Oct 032013
 

Ignacio Plaza Rodríguez.

Los pueblos tienen una historia, la real, la que se puede demostrar mediante documentos y otra la ideal, la que hubiéramos querido que tuviese (que hasta es posible que haya existido); pero que no pode­mos demostrar.

A la historia imaginada (quiero decir que podemos imaginar a nuestro capricho), estarían en Aldeacentenera: los castros encon­trados en la finca La Coraja; los restos de un castillo junto al Castro.

Históricamente, en tiempos romanos, cuando Mérida era cabeza de un extenso territorio que comprendía hasta la ahora Talavera, sa­bemos que uno de los camino pasaba por Aldeacentenera y a lo largo de los caminos se formaban los núcleos de población.

De los visigodos sabemos que por estas tierras, cuando huían de los árabes, dejaron las imágenes de la Virgen de Guadalupe; las reliquias de los Santos Fulgencio y Florentina en Berzocana, que no es poco.

Los árabes debieron pasar sin prestar mucha atención a las pocas gentes que poblaban estos campos no muy feraces, mas apropia­dos por sus mohedales para ganado cabrio, en los claros lanar y al­go de bueyes, de vacuno.

La creencia de que los hispano-godos se fueron todos a As­turias no deja de ser imaginativa. Aquí quedaron, junto al terru­ño, los hombres que guardaban sus ganados o el de sus dueños, que sólo de señor, de amo, iban a mudar. Fueron los llamados mozárabes.

Existió un largo periodo de tiempo hasta que los primeros cris­tianos de León y de Castilla se atreven a bajar hasta estas tie­rras que se van a llamar “extremas”, por ser lo mas extremo hasta donde llega el ganado merino trashumante. Ese cruce resultante de la oveja hispana, de lana larga y casi rojiza, con los merinos traídos del norte de África y que dieron por resultado esa “meri­na”, única, cuya lana fue una de nuestras divisas durante la Edad Media y cuya protección por la leyes de la Mesta, trajo tantos encuentros entre los ganaderos estantes y los labradores, con los grandes señores, maestres, monasterios y nobles.

Realmente, las notas de J. Klein, cuando eleva el número de ga­naderos y convierte a los pastores de hasta cuarenta o cincuenta ovejas en señores de la Mesta, está desconociendo que era personal asalariado, que cuidaba el ganado del conde, del duque o del monaste­rio y tenía su “excusa”, que aún se conserva en la ganadería actual y que no ha sido estudiada con el cariño que merece, por ser una institución en la que existe la participación de beneficios en el asalariado.

Tenemos que afrontar el momento en que los hombres de Casti­lla llegan para quedarse. Alfonso VIII, Fernando III y Alfonso X. El pueblo mozárabe, que ha esperado siglos, tiene aquí a sus gentes. Se produce un vacío (muchos -no todos- los moriscos huyen) que es preciso llenar, y son llamadas gentes de Castilla, de León, y hasta de Galicia, que vienen a poblar y a los que hay que darles tierras, montes, baldíos, comunales, propios, caballerías y ejidos (ejido, si tenemos en cuenta su etimología, exitus=salida, tendre­mos mucho adelantado). El Ejido, que es salida, está a la salida de los núcleos poblados y se va a conceder, de acuerdo con la pobla­ción; pero nunca un ejido puede existir sin población.

Si en el arrabal de la ciudad de Trujillo, que eran estos te­rrenos de Centenera y Aldeacentenera, se otorgan dos ejidos, y es que aquí -como si existiera un documento escrito-, sabemos que entonces ha­bía dos poblados, y por la extensión de éstos, que se traduce en el número de fanegas concedidas, los dos pequeños y de casi la misma población. El no existir dehesas boyales (Berzocana y Garciaz, tiene estas y caballerías), indica ser núcleos poco importan­tes en aquellos tiempos.

 

 

CENTENERA

 

Ejido de Centenera, no precisa salida, ha desapareci­do la necesidad de su otorgamiento, ha desaparecido la población. ¿Cuándo y cómo?

Lo de las hormigas, que se repite en cientos de pueblos desapa­recidos, tenemos que tomarlo como leyenda. Ya existió una leyenda de unas hormigas que no atacaban a niños, que lo hacían a un rey y “por do más pecado había”.

Lo cierto es que existió, que ha desaparecido, y que no existen restos de población, a no ser que tomemos por tales esos paredones que llaman ermita (la Iglesia era tan rica en aquellos pe­riodos que edificaba para más largos tiempos)

¿Obedeció aquella desaparición a que ya no era transitado el ca­mino que unía los fuertes árabes; el de Trujillo y este de la Cora­ja, con el de la playa de Moya?

Con el otro Ejido, con el que era la salida de la actual Aldeacentenera iba a suceder lo contrario; el poblado se iba a comer al Ejido.

 

 

HIJOS ILUSTRES DE ALDEACENTENERA Y DE CENTENERA.

 

Tenemos documentado un ilustre hijo de Aldeacentenera, de la Biblio­teca Nacional, son las notas siguientes:

 

Per Alonso de Aldeacentenera.- Navegante y militar atrevido, que nació en Aldeacentenera el año 1494. Con los esforzados acompa­ñantes de Pizarro parte para el Nuevo Mundo, encontrándose en las más peligrosas jornadas.

Fatigado por la vida guerrera, en 1535 se establece en la ciudad de Cuzco, en la que había entrado triunfalmente el año antes, cuando la conquistaron los españoles, y en ella desplegó sus conocimientos administrativos, su carácter emprendedor y su potente iniciativa, que le valió ser nombrado Alcalde, puesto que tuvo hasta su muerte, pues es fama que desempeño el cargo con gran acierto.

Era Cuzco cuando entraron los españoles una de las ciudades mas importantes del Perú, y se quedaron admirados al contemplar los edi­ficios de piedra revestidos de oro y plata. No hay que añadir que todas las grandezas fueron destruidas por la codicia de los conquis­tadores.

 

Pero Alonso de Aldeacentenera.- Desde Panamá acompañó a Francisco Pizarro en sus primeras expediciones a la América del Sur y fue uno de los trece aventureros de la Isla del Gallo. Acosados por el hambre y la incertidumbre fueron requeridos por Pedro de los Ríos, Goberna­dor de Castilla del Oro, para que volviesen a la capital del istmo.

Pizarro no olvidó jamás la adhesión de aquellos trece de la fama, que le acompañaron en el momento más crítico de su vida y pidió para los mismos a la reina en las capitulaciones de 26 Julio 1529, gracia que consiguió, el que les nombrase hijosdalgo.

 

Martín del Barco Centenera.- Aunque figura como natural de Logrosán, este sacerdote, que acompaño a Juan Ortiz de Zárate en la conquista del río de la Plata, fue militar y poeta y dejó escrito un poema lla­mado “La Argentina…”. Se sabe que estudió en Guadalupe, tuvo car­gos de poca importancia en el obispado de Plasencia, etc.

Murió de Arcediano de San Miguel de Tucumán, norte de la Argentina. Si tenemos en cuenta su apellido y que este indicaba el lugar del que procedían bien el interesado o sus mayores, es por lo que nos in­clinamos a creer que rescrecería de Centenera que, para aquella épo­ca, estaría en vías de desaparición y sus vecinos y padres de Mar­tín del Barco, en vez de irse para Aldea Nueva de Centenera, lo harían a Logrosán.

Según las últimas indagaciones, no confirmadas aún, este explorador, parece ser  natural de Aldeacentenera. Fue quien descubrió y puso nom­bre a la bahía Corpus Cristi, el 24 junio 1519. Tiene una estatua en bronce, en la calle Santa Inés, núm. 2.500, en la Plaza Pineda, pagada por la Asociación de Negocios de Tejas, ciudad situada en el Golfo de Méjico (antes tierra mejicana), dedicada a negocios petro­líferos y con más de 250.000 habitantes.

 

 

UN DOCUMENTO DEL AÑO 1407 SOBRE UNA CAPE LLANIA EN TERRENOS HOY DE ALDEACE NTENERA.

 

En la finca la Cantamplina, antes Centenera, se fundó en el año 1407 una Capellanía Colativa por Doña Isabel Álvarez de Paredes, esposa de Gonzalo Valverde y servidoras a Santa Maria la Mayor de Trujillo. La fecha es el 25 mayo del año dicho.

Tenemos en nuestro poder las cuentas de los últimos años, detalla­das en cuanto a gastos de administración, contribuciones, etc., y del importe de las ciento cuatro misas que se decían anualmente por el alma de la fundadora, al precio último de cuatro reales cada una. Y, como dato de las dichas cuentas y misas, nos encontramos que en la fecha que desaparece el censo misal, el alma de la señora Doña Isabel, tenía la casi terrorífica cantidad de 36.816, misas. Sin duda una misa-teniente del reino celestial.

 

 

PRIMEROS CINCUENTA AÑOS DEL SIGLO XIX Y SU INFLUENCIA EN ALDEACENTENERA.

 

En el año 1812, Aldeacentenera (la llamada Centenera ha desapare­cido) se convierte en Municipio, y auque esto podría parecer que te­nía una independencia de la ciudad de Trujillo, lo cierto es que só­lo existe en los documentos, como luego veremos.

La desamortización de Mendizábal, que sin duda es la ley más pro­gresista que se haya intentado para el agro español y concretamente para Extremadura, va a ser sólo una frustración. Si la finalidad de la ley era que los arrendatarios (los que labraban la tierra) se convirtiesen en propietarios, vemos que no se produce y la sencilla razón era y fue que los arrendatarios y los aparceros no tenían di­nero para pagar las tierras puestas a la venta, que fueron alrededor del ochenta por ciento de las existentes y a un precio, por las cál­culos de las escrituras que manejamos, cuatro veces inferior al que tenían antes de ponerse masivamente en venta. La Iglesia, propietaria de la mayoría de las tierras en venta, puso en marcha su formidable poder para impedir las compras por particulares; pero esta pena no detuvo a gentes ajenas al campo, que se en­riquecieron extraordinariamente con el resultado de que el Estado, que había calculado unos ingresos a precios normales, se tuvo que con­formar con una cuarta parte y muchas veces a créditos y en bonos. La maquinaria de la Iglesia fue la excomunión, algo que entonces in­fluía en las masas, pero no en los comerciantes.       

