Mar 042014
 

Pablo Iglesias Aunión.

Introducción: La motivación del análisis histórico en la religiosidad y piedad popular

Es obvio que el tema de la religiosidad popular y con él, la manifestación de la piedad popular, podría ser estudiado desde muy diversos campos al igual, que existen investigadores en este terreno que afirman, que la religiosidad popular es un terreno propio y único de la religión como fenómeno producido por él.

Desde aquí pues, la Historia de las Religiones, la Teología, la Antropología, la Sociología, parecen campos de estudios más propios que la Historia para estudiar este fenómeno que efectivamente, no es exclusivo del cristianismo y en su caso del catolicismo, pues todas las religiones tienen un sentimiento de expresividad popular de sus creencias.

Pero cierto es de la misma manera, que los estudios producidos en estos campos, han llevado siempre al concepto de la religiosidad popular y más en concreto al de las cofradías, verdadero objeto de estudio de este trabajo, a añadirles aspectos que despiertan subjetividades e influencias de las propias creencias estudiadas.

La motivación para el estudio de las cofradías en la Edad Moderna y con ello, realizar una aproximación en la Extremadura de los siglos XVI, XVII y XVIII no es otro, que conocer el comportamiento del hombre de estas centurias, en un análisis comparativo entre lo que podemos denominar religión elitista y religiosidad popular, todo encuadrado en el amplio y polémico terreno de la Historia de las Mentalidades[1].

Movido por estudios realizados siempre en el reducido ámbito del localismo extremeño, en el que se ha caído muchas veces en rigores ahistóricos, creo que las cofradías suponen un asociacionismo religioso muy capaz de ser interpretado, estudiado y analizado en exclusividad desde el campo de la investigación histórica, que genera un número tan suficiente de fuentes dentro de la archivística –como podremos comprobar posteriormente- que merece la pena acercarse a ellas para analizarlas en el mencionado período de la modernidad y por supuesto, en una Extremadura que tiene una sobrecarga de cofradías que permiten trazar una línea evolutiva, creando un prisma de investigación que abarca una cronología que las define perfectamente: nacimiento, desarrollo y muerte de las cofradías a lo largo de las centurias de la modernidad extremeña.

En su conjunto, el tema no está exento de enormes inconvenientes, quizás y en primer lugar, los propios en todo proceso de investigación, faltando en muchos casos la documentación conveniente para un correcto estudio[2]. A estos problemas propios, unimos el tema de la bibliografía, que cierto es, en los últimos años ha avanzado bastante en lo que se refiere a la religiosidad popular, pero en las cofradías adolece de estudios históricos importante, siendo muy localistas y marcados por la erudición y el nominalismo de cofradías concretas[3]. Este estudio pretende proporcionar el manejo de un variado conjunto de fuentes, en el que la recopilación, la eliminación y el cruce de información se conviertan en esas herramientas de trabajo necesario para un enfoque histórico. Obtener datos para introducirnos en un tema que está teñido de enfoques excesivamente radicales, pudiendo sumergirse con facilidad en el pozo de los ritual, de lo mítico, en un espiritualismo negativo –que creo puede ser a lo largo de esta comunicación, punto importante de debate- que nos separa de la visión propia de la Historia.

Las cofradías responden a un tipo de asociaciones que supieron comportarse como algo más que todo lo anterior, dentro de un momento histórico –la Modernidad- muy significativo y peculiar en sus formas religiosas, con carácter de entidades propias, capaces de manifestar unas expresiones que identifican en este terreno la modernidad con el fenómeno de la religiosidad  y  piedad popular.

 Análisis de las fuentes. Las cofradías desde el punto de vista de la Archivística

 Quizás se puede afirmar, que las cofradías se configuran como una de las asociaciones generadoras de información más compleja a la hora de clasificarlas y censarlas en un archivo. Su enorme variedad documental, muy poco conservada en su totalidad para el caso extremeño, las convierte en uno de los puntos más atractivos dentro de la tarea archivística, pero a la vez de los más ingratos[4].

Cierto es que, en todo trabajo de investigación, las fuentes se convierten en material de primera mano luego, he de tratar antes de abordar propiamente el tema de las cofradías, el aspecto de las fuentes documentales, siendo así su campo de visión histórico lo suficientemente amplio como para insertarnos en él.

Podemos dividirlas en dos grandes bloques. El primero de ello se configura en el más importante, son las fuentes de carácter Eclesiásticas o Parroquial, a las que sin duda dedicaré un mayor espacio. El segundo de los bloques se crea desde lo que llamamos fuentes Administrativas o Protocolarias y que se constituye en un importante conjunto documental de apoyo.

 .     Fuentes eclesiásticas o parroquiales:

Bajo el epígrafe de Hermandades y Cofradías, nos encontramos una agrupación documental en los archivos parroquiales que no responden a una tipología única como hemos podido observar. Por lo general se trata de libros, encuadernados en pergamino los más antiguos. Entre ellos, no suelen faltar los libros de encuadernación esmerada y hasta lujosa, que recogen las reglas, ordenanzas, constituciones o estatutos de la cofradía, son los conocidos Libros de Regla, perfectamente estructurados, de los que por ejemplo, en el archivo diocesano de Cáceres (Palacio Episcopal) existen un buen número de ellos, en los cuales se reflejan los objetivos fundamentales de dicha cofradía y que se  remontan por tanto a las mismas fechas de su fundación. Pueden aparecer en ellos, Bulas papales destinadas a conceder y exceder a la cofradía de determinados aspectos, así como aquellos capítulos que están dirigidos a la organización de los cofrades y a los aspectos funcionales que nos van permitiendo observar el comportamiento del hombre de ese momento, véase: acción caritativa, actitudes ante la muerte, capacidad asistencial, etc.

A estas primitivas reglas suelen seguirles autos de visita  de la cofradía, con mandatos del visitador, reformando o actualizando sus antiguas ordenanzas, corrigiendo los abusos introducidos, o incluyendo el texto de nuevas reglas.

Paralelo con los libros de regla o estatutos, pueden encontrarse también un expediente o Auto de Aprobación de las reglas de la cofradía, seguidos ante la Real Audiencia. Estos autos son consecuencia de un Real Decreto de Carlos IV a finales del siglo XVIII, por el que muchas cofradías quedaban suprimidas –aspecto que trataremos para el caso extremeño con detenimiento- El cumplimiento de este mandato regio, delegando su cometido en las audiencias, exigió que en sus territorios jurisdiccionales, hubiera de realizarse el correspondiente expediente de revisión y aprobación de los estatutos.

Expedientes que constaban de una solicitud a nombre del cabildo de la cofradía o de su representante legal. Sigue el texto de las reglas o estatutos, cuya aprobación se solicitaba, cerrándose con una Real Ejecutoria en la que se contiene la aprobación solicitada.

En muchos archivos parroquiales, caso que ocurre en la mayoría de los extremeños, han desaparecido muchos de estos originales y textos antiguos referentes a las reglas, conservándose de la cofradía únicamente estos últimos documentos, sirviendo de nexo entre la documentación perdida o antigua y las reglas, con la documentación actual.

Otro grupo importante de libros de esta serie documental son los llamados Libros de Asientos de Hermanos, en los que se van inscribiendo los nombres de los nuevos cofrades y en muchos casos, la fecha del juramento de los estatutos. Esta especie de listados, con carácter temporal anual de las personas que ingresan, pueden ir acompañados de los Expedientes de Información, previa la admisión o exclusión. Importan e interesan por cuanto nos muestran el aspecto estamentalizador en el Antiguo Régimen.

Las cuentas de las cofradías se llevan a acabo en unos libros a parte y que se encuadran en los conocidos Libro de Cuentas de la Fábrica, sin duda el tipo documental más abundante en los archivos parroquiales y eclesiásticos. Velados por los mayordomos, quedando en ellos reflejadas las distintas actividades económicas, benéficas y culturales de la cofradía, anotándose los ingresos (cargos) y los pagos (datas) por los diversos conceptos: cuotas, limosnas, rentas de bienes de la cofradía, censos, etc. Estas suelen proceder de tributos, censos, rentas de fincas urbanas o de heredades rústicas como podremos ver en un gran número de casos. Sin duda los más voluminosos entre los distintos fondos documentales, configurándose en la mayoría de los casos, varios números.

Paralelo a ellos, los Libros de Visita de las cuentas de la cofradía, que corría a cargo del Visitador del Obispado y en ellos, tras el decreto de la visita y el auto de iniciación, seguía un examen bastante exigente y pormenorizado de todas las rentas de la hermandad, que culminaba con un auto final, en el que el mayordomo, por lo general, resultaba casi siempre alcanzado.

También podemos encontrarnos con los Libros de Protocolo, en el que se recogen las escrituras y títulos de propiedad de los bienes de la cofradía, y en muchos casos, se hacía un breve resumen histórico y contable de los bienes patrimoniales de la propia cofradía para conocimiento de los mayordomos.

Resulta enormemente importante pues, realizar  una valoración histórica de este tipo documental, pues las cofradías contienen aquí una información riquísima que puede contemplarse desde distintos ángulos y vertientes.

Incido esencialmente en la información que aparece en los libros de reglas por cuanto en ellos se recogen análisis ricos sobre actos públicos de expresión popular como puede ser el tema de las o pruna cofradía e incluso, quedan en algunos casos especificados las profesiones y estatuto social al que pertenece, vinculándose la cofradía con aspectos populares o elitistas, si estamos ante una cofradía gremial, circunstancia del barrio al que pertenece y por tal, la advocación específica. Por medio de los libros de acuerdos, se analizan sucesos populares, e incluso podemos encontrar en sus folios verdaderas crónicas sobre acontecimientos extraordinarios como visitas de los monarcas, períodos de ocupación militar (guerra con Portugal en el XVII o de Sucesión a inicios del XVIII), funcionamiento de los acuerdos sinodales, etc.

Excluyo de este trabajo una visión que deja claramente abierta la investigación en otro campo importante como es el histórico-artístico por medio de la imaginería, reseñado en otras obras de temática propia, y que de incluirlo en este, podría desviar nuestro punto central: buscar y analizar para entender el comportamiento del hombre extremeño en el período moderno.

.    Fuentes administrativas o protocolarias:

Dentro de las fuentes administrativas, es esencial para el estudio de la vida cronológica de las cofradías el Interrogatorio de la Real Audiencia, realizado en 1791 para la división del Reino en Provincias. En él, bajo la información del funcionario municipal encargado o bien, en anexos por el cura-párroco del lugar interrogado, se da una información muy rica acerca del número total de cofradías existentes en el pueblo, villa o ciudad; si posee estatutos; permiso de la autoridad civil y eclesiástica y fecha de fundación-aprobación, de tal forma que, cruzando esta fuente con los libros de regla, podemos determinar el número de cofradías que existen y las que ya han desaparecido, a la vez que el motivo por la que ha sucumbido.

De igual forma, nos sirve el Catastro del Marqués de la Ensenada, tanto por medio del Libro de Respuestas Generales como, por el Libro de Eclesiásticos, auténtica descripción de los lugares a mediados del siglo XVIII que conlleva también el interés por la ampliación que se hizo a este catastro con las respuestas de 1761.

Continuando con el análisis de las fuentes documentales para las cofradías y dentro de ellas, en las administrativas, llegamos a la serie Protocolos en la que encontramos las Mandas Testamentarias, siendo quizás las de primer orden por cuando se recogen los testamentos[1] en los que aparecen los bienes que a la cofradía le son testados, misas, hábitos a los que se circunscriben los cofrades, comportamiento y ritual que en definitiva, resumen también ciertas actitudes ante la muerte.

Además están cargadas de una importancia desde el punto de vista que nos podemos acercar a una idea aproximada de su patrimonio y de la estructura económica de estas asociaciones.

En el presente trabajo, el objetivo del estudio queda relegado a un estudio sobre las actitudes del hombre extremeño de la modernidad, ampliando unos horizontes que están incluido en una futura tesina doctoral.

Volviendo a las fuentes y para finalizar con la presente tipología, existen un conjunto de obras, esencialmente en el siglo XVIII, momento en el que las ideas ilustradas impulsaron de sobremanera los interrogatorios y catastros, consistentes en los diccionarios geográficos que se realizan. Así por ejemplo tenemos el Diccionario Geográfico-Histórico[2] que preparó Tomás López para lo cual nos quedó plasmado en 1798 un interrogatorio de todos los pueblos extremeños.

En definitiva, son fuentes que nos sirven de apoyo y complementación a las parroquiales, tomadas como fundamentales estas últimas, sin que por ello no existan sobre las segundas un papel determinado en el estudio de las cofradías extremeñas en particular y para otros ámbitos en general.

Las cofradías: aspectos generales y aclaración de conceptos: la regulación en el Sínodo de Extremadura

.    Aspectos generales y la aclaración de unos conceptos:

Quizás, ningún fenómeno histórico haya sido concienzudamente ignorado por los historiadores como la muchedumbre. Pocos negarían que la muchedumbre ha desempeñado –con diversos disfraces- un papel significativo en la Historia. Sin embargo, durante muchos años ha sido considerada como tema apto para ser estudiado más bien por la psicología o la sociología, que por los historiadores.”

Georger Rude.[3]

 Las cofradías constituyen un tema de gran complejidad y han sido abarcadas desde un punto de vista descriptivo, el propiamente religioso, el costumbrista, el artístico y últimamente, se ha aplicado criterios antropológicos, más bien desde la antropología cultural, desde una sociología religiosa.

Actualmente estamos faltos de estudios amplios, de trabajo globales que puedan superar la yuxtaposición de monografías, que aún siendo realizadas por notorios especialistas, suelen adolecer de una análisis y de una profundización histórica, al centrarse por regla general, en dominios muy específicos. Algunos de estos trabajos, son transcripciones literales de cualquiera de las tipologías documentales que se encuentran en los archivos parroquiales de sus respectivas localidades.

Las dificultades pueden llegar a la hora de recurrir a la siempre auxiliadora bibliografía de apoyo, suponiendo más un acicate que un obstáculo a la hora de investigar las cofradías desde el terreno de la Historia.

Ahora bien, en los últimos años, sí es posible realizar una aproximación entre cofradías y religiosidad popular con lo cual, el terreno de las publicaciones y los nombres propios se abren a grandes profesionales del mundo de la historia que nos proporcionan espacios abiertos para la interpretación y que están trazando un importante camino dentro de la Historia de las Mentalidades. Me refiero a obras como las de Bartolomé Bennassar y Los españoles, actitudes y mentalidades; José Antonio Maravall con Estado Moderno y Mentalidad; F. Dosse, Historia en migajas. De los Annales a la nueva Historia; Vouvelle, Ideologìque y mentalité; nuestro gran historiador y profesor Angel Rodríguez Sánchez Extremadura: Historia y Mentalidad; J.L. Roberto Muerte y Religiosidad en el siglo XVIII; o las grandes innovaciones en el terreno de la historia de las mentalidades muy íntimamente relacionadas con las cofradías como fenómeno histórico que encontramos en Álvarez Santaló, Buxó, Rodríguez Becerra sobre la religión popular y el fenómenos de las cofradías en Andalucía.

Con este amplio abanico bibliográfico muchísimo más extensible y, que a lo largo del presente trabajo podremos tener la oportunidad de ir citando, el tema de las cofradías, como forma de expresión de la religiosidad y piedad popular en Extremadura durante la Edad Moderna, se convierte en el interés de un proyecto investigador que en primer lugar nos conduce al propio aspecto religioso si tenemos en cuenta, que es precisamente el período moderno, un momento enormemente importante para la Iglesia, la cual se siente claramente atacada o si queremos, amenazada por las herejías que en los años finales del medievo y en la primera mitad del XVI se han ido extendiendo. El cristianismo busca la defensa de la fe, y ello desciende y llega al hombre extremeño que igualmente potenciará sus manifestaciones.

Partiendo de estas primeras premisas, pretendo realizar un primer acercamiento a las cofradías y a la religiosidad popular extremeña por medio de una visión global gracias a los estudios realizados sobre el Interrogatorio de la Real Audiencia para 1791, pero también con claros ejemplos de una zona muy particular que igualmente he profundizado en su estudio, en concreto la Diócesis de Coria, la cual es posible analizarla desde varias vertientes que confluyen en otros espacios geográficos extremeños y que dan esa aproximación anteriormente mencionada a la religiosidad y piedad popular por medio de las cofradías en la Extremadura de los Tiempos Modernos. Economía, sociedad y religiosidad de unas centurias que permiten el estudio evolutivo de estas asociaciones, algunas desde lo gremial[4], hasta el propio carácter definitorio de aquella que se forman en la propia modernidad, sobre todo a raíz de las medidas tomadas tras la celebración del Concilio de Trento  y llevadas al terreno de lo práctico por medio de los Sínodos, que rápidamente veremos para el caso extremeño y que orientarán de otra manera a las cofradías.

Estamos ante unos siglos, donde las cofradías se manifiestan con una mayor pujanza a lo largo del XVI, XVII y parte del XVIII, pues en este último, las ideas ilustradas nos harán entrar en un período de descrédito promovido por los filósofos sobre las prácticas de la religión, momento en el que la vida de las cofradías se anquilosa, paraliza e incluso sucumben como igualmente podremos comprobar para el caso extremeño.

Las cofradías, esencialmente las que aquí tratamos, se nos ofrecen en una clara definición como “una asociación de hombre y mujeres, hombres y su familia, pertenecientes  o no a una misma profesión, corporación, gremio o estamento socio-económico, abierta o cerrada numéricamente, que se unen por y para diferentes fines o causas, especialmente piadosas y benéficas, aunque también profesionales, sociales, recreativos, políticos, etc. Bajo la advocación de un santo, marianas, cristológicas, sacramentales o penitenciales, u otra persona de la Trinidad, patrón o protector. Con una organización más o menos amplia, no necesariamente con estatutos, con o sin aprobación episcopal.[5]

Las cofradías y por medio de sus diferentes advocaciones, nos permiten el estudio de un comportamiento colectivo de los grupos populares dentro de la siempre problemática sociedad estamentalizada, que ofrecen aspectos tan atractivos para el hombre como la salvación eterna, la paliación de sufrimientos corporales y las vivencias lúdicas y festivas, entendiéndolo todo ello en un mundo sacralizado en la que los fenómenos religiosos aparecen como un medio de lucha entre el bien y el mal, donde se intentan de interpretar los fenómenos sociales para darles un sentido. Las propias cofradías deben de ser entendidas como algo popular, fruto de las vivencias colectivas de un pueblo que se agrupa en creencias y relaciones socio-religiosas, no estrictamente codificadas en una ley ni por el poder eclesiástico, pero que éste las entiende y por tal sabe, que su alteración puede llevar la alteración de la cohesión social. Puedo asegurarles, que para el caso extremeño, el pueblo aceptó y representó estos parámetros por medio de las cofradías de manera extraordinaria.

Las cofradías extremeñas son un claro exponente de la religiosidad del momento. Una religiosidad claramente nacida de una dialéctica, de un intercambio, de la adaptación al medio. Es fruto de una religiosidad basada en la experiencia, que es lo que enriquece el estudio de la historia desde “abajo”[6], fruto de lo vivido y de comportarse como un claro fenómeno consuetudinario, heredado, transmitido de padres a hijos, de generación en generación, que se ve afectada a los cambios sociales. Nuestras cofradías extremeñas no muestran en ningún momento un monolitismo al cambio de las centurias de la modernidad, porque el hombre va evolucionando y se golpeado por esos cambios. Sabemos a cada momento histórico, a cada siglo le corresponde un tipo de religiosidad y por tanto, un tipo de comportamiento, luego un tipo diferente de cofradía.

Esto no quiere decir que no se estructure y organice, lo hace. Y lo hace para dar una coherencia interna: la actitud de las gentes ante los problemas, ritos, fiestas tiene el sabor de una cierta homogeneidad, existiendo todo un conjunto de normas que sin estar fijadas en mas leyes que las establecidas por ellos mismos, quien las incumple queda marginado.

Por todo ello, este trabajo pretende insertarnos en una campo donde las cofradías responden a un tipología que permite estudiarlas. Serán las cofradía denominadas de “gloria” y las de “penitencia, sangre o disciplina” para un período cronológico ya reseñado, que nos hará coincidir con una nacimiento en el concepto nuevo de las cofradías moderna para la segunda mitad del siglo XVI y primera mitad del XVII; con un auténtico período de apogeo para el resto de la centuria del diecisiete y por último, ver como entran en crisis y desaparecen en gran número para el XVIII.

Debido a ello, los cortes históricos resultan imprescindibles pero a la vez aparecen interrelacionados, sabiendo que los tres siglos suponen una evolución en la expresividad popular del hombre extremeño y, que en este trabajo quiero comenzarlo de manera directa, acercándome de una manera breve a las relaciones entre Iglesia y Cofradías.

 Relaciones Iglesia-Cofradías: su regulación Sinodal.

Sería un enorme error expresar, que las cofradías son entidades asociativas propias de la Edad Moderna. Su origen hay que buscarlo en la propia Edad Media, fundamentalmente cuando los hombres, movidos por diferentes creencias e impulsos, motivados por diversos fines entre los que incluimos la práctica en comunidad de la religión, eran ya capaces de compartir devociones y actos dirigidos al culto divino. En el defender sus intereses religiosos y profesionales desde sus asociaciones, los gremios,  en esa época, la Edad Media,, satisfacían una serie de exigencias que les llevaban al intercambio de amistades y afectos[7]. Como veremos, la cofradía de la modernidad responde en el ámbito extremeño a algo totalmente distinto, pero tiene un punto de inflexión en sus orígenes.

Desde los primeros momentos, la Iglesia Católica quiso encaminar y controlar las ansias del hombre religioso cristiano, en un choque que se va a ir repitiendo a lo largo de la modernidad, pero esencialmente en la centuria del dieciocho, entre religión oficial y religión popular. Ello hará que las cofradías proliferen esencialmente a partir del momento en que Trento regule las actuaciones de defensa contra los planteamientos reformadores protestantes.

Cambios importantes que se aproximan y que desde finales de la baja Edad Media y principios del Renacimiento, suponen una superación en las mentalidades humanas, no sólo en el terreno de los religioso sino para todos los campos y obivamente Extremadura es claro ejemplo de ello porque su propio comportamiento es idéntico al del resto del territorio de la corona castellana, sobre todo en los grupos marginales y en los propios sectores del estamento llano[8]. Pasaremos del teocentrismo, Dios como centro de todo, al antropocentrismo, el hombre y la preocupación por él, sin negar la existencia de Dios lógicamente, pero con un mayor protagonismo del primero para acceder al segundo.

Ello conllevó la correspondiente secularización de la vida en general, con una influencia de elementos estrictamente religiosos, que detenernos ahora nos llevaría tiempo, pero que podríamos recordar: paz interior, mejora de las condiciones de vida, esperanza en la longevidad, nuevos lugares para obtener recursos (procesos de descubrimiento, conquista y colonización indiana, sobre todo este último donde lo popular tiene una presencia tan asegurada), nuevas corrientes en el pensamiento…

Todo esto trajo una seguridad a la hora de que los ciudadanos comenzaran a agrupar y a congregarse, buscando de manera colectiva una protección en los divino de tal manera, que el hombre de la modernidad está marcado por acentuado espíritu religioso que lo envuelve, siendo precisamente la actividad religiosa considerada, como una de las actividades más comunes y cotidianas de las que nadie podía evadirse, bajo la pena de poder caer en serias sospechas que podían a su vez mover a instituciones oficiales de carácter político-religioso (Tribunal de la Inquisición que para el caso extremeño tan extraordinario poder adquiere en esta centuria del XVI).

Así, las leyes y los cánones se fueron elaborando, si bien con un carácter universal, con una aplicación en todos sus sentidos desde Trento, con una gran capacidad de territorialidad en las determinadas diócesis, en las reuniones conocidas como sínodos.

Fue pues desde y por Trento, el lugar en el que se concretó la periodicidad anual de los sínodos[9]. De esta forma, desde los Sínodos Diocesanos se va a intervenir autoritariamente y pastoralmente en los aspectos obivamente no sólo de las cofradías, sino de toda la parroquia[10]

Cierto es que, en un principio, la regulación sobre las cofradías recayó en los desfiles procesionales, eran signos auténticos de expresiones exteriores con un sentido público, en la calle, y ello había que controlarlo. Órdenes que regulaban este acto de enorme impacto en el pueblo sencillo con especificaciones que abarcan desde el horario de salida y recogida de las mismas –se repetirá en el siglo XVIII- hasta el detalle exacto que luego las propias cofradías regularán en sus normas internas y de funcionamiento como son, la hora de procesionar, el lugar de las imágenes si la cofradía las posee, personas que asisten, sobre todo clero y diferentes estamentos civiles y eclesiásticos. Lo comprobaremos para el caso de las cofradía en la diócesis cauriense.

En el año 1671 se celebró en Badajoz un sínodo que estuvo convocado por Fray Francisco de Roys y Mendoza, que nos vale para movernos al otro ámbito regional en la regulación de las parroquia y del tema de las procesiones: “Y porque las procesiones generales se hazen por utilidad y bien espiritual y temporal de todo el pueblo y muchas veces para cumplir el voto público conviene que a lo menos se hallen en ellas los que representan al pueblo, que son sus justicias y regidores.”[11]

Hemos de entender pues, que la presencia de las autoridades civiles en estos actos, considerable e importante por cuanto para ello se convertían en oportunas ocasiones para que se les viera públicamente delante de sus súbditos, quienes siempre agradecían esta presencia, se veía reforzada por el acompañamiento de los propios cargos de la cofradía, obligados por regla estatutaria a estar presentes en ellas como acto solemne: “…todos irán acompañando a la imagen, estandartes y hachas encendidas.”[12]

¿Por qué regular? ¿Afectó tanto las ideas protestantes a los sectores más populares que engrosaban las listas de la cofradías? Cre que la reacción de Trento ante los ataques de la “reforma” no son en este trabajo el lugar adecuado para plantearlos con detenimiento pero si he de decir, quelos diferentes sectores de la sociedad española y de la extremeña, tuvieron claro acceso a las ideas que iban llegando y lo que nunca podemos hacer es caer en el error, de que las cofradías como expresión de religiosidad popular, afectaba exclusivamente a los grupos más populares, pienso que estas manifestaciones hacían partícipes a todos los elementos sociales. Luego la respuesta a las cuestiones anteriores está en un claro sí. La Iglesia postridentina no tiene nada que ver, por mucho que reafirme las ideas y postulados de la fe, con la iglesia del medievo. Será una Iglesia inflexible en el dogma y tolerante en cuanto a las ceremonias paralitúrgicas, y las cofradías van a ser enormemente impulsadas desde este ambiente. Es igual el error que, afirmar que las cofradías anteriores al impulso de la cultura del renacimiento son las mismas que las posteriores a Trento.

Regular porque la fe se vió atacada pero a la vez, reforzar y difundir por medio de estas asociaciones que engloban a la muchedumbre y que a la vez abren sus puertas a los estamentos más altos de la sociedad. Ataques serios, no ya solo a lo dogmático, sino en lineas generales a todo lo referente a la religión, incluso a sus formas de expresión. Vale el ejemplo que tomo del propio Domínguez Ortiz cuando afirma en su obra El Antiguo Régimen: los Reyes Católicos y los Austrias[13] hace referencia a los prelados de origen jansenista como los que abundaron en Francia o laicos que, se escandalizaban de las actuaciones del pueblo en sus manifestaciones populares por la excesiva familiaridad en el trato a Dios, a la Virgen y a los santos. Ortiz afirma en esta misma obra, que el sur peninsular –creo que extensible al territorio de la corona castellana en buena medida- se crea un caldo de cultivo propio para el desarrollo de estas asociaciones. Claro que había que regular y, potenciar también.

Durante los siglos de la modernidad, cada uno en su entorno histórico con lo que conlleva todo ello, la religiosidad popular en nuestra Extremadura fue un modo de entender y vivir la religión de una forma accesible a la masa, de poco tono intelectual pues no era necesario para los fines que se perseguía y que el pueblo extremeño entendía, pues en sus manifestaciones expresaba un escaso intimismo, una carga de emotividad –véase el tema de los disciplinantes- Actitudes populares en las que se ve una penetración facil de sentimientos de alegría o tristeza, lo cual está íntimamente ligado con el colorido y la fiesta local o regional.

Frento a todo ello, situado en el polo opuesto, una religión interior, de los grandes místicos, de la que podemos denominar como religiosidad oficial pero, ambas muy bien manejadas por la Iglesia. Prefiero dejar el encuentro de estos dos perfiles para los capítulos posteriores una vez entroncado estos previos como el ejemplo de lo que cofradías extremeñas en la diócesis cauriense plasmaron.

Si a todo lo anterior le unimos, que las cofradías son un fenómeno exclusivamente religioso y lo encuadramos en los siglos que planteo estudiar para Extremadura, obtendremos una imagen clara de las centurias del renacimiento, del barroco o de la propia ilustración, donde lo popular me ha abierto un campo de estudio de una colectividad que denota pues una experiencia histórica común. Es sin duda las cofradías, un claro ejemplo de popularidad histórica, pues crea, conserva y transmite las diversas formas de religiosidad.

Las Cofradías de Gloria en la Diócesis de Coria

P

ara poder introducirnos en una realidad tan determinada como son las denominadas cofradías de gloria, previamente hemos de definirlas. Una cofradía de gloria es aquella que está restringido a lo que denominamos aspectos cultuales, preocupadas esencialmente por su organización interna y asistencia al hermano. Pueden o no tener desfiles procesionales pero carecen de actos públicos destinados a la disciplina de sus hermanos. Existe un gran número de investigadores que apuntan que estas cofradías tiene un origen gremial y se vieron transformadas en la centuria del quinientos. Lo que si podemos afirmar con total claridad, es que las cofradías de gloria estudiadas en la zona extremeña durante la modernidad, o bien surgen dentro de este espacio cronológico en base a la documentación manejada, o claramente han sufrido la impronta de las nuevas corrientes y están absolutamente transformadas.

Serán pues los siglos XVI y XVII, los momentos del auge de estas cofradías, primero con su nacimiento como cofradía de la modernidad, que es la que podemos estudiar en las fuentes documentales. El XVI de nacimiento y transformación, el siglo XVII de auge y la centuria del dieciocho, de total eclipse.

En la zona cauriense he estudiado un total de trescientas cinco cofradías, para un total de cincuenta y siete pueblos de las cuales doscientas y cincuenta y cuatro (83,27%) son de gloria y cincuenta y una  (16,72%) de penitencia. Lo vemos mejor representado en el siguiente gráfico porcentual:

La explicación a una diferencia porcentual tan amplia, exige profundizar aún más en lo que fueron estas cofradías, su tipología, variada y rica; su forma de comportamiento y sobre todo, el origen de sus fundaciones y los objetivos que persiguen.

Con ello, podemos hacer un triple división dentro de las cofradías de gloria. El parámetro que permite esta división es el de las advocaciones:

–          Cofradías Marianas.

–          Cofradías Sacramentales.

–          Cofradías de Santos.

Vemos cada una de ellas:

1.      Cofradías Marianas: con una intencionalidad de proteccionismo en la Virgen por medio de sus diferentes acepciones, sobre todo en el campo del localismo, las cofradías marianas se configuran para la diócesis de Coria en un total de sesenta y dos representaciones, un 24,4% con respecto a las de gloria y un 20,32% con respecto al total de cofradías estudiadas. En la diócesis cauriense, responden esencialmente a las advocaciones de Nuestra Señora del Rosario, Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora, Nuestra Señora de la Paz, Santa María, Nuestra Señora de la Piedad, Virgen de la Visitación, Virgen de la Concepción, Nuestra Señora de la Fuente, Nuestra Señora del Prado y Nuestra Señora de los Dolores. De todas ellas, la más importante en cuento al número de veces que se repite en los diferentes pueblos es la de Nuestra Señora del Rosario.

2.      Cofradías de los Santos: le sigue en número de valores las cofradías que se reparten dentro del amplio santoral católico. Coria, por medio de su Diócesis nos presenta un total de noventa y cuatro cofradías de santos, haciendo con respecto a las sacramentales un 37% y con el total de cofradías estudiadas un, 30,81%. Destacan: los Santos Mártires (San Fabián y San Sebastián), San Juan, Santo Domingo, San Marcos, Santa María (obivamente con respecto alguna de las Santas Mujeres), San Isidoro (enraizada con pueblos de tradición agrícola, luego en nuestra región proliferan) y San Pedro (configurada casi siempre por sacerdotes).

¿Por qué estas cofradías? La respuesta está exclusivamente en los movimientos religiosos que el siglo XVI sufre y sus repercusiones, a finales de esta centuria y en el XVII. Proliferan cofradías de que responde a esta tipología esencialmente como respuesta de la Iglesia ante los ataques que sufre desde la “reforma”. Precisamente uno de los aspectos más conflictivos del protestantismo estuvo en el culto a la Virgen y a los santos, relacionados con dogmas que se fueron extendiendo contra ellos y formándose expresiones que la Iglesia consideraba “blasfemas”. Por ejemplo, la puesta en duda de una concepción virginal de Cristo; la negativa a la presencia de imágenes representativos de los santos; la idea de la fe frente a las obras; todo ello provocó una reacción por parte de la iglesia que busca mediante la piedad católica la potenciación de las cofradías de la Virgen y los Santos.

Además, no olvidemos que íntimamente relacionadas con las primeras están la Compañía de Jesús, de enorme importancia en el papel tridentino y de enorme acción en la corona castellana.

3.      Cofradías Sacramentales y de las Ánimas: en primer lugar quiero expresar, que ambas tipologías pueden ser perfectamente unidas en una por cuanto las últimas, alcanzan en sus advocaciones un enorme valor trinitario, igualmente necesario para comprender la celebración de la muerte y resurrección eucarística. Se constituyen de manera suave en las más numerosas, formando un total de noventa y ocho, lo que nos da con respecto a las cofradías de gloria un 38,58% y un, 32,13% con respecto al total. Son la respuesta a los ataques más claro que la iglesia recibió desde el protestantismo que rápidamente puso en duda la presencia real de Cristo en la eucaristía. La gran contrarréplica son las cofradías del Santísimo Sacramento, de una carga enorme en cuanto al poder que ejercen como defensora de los valores más profundo de la fe católica. Se dan en la práctica totalidad de pueblos y junto a ellas, la de las Benditas Ánimas del Purgatorio, pues de la misma forma, el dogma del purgatorio fue puesto en duda por los protestantes, teniendo claramente como objetivo el de allegar medios para conseguir sufragios en honor y provecho del ánima del creyente.

