Domingo Quijada González.
- La celebración de San Blas
En el rico repertorio de las festividades religiosas extremeñas destaca una entre otras varias, no sólo por el elevado número de municipios afectados, sino también por la gran variedad de modalidades con que se ejecuta; ya sean de tipo religioso, o a través de elementos profanos: que conforman una perfecta síntesis cultural y del devenir histórico pues, a la vez que aparecen ritos que derivan o enlazan con antiguas etapas protohistóricas (se suelen generalizar en el argot popular como “origen celta, vettón, …”), se han ido enriqueciendo a lo largo de los años y siglos con numerosas aportaciones cristianas y populares. Ya ampliaremos este tema a lo largo de este trabajo.
Nos estamos refiriendo a la conmemoración en honor de San Blas: obispo armenio, asesinado el año 316; que en fases más avanzadas del Cristianismo (especialmente a partir de la Edad Media) se convertirá en patrono de los cardadores, dada la relación existente entre su muerte y ese colectivo laboral (dicho santo fue martirizado con peines de hierro, similares a los que usaba este gremio para preparar la valiosa lana).
Por esa circunstancia, y según veremos después, hemos podido comprobar cómo el culto a este prelado se generalizó en el pasado más o menos remoto entre los pueblos ganaderos, especialmente en aquéllos que estaban afectados por la transhumancia, por el paso de los ganados de la Mesta allá en la Baja Edad Media y Edad Moderna: que fue cuando surgen o se desarrollan la mayoría de los pueblos extremeños. Y, dado que esa actividad económica estaba muy generalizada en casi toda nuestra Comunidad, no nos extrañe la abundante expansión geográfica de esta fiesta tan popular entre nosotros. Como muestra de ello, veamos algunos casos significativos de los que tenemos noticia (es evidente que son muchos más…):
Provincia de Badajoz
- Baterno: roscas de Candelilla.
- Bodonal de la Sierra: patrón de la localidad.
- El Risco: también lo festejan.
- Fuentes de León: patrón del municipio.
- Garbayuela: en ese lugar los hombres celebran el Baile del Paloteo (o Palillos) en honor del santo, en la Misa, en la Procesión y después en la Plaza; con cierta semejanza a como lo festejan en Montehermoso. Pero en este pueblo antes no tenían indumentaria fija (cada uno usaba la que podía y quería), al contrario que en el municipio cacereño.
- Puebla de Sancho Pérez: aquí hacen unos dulces llamados «Los Perritos«, que se consumen ese día.
- Segura de León: que yo sepa, cuenta con una ermita de San Blas.
- Valencia del Ventoso: también cuenta con ermita, y elaboran las Roscas de San Blas en esa fecha.
Provincia de Cáceres
- Cáceres: en la capital celebran Misa y Procesión (con Romería), en la que se nos muestra parte del folklore cacereño, con bailes y trajes típicos. Famosas son las Roscas de San Blas.
- Campolugar: también se conserva la Romería de San Blas, con hornazos y bollas.
- Carcaboso: aunque haya perdido cierto protagonismo, también celebraban actos en honor del santo.
- Casatejada: de su antiguo esplendor perdura la celebración que los «quintos» mantienen hacia San Blas. Ellos son los que realizan los actos principales. Llegó a tener una Cofradía en el pasado, lo que no debe extrañarnos dada la relación de este pueblo con la ganadería: su floreciente industria textil en los siglos XVII y XVIII, o el tránsito por aquí del «cordel de las merinas» (que enlazaba el Campo Arañuelo con Plasencia).
- Casillas de Coria: igualmente, sobre todo en el pasado, San Blas estuvo presente en este pueblo, como en casi todos los del Alagón.
- Cilleros: caso similar al anterior, con culto destacado a San Blas.
- Gata: también la Sierra de Gata celebraba (y aún lo hace) actos destacados en memoria de San Blas. Como en esta típica localidad, con romería, tamboril, el rito de «Tirar la Bandera» (muy típico en numerosos pueblos y en diferentes festejos religiosos-populares), el Ramo de San Blas, el Baile de «La Charrá» (que he escuchado en otros lugares también, caso de Montehermoso), etc.
