Oct 011999
 

Luis Vicente Pelegrí Pedrosa.

En 1646 el imperio español, el mayor que ha existido jamás, comenzaba a desmoronarse ante el mundo. Estaba reciente el desastre de Rocroi, la primera derrota importante sufrida por los hasta entonces invictos tercios españoles, el cese del omnipotente valido, el conde-duque de Olivares, y el fracaso de su programa reformista, el inicio de la guerra con Portugal, cuyas principales consecuencias serían padecidas por los territorios de frontera como Extremadura. En medio de estas circunstancias la Corona tuvo que arbitrar recursos extraordinarios para aliviar su maltrecha Hacienda, que para mantener ejércitos y política imperial exprimía con hombres e impuestos a las provincias castellanas, entre las que se encontraba Extremadura. Además de haberse hecho ordinarias formas hasta entonces excepcionales de impuestos, la Corona recurrió a pedir donativos a los súbditos, para cuya cobranza se realizaron vecindarios localidad a localidad, organizadas por partidos, y que representa uno de los mejores recuentos demográficos de ese momento. La Serena, perteneciente a la Orden de Alcántara, agrupaba entonces 18 villas en el partido de Villanueva, regido por un gobernador.

A pesar de todo, las cifras aceptadas por el vecindario de 1646 en la Serena, son anteriores, puesto que pertenecen en realidad a 1625. Dos años después la Contaduría General hacía balance de la deuda contraída por los vecinos con el ofrecimiento del donativo, señal de que aún no se había llevado a efecto[1]. El vecindario recoge ordenados alfabéticamente por orden de pila todos los vecinos de cada población que ofrecieron un donativo, teóricamente de forma libre y en relación a sus posibilidades, por lo cual pude tomarse como un indicador indirecto de riqueza a modo de catastro. En muchas poblaciones es posible la distinción de los vecinos por estamentos al señalarse con “don” aquellos que podemos presumir fueron hidalgos, y de forma explícita los que fueron clérigos. En algunos casos aparecen referencias a oficios. Por tanto, se trata de una fuente demográfica y fiscal que permite una radiografía, aunque sea básica de la sociedad castellana de mediados del siglo XVII, y, que a juicio de algunos de los principales especialistas de esta época parece bastante fiable y completo[2], no en vano se trata de uno de los recuentos más utilizados para ese momento. En este pequeño estudio nos vamos a ocupar de su valor demográfico, no del fiscal, y sólo para evaluar sus posibilidades en una zona de Extremadura como indicador de la evolución de la población total.

Todo el Partido de Villanueva arroja la cifra 4.612 vecinos incluidos 156 clérigos y 610 viudas, y 49 menores. Sin embargo, las cifras reales, una vez corregido el vecindario, asciende a 4.364 vecinos, incluidos 180 vecinos eclesiásticos, 623 vecinas viudas y 44 vecinos menores. Aplicando un coeficiente 3.7 de conversión de vecinos en habitantes, el más aceptado en Extremadura en los tiempos modernos, obtenemos, una población de 16.146 habitantes para todo el partido. Los grupos sociales que distingue el vecindario representan la siguiente proporción: clérigos, 4%; viudas 14% y menores 1%, y el resto se supone vecinos varones[3]. Entre los clérigos se incluía también a los que sólo tenían las órdenes menores y a los ordenantes, que en Coronada eran cuatro y en Higuera cinco.

VECINDARIO DE 1646 EN LA SERENA

POBLACION VECINOS CLERIGOS VIUDAS MENORES
Benquerencia 33 0 0
Cabeza del Buey 593 40 93 26 menores
Campanario 475 14 46 7 casas de menores
Castuera 333 11 0
Coronada 178 14 39 5
Esparragosa de la Serena 156 10 54
Esparragosa de Lares 386 11 80
Guarda 20 0 4 1
Haba 26 0 0
Higuera 151 13 48
Magacela 59 2 7
Malpartida 110 5 30
Monterrubio 202 7 36
Quintana 333 14 60
Sanctiespíritu 88 0 21
Valle 139 5 0 5 (huérfanos)
Villanueva 559 27 30
Zalamea 523 7 75
TOTAL 4364 180 623 44

Fuente: Archivo General de Simancas. Dirección General de Rentas. Libro 117.

