Dic 152017
 

Enrique Meléndez Galán. Provisional.

 

  1. Introducción

            El presente escrito forma parte de toda una serie de investigaciones relacionadas con la educación a lo largo de la Edad Contemporánea en Extremadura. Bajo el tema de las enseñanzas artísticas, se pretende seguir sumando piezas al puzzle que supone la educación de los pintores, escultores y dibujantes de la región. Tras haber trabajado en este mismo contexto acerca de las enseñanzas artísticas en Cáceres en general, y de la Escuela Municipal de Artes y Oficios en particular, con el presente estudio del Ateneo de Cáceres se busca continuar con una labor investigadora en estos Coloquios de Extremadura.

En este caso, se ha realizado la investigación a través del estudio de la prensa, principal medio difusor de las ideas culturales, ya que, como se verá, algunos redactores o directores de estos periódicos formaban parte de esta institución cacereña. Aunque también se ha trabajado con otras fuentes procedentes de bibliotecas y museos.

 

 

 

  1. “Predicar en el desierto”: diversos proyectos, demanda social y falta de materialización en los primeros años del siglo XX

           

“Se intentó crear un Ateneo, se habló de crear un Ateneo, se hicieron gestiones                                para crearlo, pero lo del Ateneo fue bulla”[1].

 

Con estas duras palabras recogidas en El Bloque, se ponía de manifiesto y resumen a la primera década del siglo XX y a los diferentes conatos por establecer en Cáceres un Ateneo. El interés por fundar en la ciudad de Cáceres una institución de este tipo, que siguiera el ejemplo de aquellos formados ya en Zaragoza, Madrid, Salamanca o Badajoz, se empieza a poner de manifiesto ya a finales del siglo XIX. Con un efímero centro en 1879 presidido por Eduardo Sánchez Cortés y del que fue parte el profesor de Dibujo José Losada y Turrientes[2][3], es en los últimos años del XIX cuando comienza nuevamente a gestarse esa idea. Es en el Periódico de El Partido Liberal donde se pueden extraer fragmentos que inciden en la creación de una de estas instituciones en la ciudad de Cáceres:

 

“Amantes como los que más de cuanto al progreso de nuestra ciudad se refiere,                             vamos a dar cuenta (…) del proyecto, ya casi realizado, de creación del “Ateneo Cacereño  Cacereño” (…)

Propónense crear un Centro que tenga su domicilio en el Instituto, donde                          además de las conferencias que se celebren en las sesiones ordinarias, sobre ciencias,                               artes, problemas sociales, etcétera, tendrán lugar conferencias dominicales para obreros;                       siendo el tema de éstas, puntos de ciencia físico naturales aplicadas á las artes y oficios,                  con lo que encontrando amenas estas reuniones, aumentará la ilustración en los obreros                              y disminuirá su afición á los templos de Baco”[4]

 

Este pequeño fragmento de prensa, permite entrever toda una serie de conceptos que conviene traer a colación para aprehender en su totalidad la importancia de este pensamiento extendido.

En primer lugar, cabe citar la sede del Instituto como lugar de asentamiento de esta institución. Lugar de referencia para la cultura en Cáceres, el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza fue sede para diversas Escuelas de Enseñanzas Artísticas, bien por accidente o porque desde un principio se concibió así[5]. Por otra parte, de lo que se menciona respecto a educación es a través de conferencia, siendo un lugar donde, además de realizarse reflexiones en torno a temas culturales, se realizarían respecto a temáticas sociales, será de los asuntos que más complejidad acabarán acarreando por el choque entre las ideas políticas y la manera de abordar esos temas.

Otro punto importante es la referencia a las artes y los oficios, una constante preocupación en la formación de los artesanos, derivado ello de todo el influjo de ideas que desde Inglaterra, llegaban a la Península. Estas Arts and Crafts, artes y oficios, será la adaptación de esta recuperación y preocupación por la artesanía en el ámbito formativo. Finalmente, y para cerrar este extracto, se hace referencia a la ilustración de los obreros como contrapunto a los vicios de la taberna. Con ello, se pretendía eludir los “garitos” como instrumento de distracción del obrero y que le puede llevar a malos hábitos en su vida. Un texto muy clarificador se recoge en la ciudad hermana de Badajoz en la misma época, donde desde el Ayuntamiento se pide una subvención para continuar con la Escuela de Artes y Oficios y se alude casi con idénticos argumentos a su importancia:

 

“Supongamos que nuestros sacrificios solo reportan la ventaja de arrancar á un                             individuo de las garras del vicio. ¿Habéis podido apreciar la importancia de haberos                    convertido en salvadores de un ser lanzado por su ignorancia del garito á la taberna, de                            esta á la cárcel, luego al presidio, y al fin al patíbulo? ¡Gran satisfacción la vuestra si                                entronizando la moralidad en la antigua Pax Augusta, habeis trazado un provenir                          brillante á los obreros, aumentando las fuentes de producción, y proveyendo de artistas                        eminentes á la que fué patria de muchos guerreros y sabios!”[6].

           

            Este primitivo Ateneo germinado en la Academia de San Luis Gonzaga, dirigida por el párroco Fernando Jiménez Mogollón, acabaría por ser una Institución Científico Literaria de la mano de Mariano Avellón, quien sustituiría al antiguo párroco al frente de esta entidad y quien quería que “el Ateneo de Cáceres fuese un centro en donde se rindiese, por igual, tributo a la Ciencia y a la Literatura”[7]. No obstante, y a pesar del interés puesto especialmente por parte del grupo de estudiantes universitarios que acudía a debatir diversos temas de actualidad[8], pasaría a suspender sus actividades a caballo entre 1902 y 1903, ya que contaría apenas con estos “tres ocuatro jóvenes de bríos”[9] y como explica García Domínguez, “arrastraba una mortecina vida” y de este modo esta Institución se desmaterializaba del panorama cultural cacereño[10]. Entre las causas que provocaron el cierre, además de la apatía de algunos sectores de la población, constante en cada una de las explicaciones que se verán, se encontraba el asunto de las sensibilidades políticas y religiosas. Uno de los socios fundadores, Diego Regidor, explicaba que el hecho de que el Ateneo trascendiese, como se ha visto, de los temas culturales, científicos, artísticos o literarios para debatir sobre fe, patria, ejército o sociedad provocó “desaliento” en algunas de las personalidades que optaron por abandonar este centro[11].

Sea como fuere, poco se tardó en acusar la ausencia de este centro y la Revista de Extremadura, en enero de 1903, reiteraba esa falta de Ateneo; institución cultural que había dejado un vacío en el panorama científico-literario cacereño que en mayor o menor medida, explicaban, se pretendía cubrir con la fundación del periódico El Adarve[12] por el que luego fuera Diputado Provincial y una de las principales figuras de la cultura cacereña, Luis Grande Baudesson.

            Quedaba de este modo Cáceres despojado de un Ateneo, mientras que en otras ciudades de Extremadura como Badajoz, Mérida, Plasencia o Logrosán se conformaban estos círculos culturales. Así, en 1904, un poema titulado Cáceres suicida del maestro de Eljas Ruperto Pavo Ramos mostraba su desasosiego por la situación cultural de esta localidad en el periódico La Asamblea:

 

“Que Cáceres, población

en que abundan los blasones,

á quienes sobran doblones,

no ponga nada en acción

ni á hacer nada se decida

á otros pueblos imitando,

no es un pueblo progresando

es una ciudad suicida.

 

Que los teatros cerrados

estén, y no tenga vida

el Ateneo que convida

á jóvenes ilustrados

y que en cambio tenga abiertas

ciento cincuenta tabernas,

madrigueras sempiternas

del vicio si á entrar aciertas

(…)”[13].

 

De este modo, se lamenta el poeta de la situación de Cáceres, mostrando un cierto retraso cultural frente a otros pueblos de Extremadura, condenando el vicio de la taberna ya comentado anteriormente. Existe, por tanto, una demanda social que se encarna en algunos proyectos que buscaban refundar nuevamente una Institución que tomara como ejemplo el Ateneo de Badajoz. Así, el periódico El Norte de Extremadura, recogía en septiembre de 1904, la iniciativa de un grupo de jóvenes “de fundar, durante el próximo invierno, un Ateneo á semejanza del ya existente en Badajoz”, idea que desde ese medio deseaban que “fructifique y prospere (…) a favor de la cultura cacereña”[14]. Con ello, se trataría de despertar ese antiguo Ateneo “de su letárgica vacación” como se exponía desde El Adarve[15]. A pesar de ese interés, no llegó a materializarse este Ateneo, algo de lo que se arrepentía en el mismo periódico el compositor Jacinto Cabrera Orellana:

 

“Quisimos los cacereños fundar un Ateneo, un Teatro, un Batallón Infantil (…)                              Triste es decirlo, pero si se formó algo de ésto fué para fracasar al poco tiempo ¿Por                     qué? Todo por ésta apatía abrumadora y la pereza irritante de este desdichado pueblo, y                           por ésto está y estará siempre, á la altura del peor lugarejo”[16].

 

Tras estos años sin iniciativas, nuevas demandas se elevaban desde la prensa para contar con un Ateneo en Cáceres, donde hubiera unas instalaciones adecuadas en las que impartir conferencias, ya que “conferenciantes no habían de faltar, y público mucho menos” como afirmaba el diario cacereño de El Noticiero[17]. Este interés social llevó al siguiente año, en 1908, a conformar una Comisión para la creación de esta institución en la capital cacereña. De la mano de León Leal Ramos, Enrique Montánchez, Alfredo Mateos y Joaquín Carrera se empezaron a estudiar las posibilidades de este centro. “¡Qué resulte!” animaba El Noticiero ante esta iniciativa[18]. Con gran interés fue creciendo este germen del que desde El Bloque se afirmaba que pondría “de manifiesto sin duda alguna el valor de la juventud cacereña” aunque aún con ciertas dudas acerca de su materialización que se vislumbraban en el mero título de la noticia con la palabra “Ateneo” entre interrogantes[19]. No iban mal encaminadas esas dudas, ya que dicha tentativa nunca llegó a cobrar forma y por ello se lamentaba El Norte de Extremadura, achacando nuevamente la culpa a la pereza, la apatía y la desidia de esta tierra y anunciando que mientras no se cambiase esta actitud, los diversos intentos serían “poco más que predicar en el desierto”[20].

 

  1. Entre el pesimismo y la esperanza: nuevas iniciativas y nuevos fracasos

De mano de particulares, como el abogado Joaquín Carrera, siguieron surgiendo iniciativas que del mismo modo que se había hecho anteriormente se animaba desde la prensa[21]. No obstante, el fracaso de cada vez más intentonas de esta índole iba generando un sentimiento de pesimismo que rápidamente se contagiaba entre los diferentes medios de prensa y de difusión cultural. De este modo, la Revista de Extremadura, ante la iniciativa recogida desde el diario Brisas Nuevas sobre la implantación de este “hogar de la intelectualidad” se aludía a las “impurezas de la realidad” para augurar el fracaso por diversos motivos; entre ellos, motivos pecuniarios, falta de ambiente cultural, y escaso interés de la gente pudiente. Muy duras fueron las palabras de Juan Sanguino que, bajo el pseudónimo de “Cálamo Curriente[22]” vertía en la Revista de Extremadura donde concluía con un “¡Ojalá nos equivoquemos!”[23]. De este modo, esta misión encabezada por Juan Luis Cordero no contaba con buenos augurios desde esa Revista ni tampoco desde El Bloque, quienes abrigaban “cierta desconfianza de que se lleve á cabo. Quisiéramos equivocarnos…[24]”.

