Oct 011988
 

Juan Sánchez González.

El objetivo que persigue esta comunicación es incitar y promover la reflexión de las personas que profesional o vocacionalmente se ocupan de temas relacionados con la identidad de Extremadura y la conquista y colonización de América. Esta reflexión, además de constituir una exigencia ineludible del momento en que vivimos, ha de posibilitar, si se realiza consecuentemente, un conocimiento operativo y una comprensión y valoración ponderada de la verdadera significación histórica extremeña; sólo así podrán ser superadas las sensaciones y los complejos de frustración e impotencia provenientes de mitos, tópicos, triunfalismos adormecedores y fatalismos atávicos incubados durante siglos y de los que es difícil sustraerse. No olvidemos que vivimos en una época donde el discurso grandilocuente, encomiástico y los artificios retóricos ceden progresivamente terreno a los criterios de credibilidad, búsqueda de objetividad y rigor historiográfico.

El tema de los conquistadores y de la presencia de Extremadura en América ha sido -y es en la actualidad- objeto de atención para un numeroso grupo de investigadores y estudiosos que desde una multiplicidad de puntos de vista han tratado de abarcar un objeto de estudio sumamente complejo. Dicha complejidad se ha intentado minimizar, en no pocas ocasiones, utilizando el recurso reduccionista del tamiz ideológico. Es por ello que no se ha dudado en moldear la realidad partiendo de concepciones preconcebidas al objeto de justificar un determinado estado de cosas o con la intención de oponerse frontalmente a ellas. La controversia, el apasionamiento y la manipulación, confesada o no, han hecho posible que este tema adquiera unas dimensiones que superan en mucho su incuestionable interés historiográfico, convirtiéndole en uno de los capítulos fundamentales de la historia de las mentalidades colectivas. Tan importante como el tema en sí, ha resultado la proyección ideológica de la que es objeto.

Los llamamientos a la reflexión, a la ecuanimidad y las denuncias de pretendidas e interesadas deformaciones de la realidad han sido realizados en numerosas ocasiones por personas de reconocida competencia y renombre; pero sucede que incluso esas mismas personas no siempre han podido verse libres de inculpaciones, adoleciendo con frecuencia, sus trabajos de los mismos vicios que programáticamente denunciaban[1].

Con todo, es evidente que en la actualidad se percibe una fuerte tendencia historiográfica orientada a proporcionar un mayor rigor a los trabajos, un distanciamiento mayor del investigador con respecto a su objeto de estudio, un menor compromiso ideológico y una actitud más serena y equilibrada. De todas maneras, y como tendremos ocasión de comprobar, todavía no son pocos los que prefieren seguir enarbolando banderas de uno u otro signo y los que quieren seguir considerando este tema como recurso para adoctrinamiento de masas.

Tras esta introducción vamos a pasar al análisis de las diferentes valoraciones e interpretaciones que la presencia de Extremadura en América ha suscitado en intelectuales y eruditos extremeños durante ésta y la anterior centuria. Antes de comenzar, advertiremos que no es nuestra intención realizar un estudio exhaustivo y pormenorizado. El tema lo dejamos abierto, pues éste es un campo de investigación que requiere una gran dedicación en tiempo y esfuerzo para ser cumplimentado satisfactoriamente. Por ello, nuestro trabajo supone una primera aproximación que -con la apoyatura bibliográfica precisa- puede proporcionarnos las bases mínimas que sustenten un proyecto de investigación de más amplias dimensiones.

Por ello en esta comunicación tan sólo desarrollaremos una de las facetas del problema, uno de los múltiples aspectos -eso sí de primerísima importancia- digno de consideraración, ya que constituye el núcleo central en torno al que giran la mayoría de los trabajos sobre Extremadura en América. Analizaremos la estructura y organización interna a que responden este tipo de publicaciones y sus conexiones con la elaboración del concepto de extremeñidad.

La bibliografía consultada ha sido cuidadosamente seleccionada partiendo del siguiente criterio: preferentemente obras orientadas a la reflexión sobre las señas de identidad de Extremadura y su singularidad regional. Es decir, hemos obviado intencionadamente las abundantísimas biografías de conquistadores y las monografías sobre la conquista y el descubrimiento de América, aspectos que serán considerados en posteriores trabajos.

