Enrique Meléndez Galán. Provisional.
- Introducción
El presente escrito forma parte de toda una serie de investigaciones relacionadas con la educación a lo largo de la Edad Contemporánea en Extremadura. Bajo el tema de las enseñanzas artísticas, se pretende seguir sumando piezas al puzzle que supone la educación de los pintores, escultores y dibujantes de la región. Tras haber trabajado en este mismo contexto acerca de las enseñanzas artísticas en Cáceres en general, y de la Escuela Municipal de Artes y Oficios en particular, con el presente estudio del Ateneo de Cáceres se busca continuar con una labor investigadora en estos Coloquios de Extremadura.
En este caso, se ha realizado la investigación a través del estudio de la prensa, principal medio difusor de las ideas culturales, ya que, como se verá, algunos redactores o directores de estos periódicos formaban parte de esta institución cacereña. Aunque también se ha trabajado con otras fuentes procedentes de bibliotecas y museos.
- “Predicar en el desierto”: diversos proyectos, demanda social y falta de materialización en los primeros años del siglo XX
“Se intentó crear un Ateneo, se habló de crear un Ateneo, se hicieron gestiones para crearlo, pero lo del Ateneo fue bulla”[1].
Con estas duras palabras recogidas en El Bloque, se ponía de manifiesto y resumen a la primera década del siglo XX y a los diferentes conatos por establecer en Cáceres un Ateneo. El interés por fundar en la ciudad de Cáceres una institución de este tipo, que siguiera el ejemplo de aquellos formados ya en Zaragoza, Madrid, Salamanca o Badajoz, se empieza a poner de manifiesto ya a finales del siglo XIX. Con un efímero centro en 1879 presidido por Eduardo Sánchez Cortés y del que fue parte el profesor de Dibujo José Losada y Turrientes[2][3], es en los últimos años del XIX cuando comienza nuevamente a gestarse esa idea. Es en el Periódico de El Partido Liberal donde se pueden extraer fragmentos que inciden en la creación de una de estas instituciones en la ciudad de Cáceres:
“Amantes como los que más de cuanto al progreso de nuestra ciudad se refiere, vamos a dar cuenta (…) del proyecto, ya casi realizado, de creación del “Ateneo Cacereño Cacereño” (…)
Propónense crear un Centro que tenga su domicilio en el Instituto, donde además de las conferencias que se celebren en las sesiones ordinarias, sobre ciencias, artes, problemas sociales, etcétera, tendrán lugar conferencias dominicales para obreros; siendo el tema de éstas, puntos de ciencia físico naturales aplicadas á las artes y oficios, con lo que encontrando amenas estas reuniones, aumentará la ilustración en los obreros y disminuirá su afición á los templos de Baco”[4]
Este pequeño fragmento de prensa, permite entrever toda una serie de conceptos que conviene traer a colación para aprehender en su totalidad la importancia de este pensamiento extendido.
En primer lugar, cabe citar la sede del Instituto como lugar de asentamiento de esta institución. Lugar de referencia para la cultura en Cáceres, el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza fue sede para diversas Escuelas de Enseñanzas Artísticas, bien por accidente o porque desde un principio se concibió así[5]. Por otra parte, de lo que se menciona respecto a educación es a través de conferencia, siendo un lugar donde, además de realizarse reflexiones en torno a temas culturales, se realizarían respecto a temáticas sociales, será de los asuntos que más complejidad acabarán acarreando por el choque entre las ideas políticas y la manera de abordar esos temas.
Otro punto importante es la referencia a las artes y los oficios, una constante preocupación en la formación de los artesanos, derivado ello de todo el influjo de ideas que desde Inglaterra, llegaban a la Península. Estas Arts and Crafts, artes y oficios, será la adaptación de esta recuperación y preocupación por la artesanía en el ámbito formativo. Finalmente, y para cerrar este extracto, se hace referencia a la ilustración de los obreros como contrapunto a los vicios de la taberna. Con ello, se pretendía eludir los “garitos” como instrumento de distracción del obrero y que le puede llevar a malos hábitos en su vida. Un texto muy clarificador se recoge en la ciudad hermana de Badajoz en la misma época, donde desde el Ayuntamiento se pide una subvención para continuar con la Escuela de Artes y Oficios y se alude casi con idénticos argumentos a su importancia:
“Supongamos que nuestros sacrificios solo reportan la ventaja de arrancar á un individuo de las garras del vicio. ¿Habéis podido apreciar la importancia de haberos convertido en salvadores de un ser lanzado por su ignorancia del garito á la taberna, de esta á la cárcel, luego al presidio, y al fin al patíbulo? ¡Gran satisfacción la vuestra si entronizando la moralidad en la antigua Pax Augusta, habeis trazado un provenir brillante á los obreros, aumentando las fuentes de producción, y proveyendo de artistas eminentes á la que fué patria de muchos guerreros y sabios!”[6].
Este primitivo Ateneo germinado en la Academia de San Luis Gonzaga, dirigida por el párroco Fernando Jiménez Mogollón, acabaría por ser una Institución Científico Literaria de la mano de Mariano Avellón, quien sustituiría al antiguo párroco al frente de esta entidad y quien quería que “el Ateneo de Cáceres fuese un centro en donde se rindiese, por igual, tributo a la Ciencia y a la Literatura”[7]. No obstante, y a pesar del interés puesto especialmente por parte del grupo de estudiantes universitarios que acudía a debatir diversos temas de actualidad[8], pasaría a suspender sus actividades a caballo entre 1902 y 1903, ya que contaría apenas con estos “tres ocuatro jóvenes de bríos”[9] y como explica García Domínguez, “arrastraba una mortecina vida” y de este modo esta Institución se desmaterializaba del panorama cultural cacereño[10]. Entre las causas que provocaron el cierre, además de la apatía de algunos sectores de la población, constante en cada una de las explicaciones que se verán, se encontraba el asunto de las sensibilidades políticas y religiosas. Uno de los socios fundadores, Diego Regidor, explicaba que el hecho de que el Ateneo trascendiese, como se ha visto, de los temas culturales, científicos, artísticos o literarios para debatir sobre fe, patria, ejército o sociedad provocó “desaliento” en algunas de las personalidades que optaron por abandonar este centro[11].
