Oct 011989
 

Francisco Encinas Cerrillo.

Así le define el historiador peruano Rómulo Cúneo-Vidal, al Estandarte con que entraron las tropas del Emperador de España, Carlos V, que man­daba el Adelantado Francisco Pizarro, en el Cuzco, capital del imperio de los Incas, en 1533.

Aquí se recogen sus datos históricos y se propone que Trujillo, cuna de Pizarro, solicite del Mu­nicipio de Caracas, donde se encuentra depositado, una copia del mismo y pueda ondear el 12 de Octubre de 1992 -y años sucesitos en esa fecha- en el Pa­lacio de la Conquista, en la fiesta a la Hispanidad que deberá celebrarse en Trujillo, ciudad «Cuna de la Conquista»

El Concejo Municipal de Caracas conserva las más antiguas re­liquias ligadas a su fundación y emancipación. Entre esos valiosos objetos, se encuentran otros que forman parte del patrimonio nacional, entre los que figura el Estandarte con el que, desplegado, en­traron los castellanos en el Cuzco, capital de los Incas, a las ór­denes de Francisco Pizarro como adelantado de las tropas del Empe­rador español Carlos V, el 16 de noviembre de 1533. “E1 Pendón de la Conquista” le llama el historiador peruano Rómulo Cúneo-Vidal en el capítulo que dedica a este tema, en su obra «Vida del Conquistador del Perú don Francisco Pizarro”. Este pendón o estandarte había sido bendecido en la Iglesia de la Merced de Panamá, el 27 de diciembre de 1530.

Terminada la ocupación de la ciudad de los emperadores azte­cas y la conquista del Perú, Francisco Pizarro determinó depositar aquella noble enseña en la iglesia, que antes había sido Templo del Sol y convertido en templo cristiano, donde permaneció en el olvi­do, pues no vuelve a hablarse de él hasta siglos después, has­ta el mes de enero de 1825 en que el general José Antonio Sucre, vencedor de Ayacucho, le encontró entre otras banderas que habían pertenecido a ciertos batallones realistas españoles, disueltos a raíz de la capitulación del virrey La Serna, al final de aquellas acciones independentistas. El general victorioso, encontró en el Pendón de Pizarro un digno presente con que agasajar a su jefe el general Bolívar, ordenando le fuera remitido quien, posteriormente, le cedió al Municipio de Caracas, datos que han sido recogidos por el académico y escritor venezolano E. Machado en un folleto que ha sido publicado con el titulo de «E1 estandarte de Pizarro. Autenti­cidad de esta valiosa reliquia histórica existente en el Concejo Municipal de Caracas».

En dicho estandarte, permanecen palpitantes el recuerdo de tres generaciones, correspondientes a tres épocas gloriosas, según Car­los Marchante Alonso, al que también seguimos: su pasado indígena, la conquista de América y la emancipación de la familia americana. A las que podíamos agregar una cuarta, que es el reencuentro de esa familia, ligada por lazos de sangre, idioma y religión, que hoy al unísono se preparan para rememorar los vínculos que les une y que saldrán a relucir en el próximo V centenario.

Es curioso que trescientos años después de que entraran las tropas de Francisco Pizarro en el Cuzco, en nombre del emperador de España, entrara el general Sucre, vencedor en Ayacucho, en a­quella histórica capital, como mensajero de la libertad del Perú y de América. Edificios públicos, archivos, material bélico, ban­deras y todo cuanto perteneció al gobierno colonial, fue puesto a su disposición, en señal de agradecimiento del pueblo peruano por los servicios prestados en favor de su independencia. Viendo en el estandarte, que se le dijo que era el de Pizarro, una dignísima o­frenda, le desprendió de su posible condición de despojo de guerra y le remitió a Colombia, a su jefe el Libertador, quien a su vez le puso a disposición de la municipalidad de Caracas. El citado historiador, Cúneo-Vidal, al que seguimos en este escrito, hacía elogiosos comentarios de la gran satisfacción que sintió cuando vio aquella nobilísima reliquia, cuando fue llevada a Lima, por la embajada venezolana, con motivo de las fiestas celebradas en el primer centenario de la victoria de Ayacucho.

 

(Lám. 1. El Pendón de la Conquista, como se conserva en Caracas.)

 

Lo que se conoce como el Estandarte de Pizarro, es un pendón o gonfalón, como los que se usaban en los siglos XV y XVI, que en algunas ciudades se sacaban en las fiestas y solemnidades y de los que eran portadores alguna alta dignidad nacional, de ahí el nombre de gonfaloneros que se les dio a los que tenían el privile­gio de llevar y ondear tan distinguida insignia. Su modalidad y características responden a las que se usó en los estandartes de su clase, a saber: el cuerpo de damasco sobre fondo carmesí, recamadas en plata y oro con las armas reales bajo corona sostenidas por el águila bicéfala entre las dos columnas clásicas, todo ello dentro de una vistosa ornamentación plateresca.

Para describir este Estandarte, hay que remontarse a tiempos pasados, en la época en que se encontraba intacto en el Cuzco, an­tes de que fuera parcialmente mutilado por la mano del hombre y por el tiempo. Nos describen el primer pendón de Pizarro así: “Bordado en rico damasco de color grana, del que no quedan sino peque­ños fragmentos. Le componen dos grandes cuadros, uno por cada ca­ra, formados de arabescos del siglo XV, con medidas de 127 centíme­tros de altura y 115 de ancho, ambos de raso amarillo y blanco, retocados de azul y con bordados en hilo de oro. Uno de estos ara­bescos se conserva casi en su totalidad, mientras que del otro so­lamente quedan algunos retazos. En el centro de uno de los arabes­cos, había un círculo de 80 centímetros de diámetro, en el que es­taban bordadas las armas de Carlos V, en aquellos años de 1533, a saber: el escudo de Castilla (dos leones, dos castillos y la dia­dema imperial), rematado por dos cabezas de águila que llevaban sendas coronillas. Del círculo central se conservan los dos leones y uno de los castillos, como así las dos cabezas de águila, pero la coronilla que tenía la de la izquierda ha desaparecido. Por la otra cara, aparece el patrón de las españas, el apóstol Santiago, jinete en fogoso caballo lanzado a la carrera, espada en alto y en actitud de acometer a las mesnadas agarenas”.

El estandarte que llevó Francisco Pizarro a la conquista del Perú fue hermano, por su hechura y simbolismo, del que el empera­dor Carlos V donó a la imperial villa de Potosí, el cual -según los historiadores- fue el que don Juan de Austria llevó en la flo­ta que combatió y venció en Lepanto.

Cuando el estandarte llega a Caracas en 1826, los odios po­líticos contra España aún no habían desaparecido, hasta el extre­mo de que en la primera fiesta cívica que celebró la capital después de recibir tan valiosa prenda, fue arrastrada por las calles de la ciudad, queriendo demostrar así el odio que conservaban contra sus antiguos mandatarios. De ahí los deterioros causados en el estandarte, que han restado valor a su estado primitivo, in­dependiente sufrido por el paso de los siglos. Dieciocho años más tarde, en 1842, cuando los restos mortales de Bolívar llegaron a su tierra natal, el pendón fue colocado con veneración al pie del mausoleo que Guardaban las cenizas del Libertador. Pasados otros treinta años, este recuerdo histórico de la conquista, fue colo­cado al lado de la enseña oficial de España y escoltado por la bandera venezolana. Y en 1967, con motivo del IV centenario de la fundación de Caracas, 434 años después de la conquista del Cuzco, la prensa venezolana y todos los medios de comunicación de aquella nación, se ocupaban con cantos elogiosos recordando que el pendón de Pizarro era una pieza importante de museo en el Salón de la Presidencia del Concejo Municipal de Caracas, donde se encuen­tra depositado.

