Nov 052024
 

Serafín Martín Nieto

Las cuatro parroquias históricas de la villa de Cáceres contaron en su colación con numerosas ermitas que la piedad de los cacereños levantó desde los remotos tiempos de la Reconquista. Generalmente, la fundación de la cofradía correspondiente solía ser posterior, a veces en siglos, al proceso de edificación de estos edificios.

La modestia de la mayoría de ellas, no se correspondía ni con su antigüedad ni con la relevancia social que, con motivo de las festividades de sus advocaciones, adquirían entre nuestros antepasados, de modo especial cuando se trataban de santos protectores de las cosechas, ganado, epidemias y demás preocupaciones propias de una sociedad eminentemente agrícola y ganadera que, por consecuente, dependía en lo económico de la protección de los cielos.

De la iglesia de Santa María la Mayor, hasta su elevación en 1957 al rango de concatedral en que pasaron a la jurisdicción de Santiago el Mayor, dependían dos ermitas coexistentes dedicadas al evangelista San Marcos.

Desgraciadamente, como de casi todas, tenemos que lamentar la pérdida de sus libros más antiguos, lo que nos impide conocer sus primeros siglos de existencia, la intención de sus fundadores, sus ordenanzas. De la cofradía de San Marcos, sólo se han conservado dos libros de cuentas, que abarcan el período de 1662 a 1807[1]. Los protocolos notariales, las actas capitulares del Consistorio suplen algunas de las lagunas.

Boxoyo, Hurtado y Pulido apenas les dedicaron algo más de una breve referencia. Otros, se han limitado a repetir las afirmaciones consabidas.

I.- LA ERMITA DE SAN MARCOS EL VIEJO

Se alzaba, en la calle denominada oficialmente de Mira al Río, popularmente llamada también de San Roque, por debajo de la Torre de los Pozos, muy cercana a la rivera de Cáceres, en la margen derecha de un ramal, tradicionalmente considerado como Vía Lata o Camino de la Plata, que discurría a sus pies para alcanzar, pasando por delante de la Puerta del Río (hoy conocida como Arco del Cristo), la actual calle de Caleros[2]. De ella arrancaba el antiguo camino que iba a Sierra de Fuentes.

El concejo siempre se preocupó de tenerlo transitable, como evidecian las cuentas de propios del 1523, siendo corregidor don Pedro de Castilla, el mayordomo de Propios Cristóbal Corbacho pagó 11.636 maravedís de lo que se enpedró desde la Puerta del Río hazia la Fuente de Conçejo y en lo que se enpedró por de la capilla de Sant Marcos y en lo de la Fuente de Conçejo[3]. No en vano, hasta la nueva ronda sur, esta calle ha sido una de las vías urbanas más utilizadas por el tráfico rodado.

Sin embargo, este paso resultaba bastante estrecho, debido a su escarpada situación. En 1760, el concejo concedió a Miguel Luengo un terreno para construir su casa en el sitio llamado el Barranco, por debajo del corral de Santa Clara, de donde había empezado a sacar la piedra. Las monjas se opusieron, pues también lo pretendían para ampliar el jardín conventual. Ante ello, Luengo, el 16 de julio, solicitó un solar al comienzo de la calle Caleros, a la subida de Fuente Concejo, que servía de muladar, y licencia para extraer la piedra frente a la ermita de San Marcos el Viejo, con lo que daría más anchura al camino que bajaba al molino de aceite de don Alonso Pablo. Tras el informe del regidor Diego de Tovar Ovando, el día 23 se le concedió con tal de que sacara la piedra del terreno a espaldas del molino y contra el camino que ba a los Pilares, en dos peñascos que esttán contiguos a él, quitándolos y quedándolo más llano y ancho para el paso de coches, carros y carrettas, como también en otra peña que esttá en la callexa que baxa de la ermita de San Marcos el Biexo a la Fuente de Concexo, que quitado este quedará dicha callexa y paso más ancho y hermoso[4].

A sus espaldas, discurría la rivera de Cáceres en cuya ribera se alzaba una serie de edificios preindustriales: los molinos del Cubo Nuevo[5] y el del “Dondonzillo” don Rodrigo de Godoy[6]; tintes[7].

Se trataba de una reliquia histórica: restos romanos habilitados como ermita; la más antigua del amplísimo elenco de ellas que jalonaron la villa y sus alrededores. Es bastante elocuente a este respecto que no sólo se la denominase de San Marcos el Viejo, sino también como la antigualla de Cáçeres, donde se celebró la primera missa[8].

La tradición, transmitida por los autores antiguos y recogida por los libros de la Cofradía, señala que en ella las tropas leonesas del rey Alfonso IX celebraron la primera misa del Cáceres cristiano. Así lo expresa en sus cuentas relativas al periodo que abarca del 25 de abril de 1672 al de 1673, el mayordomo Diego Nevado, al asentar en la data dos cargas de tejas para el arreglo del tejado de esta ermita: adonde se dijo la primera missa quando Cáçeres se ganó de Moros, que avía de ser un santuario grande, y comúnmente le llamamos San Marcos el Viejo. Sin duda, este fue el motivo por el que se consagró a San Marcos, cuya festividad es el 25 de abril, es decir, dos días después de la fecha señalada por casi todos los historiadores como la de la Reconquista, el 23 de abril de 1229[9].

Foto 1. Ermita de San Marcos el viejo

¿Por qué se eligió dicho paraje extramuros para dicha misa de acción de gracias por la toma de la villa y no se cristianizó algún edificio intramuros del Cáceres musulmán como primera iglesia? Una vez más hay que recurrir a la tradición, que ha transmitido que por las galerías que bajaban del alcázar a la rivera penetraron algunos caballeros leoneses para apoderarse de dicho edificio símbolo del poder. Así lo recogió, sin darle el valor de hecho documentado, Simón Benito Boxoyo, quien sí alcanzó a conocer la mina[10].

Especial importancia arqueológica adquirió en el año de 2004 esta parte de la Coraja con la aparición, en el transcurso de la demolición de las casas allí existentes, de un aljibe hispano musulmán frontero al solar donde durante siglos se emplazó la ermita de San Marcos el Viejo, olvidado de la memoria colectiva. No era su primera aparición. El 2 de abril de1603, el concejo comisionó al regidor Diego de Ovando de la Rocha para que haga tapar y çerrar a cal y canto una puertezilla de los aljibes que se a descubierto de la torre de la Mora que sale a San Marcos[11]. Pero muy pronto, el 17 de marzo de 1609, en este ayuntamiento se acordó que se desagüe el algibe que está çerca del umjlladero de Sant Marcos; e desaguado, se çierre e tape la boca, atento que saçerdotes confesores an dado notiçia de que por estar abiertos se an hecho en ellos algunos daños y delitos muy graves[12]. Imagino que los mismos actos sexuales que se cometían en muchas callejas entonces existentes, muy denostadas por el clero.

La mayoría de los arqueólogos convienen en que para la construcción de la primitiva ermita se aprovecharon restos romanos. Mélida, sin desmentir las afirmaciones de Viu de que se trataba de una edícula, proponía una nueva interpretación: pudo tratarse de un monumento funerario, lo que justifica su situación en el camino que bordea las murallas y la Ribera, donde, según la costumbre, debió de estar la nécropoli de Norba[13]. Madoz cita que, en su fachada, existían varias inscripciones ya ilegibles[14].

En lo que sí coinciden todos es en lo reducido de sus dimensiones. Boxoyo afirmaba que medía cosa de tres varas en cuadro[15]. Mélida precisa que el espacio interior tenía 2’40 metros de anchura, y los gruesos muros de piedra, 1’40 metros, espesor más que suficiente para soportar, según él, una bóveda de medio cañón[16]. En los libros de la Cofradía se la denominaba como la ermita pequeña. Estos restos conformaban la nave, rectangular, a la que se agregó un ábside semicircular abovedado. En la época documentada, la nave no conservaba la bóveda romana, sino una techumbre de madera, como era normal en las ermitas cacereñas; y el suelo, de mortero de cal. En su altar se veneraba una imagen de San Marcos, románica o gótica, pues ya Boxoyo, a finales del siglo XVIII, la consideraba como antíquisima[17]. Tal vez fuera la que se encontraba en 1856 en la ermita de las Candelas[18].

En el siglo XVII, la Cofradía la mantenía ya por tradición, pues no consta en los libros conservados que en ella se celebraran cultos. Los mayordomos atendían no sólo a la reparación de los desperfectos que causaba el paso del tiempo, sino también a los imprevistos, como los que el día de San Jerónimo de 1672 a caussa de los ajres encontrados y huracán se produjeron en ambas ermitas. Debió de ser insólito, por su virulencia, pues Bartolomé Sánchez recogió el acontecimiento dándonos una amplia relación, no completa, de los daños provocados[19]. Estos fueron menos cuantiosos en la de San Marcos el Viejo, por hallarse emplazada en un lugar más resguardado, que en la de San Marquino. Dicho imprevisto causó un quebranto en la no muy holgada economía de la cofradía. Para afrontar la reparación de ambos edificios, el 11 de septiembre de 1673, los oficiales acordaron vender un toro, bastante dañino, que tenían en la dehesa de la Cervera[20]. En San Marcos el Viejo, un maestro y un peón consumieron dos días de trabajo, por los que el mayordomo Diego Nevado pagó 680 maravedís[21].

Más profunda fue la restauración que se acometió en 1722. El 18 de noviembre de referido año, por mandato del obispo don Sancho Antonio de Velunza y Corcuera del día 16[22], el mayordomo Diego Custodio se vio compelido a dar las cuentas de las obras, seguramente por no haber solicitado la preceptiva autorización episcopal para las mismas. A ellas se aplicaron los ciento noventa y nueve reales y veinticinco maravedís del alcance del mayordomo anterior y los ciento diez reales que, de limosnas, recogió Lorenza la Javata, mujer que por devoción cuidaba del aseo de esta capilla. Los gastos sobrepasaron con mucho al cargo. Por su mal estado, fueron necesarias veintiocho cargas de cal que importaron 319 reales (a razón de dos reales y medio cada carga), ciento cuarenta y tres cargas de arena a cinco cuartas cada una, dos mil cuatrocientos ladrillos, cal para el blanqueo y once cargas de teja. La obra la dirigió Francisco Encinales[23]. En jornales a los alarifes, se pagaron 207 reales. Las puertas se encargaron al carpintero Alonso Sánchez Luceño, quien cobró 90 reales; el cerrajero, 100 por los herrajes de las puertas y 26 por un farol para alumbrar el santo[24].

