Nov 102024
 

 

Guadalupe Rodríguez Cerezo.

 

INTRODUCCIÓN

En los LIII COLOQUIOS HISTÓRICOS DE EXTREMADURA, dedicados en esta ocasión a Extremadura durante la I República en el 150 aniversario (1874-2024), la comunicación que presentamos aborda cómo se vivió en la localidad de Madrigalejo el año 1873, desde que fue proclamada la República el 11 de febrero hasta el golpe de Pavía del 3 de enero de 1874, según los datos que se desprenden de las actas de sesiones del Ayuntamiento.

Hay poco de política nacional y mucho del gobierno doméstico que debe gestionar una corporación, pues en realidad, el día a día de los vecinos es la verdadera y auténtica competencia del mundo municipal. Pero sí es cierto que los asuntos nacionales se dejaron sentir de alguna manera, especialmente con la presencia de la partida carlista de Sabariegos, que ocupó la preocupación de los ediles los últimos días de agosto y primeros de septiembre de 1873.

Entre los graves los problemas que se vivieron durante la I República en su corto espacio de vigencia, estuvo la de hacer frente a tres conflictos armados: La Guerra de Cuba o guerra de los Diez Años, la Tercera Guerra Carlista y la Rebelión Cantonal. Si los enfrentamientos independentistas de la Guerra de los Diez Años se desarrollaron en territorio cubano y la Revolución Cantonal tuvo más incidencia en aquellos lugares donde las ideas republicano-federales tenían mayor arraigo, la última conflagración carlista sí afectó a Extremadura y, de su incidencia en la localidad de Madrigalejo, encontramos reflejo en sus actas municipales.

 

  1. SITUACIÓN POLÍTICA DEL SIGLO XIX

España vivió en el siglo XIX una de las etapas más convulsas de su Historia. Se acababa el Antiguo Régimen y las ideas reformistas se iban abriendo paso. Se enfrentaban dos conceptos distintos de ver el orden social. Por una parte, estaban los defensores de la monarquía tradicional, a favor de que siguieran vigentes los privilegios del Rey, de los fueros y de la Iglesia. Por otra parte, se encontraban los movimientos liberales, que propugnaban unas reformas políticas de calado, en el marco de las constituciones. Estas dos visiones contrapuestas dieron lugar a un conflicto armado enquistado en buena parte del siglo XIX (las guerras carlistas), así como el surgimiento de movimientos revolucionarios.

Las Guerras Carlistas

El detonante de la I Guerra Carlista fue la disputa al trono generado tras la muerte de Fernando VII. Este monarca, de conocidas veleidades a lo largo de su mandato, en 1830, justo antes de nacer su hija Isabel, había promulgado la Pragmática Sanción, con la que abolía la Ley Sálica que había aprobado Felipe V y que, en la sucesión, daba prioridad a los varones, incluso de ramas laterales, frente a las mujeres. Inmediatamente después de nacer la infanta Isabel, esta fue proclamada Princesa de Asturias. Cuando en otoño de 1832, Fernando VII cayó gravemente enfermo, los partidarios de su hermano, el infante Carlos María Isidro de Borbón, consiguieron que el Rey derogara la Pragmática Sanción y restableciera la Ley Sálica. Pero en un periodo de recuperación antes de que falleciera el 29 de septiembre de 1833, Fernando VII volvió a implantar la Pragmática Sanción. En estas circunstancias, como la Princesa de Asturias era menor de edad, asumió la regencia, en nombre de su hija, la Reina María Cristina de Borbón. Sin embargo, el infante Carlos María Isidro consideró que el restablecimiento de la Pragmática Sanción había sido ilegal porque él había nacido estando en vigor la Ley Sálica y que, siendo hermano del Rey (rama directa), había adquirido el derecho sucesorio frente a una posible hija de Fernando VII, por lo que empezó a disputar el trono a su sobrina con las armas.

De una parte, se enfrentaron los seguidores del infante Carlos María Isidro de Borbón, llamados carlistas, que aglutinaba a los partidarios del absolutismo monárquico y cuyo lema era “Dios, Patria y Rey”. Y de otra, los liberales, en los que se apoyaba el gobierno de la regencia y, por tanto, también llamados isabelinos o cristinos. Este conflicto estuvo latente en la mayor parte de la centuria decimonónica, pero de una manera palpable se manifestó en las tres Guerras Carlistas:

-1ª Guerra Carlista (1833-1840)

-2ª Guerra Carlista (1846-1849)

-3ª Guerra Carlista (1872-1876)

Si el pretendiente al trono en la primera insurrección carlista fue Carlos María Isidro de Borbón, en las dos siguientes fueron respectivamente Carlos Luis de Borbón y Braganza (Conde de Montemolín) y Carlos de Borbón y Austria-Este.

Inestabilidad política.

Durante el siglo XIX, se fueron sucediendo gobiernos de distinto signo. Si en la monarquía de Fernando VII hubo bandazos tan significativos como el Sexenio Absolutista, el Trienio Liberal y la Década Ominosa, con las regencias de Mª Cristina, Espartero y la mayoría de edad de Isabel II, también se fueron sucediendo gobiernos liberales, moderados y progresistas, así como revoluciones y pronunciamientos.

Fiel reflejo de esta inestabilidad política fueron las seis constituciones que estuvieron en vigor a la largo de esta centuria: La Constitución de Cádiz, el Estatuto Real de 1834 y las constituciones de 1837, 1845, 1869 y 1876[1]. Todas ellas rechazaban que la soberanía estuviera en manos del Rey, pero también que lo estuviera en el pueblo. En las constituciones de 1812, 1837 y 1869, la soberanía recaía en la Nación, como ente abstracto; mientras que en el Estatuto Real de 1834 y en las constituciones de 1845 y 1876, la soberanía residía en el Rey y en las Cortes, limitándose así las competencias y prerrogativas de la monarquía por la Constitución[2]. Aunque se redactaron sendas constituciones en 1856 y en 1873, estas nunca llegaron a entrar en vigor.

La Revolución de 1868, llamada “La Gloriosa”, terminó con el exilio de Isabel II y el comienzo del Sexenio Democrático (1868-1874). Mientras se redactaba la Constitución de 1869 y se buscaba un nuevo rey para España, asumió la regencia Francisco Serrano. Amadeo I de Saboya tomó posesión de la monarquía española el 2 de enero de 1871 y, durante los dos años en los que fue Rey de España, se sucedieron seis gabinetes de gobierno, que no pudieron hacer frente a los graves problemas que arrastraba la nación. Tras la renuncia al trono de Amadeo de Saboya el 11 de febrero de 1873, las Cortes proclamaron ese mismo día la República.

Tampoco trajo la República la estabilidad política. De hecho, en los once primeros meses, hubo cuatro presidentes del poder ejecutivo: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. Con el golpe de estado de Pavía el 3 de enero de 1874, se puso al frente del gobierno al general Francisco Serrano y comenzó la segunda etapa de la República, periodo también llamado “República Unitaria” o “Dictadura de Serrano”, Dictadura y República que terminó con otro pronunciamiento, el de Martínez Campos en Sagunto en diciembre de 1874 y la restauración de la monarquía Borbónica en la figura de Alfonso XII.

 

  1. MADRIGALEJO EN 1873

Si la República fue proclamada el 11 de febrero de 1873, en el municipio de Madrigalejo encontramos la referencia al nuevo orden establecido, en el libro de actas, en la sesión del día 16 de febrero de 1873, cinco jornadas después de haber sucedidos los hechos, en donde se dice:

…se les dio cuenta con su lectura de los Boletines Oficiales extraordinarios recibidos en la semana última, por las cuales se comunica por el Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, que las Cortes acaban de leer la renuncia de S.M. el Rey, quedando enterada la Representación Nacional de tal acontecimiento, como también, que la misma acaba de elegir el poder ejecutivo de la República, nombrando Presidente a D. Estanislao Figueras,

Ministro de Estado, a D. Emilio Castelar

De Gracia y Justicia, a D. Nicolás Salmerón y Alonso

De Hacienda, a D. José Echegaray

De Guerra, a D. José Fernández de Córdova[3]

De Marina, a D. José Berenguer

De Gobernación, D. Francisco Pi y Margall

De Fomento, D. Manuel Becerra

De Ultramar, D. Francisco Salmerón y Alonso

Enterada la corporación, siendo su mayoría republicana, se adhiere al actual orden de cosas, ofreciendo todo su apoyo a la Asamblea Nacional.[4]

 

La corporación municipal estaba formada por el alcalde, D. Juan Mansilla y los concejales, D. Juan Félix Ciudad, D. Andrés Mateos Cuesta, D. Pedro Arroyo, D. José Sánchez Moreno, D. Marcelino González, D. Domingo Cabanillas y D. Manuel Fortuna Gómez, siendo el secretario D. Antonio Fernández Villarejo. Nos dice el libro de actas que la mayoría de los componentes de la Corporación eran republicanos, por lo que no hubo ninguna traba al conocer la noticia del cambio de régimen y, tras apoyar el nuevo orden y a la Asamblea Nacional, continuó la sesión con los asuntos municipales que debían resolver.

A lo largo de 1873, el gobierno municipal continuó ocupándose de las cuestiones ordinarias que generaba el día a día de la vida cotidiana de los vecinos y de la localidad. En este sentido las sesiones se ocupaban con gran periodicidad de los asuntos agroganaderos y comunales, de peticiones y reclamaciones de los vecinos sobre terrenos cercanos a sus propiedades, del alistamiento de los quintos y de los temas económicos, como los presupuestos, la recaudación y una deuda requerida por la provincia que venía de atrás y que dio mucho de sí.