Pero hemos de remontarnos al mes de octubre de 1957 en que Trujillo viviría hermosos actos de confraternidad con la nación venezolana, en cuya fecha se conmemoraba el IV centenario de la fundación de la ciudad de Trujillo de Venezuela. Previamente, en junio de 1956, había llegado a nuestra ciudad una comisión diri­gida por el hermano Nectario, de la Doctrina Cristiana, haciendo gestiones ante nuestras autoridades locales para comenzar con los preparatorios de los actos a celebrar. Solicitaban, se les facilitara una copia de las banderas que el fundador del Trujillo venezolano, el trujillano Diego García de Paredes (hijo del que fuera fabuloso personaje del mismo nombre, también nacido en Trujillo, conocido por los sobrenombres de Sansón de Extremadura y Hércules de España, tal era su fuerza) había arrebatado a Lope de Aguirre y que habían sido traídas a Trujillo por su encargo, para que fueran deposi­tadas en la tumba de su padre. Abierta la tumba del Sansón extre­meño, no fueron encontradas dichas banderas, que se creían habían sido depositadas en su interior, hecho que de antemano se presuponía, sino que habían sido colocadas sobre ella, donde habían permanecido hasta 1809, en que fueran destruidas por las tropas de Napoleón cuando la invasión francesa, entre los muchos destro­zos que causaron en nuestra ciudad. A cambio les fue ofrecido el escudo heráldico de la familia Paredes, con gran simbolismo histórico, que existía en la finca Torre de la Coraja, que pertene­ció a la familia, grabado en Granito del berrocal trujillano y labrado en el siglo XV. En octubre de 1957 se celebraron en nues­tro Trujillo importantísimos actos conmemorativos del IV centena­rio de la fundación del Trujillo venezolano, con asistencia de nutrida representación de la diplomacia y de la cultura de aquel país, de la de nuestra nación, de nuestra región, provincia y de nuestra ciudad, sellándose en aquellos actos, cordiales lazos fraternales entre Venezuela y España, especialmente entre los dos Trujillo. Además fueron obsequiados con una estatua de Diego Gar­cía de Paredes, gemela de la que existe en la hornacina de la es­calinata central de nuestro Palacio Municipal, obra y donación desinteresada del gran escultor extremeño Juan de Ávalos. Tras muchos años de alejamiento, volvía a resurgir la cordura con la llamada de la sangre y las dos naciones hermanas se fundían en a­pretado y entrañable abrazo, quedando unidas las dos homónimas ciudades y aunque lejanas en el espacio, quedaron íntimamente li­gadas en el afecto. La estatua del Trujillo venezolano, tenía previamente destinados preciosos jardines donde ser admirado y recordado su titular, pero la que se quedó en nuestra ciudad, aún continúa escondida en su hornacina, deteriorada su escayola, es­perando su transformación en bronce y un espacio más adecuado don­de lucir, bien en nuestra hermosa Plaza Mayor o en la placita de nuestro recinto amurallado que se le dedicó en el homenaje que se le hizo en aquellas fechas, en la que naciera y por la que co­rriera y jugara en su juventud antes de emprender la tarea que le aguardaba en tierras americanas y donde pueda ser conocido por multitud visitante de nuestra ciudad.

Don Carlos Marchante Alonso, en su escrito «El Estandarte de Pizarro», del que hemos obtenido abundante material para el nues­tro, nos dice en elocuente frase:«¡Cuántos contrastes! En la pri­mera de estas épocas todo fue hijo de la pasión; en la segunda, la Gloria de lo pasado que rendía su homenaje a la gloria de lo presente; en la última, la reconciliación de la familia, los re­cuerdos históricos de todas las épocas, sintetizando un mismo origen glorioso y el abrazo fraternal que ahoga todos los resentimientos y confunde todas las glorias… El estandarte de Piza­rro no es un botín de guerra; es un recuerdo de familia, es un orgullo de raza, es una época inmortal, es el símbolo de unión entre dos grandes pueblos de igual origen y comunes glorias». Y termina su bello y elocuente escrito, que reproducimos para conocimiento de todos los trujillanos, por su gran contenido: «Gloria también a Trujillo, cuna del conquistador, donde debía conservarse una reproducción del histórico Estandarte para que en los días solemnes ondease en el balcón principal del palacio de sus descendientes».

Este -y no otro- ha sido el motivo que nos ha animado a traer a estos Coloquios el tema que nos ocupa. Cada vez está más próxima la fecha de un nuevo centenario del Descubrimiento de Amé­rica, con el que nos encontramos plenamente identificados, pues como nacidos en esta tierra, sentimos el compromiso de que su con­memoración alcance el mayor esplendor y relieve, deseando unir la nuestra a otras muchas más voces que se alzarán y se harán escu­char en este sentido, atendiendo la invitación que se nos hace a través de estos Coloquios, por tratarse de hechos históricos so­bre Extremadura y relacionados con Trujillo, ciudad en que se ce­lebran y tanto tuvo que decir en el descubrimiento, colonización y evangelización de aquellas naciones americanas; hechos tan re­levantes que se la cita como: «Vientre egregio que gestó el Nuevo Mundo», «Ciudad de los destinos americanos» y como «Cuna de la Conquista», de excepcional significación, con tanta importancia e influencia en el puente espiritual que se creó entre España y América a partir de 1492.

Y aunque en el escrito que ofrecíamos el año anterior a es­tos Coloquios, que titulábamos «Trujillo ante el V Centenario del Descubrimiento», hacíamos una serie de interesantes peticiones -declaraciones de derechos- para nuestra ciudad en las que nos reiteramos en su plenitud, este tema nos obliga a nuevas sugeren­cias, cuyas peticiones las hacemos llegar a través de este Centro de Iniciativas Turísticas, organizador de estas tareas y el más idóneo para que por su conducto se hagan llegar a nuestra Corpo­ración Municipal y se materialicen en hechos positivos. Propone­mos se gestione del Gobierno de Venezuela -o del Municipio de Ca­racas- una reproducción del Pendón o Estandarte de Pizarro, allí depositado. Que se solicite del Museo del Ejército -o donde proce­da- copias de las espadas de Francisco Pizarro, de las de sus her­manos Hernando, Juan y Gonzalo, de la de Diego García de Paredes -nuestro Sansón de España-, de la de su hijo el fundador del Tru­jillo venezolano, de la del descubridor del río Amazonas Francis­co de Orellana y, en fin, de la de cuantos trujillanos universali­zaron a Trujillo, a España y a América. Solicitar de aquellas na­ciones con ciudades con el nombre de Trujillo, de las que fueran fundaciones por trujillanos o en las que tuvieran una destacada actuación, toda clase de recuerdos de su paso por ellas: banderas, estandartes, corazas, lanzas, trajes de aquella época, libros his­tóricos, ornatos religiosos de arzobispos y obispos trujillanos que ejercieron su ministerio sagrado en aquellas diócesis, etc. con que crear o incrementar el Museo de América en Trujillo.

Consideramos necesario instituir, con un estudio serio y pro­fundo, en nuestra ciudad, a nivel regional, la fiesta de la Hispa­nidad a partir del 12 de Octubre de 1992, de modo permanente, con la presencia de autoridades nacionales y americanas representando a las 20 naciones descubiertas en 1492, las más representativas de nuestra región, provincias y de nuestra ciudad. Celebrar en esa fecha una procesión cívica partiendo de nuestro Palacio Municipal, en vistosa comitiva, en la que formen parte banderas, estandartes, soldados del siglo XV, pajes, espadas, uniformes de época y cuantos recuerdos recibidos de Hispanoamérica merezcan ser incluidos, para dirigirse al Palacio de la Conquista, en nuestra histórica y monumental Plaza Mayor, desde cuyo balcón esquinado sea ondeado el Pendón de la Conquista por la autoridad máxima que presida tan importantes actos, dándole a conocer a la multitud pre­sente, y bajo la mirada del propio Marqués de la Conquista, Francis­co Pizarro, de la de su esposa doña Inés Yupanqui Huaylas, de la hija de ambos Francisca Pizarro Yupanqui (la primer familia hispa­noamericana) y de la del esposo de esta -y tío suyo- Hernando Pi­zarro, cuyos bustos en granito les perpetúa en los intercolumnios del mismo balcón.

Terminados los actos oficiales, banderas, estandartes, espa­das y todos los objetos que han servido para engrandecer la proce­sión cívica, pasarían al Museo de América de Trujillo, donde perma­necerían debidamente custodiados hasta la fiesta del año siguiente, aunque podría ser visitado por los numerosos forasteros que lle­garían a nuestra ciudad deseosos de conocer en Trujillo la historia de América.