- Hurdes: como en el caso anterior, en esa zona montañosa, aislada, poco «contaminada» por las invasiones árabes, se mantienen influencias prerromanas, ganaderas, bélicas. En el siglo XIII hay repoblación con asturleoneses, lo que motivó la incorporación de ciertos elementos culturales procedentes del norte de España, que también aparecen en zonas próximas que sufrieron semejante aportación (Sierra de Gata y Valle del Alagón, por ejemplo).
- Jerte: en el valle surcado por ese río encantador, destaca el culto a San Blas en este pueblo.
- Las Mestas: festividad antigua la que aún perdura en esa localidad, por lo ya explicado referente a su comarca natural de Las Hurdes.
- Montehermoso: importantes actos en honor de San Blas, con el protagonismo de Los Negritos (como veremos luego ampliamente).
- Moraleja: entre el Alagón y la Sierra de Gata, participa de la celebración a San Blas (como es lógico, dada su ubicación).
- Nuñomoral: se dice en el pueblo que es la fiesta más antigua de la localidad, de origen prerromano. Es natural, pues como sabemos es uno de los municipios más emblemático de Las Hurdes. Aquí celebran una danza en honor del santo en la Procesión y en la Plaza Mayor, con tres modalidades: Ramo de San Blas,Danza del Paleo (en la que imitan a guerreros) y Baile de los Cordones (que consiste en trenzar y destrenzar las cintas colgadas de un palo, danza que también se ejecuta en otros lugares, caso de Montehermoso o en la comarca de La Vera). Y me llama la atención la presencia en esta localidad (también en el cercano pueblo de Caminomorisco) de un personaje denominado «El Graciosu«, que (entre otras indumentarias) porta una especie de mitra de obispo con una clara alusión al cargo episcopal de San Blas); figura ésta que guarda cierta relación con la del «Palotero» de los Negritos de Montehermoso, según veremos más adelante.
- Puerto de Santa Cruz: donde celebran una Procesión, con roscas y cordones de San Blas (como en tantos otros lugares).
- Riolobos: otro municipio del Valle del Alagón que (especialmente en el pasado) también conmemoraba a San Blas.
- Santibáñez el Bajo: otro más, aunque su ubicación se halle en la conexión de ese valle con Las Hurdes y Sierra de Gata. Pueblo siempre muy ganadero, por lo que el culto a San Blas estuvo presente en su evolución histórica. En los últimos años, los protagonistas son los «quintos«, quienes celebran diversos actos en honor del santo: incluyendo el «Macho Cabrío«, al que emborrachan, azuzan a los niños, sacrifican y comen. También hay procesión a S. Blas.
- Torreorgaz: a partir de las 12 de la noche del día de San Blas, los jóvenes y quienes transiten por las calles en esas horas se tiznan con corcho requemado. Como veremos, este acto guarda cierta relación con el de Los Negritos de Montehermoso.
- Valverde del Fresno: tuvo ermita y barrio, con procesión (en la que intervenían jinetes de ambos sexos). Famosa fue la canción de «La Chana», que desde niño yo escuchaba en Montehermoso (algo muy natural, pues el folklore se difundía entre zonas no muy alejadas).
- La Vera: en lugar de individualizar, agrupo y resumo en esta comarca a diferentes pueblos veratos que siempre tuvieron presente a San Blas en su ciclo festivo anual. Me estoy refiriendo (sobre todo) a Aldeanueva de la Vera, Arroyomolinos de la Vera, Cuacos de Yuste, Garganta la Olla, Jaraíz de la Vera, Jarandilla de la Vera y Valverde de la Vera. En todos ellos (incluso en algunos más), el Cordón de San Blas preside estos actos: bailado (con las cintas) y con la tradición de portarlo al cuello (como prevención contra los «males de garganta«, costumbre generalizada y asociada a San Blas).