Como el importe de los gastos sobrepasó en 432 reales y 9 maravedís a los ingresos, la cofradía dejó adeudando a los maestros de obras 299 reales, para cuya satisfacción se alla dicha cofradía al presente sin caudal alguno, por lo que el obispo Velunza ordenó a Francisco Gutiérrez, mayordomo de la de San Blas, que, de los 1.118 reales y 21 maravedís del alcance de Antonio Bueso, su antecesor, diese en préstamo a la de San Marcos la cantidad que necesitaba, previa consignación del arrendamiento del huerto de su propiedad, cuyos 15 reales anuales de renta percibiría directamente la de San Blas hasta que se resarciera del caudal prestado. Además, para saldar más rápidamente la deuda, el mayordomo de San Marcos se obligaba a entregar 45 reales anuales, procedentes de las limosnas, dentro del plazo de los tres días siguientes a la fiesta[25].

El poder económico de las cofradías era tan precario que cualquier eventualidad dejaba sus arcas exhaustas. Dependía en gran manera de la generosidad de los fieles y por ende de las circunstancias económicas de éstos. Todo ello contrasta con las acusaciones de despilfarro en gastos suntuarios que contra ellas se lanzaron en la España de Carlos III. En Cáceres, su economía sólo les daba para mantenerse dignamente.

La influencia del obispo Velunza se dejó sentir en las cofradías cacereñas, que recobraron nuevo vigor. Por su especial celo, se refundó la de Santo Vito, se creó la de la Paz; mandó renovar ordenanzas. Su atención e interés por las cofradías es comparable a los de los prelados don Pedro García de Galarza y don Manuel Llopis Ivorra.

A partir de esta profunda reedificación hasta la extinción de la cofradía, sólo se registran gastos menudos, de muy escasa consideración. Bajo la mayordomía de Francisco Javier Bravo, se repararon las puertas[26]; unos años después, serían renovadas[27]. Tampoco debió de necesitar mayores trabajos, pues en la visita girada el 8 de abril de 1788, el presbítero licenciado don Francisco Sánchez Nieto, del Gremio de la Universidad de Salamanca, la halló con vastante aseo y limpieza, como igualmente la antigua y primitiva, una y otra [28].

Tal vez, como otras muchas ermitas cacereñas, incluida su homóloga, sufriría los desastres de la Guerra de la Independencia. Quedó abandonada a su suerte tras la extinción de la cofradía en virtud de las leyes desamortizadoras. Ya a mediados del siglo XIX, se había habilitado para morada de gente pobre. Y como mísera vivienda, desfigurada y horadados sus muros para abrir ventanucos, sin que nadie reparara en ella, llegó hasta nuestros días conocida como San Roque, por haber recibido culto allí el santo de Montpellier. Hoy, da nombre a su calle.

Su entorno fue testigo de algunos hechos luctuosos. En 1747, del alboroto y pelea sangrienta entre Martín el Oso y José Bejaranoy su sobrino Joaquín Bejarano[29]. En los años 60 del siglo XX, el derrumbe de unas de las tapias cercanas mató a dos novios que pasaban por allí, suceso que marcó mucho tiempo a los cacereños.

En el Pleno Ordinario del Ayuntamiento, celebrado el 10 de junio de 1964, el concejal don Tiburcio Jiménez Rodríguez expuso la ruinosa situación tanto de la ex-ermita, que denomina de San Roque, que se hallaba sin ventanas ni puerta, como de su arandel, utilizados como lugar de juegos por los niños de la barriada con el consiguiente riesgo[30]. El 27 de noviembre de dicho año, el Pleno acordó la realización de un proyecto de urbanización del Barrio de San Roque[31]. Los días de la ermita ya estaban contados.

Una vez más, como en tantos lamentables casos en esta ciudad Conjunto Histórico, Patrimonio de la Humanidad y demás títulos, se impuso como solución el derribo. Por su aspecto humilde, como señaló Callejo[32], para su demolición ni siquiera se consultó a la Comisión de Monumentos.

Con ella, se perdió un retazo importante de este Cáceres que tan poco se ha ocupado y ocupa de sus edificios más humildes y populares, que caen o bien víctimas del desconocimiento que acerca de ellos tienen quienes conceden las licencias de demolición o bien, más solapadamente, al amparo de supuestas remodelaciones que hacen tabla rasa de cuanto ha perdurado.

II.- LA ERMITA DE SAN MARQUINO

¿Por qué la cofradía levantó una segunda ermita en otro emplazamiento? La falta de libros de la cofradía con anterioridad a 1662 no nos permite averiguar cuándo ni por qué se erigió en otro lugar más elevado una segunda ermita en honor del evangelista.

Foto 2. La ermita de San Marquino en la actualidad. Foto Serafín Martín Nieto.

La causa bien pudo ser lo reducido del perímetro de la primitiva y la imposibilidad de ensancharla por estar constreñida por el camino real y el desnivel de la ribera.

El lugar elegido, también extramuros, se sitúa sobre un altozano en la Sierra[33] (Sierra de la Mosca), al pie de la actual carretera de la Montaña, anteriormente denominado camino del Calvario, desde el que se domina la ciudad y los campos circundantes. A su alrededor, discurría el camino de Valincoso hacia Trujillo[34] y Sierra de Fuentes y el de Fuente Peñas[35], cerca del Cerro de la Butrera. Estaba rodeada de aceras de pan llevar de distintos propietarios. Dicho altozano sería conocido como Cerro de la Fuente de Concejo o de San Marcos.

La nueva ermita se levantaría en el siglo XV. Hay constancia documental de su existencia en el primer cuarto del XVI[36]. De estilo gótico popular, conserva la puerta de acceso, constituida por un arco ojival. El exterior, hasta hace pocos años exento, era de mampostería sin lucir, con ábside semicircular muy similar al de San Blas, que daba a un corralón que alcancé a ver hace muchos años. Dicho ábside, se encuentra hoy día anexionado a las casas particulares que asfixian la ermita. La techumbre era de caña, y siendo mayordomo Alonso Hernández Mangut, el maestro albañil Juan García Rubio cobró 11.160 maravedís por el encañado de toda la ermita[37]. A los pies de la nave, en el lado del evangelio, existe una reducida sacritía.

Delante de la actual puerta de acceso, se alzaba el tradicional portal que, acaso construyera Francisco Martin Paniagua. El 13 de febrero de 1582, el mayordomo Diego Pantoja dio poder a procuradores de Cáceres para el pleito que trataba con este cantero por dicha obra[38]. Lo mandó reparar el mayordomo Lorenzo Martín Pozo Sanguino, entre 1659 y 1662[39]. Siéndolo Juan Antonio Marín (1792-94), se colocó a la entrada un azulejo con la imagen del santo, que importó 8 reales y 24 maravedís. Debió de ser parecido al de la ermita de San Antón, custodiado hoy en el Museo Provincial, o al de la de San Antonio de la Quebrada. No sería muy costoso encargar uno similar.

Adosada, con techo de lata, se alzaba la casa del ermitaño, personaje tan característico de nuestros santuarios. En 1579, lo era Pedro Hernández[40]; en 1618, el aguadero Francisco Hernández[41].

El altar principal está consagrado, como es natural, a San Marcos, cuya imagen, de pequeño tamaño, recibió culto hasta los años 40 del siglo XX, cuando cierto personaje cacereño se la llevó para restaurarla y no volvió nunca más. De pequeño tamaño (de ahí, quizá, la denominación de San Marquino), era revestida de una capa de damasco carmesí para la fiesta. Siendo mayordomo Alonso Bravo (1703-07), el platero Juan Rodríguez labró una diadema de plata que costó la no despreciable cantidad de 108 reales, y el polifacético Mateo Hurones doró la imagen por 300. El dorador Francisco Tallo, hermano de esta cofradía, natural de Córdoba y avecindado en Cáceres, la restauró entre 1755-57.

Foto 3. El nicho del Santo en 1984. Foto Serafín Martín Nieto.

El nicho actual que alberga al santo, debe de ser el original. En su testamento de 1563, Juan Delgadillo de Paredes, a la hermjta del bienaventurado Sant Marchos, mando tres rreales para ayudar a pintar la caxa donde esta su ymajen y a doralla[42].

A finales del siglo XVII, pues el mayordomo Juan Romero Espada adquirió, por 4 reales, un dosel a la cofradía de Santa Lucía para ponerlo en la ermita[43]. No debió de complacerles, pues años más tarde, Matías Vélez Cabezón (1718-19), mandó abrir la hornacina y enmarcarla por sendas pilastras de obra, que se pintaron al año siguiente. Finalmente, Francisco Rodríguez Patrón (1751-53), encargó a Vicente Hidalgo la talla del retablo, que importó 488 reales.

Pero no fue el único altar con que contó, pues a cada lado de la nave existía uno pintado, cuyas advocaciones no son mencionadas en los libros. Por estar desidiosos, el obispo García Alvaro, en el transcurso de la visita de 1751, mandó adecentarlos o demolerlos. Diez años después, al no contar con caudales suficientes, apovechando una de las continuas reformas, fueron derribados.

La pobreza de los materiales del suelo, de mortero de cal, se enmascaraba, conforme a una práctica muy difundida, por medio de esteras.

A lo largo de los siglos, fueron muchas las obras emprendidas para su mantenimiento. 16 de febrero de 1597, otorgaron poder cumplido a Juan Martín, correo de a pie, para que viajase a Sevilla a cobrar de Alonso Martín Trebejo, vecino de Ciudad Rodrigo, los 50 reales libres de gastos que había mandado de limosna el dominico fray Hernando de Hervás, natural de Cáceres y estante en el Perú, para ayuda a reparos de la dicha yglesia y otras cosas nesçesarias y tocantes a ella[44].

Como ya hemos visto, se vieron en la necesidad de vender un toro para reparar los cuantiosos desperfectos causados por el huracán de 1672[45]. En 1764, como amenazasen ruina la nave y la mitad del pórtico, el arriba citado obispo mandó consolidarlos. Los trabajos se ejecutaron, sin dilación, estando concluidos un año después.