Durante los años en que se produjeron las ventas de los bienes ecle­siásticos, se edita en España un diccionario, el de Pascual Madoz. En él encontramos un cúmulo de datos de los municipios españoles que no podemos dejar de tener en cuenta. Y allí esta nuestra Aldea­centenera:

“Un maestro Nacional, por el que Trujillo paga anualmente 1.100 rea­les, 150 yuntas; 1.600 almas; un valijero que va a Trujillo tres ve­ces por semana, malas calles, casas de un solo piso, unos telares de pa­ño basto y como nota curiosa; no figura la mas característica de las gentes propietarias de dehesas, sólo nos habla de arrendatarios o de aparceros, que llevan en renta o aparcería las tierras de los pro­pietarios, que viven en Trujillo”; por eso hablo de independencia sólo nominal.

Tenemos que hacernos desde esta altura de los tiempos. ¿Es que a los arrendatarios, a los aparceros que estaban en contacto con la tierra, no les interesaba la posesión? Creo más bien que no tenían di­nero y desconocían los mecanismos del crédito (que entonces no exis­tía, o era particular y usurario).

Adelantándonos unos cuantos años, nos vamos a encontrar con los primeros propietarios de dehesas, naturales y vecinos dé Aldeacente­nera.

 

– José Cercas Rebollo, compra una dehesa, procedente de “propios” en el año 1860.

 

– Telesforo María Tovar y Cercas, compra la dehesa Cantamplina, de la que era arrendatario y de la que se ha hablado “capellanía” en el año 1876.

 

– Eusebio Vivas Gutiérrez, compra la Suerte del Heno, año 1884, el dueño que se la vende la había adquirido en 1881 de bienes pro­cedente de capellanías.

 

Estas compras reseñadas, de extensiones próximas a las cien hectáreas, hemos podido calcular que se pagaron sobre cien pesetas la hectárea, y aún así, se tuvieron que hacer hipotecas sobre las compras, con inte­reses del 10%, más todos los gastos.

Hacia últimos del pasado siglo y comienzos de actual, lo que sí existe en Aldeacentenera es una cantidad enorme de arrendatarios, que no sólo tienen arrendadas las fincas de los propietarios de Trujillo sino que, en este término, han invadido los términos próximos. Así encontramos arrendatarios aldeanos en Berzocana, Deleitosa, Madroñera, etc. Son nombres y nombres que están en la memoria de la mayoría de las gentes, que tiene sus descendientes en Aldeacentenera o que han emi­grado hacia los años sesenta del presente siglo.

 

El arrendatario. ¿Cómo es la figura del arrendatario? Ya vemos que no llega a propietario contra voluntad. El arrendatario ha sido el gran movedor de trabajadores (ténga­se en cuenta, que para mover una finca se precisaban cantidades ingentes de obreros, aperadores, porqueros, pastores, cabre­ros, zagales, vareadores de bellota, gañanes, piconeros, podadores, piconeros, carboneros: una finca de trescientas a quinientas hectáreas podía tener ocupados a los componentes de ocho o diez familias).

El arrendatario era un ser esquilmante; daba, por lo general, ejem­plo de trabajo, de horas y horas de trabajo, a lomos de una mula -no era caballero- y sus obreros a pie o en burro.

Muchas veces, a pesar de su esfuerzo y de su economía y hasta de su necesidad, uno o dos años malos lo tornaban a aparcero, cuando no a obrero.

Mas esto traía aparejado una realidad: el dueño de la finca, si la explotaba directamente, como no estaba próximo y no se iba a em­pobrecer por un año malo o por una mortandad de cochinos, solía ser más complaciente con sus criados y menos esquilmante. El arrendata­rio estaba aquí, junto a los obreros dando ejemplo de trabajo, de esfuerzo, de economía y hasta de pobreza.

Con relación a sus vecinos, los torrecillanos, los garcieños, los de Berzocana, el aldeano (a las aldeanas las llaman medio-huevo) se encontraba durante siglos en un plano de inferioridad; todas es­tas que fueron aldeas de Trujillo y en los tiempos de nuestra mayor grandeza imperial (Felipe II) y de nuestra mas grande miseria real que coincidieron, pasaron a ser villas con rollo, lo que significa­ba el alto, bajo, mero y mixto imperio. Aldea se había quedado reza­gada, no sabemos si para bien o para mal.

La relación de los aldeanos y en general de todos los habitantes de lo que fuera jurisdicción de Trujillo, era de inferioridad. Hasta los obreros trujillanos se podían permitir, y de hecho se permitían, el mirar por encima del hombro a los que no fueran de la ciudad. Era como la servidumbre de la pasada grandeza.

Mas ya durante el presente siglo, el esfuerzo de las gentes de aldea, de los arrendatarios que han desaparecido, este pueblo logró que se trocaran las tornas en su favor; no siendo Trujillo y Madro­ñera, todos los demás pueblos; Berzocana, Garciaz, Torrecillas, Ro­turas, Navezuelas, Retamosa y Deleitosa fueron quedados atrás en población. Ninguno llegó a rebasar los dos mil seiscientos habitantes que tuvo Aldeacentenera y ninguno a poseer fama (digo por lo menos fama), de tener más dinero atesorado en la Caja de Ahorros.

Más he aquí que de nuevo todos o casi todos los pueblos dichos han quedado atrás a Aldeacentenera. ¿Qué es lo que ha ocurrido?

¿Fue la emigración que aquí rebasó el cincuenta por ciento de la población, pudiendo decirme que había más aldeanos en Bermeo que en Aldea? ¿Ha sido el que los aldeanos que habían vivido siempre tan mal siendo tan trabajadores, se han tomado un descanso? ¿No es al­go cierto que ahora viven sin esfuerzo mejor que sus mayores sin pa­rar un momento?

¿Es posible que el estar aún la propiedad en manos de unos po­cos y la mayoría forasteros, no incite a volver a los que se fueron?

¿No están los aldeanos equivocados con los pocos propietarios que viven aquí y que lo son tras largos esfuerzos de generaciones?

Sin duda este pueblo debe y tiene que tener solución; pero no la fácil solución del paro. Entre todos y dentro de entre todos los que dirigen nuestra política, han de encontrar la solución poniendo en regadío esas tierras casi planas que se extienden desde el Arro­yo Mojón a la carretera general que viene desde Madrid.

Que vuelva a ser un orgullo, como lo fue hasta hace pocos tiempos el ser aldeano, que la fama de económicas de estas mujeres a las que los de los pueblos comarcanos llaman medio-huevo, sea un mote que ensalza una gran cualidad, la de la economía que lleva aparejada, siempre, otras virtudes.

 

Oct 012003
 

Ignacio Plaza Rodríguez.

Voy a tratar preferentemente de la vida en un Arrabal durante los siglos XVII y XVIII, doscientos años formativos de la sociedad aldeana, de su evolución y del gran movimiento que hoy nos llama la atención. Nos enfrentamos a gentes dinámicas, sufridas, aventureras, procedentes de toda España, preferentemente ganaderos

Las ideas dominantes en los ancianos del pueblo a mediados del siglo XX, sobre el origen y formación de Aldeacentenera, era la siguiente: El pueblo estuvo en el actual Ejido Centenera, unas hormigas devoradoras de niños hizo que las madres decidieran abandonar aquellos parajes y se trasladaran al actual emplazamiento, los terrenos para el asentamiento de los vecinos los donaron unos nobles trujillanos de la familia Risel. A veces citaban, sin mucho entusiasmo, que en el cauce del Almonte existía una Puente a la que no concedían gran importancia.

Mi primera idea fue averiguar quienes fueron los Risel, fundadores. En un libro de genealogías encontré algunos datos referentes a dicha familia trujillana. Alguno de ellos decían ser naturales de Aldea Nueva y su fecha de nacimiento era a partir del 1726.

En las partidas de bautismo de Torrecillas de la Tiesa, años finales del siglo XVI, figuraban algunos rrisel, así escrito, con consonante doble, También encontré como testigo de bautizo en aquellas partidas, el nombre del sacerdote de Aldea Nueva, se llamaba Joan Ramos. Quedaba un problema que resolver. ¿Dónde estaba aquel lugar, asiento o Arrabal?

Gracias a la transigencia del sacerdote de Aldeacentenera, recuperé los libros de la historia local, que por un azar se conservaban en unas cajas de cartón en la sacristía. Tenía una seguridad, Aldea Nueva, a secas, era el antecedente del pueblo actual. Inicié la lectura partida por partida hasta conseguir encontrar a los fundadores, que figuraban como padrinos y testigos de aldeanos a finales del siglo XVII y como vecinos y regidores desde el año 1725, fecha del casamiento de Don Antonio Risel con la aldeana Dª María Carrasco Saucedo los hijos de aquel matrimonio eran los que figuraba nacidos en Aldea Nueva; llegaron cien años después del primer bautizado, no fueron los fundadores.

La leyenda de las hormigas la vemos repetida en multitud de aldea y pueblos y no se mantiene. La Puente casi ignorada por los vecinos, en el hondo cauce del Almonte, -que no es visigoda-, se inició el año 1460, en terrenos de la jurisdicción de Trujillo en su margen izquierda y en la derecha en los de la Abadía de Cabañas, fue decisiva para el traslado de los vecinos de Centenera, hasta Aldea Nueva. Los centeneros si vinieron hacia la ruta ganadera que antes pasaba por su Ejido.

Para la historia de Aldea Nueva es fundamental el día 29 de septiembre del año mil seiscientos diecisiete, en el se bautizada el primer niño en la iglesia de San Bartolomé Apóstol, de ahora en adelante tenemos un soporte histórico, en el Archivo Parroquial.