 Valores y porcentajes que me permiten elaborar el siguiente gráfico que creo bastante representativo de lo que está ocurriendo en las centurias de la modernidad para este territorio extremeño antes de entrar en su análisis estructural:

Serán los Libros de Regla, las fuentes que nos permiten entender, que estas cofradías de glorias dedican fundamentalmente sus diferentes capítulos a la propia organización de la cofradía, entre las que destacan las festividades y actos cultuales donde como hemos indicado anteriormente, tiene un apartado especial el desfile procesional, pero simplemente como una actividad más, no como veremos en la penitenciales, donde el  acto público es el centro de sus actividades. De igual forma la organización de los cofrades también ocupa un lugar preeminente en sus reglas. He elaborado un cuadro en función a varias cofradías donde reflejo el número de capítulos dedicados a: organización interna, cofrades y acción caritativa.:

Pueblo

Cofradía

Año

O.Interna[1]

O.Cofrades

O.Pobres-Enfermos

S.Santiago

Las Ánimas

1625

7.-

5.-

0.-

S. Santiago

Mártires

1625

8.-

4.-

1.-

Torrejoncillo

Rosario

1604

12.-

1.-

0.-

Salvatierra

Mártires

1689

11.-

5.-

3.-

Salvatierra

Sacramento

1663

26.-

4.-

8.-

Aldea del Cano

Sacramento

1625

22.-

7.-

5.-

Total

86.-

26.-

17.-

Como se puede observar, es solamente la cofradía del Stmo. Sacramento la que dedica algo más en sus reglas a la acción caritativa de la atención al pobre y el enfermo pero esto no quiera decir que sea realmente una caridad practicada con los miembros de fuera de su organización pues la obligatoriedad de asistencia por ejemplo a los entierros de los hermanos, a visitar al hermano enfermo o pobre así como, a la viuda e hijos del hermano, era de obligado cumplimiento bajo fuertes sanciones económicas de no ser cumplidas. Estos datos pueden ser observados por cuanto en los Libros de Regla, al inicio, suelen aparecer especificados claramente los objetivos de su fundación, el cómo y de qué manera. Además, quiero hacer insistencia en la presencia de las autoridades tanto civiles, alcaldes, regidores, como eclesiásticas, cura párroco y por su puesto familiar del Santo Oficio a la hora de constituir una cofradía (en este caso extensible de la misma manera a las cofradías de penitencia: “En la villa de Salvatierra de Santiago, en quince días del mes de henero de mil y seiscientos y sesenta y ocho años. Estando en los portales del ayuntamiento de ella, a son de campana tanida como lo ha de costumbre, para tratar de las cosas tocantes al servicio de Dios, Nuestro Señor y del bien común de esta República. Junto e congregados, en especial, el liçenciado Pedro Matheos Diego, el liçenciado Pedro Ximénez Texada, cura propio de ésta, Diego Dolano del Poço, familiar del Santo Oficio…que por quanto al servicio de Dios y para hacer gloria de Dios y para hacer sufragio de las benditas ánimas del Purgatorio y hacer sufragio por ellas mediante la constitución de una cofradía…”[2]

Por ello, cuando hablamos de una organización interna lo hago en función a los objetivos a los que se quiere dedicar esta cofradía esencialmente, en las cofradías de gloria, a dar culto a Dios, a la Virgen y a los Santos, atendiendo igualmente al sufragio de las almas. Todo rodeado lógicamente por una funcionalidad que gira en estas cofradías de una manera sorprendente en torno a las fiestas y en este caso, los Libros de Cuentas de las Fábricas de estas cofradías, están llenos de pagos por confitura, vino, cohetes, pregones para el día de la festividad. Las Benditas Ánimas centran su fiesta en todos los santos; los Mártires en el Domingo de Quasimodo es decir, el primer domingo después de las Calendas o Carnavales y, centrados como estamos en una realidad geográfica basada en una subsistencia económica como la extremeña en el período moderno, las tradiciones y festividades agrícolas son igualmente recogidas por las cofradías, fundamentalmente aquellas de advocación a santos como San Isidro, coincidiendo con la recogida de las cosechas.

Es la simbiosis de la que hablaba en capítulos anteriores dentro de la religiosidad popular y la piedad católica donde los problemas de la vida cotidiana son resueltos mediante ritos y fiestas que tiene esa homogeneidad y que se constituye como una vía de escape.

Además, las cofradías de gloria a modo de resumen en lo que se refiere a este apartado organizativo, podemos decir que en general responden al siguiente esquema en cuanto a su regulación:

 1.      Reunión de todos los hermanos al toque de campanilla.

  1. 2.      En los desfiles procesionales no se realizarán acciones indecentes como entrarse en las casas, portales, ir hablando, etc.
  2. 3.      Se eligen a unas personas encargadas de mantener el orden.
  3. 4.      Se establecen el recorrido de las procesiones, que por regla general suele estar alrededor de la iglesia.
  4. 5.      Representación el los actos cultuales y públicos de las demás cofradías.
  5. 6.      Acompañamiento de las imágenes (de tenerla), estandarte, hachas encendidas…

 

No quiero incidir de manera especial en lo que es el desfile procesional como acto público por cuanto estas cofradías, no nos ofrecen más peculiaridad que lo que se refiere exactamente a un acto como hoy lo podríamos observar, queriendo con ello ser reiterativo al afirmar que son las de penitencia quienes mejor se prestan al estudio. Sus actos cultuales en las capillas de las iglesias, ermitas o conventos se centraban en las organizaciones eucarísticas y el pregón o sermón, auténtico medio didáctico y por medio del cual sin duda alguna, desde la segunda mitad del siglo XVI y buena parte del XVII se difundieron las ideas tridentina máxime si tenemos en cuenta, que en las cofradías, quienes pregonaban eran esencialmente frailes de las diferentes órdenes, como por ejemplo en la comarca emeritense, los franciscanos observantes y descalzos franciscanos.

Tan sólo y para terminar con la tipología de las cofradías de gloria, el apartado que está relacionado con la entrada en la cofradía y sus cargos.

Los Libros de Regla ofrecen de la misma forma un aspecto muy importante en lo que se refiere a las normativas que incluían la entrada de una persona en estas cofradías. Estudiado para el período moderno varios casos, encontramos como por ejemplo, en la Cáceres, la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio establecen en 1696 una regulación muy estricta y estamentalizada para su entrada: “Caballeros y sus mujeres, hidalgos, hidalgos de menor renta, hidalgos que no tiene renta, doncellas y mujeres, clérigos y personas que no pueden servir a la cofradía tales como personas de la audiencia, procuradores, labradores y otros cualesquiera que no puedan entrar a servir como mayordomos, alcaldes e diputados…”[3]

La diferencia residía en el tema económico, pudiendo varias las cuotas de entrada de ciento ochenta reales y una libra de cera hasta, veintidós reales de vellón y una libra de cera. Obviamente y de la misma manera, existen cofradías que ponen trabas y dejan una total libertad a la entrada más aún, las reseñas a este respecto en los libros son breves. Así por ejemplo, en Calas del Monte, dentro del obispado y partido judicial de Plasencia: “Podrán pertenecer a ella, tanto hombres como mujeres, e incluso forasteros, siempre que sean mayores de siete años…”[4]

Con respecto al nombramiento de los cargos, los más esenciales residen en torno a: mayordomo, alcaldes, secretarios, escribanos, diputados, pendoneros, llamadores y portadores de estandarte. Sin duda, el cargo de mayordomo es el más importante. En el siglo XVIII se hace fundamental la presencia del Juez Eclesiástico como persona que regulaba la legalidad eclesiástica de la cofradía. Por su parte, el mayordomo era elegido por un año de tal forma, que en Libro de Asientos, o por medio del Libro de Acuerdos y de Cuentas de la Fábrica, podemos construir la vida cronológica de la cofradía por medio de los individuos que se han ido sucediendo en el cargo.

Para tal nombramiento, se reúnen el cabildo, al igual que hoy en forma de asamblea general, se constituía en el órgano de mayor decisión. Presidido por el mayordomo, un alcalde y un diputado, que coordinaban la elección. Obviamente esto no se respetaba. Existen multitud de casos donde la elección del mayordomo recaía en la decisión del alcalde de la villa o ciudad, el cura párroco y el visitador eclesiástico general.

Para finalizar la tipología de las denominadas cofradías de gloria, el hecho de que la asistencia caritativa no ocupe entre sus capítulos un lugar primario no quiere decir que no tenga lógicamente para ellos importancia. Hay casos de extraordinaria belleza en el comportamiento social de estas cofradías. La asistencia a pobres y enfermos –sobre todo cuando pertenecen a la propia cofradía- en un mundo y en un momento en el que las crisis y los períodos de guerra se sucedían, esta manifestación era una constante en las cofradías de gloria. Existen cofradías que obligaban a pagar a los hermanos una determinada cantidad para la ayuda asistencial, incluso para sufragar los gastos en el caso de un difunto pobre. Hay descripciones de este momento: “…mediante el sonido de una campanilla, desfilen los cofrades, salga el estandarte, acompañen al difunto…”[5]Pero quizás sea la cofradía de Nuestra Señora de la Piedad, que por medio de su libro denominado Partida de Ajusticiados en 1793, nos aclara como disponía del reo, desde que entraba en la capilla antes de ser ajusticiado, hasta el momento en el que se le daba sepultura con el hábito de la cofradía(en este caso franciscano). Aparecen detallados el nombre del condenado, forma de muerte y los gastos, para lo que elegían a miembros de la cofradía los cuales debían depositar la limosna.

En definitiva, las cofradías de gloria al llegar el siglo XVIII sufrirán unos efectos que estarán analizados en el último de los apartados de este trabajo si bien, quienes realmente recibirán un golpe duro con las medidas del Estado y la Iglesia, serán las de penitencia que a continuación desarrollo.

La valoración cuantitativa y su representación lo encontramos en el anexo a este trabajo.

   Las Cofradías de Penitencia, Sangre o Disciplina 

L

a propia configuración de una cofradía de penitencia en base a su estructura las define con claridad. Para el caso extremeño, especialmente en la diócesis de Coria donde las he estudiado con un mayor detenimiento, responden a una tipología más simple con respecto a las de gloria. Se pueden dividir en cristológicas y veracrucenses. Las cofradías pues, que giran en torno al acto público de la penitencia y que en general al desfile procesional, donde aumentan las regulaciones al acto asistencial del hermano cofrade y a la actividad caritativa, son los elementos que por si las definen.

Podremos comprobar incluso, como la tipología de los cargos es más compleja y por supuesto, tienen unas actividades que siéndoles común a las de gloria, lo que realmente las ha caracterizado, diferenciado y complejizado de manera profunda, es el acto de disciplina pública.

Caracteres comprobables para Extremadura. En los cincuenta y siete pueblos estudiados, existen un total de cincuenta y una cofradías de penitencia, recordemos un 16,72% un índice menor pero que entra dentro de una lógica, pues la regulación sobre ellas y el impacto del XVIII fue enorme como veremos.

Cristológicas y veracrucenses con la única distinción de que las últimas, tiene una gran impronta sobre ellas el franciscanismo y muy volcadas sobre el tema de la muerte. Por lo demás, podremos encontrar unos actos y comportamientos idénticos.

Estamos pues ante un tipo de cofradía que recupera el sentido medieval del temor a Dios, que responde mediante la disciplina, el sufrimiento físico y humano de Cristo ante la muerte. Prácticas religiosas que si bien, la propia Iglesia nunca reconoció ni alentó de manera oficial, tampoco hizo nada hasta la centuria del dieciocho para contrarrestrarlo, y entonces lo hará de la mano del Estado. Es lo que hemos llamado “un impulso real en el mundo a través de un peculiar ideal evangélico, en el que se desarrollan diferentes expresiones penitenciales.” Y de igual forma, son cofradías potenciadas desde Trento, pues la penitencia cristiana fue atacada y ridiculizada en su prácticas por los reformadores, multiplicándose estas asociaciones en especial, devocionales de Cristo.

Organización: actividades y la asistencia caritativa. Los cargos.

En cuatro cofradías veracrucenses estudiadas y correspondientes a los pueblos de Salvatierra de Santiago, Aldea del Cano, Descargamaría y Arroyomolinos de Montánchez, hay un total de cincuenta y ocho capítulos dedicados a la organización interna y, un total que supera los cien capítulos para la organización de los hermanos y la asistencia (ver anexo de tablas y gráficos al final del trabajo).

Claros ejemplos y referencias en sus fuentes documentales: “No posee más fondos que aquellos que recibe de los hermanos para sus gastos…teniendo como especial atención, las asistencia a los hermanos difuntos.”[6]

Uno de los casos más claros encontrados es en la cofradía de la Vera-Cruz de Casillas de Millán, donde se especifica: “instituida para obras de misericordia, entierros y asistir a los pobres pasajeros.”[7] Cañaveral de León ofrece este otro claro ejemplo: “Instituida en memoria de la Pasión y muerte de Nuestro Señor…”[8]

Podríamos decir que la asistencia consistía esencialmente en la atención a sus cofrades y hermanos en las necesidades; distribuir limosnas; el cofrade enfermo debía de ser visitado durante la noche y si fuera posible, ayudado en la comida y en la ropa; la cofradía asistía al cofrade difunto y al cofrade clérigo. Además celebraba misa cada mes por los cofrades difuntos y de manera muy especial, los recordaban el día de sus festividades –festividad de la cofradía me refiero- y de todos los difuntos.

La gran diferencia con las cofradías de gloria está como he dicho anteriormente en la propia estructura de las cofradías de penitencia y en la responsabilidad de los cofrades hacia ella. Por ello, sus actos públicos se configuraban en su principal función y en su primordial actividad. Una vez más las fuentes documentales basados en los Libros de Regla nos ofrecen este análisis:

 1.      Celebran vigilias.

2.      Desfiles procesionales con disciplinantes.

3.      Organización del acto de disciplina, especificando quienes han de realizarlo y quienes no.

4.      Misas y actividades en Semana Santa.

5.      Conservación del altar y de la imagen de la cofradía.

 Y en ello entre la más clara de las diferencias, en los propios cargos y funciones de sus miembros. Hemos hablado de una mayor complejidad en ello, existiendo además de los que mencionamos para las de gloria, una serie de “títulos” muy determinados:

–          Mayordomos: divididos en antiguos y nuevos. La diferencia está, en que los primeros permanecían a título honorífico, que lo recibía una vez cesado en su cargo, desempeñándolo públicamente pero no de forma interna.

–          Hermanos de “sangre”: es decir, los que se disciplinaban mediante el azote o la flagelación.

–          Hermanos de “luz”: portadores de las hachas encendidas, cirios o velas en las procesiones y demás funciones religiosas.

–          Hermanos de “espalda”: que cargaban con las imágenes en aquellas cofradías que las poseían[9].

–          Hermanos de “asiento”: que asistían y acompañaban las funciones religiosas en las parroquias, iglesias y ermitas.

.     El acto público de la penitencia.

 “En la noche del Jueves Santo, con disciplinantes y una cruz, todos los hermanos cofrades han de disciplinarse, estando sin pecado. E aquellos que no se disciplinasen lo harán después de la procesión. Aquellos cofrades que fuesen a la procesión y realzaran alguna otra actividad, serán penados con una libra de cera. El mayordomo aparecerá con toallas, esponjas, para labar las espaldas, junto con pan y queso…También serán penado aquellos que dixeren cosa mal de esto o de la cofradía o injuria ayuntados o fuera de él, pague un cuarteron de cera.”[10]

Esta cita, recogida de los capítulos que van destinados a la organización del acto de penitencia, guardan en lo más profundo de su análisis una simbología y una expresividad del comportamiento público de las masas, que auxiliándonos en ciencias como la sociología o la antropología, ofertan al historiador una capacidad interpretativa de que la religiosidad popular alcanza aquí niveles extraordinarios.

La disciplina es en primer lugar y por encima de todo un acto público por tal social, que se refleja y afecta a un pueblo desde el punto de vista religioso y desde el espiritual. Ciertamente cargado de un alto contenido ritualista, donde algunos investigadores han apuntando que se separa de lo religioso, pero cuyo motor y origen está en él sin duda.

Centra su actividad en un espacio temporal concreto, la Semana Santa, lógicamente en el intento de reproducir el sufrimiento de Cristo, lo hacen en el momento que la Iglesia tiene designado para ello. Donde se invita al pueblo a adquirir unos ideales de fe fáciles de asimilar por éstos sobre la muerte. Un pueblo que con un porcentaje alto de analfabetismo, al sacerdote le es muy cómodo desde el púlpito invitarle a la participación en una cofradía que acepta en sus reglas la disciplina.

Podemos entender quiénes son los elementos sociales que participan en la disciplina, donde no entran grupos nobiliares y de los sectores privilegiados. El acto de disciplina pues, es igualmente un aspecto diferenciador social. La propia cofradía de la Vera Cruz en Descargamaría lo deja bien claro.

Se están conjugando aquí, en la disciplina una serie de elementos muy interesantes para el historiador:

 Creo que la unión, por un lado de la cofradía con la Iglesia, está explicada en una análisis propiamente intrínseco y en la relación entre la cofradía y el pueblo. Santaló y Buxó y, S. Rodríguez lo explican claramente. Afirman , que son las formas más completas de poder entender las cofradías en una sociedad estamentalizada, donde el papel principal está desempeñado por los individuos y por lo tanto, aquellos que expresan o requieren de la disciplina, no están más que mostrando una exteriorización de las necesidades del pueblo, de sus ahogos, agobios, represiones, prohibiciones, que por medio del Antiguo Régimen y en sus modelos sociales, políticos, económicos y religiosos, pesa de manera impresionante sobre el pueblo, el cual necesita una vía de escape, de realización propia, donde el gran protagonista es él, ¿no podía ser la cofradía y el acto de disciplina un medio para ello?

Las reglas eclesiásticas incluso aquí son rotas, ya que no hemos de olvidar que como instituciones eclesiásticas, están sujetas a una jerarquía eclesiástica y católica. Los actos de disciplina están totalmente irreconocidos por la Iglesia y por el Estado, saliéndose pues de la regla. Será el motivo que nos explique por qué en el siglo XVIII (el siglo de las luces donde impera la razón por encima de la superstición y la fe), Carlos III firma los decretos contra los disciplinantes, encontrando no sólo el apoyo de la Iglesia, sino de la propia argumentación de ésta a favor de aquel.

¿Cómo es el acto de la disciplina?

 Los aspectos estudiados acerca de esto han sido analizados por medio de las cofradía veracrucenses, las cuales exigían, que las personas que se disciplinasen, fueran cubiertos para que no se les reconociera, con una abertura (recordemos la obra famosa de Goya “Los disciplinantes”) en las espaldas, donde se aplicaban el autocastigo, llegando a ser muy variado los objetos, pero teniendo fundamentalmente como denominador común en su uso, lo que se conoce como “manojos de rodezuelas”. Éstos consistían en unos bolillos de cera, cubiertos con hilo basto, cuyas extremidades terminaban en punta y en su centro, figuraba una rueda embutida de piedrecitas. Creo que la descripción del objeto de disciplina aclara la carga y profundidad del acto.

Un acto que primero es religioso y que tras los ataques de los reformadores, estas cofradías reaccionan de tal forma. Pero un acto que además puede perfectamente ser analizado desde la visión antropológica y folclórica. Desde aquí vamos más allá de lo religioso, existen un gran ritualismo pues, los hombres –nunca las mujeres- que se disciplinaban, utilizan esta expresión como manera de atracción, realizándolo de manera más directa al pasar ante su prometida o ante aquellas personas que les eran especiales.

Los capítulos dedicados a estos actos, nos hablan de quienes debían disciplinarse, excluyendo a los miembros de la dirección de las cofradías como eran los mayordomos, alcaldes, diputados. Exclusivamente lo hacían los denominados hermanos de sangre. El final del acto público de la disciplina llegaba con una especie de reposición de fuerzas al tomar algunos alimentos y el punzamiento y limpia de las heridas para que no se infectaran ni provocaran traumatismos.

Igualmente, la valoración cuantitativa de las cofradía de penitencia, aparece reflejada en el cuadro y gráfico inserto en el anexo.

Dos momentos importantes: el flujo des siglo XVI y la crisis del XVIII

“notoria es la obligación de los Reyes y Príncipes cristianos tienen a obedecer, guardar y cumplir, y que en sus reinos y estados y señoríos, se obedezcan, guarden y cumplan los decretos y mandamientos de la Santa Madre {…Siguiendo el ejemplo de los reyes nuestros antepasados, de gloriosa memoria, habemos aceptado y recibido y aceptamos y recibimos el dicho sacrosanto Concilio de Trento, sea guardado, complido y ejecutado {…interponiendo a ello nuestra autoridad y brazo real, sea necesario y conveniente.”[11]

El siglo XVI y la primera mitad del XVII, tiene una expresividad que podemos denominar de flujo contínuo sobre la religiosidad del pueblo (Concilio de Trento, 1545-1563). Hemos podido ver, como las ideas tridentinas llegan al propio pueblo por medio de la actividad de los sínodo y de la Iglesia en general y particular.

Si estas centurias marcan el impulso sobre las cofradías y sobre las expresiones propias de la religiosidad popular, el siglo XVIII es el gran siglo de la crisis para estas asociaciones públicas. Tengamos en cuenta, que para el territorio extremeño y aplicado sobre la diócesis cauriense, llegan a desaparecer un total de ciento cuarenta y nueve cofradías, lo que hace un 48,85% de cofradías desaparecidas. De ellas, ciento veintidós son de gloria, el 48,03% y veintisiete  de penitencia, el 52,9%, cifras sin duda elevadas que se demuestran en la desaparición de éstas a finales del siglo XVIII, dejando de existir documentación sobre tal: “Los hermanos intenta recuperar las costumbres frente a la opinión de los visitadores, prohibiendo por parte del Supremo Consejo, utilizar fondos u otra cosa que no sea de lo espiritual.”[12].

¿Qué encerró el siglo XVIII para que se produjeran estas bajas? Muchos son los factores, todos ellos relacionados entre sí y que nos permiten en primer lugar, hablar de que estamos ante un siglo en el que la religiosidad ha cambiado respondiendo una vez más a aquella máxima de, a cada siglo le corresponde un tipo de religiosidad.

El siglo XVIII supone desde el punto de vista de la religión, el encontrarnos con un hombre que asiste al aperturismo –en el caso español de una forma lenta y peculiar- en sus creencias, sin hablar de una total liberalización, pero donde las corrientes literarias y filosóficas empujan a las religiones hacia una mayor preocupación por el hombre y su felicidad en la tierra, impregnadas de ilustración, sobre todo a partir de la segunda mitad de esta centuria.

Los porcentajes y totales expresados anteriormente, reflejan que el siglo XVIII pesó sobre las cofradías desde el punto de vista de ser un siglo que gira a favor del hombre y que lo manifiesta en la sociedad (sabemos por la historiografía clásica, que algunos elementos tienden de manera muy suave por ejemplo a romper con la estamentalización), hasta el propio Estado, como queda demostrado en sus efectos para la diócesis cauriense, por medio del Interrogatorio de 1791, acusó los efectos de las medidas dictaminadas por Carlos III en el que en dos claras medidas de febrero de 1777 y junio de 1783, prohiben los disciplinantes, empalados y penitentes de sangre. Aquellas que no tuvieran un reconocimiento episcopal o real quedaban prohibidas.

La actitud pues del mismo hombre del dieciocho ante la religiosidad y las presiones del Estado, irán eliminando a muchas cofradías, es el anuncio, de que el Antiguo Régimen va a tambalearse en muchos sentidos. Lo vemos nominalmente:

Pueblo

Cofradía

Año   desaparece

Abadía

Ntra. Sra. del Rosario

1795

Acehuche

San Antonio

1798

Ahigal

Vera-Cruz

1755

Aldea del Cano

Ánimas

1793

Brozas

Nombre de Jesús

1718

Carcaboso

Rosario

1797

Coria

Santo Espíritu

1748

Galisteo

Ntra. Sra. de la Fuente

1775

Gata

Ntra. Sra. del Carmen.

1763

Granadilla

Santo Espíritu

1795

Gata de Galisteo

Vera-Cruz

1787

Hernán Pérez

Sacramento

1782

Malpartida de Cáceres

Vera-Cruz

1772

Membrio

Sacramento

1777

Montehermoso

Sacramento

1795

Lógicamente estas medidas necesitan de un análisis más profundo. Las Reales Órdenes y las Chancillerías y Audiencias, prohibían los disciplinantes, empalados y otros espectáculos que pudieran servir a la indevoción y al desorden en las procesiones, especialmente las celebradas en Semana Santa, Cruz de Mayo y rogativas, debiendo aquellos que tuvieran un verdadero sentido de penitencia, elegir otros medios más racionales, secretos y menos expresivos, con el consejo y dirección de los confesores. Este decreto al que hago referencia, firmado por Carlos III el 20 de febrero de 1777 y la expresión de “mas racionales” nos aproximan a lo anteriormente indicado y expuesto en función al cambio de mentalidad religiosa que se deseaba desde el Estado y desde la Iglesia.

Este decreto además, expresaba el mandato de no poder realizar procesiones de noche, lo que afectó seriamente a las cofradías veracurcenses, pues la mayoría de ellas las realizaban en la noche-madrugada del Jueves al Viernes Santo, permitiendo que aquellas que lo hiciesen, sin el acto de disciplina, deberían de estar recogidas antes de la puesta del sol.

Otra orden fue la dictada el 25 de junio de 1783, que contempla lo anterior. Debían de extinguirse todas aquellas sin autoridad Real o Eclesiástica, permitiendo a aquellas que si estuvieran aprobadas y las que se reformasen. Estas que subsisten, son las que a parte de estar reconocidas por las respectivas autoridades, se van a dedicar especialmente a la caridad y acción benéfica.

Obivamente, las prohibiciones ni mucho menos terminaron con los actos públicos de penitencia. Lo que si es cierto, es que la visión de la sociedad española del XVIII, cualesquiera que sea el balcón al que nos asomemos, se nos aparece como una confusa construcción de teorías y conductas que se retuercen en una pedagogía tozuda desde arriba y una resistencia tenue desde abajo.

El marco en el que las cofradías extremeñas se centra, puede ser dividido en una visión que abarque la política eclesiástica y la religiosidad. En la primera, entrarían las normativas que hemos visto de las contra las cofradías, iguales para todo el marco español, mientras que, en las segundas encontramos la propia actuación de estas asociaciones: la prohibición –repito- no significa la eliminación total de los disciplinantes, ni en concreto de los flagelantes. En definitiva, el primer grupo corresponde a los valores y el segundo a las conductas. La convivencia de ambos, son o es falsamente simplista.

Las cofradías están inmersas en una complicada coyuntura político-religiosa, o mejor eclesiástica. El empeño estatal iba dirigido claramente a imponerse mediante la autoridad incontestable del Estado, léase la propia Corona, sobre el conjunto de las actividades de la sociedad, y desde aquí tenía que chocar contra la Iglesia y aún más cuando en el seno de ella, ésta alberga instituciones como las cofradías.

Junto a todo ello, el siglo XVIII es la idea de la razón y del mundo secular, iniciado en los valores generales de la Ilustración, entendiendo que la infraestructura religiosa de nuestro país no puede garantizar el éxito frente a los cambios que se están produciendo en la mentalidad exterior. De lo que se trata es de criticar el viejo estilo de la religiosidad tradicional. Tal como los propios ilustrados lo entendían, aludimos a formas vacías, producto del miedo, de la ignorancia y del fetichismo que había sido promocionada por la obsesión tridentina de valorar las obras frente a la fe.

Y todo ello, perfectamente enlaza con la tradición extremeña del siglo XVIII, en especial en la diócesis de Coria, pudiendo ver a través de las cofradías todos los aditamentos suficientes para que la ilustración, en especial el Estado, atacara sus instituciones:

  1. 1.      Obsesión tridentina: recordemos que por medio de las cofradías se promueven y desarrollan todas una serie de valores que iban encaminados a reafirmar las posturas eclesiásticas antes las exigencias protestantes, basta con los ejemplos referidos a los cultos de los santos, vocaciones marianas y trinitarias y la propia actividad de disciplina.

 

  1. 2.      Valoración de las obras: todas las actividades de índole benéfica y social que desarrollan las cofradías.

 

  1. 3.      Miedo e ignorancia:  visible en los actos de penitencia que se dan en las cofradías.

 

En definitiva, la contraposición de ciencia-razón y fe-superstición, entrando en el primer binomio, valores como progreso y felicidad y para el segundo, las grandes conductas devocionales.

Me gustaría cerrar este estudio, aclarando el concepto de religiosidad popular según la visión que le da Carla Russo, al hablarnos de este concepto desde un análisis estrictamente religioso. En un primer momento, religiosidad popular hace referencia a lo totalmente opuesto a religión clerical o simplemente elitista, lo que pondría en contraposición una serie de conceptos diferentes:

 

 

Religiosidad Popular:

 

–              Oscuridad.

–              Ignorancia.

–              Inocencia.

–              Incapacidad crítica.

–              Superstición.

–              Fetichismo en lo popular.

Religiosidad Elitista:

 

–              Reflexión.

–              Doctrina.

–              Claridad de ideas.

–              Capacidad de matización.

–              Capacidad crítica

En definitiva, podemos entenderlo como si la teología fuera contra la devoción, y en este aspecto es donde las cofradías juegan un papel importante como hemos podido observar. Por ello, a la hora de tratar el tema de las cofradías, la religiosidad y piedad popular juegan un papel transcendental.

Fuentes inéditas utilizadas

Archivo Histórico Diocesano de Cáceres.

 Cáceres. Parroquia de Santiago:

 –          Caja: 52-56, número de inventario, 53. Año, 1696.

Salvatierra de Santiago:

 Parroquia de Santiago.

 –          Caja: 11-16, número de inventario, 12. Año, 1668.

–          Caja: 17-24, número de inventario, 21. Año, 1689.

–          Caja: 28-34, número de inentario, 29. Año, 1663.

Iglesia de San Salvador.

–          Caja: 28-34, número de inventario, 33. Año, 1651.

Aldea del Cano. Iglesia del Señor San Martín.

 –          Caja: 17-20, número de inventario, 20. Año, 1625.

–          Caja: 21, número de inventario, 21. Año, 1521.

Torrejoncillos. Parroquia de San Andrés.

 –          Caja: 55-57, número de inventario, 56. Años, 1604.

Descargamaría.

 –          Caja: 14-21, número de inventario, 24. Año: 1823.[1]

Arroyomolinos de Montánchez.

–          Caja: 37-44, número de inventario, 40. Año, 1770.

Casillas de Coria.

 –          Caja: 30, número de inventario, 30. Año, 1570.

Guijo de Coria.

 –          Caja, 18-25, número de inventario, 20. Año, 1787.

Garrovillas.

 –          Caja, 54-57, número de inventario, 56.

Montánchez.

 –          Caja, 17-24, número de inventario, 20. Año, 1695.

 

Archivo Histórico Provincial de Cáceres.

  • Sección Real Audiencia, Interrogatorio de 1791 para la división del Reino en Provincias.

–          Caja 9, expedientes: 2, 4, 11, 17, 26bis, 30 y 30 bis.

–          Caja 10, expdientes: 10, 13, 21, 28, 29, 20 y 31.

–          Caja 11, expedientes: 1, 8, 13, 14, 35 y 36.

–          Caja 12, expedientes: 17 y 22.

–          Caja 643, expedientes: 3, 5, 10, 50 y 52.

Fuentes bibliográficas

 –          ÁLVAREZ, C.: La religiosidad popular. Antrhopos. Sevilla, 1989.

 –          CALLAHAM, W.: Iglesia, poder y sociedad en España. 1750-1874. Nerea. Madrid, 1989.

 –         ARANDA, J.: Cristóbal de Santa Catalina y las Cofradías Jesús Nazareno. Actas del Congreso Internacional sobre la figura del Padre Cristóbal de Santa Catalina. Córdoba-Mérida, 1991.

 –          SÁNCHEZ HERRERO, J.: Los Gremios y las cofradías de Semana Santa. Caja de Ahorro de San Fernando. Sevilla, 1980.

 –          PIÑERO VÁZQUEZ, M.: Las Cofradías en su institución histórica. Diario de Jerez. 1989.

 –          NOVISSIMA RECOPILACIÓN: La Santa Iglesia, sus derechos, bienes y rentas: prelados y súbditos. Madrid, 1805.

 –          CARVAJAL, P.: El sínodo de Coria en 1605.

 –          CROCHE DE ACUÑA, F.: Gremios y Cofradías en la villa de Zafra durante los siglos XVII y XVIII. Excmo. Ayuntamiento de Zafra. Zafra, 1996.

 –          TREVOR-ROPHER, H.R.: Religión, reforma y cambios sociales. Argos-Vergara. Barcelona, 1985.

 –          THOELTSH, E.: El protestantismo y el Mundo Moderno. México, 1967.

 –          LEONARD, E.: Historia general del protestantismo. Tomo I.

–          MARAVALL, J.A.: Utopía y reformismo en la España de los Austria. Siglo XXI. Madrid, 1982.

–          MARAVALL, J.A.: Estado Moderno y Mentalidad. Siglos XV al XVII. Siglo XXI. Madrid, 1982.

–          BENNASSAR, B.: Los españoles, actitudes y mentalidades.

 –          LE GOF, J y DUBY, G.: Hacer la Historia. Vol. I , II y III. Barcelona, 1974.

–          DOSSE, F.: La Historia en migajas. De los Annales a la nueva Historia. Barcelona, 1989.

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–          RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, A.: Extremadura: Historia y Mentalidad.

 –          DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Sociedad y Estado en el s. XVII español. Ariel. Barcelona, 1976.

 –          ALVAREZ SANTALÓ, C., BUXÓ, M.J. y, RODRÍGUEZ BECERRA, S.: La religión popular. Antrhopos. Barcelona, 1989.

 –          ROBERTO, J.L.: Muerte y religiosidad en el siglo XVIII.

–          COMITÉ DE HONOR DE LOS ACTOS CONMEMORATIVOS DEL IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE BENITO ARIAS MONTANO: Arias Montano y su tiempo. Editora Regional de Extremadura. Badajoz, 1998.

 

 

 

 


[1] El libro de reglas o constitución utilizado según aparece en la propia introducción, es una copia de las “Reglas antiguas” del año 1682.


[1] La abreviatura O. Significa organización, al igual S.Santiago corresponde al nombre del pueblo Salvatierra de Santiago

[2] Archivo Histórico Diocesano de Cáceres. Caja 11-16. Número de Inventario, 12. Año, 1668. Parroquia de Santiago. Salvatierra de Santiago.

[3] Archivo Histórico Diocesano de Cáceres. Caja 52-56. Número de inventario, 53. Año, 1696. Parroquia de Santiago. Cáceres.

[4] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección: Real Audiencia. Interrogatorio 10. Legajo 16. Año 1791. Calas del Monte (Plasencia).

[5] Archivo Histórico Diocesano de Cáceres. Caja 55-57. Número de inventario, 56. Cofradía del Rosario. Año 1604. Parroquia de San Andrés. Torrejoncillos.