Estructura y organización interna de la publicística americanista extremeña.

Después de estudiar un conjunto numeroso de publicaciones de épocas, tendencias y autores diversos que abordan la temática de Extremadura y América, podemos constatar que por encima de divergencias y similitudes de contenido, la mayor parte de ellas están diseñadas a partir de un patrón común y tratan de ofrecer respuestas a idénticas preocupaciones.

Consciente o inconscientemente los autores elaboran su obra desarrollando e incidiendo en una serie de aspectos que, por su reiteración, podemos considerar centrales y de «inevitable» referencia. Es curioso constatar el hecho de que prácticamente desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la actualidad, la estructura formal de este tipo de estudios guarda más similitudes que diferencias. Incluso, desde el punto de vista de los contenidos, se observa una linealidad en las interpretaciones de uno u otro signo que nos informa entre otras cosas del peligroso anquilosamiento en que se encuentran estos estudios. Es necesario que cambie la metodología y la intencionalidad del investigador si se quiere salir del atolladero, pues no se puede estar constantemente respondiendo a las mismas preguntas ni a las mismas hipótesis de trabajo; se necesitan generar otras nuevas si queremos progresar en el conocimiento, si queremos avanzar en la investigación. Pero, ¿cuáles son esas preguntas y esas hipótesis de trabajo que han organizado y continúan organizando las notas y la mente de tantos investigadores y estudiosos preocupados por el tema americano?

Explícita o implícitamente, estos autores parten de los siguientes presupuestos:

  1. Es necesario destacar las calidades excepcionales y la magnificencia de la conquista y colonización de América, haciendo hincapié en que constituye uno de los sucesos más importantes de la historia de la humanidad.
  2. A continuación se incide en que el protagonismo en dicho acontecimiento corresponde a los españoles y más concretamente a los extremeños, y ello constituye un timbre de honor del que es necesario sentirse orgullosos.
  3. La «leyenda negra» está siempre presente en la mente de estos investigadores. Sin hacer referencias explícitas, o mediante alusiones directas, todas estas obras están orientadas a desmontar con todo tipo de argumentos, la imagen negativa para España y Extremadura que ella proyecta. Se trata, pues, de construir la «leyenda blanca». Cuesta mucho trabajo reconocer los defectos y arbitrariedades de la conquista, pero cuando ello resulta inevitable, los autores sienten la necesidad de encontrarles justificación[2].

A partir de aquí, los aspectos que reclaman la atención de los estudiosos suelen ser específicamente extremeños centrándose en torno a las siguientes cuestiones:

  1. ¿Cómo explicar el primerísimo papel que desempeña Extremadura en dichos acontecimientos?, ¿Por qué Extremadura tuvo un destacadísimo protagonismo en la conquista?
  2. ¿Qué causas condujeron a los españoles y particularmente a los extremeños a la conquista, emigración y colonización de América?, ¿Qué buscaba el conquistador extremeño en Indias?
  3. ¿Quiénes fueron a América, quiénes eran los conquistadores? ¿Cómo es su psicología y personalidad?, ¿Responden los conquistadores al prototipo de hombre extremeño?
  4. ¿Por qué la Extremadura actual se encuentra tan desdibujada si fue ella precisamente quien hizo posible en el siglo XVI una empresa que causó asombró al mundo?, ¿Que necesita Extremadura para recuperar ese protagonismo y salir del estado de postración en que se encuentra?

Las respuestas a estas cuestiones obedecen a la siguiente tipología:

1.- Extremadura es la esencia de España y la síntesis del espíritu español[3]. Ella ha contribuido y colaborado siempre que se su intervención le ha sido solicitada, aportando lo mejor de sí. El argumento definitivo es que la psicología y el peculiar carácter de los extremeños, les hace especialmente dotados para una empresa de tal envergadura.