No obstante, esos amagos de desconfianza no eran óbice para contar con el apoyo de ambas publicaciones e incluso otras tantas, sin ese pesimismo, como por ejemplo el periódico El Noticiero, que se sumaba a la iniciativa de la Revista Brisas Nuevas con el fin de engrandecer la cultura del pueblo extremeño[25] del mismo modo que hizo El Adarve[26]. Poco a poco, parecía que este centro iba sumado apoyos y adhesiones del mundo de la cultura[27] pero un año después, en 1911, continuaba en estado embrionario y no terminaba de cuajar la idea, por la cual se seguía peleando desde estos periódicos, con semanarios como La Crónica, que bajo el título “¿Siempre proyecto?” encabezaban el debate y el ánimo por la instalación del Ateneo. En concreto, el articulista que aludía a este texto de La Crónica, Julio Acha, exhortaba a ser “prácticos”, sin discutir y buscando no “reincidir” en los errores del pasado[28].

Otro pilar más en la búsqueda de este nuevo Ateneo fue el periódico Era Nueva, quien se adhería en la búsqueda de esta “idea tantas veces como nacida fracasada” y la cual criticaba el desánimo y el pesimismo generado respecto a esta institución. Lamenta, además, que por ello se haya perdido otra oportunidad más de configurar en Cáceres esta institución:

 

“…nosotros dejamos esta humilde siempreviva, ó por mejor decir, siempremuerta           siempremuerta, en el mausoleo que hemos erigido al pobre Ateneo, al que entre La                               Crónica, El Adarve y ERA NUEVA resucitamos y entre la general indiferencia murió.                              ¡Rogad por él”[29].

                                  

Realmente, la situación debió de sorprender a los diversos intelectuales, no sólo de Cáceres, sino también del resto de Extremadura y, de este modo, Enrique Segura, desde Badajoz, se sorprendía como con el nivel cultural de Cáceres y alrededores aún no existía la figura del Ateneo. Alude a García Plata de Osma, a Juan Luis Cordero, Publio Hurtado, Luis Grande Baudesson, Julio Acha, etc. hombres de letras e intelectuales que podían dar lugar a un buen espacio para las artes[30]. Esta situación de incertidumbre que no se llegaba a entender por parte de las élites culturales generó, entre otras respuestas, la de abogar por un entendimiento entre todas las personalidades de la cultura cacereña, con la prensa como apoyo. Se hizo este llamamiento por parte de Manuel de Mendoza en El Noticiero, buscando ser realista y abogando, nuevamente, por lo práctico. La solución pasaba por hacer un Ateneo acorde a las circunstancias cacereñas, sin grandes alardes, sin amplias aspiraciones: “y ya que no pudiera ser un Ateneo como es debido, y como son los demás, sería una humilde casa donde pudiéramos reunirnos á cultivar nuestras aficiones, esos pocos… decididos”[31].

            Uno de los personajes citados por Enrique Segura, Juan Luis Cordero, fue uno de los principales impulsores de esta última iniciativa y, ante el punto muerto en el que se encontraba el Ateneo cacereño, volvió a exhortar a sus compañeros para poder fundar esta institución augurando que acabaría por establecerse en la ciudad, tarde o temprano, y que lo único que hacía falta era “querer” fundarlo[32]. No tardaron en aparecer entonces las reacciones de compañeros del poeta, como Germán García Fernández, quien apoyaba plenamente la idea de la fundación, sumando al “querer”, el “deber” de aquellos que “pueden” “enseñar al que no sabe”[33] o el maestro Pozo y Moreno, quien se sumaba a la iniciativa del poeta como “simple soldado”[34], del mismo modo que lo hacía El Bloque[35]. Luis Grande Baudesson también respondió a las palabras de Cordero, sumándose a la idea pero siendo consciente del ambiente popular respecto a la cultura. Cita, para ello, el ejemplo de la Escuela Provincial Elemental de Artes e Industrias[36], la cual cerró sus puertas un año antes por el absentismo de los alumnos y que causó un particular dolor al joven político[37].

Poco a poco, la idea parecía ir cuajando y pese a algunos encontronazos de carácter político[38] o dependientes del reglamento por el que se iba a regir la institución[39], la idea de fundar un Ateneo en Cáceres iba siendo bien acogida, aunque eso también había ocurrido en las anteriores ocasiones. Juan Luis Cordero, a la cabeza del proyecto, afirmaba “Tendremos Ateneo” en El Noticiero, exponiendo con contundencia el no admitir medias tintas: o se estaba a favor del Ateneo, o se estaba en contra de los señores que quieren el Ateneo. Intentaba, además solventar las dudas que se habían generado sobre si iba a ser un “Ateneo Republicano” con lo que Cordero quiso eliminar todos los “motes” y “orientaciones” que pudiese llegar a tener, buscando el bien de la colectividad y contando con el apoyo de diputados, senadores, abogados, médicos, ingenieros, intelectuales, etc. Por tanto, y con vistas a una pronta fundación, se convocó una reunión en el Instituto a mediados de febrero de ese año de 1912, de la que saldría convocada la junta organizadora para los trabajos preliminares[40]. Lamentablemente, no debieron de llegar a buen puerto las negociaciones para conformar esta institución y las brechas ideológicas existentes entre los presentes debieron terminar por derrumbar las aspiraciones vertidas por el Ateneo. A los pocos meses ya se lamentaba Julio Acha nuevamente en El Bloque, exponiendo que se había sido incapaz de conseguir “uno de los fines más apetecidos por los mortales: hablar”, criticando duramente el ejemplo que se estaba dando con esta situación a la juventud cacereña[41].

 

 

 

  1. “¿Otra vez el Ateneo?”: la reapertura del debate y los mismos resultados

 

Se volvía al punto de partida a comienzos del año 1913, aunque ya con una mayor concienciación por parte de las élites intelectuales de la necesidad, si bien además de la cultura por orgullo patrio, de la fundación del Ateneo. De este modo lo exponía el conocido regionalista extremeño Antonio Elviro Berdeguer:

 

“La prensa, cuando unánime levanta su voz en demanda de cultura, vence.                    Nosotros unidos también, dejando á un lado antagonismos personales, obtendríamos el                            triunfo y éste cristalizaría en un Ateneo que serviría para escuchar á los intelectuales                    paisanos portaestandarte de una civilización regional que crece á paso de gigante.

(…) Dispersados estamos. Esto de sobre lo sabemos. Pero ya que conocemos el                              mal, poner los medios deberíamos para atajarlo de raíz y entonces la patria nos aplaudiría    aplaudiría frenética porque el alma regional viviría allí dentro y más dentro aún, el alma                   española daría fuerza y vigor á la expresión del cuadro”[42].

 

            Se volvía así a una situación de punto muerto que se mantuvo durante tres años, volviendo a recuperarse la idea en el verano de 1916, con una nueva concepción en el aspecto cultural contemplando la enseñanza para artesanos y obreros en el futuro Ateneo. Se extendió así una carta por la prensa que la suscribían más de treinta personalidades cacereñas ligadas a la cultura, entre los que se encontraban Manuel Castillo, Sebastian Gil Alberola o Luis Grande Baudesson[43]. Quedó así constituida, a mediados de julio, una comisión encargada de elaborar el Reglamento y conformada por Publio Hurtado, Luis Pérez, Luis Grande, Manuel Telo y Joaquín Mesonero[44].

Pero los conatos que esta vez parecían que iban a cuajar comenzaron a recibir algunas críticas desde sectores católicos de la región que temían la “intoxicación” de ideas anticlericales. El Ateneo que hasta entonces había ido cobrando forma, volvía a encontrarse inmerso en un debate sobre el enconsertamiento y legitimidad de sus debates, con personalidades como Romero de Mendoza defendiendo este círculo frente a los ataques recibidos desde la prensa religiosa[45]. Las contestaciones y los carteos no fueron pocos y así lo demuestran algunos periódicos como Diario de Cáceres o La Montaña, donde se intercambiaron respuestas a favor y en contra de la perspectiva liberal que defendía Romero de Mendoza y que provocaba una lluvia de críticas desde los sectores más conservadores, quienes enarbolaban que un centro cultural no debía preocuparse de debatir dogmatismos religiosos[46]. Finalmente, y como tantas otras veces, el Ateneo volvía a encontrar su final perdido en sí mismo y en debates internos que así se explicaban, un año después en El Bloque:

 

                                   “Por la dejadez de unos, la ceguera de otros y la callada oposición de un                          reducido grupo de suicidas, murieron en flor tan hermosa y cultas esperanzas”[47].

 

Mientras tanto, continuaban creándose Ateneos en la región, como el de Serradilla, en el verano de 1918, “sin aplausos de la prensa, sin la iniciativa de un poeta, sin el bombo que suele darse á todas las iniciativas” lo que hacía sentirse en evidencia a los intelectuales cacereños[48] que llegado el momento buscarían “amparo en la tribuna del Ateneo de Badajoz”[49]. De ese “ruidoso fracaso” que se había dado a lo largo de estos primeros años del siglo XX se pretendía aprender, buscando dejar a un lado las diferencias políticas, religiosas y centrarse en la cultura sin admitir debates entre deístas y ateos o entre signos políticos diferentes. “¿Otra vez el Ateneo?” rezaba la portada del llamamiento a la razón que hizo el maestro Juan del Sol Collazos[50].

 

 

  1. “Al fin, Ateneo”: la formación del Ateneo de Cáceres en 1925

 

                                   “Adelante con el empeño, que gota á gota se orada la piedra”[51].

 

            Con estas palabras se exhortaba en el año de 1909 a la creación del Ateneo y, como se ha visto, fueron no pocas las iniciativas que surgieron y emanaron desde el ámbito cultural cacereño que por diversas causas acabaron por finalizarse sin el ansiado propósito. Ahora bien, todo ello fueron gotas que sirvieron para ir concienciando a los intelectuales, estimulándoles el orgullo y animándoles en la decepción. Se llega así a mediados de los años veinte sin el Ateneo aún como lugar de cultura, y volvían a resonar las voces pidiendo esta institución. Uno de estos llamamientos fue el del doctor Corrales tras una conferencia en la que se ponía de manifiesto la falta de un Ateneo en Cáceres donde realizar estas charlas[52] y cuya utilidad serviría a un bien mayor “con o sin libertad de cátedra”[53]. Estas ponencias realizadas en el Ayuntamiento debieron de suponer un revulsivo para la cultura cacereña, que una vez más se movilizó para un proyecto, que esta vez si llegó a buen puerto.

El 9 de mayo de 1925, en el diario La Montaña, surgía un manifiesto en pro de la cultura cacereña y con un carácter integrador de “personas de cualquier tendencia política y que ha de ser ajeno al interés de cualquier partido”, con lo que demuestra que estaban presentes las problemáticas que habían detenido las iniciativas anteriores. Este manifiesto firmado por más de sesenta personas de las más relevantes en los aspectos culturales cacereños nacía con una fuerza que no habían sentido los otros. Entre ellos, Arsenio Gallego, quien sería director años después de la Escuela Elemental de Trabajo y Capataces Agrícolas; León Leal, quien había participado en iniciativas anteriores; Eulogio Blasco, artista y que sería maestro de las Bellas Artes en los diferentes centros de la capital cacereña; Tomás Martín Gil, hombre de letras y crítico de arte; Lucas Burgos, conocido caricaturista y también profesor de Dibujo en Cáceres; Antonio Silva, director de la Escuela Municipal de Artes y Oficios; o Juan Caldera, querido artista de la ciudad de Cáceres y que, como se verá, acabará haciéndose cargo de las clases de artes plásticas de este centro[54].

El 12 de mayo se reunieron las personas simpatizantes de esta idea en el Colegio Médico, situado entre las calles San Pedro y San Antón, y sacaron adelante el Reglamento y la Junta directiva, presidida por el veterano escritor Publio Hurtado y con Juvenal de Vega al mando de la secretaría. Con tres secciones dedicadas a Ciencias Morales y Políticas, Ciencias Exactas, físicas y naturales, y Literatura y Bellas Artes[55], hubo que esperar un par de meses más para constituir con carácter definitorio esta institución[56]. “Al fin, Ateneo” titulaba La Montaña una columna en la que se expresaba la alegría por contar en Cáceres con un centro de esta índole, “obra de unos cuantos soñadores, con cuya realización es verdad que no han de poder echar mucha carne en el cocido”[57]. Se ponía así fin a más de veinte años de debate, de desaliento y desilusión, y se daba una muestra más del “progreso del sentimiento artístico de Cáceres” en palabras del que posteriormente fue director de la Masa Coral Cacereña José Gómez Crespo[58].