[6] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Interrogatorio 10. Legajo 5-a. Calzadilla de Coria. Cofradía de la Vera-Cruz. Año, 1791.

[7] Ibídem. Legajo 15-c. Casas de Millán. Cofradía de la Vera-Cruz. Año 1791. Tomadas de las antiguas ordenanzas.

[8] Ibídem.  Interrogatorio 4. Legajo 2. Cañaveal de León. Año, 1791.

[9] Digo en aquellas que las poseían, porque el Interrogatorio de 1791 aparece una pregunta muy específica con respecto a la titularidad de las imágenes y no todas las tenían en propiedad.

[10] Archivo Histórico Diocesano de Cácerez. Caja 28-34. Número de inventario, 33. Año, 1663. Parroquia de Santiago. Cofradía de la Vera-Cruz. Salvatierra de Santiago.

[11] Felipe II en Madrid. Real Cédula de 12 de julio de 1564. Novíssima Recopilación…, Ley XIII. Libro Y. Título I. Tomada de la obra Arias Montano y su tiempo. Página 115. Editora Regional de Extremadura. Badajoz, 1998.

[12] Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Interrogatorio 10. Legajo 7-c. Cofradías del Sacramento y de la Vera-Cruz. Año 1791. Deleitosa.


[1] Cierto es que esta documentación también puede encontrarse en los archivos eclesiásticos dentro de las series conocidas como Mandas Testamentarias.

[2] Las contestaciones a dicho interrogatorio están recogidas en la obra Extremadura por Lope en 1798, editado por la Asamblea de Extremadura en 1992.

[3] De la obra de Antonio Domínguez Ortiz Sociedad y Estado en el siglo XVIII. Editorial Ariel. Barcelona, 1976.

[4] Aspecto en el que realmente no profundizo por el debate que plantea respecto a que las cofradías extremeñas en un porcentaje elevado pueden todas ellas tener un origen gremial. Ello sería sin duda  fruto de otro importante trabajo.

[5] Sánchez Herrero, J.: Las cofradías de Semana Santa de Sevilla, de los siglos XIII al XIX y su acción benéfico y social. Semana Santa. Los Gremios. Página 4. Caja de San Fernando. Sevilla, 1990.

[6] Le Goff, J. y Duby, G.: Hacer la Historia. Vol. I, II y III. Barcelona, 1974.

[7] Para comprender todo este fenómeno es fundamental la obra de Croche de Acuña a cerca de las cofradías y los gremios en la Villa de Zafra durante los siglos XVII y XVIII.

[8] Véase la obra publicada con motivo del homenaje a Benito Arias Montano  por medio de la obra: Arias Montano y su tiempo. Página 35. Junta de Extremadura. Consejería de Cultura y Patrimonio. Comité de Honor de los actos conmemorativos del IV Centenario de la muerte de Benito Arias Montano. Editora Regional Extremeña. Badajoz, 1998.

[9] En 1917 el Código de Derecho Canónico decide su convocatoria cada diez años. Código de Derecho Canónico. B.A.C. Madrid. Página 42. Francisco Croche de Acuña Gremios y Cofradías en la Villa de Zafra durante los siglos XVII y XVIII. Página 21. Zafra, 1996.

[10] Recordemos que es tras el Concilio de Trento cuando en este ámbito se regulan la vida de la parroquia, apareciendo las series documentales que conocemos como Registros Sacramentales con una obligatoriedad y un control.

[11] Tomado de las Constituciones promulgadas por el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor D. Francisco de Roys y Mendoza. Obispado de Badajoz, electo arzobispo de Granada. Vicario General del Real Exercito de Estremadura, del Consejo de su Magestad, etc. Madrid, 1671. Que aparece en la obra de Croche de Acuña . Ibídem, nota 13. Página, 41.

[12] Archivo Histórico Diocesano de Cáceres. Caja 11-16, número de inventario 12. Año 1668. Parroquia de Santiago. Salvatierra de Santiago.

[13] Historia de España dirigida por Miguel Artola. Toma 3. Capítulo XI. Página, 411.


[1] Digo polémico porque es cierto, que la Historia de las Mentalidades ha sido y es atacada por ser considerada como una especia de “cajón de sastre” en cuanto a que todo aquello que no corresponde a lo económico o a lo demográfico, debe ser encuadrado como mentalidades.

[2] Aspecto que no deja de ser curioso pues, como oficinas productoras y generadoras de documentación, las cofradías nos ofrecen originariamente tipos y series documentales que deberían de estar completos, pero el descuido y el grave problema que ha supuesto siempre los archivos parroquiales hacen que hoy, estas fuentes estén muy mermadas.

[3] Por ejemplo, en ningún momento este trabajo pretende explicar las cofradías exclusivamente desde el punto de vista de la Semana Santa, sus imágenes, desfiles procesionales, número de cofrades o largas listas de mayordomos y cargos diferentes.

[4] Como archivero parroquial en la iglesia de San Pedro Apóstol, la documentación concerniente a un total de nueve cofradías se reduce exclusivamente a las cuentas de las fábricas, no existiendo ni libros de regla, ni libros de asiento de hermanos, ni bulas de dispensación, ni otro tipo documental. Tengo constancia en otros archivo parroquiales de la comarca montijana, en los que ocurre exactamente igual e incluso peor, pues no hay información de ellas.

Dic 042013
 

  Pablo Iglesias Aunión.

 “Los sucesos acaecidos en España entre noviembre de 1807 y mayo de 1808 ante la presencia del poderoso ejército francés y bajo la influencia omnipresente del emperador, cambiaron profundamente la coyuntura de la política española en el siglo XIX”.[1]

Introducción

 Jornadas, Coloquios, Congresos, Seminarios y exposiciones que llenan prácticamente desde finales del pasado año del 2007 nuestra amplia geografía con el ánimo de buscar en el recuerdo y desde la investigación todo aquello que gira en torno al Bicentenario de la Guerra de la Independencia o como dirían portugueses, británicos y franceses, la Guerra Peninsular.

Durante los años que van desde 1808 a 1814, España conocer el desaliento de una Monarquía Borbónica que no supo jugar bien las cartas de su política exterior y terminó como Fontana ha afirmado, entrando en el juego del “gato y el ratón” en unas reglas marcadas por el Emperador Napoleón. El siglo XIX y el XX serán buena muestra de ello con multitud de escritos, estudios e investigaciones en referencia a este tema.

Quizá por ello, 1808 supone y es obviamente un año que para Extremadura, de manera extraordinaria, le permite entrar por la puerta grande a un proceso que desde un mundo excepcional y como expresa José María Guerrero Acosta[2] “…se alzó desde la más enconada actitud en una resistencia armada de navajas contra corazas y la cólera de los excesos de un rey extranjero identificado con el secuestro familiar”. Precisamente ha sido la lectura de esta obra y en concreto esta misma cita, la que me ha sugerido parte del título que me trae una año más a estos fabulosos Coloquios Históricos en Trujillo.

Es una vez más, la mano del investigador la que desciende para encontrarse cara a cara con este período difícil de nuestra Historia. Mano que saborea los legajos de los archivos municipales, parroquiales, diocesano y provinciales, eclesiásticos y privados para poder posteriormente con el análisis y el estudio concienzudo, ascender hacia una realidad compleja, trágica, pobre y mísera en la que se vio sucumbida la población extremeña que de por sí, estaba instalada en los modelos sociales, económicos, políticos y religiosos del Antiguo Régimen, precisamente aquello que Francia había destruido a finales del siglo XVIII, generó como hijo de la Revolución, la dictadura de un Emperador que quiso hacer de toda Europa una provincia de Francia.

Es cierto que junto al análisis bélico que durante muchos años ha sido la única cara con la que se nos ha presentado este período, incluso a niveles de enseñanza, donde las hazañas del héroe popular de heroica gesta se nos presentaba a lo largo de todos los años de la Guerra desde su superficial e inesperado levantamiento del 2 de mayo de 1808 hasta el peso de la guerrilla que oscurecía un ejército profesional que parecía no existir en este enfrentamiento frente al todo poderoso ejército imperial francés, la historiografía ha ido avanzando para mostrarnos una nueva posibilidad de estudio sobre este periodo que lleva a muchos historiadores a realizar una rica producción investigadora que ya no puede ser obviada por nadie que se precie investigar en serio la presencia de la Guerra de la Independencia para una zona, comarca o región del territorio español, en este caso, la Baja Extremadura y una vez más, la Comarca Emeritense. Se trata del enfoque que nos presenta la Guerra como el primer intento de Revolución Liberal Burguesa, la muestra inefable de que las férreas estructuras del Antiguo Régimen que venía caracterizando España desde el siglo XVI con muchos de sus elementos y modelos nacidos incluso en el Medioevo, ahora, se quebraban y se venían abajo para que incluso tras la restauración del Absolutismo de Fernando VII y durante su mismo reinado, el Trienio Liberal (1820-1823) volviera a recuperar la obra constitucional de Cádiz donde el nombre extremeño tanto tuvo que decir[3].

Junto a este nuevo enfoque, tremendamente interesante que plantea la apertura de este mismo trabajo de investigación hacia el análisis de la crisis de los modelos propios del Antiguo Régimen en los pueblos que configuran la anteriormente mencionada Comarca Emeritense, el presente trabajo de investigación para esta nueva edición de los Coloquios Históricos de Extremadura en Trujillo en este año del 2008, se precia a desglosar el impacto social, económico, político y religioso que tuvo la Guerra de la Independencia, especialmente los sociales y económicos desde la mirada del pueblo, desde la organización local ante la presencia no ya solo del los soldados franceses que como lógicos enemigos causaron tremendas pérdidas en todos los sentidos sino también, del mismo ejército español y británico y, de los continuos requerimientos de la Junta Provincial en conceptos de granos y dineros.

Desde esta perspectiva que podemos denominar, “desde abajo”, presento este trabajo para un mayor conocimiento de lo que fue el proceso de Independencia en Extremadura a través de lo que es la Baja Extremadura y los pueblos de la entonces Comarca Emeritense: Montijo, Puebla de la Calzada, Torremayor, Lobón, La Garrovilla, La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago y el lugar llamado Dehesa y Monasterio de San Isidro de Loriana (de origen franciscano) configurándose de esta manera el presente estudio que he querido titular, insisto, en honor al reciente trabajo publicado por José Manuel Guerrero Acosta, “Navajas contra Corazas. Historiografía de la Guerra de la Independencia desde la Baja Extremadura: 1808-1814”.

 

  P.1. Una Intensa Historiografía Sobre Este Periodo En Nuestra Región

 Desde el mismo momento en que se comenzaron a producir los primeros levantamientos en Badajoz, Cáceres, Plasencia o Coria (junio de 1808), se formó en la mencionada Comarca Emeritense de la Baja Extremadura, un pasillo natural que comprendía Talavera, Lobón, cruzando el río Guadiana hacia Puebla, Montijo, Torremayor, La Garrovilla (como vía de escapa hacia Mérida) y La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, Loriana y Alburquerque en dirección a Portugal. Sin duda se formó una zona de claro enfrentamiento donde la población tuvo que soportar, entre otros efectos, la presencia no sólo de enfrentamientos bélicos y duras luchas, unas veces organizadas y otras esporádicas[4].

Fue España modelo de resistencia a los franceses para muchos países de Europa que igualmente estaban sometidos al poder napoleónico[5]. Pero no podemos entrar en este análisis muy interesante de la más reciente historiografía sobre la Guerra Peninsular. Nos interesa obviamente centrarnos en la región extremeña y de manera más concreta en la Comarca Emeritense desde esta zona de la Baja Extremadura que durante ya varios años viene visitando estos Coloquios Históricos desde sus diferentes temáticas. La Comarca refleja metodológicamente un modelo y un espacio adecuado tanto en la percepción de sus causas lejanas como de las próximas. El trabajo me ha permitido analizar la grave situación social, económica y política, el tremendo malestar en el que se vio inmiscuido la población (ciertamente es el verdadero objetivo del trabajo).

La crisis de subsistencia y los problemas que venía suscitando el agotado modelo del Antiguo Régimen, en regiones y zonas como la extremeña alcanza escandalosas expresiones que nos llevaron a claras situaciones de miseria, hambre y pobreza con la presencia del ejército napoleónico, los requerimientos de la Junta Provincial y la atención a los ejércitos españolas y británicos. Y a pesar de que todo ello respondía claramente a un sistema anquilosado desde siglos, en la población española en general y la extremeña en particular, caló aquella falsa idea de unos “monarcas secuestrados”[6]. Una población que además, junto a una situación cambiante en los económico y en lo social desde finales del siglo XVIII ahora, también observaba cambios políticos que en ocasiones no entendía pues, quien ayer era enemigo (Portugal, Gran Bretaña) hoy eran aliados y quienes, lo fueron como tal (Francia), hoy eran enemigos invasores.

Se plasmó este malestar en muchos de los pueblos de la Comarca Emeritense donde los elementos sociales con más peso, alentarán al pueblo sencillo y llano a luchar por esos mismos ideales que se veían amenazados y en ocasiones, imposible de atender como veremos más adelante. No olvidemos que en un proceso tan complejo como el de la invasión y defensa del territorio peninsular, los antecedentes deben siempre ser perfectamente analizados y España como lógicamente Extremadura, heredaba una infraestructura tan tremendamente anquilosada y arruinada en los más tradicional, que como primera conclusión ya a los por qué del levantamiento y la lucha, la visión del pueblo de un país lleno de conspiraciones, vacío de poder y en el que, bajo el abuso de la confianza de pasar hacia Portugal y plantear el famoso bloqueo Atlántico a los británicos, Napoleón se quedaba en sus tierras. Y no es nada exagerado hacer descender estas ideas hasta una Extremadura que ni mucho manos estaba ajena a todo estos sucesos.

La entrada en el siglo XIX para nuestra Región y Comarca, es claramente la entrada en un encadenamiento de crisis de subsistencia donde la demanda de productos por parte de una hambrienta población era superior a la agotada productividad de la tierra[7]. Imaginemos por un momento lo que ante una realidad como esta supone para la población extremeña la entrada en la guerra. Hablarán claramente en nuestros pueblos, villas y aldeas las fábricas de parroquias, de hospitales de pobres, de cofradías, de obras pías (algunas imposible en estas fechas ya de poder ser sostenidas por algunos miembros de la nobleza local); lo dirán los fondos ante los requerimientos Provinciales los mismos Concejo con sus cuentas sobre el trigo y grano de los Pósitos y lo dirá un comercio que si ya era muy localista, ahora dificultaba la llegada de productos porque escaseaban y porque las cuadrillas del ejército enemigo acechaban por los caminos y alrededores de ríos como el Guadiana o el Lorianilla para nuestro caso.

El descontento pues se irá generalizando conforme la nueva Centuria del Diecinueve avance y tendremos en nuestros pueblos los descontentos de todos los sectores sociales, comenzando por la Iglesia que veía en los poderes anteriores puntos de conflicto tanto con la política de Carlos IV como la de Godoy ya que los aires desamortizadores no traerían buenos recuerdos; igualmente la nobleza y clases más privilegiadas que escuchaban la posible misma amenaza que a la Iglesia en sus tierras y además de que estaban siendo apartados de los principales centros de poder, las ideas liberales hablaban de una pérdida de los privilegios. De la burguesía, apartada de esos puestos y cansado de ser la que tenía que soportar los continuos gastos de las guerras y soportar los efectos de las crisis de subsistencia, es mejor no hablar ante una coyuntura de guerra.

Es la misma realidad que nivel general nos describe Joseph Pérez[8]: “Cuando Murat dio la orden a la tropa de atacar, lo que desencadenó el levantamiento…la batalla causo durante todo el día estragos en las calles de la capital, en los alrededores de la Puerta del Sol. Primero se combatía con trabucos, cuchillos y bastones…contra los mamelucos.”

La misma respuesta se ira generalizando según la información que hemos podido estudiar desde nuestros archivos provinciales, municipales y eclesiásticos. Se evidencia de estos documentos, una desconfianza hacia la Corona total y absoluta, lo vamos a poder comprender mejor con algunas de las citas textuales que el trabajo recoge y donde los pueblos de la Comarca Emeritense, acusaron claramente en sus instituciones civiles y eclesiásticas como tendremos también de la misma manera oportunidad de mostrar.

Pero hay un aspecto que es realmente en el que quiero insistir mucho a lo largo del presente trabajo y que suele siempre acompañar a estos grandes acontecimientos y es, el cómo y la manera en la que nuestra población tuvo que soportar desde las presiones de la Junta Provincial con exigentes requerimientos de suministros, alimentos y dineros sin mirar la realidad de aquellos a quienes se les requería a la presencia un tripe ejército compuesto por el enemigo francés (el más peligroso), el británico (poco considerado con nuestra población) y el español (receloso de saber que en ellos estaba la base de la guerrilla nada profesional). Es quizá esa mencionada historia desde abajo que en algunos campos de la Historiografía Española y Europea, sobre todo para períodos Medievales y Modernos se ha insistido en determinados momentos.

Como las capas de la sociedad del primer tercio del siglo XIX, como si fueran las finas láminas de un cebolla, se desgranan a favor del trono y de expulsar al enemigo francés interviniendo en todo ello, desde elementos relevantes del clero como de los concejos, a los campesinos que cambiaban la azada por el puñal o usaban la primera como si fuera la segunda. Pero también, junto al pueblo sencillo y llano, párrocos como jerarquía eclesiástica o miembros al servicio de la nobleza, caso en ambos ejemplos en Montijo del cura párroco instigando a los levantamientos (don Gonzalo Vélez de Guevara) a administradores de rentas de los condes (don Manuel Flores Calderón[9]).

En definitiva, que la situación general que se vivía en España y en toda Extremadura, como era de esperar llegó hasta estos pueblos y como rápidamente vamos a poder comprobar, las fuentes documentales tanto municipales como parroquiales nos hablan de que muchos fueron los casos en los que la ya mencionada realidad de la guerra, privó de alimentos y provocó la muerte de muchísima población con altos porcentajes (quedarán más adelante recogidos en sus respectivas tablas y gráficos comparativos) entre los clasificados socialmente como pobres de solemnidad y los párvulos.

En el año 1999, pudo obtener un documento bastante clarificador a este respecto cuando en la iglesia parroquial de La Garrovilla (Nuestra Señora de la Asunción), el día dos del mes de marzo del año 1812, el cura párroco y ecónomo de la misma, dio sepultura al cadáver de Francisco Mateo Rodríguez, vecino de esta localidad, marido de Olalla Moreno, del que se hace constar que era

 

“…divorciado, de edad de unos cincuenta y cuatro años y de ejercicio mendicante. Recibió el Santo Sacramento de la Extremaunción y la penitencia interpretativa sub condicione y consta que como motivo de su fallecimiento, el parajismo mortal en el que cayó y murió por la falta de alimentos.”[10]

     

 P.2. UN TRISTE DIÁLOGO CON EL ENFRENTAMIENTO: LAS CLAVES PARA ENTENDER LA GUERRA PENINSULAR EN LA COMARCA EMERITENSE: 1808-1814

 Que fácil pues, nos resulta comprender con todos los datos y análisis que nos van surgiendo de las primeras conclusiones en el estudio de estas fuentes, el auténtico caos socio-económico que provocó la entrada de las tropas napoleónicas en la Península y como España. Extremadura y nuestros pueblos, contemplaban que aquel paseo a tomar Portugal con el anhelo de poder de esta forma bloquear a la Antigua Europa desde el Atlántico con los ojos puestos en Gran Bretaña no supuso otra cosa que “los deseos de una venganza por la humillación sufrida en Bailén y donde la Junta Central perfeccionó su control polít5ico mediante la reforma de unas instituciones…Juntas superiores y provisionales e observación y defensa…”[11], pero mientras tanto, pueblos como los estudiados desde el último cuarto del siglo XVIII con la nefasta política de Carlos y Godoy, se veía ahora más que nunca ahogada.

Desde luego lo que si iba quedando ya claro y quedará más aún tras finalizar el presente estudio es que, el desmoronamiento del Antiguo Régimen de manera institucional había comenzado según algunos historiadores de una manera clara ya en marzo de 1808, desde que la familia real portuguesa había huido a Portugal y las tropas francesas comenzaban a tomar posiciones sobre España[12].

Y finalmente, que lástima no poder adentrarnos con mayor exactitud o profundidad en muchas ideas que pulularon por nuestros pueblos dentro del mundo afrancesado y que arrancó incluso entre algunos miembros de la misma nobleza local e igualmente de administradores y funcionarios a su servicio[13]. Con todo lo anteriormente expuesto, creo poder estar más que en disposición de adentrarnos de lleno en el análisis de las causas, la realidad social y económica de las poblaciones estudiadas[14]. Como es normal, dentro de una amplia zona que abarca como se indica una número considerable de poblaciones, he escogido por su extensión demográfica en aquellos momentos y su importancia una triple realidad sobre la que irán girando todas las demás: Montijo y Puebla de la Calzada esencialmente pero, sin desmerecer documentalmente en ningún momento el resto de la información que aporta el resto de la población. Lo reflejo en la siguiente tabla donde aparece recogida la documentación inédita utilizada:

  

LOCALIDAD

 

TIPO DOCUMENTAL

-ARCHIVO DE PROCEDENCIA

FECHAS EXTREMAS

 

 

 

La Garrovilla

– Registros Sacramentales: Libros de Defunciones.

– Fábrica Parroquial

– Cofradías y Hermandades[15]

– Reparaciones y arreglos de la templo;

– Comunicaciones e Intendencia

 

 

 

Archivo Parroquial

De Nuestra Señora de la Asunción

 

 

 

 

1626-1919

 

 

 

Montijo

– Libro Fábrica Parroquial; – Colecturía de Cura, Clero y Perpetuas;– Libros de Fábricas de – Cofradías y Hermandades[16].– Sección de Quintas y Milicias

 

Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol

 

Archivo Histórico Municipal

 

1713-1836

 

 

1800-1833

 

 

Puebla de la Calzada

– Sección Quintas y Milicias. Documentación relacionada con la Junta Provincial-Hospital Misericordia y Cofradías[17].

Archivo Histórico Municipal

 

Archivo Parroquial de Ntra. Sra. De la Encarnación

 

1808-1814

 

 

1569-1833

Torremayor

-Libro de Defunciones– Quintas y Milicias

 

Archivo Parroquial de Santiago

1762-1828

Esparragalejos

 

Carece de información

Archivo Municipal

1901

La Nava de Santiago

 

 

Quintas y Milicias

 

Archivo Histórico Municipal de Montijo

 

1819

Lobón

Registros Sacramentales

Cofradías y Hermandades

 

Archivo Parroquial de Nuestra Señora

 

1800-1833

Puebla de Obando

 

Documentación variada

 

Archivo Parroquial de

 

1760-1860

P.2.1. Las graves consecuencias de una planificación de guerra: exigencias desde la Junta Provincial.

 

            La Junta Provincial desde el mismo momento en que llegan noticias del levantamiento en mayo de 1808 en Madrid y de que, podríamos decir en cascada se va sucediendo en muchas capitales españolas, uno de los principales problemas comenzó siendo el suministro de las tropas y el alistamiento de soldados dispuestos a luchar contra el ejército de Napoleón. Pero a nosotros nos interesa saber que, entre junio y julio de ese año, Badajoz[18], Mérida, Cáceres, Plasencia, Coria y otras localidades extremeñas comienzan a levantarse. Y además, comencemos con las palabras que aparecen recogidas en rico y significativo documento dirigido a todos los ayuntamientos desde Sevilla y del que podemos encontrar una copia en el Archivo Histórico Municipal de Puebla de la Calzada:

 

“Ya no tenéis ni leyes ni liberta, ni bien alguno: ya se os ha forzado a hacer esclava a toda Europa, haciendo derramar vuestra sangre y la de vuestros hijos; ya esa Familia que no es francesa, reina por vosotros en varias naciones de Europa sin ningún interés de la Francia, de ningún pueblo. Quedaba España, vuestra aliada perpetua, y que por mil medios como sabéis, ha ocurrido a vuestros inmorales triunfos. Se os han arrebatados vuestras leyes, su monarca y su grandeza y hasta su misma Religión se amenaza…”[19]

           

Aquí es nada lo que al pueblo extremeño en general y los analizados para este trabajo en particular supone la llegada de misivas de este tipo pero que al investigador se le ofrece de un gran interés y además anima y alienta a escudriñar sobre los aspectos y motivaciones políticas que hicieron que representantes de todos los sectores sociales intervinieran en dicho conflicto. La Guerra de España y Francia tiene un aliciente muy particular para el investigador y que sobradamente se refleja en estas localidades: el sentido patriótico que va surgiendo en todo momento desde que el mismo pueblo, por sencillo o culto que fuera, teniendo en cuenta los altos índices de analfabetismo en España y una vez más, extraordinarios en Extremadura.

La Historiografía por general suele atribuir a estos enfrentamientos unas connotaciones patrióticas que son alimento para que las mismas fuerzas militares no se vengan abajo. Pero en el caso de la Guerra de la Independencia, no era precisamente a un ejército profesional al que iban dirigidos esos ánimos patrióticos desde las plazas de los pueblos o desde los mismos púlpitos. La ya mencionada documentación que aparece en la tabla recogida anteriormente, me ha permitido de una manera definitiva articular este trabajo de investigación siguiendo las siguientes directrices:

 

  • El aspecto moral-anímico que provoca la invasión y el aliento a la defensa de la tierra, de ese único medio de sustento que ahora incluso en sus aprovechamientos municipales donde la propia población participó, los Pósitos, no quieren ver entregados a manos ni británicas, ni francesas y me temo que tampoco a manos del mismo ejército español puesto que las cantidades que les requieren a modo de censos, vamos a ver como fueron en muchas localidades falseadas. Junto a ello, la problemática a la hora de los alistamientos forzosos cuando familias completas veían su economía deteriorada al tener que marchar al frente quienes estaban en condiciones de trabajar la tierra, acudir a los mercados, vender en las ferias de Mérida o Badajoz, Cáceres o Plasencia.
  • Una segunda línea de investigación me ha permitido comprender los terribles efectos económicos donde los concejos, fábricas parroquiales, cofradías y hermandades, hospitales, hospicios, conventos y demás instituciones de carácter social paralizaron, empeoraron o dejaron incluso de funcionar.
  • En tercer lugar, la transformación de unas estructuras propias del Antiguo Régimen que a la vez abre otro apasionante estudio sobre los cambios de modelos de este Régimen a la futura llegada del Liberalismo a pesar de la frustración del reinado de Fernando VII.

 

P.2.2. Una sociedad mermada anímicamente y alentada a lucha: sociedad y economía deficitaria en la Comarca Emeritense.

 

            Montijo como he indicado anteriormente, junto a Puebla de la Calzada, se convierten en núcleos esenciales de referencias como claro ejemplo de lo que se generaliza y sucede en torno al resto de la Comarca. Las palabras de don Gonzalo Vélez de Guevara el 28 de agosto del año 1808, con el Santísimo Sacramento expuesto y ante la asistencia masiva del pueblo entre los que encontramos a los mismos miembros de la Corporación como eran los alcaldes ordinarios, regidores y secretarios pues, eran figuras muy unidas en el panorama social del Antiguo Régimen[20], hijosdalgos, clero. Religiosos del convento de Seráfico Padre San Francisco Hospicio de Montijo, donde Vélez de Guevara, en un ardiente tono se dirige a los presentes esgrimiendo y razonando los motivos por los cuales han de ser defendidas las tierras y casas de Montijo ante la invasión del enemigo francés. Resaltó el Licenciado Guevara las virtudes patrióticas de los montijanos y gentes de la comarca y expuso la ya tradicional y muy repetida imagen por muchos de los pueblos y ciudades nos solo de Extremadura en particular sino de España en general, de un Napoleón contrario a la fe católica, que tenía secuestrados a la familia real en Bayona y de donde además nace una pseudo constitución que no recoge la oficialidad del catolicismo: no existe referente igual[21].

            Y obviamente de las palabras del párroco contra una Francia que ocupa y a favor de una España a la que alienta directamente mediante su feligresía al levantamiento, se esconde también la gravísima situación por la cual en lo económico, la guerra causó en nuestra Comarca.

            Nuestros pueblos se vieron literalmente ahogados por una crisis que ya venía de los años anteriores del siglo pasado y a la que ahora se le dice:

 

“Urge mucho que sin perder un momento se dirija todo el trigo que existe en el pósito, pues es necesaria en esta Plaza (Badajoz) para formar almacenes, capaces de mantener a la tropa y a la población de esta provincia para su defensa y la de nuestro soberano el señor don Fernando VII, con el que se ha puesto el pueblo en armas.”[22]

 

            La Junta Provincial. Limitándose obviamente a ejecutar las órdenes que le llegaban a través de las Reales Provisiones, muchas de las cuales a modo de copias se conservan tanto en los archivos municipales como parroquiales, exigía de manera rápida y urgente, primero el envío de los censos de las producciones de todos los pueblos, que se hiciera además de manera amplia y detallada. Circulares y ejecutorias dirigidas especialmente a los alcaldes de las localidades:

“Que se embargue todo el grano, informando de las tierras aprovechadas y de las cabezas de ganado existentes…”[23]

 

            La tarea por supuesto no sólo no presentaba fácil, sino que las propias autoridades eran conscientes y sabían sobradamente que se ocultaban datos o se falseaban las cifras para que a la hora del cálculo de los requerimientos de provisiones, los pueblos no fueran tan diezmados. Había por tanto si queremos denominarlo así, una mirada recelosa por ambas partes y la Junta Provincial hacia un especial hincapié en el tema de los Pósitos.

            Los Pósitos hemos de entenderlos bien y comprenderlos la importancia que jugaron en momentos no ya sólo de enfrentamientos bélicos como pudo haber sido con anterioridad la Guerra de Secesión de Portugal a finales del siglo XVII; los pósitos jugaban igualmente un papel esencial ante la crisis de subsistencia por ejemplo puesto que eran, para que los podamos entender con una imagen clara auténticos almacenes de subsistencia. Eran edificios que en algunas de las localidades estudiadas en esta Comarca tuvieron creación exclusivamente de carácter caritativo o benéfico especialmente cuanto más nos movemos hacia sus orígenes medievales. La legislación sobre los pósitos llegaría con Felipe II (1556-1599) exactamente en el año 1584 pero, no sería hasta el siglo XVIII cuando no tuvieron un auténtico interés en ser centros de planificación, inversión y préstamos para la siembra. Hasta el año 1751, año en los que quedaron unificados bajo la supervisión de la Secretaría de Justicia y posteriormente otros organismos y ministerios, carecieron de un control único.

            En el año 1773, existían 5.255 pósitos con unos depósitos que alcanzaban las cifras de 7.000.000 de fanegas de trigo y más de 42.000.000 de reales en metálico. Las regiones donde más peso tuvieron fueron Castilla la Vieja, Extremadura (en nuestra Comarca como veremos fueron extraordinariamente importantes), Andalucía y en menos grado en la entonces Castilla La Nueva.

            Muy cercana ya a las fechas de la contienda que ocupa nuestro interés y en el reinado de Carlos IV, el recurso a los bienes de los pósitos para paliar las crisis financiera iniciaron un proceso de abuso que le llevaron a la decadencia y máxime si tenemos en cuenta que en el último cuarto del siglo XVIII atendieron de manera clara las peticiones por las ya expresadas necesidades. En la Guerra de la Independencia jugaron, al menos por lo documentado en la Comarca Emeritense un papel esencial y en el caso de la villa de Montijo tenemos conocimiento del pósito[24] a mediados ya del siglo XVIII pues con anterioridad se tiene localizadas unas sileras bajo el suelo en las proximidades de los dos templos que fueron (uno de ello aún lo es) parroquiales desde el siglo XV a  la actualidad. Remodelado en el año 1789 un nuevo edificio nacería en la II República y acabaría posteriormente convirtiéndose en Escuela de Primeras Letras.

            La Junta Provincial consciente de la existencia de estos grandes graneros en los pueblos, dirige a Montijo la siguiente circular:

 

“Exorte y excite el patriotismo de esos hombres, vecinos para que franqueen Toto el trigo y cebada que puedan gratuitamente como lo hacen y lo aportan todo los pueblos de esta Provincia, confirmando el amor al Rey que tiene acreditado.”[25]

 

            Quedemos por un momento de lado, las dudas sembradas sobre la realidad de las aportaciones que deberían nuestras localidades hacer llegar a la Junta Provincial y veamos como tanto en grano y carne, los pueblos villas y aldeas de la Comarca Emeritense si tuvieron forzosamente que hacer a la mencionada Junta. A ello uniremos un nuevo aspecto, los usos y abusos como tónica dominante y donde los responsables de las juntas y de la administración eran conscientes, intentado de frenarlas igualmente con órdenes y circulares que nuestros archivos vuelven a mostrarnos para su investigación.

            Por ejemplo, existen reclamaciones hechas por la práctica totalidad de pueblos de la Comarca Emeritense recogidas en los llamados Libros de Labradores[26]en los cuales aparecen las quejas de estos pueblos del partido tanto de Mérida como además de Badajoz y en los que se dice:

 

“Se atiendan por todo lo que ha padecido y sufren las actuales circunstancias y por las urgencias que les ocasionan nuestros acuerdos…”[27]

 

            Las normativas por tanto no se hicieron esperar y la necesidad de un cambio de mentalidad por parte de los responsables era necesaria si se quería para ello que los pueblos prestasen la adecuada ayuda:

 

“Que se libre a todo labrador, la mitad de los carros y bestias que tengan empleados en aquel servicio, y que se reemplacen con las del uso que solo sirven para la comodidad y ostentación de los poderosos”.

 

“El que se ponga mucho cuidado con los granos que salen para atender las necesidades del ejército aliado…Se había permitido que se acopiasen en esta Provincia y extranjericen a Portugal, dos mil fanegas de cebada para el suministro del Ejército británico, pero que en los sucesivo no se sacasen mayor cantidad, ni de esta especie, ni de trigo sin expreso y Real permiso.” [28]

           

Desde luego la situación general de todos nuestros pueblos era realmente lamentable y quedó agravada considerablemente porque, tanto instituciones como población, civiles como eclesiásticas sufrieron la idea de que sobre ellos se iba a generalizar una grave situación:

 

“Las tropas se ha mantenido en esta Provincia por el método perjudicial de exigir raciones y hacer requisiciones de los demás efectos. Extremadura, acostumbrada a tantos sacrificios voluntarios a favor de la causa común, haría gustosa este nuevo según sus posibilidades, si hubiera arreglo y una economía justa. Pero, como se ha exultado las exacciones, cada jefe, cada comandante ha hecho las que les ha parecido, sin ninguna intervención del mismo público.”[29]

 

            Las exigencias fueron cada vez mayores y las respuestas cada vez más penosas para nuestros pueblos. El Comisario de la Guerra de la 1ª División del 2º Cuerpo que residía en La Garrovilla, pide a Montijo nada menos que la cantidad de cien fanegas de arrobas de trigo, dos mil raciones de pan, cien fanegas de cebada, doscientas de paja, cuarenta de carne y dinero, destinado a sofocar los gastos de ejército y del hospital. A la misma localidad, Montijo, se le piden cuatrocientos cincuenta reales; a Torremayor, doscientos; a La Garrovilla ciento setenta y seis y a Esparragalejos, cien reales.