Foto 4. La Virgen de la Montaña a su paso por la ermita

La cofradía, una de las tantas menores establecidas en Cáceres, contaba con una renta muy humilde, basada en siete capitales de censos cuyos réditos fijos quedaron obsoletos con el paso de los años y en la escasa renta procedente del arrendamiento de un huerto en la ribera[46]. El grueso de los ingresos provenía de los petitorios, gracias a las indulgencias ganadas[47]. Aprovechando la afluencia de fieles que visitaba a Nuestra Señora de la Soledad durante los trece días que permanecía en el Calvario, desde el Domingo de Pasión al Viernes Santo, y con la intención de suscitar la generosidad de los fieles, se sacaba al santo al camino, con el consiguiente riesgo para la imagen, que por haberse quebrado en el transcurso de uno de estos petitorios, el carpintero Juan Rodríguez tuvo que restaurar entre 1659-62. En previsión de futuras contingencias, el mayordomo Diego Nevado (1674-75) emprendió la obra de una capilla de bóveda frente a la ermita para exponerlo allí durante dichos días. Años después, los conocidos alarifes Benito José y Francisco Sánchez Sevillano la mejoraron, dotándola también de puertas, gracias a la iniciativa del entonces mayordomo Juan Romero Espada (1693-97).

El otro petitorio estaba vinculado a la, desde antiguo, arragaida tradición del toro de San Marcos, de origen discutido, relacionada con la mentalidad y creencias de una sociedad eminentemente agrícola y ganadera que, dependiente de la naturaleza, vivía en consonancia con las estaciones y su calendario festivo.

Los cacereños, siguiendo una práctica piadosa ancestral, recurrían a la mediación de San Marcos para rogar por las buenas cosechas e impetrar las tan necesarias lluvias primaverales y así combatir las cíclicas sequías. El 9 de abril de 1663 se acordó procesionar el santo alrededor de la ermita. Con este motivo se le revistió con una capa de damasco carmesí. Desde 1690, el cura y beneficiados de la parroquia de Santa María lo portaban procesionalmente desde la capilla hasta la iglesia, a la que se llevaba también el toro. La víspera de la fiesta, dos vaqueros designados por el mayordomo lo conducían desde la dehesa donde pastaba, general bajo el cuidado del mayoral del conde de la Enjarada. Cuando no lo tenían, algún noble devoto lo ofrecía generosamente para la ocasión. Recorrían con él las calles hasta la ermita para la celebración de las vísperas, al tiempo que se pedía limosna. Bajo la mayordomía de Alonso Hernández Mangut “Ceceoso” (1680-83), se encargó al notable pintor Francisco Montejo la tablilla de la demanda con la imagen del santo[48].

El ayuntamiento acudía en planta de corporación presidiendo la procesión del evangelista, que salía de Santa María, pasando por las partes acostumbradas, hasta San Mateo. No obstante, en 1694, el vicario foráneo don Cristóbal Velázquez, alterando la costumbre inmemorial, pretendió encabezarla. El Ayuntamiento, para evitar inconvenientes, resolvió no asistir, como había hecho en las procesiones de Semana Santa en que deve asistir la jurisdizión ordinaria y más en esta villa que se hazen de noche, haviendo causado notable alterazión y nota. El 27 de abril, el corregidor, don Antonio del Corral y Paniagua, caballero de Calatrava, inició una información con vistas a pleitear para mantener las prerrogativas. Muy interesante resulta la deposición del escribano Diego del Pozo por la descripción tanto de la tradición que se observaba como de los hechos acecidos dicho año: Al quinto capítulo dijo que el dicho día de San Marcos, veinte y cinco de abril de este año, vio el testigo que en las casas de el correjimiento de esta dicha villa están dicho señor Correjidor, muchos cavalleros rejidores capitulares, que en esta villa lo son las personas nobles ylustres y decoradas, los más de diferentes hórdenes militares, sin que el testigo aia visto que en tyienpo alguno le aían admitido en los oficios de rejidores por esta villa personas que no sean de las calidades referidas. Y ansimismo estavan dicho día en dichas casas de correjimiento los dos escrivanos de aiuntamiento, que así mismo son de las personas decoradas de la república. Y asimismo estavan los dos porteros del dicho aiuntamiento prevenidos para asistir en forma de villa a la procesión y rogativa, que se hiço el dicho día veinte y cinco de abril de este presentte año. Y vio el testigo que de las casas de el dicho correjimiento salieron dichos dos escrivanos de aiuntamiento y fueron acia el palacio episcopal, donde tiene su asistencia dicho vicario; y dentro de breve ratto, bolvieron los dichos dos escrivanos y oio decir el testigo avían ydo con recado de dicha villa a dicho vicario para que no enbaraçase el que asistiesen a dicha procesión. No save el testigo la resolución que tomó por entonces y los referidos se estubieron en dichas casas del correjimiento asta que pasó por la plaça pública de estta villa dicha procesión en que yva presidiendo en la forma que lleva referido dichos vicario, Juan Ojalvo y Pedro Maderuelo. Y tiene por cierto el testigo que el no aver tomado resolución dicha villa de asistir a dicha procesión rogativa fue por no tener enbaraço con dicho vicario ni causar ruido ni escándalo y así lo avido decir el testigo a personas que se allaron presentes, lo qual y de no mantener en la costunbre y posesión que tiene dicha villa en la asistencia en dichas procesiones es en grave daño y perjuicio suio. El vicario acudió con manteo y bonete, acompañado de la misma guisa por su fiscal, el presbítero licenciado Juan Ojalvo, y por el notario Pedro Maderuelo con hábito eclesiástico y sombrero. Al igual que actualmente el día de San Jorge, a estos actos acudían los dos portteros con sus ropas de damasco encarnado y gorras de lo mismo y cada uno su maça con las armas reales.

El origen de tal enfrentamiento, al decir de los testigos, radicaba en la irritación del obispo de Coria, don Juan de Porras y Atienza, por haber perdido, frente al Común de Cáceres, el pleito por la continuación del tribunal eclesiástico de primera instancia. De esta guisa testimoniaron el procurador Juan Digán Muesas, quien había oído decir al vicario que el dicho señor obispo se halla sentido desta villa y sus moradores por el pleito que su síndico procurador le pusso sobre que tubiesse vicario en esta villa con primera ynstancia en lo zivil; Andrés Fernández de Tejada Michel achacaba todo a una orden del señor obispo, motivado de la passión de haver perdido el pleito. Antonio Muriel añadió que el prelado había participado en otras procesiones y nunca, antes de haber perdido el juicio, había intentado ocupar el lugar de la Villa. Lo mismo manifestó don Diego Antonio de Ovando respecto al actual y a sus antecesores Zapata y Luna.

Por Real Provisión de Carlos II, dada el 12-5-1694, se mantuvo a la villa en la prerrogativa de presidir detrás del preste; y el vicario, si quisiere asistir, lo hiciese con el resto de la clerecía, revestido de sobrepelliz y no de manteo. El 31, se comunicó al licenciado don Juan Cantero, arcipreste de Cáceres y vicario en ausencia del titular. El 2 de junio, desde Coria, Velázquez se opuso al cumplimiento alegando que se había obtenido con relación siniestra y en virtud de ynformación suya sin su zitazión ni del fiscal general deste obispado. Por Real Provisión de 19 de dicho mes y año, se ordenó su ejecución sin mayor demora[49].

Estos incidentes protocolarios eran frecuentes en una sociedad tan estamentalizada como la barroca.

En el año de 1705, por las inbasiones del enemigo no se hizo fiesta ni se juntó limosna alguna, como asentó el mayordomo Alonso Bravo (1703-1707) [50]. Sin embargo, la victoria de las tropas de Felipe V en Almansa, daría un nuevo esplendor a la fiesta. El 7 de julio de 1707, en este Ayuntamiento se vio una carta del Rey, nuestro señor, escripta a esta villa sobre la zelebridad de la fiesta del glorioso Evangelista San Marcos, que su thenor es como sigue:

El Rey i Consejo, Justizia, Rexidores, Cavalleros, escuderos, ofiziales y hombres buenos de la villa de Cázeres para eterna memoria y agradezimiento del gran benefizio que hizo Dios a esta Monarquía en el día veinte y zinco de abril de este año, en el qual triunfaron sus armas de las de los enemigos en los campos de Almansa, haviendo logrado esa felizidad de derrotarlos en batalla, he rresuelto se solicite en mi nombre a su Santidad haga fiesta de prezepto el día del glorioso evangelista San Marcos para que se zelebre y guarde perpetuamente en todos mis dominios en hazimiento de grazias y reconozimiento de lo que su ynterzesión pudo disponer la mano poderosa de Dios a que conzediese en su día tan clara prueva de mi justizia y de lo que me ynteresa en la defensa de la religión. Y siendo devido y justo solemnizarla con el maior culto que fuere posible, como asimismo la fiesta de la yglesia para que por motivos tan espeziales sea también expezialmente solemnísimo el día de San Marcos, os lo he querido partizipar para que en esa villa y demás villas y lugares de su jurisdizión se haga prozesión general y solemne al mismo asunto con la fiesta de la yglesia, pues aunque en el mismo día la tiene dispuesta, es muy conforme y correspondiente el obsequio a tan apreziables zircunstanzias como concurren, esperando de vuestro zelo y amor a mi servizio, lo ejecutaréis por vuestra parte con la fuerza que en todas ocasiones la avéis manifestado. De Buen Retiro a veinte y siete de junio de mill setezientos y siete. Yo el Rey. Por mandado del Rey nuestro señor, don Franzisco de Quinconzes[51]. Como hemos visto, ya con anterioridad la Villa participaba.

Caro Baroja afirma que las letanías mayores del día de San Marcos eran la adaptación cristiana de la fiesta romana de las Robigalia, que se celebraban también el 25 de abril, para preservar a los trigos de la roña. El Papa Clemente VIII en un rescripto de finales del XVI al obispo Civitatense ordenó la abolición de la costumbre pagana e idolátrica de toro: abusum quendam in festo sancti Marci Evangelistae, quo die taurus quidam ferocissimus publice ad Missam et processionem a vicinis producitur, Marci nomine, candelam et panem in cornu gestans…. El ilustrado Feijóo reprobaba también el escándalo que se producía en los templos mientras el toro permanecía dentro, pues la gente atendía más al aninal que al sacerdote[52].

En Cáceres, el 19 de abril de 1747, se prohibió la partición del animal en la fiesta: En estte Aiuntamientto se acordó que por los ynconvenienttes que pueda subzeder no vaia el toro que llaman de San Marcos en la prozesión de rogattiva de dicho santto por lo ttocantte a estte presente año y a los demás subzessivos[53].

