Oct 011978
 

Manuel Ruiz-Navarro y Ruiz del Riquelme.

El Real Seminario de Nobles de San Pablo de la Ciudad de Valencia, para estudiantes seglares, abrió sus puertas el año 1670 a la juventud de las más esclarecidas familias nobles de los antiguos Reinos de Valencia, Murcia y Mallorca y Principado de Cataluña, aunque a él acudieron de todas las tierras de la geografía patria, e incluso del extranjero, estos porque sus progenitores habían fijado su residencia, definitiva o temporalmente, en nuestra patria. El Caballero Seminarista, que así se llamaba al Colegial, sentía el sano deseo de adquirir conocimientos, o mejorar los que ya poseía, con los mas altos y loables fines de todo buen vasallo Ser lo mas útil posible a su Dios, a su Patria y a su Rey.

Este importantísimo centro de cultura nació con el nombre ya mencionado por la fusión del antiquísimo Colegio de San Pablo, creado por los jesuita en los años cuarenta del siglo XVI, ampliado en 1.552 con los bienes que le aplicó el valenciano P. Juan Jerónimo Domenech, insigne Canónigo de la Catedral de Valencia y más tarde miembro de la Compañía de Jesús, a quien se viene considerando como el fundador del mismo, pues él fue realmente el que obturo licencias del Papa Paulo III y del propio San Ignacio de Loyola para llevar a cabo la fundación y dotación de tal Colegio, con el fin de dedicarlo a instrucción de la niñez -como así fue- y con el tiempo pasar a ser Colegio Máximo de San Pablo según el primitivo deseo de San Ignacio, expresado por éste mismo, al parecer, antes de que la Compañía de Jesús fuese fundada, con ocasión de su breve estancia en falencia hacia 1.535, ayudado entre otros por un ciudadano de Valencia llamado Pedro Domenech, padre del mencionado Canónigo, y amigo de Martín Pérez de Almazán, gran protector de los jesuitas, en cuya casa residió el santo Fundador durante su visita a la Ciudad de Valencia.

Pedro Domenech envía a París y a Roma a su hijo Juan Jerónimo. En la capital de Francia se encuentra con San Francisco Javier que le proporciona cartas para los padres Fabro y Laínez, entonces en Roma, siendo éste viaje el principio de la vinculación del joven clérigo valenciano a la Compañía de Jesús, en cuya Casa Profesa, ya denominada Colegio Máximo de San Pablo, por él fundada, dejó de existir santamente el 20 de diciembre de 1.592.

Tras muchas vicisitudes, el complejo docente en que fue convirtiéndose el Colegio Máximo de San Pablo, al que se le había agregado por un lado, el Colegio de la asunción de la Madre de Dios, vulgarmente conocido por Colegio de Na Monforta, en recuerdo de su fundadora la magnífica señora doña Ángela Almenar, viuda de Mícer Bartolomé Monfort, doctor en ambos Derechos y de muy singular significación en la contienda de las Germanías, y por otro, el Seminario de Nobles de San Ignacio, para estudiantes seglares, financiado con los bienes de otra dama valenciana muy piadosa, gran bienhechora de dicho Seminario, doña Bárbara Pérez de San Vicente, abre sus puertas en 1.670, como se ha dicho ya, con la denominación de Real Seminario de Nobles de San Pablo de la Ciudad de Valencia, regido por los Padres Jesuitas.

La pujanza de este complejo docente fue incrementándose notablemente en los últimos años del siglo XVII, aumentándose los estudios que se impartían en el mismo. Era mucha la fama de la calidad de la preparación de los que pasaban por sus aulas. Las enseñanzas que se impartían eran además de la instrucción religiosa, estudios literarios y científicos, no sólo la enseñanza del Latín, sino también la de la Filosofía y otras facultades mayores, al mismo tiempo que prácticos y variados ejercicios caballerescos de destreza física, idiomas -el francés, el griego, el hebreo, etc.- danza española y francesa, música y heráldica, tratando de dar a los Caballeros Seminaristas una preparación completa, integral, creciendo además la fama y prestigio de la institución colegial jesuítica con frecuentes actos públicos como representaciones teatrales, certámenes, conferencias, polémicas filosóficas y literarias y otros, hasta el punto que estas actividades docentes y culturales produjeron fricciones y competencias con el Estudio General o Universidad de Valencia, cuyas aulas quedaron casi desiertas. La Universidad se opuso al Real Seminario de Nobles y tras tres años de litigio, se resolvió a ruegos de la Reina Gobernadora doña Mariana de Austria, en los días de la minoría de Carlos II, estableciéndose una concordia por la que se concedía a los jesuitas autorización para leer en su centro docente las disciplinas de Gramática y algunas partes de la Teología.

El orden disciplinario dominante en esta institución era severo sin dejar de ser respetuosamente cordial, dándose a los Colegiales el tratamiento de Vuesa Merced y en los escritos el Don que les correspondía por nacimiento.