Algunos datos sobre la localidad en ese momento

En la sesión del día 4 de mayo[5], respondiendo a la circular Nº39 sobre aprovechamientos forestales, inserta en el boletín del 4 de abril, se detalla:

  • Que el municipio cuenta con los terrenos comunales del Concejil y la Dehesa Boyal, también llamada del Monte.
  • Que tanto el concejil como la Dehesa del Monte están exceptuados de ser vendidos por ser de aprovechamiento común.
  • Que, según el último censo, el municipio cuenta con 417 vecinos.
  • Que la cabaña ganadera asciende a:

Clase de ganado              de labor                  Consumo             Granjería

Vacuno                            220                                                        100

Caballar                           120                                                         20

Asnal                               160

De lana                                                               600                    7000

De cerda                                                             200                    1200

  • Que el Concejil no produce porque el aprovechamiento es comunal y que la Dehesa del Monte da como producto el arrendamiento de bellota y pasto.
  • Que no hay productos sobrantes ni lo bastante para cubrir las necesidades del pueblo y de labor, pero que atendiendo a las del municipio acuerdan tenga lugar los aprovechamientos de montanera y pastos de la expresada dehesa denominada del Monte, sujetándose los aprovechamientos a las costumbres establecidas en esta localidad, o sea el arriendo de bellota desde 29 de septiembre hasta el 30 de diciembre inmediato, y el arriendo de yerbas desde el dicho día 29 hasta el día 31 de marzo siguiente, haciéndose este aprovechamiento solo como mil cabezas lanares.

 

También conocemos la extensión de la población en aquel tiempo, según la reorganización de distritos y colegios electorales acordada en la sesión del Ayuntamiento del 31 de diciembre de 1872[6]. Al primer distrito, con un solo colegio electoral en la Audiencia, corresponderían las calles del Río, Palomar, Tabla, Plaza, San Gregorio, Portugalejo y San Juan. El segundo distrito estaría compuesto por dos colegios electorales: Iglesia y Ermita. Al primer colegio electoral (Iglesia), corresponderían algunas casas de las calles de la Iglesia y del Llanejo, y las calles Mesones y Santa María. Al segundo colegio electoral (Ermita), pertenecerían las calles Fuente Nueva y Hondonada, así como las restantes casas de las calles de la Iglesia y del Llanejo.

Por entonces, se llamaba Plaza al espacio más amplio de lo que hoy es la Plaza de España, hacia donde se abre la puerta principal de la iglesia. La plaza pública era el centro cívico y religioso, aquí estaban situadas las casas consistoriales y la iglesia parroquial, era el lugar donde se desarrollaba el mercado y desde donde el pregonero emitía los bandos municipales.

La población se extendía longitudinalmente en sentido paralelo al transcurrir del río Ruecas, distribuyéndose las casas a lo largo de lo que durante siglos fue el camino real, que circulaba a través de las calles Mesones (hoy Luisa Fortuna), Plaza y San Gregorio (Gallego Fortuna en la actualidad). Desde este eje longitudinal, salían (y salen) las calles Santa María, del Río y Tabla, unidas estas dos últimas por la calle del Palomar en sentido transversal. La zona descrita es la más cercana al río. Al otro lado del eje, estarían situadas las calles Portugalejo (perpendicular a San Gregorio) y del Llanejo, que saldría de la calle Mesones. En aquel tiempo, se llamaba Llanejo a las calles que hoy corresponden a Gabriel y Galán, Zurbarán y plaza del Llanejo. Además, la calle de la Iglesia comprendía la parte de la Plaza de España que da al sur y su prolongación en la actual calle Núñez de Balboa. Y, por último, de la parte que entonces era calle de la Iglesia y hoy es Plaza de España, salía (y sale) la calle San Juan, en sentido perpendicular al eje longitudinal que conformaba el pueblo, hasta la ermita y su continuación por la calle Fuente Nueva, que hoy sería la calle Héroes de Cobba-Darsa y primeras casas de la calle Nueva. Es lo que entonces conformaba la población y lo que constituye la parte más antigua de la localidad.

También sabemos, por la salida en pública subasta de la conducción de la correspondencia pública, que el correo era recogido diariamente en Zorita, a donde se desplazaba el encargado cabalgando en una caballería mayor[7]. Por este medio llegaban los boletines oficiales que eran leídos periódicamente en las sesiones de plenos del Ayuntamiento.

Relación Iglesia/Estado

Con la Revolución Gloriosa de 1868 y la aprobación de la Constitución de 1869, que era marcadamente anticlerical, las relaciones Iglesia/Estado entraron en conflicto. Cuando fue proclamada la Primera República, los republicanos, en su afán de modernizar el país, tenían tres objetivos principales: la República, la descentralización y la separación Iglesia/Estado[8]. En base a este nuevo orden de cosas, encontramos que, en la sesión de plenos del 1 de junio de 1873, se da cuenta de una circular del gobierno de la provincia que dice:

Que para llevar a cabo diversos fines que interesan al Estado en sus relaciones con la Iglesia, los Ayuntamientos de esta provincia darán cuenta a este Gobierno, con la brevedad y exactitud posibles, de todos los edificios consagrados al culto, mandando los Señores Alcaldes proceder a su tasación en las respectivas localidades, exceptuando solamente aquellos que pertenecieren a Patronatos y patrimonio particular.[9]

Una vez enterada la corporación, por unanimidad acuerdan dar cumplimiento a la orden en todas sus partes, poniéndose en contacto con el cura párroco, a fin de que franquee las llaves de la Hermita para que por los Maestros Alarifes de este pueblo se tasen la Iglesia y la Hermita, únicos edificios que existen en esta localidad[10].

Elecciones

Para las elecciones de Diputados a Cortes, convocadas para los días 10, 11, 12 y 13 de mayo, en sesión extraordinaria del 3 de mayo, se nombran los presidentes de las mesas electorales:

En el colegio de la Audiencia, se nombra presidente al Alcalde, D. Juan Mansilla; en el colegio de la Iglesia, al segundo Alcalde, D. Andrés Mateos, y en el colegio de la Ermita, al regidor D. Marcelino González.[11]

En sesión extraordinaria del día 10 de julio, se dio cuenta de la Ley de 24 de junio de 1873 sobre renovación total de los Ayuntamientos y Diputaciones. Se convoca a elecciones a los Ayuntamientos los días 12, 13, 14 y 15 de julio en un solo colegio. Acordaron por unanimidad obedecerla en todas sus partes según se previene y que dicha elección se verifique en la Casa audiencia. También acordaron nombrar como presidente de la única mesa al Sr. Alcalde, D. Juan Mansilla. [12]

Quienes salieran elegidos en aquellas elecciones municipales no llegaron a tomar posesión, pues, en sesión ordinaria del 24 de agosto, se dio lectura a una comunicación del Gobernador de la Provincia en la que se decía:

En una de las facultades que me están conferidas, he tenido a bien suspender la toma de posesión de su Ayuntamiento recientemente elegido hasta nueva orden, deviendo como todos los individuos de ese Municipio continuar en sus puestos y conservar el orden bajo su más estrecha responsabilidad personal, dándonos inmediatamente aviso de haber recibido esta orden y haberla cumplimentado en todas sus partes.[13]

La corporación acuerda por unanimidad dar cumplimiento a la orden y obedecerla en todas sus partes[14]. Esa misma corporación sigue al frente del ayuntamiento en los meses sucesivos. En el acta de ese día, no se dice por qué se suspende la toma de posesión del Ayuntamiento, aunque podemos intuir que fue debida a incursiones carlistas había sufrido la localidad, según se desprende en la alusión al acta de este día en el desarrollo de la sesión celebrada en 10 de septiembre, y que se verá más adelante[15].

 

  1. EL CARLISMO EN MADRIGALEJO

El anticlericalismo que se manifestaba en el ambiente republicano tras la Revolución Gloriosa del 68 favoreció que muchos católicos se decantaran por unas posiciones católico-monárquicas y abrazaran la causa carlista. Hasta ese momento, el movimiento carlista iba languideciendo, había quedado reducido a algunas zonas donde se había enquistado (como las provincias vascas o Navarra). Las nuevas ideas revolucionarias fueron la excusa para que los partidarios del autoproclamado Carlos VII (Carlos de Borbón y Austria-Este) vieran como único recurso el alzamiento de las armas, aunque, tras algunos enfrentamientos que estuvieron mal organizados, el movimiento militar fue perdiendo fuelle. Sin embargo, la proclamación de la Primera República supuso una polarización de la sociedad española y muchos políticos y militares que anteriormente habían pertenecido al bando isabelino se fueron posicionaron del lado carlista frente a los republicanos y la guerra se generalizó por todo el territorio nacional.[16]

Antes de adentrarnos en las incursiones de partidas carlistas en 1873, veremos que los habitantes de Madrigalejo no tenían buenos recuerdos de los carlistas por hechos ocurridos en otras ocasiones.

Hechos ocurridos en la 1ª Guerra Carlista

En general, los vecinos de esta localidad no simpatizaban en absoluto con la causa carlista, como buena parte de las zonas rurales. Hay que tener en cuenta que la lucha carlista se organizaba en guerra de guerrillas, a través de las llamadas “partidas”, que estaban formadas por grupos de guerrilleros. Estas partidas realizaban escaramuzas de muy diversa índole y, bajo el pretexto de recaudar avituallamientos, entraban en los pueblos indefensos, saqueándolos y despojando a los labradores de sus cosechas[17]. Y no conformándose con ello, infringían toda clase de atropellos y vejaciones a la población.

