Guadalupe Rodríguez Cerezo.
INTRODUCCIÓN
En los LIII COLOQUIOS HISTÓRICOS DE EXTREMADURA, dedicados en esta ocasión a Extremadura durante la I República en el 150 aniversario (1874-2024), la comunicación que presentamos aborda cómo se vivió en la localidad de Madrigalejo el año 1873, desde que fue proclamada la República el 11 de febrero hasta el golpe de Pavía del 3 de enero de 1874, según los datos que se desprenden de las actas de sesiones del Ayuntamiento.
Hay poco de política nacional y mucho del gobierno doméstico que debe gestionar una corporación, pues en realidad, el día a día de los vecinos es la verdadera y auténtica competencia del mundo municipal. Pero sí es cierto que los asuntos nacionales se dejaron sentir de alguna manera, especialmente con la presencia de la partida carlista de Sabariegos, que ocupó la preocupación de los ediles los últimos días de agosto y primeros de septiembre de 1873.
Entre los graves los problemas que se vivieron durante la I República en su corto espacio de vigencia, estuvo la de hacer frente a tres conflictos armados: La Guerra de Cuba o guerra de los Diez Años, la Tercera Guerra Carlista y la Rebelión Cantonal. Si los enfrentamientos independentistas de la Guerra de los Diez Años se desarrollaron en territorio cubano y la Revolución Cantonal tuvo más incidencia en aquellos lugares donde las ideas republicano-federales tenían mayor arraigo, la última conflagración carlista sí afectó a Extremadura y, de su incidencia en la localidad de Madrigalejo, encontramos reflejo en sus actas municipales.
- SITUACIÓN POLÍTICA DEL SIGLO XIX
España vivió en el siglo XIX una de las etapas más convulsas de su Historia. Se acababa el Antiguo Régimen y las ideas reformistas se iban abriendo paso. Se enfrentaban dos conceptos distintos de ver el orden social. Por una parte, estaban los defensores de la monarquía tradicional, a favor de que siguieran vigentes los privilegios del Rey, de los fueros y de la Iglesia. Por otra parte, se encontraban los movimientos liberales, que propugnaban unas reformas políticas de calado, en el marco de las constituciones. Estas dos visiones contrapuestas dieron lugar a un conflicto armado enquistado en buena parte del siglo XIX (las guerras carlistas), así como el surgimiento de movimientos revolucionarios.
Las Guerras Carlistas
El detonante de la I Guerra Carlista fue la disputa al trono generado tras la muerte de Fernando VII. Este monarca, de conocidas veleidades a lo largo de su mandato, en 1830, justo antes de nacer su hija Isabel, había promulgado la Pragmática Sanción, con la que abolía la Ley Sálica que había aprobado Felipe V y que, en la sucesión, daba prioridad a los varones, incluso de ramas laterales, frente a las mujeres. Inmediatamente después de nacer la infanta Isabel, esta fue proclamada Princesa de Asturias. Cuando en otoño de 1832, Fernando VII cayó gravemente enfermo, los partidarios de su hermano, el infante Carlos María Isidro de Borbón, consiguieron que el Rey derogara la Pragmática Sanción y restableciera la Ley Sálica. Pero en un periodo de recuperación antes de que falleciera el 29 de septiembre de 1833, Fernando VII volvió a implantar la Pragmática Sanción. En estas circunstancias, como la Princesa de Asturias era menor de edad, asumió la regencia, en nombre de su hija, la Reina María Cristina de Borbón. Sin embargo, el infante Carlos María Isidro consideró que el restablecimiento de la Pragmática Sanción había sido ilegal porque él había nacido estando en vigor la Ley Sálica y que, siendo hermano del Rey (rama directa), había adquirido el derecho sucesorio frente a una posible hija de Fernando VII, por lo que empezó a disputar el trono a su sobrina con las armas.
De una parte, se enfrentaron los seguidores del infante Carlos María Isidro de Borbón, llamados carlistas, que aglutinaba a los partidarios del absolutismo monárquico y cuyo lema era “Dios, Patria y Rey”. Y de otra, los liberales, en los que se apoyaba el gobierno de la regencia y, por tanto, también llamados isabelinos o cristinos. Este conflicto estuvo latente en la mayor parte de la centuria decimonónica, pero de una manera palpable se manifestó en las tres Guerras Carlistas:
-1ª Guerra Carlista (1833-1840)
-2ª Guerra Carlista (1846-1849)
-3ª Guerra Carlista (1872-1876)
Si el pretendiente al trono en la primera insurrección carlista fue Carlos María Isidro de Borbón, en las dos siguientes fueron respectivamente Carlos Luis de Borbón y Braganza (Conde de Montemolín) y Carlos de Borbón y Austria-Este.