El uniforme consistió, primeramente, en una beca talar con cola rozagante, de tafetán negro, con peluca blonda, pero pequeña, y colgando sobre el pecho una medalla dorada con el nombre de Jesús, suspendida de un cordón negro. Posteriormente, a mediados del siglo XVIII, por imperativo quizá de las modas dominantes, se modifico esta uniformidad, tomando aspecto mas militar, sin abandonar el color negro del uniforme en la casaca, chupa y calzón y poniendo el nombre de Jesús en el centro de la banda de seda que cruzaba el pecho. El Caballero Seminarista ceñía espada. Con el tiempo fue adaptándose la uniformidad de los colegiales a las circunstancias. He visto en las casas de algunas familias valencianas viejos retratos de sus antepasados luciendo con orgullo el uniforme de Caballero Seminarista del Real Seminario de Nobles de San Pablo.

Para ingresar como Caballero Seminarista durante el tiempo por mi estudiado, era necesario probar la nobleza del educando. Esto se hacía con la aportación por parte de la familia de los documentos apropiados a tal fin como partidas sacramentales, certificados de inscripciones en Libros Padrones, certificaciones testificales de empleos servidos por sus ascendientes y otros papeles. En algunos la aportación de documentos es muy extensa, en otros no tanto.

En los documentos que me han servido para mis investigaciones, hay algunos libros de Tercias, con unas notas u observaciones hechas por los profesores -muy pocas líneas, cuatro a lo sumo- en las que comentan el comportamiento, aprovechamiento, condicionas físicas y morales, estudios realizados y motivos de la salida del Seminario, que permite hacernos un somero retrato sobre la personalidad del Caballero Seminarista que abandonaba el Colegio para enfrentarse con la vida. Estas notas expresadas dieciochescamente según el gusto de la época, no siempre son positivas, algunas de ellas incluyen aspectos negativos, pero todas ellas, las unas y las otras, son de un gran interés. Particularmente el autor de este trabajo, mientras las leía, ha visto desfilar por su imaginación al Caballero Seminarista de «bello porte», de «bello talento», «muy ajuiciado», de «bellísima conducta», etc. vestido a la usanza con su espada, con sus calzas o calzones, con su casaca negra, con sus «chapetines», su banda de seda que le cruzaba el pecho con el nombre de Jesús en el centro de ella, su capa y su gorra de Caballero Seminarista, paseando por las calles de la vieja Valencia, proclamando con orgullo a los cuatro vientos que estaba cultivándose para mejor servir a su Dios, a su Patria y a su Rey.

En contraste con las anotaciones de más arriba, están las de «corto o mediano talento», «no muy aplicado», «medianamente aprovechado», «porte regular», «de genio perverso», «poco aplicado», etc.

En algunas ocasiones se le califica al mismo Caballero Seminarista con sus buenas cualidades y sus defectos a un tiempo, así se leen en muchas de estas notas u observaciones este tipo de comentarios: «muy bueno pero corto de talento», «…salió medianamente aprovechado, tiene bastante capacidad», «salió concluido los estudios de Gramática con bastante aprovechamiento. Su talento regular», «talento regular pero muy aprovechado», etc.

En toda colectividad hay de todo, desde el hombre dócil, inteligente, bello, airoso y o responsable, al hombre que huye, de mal porte, irresponsable, poco inteligente, menos aplicado y o de genio perverso, pero el tiempo y las circunstancias pueden hacer que los hombres cambien y se conviertan, de corto o poco algo, en hombres, quizá excepcionales; y si existe un fondo de buenas lecciones, de buen ambiente y de buenos principios, la experiencia nos ha demostrado que así ocurre. Estoy seguro que de los casi 2.200 Caballeros Seminaristas que tengo catalogados y reunidos en mi obra inédita «Catálogo de los Colegiales del Real Seminario de Nobles de San Pablo de la Ciudad de Valencia (1.670 – 1.836)» y pasaron por este centro, salieron los hombres que ocuparon los puestos dirigentes de la Iglesia, de la Milicia, de la Administración, de las Artes, de las Letras, del Comercio, de la Agricultura, … tanto en su tierra, como fuera de ella.

Tan solo nueve de ellos proceden de la Tierra de los Conquistadores, y uno de estos, el que lleva uno de los más esclarecidos apellidos extremeños, y para más abundamiento oriundo de Trujillo, la hermosa ciudad cuna de los Orellana, no naciera en las tierras de sus antepasados, no obstante por hijo de extremeño y nieto de extremeños, creo que se tiene bien merecida la inclusión, como un extremeño más, en la nomina de los que pasaron airosos por este Real Seminario.

Mi trabajo está limitado a la recogida de datos referidos a lo patronímico, escolar, geográfico, genealógico, nobiliario y cronológico de los Caballeros Seminaristas. El material que utilicé en su mayoría fueron los Libros de Tercias, llenos de anotaciones crematísticas referidas a las cuentas de los Colegiales; ésta explicación puede aclarar el por qué las referencias de algunos son tan escuetas y las de otros no tanto, ya que de algunos encontré el expediente presentado por la familia probando la nobleza del mismo, de otros sólo su nombre y naturaleza en las listas de Colegiales o en los índices de los Libros de Tercias.

