Oct 012007
 

Ángel Paule Rubio.

La fragua, el herrero y el arte de herrar.

 

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Herrería de tío Casto Villanueva de la Sierra.

La Sierra de Gata, tierra desconocida y olvidada. Hogar de antiguos dioses. Escabrosa y granítica, de valles verdes, silenciosos, mudos. Territorio de fronteras. Ruinas de castillos. Misteriosa. Tierra de conquistadores y conquistados, siempre en lucha. Tierra de culturas, donde cristianos, árabes y judíos, han tenido su papel muy significativo en nuestra historia

 

Sus piedras y topónimos nos hablan de un pasado evocador.

Veintidós pueblos forman los macizos montañosos más occidentales del Sistema Central, o mejor de la Cordillera Carpetovetónica.

Comarca de olivos y vid; de robles y pinos. Bellos miradores naturales, como la Sierra de Jálama o “Xalima” otónimo de Salamati, que figura en un ara romana “Fuscus Deo Salamati” dedicada a la divinidad prerrománica: Salama.

La Sierra Dios Padre, nos permiten contemplar las bellezas de toda una comarca. Dónde San Pedro de Alcántara con pesada cruz sobre los hombres, la dejó clavada en lo más alta de esta Sierra.

Cuando el recuerdo nos lleva al pasado, nos deleitamos en aquellas  vivencias de niño. Trabajos artesanales, hoy desaparecidos, formas de vida que dejan huellas, ritos ancestrales. Esto me lleva a recoger la riqueza etnográfica de la Sierra de Gata.

Comienzo por uno de esos talleres, centro de reunión en los días de lluvia, donde el artesano trabajaba y enseñaba a sus hijos, trasmitiéndole de generación en generación las técnicas, saberes y secretos de su oficio.

Escojo un hombre, un pueblo y un oficio. Esto vale para todos nuestros pueblos serranos de los S XIX y XX y por deducción para todos los artesanos de la comarca.

Villanueva de la Sierra sería nuestro centro de interés.

Tío Casto y la familia de los “Cuecos” serían  nuestros artesanos

Un Arte Popular en metal sería su trabajo “El Herrero”

Tío Casto es un artesano del gremio de los herreros. Su herrería ocupó un lugar en la Calle del Laurel situado en SO de  la villa. Siguiendo la calle de N a S. la herrería estaba situada a la izquierda, enfrente, huertos familiares que, en su parte O., corría el Arroyo de las Higueras. Un pozo surtía de agua a la población de este sector, con un brocal de granito en el mismo arroyo. Se daban las condiciones idóneas para instalar su herrería. Detrás de ella una escuela de niños y otra de niñas en un mismo edificio, que antes, mucho antes, en el S. XVI-XVIII, fue “Pósito” o almacén de cereales, desde donde se ayudaba a los agricultores que tenían necesidad de determinados cereales para sembrar y, muchas veces, para comer. Era propiedad del Concejo.

Conocí a tío Casto siendo yo muy niño, como otros muchos, cuando íbamos a la escuela y antes de entrar, en el recreo, tal vez, a la salida, íbamos a su herrería, bien para tirar de la cadena del fuelle que avivaba el hogar, donde la pieza de metal, allí metida, se ponía roja, blanca y azulada, bien para contemplar la habilidad de tío Casto, o para calentarnos las manos al calorcillo del hogar. Sartenes, tenazas, rejas de labrar, candiles y otras más, propias de una sociedad artesanal, eran los útiles que salían de la fragua.

 

 

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Fragua: Fuelle, yunque hogar y bigornia.

La misma fotografía vista desde otro ángulo.

 

Tirábamos del fuelle con ímpetu de niño lo que  hacía, muchas veces, que la carbonilla encendida saliese con furia del hogar, cuan fuegos artificiales y tío Casto, con voz serena, firme y cariñosa nos decía: ¡despacio, despacito!