La calificación de vecinos menores probablemente se refiera a los hijos de familia emancipados antes de los veinticinco años, momento que señalaba en esa época la mayoría de edad legal, que habían fundado su propia casa y, seguramente, permanecían solteros. Es significativo que en el vecindario de Cabeza del Buey se hable de “siete casas de menores”. A pesar de todo es difícil precisar el concepto de menor en los vecindarios del periodo moderno[4]. En Esparragosa de la Serena se incluyen a los huérfanos junto a las viudas y en Quintana son los menores los que van sumados con ellas.

El vecindario para el reparto del servicio de millones en 1591, año de su creación, está organizado por comunidades de villa y tierra, pero nos faltan Tierra de Zalamea, con Zalamea, Valle e Higuera; y Tierra de Lares, con Esparragosa de Lares, Sanctiespíritu y Cabeza del Buey. El carácter universal de ambos recuentos favorece la comparación. El impuesto de millones, como impuesto indirecto sobre los principales consumos afectaba a los tres estamentos sin hacer distinción de privilegios, facilitando así la inclusión de casi todos los vecinos, posiblemente incluso de aquellos que por su extrema pobreza no podían satisfacerlo[5]. El donativo de 1646 incluía también a todos los vecinos que sin distinción de privilegios podían acudir en socorro de la Corona con una cantidad pecuniaria, en teoría voluntariamente y a medida de sus posibilidades, como se ha dicho. Por ello estaban incluidos también los nobles, como reflejan los respectivos vecindarios, que encabeza ejemplarmente en Villanueva el gobernador don Gutierre de Meneses, quien ofreció doscientos ducados de donativo, cien de su pecunio y otros cien de su salario en concepto de penas de cámara.

VECINDARIO DE 1591.

POBLACIÓN VECINOS
Aldehuela (Coronada) 294
Benquerencia 230
Campanario 593
Castuera 349
Esparragosa de la Serena 235
La Guarda 81
La Haba 381
Magacela 273
Malpartida 176
Monterrubio 204
Quintana 331
Villanueva de la Serena 965
4112

En la mayoría de las doce poblaciones en las que podemos comparar su evolución se aprecia un notable descenso en 1646. En conjunto se produjo una pérdida de mil vecinos, es decir del veinticinco por ciento, pues en 1591 había 4.112 vecinos y en 1646 tan sólo 3.057. Sólo en Castuera, Monterrubio, y Quintana tuvo lugar un estancamiento. Todas las demás, independientemente de su población total, se vieron afectadas por la crisis demográfica. Villanueva, que en 1591 se encontraba entre las poblaciones que, al menos por su tamaño demográfico, podían considerase casi núcleos urbanos, en 1646 tenía casi la mitad menos de vecinos[6]. Campanario bajó de 593 vecinos a 475, perdiendo así la quinta parte de su población. Pero más grave aun fue la crisis en poblaciones antaño importantes, por constituir los núcleos de poblamiento del territorio tras su Reconquista en el siglo XIII, como Magacela y Benquerencia. Ambas, encastilladas en sus atalayas rocosas, vieron como la crisis demográfica del siglo XVII aumentó su decadencia en beneficio de las poblaciones del llano. Magacela bajó de 273 vecinos en 1591 a sólo 59 en 1646, y Benquerencia de 230 a 33. Es decir, perdieron más del 80% de su población. Más trágico todavía fue el retroceso en la Haba que pasó de ser una población destacada con 381 vecinos a poseer sólo 26.