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Oct 011988
 

Francisco Encinas Cerrillo.

Nos encontramos solamente a cuatro años del V Centenario del hecho colosal en que Cristóbal Colón, protegido por la Reina Católica, acompañado de un grupo de entusiastas seguidores, se encerraron en tres frágiles barcas y se hicieron a la mar por ignorados caminos de agua salada en la más increíble y peligrosa aventura conocida. Leguas y leguas marinas hubieron de navegar antes de llegar a tierra firme. El 12 de octubre de 1492 suponía el hito mas glorioso para a la historia de España y para la humanidad, con la llegada de aquel reducido grupo de intrépidos a nuevas y desconocidas tierras. Hoy nadie duda de que fue la mayor aventura conocida, por los riesgos y peligros que la empresa encerraba. Muchos serían los que posteriormente, iniciarían ese mismo viaje con distinto resultado. ¿Cuántos embarcarían plenos de ilusión sin lograr tan feliz destino, devorados por la inmensidad de las profundas aguas?, ¿Cuántos permanecen ignorados tras su inmolación? A todos, nuestro emocionado recuerdo ante este nuevo Centenario, tanto a los que triunfaron a costa de sufrimientos y penalidades, como a los que sucumbieron en el empeño.

Antes de seguir adelante, queremos repasar cómo celebró nuestra ciudad e1 IV Centenario á fin de mejorar y ampliar nuestras peticiones con vistas al próximo. Nuestras autoridades acudieron a la Rábida, en que se celebraron los actos, portando los cuatro magníficos estandartes ricamente bordados y confeccionados como recuerdo. Como contrapartida, se trajeron el tratamiento de Excelencia concedido a nuestro ayuntamiento, por la Reina Regente dona María Cristina, por «la partetan relevante y única que la ciudad había tenido en el descubrimiento y evangelización de veinte naciones americanas». Ahora se nos invita a aportar trabajos con que conmemorar el V Centenario, que consideramos deben ser peticiones de derechos a reclamar, como herencia que nos legaron aquellos antepasados y que ganaron con su esfuerzo, el sufrimiento y, en muchos casos, con la ofrenda de sus propias vidas.

Previas, consideramos conveniente unas pinceladas breves sobre la historia de Trujillo. De sus orígenes, se ha escrito que fue pueblo celtíbero. Vi1la del Imperio Romano desde el año 206 antes de Jesucristo hasta el 414 de la Era Cristiana en que pasó a ser visigoda. Ocupada por los árabes, permaneció en su poder hasta el 25 de enero de 1232 en que fuera reconquistada definitivamente por las tropas del rey de Castilla, Fernando III el Santo. El 27 de julio de 1256 y en Segovia, Alfonso X el Sabio otorga Fuero a Trujillo. Los tesoros de don Pedro I, para su seguridad, se guardaron en el Castillo de la entonces villa trujillana, a cuyo frente figura el tesorero real Samuel Leví. Don Juan II de Castilla, le concede el título de Ciudad por Real Cédula de 12 de abril de 1430, en Astudillo. Enrique IV, en 1465, premió su lealtad, otorgando a la ciudad el privilegio de Mercado Franco los jueves de cada semana. Hechos, pero más recientes, nos hacen recordar que el Decreto 2223/ 1962, de 5 de septiembre, declaraba ciudad monumental histórico-artístico el conjunto urbano de Trujillo.

Otro hecho muy importante, por el reconocimiento que suponía de nuestros valores, se producía el 31 de diciembre de 1985, víspera y con motivo de la entrada de España en el Mercado Común Europeo cuando, Televisión Española, nos ofrecía, a través de sus antenas, un extraordinario programa en el que se destacaban como dos de las más universales ciudades españolas a Santiago de Compostela y a Trujillo, cuyos interesantísimos conjuntos monumentales se encargaron de difundir ampliamente sus cámaras, recreándose en sus bellísimos monumentos. Se le destacaba a Santiago de Compostela, por su proyección como centro del orbe europeo, por el camino que habían hecho los peregrinos durante siglos, hacia el sepulcro del Apóstol Santiago. A Trujillo, se le resaltaba como eje, centro y cuna del Mundo Hispánico, cuyos innumerables hijos abrieron, a través de tierras y océanos, caminos y cauces de hermandad, unidad de sangre, cultura y religión y porque, sobre sus aguas, construyeron puentes que hoy acercan y unen a España con aquellas fraternas y queridas naciones. Por su universalidad, Santiago de Compostela había sido reconocido y declarado «Patrimonio de la Humanidad». Este hecho ¿No era una invitación para que Trujillo, con tan bien probados méritos históricos y monumentales, mereciera de la UNESCO semejante distinción? Precisamente, en 1975, había merecido ser la aportación de España al Año Europeo del Patrimonio Arquitectónico de Europa, motivo por el que el Club Urbis, de Madrid, celebró una interesante exposición que tituló: «Trujillo en el Año Internacional Arquitectónico»y en su inauguración se pronunciaron conferencias que se titularon: «La vitalización del patrimonio arquitectónico hispánico» y «Trujillo, ciudad histórica». Se exhibió un panel con los nombres de Trujillo en la geografía mundial, que hasta 16 veces se repite, y los blasones de los linajes trujillanos. Y es que, se decía: “Trujillo universaliza Extremadura».

Seguidamente queremos analizar y relacionar el concepto de lo hispano con lo hispánico o hispanoamericano y con Trujillo y las razones y fundamentos que han dado lugar a que nuestra ciudad haya sido denominada «Cuna de la Hispanidad.», «Plaza Mayor de la Hispanidad» y «Capita1 del Mundo Hispánico» porque, según veremos, fue eje y base para las mismas. Se ha escrito: «Trujillo es la cuna de la Hispanidad», porque a la muerte del rey don Juan II de Aragón, la reina Isabel se encontraba en Trujillo, a donde vino su esposo don Fernando procedente de tierras catalanas donde se encontraba. Con ese motivo se convocó a la Corte, a la Nobleza y al Clero y se celebraron solemnes funerales en nuestra iglesia de Santa María la Mayor. Terminado el luto oficial, los Reyes convocaron un Consejo de gran trascendencia, en el Alcázar de Luis Chaves el Viejo donde siempre moraron en nuestra ciudad, en el que se reconoce por disposición testamentaria a don Fernando como rey de Aragón y de Sicilia. Mas como doña Isabel lo era de Castilla, León, Toledo, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Córdoba, Córcega, Murcia, Jaén, Los Algarbes, Algeciras y de Gibraltar y de ducados, condados y marquesados, aconsejaban la unión de todos estos territorios, lo que así se acuerda, bajo el cetro de Isabel y Fernando como Reyes de España, pues dijeron y escribieron que «Tanto Monta, Monta Tanto, Isabel como Fernando». Entendemos que así nació la unidad de las tierras españolas y convertía a Trujillo en la «cuna de la hispanidad».

Porque Trujillo jugó un papel de excepcional importancia en la historia nacional, pues aquí se fraguó el triunfo de los derechos de doña Isabel a la corona de Castilla sobre los de la Beltraneja. Aquí iban a celebrarse los desposorios de don Alfonso V de Portugal con doña Juana, pero conocido por los partidarios de doña Isabel, ésta acudió con la máxima urgencia, desbaratando los actos y propiciando su huida a Plasencia, donde pudieron celebrarse. Aquí tuvo su cuartel General la Reina en esta guerra y fue donde recibió la noticia del triunfo de sus tropas en la celebrada batalla de la Albuera, y porque aquí se firmaba la Paz con Portugal (y con Francia su aliada), el 30 de septiembre de 1479, conocida como la Paz de Trujillo, que ponía término al proceso de sucesión a la Corona de Castilla, acto que también se celebró en el citado Alcázar de Luis Chaves el Viejo, fabuloso personaje histórico trujillano, quien perdió tres de sus hijos en esta campaña en favor de los Reyes Católicos.

