Ene 202016
 

Francisco González Lozano y Mª Guadalupe Pérez Ortiz.

 Resumen

El obispo Fernando Ramírez Vázquez pastoreó la diócesis pacense entre 1865 y 1890; uno de los focos de atención de su pontificado fue el Seminario Conciliar de San Atón, para el que dictaminó normas pedagógicas que marcarían la formación de los colegiales. El análisis histórico-pedagógico que presentamos trata de descubrir la influencia del prelado en el centro en un contexto marcado por el proceso de secularización docente que hundía sus raíces en el principio de que el Estado podía controlar todo lo relativo a la educación, haciéndose extensiva dicha intervención a los Seminarios Conciliares.

Las directrices pedagógicas custodiadas en el Archivo del Seminario Metropolitano San Atón demuestran el interés y la visión educativa del obispo relativas al centro. Este ambiente educativo se plasmó en la trayectoria vital y académica de los alumnos que cursaron estudios en el centro.

  1. Introducción

El Seminario Metropolitano San Atón, fundado por el obispo Fray Jerónimo Rodríguez Valderas en 1664 es una de las instituciones educativas más significativas de Extremadura. Impulsor de cultura y cuna de insignes e ilustres personajes que recibieron la educación de manos del centro creado para formar a niños y jóvenes que aspiraban a la clerecía, el Seminario San Atón ha merecido significativos estudios que ahondan en su trayectoria histórica y pedagógica[1].

El objetivo del presente trabajo pretende analizar, describir e interpretar en su contexto la labor pedagógica de uno de los obispos pacenses que dirigió los destinos de la diócesis y del Seminario entre 1865 y 1890. Consideramos que el obispo Fernando Ramírez Vázquez ejerció una destacable influencia en la organización y dirección del centro educativo por excelencia de Badajoz. El ambiente educativo promovido por el prelado dejó su huella en insignes alumnos del centro.

Envuelve a la situación educativa del Seminario un proceso de secularización docente que hunde sus raíces en la Iglesia nacional borbónica, sustentada en la tradición regalista española. Una mirada histórica a estos acontecimientos nos harán descubrir que el prelado Ramírez Vázquez necesariamente debía dirigir activamente los destinos del Seminario, apartándose del control estatal reinante en todos los ámbitos, incluido el educativo.

Los diferentes planes educativos promovidos por el Estado denotan el deseo de centralizar la educación apartando así a la Iglesia de la labor que tradicionalmente había ejercido en materia pedagógica. El Concordato de 1851 y el Plan de estudios de 1852 para los Seminarios Conciliares marcarán las directrices generales del de San Atón; pero se hacía necesaria la intervención del obispo Fernando Ramírez Vázquez para delinear un auténtico plan formativo para sus seminaristas. Junto a todo esto, el Sexenio Revolucionario (1868-1874) marcará la trayectoria histórica del episcopado de Ramírez Vázquez y su influencia en el Seminario San Atón.

Destacamos, transversalmente, la importancia del Archivo del Seminario Metropolitano San Atón como fuente primordial para el presente estudio y otros de carácter genealógico, pedagógico, histórico y archivístico.

La metodología histórica, presente en el siguiente estudio, nos proporcionará las herramientas para interpretar adecuadamente su labor como alma mater del Seminario.

  1. Secularización de la enseñanza: orígenes y consecuencias

El debate en torno a la “secularización” genera propuestas de diversa índole[2], algunas de ellas relacionadas con la política, otras con cuestiones sociales y varias, las que nos interesan en el presente artículo, relacionadas con la educación. La Edad Contemporánea dio paso al pensamiento ilustrado, oponiendo injustificadamente razón y religión, ciencia y fe. Se iniciaba un proceso secularizador que afectaría notablemente a instituciones de diversa índole, entre las cuales se encontrarán los Seminarios Diocesanos.

Para extender uniformemente y desde los pilares de la sociedad esta nueva concepción socio-antropológica, era preciso recurrir a las instituciones educativas que se convierten en transmisores de cultura a las futuras generaciones. Las diferentes políticas educativas plasmadas en leyes y planes de estudio son testigos de este giro cultural acaecido en la sociedad. La historiografía educativa nos muestra que las políticas educativas se centraron más en la educación secundaria, etapa formativa en la que la Iglesia, principalmente las órdenes religiosas, jugaban un papel primordial en siglos anteriores[3].

Un breve acercamiento a este proceso nos lleva contextualizar adecuadamente las directrices educativas y pedagógicas que el prelado Fernando Ramírez Vázquez diseñó para el Seminario Conciliar de San Atón.

El término “secularización” fue utilizado, por vez primera, en el Tratado de Westfalia, en 1648[4]. Destaquemos que, en aquel momento, no tenía una connotación sobre el valor y la legitimidad de la acción secularizadora, sino que hacía referencia a la liquidación de los señorías religiosos, conventuales y episcopales. Se trataba de devolver a “lo secular” lo que la Iglesia poseía anteriormente, aunque pudiera continuar sirviendo a fines eclesiásticos. El proceso de secularización se refería, así, al cambio de titularidad de bienes religiosos aun pudiendo conservar la finalidad espiritual  de los mismos[5]. Posteriormente, a finales del siglo XVIII, el término secularización se aplicará al cambio de estado “religioso” a “laico”. Será a principios del siglo XIX cuando, en el ámbito católico, se aplique el término a la supresión o usurpación de bienes religiosos por parte del Estado, entendiendo la secularización como el ilegítimo cambio de titularidad de bienes eclesiásticos al Estado. Este contexto sociopolítico amparaba el nacimiento de una concepción filosófica y cultural bajo la categoría de “secularización”.

El fenómeno secularizador se extendió desde el siglo XVII a nuestros días en todos los países europeos y americanos, afectando notablemente a cualquier manifestación de la cultura: arte, política, religión, educación… Ésta última, no es más que el resultado de un recorrido histórico que vería su reflejo en la organización escolar y en la plasmación de fines pedagógicos.

Unido estrechamente al proceso secularizador y atendiendo a las instituciones educativas eclesiásticas que nos atañen -los Seminarios Conciliares- encontramos a mediados del siglo XVIII un concepto de notable trascendencia: la Iglesia nacional borbónica, que era sustentada en la tradición regalista española[6]. A diferencia de las regalías de los Austrias -no exentas de concesiones papales-, el regalismo borbónico se aplicaba el derecho de intervención en asuntos eclesiásticos. Desde esos planteamientos, el Seminario Conciliar debía ser la cuna de un clero ilustrado que transmitiera fielmente la idea de una iglesia nacional unida estrechamente a la Corona, siendo instrumento y semillero de la transmisión de esta concepción filosófico-política al resto de los ciudadanos[7].

Carlos III procuró llevar a cabo esta nueva concepción organizativa del Estado en la que la Iglesia quedaba relegada a un orden más metafísico que temporal[8]. El Rey se reservaba el derecho al gobierno interior de los centros educativos[9] y, por extensión, de los Seminarios Conciliares. Del mismo modo extendió su jurisdicción al control de las universidades, mediante Real Decreto de 8 de noviembre de 1770 y 14 de octubre de 1771. Como contrapartida el Rey cuidaría y administraría las rentas de los colegios mayores, organizando y gobernando la dirección de los mismos. El 22 de enero de 1771 se prescribe a los graduandos de las universidades del Reino una cláusula regalista: “etiam iuro me nunquam promoturum, defensurum, docturum directe neque indirecte quaestiones contra auctoritatem civilem regiaque regalia[10].

Otras muestras del proceso secularizador y control docente por parte del Estado lo encontramos en el Juicio imparcial de Campomanes, quien relegaba a la Iglesia a cuestiones espirituales sin autoridad en lo temporal[11].  La Iglesia debía someterse a las leyes regias, tildando de intromisión irregular la defensa del poder temporal de los obispos[12]. En la misma línea se manifestaría el regalista José de Covarrubias en 1785, sosteniendo que la Iglesia no tenía autoridad en el orden terreno[13]. El siguiente paso lo daba José Moñino en su Instrucción reservada, apuntando la necesidad de un clero ilustrado que apoyara la idea del Estado docente[14], dejando poca o nula libertad a la autonomía eclesiástica en el ámbito pedagógico de los Seminarios Conciliares[15]. Otro exponente de esta concepción secularizante lo encontramos en Diego Muñoz Torrero quien siendo Rector de la Universidad de Salamanca, en 1789, emitía un dictamen en el que se impedía a la Iglesia manifestarse en contra de la tolerancia del Estado respecto a los herejes; años más tarde, en las Cortes de Cádiz, Muñoz Torrero sostendría de nuevo esta posición insistiendo en que la religión católica no podía decir nada, ni a favor, ni en contra, de la tolerancia civil: no era su cometido, estaba desterrada al plano meramente espiritual[16].

La reacción de los prelados ante estas intromisiones fue el conformismo. No supieron anticiparse a las consecuencias de esta nueva visión educativa; las penurias económicas por las que pasaban los centros educativos eclesiales reclamaban ampararse bajo la protección del Estado[17].

Las Cortes de Cádiz marcarían los designios políticos y educativos del siglo XIX; de ellas manó una Constitución en la que se vislumbraba un nuevo orden social y una concepción antropológica distinta, basada en el Liberalismo, colocando en primer lugar la libertad del individuo sobre las cuestiones sociales[18].

Este contexto educativo dará pie a la primera manifestación en el Plan Literario de Estudios y Arreglo General de las Universidades del Reino[19], conocido como el Plan Calomarde, en 1824, que marcaría la formación en los Seminarios Conciliares hasta el año 1852, en que se suprimirían las Facultades de Teología. El Estado se hacía omnipresente en la vida cultural de la sociedad, controlando cualquier institución de índole educativa; muestra de ello fue también el Plan del Duque de Rivas, en 1836[20]. En aras de la ansiada libertad de enseñanza, el Plan Pidal de 1845[21] admitía la posibilidad de creación de establecimientos públicos o privados: los primeros sostenidos e instituidos por el Estado, los segundos por instituciones particulares. Los mismos principios serán aplicados en la Ley de instrucción pública de 9 de septiembre de 1857[22].

Una nueva reestructuración se produce en la segunda enseñanza. Mas tarde, el Real decreto de 9 de octubre de 1866 proponía salvar los estudios de Latinidad mediante profesores y maestros particulares, estableciendo así la “libertad del estudio de las humanidades”[23].

Observamos, por tanto, cómo la secularización social que yacía en la cultura española desde mediados del XVIII, se hacía extensiva a la educación, con pasos lentos, pero firmes, con la intención de descentralizar a la Iglesia como eje de promoción de la cultura.

El Concordato firmado entre Isabel II y la Santa Sede en 1851 vetaba a la Iglesia en ciertos asuntos relacionados con la enseñanza, recogiendo así el intervencionismo estatal en este terreno[24]. Se suprimieron las Facultades de Teología de las Universidades españolas[25]: el Estado no necesitaba a la Iglesia en el ámbito educativo. Como contrapartida, se posibilitó la creación de unos Seminarios centrales que impartirían los grados de licenciatura y doctorado[26] y se dictaminó un nuevo Plan de estudios[27]. Así las cosas, “el requiescat in pace a la teología universitaria española era una realidad consumada”[28]. Se había expulsado del ámbito universitario al alma mater de su fundación, la Iglesia y, por tanto, también la Teología[29].

Variada fue la legislación que en los años posteriores se decretó en relación a los centros privados y a la segunda enseñanza. A finales del siglo XIX y principios del XX, la Iglesia se amparó en este principio de libertad para sustentar sus centros educativos[30]. Estos establecimientos iban en auge a pesar del afán centralizador estatal, y los profesores encargados de realizar los exámenes para asegurar una enseñanza homologable se disputaban el puesto argumentando que debían provenir de centros públicos y no de establecimientos privados. Así los Reales decretos de 14 de mayo de 1875[31] y 28 de febrero de 1879[32] intentaron regularizar esta situación.

  1. Datos biográficos Ramírez Vázquez

Fernando Ramírez Vázquez nace el 3 de diciembre de 1807 en Salvatierra de los Barros, Badajoz. Hijo de Juan Rodríguez y Mariana Vázquez, cuyo matrimonio se celebró el 3 de mayo de 1794. A los pocos días, el 6 de diciembre de 1807, Fernando recibe el sacramento del Bautismo de manos de Antonio Núñez en su parroquia de nacimiento[33].

Años más tarde, el 25 de mayo de 1819, el padre del futuro prelado presentaba la solicitud al Seminario Conciliar de San Atón para que su hijo ingresara en el centro y pudiera disfrutar de media beca, debido a la escasez económica familiar. El entonces obispo de la diócesis, Mateo Delgado solicitaba los obligados informes sobre la conducta, rectitud de intención, buenas costumbres y limpieza de sangre de sus familiares directos. Comenzaban los trámites ordinarios para emitir el juicio sobre la idoneidad del candidato a entrar en el Seminario. En aquella ocasión, Esteban Rivero, cura propio de Salvatierra, interrogaba a tres testigos directos sobre la vida de Fernando Ramírez. La resolución positiva a la solicitud de ingreso se firmaba el 14 de octubre de 1819.

A partir de entonces, Fernando Ramírez será colegial de San Atón, custodiándose su expediente académico en el archivo del centro así como asuntos relacionados con el pago de la pensión[34].

Tras cursar las distintas etapas regladas (Latín y Humanidades, Filosofía y Teología) previas a la ordenación sacerdotal, sacramento que recibió el 16 de junio de 1832, fue vicario de la Iglesia de la Concepción en Badajoz y posteriormente en la Iglesia de la Magdalena de Olivenza. Se licenció en Teología en la Facultad de Sevilla. Posteriormente, Vázquez ejerció como catedrático de Teología en el Seminario Conciliar de Badajoz. Fue preconizado obispo de Badajoz el 25 de septiembre de 1865, recibiendo la consagración episcopal de manos de Manuel García Gil, Pantaleón Monserrat y Navarro y Marrodán Rubio[35] el 13 de febrero de 1866. “Tomó posesión de su silla episcopal, por medio de poder, el 14 de febrero de 1866”[36]. Asistió al Concilio Vaticano I[37]. La bula Quo gravios de Pío IX, en 1873[38], hizo que incrementaran los territorios de la diócesis pacense que gobernaba, añadiéndole los prioratos de las órdenes militares de Magacela y Llerena. Fallece el 4 de noviembre de 1890.

La labor de los obispos en cada diócesis como pastor al frente de su rebaño es evidente; centrándonos en la institución eclesial educativa que nos ocupa -el Seminario Diocesano San Atón- hallamos la particular preocupación del prelado Ramírez Vázquez en relación al semillero de sus futuros presbíteros. Las indicaciones del Papa Pío IX, nada más entrar en la diócesis pacense, auguraban un pontificado episcopal lleno de sabias directrices pedagógicas: “Pon tu especial y esquisito esmero en vigilar asiduamente para que los jóvenes clérigos sean desde sus tiernos años educados oportunamente, y por Maestros de muy reconocida probidad”[39]; el Pontífice instaba al diocesano a educar en la sana doctrina para que pudiera manar sabia y santamente los cargos que posteriormente desempeñarían los ahora seminaristas.

Desde entonces procuró dirigir adecuadamente su Seminario velando por el plantel de sus amados seminaristas, quienes -dirigidos por el Rector y Catedráticos-  desplegarían virtudes para proporcionarle dignos cooperadores de la tarea pastoral diocesana[40]. No podía ser de otra manera: alejados del amparo estatal, los Seminarios Conciliares, en particular el de Badajoz, debían seguir fielmente las directrices fundadamente sopesadas del pastor diocesano.

No estuvo exento el gobierno de Ramírez Vázquez de dificultades. De entre ellas, destacamos el Sexenio Revolucionario (1868-1874), centrándonos en las repercusiones que afectaron al Seminario de Badajoz.

La última etapa del reinado de Isabel II no mantuvo un equilibrio en la sociedad española, dejándose sentir un retraso político, económico y educativo respecto al resto de los países europeos. Los tumultos ocurridos en Granada y Barcelona a principios de 1868, el fallecimiento de O´Donnel en 1867 y la muerte de Navárez en 1868 fueron el aldabonazo que hizo estallar el malestar hacia el Gobierno[41]. El grito de “¡Viva la revolución con honra!” de Topete se extendió por España y fue acogido por la mayor parte de la sociedad, expectante de un renovado cambio que mejorara la situación.

Son numerosos y variados los estudios políticos sobre el Sexenio[42] y éste no es objeto de nuestro estudio más allá de las repercusiones educativas y económicas que vieron reflejo en el Seminario[43].

En Badajoz el pronunciamiento se produjo el 30 de septiembre de 1868. Gabriel Suárez asumió todos los poderes hasta que se nombrara un Gobierno provisional en Madrid. Se defendieron tres convicciones fundamentales: el sufragio universal, el reconocimiento de derechos y libertades individuales y la descentralización del Gobierno. La noticia le llegó al obispo Ramírez Vázquez en su visita pastoral a La Parra[44], quien se posicionó críticamente frente al Gobierno, especialmente en lo relativo a la libertad de cultos. La ausencia del prelado en la proclamación oficial de la Constitución en Badajoz, en junio de 1869, quedaba patente su malestar frente al nuevo Gobierno. Ni obispo ni clero juraron fidelidad a la nueva Ley.

En lo que respecta al Seminario, fue clausurado el 8 de octubre, quedando las llaves en poder de un delegado de la junta revolucionaria[45]. Dos años más tarde, en 1871, sería devuelto al prelado. Lo mismo sucedió con la Casa de Ordenandos, desvalijada y expropiada hasta 1875. Recordemos que en dicho centro se realizaban los ejercicios espirituales para sacerdotes “que tanto recomienda la Iglesia por medio de sus Pontífices y Doctores, á los que han sido llamados para apacentar y regir el rebaño del Señor”[46] y la permanencia en dicha Casa era obligatoria durante el año previo a los que aspiraban a recibir las Sagradas Órdenes[47]. Las protestas del prelado fueron constantes[48].

La información recogida en el archivo del Seminario, respecto a la revolución de 1868 y a sus consecuencias, la encontramos en unas breves líneas de las actas de la junta de hacienda celebrada el 30 de noviembre de 1882. En esa fecha se reúne la nueva junta en el Palacio Episcopal. Allí se detalla que desde el año 1868, el Seminario había pasado graves apuros, consecuencia principalmente de “los trastornos políticos ocurridos en nuestra patria y que al presente si no tienen existencias, tampoco tienen deudas”[49].

Tras el Sexenio volvería la normalidad al Seminario San Atón.

  1. Directrices pedagógicas

Los siguientes datos extraídos del Archivo del Seminario Metropolitano San Atón, del Archivo Eclesiástico de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz y del Boletín Oficial del Obispado, fuentes fundamentales para el conocimiento e interpretación de la trayectoria del Seminario pacense, constatan que el obispo Ramírez Vázquez tomó parte activa en la dirección del establecimiento central de la diócesis, como así lo hicieran sus antecesores en la silla episcopal. Las directrices pedagógicas que mostramos son muestra de la preocupación de quien ha de mostrar los fines educativos y la misión del centro que formará a los futuros pastores de su grey.

  1. 1. Registros de conducta

El 1 de diciembre de 1866, el catedrático de Teología dogmático-moral Mamerto Fuentes, rellenaba el primer parte de conducta de los alumnos internos y externos que acudían a sus clases. Era la primera vez que este documento oficial recogía el seguimiento más personalizado o tutorial de los colegiales de San Atón. Por columnas se distribuían los nombres y apellidos de los alumnos, destacando la impresión que los catedráticos observaban sobre el comportamiento moral de los alumnos, pudiéndolo clasificar entre tres posibilidades: bueno, malo o regular. En el mismo documento se detallaban las faltas de asistencia voluntarias o involuntarias y la aplicación de los asistentes, pudiéndose calificar entre “mucha, alguna, bastante, regular, poca o incalificable” [50]. No faltaban las medidas correctivas o castigos que los mismos catedráticos imponían a los díscolos.

El registro individualizado del comportamiento, así como el aprovechamiento de las materias daba una visión más detallada del avance o estancamiento de los que aspiraban a la clerecía y de los alumnos externos que acudían al Seminario a recibir docencia. Todo ello nos muestra la exquisita laboriosidad pedagógica de los catedráticos respecto a sus alumnos; labor impulsada por el prelado Ramírez Vázquez.

  1. 2. Concesión de becas

Junto a estas primeras directrices pedagógicas, la preocupación del prelado respecto a su Seminario también se hizo notar en las cuestiones económicas. La falta de liquidez hacía peligrar la trayectoria de concesión de becas que tradicionalmente concedía el prelado a los colegiales[51], dotaciones que facilitaron el acceso a la educación de numerosos jóvenes dotándolos de instrucción y educación para su futuro. Esta disminución de las rentas particulares del centro movió al obispo a enviar una carta a la Reina recordándole la necesaria colaboración del Estado para la educación en su Seminario[52]. En la misiva, Ramírez Vázquez solicitaba a la Reina que el Ministerio de Hacienda llevara a término las cargas conocidas y corrientes que pesaban sobre la hacienda del Seminario.

Tras la recepción de la dotación del Estado, el 13 de diciembre de 1867 se comunicaban los alumnos agraciados con beca entera y media beca, continuando así la labor de beneficencia del Seminario Conciliar de Badajoz[53].

  1. 3. Decreto de adhesión de los seminaristas a la diócesis

Sería el 4 de diciembre de 1867 cuando el obispo Fernando Ramírez pidiera a los colegiales de San Atón un juramento de fidelidad a la diócesis. Las primeras líneas del decreto recordaban el origen y la finalidad de los Seminarios Conciliares[54], señalando la importancia de servir en el futuro a la Iglesia diocesana que invirtió medios personales y económicos en la educación de los futuros pastores. Con dolor, explicaba el prelado, había experimentado el abandono de la carrera eclesiástica de algunos teólogos y de algunos sacerdotes que marchaban a otras diócesis. El esfuerzo diocesano no podía ser estéril, de ahí que mandara crear una comisión compuesta por un capitular de la S. I. Catedral, el Rector del Seminario y el secretario de estudios cuya misión sería recibir el juramento de los que la Iglesia había acogido, instruido, alimentado y dirigido hacia la carrera eclesiástica.

Tras dar a conocer el decreto de Ramírez Vázquez a los seminaristas, sin cuya adhesión no podrían seguir disfrutando de su estancia en el Seminario ni aspirar a las Sagradas Órdenes, los alumnos de Teología y fámulos fueron preguntados conforme al documento leído; libre y espontáneamente aceptaron todo lo dispuesto en el mismo, manifestando así su testimonio de gratitud a la diócesis, al obispo y al Seminario Conciliar que los estaba educando.

  1. 4. Nuevos sistema de calificaciones

El 29 de mayo de 1868 el obispo Fernando Ramírez Vázquez enviaba una carta a los catedráticos instándoles a calificar a los colegiales por asignaturas sueltas, midiendo así mejor el aprovechamiento que tenían los seminaristas, en lugar de una valoración global que era la utilizada tradicionalmente en el centro. La intención no era otra sino conocer mejor y de primera mano la evolución y disposición de los seminaristas en cátedra. Además, para los teólogos, habría de tenerse en cuenta la conducta moral y disciplinar en la valoración global de la nota, ampliando así la información de que dispondría el obispo antes de admitir a Órdenes a un candidato[55].

Tras la recepción de la comunicación del obispo, los catedráticos debatieron el tema y por acuerdo mayoritario aceptaron la calificación individual de los alumnos. Menos acuerdo hubo en valorar el comportamiento de los alumnos y el reflejo en la nota académica, puesto que algunos entendían que nada tenía que ver el comportamiento moral con el rendimiento académico. No obstante el acuerdo se produjo tras la votación, accediendo al deseo de fondo del prelado: los catedráticos no imparten conocimientos de manera aséptica, sino que han de ser ejemplo de moral y virtud para sus alumnos, además de la preocupación que han de mostrar por la coherencia de vida de los colegiales. Se abría paso, por tanto, a un nuevo sistema de calificaciones en el Seminario Conciliar de San Atón[56].

  1. 5. Estudios de Bachiller en Derecho Canónico

Consciente de la necesidad del conocimiento de las leyes eclesiásticas por parte de los presbíteros, el obispo Fernando Ramírez abría el primer curso de Derecho Canónico en 1883. Se ofrecía al clero la posibilidad de aumentar sus conocimientos y ponerlos al servicio del pueblo fiel. Y así, deseando ampliar la enseñanza eclesiástica para solventar los numerosos conflictos jurídicos que sobrevenían a la clerecía en el pastoreo de su grey, se abría la matrícula en esta etapa pedagógica[57].

Ciertamente los estudios en Derecho venían siendo tradición en los planes de estudio de los Seminarios Conciliares y, en particular, en el de San Atón. El Plan de Estudios de 1852 ya tenía previsto que los alumnos pudieran cursar, durante tres años, la etapa canónica[58]. Este Plan de estudios estuvo vigente hasta el 30 de junio de 1896, fecha en la que la Congregación de Estudios de la Santa Sede dicta una nueva instrucción que modificaría la enseñanza de los seminarios centrales de España. Esta reestructuración vino dada por la precaria situación de los estudios en los seminarios españoles que, según el informe del nuncio Rampolla, era paupérrima[59]. Los libros de matrícula registran los alumnos que cursaron esta etapa en Badajoz[60].

Al curso siguiente se continuarán los estudios de Derecho Canónico en el Seminario[61]. Sin embargo, no será hasta años más tarde, en 1909, cuando tengamos pruebas de la obtención del mencionado grado; probablemente en los años anteriores alguno de los alumnos lo consiguiera, pero no se ha dejado constancia en el archivo del Seminario.

Sí sabemos que Felipe Rubio Piqueras, el 28 de mayo de 1909, “previo el primer ejercicio para obtener el grado de Bachiller en Derecho Canónico, practicó el segundo ante el tribunal formado bajo la presidencia del Muy Ilustre Sr. Prefecto de estudios por los señores doctoral, D. José Hernández y D. Eloy Pedrajas”[62]. Tras la profesión de fe y con la solemnidad y formalidades de costumbre recibió el grado de bachiller en la Facultad de Derecho Canónico, siendo testigos Fernando Castón Durán y Pablo Meléndez Valle.

Meses más tarde, Agustín Trejo Macías, a 22 de septiembre de 1909, recibía el grado de bachiller en Teología[63]. Este alumno se animó dos días más tarde a practicar los ejercicios para obtener el grado de bachiller en Derecho Canónico y así lo obtuvo en presencia de Fernando Castón y Agustín Sabater[64].

  1. Alumnos insignes durante el episcopado de Ramírez Vázquez

Hemos destacado la influencia del obispo Fernando Ramírez Vázquez en el devenir histórico y pedagógico del Seminario Conciliar de San Atón mediante diversa normativa promulgada para el mismo. Dichas directrices afectaron a la organización interna del establecimiento, al modo de calificar a los alumnos, al estilo pedagógico de los catedráticos…, en definitiva, a los alumnos que recibieron formación reglada en San Atón.

Al entresacar alumnos del periodo analizado (1865-1890) somos conscientes de que muchos, la inmensa mayoría, no salen a la luz; destacamos en el presente trabajo sólo a tres de los colegiales que vivieron en el Seminario de Badajoz durante el episcopado de Ramírez Vázquez por su influencia social y religiosa posterior:

5.1. Tirso Lozano Rubio

El año 1879 Tirso Lozano Rubio comienza el tercer curso de Latín y Humanidades en el Seminario pacense[65]. En su trayectoria profesional podemos encontrar innumerables cargos eclesiásticos y civiles que ejerció con brillante pasión[66]: canónigo lectoral de la Catedral, Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia por la provincia de Badajoz en Madrid, miembro de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos desde 1899 hasta 1938, director del Boletín del Obispado, vocal del Patronato del Museo Provincial y Socio de Número de la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País desde el 16 de enero de 1894 hasta 1938. Además, mantuvo una estrecha relación con la Caja de Ahorros de Badajoz, donde ocupó los cargos de: Miembro del Consejo de Administración, Inspector, Vicepresidente y Presidente en los años 1932 al 1938.

5.2. Eloy Pedrajas Núñez Romero

Eloy Pedrajas Núñez Romero nace el 1 de diciembre de 1868, hijo de Francisco y María, en el seno de una familia conocida en Cabeza del Buey[67]. Terminados sus estudios de segunda enseñanza, contando con quince años, ingresó en el Seminario Conciliar de Córdoba, donde estudió Teología y Derecho Canónico, ordenándose sacerdote el 23 de diciembre de 1893. Destacamos de su trayectoria que fue Socio de Número de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, ingresando en 1895 y de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras desde 1899[68] y fue condecorado con la Encomienda de la Real y Militar Orden de Cristo, de Portugal, y con la Cruz italiana de Bene merenza[69].

5.3. José Velardos Parejo

José Velardos Parejo nació en La Haba, el 19 de enero de 1869. Ingresó en el Seminario a principios del curso académico 1882-1883[70]. De su expediente académico[71] destacamos que obtuvo la máxima calificación en todas las asignaturas y todos los años. Entre su amplio currículum encontramos los siguientes datos: fue ordenado presbítero en 1893; obtuvo el grado de doctor en Sagrada Teología en septiembre de 1896 y la licenciatura en Derecho Canónico en abril de 1906. Fue nombrado vice-rector del Seminario en 1899 y canónigo de la Catedral, por oposición, el 30 de marzo de 1903. El Santo Padre lo nombró su camarero secreto supernumerario en 1925; a estos honorables cargos le sumamos haber sido capellán de diversas comunidades religiosas y responsable de varias delegaciones episcopales.

  1. Conclusiones

El obispo Fernando Ramírez Vázquez asumió la formación de los colegiales del Seminario Conciliar de San Atón en un periodo convulso marcado, pedagógicamente, por el proceso de la secularización docente y, a nivel histórico, por el Concordato de 1851 y el Sexenio Revolucionario. Supo dirigir adecuadamente la educación de los futuros pastores de su diócesis.

Frente al control estatal de la educación, Ramírez Vázquez tomó las riendas del Seminario, impulsando una educación personalizada en la que en el centro de la pedagogía se situara el alumno, guiado por un plantel notablemente preparado de catedráticos. Prueba de ello fue el nuevo sistema de calificaciones y el registro de los partes de conducta.

La evolución pedagógica y la trayectoria vital de los alumnos que estudiaron en San Atón reflejan la huella cultural que el Seminario pacense legó a Extremadura; grandes personajes del ámbito cultural, político, musical…, iniciaron sus primeros pasos bajo las directrices del prelado Ramírez Vázquez.

El Archivo del Seminario Metropolitano San Atón custodia una riquísima documentación relacionada con la labor educativa del centro y su impronta en la cultura extremeña; su consulta es de obligada referencia para el trazado de la historia pedagógica de la Región entre los siglos XVII al XXI.

  1. Bibliografía

Archivos Eclesiásticos de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz:

Sección cancillería (Seminario), legajo 2.

Archivo del Seminario Metropolitano de Badajoz:

Sección gobierno, libros: 5, 7, 10, 17, 18, 48, 68, 70 bis, 78.

Sección secretaría, cajas: 50, 51, 52, 54, 69, 75.

A.S.S.

1, (1865-1866), p. 197.

7, (1872-1873), pp. 512-518.

B.O.O.B.

31-5-1866, p. 685; 15-6-1884, p. 135; 15-8-1883, p. 129; 15-9-1866, p. 245; 2-8-1932, pp.151-152; 28-2-1866, p. 72; 30-11-1868, pp. 265-267; 30-4-1866, p. 633 y 681; 31-7-1866, p. 681; 31-8-1866; 31-8-1868, p. 163.

La Gaceta:

3-6-1852, num. 6555; 30-9-1852, num. 6674; 10-9-1857, num. 1710; 12-10-1866, num. 285; 22-10-1868, num. 296; 1-3-1879, num. 60; 15-5-1875, num. 135; 25-9-1845, num. 4029.

Novisima recopilación de las leyes de España. Madrid, [s.n.], 1805:

Libro I, título XI, ley I.

Libro VIII, título I, ley IX.

Libro VIII, título V, ley III.

Plan General de Instrucción Pública decretado por S.M. la Reina Gobernadora en 4 de Agosto de 1836. Madrid, Imprenta Real, 1836.

Plan Literario de Estudios y Arreglo General de las Universidades del Reino. Valencia, [s.n.], 1824.

ANDRÉS GALLEGO, J. “Aproximación cartográfica a la libertad religiosa peninsular: los españoles ante la libertad religiosa del sexenio revolucionario”. Actas de las I Jornadas de Metodología aplicada de las Ciencias Históricas, 4, (1975), pp. 265-275.

ANDRÉS MARTÍN, M. La supresión de las facultades de Teología en las universidades españolas (1845-1855). Burgos, Aldecoa, 1976.

ARBEOLOA MURU, V.M. Clericalismo y anticlericalismo en España (1767-1939): una introducción. Madrid, Encuentro, 2009.

ARBEOLOA, V.M. y MARTÍNEZ DE MENDÍBIL, A. “Documentos diplomáticos sobre las relaciones Iglesia-Estado tras la revolución de septiembre de 1868”. Scriptorium Victoriense, 20, (1973), pp. 198-232.

ASENSIO SÁNCHEZ, M.A. Proceso secularizador y libertad de enseñanza en el derecho histórico español. Málaga, Servicio de Publicaciones e Intercambio Científico de la Universidad de Málaga, 2001.

BLANCO COTANO, M. El primer centro Universitario de Extremadura: Badajoz 1793. Historia pedagógica del Seminario de San Atón. Cáceres, Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1998.

BLANCO NIETO, G. “El Gobierno Provisional de la Revolución de 1868 y el Obispado de Badajoz”. Revista de Estudios Extremeños, 48, (1992), pp. 221-233.

CÁRCEL ORTÍ, V. “Los obispos españoles ante la revolución de 1868 y la primera República”. Hispania Sacra, 28, (1975), pp. 339-442.

CÁRCEL ORTÍ, V. “El nuncio Franchi en la España prerrevolucionaria de 1868”. Sriptorium Victoriense, 20, (1973), pp. 330-357;

CÁRCEL ORTÍ, V. “La Santa Sede y la revolución de 1868”. Anales Valentinos, 3, (1977), pp. 55-113.

CÁRCEL RAMOS, A. “Obispos extremeños (siglos XIX y XX)”, en Actas del IX Coloquios Históricos de Extremadura. (Trujillo, 1979), p. 3

CIFUENTES PÉREZ, L.M. ¿Qué es el laicismo? Madrid, Ediciones del Laberinto, 2005.

Colección legislativa de España. T. LVII. Madrid, Imprenta Nacional, 1853.

COMELLAS, J.L. Westfalia, Paz de, en Gran Enciclopedia Rialp, T. XXIII. Madrid, Rialp, 1975.

COVARRUBIAS, J. de. Máximas sobre recursos de fuerza y protección, con el método de introducirlos en los tribunales. Madrid, Imprenta de Joachin de Ibarra, 1785.

CUENCA TORIBIO, J.M. La Iglesia española ante la revolución liberal. Madrid, 1971.

CUENCA TORIBIO, J.M. “El episcopado catalán ante la revolución de 1868”. Analecta Sacra Tarraconensis, 40, (1967), pp. 159-186.ç

CUENCA TORIBIO, J.M. “La revolución de 1868 y el episcopado de la Baja Andalucía”. Anales de la Universidad Hispalense, 26, (1967), pp. 93-130.

CUENCA TORIBIO, J.M. “La revolución de 1868 y el episcopado de la Baja Andalucía”. Anales de la Universidad Hispalense, 27, (1967), pp. 93-129.

CUENCA TORIBIO, J.M. Relaciones Iglesia-Estado en la España contemporánea (1833-1985). Madrid, Ed. Alhambra, 1985.

DÍAZ-SALAZAR, R. Religión y laicismo en la tradición laica española, en DÍAZ-SALAZAR, R. (et. Al). Religión y Laicismo hoy: En torno a Teresa de Ávila. Barcelona, Anthropos, 2010, pp. 51-91.

Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición. Cádiz, Imprenta Nacional, 1813.

DOMÍNGUEZ, J.P. “Reformismo cristiano y tolerancia en España a finales del siglo XVIII”. Hispania Sacra, 65, (2013), pp. 131-135.

EGIDO LÓPEZ, T. El regalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XVIII, en GARCÍA VILLOSLADA, R. (dir.). Historia de la Iglesia en España. T. IV. Madrid, BAC, 1979, pp. 125-249.

FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA, F.J. “Los obispos de Badajoz en el siglo XIX”. Pax et Emerita. Revista de Teología y Humanidades de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, 3, (2007), pp. 282-304.

FLORIDABLANCA, J.M. Obras originales del conde de Floridablanca, y escritos referentes a su persona. Madrid, M. Rivadeneyra, 1867.

GARCÍA REGIDOR, T. La polémica sobre la secularización de la enseñanza en España (1902-1914). Madrid, Fundación Santa María, 1985.

GUEREÑA, J.; RUIZ BERRIO, J. y TIANA FERRER, A. Historia de la Educación en la España Contemporánea: diez años de investigación. Madrid, Centro de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia, 1994.

GUEREÑA, J.; RUIZ BERRIO, J. y TIANA FERRER, A. Nuevas miradas historiográficas sobre la Educación en la España de los siglos XIX y XX. Madrid, Ministerio de Educación, Secretaría General Técnica, 2010.

MARROQUÍN MARTÍNEZ, L. y SEPÚLVEDA MANGAS, R. “D. Tirso Lozano Rubio y la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País de Badajoz”. Revista de Estudios Extremeños, 70/número extraordinario, (2014), pp. 863-882.

MARTÍN HERNÁNDEZ, F. Los seminarios españoles en la época de la Ilustración: Ensayo de una pedagogía eclesiástica en el siglo XVIII. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

PEÑA RUIZ, H. y TEJEDOR DE LA IGLESIA, C. Antología Laica, 66 textos comentados para comprender el laicismo. Salamanca, Universidad de Salamanca, 2009.

PÉREZ DE ALHAMA, J. “Presupuestos económicos al Concordato español de 1851”. Scriptorium Victoriense, 1, (1962), pp. 69-100.

PÉREZ DE ALHAMA, J. “Presupuestos político económicos al Concordato Español de 1851”. Scriptorium Victoriense, 2, (1962), pp. 245-275.

PUELLES BENÍTEZ, M. de. Educación e Ideología en la España Contemporánea. Madrid, Labor, 1986.

PUELLES BENÍTEZ, M. de. La reforma educativa del liberalismo español (1812-1857), en Simposium internacional sobre educación e ilustración. Dos siglos de reformas en la enseñanza. Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1988, pp. 405-431.

REDONDO, E. Alcance y límites del concepto de secularización docente, en VERGARA CIORDIA, J. (coord.). Estudios sobre la secularización docente en España. Madrid, Aula Abierta, 1997, pp. 30-36.

RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES, P. Juicio imparcial sobre las letras en forma de breve, que ha publicado la Curia Romana. Madrid, Imprenta de Joachin de Ibarra, 1769.

RUBIO MERINO, P. El Seminario Conciliar de San Atón de Badajoz (1664-1964). Madrid. Maribel, 1964.

RUIZ ALEMÁN, J. “Las relaciones iglesia-Estado en los orígenes de la España contemporánea”. Anales de Historia Contemporánea, 2, (1983), pp. 7-28.

SALOMÓN CHÉLIZ, P. “Libertad religiosa y laicismo en la España contemporánea. Reflexiones sobre algunas perspectivas historiográficas recientes”. Ayer, 86/2, (2012), pp. 227-245.

SERRANO GARCÍA, R. “La historiografía en torno al Sexenio de 1868-1874: entre el fulgor del centenario y el despliegue sobre lo local”. Ayer, 44, (2001), pp. 11-32.

SUÁREZ CORTINA, M. ¿David frente a Goliat? Secularización y confesionalidad en la España contemporánea, en SUÁREZ CORTINA, M. (ed.). Secularización y laicismo en la España contemporánea. III Encuentro de Historia de la Historia de la Restauración. Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 2001.

TUÑÓN DE LARA, M. La España del siglo XIX. Madrid, Ediciones Akal, 2000.

VÁZQUEZ CALVO, J.C. Historia de la Educación Pública en Extremadura en el Antiguo Régimen (siglos XVI, XVII y XVIII). Mérida, Junta de Extremadura, Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología, 2004.

VERGARA CIORDIA, J. (coord.). Estudios sobre la secularización docente en España. Madrid, Aula Abierta, 1997.

VERGARA CIORDIA, J. “Jerarquía eclesiástica y secularización en el Antiguo Régimen (1768-1833)”. Anuario de Historia de la Iglesia, 19, (2010), pp. 73-94.

VERGARA CIORDIA, J. Historia y pedagogía del Seminario Conciliar en Hispanoamérica. 1563-1800. Madrid, Dykinson, 2004.

VERGARA CIORDIA, J. La actitud de la jerarquía eclesiástica ante el fenómeno de la secularización docente ilustrada, en Id. (coord.) Estudios sobre la secularización docente en España. Madrid, UNED, 1997, pp. 61-97.

VERGARA CIORDIA, J. y COMELLA GUTIÉRREZ, B. “El Seminario Conciliar en las relaciones Iglesia-Estado en España desde Trento al Concilio Vaticano II”. Revista de Estudios Extremeños, 70/número extraordinario, (2014), p. 574.

VILAR, P. Historia de España. Barcelona, Crítica, 1978.

VIÑAO FRAGO, A. “La educación cívica o del ciudadano en la ilustración española: entre la tradición republicana y el liberalismo emergente”. Res Publica: Revista de Filosofía Política, 22, (2009), pp. 279-300.

[1] Entre los estudios más significativos destacamos los siguientes: BLANCO COTANO, M. El primer centro Universitario de Extremadura: Badajoz 1793. Historia pedagógica del Seminario de San Atón. Cáceres, Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1998; RUBIO MERINO, P. El Seminario Conciliar de San Atón. (1664-1964). Madrid, Artes gráficas Maribel, 1964; además, significativo por amplitud y profundidad fue el volumen extraordinario de la Revista de Estudios Extremeños publicado en mayo de 2014 con motivo del trescientos cincuenta aniversario del Seminario San Atón, un total de 28 artículos de investigación que describen el ambiente histórico que ha contemplado la institución, alumnos insignes, obispos de especial relevancia, artículos sobre joyas en su biblioteca y en su patrimonio artístico y numismático, la relevancia e influencia del Seminario en la cultura extremeña y otros artículos pedagógicos de notable interés; cfr. Revista de Estudios Extremeños, 70/número extraordinario, (2014).

[2]Abundante son los estudios referidos a la secularización en todos sus ámbitos; destacamos algunos relacionados con aspectos exclusivamente sociales: ARBEOLOA MURU, V.M. Clericalismo y anticlericalismo en España (1767-1939): una introducción. Madrid, Encuentro, 2009; CIFUENTES PÉREZ, L.M. ¿Qué es el laicismo? Madrid, Ediciones del Laberinto, 2005; CUENCA TORIBIO, J.M. Relaciones Iglesia-Estado en la España contemporánea (1833-1985), Madrid, Ed. Alhambra, 1985; DÍAZ-SALAZAR, R. Religión y laicismo en la tradición laica española, en DÍAZ-SALAZAR, R. et al. Religión y Laicismo hoy: En torno a Teresa de Ávila. Barcelona, Anthropos, 2010, pp. 51-91; PEÑA RUIZ, H. y TEJEDOR DE LA IGLESIA, C. Antología Laica, 66 textos comentados para comprender el laicismo. Salamanca, Universidad de Salamanca, 2009; SALOMÓN CHÉLIZ, P. “Libertad religiosa y laicismo en la España contemporánea. Reflexiones sobre algunas perspectivas historiográficas recientes”. Ayer, 86/2, (2012), pp. 227-245; SUÁREZ CORTINA, M. ¿David frente a Goliat? Secularización y confesionalidad en la España contemporánea, en SUÁREEZ CORTINA, M. (ed.). Secularización y laicismo en la España contemporánea. III Encuentro de Historia de la Historia de la Restauración. Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 2001.

[3] Ensayos relacionados directamente con los procesos secularizadores en la educación son los siguientes: ASENSIO SÁNCHEZ, M.A. Proceso secularizador y libertad de enseñanza en el derecho histórico español. Málaga, Servicio de Publicaciones e Intercambio Científico de la Universidad de Málaga, 2001; GARCÍA REGIDOR, T. La polémica sobre la secularización de la enseñanza en España (1902-1914). Madrid, Fundación Santa María, 1985; GUEREÑA, J.; RUIZ BERRIO, J. y TIANA FERRER, A. Nuevas miradas historiográficas sobre la Educación en la España de los siglos XIX y XX. Madrid, Ministerio de Educación, Secretaría General Técnica, 2010; Id. Historia de la Educación en la España Contemporánea: diez años de investigación. Madrid, Centro de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia, 1994; VERGARA CIORDIA, J. (coord.). Estudios sobre la secularización docente en España. Madrid, Aula Abierta, 1997.

[4] COMELLAS, J.L. Westfalia, Paz de, en Gran Enciclopedia Rialp, T. XXIII. Madrid, Rialp, 1975, pp. 744-747.

[5] REDONDO, E. Alcance y límites del concepto de secularización docente, en VERGARA CIORDIA, J. (coord.). Estudios sobre…, o.c., pp. 30-36.

[6] EGIDO LÓPEZ, T. El regalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XVIII, en GARCÍA VILLOSLADA, R. (dir.). Historia de la Iglesia en España. T. IV. Madrid, BAC, 1979, pp. 125-249; MARTÍN HERNÁNDEZ, F. Los seminarios españoles en la época de la Ilustración: Ensayo de una pedagogía eclesiástica en el siglo XVIII. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1973, p. 120; RUIZ ALEMÁN, J. “Las relaciones iglesia-Estado en los orígenes de la España contemporánea”. Anales de Historia Contemporánea, 2, (1983), pp. 7-28.

[7] Cfr. VERGARA CIORDIA, J. Historia y pedagogía del Seminario Conciliar en Hispanoamérica. 1563-1800. Madrid, Dykinson, 2004, pp. 99-111.

[8] Culmen del absolutismo será la Pragmática Sanción de 2 de abril de 1767 por la que se expulsaba de España a la Compañía de Jesús, abriéndose el camino al control de la educación, a la centralización estatal y a la secularización. Cfr. VÁZQUEZ CALVO, J.C. Historia de la Educación Pública en Extremadura en el Antiguo Régimen (siglos XVI, XVII y XVIII). Mérida, Junta de Extremadura, Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología, 2004, pp. 495-506.