            Las siguientes tablas nos dan una idea de estos requerimientos y la forma en la que las mencionadas poblaciones actuaron:

 

MODELO I:

Resultados de los requerimientos del Pósito.

Existencias en los Pueblos de la Comarca de Lácara.

 

          Cobro y cargo: 440 fanegas que se encontraron en dos paneras; cobradas 180 fanegas: tres paneras que utilizaba para el suministro del ejército y que producción 18 fanegas.[30]

          Distribución de especies entregado a la Provincia en víveres, por tercera parte del requerimiento según orden de la Junta de Intendencia: 148 fanegas; remitidas el ejército 27 fanegas y total de lo distribuido, 395 fanegas.

 

De todos estos datos nace la primera de las TABLA INDICATIVA[31]

 

Suministros

Fanegas

Precio de cada fanega[32]

Valor Total

Remitidos a Lobón

91

47 r.v. y 22 mv.

4.359 r.v. y 4 mv.

Remitidas a Talavera

21

58,8 r.v.

1.397 r.v. y 22 mv.

Primer Suministro

113

74 r.v y 4 mv.

8.429 r.v. y 22 mv.

Segundo Suministro

150

52 r.v. y 32 mv.

8.377 r.v. y 32 mv.

Tercer Suministro

7

84 r.v.

633 r.v. y 30 mv.

Total

390

23.195 r.v, y 8 mv.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Suministro en todas las especies para varios pueblos desde Enero hasta Abril de 1810

 

Alburquerque

Alburquerque

Puebla

La Roca

Montijo

Badajoz Provincia

Mérida Provincia

Sueltos

Total

Vecinos

8

1

6

3

2

7

6

33

Ración de Pan

9

6.122

2.200

4.065

240

32

1.068

Fanegas de Trigo

1.031 f.

80 f.

1117 f y 19 c.

42 f.

Y 3 c.

78 f.

58 f.

y 15 c

6 f.

1394,64

Cebada

21 f.

21

Habas

6 f. y 9 c.

6 f – 9c

Ración de Tocino

 

 

 

 

 

 

 

1894

Garbanzos

7 f.

7

Paja

 

 

—-

200

200

 

 

Suministro de carne a las Tropas de S.M. con toda expresión año 1810[33]

 

Pueblos

Recibos

Ganado vacuno

Ganado Lanar

Ganado Cabrío

Ovejas, expresadas en cabezas

Raciones

Torremayor

6

22

12

917

Garrovilla

22

61

1813

Esparragalejo

20

—58

1821

Carrascalejo

13

1

27

962

La Nava

12

92

12

1131

Cordobilla

 

 

 

 

 

 

Puebla de Obando

11

12

12

1759

Carmonita

1

3

22

1113

La Roca

12

940

 

 

            Podemos deducir de los datos que aparecen recogidos en la antedicha tabla que, La Roca de la Sierra, Badajoz Provincia y Montijo fueron los lugares con una mayor aportación en especie para el suministro de las tropas. Como ejemplo que lo que decimos y en referencia a la Tabla primera, La Roca de la Sierra aportó un 48,95%, situándose en los primeros pueblos (más fronterizo a Portugal) y Montijo, núcleo poblacional de mayor extensión demográfica, lo hizo con un 15,09%. No debe para nada extrañarnos la idea de que una población que realmente era pequeña pues según el Censo de Floridablanca, nos situaría a esta localidad en el último cuarto del siglo XVIII (1761) en torno a los 540 vecinos, no nos debe resultar como digo nada extraño por cuanto La Roca de la Sierra era prácticamente la puerta de salida hacia Villar del Rey y Alburquerque cerquita de Portugal por lo que era zona importante de tránsito de los ejércitos aliados a la vez que por su proximidad a las estribaciones de la Sierra de San Pedro, lugar perfecto para la práctica de la guerrilla.

            Finalmente en la elaboración de todo este conjunto de datos no podemos olvidarnos del suministro de carne a la tropa de su Majestad, es decir, del monarca mientras que la Junta Provincial garantizaba el pago de todas estas entregas en especie siempre y cuando las circunstancias, según afirman las propias circulares, lo permitieran.

            Queda claro además, que en dichas entregar, no se realizará únicamente la recaudación y petición de granos y ganado sino que, igualmente se les pediría dinero. En el caso de aportaciones en monedas contantes y sonantes, he tomado como ejemplo Montijo y Puebla de la Calzada quien aportó 840 reales en 1810 la segunda, y Montijo la cantidad de 26.000 reales.

            Hay un claro reflejo de la herencia de la sociedad que ha pervivido durante tantos siglos donde la estamentalización ha sido claramente definida por el concepto de “privilegio”. Digo esto porque a la hora de hablar de cantidades económicas aportadas, no podemos jamás olvidar que, esa misma estamentalziación también hizo acto de presencia en periodos de guerra. Se dieron los casos de familias que, para que sus hijos pudieran librarse del llamamiento a filas, entregaron grandes cantidades de dinero a modo de colaboración con la Junta y el mismo gobierno provisional, quien además lo prefería antes que el abandono es decir, la deserción. Vecinos de Montijo y Puebla de la Calzada lo hicieron:

 

“Sin perder un momento, todos los soldados y cualquier cuerpo que sean, con los desertores, salgan inmediatamente a la ciudad de Trujillo, disponiendo de todos los vecinos honrados de cada pueblo que sean armados.”[34]

 

            El ejército en función a como marchaba la guerra, se veía de manera continuada a tener que realizar ajustes y las reclamaciones unas veces iban a los ayuntamientos en peticiones más de trigo, cebada, pan, carne, etc., otras veces hombres y otras incluso caballeriza para el combate y armas. Claro que tampoco fue siempre tan sencillo, esencialmente cuando esas órdenes llegaban a miembros de la nobleza o la oligarquía local:

 

“Traer a este ciudad (Badajoz), todos los hombres y caballos que haya en esa población sin distinción (Puebla de la Calzada)…””…Para la recaudación de caballos de toda la provincia, por la tierra y el poco patriotismo de varios tenedores, que ellos ocultan en las casas a fuero de privilegiando a fin de evitar que se exijan para un servicio.” [35]

 

 

La proximidad de la llegada de las tropas francesas a Mérida[36] avisado por el General Cuesta en sucesivas ocasiones, hizo que saltaran todas las alarmas en los pueblos de su comarca que rápidamente buscarían como puerta más rápida de salida y camino más corto su huida hacia Alburquerque. Por ello, el 18 de abril del a1809, esta misma Villa de Alburquerque hace saber que la casi totalidad de vecinos de Montijo han huido y son los primeros resultados de nuestro siguiente análisis que es quizá donde, junto a lo económico, la Guerra de la Independencia más impacto lógicamente en las localidades estudiadas: los efectos demográficos.

  

 P.3. LOS DESASTRES DE LA GUERRA EN LOS ÍNDICES DEMOGRÁFICOS: MORTALIDAD. POBRES DE SOLEMNIDAD Y PÁRVULOS

 Necesitaríamos todo unos Coloquios de Historia para poder analizar el tremendo impacto que supuso para la población ésta, una de las más terribles guerras que Extremadura sufrió en mucho tiempo. Que los índices demográficos de nuestras poblaciones se vieron afectados queda claro y lo vemos con exactitud en momentos de máxima crudeza de la guerra que coinciden precisamente con los momentos de máxima fuerza a nivel peninsular.

Las fuentes documentales parroquiales se convierten ahora en un elemento de primera mano, no ya solo por lo que va a ser en sí o por lo que ha supuesto el estudio de los Registros Sacramentales en cuanto al tema de libros de finados sino porque, en este punto, quiero unir junto a los económico anteriormente tratado y a lo demográfico ahora, lo estructural.

He estudiado y por tal incluido en este capítulo, como la guerra causó no sólo bajas económicas significativa y poblaciones evidentes sino que todo en conjunto, uniendo cada diversidad de los casos estudiados, forman un todo que incide y se deja caer sobre el hundimiento definitivo de instituciones que suponían las verdaderas arterias de vida para estos pueblos. No podemos dejar de lado que nos encontramos en los año iniciales del siglo XIX y que por la corona que se lucha y por el rey que se quiera sea devuelto a España es, no el de un sistema Liberal Parlamentario o Democrático sino más bien todo lo contrario: a la vieja usanza.

Por ello, que en localidades cuyos núcleos de población más altos quedaban representados en Montijo con 3105 vecinos o Puebla de la Calzada con 1.395, siendo el resto de villas y aldeas estudiadas poblaciones que oscilaban como mucho entre los 200 a 300 vecinos, que instituciones como hospitales, parroquias, obras pías, capellanías, cofradías y hermandades e incluso como en el caso de Montijo, beneficencia que corría directamente a cargo de algún noble y que ahora tiene públicamente que manifestar que no puede seguir haciendo frente a los gastos que ello les ocasiones, la Guerra de la Independencia fue tremendamente cruel para nuestra población extremeña particularmente.

Y quiero hacer hincapié en ello porque a continuación, aparecerán cifras, gráficos con alzas y bajas, medias ponderadas y búsqueda de causas para obtener unos resultado pero no olvidemos en ningún momento, que la Historia es un disciplina humana que tiene por objeto algo que ninguna otra ciencia llega a tratarlo con el mimo y el amor que merece: el ser humano. La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, Montijo, Puebla de la Calzada, La Garrovilla, Esparragalejos y todos los demás pueblos que abarcarían varias comarcas naturales de la Baja Extremadura son sólo un ejemplo de las necesidades, hambres y miserias que al final quedaron traducidos en muerte, desolación y abandono de los hogares. Hay  localidades que año después, como el caso de la villa de Torremayor, en el año 1814 todavía está intentando económicamente construir un cementerio nuevo por la cantidad de fallecidos en los últimos años cuando prácticamente en esta zona desde finales de 1812 e inicios de 1813 casi no se pegaba un solo tiro.

Los llamados efectos demográficos por tanto fueron muy importantes y será a través de los Libros de Finados dentro de la serie de los Registros Sacramentales de estas localidades, las que no han permitido elaborar y analizar los siguientes gráficos:

  

DEFUNCIONES ENTRE 1808-1814

        

PUEBLOS

1808

1809

1810

1811

1812

1813

1814

Montijo[37]

77

90

60

65

80

65

62

Torremayor[38]

14

18

31

27

36

20

24

La Garrovilla[39]

15

14

14

27

23

9

18

La Roca[40]

9

28

10

23

35

21

16

La Nava[41]

1

1

1

7

8

11

4

Totales

11

151

116

149

182

126

124

 

Los datos recogidos en esta tabla los representamos a continuación en gráficos que nos permiten ve los índices de defunciones y pedimos especial atención para cada una de las localidades en los años que están comprendidos entre 1809 y finales de 1812 puesto que fueron los momentos de máxima crudeza en la lucha con el ejército napoleónico encajando perfectamente con lo que está ocurriendo en todo el territorios español.

En la tabla anteriormente configurada, aparece junto al nombre de cada localidad, el Archivo Parroquial del cual ha sido extraído especialmente las actas de defunciones en los años que van desde 1808 a 1814. No sólo han sido estudiados de la documentación eclesiástica los registros sacramentales. De la práctica totalidad de localidades, también los libros de fábricas parroquiales y de algunas cofradías se han podido estudiar para tener una mayor visión de esos efectos anteriormente mencionados dentro del periodo de la guerra.

Es esta la única manera de poder posteriormente afirmar que, existieron parroquias que prácticamente desaparecen en sus libros de cuentas los asientos por datas y que dentro de los cargos o ingresos, una parroquia como la de cualquiera de estas localidades no se mantenía de otra cosa que no fuera esencialmente la venta de trigo y granos y del ganado. Contaban con importantes gastos: monaguillo, sacristán, meseros, organistas, muñidor, adquisición de cera y aceita para la lámpara del Santísimo y por supuesto, dependían muy mucho de las prestaciones económicas que a su vez podían hacerles cofradías, capellanías y obras pías.

Un ejemplo de las dificultades que pudieran encontrarse estas parroquias y estas mismas localidades reside en las cuentas de mayordomía. Generalmente dichas cuentas eran presentadas ante los alcaldes ordinarios, normalmente siempre dos (de mayor contribución) y el cura párroco. Durante los años que van desde 1809 a 1812, los alcaldes ordinarios suelen ser uno, hay casos y es normal que sea la viuda del mayordomo quien tenga que hacerse cargo de la presentación de las cuentas y quedan reflejados en los encabezamientos de sus partidas de fábrica que la situación económica es compleja ante la presencia del enemigo invasor francés.

El caso de la parroquia de San Pedro Apóstol de Montijo en el año 1812, la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario expresa, a modo de ejemplo que nos sirve para aunar el que se da en otras muchas localidades antes de pasar a analizar los gráficos demográficos anteriormente citados.

En este año, es mayordoma doña Leonor Barrena, viuda de don Gabriel Pinilla, ya que su difunto marido no puede ejercer en estos momentos tal función a causa de haber fallecido por las actuales circunstancias de la invasión enemiga. A finales de la guerra, la misma Cofradía en el año 1813, siendo mayordomo Fernando Coco, verifica que los caudales de este año son los pocos que hasta el día de la toma de cuenta se exponen por la invasión del enemigo y en 1814, Bartolomé Guisado dice que no hay movimiento más dentro de la economía de la fábrica de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario por los enemigos franceses invasores[42].

Por razones técnicas provisionalmente no se ofrecen las siguientes tablas.

  escanear0028

escanear0029

escanear0031

 De una gran efectividad puede resultarnos el cuadro donde aparecen los totales y en un análisis comparativo de las defunciones que se produjeron en los años de la contienda.

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 P.3.1. Miseria, hambre pobreza y mortalidad infantil durante la Guerra de la Independencia en la Comarca de Lácara.

 Uno de los aspectos que realmente más me han llamado la atención y sobre los que incidiré de manera directa en este apartado es, como la guerra afectó a los elementos sociales más desfavorecidos. Se que éste es por sí mismo un fenómeno que podemos deducir de cualquier enfrentamiento pero, en el caso de la Guerra de la Independencia en la Comarca de Mérida, afectó a todos los pueblos en dos elementos sociales especiales: los pobres de solemnidad y los párvulos, que ya sabemos era recogidos –en algunas ocasiones incluso en libros a parte de los finados de adultos- antes de cumplir el año.

Hay localidades como por ejemplo Torremayor, donde del total de 174 individuos fenecidos en el año 1810, el 6,8% los son pobres y el 40,8% los son párvulos. La Garrovilla presentó en ese mismo año de un total de 120 fallecidos, un 40,8% de pobres o La Roca de la Sierra lo hizo en idénticas fechas de la guerra con un 32,1% de párvulos de un total de 174 fallecidos. Así lo hacen constar en sus libros de registros los sacerdotes:

 

“…es sepultado Francisco Cisnero, el cual murió de la enfermedad del tabardillo, producido por la suma indigencia y la falta de alimentos que en este pueblo como causa general en estos años.”[43]

 

            Otro ejemplo claro está también en aquellas anotaciones que ponen de relieve las enormes penalidades que los enfrentamientos contra el enemigo provocaba en pueblos sencillos, donde su principal subsistencia era la producción directa de la tierra y los escasos productos que llegaban de aquellas ferias y mercados más cercanos. En julio del año 1810 fallece Andrés Requena, alcalde de La Roca de la Sierra y en su acta de defunción aparece:

 

“…en la partida que se le formó el uno de abril del presente año, en el ataque que hubo a esta villa entre las tropas francesas y las nuestras, donde fue asesinado por el enemigo en la zona llamada Machacona de esta villa.”[44]

 

            Tan solo dos años después, en la misma villa de La Roca, el cura párroco toma asiento de la muerte y sepultura de José, soldado de Infantería del Regimiento XIV de la Vª Compañía de Granaderos portugueses[45]. Unimos por tanto a las defunciones propias de la guerra, las indirectas por indigencia, el de aquellos soldados pertenecientes a los ejércitos aliados como también ocurre en la parroquial de La Garrovilla:

 

“En la única iglesia parroquial de esta villa de La Garrovilla, a diez días del mes de septiembre de mil ochocientos doce. Yo,  su cura ecónomo, di sepultura eclesiástica a José, militar de los Reales Ejércitos del dicho Reino, número Seis de su Compañía. Ignoro apellidos, Patria y Padres porque el sargento y los soldados que lo trajeron, pasaban a conducir enfermos a la ciudad de Elvas y no supieron , ni se apearon a dar más razón de la expresa. Hice el funeral gratis”.[46]

 

Y de esta forma podríamos ir repasando todas y cada una de las localidades que he incluido en este presente trabajo de investigación hasta poder llegar a descender, a los efectos más negativos de la propia guerra como fue la paralización de las funciones básicas y esenciales de ayuntamientos, parroquias e instituciones tan necesarias en estos momentos como los hospitales de pobres y los hospicios.

 

P.3.2. La paralización de instituciones: parroquias, cofradías, obras pías y hospitales.

 

Si todo lo anterior es claramente las consecuencias de la propia guerra pero, a la vez, de unas estructuras que ya hemos analizado de un Antiguo Régimen en el que se encontraban inmerso las economías, sociedades e instituciones de nuestros pueblos, la guerra tendrá a la vez como efecto esencial, la paralización de algunas instituciones que esa sociedad misma del Antiguo Régimen eran las encargadas de atender a pobres, enfermos, vagabundos, mendigos y desamparados.

            En la villa de Montijo, el Hospital de Pobres Jesús Nazareno, creado a finales del siglo XVII por los Hermanos Hospitalarios del convento emeritense del Padre Cristóbal de Santa Catalina, quedó paralizado totalmente precisamente cuando más necesaria era su asistencia. En muchas localidades, Montijo fue una de ellas, el ejército enemigo ocupaba edificios tanto civiles, particulares como eclesiásticos y éstos se veían prácticamente paralizados en todas sus actividades y qué decir en su economía.

            Entre los años 1812 y 1813, el entonces mayordomo del mencionado hospital montijano, tuvo que pagar trescientos treinta reales al maestro alarife Manuel Antonio Rodríguez, por preparar las bóvedas, el púlpito y pintar las paredes, así como reorganizar los tejados y arreglarlos.

            En La Roca de la Sierra y en La Nava de Santiago, como puntos neurálgicos de lugares naturales para la salida de población hacia Portugal pues se encuentran en zonas muy fronterizas, los enfrentamientos con los soldados franceses fueron mayores y basta tomar como ejemplo el estudio de los libros de fábrica de sus parroquias y cofradías: absolutamente paralizados y arruinados.

            Lo mismo ocurre con aquellas edificaciones religiosas que albergan en zonas rurales alguna imagen de santos o patronos como es la Dehesa de Barbaño con la imagen de Santa María de Barbaño, patrona de Montijo donde su imagen titular tuvo que ser trasladada hasta la parroquial de la villa (la ermita dista unos seis kilómetros) para que no fuera objeto de las iras de los franceses. Bienes y ornamentos tanto de estas ermitas como de algunas parroquias, son conducidas en carros hacia Badajoz, a la Catedral para que pudiera ser librado del expolio enemigo. Algunas parroquias como el caso de Puebla de la Calzada sufrieron directamente la destrucción de parte de sus registros sacramentales, ya saben que esta era una práctica muy habitual durante la Edad Moderna y que ahora se sigue utilizando para borrar lo que podríamos llamar “memoria de un pueblo”.

            Salvar los pocos bienes que una parroquia o una cofradía, un hospital o una ermita había logrado acumular con el paso del tiempo fue una preocupación constante:

 

“Cuarenta reales pagados según dos recibos a Alonso Pizarro, por conducir con su carro los santos desde la ermita a esta iglesia y llevar la plata a Badajoz.”[47]

 

En estos lugares donde la guerra fue mucho más abierta y clara, donde la presencia de tropas enemigas era constante, muchas de sus actividades como festividades el día de su patrón, sermones, peticiones de dinero, préstamos de unas instituciones a otras para obras o reformar, diezmos, censos, ganado y venta de sus productos quedó totalmente anulado.

Además, las parroquias también al igual que las cofradías o las Obras pías, tuvieron que hacer frente a donaciones económicas para el ejército. En el año 1810, la parroquia de San Pedro Apóstol de Montijo, trae de la Dehesa de Casa Cañama en la zona de la Alcazaba cercana a Badajoz la cantidad equivalente a una carretada de granos para el suministro de las tropas pagándole a Juan de la Cruz por su transporte.

Los mismos edificios como hemos dicho, sufrieron destrozos que una vez terminada la guerra, las fábricas tuvieron que hacer verdaderas maravillas para poder arreglar y adecentar sus estructuras. Los casos más habituales fueron los llamados Campos Santo o Cementerios, donde a partir de estos momentos, aunque ya existían en Badajoz órdenes desde 1806 de que no se enterraran ni en las Iglesias ni tampoco en sus atrios de los que eran propietarios las parroquias, se tuvieron que edificar o trasladas cadáveres.

Finalmente, a modo de ir concluyendo con el presente estudio de investigación, ofrecemos una serie de realidades que ponen de manifiesto el cómo y de qué manera se vivió la guerra en estos pueblos:

 

1.- Años 1803-1814: la parroquia de Nuestra Señora del Prado, en la Roca de la Sierra, en sus registros sacramentales se dice: “En este año, cuando los enemigos pasaron a Villar del Rey, hicieron mansión dos días y consumieron todos los granos y los animales, según ansí lo manifestó ante la Contaduría de la Catedral de Badajoz”.[48]

            La parroquia estuvo económicamente inmovilizada entre los años 1808 a 1810, ahogada literalmente por los enormes destrozos y la imposibilidad de poder arreglar por falta de liquidez. Juan Sánchez y Pedro Rosa, informan que no pudieron recoger nada los años 1809 y 1810 porque: “…fueron desfalcados por los enemigos a razón de fanega de trigo cada año”.[49]

            En el año 1811, la casa parroquial es reparada y adquiere ornamentos y enseres como casullas, se repara el retablo, crucifijos, etc.:

 

“Es data la cantidad de tres reales que se pagan para reponer la casa de la fábrica de esta parroquia, que heredada del padre Carrasco, en la construcción de todas las puertas, techos doblados y pesebres, el enemigo y los aliados destrozaron en el desamparo del pueblo, en el año de mil ochocientos once años.”[50]

 

 

La misma situación trágica de La Roca de la Sierra la encontramos reflejada en la documentación perteneciente a la Real Hacienda donde se informa sobre la contribución que este pueblo tiene que hacer y que asciende a doce mil setecientos reales, los cuales manifiesta el Concejo no puede hacer frente a dicho pago, porque en el año de la última reclamación de 1812, únicamente se encuentra en el pueblo veinte vecinos.

 

2.- Años 1803-1812: la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de La Garrovilla, expresa que no tiene en sus libros de fábrica nada que mostrar debido a que la economía se ha paralizado. Entre los años de 1808 y 1812, se han logrado amontonar algunos granos que se recogen de la Dehesa de Casa Cañama sobre los cuales, el párroco don Francisco Dorado Brozas, dice necesitar para ello y para escoltar al Santísimo a los alabarderos en el Jueves Santo. No habrá en esta fábrica parroquial cuentas hasta el año 1814.

 

3.- Años 1808-1817: la iglesia parroquial de Santiago en Torremayor, muestra en su amplia información que la guerra ha transformado literalmente todas las instituciones de la localidad así como al forma de vida de sus habitantes. Que en la villa hay tropas aliadas que recogen todo. Algunos de estos soldados e incluso familiares son enterrados en el cementerio parroquial[51]

            Será además la villa de Torremayor quizá el ejemplo más claro de una mayor duración no ya de la guerra sino de sus mismas consecuencias de todos los pueblos estudiados. Cuanto en el año 1814, año en el que no solo no hay soldados sino que además la guerra ha terminado, parroquia y ayuntamiento inician el proceso de apertura de un nuevo cementerio dependiente de la parroquia y en terreno de la misma por la cantidad de fenecidos que ya son imposibles sean enterrados en el atrio parroquial. El cura párroco que también lo es de La Garrovilla, don Francisco Dorado Brozas, fray Francisco pues era miembro de la orden de los franciscanos, Lector de Sagrada Escritura y Licenciado en Teología afirma y autoriza:

 

“…se de traslación de cadáveres del antiguo cementerio de la parroquial al nuevo…sito en la ermita de San Ildefonso, inmediata a este pueblo y por se casa casi arruinada”.[52]

 

            Finalmente, será el caso de Puebla de la Calzada el ejemplo ya mencionado anteriormente de los efectos más negativos en cuanto al destrozo por parte de las tropas francesas de sus fuentes documentales sin embargo, Puebla de la Calzada se ha convertido en uno de los puntos esenciales de estudio por la riqueza de las series de Quintas y Milicias, Circulares y Correspondencias con las que cuenta su Archivo Municipal.

   

P.4. CONCLUSIÓN FINAL

 El fuerte impacto que causó la Guerra de la Independencia en la Comarca Emeritense es, ejemplo pequeño de lo que sucedió en Extremadura y en toda España pero de un lenguaje que permite un claro diálogo con unas fuentes documentales que nos han servido y nos servirán, pues no están analizadas totalmente, para comprender lo que debió ser la vivencia de la guerra desde los sectores más pobres de la sociedad a las instituciones civiles y eclesiásticas.

España y, concretamente Extremadura, la Comarca Emeritense en la Baja Extremadura, refleja algo claro: la guerra debe ser mirada generalmente también desde “abajo”, desde la población que no forma parte de ejércitos ni administración, que no entra en fases burocráticas ni dicta ejecutorias ni da órdenes. De esa población que como creo queda demostrado en este presente trabajo, venía ya mermada desde el último cuarto del siglo XVIII durante las crisis de subsistencia de las políticas de Carlos IV y Manuel Godoy.

Una población que además de sencilla y acostumbrada a los desalientos y a los abusos en los requerimientos como hemos podido comprobar, tuvo también que amoldarse a las noticias que le llegaban de una cambiante situación política: ahora monarquía borbónica, ahora napoleónica, ahora Juntas Provinciales, ahora Constitucionalismo. El pueblo defendió lo que era suyo y de lo que vivía: su tierra. Los pueblos de la Comarca Emeritense, entran a formar parte de esos pueblos que le hicieron cara al gigante napoleónico donde pudo en esta ocasión más las navajas que las corazas.

Espero haber podido a través de esta nueva edición de los Coloquios Históricos de Extremadura en Trujillo aportar algo más al conocimiento de la Guerra Peninsular ahora que estamos inmersos en su Bicentenario. Que desde la Iglesia a los Municipios, desde las Juntas Provinciales a los párrocos que alentaban en los púlpitos al pueblo a luchar. Que desde el labrador que acudía tras una dura jornada a casa y se encontraba que tenía forzosamente que compartir lecho con el enemigo que despreciaba el grano de su trabajo, que desde todo ese enorme esfuerzo, los pueblos podamos seguir construyendo un futuro donde los congresos y las jornadas de Historia no tengan ya que llevar delante ningún calificativo de “guerra”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

P.5. FUENTES INÉDITAS UTILIZADAS

 

Fuentes Parroquiales.-

 

          Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo. Libro de Fábrica de la Parroquia: 1794-1851; Registros Sacramentales. Libro de Defunciones. Libro Primero: 1807-1835; Cofradías y Hermandades de la Santa Cruz, Nuestra Señora de Barbaño, Dulce Nombre de Jesús, Nuestra Señora del Rosario, Santísimo Sacramento, Santos Mártires y Hospital Cofradía Jesús Nazareno. Libros de Fábrica de todas estas asociaciones comprendidas entre los años 1734 a 1835.

          Archivo Parroquial de la iglesia de Santiago de Torremayor. Registros Sacramentales. Libros de Difuntos I y II: 1762-1877.

          Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. La Garrovilla. Registros Sacramentales: libros de defunciones I, II, III y IV. Años: 1795-1864; Cofradías y Hermandades de las Ánimas, Santísimo Sacramento, Santísimo Cristo de la Piedad y Santos Mártires. Libros de Fábrica de estas cofradías en fechas extremas de: 1712-1834; Documentación suelta de la parroquial de Nuestra Señora referente a obras y reparaciones. Años: 1805-1919.

          Archivo Parroquial de Nuestra Señora del Prado. La Roca de la Sierra. Registros Sacramentales. Libros de Defunciones I, II, III y IV desde 1784 a 1835. Libro Primero de la Fábrica Parroquial. Años 1803-1814. Cofradías y Hermandades de la Vera-Cruz y del Santísimo Sacramento. Años: 1724-1859.

 

Fuentes Civiles.-

 

          Archivo Municipal de Puebla de la Calzada.  Sección de Quintas y Milicias, Correspondencia y Atención al ejército. Caja 12, legajos de 12 al 13; carpetas de la 30 a la 34. Años: 1800-1811.

          Archivo Municipal de Montijo. Correspondencia, Expedientes de nombramientos de Cargos, Secretaría General, Certificaciones, Circulares y Carpetas de Intendencia desde 1808-1833

          Archivo Municipal de Torremayor, Esparragalejo, La Garrovilla, La Nava de Santiago, Puebla de Obando. Censo de Archivos Municipales de Extremadura. Volumen III. Páginas de la 1421 a la 1697. Todo lo relacionado con Correspondencia e Intendencia: 1800-1814

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

P.6. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

 

          PÉREZ, JOSEPH: Historia de España. Edita: Círculo de Lectores. Madrid, 2000.

 

          SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ: La Junta Suprema de Extremadura en la Guerra de la Independencia Española. Comisión de Gracia y Justicia (1808-1812). Junta de Extremadura. Consejería de Cultura y Turismo. Badajoz, 2008.

 

          ARTOLA, MIGUEL: Los afrancesados. Alianza Editorial. Madrid, 2008.

 

          IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Historia de la Comarca de Lácara desde el Medioevo a la Transición. Tomos I y II. Edita: Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz y Adecóm-Lacará. 2000-2002.

 

          IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Aprovisionamiento y tropa en la Baja Extremadura durante la Guerra de la Independencia. II Jornadas de Historia. Archivo Municipal de Mérida. Actas sin editar. Mayo, 2008

 

          GUERRERP ACOSTA, J.: Memorias del 2 de mayo. Editorial Alfaguara. Selección de textos. Madrid, 2008.


[1] ARÓSTEGUI SÁNCHEZ, JULIO: Un nuevo sistema político. Historia de España. Edita: Historia 16. Varios autores. Madrid, 1990. Pág. 764.

[2] GERRERO ACOSTA, J.M.: Memorias del 2 de Mayo Editorial Alfagura. Selección de Textos. Madrid, 2008. Página 9

[3] Me refiero al Acto Inaugural de dichas Cortes llevado a cabo por el extremeño liberal, sacerdote y catedrático Diego Muñoz Torrero,  nacido en Cabeza del Buey en 1761 y muerto en  San Julián de la Barra, Portugal, en el año 1829. Recordemos que fue el primer diputado en intervenir haciendo varias propuestas de corte netamente liberal.

[4] El archivo parroquial de Santa María de Lobón, en sus registros sacramentales concretamente en sus libros de Defunciones entre 1808-1810, recogen en varias ocasione la muerte de vecinos cuya causa es el fortuito encuentro con cuadrillas de soldados franceses. Incluso en algunas de sus expresiones aparece la misma sorpresa de las autoridades: “…muerto por susto de los franceses”.

[5] De hecho, la misma historiografía general sobre Napoleón y sus contiendas en Europa afirma que, en el Oeste la derrota Peninsular alentó en el Oriente europeo a la Rusia de los zares contra el Emperador, actuándose así de a modo de acordeón que puso fin al dominio imperial francés. Véase la Historia de España editada por Historia 16 de varios autores (Blanco Frejeiro, Julio Mangas, José Luis Martín, Domínguez Ortiz, Tuñón de Lara, Jun Pablo Fusi y otros) en su capítulo IX (Crisis del Antiguo Régimen. De Carlos IV a Isabel II) págs. 747-801, las amplias expresiones y referencias a este proceso que hacen.

[6] Recordemos que una de las imágenes que más se difundieron por la España de 1808 a 1814 era precisamente que, tanto Carlos IV como su hijo Fernando VII y con ellos toda la familia real, estaban secuestrados por Napoleón en Bayona.

[7] ¿Qué es si no una crisis de subsistencia? Estas se plantearon a lo largo de toda la Edad Moderna y tuvieron sus repercusiones y presencia en buena parte del siglo XIX. La población demanda por encima de lo que se es capaz de atender, pero atender en las necesidades más básicas para subsistir. De aquí el nombre

[8] PÉREZ, JOSPEH: El fin del Antiguo Régimen. Historia de España. Editorial Círculo de Lectores. Barcelona, 1988. Página 380

[9] En un trabajo realizado por Javier Iglesias Berzosa, cuya copia se encuentra en los fondos bibliográficos del Archivo Parroquial de San Pedro, se nos habla de cómo don Manuel Flores Calderón, quedará estrechamente ligado a la historia de Montijo al participar en los levantamientos siendo el administrador de las rentas de la Condesa montijana, doña María Francisca de Sales Portocarrero. Dicho administrador, en palabras que recoge Iglesias Berzosa afirma: “…desastres de una guerra que con ella se ha iniciado un quinquenio monstruoso, sírvase de ejemplo para la realidad a la que se enfrenta la población de la comarca.

[10] Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Registros Sacramentales. Libro Segundo de Finados. Años: 1795-1847. La Garrovilla. Folio 64-ca. Año 1812. Aclarar igualmente que el “parajismo” es una expresión para hacer referencia al desmayo que ocasiona la mala alimentación.

[11] ARTOLA GALLEGO, MIGUEL: 1808. La revolución española. Editorial Alianza. Madrid, 2008. Página 23.

[12] SARMIENTO PÉREZ, JOSÉ: La Junta de Extremadura en la Guerra de la Independencia Española. Comisión de Gracia y Justicia (1808-1812). Junta de Extremadura, Consejería de Cultura y Turismo. Dirección General de Patrimonio. Archivo Histórico Provincial. Badajoz, 19 de marzo de 2008. Página, 23

[13] ARTOLA GALLEGO, MIGUEL: Los afrancesados. Editorial Alianza. Madrid 1989, 2008. Recomendamos encarecidamente la completa lectura de esta magistral obra en la que el lector obtendrá una visión acertada, seria y objetiva de los afrancesados.