Y porque fue en Trujillo, el 29 de diciembre de 1479, donde firmaron los Reyes el primer documento de Cancillería, donde aparecen por primera vez unidos Castilla y Aragón. Así lo reconoce la Junta Gestora y Preparatoria de la Real Academia de Extremadura, que se constituye en Trujillo el 20 de diciembre de 1979, recordando que dicho día se conmemora el V Centenario de tan memorable hecho, según consta en el Acta de fundación de citada comisión.

También lo reconoce así don Antonio Vargas-Zúñiga, Marqués de Sieteiglesias, Académico de la Real Española de la Historia y primer presidente de la Real Academia de Extremadura de las letras y de las Artes quien, refiriéndose a la unión de los reinos españoles, dice: «Trujillo fue la primera capital de España», pues es allí donde se encuentran los Reyes cuando nace el reino de España.

La historia de Trujillo está tan vinculada a la vida de los Reyes Católicos que podíamos llenar muchas páginas con hechos relacionados con ellos. En nuestra ciudad se encontraba el rey don Enrique IV cuando recibió una carta de su hermana, la infanta doña Isabel, en la que le comunicaba su matrimonio, en Segovia, con el infante de Aragón don Fernando. Desde 1477 a 1479 los Reyes cruzaron sin cesar las tierras extremeñas, especialmente las de Trujillo «como si la Reina Católica presintiera los servicios que la había de prestar la ciudad y los altos destinos reservados por la providencia a sus hijos». Y esta vinculación fue tan importante, que el Conde de Canilleros la define con esta frase: «Principio y fin de un periodo histórico», tras la que dice: «En Trujillo comenzó el reinado completo de los Reyes Católicos, al morir el rey don Juan de Aragón; en Madrigalejo, aldea de Trujillo, terminaba definitivamente la prolongación de aquel reinado, con la muerte de don Fernando el 23 de enero de 1516. En aquellas tierras se marcó e1rumbo futuro de la Patria dos veces: con la unificación bajo el mando de los soberanos, primero; ahora con el testamento regio». La última carta escrita por el rey Católico, fechada el 13 de enero de 1516, fue encontrada en el Archivo de Trujillo, donde se conserva el original, por el historiador don Juan Tena Fernández, hace algunos años. A este insigne trujillano debemos este interesante contenido: «Los Reyes Católicos, Colón y Trujillo, son pilares firmísimos sobre los que se levanta la historia del Nuevo Mundo».

La relación de los Reyes Católicos con Trujillo fue tan decisiva para la historia de España que nos permitimos estas preguntas: ¿Qué curso hubiera seguido la historia patria de no haber sido ganada por ellos la corona de Castilla? En otro caso, ¿Hubiera sido posible el descubrimiento de América?, ¿En qué fecha y con qué resultados? ¿Hubiera sido obra de España? Y, finalmente, ¿Aquellos más de 300 millones de seres, llevarían nuestra sangre, idioma y religión?

Como puede verse, o así lo entendemos, el concepto de “Cuna de la Hispanidad”, puede concretarse y darse por concluido con el Consejo celebrado por los Reyes Católicos en el que se tomaba el acuerdo del «Tanto Monta»; con la firma de la Paz con Portugal, que les otorgaba el reinado de España, y con la firma del primer documento de Cancillería, en los que aparecen por primera vez unidos Castilla y Aragón, que les convertía en los primeros Reyes de España. La posterior incorporación de los reinos de Navarra y de Granada, no sería sino su integración en la Corona Española.

Trujillo, plaza mayor de la Hispanidad y Capital del Mundo Hispánico

El concepto de Hispanidad, en términos más amplios, como acabamos de titular, entendemos no se produciría sino años más tarde, después de 1479 y por hechos «distintos» y «distantes», ocurridos tras el descubrimiento de América, el 12 de octubre de 1492, y a los que la historia también tenía reservado un protagonismo especial y único para con nuestra ciudad, como más adelante iremos viendo.

Mas antes de continuar, queremos dejar sentado el concepto que de aquel memorable hecho tenía uno de los más importantes historiadores hispanoamericanos más recientes, don Raúl Porras Barrenechea, que fuera catedrático en la Universidad de Lima y Embajador del Perú en España y al que debemos el descubrimiento, en el Archivo de Indias, del testamento de nuestro Francisco Pizarro, otorgado en la Ciudad de los Reyes el 5 de junio de 1537. Por sus investigaciones sobre la historia de Trujillo, mereció su nombramiento de Hijo Adoptivo de la Ciudad. Refiriéndose al Descubrimiento, el profesor Porras Barrenechea decía: «Descubrir, para el genio creador y misionero de España, era civilizar y poblar«.

Basamos nuestros argumentos, en los que nos proporciona el historiador don Clodoaldo Naranjo, que confirma el también historiador don Juan Tena, cuando dicen:»Trujillo ha puesto en América los dos mayores genios conquistadores. Los exploradores más audaces y valerosos. Los obispos y religiosos de más celo. Las mujeres más patriotas y virtuosas. Ciento veinte capitanes de capacidad y valor a toda prueba gobernantes y magistrados los más dignos. Los artistas más notables. Y los colonos en número todavía no calculados».

A don Pedro de Lorenzo, de su escrito «Trujillo, Plaza Mayor” le recogemos: «Una hora de Extremadura se llamaría de este modo: Mérida, Romanidad; su otra hora universal, Trujillo: Hispanidad… Plaza Mayor de las mas acabadas de la patria, Plaza de la Hispanidad». Para continuar diciendo: «Trujillense era el maestro -¿digo arquitecto?- de la catedral de Méjico. En tres cuartos, trujillana, la sangre de Hernán Cortés; Francisco de las Casas, yerno de Cortés y capitán de la desventura, sostiene con otros veinte trujillanos la retirada de la Noche Triste. Trujillana la primera mujer casada europea, que pisa el Nuevo Mundo; trujillano el primer cereal. El ejército de Cajamarca fue una pequeña cruzada de capitanes de Trujillo… Trujillo, hora cero de la Hispanidad».

De otro destacado historiador extremeño, el Conde de Canilleros, de su escrito «Solar de Conquistadores», hemos tomado lo que sigue: «No hay en toda Extremadura -que en este caso es decir que no hay en el mundo, porque la conquista de América fue monopolio extremeño- localidad alguna que pueda adjudicarse con más derecho el título de Solar de Conquistadores… Además se da el caso de que algunos importantísimos paladines, como Hernán Cortés, por ejemplo, aunque no era de Trujillo, tenían sangre trujillana. Es verdaderamente curioso, porque parece como si la providencia hubiera reservado de manera específica a esta ciudad la primacía conquistadora, formando una raza seleccionada para este fin… Sesenta y seis de los conquistadores trujillanos tenían la misma sangre, procedente de un tronco común, la de Fernán Ruiz de Altamirano, personaje casi fabuloso… Junto a los que hay que poner los que faltan hasta superar los ciento, que fueron los que destacaron en muchos campos diferentes. … No hubo rincón de América al que no llegase lo trujillano, y nacieron Trujillo sobre tierras vírgenes, 1as orillas de los mares y bajo cielos de trópicos. El nombre de la ciudad se impuso a puntos de islas, en Cuba y Santo Domingo; a una bahía, en Chile; a pueblos y ciudades, en Canarias, en Honduras, El Salvador, Venezuela, Colombia, Puerto Rico (dos), México (cuatro)… Rematando con los paladines la formación del Imperio Español, estuvieron los frailes de Trujillo y las mujeres trujillanas, tres de ellas con auténtico rango histórico. Se llamaban doña Inés Muñoz, María Escobar e Isabel Rodríguez. La primera llevó el olivo al Perú; la segunda el trigo… Cuando Trujillo se preparaba para todas esas Glorias que le dieron el título de Solar de Conquistadores, nació aquí, el 30 de marzo de 1468, Diego García de Paredes, Hércules y Sansón de España, cuyas aventuras asombrosas culminó esa tónica de lo extraordinario, símbolo de lo trujillano. Fue el representante magnífico de la ciudad en el Viejo Continente, mientras en el Huevo sus paisanos, ganadores del título indiscutible, echaban los firmes cimientos del Mundo Hispánico, de ese mundo que, en frase de Rubén Darío, “aún reza a Jesucristo y aún habla en español».

La Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, gestada en nuestra ciudad el 29 de diciembre de 1979, y también nacida en Trujillo, el 3 de diciembre de 1980, en el artículo cuarto de sus Estatutos dice: «La sede de la Academia estará en Trujillo, Ciudad Monumental, que resume el acerbo de cuantos valores históricos y artísticos encierra la ciudad extremeña y aglutina su vocación hacia los pueblos de América, a los que la Academia pulsando el hondo sentir de Extremadura, dedicaremos singular atención». Tras su inauguración, la prensa titulaba tan importante hecho con esta frase: «La Academia extremeña desea ser una nueva ruta hacia América». Creada la Real Academia, a su sede, Trujillo, se la convertía en la “Capital Cultural de Extremadura”.

Por su enorme interés en el tema que nos ocupa, hemos tomado de don Vicente González Hernández, Académico de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, cuanto sigue, de su trabajo «La Hispanidad do Trujillo en las Américas», recuerdo que dedica a Francisco Pizarro en el Centenario del nacimiento de Hernán Cortés, cuanto dice en su párrafo final: «En Trujillo y en aquellos lugares del Nuevo Mundo llamados Trujillo; en el paisaje americano abierto al entendimiento entre Culturas milenarias, los nombres de Francisco Pizarro y Hernán Cortés simbolizan ideales de universalidad; representan todas aquellas virtudes y defectos, triunfos y derrotas, proximidades y alejamientos que abrieron los caminos de la Hispanidad, título éste que doy por merecido y ha de otorgarse con justicia a la ciudad extremeña e hispana en la memoria de América: Trujillo».

Destacando algunos de los hechos más salientes de nuestros mas significados representantes en América, comenzaremos con el gran Marqués, Francisco Pizarro, descubridor, fundador y Gobernador de aquellas tierras, cuyos hechos heroicos son conocidos y están en 1a mente de todos, recordando la frase del profesor Porras Barrenechea: «Descubrir, para el genio creador y misionero de España, era civilizar y poblar». Como es sabido, Pizarro casó con la princesa Inés Yupanqui Huaylas, nieta, hija y hermana de emperadores Incas, con la que tuvo hijos, contribuyendo a crear la familia y la raza que se llamó hispana. A su muerte, a manos de los almagristas que actúan por sorpresa, en su ayuda acuden su hermano Francisco Martín de Alcántara y su fiel paisano Francisco de Chaves, que le preceden con la ofrenda de sus vidas. Tres mujeres, también trujillanas, Inés Muñoz, María Escobar e Inés Rodríguez, dan sepultura a los cadáveres. Sus cenizas reposan en la catedral de Lima (que dedicó a Santa María de la Asunción, Virgen a la que rezara en su juventud en la iglesia Santa María la Mayor, de Trujillo), construida (con las de Méjico, Puebla y Cuzco) por el arquitecto trujillano Francisco Becerra, y de la que seria su primer Arzobispo el también trujillano Fray Jerónimo de Loaisa.

Su hija, Francisca Pizarro Yupanqui, nacida en Jauja, hija de princesa y nieta de emperadores Incas, ya con sangre mestiza, viene a Trujillo acompañando a su tío Hernando Pizarro Vargas, con el que contrajo matrimonio y del que nacieron otros hijos, contribuyendo a un nuevo mestizaje. Y se haría trujillana por hija, esposa y madre de trujillanos y, a perpetuidad, porque sus cenizas reposan con las de su esposo y tío Hernando, en la iglesia de San Francisco de Trujillo.

Otro trujillano, Gonzalo Pizarro, hermano de Francisco y Hernando, mezcla también su sangre, con los amores que tuvo con otra princesa incaica, de la familia del Inca Manco Capac, llamada Inquill o Flor Olorosa, con la que tuvo dos hijos, uno llamado Francisquito, nacido en 1,535 y una hija llamada Inés, ambas nacidos en Cuzco, que fueron legitimados por el rey Carlos V. Según se ha escrito, vinieron a Trujillo en 1549, enviados por La Gasca. Francisco murió a poco de llegar y su hermana Inés regresó a lima.

Remataremos esta lista de la unión entre las dos razas, con la llevada a cabo entre la trujillana doña María Esquibel, de mucha nobleza, quien casó en el Cuzco con Carlos Inca, padre de Melchor Carlos Inca, descendiente del Inca Manco II. Doña María Esquibel fundó un hospital en la ciudad de Lima, en 1571.

Por su curiosidad, incluimos un caso que tenemos recogido de un autor de Pasajeros a Indias. El 19 de enero de 1579, se embarcó para Perú Martín Inga, indio, soltero, nacido en Trujillo, hijo de Juan Inga y de Catalina.

Seguimos destacando la participación de trujillanos en la gran Gesta americana, con el descubridor y explorador del río Amazonas (también conocido con el nombre de Orellana). Algunos historiadores nos dan su descubrimiento como producto de un mal entendido entre dos paisanos, los trujillanos Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana. Pero entre los pocos componentes de aquella empresa, llena de peligros, hambre y privaciones, figuró otro insigne trujillano, fray Gaspar de Carvajal, que tuvo las tareas de cura de almas y de cronista de aquella extraordinaria aventura. Pero hubo algo más, una de las frágiles naves sufrió tan graves averías que hubo que construir una nueva, a la que se bautizó con el nombre de Victoria, no sabemos si como recuerdo al título con que se venera a la Virgen patrona de Trujillo. Los descubrimientos hechos por Orellana en el Amazonas, abría el camino a la exploración y colonización una zona cuya extensión es de cinco millones de kilómetros cuadrados que, dicen, equivalen a la mitad de los territorios de Europa.

La importancia para la humanidad del Descubrimiento de América, la recogemos de la célebre frase de López de Gómara, cuando dice: «La mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó, es el descubrimiento de las Indias». Y a quines hicieron posible aquella ingente tarea, se les ha dado la calificación de «dioses». Hasta en esto se le reconoce de modo especial a Trujillo y a lo trujillano, cuando aun puede verse en una de nuestras carreteras, en un gran panel, un dibujo en el que aparece la estatua de Francisco Pizarro, con el fondo de la iglesia de San Martín, en la Plaza Mayor de Trujillo, debajo de lo que puede leerse en grandes caracteres: «Trujillo, donde nacieron los dioses”. Pero entendemos que si se les definió como «dioses», fue por la grandiosa obra realizada y por su enorme capacidad para él sufrimiento, para las privaciones y para el sacrificio, que en muchos de los casos supuso la ofrenda de la propia vida. Y ahí si que fueron «sobrehumanos», «sobrenaturales»… «dioses». Muchas veces nos hemos planteado si el hombre actual sería capaz de repetir aquellas heroicas hazañas con los mismos medios de que ellos se valieron.

Alejandro Casona, en un resumen sobre la vida de Pizarro, escrito para la juventud, afirma: «El gesto en la Isla del Gallo, al trazar una raya con 1a punta de su espada sobre la tierra, marcando que más allá de de ella estaban los abismos, los desiertos, las fieras, el hambre, las penalidades, las privaciones, las moscas de la fiebre y las flechas envenenadas; una raya que dividía lo conocido con su vida cómoda y sus prebendas seguras, de lo desconocido con sus lóbregas opciones, realizó el gesto más sublime de toda la historia del mundo».