[9] Novisima recopilación de las leyes de España. Madrid, [s.n.], 1805. Libro I, título XI, ley I: “la enseñanza pública de Gramática, Retórica, Geometría y Artes, como necesaria é indispensable a toda clase de jóvenes, deberá permanecer en las escuelas actuales”. Escuelas de las que ya habían sido expulsados los jesuitas. Asimismo, el 14 de agosto de 1768 se establecían casas para la educación de niños y jóvenes, con un director y maestro seculares, donde recibirían educación civil y cristiana. Cfr. Ibidem, Libro VIII, título I, ley IX.

[10] Ibidem, Libro VIII, título V, ley III. Traducción: Asimismo juro que nunca promoveré, defenderé, enseñaré ni directa ni indirectamente, cuestiones contra la autoridad civil ni contra las regalías reales.

[11] Cfr. RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES, P. Juicio imparcial sobre las letras en forma de breve, que ha publicado la Curia Romana. Madrid, Imprenta de Joachin de Ibarra, 1769, pp. 97-100.

[12] Cfr. DOMÍNGUEZ, J.P. “Reformismo cristiano y tolerancia en España a finales del siglo XVIII”. Hispania Sacra, 65, (2013), pp. 131-135.

[13] Todo aquello que en la Iglesia no es en sí mismo ni fe, ni misterio, ni doctrina, aunque tenga conexión con esto, habría de ser resuelto por el Estado. Cfr. COVARRUBIAS, J. de. Máximas sobre recursos de fuerza y protección, con el método de introducirlos en los tribunales. Madrid, Imprenta de Joachin de Ibarra, 1785, p. 14.

[14] Cfr. FLORIDABLANCA, J.M. Obras originales del conde de Floridablanca, y escritos referentes a su persona. Madrid, M. Rivadeneyra, 1867, pp. 213-272.

[15] Un estudio detallado sobre el devenir del proceso secularizador, la postura eclesial y las diferentes leyes establecidas para asentar un Estado intervencionista en materia educativa lo encontramos en VERGARA CIORDIA, J. “Jerarquía eclesiástica y secularización en el Antiguo Régimen (1768-1833)”. Anuario de Historia de la Iglesia, 19, (2010), pp. 73-94.

[16] Intervención de Muñoz Torrero en la sesión del 15 de enero de 1813, en Discusión del proyecto de decreto sobre el tribunal de la Inquisición. Cádiz, Imprenta Nacional, 1813, pp. 303-306.

[17] Cfr. VERGARA CIORDIA, J. La actitud de la jerarquía eclesiástica ante el fenómeno de la secularización docente ilustrada, en Id. (coord.) Estudios sobre la secularización docente en España. Madrid, UNED, 1997, pp. 61-97.

[18] Cfr. PUELLES BENÍTEZ, M. de. La reforma educativa del liberalismo español (1812-1857), en Simposium internacional sobre educación e ilustración. Dos siglos de reformas en la enseñanza. Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1988, pp. 405-431; Id. Educación e Ideología en la España Contemporánea. Madrid, Labor, 1986, p. 56; VIÑAO FRAGO, A. “La educación cívica o del ciudadano en la ilustración española: entre la tradición republicana y el liberalismo emergente”. Res Publica: Revista de Filosofía Política, 22, (2009), pp. 279-300.

[19] Cfr. Plan Literario de Estudios y Arreglo General de las Universidades del Reino. Valencia, [s.n.], 1824.

[20] Cfr. Plan General de Instrucción Pública decretado por S.M. la Reina Gobernadora en 4 de Agosto de 1836. Madrid, Imprenta Real, 1836.

[21] Cfr. España. Real Decreto de 17 de septiembre de 1845, aprobando el Plan general de estudios para la instrucción pública del reino en la parte relativa á las enseñanzas secundaria y superior, en La Gaceta, 25-9-1845, num. 4029. Art. 51: “son establecimientos públicos aquéllos que en todo o en parte se sostienen con rentas destinadas a las instrucción pública, y están dirigidos exclusivamente por el gobierno”. Art. 52: “son establecimientos privados aquéllos cuya enseñanza se sostiene y dirige con personas particulares con el título de Colegios, Liceos o cualquier otro. Ninguno podrá usar el de Instituto”.

[22] Ley de Instrucción Pública decretada el 9 de septiembre de 1857, en La Gaceta, 10-9-1857, num. 1710. Art. 97: “son escuelas públicas de primera enseñanza las que se sostienen en todo o en parte con fondos públicos, obras pias ú otras fundaciones destinadas al efecto”. Art. 148: “son establecimientos privados los costeados y dirigidos por personas particulares, Sociedades ó Corporaciones”.

[23] España. Real Decreto de 9 de octubre de 1866, reformando los estudios de segunda enseñanza, en La Gaceta, 12-10-1866, num. 285.

[24] Un estudio detallado del Concordato de 1851 lo encontramos en PÉREZ DE ALHAMA, J. “Presupuestos político económicos al Concordato Español de 1851”. Scriptorium Victoriense, 2, (1962), pp. 245-275; véase también id. “Presupuestos económicos al Concordato español de 1851”. Scriptorium Victoriense, 1, (1962), pp. 69-100.

[25] Cfr. La Gaceta, 3-6-1852, num. 6555. Art. 1: “Terminado el presente curso académico, quedarán suprimidas las facultades de teología existentes en las Universidades del Reino”. Firmado por Ventura González Romero, Ministerio de Gracia y Justicia.

[26] Ibidem, art. 4: “Los estudios posteriores que sean necesarios para recibir los grados de doctor en teología, este mismo grado y licenciado en cánones se harán precisamente en los seminarios generales centrales”.

[27] Cfr. Colección legislativa de España. T. LVII. Madrid, Imprenta Nacional, 1853, pp. 199-210.

[28] VERGARA CIORDIA, J. y COMELLA GUTIÉRREZ, B. “El Seminario Conciliar en las relaciones Iglesia-Estado en España desde Trento al Concilio Vaticano II”. Revista de Estudios Extremeños, 70/número extraordinario, (2014), p. 574.

[29] Cfr. ANDRÉS MARTÍN, M. La supresión de las facultades de Teología en las universidades españolas (1845-1855). Burgos, Aldecoa, 1976, p. 285.

[30] GARCÍA REGIDOR, T. La polémica sobre la secularización…, o.c., p. 389.

[31] Cfr. España. Real Decreto de 10 de mayo de 1875, reorganizando los Tribunales de exámenes y determinando la forma en que estos deben verificarse, en La Gaceta, 15-5-1875, num. 135.

[32] Cfr. España. Real Decreto de 28 de febrero de 1879, dictando varias disposiciones acerca de los Tribunales de examen para los alumnos de los Colegios incorporados a los Institutos, en La Gaceta, 1-3-1879, num. 60.

[33] Los datos relacionados con el expediente de ingreso de Fernando Ramírez Vázquez se encuentran en el Archivo del Seminario Metropolitano de Mérida-Badajoz (en adelante A.S.M.M.B.) Sección secretaría, libro 48. Más datos sobre la biografía de Ramírez Vázquez los hallamos en CUENCA TORIBIO, J.M. “La revolución de 1868 y el episcopado de la Baja Andalucía”. Anales de la Universidad Hispalense, 26, (1967), pp. 93-130; Id. La Iglesia española ante la revolución liberal. Madrid, 1971, pp. 197-246; FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA, F.J. “Los obispos de Badajoz en el siglo XIX”. Pax et Emerita. Revista de Teología y Humanidades de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, 3, (2007), pp. 282-304; RUBIO MERINO, P. El Seminario Conciliar de San Atón de Badajoz (1664-1964). Madrid, Maribel, 1964, pp. 284-286.

[34] En relación a su expediente académico, encontramos los datos y certificados de notas en A.S.M.M.B. Sección secretaría, libro 68. El pago de la pensión del curso académico 1820-1821 en A.S.M.M.B. Sección administración, libro 78.

[35] Cfr. CÁRCEL RAMOS, A. “Obispos extremeños (siglos XIX y XX)”, en Actas del IX Coloquios Hstóricos de Extremadura. (Trujillo, 1979), p. 3.

[36] Boletín Oficial del Obispado de Badajoz (en adelante B.O.O.B.) 28-2-1866, p. 72.

[37] Actae Apostolicae Sedis (en adelante A.S.S.) 1, (1865-1866), p. 197: “Ecclesiae cathedrali Pacensi in Hispania, per R. D. Ferdinandum Ramírez y Vázquez, sacerdotem ex diocesi Pacensi, in S. Theologia Professorem in episcopali seminario, canonicum lectoralem in eodem capitulo, examinatorem synodalem”.

[38] Cfr. A.S.S. 7, (1872-1873), pp. 512-518.

[39] B.O.O.B. 30-4-1866, p. 633. Carta de Pío IX al obispo de Badajoz.

[40] Cfr. B.O.O.B. 31-7-1866, p. 681. Carta pastoral del obispo el 24 de febrero de 1866.

[41] Cfr. CÁRCEL ORTÍ, V. La revolución burguesa (1868-1874), en GARCÍA VILLOSLADA, R. Historia de la Iglesia en España…, o.c., T. V. Madrid, BAC, 1973, p. 229.

[42] Un estudio de la amplia bibliografía surgida en lo referido al Sexenio lo encontramos en SERRANO GARCÍA, R. “La historiografía en torno al Sexenio de 1868-1874: entre el fulgor del centenario y el despliegue sobre lo local”. Ayer, 44, (2001), pp. 11-32. A través de sus páginas comprendemos lo que hemos apuntado: la dificultad a la hora de hacer un esquema o resumen aséptico y sin connotaciones políticas de la etapa en cuestión. Junto a este análisis del estado de la cuestión, hallamos: Cfr. ANDRÉS GALLEGO, J. “Aproximación cartográfica a la libertad religiosa peninsular: los españoles ante la libertad religiosa del sexenio revolucionario”. Actas de las I Jornadas de Metodología aplicada de las Ciencias Históricas, 4, (1975), pp. 265-275; ARBEOLOA, V.M. y MARTÍNEZ DE MENDÍBIL, A. “Documentos diplomáticos sobre las relaciones Iglesia-Estado tras la revolución de septiembre de 1868”. Scriptorium Victoriense, 20, (1973), pp. 198-232; CÁRCEL ORTÍ, V. “El nuncio Franchi en la España prerrevolucionaria de 1868”. Sriptorium Victoriense, 20, (1973), pp. 330-357; Id. “La Santa Sede y la revolución de 1868”. Anales Valentinos, 3, (1977), pp. 55-113; Id. “Los obispos españoles ante la revolución de 1868 y la primera República”. Hispania Sacra, 28, (1975), pp. 339-442; CUENCA TORIBIO, J.M. “El episcopado catalán ante la revolución de 1868”. Analecta Sacra Tarraconensis, 40, (1967), pp. 159-186; Id. “La revolución de 1868 y el episcopado de la Baja Andalucía”. Anales de la Universidad Hispalense, 27, (1967), pp. 93-129. Además, pueden verse obras más amplias de investigación: VILAR, P. Historia de España. Barcelona, Crítica, 1978; TUÑÓN DE LARA, M. La España del siglo XIX. Madrid, Ediciones Akal, 2000.

[43] Baste señalar que nuevamente se defendía la libertad de enseñanza y la libertad religiosa, expresión de un Estado secular; pero a éstas se le sumaba un anticlericalismo popular que desencadenó un torbellino de violencia que se hizo sentir en todos los estratos sociales. Cfr. CÁRCEL ORTÍ, V. La revolución burguesa…, o.c., p. 233. Además se pidió juramento de fidelidad al clero y a los obispos, se expulsó a la Compañía de Jesús, desapareció la Religión de los planes de estudio, se eliminó la Teología de las Universidades civiles: “Se suprime la facultad de Teología en las Universidades: los Diocesanos organizarán los estudios teológicos en los Seminarios, del modo y en la forma que tengan por más conveniente”. Firmado por el ministro de fomento, Manuel Ruiz Zorrilla. La Gaceta, 22-10-1868, num. 296.

[44] Un estudio detallado de la influencia y las circunstancias que afectaron al obispado de Badajoz lo encontramos en BLANCO NIETO, G. “El Gobierno Provisional de la Revolución de 1868 y el Obispado de Badajoz”. Revista de Estudios Extremeños, 48, (1992), pp. 221-233.

[45] Cfr. A.A.M.B. Sección cancillería (Seminario), legajo 2, fol. 20.

[46] B.O.O.B. 30-4-1866, p. 681. Carta a los sacerdotes, arciprestes, párrocos, coadjutores y ordenados in sacris a ir a la casa de ordenandos a realizar los ejercicios espirituales. Según consta en el B.O.O.B. 31-5-1866, p. 685, fueron numerosos los que acudieron a estos ejercicios dirigidos por la congregación de San Vicente de Paúl; la misma convocatoria a ejercicios espirituales la encontramos en el B.O.O.B. el 31-8-1868, p. 163.

[47] Cfr. B.O.O.B. 15-9-1866, p. 245.

[48] Cfr. B.O.O.B. 30-11-1868, pp. 265-267. Otras consecuencias del Sexenio fueron las siguientes: el 1 de enero de 1869, todos los archivos, bibliotecas y colecciones de arte, ciencia y literatura que estuvieran a cargo de las catedrales, cabildos, monasterios u órdenes militares debían pasar al Gobierno; la única excepción fue la biblioteca del Seminario. Se suprimieron doce conventos en nuestra provincia.

[49] A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 7, fol. 9. Por su parte, el obispo manifestaba su deseo de buscar remedios a las dificultades económicas por las que había pasado el Seminario, además de felicitar a la nueva junta por su buen hacer.

[50] Los partes de conducta detallados se encuentran en A.S.M.M.B. Sección secretaría, cajas 69 y 75.

[51] Los alumnos debían reunir una serie de condiciones para solicitar las becas, tales como tener un certificado del párroco de haber asistido diariamente a misa, frecuentado los sacramentos, escuchado el catecismo y llevado traje honesto o talar (en el caso de que ya fueran seminaristas y desearan iniciar un nuevo curso). Cfr. B.O.O.B. 31-8-1866.

[52] Cfr. B.O.O.B. 31-7-1866, p. 681.

[53] Cfr. A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 10. Alumnos de Teología agraciados con beca entera: Florencio Sordo Roso; Mateo Domínguez Vázquez; Antonio Marín García; Leandro López Piñero; Francisco Lergo Amaya; Joaquín Olivera Dorado; Juan Botello Flores; Manuel González Herrera; Bibiano Rodríguez Gato; Ildefonso Carvallo Coello; Juan Rodríguez Cardoso; Antonio Vicioso Moreno.

Alumnos filósofos y gramáticos de beca entera: Manuel Pereira Naranjo; Fernando Saavedra Martínez; José Velasco Rodríguez; Manuel Núñez Rivero; Ezequiel Gómez Toscano; Bernardo Santa Lucía Amaya.

Alumnos de media beca: Fulgencio Sánchez Leal; Francisco Torres Méndez; José Ruiz Corchuelo; Luis Naharro Cordero; Manuel Caballero Amores; Francisco Gamonal Gamero; José Manuel Patiño Florido; Enrique Ricafort Sánchez; Fernando Enrique González.

Fámulos: Joaquín Cordero Santos; Bernardo Toledano Cordovilla; Gabriel Vázquez Pardo; Gervasio López Costo; Claudio Carrasco León; Francisco Rodríguez Cerro; Antonio Galeas Sánchez; Pedro Lora Caro; Agustín Carretero Marín; Manuel Barradas; Fernando Vera.

[54] Cfr. A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 5, fol. 43.

[55] Cfr. Ibidem, fol. 5.

[56] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, cajas 50-52. Esta documentación aporta al investigador la valoración personal de los catedráticos respecto a los alumnos. Los datos académicos y calificaciones se veían ampliadas con las observaciones personales que los propios docentes hacían respecto a sus pupilos.

[57] Cfr. B.O.O.B. 15-8-1883, p. 129.

[58] Cfr. Colección legislativa… o.c., pp. 199-210. Recoge el Plan de estudios para los Seminarios Conciliares de España. El texto del Plan de estudios para los Seminarios Conciliares promulgado en 1852 lo encontramos en La Gaceta, 30-9-1852, num. 6674.

[59] Cfr. CÁRCEL ORTÍ, V. “Decadencia de los estudios…”, o.c., pp. 19-92.

[60] Cfr. A.S.M.M.B. (secciones y libros referentes a las matrículas).

[61] Cfr. B.O.O.B. 15-6-1884, p. 135.

[62] A.S.M.M.B. Sección gobierno, libro 17, reverso, fol. 4 vto.

[63] Cfr. Ibidem, fol. 5.

[64] Cfr. Ibidem, fol. 5 vto.

[65] Los datos referidos a su expediente académico en el curso 1879-1880 se encuentran en A.S.M.M.B. Sección secretaría, caja 54. Curso 1879-1880: alumnos internos de 3º de Latín y Humanidades. Junto a sus calificaciones, hallamos documentación relacionada con Tirso Lozano en A.S.M.M.B. Sección secretaría, cajas 56, 57, 58 y 59 que reflejan la tutorización del ya catedrático con otros colegiales. Además, su expediente como profesor lo encontramos en A.S.M.M.B. Sección secretaría, libro 18, fol. 3.

[66] Cfr. MARROQUÍN MARTÍNEZ, L. y SEPÚLVEDA MANGAS, R. “D. Tirso Lozano Rubio y la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País de Badajoz”. Revista de Estudios Extremeños, 70/número extraordinario, (2014), pp. 863-882.

[67] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, libro 18, fol. 25.

[68] Cfr. SÁNCHEZ PASCUA, F. El Instituto de segunda enseñanza…, o.c., p. 235.

[69] Cfr. Ibidem, p. 236.

[70] Cfr. B.O.O.B. 2-8-1932, pp.151-152.

[71] Cfr. A.S.M.M.B. Sección secretaría, libro 70 bis.

Ene 202016
 

Miguel Ángel García Rodríguez.

EL CALCOLÍTICO (EDAD DEL COBRE): PRIMEROS ASENTAMIENTOS

Los primeros asentamientos humanos conocidos en el término municipal de La Cumbre se remontan al Calcolítico (o Edad del Cobre), hacia mediados-finales del III milenio a.C..

Existen vestigios arqueológicos que así lo atestiguan, en forma de restos pertenecientes a pequeñas fortificaciones y asentamientos, tanto comunes como aislados. Estos restos han sido catalogados por el Dr. Antonio González Cordero en su estudio “Estructuras defensivas de la Edad del Cobre en la Comarca de Trujillo”[1], donde se identifica y cataloga la existencia de cuatro yacimientos arqueológicos en el término municipal cumbreño: “Poblado de la Sierra de la Pepa”, “Castillejos I”, “Castillejos II” y “Cabrerizas”.

El Dr. González Cordero, a través de las excavaciones arqueológicas practicadas, cataloga cada uno de ellos en base a su ubicación geo-espacial y características edificatorias. Los tres primeros se englobarían dentro de la categoría “Estructuras defensivas”, correspondiendo el primero de ellos (Poblado de la Sierra de la Pepa) a la tipología de “poblados con muros de contención”, al disponer de un cerramiento perimetral  cuya función principal, dada sus características, no sería la de protección, sino la de salvaguarda frente al entorno. Los poblados denominados “Castillejos I” y Castillejos II”, situados de manera enfrentada en las elevaciones que flanquean a la semi-derruida presa de la “Charca Runé”, corresponderían a la tipología de “poblados – fortines”, en la que el asentamiento de “Castillejos I” ejercería la función de fortín defensivo sobre el poblado amurallado de “Castillejos II”, controlando el territorio circundante y reforzando la seguridad de su límite sur.

Por último, en el yacimiento de “Cabrerizas”[2], enclavado al norte del paraje de “Las Resbaladeras”, se han catalogado restos de una edificación de planta circular de aproximadamente 5 m de diámetro. Se trataría de una cabaña formada por zócalo de piedra perimetral y cubierta vegetal.

En la excavación se identifica, además del citado muro perimetral, los calzos para las horquillas de formación de la techumbre y del poste central. En cuanto a la distribución interior, se distinguen y catalogan en el yacimiento los espacios dedicados a la zona de molienda, el hogar del fuego, el torno de alfarería, la zona de almacenamiento y la zona destinada a dormitorio.

Completando a estos yacimientos de época calcolítica, existiría también uno localizado, y no excavado, denominado “Albercón”, enclavado entre el “Poblado de Sierra de la Pepa” y el complejo de “Castillejos”.

 

EDAD DEL BRONCE, EDAD DEL HIERRO y ASENTAMIENTOS PRERROMANOS

La Edad del Bronce, el posterior Periodo Orientalizante y la Edad del Hierro, también dejaron huella en nuestro entorno más próximo.

En relación a la ocupación poblacional estable del territorio, no se han encontrado evidencias en nuestra comarca durante la Edad del Bronce, reduciéndose los vestigios catalogados de esta época a estelas decoradas encontradas en varios términos municipales de nuestra comarca: La Cumbre, Robledillo de Trujillo, Santa Ana, Ibahernando,…

Caso distinto fue la Edad del Hierro. La ocupación física del territorio en la zona norte de Extremadura, se llevó a cabo a través de pueblos de origen celta (Lusitanos y Vettones), asociándose la zona de ubicación de nuestra población al denominado territorio Vetton. Este periodo tiene como ejemplo arqueológico más cercano e importante el castro de “Villasviejas del Tamuja” en la vecina localidad de Botija, fechado en la denominada Segunda Edad del Hierro (o “Cultura de los Castros”).

Aunque anteriormente hemos mencionado que no existen vestigios de ocupación poblacional estable del entorno durante la Edad del Bronce, sí existen evidencias de ocupación, al menos esporádica, en nuestro término. En las excavaciones realizadas en el anteriormente mencionado poblado calcolítico de “Castillejos”, se encontró y catalogó por parte del Dr. González Cordero, un regatón de lanza fechado en el denominado Bronce Final. Sin embargo, en los sondeos abiertos en la excavación no se documentó ningún nivel específico de esta época, motivo este que lleva a pensar en una ocupación esporádica de estos espacios[3].

Además del ya relacionado, existen más restos arqueológicos de estas épocas localizados en nuestro término municipal, algunos de los cuales se encuentran depositados e inventariados en el Museo de Cáceres, siendo su descripción la que sigue[4]:

  • Bronce final – Orientalizante (s.VIII-VII a.C.): Fíbula anular de bronce de puente semicircular. Conserva la aguja y la mortaja. Aparecida en una sepultura. Medidas: altura 2.2 cm; diámetro 6.7 cm. Donación de Pedro Rincón Rodríguez. (nº inv. 569).
  • Periodo prerromano (s. III-I a.C): Materiales procedentes del poblado prerromano denominado “Campoaser” situado en el término municipal de La Cumbre.
  • Arete de bronce con un orificio central de forma cuadrangular, interpretado como un objeto de medida o peso. Medidas: diámetro 1.8 cm. (Nº Inv. D-7117)
  • Fíbula de bronce en Omega, sin aguja. Medidas: 4.2×4.x cm. (Nº Inv. D-7115)
  • Cuenta de collar de pasta vítrea de color rojo, en forma de tonel con perforación central. Medidas: 7x 4 mm. (Nº Inv. D-7119)
  • Empuñadura de puñal biglobular de hierro con decoración geométrica en ambas caras de la empuñadura. Longitud 10 cm. (Nº Inv. D-7120:)
  • Puente o arco de fíbula de bronce, anular hispánica. Medidas. 1.5×1.9 cm. (Nº Inv. D-7116:)
  • As de bronce. Medidas: Diámetro 2.7. Peso: 14.1 gr. (Nº Inv. D-7118)

Como hemos comentado con anterioridad, los principales vestigios de la Edad del Bronce encontrados en nuestra comarca corresponden a estelas decoradas. Sobre este particular, D. Valentín Soria Sánchez, en sus estudios denominados “Restos Arqueológicos de Extremadura”[5] e “Información sobre Arqueología Extremeña”[6], identifica dos estelas, de diferente estilo, encontradas en la finca “El Carneril”. La primera de ellas se define como una estela grabada sobre una losa de granito fino de 120x47x15 cm, conteniendo “…un escudo redondo y cuero claveteado y escotadura del tipo llamado Herzsprung, y a ambos lados está una espada y una lanza.”. El diámetro del escudo es de 40 cm y las armas se encuentran separadas del escudo una distancia de unos 12 cm. La segunda pieza se define como una piedra granítica de 72x24x25 cm “profusamente grabada”, presentando “…grabados de forma laberíntica, una serie de símbolos y objetos esquemáticos curvilíneos abundan de la cruces, con tendencias más o menos a la cruz llamada esvástica. En el centro aparece un ancho deslascado que interrumpe los dibujos, y más a la derecha hay una especie de rueda o molinillo de radios curvos semejantes a los emblemas que presentan las estelas de Salamanca.”.

En relación a estos hallazgos, indicar que la primera de las estelas identificadas por el Sr. Soria, se incluye en la Tesis Doctoral del Dr. Joan Antón Barceló i Álvarez[7]. En dicha tesis se define a la estelas decoradas del Sudoeste peninsular como “…un fenómeno característico de los siglos X-IX a.C. resultado del proceso de diferenciación social generado por la naturaleza de los intercambios que por entonces mantenían los grupos humanos situados entre el Tajo y el Guadalquivir”.  Así mismo, existen diferentes teorías sobre la filiación cultural de estos símbolos, ya que algunos autores las relacionan con el mundo funerario, mientras que otros las identifican con hitos para la marcación de campos de batalla, vías ganaderas o territorios concretos.

 

LA OCUPACIÓN ROMANA: PEQUEÑOS VESTIGIOS

La ocupación romana de nuestro entorno geográfico contó con una resistencia activa de los pueblos que la ocupaban: Lusitanos y Vettones. Es por ello que en un principio se llevó a cabo una ocupación militar del territorio para garantizar la defensa de las vías de comunicación, principalmente la Vía de la Plata. Una vez alcanzada la pacificación en el s.I a.C., comenzó la romanización de las zonas indígenas, a través de la fundación de una red de ciudades cuya influencia abarcaría todo el territorio. Ya asentados y sin tensiones bélicas, los romanos iniciaron un proceso de explotación de los territorios, principalmente a nivel agrícola y minero.

Se dice que la riqueza mineral de un territorio ha ejercido siempre como factor fundamental en la ocupación y utilización de ese espacio y fue precisamente esta actividad, la minería, la que atrajo la atención romana sobre nuestra zona, ya que sus características geológicas la hacen de especial interés metalo-genético, principalmente para la explotación del plomo y la plata, minerales estos especialmente apreciados por los romanos, tanto para la obtención del bronce mediante aleación (plomo), como para el acuñamiento de moneda (plata).

Geológicamente, nuestro término se encuentra enclavado en una zona de contacto entre pizarras precámbricas y batolitos graníticos, a las que se encuentran asociados filones de galena argentífera, metal que combina plomo, plata y azufre.

Los romanos explotaron los yacimientos de este mineral durante más de cien años en la zona de la finca “Alberguerías” y del río Tamuja, donde se edificaron complejos mineros de especial importancia, habiendo sido catalogados numerosos vestigios de dicha actividad.

Volviendo sobre la ocupación poblacional del espacio, nuestro entorno cuenta con ejemplos catalogados en forma de castros romanos, nacidos en torno a los yacimientos mineros del rio Tamuja, ubicados todos ellos en el término municipal de Plasenzuela. En cuanto a la posible existencia de asentamientos humanos de entidad en nuestro término, el Anónimo de Rávena sitúa una vicus denominada Rodacis en la vía romana que comunicaba Complutum (Alcalá de Henares) con Emérita Augusta (Mérida), entre Turcalion (Trujillo) y Lacipea (¿Albalá, Santa Amalia,…?). Esta localización, asociada a la toponimia de la zona (Roa, Ruanes,…) lleva a algunos historiadores a situar esta pequeña aldea o vicus romana en el término municipal de La Cumbre (más concretamente en la finca de “Roa”), aunque no existe constancia arqueológica de ello.

Sin embargo, sí se han encontrado vestigios arqueológicos aislados de esta época en forma de inscripciones epigráficas, siendo el registro más antiguo el publicado por D. Mario Roso de Luna en 1903 en el “Boletín de la Real Academia de Historia”[8] y en la “Revista de Extremadura”[9]. Roso de Luna describe la siguiente inscripción sobre un cipo granítico adornado con una flor cuadripétala en su parte superior, de 50×20 cm, hallada en la finca de Roa:

Q   M   S

Q CAECL

O   CELII

D(is) M(anibus) s(acrum). Q(uinto) CAEC(i)l(i)o Celi(i) f(ilio)

 

Así mismo, en 1929, D. Clodoaldo Naranjo, en su libro “Solar de Conquistadores. Trujillo, sus hijos y monumentos” y posteriormente D. Valentín Soria Sánchez en su estudio “Diccionario Epigráfico de Inscripciones en Extremadura”[10], certifican la existencia de un ara votiva, localizada en La Cumbre, con la siguiente leyenda:

Bellonae . C(aius) / Noarcur . Mac(er) / Sacri . Faciend(um . d(e) . s(ua) . p(ecunia)

 

Ahondando sobre este tipo de hallazgos, hemos podido verificar la catalogación de 7 inscripciones epigráficas más, de época romana, localizadas en el término de La Cumbre, siendo las que siguen[11]:

  • Epitafio sepulcral dedicado a Ses[…]: D(is) M(anibus) s(acrum) / L(ucius?) Ses[…]
  • Epitafio sepulcral anónimo: ….. / […]ri f(ilius) / […]fus / [a]n(norum) L h (ic) / [s(itus) e(st)]
  • Inscripción: […]ba / Albu[…/…]FV
  • Dedicación a Iuppiter: L(ucius) Nor[ba]/nus Ruf/us Iovi / [a]ram / ….
  • Epitafio sepulcral de Gaia: Galla / Maxus/mae lib(erta) / ann(orum) LXX / h (ic) s(ita) e(est) s(it) t(ebi) t(erra) l(evis) / liberti / libertae /f(aciendum)c(uraverunt)
  • Epitafio sepulcral de Brita: Brita / Marci liberta / Nova an(norum) / LXXV h (ic) e(st) / s(ita) s(it) t(ibi) [t(erra) l(evis)]
  • Ex voto a Bellona: O / […] AN / Radr/ratus / Bel(l)ona / votum / aram / ….

 

Como sucediera con el periodo prerromano, el inventario de piezas arqueológicas del Museo de Cáceres documenta también un elemento de época romana localizado en nuestro término municipal, distinto de las estelas epigráficas relacionadas anteriormente, del que adjuntamos descripción[12]:

  • Olla de cerámica de cuerpo globular, base plana y borde exvasado con el cuello marcado, desgrasante fino, cocción mixta. Medidas: altura 13 cm; diámetro de la boca 14 cm. Cronología: romano-tardorromano. Donación de Pedro Rincón Rodríguez. (Nº Inv. 540)

DECADENCIA ROMANA E INVASIÓN: LOS VISIGODOS

La decadencia del Imperio Romano provocó que la provincia de Lusitania sufriese las sucesivas invasiones de los “pueblos del norte”: Suevos, Vándalos y Alanos, hasta la definitiva ocupación del territorio por parte de los Visigodos.

Nuestra región fue objeto de conflicto entre los pueblos bárbaros principalmente por el control de la importante ciudad de Mérida, la cual llegó a ser nombrada capital hispanogoda por Teudis, hasta que Atanagildo trasladó definitivamente la corte a Toledo.

Los Visigodos apenas introdujeron cambios en la organización administrativa del territorio instaurada por los romanos, dado el alto grado de desarrollo alcanzado por éstos. Así mismo, lo reducido del poblamiento visigodo, unido a la alta romanización del espacio, propició el mantenimiento de las raíces latinas, con un alto grado de simbiosis cultural.

En lo relativo a la ocupación del espacio, indicar que los saqueos y ataques germanos propiciaron una reducción importante de la población urbana, salvo en las principales ciudades del territorio (Coria y Mérida).

Los principales vestigios arquitectónicos de la cultura visigótica en nuestro entorno son de carácter religioso, siendo su máximo exponente la basílica de Santa Lucía del Trampal (s.IX) en Alcuéscar. Así mismo, en la vecina localidad de Ibahernando se ubicó también una pequeña basílica dedicada a la Virgen María, consagrada por Oroncio, Obispo de Mérida, en el año 635.

 

 

LA OCUPACIÓN ÁRABE: DESPOBLACIÓN E INESTABILIDAD

Durante la ocupación árabe en la Península, las características especiales del sector occidental de la frontera andalusí, donde se engloba nuestra comarca, convirtieron esta región en una zona militarmente permeable, a pesar de la ocupación musulmana de la zona. Las expediciones cristianas penetraban en ella con éxito, sin apenas resistencia, aún a pesar de que la reconquista definitiva de estos territorios no se produjo hasta el s. XIII. Es por ello que durante el periodo islámico, la zona de la denominada Plenillanura Trujillano-Cacereña, donde se ubica La Cumbre, se encontró prácticamente despoblada, a consecuencia de la inestabilidad generada por las continuas razzias bélicas entre los ejércitos musulmanes y cristianos. Únicamente las poblaciones que contaban con recintos defensivos, como la vecina Trujillo,  podían mantener una población estable.

La reconquista definitiva de Trujillo (25 enero 1232) a manos de las huestes cristianas de Fernando III, comandadas por el obispo de Plasencia, D. Domingo, y el Maestre de la Orden de Alcántara, D. Arias Pérez, conlleva la pacificación de la zona, comenzando así la repoblación de estos territorios.

 

LA RECONQUISTA Y LA BAJA EDAD MEDIA: ORIGEN Y CRECIMIENTO

El repoblamiento cristiano en Extremadura a principios del s.XIII tuvo una perspectiva militar y ocupacional, girando en torno al control de la red de castillos y redes de comunicación. Posteriormente, alcanzada ya una estabilidad territorial suficiente, después del llamado “Periodo de Frontera”, comenzó una expansión poblacional selectiva hasta finales del mencionado siglo. Esta expansión tuvo un desarrollo mayoritario en la zona norte de Cáceres y la Vega del Guadiana, documentándose sólo 3 aldeas en el realengo de Trujillo para este periodo.

A partir de esta fecha, y hasta mediados del s.XIV, se intensifica el ritmo de ocupación territorial, principalmente en la plenillanura central y muy especialmente en el concejo de Trujillo, donde el crecimiento de aldeas y lugares se localiza en torno a las principales rutas de paso del los ganados mesteños. Este hecho, unido a la existencia de documentos de inicio del s.XV donde ya aparece mencionada la aldea de La Cumbre, nos lleva a acotar el origen de la actual población durante este periodo.

 

A partir de este momento, La Cumbre sobrevivirá como una de las aldeas de realengo censadas en el Concejo de Trujillo (23 ó 27 según fuentes), con total dependencia legislativa, judicial y administrativa de esta población.

En esta época la “Tierra de Trujillo” ocupaba un territorio de más de 300.000 Has., con una distribución desigual de su población, motivo por el cual, durante este periodo, el Concejo de Trujillo procedió a la concesión de ejidos para favorecer el poblamiento de sus aldeas, lo que posibilitó no sólo el acceso a la tierra de sus vecinos, y por lo tanto su permanencia, sino el crecimiento demográfico de las mismas. Esta expansión demográfica sufrió una brusca desaceleración, e incluso recesión, con motivo de la epidemia de peste que asoló Castilla entre los años 1506 y 1507.

El periodo de La Cumbre bajo el realengo, como el de la mayoría de las aldeas del mismo, estuvo marcado por la sumisión al concejo de Trujillo y sus abusos de poder, dado que, aun a pesar de disponer de concejos aldeanos, éstos se encontraban controlados por miembros de los linajes dominantes de la ciudad. Esta tesitura repercutía en los conflictos entre miembros particulares de la oligarquía trujillana y los vecinos de las aldeas, ya que los primeros se veían respaldados, en la mayoría de los casos, por el concejo trujillano, en lugar de que éste velara por los intereses del concejo aldeano, a quien debería representar como parte de su señorío.

Como hecho histórico relevante en este periodo, podemos destacar la aportación de fuerzas y caudales que hace el concejo de Trujillo, a petición de los Reyes Católicos, para apoyar la Guerra de Granada. Sabemos que al menos en  siete ocasiones se solicita el apoyo de la ciudad de Trujillo y su tierra a la “Causa Católica” en Andalucía[13]:

  • El 26 de marzo de 1485 se solicitan 250 peones, de los cuales 6 fueron aportados por La Cumbre.
  • El 5 de agosto del mismo año se solicitan 1200 peones (400 ballesteros y 800 lanceros) y 100 lanceros. La Cumbre contribuye con 20 peones y 1 lancero.
  • El 2 de enero de 1486, los procuradores de ciudades y villas ofrecieron 5000 peones para la continuación de la guerra, correspondiendo al concejo de Trujillo 216 de ellos: 8 espingarderos, 150 ballesteros, 36 lanceros y 22 peones armados con azada y palos. La Cumbre aportó 3 de ellos.
  • El 15 de diciembre de 1486 se solicita un nuevo contingente de 920 peones: 90 espingarderos, 587 caballeros y 243 lanceros. La cumbre aportó 6 de ellos.
  • El 24 de junio de 1487 se solicitan 200 nuevos peones, repartidos como sigue: 100 ballesteros, 50 lanceros y 50 espingarderos. Ante la dificultad de encontrar espingarderos, al tratarse de tropa especializada, se repartieron finalmente 100 ballesteros y 100 lanceros. La Cumbre contribuye con 5 peones.
  • El 3 de marzo de 1488 se vuelven a facilitar a la corona, por parte del concejo trujillano, un total de 160 peones: 8 espingarderos, 156 ballesteros, 39 lanceros y 20 hombres armados con palos y azadas. La Cumbre aportó 10 de ellos.

 

LA CONQUISTA DE AMÉRICA: APORTACIÓN AL NUEVO MUNDO

Hablando de historia, no podemos dejar pasar de largo el que posiblemente sea el periodo histórico más importante de nuestra nación: el descubrimiento y conquista de América, del cual nuestra comarca es cuna y origen de algunos de sus más insignes protagonistas, desconociendo si algún vecino de La Cumbre llegó a formar parte, de forma activa, en alguna de las expediciones de conquista del llamado “Nuevo Mundo”.

Sin embargo, sí tenemos constancia documental de la presencia de cumbreños entre los contingentes de repoblación y evangelización del nuevo continente, gracias a los registros de pasajeros y licencias de la Casa de Contratación de las Indias, en Sevilla, de lo cual damos cuenta en la siguiente relación:

–          Bartolomé Dalmao[14], natural de La Cumbre, hijo de Bernardo de Salas y de Elvira Dalmao, embarcó rumbo a Popayán, como criado de Diego García de Paredes, el 17 de marzo de 1563.

  • Juan de Belvís[15], natural de La Cumbre, hijo de Juan de Belvís y de María Alonso, embarcó rumbo de Nueva España con su mujer, Teresa González, natural de La Cumbre, hija de Juan de Monroy y de Juana González, y sus hijos Melchor, Juan, Diego, Francisco, Juana, Beatriz y Catalina, y su criada Catalina González, también natural de La Cumbre e hija de Juan de Monroy y de Catalina Hernández, el 18 de mayo de 1577.
  • Baltasar González[16], clérigo, natural de La Cumbre e hijo de Pedro Alonso y de Antonia González, partió rumbo al Perú el 5 de octubre de 1577. En su expediente de información y licencia se le describe como “…clérigo presbítero natural de la villa de la Cumbre, mediano de cuerpo, de edad de treinta y un años, moreno de piel y barbinegro…”. Se indica, así mismo, que se le permite “…llevar a su servicio un paje…”.
  • El 17 de enero de 1579, Miguel Sánchez (“el Mozo”)[17], natural y vecino de la villa de La Cumbre e hijo de Miguel Sánchez y Juana González (naturales también de dicha villa), embarcó hacia la otra orilla del Atlántico como criado del Bachiller Gaspar González, el cual partió de Trujillo rumbo a Perú junto a tres de sus hermanos, una sobrina huérfana y otra criada de Orellana. De la información hecha para su licencia hemos podido conocer la composición del gobierno de la población en esas fechas: “En la villa de la Cumbre a diez días del mes de diciembre de mil quinientos e setenta y ocho años, ante el (…) señor Alonso Jiménez, alcalde mayor en la dicha villa por la muy (…) señora doña Juana de Paredes, señora de la dicha villa de la Cumbre y por (…) Alonso Fernández (…) principal de la dicha villa…”.
  • El mismo día, García González[18], también natural de La Cumbre, soltero, hijo de Pedro González e Isabel Alonso, embarca a San Francisco de Quito como criado de Pedro Rodríguez.
  • Pedro Hernández y Juan Rentero[19], parten hacia Santiago de Cuba en septiembre de 1579, en compañía de Sancho de Medina, para trabajar en las minas de cobre cedidas en merced a este último.
  • Un nuevo García González[20], herrero, también natural de La Cumbre e hijo de Pedro Díaz Vázquez, embarca con su mujer, Francisca Núñez y sus hijos Jerónimo Núñez y Andrés, Cristóbal y Ana Vázquez, rumbo al Perú, el 3 de marzo de 1582.
  • Pablo de Escobar[21], natural de La Cumbre, del que existe una mención en el registro de Santiago de los Caballero (Guatemala), en 1603.
  • Y por último, Juan Sarmiento[22], natural de La Cumbre, soltero, hijo de Pedro Sarmiento y de María González, viajó al Perú como criado de D. Juan de Loaisa y Calderón, el 1 de julio de 1606. La información hecha para su licencia brinda datos tales como “…en el lugar de la cumbre a diez (…) días del mes de mayo de mil y seiscientos años (…) por el señor alcalde Pedro Fernández ordinario en el dicho lugar, el examen de (…) presentados por Juan Sarmiento en del dicho lugar, digo que mandaba y mando se presente el escribano demandado de tomar fe de dicha información al dicho Juan Sarmiento…”. Y de dicha toma de fe se define que “…doy fe que conozco al dicho Juan Sarmiento, es del dicho lugar, que es un mozo de buena estatura, de edad de veinte y seis años poco más o menos con una herida en la ceja derecha, barbicalvano,…”.

 

Por otro lado, fuera de los registros de pasajeros de la citada Casa de Contratación, tenemos también constancia documental de la existencia de un cumbreño asentado en el Perú, concretamente en la población de Caxatambo, al norte de la Ciudad de los Reyes (actual Lima). El documento consultado es el testamento de Francisco Rodríguez[23], redactado en 1602, el cual se define como natural de “La Cumbre Alta de Trujillo”.

Ante nuestras dudas iniciales sobre la correspondencia de esta localización con nuestro pueblo, observamos que el documento arroja pruebas que entendemos como suficientes para identificar esta localidad con la actual población La Cumbre.

“En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas y un solo Dios verdadero. Sepan cuantos esta carta de codicilio vieren, como yo, Francisco Rodríguez, natural del pueblo de La Cumbre Alta de Trujillo, en España en la Extremadura, estando en la cama enfermo del cuerpo y sano de la voluntad, ordeno e hago se de codicilio para que sea valedero de última voluntad mía. Declaro que aunque soy natural del dicho pueblo de La Cumbre, soy casado con Catalina Sánchez “la Rubia”, en el pueblo de Santa Cruz de la Sierra, a dos leguas del dicho mi pueblo, con la cual, mi mujer, tengo una hija llamada Isabel, de edad de diez y nueve años.”

El documento nos descubre, también, como nuestro paisano gozó al menos de la suerte que andaban buscando los que emigraban a la otra parte del Atlántico, en vista de la herencia dejada en su testamento a su única hija, Isabel.

“La flota y armada que salió del puerto y callao de esta Ciudad de los Reyes por mediados del año pasado de 1602, se registraron 1.574 reales de a cuatro (…) y se enviaron a los dichos reinos de España, dirigidos a la Casa de Contratación de la ciudad de Sevilla para que (…) los hayan sus herederos conforme a su testamento y ordenanza…”.

 

LA EDAD MODERNA: ENAJENACIÓN Y SEÑORÍO

Precisamente esta “aventura americana” propició el enriquecimiento de buena parte de la nobleza local de Trujillo. Esta coyuntura, unida a las necesidades financieras de la Corona en tiempos de Felipe II, embarcada en una sucesión de costosas contiendas bélicas, y especialmente tras la bancarrota de 1557, desembocó en la enajenación en manos privadas de muchas de las poblaciones sujetas a realengo, lo cual ocasionó una importante convulsión en el seno del Corregimiento de Trujillo. La Cumbre, como otros pueblos de la zona, no quedó ajena a estos movimientos y en el año 1559, Pedro Barrantes y Fernández de Ulloa, miembro de la nobleza local trujillana, perteneciente al linaje de los Añasco, Regidor de Trujillo y conquistador del Perú, compra la villa y sus territorios a la Corona.

Sin embargo, la enajenación en manos privadas de la villa de La Cumbre, como la de otros lugares del realengo de Trujillo, no fue un acto tan sencillo como pudiera parecer, ya que existían limitaciones legales para este tipo de ventas desde tiempos de Alfonso X “El Sabio”, así como un privilegio otorgado por el emperador Carlos V (y ratificado por el propio Felipe II) por el que se impedía la enajenación de los lugares del realengo de Trujillo. Sin embargo, ante las necesidades económicas de la Corona, el rey autorizó en 1558 a su hermana, Dña. Juana de Portugal, a la venta de estos lugares, sin posibilidad de rescate, a aquellos particulares que poseyeran rentas y causales suficientes para su compra. Ante esta tesitura, los corregimientos no permanecieron inmóviles, imponiendo pleitos por el mantenimiento de dichas leyes, ante el perjuicio evidente que se avecinaba sobre su estatus de poder.

En el caso del realengo de Trujillo, los territorios enajenados terminaron en manos de varios de sus regidores y nobles preeminentes, utilizando su riqueza e influencia para hacerse con estos lugares y vasallos, a través de una trama de intereses con la que se ocultó estos movimientos al resto de representantes del Concejo.

