Oct 012004
 

Jesús Barbero Mateos.

Maestro

Durante el siglo XVIII se habían producido en Serradilla los primeros intentos para establecer una institución educativa, con relativo éxito. En el XIX se consolidaría la escuela de la villa. Faltaba su óptimo desarrollo para llegar a convertirse en elemento de transformación social, en garante del bienestar individual de los niños y niñas, así como del desarrollo y la modernización de la localidad.

Los planteamientos educativos propugnados por el movimiento krausista, aunque con notable retraso, llegarían con fuerza a Serradilla. En relación con la educación, desde la perspectiva de Urbano González Serrano, las cuestiones pedagógicas eran esenciales. Se constataba la exigencia de la educación para la formación, entendida como una actualización del ciclo vital. Se pretendía conseguir la elevación moral e intelectual, intentando la creación de un hombre nuevo, es decir, modernización a través de una pedagogía sobre bases científicas y racionales.

En definitiva, frente a una enseñanza tradicional adocenada, el krausismo pretendía un modelo progresista de educación, considerando al niño como un adulto y dejando libre a su inteligencia para alcanzar por sí misma el conocimiento y la verdad: «(…) el maestro, lo mismo que el labrador rotura y prepara su tierra, debe disipar las tinieblas de la inteligencia del alumno, emanciparla de preocupaciones, mostrarle el camino y procedimiento para hallar la verdad y habituarle a que entienda que quien la enseña y la impone, por su carácter impersonal, es la realidad misma(…)».

Afloró, por lo tanto, la valoración de la labor de la educación y su efecto en las niñas, así como de las tareas de la maestra, extrapolable a los maestros. Ya no eran vistos/as como cuidadores de niños/as, sino como modeladores/as del alma, forjadores/as de voluntades y cultivadores/as de la inteligencia. Sin duda, un considerable salto cualitativo, que situaba nuestra educación en el umbral del espectacular despegue que comenzaba a producirse recién entrado el nuevo siglo.

Pero unos índices de mortalidad infantil altos, analfabetismo, falta de cultura de los padres, casi nula escolarización de los hijos, mala situación económica, incumplimiento de la normativa jurídica, una estructura social cerrada y las propias tradiciones culturales, funcionaban como un todo interrelacionado de factores explicativos de la dinámica de la época.

Las ideas de extensión educativa y de educación popular que habían sido defendidas por la revolución de 1.868, fueron abandonadas durante la Restauración por el estado liberal, a favor de una selección clasista, concentrada en una educación media y alta selectiva y en una limitada instrucción primaria. Ello supuso que España entrara en el siglo XX con una de las tasas de analfabetismo más elevadas de Europa. Las cifras más elevadas se correspondían con las zonas rurales.

Las capas sociales más bajas fueron permeabilizándose más lentamente en relación con el valor de la educación como instrumento propedéutico para que los niños se enfrentasen con éxito a la nueva sociedad.

La escuela contribuiría a aportar una nueva imagen de la infancia, que con mucha dificultad llegaba a las clases populares, debido a la inadecuada política educativa en la enseñanza primaria. Muchas de las reformas del primer tercio del siglo XX encontraron problemas de aplicación debido al enfrentamiento entre el estado, que quería mejorar la enseñanza pública, y la iglesia que formaba a los vástagos aristócratas y burgueses.

A todo esto se unía la paupérrima situación económica de las familias, que no permitía costear una enseñanza elemental privada. Además a los padres no les interesaba que sus hijos estudiaran, pues les resultaba más beneficioso que trabajaran lo antes posible para obtener un jornal, aunque fuera bajo, que ayudara a la economía familiar. Esta situación favorecía ampliamente el analfabetismo. No sería hasta 1.909, cuando un Decreto de 25 de junio estableciera la obligatoriedad de asistencia a la escuela durante todo el curso, hasta los diez años. Sin embargo, a partir de esta edad, se permitía a los niños dejar de asistir para ayudar a sus padres.

De nada había servido que la Ley Moyano reglamentara una enseñanza obligatoria y gratuita para todos los niños de 6 a 12 años, cuando el problema de la escuela se identificaba con el problema social: no se puede exigir a quien tiene hambre que se instruya. De esta forma la utilidad de la educación era minimizada a favor de necesidades más inmediatas. Si a ello unimos el estado lamentable de maestros y escuelas, la estimulación para acudir tampoco era tan atrayente como para pensar que allí no se estaba perdiendo el tiempo[1].

Todo ello pone de manifiesto la insuficiencia y deficiencia que arrastraba la escuela decimonónica. Esta empezaría a solucionarse en el siglo XX, cuando el estado creó el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1.900, asumió el pago de los maestros en 1.901 y creó la Dirección General de Enseñanza Primaria en 1.911. Gran parte de la responsabilidad en este salto cualitativo, la tuvo el interés de los regeneracionistas por la educación. Aún así, a principios de siglo la educación proseguía la tónica decadente de finales de la centuria anterior.

Concretando la situación en Extremadura, cabe decir que funcionaban en 1923, 1.042 escuelas, en Badajoz, 549 unitarias y 5 graduadas; y en Cáceres, 477 unitarias y 11 graduadas. Estas unidades atendían a una población total de 644.625 y 410.032 habitantes en cada una de las dos provincias, con una población entre 6 y 12 años de 83.367 y 56.387 respectivamente según el censo de 1920. Por su parte la población no escolarizada hacia 1923 en Badajoz era del 54% y en Cáceres del 44%.

Seis años más tarde, en el curso académico 1928/29, al final ya de la dictadura de Primo de Rivera, existía una diferencia palpable: Badajoz 669 escuelas y Cáceres 540 escuelas. Este aumento se correspondió con la tónica nacional en el mencionado periodo. Precisamente en este intervalo temporal se producen nuevas construcciones escolares comenzando la situación a mejorar de manera esperanzadora. En todo caso, los que estudiaban en estas aulas de la escuela pública, considerada la escuela para pobres, eran los menos pobres.

De todas formas, desde Serradilla se advertía: «En nuestro país necesitamos pan y escuela. Formemos ciudadanos fuertes de cuerpo y alma, que lo demás se nos dará por añadidura. La misión de la escuela es única e insustituible. Debe atenderse debidamente la preparación de los maestros y su adecuada remuneración, los locales y el apoyo social»[2].

Así tenemos como hecho más significativos, que Extremadura presentaba uno de los índices de analfabetismo mayores del país. Badajoz, con el 68,32% estaba en el lugar decimocuarto y Cáceres con un 66´10% ocupaba el decimoctavo puesto, cuando la media española era del 63% en 1.900.

En medio de este desolador panorama educativo, podemos decir que en la Serradilla de principios del siglo XX se había generado un ambiente culturalmente rico.

Se impartían con asiduidad conferencias:

«(…) En la noche del 23 de julio de 1.916, dieron unas conferencias varios jóvenes de esta villa (…): El Patriotismo en Serradilla por D. F. Vega; Historia de Serradilla, por D. Luis Sánchez, Los Exploradores en Serradilla, por D. José María Vecino, El carácter serradillano por D. J. Sánchez, Religiosidad de Serradilla, por D. G González. Cualidades de un buen orador, por D. J. A. Sánchez Castellano. Acudió numeroso público, el cual quedó muy satisfecho (…)».[3] «(…)El 20 de noviembre de 1.917 pronunció una importantísima conferencia sobre el tema «La Mutualidad Escolar», el ilustre profesor de esta Graduada, D. Víctor Mena(…) el joven estudiante de derecho D. Teodoro Rodrigo García pronunció breve y elocuente improvisación apoyando la tesis expuesta por el orador(…) Ambos señores fueron muy aplaudidos y felicitados por el auditorio(…)»[4].

«(…) Se ha desarrollado una notable conferencia a cargo de D. Ángel Sánchez Rodrigo, el día 25 de Diciembre de 1.917 en el Círculo Fomento Agrícola. El autor viene dedicándose desde hace algún tiempo a importantes y curiosos estudios de física, especialmente relacionados con novísimas teorías sobre las leyes de polarización de los líquidos.(…) los numerosos estudiantes que ahora estaban aquí en vacaciones de Pascuas, sabedores de estos estudios y del interés y aplauso que habían merecido de los más distinguidos sabios de España, comprometieron al Sr. Sánchez, para que sobre ellos les diera una conferencia.(…)el numeroso público que le escuchaba al final premió con caluroso aplauso su labor(…)»[5].

Trataban de ponerse en marcha iniciativas culturales de trascendencia:«(…) Un numeroso grupo de jóvenes, sobre la base del elemento estudiantil, está organizando una sociedad literaria donde se proponen dar conferencias, establecer biblioteca, publicar una revista, y cuanto juzguen conducente al fomento de la instrucción y la cultura (…) para mejor cumplir sus propósitos, prohíbe el reglamento toda clase de juegos y bebidas alcohólicas en el dominio de la sociedad (…)»[6].

Esta atmósfera cultural contribuyó a que, por fin se inaugurara oficialmente el Ateneo Serradillano, el día 4 de agosto de 1.918. Esta institución cultural, puso en marcha en abril de 1.920 una biblioteca circulante, que se inauguró el día 3, nutrida con donaciones de particulares e ilustres personajes culturales: hermanos Álvarez Quintero, Agustín Sánchez, Raimundo Rodríguez, Palacio Valdés, Cascales Muñoz, Polo Benito…

Sus actividades se prolongarían hasta febrero de 1.928, momento en el que sus integrantes terminaron sus carreras y se dispersaron por España, donde el destino les llevó a ejercer sus profesiones.

También aparecería en 1.916 un periódico de difusión nacional, en el que no dejaron de hacerse alusiones a la educación española, comentando incluso la bibliografía que iba apareciendo sobre el tema. Tal es el caso de «Viaje a las escuelas de España», escrito por el periodista Luis Bello, del que se afirmaba en abril de 1.926: «El caso de Luis Bello es insólito en el periodismo español. Un periodista que se dedica a visitar las escuelas y hablar con los maestros. Como cuarto poder del estado que somos, debemos orientar y encauzar a los gobernantes. Luis Bello es más humilde y no cree que un gran rotativo ni un gran escritor sufran desdoro, hablando sencillamente de la educación del niño. Sin duda pensará que los mejores gobiernos siempre han creído que bastaría la educación de los pueblos para cambiar los derroteros de la humanidad. Los demás periodistas españoles no tienen su pluma para ocuparse de niñerías».

Como ocurrió en el caso de «Los Irredentos -De la vida de un maestro rural-«. Se trataba de un libro en el que se manifestaba la situación de unos 1.000 maestros del segundo escalafón, que sufrían limitaciones en sus derechos de ascenso y traslado. Fue escrito bajo el pseudónimo Anacas del Rin y describía la dolorosa historia de un maestro en esta situación. El Cronista terminaba diciendo que deseaba que fueran atendidas las justas peticiones que en él se realizaban.

EL CRONISTA fue un periódico quincenal que vio la luz durante diecisiete años y que se ocupó especialmente de los asuntos educativos. Así ocurrió con la celebración del Congreso Provincial del Magisterio, cuyos avatares nos describe con detalle. El evento se celebró en mayo de 1.929 y, en previsión de su celebración, en el mes de marzo se constituyeron Círculos de Estudios Pedagógicos en todos los partidos judiciales de la provincia. En el caso de Plasencia, el director de la escuela graduada de niños de Serradilla, Isabelo Sánchez Calderón, era el representante de los maestros del partido. Entendía que había comenzado la regeneración espiritual de Extremadura.

Finalmente el congreso se celebraría con un tremendo éxito a finales de mayo de 1929. Los maestros calificaron el acontecimiento como el más grande que desde el punto de vista pedagógico había tenido nunca lugar en la provincia. Tres hechos destacaron los cronistas de la época: el valor de las doctrinas pedagógicas, el éxito de organización y el esfuerzo y sacrificio de los maestros de la provincia por asistir.

También se desarrollaron conferencias paralelas sobre diversos temas. A los actos, que se desarrollaron durante cinco días, acudieron más de quinientos maestros y maestras de toda la provincia.

La inauguración se llevó a cabo en la mañana del día 25 de mayo, por parte de todas las autoridades provinciales, en el Gran Teatro. Las sesiones de trabajo se desarrollaron en el patio del palacio episcopal. Allí se expusieron y debatieron cuestiones sociales y pedagógicas tales como la didáctica de la lectura, la lucha contra el analfabetismo, la colaboración maestro-médico, la enseñanza especial de anormales y supernormales o las relaciones maestro-familia-autoridad.

Las conferencias paralelas trataron sobre música escolar, degradación de la energía, valor pedagógico de los monumentos cacereños, la práctica educativa del aula, higiene escolar en Norteamérica o la estructura del átomo. Entre los ponentes, Juvenal de Vega y Relea, Antonio Silva y Antonio Floriano Cumbreño.

Hubo visitas al cuartel militar y recitales de la Coral Cacereña.

Finalmente se clausuraría el día 29 de mayo por la tarde en el Gran Teatro, por parte de todas las autoridades provinciales.

Se organizaron concursos y certámenes para los congresistas. La editorial Sánchez Rodrigo convocó un premio de 100 pesetas en libros. El jurado otorgó el premio al maestro abulense Quiliano Blanco Hernando, quien había concurrido con el trabajo titulado «¿Cómo debe ser el libro que se use en las escuelas para primeras lecturas?». Dos años después, este maestro publicó el libro «Nosotros», de lecturas para niños, basado, precisamente, en el trabajo ganador del certamen. En definitiva, fue considerado un hito histórico para la regeneración cultural de la provincia.

En diciembre de 1.930, en un volumen de más de 300 páginas, la Editorial Sánchez Rodrigo publicó las actas con el título: «Primer congreso pedagógico de Cáceres. 1.929». Iba prologado por Juvenal de Vega y Relea, Inspector Jefe Provincial de Primera Enseñanza.

Anexo a EL CONISTA nació EDUCACIÓN Y ENSEÑANZA. Se trataba de un suplemento pedagógico que se enviaba a los maestros e inspectores de toda España, como forma de atraerles hacia el innovador sistema de enseñanza y aprendizaje de la lectura y la escritura, EL RAYAS, que ocupaba amplios espacios publicitarios en sus páginas, dirigidos a los profesionales docentes, que eran los encargados de aplicarlo en las aulas y, por lo tanto, de solicitar su compra a los alumnos. De esta forma, intuía Agustín Sánchez, aumentarían los pedidos y no faltaría el trabajo en la imprenta. Para facilitar la solicitud de ejemplares, se incluía una tarjeta, con la que pedir gratuitamente, la primera parte del método.