Sea como fuere, poco se tardó en acusar la ausencia de este centro y la Revista de Extremadura, en enero de 1903, reiteraba esa falta de Ateneo; institución cultural que había dejado un vacío en el panorama científico-literario cacereño que en mayor o menor medida, explicaban, se pretendía cubrir con la fundación del periódico El Adarve[12] por el que luego fuera Diputado Provincial y una de las principales figuras de la cultura cacereña, Luis Grande Baudesson.
Quedaba de este modo Cáceres despojado de un Ateneo, mientras que en otras ciudades de Extremadura como Badajoz, Mérida, Plasencia o Logrosán se conformaban estos círculos culturales. Así, en 1904, un poema titulado Cáceres suicida del maestro de Eljas Ruperto Pavo Ramos mostraba su desasosiego por la situación cultural de esta localidad en el periódico La Asamblea:
“Que Cáceres, población
en que abundan los blasones,
á quienes sobran doblones,
no ponga nada en acción
ni á hacer nada se decida
á otros pueblos imitando,
no es un pueblo progresando
es una ciudad suicida.
Que los teatros cerrados
estén, y no tenga vida
el Ateneo que convida
á jóvenes ilustrados
y que en cambio tenga abiertas
ciento cincuenta tabernas,
madrigueras sempiternas
del vicio si á entrar aciertas
(…)”[13].
De este modo, se lamenta el poeta de la situación de Cáceres, mostrando un cierto retraso cultural frente a otros pueblos de Extremadura, condenando el vicio de la taberna ya comentado anteriormente. Existe, por tanto, una demanda social que se encarna en algunos proyectos que buscaban refundar nuevamente una Institución que tomara como ejemplo el Ateneo de Badajoz. Así, el periódico El Norte de Extremadura, recogía en septiembre de 1904, la iniciativa de un grupo de jóvenes “de fundar, durante el próximo invierno, un Ateneo á semejanza del ya existente en Badajoz”, idea que desde ese medio deseaban que “fructifique y prospere (…) a favor de la cultura cacereña”[14]. Con ello, se trataría de despertar ese antiguo Ateneo “de su letárgica vacación” como se exponía desde El Adarve[15]. A pesar de ese interés, no llegó a materializarse este Ateneo, algo de lo que se arrepentía en el mismo periódico el compositor Jacinto Cabrera Orellana:
“Quisimos los cacereños fundar un Ateneo, un Teatro, un Batallón Infantil (…) Triste es decirlo, pero si se formó algo de ésto fué para fracasar al poco tiempo ¿Por qué? Todo por ésta apatía abrumadora y la pereza irritante de este desdichado pueblo, y por ésto está y estará siempre, á la altura del peor lugarejo”[16].
Tras estos años sin iniciativas, nuevas demandas se elevaban desde la prensa para contar con un Ateneo en Cáceres, donde hubiera unas instalaciones adecuadas en las que impartir conferencias, ya que “conferenciantes no habían de faltar, y público mucho menos” como afirmaba el diario cacereño de El Noticiero[17]. Este interés social llevó al siguiente año, en 1908, a conformar una Comisión para la creación de esta institución en la capital cacereña. De la mano de León Leal Ramos, Enrique Montánchez, Alfredo Mateos y Joaquín Carrera se empezaron a estudiar las posibilidades de este centro. “¡Qué resulte!” animaba El Noticiero ante esta iniciativa[18]. Con gran interés fue creciendo este germen del que desde El Bloque se afirmaba que pondría “de manifiesto sin duda alguna el valor de la juventud cacereña” aunque aún con ciertas dudas acerca de su materialización que se vislumbraban en el mero título de la noticia con la palabra “Ateneo” entre interrogantes[19]. No iban mal encaminadas esas dudas, ya que dicha tentativa nunca llegó a cobrar forma y por ello se lamentaba El Norte de Extremadura, achacando nuevamente la culpa a la pereza, la apatía y la desidia de esta tierra y anunciando que mientras no se cambiase esta actitud, los diversos intentos serían “poco más que predicar en el desierto”[20].
- Entre el pesimismo y la esperanza: nuevas iniciativas y nuevos fracasos
De mano de particulares, como el abogado Joaquín Carrera, siguieron surgiendo iniciativas que del mismo modo que se había hecho anteriormente se animaba desde la prensa[21]. No obstante, el fracaso de cada vez más intentonas de esta índole iba generando un sentimiento de pesimismo que rápidamente se contagiaba entre los diferentes medios de prensa y de difusión cultural. De este modo, la Revista de Extremadura, ante la iniciativa recogida desde el diario Brisas Nuevas sobre la implantación de este “hogar de la intelectualidad” se aludía a las “impurezas de la realidad” para augurar el fracaso por diversos motivos; entre ellos, motivos pecuniarios, falta de ambiente cultural, y escaso interés de la gente pudiente. Muy duras fueron las palabras de Juan Sanguino que, bajo el pseudónimo de “Cálamo Curriente[22]” vertía en la Revista de Extremadura donde concluía con un “¡Ojalá nos equivoquemos!”[23]. De este modo, esta misión encabezada por Juan Luis Cordero no contaba con buenos augurios desde esa Revista ni tampoco desde El Bloque, quienes abrigaban “cierta desconfianza de que se lleve á cabo. Quisiéramos equivocarnos…[24]”.
No obstante, esos amagos de desconfianza no eran óbice para contar con el apoyo de ambas publicaciones e incluso otras tantas, sin ese pesimismo, como por ejemplo el periódico El Noticiero, que se sumaba a la iniciativa de la Revista Brisas Nuevas con el fin de engrandecer la cultura del pueblo extremeño[25] del mismo modo que hizo El Adarve[26]. Poco a poco, parecía que este centro iba sumado apoyos y adhesiones del mundo de la cultura[27] pero un año después, en 1911, continuaba en estado embrionario y no terminaba de cuajar la idea, por la cual se seguía peleando desde estos periódicos, con semanarios como La Crónica, que bajo el título “¿Siempre proyecto?” encabezaban el debate y el ánimo por la instalación del Ateneo. En concreto, el articulista que aludía a este texto de La Crónica, Julio Acha, exhortaba a ser “prácticos”, sin discutir y buscando no “reincidir” en los errores del pasado[28].