Situado en un local de la calle Alfonso XIII[59], n.º 30, el primer acto oficial una vez constituido el Ateneo en julio fue el adherirse a la propuesta de homenaje a Publio Hurtado que el Ayuntamiento había acordado meses atrás[60]. Se establecieron así en unos locales que contaban con una sala de tertulia, un salón de visitas, una sala de lectura y biblioteca[61]. Esta última se componía de las donaciones de los socios y de todos aquellos que quisiesen aportar libros. En apenas unos meses, la biblioteca pasó a contar con más de trescientos volúmenes con grandes donativos por parte de Publio Hurtado, Tomás Pulido y Emilio Herreros[62], pero también de otros como Luis Grande Baudesson o incluso de la mano de sus autores como Rincón Jiménez o López Prudencio que seguirían ampliando en los siguientes meses las estanterías del Ateneo[63].

De este modo, y para festejar su apertura, se realizó una solemne inauguración el 12 de octubre de 1925 a las siete de la tarde con motivo del día de la Raza[64]. Amenizando la velada se encontraba la banda del Regimiento Segovia[65] y además se aprovecho para homenajear a Publio Hurtado, concediéndole su nombre a la plaza en la que vivía, con la medalla de la Diputación y desplegando una placa. Con la lectura de la memoria explicada en este acto, se hacia justicia, además, al valor de los intentos frustrados anteriormente con las palabras que a continuación se exponen:

 

“Lejanos están, si apuramos la investigación, los orígenes del Ateneo de                           Cáceres, porque, en distintas ocasiones, hace muchos años, surgieron nobles intentos,                        que no pudieron cuajar en realidades, para dotar a nuestra ciudad de ese centro de                     cultura. De aquellos intentos, para cuyos mantenedores quiero dejar consignado aquí mi                             aplauso cariñoso, quedó lo que siempre deja todo intento noble y honrado: la semilla                   fecunda, la inquietud inextinguible, esa llamita azul que luce en los espíritus cuyo lema                        es una constante superación; y esa semilla y esa inquietud vinieron recientemente a                  posarse en las almas de algunos jóvenes de la intelectualidad cacereña, Blázquez                           Marcos, Caldera, Romero Mendoza, Aranguren, Ruiz Morote, Pulido, Rodríguez Polo,                  Serrano Pacheco, Corrales, Pita, Martin de Cáceres, Delgado Valhondo, Martín Gil y                                otros, dando lugar a lo que podemos llamar orígenes inmediatos de nuestro Ateneo…”[66].

 

Nació así este centro de cultura, impulsado por 154 socios[67] y con una cuota de entrada de 10 ptas[68]. con las que se sufragarían algunos gastos como el alquiler del local, ornamentación, etc. Estos buscaban hacer de Cáceres un lugar de cultura, con múltiples iniciativas que velaron por la educación del pueblo como a continuación se verá, haciendo hincapié en el aspecto artístico.

 

  1. La vinculación del Ateneo con las artes plásticas: las clases y el revulsivo cultural.

            Respecto al aspecto de las Artes, al frente de la sección de Literatura y Bellas Artes quedó Ramón Segura de la Garmilla[69], quien rápidamente optó por proponer una exposición para la próxima Feria[70]. Éste era seguido de Gustavo Hurtado Muro como vicepresidente y los secretarios Tomás Pulido y Miguel Muñoz[71]. No obstante, Hurtado Muro no fue el único artista en preocuparse por sacar adelante el Ateneo Cacereño en los primeros momentos de su fundación. Junto al ya mencionado Juan Caldera, Conrado Sánchez Varona se comprometió a enviar obras, en calidad de depósito, para ir conformando una colección que luciese y ornamentase las diversas salas[72]. Del primero se contó con obras como La niña del geranio, El Arco del Cristo, Vendedora de Gallinas, Un rincón de Cáceres, La Moza del refajo y Vieja devota y del segundo Cumplimiento Pascual, autor este ultimo que también colaboraría en la realización de algunos diplomas honorarios[73]. Se sumó a ello, además, las fotografías de Tomás Martín Gil para complementar la adecuación del local[74].

En este sentido, la presencia de artistas plásticos fue una constante entre los muros del Ateneo. Un año después de su inauguración, el 2 de octubre de 1926 se inauguró una exposición de obras de Juan Caldera como daba cuenta Nuevo día[75] y en cuya invitación mandada a la prensa valorando la labor de este artista por encima de algunas decisiones de los jurados madrileños[76]. El siguiente artista en exponer, a los pocos meses, fue Eulogio Blasco, acordado por la Junta Directiva y remarcando el interés del Ateneo “de dar a conocer, de un modo periódico y constante la labor de nuestros artistas”[77]. Allí se pudieron ver toda una serie de esculturas, pinturas y repujados del artista cacereño[78].

También fue el Ateneo lugar de concursos de fotografía, cuya acogida fue exitosa y con representación de todo el panorama español en más de 331 fotografías recibidas y recogidas en el Catálogo de tal evento[79] y donde fue premiado el artista de D Benito Alfonso Trajano[80], que más tarde expondría también en este centro[81]. Incluso artistas menos conocidos como Fermín Sánchez Cantos, pero de gran valor en el campo del cartel, encontraron entre estas cuatro paredes lugar para exponer su obra[82].

Por otra parte, la labor educativa a la que se vinculó desde su nacimiento el Ateneo, generó el surgimiento, además de conferencias en las que podía acudir todo el público fuese socio o no[83], cursos y cursillos de temas legislativos o literarios, con carácter semanal y mensual[84] y, posteriormente, el inicio de clases, a modo de Academia, donde podían recibir formación únicamente los socios y los familiares de estos.

Una de las primeras clases que se impartieron fueron las de francés[85], a las cuales se les sumó, posteriormente, las de Mecanografía, Taquigrafía y Matemáticas[86]. A estas cuatro, habría que añadirle las de Solfeo y, finalmente, Dibujo, aunque varios años después, en 1929. Entre tanto, se fueron renovando algunos cargos; Hurtado Muro dejó la vicepresidencia de la sección de Literatura y Bellas Artes pero otro artista, Juan Caldera, entraría en la Junta Directiva ocupando la secretaria de esta sección pero también durante un breve periodo de tiempo. Algunos de estos cambios en la directiva supusieron algunos conflictos internos de los que se hizo eco el diario Nuevo Día[87] aunque no llegaron a mucho más, ya que las actividades continuaron con total normalidad. Estas clases de Dibujo dieron comienzo a partir del 15 de enero de 1929, en el nuevo local del Ateneo en la calle San Antón. La asistencia estaba restringida, únicamente, a los hijos de los socios de esta institución cacereña y los pupilos podían formarse en tres materias relacionadas con las Artes plásticas: Dibujo Artístico, Dibujo Geométrico y Pintura. Estas serían impartidas por Juan Caldera, destacado profesor y que el ambiente cultural tenía en gran estima[88].

Esta docencia se mantendría durante el final de los años veinte[89], aunque la gran revolución docente en el Ateneo se vivió a principios de los años treinta, cuando se ampliaron las materias impartidas. Para ese curso de 1930/31, pasarían a explicarse las clases de Aritmética general y mercantil; Álgebra; Geometría plana y del espacio; Trigonometría y topografía; Física y química; Mecánica general y aplicada; Mecanismos y máquinas; Electricidad; Motores hidráulicos, térmicos y eléctricos; Estereotomía y construcción, Monogramas; Francés, inglés, alemán e idioma auxiliar internacional Esperanto; Dibujos artístico, lineal, geométrico, arquitectónico e industrial; Pintura al óleo; Economía y legislación; Solfeo y música; Labores femeninas; y Taquigrafía y mecanografía. Del mismo modo, a Juan Caldera se le sumaba toda una serie de profesores como Ángela Capdevielle, Inés Ayarzábal, Tomás Martín Gil, Cándido Rodriguez, Rito Carrillo, José Díez Coronado o Sebastián Gil[90].

Se constituía, por tanto, un centro con un programa similar al que se podía encontrar en lo que serían las Escuelas Elementales de Trabajo de años posteriores. Se observa, por tanto, ese interés del centro por la educación de la masa obrera más allá de todas las conferencias que se habían estado impartiendo desde su fundación. Se evoluciona, así, desde esos primeros cursillos hacia un interés educativo pleno, ejemplificando además el aperturismo de la cultura hacia ambos sexo. El propio Publio Hurtado, fallecido unos años antes y cuya pérdida sintió con gran lástima el Ateneo, en el discurso inaugural decía así de esta situación:

 

“Al reclamar el apoyo de ambos sexos, pido y espero de las señoras que                           conviven con nosotros, que nos tiendan su mano y nos prodiguen sus gracias intelectuales       intelectuales; pues son del mismo solar en que nacieron la Galinda, La Sigea, Concepción        Concepción Arenal, Rosalía de Castro, la Avellaneda, la Coronado, la Pardo Bazán y                  otros talentos femeninos privilegiados, y no faltan entre nosotros otras damas que                   pudieran emularlas con sus destellos mentales.

Para el Ateneo sería un día de gloria aquel en que una hija de Eva ocupase su                                 tribuna…”[91].

 

No obstante, aún se apreciaban los convencionalismos propios de una sociedad patriarcal, ya que las asignaturas que se podían cursar se ligaban a esos oficios “propios de su sexo”. Con el añadido de la asignatura de Corte y confección en el curso de 1931/32, las mujeres podían acceder a ésta y a Labores de adorno, Bordado, Flores Artificiales “y otras propias de la mujer”.[92]

Bajo la nueva presidencia de Juvenal de Vega y del secretario Germán García, estas clases se continuaron en los años treinta, impartidas con carácter diario y así se enseñaba toda una suerte de asignaturas, continuando con la formación del Dibujo de la mano de Juan Caldera. Pero además, había otra serie de enseñanzas de carácter musical, como la ya vista de Solfeo y a la que se le añade Piano por Ángela Capdevielle o Violín dado por Gregorio Durán. Además, destaca la implantación de dos plazas gratuitas “para alumnos pobres”[93].

Este último hecho lleva a finalizar el escrito entendiendo que el Ateneo no solamente cumplía un papel cultural, sino también un fin social. Conscientes de la penurias por las que pasaban algunas familias, los colaboradores del Ateneo participaban en celebraciones como La Fiesta de los Reyes, donde se solidarizaban con los más pequeños y les hacían entregas de juguetes, desde el primer año de su fundación. Para ilustrar esto, las palabras de Miguel Ferrero Pardo clarifican esta labor:

 

“Éstos, que son los únicos Reyes que mis ideas admiten, siguen haciendo la                     buena obra de llevar todos los años un poco de ilusión a muchos hogares cacereños,                            patrocinados por dicha institución cultural”.[94]

 

            Esta labor se mantuvo hasta prácticamente su desaparición, a finales de los años treinta. La Guerra Civil, un sentimiento de conflictividad hacia este tipo de centros y condenas por impago a las que el Ateneo, que ya se encontraba desaparecido en 1940, no podía enfrentarse, fueron la puntilla para sus quince años de vida. Se extinguió tras esos años de defensa y promoción de la cultura en Cáceres[95], aunque esa visión no era precisamente la que se tenía de ella en los últimos años y lejos quedaban ya las palabras de admiración leídas a lo largo de este texto:

 

“¿Y sabe usted lo que son los Ateneos” Engendradores de malestar ciudadano,                              padrastros de la República, lugares de pomposa y ridícula inacción, circos científicos.                 Un Ateneo se forma siempre por la iniciativa de dos o tres señores que quieren  desembuchar sus dos o tres mal aprendidas y mohosas conferencias y que, luego,                          invariablemente, se repelen unos a otros impotentes de soportar la exhibición de sus                      propios ascos.