Sin embargo no se observó inmediatamente dicho mandato, pues hasta las cuentas de 1751-53 aparecen los pagos a los vaqueros. Con la venta del último toro de la cofradía, finalizó en Cáceres esta secular costumbre. Su desaparición se debió a instancias superiores. El 12 de febrero de 1753, el corregidor don Juan Lariz Olaeta recibió de manos de don José Antonio de Yarza, secretario del Rey, la Orden del Consejo, dada en Madrid el día 2, bajo las mayores penas, para “que cessasse enteramente y quitasse de raíz la zeremonia supersticiossa observada de muchos años en los pueblos de Estremadura y en algunos de la Provincia de Salamanca, en los que en la víspera o día de San Marcos, por las cofradías desta adbocación, cura o religiosso y vecinos se saca un toro de la vacada llamándole Marcos y llevándole después a la yglesia en processión y aún a las cassas para lograr mayores limosnas. Comviniendo remediar semejante abusso tan perjudicial a las buenas costumbres, malsonante a la veneración y decencia devida a las yglesias además de resistirlo y estar prevenido por ley del Reino que no entren en ellas vestias algunas. Y como en esta práctica se mezclaban clérigos y religiosos, se comunicaría también al obispo. El 15 se al mayordomo de San Marcos, Francisco Rodríguez Patrón, y el 8 de marzo a Alonso Montero Higuero, diputado[54]. En 1757, se extendió a toda España[55].

En 1770, los regidores cortaron por lo sano y se abstuvieron de acudir a la fiesta, lo que les valió la recriminación, el 28 de abril, del alcalde mayor: con el motivo de no haver asistido esta villa a la prozesión de la letanía de Señor San Marcos en el dicho día veinte y cinco del corriente y que se estrañó y notó la no asistencia para que en lo subzesivo se eviten semejantes escándalos, se acordó asista en todos los que ocurran en adelante, dándose para ello los avisos que se han acostumbrado[56].

Desde 1720, a imitación de otras cofradías, se alquilaba una caballería para transportar el trigo que se pedía por los numerosos molinos de la ribera para amasar las tradicionales roscas de anís. Pocos años después, entre 1725 y 1726, se instituyó el ramo (mesa de ofrendas). Como en el Calvario y en otras ermitas alejadas de la población, había tinajas con agua para refresco de los romeros.

El mayordomo Pedro Garrido (1710-1711) dispuso tres bufetes para poner el Liño yn Cruzis, Nuestra Señora de la Montaña y San Gregorio, colgar la capilla y toda la hermita y otras menudenzias quando uvo la prezissión por la plaga de la langosta que uvo en dicho año.

En 1765, para dar mayor vistosidad a la procesión de letanía, se encargó, para las andas, un arco que se recubría con flores de artesanía traídas de Sevilla. Era la época en que se popularizaron este tipo de adornos que alcanzaron una amplia difusión y que aún hoy pervive en algunos pueblos, especialmente de la Baja Extremadura. La cofradía de la Vera Cruz engalanaba así la cruz para la fiesta del 3 de mayo.

En 1779, la cofradía protestó porque se celebraron en Santa María las vísperas y la fiesta, “pues se condescendió sólo por la gravíssima ocupación con que se hallavan los Sres cura y beneficiados de la dicha yglesia a causa de hallarse en rogativa, por falta de aguas, nuestra Patrona María Santísima de la Montaña, en cuyo supuesto se aseguró por el señor bachiller que en lo sucesivo no se baldrían de este motivo para no hacer la función en la hermita”.

La extracción social de los cofrades era eminentemente popular, no obstante clérigos, nobles e hidalgos también estuvieron representados. Los oficiales nombrados, según norma generalizada en Cáceres, tenían obligación de aceptar los cargos para los que eran elegidos. Su incumplimiento, salvo causa justificada, conllevaba la expulsión. En 1671, Francisco Sánchez Valiente renunció a la reelección como mayordomo de San Marcos, dado que lo era también de la Soledad, por argumentar, con gran acierto, que no podía servir a tantas cofradías. Así lo entendieron sus reelectores, quienes, ante tan sensata excusa, nombraron a Diego Nevado.

Los conflictos bélicos de mediados del siglo XVIII, las contribuciones de guerra, los impuestos y la supresión durante algunos años del acto del Descendimiento y de las visitas nocturnas al Calvario, mermaron notablemente la exigua economía de la cofradía. Sin embargo, parece que esta ermita, a diferencia de las del Espíritu Santo, San Blas, los Mártires o San Bartolomé, no fue habilitada como hospital militar durante la guerra con Portugal.

En 1810, por haber sido utilizada, con toda probabilidad dada su situación privilegiada, como puesto de vigilancia por los franceses, al igual que otras muchas de las cercanías de Cáceres, quedó en completa ruina, sirviendo de cobijo de mendigos y maleantes que se dedicaban a robar en los predios vecinos. Para solucionar este problema de orden público, el 11 de octubre de 1849, el alcalde, informaba al intendente general de Rentas Nacionales que atendiendo a que ningún destino se les da a las hermitas de San Marcos y el Humilladero que se encuentran en las afueras de esta población, he resuelto, consiguiente con que se me ordena por el Sr. Gefe Superior Político de esta provincia, en comunicación del día de ayer, demoler la primera y cerrar el portado que da entrada a la segunda para evitar que en lo subcesivo sea el albergue de los bagamundos que andan rehuyendo la vijilancia de las autoridades[57].

Foto 5. La ermita en ruinas en 1984. Foto Serafín Martín Nieto

En 1851, el Ayuntamiento, dispuso el tapiado de su puerta, o en su defecto, la demolición.

Por suerte, la ermita figuraría entre los bienes devueltos al Clero por el Estado, que la escrituró con los siguientes deslindes: al oriente con el camino que desde Valincoso va a Fuente Concejo, al mediodía con la calzada de la Montaña, al poniente con la villa y ribera de huertas y al norte con las tierras labrantías de los herederos de don Manuel de Ulloa. Para evitar su desaparición, el obispado decidió enajenarla y de este modo conserbar alguna renta en beneficio del culto del santo. En 1851, Francisco Gómez la solicitó para recoger en ella los ganados, pero no se produjo la venta por causa del fallecimiento del obispo don Manuel Anselmo Nafría. El 16 de marzo de 1854, reiteró la petición porque el Ylltre. Ayuntamiento dispuso que acabase de demolerse en razón a que en ella se recogían por la noche varios mendigos y otras personas sospechosas y la pretendió porque al que suscrive le venía bien para establecer en ella la recogida de su ganado bacuno de labor puesto que se encontraba inmendiata a su casa. El 22 de abril, el arcipreste don Pedro Chaves Flores reconocía que sólo conserbaba la bóbeda o media naranja que cubría su altar mayor bajo la qual se refugiaban los mendigos en todas las estaciones del año, que las continuas correrías que hazían estos a los olibares inmediatos recogiendo leña y azeituna produgeron diferentes quejas de sus dueños, en cuya consequencia se dispuso por el Ayuntamiento que se acabase de demoler o que se tapiase la entrada, lo que sucedió por los años de mil ochocientos cinquenta o cinquenta y uno. Don Ignacio Hurtado, administrador de los bienes del Clero en Cáceres y representante de la administración diocesana, se la vendió a censo reservativo por 60 reales anuales de renta por el principal de 2.000 en que fue tasada por el maestro de obras del Ayuntamiento Facundo Rico, con la condición de reparar y mejorar el edificio y demás cláusulas de rigor. El 6 de mayo de 1854, el obispo don Antonio María Sánchez Cid y Carrascal facultó al arcipreste para que resolviera lo oportuno; el día 12, este informó favorablemente la venta, que el 30 de diciembre confirmó el prelado. La escritura se otorgó el 30 de marzo de 1855[58]. Si embargo, como adeudara la renta de más de cuarenta años, la parroquia consiguió la retrocesión en febrero de 1899 ante José Castellano.

Por carta de 28 de diciembre de 1898, el cura don José Roldán informaba a don José Fogués, gobernador del obispado, de que nadie quería los terrenos de San Marquino por más de cincuenta duros, que pretendía invertir en títulos de la deuda para que rentasen los tres duros de la antigua venta para con dichp producto celebrar la fiesta anual en Santa María, donde estaba recogido el santo. Y como ya estaban bastante escarmentados de tanta expropiación, su parecer es que se venda cuanto antes para evitar que el Gobierno se apropie dicho terreno. El 14 de febrero de 1899, le comunicó que acaso haya quien restaure la ermita quedando reducida a la mitad si le dan el campo anejo, al tiempo que reiteraba el temor a que el gobierne se incautase del patinadero circundante, del que algunos particulares han tomado ya terreno de dicho campo anejo y se lo hacen propio por prescripción, como ha sucedido ya con parte de él. El 1 de enero de 1901, le envió un presupuesto de la obra, cuyo montante no especificaba, pero debía de ser cuantioso, pues insistía en la necesidad de enajenar el ejido para invertir su importe en la reedificación del santuario, cuya intención era acometerla en la próxima primavera. El 19 de mayo, comunicó al gobernador que durante treinta días había estado en subasta pública, en la tablilla del Ayuntamiento, la venta del patinadero. Dado que no había quien ofreciera más de 2.000 reales y 3.000, si se incluía la ermita -lo que no podía aceptarse, se la había adjudicado el 14 de enero a un sobrino suyo por 3.000 con la obligación de reedificarla, lo que se está haciendo ya, con su pequeña sacristía y una casita que será de mi dominio particular, que servirá para el que custodie la finca y la ermita a la vez, sirviéndome a mí de gran recreo, por el sitio alegre que ocupa y todo ello me costará lo menos seis mil reales.

El 13 de julio, Roldán le informó de la polémica surgida con el Ayuntamiento acerca del terreno junto a la ermita: la persecución obedece sólo a una venganza, a mi modo de ver, como lo prueba que todo esto nació de la sesión que tuvo el Ayuntamiento después del Corpus, el día 13 de junio, cuando llevaba yo trabajando en la finca dos meses lo menos, sin molestia de nadie y con el beneplácito del mismo Ayuntamiento, como lo prueba la carta-volante que también le remito; cuyo deslinde, según la escritura, incluía lo menos cinco fanegas de tierra cuyo terreno se viene labrando en su mayor parte (porque hay parte lleno de peñas) por el primitivo dueño y yo lo he arrendado por espacio de tres años, sin oposición de nadie. Culpaba de toda la controversia al concejal Santana, que fue el que lo denunció ante el Ayuntamiento, quien junto con el Sr. Regidor, eran los redactores principales de “El Periódico”. El 18, le puso al corriente de su entrevista con el alcalde don Manuel Muro: Acabo de tener una conferencia con el Sr. Alcalde y lo encuentro bien dispuesto: me ha confesado que fue interpelado bruscamente por el Sr. Santana en la sesión del 13 de junio y que no tuvo más remedio que tomar acuerdo de investigación, que el resultado de esta no nos es favorable porque quieren remontarse a la competencia de la autoridad eclesiástica para la venta primitiva de la ermita con el terreno; esto sería muy largo de resolver, pero me ha dicho que él dará largas al asunto, hasta que la cosa se enfríe y luego resolverá de acuerdo conmigo. Le pedía que interpusiera su influencia con los curas de San Juan y de Santiago, amigos de Santana, para que pare toda gestión en contra mía, porque el Sr. Obispo hace la cuestión suya en lo referente a San Marcos, toda vez que lo del Corpus está ya terminado satisfactoriamente[59].