- Campo Arañuelo, La Jara y Los Ibores: como en el caso anterior, casi todas las localidades de esa amplia zona, muy relacionada también con la ganadería y la Mesta, festejan a este mismo santo (protector, igualmente, de la garganta y los ganados), sobre todo en el pasado más o menos remoto. En los numerosos trabajos históricos o de investigación diversa que sobre esos pueblos he hecho (y continúo haciendo), el culto a San Blas aparece por doquier. En unos casos con iglesias bajo su advocación (como ocurre con Robledollano, Toril y Valdecañas), en otros con ermitas y cofradías (Carrascalejo, Casas de Miravete, Casatejada, Peraleda de San Román, Robledollano, Romangordo, Villar del Pedroso, etc.), o con imágenes del santo en la iglesia (caso de Navalmoral de la Mata).
· Otras fiestas de finales del invierno
Además de los actos religiosos y festivos en honor o con motivo de San Blas, antes o después de esa fecha se celebran en nuestra Comunidad (y en otras) otras conmemoraciones que, como en el caso anterior, guardan también otras connotaciones ajenas a las religiosas, ya que están relacionadas con los antiguos ritos que señalaban el final del invierno y el alborear de la primavera. Así pues, aunque se celebran en otra cronología, guardan cierto parecido con la de San Blas: nos referimos ahora a los actos en honor de otro santo muy querido años ha, ganadero también, San Sebastián (20 de enero), caso de Acehuche (Las Carantoñas) y Piornal (Jarramplás), que son los más destacados en el apartado religioso-profano.
Por cierto, ya que hablamos de este último santo, hemos podido comprobar con un elevado número de muestras (en la casi totalidad de los municipios del norte extremeño, que es lo que mejor conozco) lo siguiente: todos los pueblos ganaderos (incluyendo los serranos, como es obvio) rindieron culto (y aún lo hacen muchos de ellos) a San Sebastián, a San Blas, o a ambos conjuntamente. Veamos algunos ejemplos:
- San Sebastián: como patrón de la localidad, con iglesia bajo su advocación (como Campillo de Deleitosa, Higuera de Albalat o el desaparecido Torviscoso); con culto destacado, en la mayoría de los casos con ermita, o al menos con Cofradía en el pasado (Deleitosa, Mesas de Ibor, Peraleda de la Mata, Saucedilla, Serrejón, etc.); e, incluso, hubo casos con Hospital en su honor (Villar del Pedroso).
- San Blas: como patrón de la localidad, con iglesia bajo su advocación (según podemos apreciar en Toril, Robledollano y Valdecañas); con ermita, Cofradía y otras importantes manifestaciones (Casas de Miravete, Romangordo, todos los pueblos de la Vera, Sierra de Gata, la Jara cacereña, etc.).
- Culto a ambos: Casatejada o Montehermoso, por poner dos ejemplos.
Como es natural, todo tiene su explicación y, en estos casos, también la posee:
- Los pueblos ganaderos, más que el hecho de ser asaeteado, destacaban en San Sebastián el que hubiera sido respetado por las fieras cuando fue arrojado al Circo por primera vez, antes de que intervinieran los arqueros. Por eso motivo, los pastores buscaban en él protección para sus ganados ante el acoso de lobos y otras alimañas, tan abundantes entonces.
- En términos parecidos, sabemos que San Blas fue el patrón de los cardadores, porque fue martirizado con peines de hierro, similares a los que usaba este gremio. Pero también podríamos incluir aquí algunos otros mundanos, entre los que sobresalen las numerosas ceremonias o ritos que se celebran en Extremadura con motivo del Carnaval (aunque algunos se entremezclan con los religiosos, incluyendo los ya citados):
- Las botargas, carantoñas y mojigangas: figuras y grupos humanos revestidos, o figurados personajes chanceros y jocosos, construidos a base de madera, paja y trapos, en torno a los cuales se desarrolla la fiesta: Jarramplás (Piornal), Taraballo (Navaconcejo), Peropalo (Villanueva de la Vera), Bo o Zapanjino (Pasarón de la Vera), Las Carantoñas (Acehuche, Martilandrán y Fragosa), La Caratolla (Galisteo), Los Candelarios (Feria), Los Compadres(Ribera del Fresno), Los Pantarujas (Almendralejo), El Febrerillo (Cáceres), Marimanta (Badajoz, en Las Candelas), etc.