Ante la pérdida irremisible de estos lugares, desde el Concejo se presionó a la corona para que, al menos, la venta no afectase ni a las tierras de común aprovechamiento del realengo ni a las heredades de los nobles trujillanos en estos términos, por lo que se hizo indicar que venta afectaría sólo a la delimitación exclusiva del ejido común, la dehesa boyal y las tierras públicas concejiles, estableciéndose un valor de 16.000 maravedíes por cada vecino.

El 17 de agosto de 1559 se tramitaron las cartas de venta, llevándose a cabo las averiguaciones finales sobre censo y término en el mes de noviembre, el cual arrojó una población definitiva de 178 vecinos para La Cumbre, lo que suponía un montante de 2.848.000 maravedíes. Junto con la villa se adquirió a su vez media legua cuadrada de término, por la que se pagaron 2.000 ducados.

Con la carta de compra, D. Pedro Barrantes recibió a perpetuidad[24]: “… el señorío y propiedad y posesión real de la villa /…/ para que sea vuestra y de los dichos vuestros herederos y sucesores /…/ y lo podáis vender o empeñar, dar o donar /…/ y hacer de ello /…/ lo que quesiéredes /…/ no os será quitada aunque puedan pagar y dar la misma cantidad que vos dais y otra mayor…” “… den los pregones de justicia en vuestro nombre /…/ y no en el de Su Majestad, y podáis poner horca y picota y tener todas las insignias de jurisdicción…”. “… Los siervos mantengan y guarden reverencia, acatamiento y obediencia que de vasallos deben…” “… Aparto la dicha villa de La Cumbre de la corona y patrimonio real de la ciudad de Trujillo y de su jurisdicción…” “… Los vecinos de Trujillo pueden gozar de los baldíos de La Cumbre y los vecinos de La Cumbre de los aprovechamientos de Trujillo…”. “… No consientan los dichos fiscales del dicho consejo real y cancillerías ni a la dicha villa de La Cumbre… ni a Trujillo… contradigan ni impidan… lo en esta carta de venta contenido. Firmado Valladolid, 17 de agosto de 1559”.

Finalmente, el rey Felipe II ratificó las ventas de estos lugares en Toledo, el 24 de diciembre de 1559. En dicha ratificación se dice[25]: “… Estamos obligados a dar nuestra carta de confirmación de la venta /…/ confirmamos y aprobamos la carta de venta que la serenísima princesa doña Juana en nuestro nombre /…/ os otorgó, y mando que sea cumplida…”.

 

EL SEÑORÍO DE LA CUMBRE: CREACIÓN Y SUCESIÓN

Formalizada ya la desvinculación La Cumbre al Realengo y su transmisión a manos privadas, nos centraremos ahora en la figura de su primer señor: D. Pedro Barrantes y Fernández de Ulloa[26]:

Hidalgo nacido en Trujillo hacia el año 1508, perteneciente al linaje de los Añasco. Hijo de Juan Barrantes y Francisca Rodríguez de Cervantes.

Pasó a América en el tercer viaje de Francisco Pizarro, en 1530, formando parte de la expedición de conquista del Perú, donde participó en la captura del Inca Atahualpa (o Atabalipa) en la Batalla de Cajamarca (16 de noviembre de 1532) como uno de los 63 conquistadores a caballo de entre los 168 españoles presentes en la citada batalla. Relacionado en el acta oficial levantada por Pedro Sancho de la Hoz como «Pedro de Barrientos», recibió del botín del tesoro de Atahualpa 362 marcos de plata y 8.880 pesos de oro.

Participó también en la conquista de Cuzco en 1534, retornando a España en compañía de Diego Gª de Paredes, figura insigne de las conquistas americanas e hijo del afamado “Sansón Extremeño”.

Permaneció en Sevilla durante 1535, afincándose posteriormente en Trujillo, donde ocupó el puesto de Regidor de la villa.

Casó con Juana de Paredes, con la que tuvo 8 hijos[27]: Juan Barrantes, Francisco Barrantes, Diego Barrantes, García Barrantes, Alonso Barrantes, Álvaro de Paredes, María de Paredes y Juana de Paredes.

 

La presencia de Pedro Barrantes en la campaña peruana de Francisco Pizarro no debió ser casual, ya que hemos podido verificar que gozó de una estrecha relación con la familia Pizarro, y en especial con Hernando, quien llegó a confiarle una gran cantidad de dinero para prestar a la corona, en su viaje de regreso a España[28]. Así mismo, la figura de D. Pedro se vio de nuevo asociada con la de  Hernando Pizarro en el pleito seguido por la muerte de Diego de Almagro en Perú, siendo recusado su testimonio por el procurador de la parte contraria al entender que existía cierto grado de parentesco entre ellos[29].

Esta estrecha relación familiar entre los Pizarro y los Barrantes derivaba ya, al menos, de Juan Pizarro, padre de D. Pedro, al participar éste como uno de los 12 testigos que dieron fe de la nobleza y limpieza de sangre del conquistador Francisco Pizarro en su expediente de solicitud de ingreso en la Orden de Santiago[30].

El “Nuevo Mundo” y sus territorios conquistados supusieron una gran oportunidad para muchos españoles, y en especial para la pequeña nobleza. Muchos segundones (vástagos sin mayorazgo) embarcaron rumbo al otro lado del Atlántico en busca de la posición y riquezas a las que no tenían acceso en España. Dentro de este grupo se encontraron, al menos, tres de los hijos de Pedro Barrantes: Diego García de Paredes Barrantes (capitán), Álvaro de Paredes Loaisa (clérigo) y Alonso Barrantes.

Sin embargo, a pesar de la gran oferta de puestos y cargos de relevancia que brindaban los nuevos territorios, la demanda era igualmente numerosa, por lo que los aspirantes debían acumular gran cantidad de méritos para poder optar a la consecución de su objetivo. Para ello se valían de todas aquellas credenciales que pudiesen favorecer su posición, desde recomendaciones personales de personajes principales del clero y la nobleza de la época, a la presentación de méritos (principalmente militares) tanto propios como de sus familiares más directos. Y es precisamente sobre este último punto sobre el que queremos llamar la atención, ya que gracias a las aspiraciones indianas de algunos de los hijos de Pedro Barrantes, hemos podido conocer información que confirma la presencia y el protagonismo de éste en la conquista del Perú.

En 1598, el capitán Diego García de Paredes Barrantes, solicitó que se llevase a cabo una información de oficio sobre los méritos y servicios prestados a la Corona por su padre, Pedro Barrantes, con el objetivo de optar a algunos de los Corregimientos del Perú vacantes en esas fechas[31]. Dicha información fue recogida por la Real Audiencia de Lima (por entonces ciudad de los Reyes), a través de un interrogatorio realizado a cuatro testigos. Los interpelados, todos naturales de la ciudad de Trujillo y residentes en el Perú, dijeron reconocer a Pedro Barrantes y Juana de Paredes, como legítimos padres tanto de Diego García de Paredes como de Álvaro de Paredes Loaysa, así como ser conocedores de los méritos del patriarca en la conquista del Perú, junto a Francisco Pizarro. Definen a los padres como “…caballeros hijodalgos e personas de calidad e por tales son habidos y tenidos, sin haber tenido jamás cosa en contrario.”, e identifican  a Pedro Barrantes como uno de los primeros conquistadores del Perú, presente en la batalla de Cajamarca, en la prisión del Inca Atabalipa (Atahualpa), en la conquista de las ciudades de los Reyes (Lima) y Cuzco, y partícipe del botín de oro y plata repartido por Pizarro, en reconocimiento a tales hazañas. Indican también no haber sido conocedores de que por tales méritos se le hiciese merced de renta en indios, por lo que solicitan  para su hijo Diego “…se le haga merced de tres o cuatro mil pesos de renta en indios en este reino, y de ocupalle en cargos e oficios de calidad e cualquier merced que su majestad fuere servido hacerle…”.

Sin embargo, el dato más interesante que arroja este documento no reside ni en las inmejorables referencias sociales de la familia Barrantes ni en los méritos militares del patriarca (muy importantes todos ellos para ahondar en el conocimiento de la figura de D. Pedro), sino en uno de los testimonios recogidos en el mismo en el que se da cuenta de un suceso que, de poder confirmarse, sería uno de los hitos históricos más importantes de La Cumbre, si no el que más. El 17 de abril de 1599, uno de los testigos de Diego García de Paredes, de nombre Rodrigo Bravo, vecino de la Ciudad de los Reyes, natural de Trujillo y de setenta y dos años de edad en el momento del interrogatorio, realizó las siguientes manifestaciones: “…y sabe que los dichos Pedro Barrantes y doña Juana de Paredes y el dicho Diego García de Paredes, su hijo, y los dichos sus hermanos, fueron y son caballeros hijosdalgo notorios y se les han guardado y guardan en la dicha ciudad de Trujillo y en las demás partes y lugares donde les conocen, las honras y preeminencias que se guardan a los caballeros hijosdalgo, y son personas de mucha suerte y calidad y que han sustentado y sustentan en la dicha ciudad de Trujillo, casas, caballos, armas, escuderos y criados, y han sido y son habidos y tenidos por caballeros hijosdalgo principales de la ciudad de Trujillo, y sabe que pasando a Portugal desde Madrid la reina María y la reina de Francia por la villa de La Cumbre, que es del Sr. Juan de Barrantes, y lo fue de su padre, posaron en sus casas las dichas serenísimas reinas.”. [32]

El Señorío de La Cumbre, que como hemos podido comprobar en el legajo transcrito anteriormente continuó con Juan Barrantes, primogénito de la saga, se genera gracias a la fundación del Mayorazgo del Tercio y Quinto de sus bienes llevada a cabo por D. Pedro Barrantes y su mujer, Dña. Juana de Paredes, el 21 de Octubre de 1566.

En el documento de fundación, además de detallar los bienes y propiedades adscritos al citado Mayorazgo, se define el orden sucesorio, así como particularidades intrínsecas a la posesión del vínculo, como podemos verificar en la siguiente transcripción del citado texto:[33]

“…que en 21 de octubre del año pasado de 1566, Pedro Barrantes y Dña. Juana de Paredes, su mujer, previa licencia que esta obtuvo por razón de su sexo, fundaron Mayorazgo del tercio y quinto de sus bienes a favor de Juan de Barrantes hijo mayor, sustituyendo a los demás que habían procreado respectivamente en el caso de faltar los otros sin sucesión, dotando la perpetuidad con la jurisdicción, señoría, vasallaje y otro derechos que tienen sobre la villa de Cumbre y además casas, tierras con otras heredades ; y llegando a puntualizar las calidades del Mayorazgo, afirman el que ha de ser uno solo, y los bienes sujetos a restitución en una sola persona, sin que jamás se puedan donar, vender, trocar ni enajenar con ningún motivo, poniendo por condición que tanto el dicho Juan de Barrantes, como los demás sucesores, que para siempre en el Vínculo sean obligados a llamarse Barrantes y traer las armas de este apellido en la mano derecha de su escudo y las de los Paredes, que de ambos se prefijan los distintivos…”

 

Esta línea sucesoria de Mayorazgo se mantendrá durante generaciones (no sin incidencias y alteraciones) algunas veces unido o emparentado con otros títulos, tales como el señorío de Magasquilla, el marquesado de la Conquista y el condado de Quintanilla, hasta el año 1835, en que D. Joaquín de Mendoza Fernández de Córdoba, 10º señor de La Cumbre, murió sin descendencia.[34]

Diez fueron los señores de La Cumbre, siendo su cronología la siguiente:

  • Pedro Barrantes y Fernández de Ulloa, casado con Juana de Paredes y padres de Juan Barrantes.
  • Juan Barrantes, casado con Catalina de Orellana, padres de Pedro Barrantes Orellana.
  • Pedro Barrantes Orellana, casado con Juana de Grado Calderón, padres de Estefanía y María Barrantes.
  • Estefanía Barrantes Paredes y Grado, casada con Fernando Pizarro y Orellana (fallecidos sin descendencia). [35]
  • María Barrantes casada con Fernando de Orellana y Pizarro, padres de Juan de Orellana-Pizarro y Barrantes.
  • Juan de Orellana-Pizarro y Barrantes, casado con Clara Bejarano Orellana, padres de Fernando José de Orellana-Pizarro y Bejarano y Mª Francisca de Orellana-Pizarro Barrantes.
  • Fernando José Orellana-Pizarro y Barrantes (+ 28 Junio 1724), casado con Jerónima de Torres, con descendencia. [36]
  • Francisco de Mendoza Hijar Sotomayor y Barrantes (+ 24 Marzo 1746 / por sentencia de tenuta como sobrino de Fernando José Orellana-Pizarro por ser hijo de su hermana Mª Francisca) casado con Beatriz Ignacia de Ledesma y Ribera (4ª Condesa de Quintanilla) y padres de Fernando, Rodrigo, Vicente, Beatriz, Mª de la Paz y Vicenta de Mendoza Hijar Sotomayor Ledesma y Ribera.
  • Vicente de Mendoza Hijar Sotomayor y Barrantes, fallecido sin descendencia el 1 de Diciembre de 1798. [37]
  • Joaquín de Mendoza y Fernández de Córdoba, (por sentencia de tenuta al ser hijo segundogénito de José Francisco de Mendoza y Manuel de Villena (6º Conde de Quintanilla) sobrino de Vicente de Mendoza Hijar) fallecido en 1835 sin descendencia.

 

EL CATASTRO DE ENSENADA, LA REAL AUDIENCIA DE EXTREMADURA Y EL DICCIONARIO DE MADOZ: CENSO Y ESTADÍSTICA DE LA CUMBRE EN LOS SIGLOS XVIII Y XIX

A mediados del siglo XVIII, Fernando VI, a propuesta del Marqués de la Ensenada, ordenó la elaboración de un estudio estadístico sobre los lugares de la Corona de Castilla en el que se definiese la población, propiedades territoriales, edificios, ganadería, oficios, rentas y censos de estas poblaciones. Este estudio, conocido como “Catastro de Ensenada”, se componía de un interrogatorio general de 40 preguntas idénticas para todas las poblaciones, convirtiéndose en un referente estadístico para la toda la Europa de su época.

El 25 de febrero de 1752 se recogieron las respuestas dadas para la villa de La Cumbre, a cargo de los representantes de la sociedad civil y eclesiástica cumbreña, en las figuras de “…D. Juan Tomas Olguin de Tamayo, cura de la iglesia parroquial de esta villa , Juan de Ávila,  alcalde mayor de ella, Matías Redondo el mayor y Juan Martín Bermejo Aperador, Alcaldes Ordinarios, Matías Redondo  de Miguel y Juan Castro Ávila, Regidores, Alonso Ávila Mayordomo Escribano del Número y Ayuntamiento, Blas García Bermejo familiar del Santo Oficio de la Inquisición y Martín Delgado…”, por considerarse a éstos como “…personas de la mejor opinión e inteligentes en el número y calidad de tierras que hay en este término, sus frutos y cultura, personas del pueblo, sus artes, comercio, granjería, ocupación y utilidades…”.

Como inicio, se identificaba a la villa de La Cumbre como “…señorío de Don Vicente de Mendoza Hijar Sotomayor Ledesma y Rivera, menor de edad, hijo de los muy ilustres señores D. Francisco Mendoza Hijar Sotomayor y Barrantes, difunto de Dña. Beatriz de Ledesma i Rivera/…/quien  solo tiene en el expresado señorío la facultad de nombrar Justicia, Regidores y Juez Síndico y demás oficiales de Justicia, pero no percibe dineros algunos, pues pertenece al Rey nuestro Señor…”.

La población de La Cumbre en esta fecha se cifraba en 187 vecinos “…de todas clases y estados, menos de nobles.”, existiendo un total de “…164 casas habitables, 17 yermas y 19 solares, y que no hay alquería, ni casa de campo alguna, y no tiene el señorío de esta villa casa alguna ni pensión sobre dichas casas.”. Aun a pesar de la humidad de la mayoría de la población, se indicaba que “… aunque hay muchos pobres en esta villa, ninguno de solemnidad…”.

En cuanto al término municipal, se describía “…que esta villa tiene de término y jurisdicción media legua cuadrada, lo mismo desde Levante a Poniente y que del Norte al Sur, poco más o menos en forma ovalada, aunque por algunas partes hace picos y rinconadas…”, así como que “…todo el término de esta villa es de secano y no hay viña, huerta, bosques, matorrales ni más que una dehesa de pasto, /…/ejido ansarero inmediato al pueblo y así mismo las tierras de labor que están en el ejido realengo que es del término de esta villa…”.

En lo relativo a los servicios existentes, se indicaba que “…hay en esta villa una taberna donde se vende vino y aceite y la carnicería…” así como que “…Francisco Criado, vecino de la villa de Plasenzuela, tiene hecha obligación del abasto de jabón en esta…”. No existía hospital en la villa.

Se relacionaban también los oficios existentes en la villa, identificándose la existencia de cirujano y barbero (en la persona de Pedro Flores), 1 escribano, 2 arrieros, 2 herreros, 2 sastres, 1 cogedor de diezmos, 1 maestro de primeras letras, 16 jornaleros y 4 aperadores. Aunque se mencionaban, no se definía el número de labradores, mozos de labor, mayorales, manaderos y zagales existentes en la villa.

En lo relativo a los aprovechamientos agrícolas de la villa, se definía la calidad de las tierras del término (1ª, 2ª y 3ª), así como el diferente rendimiento de éstas en función del tipo de plantación (trigo, cebada, avena y centeno). No se identificaba existencia de molinos harineros en el término.

Se definía también la masa forestal existente (“…sólo hay las referidas encinas de la dehesa y unos 30 olivos…”), así como los rendimientos y valor de éstos.

En cuanto a la ganadería, se identificaba la tipología (ovino, caprino, porcino, vacuno y yeguadas), número de rebaños (13 de ovejas finas) y rendimientos económicos del ganado. Se declaraba también el número de yuntas existentes (53), así como el número de colmenas (42).

En lo relativo a las obligaciones tributarias de la villa se especificaba que “…no hay/…/ impuestos sobre las tierra del término de esta villa, más que el Diezmo, Primicia y el voto de Santiago…”, definiéndose el reparto de éstos.

 

Años más tarde, en 1791, se llevó a cabo un nuevo interrogatorio estadístico, esta vez por encargo de la Real Audiencia de Extremadura. Para la villa de La Cumbre se fechó el 11 de abril, y su contenido, aunque de mayor sencillez, era similar al del Catastro de Ensenada, con algunas variaciones propias de la diferencia temporal entre ambos.

De entre los datos relacionados en este documento, y para evitar ser repetitivos con información de escaso aporte, vamos a destacar sólo aquellos puntos que consideramos más interesantes, bien por tratarse de datos estadísticos que entendemos de importancia, bien por tratarse de curiosidades no conocidas hasta ahora.

En lo relativo a la población y su distribución laboral, el interrogatorio indicaba: “El vecindario de esta villa es de 211 vecinos, de los cuales los 69 son labradores con 95 yuntas, los restantes sirvientes y jornaleros, en que se incluyen tres herreros y dos sastres que son los únicos menestrales que hay en la Villa, que ni forman gremio ni hay ordenanzas en su ingreso.”. Como curiosidad, en este interrogatorio se va más allá del propio dato poblacional y su distribución, haciendo indicaciones sociológicas del tipo “…las diversiones más comunes son juego de calva, barra y tanto; 1a inclinación de estos naturales es a la labor y pastoría, no se nota inclinación particular a vicio alguno y en los oficiales y jornaleros no se advierte abuso en el modo y oras de su trabajo; que el precio de los jornales es según los oficios y los tiempos, pero los regulares son de tres a seis reales.”.

En el anterior censo no se hacía mención a un elemento que ha sido característico en la villa, como han sido los telares, indicándose en esta ocasión: “…ni hay ferias, mercados, ni fabricas, a excepción de algún tejido de lana y lino que llaman polleras, que es del que usan todas las mujeres, como también de solo lino para los vestidos interiores sin tintes”.

De nuevo, se hacía mención a aspectos sociológicos de la población, en este caso del ámbito religioso, relacionándose las cofradías existentes a fecha de elaboración del censo: “Hay cinco cofradías: una la del Santísimo /…/ Otra la de Nuestra Señora del Rosario /…/ Otra la de la Cruz /…/ La de Ánimas /…/ Otra la de San Gregorio /…/ El numero de hermanos es casi todo el pueblo, unos de unas y otros de otras, se gobiernan por un alcalde y dos diputados, un mayordomo y un escribano, y se eligen unos a otros…”. En relación con lo anteriormente citado, se hacía mención a tradiciones existentes en la villa,  que perduran a día de hoy: “…Hay una Ermita de San Gregorio en las inmediaciones del pueblo, a la que se va en procesión tres veces al año, una el día del santo a costa de la cofradía y se dice misa y se da cuenta a Badajoz, otra el 2° día de pascua de resurrección y da la limosna la Cofradía de Animas, y otra el día de San Marcos de cuenta de la villa por voto para la que abona el reglamento 4 reales, se va y se vuelve en procesión y no hay romería ni ermitaño.”.

Como conclusión, adjuntamos las notas finales del Concejo de la villa, donde se procedía a solicitar a la Real Audiencia la subsanación de aquellas necesidades y carencias que, a su juicio, impidían el desarrollo normal que debiera tener la villa: “Para que esta villa pudiera tomar incremento tanto en la agricultura como en la cría de ganados, necesita precisamente que se la adjudicaran dehesas de dominio particular por el precio de la tasa, tres hojas de a 800 fanegas cada una, quedando los pastos de ella para la manutención de los ganados que han de estercolar, pues de este modo habría dobles yuntas que ahora hay y se excusarían estos vecinos de servir como sirven los que han referidos en el numero 3°-, porque sus términos son muy escasos y aunque parece otra cosa del numero de ganados que se cría, pende de que los ganaderos, que sirven en Trujillo tienen sus cabezas de escusas en donde crían de tres partes dos del ganado que ha relacionado, pues este país no admite otra cosa que agricultura y granjería por no haber aguas para otros oficios ni para fabricas.”.

 

En el año 1829, la Real Audiencia de Extremadura llevó a cabo un nuevo interrogatorio con el fin de establecer la división del territorio extremeño en los actuales partidos judiciales. En el citado interrogatorio se establecía para el municipio de La Cumbre una población de 315 vecinos, para un total de 1.195 habitantes, contando con las siguientes autoridades y personalidades destacadas: dos alcaldes, Juan Redondo y Francisco Castro; dos regidores, Francisco Sánchez y Francisco Delgado; dos diputados, Francisco Canelado y Francisco Redondo; un síndico, Francisco Gil; un secretario D. Juan Cabello; dos sacerdotes D. Diego Sánchez Jara y D. Lorenzo Rodríguez (sin especificar cuál de ellos es el párroco); un cirujano, D. Francisco Camberos; un boticario, D. Juan Ortiz y un maestro D. Antonio Sayago.

 

Unos años después, en 1847, Pascual Madoz publicó su “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar”. Este documento describía la realidad geográfica y social de la España de la época, detallando para La Cumbre la que sigue:

“Villa con ayuntamiento en la provincia y audiencia territorial de Cáceres (6 leguas), partido judicial de Trujillo (2), diócesis de Plasencia (14), capitanía general de Extremadura (Badajoz 18). Situada en el punto más elevado de una extensa llanura al O. de Trujillo, goza de atmósfera despejada, clima extremado en calor y frio; reinan los vientos N. y E. y se padecen intermitentes y reumas. Tiene 430 casas de mezquina construcción, excepto 8 ó 10 de los vecinos más acomodados; no guardan alineación, y por consiguiente no hay calles sino grupos irregulares sin empedrado alguno y 1 plaza en la que existe el rollo de la villa que sirve de adorno. Hay casa de ayuntamiento, cárcel, escuela de primeras letras dotada con 1.500 reales a la que asisten 110 niños de ambos sexos; iglesia parroquial dedicada a la Asunción de Ntra. Sra. aneja a la parroquia de San Andrés de Trujillo. En las afueras una ermita arruinada con el titulo de San Gregorio y varios pozos para el uso de los vecinos, pero escasean tanto las aguas potables, que en años secos hay que buscarlas a mas de 1 legua.

    Confina el término por el N. con tierras del marqués de la Conquista; E. id, del marqués de Santa Marta; S. id. del marqués del Reino, y O. con la dehesa Caballeria de Trujillo; todas en el término de esta ciudad a distancia de ¼ de legua por todos los puntos y comprende 800 fanegas de tierra de labor, sin hallarse monte alguno sino que aprovecha en común con Trujillo y sus agregados los llamados de Tozo. Le bañan al O. el riachuelo llamado Gibranzo y al E. y S. el Magasquilla. El terreno es desigual y de buena calidad. Los caminos vecinales. El correo se recibe en Trujillo por valija 2 veces a la semana. Produce: trigo, centeno, avena y alguna cebada. Se mantiene ganado lanar, cabrío, vacuno, de cerda, sobre 100 yuntas de bueyes y vacas de labor, y se cría caza menuda. 12 telares de lienzos ordinarios, 1 de paño basto y la extracción de cereales a los mercados de Trujillo. Población: 380 vecinos, 2,081 almas. Capital producido: 1.689.250 reales. Impuestos. 84.462 rs. Contribución: 8.123 rs. Presupuesto municipal: 7.200 del que se pagan 2.200 al secretario por su dotación y se cubre con el producto de una dehesa de propios. Este pueblo fue de señorío que correspondió al marqués de Espinardo.»

 

EL SIGLO XIX: UN SIGLO DE CONVULSIÓN

El XIX podría considerarse el siglo más convulso de nuestra nación, a nivel interno. La Guerra de la Independencia, las Guerras Carlistas,  la regencia y reinado de Isabel II, el Sexenio Revolucionario y la Crisis Finisecular con las guerras en Cuba y Filipinas, marcaron de principio a fin esta centuria, repleta de tensiones a nivel político a consecuencia, principalmente, de los problemas de sucesión de la corona de España.

La Guerra de Independencia

El inicio del siglo estuvo marcado por la ocupación francesa del territorio español en 1808 y los siguientes seis años de intensa lucha popular contra el invasor. Fue tiempo de acción militar (en especial de guerrillas) y nuestra comarca no pasó de largo ante estos acontecimientos.

A finales de 1808, movidos por el clamor de la declaración de guerra a Francia realizada por los alcaldes de Móstoles, los torrecillanos hermanos Cuesta (Feliciano, Francisco, Félix y Antonio) formaron una partida armada en la comarca de Trujillo, que si bien comenzó con algunas derrotas, fue intensificando sus acciones, hasta conseguir numerosas victorias sobre las tropas napoleónicas. Una de estas batallas victoriosas tuvo lugar en 1811 en los ejidos de La Cumbre, donde las tropas de Cuesta dieron muerte a 42 soldados del ejército imperial (12 dragones y 30 granaderos) que declinaron deponer las armas.[38]

Sin embargo, desconocemos el grado de implicación directa de los vecinos de La Cumbre en la contienda, entendiendo que debieron ser no pocos los reclutados en las distintas levas ordenadas por las Juntas Militares y de Gobierno. A este respecto, sí hemos podido documentar, a través del “Libro de Difuntos de Valdefuentes: Años 1811 a 1848”[39], la presencia de un cumbreño en el contingente militar anglo-español, como integrante de las Brigadas del Ejército Inglés. Este vecino de La Cumbre, del cual no se facilita nombre, ayudó a enterrar a un soldado de Valdefuentes caído en Celorico (Portugal), el 21 de Abril de 1811.

 

Las Guerras Carlistas

La aprobación por parte de Fernando VII de la Pragmática Sanción en 1830, que permitía el acceso al trono de la descendencia femenina, provocó una escalada de tensión sucesionista entre los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón (“Carlistas”), hermano del difunto rey, y los partidarios de Isabel II (“Isabelinos” o “Cristinos”), única hija de Fernando VII y heredera al trono. Estas tensiones degenerarían en tres periodos de guerra civil denominados Guerras Carlistas (Primera de 1833 a 1840, Segunda de1846 a 1849 y Tercera de 1872 a 1876).

Aunque en todos los casos los principales frentes bélicos se centraron en la zona norte de la península y Cataluña, tanto en la Primera como en la Tercera Guerra Carlista existieron focos de actividad que afectaron a zonas del interior de la península, entre ellas nuestra comarca.

En lo relativo a la Primera Guerra Carlista, aunque la comarca de Trujillo no fue foco principal de acción de las partidas Carlistas de la provincia, sí cobró cierto protagonismo al formar parte del itinerario de la llamada “Expedición Gómez”. Dicha expedición estaba comandada por el General Miguel Gómez Damas y el General Ramón Cabrera (“El Tigre del Maestrazgo”) y tuvo como fin alentar al levantamiento y adhesión popular a la causa Carlista por buena parte de la geografía peninsular.

Entrando por la provincia de Badajoz, recorrió de este a oeste la provincia de Cáceres, desde Guadalupe a Alcántara y desde allí a Miajadas, del 27 de Octubre al 4 de Noviembre de 1836. Con fecha 30 de Octubre la expedición llegó a Trujillo, retomando la marcha con rumbo a Cáceres (a través de Sierra de Fuentes) al día siguiente, lo que hace más que probable que la columna de caballería atravesase el término municipal de La Cumbre en esa fecha.

La Tercera Guerra Carlista, de menor intensidad a todos los niveles, tuvo escasa repercusión en nuestra región, aunque existieron algunas acciones por parte de pequeñas partidas armadas adeptas a la causa, con mayor intensidad en los años 1873 y 1874.

En lo relativo a la comarca de Trujillo, las acciones más significativas tuvieron como protagonistas a los cabecillas Sabariegos (finales de 1873) y Naranjo (principios de1874). El primero, huyendo del hostigamiento de los ejércitos gubernamentales en La Mancha, organizó correrías por la zona este de la provincia, pasando de una a otra, hasta abandonar Extremadura a final de año. Como hecho más reseñable de esta partida en nuestra zona destaca la quema del Registro Civil de Herguijuela, donde se ordenó la incorporación de los mozos de la reserva a su causa. El segundo, Naranjo, con una partida de 25 jinetes organizó correrías por la zona de Trujillo, perseguido por destacamentos de la Guardia Civil y de carabineros. [40]

Periodo de regencia

Los problemas de sucesión monárquica en España derivaron en un nuevo periodo de regencia a favor del General Baldomero Espartero (1841-1843). Durante este periodo la estabilidad política nacional fue degenerando, especialmente por el carácter  personalista y militarista del regente, hasta desembocar en un alzamiento militar que dejó algunos episodios bélicos que terminaron por provocar el exilio de Espartero el 23 de Julio de 1843.

El 12 de Julio de ese año, tiene lugar uno de los últimos ejemplos de esta contienda y el que seguramente sea el hito documentado más importante acaecido en el término de La Cumbre, al librarse en él una batalla en la cual las tropas al mando del Capitán General de Extremadura, D. Mariano Ricafort, derrotaron a las milicias del movimiento de sublevación antiesparterista de la zona, tal y como se detalla en la siguiente reseña documental[41]: “…y aunque esta (la sublevación Moderada) sufre algunos contratiempos, como el que experimentó el 12 de julio en La Cumbre, punto distante dos leguas de Trujillo, en que el Capitán General de Extremadura, don Mariano Ricafort, derrotó la columna sublevada que había salido de Badajoz, fuerte de 600 infantes y 100 caballos, al mando del Coronel Basalo, haciéndole 400 prisioneros, entre ellos el jefe, que recibió una herida, y 25 oficiales, dejando además en el campo un crecido número de cadáveres.”.[42]

Crisis Finisecular: Guerras de Cuba y Filipinas

Aún habría de dejar este siglo un último ejemplo de convulsión antes de su final: la crisis colonial de final de siglo, la llamada “Crisis Finisecular”, que desembocaría en los conflictos armados de Cuba, Filipinas y Puerto Rico y la posterior pérdida de las posesiones españolas en el Caribe y el Pacífico. La Cumbre tampoco quedó al margen de estos acontecimientos, ya que varios de sus vecinos partieron de nuevo hacia el otro lado del mundo, pero esta vez no en busca de un futuro próspero, como siglos atrás, sino como soldados de reemplazo llamados a defender los últimos días de las colonias españolas de ultramar.

Los datos de reclutamiento en Extremadura, para el periodo de 1895 a 1898,  indican que aproximadamente el 50% de los reclutas de reemplazo eran enviados a ultramar. De éstos, el 70% eran movilizados a Cuba, el 25% a Filipinas y el 5% restante a Puerto Rico.[43]

En el caso de La Cumbre, nos ha sido imposible verificar el número de reclutas enviados a luchar en los conflictos coloniales, aunque sí tenemos constancia de la presencia de cumbreños en los mismos. Sin ir más lejos, uno de los bisabuelos de quién aquí escribe, Francisco María Casero Sánchez, que junto con varios compañeros de quinta fueron enviados en 1898 a la isla de Cuba para formar parte del contingente armado español, el mayor desplegado nunca por una potencia colonial en América.

[1] GONZÁLEZ CORDERO, Antonio. “Estructuras defensivas de la Edad del Cobre en la Comarca de Trujillo: Paisaje de poder en un escenario milenario”. Actas del Congreso “La Tierra de Trujillo: Desde la época Prerromana a la Baja Edad Media”. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Trujillo. 2005. pp. 59-112

[2] GONZÁLEZ CORDERO, Antonio. “Excavaciones en el poblado calcolítico de “Las Cabrerizas” (La Cumbre, Cáceres): Avance para su estudio”. Coloquios Históricos de Extremadura (CHDE). Trujillo. 1992.

[3] MARTÍN BRAVO, Ana María. “Las Sociedades de la Edad del Hierro en la Alta Extremadura”. Tesis Doctoral. Univ. Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia. Departamento de Prehistoria. Madrid. 1995.

[4] MUSEO DE CÁCERES. Inventario. Documentación facilitada por D. Juan M. Valadés Sierra (Director).

[5]SORIA SÁNCHEZ, Valentín. “Restos Arqueológicos de Extremadura”. Revista de Estudios Extremeños. T. XXVIII n.3. Badajoz. 1972. Pág. 441-454.

[6] SORIA SÁNCHEZ, Valentín. “Información sobre Arqueología Extremeña”. Revista de Estudios Extremeños. T. XXIX n.3.  Badajoz. 1973. Pág. 509-512.

[7] BARCELÓ i ÁLVAREZ, Joan Anton. Arqueología Lógica y Estadística: un análisis de las Estelas de la Edad del Bronce en la Península Ibérica. Tesis Doctoral. Dpto. d’ Historia de Societats Precapitalistes i Antropología Social. Univ. Autónoma de Barcelona. Barcelona. 1989.

[8] ROSO DE LUNA, Mario. “Nuevas inscripciones de Ibahernando, Cumbre y Santa Ana”. Boletín de la Real Academia de la Historia nº42. Madrid. 1903. Pag. 232-233.

[9] ROSO DE LUNA, Mario. “Nuevas inscripciones de Ibahernando, Cumbre y Santa Ana”. Revista de Extremadura. Cáceres. 1903. Pag. 177-180.

[10] SORIA SÁNCHEZ, Valentín. “Diccionario Epigráfico de Inscripciones en Extremadura”. CHDE. Trujillo. 1991.

[11] HISPANIA EPIGRÁFICA. Base de datos on line. http://eda-bea.es/.

[12] Ídem nota 4

[13] RAMOS RUBIO, José Antonio. “Los Reyes Católicos”. https://www.cronistadetrujillo.com.

[14] Archivo General de Indias (AGI). Catálogo de Pasajeros a Indias (CPI). Signatura PASAJEROS,L.4,E.2784

[15] AGI. CPI. Sig. PASAJEROS,L.5,E.4343

[16] AGI. CPI. Sig. PASAJEROS,L.5,E.5012

[17] AGI. Casa de Contratación. Informes y licencias de pasajeros a Indias. Sig. CONTRATACION,5227,N.3,R.11

[18] AGI. CPI. Sig. PASAJEROS,L.6,E.1886

[19] SALINERO, Gregorio. “Une ville entre deux mondes: Trujillo d’Espagne et les Indes au XVIe siècle: pour une historie de la mobilité à l’époque moderne”. Ed. Casa Velázquez. Madrid. 2006.

[20] AGI. CPI. Sig. PASAJEROS,L.6,E.4280

[21] Ídem nota 19

[22] AGI. Casa de Contratación. Informes y licencias de pasajeros a Indias. Sig. CONTRATACION,5295,N.1

[23] AGI. Casa de Contratación. Autos de bienes de difuntos. Sig. CONTRATACION,495,N.1,R.7

[24] SÁNCHEZ RUBIO, Mª Ángeles y Rocío. “”Desde la hoja del  monte hasta la piedra del rio…”. El señorío frustrado de Don Gutierre de Vargas Carvajal en la tierra de Trujillo”. CHDE. Trujillo. 2006.

[25] Idem nota 24

[26] Información facilitada por D. Leopoldo de Trazegnies Granda. Biblioteca Virtual de Literatura. Fuente: Archivo privado y James Lockart. “The men of Cajamarca”. Institute of Latin American Studies. University of Texas Press. Austin. 1972.

[27] En la transcripción del documento de creación del mayorazgo a favor de Juan Barrantes (21 Oct. 1566) se relaciona un total de 8 hijos, que son los que hemos indicado en este documento. Sin embargo, otros documentos consultados hablan de una descendencia de 7 hijos, no distinguiéndose entre Diego y García, siendo éste una única persona: Diego García de Paredes.

[28] AGI. Indiferente General. Sig. INDIFERENTE,1963,L.8,F.22R-22V

[29] AGI. Escribanía de Cámara de Justicia. Leg. 1007 – Causa criminal seguida en el Consejo entre don Diego de Almagro y otros contra Francisco, Gonzalo y Hernando Pizarro, sobre la muerte del adelantado don Diego de Almagro. Escrito de tacha de testigos presentado por el Fiscal Villalobos.

[30] MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel. “Informe sobre el nacimiento de Francisco Pizarro”. Revista de Estudios Extremeños. T. XXVI n.2. Badajoz. 1970. pp. 243-265.

[31] AGI. Patronato Real. Sig. PATRONATO,137,N.1,R.6

[32]En relación a esta insigne visita no hemos podido encontrar confirmación documental que avale tal afirmación, por lo que nos hemos permitido elucubrar sobre este hecho, acotándolo en el tiempo y adaptándolo a la realidad monárquica de la época en España y Francia. En base a ello entendemos que, de haber sucedido, el testigo podría estar refiriéndose a la reina Dña. Ana de Austria, cuarta mujer de Felipe II y a su hermana Isabel, reina viuda de Francia.

Sin embargo, en base a toda la información consultada, creemos que dicho acontecimiento no tuvo lugar, al menos con estas protagonistas, dado que la reina Isabel, una vez muerto su marido, el rey Carlos IX de Francia, en mayo de 1574, retornó a Viena, llevando una vida de recogimiento en el Convento de Santa Clara, hasta su muerte en 1592, sin que se tenga constancia de que las hermanas, a pesar de que se profesaban gran cariño, volvieran a encontrarse.

 Por otro lado, en relación al destino mencionado, parece ser que Dña. Ana  no visitó nunca Portugal, dadas las tensiones sucesionistas de la época. Sin embargo, sí emprendió viaje rumbo al país vecino junto al resto de la Corte a mediados de 1580, estableciéndose en Badajoz junto al monarca, a la espera del momento más apropiado para tomar posesión de la corona de Portugal, por parte de Felipe II. Durante este periodo de espera, la reina se vio afectada por una epidemia de gripe que, afectando en principio gravemente al rey, terminó con su vida el 26 de octubre de 1580.

Desgraciadamente, no sabemos si la reina Ana pasó y moró en La Cumbre y si, de ser así, lo hizo en su último viaje como reina, aunque, si así hubiera sido, daría aún más trascendencia a este hecho.

[33] Archivo Histórico Nacional (AHN). Signatura CONSEJOS,29373,EXP.15

[34] GARCÍA MARTÍNEZ, Marta Mª. “La independencia de La Cumbre en 1559. Su venta a Don Pedro Barrantes y razones de los reyes para venderla”. CHDE. Trujillo. 1976.

[35] A causa del fallecimiento sin descendencia del I Marqués de la Conquista, Juan Hernando Pizarro, en 1646, se inicia un litigio por el título y mayorazgos entre distintos miembros de la familia Pizarro: Fernando Pizarro y Orellana (primo del I Marqués, señor de Magasquilla y señor  de La Cumbre), Beatriz Jacinta Pizarro (hermana de padre del I Marqués) y sus hijos y Fernando Orellana Pizarro (sobrino de Fernando Pizarro y Orellana, al ser hijo de Juan de Orellana Pizarro, hermano primogénito de éste). El pleito se alargó durante 30 años, dictándose sentencia de tenuta en 1676 a favor de Beatriz Jacinta Pizarro, a todos los efectos II Marquesa de la Conquista.

Durante el largo pleito, fallece D. Fernando Pizarro y Orellana (1652) quien, a pesar de haberse desposado en 3 ocasiones (y en base a las fuentes documentales consultadas que consideramos más fiables) muere sin descendencia. Esta incidencia modifica la línea sucesoria del mayorazgo y señorío de La Cumbre.

Sobre este particular, sabemos de la existencia de otra hija de Pedro Barrantes y Juana de Grado, y hermana por tanto de Estefanía: María Barrantes. María es desposada con Fernando de Orellana y Pizarro(el tercer contendiente a la sucesión del marquesado y sobrino mayor de Fernando Pizarro y Orellana). Basándonos en las prescripciones hechas en el documento fundacional del Mayorazgo en lo relativo a la sucesión del vínculo, éste debió pasar a manos de María Barrantes a la muerte de su hermana, al fallecer esta sin descendencia.

Del matrimonio entre María y Fernando nacería Juan de Orellana Pizarro y Barrantes y una segunda hija: Micaela (¿María?) Barrantes.

A modo de curiosidad y en relación con estos personajes, indicar que, al igual que sucediera son su tío, fallece también durante el litigio D. Fernando Orellana, siguiéndole en el pleito su hijo Juan, quien a su vez también falleció durante el pleito,  y fue sucedido en el mismo por su hijo Fernando José Orellana Pizarro.

Sea como fuere, y en base a nuestra investigación y la documentación consultada, hemos seguido la línea sucesoria con Juan de Orellana Pizarro y Barrantes.

[36] Los documentos aportados en el pleito por la tenuta del Mayorazgo creado por Pedro Barrantes y Juana de Paredes, interpuesto el 26 de Febrero de 1799 y siguientes, confirman que el vínculo de mayorazgo pasó a Francisco de Mendoza en 1728, cuatro años después del fallecimiento de su tío Fernando José de Orellana-Pizarro, suponemos por sentencia de tenuta. De este modo el vínculo abandona la rama de los Orellana-Pizarro para recaer en los Mendoza Hijar.

[37] Como hemos indicado en notas anteriores, a resultas del fallecimiento de Vicente de Mendoza sin descendencia el 1 de Diciembre de 1798, se suceden una serie de solicitudes de posesión del vínculo de Mayorazgo creado por Pedro Barrantes y Juana de Paredes, las cuales derivarían en la interposición de una serie de pleitos de tenuta a partir de 1799, agrupados todos en un pleito único en el año de 1804. Los litigantes fueron: D. Fco. José de Mendoza Manuel de Villena (Conde de Quintanilla), en representación de su hijo segundogénito, D. Joaquín; José de Rojas y Teruel (Marqués de Liseda), en representación de su hijo D. Mariano; D. Agustín María de Orellana-Pizarro (Marqués de la Conquista), D. Pedro Cayetano Golfín (Conde de Torre-Arias y Marqués de Sta. Marta), en representación de su mujer Dña. María Asunción Las-Casas, D. Francisco de Paula Fernández de Córdoba (Marqués del Espinardo), en representación de su mujer Dña. María Francisca de Vera, D. Fernando María de Orellana (hijo segundogénito del Marqués de la Conquista), en representación de sí mismo y D. Rodrigo de Mendoza (Conde de Quintanilla y padre de Fco. José de Mendoza), fallecido durante el pleito. Todos ellos dicen ser acreedores al vínculo, aportando para ello pruebas y documentación varia en apoyo de su solicitud. A título informativo, indicar que, fallecido D. Vicente de Mendoza, se llegó a otorgar posesión del vínculo de Mayorazgo hasta tres veces, a personas distintas, entre el 4 de Diciembre de 1798 y el 28 de Enero de 1799 (a la Marquesa de Sta. Marta el 4 de Diciembre de 1798, al Marqués de la Conquista el 20 de Diciembre del mismo año y al Marqués de Liseda el 28 de Enero de 1799). Cada una de estas posesiones dejaba sin efecto a la anterior.

 

[38] LOZANO RAMOS, José y LUENGO BLÁZQUEZ, José. “Trujillo durante la guerra de la independencia y su intervención en ella”. Documento web. Desconocemos editorial y fecha de publicación.

[39] PÉREZ RUBIO, José Antonio. “Pablo Morillo: Acciones militares y la contribución de los pueblos de las tierras de Montánchez al esfuerzo de la guerra (1811-1813)”. Revista de Estudios Extremeños. T. LXIX n1. Badajoz. 2013. pp. 311-336.

[40] “Narración Militar de la Guerra Carlista de 1869 a 1876 por el Cuerpo del Estado Mayor del Ejército”. Tomo 14. Depósito de la Guerra. Madrid. 1889.

[41] SEGUNDO FLÓREZ, José. “Espartero. Historia de su vida militar y política y de los grandes sucesos contemporáneos”. Sociedad Literaria. Madrid. 1845.

[42] Popularmente se habla de que una batalla librada en el pueblo destruye su archivo, motivo por el que no se conservan documentos anteriores a esa fecha, sin determinar de forma exacta ésta. En algunos casos se identifica con la ocupación francesa, en otros con la batalla aquí referenciada o también con los incidentes bélicos de la 3ª Guerra Carlista, como hemos visto anteriormente. A nuestro juicio entendemos que esta última opción parece la más factible, ya que, aunque en ninguno de los casos hemos encontrado menciones a daños sobre la población, la quema de Registros Civiles y de la Propiedad era práctica habitual en las acciones carlistas de la 3ª Guerra, como sucediera con el Registro Civil de Herguijuela, como respuesta a lo que consideraban un instrumento político para el control de la población.

[43] CHAVES PALACIOS, Julián. “Tropas Extremeñas en la crisis colonial. La guerra de Cuba (1895-1898). Revista de Estudios Extremeños. T. LIV n.1. Badajoz. 1998. pp. 401-425.