Algo hay que hacer en favor legítimo de Cáceres, extricta justicia nacional”[96]

 

Conclusión

            A lo largo de estas líneas se ha podido comprender como un centro de suma importancia como un Ateneo no llegó a fraguarse en Cáceres a pesar de los intentos por darle continuidad desde 1879. Aspectos políticos, conflictos personales, sentimientos religiosos, etc., conformaron un lastre para un centro que debía dedicarse a la cultura.

            No fue hasta que se dejaron de lado estas diferencias cuando, por fin, a mediados de los años veinte nació un centro cultural, donde las Bellas Artes jugaron un papel de suma importancia, no solamente en el aspecto expositivo, sino también educativo. Se entendió entonces al Ateneo como un complemento para la formación de los jóvenes artesanos que contaban en esos momentos con una Escuela Municipal de Artes y Oficios que gozaba de muy buena salud.

            No obstante, y a pesar de la fuerza que demostró durante sus quince años de vida, este centro acabó desapareciendo, pero en la memoria de la región extremeña aún resuenan los nombres de todas aquellas personas que “gota a gota” lucharon por la cultura: Publio Hurtado, Juan Caldera, Ángela Capdevielle, Juvenal de Vega, José Losada, Juan Luis Cordero… entre otros muchos, fueron personalidades a las que se les debe, por nuestras generaciones y las futuras, el conservar un pasado cultural digno de nuestra Extremadura.

  

Bibliografía y hemerografía

 

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[1]     H. de X., “Por las letras extremeñas” en El Bloque, 09/03/1909.

[2]     Redacción, “La organización del Ateneo Científico y Artístico Literario y la corrida de toros de Agosto de 1879” en Nuevo Día, 23/02/1928.

[3]     Redacción, “La vida en Cáceres hace 49 años” en Nuevo Día, 17/02/1928.

[4]     Redacción, “Notable Mejora” en El Partido Liberal: periódico político, 25/09/1898.

[5]     Enrique MELÉNDEZ GALÁN, «Las escuelas de enseñanza artística en Cáceres: notas para un recorrido en el tiempo» en Actas de los XLIII Coloquios Históricos de Extremadura, 2015, pp. 425-443.

[6]     “Carta de petición de subvención del Ayuntamiento de Badajoz” de 27/06/1896 en Para que se provean las diferentes necesidades de la Escuela de Artes y Oficios, Exp. 38, 1878-1927, 739, 3. 08 Educación, Expedientes, Centros Educativos, 739. Archivo Histórico Municipal de Badajoz.

[7]     Un Cacerense, “Crónica Regional” en Revista de Extremadura, Año II, n.º 8, 1900, p. 89.

[8]     Un Cacerense, “Crónica Regional” en Revista de Extremadura, Año I, n.º 1, 1899, pp. 73 y 74. ,

[9]     Un Cacerense, “Crónica Regional” en Revista de Extremadura, Tomo IV, Cuaderno XLII, 1902, p. 574.

[10]   Luis M. GARCÍA DOMÍNGUEZ, “Cultura burguesa y cultura obrera en la Extremadura de entre siglos. Contribución al estudio de un proceso de dinámica cultural” en Norba. Revista de Historia, vol. 16, 1996-2003, p. 590.

[11]   Diego B. REGIDOR, “El verdadero peligro” en El Tiempo, 15/12/1911.

[12]   Un Cacerense, “Crónica Regional” en Revista de Extremadura, nº V, Cuaderno XLIII, 1903, p. 43.

[13]   Ruperto PAVO RAMOS, “Cáceres suicida” en La Asamblea, 16/01/1904.

[14]   Redacción, “Noticias” en El Norte de Extremadura, 28/09/1904.

[15]   Diego M. CREHUET, “Certamen literario regional” en El Adarve, 20/10/1904.

[16]   Jacinto CABRERA ORELLANA, “Disolución del Orfeón” en El Adarve, 07/02/1907.

[17]   Redacción, “La conferencia de anoche” en El Noticiero, 20/12/1907.

[18]   Redacción, “Noticias” en El Noticiero, 16/01/1908

[19]   Redacción, “¿Ateneo?” en El Bloque, 21/01/1908.

[20]   C. “Predicar en el desierto” en El Norte de Extremadura. 22/08/1908

[21]   Redacción, “Noticias” en El Bloque, 06/04/1909.

[22]   Esteban CORTIJO y Nadia AIT, “La Revista de Extremadura (1899-1911). Una aventura intelectual extremeña” en Revista de Estudios Extremeños, vol. 54, n.º 3, 1998, pp. 1109-1132.

[23]   Cálamo Curriente, “Cronica Regional” en Revista de Extremadura, Tomo XII, Cuaderno XCCCIV, 1910.

[24]   Redacción, “Adelante! En El Bloque, 09/08/1910

[25]   Redacción, “Ateneo” en El Noticiero, 02/08/1910.

[26]   Redacción, “Obra de cultura” en El Adarve, 04/08/1910.

[27]   Redacción, “Ateneo” en El Adarve, 11/08/1910.

[28]   Julio ACHA, “¡Hay que realizarlo!” en El Adarve, 26/10/1911.

[29]   J. A., “Charlas semanales” en Era Nueva, 02/11/1911.

[30]   Enrique SEGURA, “Cáceres intelectual” en El Nuevo Diario de Badajoz a través de El Adarve, 30/11/1911.

[31]   Manolo DE MENDOZA, “Acerca del Ateneo” en El Noticiero, 30/11/1911.

[32]   Juan Luis CORDERO, “Por mi patria y por mi dama” en El Noticiero, 07/12/1911.

[33]   Germán GARCÍA FERNÁNDEZ, “Acerca del Ateneo” en El Noticiero, 13/12/1911.

[34]   R, POZO Y MORENO, “Siento plaza” en El Noticiero, 15/12/1911.

[35]   Redacción, “Por el Ateneo” en El Bloque, 19/01/1912.

[36]   Luis GRANDE BAUDESSON, “Nota de la semana. Por la cultura” en El Adarve, 14/12/1911.

[37]   Enrique MELÉNDEZ, “La Escuela Provincial de Enseñanza del Obrero: enseñanzas artísticas en Cáceres tras la Escuela de Artes Industriales” en Norba. Revista de Arte, N.º 36, 2016. pp. 259-264.

[38]   Julio ACHA, “El Ateneo” en Nueva Era, 23/12/1911.

[39]   Diego B. REGIDOR, “Sobre el Ateneo” en El Tiempo, 29/12/1911.

[40]   Juan Luis CORDERO, “Tendremos Ateneo” en El Noticiero, 16/01/1912.

[41]   Julio ACHA, “Al hilo de la actualidad” en El Bloque, 12/06/1912.

[42]   A. Elviro BERDEGUER, “Una idea. A los literatos cacereños” en El Bloque, 08/01/1913.

[43]   Lorenzo ALONSO, Manuel BRAVO et al., “Pro Ateneo” en El Bloque, 19/06/1916.

[44]   Redacción, “El Ateneo” en El Bloque, 26/07/1916.

[45]   P. ROMERO DE MENDOZA, “Sobre el Ateneo. Contestando á un artículo impugnativo” en El Bloque, 18/08/1916.

[46]   Simplicius Simplicissimus, “La cuestión del Ateneo” en Diario de Cáceres, 19/08/1916.

[47]   Cantarín Cautivo, “Hacemos algo?” en El Bloque, 29/05/1917.

[48]   Rafael ROLO RUEDA, “Haciendo patria” en El Bloque, 08/11/1918.

[49]   Gonzalo DE ALADARES, “Aspectos pacenses” en La Montaña, 02/01/1922.

[50]   Juan DEL SOL COLLAZOS, “¿Otra vez el Ateneo?” en El Noticiero, 15/11/1918.

[51]   Redacción, “Noticias” en El Bloque, 06/04/1909.

[52]   Redacción, “El doctor Corrales pone de relieve la urgente necesidad de depurar el agua que bebemos” en La Montaña, 14/02/1925.

[53]   Redacción, “Noble empeño” en La Montaña, 16/02/1925.

[54]   Arsenio GALLEGO, Eusebio PITA et al., “Hacia la creación del Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 09/05/1925.

[55]   Redacción, “En la reunión de ayer se nombró Junta directiva y se aprobó el reglamento” en La Montaña, 13/05/1925.

[56]   Redacción, “Quedó constituido el Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 17/07/1925.

[57]   Redacción, “Al fin, Ateneo” en La Montaña, 14/05/1925.

[58]   José GÓMEZ CRESPO, “Progreso del sentimiento artístico de Cáceres” en La Montaña, 26/05/1925.

[59]   Redacción, “Hacia la instalación del local y organización de otros servicios” en La Montaña, 08/07/1925.

[60]   Redacción, “Quedó constituido…op. cit.

[61]   Redacción, “Ha quedado abierto a los socios el Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 05/09/1925.

[62]   Redacción, “Ateneo de Cáceres. Libros recibidos con destino a su biblioteca” en La Montaña, 14/09/1925.

[63]   Redacción, “Ateneo de Cáceres. Libros recibidos con destino a la Biblioteca” en La Montaña, 16/09/1925.

[64]   Redacción, “Ha quedado abierto a los socios el Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 05/09/1925.

[65]   Redacción, “La inauguración del Ateneo” en La Montaña, 10/10/1925.

[66]   “Memoria del Secretario D. Juvenal de Vega y discurso del presidente D Publio Hurtado leídos en la solemne sesión inaugural de 12 de octubre de 1925”, Fondo Antiguo, Biblioteca Pública del Estado, “Jesús Delgado Valhondo”, 2/2817. p. 3

[67]   “Memoria del Secretario…op. cit. p. 6

[68]   Redacción, “Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 25/10/1925.

[69]   Redacción, “En la reunión de ayer…op. cit.

[70]   Ramón. SEGURA DE LA GARMILLA, “La Feria y el Pueblo”, en La Montaña, 29/05/1925.

[71]   Redacción, “Quedó constituido…op. cit.

[72]   Redacción, “Ha quedado abierto…op. cit.

[73]   Redacción, “El señor Crehuet del Amo, presidente honorario del Ateneo” en Nuevo Dia, 18/11/1927.

[74]   “Memoria del Secretario…op. cit. p. 7.

[75]   Redacción, “La Exposición de Caldera” en Nuevo Día, 27/09/1926.

[76]   Redacción, “La Exposición de cuadros de Juan Caldera” en Nuevo Día, 01/10/1926.

[77]   Redacción, “Interesantes acuerdos de la Junta Directiva” en Nuevo Día, 01/12/1926.

[78]   “Díptico Exposición” en CD 466/06 Año de 1927, CPM 1044, Archivo XXIII, Archivo del Museo de Historia y Cultura “Casa Pedrilla”.

[79]   “Primer concurso fotográfico. Mayo 1927.” Fondo Antiguo, Biblioteca Pública del Estado, “Jesús Delgado Valhondo”, 2/11573.

[80]   Redacción, “Fallo del Jurado del Concurso Fotográfico” enNuevo Día, 20/06/1927

[81]   “El arte extremeño actual”, Cáceres, Tipografía “Exrtemadura”, 1929. Discurso de Tomás Martín Gil. Fondo Antiguo, Biblioteca Pública del Estado, “Jesús Delgado Valhondo, 2/11002(1)

[82]   Redacción, “Inauguración de una exposición” en Nuevo Día, 15/11/1929.

[83]   Redacción, “Ateneo de Cáceres. La conferencia de Diego M.ª Crehuet” en La Montaña, 29/10/1925.

[84]   “Memoria del Secretario…op. cit. p. 7.

[85]   Redacción, “Noticias” en Nuevo Día, 09/10/1926.