- Tiznarse la cara: es (o era) costumbre usual en esas fiestas mundanas en Las Hurdes, Maguilla, Campolugar, San Vicente de Alcántara y Cedillo (Día del Tiznote, el Martes de Carnaval). Acerca de esa tradición, García Matos afirmaba que «es costumbre muy extendida en Extremadura la de enmascararse o embadurnarse la cara para ejecutar una danza».
- Personajes del Carnaval hurdano: en esos festejos y en esa comarca proliferan las carantoñas, antruejus, diabrillus, obispus, mamarrachus, graciosus, etc. También existe una perfecta simbiosis hombre-animal, a los que imitan con pieles, movimientos, etc. Hay que tenerlos en cuenta también a la hora de comprender el rito de Los Negritos de Montehermoso. A pesar de que difieran en su repertorio con la que vamos a analizar con mayor profundidad, no debemos mantenerlas al margen pues guardan relaciones inseparables.
- Igualmente, podríamos citar a Las Candelas: fiesta muy unida a la de San Blas, no sólo por el calendario, sino también por las tradiciones rituales de ambas (incluso, con el paso de los tiempos, elementos propios de cada una de esas dos celebraciones se han asociado). Aunque ahora vamos a centrarnos más en esta última, por motivos obvios, una vez que veamos antes un apartado cultural que es fundamental en la fiesta de Los Negritos y otras.
· La Danza
A través de este capítulo básico en el folklore pretendemos justificar una destacada parte del repertorio de Los Negritos, ya que nos pone en relación con una señalada manifestación cultural extremeña. Como es lógico, vamos a centrarnos en las que guardan cierta similitud con las ejecutadas en esta celebración montehermoseña.
Un buen número de las que perviven en Extremadura suelen ser ejecutadas por grupos de 6 u 8 hombres, más el que actúa como «guión» («botarga» o similar).
- Existen numerosos bailes de «paloteo« en la Alta Extremadura, sobre todo en La Vera (Aldeanueva de la Vera, Arroyomolinos de la Vera, Cuacos de Yuste, Garganta la Olla, Jaraíz de la Vera, Jarandilla de la Vera, Majadas…), las Hurdes (como hemos citado) y Valle del Alagón (Guijo de Galisteo, Mirabel, Montehermoso, Riolobos y Torrejoncillo). Y también en la Baja, como los casos ya mencionados de Garbayuela y Peloche.
Hacen referencia a comportamiento bélico, imitación a animales, oficios, etc. Más allá de la significación guerrera, también hacen alusión a otras connotaciones: expulsión del invierno y del año viejo, de la energía negativa (lucha con la positiva), estaciones, fertilidad, expulsión de seres antropomórficos (los danzantes mascarados hacen relación a Jano embadurnado). - Otros: además de los anteriores, y con algunas variantes (aunque en el fondo están relacionados), en Extremadura hallo sonadas manifestaciones deDanzantes del Corpus (también a ciertas Vírgenes): Fuentes de León (6 más uno, con indumentaria semimilitar, como en Montehermoso), Fregenal (Los Lanzaores, 8 más uno), Alconera (El Paso, a San Pedro de Verona), Peloche (6 más uno, con castañuelas en la manos y cascabeles en los pies), Villarta de los Montes (Danza de los Palos, en el Corpus y la Virgen), etc.
Como adelantaba, en estos casos poseen destacadas diferencias con los anteriores, a pesar de sus semejanzas evidentes.
LOS NEGRITOS DE MONTEHERMOSO
De acuerdo con lo expuesto anteriormente, una de las celebraciones que con motivo de la festividad de San Blas tiene lugar en nuestra Comunidad Extremeña es la citada de Los Negritos de Montehermoso, que pasaremos a analizar con más detalles a continuación.
· Celebración
– Inicio de la fiesta, la Velá de San Blas: los actos comienzxan el 2 de Febrero, víspera de San Blas (coincidiendo con «Las Candelas«, pero con celebración diferente):
Al atardecer de ese día, se acude al domicilio de los mayordomos, que obsequia a los asistentes con vino, de la tierra, aguardiente (destilado del anterior) y buñuelos caseros (realizados para la ocasión artesanalmente).