Esta fue su carta de presentación:

«Al inaugurar hoy esta sección (…) lo hacemos con el noble deseo de seguir contribuyendo al progreso y la cultura de nuestra región. La base de la cultura es la escuela, y el alma de la escuela, el Maestro; por ello este es el primordial elemento a quien debe darse vida y apropiado campo donde pueda ejercitar con amplitud su acción.

(…) La ley limita a la escuela la acción del Magisterio, pero nunca puede entenderse que ello signifique prohibición de laborar fuera de este limitado ámbito. El maestro competente y altruista, cuanto más entusiasta sea tanto más sentirá la necesidad de elevar el nivel cultural de nuestro pueblo, como único modo de lograr un medio ambiente favorable a cuanto en general significa ilustración y progreso. A medida que ascienda este nivel, será mayor la estimación y aprecio para la escuela, que se verá más concurrida, y para el Maestro, que gozará plenamente de la consideración y respeto que siempre merece. A los Maestros que así piensen, ofrecemos las columnas de esta pequeña revista, que ellos sabrán hacer grande, condensando en ella los destellos de su ciencia; haciendo ver al pueblo que también saben los Maestros instruir a esos niños grandes que se llaman hombres; que saben vulgarizar los importantes temas de las ciencias y allanar las dificultades de su estudio(…) sabrán mezclar entre las arideces de la técnica, amenos trabajos literarios que, aunque siempre con vistas a la educación, sirvan de recreo y esparcimiento al ánimo.

(…) El arma que no se limpia, el óxido la corroe, la máquina que no se usa se empasta y entorpece, la gala que no se luce se apolilla, la inteligencia que se estanca en un villorrio y rutinariamente va amoldándose a pensar sólo en los intereses materiales, insensiblemente se embrutece, progresivamente va perdiendo el hábito de estudio, las buenas formas sociales y cuanto es el ser y esencia del hombre que teniendo un título académico, por dignidad y propia estimación está obligado a enaltecerle y honrarle con el constante ejercicio de su noble profesión(…). Este es nuestro programa (…) Ahora vosotros tenéis la palabra (…)»

Los temas tratados en sus páginas versaban sobre los más variados asuntos:

  • Vulgarización científica: Aeroplanos, astros, imprenta, máquina de coser, ductilidad del oro, ferrocarril, planetas y sol, el radio, el vapor de agua…
  • Geografía: Amazonas, China, Egipto, sus pirámides y esfinges, la Estatua de la libertad, el río Missisipi…
  • Educación: Analfabetismo, su importancia en niños y jóvenes, educación física, educación precoz, educación en Suecia, enseñar deleitando, Lectura, Libros, Gramática, la memoria y su cultivo, curiosidades matemáticas…
  • Maestros: ascensos, formación en la Escuela Normal, asociaciones de maestros, vacantes, sueldo y subidas, los tipos de maestro…
  • Construcciones escolares.
  • Mutualidad escolar.
  • Personajes: Colón, David Livingstone, Edisson, Franklin, Mark Twain Newton, Rafael, Víctor Hugo o el extremeño Gabriel y Galán.
  • Extremadura.
  • Higiene: peligros de las moscas, perros rabiosos, peligros del tabaco, bondades de la sonrisa.
  • Periodismo: Prensa profesional, el arte de la propaganda.
  • Rayas.

Pronto se abrió la revista a los lectores incluyendo la sección de cartas y colaboraciones, en cuyas páginas participó un gran número de maestros. Las cuestiones didácticas y pedagógicas copaban gran parte de la publicación, conjuntamente con las reivindicaciones de nuevas escuelas y de reconocimiento de personajes extremeños injustamente olvidados, caso de Gabriel y Galán que, poco a poco fueron haciéndose realidad.

En el suplemento correspondiente al número 72 de EL CRONISTA, de 20 de diciembre de 1.918, se incluyó un concurso consistente en indicar como se llamaban en castellano una serie de objetos y acciones:

  1. La tira de correa o pellejo. Túrdiga.
  2. Tratado sobre los refranes. Paremiología.
  3. Bolsa de cuero para llevar la yesca y el pedernal. Esquero.
  4. Sobras o desechos de comidas, mezclados unos con otros. Bazofia.
  5. Los dientes delanteros que se descubren al reírse. Gelasianos.
  6. Pintar miniaturas. Miniar.
  7. Carta ofensiva anónima. Paulina.
  8. Corona compuesta de diversas flores. Pancarpia.
  9. Lo que se pone rojo vivo con el fuego. Rusiente.
  10. Lo que tiene algún sabor. Sápido.

El premio consistiría en una edición en dos tomos de las obras completas de Ramón de Campoamor, para quien contestase el mayor número de preguntas hasta las diez de la noche del día 15 de marzo de 1.919. El ganador fue Juan Sanguino, de Santoña, quien contestó siete: 1, 2, 3, 4, 6, 7 y 10.

También los asuntos laborales que afectaban a los maestros tuvieron su hueco: oposiciones, traslados, asignaciones de plazas, salarios, asociacionismo… En definitiva, un instrumento inaudito en la Extremadura rural de la época, a tenor de las circunstancias educativas por las que atravesaba la sociedad regional.

Apareció el primer número, como suplemento al 64 de EL CRONISTA, el 20 de Agosto de 1.918. Se extendió hasta el número 81, momento en el que dejó de insertarse en EL CRONISTA. Los motivos… «Con objeto de que nuestros lectores puedan conocer con mayor rapidez el reglamento del Sindicato, daremos pliegos del mismo en este y sucesivos números, en cambio de nuestro suplemento «Educación y Enseñanza»[7]

Tras este receso, comenzó de nuevo a incluirse en la publicación quincenal, a partir del número 113 (20 de septiembre de 1.920), hasta el 132. Por lo tanto 38 ejemplares en total. Así reza el anuncio de su reanudación… «A LOS SEÑORES MAESTROS- En esta 2ª época de su publicación, seguirá siendo Educación Y Enseñanza un resumen de informaciones y notas pedagógicas verdaderamente prácticas e interesantes, y un repertorio de útiles conocimientos científicos.

En Educación y Enseñanza tendrán cabida todos los artículos sobre temas profesionales que nos envíen los Sres. Maestros, siempre que dichos escritos se ajusten al tamaño y carácter de esta publicación.»

Pero no corrían buenos tiempos para la prensa. Estaba en marcha la Campaña de Marruecos. Por ello se dice en el número 119: «A NUESTROS LECTORES: Por carencias de papel, que desde hace más de cuatro meses estamos esperando, dejamos hoy de publicar el suplemento EDUCACIÓN Y ENSEÑANZA, cuya publicación reanudaremos tan pronto como recibamos el papel necesario»[8].

La restricción de papel originó esta nueva suspensión de la publicación, entrada ya la década de los años veinte. Se reanudó nuevamente, hasta que, sin previo aviso ni justificación de las causas que lo motivaron, la publicación anexa a EL CRONISTA dejó de aparecer. En el último número rezaba el siguiente aviso a los suscriptores: «Rogamos a aquellos de nuestros suscriptores, que deseen remitirnos por giro postal el importe de la suscripción a EL CRONISTA y su suplemento quincenal EDUCACIÓN Y ENSEÑANZA, nos avisen indicándonos el número de giro y la fecha de la imposición».

Se trata de una prueba más acerca de la extraordinaria importancia que la educación, sus métodos, repercusiones, divulgación y generalización, habían adquirido en Serradilla en los albores del siglo XX, habiendo logrado convertirse en una villa pionera en su potenciación y desarrollo.


NOTAS:

[1] CIEZA GARCÍA, J.A. «Mentalidad y educación en España durante el primer tercio del siglo XX». En HISTORIA DE LA EDUCACIÓN, REVISTA INTERUNIVERSITARIA, nº 5. 1.986. Ed. Universidad de Salamanca. Pp. 299-316.

[2] SÁNCHEZ RODRIGO, A. En EL CRONISTA de Serradilla. Abril de 1925.

[3] EL CRONISTA. Serradilla. 5 de Agosto 1916.

[4] EL CRONISTA. Serradilla. 20 de Noviembre de 1917.

[5] EL CRONISTA. Serradilla. 20 de Enero de 1.918.

[6] EL CRONISTA. Serradilla. 5 de Julio de 1.918.

[7] EL CRONISTA. Serradilla. 20 de Mayo de 1.919.

[8] EL CRONISTA. Serradilla. 5 de diciembre de 1.920.

Oct 012003
 

Jesús Barbero Mateos.

Maestro

En el año 2.005 se cumple el centenario del diseño y puesta en marcha del método de la lectura por la escritura RAYAS. Supuso en su día una auténtica revolución pedagógica, en relación con el tratamiento del aprendizaje lectoescritor, por cuanto abordaba ambos aprendizajes de forma simultánea e inseparable.

Extremadura debiera aprovechar la efeméride para poner en valor, tanto la figura del personaje que lo hizo posible, el maestro serradillano Ángel Rodríguez Álvarez, como la auténtica innovación metodológica que impulsó con su obra.

Por ello, con esta comunicación, trataré de hacer un repaso en torno a la vida del personaje y los avatares de su obra, como forma de reivindicar su indiscutible contribución en la educación de tantas generaciones de hispanohablantes, comenzando por…

1.- El autor.

Ángel Rodríguez Álvarez, segundo de cuatro hermanos, nació en Serradilla en 1.877, en el seno de una familia de horneros: Juan Rodríguez Tomé, nacido en Holguera en 1.815 y fallecido en Serradilla en 1.881 y Teresa Álvarez González, nacida en Serradilla en 1.839 y fallecida en la misma villa en 1.928.

Huérfano desde muy joven, pudo estudiar magisterio gracias a la ayuda prestada por su hermano mayor, Raimundo, que ya era maestro en ejercicio.

Estuvo casado con Carmen Santillana Molina.

Cursó magisterio en la Escuela Normal de Maestros de Cáceres, siendo su primer destino Canarias. También ejerció en Granada, San Sebastián y finalmente en Cáceres. Fue presidente de la Asociación del Magisterio Cacereño. También dirigió el periódico profesional “Magisterio Cacereño”, de gran arraigo y popularidad entre los maestros de la época. En el mismo escribió numerosos artículos de carácter pedagógico.

En noviembre de 1.918 fue nombrado director de Colegio Nacional “Nuestra Señora de Guadalupe”, de Cáceres, donde terminó su carrera profesional, tras conseguir el traslado desde San Sebastián. En 1.923 fue elegido vocal de la Junta Provincial de Instrucción Pública, en 1.924 fue nombrado representante de la Asociación Nacional del Magisterio y, por consiguiente, Presidente de la provincial. Durante muchos años fue habilitado del magisterio nacional en la provincia.

En 1.954, se le concedió la Cruz de Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio por parte del Ministerio de Educación Nacional, por sus numerosos méritos pedagógicos y por su dilatada y fructífera labor profesional en la escuela. Esta es la crónica del acontecimiento:

“A finales de septiembre se celebró solemnemente la imposición de la Cruz de Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio, concedida a D. Ángel Rodríguez Álvarez, el ilustre maestro autor del famoso método de lectura por la escritura “Rayas”. Inició el acto el Sr. Sánchez Yusta, hablando después el Prelado y el Gobernador Civil, y al imponerse al galardonado la condecoración valiosa, sufragada por el magisterio de la provincia y antiguos alumnos, se ofrendó un clamoroso aplauso al Sr. Rodríguez Álvarez, el que dio las gracias.

El homenaje tuvo un remate fervoroso en el grupo escolar del Madruelo, donde ejerció su magisterio don Ángel, con el descubrimiento de una lápida en su honor, hablando el Inspector Jefe de 1ª Enseñanza, el director del grupo escolar y el Alcalde de la ciudad”.[1]

Con motivo del homenaje, se removería la conciencia cultural de la ciudad. El Ayuntamiento cacereño decidió dedicar una calle al maestro: La calle nueva de Cáceres, se denominará en adelante calle de Ángel Rodríguez Álvarez, como homenaje a este gran maestro, autor del célebre y difundido método “Rayas”.[2]

En 1.985 el de Serradilla hizo lo propio en la villa, asignándole la conocida hasta entonces con el nombre de calleja de Pañero, aunque con anterioridad, el grupo escolar de niños de Serradilla que se inauguró en 1.960, llevó su nombre hasta que en 1.979, tras la construcción de un nuevo edificio, pasó a denominarse “Santísimo Cristo de la Victoria”, su actual apelación.

Su preocupación por la cultura en general, sobre todo desde el punto de vista participativo, fue en todo momento una de las constantes que marcaron su actividad vital, y a la fundación y mantenimiento de revista y periódicos se entregó con ansia y con obstinación, convencido del valor de la palabra como auténtico vínculo de transmisión de la misma, única forma de elevar el nivel real (espiritual y material), del hombre en sociedad.

A buen seguro, los versos anónimos aparecidos en El Cronista bajo el título “Luz del pueblo”, sinteticen las claves de su pensamiento en esta cuestión:

Por cada escuela que abrimos
una cárcel se derrumba.
¿Quién que medite el alcance
de sentencia tan profunda
al noble fin no propende
de que los pueblos se instruyan?

¿Pudiera de la ignorancia
abusarse cual se abusa
si en instrucción estuviera
el pueblo a mayor altura?…

Falleció en Cáceres el día 23 de febrero de 1.962, a los 85 años. Además de Rayas, escribió varios libros de texto de lecturas, aritmética y gramática para las escuelas de enseñanza primaria. De entre ellos destacamos, además de “Rayas”:

La aritmética del grado primero. Intuición por medio de grabados. Ejercicios prácticos de cálculo mental y escritos. La obra estaba pensada para ser empleada en la enseñanza de los niños que aún no sabían leer. Se desarrollaba en orden cíclico: primer ciclo, hasta 10; segundo ciclo, hasta 100; tercer ciclo, hasta 1.000. Cada ciclo contenía los ejercicios necesarios referentes a numeración hablada y escrita, operaciones, problemas y sistema métrico. Se dirigía a formar aptitudes sobre la base del número concreto, y no al aprendizaje memorístico de definiciones y reglas; de unas y otras contenía el libro pocas y muy sencillas.