Otro pilar más en la búsqueda de este nuevo Ateneo fue el periódico Era Nueva, quien se adhería en la búsqueda de esta “idea tantas veces como nacida fracasada” y la cual criticaba el desánimo y el pesimismo generado respecto a esta institución. Lamenta, además, que por ello se haya perdido otra oportunidad más de configurar en Cáceres esta institución:
“…nosotros dejamos esta humilde siempreviva, ó por mejor decir, siempremuerta siempremuerta, en el mausoleo que hemos erigido al pobre Ateneo, al que entre La Crónica, El Adarve y ERA NUEVA resucitamos y entre la general indiferencia murió. ¡Rogad por él”[29].
Realmente, la situación debió de sorprender a los diversos intelectuales, no sólo de Cáceres, sino también del resto de Extremadura y, de este modo, Enrique Segura, desde Badajoz, se sorprendía como con el nivel cultural de Cáceres y alrededores aún no existía la figura del Ateneo. Alude a García Plata de Osma, a Juan Luis Cordero, Publio Hurtado, Luis Grande Baudesson, Julio Acha, etc. hombres de letras e intelectuales que podían dar lugar a un buen espacio para las artes[30]. Esta situación de incertidumbre que no se llegaba a entender por parte de las élites culturales generó, entre otras respuestas, la de abogar por un entendimiento entre todas las personalidades de la cultura cacereña, con la prensa como apoyo. Se hizo este llamamiento por parte de Manuel de Mendoza en El Noticiero, buscando ser realista y abogando, nuevamente, por lo práctico. La solución pasaba por hacer un Ateneo acorde a las circunstancias cacereñas, sin grandes alardes, sin amplias aspiraciones: “y ya que no pudiera ser un Ateneo como es debido, y como son los demás, sería una humilde casa donde pudiéramos reunirnos á cultivar nuestras aficiones, esos pocos… decididos”[31].
Uno de los personajes citados por Enrique Segura, Juan Luis Cordero, fue uno de los principales impulsores de esta última iniciativa y, ante el punto muerto en el que se encontraba el Ateneo cacereño, volvió a exhortar a sus compañeros para poder fundar esta institución augurando que acabaría por establecerse en la ciudad, tarde o temprano, y que lo único que hacía falta era “querer” fundarlo[32]. No tardaron en aparecer entonces las reacciones de compañeros del poeta, como Germán García Fernández, quien apoyaba plenamente la idea de la fundación, sumando al “querer”, el “deber” de aquellos que “pueden” “enseñar al que no sabe”[33] o el maestro Pozo y Moreno, quien se sumaba a la iniciativa del poeta como “simple soldado”[34], del mismo modo que lo hacía El Bloque[35]. Luis Grande Baudesson también respondió a las palabras de Cordero, sumándose a la idea pero siendo consciente del ambiente popular respecto a la cultura. Cita, para ello, el ejemplo de la Escuela Provincial Elemental de Artes e Industrias[36], la cual cerró sus puertas un año antes por el absentismo de los alumnos y que causó un particular dolor al joven político[37].
Poco a poco, la idea parecía ir cuajando y pese a algunos encontronazos de carácter político[38] o dependientes del reglamento por el que se iba a regir la institución[39], la idea de fundar un Ateneo en Cáceres iba siendo bien acogida, aunque eso también había ocurrido en las anteriores ocasiones. Juan Luis Cordero, a la cabeza del proyecto, afirmaba “Tendremos Ateneo” en El Noticiero, exponiendo con contundencia el no admitir medias tintas: o se estaba a favor del Ateneo, o se estaba en contra de los señores que quieren el Ateneo. Intentaba, además solventar las dudas que se habían generado sobre si iba a ser un “Ateneo Republicano” con lo que Cordero quiso eliminar todos los “motes” y “orientaciones” que pudiese llegar a tener, buscando el bien de la colectividad y contando con el apoyo de diputados, senadores, abogados, médicos, ingenieros, intelectuales, etc. Por tanto, y con vistas a una pronta fundación, se convocó una reunión en el Instituto a mediados de febrero de ese año de 1912, de la que saldría convocada la junta organizadora para los trabajos preliminares[40]. Lamentablemente, no debieron de llegar a buen puerto las negociaciones para conformar esta institución y las brechas ideológicas existentes entre los presentes debieron terminar por derrumbar las aspiraciones vertidas por el Ateneo. A los pocos meses ya se lamentaba Julio Acha nuevamente en El Bloque, exponiendo que se había sido incapaz de conseguir “uno de los fines más apetecidos por los mortales: hablar”, criticando duramente el ejemplo que se estaba dando con esta situación a la juventud cacereña[41].
- “¿Otra vez el Ateneo?”: la reapertura del debate y los mismos resultados
Se volvía al punto de partida a comienzos del año 1913, aunque ya con una mayor concienciación por parte de las élites intelectuales de la necesidad, si bien además de la cultura por orgullo patrio, de la fundación del Ateneo. De este modo lo exponía el conocido regionalista extremeño Antonio Elviro Berdeguer:
“La prensa, cuando unánime levanta su voz en demanda de cultura, vence. Nosotros unidos también, dejando á un lado antagonismos personales, obtendríamos el triunfo y éste cristalizaría en un Ateneo que serviría para escuchar á los intelectuales paisanos portaestandarte de una civilización regional que crece á paso de gigante.
(…) Dispersados estamos. Esto de sobre lo sabemos. Pero ya que conocemos el mal, poner los medios deberíamos para atajarlo de raíz y entonces la patria nos aplaudiría aplaudiría frenética porque el alma regional viviría allí dentro y más dentro aún, el alma española daría fuerza y vigor á la expresión del cuadro”[42].