 

Ene 182016
 

Ignacio Escribano Bartlett.

Licenciado en Historia y Doctorando por la Universidad de Extremadura

ignacioescribanoba@hotmail.com

 

Resumen

 

El presente trabajo aborda, desde una perspectiva histórica, el origen de la División Azul y la notable influencia que tuvieron los acontecimientos ocurridos durante la Segunda República y la Guerra Civil Española para su posterior creación en junio de 1941. España, como país, no participó en la Segunda Guerra Mundial pero sí envió a este contingente del que cabe destacar su presencia en el conflicto y del que cerca de 2.700 extremeños formaron parte del mismo. De la misma forma, se analizan las circunstancias que rodearon su puesta en funcionamiento mediante un estudio basado en la búsqueda directa de datos en fuentes escritas. A unos meses de cumplirse 75 años de su creación, consideramos importante recordar a este cuerpo de voluntarios olvidado y estigmatizado tras la derrota alemana en el conflicto mundial.

 

Palabras clave: División Azul, Segunda República, Frente Popular, Guerra Civil Española, Segunda Guerra Mundial, Extremadura, posguerra.

 

Introducción

 

Entre septiembre de 1939 y mayo de 1945 un trágico suceso asoló Europa. La Segunda Guerra Mundial provocó una serie de desmanes que tardaron décadas en cicatrizar. Recién acabada la Guerra Civil, la España de Francisco Franco no podía aventurarse en participar pese a la deuda moral contraída con la Alemania de Hitler tras la ayuda recibida con la Legión Cóndor. Sin embargo, la invasión alemana de la Unión Soviética en junio de 1941 provocó en miles de españoles y extremeños un sentimiento de venganza que vio su culminación con la creación de la División Española de Voluntarios, conocida popularmente como División Azul.

Se estima que 45.500 españoles partieron hacia las grandes estepas rusas pero ¿qué les condujo a tomar esta difícil decisión? En este sentido se justifica la elaboración de este estudio para poder entender cómo 45.500 individuos, de los que 2.700 eran naturales de Extremadura[1], dejaron atrás a sus familias y país para combatir por unos ideales que ellos consideraban justos por todo lo vivido y sufrido desde 1931 y especialmente desde principios de 1936.

La División Azul forma parte de la historia reciente de España y todavía hoy es objeto de debate generando numerosas controversias en función del investigador o historiador que la estudie dada su notable influencia política[2]. Por ello y antes de adentrarnos en la investigación, resulta conveniente aclarar que lo que sigue en las siguientes páginas está realizado desde el rigor histórico que todo estudio científico debe tener, alejándose de cualquier tipo de ideología política, sea del signo que sea. No se trata de reabrir o no heridas del pasado sino de describir los hechos ocurridos y darlos a conocer. Del mismo modo queremos denunciar cualquier tipo de violencia generada por ideales políticos así como la diferenciación que suele realizarse entre bandos cuando hablamos de la Guerra Civil.

Matizado lo anterior, profundizaremos en los acontecimientos más destacados de la Segunda República y la Guerra Civil Española puesto que consideramos que estos dos periodos fueron cruciales para la posterior creación de la División Azul. También nos adentraremos en el contexto histórico de la Europa de la Primera Guerra Mundial y en la importancia de la política represiva llevada a cabo por el Frente Popular en las motivaciones que esgrimieron los divisionarios extremeños para decidir alistarse.

 

Momentos de cambios en Europa

 

La España de los años treinta del siglo pasado se caracterizaba por una situación social y política caótica aunque, para poder comprender el escenario que se vivió en aquellos años, debemos transportarnos unos años atrás y a un país muy relacionado con lo que sería la División Azul años después. Se trata de la Rusia zarista. Concretamente a 1917 y en plena Primera Guerra Mundial.

Febrero de 1917 se recuerda como el mes de la obligada abdicación del zar Nicolás II y, con la posterior Revolución de Octubre de ese mismo año, los bolcheviques de Lenin llegaban al poder provocando un hecho sin precedentes: una nueva experiencia política se adentraba en Europa bajo el nombre de comunismo[3].

Este nuevo régimen causó expectación en muchas partes de Europa dado que veían en la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) un más que posible modelo a seguir. Las clases trabajadoras de las democracias europeas anhelaban la idea del paraíso del proletariado pero, por el contrario, otros estratos de la sociedad sintieron el miedo en sus cuerpos tras conocerse las noticias que llegaban de la Unión Soviética. La Iglesia estaba considerada como un enemigo para el pueblo y la propiedad privada tenía fecha de caducidad. Las clases más pudientes no podían seguir con sus privilegios y los soviets o consejos de trabajadores serían los encargados de llevar a cabo esta revolución. Sin embargo y, para la concepción comunista, esta revolución no podía quedarse en tierras rusas sino que debía extenderse más allá de sus fronteras. Tenía que dominar Europa y expandirse por todo el mundo.

Ante tal perspectiva es lógico pensar que muchas personas vieran amenazadas sus posesiones y creencias generando una respuesta inmediata en forma de ideologías completamente opuestas. Esto es, el fascismo italiano con Benito Mussolini como máximo representante y en cierto modo, aunque con diferencias, la Alemania nacionalsocialista de Adolf Hitler. Así pues, esas clases amenazadas no tardaron en simpatizar con las ideas fascistas provocando que en Europa tanto los grupos comunistas como fascistas crecieran de forma imparable generando un clima de tensión peligroso incluso dentro de las democracias europeas más consolidadas. Del mismo modo, el tradicional modelo capitalista estaba en cuestión tras la grave crisis económica de 1929[4].

En el ámbito internacional, la Europa democrática veía como sus bases se quebraban a medida que el anticomunismo y el antifascismo avanzaban. En este sentido, en la España rural y atrasada como Andalucía y Extremadura, no pasaron inadvertidas estas nuevas ideologías y entraron con fuerza provocando unas luchas internas entre los que reclamaban reformas inmediatas y los partidarios del inmovilismo que finalmente desencadenaron en la posterior guerra civil.

Así pues, la Segunda República tuvo como objetivo primordial terminar con las desigualdades sociales con una serie de reformas que no fueron del agrado de todos. Tanto el sector eclesiástico como el Ejército y las diferentes oligarquías terratenientes mostraron su disconformidad desde el primer momento[5]. El caso del Ejército es fundamental ya que se trataba de un colectivo mermado en su ánimo tras la derrota de Cuba en 1898, un colectivo que puso sus fuerzas en garantizar la unidad de España y el orden social siempre receloso, desde los altos mandos, de la izquierda y de los nacionalismos. Además, sufrían problemas internos por los ascensos de militares africanistas que perjudicaban a los peninsulares y tenían en su memoria el reciente fracaso bélico conocido como Desastre de Annual de 1921[6].

 

La esperanza truncada: la Segunda República

 

Tras ocho años de dictadura de Miguel Primo de Rivera y el breve periodo de Dámaso Berenguer, se convocaron elecciones municipales para el 12 de abril de 1931 con un claro triunfo de las fuerzas socialistas y republicanas que provocaron el posterior exilio de Alfonso XIII[7]. Así pues, el 14 de abril de 1931 se proclamaba en la localidad guipuzcoana de Éibar la Segunda República Española con Niceto Alcalá-Zamora como presidente pero, en apenas cinco años, se precipitaron los acontecimientos que llevaron a la división total del país. La República era vista como una esperanza para unos y una amenaza para otros pero, lo que es peor, no logró contentar a los esperanzados y sí enfurecer a los que se sentían amenazados[8].

Extremadura era el claro ejemplo de lo que sucedió en aquellos momentos en España; con cerca de 1.200.000 habitantes, el pueblo extremeño era una sociedad claramente atrasada y agrícola con problemas de alimentación y condiciones higiénicas y sanitarias muy precarias. Además, el nivel cultural era excesivamente bajo con casi un 75% de población analfabeta. En cuanto al trabajo, básicamente agrícola, estaba controlado por los grandes terratenientes burgueses que tenían en su poder extensas dimensiones de tierra con predominio del latifundismo. Se da el caso además, que en su mayoría vivían generalmente en Madrid y que, siendo apenas un 2%, poseían el 60% del total de la tierra por lo que, ésta, estaba en manos de unos pocos, provocando a su vez un claro desequilibrio[9]. Resulta obvio pensar que, ante una sociedad jerarquizada donde la minoría oligárquica rural tenía el poder de decisión sobre la mayoría campesina, la República se viese con esperanza en gran parte de la población extremeña.

Para solucionar la precariedad del trabajo en el campo, el Gobierno Provisional realizó una reforma agraria para reducir el paro entre los jornaleros, aumentar los salarios y mejorar las condiciones laborales. El entonces ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero, instauró la jornada laboral de ocho horas dotando a los sindicatos de un gran poder de decisión que produjo el desagrado entre los terratenientes puesto que se vieron en la obligación de contratar a más trabajadores con el perjuicio económico que ello les producía. Los altercados entre jornaleros y Guardias Civiles fueron entonces muy recurrentes[10].

En lo concerniente a la Iglesia se aprobó la libertad de culto, algo que la derecha más tradicional no estaba dispuesta a aceptar. Además, la quema de conventos comenzó a producirse en mayo de 1931 por todo el territorio nacional ocurriendo las más destacables en Madrid, Málaga o Sevilla[11].

También el Ejército fue objeto de reformas por parte de Manuel Azaña, ministro de la Guerra, quien quiso dotarle de modernidad bajo una reorganización, disminuyendo a su vez el número de oficiales con retiros extraordinarios e incluso anulando todo ascenso militar logrado por méritos de guerra durante la dictadura de Primo de Rivera. Esta reforma encontró una firme oposición por parte de la oficialidad y de la derecha que consideró estas medidas como un ataque frontal hacia el Ejército[12].

Bajo este telón de fondo, en junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes en las que los socialistas obtuvieron una holgada victoria en coalición con los republicanos de izquierdas. Sin embargo, fue el partido centrista de Alejandro Lerroux (Partido Radical) el que obtuvo una amplia representación y, con el paso de los meses, acercó posturas con una derecha que, en estas elecciones, apenas obtuvo un papel testimonial[13].

Ante este resultado, el 9 de diciembre se aprobó la Constitución de 1931. Una Constitución ambiciosa y democrática, laica, con amplitud de derechos, liberal y en la que, por primera vez en la historia de España, se aprobaba el voto femenino pero, como veremos, abocada al fracaso como la República dadas las presiones de la derecha. Ya en el artículo primero se definía a España como una “República de trabajadores de toda clase” y en el cuarto, se reconocían las diferentes lenguas de las diferentes regiones. Las cuestiones territoriales de Catalunya fueron objeto de un debate que acabó con el reconocimiento de la lengua catalana y del futuro Estatuto autonómico dentro de un ‘Estado integral’ aunque, sin duda, el punto que más polémico fue la ‘cuestión religiosa’. En el tercer artículo se especificaba que el estado español no tenía religión oficial, mostrando un aclara separación de la Iglesia y del Estado. Desde ese momento, la Iglesia dejaba de recibir subvenciones estatales y se suprimían las órdenes religiosas como la jesuita. Además, sus bienes serían nacionalizados y quedaba prohibido ejercer la enseñanza por parte religiosa junto con la aprobación del divorcio. Estas medidas no suponían un ataque a la religión en sí, pero sí ponían fin a la posición privilegiada de la Iglesia en España. En este aspecto, el grave error de la República fue el olvidar que la tradición religiosa en España era algo muy habitual y que estaba muy arraigada en millones de españoles católicos que, desde entonces, se podrían ver perjudicados o incluso ver en la República a un enemigo. La derecha aprovechó estas circunstancias para hacerse fuertes contra el laicismo republicano y el anticlericalismo imperante en gran parte de la izquierda. Fruto de estas tensiones y división social, Alcalá-Zamora dimitió como Presidente del Gobierno dejando su puesto en manos de Manuel Azaña[14].

Empero, a nivel social, el bienio reformista se encontró con problemas desde el principio. En su contra se encontraban abiertamente los sectores de la Iglesia, los grandes terratenientes y empresarios, los patronos y financieros, los monárquicos y gran parte de los militares y la derecha en general, pero también tuvo que hacer frente a parte de la izquierda revolucionaria encarnada en los anarquistas de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la FAI (Federación Anarquista Ibérica), que llevaron a cabo la huelga de la Telefónica en julio de 1931, y de un sector del socialismo vinculado a la UGT (Unión General de Trabajadores) que pretendían una revolución radical. Incluso, ante las reformas laborales, la CNT se mostró contraria al considerarlas poco revolucionarias por lo que se encontraban dos posturas sindicales opuestas: los anarcosindicalistas y los socialistas. Por otro lado, la tan esperada reforma agraria no llegaba al campesino por falta de medios y organización. La expropiación de las tierras latifundistas y su posterior reparto no trajo los resultados esperados y radicalizó, más si cabe, a la CNT y a la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra de UGT[15].

En estas circunstancias, un trágico suceso se produjo el último día de diciembre de 1931 en la localidad pacense de Castilblanco, donde, tras una manifestación pacífica, la Guardia Civil abrió fuego matando a un hombre y, en represalia al hecho, la muchedumbre se abalanzó sobre los cuatro Guardias Civiles provocándoles la muerte. Tras esto, en diversas poblaciones hubo enfrentamientos entre huelguistas y miembros de la Benemérita que acabaron con más fallecimientos[16].

La derecha comenzaba a organizarse para mostrar su hostilidad hacia la República y en agosto de 1932 se produjo el intento fallido de golpe de Estado a cargo del general José Sanjurjo desde Sevilla[17]. Con su fracaso, la República salía reforzada pero en enero de 1933, en la localidad gaditana de Casas Viejas, se produjeron unos desgraciados sucesos. La CNT organizó una huelga revolucionaria de ámbito nacional que acabó con derramamiento de sangre. La derecha culpó del hecho a Azaña y dentro de la izquierda, los socialistas recelaron de los republicanos. En aquellas semanas de tensión se funda el partido de derechas y católico CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) que aglutinaba a todos los sectores derechistas bajo el liderazgo de José María Gil-Robles y que además denotaba ciertos tintes fascistas[18].

En noviembre de 1933 se tuvieron que convocar unas nuevas elecciones para tratar de apaciguar los ánimos siendo las primeras en las que las mujeres pudieron ejercer su derecho a voto. El ala más radical del socialismo acudió, con Largo Caballero como cabeza visible, por separado de los republicanos pese al consejo ignorado de Indalecio Prieto quien defendía la unión como mejor recurso para derrotar a la derecha. De esta forma, la CEDA se alzó en las elecciones mientras que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sufría un fuerte batacazo electoral. La CEDA recibió también el apoyo del Partido Radical de Lerroux comenzando así el conocido como bienio conservador con este último como primer ministro. Un bienio caracterizado por devolver a España a la situación anterior a la República, hecho que radicalizó a la izquierda. El hambre estaba patente en todo el país y las huelgas de la CNT y FAI eran duramente reprimidas con incluso censura de periódicos y cierre de locales sindicales[19].

Del mismo modo que hemos podido ver cómo la izquierda estaba desunida, la derecha más extrema no era partidaria del apoyo que Gil Robles le había prestado al Partido Radical de Lerroux. Los carlistas solicitaron incluso ayuda económica y armamentística a Mussolini de cara a un posible alzamiento y el partido monárquico alfonsino, Renovación Española, con su líder José Calvo Sotelo barajaban la idea de implantar un nuevo régimen autoritario. Los más jóvenes partidarios de Gil Robles incluso exigían una conquista del poder al más puro estilo fascista. Es en estas fechas cuando se surge un partido crucial para el futuro origen de la División Azul. Se trata de Falange Española. Fundada en octubre de 1933, José Antonio Primo de Rivera era su líder carismático y, con la fusión con las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas) de Ramiro Ledesma, y siendo seguidores de los modelos nazis y fascistas, comenzaron a ganar adeptos de manera fulgurante. La camisa azul, las proclamas patrióticas y el uso habitual de la violencia eran algunas de sus características[20]. Falange, además de ver peligrar la unión de la nación española, reivindicaban también una lucha social y una revolución necesaria para acabar con las graves injusticias de la época. Este hecho les diferenciaba del resto de partidos de la derecha. «Nosotros no queremos la revolución marxista, pero sabemos que España necesita la suya» (Caballero, 2011: 21) llegó a decir su líder José Antonio Primo de Rivera en la campaña electoral de 1936[21].

La violencia en las calles se extendió por toda España entre unos y otros y entroncaron, más si cabe, las posturas ideológicas. No hubo término medio y las consecuencias de ello fueron desastrosas para el país y es que, la CEDA y el PSOE, no fueron capaces de apaciguar los ánimos[22]. Lerroux dimitía en abril de 1934 tras rechazar Alcalá-Zamora firmar la amnistía de los golpistas de 1932 y dentro del PSOE, Largo Caballero radicalizaba al sector juvenil mientras Julián Besteiro intentaba frenar el proceso de bolchevización dentro del partido sin éxito[23].

Pero sin la menor duda, el momento de mayor tensión de este bienio se produjo en Asturias en la conocida como Revolución de Octubre 1934. Producida a raíz de una huelga general revolucionaria convocada para toda España por los socialistas, fue duramente reprimida por el Ejército, con Francisco Franco al mando, con centenares de muertos y heridos y miles de prisioneros[24]. Esta revolución era la muestra palpable de los temores por parte de la derecha de lo que podía ocurrir si el comunismo se adentraba en España. Se trataba, pues, de una justificación en la idea de relacionar al bolchevismo con la izquierda española. Una izquierda que comprendió que la unión era la mejor fórmula para poder derrotar a la derecha en lo que se conocería como el Frente Popular. La situación era ya insostenible y se alargó quince meses más.

Lerroux llevó a cabo una remodelación del gobierno dando más poderes a la CEDA, que inmediatamente puso fin a la reforma agraria, castigó a los huelguistas y depuró al Ejército de oficiales leales a la República. Franco fue nombrado jefe del Estado Mayor General, Manuel Goded inspector general y Joaquín Fanjul subsecretario de Guerra. La izquierda comenzó a organizarse y los comunistas se aproximaron a Largo Caballero para ganar protagonismo en la política española. Los hechos se precipitaron cuando estallaron dos escándalos que salpicaron directamente a Lerroux, el caso del estraperlo y el asunto Nombela. Gil Robles pensó entonces que sería llamado a formar gobierno aunque Alcalá Zamora declinó esta opción[25].

En febrero de 1936 se convocaban nuevas elecciones en medio de un clima de exaltación y crispación. CEDA o Frente Popular eran las opciones. El país se encontraba completamente dividido y el Frente Popular se hizo con la victoria electoral por un estrecho margen de votos aunque ya se apreciaban tensiones dentro de ellos entre los republicanos por un lado y los socialistas y comunistas por otro. Además, los actos violentos de grupos derechistas se sucedieron con la posterior respuesta izquierdista[26].

En abril de 1936, Alcalá-Zamora es destituido y Manuel Azaña nombrado presidente de la República. Ante las divisiones internas dentro del Frente Popular, Indalecio Prieto no fue nombrado primer ministro ante la negativa de Largo Caballero, por lo que surgió un gobierno muy debilitado. Las reformas prometidas no acababan de llegar al campesino, el paro continuaba y el hambre no disminuía. Mientras, la Guardia Civil reprimía los actos de vandalismo contra las iglesias y propiedades de los adinerados. También grupos de falangistas cometían actos violentos por diferentes localidades con las posteriores respuestas de grupos de la izquierda. La derecha puso sus esperanzas en la figura de Calvo Sotelo y en la lucha callejera de Falange. La escalada de violencia estaba en aumento. Para evitarla, Indalecio Prieto reclamaba moderación pero Largo Caballero no estaba por la labor debilitando así a la República. El diario soviético Pravda le había bautizado incluso como el ‘Lenin español’ y los jóvenes comunistas se unieron a los socialistas dominando los primeros[27].

Mientras tanto, Calvo Sotelo difundió la idea del mal del separatismo y del comunismo entre el Ejército y la derecha y cómo la República los defendía. El golpe de Estado se avecinaba y el gobierno republicano, que algo sospechaba, alejó a los posibles golpistas de la capital. Franco fue enviado a Canarias, Goded a Baleares y Emilio Mola a Pamplona mientras Yagüe estaba en Marruecos y Sanjurjo en Portugal tras su fracaso insurreccional de unos años antes. Cuando se estaba gestando el golpe, los falangistas asesinaron al oficial de la Guardia de Asalto republicana José Castillo y en respuesta vengativa a este hecho, las izquierdas hicieron lo mismo con Calvo Sotelo. Su muerte fue la chispa que acabó de encender la mecha. El 17 de julio se sublevan las guarniciones de Ceuta, Melilla y Tetuán y se produce el famoso vuelo de Franco en el Dragon Rapide que le llevó a Marruecos para dirigir el Ejército de África el 18 de julio de 1936. A pesar de ello, la insurrección no fue secundada en todo el país y comenzaba así la Guerra Civil Española[28].

España se dividía en dos. El odio se generalizaba y comenzaban las matanzas y demás desmanes inhumanos indiscriminados de unos y de otros; terratenientes, jornaleros, adinerados, empresarios, obreros, sindicalistas, miembros de la Iglesia o del Ejército… cualquier persona de cualquier estrato y clase social podía ser víctima del odio y de la venganza. No importaba en qué punto de España te encontrases ni la ideología, si tenías, que profesases[29]. La situación estaba totalmente descontrolada[30].

 

La violencia represiva del Frente Popular

 

Antes de adentrarnos brevemente en nuestra Guerra Civil, consideramos importante destacar un oscuro periodo de la Segunda República. Esto es, la actitud represiva que mantuvo el Frente Popular desde su victoria en las elecciones de febrero de 1936 hasta el mismo transcurso de la contienda civil con las personas tachadas como de derechas[31]. Como veremos, esta violencia desmedida supuso un cambio en la mentalidad de los futuros divisionarios, bien por sufrir en sus propias carnes la represión o por presenciarla en familiares y amigos directos. Es decir, podemos afirmar que una de las motivaciones esgrimidas por los divisionarios españoles y, en consecuencia también de los extremeños, a la hora de presentarse como voluntarios para combatir con el ejército alemán (Wehrmacht) en Rusia, fue la experiencia vivida en este periodo atribuible al comunismo soviético.

Historiadores como Xavier Moreno Juliá destacan también esta violencia frentepopulista como causante del alistamiento divisionario. Tanto es así que en el inicio de su obra narra:

 

«Represión salvaje, con pocas concesiones, y en los dos bandos. De ahí que, cuando en 1941 se configuró la División Azul, miles de españoles tuvieran aún marcados a fuego en sus mentes, cuerpos y corazones los traumáticos sucesos de julio de 1936, estallido violento de tensiones sociales y odios acumulados, y el sufrimiento -incuantificable- que siguió (…) los adscritos al bando nacional, únicos españoles por aquel entonces en condiciones de “devolver la visita” a quienes les habían vejado»[32].

 

El hecho de buscar una venganza y ‘devolver la visita’ es crucial dentro del lenguaje divisionario. Poder vengarse del comunismo en su propia tierra, donde nació, en Rusia, suponía un gran aliciente para los divisionarios. El profesor Moreno Juliá prosigue:

 

«A mediados de 1941 la acción hostil de la denominada España roja permanecía latente en el recuerdo de muchos, sobre todo si habían sufrido su dominio en retaguardia (…) era miedo lo que sentían, en buena medida nacido de la posibilidad de ser objeto de delación por parte de cualquier resentido anónimo. La angustia diaria, a lo largo de meses, dejó secuelas difícilmente soslayables (…) Militares y civiles sublevados, y religiosos, fueron las primeras víctimas del nuevo orden revolucionario. Posteriormente, todo sospechoso de ser de derechas, lo que imputaba a industriales, profesionales, menestrales y a millares de católicos (…) En junio de 1941, los miles de españoles que habían sufrido la acción de la Revolución tenían todavía heridas por cicatrizar. Las cárceles, los campos de trabajo, las checas y los paseos, con o sin tiro en la nuca, estaban aún en la mente de muchos»[33].

 

Sin duda, que miles de jóvenes españoles dejasen a sus familias e incluso carreras universitarias o trabajos atrás para embarcarse en el conflicto mundial, debía estar muy bien sustentado y la experiencia vivida en aquellos años de guerra civil fue el acicate definitivo para decidir alistarse en la División Azul. Ser falangista o simpatizante de ella en zona republicana suponía jugarse la vida y tener que ocultarse durante meses por miedo a una más que probable represión aunque, como bien apunta Moreno Juliá, también hubo muchos españoles que no pertenecían a ningún partido político plausible de ser catalogado como de derechas que también sufrieron represión por el simple hecho de pertenecer a clases adineradas o ser católicos y, que en el momento de crearse la División Azul, dieron un paso al frente para vengarse del comunismo que actuó en España bajo las directrices de Stalin y sus agentes soviéticos. Esta circunstancia se hace también extensible a los divisionarios naturales de Extremadura.

 

España en guerra y Extremadura dividida

 

Con el golpe militar de julio de 1936, gran parte de España quedó entre dos aguas. Zonas como Galicia, Pamplona, Burgos, Salamanca, Zaragoza, Mallorca o Sevilla se sumaron a la sublevación pero en Madrid, Barcelona, Santander, Valencia, Málaga, Bilbao o prácticamente toda Andalucía permanecieron fieles al gobierno legítimo de la República[34].

Extremadura fue un caso peculiar ya que, en su mayoría, la provincia de Cáceres quedó bajo mando de los sublevados mientras que Badajoz se mantuvo firme en su lealtad al gobierno republicano. Localidades como Cáceres, Plasencia o Coria cayeron en manos de los militares golpistas sin problema produciéndose las primeras detenciones de afectos a la República[35]. El caso de Badajoz fue diferente ya que el jefe militar de la ciudad, el comandante Luis Castelló, se opuso al golpe y logró que sus subordinaros lo rechazaran no sin estar tentados a ello algunos de sus miembros y en los primeros días de conflicto se entregaron armas a los milicianos con cierto descontrol inicial[36]. Villanueva de la Serena por ejemplo, fue favorable al alzamiento aunque su insurrección fue sofocada con varios golpes de mano republicanos[37].

Las tropas sublevadas comenzaron la partida desde el sur de España con objetivo Madrid. Mérida, Navalmoral de la Mata y Talavera de la Reina fue la ruta elegida. Así pues, la conocida como “Columna Madrid” bajo la dirección del teniente coronel Juan Yagüe, partía a primeros de agosto de 1936[38]. Diferentes localidades como Monesterio, Llerena, Fuente de Cantos, Zafra, Los Santos de Maimona, Villafranca de los Barros, Almendralejo o Torremejía sufrieron el paso de las tropas nacionales[39], llegando el 10 y 11 de agosto de 1936 a Mérida y después, tras Montijo, a Badajoz el día 14 con el teniente coronel Castejón y el comandante Asensio al mando. Fue en la ciudad pacense donde se produjo una de las grandes matanzas indiscriminadas de la Guerra Civil provocando, entre el 14 y 15 de agosto, la muerte de un número indeterminado de seres humanos. Se calcula que fueron entre dos o cuatro mil los ejecutados aunque no se sabe con certeza la cifra y todavía hoy es objeto de debate[40]. No obstante, unas palabras de Yagüe al periodista estadounidense John T. Whitaker sobre lo ahí ocurrido, resultan esclarecedoras y a su vez estremecedoras[41]:

 

«Naturalmente que los hemos matado. ¿Qué suponía usted?, ¿Iba a llevar a 4.000 prisioneros rojos en mi columna teniendo que avanzar contrarreloj?, ¿O iba a dejarlos en mi retaguardia para que Badajoz fuera rojo otra vez?» (Vila, 1984: 76).

 

Tras la caída de Badajoz, las tropas nacionales prosiguieron su camino ocupando poblaciones como Alburquerque, San Vicente de Alcántara, La Albuera, Almendral, Roca de la Sierra, La Nava o Santa Amalia hasta que en Medellín, el ejército gubernamental de Extremadura puso en serios problemas a una sección del teniente coronel Castejón gracias a la actuación de la aviación republicana, si bien, no pudo resistir los contraataques de los legionarios y marroquíes[42]. De este modo siguieron unos días las escaramuzas en el sur de Cáceres con ataques republicanos sobre Miajadas, Villamesías, Abertura, Alía o Guadalupe y en el norte de Badajoz hasta principios de octubre de 1936[43]. Ya en otoño del mismo año, únicamente las comarcas de la Siberia y la Serena permanecían fieles a la República como la zona de Alía en Cáceres[44].

Así pues, no se produjeron acciones bélicas importantes hasta enero de 1938, cuando se reiniciaron las hostilidades para ocupar la comarca de La Serena, conocida como “Bolsa de la Serena”[45] con localidades como Campanario, Castuera o Villanueva de la Serena y que se cerró finalmente en julio de 1938[46]. De este modo, únicamente quedaba bajo control republicano la comarca de la Siberia pero con la finalización de la batalla de Peñarroya/Valsequillo se ponía fin a la guerra civil en Extremadura; ésta fue la última ofensiva republicana en el frente de Extremadura. En marzo de 1939 las tropas nacionales ocupaban las últimas localidades extremeñas que todavía permanecían en poder republicano, Herrera del Duque, Siruela, Pañalsordo, Talarrubias, etc.[47].

En este sentido, no queremos hacer hincapié en las atrocidades protagonizadas por tanto la derecha como la izquierda puesto que existen numerosas obras que tratan este vergonzante suceso pero, sí debemos mencionar la oleada de asesinatos de sacerdotes y sospechosos de simpatizar con la derecha ya que es pieza fundamental para comprender el origen de la División Azul. Se calcula que cerca de 6.000 sacerdotes y religiosos fueron asesinados. Los falangistas eran el blanco predilecto de las famosas checas anarquistas o las autodenominadas Milicias Populares de Investigación con Agapito García Atadell al mando[48].

Un periodo de terror se generalizó en la zona republicana. Las fuerzas policiales se vieron superadas y el poder judicial se vio incapaz de actuar. Todo ello junto con la apertura de cárceles provocaron que una gran cantidad de presos comunes se pusieran en libertad. Una capa de justicia retórica revolucionaria se extendió por la zona republicana provocando actos violentos injustificados contra miembros de la Iglesia, la derecha o las fuerzas militares así como los más adinerados. Los famosos ‘paseos’ hacían que al caer la noche y llegar el día las cunetas estuviesen sembradas de cadáveres. Se estima que 55.000 civiles fueron asesinados en localidades controladas por los republicanos sin encontrarse una motivación racional. Fuera como fuese, esta escalada de violencia desenfrenada sólo perjudicaba al gobierno de la República[49].

Sí vemos importante destacar la ayuda que tuvo Franco de la Italia de Mussolini, fraguada entre el 25 y 28 de julio de 1936, y de la Alemania de Hitler[50]. No tuvo la misma suerte el gobierno republicano que vio como las democracias europeas le daban la espalda puesto que Francia y Gran Bretaña nunca dieron un paso real para ayudarle[51]. Sí lo hizo la URSS aunque con iniciales reticencias por parte de Stalin ya que una ayuda a gran escala podía suponer un desequilibrio internacional de poderes a favor de Alemania. Stalin no podía permitir una derrota de la República pero tampoco le interesaba una victoria de la izquierda más revolucionaria. Este hecho provocó en los anarquistas y trotskistas (Partit Obrer d’Unificació Marxista) españoles un sentimiento de animadversión hacia los comunistas con lo que ello conllevó: una guerra interna dentro de una guerra civil. Con todo, la URSS comenzó a enviar armas al gobierno de la República desde finales de septiembre de 1936[52].

Con el último parte oficial de la Guerra Civil firmado por Francisco Franco un primero de abril de 1939, se ponía fin a tres largos años de conflicto bélico pero comenzaba una dura posguerra y, con ella, también un extenso camino de represión y pobreza, de odios y rencores en los que la población civil sería la gran perjudicada sufriendo, en muchos casos, prisión, exilios y depuraciones aunque, este contenido, no concierne al presente trabajo[53].

 

Se crea la División Azul

 

De este modo nos encontramos con una fecha clave para el devenir de la División Azul y sus voluntarios extremeños: el 22 de junio de 1941. Ese día, Alemania iniciaba la “Operación Barbarroja” y sus tropas comenzaban la invasión de la URSS[54]. Cuando la noticia llegó a España, Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco y ministro de Asuntos Exteriores y presidente de la Junta Política de Falange[55] se puso en marcha para crear un cuerpo de voluntarios para acudir a Rusia a combatir al comunismo. La idea inicial, fraguada tan sólo un día antes en el Hotel Ritz de Madrid en una reunión entre el ya citado Serrano Suñer y los falangistas Dionisio Ridruejo y Mora Figueroa, se vería hecha realidad[56].

Tras largas y acaloradas discusiones ante Franco en cuanto a la forma de reclutar y enviar voluntarios protagonizadas por el propio Serrano Suñer y el general José Enrique Varela, se debía llegar a un acuerdo entre Falange y Ejército[57]. El 24 de junio, la prensa se encargó de ensalzar las victorias alemanas ahondando en el factor patriótico contra el comunismo en lo que ya se consideraba como una continuación de la Guerra Civil Española. Así pues, España enviaría una división de voluntarios falangistas bajo mando militar con el general Agustín Muñoz Grandes como cabeza de la expedición[58].

Esa misma mañana una multitud se dirigió hacia la sede de la Secretaría General de Falange y desde uno de los balcones se produjo la famosa arenga de Serrano Suñer[59]:

 

«Camaradas: No es hora de discursos, pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria. ¡Rusia es culpable! Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro Fundador, de la muerte de tantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo ruso. El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa» (Moreno, 2005: 75).

 

Ante tal aseveración, los falangistas se lanzaron a las calles entusiasmados, en lo que ya se constituía como una “Cruzada Anticomunista”. Un clima de exaltación nacional se reprodujo por toda España puesto que había llegado el momento de ‘vengarse’ de la ayuda prestada por los rusos a la Segunda República. Una venganza contra una Rusia que envió armas a la República, fomentando la creación de las Brigadas Internacionales y permitió alargar así la agonía de la guerra. Por supuesto, esta es la visión de la mayoría de los que formarían parte del primer contingente de la División Azul. Las persecuciones sufridas durante el periodo republicano, los encarcelamientos, los fusilamientos, las expropiaciones y los abusos contra la Iglesia podían ahora verse resarcidas con esta iniciativa avalada por Serrano Suñer[60]. ¿Irresponsables palabras? Seguro, pero en aquel contexto no había tiempo para pararse a pensar en las posibles consecuencias que más tarde vinieron[61]. Las  palabras de Serrano Suñer fueron la culminación a todo lo vivido años atrás.

En el Consejo de Ministros celebrado la misma tarde, se decidió que la división de infantería estaría conformada por voluntarios reclutados desde las Milicias de Falange con cerca de 15.000 hombres. Así se creó la División Española de Voluntarios, más conocida como División Azul por el color azul mahón que los divisionarios iban a vestir en Rusia y en clara alusión a Falange[62]. El proceso de recluta se inició el 27 de junio desde los banderines de enganche de Falange en todas las provincias españolas hasta el 2 de julio de 1941[63]. Ésta fue un éxito general y en algunos lugares de España como Madrid, Galicia, Navarra, Sevilla, Murcia, Guipúzcoa y diversos puntos de Castilla hubo incluso exceso de voluntarios[64].

De este modo fueron seleccionados para formar parte del primer contingente de la División Azul 641 oficiales, 2.272 suboficiales y 15.780 soldados, a los que hay que sumar 28 oficiales y suboficiales y 81 cabos y soldados de la Escuadrilla aérea, también denominada Azul. En total 18.802 hombres[65] que, tras los sucesivos relevos sumaron en tierras rusas un total de 45.242 efectivos de los que 38.800 constituyeron la tropa[66]. Ya en Alemania, merece destacar que los voluntarios españoles tenían que prestar juramento de fidelidad a Adolf Hitler pero en su lucha contra el comunismo. De hecho, la fórmula utilizada no fue la habitual que la del resto de tropas voluntarias extranjeras, y para el caso español se hizo énfasis en el aspecto de la lucha contra el comunismo[67].

Al juramento le siguieron dos semanas más de instrucciones para, una vez finalizadas, partir hacia el Frente, primero en tren y luego a pie en los conocidos como 1.000 kilómetros; 900 realmente[68]. Tras ellos les esperaba la guerra y escenarios bélicos en el área del lago Ilmen y río Voljov como Smolensko, Novgorod, Possad, Otenskij, Posselok, Krasny Bor y Leningrado (actual San Petersburgo).

 

Conclusiones

 

Con estas páginas, hemos pretendido buscar una causa para el alistamiento de los 2.700 extremeños en la División Azul. Se trata además de un contenido poco tratado en Extremadura y necesitado de ser estudiado con mayor profundidad[69] ya que, aunque es cierto que la sociedad española ha madurado a la hora de tratar este tipo de aspectos relacionados con nuestra guerra civil, todavía existen reticencias a la hora de recordar algunas cuestiones de ese pasado que, creemos, no deben quedar en el olvido.

Así pues, consideramos que durante la Segunda República se cometieron una serie de reformas que no fueron del agrado de todos los españoles, hecho que generó una escalada de confrontación en prácticamente todo el territorio nacional. La violencia frentepopulista forjó además un sentimiento de animadversión hacia la izquierda más radical y en consecuencia contra la Unión Soviética. En este sentido, la Guerra Civil Española no fue más que el resultado de una situación insostenible agravada con actuaciones violentas de la derecha y la izquierda que nadie fue capaz de parar para perjuicio de toda la sociedad española.

Por todo ello, en el momento que se abrieron los banderines de enganche en las sedes de Falange, no resultaba extraño presenciar largas colas para alistarse con voluntarios de todo tipo de edades, desde menores que trataban de falsificar sus datos para poder alistarse a personas muy mayores con mutilaciones sufridas durante la Guerra Civil. Para ellos, se presentaba una oportunidad única de poder resarcirse moral y físicamente del comunismo soviético.

 

Bibliografía:

 

CABALLERO, Carlos, División Azul, la división española de Hitler, Madrid, Tikal, 2011.

CABALLERO, Carlos, «La violencia política frentepopulista y los orígenes de la División Azul», en La otra memoria, Alfonso Bullón de Mendoza; Luis Eugenio Togores (coords.), Madrid, Actas, 2011, pp. 802-826.

CHAVES, Julián, La Guerra Civil en Extremadura, operaciones militares, (1936-1939), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1997.

ESCRIBANO, Ignacio, Primer franquismo: estudio y memoria de la División Azul en la provincia de Cáceres, Cáceres, Institución Cultural El Brocense – Diputación de Cáceres, 2014.

ESTEBAN-INFANTES, Emilio, La División Azul: donde Asia empieza. La epopeya y sus héroes, Barcelona, AHR, 1956.

GARCÍA, Juan; SÁNCHEZ Fernando, La Guerra Civil en Extremadura, 1936-1939, Badajoz, Hoy Diario Regional de Extremadura, 1986.

GRAGERA, Francisco; INFANTES, Daniel, Rumbo a Rusia, los voluntarios extremeños de la División Azul, Madrid, Raíces, 2007.

HINOJOSA, José, «El hundimiento del frente extremeño en el verano de 1938», en Actas. Guerra y patrimonio en el frente extremeño. 70 aniversario del cierre de la “Bolsa de la Serena”, Castuera, CEDER, 2008, pp. 29-88.

KLEINFELD, Gerald; TAMBS, Lewis, La división española de Hitler: la División Azul en Rusia, Madrid, San Martín, 1979.

MARTÍNEZ, Jorge, La División Azul, Rusia 1941-1944, Barcelona, RBA, 2011.

MARTÍNEZ, Jorge, «Por qué fueron a Rusia», Cuadernos de Historia Contemporánea, Nº 34 (2012), pp. 15-29.

MORENO, Xavier, La División Azul: sangre española en Rusia, 1941-1945, Barcelona, Crítica, 2005.

MORENO, Xavier, «La División Azul en el contexto de las relaciones entre la España de Franco y la Alemania nazi», Cuadernos de Historia Contemporánea, Nº 34 (2012), pp. 65-90.

PRESTON, Paul, La Guerra Civil Española, Barcelona, Debate, 2006.

PRESTON, Paul, La Guerra Civil Espanyola, Barcelona, Flor Edicions, 2006.

RODRÍGUEZ, José Luis, «Ni División Azul, ni División Española de Voluntarios: el personal forzado en el cuerpo expedicionario enviado por Franco a la URSS», Cuadernos de Historia Contemporánea, Nº 31 (2009), pp. 265-296.

RODRÍGUEZ, José Luis, «La contribución de la División Española de Voluntarios a la invasión de la URSS», Cuadernos de Historia Contemporánea, Nº 34 (2012), pp. 91-118.

SALAS, Ramón, «La División Azul», Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, Nº 2 (1989), pp. 241-269.

SERRANO, Ramón, Entre el silencio y la propaganda, la Historia como fue. Memorias, Barcelona, Planeta, 1977.

THOMAS, Hugh, La Guerra Civil Española, 1936-1939 Vol. 1, Barcelona, Grijalbo, 1976.

VILA, Justo, Extremadura: la Guerra Civil, Badajoz, Universitas, 1984.

 

[1] Sobre los divisionarios extremeños existen dos obras que explican su peripecia vital, la primera de ellas obra de Francisco GRAGERA y Daniel INFANTES (eds.): Rumbo a Rusia, los voluntarios extremeños de la División Azul, Madrid, Raíces, 2007. La segunda, obra de Ignacio ESCRIBANO, Primer franquismo: estudio y memoria de la División Azul en la provincia de Cáceres, Cáceres, Institución Cultural El Brocense – Diputación de Cáceres, 2014.

[2] Ignacio Escribano, Primer franquismo: estudio y memoria de la División Azul, cit., pp. 14-20.

[3] Carlos CABALLERO, División Azul, la división española de Hitler, Madrid, Tikal, 2011, p. 18.

[4] Ibíd., pp. 18-19.

[5] Paul PRESTON, La Guerra Civil Española, Barcelona, Debate, 2006, p. 30.

[6] Hugh THOMAS, La Guerra Civil Española, 1936-1939 Vol. 1, Barcelona, Grijalbo, 1976, pp. 45-46.

[7] Paul Preston, La Guerra Civil, cit., pp. 46-49.

[8] Ignacio Escribano, Primer franquismo: estudio y memoria de la División Azul, cit., p. 30.

[9] Juan GARCÍA; Fernando SÁNCHEZ, La Guerra Civil en Extremadura, 1936-1939, Badajoz, Hoy Diario Regional de Extremadura, 1986, pp. 7-10.

[10] Paul Preston, La Guerra Civil, cit., pp. 53-55.

[11] Ibíd., pp. 58-59.

[12] Ibíd., pp. 58-59.

[13] Ibíd., p. 61.

[14] Hugh Thomas, La Guerra Civil Española, cit., pp. 96-99.

[15] Paul Preston, La Guerra Civil, cit., pp. 62-67.

[16] Hugh Thomas, La Guerra Civil Española, cit., pp. 99-101.

[17] Ibíd., pp. 122-123.

[18] Paul Preston, La Guerra Civil, cit., pp. 73-75.

[19] Ibíd., pp. 76-79.

[20] Ibíd., pp. 80-81.

[21] Carlos Caballero, División Azul, cit., pp. 20-21.

[22] Ignacio Escribano, Primer franquismo: estudio y memoria de la División Azul, cit., p. 32.

[23] Paul Preston, La Guerra Civil, cit., pp. 82-83.

[24] Hugh Thomas, La Guerra Civil Española, cit., pp. 160-163.

[25] Paul Preston, La Guerra Civil, cit., pp. 92-94.

[26] Hugh Thomas, La Guerra Civil Española, cit., pp. 176-181.

[27] Paul Preston, La Guerra Civil, cit., pp. 96-102.

[28] Ibíd., pp. 104-112.

[29] Ignacio Escribano, Primer franquismo: estudio y memoria de la División Azul, cit., pp. 32-33.

[30] Sobre el desarrollo del conflicto bélico y este trágico episodio nacional, existen centenares de obras que hablan detalladamente de ello por lo que resulta imposible mencionar una sola. Por este motivo destacamos el ensayo bibliográfico que efectúa Paul PRESTON en su libro ya citado La Guerra Civil Española, Barcelona, Debate, 2006, pp. 333-364.

[31] Carlos Caballero Jurado en «La violencia política frentepopulista y los orígenes de la División Azul» en La otra memoria, Alfonso Bullón de Mendoza; Luis Eugenio Togores (coords.), Madrid, Actas, 2011, pp. 802-826, realiza una novedosa aportación en la que ejemplifica la represión sufrida por algunos de los futuros divisionarios.

[32] Xavier MORENO, La División Azul: sangre española en Rusia, 1941-1945, Barcelona, Crítica, 2005, pp. 1-2.

[33] Ibíd., pp. 2-6.

[34] Paul PRESTON, La Guerra Civil Espanyola, Barcelona, Flor Edicions, 2006, p. 128.

[35] Julián CHAVES, La Guerra Civil en Extremadura, operaciones militares, (1936-1939), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1997, p. 24.

[36] Ibíd., pp. 27-29.

[37] Ibíd., pp. 42-44.

[38] Ibíd., pp. 57-58.

[39] Ibíd., p. 64.

[40] Respecto a este dato, se parte de los testimonios de periodistas extranjeros como Mario Neves, Jacques Berthet, John T. Whitaker o Jay Allen y las cifras son muy distintas en función del investigador o historiador que las aporte. Francisco ESPINOSA habla de 3.800 en su libro La Columna de la Muerte. El avance del ejército franquista desde Sevilla a Badajoz, Barcelona, Crítica, 2003; Javier TUSELL de 4.000 en Franco en la Guerra Civil. Una biografía política, Barcelona, Tusquets, 1992 y Pío MOA de entre 500 y 1.500 en Los mitos de la Guerra Civil, Madrid, La Esfera de los Libros, 2003.

[41] Justo VILA, Extremadura: la Guerra Civil, Badajoz, Universitas, 1984, pp. 75-76.

[42] Julián CHAVES, La Guerra Civil en Extremadura, cit., pp. 120-123.

[43] Ibíd., p. 169.

[44] Ibíd., pp. 185-186.

