Oct 012011
 

José María González Ochoa.

 Muy brevemente daré algunas pinceladas biográficas de Francisco de Orellana, y centraré mi intervención en las consecuencias que se derivaron de su principal acción, el viaje y descubrimiento del Amazonas realizado entre marzo de 1541 y agosto de 1542, y en el siguiente intento colonizador fracasado de 1546.

Nacido en Trujillo (Cáceres) en 1511, el encuentro de su biografía con la historia debió comenzar hacia 1527, cuando Orellana, con poco más de 16 años, estaba ya en Nicaragua. Al año siguiente forma parte de la hueste de Pedro Alvarado, y está documentada su participación en algún viaje por mar, entre la costa panameña y México, para buscar un paso entre los dos océanos.

Al tener noticias de la caída del imperio inca, se traslada a Perú para reforzar la hueste de sus parientes y convecinos, pues era primo de los hermanos de Francisco Pizarro. Estuvo en la conquista y fundación de Puente Viejo, en marzo de 1535, mas en la batalla con los indios manabíes una flecha le atravesó el rostro y le dejó tuerto de por vida.

Durante la sublevación de Manco Inca Yupanqui, abandonó su retiro de colono en Puente Viejo y organizó una pequeña mesnada para socorrer a sus compañeros.

Posteriormente se vio envuelto en las guerras entre pizarristas y almagristas, tomando parte por el bando de sus familiares. Tras la muerte de Diego de Almagro, y el posterior reparto de tierras entre los capitanes fieles, Francisco Pizarro otorgó a Orellana un rico repartimiento en la región de Culata, (actual Ecuador), con el encargó de fundar una villa estable junto a la desembocadura del río Guayas. En 1538 el trujillano levantó de las ruinas la ciudad de Santiago de Guayaquil, dos veces destruida por los indios.

Dos años después, harto de los calores húmedos y de los aguaceros torrenciales, aburrido de la vida inactiva y laxa, vio en la expedición que organizaba el gobernador Gonzalo Pizarro en busca del País de la Canela la oportunidad de su vida para descubrir y obtener mayor gloria, que la otorgada hasta entonces por un enorme fundo y el gobierno de una ciudad. Comenzaba aquí su fascinante viaje que le llevaría a ser el primer hombre el descender el río Amazonas y regresar a Europa con intención de colonizar aquel inmenso territorio.

Quizá lo más impactante de aquel recorrido iniciado en Quito y acabado en el océano, fue su excepcional carácter de aventura épica. A pesar de los medios técnicos que hoy contamos, su peripecia sigue siendo fascinante y hermosa.

Y el aspecto más fundamental de la hazaña del trujillano es que supuso la configuración definitiva del continente sudamericano, el comienzo del proceso de mestizaje que hoy es la Amazonía y la creación de un espacio de dimensiones míticas unido siempre a la dualidad infierno-paraíso.

1. EL AMAZONAS EN EL PROCESO DE MUNDIALIZACIÓN

1.1.  Donde la ventura lo guiase”

Francisco de Orellana realiza, sin duda alguna, de una de las más formidables peripecias de las muchas vividas por los exploradores y conquistadores europeos durante el descubrimiento y colonización de América. Una proeza colosal. Como dijo el escritor austriaco Stefan Zweig, quien de pequeño soñaba al oír el nombre de Orellana, “el descenso del Amazonas fue la aventura más memorable” que jamás escuchó.

Nadie puede negar hoy que el trayecto fluvial de Orellana es un viaje prodigioso al filo de lo imposible, un recorrido de resonancias homéricas, adentrado más en el terreno de los mitos que en el de las realidades, que casi resulta imposible de  creer que se hiciese con aquellos medios.

Desde que salió de Guayaquil a finales de febrero de 1541 hasta que finalmente alcanzó el Atlántico navegando por la parte norte de la isla grande de Marajó, el 24 de agosto de 1542, habían transcurrido 18 meses, año y medio de penalidades para completar el trayecto fluvial más largo, peligroso y desconocido del mundo. Con su regreso a Europa y su voluntad de volver al río, situaba en el Mundo una región deslumbrante  y cautivadora

Francisco Orellana es, casi con toda probabilidad el primer hombre, que recorre esa “monstruosidad geográfica”, en palabras de Ricardo José Batista Nogueira1. El pionero que navega miles de kilómetros por sus aguas y marca el camino de lo que hoy es una arteria fluvial por la que circulan miles y miles de personas y mercancías, pone en contacto a diversos países entre sí y da salida a sus productos hacia América y Europa. Es el arquitecto involuntario de la unidad geográfica del subcontinente sudamericano.