Interminable sería mencionar a cuantos trujillanos, de los que se tienen referencias, pasaron a Indias en los tiempos de su descubrimiento, colonización y evangelización, muchos de ellos a ejercer las mis nobles profesiones. Si, como se ha escrito, la conquista de América fue monopolio extremeño, Trujillo figura muy a la cabeza de cuantas poblaciones hicieron su aportación humana. Hasta 586 (cantidad ni siquiera igualada) son los que figuran catalogados en la obra “La Epopeya de la Raza Extremeña en Indias», de don Vicente Navarro del Castillo, durante los siglos XV y XVI. Consultados otros autores, nos encontramos en condiciones de poder ofrecer un número que se aproximan al millar, el de los trujillanos que pasaron a Indias desde el 12 de octubre de 1492 hasta finales del siglo XVI. Mas a pesar de ese gran número, fue su gran categoría la que los hace sobresalir: “los mayores genios conquistadores, exploradores más valerosos, obispos más celosos, mujeres más patriotas, ciento veinte capitanes a toda prueba, gobernantes más dignos, artistas más notables…», algunos con categoría «sobrenatural», porque así podía calificarse su obra. Comenzaremos con Francisco Pizarro, que incorporó un nuevo imperio a la corona de España y ha motivado tanto el interés de los historiadores, que tenemos entendido que supera las 135 el número de sus biografías. Pizarro, también, fundó el Trujillo peruano, en recuerdo de su ciudad natal. Seguiremos con sus hermanos Hernando, Juan y Gonzalo Pizarro y Francisco Martín de Alcántara, todos con categoría y 1úz propia y destacadísimos en gloriosas hazañas. Francisco de Orellana, descubridor y explorador del Amazonas y fray Gaspar de Carvajal, su compañero y cronista de esa epopeya. Fray Jerónimo de Loaisa, primer Arzobispo de Lima; fray Vicente Valverde, primer obispo de Cuzco y primer mártir; fray Diego Torres Altamirano, franciscano, obispo de Cartagena de Indias, consagrado en el Convento de la Concepción de Lima, donde era Abadesa una hermana suya; fray Juan de Trujillo, jerónimo, a quien Felipe II le presentó para obispo de Guadalajara, en Méjico; el famosísimo dominico fray Felipe de Meneses, autor de obras que aun se estudian en la Universidad española, entre ellas «Luz del alma», «De los Santos Sacramentos»…, que regresó del Perú en 1575, si bien no hemos conseguido la fecha de su ida a aquellas tierras. Otros más fueron, Diego García de Paredes, hijo del Sansón y Hércules de España, al que Felipe II nombró Gobernador y Capitán General de la provincia de Popayán, fundador del Trujillo de Venezuela. Francisco de las Casas, según unos yerno de Hernán Cortés, que sostiene con otros veinte trujillanos la retirada de la «Noche Triste» y fundador del primer Trujillo americano, en 1526, en Honduras. Francisco Becerra, arquitecto, al que se le atribuyen las catedrales de Méjico, Puebla, Cuzco y Lima. Francisco de Camargo, capitán de Cortés en Méjico, al que encargó quemar las naves tras el desembarco. Juan de Chaves, fundador de Gracias a Dios, en Honduras, en 1536. Ñuflo de Chaves, fundador de Nueva Asunción, en 1559 y de Santa Cruz de la Sierra en 1561, en Bolivia. Álvaro de Quiñones, Gobernador y Capitán General de Panamá y Guatemala. Hernando de Alarcón, que descubre y explora la desembocadura del río Colorado, al que bautizó con el nombre de la Buena Gracia, describió la primera carta hidrográfica de la costa Californiana m1s exacta y que aún se conserva en un museo americano. Alonso de Hinojosa, nombrado general de la escuadra de Gonzalo Pizarro, compuesta de 22 buques. Alonso de Sotomayor, Gobernador y Capitán General de Chile, y su hermano Carlos de Sotomayor, que estuvo a sus órdenes con el grado de Coronel y también su hermano Luis Sotomayor, Maestre de Campo de Alonso, en Chile. Alonso de Toro, que desempeñó cargos de máxima confianza con sus paisanos los Pizarro, que fue Maestre de Campo de Gonzalo Pizarro y Gobernador de Cuzco. Alonso Briceño, uno de los «Trece de la Fama», que dio el paso adelante en la Isla del Gallo. Francisco de Chaves, fundador y regidor de Villa Real de Chiapa en 1528, pasando después al Perú y fundando la ciudad de Guatemala. Francisco de Carvajal, valeroso general en las Guerras de Italia, fue enviado por Carlos V a América, siendo nombrado Maestre de Campo de su paisano Gonzalo Pizarro. Juan de Sanabria, que acompañó a su hermano Diego de Sanabria, nombrado en 1547 adelantado del Río de la Plata. El Licenciado Diego González Altamirano, nombrado Oidor de Lima, en 1551 y más tarde Alcalde de1 Crimen de su Audiencia. Francisco Altamirano Torres, que fue corregidor de la Paz, en Bolivia. Fray Diego de Altamirano, primo de Hernán Cortés, con quien partió a la conquista del país del Anahuac. Blas Altamirano Torres, fue Oidor de Quito y Fiscal Oidor de Lima. Juan de Olmos, que fue Gobernador de Puerto Viejo, ciudad del Perú. García Torres Carvajal, capitán y encomendero de Osorno. Fray Alonso de Trueno, dominico, que partió a Amóxica con el obispo de Chiapas, Bartolomé de las Casas, desarrollando gran labor espiritual en la isla de Santo Domingo, donde hubo de quedarse a ruego de los naturales. El Licenciado Juan Alonso de Tapia, que pasó al Perú como canónigo de la catedral de Cuzco. Fray Juan de la Cruz, del hábito de Santo Domingo, vicario, guardián y definidor varias veces de la provincia de Méjico, fundador del Convento de la Piedad en Ahuehuetián, donde vivió y murió con fama de santidad. Nuño de Chaves Figueroa, Alcalde Mayor de la villa de Santa Maria de la Victoria de Tabasco, en Méjico. Juan Prieto de Orellana, abogado, pasó como visitador de la Audiencia de Santa Fe de Bogotá, en 1582. Hernando Alonso Villarejo, sacerdote, nombrado Arcediano de la Catedral de Cartagena de Indias. Terminamos esta breve relación -obtenida de las biografías de ese casi millar de trujillanos que tenemos archivados- con cuatro extraordinarias mujeres: Sor María de Jesús Paredes, fundadora de las Carmelitas Delcalzas, a la que se conoció por la «Azucena de Quito» y murió en loor de santidad; Inés Muñoz, esposa de Francisco Martín de Alcántara y por tanto cuñada de Francisco Pizarro, de la que se dice llevó el olivo al Perú; María Escobar, casada con el capitán Diego de Chaves, primera mujer europea casada que pasó al Perú y llevó el trigo a América, e Isabel Rodríguez, acaso parienta de Francisco Pizarro, pues ese nombre y apellido llevó la abuela paterna de Pizarro, repitiéndose varias veces en esa descendencia, ella, con las dos anteriores, corno las Tres Marías en el entierro de Cristo, protagonizaron en Lima el triste y solemne traslado del cadáver de Pizarro para darle sepultura, e hicieron lo que los hombres no realizaron por temor a los asesinos almagristas.

El enorme eco que la participación trujillana tuvo en el Nuevo Mundo, ha sido motivo para que historiadores y escritores le hayan dedicado sus mejores titulares e inspiradas frases, de las que hemos seleccionado las que incluimos a continuación:

«Trujillo, Casa solariega, de la Hispanidad».

«Trujillo, Hogar Universal de la Hispanidad, Ciudad Madre de las Américas y soberana Cuna de Conquistadores».

«Vientre egregio donde se gestó el Nuevo Mundo».

«Plaza Mayor más que de Castilla, de la Hispanidad la de Trujillo».

Trujillo ha sido señalado como:«Hogar, vientre, alma, corazón, casa propia… de la Hispanidad».

«Trujillo tiene el orgullo de ser cuna de múltiples conquistadores, colonizadores y evangelizadores, forjadores de nuestro Imperio y alma de la Hispanidad».

«Trujillo, Madre fecunda de la conquista, entrañas puras y gloriosas de la Hispanidad».

“Madre y cuna, lección y ejemplo, grito y estandarte, reloj y altar para nacientes tierras».

Podíamos ampliar nuestras citas en favor de nuestra ciudad, que la consagran única, tanto en el proceso de nacimiento de nuestra patria como nación, con la denominación de España, que se remata el 29 de diciembre de 1479, como posteriormente al 12 de octubre de 1492, tras el descubrimiento de América, en el que el término “España” se pluraliza con el concepto más amplio de… “Hispanidad”.