[45] Véase; José HINOJOSA, «El hundimiento del frente extremeño en el verano de 1938», en Actas. Guerra y patrimonio en el frente extremeño. 70 aniversario del cierre de la “Bolsa de la Serena”, Castuera, CEDER, 2008, pp. 29-88.

[46] Julián Chaves, La Guerra Civil en Extremadura, cit., pp. 219-223.

[47] Ibíd., p. 238.

[48] Paul Preston, La Guerra Civil Espanyola, cit., pp. 137-138.

[49] Ibíd., pp. 246-248.

[50] Ibíd., pp. 130-132.

[51] Ibíd., pp. 149-159.

[52] Ibíd., pp. 161-165.

[53] Ignacio Escribano, Primer franquismo: estudio y memoria de la División Azul, cit., p. 35.

[54] Gerald KLEINFELD; Lewis TAMBS, La división española de Hitler: la División Azul en Rusia, Madrid, San Martín, 1979, pp. 17-18.

[55] Véase, Ramón SERRANO, Entre el silencio y la propaganda, la Historia como fue. Memorias, Barcelona, Planeta, 1977.

[56] Jorge MARTÍNEZ, La División Azul, Rusia 1941-1944, Barcelona, RBA, 2011, pp. 25-33.

[57] Xavier Moreno, La División Azul: sangre española, cit., pp. 66-70; José Luis RODRÍGUEZ, «Ni División Azul, ni División Española de Voluntarios: el personal forzado en el cuerpo expedicionario enviado por Franco a la URSS», Cuadernos de Historia Contemporánea, Nº 31 (2009), p. 267.

[58] Xavier MORENO, «La División Azul en el contexto de las relaciones entre la España de Franco y la Alemania nazi», Cuadernos de Historia Contemporánea, Nº 34 (2012), p. 74.

[59] Discurso íntegramente publicado en el diario falangista Arriba del 25 de junio de 1941 y en Xavier Moreno, La División Azul: sangre española, cit., p. 75.

[60] Carlos Caballero, División Azul, cit., pp. 23-24.

[61] Ignacio Escribano, Primer franquismo: estudio y memoria de la División Azul, cit., p. 50.

[62] Carlos Caballero, División Azul, cit., p. 48.

[63] Xavier Moreno, La División Azul: sangre española, cit., p. 82.

[64] Respecto al éxito de la recluta inicial, todos los autores, denoten o no tendencias ideológicas, corroboran la gran movilización inicial que tuvo la División Azul. Emilio Esteban-Infantes, La División Azul, cit., pp. 17-18; Gerald Kleinfeld; Lewis Tambs, La división española de Hitler, cit., pp. 24-25; Xavier Moreno, La División Azul: sangre española, cit., p. 94; José Luis Rodríguez, «Ni División Azul», cit., p. 273; Carlos Caballero, División Azul, cit., p. 55; Jorge Martínez, La División Azul, Rusia, cit., pp. 55 y 76.

[65] Ramón SALAS, «La División Azul», Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, Nº 2 (1989), p. 252.

[66] José Luis RODRÍGUEZ, «La contribución de la División Española de Voluntarios a la invasión de la URSS», Cuadernos de Historia Contemporánea, Nº 34 (2012),  p. 100.

[67] Xavier Moreno, La División Azul: sangre española, cit., p. 132 y Ramón Salas, «La División Azul», cit., p. 255.

[68] Carlos Caballero, División Azul, cit., pp. 86-87.

[69] Durante el curso académico 2014-2015, el autor del presente estudio ha iniciado su Tesis Doctoral que versará sobre la División Azul en Extremadura.

Ene 182016
 

Alberto Escalante Varona y Juan Rebollo Bote.

 

Puedese creer deste Claro Varon

 que su buen seso le fizo aprender sciencia,

 e su sciencia le dio saber,

e su saber le dio esperiencia,

e la esperiencia le dio conoscimiento de las cosas,

 de las quales supo con prudencia elegir

las que le ficieron hábito de virtud[1]

 

  1. Introducción

Juan de Carvajal (Trujillo, ca. 1400  – Roma, 6 de diciembre de 1469) fue uno de los actores más determinantes del panorama político-religioso de la Europa de mediados del siglo XV. Bajo los pontificados de Eugenio IV, Nicolás V, Calixto III, Pio II y Pablo II, Carvajal ejerció como legado papal que hubo de hacer frente a tan decisivos asuntos como las relaciones post-cismáticas de Basilea entre el Papado y el Sacro Imperio, la cuestión de la herejía husita en Bohemia o la amenaza islámica en la frontera húngara tras la conquista turca de Constantinopla. Sus éxitos diplomáticos le llevaron a ser proclamado obispo de Plasencia y Cardenal de Sant Angelo, entre otras dignidades. Asimismo, Carvajal fue testigo de la implantación en Roma de los nuevos ideales humanistas que terminarían por irradiar a toda Europa y que darían comienzo a una nueva era cultural.

Sin embargo, a pesar de la magnitud político-religiosa y cultural de Juan de Carvajal en la Europa bajomedieval, sorprende la escasez de estudios sobre quien fue uno de los personajes eclesiásticos más admirables y admirados, según sus contemporáneos. Fuera de numerosas menciones aisladas y de algunos contados estudios, la mayoría extranjeros, todavía está pendiente de realizarse una recuperación más exhaustiva de su relevancia para el desarrollo de las dinámicas que conformaron la política cristiana de su tiempo. Se trata, a día de hoy, de una figura muy desconocida, necesitada de reivindicación. La propuesta que presentamos aquí intenta acercarse al Cardenal Carvajal desde una óptica fundamentalmente cultural. No insistiremos, por tanto, en su labor política y diplomática europea, puesto que la literatura existente a tal efecto tiene mayor recorrido.

Así, tras una concisa mirada historiográfica sobre nuestro personaje de estudio, nos adentramos en su formación universitaria en Salamanca y en su actitud para con la cultura de su tiempo; pasando posteriormente a analizar su condición de delegado pontificio desde la perspectiva del viaje medieval; por último, damos algunas pinceladas de su vinculación extremeña y castellana que ayuden a reconocer la importancia del Cardenal en su tierra de origen. Sirva pues el presente texto como aproximación a la realidad cultural del trujillano Juan de Carvajal.

 

  1. Breve estado académico de la cuestión

Pese a ser una figura de especial relevancia en la diócesis de Plasencia y en sus funciones como delegado papal en el contexto europeo tardo-medieval, y aunque fue admirado por sus contemporáneos y el legado de su actividad diplomática se extendió a los siglos posteriores, la literatura académica sobre Juan de Carvajal es muy escasa.

Las primeras semblanzas laudatorias hacia el Cardenal se escriben a finales del siglo XV: destacan las continuaciones a los Comentarios de Pío II, realizadas por el Cardenal Ammannati; el capítulo XIX de los Claros varones de Castilla, de Hernando del Pulgar (obra publicada en 1486); y el retrato firmado por Gaspar de Verona en su De gestis tempore pontificis maximi Pauli II. No debemos buscar en estas fuentes una descripción objetiva y exhaustiva de los hechos de Juan de Carvajal, sino una relación condicionada por la intencionalidad política o religiosa de cada autor[2].

Exceptuando numerosas cartas o breves semblanzas de menor interés, no encontramos la primera biografía sobre Juan de Carvajal hasta 1752: De rebus gestis Joannis S. R. E. card. Carvajalis, de Domingo López de Barrera, describe de forma extensa los principales hitos del purpurado. Salvo menciones esporádicas –en especial la firmada por Voigt en su biografía sobre Pío II, publicada en 1856 (Enea Silvio de Piccolomini als Papst Pius der Zewite und sein Zeitalter), crónicas sobre los concilios y cuestiones políticas de la época, así como entradas de diversas enciclopedias y listados sobre cardenales católicos[3]–, la biografía escrita por W. Fraknoi en 1889 sobre la estancia de Juan de Carvajal en Hungría, Carvajal János bibornok magyarországi kovetsegel 1448-1461[4], supone el último acercamiento parcial, dentro de los métodos historiográficos decimonónicos, a nuestro Cardenal. Antonio Ponz (1983: 127-129) también se hace eco del prestigio obtenido por el Cardenal en Roma; encontramos de nuevo alabanzas a las “glorias” logradas en sus múltiples legaciones y a las obras que mandó construir en sus diócesis (los puentes sobre el Tajo y el Almonte), como pruebas de su excelencia.

Por tanto, el estudio Don Juan de Carvajal. Un español al servicio de la Santa Sede, publicado por el franciscano Lino Gómez-Canedo en 1947, supone aún a día de hoy una consulta indispensable. Gómez-Canedo realiza un completo recorrido por las fuentes existentes hasta la fecha (de las que hemos extraído las más relevantes para el estudio que nos ocupa), al mismo tiempo que localiza otras nuevas (principalmente, del epistolario del Cardenal). Si bien el objetivo de realizar un estudio “definitivo” sobre el tema no queda satisfecho, en palabras del propio autor, los resultados son de enorme interés, pues sitúa documentalmente y con detalle todos los episodios de la vida de Carvajal –en especial los relativos a su formación pre-romana, poco estudiada por entonces. Aun así, y evidentemente por cuestiones del método historiográfico empleado (propio de la época, y presa de cierto sesgo ideológico que tiende a sobrevalorar la figura del Cardenal[5]), se trata de un estudio limitado al estudio de las pruebas documentales, por lo que no lanza hipótesis sobre sus posturas acerca del humanismo, sus actitudes de vida o la relevancia de su papel como diplomático, centrándose más en las dinámicas sociales y culturales que permitían tal labor.

Debemos señalar también la mención que realiza Rodríguez-Moñino (2003: 131-134), incansable estudioso de la historia y cultura extremeñas. En su Historia literaria extremeña señala las virtudes intelectuales de Carvajal en relación con el renacimiento cultural vivido en Plasencia de la mano de los Zúñiga-Pimentel y el establecimiento del convento de frailes predicadores de San Vicente, foco cultural con cátedras propias y relacionado con la Universidad de Salamanca; “egregio Cardenal” de “aplicación y celo nada común” (2003: 133), debe su éxito en su carrera eclesiástica y política a su formación en este ambiente, cristalizada en la “fundación de una Academia de Gramática y Retórica”, que él mismo auspició, también en Plasencia. De nuevo, sus éxitos diplomáticos (en Basilea, Alemania, Bohemia y Hungría) son los que interesan a la historiografía del momento. Lista también las obras escritas por Carvajal, parte de ellas perdidas hasta la fecha, y sitúa brevemente su biografía en su genealogía familiar.

El estado de la cuestión posterior a este hito bibliográfico comprende sólo unos pocos artículos, pertenecientes a ámbitos más especializados. Así, Erich Meuthen (1982) y Martin Davies (1996) estudian la relación del Cardenal con su entorno cultural, cercano a vivir una profunda revolución con la aparición de la primera imprenta, de la que fue uno de los primeros testigos Juan de Carvajal; Caglioti (1997) señala su labor como mecenas en relación a la obra del escultor Andrea Bregno; y Daniels (2012) estudia dos breves textos que evidencian la recepción de la labor de los delegados papales en los entornos universitarios, centrándose en parte en la figura de Carvajal y su legación a Colonia.

En resumidas cuentas, la bibliografía realizada en España es insuficiente, sobre todo en comparación con la realizada en el resto de Europa, tanto en épocas cercanas a la vida de Juan de Carvajal como en siglos posteriores. Ello, por una parte, da cuenta de la relevancia de tal personaje en un contexto internacional; por otra, sin embargo, demuestra que aún queda pendiente un estudio más pormenorizado que, aparte de localizar y reunir todas las fuentes documentales aún desconocidas o poco trabajadas, trace un panorama completo sobre Juan de Carvajal en relación con el ambiente social y cultural de su época. Esto es, analizar las circunstancias que favorecieron su educación, facilitaron su rápido acceso a la curia, y llevaron a un clérigo castellano a convertirse en uno de los legados pontificios más importantes de mediados del siglo XV; cómo, en definitiva, Castilla queda imbuida por completo en un complejo panorama religioso y político entre Occidente y Oriente. En el presente trabajo, tratamos de acercarnos al contexto cultural de Juan de Carvajal desde perspectivas hasta ahora poco utilizadas tales como la condición viajera del personaje o su proceso formativo y actitud ante los nuevos aires europeos.

 

  1. La cultura de Juan de Carvajal y la Europa de su tiempo.

2.1. Carvajal, Letrado.

Abríamos este trabajo con la mención que Hernando del Pulgar hizo de Juan de Carvajal cuando manifestó que su ciencia le dio saber, éste le dio experiencia, y que a su vez ésta última le posibilitó el conocimiento de las cosas. Efectivamente, fue la Universidad de Salamanca la que le otorgó la ciencia. No se puede entender ni explicar el éxito vital de Juan de Carvajal pasando por alto su formación salmantina. Salamanca era a comienzos del siglo XV una universidad ligada al Papado y, por ende, de resonancia en toda la Cristiandad, lo que la convertía en una institución trampolín para dar el salto al panorama político-religioso europeo. El Papa Martín V dio a la universidad las constituciones de 1422 por las cuales se sentaron las bases académicas que perdurarían hasta la época de los Reyes Católicos y ponían fin a un periodo convulso arrastrado desde el siglo anterior.

No conocemos la fecha exacta en la que Carvajal llega a Salamanca, pero puede deducirse que sus estudios se desarrollarían en la década de los 20 y comienzos de los 30 de aquel siglo XV. En aquellos momentos florecían como profesores en la universidad salmantina algunas de las figuras intelectuales más brillantes de la Castilla de Juan II como Alonso de Madrigal “el Tostado”, Juan de Segovia o Juan Alfonso de Benavente. Otros antiguos estudiantes frecuentaban la ciudad y participaban de sus quehaceres culturales como Lope de Barrientos o Alonso de Cartagena, mientras que eminentes personalidades como Rodrigo Sánchez Arévalo o Alfonso de la Torre empezaban sus estudios a la par que nuestro Juan de Carvajal. Todos ellos, y otros anteriores estudiantes salmantinos como Juan de Cervantes, destacarían en el ámbito político-religioso e intelectual de los años 30 y subsiguientes a escala castellana y europea, haciendo de aquella época una etapa de esplendor cultural y que la historiografía reciente ha venido en llamar la Primera Escuela de Salamanca[6]. A pesar de la escasez de referencias que nos han llegado, y a juzgar por la relevancia posterior alcanzada, no es aventurado pensar que Carvajal interactuara y formara parte de aquel ambiente y círculo  universitario salmantino, en cuyo encuadre se inserta su formación.

Todo ello nos contextualiza la Salamanca de Juan de Carvajal como el lugar ideal y el momento perfecto para desarrollarse intelectualmente. Y como tal se formaría en los saberes más demandados de su tiempo, el Derecho, tanto Civil como Canónico, en tanto que la universidad salmantina era de tradición mediterránea, romana si se quiere, fundada en base al modelo boloñés en que el estudio de las leyes gozaban de mayor consideración, contrariamente a la tradición teológica y filosófica parisina. Las ciencias de las Leyes eran fuente de justicia y como tales justificaban el poder real y divino o eclesiástico. Por tanto, no es de extrañar que Salamanca, y más concretamente sus facultades de Leyes y Cánones, ejercieran como fábrica de burócratas de Castilla y el Papado. Ser Letrado equivalía entonces a adquirir una posición privilegiada, reconocida y que posibilitaba el ascenso social a individuos de cualquier condición. De hecho, lo normal era empezar a ejercer oficios, mayoritariamente eclesiásticos, durante el período estudiantil y buen ejemplo de ello lo tenemos en el propio Juan de Carvajal, que dispuso de varios beneficios y fue clérigo en la diócesis de Ávila siendo aún bachiller en Leyes (no licenciado), hacia 1430. Poco después sería nombrado deán de Astorga. Así, teniendo la universidad salmantina como alma mater, Carvajal partía con ventajas.

2.2. La experiencia europea.

“E la esperiencia le dio conoscimiento de las cosas”. Sin duda, el concilio de Basilea supuso un antes y un después para la cultura europea y particularmente para los castellanos que allí se dieron cita (Monsalvo (2011: 35). Dada la entidad del estudio salmantino, el rey Juan II aseguró la preeminencia de Castilla en el concilio de Basilea enviando a la flor y nata de su intelectualidad académica. Alonso de Madrigal, Alonso de Cartagena o Juan de Segovia fueron algunos de los 130 representantes castellanos en aquella reunión “internacional”. A partir de entonces, las nuevas ideas italianas empezaron a penetrar en Castilla por medio de relaciones y correspondencias que castellanos como Alonso de Cartagena tuvieron con los más renombrados humanistas de aquel tiempo. Juan de Carvajal asistió igualmente a Basilea (1434)[7], lo que le hizo conocer y estrechar amistades con algunas de las personalidades que se destacaron en aquellas reuniones, como Nicolás de Cusa o el ilustre humanista Eneas Silvio Piccolomini. Y de aquellos lodos vienen estos polvos, pues a partir de su llegada a la corte pontificia (¿antes de 1438?) y de las subsiguientes embajadas y reuniones conciliares, es decir, de sus viajes por Europa, la adquisición de experiencia le haría ganar mucho conocimiento.

En sus primeras legaciones por el Sacro Imperio (1440s) hubo de tratar, como representante principal del Papa Eugenio IV y acompañado por Nicolás de Cusa, con autoridades de todas las posturas políticas e ideológicas posibles, desde partidarios del antipapa Félix V hasta de la neutralidad del emperador alemán. El carácter políglota de Carvajal, unido a sus dotes diplomáticas y a sus sabiduría en Leyes, le facilitaría su éxito en el Imperio y consecuentemente la obtención de dignidades varias entre las que destacaron la de obispo de Plasencia y principalmente la de Cardenal de Sant Angelo (1446). Alejado el peligro de un nuevo cisma eclesiástico tras la firma del Concordato de Viena (1448) y con su prestigio crecido, los siguientes asuntos a tratar por Carvajal serían los relativos a la cuestión husita en Bohemia. Sin embargo, y sin entrar en demasiados detalles, el Cardenal fracasó esta vez (1448) y los seguidores de las doctrinas de Jan Hus se fortalecerían en lo sucesivo hasta la muerte del primero regente y luego rey husita de Bohemia Jorge de Podiebrad (1471). Suponemos que los reformadores husitas, herejes a ojos de Roma, le provocarían no solamente muchos dolores de cabeza sino también profundas reflexiones acerca de la reforma de la Iglesia Católica. Al Cardenal, como personaje destacado de la curia romana, no le pasó desapercibido este aspecto principal en su tiempo, aunque su incesante labor diplomática no le dejarían demasiado espacio ni respiro material para llevar a cabo sus ideas reformadoras (Gómez-Canedo (1947): 259 y ss.). De todos modos, los aires reformistas ya habían penetrado y comenzaban a manifestarse progresivamente en la Cristiandad.

No obstante, las preocupaciones sobre el husismo pasarían a un segundo plano de acción debido al avance turco y la conquista de Constantinopla en 1453. En adelante, Hungría y su frontera frente al islam fueron los escenarios en que se desarrollaría la actividad diplomática del Cardenal (1455-1460). Carvajal, junto al franciscano Juan de Capistrano, fue responsable de la predicación de una cruzada contra los otomanos que se materializó en la victoria cristiana de Belgrado de julio de 1456. Pero nada más lejos de la realidad, la amenaza turca no dio tregua y los conflictos centroeuropeos imposibilitaron dar salida fructífera a la empresa contra el islam. Así, las relaciones entre el emperador alemán y el rey húngaro, el proceso contra Jorge de Podiebrad de Bohemia, nuevos proyectos de cruzada y algunos viajes por Italia ocuparon la última década de vida de Juan de Carvajal. A pesar de que las cuestiones husita y turca distaron mucho de resolverse tras los empeños de Carvajal, éste siguió recibiendo distintivos por parte de Roma, como el episcopado de Porto o el nombramiento como Protector de los Húngaros, que hablan de la notoriedad del Cardenal hasta el final de sus días. Fue especial la relación que mantuvo con Hungría y con su rey Matías Corvino, que en 1462 pedía con insistencia la vuelta de Juan de Carvajal a su reino, fiel reflejo de la actividad desenvuelta años atrás y de la buena consideración y estima tenida por los húngaros. Sin embargo, el Cardenal permaneció en Italia, donde toda su experiencia y conocimiento acumulados serían de mucha utilidad para la curia romana.

2.3. La cuestión humanista.

Señalaba Gómez-Canedo que faltaban “elementos seguros” que permitieran conocer la actitud que Juan de Carvajal mantuvo ante el movimiento humanista que se expandía por Italia a mediados del siglo XV y que por el contrario debíamos “contentarnos con algunos indicios y hechos aislados” que aproximaban a tal cuestión (Gómez-Canedo (1947): p. 269). Hoy, casi siete décadas después, aún persisten muchas dudas sobre la adscripción cultural del Cardenal en aquellos momentos en que los aires humanistas hacían acto de presencia en Roma bajo los pontificados de Eugenio IV (1431-1447) y sobre todo de Nicolás V (1447-1455). Algunos trabajos posteriores han ahondado en diversos aspectos culturales tocantes al Cardenal Carvajal que aportan nuevos detalles al mismo tiempo que complican la empresa de dirimir el carácter humanista de nuestro personaje. A falta de un estudio más pormenorizado del asunto, basten algunas claves que arrojen luz al respecto.

Sabido es que el movimiento humanista surge en Florencia a mitad del siglo XIV de la mano de intelectuales que buscan encontrar en la Antigüedad Clásica la esencia lingüística latina, y en menor medida griega, por medio del estudio y traducción de los autores clásicos. Desde allí se expandirá progresivamente por todas las cortes italianas y empezarán a recuperarse no solamente los escritos greco-romanos sino también un estilo artístico antiguo que diera armonía moderna a la arquitectura, en contraposición al arte barbaricum, o gótico, propio de la época entrambos tiempos, o Edad Media. Es lo que se conocerá como Renacimiento. Aunque se vislumbran atisbos anteriores, es bajo el pontificado de Nicolás V cuando se produce una manifiesta recepción del humanismo y la nueva moda clásica en Roma y comienza a cambiar el aspecto vaticano por medio de construcciones promocionadas por dicho Papa. Confluyen en la curia romana personalidades preocupadas por el estudio de las humanidades (studia humanitatis) y que promueven el mecenazgo de obras artísticas, arquitectónicas, literarias y de traducción. Ese es el ambiente que respiró Juan de Carvajal en Italia.

Y donde se desplazan aquellos humanistas, se traslada también el espíritu clásico y moderno. Uno de los primeros ejemplos fue el ya mencionado concilio de Basilea. De la misma forma, otras reuniones y cortes europeas serían escenarios de debates con presencia de los clásicos como debió ocurrir en algunas de las embajadas papales protagonizadas por Carvajal, por ejemplo en Núremberg, en casa de Gregorio de Heimburg, donde se discutía acerca de Platón y de cuestiones jurídicas (Gómez-Canedo 1947: 269). Y con tales legaciones y viajes se estrechaban lazos intelectuales que se mantenían por correspondencia en muchos casos[8]. Entre las amistades humanistas de Juan de Carvajal se encontraron sus compañeros Nicolás de Cusa y Eneas Silvio Piccolomini (luego Pío II), Ammannati o el bizantino Bessarion[9]. Entre los Papas humanistas que tuvieron a Carvajal en alta estima, destacan los ya citados Nicolás V (1447-1455) y Pío II (1458-1464), bajo cuyos pontificados el Cardenal pasó más tiempo en Roma, casualmente. Por el contrario, bajo Calixto III (1455-1458) Carvajal residió mayoritariamente en Hungría. No hay que descartar que el Cardenal fuera una de las personas que insuflaron inquietud intelectual en el joven monarca húngaro Matías Corvino, que se convertiría en un gran rey renacentista de la mano de Juan Vítez primero y posteriormente del italiano Antonio Bonfini.

Otra de las características humanistas de las que Juan de Carvajal disponía era la de manejar varias lenguas: castellano, latín, italiano y alemán, al menos. Esta variedad idiomática es característica de embajadores, sí, pero también de personas preocupadas por los studia humanitatis. Prueba de la preocupación de Carvajal por las lenguas, especialmente por la latina, y el fomento del estudio se puede reconocer en la creación de una escuela de Gramática en Plasencia o en el proyecto de fundación de un colegio universitario en Salamanca[10]. Con ello entroncamos con la cuestión del mecenazgo, igualmente característica del ambiente humanista, y del que encontramos buenos ejemplos en el Cardenal. Por un lado, alabó las reformas arquitectónicas de Nicolás V; por otro, hizo construir dos puentes en su diócesis placentina; y otra muestra más la vemos en su promoción al escultor Andrea Bregno en el que se deja ver su predilección por San Miguel Arcángel (Caglioti, 1997: 222). Finalmente, otra de las singularidades a destacar de Carvajal fue, como figura casual y principal del panorama político-cultural del momento que le tocó vivir, su temprano conocimiento de la imprenta, auténtico motor del cambio de era que se produciría, el internet de la época. En efecto, pudo ser la primera persona en saber de la existencia de la imprenta fuera de Alemania e interesarse por ella, demostrando una vez más su preocupación cultural  (Martin Davies, 1996: 193).

Pese a todos los indicios expuestos sobre los vínculos y sospechas humanistas de Juan de Carvajal, no podemos considerar al Cardenal como humanista propiamente dicho en tanto que no se conocen referencias claras ni escritos de carácter literario o temática propia del humanismo, esto es, autores clásicos o cuestiones filológicas latinas. De las obras que se le atribuyen ninguna parece remitir a tal dedicación literaria sino que por el contrario la actividad escritora del Cardenal se circunscribiría a su labor como legado pontificio. A decir de su biógrafo tantas veces citado, Gómez-Canedo, Carvajal “no fue devoto de la pluma” y parece ser que legar obras a la posterioridad no estuvo entre sus prioridades (Gómez-Canedo, 1947: 272-274). Podemos establecer, por tanto, que Juan de Carvajal más que un intelectual fue un diplomático de ambiente y espíritu humanista, con alta formación jurídica, experiencia y conocimiento de la Europa de su tiempo, pero que no precisó plasmar en papel sus inquietudes intelectuales. Su figura simboliza la transición cultural entre el Medioevo y el Renacimiento. A la manera de los primeros incunables salidos de aquella imprenta que tan pronto conoció, Carvajal ejerce de bisagra cultural de entre tiempos.

 

  1. Un cardenal viajero: Italia, Sacro Imperio, Bohemia, Hungría.

De acuerdo con su función como delegado papal y cardenal de la Iglesia, la biografía de Juan de Carvajal comprende como escenarios diversos territorios de la Cristiandad europea, desde sus principales focos culturales mediterráneos e imperiales hasta los confines lindantes con Oriente. Castilla es su cuna y germen de su actividad eclesiástica; el eje Italia-Alemania (Roma, Florencia y Venecia, más Viena, Frankfurt, Núremberg, Colonia…) comprende las cuestiones relativas al cisma político-religioso, dentro del ámbito de la Cristiandad católica romana; en la periferia de ese eje, Bohemia, encontramos el escenario de lucha contra la herejía husita; y Hungría, Serbia y Bosnia, ya en la frontera con el territorio musulmán, culminan la labor diplomática del Cardenal, durante la convocatoria de cruzada propuesta por Pío II. Sorprende, en definitiva, la multitud de enclaves conocidos por Juan de Carvajal, fruto de su relevancia diplomática y del complejo contexto de su tiempo: los conflictos se agudizan a medida que se aleja del núcleo de la Cristiandad, Roma, amenazada igualmente por la división interna.

El carácter viajero de Juan de Carvajal, no obstante, pasa fácilmente desapercibido por la ausencia tanto de menciones de alabanza hacia tal labor, como de relatos de viajes escritos por la propia mano del Cardenal. Sin embargo, este vacío documental consigue arrojar sentido sobre los significados del viaje medieval en sus diversas aplicaciones. La condición viajera de un delegado papal quedaba intrínseca a tal cargo, y como tal no causaba admiración: no encontraremos descripciones asombradas de las maravillas que se visitan ni de los países que se conocen; los territorios de destino, por muy limítrofes que fuesen, entran en el círculo espacial del entorno papal. La Cristiandad se erige así como mapa conocido y las relaciones políticas y culturales entre sus miembros, aunque turbulentas, no se escapan a dicho ámbito de cotidianeidad. El viaje para un embajador o delegado queda siempre sujeto a una visión claramente utilitaria: se viaja no para obtener una comprobación sensible y palpable de una realidad espiritual, como le ocurre a un peregrino, sino para cumplir una misión. Son viajes de negocio, no de ocio.

3.1. El concepto del viaje en un delegado papal del siglo XV

Nuestra concepción de este tipo de viaje bajomedieval tiene que partir de varios condicionantes: en primer lugar, viajar acerca lo lejano, permite el contacto intercultural, diluye las fronteras de lo desconocido, rompe con lo cotidiano (en una dinámica hogar/viaje que existe desde tiempo inmemorial; Ruiz Domènech (1995-1996: 261); en segundo lugar, continúa siendo una actividad peligrosa y sujeta a múltiples e impredecibles azares (condiciones climáticas, caminos inseguros, asaltos y robos, enfermedades), así como a considerables inversiones de tiempo, esfuerzo y dinero; y, en tercero, el viaje se enfrenta a su progresiva laicización. Las comunidades se asientan en entornos urbanos, y el viaje por ansia de trascendencia y contacto con la divinidad pasa a ser el viaje en pos de cumplir un objetivo, o satisfacer una curiosidad cultural. En este ámbito, el “reforzamiento de la Iglesia secular” y el mencionado progreso en el asentamiento poblacional lleva a la necesidad de establecer redes de contacto que unan continuamente dos puntos alejados geográficamente.

El hombre medieval, en su condición de homo viator, viaja para satisfacer una necesidad particular, ya sea espiritual o material. La sociedad de base rural que motivó la proliferación de peregrinaciones hasta el siglo XIV aproximadamente (Ruiz Domènech, 1995-1996: 261; Lopes, 2006: 5) da paso a otra urbana, donde la extensión del límite de conocimientos geográficos choca con la necesidad de experimentar una sensación de trascendencia ante lo desconocido, reflejado en numerosos relatos donde lo fantástico y lo real se funden (Pérez Priego, 1984: 239). A partir de este momento, los viajes con largas comitivas reales y nobiliarias, ya fuese con fines políticos o religiosos, quedan sustituidas por medios más cómodos: por ejemplo, la lectura de libros de viajes, con los que el lector puede ampliar su estado del conocimiento del mundo a través de experiencias autobiográficas de otros viajeros; o los delegados y embajadores asalariados, que establecen a lo largo del siglo XV una compleja red de comunicaciones (Beceiro Pita, 2007: 110-115). Estos delegados pueden servir para realizar peregrinaciones en nombre de su señor, o para transmitir comunicados, o bien para intermediar en diversas negociaciones. En cualquier caso, el concepto del viaje se transforma[11]: de la peregrinación física pasamos a la reflexión interior (influida por el estilo de vida monacal; Beceiro Pita, 2007: 116-117; García de Cortázar, 1994: 12); del viaje metafísico, al viaje de exploración.

La labor del embajador, pues, adquiere una relevancia crucial en este periodo, tal y como lo atestiguan los numerosos testimonios de delegados que, a lo largo del siglo XV, firman tratados y manuales en los que detallan el procedimiento empleado en su oficio, los privilegios que implica y los errores que deben evitarse en toda negociación. Por cercanía cronológica y espacial, de entre estos textos nos interesa citar el Ambaxiatorum Brevilogus de Bernardo de Rosergio[12], escrito en 1436. Arzobispo de Tolouse e intelectual, Rosergio colaboró en numerosas delegaciones a lo largo de la primera mitad del siglo XV, incluidas negociaciones con Castilla. Para Rosergio, toda embajada, y especialmente la papal, es digna de respeto, consideración, protección y beneficio, puesto que:

El oficio de embajador, en cuanto sea útil a la República y a todo el orbe, su evidencia se demuestra en el hecho visible, y así instruye como demuestra experiencia, como maestro en que los asuntos lleguen a buen resultado; […] Por tanto, quien ejerce el oficio de embajador de forma debida y diligentemente, por su labor en favor de la República será considerado en méritos, premios y honor (1905: 26)[13].

Los capítulos del tratado dan cuenta de la consideración positiva que Rosergio adscribe a este oficio. El embajador ha de ser:

[…] no preso de la tiranía de la avaricia, no deshonesto en la palabra o el acto, no molesto, no iracundo, no maligno, […] no violento, henchido de gloria, no temerario, no presuntuoso, no pusilánime, no impaciente, […] no adulador, […] humilde, modesto, temperado, discreto, benévolo, honesto, sobrio, justo y pío, largo, prudente, alegre, dador, y magnífico, dulce en el verbo y el ánimo, paciente, y benigno, oportuno, magnánimo, audaz, tratable, plácido, virtuoso, y fuerte en toda exhibición, común, […] (1905: 5).

Ha de realizar su tarea atendiendo a aspectos como el “estado, hábito y gesto” tanto propio como del entrevistado, y haciendo gala de “buena conversación, prudente madurez”, sin dejar de prestar atención a la consecución de una paz mutua (1905: 10-11) y respetando la discreción de la conversación mantenida. La excesiva adulación de Rosergio hacia su oficio arroja dos conclusiones sobre su relevancia en un doble plano, público y privado: el legado es consciente de lo necesario de su esfuerzo, y como tal pretende que así sea percibido por el resto de la sociedad al mismo tiempo que se ensalza a sí mismo. La proliferación de legaciones a partir del siglo XIV explica la necesidad de promover estas actividades por medio de estos textos, redactados por los mismos embajadores.

Ello dibuja un panorama de una Europa urbana y nobiliaria para quien el acto de viajar a destinos lejanos es más común, y ahonda la consideración de un nosotros, una Europa cristiana no exótica, frente a unos otros, el Oriente turco, donde el extrañamiento del viajero es mayor. Aun así, la utilidad del viaje sí está sujeta a su finalidad política y religiosa. Para Juan de Carvajal, viajar sin duda significaría extender la influencia de un único modo de entender la fe, adscrito a una jerarquía social y nobiliaria determinada. Ninguna de las fuentes consultadas ignora el valor viajero de Carvajal, y si bien no hacen explícito hincapié en ello como rasgo digno de diferenciación, sí lo señalan como una de sus cualidades biográficas atendiendo a los logros y méritos obtenidos durante tales misiones.

3.2. Juan de Carvajal viajero, en las fuentes

Hernando del Pulgar no olvida la adscripción castellana del Cardenal: pese a que su labor diplomática se realizó principalmente fuera de Castilla (la semblanza sólo lista el obispado en Plasencia, y la única plasmación en este territorio de la labor de Carvajal residiría en los puentes que ordena construir sobre el Tajo y el Almonte), ello basta para engrandecer a la corona con las hazañas morales y políticas de tal personaje; hazañas motivadas precisamente por compartir ese rasgo cualitativo puramente castellano, común a otros grandes hombres del reino, “Claros Varones”. Aunque se centra más en la descripción física y moral del personaje[14], lo hace en relación con las actividades que realiza para la Santa Sede; así, su carácter de “grand Letrado é hombre de honesta vida” le hace ser responsable de “negocios arduos”, “embaxadas de grand importancia, en las quales guardó siempre su honra é su conciencia, é dió la razón que hombre Letrado é discreto debia dar” (Del Pulgar, 1789: 113). El objetivo principal de estas actividades, resalta Hernando del Pulgar, es actuar “en servicio de Dios é augmentacion de la Fé Christiana” (1789: 116). Sorprende, por tanto, la ausencia de menciones hacia la misión en Hungría, en pos de conseguir apoyos en la frustrada cruzada contra el Turco.

Alonso de Palencia, sin embargo, no incide en la labor viajera del cardenal, si no es para indicar (muy a su pesar) los éxitos que cosechó en el conflicto del cisma. Señala, al igual que Pulgar, cómo la “exquisita diligencia y los felices resultados de su comisión” de Carvajal en su viaje delegación hacia Alemania, durante el cisma de Basilea (1904: 435), le valen el título de cardenal. Sin embargo, también ignora la misión en Hungría; lo que nos puede llevar a sospechar acerca de la objetividad de la furiosa crítica de Palencia en lo relativo a la opulencia del Cardenal, a quien reprocha su desentendimiento hacia los peligros que supone la cercanía del enemigo Turco y su excesivo apego, por contra, a riquezas con las que pretende exhibir orgulloso su grandeza eclesiástica[15] (1904: 432-433).

Ammannati, amigo de Carvajal, alaba cómo las múltiples legaciones (enumera veintidós) realizadas por el cardenal alcanzan siempre un rotundo éxito, indicando que se realizaron en múltiples lugares donde Carvajal “reinstaura la paz y el orden”, siendo admirable en el trato y la eficiencia de su labor pastoral en defensa del Evangelio y la doctrina de Roma. Gaspar de Verona, también contemporáneo al papado de Pío II, destaca la “increíble paciencia, trabajo ingente, diligencia y singular esfuerzo” realizados por Juan de Carvajal en los seis años que dedicó a reforzar las estrategias de respuesta contra la amenaza turca (Gómez Canedo, 1947: 254-256).

Todas las fuentes coetáneas a Juan de Carvajal, por tanto, reconocen como mérito su labor viajera; ello se transmite igualmente a manifestaciones posteriores, donde estas delegaciones se expresan como circunstancias biográficas relevantes. Lejos ya de las circunstancias históricas contextuales, que conformaban una Europa convulsa, la biografía firmada por López de la Barrera sostiene el relato biográfico de Carvajal en una sucesión de las legaciones realizadas: así, se describen en orden cronológico las misiones a Italia, el Sacro Imperio, Bohemia y Hungría, suprimiendo por contra la presencia del Cardenal en Castilla. Las entradas biográficas que se localizan en diversos diccionarios e historias papales, y que ya hemos listado previamente, también se limitan a este desglose de los destinos de viaje.

Estas actividades, vistas pues como prueba de la valía de Juan de Carvajal en un plano internacional, también prueban cómo la concepción del viaje influye en la alabanza al personaje histórico. En las semblanzas de Hernando del Pulgar, sólo las misiones en el cisma adquieren relevancia, seguramente como prueba de la presencia castellana favorable al papa de Roma en tal conflicto; en el mismo sentido actúa Alonso de Palencia, si bien falto de todo rasgo elogioso. Los testimonios de Ammannati y Verona, por otro lado, inciden también en los beneficios que acarreó la labor de Carvajal para el asentamiento de la autoridad del papa, lo que se liga inequívocamente con la consecución de una paz duradera en Europa. La finalidad política y la religiosa confluyen así en el viaje, aunque con diferente perspectiva: la defensa cristiana contra el turco sólo aparece reseñada de forma explícita por Verona; bien puede deberse al fracaso final de la convocatoria de cruzada, que silencia el relato postrero de esta misión no finalizada, o bien a que se trata de un hecho lejano para los intereses propagandísticos de ciertos cronistas de Castilla (y que, como vimos en Palencia, contradice toda crítica negativa hacia la supuesta permisividad del papa y sus cardenales hacia los musulmanes).

 

  1. Hacia el reconocimiento de la figura de Carvajal: su vínculo con Castilla.

En un momento indeterminado de los años 30 del siglo XV, Carvajal marcha a Italia. Con seguridad se sabe que se encontraba en Roma en 1438 pero algunos autores han apuntado la posibilidad de que con anterioridad a esa fecha estuviera ya en la corte pontificia, puesto que participó en Basilea (Gómez Canedo, 1947: 38-39). En cualquier caso, se puede asegurar que Juan de Carvajal permaneció en Castilla más de tres décadas. Esta etapa castellana, más o menos la mitad de su vida, es la más desconocida de su biografía y de la que menos certezas se tienen. Los pocos datos de que se disponen se deben principalmente a los aportados por Gómez-Canedo. La limitación documental ha sido sin duda un obstáculo a la hora de profundizar en los años castellanos del Cardenal pero tal desconocimiento se debe igualmente a la ausencia de modernas investigaciones referentes a esta fase de su vida. Es un trabajo que aún está por hacer, ya que desde 1947 las posibilidades de adentrase de nuevo en la figura y el contexto histórico de Carvajal han aumentado sustancialmente. No obstante, para abordar esta cuestión se necesita de una dedicación y tiempo que exceden al presente estudio. Por el contrario, nuestra pretensión en este punto es recorrer algunos de los espacios más vinculados a Juan de Carvajal, haciendo especial hincapié en el territorio extremeño y salmantino, con independencia de la cronología de los hechos.

Ya hemos puesto de manifiesto la importancia que le otorgaron sus contemporáneos así como la relevancia que tuvo en la política romana y europea de mediados del siglo XV y por este motivo el reconocimiento de nuestro personaje está avalado en la historiografía sobre el Papado y sus relaciones políticas en la Baja Edad Media. Sin embargo, en su tierra de origen, Extremadura y Castilla, la figura de Juan de Carvajal ha pasado desapercibida si se exceptúan a algunos pocos especialistas en la materia. Aprovechando pues el carácter viajero ya anotado del Cardenal Carvajal, una buena manera de reivindicar su figura y aportación histórica sería la de seguir sus pasos en la Corona de Castilla, cual ruta histórico-cultural fuera.

4.1. Extremadura, su natura; Salamanca, su alma mater.

Trujillo se presenta como punto de partida en la vida de Juan de Carvajal en tanto que esta localidad fue la que le vio nacer en torno a 1399/1400[16]. Su padre fue Juan Tamayo, corregidor de Trujillo y procedente de Castilla, probablemente de la población abulense de Bonilla de la Sierra. Su madre era Sarra o Sara de Carvajal, hija de Diego González de Carvajal, natural de Plasencia. Los Carvajales extremeños, una de cuyas ramas se asentó en Trujillo en el siglo XIV, eran una de las casas nobiliarias más importantes de la Extremadura bajomedieval[17]. Se deduce, por tanto, que la infancia de Juan de Carvajal debió ser relativamente cómoda a juzgar por su contexto familiar, lo que sin duda le facilitaría también emprender la carrera universitaria y eclesiástica[18]. Del resto de su relación con Trujillo tan sólo se puede apuntar la edificación del convento de la Encarnación de la Orden de los Predicadores en época de su episcopado placentino (1466).

Su rastro por Extremadura también podemos seguirlo, en sentido físico, a través de dos puentes construidos bajo su mecenazjo, uno sobre el río Almonte en el término municipal de Jaraicejo[19] y el otro sobre el Tajo en Torrejón el Rubio[20]. Ambas construcciones demuestran, por un lado, el interés y la preocupación que Juan de Carvajal mantuvo para con su tierra originaria y, por otro, la consideración de mecenas que envolvió al Cardenal fruto de los aires humanistas italianos. Estas huellas arquitectónicas son fiel reflejo de su aportación histórico-extremeña. Que el apellido Carvajal está muy vinculado culturalmente a estas zonas lo ejemplifica también la figura de la poetisa jaraicejana Luisa de Carvajal y Mendoza. Asimismo, otro de los lugares vinculados a Juan de Carvajal fue Coria, aunque muy sutilmente, ya que fue nombrado obispo cauriense a finales de 1443 y pocos meses después sería reemplazado por Alfonso Enríquez (Gómez-Canedo, 1947: 68-70). Como curiosidad histórica anotemos que, igual que Juan de Carvajal fue una de las primeras personas en conocer la existencia de la imprenta fuera de Alemania, Coria tiene el orgullo de ser la cuna de la impresión en Extremadura puesto que en 1489 salió de allí el primer incunable extremeño, el “Blasón general y nobleza en el universo”, obra de Pedro de Gratia Dei.

La ciudad de Plasencia ejerce de fundamento esencial en la relación de Juan de Carvajal no sólo con Extremadura, sino también con toda la Corona de Castilla. Carvajal fue elevado a la dignidad episcopal placentina en verano de 1446 y la mantuvo hasta su muerte en 1469. Aunque seguramente nunca visitaría Plasencia como obispo, la creación de una Cátedra de Gramática en 1468 refleja una vez más la preocupación por los cultural de Carvajal para con su diócesis (Gómez-Canedo, 1947: 93-94). Estos estudios fueron los primeros de rango universitario en la región extremeña y serían complementados años después con el establecimiento de una Cátedra de Teología (1484) en el convento placentino de San Vicente Ferrer, promovido esta vez por el mecenazgo de los Zúniga-Pimentel[21]. Plasencia es además, como dijimos, la cuna de la familia Carvajal en tierras extremeñas y su arraigo cultural queda representado igualmente en figuras como las de los también obispos placentinos Bernardino López de Carvajal (1521-1523) y Gutierre de Vargas Carvajal (1524-1559), estudiante y rector en Salamanca y cardenal en Roma el primero y mecenas de las artes de la gramática y de la arquitectura el segundo, en curiosas coincidencias con nuestro personaje objeto de estudio.

Finalmente, Salamanca es otro de los pilares clave de la etapa castellana de Juan de Carvajal, quien puede ser considerado como la primera figura descollante de la larga tradición de estudiantes extremeños de la universidad salmantina. No existe información cien por cien fiable de universitarios procedentes de Extremadura para fechas tan tempranas, aunque para 1403 están registrados al menos dos estudiantes procedentes de la diócesis de Badajoz, cinco de la de Coria y otros tres de la de Plasencia[22]. Si bien los datos son muy parciales, demuestran que la Universidad de Salamanca ya ejercía como universidad de los extremeños temprano el siglo XV y Juan de Carvajal fue uno de los que prontamente destacó (1420s-1430s). Como vimos más arriba, su formación abarcó tanto el derecho civil como el canónico y pronto empezó a ejercer en el mundo eclesiástico como lo demuestran los beneficios que poseyó y los cargos que empezó a desarrollar. Primero fue clérigo en la diócesis de Ávila y posteriormente ocupó el decanazgo de Astorga (h. 1433), comenzando así la meteórica carrera eclesiástica que le llevaría a ser una de las personalidades más relevantes de la política de la Iglesia de Roma (Gómez-Canedo, 1947: 33 y ss.). Salamanca representa para Juan de Carvajal el auténtico motor de su formación intelectual y de su periplo vital pues, como sabemos, la universidad salmantina fue la institución académica de mayor renombre de la Castilla bajomedieval. El vínculo salmantino continuó presente a lo largo del tiempo y siendo cardenal propuso la fundación de un nuevo colegio (del Santo Ángel), algo que no llegó a prosperar por causas desconocidas (Gómez-Canedo, 1947: 272).