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Mapa nº 1 Itinerario de la Expedición de Orellana

1.2.  Hito geográfico

Otra cuestión clave que se deriva de la expedición de Orellana es el conocimiento de un nuevo mundo y un nuevo hábitat hasta entonces desconocido. Si como cuenta una leyenda indígena, el proceso de creación de la Amazonía quedó en un simple esbozo por el cual los dioses dejaron a los hombres su culminación y perfeccionamiento, fueron los indígenas americanos que se adentraron en su espesura salvaje los primeros en cincelar aquel territorio inacabado. Estos pueblos nativos, durante milenios crearon ciudades, aldeas y asentamientos más o menos diseminados, y escasamente comunicados entre sí, a lo largo de las riberas de los ríos que forman la extensa red hidrográfica amazónica. Pero du- rante miles y miles de años vivieron aislados, sin que el resto de la humanidad tuviera  conocimiento  de  ellos. Ni  siquiera  sus  vecinos continentales sabían nada. Los incas tuvieron escaso contacto con los habitantes de las llamadas cejas de selva –territorios intermedios entre los andes y la floresta amazónica-, pero se internaron muy poco en la jungla.

Si el descubrimiento del Amazonas no puede limitarse a una fecha concreta, obviando toda su historia anterior, no es menos cierto que a partir del 1542, Orellana con su travesía fluvial y regreso a España “pondrá en el mapa del mundo” el río, e insertará en la historia de la humanidad a sus pueblos, al tiem- po que despertará el interés por su conocimiento y exploración entre los europeos.

Por primera vez a nivel mundial se tiene noticia de la existencia del mayor y más caudaloso río del Planeta y la más extensa y grandiosa diversidad selvática. Nada hasta entonces, ni hasta hoy, podía ser comparado con ese territorio. Por tanto, nadie puede dudar de que el descubrimiento del Amazonas es uno de los hitos geográficos más importantes que durante la primera mitad del siglo XVI van a conformar la imagen de un mundo global.

El viaje de Colón en 1492 descubre un nuevo continente, Balboa en 1513 abre un nuevo océano, Magallanes y Elcano encuentran el paso Este –Oeste entre el Atlántico y el Pacífico, lo que permite comunicar todas las partes del mundo por mar y hacen irrefutable la esfericidad de la Tierra, además confirman la continuidad continental americana hasta latitudes muy meridionales. Orellana descubre el mayor río y la mayor cuenca hidrográfica del mundo, casi 7 millones de kilómetros cuadrados, que a su vez sustenta la mayor extensión de masa forestal y la selva tropical del Planeta. Lo relevante no es el descubrimiento, millones de nativos sabían de su existencia, desde miles de años era el hábitat de numerosos pueblos, la relevancia del hecho de Orellana es su difusión y puesta en relación con el resto del mundo. Es el inicio de su proceso de imbricación con el resto de la humanidad, lo que no había sucedido antes.

Geográficamente es de una relevancia excepcional. Pensemos que todavía no se ha delimitado el contorno del continente, no se tiene conciencia clara de sus medidas. El viaje de Orellana servirá para dar una nueva dimensión al territorio suramericano, ensanchándolo en miles de kilómetros en su parte norte.

A partir de Orellana, el río Amazonas se sitúa en los mapas en su totalidad y su inclusión dibuja un perfil nuevo al continente. Quizá por todo ello el río debería haber quedado inmortalizado como Río de Orellana, pero si un cartógrafo le robó el nombre del continente a su descubridor, unas mujeres guerreras que jamás existieron pudieron más que el hacedor real de una epopeya.

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Mapa nº 2 Planisferio de Cantino, realizado en Portugal en 1502.

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Mapa nº 3 Mapamundi de Battista Agnese (1542)

Estos dos mapas muestran el subcontinente americano sin delimitar en sus fronteras y sin la presencia en toda su magnitud del río Amazonas. En el mapa de Gañese, fechado en el mismo año el que Orellana realizaba su recorrido, apenas se muestra la desembocadura y un curso de agua muy corto.

1.3.  Difusión de la noticia

Rápidamente el acontecimiento se difunde por toda América, Asia y Europa. Se daba a conocer al mundo un territorio fascinante, lleno de riquezas, muchas de ellas insospechadas hasta finales del siglo XIX.