El interés de nuestras autoridades regionales en el próximo Centenario no es proporcionado al protagonismo que tuvieron los extremeños en aquella gloriosa e irrepetible gesta. Barcelona, con los Juegos Olímpicos, y Sevilla, con la Exposición Universal, han acaparado los presupuestos nacionales para su conmemoración, en los que, a los extremeños, se nos ha asignado la ingrata tarea de contribuir a sus costosísimos gastos. Pero aún queda tiempo suficiente para rectificar – y rectificar es…- y arbitrar, medios con que dejar perenne e imborrable recuerdo a posteriores generaciones y vean supimos y fuimos capaces de celebrar dignamente «el acontecimiento más importante ocurrido en la historia de la humanidad». Para ello, lo que proponemos es que sea levantado un monumento -grupo escultórico de tamaño natural- en honor de la familia hispánica, en el que figure un extremeño, su esposa india y dos o tres niños, mestizos, producto de ese amor matrimonial materializado, y un fraile bendiciendo esa familia creada. Lugar, el espacio ajardinado comprendido entre la Casa de la Cadena (otrora alojamiento del rey Felipe II) y el Palacio de la Conquista (el mayor recuerdo de América en Extremadura), recientemente declarado Bien de Interés Cultural, y como testigos de excepción los bustos de los matrimonios compuestos por Francisco Pizarro y su esposa Inés Yupanqui Huailas y el de Hernando Pizarro con la suya Francisca Pizarro Yupanqui, que desde el balcón esquinado proclaman al mundo ser creadores de esa nueva raza. Un monumento más con que contribuir a superar la belleza que ya posee la Plaza Mayor de Trujillo, símbolo de lo Hispano y del Mundo Hispánico.

Por cuanto se ha expuesto, nos vemos obligados a una serie de peticiones, de carácter honorífico, que no han de gravar de modo importante las arcas regionales (teniendo en cuenta los altísimos presupuestos que se manejan) y, por el contrario, han de producir grandes bienes culturales y materiales, y no son sino un justo reconocimiento de unos hechos históricos protagonizados por 1a ciudad o por sus numerosos hijos, y que a nadie como a Trujillo le corresponden. Además de la frase Trujillo universaliza Extremadura, entendemos debe reconocérsele otras titulaciones, como las de:

  1. Como Primera Capital de España, merece el reconocimiento oficial de «Cuna de la Hispanidad”, con que universalizó a España.
  2. Reconocimiento oficial de «Plaza Mayor de la Hispanidad» y «Capital del Mundo Hispánico», porque es en Trujillo donde se universalizan.
  3. Reconocimiento oficial de «Patrimonio de la Humanidad”, pues entendemos que si universalizó Extremadura, a España y al Mundo Hispánico, ha reunido méritos más que suficientes para dicha titulación. Esta petición compromete tanto a la Junta Regional, al Gobierno de la nación y a la UNESCO, para ejercer una acción conjunta para la restauración de su deteriorado y abandonado Conjunto Monumental, pues si bien hasta ahora sólo ha servido para dar gloria y prestigio a esas Instituciones, ya va siendo hora de que reciba una justa compensación, como reconocimiento a su glorioso pasado.
  4. Potenciar el Museo de América, ubicado en el antiguo Convento de la Coria por la Fundación Salas, tan necesario en Extremadura con el que conocer en profundad la historia de las Españas.
  5. Crear el Archivo de Indias, tantas veces anunciado, en el que recoger cuanta documentación sea posible de los extremeños que participaron en el Descubrimiento, y pueda ser consultado por estudiosos e investigadores, evitando tener que visitar el de Sevilla para encontrar y estudiar el testamento de un Pizarro… Y como entendemos es el Palacio de la Conquista el más representativo de Extremadura para su ubicación, llevaría la exigencia de una gestión firme para su cesión. En él Podría ir incorporado, también, un Archivo Regional, en el que puedan ser consultados cuantos documentos hayan sido generados durante la historia de Extremadura.
  6. No podemos omitir nuestra petición para que se le preste la mayor atención a la Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, para que, se aporten los medios económicos necesarios que aceleren las obras de restauración total de su sede -el Palacio de Lorenzana- y para su equipamiento. Su actual dotación es tan exigua, por ambas Diputaciones provinciales, que desdice del nivel cultural de esos organismos que las conceden y se contradice con las concesiones que se hacen a dudosas agrupaciones culturales. ¿Cómo podemos hablar de cultura en Extremadura cuando se tiene tan marginado al auténtico órgano que la genera?

Aquí ponemos punto final a estos apuntes históricos sobre Trujillo que nos habíamos propuesto, quizás cortos para sus muchos méritos, aunque entendemos suficientes para dar a conocer la especial intervención trujillana en la formación de España como nación y en la del Mundo Hispánico, que gustosos hemos aceptado como colaboración a la preparación del V Centenario del Descubrimiento, con el que nos sentimos plenamente identificados y al que deseamos el mayor esplendor y resultados.

Oct 011988
 

Francisco Encinas Cerrillo.

A la memoria del Iltmo. Sr. D. Juan de Tena Fernández, sacerdote, archivero, cronista, investigador, historiador e hijo predilecto de Trujillo y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, en el centenario de su nacimiento (1-12-1888 / 4-1-1967).

“Don Juan de Tena, el último cronista de Trujillo”; así reza el título de un escrito publicado por el diario «Extremadura», de Cáceres, del 7 de enero de 1967 con la firma del Conde de Canilleros, en el que mostraba su sentimiento por el fallecimiento el 4 de dicho mes y año de nuestro querido paisano el Iltmo. Sr. D. Juan Tena Fernández al que traemos a estas páginas con motivo del homenaje que se le está dedicando en el primer centenario de su nacimientos el 1 de diciembre de 1988. En el escrito de referencia, se hace historia de los cronistas trujillanos, a los que se relaciona como sigue: «La encabezó en el siglo XV Lorenzo Galíndez de Carvajal continuándola, en el siglo XVI Diego y Alonso de Hinojosa Esteban de Tapia y Juan de Chaves; en el siglo XVII Fernando Pizarro de Orellana; en el XVIII Juan Solano Figueroa; en el XIX y XX, Federico Acedo y Clodoaldo Naranjo. La ilustre lista acaba de cerrarse con el nombre del erudito cronista don Juan Tena». Y sigue diciendo: «No es tópico, no, el decir que Trujillo está de luto, porque una ciudad de tan alto rango y de tanta significación universal necesita tener siempre un enamorado investigador que se consagre al estudio de sus viejas cosas». Estas ideas nos sugieren una serie de preguntas que nos gustaría las contestara quien tenga asumida tan importante responsabilidad. Son estas: ¿A partir de aquella triste fecha existe cronista en nuestra ciudad?; si es así, ¿Se lleva a cabo con decoro tan necesaria tarea?, ¿Sigue Trujillo con el protagonismo histórico con la misma intensidad que en aquellas fechas en que lo realizaba don Juan? De todos es sabido que él ha sido, además de cronista, el último historiador mas completo de los últimos años. Su obra «Trujillo Histórico y Monumental» con la titulada «Trujillo, sus hijos y monumentos», del también sacerdote fallecido don Clodoaldo Naranjo Alonso trujillano de sentimientos y por adopción, conforman el soporte del conocimiento de nuestra riquísima historia y a las que hemos de recurrir casi cuantos sentimos algún interés por conocerla.

De todos es conocido que don Juan tuvo la ingente tarea de organizar e investigar nuestro archivo municipal, al que se consagró con cuerpo y alma, dedicándole gran parte de su vida, pues se hizo cargo de él en 1929. Los resultados no se hicieron esperar y el producto de sus investigaciones se vieron en los libros que publicó y en las crónicas aparecidas en las paginas de “La Opinión” y otros medios de comunicación regionales y nacionales, en las que iban condensándose cuantos datos encontraba en el manejo de los legajos que ordenaba y catalogaba. Aprovechamos esta ocasión para solicitar de nuestros responsables las mayores atenciones y cuidados para nuestro Archivo -en su opinión, uno de los mejores de España dentro de los de su categoría-, pues rumores y comentarios denuncian en é1 deterioros lamentables, teniendo en cuenta que cada día es más visitado por estudiosos, a los que debemos ofrecer una buena imagen. También, animar a nuestra juventud con inquietudes para que aprovechen tan valiosa fuente de conocimientos y un día, no lejano, puedan ofrecernos el positivo resultado de sus investigaciones pues, intuimos e imaginamos, aún deben permanece en esos legajos por consultar interesantes documentos históricos sobre nuestra ciudad.