Inestabilidad política.
Durante el siglo XIX, se fueron sucediendo gobiernos de distinto signo. Si en la monarquía de Fernando VII hubo bandazos tan significativos como el Sexenio Absolutista, el Trienio Liberal y la Década Ominosa, con las regencias de Mª Cristina, Espartero y la mayoría de edad de Isabel II, también se fueron sucediendo gobiernos liberales, moderados y progresistas, así como revoluciones y pronunciamientos.
Fiel reflejo de esta inestabilidad política fueron las seis constituciones que estuvieron en vigor a la largo de esta centuria: La Constitución de Cádiz, el Estatuto Real de 1834 y las constituciones de 1837, 1845, 1869 y 1876[1]. Todas ellas rechazaban que la soberanía estuviera en manos del Rey, pero también que lo estuviera en el pueblo. En las constituciones de 1812, 1837 y 1869, la soberanía recaía en la Nación, como ente abstracto; mientras que en el Estatuto Real de 1834 y en las constituciones de 1845 y 1876, la soberanía residía en el Rey y en las Cortes, limitándose así las competencias y prerrogativas de la monarquía por la Constitución[2]. Aunque se redactaron sendas constituciones en 1856 y en 1873, estas nunca llegaron a entrar en vigor.
La Revolución de 1868, llamada “La Gloriosa”, terminó con el exilio de Isabel II y el comienzo del Sexenio Democrático (1868-1874). Mientras se redactaba la Constitución de 1869 y se buscaba un nuevo rey para España, asumió la regencia Francisco Serrano. Amadeo I de Saboya tomó posesión de la monarquía española el 2 de enero de 1871 y, durante los dos años en los que fue Rey de España, se sucedieron seis gabinetes de gobierno, que no pudieron hacer frente a los graves problemas que arrastraba la nación. Tras la renuncia al trono de Amadeo de Saboya el 11 de febrero de 1873, las Cortes proclamaron ese mismo día la República.
Tampoco trajo la República la estabilidad política. De hecho, en los once primeros meses, hubo cuatro presidentes del poder ejecutivo: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. Con el golpe de estado de Pavía el 3 de enero de 1874, se puso al frente del gobierno al general Francisco Serrano y comenzó la segunda etapa de la República, periodo también llamado “República Unitaria” o “Dictadura de Serrano”, Dictadura y República que terminó con otro pronunciamiento, el de Martínez Campos en Sagunto en diciembre de 1874 y la restauración de la monarquía Borbónica en la figura de Alfonso XII.
- MADRIGALEJO EN 1873
Si la República fue proclamada el 11 de febrero de 1873, en el municipio de Madrigalejo encontramos la referencia al nuevo orden establecido, en el libro de actas, en la sesión del día 16 de febrero de 1873, cinco jornadas después de haber sucedidos los hechos, en donde se dice:
…se les dio cuenta con su lectura de los Boletines Oficiales extraordinarios recibidos en la semana última, por las cuales se comunica por el Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, que las Cortes acaban de leer la renuncia de S.M. el Rey, quedando enterada la Representación Nacional de tal acontecimiento, como también, que la misma acaba de elegir el poder ejecutivo de la República, nombrando Presidente a D. Estanislao Figueras,
Ministro de Estado, a D. Emilio Castelar
De Gracia y Justicia, a D. Nicolás Salmerón y Alonso
De Hacienda, a D. José Echegaray
De Guerra, a D. José Fernández de Córdova[3]
De Marina, a D. José Berenguer
De Gobernación, D. Francisco Pi y Margall
De Fomento, D. Manuel Becerra
De Ultramar, D. Francisco Salmerón y Alonso
Enterada la corporación, siendo su mayoría republicana, se adhiere al actual orden de cosas, ofreciendo todo su apoyo a la Asamblea Nacional.[4]
La corporación municipal estaba formada por el alcalde, D. Juan Mansilla y los concejales, D. Juan Félix Ciudad, D. Andrés Mateos Cuesta, D. Pedro Arroyo, D. José Sánchez Moreno, D. Marcelino González, D. Domingo Cabanillas y D. Manuel Fortuna Gómez, siendo el secretario D. Antonio Fernández Villarejo. Nos dice el libro de actas que la mayoría de los componentes de la Corporación eran republicanos, por lo que no hubo ninguna traba al conocer la noticia del cambio de régimen y, tras apoyar el nuevo orden y a la Asamblea Nacional, continuó la sesión con los asuntos municipales que debían resolver.