2.- Resulta difícil establecer una tipificación de los motivos que, según estos estudiosos, originaron la conquista americana y la presencia de extremeños en América, sobre todo debido a que no siempre logran diferenciar las causas que propiciaron la empresa americana de los rasgos sicológicos que atribuyen a los protagonistas de la misma. Podríamos decir, sin incurrir en grave error, que para la mayoría de estos estudiosos la conquista tuvo una motivación eminentemente sicológica y que fue el espíritu de los conquistadores y del pueblo extremeño el que prevaleció sobre otras circunstancias de naturaleza mundana. A pesar de que todos consideran fundamental la psicología y el carácter de los conquistadores, también se aducen otra serie de condicionantes que conviene considerar en su justa medida, ya que no todos participan de los mismos criterios y es frecuente observar contradicciones incluso dentro de cada autor.

En cuanto a la explicación sicológica -a la que tendremos ocasión de referirnos en otro lugar- todos coinciden en apuntar al afán y sed de aventuras, el idealismo aventurero del alma extremeña, el deseo de adquirir gloria, honores, nombre, honra, fama y prestigio social, el ánimo valeroso y la ambición heroica del extremeño, y por último la espiritualidad de la conquista. Ninguno pone en duda esta serie de atributos aunque sí es cierto que no todos les conceden la misma importancia: algunos catalogan estos factores como determinantes, mientras que a otros les merecen la consideración de secundarios.

También aducen estos autores la causalidad económica, generalmente en un segundo plano, y muy matizada. Algunos hablan de inadaptación al medio ambiente y de desacomodamiento con la realidad, del deseo de hacer fortuna y de búsqueda de ventajas y mejoras materiales. En ocasiones han de reconocer la influencia del latifundio y el mayorazgo y que en muchos casos la emigración a América sirvió para intentar remediar necesidades vitales, pero concluyen que a los extremeños lo que fundamentalmente les guiaba era el anhelo de conseguir una vida más pura, más humana, más bella y más justa, además de una voluntad imperial de llevar la cultura y la fe a tierras desconocidas y de ampliar la hegemonía española. La insaciable ambición y la pasión por el oro que tantas páginas ocupó a los detractores de la conquista apenas adquiere relevancia en comparación con el resto de los factores aludidos.

Muchos autores aducen otra serie de motivos de muy variada naturaleza: impulsos misteriosos, inadaptación de guerreros a una sociedad pacificada, voluntad de echar raíces, cercanía de los puertos de embarque… Hay incluso quien[4] llega a decir que los extremeños fueron a América a padrear, a colmar su hambre de tierras y de mujeres, movidos por ese espíritu genesiáco y fundador, por ese afán de señorío que siempre les ha caracterizado.

3.- Las referencias y los calificativos que se suelen aplicar a los conquistadores ponen de manifiesto el deseo de encumbrar a estas personas elevándolas a esferas sobrehumanas muy alejadas del resto de los mortales. Pretenden presentarlos como ejemplos a seguir, espejos donde se han de reflejar todos los extremeños. Todo en ellos es digno de alabanza, es digno de admiración. Las cualidades negativas que otros investigadores se empeñan en señalar –ambición, codicia, crueldad…– se suavizan resaltando lo que de positivo puedan aportar, se minimizan con respecto al conjunto de atributos o, en caso extremo, se las encuentra justificación. Estos estudiosos sienten el compromiso interno ineludible de defender con saña a los conquistadores y de retratarlos limpios e inmaculados. Son conscientes de que están construyendo y alimentando un mito al que han de dotar de la fortaleza suficiente para que resista los embates del enemigo.

De esta manera los conquistadores son hombres incomparables, héroes fabulosos, caudillos legendarios, titanes, semidioses, dioses mitológicos del descubrimiento, memorables campeones de la fe, poetas oprimidos por el cinturón azul del horizonte; en definitiva unos personajes que se sintieron enormemente atraídos por lo extraordinario de la empresa e impulsados por nobles ideas, que prefirieron buscar el azar, la fortuna y la gloria que vivir una vida de oscuridad o modesta medianía.

De entre sus muchas cualidades destacan la intrepidez, valentía, genialidad, generosidad, reciedumbre, tenacidad, arrogancia, altivez, audacia, capacidad de sacrificio… También se resalta su carácter emprendedor, su falta de vanidad, su espíritu de amistad, compañerismo y camaradería, su idealismo, fantasía e ingenuidad y, como no, su acentuado patriotismo y españolismo[5].