Tío Casto era mucho para los niños. Él nos hacía los picos de las peonas o peón, pero con chapetas, para nuestro juego favorito,”echar la peona”. Peón o peona, que previamente, otro artesano, tío Leoncio, del arte de la madera, nos había hecho del corazón de la encina

Villanueva de la Sierra es un pueblo situado al NE de la Sierra de Gata. Pueblo olivarero y viticultor. Centro geográfica y de comunicaciones donde se cruzan las carreteras Hervás-Portugal y Coria- Salamanca.

En su bagaje cultural tiene la de haber sido antes Villanueva del Obispo, pueblo residencial del Episcopado. Le corresponde el honor de ser el primer pueblo deslindado durante la reconquista en 1188. Cuna de la Primera Fiesta del Árbol en el mundo celebrada por un sacerdote D. Ramón Vacas Roxo en el año 1805, pueblo y clérigo de la comarca.

Estatua de bronce que representa a un soldado de Villanueva muerto en la Guerra de Marruecos, en la batalla del Zoco Had de Melilla el 4 de Septiembre de 1921, la encontrarás en el Parque Escolar. Bronce modelado por el insigne escultor Benlliure, que representa al soldado Inocencio Rubio, muerto en este combate.

Desde aquí el Sacerdote y jurista D. Antonio de Oliveros, secretario de las Cortes de Cádiz, hijo de este pueblo, levantó la voz en las Cortes de Cádiz en 1812 para defender la libertad de expresión con respeto y libre de coacción para todos los ciudadanos. Criticó el Tribunal de la Inquisición e instó a su desaparición. Es vergonzoso, dice: “ver como los fieles pagan puntualmente los diezmos, por muchos miles y se ven en la necesidad de pedir limosna para satisfacer sus necesidades.” Oliveros fue en las Cortes de Cádiz el ideólogo que movía los hilos de aquel momento difícil y de tanta importancia para nuestra Patria. Cuna de Loaysas y Girones, emparentados con Trujillo, Plasencia y con el continente americano.

Tío Casto, el herrero, el herrador y el arte de errar.

 

BIOGRAFÍA:

Nacido en Villa del Campo, hacia el año 1890 y casado con una  mujer de esta localidad. Muy jóvenes, él y su hermano Cándido, establecieron sus herrerías en esta Localidad. Uno en la Calle del Laurel ya citada y, el otro, Cándido, en la Calle de La Calzada. La saga de tío Casto continuó el oficio de artesano del hierro. Sus saberes los heredaron, su hijo Marcelino y, más tarde, su nieto Daniel. Podríamos hablar de ciento quince años desde.1890-2000. Período que corresponde a tres generaciones. Hoy, sólo queda, el recuerdo.

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Pintura en negro sobre un vaso ático, representando el taller de Hefesto (dios griego del fuego de la fragua y de los metales. Para los romanos se corresponde con Vulcano. S.VI a.d. C.

Actividades de la metalurgia. Trabajo de fundición. Dinastía XVIII reinando Tuntakhamon1333-1323 a. d.C.

 

LA OBTENCIÓN DEL HIERRO.

El hombre comenzó a elaborar objetos de hierro hace más de 4000 años. El primer hierro era obtenido a través de fragmentos de hierro, provenientes de meteoritos, golpeado en frío. El hombre no conocía el arte de reducir el mineral de hierro, cosa que aprendió posteriormente cuando inventó el horno que, a elevadas temperaturas, el artesano logró separar las impurezas del hierro del metal, sometiendo el mineral de hierro al calor del fuego, avivado por el fuelle que, incidiendo sobre el carbón formaría una masa dúctil y maleable, la materia prima para poder hacer los útiles del campo, los enseres de las casas, las llaves de nuestras puertas y toda una gama de útiles necesarios para la vida del entonces. Esta masa, fácil de compactar con el martillo, formaría barras o láminas necesarias para hacer  el útil que el artesano deseaba.

De la mano del horno estaba el fuelle que, avivando la masa de hierro por la combustión del carbón, posibilitó hacer piezas más grandes  y de mayor calidad.

A partir del S. XII, la energía hidráulica revolucionó el sistema aprovechando el agua como fuente de energía para moldear el hierro.

