Domingo Quijada González. 1. INTRODUCCIÓN Cada vez que deseamos adentrarnos en la historia de Navalmoral para ana- lizar el conflicto en cuestión y épocas anteriores nos encontramos con la enorme dificultad que conllevael hecho de no hallar documentación escrita y objetiva relativa a esos años, puesto que casi la totalidad de la misma fue destruida por los invasores galos durante la Guerra deIndependencia: consta en el Archivo Municipal1 que “los papeles del Ayuntamiento fueron utilizados como cama para las caballerías por los franceses…”. Sólo disponemos de los Libros de Sesiones municipales desde el 1-I-1806 (y muy incompletos, especialmente durante el conflicto bélico, ya que sólo se limitan a reflejaralgunos acuerdos que afectaban a la vida local en determina- dos aspectos), Libros de Cuentas Municipales, Archivo Parroquial de la iglesia de San Andrés (para analizar, sobretodo y al margen de los religiosos, los te- mas demográficos, aunque el de Difuntos presenta una destacada interrupción hasta diciembre de 1809, por fallecimiento del párroco), losLibros de Cuentas de la Campana de la Mata (que nos ayudan en asuntos económicos, así como en algunos aspectos administrativos o de gobierno local y de la zona) y diversos datos sueltos (comunicaciones, avisos, requerimientos y otros documentos), que hemos interrelacionado entre sí para obtener bastante información fidedigna. Igualmente, hay una bibliografía –que luego reflejaremos al final, o en las notas a pie de página y aclaratorias– que analiza diversos aspectos de la con- tienda en la comarca. Para fechas anteriores y comparativas contamos con trabajos tan socorridos como las Relaciones del cardenal Lorenzana (1782), el Interrogatorio de D. 1 Libro de Actas nº 1: 11-I-1806/28-12-1833 Tomás López (geógrafo de su Majestad, con datos tomados en 1776), el Censo de Floridablanca (don José Moñino Redondo, aquel buen ministro de Carlos III, de 1787) y eltan reseñado «Interrogatorio de la Real Audiencia de Ex- tremadura» (1791). De los documentos o censos anteriores extraemos que, al comenzar el siglo XIX, Navalmoral ya era el pueblo más grande de la comarca (y uno de los ma- yores de laprovincia): con unos 600 vecinos y alrededor de 2.500 habitantes (en el citado Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura aparecen 591 y 2.430, respectivamente),dedicados en su mayor parte al sector agropecuario (en el citado censo constan 174 agricultores, 173 jornaleros y 80 ganaderos –lanar, caprino, cerda y vacuno, predominando elovino–; seguido de un artesanado casi rural: 80 industriales había en esa rama entonces). Los agricultores se repartían (o les eran adjudicados) lotes de las tierras comunales de la Campana de la Mata (compuesta por Navalmoral, Millanes, Peraleda de laMata y Torviscoso, que administraban conjuntamente las si- guientes dehesas: el Ejido Grande, Cerrocincho y parte de El Berrocal; aunque eran los alcaldes de Navalmoral yPeraleda quienes se alternaban en esa mi- sión); de las tierras de propios municipales (Casasola, La Hilera, Dehesa del Matadero, Dehesón-Buenavista-Las Mojeas, EjidoChico, Ejido de la Jara, Ejido Gallinero, El Fondón, La Chaparrera, Horco y El Turuñuelo); o de las que compartían Navalmoral y Millanes de la Mata, con una elevada superficiedebi- do al reparto de Baldíos del finales del siglo XVIII (Dehesa de Abajo, Dehesa de Arriba, Dehesa Nueva, Cancho Redondo, Casarejo, Ejido Nuevo, parte del Berrocal yRaygosillo). Que laboraban gratuitamente o abonando un pequeño canon, en base a unos cultivos cerealísticos y de leguminosas por pequeños agricultores, con la únicacondición de «desmonte», «suertes» o lotes de tierras de tierras comunales que se rotaban (para darles descanso), especialmente en el Ejido Nuevo y Raygosillo, y que repartía elGremio de Agricultores. Y aprove- chaban los pastos o las bellotas que el municipio o el Concejo de la Mata no arrendaba a los ganaderos forasteros trashumantes, tambiéncomunalmente, aportando un número escaso de cabezas de ganado por familia, que eran custo- diados por un pastor común contratado (sobre todo en El Berrocal y Dehesa de Arriba). La dehesa boyal –o Dehesa Nueva– se destinaba a las yuntas de labor (vacas y bueyes en su mayoría, de ahí su nombre), donde pastaban gratis en el…