Recordemos su inscripción: Alonso, hijo de Bernardo Díaz Asperilla y de María García. Padrino Pedro Saucedo; testigos, Alonso de Toro y Pedro Calderón, firma ut supra, Joan Ramos, licenciado; el que fuera testigo de un bautizo en Torrecillas

Antecedentes. Conquistada Trujillo además de sus aldeas, lugares y pagos, quedaban unos terrenos de menor entidad, eran los Arrabales. En el que intentamos conocer, debieron existir dos pequeños asientos, que nadie compra para convertirlos en villas. Aldea Nueva fue Arrabal de la ciudad de Trujillo, hasta el 1812

Aquellos dos asientos, tienen dos ejidos, el uno con nombre propio Centenera, el segundo con nombre común Ansadero, el primero más importante.

Alfonso X, al referirse a los ejidos, dice taxativamente que son bienes de los pueblos, cuya propiedad es inalienable. Pedro I, de Castilla prohibe que se roturen y el que sean invadidos por las ganaderías trashumantes.

Enrique II, primero de los Trastámara, concede la Abadía de Cabañas a Don García Álvarez de Toledo, Primer Señor de Oropesa, toma posesión de ella, 4 de Junio de 1369. El IV Señor Don Fernán Álvarez de Toledo inicia la construcción de la Puente el año 1460, termina la obra su hijo del mismo nombre V, Señor y Primer Conde de Oropesa, desde 30-8-1477. Por ello sin duda el nombre: La Puente del Conde.

Esta construcción y el desvío de las merinas trashumantes, y no las hormigas, son las que determinan el traslado de los moradores de Centenera hasta el Ansadero al que llaman los pastores, para distinguirlo de los demás ansaderos, Aldea Nueva. Y no podemos olvidar que Centenera y Aldea Nueva, fueron dos entidades distintas durante siglos; de los niños traídos a bautizar desde Centenera, sus padres figuraban como moradores de aquel ejido, no eran aldeanos

Si contemplamos un mapa de esta zona de Trujillo encontramos: La villa abadenga de Cabañas, Berzocana en la que no encontramos Señor y tendría un carácter eclesial, Garciaz villa de behetría; Madroñera, Deleitosa y Torrecillas villas solariegas. En el centro de esas seis villas, un arrabal, al que la Vicaría de Trujillo entrega el año 1617, unos libros para asentar las partidas de bautismo, las actas de casamiento y las defunciones.

Existe una referencia en la Vicaría, dice: Aldea Nueva y Centenera, de los Negros; no figura en la España oficial. El cura propio que esta al frente de esta Iglesia en los años finales del siglo XVII, Don Miguel Serrano, la denomina Asiento de Aldea Nueva y Centenera, Arrabal Colgadizo de la ciudad de Trujillo. Por otra parte, además de los nobles que llenan con su presencia real la vida de estos dos siglos, las familias más importantes siempre hacen constar en los documentos que son vecinos de la ciudad de Trujillo, aquí estantes.

Por el número de bautizados calculamos que sus vecinos no llegarían a veinte en los primeros años, hasta el 1650, no llegan a cuatro bautizados al año.

Resumen del siglo XVII.

El concepto de un núcleo aislado con familias fijas no se mantiene, con aquellos medios y en aquel ambiente es mayor su movilización que en el siglo XX, se deduce de sus bautismos.

Familias con hijos bautizados desde 1617 al 1700, por apellidos 85.

Familias que continúan hoy y estaban desde 1617 –1650. 11.

Familias que continúan y están desde el 1651 al 1700,………………………..14.

De las 85 familias que bautizan hijos el siglo XVII, quedan 25, desaparecen 60. De las 25, existen 118, matrimonios con 295, hijos. Las 60, bautizan 223. total bautizos 518. siglo XVII

Madres con hijos naturales 9, en el XVII, con un total de 13 niños. De tres madres esclavas, 6 niños; de madre noble 1, de padre noble, sin madre, 1; sin padres conocidos 3; ni padre ni madre 2, Total 13, Los padrinos y testigos con predominio de la nobleza.

Por su origen Cameranos, los García, González, Martín y Vivas. Abulenses, los Marcos, Muñoz, Palacios. Gallegos; Lorenzo. Asturianos, Álvarez y Fernández.Trujillanos, Blázquez y Vázquez. De Madroñera, Sánchez y González. Deleitosa, Jiménez. Roturas, Cerezo. Jaraicejo, Izquierdo y Toro. Vascos, Yuste.

Familias importantes desaparecidas: Alonso, Becerra, Bejarano, Carrasco, Pizarro, Robledo, Rocha, Rodas, Sanabria, Saucedo, Tapia, Vizcaíno. Etc.

Las Once familias que están en Aldea Nueva desde 1617 hasta 1650 y que continúan, con el año del primer bautizado y apellido paterno y procedencia se citan.

Catorce familias que aparecen en la segunda mitad del siglo XVII y continúan en Aldea Nueva, con el año del primer bautizado y apellido paterno y su procedencia se citan.

Citamos un bautizo importante. Día 4 Marzo 1668, Pedro, hijo de Pedro Ming (Martín) Saucedo y de María Chica, padrino D. Juan de Chaves Sotomayor, Caballero de la Orden de Alcántara, vecino y Regidor de la ciudad de Trujillo; testigos, D. Gonzalo de Sanabria Piçarro, D. Esteban de Tapia Corajo, D. Rodrigo Vejarano y Orellana, firmado, ut supra.

Aldea Nueva de Centenera en el siglo XVIII

Estudio de las 29, familias que se incorporan en el siglo XVIII a las 25 Que existen en el siglo XVII y continúan en esta sociedad.

Las 25 que existían en el siglo XVII, bautizan en el XVIII, 819 niños.

Las 29, bautizan hasta 1750, 99, niños, hasta el 1800, 279, total 378.. “

Bautizados hijos de estantes en el siglo XVIII. 549. “

Total bautizados en el siglo XVIII, en la iglesia de Aldea Nueva 1.746 “

Desaparece la familia Ramiro, que existe de nuevo en el XX. Marcos reaparece con 13 bautizados en la segunda mitad, Izquierdo con dos y Lorenzo y Toro con uno hasta 1750.

Se ha tomado el nombre completo del primer bautizado, nombre de los padres, año y siendo posible la procedencia.

Tenemos que señalar como dato significativo: se usan como apellidos honoríficos: Martín, lo agrega el Carmona; Lasso, los Calderón, Robledo y Rebollo; García los Mariscal y, los Monterroso, anteponen el Sánchez. A veces se omite el primer apellido y se acepta el segundo sí es más importante; Salcedo y no Serrano; Altamirano y no Álvarez, González y no García

Durante los siglos XVII y XVIII, la presencia real de la nobleza es constante, la Iglesia es la institución más importante. Por el informe del Sacerdote don Melchor Esteban y González, 1777 a 1803, que envía las notas pedidas por el Ilmº Sr, Don José Santos de San Pedro, Obispo de Plasencia para la confección del Mapa y Libro que publicó el geógrafo de S. M Don Tomás López de Vargas Machuca, sabemos:

Que los aldeanos no son dueños de las dehesas, que el pueblo no tiene término municipal (no es municipio) y que el regidor de turno, en su tiempo los Risel, se auxilia de dos vecinos para conocer lo que sucede y suponemos para dar las soluciones. Nos dice que la Puente es de piedra, pero no sabe quien la mandó construir y a Centenera la llama Lugar Perdido, que tiene 150 vecinos y se bautizan 26 niños al año.

Aldea Nueva, un caso fuera de lo normal, comienza menor que ninguna de las villas que le rodean y el año 1785, las adelanta, menos a Madroñera. Era tierra Realenga

Examinada con detención y cariño la historia de Aldeanueva de Centenera, puedo asegurar que ha sido un pueblo trabajador y sometido en todo momento al poder.

Llamó poderosamente mi atención hace más de cincuenta años, que los obreros de familias ganaderas importantes, los “amos” eran llamados por los criados, si la familia con la que ellos trabajaban se enemistaba con otra importante, los obreros dejaban de hablar a los criados de la familia enemistada. Hoy se traduce en no dirigir la conversación los colocados por la autoridad local, a los que no son del Partido, al menos en el pueblo procuran evitar el saludo.

Me recuerda mucho la situación de Aldeacentenera, a la de los pueblo pequeños de España, antes de comenzar la Guerra Civil. Es muy posible que aquellos “amos”no pidiesen a sus criados el que dejasen de hablar a los de sus enemistados, incluso que los alcaldes locales no exijan esa sumisión a los suyos; pero existe.

Han sido siglos de sumisión, una forma de hacer frente a la adversidad. Me recuerdan a aquella niña temerosa a la que su madre, en castigo de alguna falta insignificante, ataba con una hebra de lana a la pata de la mesa; la infantita no sabía que con un leve esfuerzo podía romper la hebra y liberarse.

Oct 011999
 

Ignacio Plaza Rodríguez.

La Cantamplina: Nos vamos a ocupar de esta finca del actual T. M de Aldeacentenera por ser la primera de la que existe un documento que nos da a conocer detalles interesantes para el estudio de este pueblo y de la evolución de la propiedad, sus valores y datos de las Capellanías.

En el año 1507, día 25 de mayo, Doña Isabel Álvarez de Paredes, mujer de Gonzalo Valverde, funda sobre las rentas de su finca, la Cantamplina, una Capellanía Colativa, servidora a Santa María la Mayor de la ciudad de Trujillo. Se establece un censo de 104 misas anuales por el alma de la fundadora.

En el año 1850, era arrendatario de la finca el granjero Telesforo María Tovar Cercas, natural de Aldeacentenera. El año 1860, continúa el arrendatario y el 4 de Julio, a las cinco de la mañana, se procede al acto de toma de posesión por sus dueños, Marqueses de Santa Marta, Condes de Torres Arias y señores Gordón y Golfín. Actúa de Secretario don Federico Acedo. Se penetra en la finca, se arrancan hierbas y plantas, se recorren sus lindes; no existiendo oposición.