A partir del S. XV aparecen en Europa los altos hornos que lograron fundir el hierro, por lo que el uso y los útiles se diversificaron.

Topónimos de arroyos como Arroyo de las Herrerías, o de las Ferrerías, encontramos en España varios. No dudamos que este nombre nos dice que allí estaba enclavada una herrería. Recordemos Las Ferrerías de Asturias, complejo artesanal que tomando como fuente de energía el agua se trataba el hierro y se hacían toda clase de herramientas agrícolas y hoy podemos contemplar, pues siguen funcionando para recreo de los interesados en la cultura artesanal.

Aquí en la Sierra de Gata, también tenemos el Arroyo de las Herrerías. No hemos hecho una prospección ocular por la zona, pero sin dudarlo, allí debió existir una herrería.

El lugar, donde se transformaba el hierro en útil, es la fragua. Era un pequeño taller, compuesto de un hogar, el fuelle, la carbonera, el yunque, la bigornia y un conjunto de herramientas que, el mismo artesano, preparaba para su trabajo. Era un local pequeño, cerrado, poco iluminado y peor ventilado. Así era la fragua de tío Casto.

La forma de pago por el servicio, generalmente, en un principio, era la iguala que, en muchos pueblos, se hacía en especies.

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Horno de fundición. Dos artesanos avivando el fuego con los fuelles de pies.

Herrero forjando con un martillo, mientras aguanta el  metal con unas tenaza. Observar el fuelle.

 

Hacía el año 1500, Villanueva tenía su fragua, propiedad del Concejo y arrendada al artesano para que los campesinos tuviesen cubiertas sus necesidades de abastecimientos de herramientas y el herrado de sus animales de labor. Esta fragua, por los albores del S. XVI, se ubicaba en la Fuente del Palacio junto a una fuente y a un arroyo, el de Cagancha. La fragua necesitaba agua para el templado del hierro que, después de batirlo a golpe de martillo sobre el yunque, era  metido en una pila de granito llena de agua. Y allí, sumergida, obtenía el útil su dureza, su temple.

El trabajo de forja en el S. XVII fue muy importante, llegando a crear su propia escuela: La Extremeña. El Catastro del Marqués de la Ensenada elogia el gremio de los herreros, cerrajeros, cuchilleros con un  total de 810 maestros, 234 oficiales y 41 aprendices, sólo para la provincia de Extremadura. Más tarde pasó la hegemonía a Andalucía, donde, hoy, sigue en actividad.

 

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Bueyes arando. Observar la reja de cuña.

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Azada romana. Museo de San Gerain-en-Laye, Francia. Nada ha cambiado de las  usadas hoy.

Martillo trinchante, parecido al hacha de doble filo, procedente de Pompeya. También pudo haber salido de la fragua de tío Casto.

 

Tío Casto hacía todo lo que necesitaba una sociedad autárquica. Recuerdo sus candiles, morillos, rejas de arado, sartenes, cantarillas, cucharas “Gerreñas”, tenazas, trébedes y los picos de chapeta para nuestras peonas.

 

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Labor del campesino con arado y reja de virola o de cuña.

Reja de cuña o virola. Mallorca s. XII

 

La escuela de niños y niñas estaba al lado. Desde nuestros pupitres contábamos y cantábamos el repicotear del yunque, con tal maestría que parecía y, aún hoy, me parece, una relajante melodía.

Es la hora del recreo y tío Casto ya le había puesto el pico a nuestras peonas, pero, eso sí, con chapetas. Otro artesano, tío Leoncio, el sillero, nos había hecho la peona de madera, pero del corazón de la encina, dura, para poder resistir los picotazos que recibía de otras peonas que, en entretenido juego, con pasión y coraje, otros niños, lanzaban la suya sobre la nuestras y era un orgullo resistir su ímpetu en el terreno de juego.

Recuerdo, sentado en un pupitre de la escuela el repicotear del martillo sobre el yunque, hasta contaba sus sones, cuando la lección no me gustaba. Añoraba el recreo para calentar nuestras manos frías que tío Casto nos dejaba poner al calor del hogar.

