José Manuel Jerez Linde.
ANTECEDENTES.
De la mano de Bernabé Moreno de Vargas encontramos las primeras notas que refieren el lugar denominado “Torre del Águila”, donde según el historiador, tendría lugar el hallazgo de la imagen de Ntra. Sra. de Barbaño:
“Hallose entre los edificios antiguos que están arruinados allí cerca, y llaman los paredones en la dehesa de Torre del Águila; lleváronla a la iglesia de San Isidro, y se volvió por dos veces al sitio adonde fue hallada; por lo cual los del Montijo se determinaron hacerle una iglesia, ya que no en aquel sitio por ser la dehesa ajena, la edificaron a su linde en la de Barbaño, que es suya, adonde hoy está. La imagen es pequeña, algo morena y muy parecida a la de Guadalupe y a otras que hay en España muy antiguas; tiénese por cierto fue del tiempo de los godos, porque es de ellos la fábrica de los edificios adonde se halló, que fue alguna iglesia parroquial de caserías que por allí estaban, y se anegó en alguna creciente del Guadiana, y pudo ser en la que refiere Paulo Diácono”.
FIGURA 1
En la década de los años setenta el párroco Vicente Navarro del Castillo, llevado quizá por la curiosidad y también por los numerosos restos esparcidos por el terreno, llega a identificarlos con los ya referidos en el siglo XVII. El yacimiento de Torre Águila se encuentra en la carretera que conduce hasta el poblado de Barbaño, a pocos metros tras cruzar el puente sobre el Guadiana, en la carretera hacia Montijo[1]:
“Junto a este cortijo, situado a la derecha de la carretera, se puede ver un pozo hundido, unas habitaciones soterradas en el mismo declive del cauce del río”.
- LA EXCAVACIÓN.
Pese a la evidencia de todos estos materiales dispersos en una gran extensión, no será hasta 1984 cuando se produzca el hallazgo de las primeras estructuras de este impresionante enclave arqueológico. Las labores de nivelación en la finca dejarían al descubierto parte del primer complejo termal junto con la evidencia de otras edificaciones[2]. Se lleva a cabo entonces una primera campaña de excavaciones a la que se han sucedido varias más hasta llegar a la última en 2012, centrada fundamentalmente en la excavación de parte de la necrópolis altomedieval así como en la limpieza y excavación definitiva de dichas termas.
FIGURA 2
- EL YACIMIENTO.
La dilatada pervivencia de este asentamiento rural (ss. I–VII d C.) nos deja un complejo entramado de estructuras que se superponen y que complican, más si cabe, la interpretación del conjunto parcialmente excavado.
Las primeras construcciones de la villa de “Torre Águila” se llevan a cabo en un período comprendido entre mediados del s. I e inicios del s. II d C., coincidiendo seguramente con la ocupación de las tierras de Augusta Emerita. Serán estas primeras dependencias por tanto las más afectadas en el continuo desmantelamiento que va cambiando paulatinamente la fisonomía de esta primera vivienda. Entre estas antiguas construcciones, quizá la más sorprendente, es la que conocemos como “granero”. Se trata de un edificio soterrado, cuyas paredes están revestidas de grandes bloques de piedra caliza, que le confieren un aspecto casi ciclópeo. Al no apreciarse ningún tipo de puerta de entrada, el acceso a este espacio cerrado requeriría seguramente del uso de alguna escalerilla desde la cubierta. Damos por hecho de que este espacio pudo servir como almacén, posiblemente de grandes dolia contenedoras de aceite o vino, dadas las condiciones de conservación que presenta.
También a estos primeros años se corresponde una serie de pequeñas estancias en torno a un peristilo asimétrico de grandes dimensiones. La planta de estos cubículos apenas sobresale de la superficie, dando una idea del nivel de demolición de este sector. Del interior de este primer peristilo se conserva parte de un canal que conduce hasta una fuente semicircular que, siglos después, sería convertida en calera[3]. Entre los restos materiales de esta primera fase queremos destacar el conjunto de cerámicas de mesa Terra Sigillata, de mediados y finales del s. I d C.[4], junto con otros recipientes elaborados en la propia Mérida y que conocemos como “paredes finas”, fragmentos de vidrio y bronces como el excepcional surtidor de fuente que representa una máscara teatral trágica[5].