Se volvía así a una situación de punto muerto que se mantuvo durante tres años, volviendo a recuperarse la idea en el verano de 1916, con una nueva concepción en el aspecto cultural contemplando la enseñanza para artesanos y obreros en el futuro Ateneo. Se extendió así una carta por la prensa que la suscribían más de treinta personalidades cacereñas ligadas a la cultura, entre los que se encontraban Manuel Castillo, Sebastian Gil Alberola o Luis Grande Baudesson[43]. Quedó así constituida, a mediados de julio, una comisión encargada de elaborar el Reglamento y conformada por Publio Hurtado, Luis Pérez, Luis Grande, Manuel Telo y Joaquín Mesonero[44].
Pero los conatos que esta vez parecían que iban a cuajar comenzaron a recibir algunas críticas desde sectores católicos de la región que temían la “intoxicación” de ideas anticlericales. El Ateneo que hasta entonces había ido cobrando forma, volvía a encontrarse inmerso en un debate sobre el enconsertamiento y legitimidad de sus debates, con personalidades como Romero de Mendoza defendiendo este círculo frente a los ataques recibidos desde la prensa religiosa[45]. Las contestaciones y los carteos no fueron pocos y así lo demuestran algunos periódicos como Diario de Cáceres o La Montaña, donde se intercambiaron respuestas a favor y en contra de la perspectiva liberal que defendía Romero de Mendoza y que provocaba una lluvia de críticas desde los sectores más conservadores, quienes enarbolaban que un centro cultural no debía preocuparse de debatir dogmatismos religiosos[46]. Finalmente, y como tantas otras veces, el Ateneo volvía a encontrar su final perdido en sí mismo y en debates internos que así se explicaban, un año después en El Bloque:
“Por la dejadez de unos, la ceguera de otros y la callada oposición de un reducido grupo de suicidas, murieron en flor tan hermosa y cultas esperanzas”[47].
Mientras tanto, continuaban creándose Ateneos en la región, como el de Serradilla, en el verano de 1918, “sin aplausos de la prensa, sin la iniciativa de un poeta, sin el bombo que suele darse á todas las iniciativas” lo que hacía sentirse en evidencia a los intelectuales cacereños[48] que llegado el momento buscarían “amparo en la tribuna del Ateneo de Badajoz”[49]. De ese “ruidoso fracaso” que se había dado a lo largo de estos primeros años del siglo XX se pretendía aprender, buscando dejar a un lado las diferencias políticas, religiosas y centrarse en la cultura sin admitir debates entre deístas y ateos o entre signos políticos diferentes. “¿Otra vez el Ateneo?” rezaba la portada del llamamiento a la razón que hizo el maestro Juan del Sol Collazos[50].
- “Al fin, Ateneo”: la formación del Ateneo de Cáceres en 1925
“Adelante con el empeño, que gota á gota se orada la piedra”[51].
Con estas palabras se exhortaba en el año de 1909 a la creación del Ateneo y, como se ha visto, fueron no pocas las iniciativas que surgieron y emanaron desde el ámbito cultural cacereño que por diversas causas acabaron por finalizarse sin el ansiado propósito. Ahora bien, todo ello fueron gotas que sirvieron para ir concienciando a los intelectuales, estimulándoles el orgullo y animándoles en la decepción. Se llega así a mediados de los años veinte sin el Ateneo aún como lugar de cultura, y volvían a resonar las voces pidiendo esta institución. Uno de estos llamamientos fue el del doctor Corrales tras una conferencia en la que se ponía de manifiesto la falta de un Ateneo en Cáceres donde realizar estas charlas[52] y cuya utilidad serviría a un bien mayor “con o sin libertad de cátedra”[53]. Estas ponencias realizadas en el Ayuntamiento debieron de suponer un revulsivo para la cultura cacereña, que una vez más se movilizó para un proyecto, que esta vez si llegó a buen puerto.
El 9 de mayo de 1925, en el diario La Montaña, surgía un manifiesto en pro de la cultura cacereña y con un carácter integrador de “personas de cualquier tendencia política y que ha de ser ajeno al interés de cualquier partido”, con lo que demuestra que estaban presentes las problemáticas que habían detenido las iniciativas anteriores. Este manifiesto firmado por más de sesenta personas de las más relevantes en los aspectos culturales cacereños nacía con una fuerza que no habían sentido los otros. Entre ellos, Arsenio Gallego, quien sería director años después de la Escuela Elemental de Trabajo y Capataces Agrícolas; León Leal, quien había participado en iniciativas anteriores; Eulogio Blasco, artista y que sería maestro de las Bellas Artes en los diferentes centros de la capital cacereña; Tomás Martín Gil, hombre de letras y crítico de arte; Lucas Burgos, conocido caricaturista y también profesor de Dibujo en Cáceres; Antonio Silva, director de la Escuela Municipal de Artes y Oficios; o Juan Caldera, querido artista de la ciudad de Cáceres y que, como se verá, acabará haciéndose cargo de las clases de artes plásticas de este centro[54].
El 12 de mayo se reunieron las personas simpatizantes de esta idea en el Colegio Médico, situado entre las calles San Pedro y San Antón, y sacaron adelante el Reglamento y la Junta directiva, presidida por el veterano escritor Publio Hurtado y con Juvenal de Vega al mando de la secretaría. Con tres secciones dedicadas a Ciencias Morales y Políticas, Ciencias Exactas, físicas y naturales, y Literatura y Bellas Artes[55], hubo que esperar un par de meses más para constituir con carácter definitorio esta institución[56]. “Al fin, Ateneo” titulaba La Montaña una columna en la que se expresaba la alegría por contar en Cáceres con un centro de esta índole, “obra de unos cuantos soñadores, con cuya realización es verdad que no han de poder echar mucha carne en el cocido”[57]. Se ponía así fin a más de veinte años de debate, de desaliento y desilusión, y se daba una muestra más del “progreso del sentimiento artístico de Cáceres” en palabras del que posteriormente fue director de la Masa Coral Cacereña José Gómez Crespo[58].