Después, una vez que las campanas de la torre tocan a «La Velá«, salen los negritos y se encaminan a la iglesia: lo hacen sin tiznar y con indumentaria «natural», ataviados sólo con una antigua gorra militar de borla delantera (aunque en el pasado no la usaban, portando en su lugar un pañuelo que llamaban «Rocaol» y que ahora llevan al cuello, similar al que utilizan en otros lugares: como sucede en La Vera, por ejemplo); tocando un pasacalles al son de castañuelas, flauta y tamboril; mientras los mayordomos llevan unos velones encendidos, y algunos faroles los acompañantes.
En la puerta del templo se detienen, y allí bailan «La zapateta» (que es una danza de pie). Una vez finalizada, prosiguen su camino por las calles del pueblo, tocando sin cesar el pasacalles, hasta que llegan a la ermita de San Sebastián, donde repiten la danza anterior (el hecho de acudir a este lugar siempre me llamó la atención: tal vez porque antiguamente la imagen de San Blas se ubicó en esa ermita; o dada la interrelación existente entre ambos santos, sobre todo entre las antiguas sociedades pastoriles…).
Desde ese lugar se dirigen hacia la ermita que cobija hoy a San Blas (y que comparte con el patrón del pueblo, San Bartolomé). En la puerta de ese lugar reiteran la danza mencionada, tras lo que penetran en el citado templo, siempre acompañados por los mayordomos (con sus velones encendidos) y el resto de la comitiva (muchos de los cuales también portan faroles o similares).
En el interior de la ermita vuelven a bailar «la zapateta«, pero ahora individualmente: primero lo hace «el palotero«, pero cada uno de los seis danzantes se lo impide, empujándolo y quitándolo del medio, cayendo sobre los asistentes; después ejecuta el mencionado baile cada uno de los danzarines, acompañados al son de las castañuelas por sus otros cinco compañeros; y así sucesivamente, hasta que lo hacen los seis. Vuelve a intentarlo «el palotero«, pero los danzantes no le acompañan con las castañuelas, a pesar de que les pide colaboración (pues la suyas no suenan, ya que son de corcho…). Después pueden bailar los acompañantes, si así lo desean, a la vez que proclaman gritos de ¡»viva San Blas«! Podemos apreciar, pues, como interviene también el espectador, algo que es muy importante.
Una vez que finaliza el acto, regresan al pueblo al son del musical pasacalles con tamboril, flauta y castañuelas. Y, durante la noche, recorren los domicilios de los mayordomos de años anteriores, donde entonan tradicionales canciones denominadas «Floreas«, que son las más antiguas.
– Día 3 de Febrero, San Blas:
Ese día, por la mañana, el tamborilero acude al domicilio del Palotero para recogerlo, como jefe del grupo que es. Y ambos van a cada una de las casas del resto de los miembros del grupo, que ahora ya están ataviados con su indumentaria tradicional (el traje típico de Montehermoso, más el citado gorro militar; aunque el traje del palotero es diferente, como ya explicaremos en otro apartado), recogiéndolos.
Cuando están todos, se encaminan a la casa de los mayordomos, donde los siete se tiznan la cara con corcho quemado. Tras lo que repiten el acto de la víspera: beben vino o aguardiente, acompañados por buñuelos caseros; y bailan la típica «zapateta«. Y, cuando las campanas de la torre comienzan a repicar, la comitiva se encamina a la iglesia, donde recogen al párroco.
A continuación, se dirigen a la ermita del santo, bailando y tocando un pasacalles al son de castañuelas, flauta y tamboril. Y, en la puerta de ese lugar, ejecutan varias danzas.
Después entran en el templo, donde se inician los actos religiosos en honor de San Blas, con Misa incluida (hace años, llegado este momento, los negritos salían de la ermita hasta que finalizaba la ceremonia religiosa: según algunos, para no interferir en la misma con sus bailes y actos, que consideraban paganos; según otros, debido a sus propias creencias, ya que los hombres eran reacios a las Misas…). Y, llegado el momento de la Consagración, el tamborilero toca el himno nacional (la «Marcha Real» que, como es natural, se incorporó en fases posteriores al origen de esta celebración) con flauta y tamboril, acompañado también por las castañuelas de los negritos.