Incluimos en esta etapa otra importante habitación subterránea que bien pudiera tratarse de un oecus estival. Concebida justamente para preservar su interior de los rigores estivales y que en la actualidad sigue proporcionando ese gratificante cambio de temperatura al público que nos visita en los meses de verano[6]. Su funcionalidad como sala triclinar parece demostrada si atendemos a las altas temperaturas de los meses estivales. Poco podemos aportar en cuanto a la decoración original de su interior al no existir elementos suficientes con los que trabajar[7]. En el momento de su descubrimiento, estaba colmatada hasta la bóveda con toda clase de residuos a modo de escombrera, lo que para nosotros supuso una extraordinaria secuencia donde se entremezclaban materiales de diversos momentos.
FIGURA 3
Pero no se podría entender la suntuosidad y desarrollo de esta casa sin contar con el aspecto económico, materializado en una serie de instalaciones para la explotación vinícola y oleícola. Posiblemente ya desde finales del s I d C. se pueda plantear este tipo de actividad, enfocada en principio a la elaboración del vino, aunque el verdadero motor económico de la villa sea el aceite. De la magnitud de estas instalaciones dan cuenta labras, prensas y aljibes, permitiéndonos seguir, paso a paso, todo el proceso de elaboración y almacenamiento de estos dos productos. Su extraordinaria conservación sorprende al haber sobrevivido al paso de los siglos, manteniéndose en activo al menos hasta bien entrado el siglo IV d C., lo que lo convierte en referente obligado.
En torno a los finales del s. III d C. se produce el abandono y ruina de gran parte de la villa como consecuencia de la inestabilidad social y el consiguiente declive económico. La inseguridad y el desabastecimiento parecen provocar la huida masiva de las ciudades, donde las posibilidades de saqueo son mucho mayores. En estas circunstancias el campo parece el mejor lugar para la supervivencia y el autoabastecimiento, prescindiendo eso sí, de muchos de los trabajadores. Algo que redundará en que parte de las dependencias de este caserío caerán en desuso[8].
El siglo IV supone en cambio un importante resurgir económico siendo la agricultura y especialmente la explotación del aceite, la razón de ser de este nuevo período de bonanza. El nuevo propietario de Torre Águila, seguramente haciendo gala de su posición, confiere a la nueva casa unas proporciones casi monumentales, algo que por otra parte, entra dentro del modelo áulico[9]. Son edificadas varias estancias cuya planta e incluso los materiales empleados las hacen especialmente atractivas[10].
Una de ellas, posee forma octogonal y sus paredes interiores alternan una serie de hornacinas semiesféricas y rectangulares, estas últimas con aplacado de mármol veteado en gris. El segundo gran salón -igualmente retirado- es un espacio concebido originalmente en forma de cruz latina, provisto de cuatro ábsides, uno de los cuales sería finalmente anulado convirtiéndolo en puerta de entrada. El edificio se erige sobre una habitación anterior de estructura tetrafoliada y dotada de un pequeño hipocausto que proporcionaría calor durante los meses de invierno[11].
Se conserva una pequeña parte de la decoración pictórica de esta estancia, hoy cubierta de tierra a fin de preservarla de la intemperie. Todas las hipótesis apuntan al uso religioso de esta construcción, tratándose con toda seguridad de los paredones que señalaba Moreno de Vargas y que suponemos congregaría a una pequeña comunidad de trabajadores. Esta especie de ermita rural, y también el resto de dependencias se vería afectado por las avenidas del Guadiana descritas ya por los padres emeritenses en el s. VII d C.:
“Después de quince o más años el memorable río Guadiana creció mucho y, sobrepasando las orillas de su curso, extendió en una gran latitud la corriente de agua y causó muchas ruinas en los edificios de las quintas próximas e, igualmente, en las dependencias del Monasterio de Cauliana”[12].
Pero no sería este el único edificio cultual en Torre Águila, pues también se conserva la planta de lo que fue una primitiva iglesia, dotada con doble baptisterio, y cuyas ruinas albergaron numerosos enterramientos que se fechan entre los siglos V-VII d C. Esta concentración de sepulturas entre los muros de este edificio obedece precisamente al deseo más profundo de querer estar lo más cerca posible de este santo lugar[13].
FIGURA 4
Queremos destacar igualmente un segundo e imponente complejo termal, fechado junto con el resto de grandes edificaciones en el s. IV. Conserva buena parte del hipocausto y restos de las conducciones de agua, así como un pozo situado en la parte trasera. Sorprende al visitante las dimensiones del gran salón en torno al cual se disponen las distintas bañeras, la cubierta estaría sustentada por grandes pilares apoyados en sillares de granito.