Recuerdo como hacia las “lañas” para poner los hondones de las sartenes, cazos o calderos. Cortaba la lata en trozos romboidales de unos dos cm. de lado y con un alicate de puntas finas iba enrollando la lata en forma de espiral. Seguidamente en una pletina de hierro, con agujeros de diferentes tamaños metía la lata espiriliforme y, a golpe de martillo. iba haciendo el clavo. Una vez hecho, sujetaba el fondo de la sartén, cazo o caldero para tapar sus agujeros con aquellos clavos que previamente  había formado.

 

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En la fragua forjando un caldero calentado con un martillo sobre yunque. S. V d.C. Museo de Nápoles

 

Era un artista en el arte de hacer candiles. De Plasencia traía las planchas de hierro estañado con un espesor de entre 0,5 y 1 mm. Algunas veces las estañaba él. Lo veo sentado sobre un burro de madera, con zamarra de fuerte piel de cuero, gafas de alambre con cristales redondos y pequeños, caídas sobre la nariz, para así poder ver por encima de ellas sin necesidad de quitárselas. Sobre el burro la bigornia o cruceta. Martillo de pico curvo. Tijeras de cortar hierro. Varios punzones de distintos calibres Otro martillo de combar o ahuecar. Plancha de plomo que servía de base para trabajar el hierro. Molde de granito, donde a partir de golpes bien dirigidos tío Casto iba dando forma a la candileja, depósito de aceite, el superior y debajo otro para recoger el aceite que podía deslizarse por la piquera del candil.

 

EL CANDIL Y SUS PARTES

 

-Candileja, parte inferior del candil, donde se depositaba el aceite y el moco que se desprendía de la torcía, que era un trenzado de tela.

-Candil, llamado a la parte superior de la candileja, que contenía el aceite.

-Garabato, vástago de alambre que servía para colgar el candil.

-Pitón, saliente en forma de punta, que penetra en una ranura para que el candil guarde su horizontalidad y verticalidad.

 

Formas: Los candiles de Tío Casto tienen forma variada, de pájaros enfrentados, de rosas, de claveles, de cruces, ribeteados, o simplemente circulares. Me refiero a los adornos de las pantallas que hermosean el candil.

 

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Candiles de tío Casto en chapa

Candil y candileja. Garabato

Llave, tijeras de esquilar y farol. Es de notar que la tijera de esquilar se usó desde el s XV hasta el XX

 

PROCESO.

Era el candil un objeto de regalo que se hacía a los novios al casarse. A su luz se estudiaba, trabajaba y se cosía. A su luz se consumían las veladas de las frías y largas noches de invierno. A su luz el médico contemplaba la cara del enfermo, el nacimiento de un niño. A su luz se recorrían las estancias de la casa.. Su luz era todo.

Francisco Gómez de Gómara en su “Crónica General de las Indias” en el año 1551 decía: “Los españoles mostraron a los indios el uso del candil y del hierro con que mejoraron sus vidas”

Sobre chapa de hierro estañada, o no, se ponía una plantilla, de hierro de la forma del candil deseado. Con una lezna o útil puntiagudo se rayaba su contorno. Una vez dibujadas se recorta con ayuda de una tijera de mano, o de un cortafrío, apareciendo el grabado según su modelo. Las candilejas o cazoletas, se llevan sobre una piedra de granito, donde previamente está esculpida la forma del depósito del candil. A golpe de martillo se va dando la forma del molde. Esta parte del candil permanece en el molde. Seguidamente se lleva la otra parte del candil o candileja sobre el molde, ya ocupado y, sobre él, se superpone la otra parte del candil y se le da forma, de tal manera que dentro del molde están los dos depósitos del candil, el superior, mas pequeño y, el inferior, más grande perfectamente encajados Se desbasta con lima plana y de media caña los rebordes para conseguir una línea uniforme.