El 13 de enero 1876, compra Telesforo Tovar la mitad 105 Ha, en la cantidad de 60.000 reales, a Don Manuel María Grande y Valdés; el 15 del mismo mes y año, el mismo arrendatario, compra ¼ parte, 53 Ha, en la cantidad de 7,500 pts a Don Luis Quirós Carvajal. Adquiere por tanto las ¾ partes en 90.000 reales de vellón. Quedan 53 Ha, de D. Juan Carvajal y Ulloa.

De acuerdo con la Ley de Madoz, 1855, se redime el censo de las 104 misas en la cantidad de 30.000 reales. Doña Isabel ha soportado más de 36.000 misas; su esposo ninguna. Se han efectuado las liquidaciones pendientes con certificados de los sacerdotes, donde consta recibieron las cantidades adeudadas.

Gastos e ingresos en reales, de renta anual etc. de la Cantamplina.

Detalle de misas desde 1844 al 1861, 18 años por 104 misas, por 4 reales, 7.488

Renta desde 1844 al 1848, cinco años a razón de 1600 reales…….. …… 8.000

Renta “ 1849 “ 1858, 10, años .a razón de 1750, “………………….. . 17,500

Renta desde 1859 “ 1861 3, años a razón de 2.100, “….……………………..6.300

Gastos de visitas a finca durante 17 años a razón de 2 reales……………………..….34

Contribución de dieciocho años……. ……………………… ……….4.206

Administración de la finca, décima parte de la renta……………….. 31.800

”Suman los gastos durante estos años. 14,908 reales 17 céntimos.

Dª María Jesús, nieta de Telesforo, compra, 1923, en 35.mil ptas la ¼. El resto.

La propiedad rural en este Arrabal

Si tenemos en cuenta los datos del Sacerdote, Don Tomás Esteban y González que envía al Obispado de Plasencia, referidos al año 1785 y los de Don Pascual Madoz del 1846, tenemos, –los dos lo afirman de forma rotunda- “los vecinos no poseen las fincas, sus dueños las arriendan a ganaderos y que no existe T.M.

No se ajusta totalmente a la realidad. Los vecinos son dueños, del terreno de sus dos Ejidos; el Centenera y el Ansadero, que se les conceden durante el reinado de Don Pedro I de Castilla, de unas 70 Ha, cada uno.

Los Ejidos. El conocimiento y evolución de esta propiedad vecinal y sólo para vecinos con el privilegio de las cinco cosas vedadas a la ganadería trashumantees de interés, tratamos de propiedad rural.

Ejido Centenera. Tiene el nombre de su agrupación vecinal o moradores, en alguna historia se dice Centenera del Monasterio o de los Frailes. Lo encontramos como toponímico en apellido; Pero Alonso; Antón y Juan de Centenera. Sin duda más impórtate y más poblado que el Ansadero. El año 1822, debido a una Ley, que ordena se vendan todos aquellos ejidos cuyo sentido haya desaparecido (no tener vecinos), está muy próximo a desaparecer. Su Alcalde, tal vez un Portillo, (no he conseguido el permiso para conocerlo), consigue que continúe como propio del pueblo.

Ejido Ansadero. De menos importancia y población, se transforma en Aldea Nueva, al realizar la Puente del Conde. No tenía sentido el llamarse Ansadero que era el nombre común de todos los ejidos. Los vecinos de Centenera, al traer a sus hijos a bautizar a esta iglesia dicen; “moradores en Centenera” Fue por lo tanto distinto núcleo humano.

Tenía en principio el Ansadero tres Erillas, donde los vecinos trillaban sus mieses y servía de expansión para los niños y personas del pueblo Erillas de Arriba, donde se construye, en el 1828, por una asociación de vecinos el Cuartel de la Guardia Civil, que antes estuvo en la Plaza de España, actual casa de D. Manuel Murillo. Con posterioridad en esta Erilla: Grupo Escolar, Gimnasio, Silo y un Centro de Transformación.

Erillas hacia Deleitosa, Modernamente se ha vendido o donado a un vecino que ha realizado una construcción.

Erillas hacia el Pozo de las Cadenas, Se ha donado o vendido a ganaderos, muchos ni son vecinos, para construir una quesería. Algo que legalmente no se puede hacer. ¿Por qué no se hizo esa obra unos metros más allá, en el resto del Matorral? Los aldeanos dóciles y sumisos, han aguantado estos desmanes. Si alguno se ha permitido censurarlo, se le culpa de cerril. Bienes irrecuperables.

Las cercas que rodean al pueblo, las más antiguas pertenecieron al Ansadero; muchas anteriores a Madoz.

Si bien la propiedad rural, Suertes y Dehesas, no se adquieren por aldeanos hasta después de la desamortización de Madoz, conocemos una forma de explotar las tierras, en la cual los granjeros locales juegan un papel importante.

Las familias, Rangel, Vivas, Marcos, Lasso Calderón, Mariscal, González, y al final del siglo XVIII, los Monterroso, Martín, Tovar, etc. figuran como esforzados arrendatarios, que al desaparecer los nobles a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, dirigen las explotaciones y al final, algunos compran las Suertes y Dehesas.

Un fuerte arrendatario, es más importante que un pequeño propietario. Sólo dos familias; Telesforo e Hilario Tovar, por una información mayor, llegada por los de Vega; se convierten en importantes propietarios. El enriquecimiento de los Tovar, es rápido; las dos de Vega, son ricas y aprovechan la compra de bienes depreciados.

Si modernamente, los Domínguez y los Ritos, no hubiesen sido indecisos, tendrían sus hijos algunas dehesas. La suerte no pasa dos veces por la misma puerta.

Fincas compradas por aldeanos durante el siglo XIX. Ley de Madoz.

Ha sido Aldeacentenera, un pueblo de esforzados arrendatarios, por ello de interés conocer cómo eran aquellos contratos de arrendamiento.

Tenemos el original de un Contrato de Arrendamiento; familia Vivas Mariscal. De uno de los hijos, Miguel Vivas Mariscal y María Gutiérrez García, pasa a su hijo Eusebio Vivas Gutiérrez, después a su hija Margarita y yerno Pedro González Fernández, para terminar en Jerónimo González Vivas, nieto de Eusebio, bisnieto de Miguel.

CONTRATO: El arrendatario garantiza su gestión con su hacienda y responde a “uso de buen labrador”: Sembrar con aprovechamiento, trigo, cebada y avena en hojas iguales, que señala el guarda, representante del dueño.

La inseguridad es permanente, de tres a cinco años; aunque en el caso de cinco se podía desahuciar a los tres. Se especificaba: “dejar la finca sin que sea preciso el desahucio, en el mes de diciembre del segundo año para que el nuevo arrendatario pueda hacer el barbecho. Finca de 720 fanegas, condiciones:

1º. Arrendamiento por 4 años, desde 1892, al 1896, si precisara desahucio todos los gastos por cuenta del arrendatario. 2º. Pasto y labor, ésta no mayor de 1/3; las hojas en un solo sitio y no sobre rastrojo o al pelo. 3º. Los ganados dormirán en la finca mediante redes. 4º. Se entregarán las llaves de las puertas cual se reciben. 5º. Se procurará tener claras las lindes. 6º. Precio, 2.750 ptas anuales, en dos plazos de 1.375 ptas cada uno. Los días 6 de junio y 15 de septiembre.

Pago en plata u oro, con exclusión de papel moneda y calderilla. 7º. Se fijan fechas en que se ha de hacer el barbecho. 8º. Por ninguna causa podrá pedir rebaja en dinero, con renuncia a fuero del arrendatario. 9º Prohibición total del subarriendo. 10º. Todo el ganado, aperos, barbechos, etc, quedan afectos al pago, permitiendo el embargo de todos o parte de sus bienes. Los pagos al fisco; contribuciones e impuestos, por el arrendatario.

Reserva del propietario: leña, carbón, casa, agua, montanera.

A riesgo y ventura. “Pase lo que pase”. Todos los años podrá –si pide rebaja por alguna causa: cosecha catastrófica, incendio, peste, etc- desahuciarse. La renta cuando sea en grano, ha de reunir éste la calidad normal. (Peso fanega.)

Estas fueron las condiciones que sufrieron los arrendatarios aldeanos.

Aldeanos compradores de fincas, a partir de la Ley de Madoz, 1 mayo 1855. Se determina en ella. “Que todos los predios rústicos y urbanos, censos y foros del Estado y Corporaciones se vendan en subasta pública”.

Bienes de propios. Los Toconales. En Pública Subasta, en Cáceres, el día 21 de diciembre 1859, compra D. Francisco Cipriano Sánchez, persona interpuesta, para los vecinos de Aldea; Telesforo Mª. Tovar Cercas e Hilario Tovar Marcos, ambos arrendatarios y el segundo sacristán de esta Iglesia. Se hace escritura pública en Trujillo en Enero del 1860, pagándose en su totalidad.

El día 28 de noviembre del año 1864, comparecen; Telesforo de 39 años, Hilario de 39, y Juan González Rangel de 38 años, en representación de los 48 vecinos y hacen escritura de venta, en Trujillo, del vuelo de las acciones de monte de los Toconales, Valdeorellana y las Casas de Yuste

Toconal de Arriba; lo adquieren Telesforo y Joaquina de Vega Rodríguez, natural de Torrecillas y vecina de ésta. Tiene la finca 570 fanegas de marco real, 3.523 encinas y 12 fanegas de criaderos; precio 20.000 reales de vellón.

Toconal de Abajo, En subasta pública, 21-11-1859, por el mismo intermediario, para Hilario y Lorenza de Vega Rodríguez, hermana de Joaquina. Superficie, 600 f de marco real, 5213 encinas y 7 fanegas de criaderos; precio 40.100 reales. Se hizo la Escritura Pública en Trujillo, el mes de Enero 1860 de los dos Toconales. Fue dividido el Toconal de Abajo, entre los dos hijos; de Hilario y Lorenza; a Camilo, al que corresponde el Toconal de Enmedio y a Miguel el Toconal de Abajo.