Hacemos un inciso, aprovechando el tema, para recordar con el afecto que merece, a otro trujillano, si no de nacimiento si de corazón, porque gran parte de su vida y de su obra estuvo al ser de Trujillo, en las múltiples facetas en las que ejerció. Estamos recordando a don Marcelino González-Haba Barrantes, gran entusiasta de nuestra ciudad, que jamás regateó esfuerzo ni sacrificio, llenando muchas páginas de “La Opinión” con un noticiario abundante que hoy nos sirve para seguir el rastro de hechos ocurridos en pasados años, por las que sabemos muchas noticias que en otro caso se hubieran perdido, alcanzando con ellas categoría de verdadero cronista.

Por considerarlo de interés y por entender que es poco conocido de su vida, recordaremos el siguiente hecho. El que fuera gran periodista don Antonio Diaz-Cañabate, visitante de honor de nuestra ciudad en la Feria de junio de 1962, en su diaria crónica enviada al diario ABC, de Madrid, que titulaba «Andanzas de un corresponsal”, en la del día 13 decía así: «El archivero municipal de Trujillo, es un sacerdote, don Juan Tena Fernández tan enamoriscado de sus papeles que los llevaba siempre consigo. ¿Tan parco es en legajos el archivo de una ciudad tan cargada de historia? No. Copiosos y abultados son. Lo que ocurre es que don Juan Tena posee una memoria comparable en poderío a las fuerzas físicas de su paisano don Diego García de Paredes, aquel Hércules de increíbles hazañas y se sabe: al dedillo todos los documentos confiados a su custodia. ¡Buena compañía un archivero con su archivo a cuestas para recorrer Trujillo!”. En la crónica de otro día le definía «archivo viviente”, tal era su concepto de los conocimientos de don Juan sobre Trujillo. En la crónica enviada a ABC, publicada el 17 de junio, decía don Antonio Díaz-Cañabate: «Don José Ortega y Gasset me dijo un día que ¡Nada hay tan bello como unas cigüeñas volando sobre Trujillo¡”. Aquella serie de escritos publicados por el diario madrileño, fueron un bellísimo canto a la historia de Trujillo.

Abundando en esta serie de comentarios en torno a la vida de don Juan, no queremos omitir una curiosa anécdota de la que fuimos protagonistas. Corría el mes de abril de 1961, en cuyos primeros días se celebraba la Semana Santa, lo que nos permitía unas pequeñas vacaciones en nuestra ciudad. Como en otras ocasiones, aprovechamos para visitarle en su domicilio en solicitud de alguna de las obras con que mejorar nuestros conocimientos sobre la historia de Trujillo, por la que nos sentíamos atraído. Pocas fechas después, el día 6, salía publicado en La Opinión nuestro escrito titulado «Trujillo, Ciudad Monumental», que tanto interés despertó y que serviría para mover los resortes para tan ansiado logro, y en el que tendría don Juan un especial protagonismo, aportando sus extensos conocimientos históricos en el texto del nuevo expediente confeccionado y enviado a la Dirección General de Bellas Artes. Las prisas de don Juan por atender unos compromisos previos y las habituales ocupaciones que le aguardaban, impidió un comentario con él sobre tan interesante asunto. Consecuencia de ello fue que, en nuestro siguiente primer encuentro, hubimos de recibir una cariñosa regañina por aquella involuntaria omisión informativa y que aceptamos por la cordialidad y afecto con que nos fue hecha. Comprendimos que con nuestro olvido, tal vez habría retrasado una gestión muy necesaria a la hora de agilizar los trámites de la documentación exigida. Afortunadamente todo quedó resuelto con la publicación del Decreto 2223/1962, de 5 de septiembre, por el que Trujillo recibía su declaración oficial de «Conjunto histórico-artístico y monumental».

Al final incluiremos el soneto y el poema que le dedicara el Padre Claretiano Máximo González del Valle, que tenemos recogido en la obra «Trujillo en Sonetos”. Ignoramos si hubo previo conocimiento y amistad personal entre ambos, dada la fecha del fallecimiento de don Juan (4-1-1967) y la llegada del Padre Máximo a Trujillo, en octubre de dicho año, a predicar a nuestra Patrona en su novenario. Soneto y poema reflejan plenamente la personalidad del poéticamente biografiado.

Cerraremos estos renglones en memoria de don Juan, incluyendo sus más salientes datos personales, con las actividades y ocupaciones que tuvo en nuestra ciudad. En 1929 se hizo cargo del Archivo municipal. El 13 de mayo de 1947 es nombrado Subapoderado del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico de nuestra ciudad. El 19 de febrero de 1948 es nombrado Cronista oficial de Trujillo. En junio de 1949 recibió, como premio a su labor investigadora, el nombramiento de Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia. Finalmente, la Dirección General de Bellas Artes, le nombró Vocal de la Comisión para la conservación, reparación y reforma de los templos declarados Monumentos Nacionales Históricas y Artísticos de la Diócesis de Plasencia.

Tal fue el sentimiento por su fallecimiento, que Trujillo le dedicó popular homenaje, para el que se creó una «Comisión homenaje», que revistió gran importancia. La ciudad le nombró Hijo Predilecto, le levantó una estatua en uno de sus más bellos jardines y le dio su nombre a la Plaza en que se encuentra la Casa Matriz de la Congregación de Religiosas de Hijas de la Virgen de los Dolores, de la que fue Fundador y en cuya Capilla reposan sus restos mortales.

Don Juan de Tena

Padre Juan, en espíritu un gigante,
paso corto, y alado el pensamiento;
verbo parco, y en é1 el sentimiento
del ayer, del mañana, del presente.

Buzo de pergaminos. Concha y fuente
de la historia dormida. Bieldo y viento
de sombras. Luz más luz. Humano aliento
de Trujillo en la piedra perviviente.

Alma de niño, y ojos de alcotán
perforas tiempo y cosas. Es tu afán
una vida más honda, pura y bella.

Pluma, oración y estudio son tu espada.
Y mueres sin morir… ¡Que tu mirada
retorna cada aurora y Dios en ella!.

Máximo González del Valle.

Juan de Tena
Exhumador y cantor de Trujillo

Corazón de Trujillo
lates, y en él despiertas
sombras, figuras muertas,
y aquí y allá un caudillo.
Tu corazón-martillo
golpea suavemente.
Y en tu latido ardiente
que a tradición resuena,
la urbe imperial estrena
nueva luz, nuevo ambiente.
Todo siente y se siente
por ti, Juan Tena.

Mente de la ciudad
perforas lo Pasado
y es, en ti remozado,
rosa de claridad.
Devuelves majestad
a torre, olivo, almena.
En tu prosa serena
lo resucita todo,
y muro, sombra, o lodo,
de eternidad se llena.
Oh, todo es de otro modo
por ti, Juan Tena.

Pupilas de la Historia
ves lo que nadie vio
y en ti recomenzó
la ciudad y su gloria.
En ti es flor la victoria
del Credo o de la Espada.
Penetra tu mirada
los siglos. Y es cadena
de luz, tu prosa plena
de grandeza olvidada.
Oh, qué nueva alborada
por ti, Juan Tena.

Memoria de Trujillo
por ti son letra viva,
vida en flor, siempreviva,
muros, torres, castillo.
hoz, carreta, áureo trillo
tu memoria parece.
Por ella reamanece
la alegría en la pena,
y en cada rota almena
Dios sonríe y florece.
Trujillo es otro y crece
por ti, Juan Tena.

Verbo de la ciudad
hablan en tus renglones
campanas y blasones,
tiempo y eternidad.
Trujillo y su verdad
tienen en ti colmena.
Tu estudio es alacena
del Ayer y el Mañana,
con fragancia temprana
de hogaza y de azucena.
La ciudad es sultana
por ti, Juan Tena.

El alma de Trujillo
vuelve al tiempo por ti,
y es inmenso rubí
de legendario brillo.
Tú -tan bueno y sencillo-
resucitas la Historia.
Hurgas gloria y escoria
con lentitud serena
y el cielo azul se llena
con flores de victoria.
Trujillo hallo su gloria
por ti, Juan Tena.

Máximo González de Valle

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