El retroceso demográfico fue general en Extremadura y en el resto de la Corona de Castilla durante la primera mitad del siglo XVII. Sin embargo, en la provincia extremeña revistió aun mayor virulencia por su situación fronteriza que le condenó a sufrir las devastadoras consecuencias de la Guerra con Portugal, que en el momento estudiado se encontraba en su auge. A ello se unía el ciclo infernal que provocaban las “crisis de mortalidad en la España interior” durante el Antiguo Régimen, como las define Pérez Moreda: además de la guerra en sí, sequía, hambre, epidemias, y como fruto la muerte[7]. Mientras el resto de Castilla se recuperaba a mediados de siglo de la crisis iniciada con la gran “peste atlántica” de 1596-1602, Extremadura no experimentó un retroceso de la mortalidad hasta la década de 1670.

Hubo comarcas extremeñas que sufrieron aun mayor crisis demográfica que la Serena, sobre todo las próximas a la frontera con Portugal. Jerez de los Caballeros y Badajoz perdieron cerca de la mitad de su población, Alcántara un tercio, al igual que Trujillo, a pesar de estar más alejado de la frontera. Cáceres, Almendralejo y Mérida perdieron en torno a la cuarta parte de sus habitantes, como en el partido de Villanueva[8].

En definitiva, el vecindario para el reparto del donativo de 1646, cuyas cifras pertenecen en realidad a 1625, refleja una notable crisis demográfica en el partido de la Serena, respecto al vecindario precedente más inmediato, el de 1591, y hace evidente la consolidación de la decadencia de los focos originales del poblamiento medieval del territorio, como Magacela y Benquerencia, así como la jerarquía de las villas que se mantuvo hasta finales del siglo XVIII, encabezada por Villanueva, Cabeza del Buey y Campanario. Se revela además como el recuento general de mayor valor para estudiar la población de Extremadura, y del conjunto de Castilla a mediados del siglo XVII.


NOTAS:

[1] Archivo General de Simancas. Dirección General de Rentas. Libro 117.

[2] Fernández Vargas, V: La población española en el siglo XVII. Historia de España de Ramón Menéndez Pidal. 1996, vol.XXIII, p.5.

[3] El capítulo de V. Fernández Vargas en la Historia de España de Ramón Menéndez Pidal incluye algunos fallos en las cifras de la Serena del vecindario de 1649 que son las siguientes: Campanario 178 vecinos, Coronada 158 vecinos, Magacela 20 clérigos. No incluye Zalamea. En Higuera señala 12 clérigos. Y en Benquerencia 12 clérigos y 42 viudas y menores. No obstante estas cifras no altera significativamente las cifras finales. Fernández Vargas, cit. p.95 El vecindario no recoge la por entonces aldea de Zaucejo, luego villa de Peraleda del Zaucejo.

[4] Fernández Vargas, cit. p.5.

[5] Rodríguez Cancho, M: El número de los extremeños en los tiempos modernos. Historia de Extremadura, Universitas Editorial, 1985, pp.485-487.

[6] Rodríguez Cancho, M, cit. p.485.

[7] Pérez Moreda, V: Las crisis de mortalidad en la España interior. Madrid, 1980.

[8] Rodríguez Cancho, cit. p.491.

Oct 011996
 

Luis Vicente Pelegri Pedrosa.

En este trabajo nos ocupamos de una de las inversiones en las que Cristóbal Ovando Paredes aplicó su fortuna indiana tras regresar de las Indias a Cáceres, su villa natal, es decir, la ganadería, y más en concreto aún de las ventas de lana. En realidad se trata de una pequeña muestra de los múltiples negocios de este rico indiano en Cáceres desde su retorno de tierras americanas hacia 1583, hasta su muerte en 1624, así como de un adelanto de la investigación más amplia que nos encontramos realizando sobre las inversiones de capitales indianos en Cáceres.

Las fuentes principales que hemos utilizado son el inventario de bienes de Cristóbal de Ovando previo a su matrimonio en 1588, y su inventario postmorten realizado en 1624, ambos documentos marcan el periodo cronológico del que nos ocupamos, además de otros protocolos notariales, que, como esos dos inventarios, se custodian en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres[1].

