujillo, concretamente en La Molineta, Las Calderonas y en El Pradillo.

 

El altar busca generalmente para sus emplazamientos grandes bolos de granito aislados a los que la erosión provocada por los agentes atmosféricos ha dado típicas formas redondeadas. Si bien pueden presentar paredes verticales, por alguno de sus lados la pendiente se suaviza formando una especie de rampa que desde la misma base llega hasta la parte superior, que culmina en una plataforma más o menos plana. En dicha plataforma suelen observarse oque­dades naturales, a veces grandes bañeras, formadas por la acción del agua, cuya escorrentía ha excavado canalillos que vierten hacia la base de la roca.

 

La acción antrópica sobre estos bolos suele ser poco llamativa. En algunos casos se allanan las plataformas superiores, en otros se retocan los bordes de las cubetas o se tallan cazoletas a modo de lacus. Pero en todos estos altares se aprecian los mismos o parecidos entalles que, alineados o en zigzag, ascienden por la rampa hacia la parte superior de la roca. Sus formas son muy diversas, normalmente ovaladas, pero también los hay circulares, triangulares y rectangulares. Hay peñas que ofrecen más de una línea de entalles, pero solo una de ellas parece cumplir con su cometido de escalinata, pues el resto no se sabe si tendrían una función más de carácter simbólico, decora­tivo o de apoyo.

 

El altar del Cancho del Moro  o de La Molineta, ubicado en la ladera de un monte gemelo del que ocupa el solar de la antigua ciudad de Turga­lium, al este de la calzada romana ab Emerita Caesaraugustam. Es un gran bolo de granito con formas redondeadas de unos 4 m de altura que en su lado oriental suaviza su pendiente y sobre él se han practicado una decena de entalladuras rectangulares que dan acce­so a la cima, mientras que en la parte superior de la roca se aprecian dos concavidades naturales, comunicadas entre sí por canalillos que vierten al pie del altar, que el agua ha ido ho­radando con el tiempo. Este altar ofrece características típicas de los altares tipo Lácara, pero sus escalones rectangulares son más propios del tipo Ulaca, por lo que quizás hayan sido retallados en época posterior para utilizarlo como punto de vigilancia sobre la vía que discurre a sus pies. Una suave rampa rodea la roca por el sur, donde se han practicado unos rebajes que parecen servir como apoyo a una estructura, posiblemente de madera, que llevaba al arranque de una escalera. Ascendiendo por la ladera se yergue otro gran bolo de granito, de caprichosa forma, que parece imitar una esfinge. Se aprecia perfectamente un rostro desdibujado, pero que aún conserva sus rasgos más distintivos. Y en la cima se conservan los restos de una atalaya de época árabe, que no deben confundirse con el altar271, cuyos materiales fueron aprovechados en el siglo XVIII para la construcción de un molino que ha dado nombre al lugar[25].

 

Las viejas herramientas de cobre y bronce dificultaban el desbaste en el duro granito de los grandes bolos sobre los que se realizaban los ceremoniales religiosos. La introducción del hierro, mucho más duro, permitió la talla de superficies más amplias de la roca con planos perpendiculares, por lo que los pequeños entalles dan paso a auténticos esca­lones que conforman el acceso. Es más, la talla no se limita a la propia escalinata, pues en ocasiones se extiende a buena parte de la superficie de la roca. Aparecen grandes lacus o cubetas perfiladas que se utilizaban en los rituales de agua y sangre que acompañarían a los sacrificios de las víctimas y algunas de estas rocas, como la existente en la finca Las Calderonas de Trujillo, adquiere un cierto carácter ornamental en relación con los rituales practicados en ella.

 

La adscripción cronológica de estos altares plantea no pocas dificultades, puesto que estos monumentos carecen de estratigrafía y de un contexto arqueológico preciso. En Extremadura, como en el resto de la Península Ibérica, se han venido asociando estos altares de “tipo Ulaca” a poblados de la II Edad del Hierro, pero curiosamente la ubicación de los mismos difiere sensible­mente de los lugares de emplazamiento de los castros, al menos los de la región extremeña, pues estos normalmente se sitúan en espigones fluviales a lo largo de la cuenca del Tajo y sus afluentes. Los altares rupestres aquí referenciados se encuentran en paisajes graníticos habitados durante distintas etapas de la Edad del Bronce o de la Edad del Hierro I. Al Calcolítico o Edad del Bronce se remonta el poblamiento del berrocal de Trujillo y a estas mismas etapas hay que adscribir el complejo cultural de Los Barruecos. En la sierra de Santa Cruz, aunque también remonta su po­blamiento al periodo Calcolítico, hay evidencias de hábitat en el Bronce Final y Edad del Hierro I, que en el norte de Extremadura se solapa con el periodo Orientalizante tartésico. Al igual que Rincones de Pata, situado en las proximidades de poblados con materiales del Bronce Final y Edad del Hierro I, como el de La Muralla. Y a estas mismas fechas habría que remontar el altar de Las Calderona[26]s a juzgar por la aparición en las proximidades de una estela de guerrero o el de El Huer­to del Cura, como así aconsejaría su ubicación en altura y los petroglifos a él asociados, en los que parecen representaciones de escudos como los de las estelas.