Valdeorellana, 212 fanegas, 634 encinas y 12 fanegas de criaderos, 8,366 reales, escritura, el 4, marzo 1860, a Telesforo

Las Casas, 215 fanegas, 465 encinas y 5 fanegas de criaderos, también para Telesforo Tovar.

El suelo podía ser; con derecho a apostar y no labrar: con derecho a siembra cada cuatro años; suelo e hierbas, sin derecho a vuelo.

Acciones de vuelo, adquiridas por 48 vecinos, representados por Juan González Rangel, Aniceto Monterroso Rangel y Antonio Yuste Muñoz; se hace Escritura Pública, 28, noviembre año 1864, cuando tuvieron abonados sus plazos. De los pendientes se hacían cargo mancomunadamente los compradores, si alguno no cumplía con los pagos pendientes, perdía lo aportado y pasaba a los que continuaban abonando sus deudas.

Las acciones del vuelo de los montes, de los Toconales, comenzaron a contarse desde Cabeza Rubia, y encontramos que las diez primeras acciones, las adquieren los vecinos que intervienen en la compra, pro indiviso ¿Se trataría de una comisión, toda vez, que las restantes acciones, se adquieren individualmente?

Las 45, primeras acciones de marco real, del Toconal de Abajo, a partir del Cerro de Cabeza Rubia, valieron en junto: dos mil trescientos veinte reales. Lindaban; saliente con río Almonte; medio día con suerte de Hilario Tovar; poniente con Arroyo Mojón; y Norte con Cerro de Cabeza Rubia y Ribero de Vaquillas, de las cuales las 10 primeras correspondieron pro indiviso a los tres aldeanos que intervinieron en el trato; J. González, A. Monterroso y A. Yuste. Dice en la escritura: 2.833 a; y 40 c a.

Anotar cada uno de los 48 vecinos es asunto farragoso, citamos a los tres compradores mayores por orden de acciones adquiridas: Narciso Tovar Marcos, 18; Pedro González Fernández, 11; Jerónimo Jorge Vivas Mariscal, 10. Existen compras de una y de dos acciones. El aprovechamiento comenzaba el día de San Miguel y terminaba el de San Andrés; dos meses.

Otorgan; Telesforo e Hilario; venden, ceden, y adjudican y dividen el monte alto y derecho de apostar entre los 48 vecinos, representados por los vecinos indicados anteriormente.

Condiciones: durante el tiempo de montanera aprovechamiento en común de las acciones por todos los compradores. La majada dentro de las acciones; pero la corta de leña sólo en las suyas; los jarales sin dividir, pertenecen a todos.

Se reservó el vuelo de los montes, por intervención de los vecinos, para los que pudieran comprarlos, en lotes llamados acciones, de una fanega, de marco real y daba derecho cada acción, a introducir, en tiempos de montanera, 4 matanzas, bien 8 malandares o granilleros.

Surge una duda al analizar el número de matanzas o de granilleros calculados por fanega de marco real. ¿Cómo sería posible tal cantidad de animales? Partimos de una realidad distinta a la actual; los montes se labraban cada tres años y se cuidaba mucho la corta, vigilada por los guardas de montarecía; sin duda su producción sería mucho mayor que la actual.

Los problemas que planteó la propiedad de suelo y vuelo fueron muchos, por sufrir los arrendatarios del suelo, la invasión de cerdos en sus fincas sembradas. A primera vista parecería ser mucho mayor el valor del suelo; se calculaba, dos terceras partes el suelo y una el vuelo. La realidad también era distinta. El dueño del vuelo, tenía el derecho, de apostar, y podía hacer inservible prácticamente el suelo, toda vez que era ilimitado el número de apostes.

Tenemos datos de compraventa de acciones del vuelo de los montes de propios: Eusebio Vivas Gutiérrez, vende a Federico Acedo Trigo, 10-1-1897, tres acciones al precio de 95 reales cada una. Corresponden a Valdeorellana.

El año 1892, se vendió una acción, del Toconal, en 1500 reales. Por su proximidad tiene un valor mucho mayor. Los jarales y rañales de los montes, pertenecen a todos los compradores y están fuera del monte hueco.

Históricamente, el primer caso donde encontramos dividida la propiedad de suelo y de vuelo tiene lugar en la conquista de Granada, Loja, se concede a los simples peones o soldados la propiedad de 30 olivos; igual en Almería. Entre los nobles y magnates se siguió la norma general y nacieron verdaderos latifundios.

Las Hoyas, fueron adquiridas por Telesforo Tovar Cercas en tres partes; 1ª, a D. Jerónimo Rodríguez, el 17 febrero del 1857; 2ª a Hermanos Valiente Rodríguez el 20 de marzo 1862 y 3ª a Hermanos Padilla Robledo, sin fecha. Los herederos de Telesforo y Joaquina, poseen en el momento de la disolución del capital, además del Toconal de ArribaLas Hoyas, la Suerte del Espíritu Santo (parte de las Hoyas), la Cantamplina, (con la Suerte del Lobo) los Labrados de Zúñiga, en Torrecillas y el Zángano, en la provincia de Badajoz, más casas y cercas en el pueblo de Aldeacentenera.

El matrimonio formado por la nieta de Telesforo, Dª María Jesús Tovar Gil y D. José Crespo, Médico, compraron en el año 1923, día 13 de octubre, la cuarta parte restante de la Cantamplina, 53, Ha, por el precio de 35.000 ptas, lo que nos da una idea de la evolución de los precios o de la disminución del valor del dinero.

Además del arrendatario, hemos encontrado, en la referencia de la Cantamplina a Don Federico Acedo, sería sin duda el padre de Don Federico Acedo Trigo, casado el año 1890, con Magdalena Tovar Vivas, hija de Rita Vivas Fernández, hermana de los Ritos, Juan Andrés y Jacintito y de María Concepción, mujer de José Manuel Araujo Cerezo (Araujas) Al final Federico Acedo Tovar, vino a ser dueño de Valdeorellana.

Al no tener descendencia la nieta de Telesforo, el capital se divide entre los herederos de Don José Crespo y ahijadas de Doña María Jesús Tovar Gil. A María Jesús Martín Millanes, dona Doña Juana Gil Ortiz el Zángano; a Asunción, dejó Don José Crespo; los Labrados, una casa en Trujillo y joyas. Ambas hermanas estuvieron casadas con dos Médicos. Todas las demás fincas pasaron los herederos de D. José Crespo. Poseen en la actualidad la Cantamplina

Hijos de Hilario y de Lorenza: Miguel Tovar de Vega, casado con Josefa Diez Cuadrado, dueños por herencia del Toconal de Abajo, compran el Tagarnillar y la Coraja. Ésta el día 4 de octubre del año 1899, la mitad importó 32.500 ptas; la segunda mitad 37.500 la extensión entonces comprada, 294 Ha y 75 a. Las donaron a su hija Doña Ángela, casada con Juan Miguel Sánchez Shz. de Madroñera. Una nieta casó con el Médico de Jaraicejo, don Esteban González Vallarino. Los herederos tienen en Aldea, el Toconal de Abajo y la Coraja. Vendieron el Tagarnillar a hijos de Jacinto Tovar Herrera.

Camilo Tovar de Vega y Josefa Bermejo Mariscal, Toconal de Enmedio Tiene el matrimonio dos hijos; una impedida física, Emilia y a Hilario

Hilario Tovar Bermejo, casado con María Montero, de Madroñera compran las Atalayas, la Mezquita y la Torrecilla, estas dos del TM, de Garciaz.

De los tres hijos Tovar Montero, solamente Dª Rosa, casada con Don Pedro Higueras Martín tuvieron descendencia y son herederos de las Atalayasy de la Torrecilla y la Mezquita.

En el pasado siglo, no sólo compraron fincas; -dehesas o suertes- los Tovar. Otros vecinos arrendatarios; Narciso Marcos, Eusebio Vivas, Andrés Vivas, Aniceto Marcos, pasaron a propietarios, sin dejar de ser arrendatarios.

Por los arrendamientos; ganadería y labor, que poseyeron bastantes aldeanos, podemos deducir que si hubieran seguido la pauta de los Tovar, se hubieran convertido en importantes propietarios; aunque las fincas desamortizadas fueron mucho más baratas, que las compradas con posterioridad.

De las compras de Cercas, con ser importantes para los vecinos su propiedad, y anteriores a Madoz, sólo citamos las de tres, del Clero de la Diócesis.

Pública subasta, 20-12-1863, tipo 160 escudos, a favor de José Carlos Vivas Fernández, como mejor postor, a pagar en 20 plazos, según Ley de Desamortización para bienes de menor cuantía del clero, al que pertenecen. El comprador puede anticipar el pago. Pagó, José Carlos Vivas, el primer plazo, 69 escudos, 650 céntimos.

Se instituye expediente en el Juzgado de Trujillo, por la enajenación de tres cercas unidas, al camino de Trujillo, de este T.M; procedentes del Clero de la Diócesis. Límites: por el N. con c/ pública; Sur, con Blas Alfaro y camino de Madroñera: Este con dicho Alfaro y Ventura Toledano, casado con una hermana de D. Manuel Chaves, y Oeste con Andrés Vivas Mariscal. (padre de José Carlos)

Superficie: 2 Ha, 20 a. y 5 c a. Igual a 3 fanegas y 6 celemines de marco real; son de 3ª calidad. Están libres de cargas. Tasadas por Peritos, uno Antonio Tovar, en 160 escudos y 6430, milésimas de realSe relacionan, no por su superficie; por las condiciones forma de pago etc.

Campillón ¼ y Campilluelo. Compradas por Narciso Marcos Calderón, arrendatario, durante su segundo matrimonio.

Un muy importante arrendatario; del Campillón, 920 Ha, del Campilluelo, 235 Ha, y del Navazo, 204 Ha; fue padre de diez hijos de sus dos matrimonios. El primero con Francisca Chaves de Monte, desde 1841 y el segundo con María Juana Cercas Vivas.