 

  1. Conclusiones

Como hemos señalado durante todo este trabajo, la figura de Juan de Carvajal aún necesita de un estudio pormenorizado que parta de una revisión aún más exhaustiva de las fuentes disponibles, y consiga trascender su contenido para situar al Cardenal en las dinámicas geográficas, sociales y culturales de su época. Los testimonios conservados ensalzan principalmente su carácter de viajero por Cristo, el Papa y el Evangelio. Esto es, una doctrina cristiana delimitada, que ha de instaurarse en los dos conflictos principales en este ámbito eclesiástico para la Europa del siglo XV: los cismas heréticos y las conquistas del islam. Ahí radica la relevancia viajera de Carvajal como delegado del centro de la Cristiandad europea, un ámbito internacional. Dos sucesos que se establecen en una Europa que presenta sus propias revueltas internas al mismo tiempo que se ve rodeada por Asia y África, donde el islam gana terreno[23]. El Cardenal, por tanto, representa una Europa con un triple foco de atención: Roma como centro espiritual, y en pugna política con el Sacro Imperio, donde se forja un incipiente cuestionamiento también moral; y Oriente, revivido territorio indómito a manos del infiel, fuente de misterios y origen de la Verdad bíblica revelada. Estos tres vértices, que configuraron las relaciones socio-políticas durante todo el Medievo, van a sufrir ahora una profunda transformación.

Y todo ello en un contexto cultural preciso: el humanismo que se expande por Europa, con origen en Italia, buscando una nueva manera, estética, de conectar los territorios, con manifestaciones válidas para toda la Cristiandad: latín y autores clásicos. Las relaciones entre intelectuales, posibilitadas por concilios y legaciones, viajes en fin, propiciaron la extensión del movimiento humanista, propulsado por la aparición de la imprenta hacia mediados del siglo XV. De todo ello fue testigo excepcional el Cardenal Carvajal, por su formación universitaria en Salamanca y sus relaciones con la intelectualidad de la época. De aquel ambiente quedó impregnado como personaje principal de la curia romana y por ello ejerció el mecenazgo característico italiano, de lo que dejó muestras en su diócesis de Plasencia. Los vínculos con su tierra originaria, por tanto, aunque mal estudiados, se presentan como causa y consecuencia evidentes de la dignidad europea que alcanzó. Es su alcance nacional, castellano. Salamanca como alma mater, de donde salían los intelectuales de Castilla. Extremadura como territorio de natura donde representar los nuevos tiempos, estudio de gramática y construcciones útiles. El análisis más focalizado de tales factores permitirá una más completa comprensión del Cardenal Carvajal.

En conclusión, Juan de Carvajal, como hombre de su época, desarrolla una compleja labor diplomática y cultural en un periodo de transición: el avance turco modificará radicalmente el espacio físico de la Cristiandad al romper sus fronteras, el humanismo traerá corrientes renovadoras a la fe cristiana, y las coronas europeas configurarán nuevos modelos de gobierno y límites geográficos. El mundo cambia, y el Medievo comienza a quedar atrás. Y, ante esta confusa situación, urge la necesidad de actuar: el viaje y el humanismo, en definitiva, constituirán medios idóneos de actuación.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

  • (1913) Catholic Encyclopedia, vol. III
  • CAGLIOTI, F. (1997). “Sui primi tempi romani d’Andrea Bregno: un progetto per il cardinale camerlengo Alvise Trevisan e un San Michele Arcangelo per il cardinale Juan de Carvajal”. Mitteilungen des Kunsthistorischen Institutes in Florenz, 41, pp. 213-253.
  • CUART MONER, B. (1996), “La sombra del arcediano. El linaje oculto de don Lorenzo Galíndez de Carvajal”, Studia Historica (15), pp. 135-178.
  • DANIELS, T. (2012). “Ingredere, benedictedomini. Persuasionsstrategien in zwei universitären Begrüssungsreden an apostolische Legaten (Wien, 1387 und Köln, 1449)”, Zeitschrift für Kirchengeschichte, vol. 13, pp. 4-38.
  • DAVIES, M. (1996). “Juan de Carvajal and early printing: the 42-line Bible and the Sweynheym and Pannartz”, The Library, 6, 18, pp. 193-215.
  • DE PALENCIA, A. (1904-1908). Crónica de Enrique IV. Traducción de A. Paz y Meliá. Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos.
  • DE VERONA, G. (1904-1911). De gestis tempore pontificis maximi Pauli II, Muratori, Cittá di Castello.
  • DEL PULGAR, H. (1789). Claros varones de Castilla y letras de Fernando de Pulgar, consejero, secretario y coronista de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel. Madrid, Imprenta de don Gerónimo Ortega e hijos de Ibarra.
  • FERNÁNDEZ GALLARDO, L., “Alonso de Cartagena y el humanismo”, La Corónica 37.1 (2008), pp. 175-215.
  • FLÓREZ, C., HERNÁNDEZ, M. y ALBARES, R. (eds.) La primera escuela de Salamanca (1406-1516), Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2012.
  • FRAKNOI, W. (1890). “Die ungarischen Legationen des Kardinals Johan Carvajal”, Ungarische Revue, X, Berlín, pp. 1-18, 124-143, 399-425.
  • GALÍNDEZ DE CARVAJAL (1953). Memorial de los Carvajales. Ed. de Antonio Rodríguez-Moñino. Badajoz.
  • GARCÍA Y GARCÍA, A., “Génesis de la Universidad, siglos XIII-XIV”, Historia de la Universidad de Salamanca, vol. I, 2004, pp. 33-36
  • GÓMEZ-CANEDO, L. (1942), Don Juan de Carvajal y el cisma de Basilea (1434-1448): un gran español al servicio del Papa; estudio documentado; excerpta ex dissertatione ad lauream in Facultate Historiae Ecclesiasticae Pontificiae Universitatis Gregorianae, Impr. P. López.
  • GÓMEZ CANEDO, L. (1947). Don Juan de Carvajal. Un español al servicio de la Santa Sede. Madrid, Instituto Jerónimo Zurita, CSIC.
  • – Reseña de RODRÍGUEZ AMAYA, E. (1947), “Juan de Carvajal: recensiones”.          Revista de Estudios Extremeños, t. III, nº 1-2, pp. 208-214.
  • GONZÁLEZ DE LA GRANJA, M. E. (2011). “Los estudios generales de San Vicente Ferrer de Plasencia: Una nueva visión”, Actas XL Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, Asociación Coloquios Históricos de Extremadura.
  • HAÜTPLI, B. W. (2004) Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon, vol. XXIII. Nordhausen.
  • HRABAR, V. E. (ed.) (1905) De Legatis et Legationibus Tractatus Varii. Dorpati Livonorum, E. Typographeo Mattieseniano
  • LÓPEZ DE BARRERA, D. (1752). De gestis Joannis S. R. E. card. Carvajalis. Roma, tipografía de Herederos de Lorenzo Barbiellini, Forum Pasquini.
  • MEUTHEN, E. (1982). « Ein neues frühes Quellenzeugnis (zu Oktober 1454?) für den ältesten Bibeldruck. Enea Silvio Piccolomini am 12. März 1455 aus Wiener Neustadt an Kardinal Juan de Carvajal”, Gutenberg-Jahrbuch, 57, pp. 108-118.
  • MEUTHEN, E. (1983). Lexikon des Mittelalters. München/Zürich.
  • MONSALVO ANTÓN, J. M., en Salamanca y su universidad en el primer Renacimiento: siglo XV, Miscelánea Alfonso IX, 2010, ed. por Luis Enrique Rodríguez-San Pedro y Juan Luis Polo, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2011.
  • PALACKY, F. (1844-1867). Geschichte Bóhmens, Praga, In commission bei Kronberger und Weber.
  • PONZ, A. (1983). Viajar por Extremadura. Biblioteca Popular Extremeña. Badajoz, Universitas Editorial.
  • RODRÍGUEZ-MOÑINO, A. (2003) Historia Literaria de Extremadura. Biblioteca de la Literatura Extremeña y Universal. Producción Ediciones.
  • VOIGT, G. (1756-1863). Enea Silvio de Piccolomini als Papst Pius II der Zewiteund sein Zeitalter. Berlín.

 

 

[1] DEL PULGAR, H. (1789). Claros varones de Castilla y letras de Fernando de Pulgar, consejero, secretario y coronista de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel. Madrid, Imprenta de don Gerónimo Ortega e hijos de Ibarra, pp. 116-117.

[2] Baste señalar la opinión de Alonso de Palencia en su Crónica de Enrique IV, contraria al Cardenal. La fuente original es mucho menos benévola de lo que Gómez Canedo da a entender (1947: 16): Alonso de Palencia sí reconoce la fama de Carvajal en el Sacro Colegio, pero dedica un apartado destacado de su texto para describir un encuentro entre ambos, donde quedaría patente la opulencia del purpurado y su desapego hacia los supuestos desmanes que cometía Enrique IV de Castilla contra sus propios súbditos, actitud de Carvajal que Palencia critica con virulencia: censura la respuesta del Cardenal, bajo el tópico de constituir una “abominación extrema” que conviene no ser repetida. No obstante, debemos tener en cuenta que, puesto que se trata de una crónica particular compuesta contra la figura de Enrique IV, Juan de Carvajal, quien no participó del descrédito al monarca, no podía ser objeto de admiración. Volveremos sobre este texto más adelante.

[3] Citamos la crónica sobre el Concilio signada por el propio Pío II, Commentarii de gestis Basiliensis Concilii (1440), así como la de Juan de Segovia, Historia gestorum generalis synodi basiliensis (1449-1453); también, más tardías, interesan la mención por Frantisek Palacký en el tomo IV de su Geschichte Böhmens (1844-1867), y la signada por Ludwig von Pastor en su Historia de los Papas desde fines de la Edad Media (Geschichte der Päpste seit dem Ausgang des Mittelalters, 1886-1933). La Catholic Encyclopedia, en su volumen III (1913), recoge una biografía resumida de Juan de Carvajal que ha servido de base para aportaciones posteriores, como las que encontramos en el Lexikon des Mittelalters de Meuthen, o en el tomo XXIII del Biographisch-Bibliographisches Kirchenlexikon y escrita por Bruno W. Haütpli. Un completo listado de estas fuentes menores, junto con fragmentos de algunos textos, lo encontramos, aunque aún pendiente de actualización, en Gómez Canedo (1947: 349-353).

[4] Existe una traducción al alemán, publicada en: “Die ungarischen Legationen des Kardinals Johan Carvajal (Cardinal Joannes Carvajal’s Legationen in Ungarn)”, Ungarische Revue, Berlín, 1890.

[5] Esteban Rodríguez Amaya reseña la obra en la Revista de estudios extremeños (1947), donde aprovecha para también resumir la biografía de Carvajal. Reproducimos ciertos pasajes que dan cuenta del entusiasmo con el que se recibió esta obra en el ámbito extremeño, si bien dentro de la mencionada subjetividad ideológica que subyace a los resultados del estudio y a la conformidad de su recepción: “Desde ese momento [la primera legación papal en Florencia] Carvajal se convierte en el soldado de la Iglesia, y con lealtad y entereza extremeñas le vemos aparecer en los lugares de más peligro […]. Entonces, como ahora, la marea procedente de Asia avanzaba arrolladora […]. Entonces, como ahora, solamente la Santa Sede veía claramente la inminencia y magnitud del peligro […]. Solo un español, con el espíritu templado en la multisecular lucha contra el moro, podía realizar el milagro, y sólo un extremeño como Juan de Carvajal, verdadero espécimen de nuestras virtudes raciales, podía ser el agente que acertara a canalizar las energías dispersas hasta realizar el milagro de Belgrado” (1947: 208-211).

[6] FLÓREZ, C., HERNÁNDEZ, M. y ALBARES, R. (eds.) La primera escuela de Salamanca (1406-1516), Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2012.

[7] Sobre esta cuestión concreta, véase: GÓMEZ-CANEDO, L. Don Juan de Carvajal y el cisma de Basilea (1434-1448): un gran español al servicio del Papa ; estudio documentado ; excerpta ex dissertatione ad lauream in Facultate Historiae Ecclesiasticae Pontificiae Universitatis Gregorianae, Impr. P. López, 1942.

[8] Sirva como ejemplo ilustrativo la correspondencia entre el castellano Alonso de Cartagena y humanistas italianos como Leonardo Bruni o Pier Candido Decembrio, véase Fernández (175 y ss.), y Monsalvo (54 y ss).

[9]De todos ellos destaca la amistad mantenida con Eneas Silvio Piccolomini y la relación epistolar que de ello se conserva. Piccolomini dedicó incluso varios de sus trabajos a Carvajal, tales como De Gestis concilii Basileae (1450), un tratado sobre la herejía husita y taborita (1452), el discurso Contra Australes (1452)  o la Historia Gothorum (1453), véase Gómez-Canedo (1947: 269-272 y 323-335); y Martin Davies (1996: 193-202).

[10] Ver infra, epígrafe 4.1.

[11] Sin que ello implique la anulación de la aplicación física: aún en el siglo XV se siguen realizando peregrinaciones a Santiago, Roma y Jerusalén. Por citar un caso propio de la historia extremeña, contamos con el testimonio de dos frailes del Monasterio de Guadalupe que, en los primeros años del siglo XVI, realizaron viajes a Jerusalén: fray Antonio de Lisboa y fray Diego de Mérida (sus relaciones sobre la travesía y las maravillas que contemplaron fueron editadas por Rodríguez Moñino, 1945 y 1949).

[12] Una selección de estos textos la encontramos en: De Legatis et Legationibus Tractatus Varii (1905). Ed. de Vladimir E. Hrabar. Dorpati Livonorum, E. Typographeo Mattieseniano. Aparte del tratado que nos ocupa, Hrabar edita textos del siglo XV de Martinus Garratus Laudensis, Andreas de Barbatia, Gondissalvus de Villadiego, Hemolaus Barbarus y Joannes Bertachinus, así como otros de siglos posteriores que no tienen cabida en el presente trabajo.

[13] La traducción aproximada del original en latín es nuestra.

[14] Tal vez en contraposición a las acusaciones de corrupción, que encabeza Alonso de Palencia, Hernando del Pulgar destaca durante buena parte de esta semblanza XIX la sencillez y humildad de Juan de Carvajal.

[15] No está falta de cierta ironía, y sin duda mucha tergiversación, cómo Carvajal supuestamente considera que tal riqueza sirve para cumplir con mayor eficiencia la labor pastoral asignada. Citamos un fragmento de la crónica de Palencia: “Añadió, por último que él conocía por experiencia cuánto influjo tenía el ornato y esmero en el vestir, y refirió como prueba, que allá en los confines de la Bohemia aceptó en su calidad de Legado apostólico una pública discusión contra fray Juan Dusa, herético corruptos de innumerables gentes, y reconociendo en él al hombre más confiado en el artificio de la argumentación que en la fuerza de las autoridades, descubrió su túnica interior, que era de camelote de púrpura de un brillo admirable, y al punto vió al hereje como sobrecogido de estupor, privado de la facultad de hablar” (1904: 434).

[16] Hernando del Pulgar lo hace nacido en Plasencia, pero la gran mayoría de autores tiene por cierto su natura trujillana. En éste y otros aspectos de la vida castellana de Juan de Carvajal seguimos a su mayor biógrafo, Gómez-Canedo (1947: 31 y ss).

[17] Sobre los Carvajales existe suficiente bibliografía para Plasencia y Trujillo. En cuanto a fuentes genealógicas, es de interés manifiesto la obra de Lorenzo Galíndez de Carvajal, Memorial de los Carvajales (1505) edición de Rodríguez-Moñino (Badajoz, 1953), donde sin embargo el autor manipuló algunos datos, véase: CUART MONER, B. (1996), “La sombra del arcediano. El linaje oculto de don Lorenzo Galíndez de Carvajal”, Studia Historica (15), pp. 135-178.

[18] Gómez-Canedo sugirió la posibilidad de que Juan de Carvajal pasase la infancia y juventud en la provincia de Ávila, de donde procedían los Tamayo y donde fue clérigo, (GÓMEZ-CANEDO, 1947: 34). Sin embargo, su nacimiento, el cargo de su padre en el concejo trujillano y el arraigo de su familia materna, nos inducen a pensar aquí que al menos gran parte de sus primeros años los pasaría en Extremadura.

[19] Denominado el Puente Viejo de Jaraicejo (ca. 1460).

[20] El llamado Puente del Cardenal (1450s), dice de él Hernando del Pulgar: “Otrosí por escusar el daño grande que conosció recrescer a todas las gentes que pasaban el rio Tajo cerca de la cibdad de Plasencia, movido con ferviente caridad, fizo a sus grandes expensas la puente que hoy allí esta edificada, que se llama la puente del Cardenal, edifico muy notable” DEL PULGAR, H. (1486). Claros varones de Castilla y letras de Fernando de Pulgar, consejero, secretario y coronista de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel. Madrid, Imprenta de don Gerónimo Ortega e hijos de Ibarra, 1789, p. 116. Ambos puentes mandados fabricar por el Cardenal Carvajal los describe Antonio Ponz en su viaje por Extremadura en el siglo XVIII de la siguiente forma: “obras una y otra que compiten con las del mejor tiempo de Roma y que solas le pudieron granjear la denominación de gran Pontífice”, Ponz, (1983: 129).

[21] A este respecto véase: GONZÁLEZ DE LA GRANJA, M. E., “Los estudios generales de San Vicente Ferrer de Plasencia: Una nueva visión”, Actas Coloquios Históricos de Extremadura, Asociación Coloquios Históricos, Trujillo, pp. 179-201.

[22] El total de universitarios registrados en Salamanca para 1403 es de 311, aunque esta cifra no engloba a la totalidad de los estudiantes y hemos de tomar los datos con precaución, GARCÍA Y GARCÍA, A., “Génesis de la Universidad, siglos XIII-XIV”, Historia de la Universidad de Salamanca, vol. I, 2004, pp. 33-36, datos resumidos de PESET, M. y GUITÉRREZ, J., ‘”Clérigos y juristas en la Baja Edad Media castellano-leonesa”, Senara III (1981), anexo, pp. 30-46.

[23] El mundo medieval, a grandes rasgos, pasa de representaciones tripartitas del mundo, en T, marcadamente simbólicas, a una ampliación del conocimiento espacial, sustentado por la recuperación de textos clásicos (como la Geografía de Ptolomeo), y que empuja a diferenciar entre lo subjetivo y lo físico (García de Cortázar, 1993: 25). La extensión de la actividad del viaje a lo largo de la Edad Media entronca necesariamente con un Oriente conflictivo, más aún tras la caída de Constantinopla en 1453, lo que acentuaría la sensación de una Europa acorralada.

Dic 302015
 

Jesús Barbero Mateos.

Maestro.

Afirma el profesor García Pérez[1], que las investigaciones sobre los procesos desamortizadores siguen siendo necesarias, para profundizar en el conocimiento de las consecuencias reales que acarreó el proceso.

Conviene tratar de acarrear explicaciones sobre las que pudieron ser algunas de las claves del subdesarrollo en la economía agraria de Extremadura, a pesar del dinamismo impulsado por el liberalismo, que hizo incrementarse las tierras roturadas y puestas en cultivo, al tiempo que limpiar y descuajar los montes, permitiendo ampliar y consolidar las dehesas en esta tierra.

Si hay acuerdo en que el latifundismo y, en general los desequilibrios en la propiedad de la tierra, son factores a considerar, no lo es menos que los microanálisis locales pueden con tribuir a centrar la cuestión en torno a los verdaderos dramas subsistenciales que, bien comenzaron, bien se consolidaron a partir de entonces.

Esta es la intención que pretende esta humilde aportación, en el caso de Torrecillas de la Tiesa.

 

Consideraciones generales.

El régimen de propiedad de la tierra y la realidad social de la España decimonónica estaban impregnados de enormes desequilibrios[2]. Este desajuste causante del subdesarrollo dominante, estaba originado, en gran medida, por la extraordinaria concentración de tierras en pocas manos, a costa de una infinidad de braceros sin posesión alguna, cuya único beneficio derivaba del usufructo de determinados usos del monte. Por si fuera poco, las denominadas “manos muertas”, principalmente el clero y las distintas administraciones, además de las grandes fincas, poseían las tierras de mejor calidad.

El interés en resolver esta situación, unido a la desastrosa situación de la hacienda pública, principalmente debida a los cuantiosos gastos derivados de los conflictos bélicos que jalonaron el siglo, acrecentó el interés político en la toma de decisiones que mitigara tan desolador panorama.

En este momento ya había podido constatarse la insuficiencia que habían supuesto las primeras medidas desamortizadoras puestas en marcha a finales del siglo XVIII. Recuérdese al respecto que por Real provisión de 2 de mayo de 1.766, el Conde de Aranda legisló la obligatoriedad de arrendar tierras a los campesinos pobres. Un paso más lejos se daría con la promulgación del Real Decreto de 28 de abril de 1.793, que proponía el reparto de terrenos incultos a los que los solicitasen, concediéndoles la propiedad de los mismos si los limpiaban.

En el siglo XIX, la desamortización tuvo su momento inicial en el R.D. de 18/8/1.809, mediante el que se establecía la desaparición de todas las órdenes religiosas, cuyos edificios serían confiscados. Al efecto, dos años después se decretaría la venta de los conventos suprimidos o arruinados. Esta legislación quedaría derogada al restablecerse el absolutismo en 1.814, sin embargo, las bases desamortizadoras habían quedado sentadas.

De vueltas al régimen constitucional, los decretos de 17/8, 27/9 y 1/10 de 1.820, daban cobertura a la desamortización de los bienes del clero regular y los jesuitas, imponiendo el último de ellos la supresión de los conventos con menos de 24 individuos.

Durante el decenio absolutista o Década Ominosa (1.823- 1.833), se anuló la normativa aprobada con anterioridad. El impulso de constitucionalismo hizo que se retomase con más intensidad el proceso desamortizador.

Sería, por tanto, desde la década de 1830 hasta principios del siglo XX, cuando se incrementarían enormemente las tierras roturadas para poner en cultivo, tratando de garantizar así las subsistencias necesarias para sobrevivir, así como otras propiedades urbanas, en detrimento de los bienes religiosos y concejiles. Esta era, al menos, la intención del legislador. Sin embargo también afloraron los inconvenientes.

Puede constatarse que entre finales del siglo XIX y principios del XX, la propiedad de la tierra se había concentrado en pocas manos de terratenientes, en gran medida absentistas, mientras que el grueso de la población englobaba el grupo de los jornaleros sin tierra que tantos problemas acarrearía años más tarde. Más aún, muchos de los actuales grandes propietarios, son los herederos directos de aquellos terratenientes decimonónicos, que acapararon grandes extensiones de terreno a raíz de los procesos de desamortización.

En síntesis puede afirmarse que las medidas puestas en marcha acarrearon inconvenientes que, con el tiempo, se convertirían en insalvables losas para el desarrollo rural:

 

  • La mayor dedicación a la agricultura diezmó los montes y pastizales, lo que perjudicó sobremanera a la ganadería.
  • Los cambios introducidos en la propiedad agraria fueron muy escasos. En Extremadura, donde se enajenó el 30% de la tierra, el aumento en el número de propietarios, no equilibró la distribución de su propiedad.[3]
  • Al invertirse los recursos económicos en la compra de bienes, se dejó de apoyar el desarrollo industrial, desembocando en el atraso de nuestra economía.
  • No menos importancia tuvo el profundo cambio en la estructura de la sociedad, al sustituirse el poder económico y de compensación en el uso de los aprovechamientos que tenían los concejos y que tan buenos resultados había arrojado hasta entonces, por el de los terratenientes, absentistas en muchos casos, cuyo inmovilismo estranguló lentamente a las familias más pobres.

 

Buen resumen de lo antedicho hizo Antonio de la Villa en su intervención ante las Cortes en 1.932:

“Muchos elementos caciquiles se fueron convirtiendo en terratenientes, apoderándose de muchos baldíos y dejando a los pueblos sin poder hacer uso de lo que les pertenecía”.[4]

 Antecedentes.

Como veremos, esta situación también se produjo en Torrecillas de la Tiesa, donde se hurtaría a los vecinos el aprovechamiento que, desde tiempo inmemorial, venían realizando de los montes y tierras, aún sin disponer de su propiedad, cuya titularidad venía siendo particular, ya desde finales de la Edad Media.

Así queda acreditado en las respuestas que desde la localidad se emitieron a los distintos interrogatorios y censos de finales del siglo XVIII[5].

Estos son algunos datos interesantes sobre la actividad económica y propiedad de la tierra en Torrecillas, en los momentos previos a la puesta en marcha de la normativa desamortizadora:

Los propios que únicamente tiene la villa consisten en el sobrante de la dehesa boyal y los arbitrios se reducen solo a la espiga y rastrojo y el demás terreno del término es común su aprovechamiento.

  • No hay montes en esta jurisdicción, aunque los labradores sacan alguna roza en jurisdicción de Trujillo.
  • No hay terrenos poblados de acebuches u olivos silvestres que se puedan injertar y distribuir en suertes entre los vecinos, montes impenetrables al ganado, que sea conveniente desmontar, árboles ó arbustos, yerbas medicinales, ni los montes se descascan. No se han cerrado tierra ni terrenos para cultivar ni arbolear.
  • No hay más dehesa que la de propios en calidad de boyal, pero confinando a sus limites hay algunas que en otros tiempos fueron de labor y en el día se han reducido a puro pasto, como la Atalaya Labrada, propia de la Marquesa de Villa García, con una cabida de 800 fanegas en sembradura; la de Retuertas y Señora, propia de Don Juan de Soto Altamirano, 1.000 fanegas; la del Carneril, propia del Marqués de Lorenzana, 600 fanegas; la de Solana y Quintos de Carmonilla, del Conde de Noblezas, 2.000 fanegas; y la de Vales Pedros, del Marques de Santa Marta, 1.200 fanegas. Sus ascendientes fueron todos vecinos en este pueblo por los años de 1577 y conservan sus heredades, casas y tierras labrantías en esta jurisdicción. Con motivo de haber pasado sus descendientes a mejor fortuna en otros pueblos extraños, se han reducido a puro pasto, arrendándolas a los trashumantes para sus ganados. Por ello, a los labradores sólo se les franquea algunos pedazos de montes para dejarlas claras, por ser unos terrenos incultos que no puede tratar el ganado, donde los pobres emplean sus fatigas con poca esperanza y de aquí resulta su decadencia y ningunos adelantamientos.
  • La producción agrícola se basa en el secano, siendo los principales productos trigo, cebada, centeno y avena. Los dos primeros son producidos fuera del término, en jurisdicción de Trujillo, en dehesas de monte que dan a los labradores por crecidos terrazgos con el fin de aclararlas, para interesarse en las grandes porciones que llevan a los trashumantes.
  • El cultivo de las tierras no muradas descansa dos años.
  • La ganadería se reduce al corto número de algunos cerdos y corderos; el comercio que tienen en estas granjerías es la de vender esta cría al año para remediar sus necesidades, así como por no tener aun terrenos suficientes a su mantenimiento.
  • La apicultura no es muy floreciente, 210 colmenas, debido a los frecuentes robos a los que los colmeneros son sometidos, aun por los mismos tratantes de cera.

Torrecillas de la Tiesa en el ámbito de la desamortización decimonónica.

Esta paupérrima situación aún tenía posibilidades de empeoramiento, como pondremos de manifiesto.

 

Normativa reguladora.

Tres fueron las principales oleadas normativas que regularon los procesos de desamortización: Decretos de febrero de 1.836, septiembre de 1.841 y mayo de 1.855. Aunque el más nombrado de todos es el primero, impulsado por Mendizábal, afectó más de lleno al uso de aprovechamientos el último, amparado por Pascual Madoz.

 

Causas que promueven la puesta en marcha de las medidas.

Si el problema del reparto de tierras venía de antiguo, ¿por qué se adoptaron las medidas mencionadas en estos concretos momentos? Como va dicho, la sucesión de conflictos bélicos había dejado vacías las arcas públicas y urgía restablecer los caudales. Por un lado los cuantiosos recursos empleados en la Guerra de la Independencia y las subsiguientes crisis agrarias, habían llevado en 1.813, a la promoción de la venta de baldíos con cuyo dinero resarcirse. Por otro, el conflicto carlista había agravado la crisis hasta extremos difíciles de soportar.

 Bienes desamortizados.

Estos planteamientos obligan a estudiar los bienes desamortizados, para contribuir a aclarar la posterior estructura de la propiedad en Torrecillas de la Tiesa.

Como cuestión previa conviene tener presentes que en los boletines anunciadores de las subastas, se realizan una serie de advertencias a los participantes:

.  Se consideraban bienes de corporaciones civiles, los propios, beneficencia e instrucción pública y, en general aquellos que bajo distintas denominaciones pertenecían a las provincias y a los pueblos. Se consideraban bienes del estado, los que estuvieran así denominados, los de instrucción pública superior, los del “secuestro del Infante Don Carlos” y los de las órdenes militares de San Juan de Jerusalén.En la subasta no se admitían posturas inferiores al precio de salida, adjudicándose las propiedades al mejor postor.

. El precio de adjudicación, ya fuera de mayor o menor cuantía, habría de pagarse en diez plazos iguales, el primero a los quince días y los restantes a intervalos de un año cada uno. En total, nueve años para pagar la adquisición.

. Sin embargo, los adjudicatarios de las propiedades del estado, de mayor cuantía, disponían de quince plazos en catorce años, para abonar las cantidades de las adjudicaciones, bonificándose un 5% por cada plazo anticipado a su fecha de amortización. Las de menor cuantía se abonarían en 20 plazos, durante 19 años. El pago anticipado se bonificaba con el 3%.

Se garantizaba que las propiedades subastadas no tenían cargas y, en caso de que apareciesen con posterioridad, se indemnizaría al comprador.

. Todos los derechos de los expedientes y tasaciones correrían a cuenta de los rematantes.

. Los compradores sólo podían reclamar los desperfectos ocasionados con posterioridad a las tasaciones, para lo que disponían de un plazo máximo de 15 días. Podían hacerlo en los juzgados de primera instancia.

De la documentación analizada[6] se desprende que en la localidad salieron a subasta estos bienes:

 

Suplemento al Boletín Oficial de Cáceres nº. 86. Sábado 21 de julio de 1855.

 

Parte menor creciente y menguante en la dehesa de Torrecillas de la Tiesa.
Procedencia: Convento de Religiosas de Santa Clara de la Columna, de Belalcázar, provincia de Córdoba.
Número de inventario: 3 Derechos que se subastan: Productos obtenidos en los distintos repartimientos de la parte de la Dehesa Boyal.
Precio de salida 17.442 rs. Precio de venta 43.000 rs.
Adjudicatario Rosa y Antonia García, vecinas de Trujillo. Fecha de adjudicación 25/08/1855
Observaciones: Se trata de un bien considerado de mayor cuantía.

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 66. Martes 23 de agosto de 1859.

Derechos de usufructo de la dehesa “Condesilla”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1448 Superficie: 170 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 12/05/1859
Límite Norte: Dehesa “Berenga” Límite Sur: Dehesa “Labradillo”
Límite Este: Dehesa “Ladrillar” Límite Oeste: Pizarrosillo
Precio de salida 3750 rs. Precio de venta 3750 rs.
Adjudicatario Duquesa de Frías, vecina de Madrid. Fecha de adjudicación 26/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 170 fanegas de sembradura, 82 encinas[7], toda salpicada de criadero[8].

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Pradillo”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1449 Superficie: 350 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 18/04/1859
Límite Norte: Pizarrosillo Límite Sur: Dehesa “Labradillo”
Límite Este: Dehesa “Labradillo” Límite Oeste: Dehesa “Almaracejos”
Precio de salida 8000 rs. Precio de venta 32000 rs.
Adjudicatario Antonio de Vega, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 26/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 350 fanegas de sembradura, 750 encinas y 150 fanegas de criadero.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Labradillo”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1450 Superficie: 110 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 21/04/1859
Límite Norte: Dehesa “Pradillo” Límite Sur: Dehesa “Urguillón”
Límite Este: Dehesas “Dehesilla” y “Ladrillar” Límite Oeste: Dehesa “El Águila”
Precio de salida 2125 rs. Precio de venta ¿? rs.
Adjudicatario Francisco Muñoz, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 26/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 110 fanegas de sembradura, 45 encinas y 50 fanegas de criadero.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Cercadillos”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1451 Superficie: 410 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 18/05/1859
Límite Norte: Dehesa “Berenga” y el río Almonte Límite Sur: suertes de Solís
Límite Este: Dehesa “Cachiporros” Límite Oeste: Dehesa “Ladrillar y Muletillo”
Precio de salida 6250 rs. Precio de venta 6250 rs.
Adjudicatario Marqués de Campo Real, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 16/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 410 fanegas de sembradura, 200 encinas y 30 fanegas de criadero.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Ladrillar y Muletillo”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1452 Superficie: 560 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 21/08/1859
Límite Norte: Dehesa “Cercadillo” Límite Sur: Dehesa “Labradillo”
Límite Este: Suerte de Solís Límite Oeste: Dehesa “Dehesilla”
Precio de salida 16.000 rs. Precio de venta 16.100 rs.
Adjudicatario Justiniano Barroso, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 18/11/1861
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 560 fanegas de sembradura, 2.200 encinas y 360 fanegas de criadero. Este expediente muestra las dificultades en el cumplimiento de los pagos. Hasta en tres ocasiones se subastó el bien, para que su venta pudiera hacerse efectiva.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Dehesilla”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1455 Superficie: 212 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 24/05/1859
Límite Norte: Río Almonte Límite Sur: “Los Cercadillos”
Límite Este: Dehesa “Los Tercios” Límite Oeste: “Los Cercadillos”
Precio de salida 1750 rs. Precio de venta 1750 rs.
Adjudicatario Francisco Sánchez Tragón, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 11/11/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 212 fanegas de sembradura, y 80 fanegas de criadero.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Tercios”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 1456 Superficie: 760 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Felipe Trigo. Fecha de tasación: 30/05/1859
Límite Norte: Río Almonte Límite Sur: Dehesa “Cercadillos”
Límite Este: Dehesa “Cachiporros” Límite Oeste: Dehesa “Dehesilla”
Precio de salida 6000 rs. Precio de venta 6020 rs.
Adjudicatario Vicente Núñez, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 26/09/1859
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 760 fanegas de sembradura, 200 encinas y 15 fanegas de criadero.

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 155. Lunes 23 de enero de 1860. (1ª subasta en ambas)

Boletín Oficial de Cáceres nº. 206. Miércoles 9 de mayo de 1860. (2ª subasta en ambas)

Boletín Oficial de Cáceres nº. 255. Miércoles 21 de noviembre de 1860. (3ª subasta en Urguillón de Ulloa)

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Urguillón de Ulloa”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 2631 Superficie: 260 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Francisco Pérez y Jacinto Degea Fecha de tasación: 23/10/1859
Límite Norte: Dehesa “El Águila” Límite Sur: Baldíos de Torrecillas.
Límite Este: Dehesa “Urguillón del Conde”. Límite Oeste: Dehesa “Valverde”
Precio de salida 1200 rs. Precio de venta 1600 rs.
Adjudicatario Manuel Muñoz Bello, vecino de Trujillo Fecha de adjudicación 28/07/1860
Observaciones: Menor cuantía. 260 fanegas de sembradura y 5 fanegas de criadero.

 

 

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Urguillón de la Fuente”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 2632 Superficie: 200 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Francisco Pérez, Jacinto Vega, Federico Nieto. Fecha de tasación: 23/04/1859
Límite Norte: Dehesa “Urguilla” Límite Sur: Baldíos de Torrecillas.
Límite Este: Suertes de Solís. Límite Oeste: Dehesa “Urguillón de Ulloa”[9]
Precio de salida 1200 rs. Precio de venta 1600 rs.
Adjudicatario Manuel Muñoz Bello, vecino de Trujillo Fecha de adjudicación 28/07/1860
Observaciones: Menor cuantía. 200 fanegas de sembradura y 160 fanegas de criadero.

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 215. Jueves 7 de junio de 1860.

 

 

Propiedad de la hoja de Tierra “Hoja del Cerro”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3100 Superficie: 410 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: La propiedad de la tierra, que era del concejo.
Peritos agrimensores: Jacinto Degea y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 13/04/1860
Límite Norte: Dehesas “Urguillones”, Suertes de Solís y vereda del Mulato. Límite Sur: Heredades particulares.
Límite Este: Cordel de merinas. Límite Oeste: Dehesa “Retuertas” y Suerte de Los Mozos
Precio de salida 17180 rs. Precio de venta 55000 rs.
Adjudicatario Anselmo Felipe Bravo, vecino de Torrecillas Fecha de adjudicación 10/07/1860
Observaciones: Bien de menor cuantía. Enajenación de 410 fanegas de sembradura. Es de dominio particular el derecho de labor cada tres años.

 

 

Propiedad de la hoja de Tierra “Cañada de la Torre”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3101. Superficie: 520 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: La propiedad de la tierra, que era del concejo.
Peritos agrimensores: Jacinto Degea y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 13/04/1860
Límite Norte: Suertes de La Pizarra, Guinea y Terzuelos. Límite Sur: Heredades de particulares.
Límite Este: Suertes de Parra y de Buenamemoria. Límite Oeste: Cordel de merinas y vereda de abajo del Mulato.
Precio de salida 18.650 rs. Precio de venta 70.000 rs.
Adjudicatario José de Montalvo, vecino de Trujillo. Fecha de adjudicación 10/07/1860
Observaciones: Bien de menor cuantía. Enajenación de 520 fanegas de sembradura. Es de dominio particular el derecho de labor cada tres años. Contiene el expediente una solicitud de 28 de noviembre de 1890 (treinta años después de la adjudicación) al juzgado de Trujillo por parte del médico de Torrecillas, Tomás Flores, que se dice en ese momento propietario de la tierra. En la misma se requiere al juez para que intervenga y que los vecinos no puedan acudir con sus ganados a abrevar al arroyo Pizarrosillo, que pasa por allí. Expone que éstos hacen caso omiso a los límites y a los guardas, “llevan sus ganados a beber a dicho arroyo o sacan agua para beber y otros usos, alegando que el agua no fue objeto de la subasta…”.

 

 

 

 

Propiedad de la hoja de Tierra “Camino de Naharro”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3102 Superficie: 430 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: La propiedad de la tierra, que era del concejo.
Peritos agrimensores: Jacinto Degea y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 13/04/1860
Límite Norte: Camino de la Herrumbrosa y Sortona Talaya Labrada Límite Sur: Heredades de particulares.
Límite Este: Dehesa “Boticojos” Límite Oeste: Sitio denominado Calvario
Precio de salida 16.870 rs. Precio de venta 32.100 rs.
Adjudicatario Anselmo Felipe Bravo, de Torrecillas. Fecha de adjudicación 10/07/1860
Observaciones: Bien de menor cuantía. Enajenación de 430 fanegas de sembradura. Es de dominio particular el derecho de labor cada tres años.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “Casillas de Pizarroso”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3105 Superficie: 350 fanegas de marco real
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Jacinto Degea y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 17/03/1860.
Límite Norte: Río Tozo Límite Sur: Dehesa “Pizarroso Grande”
Límite Este: Dehesa “Pizarroso Grande” Límite Oeste: Río Tozo
Precio de salida 16.500 rs. Precio de venta 17.000 rs.
Adjudicatario Francisco Sánchez, de Torrecillas. Fecha de adjudicación 10/07/1860
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 350 fanegas de sembradura, informando que el monte se encuentra en mal estado de fructiferar y el criadero que contiene es de inferior calidad.

 

Derechos de usufructo de la dehesa “El Águila”.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 3520 Superficie: 421´174 fanegas de marco real (271´22 has.);
Derechos que se subastan: Monte alto, criadero y derecho de apostar. Suelo de dominio particular.
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 22/09/1861
Límite Norte: Dehesas “Labradillo” y “Urguillón” Límite Sur: Dehesas “Valverde” y “Labrado de Zúñiga”
Límite Este: Dehesa “Urguillón” Límite Oeste: Dehesas “Bonilleja” y “Pradillo”
Precio de salida 12.000 rs. Precio de venta 29.200 rs.
Adjudicatario Anselmo Sánchez, vecino de Cáceres Fecha de adjudicación 18/11/1861
Observaciones: Bien de menor cuantía. La enajenación afecta a 421´174 fanegas de sembradura (200 de 2ª calidad, 200 de tercera y 21 de terreno inculto), 1500 encinas y 200 fanegas de criadero en mal estado.

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 683. Lunes 12 de marzo de 1866.

 

Derecho de labor cada tres años en la suerte de tierra llama Becerra, al sitio de la cañada de Tapia, en la hoja del Camino de Naharro.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4139 Superficie: 20 fanegas de marco real (12´879 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: Cordel de Merinas Límite Sur: con Castañuela
Límite Este: con Marqués de Santa Marta Límite Oeste: con Francisco Vegas
Precio de salida 2.000 rs. Precio de venta 3001 escudos
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra al sitio del Cordel, en la Hoja de los Herederos.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4140 Superficie: 2 fanegas de marco real (1´284 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Basilio Marcos. Fecha de tasación: 8/12/1865
Límite Norte: Cordel de Merinas Límite Sur: Cordel de Merinas
Límite Este: Cañada que baja del Cordel de Merinas Límite Oeste: Cordel de Merinas
Precio de salida 320 rs. Precio de venta 500 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada “Parras”, al sitio de la Herrumbrosa, en la Hoja del camino de Naharro.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4141 Superficie: 20 fanegas de marco real (12´879 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: Tozuelo Límite Sur: arroyo Pizarroso
Límite Este: con Valentín Ávila Límite Oeste: Tomás Flores
Precio de salida 2.000 rs. Precio de venta 3.010 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada “de los Carrillo”, al sitio del Redoillo, en la hoja de los Herederos
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4142 Superficie: 16 fanegas de marco real (10´302 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: con Francisco Pérez Límite Sur: tierras de las Ánimas.
Límite Este: con Antonio Ruiz y Francisco Pérez Límite Oeste: con Felipe García y otro
Precio de salida 1.600 rs. Precio de venta 2.410 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada de los Paredes, al sitio de la cañada de la Torre, en la hoja de Herederos.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4143 Superficie: 5 fanegas de marco real (3´219 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: tierra de Antonio Barroso y Francisco Delgado. Límite Sur: tierra de Juan Vega
Límite Este: tierra de Becerra Límite Oeste: tierra de Francisco Delgado.
Precio de salida 500 rs. Precio de venta 760 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra al sitio de la cañada de los Arrieros.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4144 Superficie: 20 fanegas de marco real (12´879 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: cañada de Arrieros Límite Sur: tierras de la Cruz.
Límite Este: tierras de Francisco Pérez Límite Oeste: cañada de Arrieros
Precio de salida 2.000 rs. Precio de venta 3.110 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada Castañuela al sitio del arroyo Pizarroso, en la hoja del camino de Naharro
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4145 Superficie: 6 fanegas de marco real (3´863 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: tierras de Becerra Límite Sur: Arroyo Pizarroso.
Límite Este: tierras de Francisco Antonio Jiménez Límite Oeste: tierras de Antonio Rubio
Precio de salida 600 rs. Precio de venta 910 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada Hoja del cerro.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4146 Superficie: 2 fanegas de marco real (1´284 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: tierra que fue de las Ánimas Límite Sur: tierra de Sabino Marcos.
Límite Este: tierra de Francisco Sánchez. Límite Oeste: Tierras del Duque de Noblejas
Precio de salida 600 rs. Precio de venta ¿? rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

Derecho de labor que se hace cada tres años en la suerte de tierra llamada de los Paredes, en la hoja de los Herederos.
Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos de Torrecillas.
Número de inventario: 4147 Superficie: 6 fanegas de marco real (3´863 has.)
Derechos que se subastan: Derecho de labor cada tres años
Peritos agrimensores: Pedro Moríñigo Valiente y Antonio Barroso. Fecha de tasación: 08/09/1865
Límite Norte: arroyo Pizarroso Límite Sur: tierra que fue de las Ánimas
Límite Este: tierra que fue de las Ánimas Límite Oeste: suerte de Los Mariscales
Precio de salida 660 rs. Precio de venta 930 rs.
Adjudicatario Tomás Flores Díaz, vecino de Torrecillas. Fecha de adjudicación 14/04/1866
Observaciones: El derecho de labor de la tierra se adjudicaba cada tres años a los labradores de la villa.

 

 

 

 

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 752. Jueves 24 de octubre de 1867. (1ª subasta)

 

Boletín Oficial de Cáceres nº. 764. Viernes a de mayo de 1868. (2ª subasta)

 

 

Horno de Teja.
Procedencia: Bienes del clero. Cofradía de Ánimas de Trujillo.
Número de inventario: 8376 Superficie: 30 metros cuadrados.
Derechos que se subastan: Un horno de teja arruinado.
Peritos agrimensores: Federico Nieto y Ramón Jiménez. Fecha de tasación: 26 /09/1867
Límites: por los cuatro vientos con el ejido de Torrecillas de la Tiesa.
Precio de salida 10 escudos. Precio de venta 9 escudos
Adjudicatario Feliciano Rodríguez Ramos, vecino de Trujillo Fecha de adjudicación 26/05/1868
Observaciones: Se subastó sin posturas el 26 de noviembre de 1867. Los peritos advierten que el horno está completamente ruinoso, por lo que centran la subasta en torno a los 30 metros cuadrados del solar.

 

 

 

Casa de la Villa.
Procedencia: Ayuntamiento de Torrecillas de la Tiesa.
Número de inventario: 297 Superficie: Un solo piso. Frente, cinco varas. Fondo, tres varas.
Derechos que se subastan: Casa arruinada, titulada “De la Villa”
Linderos: por la derecha de su entrada, con otra de Vicente Jiménez, “hoy sus herederos”; por la izquierda, con otra de Juan Fernández, “hoy de Eugenio Campo”; y traseras con corral de José de Vega.
Observaciones: La subasta de esta propiedad vino originada por un pleito de investigación promovido en 1890 por el vecino Antonio de Vega Rodríguez, que instó a las autoridades de Hacienda de la provincia a su enajenación. La razón que esgrimía es que no tenía dueño y, por lo tanto, debía ser considerada como “bien mostrenco”.