La última parte consiste en darle un baño de estaño, si previamente no ha venido la chapa ya estañada. Se le quita el óxido sumergiéndolo en una pila de granito que contiene ácido sulfúrico, durante varios días. Después se le daba con ácido clorhídrico para que el estañado compactase con el hierro. Por último se funde el estaño en un recipiente, donde se mete el candil. Esta era la operación más difícil. Ahora resta, inmediatamente de sacarlo del baño, quitarle las impurezas, los grumos y las motas del estaño, cosa que se hace con un hisopo de estaño.

Todo este trabajo se llevaba a efecto en las fraguas. En el S. XVI eran propiedad del Concejo y las arrendaban al artesano que previamente la solicitara. Se ajustaba por contrato y generalmente se pagaba en especies.

En la Ordenanzas Generales del año 1500 y retocadas en el año 1753 nos dicen que la fragua en Villanueva estaba situada, como todas, junto a fuentes arroyos o ríos. La de Villanueva junto a la Fuente del Palacio. El agua era necesaria para dar el temple. Por él la reja, la herradura o el candil eran blandos o duros. Los blandos se desgastaban y. los duros se rompían. Esta es la diferencia. Dar temple era secreto. Era así, como, el alma de la fragua y la sabiduría del herrero. Tío Casto era hombre templado como el temple que daba a sus creaciones

 

DE LA SANDALIA A LA HERRADURA A TRAVÉS DE LA ARQUEOLOGÍA

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Sandalias aplicadas al casco antes de la invención de la herradura

 

 

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Hiposandalia.

Sandalia colocada a un caballo de Julio César

 

 

Ha sido la Arqueología la que nos ha presentado una evolución desde aquella primera forma de proteger los cascos de los caballos hasta la invención de la herradura.

Diferentes tipos de sandalias aplicadas a los cascos antes de inventar la herradura. Si observamos, estos tipos, veremos que la forma de sujetar la sandalia al casco, mas bien, al pie del animal podría lastimarlo. La realidad era, que este tipo de calzado producía rozaduras y desgarros de piel.

HERRAR ES UN ARTE

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San Eloy herrando un caballo

Introducción del yugo S. XV. Observar el arado con reja de cuña o virola.

 

Como todo gremio, el de herreros y herradores, tenía como patrón a San Eloy y su fiesta se conmemoraba el día 2 de Diciembre.

Tío Casto, era un artista en el gremio de los herradores. Su taller y su herrería eran la misma cosa. Dejaba el candil, hacía la segureja o herraba un caballo. Pasaba de una a otra actividad sin perder el tiempo.

Su fragua estaba situado en la Calle del Laurel en el SO del pueblo, paralela al Arroyo de las Higueras. Una fuente muy cerca “La Fontanita” y un pozo de brocal circular de granito en aquel momento surtía de agua potable a esta parte del vecindario aquí ubicado. Local rectangular, pequeño, con una sola ventana y puerta. Su luz era la del sol. Un fuelle gigante con cadena de hierro avivaba el carbón de brezo, que ablandaba el duro hierro y daba el temple al metal. En el centro el yunque sobre tronco de árbol. Allí se moldeaban las piezas. Se pegaban o empegaban, como así se decía, hierro con hierro. Era el “alma mater” del tío Casto. El martillo, en una mano, las tijeras sujetando el hierro incandescente en la otra, a base de martillo y repiqueo en yunque, de forma armoniosa, delicada y sonora iba tomando forma la pieza que Tío Casto tenía en su mente. Tío Casto era como un Miguel Ángel, que su cúpula vaticana estaba ya dibujada en su consciente Tío Casto sabía como iba a quedar su obra cuando quedara  terminada.

Los niños adorábamos a Tío Casto. Él nos hacia, como ya he dicho, los picos para nuestras peonas con “Chapeta.”

Frente a la puerta de la herrería, unas argollas clavadas en la pared para atar al animal que iba a ser herrado.