La primera noticia que conocemos de la presencia cartistas en la población, está relacionada con el enfrentamiento entre las tropas isabelinas y la partida de Donato en Madrigalejo, donde fue abatida por la columna del general Soler el 9 de enero de 1838[18].

Casi un año[19] después, el 31 de diciembre, no fueron ya las tropas del ejército, sino los mismos vecinos los que tuvieron que defenderse ante la irrupción de la llamada banda de los “Palillos”, que tenían su radio de acción en la Mancha y que entraron en Extremadura a hacer de las suyas. Esta partida, que contaba con 200 hombres a caballo, después de no haber encontrado oposición en Almagro y en Talarrubias, entraron en Madrigalejo, donde les estaban esperando los vecinos con sus viejas armas para defenderse, haciéndose fuertes un grupo de ellos en la iglesia. Los carlistas ocuparon aquel día una tercera parte de la población. Y como venganza por la resistencia que encontraron, antes de retirarse, dejaron doce muertos, numerosas casas quemadas, saquearon las que pudieron y quemaron buena parte de los enseres del Ayuntamiento, entre los que se cuentan numerosos documentos del archivo municipal.

En el Archivo Parroquial, está recogida la referencia al oficio general de difuntos de diez de los fallecidos, con una misa cantada que tuvo lugar el primero de enero de 1839 y que fue oficiado por el franciscano fray Crispín Aynat, quien entonces ejercía de párroco en Madrigalejo. Los difuntos fueron los siguientes:

-José Rodríguez, viudo de Librana Puerto.

-Juan Fernández, marido de Mª Jerónima Liviano.

-Francisco González, conjunta persona de Catalina Moreno.

-Luisa Arroba, mujer de Andrés Romero.

-María Fernández, conjunta persona de Francisco Sojo.

-Gregorio Arnaz, conjunta persona de Mª Bera, natural de Caravaca de la Cruz, reino de Murcia y vecino de Llerena.

-Andrés Moreno, marido de Francisca Canchalejo, natural y vecino de Orellana la Vieja.

-Mª Jimeno, viuda de Juan Francisco, natural y vecina de Navalvillar de Pela.

-Vicente Canal, marido de Josefa, y natural y vecino de Orellanita.

-Antonio Tapias, natural y vecino de Villanueva de la Serena.[20]

 

Por tradición familiar como tatarabuela de mi padre, sabemos que una de las fallecidas aquel día, María Fernández -esposa de Francisco Sojo- fue abordada por los guerrilleros carlistas, a la que hicieron una serie de preguntas y no contestó, no porque no quisiera hacerlo, sino porque era totalmente sorda. El hecho de no colaborar, le costó la vida a esta buena mujer.[21]

3ª Guerra Carlista

Nada resaltable sabemos de la 2ª Guerra Carlista en la localidad de Madrigalejo, mientras que, sobre la tercera, tenemos algunas noticias, tanto llegadas por transmisión oral, como a través de documentos. Los carlistas, en esta 3ª guerra, siguieron practicando el sistema de guerra de guerrillas, incordiando a través de partidas, con ataques por sorpresa y rápidas retiradas. Es el caso que nos ha llegado a través de la tradición oral: un grupo de vecinos entraron en el pueblo a caballo, a todo galope, dando voz de alarma porque se habían topado con una cuadrilla carlista. Aquellos vecinos a caballo se metieron en la iglesia con la cabalgadura incluida, para hacerles frente desde su interior. Aquello no tuvo mayor recorrido, aunque sí provocó el enfado del cura rector, D. Matías Pazos, cuyas simpatías por el carlismo no disimulaba. Una vez desalojado el templo, el sacerdote volvió a bendecir la iglesia, como si de una inauguración se tratase[22].

También se nos ha transmitido por la tradición oral que el jefe de una de esas partidas, llamado Fuentes, entró sin problemas en Madrigalejo y se acomodó en una silla en medio de la plaza, sin saber que había gente armada en la misma torre. Desde allí salió una bala que mató a Fuentes. El autor del disparo fue el joven Francisco Fortuna Cuevas que, al ver el peligro que corría, salió huyendo hacia el monte de las Majuelas, donde trató de pasar desapercibido de sus perseguidores subiéndose a una encina, cosa que no logró porque su perro no se separó un momento de su dueño. No conocemos cómo terminó el joven Fortuna, aunque bien pudo resolverse con alguna suculenta suma de dinero, porque su padre era una persona con recursos.[23]

Sobre los sucesos carlistas ocurridos en 1873, la tradición oral está avalada por las fuentes documentales[24]. No sabemos exactamente cuándo tuvieron lugar las incursiones carlistas en la localidad, aunque podemos intuir que la amenaza ya era evidente a mediados del mes de agosto, cuando se recibió un comunicado del Gobernador Civil de la Provincia, con fecha de 21 de agosto, estableciendo pautas para la defensa[25].

Ya en la sesión del pleno de 31 de agosto, se dice que el pueblo había sido sorprendido por una partida carlista, que había exigido la cantidad de diez mil reales, aunque solo pudieron llevarse de las arcas municipales tres mil, según el recibo presentado. Precisamente el 17 de agosto aparece reflejado el cobro de la liquidación de la tercera parte del 80% de propios y su entrada en depositaría, ascendiendo la cantidad a 7.657 reales con 72 céntimos[26]. Es decir, encontraron dinero en la caja.

Conocemos más datos a partir de la sesión extraordinaria del día 10 de septiembre. En ella, se expresa la posición del alcalde, que dice así:

En atención a las graves circunstancias en que se halla el país en general y en este pueblo en particular, en donde existe a no dudarlo un poco de conspiración carlista, y mediante a que desde que penetró en este pueblo la partida Carlista mandada por Sabariegos, el Alcalde y los tenientes han trabajado incesantemente vigilando día y noche para impedir una nueva sorpresa, que era necesario procurar establecer un sistema de vigilancia bien ordenado, en el cual debían turnar todos los concejales, según conviene y debe ser, y seguir también el espíritu de la comunicación del Sr. Gobernador civil de la provincia, fecha veintiuno de agosto último.[27]

Las propuestas del Gobernador civil eran que cada concejal ocupara el puesto que se le hubiera sido asignado y que se estableciera una patrulla de vigilancia día y noche, muy particularmente desde la puesta hasta la salida del sol[28]. Y siguiendo el espíritu de la autoridad provincial, el Ayuntamiento acordó que:

…se formalice la patrulla y continúe el servicio de retenes establecido, obligando a prestar este servicio personalmente a todos los individuos domiciliados en esta población y que sean aptos para ello, facultando al Sr. Alcalde para que disponga lo que crea conveniente para el desempeño del servicio ya expresado.[29]

Estos documentos nos hablan de la presencia e incursión de facciones carlistas en la zona y en la localidad de Madrigalejo. También se habla de un poco de conspiración en el país en general y en este pueblo en particular. ¿Hasta qué punto se sufrió en esta ocasión más allá de la sorpresa, de la intimidación y de la expoliación de los recursos de las arcas municipales? Y al hablar de conspiración en este pueblo en particular ¿se está refiriendo a las simpatías que pudiera haber entre algunos vecinos a la causa carlista? Aunque los componentes de la corporación municipal fueran, en su mayoría, de ideología republicana, y aunque se mantuviera aún vivo el recuerdo de atrocidades pasadas cometidas por facciones carlistas, tampoco hay que descartar simpatías carlistas entre los vecinos, especialmente desde que se había producido la polarización de la sociedad y el anticlericalismo.

Teniendo en cuenta que no podía haber una tropa gubernamental en cada núcleo poblado y que las partidas podían entrar en cualquier población, había que organizarse para su defensa. Frente del estado de alerta se había facultado al Sr. alcalde, D. Juan Mansilla, siguiendo todas las propuestas del Gobernador civil. Así, lo primero era comenzar por una vigilancia bien organizada en turnos por “todos” los concejales, tanto de día como de noche, poniendo mayor cuidado en las horas nocturnas. El servicio de vigilancia se organizaba en patrullas y retenes, obligándose a prestar el servicio a todos los vecinos de la localidad que fueran aptos para llevarlo a cabo, teniendo en cuenta que faltaban los mozos de reemplazo, haciendo el servicio militar lejos, allá donde les hubiese correspondido.

También la tradición oral nos ayuda a conocer cómo afrontaba la población este tipo de escaramuzas de las partidas. Es el caso del grupo de vecinos que entraron a caballo alertando de que se habían topado con una cuadrilla carlista, sin duda sería un grupo de reconocimiento, encargado de vigilar los alrededores ante posibles amenazas. Era el estado de alarma en el que se encontraba la población.

Una vez que los guerrilleros hubieran entrado en el pueblo y a falta de un lugar fortificado, el edificio que reunía las mejores condiciones para resistir un rápido ataque, era sin duda el templo parroquial, pese a las protestas del párroco, como hemos visto que se utilizó en alguna ocasión anterior. La población se escondía donde podía. Sabemos por la tradición oral que uno de aquellos escondites fue entre la paja en los pajares, pero los guerrilleros conocían todas las tretas y pinchaban con las horcas entre la paja por si hubiera alguien allí escondido[30].