El 12 de junio en el Pleno, expresado señor Presidente espuso también que tenía noticias que en los terrenos que se estaban cercando junto a la ermita de San Marcos en el camino de la Montaña que hoy se reedifica, se comprendía alguno perteneciente a los valdíos de la ciudad y con el objeto de depurar estos hechos, proponía que el Ayuntamiento acuerde se instruya el oportuno espediente en averiguación de la certeza del hecho que deja indicado. El 19, el obispo comunicó al Ayuntamiento que había solicitado del párroco de Santa María información del asunto con el fin de que entre ambas autoridades se restablezcan las buenas relaciones que siempre han existido sintiendo sobre manera que se hayan interrumpido[60].

El 8 de julio, Antonio Montoya, empleado de Obras Públicas, comisionado por el alcalde, emitió un informe en el que detallaba que Roldán había vendido en subasta a su sobrino don Narciso Calvarro Martín por 750 pesetas, como mejor postor, los terrenos de la ermita, sin más exclusión que una entrada o camino de comunicación con la carretera de la Montaña y con la condición de restaurar y rehabilitar para el culto la capilla. Pero se sorprendía de que el cura restituyera a la parroquia las ruinas de la ermita de San Marcos por insolvencia y falta de pago del que las compró y vende, incontinenti, los terrenos donde aquella está enclavada, es decir, que devuelve a la yglesia poco más de un área de terreno y vende más de ciento sesenta como regalías de San Marcos y a pretesto único de restauración para beneficio de su olvidado culto. Reclamaba como pertenecientes a los baldíos y propios de Cáceres los terrenos señalados como patinadero en la escritura ante Mendoza, concluyendo irónicamente y esto refiriéndose como no podía menos de referirse sólo al edificio, es altamente incomprensible de no dar a la modesta ermita de San Marcos, en Cáceres, las colosales proporciones de la Basílica de San Pedro en Roma. El día 11, se solicitaron los servicios como abogado consultor de don Juan Muñoz Chaves, que no aceptó por venir desempeñando dicho cometido don Antonio Quirós. Al día siguiente, argumentando la delicada situación de salud de su padre, don Matías Quirós Beltrán devolvió al Ayuntamiento los documentos referentes a la ermita[61].

El 28 de octubre, el párroco solicitó la licencia del obispo don Ramón Peris Mencheta para la bendeción. El importe de la restauración había ascendido a mil pesetas, cuyo escedo de gasto lo he hecho yo de mi bolsillo particular y dono al santuario. El mismo día el prelado ordenó la información de si contaba la ermita con lo necesario para el culto. El 1 de noviembre, el párroco respondió que se hallaba en condiciones para dar culto a su advocación con el mismo santo o imagen que tuvo hace un siglo, en que fue derruida, faltándole tan sólo el cáliz y ornamentos sacerdotales que suple la parroquia cuando se celebra misa en ella, como la hace con Santa Gertrudis y como se hace y acostumbra en las otras ermitas extramuros de esta población pertenecientes a las demás parroquias. El 2 llegó la autorización y el 4 se restableció al culto[62].

Roldán, al final, como comunicaría el 29 de agosto de 1905 a don Vicente Cosme Navarro, familiar del obispo, acabó por vender la cerca y huertos de San Marcos, garantizándose la iglesia la propiedad de la ermita, atrio frente a la capilla y la calleja de entrada. El comprador, con funciones de ermitaño, se obligó a abrirla y cerrarla todos los días y a cuidar de los enseres del culto. Además, este tenía la intención de hacer allí una casa de tres o cuatro mil duros y poner una imagen de la Virgen del Carmen por su cuenta y él, Roldán, una de San José. Concluyendo el asunto con estas palabras: Creo queda así más garantizada la conservación del santuario que pasando a mis herederos en el día de mañana[63].

El paso de los años y el abandono la abocaron de nuevo al deplorable estado de ruina en que la hemos conocido. A finales de los años 70, los vecinos de la barriada iniciaron gestiones, infructuosas, para rehabilitarla. A instancias de la Asociación de Vecinos de San Marquino, el párroco de Santiago, don Pedro Tovar Domínguez, a cuya jurisdicción pertenece desde 1958, la restauró, dotándola de varias mejoras y recuperándola para el culto, siendo bendecida el 24 de abril de 1994 por el obispo don Ciriaco Benavente Mateos. En ella, se venera una imagen del titular propiedad de la diócesis, que se encontraba en el Museo de Santa María; y el grupo de la Virgen de Fátima con los pastores que don Pedro encargó a Lorenzo Erce, poco después, cuando participó en una peregrinación al santuario portugués organizada por la Comisión Pro Paso Sagrada Cena.

Foto 6. Bendición de la ermita. Foto Serafín Martín Nieto

Por todo ello, no podemos menos que felicitar al obispado, a la parroquia de Santiago, al querido don Pedro (q.e.p.d.), a la Asociación de Vecinos y a los cacereños en general que se han vuelto a interesar por nuestras, hasta hace muy poco olvidadas, ermitas, tan impregnadas de religiosidad y de historia populares cacereñas.

SERAFÍN MARTÍN NIETO

APÉNDICES-

I.- Parroquia de Santa María de Cáceres. Libro nº 81: Libro de aquerdos y quentas de la cofradía del evangelista San Marcos. Se principió en siete días del mes de majo de mill y seiscientos y sesenta y dos años.

18 de agosto de 1673. Inventario de escrituras y alhajas realizado por orden del teniente de visitador lcdo. Francisco Paniagua vicario de Cáceres.

Primeramente una casulla de damasco carmesí raída. Un alva, un amito, estola, manípulo y cíngulo. Yten un cáliz y patena de plata, unos corporales, misal, atril y un candelero de açófar, ara, cruz, un hostiario de p(l)ata y una campanilla. Yten un frontal con sus frontaleras viejo. Yten dos pares de manteles. Yten un arca pequeña con dos llaves con sus nichos que sirve de archivo. Yten una vara y una campanilla para muñir. Yten una çesta en que se echa la çera. Yten dos libros en que se escriben las quentas y acuerdos y en que se escriven los hermanos. Las quales dichas escripturas y alajas mençionados en este ynventario son los que oy , con una capa de damasco carmesí u otra vieja del santo, tiene dicha cofradía y los que tiene en su poder dicho Diego Nevado majordomo della. Y lo firmé, D. Lorenço de Paniagua Melón, rubricado.

Ynventtario de los bienes y alajas que tiene la cofradía de Señor San Marcos.

Fol. 196. En la villa de Cázeres en seis días de el mes de febrero año de mill settezienttos y veintte y dos, en cumplimiento del mandatto del Yllmo Señor Dn Sancho Anttonio de Velunza y Corquera, mi Señor obispo de Coria, del Conssejo de su magestad que está en este libro al folio 118, Mathías Vélez Cabezón, mayordomo actual de la cofradía de señor San Marcos estramuros desta dicha villa, que se ssirve en la yglessia de Nuestra Señora Sancta María, parrochial maior de ella. Francisco Bravo diputtado, Diego Espada, Alonso Sánchez Luzeño y Francisco Liberal alcaldes de dicha cofradía, con assistenzia de el pressente escrivano de ella, se hizo ymbenttario de los bienes y alajas que oy están en sser y son de dicha cofradía en la forma siguientte:

 Primeramentte una cassulla de tafettán doble vieja con estola y manípulo de lo mismo. Un alva de lienzo vieja. Un zíngulo de hilo bueno. Un amitto de bocadillo nuevo. Un missal viejo. Un attril bajo. Ytten otro attril altto. Unas vinageras de pelttre. Ytten un ara. Ytten un cáliz con ssu pattena en una caja de paja forrada en lienzo. Ytten un ttafettán encarnado para el cáliz. (Fol 196v.) Unos corporales con su bolssa de tafettán. Ytten unos mantteles de gussanillo a medio servir. Ytten una diadema de platta. Ytten otra de ojalatta. Ytten una capa de raso nueva para el santto. Ytten ottra de damasco vieja. Ytten ottra de damasco vieja. Ytten ottra de felpa negra labrada buena. Ytten doze rossas de mano. Ytten un fronttal de damasco nuevo. Ytten ottro fronttal de garipolass. Yten una messa grande de pino nueva. Ytten ottra de nogal buena. Ytten un vanco largo de pino bueno. Ytten un arca de pino para la zera y ornamenttos. Ytten una carpetta de paño colorado buena. Ytten dos pares de guindalettas de cáñamo. Ytten un toro de tres años. Ytten la vara del mayordomo. Ytten el hierro para herrar el toro. Ytten la campanilla de muñir. Ytten la campanita con que se toca a santus. Ytten las andas del santo. Los quales dichos bienes y alajas son propias de dicha cofradía y los que oy están . en sser y a (Fol. 197) cargo de dicho mayordomo, de los quales dará quenta y entregará al mayordomo que le subzediere. Y en la forma referida se fenezió dicho ynventtario con protesta que haze que ssi por qualquiera aczidentte vinieren a su poder otros algunos, lo manifestará para que se pongan a continuazión en este ynventtario. Y lo firmó de que doy fee. Mathías Vélez Cebeçón rubricado. Antte mí, Gonzalo Digán Muesass rubricado. Reciví las alajas contthenidas en este ymbenttario como mayordomo de la cofradía. Cázeres y abril treintta de mill settezienttos veintte y dos años. Diego Corchado Guerra rubricado.

E luego ynconttinentti, en cumplimiento del dicho mandatto de dicho Yllmo. Sr. estando pressentte Lorenza la Javatta, perssona que por devozión cuida del asseo de la hermitta de San Marcos el Viejo aneja a la cofradía de Sr. San Marcos y dijo tener en su poder lo siguientte: Primeramentte la colgadura de una cama de tafettán dorado y red buena. Ytten dos pares de mantteles de gussanillo, unos viejos y ottros nuevo. Ytten un fronttal de lamparilla listada que es el que está en el alttar. Ytten una capa de rasso de colores a medio traer. (Fol 197v.) Ytten cientto y diez reales que a junttado de limosna para hazer unas puerttas en la hermita de dicho San Marcos el Viejo. Todos los quales dichos bienes y dinero para en su poder, que pondrá a donde su Yllma, mandare y fuere servido. Cázeres y febrero seis de mill settezienttos y veinte y dos. Y declaro que dichas alajas y dinero no sson perttenezientes a la cofradía por averlas dado y recojido de limosna por diferentes personas devotas. Muesas rubricado.