Inicialmente la repercusión de la gesta del trujillano fue mayor en América. Apenas llegan los expedicionarios a Cobagua, comenzaron a difundirse los relatos de los supervivientes, alcanzando una mayor repercusión tras su estancia en la isla de La Española. Desde ambas islas la noticia del recorrido fluvial y de la existencia de las Amazonas y de una selva llena de riquezas irá difundiéndose por toda la América hispana.

El gran cronista Fernández de Oviedo, se hallaba en Puerto Rico, y se entrevistó con Orellana y con algunos otros supervivientes antes de que estos regresasen a España. También conocerá el texto escrito por Carvajal, aunque no se vea personalmente con él. La aventura le fascinó y dejó escrito que la navegación por el río fue “una de las mayores cosas que han acaecido a los hombres”2

Y antes de que Francisco de Orellana se entrevistase con el emperador Carlos I, en los círculos intelectuales y eclesiásticos europeos ya circulaban referencias del viaje. Fernández de Oviedo, en una carta fechada el 22 de enero de 1543 da cuenta de la expedición al cardenal Pietro Bembo, uno de los cardenales más influyentes en Roma y uno de los más destacados intelectuales ren centistas3. Esta carta nos da la medida de la importancia que se dio al descubrimiento y proeza de Orellana, por su inmediatez, magnitud de la difusión y relevancia del autor y del destinatario. Pietro Bembo no era cualquiera en la Europa católica del siglo XVI, y Fernández Oviedo era, sin duda, el cronista mejor informado y más influyente en los asuntos indianos.

El mismo Fernández de Oviedo incluirá el relato de Carvajal en su magna obra Historia General y Natural de las Indias.

Aspecto que conviene recordar es que el texto de Carvajal nos ha llegado a través de dos copias, una de las cuales se conserva en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, como parte del legado de la Colección de Juan Bautista Muñoz. La otra copia, original del siglo XVI, perteneció al Duque de T´Serclaes de Tilly, y hoy se puede consultar en la Biblioteca Nacional de Madrid. La importancia radica en que hubiese diversas copias circulando por Europa sin que el manuscrito original se hubiese publicado.

Por su parte el propio Pedro Cieza de León, quizá el más refutado cronista de la conquista peruana, también relató el viaje de Orellana en su libro La Guerra de Chupas, libro segundo de su extenso relato Crónica del Perú. Incluso Toribio de Ortigueira, el relator de la expedición de Ursúa y Aguirre incluyó en su obra Jornada del río Marañón (1586) el relato de la primera expedición del trujillano.

Así pues, como reguero de pólvora se extendió por toda Europa y América la noticia del hallazgo de un río inmenso y fabuloso. Y las grandes potencias comenzaron los preparativos para su dominio.

En Portugal , el rey Joao III tuvo noticias directas del descenso del Amazonas por el mismísimo Orellana, ya que en su retorno a España atracó en Lisboa donde fue retenido veinte días, durante los cuales los agentes del rey luso intentaron convencerlo para que dirigiera una expedición portuguesa de conquista y colonización a las tierras que acababa de descubrir. A pesar de la negativa de Orellana los portugueses iniciaron los preparativos para armar una flotilla hacia el Amazonas. El rey luso compró los servicios de uno de les compañeros de Orellana para que le facilitase información y acompañara a sus barcos. Incluso, el español Diego Núñez de Quesada, un rico mercader que en aquellos años residía en Lisboa financiará parte de dicha expedición. Núñez de Quesada había hecho fortuna con diversos negocios en Indias, había regresado del Caribe con una buena fortuna, así que el dinero generado en América servirá para continuar la exploración y colonización de las mismas.

Francisco I de Francia, enemigo acérrimo del emperador español, al tener noticias de la empresa amazónica, secretamente inició los preparativos de una escuadra con el fin de adelantarse a españoles y portugueses.

Holandeses e ingleses también comenzaron a urdir planes que darían sus frutos unas décadas más tarde.

La llegada de la noticia a Portugal significó también que el Amazonas comenzaba a ser conocido en los principales puertos africanos y asiáticos. Los navegantes lusos contarán las fabulosas historias del País de la Canela y del Río de las Amazonas a lo largo de sus rutas habituales por el Atlántico africano, el Índico y el Pacífico. Así al poco tiempo del regreso de los nautas amazónicos, en las ciudades y factorías esclavistas y de Guinea, Sâo Tomé, Cabo Verde, Luanda y Benín, o en los puertos orientales de Goa, y las Malucas o en las incipientes misiones cristianas de Japón,  ya se habla de un río infinito, poblado por mujeres fantásticas y escondido en la espesura de un bosque denso y lleno de tesoros.