Vicente Sabariegos Sánchez

Se dice en el acta de la sesión del 10 de septiembre que la partida carlista que había entrado en Madrigalejo estaba mandada por Sabariegos. Fue este un militar español muy comprometido con la causa carlista desde el principio. Había nacido en Pidrabuena (Ciudad Real) en 1810. En la Primera Guerra Carlista, formó parte de la partida de su suegro, Manuel Adame el “Locho”, allá por 1833. Combatió en los ejércitos del Norte, de la Mancha y de Aragón y Valencia, llegando al grado de coronel mayor del Regimiento de Tiradores de la Mancha. No aceptó el Abrazo de Vergara (1839) y se unió a las tropas de Ramón Cabrera hasta que, en 1840, se retiraron a Francia. Estuvo exiliado en Londres y en Portugal. En la Segunda Guerra Carlista, en 1848, ascendido a brigadier por el pretendiente Carlos VI, entró desde Portugal como comandante general de la Mancha, donde estuvo organizando las partidas guerrilleras. Ese mismo año, herido y derrotado, regresó a Portugal, donde permaneció hasta 1858, momento en que regresó a España. Participó también en el alzamiento fallido del 1869 desde la Mancha y, con el fracaso de la insurrección, volvió a huir a Portugal. En la Tercera Guerra Carlista, estuvo al frente de las provincias de Extremadura en 1872; después fue nombrado comandante general de Galicia, donde no obtuvo buenos resultados y, tras la última derrota en mayo de 1873, se refugió en Portugal, desde donde regresó poco después para ponerse al frente de los batallones de la Mancha, Extremadura y Andalucía.[31]

Fue en ese momento cuando se produjo la incursión de Sabariegos en Madrigalejo, buscando recursos con los que financiarse. Después de aquellos días, finales de verano y comienzos del otoño, Sabariegos mantuvo algunos enfrentamientos con las tropas liberales, el último de los cuales fue en Retamosa frente a la Guardia Civil, en el que, a pesar, de salir victorioso, murió en combate el 6 de noviembre y fue enterrado en la vecina localidad de Deleitosa.[32]

 

  1. CONCLUSIÓN

La proclamación de la I República en Madrigalejo, aparentemente no trajo ningún cambio en la gobernación de su Ayuntamiento, más allá de su adhesión al nuevo orden de cosas y el manifiesto apoyo a la Asamblea Nacional, no solo por acatar el orden establecido, sino también por ser la mayoría de la corporación de ideas republicanas. La vida municipal continuó tratando los asuntos domésticos del día a día.

En esta localidad, se recibía con periodicidad regular los boletines oficiales, a través de los cuales estaban enterados de la legalidad vigente. Aquellos boletines se leían en las sesiones de pleno (en numerosas ocasiones era el único punto del orden del día), como también eran leídas las comunicaciones del Gobernador civil de la Provincia, a las que siempre acordaban darles cumplimiento y obedecerlas.

La política y los problemas del nuevo régimen, de alguna manera, también se hicieron notar en la municipalidad. Como ejemplo, hemos visto el mandato de tasación de los edificios de culto para llevar a efecto la separación Iglesia/Estado, o las incursiones de las partidas carlistas en la zona, con todo el estado de alarma que aquello suponía, así como las convocatorias a elecciones, tanto municipales como para diputados a Cortes.

En definitiva, aquel año de la proclamación de la Primera República, los vecinos de la localidad de Madrigalejo, según se desprende de las actas de sesiones de plenos del Ayuntamiento, continuaron con sus quehaceres habituales del día a día, con excepciones debidas a las convocatorias electorales y al sobresalto que debió suponer la entrada de la partida carlista de Sabariegos en la población.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

J.P. RECIO CUESTA. “Carlismo y guerras carlistas en la Baja Extremadura”. Actas XVI Jornadas de Historia de Fuente de Cantos. Fuente de Cantos, 2016. (Págs. 13-42)

  1. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S.A. Badajoz, 2008.
  2. VARELA SUANZES: “La Construcción del Estado en la España del siglo XIX. Una perspectiva constitucional”. https://revistasonline.inap.es/index.php/CDP/article/view/527/582

 

FUENTES

ARCHIVO MUNICIPAL DE MADRIGALEJO

ARCHIVO PARROQUIAL DE MADRIGALEJO

TRADICIÓN ORAL

 

WEBGRAFÍA

https://es.wikipedia.org/wiki/Guerras_carlistas

https://es.wikipedia.org/wiki/Regencia_de_Mar%C3%ADa_Cristina_de_Borb%C3%B3n

https://repositori.udl.cat/server/api/core/bitstreams/13d5ab01-3ddd-4e53-8003-c855f4da3eb0/content

https://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Sabariegos

https://dbe.rah.es/biografias/5528/vicente-sabariegos-sanchez

 

 

 

 

 

 

[1] J. VARELA SUANZES: “La Construcción del Estado en la España del siglo XIX. Una perspectiva constitucional”. https://revistasonline.inap.es/index.php/CDP/article/view/527/582 (Pág. 71).

[2] Ibidem, pág. 72.

[3] Se equivocaron al transcribirlo en el acta. En realidad, el ministro de la Guerra de la Primera República fue Fernando Fernández de Córdoba.

[4] Archivo Municipal de Madrigalejo (A.M.M.). Sig. 17-14. 16 de febrero de 1873.

[5] (A.M.M.) Sig. 17-14. 4 de mayo de 1873

[6] (A.M.M.) Sig. 17-14. 31 de diciembre de 1872

[7] (A.M.M.) Sig. 17-14. 20 de julio de 1873

[8] Guillermo TIERNO RÍOS. “Relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado Español (1868-1978). https://repositori.udl.cat/server/api/core/bitstreams/13d5ab01-3ddd-4e53-8003-c855f4da3eb0/content

[9] (A.M.M.) Sig. 17-14. 1 de junio de 1873.

[10] Ibidem.

[11] (A.M.M.) Sig. 17-14. 3 de mayo de 1873.

[12] (A.M.M.) Sig. 17-14. 10 de julio de 1873.

[13] (A.M.M.) Sig. 17-14. 24 de agosto de 1873.

[14] Ibidem.

[15] (A.M.M.) Sig. 17-14. 10 de septiembre de 1873.

[16] https://es.wikipedia.org/wiki/Guerras_carlistas

[17] L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S.A. Badajoz, 2008. Pág. 441.

[18] Ibidem, pág. 442, con referencia a A. PILARA: Historia de la Guerra Civil y de los partidos liberal y carlista, hasta la regencia de Espartero. Segunda Edición. Imprenta y Librería Universal. Madrid, 1869.

[19] L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Op.cit. pág. 443.

[20] ARCHIVO PARROQUIAL DE MADRIGALEJO. Libro de Difuntos nº3

[21] L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas lugareñas. Madrigalejo. Op.cit. pág. 443. María Fernández y Francisco Sojo eran también los bisabuelos del beato Francisco Cástor Sojo López.

[22] Ibidem, pág.444.

[23] Ibidem.

[24] Ibidem. // (A.M.M.) Sig. 17-14. 31 de agosto y 10 de septiembre de 1873.

[25] (A.M.M.) Sig. 17-14. 10 de septiembre de 1873.

[26] (A.M.M.) Sig. 17-14. 17 de agosto de 1873.

[27](A.M.M.) Sig. 17-14. 10 de septiembre de 1873.

[28] Ibidem.

[29] Ibidem.

[30] Nuestro convecino Juan Moreno Sojo habla de que cuando peinaban a su abuela para hacerle el moño, contaba la historia de la cicatriz que tenía en la cabeza: fueron los carlistas cuando entraron en el pueblo; ella se escondió en el pajar y una horca manejada por un miliciano le rozó la cabeza.

[31] https://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Sabariegos . https://dbe.rah.es/biografias/5528/vicente-sabariegos-sanchez

[32] Ibidem. Y L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas Lugalreñas. Madrigalejo… Op.Cit., págs. 444 y 445.

Oct 011989
 

Ignacio Plaza Rodríguez.

I. UN MONASTERIO, EL DE GUADALUPE

En terrenos de Talavera, que comenzó a llamarse de la Reina, por haber concedido esta ciudad D. Alfonso XI, a su esposa Doña María de Portugal, y que se extendía durante la Edad Media, lindero con la jurisdicción de Trujillo, por oriente, hasta rebasar el río Guadiana. En el año 1337, en la dehesa de Iván-Román, se va a fundar la Puebla de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe. Y es en el año de 1340, el 25 de diciembre, cuando Alfonso XI concede a los ganados de la Puebla el que puedan pastar en terrenos de Talavera y de Trujillo. Privilegio que trae problemas, por llegar a ser numerosos los ganados del Monasterio.

Durante el reinado de Alfonso XI, se aparece en las proximidades de Guadalupe la imagen de la Virgen, y en la próxima Berzocana, las reliquias de los santos Fulgencio y Florentina.

También durante el reinado de este gran rey, que muere cuando está en el cerco de Gibraltar, se va a producir un hecho que va a alterar el curso de la historia de Castilla.

Casado, como queda dicho, con Doña María de Portugal, y sin tener descendencia la pareja real, conoce nuestro rey en Sevilla a una viuda joven de diecinueve años, muy fijos-dalga y considerada “la mujer más hermosa del reino”, es Doña Leonor de Guzmán. De los amores con esta hermosa dama va a quedar larga descendencia, mientras que la pareja real solo uno de los hijos habidos va a llegar a la mayoría de edad y a reinar con el nombre de Pedro I.

De la descendencia con Doña Leonor mencionaremos tan solo a D. Enrique, que reinará como II y se conocerá como el de las Mercedes, y al segundo que llegó al Maestrazgo de Santiago a los siete años, teniendo que vencer los dos inconvenientes; el de la edad y el de la bastardía.