Accedemos a este gran salón por medio de una pequeña estancia en forma de herradura de la que destacan una serie de hornacinas que albergarían varias esculturas. La primera bañera que encontramos es el tepidarium, de forma absidiada. Resulta curioso observar en sus paredes un total de hasta seis hornacinas[14]. La zona inferior conserva aún algunas placas de mármol veteado que dan una idea del revestimiento de la bañera. Llama la atención las remodelaciones de este espacio quizá en un intento por impermeabilizar y contener el agua. Sobre la pared de la derecha se ha recreado un banco adosado para dar esa idea de salón-vestíbulo que realmente tendría. A continuación se localiza el frigidarium de forma cuadrangular al que se accedía por medio de dos escalones de ladrillo revestido de opus signinum[15].
Con respecto a la necrópolis hemos de aclarar que, hasta la fecha, no hay indicio de enterramientos que se correspondan con las primeras etapas de Torre Águila, hecho que aún plantea serias dudas. Hemos de tener en cuenta la proximidad de una charca, y es un hecho contrastado que el propio curso del río Guadiana fue cambiando y arrasando a su paso cuanto encontró[16]. Las inhumaciones localizadas en este sector se llevan a cabo aprovechando uno de los muros del peristilo de la villa de inicios del s II d C. Estamos ante un claro indicativo del estado de abandono de esta parte de la vivienda en época cristiana.
Entre las tumbas localizadas junto al antiguo peristilo, observamos una preponderancia de aquellas que presentan cubierta de ladrillos a dos aguas, concentrándose especialmente junto al muro que aún conserva las basas de las antiguas columnas. En otros casos vemos la reutilización de diversos materiales como cubierta (columnas, losas de pizarra, etc., etc.). Una de las lápidas descubiertas en este sector presentaba un epígrafe completo:
«Maxomma sierva del Señor que vivió 81 años, descansa en la paz del Señor el día 4 de Mayo del año 604 (28 de Abril del año 566). Dulcisus, siervo del Señor que vivió 93 años, descansó en la paz del Señor el día 1 de las kalendas de Agosto del año 610 (31 de julio del año 572). Epundius”.
FIGURA 5
FIGURA 6
La inmensa mayoría de los restos óseos han sido estudiados pudiendo ser determinados edad, sexo, estatura o incluso las diversas patologías de cada individuo. Recientemente en un estudio antropológico sobre los últimos enterramientos localizados en 2012, se ponía de manifiesto el desgaste del esmalte dental, seguramente como consecuencia de la masticación del pan elaborado con cereal molido en granito. Estas partículas de mica o cuarzo, mezcladas con la harina, serían por tanto, la causa principal de este desgaste.
Queremos mencionar también otro importante documento epigráfico, reflejado en el que conocemos como miliario del usurpador Magnencio (303-353 d C.), y cuya lectura no estuvo exenta de cierta dificultad, al descubrirse restos de al menos tres inscripciones diferentes[17]. La columna granítica apareció fragmentada y encastrada en el interior del complejo termal, siendo por tanto desplazada de su lugar de origen en alguna de las múltiples reformas.
También y por su significación, queremos destacar el hallazgo de una fíbula aquiliforme, del tipo “cloisonné” (s. VII d C.), de la que se conocen pocos ejemplares. Está elaborada en una fina lámina de cobre sobre la que se ha añadido una especie de cinta que conforma el entramado de celdillas. En cada una de estas se inserta un pequeño granate triangular, el ojo en cambio, adopta la forma de ficha discoidal, realizada en pasta de vidrio azul. Sobre el pecho aparece una especie de escudo de forma almendrada que igualmente contiene esta serie de pequeños granates[18].
FIGURA 7
FIGURA 8
Será a partir del s. VII d C. cuando se produzca el declive de Torre Águila, que pasará a convertirse en una alquería aislada hasta su despoblamiento y ruina final. Pero la secuencia ocupacional nos lleva a pequeñas evidencias de una fase muy posterior como algunas monedas[19] e incluso fragmentos de loza vidriada que se enmarcan en el s. XVII. El continuo hallazgo de restos en estas tierras es algo que no escapará a la atención de agricultores y vecinos, refiriéndose al lugar como el “tesoro”[20].