Perteneció a toda una saga de innovadores en el ámbito educativo. Entre ellos destacaron su hermano Raimundo Rodríguez Álvarez, que fue una personalidad muy conocida y apreciada por ser una figura relevante entre los maestros de la provincia, de quienes era habilitado. Raimundo había sido el iniciador de algunas cartillas de lectura, que sirvieron de base para la confección de RAYAS. Falleció en 1.928. Obra suya fue Definiciones Gramaticales, editado hacia 1.910 por la editorial Sánchez Rodrigo.

También María Teresa Rodríguez Rebollo, hija de Raimundo, hizo sus incursiones en la elaboración de libros de texto con la obra Nociones de aritmética.

Ubicado el personaje, centramos a continuación el análisis en…

2.- El método.

1.905 resultaría un año difícil, conocido como “el año del hambre” en Extremadura, entre los ya difíciles años que venían soportando los campesinos de esta región. Pero también vendría a suponer un punto de inflexión cultural, como consecuencia del diseño del método Rayas, que se convertiría en una de las obras culturales más emblemáticas del siglo XX. De su mano aprenderían a leer y escribir la mayor parte de las generaciones de habla castellana de la centuria.

El autor consideraba que si el método se imponía, se habría dado un enorme paso en la lucha contra el analfabetismo y, sobre todo, se conseguiría que el niño no aborreciese la lectura, elemento instrumental básico para el posterior acercamiento a la cultura.

Grandes hombres darían sus primeros pasos por el pensamiento con este método, que constituía una verdadera obra maestra para los anaqueles del progreso y la cultura de los pueblos de habla castellana. Entre ellos era conocido como la cartilla de la i, por ser ésta la primera letra que figura en sus páginas, presidiendo su cabecera.

Se trataba de un método de lecto-escritura pionero y revolucionario en su época, ante los que se usaban en los países de habla hispana y que vendría a suponer un importante salto cualitativo en el panorama educativo del siglo XX. Veamos como se llevó a cabo su…

2.1.- Diseño y confección.

RAYAS fue ideado entre 1.904 y 1.905 por Ángel Rodríguez Álvarez, que ejercía por entonces el magisterio en Canarias, e impulsado, editado, distribuido y propagado a partir de 1.905, por Agustín Sánchez Rodrigo.

El día 1 de marzo de 1.904, Ángel Rodríguez Álvarez, desde las Palmas de Gran Canaria, escribió una carta a Agustín Sánchez, anunciándole el envío del manuscrito original de Rayas a su hermano mayor, maestro nacional en Jaraicejo, para su corrección, siendo reexpedido por éste a Serradilla, en fecha 23 del mismo mes y año.

Dicho manuscrito obra en poder de los sobrinos del autor, hijos de Raimundo Rodríguez y presenta, además del texto, indicaciones en cada página sobre los caracteres de letra para la impresión.

Una vez realizado el proyecto y ante las dudas planteadas por algunos de sus allegados, en el sentido de que pudiera llegar a imponerse en todo el territorio nacional, como él pretendía, Agustín Sánchez Rodrigo se hizo cargo del original en 1.917.

2.2.- Ruptura con los sistemas anteriores.

Haciendo un breve repaso de lo que hasta el momento del diseño de RAYAS había supuesto el proceso de lectura y de escritura, podemos establecer que el más cercano antecedente de un intento similar se remonta al siglo XVIII, concretamente a 1.780. El monarca Carlos III, por Providencia de 22 de diciembre, creó el Colegio Académico del noble arte de Primeras Letras, en cuyos estatutos se establecía, entre otras cosas, que “(…) no podrán usar los maestros de muestras talladas, ni de estampilla directa ni indirectamente, a no ser de las que saque a la luz este colegio, o algún individuo de él(…)”.

En todo caso dejamos constancia de que no existía un código ordenador definitivo al respecto. Más bien había cierta libertad, y en cada escuela se seguía un método para aprender a leer y escribir, siempre como procesos separados. A lo largo del siglo XIX el proceso didáctico mejoraría cualitativamente, aunque en lo referente a la lectura y la escritura se seguirían las pautas establecidas desde comienzos de la centuria.

Mediante R.O. de 31 de enero, contenida en la circular de 3 de abril de 1.801, con motivo de haber impreso Torcuato Torío de la Riva la obra titulada “Arte de escribir por reglas y con muestras”, mandó el Rey que se distribuyeran ejemplares de ella a todas las escuelas del reino, sociedades económicas, universidades literarias, seminarios, academias, colegios…, como forma de generalizar su uso.

En lo sucesivo, para desarrollar las enseñanzas, las obras recomendadas que podían elegir, se solían publicar por orden de la Comisión provincial, en el Boletín de la provincia. Los libros de texto eran muy elementales, teniendo el maestro libertad de elección de acuerdo con la Comisión Local, e informando a la provincial. El maestro tenía libertad y elegía bien por las recomendaciones o por los anuncios.

Cuando se promulgaba alguna orden sobre utilización de un texto concreto, lo era más por el método que por el libro en sí. Tal es el caso de una R. O. del Ministro de la Gobernación, para utilizar la ortografía de la Real Academia Española, sin hacer variación ninguna, e incluso amenazando con la suspensión del magisterio a quien no la emplease adecuadamente. De forma general, estos fueron los textos recomendados durante el siglo XIX:

  1. Lectura: se aplicarán cartillas fijas o móviles, el Silabario, de la academia, el Catón, del Colegio Académico de Profesores de Primeras Letras y elMétodo práctico de enseñar a leer, por Naharro. Se prohibía que los niños leyesen novelas, romances, comedias u otros libros perniciosos, recomendando para las lecturas: El amigo de los niñosLecciones escogidas para los niños que aprender a leer en las Escuelas PíasFábulas, de Samaniego,Lecciones escogidas, Compendio de la Historia de España, Lecciones de caligrafía y Lecciones escogidas de urbanidad.
  2. Escritura: se apuntaba como texto el Arte de escribir por reglas y con muestras, de Torcuato Torío de la Riva.

Tomando como base estos planteamientos, la organización del aula se hacía en grupos homogéneos y flexibles de niños, en atención al nivel de aprendizaje en el que se encontraban. En todas las escuelas debía haber dos aulas separadas, una para leer y otra para escribir. Cada una de ellas podía dividirse en otras subalternas en atención al nivel de conocimientos de los niños.

La enseñanza era verbal, colectiva y simultanea, de manera predominantemente repetitiva y memorística. No se estimaba demostrada la conveniencia de simultanear la enseñanza de la lectura y la escritura, por lo que se apelaba al método más acreditado. Se comenzaría con la enseñanza de la lectura, para lo cual se recomendaba que esta clase se subdividiera en tres grupos: el de los niños que conocen las letras, el de los que conocen las sílabas y el Catón y el de los que ya supieran leer.

El método predominante consistía en conocer primero el nombre de las letras usando de cartillas o abecedarios móviles, para pasar luego a las sílabas y dicciones y, finalmente, a la lectura suelta o “de corrido”. No se pasaría de un grupo a otro hasta que el anterior estuviese perfectamente dominado.

Se prohibía expresamente el empleo del deletreo para enseñar el silabeo, recomendando al efecto el uso del Silabario de la Real Academia, “(…) corrigiendo algunos defectos que contiene (…)”. Dominado bien el silabeo, se pasaría al Catón.

Conocida la lectura daría comienzo la escritura. Para su enseñanza se usaría el tipo de letra llamado bastardo español, empleando como apoyo el encerado, donde el maestro debía escribir con yeso mate.

Las primeras lecciones consistirían en enseñar a los niños a coger la pluma, colocar el papel, situar el cuerpo, la cabeza… Posteriormente se pretendía que las letras fuesen inteligibles y, finalmente, bellas, pues se otorgaba mucha importancia a ser buen pendolista.

Los niños, que eran distribuidos por el tamaño de letra que escribieran (mejor cuanto más pequeña), harían primero escritura con copias y, posteriormente al dictado.

La jornada de clases constaba de tres horas por la mañana y tres por la tarde. La hora de entrada y salida sería fijada por la Junta, según el clima u otras consideraciones. La distribución de las materias en el horario se haría en atención a estos criterios:

Clase de leer:

Por la mañana:

  1. A primera hora de la mañana, lectura.
  2. A segunda hora oraciones de la iglesia, tomadas del catecismo.
  3. A tercera hora, lecciones de Pintón o Fleuri.

Por la tarde se seguiría con la misma distribución.

Clases de escribir:

Por la mañana:

  1. A primera hora de la mañana, corte de plumas y lecciones.
  2. A segunda hora escritura.
  3. Y a tercera gramática/ortografía, en días alternos.

Por la tarde, los miércoles y sábados, doctrina cristiana y las demás, urbanidad y buena conducta.

Finalmente, el siglo XX supondría una gran ruptura en todo lo concerniente a la educación. Así al menos parece intuir de las palabras del gran pedagogo Pestalozzi,“La ignorancia del pueblo es causa de todas las miserias, y es ésta una verdad tan grande que no hay argumentos para rebatirla. ¿Qué podemos esperar de un ignorante? Miserias y calamidades; un pueblo que no progresa, retrocede, y es un pueblo muerto, porque no se mueve y la vida sin movimiento no es vida”.

Como hemos visto, hasta la puesta en marcha de Rayas, en España venían empleándose métodos obsoletos para la enseñanza de la lectura y la escritura. La lectura se aprendía en grandes murales abecedarios y en catones con abecedarios de mayúsculas y minúsculas, con letra de imprenta.

Por su parte, la escritura era aprehendida con los manidos palotes y catones. El niño era obligado a memorizar y repetir las letras, sílabas y palabras, sin llegar a comprender su contenido. En definitiva, los arcaicos carteles y silabarios eran los principales enemigos del niño y su aprendizaje.

La puesta en marcha de Rayas, vendría a revolucionar por completo el sistema educativo infantil en general y, particularmente, el relacionado con la lecto-escritura.

Entremos ya a considerar el…

2.3.- Enfoque teórico y características técnicas.

“Tomemos una pluma mojada en tinta, o un lápiz convenientemente preparado y pasemos su punta sobre un papel. En éste quedará una señal: es una raya. Se pueden producir rayas diferentes: cortas, largas, rectas, curvas, en combinaciones y posiciones variadísimas. Algunos niños creerán que las rayas tienen escasa utilidad e importancia, pero no es así. Con rayas, convenientemente combinadas, se hacen las letras, con las letras se escriben las palabras, y las palabras escritas representan las palabras habladas. Las palabras habladas representan los pensamientos: por consiguiente, los pensamientos pueden representarse por medio de rayas (…)”

Así explicaba el autor la filosofía que le había inspirado el diseño de Rayas. Ni más ni menos que facilitar el aprendizaje de la expresión del pensamiento, de hacerlo ameno y atractivo, con la puesta en marcha de un método que, desde el punto de vista técnico, puede englobarse dentro de los modelos sintéticos

La principal novedad que introdujo, fue relacionar, por primera vez, de forma clara la lectura, la escritura y las primeras nociones gramaticales, con el objeto de acabar con la ilógica separación de las artes del lenguaje en la enseñanza.

El secreto del éxito radicaba en hacer del aprendizaje de la lectura y la escritura, casi un juego para el niño, pues estaba convencido el autor de que la causa de que muchos adultos no tocasen un libro, estribaba en que su sola presencia les recordaba el martirio de los silabarios y catones. Entendía, además, que la curiosidad de los niños es muy activa, cansándose ante lo que suponga adoptar una actitud pasiva, tal como la de escuchar.

El hecho de tener en cuenta este factor psíquico, fue otro de los pilares del éxito del método. Se pretendía liberar a los niños del penoso memorismo que suponía el aprendizaje mediante estos sistemas, haciéndolo más agradable a través de una fórmula elemental: “Enseñar al niño la lectura por medio de la escritura, le permite el ejercicio de su actividad material e intelectual, le convierte en voluntario colaborador de su enseñanza y estimula su actividad, obteniendo importantes beneficios educativos”.

En definitiva, Rayas se propuso desde el punto de vista pedagógico, eliminar el aburrimiento del niño y transformar en placer lo que antes era tortura. El maestro pasaba a ser una especie de encauzador del trabajo del niño. Desde el primer día los niños no hacían palotes sin sentido, sino que escribían letras, sílabas, palabras, frases y aprendían, como escribe Montaigne que a él le ocurrió, a escribir y a leer al mismo tiempo.

La primera página tenía sencillos dibujos con combinación de varios tipos de líneas, para que el alumno al copiarlos ejercitase la grafomotricidad y direccionalidad del trazo. Luego se comenzaba con la copia de letras a la vez que se aprendía a leerlas. En definitiva, se comenzaba con el trazo, para continuar con su interpretación.

Para mostrar el aval que el propio autor concedió a las ventajas que supondría el método RAYAS en relación con la enseñanza de la lectura y la escritura, valga un extracto del prólogo de la obra.

“El procedimiento de la escritura ofrece muchas y reconocidas ventajas sobre los demás empleados hasta el día en la enseñanza de la lectura.

En aquel procedimiento, el ejercicio manual templa la aridez que para el niño ofrece el trabajo puramente intelectual, memorista, de la enseñanza por los antiguas carteles y catones.

Permitiendo al niño el ejercicio de su actividad material e intelectual, le convierte en voluntario colaborador de su enseñanza, además de ejercitarse su actividad, se estimula ésta, produciendo beneficios incalculables en la obra general de su educación. La forma y combinaciones de lo que se hace, se conocen mejor y más pronto que las de lo que sólo se ve. Considerando la lectura como un conocimiento instrumental, en cuanto sirve después para adquirir otros, la lectura por la escritura proporciona al niño este conocimiento instrumental completo.

La enseñanza de la lectura, tal y como se practica en muchas escuelas, es árida y penosa para el niño; aplicando el procedimiento de la escritura a dicha enseñanza, creemos que ésta será más fácil y agradable: urge, por lo tanto, verificar resueltamente la innovación en todas las escuelas, y para ello se ha compuesto el método “Rayas”.

En él los tipos extraordinariamente llamados de imprenta quedan proscritos hasta que la enseñanza de este grado está al terminar, y no se alternan desde el principio con los manuscritos, porque esto constituiría un peligro de regresión y una causa de embarullamiento para el niño. Hay quien se asusta de que a los niños no se les dé a conocer desde luego los tipos de imprenta. Mayor motivo hay para asustarse de que no conozcan los manuscritos, raíz de donde han nacido los otros, sobre los que ofrecen en la enseñanza ventajas inmensas.