Recordemos que aquella hermosa dama, la más hermosa del reino, va a pasar por estas tierras extremeñas haciendo detención en Llerena, donde se entrevista con D. Fadrique y continuando hasta Talavera, siempre en poder de su enemiga Doña María y en el Alcázar de esta ciudad va a morir a manos del criado de Doña María, Alfonso de Olmedo.

De D. Pedro I, con relación a Trujillo, sabemos que tuvo aquí el Tesoro Real, en la fortaleza de nuestro castillo, bajo el control de su tesorero, el judío Samuel Leví, que estaba considerado como uno de los hombres más ricos de Castilla, que patrocinó la construcción de la sinagoga del Tránsito, de Toledo, y a quien, para apoderarse de sus riquezas, mandó asesinar el rey.

De D. Enrique II, el primero de la Casa de Trastámara, que se llamó el de la Mercedes, tenemos aquí próxima la merced que hace de Cabañas del Castillo y sus aldeas a D. García Álvarez de Toledo, al que hace primer señor de Oropesa en atención a que estando D. Pedro defensor de Toledo, la entrega sin luchas a la fuerza D. Enrique.

Y como ya existía una venta, de tiempos de Alfonso X el Sabio, de Cabañas del Castillo a Trujillo, pero que por haberse reservado el rey los diezmos de las iglesias de la abadía no ofrecían pingues beneficios, la ciudad no había atendido y trajo luego multitud de pleitos, los que terminaron en la Cancillería de Granada.

Del segundo Trastámara, D. Juan I relacionado con Guadalupe, vamos a consignar que es el que manda a construir el Monasterio en virtud de las pruebas milagrosas que se sucedían y de las numerosas peregrinaciones que de Extremadura y otras regiones centrales del Reino se organizaban para conocer a la Virgen.

Con este rey se separan las dos ramas de Trastámara, en sus hijos Enrique que será III y D. Fernando que reinará en Aragón y se le conocerá como el de Antequera. Concierta el matrimonio de Enrique con Doña Catalina de Lancaster, heredera de la rama de D. Pedro I para evitar pretensiones sucesorias al trono y toma parte en la batalla de Aljubarrota contra los portugueses, donde los castellanos son derrotados quedando entre los prisioneros el importante D. Pedro López de Ayala, cronista de cuatro reyes y conocedor de cinco.

Gracias a aquella derrota existe en la Península una joya del gótico, el Monasterio de Batalha que difícilmente puede olvidar el que lo visita.

De D. Enrique, que con Doña Catalina de Lancaster son los primeros que en España se van a llamar los Príncipes de Asturias, que ya tendrán nuestros reyes en el futuro, no diremos más.

Y ahora es cuando cuadraría repetir aquellas coplas que se nos quedaron en la memoria en nuestra juventud “¿qué se hizo el rey D. Juan? los Infantes de Aragón ¿qué se hicieron?”.

Este niño de dos años, bajo la regencia de su tío D. Fernando y de su madre Dª Catalina es el de las famosas coplas y que va a llenar la mitad del siglo que comienza con su privado, D. Álvaro de Luna, que es otro gran bastardo en el centro del poder que entra en la corte de manos de D. Fernando de Aragón, que es luego el gran luchador contra sus hijos, los Infantes de las coplas y que de ser todo lo más, de tener los puestos de mando; condestable y demás beneficios, el de Maestre de Santiago; de ser Duque de Trujillo y luchador con García Sánchez de Quincoces en nuestra ciudad… De, en una palabra, poderlo todo, terminó en el cadalso en la plaza de Valladolid.

Los descendientes de D. Álvaro estaban considerados hasta tiempos de Felipe II, en que se les priva de los diezmos del mar, como las familias más ricas de España.

El Gran Impotente D. Enrique IV dejó su impronta en tierras trujillanas y, al final, sus restos mortales en el Monasterio.

Hizo frecuentes visitas a Guadalupe, donde terminó por poner casa a una de sus imposibles concubinas, a Doña Guiomar de Castro, hija natural de D. Álvaro de Castro, Conde de Monsanto, llamada la “Lusitaneja”.

Se le murió su valido, D. Juan Pacheco, en la próxima Santa Cruz de la Sierra, marchó a Madrid con la propuesta para el hijo, D. Diego, en los puestos de relevancia del padre y le llegó la noticia del apresamiento de su protegido por el Marqués de Osorno; el mismo noble que el frente de Cambil (Jaén), escoltó a la reina portuguesa, madre de Doña Juana hasta el frente, simulando un combate.

Nunca un trono pareció más tambaleante que este de Castilla durante el reinado de Enrique IV.

De una parte se atrevieron con él los portugueses con el pretexto de unos esponsales y los aragoneses, que no habiéndolo conseguido por las armas en tiempo de los Infantes, sobre todo de D. Juan, lo va a conquistar ahora con la unión de su hijo Fernando con la legítima heredera Isabel la Católica. Pero la historia, esa maestra de la vida, lo tenía determinado de otra manera; que aquella joven de dieciocho años que se une en matrimonio al príncipe de diecisiete, en Valladolid, en la sala rica de D. Juan de Vivero, va a reunir en su persona toda la voluntad, toda la fortaleza y toda la decisión y juicio que había faltado en su hermano y en su padre.

Y como de esta reina, cualquier actividad, cualquier decisión, sería suficiente para una y muchas historias, que ya están escritas, sólo diremos de su primer viaje a tierras extremeñas, dando el rodeo para llegar a Trujillo, de pasarse por Guadalupe, Puebla que visitaría, después, muchas veces acompañada de su esposo.

Guadalupe, centro mariano de Extremadura; foco de la cultura medical; emporio de riqueza ganadera, pila bautismal de indios…

En este primer viaje de Isabel a Extremadura con la opinión en contra del Consejo, habiendo firmado documentos en Madrid el día veinte de abril acompañada de una pequeña corte y con cartas muy precisas a su fiel Luis de Chaves para que conozca todos sus movimientos.

Aquel viaje de la reina Isabel la Católica, no lo hace acompañada de su esposo, D. Fernando, quien se dirige a la Meseta Norte para tomar posiciones aún en manos de los portugueses y sus aliados los nobles.

Conocemos la existencia de documentos firmados en Madrid, con fecha veinte de abril de 1477, en los que el Consejo no era partidario del viaje de la reina a tierras extremeñas, donde no existían plazas fuertes y a la vez leales; que el rey toma Cantalapiedra el veintisiete de mayo y que la reina, que ha optado por hacer el viaje a Extremadura, viniendo primero a Guadalupe, desde donde organiza la entrega de Trujillo, por la gestión de Gonzalo Baeza, su tesorero, ante el capitán guardián de la fortaleza, Pedro de Baeza, se encuentra en Trujillo el día catorce de ese mes de mayo.

La intervención personal de D. Diego López Pacheco, a quien ahora interesa aproximarse al partido de la reina, hace que por fin el día veinticuatro, Trujillo se encuentre en manos de Gonzalo de Ávila, señor de Villatorre, a quien la reina ha designado para tenerla en nombre de la Corona.

Durante estos días de continuos forcejeos, la reina aprovecha para organizar la defensa del triángulo Trujillo-Cáceres-Badajoz, que confía al clavero de Alcántara D. Alfonso de Monroy y al Conde de Feria, Gómez Suárez de Figueroa.

Nos hubiese gustado relatar el viaje desde Guadalupe hasta Trujillo, por las Villuercas, Berzocana, Aldeacentenera; pero la primura impide este regodeo.

Existían problemas en Cáceres entre las familias más importantes sobre la regiduría de la ciudad. Doña Isabel, que en los días finales de junio se encuentra en la capital, soluciona estas intrigas y manda desmochar las fortalezas para evitar la aparición de nuevos focos de resistencia. Y según las crónicas, marcha sola, hacia Andalucía, haciendo su entrada en Sevilla el día veinticuatro de julio.

La gente de Guadalupe, de Trujillo, de Cáceres, en una palabra, de Extremadura, de estas tierras de más acá del río Duero, han sentido la presencia de una reina joven, de unos rasgos no definidamente españoles; su faz rubicunda, su cara bolluda, su cabello que tira taheño, no representa el tipo netamente hispano; pero, su decisión, su juventud (tiene ahora la reina veintiséis años), han impresionado al auditorio. Y es que la reina sabía poner mucha teatralidad a sus actos, ya lo tenía demostrado.

II. CABAÑAS DEL CASTILLO.

 

Los límites asignados a la ciudad de Trujillo en su jurisdicción tienen por esta parte norte las aguas del río Almonte.

Leemos que Cabañas del Castillo está entre los ríos Almonte e Ibor, cosa no cierta. Cabañas está más al sur del río Almonte, entre éste y el río Berzocana, en una derivación de las Villuercas, y en esa prolongación de monte nace la garganta de Santa Lucía, que es de donde se surte de agua la ciudad de Trujillo.

Durante los tiempos de la Reconquista, Cabañas fue castillo importante y en su fortaleza se refugiaban las gentes de labraban las tierras cercanas o cuidaban allí sus ganados. Pertenecía esta fortaleza a la Orden de Calatrava y de dicha orden militar pasó a la Corona.

Finalizada la lucha con los árabes, aquellas gentes, bastante numerosas, fundan en terrenos más abajo del Almonte la aldea de Solana, justamente en el cruce del río Berzocana y pasado el río Almonte; en su nacimiento, Navezullas; junto al río Roturas y más abajo, cuando ya el Almonte ha recibido el Berzocana, el Valbellidos y el Garciaz, Retamosa. Y más al norte, junto al Ibor se reparte con Deleitosa, la campana de Robledollano. Esta era la situación y estos citados pueblos, van a formar una abadía famosa, la Abadía de Cabañas del Castillo.