[86]   Redacción, “Nuevas Enseñanzas” en Nuevo Día, 19/907/1927.

[87]   Redacción, “Ateneo de Cáceres. Nueva Junta Directiva” en Nuevo Día, 26/10/1926.

[88]   Redacción, “Ateneo de Cáceres” en Nuevo día, 05/01/1929.

[89]   Redacción, “Ateneo de Cáceres. Clases de Dibujo y Pintura” en Nuevo día, 23/08/1929.

[90]   Redacción, “En el Ateneo. Las clases y el profesorado para el curso de 1930-31” en Nuevo día, 10/10/1930.

[91]   “Memoria del Secretario…op. cit.p. 18.

[92]   Redacción, “Ateneo de Cáceres. Está abierta la matrícula para el nuevo curso” en Nuevo día, 03/10/1931.

[93]   Juvenal DE VEGA y Germán GARCÍA, “Ateneo de Cáceres” en Cáceres, 23/09/1935.

[94]   “Cáceres, capital. Iniciativas y sugerencias relacionadas con las Exigencias de la capital”, Cáceres, Imprenta de la Dip. Provincial 1934. Conferencia de Miguel Ferrero Pardo. Fondo Antiguo, Biblioteca Pública del Estado, “Jesús Delgado Valhondo, 2/5233.

[95]   Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres, “Juzgados”, 09/05/1940.

[96]   Redacción, “En la Alcaldía de Cáceres” en La Falange, 30/08/1937.

May 062016
 

Enrique Meléndez Galán.

Introducción

El presente escrito tiene como objeto el profundizar en un período de la historia de la ciudad de Cáceres ligado a la enseñanza de las Bellas Artes. Encuadrado dentro de la Tesis Doctoral Las Enseñanzas Artísticas en Extremadura: historia, personajes, ambientes y actualidad, con este trabajo se pretende dar a conocer un período muy concreto de esta investigación. En la década de los veinte, las paredes de esta escuela fueron testigos de la educación en las artes, los oficios y las ciencias de decenas de cacereños que optaron por ampliar su conocimiento a través de dicha Institución. Esta recuperación se ha podido llevar a cabo a través del estudio de las fuentes documentales depositadas en diferentes archivos de la capital cacereña y a la recuperación en prensa de noticias de la época.

  1. Antecedentes de la Escuela

            Las enseñanzas artísticas en la ciudad de Cáceres conforman un entramado sucesivo de entidades que ejercen la labor educativa desde los primeros conatos de magisterio artístico, en el siglo XIX, hasta la época actual. Es en este siglo XIX donde habría que buscar los antecedentes de lo que fue la Escuela Municipal de Artes y Oficios y, así, habría que mencionar la Academia Popular de Dibujo, gestionada por la Diputación y en la que desempañaba la labor docente el badajocense Rafael Lucenqui y Martínez, quien también fue el primer profesor de Dibujo del instituto cacereño[1]. De dicha Academia de Dibujo sabemos pocos datos; por lo que se puede leer en disposiciones de actas provinciales, se puede entender que estaría de algún modo vinculada al instituto de Cáceres y que habría continuado con su labor hasta finales del siglo XIX, cuando el alcance prácticamente municipal que cubría planteaba a la Diputación el cambiar la gestión hacia el Ayuntamiento, quien mantuvo la titularidad durante prácticamente la primera década del siglo XX[2]. Por aquel entonces, la labor educativa era llevada a cabo por el artista cacereño Higinio Pérez[3], que aparece mencionado ya en la obra de Nicolás Díaz y Pérez de 1884[4].

En 1897, contamos con una petición por parte del claustro de profesores del Colegio de 2ª Enseñanza de San Jorge, incorporado al Instituto Provincial, para que se procediese a la apertura de una Escuela de Artes y Oficios en la capital cacereña, pues ello sería una manera de “aportar medios para la mayor cultura de la juventud industriosa de este pueblo”. Inspirado en el Reglamento de la Escuela de Artes y Oficios de Ávila, consiguieron dar impulso a la creación de una Escuela de Artes y Oficios[5] que habría sido de algún modo continuadora de la Academia de Dibujo que había estado rigiendo Higinio Pérez[6]. Tras ella, contaría Cáceres con la creación de una Escuela Provincial Elemental de Artes Industriales y que recibiría también la denominación de Escuela de Artes y Oficios, entre 1908 y 1910. Aunque esta institución comenzó con grandes esperanzas “de transformación de nuestros sistemas de trabajo, hoy rutinarios, de planteamiento de nuevas industrias, de mejores en los jornales, de revelación de inteligencias geniales…[7] acabó por cerrar sus puertas debido a la falta de interés de la sociedad obrera cacereña. Esta falta de interés se traducía en una baja matriculación y escasa presentación a los exámenes finales salvo en Gramática, Dibujo Geométrico y Dibujo Artístico, que por aquel entonces era enseñado por el artista Conrado Sánchez Varona[8]. Con gran disgusto, D. Luis Grande Baudesson, principal impulsor de esta iniciativa, escribía así en El Adarve:

 

“¡Qué ejemplo el que acaba de dar Cáceres! Ahora precisamente en que por todas partes de España se oyen voces clamando por estos Centros donde los obreros se educan y adquieren los indispensables conocimientos para la lucha por la vida; ahora que casi diariamente aparecen en la «Gaceta» decretos creando nuevas escuelas de esta índole y elevando a superiores las elementales, es cuando nosotros nos vemos precisados a cerrar la nuestra por falta de alumnos.

                                               Ello es una gran vergüenza para nuestro pueblo porque denota la incultura en                             que yace”[9].

 

            No obstante, la población de Cáceres no se quedó sin la oferta de enseñanza artística en su ciudad, ya que tras el cierre de esta Institución se abrió el Centro Provincial de Enseñanza del Obrero, el cual continuaba con la enseñanza de Dibujo y Modelado junto a las asignaturas con mayor presencia de alumnado de la anterior Escuela[10]. Dirigido por D. Manuel Castillo, el centro se encontraba vinculado al Instituto General y Técnico y continuaba con disposiciones muy similares a las llevadas a cabo por la Escuela de Artes Industriales[11]; entre ellas, la continuidad de Gustavo Hurtado Muro y de Conrado Sánchez Varona al frente de las enseñanzas artísticas[12].

 

  1. Primeros pasos

            A pesar de contar con el Centro Provincial de Enseñanza del Obrero a lo largo de la segunda década del siglo XX, la cultura cacereña demandaba un centro en el que se pudiese ofrecer a los obreros una educación más amplia y de mayor calidad. De este modo, el 30 de Marzo de 1921, varios concejales de la corporación municipal presentaron una propuesta para la creación, en la capital cacereña, de una Escuela de Artes y Oficios «mirando por la cultura técnica y profesional de los trabajadores de Cáceres y principalmente de la juventud obrera«. Pedían, para ello, una suma de 15 000 ptas. con el fin de que la Escuela contara con “profesorado competente” y “buen material”. La propuesta inicial fue bien recibida y aprobada por el Consistorio[13], pero pocos debieron de haber sido los movimientos llevados a cabo por este Ayuntamiento, ya que, el 7 de Octubre de ese mismo año, los concejales volvieron a elevar una propuesta reiterando la necesidad de esta Escuela y recordando al Ayuntamiento su compromiso alcanzado meses atrás.

Los concejales firmantes eran D. Antonio Canales, D. Pablo Valiente, D. Jacinto Herrero, D. Manuel Rodríguez, D. Vicente Floriano, D. Miguel Gil Durán, D. Ángel Limón, D. Antonio Martín y D. Victoriano García Rojo. En su petición, entendían los gastos a los que había tenido que hacer frente el Ayuntamiento durante los primeros meses en los que se rige el Presupuesto de cada ejercicio, pero pedían que en dicho presupuesto estuviera presente la consignación de las 15 000 ptas. para la Escuela Municipal de Artes y Oficios. En este escrito, además, pedían al Ayuntamiento que se instalase dicha escuela en el Instituto General y Técnico; que quedase baje la dirección de D. Antonio Silva, director del Instituto, y que el profesorado de dicho centro fuese el mismo que compusiese la Escuela; que la titularidad de la Escuela estuviese al cargo del municipio hasta que, por el número de alumnos, se encargase de su sostenimiento el Estado Español; que las 15 000 ptas. quedasen a disposición del Instituto General y Técnico para cubrir el gasto de material y los honorarios del personal de la Escuela de Artes; y que los adultos que ingresen en ella hiciesen un pago de una peseta en concepto de matricula, con el fin de ayudar al gasto en material. El Ayuntamiento, ese mismo día, acordó que con urgencia pasase a la Comisión de Instrucción Pública para que dictaminase y se convocó la reunión por el Sr. Alcalde accidental, D. Miguel Gil Alberola, para el 25 de Octubre[14].

La Comisión de Instrucción Pública, que acabó reuniéndose el día 26 de Octubre, estaba presidida por el Sr. Alcalde accidental D. Miguel Gil Alberola, y compuesta por  los concejales D. Julián González Ulecia, D. Vicente Floriano Santillana, D. Pablo Valiente Paredes y D. Germán Rubio Andrada, por el Director del Instituto General y Técnico D. Antonio Silva, por el Director de la Escuela Normal de Maestros, D. Eladio Rodríguez y por el Secretario del Ayuntamiento, D. Florencio Quirós Beltrán. En dicha reunión se decidió por unanimidad que un comité conformado por D. Pablo Valiente, D. Antonio Silva y D. Eladio Rodríguez estudiasen y creasen las bases con las que reglamentar la Escuela Municipal de Artes y Oficios[15].

El día 3 de Noviembre de 1921 vio la luz el Reglamento que elaboró el comité encargado para ello. En él, se presenta una Escuela Municipal de Artes y Oficios costeada por el Ayuntamiento de esta capital como “un centro de cultura, donde los vecinos de Cáceres puedan recibir la instrucción ordinaria que en estos establecimientos se proporciona”. El objetivo, recogido en este reglamento, de que se instalase en las dependencias del Ayuntamiento o en un local aún mayor forma parte de la problemática que será estudiada en el siguiente epígrafe. Dicho reglamento, también recogía las asignaturas destinadas a enseñarse: Gramática, Caligrafía, Física y Química, Aritmética y Contabilidad, Geometría y Elementos de Construcción, Dibujo Lineal, del Natural y del Adorno, y Nociones de Mecánica y Electricidad. De todas las asignaturas, la de Dibujo sería la única que sera impartida todos los días y además de la docencia reglamentada, la Escuela pretendía organizar charlas de divulgación científica, bien impartidas por profesores o bien por personal ajeno a la escuela pero de “reconocida autoridad” en el mundo científico o artístico[16].

En el Reglamento se recogía también el horario de la Escuela, muy significativo en tanto a que se pretendía tildarla de Escuela “nocturna”, como se menciona en documentos anteriores[17], y el cual sería de 18 a 21 horas. Para la recepción de alumnado, únicamente se pedía saber leer y escribir, tener 14 años, la cartilla de vacunación al día y buena conducta; no obstante, tendrían preferencia los alumnos que se dedicasen a profesiones manuales. El resto de la reglamentación aporta las funciones de la dirección y del profesorado. Ello permite saber que el director era designado por el Ayuntamiento y que la docencia iba a ser impartida únicamente por cuatro profesores, nombrados por concurso público. Cada uno de estos profesores recibiría un sueldo anual de 2000 ptas. repartido en mensualidades. Aparecen también registrados como cargos ligados a la Escuela el de Inspector, encargado de la adecuada marcha del establecimiento y de velar porque el personal actúe en función de su cargo; el Secretario Administrador, cuyo objetivo era el de organizar y llevar adecuadamente los diferentes libros de registro de la Escuela; y el Ordenanza, el cual tenía las funciones de vigilar por el correcto estado del material y del local[18].