 

En consecuencia, si bien los orígenes de estos altares rupestres proceden de la Edad del Bron­ce, los de tipo Ulaca perdurarían hasta la Edad del Hierro II, cuando es lógico que se tallaran los escalones, que parecen labrados con instrumentos de hierro. Esta evolución tipológica la confirma otro detalle que ratifica su diferente cronología. Los altares de “tipo Lácara”, datados en la Edad del Bronce, ofrecen para su acceso pequeñas oquedades o entalladuras a modo de pel­daños dispuestos en zigzag y en ellos predominan oquedades naturales y cazoletas, mientras que los altares de “tipo Ulaca”, ya con peldaños rectangulares a modo de escalinatas, ofrecen cubetas artificiales generalmente rectangulares.

 

 

 

[1]Almagro-Gorbea, M. y Jiménez Ávila, J. “Un altar rupestre en el Prado de Lácara (Mérida). Apuntes para la creación de un parque arqueológico”, El Megalitismo en Extremadura (Homenaje a Elías Diéguez Luengo) (Extremadura Arqueológica 8), Mérida, 2000, págs. 423-442; Correia Santos, Mª J. “El santuario rupestre del Pico de San Gregorio, Santa Cruz de la Sierra, Cáceres “, Paleohispanica, 14, 2014, págs. 89-128; Esteban Ortega, J., Ramos Rubio, J. A. y San Macario, O. de. “El Complejo arqueológico de San Juan el Alto de Santa Cruz de la Sierra”, Revista Alcántara, 79, 2014, págs. 11-28; ID., «La Peña Buraca y el entorno arqueológico», Tabularium, 4,1, 2017a, págs. 77-79; IID., «El complejo arqueológico de La Zafrilla (Malpartida de Cáceres). Parajes en torno a los Barruecos, parte III», Revista D&M, 62, 2017b, págs. 12-15; Ramos, J. A., Esteban, J. y San Macario, O. de. “Ruta Arqueológica por tierras de Malpartida de Cáceres”, Revista Alcántara 81, 2015, p. 11-33; Rodríguez Plasencia, J. L. “El Santuario de la Virgen de Navelonga, de Cilleros ¿un lugar mágico”, Alcántara, 79, 2013, págs. 83-96. (http://ab.dip-caceres.org/export/sites/default/comun/galerias/galeriaDescargas/archivo-y-biblioteca-de-la-diputacion/Alcantara/05-078-alc/05-078-007-El_Santuario.pdf; consultado 28.7.2018), p. 95 s.; etc.

[2]Almagro-Gorbea, M. y Gari, A.(eds.).Sacra Saxa. Creencias y ritos en peñas sagradas, Huesca, 2017.

[3]Almagro-Gorbea, M., Barriga, J., Martín Bravo, A. Mª., Perianes, E., Díez González, V. “El ‘paisaje sacro’ de Garrovillas de Alconétar (Cáceres)”, Revista de Estudios Extremeños, 73,1, 2017,págs. 91-134.

[4] ALMAGRO GORBEA, M; ESTEBAN ORTEGA, J, RAMOS RUBIO, J. A y DE SAN MACARIO SÁNCHEZ: Berrocales Sagrados de Extremadura, Badajoz, 2021.

[5]Rodríguez Plasencia, J. L. “La matanza en Extremadura (estudio etno-folklórico), II”, Revista de Folklore 407, 2016, p. 15.

[6]Sébillot, P. (1882, 1902, 1904, 335 s.,1906, 1908;ID. Les Littératures populaires de toutes les nations. Traditions et superstitions de la Haute-Bretagne, Maisonneuve, 1882; ID., “Le culte des pierres en France”, Revue de l’École d’Anthropologie de Paris, 12, 1902, págs. 175-186 y 205-247; ID.“The Worship of Stones in France”, American Anthropologist4,1, n.s., 1902a, págs. 76-107 (http://www.jstor.org.bucm.idm.oclc.org/stable/658930; consultado 2.8.2018); ID. Le FolkLore de la France, I. Le ciel et la terre (1904), II, La mer et les eaux douces (1905), III, La faune et la flore (1906), Paris (reed. 2014) ; ID., Le paganisme contemporain chez les peuples celto-latins, Paris, 1908.

[7]Reinach, S. “Les monuments de pierre brute dans le langage et les croyances populaires”, Revue Archéologique, série III, 21, 1893, págs. 195-226, 329-367 (reed. en Cultes, mythes et religions, III, Paris, 1913, págs. 364-448).

[8]SAINTYVES, P.Corpus du Folklore préhistorique (pierres à légendes), Nourry, 1934-1936.