Tras éste preámbulo, paso a relacionar por orden alfabético a los Caballeros Seminaristas vinculados, por nacimiento o por ascendencia próxima, a las dos provincias que forman la región extremeña.

BINUESA Y HORE, D. Manuel.
Extremadura.
Entró en el Seminario el 2 febrero 1.819.
Salió del Seminario el 7 marzo 1.819, siguiendo el destino del padre que ha pasado a Regente de Barcelona.
Se ha portado muy bien en los pocos días de Seminarista.
Padres: D. Juan Binuesa, Regente de Valencia. Dª. Carmen Hore.
(El apellido exacto de este Caballero Seminarista puede ser García de Vinuesa).

GABANES Y AGUILAR, D. Nicolás.
Azuaga (Badajoz).
Entró en el Seminario el 21 junio 1.763.
Salió del Seminario el 5 julio 1.768.
Padres: D. Diego Gabanes. Dª. Josefa Aguilar.

CORDOVES Y DE PINEDA, D. Juan.
Zafra (Badajoz).
Entró en el Seminario 4 julio 1.751.
Padres: D. Juan Manuel Cordovés. Dª. María de Pineda.

GONZÁLEZ DE TERRONES Y VIEYTIZ, D. José.
Badajoz en 16 diciembre 1.821.
Bautizado en la Parroquial Iglesia Catedral, Libro que empieza en 1.821, folio 74v.
Padres: D. Agustín González de Terrones. Miajadas (Cáceres).
Administrador General de Rentas Unidas de la Provincia de Extremadura, Luego Administrador General de Aduanas de Cataluña. Capitán de Caballería. Dª. Juliana Vieytiz. Badajoz.
Abuelos Paternos: D. José González de Terrones. El Casar de Escalona (Toledo). Dª. Ramona López Cavanillas. Miajadas (Cáceres).
Abuelos Maternos: D. Joaquín Vieytiz. Toro (Zamora). Dª. María Manuela de Escobar Moreno. Jerez de los Caballeros (Badajoz).
Un hermano de éste Caballero Seminarista, D. Manuel, Barcelona el 21 febrero 1.825, fue también Colegial, no constando fechas de entrada ni salida de ninguno de los dos en el Seminario .

IVAÑEZ, D. Antonio.
Llera (Badajoz).
Entró en el Seminario el 17 julio 1.725.
Padre: D. Manuel Ivañez, Coronel del Regimiento de Caballería del Rosellón.

LEMA Y SOTO, D. Ignacio.
Extremadura.
Entró en el seminario en el 19 septiembre 1.90. Salió del Seminario 10 julio 1.793, se fue huido, bastante travieso y talento.
Padres: D. José Ventura Lema, Administrador de Rentas en la Villa de Onteniente. Dª.Bárbara Soto.

RABANAL Y VIDAL, D. Miguel.
Jerte (Cáceres).
Entró en el Seminario de once años, el 16 septiembre 1.814. Salió del Seminario 17 junio 1.816.
Padres: D. Miguel Joaquín Rabanal. Dª. Rosa Vidal.

SALINAS DE ORELLANA Y ALARCON, D. Manuel.
Valladolid el 9 noviembre de 1.813.
Entró en el Seminario 6 noviembre 1.828.
Padres: D. Antonio Salinas de Orellana. Mérida. Coronel de Caballería, Caballero de San Hermenegildo, Condecorado con la Flor de Lis y otras de guerra y Cruces de Distinción, Gobernador Político y Militar de Orihuela (Alicante). Dª. Josefa Alarcón Torrubia. Baza
Abuelos Paternos: D. Pedro Salinas, Alburquerque (Badajoz). Dª Olaya Picón y Pérez, Mérida.
Abuelos Maternos: D. Andrés de Alarcón y Salazar. Vélez-Málaga. Dª Manuela Torrubis y peña. Granada.
Padrino de Bautismo del C.S.: D. Blas Alejandro de Lezo, Castro Pacheco y Solís, Marqués de Ovieco, Maestro de Ceremonias de la Real y Distinguida Orden Ecuestre de Carlos III y Comandante del Departamento General de Caballería.

VEGA Y CUÉLLAR, D. Gerónimo de la
Badajoz.
Entró en el Seminario 23 noviembre 1.731.
Padres: D. Diego Felipe de la Vega, Coronel de Caballería, Teniente Coronel del Regimiento de Caballería del Rosellón. Dª. Basilia de Cuellar.

Esta es la nómina que representa Extremadura, entre los años 1.670-1.836 en este Seminario de Nobles de San Pablo de la Ciudad de Valencia. No dudo que es escasa, pero quizá sea representativa.

Manuel Ruiz-Navarro y Ruiz del Riquelme
Comandante de Aviación.
Diplomado en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria por el Instituto «Salazar y Castro» del C.S.I.C.
Miembro del Instituto Internacional de Genealogía y Heráldica.

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