Hemos procurado, desenvolver, diluir, espaciar todo lo posible las dificultades de lectura, gráficas y ortográficas para que presentándose aisladas al niño, a éste le sea menos penoso vencerlas; de nada sirve aglomerar en un escaso número de lecciones todos los obstáculos; éstos no desaparecen, sino que se ocultan, y por ende se hacen más difíciles de vencer(…)”.

Incluía también unas…

2.4.- Pautas para su puesta en práctica.

En cada ejemplar, el autor reflejaba unas recomendaciones para poner en marcha el método, de modo que se facilitase la tarea a los maestros que decidiesen incorporarlo a sus escuelas:

“(…) Para usar el Método, conviene practicar tres clases de ejercicios: primero de escritura en la pizarra mural, segundo de lectura y tercero de escritura al dictado o copia.

El primero iniciará a los niños en el conocimiento de cada uno de los signos y artificios de la escritura; esta lección será colectiva, pero ejercitarán los niños uno por uno; la atención de todos se concentra así en lo que hace uno de ellos y en lo que el maestro explica o pregunta con motivo de lo que se va haciendo. Este ejercicio es el más eficaz y el que constituye el nervio de la enseñanza.

El segundo se practicará leyendo lo escrito en la pizarra y lo correspondiente del libro.

En el tercero, la copia alterna con la escritura al dictado para que los niños vayan dando forma un tanto regular a su letra: al principio sólo se exigirá que lo escrito pueda leerse. Más tarde se les estimulará a esmerarse cuanto puedan, pero sin ser nunca muy exigentes.

Si la necesidad de economizar tiempo obliga a ello, puede usarse el Método de otra manera. En la clase de escritura, cada niño copia, con su ejemplar del libro delante, la lección que se le haya indicado en la última corrección. Los niños se levantan y se acercan a la mesa del maestro por turno; el niño lee en el libro lo que ha escrito, que al mismo tiempo es corregido en el cuaderno por el maestro, quien hace las oportunas advertencias; es una doble corrección de lectura y escritura.

Si el niño debe pasar a otra lección, el maestro le indica cómo se forma la letra que haya nueva, si la hay, y le enseña a leer la lección, cuya clave puede darse con la lectura de dos o tres sílabas solamente.

Últimamente, si se quiere seguir la costumbre de enseñar la lectura sin el auxilio de la escritura, puede usarse también este Método con ventaja sobre los de tipos impresos, pues al menos se podrá contar con lo que el niño haga por su propia iniciativa, inducido a ello por la facilidad de imitar los tipos manuscritos. El paso de éstos a los impresos no ofrece mayores dificultades que el contrario”.

Como puede comprobarse, las pautas no tienen desperdicio. Plantean, incluso, un sistema de trabajo rápido, para aquellos maestros que no dispusiesen del tiempo suficiente para desarrollar su actividad, o bien el número de niños fuese tan elevado que no pudiera dedicarse solamente a la enseñanza de la lecto-escritura.

Confeccionado y planteado teóricamente el método, debía acometerse su…

3.- Edición y distribución.

En primer lugar trataremos la…

A.- Cesión de los derechos de autor.

Como ha quedado puesto de manifiesto, RAYAS fue diseñado entre 1.904 y 1.905 por Ángel Rodríguez Álvarez, e impulsado, editado, distribuido y propagado a partir de 1.905, por Agustín Sánchez Rodrigo.

En 1.904, el autor contactó epistolarmente desde las Palmas de Gran Canaria, con Agustín Sánchez, anunciándole el envío del manuscrito original de Rayas. Se habían planteado dudas entre su círculo de amistades sobre la posibilidad de que el método se impusiera a nivel nacional.

Sin embargo el editor no dudó ni un momento de que tal posibilidad se fuera a hacer realidad y se hizo cargo del original, sobre el que trabajaría inicialmente durante doce años, hasta que, por fin, la propiedad de Rayas le fue vendida por el autor en 1.917, mediante el correspondiente contrato, en el que, entre otras estipulaciones, se establecía: “si hacéis alguna modificación sustancial, que afecte al fondo de la obra, tendréis la obligación de indicarlo en la portada; de ella no desaparecerá jamás mi nombre como autor”(…)”, como así sucedió.

De esta forma se inician la…

B.- 1ª y 2ª ediciones. Nace una editorial.

Sin perder un ápice de tiempo, Agustín Sánchez comenzaría a poner en marcha la maquinaria precisa para garantizar el éxito en la puesta en marcha de Rayas.

Llegado que fue el editor a Madrid, la mayor dificultad fue encontrar un taller que tuviese el tipo de letra adecuado. Lo encontró en los talleres de Apalastegui, que tenía la imprenta en la calle Pozas nº 12 de la capital, con un amplio surtido de letras, entre ellas una muy clara, tipo inglesa, procedente de una fundición extranjera.

Impresor y editor llegaron a un acuerdo. Apalastegui se encargaría de tirar la primera edición. Cada página de galvano costaría 10 pts (0´06 E), pagándose los tipos aparte.

En 1.905 llegaron a la estación ferroviaria de de Mirabel las cajas con los tipos, los galvanos y los libro. A lomos de caballerías fueron trasladados a Serradilla. La primera edición se fue acabando, empleada casi toda en propaganda. Se hacía precisa una segunda edición del método.

Agotado hasta el último ejemplar y sin disposición económica, el editor convino con el impresor Estanislao Maestre que éste hiciese exclusivamente la impresión, corriendo él con el cortado y la encuadernación, ya en Serradilla, a medida que lo fuese necesitando. Para ello compró un manual de encuadernación y adquirió en la casa de J. Esteban, C/ del Hospital nº 12 de Barcelona, una guillotina de sobremesa movida a palanca, por 175 Pts. contra reembolsadas. Era el año 1.909.

Los primeros ejemplares de la segunda edición se enviaron a los maestros que lo habían solicitado previamente, por rigurosa lista. Los pliegos en rama se acababan, al igual que las posibilidades de encargar más a Maestre.

El editor contactó con un prestamista local, tras lo cual escribió a la casa Richard Gans de Madrid y encargó una minerva tamaño folio, movida a pedal, marca Diamante, que le costó 1.100 pts; la cuarta parte al contado y el resto en letras aceptadas de 125 Pts. La máquina llegó desguazada, sin montador ni instrucciones de montaje.

Con ello cerraba el ciclo completo de producción de ejemplares. La integridad del proyecto editorial se había consumado y quedaba en sus manos. Las demás ediciones saldrían de Serradilla y tras la guerra civil, de Plasencia.

A partir de 1.920/1.921, se incrementaron las ventas hasta el punto de ser preciso comprar una nueva minerva, marca Victoria Mercurio, por 5.200 pts, pagadas a plazos mensuales. Se hizo necesario ampliar el taller; las máquinas fueron trasladadas a un pabellón de nueva planta, construido ad hoc y se amplió la plantilla, que llegó a tener 17 operarios.

La editorial comienza entonces a ensanchar sus horizontes y acomete la publicación de libros de diversos autores. En la década de los treinta llegaría la definitiva consagración de Rayas. La editorial se trasladaría a Plasencia tras la guerra civil, para poder así garantizar la entrega de pedidos, aunque también siguieron funcionando las instalaciones de Serradilla.

Pero, sin duda, uno de los elementos claves del éxito, estuvo en la…

C.- Publicidad.

Si bien autor y editor estaban convencidos de que el método era bueno, también eran conscientes de que su extensión sólo vendría después de darlo suficientemente a conocer.

Por ello se inició pronto el elemento propagandístico. En 1.905, el editor envió un ejemplar del método a los inspectores de educación de toda España, a los centros oficiales, a los diarios más importantes…

Igualmente, mandó en concepto de depósito, sin plazo de tiempo, ejemplares a las librerías especializadas en material didáctico y esperó a que llegaran los primeros pedidos. La crítica elogió la obra, pero los maestros, desperdigados por toda la geografía nacional, lo desconocían; es más, aún conociéndolo, no sabían dónde adquirirlo.

El editor, que ya había invertido más de 50.000 pesetas en el empeño, seguía convencido de que la clave del éxito estaba en la propaganda, aunque se daba cuenta que enviar circulares resultaba costoso. Cada sobre de impresos necesitaba un céntimo de franqueo.

Entonces le asaltó una idea que llevaba tiempo madurando. Si fundaba un periódico, las suscripciones y anuncios sufragarían los gastos de publicación y podría reservar una página entera para hablar y hacer propaganda del método RAYAS. Como los periódicos se franqueaban con ¼ de céntimo, se podría intensificar la propaganda, ahorrándose, además, el sobre.

Agustín Sánchez ya no permanecía fiel al refrán “el buen paño en el arca se vende”. Serradilla estaba muy lejos de los principales centros de decisión y todos los reconocimientos y honores conseguidos en diez años por el método y el esfuerzo directo de envío de ejemplares a toda España no eran suficientes.

Ante los buenos augurios y escasos pedidos, se hacía necesario multiplicar la divulgación del mismo y esto no podía conseguirse más que fundando un periódico.

Surgió entonces EL CRONISTA, como soporte publicitario de Rayas, además de constituirse en el periódico local donde expresar inquietudes, avatares históricos o noticias cotidianas.

Con el tiempo se pondría en marcha un suplemento pedagógico titulado EDUCACIÓN Y ENSEÑANZA, dirigido a maestros y técnicos en educación.

Esta fue la presentación del suplemento:

“Se crea este suplemento para contribuir al progreso y la cultura de la región. Se dice que la base de la cultura es la escuela y el alma de la escuela es el maestro. Así mismo la ley limita a la escuela la acción del magisterio, sin que ello deba entenderse como prohibición de la labor fuera de este limitado ámbito.

El maestro competente y altruista, si es entusiasta de su labor más sentirá la necesidad de elevar el nivel cultural de nuestro pueblo como forma de lograr un ambiente favorable de ilustración y progreso. A medida que asciende este nivel, habrá mayor estima y aprecio para la escuela y para el maestro, que gozará plenamente de la consideración y respeto que siempre se merece.

A los maestros que así piensen ofrecemos las columnas de esta pequeña revista, que ellos sabrán hacer grande condensando en ella los detalles de su ciencia; haciendo ver al pueblo, que también saben los maestros instruir a esos niños grandes que se llaman hombres; que saben vulgarizar los importantes temas de las ciencias y allanar las dificultades de su estudio; dictar reglas prácticas y a la vez sencillas para la resolución y aplicación de multitud de problemas de evidente conveniencia y utilidad y, así mismo, sabrán mezclar entre las arideces de la técnica amenos trabajos literarios que aunque siempre con vistas a la educación, sirvan de recreo y esparcimiento al ánimo.

Se trata, pues, de un periódico donde el maestro, saliéndose de las cuatro paredes de la escuela, dando mayor importancia y esplendor a su tarea, demuestre a todos que no sólo sabe escribir sobre derechos ultrajados, promesas incumplidas, celos mal reprimidos y otras miserias de la lucha por la vida, que mezcladas con el fárrago de disposiciones oficiales y listas inconmensurables de nombres y apellidos, constituyen la prensa profesional de mayor circulación.

No abominamos de la tal prensa; muy al contrario, la creemos necesaria pues el maestro, como todo hombre, tiene sus intereses que conservar y defender.

También reconocemos la existencia de excelentes revistas al magisterio dedicadas, donde doctísimos colaboradores disertan con verdadera maestría sobre importantes y variados asuntos; pero siempre todos ellos son destinados al supuesto público del periódico, a los maestros.

Repetimos que nuestro deseo es que el magisterio se dirija al pueblo, que escriba páginas que éste busque con el afán de instruirse, que con avidez las lea con el placer de deleitarse.

Pero hay otra razón: el arma que no se limpia, el óxido la corroe, la máquina que no se usa, se empasta y entorpece, la gala que no se luce se apolilla; la inteligencia que se estanca en un villorrio y rutinariamente va amoldándose a pensar sólo en los intereses materiales, insensiblemente se embrutece, progresivamente va perdiendo el hábito de estudio, las buenas formas sociales y cuanto es el ser y esencia del hombre que teniendo un título académico, por dignidad y propia estimación está obligado a enaltecerle y honrarle con el constante ejercicio de su noble profesión, que le proporcionará el acrecentamiento de sus facultades, a más de relevante prestigio y legítima satisfacción.

Este es nuestro programa, y claro es que no cerrado en absoluto, pues como ya veis por este número, procuraremos dar la más cumplida información en cuanto a la provincia se refiere. Ahora vosotros tenéis la palabra y decid si mis proyectos os agradan; si estáis dispuestos a colaborar para que su realización sea un éxito verdadero, que honrándonos a todos también honre y dignifique a nuestra queridísima región”.

Con EDUCACIÓN Y ENSEÑANZA se remitía a los maestros una tarjeta de pedido para solicitar el envío gratuito de un ejemplar de la primera parte del método. Esta promoción consiguió el incremento paulatino de pedidos. La intensa propaganda comenzó a dar sus frutos a partir de 1.920/1.921. En cinco años las ventas se multiplicaron y el negocio comenzaba a florecer.

Estas son algunas de las consignas y eslóganes que sobre Rayas se insertaron en sus páginas:

  1. RAYAS: Es el mejor método de lectura por la escritura. Los pedidos al por mayor, diríjanse a EL CRONISTA.
  2. RAYAS, por D. Ángel Rodríguez Álvarez. Premiado en cuantas exposiciones se ha presentado.

Cartilla 1ª=0,05 pts; Cartilla 2ª=0,10; Cartilla 3ª=0,10. Primera parte. (Las tres cartillas juntas en un volumen encartonado)=0,40. Segunda parte=0,50. Tercera parte=0,50. El método completo = 1 peseta.

Comenzaba a fraguarse un buen sistema de…

D.- Distribución y expansión geográfica.

El primer pedido en firme llegó, nada menos, de la provincia de Gerona. El total, nueve pesetas.

En 1.917, “RAYAS” se vendía en Barcelona, librería de José Ferriols Amant-Boqueria, 36, siendo enorme el número de Maestro que habían adoptado el excelente método de lectura por la escritura, convencidos de que este libro era insustituible, por ser el único método racional y práctico para la enseñanza de la lectura por la escritura.

Por ello se instaba a los libreros de las poblaciones de importancia donde aún no había corresponsales, a presentar proposiciones, con buenas referencias, comprometiéndose la editorial a enviar nota de las condiciones establecidas para la venta de todas las obras publicadas por la misma.