1.4.  Tierra de frontera, tierra mestiza

Orellana abre también el proceso de mestizaje e hibridación social y cultural del Amazonas, con todas sus consecuencias positivas y negativas.

La presencia de los europeos, en su parte más terrible significará la desaparición de sus orillas de numerosos pueblos y sociedades. Algunos huyeron a regiones del interior más inaccesible, otros muchos perecieron por el embate microbiano de los europeos, ya que siglos de aislamiento dejaron indefensos sus organismos ante los virus y bacterias que portaban los nuevos visitantes.

En la parte más positiva destaquemos el inicio del mestizaje social que hoy caracteriza a la sociedad brasileña, como los caboclos que pueblan las orillas del río y la población multicolor de las ciudades amazónicas. Podemos decir que la Amazonía, desde 1542, se une a la historia planetaria de la humanidad.

Entre los 60 expedicionarios de 1541-42 había castellanos, andaluces, vascos, extremeños, portugueses y dos esclavos negros. En el viaje colonizador de 1545 hubo ya una gran diversidad europea: portugueses, ingleses, alemanes, flamencos, italianos y también varios hombres de color algunos embarcados en España, otros en Guinea.

El factor encargado de recaudar fondos para el segundo viaje es un italiano, Viçencio de Monte, al que se le promete la alcaldía de la primera ciudad que se funde en el Amazonas. De Monte logró arrancar algunos miles de maravedíes a varios banqueros genoveses para pertrechar las naves.

Los pilotos de las embarcaciones son portugueses, así el piloto mayor es Gil Gómez, buen conocedor de las rutas africanas, responsable de llevar los navíos hasta Cabo Verde y de allí a la costa brasileira, como hacían todos los barcos de la Corona lusa. De la estancia en Cabo Verde, Orellana saldrá con un navío menos y ciento cuarenta hombres muertos o desertores, pero también con unos cuantos esclavos negros que se quedaran en tierras brasileñas.

El maestre de la nave capitana era de Ragusa, la actual Dubrovnik (Croacia), y el maestre de campo, un genovés.

Aunque aún tardarán algunos años, la presencia de Orellana trae la voluntad de la fundación de ciudades, algo inherente a la colonización española. El intento colonizador de Orellana en 1545-6 demuestra que, él entiende la Amazonía como un todo y como un camino, una vía fluvial de comunicación global para unir el subcontinente de Este a Oeste, para comunicar los dos océanos, y para unir América y España. Él soñaba con ver el río como hoy, repleto de barcos que comercian, que transportan personas y mercancías que sirve de salida de productos americanos hacia el resto del mundo, y de entrada de productos extranjeros. Y pensaba, como señala el propio Carvajal en su crónica, que se podían talar algunas zonas de aquella región para dedicarlas al la cría de ganado y a la siembra de cereales.4

Con Orellana llega el cristianismo. Los dos religiosos de la expedición, el cronista dominico Gaspar de Carvajal y el mercedario Gonzalo de la Vera, celebran por primera vez en tierras amazónicas, misas, rezos y sacramentos católicos. Las fiestas religiosas marcaron el ritmo de las jornadas de los españoles en medio de la selva, y los dos sacerdotes realizaron tímidos intentos evangelizadores en algunas aldeas, especialmente en los tiempos significativos de Semana Santa y Navidad En el segundo viaje a Orellana le acompañan varios religiosos. Es el tímido inicio de la evangelización. La religión europea, su cosmogonía y sistema de valores irán introduciéndose en la Amazonía a la par que la colonización. El catolicismo irá calando progresivamente, al tiempo que se mezcla con ritos ancestrales y creencias africanas, dando lugar al actual sincretismo religioso definitorio de muchas regiones americanas.

Como todos los años en la procesión del Círio de Virgem de Nazaré, en la ciudad amazónica de Belém do Pará, la Virgen y todo el cristianismo llegó en un barco por el río.