Hacienda, sin embargo, consideró acreditado que pertenecía a los propios municipales, puesto que había estado arrendada por el ayuntamiento, hasta que su estado no lo permitió. Así se lo notificó al alcalde, Ignacio Cordero, en diciembre de 1891, según certifica el Secretario municipal, Juan Muñoz Sánchez.

El secretario afirma que la casa mencionada, situada en “La Plaza Vieja del Carro” de la localidad y señalada con el número 18, constaba amillarada a nombre del ayuntamiento desde tiempo inmemorial.

Estaba inscrita en la Contribución Territorial con un líquido imponible de 12 pesetas.

En su tiempo había estado destinada a habitación del profesor de la escuela pública de niños, pero dado su mal estado y los escasos recursos del municipio, la corporación acordó su enajenación.

En resumen, estos fueron los veintiséis bienes afectados, dos del clero y veinticuatro comunales:

  

CUADRO 1 Bienes del clero. Dos propiedades.

 

Propiedad Titular Superficie Precio

(en reales)

Parte en la Dehesa Boyal Procedencia: Convento de Religiosas de Santa Clara de la Columna, de Belalcázar, provincia de Córdoba. ¿? 43.000
Horno de Teja Cofradía de Ánimas de Trujillo 30 m2 360
TOTAL ————- 43.360

 

 

 

CUADRO 2. Bienes municipales de propios y comunes.

 

Usufructo: monte alto, criadero y derecho de apostar. Once propiedades.

 

Propiedad Superficie total de la finca Aprovechamiento subastado Precio

(en reales)

En fanegas En hectáreas Criadero

(en fanegas)

Número de encinas
Condesilla 170 109´14 —– 82 3.750
Pradillo 350 224´70 150 750 32.000
Labradillo 110 70´62 50 45 —–
Cercadillos 410 263´22 30 200 6.250
Ladrillar y Muletillo 560 359´52 360 2200 16.100
Dehesilla 212 136´11 80 —- 1.750
Tercios 760 487´92 15 200 6.020
Urguillón de Ulloa 260 166´92 5 —- 1.600
Urguillón de la Fuente 200 128´40 160 —- 1.600
Casillas del Pizarroso 350 224´70 —– —- 17.000
El Águila 421 270´29 200 1500 29.200
TOTAL 3.803 2.441´53 850 4.977 115.270

 

CUADRO 3. Usufructo: Derecho de labor cada tres años. Nueve propiedades.

 

Propiedad. Denominación de la suerte de tierra. Superficie Precio

(en reales)

En fanegas En hectáreas
Becerra. Hoja del camino de Naharro. 20 12´9 3.001
Al sitio del Cordel. Hoja de los Herederos. 2 1´3 500
Parras, al sitio de la Herrumbrosa. Hoja del camino de Naharro. 20 12´9 3.010
De los Carrillo, al sitio del Redoíllo. Hoja de los Herederos. 16 10´3 2.410
De los Paredes, al sitio de la cañada de la Torre. Hoja de los Herederos 5 3´2 760
De los Paredes. Hoja de los Herederos. 6 3´9 930
Al sitio de la Cañada de los Arrieros. 20 12´9 3.110
Castañuela, al sitio del arroyo Pizarroso. Hoja del camino de Naharro. 6 3´9 910
En la Hoja del Cerro. 2 1´3 ¿?
TOTAL 97 62´6 14.631

 

CUADRO 4. Propiedades rústicas. Tres propiedades.

 

Propiedad. Denominación de la hoja de tierra. Superficie Precio

(en reales)

En fanegas En hectáreas
El Cerro 410 263´22 55.000
Cañada de la Torre 520 333´84 70.000
Camino de Naharro 430 276´06 32.100
TOTAL 1.360 873´12 157.100

 

CUADRO 5. Propiedades urbanas. Una propiedad.

 

Propiedad. Denominación de la hoja de tierra. Superficie (en m2) Precio
Casa de la Villa, en la Plaza Vieja del Carro. 11 ¿?

 

 

 

 

Beneficiarios.

 

No es difícil establecer cuáles fueron los principales beneficiarios de este proceso. En general, serían los adinerados, poseedores del capital necesario para comprar las propiedades sacadas al mercado, en gran medida, absentistas, los que acarrearan la totalidad de los bienes subastados. De forma concreta, en el caso del término municipal torrecillano:

 

  • Cargos públicos. No consta si alguno de los adquirientes locales ocupaba cargo en el concejo.

 

  • Medianos y grandes propietarios – capitalistas locales. Sólo cinco propietarios locales intervinieron en las compras, aunque, en total, se hicieron con la titularidad de catorce propiedades: Antonio de Vega, una propiedad; Justiniano Barroso, una propiedad; Anselmo Felipe Bravo, dos propiedades; Francisco Sánchez, una propiedad; Tomás Flores Díaz, nueve propiedades.

 

  • Hacendados foráneos. Diez compradores, dos de ellos, pertenecientes a la nobleza, adquirieron doce propiedades.

De Madrid: Duquesa de Frías, una propiedad.

De Cáceres: Anselmo Sánchez, una Propiedad.

De Trujillo: Rosa y Antonia García, una propiedad; Francisco Muñoz, una propiedad; Marqués de Campo Real, una propiedad; Francisco Sánchez Tragón, una propiedad; Vicente Núñez, una propiedad; Manuel Muñoz Bello, tres propiedades; José de Montalvo, una propiedad; Feliciano Rodríguez Ramos, una propiedad.

 

  • Sociedades de compra[10]. En el caso de Torrecillas no se constituyó ninguna sociedad de compra.

 

 

 

Consecuencias.

 

El análisis, siquiera somero, de estos datos nos hace concluir que, en el caso que nos ocupa de Torrecillas, casi la totalidad de los bienes subastados, procedió del aprovechamiento comunal, con una obligada venta, a precios irrisorios, de estos derechos básicos ancestrales que garantizaban la subsistencia de los vecinos de la villa.

 

A partir de estos momentos, los torrecillanos perdieron la capacidad y el derecho de uso de 4.765 fanegas (3.377 has.), de las que 1.360 (873 has.), fueron hurtadas a la propiedad al concejo. Las labores agrícolas anuales, reguladas y repartidas en suertes por el concejo, deberían, a partir de entonces, ser derechos adquiridos al mejor postor por parte de los adinerados locales.

 

Dispondrían así de la capacidad de emplear a los braceros, parados obligados durante gran parte del año, por escaso estipendio, iniciándose la consolidación de un caciquismo que, hasta entonces, había estado contrapesado por la gestión comunal. Sus condiciones de vida serían tan dramáticas, que, incluso el acarreo e la leña para cocinar y calentarse, la crianza de cerdos para las matanzas de autoconsumo, la caza y pesca de subsistencia… se verían impedidos con estos cambios en la propiedad de los derechos.

 

En definitiva, daba comienzo el deterioro estructural de las condiciones de vida de los vecinos, que llegaría al límite de la propia subsistencia.

 

Sobre el ayuntamiento recaería, a partir de entonces, la responsabilidad de gestionar y/o poner en marcha medidas compensadoras, que contribuyeran a paliar el enorme quebranto acarreado a los vecinos.

 

 

 

 

 

Detalle de un caso.

Para tener una visión global sobre la información básica contenida en los expedientes, presentamos en detalle el caso de la finca Urguillón de Ulloa.

 

BIEN DESAMORTIZADO: Urguillón de Ulloa Legajo AHPC: 142

 

IDENTIFICACIÓN

 

Comisión de venta: 3042             Número de inventario: 2631 Procedencia: Bienes de propios del Concejo y vecinos.
Superficie: 260 fanegas de marco real Derechos que se subastan: Monte, criadero y derecho de apostar.
Peritos agrimensores: Francisco Pérez y Jacinto Degea Fecha de tasación: 23/10/1859
Límite Norte: Dehesa “El Águila” Límite Sur: Baldío de Torrecillas
Límite Este: Dehesa “Urguillón del Conde” Límite Oeste: Dehesa “Valverde”
Observaciones: Se hace constar que sólo tiene 5 fanegas de criadero, con encinas. El criadero se refiere a los meses de octubre y noviembre, llamados de desacoto. A los vecinos correspondía el criadero de cerdos. El suelo es de dominio y propiedad particular.

 

DATOS DE LA SUBASTA

 

Fechas de publicación en el Boletín: 23/01/1.860; 09/05/1.860 y 21/11/1.860
Fechas de subasta: 24/02/1860, en Cáceres, Desierta. 31/05/1860, en Trujillo, Quiebra. 28/12/1860, en Trujillo, definitiva.
Precio tasado de venta: 720 rs. Como no hubo primera subasta, se bajó el precio a 630 rs. Precio en renta: 28 rs. Capitalización (precio de salida real): 630 rs, quitando 10% para la administración y 20% por la tasación
Subastadores: Mariano Bustamante, de Trujillo; Fidel Collazos y Juan Fernández, de Trujillo.
Adjudicatario: Manuel Muñoz Bello.
Destinatario final: Duquesa viuda de Noblejas, de Madrid, a través de su apoderado, Juan Manuel Fernández, de Trujillo.
Fecha de posesión: 10/03/1.861 Fecha de otorgamiento de la escritura: 12/03/1.861
Observaciones: En apariencia se trata de una subasta amañada para subir el precio, analizando el acta.

El pago se realizó en dos plazos, en el primero, las dos terceras partes (2425 rs. Y 6 cs.).

El 30% del valor (843´44 rs.) pasó al ayuntamiento.

La subasta de 31 de mayo se adjudicó a Juan Manuel Fernández, pero éste se declaró en quiebra y no pagó, por lo que salió de nuevo a subasta, por tercera vez. Sin embargo, se suspendió la tercera subasta por haber, finalmente, pagado el rematante, que la había comprado para ceder.

La posesión se realizó ante Pedro Sánchez Mora, juez de Trujillo, personados en la linde de la propiedad. Esta toma de posesión consistió en entrar en la finca y cortar una rama de monte, pacíficamente.

 

 

 

Imagen 1. ACTA DE SUBASTA DE “URGUILLÓN DE ULLOA”

[1] GARCÍA PÉREZ, J. Las desamortizaciones eclesiástica y civil en la provincia de Cáceres. Cáceres. I.C. “El Brocense”. Diputación Provincial. 1.994.

[2] Puede consultarse, a propósito de la cuestión, además de la bibliografía y fuentes referidas en la comunicación, el trabajo de BAUMEISTER, Martin: Campesinos sin tierra, Supervivencia y resistencia en Extremadura (1880 – 1923). Ed. Diputación de Badajoz y Ministerio de Agricultura. Berlín, 1.994.

[3] GARCÍA PÉREZ, J. Op. Cit.

[4] Diario de sesiones de las Cortes. Citado por GARCÍA PÉREZ, J. en Op. Cit.

[5] Datos obtenidos a partir de dos interrogatorios:

BARRIENTOS ALFAGEME, G. (Estudio y recopilación) Estremadura por López año de 1.798. Mérida, servicio de publicaciones de la Asamblea de Extremadura, 1.991

RODRÍGUEZ CANCHO, M.; BARRIENTOS ALFAGEME, G. (Estudio y comentarios) Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Trujillo. Respuestas de Torrecillas. Mérida, servicio de publicaciones de la Asamblea de Extremadura, 1.995.

 

[6] Para establecer los bienes enajenados en Torrecillas se han consultado los expedientes de venta depositados en el A.H.P.C.

[7] El monte alto y el nombramiento de la las encinas, va referido al derecho de obtención de leñas, maderas, carbón y picón.

[8] Se consideraba derecho de criadero el que correspondía a los vecinos para llevar sus cerdos a la propiedad durante los meses de octubre y noviembre, que tenían durante este periodo el apelativo de desacoto, y poder así engordarlos con el aprovechamiento de la bellota para la matanza del invierno.

[9] La discrepancia a la hora de establecer los límites (este en el caso de Urguillón de Ulloa y oeste en el caso de Urguillón de la Fuente), induce a pensar que las denominaciones Urguillón de la Fuente y Urguillón del Conde, se refieren a la misma propiedad.

[10] Las sociedades de compra estaban integradas por acaudalados locales temerosos de la pérdida de los bienes del concejo, que siempre habían sido un elemento fundamental en el sistema económico de la villa. Tomaban partido comprando de bienes desamortizados al concejo, para evitar que pasasen a compradores forasteros, o se concentrasen excesivamente en pocas manos, en perjuicios de los naturales. Es probable que, como en nuestro caso, la venta afectó a derechos de uso y no a tierras, careciese de sentido la formación de estas sociedades.

Dic 282015
 

Manuel Rubio Andrada y Francisco Javier Rubio Muñoz.

LOS CAUDILLOS

La vida de nuestros conquistadores en ocasiones presentan soluciones semejantes a situaciones[1] parecidas. Es fácilmente reconocible la influencia de Cortés en la retención y muerte de Moctezuma con el posterior apresamiento y muerte de Atahualpa por Francisco Pizarro.

Nos vamos a ocupar ahora de una relación menos llamativa pero, a nuestro juicio, no por ello carente de interés. Es la influencia que ejercieron en la actuación de Cortés determinadas actuaciones de Vasco Núñez de Balboa en el Darién.

Veamos brevemente cómo se fraguaron estos dos caudillos tan diferentes en sus inicios.

 

  • El caudillaje de Vasco Núñez de Balboa

 

En 1501 Vasco Núñez zarpa en la expedición de Rodrigo de la Bastida. Descubren las costas de Colombia, las bahías de Sta Marta, Cartagena, después atraviesan el golfo de Urabá y pasan a las costas panameñas hasta Nombre de Dios desde dónde regresan a La Española en 1502.

Balboa permanece en La Española unos siete años allí tenía repartimiento de indios.

El 9 de  junio de 1508 Diego de Nicuesa obtiene capitulaciones en Burgos para sí y para Alonso de Ojeda a fin de conquistar y colonizar las tierras de Urabá y Nicaragua  no sin la oposición de Diego Colón que las reclamaba como pertenecientes al patrimonio de su padre.

En 1509 Diego Colón sustituye a Nicolas de Ovando como gobernador de La Española donde permanece hasta 1515.

En noviembre de 1509 salen los expedicionarios en medio de mutuas y escandalosas disensiones y no sin obstáculos por parte de Diego Colón, el nuevo virrey y gobernador de La Española que, recordemos, consideraba a aquellas tierras como de su patrimonio.

Poco faltó para que Hernán Cortés se enrolara en esta expedición. Otra vez, el medellinense frena sus impulsos y permanece en La Española, no nos caben muchas dudas que, entre otras cuestiones esperaba ver resultados prácticos.

Hacia 1510, Balboa  embarca como polizón en la nave del bachiller Martín Hernández  Enciso[2], alcalde mayor de  una de las dos recientes expediciones: la de Alonso de Ojeda, en la que iba nuestro paisano Francisco Pizarro.

Tras algunas vicisitudes deciden atravesar el golfo de Urabá, de esta manera cambian de gobernación: de Nueva Andalucía que era a la que iban pasan a Veragua que, como se ha mencionado, pertenecía a Diego de Nicuesa. Claramente el bachiller Enciso y los suyos trasgredieron la Ley. Las circunstancias y Balboa, sin ser el responsable directo, “soplaron el viento” en aquella dirección.

Allí, instalados en la transgresión, en el otoño de 1510 y tras diversas circunstancias, fundan la ciudad de Sta María La Antigua del Darién. Recordemos: la fundan en una gobernación distinta a la suya.

Como consecuencia de esto, se produce una crisis social con tres partidos claramente enfrentados; su solución proporcionará a Núñez el poder de las dos gobernaciones, sin riesgo de perder capital. Núñez de Balboa se mueve bien en el nuevo ambiente.

En efecto, al estar en una gobernación distinta a la suya Hernández de Enciso ya no tenía poder legal.

En asamblea se acuerda hacer elecciones para nombrar a los alcaides y corregidores de la nueva ciudad de Santa María: Vasco Núñez de Balboa y Martín de Çamudio pasan a ocupar los puestos claves, no hubo sorpresas.

Obtenido el poder de esta forma, más o menos democrática, Balboa debe hacer frente a los otros dos partidos en que se sustentaba el poder: los seguidores de Martín Hernández Enciso y los que esperan ponerse bajo la tutela de Diego de Nicuesa, gobernador de aquel territorio: Veragua.

Pacta con los dos grupos en sus propuestas: por un lado manda emisarios al gobernador Nicuesa para ponerse bajo su jurisdicción; por el otro inhabilita temporalmente al bachiller Enciso. Ambos, Nicuesa y Enciso, habían financiado sus dos expediciones.

La realidad fue que una vez alcanzado el poder,  Balboa lo mantuvo a toda costa y pese a  las apariencias, con firmeza. Posteriormente desterró en malísimas condiciones, al mismísimo gobernador Cristóbal de Nicuesa[3] -no le dejó desembarcar-.

De forma diferente pronto se deshizo también de Martín Hernández Enciso e incluso de Çamudio, su acompañante  como corregidor de Sta María la Antigua.

Ambos fueron enviados el 4 de abril de 1511[4] en el mismo navío; el primero marchaba preso para ser juzgado en Castilla y el segundo debía presentar las acusaciones. Un tercero, el regidor Valdivia debería quedarse en Sto Domingo; llevaba 1200 pesos de oro del quinto real y también  relatar lo descubierto, sobre todo las conquistas. Además presentó una serie de peticiones al  nuevo almirante y virrey  Diego Colón  y, según rumores trasmitidos por el padre Las Casas,  sobornar al tesorero real Miguel de Pasamonte[5].

Dice así Bartolomé de las Casas[6]:

“…que le enviase gente, armas y comida, para lo cual envió buena cantidad de oro, y secretamente al tesorero Pasamonte un buen presente dello, según se dijo.”

Estas gestiones dieron pronto sus frutos. Pues el Almirante Diego Colón informaba al rey el 10 de septiembre de 1511 del nombramiento de Balboa como Gobernador interino del Darién. Por el momento éste se libro de sus dos directos competidores. El 23 de diciembre de 1511 el rey Fernando ratificó el título dado por Diego Colón en la Española[7].

La decisión es fácil de entender si se parte de que Diego se había opuesto al nombramiento como gobernador tanto de Ojeda como de Nicuesa por asegurar que los territorios de sus gobernaciones le pertenecían; además no había posibilidades de que en aquel preciso momento se pudiera realizar otro nombramiento con más posibilidades de éxito.

El regidor Valdivia estaba de vuelta en Sta María la Antigua hacia el mes de octubre de 1511[8], traía para Vasco  el título provisional de Gobernador: por el momento significaba la legalización del golpe… ya Vasco podía moverse libremente como caudillo.

Llegados a este punto debemos tener claro que la fundación de la ciudad de Sta María la Antigua por orden del bachiller Enciso, fue un hecho necesario para dos cuestiones importantes: la una iniciar la conquista  de Tierra Firme, otra para que Balboa  se alzase con el poder y obtener posteriormente su legalización aunque provisionalmente.

Dejemos en este punto las andaduras de Vasco Núñez y pasemos a las de Hernán Cortés.

  • El caudillaje de Hernán Cortés

 

En sus inicios Hernán había estado muy cerca de marchar con Francisco Pizarro en la expedición de febrero de 1501 que mandaba frey Nicolas de Ovando. Por diversas circunstancias hubo de retrasar su partida hasta 1504. Hasta entonces su oficio de burócrata le había permitido vivir sin demasiadas comodidades ni estrecheces.

En 1504, ya en La Española, presentó cartas de recomendación para el gobernador frey Nicolás, allí siguió en la burocracia. Desempeñó su oficio de escribano como ayudante de Diego Velázquez, militar veterano en Sto Domingo; por tanto gran encomendero, escribano (notario) de la villa de Azua, teniente de gobernador de varias villas, alcalde mayor de la villa de San Juan y de la Maguana y alcaide de la fortaleza de Villanueva de Yaquimo; es decir un personaje de primera líneas entre los conquistadores y colonizadores.

La relación económica y profesional de Hernán Cortés con su superior, Diego Velázquez, sirvió también para ascenderle socialmente y adentrarle en los peldaños más altos de la sociedad colonial; su formación de jurista y humanista en Salamanca y Valladolid, junto a sus cualidades personales, sin duda le  permitieron desenvolverse con soltura y acierto en aquel ambiente.

Pero Cortés debía tener claro que allí había ido también a por riquezas. Desde su posición social en Sto Domingo como secretario de Diego Velázquez, tendría el oído fino y bien abierto para informarse de las andadas de unos y otros en los descubrimientos, conquistas y sobre todo de sus resultados prácticos: oro y riquezas.

Ya a finales de 1510 o comienzos de 1511 habían llegado a La Española las primeras noticias de las expediciones de Ojeda y Nicuesa. No eran favorables. Como fuente de las mismas figuraba  el accidentado regreso de uno de los dos gobernadores: Alonso de Ojeda.

Las otras noticias fueron algo posteriores, iban en el viaje del que antes hicimos referencia, y que fue emprendido por el alcalde de Santa Maria La Antigua, Çamudio, el regidor Valdivia y el bachiller Enciso el 4 de abril de 1511. Contenía  también una carta enviada por el veedor real Juan de Quincedo con la relación sobre el desastroso viaje de Nicuesa.

El regreso de Ojeda y la carta del veedor poco atractivo presentaban de estas dos calamitosas expediciones.

No ocurrió así con la narración de las andanzas de Vasco Núñez de Balboa en Tierra Firme, interesadamente corregidas y aumentadas en los relatos de Valdivia y Çamudio: el quinto real y los presentes en oro enviados por Vasco debieron ser el detonante para obtener el reconocimiento real de su nueva condición. El panorama cambio radicalmente. Tras las tropelías de unos y otros en el Darien vino el reconocimiento provisional de su nuevo cargo de Gobernador.

Llegados a este punto, en los finales de 1511 y comienzos de 1512, en el entorno más pudiente de los colonizadores de La Española se despertó aún más la ambición, la codicia de mayor riqueza y poder.

Así, en los finales de ese mismo año de 1511, bajo la autorización del virrey, se pone en movimiento nuevas expediciones, una de ellas fue la de Diego Velázquez, tenía como finalidad conquistar y colonizar Cuba.

Dejemos por el momento a Diego Velázquez y volvamos al mundo de Vasco Núñez de Balboa.

Con la legalización de la autoridad en su mano Vasco continuó sus conquistas y descubrimientos entre los que destaca el de la Mar del Sur. Pero la llegada del nuevo gobernador Pedrarias Dávila, nombrado el 27 de julio de 1513, complica su situación: queda ahora como Adelantado de la Mar del Sur y gobernador de Panamá y Coiba siempre bajo las órdenes de Pedrarias quien debía autorizar sus expediciones.

Solicitadas éstas a Pedrarias, no llegan respuestas y Vasco  decide obrar por su cuenta. En 1516 envió a su capitán Andrés de Garavito a reclutar personal para sus nuevas empresas,  en Jamaica y Cuba; recordemos, lo hace a espaldas del nuevo gobernador  Pedrarias Dávila.

Como consecuencia de esto, en ese mismo año de 1516, ocurre la prisión de Vasco y como  solución se llega al acuerdo entre ambos  de su matrimonio; lo hace por poderes con una de las hija del gobernador Pedrarias.

Después, ante las noticias de destitución de éste y la llegada de un nuevo gobernador, vuelven a sonar los “tambores de guerra”… delatado por Andrés Garavito, Vasco será apresado en los finales del año 1518,  fue juzgado acusado de independentistas y ejecutado en enero de 1519.

No nos cabe duda que el comienzo del alzamiento con el poder por Vasco fue un ejemplo a seguir por Cortés aunque como veremos con otras formas y otros tiempos.

Hernán Cortés como cualquier conquistador, para financiar una considerable expedición necesitaba un importante capital. Bien situado económicamente en Cuba, como burócrata y como encomendero, tardó siete u ocho años para poder realizar sus sueños.

Mientras las expediciones enviadas por Velázquez a la costa este mexicana se sucedían: de momento su objetivo inmediato era el descubrimiento y reconocimiento de la costa y ciertos intercambios mercantiles, los denominados rescates. Posteriormente si se lograba la legalización real con una capitulación adecuada, se iniciaría la conquista y colonización con la fundación de fuertes, ciudades y grandes repartimientos de indios.

Así surgieron dos expediciones importantes anteriores a la de Cortés. En la primera en 1517 las naves se dirigieron a las costas de Yucatán, capitaneadas por Francisco Hernández de Córdoba y financiada por los mismos soldados. Más allá de los conocimientos geográficos y sociales, fue de escasos resultados económicos y significó la ruina de muchos de sus componentes.

Inmediatamente surgió una segunda que salió de Matanzas el 8 de abril de 1518 e iba al mando de Juan de Grijalva. Tras tocar en la isla de Cozumel pasaron a costear la península de Yucatán donde se movieron hacia el norte, avistando importantes ciudades de la cultura maya: sus pirámides escalonadas, sus templos y palacios. Sin duda les impresionó.

Se movieron por la provincia de Tabasco, después ascienden hasta  el río Grijalva para continuar hacia el norte, hasta el río Panuco cerca ya de la actual frontera con E.E.U.U.

Allí, Grijalva envió a Pedro Alvarado de regreso directamente a Cuba mientras él regresó tomando información por la costa.

En Tabasco tiene noticias del Imperio Azteca.

Regresa a Cuba el 21 de septiembre de 1518; tras su llegada  es destituido. Trajo más noticias de oro y de un gran Imperio con  sus riquezas. Sus relatos debieron encender aún más las ambiciones..

Llegó un momento en la vida de Cortés en el que las distracciones ya no bastaban; poco a poco debió adueñarse mentalmente la idea general de que para ser rico, muy rico, antes o después debería dejar al lado la pluma y coger la espada con total dedicación. Espada y diplomacia habían encumbrado a Vasco en Sta María la Antigua.

Por el momento Diego Velázquez, su gobernador, dirigía las operaciones. Antes que otra cosa, tras conocer los informes de su primera expedición a Yucatán, en los finales del verano de 1518, envió emisarios a la Corte con las nuevas noticias y con las peticiones acostumbradas. Se solicitaba una nueva capitulación para los territorios descubiertos y por descubrir.

Cortés tenía que conocer este asunto como secretario que era de Diego Velázquez; siguiendo el  ejemplo de  Vasco acechaba silenciosamente  el momento oportuno que no podía retrasarse mucho tiempo.

Buscó prudentemente información de unos y otros; los necesarios apoyos sociales y económicos para financiar una gran empresa, su gran empresa. Sobre todo debió planear al milímetro la necesaria insurrección. Debería ser judicialmente correcto e impecable, lo más legal posible. Bien sabía Cortés que si no podría acabar en la horca.

El 18 de noviembre de 1518 zarpó precipitadamente Hernán Cortés del puerto de Santiago de Baracoa, cuando ya había salido para España la petición de una nueva capitulación a favor de Diego Velázquez.

Se dirigió primero a varias ciudades cubanas donde siguió reclutando y aprovisionando su armada; el 18 de febrero de 1519 zarpó desde la Habana,  directamente al oeste de Cuba, hasta recalar en la isla de Cozumel. Llevaba una gran expedición de once naves, quinientos ocho soldados, ciento diez marineros y unos doscientos indios y esclavos.

Lám 1. Ruta de Cortés desde Cuba hasta Veracruz

Lám 1. La ruta de Cortés desde Cuba hasta fundar Veracruz

¿Qué hacía Vasco en esos momentos?. Como hemos dicho, muy posiblemente estaría próxima su prisión ya que murió ajusticiado a mediados de enero de 1519.

Esta noticia debía ser desconocida por Cortés en su primera salida de Matanzas pero si lo pudo saber antes de partir hacia Yucatán, un mes después de la muerte de Vasco y sus próximos colaboradores; en cualquier caso  debió estar muy al tanto del desenlace de aquellos sucesos,  ya que  él, como otros,  debía estar expectante de este suceso.

Por el momento la legalidad envolvía la expedición, aparentemente sumisa a las órdenes del teniente gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Pero, en cambio, la mente de Cortés aguardaba el momento idóneo para  consumar la ruptura ya iniciada con su salida de Cuba: como Vasco  debía fundar una ciudad y a través de este hecho, y como Balboa alzarse con el poder de la forma más legal posible.

La fundación de Veracruz

Tras recoger en la isla de Cozumel a Gerónimo de Aguilar, que le sirvió de intérprete, la expedición continuó costeando hacia el norte; no era muy difícil por llevar de piloto a Alaminos, el mismo que había estado en las dos expediciones anteriores. Antón de Alaminos les sirvió de guía cuando avistaron las ciudades mayas con sus pirámides y templos recubiertos de estuco blanco. Sin duda Cortés lo admiró y se daría cuenta que aquello era algo más que chozas; allí una gran civilización los aguardaba.

A partir de aquellos momentos Cortés debía hacerse con la mejor y mayor información de aquel imperio que en la costa mostraba de vez en vez su esplendor.

Lám 2. Vista de ciudad maya Tulun

Lám 2.- Vista de una ciudad maya en la costa (           ).

Así lo cuenta Juan Díaz, capellán mayor de la anterior expedición de Juan de Grijalva[9]:

“…y anduvimos por la costa, donde encontramos una muy hermosa torre en una punta, la que se dice ser habitada por mujeres que viven sin hombres; crees que son de raza Amazonas. Se veían cerca otras torres al parecer con pueblos: más el capitán no nos dejó saltar en tierra…”

De esta suerte llegaron hasta la tierra de Tabasco donde fueron recibidos en son de guerra. A pesar de la dureza de las embestidas los medios técnicos de los españoles sumados a su destreza y valor hicieron que el bautismo guerrero de Hernán fuera un sonado triunfo. Era el 25 de marzo de 1519.

Tras esta victoria conoció los pormenores del imperio Mexica gracias a las narraciones y traducciones que Dña Marina y Gerónimo de Aguilar le hacían tanto de los informes sacados a los vencidos como de los facilitados por los emisarios llegados de Moztezuma. Esta cuestión  no pudo obtenerse con claridad en las expediciones anteriores por carecer de intérpretes de calidad.

Cortés como Enciso y Vasco, tras sus primeras victorias, intuyeron sus próximos movimientos: debían dejar la costa y marchar hacia el interior. Ambos aprovecharon  la moral de la primera victoria para convencer a los  suyos y  juzgaron  necesario fundar una ciudad que sirviera  de base a operaciones futuras de reparto de tierras e indios, es decir iniciar la conquista y colonización.

La fundación de ambas ciudades: Santa María La Antigua y Veracruz eran un hecho necesario para la conquista y colonización aunque  para  ello ambos, Cortés y Enciso-Balboa, no tenían permiso legal aunque, como se ha visto en especial Cortés  no de medios. Por los navíos y personal que llevaba como mínimo era una expedición de conquista.

Tras la victoria y con los informes recibidos de los mexicas, Cortés determinó que debía cortar toda dependencia con Diego Velázquez y alzarse con el poder directamente del Emperador; como se ve en completa semejanza al empleado por Vasco.

Puede que el momento llegara el 4 de julio de 1519. Entonces el tardío cronista Antonio Solís, narra que un navío, mandado por el capitán Francisco Saucedo, vino procedente de Cuba. Era portador de malas noticias para Cortés y los suyos. Traía el nombramiento de Adelantado de Velázquez para todos aquellos territorios[10]. Si es cierto que llegó el tal navío, también comentarían la muerte reciente de Vasco y sus más próximos colaboradores.

Inmediatamente después, en la primera quincena de julio de 1519, Cortés nombró el cabildo de la nueva ciudad, la mayoría entre sus incondicionales; después dimitió ante ellos de sus cargos y finalmente a instancias de estos fue aclamado por todos como caudillo provisional.

Veamos como lo narra su cronista oficial Francisco López de Gómara[11].

“…y además de esto, era razón de enviar relación y noticia de lo que pasaba a España, al Emperador Rey, su señor, con la muestra de oro y plata y cosas ricas de pluma que tenían; y para que todo esto se hiciese con mayor autoridad y consejo, el quería, como su capitán, nombrar cabildo, sacar alcaides y regidores, y señalar a todos los demás oficiales que eran necesarios para el regimiento y buena gobernación de la villa que habían de hacer, los cuales rigiesen, vendasen y mandasen hasta tanto que el Emperador proveyese y mandase lo que más a su servicio conveniese. Y tras esto tomó la posesión de toda aquella tierra con la demás por descubrir, en nombre del emperador don Carlos, rey de Castilla. “

Por lo expuesto vemos con claridad en la conducta de Cortés la ausencia de democracia en el nombramiento del cabildo de la futura ciudad. Cortés nombra a hombres de su plena confianza y a otros partidarios de Velázquez  después la mayoría de sus soldados le aclaman como caudillo. Vasco por el contrario, una vez desprovisto Enciso del mando, aprovechó  la elección para alzarse con el poder como corregidor y alcaide de Santa María la Antigua.

Así nos lo cuenta fray Bartolomé de las Casas[12]:

“…Anciso privado e impedido del mando y gobierno, acuerdan entre todos elegir alcaides y regidores, y cayó la suerte de alcaides al Vasco Núñez, y creo que a uno llamado fulano Çamudio, y por regidor un Valdivia y otros de que no tuve noticias…”

Cortés sabía que la querella contra él por parte de su superior, Diego Velázquez, es lo menos que le podía pasar.

Resumiendo, veamos como hizo Hernán:

Primero nombra el cabildo.

Segundo: su dimisión como capitán jefe de la expedición produjo un vacío de poder. Aducía que Diego Velázquez no tenía jurisdicción en aquella tierra.

Tercero: Continuó su aclamación popular como caudillo.

Cuarto: Se levanta acta del nuevo nombramiento por el recién creado cabildo, como Justicia, Alcalde Mayor y Capitán provisional… Hasta tanto el Emperador proveyese y mandase lo que más a su servicio conveniese  etc.

Quinto: envía procuradores directamente a España.

Con la aprobación de todos continuó nombrando cargos y oficios en nombre del Emperador, su directo señor: oficialmente la ruptura se había consumado.

Nos lo cuenta así su cronista Gómara[13]:

“…Cortés aceptó el cargo de capitán general y justicia mayor a pocos ruegos, porque no deseaba otra cosa por entonces…”

Días después funda la ciudad de Villarrica de Veracruz en julio de 1519.

Estos hechos en numerosos aspectos inflados favorablemente a Cortés y perjudiciales a Diego Velázquez fueron enviados inmediatamente después con numerosos presentes por el Regimiento y Justicia de la ciudad de Veracruz a la reina Dª Juana y a su hijo el emperador Carlos; eran portadores dos de los regidores nombrados por él: su amigo Alonso Hernández Portocarreo, Francisco de Montejo seguidor de Velázquez y el piloto Antón de Alaminos: tenían ordenes de navegar directamente a España.

Como se ve de forma semejante a la empleada por Vasco con el envío a Santo Domingo ante Diego Colón del corregidor Çamudio y al regidor Valdivia.

Estos hechos de Cortés constituyen la primera carta-relación enviada al emperador Carlos sobre la conquista de México[14].

¿Cómo reaccionó Diego Velázquez ante esta ruptura unilateral de su socio y subordinado?.

Recordemos que Velázquez se antepuso a estos acontecimientos.

Había enviado a la Corte, posiblemente en el verano de 1518 -unos afirman que al clérigo Benito Marín y otros a Pánfilo de Narváez-, solicitando capitulaciones con el nombramiento de gobernador de las tierras descubiertas en los dos anteriores viajes, los de Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva. Lo hizo incluso antes del regreso de éste.

El 13 de noviembre de 1518 le fue concedido la esperada capitulación con el título de Adelantado y capitán general de las tierras conocidas y bautizadas como Santa María de los Remedios (Yucatán) y Cozumel con amplios poderes de conquista y colonización –ver apéndice-[15].

Ahora, tras la inevitable marcha de Cortés envió a Pánfilo de Narváez al frente de una gran flota de diecinueve navíos y 900 hombres. Todo inútil: capturado Narváez fue preso en Veracruz y sus tropas asimiladas a las de Hernán.

Ya solo faltaba a Cortés para su legalización el permiso real lo cual le fue otorgado por cédula real, el 15 de octubre de 1522, nombrándolo Gobernador y Capitán General de Nueva España.

No disfrutó mucho de estos cargos. Las reclamaciones de Diego Velázquez  de  Cuellar, gobernador  de Cuba a través del obispo Fonseca, presidente del Consejo de Indias,  también dieron su fruto. El 16 de julio de 1526 el emperador Carlos  nombró nuevo gobernador y juez de residencia a Juan Ponce de León.

Fonseca y Velázquez utilizaron el diario de navegación escrito por Juan Díaz, capellán mayor de la expedición de Juan de Grijalba[16] y la relación de Bernal Díaz del Castillo[17] éste extiende la exploración de Grijalva más al norte, hasta la desembocadura del río Panuco: aseguraban que las tierras donde fundaron Veracruz ya habían sido descubiertas por Grijalba en el segundo viaje. La cédula real del 13 de noviembre de 1518, reconocía a  Diego Velázquez gobernador y capitán general de aquellas tierras y las que se pudieran descubrir.

Así lo cuenta Juan Díaz, capellán mayor de Juan de Grijalba,

“…Recorrieron las costas de Yucatán hasta Campeche, llegando a fines del mes al puerto Deseado, en la laguna de términos. A este lugar llamó Grijalva Nueva España, nombre que Cortés, más tarde, impondría en sus cartas. Al continuar la navegación desembarcaron en la isla que llamarón San Juan de Ulúa. Siguieron hasta Panuco hallando en todas partes poblaciones y terrenos cultivados.

  • CONCLUSIÓN 

 

  1. Nuestra respuesta es que fundamentalmente Cortés “legalizó” su traición comprándola con la elevadísima participación económica en la expedición. Todo el capital que aportaba Hernán, lo ahorraba Velázquez y esto condicionó de algún modo, la visión de éste.
  2. Una de las cuestiones interesantes que nos surge es por qué Diego Velázquez confió tanto en Hernán para encomendarle una operación que, salida oficialmente como de reconocimiento, por sus medios estaba llamada a transformarse en conquista. Ello con lo que estaba pasando no muy lejos entre Pedrarías y Balboa.

Otro aspecto es señalar que tanto Vasco como Cortés, necesitaron de la fundación de una ciudad para posteriormente alzarse con el poder como tempranos y pasajeros caudillos. Ambos, inmediatamente después mandaron emisarios de total confianza a la Corona. Los dos plantearon un juego jurídico, la Corona aceptó y jugó con ellos. Al final las tierras quedaron de realengo como propias de la corona. Como se ve, fue ésta quien acabó imponiendo sus reglas de juego.

Pienso que Cortés intuyó desde el principio este final como posible, quizás por eso sobrevivió y lo hizo muy enriquecido.

No ocurrió así con Balboa. Pedrarias debió sospechar su posible huida; por ello utilizó a Francisco Pizarro a quién al menos debía unir una cierta amistad con  Vasco, llevaban años juntos en aquellas complicadas atmósfera de tensas relaciones.  Francisco Pizarro facilitaba la captura por su confianza con Vasco.

Nos describe así el padre Bartolomé Las Casas el apresamiento de Balboa[18]:

“…Y tras la carta, sospechando que  no quería venir, despachó a Francisco Pizarro con mandamiento y la gente armada…”

“…Topo a Francisco Pizarro con gente, que le iba a prender, y díjole: ¿Qué es esto Francisco Pizarro? no soliades vos así salirme a rescibir…”

Núñez de Balboa y los suyos acudieron al arresto confiados; parece claro que de sospechar su suerte no hubieran acudido. Si Pizarro venía a por él no sería nada grave; sería un encontronazo más con su suegro. Todo salió según la astucia preparada y que  Pedrarias, el Justiciero, había puesto en marcha. El trágico desenlace puso punto final a la accidentada vida de Vasco.

Erró en esto Velázquez , obró sin astucia y por fuerza, no valorando suficientemente a Cortés sin tener en cuenta que el extremeño, incluso a el mismo había convencido. Mandó un nutrido ejército al mando de Pánfilo de Narváez quien, como se ha dicho, fue preso y su ejército asimilado.

 

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

MIRA Caballos, Esteban (2010): Hernán Cortés. Palacio de los Barrantes Cervantes S.L.

APÉNDICE DOCUMENTAL

Capitulación a Diego Velázquez. Zaragoza 13-noviembre-1518. Transcripción propia de los autores.

16 V

[…]

El Rey

Por quanto vos, Diego Velazquez, lugarteniente de nuestro governador de la Ysla Fernandina, que antes se llamava de Cuva, y nuestro capitán y repartidor della me heçistes relaçión que vos por la­ mucha voluntad que teneis al serviçio de la catholica reyna mi señora y el mío y al acresçentamiento de nuestra corona real abeis descubierto a vuestra cosat çierta tierra que por la relaçión que teneis de los yndios que della tomastes se llama Youcatán y Coçumel a la qual los cristianos españoles que en vuestro nombre descubrieron pusieron nombre Santa María de los Remedios, y así mesmo abéis descubierto otras çiertas yslas que despues de descubiertas las dichas Yslas o tierra firme y por saber los secretos dellas con liçençia y paresçer de los padres gerónimos que por nuestro mandado en la Ysla Española residen a vuestra costa tornastes a enbiar otra armada a la dicha tierra para descubrir más e ver los puertos dellas, la qual va probeyda por un año de la gente y mantenimientos nesçesarios a vuesta costa. Y porque vos, continuando el dicho propósito y voluntad que tenéis a nuestro serviçio, querriades enbiar por otras partes gente y navíos para descubrir, sojuzgar, poner por devaxo de nuestro yugo y servidumbre las dichas tierras e yslas que así abéis descubierto y descubrierdes a vuestra costa y minsión y descubrir otras, me suplicastes y pedistes por merçed vos hiziese merçed de la conquista dellas e vos hiziese y otrogase las merçedes y con las condiçiones siguientes.

17 R

Primeramente vos doy liçenciçia y facultad para que podási descubrir y descubráis a vuestra costa qualesquier yslas y tierra firme que hasta aquí no estan descubiertas con tanto que no descubrais ni hagais costa en la demarcaçión e limites del serenísimo rey de Portugal, my muy amado hermano y tío, ni en cosa alguna que le pertenesca porque mi voluntad es que lo capitulad y asentado entre mi y el dicho rey se guarde y cumpla muy enteramente.

Yten es mi merçed y mando que las tierras que ansí descubierdes o abeis descubierto las podais conquistar como nuestro capitán y poner devaxo de nuestro señorío y servidumbre con tanto que en el dicho descubrimiento y conquista guardeis las instrucçiones que se os darán para el buen tratamiento y paçificaçión y conbersión de los yndios naturales de las tales tierras e Yslas y las que de aquí adelante mandaremos hazer so las penas en ellas contenidas.

Otrosí, acatando vuestra persona y serviçios que nos abeis fecho y espero que nos hareis es mi merçed y voluntad de vos hazer merçed por la presente vos la hago que por todos los días de vuestra vida seades nuestro adelantado de todas las dichas tierras e yslas que así por veustra yndustria y a vuestra costa se an descuvierto o descubrieren y dello vos mandaremos dar título y provisión en forma.

Ansy mismo acatando la voluntad con que os abeis mobido a servir en lo susodicho y el gasto que se os ha ofresçido y ofresçe y en alguna henmienda y remuneraçión dello, quiero y es mi merçed y voluntad que en todas las tierras e yslas que asi se an desuciberto o descubierdes por vuestrsa yndustria y a vuestra costa como dicho es ayais y lleveis el crizavo [sic] de todo el provecho en qualquier manera se nos siguiere de las dichas tierres e yslas por vuestra vida y de un heredero qual vos quisieredes y señalardes según vuestra dispusiçión, y que abiendo vos poblado o paçificado quatro yslas de als que así a vuestra costa abeis descubierto o descubierdes o por vuestra yndustria de manera que pueda aber en ellas trato seguro, es nuestra voluntad que en la una dellas qual vos escogerdes y señalardes, ayais y llebeis la veintena parte delprovecho que en qualquier manera se nos siguiere de la dicha tal ysla que así seña [sic] señalardes perpetuamente para vos y vuestros herederos y susçesores para siempre jamás.

17 V

Iten por vos fazer más merçed es mi merçed y voluntad que de toda la ropa, mantenimientos y armas que destos reinos llevardes a las dichas tierras e yslas que así descubierdes no paguéis derechos de almozarifazgo ni otros algunos por todos los días de vuestra vida en las dichas tierras que ansí abéis descubierto e descubierdes.

Otrosí por quanto vos me hesistes relaçión que en la provinçia de la Habana que es en la dicha Ysla de Cuba ay çierta hazienda de comicos y puercos nuestra la qual está muy a propósito de la dicha tierra y me suplicastes vos hiçiese merçed della para que se guardase en las dichas armadas, por la presente vos hago merçed de la dicha hazienda para que se gaste en lo susodicho.

Ansí mismo, que en las rentas y provechos que en la dicha tierra oviere para nos, vos señalaré y por la presente vos señalo tresçientas mil maravedís de salario para en toda vuestra vida, y dello vos mandaré dar my provisión para que seais pagado dellos.

Otrosi que vos haré merçed y por la presente vos la hago de la escobilla y relaciones de las casas de las fundiçiones que en las dichas tierras o yslas se ovieren de hazer para en toda vuestra vida.

Ansí mismo a lo que me suplicastes que si en las dichas tierras e yslas se obieren de hazer fortalezas por nos vos hiziese merçed de la tenençia dellas digo que quando sean fechas conforme a vuestra persona y serviçios se terna memoria de vos fazer merçed en ello.

Yten por hazer merçed a la gente que en la dicha armada o armadas que hiçierdes fueren, suplicaré a nuestro muy santo padre que conçeda bulla para que todas las personas que murieren en ellas sean asueltos a culpa y a pena y que esta se traerá a mi costa.

Ansí mismo por la mucha voluntad que tenemos a la población y nobleçimiento de las dichas tierras e yslas que así aveis descubierto y descubierdes y porque se pueble y ennoblezca, por la presente es mi merçede y voluntad que si en las dichas tierras e yslas que ansí abéis descubierto o descubierdes oviere oro de minas o nasçimiento que por los dos primeros años que se cofere el dicho oro no nos paguéis más de la déçima parte y por el terçero, la nobena y por el quarto la ochava parte y así venga diminuyendo hasta el quinto y dende en adelante que dé en el dicho quinto se

18 R

paguen y de la manera que al presente se paga en la ysla Española.