A partir de los años 20 y 30 fueron consolidándose los pedidos con una progresión imparable. Las cartillas Rayas fueron extendiéndose por las escuelas de España y en años posteriores llegaron a los países de habla hispana, siguiendo esta progresión:

Año Ejemplares
1936 469.774
1940 914.493
1942 1.000.000
1945 1.250.078
1950 1.500.000
1962 2.000.000
1963 2.023.597

El método alcanzó gran popularidad. En 1.975, según testimonio oral del distribuidor extremeño de libros de texto, Ángel Arias Muñoz, se vendió el número 40.000.000, lo cual iba comunicado en una etiqueta adjunta.

Hasta 1.975, fecha de su retirada definitiva, se venderían más de 50 millones de ejemplares en España, Hispanoamérica, algunos países europeos y Australia.

También tuvo sus plagios. Muchas editoriales imitaron el método sacando a la luz materiales semejantes. Y hubo ediciones pirata, sobre todo en la América de habla hispana.

Con el tiempo comenzarían a llegar los…

4.- Reconocimientos.

Estos son algunos artículos periodísticos que se hicieron eco del método:

“El ilustrado Profesor D. Ángel Rodríguez Álvarez ha publicado una obra titulada RAYAS, que viene a resolver el gran problema de la verdadera enseñanza de la lectura por la escritura.

Esta obra, considerada de gran utilidad para los profesores de instrucción primaria, merece ser estudiada detenidamente por aquéllos, pues es innegable que en ella plantea su autor una trascendental cuestión pedagógica, de la que se carecía totalmente en España.

Este nuevo método de enseñanza de la lectura por la escritura viene a romper el rutinarismo de otros autores, HACIENDO DESAPARECER DE LAS ESCUELAS los monótonos carteles, cartillas, catones y la escritura de palotes y perfiles…Un libro utilísimo al par que económico acaba de publicarse.

RAYAS se titula; su autor, rompiendo con los antiguos y rutinarios moldes, indica nuevos derroteros con respecto a la enseñanza primaria. Con su método, HUELGAN POR COMPLETO todos los procedimientos usados hasta aquí.

Es infinitamente superior a algunos publicados con anterioridad, por la sencilla razón que todos pueden considerarse como débiles ensayos, INSUFICIENTES A TODAS LUCES, a resolver el propósito que debe perseguirse.

Heraldo de Cádiz.

Incluso en nuestros días siguen apareciendo sentidas referencias:

“A modo de prólogo permítaseme esta licencia, tal vez poco ortodoxa, como homenaje y agradecimiento a la editorial y al autor del método y de los libros en los que aprendí a leer y escribir. Y como yo, millones de niños repartidos por los países de habla hispana, que descubrimos de esta manera la a de abanico, la e de elefante, la i de iglesia, la o de ojo y la u de uvas para, desde tan elemental conocimiento, introducirnos de forma sencilla en un mundo maravilloso de signos y símbolos, cuyos arcanos fuimos poco a poco descifrando.

Pero además, la obra que aborde el tema de la primera enseñanza en Extremadura no puede, a mi entender, pasar por alto, aunque sea a vuela pluma y fuera del contexto general, una de las realizaciones extremeñas más universalmente difundidas, fruto de la iniciativa y el tesón del reducidísimo grupo de personas que hicieron posible en condiciones sociales, económicas y técnicas extremadamente adversas, el método de lecto-escritura RAYAS, que de ello y no de otra cosa estamos hablando.

La convergencia de esfuerzos por parte de dos extremeños, naturales de la localidad cacereña de Serradilla, hizo posible, hacia 1.905, el nacimiento de tal método, (…) uno de esto hombre fue el inquieto, polifacético y aventurado Agustín Sánchez Rodrigo, que puso en tal empresa algo más que trabajo personal. El otro, su autor, el maestro Ángel Rodríguez Álvarez. A su creación le pusieron el nombre de RAYAS porque pretendían, según ellos mismos cuentan, enseñar a trazar y combinar las rayas para formar las letras, con ésta escribir palabras y representar el pensamiento con las palabras así obtenidas.(…) La iniciativa surgida en Serradilla y perfeccionada con los años en los talleres de Plasencia, fue algo más que un sueño”. Así lo refleja Fco. Javier Rodillo Cordero en su obra “Datos para la Historia Escolar de Extremadura”, en 1998.

En su época llegó, incluso, a servir de inspiración a los poetas locales:

Fuiste mi primer amor,
tú me enseñaste a querer;
más se aprende por el Rayas
porque se aprende a leer.

Tiene en maestros de niños
talentos que mucho valen:
el autor del libro Rayas,
don Ángel Rodríguez Álvarez.

También llegarían los…

Premios y condecoraciones.

Entre otros podemos destacar:

En 1.905 la Declaración de utilidad para la enseñanza por Real Orden de 5 de junio. También fue elogiado por Alfonso XIII y consiguió medalla de Bronce en la exposición de Bilbao.

En 1.906, la R.O. de 8 de junio aparecida en la Gaceta de Madrid, se recogía que “(…) S.M. el Rey, de conformidad con lo informado por la sección primera del Consejo de Instrucción Pública, ha tenido a bien declarar útil para servir de texto en las escuelas de primera enseñanza el libro Rayas, novísimo método de la lectura por la escritura (…)”

En 1.908 obtuvo Medalla de Plata en la exposición Hispano Francesa de Zaragoza. El gobierno otorgó al editor medalla de plata de los sitios de Zaragoza, por el mérito de la obra.

En 1.909 logró la segunda medalla en la exposición regional de Santiago de Compostela.

El mismo año, cuando SAR D. Juan de Borbón, Príncipe de Asturias, tenía la edad adecuada, el editor envió una carta al Rey, obsequiándole con un ejemplar del método, para que fuese empleado en la enseñanza del Príncipe. La Casa Real contestó: “Muy Sr. Mío y de mi consideración: de orden de S.M. el Rey tengo la honra de dar a Vd. las gracias más expresivas por el ejemplar del método de la lectura por la escritura “Rayas” que remitía usted para SAR el Príncipe de Asturias y que el Augusto Señor se ha dignado aceptar, haciendo a favor de Vd. una excepción a la regla general de no aceptar regalos de particulares” Emilio María de Torres (rubricado).

También consiguió la Segunda medalla en la Exposición de la Infancia de Madrid.

En 1.910 se hizo con Medalla de oro en el concurso de libros de texto celebrado en Quito, Ecuador, lo que le abriría la puerta al mercado de los países americanos de habla hispana.

Por R.O., el Gobierno dispuso adquirir 200 ejemplares para las bibliotecas tipo, previo informe favorable del Consejo de Instrucción Pública y la Junta Consultiva de Bibliotecas, Archivos y Museos.

También sumó Medalla de plata en la Exposición de Valencia.

En 1.929 consiguió Medalla de plata en la exposición Internacional de Barcelona, Diploma de honor en la exposición iberoamericana de Sevilla y Diploma de Honor en el “Concurso-Feria” que se celebró en Barcelona.

Finalmente, en 1.934 mediante R.D. fue aprobado como libro de texto para la enseñanza.

Y como no podía ser de otra forma, en torno a la gran obra, se generó…

5.- La polémica.

A finales de los años sesenta y primeros setenta, surgió la polémica sobre la autoría del método de la lectura por la escritura RAYAS, a raíz de la publicación del libro “Sin Raíces”, por parte de Víctor Chamorro.

Se trata de una biografía novelada sobre Agustín Sánchez Rodrigo, redactada por encargo de su hijo Sixto Sánchez. En sus páginas se asegura que “(…) Celestino Vega llegó a afirmar que la idea fue de Agustín Sánchez, quien acudió a Ángel Rodríguez buscando su asesoramiento como pedagogo y dándole la idea para que él la desarrollase desde el punto de vista técnico, así como para que la confeccionase caligráficamente. Estamos convencidos que Agustín participó activamente en la invención del método RAYAS. ¿Fue sólo abra suya? ¿Fue en colaboración con Ángel? ¿Aportó él la idea y Ángel la llevó a la práctica? Esto es lo que afirma Celestino Vega, hombre objetivo y equilibrado, pese al enorme fervor con que trata todo lo que se relaciona con Agustín, al que siempre consideró su querido maestro (…)”.

Tras la publicación del libro, dos sobrinos de Ángel Rodríguez Álvarez, Raimundo y Alfonso Rodríguez Rebollo, hijos de su hermano Raimundo, escribieron en el diario ABC de Madrid un artículo titulado “Sobre el método Rayas”. Corría el año 1.971. El mismo artículo fue transcrito íntegramente en el diario HOY de Badajoz el día 23 de febrero del mismo año, con el título “Rayas”. Con él trataban de rebatirse los argumentos aportados por Víctor Chamorro, a base de aportar estos otros puntos de vista:

“(…) el autor de aquel método fue Don Ángel Rodríguez Álvarez, serradillano como el editor, de quien era amigo y maestro nacional, que lo concibió basado en su cultura pedagógica, lo escribió, experimentó y sometió a comprobación fraterna(…)el libro del biógrafo de referencia, según propia confesión, es una biografía novelada y esto permite ciertas licencias en su desarrollo e interpretación del personaje, siendo, a veces, difícil conocer dónde comienza la historia y dónde termina la ficción. Pero cuando se hace referencia (…) a personas que vivieron, debe el biógrafo, si es riguroso historiador, hacer historia y no deshacerla. (…).

(…) forzado a atribuirlo oficialmente a Ángel Rodríguez Álvarez, que lo firmó, transcribe manifestaciones de persona ya fallecida que, aún suponiendo las hiciera, sólo pudo exponer una opinión personal, sin valor de testimonio histórico, pues apenas si había nacido cuando se elaboraba el Rayas.(…) y puesto ya en la pendiente donde tan fácil es el desliz irresponsable, cuando se entrevista al biógrafo o se hace publicidad de su libro(…) al referirse al editor de Rayas, se habla de “su” método y se silencia al autor(…) llegando a decir que el editor lo inventó(…)

(…) Todas estas consideraciones y algunas más se las hemos dirigido privadamente al biógrafo, proponiéndole una rectificación pública del error (…). Como la contestación no ha sido la adecuada y justa, aunque nos consta que la auténtica paternidad del método “Rayas” es reconocida por numerosas personas responsables y tan indiscutible, que jamás se dudó de ella hasta la ocasión presente, porque esta obra sólo pudo ser realizada por un pedagogo y esto fue su autor durante toda una vida dedicada a la enseñanza primaria; ante la interrogante lanzada en la biografía del editor, nos sentimos obligados a restablecer la rigurosa legitimidad de la creación de Rayas(…).La propiedad de Rayas fue vendida en 1.917 por el autor al editor, tras una serie de forcejeos y regateos epistolares, que (…)son suficientemente demostrativos del reconocimiento expreso por parte del editor sobre la propiedad intelectual del autor(…).

(…) La biografía del editor de Rayas, a quien nosotros estimamos por propios y legítimos méritos, ha sido escrita por encargo (…) de un hijo del biografiado (…). Siendo importante por figurar en letra impresa, lo sería menos si no hubiera constituido el punto de partida de pretendidas revisiones y reivindicaciones a favor de la persona del editor, que por su función y muchos méritos más de su vida, debe ser justamente tratado(…) su editorial con el Rayas se engrandeció(…)”.

La polémica quedaría acallada, una vez puesto de manifiesto que la autoría del método era de Ángel Rodríguez Álvarez, a la vez que se alababa el esfuerzo del editor para sacarlo adelante.

Sin embargo, volvió a resurgir en 1.985 al publicarse en el diario EXTREMADURA de Cáceres del día 20 de julio, un artículo titulado “El método Rayas cumple 80 años”, sin firma de autor, en el que nuevamente se atribuye la autoría del método a Agustín Sánchez Rodrigo, por eso de la no contrastación de datos antes de la publicación de un artículo periodístico.

La revista local serradillana A.J.S. lo transcribió íntegramente en sus páginas, entre cuyas líneas podía leerse: «(…) aunque (…) el invento Rayas fuera firmado por el maestro y amigo de Agustín, Ángel Rodríguez Álvarez, todo parece indicar que la idea original partió del primero (…)”. Como era de esperar, hubo pronta contestación.

En esta ocasión de la mano de Mª Victoria Mateos Rodríguez, familiar del verdadero autor del método: “(…) ¿cómo se atreven a(…) afirmar lo que no es verdad?(…) Es(…) delito querer usurpar el derecho de paternidad al verdadero autor de Rayas, Ángel Rodríguez Álvarez(…) tenemos cartas, el contrato de cesión de los derechos, en una de cuyas cláusulas se establece: “si hacéis alguna modificación sustancial, que afecte al fondo de la obra, tendréis la obligación de indicarlo en la portada; de ella no desaparecerá jamás mi nombre como autor”(…)”.

Como quiera que en ninguna de las portadas de las sucesivas ediciones, se hizo constar la introducción de modificaciones sustanciales y en todas ellas se ha reflejado que el autor fue Ángel Rodríguez Álvarez, parece claro que la polémica, además de estéril, fue provocada artificialmente, sin saber muy bien en defensa de qué intereses.

Queda, pues, demostrado claramente, que el autor de RAYAS fue el maestro serradillano Ángel Rodríguez Álvarez, así como que la obra, además de suponer un espectacular avance metodológico, contribuyó desde Serradilla, desde Extremadura a innovar el obsoleto panorama didáctico y pedagógico hispanoamericano.

Quede, pues, constancia de ello en estos coloquios, para conocimiento de toda Extremadura.


NOTAS:

[1] CURIO O´XILLO (Pseudónimo). “Mirador: Crónica”, en Revista Literaria ALCÁNTARA. Año X. Número 84-85-86, octubre, noviembre, diciembre. Cáceres, Diputación Provincial, 1.954. pág. 101.

[2] CURIO O´XILLO (Pseudónimo). “Mirador: Crónica”, en Revista Literaria ALCÁNTARA. Año XI. Número 87-88-89, enero-febrero-marzo. Cáceres, Diputación Provincial, 1.955. pág. 84.

Oct 012002
 

Jesús Barbero Mateos.

Maestro

El comienzo del siglo XIX, supuso la llegada de nuevos tiempos para la educación. La agitación finisecular en la Francia dieciochesca no tardaría en repercutir en nuestro país, al trasladarse aquí su nuevo planteamiento político y un renovado ideario social.