[14] Insisto en ellas para tener siempre una idea de la documentación a la que he procedido a vaciar: Lobón, Montijo, Puebla de la Calzada, Torremayor, La Garrovilla, La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, la Dehesa y Monasterio Francisca de San Isidro de Loriana y La Roca de la Sierra. En alguna ocasión, para aseverar o refutar alguna idea recurro a documentos que se encuentran en localidades como Carmonita, Cordobilla o Esparragalejos. En definitiva, aproximadamente un marco que acoge un total de quince localidades que configuran indudablemente una amplia realidad geográfica de la Comarca Emeritense.

[15] Corresponde a las siguientes: Santísimo Sacramento, Ánimas Benditas del Purgatorio, Nuestra Señora de la Caridad, Santísimo Cristo de la Piedad y Santos Mártires. Sus carpetas, legajos y series aparecen en el apartado de Fuentes Inéditas

[16] Corresponde a las siguientes: Dulce Nombre de Jesús; Santa Vera-Cruz; Nuestra Señora de Santa Ana; Santos Mártires; Santísimo Sacramento; Nuestra Señora de Barbaño; Virgen del Rosario. Sus carpetas, legajos y series aparecen en el apartado de Fuentes Inéditas

[17] La realidad de Puebla de la Calzada respecto a la documentación parroquial se ciñe exclusivamente en Cofradías a la del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de la Concepción. En este caso, Puebla ofrece una mayor riqueza en sus fuentes Municipales. Sus series y legajos aparecerán recogidos en el apartado de Fuentes Inéditas.

[18] GARCÍA PÉREZ, JUAN y SÁNCHEZ MARROYO, FERNANDO: Guerra, reacción y revolución (1808-18033. La Guerra de la Independencia Historia de Extremadura. Tomo IV. Editorial Universitas. Biblioteca Básica Extremeña Badajoz, 1985. Páginas 651-709.

[19] Archivo Histórico Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Caja 11. Legajo, 11. Carpeta 69: 29-05-1808. Circulares. Carta dirigida a los ayuntamientos de la Provincia de Badajoz, Firmada en Sevilla el 29 de junio de 1808 por Juan Bautista Estellez y Juan Bautista Pardo.

[20] Sírvase la presentación del ejercicio de cuenta en los libros de fábrica de las parroquias o de cualquier cofradía donde ante los alcaldes o alcalde ordinario, dependiendo de la categoría de los pueblos y el número de mayores contribuyentes, se hacía comparecer al mayordomo de la expresa institución en presencia también del párroco.

[21] IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Historia, Religión y fe en Nuestra Señora de Barbaño. Piedad y Religiosidad Popular en la villa de Montijo. Edita: Parroquia de San Pedro Apóstol y Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Pág. 74.

[22] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Petición de trigo para la defensa del ejército de Fernando VII. Badajoz. Caja 11. Legajo: 11. Carpeta 65. Fecha: 5 de junio de 1808.

[23] Archivo Municipal de Montijo. Sección: Circulares y Reales Órdenes. Real Orden desde el Gobierno de Mérida. Legajo 15. Carpeta: 115. Fecha: 13 de mayo de 1809.

[24] Hoy felizmente conservado el edificio como Biblioteca Municipal y Centro Cultural, sede que ha sido de Jornadas y Coloquios precisamente de Historia.

[25] Ibídem nota 22.

[26] Una de estas reclamaciones es bastante seria y se guarda documentalmente en el Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Idéntica documentación existe en el de Montijo y en el de Torremayor. Todos ellos fechados entre los meses de noviembre de 1909 a octubre de 1810 es decir, como podemos ver un uso habitual..

[27] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Caja 12. Legajo: 13. Carpeta 8. Fecha: 9 de noviembre de 1809.

[28] Normativas tomadas de la referencia que aparece en la nota 26, concretamente en la Caja 12-3carpeta8. 9 de octubre del año 1810. Véase también el trabajo presentado en las II Jornadas de Historia del Archivo Municipal de Mérida, celebradas en mayo en el trabajo sobre los requerimientos y aprovisionamiento que yo mismo presente como ponencia. Finalmente el estudio generalizado para la Comarca de Lácara sobre el siglo XIX, editado por la Excma. Diputación Provincial de Badajoz.

[29] Véase nota número 26. Caja 12. Legajo 13. Carpeta 9. 17 de octubre del año 1810

[30] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Pósito. Caja 12. Legajo 13. Carpeta, 14. Año 1808.

[31] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Caja 12. Legajo 13. Carpeta, 36..30 de diciembre de 1810.

[32] La expresión en abreviatura r.v. es reales de vellón y mv. maravedíes.

[33] Archivo Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias Caja 12. Legajo 13. Carpeta, 39. 31 de diciembre del año 1810.

[34] Archivo Histórico Municipal de Montijo. Sección: Quintas y Milicias. Real Orden con fecha del 11 de diciembre de 1808. Legajo 4. Carpeta 94.

[35] Archivo Histórico Municipal de Puebla de la Calzada. Sección: Quintas y Milicias. Reclutamiento. Caja 11. Legajo 11. Carpeta, 63. Fecha: 5 de junio de 1808.

[36] DÍAZ CHECA, M.A.:Aspectos socioeconómicos de la Guerra de la Independencia en Montijo. Actas de las II Jornadas de Historia en Montijo. Excelentísimo Ayuntamiento de Montijo. 1996

[37] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Registros Sacramentales. Libro Primero de Defunciones: 1807-1835. Villa de Montijo

[38] Archivo Parroquial de Santiago. Registros Sacramentales. Libro Primero de Defunciones: 1762-1828. Villa de Torremayor.

[39] Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Registros Sacramentales. Libro Segundo de Defunciones: 1795-1847. Villa de La Garrovilla

[40] Archivo Parroquial de Santa María del Prado. Registros Sacramentales. Libro Tercero de Defunciones: 1784-1810. Libro Cuarto: 1810-1821. La Roca de la Sierra. He de reseñar que este es uno de los mejores archivos parroquiales actualmente no sólo conservados, sino además completos con series documentales de gran interés para el campo de la investigación incluyendo censos y propiedades de Cofradías de los siglos XV-XVI.

[41] La imposibilidad de poder visitar el archivo Parroquial de la Nava de Santiago, los datos han sido tomados de la obra de Fernando Villalobos Cortes en un estudio local que hace de la villa y recoge a Guerra de la Independencia en uno de sus capítulos.

[42] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Sección: Cofradías y Hermandades. Libro de Fábrica de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario. Libro II: 1794-1833. Montijo

[43] Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Registros Sacramentales. Libro Segundo de Defunciones. Años: 1795-1847. La Garrovilla. Folio 59-ca. Año: 1810

[44] Archivo Parroquial de Santa María del Prado. Registros Sacramentales. Libro Tercero. Años: 1784-1810. Libro Cuarto. Años: 1810-1821. La Roca de la Sierra. Folio 2-ca. Año 1810.

[45] Ibíd.

[46] Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Registros Sacramentales. Libro Segundo de Defunciones. Años: 1795-1847. La Garrovilla.

[47] IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Historia, religión y fe en Nuestra Señora de Barbaño. Piedad y religiosidad Popular en la villa de Montijo. Edita: Parroquia de San Pedro Apóstol y Ayuntamiento de Montijo. Septiembre, 1999. Pág. 75

[48] Archivo Parroquial de Nuestra Señora del Prado. Sección: Economía. Libro de Fábrica de la Parroquia. Sin poder clasificar las fechas extremas al encontrarse el libro en muy mal estado.

[49] Íbidem nota 48.

[50] Ibíd.

[51] Caso por ejemplo de Rita Soto hija de Josef  Soto, Teniente Coronel de Regimiento de las Milicias de Toledo.

[52] Archivo Parroquial de Santiago. Registros Sacramentales. Libro Primero de Defunciones: 1762-1828. Torremayor.

Oct 012012
 

Pablo Iglesias Aunión

1.  INTRODUCCIÓN GENERAL

El tema de la Enseñanza, lo propiamente inherente a la Educación, ha sido siempre uno de los aspectos más relevantes y unificadores de la historia de la humanidad. Especialmente porque el hombre siempre ha tenido una innata necesidad por aprender. Reconozco que realizar un estudio de la Enseñanza en un periodo histórico concreto no es tarea fácil y menos aún, cuando ese periodo está comprendido entre lo siglos XVI-XVIII (siglos de enorme actividad especialmente cultural) y responde a un espacio geográfico como es Extremadura (la Baja Extremadura para ser más concretos). Pero igualmente he de reconocer que me atrajo poderosamente la atención, el poder realizar una aproximación cercana a esos protagonistas que nos permitan conocer desde el plano de la Educación, un juego y un dinamismo que quizá en otros aspectos pudieran estar alejados y ser intratables: las relaciones entre concejo y pueblo, estructura municipal y jerarquía eclesiástica.

Maestros en primeras letras para ser más exactos; alumnos e instituciones, juegan en estos Tiempos de la Modernidad un papel tan esencial como es el Estado representado en el Concejo o Ayuntamiento y la Iglesia como una de las grandes dominadores de la Enseñanza (no solo en estos siglos sino en una buena parte de la Historia de España).

Ahora bien, quisiera hacer una apreciación a este respecto en cuanto a lo que se refiere a nuestra temática como de manera muy especial al espacio geográfico-temporal escogido. Es cierto que una de las tendencias más especiales en los últimos años por parte de los historiadores es mirar con detenimiento el marco regional, aspecto indudablemente apasionante. De la misma forma atendemos el marco local, una de las actividades más usuales en los investigadores de hoy pero después de algunos años de investigación sigo pensando que las aportaciones desde este plano regional y local tienen que servir para contribuir al conocimiento global y comunitario, siendo capaces de ponernos al servicio de procedimientos que deban saber mejorar el marco metodológico que se nos aleje del “provincionalismo” y de un simple “localismo”, y por supuesto de aquellos casos de estudios basados en listas nominales que a nada conducen. De poco sirve saber cómo se llamaba el maestro en primeras letras de la localidad de Talavera (localidad que se estudia en este presente trabajo) si con ello su aportación no concuerda como ejemplo de las normativas y del análisis para el conocimiento de la historia de la Educación en la Extremadura del Antiguo Régimen: “El más grave quizá de ellos sea el provincionalismo a ultranza que solo trata de ver con ojos miopes, el pasado de una determinada zona como algo único y diferenciado de todo el medio”.1

La Educación en el Antiguo Régimen es indudablemente un tema complejo para unos siglos que aunque quedan englobados bajo unas mismas estructuras socio-económica, políticas y religiosas más propios de una definición de la Revolución Francesa, no resulta por igual poder aplicar a los tres momentos el mismo modelo de comportamiento en materia de Educación-Enseñanza, ni en normativa, ni en respuesta de las mismas instituciones encargadas de ello (Municipio e Iglesia como vamos a poder ver). Creo que es una realidad que se repite en muchos de los campos temáticos de estudio para la Extremadura del Antiguo Régimen.

Para adentrarnos en un tema realmente complejo sobre todo por la dureza documental2(si se me permite la expresión) para los siglos del llamado Antiguo Régimen extremeño de las Centurias del XVI y del XVIII, lo que hecho ha sido tomar una serie de acotaciones geográficas y temporales lo suficientemente importantes y clarificadoras del panorama de la Enseñanza en la zona de la Baja Extremadura y concretamente en algunos pueblos entre las comarcas de Mérida y Badajoz3, siguiendo el propio devenir en el caso de las localidades agrupadas como comarca emeritense y las propias de la documentación y que la misma tarea investigadora me ha permitido, caso de Talavera en los anteriormente mencionados siglo XVI-XVII.

El Antiguo Régimen presenta de por sí una referencia por la composición de sus estructuras tan rica, que podríamos seguir analizando el tema de la Enseñanza en esta zona (como para toda Extremadura) en el secular siglo XIX donde la enseñanza, especialmente la enseñanza pública alcanzó una frecuencia diferente y el papel de la Iglesia en esta misma materia educativa, daría tanto que hablar por este mismo término o apelativo de “el siglo de la secularización o laicismo decimonónico”.

Lo que aquí presento puede resultar diferente y como aspecto novedoso sobre los propios estudios que se han utilizado en el tratamiento de la materia documentada e inédita comenzando por los dos libros de Cabildo o Acuerdo Municipal pertenecientes a la localidad de Talavera, jurisdicción del ayuntamiento de Badajoz y que abarcan los años finales del siglo XVI (1585-1588) y los iniciales de siglo XVII (1602-1610) y, terminando en el siglo XVIII con los catastros y sus respuestas generales, así como diversos censos (se detallan y explican más adelante).

La realidad educativa extremeña de los Tiempos Modernos tiene que adentrarse en una visión de la Extremadura socio-económica del Antiguo Régimen  dedicada a una clara economía de subsistencia precisamente por la propia estructura que dimana de la definición de Antiguo Régimen4 y que por supuesto marca la Enseñanza en su misma estructura, desarrollo, organización, clasificaciones y estudios que podamos realizar para los siglos XVI, XVII y XVIII, peculiaridades que nacen de comprender la realidad social, económica, política y religiosa de la Baja Extremadura.

Quizá los males de lo que adoleció en este periodo estudiados, muchos fueron solventados en el siglo XIX y algo en el primer tercio del XX (paralizados por la guerra civil), pero aquellos que no fueron subsanados, han quedado como legado5 de carencias actuales –especialmente en la enseñanza pública-.

1. METODOLOGÍA Y FUENTES UTILIZADAS: DE LAS “ACTAS DE CABILDO” A LA “INFORMACIÓN CATASTRAL” Y DE LOS “CENSOS”

Es totalmente conveniente que en este estudio se dedique un apartado a la explicación de las fuentes, tanto desde una perspectiva paleográfica –de manera obviamente breve- como desde la misma identificación de unas fuentes que varían entre los siglos XVI-XVII (actas de concejo o cabildo) al XVIII (censos y catastros), nos centremos en la riqueza que configuran los documentos utilizados como fuentes para los dos primeros siglos del estudio, en los años comprendidos entre 1585 y 1610. Para los años correspondientes al siglo XVIII, he utilizando como fuentes primordiales, las respuestas generales del catastro del marqués de la Ensenada y los datos que nos proporciona en el plano socio-profesional tanto el censo de Floridablanca con el apoyo de las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia.

1.1.  Libros de Cabildo. Acuerdos Municipales: 1585-1588 / 1602-1610

Gracias al Proyecto de Investigación de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz para el estudio de los fondos comprendidos en el Archivo Histórico Municipal de Badajoz y en concreto sobre dos libros de Cabildo o Acuerdo Municipal de la localidad de Talavera (actual Talavera la Real), el tema de la Educación para la Baja Extremadura se nos abre en un estudio que podemos adecuar a las mismas series cronológicas que aparecen recogidas en las referidas actas es decir, desde 1585 a 1588 en el primero de los libros y, para 1602 a 1610 en el segundo de los libros.

Su contenido, como podemos comenzar a suponer es rico, amplio y ameno para el investigador que se acerca al terreno socio-económico, político y religioso pudiendo así penetrar dentro de la vida diaria de la localidad de Talavera. Pero de la misma manera permite el análisis y la investigación histórica el conocer la realidad socio-profesional para los años finales del siglo XVI y los primeros del siglo XVII en un marco conceptual y de contenido amplio de manera que podemos incorporarlo a un estudio sobre el tema de la Enseñanza la Instrucción Pública en la Edad Moderna no sin olvidarnos de lo que sin duda durante los dos primeros siglos –todo el Antiguo Régimen en general- fueron los motores esenciales de la economía en esta parte de la Extremadura Moderna y que bien se recogen en estos libros de acuerdos de cabildo pudiendo estudiar las normativas sobre adehesamiento de las tierras (Aldea de Cano, Junta Cinco Villas como una de las primeras experiencias que he encontrado de funcionamiento mancomunad), establecimiento de precios relacionados con cereales, pesca, ganado, etc.; pósito y su regulación; administración y control de justicia; relaciones con las entidades superiores tales como Badajoz, Chancillería de Granada, Obispado de Badajoz, Conventual de San Marcos de León, Salamanca –que entra directamente con el núcleo temático de los maestros- así como las siempre interesantes regulaciones y disposiciones sobre las fiestas, actividades y formación por medio de una interacción interesante entre los poderes civiles y eclesiásticos que terminaron culturizando al pueblo, aspecto que desde la enseñanza también nos interesa.

Y es precisamente entre esos aspectos donde encontramos el tema nuclear que nos trae la Educación y la Enseñanza hasta los siglos del Antiguo Régimen partiendo en los años del reinado de Felipe II (1556-1598)6 y continuando con los de su hijo Felipe III (1598-1621). Talavera además precisa en relación con la familia de los Habsburgo la deferencia de que en esta localidad falleció la hermana del emperador don Carlos, doña Leonor de Austria el 25 de febrero del año 1588. Independientemente de ello y volviendo al tema que nos ocupa sobre la regulación concejil y los acuerdos municipales respecto a la regulación, contratación y administración en general del tema de la enseñanza como un claro reflejo del modelo que sigue en esta zona de la Baja Extremadura, no podemos olvidar que las actas de cabildo7 y las sesiones del ayuntamiento de Talavera, tenían que pasar regularmente por el ayuntamiento de Badajoz y en concreto, en materia de enseñanza ser aprobados por este último debido a que por ejemplo, el sueldo del maestro en primeras letras quedaba estipulado por normativa real como podremos ver más adelante en las correspondientes citaciones.

Igualmente podemos analizar y estudiar en estas actas, la preocupación existente por un adoctrinamiento y la adquisición de ciertos valores morales dentro de lo que la religión católica mandaba8 -no olvidemos las fechas en las que nos encontramos dentro de los movimientos religioso en España y de manera especial como afectó precisamente a Talavera con la presencia en torno a los años 70 del siglo XVI del conocido movimiento de los alumbrados9– especialmente cuando vemos las diferentes normativas que el cabildo de Talavera aprueba para que el pueblo pueda ser “cultivado” en materia religiosa haciéndolo partícipe en temas como son las fiestas (pregones, sermones y autos) de Cuaresma-Semana Santa, Pascua y Corpus.

El análisis documental es mucho más rico como se puede comprender, pero finalizamos exponiendo en este estudio que la comprensión del aporte educativo en estas fechas, la tipología documental manejada responde para el siglo XVI a la denominada escritura cortesana, itálica y especialmente procesal ya que es esta última la que predomina. Para el siglo XVII, segundo de los libros citados entre la documentación estudiada será la conocida como bastarda y procesal.

1.2.      Respuestas Generales y Censos para la regionalización socio- profesional en el siglo XVIII

Completo el estudio de la Educación en la comarca emeritense de la Baja Extremadura con el siglo XVIII. Hablar de este siglo es hablar de una realidad que como dijo Domínguez Ortíz al definir el siglo XVIII extremeño, no es más que un conglomerado inorgánico de ciudades y villas de realengo, extensos territorios de señoríos eclesiásticos y seglares10.

Estas mismas diferencias nos sirven para poder afirmar- por más obvio que nos pueda parecer- que hablar de la Educación en Extremadura durante el Antiguo Régimen, por muchas estructuras socio-económicas y políticas en la que se enmarque, la Educación o el tema de la Enseñanza presenta claramente diferencias a los primeros siglos y en función a las primeras fuentes.

image005Lám. 1.

Ahora en el siglo XVIII he tomado como punto de referencia para mi estu- dio en un principio las respuestas generales al catastro del Marqués de la Ensenada11  donde entre las mencionadas respuestas dadas, aparecen los oficios y salarios en las localidades, vaciándose todos los pueblos y villas que configuran la comarca Emeritense como espacio geográfico incluido en este trabajo. Nos situamos entre los años 1749 y 1761 si contamos con la ampliación al documento central del año 1753. Hay localidades que refiero pero omito su tabla al no aparecer ningún caso referido con el tema y no caer así en una absurda reiteración.

Junto a este interesante aporte documental sabemos que el siglo XVIII es igualmente (y no sólo para el caso español, en toda Europa se dio esta corriente) interesante por sus censos como el del Conde de Floridablanca para el año 1787 que nos permite construir a la vez que comenzar a compara el cuadro socio-profesional analizando de esta forma los elementos principales como son: maestros y sus salarios, comparación de éstos con otras profesiones, grado de compromiso de la administración, población censada que se dedicada al estudio así como, aquellas casa (especialmente pertenecientes a órdenes religiosas) que se dedicaban a la institución educativa. Una vez omitiré tablas sobre aquellas localidades que no refieren casos para no saturar de información repetitiva.

En general con todos estos datos obtenidos del conjunto documental anteriormente expuesto, se puede realizar un estudio que sirve a nuestro juicio de aporte para el conocimiento de la situación de la Educación en la Baja Extremadura desde la Comarca de Mérida y durante el periodo del Antiguo Régimen y entender como el elemento educativo copó el interés tanto a las instituciones como a la misma población durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

2. LA ENSEÑANZA EN EL SIGLO XVI-XVII: TALAVERA POR MEDIO DE SU ORGANIZACIÓN CONCEJIL Y SU INSTRUCCIÓN RELIGIOSA

La realidad social de Talavera en el siglo XVI permite hablar de una escuela de niños12 y de que el concejo de Talavera tenía una especial preocupación por el tema de la enseñanza. Una de las pruebas que era el concejo quien se encargaba de abonar los salarios al maestro de niños es la sesión realizada el 14 de marzo del año 1588 siendo alcalde de la localidad Lorenzo Martín Barrena y regidores Martín Gutiérrez Huerta, Juan Andrés Sevillano, Francisco García, Juan Menayo del Campo, Lorenzo Martín, aprobando en dicha sesión que se paguen: “los muchos dineros que se le deben en salarios al médico y al maestro de niños…”13

Reconocemos que la referida Enseñanza, su organización, regulación e implicación en la sociedad extremeña del Antiguo Régimen, dimana de las mismas disposiciones concejiles y de las repercusiones que en la sociedad extremeña de los siglos XVI al XVII tiene para la zona de la comarca emeritense en la Baja Extremadura. Desde el principio no deja de ser un tema sorprendente por la manera en que el concejo estudiado (Talavera, perteneciente a la jurisdicción de Badajoz) aplica mediante las normativas en materia de enseñanza e instrucción pública a una población cuya estructura socio-económica y dedicación profesional, no les permitía atender la enseñanza de sus hijos prefiriendo (veremos como en esa época no era bien visto la dedicación a la enseñanza de los más pequeños que era considerado como una pérdida de tiempo y poco útil) la dedicación a otras tareas de más repercusión en la economía propia del momentos, una economía de subsistencia.

En segundo lugar y antes de profundizar en el propio núcleo temático del trabajo, es el propio concejo el que regular, organiza y administra la Educación pública, aprobando normativas que no sólo afectan a la misma Iglesia sino que además la condicionan a la hora de impartir esa educación primaria (tendremos la oportunidad detenidamente de poder ver este aspectos en las llamadas injerencias en la educación). El concejo de Talavera contrata y asume los costes del maestro en primeras letras e incluso regula mediante una serie de disposiciones, actividades dedicadas a la instrucción pública especialmente en materia religiosa y en determinadas fechas (Cuaresma-Semana Santa, Pascua y fiestas del Corpus). Todo ello entendiendo que Talavera dependía jurisdiccionalmente de Badajoz y por tanto las diferentes regulaciones y normativas tenían que pasar por el cabildo pacense al carecer la localidad de una total autonomía.

2.1.  La enseñanza con los maestros en primeras Letras. Siglos XVI-XVII

Era generalmente a partir de los seis años cuando comenzaba la educación de los más pequeños aprendiendo el niño a leer y escribir en su lengua vernácula, atendiendo al conocimiento de las operaciones aritméticas a lo que hemos de añadir obviamente, un breve conocimiento de las nociones del catecismo. Sabemos que en la España de los Tiempos Modernos el modelo común era el llamado tutor privado ahora bien, nosotros nos desplazamos efectivamente en el mismo espacio de tiempo pero no en la misma realidad geográfica es decir, Extremadura durante el Antiguo Régimen responde a una estructura socio-económica que raramente atiende a estos parámetros generales que deducimos de la historiografía general sino más, hacia una enseñanza claramente pública. Es bueno que entendamos cual es la realidad en la que nos movemos pero sabemos que esa realidad no es la misma para todos los pueblos de la corona castellana.

Sabemos que aquellas “escuelas o agrupaciones” la formaban entre 38 a 140 alumnos pero hablamos de una norma general que se escapa o queda muy lejos de poblaciones como las de la comarca emeritense que según el Censo de la Corona de Castilla para los años de 1571 a 1594 se nos dan unas cifras que ubican a Montijo como población de mayor vecindad entre 520 y 562 vecinos; Puebla de la Calzada para las mismas fechas entre 162-184 vecinos y como entidades de menor calado demográfico podríamos citar La Nava a finales del siglo XVI (1594) con 61 vecinos. Talavera14 no varía mucho en estos datos parecido a estas poblaciones por lo que podemos comenzar diciendo que con escasos índices demográficos, a pesar de la constancia de una escuela, sería muy aventurado afirmar que las anteriores cifras respondería a la demanda de alumnos y que lo más normal que estemos en una realidad de atención mucho menor.

Conocemos para Extremadura las tarifas y conocemos los sueldos que el concejo pagaba al maestro en primeras letras, un sueldo que quedaba regulado y aprobado por normativa concejil. Si el niño era recogido con la intención de aprender solo a leer abonaba la cantidad de dos reales; si además de leer se le enseñaba a escribir eran cuatro reales los que tenía que abonar y si finalmente era leer, escribir y contar, seis reales. La duración de un curso era de once meses y por estar apuntado en su totalidad para aprender las tres reglas anteriores se pagaban 4 ducados. En localidades con una economía tan de subsistencia como Talavera el funcionamiento era diferente.

Era el cabildo quien buscaba y contrataba al maestro. Así por ejemplo, el 24 de diciembre del año 1585, el cabildo presidido por don Manuel Díaz alcalde ordinario y en presencia de una Junta formada por Martín Gutiérrez y Lorenzo Martín, acuerdan trasladas a las aldeas dependientes una petición al ayuntamiento de Badajoz encargándole a don Francisco Garay Ros lo siguiente:“Que después está acordado de traer maestro para mostrar leer y escribir y su majestad según es obligación a dicha obligación para dar el salario que en la ciudad de Badajoz, está un buen maestro que siendo llamado por este concejo vendrá a este lugar con su mujer, casa, mujer e hijos, para que se atienda a persona cual conviene. Se mandó por este concejo se escriba a este maestro venga a este lugar para hacer siento que convenga. Y ansí lo mandaron y lo firmaron Miguel de Tovar, Martín Gutiérrez Huerta, Francisco García, Pedro de Tovar, Lorenzo Martín, Juan Martín del Campo y Manuel Díaz, escribano.”15

Solicitud que fue atendida según nuevo acuerdo de cabildo el 20 de enero del año 1586 quedando claro dos aspectos. Por un lado la preocupación por el ayuntamiento de que los niños fueran instruidos y por otro, que era el propio concejo quien se hacía cargo del abono del salario, salario y contratación tenía una duración que finalizaba siempre el día de la festividad de san Juan, patrón de la ciudad pacense al que Talavera pertenecía como entidad jurídica y según queda constancia en el acta de cabildo del 9 de marzo del año 1586:“En este cabildo se asentó el salario a el bachiller Alonso Sánchez Ramas, maestro que ha venido a mostrar a los hijos de los vecinos de este lugar e juntamente con este concejo, mil maravedíes cada mes, desde el día 20 de enero de este presente año que comenzó a servir hasta el día de san Juan que cumple el mayordomo que ahora es para que desde entonces se le haga asiento y que el mayordomo le vaya pagando de propios del concejo en virtud de licencia que le tiene concedido a este concejo para dar el dinero de dicho salario”.16

Sin embargo no era todo tan fácil. A veces las complicaciones para poder hacerse de los servicios del maestro resultaban complejas y precisamente por un problema que ha sido con insistencia estudiado: la poca formación de los maestros, caso que hemos encontrado en la localidad de Talavera en estos años finales del siglo XVI y que el concejo de esta localidad alertó y elevó hasta la ciudad de Badajoz.

La formación de maestros en primeras letras nos daría para poder hablar de un segundo aspecto muy vinculado a esto que es lo que llamamos injerencia profesional es decir, permitir que determinados oficios algo “afines a la enseñanza” –podríamos llamarlo así- ejercieran el noble arte de enseñar las primeras letras y claro los consabidos problemas de deficiencia. A veces, como caso de Talavera, entre 1587-1588, el cabildo reclama tanto a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia, al cura párroco y al mismo Obispado de Badajoz que no permita que el sacristán de esta parroquial sea el que se dedique a estos menesteres porque no sabe bien ni leer, ni escribir. Pero el asunto llega a mayores en la misma contratación del maestro de primeras letras por el propio concejo.

Juan Carlos Vázquez Calvo en su magnífico estudio sobre la Enseñanza Pública en la Extremadura del Antiguo Régimen17, dedica un dignísimo capítulo a este problema de la instrucción del propio docente que hemos encontrado latente en la población pacense a través de las actas de cabildo. Porque hablamos de un maestro en primeras letras que realmente durante el periodo de la Edad Moderna no tenía esa formación adecuada que nosotros podemos pensar ni tan amplia y ni tan específica. La gran mayoría –nos indican los estudios a este respecto- alcanzaban un leve dominio en lectura, escritura y cálculos básicos así como algo de noción en materia de religión.

Se afirma que podían quedar en muchos casos como maestros en primeras letras aquellos que fracasaban en otras ramas del saber y no eran capaces de alcanzar a buen término sus estudios. Parece ser que será en el siglo XVII cuando la profesión comenzó a tomar otro camino aunque en la mayor parte se siguió ejerciendo sin una titulación adecuada.

En el caso que nos ocupa, el ayuntamiento de Talavera expresa en sesión del 27 de junio del año 1586 que es necesario proceder a una votación de la persona que tiene que desempeñar el cargo de maestro por las carencias que parecen tener unos y otros. El cabildo lo preside el alcalde ordinario don Francisco de Trejo quien nombra personalmente a Alonso Sánchez Ramas como maestro en primeras letras dotándolo además de la cantidad de “…diez mil maravedíes de salario por un año que corre de poder en virtud y en licencia que hay de su majestad para el salario de maestro”.18 A ello responden rápidamente algunos miembros del ayuntamiento diciendo que se ha de proceder a nombrar por votación: “El señor Juan Guisado alcalde nombró al bachiller Alonso Sánchez. El señor Juan Martín nombró a Hernando Pérez. El señor Martín Gutiérrez nombró al dicho bachiller Alonso Sánchez; el señor Juan Menayo nombró al dicho Bachiller Alonso Sánchez; el señor Lorenzo Martín, nombró al bachiller Hernando Pérez; el señor Pero García nombró a Hernando Pérez que el que más conviene sabiéndose con menos salario; el señor Pedro de Tovar nombró el dicho bachiller”.19

Hasta aquí no deberíamos ver más que uno de los tantos procesos de nombramiento de manera nominal de un cargo por elección desde el cabildo. Se hace con los alcaldes, mayordomos, etc. Pero en el transcurso de la sesión aparecen los verdaderos intereses de esta votación quizá movido en un principio por cuestiones económicas que como vemos en el final del párrafo anterior ya se señala con la expresión “sabiéndose con menos salario”. Pero lo que realmente pone de manifiesto que en la Extremadura del Antiguo Régimen se podía llevar a cabo el ejercicio de estos oficios bajo aprobación del cabildo correspondiente sin una preparación adecuada o teniéndose en cuenta otras características como por ejemplo, la naturalidad de la persona para que no se le tuviera que abonar casa.

Es el desarrollo final de la sesión y siempre teniendo en cuenta que, la persona que fuera nombrada desempeñaría dicho oficio por espacio de un año es decir desde el 27 de junio de 1586 al 27 de junio de 1587 de forma ya irrevocable una vez aprobado por sesión y levantada acta por el secretario y los procuradores síndicos lo que termina por aclararnos la situación ya reflejada en otros estudios sobre la Educación extremeña en los Tiempos Modernos: “El señor Baltasar de Fonseca nombro al dicho Hernán Pérez por razón de ser natural por razón de ser natural y hombre que sabe leer, contar y escribir y que es más conviene ser, porque el bachiller no sabe contar, que es lo que más conviene. El señor Baltasar Álvarez dijo que no, que el dicho bachiller Hernán Pérez no debe estar en este lugar con salario, sabe contar pero no es buen escribano y que el bachiller no sabe contar ni bien escribir y por las dichas razones contradictorias y lo pide por testigo notorio y que no se le de salario ninguno y si se le diere fuere a costa de quien lo nombre”.20

Todo esto no es más que una muestra del panorama general de analfabetismo latente en la Extremadura del Antiguo Régimen, máxima de una zona que andaba lejos de lo que podíamos llamar focos habituales de cultura y donde como ya he dicho anteriormente, la visión del papel de la enseñanza en la sociedad dejaba mucho que desear.

Finalmente el nombramiento recayó en el Bachiller Hernán Pérez con un sueldo de 12.000 maravedíes anuales (oscila en las actas de cabildo en unos años y otros entre esta y la cantidad de 10.000 maravedíes) siendo elevada la petición y aprobado por el ayuntamiento de Badajoz21.

Se daban situaciones en los que era el propio cabildo quien realizaba prueba ante los aspirantes para comprobar si eran aptos y llegar incluso a acuerdos con el tema del salario. Así en el año 1587, el cabildo llama al maestro Dimas Pérez para asentar con el salario por acuerdo para el oficio de enseñar a leer, escribir y contar y lo hace ante los alcaldes Francisco García y Pedro García, los regidores Andrés Martín, Domingo Gutiérrez y Bartolomé de Villalobos: “…sobre y con los que platicó de todo ello y se acordó lo siguiente. Que para que el maestro sea admitido los regidores proponen que sean llamados a cabildo a todos los miembros y también al dicho maestro y hagan las materias del saber y tras que si sabe y también las cuentas que las envíe a este cabildo…y veremos si conviene el dicho maestro. Por motivo del viaje a Talavera se le abonan por asistir al dicho cabildo 8 reales”.22

Sin embargo no todo era simple preocupación por lo económico. En esta misma sesión aparece uno de los aspectos más relevantes de la sociedad del Antiguo Régimen Extremeño, la pobreza. Es precisamente al recién nombrado bachiller Hernán Pérez quien se le pide casi a modo de condición que atienda en la enseñanza de la lectura y escritura a los más pobres: “Se acordó por cabildo que el maestro muestre a los que fueren pobres por pobre sin llevar el derecho, lo que sean señalados por el cabildo y por cada uno lleve de un real y torta cada sábado y el que quisiese dar torta de real y medio, por ser leer medio y torta y un real sin torta, y el dicho escribir y contar sin resimiento”.