CRISTOBAL DE OVANDO PAREDES. 1540-1624[2]

Cristóbal de Ovando Paredes, pasó a las Indias en 1560 como criado del obispo de Venezuela. Para pagarse el pasaje pidió un préstamo a su hermano mayor Francisco de Ovando y además le apoderó para partir la herencia de su madre.

Nuestro indiano retornó de Perú hacia 1583, tras una estancia de 23 años, pero a pesar de tan dilatado periodo se desconoce su etapa americana, y como indica Altman, apenas la refiere, como si hubiera sido un periodo necesario pero pasajero. Al contrario que otros importantes cacereños que volvieron a la metrópoli no mantuvo vínculos con las Indias. La única referencia que quedó de su paso por las Indias, si seguimos también en este punto a Altman[3], fue su hija Beatriz a la que trajo consigo y dotó para su ingreso en el convento de Santa María de Jesús. Previamente a su regreso a Cáceres realizó algunos negocios a través de su hermano Cosme, como la compra de una casa.

Se estableció en Cáceres como uno de los hombres más ricos y prominentes de la oligarquía local, invirtiendo su considerable fortuna y destacando en los negocios laneros, que llegaron a convertirle, según Altman, en uno de los principales ganaderos de la región.

Se casó en 1588 con doña Leonor de Godoy, nieta del conquistador Francisco de Godoy. Con ella tuvo 11 hijos.

Heredó el mayorazgo familiar de su abuelo tras la muerte de su hermano Cosme. A su vez fundó otro mayorazgo propio en su testamento en 1602, que ratificó en su codicilio en 1618, prohibiendo que se juntasen en un sólo heredero. Adquirió dos cargos en el Concejo, en concreto los de de regidor y de fiel ejecutor, que ya poseía en 1588, y por cuya irregular gestión fue procesado en 1613. Este destacado indiano cacereño falleció en su villa natal el 9 de febrero de 1624.[4]

LOS NEGOCIOS GANADEROS DE CRISTOBAL OVANDO EN CACERES

Cristóbal Ovando, tras su regreso de las Indias, realizó una creciente inversión en ganadería[5], pues en 1588 el inventario de sus bienes contenía una riqueza pecuaria muy reducida: «yten un caballo de color rosillo enmelado con su silla e aderezos de caballeriza que vale doscientos ducados» (…) «yten un potro de color castaño claro que vale cinquenta ducados». (..) «tiene cinco novillos e una vaca que valen cien ducados»[6]. Sin embargo, en 1624, fecha de su muerte contaba con 1.300 ovejas, 380 carneros, 700 borregos machos y hembras, y 2 jumentos[7].Esta riqueza ganadera, aunque importante, tampoco era muy destacada, en comparación con al de otros familiares de Cristóbal Ovando[8].

Cristóbal de Ovando se dedicó a los negocios laneros, vendiendo lana tanto para Cáceres y su término como para la exportación. En las ventas internas, es decir en Cáceres y su Tierra, realizó transacciones de 1588 a 1599 con un total de 216 arrobas y por un valor de 3.927 reales, con una valor medio de 18 reales por arroba, tal y como se aprecia en el cuadro I. Sin embargo, las tres cuartas partes de esa cantidad se concentró en 1589, en la década de 1590 se rompió la continuidad de las ventas, quizás por su decreciente rentabilidad, pues el precio de la arroba descendió desde 22 reales en 1588 a 8 reales en 1599. No obstante, en 1604 vendió 288 arrobas que se llevaron a Daimiel[9]. Estos precios son superiores a los señalados por Pereria Iglesias como promedios en Cáceres en esos primeros años, pero son inferiores a finales de los noventa[10], aunque este autor detecta una tendencia al estancamiento de los precios. El mismo comportamiento encuentra Altman, hasta finales de los setenta[11].