A lo largo de 1873, el gobierno municipal continuó ocupándose de las cuestiones ordinarias que generaba el día a día de la vida cotidiana de los vecinos y de la localidad. En este sentido las sesiones se ocupaban con gran periodicidad de los asuntos agroganaderos y comunales, de peticiones y reclamaciones de los vecinos sobre terrenos cercanos a sus propiedades, del alistamiento de los quintos y de los temas económicos, como los presupuestos, la recaudación y una deuda requerida por la provincia que venía de atrás y que dio mucho de sí.
Algunos datos sobre la localidad en ese momento
En la sesión del día 4 de mayo[5], respondiendo a la circular Nº39 sobre aprovechamientos forestales, inserta en el boletín del 4 de abril, se detalla:
- Que el municipio cuenta con los terrenos comunales del Concejil y la Dehesa Boyal, también llamada del Monte.
- Que tanto el concejil como la Dehesa del Monte están exceptuados de ser vendidos por ser de aprovechamiento común.
- Que, según el último censo, el municipio cuenta con 417 vecinos.
- Que la cabaña ganadera asciende a:
Clase de ganado de labor Consumo Granjería
Vacuno 220 100
Caballar 120 20
Asnal 160
De lana 600 7000
De cerda 200 1200
- Que el Concejil no produce porque el aprovechamiento es comunal y que la Dehesa del Monte da como producto el arrendamiento de bellota y pasto.
- Que no hay productos sobrantes ni lo bastante para cubrir las necesidades del pueblo y de labor, pero que atendiendo a las del municipio acuerdan tenga lugar los aprovechamientos de montanera y pastos de la expresada dehesa denominada del Monte, sujetándose los aprovechamientos a las costumbres establecidas en esta localidad, o sea el arriendo de bellota desde 29 de septiembre hasta el 30 de diciembre inmediato, y el arriendo de yerbas desde el dicho día 29 hasta el día 31 de marzo siguiente, haciéndose este aprovechamiento solo como mil cabezas lanares.
También conocemos la extensión de la población en aquel tiempo, según la reorganización de distritos y colegios electorales acordada en la sesión del Ayuntamiento del 31 de diciembre de 1872[6]. Al primer distrito, con un solo colegio electoral en la Audiencia, corresponderían las calles del Río, Palomar, Tabla, Plaza, San Gregorio, Portugalejo y San Juan. El segundo distrito estaría compuesto por dos colegios electorales: Iglesia y Ermita. Al primer colegio electoral (Iglesia), corresponderían algunas casas de las calles de la Iglesia y del Llanejo, y las calles Mesones y Santa María. Al segundo colegio electoral (Ermita), pertenecerían las calles Fuente Nueva y Hondonada, así como las restantes casas de las calles de la Iglesia y del Llanejo.
Por entonces, se llamaba Plaza al espacio más amplio de lo que hoy es la Plaza de España, hacia donde se abre la puerta principal de la iglesia. La plaza pública era el centro cívico y religioso, aquí estaban situadas las casas consistoriales y la iglesia parroquial, era el lugar donde se desarrollaba el mercado y desde donde el pregonero emitía los bandos municipales.
La población se extendía longitudinalmente en sentido paralelo al transcurrir del río Ruecas, distribuyéndose las casas a lo largo de lo que durante siglos fue el camino real, que circulaba a través de las calles Mesones (hoy Luisa Fortuna), Plaza y San Gregorio (Gallego Fortuna en la actualidad). Desde este eje longitudinal, salían (y salen) las calles Santa María, del Río y Tabla, unidas estas dos últimas por la calle del Palomar en sentido transversal. La zona descrita es la más cercana al río. Al otro lado del eje, estarían situadas las calles Portugalejo (perpendicular a San Gregorio) y del Llanejo, que saldría de la calle Mesones. En aquel tiempo, se llamaba Llanejo a las calles que hoy corresponden a Gabriel y Galán, Zurbarán y plaza del Llanejo. Además, la calle de la Iglesia comprendía la parte de la Plaza de España que da al sur y su prolongación en la actual calle Núñez de Balboa. Y, por último, de la parte que entonces era calle de la Iglesia y hoy es Plaza de España, salía (y sale) la calle San Juan, en sentido perpendicular al eje longitudinal que conformaba el pueblo, hasta la ermita y su continuación por la calle Fuente Nueva, que hoy sería la calle Héroes de Cobba-Darsa y primeras casas de la calle Nueva. Es lo que entonces conformaba la población y lo que constituye la parte más antigua de la localidad.