Otrosí si por hazer merçed a vos y a la gente que a las dichas tierras e yslas fueren así en las armadas que allá enbiardes como a los que en ellas poblare y residieren mando que por tienpo de seis años primeros siguientes no sean obligados a nos pagar cosa alguna de la sal que comieren e gastaren de la que en las tales tierras e yslas obiere, no abiendo arrendamiento nuestro.

Yten vos mandaré dar para cada navío de los que en la dicha armada que ansí abeis de enbiar al dicho descubrimiento fuere un clérigo de misa para que administre los santos sacramentos y que estos se paguen a nuestra costa y para ello vos mandaré dar çédula mía para los nuestros ofiçiales que residen en la dicha ysla de Cuba.

Ansí mismo por fazer merçed a la gente que en la dicha armada fuere y porque los que adoleçieren tengan quien los curen y las medeçinas nesçesarias vos mandare dar un médico y un boticario y dos buenos çirujanos pagados a nuestra costa y así lo mandaremos cunplir a los nuestros ofiçiales que residen en la dicha ysla de Cuba.

Otrosí y para ayudar a faboresçer la dicha armada vos haré merçed de vos mandar dar veinte arcabuzes de a dos arrovas cada uno y que así lo mandaré a los nuestros oficiales que residen en la çiudad de Sevilla en la casa de la contrataçión de las Yndias que vos los enbíen.

Yten porque las tierras e yslas que así descubierdes se pueblen y los conquistadores y pobladores dellas sean aprobechados de los mantenimientos e otras cosas nesçesarias y las dichas tierras se noblezcan y por les fazer merçed mandaré darles liçençia y por la presente la doy a todos y qualesquier personas que quisieren probeer y basteçer las dichas yslas e tierras y les haré merçed y por la presente se la hago que por término de diez años primeros siguientes que corran y se cuenten desde el día de la fecha en adelante no paguen derechos de almoxarifazgo ni otros algunos que nos pertenesca.

Otrosí por quanto vos me hizistes relaçión que para yr en las armadas que al descubrimiento y paçificaçión que a las dichas tierras e yslas abéis de enbiar y para la paçificaçión dellas es menester alguna gente de la que al

18 V

Presente ay en las yslas Española, Sanct Juan y Cuba y me suplicastes y pedistes por merçed diese liçençia y facultad a qualesquier personas que quisieren yr lo pudesie hazer libremente, digo que mandare a las personas que por nuestro mandado van a las dichas yslas que siendo nesçesario y no biniendo daño a la poblaçión de las dichas ylas den liçençia a las personas que quisieren yr con vos a nos servir en lo susodicho hasta el número de doçientas personas no debiendo debdas ni abiendo causa porque se an detenidos y para ello vos mandare dar la provisiones nesçesarias.

Y porque segun la boluntad que para nuestro serviçio teneys, yo espero que en hefeto nos serbireis con aquella diligencia y fidelidad que yo de vos confío y a nuestro serviçio conbiene tened por çierto que demás de las merçedes de suso contenidas vos haré otras conforme a vuestros serviçios y persona y que sienpre vos mandaré y faboresçer [sic] como a criado y servidor nuestro.

Por ende por la presente haziendo vos lo susodicho a vuestra costa y según y de la manera que de suso se contiene y guardando y cunpliendo la ynistruçión que se vos da y las otras ynstituçiones y hordenanças que se an fecho y hiziere para el buen tratamiento y conbersión de los yindiso en las tierras e yslas que así abeis descubierto y descubierdes y que haçiendo los de paz digo y prometo que vos será guardad esta capitulación y todo lo en ella contenido en todo y pro todo según que de susos se contiene y que si así no lo fiçierdes y cunplierdes nos no seamos obligados a vos mandar guardar e cunplir lo susodicho en cosa alguna della y dello vos mande dar y di la presente firmada de mi nonbre y refrendada de mi yinfrascrito secretario. Dada en Çaragoça, a treze dáis del mes de nobienbre de mill y quinientos y diez y ocho años.

Yo el Rey. Refrendada de Francisco de los Cobos, carta del Chanciller y del obispo de Burgos y del Obispo de Badajoz y don Garçía de Çapata.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Tomamos el contenido de situación como el conjunto de realidades en las cuales un hombre ha de realizar actos de su existencia.

[2] DE LAS CASAS, Bartolomé (1965): Historia de Indias. T/II, cap. XL, pág 401 y cap XLII, pág 408.

[3] Fernández de Oviedo y Valdés, Gonzalo (1852): Historia general y natural de las Indias. Vol.II-I, libro XXVIII. Cap III, pág 474. Real Academia de la Historia. Madrid.

 

De las Casas, Fray Bartolomé (1965): Historia de las Indias. Libr II. Cap LXVIII., pág 430.

 

[4] Altolaguirre Duvale, Ángel (1914): Vasco Núñez de Balboa. Cap. I, pág XLV. Madrid.

 

[5] Altolaguirre Duvale, Ángel (1914): Vasco Núñez de Balboa. Cap.III, pág LVI. Madrid.

 

[6] De las Casas, Fray Bartolomé (1965): Historia de las Indias. Libr III. CapXXXIX, pág566.

[7] ARAM, Bethany (2008): Leyendas negras y leyendas doradas en la conquista de América Pedrarias y Balboa. Anexo documental. Pág  331. Fundación Jorge Juan. Marcial Pons Historia.

[8] Altolaguirre Duvale, Angel (1914): Vasco Núñez de Balboa. Cap III, pág LVII. Madrid.

[9]  Juán Díaz. Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India, el año de 1528 en la que fue por Comandante y Capitán General Juan de Grijalñva. http://www.biblioteca.org.ar/libros/154952.pdf

[10] No hemos encontrado este pasaje ni en Bernal Díaz del Castillo, ni en Gómara. Lo hemos tomado de la edición de 1732 de la Historia de la conquista de México, población, y progreso de la América Septentrional, conocida por el nombre de Nueva España de Antonio Solís, capítulo XIII. Imprenta de Bernardo Peralta. Madrid. La fecha procede del artículo en: La justificación jurídica y el concepto de reino. http://www.artehistoria.com/v2/contexto/11418.htm

[11]  LÓPEZ de Gómara, Francisco (1985): Historia General de las Indias. II. Conquista de Méjico. Pág 53 y ss. Ediciones Orbis S. A. Barcelona.

[12]  DE LAS CASAS, Bartolomé. Historia de las Indias. Tomo II, Libro II, Cap. LXIV, pág. 415 y ss. Fondo de Cultura Económica, 2ª Edición. México 1965.

[13]  LÓPEZ de Gómara, Francisco (1985): Op. cit., pág 54 y ss.

[14] CORTÉS, Hernán (2003): Cartas de Relaciones sobre la conquista de Méjico. Ediciones *94,S.C.

[15] Documento: Archivo General de Indias. Capitulación a Diego Velazquez. 13-11-1518. INDIFERENTE,415,L.1,F.16V-18V. Transcripción: TORRES DE MENDOZA, Luis (1866 ): Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de ultramar. Serie 1ª. T XXII p. 38. Establecimiento Tipográfico Sucesores de Rivadeneira. Madrid 1998. Fundación Barcenilla. Colección Pérez  Araucena.

[16] DÍAZ, Juan: Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India, en el año 1518, en el que fue de comandante y capitán general Juan de Grijalva. Escrito para Su Alteza por el capellán mayor de dicha armada. http://www.biblioteca.org.ar/libros/154952.pdf

[17]  DÍAZ del Castillo, Bernal. Historia verdadera de la conquista de Nueva España. Htpp://biblioteca-electronica.blogspot.com

[18]  LAS CASAS, Bartolomé (1965): Op. cit. Tomo III, cap LXXVI, pág 85.

Sep 162015
 

 

Domingo Quijada González. Licenciado en Geografía e Historia. Cronista Oficial de Navalmoral de la Mata. PROVISIONAL

1.- El Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

El Retablo Mayor, prototipo de los retablos españoles del siglo XVII, es un claro ejemplo de retablo catequético, con abundantes imágenes que configuran una lección doctrinal de la Iglesia surgida de Trento.

Según el estilo barroco propio de ese siglo, sigue aún la base renacentista, sobre el que se suceden los elementos propiamente barrocos: tallas de madera policromada según la técnica del estofado, pinturas barrocas y relieves del mismo estilo.

Este retablo es de gran tamaño, adaptándose a las dimensiones del edificio. La distribución del mismo es la siguiente:

Se estructura en dos cuerpos afectando a las cuatro calles externas, mientras que las tres internas constan de tres cuerpos. Siete calles pues en total, con ático (incorporado al tercer cuerpo central) y predela (en la base). Y una serie de relieves en los espacios que separan los cuerpos. Más unas esculturas coronando los diversos cuerpos.

Las obras duraron varios años por diversos motivos (destacando la enfermedad de Gregorio Fernández, ya en la etapa final de su vida), por lo que se ejecutaron durante el mandato de los siguientes prelados[1]:

Titular                                                            Nombramiento                       Cese

Sancho Dávila Toledo                                   11-VII-1622                           5-XII-1625

Francisco Hurtado de Mendoza y Ribera     27-I-1627                               1630 (renuncia)

Cristóbal de Lobera y Torres                         2-XII-1630                             22-X-1632

Plácido Pacheco                                            18-VII-1633                           7-X-1639

Diego de Arce y Reinoso                              8-X-1640                                10-XII-1652

Juan Coello de Sandoval                               11-XII-1652                           13-IX-1655

Francisco Guerra                                            3-IV-1656                              3-XII-1657

1.- Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

1.- Retablo de la Catedral Nueva de Plasencia

Como es lógico, esta magnífica obra (una de las mejores de España) partió del diseño que realizó el arquitecto Alonso de Balbás, vecino de Ciudad Rodrigo (año 1623 y siguientes).

Para realizarlo, la arquitectura fue encargada a los maestros entalladores Cristóbal y Juan Velázquez, de Valladolid y colaboradores de Gregorio Fernández. Y las esculturas al famoso maestro Gregorio Fernández (año 1625 y siguientes), con tallas de madera policromada según la técnica del estofado. El dorado y estofado se deben a los pintores madrileños Luis Fernández y Mateo Gallardo, así como al dorador Simón López. Mientras que los cuatro óleos ubicados en las calles segunda y sexta (primer y segundo cuerpo) son obras de tres pintores: Francisco de Rizzi (uno de los mejores del momento), que realizó dos cuadros a partir de 1652, la Anunciación y la Adoración de los Pastores; el citado Luis Fernández, que pintó la Adoración de los Reyes; y el mencionado Mateo Gallardo, que hizo lo mismo con la Circuncisión de Jesús.

2.-Imagen central de la Asunción

2.- Imagen central de la Asunción

La arquitectura, escultura y pintura están en consonancia maravillosa, en una armonía rara de encontrar en obras semejantes. La iconografía es una lección de la Iglesia contrarreformista, que intentó resaltar el historicismo de la Iglesia como institución. En el centro, el origen de toda fe, la Virgen rodeada de sus padres, San Joaquín y Santa Ana; al lado, los patronos del obispado y a continuación los patrióticos santos: Santiago, San José y Santa Teresa, todos ellos enmarcados por las potestades angelicales. Todo este programa se justifica porque debajo está el gran misterio, el de la Muerte en la Cruz. Hay una magnífica concordancia entre los temas y la solución técnica de la talla; a la Asunción se le da un papel esencial y la talla es una réplica de la que hizo en Miranda do Douro. El espacio en el que se mueven las esculturas centrales es el de movimientos más bruscos, sobrevuelan, rebasan los tableros. Es un espacio barroco tan complejo como el mensaje teológico. Si nos detenemos a comparar unas imágenes con otras, las mejores calidades artísticas están en las cabezas, parecen ser las que salieron de la gubia del maestro, mientras es lógico pensar que los cuerpos fueran obra de los ayudantes de su taller.

En el tabernáculo se venera una imagen de Nuestra Señora del Sagrario, de estilo gótico y que data del siglo XII. El original es de madera recubierta de plata y se expone en el museo catedralicio.

3.- El Calvario de la Catedral de Plasencia

3.- El Calvario

File source: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Plasencia_-_Catedral_Nueva,_retablo_mayor_04.jpg

    4.- Escultura de San Juan Bautista

@@../LAPSANA

5.- Detalle de los relieves

SU PROYECCIÓN

Como es evidente, dicho retablo fue el espejo en que se miraron otros templos de la región; no sólo de la diócesis placentina, sino de otras foráneas. Aunque en mayor o menor grado son varios los que guardan alguna relación con él: Casar de Cáceres, Malpartida de Plasencia, etc.), hemos seleccionado dos que nos son muy familiares, uno de cada diócesis, que se parecen mucho entre sí y que imitan al retablo de la ciudad del Jerte: el de la parroquia de San Andrés de Navalmoral de la Mata (de su sede) y el de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso (perteneciente a la de Coria). Ambos se construyeron unos años después del placentino, pero en el mismo contexto histórico y artístico.

Como es lógico, dada la economía de ambos municipios y otros factores[2], ambos retablos son más modestos, pero guardan cierto paralelismo con el placentino.

 

2.- El Retablo de la iglesia de San Andrés de Navalmoral

Algunas notas para la introducción[3]

Según adelantábamos, los retablos suelen adoptar una disposición geométrica, dividiéndose en cuerpos (secciones horizontales, separadas por molduras) y calles (secciones verticales, apartadas por pilastras o columnas). Las unidades formadas por esta cuadrícula de calles y cuerpos se denominan encasamentos, y suelen albergar representaciones escultóricas o pinturas. El conjunto de elementos arquitectónicos que enmarcan y dividen el retablo se denomina mazonería. También hay ejemplares que se organizan de forma más sencilla, con una escena única centrando la atención.

El retablo suele elevarse sobre un zócalo para evitar la humedad del suelo. La parte inferior que apoya sobre el zócalo se llama banco o predela, y se dispone como una sección horizontal a modo de friso, que a su vez puede estar dividida en compartimentos y decorada. El elemento que remata toda la estructura puede ser una luneta semicircular, o una espina o ático; como corresponde a su posición dominante, suele reservarse a la representación del Padre Eterno o a un Calvario. Todo el conjunto se protege a veces con una moldura llamada guardapolvo, muy habitual en los retablos góticos.

2.1. Lo que había antes de este retablo

A partir del siglo XV, tomó relevancia el tabernáculo o sagrario (lugar donde se guardan las formas sagradas), que paulatinamente centralizó el espacio del retablo hasta convertirse, en ocasiones, en su elemento principal, adoptando incluso formas exentas e independientes.

En la iglesia de San Andrés, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, hubo un primer retablo con las características que acabamos de describir. Atisbos de ello los tenemos en la margen izquierda del retablo, a la altura de la imagen de San Pedro. Queda señal del hueco del sagrario, al mismo tiempo que puede observarse el picado de la piedra, para deshacer la parte que quedaba fuera del actual retablo; pero queda el resto detrás, y que rodeaba la situación del sagrario.

Debió ser hermoso. Todo de piedra. Con adornos de columnas, conchas y figuras, que aún pueden observarse, y que permanecen, tras la calle izquierda del actual retablo y que se pudo observar cuando se realizó la última restauración del mismo.

2.2. Algo de historia del retablo

Al igual que el de la catedral de Plasencia, el actual retablo de San Andrés data del s. XVII y es de madera sobredorada. Según veremos más tarde, debió ejecutarse entre 1640 y 1659. Es decir, durante los obispados de los prelados ya señalados para esa época: Diego de Arce y Reinoso (1640-1652), Juan Coello de Sandoval (1652-1655) y Francisco Guerra (1656-1657).

Consta de predela, dos cuerpos sobre ella y rematado con el ático. Consta de cinco calles separadas por columnas estriadas rematadas con capiteles corintios.

Hay toda una reseña del desarrollo del pago de la construcción del retablo, en los archivos parroquiales. Principalmente se encuentra en el Libro de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario. En él se consignan los distintos pagos que se le hicieron a Jerónimo de Bricuela, constructor del mismo. El tal Jerónimo de Bricuela, era vecino de Cuacos. Así aparece en una nota de pago donde dice:

«En la villa de Navalmoral del Concejo y campana de la Mata en dos días del mes de Abril de 1644 ante mi Domingo Caballero? compareció presente Jerónimo de Bricuela, vecino del lugar de Cuacos, jurisdicción de la ciudad de Plasencia”.

Lo que no podemos asegurar es que fuera natural de allí, pues con frecuencia estos constructores se desplazaban de un lugar a otro, con el fin de cumplimentar encargos que se les hacían.

La primera mención que aparece en las cuentas que allí se registran de los ingresos datan después de la visita del 26 de Noviembre de 1644, pero que se supone que no son indicativas del comienzo de la construcción del retablo, dice:

«Jerónimo de Bricuela tres varas y media a seis reales. 714 maravedís» (Folio 8)

 

No obstante, en otro lugar aparecen pagos que se hace anteriormente, en el que se autoriza pago al maestro que hace el retablo:

”Pago Jerónimo de Bricuela maestro del retablo 1.166 reales. Septiembre de 1640”.

Esto nos indica que antes de 1640 o en el mismo 1640, la construcción del retablo está en ejecución.

Después prosiguen los abonos, como éste otro, que se refiere a una anotación en el folio 14 de dicho libro, pareciendo que corresponde al año 1643, en la que se dice:

(Margen: Retablo; Pasada; hízomela buena ante escribano)

«Y data yo Jerónimo Bricuela maestro que hizo la obra del retablo de esta iglesia del Señor San Andrés de este villa del señor licenciado Juan Fraile mayordomo de ella recibí doscientos y cinquenta y nueve, con la partida de arriba en que todo entró en esta carta de pago y lo firme en Navalmoral a quatro de ¿Octubre? de el 43» Firmado Jerónimo de Bricuela.

Y uno más posterior:

«En la villa de Navalmoral del Concejo y campana de la Mata en dos días del mes de Abril de 1644 ante mi Domingo Caballero ? compareció presente Jerónimo de Bricuela, vecino del lugar de Cuacos, jurisdicción de la ciudad de Plasencia y confesó haber recibido del licenciado Juan Frayle, vecino de esta villa y mayordomo de ella 992 reales a cuenta de la hechura del retablo que está labrando para la iglesia de dicha villa, de lo cual…hago carta de pago en presente firma y lo fizgo ansi ante mi el presente siendo testigos Juan González de Martín González y Pedro García y Francisco Gallego vecinos todos de dicha villa … le conozco lo firmo de su nombre de que doy fe”.

Firmado Jerónimo de Bricuela                                Ante mi Domingo Caballero

Más este otro:

“Pagué a Jerónimo de Bricuela, maestro del retablo 761 reales a quenta de la hechura del retablo ha sido 66 reales que le dio Juan Granado y se hizo cuenta el día 2 …. ? ? de 46”.

Es más, por lo que puede leerse en la misma nota de cuenta, en relación con la construcción de la base o zócalo del retablo, se hace el detalle del importe de dichos trabajos.

En la misma página constan diversas cuentas de la piedra, cal y peonadas para el transporte o hechura de la base del retablo, con detalles de a quienes se abonaron. En total importaron 12.834 reales.

Y de ese mismo año 1646 existe otra cuenta de pagos atrasados:

“Retablo: Primeramente se le pasan en cuenta trescientos y quince mil cuatrocientos y cuarenta y seis maravedís que parece a pagado a el maestro que hizo el retablo y de el asiento de el como costo por cartas de pago que mostró. Mas se le pasan en cuenta siete mil y cuatrocientos ochenta maravedís que gastó con el maestro que traxo la yglesia para tasar el retablo consta por carta de pago.

(9) Mas pagué a Jerónimo Bricuela ochocientos y quarenta y quatro reales de la hechura del retablo

Mas le pagué treinta y seis reales de dicha hechura del retablo.

Mas le di al dicho veinte y seis reales.

Mas quinientos reales que di a Bricuela, de la hechura del retablo.

(10) Pasense en quenta mil setecientos y seis reales por trabajos que pareció haber pagado a quenta del rretablo.

(11) Mas da en data pagado a Florentina Díaz viuda de Jerónimo de Bricuela a cuenta de la hechura del retablo 18,520 (530) reales como ¿correduras cartas de pago que tiene la suso dicha y se le pasaron”.

Como podemos constatar con nombres, hubo intervención de varias personas, que construyeron dicha base del retablo. Pero nos queda la duda de si esta intervención fue cuando el retablo, una vez construido, se trataba ya de colocarlo definitivamente o al comienzo.

Algo interesante que se puede consignar es que la madera que se usa en el retablo es de pino y que no debería proceder de muy lejos de aquí (tal vez de los pinares del Tiétar, lugar más donde existían entonces), pues en una pequeña nota se consigna una partida que dice:

“Madera: más pagué ocho reales a la sobreguarda porque dejare cortar los pinos para el retablo”.

El pago del retablo se continuó realizando en varias partidas pues, ya que después de las realizadas en 1644 y 1646 hay consignadas otras partidas:

“(Margen: hizomela buena ante escrivano). Carta de pago del retablo

Digo yo Jerónimo de Bricuela maestro de la obra del retablo de esta villa de Navalmoral que recibí del licenciado Juan Frayle mayordomo de la parroquial de esta villa, conviene a saber mil y cuarenta y ocho reales a fin de pago por obra del dicho retablo y por que es verdad que los recibí y no haber escribano de presente dí esta firma la de mi nombre ante Pedro Marcos Cura teniente a dieciseis días del mes de Agosto de mil y setecientos ? cuarenta y nueve.

Firmado Jerónimo de Bricuela     Pedro Marcos»

Así, en 1653 dice: “Pagué 800 reales a Jerónimo de Bricuela a cuenta del retablo de que tengo carta de pago hecha fecha a tres de enero de 1653”.

La muerte de Jerónimo, debió ocurrir en 1659, pues a partir de esa fecha ya no aparece en ningún sitio.

Aunque por los apuntes que se encuentran en dicho libro, es de señalar, que el pago total del retablo no se completó hasta después de la muerte de Jerónimo de Bricuela, puesto que hay indicios de pago, tanto a su viuda, como hijos. Incluso se ve que tuvieron que intervenir para que se pagaran las deudas a los mencionados. Así nos encontramos con:

“28 de noviembre de 1663. Se le pasan en cuenta 900 maravedís que ha de pagar a José de Bricuela heredero de Jerónimo de Bricuela a cuenta de lo que se le debe de la hechura del retablo

Herederos

Se le reciben en data 574 reales que ha pagado a los herederos del que hizo el retablo de esta iglesia según consta de cartas de pago que rubricadas se entregaron al dicho mayordomo que valen. Manda su merced no le paguemos hasta que se ajuste la cuenta de lo que se le restare”.

Y consta otra más posterior, concretamente de 1671:

“Recibí del Sr. Alonso Martín de Arias, mayordomo de la iglesia parroquial de esta villa de Navalmoral 4 fanegas de trigo en grano a cuenta de lo que se me debe de la mitad de lo que dicha iglesia está debiendo de la hechura del retablo de dicha iglesia como (celonaria) de Florentina Díaz, mi tía, mujer que fue de Jerónimo de Bricuela , su marido, la cual quedó por bienes gananciales como lo declara una ffca= (fecha) que tengo en mi favor del pleito que seguí con los herederos de Jerónimo de Bricuela y porque los recibí di esta carta de pago en Navalmoral en treinta días del mes de Agosto de 1671

4 fgas. trigo                          Firmado y rubricado Joseps Ximenez”

“Digo yo Alonso del Barco Isla que recibí de mano de Alonso Martín de Arias mayordomo de la iglesia de Navalmoral por quenta de lo que tengo de recibir de la parte que me toca por la hechura del retablo, cincuenta reales que son de ciento y sesenta y tres reales en que fue (alcancada) dicha iglesia por mayor ajustadas todas cuentas y por la verdad de que los recibí esta fecha en catorce de noviembre de mil y seisciento y setenta y uno. A los cuales dichas cuentas me hallé presente.

Firmado y rubricado: Alonso del Barco Isla”.

 

“Mas da en data pagado a Florentina Díaz viuda de Jerónimo de Bricuela a cuenta de la hechura del retablo 18,520 (530) reales como ¿correduras cartas de pago que tiene la suso dicha y se le pasaron”.

 

Posteriormente sufrirá distintas restauraciones, como la de 1721-23, que afectó tanto a las pinturas como a las imágenes, por encontrarse muy deterioradas[4].

 

2.2.1. Tasación del retablo:

Era costumbre, según parece, el de hacer una tasación final del trabajo realizado, tanto por parte de la iglesia como del propio interesado constructor. Tasación que había que pagar, y que en el caso que nos incumbe consta. Podemos leer:

Tasación de retablo.

«Digo yo Gaspar Díaz de Carrasco vecino de ciudad de Trujillo y maestro ensamblador, persona nombrada por parte de la iglesia de esta dicha villa que tengo recibido de dos días, que he asistido a la tasación del retablo de la iglesia de esta villa y tres de mi camino, doscientos veinte reales de mi trabajo y ocupación y por ser verdad que lo tengo recibido de mano de Rvdo. Juan Frayle, clerigo presbítero y mayordomo de dicha iglesia, lo firmé de mi nombre en Navalmoral a siete días del mes de Febrero de mil seiscientos y cincuenta y tres años

Firmado Gaspar Díaz Carrasc”.

Declaraciones del retablo

“Pagué a Francisco Cordero, Cura de esta villa y Francisco Iñigo notario de las declaraciones y peticiones que se hicieron cuando vinieron a tasar el retablo por mitad nueve reales.

Tres reales que pagué en ¿Plasencia? de vista, dile y declaraciones y comisiones para la retasa.

Dos reales que pagué a Vbº? del vicario de Jaraiz que mandaba llevar seis reales a cuenta y a ¿costo? otros y no se paguen más de tre ? y seis cuartos que me llevaron en ¿plaza? de la suspensión de las censuras”.

 

Después de todas estas anotaciones de pagos que hemos consignado, no sabemos quienes o quien es el autor de los cuadros, puesto que no siempre era el retablista. También nos quedan dudas, como veremos, de qué imágenes eran las originales para este retablo, puesto que en el inventario que se consigna nos encontramos con las siguientes imágenes, de las cuales algunas aún existen:

 

2.2.2. Lista de imágenes:

. Un Xto. Crucificado grande en el altar mayor (probablemente es el que estaba en el ático del retablo). Si se trata del hallado recientemente, y que hemos catalogado en agosto de este año, se trata de un cristo muy antiguo, de finales del siglo XIV (pudo proceder de otro templo, quizá de Santa María de la Mata, que por entonces había perdido su esplendor).

. Un S. Andrés del culto. Tal vez el gótico que aún se venera.

. Un S. Blas. Que hoy no existe en San Andrés. Sin embargo, sí hay una talla del mismo en la ermita de San Isidro que se erigió a mediados del siglo XX por los vecinos del barrio del Cerro y de La Peligrosa, agricultores y ganaderos en su mayoría. Aunque esa talla está muy restaurada, posiblemente a finales del XVIII o principios del XIX, sobre la anterior.

. Una imagen de S. Sebastián (situada en la parte izquierda superior del arco principal; encima del púlpito).

. Una imagen de S. Gregorio de madera tallada. Que ya no existe, pues debió llevarse al templo matriz de Santa María de la Mata (hoy ruinas de San Gregorio), donde se celebraba una famosa romería en el siglo XIX. Al desaparecer la Campana en 1855 se arruina la iglesia.

. Una imagen de Sta. Ana (situada en la parte derecha superior del arco principal; encima del Resucitado).

Las imágenes citadas de San Blas, San Sebastián y San Gregorio nos señalan la economía básica de Navalmoral en el pasado, eminentemente ganadera y agrícola.

Las posteriores se irían adquiriendo después a otros templos talladores.

 

 Tabla 1: Ubicación de los elementos del Retablo de San Andrés

6.Tabla 1.- Ubicación de los elementos del Retablo de San Andrés

 

7.- Esquema del retablo de San Andrés de Navalmoral

7.- Esquema del retablo de San Andrés de Navalmoral

8.- Fotografía antigua del retablo de San Andrés

8.- Fotografía antigua del retablo

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

9.- Retablo de San Andrés de Navalmoral en la actualidad

2.3. Descripción del retablo.

Como ya se ha dicho, el retablo es del s. XVII, período en el que más se trabaja en toda la región. Pero también se realizó en época en que Navalmoral y comarca padecían una gran crisis económica, entre otras causas, por los elevados costes que conllevó la consecución del título de Villa y emancipación de la ciudad de Plasencia

Había en este siglo y anterior tendencia a imitar en los retablos de algunas iglesias la estructura y configuración de la iglesia catedral más cercana, o de la misma diócesis. Algo de esto tiene el retablo de S. Andrés, en relación con el de la catedral de Plasencia; aunque, como es de suponer, en menor escala. Podríamos poner como algo similar el retablo de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción de Montehermoso, retablo muy parecido a este de S. Andrés, con las mismas distribución y factura, según veremos en el siguiente apartado.

Para el visitante de este último, puede notar una diferencia actual ya que éste último de S. Andrés no tiene, en el lugar del sagrario, el manifestador que aquel tiene. Pero se ha de advertir que éste de S. Andrés lo tenía, aunque no se sabe cuando desapareció. No obstante sí hemos conocido las bivalvas de dicho manifestador, que estuvieron mucho tiempo como base de la cruz parroquial. No obstante, hay notificación gráfica de él.

Hay la impresión, que la repisa donde está colocado el sagrario actualmente, se hizo de los restos del manifestador, dándole la forma que ahora tiene. ¿Cuándo? ¿Por qué?

La tabla del fondo indica perfectamente la presencia de un manifestador del Santísimo, puesto que todo tiende a la adoración por parte de los ángeles al Señor expuesto, quedando en lo no pintado lo ocultado por las bivalvas.

Es posible que todo ocurriera, cuando se puso un altar y manifestador de mármol, de la casa Granda, que desapareció, cuando se hizo la reforma interior del templo.

Fuera lo que fuese de dicho manifestador, la distribución actual del retablo es la siguiente:

Se compone de dos cuerpos, cinco calles, con ático y predela, y una serie de pinturas en cuadros de separación de cuerpos. (Ver Esquema y situación de los elementos).

 

  • El ático, como era normal, está con una pintura del Calvario. Con el fondo de la ciudad, sobresalen las figuras del Crucificado, teniendo a su derecha a su Madre Dolorosa y a su izquierda Juan, el discípulo amado.

Durante mucho tiempo, la figura del Crucificado, fue sustituida por un crucifijo que ocultaba buena parte de la tabla. Al realizar la limpieza y reparación del retablo fue restituido todo a su forma originaria.

 

  • Entre el ático y el segundo cuerpo nos encontramos con cuatro pequeños cuadrados apaisados:

Encima de la primera calle de la izquierda (según lo ve el espectador) se halla uno de Santa Lucía. De gran devoción en el pasado, patrona de la vista debido a una leyenda en la Edad Media que decía que, cuando Lucía estaba en el tribunal, aun sin ojos, seguía viendo. También es patrona de los pobres, los ciegos, de los niños enfermos y de las ciudades de Siracusa, Venecia y de Pedro del Monte. Así como de los campesinos, electricistas, choferes, fotógrafos, afiladores, cortadores, cristaleros y escritores.

Durante la Edad Media, debido al retraso acumulado por el Calendario Juliano, la festividad de Lucía coincidía con el solsticio de invierno y, por tanto, el día más corto del año.

A continuación, siguiendo a la derecha, tenemos una escena que parece ser del Antiguo Testamento. En realidad no sabemos cuál es. Da la sensación de la manifestación de Dios a Moisés, con el fondo de la zarza ardiendo.

El cuadro que aparece en la calle siguiente representa la escena en que un cuervo le trae a Elías un pan para alimentarse, cumpliendo lo que Dios le había dicho anteriormente y que aparece en el libro 1 Reyes, 17,4: “he ordenado a los cuervos que allí te suministren alimento…” Va en consonancia con la tabla anterior también del Antiguo Testamento.

En el extremo derecho de la referida fila, se encuentra una santa mártir (porque parece portar la espada o la palma del martirio) que nos es desconocida.

 

  • Bajando al 2º cuerpo, en la primera calle de la izquierda, está la talla de San Ramón Nonato. Probablemente es una de las imágenes originales de este retablo, pues parece adaptarse a la hornacina que la alberga. Curiosamente, también en Montehermoso se le tiene gran devoción (con retablo incluido), ya que es el santo patrón de los partos, matronas, niños, embarazadas y personas acusadas falsamente (su epíteto nonnatus –no nacido– se deriva de haber sido extraído de su madre por cesárea después de que ella hubiera fallecido).En la calle central de este cuerpo hay un habitáculo mayor que alberga una imagen de San Andrés, titular del templo y patrón de la localidad, de escasa calidad. En su origen presidía este espacio un cuadro al óleo del titular, que sufrió tantos retoques que hoy está en muy mal estado en la sacristía y no merece la pena restaurarlo (a juicio de los expertos, cuando repararon el retablo en 1989).
  • Otro de los grandes misterios del cristianismo aparece en el cuadro siguiente: la Venida del Espíritu Santo, o momento en que comienza la andadura de la Iglesia. Destaca principalmente la Virgen María, presidiendo el grupo y manteniendo la oración comunitaria de la Iglesia.
  • Seguidamente nos encontramos con un cuadro grande, con uno de los misterios principales del cristianismo. La Resurrección del Señor. Por lo que podemos ver, se trata del mismo momento de dicha resurrección, pues no aparece nadie: si exceptuamos a los soldados que, como podemos comprobar, no estaban dormidos como querían determinar los sumos sacerdotes y fariseos. Esbelta la figura de Cristo.

Se remata este cuerpo (primera calle por la derecha) con la imagen de San Francisco de Asís (que también aparece en el retablo de Montehermoso, aunque la escultura es más pequeña). Santo de gran devoción en todos los tiempos y que actualmente ha suscitado las miradas de todos por haberse puesto el Papa ese nombre, para resurgir al espíritu de pobreza de la Iglesia.

 

  • Entre cuerpo y cuerpo del retablo hay otra serie de cuadros de menor tamaño, apaisados como los superiores:A continuación, y en la segunda calle, aparece la transverberación de Santa Teresa (del latín transverberatĭo, que significa «traspasar»). Según el diccionario, “es una experiencia mística que, en el contexto de la religiosidad católica, ha sido descrito con un fenómeno en el cual la persona que logra una unión íntima con Dios siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural. El ejemplo más conocido es de Santa Teresa de Jesús. En este cuadro contemplamos los elementos que la Santa nos describe en su Libro de la Vida, capítulo XXIX.Y, en la calle exterior derecha, nos encontramos con un cuadro de San Antonio de Padua, con gran devoción en Extremadura, España, Portugal (país de nacimiento) e Italia (donde ejerció gran parte de su corta vida).
  • Otro hecho insólito nos encontramos en la siguiente pintura de la segunda calle intermedia: S. Ildefonso, santo español arzobispo de Toledo, que es investido con una casulla por la Virgen (de acuerdo con el supuesto milagro de su encuentro con María). La ayuda un ángel.
  • En la primera calle de la izquierda se representa a una santa, pero que no sabemos quién es: para unos se trata de Sta. Águeda de Catania (relacionada por su origen siciliano con Santa Lucía, por eso tal vez se hallan en la misma calle). Aunque para otros pudiera ser Santa Catalina de Siena, monja dominica, prueba de la influencia que los frailes dominicos procedentes del convento de Santa Catalina de Aldeanueva de la Vera ejercieron sobre la comarca, a la que misionaron a finales del siglo XVI y principios del XVII.
  • Para todos es conocible la imagen que ocupa la hornacina de la primera calle de la izquierda (según la vemos) del primer cuerpo del retablo: se trata de la imagen de S. Pedro Apóstol. Las llaves que lleva en sus manos le delatan como el portador del primado de la Iglesia que Jesús le dio, después de haber sido examinado de amor. Esta imagen, una talla formidable, se ve claro que no es primigenia del retablo. Debió venir de otra parte, o pudiera que, al igual que los retablos de los altares laterales, procediera de alguno de los conventos que se ubicaban en la zona y que por distintas causas desaparecieron (aunque el esquema prototipo de esa época nos anima a aseverar que en su origen hubo otra talla de San Pedro).
  • Tanto la hornacina que ocupa el Cristo de Medinaceli (segunda calle por la izquierda), como la que ocupa la Virgen de Guadalupe (segunda por la derecha), fueron originariamente cuadros (tal vez representando a la Anunciación y al Nacimiento de Cristo[5]), que fueron robados en los primeros años del siglo XX[6]. De hecho en la parte posterior de la del Cristo de Medinaceli hay una inscripción que dice quien la hizo. En su lugar se colocaron las imágenes citadas.

Entre ambas tallas, en la calle central, está el lugar del antiguo Manifestador y ahora el Sagrario.

En la última calle de la derecha está la talla del Buen Pastor. Aunque es muy posible que antes ocupara este espacio una imagen de San Pablo, haciendo juego con San Pedro (como en Montehermoso o la catedral de Plasencia).

10.- Talla de San Pedro del retablo de San Andrés

10.- Talla de San Pedro

11.- El Buen Pastor. Talla del retablo de San Andrés

 11.- Escultura del Buen Pastor

  • Los cuatro cuadros que componen la predela son estampas de la Pasión del Señor: En nuestro caso nos encontramos con el primero por la izquierda que representa la Flagelación del Señor. A continuación se halla La coronación de espinas. En la segunda calle comenzando por la derecha está el Encuentro con María camino del Calvario. Elocuente es el cruce de miradas entre Madre e Hijo. Y, la calle del extremo derecho, La Piedad. Notamos la presencia de Jesús muerto. María que lo sostiene en sus piernas, con la cabeza en su brazo izquierdo. Juan. Y a los pies Mª Magdalena.

12.- Una de las pinturas de la pradela de San Andrée

12.-Una de las pinturas de la Predela

2.4. ÚLTIMA REPARACIÓN Y LIMPIEZA DEL RETABLO

AÑO 2000

Como todas las cosas, el paso del tiempo. Así había ocurrido con el retablo. Los últimos años había recibido un grave deterioro, principalmente a causa de las termitas.

Habían entrado por detrás del retablo, por la parte baja y habían atacado principalmente las columnas de la parte derecha, en el primer cuerpo.

Se contrató un equipo de restauradores, que, puesto manos a la obra, dejaron el retablo con una nueva visión de las pinturas y limpieza del resto de la estructura, al tiempo que ésta se había reforzado en los anclajes.

Cuando todo estuvo concluido, en la limpieza y restauración del retablo, una misa en acción de gracias celebrada el 21 de enero del 2001, presidida por D. Carlos López, Obispo de la Diócesis, junto con el Sr. Cura Párroco, D. David González, da por terminada una presentación del retablo de la iglesia parroquial de S. Andrés de Navalmoral de la Mata.

 

3.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

 

Ya había intentado imitar algunas características de la Catedral Nueva de Plasencia: como es el caso de primitiva bóveda del techo (iniciada, pero no finalizada), que se pretendía descansar en proyectados haces de columnas cuyos nervios no parten desde los capiteles, sino desde los basamentos mismos, extendiéndose ramificados entre las bóvedas y creando de éste modo un efecto de gran belleza y únicos en el mundo (difícil técnica con la que, además, algunos tratadistas insinúan que los autores pretendían mostrar la unión de la Tierra con el Cielo). Como no se pudo rematar, se conservaron los arcos que separan los diferentes tramos y el inicio de los citados haces…, rematándose con bóveda de artesonado de madera.

Ubicado en la capilla mayor, el retablo es de notables proporciones pues cubre tres lienzos del ochavo, adaptándose también en su ático y remate al perfil de los nervios del abovedamiento.

Consta de banco, dos cuerpos con cinco calles y remate o ático.

Aunque, como en el caso de San Andrés de Navalmoral, imita al de la catedral de Plasencia (pero éste posee siete calles, dada la mayor extensión del ábside de la sede episcopal), y al igual mencionado de Navalmoral y de otros muchos templos, el de Montehermoso es más clasicista, con menos manifestaciones barrocas; siguiendo un modelo que se reiteraba en aquella época, con una estructura y forma en apariencia más renacentista.

Las columnas que separan las calles son estriadas y de orden compuesto. Las que separan las calles intermedias de las exteriores son dobles, para recalcar el ángulo del ábside.

Respecto a las figuras que componen el mismo, se distribuyen de la siguiente manera[7]:

  • Calle central: en el cuerpo bajo presenta un expositor, cuyas características nos hacen pensar que es posterior a la ejecución del retablo. Con pequeñas tallas muy populares de San Francisco, Santo Domingo y Jesús Salvador.
  • Sobre él, y ya en el segundo cuerpo, un grupo escultórico en el que destaca la Asunción de la Virgen (a cuya advocación está dedicado el templo), rodeada de ángeles muy toscos.
  • Dicha calle finaliza con el remate, en el que sobresale el grupo del Calvario y la coronación con el Padre Eterno.
  • Las calles intermedias presentan cuatro lienzos pintados, dos en cada cuerpo: en el inferior la Inmaculada (izquierda) y San José con el Niño (derecha, ambos de estilo popular y con imágenes desproporcionadas; en el cuerpo superior hay sendos óleos representando a la Anunciación (izquierda) y San Miguel (derecha) que, como las anteriores, poseen un mediocre valor artístico y parecen posteriores al tallado del retablo (tal vez de mediados del siglo XIX[8]).
  • En las calles exteriores aparecen cuatro imágenes de bulto, pero siguiendo la estructura de las pinturas anteriores: San Pedro (izquierda) y San Pablo (derecha) en el cuerpo inferior, mientras que en el superior están San Andrés (izquierda) y Santiago el Mayor[9] (derecha). Todas ellas de pliegues duros y ampulosos, posturas forzadas (con un barroquismo patente) y rústicos rostros.
  • El banco se decora con toscos relieves de los Evangelistas esculpidos en él.
  • En los espacios comprendidos entre los dos cuerpos, y entre el segundo y el ático, hay unos espacios rectangulares apaisados con relieves similares a los del banco.

El conjunto fue pintado, dorado y estofado por Miguel Martínez, sin fecha.

Como hemos visto y comprobado en el esquema, es muy parecido al de San Andrés de Navalmoral, variando sólo las imágenes (de acuerdo con la devoción de los fieles de cada localidad). Ignoramos si el autor de la arquitectura fue el mismo que el de Navalmoral (Jerónimo de Bricuela), siendo rematado por el mencionado Miguel Martínez. Pero no hemos hallado datos en el Archivo Parroquial ante la dispersión que han sufrido sus documentos (gran parte de ellos desaparecieron y los Libros básicos se hallan en Cáceres, en el Archivo Diocesano). Pero lo que sí es evidente es que, si no lo realizó él, al menos tuvo conocimiento del de Navalmoral y del de la catedral de Plasencia. Por lo que suponemos que se ejecutó en las mismas fechas o posteriores a cuando se realizaron los anteriores, a los que imita. En esa semejanza pudo influir el hecho de que en la época de la construcción (entre 1640 y 1650) era Señora y III duquesa de Galisteo (a cuyo Señorío pertenecía el lugar de Montehermoso) Ana Apolonia Manrique de Lara; esposa de Baltasar de Ribera Barroso, a quien el 16 de agosto de 1621 concedieron el Condado de Navalmoral. Aunque quince años después, y quizá para evitar esto, nuestra localidad compró la libertad o exención (por eso, este título se encuentra vacante, pero el citado Baltasar Rivera siempre se tituló I Conde de Navalmoral).

Lo que sí es cierto es que no imitó al de la sede de su diócesis, Coria; ya que éste es muy posterior, de un siglo después; con el que sólo tiene en común la advocación a la Nuestra Señora de la Asunción y el grupo escultórico relativo a ello. Es lógico que Coria tuviera otro anterior, tal vez del siglo XVI (cuando se labraron el coro y la verja protorrenacentista), pero no del XVII.

13.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

13.- Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

14. Tabla 2.- Ubicación de los elementos del Retablo de Montehermoso

14.- Tabla 2: Ubicación de los elementos del Retablo de Montehermoso

 

15.- Esquema del retablo de Nuestra Señora de la Asunción de Montehermoso

15.- Esquema del retablo

16.- Fotografía antigua del retablo de Montehermoso

16.- Fotografía antigua del retablo de Montehermoso

17.- Talla de San Pedro

17.- Talla de San Pedro

18.- Talla de San Pablo

    18.- Talla de San Pablo

19.- Expositor con el Sagrario

19.- Sagrario

20.- Relieve de la Predela

20.- Un relieve de la Predela

21.- Óleo de la Inmaculada

21.- Óleo de la Inmaculada

22.- Óleo de San José

22.- Óleo de San José

 

 

 

 

 

 

23.- Grupo escultórico de la Asunción de la Virgen

23.- Grupo escultórico de la Asunción de la Virgen

 

[1] es.wikipedia.org/wiki/Anexo: Obispos_de_Plasencia

[2] En 1636 la Campana de la Mata compra el título de Villa y la exención de la ciudad de Plasencia, por 7.565.000 maravedíes, de los que un tercio correspondieron a Navalmoral. Mientras que en esa misma época Montehermoso pertenecía al Señorío de Galisteo, bajo la jurisdicción de los Manrique de Lara, que grababan sus tierras con numerosos impuestos (alcabalas, una parte de las tercias reales, bienes mostrencos, etc.).

[3] Para este apartado nos ha sido de gran utilidad el estudio realizado por don Juan de la Fuente Remedios, anterior sacerdote de este templo.

[4] Archivo Parroquial de San Andrés. Libro

[5] BUENO ROCHA, J.: Navalmoral, 600 años de vida. Navalmoral, 1985.

[6] Archivo Municipal. Correspondencia. Publicado por QUIJADA GONZÁLEZ, D. en el periódico local “Quince Días”: Se produce un ‘horrendo sacrilegio’ en la Iglesia durante la mañana del 11 de enero de 1908, según comunica el párroco al alcalde, y sin que nos expliquen los hechos (pues todo el mundo lo sabría).

[7] ANDRÉS ORDAX, S. y otros: Monumentos artísticos de Extremadura. Editora Regional. 2006

[8] GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ, A.: Montehermoso, estudio histórico. Caja Duero. Salamanca. 1990

[9] Los Manrique de Lara, Señores de Galisteo a quien pertenecía Montehermoso, construyeron el templo en el siglo XVI y tal vez financian el retablo un siglo después, según veremos. Y eran caballeros de Santiago.

El contenido de las páginas de esta web está protegido.