Por ello el léxico utilizado con respecto al acontecimiento que protagonizaron no puede ser más exaltado. Así se habla de empresa que causó asombro al mundo, de inauditas hazañas, epopeyas imperecederas, conquista civilizadora, hazaña por la religión y por la patria, gesta gloriosa, grandiosa obra colonizadora humana y plena de valores espirituales en la que se impuso la fusión y asimilación sobre la destrucción y extinción.

Los conquistadores y el ideal de extremeñidad

Todas estas digresiones han tenido como finalidad aportar unos mínimos elementos de juicio que nos permitan abordar esta escurridiza y problemática cuestión. El profesor

Palacios Martín[6] en un reciente estudio publicado en la rev. Alcántara dedica un epígrafe a este tema donde indica que la gesta americana se convirtió «muy pronto en un timbre de gloria utilizado como soporte de la regionalidad extremeña». Apunta este autor que fue fray Francisco de Coria en los albores del siglo XVII, «el primero que invoca la empresa americana como base y fundamento de la extremeñidad», movido por un deseo legitimador de la regionalidad que le lleva a escrutar el pasado para «buscar una empresa en la que la participación extremeña fuera manifiestamente igual y aún superior a la de otras tierras».

Ciertamente, éste es el sentido de gran parte de las elaboraciones ideológicas e interpretaciones que la mayoría de los autores a que nos venimos refiriendo dan a sus obras. Ahora bien, nunca esta de más puntualizar y situar las cosas en su debido contexto si ello sirve para una mejor comprensión del problema. Pensamos que sería más preciso el término elemento configurador que el de soporte de la regionalidad, en el sentido de que la epopeya americana es uno más de los referentes que estos estudiosos establecen. La empresa americana es considerada en estas teorizaciones más como un elemento provocador que como base y fundamento de la extremeñidad.

Decimos que es ante todo un elemento provocador[7] porque generalmente se utiliza como estímulo y acicate y para denunciar el estado de postración y abandono en que se encuentra Extremadura. Es el referente glorioso y el espejo a dónde deben dirigir sus miras todos los extremeños, que ante todo han de sentirse orgullosos de los conquistadores, tratar de imitarles e identificarse con ellos, porque en el fondo «todo extremeño lleva dentro un conquistador»[8]. Los conquistadores son los auténticos portadores de la psicología y valores extremeños y Extremadura debe recuperar ese espíritu si quiere salir del estado de abandono en que se encuentra y recuperar el protagonismo que por derecho propio le pertenece. Es principalmente por ello por lo que estos autores se empeñan en presentarnos imágenes idílicas de la conquista y de los conquistadores y por lo que tratan de encubrir aquellos aspectos que pudieran parecer reprobables.

Así es como la retórica acaba por adueñarse de un tema que ante todo necesita ser abordado a partir de una rigurosa metodología de trabajo y con unos criterios ajenos a los juicios preconcebidos y a la intencionalidad doctrinal. Así es, como este tema empieza a convertirse en uno de los capítulos fundamentales de la historia de las mentalidades colectivas, y ésta es una de las maneras de utilizar la historia para construir ideología.

Para terminar, y a modo de conclusión, deseamos apuntar lo siguiente:

1.- Es obvio que nos hemos centrado solamente en describir y analizar la interpretación «triunfalista» de la conquista de América intentando despojarla de sus aditamentos para mostrar el armazón sobre el que se sustenta. Evidentemente hay muchos estudiosos que no están de acuerdo con esta interpretación y que defienden otra visión y otro modo de explicar las cosas. Sin embargo, la mayoría de ellos suelen caer en los mismos vicios y defectos: sobre unos mismos puntos de partida proyectan conclusiones sustancialmente diferentes. Tampoco logran distanciarse lo suficiente del tema y su función en la mayoría de los casos consiste en oponerse frontalmente a las tesis que propugnan sus adversarios, portadores de presupuestos ideológicos y conceptos de extremeñidad sustancialmente distintos. Les sigue interesando más las connotaciones ideológicas de sus discursos que el propio objeto de investigación[9].