El catedrático de Oxford Felipe Fernández–Armesto dice que cuando los españoles funden el escaso metal que llevan consigo para hacer clavos con los que construir los bergantines, supone la llegada de la Edad del Hierro al Amazonas5. Y como una premonición en la que enlazaría la Edad de Hierro con la industrialización del siglo XIX, los expedicionarios hispanos fueron los primeros occidentales en aprovecharse de líquido del hevea, esa sustancia pegajosa que los indios extraían haciendo una hendidura en la corteza de ciertos árboles, y que sirvió para  impermeabilizar las maderas de los bergantines.

Con Orellana llega al interior de la selva el Derecho Romano y la burocracia europea, sobre todo la castellana. La escena en la que ante el escribano de la expedición Orellana deja constancia de la imposibilidad de volver para no ser declarado traidor ni ladrón, ya que lleva objetos pertenecientes a los soldados que se habían quedado esperándole junto a Gonzalo Pizarro, es sintomática de la mentalidad de los europeos. En mitad de la espesura vegetal más extensa del mundo, perdidos en un río infinito y desconocido en lo más profundo y remoto del Planeta, sin ninguna autoridad española en miles de kilómetros a la redonda, oficializan por escrito un acto que es de pura supervivencia. El derecho de Roma y la burocracia de Castilla vagaban ya por la amazonía.

Aunque la colonización de vasto territorio amazónico será un largo proceso de varios siglos, tras la expedición de Orellana se multiplicaran los contactos entre los europeos y los habitantes de las regiones de selva más cercanas a los Andes y a la costa atlántica. Vaca de Castro, una vez pacificado  el Perú enviará varias expediciones hacia el interior de la selva peruana y boliviana en busca de minas de oro, lo mismo ocurrirá con otras entradas desde el norte por los valles en descenso desde Quito. Por su parte, españoles, portugueses y holandeses se adentrarán desde las proximidades del delta amazónico.

La región se va a convertir también en zona de frontera, de contactos siempre alejados de lo establecido y de la ley: un territorio mestizo por antonomasia. Hacia el interior de la selva, en sus alejadas misiones, pequeñas poblaciones y aldeas nativas, entre los primeros puestos militares y pantalanes comenzará a deambular y establecerse mercaderes, contrabandistas, negreros, cazadores de esclavos, misioneros, expedicionarios, negros cimarrones, mestizos abandonados, españoles de orilla… todo tipo  que se sintiese fuera de la ley o en los márgenes coloniales.

El mismo nombre o nombres del Amazonas son una muestra de este proceso de mestizaje y globalización. Desde su descubrimiento el río recibió los siguientes nombres:

–   Vicente Yañez Pinzón cuando descubre su desembocadura en 1500 lo bautiza como Santa María de la Mar Dulce. A partir de entonces se le nombrará como río Grande de la Mar Dulce o río de la Mar Dulce.

–   En algunos documentos a partir de 1513 es citado como o Marañón o río de los Marañones, y aquí ya se comienza a confundir lo europeo y lo nativo. Existen varias versiones del origen del nombre. Una lo vincula con el primer navegante que avistó su desembocadura, un tal capitán Marañón, al decir de los cronistas Agustín de Zárate y Juan Castellanos. La otra versión indica que Marañón es una voz indígena que fue escuchada por los navegantes españoles que visitaron el delta del río en las primeras exploraciones.

–   Inicialmente el propio Orellana bautiza al río como San Francisco de Quito, pero tras la expedición en 1542, en diversos documentos oficiales se le cita como río de Orellana, aunque también se le seguirá llamando Marañón. Sin embargo, y gracias al texto del fraile Carvajal, la acepción que permanecerá será la del Río de las Amazonas, vinculando para siempre la zona con la mitología griega. Los relatos de los nativos y la supuesta experiencia de guerra contra mujeres guerreras, que cuenta Carvajal serán el relato definitivo6. Las Amazonas clásicas eran guerreras que habitaban un reino de mujeres que descendían del dios de la guerra Ares y de la ninfa Harmonía ubicado en el Cáucaso, en Tracia o a las orillas del Danubio. La nación era gobernada sin intervención de ningún hombre, a quienes se les tenían sólo como criados o siervos. Cegaban y amputaban a sus varones al nacer, según unos, o los mataban y procreaban con extranjeros según otros. A las niñas les cortaban un seno para poder disparar mejor con el arco y la lanza (de ahí que amazonas significa «las que no tienen seno»).

En la actualidad el río recibe diversos nombres a lo largo de su curso que muestran este mestizaje de lenguas y orígenes: Lloqueta, Apurímac, Ene, Tambo, Ucayali, Marañón, Guení, Parauaço dos Tupis, Solimões y Amazonas.