Al día siguiente, se acordó convocar a los concejales del Ayuntamiento ocho días después para que estudiasen el Reglamento y proponer las bases para el nombramiento del profesorado. Por otra parte, y a petición de D. Pablo Valiente, se organizaría una Comisión conformada por los directores del Instituto General y Técnico y de la Escuela Normal de Maestro, junto con el Arquitecto Municipal, con el fin de observar los locales del Ayuntamiento destinados a albergar la futura Escuela Municipal de Artes y Oficios, valorar su estado y velar por la correcta adecuación a dicho fin[19].

El día 11 de Noviembre, ocho días después de que viera la luz, el Ayuntamiento  aprobó el Reglamento de la Escuela, con lo que la implantación de ésta quedaba únicamente a expensas de encontrar una localización adecuada[20].

 

  1. La problemática del local

Como ya se mencionó con anterioridad, el local destinado a albergar la Escuela Municipal de Artes y Oficios, según indicaba el Reglamento, iba a ser el propio Ayuntamiento de la capital cacereña. De este modo, el día 10 de Noviembre el Ayuntamiento solicitó a D. Antonio Silva, a D. Eladio Rodríguez y al Arquitecto Municipal, que elaborasen un informe acerca de si el local del 2º piso de las Casas Consistoriales, en el ala derecha, “reúne las condiciones para instalar en él la Escuela Municipal de Artes y Oficios”. En dicho escrito, además, se pedía que remarcasen las reforman que viesen necesarias para adecuar este espacio a lo que exigía la Ley para este tipo de establecimientos[21].

La respuesta a ese oficio llegó el día siguiente por parte de D. Eladio Rodríguez, quien fue claro y contundente en lo que respectaba a la situación de los locales destinados a Escuela en las Casas Consistoriales:

 

En contestación al oficio de V. S. fecha de ayer, debo significarle que de la                   inspección ocular que he verificado de la planta alta de esas Casas Consistoriales he                                sacado la impresión de que aquellas habitaciones distan no poco, por su disposición,                           capacidad y número, de las cualidades precisas para instalar en ellas la Escuela                          Municipal de Artes y Oficios. Ahora bien, como «la realidad es el ideal venido a                           menos»; la carencia de local es notoria, y las urgencias por la apertura de la Escuela                            es muy natural y plausible en esa digna Corporación, podría instalarse desde luego,                     como se proyecta, en la planta alta del Ayuntamiento, del siguiente, o parecido modo,                                 aunque sea a manera de iniciación, y por tanto, siempre a reserva de instalación más                  amplia y adecuada en otro sitio”.

 

Continuando su informe, explica que requerirán de un mínimo de dos aulas, una de ellas dedicada exclusivamente a las asignaturas de Dibujo, debido a que iba a impartirse todos los días y a los requerimientos especiales que se necesitan para el desempeño de dicha actividad, mientras que el otro aula quedaría para las demás asignaturas. Recomienda, además, una tercera clase a fin de tener un espacio para conferencias o cualquier tipo de imprevisto que surgiese. Además, tiene en cuenta reservar un espacio de entrada a modo de vestíbulo y servirse de algún cuarto contiguo para sala de profesores. Además, aconseja la resolución de espacios para acomodarlos a las enseñanzas y alude a la necesidad de hacer otra habitación para guardar útiles de docencia. Por último, alude a que dicho espacio podría llegar a acoger una matrícula de unos 100 alumnos, suponiendo que quedaran repartidos equitativamente entre el primer y el segundo curso y concluye exponiendo que quedará a merced de lo que dispusiese el Arquitecto Municipal y el otro Director[22].

No debieron de distar mucho las opiniones de los otros, pues el Ayuntamiento avaló que, hasta que se adecuasen los locales y se recibiese el material, que se diera la opción a los directores del Instituto General y Técnico y de la Escuela Normal de Maestros de ofrecer sus espacios para albergar con carácter temporal la Escuela Municipal de Artes y Oficios, con el fin de comenzar las clases a la vuelta de las Navidades; lo que indica que se tuvo que tener en cuenta el plan de acomodación propuesto por D. Eladio Rodríguez. D. Pablo Valiente apuntó que si ambos directores ofreciesen sus centros, lo más adecuado sería darle la escuela al local que más capacidad tuviese y no por sorteo como se había mencionado, aprobando la Comisión dicha propuesta y así se acordó enviar la petición a los Sres. Antonio Silva y Eladio Rodríguez[23].

El 29 de Noviembre, el Ayuntamiento se dirigió a ambos directores con la posibilidad de depositarse la Escuela en sus centros y que los profesores de ese claustro dieran las clases, teniendo a su disposición una remuneración por dichas funciones. Además, solicita que la respuesta sea a lo más breve para no dilatar más en el tiempo la apertura de esta Institución[24]. La respuesta de D. Antonio Silva llegó el 1 de Diciembre, manifestando que no existía inconveniente alguno para instalar en el Instituto que él dirigía la Escuela, pero con la condición de que fuesen los profesores de dicho centro los que se encargasen de impartir la docencia, así como que los gastos ocasionados corriesen por cuenta de la Corporación Municipal[25]. Del mismo día consta la respuesta de la dirección de la Escuela Normal, aludiendo a la incapacidad de las aulas para acoger las enseñanzas de la Escuela Municipal de Artes y Oficios, sobre todo para la asignatura de Dibujo. Lamentando esta situación, ofrece la posibilidad de que fuesen los profesores D. Ramón Segura, D. José María Rubio, D. Enrique de la Monja, D. Julián Rodríguez Polo y el auxiliar D. Francisco Cisneros los que diesen las asignaturas si así se requiriese, aunque sin presentar ninguna opción de maestro para las asignaturas de Dibujo[26].

Ante ambas respuestas, la Comisión dictaminó el 9 de Diciembre el aceptar la primera y agradecer el ofrecimiento del director de la Normal y de los profesores de dicho claustro. Se iniciarían, por tanto, las clases de la Escuela Municipal de Artes y Oficios en el Instituto General y Técnico, con los profesores de dicho claustro impartiendo, con un carácter temporal, las asignaturas. Ello permitía abrir la Escuela a la vuelta de las Navidades, por lo que era preciso comenzar a gestionar la apertura de matrícula en las oficinas municipales, siguiendo lo expuesto en el Reglamento[27].  El día 13 de Diciembre el Ayuntamiento le comunicó oficialmente a D. Antonio Silva la aceptación de su ofrecimiento informándole de las decisiones tomadas por la Corporación que él presidía, con lo que exhortaba a que los profesores se preparasen para afrontar la docencia de la nueva Escuela al finalizar las vacaciones de invierno[28].

 

  1. El dilema de la reglamentación y el profesorado.

            Paralelo a la problemática respecto al local que debía acoger este centro, se desarrolló otra respecto al papel que debía jugar la oficialidad de la Escuela respecto a los derechos del profesorado y su nómina. El planteamiento que se estableció en las bases dispuestas el 11 de Noviembre de 1921 para contratación del personal docente, por el cual se hacía a los profesores que se rigiesen por el Reglamento de la Escuela y no por el que tenía dispuesto el Estado para este tipo de centros, fue el germen del problema. El someterse al Reglamento, con sus derechos y deberes, condicionaba a que el profesorado no pudiese “alegar los que disfrutan los empleados municipales en el (Reglamento) de orden interior (…) ni podrán alegar derechos pasivos de clase alguna en relación con el Municipio”. Por otra parte, el resto de las bases se amoldaban a lo que sería la norma, con un cuadro de preferencias para los Doctores en Ciencias o Filosofía y Letras, cuya cátedra hubiesen logrado por oposición; Licenciados en dichas materias con cátedra por oposición; Profesores de Escuelas Normales con plaza por oposición; etc. Para la cátedra de Dibujo, se pide que los aspirantes presenten títulos y méritos de su carrera artística, en consonancia con las preferencias anteriores. En total se pretendían cubrir cuatro plazas para cuatro bloques de asignaturas y cada plaza tendría una asignación de 2000 ptas. anuales, como se establecía en el Reglamento[29].

Dichas bases no debieron de satisfacer a los concejales, ya que varios de ellos presentaron opiniones de que el modelo que debía tomarse para cubrir las plazas docentes de la Escuela debía ser el oficial, siguiendo el R. D. del 16 de Enero de 1910. Se acordó, tras ello, reunir nuevamente a la Comisión de Instrucción Pública para elaborar unas nuevas bases, ya sí adaptadas a la reglamentación estatal[30]. No obstante, a la hora de reunirse la Comisión junto con los directores del Instituto y de la Escuela Normal, decidieron desistir de ajustar la Escuela Municipal de Artes y Oficios a la normativa vigente y así quedaba registrado:

 

…que del estudio del Reglamento y demás disposiciones legales que rigen el                               funcionamiento de estas escuelas hay que desistir por completo aun cuando no pueda                               solicitarse la subvención del Estado porque habría que amoldarse a los sueldos, al                        número de asignaturas, derechos de jubilaciones, excedencias forzosas, etc. etc. que                                importarían muchísimo más, aun con la subvención del Estado, que lo que el Ayuntamiento       Ayuntamiento va a destinar para la creación de la Escuela[31].

 

Decididos a seguir con la Escuela, aún cuando ésta no se adaptase a la reglamentación tipo, se acordó desde la Comisión volver a la idea original de que esta institución bebiese únicamente de la reglamentación acordada para ella. Siguiendo esto, lo único que quedaba por disponer era la selección de profesorado y en esta misma sesión acordaron basar la decisión por oposición libre ante tres tribunales: el tribunal de Ciencias estaría conformado por el Director del Instituto, un Ingeniero de Caminos y un Profesor de la Escuela Normal; el de Letras por el profesor más antiguo de la Escuela Normal y dos abogados; y el de Dibujo estaría conformado por el profesor del Instituto de la Cátedra de Dibujo y dos arquitectos. Para cubrir la plaza de Dibujo, se solicitaba, además, que el candidato tuviera como mínimo el Bachiller en Artes. Se quería dejar claro también desde la Corporación Municipal que si hubiese que cerrar el centro por escasez de alumnos u otro problema similar, como ocurrió en ocasiones anteriores, los profesores no tendrían derechos pasivos derivados de su contratación[32].

Hasta la instalación definitiva de la Escuela, como ya se ha visto en el apartado dedicado al local, fueron finalmente los profesores del Instituto General y Técnico los encargados de impartir las materias; en un principio con carácter temporal pero que acabaría siendo definitivo, así como su localización. El optar así por crear una Escuela con una reglamentación propia, independiente de lo expuesto desde el Estado, permitió una solución efectiva a corto plazo, aunque dejaba en el aire algunos aspectos, sobre todo, referentes a competencias entre la Dirección y la Corporación Municipal. Ejemplo de ello, se encuentra a finales de la década de los veinte, cuando tras el fallecimiento de D. Cipriano Guerra, catedrático de Gramática Castellana y secretario de la Escuela, D. Antonio Silva decidió contratar a D. Juan Saco Maureso[33] para cubrir la docencia de dicha asignatura, mientras que la Corporación Municipal optó por designar a D. Arturo García y Merino[34]. Finalmente, el Ayuntamiento tuvo la última palabra y así se le impuso esta decisión al director de la Escuela Municipal de Artes y Oficios[35].

 

  1. El desarrollo de la Escuela: cambios y mejoras

            Con la Escuela Municipal de Artes y Oficios asentada con carácter temporal en el Instituto General y Técnico, que más tarde pasó a llamarse Instituto Nacional de 2ª Enseñanza, y con el asunto del profesorado solventado también de forma transitoria, ya sóloquedaba publicitar la Institución para animar a la clase obrera cacereña a matricularse. El anuncio de la Escuela se elaboró el día 10 de Diciembre y rezaba así:

 

Acordado por el Excelentísimo Ayuntamiento el funcionamiento de la Escuela                            Municipal de Artes y Oficios se hace saber a los vecinos de esta ciudad que desde el                              lunes 12 del actual queda abierta la matrícula de esta escuela (…) en la se secretaría                              del Excmo. Ayto. Desde las 9 a las 15 y hasta el 31 del natural, pudiendo los interesados          interesados matricularse de las asignaturas siguientes.