  1. Oficiales de la cofradía.
Año Mayordomos Alcaldes Diputados Escribanos
1562 Francisco Pérez, agujetero
1573 Hernán Rodríguez
1582 Diego Pantoja
1585 Alonso Martín
1586 Marcos Pérez, pelaire
1591 Alonso López
1597 Nufrio Martín Andrés Muriel y Benito Jiménez Damián Blázquez
1598 Juan Jiménez de Aguilar Francisco de Colmenares y Antonio Laso Ojalvo
1599 Miguel Hernández Simón Sánchez y Francisco Martín el Rico
1600-1602 Antonio Higuero
1603 Juan Jiménez de Aguilar
1606 García Solana
1608 Pedro Hernández
1612-1614 Benito Martín
1617 Diego Pulido
1622 Antonio Laso, Benito Vara
1626 Benito Vara
1630 Diego Picón, molinero
1631 Juan Martín Macotela
1653-1655 Juan Muñoz Pizarro Juan González de León y Benito García de Solís Agustín Gutiérrez del Risco
1655 Juan González de León Diego Portillo y Lorenzo Martín Pozo Sanguino Don Lorenzo Paniagua Melón
1656-1659 Juan González de León
1659 Lorenzo Martín Pozo Sanguino Rodrigo de Colmenares, Francisco Jiménez Peralta
1660 Lorenzo Martín Pozo Sanguino
1661 Lorenzo Martín Pozo Sanguino Diego Portillo y Francisco Jiménez de Peralta
1662 Rodrigo de Colmenares Diego Portillo, Francisco Rodríguez, sombrerero
1663 Rodrigo de Colmenares Francisco de Colmenares, Francisco Sánchez Valiente
1664-1666 Rodrigo de Colmenares
1666 Rodrigo de Colmenares Pedro Martín de la Motilla y Benito Rosado
1667 Rodrigo de Colmenares Pedro Martín de la Motilla y Juan Benito Hierro
1668 Francisco Sánchez Valiente, zapatero Juan Benito Hierro, Sebastián Hernández Pieza de Rey
1669 Francisco Sánchez Valiente, zapatero
1670 Francisco Sánchez Valiente, zapatero Diego Nevado, Lucas González Mogollón
1671 Francisco Sánchez Valiente, zapatero Diego Nevado, Francisco González Fresneda
1668-1671 Francisco Sánchez Valiente, zapatero
1672 Diego Nevado Francisco Sánchez Valiente, Diego Lorenzo, zurrador
1673-1676 Diego Nevado
1677 Diego Nevado Diego Lorenzo, Antonio Rodríguez Congregado
1678 Francisco González Fresneda Diego Lorenzo, Juan Pedro González Diego Nevado
1679 Francisco González Fresneda Alonso Hernández Mangut, Alonso González Albuera, Pedro González Melón Diego Nevado
1680 Alonso Hernández Mangut Ceceoso Pedro González Melón calderero, Rodrigo Alonso Mateos, Alonso Hernández Montero Francisco González Fresneda Alonso Mendo Montejo Ulloa
1681-1685 Alonso Hernández Mangut Ceceoso Francisco González Fresneda Juan Alonso Criado
1685 Alonso Hernández Mangut Ceceoso Juan Caballero, Fernando Batonel y Pedro González Melón Francisco González Fresneda
1686-1688 Alonso Hernández Mangut Ceceoso Francisco González Fresneda
1688-1690 Alonso Montero Alonso Hernández Mangut Ceceoso
1690 Juan Gómez Fernando Batonel, Francisco Paredes, hortelano; Pedro González Melón, Fernando Punete, zapatero Alonso Montero
1691 Juan Gómez Francisco Paredes, Juan Romero, Alonso Montero, Pedro González Melón, Francisco González Punete Alonso Montero
1692 Jacinto Rodríguez de Fresneda Francisco Jiménez Galeano el Pinto, Pedro González Melón Juan Gómez
1693-1697 Juan Romero Espada Jacinto Rodríguez de Fresneda
1697 Francisco de Paredes Antonio González Melón, Antonio Valdés Juan Romero Espada
1698-1701 Alonso Montero Francisco de Paredes
1701 Benito Sanguino Alonso Montero
1702 Benito Sanguino Alonso Montero
1703 Alonso Bravo Marcos laso, Francisco Rañedo, Diego Picón Benito Sanguino
1704-1707 Alonso Bravo Benito Sanguino Gonzalo Digán Muesas
1707 Alonso Grijalva Benito Pozo y Juan Sevillano Alonso Bravo
1708 Fernando Pérez Delgado Alonso Grijalva
1709 Juan Sevillano Antonio Paniagua alcalde viejo Juan Clemente, Francisco Rodríguez Fernando Pérez Delgado
1710 Pedro Garrido Juan Sevillano
1711 Andrés González Pedro Garrido
1711 Alonso Bravo Miguel
1712-1714 Juan Sevillano Alonso Bravo Miguel
1714 Alonso Bravo Miguel Juan Moreno, Matías Vélez Cabezón, Gonzalo Mateos Juan Sevillano
1715 Gonzalo Bravo Gonzalo Mateos, Juan Moreno, Juan Rodríguez Pascual Alonso Bravo Miguel
1716-1718 Matías Vélez Cabezón Gonzalo Bravo
1718 Matías Vélez Cabezón Juan Moreno, Juan Rodríguez Pascual, Gonzalo Mateos Gonzalo Bravo
1719 Matías Vélez Cabezón Alonso Sánchez Luceño, Diego Espada, Francisco Liberal Gonzalo Bravo
1720-1722 Matías Vélez Cabezón Gonzalo Bravo
1722 Diego Custodio Diego Espada, Pedro Raudona José Lindo Matías Vélez Cabezón
1723 Alonso Sánchez Luceño Diego Custodio
1724 Alonso Sánchez Luceño
1725 Alonso Sánchez Luceño José Lindo, Francisco Bolaños, Manuel Durán, Miguel Montero Cristóbal García Maderuelo, procurador
 1726 Juan José Moreno Manuel León, Francisco Bolaños, Juan Rodríguez Pascual Alonso Sánchez Luceño
1727 Manuel Durán Andrada Manuel León, José Lindo, Juan José Moreno Juan José Moreno
1728 Manuel León Juan Leal José Cortés, Juan Solana Manuel Durán Andrada
1729 Juan Molano Manuel León
1730 Juan Molano José Cortés, Juan Solana, Dámaso Pérez Manuel León
1731 Juan Michel Juan Molano
1732 Juan Michel Dámaso Pérez de Lazárraga, Diego Michel Juan Molano
1733 José Cortés Juan Michel
1734 José Cortés Francisco Gazapo, Francisco Bolaños Juan Michel
1735 Diego Michel Mogollón Francisco Bolaños, Diego Martín Durán Gómez José Cortés
1736 Diego Michel Mogollón José Bolaños, Diego Martín Durán José Cortés
1737 Alonso Montero Higuero Pedro Huerta, Alonso Palacios, Simón Nevado

 

Diego Michel Mogollón
1738 Alonso Montero Higuero Juan Acedo y Diego Martín Durán Diego Michel Mogollón
1739 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1740 Francisco Rodríguez Patrón Francisco Solana, Juan Digán, Simón Nevado Alonso Montero Higuero
1741 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1742 Francisco Rodríguez Patrón Francisco Solana, Juan Digán, Benito Fragoso Alonso Montero Higuero
1743 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1744 Francisco Rodríguez Patrón Benito Fragoso, Domingo Lobato, Julián Lobato Alonso Montero Higuero
1745 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1746 Francisco Rodríguez Patrón Francisco Antonio Alonso Montero Higuero
1747 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1748-1752 Francisco Rodríguez Patrón Juan Domínguez Camberos, Pedro Díaz de Sandoval, Agustín Cordero Alonso Montero Higuero
1753 Francisco Rodríguez Patrón Alonso Montero Higuero
1754 Francisco Rodríguez Patrón Pedro Díaz de Sandoval, Agustín Cordero Alonso Montero Higuero
1755 Francisco Camberos Francisco Rodríguez Patrón
1756 Francisco Camberos Manuel González, Juan Espada Francisco Rodríguez Patrón
1757-1759 Juan Camberos Calvo Francisco Camberos
1759 Juan Camberos Calvo Agustín Olalla Francisco Camberos
1760 Vicente Villar Francisco Javier Bravo, Nicolás Villar Juan Camberos Calvo
1761 Manuel González Francisco Javier Bravo, Nicolás Villar Vicente Villar Pedro Cortés
1762 Manuel González Francisco Javier Bravo, Nicolás Villar Vicente Villar
1763-1765 Manuel González Manuel Santos, Pedro Martín Rubio Vicente Villar
1765-1767 Lorenzo Díaz de la Lastra Manuel Santos, Pedro Martín Rubio Manuel González
1767 Lorenzo Díaz de la Lastra Manuel González
1768 Lorenzo Díaz de la Lastra Juan Navarro, Antonio Espada Manuel González
1769-1771 Lorenzo Díaz de la Lastra Manuel González
1771 Lorenzo Díaz de la Lastra Juan Navarro, Diego Bravo Nacarino Manuel González
1772 Francisco Javier Bravo Juan Navarro, Diego Bravo Nacarino Lorenzo Díaz de la Lastra
1773 Francisco Javier Bravo Juan Cabezón, José Riego Lorenzo Díaz de la Lastra
1774 Alonso Polo Juan Cabezón, Joaquín Cerda Francisco Javier Bravo
1775 Alonso Polo Juan Cabezón, Joaquín Cerda Francisco Javier Bravo Pedro Joaquín Gómez de Solís
1776-1782 Diego Bravo Nacarino Manuel Santos, Joaquín Cerda Alonso Polo
1782-1785 Pedro Donato Bolaños Agustín López, José Jaco Diego Bravo Nacarino
1785 Juan Muriel Pedro Sevillano Paredes, Bartolomé Hernández Pedro Donato Bolaños
1786-1788 Juan Muriel Pedro Donato Bolaños Manuel José Díaz Guerra
1788 Gabriel Borrella Juan Muriel
1789 Gabriel Borrella Manuel Frutuoso, Bartolomé Hernández Juan Muriel
1790 Juan Antonio Marín García Gabriel Borrella
1791 Juan Antonio Marín García Alonso Borrella, Bartolomé Hernández Gabriel Borrella
1792-1794 Juan Antonio Marín García Gabriel Borrella
1794 Andrés Rueda Nicolás María Díaz Sandoval Juan Antonio Marín García
1795 Andrés Rueda Bernardino Bejarano, Nicolás María Díaz Sandoval Juan Antonio Marín García
1796-1798 Juan Domingo Hernández Bernardino Bejarano, Nicolás María Díaz Sandoval Andrés Rueda
1798 Pedro Guerra Sebastián Pulido Juan Domingo Hernández
1799-1801 Isidoro Hueso Pedro Guerra
1801 Gregorio Pizarro Isidoro Hueso Manuel Sánchez Pérez
1802 José Marta Rubio Diego Pache, Lázaro Castro Gregorio Pizarro
1803 Alonso Bravo menor
1804 Pedro Téllez
1807 Sebastián Barrios