Situado en un local de la calle Alfonso XIII[59], n.º 30, el primer acto oficial una vez constituido el Ateneo en julio fue el adherirse a la propuesta de homenaje a Publio Hurtado que el Ayuntamiento había acordado meses atrás[60]. Se establecieron así en unos locales que contaban con una sala de tertulia, un salón de visitas, una sala de lectura y biblioteca[61]. Esta última se componía de las donaciones de los socios y de todos aquellos que quisiesen aportar libros. En apenas unos meses, la biblioteca pasó a contar con más de trescientos volúmenes con grandes donativos por parte de Publio Hurtado, Tomás Pulido y Emilio Herreros[62], pero también de otros como Luis Grande Baudesson o incluso de la mano de sus autores como Rincón Jiménez o López Prudencio que seguirían ampliando en los siguientes meses las estanterías del Ateneo[63].
De este modo, y para festejar su apertura, se realizó una solemne inauguración el 12 de octubre de 1925 a las siete de la tarde con motivo del día de la Raza[64]. Amenizando la velada se encontraba la banda del Regimiento Segovia[65] y además se aprovecho para homenajear a Publio Hurtado, concediéndole su nombre a la plaza en la que vivía, con la medalla de la Diputación y desplegando una placa. Con la lectura de la memoria explicada en este acto, se hacia justicia, además, al valor de los intentos frustrados anteriormente con las palabras que a continuación se exponen:
“Lejanos están, si apuramos la investigación, los orígenes del Ateneo de Cáceres, porque, en distintas ocasiones, hace muchos años, surgieron nobles intentos, que no pudieron cuajar en realidades, para dotar a nuestra ciudad de ese centro de cultura. De aquellos intentos, para cuyos mantenedores quiero dejar consignado aquí mi aplauso cariñoso, quedó lo que siempre deja todo intento noble y honrado: la semilla fecunda, la inquietud inextinguible, esa llamita azul que luce en los espíritus cuyo lema es una constante superación; y esa semilla y esa inquietud vinieron recientemente a posarse en las almas de algunos jóvenes de la intelectualidad cacereña, Blázquez Marcos, Caldera, Romero Mendoza, Aranguren, Ruiz Morote, Pulido, Rodríguez Polo, Serrano Pacheco, Corrales, Pita, Martin de Cáceres, Delgado Valhondo, Martín Gil y otros, dando lugar a lo que podemos llamar orígenes inmediatos de nuestro Ateneo…”[66].
Nació así este centro de cultura, impulsado por 154 socios[67] y con una cuota de entrada de 10 ptas[68]. con las que se sufragarían algunos gastos como el alquiler del local, ornamentación, etc. Estos buscaban hacer de Cáceres un lugar de cultura, con múltiples iniciativas que velaron por la educación del pueblo como a continuación se verá, haciendo hincapié en el aspecto artístico.
- La vinculación del Ateneo con las artes plásticas: las clases y el revulsivo cultural.
Respecto al aspecto de las Artes, al frente de la sección de Literatura y Bellas Artes quedó Ramón Segura de la Garmilla[69], quien rápidamente optó por proponer una exposición para la próxima Feria[70]. Éste era seguido de Gustavo Hurtado Muro como vicepresidente y los secretarios Tomás Pulido y Miguel Muñoz[71]. No obstante, Hurtado Muro no fue el único artista en preocuparse por sacar adelante el Ateneo Cacereño en los primeros momentos de su fundación. Junto al ya mencionado Juan Caldera, Conrado Sánchez Varona se comprometió a enviar obras, en calidad de depósito, para ir conformando una colección que luciese y ornamentase las diversas salas[72]. Del primero se contó con obras como La niña del geranio, El Arco del Cristo, Vendedora de Gallinas, Un rincón de Cáceres, La Moza del refajo y Vieja devota y del segundo Cumplimiento Pascual, autor este ultimo que también colaboraría en la realización de algunos diplomas honorarios[73]. Se sumó a ello, además, las fotografías de Tomás Martín Gil para complementar la adecuación del local[74].
En este sentido, la presencia de artistas plásticos fue una constante entre los muros del Ateneo. Un año después de su inauguración, el 2 de octubre de 1926 se inauguró una exposición de obras de Juan Caldera como daba cuenta Nuevo día[75] y en cuya invitación mandada a la prensa valorando la labor de este artista por encima de algunas decisiones de los jurados madrileños[76]. El siguiente artista en exponer, a los pocos meses, fue Eulogio Blasco, acordado por la Junta Directiva y remarcando el interés del Ateneo “de dar a conocer, de un modo periódico y constante la labor de nuestros artistas”[77]. Allí se pudieron ver toda una serie de esculturas, pinturas y repujados del artista cacereño[78].
También fue el Ateneo lugar de concursos de fotografía, cuya acogida fue exitosa y con representación de todo el panorama español en más de 331 fotografías recibidas y recogidas en el Catálogo de tal evento[79] y donde fue premiado el artista de D Benito Alfonso Trajano[80], que más tarde expondría también en este centro[81]. Incluso artistas menos conocidos como Fermín Sánchez Cantos, pero de gran valor en el campo del cartel, encontraron entre estas cuatro paredes lugar para exponer su obra[82].
Por otra parte, la labor educativa a la que se vinculó desde su nacimiento el Ateneo, generó el surgimiento, además de conferencias en las que podía acudir todo el público fuese socio o no[83], cursos y cursillos de temas legislativos o literarios, con carácter semanal y mensual[84] y, posteriormente, el inicio de clases, a modo de Academia, donde podían recibir formación únicamente los socios y los familiares de estos.
Una de las primeras clases que se impartieron fueron las de francés[85], a las cuales se les sumó, posteriormente, las de Mecanografía, Taquigrafía y Matemáticas[86]. A estas cuatro, habría que añadirle las de Solfeo y, finalmente, Dibujo, aunque varios años después, en 1929. Entre tanto, se fueron renovando algunos cargos; Hurtado Muro dejó la vicepresidencia de la sección de Literatura y Bellas Artes pero otro artista, Juan Caldera, entraría en la Junta Directiva ocupando la secretaria de esta sección pero también durante un breve periodo de tiempo. Algunos de estos cambios en la directiva supusieron algunos conflictos internos de los que se hizo eco el diario Nuevo Día[87] aunque no llegaron a mucho más, ya que las actividades continuaron con total normalidad. Estas clases de Dibujo dieron comienzo a partir del 15 de enero de 1929, en el nuevo local del Ateneo en la calle San Antón. La asistencia estaba restringida, únicamente, a los hijos de los socios de esta institución cacereña y los pupilos podían formarse en tres materias relacionadas con las Artes plásticas: Dibujo Artístico, Dibujo Geométrico y Pintura. Estas serían impartidas por Juan Caldera, destacado profesor y que el ambiente cultural tenía en gran estima[88].