Tienen del primer matrimonio cinco hijos: Dionisio, Agapito, María Isabel, María Inés y Aniceto y del segundo; Dolores, Jacinta, Joaquina, Florencio y Antonia.

El 11 de junio, 1849, depositan a la puerta de la casa habitación de Narciso y Francisca un niño con una cédula de estar bautizado. El Alcalde, Eusebio Gutiérrez, apadrina al niño y le pone su nombre.

En el año 1872, compra Narciso ¼ parte del Campillón en 12.000 ptas y el Campilluelo en 6.000 ptas a los señores Chaves Loaysa, Condes de Noblejas

El Campilluelo pasó a Antonia, hija menor de Narciso, casada con Gabriel Fernández, un trozo pasó a su hermana Joaquina, del segundo matrimonio. Compraron parte a Ciriaco, Estefanía y a Marcelino

En el año 1874, se casa el hijo Aniceto, del primer matrimonio, con Juana Martín Mejías, natural de Madroñera y prima de tío Periquillo y de su hermano Francisco, compran la finca el Navazo a los Señores Torres Arias, de ella tenían parte del vuelo, y la dividen, al no tener descendencia, entre los sobrinos; Marcos, Martín y Tovar, se conocerán los trozos, como cercas del Chaparral.

Suerte del Heno. El matrimonio formado por Eusebio Vivas Gutiérrez, (hijo de Miguel Vivas Mariscal y nieto de Jerónimo Vivas y María Cruz González), casado con Ana Muñoz y Villegas Ciriero; antiguos arrendatarios de Valderuela y en aquella fecha, además, del Tejar y Cinchuela, (fincas y arrendamientos del tiempo de su abuelo Jerónimo), compran la llamado Suerte del Heno, 84 Ha; 81 a; 49 ca. Fecha 23 diciembre, 1884.

La Suerte, adquirida, por compra al Estado, 23 de diciembre 1881, D. Saturnino González Celaya y procedía de una Capellanía fundada por D. Dionisio Clavel.

A Don Saturnino, se la compró, Don José Enciso y es éste señor el que la vende a D. Eusebio Vivas y Dª Ana Muñoz y Villegas.

Con hipoteca incluida, por el precio de 7.000 ptas, que se calcula con intereses al 10%, supondría, 9.000 ptas. Continúan Eusebio y Ana, siendo arrendatarios del Tejar y Cinchuela.

Heredó la Suerte del Heno, la hija Margarita, casada con Pedro González Fernández y de éste pasó a su único hijo; Jerónimo González Vivas. Él fundador de la fábrica de harinas, panadería, central eléctrica, molino de piensos y Cinema local. En la actualidad, pertenece a su nieta, Doña María Eugenia. Hija de Don Paco y Doña María

Heredó asimismo, Jerónimo, los arrendamientos del Tejar y Cinchuela, por su abuelo materno Eusebio y por su tío Francisco González Fernández, casado con Joaquina Vivas, hermana de Margarita, el arrendamiento del Ladrillar.

Jerónimo González Vivas, casado con su prima hermana, María Nicolasa Vivas González, hermana de Juan Cirilo, poseen en los años iniciales del siglo XX; en propiedad la Suerte del Heno, (más las cercas muradas.) arrendamientos del, Tejar y Cinchuela, Ladrillar, Cantamplina, de Doña María Jesús Tovar y Don José Crespo; son dueños de acciones de monte.

No olvidemos, para conocer cómo se forma y desaparece la riqueza: que Jerónimo es hijo único; de Pedro y de Margarita; nieto único de Eusebio Vivas y de Ana Muñoz y Villegas y sobrino de Francisco, hermano de Pedro y de Joaquina, hermana de Margarita, de éste hereda el arrendamiento del Ladrillar de Risel.

En familias; podemos seguir la evolución de los Vivas y de sus uniones, con los Rangel, Muñoz y Villegas y de sus relaciones con los Risel y Bustamante.

Dehesa de Valdeorellana. Término de Berzocana.

El 1-2-1866, el menor de los hijos de Jerónimo Vivas y de María Cruz Mariscal González, Andrés Vivas Mariscal, casado con Ana Fernández Blázquez, la compran en la cantidad de 15.000 reales de vellón. Mitad pro indiviso, a D. Juan Mediavilla Martínez. La había adquirido el vendedor de los Señores, Condes de Canilleras. Linderos; Valdeposadas, Valdeposadilla, Suerte de Hornillo, Casas de Yuste y Caballerías de Berzocana. El 4 marzo 1860, valió 8.366 reales. (mitad aproximada)

Tejar y Cinchuela. Traemos esta finca por haber seguido su evolución en una familia de arrendatarios; los Vivas, al menos en tres generaciones.

Miguel Vivas Mariscal, hijo de Jerónimo y de María Cruz; casado con María Gutiérrez García, eran arrendatarios del Tejar y Cinchuela. Propiedad, de D. Policarpo Aragón y Ballesteros, con una extensión de 720 fanegas, del matrimonio pasa a su hijo Eusebio Vivas, de éste a su yerno, Pedro González Fernández, el casado con Margarita Vivas Muñoz y Villegas, se hacía el contrato por cuatro años, si hubiese gastos por cuenta del arrendatario; pasto y labor, esta no más de 1/3, de la superficie, sé prohibe sembrar al pelo o sobre rastrojo, Precio del arrendamiento, 2.750 ptas anuales, pagaderas en dos plazos. Se aumenta la renta en cien ptas anuales cada cuatro años. El contrato suscrito por Pedro, de edad de 36 años, tiene fecha, 23-2-1893. Eusebio había dejado sus bienes a su yerno, el año 1884.

Eusebio Vivas hace testamento, 1897, tiene 70, años. Ana Muñoz y Villegas, testamento, 1897, tiene ella 58 años, heredó el arrendamiento, Jerónimo González Vivas. Con toda posibilidad procede este arrendamiento de Miguel Vivas Mariscal.

El Navazo, hoy Chaparral. 204 Ha. El menor de los hijos del primer matrimonio, formado por Narciso Marcos y María Chaves; Aniceto, casado el año 1874, con Juana Martín Mejías, tía Fraila, prima de Pedro y de Francisco y natural de Madroñera, heredaron el arrendamiento del Navazo, propiedad de los señores Torres Arias, de cuya finca poseían parte del vuelo. Compraron dicha finca, que al dividirse se conocerá como Chaparral y al ser un matrimonio sin hijos, pasará a sus sobrinos; Marcos, Martín y Tovar. Es posible que parte del llamado Navazo, incluyera el Tagarnillar de Abajo.

Las cercas muradas que rodean al pueblo, pertenecen: 1º. Trozos del antiguo ejido Ansadero, que se fueron vendiendo a los vecinos; son las más viejas.

2º. Cercas llamadas del Chaparral, proceden de la división de la dehesa el Navazo, que compran, Aniceto Marcos Chaves y Juana Martín Mejías, (Fraila), y heredan los sobrinos: Tovar, Marcos y Martín. 3º. Cercas de la Tripa; Son las más modernas.

Con la compra de la finca la Tripa, por los arrendatarios Díaz Nieto, al pasar a sus hijos se divide, son las Cercas de la Tripa.

Precio de algunas Cercas: 1855, Cerca al Arroyo Piñuelas, de 2 fanegas. Limita; saliente con huerta de Melchor Cercas; Mediodía, con dehesa Navazo; Norte con heredad de D. Ventura Toledano y con Arroyo Piñuelas, con todas sus entradas y salidas, usos y pertenencias, libre de censo, importe 1400 reales.

1858, compra Eusebio Vivas, cerca de la Lagunilla, de 2 fanegas; en 1.600 reales.

Fincas; Dehesas y Suertes, compradas por aldeanos durante el siglo XX.

Fundación Bote: La Tripa; 250 Ha, eran sus arrendatarios, desde el año 1913, el matrimonio formado por Tomás Díaz Y Pilar Nieto, se compró, el año 1940 y valió a 5.000 reales, la Ha. Hoy en poder de los herederos. No compraron los arrendatarios la totalidad y algunas cercas, próximas a la carretera, antes del Arroyo Mojón, que pertenecían a la Tripa, las compraron otros vecinos. En el camino al ejido Centenera, está el pozo, Guillén, recuerdo de aquella Fundación.

Abadía Chica; 140 Ha, debe corresponder a la adquirida por Palomo Linares distinta de la comprada por Juan Gutiérrez, que pertenece al T. M de Garciaz.

Las Canalejas, 140 Ha. Comprada por Santiago Bláquez Sanz e Isabel Araujo Tovar. Antes arrendatarios de las Mesas y el Ahijoncillo. En la actualidad sólo 70 Ha en poder de un heredero, de la familia Porras, nieto de Juan Vivas y su esposa, Araujo

Toconal, 230 Ha. De los antiguos Tovar, ricos, comprada 100 marcos por Julián Herrera; 400, por Juan Gutiérrez y Camilo Tovar Resto por Don José Antonio Calderón. Las partes de Herrera y de Camilo quedaron para Juan Gutiérrez.

Suerte del Lobo, de 92 Ha, fue adquirida por Jerónimo González Vivas, procedía de herencia de Dª María Jesús Tovar

Ramira, 190 Ha, antigua de Juan Mariscal Chaves. La compró Angel Mariscal Rodríguez (Belereño), padre de Julio; anteriores arrendatarios de la Abadía y de las Canalejas; hoy de Julio Mariscal Tovar, yerno de Santiago Rentero, arrendatario.

Morenas, Suerte, 110 Ha, la adquiere la familia Jiménez, procedente de Deleitosa, en ésta desde el siglo XVII. La conservan los herederos, eran arrendatarios en el Ahijoncillo y las Mesas, antes de comprar esta Suerte. Procedía ésta finca de los Valera Radío de Rueda; los Varela, dueños en la actualidad del Toledillo.

Valderuela, 655 Ha, la compran los Sanz Melgarejo, antigua familia de ganaderos procedente de Arcones, en Segovia, arrendatarios del Toledillo, de los antiguos Monroy. En poder de Rosa Tovar Sanz, 340 Ha y de Hermanos Moreno Sanz, 315.