 

III. Censos.

FECHA Y ESCRIBANO CENSATARIOS CAPITAL RENTA BIEN HIPOTECADO
14-7-1573

Pedro de Grajos

Diego de Sanabria e Isabel Álvarez 3.500 mrs. 250 mrs Viña con higueral en Pozo Morisco
4-5-1586

Juan Martínez Sigler

Álvaro Paniagua, clérigo 30.000 mrs. 1.500 mrs. Huerta en Aguas Vivas, viña con lagar en el Casar, sus casas de morada en Zapatería dos casas en la calle del mesón de las Ojalvas (Zapatería Vieja).
18-2-1586

Pedro López

Gonzalo Ojalvo y Teresa García, Diego Hernández Alcoforado y María Gómez 28.000 mrs. 2.000 mrs. Casas en Sancti Spíritus y viña al Calerizo
14-6-1588

Diego de Hinojosa

Benito Corbacho y María Pérez 7.000 mrs. 500 mrs. Viñas en el Casar
3-8-1597

Alejo Michel

Juan Durán y Francisco Durán clérigos 14.000 mrs. 1.000 mrs. Censo contra Rodrigo de Andrada y viña en el Casar
21-6-1599

Alejo Michel

Andrés de Tovar y Catalina Sánchez 5.236 mrs. 374 mrs Casa a la Puerta de Mérida y viña al Calerizo
1-9-1600

Alejo Michel

Teresa Gutiérrez la Alvarada viuda de Alonso Martín Alvarado 154 rs. 11 rs. Censo contra Toribio Hernández Cordero y María González sobre casa en Pedro de Sande
29-7-1601

Alejo Michel

Diego Harto arriero e Isabel Rodríguez 12.000 mrs 857,5 mrs. Casas en Villalobos y alcacer al juego de los bolos
25-7-1606 Francisco Téllez Machado y María de Tovar 12.000 mrs. 857,5 mrs. Casas en Sande
28-4-1608

Alejo Michel

Francisco Hernández Jarón y Catalina Jiménez la Cotrina 10.000 mrs. 500 mrs. Casa en Carniceros
9-8-1613

Pedro de Salazar

Pedro Sánchez Amigo y María González la Montera 20.000 mrs. 1.000 mrs. Casa con corral en Fuente Nueva
25-8-1617

Gabriel A. Briceño de Muesas

Francisco Rodríguez Durán y Leonor Pérez 14.000 mrs. 700 mrs Casas en Gallegos y acera a la Fuente del Rey
28-4-1622

Juan Guerra

Rodrigo Gutiérrez de Andrada y María de Sanabria 14.000 mrs. 1.000 mrs. Lagar en el Casar, tierras al Calerizo, olivar en el Calvario, casas al horno de Corbacho
24-7-1626

Juan Vega el Viejo

Gonzalo Ojalvo y Teresa García 28.000 mrs. 2.000 mrs. Casa en calle del cura Rojo (Moreras)
25-7-1632

Francisco Medrano

Catalina Jiménez viuda de Gaspar Rodríguez 660 rs. 25,15 rs. Olivar en Dehesilla de Abajo
6-2-1654

Gonzalo de Aldana

Juan Lorenzo, zurrador, y Teresa Martín la Jarona 246 rs. 7,04 rs. Casa en Caleros que linda con el Cubillo
18-9-1655

Miguel Jiménez de Valverde

Juan González del Moral y Juana de los Ángeles, de Sierra de Fuentes 600 rs, 30 rs. Distintos bienes en el lugar
15-8-1659

Andrés Briceño

Ldo. Juan Higuero de Sierra 411, 20 rs. 20,19 rs. Casa en Rabo de Gato
22-12-1691

Manuel del Barrio

Juan Romero Espada y Juana González la Valhonda 17.297 mrs. 864 mrs. Casa en Moros con corral y olivo
18-4-1692

Gabriel Briceño

Martín de Colmenares y Juana Pavón Colmenares 600 rs. 120 rs. Olivares al Calerizo
8-5-1707

Francisco Tiburcio Maderuelo

Juan Sevillano, maestro de obras 14.000 mrs. 420 mrs. Casa en Damas en obras
20-5-1730

Benito Sánchez del Pozo

Juan Bohoyo y Micaela Ojalvo 508,25 rs. 91,09 rs. Casa que están fabricando al Arco del Rey
23-11-1734

Francisco Martín del Pozo

Diego Mateos Jaén y Juana la Jaena, del Casar, 411,26 rs. 12,14 rs. Viña en Santa María del Prado y otros predios
5-4-1737

Benito Sánchez del Pozo

José Cordovés e Isabel la Cola, Lorenzo Gómez y Teresa Martín la Sanguina, del Casar 411,26 rs. 12,14 rs. Diferentes bienes en el lugar
11-4-1738

Francisco Martín del Pozo

Alonso Moreno Sanguino y Catalina Martín la Nuña 411,26 rs. 12,14 rs. Diferentes bienes en el Casar
11-12-1738 Benito Sánchez del Pozo Francisco Rodríguezva Grijalva y María Hernández, de Sierra de Fuentes 308 rs. 9,08 rs. Casa junto al horno de la cofradía general de la Concepción

Otra en la Plaza linde las principales de los Aldana

26-9-1768

Pedro Sarmiento

Tomás García e Isabel Concepción la Granada, de Sierra de Fuentes 300 rs. 9 rs. Casa en la Piñuela del lugar
7-8-1779

Diego Nicolás del Pozo

Pablo Royo Mediavilla y Juana la Molana, del Casar 600 rs. 18 rs. Casa en calle del Cura y sobre viña
5-3-1784

Diego Nicolás del Pozo

Alonso Bravo y María la Pallera 411,21 rs. 12 rs. Casa en Fuente Nueva

 

[1] ARCHIVO DE LA DIÓCESIS DE CORIA-CÁCERES (A.D.C.-Cc.). Inventarios. 1800 y siguientes: Ynbentario de las cofradías esistentes en esta capital, formado a la yncautación de los bienes y rentas del clero secular. Año 1842. En este inventario, que en virtud de la ley de 2 de septiembre de 1841, confeccionó el párroco de Santa María, licenciado Bartolomé López y Paredes, entre la relación de los bienes de la cofradía de San Marcos, ya agregada a la parroquia, sólo figuran dos libros de cuentas y acuerdos, los únicos que actualmente custodia el Archivo Diocesano. El extravío de los restantes viene ya de antiguo.

[2] ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÁCERES (A.H.P.Cc.) . Protocolos de Gabriel Antonio Briceño de Muesas y Anaya. Caja 3.606. Fol. 164. El 8 de junio de 1616, Juan Sánchez Conejero hipotecó a favor del licenciado Benito Gil de Molina una casa en Caleros lindante con la calleja que va de la dicha calle a la hermita de Sant Marcos el Viejo.

[3] ARCHIVO MUNICIPAL DE CÁCERES (A.M.Cc.). Expedientes varios del Siglo XVI. Caja 14. Esta era la signatura cuando lo consulté hace unas décadas. Posteriormente, el Archivo ha sido recatalogado.

[4] A.M.Cc. Libro de Actas.1759-1761.

[5] A.H.P.Cc. Protocolos de Francisco de Medrano. Caja 4.038. El 20 de agosto de 1594, Catalina Alonso, viuda de Francisco Hernández Peralta, y su hijo Jerónimo Hernández Peralta arrendaron dicho molino, questá en la rivera desta dicha villa casi junto a la hermita vieja de señor Sant Marcos, propiedad de Pedro Alonso Golfín, don Gonzalo de Ulloa Carvajal, don Álvaro de Aldana y los hijos de don Gonzalo Copete.

[6] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.130. El 22 de agosto de 1595, el molinero Sebastián González y su mujer Catalina González tomaron en arrendamiento dicho molino, al Cuarto de Arriba, por cima de la ermita de San Marcos el Viejo.

[7] A.H.P.Cc. Protocolos de Benito Michel. Caja 4.062. El 2 de enero de 1623, Juan de Santacruz alquiló de Jerónimo de Andrada un tinte y verjel en la ribera, donde dicen San Marcos el Viejo, que lindaba con la Madre del río y con el tinte del licenciado Gabriel Gutiérrez de Prado.

[8] A.D.C.-Cc. Parroquia de Santa María la Mayor de Cáceres (Sta.Mª). Libro nº 81: Libro de aquerdos y quentas de la cofradía del Evangelista San Marcos. Se principió en siete días del mes de majo de mill y seiscientos y sesenta y dos años. Cuentas del mayordomo Diego Nevado de 1673-1674. fols. 26-28v.

[9] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. Fols. 22-24.

[10] BOXOYO, Simón Benito: Historia de Cáceres y su Patrona. Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de F. E. T. y de las J. O. N. S. Cáceres, 1952, pág. 101.

[11] A.M.Cc. Libro de Actas. 1599-1603. Fol. 443.

[12] A.M.Cc. Libro de Actas. 1606-1615. Fol. 239.

[13] MÉLIDA, José Ramón: Catálogo Monumental de la Provincia de Cáceres (1914-1916). Texto I. Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, pág. 68.

[14] MADOZ, Pascual: Diccionario histórico-geográfico de Extremadura. Tomo II. C-F. Publicaciones del Departamento Provincial de Seminarios de F. E. T. y de las J. O. N. S. Cáceres, 1955, pág. 68.

[15] BOXOYO: op. cit., pág. 101.

[16] MÉLIDA: op. cit., pág. 68.