CUADRO I. VENTAS INTERNAS DE LANA DE CRISTOBAL OVANDO PAREDES
AÑO ARROBAS[12] PRECIO/ARROBA
-reales
VALOR TOTAL
1588 6 22 147
1589 132 22 2.927
1590 28 16 453
1599 50 8 400
Total 216 3.927

El inventario de deudas a favor de Cristóbal Ovando en 1588 reflejaba así sus exportaciones:»Tiene enviadas a Florencia en los años pasados de quinientos e ochenta e quatro, e ochenta y cinco, e ochenta y seis, e ochenta e siete, quatrocientas y treinta sacas de lana lavada de a doce arrobas cada una, que todas son cinco mil e quinientas y sesenta arrobas de lana lavada, que respecto de como estan vendidas la mayor parte de ellas e otras se van vendiendo salen vendidas unas sacas con otras a cien ducados, que todas valen quarenta e tres mil ducados, e para en quenta e parte de pago de ellos declaro tener recibido nueve mil ducados, e ansi resta que se le deven treinta y quatro mil ducados». Es decir, en cuatro años, de 1584 a 1587, había exportado a Florencia 5.560 arrobas de lana lavada[13]según el inventario postmorten, a las que hay que sumar las que encontramos en protocolos de 1586 a 1590.

EXPORTACIONES DE LANA DE CRISTOBAL OVANDO A FLORENCIA
AÑOS SACAS ARROBA/SACA TOTAL ARROBAS PRECIO-reales IMPUESTOS-reales
1586 102 10 1.020 112.000 9.840
1587 73 12 876 80.300 8.498
1588 57 12 684 62.700 6.635
1589 260 10 2.600 286.000 25.220
1590 288 10 2.880 316.000 27.936
1600 401 10 4.010 441.100 38.897[14]

Así pues, y a la vista del cuadro anterior y de las cifras dadas más arriba, Cristóbal Ovando Paredes exportó de 1584 a 1600 15.734 arrobas de lana, por un valor de 1.441.234 reales. Sólo conocemos el valor de la arroba en 1584, 91.6 reales, a 100 ducados la saca de doce arrobas[15]. Por tanto, el precio de la lana exportada era muy superior a la vendida en Extremadura, como se aprecia. Las ventas de lana a Italia presentaron una tendencia creciente, con un promedio de 1.967 arrobas en cada uno de los ocho años de negocio conocidos, salvo un bache en 1587-1588, de manera que 1600 con 401 sacas y un total de 4.010 arrobas, marcó el punto álgido de los envíos a Florencia. Sin embargo, en la década de 1590 se rompió la continuidad en la exportación, al igual que en las ventas internas. Iniciándose entonces el declive de esta actividad cuyo auge estuvo en la década de 1580, tanto para las ventas internas como para la exportación, como ya se expuso anteriormente.

Atendiendo a los costos de exportación hay que señalar que el valor de los impuestos fue del 9%, a 97 reales por saca de 10 arrobas[16]. Cristóbal Ovando apoderó para llevar a cabo sus exportaciones y sus pagos fiscales al bachiller Juan Ruiz, a Juan Durán Figueroa, pagador del Rey, con preferencia a Juan Florentín, vecino de Yecla, puerto seco que debían pasar la mercancía antes de embarcarse hacia Florencia. Los pagos fiscales en el puerto de Yecla se efectuaron preferentemente en los meses de julio y agosto[17].