El nombramiento como hemos dicho quedo ratificado el día de san juan del año 1587 por el señor Juan Guisado alcalde y Manuel Díaz escribano. El interés del concejo de Talavera continúa prácticamente de manera anual como lo refieren las posteriores sesiones en pedir la presencia de un maestro en primeras letras para que pueda atender estas necesidades de las que era consciente el cabildo: “Se le pide al maestro (cabildo de Badajoz) ya que como se le pagan de propios atento a que se le pagan, atiendan los muchos pobres…que el bachiller que los atienda sea Dimas Pérez…”23

2.2.   La instrucción pública en materia religiosa: Cabildo e Iglesia. Siglos XVI-XVII

Sabemos que uno de los rasgos esenciales de los modelos imperantes durante el Antiguo Régimen es precisamente la simbiosis entre Estado e Iglesia y que en concreto en materia de Educación, uno de los requisitos como hemos visto que les eran exigidos a los maestros en primeras letras, era unos conocimientos en religión católica. Damos por supuesto que, en la labor realizada por estos maestros anteriormente estudiados y contratados por el concejo de Talavera, dicha tarea de adoctrinamiento se cumpliría.

Sin embargo, lo que ya no pudiera resultar tan claro es que fueran los propios ayuntamientos en el Antiguo Régimen en este caso extremeños y de la zona que estudiamos aquí, los que pusieran una especial relevancia en que el pueblo, sencillo y dedicado a sus habituales tareas, recibiera una formación o adoctrinamiento en materia católica por encima incluso de la misma Iglesia, nos explicamos.

En Talavera, especialmente en los años iniciales del siglo XVII, posiblemente empujado por las ideas tridentinas y sobre todo tras los sucesos del último cuarto del siglo XVI con el movimiento de los alumbrados y las predicaciones de fray Alonso de la Fuente, el cabildo en acuerdo unas veces con la iglesia local y otras por iniciativa propia, aprobó toda una serie de actividades destinadas a la formación del pueblo que consistieron esencialmente en sermones y predicaciones por parte de frailes y sacerdotes que si era necesario, fueron traídos de fuera asumiendo los costes el propio ayuntamiento. Queda la sensación que va por delante el cabildo y en este caso el mundo secular alo propiamente eclesiástico que a buen seguro recibiría todas estas iniciativas con agrado. Fiestas y celebraciones del calendario litúrgico como Cuaresma y Semana Santa, Pascua y Corpus era especialmente preparada por el ayuntamiento con aspectos de tipo propiamente religioso como con otros más lúdicos24.

Veremos en ello una correspondencia entre Concejo e Iglesia en Talavera que además se hace presente en claros ejemplos de asumir los gastos durante la presencia de determinados personajes destinados a adoctrinar al pueblo en los llamados Tiempos Fuertes siendo incluso el concejo quien requiere confesor que imparta los sacramentos. Así por ejemplo, en sesión celebrada en el año 1585 el cabildo de Talavera aprueba: “Mandose al mayordomo del concejo dar al fraile Fernando que está en este lugar cada un día dos reales para sus mercedes de hoy hasta que cumpla los sermones que ha de hacer en este lugar hasta toda la Pascua Florida”.25

Una de las fiestas más importantes en esta localidad y que ha dado incluso a amplios estudios por la impronta que recoge la no menos interesante documentación que guarda su archivo parroquial sobre las actividades de la Cofradía del Santísimo Sacramento y el llamado grupo de los Seises nos lleva a la misma preocupación del ayuntamiento de Talavera en los años iniciales del siglo XVII en torno a la preparación de la fiesta del Corpus Christi.

En sesión del 8 de mayo del año 1610, siendo alcaldes ordinarios Nuño de Mendoza de Chávez por el Estado de los hijosdalgos, Juan Martín Bermejo como alférez se aprueba que se levante un convento de monjas comprando para ello una casa a Juan del Campo donde se ha de hacer el conventual26.

Pero como decimos, la intromisión concejil va mucho más allá de tal forma que la organización de fiestas tan importantes como la del Corpus Christi recaía igualmente en el ayuntamiento. Reunidos en cabildo bajo la presidencia de los alcaldes ordinarios Juan de Uncuenta por el estado llano y el licenciado Miguel de Guzmán, se configuran ayuntados lo señores depositarios general don Juan de Toro, el alférez Juan del Campo y Martín Bermejo y el mayordomo del concejo Simón García acordando lo siguiente:“Los mayordomos de oficios de este lugar para el día de la fiesta del Corpus Cristi tienen hecho un compromiso para que en cada un año el dicho día de la fiesta de la Corpus se haga un Auto por todo los oficiales…hágase fiesta por todo el día…”27

Entre los acuerdos estaba la representación de obras de teatro dentro de actividades denominadas propiamente culturales y según hemos podido cruzar con las fuentes parroquiales procedentes de los libros de fábrica de la cofradía del Santísimo Sacramento, en la procesión del Corpus se realizaba delante del Santísimo el llamado baile de los Seises aspecto que nos introduciría en la expresión de la religiosidad popular pero que sin embargo expresan claramente la simbiosis entre las disposiciones civiles y las normativas litúrgicas propiamente eclesiásticas.

Sin embargo no siempre la unidad o la receptividad secular estaban perfectamente casada con la eclesiástica. El 19 de mayo del año 1605, tienen que intervenir directamente los alcaldes don Nuño de Mendoza y don Alfonso Martín Bermejo junto a los alféreces Juan Martín Bermejo y el regidor Francisco Medina de Peralta además del procurador síndico Rodrigo Díaz por la negativa de los mayordomos de oficio a realizar la fiesta y auto del día Corpus. El primer acuerdo que se toma es nombrar por parte del concejo dos regidores para el cumplimiento del oficio, estos son Andrés Martín Herreruelo y Francisco de Medina acordándose a continuación: “…y por ser servicio de Dios nuestro Señor y conviene que se haga fiesta por el Concejo se acuerda que se apremien a dichos mayordomos, cumplan el compromiso…”28

Indudablemente no nos encontramos ante una situación momentánea o un problema de un año concreto puesto que los diarios de sesiones de las diferentes actas de cabildo en años sucesivos y en sesiones sucesivas recogen este problema, lo que una vez más pone de manifiesto el deseo e interés por parte del ayuntamiento de que dicha fiesta con todo lo que conllevaba para el pueblo se realizara. Así por ejemplo, el 16 de abril del año 1608 el Concejo de Talavera se reúne para tomar un importante acuerdo que si parece definitivo a este respecto y lo hacen convocados por el alcalde ordinario Juan Martín Tovar del estado de los hijosdalgos y Juan del Campo del estado llano. El referido acuerdo conlleva el nombramiento de un comisario de organización específico para la realización del Corpus:“Para los oficios de este lugar para el día del Corpus Cristi esté fecho el compromiso consta y parece y para que mejor se haga como conviene al servicio de dicho Nuestro Señor para este Concejo se acuerda que para el día del Corpus Cristi venidero de este presente año se haga fiesta por los oficios y se haga auto de todos conformes…sean además nombrados Juan Gabriel de Torero y Gabriel de la Peña.”29

Estamos claramente en una serie de muestras o expresiones de la unidad o complicidad existente –no olvidemos que nos encontramos en los primeros años del siglo XVII- entre Estado e Iglesia. Las muestras de este ayuntamiento dependiente jurídicamente de una entidad mayor como el ayuntamiento de Badajoz reflejan claramente que existía una intencionalidad manifiesta porque lo religioso y lo civil no apareciera separado. Volvemos a encontrarnos con la preocupación manifiesta de ello el 18 de enero del año 1607 cuando se aprueba mandar un traer un fraile en uno de los mandatos más ricos y expresivos al respecto de la preocupación por el adoctrinamiento del pueblo que indudablemente es otras muestra clara de educación y enseñanza para el pueblo: “…atento a que la Cuaresma viene de próximo y para traer doctrina a los veci- nos de este lugar…venga a dar doctrina y a confesar a este lugar…y para ello se da libranza al mayordomo de este concejo trayendo el dicho ministros man- damiento del señor corregidor para que este concejo pueda darle limosnas y atendiendo a predicar en este lugar los domingos y viernes de la dicha Cua- resma.”30

El fraile procedente del convento de la Santísima Trinidad31 de Badajoz será requerido en muchos de estos años de tal manera que podemos realizar un seguimiento de este proceso donde el concejo establece el salario que se le atribuye por tales funciones. Así, el 30 de marzo del año 1607 se aprueba en tal concepto que le fraile reciba durante el tiempo que este en este lugar 24 reales para sustento32  lo que provocó contradicciones entre los miembros del concejo como las que aportó Juan Gutiérrez de Torero afirmando que “…era de su cometer y obligación dar doctrina en este lugar el beneficiado de este lugar y por ello lo contradice…” en clara referencia a la negativa a que fuera traído bajo salario nadie de fuera cuando se contaba con clero suficiente en la localidad.

3. REGIONALIZACIÓN Y MAPA SOCIOPROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XVIII: LA ENSEÑANZA EN LA COMARCA EMERITENSE EN  FUNCIÓN  A  LAS  OCUPACIONES Y SUS SALARIOS

Para el análisis del estudio de la situación de la Educación y la Enseñanza en la centuria final del Antiguo Régimen sin embargo he recurrido a un mayor número de fuentes y una amplitud mayor del espacio geográfico, saltando lo que pudiera ser una normativa que siguió incidiendo en el tema de la enseñanza en el mundo rural con parecido impacto pero que sin embargo nos permite estudiar el tema de manera socio-profesional es decir, comparando dedicaciones y salarios con respecto a otras ocupaciones y para una serie de poblaciones del mismo entorno de la Baja Extremadura y que configuran la realidad de la comarca emeritense.

3.1.   El catastro del Marqués de la Ensenada: 1753-1761, dedicaciones y salarios

Los primeros datos a tener en cuenta para que podamos realizar una gráfica comparativa llegan con las respuestas dadas según el Catastro del Marqués de la Ensenada del año 1753 el cual ofrece valores demográficos cuando en su interrogatorio se contesta a la pregunta número vigésimo primera: “De qué número de vecinos se compone la población y cuántas son las casas y alquerías”. Aprovechando esta rica información he elaborado la siguiente tabla que nos sirve para situarnos en la realidad del siglo XVIII y sobre qué población total se asientan los datos totales de aquellos individuos que se dedican a profesiones u oficios dedicados a la Enseñanza.

Tabla 14-1De la misma fuente podemos exportar las profesiones (número de individuos dedicados a ellas) así como los salarios generalmente en reales por valor anual. Llama poderosamente la atención la escasísima dedicación al tema de la Enseñanza. Nos aparecen para mediados del siglo XVIII Montijo con dedicación al aparecer un maestro en primeras letras y un preceptor de gramática y cuatro estudiantes, sin embargo, he creído que sería importante para hacerse una idea general del nivel cultural en las diferentes localidades, sacar el cuadro general de profesiones/salarios donde se pueden observar por ejemplo, aquellas profesiones que requieren cierta formación a partir incluso de poder quedar hecho el saber leer y escribir como pueden ser por ejemplo empleados concejiles (administración del concejo), trabajadores en el sector judicial o en el de servicios como médico, boticarios, etc., y además, sabiendo que debemos tomar por referencia las exigencias y los niveles durante el periodo del Antiguo Régimen.

Tabla 2. La Roca de la Sierra. Profesiones y salarios a mediados del siglo XVIII.

Tabla 14-2

Tabla 3. Puebla de la Calzada. Profesiones y salarios

Tabla 14-3Tabla 4. Cordobilla de Lácara. Profesiones y salarios

Tabla 14-4A continuación vendría el mismo análisis para localidades como Carmonita, Cordobilla, Esparragalejos que no recogen ni una sola dedicación a maes- tros ni mucho menos a estudiantes en una clara continuidad socio-profesional familiar de la que hemos hablado.

3.2.  Cuantificación de datos: Floridablanca 1787

Según los datos de interés a tener en cuenta según el censo de Floridablanca del año 178736, Extremadura presenta una población total que se agrupaba en 7 ciudades, 228 villas, 130 aldeas y 415 parroquias para un total de las siguientes almas (utilizo las mismas expresiones que el censo de Floridablanca):Tabla 14-5

En función a estos datos podemos ir extrayendo del Censo de Floridablanca los siguientes datos según la terminología que se utilizaba “clasificación de almas” y atendiendo al total de profesiones y dedicaciones donde quedan insertos en España y Extremadura el número de individuos vinculados a la Enseñanza:

Tabla 14-6Respecto a la información de colegios que ofrece es la siguiente para NIÑOS

Tabla 14-7Las referencias que dan respectos a las NIÑAS

 Tabla 14-8

Finalmente el número de individuos en función a las profesiones por localidad teniendo en cuenta que, hay localidades sin ningún estudiante y no aparece para nada la profesión de maestro y que, Montijo, siendo la población con mayor número de habitantes no poseía ningún estudiante ya que el único que refleja el anterior cuadro es de Puebla de la Calzada (únicamente introducimos los cuadros de aquellas localidades donde si aparecen dedicaciones profesionales relacionadas con la Enseñanza para mejor visión comparativa).

 Tabla 9. Carmonita.

 Tabla 14-9

Una vez omitimos tablas de aquellas localidades donde no hay ocupaciones dentro del sector profesional que nos interesa vinculados a la enseñanza caso de Esparragalejos, La Garrovilla, Nava de Santiago, La Roca de la Sierra y el propio Montijo que si había demostrado una actividad en este terreno y sin embargo el censo ahora no muestra un solo caso.

 Tabla 10. Puebla de la Calzada.

Tabla 14-10Tabla 11. Torremayor (Alguijuela)

Tabla 14-11

 4. FUENTES INÉDITAS

Archivo Histórico Municipal de Badajoz.

Sección: Actas de Sesiones y Cabildo. Localidad: Talavera.

–  Libro I. Años: 1585-1588. SA00265

–  Libro II. Años: 1602-1610.SA00266

Archivo Histórico Provincial de Badajoz.

Censos e Interrogatorios:

– Censo de población de las Provincias y Partidos de la corona de Castilla en el siglo XVI. De orden de nuestro Señor. Madrid. Imprenta Real, año 1829. Madrid, 1992.

Censo español de orden del Rey. Conde de Floridablanca, primer Secretario de Estado y de Despacho. Año, 1787. Imprenta Real.

– Sección Hacienda. Libro de Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada.

– Poblaciones: Montijo, Puebla de la Calzada, Torremayor, La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, Carmonita, Cordobilla, Esparragalejo, Villa despoblada de Loriana, La Garrovilla y Puebla de Obando.

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1 Rey Velasco, Fermín: Historia Nacional. Historia Regional. Historia Económica y Social de Extremadura a finales del Antiguo Régimen. Págs. 10-11. Editora Regional de Extremadura. Universitas Editorial. Salamanca, 1991.

2  Es uno de los motivos por los que el trabajo introduce un pequeño estudio sobre las fuentes desde la perspectivas paleográfica en los siglos XVI-XVII, de donde se ha sacado el análisis temático en este tiempo de la Edad Moderna.

3  El criterio no ha sido aleatorio. Para las localidades que son estudiadas en el siglo XVIII y que podríamos decir entran dentro del marco geográfico de la zona emeritense me he guiado de una administrativa agrupación realizada en el siglo XIII tras la reconquista de la zona por el rey Alfonso IX en el año 1213 cuando toma Mérida y bajo los fueros y el amparo de la Orden Militar de Santiago nacen la mayoría de estos lugares que adquieren estructura concejil a lo largo de los siglos XIV- XV y perviven agrupados, incluso en ocasiones tomando causas comunes hasta el siglo XIX, donde hubo con el reparto de obispados una mayor desintegración. Sin embargo, para el caso de Talavera en los siglos XVI-XVII es la impronta documental la que me permite el estudio por medio de los valiosos libros de Cabildo o Acuerdo Municipal que más adelante se explicarán.

4   Sabemos que por definición, este término acuñado por los revolucionarios liberales franceses de finales del siglo XVIII, el Antiguo Régimen se alzaba como un edificio que se apoyaba en tres grandes pilares. El social con la conocida estamentalización y diferencia marcada por el privilegio. Político con el absolutismo centralizador y, económico con la denotada economía de subsistencia como aquella que fuera capaz de producir lo necesario para poder subsistir sin apenas dedicación al excedente y por tanto ausencia de comercio y exceso uso u ejercicio de la agricultura y la ganadería. Se observa en el estudio pormenorizado de los pueblos atendiendo al censo del conde Florida- blanca.

5  Es interesante en este análisis de las carencias y aspectos subsanados en la enseñanza pública de los Tiempos Modernos, la obra de Juan Carlos Vázquez Calvo titulada Historia de la Educación pública en Extremadura en el Antiguo Régimen. Siglos XVI-XVII-XVIII editada por la Junta de Extremadura, Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología. Mérida, 2004.

6  El primer Libro de Cabildo o Acuerdos Municipal queda inserto en la cronología de su reinado al iniciarse la primera de sus sesiones el 30 de junio del año 1585 y finalizar el 26 de mayo del año 1588. El segundo de los libros se encuadra en el reinado del Felipe III (1598-1621) iniciándose el 28 de junio de 1602 y finalizando el 4 de febrero del año 1610.

7   Aclarase que la documentación manejada y a la que nos referimos como Actas de Cabildo o de Concejo están depositadas en el Archivo Históricos Municipal de Badajoz desde donde han sido trabajadas y trascritas íntegramente (más de 2.600 planas)  a través de una Beca de Investigación concedida en junio del año 2010 al Ayuntamiento de Talavera y que yo mismo he tenido la oportunidad de ser su director de proyecto y autor de dicha trascripción.

8   Será sobre todo en el libro II, en fechas claramente post-tridentinas donde se haga un especial hincapié en el tema de los valores, conocimiento y vivencia de la religión católica.

9  Talavera protagonizó uno de los capítulos más interesantes de la mano del llamado movimiento de los alumbrados y las predicaciones por toda la comarca de fray Alonso de la Fuente contra la fuerte y radical vida espiritual de los primeros. Iglesias Aunión, Pablo: Fray Alonso de la Fuente y el Movimiento Alumbrado en la Comarca de Montijo. Departamento de Historia Moderna. Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres. Junio, 1991. También en la Revista de Feria y Fiestas de Montijo, septiembre 1992.

10  Cita tomada de la obra de Fermín Rey Velasco Historia económica y social de Extremadura a finales  del  Antiguo  Régimen,  página  15.  Biblioteca  Popular  Extremeña.  Universitas  Editorial. Salamanca, 1983.

11  Recordemos que en el año 1749 se realizó en un total de 15.000 lugares pertenecientes a la Corona de Castilla a excepción de los lugares pertenecientes a las “provincias vascas” que estaban exentas de impuestos, una minuciosa averiguación consistente en un amplio interrogatorio para obtener información del número de habitantes, propiedades territoriales, edificios, oficios (aspecto que nos interesa), rentas, etc. a cargo del ministro de Fernando Vi, marqués de la Ensenada y que se ha recogido históricamente con el nombre de Catastro de Ensenada.

12 Vázquez Calvo, J.C.: Historia de la Educación Pública de Extremadura en el Antiguo Régimen. Siglos XVI-XVII-XVIII. Consejería de Educación….

13   Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año: 1588. Plana 563. Folio 333ca.

14   No hay prácticamente datos demográficos de la población al desaparecer en su totalidad las fuentes del archivo municipal. Los datos más cuantitativos pertenecen por un lado a la Crónica de don Manuel Heano y Muñoz del año 1870 que cifra para el ayuntamiento de Talavera 2.489 habitantes. En 1842 se dice tener 2.329 habitantes.

15   Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año: 1588. Plana 87. Folio 93 vto.

16   Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1588. Plana132. Folio 117ca.

17 Vázquez Calvo, Juan Carlos: Historia de la Educación Pública en la Extremadura del Antiguo Régimen. Siglos XVI, XVII y XVIII. Junta de Extremadura. Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología. Secretaría General de Educación. Mérida, 2004.

18  Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1586. Plana194. Folio 148ca.

19  Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1586. Plana194. Folio 148ca.

20   Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1586. Plana194. Folio 148ca.

21   Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1586. Plana195. Folio 148vto.

22  Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1587. Plana421. Folio 261 ca.

23  Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1588. Plana582. Folio 342 vto.

24  Los libros de sesiones estudiados tiene multitud de referencias a acuerdos municipales por ejem- plo por el pago de un toro para fiestas vinculadas a aspectos religiosos (Pascua Florida y Corpus).

25   Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1586. Plana132. Folio 117 ca.

26 Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera.  Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00266, Año 1610. Plana479. Folio 154 ca.

27  Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00266, Año 1604. Plana479. Folio 145ca.

28  Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00266, Año 1605. Plana 644. Folio 227ca.

29   Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00266, Año 1608. Plana 1.076. Folio 443 ca.

30   Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00265, Año 1607. Plana892. Folio 351 ca.

31   El convento de la Santísima Trinidad de Badajoz al que hacen referencia las actas de Cabildo e Talavera responde al desaparecido Convento de Padres Trinitarios Calzados de la Redención de los Cautivos que estuvo dentro del baluarte de la ciudad de Badajoz datado del siglo XIII (21 de junio del año 1274 con Alfonso X). Fue fundando por fray Domingo de Pedro y alguno de sus frailes embarcaron en expediciones al Nuevo Mundo como fue el de la empresa por ejemplo de Hernando de Soto, sirviendo a reyes. Será en el siglo XVI cuando el monasterio comenzó a tener cierto declinar en sus rentas, sustentándose por ejemplo de predicaciones cuaresmales como se prolongará en el siglo XVII caso de las citadas contrataciones del ayuntamiento de Talavera. Será suprimido en el año 1770 con la Real Cédula de padres Trinitarios del rey Carlos III lo que provocó un fuerte impacto entre la población de Badajoz al decaer el número de obras de caridad cuidado con ello de enfermos.

32 Archivo Histórico Municipal de Badajoz. Sección: Actas y Cabildo. Ayuntamiento de Talavera. Jurisdicción de la ciudad de Badajoz. Libro SA00266, Año 1607. Plana 932. Folio 371 ca.

33  Los decimales es por la aplicación del moderador o conversos que varía entre los historiadores de demografía como pueden ser los valores 5, 3,84 ó 4,20. De aquí que las mejores referencias a número de pobladores se suelan hacer en vecinos y no en habitantes para evitar composiciones numéricas con decimales sobre total de personas.

34   Aquí hace referencia no al número de “vecinos o habitantes” sino al total de miembros que forman la comunidad de frailes del conventual de san Isidro de Loriana, máxime si tenemos en cuenta que en el catastro aparece como villa despoblada.

35  El escribano de fiel de fecho percibe cien reales del consejo, cien reales por el pósito y ochenta y cuatro reales por hacienda y libros de repartimiento.

36 El llamado censo de Floridablanca queda enmarcado dentro de uno de los más exitosos del siglo XVIII y precisamente dentro de uno de los reinados más brillantes del Antiguo Régimen. Los ministros y funcionarios del rey Carlos III se propusieron de manera especial que España saliera del atraso socio-económico y cultural en el que se encontraba. Floridablanca fue uno de los grandes políticos con los que hemos podido contar en este siglo. Llegó a ser Secretario de Estado entre los años de 1777 y 1792 asís mismo presidente de la Junta Suprema Central que fue creada en 1808, año en el que falleció (1728-1808).

37   Aclaramos que en este caso la expresión otros se refiere a alfarero (1), sastre (1), zapatero (1), barbero (1), haciendo un toral de cinco (5).

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Pablo Iglesias Aunión.

 1.  INTRODUCCIÓN

El estudio, comprensión y divulgación de un tema por el motor histórico inducido de su “aniversario o centenario”, debe en todo momento alejarnos de encajonar a la Historia en momentos adecuados cuando el tema de por sí sólo ya trae material didáctico e historiográfico suficiente. Sin embargo, una vez más, los Coloquios Históricos de Extremadura convocados desde Trujillo y que nos reúne en el Centro Cultural de La Coria es indudablemente un inestimable acierto en todos los campos: históricos en primer lugar, artísticos y antropológicos en segundo y no menos interesante desde la perspectiva socio-religiosa que habrá que dejarla de lado pues nos ocuparía varias comunicaciones.

Una vez más me permite centrarme en dos aspectos que en los últimos años he venido repitiendo en estos mismos coloquios: por un lado el espacial para la Baja Extremadura en torno a la Encomienda Emeritense que tanta riqueza geográfica nos proporciona desde el primer tercio del siglo XIII a finales del siglo XIX cuando surgen ya las divisiones administrativas propias de los obispados y diócesis casi actuales y, por otro lado el documental como inagotable fuente relacionada con esas precisas y preciosas visitas que la Orden Militar del Señor Santiago de la Espada recoge sobre su territorio administrado y regulado y donde el fenómeno que aquí nos atrae no está ni mucho menos ausente como podremos comprobar. Evito una enumeración de las poblaciones analizadas porque como indico anteriormente, se trata de la Encomienda y Comarca Emeritense y en cualquier acta anterior desde estos mismos coloquios puede verse.

Control, conversión, seguimiento, catecumenado y vigilancia en la asistencia sacramental, pago por misas y por supuesto un culto “oculto” de la ley islámica que llevó en alguna de nuestras localidades estudiadas a que el caso acabara en el Santo Tribunal de Llerena desde el punto de mira inquisitorial –otro aspecto que habría que dejar pues nos ocuparía igualmente un especio del que no tenemos-.

Por ello quizá, los primeros apartados de este trabajo deben ir centrados en lo que supuso el propio problema “morisco”, problema en cuento a convivencia de culturas y religiones y en cuenta a ese punto álgido que fue el fenómeno de Las Alpujarras, bien aprovechado desde la literatura1, bien desde planos que se alejan del fenómeno histórico y que gracias a congresos y jornadas como éstas nos la devuelven en su pleno formalidad histórica.

Y digo que uno de los primeros aspectos debería ser éste por cuanto el tema morisco como el tema judeoconverso, son temas generales y esenciales dentro del denominado debate historiográfico español pero que en estos Coloquios sobre la Historia de Extremadura en Trujillo, localizamos para el caso extremeño en la Baja Extremadura y en la ya conocida Comarca Emeritense por cuanto son varias ya las ediciones que la temática general de los Coloquios pueden perfectamente ser ajustados al proceso de investigación histórica para dicha realidad geográfica.

1. EL TEMA MORISCO EN SU CONCEPCIÓN GLOBAL: ANÁLISIS PARA DESCENDER A LA REALIDAD COMARCA

La riqueza documental para el estudio de la minoría social de los moriscos en Extremadura llega una vez más en la comarca de Mérida-Montijo, de la mano de los Libros de Visita y los Mandamientos de la Orden Militar de Santiago.

Desde ellos podemos establecer una rica vinculación con el tema inquisitorial, máxime si tenemos en cuenta que, muchos de los pueblos de nuestra comarca, dependían jurisdiccionalmente de Llerena incluso en temas tan amplios y afables como la emigración al Nuevo Mundo. Algunas de las localidades estudiadas, sea el caso de la Villa de Montijo, se dieron casos ya estudiados y publicados por profesores interesados en el tema inquisitorial de herejes, brujería y prácticas religiosas no adecuadas a la Santa Fe Católica.

Que el tema de los nuevos convertidos hasta la expulsión definitiva firmada por Felipe III en el año 1609 y totalmente efectiva en 1610, fue desde un principio un motivo de escándalo queda demostrado en la propia documentación de la época que choca con ellos de manera continuada hasta el extremo que podemos empezar por decir que, jamás estas formas religiosas contaron con una cordialidad y que cristianos y musulmanes pudiera convivir desde otro plano que no fuera el pacto, el engaño y la mirada distante que se tradujo en los aconteci- mientos de Las Alpujarras.

El mismo mandamiento de expulsión que conlleva un preámbulo que nos narra las peligrosas relacionas y las complejas formas de mantener una connivencia entre todos formas religiosas tan diferentes como la cristianas y la islámica o morisca, llegándose a exponer con una imponente rotundidad que debían claramente ser expulsado:

“Los dichos moros y moras de estos reinos jamás volverán a Castilla y León…”.

Quedó establecido que desde los 14 años en adelante, podían marcharse del territorio a excepción de los que eran cautivos, y los que lo hicieran, podían llevarse todas las posesiones que quisieran menos el oro y la plata. Desde el año 1502 y teniendo en cuanta que el levantamiento de Las Alpujarras se produjo como todos sabemos durante el reinado de Felipe III (1567 a1571), como respuesta a un edicto firmado en el año 1566 conocido como La Pragmática, de los inquisidores don Diego de Espinosa y el propio rey Felipe II y proclamado por el Presidente de la Audiencia don Pedro Daza, muestra lo que al final no tuvo otra salida que la explosión y expulsión con las consecuencias sociales, económicas y políticas que también todos conocernos.

Será objetivo: residían aquellos moriscos que dejasen las costumbres, sus formas, la vida y se convirtieran en españoles católicos; con la obligación de aprender el castellano en un plazo de tres años cumplidos los cuales, era considerado un crimen hablar, leer o escribir en lengua árabe. Háganse una idea estos aspectos trasladados al tema de la fe, los continuos mandamientos y la preocupación de los párrocos porque estos nuevos convertidos estuvieran dentro de la Pragmática y otras normativas dimanadas de interpretaciones y variedades. Y realmente que en este último aspecto entramos en un complejo mundo de relaciones especialmente de tipo religiosas donde fueron prohibidas por ejemplo los baños públicos pues generalmente ellos los utilizaban para sus abluciones y el mejor de los casos fueron los baños existentes fuera de la Alhambra.

Cierto que Carlos I vio un peligro constante y continuo en la presión turca con unos territorios españoles donde en su mismo interior existía población morisca dispuesta a facilitar la siempre tan temida por los Austrias Mayores invasión turca. Aislar la población musulmana tras caer en 1492 Granada en manos cristianas se hizo favorable sobre un problema que algo encerraba pues en el año 1560 se seguía del temo morisco: ¿pudiera ser la cifra de 125.000 individuos?; o igualmente podemos hablar de una población que se caracteriza- ba por la práctica de salteadores y bajo los conocidos monfíes se llegaba a atemorizar a una población cristiana que era atacada descaradamente.

Estos mofíes, que realmente era desterrados huidos a la montaña, fueron personas perseguidas por órdenes y medidas represoras desde el mismo momento de la toma de Granada y que podemos imaginar el papel que jugaron en todos los momentos de intentos o bien logrados como el de Las Alpujaras de levantamientos. España, con un alto grado de ruralidad y ellos, viviendo precisamente en esa zona, el bandolerismo no tardó en aparecer dentro de las mismas posesiones cristianas: Aben Humaya en el año 1568 tuvo un importante papel en Las Alpujarras.

La población morisca, tras la publicación de La Pragmática, estaba dispuesta a negociar. Los representantes eran Jorge de Braca y Francisco de Muley que defendías las tradiciones perseguidas por el edicto pero que fueran incompatibles con las cristianas y, por ejemplo en el comercio, una de las principales actividades moriscas, esencialmente cara al mundo Mediterráneo, fueron respetadas como incluso medida que podría valer para no hacer daño a las arcas reales.

Estos argumentos fueron buenos tanto para Carlos I como para su hijo Felipe II, que tras un año de infructuosas negociaciones, en el año 1568 la población morisca de la zona de Las Alpujarras decidió levantarse. Es cierto que no recibieron mucho apoyo de la capital, aunque la rebelión se extendió por toda la zona granadina.

El líder del levantamiento fue Fernando de Córdoba y Valor-Tobás, descendiente de los califas cordobeses, quien se volvió como era costumbre con el nombre de Oben Omeya siendo proclamado rey en Narila. Uno de sus seguidores fue Farex Aben Farez, alguacil mayor del rey quien en 1569 sería asesinado ocupando su cargo Abán Aboo. Argelia fue el lugar desde donde recibieron apoyo militar y contó con la desventaja por el monarca español de que la mayoría de los Tercios estaban en Flandes.

Ante el real peligro de la revuelta, en el año 1570 don Juan de Austria lideró un ejército desde Italia y la zona oriental de España terminando con la revuelta en el año 1571. Los últimos rebeldes desalojados del castillo de Juviles, fueron asesinados en sus cuevas, donde una de ella Abán Aboo encontró la muerte a manos de sus correligionarios. Los moriscos de Granada, entre los que se encontraban un gran número, fueron dispersados por toda Castilla, Galicia y León, La Mancha y Andalucía para evitar más revueltas. Pero más tarde, ya con Felipe III en el año 1609, se determinó la expulsión definitiva contando con aquellos que pelearon contra los moriscos el Inca Garcilaso de la Vega.

2. LA  EXPULSIÓN  MORISCA  Y  LA  INCIDENCIA  DIRECTA  EN TIERRAS EXTREMEÑAS

No fue ni mucho menos una única causa no tampoco debemos caer en la extravagante idea de que el motivo fuera exclusivamente religioso2. Realmente los convertidos forzosamente durante más de un siglo seguían siendo parte de una población, que a parte de la actual comunidad valenciana, había perdido el derecho a hablar su lengua (el árabe y, todos sabemos lo que eso significa para un musulmán), el conocimiento del dogma islámico y los ritos estaban extremadamente prohibidos a pesar de una teórica superficialidad en la vigilancia que realmente no era tal como veremos más adelante en los mandamientos de los visitadores y en las mismas preocupaciones de los curas en los lugares por lo menos demostrados documentalmente santiaguistas.

Igualmente cierto era que se sabía que dicha religión era practicada en secreto, otro aspecto que preocupaba a los anteriores ya mencionados visitadores de la Orden de Santiago y el seguimiento de los llamados bautizados nuevos, aunque esas prácticas como era lógico en villas y aldeas eran muy pobres. Aquí tenemos ya un elemento indiscutible que nos dará sin duda en el desarrollo del proceso investigador más de una oportunidad de comentar.

En segundo lugar, para entender la expulsión definitiva de los moriscos tenemos que tener en cuenta el mismo levantamiento de las Alpujarras y las consecuencias que todo ello se derivó pues ya en 1604, habían disminuido considerablemente los recursos llegados de América y la reducción de los estándares de la vida llevó a la población cristiana a mirar con resentimiento al morisco: “esto es algo que suele seguir siendo típico español, mirar el otro como culpable cuando a uno las cosas no le van bien.”

El ambiente político y socio-mental del momento se une a las causas definitorias de la expulsión pues realmente vivimos unos años de enrarecimiento en el pensamiento y desde hacía tiempo, se tenía ganas de acabar con aquel asunto de aire crítico que corría por toda Europa sobre la discutible cristiandad de España al permitir la pervivencia de esta minoría étnica.

Por último, no olvidemos lo que es la misma opinión pública –e insisto- especialmente en nuestra querida España. Una opinión que se encontraba tremendamente dividida entre aquellos que consideraban que debería darse más tiempo para el llamado “proceso de cristianización” y los que deberían no seguir tolerando y proponían abiertamente su expulsión.