Cuando finaliza el Sacramento, la comitiva lleva al santo en procesión hasta la Plaza Mayor, siempre acompañados por los mayordomos y negritos, con sus bailes y música ya comentada.
Una vez en ese lugar, nuestros protagonistas ejecutan todo su repertorio de danzas, que suman diecisiete en total: la reiterada zapateta, la golondrina, el cardo, la zarza, el jaramago, el ama del cura, los oficios, la danza del pie, la culebra, la emperadora, la gascona, los vuelos, el mambrú, la moza gallarda, la sorda, el cordón y la zorrita; mientras el palotero realiza una serie de actos jocosos (saltos, muecas, etc.), con el fin de divertir a niños y mayores (aunque existen diversas versiones o interpretaciones acerca de su comportamiento, según analizaremos después); y, entre cada una de ellas, el palotero hace una reverencia al santo a la vez que grita ¡»viva San Blas«! Podemos apreciar cómo, en este momento, los actos religiosos dan paso a los profanos (aunque después regresan de nuevo).
Finalizado el repertorio, y tras un breve descanso, mayordomos y negritos recorren las calles del pueblo con el fin de «pedir la maná«: donativo para el santo, a cambio del popular «Cordón de San Blas» (típico aún en gran parte de Extremadura, como protector para las enfermedades de la garganta, recordando el martirio del santo armenio). Como siempre, al son de tamboril, flauta y castañuelas. Tema ya explicado en otros momentos.
· Fundamentos históricos
Una vez expuesto el ritual de esta fiesta, incluyendo las manifestaciones culturales y relaciones espaciales con otras celebraciones o localidades, también creemos oportuno añadir algunas otras notas de interés.
-Acerca de sus orígenes, y como es natural en estos casos dada su manifiesta antigüedad y ausencia de fuentes escritas, son diferentes las versiones referentes a la gestación y evolución de su conjunto ritual. De todos modos, es lógico que presentemos dos versiones:
Si nos atenemos a la tradición, desde niño nos contaban -al igual que al resto de paisanos- el supuesto origen de esta celebración, del propio grupo de «negritos» y de los festejos o ritos que ejecutan en esta fiesta. Como es natural, siempre lo creíamos así y, aunque hoy ponga en duda ciertos pasajes (propios de toda transmisión oral o de leyendas más o menos reales), todavía el pueblo recuerda o mantiene esta hipótesis como cierta: de ese modo, nos narraban que hace siglos hubo una familia muy pobre compuesta por siete hermanos, que cada año se acercaban al pueblo en busca de ayuda cuando llegaba la celebración de San Blas; y, cambio de la limosna solicitada, ejecutaban una danza ritual (diferente cada año, para evitar ser identificados). Pasados muchos años (dieciséis, según las fuentes orales que nos lo transmitieron), y una vez que habían agotado su repertorio, comenzaron a reiterarlo; pero ahora con la cara tiznada, para no ser reconocidos; a la vez que uno de ellos se adornaba con traje de bufón y se cubría con una especie de mitra episcopal, con la finalidad de hacer reír a los asistentes. Cuando bailaban delante de la autoridades presentes, y estando entre ellos el Obispo de la diócesis, éste los reconoció exclamando: «éstos son los negritos de Santo Tomé, que todos los años nos vienen a ver«…
Así nos lo contaban, y de este modo lo referimos. Sin embargo, recurriendo a los fundamentos históricos, etnográficos y cuanto hemos expuesto al principio, aunque pueda haber cierta aproximación a la realidad en esa versión popular, nos inclinamos por esta otra:
Tras la repoblación medieval que se lleva a cabo en el Valle del Alagón y sus alrededores, y una vez que los rebaños transhumantes de la Mesta inician sus seculares desplazamientos estacionales debido a la interrelación clima-vegetación, una serie de cultos y tradiciones populares se generalizan en esta zona y localidad, enriqueciendo el folklore y la cultura local y extremeña. Como sucede generalmente en este tipo de manifestaciones populares, partiendo de un fondo de elementos culturales propio, se enriquece gradualmente incorporando componente de otros lugares, a la vez que también se exportan hacia otros lares posteriormente. De este modo, y al cabo de muchos años, se llega a la situación actual: con numerosas coincidencias etnográficas, pero también con notorias diferencias. El aislamiento de Montehermoso (sin puente para vadear el Alagón hasta mediados del siglo XX…), unido a sus particularidades propias y riqueza cultural, han motivado que esta celebración (y otras) se haya conservado con gran pureza; aunque también hemos señalado que se han añadido ciertas variantes, como es el caso de la sustitución del antiguo «rocaol» por el gorro militar.