Sería la educación uno de los pilares fundamentales de la Constitución de 1.812, al asumir la clase política el asunto educativo como uno de los principales elementos que atender, dada su contribución como garante del desarrollo del país. Todo ello, en los momentos de apertura de nuevas perspectivas tras la definitiva caída del denominado Antiguo Régimen.

En su título XI la novedosa Norma Fundamental consideraba que “(…) el estado, no menos que soldados que la defiendan, necesita de ciudadanos que ilustren la nación (…), así que uno de los primeros cuidados que deben ocupar a los representantes de un pueblo grande y generoso es la educación pública (…)”.[1]

Así mismo, “(…) en todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de Primeras Letras (…)”[2], de forma que “(…) el plan general de enseñanza será uniforme en todo el Reino (…)”[3] La precedente desiderata fue desarrollada por el Reglamento General de Instrucción Pública, aprobado el día 29 de junio de 1.821, así como en el Plan y Reglamento de Escuelas de Primeras Letras de 1.825.[4]

Esta declaración inicial de intenciones era muy alentadora, aunque lo cierto es que no puede, ni conviene desligar la educación del contexto social en el que circunscribe. La Extremadura de la época no estaba para demandas espirituales como la educación, pues era “(…) acaso la provincia más atrasada de España (…), resumida la poca riqueza en unos cuantos señores capitalistas (…)”[5] Por su parte, “(…) los pobres jornaleros ganan su vida, o mejor decir la pierden en sus afanes (…)”[6], a decir de Madoz.

En todo caso, exiguo fue el provecho obtenido por esta tierra. Tan sólo algunos periodos de gobierno liberal aportaron nueva savia a la región, transmitiendo su entusiasmo cultural y tratando de imprimir un notable impulso a la educación. El planteamiento se apoyaba en la necesidad de instruir a la población, como forma de cambiar las obsoletas estructuras sociales, como remedio al escandaloso y persistente analfabetismo. La solución: generalizar la enseñanza en todas las poblaciones.

La reacción a estos planteamientos no se haría esperar, los conservadores seguirían imponiendo sus criterios, cuando el también extremeño Bravo Murillo afirmaba “(…) lo que se necesitan son bueyes que aren y no obreros que estudien (…)”[7]

El verdadero acontecimiento normativo del siglo se debió a Claudio Moyano. De su mano se aprobó la denominada desde entonces “Ley Moyano”, el día 9 de septiembre de 1.857. Sus bases vendrían a regir la enseñanza en España durante más de un siglo. Hasta la ley General de Educación de 1.970. A partir de aquí se irían sucediendo sucesivas modificaciones y matizaciones de la norma hasta finales de la centuria.

Por nuestra parte vamos a considerar las circunstancias relativas a los maestros y maestras que debieron construir el día a día de la educación en una pequeña villa del norte de Extremadura, a lo largo del siglo XIX: Serradilla. En el siglo XVIII, el primer maestro de la escuela de niños de Serradilla fue Simón Herrero, natural de Villa del Campo, en el obispado de Coria. Se confirmó su nombramiento en 1.736 por Fr. Francisco, Obispo de Plasencia, a través de su secretario, Juan Benito de Echeberría.

Ninguna noticia volvemos a tener de la persona que ocupó el puesto, hasta que en 1.752 se afirmaba en la respuesta a la cuestión 32 del Catastro de Ensenada, que el Maestro de Primeras y Segundas Letras era Antonio González Rosado, y el Preceptor de Gramática, Francisco Sánchez Torres. Finalmente, en 1791 aclara el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura que el maestro de primeras letras era Gregorio Arroyos. Pues bien, ya iniciado el siglo XIX asumió el puesto de maestro José Gil Díaz, natural de la vecina villa de Mirabel: “(…)D. José Gil(…) entró(…) el año 23(…)”[8]apunta Agustín Sánchez Rodrigo.

Por lo tanto, desde Gregorio Arroyos hasta José Gil Díaz, hay un periodo de 32 años que, en gran medida, debió estar cubierto por el primero, aunque es poco probable que ambos se dieran el relevo, a tenor del tiempo transcurrido. En medio de los dos maestros debió ejercer otro profesional, cuya referencia nos es desconocida.

A partir de este momento y hasta finales del siglo XIX, tenemos documentados a casi todos los maestros que ejercieron en Serradilla, así como a un considerable número de maestras, a pesar de la escasez documental con la que nos hemos topado respecto de ese periodo.

El primer maestro de la centuria en la escuela de niños de la villa, fue José Gil Díaz, a quien vino a relevar Antonio Blasco, que ya era el maestro en la década de los años cuarenta. Así se desprende de las diligencias de un juicio obrantes en el archivo del Juzgado de Paz. El contencioso se originó por su propia profesión. Cuando Juan Morales “Cabrerín”, guerrillero carlista recluido en el penal de Alhucemas, escribió a su hermano desde el penal de Alhucemas, para indicarle donde se hallaban escondidos algunos botines de guerra. Gabriel Morales llevó la misiva al maestro para que se la leyera. Antonio Blasco, sin embargo, retuvo los datos de la ubicación de los guardos y, pasado un tiempo, él mismo los buscó y halló, enterándose la familia del guerrillero.

La pista vino dada por la rápida subida económica del maestro, en los tiempos en que regía cabalmente el dicho “pasas más hambre que un maestro de escuela”.Gabriel atacó al maestro, que le denunció por un delito de agresión. Ocurrieron los hechos mediada la década de los años cuarenta. El maestro seguía en su puesto en el curso 1.860/61[9] y en el correspondiente a los años 1.871/72[10].

Éste dio paso a Juan Cano y Cuadrado, que ya regentaba la escuela de niños de Serradilla en el curso 1.873/74[11] y seguía en ella en 1.875/76. Así lo hace constar Víctor Chamorro: “(…) En 1.870 nace Agustín Sánchez (…) A los cinco años me pusieron mis padres la cartilla en la mano (…)[12] y me llevaron a la escuela del tío Cano (…)”[13].

Debió permanecer en su puesto hasta 1.885, momento en el que nos encontramos con que fue nombrado maestro de la escuela D. Quintín Polo Luceño. El título de nombramiento lo firmó el Rector de la Universidad Literaria de Salamanca el 17 de junio de 1.885.

Estos son los maestros de niños que hemos podido documentar, de los que ejercieron a lo largo de la centuria. El ejercicio profesional de cada uno de ellos se dilató, por término medio, unos veinte años.

En el desarrollo de sus funciones, los maestros podían ser auxiliados por personas sin formación, aunque con grandes dosis de voluntad y determinadas aptitudes: losauxiliares.

Sabemos que en Serradilla uno de los auxiliares de José Gil, fue Francisco Félix Sanz, además del propio hijo del maestro: “(…)ocurrió que en 1.826 estaba ausente D. José Gil, quedando al frente de la escuela al vecino de esta villa, Francisco Félix Sanz, ayudado por el hijo del maestro, de doce años de edad, Antonio Gil Pacheco(…)”[14].

Por su parte, en el último cuarto del siglo, la situación se mantuvo respecto de la ayuda no profesional al docente: “(…) Vicente el Sacristán (…) tuvo mucho tiempo escuela de párvulos y de adultos por las noches en invierno. Esto le daba capacidad para regir la escuela pública en las ausencias del maestro Cano (…)”[15].

Esta figura del auxiliar, inicialmente sin regulación, fue tomando cuerpo en la legislación educativa, a medida que avanzaba el siglo. Así tenemos el R.D. de 10 de junio de 1.868 que aprobaba el reglamento de las escuelas, en el que se establecía “(…) cuando los maestros (…) no se encarguen por cualquier motivo justificado de la escuela de adultos, se encomendarán a otra persona de notoria moralidad e instrucción, a juicio de las Juntas (…)”[16].

Ya a finales de siglo estos auxiliares dispondrían de su propio reglamento[17], y precisaban de una adecuada formación. De hecho a lo largo del curso 1.874/75, en Serradilla había “(…) maestros, maestras y auxiliares (…) Juan Cano y Cuadrado, Inés Granados y Marceliana Gallardo (…)”[18]. Sin embargo, en 1.897 la normativa vino a eliminar la figura del auxiliar o ayudante[19], para disgusto de los maestros y maestras de la época.

Acerca de las maestras, la documentación existente y la información disponible es mucho más escasa que la habida para sus colegas. La primera referencia fehaciente se concreta en la docente María Garrido y Llanos, que “(…) En 7 de octubre de 1.868 fue destituida de su escuela, la que tenía en propiedad hacía trece años (…)”[20].

Como vemos, María Garrido había tomado posesión de la escuela de niñas de Serradilla en 1.855, seguía ejerciendo en el curso 1.860/61[21], y se mantuvo en ella durante trece años, hasta que, finalmente, fue destituida del puesto a raíz de la revolución de 1.868, como después analizaremos más detallada y ampliamente. Su puesto fue ocupado desde entonces por una maestra interina, Inés Granado[22], que estuvo al frente de la escuela desde la destitución de María Garrido, y hasta más allá de la incorporación de la nueva maestra definitiva, cuya escuela había permutado por la de Villa del Campo.

Así se desprende de la información recogida en la relación de adeudos a los maestros y maestras hasta 1º de abril de 1.874, obrante en el archivo municipal de Serradilla. En la misma aparece Inés Granado, y en la que se refiere a las fechas que van desde 1º de abril de 1.874 hasta el 31 de diciembre de 1.875, aparecen, la propia Inés Garrido y Marceliana Gallardo[23].

La identidad de la maestra que había permutado la escuela con María Garrido en 1.874, aparece en un documento en el que se afirma “(…) el 30 de noviembre de 1.874(…) tomó posesión de esta escuela de la de Villa del Campo María Garrido, por permuta de su escuela en Serradilla con Doña Marceliana Gallardo (…)”.[24] Desempeñó su puesto a lo largo de 6 años, hasta que el Rector de la Universidad literaria de Salamanca, tuvo “(…) a bien nombrar (…) a Doña María Galindo (…) maestra en propiedad de la escuela de primera enseñanza elemental completa de niñas de Serradilla (…) el 19 de enero de 1.880(…)”.[25]

Ejerció sus funciones hasta que “(…) Rosario Marchante Lora (…) por oposición, a los 21 años obtuvo esta escuela el 18 de julio de 1.895(…)”.[26]

En definitiva, hemos venido a documentar el ejercicio profesional de cinco maestras en Serradilla, con las fechas de su desempeño del puesto docente. Pero además, consta que otra profesional ejerció el magisterio en la villa por los mismos años, pudiéndose determinar las fechas de posesión y cese. Aunque el documento en el que aparece su nombre está sin fechar, por los materiales que en él se describen, su permanencia en Serradilla corrió paralela o simultánea a la de las maestras ya descritas. Se trata de Petra Becerra, quien realizó un “(…) inventario de los enseres que existen (…) en esta escuela (…) que lo es de su propiedad (…) y de los que se hace cargo (…)”.[27]

Teniendo en cuenta que la documentación manejada da comienzo a partir de 1.855, puede establecerse que, de media, estuvieron siete años y medio en su puesto. Un dato relevante si tenemos en cuenta que la media de ejercicio de los maestros triplicaba, prácticamente esta cifra.

De todas formas, hay una coincidencia que nos ha llamado la atención y que afecta por igual a los maestros y a las maestras. Desde la fundación de la primera escuela de niños en 1.734 ¿cuál es la causa de que ningún maestro ni ninguna maestra, de los que ejercieron en la escuela serradillana hasta finales del siglo XIX fuese natural de la villa?

Encontramos una respuesta clara y contundente: “(…) Las palabras “ricos y pobres”, en la acepción que aquí se las da, para diferenciar las clases sociales, no significa más o menos capital; se emplean como sinónimo de nobles y plebeyos. Aquí aún no se ha dado carta de naturaleza a la moderna burguesía (…) La ejecutoria más estimable es la de ser labrador, con exclusión de toda otra profesión u oficio. Únicamente no se desdora un serradillano dejando de ser labrador, si es rico y estudia una carrera distinguida como ingeniero, abogado, médico, etc. Los que estudian carreras más inferiores (…) son duramente vituperados y hasta despreciados en muchas importantes ocasiones.

Consecuencia lógica de lo expuesto es que aquí todos éstos son forasteros (…) Sería una indignidad para un serradillano ejercer estos oficios, aunque supiera enriquecerse; primero se muere de hambre y de vergüenza en un mísero rincón (…)”.[28]

Ante estas aseveraciones sobra todo comentario. La descripción y el análisis que apunta Agustín Sánchez, dejan suficientemente claras las razones que llevaron a que ningún serradillano ejerciese durante este amplio periodo de tiempo, como maestro de su pueblo. Con el paso del tiempo cambiarían radicalmente estos planteamientos.

En otro orden de cosas, conviene considerar la formación recibida por los profesionales de la docencia. Durante el siglo XVIII y gran parte del XIX, ésta había sido ciertamente heterogénea. Sería a partir de las primeras consideraciones legislativas, cuando comiencen a establecer, por un lado criterios uniformes, y por otro, instituciones dedicadas específicamente a su formación.

En 1.838 se creó la Escuela Normal Central de Maestros en Madrid, y poco después, en 1.842, en Cáceres. El objetivo perseguido con la implantación de estos centros de formación era claro: asegurar que en el ejercicio de la docencia se pusiera de manifiesto una determinada calidad, a la vez que se homogeneizaran los criterios de formación básica.