En definitiva con la llegada de los europeos, con su sistema de valores y su religión, el Amazonas se convierte en un espacio de frontera, de mestizaje, y por ende de encuentro/confrontación cultural, cuya tensa dialéctica llega hasta nuestros días.

1.5.  Nueva imagen de América e imaginario del Amazonas

La noticia de la expedición correrá por Europa trufándose de mitos reales o fantásticos como el de las Amazonas, que bien queda relatado por fray Gaspar de Carvajal y que será recurrente en otros cronistas y noticias. Pero también, y contra la propia realidad experimentada por los españoles, se le añadirán con mayor fuerza los mitos impulsores del viaje.

Ya en las propias leyendas iniciales hay una mezcla de mitos nativos y europeos. Al adentrarse en la selva, los españoles buscan el País de la Canela, las aromáticas flores de ishpingo con las que los nativos sazonaban sus comidas y que, según les han contado los indígenas peruanos, se encuentran por millones en las regiones del oriente. En aquellos años las especias eran tan valiosas como el oro, el otro gran mito impulsor. Según narraciones recurrentes  en los indios de diversas tierras, no lejos de donde crecía el ishpingo habitaba un cacique que se bañaba todos los días en un estanque dorado. Al leer las páginas de la crónica de Carvajal, estas dos leyendas, que tanto animaron la exploración de otros territorios americanos, se mezclan con los ecos de la mitología griega en la aventura de Jasón y los argonautas en busca del Vellocino de Oro. Mitología griega, que como veremos a continuación tan impresa ha quedado en estas regiones.

Aunque nada confirmase la existencia del país de la Canela ni del rey dor do, ambas leyendas quedarán unidas al río. Se pensará siempre en él como un territorio lleno de riquezas, tan hostil y misterioso como atractivo, en cuyo interior se escondía oro, especias y fabulosos tesoros. La exploración en cada época demostrará que, desde luego, escondía y esconde innumerables recursos. Esa imagen de terreno lleno de posibilidades, de exuberante y rico jardín se extenderá y perdurará por Europa y Asia, y llegará hasta la actualidad.

El relato de Carvajal y de Toribio de Ortigueira, o los de Almesto, Altamirano, Monguía, Zúñiga o Vázquez sobre la expedición de Ursúa y Aguirre difunden por Europa una imagen del territorio amazónico de naturaleza salvaje, desmesurada y en estado puro, en la que conviven fuerzas vitales desconocidas, muy en la línea de la imagen general de toda América, trasmitida desde las primeras crónicas del Descubrimiento. Se despierta así un potente atractivo  en el que se mezclaran ideas medievales de la literatura de caballerías, antiguos mitos clásicos y un asombro por lo desconocido y superlativo del territorio.

Orellana y sus gentes dan noticia de un mundo primigenio y natural dominado por extrañas fuerzas, un espacio intemporal en el que todo es posible: un paraíso que retrotrae al hombre a sus orígenes; la abundancia más exquisita de riquezas; y lo más irracional, misterioso e irrevelado. La fantasía edénica y el corazón de las tinieblas. América como la esencia de la Naturaleza.

Esta visión, tan afín a muchos cronistas del siglo XVI, como ya hemos señalado, se vio reforzada reinventada y aumentada por el romanticismo científico de viajeros amazónicos ilustrados como Charles-Marie de la Condamine, Aimé Bonpland y Alexander von Humboldt7.

Si la mayoría de los cronistas resaltan el estado de naturaleza paradisíaca protectora de riquezas, tampoco se niega el aspecto negativo de los peligros que hay que vencer para alcanzarlas. Soldados, misioneros y expedicionarios que recorren el río y se adentran en territorio amazónico durante el siglo XVI sufren sonoros fracasos y reforzaran esta imagen dual de Paraíso-Infierno.

Como ha señalado el profesor Auxiliomar Silva los cronistas y viajeros, comenzando por Orellana, destacaron la parte más positiva del territorio con una óptica utilitarista: el Amazonas constituía un espacio difícil, peligroso pero al que se le podía dominar y del que extraer fabulosos beneficios8.