Este evento, más bien, se realizaba por la mañana temprano o por la tarde. El dueño del animal le levantaba la mano o la pata, según fuera preciso. La colocaba encima del muslo del dueño. El herrador se colocaba entre el frente y el lateral del miembro a herrar. Antes de empezar, el herrador examinaba el casco, mentalmente medía su tamaño y, dejando la pata en el suelo, entraba en la fragua, escogía la herradura que mejor le convenía a su tamaño y volvía hacia el animal. Vuelta a levantar la pata o mano y empezaba a desbastar su casco, con mimo y cuidado. Cuando todo estaba listo, tío Casto colocaba la herradura y con clavos especiales, de cabeza tronco-piramidal y vástago endeble, laminar, no redondo, para que el animal sufriera poco o nada, iba clavando clavo a clavo, dando golpes en el clavo y también en la herradura. Clavada ya a su casco, era necesario recortar el casco, redondeándolo, para que, fuera de la herradura, no sobresaliera.. El clavo se clavaba en forma diagonal desde el interior hacia el exterior, de modo que el clavo salía unos centímetros mas lejos de la herradura y ese excedente de clavo lo cortaba y a manera de grapa lo sujetaba al casco. El trabajo estaba terminado.

El herrador conocía muy bien su oficio. Distinguía los cascos de los animales, sus. enfermedades y sus remedios. Era el veterinario del momento. Curaba enfermedades que conocía por la práctica del buen hacer diario. También Tío Casto castraba a los animales. Tengo mis recuerdos. Extraía las muelas del animal, unas veces por dolor y otras porque el animal no podía comer, intuía que  la causa era una muela. crecida.

 

UN POCO DE HISTORIA SOBRE EL ARTE DE HERRAR.

“He visto al herrero en su trabajo, en la boca del horno.

Sus dedos  son como garras de cocodrilo”.

 

San Eloy fue un santo herrador  y maestro de este gremio en Francia y Patrón de los de España.

Durante la Edad Antigua, se desconocía el arte de herrar. Los caballos se valoraban por la dureza de sus cascos. Esta cualidad fue cantada por los poetas como Homero (IX-VIII a.C.), Virgilio (I a.C.) y Horacio (I a. C.), también por el Profeta Isaías ( VIII-VII a.C.), cuando profetizaba las ruinas de Jerusalén (70 d.C.) por los ejércitos de Tito (I.d.C.), hijo del emperador Vespasiano (69-79 d.C.), dijo: Sus flechas están aguzadas; los arcos ya tendidos; los cascos de los pies de sus caballos son duros como el diamante y las ruedas de sus carros vuelan como la tempestad.”

Varrón (116-27ª d. C.) en su “Tratado de Agricultura”, hablando de las cualidades que deben adornar a todo buen caballo consigna: ”Las piernas serán derechas; las rodillas, redondas y los cascos duros”.

Jenofonte (427-355 a.C.) en su “Tratado de Equitación”, escrito 500 a.C manifiesta: ”En estas jornadas me hice cargo de las ventajas del casco duro y las desventajas del casco blando, aunque cuando se desgastaban los protegía de una especie de zapato confeccionado con cuero crudo, llamado embataix.

Columela (I d. C.), contemporáneo de Augusto, escribe sobre como tienen que ser las cuadras: ”El suelo será de un pavimento de  madera de encina; este piso duro y compacto endurece los  pies de los caballos, cuyos cascos deben ser duros, altos, cóncavos y redondos”.

Suetonio (76-160 d. C.) cita que el emperador Nerón llevaba un séquito de mil carruajes tirados por caballerías calzadas con sandalias de plata. Las mulas de Popea, la mujer de Nerón, las usaba de oro. Los soldados de Constantino el Grande, en el año 300 comentaban que el excesivo desgaste de los cascos sobreviene la fiebre intensa que arrebata al animal. Además sucede con frecuencia que las cuerdas y correas que sujetan las sandalias cortan la piel y ponen al descubierto los tendones con peligro de sus vidas.

Por todas estas razones se hacia necesario inventar algo para proteger sus cascos y no dañar sus tendones.

Este privilegio estaba reservado para los druidas, sacerdotes herreros celtas de las Galias, que trabajaban los metales. Son ellos los que forjaron la herradura. Tuvo un principio sacerdotal y sus artífices gozaron de todos los honores que el iniciado oficio les deparaba.