Durante años los criterios de acceso a las escuelas habían sido establecidos por las Juntas Locales de Primera Enseñanza, que adjudicaban las plazas “(…) formando parte de los tribunales más de un analfabeto. El criterio seguido se acercaba más a la amistad y buena consideración de los aspirantes, que a su preparación académica y didáctico – pedagógica (…)”.[29]Aunque tarde, en 1.888 se aprobó un Reglamento para la provisión de escuelas públicas, mediante el que se garantizaba que «(…) las plazas vacantes de maestro (…) serán provistas (…) por los turnos de oposición y concurso (…)”.[30]

En cuanto al sueldo que percibían los maestros y maestras, podemos decir que estaba en función de la clase de escuela en la que desarrollaban su labor. A su vez, esta categoría venía dada por el vecindario de cada población. A decir de los datos aportados hasta ahora (en el último quinto del siglo, tanto la escuela de niños como la de niñas eran completas), no debieron ser las escuelas de Serradilla de las de menor entidad. No obstante, el salario de maestros y maestras era netamente diferente, a favor de los primeros. También en Serradilla queda esto demostrado. Mientras la maestra María Galindo fue nombrada “(…) con el sueldo de quinientas cincuenta pesetas y cincuenta céntimos (…) en 1.880(…)”[31], el maestro Quintín Polo Luceño lo fue “(…) con el sueldo de ochocientas veinticinco pesetas (…) en 1.885(…)”.[32]

Además de ello, el gasto total destinado a la escuela de Serradilla, ascendía a 6.735 pesetas por curso en el último cuarto de siglo, de las que 5.338 pesetas se dedicaban a pagar al maestro, a la/s maestra/s y al/los auxiliares, mientras que las 1.397 pesetas restantes, eran empleadas en la compra de material y mantenimiento de los locales. Si no existe error en los documentos consultados, podemos afirmar que la cantidad de dinero aplicado a la educación de los niños y niñas de Serradilla, superaba ampliamente a la que se dedicaba para el mismo fin en la mayor parte de las localidades extremeñas de la época.

Pero como decíamos al principio, hubo momentos muy amargos en relación con la educación y sus profesionales a lo largo de la centuria. Las circunstancias socio – políticas vinieron a ennegrecer el panorama escolar, en momentos de incertidumbre y violencia. He aquí un caso claro.

La depuración de una maestra.

Tras la grave crisis financiera de 1.866 y la calamitosa crisis de subsistencias del mismo año, la sociedad española se planteó cambios radicales en el régimen político y el orden social.

En esta tesitura estallaba en 1.868 “La Gloriosa”, revolución que vino a imponer las libertades democráticas, consiguiendo un sustantivo avance de la educación y la cultura. Trastocó las instituciones existentes a partir de la formación de Juntas Revolucionarias en todo el territorio nacional. También en Serradilla se constituyó la Junta Revolucionaria Local. Una de las primeras medidas que adoptaron sus miembros, sin que hayamos podido averiguar las causas que a ella desembocaron, fue el cese fulminante de la maestra de niñas, María Garrido y Llanos, que lo era de esta escuela desde 1.855.

Conocemos del asunto a través de una solicitud de amparo que la maestra dirigió al Director General de Instrucción Pública desde su nuevo destino: “(…) Ilmo. Señor Director de Instrucción Pública. Doña María Garrido y Llanos, profesora de Instrucción Primaria, titular de la escuela de niñas de Villa del Campo(…), manifiesta que agotados(…) los recursos(…) en demanda para que se le pague la dotación que la señala la Ley(…) se ve en la necesidad de acudir a (…) V.I., buscando justicia(…) Quiero que(…) se entere minuciosamente(…) de lo sufrido desde la revolución del sesenta y ocho(…)”[33].

Sobre las causas del cese nada se aclara en este documento, aunque si sabemos que “(…) fue destituida(…) por medio de un simple oficio en el que nada se alega, dirigido por la Junta Revolucionaria de aquel pueblo llamado Serradilla, en la provincia de Cáceres(…)”[34]. Sin embargo la maestra consideró que la destitución había sido sin justa causa y de dudosa legalidad. Inició un proceso legal para poder cobrar los emolumentos que el ayuntamiento le debía; proceso que se dilataría notablemente en el tiempo.

Sus demandas fueron estimadas como justas “(…) ordenando el Sr. Gobernador la reposición de la misma en dos de diciembre de 1.869(…)”[35]. Los regidores serradillanos no estaban dispuestos a dar marcha atrás en la decisión que habían tomado y “(…) formaron un expediente villano, injusto y calumnioso (…)”[36] para justificar su actitud.

Por su parte la maestra, visto que pasaron muchos meses y aún años y aquella cuestión no se fallaba, acudió a la Dirección General en busca de apoyo. Así ocurrió. La Dirección General estimó sus planteamientos y “(…) en 13 de enero del 73 se dignó dar o expedir un Real Decreto, mandando que pague el Alcalde de Serradilla a la maestra (…) María Garrido y Llanos todos sus haberes de su propio pecunio, por desobediente (…)”[37].

El Alcalde, lejos de amedrentarse, siguió en sus trece y “(…) como éste tuviera algún empeño, para él no bastaron varias órdenes ni circulares, ni Reales Decretos (…)”[38]. Las instancias superiores se mantuvieron, igualmente, en su postura y, finalmente, al primer edil no le quedó otra salida que buscar una solución al conflicto: “(…)Pero visto que ya la Junta provincial no le dejaba, amonestándole que cumpliera con lo mandado en la Real Orden, también le advertía; como no hizo caso tampoco de esta Orden dirigida en 29 de abril de 1.873, otra en quince de julio para lo mismo, y ahora, viendo ya que le sacaba el tanto de culpa, llamó a la exponente, ofreciéndola la mitad de su haber(…)”[39].

Esta determinación hizo que la maestra ganase confianza en la defensa de sus planteamientos, y no se diera por satisfecha con la oferta que se le proponía: “(…) pero como éste ascendía a 3.950 pesetas, parecía mal a la que habla perder aquella suma (…)”[40]. Y es que parece ser que en el ayuntamiento de la villa“(…) se valieron de una infamia, extendiendo un acta en la que dicen “se le entregaron dos mil pesetas y que perdone lo demás (…)”[41].

La depauperada situación económica de María Garrido, no le dejó otra salida que firmar en documento con esa condición: “(…) así se firmó porque ya la necesidad era mayor que otras veces, con que (…) dejó de percibir la pobre maestra 1.950 pesetas (…)”[42]. En su exposición al Director General, la docente seguía argumentando el impago de cantidades debidas: “(…) Hay más (…) ajustó aquel señor Alcalde la cuenta hasta el 13 de enero del 74, y la que habla permutó su escuela con la que hoy desempeña en 1º de diciembre del mismo 74(…)”[43]. A la vez informaba que “(…) no ha querido aquel (…) alcalde (…) tampoco (…) pagar (…) hasta el día que tomó posesión (la maestra) en la villa del Campo, reclamándole por este concepto 639 pesetas y 25 céntimos (…)”[44].

Es decir, tras el cobro de las 2.000 pesetas, la maestra seguía teniendo a su favor 2.589 pesetas, que trataba de justificar ante la Junta Provincial de Instrucción Pública, que la había requerido para ello mediante oficio nº 306 de 18 de abril de 1.877, instándola, además, a que detallase las cantidades “(…) que de atrasos anteriores debe el alcalde de La Serradilla, por concepto de personal, retribuciones y(…) alquiler de la casa habitual, desde el 13 de enero de 1.874, hasta el 30 de Noviembre de referido año(…)”[45]. Y, desde luego, María Garrido lo detalló escrupulosamente en la siguiente tabla[46]:

Personal Retribución Alquiler Total
Año económico de 1.873 a 1.874. Pts Cs Pts Cs Pts Cs Pts Cs
3º trim. de 1873 a 1874, 2 m. y 17 d. 117 16 21 41 16 81 155 38
4º trim. de 1.873 a 1.874, todo. 137 50 25 00 20 00 182 50
1º trim. de 1.874 a 1.875, todo. 137 50 25 00 20 00 182 50
2º trim. de 1874 a 1875, oct. y nov. 91 66 16 66 13 33 123 65
TOTAL 483 82 88 07 70 14 642 03

Resumía finalmente así los datos expuestos: “(…) arroja esta liquidación, hecha escrupulosamente, la suma de seiscientas cuarenta y dos pesetas y tres céntimos (…)”[47]. Para mejor argumentar las cantidades adeudadas, la maestra cosió a la solicitud dos documentos anexos, en los que entraba aún más al detalle del estado de cuentas: deuda, cantidades recibidas y cantidades pendientes de cobro.

Tomando como base los detalles justificados, María Garrido se quejaba, “(…) tengo gastado mucho en consultarlo (…)”[48], a la vez que se reafirmaba en su postura, en cuanto que “(…) todos los abogados me dicen que (…) “sacará la recurrente todo lo atrasado, porque el Alcalde no es bastante ni nadie para contrariar un Real Decreto” (…)”[49]. Sin embargo, también transigía, probablemente con la intención de zanjar cuanto antes y definitivamente el asunto: “(…) que pague siquiera el pico hasta que se hizo la permuta (…)”[50].

Finalizaba la misiva suplicando al Director General que “(…) con tantos motivos, se digne en admitir la presente y que logre cobrar lo que con tanto trabajo pertenece a ésta (…)”[51]

En definitiva, el cese de la maestra María Garrido y Llanos, llevado a cabo por la Junta Revolucionaria Local, tras la revolución de 1.868, originó un largo contencioso entre la titular de la escuela y el Alcalde de Serradilla que duró, al menos, ocho años. Es una pena que no hayamos podido probar documentalmente, por ahora, primero las causas que llevaron a la expulsión de la maestra; y en segundo término, una vez que ésta había sido destituida, si logró, finalmente, cobrar las cantidades que el ayuntamiento de la villa le adeudaba.

En todo caso, es evidente que “La Gloriosa” vino a ser una excusa para depurar el magisterio de la villa.


NOTAS:

[1] Citado por RODILLO CORDERO, F.J. en Datos para la historia escolar de Extremadura. Badajoz. ERE. 1.998.

[2] Artículo 386. Constitución de 1.812. Citado por SÁNCHEZ PASCUA, F. La Educación de Adultos en la legislación decimonónica española y su plasmación en Badajoz. Salamanca, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1.989.

[3] Artículo 368. Id.

[4] SÁNCHEZ PASCUA, F. Op. Cit.

[5] Mariano José de Larra. Citado por RODILLO CORDERO F.J. en Op. Cit.

[6] MADOZ, P. Diccionario Histórico-Geográfico de Extremadura. 1.846. Cáceres, Seminario de Estudios del Frente de Juventudes, 1.955.

[7] Citado por RODILLO CORDERO, F.J. en Op. Cit.

[8] SÁNCHEZ RODRIGO, A. en EL CRONISTA. Revista quincenal. Serradilla, 1916-1.932.

[9] Memoria de la Universidad de Salamanca curso 1.860/61. Citado por RODILLO CORDERO, F.J. en Op. Cit.

[10] A.M.S. Legajo 158. Cuentas

[11] Id.

[12] CAJIDE, J.J. Extremadura: Historias de la Utopía. Badajoz, ediciones Carisma, 1.996.

[13] CHAMORRO, V. “Sin Raíces”. Plasencia. Ed. Sánchez Rodrigo. 1.970.

[14] SÁNCHEZ RODRIGO, A., Op. Cit.

[15] Id.

[16] Art. 41 R.D. 10/06/1.868. Citado por SÁNCHEZ PASCUA, F. en Op. Cit.

[17] R.O. 21/04/1.892. Reglamento para la org. de los Auxiliares. Citado por SÁNCHEZ PASCUA, F.

[18] A.M.S. Legajo 158. Cuentas.

[19] DOMÍNGUEZ LÁZARO, M. “La enseñanza en Plasencia durante el siglo XIX”, en Revista ALCÁNTARA 26 (Mayo – Agosto 1.992). pp 61-72

[20] A.M.S. Legajo 158. Solicitudes.

[21] Memoria de la Universidad de Salamanca. Curso 1.860/61. Citada por RODILLO CORDERO, F.J. en Op. Cit.

[22] A.M.S. Legajo 158. Cuentas.

[23] A.M.S. Legajo 158 Cuentas.

[24] Id.

[25] A.M.S. Legajo 158. Títulos Académicos.

[26] SÁNCHEZ RODRIGO, A. Op. Cit.

[27] A.M.S. Legajo 158. Cuentas. Inventario sin datar.

[28] SÁNCHEZ RODRIGO, A. (Bajo el seudónimo Un amante de Serradilla). Un año de vida serradillana, Cáceres, I.C. “El Brocense”. Diputación provincial, 1.982

[29] RODILLO CORDERO F.J. Op. Cit.

[30] R.O. de 7 de diciembre de 1.888. Art. 1. Citado por SÁNCHEZ PASCUA, F. en Op. Cit.

[31] A.M.S. Legajo 158. Títulos Académicos

[32] Id.

[33] Id.

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[35] Id.

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[46] Id.

[47] A.M.S. Legajo 158. Cuentas.

[48] A.M.S. Legajo 158. Solicitudes.

[49] Id.

[50] Id.

[51] Id.

Oct 012001
 

Jesús Barbero Mateos.

Sin entrar en acepciones temporales o históricas, la campana ha estado llamada en nuestra región, y particularmente en Serradilla, a ser el noticiero del vecindario -y en gran medida sigue siéndolo-. La hora, las circunstancias más destacadas e imprevistas, e incluso las puramente drásticas, pueden aún evidenciarse a través del sonido de la campana, cuyos toques recogen el eco social y anecdótico de la villa.

El alguacil, el sacristán, los monaguillos, la monjas y, últimamente, la electrónica, se aprecian como cabezas visibles del encargo, teniendo como misión utilizar las campanas en determinados momentos, para anunciar acontecimientos como el horario cotidiano, el inicio de los actos eclesiásticos, festivos, institucionales o los hechos imprevistos tales como óbitos, incendios,…

Todo ello estaba estipulado desde antiguo. El día 14 de Junio de 1.229 se aprobaron las Constituciones Sinodales que debían regir en todo el obispado de Plasencia, al que pertenece Serradilla, ordenadas por D. Domingo I, Obispo de la diócesis.

En la número 11 se establece que “(…) Cuando alguno o alguna muriere, el sacristán taña las campanas por el varón tres veces y por la mujer dos, no más. Si el sacristán errare en el servicio que a él pertenece, peche a los clérigos de la iglesia una cuarta de maravedí(…)”

Por su parte, la número 62 estipula que “(…) En la fiesta del patrón de cada una de las iglesias y de la invocación de las horas, la solemnidad con tañimiento de campanas sea celebrada desde las vísperas de la vigilia hasta las vísperas de la fiesta(…)”

Por otro lado, los tañidos de las señales horarias servían de orientación a los vecinos. En un medio, el rural en el que la medición del tiempo tenía su referencia en las luces y las sombras, se hacía necesario establecer unas señales convenientes que guiaran el devenir cotidiano. Con el alba comenzaba el nuevo día, entendiéndose por tal al despertar tras los toques de las campanas del Cristo o los de la Torre del Reloj en el Ayuntamiento.