Esta docencia se mantendría durante el final de los años veinte[89], aunque la gran revolución docente en el Ateneo se vivió a principios de los años treinta, cuando se ampliaron las materias impartidas. Para ese curso de 1930/31, pasarían a explicarse las clases de Aritmética general y mercantil; Álgebra; Geometría plana y del espacio; Trigonometría y topografía; Física y química; Mecánica general y aplicada; Mecanismos y máquinas; Electricidad; Motores hidráulicos, térmicos y eléctricos; Estereotomía y construcción, Monogramas; Francés, inglés, alemán e idioma auxiliar internacional Esperanto; Dibujos artístico, lineal, geométrico, arquitectónico e industrial; Pintura al óleo; Economía y legislación; Solfeo y música; Labores femeninas; y Taquigrafía y mecanografía. Del mismo modo, a Juan Caldera se le sumaba toda una serie de profesores como Ángela Capdevielle, Inés Ayarzábal, Tomás Martín Gil, Cándido Rodriguez, Rito Carrillo, José Díez Coronado o Sebastián Gil[90].
Se constituía, por tanto, un centro con un programa similar al que se podía encontrar en lo que serían las Escuelas Elementales de Trabajo de años posteriores. Se observa, por tanto, ese interés del centro por la educación de la masa obrera más allá de todas las conferencias que se habían estado impartiendo desde su fundación. Se evoluciona, así, desde esos primeros cursillos hacia un interés educativo pleno, ejemplificando además el aperturismo de la cultura hacia ambos sexo. El propio Publio Hurtado, fallecido unos años antes y cuya pérdida sintió con gran lástima el Ateneo, en el discurso inaugural decía así de esta situación:
“Al reclamar el apoyo de ambos sexos, pido y espero de las señoras que conviven con nosotros, que nos tiendan su mano y nos prodiguen sus gracias intelectuales intelectuales; pues son del mismo solar en que nacieron la Galinda, La Sigea, Concepción Concepción Arenal, Rosalía de Castro, la Avellaneda, la Coronado, la Pardo Bazán y otros talentos femeninos privilegiados, y no faltan entre nosotros otras damas que pudieran emularlas con sus destellos mentales.
Para el Ateneo sería un día de gloria aquel en que una hija de Eva ocupase su tribuna…”[91].
No obstante, aún se apreciaban los convencionalismos propios de una sociedad patriarcal, ya que las asignaturas que se podían cursar se ligaban a esos oficios “propios de su sexo”. Con el añadido de la asignatura de Corte y confección en el curso de 1931/32, las mujeres podían acceder a ésta y a Labores de adorno, Bordado, Flores Artificiales “y otras propias de la mujer”.[92]
Bajo la nueva presidencia de Juvenal de Vega y del secretario Germán García, estas clases se continuaron en los años treinta, impartidas con carácter diario y así se enseñaba toda una suerte de asignaturas, continuando con la formación del Dibujo de la mano de Juan Caldera. Pero además, había otra serie de enseñanzas de carácter musical, como la ya vista de Solfeo y a la que se le añade Piano por Ángela Capdevielle o Violín dado por Gregorio Durán. Además, destaca la implantación de dos plazas gratuitas “para alumnos pobres”[93].
Este último hecho lleva a finalizar el escrito entendiendo que el Ateneo no solamente cumplía un papel cultural, sino también un fin social. Conscientes de la penurias por las que pasaban algunas familias, los colaboradores del Ateneo participaban en celebraciones como La Fiesta de los Reyes, donde se solidarizaban con los más pequeños y les hacían entregas de juguetes, desde el primer año de su fundación. Para ilustrar esto, las palabras de Miguel Ferrero Pardo clarifican esta labor:
“Éstos, que son los únicos Reyes que mis ideas admiten, siguen haciendo la buena obra de llevar todos los años un poco de ilusión a muchos hogares cacereños, patrocinados por dicha institución cultural”.[94]
Esta labor se mantuvo hasta prácticamente su desaparición, a finales de los años treinta. La Guerra Civil, un sentimiento de conflictividad hacia este tipo de centros y condenas por impago a las que el Ateneo, que ya se encontraba desaparecido en 1940, no podía enfrentarse, fueron la puntilla para sus quince años de vida. Se extinguió tras esos años de defensa y promoción de la cultura en Cáceres[95], aunque esa visión no era precisamente la que se tenía de ella en los últimos años y lejos quedaban ya las palabras de admiración leídas a lo largo de este texto:
“¿Y sabe usted lo que son los Ateneos” Engendradores de malestar ciudadano, padrastros de la República, lugares de pomposa y ridícula inacción, circos científicos. Un Ateneo se forma siempre por la iniciativa de dos o tres señores que quieren desembuchar sus dos o tres mal aprendidas y mohosas conferencias y que, luego, invariablemente, se repelen unos a otros impotentes de soportar la exhibición de sus propios ascos.
Algo hay que hacer en favor legítimo de Cáceres, extricta justicia nacional”[96]
Conclusión
A lo largo de estas líneas se ha podido comprender como un centro de suma importancia como un Ateneo no llegó a fraguarse en Cáceres a pesar de los intentos por darle continuidad desde 1879. Aspectos políticos, conflictos personales, sentimientos religiosos, etc., conformaron un lastre para un centro que debía dedicarse a la cultura.
No fue hasta que se dejaron de lado estas diferencias cuando, por fin, a mediados de los años veinte nació un centro cultural, donde las Bellas Artes jugaron un papel de suma importancia, no solamente en el aspecto expositivo, sino también educativo. Se entendió entonces al Ateneo como un complemento para la formación de los jóvenes artesanos que contaban en esos momentos con una Escuela Municipal de Artes y Oficios que gozaba de muy buena salud.