La exportación de lana a Florencia representó un volumen de negocio muy superior a las ventas internas, y su rentabilidad fue mucho mayor, pero ambas sufrieron un freno en la década de 1590, hasta cesar a partir de 1600. Pero hay que destacar que a pesar de la importancia de las ventas de lana de Cristóbal Ovando este no contaba ni con ganado suficiente para producir tales cantidades ni con el pasto necesario para alimentar el ganado requerido. Para producir 1.967 arrobas anuales de lana podía necesitar al menos 9.000 ovejas, y, sin embargo, su rebaño pudo ascender como máximo a 2.000 cabezas, como demuestra su inventario de bienes en 1624[18], a pesar que Altman lo califica como uno de los mayores ganaderos de la región[19]. De todo ello puede deducirse que Cristóbal Ovando pudo dedicarse a la actividad intermediaria no sólo vendiendo su propia lana sino también la de otros ganaderos a cuyos excedentes de producción dio salida comercial, aunque, eso sí, apenas hay evidencia de ello, como la operación que realizó el 21 de junio de 1590 cuando compró 800 arrobas de lana fina merina a Alonso López, vecino de Alcántara[20].

En 1588 los activos de la producción y la venta de lana ascendían a 378.400 reales, el 66.4% de toda su riqueza, los cual es demostrativo del peso de su comercio lanero como principal fuente de ingresos en ese momento. El capital invertido en esta empresa se distribuía así: mercancía 0.5%, utillaje 0.5%, y deudas a favor por ventas efectuadas, 99%. En ese año tenía inmovilizadas «ciento ocho arrovas de lana lavada, en su casa, que valen doscientos setenta ducados»[21].

El capital productivo se componía también de los medios necesarios para el comercio de la lana, en su inventario postmorten de 1624 también se dice que «tiene telas de sacas para ensacar lana e hila para las cosser y madera para el lavadero de las lanas, que valen doscientos ducados», así como: «mil e quinientas varas de anjeo, que valen docientos e setenta ducados»[22].

A todo ello su puede añadir un 1.1% más de su activo total de capitales compuesto de distintas mercancías textiles. Entre sus mercancías textiles, de importación, probablemente para su venta en Cáceres contaba con «ciento e quarenta varas de rraso de florencia que valen quatrocientos ducados»[23].

En realidad Cristóbal Ovando continuaba una tradición familiar en el negocio lanero, no sólo en las ventas de ganado y lana en Cáceres y en el resto de Castilla, base económica y tradicional de la oligarquía cacereña, sino también en la exportación a Florencia[24], aunque él lo hizo a una escala muy superior convirtiéndolo en su principal actividad económica por un tiempo[25]. Los demás aprovechamientos de la economía ovina, es decir, carne y leche, tuvieron escasa importancia en los negocios de Cristóbal Ovando, aunque no despreciados, pues en su inventario de 1624 se incluía: «yten los quesos que se han hecho e hicieren de las dichas ovejas»[26]. Y la venta de ovejas fue reducida, en 1586 se verifica ésta, por un valor inferior a 7.000 reales, aunque en 1590 todavía no los había cobrado[27].

No obstante, practicó con más frecuencia las ventas de ganado vacuno. De 1577 a 1586 realizó ventas de novillos por valor de 9.276 reales, como se ha analizado ya en sus operaciones notariales. Este ganado debió alcanzar cierto aprecio, pues en 1587 su hermano Cosme vendió un buey del que declaraba ser «de la casta de Cristóbal Ovando», a pesar de que su precio, 20 ducados, correspondía al promedio de ese año en Cáceres[28].


NOTAS:

[1] En adelante abreviamos Archivo Histórico Provincial de Cáceres como A.H.P.C. Citamos el documento, su escribano y año de protocolo si fuera necesario, seguido del número del legajo correspondiente.

[2] Altman, I: Emigrantes y Sociedad. Extremadura y América en el siglo XVI. Madrid, 1992. pp.227, 228, 295, 299, 75-76, 182, 276,165, 166, 179, 180, 88.- Altman, I: Hidalgos extremeños en América. Los Ovando de Cáceres. Revista de Estudios Extremeños, Badajoz, 1987. pp.90.92-99.- Mayoralgo y Lodo, La Casa de Ovando, pp.594-596.- Lodo de Mayoralgo, J.M: Viejos linajes cacereños. Cáceres, 1971, p.207.

[3] Altman, Emigrantes, pp.172-276.