                                               Gramática, Caligrafía práctica, Nociones de física y química, Aritmética y                      Nociones de contabilidad, Geometría práctica y elementos de construcción, Dibujo                             lineal, natura y de adorno y Nociones de mecánica y electricidad.

                                               Los solicitantes pedirán su ingreso en la Escuela en papel de 10 céntimos y                    reunirá las siguientes condiciones.

                                               Saber leer y escribir, haber cumplido 14 años, declarar estar vacunado o                        revacunado en el trascurso de los dos años anteriores, obrar con buena conducta y                      entregar como derecho de la Escuela una peseta por acceso.

                                               Estas circunstancias se justifican con cualquier documento a excepción del                    certificado de conducta que será evacuado por la Inspección Municipal[36].

 

El día 9 de Enero de 1922, a las seis de la tarde, comenzaron las clases de la Escuela Municipal de Artes y Oficios impartidas “interinamente” en el edificio del Instituto General y Técnico, informando de ello el director de ambas instituciones, D. Antonio Silva[37]. Las clases de la Escuela se prolongarían hasta mediados de Mayo, cuando llegó el momento de valorar los resultados del medio año de docencia impartida.  Se reunió, así, la Corporación Municipal el día 22 de Septiembre con el fin de tratar diversos puntos relacionados con la Escuela. Fue acordada, por propuesta del concejal García y Merino, la concesión de premios con carácter anual a los alumnos más destacados de dicha Institución, con el fin de estimular la docencia y, además, se decidió reunir a la Comisión de Instrucción Pública para solventar todas aquellas deficiencias que se hubieran detectado a lo largo del curso[38].

En el mes de Octubre, la Comisión se reunió por dos ocasiones; en la primera reunión se planteó hacer una revisión del Reglamento de la Escuela por parte de los concejales Soto de la Lastra y García y Merino [39] y en la segunda se emitió un dictamen mediante el cual, teniendo en cuenta el número de alumnos existentes –sobre todo para las asignaturas de Dibujo y Aritmética–, se invitaba al director a crear dos plazas de auxiliares con un sueldo de 1000 ptas. anuales y a que se aumentase la consignación de los porteros en 250 ptas. más. Además, se pide en esa segunda reunión que se adquiera nuevo material de matemáticas y escuadras y cartabones[40]. La necesidad de dos auxiliares para la Escuela permite tener un indicador, un termómetro social, del interés que habría causado este centro en su primer año de vida, alzándose con gran éxito y disposición entre la clase obrera de la ciudad cacereña. A los pocos días de esa segunda reunión se le envió el oficio a D. Antonio Silva mediante el cual se le autorizaba para designar dos auxiliares y aumentar el sueldo de los porteros[41].

Durante el siguiente curso 1922/1923, continuó la Escuela Municipal de Artes y Oficios en los locales del Instituto cacereño. Las adaptación de los locales del Ayuntamiento se encontraba en un punto muerto y ni la Corporación Municipal ni el Instituto se encontraban incómodos con el alojamiento, por lo que en las reuniones el tema del traslado a un nuevo centro no ocupaba ningún punto del día. No obstante, sí continuaban las reformas propuestas desde la Comisión de Instrucción Pública y así, al finalizar ese curso, se dictaminó sobre diversos asuntos de la Escuela a propuesta, nuevamente, del concejal García y Merino. La primera de ellas afectaba a la apertura del curso, la cual pasó a realizarse todo primero de Octubre y a ella, para darle mayor solemnidad al acto, debía acudir una representación del Ayuntamiento, lo más numerosa posible. En segundo lugar, se dictaminaba que el curso escolar finalizase siempre el día 30 de Abril, porque era el momento en el que comenzaba a descender la asistencia a clase del alumnado, y que en dicho acto se leyese la propuesta de los premios para los matriculados. Se continuaba así la idea de los premios que surgió en el curso anterior, dictaminando ya aquí que recibirían premio los alumnos más brillantes, un total del 5% de matriculados, y que esos premios, además de diplomas, serían de libros o material que les ayudase en las enseñanzas. Por último, se acuerda que dichos premios se entreguen en la ceremonia de inauguración de curso y que en tal acto se lea una memoria del curso anterior, junto con las propuestas de cambio destinadas a mejorar la Escuela[42].

El tema de los premios fue tratado en varias reuniones más de la Comisión, repartiéndose las competencias entre ella, el profesorado y la dirección para asignar la concesión de los reconocimientos[43]. Se decidió, finalmente, que la ceremonia de entrega de los premios no se celebrase en la apertura de curso, sino en las vacaciones de Navidad, aunque tal idea no se llegó a dictaminar hasta Octubre de 1923[44]. Esas vacaciones de Navidad fueron las primeras en otorgarse premio a los alumnos de la Escuela Municipal y quedaron repartidos “con toda solemnidad[45] de la siguiente forma: tres premiados para Mecánica, cinco premiados por asignatura en Caligrafía, Gramática y 2º de Aritmética, seis premios para la asignatura de Aritmética de primer curso y diez premios para las asignaturas de Geometría y Dibujo[46]. Lo más interesante de este asunto de los premios es que permite conocer el número de alumnos que se encontraba matriculados en esos primeros años de la década de los años veinte, pues al extrapolar las cifras entendemos que el alumnado oscilaba entre los sesenta de la asignatura de Mecánica y los doscientos de las asignaturas de Dibujo.

Además, en los años centrales de la década de los veinte se conoce que no hubo ningún tipo de incidencia con el alumnado ni por comportamiento ni por impago de matrículas. Por otra parte, la Escuela continuaba con su labor docente que se aplicaba, además de en conferencias “con el aparato de proyecciones y con el cinematógrafo del Instituto”, en clases prácticas con el alumnado, al cual le eran entregados libros, facilitados por los propios profesores, para apoyar su aprendizaje[47].

La buena salud de la Escuela Municipal de Artes y Oficios se puede constatar años después con el progresivo aumento de su profesorado al encontrar, en el año de 1928, siete profesores vinculados a la docencia en dicho centro, casi doblándose la cifra inicial de maestros, ya que a finales de 1924, a los dos auxiliares de Dibujo y Aritmética se les sumó uno para Caligrafía por petición del propio Director[48]. Entre ellos habría que destacar las figuras del profesor de Dibujo, D. Gustavo Hurtado Muro y su auxiliar D. Julián Perate Barrueta[49], quienes junto a D. Antonio Silva protagonizaron un episodio sumamente interesante ligado a su actividad docente y también política. El golpe de estado de Primo de Rivera, entre sus primeras consecuencias tuvo el que se desmantelaran las cabezas de las Corporaciones Municipales y así ocurrió en Cáceres, pasando a ocupar la alcaldía D. Antonio Silva. Junto a él, fueron elevados a cargos de concejal, entre otros, D. Gustavo Hurtado y D. Julián Perate. Una de las primeras decisiones que tomaron fue la de renunciar a su sueldo como profesores de la Escuela Municipal de Artes y Oficios, aunque seguirían desempeñando su labor docente[50]; aunque fue una decisión aplaudida por el Gobernador Civil Rodríguez-Arias[51], sus compañeros concejales, encabezados por D. Jacinto Herreros defendían que si seguían desempeñando su labor como profesores, debían cobrar sus honorarios como tales y así se acordó en sesión del Ayuntamiento con los votos en contra de los Sres. Silva, Hurtado y Perate[52]. No obstante, no debió de resolverse el asunto en ese momento, ya que varios meses después, la Corporación Municipal aprobó nuevamente que recibieran sus honorarios como profesores a petición del concejal Álvarez Javato[53]. Años después D. Gustavo Hurtado Muro acabó finalmente por abandonar la política, en 1929, para dedicarse en exclusiva a la docencia[54], opción que puso por delante de tantos otros aspectos de su vida, incluida la creación artística, algo de lo que siempre se lamentaba el panorama cultural extremeño: “¡Qué lástima que Hurtado no pinte más y que su actividad tan grande la deje llevar por otros caminos…![55]. Por otra parte, tras el fallecimiento de D. Julián Perate en los años treinta, su cargo pasaría al artista cacereño Juan Caldera, quien sería de las figuras de mayor recorrido en la docencia artística de la ciudad de Cáceres.

En 1930, la Escuela contaba con un total de 184 alumnos matriculados y había implicación por parte del alumnado en asistencia y aprovechamiento. Prueba de ello se tiene en el acto de entrega de premios de ese año, en el que tanto el Gobernador Civil, como el Alcalde, expresaron su satisfacción con el trabajo de la Escuela. Tal era así, que desde esta entidad se animaba al Ayuntamiento a que crease una Biblioteca Municipal para mayor cultura de la ciudad de Cáceres[56].

Se veían cumplidos, por tanto, los objetivos que desde el Ayuntamiento se marcaron al comienzo de la década; se superaba el miedo a que la Escuela cerrase por falta de alumnado y se lograba que la sociedad obrera cacereña tuviese un centro donde formarse en las Artes además de en las otras materias. De este modo se consolidaba esta  Escuela, la cual no tendría un fin drástico como los anteriores, sino que se transformaría y modificaría en pos de una mejora de la calidad de la enseñanza.

 

  1. A modo de epílogo: el final de la Escuela Municipal de Artes y Oficios

            La vida de la Escuela Municipal de Artes y Oficios se continuó hasta que el 19 de Octubre de 1932, el por aquel entonces alcalde de Cáceres, Jacinto Herrero Hurtado, elevó una petición de transformación de la Escuela a la Diputación de Cáceres. Con ella rogaba que desde dicha corporación se sufragasen los gastos pertinentes derivados de la transformación de la Escuela Municipal de Artes y Oficios en Escuela Elemental de Trabajo y Capataces Agrícolas. Aludía, para ello a los “indudables beneficios” que reportarían a una tierra con gran población dedicada al sector primario pues, de este modo, se abrirían los estudios a las prácticas agrícolas y se pasaría a expedir el título de capataz. Se buscaba que esta nueva institución contase con una doble subvención, desde la Provincia y desde el Ayuntamiento, con la intención de que para el año siguiente comenzase a funcionar y entrase ya en los presupuestos. La propuesta fue aprobada el día 5 de Diciembre, momento en el que comenzó la transformación en Escuela Elemental de Trabajo y de Capataces Agrícolas.

Dicha transformación venía auspiciada por el sentimiento de los “candidatos agrarios” quienes para las elecciones municipales de 1931, en su manifiesto, ya presentaban propuestas de adecuación de las Escuelas de Artes y Oficios a sus intereses:

 

En cuanto a instrucción pública, abogaremos por fomento de las construcciones        construcciones de escuelas, por la rápida instalación de los nuevos edificios para                          Normales y por la creación de nuevas cátedras en las de Artes y Oficios en donde se dé                        la enseñanza profesional agraria[57].

 

Finalmente, la conversión final en Escuela Elemental de Trabajo y Capataces agrícola acabó siendo regulada por el art. 37 del Estatuto de Formación Profesional del 21 de Diciembre de 1928 y por los art. 17 y 18 del Estatuto de Enseñanza Industrial del 31 de Octubre de 1924. Por tanto, se incluía la docencia artística y de los oficios dentro de la oficialidad estatal, a diferencia de lo ocurrido anteriormente. Se despedía la Escuela con más de doscientos alumnos matriculados en su último curso académico[58] y se inauguraba un período docente muy fructífero, continuado y con una amplia esperanza de vida[59].