No obstante, y a pesar de la fuerza que demostró durante sus quince años de vida, este centro acabó desapareciendo, pero en la memoria de la región extremeña aún resuenan los nombres de todas aquellas personas que “gota a gota” lucharon por la cultura: Publio Hurtado, Juan Caldera, Ángela Capdevielle, Juvenal de Vega, José Losada, Juan Luis Cordero… entre otros muchos, fueron personalidades a las que se les debe, por nuestras generaciones y las futuras, el conservar un pasado cultural digno de nuestra Extremadura.
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[1] H. de X., “Por las letras extremeñas” en El Bloque, 09/03/1909.
[2] Redacción, “La organización del Ateneo Científico y Artístico Literario y la corrida de toros de Agosto de 1879” en Nuevo Día, 23/02/1928.
[3] Redacción, “La vida en Cáceres hace 49 años” en Nuevo Día, 17/02/1928.
[4] Redacción, “Notable Mejora” en El Partido Liberal: periódico político, 25/09/1898.
[5] Enrique MELÉNDEZ GALÁN, «Las escuelas de enseñanza artística en Cáceres: notas para un recorrido en el tiempo» en Actas de los XLIII Coloquios Históricos de Extremadura, 2015, pp. 425-443.
[6] “Carta de petición de subvención del Ayuntamiento de Badajoz” de 27/06/1896 en Para que se provean las diferentes necesidades de la Escuela de Artes y Oficios, Exp. 38, 1878-1927, 739, 3. 08 Educación, Expedientes, Centros Educativos, 739. Archivo Histórico Municipal de Badajoz.
[7] Un Cacerense, “Crónica Regional” en Revista de Extremadura, Año II, n.º 8, 1900, p. 89.
[8] Un Cacerense, “Crónica Regional” en Revista de Extremadura, Año I, n.º 1, 1899, pp. 73 y 74. ,
[9] Un Cacerense, “Crónica Regional” en Revista de Extremadura, Tomo IV, Cuaderno XLII, 1902, p. 574.
[10] Luis M. GARCÍA DOMÍNGUEZ, “Cultura burguesa y cultura obrera en la Extremadura de entre siglos. Contribución al estudio de un proceso de dinámica cultural” en Norba. Revista de Historia, vol. 16, 1996-2003, p. 590.
[11] Diego B. REGIDOR, “El verdadero peligro” en El Tiempo, 15/12/1911.
[12] Un Cacerense, “Crónica Regional” en Revista de Extremadura, nº V, Cuaderno XLIII, 1903, p. 43.
[13] Ruperto PAVO RAMOS, “Cáceres suicida” en La Asamblea, 16/01/1904.
[14] Redacción, “Noticias” en El Norte de Extremadura, 28/09/1904.
[15] Diego M. CREHUET, “Certamen literario regional” en El Adarve, 20/10/1904.
[16] Jacinto CABRERA ORELLANA, “Disolución del Orfeón” en El Adarve, 07/02/1907.
[17] Redacción, “La conferencia de anoche” en El Noticiero, 20/12/1907.
[18] Redacción, “Noticias” en El Noticiero, 16/01/1908
[19] Redacción, “¿Ateneo?” en El Bloque, 21/01/1908.
[20] C. “Predicar en el desierto” en El Norte de Extremadura. 22/08/1908
[21] Redacción, “Noticias” en El Bloque, 06/04/1909.
[22] Esteban CORTIJO y Nadia AIT, “La Revista de Extremadura (1899-1911). Una aventura intelectual extremeña” en Revista de Estudios Extremeños, vol. 54, n.º 3, 1998, pp. 1109-1132.
[23] Cálamo Curriente, “Cronica Regional” en Revista de Extremadura, Tomo XII, Cuaderno XCCCIV, 1910.
[24] Redacción, “Adelante! En El Bloque, 09/08/1910
[25] Redacción, “Ateneo” en El Noticiero, 02/08/1910.
[26] Redacción, “Obra de cultura” en El Adarve, 04/08/1910.
[27] Redacción, “Ateneo” en El Adarve, 11/08/1910.
[28] Julio ACHA, “¡Hay que realizarlo!” en El Adarve, 26/10/1911.
[29] J. A., “Charlas semanales” en Era Nueva, 02/11/1911.
[30] Enrique SEGURA, “Cáceres intelectual” en El Nuevo Diario de Badajoz a través de El Adarve, 30/11/1911.
[31] Manolo DE MENDOZA, “Acerca del Ateneo” en El Noticiero, 30/11/1911.
[32] Juan Luis CORDERO, “Por mi patria y por mi dama” en El Noticiero, 07/12/1911.
[33] Germán GARCÍA FERNÁNDEZ, “Acerca del Ateneo” en El Noticiero, 13/12/1911.
[34] R, POZO Y MORENO, “Siento plaza” en El Noticiero, 15/12/1911.
[35] Redacción, “Por el Ateneo” en El Bloque, 19/01/1912.
[36] Luis GRANDE BAUDESSON, “Nota de la semana. Por la cultura” en El Adarve, 14/12/1911.
[37] Enrique MELÉNDEZ, “La Escuela Provincial de Enseñanza del Obrero: enseñanzas artísticas en Cáceres tras la Escuela de Artes Industriales” en Norba. Revista de Arte, N.º 36, 2016. pp. 259-264.
[38] Julio ACHA, “El Ateneo” en Nueva Era, 23/12/1911.
[39] Diego B. REGIDOR, “Sobre el Ateneo” en El Tiempo, 29/12/1911.
[40] Juan Luis CORDERO, “Tendremos Ateneo” en El Noticiero, 16/01/1912.
[41] Julio ACHA, “Al hilo de la actualidad” en El Bloque, 12/06/1912.
[42] A. Elviro BERDEGUER, “Una idea. A los literatos cacereños” en El Bloque, 08/01/1913.
[43] Lorenzo ALONSO, Manuel BRAVO et al., “Pro Ateneo” en El Bloque, 19/06/1916.
[44] Redacción, “El Ateneo” en El Bloque, 26/07/1916.