También sabemos, por la salida en pública subasta de la conducción de la correspondencia pública, que el correo era recogido diariamente en Zorita, a donde se desplazaba el encargado cabalgando en una caballería mayor[7]. Por este medio llegaban los boletines oficiales que eran leídos periódicamente en las sesiones de plenos del Ayuntamiento.
Relación Iglesia/Estado
Con la Revolución Gloriosa de 1868 y la aprobación de la Constitución de 1869, que era marcadamente anticlerical, las relaciones Iglesia/Estado entraron en conflicto. Cuando fue proclamada la Primera República, los republicanos, en su afán de modernizar el país, tenían tres objetivos principales: la República, la descentralización y la separación Iglesia/Estado[8]. En base a este nuevo orden de cosas, encontramos que, en la sesión de plenos del 1 de junio de 1873, se da cuenta de una circular del gobierno de la provincia que dice:
Que para llevar a cabo diversos fines que interesan al Estado en sus relaciones con la Iglesia, los Ayuntamientos de esta provincia darán cuenta a este Gobierno, con la brevedad y exactitud posibles, de todos los edificios consagrados al culto, mandando los Señores Alcaldes proceder a su tasación en las respectivas localidades, exceptuando solamente aquellos que pertenecieren a Patronatos y patrimonio particular.[9]
Una vez enterada la corporación, por unanimidad acuerdan dar cumplimiento a la orden en todas sus partes, poniéndose en contacto con el cura párroco, a fin de que franquee las llaves de la Hermita para que por los Maestros Alarifes de este pueblo se tasen la Iglesia y la Hermita, únicos edificios que existen en esta localidad[10].
Elecciones
Para las elecciones de Diputados a Cortes, convocadas para los días 10, 11, 12 y 13 de mayo, en sesión extraordinaria del 3 de mayo, se nombran los presidentes de las mesas electorales:
En el colegio de la Audiencia, se nombra presidente al Alcalde, D. Juan Mansilla; en el colegio de la Iglesia, al segundo Alcalde, D. Andrés Mateos, y en el colegio de la Ermita, al regidor D. Marcelino González.[11]
En sesión extraordinaria del día 10 de julio, se dio cuenta de la Ley de 24 de junio de 1873 sobre renovación total de los Ayuntamientos y Diputaciones. Se convoca a elecciones a los Ayuntamientos los días 12, 13, 14 y 15 de julio en un solo colegio. Acordaron por unanimidad obedecerla en todas sus partes según se previene y que dicha elección se verifique en la Casa audiencia. También acordaron nombrar como presidente de la única mesa al Sr. Alcalde, D. Juan Mansilla. [12]
Quienes salieran elegidos en aquellas elecciones municipales no llegaron a tomar posesión, pues, en sesión ordinaria del 24 de agosto, se dio lectura a una comunicación del Gobernador de la Provincia en la que se decía:
En una de las facultades que me están conferidas, he tenido a bien suspender la toma de posesión de su Ayuntamiento recientemente elegido hasta nueva orden, deviendo como todos los individuos de ese Municipio continuar en sus puestos y conservar el orden bajo su más estrecha responsabilidad personal, dándonos inmediatamente aviso de haber recibido esta orden y haberla cumplimentado en todas sus partes.[13]
La corporación acuerda por unanimidad dar cumplimiento a la orden y obedecerla en todas sus partes[14]. Esa misma corporación sigue al frente del ayuntamiento en los meses sucesivos. En el acta de ese día, no se dice por qué se suspende la toma de posesión del Ayuntamiento, aunque podemos intuir que fue debida a incursiones carlistas había sufrido la localidad, según se desprende en la alusión al acta de este día en el desarrollo de la sesión celebrada en 10 de septiembre, y que se verá más adelante[15].
- EL CARLISMO EN MADRIGALEJO
El anticlericalismo que se manifestaba en el ambiente republicano tras la Revolución Gloriosa del 68 favoreció que muchos católicos se decantaran por unas posiciones católico-monárquicas y abrazaran la causa carlista. Hasta ese momento, el movimiento carlista iba languideciendo, había quedado reducido a algunas zonas donde se había enquistado (como las provincias vascas o Navarra). Las nuevas ideas revolucionarias fueron la excusa para que los partidarios del autoproclamado Carlos VII (Carlos de Borbón y Austria-Este) vieran como único recurso el alzamiento de las armas, aunque, tras algunos enfrentamientos que estuvieron mal organizados, el movimiento militar fue perdiendo fuelle. Sin embargo, la proclamación de la Primera República supuso una polarización de la sociedad española y muchos políticos y militares que anteriormente habían pertenecido al bando isabelino se fueron posicionaron del lado carlista frente a los republicanos y la guerra se generalizó por todo el territorio nacional.[16]
Antes de adentrarnos en las incursiones de partidas carlistas en 1873, veremos que los habitantes de Madrigalejo no tenían buenos recuerdos de los carlistas por hechos ocurridos en otras ocasiones.
