José Luis Barrio Moya. Durante la baja Edad Media la ciencia farmaceútica en España funcionaba de manera diferente en los distintos reinos peninsulares. Así en la corona de Aragón la farmaciaquedaba al margen de las otras ramas de la sanidad. Por el contrario en el reino de Castilla, y al parecer desde el siglo XIV, la farmacia estaba supeditada a la medicina a través deunos representantes conocidos con el nombre de protomédicos. Con la unión dinástica de Castilla y Aragón porel matrimonio de los Reyes Católicos, aquellos monarcas trataron deunificar las diferentes lesgislaciones médicas de sus reinos, creando para ello el Tribunal del Protomedicaro1. En 1477 los Reyes Católicos dictaron unas ordenanzas en las queestipulaban “… que por los protomédicos y alcaldes examinadores que de nos tubieren poder, lo sean de todos nuestros reynos y señorios que agora son o fueren de aquí en adelante para examinar los físicos y cirujanos y ensal- madores y boticarios y especieros, hervolarios y otras personas que en todo o en parte usaren deestos oficios, y en oficios a ellos, y a cada uno de ellos anexo….. para que si los hallaren idóneos y pertenecientes les den carta de examen y aprobación, y liciencia para que usen los dichos oficios libres y des- embargadamente”2. Según se desprende de aquellas ordenanzas tanto los pro- tomédicos como losalcaldes ordinarios, que asimismo eran médicos, podían examinar a los boticarios. Pero esto planteó desde el principio un agudo pro- 1 El Tribunal del Protomedicaro estaba formado por toda una serie de profesionales que tenían como misión examinar a todos aquellos que deseaban dedicarse a cualquier rama del arte de curar asi comoconceder las licencias oportunas para ejercerlas. La bibliografía sobre aquella institución es abundante, destacándo los trabajos de Pascual Iborra.- “Memoria sobre la institución del Real Protomedicato premiadaen el concurso de 1884” en Anales de la Real Acedemia de Medicina, Madrid 1985-1986.- María Soledad Campos Díaz.- El Real Tribunal del Protomedicato castellano (siglos XIV-XIX), Cuenca, Universidadde Castilla-La Mancha, 1999. 2 Cit. por Guillermo Folch Jou: Historia de la Farmacia, 3ª edic., Madrid 1972, pág. 161. blema puesto que los médicos conocían la teoría farmaceútica, pero la práctica quedaba en manos de los boticarios, y ello creaba dos opciones contradicto- rias.En 1588 FelipeII decidió poner fin a aquel estado de cosas, promulgando una prágmatica en la que establecía que los aspirantes a boticarios fueran exa- minados por profesionales de aquellaespecialidad asi como que tenían que ser menores de 25 años, contar con cuatro años de práctica junto a un boticario examinado y aprobado y conocer obligatoriamente lalengua latina. Esta última exigencia no se debía, como en el caso de los cirujanos, “… a una pretensión de elevar el nivel de formación , sino más bien a la necesidad de entenderperfec- tamente las recetas de los doctores en medicina redactadas en aquel idioma”3. También quedaba estipulado las revisiones periódicas de las boticas a traves de lasvisitas que, en la Corte y cinco leguas alrededor de la misma estaban a cargo de los miembros del Tribunal del Protomedicato, mientras que en los demas territorios de lamonarquía era tarea de los corregidores y regidores a quienes tenían que acompañar un físico aprobado. Uno de los inspiradores de aquella prágmatica fue el burgalés Francisco Valles, famoso médico de Felipe II y protomédico de Castilla. Fue Valles “… quien organizó lavisita de las boticas situadas en su radio de acción como protomédico, visita que sería problemática desde sus inicios y cuyos resultados finales nadie habría sido capazde vislumbrar” 4. Ello fue debido a lo que en un principio iba a ser una tarea rutinaria acabó con un violento enfrentamiento entre el protomédico y los boticarios, contrariosestos últimos a las diferentes medidas que Valles quería imponerles a la hora de elaborar sus compuestos, sobre todo en lo referente a la forma de destilar las aguasmedicinales que se vendían en los boticas. Los boticarios, una vez finalizados sus estudios y aprobado el correspon- diente examen podían iniciar su carrera perofesional, tanto en las ciudades co- mo en hospitalesy monasterios de todo el reino, aunque para la inmensa mayo- ría de ellos sus máxima aspración era la de entrar al servicio del rey. Con res- pecto a esto último hay que subrayarque Felipe II acordó que en el Alcázar de Madrid funcionasen dos boticas. Una dedicada exclusivamente a los miembros de la familia real y otra para los criados y servidores depalacio.El personal de ambas instituciones estaba formado por un boticario mayor a cuyas órdenes trabajaban tres ayudantes, otros tantos mozos y dos encargados de lalimpieza, un destilador y varios profesionales encargados de recoger hierbas medicinales. …