Los Serradillanos dedicados a las tareas del campo, tenían muy presente el dicho popular “A quien madruga, Dios le ayuda”. En numerosas ocasiones celebraban el amanecer ya en el campo, sin dar tregua al patrón sol. Si bien en tiempo invernal, resguardados bajo el calor de las sábanas, no desdeñaban el que “No por mucho madrugar, amanece más temprano”.

También los actos institucionales requirieron secularmente del toque de las campanas. El día dos de diciembre de 1.557, Alonso Benito presentó a D. Pedro Zapata Osorio, Corregidor de Plasencia, un Poder en el que se afirma “(…) Sepan cuantos esta carta de Poder vieren, como NOS, el Concejo de la Villa de la Serradilla, estando juntos a Nuestro Concejo llamados a campana tañida, según que lo hemos de uso y costumbre de juntarnos y ayuntarnos para las cosas de Dios y para el bien y utilidad del dicho Concejo y vecinos de él (…)”.[1]

Hay referencias del uso institucional de las campanas, cien años después “ En la villa de la Serradilla y cuatro días del mes de septiembre, año de mil seiscientos sesenta y dos, el Concejo, Justicia y Regimiento de esta dicha villa, juntos y congregados en compañía de los curas thenientes de esta villa y demás eclesiásticos y demás vecinos, habiendo ante todas cosas tocado y hecho señal con la campana, para efecto de tratar en conferencia cosas tocantes al servicio de Dios y bien de su República(…)”.[2]

Las vísperas de grandes solemnidades se volteaban las campanas sin denuedo ni piedad, para manifestar la alegría, el descanso, el jolgorio, tras unas jornadas arduas. Bien es cierto que no sin riesgo. Atención a lo ocurrido “(…)El día 22 (de Diciembre de 1.917), se cayó de la torre de la Iglesia, despedido por la campana, el niño Juan Bautista Vega García (que por este hecho se quedó de por vida con el apodo de Tío Campanario), quedando sin sentido en el suelo, de donde le recogió D. Manuel Sánchez Mateos. A pesar de haberse fracturado un brazo y una pierna, se halla fuera de peligro.”[3]

El llanto de la campana, con sus notas lánguidas, anunciando la muerte, erizaban la piel.

Por su parte, la rápida tonada de la campana del Concejo, anunciaba que las llamas habían comenzado a actuar. Así ocurrió “(…)El día 9 (de Junio de 1.916), a las dos de la tarde, el toque arrebatado de la campana del Concejo, nos interrumpió la siesta, haciéndonos salir precipitados, a ver dónde era el fuego. Afortunadamente, éste no tuvo importancia(…)”[4]

Poco después, “A las ocho de la tarde del día 15 (de Diciembre de 1.916), sorprendió al vecindario el, siempre alarmante, toque a fuego de la campana del Concejo(…)”.[5]

Algunos de estos toques, con las innovaciones tecnológicas, han desaparecido ya de la idiosincrasia costumbrista serradillana, al haberse aceptado plenamente la evolución en la medición del tiempo. Un regeneracionismo que viene a sumir la imperancia ancestral, nuestro folklore, nuestro modus vivendi, nuestras costumbres, etc., en la desconsideración.

De todos modos, aún hoy tenemos los serradillanos la oportunidad de alegrarnos, asustarnos o entristecer, agitados por el tañir de nuestras campanas. Todavía son doce las campanas que podemos escuchar en diferentes ocasiones y con motivos diversos. De ellas vamos a dar cuenta a continuación.

Iglesia Parroquial “Nuestra Señora de la Asunción”.

Dispone de un esquilón y dos campanas. Sus tañidos pueden oírse anunciando actos litúrgicos: misas, bodas, bautizos, procesiones, funerales y entierros. El esquilón se encarga de dar el último aviso antes de su comienzo.

Respecto de su pequeña historia, se sabe que en 1778 Celedonio Pérez y su mujer, Mª Ángela Cerezo, vecinos de Puerto de Santa María, donaron un cercado sito en la calleja de “las Datas”, para que la parroquia lo utilizara como mejor creyera, “con el fin de poner una campana que alumbre el Santísimo Sacramento en dicha iglesia parroquial”[6]

Once años después, el 7 de Febrero de 1789, el Obispo de Plasencia, D. José González Laso, se desplazó hasta la Villa, donde, tras ser recibido por el párroco D. José Galo Herrera, procedió a consagrar la campana mayor de la iglesia, a la que puso el nombre de María de la Asunción.

Dotó a los vecinos de 40 días de indulgencias, debiendo rezar un Ave María cada vez que oyeran el sonido de la dicha campana, que debió fabricarse e instalarse en el intervalo de los once años que van, desde la cesión del cercado, hasta la consagración de la misma.

Como veremos a continuación, los materiales empleados o el sistema de fundición, no debieron ser los más idóneos, a juzgar por las veces que se ha fundido desde entonces la campana María de la Asunción, que así se llama.

Agustín Sánchez Rodrigo, relata así la fundición llevada a cabo en 1920: “(…)El lunes 26 de Julio, ante numeroso público, se subió a la torre de la Parroquia la nueva campana, fundida en los talleres del Sr. Ribera, en Montehermoso.

Ésta está refundida con el metal de la anterior, que se colocó el 9 de Abril de 1.885, y que como la de ahora, fue hecha en Montehermoso, siendo párroco D. Juan Bermejo Obispo y Alcalde D. Juan Sánchez Mateos. Entonces, al bronce de la campana que se quitaba, se agregaron seis o siete arrobas, costeadas con el legado del célebre Canónigo D. Manuel Fernández.

La campana que se quitó en 1.885, se había fundido a principios del siglo pasado (XIX), siendo Alcalde D. Juan Rodrigo Grande de la Vega.

Cuenta la tradición, que con el pretexto de la dificultad de traer la campana, por las malas comunicaciones, pero en realidad porque no se cambiara el metal por parte del fundidor, se obligó a éste a hacerla aquí, estableciéndose el taller en el corral de las casas de Mateo Rodrigo y Faustino Mateos, en la calle Blanca, que entonces era una sola finca.

Habiendo circulado la noticia de que cuanto más plata tuviera el metal de la campana, mejor sonaría, se entusiasmó el vecindario y fueron muchas las personas que aportaron diversos objetos de plata, y hasta monedas, para agregarlas a la fundición.”[7]

Efectivamente, en 1885 se fundió la campana mayor. Así consta en el Libro de Cuentas de Fábrica de la Parroquia:“(…)Tres mil seiscientos veintiséis reales, por fundir la campana mayor, hacer cabezas nuevas, atornillarlas y pintarlas, para lo cual autorizó el Sr. Obispo.”

Respecto a la que motivó este artículo de Agustín Sánchez, la que se instaló en 1920, en el contrato se establecen de forma detallada todos los pormenores del servicio a prestar por el campanero, Sr. Cesáreo Rivera.

“En la villa de Serradilla, a diez de abril de mil novecientos veinte, el Sr. Cura párroco de la misma, D. Francisco Cabello, de unas parte, y el campanero D. Cesáreo Rivera de la otra, vecino de Montehermoso, convienen en refundir, dicho campanero, la campana mayor de la parroquia de esta villa en las condiciones siguientes:

  1. La campana será refundida, ó sea que la nueva ha de ser del mismo material que tiene la actual.
  2. Serán de cuenta del Sr. Rivera todos los gastos de derribo y colocación de la campana vieja y nueva, poniendo el Sr. Cura a disposición del campanero un carpintero para que le ayude en estas operaciones, siendo de cuenta del Sr. Cura este operario.
  3. Los arrastres o portes de ida y vuelta de la campana serán de cuenta del campanero.
  4. La campana queda garantizada por diez años, a contar desde el día de su colocación. Y si en esos diez años se rompe, será refundida por el campanero a su costa, sin percibir retribución alguna, salvo en caso de fuerza mayor, como chispa eléctrica, caída del campanario o rotura intencionada.
  5. El Sr. Cura párroco abonará al campanero seis reales por cada quilo de peso que tenga la campana.
  6. La campana ha de quedar de cuarenta y cinco arrobas de peso y quedará colocada en todo el mes de junio próximo.

Y para que conste, firman el presente contrato en Serradilla a 10 de abril de 1.920.

Francisco Cabello(rubricado) Cesáreo Rivera(rubricado)[8]

El recibo firmado posteriormente por el campanero reza así, literalmente: “He recibido de D. Francisco Cabello, Párroco de Serradilla, la cantidad de dos mil quinientos veintinueve reales, importe total de la refundición de la campana mayor de su parroquia, y para que conste, firmo en Serradilla, a 29 de Julio de 1920”.[9] Rubricado.

Sabemos además que en la década de los 40 se volvió a fundir la misma campana, dado su estado de deterioro.

También los complementos de las campanas se deterioraban. Los estribos se arreglaron en 1895 y 1897. Se adecentaron o pusieron badajos nuevos en 1899, en 1900 (dos badajos) y en 1901. Tengamos en cuenta que el toque de campanas de la época se efectuaba volteándolas, por lo que el desgaste que sufrían era considerablemente mayor que el de épocas posteriores.

También la infraestructura que las alberga, el campanario y su torre, ha visto como el paso del tiempo iba deteriorando su estructura. Por ello, “(…)Dentro del proyecto de las obras que integraban los trabajos a realizar por la Escuela Taller de Serradilla, ha comenzado el 23 de Septiembre (de 1.991), (…)la instalación de puertas para los distintos accesos de la torre del campanario, y un tramo (el último), de las escaleras del mismo, que son de madera.

(…)Dentro de estas obras, la parte de mayor envergadura, será la total renovación del tejado del campanario, que hay que cambiar totalmente, debido al mal estado de las vigas que lo sustentan, que se encuentran bastante dobladas por el peso(…)”.[10]

Pero la tecnología llegó, y el clásico sonido fue sustituido por la emisión del toque a través de la megafonía, de una melodía que distaba mucho de la habitual. Hasta que por fin “(…)Las campanas de la Iglesia han vuelto a sonar en directo: a lo largo de la mañana del día 10 (de Febrero de 1.998), se llevó a cabo la conexión de las campanas de la torre, con un sistema electrónico, similar al instalado en el Cristo, para hacerlas tocar con sólo apretar un botón.

Así, las hemos vuelto a oír, tras de mucho tiempo de escuchar otras, grabadas en un casette, por los altavoces”.[11]

Santuario del Santísimo Cristo de la Victoria.

En él se sitúan otras tres . Dos en el campanario, y el esquilón. Las dos primeras, además de anunciar actos litúrgicos(con dos tipos de toque, según los caracteres de los mismos), anunciaban la medianoche y el alba. Pero “Hace unas cuantas semanas, los serradillanos nos vimos sorprendidos, porque las campanas del Cristo tocaban a todas horas, pero no con su clásico repicar de siempre, sino con campanadas sueltas.

Se trataba de que ahora, dan cada hora en punto sus correspondientes campanadas, y una en las medias horas (como el reloj de la Plaza). Pero no son las monjas las encargadas de estar pendientes de no descuidarse sino, como ellas mismas han informado, el <encargado>, es un sistema de ordenador programado para estos y otros toques, y que es el que hace funcionar las campanas cuando es necesario, precisando para ello de un sencillo manejo.”[12]

El esquilón llama también a los rezagados, haciéndoles saber la proximidad del comienzo de las celebraciones.

La torre del Ayuntamiento.

Cobija dos campanas, la del reloj, que da las horas y las medias y la del Concejo, encargada de transmitir avisos poco gratos, como los incendios; o largamente esperados, como el comienzo de los encierros de vaquillas y la salida de los toros, en las patronales Fiestas de San Agustín. Esta última, a decir de su inscripción, data de finales del siglo XVIII.

Por lo tanto debió ser protagonista en la Guerra de la Independencia. Durante su desarrollo, afirma Ezequiel García Morales, los vigilantes locales situados en la sierra, avisaban a las autoridades de la aproximación de tropas mediante caracolas. Por su parte, las autoridades anunciaban la alarma a los vecinos a través de toques de la campana del Concejo, que fue testigo y tomó parte activa en estos acontecimientos, para que se refugiasen en los aguardos habilitados al efecto.

Las demás campanas existentes hoy en Serradilla son:

  • Una en la ermita de San Antonio.
  • Una en la ermita de Santa Bárbara.
  • Una en la ermita de Santa Catalina.
  • Y una en la ermita de Santa Ana

Todas ellas callan durante el año, para retornar al sonido mientras se celebra el novenario y la fiesta del patrón o patrona de las ermitas que las albergan. Son de menor tamaño que las descritas anteriormente, aproximándose más al de los esquilones de la Parroquia y del Cristo.

Se sitúan en la espadaña enclavada en el tejado de su ermita, salvo la de Santa Ana, que por no tener esta infraestructura, solamente es sacada por los cofrades durante las celebraciones en honor a la Santa.

Reseñar, finalmente, la “paliza” que se lleva todos los lunes de Pascua la campana de la ermita de Santa Catalina. A la romería acude prácticamente todo el pueblo, incluidos los más pequeños. Parece como si existiese la obligación de que la campana de la ermita no dejase de sonar, porque lo cierto es que, durante todo el día, no deja de oírse ni un momento su tañir, que inunda el acogedor llano circundante y alegra a los romeros

Estas son las campanas que aún inundan nuestro ambiente, nuestra atmósfera, con sus tañidos, haciendo partícipe al vecindario de los principales acontecimientos que se dan en la villa, unos más alegres y esperados, otros más tristes e indeseados. En definitiva, el vivir cotidiano de los serradillanos.

Agradecimiento: a D. Primitivo Estévez, Cura-Párroco, por las facilidades dadas para la consulta del Archivo Parroquial.


NOTAS:

[1] Archivo Municipal de Serradilla. Carta Real por la que Serradilla se exime de la jurisdicción de Plasencia. 1.557.

[2] Archivo Parroquial de Serradilla. Libro de Becerro.

[3] SÁNCHEZ RODRIGO, A. El Cronista nº 49.

[4] Id. El Cronista nº 12.

[5] Id El Cronista nº 24.

[6] A.P.S. Libro de Becerro.

[7] SÁNCHEZ RODRIGO, A.. El Cronista nº 112.

[8] A.P.S. Libro de Cuentas de Fábrica.

[9] A.P.S. Id.

[10] MARTÍN DÍAZ, C.J. El Migajón. La Revista de Serradilla. Nº 9. 1.991.

[11] Id. nº 86, 1.998

[12] Id. nº 50, 1.995.

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