Hechos ocurridos en la 1ª Guerra Carlista
En general, los vecinos de esta localidad no simpatizaban en absoluto con la causa carlista, como buena parte de las zonas rurales. Hay que tener en cuenta que la lucha carlista se organizaba en guerra de guerrillas, a través de las llamadas “partidas”, que estaban formadas por grupos de guerrilleros. Estas partidas realizaban escaramuzas de muy diversa índole y, bajo el pretexto de recaudar avituallamientos, entraban en los pueblos indefensos, saqueándolos y despojando a los labradores de sus cosechas[17]. Y no conformándose con ello, infringían toda clase de atropellos y vejaciones a la población.
La primera noticia que conocemos de la presencia cartistas en la población, está relacionada con el enfrentamiento entre las tropas isabelinas y la partida de Donato en Madrigalejo, donde fue abatida por la columna del general Soler el 9 de enero de 1838[18].
Casi un año[19] después, el 31 de diciembre, no fueron ya las tropas del ejército, sino los mismos vecinos los que tuvieron que defenderse ante la irrupción de la llamada banda de los “Palillos”, que tenían su radio de acción en la Mancha y que entraron en Extremadura a hacer de las suyas. Esta partida, que contaba con 200 hombres a caballo, después de no haber encontrado oposición en Almagro y en Talarrubias, entraron en Madrigalejo, donde les estaban esperando los vecinos con sus viejas armas para defenderse, haciéndose fuertes un grupo de ellos en la iglesia. Los carlistas ocuparon aquel día una tercera parte de la población. Y como venganza por la resistencia que encontraron, antes de retirarse, dejaron doce muertos, numerosas casas quemadas, saquearon las que pudieron y quemaron buena parte de los enseres del Ayuntamiento, entre los que se cuentan numerosos documentos del archivo municipal.
En el Archivo Parroquial, está recogida la referencia al oficio general de difuntos de diez de los fallecidos, con una misa cantada que tuvo lugar el primero de enero de 1839 y que fue oficiado por el franciscano fray Crispín Aynat, quien entonces ejercía de párroco en Madrigalejo. Los difuntos fueron los siguientes:
-José Rodríguez, viudo de Librana Puerto.
-Juan Fernández, marido de Mª Jerónima Liviano.
-Francisco González, conjunta persona de Catalina Moreno.
-Luisa Arroba, mujer de Andrés Romero.
-María Fernández, conjunta persona de Francisco Sojo.
-Gregorio Arnaz, conjunta persona de Mª Bera, natural de Caravaca de la Cruz, reino de Murcia y vecino de Llerena.
-Andrés Moreno, marido de Francisca Canchalejo, natural y vecino de Orellana la Vieja.
-Mª Jimeno, viuda de Juan Francisco, natural y vecina de Navalvillar de Pela.
-Vicente Canal, marido de Josefa, y natural y vecino de Orellanita.
-Antonio Tapias, natural y vecino de Villanueva de la Serena.[20]
Por tradición familiar como tatarabuela de mi padre, sabemos que una de las fallecidas aquel día, María Fernández -esposa de Francisco Sojo- fue abordada por los guerrilleros carlistas, a la que hicieron una serie de preguntas y no contestó, no porque no quisiera hacerlo, sino porque era totalmente sorda. El hecho de no colaborar, le costó la vida a esta buena mujer.[21]
3ª Guerra Carlista
Nada resaltable sabemos de la 2ª Guerra Carlista en la localidad de Madrigalejo, mientras que, sobre la tercera, tenemos algunas noticias, tanto llegadas por transmisión oral, como a través de documentos. Los carlistas, en esta 3ª guerra, siguieron practicando el sistema de guerra de guerrillas, incordiando a través de partidas, con ataques por sorpresa y rápidas retiradas. Es el caso que nos ha llegado a través de la tradición oral: un grupo de vecinos entraron en el pueblo a caballo, a todo galope, dando voz de alarma porque se habían topado con una cuadrilla carlista. Aquellos vecinos a caballo se metieron en la iglesia con la cabalgadura incluida, para hacerles frente desde su interior. Aquello no tuvo mayor recorrido, aunque sí provocó el enfado del cura rector, D. Matías Pazos, cuyas simpatías por el carlismo no disimulaba. Una vez desalojado el templo, el sacerdote volvió a bendecir la iglesia, como si de una inauguración se tratase[22].