[45] P. ROMERO DE MENDOZA, “Sobre el Ateneo. Contestando á un artículo impugnativo” en El Bloque, 18/08/1916.
[46] Simplicius Simplicissimus, “La cuestión del Ateneo” en Diario de Cáceres, 19/08/1916.
[47] Cantarín Cautivo, “Hacemos algo?” en El Bloque, 29/05/1917.
[48] Rafael ROLO RUEDA, “Haciendo patria” en El Bloque, 08/11/1918.
[49] Gonzalo DE ALADARES, “Aspectos pacenses” en La Montaña, 02/01/1922.
[50] Juan DEL SOL COLLAZOS, “¿Otra vez el Ateneo?” en El Noticiero, 15/11/1918.
[51] Redacción, “Noticias” en El Bloque, 06/04/1909.
[52] Redacción, “El doctor Corrales pone de relieve la urgente necesidad de depurar el agua que bebemos” en La Montaña, 14/02/1925.
[53] Redacción, “Noble empeño” en La Montaña, 16/02/1925.
[54] Arsenio GALLEGO, Eusebio PITA et al., “Hacia la creación del Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 09/05/1925.
[55] Redacción, “En la reunión de ayer se nombró Junta directiva y se aprobó el reglamento” en La Montaña, 13/05/1925.
[56] Redacción, “Quedó constituido el Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 17/07/1925.
[57] Redacción, “Al fin, Ateneo” en La Montaña, 14/05/1925.
[58] José GÓMEZ CRESPO, “Progreso del sentimiento artístico de Cáceres” en La Montaña, 26/05/1925.
[59] Redacción, “Hacia la instalación del local y organización de otros servicios” en La Montaña, 08/07/1925.
[60] Redacción, “Quedó constituido…op. cit.
[61] Redacción, “Ha quedado abierto a los socios el Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 05/09/1925.
[62] Redacción, “Ateneo de Cáceres. Libros recibidos con destino a su biblioteca” en La Montaña, 14/09/1925.
[63] Redacción, “Ateneo de Cáceres. Libros recibidos con destino a la Biblioteca” en La Montaña, 16/09/1925.
[64] Redacción, “Ha quedado abierto a los socios el Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 05/09/1925.
[65] Redacción, “La inauguración del Ateneo” en La Montaña, 10/10/1925.
[66] “Memoria del Secretario D. Juvenal de Vega y discurso del presidente D Publio Hurtado leídos en la solemne sesión inaugural de 12 de octubre de 1925”, Fondo Antiguo, Biblioteca Pública del Estado, “Jesús Delgado Valhondo”, 2/2817. p. 3
[67] “Memoria del Secretario…op. cit. p. 6
[68] Redacción, “Ateneo de Cáceres” en La Montaña, 25/10/1925.
[69] Redacción, “En la reunión de ayer…op. cit.
[70] Ramón. SEGURA DE LA GARMILLA, “La Feria y el Pueblo”, en La Montaña, 29/05/1925.
[71] Redacción, “Quedó constituido…op. cit.
[72] Redacción, “Ha quedado abierto…op. cit.
[73] Redacción, “El señor Crehuet del Amo, presidente honorario del Ateneo” en Nuevo Dia, 18/11/1927.
[74] “Memoria del Secretario…op. cit. p. 7.
[75] Redacción, “La Exposición de Caldera” en Nuevo Día, 27/09/1926.
[76] Redacción, “La Exposición de cuadros de Juan Caldera” en Nuevo Día, 01/10/1926.
[77] Redacción, “Interesantes acuerdos de la Junta Directiva” en Nuevo Día, 01/12/1926.
[78] “Díptico Exposición” en CD 466/06 Año de 1927, CPM 1044, Archivo XXIII, Archivo del Museo de Historia y Cultura “Casa Pedrilla”.
[79] “Primer concurso fotográfico. Mayo 1927.” Fondo Antiguo, Biblioteca Pública del Estado, “Jesús Delgado Valhondo”, 2/11573.
[80] Redacción, “Fallo del Jurado del Concurso Fotográfico” enNuevo Día, 20/06/1927
[81] “El arte extremeño actual”, Cáceres, Tipografía “Exrtemadura”, 1929. Discurso de Tomás Martín Gil. Fondo Antiguo, Biblioteca Pública del Estado, “Jesús Delgado Valhondo, 2/11002(1)
[82] Redacción, “Inauguración de una exposición” en Nuevo Día, 15/11/1929.
[83] Redacción, “Ateneo de Cáceres. La conferencia de Diego M.ª Crehuet” en La Montaña, 29/10/1925.
[84] “Memoria del Secretario…op. cit. p. 7.
[85] Redacción, “Noticias” en Nuevo Día, 09/10/1926.
[86] Redacción, “Nuevas Enseñanzas” en Nuevo Día, 19/907/1927.
[87] Redacción, “Ateneo de Cáceres. Nueva Junta Directiva” en Nuevo Día, 26/10/1926.
[88] Redacción, “Ateneo de Cáceres” en Nuevo día, 05/01/1929.
[89] Redacción, “Ateneo de Cáceres. Clases de Dibujo y Pintura” en Nuevo día, 23/08/1929.
[90] Redacción, “En el Ateneo. Las clases y el profesorado para el curso de 1930-31” en Nuevo día, 10/10/1930.
[91] “Memoria del Secretario…op. cit.p. 18.
[92] Redacción, “Ateneo de Cáceres. Está abierta la matrícula para el nuevo curso” en Nuevo día, 03/10/1931.
[93] Juvenal DE VEGA y Germán GARCÍA, “Ateneo de Cáceres” en Cáceres, 23/09/1935.
[94] “Cáceres, capital. Iniciativas y sugerencias relacionadas con las Exigencias de la capital”, Cáceres, Imprenta de la Dip. Provincial 1934. Conferencia de Miguel Ferrero Pardo. Fondo Antiguo, Biblioteca Pública del Estado, “Jesús Delgado Valhondo, 2/5233.
[95] Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres, “Juzgados”, 09/05/1940.
[96] Redacción, “En la Alcaldía de Cáceres” en La Falange, 30/08/1937.