2.- Las interpretaciones que han sido analizadas, hemos dicho que están orientadas a la construcción de un peculiar concepto de extremeñidad y que se basan fundamentalmente en la explicación sicológica, en el arquetipo heroico y en la interpretación parcial e interesada de la historia. Ante estas circunstancias quizás convendría formularse y reflexionar sobre las siguientes preguntas: ¿Tiene sentido seguir intentado construir o afianzar conceptos de extremeñidad basados en interpretaciones reduccionistas e interesadas de la historia?, ¿Es realmente necesario seguir alimentando el mito de los conquistadores para que se afirme la regionalidad extremeña?, ¿Es que los conquistadores y la obra que llevaron a cabo desaparecerían de la memoria histórica extremeña, de nuestro acerbo cultural, si se desmorona esa imagen mitológica que les envuelve? ¿Llegará el momento en que historiadores y estudiosos no se sientan obligados a realizar justificaciones ni recriminaciones y que trabajen sin otros condicionantes que no sean los del propio objeto de estudio?

Bibliografía

  • BECERRO DE BENGOA, Ricardo: Ensayo para una teoría de Extremadura. Cáceres: Imp. Viuda de Floriano, 1950.
  • CABA, Pedro: Algunos rasgos del hombre extremeño. Badajoz, Diputación Provincial, 1968.
  • CHAMORRO, Víctor: Extremadura, afán de miseria, 1978.
  • CORDERO, Juan Luis: La Región Extremeña ante el actual momento histórico. Cáceres: Impresor Luciano Jiménez Merino, 1918.
  • DÍAZ AMBRONA, Domingo: Ideal Extremeño. Madrid: Bolaños y Aguilar Talleres Gráficos, 1933.
  • ELÍAS DE TEJADA, Francisco: El concepto de lo extremeño. Salamanca, 1949.
  • GARCÍA LUENGO, Eusebio: Extremadura. Barcelona, 1986.
  • GARCÍA PAJUELO, Sebastián: Extremadura. Irrealización y Esperanza. Badajoz: Institución Cultural Pedro de Valencia, 1982.
  • GARCÍA SERRANO, Rafael: Cuando los dioses nacían en Extremadura. Madrid, 1948.
  • GÓMEZ CASTAÑO, Marcial: El problema regional. Su planteamiento y justo alcance en Extremadura. Badajoz: Imprenta de Vicente Rodríguez, 1918.
  • HERNÁNDEZ-PACHECO, Eduardo: Extremadura y los extremeños. Madrid, 1931.
  • LÓPEZ PRUDENCIO, José: «Extremadura en América» en Extremadura, publicación del Centro de Estudios Extremeños. Imprenta del Hospicio Provincial, S. A, 1929.
  • LORENZO, Pedro de: Extremadura. La Fantasía heroica. Madrid: Edit. Nacional Bolaños y Aguilar, 1961.
  • MAILLO, Adolfo: Extremadura en la encrucijada. Plasencia. Confederación Española de Cajas de Ahorro, 1978.
  • MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel: Extremadura, la tierra en la que nacían los dioses. Madrid: Espasa-Calpe, 1961.
    • «La anti-historia de Extremadura» en: Revista de Estudios Extremeños, 1969, pp. 447-509.
  • NAVARO DEL CASTILLO, Vicente: Epopeya de la raza extremeña en indias. Cáceres, 1979.
  • PALACIOS MARTÍN, Bonifacio: “Origen de la conciencia regional extremeña: el nombre y el concepto de Extremadura”, en: Rev. Alcántara, tercera época, núms. 13-14.
    • Extremadura como problema. Cáceres: Institución Cultural El Brocense, 1988.
  • RIVERO BREÑA, Marciano: Conversaciones en Extremadura. Salamanca: Universitas Editorial, 1981.
  • RUBIO y MUÑOZ-BOCANEGRA: Extremadura y América. Sevilla: Tipografía Moderna S.A., 1929.
  • SÁNCHEZ MORALES, Narciso: ¿La gran Extremadura, una utopía?, en: Revista de Estudios Extremeños, Tomo XXIV, núm. II, 1968.
  • SEGURA, Enrique: «Las Indias. Un ensayo de psicología extremeña», en: Revista del Centro de Estudios Extremeños, t. V, 1931.
  • TEIXEIRA, Antonio: (Mantenedor de los Juegos Florales de Cáceres de 1923). Discurso. Cáceres, Tip. Extremadura, 1923.
  • VERA CAMACHO, Juan Pedro: Artistas, científicos y literatos ilustres opinan de Extremadura. Cáceres: Publicaciones del Movimiento, 1959.
  • VIU, José de: Extremadura. Colección de sus inscripciones y monumentos seguida de reflexiones importantes sobre lo pasado, lo presente y el porvenir de estas provincias. Madrid: Edit. Pedro Montero, 1852.