Claro que en toda esta realidad no podemos olvidar que la población morisca constituía unos 325.000 individuos, que formaban parte de un porcentaje que variaba en función de las Coronas y territorios donde nos encontrásemos dentro de una población general española que alcanzaba los 8.5 millones de habitantes. Especialmente estaban concentrados en Aragón que eran el 20% y Valencia donde llegaban al 33%, con una población cristiana que crecía a menor ritmo que la morisca. Las tierras ricas y los centros urbanos de eco eran reinos mayoritariamente cristianos, mientras que los moriscos ocupaban la pero parte de la tierra pobre y eran considerados como personas concentradas en los suburbios.

Sin embargo en Castilla presentaban una situación bien diferente. Esta realidad que adelanto a los puntos esenciales del trabajo, es necesario conocer para poder al lector ubicarlo en el contexto histórico adecuado y que no vean en la expulsión de Felipe III la respuesta a un levantamiento en la zona granadina. Como digo, en Castilla la situación era diferente pues de unos 6 millones de personas, 100.000 los formaban los moriscos y los mudéjares, los cuales llevaban siglos conviviendo con la población cristiana.

Podemos por tanto afirmar que, todos estos datos no aportan realmente nada pero sin embargo, son datos que desde la generalidad nos permite desviarnos o, si ustedes lo prefieren, descender hasta los pueblos, villas, aldeas y ciudades de la zona comarcal estudiada y encontrar entonces un total de población entre los que encontraremos muchos de los por qué desde el sentido mismo de la expulsión, de sus formas de vida, de la manera en la que fueron vigilados y de una población eclesiástica que en su gran mayoría daba por la opción de que se les otorgara el tiempo suficiente para la conversión. Una opción apoyada incluso desde Roma, consciente de que la plena conversión indudablemente requería tiempo.

La nobleza castellana y aragonesa eran partidarias de que igualmente que el papado, se requería tiempo y de dejar además las cosas tal y como estaban, porque eran realmente grupos sociales de los que se beneficiaban como una interesante mano de obra barata en sus tierras.

Pero claro que existían defensores de su expulsión y además defensores que cara a la Monarquía gozaban de un poder considerable. Por ejemplo encontramos al inquisidor general valenciano Jaime Bleda, verdadero propositor al rey de su expulsión. Es precisamente cuando uno se interesa en este de los denominados “moriscos” cuando lo que realmente nos interesa, al menos a mí de manera personal y así he centrado este trabajo es, en el tema no cuantitativo es decir, cuántos y de qué lugar fueron expulsados sino, como vivían durante el tiempo que estuvieron en nuestras tierras a qué se dedicaban, qué ocurrió cuando hasta por ejemplo la zona centro-sur extremeñas llegaron las noticias de las Alpujarras u otros levantamientos; qué pensaban cuando se escuchaba que el rey podría actuar de esta o de la otra manera; que les decían a sus vecinos cristianos con los que llevaban un tiempo conviviendo en definitiva, como era realmente el morisco primero en Extremadura y luego el que nos centra en la Comarca Emeritense jurídicamente vigilado por la Orden de Santiago.

3. BREVE APROXIMACIÓN A LOS MORISCOS EN EXTREMADURA: SIGLOS XV-XVII

Recientemente se ha celebrado un interesantísimo Seminario dirigido por la profesora y doctora doña Isabel Testón Núñez que ha contado con grandes especialistas de nuestra universidad como Rocío Sánchez Rubio o María de los Ángeles Bermejo y que ha tratado sobre el tema los moriscos en Extremadura llegando a concluir que la orden de expulsión no se hizo efectiva hasta el año 1610 y que dentro del territorio para Extremadura, se dieron diez morerías de las cuales siete estaban en territorio de la Orden Militar de Santiago.

Por tanto, cuando tratamos el tema morisco en Extremadura, debemos conocerlo con suma delicadeza y como dice el Catedrático de Historia de Extremadura don Julio Fernández Nievas “nos encontramos ante una auténtica di- versidad dentro de esta minoría.”3 Y afirma ello porque esencialmente nos encontramos con los Mudéjares o moriscos autóctonos de Extremadura que centraron la atención de los visitadores santiaguistas y que a la larga son los que se convierten en el verdadero centro y motor de este trabajo, pues estaban tremendamente vinculados a la tierra y lógico que al finalizar la reconquista y ser entregadas las tierras a la menciona orden, quedaran mezclados con la población autóctona más la que se necesitó para terminar de repoblar.

Serían situados dentro de los subgrupos, aparte de Hornachos, Magacela y Benquerencia de la Serena en localidades donde la naturalidad de la convivencia fue total y la relación con la población indudablemente directa.

Relacionados tanto con el estudio de los Libros de Visita y en material municipal con el tema de pechar, se nos habla de morerías en4 Alcántara, Plasencia, Brozas, Trujillo, Valencia de Alcántara, Badajoz, Mérida, Llerena, Zafra, Montánchez, Montijo, Fuente de Cantos, Usagre, Bienvenidas, Vllanueva de la Serena que podemos comprobar directamente con relación a una población morisca que se sabe existía en otras localidades ya más estrictas de la orden santiaguista como Lobón, Torremayor, Puebla de la Calzada, La Garrovilla, Carmonita, Cordovilla de Lácara, Puebla de Obando y La Nava de Santiago5.

El otro subgrupo era conocido según el profesor Nievas como “granadinos” al ser descendientes llegados de Granada y acogida en la entonces naciente Extremadura que ha dado durante mucho tiempo pie para que a las búsqueda incasable de dar respuestas a momentos de los que se carecía de documentación fueron incluso utilizando para explicar el nombre de lugares por abundar asentamientos de  esta  población  inmigrada.6 Quizá  inducidos en estos  erróneos estudios porque la población granadina fue literalmente dispersada ya de la misma toma de Granada por los lugares de Castilla, León o Galicia, lugares que posteriormente fueron requeridos por las mismas órdenes religiosas para los diferentes procesos de repoblación.

3.1. La realidad social en los momentos de convivencia y expulsión

No fueron ni mucho menos, ni creo nadie a estar alturas defienda como causa única la religiosa para argumentar y dar una lógica y única explicación a la expulsión moriscas. Además, cuando tanto en el tema morisco como en el de los llamados “judaizantes” uno analiza la situación de relación en las diferentes poblaciones especialmente con el tema de la hacienda como “pecheros”, uno se da cuenta que además, implica una confusión ideológica que hace difícil explicar exclusivamente la causa religiosa.

Realmente fueron convertidos de manera forzosa, tampoco lo duda nadie como si negamos la única causa el no cumplimiento de este requisito, pero durante más de un siglo, los moriscos siguieron siendo población a parte que, a excepción de Valencia, la mayoría de las comunidades habían perdido el habla árabe, empezaban a desconocer e dogma islámico y la religión que seguían practicando en secreto, aún siendo la musulmana, quedaba tan por debajo de la capa superficial cristiana, que en los decretos y órdenes de los visitadores santiaguistas a los pueblos, villas, aldeas y ciudades que realizaban periódicamente entre 1498 y 1606, instan a los párrocos a que sigan en el adoctrinamiento y cuidado de los recién convertidos a la santa fe católica.

Pero no podemos olvidar para el estudio y la comprensión de la realidad social desde que en los años iniciales del siglo XVI estamos todavía en unos momentos que podemos denominar de transición con unas bases sociales que hace que en estos pueblos de la llamada recién iniciada Edad Moderna, está marcada y predicha por aspectos étnicos donde a los párrocos le son ordenados que anoten no ya solo a los cristianos que recibían los Sacramento, sino igualmente a los conversos de manera que, aquellos responsables eclesiásticos mantuvieran una muy estrecha relación con ellos desde el punto de vista del cumplimiento y aprendizaje sacramental. Así por ejemplo, en Montijo, en el año 1498 se dice:

“Visitáronse los cristianos nuevos que hay en este villa que se supo. Tomose si sabían santiaguarse y rezaban, y a aquellos que no estaban bien administrados. Mostróseles lo que debían de hacer y mandó ordenado el cura quedase anotado los visitase y administrase.”7

Los propios estudios a este respecto, hacen girar sobre el problema de los conversos la comprensión social de una minoría étnico-religiosa de judíos y moriscos convertidos que se desarrollan como ya he indicado en mandamientos por localidades como Puebla de la Calzada, Torremayor y Montijo que nos conducen claramente a una realidad social muy compleja especialmente porque ante dicha sociedad estamentalizada y marcada por el privilegio, éstos obviamente quedan encuadrados en los segundos es decir, no privilegiados y obligados al pago de impuestos que como pecheros está siendo y es uno de los temas esenciales para su localización y determinación de número aunque resulta insuficiente como único elemento.

El mismo caso tenemos para el cura párroco de la iglesia de Santiago en Torremayor, al cual en la visita de los años 1500 a 1515 se le insta a que junto a las remodelaciones y conservación del edificio, Pero Hernández (nombre del cura) procurase administrar los sacramentos a los convertidos y velar por el cumplimiento de ello.

En la villa de Esparragalejos, se orden al cura titular de su beneficio, don Bartolomé Sánchez que no olvide el correcto funcionamiento de la iglesia y de los aspectos religiosos, aspectos, insisten en que deben circundar toda la vida del párroco y que lleve al día, el libro donde son anotados “los sacramentos” especialmente pidiendo al mayordomo incluso de la parroquial de Santa María, indiquen aquellos que se han convertido o no y “…están aún sin confesar…”8, a veces estor ordenamientos venían más por el trabajo acumulado por los propios párrocos que por una desconfianza hacia ellos de los mismo visitadores.

Tengamos en cuenta que estamos hablando de lugares que en el primer tercio del siglo XVI, muchos de ellos poseían escaso vecinos, se trasladaban a otros lugares para escuchar o recibir los sacramentos y estaban entonces siendo levantadas ermitas e iglesias para un adecuado culto sea el caso por ejemplo de Carmonita que incluso en el año 1560 cacería de:

“No hay crismeras y son necesarias por lo que mandamos hacer a los di- chos mayordomos que las hagan a costa del comendador.”9

Y este es un problema realmente en esta zona de la orden de Santiago alcanza claras cuota de preocupación a los mismos responsables de la orden santiaguista. Tomaremos algunos ejemplos para que nos podamos hacer una idea de lo que supone la carencia de una asistencia espiritual, no sólo por saberse que existía una minoría conversa sino para la misma población conocida como cristianos viejos.

En la localidad de Carmonita, entre los años 1507-1508, los visitadores expresan la preocupación de que en dicha localidad no exista nombrado un celebrante para los Oficios Divinos, la administración de los sacramentos y lo que ellos consideran realmente grave no poder atender a los difuntos, enfermos y aquellos que seguramente, nacidos a la Santa Fe Católica necesitan de dicha asistencia: …de tal forma que cuando lo necesitan, es a costa de los vecinos…”10

Tanta es la insistencia que se dice algo más adelante del capítulo de los mandamientos entendemos el por qué no tiene este lugar y otros como éste asistencia sacerdotal:

“…mas cuando la mesa maestral lleva a este lugar los diezmos los cuales son tales que, con ellos no se puedan sustentar un clérigo, que alcanza la cantidad de seis mil maravedís.”

El problema quedó finalmente resuelto e insisto en esta idea para veamos que la preocupación religiosa, la atención espiritual a los habitantes especialmente donde se conocía que existía población moriscas, tengamos en cuenta que precisamente Carmonita es una de esas localidades que algunos historiadores han determinado que su nombre procede del asentamiento del Carmona deCórdoba, con la asistencia de un sacerdote cuyo dinero será cargado al comendador don López Sánchez Becerra por la cantidad de dos mil maravedíes anuales.11 Lógicamente, el libro donde eran registrados los nombres de aquellos bautizados, sacramentados en general y por supuesto convertidos a la fe católica, se guardaba en el Sagrario junto al Santísimo Sacramento, primero de los lugares en ser visitados en el momento de hacer presente la Orden de Santiago en uno de sus lugares.

Que todo lo anterior nos da una idea de que la población morisca vivía en recatada actitud con la mayoría de los cristianos está claro especialmente en lo que se refiere a los años pertenecientes al siglo XVI. Una vez producido el acontecimiento del levantamiento de Las Alpujarras entre 1568 y 1571 la recisión hacia esta población debió de hacerse mayor, pues posiblemente en estas localidades se notó.

Unamos a estos elementos un endurecimiento si quieren llamarle así “ideológico” por otros factores como la misma dureza en la vida conforme avanza el siglo XVI con la influencia de elementos como por ejemplo el que comenzara a faltar el oro y la plata que había estado llegando de América y que llevó a la población cristiana a mirar todo y todos con resentimiento. Tampoco favorecía nada el ambiente en los Países Bajos máxime si se decía que la decisión definitiva al alzamiento moriscos en Las Alpujarras llegó precisamente porque eran conocedores de la poca presencia militar en el territorio peninsular.

Existía desde hacía tiempo un intento que corría por toda Europa sobre la discutible cristiandad de España, otro elemento que señala aún más, precisamente por la presencia de población judeoconversa y morisca en tierras españolas. Y, finalmente, no podemos olvidar que la opinión pública en general que se tenía sobre los moriscos, era una opinión que se encontraba muy dividida entre los que consideraban que como ya hemos indicado, debería de dárseles un tiempo para la mencionada conversión y los que pensaba que su expulsión debía ser inminente.

Podemos afirmar que todos estos datos, no terminan de aportar realmente nada que son datos de un fuerza muy generalizadora pero ¿cómo conocer lo que ocurría en nuestros pueblos, villas, aldeas y ciudades extremeñas o de la comarca emeritense en este caso? Hay un ejemplo que nos hace mirar y ver la total integración que algunas de estas localidades, la población morisca podía llegar a tener.

Incluso tras los decretos de expulsión dictados en 1609 y puestos en práctica en 1610 hay localidades donde de manera pública se hace latente la existencia de población morisca dispuesta a convertirse al cristianismo. Tal es el caso de la villa de Montijo donde los condes de este lugar Portocarreros, tenían entre su servidumbre un moro de nación. Hablamos de una población dependiente casi en su totalidad en estos momentos de dos parámetros económicos: la agricultura y la ganadería. Pues bien, la comarca venía asolada por una tremenda sequía. El Archivo Parroquial de San Pedro recoge en su sección de registros sacramentales los siguiente:

“En la villa de Montijo a quince días del mes de agosto de mil seiscientos veinte y tres años, yo, el licenciado Gómez Hernández Silvestre, cura de esta villa, bauticé a Antonio, esclavo de su Señoría, el conde de esta villa. Moro de nación que se volvió a la Santa Fe Católica. Fue su padrino su Señoría y por verdad los firmé.”12

Está en esto la solución de que en muchos lugares, desde la misma nobleza a la clase eclesiástica optara, incluso tras el decreto de expulsión de permitir dar tiempo a que este tipo de reacción que ha sido traducida en un exvoto pictórico que de la misma fecha se conserva en la ermita-santuario de la imagen de Nuestra Señora de Barbaño a quien Alonso se encomendó, dar un tiempo como decimos para que pudiera de esta forma creer en una auténtica conversión por parte de cierta población no ya sólo morisca sino también judía.

El caso es que la población morisca, que siguiendo la ya antedicha explicada tipología del profesor Julio Fernández Nievas era de la llamada subtipo mudéjar, llegó a oscilar entre 4.800 y 5.000 habitantes, algo parecido a lo que estaba ocurriendo con los judíos que se encontraban segregados y respecto al resto de la población. Que se pudo temer unas relaciones que irían más allá de los estrictamente social, nos lleva entonces a hablar de unas relaciones de carácter jurídico recogidas entre moros y cristianos, relaciones que efectivamente estaban asentadas desde el año 1412 y que dará lugar a la posterior llamada Medida de Intolerancia nacida de las Cortes de Toledo aunque tardarían en llegar hasta los años 1493, 1494 ó 1497 en algunos casos.

Los visitadores de la orden santiaguista como ya hemos visto y citado anteriormente, mandaron tasar las casas y una vez realizadas dichas tasas, pagar a la aljama su importe, importe que se pagaría a 30 días a los cristianos. La ya men- cionada explicación de no practicar sus costumbres quedaba especificada en las órdenes de los visitadores en danzas, bailes, fiestas, placeres y bailes de moriscos o con moriscos, tanto si eran ellas los promotores como si decidían participar en ello.

Hay una teórica convivencia si, en la que algunos historiadores han visto que se podía seguir apostando por la convivencia y la tolerancia; localidades donde incluso ocupaban trabajos como sastres, herreros o zapateros apartando quizá la idea de que la población morisca se dedicaba exclusivamente a la tierra. Existen estudios realmente serios hechos en universidades donde se nos habla de que desempeñaron tareas en la justicia lo que hacía que en ocasiones, la misma Inquisición tuviera un trato un tanto sensible ante determinadas causas.

En Mérida por ejemplo, don Diego López de Cámara desempeñaba, siendo morisco converso, tareas de cirujano; igualmente hay localidades como Llerena, Zafra, Mérida o el propio Trujillo donde en el sector servicio los encontramos como personal especializado: mercaderes, tenderos, vendedores y muy relacionados con el tema del transporte.

Esto ha hecho que algunos historiadores hablen a la hora del tratamiento con la Inquisición de un proceso quizá selectivo pero que sin duda abre muchos debates histoiográficos. Lo cierto es que, la Inquisición trató temas moriscos pero muy vinculados por acusaciones al seguir practicando las normas y ritos del islam.

A este respecto, me gustaría resaltar que, utilizando además las palabras del profesor Fernández Nievas el hecho de que estudios sobre el tema morisco han decidido como causa de la expulsión una cierta resistencia por parte de ciudades y villas y citamos a este caso Mérida y Trujillo:

“…Truxillo y Mérida…en las partes donde se ha hablado…ser defendidos por los más ricos y poderosos…Plasencia tomó muy mal la expulsión de los moriscos antiguos.”13

4. VISIÓN GENERAL DE LA ORDEN DE SANTIAGO Y EL TEMA MORISCO

Podemos claramente comenzar a afirmar que, hablar de estas minorías como parte de un todo dentro del territorio que administró la Orden de Santiago es realmente, hablar de una amplio espacio geográfico, que además ha de tener en cuenta que, estamos dentro de núcleos que como hemos podido comprobar son totalmente desiguales desde localidades con una perfecta organización concejil y eclesiástica, sea el caso de localidades como Montijo, Lobón, Puebla de la Calzada o Torremayor a, localidades que están naciendo y que los propios visitadores demandan y ordenan la necesidad de un asistente de los Oficios Divinos.

Zonas consideradas como verdaderas aljamas y morerías donde incluso a gunos historiadores como el caso que es tratado en la magnífica obra de Rodríguez Blanco14 donde se afirma que, hay un problema en cuanto a dar una conti nuidad con el tema morisco para poder establecer un sistema de seguimiento de tal forma que uno pueda establecer unos parámetros adecuados en cuanto a la población cristiana-morisca puesto que lo normal era que, en aquellas localidades donde los vecinos superaban los 250, unos 1.000 habitantes, era difícil no encontrar este tipo de población morisca asentada, relacionando además a temas fiscales, pagos de aranceles que les permitían encima, o mejor que les obligaban además a que la movilidad fuer compleja esencialmente por el alto pago de esas tasas.

Mucho se ha discutido pues sobre las medidas definitivas que lanzaron a personajes como el duque de Lerma (véase Marcelino C. Quirant15), e instar a las medidas que en el trabajo de dicha expulsión debemos y hemos de mencionar –como lo hemos mencionado sólo que no nos hemos limitado a un único motivo- pero que sin duda de lo que resulta claro es que, tras la expulsión, las consecuencias y, en esto si se ponen de acurdo la práctica totalidad de historiadores, fueron muy negativas, sobre todo para aquellas zonas en las que la agricultura y la ganadería se constituían en base económica (léase por ejemplo el caso extremeño-sur):

“Solo ellos se bastarían a causar la fecundidad y abundancia de la tierra, por lo bien que saben cultivar y lo poco que comen.”16

Se decía de ellos que eran gentes que no se les podía tomar confianza pero que a su vez, no se metían con nadie y que en sus comunidades cerradas como eran las aljamas y morerías es visión eran mucho más cerrada porque el resto de la población estaba plenamente convencida de que se practicaba su antigua religión.

Fieles pagadores de sus impuestos con la Hacienda Real, quedaban de esta manera trasformados en unos súbditos que para algunos, tras la expulsión fue lamentado por el hecho de que lo que se perdía era realmente eso, unos fieles súbditos y pagadores a la Hacienda Real y unos no menos excelentes trabajadores de la tierra.

Hay historiadores que incluso van más allá al aludir a una mano de obra directamente relacionada con la agricultura, una mano de obra que era especializada en la artesanía y que en ciertos lugares como por ejemplo Plasencia, Trujillo, Mérida. Magacela o Benquerencia, eran considerados tanto en su valor que se dicen que llegaron a ser escondidos.

No he querido mencionar más que de pasada el caso de Hornachos por un motivo esencial. El trabajo trata de averiguar la forma y la vida morisca en los territorios de la comarca emeritense de la orden santiaguista y con ello queda todo dicho. En segundo lugar, e buen seguro serán presentados importantes trabajos a este respecto de más preparación en el tiempo y en el contenido.

Lo cierto es que, para la provincia santiaguista, cuando nos ponemos a analizar el tema morisco, se nos presentan los mismos problemas que cuando analizamos por ejemplo el tema judaizante. Están íntimamente relacionados con la imagen de los impuestos y tienen temas altamente vinculados a los casos fiscales. Pero insistimos, su conocimiento, su realidad, su función a que no pechen, no permitió tampoco en el territorio emeritense la posibilidad de saber cuántos era y dónde estaban (ya lo ha dicho e insistimos en esta idea, Daniel Rodríguez Blanco en la obra que aquí se ha citado.

El tema morisco es sin duda hoy, aún en su IV Centenario un tema complejo que se no se resiste y es fácil en el trato social con los cristianos, en sus formas de vida y en un casi perfecto sistema de convivencia con la ideología dominante, algo que quedaría roto tras Las Alpujarras.

Es cierto que, fueron dictadas normas desde la misma corte toledana por ejemplo para que judíos, moros y cristianos no se entremezclaran, medidas que por ejemplo en el caso extremeño y mucho más en concreto en el territorio santiaguista analizado, los maestres hasta bien entrado la década final del siglo XV no fueron muy claros en su aplicación.

Todo lo anterior, a excepción de aquellos casos como los ocurridos en Llerena en el año 1494 donde los mudéjares son acusados de ser los causantes de claros escándalos, los contactos con los cristianos fue de una cierta normalidad.

5. CONCLUSIÓN FINAL: UN “ANTES” Y UN “DESPUÉS”

El Levantamiento de Las Alpujarras si lo relacionamos directamente con Extremadura y de manera concreta con la zona emeritense-santiaguista, puedo afirmar que supone un “antes y un después”.

Sin que en ningún momento el objetivo esencial del mencionado trabajo buscase una valoración nominal es decir, cuantificar el número de moriscos que hubo o que dejó de haber en tierras de la Orden Militar de Santiago, si queda claro que estamos ante un tema apasionante sobre todo y esencialmente desde el momento en que lo adentramos en las relaciones sociales y las mismas relaciones con los diferentes grupos sociales.

Temas como el morisco, el judeoconverso, su relación con los procesos inquisitoriales y en general aquellos que tienen una reacción tan a nivel de llegar a ser una medida de carácter real, indudablemente jamás pueden estar vinculados a una única causa y la religiosa, aunque de enorme peso en estos momentos cronológicos que analizamos mucho menos.

La Orden de Santiago ordenó, mandó, veló e instó a sus párrocos a que los nuevos convertidos a la Santa Fe Católica cumplieran con esta doctrina y abandonaran definitivamente la que para ellos era vieja y sin servicio fe en musulmana. Los mencionados libros de Visita así lo quedan claro cuando nos han ido expresando en muchos pueblos, incluso en algunos tras el levantamiento y con servidumbre bajo la protección de la nobleza, que si ese cumplimiento se hacía, nada había que temer aunque es cierto y real, que al leer esas mismas páginas, uno tiene la sensación de que quien las escribe lo hace sobre una población de la que en el fondo no se fía.

Por esto digo que hay un antes y un después en el tema morisco para la Extremadura santiaguista con el afamado levantamiento de Las Alpujarras. Que tenemos claros casos como los analizados por los propios visitadores en los que en los años finales del siglo XV y principios del siglo XVI, aún con convivencia hay que separa para que no se dé un “contagio en las mentes”. Que incluso daría para un largo trabajo el manejo de las actas santiaguistas y hablar de lo que se conoce como el “apartamiento” entre cristianos con los moriscos pero que obviamente este es núcleo de otro interesante trabajo.

Si terminar diciendo que, en la España que termina con la Reconquista de la mano de los Reyes Católicos a incluso la España de Felipe III en el inicio del siglo XVII, los casos de esos apartamientos religiosos se dieron con moriscos y judíos y que analizar la presencia, la convivencia y el quehacer casi diario de esta minoría antes de que en el año 1610 las cosas se les pusieran realmente difícil, sirve como acicate a la investigación de un mundo, el de las minorías sociales en una época, la Edad Moderna donde el plano jurídico de la estamentalización es tan grandes, que grande hace el ejercicio del historiador a la hora de poder estudiar lo que para España, Extremadura y en general la Historia, supuso social, económica y políticamente la expulsión en el siglo XVII de los moriscos.

6. FUENTES INÉDITAS

–   Archivo General de Simancas. Secciones: Mercedes y privilegios; Censos de población correspondientes al siglo XVI.

–   Archivo Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libros de visita de la Orden de Santiago desde 1498 a 1660- Libros de 1001 al 117 y libro número: 246.

Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Registros Sacramentales. Libro número 2 de bautizados. Años: 1620-1641

– Archivo Parroquial de las localidades de Torremayor y Puebla de la Calzada. Libros relacionados con los registros sacramentales. Cotejo de datos para la relación con las actas santiaguistas. Siglo XVII.

7. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

–   RODRÍGUEZ BLANCO, DANIEL: La Orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV). Editorial: Editora Regional Extremeña. Colección de Historia Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1985.

–   CARDALLIAGUET QUIRANT, MARCELINO: Historia de Extremadura Biblioteca Pública Municipal Extremeña. Universitas Editorial. Badajoz 1988.

–    NIEVAS  FERNÁNDEZ,  JULIO:  La  sociedad.  Historia  de  Extremadura. Volumen III. Editado por Universitas-Badajoz. Biblioteca Básica Extremeña. Badajoz, 1985- Págs.535-538

–   IGLESIAS AUNIÓN, PABLO: Historia de la Comarca de Mérida del Me- dioevo a la Modernidad. Edita: Adecóm-Lácara y Excma. Diputación Provincial de Badajoz.

Historia, Religión y fe en nuestra Señora de Barbaño. Piedad y religiosidad popular en la Villa de Montijo Edita: iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. Montijo, 1999.

–   JANNER, FLORENCIO: Condición social de los moriscos en España. Cau- sas de su expulsión, consecuencias que produjo en el orden económico y político. Biblioteca de Historia. Espuela de Plara MMVI. Ediciones Rena- cimiento, Sevilla, 2006.

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1  Me refiero por ejemplo, a la reciente novela histórica titulada La mano de Fátima que sin dejar de ser una genialidad de Ildefonso Falcones, hay un visión histórica un tanto nacionalista o catalanista en cuanto a un –insisto es un opinión muy personal resultado de su lectura- pasar muy “de puntillas” por lo que los moriscos levantados en Las Alpujarras se hizo y un “dejarse caer con fuerza” en el caso de las posteriores ocupaciones cristianas al mando de los ejército del rey Felipe III.

2  Esto sería igual que pensar que, el decreto de expulsión de los judíos en el año 1492 por parte de los Reyes Católicos fue exclusivamente por mantener la pureza la fe católica en la unificación peninsular.

3  FERNÁNDEZ NIEVAS, JULIO: La sociedad. Historia de Extremadura. Volumen III. Editado por Universitas-Badajoz. Biblioteca Básica Extremeña. Badajoz, 1985- Págs.535-538

4   Ibídem nota 3.

5  IGLESIAS UNIÓN, PABLO: Historia de la Comarca de Lácara desde el Medioevo a la Moder- nidad. Edita: Adecóm-Lácara y Excma. Diputación de Badajoz. Badajoz. 2000. IIª Edición (agotadas).

6   Hablo de autores que omito porque ya han desparecido y sin embargo dieron a la Historia de Extremadura interesantes obras que al menos sirvieron para abrir nuevos caminos o puntos desde donde arrancar. Pero critico a quienes haciéndose pasar por investigadores locales y carentes de las correspondientes experiencias académicas los han defendido incluso a sabiendo de la falta de rigor histórico o posterior aparición de documentos que daban otra explicación. He aquí una muestra de hasta dónde interesa desde un primer momento el tema morisco, la llegada a la península y convivencia con la población cristiana.

7  Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libro de Visitas de la Orden Militar de Santiago a la villa de Montijo. Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. Año: 1498. Número del libro: 1.103

8  Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libro de Visitas de la Orden de Santiago al lugar de Esparragalejo. Iglesia de Nuestra Señora. Años 1507-1508. Libro Número: 1.107.

9  Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libro de Visitas de la Orden de Santiago al lugar de Carmonita. Orden dada a los mayordomos Diego Corrales “el viejo”, Barto- lomé Sánchez y Luis Tanajas. Años 1560. Libro Número: 1.246

10   Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Libro de Visitas de la Orden de Santiago al lugar de Carmonita. Años 1507-0508. Libro Número: 1.107

11   Ibídem. Nota 10.

12  Archivo Históricos Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Libro número 2 de Bauti- zados. Registros Sacramentales. Años: 1620-1641. Montijo

13  FERNÁNDEZ NIEVAS, JULIO: La sociedad. Historia de Extremadura. Volumen III. Editado por Universitas-Badajoz. Biblioteca Básica Extremeña. Badajoz, 1985- Págs.226-244.

14  RODRÍGUEZ BLANCO, DANIEL: La Orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV). Editorial: Editora Regional Extremeña. Colección de Historia Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1985.

15   CARDALLIAGUET QUIRAN, MARCELINO: Historia de Extremadura Biblioteca Pública Municipal Extremeña. Universitas Editorial. Badajoz 1988.

16   Tomado de la obra de Marcelino Cardallieguet quien cita a Francisco Idiázquez secretario de Felipe II. Puede leerse en la obra anteriormente citada en las páginas 171-172.

Oct 012006
 

Pablo Iglesias Aunión.

INTRODUCCIÓN

Nuestras tierras agrestes y difíciles, bañadas por un sol que las transforma en tierra de duro trabajo han conocido con el paso del tiempo, la presencia desde sus primeros moradores hasta nuestros días, el cambio en maneras y formas de trabajarlas y exigirles sus frutos. Quizá un denominador común ha sido común a lo largo de todo este tiempo el cristianismo y por ende, la presencia de la Iglesia.

Ahora, quiere y hace acto de presencia un laicismo que resulta ser heredero de unas ideas ilustradas mal digeridas, que con el deseo impositivo e intolerante del absolutismo ideológico, nos quiere hacer ver que de cristianismo nada y de Historia de la Iglesia en la construcción del pasado, en la mirada del presente y en el caminar hacia el futuro, menos. Sin embargo, el nacimiento de muchos de los pueblos, villas, aldeas y ciudades desde el último cuarto el primer tercio del siglo XIII y hasta la primera década del siglo XVI en la Baja Extremadura (en Extremadura en general) reflejan todo lo contrario: la Iglesia estuvo presente, modeló, recogió, abrazó, sintetizó y aunó formas de vida diversas y complicadas por la presencia de hombres y mujeres que llegaban a estas tierras desde la lejanía a pesar de estar dentro de un mismo Reino.

Y aún me sirve como introducción al estudio de la Iglesia en la Baja Extremadura, el que ahora, asistimos en nuestra cultura occidental a la persecución irrespetuosa contra el cristianismo, contra quienes lo representan y contra quienes alegan que creen firmemente que su forma acertada y adecuada de vivir (su negación y persecución es lo que parece ahora llamarse “tolerancia”). Y en todo ello hay una agria y crítica mirada hacia la Iglesia Católica, muy especialmente la Iglesia Católica. Pues bien, en este breve trabajo, pretendo y propongo que alcancemos con nuestra mirada histórica la rica herencia que cristianismo e Iglesia Católica en la zona enmarcada cronológicamente entre los años 1490 y 1556 nos ha legado y no puede ser acallada. Porque lo que la Iglesia Católica aportó a la sociedad, la cultura, el arte, la organización política y administrativa y la economía de estos pueblos que nacían con fuerza y que rezumaban Evangelio por los cuatro costados de sus puntos cardinales.

Ahora, que se pretende propagar toda una serie de tesis que manipulan en muchos casos la verdad más todavía, que usan medias verdades, que re-interpretan la Historia con datos al antojo de las particulares visiones y, lo que me parece más peligroso, intentan vaciar la Historia borrando los capítulos que están escritos por la mano del quehacer eclesiástico. Hay una clara posesión de posturas en los que engañosamente se afirma que el progreso supone obligatoriamente “la ausencia de Dios”. Ausentar a Dios de nuestras vidas es, apostar por una vida donde quien se ausenta es ella misma. Apostemos por una Historia opaca, parcialmente estudiada, conscientemente olvidada en ciertos aspectos y momentos donde nuestra Iglesia está claramente presente -en este caso la Iglesia Particular de Extremadura- y dejaremos vacía la memoria del recuerdo afable y del quehacer de tantas personas que se han entregado para que el legado histórico sea rico, serio y comprensible. No estaremos, al aceptar este juego, cayendo en un relativismo que generalmente termina en injusticia, una injusticia histórica o hacia la misma Historia.

Me van a permitir, que rozando el mismo borde metodológico de la Historia, este trabajo sea una apuesta definitiva por el respeto que antropológicamente ha existido en las relaciones entre Dios y el hombre -qué es si no la Historia y quién si no su Señor- hasta el punto, que cuando se analiza y se comprende los motivos por los que hombres y mujeres se atrevieron a sortear y superar multitud de adversidades, cuando desde tierras leonesas y gallegas en los primeros momentos del siglo XIII y durante los siglo XIV y XV bajaron hasta las orillas del Guadiana y riberas del Lácara y Lorianilla para ocuparlas y levantar su futuro, lo hicieran con la seguridad de que contaban sobre todo y especialmente con el amparo, protección y vigilancia de la Iglesia, de aquella Iglesia que al igual que hoy, representa la maravilla de un Dios hecho hombre: así lo creían aquellos cristianos y así lo creemos los de hoy quizá por eso, el actual laicismo no comprende otro discurso que el de querer borrar históricamente aquel pasado. Pero la Historia no se puede borrar. Podemos no leerla en su justa media. No querer trabajar con sus realidades. Pero no puede ser ocultada bajo ninguna ideología. Por cierto, el cristianismo, la teología, la antropología cristiana y la Historia misma, siempre han valorado el método histórico y la realidad del pasado humano en su muy justa medida y se nos presenta al historiador como valiosas herramientas de trabajo.