[9]Lang, A.Myth, Ritual and Religion, I, London, 1887; Eliade, M. Tratado de Historia de las Religiones (reed.), México, 2007, p. 206 s; Sartori, P. s.v. “Gleiten”, en E. Hoffmann-Krayer y H. Bachtold-Staubli(e.),Handwörtembuchdes deutsches Aberglaubens III, Berlin, 1987; etc.

[10]Assas, M. de.“Nociones fisionómico-históricas de la Arquitectura en España”, Semanario Pintoresco Español, 22, Madrid, 1857.

[11]Costa, J. Poesía popular española y mitología y literatura celto-hispánicas2, Madrid, 1888, p. 258.

[12]Menéndez Pelayo, M. Historia de los Heterodoxos Españoles I2, Madrid, 1911, p. 120.

[13]Leite de Vasconcelos, J.Tradições populares de Portugal, Porto, 1882, p. 89 s.

[14]Martins Sarmento, F. “Materiães para a arqueologia do concillio de Guimarães”, Revista Guimarães 1,4, 1884, p. 161-189; Braga, T. “Supertiçoes populares portuguesas”, O pobo portugues nos seus costumes, crenças e tradiçoes, I-II, Lisboa, 1885.

[15]Taboada, X.O culto das pedra no noroeste Peninsular, Verín, 1965, p. 12 s.; ID. Ritos y creencias gallegas2, La Coruña, 1982.

[16]Benito del Rey, L. y Grande del Brío, R. Santuarios rupestres prehistóricos en las provincias de Zamora y Salamanca, Salamanca, 1992; ID., Santuarios rupestres prehistóricos en el centro-oeste de España, Salamanca, 2000; etc.

[17]Almagro-Gorbea, M. y Jiménez Ávila, J. op. cit., 2000.

[18] SÉBILLOT, P. 1904, p. 334 s.

 

[19] GOGERTY, C: Espacios sagrados, Blume (Naturart), 2021, 22.

 

[20] MÉLIDA, J. R. (1920): “Monumentos megalíti­cos en la Provincia de Cáceres”, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 3ª época 41, 55-67.

[21] MENÉNDEZ y PELAYO, M. (1911): Historia de los He­terodoxos Españoles2, I, Madrid (reed. 1992).

[22] DÉCHELETTE, J. (1908): Manuel d’archéolo­gie préhistorique, celtique et gallo-romaine. I, Archéologie préhistorique, Paris, 377.

[23] MÉLIDA, op. cit., 1920, 66.

[24] SÉBILLOT, P. (1904-1906): Le folk-lore de la France, I. Le ciel et la terre (1904), II, La mer et les eaux douces (1905), III, La faune et la flore (1906), Paris (reed. 2014). P. 301.

[25] Véase nuestro trabajo RAMOS RUBIO, J. A: “El altar rupestre de La Molineta (Trujillo) y su entorno arqueológico”.Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Tomo XXI, Trujillo, 2013, pp. 307-321.

[26] RAMOS RUBIO, J. A en los XXXVIII Coloquios Históricos de Extremadura, presentando la comunicación: “Altar de sacrificios de la Edad del Hierro en la finca de las Calderonas”.

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EN EL TRICENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL ESPAÑOL ILUSTRADO ANTONIO PONZ PIQUER (1725-2025): VUELO HUMANO EN PLASENCIA EN EL SIGLO XVI Y GLOBO AEROSTÁTICO EN VERSALLES

Posted on 30 noviembre, 202530 noviembre, 2025

      José Pastor Villegas, Jesús Francisco Pastor Valle   RESUMEN El intento humano de volar es antiquísimo, consiguiéndose en la Edad Moderna. Hasta la Ilustración no hubo ni observaciones ni experimentación científica y tecnológica suficientes para que los globos aerostáticos fuesen una realidad. Antonio Ponz Piquer (Torás, Castellón, 1725…

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2025

RETAZOS DE LOS AGUSTINOS ERMITAÑOS EN LA CIUDAD DE BADAJOZ “AL SON DE CAMPANA TAÑIDA -II-”

Posted on 27 noviembre, 202529 noviembre, 2025

 Manuel Ruiz Durán   Resumen: Desde el Archivo Histórico Provincial de Badajoz, quiero comenzar esta nueva aportación, inédita, a la historia del conventual exclaustrado de los ermitaños de nuestro padre San Agustín, en la ciudad Badajoz. Lo hacemos “al son de campaña tañida” para descubrir, anualmente, las decisiones que se…

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2025

LA IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE ROCAMADOR DE VALENCIA DE ALCÁNTARA (CÁCERES). DATOS INÉDITOS SOBRE SU CONSTRUCCIÓN LA IGLESIA Y SUS RETABLOS

Posted on 26 noviembre, 202526 noviembre, 2025

    Álvaro Vázquez Cabrera Historiador, Técnico de Turismo y Guía Oficial de Turismo Junta de Extremadura  Resumen  La iglesia de Nuestra Señora de Rocamador del municipio cacereño de Valencia de Alcántara se encuentra situada anexa al castillo-fortaleza de la localidad. Este templo, que presenta una fachada neoclásica propia del…

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