NOTAS:

[1] Este es el caso, por citar a algunos, de autores como Adolfo Maillo en su polémico libro “Extremadura en la encrucijada”, publicado en 1978, o de Vicente Navarro del Castillo en la obra “Epopeya de la raza extremeña en Indias”, publicado en 1979.

[2] Vicente Navarro del Castillo en su libro citado anteriormente llega a decir que «algunos defectos tienen su origen en la humilde o mediana clase social de donde procedían los conquistadores», pero que «generalmente se olvidan sus virtudes: religiosidad a toda prueba, sacrificado y heroico compañerismo, tenacidad insaciable, capacidad de sufrimiento», para concluir diciendo que “eran unos hombres de su tiempo con todos los defectos y todas las virtudes de la época».

[3] López Prudencio es quizás el autor que más ha desarrollado esta idea: «Extremadura había colaborado siempre de un modo activo, interesante, en la obra de España, a lo largo de toda su vida. (…) La importancia de la intervención de Extremadura en la Historia de España se graduó siempre con arreglo a la congruencia que cada obra nacional tuvo con el carácter, con el modo de ser de espíritu. Como un paréntesis de sus infortunios, ha tenido la suerte de que acaso ninguna labor de España engrane con su peculiar psicología como la epopeya de América». Véase su obra: “Extremadura en América”, pág. 90

[4] Pedro Caba, desarrolla en su libro Algunos rasgos del hombre extremeño, allá por 1968 una interpretación de la conquista y presencia de extremeños en América donde la virilidad del extremeño y su enérgica voluntad de echar raíces aparecen como causa fundamentales que explican la emigración y protagonismo extremeño en América.

[5] Narciso Sánchez Morales expresa muy bien esta última característica en el artículo que aparece citado en la bibliografía. “El extremeño, es por esencia, patriota, en el pleno sentido de la palabra, y su estilo es hondamente nacional. Más aún, cuando, a través de la historia, conquista imperios, ni siquiera se le pasa por la cabeza, como al loco aventurero López de Aguirre, erigirse en rey y señor de aquellos territorios que él, a solas, sin ayudas de su misma nación, supo conquistar y poner a los pies de su rey y emperador… Pero nunca le pasa por la mente a Cortés proclamarse señor independiente de los territorios conquistados. Es pues, «contra naturam» del Ser extremeño, pretender la grandeza de Extremadura a base de un distanciamiento de la Madre Patria, de España», pp. 227-228

[6] El epígrafe al que hacemos referencia aparece en el art. “Origen de la conciencia regional Extremeña: el nombre y el concepto de Extremadura”, pp. 9-23, en el número monográfico de la revista Alcántara (enero-agosto 1988) que lleva por título Extremadura como problema. Ver págs. 21 y 22

[7] José Viu, en la obra que aparece citada en la bibliografía, expresa esta idea claramente cuando dice: «Los conquistadores abrieron vías ignoradas occidente adelante y vosotros no vais a ser capaces de acometer una empresa facilísima y exenta de peligros, ¿habréis de mostraros indignos del noble epíteto que os da la historia? ¡si vuestros hombres del siglo XVI levantaran la cabeza! Buen papel por cierto estáis haciendo», pág. 321.

[8] Frase textual de. D. Antonio Teixcira, mantenedor de los Juegos Florales de Cáceres en 1923, en el Discurso que pronunció en el acto de apertura, pág. 248. La idea la defienden otros autores como Becerro de Bengoa, Díaz Ambrona, etc.

[9] Esta es, por ejemplo, la orientación de las obras de autores como Víctor Chamorro.

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