También se nos ha transmitido por la tradición oral que el jefe de una de esas partidas, llamado Fuentes, entró sin problemas en Madrigalejo y se acomodó en una silla en medio de la plaza, sin saber que había gente armada en la misma torre. Desde allí salió una bala que mató a Fuentes. El autor del disparo fue el joven Francisco Fortuna Cuevas que, al ver el peligro que corría, salió huyendo hacia el monte de las Majuelas, donde trató de pasar desapercibido de sus perseguidores subiéndose a una encina, cosa que no logró porque su perro no se separó un momento de su dueño. No conocemos cómo terminó el joven Fortuna, aunque bien pudo resolverse con alguna suculenta suma de dinero, porque su padre era una persona con recursos.[23]
Sobre los sucesos carlistas ocurridos en 1873, la tradición oral está avalada por las fuentes documentales[24]. No sabemos exactamente cuándo tuvieron lugar las incursiones carlistas en la localidad, aunque podemos intuir que la amenaza ya era evidente a mediados del mes de agosto, cuando se recibió un comunicado del Gobernador Civil de la Provincia, con fecha de 21 de agosto, estableciendo pautas para la defensa[25].
Ya en la sesión del pleno de 31 de agosto, se dice que el pueblo había sido sorprendido por una partida carlista, que había exigido la cantidad de diez mil reales, aunque solo pudieron llevarse de las arcas municipales tres mil, según el recibo presentado. Precisamente el 17 de agosto aparece reflejado el cobro de la liquidación de la tercera parte del 80% de propios y su entrada en depositaría, ascendiendo la cantidad a 7.657 reales con 72 céntimos[26]. Es decir, encontraron dinero en la caja.
Conocemos más datos a partir de la sesión extraordinaria del día 10 de septiembre. En ella, se expresa la posición del alcalde, que dice así:
En atención a las graves circunstancias en que se halla el país en general y en este pueblo en particular, en donde existe a no dudarlo un poco de conspiración carlista, y mediante a que desde que penetró en este pueblo la partida Carlista mandada por Sabariegos, el Alcalde y los tenientes han trabajado incesantemente vigilando día y noche para impedir una nueva sorpresa, que era necesario procurar establecer un sistema de vigilancia bien ordenado, en el cual debían turnar todos los concejales, según conviene y debe ser, y seguir también el espíritu de la comunicación del Sr. Gobernador civil de la provincia, fecha veintiuno de agosto último.[27]
Las propuestas del Gobernador civil eran que cada concejal ocupara el puesto que se le hubiera sido asignado y que se estableciera una patrulla de vigilancia día y noche, muy particularmente desde la puesta hasta la salida del sol[28]. Y siguiendo el espíritu de la autoridad provincial, el Ayuntamiento acordó que:
…se formalice la patrulla y continúe el servicio de retenes establecido, obligando a prestar este servicio personalmente a todos los individuos domiciliados en esta población y que sean aptos para ello, facultando al Sr. Alcalde para que disponga lo que crea conveniente para el desempeño del servicio ya expresado.[29]
Estos documentos nos hablan de la presencia e incursión de facciones carlistas en la zona y en la localidad de Madrigalejo. También se habla de un poco de conspiración en el país en general y en este pueblo en particular. ¿Hasta qué punto se sufrió en esta ocasión más allá de la sorpresa, de la intimidación y de la expoliación de los recursos de las arcas municipales? Y al hablar de conspiración en este pueblo en particular ¿se está refiriendo a las simpatías que pudiera haber entre algunos vecinos a la causa carlista? Aunque los componentes de la corporación municipal fueran, en su mayoría, de ideología republicana, y aunque se mantuviera aún vivo el recuerdo de atrocidades pasadas cometidas por facciones carlistas, tampoco hay que descartar simpatías carlistas entre los vecinos, especialmente desde que se había producido la polarización de la sociedad y el anticlericalismo.
Teniendo en cuenta que no podía haber una tropa gubernamental en cada núcleo poblado y que las partidas podían entrar en cualquier población, había que organizarse para su defensa. Frente del estado de alerta se había facultado al Sr. alcalde, D. Juan Mansilla, siguiendo todas las propuestas del Gobernador civil. Así, lo primero era comenzar por una vigilancia bien organizada en turnos por “todos” los concejales, tanto de día como de noche, poniendo mayor cuidado en las horas nocturnas. El servicio de vigilancia se organizaba en patrullas y retenes, obligándose a prestar el servicio a todos los vecinos de la localidad que fueran aptos para llevarlo a cabo, teniendo en cuenta que faltaban los mozos de reemplazo, haciendo el servicio militar lejos, allá donde les hubiese correspondido.