De todos modos, hay aspectos valiosos a tener en cuenta en ambos casos: la aparición de elementos ancestrales prerromanos, el típico añadido de principios religiosos (en este caso, dedicados a San Blas), la incorporación de ingredientes económico-sociales (las sociedades ganaderas), las tradiciones etnológicas seculares (tan ricas en Extremadura), nuestra singular pero variada gastronomía, la participación popular, y un largo etcétera.
· Valoración
Una vez analizado detenidamente todo lo que hasta ahora hemos expuesto, comprobamos cómo esta fiesta es una de las más antigua, identificadora y significativa de Extremadura; no sólo por el número de municipios que afecta o relaciona, sino por sus propios valores intrínsecos y expresivos. Quien ya haya asistido en vivo a su celebración, verá que es cierto cuanto exponemos.
De todos modos, como sucede con otras costumbres y manifestaciones tradicionales y culturales de esta localidad extremeña, la originalidad y riqueza antropológica destaca sobre las de otros lugares. Y, dentro de las numerosas variantes que en honor de San Blas se celebran —o del ciclo festivo de invierno-primavera, incluyendo las raíces protohistóricas— consideramos que ésta es —si no la más importante— una de las más representativa, ya que reúne todos los ingredientes para que sea muy apetitosa: antigüedad, variedad y cantidad de danzas, traje típico, tradiciones (como la velá, el cordón, …), gastronomía, originalidad, relaciones con otras fiesta y lugares, representación de la realidad cultural extremeña, número de vecinos participantes y asistentes, etc.
En los últimos años asistimos a una búsqueda incesante de festejos populares, casi siempre con una finalidad económica manifiesta. Sin embargo, ésta fiesta de Los Negritos de San Blas no hay que recuperarla o hallarla, ya que siempre estuvo vigente en Montehermoso (aunque no tuviera subvención…): prueba de ello es que (como presentamos, y según puede comprobarse en las Hemerotecas de aquellas fechas) el grupo de Los Negritos de Montehermoso (junto con «Las Italianas» de Garganta la Olla), fueron invitados para actuar con motivo de la Coronación de la Virgen del Puerto de Plasencia, el 27 de abril de 1952. Lo que se ha repetido 50 años después, en la misma fecha pero del presente año 2002. Entonces fueron considerados (en unión de las jóvenes veratas mencionadas) los más genuinos representantes del folklore religioso y popular del norte de Extremadura, y aún lo siguen reconociendo: en caso contrario no habrían sido invitados para coparticipar en una conmemoración tan trascendental para los placentinos, entonces y ahora.
Por todo ello, creemos conveniente que dicha celebración o fiesta debería ser declarada de Interés Turístico Regional (de acuerdo con el Decreto 152/1997, de 22 de diciembre). Lo avalan los datos y valores expuestos, así como el evidente hecho de ser una fiesta señera dentro del colectivo más representativo del folklore extremeño y que, aunque posee identidades propias, a su vez condensa o reúne otras que aparecen dispersas por la geografía regional: es, pues, una celebración singular y aglutinadora.
Otros aspectos también influyen en su favor: su propio vecindario (que supera los 5.500 habitantes); las infraestructuras con que cuenta esta localidad (locales y comarcales); su amplia riqueza natural, patrimonial, cultural y etnográfica, en el municipio o en el entorno más inmediato (Hurdes, Sierra de Gata, Coria, Plasencia, etc.); y un largo etcétera que quien lo visita conoce perfectamente (quien no lo haya hecho aún le aconsejo que no se lo pierda, especialmente en la citada celebración del 2-3 de febrero).
Lo que también asevera quien esto escribe, con manifiesto y natural cariño hacia el pueblo donde nació, pero con bastante objetividad.