Cuando Julio César conquistó las Galias, en el 52 a. C., este pueblo herraba a sus caballos Para confirmar esta tesis, M. Castán, archivero y paliógrafo del condado de Alesia encontró millares de tumbas a tres pies de profundidad con herraduras de caballos.

En la Edad Media, en el lugar donde tuvo lugar la batalla de Crecy, año 1346, se encontraron herraduras gruesas forjadas.

El Gran Capitán dijo en Berletta en 1503: “No acostumbro a combatir cuando a mis enemigos se les antoja, sino cuando la ocasión y circunstancias lo impiden. Así esperad a que mis soldados tengan tiempo de herrar a sus caballos y limpiar sus armas.”

El arqueólogo M. Chifflet en 1665 encontró una  herradura en el sepulcro de Childerico, primer rey de Francia, que murió en el año 481.

En España, este arte fue introducido por los godos en el S. V. Según Luis Vives, el primer herrador se llamó Hércules el Tebano que, cuando se inventaron los juegos de caballería, herraba los caballos en los campos turdetanos, hoy Tarifa.

El primer libro editado en España sobre la forma de herrar en Sevilla s. XII fue por el ilustre doctor musulmán Abú-Zacarias-Yahia.

En el año 1298, los herreros, herradores, albéitares formaban una Hermandad en Valencia bajo la advocación  de su patrón San Eloy.

Los Reyes Católicos en su Real Pragmática en Sevilla el 13 de abril del año 1500 reglamentó este oficio.

 

EL ARTE DE HERRAR ES UN OFICIO NOBLE

El arzobispo Hugues I, siglo XI, de los nueve oficiales de su palacio, uno era el mariscal herrador. Las Leyes y Códigos de Gran Bretaña dicen que el herrador ocupaba un puesto distinguido. El gran hipiatra (del gr. hippos, caballo, y iatreía, curación) francés Solleisel en el año 1664 decía: “Se ha visto a reyes que sabían forjar herraduras, y la mayoría de las personas distinguidas sabían clavarlas para  herrar ellos mismo a sus caballos.”

Queda expresado que el arte de herrar tiene un origen noble y una bella historia. El herrador estaba en la aristocracia de las artes liberales. Este arte evolucionó hacia la Veterinaria, puramente científica e industrial, sus escuelas han sido elevadas al rango de Universidad.

CONNOTACIONES SOBRE LA HERRADURA

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Herradura clavada en la capilla de  San Saturnino

Herradura grabada

Herradura hallada en el panteón de Childerico

 

Hay creencias que las herraduras son milagrosas y algunos hombres de armas las llevan sobre escudos y blasones. Hay herraduras clavadas en las puertas de las iglesias que tienen la virtud de ahuyentar a las brujas La herradura de San Jorge fue, en tiempos, reliquia famosa de Leipsik.

Connotaciones mágicas: El hierro meteórico, ya comentado, se vinculó a  la mitología, a las fuerzas celestas, a los dioses. Recordemos al dios Hefestos, a Vulcano y a otros que eran temidos y adorados por los hombres que encontraban una simbiosis de dioses y mineral, era más bien este mineral relacionado con el arte de la guerra, mientras que el hierro extraído de las minas, estaba asociado a  fertilidad de la tierra.

DIFERENTES TIPOS DE HERRADURAS

 

 

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Herradura de origen galo

Moneda romana en tiempo de Domiciano

Herradura del S. V

Herradura de la Edad Media

Herradura hallada en el Castillo de Logron.

Herradura del s. XIV

 

 

 

 

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Carro de la época romana (Bajorrelieve del Museo de Avignon. Observar los clavos).

Cerramos nuestro trabajo con la representación iconográfica del artesano en la Baja Edad Media.

 

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Retablo de San Sebastián y San Eloy, patrón de los herreros. S. XV, Museo Nacional de arte de Cataluña.

Fijemos nuestra atención en San Sebastián, capitán romano, sujetando la herradura que San Eloy prepara para herrar su caballo.

Villanueva de la Sierra. Agosto 2007

Ángel Paule Rubio. Prehistoriador.

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