[17] BOXOYO: op. cit., pág. 101.

[18] A.D.C.-Cc. Parroquia de San Mateo de Cáceres (S.Mt.). Legajo 2, doc. 18: Inventario de la hermita, sagradas imágenes, ornamentos y otros efectos de las Candelas. Realizado el 22 de febrero de 1856. Figuran en el tercer altar las imágenes de San Ildefonso, un santo cuya advocación desconoce, y San Marcos Evangelista.

[19] SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Bartolomé: Libro de algunos casos dignos de notar que han acaecido desde el año de (16)32 en la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres. Revista de Extremadura. Tomo IV. Año 1902, pág. 532.

[20] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fol. 25. Cabildo de 11 de septiembre de 1673.

[21] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. Cuentas del mayordomo Diego Nevado de 1673 a 1674. fols. 26-28v.

[22] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fol. 121v. Auto para la formazión de la quenta de la obra de la hermita de avajo y aprovazión de la antezedente.

[23] A Francisco Encinales se debe la reedificación de la ermita de la Soledad en 1747, para cuyo encargo hizo valer su derecho preferente sobre el garrovillano Pedro Sánchez Lobato, con quien la cofradía la había concertado, para lo que no dudó, con la intención de hacerse con ella, en mejorar la postura del garrovillano. La obligación de esta obra se escrituró el 9 de diciembre de 1747 ante Pedro José Cisneros (A.H.P.Cc. Caja 3.689. Año 1747. Fols. 147 y v.). Finalmente, a la cofradía de la Soledad le salió bastante más cara que la oferta de Lobato, pues apenas iniciados los trabajos, Encinales solicitó aumento de su precio (A.D.C.-Cc. S.Mt. Legajo 5, doc. 17: Título, gracia y merced hecha por esta villa de un pedazo de terreno a la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad).

Además de poco serio, Encinales debía de tener muy mal carácter, pues el 1 de julio de 1750, el presbítero don Diego Felipe Tostado dio poder a procuradores para la causa que seguía contra Francisco Encinales por averme ynjuriado el susodicho gravemente de palabras yndecorosas a mi estado y zircunstanzias (A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro José Cisneros. Caja 3.689. Año 1750. fols, 123 y v.).

[24] Las cuentas de las cofradías constituyen una fuente indispensable para conocer el valor de los salarios y de los precios.

[25] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fols. 122-125. Quenta que da Diego Custodio, mayordomo actual de la cofradía del Señor San Marcos, del coste que se a echo en este presente año, en la hermita antigua.

[26] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 82. Cofradía de San Marcos. Inventarios, cuentas y otros. 1763-1804. fol. 30. En las cuentas de 1772-1773, está asentado el pago de nueve reales por su arreglo.

[27] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 82. Op. cit. fol. 37. En las cuentas de 1776-1777, el mayordomo Diego Bravo Nacarino se descargó de cincuenta reales de las puertas nuevas y de doce más por los herrajes.

[28] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 82. Op. cit. fol. 57v.

[29] A.H.P.Cc. Protocolos de Benito Sánchez del Pozo. Caja 4.337. El 30 de julio, Alonso Rosado se otorgó en fiador de cárcel segura de Martín, quien había resultado herido.

[30] A.M.Cc. Libro borrador de las actas de las sesiones municipales. 3 de enero a 19 de diciembre de 1964. Signatura 280(48)6957. Borrador de la sesión semanal ordinaria del Pleno del Excelentísimo Ayuntamiento de 10 de junio de 1964.

[31] A.M.Cc. Libro borrador de las actas de las sesiones municipales. 3 de enero a 19 de diciembre de 1964. Signatura 280(48)6957. Borrador de la sesión semanal ordinaria del Pleno del Excelentísimo Ayuntamiento de 27 de noviembre de 1964.

[32] CALLEJO SERRANO, Carlos: La Arqueología de Norba Cesarina in Archivo Español de Arqueología. Vol. 48, año 1968, nºs 117-118, págs. 131-132.

[33] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego González. Caja 3.794. El 16 de marzo de 1553, el pelaire Francisco Sánchez, en nombre de Hernando de Figueroa y de su mujer Juana de Figueroa, vecinos de Talavera de Badajoz, vendió a Juan Pizarro una viña en donde dicen la Sierra por cima de San Marcos.

[34] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego González. Caja 3.794. El 27 de mayo de 1553, Teresa Alonso, mujer de Juan Sánchez, vendió a Pedro Cano una acera de pan llevar en el ejido a Valincoso, linde la de Pedro Corbacho y camino que va de San Marcos a Trugillo.

[35] A.H.P.Cc. Protocolos de Diego del Pozo. Caja 4.169. Año 1694. Inventario de títulos y papeles pertenecientes al vínculo de D. Miguel de Figueroa Carrillo». El 2 de julio de 1581, ante Alonso Martín Laso, Toribio Gómez y su mujer María González vendieron al tintorero Juan Alonso y su mujer María González la Cordera de una acera en el ejido, linde con el camino que va de la hermita de San Marcos a Sierra de Fuentes y con el camino bereda que va por San Marcos a la fuente de Peñas.

[36] A.H.P.Cc. Protocolos de Benito Sánchez del Pozo. Caja 4.332. Año 1736. En el inventario cofeccionado tras el fallecimiento de don Jorge Francisco de Cáceres y Quiñones, con el número 182, figura la venta, el 19 de diciembre de 1521 ante Francisco Gómez, por parte de Diego Cordero al clérigo Antonio García de Cáceres de una acera de pan llevar a esta parte de San Marcos, linde con el camino de Valhondo.

A.M.Cc. Caja 16/57. Protocolos de Fernando Conde. Año 1530. El 2 de noviembre, Francisco Bardal y Ana Pérez vendieron a Diego de Carvajal el mozo una acera de pan llevar que les mandó el clérigo Juan de Osma sobre la yglesia e hermjta de señor San Marcos, questá en el exido desta villa con çiertos árvoles e azeytunos.

[37] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fols. 54-57v. Cuentas de 1685-1687.

[38] A.H.P.Cc. Protocolos de Tomé García Cabezalbo. Caja 3.807. Año 1582.

[39] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fols. 2v-7v.

[40] A.D.C.-Cc. S.Mt. Libro nº 81: Libro de la hermita y confradía del Espíritu Santo y sus hordenanças. Fol. 12.

[41] A.H.P.Cc. Protocolos de Pedro de Pérex. Caja 4.141. Años 1617-1618. El 19 de julio de 1618, se obligó a pagar a Félix Cotrina once ducados por un jumento negro.

[42] A.H.P.Cc. Protocolos de Cristóbal de Cabrera. Caja 4.417. Testamentos. Otorgado cerrado el 2 de septiembre y abierto dos días después.

[43] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Libro nº 81. Op. cit. fols. 42v-48. Cuentas de 1693-1697.

[44] A.H.P.Cc. Protocolos de Juan Maderuelo. Caja 3.999. Año 1597. Fols. 14 y v.

[45] A.D.Sta.Mª. Libro nº 81. op. cit. fol. 28. Cuentas del mayordomo Diego Nevado.

Los asientos son los siguientes: 7.840 maravedís en tejas; 1.020, en cañas; 340, en guitas; 272, en latas para la casa del ermitaño; 204, en cal; 1.700 del porte de cincuenta cargas de tejas desde la fábrica a la ermita; 472, del acarreo del agua para las obras; 2.142, al maestro albañil, y 1.482 al peón, por diez días y medio de trabajo. Además empleó 738 maravedís para los cabríos y 136, en clavos, para ambas ermitas.

[46] A.H.P.Cc. Protocolos de Gabriel Antonio Briceño de Muesas y Anaya. Caja 3.601. El 13 de junio de 1707, Diego Criado Ojalvo, curador de los hijos de su hermano Agustín Peña Criado y María Ojalvo, vendió por 881 reales a la cofradía un huerto en las Tenerías lindando con el de doña Leonor de Córdova Carvajal, la Madre del Río y la vereda que de las Tenerías se dirigía a la Fuente de Curtidores.

[47] A.H.P.Cc. Protocolos de Alejo Michel. Caja 4.056. El 2 de julio de 1603, el mayordomo Juan Jiménez de Aguilar dio poder a Francisco de Molina para obtener bulas papales de indulgencias para los hermanos y las personas que visitasen la ermita confesados y colmulgados, desde el sábado a vísperas a todo el Domingo de Lázaro, desde el sábado las vísperas al Domingo de Ramos, desde el Jueves Santo a completas al Viernes Santo, y otro jubileo para las fiestas de San Marcos y San Juan Evangelista.

[48] A.D.Sta.Mª. Libro nº 81. Op. Cit.

[49] A.M.Cc. Clero. Caja 17/13. 1600-1699. Expte. 19.

[50] A.D.Sta.Mª. Libro nº 81. Op. Cit.

[51] A.M.Cc. Libro de Actas. 1706-1709. Fols 163 y v.

[52] CARO BAROJA, Julio: Ritos y mitos equívocos. Ediciones Istmos. Madrid, 1974. El capítulo III está dedicado al toro de San Marcos.

[53] A.M.Cc. Libro de Actas. 1747-1750.

[54] A.M.Cc. Clero. Caja 18/88. 1701-1798. Expte. 52.

[55] Novísima Recopilación de las leyes de España mandadas formar por el Señor Don Carlos IV. Tomo III, libros VI y VII. Facsímil del B.O.E. En orden del Consejo del 24 de Septiembre de 1757 se mandó por punto general que no se permitan vítores, toros, novillos ni otro festejo o demostración pública a nombre de escuela o nación por las calles, ni a personas particulares, ni a Santo Tomás, San Luis Gonzaga, ni con pretexto de devoción ni otro alguno; ciñéndose a los cultos de devoción en la iglesia, y diversión dentro de las puertas de los conventos y colegios; entendiéndose esta providencia también con las Universidades.

[56] A.M.Cc. Libro de Actas. 1767-1770.

[57] A.H.P.Cc. Clero. Caja 11.

[58] A.H.P.Cc. Protocolos de Lorenzo Mendoza. Caja 3.178. Año 1855. Fols 200-206v.

[59] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Sin catalogar. Diversas cartas del párroco don José Roldán a don José Fogués, gobernador del obispado.

[60] A.M.Cc. Libro de Actas.1901.

[61] A.M.Cc. Propios. Año 1901/ 2. Espediente instruido para averiguar si los terrenos cercados en la huerta de San Marcos son valdíos de la ciudad.

[62] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Sin catalogar.

[63] A.D.C.-Cc. Sta.Mª. Sin catalogar.

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