FIGURA 9
FIGURA 10
Tras años de lucha conseguimos una primera puesta en valor del yacimiento, a la que fue necesaria sumar una segunda y urgente consolidación de muros y estructuras que amenazaban con derrumbe. Se trabajó igualmente en dotar al yacimiento de un itinerario idóneo para hacer de este yacimiento un lugar visitable, adecuándolo y dotándolo de accesos, paneles explicativos e incluso aparcamientos. En el año 2012 se crea la asociación de Amigos de la villa romana de Torre Águila, cuyo principal cometido es la puesta en valor de este yacimiento, así como también los recursos turísticos de las Vegas Bajas.
Cada año además, el ayuntamiento de la localidad de Barbaño, organiza un festival romano que pretende difundir este yacimiento arqueológico. Dentro de la programación de este festival “Amnis Callis” se organizan unas jornadas técnicas en las que participan diversos especialistas e investigadores. Precisamente en esta VI edición se trató sobre la repercusión que Torre Águila ha supuesto y supone para la comunidad científica, y más concretamente en el campo de la investigación. A través de este aparato bibliográfico hemos llegado a determinar algunas de las temáticas que han ocupado el interés de todos estos investigadores. Por fortuna este importante enclave, del que aún queda una gran parte por descubrir, sigue suscitando numerosos interrogantes y nuevas hipótesis, que a su vez generan y engrosan este repertorio que hoy damos a conocer.
FIGURA 11
FIGURA 12
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[1] En la actualidad la villa se sitúa en la margen derecha del cauce del Guadiana, si bien en los primeros tiempos estaría en la margen izquierda. Este cambio en su curso no solo ha llegado a afectar a buena parte del yacimiento sino que estos mismos daños se han dejado sentir en otra serie de villas romanas localizadas en toda la cuenca media del Guadiana.
[2] El yacimiento se encuentra dividido por la carretera a Barbaño.
[3] El único tramo de canal conservado muestra una serie de pequeñas columnas adosadas y estucadas que aún permiten observar las bandas de pintura roja.
[4] Están representadas mayoritariamente la variedad hispánica (TSH), gálica (TSG) y en menor proporción la de procedencia itálica (TSI) con la particularidad de varios elementos de una vajilla tardo-itálica, cuya dispersión es muy escasa en el territorio peninsular.
[5] En la actualidad expuesta en la segunda sala dedicada a los edificios de espectáculos públicos del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida.
[6] Se trata de una estancia privada (oecus) conservada íntegramente y provista de un pequeño ventanuco para la iluminación.
[7] Se conservan varias molduras y placas de mármol con las que posiblemente estarían recubiertas las paredes.
[8] Muchos de estos establecimientos darán la apariencia de abandono, con el consiguiente deterioro de muchas de las instalaciones ahora en desuso.
[9] El modelo de villa áulica incorpora estancias de carácter monumental en torno a un peristilo.
[10] Seguramente estemos frente a unas dependencias de carácter privado intencionadamente apartadas de la vista de cualquier visitante.
[11] La planta de esta habitación se encuentra en la cabecera de este gran salón cruciforme.
[12] Se trata del Monasterio de Cubillana que se encuentra a orillas del Guadiana, en el término municipal de Arroyo de San Serván (Badajoz).
[13] Es una clara manifestación del fuerte arraigo del cristianismo entre esta comunidad.
[14] A primera vista dan la impresión de tratarse de asientos.
[15] Dadas las proporciones del hipocausto y también del resto de instalaciones, imaginamos que hubo de ser necesario una gran cantidad de leña y también de trabajadores hasta poner en funcionamiento estos baños.
[16] Parte de las estructuras del sector Este han sido parcialmente arrasadas como consecuencia de la proximidad del río. En la actualidad existe una charca de agua estancada y parte de los muros aparecen caídos en la barrera que limita con este humedal.
[17] Lo conservado nos permite leer: A nuestro señor Magnencio, victorioso, siempre Augusto, Pío, feliz, nacido para el bien del Estado. Dieciséis millas.
[18] Evidentemente este tipo de broche implicaría el rango de su propietario.
[19] Se han hallado algunos maravedís resellados del s. XVII.
[20] La inmensa mayoría de vecinos de la localidad de Barbaño conocen estas ruinas como el “Tesoro”. La inauguración del poblado de colonización de Barbaño tendría lugar en el año 1956.