Alfonso X, vende Cabañas y sus aldeas a la ciudad de Trujillo, pero se reserva el patronazgo de las iglesias, y manda, además –en esto se parece a la ReinaCatólica- que desmochen la fortaleza. Si tenemos en cuenta que la mayor riqueza de aquellas aldeas sería sin duda los diezmos, Trujillo no consideró buena compra la de Cabañas y dejó pasar sin interesarse por aquel territorio.

He hablada en la primera parte de una merced de D. Enrique II, y es esta de Cabañas.

En las luchas entre D. Pedro y D. Enrique, tiene confiada la ciudad de Toledo, D. Pedro a D. García Álvarez de Toledo y a su hijo Alfonso, e, incluso, a su hija que va a casarse con el príncipe de Portugal.

Llegadas las tropas de D. Enrique a Toledo, la ciudad se entrega sin resistencias (la entrega D. García) y esta acción es la que va a premiar D. Enrique, haciendo D. García Álvarez, Señor de Oropesa y de Valdecorneja y concediéndole la Abadía de Cabañas.

Si estando en el actual Aldeacentenera, terrenos de Trujillo en la fecha a que vamos a referirnos, bajamos hasta el río Almonte, nos admira la profunda hondonada por donde corre la corriente del escaso, de ordinario, río.

Bajamos por terreno de encinar que se prolonga hasta los llamados riberos; pero más allá de la corriente es otra la vegetación, ahora de retamas (Retamosa, tierra de retamas) y algún acebuche, como si una falla tectónica fuera el cauce profundo.

Los señores de Oropesa eran ganaderos importantes en tiempos de la Mesta y sus ganados, más los de los Condes de Deleitosa y los del Monasterio, tendrían, en fechas de avenidas, imposibilidad de pasar este río.

Y es debido a estas circunstancias, por lo que el último Señor de Oropesa, de acuerdo con el Concejo de Trujillo, construye, a sus expensas, “una puente”, la más importante de los tiempos medievales, toda ella de pizarra y argamasa, con unos cien metros de superficie, superior, con tres aliviaderos (dos de ellos en la parte de Trujillo y uno en la de Retamosa) y cinco grandiosos ojos, cuatro en arcos de medio punto y uno casi de perfecta ojiva. Existe una inscripción sobre uno de los pilares fechada en 1797, que dice de un arreglo.

Los tajamares, dos de ellos perfectos (los del primer arco de la parte de Trujillo o ribera izquierda) indican que por aquí, hace de quinientos años, discurría el río. Los restantes tajamares, alguno adosado y semicircular, son los que resisten ahora la corriente y uno de los pilares está tan derruido en su base que, de no acudir pronto, desaparecerá esta grandiosa obra tan desconocida.

Hemos tenido la suerte de encontrar el acta que dice de la construcción de este puente, que aquí es “la Puente del Conde”, dice:

“En el año 1460, a toque de campana se reunió el Concejo de Trujillo, en la Iglesia de Santiago, concurren: por el rey (Enrique IV) como notario público, Martín Alfón Pizarro; como escribano, por el prior y fraile de Guadalupe, Manuel García; y estuvieron presentes los honrados caballeros Diego de Carvajal, Diego Pizarro, Juan Hinojosa, Fernando Caldero; en calidad de regidores actuaron Luis Chaves, Sancho Paredes, Diego Hinojosa, Juan Corajo, el bachiller Juan Rodríguez de Almazán y Pedro Alfón de Orellana.

      Y, en nombre del Señor de Oropesa, el vecino de Cabañas, Diego Fernández Usasa”.

Que la puente se llame del Conde, encierra un error, toda vez que en el año 1460, que es el del acuerdo entre Trujillo y Cabañas del Castillo, D. Fernando Álvarez de Toledo sólo es Señor (el señorío que vimos concedió D. Enrique II) y es en el año 1477, en la ciudad de Sevilla, donde el día tres de agosto los Reyes Católicos, tenida cuenta de la lealtad de los señores Álvarez de Toledo, durante las guerras contra Alfonso V de Portugal, conceden el título de Conde al hijo del anterior citado, que tiene el mismo nombre y que viene a ser V. Señor y primer conde. Doña Leonor de Guzmán y Zúñiga era la madre del primer conde.

Las estipulaciones de la construcción de la puente son:

 

1. Que la ribera izquierda del río continuará siendo de la ciudad de Trujillo y, por consiguiente, quedan suyas, por siempre jamás, la tierra, hierbas, abrevaderos, pesca y madera de la citada margen.

 

2. Que Trujillo y su tierra tendría paso franco por la puente, tanto las personas como los ganados, sin que jamás tuvieran que pagar portazgo ni tributo alguno.

 

3. Que D. Fernando no podría construir torres ni fortalezas en los extremos de la puente, ni tampoco sus sucesores ni herederos, incurriendo, si así lo hacían, en la pena de 10.000 doblas de oro, que cobraría la ciudad de Trujillo.

Con posterioridad, los señores y condes de Oropesa, llegaron a un acuerdo con el Honrado Concejo de la Mesta, por el que se dice cobrarían dos cabezas por cada mil de cabrío o lanar que lo pasasen; con todas a la entrada o a la salida.

La importancia de esta Abadía de Cabañas nos la indica el que el rey de Portugal, D. Felipe II, hace oferta de ella a un sucesor de los Álvarez de Toledo, religioso, con la consignación de 2.000 ducados de beneficio.

Estas tierras de Cabañas y Deleitosa, que no siempre estuvieron muy de acuerdo (en las guerras contra Portugal, Deleitosa estuvo algún tiempo con los partidarios de Doña Juana), terminaron por estar unidas mediante enlaces matrimoniales; siendo unas veces de la Casa de Alba y otras de la de Frías (recuérdese que el primer Duque de Frías fue Fernando de Velasco, condestable y casado con la hijas bastarda de D. Fernando el Católico, Doña Juana de Aragón, hija de Doña Juana Nicolau).

Oct 011974
 

Eleuterio Sánchez Alegría.

«Que por mayo era por mayo cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan y están los campos en flor,
cuando canta la calandria y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados van a servir al amor»

Con estos candorosos versos se inicia el «romance del prisionero» y cabalmente era por mayo de 1955 cuando tuve mi primer encuentro con la nunca bien ponderada Gregoria Collado ¡Hallazgo muy afortunado, por cierto, conocimiento providencial de esta gran mujer, de talento singular y de corazón repleto de amor por su Extremadura!

En calidad de Inspectora de Enseñanza Primaria y en funciones de servicio había llegado a nuestro Trujillo y pronunciaba una interesantísima conferencia. Yo, muy conocedor de su fama, me persone en el local y al finalizar me disponía a saludarla. Ella, por su parte, se había apercibido de mi presencia y al observar que me removía un poco, mandó «ex professo» una persona amiga que me apresó inmediatamente, diciéndole: «Procura que no se me escape Sánchez Alegría, que quiero hablar con él» Ya se había formado también una idea de mi, a través de la prensa regional, y anhelaba conocerme, al igual que yo a ella.

Así, pues, en cuestión de segundos estuvimos frente a frente y a las pocas palabras que intercambiamos, nos comprendimos perfectamente. Me encontraba ante una hermosa y gentil mujer, con su característica morenez cacereña y su inconfundible talante extremeño, pero sobre todo con un corazón inmenso, lleno de optimismo y audacia, con una clarividente inteligencia y arrolladora simpatía, que me cautivó en verdad. Su cultura extraordinaria, su notable fantasía y sensibilidad poética y el gran amor su tierra, la heroica Extremadura, me conquistó para siempre. Mujer de profunda agudeza psicológica se percató de ello en nuestra primera entrevista privada y tal vez bien informada de mis sentimientos e ideales, me esbozó seguidamente todo el programa de acción en su Asociación «Amigos de Guadalupe» y a los pocos días tornó a Trujillo, con la sola finalidad de constituir nuestra Delegación Local sobre la base de personas relevantes de la docencia y sociedad trujillana, a quienes personalmente ella convocó a esta primera reunión y con las altas miras siempre puestas en la excelsa Virgen morena de las Vllluercas y la progresiva promoción de su inefable Extremadura…

Constitución de la delegación y nombramiento Junta Directiva

Eran las 12,30 de la mañana del día 16 de mayo de 1955. En la Biblioteca del Instituto Laboral «García de Paredes», de la que yo estaba encargado, se habían ido congregando un buen número de personas, previamente invitadas y que podrían ser posibles miembros de la futura Asociación de «Amigos de Guadalupe» en Trujillo. Sus simples nombres propios evocan ya de por sí múltiples recuerdos y facetas de la vida trujillana de aquellos tiempos: Don Juan Tena Fernández, Pbro. Archivero del Excmo. Ayuntamiento, D. Marcelino González Haba, Abogado, Delegado Comarcal de Sindicatos, don Felipe Trejo,Pbro.y Doña Adela Martí Martí, ambos juntamente conmigo Profesores del Instituto Laboral, don Juan Manuel Fernández Bernal, Abogado y Maestro, D. Paulino Azores Naharro, Maestro, Concejal y Director de Biblioteca Municipal, don Fernando Gutiérrez del Egido, Maestro y Secretario de la Hermandad de Trabajadores, juntamente con su hermana doña María Gutiérrez del Egido, Maestra, don Tomás Avila Valdecantos, Maestro así como el también Maestro Nacional don Alipio Rodríguez y una paralela representación de prestigiosas Maestras Nacionales, tales como doña María del Pilar García Peña, doña Esther Holgado Casado, doña María Poblador Sánchez, además de otro Maestro, don Santiago Navareño Díaz, y el más amable hotelero de la provincia y acaso de España, don Julio Prieto González, dueño del Restaurante y Residencia «Madrid-Lisboa».