Esta idea es la que siempre alentó a Orellana, de ahí su segunda y fatal expedición de 1545. El trujillano tenía una visón global del Amazonas y pensó que su colonización era factible. En su segundo viaje, una locura con los medios que contaba, quería fundar ciudades, evangelizar indios, hacer navegable el cauce y explotar la posibilidades de la selva. Su sueño de poder comerciar a través del rio de parte a parte del Continente no fue abandonado, unas décadas más tarde el portugués Ambrosio Fernandes Brandâo propuso al rey de España abrir a la navegación el Amazonas para crear un gigantesco vínculo comercial entre Perú y el Atlántico, comunicando así a través del corazón fluvial de América Asia y Europa.9 Su idea será recogida pocos años después por Simào Estacio de Sylveira.10

Por tanto, desde 1542, el Amazonas como paraíso inagotable se extendio rápidamente y quedó en el imaginario colectivo global, despertando gran interés en las sociedades europeas.

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Mapa nº 4 Mapa de Diogo Homem de 1558.

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Mapa nº 5 Mapa de Diego Gutierrez de 1562.

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Mapa nº 6 Detalle del mapa de Diego Gutierrez (1562) en el que se aprecia la imagen serpenteante y rotunda del Amazonas.

En estos dos mapas se aprecia como ya se han delimitado los contornos del subcontienente sudamericano y la presencia del río Amazonas es rotunda, simbolizada en esa fuerte línea serpenteante que como una gran serpiente penetra incluso en el mar.

1.6.  El infierno-paraíso verde

Frente a la imagen de paraíso o Jardín del Eden, al Amazonas se le va unir también otra cara de aspecto más negativo, vinculada a las biografías de aquellos que sucumbieron en el infierno verde. La realidad tozuda mostraría los fracasos de todos los intentos colonizadores durante la segunda mitad del siglo XVI y del XVI.

No cabe duda que Orellana es del linaje de las héroes nacidos con la predisposición a realizar hechos extraordinarios, su biografía nos lo muestra como alguien inquieto, ambicioso – no tanto de dinero u oro como de gloria y hazañas- . Podía haber sido un rico hacendado –ya lo era en Guayaquil-, un colono que hubiera hecho más fortuna con negocios y tierras. Pero él prefirió, fundar ciudades, batallar indios y explorar nuevas tierras. Necesitaba para vivir, como otros muchos exploradores, la adrenalina que le proporcionaba el caminar al filo de la navaja, el atractivo de lo nunca hallado ni realizado. Y qué mejor escena- rio para esa búsqueda de lo imposible que el superlativo y desconocido territorio amazónico.

Pero el comportamiento que tiene Orellana tras su contacto con el río denota ya un influjo salvaje y letal del corazón de las tinieblas amazónicas en su personalidad. Pues no es difícil encontrar en su terca obstinación de colonizar lo imposible, en su regreso al río en 1545, los rasgos de esa locura perversa que asaltará a muchos de quienes revolvieron en sus entrañas. Su salida precipitada, ilegal y suicida de Sanlúcar el 11 de mayo de 1545, es una prueba de la demencia del trujillano. Con barcos inadecuados, escaso en hombres, alimentos y pertrechos, la ambiciosa empresa estaba condenada al fracaso. Solo una mente alucinada podía confiar en lograr los objetivos colonizadores.

Orellana inaugura esa estirpe de estereotipos que han vinculado su biografía al Amazonas y que han terminado devorados por la selva y el río. Es el primero de una larga lista que refuerza la imagen del territorio como un infierno y/o paraíso, que tanto caló y que todavía hoy impregna los relatos de numerosos escritores y viajeros en pleno siglo XXI11.

El discurso amazónico ha estado casi siempre marcado por esa visión del Jardín del Eden convertido en pesadilla, algo de lo que hemos hablado en párrafos anteriores. Muchos de los que se han adentrado en sus inmensidades para explorarlo, dominarlo, limitarlo, medirlo o explotarlo han acabado o locos o muertos. Señalemos también que hay excelentes ejemplos de lo contrario, aunque no hayan quedado fijados de forma tan poderosa en el imaginario colectivo, el genio germánico de Humboldt y el francés Charles-Marie de La Condamine son  los más ilustres.

Orellana fue el primero de un extenso prontuario. Señalamos aquí algunas de las expediciones o personajes más conocidos que sucumbieron en la Amazonía:

–    Pedro de Ursúa presa del abatimiento y la desesperación absoluta; Aguirre y su desvarío secesionista y revolucionario de 1561.

–    El fracaso de la misión evangelizadora franciscana encabezda por fay Laureano de la Cruz (1647-50).

–   El asesinato de la misión jesuítica del padre Francisco Figueroa en mayo de 1666.