También la tradición oral nos ayuda a conocer cómo afrontaba la población este tipo de escaramuzas de las partidas. Es el caso del grupo de vecinos que entraron a caballo alertando de que se habían topado con una cuadrilla carlista, sin duda sería un grupo de reconocimiento, encargado de vigilar los alrededores ante posibles amenazas. Era el estado de alarma en el que se encontraba la población.
Una vez que los guerrilleros hubieran entrado en el pueblo y a falta de un lugar fortificado, el edificio que reunía las mejores condiciones para resistir un rápido ataque, era sin duda el templo parroquial, pese a las protestas del párroco, como hemos visto que se utilizó en alguna ocasión anterior. La población se escondía donde podía. Sabemos por la tradición oral que uno de aquellos escondites fue entre la paja en los pajares, pero los guerrilleros conocían todas las tretas y pinchaban con las horcas entre la paja por si hubiera alguien allí escondido[30].
Vicente Sabariegos Sánchez
Se dice en el acta de la sesión del 10 de septiembre que la partida carlista que había entrado en Madrigalejo estaba mandada por Sabariegos. Fue este un militar español muy comprometido con la causa carlista desde el principio. Había nacido en Pidrabuena (Ciudad Real) en 1810. En la Primera Guerra Carlista, formó parte de la partida de su suegro, Manuel Adame el “Locho”, allá por 1833. Combatió en los ejércitos del Norte, de la Mancha y de Aragón y Valencia, llegando al grado de coronel mayor del Regimiento de Tiradores de la Mancha. No aceptó el Abrazo de Vergara (1839) y se unió a las tropas de Ramón Cabrera hasta que, en 1840, se retiraron a Francia. Estuvo exiliado en Londres y en Portugal. En la Segunda Guerra Carlista, en 1848, ascendido a brigadier por el pretendiente Carlos VI, entró desde Portugal como comandante general de la Mancha, donde estuvo organizando las partidas guerrilleras. Ese mismo año, herido y derrotado, regresó a Portugal, donde permaneció hasta 1858, momento en que regresó a España. Participó también en el alzamiento fallido del 1869 desde la Mancha y, con el fracaso de la insurrección, volvió a huir a Portugal. En la Tercera Guerra Carlista, estuvo al frente de las provincias de Extremadura en 1872; después fue nombrado comandante general de Galicia, donde no obtuvo buenos resultados y, tras la última derrota en mayo de 1873, se refugió en Portugal, desde donde regresó poco después para ponerse al frente de los batallones de la Mancha, Extremadura y Andalucía.[31]
Fue en ese momento cuando se produjo la incursión de Sabariegos en Madrigalejo, buscando recursos con los que financiarse. Después de aquellos días, finales de verano y comienzos del otoño, Sabariegos mantuvo algunos enfrentamientos con las tropas liberales, el último de los cuales fue en Retamosa frente a la Guardia Civil, en el que, a pesar, de salir victorioso, murió en combate el 6 de noviembre y fue enterrado en la vecina localidad de Deleitosa.[32]
- CONCLUSIÓN
La proclamación de la I República en Madrigalejo, aparentemente no trajo ningún cambio en la gobernación de su Ayuntamiento, más allá de su adhesión al nuevo orden de cosas y el manifiesto apoyo a la Asamblea Nacional, no solo por acatar el orden establecido, sino también por ser la mayoría de la corporación de ideas republicanas. La vida municipal continuó tratando los asuntos domésticos del día a día.
En esta localidad, se recibía con periodicidad regular los boletines oficiales, a través de los cuales estaban enterados de la legalidad vigente. Aquellos boletines se leían en las sesiones de pleno (en numerosas ocasiones era el único punto del orden del día), como también eran leídas las comunicaciones del Gobernador civil de la Provincia, a las que siempre acordaban darles cumplimiento y obedecerlas.
La política y los problemas del nuevo régimen, de alguna manera, también se hicieron notar en la municipalidad. Como ejemplo, hemos visto el mandato de tasación de los edificios de culto para llevar a efecto la separación Iglesia/Estado, o las incursiones de las partidas carlistas en la zona, con todo el estado de alarma que aquello suponía, así como las convocatorias a elecciones, tanto municipales como para diputados a Cortes.