Suerte del Espíritu Santo, 91 Ha. Pertenecía esta finca al patrimonio de los herederos de Telesforo Tovar, rama de D. José Crespo y ha sido una de las últimas adquiridas por un aldeano, Marcial Trenado González, antiguo aparcero de la finca Valdeagudo, arrendó, juntamente con su cuñado, Pedro Solís, la finca las Hoyas, también del patrimonio de Dª María Jesús Tovar; comprando, a uno de sus herederos, familia de D. José Crespo, la finca o Suerte.

El Tagarnillar. 240 Ha. Perteneció esta finca a la rama de los Tovar, herederos de Hilario. Su hijo Miguel, la donó, juntamente con la Coraja, a su hija Ángela Tovar, casada con Juan Miguel Sánchez, de Madroñera.

Un hijo de Jacinto Tovar Vivas, también de éste nombre, fue arrendatario de los Tovar, compradores de propios, en las fincas; Toconales, Tagarnillar y Coraja. Los nietos de Jacinto e hijos del conocido, como Jacintino, compraron a los herederos de Dª Ángela Tovar la finca el Tagarnillar de Arriba.

Antes de la venta de propios, el aprovechamiento de bellota, para la matanza propia, era comunal, bajo control de los guardas de montarecía.

El caso de la compra de fincas por arrendatarios, para pasar a arrendadores, no fue corriente. En Aldea sólo lo hicieron los Tovar. Suponía el intentar pasar de un estamento a otro, nada fácil en una sociedad como la trujillana.

Existían en Aldeacentenera arrendatarios tan importantes como pudieran ser los Tovar, que prefirieron continuar como muy acomodados arrendatarios y así lo hicieron, algunos de los citados anteriormente.

La Coraja, 600 Ha. Era su arrendatario hacia el primer cuarto de este siglo, Santiago Rentero Cercas, casado con Sabina Sánchez Piña, de Solana; alguno de sus hijos vive en la actualidad; Juan Rentero Sánchez. Pagaban una renta anual de 25.000 ptas, renovable el contrato cada seis años y finalmente, llegaron a pagar, 60.000 pesetas anuales. Este arrendatario compró de restos de la Tripa, hacia el año 1940. Una cerca de 134,50 marcos reales; más las llamadas, Vegas, 22 Ha.

Este ha sido el movimiento de compra de fincas más importantes por vecinos de Aldeacentenera. Se puede afirmar que la mayor proporción de tierras en poder de las gentes del pueblo, ha sido de un 20%, aproximado.

Oct 011989
 

Ignacio Plaza Rodríguez.

I. UN MONASTERIO, EL DE GUADALUPE

En terrenos de Talavera, que comenzó a llamarse de la Reina, por haber concedido esta ciudad D. Alfonso XI, a su esposa Doña María de Portugal, y que se extendía durante la Edad Media, lindero con la jurisdicción de Trujillo, por oriente, hasta rebasar el río Guadiana. En el año 1337, en la dehesa de Iván-Román, se va a fundar la Puebla de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe. Y es en el año de 1340, el 25 de diciembre, cuando Alfonso XI concede a los ganados de la Puebla el que puedan pastar en terrenos de Talavera y de Trujillo. Privilegio que trae problemas, por llegar a ser numerosos los ganados del Monasterio.

Durante el reinado de Alfonso XI, se aparece en las proximidades de Guadalupe la imagen de la Virgen, y en la próxima Berzocana, las reliquias de los santos Fulgencio y Florentina.

También durante el reinado de este gran rey, que muere cuando está en el cerco de Gibraltar, se va a producir un hecho que va a alterar el curso de la historia de Castilla.

Casado, como queda dicho, con Doña María de Portugal, y sin tener descendencia la pareja real, conoce nuestro rey en Sevilla a una viuda joven de diecinueve años, muy fijos-dalga y considerada “la mujer más hermosa del reino”, es Doña Leonor de Guzmán. De los amores con esta hermosa dama va a quedar larga descendencia, mientras que la pareja real solo uno de los hijos habidos va a llegar a la mayoría de edad y a reinar con el nombre de Pedro I.

De la descendencia con Doña Leonor mencionaremos tan solo a D. Enrique, que reinará como II y se conocerá como el de las Mercedes, y al segundo que llegó al Maestrazgo de Santiago a los siete años, teniendo que vencer los dos inconvenientes; el de la edad y el de la bastardía.

Recordemos que aquella hermosa dama, la más hermosa del reino, va a pasar por estas tierras extremeñas haciendo detención en Llerena, donde se entrevista con D. Fadrique y continuando hasta Talavera, siempre en poder de su enemiga Doña María y en el Alcázar de esta ciudad va a morir a manos del criado de Doña María, Alfonso de Olmedo.

De D. Pedro I, con relación a Trujillo, sabemos que tuvo aquí el Tesoro Real, en la fortaleza de nuestro castillo, bajo el control de su tesorero, el judío Samuel Leví, que estaba considerado como uno de los hombres más ricos de Castilla, que patrocinó la construcción de la sinagoga del Tránsito, de Toledo, y a quien, para apoderarse de sus riquezas, mandó asesinar el rey.

De D. Enrique II, el primero de la Casa de Trastámara, que se llamó el de la Mercedes, tenemos aquí próxima la merced que hace de Cabañas del Castillo y sus aldeas a D. García Álvarez de Toledo, al que hace primer señor de Oropesa en atención a que estando D. Pedro defensor de Toledo, la entrega sin luchas a la fuerza D. Enrique.

Y como ya existía una venta, de tiempos de Alfonso X el Sabio, de Cabañas del Castillo a Trujillo, pero que por haberse reservado el rey los diezmos de las iglesias de la abadía no ofrecían pingues beneficios, la ciudad no había atendido y trajo luego multitud de pleitos, los que terminaron en la Cancillería de Granada.

Del segundo Trastámara, D. Juan I relacionado con Guadalupe, vamos a consignar que es el que manda a construir el Monasterio en virtud de las pruebas milagrosas que se sucedían y de las numerosas peregrinaciones que de Extremadura y otras regiones centrales del Reino se organizaban para conocer a la Virgen.

Con este rey se separan las dos ramas de Trastámara, en sus hijos Enrique que será III y D. Fernando que reinará en Aragón y se le conocerá como el de Antequera. Concierta el matrimonio de Enrique con Doña Catalina de Lancaster, heredera de la rama de D. Pedro I para evitar pretensiones sucesorias al trono y toma parte en la batalla de Aljubarrota contra los portugueses, donde los castellanos son derrotados quedando entre los prisioneros el importante D. Pedro López de Ayala, cronista de cuatro reyes y conocedor de cinco.

Gracias a aquella derrota existe en la Península una joya del gótico, el Monasterio de Batalha que difícilmente puede olvidar el que lo visita.

De D. Enrique, que con Doña Catalina de Lancaster son los primeros que en España se van a llamar los Príncipes de Asturias, que ya tendrán nuestros reyes en el futuro, no diremos más.

Y ahora es cuando cuadraría repetir aquellas coplas que se nos quedaron en la memoria en nuestra juventud “¿qué se hizo el rey D. Juan? los Infantes de Aragón ¿qué se hicieron?”.

Este niño de dos años, bajo la regencia de su tío D. Fernando y de su madre Dª Catalina es el de las famosas coplas y que va a llenar la mitad del siglo que comienza con su privado, D. Álvaro de Luna, que es otro gran bastardo en el centro del poder que entra en la corte de manos de D. Fernando de Aragón, que es luego el gran luchador contra sus hijos, los Infantes de las coplas y que de ser todo lo más, de tener los puestos de mando; condestable y demás beneficios, el de Maestre de Santiago; de ser Duque de Trujillo y luchador con García Sánchez de Quincoces en nuestra ciudad… De, en una palabra, poderlo todo, terminó en el cadalso en la plaza de Valladolid.

Los descendientes de D. Álvaro estaban considerados hasta tiempos de Felipe II, en que se les priva de los diezmos del mar, como las familias más ricas de España.

El Gran Impotente D. Enrique IV dejó su impronta en tierras trujillanas y, al final, sus restos mortales en el Monasterio.

Hizo frecuentes visitas a Guadalupe, donde terminó por poner casa a una de sus imposibles concubinas, a Doña Guiomar de Castro, hija natural de D. Álvaro de Castro, Conde de Monsanto, llamada la “Lusitaneja”.

Se le murió su valido, D. Juan Pacheco, en la próxima Santa Cruz de la Sierra, marchó a Madrid con la propuesta para el hijo, D. Diego, en los puestos de relevancia del padre y le llegó la noticia del apresamiento de su protegido por el Marqués de Osorno; el mismo noble que el frente de Cambil (Jaén), escoltó a la reina portuguesa, madre de Doña Juana hasta el frente, simulando un combate.

Nunca un trono pareció más tambaleante que este de Castilla durante el reinado de Enrique IV.

De una parte se atrevieron con él los portugueses con el pretexto de unos esponsales y los aragoneses, que no habiéndolo conseguido por las armas en tiempo de los Infantes, sobre todo de D. Juan, lo va a conquistar ahora con la unión de su hijo Fernando con la legítima heredera Isabel la Católica. Pero la historia, esa maestra de la vida, lo tenía determinado de otra manera; que aquella joven de dieciocho años que se une en matrimonio al príncipe de diecisiete, en Valladolid, en la sala rica de D. Juan de Vivero, va a reunir en su persona toda la voluntad, toda la fortaleza y toda la decisión y juicio que había faltado en su hermano y en su padre.

Y como de esta reina, cualquier actividad, cualquier decisión, sería suficiente para una y muchas historias, que ya están escritas, sólo diremos de su primer viaje a tierras extremeñas, dando el rodeo para llegar a Trujillo, de pasarse por Guadalupe, Puebla que visitaría, después, muchas veces acompañada de su esposo.