Ante tal culta concurrencia y puntual a la cita acude nuestra ilustre Inspectora de Enseñanza Primaria, y con esa gracia femenina tan suya y con la convicción que la siempre la verdad expuso de manera clara cuál era el motivo de habernos citado a esta reunión, ni más ni menos que declararnos la finalidad de la Asociación «Amigos de Guadalupe» y su funcionamiento en Cáceres, para que en parecida proporción hiciésemos otro tanto en Trujillo colectivamente y cada cual dentro de la esfera en que actúe. Con referencia a la fundación, recordamos tres nombres claves de la Comisión Ejecutiva de Cáceres: el Rdo. P. Jerónimo Bonilla, O.F.M. su Consiliario, la propia Gregoria Collado y Ricardo Becerro de Bengoa, quienes han acertado a la auténtica entidad y personalidad a dicha asociación. Su gran propósito en términos generales, ha sido desde su inicio «el intentar por todos los medios posibles que el nombre de Extremadura vuelva a sonar en el ámbito nacional con la fuerza de antaño y procurar elevar paulatinamente el nivel cultural de nuestra región.»

Y en consecuencia con estos ideales, he aquí que en aquel momento había la sublime aspiración de erigir un templo a la Virgen de Guadalupe en Mongomo, Guinea Española, como conmemoración del pasado Año Mariano, y precisamente el Rvdo. P. Permúy, destacado claretiano, director de la revista «El Misionero», venía alentando, con más calor que nadie dicha iniciativa. Asimismo manifestó Gregoria Collado con su peculiar entusiasmo que había la intención de ofrecer el patronazgo del famoso monasterio de Guadalupe al gran Archiduque Otto de Habsburgo, legítimo descendiente de los Austrias, tradicionales protectores de Guadalupe, quienes lo convirtieron en el santuario de la Hispanidad, heredando de los Reyes Católicos su devoción a la Virgen extremeña. Se había pensado, al efecto, otorgarle el título de Vicepresidente del Consejo de Honor de la Junta Rectora de la Asociación Provincial «Amigos de Guadalupe».

Acto seguido, se procede al nombramiento de la Junta Directiva de esta Delegación Local de Trujillo y, tras breves instantes de coloquio con la Señora Collado de García Aguilera, se preconizan como Presidente a D. Marcelino González Haba, como Secretario a don Eleuterio Sánchez Alegría, como Tesorero a don Tomás Avila Valdecantos y como Consiliario a don Juan Tena Fernández. Y finalmente, se decide nombrar Presidente de Honor de nuestra Delegación Local al Ilmo. señor Alcalde de Trujillo, don Julián García de Guadiana.

Los «Amigos de Guadalupe» en pos de sus caros ideales

Apenas si había transcurrido un mes, cuando nos reunimos de nuevo los componentes de la Delegación de Trujillo, aceptando el consejo que nos dieran los directivos cacereños de señalarnos un día fijo, por ejemplo, el último jueves de cada mes y como cuota mensual mínima de cada socio dos pesetas, cuota simbólica que figura escrita en segunda Acta de fecha 30 de junio de 1955.

Una y otra vez con gran constancia y más o menos concurrencia nos reuníamos, de forma que figuran en Acta unas dieciocho sesiones, es decir, hasta el 12 de febrero de 1957, en que más o menos se produjo el colapso de la Asociación de Cáceres, por vergonzosos manejos y presiones de altas personalidades que intrigaron siempre ante el Gobierno Civil contra «Amigos de Guadalupe», en una serie infinita de ruindades, inconcebibles en gentes de cultura, y a las que volveremos a aludir más adelante. Con referencia ahora a nuestras reuniones periódicas, hagamos constar que aceptamos de buen grado el consejo que nos dieran Ricardo Becerro de Bengoa en carta escrita a raíz de nuestra fundación: «celebrad reuniones, aunque vayáis dos o tres, recordando las palabras del Evangelio: «donde os reunais dos en mi nombre, allí estaré yo con vosotros». Celebrad las y dadlas a la publicidad en «Extremadura» y «Hoy», porque así serviréis de ejemplo a otros con vuestra perseverancia y entusiasmo. Llevad «Libros de Actas», pues es muy útil, además de obligatorio. El índice de problemas locales tenedlo siempre a la vista y sed promotores de soluciones. En resumen que en Trujillo los «Amigos de Guadalupe» sean los mejores amigos de Trujillo, que en Alcántara sean los mejores amigos de Alcántara… Pizarro y Orellana o lo que es lo mismo Perú y Brasil no los descuideis»…

Nuestras comunicaciones con los Directivos de Cáceres eran continuas, intercambiando cartas y mensajes y alguna que otra visita. Y así en el Acta 3ª consta el telegrama que Presidente y Secretario redactamos y enviamos a Directivos de Cáceres y al Prior de Guadalupe, al leer en los periódicos la noticia relacionada con nuestra Asociación de que el Emmo. Cardenal Primado, Plá y Deniel, les había enviado su fotografía con una paternal dedicatoria, bendiciendo el proyecto de erigir un templo a la Virgen de Guadalupe en la Guinea Española. Más sobre todo era muy grande nuestra íntima satisfacción al saber que el Real Monasterio de Guadalupe según reciente rescripto recibido de Roma quedaba constituido en Basílica. He aquí el texto del telegrama cursado por nosotros: «Celebramos todo corazón privilegio pontificado concedido glorioso Monasterio Guadalupe, templo, hogar, solar bendito raza hispana, trono encumbrado Purísima Madre de Dios, fúlgida Estrella heroica Extremadura -Salúdanle respetuosamente Amigos de Guadalupe. Trujillo, 25 octubre de 1995 y horas 13:30.

Jornadas hispanoafricanas en Cáceres con participación trujillana.

Como un lema de Cruzados, los «Amigos de Guadalupe» se había fijado en sus bravos corazones uno bien expresivo que los personificaba a la perfección: «Frangar, non flectar», que ellos traducían por «Morir, no doblegarse», algo similar al famoso «Prius mori quam foedari» («Antes perecer que mancharse»). Y como no dejarse abatir por la frialdad e incomprensión de un ambiente tibio y atónico era el grito de combate de sus socios, he aquí que todos los años por los meses de octubre o noviembre de manera habitual y en forma solemne, a la vez que más solidaria, se concentraban unos días en Guadalupe, para el sesiones de estudió abordar los problemas extremeños y aspectos culturales, sociales y espirituales de la región.

Según datos que tengo la vista, el noviembre de 1954 se había celebrado nada menos que un Congreso Regional Mariano, bajo la inspiración de los «Amigos de Guadalupe» y en el mismo tomó parte activa precisamente el Rdo. P. Fernando R. Permúy, Hijo del Inmaculado Corazón de María, Director de la revista «El Misionero» y representante de Pontificio de las Misiones Católicas de Fernando Poo y Guinea Española. En un hermosísimo artículo Gregoria Collado nos narra de manera emocionante algo de lo que debió ser aquel enfervorizado Congreso Regional Mariano. Dicho artículo que lleva por título «Guadalupe en Hispanoáfrica», publicado en la revista «El Misionero», nº 355, de noviembre, y en «Extremadura» de 17 del mismo mes fue el tema y comentario de nuestra cuarta reunión mensual en Trujillo el día 21 de noviembre de 1955 y de dicha acta recojo ahora los conceptos más notables de nuestra insigne amiga. Gregoria Collado nos revela la formidable impresión de asombro ante el misionero claretiano P. Permúy y su expansión espiritual en el recinto del esplendoroso monasterio cacereño: «Como el cielo está sembrado de estrellas, el mundo está sembrado de Guadalupes, y hasta un Nuevo Mundo reza a Dios en español por esta Señora Morena de las Villuercas. Más para deciros esto, con ser tanto, no hubiese ya venido. He venido para deciros que está sin terminar la obra misional de España y está incompleta por tanto la Hispanidad… En ese trozo de la nueva España que se está formando en el África Ecuatorial y que se llama Guinea Española, donde hoy se vive la epopeya misional, los mejores tiempos, no hay la menor huella que recuerde, como en América, a Guadalupe y Extremadura. Ni una sola iglesia, ni una sola capilla, ni una sola imagen de esta Virgen Misionera de la Hispanidad. Extremadura como tal se haya ausente de Hispanoáfrica. La Virgen de Guadalupe tan «conquistadora» y «misionera» en América no está paternalmente presente en el Africa Española. ¡Y sería ella tan feliz entre los morenos!…

Es necesario, pues, que Extremadura haga, como tal, acto de presencia en Hispanoáfrica y que allí reinen, como en el Nuevo Mundo, la Virgen de Guadalupe y que por lo menos tenga un hermoso templo, una Misión consagrada a Ella en la Guinea Española…»

Y aludiendo a la magna jornada de clausura de dicho Congreso Regional Mariano que se verificó al domingo siguiente, con la consagración de Extremadura al Corazón de María verificada privadamente por este misionero y en la que la imagen de la Virgen de Guadalupe salió en procesión hasta los mismos umbrales del templo, lo cual únicamente se había realizado tres veces en el espacio de seis siglos, nos refiere la Señora Collado que el P.Permúy con voz muy emocionada exclamó: «Necesito de esta hoguera de hoy una centella para Mongomo. La necesito para que la gloriosa obra de Extremadura en Hispanoamérica se renueve en Hispanoáfrica».