[4] Cristóbal Ovando tuvo dos parientes homónimos, su tío, hermano de su padre, y su primo, hijo de otro hermano de su padre, Francisco de Ovando. El primero hizo testamento en 1579 y el segundo estaba en Indias cuando murió su padre en 1574. Altman, Hidalgos, p.92.

[5] Cristóbal Ovando Paredes y Sancho Figueroa fueron los dos únicos indianos que invirtieron en ganadería. Este último poseía trece bueyes y novillos, dos puercos, y tres vacas, en su inventario de 1549: «Yten más un hato de ovejas con sus borregos y borregas y perros los que parecieren contarse», sin que sepamos su número A.H.P.C. Inventario de Sancho Figueroa. 9 Octubre 1549. Pedro Grajos. 3924.

[6] A.H.P.C. Cristóbal Ovando. Inventario 26 de abril de 1588. Juan Romero. 4240.

[7] A.H.P.C. Inventario 24 de noviembre de 1624. Benito Madaleno. 4029.

[8] Diego de Ovando de Cáceres, nieto del capitán Diego Ovando de Cáceres era de 10.000 ovejas, 300 vacas, y 200 cerdos, en 1551.

[9] A.H.P.C. Venta. 30 de julio de 1604. Juan Martínez Sigler. 4.368.

[10] Según Pereira Iglesias entre 1588 y 1589 el valor medio de la arroba de lana osciló entre los 18 y los 19 reales, y mantuvo ese nivel en 1599, con lo cual la tendencia fue al estancamiento. Como señala este mismo autor hay que tener en cuenta las diferencias de calidad de la lana que no siempre es explícita. Pereira Iglesias J.L: Cáceres y su tierra en el siglo XVI. Economía y Sociedad. Cáceres, 1991. pp.229-230.

[11] Altman, Emigrantes, p.87.

[12] En la cifra global no se incluyen las libras, que explican el valor final de las ventas de cada año.

[13] A.H.P.C. Inventario 26 de abril de 1588. Juan Romero. 4240. Mayoralgo, cit. p.595. Altman da erróneamente la cifra de 51.650 arrobas exportadas de 1584 a 1587. Altman, Emigrantes p.88, pero la refleja adecuadamente en su otra obra. Altam, I: Hidalgos, p.96.

[14] A.H.P.C. 4240. 4029.4239.4240.4242.3248.

[15] Extrapolamos ese valor a los demás años, como este valor debió de ir en aumento el valor final de la exportación debió ser mayor.

[16] Los impuestos por saca de diez arrobas fueron el diezmo viejo: 50 reales, y el derecho de cuatro ducados por saca: 44 reales. Cuando las sacas eran de doce arrobas se pagaba un 20% de demasía.

[17] Conocemos 18 poderes de Cristóbal Ovando para pagos fiscales por exportación de lana a Italia, de 1586 a 1600.

[18] Valorando a 11.5 kilogramos la arroba, y la producción de lana por cabeza a 2.5 kilogramos.

[19] Altman, Hidalgos, p.96.

[20] A.H.P.C. Venta 21 de junio de 1590. Juan Romero. 4240.

[21] A.H:P.C. Inventario 26 de abril de 1588. Juan Romero. 4240.

[22] Ibídem.

[23] Ibídem.

[24] Diego de Ovando de Cáceres, su pariente, se dedicó con preferencia a la venta directa del ganado a ganaderos castellanos, entre 1547 y 1552 vendió 3.655 ovejas. Altman, Emigrantes, cit. p.86. A.H.P.C. Inventario 24 de noviembre de 1624. Benito Madaleno. 4029.

[25] Altman, Hidalgos, p.81.

[26] A.H.P.C. Inventario 24 de noviembre de 1624. Benito Madaleno. 4029.

[27] A.H.P.C. Poder. 25 de septiembre de 1590. Juan Romero. 4242.

[28] Pereria Iglesias, Cáceres y su tierra, p.215.

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