Guadalupe, centro mariano de Extremadura; foco de la cultura medical; emporio de riqueza ganadera, pila bautismal de indios…

En este primer viaje de Isabel a Extremadura con la opinión en contra del Consejo, habiendo firmado documentos en Madrid el día veinte de abril acompañada de una pequeña corte y con cartas muy precisas a su fiel Luis de Chaves para que conozca todos sus movimientos.

Aquel viaje de la reina Isabel la Católica, no lo hace acompañada de su esposo, D. Fernando, quien se dirige a la Meseta Norte para tomar posiciones aún en manos de los portugueses y sus aliados los nobles.

Conocemos la existencia de documentos firmados en Madrid, con fecha veinte de abril de 1477, en los que el Consejo no era partidario del viaje de la reina a tierras extremeñas, donde no existían plazas fuertes y a la vez leales; que el rey toma Cantalapiedra el veintisiete de mayo y que la reina, que ha optado por hacer el viaje a Extremadura, viniendo primero a Guadalupe, desde donde organiza la entrega de Trujillo, por la gestión de Gonzalo Baeza, su tesorero, ante el capitán guardián de la fortaleza, Pedro de Baeza, se encuentra en Trujillo el día catorce de ese mes de mayo.

La intervención personal de D. Diego López Pacheco, a quien ahora interesa aproximarse al partido de la reina, hace que por fin el día veinticuatro, Trujillo se encuentre en manos de Gonzalo de Ávila, señor de Villatorre, a quien la reina ha designado para tenerla en nombre de la Corona.

Durante estos días de continuos forcejeos, la reina aprovecha para organizar la defensa del triángulo Trujillo-Cáceres-Badajoz, que confía al clavero de Alcántara D. Alfonso de Monroy y al Conde de Feria, Gómez Suárez de Figueroa.

Nos hubiese gustado relatar el viaje desde Guadalupe hasta Trujillo, por las Villuercas, Berzocana, Aldeacentenera; pero la primura impide este regodeo.

Existían problemas en Cáceres entre las familias más importantes sobre la regiduría de la ciudad. Doña Isabel, que en los días finales de junio se encuentra en la capital, soluciona estas intrigas y manda desmochar las fortalezas para evitar la aparición de nuevos focos de resistencia. Y según las crónicas, marcha sola, hacia Andalucía, haciendo su entrada en Sevilla el día veinticuatro de julio.

La gente de Guadalupe, de Trujillo, de Cáceres, en una palabra, de Extremadura, de estas tierras de más acá del río Duero, han sentido la presencia de una reina joven, de unos rasgos no definidamente españoles; su faz rubicunda, su cara bolluda, su cabello que tira taheño, no representa el tipo netamente hispano; pero, su decisión, su juventud (tiene ahora la reina veintiséis años), han impresionado al auditorio. Y es que la reina sabía poner mucha teatralidad a sus actos, ya lo tenía demostrado.

II. CABAÑAS DEL CASTILLO.

 

Los límites asignados a la ciudad de Trujillo en su jurisdicción tienen por esta parte norte las aguas del río Almonte.

Leemos que Cabañas del Castillo está entre los ríos Almonte e Ibor, cosa no cierta. Cabañas está más al sur del río Almonte, entre éste y el río Berzocana, en una derivación de las Villuercas, y en esa prolongación de monte nace la garganta de Santa Lucía, que es de donde se surte de agua la ciudad de Trujillo.

Durante los tiempos de la Reconquista, Cabañas fue castillo importante y en su fortaleza se refugiaban las gentes de labraban las tierras cercanas o cuidaban allí sus ganados. Pertenecía esta fortaleza a la Orden de Calatrava y de dicha orden militar pasó a la Corona.

Finalizada la lucha con los árabes, aquellas gentes, bastante numerosas, fundan en terrenos más abajo del Almonte la aldea de Solana, justamente en el cruce del río Berzocana y pasado el río Almonte; en su nacimiento, Navezullas; junto al río Roturas y más abajo, cuando ya el Almonte ha recibido el Berzocana, el Valbellidos y el Garciaz, Retamosa. Y más al norte, junto al Ibor se reparte con Deleitosa, la campana de Robledollano. Esta era la situación y estos citados pueblos, van a formar una abadía famosa, la Abadía de Cabañas del Castillo.

Alfonso X, vende Cabañas y sus aldeas a la ciudad de Trujillo, pero se reserva el patronazgo de las iglesias, y manda, además –en esto se parece a la ReinaCatólica- que desmochen la fortaleza. Si tenemos en cuenta que la mayor riqueza de aquellas aldeas sería sin duda los diezmos, Trujillo no consideró buena compra la de Cabañas y dejó pasar sin interesarse por aquel territorio.

He hablada en la primera parte de una merced de D. Enrique II, y es esta de Cabañas.

En las luchas entre D. Pedro y D. Enrique, tiene confiada la ciudad de Toledo, D. Pedro a D. García Álvarez de Toledo y a su hijo Alfonso, e, incluso, a su hija que va a casarse con el príncipe de Portugal.

Llegadas las tropas de D. Enrique a Toledo, la ciudad se entrega sin resistencias (la entrega D. García) y esta acción es la que va a premiar D. Enrique, haciendo D. García Álvarez, Señor de Oropesa y de Valdecorneja y concediéndole la Abadía de Cabañas.

Si estando en el actual Aldeacentenera, terrenos de Trujillo en la fecha a que vamos a referirnos, bajamos hasta el río Almonte, nos admira la profunda hondonada por donde corre la corriente del escaso, de ordinario, río.

Bajamos por terreno de encinar que se prolonga hasta los llamados riberos; pero más allá de la corriente es otra la vegetación, ahora de retamas (Retamosa, tierra de retamas) y algún acebuche, como si una falla tectónica fuera el cauce profundo.

Los señores de Oropesa eran ganaderos importantes en tiempos de la Mesta y sus ganados, más los de los Condes de Deleitosa y los del Monasterio, tendrían, en fechas de avenidas, imposibilidad de pasar este río.

Y es debido a estas circunstancias, por lo que el último Señor de Oropesa, de acuerdo con el Concejo de Trujillo, construye, a sus expensas, “una puente”, la más importante de los tiempos medievales, toda ella de pizarra y argamasa, con unos cien metros de superficie, superior, con tres aliviaderos (dos de ellos en la parte de Trujillo y uno en la de Retamosa) y cinco grandiosos ojos, cuatro en arcos de medio punto y uno casi de perfecta ojiva. Existe una inscripción sobre uno de los pilares fechada en 1797, que dice de un arreglo.

Los tajamares, dos de ellos perfectos (los del primer arco de la parte de Trujillo o ribera izquierda) indican que por aquí, hace de quinientos años, discurría el río. Los restantes tajamares, alguno adosado y semicircular, son los que resisten ahora la corriente y uno de los pilares está tan derruido en su base que, de no acudir pronto, desaparecerá esta grandiosa obra tan desconocida.

Hemos tenido la suerte de encontrar el acta que dice de la construcción de este puente, que aquí es “la Puente del Conde”, dice:

“En el año 1460, a toque de campana se reunió el Concejo de Trujillo, en la Iglesia de Santiago, concurren: por el rey (Enrique IV) como notario público, Martín Alfón Pizarro; como escribano, por el prior y fraile de Guadalupe, Manuel García; y estuvieron presentes los honrados caballeros Diego de Carvajal, Diego Pizarro, Juan Hinojosa, Fernando Caldero; en calidad de regidores actuaron Luis Chaves, Sancho Paredes, Diego Hinojosa, Juan Corajo, el bachiller Juan Rodríguez de Almazán y Pedro Alfón de Orellana.

      Y, en nombre del Señor de Oropesa, el vecino de Cabañas, Diego Fernández Usasa”.

Que la puente se llame del Conde, encierra un error, toda vez que en el año 1460, que es el del acuerdo entre Trujillo y Cabañas del Castillo, D. Fernando Álvarez de Toledo sólo es Señor (el señorío que vimos concedió D. Enrique II) y es en el año 1477, en la ciudad de Sevilla, donde el día tres de agosto los Reyes Católicos, tenida cuenta de la lealtad de los señores Álvarez de Toledo, durante las guerras contra Alfonso V de Portugal, conceden el título de Conde al hijo del anterior citado, que tiene el mismo nombre y que viene a ser V. Señor y primer conde. Doña Leonor de Guzmán y Zúñiga era la madre del primer conde.

Las estipulaciones de la construcción de la puente son:

 

1. Que la ribera izquierda del río continuará siendo de la ciudad de Trujillo y, por consiguiente, quedan suyas, por siempre jamás, la tierra, hierbas, abrevaderos, pesca y madera de la citada margen.

 

2. Que Trujillo y su tierra tendría paso franco por la puente, tanto las personas como los ganados, sin que jamás tuvieran que pagar portazgo ni tributo alguno.

 

3. Que D. Fernando no podría construir torres ni fortalezas en los extremos de la puente, ni tampoco sus sucesores ni herederos, incurriendo, si así lo hacían, en la pena de 10.000 doblas de oro, que cobraría la ciudad de Trujillo.

Con posterioridad, los señores y condes de Oropesa, llegaron a un acuerdo con el Honrado Concejo de la Mesta, por el que se dice cobrarían dos cabezas por cada mil de cabrío o lanar que lo pasasen; con todas a la entrada o a la salida.

La importancia de esta Abadía de Cabañas nos la indica el que el rey de Portugal, D. Felipe II, hace oferta de ella a un sucesor de los Álvarez de Toledo, religioso, con la consignación de 2.000 ducados de beneficio.

Estas tierras de Cabañas y Deleitosa, que no siempre estuvieron muy de acuerdo (en las guerras contra Portugal, Deleitosa estuvo algún tiempo con los partidarios de Doña Juana), terminaron por estar unidas mediante enlaces matrimoniales; siendo unas veces de la Casa de Alba y otras de la de Frías (recuérdese que el primer Duque de Frías fue Fernando de Velasco, condestable y casado con la hijas bastarda de D. Fernando el Católico, Doña Juana de Aragón, hija de Doña Juana Nicolau).

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