El coche arranca y sólo podemos decirle apresuradamente «¡Adiós!»; pero él sabe muy bien que hemos querido decirle: «Cuente con la centella».

¡Y vaya si contó con la centella! Pues Gregoria, haciendo honor a su nombre griego de «vigilante», cual fiel vestal de la Roma clásica, nos soltó ya la antorcha del fuego sagrado y con un tan incomparable heraldo de Extremadura, como Becerro de Bengoa, secretario de la Asociación «Amigos de Guadalupe», no es de extrañar que, no finalizado todavía noviembre, hubieran esbozado un Programa de «Jornadas Hispanoafricanas» con las miras puestas en ensañado templo a la Virgen de Guadalupe en Mongomo. Y bien pronto nos cursaron invitaciones a los de Trujillo, quienes ya no tuvimos tiempo para improvisar nada y les prometimos asistir a alguno de los actos, como en realidad lo hicimos e incluso en nuestro honor decidieron celebrar una reunión a las 13 horas del día 23 en el «Colegio de San Antonio», bajo la presidencia del P. Bonilla, cambiando impresiones sobre problemas y aspiraciones comunes de nuestra Asociación. Allí se habló ya de la posibilidad de celebrar en Trujillo algún acto de propaganda pro templo a N.ªS.ª de Guadalupe en Africa.

El programa se cumplió en la forma ritual proyectada, pronunciando sendas conferencias Ricardo Becerro de Bengoa el primer día bajo el título de «Africa, misión de España» y el segundo día Gregoria Collado disertó sobre «Guadalupe, plataforma de la empresa africana». Caldearon el ambiente cacereño, con su oratoria brillante y convincente, y le dispusieron favorablemente para el gran día de clausura, 27 de noviembre, 11:30 de la mañana, en el cine Capitol de Cáceres. Un vibrante discurso del Rdo. P. Permúy, C.M.F., representante de las Misiones Católicas de Fernando Póo y Guinea Española, con el lema «Isabel la Católica, España y Africa» entusiasmó a los numerosos asistentes y ganó sus simpatías. A continuación se proyectó la película «Herencia imperial». Tras de lo cual, hubo unos momentos de descanso, reanudándose después con unas palabras de Gregoria Collado, si mal no recuerdo, sobre «Guadalupe, Extremadura de Hispanoáfrica». Luego de nuevo otra película: «La por tanto nada», poniendo el broche de oro unas palabras del Excmo. y Rdmo. Sr. Obispo diocesano, Dr. Llopis Iborra. Con verdadero éxito y brillantez se habían conseguido los objetivos propagandísticos pro templo en Mongomo a la Virgen Morena de las Villuercas.

No contentos con eso, los «Amigos de Guadalupe» de Cáceres ya se disponían a celebrar acto parecido en Badajoz el 11 de diciembre y nuestras gestiones en Trujillo ya estaban hechas para celebrarlo también en el Teatro Gabriel y Galán el día siguiente 12, fecha oportuna por ser la festividad de la Virgen de Guadalupe en México, cuando la Vocal de Propaganda Gregoria Collado nos telefoneó primero y luego confirmó por carta que todo se aplazaba pues el P. Permúy, alma de esta propaganda oficial, a su regreso a Madrid, había sido nombrado Superior de una casa de París y habría de tomar inmediatamente posesión de su cargo.

Los «Amigos de Guadalupe», entusiastas propagandistas de grandes ideas

Fieles a nuestras consignas y consecuentes con nuestros ideales, los «Amigos de Guadalupe» tanto en Cáceres como en Trujillo, decidimos seguir defendiendo cuanto creíamos de buena fe ser la verdad y justicia en cada caso, así desde el punto de vista religioso, social y patriótico como en el aspecto cultural y turístico de nuestra noble Extremadura. Y hace constar en el acta de nuestra sexta sesión de 26 de enero de 1956. Y al efecto, nuestro catolicísimo Presidente don Marcelino González Haba, inició una campaña en torno al monasterio de Guadalupe con genuino carácter Mariano, mientras que yo, hacia otro tanto en la prensa regional e incluso en la revista del Instituto «Semilla» había iniciado una sección sobre el «Valor turístico de Extremadura», en los primeros meses de 1995, y que continúe ya en todos sus números. Nuestra ilustre amiga la señora Collado me escribió una amable carta en que me felicitaba sinceramente por esta serie de artículos y me instaba a que así como había elogiado al pintor catalán Bernardo Ylla en su exposición de pinturas sobre Trujillo (HOY, 5 de enero de 1956 y «SEMILLA»,dic. 1995-ene 1956), no dejará de hacer lo mismo con Solís Avila, egregia figura de Extremadura. Por supuesto que así lo hice y publiqué mi entrevista en «ALCÁNTARA», en fecha que ahora no puedo precisar ni puedo buscar en mi Biblioteca. Cumplir igualmente sus otros encargos y muy pronto redacté un esmerado artículo sobre la «RUTA DE CONQUISTADORES» y otro de alto tono sobre el «I Centenario del Casino de Trujillo», aparecidos ambos en «HOY», de Badajoz, lo cual constituyó el tema de la octava sesión de 31 de marzo de 1956.

Gregoria Collado era una entusiasta de Trujillo y en una de sus interesantes cartas me solicitaba unos datos sobre María Escobar, esposa de Diego Chaves y notable mujer que fue la primera que sembró trigo en el Perú y fue elogiada oficialmente por su extraordinaria labor de colonización. Igualmente quería unas amplias noticias de Nuflo o Nuño Chaves, fundador de Santa Cruz en Bolivia y me encargaba fuera a consultar, si fuera preciso a don Juan Tena. Tenía sumo interés, pues casualmente había entablado amistad con un prestigioso Profesor de Sucre, grande voto por cierto de la Virgen de Guadalupe. Su extensa carta de alguno de febrero de 1956, llena de sugerencias, terminaba pidiéndome una nota en que le especificara «Cómo se educaban en Roma las jóvenes de alta sociedad». Satisfice yo cómo pude todos sus encargos y me dio las gracias, muy complacida.

Nuestros animosos compañeros de Cáceres no cesan de sus actividades y aquí que en estos primeros meses de 1956 evitaron un folleto con el título «El Movimiento de Unión Latina en Extremadura», en que se destaca la gran figura del arquitecto lusoromano Cayo Julio Lacer, constructor del Puente de Alcántara en la época del emperador español Trajano. Con dichas ideas va vinculando el propósito de inaugurar en octubre la cartera «Roma» en Guadalupe e invitar a ello al P. Mircea, Director de la Misión Católica Rumana en España, como así se verificó en el I Ciclo de Conversaciones Extremeñas.

Los «Amigos de Guadalupe» en Cáceres en enero de 1956 no dudaron en solicitar al capitán de la motonave «Guadalupe» la instalación de una hucha para recoger donativos para el templo de Guadalupe en la Guinea Española entre los pasajeros de la misma. Pero creemos que ante todo debemos destacar su organización de la «Semana de homenaje a Menéndez Pelayo» del 22 al 29 de abril, y a los que llegamos como invitados a la primera de dichas conferencias con motivo del I Centenario del nacimiento del eximio polígrafo Presidente y Secretario de Asociación de Trujillo. Para dar sumo realce al acontecimiento fue invitado y vino a Cáceres el General don Jorge Vigón, jefe de la Defensa Pasiva de España, y hecha la presentación del orador por Becerro de Bengoa, pronunció su interesantísima conferencia «Menéndez Pelayo, guía de España». El salón de actos de la Diputación estaba bastante lleno, en atención a tan alta personalidad y además aquel día 22 de abril era domingo.

Y para que se vea a que los «Amigos de Guadalupe» siempre estaban dispuestos a la continua actividad y tenían una muy amplia visión de las cosas que afectan a Extremadura y no querían desaprovechar ninguna circunstancia propicia, haré notar que en la Junta General del 25 de septiembre de 1956, presidida por el Delegado Provincial de Información y Turismo, Vicepresidente de nuestra Asociación, don Narciso Maderal, ya se habló de las gestiones realizadas para solemnizar el IV Centenario de la muerte del Emperador Carlos V en Yuste, hecho que no tendría lugar hasta el 21 de septiembre de 1958. Sus ideales les hacían volar muy lejos, muy lejos…

En Cáceres como en Trujillo los «Amigos de Guadalupe» fuimos los mejores colaboradores. Un buen ejemplo lo dimos públicamente con motivo de la Consagración de Extremadura al Inmaculado Corazón de María y todos lo recordaréis. A mi puerta llamó el día 8 de mayo de 1956 un Misionero claretiano que me conocía y era nada menos que el eminente teólogo P. Joaquín Mª Alonso y me expuso su idea y yo le ofrecí todo mi concurso y el de la Asociación. Luego partió para Cáceres. Tras él vinieron otros más y el acontecimiento se fue preparando y culminó en Cáceres el 16 de septiembre en el Cine Norba y en Trujillo el día 23 en el Teatro Gabriel Galán, siendo protagonistas nosotros don Marcelino González Haba y yo, con el Rdo. P. Evaristo Riol, C.F.M., Alcalde don Julián García de Guadiana y Sr. Arcipreste don Mariano Duprado. Así contribuimos de manera eficaz a la gran Consagración regional en Guadalupe. Cumplíamos en lo que podíamos como buenos, consecuentes con nuestros ideales…

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