 

 

  1. Conclusiones

Como se ha podido comprobar, el estudio acerca de la Escuela Municipal de Artes y Oficios ofrece una perspectiva acerca del entramado de centros, competencias, profesores y artistas que se dieron a principios de siglo en la ciudad de Cáceres. Extrapolando este conocimiento, se permite ver el complejo continuum de escuelas de enseñanza artística en Cáceres, no siendo esta Escuela, sino una pieza más dentro de este enrevesado puzzle. No obstante, tras estas líneas se permite vislumbrar un poco más una parte de nuestra historia artística extremeña, interesante y extensa, de la cual queda mucho por desgranar y conocer.

Por otra parte, esta Escuela presenta la particularidad de encontrar una continuidad que no presentó ninguna de las anteriores del siglo XX y supuso las bases para asentar sobre ella la Escuela Elemental de Trabajo y Capataces Agrícolas, que mantuvo la labor docente en las artes, además de en los otros campos ya vistos, hasta mediados del siglo XX; labor que será estudiada en consonancia con el resto de centros mientras dure esta investigación.

Finalmente, habría que destacar el acervo cultural que en aquel momento cuajó en la Corporación Municipal. Para sacar adelante esta Escuela fueron numerosas las reuniones, los encuentros y carteos que pusieron de manifiesto el interés del Ayuntamiento por explotar la cultura y ofrecer a la ciudadanía una oportunidad de educarse en las artes y los oficios. Fue, además, destacable el hecho de que no partiese, como había sucedido en otras ocasiones, de iniciativas particulares, sino que fue el propio Consistorio el que impulsó el centro, sorteando dificultades y tomando decisiones, en algunos casos difíciles, que si bien alejaban esta Escuela de la reglamentación estatal, se hacía por ofrecer a Cáceres un tipo de docencia mas asequible  aunque de gran calidad. Desde la perspectiva contemporánea, se debe valorar este tipo de iniciativas, ya que son la base educativa sobre la que se sostuvo la enseñanza de las artes en el siglo XX, con escuelas como ésta, en donde entre todas las materias se encontraban unas pocas dedicadas a las artes pero que, sin las cuales, no podrían haberse iniciado en su carrera artística la gran mayoría de los creadores que ha dado a luz la tierra extremeña.

 

 

BIBLIOGRAFÍA Y DOCUMENTACIÓN

 

Archivos

           

Archivo de la Diputación Provincial de Cáceres.

 

Archivo Histórico Municipal de Cáceres

 

Archivo del Museo de Historia y Cultura “Casa Pedrilla”.

 

Bibliografía y hemerografía

 

            BAZÁN DE HUERTA, M., “Notas sobre la Escuela de Bellas Artes de Cáceres” en Aguas Vivas. Boletín del Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias. Segunda Época. Nº5, Extremadura, 1987.

 

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Redacción, “El manifiesto de los candidatos agrarios” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 07/04/1931.

 

Redacción, “El pleno se reunió anoche en sesión extraordinaria” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 11/09/1929.

 

Redacción, “La enseñanza del obrero” en El Noticiero, 12/09/1908.

 

Redacción, “La Escuela de Artes de la Diputación” en El Noticiero, 27/09/1910.

 

Redacción, “La primera Exposición Regional de Arte en Cáceres ayer tarde fue inaugurada” en Extremadura, 28/05/1924.

 

Redacción, “La sesión de ayer” en Extremadura, 05/10/1923.

 

Redacción, “La sesión de ayer” en Extremadura, 30/11/1923.

 

Redacción, “La sesión de ayer” en Extremadura, 21/03/1924.

 

Redacción, “La sesión de esta mañana de la Comisión Permanente” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 08/11/1926.

 

Redacción, “Noticias. En la reunión…” en El Noticiero, 10/10/1910.

 

Redacción, “Se reúne la Comisión Permanente” en La Montaña, 23/12/1924.

 

Redacción, “Sesión celebrada anoche por la Corporación Municipal” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 31/12/1931.

 

Redacción, “S. T.” en Extremadura, 09/10/1923.

 

RODRÍGUEZ SUERO, F., “Enseñanzas Artísticas. Un sello de Calidad y Prestigio” en Institución Cultural “El Brocense”. 25 Aniversario, Badajoz, Institución Cultural “El Brocense”, 2005, pp. 89-131.

 

X, “Fiestas Académicas” en El Noticiero, 02/10/1908.

[1]     Francisco J. PIZARRO GÓMEZ, “Pintura extremeña del siglo XIX: los Lucenqui” en NORBA: Revista de Arte, n.º 9, 1989, p. 176.

[2]     X, “Fiestas Académicas” en El Noticiero, 02/10/1908.

[3]     Diputación Provincial de Cáceres, “Extracto de la sesión celebrada por la Diputación Provincial el 24 de Abril de 1896” en Boletín Oficial de la Provincia de Caceres n.º 82, 1896, p. 326.

[4]     Nicolás DÍAZ Y PÉREZ, Diccionario histórico, biográfico, crítico y bibliográfico de autores, artistas y extremeños ilustres, Madrid, Pérez y Boix, 1884, pp. 207 y 208.

[5]     Expediente num. 21, “S. T.” en Archivo 19/356 del Archivo Histórico Municipal de Cáceres.

[6]     Diputación Provincial de Cáceres, “Extracto de la sesión celebrada por la Diputación Provincial el 2 de Junio de 1896” en Boletín Oficial de la Provincia de Caceres n.º 12, 1896, p. 48.

[7]     Redacción, “La enseñanza del obrero” en El Noticiero, 12/09/1908.

[8]     Edmundo COSTILLO MARÍN, “Futuros artistas: Lucas Burgos” en El Bloque, 28/11/1916.

[9]     Luis GRANDE BAUDESSON, “La Escuela de Artes y Oficios: triste realidad” en El Adarve, 10/09/1910.

[10]   Redacción, “La Escuela de Artes de la Diputación” en El Noticiero, 27/09/1910.

[11]   Manuel CASTILLO, “Centro Provincial de Enseñanza del Obrero” en El Noticiero, 16/09/1911.

[12]   Redacción, “Noticias. En la reunión…” en El Noticiero, 10/10/1910.

[13]   “Petición al Ayuntamiento para implantar una Escuela Municipal de Artes y Oficios” del 30/03/1921 en Expediente num. 6 de la Secc. de Instrucción Pública, Neg. 2º, “Expediente instruido para la implantación de una Escuela Municipal de Artes y Oficios” en Archivo 20/459 del Archivo Histórico Municipal de Cáceres.

[14]   “Carta de varios concejales al Ayuntamiento de Cáceres” del 07/10/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[15]   “Acta de la reunión de la Comisión de Instrucción Pública” del 26/10/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[16]   “Reglamento elaborado por la Comisión para la Escuela Municipal de Artes y Oficios” del 03/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[17]   “Carta de varios concejales al…op. cit.

[18]   “Reglamento elaborado por la Comisión…op. cit.

[19]   “Acta de Sesión del Ayuntamiento de Cáceres” del 04/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[20]   “Acta de Sesión del Ayuntamiento de Cáceres” del 11/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[21]   “Oficio del Ayuntamiento a los Sres. Directores de Instituto y Escuela Normal de Maestros y Arquitecto” del 10/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[22]   “Informe de D. Eladio Rodríguez para el Sr. Alcalde de Cáceres” del 11/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[23]   “Acta de Sesión del Ayuntamiento de Cáceres” del 16/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[24]   “Oficio del Ayuntamiento a los Sres. Directores de Instituto y Escuela Normal de Maestros” del 29/11/1921 en Neg. 2º, n.º 2029 y 2030 en Expediente num. 6… op. cit.

[25]   “Carta de D. Antonio Silva al Alcalde de Cáceres” del 01/12/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[26]   “Carta de D. Eladio Rodríguez al Alcalde de Cáceres” del 01/12/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[27]   “Acta de Sesión del Ayuntamiento de Cáceres” del 09/12/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[28]   “Oficio del Ayuntamiento al Sr. Director del Instituto General y Técnico” del 13/12/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[29]   “Bases para el nombramiento de profesores para Escuela Municipal de Artes y Oficios, acordada implantar en esta ciudad por el Excmo. Ayuntamiento” del 11/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[30]   “Acuerdo de Sesión del Ayuntamiento de Cáceres” del 18/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[31]   “Acuerdo de Sesión del Ayuntamiento de Cáceres” del 25/11/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[32]   Ibídem.

[33]   “Carta de D. Antonio Silva al Sr. Alcalde” del 15/03/1928  en Expediente num. 6… op. cit

[34]   “Carta del Sr. Alcalde a D. Antonio Silva” del 13/03/1928  en Expediente num. 6… op. cit

[35]   “Carta del Sr. Alcalde a D. Antonio Silva” del 28/03/1928 en Expediente num. 6… op. cit

[36]   “Anuncio de apertura de Escuela Municipal de Artes y Oficios” del 10/12/1921 en Expediente num. 6… op. cit.

[37]   “Carta de D. Antonio Silva al Alcalde de Cáceres” del 10/01/1922 en Expediente num. 6… op. cit.

[38]   “Acuerdo de Sesión del Ayuntamiento de Cáceres” del 22/09/1922 en Expediente num. 6… op. cit.

[39]   “Acuerdo de la Comisión de Instrucción Pública” del 10/10/1922 en Expediente num. 6… op. cit.

[40]   “Dictamen de la Comisión de Instrucción Pública” del 26/10/1922 en Expediente num. 6… op. cit.

[41]   “Oficio del Ayuntamiento al Sr. Director del Instituto General y Técnico” del 30/10/1922 en Expediente num. 6… op. cit.

[42]   “Dictamen de la Comisión de Instrucción Pública” del 22/05/1923 en Expediente num. 6… op. cit.

[43]   “Acuerdo de Sesión del Ayuntamiento de Cáceres” del 28/08/1923 en Expediente num. 6… op. cit.

[44]   “Dictamen de la Comisión de Instrucción Pública” del 30/10/1923  en Expediente num. 6… op. cit.

[45]   “Oficio del Ayuntamiento al Sr. Secretario de la Escuela Municipal de Artes y Oficios” del 07/11/1923 en Expediente num. 6… op. cit.

[46]   “Carta de D. Cipriano Guerra, secretario de la Escuela Municipal de Artes y Oficios al Sr. Alcalde” del 15/12/1923 en Expediente num. 6… op. cit.

[47]   Redacción, “La sesión de esta mañana de la Comisión Permanente” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 08/11/1926.

[48]   Redacción, “Se reúne la Comisión Permanente” en La Montaña, 23/12/1924.

[49]   “Nóminas del personal de la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Enero de 1928” del 31/01/1928 en Expediente num. 6… op. cit.

[50]   Redacción, “La sesión de ayer” en Extremadura, 05/10/1923.

[51]   Redacción, “S. T.” en Extremadura, 09/10/1923.

[52]   Redacción, “La sesión de ayer” en Extremadura, 30/11/1923.

[53]   Redacción, “La sesión de ayer” en Extremadura, 21/03/1924.

[54]   Redacción, “El pleno se reunió anoche en sesión extraordinaria” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 11/09/1929.

[55]   Redacción, “La primera Exposición Regional de Arte en Cáceres ayer tarde fue inaugurada” en Extremadura, 28/05/1924.

[56]   Redacción, “Reparto de premios a los alumnos de la Escuela Municipal de Artes y Oficios” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 13/12/1930.

[57]   Redacción, “El manifiesto de los candidatos agrarios” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 07/04/1931.

[58]   Redacción, “Sesión celebrada anoche por la Corporación Municipal” en Nuevo día: diario de la provincia de Cáceres, 31/12/1931.

[59]   “Solicitud de Subvención para transformar la Escuela Municipal de Artes y Oficios en Escuela Elemental de Trabajo” del 06/12/1932 en Neg. 2º Pueblo de Cáceres, Expediente para transformar la Escuela municipal de Artes y Oficios en Escuela Elemental de Trabajo y Subvención para instalarla en un nuevo local. Años 1932-41. Archivo 02993/21 del Fondo de la Diputación Provincial de Cáceres, Servicios, Educación, Fondo Educación (General), Serie: Subvenciones.

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