En definitiva, aquel año de la proclamación de la Primera República, los vecinos de la localidad de Madrigalejo, según se desprende de las actas de sesiones de plenos del Ayuntamiento, continuaron con sus quehaceres habituales del día a día, con excepciones debidas a las convocatorias electorales y al sobresalto que debió suponer la entrada de la partida carlista de Sabariegos en la población.
BIBLIOGRAFÍA
J.P. RECIO CUESTA. “Carlismo y guerras carlistas en la Baja Extremadura”. Actas XVI Jornadas de Historia de Fuente de Cantos. Fuente de Cantos, 2016. (Págs. 13-42)
- RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S.A. Badajoz, 2008.
- VARELA SUANZES: “La Construcción del Estado en la España del siglo XIX. Una perspectiva constitucional”. https://revistasonline.inap.es/index.php/CDP/article/view/527/582
FUENTES
ARCHIVO MUNICIPAL DE MADRIGALEJO
ARCHIVO PARROQUIAL DE MADRIGALEJO
TRADICIÓN ORAL
WEBGRAFÍA
https://es.wikipedia.org/wiki/Guerras_carlistas
https://es.wikipedia.org/wiki/Regencia_de_Mar%C3%ADa_Cristina_de_Borb%C3%B3n
https://repositori.udl.cat/server/api/core/bitstreams/13d5ab01-3ddd-4e53-8003-c855f4da3eb0/content
https://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Sabariegos
https://dbe.rah.es/biografias/5528/vicente-sabariegos-sanchez
[1] J. VARELA SUANZES: “La Construcción del Estado en la España del siglo XIX. Una perspectiva constitucional”. https://revistasonline.inap.es/index.php/CDP/article/view/527/582 (Pág. 71).
[2] Ibidem, pág. 72.
[3] Se equivocaron al transcribirlo en el acta. En realidad, el ministro de la Guerra de la Primera República fue Fernando Fernández de Córdoba.
[4] Archivo Municipal de Madrigalejo (A.M.M.). Sig. 17-14. 16 de febrero de 1873.
[5] (A.M.M.) Sig. 17-14. 4 de mayo de 1873
[6] (A.M.M.) Sig. 17-14. 31 de diciembre de 1872
[7] (A.M.M.) Sig. 17-14. 20 de julio de 1873
[8] Guillermo TIERNO RÍOS. “Relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado Español (1868-1978). https://repositori.udl.cat/server/api/core/bitstreams/13d5ab01-3ddd-4e53-8003-c855f4da3eb0/content
[9] (A.M.M.) Sig. 17-14. 1 de junio de 1873.
[10] Ibidem.
[11] (A.M.M.) Sig. 17-14. 3 de mayo de 1873.
[12] (A.M.M.) Sig. 17-14. 10 de julio de 1873.
[13] (A.M.M.) Sig. 17-14. 24 de agosto de 1873.
[14] Ibidem.
[15] (A.M.M.) Sig. 17-14. 10 de septiembre de 1873.
[16] https://es.wikipedia.org/wiki/Guerras_carlistas
[17] L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S.A. Badajoz, 2008. Pág. 441.
[18] Ibidem, pág. 442, con referencia a A. PILARA: Historia de la Guerra Civil y de los partidos liberal y carlista, hasta la regencia de Espartero. Segunda Edición. Imprenta y Librería Universal. Madrid, 1869.
[19] L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Op.cit. pág. 443.
[20] ARCHIVO PARROQUIAL DE MADRIGALEJO. Libro de Difuntos nº3
[21] L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Op.cit. pág. 443. María Fernández y Francisco Sojo eran también los bisabuelos del beato Francisco Cástor Sojo López.
[22] Ibidem, pág.444.
[23] Ibidem.
[24] Ibidem. // (A.M.M.) Sig. 17-14. 31 de agosto y 10 de septiembre de 1873.
[25] (A.M.M.) Sig. 17-14. 10 de septiembre de 1873.
[26] (A.M.M.) Sig. 17-14. 17 de agosto de 1873.
[27](A.M.M.) Sig. 17-14. 10 de septiembre de 1873.
[28] Ibidem.
[29] Ibidem.
[30] Nuestro convecino Juan Moreno Sojo habla de que cuando peinaban a su abuela para hacerle el moño, contaba la historia de la cicatriz que tenía en la cabeza: fueron los carlistas cuando entraron en el pueblo; ella se escondió en el pajar y una horca manejada por un miliciano le rozó la cabeza.
[31] https://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Sabariegos . https://dbe.rah.es/biografias/5528/vicente-sabariegos-sanchez
[32] Ibidem. Y L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas Lugalreñas. Madrigalejo… Op.Cit., págs. 444 y 445.