–   Pehr de Loefling el discípulo de Linneo que quiso inventariarlo y murió de fiebres en 1756.

–   La enajenación sufrida por el naturalista y embajador alemán Georg Heinrich von Langsdorff en el río Juruena 1828.

–   El magnate del caucho y asesino de indios Fermín Fitzcarrald, que murió en 1897 en el naufragio de uno de sus propios barcos.

–    Luis Gálvez Rodriguez de Arias el político que perdió la cabeza y declaró la independencia en 1899 de un pedazo de la Amazonía.

–   El aventurero y topógrafo Percy Harrison Fawcett, trasunto de Indiana Jones, tragado por la jungla y los indios kalakalo en 1925;

–   En 1929 morirá apestado de lepra, en una solitaria cabaña cercana a Manaos, el conde italiano Ermanno Stradelli, quien entre otras muchas cosas había escrito una gramática y diccionario portugués-ñengatú. (Incluso el propio Pedro Texeira, el único europeo que realizó el recorrido completo por sus aguas (1638), a favor y en contra de la corriente, terminó muerto en su desembocadura a causa de una enfermedad inoculada en el río, cuando soñaba en volver a Lisboa).

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Ugarte Silva, Auxiliomar Sêrtoes de Bárbaros. Manaos, Editora Valer, 2011;

Margens Míticas: a Amazônia no imaginário europeu do século XVI. En revista : DEL PRIORE, Mary e Gomes, Flávio (org.). Os Senhores dos Rios. Amazônia, Margens e Histórias. Rio de Janeiro : Elsevier, 2003, pp. 3-31.

VV.AA Atlas de los Exploradores españoles. Barcelona, Planeta-Sociedad Geográfica Española, 2009.

VV.AA. Miscelánea Americanista, Tomo I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951.

image009

1 Batista Nogueira,  Ricardo José  Amazônas : a divisao da «monstruosidade geográfica». Manaus, EDUA, 2007.

2   Fernández de Oviedo, Gonzalo. Historial natural de las Indias, islas y Tierra Firme del Mar Océano. Madrid, Real Academia de la Historia, Tercera parte, Tomo IV, 1855 (p.384)

3  Publicada por Eugenio  Asensio en Miscelánea Americanista, Tomo I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951.

4  Carvajal, Almesto & Rojas, A de. La aventura del Amazonas. Ed. de Rafael Díaz. Madrid, Historia 16, 1986 (p. 83)

5  Fernández-Armesto, Felipe Los conquistadores del infinito. Una historia mundial de la explora- ción Barcelona, Destino, 2006. (p. 444).

6  Carvajal, Almesto & Rojas, A de. La aventura del Amazonas. Ed. de Rafael Díaz. Madrid, Historia 16, 1986 (p., 47, 73, 79, 80, 81, 85 y 86, en estas páginas hay referencias a las Amazonas o bien por relatos indígenas o bien por propia experiencia. En las pp 80 -81, Carvajal hace una descripción de las Amazonas tras un encuentro directo con ellas).

7  Pratt, Mary Louise Ojos Imperiales. México, Fondo de Cultura Económica, 2010 ,(pp. 211- 248).

8  Ugarte Silva, Auxiliomar Sêrtoes de Bárbaros. Manaos, Editora Valer, 2011 (p.577)

9   Fernandes Brandâo, Ambrosio Diálogos das grandezas do Brasil. Iintroducción y notas de José Antonio Gonsálves de Mello). Recife, Fundaçao Joaquín Navarro, 1997.

10   Sobre las primeras   propuestas para hacer navegable el Amazonas entre Perú y el Atlántico, véase: Saragoça, Lucinada Da “Feliz Lusitania” aos confins da Amazônia.1615-1662. Lisboa-Santarem, Cosmos, 2000 (pp.275 y ss).

11  Veáse, por ejemplo y sin ánimo de exhausitividad: Castro Caycedo, Germán  Mi alma se la dejo al diablo. Barcelona, Planeta, 1997; Gutierrez , Bernardo Calle Amazonas. Barcelona, Altair, 2010.; Hatoum, Milton Náufragos de Eldorado. Sao Paulo, Companhia da Letras, 2008; Madrid, Juan Amazonas, un viaje imposible. Madrid, Espasa-Calpe, 2001; Reverte, Javier El río de la desolación. Barcelona, Random House Mondadori, 2004; Rocangliolo, Santiago El príncipe de los caimanes. Barcelona, Seix Barral, 2006.

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