Durante los siglos XIV y XV se van a consolidar muchas de las estructuras características de Extremadura. Los latifundios y el predominio señorial siguen incrementándose motivado por un escaso poder de la monarquía, escasez de población (como podremos observar) y una mínima fuerza de los concejos municipales. Las grandes familias y en nuestro caso particular, las órdenes militares y la Iglesia dominan la situación.

Es por todo ello por lo que se ha afirmado con toda exactitud que, la historia de un grupo humano del Occidente medieval no es completa sin el análisis que desempeñó en él la Iglesia, Fran fuerza ideológica, política y económica, que está siempre presente y moldea de algún modo todos los comportamientos. La Iglesia tiene además vasallos, y es preciso aludir a ella como señor temporal de aldeas, pueblos y hombres.[1]

Nada hay en todo ello nada de subjetivo puesto que, es la Historia quien nos aporta los datos, realidades y fases en el nacimiento de estas localidades estudiadas y esto, no es variable ni manipulable. Como tampoco lo es su interpretación, que en todo momento no quiere apartarse de una correcta metodología histórica.

“Organización Eclesiástica e Historia de la Iglesia en la Baja Extremadura: siglos XIII-XVI” es una apuesta decidida por encontrar y aportar, ahora que estamos en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz de conmemoraciones históricas, una granito más en la enorme montaña de su conocimiento histórico. Como he indicado anteriormente, si entre los siglos XIV y XVI podemos hablar de una institucionalización de la vida eclesiástica (objetivo primordial de este trabajo) es porque con anterioridad hay una presencia estable del cristianismo.

Y efectivamente, las primeras comunidades cristianas estables aparecen suficientemente arraigadas en la Lusitania ya en el s. III. La carta de san Cipriano al clero y pueblo de Emérita Augusta (255-257) es el documento más antiguo que poseemos de la Provincia Metropolitana de Lusitania, con capitalidad en Augusta Emérita, de la que fueron sufragáneas las diócesis de Pace (Beja), Olissipona (Lisboa), Oxonoba (Silves), Idigitania (Diana a Velha), Conímbriga (Coimbra), Bisseon (Víseu), Lameco (Lamego), Caliabria (¿?), Elbora (Évora), Salmántica, Ábula (Ávila), Cauria (Coria) y Numancia (Zamora), de las que solamente Caliabria ofrece dudas sobre su localización.

Nuestra Archidiócesis ha celebrado con alegría el 1.750 aniversario de esta carta e igualmente se ha dispuesto a la celebración de otro no menos importante acontecimiento. El Papa Gregorio IX insiste en la restauración de las Sedes de Mérida y Badajoz (Bula del 29 de octubre de 1230) al Arzobispo de Santiago D. Bernardo, quien dio cumplimiento a las exigencias del Pontífice, nombrando obispos para ambas diócesis. El de Mérida fue D. Alfonso, porcionario de la Iglesia de Santiago, pero sería anulado su nombramiento a los pocos meses por el mismo arzobispo. Y con el fin de evitar una nueva restauración, cedió Mérida y su tierra a los Caballeros de la Orden de Santiago, que establecieron en ella el Provisorato de la Provincia de León de dicha Orden, donde quedará inserto este presente trabajo de investigación.

No sería hasta el reinado de Alfonso X El Sabio cuando se crease en Badajoz un cabildo catedralicio, con sus privilegios, y se determinase una circunscripción territorial propia, separada de la jurisdicción de las órdenes de Caballería, por la Bula del Papa Alejandro IV (1255) que nombró obispo de la diócesis a Fray Pedro Pérez. La segunda de nuestras celebraciones. Luego creo es el momento oportuno para presentar en estas jornadas el presente estudio.

P.1. REALIDAD SOCIAL Y DEMOGRÁFICA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XV: SUS ANTECEDENTES EN LA COMARCA DE MONTIJO.

“A diez y ocho días del mes de octubre, de noventa y ocho años. Los dichos visitadores llegaron al lugar de Lobón y fueron a la iglesia que es de la vocación de nuestra Señora, donde ficieron juntar a los alcaldes, regidores y otras personas de esta dicha villa…”[2]

Lo que hoy conocemos como Comarca de Montijo, hemos de ubicarla históricamente en la Baja Extremadura dentro del área de influencia de Mérida, desde donde se producirá el control de todo el proceso de repoblación a partir del primer tercio del siglo XIII. Sin querer entrar en el mismo proceso de reconquista, ya tratado en otros trabajos de investigación que han sido presentados en estos mismos Coloquios[3], si es importante que tengamos un conocimiento más profundo de la manera en la que van surgiendo las futuras localidades, centro de estudio entre los años 1490 y 1556[4]. Sabemos que desde el momento en el que el rey Alfonso IX, sobre el año 1230 toma definitivamente la ciudad de Mérida, aparecerá en escena la Iglesia a quien, por medio del Arzobispo de Santiago, el rey entrega la propia ciudad y sus tierras, acuerdos que se cierran el 12 de abril del año 1231 con una Concordia entre la Orden Militar de Santiago, representada por el Maestre don Pedro González y el propio Arzobispo. Incluso el sello papal con la bula de Inocencia IV desde Lyón en el año 1245, aunará más la figura importantísima de la Iglesia en todo el proceso del nacimiento de los núcleos pertenecientes a la corona y administrados por la Iglesia.

Se había formado así la llamada Encomienda de Mérida estructurada en torno a localidades como Mérida, Acehuchal, Aljucén, Almendralejo, Alguijuela (actualmente Torremayor), Arroyo de San Serván, Calamonte, Carmonita, Carrascalejo, Cordobilla de Lácara, Don Álvaro, Esparragalejos, Fuente del Maestre, Lobón, Los Santos, Puebla de la Calzada, Montijo, La Nava de Santiago, Los Santos de Maimona, Mirandilla, Trujillanos, Torremejías, Valverde de Mérida y Villafranca. Un basto y amplio territorio que con el paso del tiempo, se iría acotando y delimitando en encomiendas menores e incluso procediendo a su enajenación por medio de ventas de tal forma que a mediados del siglo XVI, el panorama habría cambiado bastante.

La configuración de la Comarca de Montijo proviene más desde el ámbito de actuación de la propia Orden Militar de Santiago a través de las encomiendas de Montijo y Lobón que cerrarán su actuación y que igualan realidades comarcales que afectan más a localidades como: Puebla de la Calzada, Torremayor, La Garrovilla, Esparragalejo, La Nava de Santiago, Carmonita, Cordobilla y las propias villas de Lobón y Montijo. Sobre estos núcleos presentamos el estudio de las instituciones eclesiásticas que fueron naciendo entre los años 1490 y 1456 estructuradas de la siguiente forma: parroquias con sus colaciones y curatos; ermitas; cofradías; hospitales eclesiásticos; bienes y posesiones de estas instituciones con sus mayordomos y cuentas.

Sabemos que una vez se produce y pone en marcha todo el proceso de repoblación, las tierras fueron reguladas en su reparto quedando una tercera parte para el Arzobispado, la Orden de Santiago y el futuro Obispado de Mérida. Las otras dos terceras partes para los habitantes de Mérida pero, debiendo quedarse en reserva de ellas igualmente una tercera parte destinada a todos aquellos que quisieran asentarse. Los montes también fueron repartidos, una mitad para el Arzobispado y los freires y la otra mitad para la ciudad de Mérida. Nuevos privilegios, obligaciones y derechos, irían cerrando en los años siguientes (entre los años 1275 y 1327) el tejido territorial sobre el que empezarían a nacer las localidades que ahora se estudian. Fue precisamente en los privilegios nacidos el 28 de abril del año 1327 de la mano del Maestro don Vasco Rodríguez Cornago, donde por primera vez tenemos constancia documental de estas localidades:

“E otrosi, les otorgamos todo su término, e sus aldeas que lo ayan bien e cumplidamente; e que los aldeanos que moraren las aldeas, e en su término, también la aldea del Rubio y el Montijo y el puerto de Carmonita y Cordobilla y el Almendralejo, como todos los otros que en sus aldeas morasen…”[5]

Entre los años finales del siglo XIV y el siglo XV, van a ir naciendo cada una de las aldeas, pueblos y villas que a continuación presento en un estudio demográfico donde se han cruzando diversas fuentes pero que esencialmente presenta el recuento que los visitadores santiaguistas hacían en sus descripciones. Se hace para los años de 1494 a 1529[6]:

TABLA I: DEMOGRAFÍA ENTRE LOS SIGLOS XV Y XVI

1494 1498 1501 1503 1508 1511 1515 1529
Cordobilla 15 15 20 20 20 68
Esparragalejos 34 40 48 48 46 48 40 69
La Nava 6 9 20 32
Puebla de la Calzada 36 70 66 66 77 60 70 120
Montijo 254 270 299 300 230 190 270 353
Carmonita 8 21 21 18 17 15 16
Garrovilla 88 100 97 97 141 125 120 235
Lobón 251 280 272 274 220 170 250 321
Alguijuela 86 100 98 98 90 91 92 155

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Según la tabla[7], destacan esencialmente tres localidades que indudablemente van a marcar de manera fuerte su presencia en los planos sociales, económicos, políticos y eclesiástico. Son: Montijo, Lobón y La Garrovilla (aparecen en el gráfico número 1 perfectamente reflejados). Nos encontramos ante unas formas de claro poblamiento rural, donde las mencionadas localidades se configuran como el típico modelo de señorío santiaguista de la Extremadura de esta época. Si quizá el análisis nos exige establecer unas marcas de mínimos, donde no existe ningún núcleo de población inferior a diez habitantes como unas máximas, en los que tampoco hay núcleos superiores a los cuatrocientos.

Merece en estos primeros acercamientos a las poblaciones destacar las referencias que nos pueden ubicar mejor la existencia de una población acorde con la realidad no ya solo regional sino también peninsular. En la villa de Montijo, en el año 1474, atendiendo a la información proporcionada por la Corona de Castilla dentro del repartimiento del llamado Servicio y Medio Servicio se menciona la presencia de una pequeña comunidad judía:

“Aljama de los judíos de Mérida, con los judíos de Montejo [Montijo] dos mil e quinientos maravedíes. Fecho este repartimiento original en la ciudad de Segovia por el Rabí Jacó Aben-Núñez, físco del Rey y Rabí Mayor del Reino.”[8]

La Orden de Santiago protagonizará una política repobladora una vez que de manera gradual la zona ha sido reconquistada, utilizando la mencionada orden para las delimitaciones y marcas geográficas, las propias fronteras naturales entre unos lugares y otros y el paso natural de los ríos. No podemos olvidar, que el tejido sobre el que se produce este asentamiento y los objetivos de los moradores desplazados desde el norte hacia un lugar totalmente desconocido es indudablemente el de encontrar tierras ricas, que están bañadas por ríos como el Guadiana (al sur) -principalmente- el Lácara y el Lorianilla (norte de la comarca). Es esta misma fertilidad de las tierras lo que atrajo a lo mencionados pobladores ayudados por la cercanía de Mérida, que ya llevaba varios siglos como Sede Metropolitana y próxima a Badajoz, donde poco después se crearía en el año 1275 un núcleo eclesial como Diócesis que conforma lo que hoy es la Archidiócesis de Mérida-Badajoz. Fueros, privilegios y cartas pueblas y el amparo desde la administración y estructura de la Orden de Santiago, garantizaba la vida en los pueblos, aldeas y villas que desde mediados del siglo XIII comenzarían a crecer.

Si bien es cierto, la comarca montijana dentro de la Encomienda Emeritense a finales de la Edad Media responde a unos bajos modelos demográficos. La explicación la encontramos en que la Orden de Santiago, dentro de su política de repoblación y de la política que aplicaba para administrar y gobernar los territorios encomendados, no contempló la potenciación de determinados núcleos urbanos. Efectivamente habrá mejoras en la administración, lo vamos a poder contemplar en el análisis de los pueblos de esta comarca, con transformaciones y nacimientos de nuevas encomiendas y núcleos de población. Incluso en estos parámetros de comportamientos santiaguistas entendemos el alza de unos núcleos que, existiendo antes de ser entregados en manos de la orden de santiago, serán con ella cuando realmente conozcan el auténtico despegue. Aquí reside uno de los principales elementos de unión para englobar temáticamente los anteriormente mencionados pueblos.

En todos ellos, habrá un detonante: la Iglesia. Nos presenta una jerarquía, organización y funcionamiento que son dignos de estudio para los primeros años, entre 1490, 1494, 1498, 1500, 1503 y 1521. Donde la relación Corona y Orden de Santiago unido al Priorato (en este caso de León), regulaban toda la vida local. Visitadores que a las puertas de los templos parroquiales o en las plazas de los pueblos, recibían a los visitadores de la Orden quienes mostraban sus privilegios y capítulos generales que eran obedecidos por alcaldes, regidores, mayordomos y hombres elegidos como de aceptable reputación entre los vecinos:

“…Fueron leídos los poderes que del Rey e la Reyna nuestros señores traían y por ellos (alcaldes, regidores, cura y otras personas) fueron obedecidos y puestos encima de sus cvabezas, con la reverencia que debían. Y dijeron que estaban puestos y aparejados a todo lo que de parte de sus Altezas mandasen…”.[9]

P.2. PRIMEROS MOMENTOS: origen y nacimiento. Años: 1490-1521

Entre los años de 1494 y 1520, tenemos ya una información detallada de los siguientes núcleos: Elguijuela, Esparragalejo, Montijo, Carmonita, Puebla de la Calzada, La Garrovilla, Cordobilla y Lobón:

TABLA II: PUEBLOS Y ENTIDADES ECLESIÁSTICAS EXISTENTES

LOCALIDAD PARROQUIA CURA MAYORDOMO ECONOMÍA ERMITAS – HOSPITALES
Alguijuela Santiago Pero Hernández, hábito de San Pedro Posee tierras y ganado
Esparragalejo Santiago Lucas Fernández, hábito de San Pedro Lo lleva directamente el comendador Carece de bienes.
La Garrovilla Nuestra Señora Diego Sánchez, clérigo Orden de San Pedro Posee tierras y ganado Nuestra Señora de La Carilla
Cordobilla Ermita de la que no da nombre
Montijo San Isidro Fray Juan Ruíz (1486-1490) y Fray Bartolomé Pérez (1490). Orden de Santiago Adscrito a la mayordomía de San Pedro Unificada a la de San Pedro Hospital de Pobres
San Pedro Fray Bartolomé Pérez (1490). Orden de Santiago Existe pero no da el nombre Posee tierras y ganados
Puebla de la Calzada Nuestra Señora Juan García Salvador del hábito de San Pedro Existe pero no da el nombre Posee tierras y ganados
Lobón Nuestra Señora Pero Fernández, de la orden de Santiago Juan Lozano Posee tierras y ganados Hospital de Santa María
Hospital de Santiago

Nos encontramos con una realidad poblacional que desde mediados del siglo XIII se había iniciado en una repoblación y con unos asentamientos que especialmente al margen derecha del río Guadiana, dentro de la ruta entre Mérida y Badajoz y, algunas de las localidades estudiadas como Alguijuela, aparecen ya mencionadas en el momento de la delimitación. Conozcamos el nacimiento de estas localidades y su vinculación a la Iglesia, como fuente y punto de referencia para su origen e incluso categoría poblacional (aldea, pueblo o villa).

2.1. Alguijuela

“Por los dichos visitadores no fueron a visitar el dicho lugar porque es muy pequeño. Visitose la dicha iglesia que es de la vocación de Santiago. El sagrario de ella es pequeño, con unas puertas pintadas con cerradura y llave. Y dentro una caja en la que estaba el Santo Sacramento con mucha limpieza, en unos corporales de lienzo”.[10]

Era cura de este lugar Pero Hernández del hábito de Pedro. Se informa de la riqueza que nos presenta arquitectónicamente uno de los edificios que se convertirán con el paso del tiempo en una de las piezas más destacadas de la propia comarca y que dará, a mediados del siglo XVI, nombre a la propia villa al ser enajenada como villa de Torremayor[11]. En el año 1494 la descripción del templo parroquial es breve pero interesante. Dice que en su altar mayor posee un Crucificado de madera pequeño junto a una cruz de latón. En este altar mayor posee un ara con sus corporales e hijuelas, con un palio de lienzo. En la pared aparece pintada la imagen del Señor Santiago, titular de la parroquia, junto a otras historias. La iglesia es de piedra mampuesta y la capilla donde se sitúa el altar mayor es de madera acapillada, y el cuerpo de la iglesia de madera tosca y toda ella acapillada.

Veremos como tónica general en los templos de los pueblos bajo la jurisdicción de la Orden, como se ampliarán y sus materiales irán enriqueciéndose. De hecho, cuatro año después, en la visita del año 1498, la parroquia de Santiago de Alguijuela posee ya tres altares, uno de ellos dedicados a la advocación del santo patrón, otro de los Santos Mártires (San Fabián y San Sebastián) tónica general en todos los pueblos y villas estudiados y el tercero a San Antón. En este mismo año se afirma que “…la iglesia está bien reparada e los altares bien ataviados.” La estructura arquitectónica de la iglesia igualmente ha cambiado y sus materiales comienzan a enriquecerse como lo demuestra la capilla del altar mayor que ahora está realizada en piedra acapillada, mientras el resto del templo es de madera tosca. Sin embargo, para los visitadores santiaguistas no deja de ser un templo de menor rango al no poseer aún pila bautismal, elemento indiscutible para tipificar la importancia y rango de la localidad. Pero no tardará en adquirir esta categoría y en ello, sus bienes y rentas lo empiezan a declarar en la última década del siglo XV: poseía tres pedazos de tierra que le rentaban al año trece fanegas de pan de llevar. Dos tercios de esa producción eran de trigo y uno de cebada. A ello hay que unirle ocho fanegas de cebada y una vaca.

2.2. Esparragalejo de Mérida.

“Visitose el dicho lugar de Esparragalejo. No se visitó por ser muy pequeño y por no le facer costa y porque no hay sagrario, ni cura. Un clérigo del hábito de San Pedro que se llama Lorenzo Fernández. Le sirve allí las fiestas y domingos”.[12]

La iglesia es de la vocación del Señor Santiago, realizada con una única nave sobre arcos. En el altar mayor hay una imagen de Santiago realizada en madera pintada. Un altar con sus corporales e hijuelas. Posee pila de bautizar. Otros altares pobres. Poseía la iglesia campanario con una campana pequeña. Puede responder Esparragalejo al típico núcleo de población que fue abandonado tras las invasiones musulmanas y que lentamente conocerá el resurgir con la repoblación y la actividad de la Orden de Santiago. Es el propio clérigo quien da la información a los visitadores confirmado que dicha iglesia no posee bienes por lo que el sustento económico queda reducido exclusivamente a las limosnas. Aclara que lleva de soldada ochocientos maravedíes y, los domingos que acude a decir misa, medio costal de pan.

2.3. Carmonita y Cordobilla.

“De poco días a esta parte, se han juntado algunos vecinos de la comarca a facer una aldehuela que se llama Carmonita, en que hay siete u ocho vecinos. Tiene una ermita para dicho lugar, sin vocación y ahí le dicen de tiempo en tiempo misa.”[13]

Es precisamente en Carmonita, pequeña aldea que ve ahora su nacimiento, uno de los ejemplos de la riqueza documental e informativa de los libros santiaguistas. Aspecto que ocurrirá igual que en Cordobilla sobre la que en el mismo año de 1494 se dice que “…hay una ermita cerca del lugar en la que alguna vez se dice misa.” Pidieron los visitadores en su interés por recoger y controlar lo más adecuadamente los territorios de la orden, información de estos lugares al Bachiller y Provisor Alonso Ruíz Zambrano, reiterándose que de estos lugares, no se poseen datos sobre personas, curas, ni renta, ni tienen contribución a la mesa maestral.

2.4. La Garrovilla

“La iglesia es de la vocación de Nuestra Señora. Posee un sagrario con sus puertas bien pintadas y con cerradura y llave. Dentro de una caja estaba el Santísimo Sacramento, e unos corporales de lienzo, todo ello puestos con mucha limpieza.”[14]

Son los vecinos de este mismo lugar, Pedro Chamarro y Pedro Serrano, quienes informan en el año 1494 a los visitadores que La Garrovilla pertenece a la Mesa Maestral de Mérida a la que aportan anualmente la cantidad de trescientas fanegas de trigo y doscientas dieciocho fanegas y tres celemines de cebada y centeno. Recordemos que La Garrovilla se alza junto a Montijo y Lobón, como una de las localidades más importantes a finales del siglo XV y principios del XVI desde el punto de vista demográfico. En la visita del año 1498 aparece la descripción de la parroquia de Nuestra Señora, cuya imagen se encontraba en el altar mayor realizada en madera de bulto. En el mismo altar, la imagen aparece adornada con otras historias evangélicas. Un segundo altar dedicado a la vocación de los Santos Mártires y el tercer a San Antón en el que aparecía una imagen de la Virgen.

Era la iglesia de La Garrovilla de una sola capilla en el que se ubicaba el altar mayor. Construida sobre bóveda pequeña, con un arco principal que albergaba un crucifijo pequeño junto a otras dos imágenes de las que nada se dice. Toda la iglesia era de piedra mampuesta (a diferencia de otras que ya hemos indicado eran de materiales pobres), levantada sobre cuatro arcos de albañilería y cubierta de madera tosca y tejada. Poseía pila de bautizar, lo que significaba que, a parte de la propia funcionalidad sacramental, se seguía un control exigido por los visitadores a través de los libros de bautizados y sería a la vez para el control demográfico puesto que, los censos de la corona castellana contabilizaban por el número de pilas la evolución de la población.

En 1498 era cura de este lugar Diego Sánchez, clérigo perteneciente a la orden de San Pedro, el cual ostentaba el título de colación dado por el Provisor García Ramírez. También poseía anexos al beneficio consistentes en una tierras que le producían al año entre cinco y seis fanegas de cebada; unas casas en la ciudad de Mérida por las que percibía de su morador, doscientos cincuenta maravedíes. No era pues mala la situación económica del párroco puesto que, a todo lo anterior hemos de añadir la cantidad que percibía en concepto de pie de altar que el mismo confirma en la visita que suficiente para poderse mantener.

Pero si hay algo que identifica realmente La Garrovilla a lo largo de su historia y especialmente de su Historia Eclesiástica es la ermita de Nuestra Señora de La Carilla (futura ermita de Nuestra Señora de La Caridad, patrona). Existe información documentada de ella desde el año 1498 cuando aparece situada en el término de La Garrovilla, considerada ya como un edificio en buen estado si bien no hay descripción de ella. Conocemos el nombre del administrador económico que realizaba funciones de mayordomo en la ermita, Juan Visado, que presentó sus cuentas ante el bachiller y Provisor Alonso Ruíz Zambrano de mil ciento noventa y cinco maravedíes, tres cuartillos de trigo y dos celemines de cebada, más tres ovejas y tres cabras. La venta de todo ello debería ser destinada a la realización de una caja donde guardar el Santísimo así como, obras para la mejora de la mencionada ermita.

Hablar de La Garrovilla es indudablemente hablar de la advocación en torno a Nuestra Señora de la Caridad, o como aparece expresada a finales del siglo XV como Nuestra Señora de Lacarilla. El origen de su culto debió estar próximos a la última década de la centuria del Quinientos, si tenemos en cuenta que en 1494 su ermita está ya hecha: “Hay en este lugar, en su término, una hermita que se llama de Santa María de la Carilla, la cual está bien reparada. Tiene un corral, parte de una casa y cincuenta colmenas.”

La ermita no contaba con mayordomo pero un vecino de lugar se encargaba de regular, llevar y presentar las cuentas, Juan Visado, el cual lo hacía con autorización del bachiller Alonso Ruiz Zambrano, Provisor de la Provincia. Entre los años 1500 y 1503, los visitadores precisan aún más el lugar donde se encontraba la ermita, distante a una legua de La Garrovilla. Era una fábrica realizada toda ella en piedra mampuesta, sobre dos arcos de cantería, cubierta de madera tosca y caña. La ermita poseía un portal realizado en materiales de muy buena calidad y que se comenzó a levantar en 1498 finalizándose en 1500. Nuestra Señora de la Caridad pasaría a ser titular de la parroquial sustituyendo primero mencionado.

2.5. Montijo.

“En domingo, a veinte días del mes de octubre de noventa y ocho años. Los dichos visitadores fueron a la iglesia de esta dicha villa del Montijo que es de la vocación del señor san Pedro, donde fueron juntados los alcaldes y regidores y otras gentes de esta dicha villa.“[15]

Basta decir a la hora de hablar de Montijo, Lobón y Puebla de la Calzada para los años finales del siglo XV que tocamos una realidad totalmente distinta a los pueblos y lugares anteriormente descrito. Bajo el mismo sistema de visitas santiaguistas y bajo el mismo punto de partida de los fueros y repartimientos para la encomienda emeritense, muy pronto tanto Lobón como Montijo se convertirían en cabezas de encomienda, algo que ya ha sido expuesto en pasadas edición de estos mismos coloquios de Historia. La complejidad de su estructura eclesiástica será uno de los elementos que nos sirva para que nos demos cuenta que son tres localidades santiaguistas con un peso específico dentro de la Orden pero muy especialmente Lobón y Montijo.

Montijo contará a finales del siglo XV con dos templos que se disputaban la titularidad parroquial, San Isidro que lo venía siendo como primera iglesia local a lo largo de todo el siglo XV y cuyos orígenes posiblemente los encontremos en los primeros momentos de la repoblación. Y el templo de San Pedro Apóstol, quien definitivamente quedará (lo es hoy en día) como parroquia e iglesia matriz en la Villa.

Además de los mencionados edificios, contaba con un hospital de pobres dependiente de la parroquia de San Pedro, todo ello con una fábrica interesante y con una mayordomía que movía bastantes intereses económicos. Es muy posible que aún no estuviera en construcción la ermita de Nuestra Señora de Barbaño de la cual no se poseen noticias documentadas hasta 1553, aunque tampoco se menciona la presencia de la imagen titular en ninguno de los edificios expresados anteriormente. Sólo a este respecto una reseña: la existencia de un culto a nuestra Señora de Barbaño ya existía por tanto se dice que cuando la imagen fue encontrada, fue trasladada a la iglesia de San Isidro única existente en Montijo de la que las crónicas más antiguas hablan era de época visigoda. Son los años finales del siglo XV el momento exacto en que hay litigio por la ubicación de la imagen y por tal de la ermita, cabiendo la posibilidad de que intencionadamente los visitadores santiaguistas omitiesen aludir a ella expresamente.

La iglesia de San Isidro de la que como digo se habla en algunas crónicas era de época visigoda[16], aparecerá por primera vez descrita en el año 1498. Por las referencias a sus mayordomos y curatos, podemos con cierta exactitud remontarnos hasta el año 1490 como momento en que dejó de ostentar el título de parroquia que pasó a la San Pedro Apóstol (por ello hablaré de su curato y mayordomía al abordar el estudio de ésta última). No hay fuentes escritas anteriores a las fechas que estamos manejando pero si podemos decir que entre 1490 y 1500 es ya posible sus primeros estudios arquitectónicos y referencias artísticas.

En el año 1498 se decían en ella los oficios diurnos y se guardaba aún en su Sagrario el Santísimo Sacramento al estar en obras el templo parroquial de San Pedro:

“…el cual se visitó y está en un sagrario pobre, de una arquilla, con su cerradura y llave. Estaba limpiamente, aunque pobremente. Y estaban en sus corporales y un almaizal[17] y otras cosas de lino.”[18]

Sabemos por las visitas de los años 1500 y 1503, con la funcionalidad de parroquia totalmente perdida y adquirido el rango de ermita, que en ella ya no se decía misa. Los mandamientos santiaguistas a este respecto son claros, volcándose toda la actividad constructiva y económica en la de San Pedro. Igualmente se alude a los problemas que ocasiona el que se continúen enterrándose en el atrio de la mencionada iglesia:

“Fallose que esta ermita de San Isidro avía muchos cuerpos sepultados de dichas pestilencias.”[19]

Si es cierto que las descripciones entre los años 1503 y 1505 nos sirven para comprender como era la primitiva parroquia montijana. Continuaba teniendo el sagrario por estar en obras y hacerse uno nuevo en la de San Pedro. Los visitadores expresan en sus mandamientos que la fábrica y mayordomía de la ermita quede definitivamente unido a la de San Pedro. Hay un abandono tanto en el culto como del propio edificio del que ya no se preocupan los visitadores y sólo se preocuparán de ella para que no caiga en ruina (cosa que ocurrirá en el último cuarto del siglo XVII transformándose en casa granero de los condes). A pesar de todo lo anterior, los visitadores no podían descuidar el aspecto de un templo que seguía conservando elementos propios de culto y de la fe por lo que mandaron:

“…de decir una misa cada semana en la ermita a caubsa de los difuntos que hay en ella.”[20]

La pérdida en buena medida de esta funcionalidad empujó a los visitadores de la orden a decretar toda una serie de mandamientos en beneficio del culto y para la mejora de la fe, aunque para nosotros hoy supone una pérdida desde el punto de vista del valor, la riqueza y el patrimonio artístico:

“Falláronse en dos de ellos [altares] una imágenes de bulto, muy antiguas y muy feas, las cuales se mandaron quitar de allí y consumirlas[quemarlas] porque ponían indevoción a quienes las veían.”[21]

Será ya en el año 1511, cuando se realicen sobre ella las últimas reparaciones y remodelaciones para su conservación ya totalmente a cargo de la fábrica de la parroquia de San Pedro:

“Esta ermita se reparó, e todo lo de ella necesario, es de la iglesia de esta dicha villa. E el mayordomo de la dicha iglesia mayor, tenía cargo de la reparación. E ansí mismo se mandó dichos mandamientos, al dicho cura de la dicha villa, que diga cada semana en la dicha ermita, según es obligación e administra.”[22]

No puedo sin embargo dejar pasar por alto una aportación interesante que hace esta ermita a las manifestaciones de la pintura gótico-tardía en esta zona. Tuvo esta ermita en tiempos de su plena funcionalidad una rica expresión artística. Poseía varios altares, en el mayor aparecía una imagen de Nuestra Señora realizada en madera buena (añ0 1500) y en otro de sus altares, bajo la advocación de los Santos Mártires, aparecían sus titulares, San Fabián y San Sebastián pintados en la pared, todo ello adecentado con manteles y cortinas y con un frontal igualmente pintado. Dichas imágenes de los santos aparecían en la pared pintadas bajo un pergamino de color rojo y amarillo en representación del cielo.

En cuanto a lo que respecto a la parroquia de San Pedro en el año 1494 se cita ya como parroquial de la villa y títulos de beneficios, colación y mayordomía nos permiten estudiarla a partir del año 1490.

“La iglesia parroquial de la dicha villa es de la vocación del San Pedro, e fallaron por cura de ella a fray Bartolomé Pérez, freire del hábito de Santiago.”[23]

De ella se dice que es la más antigua de la villa luego debió de ser comenzada a construir mucho antes de 1490, otro aspecto es el referido título de parroquia. Prueba de lo que decimos es que, desde el primer momento comienza a ser descrita y en el año 1498 se dice que toda ella es de piedra mampuesta, muy bien labrada, con una capilla cubierta de madera acapillada y tejada con teja con su correspondiente pila de bautizar. Estamos en uno de las primeras fases de construcción de las cuatro principales que ha llegado a conocer entre los años 1494 y 1605. En este primera fase constructiva, que abarcará los año 1498 a 1500 contaba ya con cuatro altares, campanario con campanas pequeñas (la actual torre no comenzaría a construirse hasta el año 1508).

Las cuentas de la fábrica parroquial lo disponen todo para sufragar los gastos que ocasionan las mencionadas obras:

“Iten. Se les mandó que vendan el dicho trigo e cebada e que se labre del dinero de ella la iglesia que está comenzada, que es la de San Pedro. Y que si esto no bastare, que vendan las vacas e el buey, e el añojo, suso dicho para la fábrica de la dicha iglesia.”[24]

Por tomar un ejemplo de la importancia que irá adquiriendo la fábrica parroquial y mayordomía de la propia iglesia, en el año 1494 poseía un total de ocho pedazos de tierra que le proporcionaban un total de 191 fanegas de trigo y 25 fanegas de cebada; un huerto que le producía 152 maravedíes; varias casas que le rentaban 250 maravedíes; ganado consistente en un buey, una vaca y un añojo. En el año 1498 no sólo mantiene esa producción sino que ya ha invertido parte del dinero en obras de la iglesia logrando como digo, que la producción sea beneficiosa y no varíe.

Respecto al curato parroquial, hubo un periodo de tiempo en que la colación fue compartida para los dos templos, San Isidro y San Pedro. Fray Juan Ruíz fue nombrado en torno al año 1486 como cura de la iglesia parroquial de San Isidro al que le sucedió en el año 1490 fray Bartolomé Pérez que quedaría finalmente como párroco de San Pedro. Ambos eran del hábito de Santiago. Es de este último de quien obtenemos una rica información sobre su Carta de Privilegio que presentó a los visitadores y que estaba firmada por el Provisión López González de Valbuena y la Carta de Provisión a su vez firmada por el Provisor de San Marcos de León, don García Ramírez, refrendada por el Maestre don Alonso de Cárdenas. Estas cartas fueron presentadas en los años 1494 y 1498 (cada vez que se producía una visita) de tal manera que es la última la que nos ofrece una mayor claridad y entender el proceso.

Las cartas y provisiones no sólo daban y otorgaban un título sino que además, sino que lo vinculaban sobre algo, especialmente lo que conocemos como beneficioque suponía convertirlo en administrador y responsable último de todos los bienes parroquiales. Cuando la Orden de Santiago pasó a manos de la Corona (año 1493), todas estas cartas y privilegios tenían que estar refrendadas por los propios monarcas:

“…le mostró una carta de presentación e provisión del Rey e la Reyna, nuestros señores. Firmada de sus nombres e sellada con sus sellos, señalado de algunos señores del Consejo de las Órdenes. Por lo que le presentaron el Beneficio e servicio de ella y en forma, mandaba al pueblo lo oviese por tal. E le aprovaban la presentación e colación a él fecha por el provysor López González de Valbuena, Provisor e Vicario General. Pareció estar fecha en Écija a trece días del mes de noviembre, anno del nacimiento de nuestro salvador Iesucripto de mile e quinientos e un años. E refrendada de Miguel Pérez Almarán su secretario.” [25]

Podemos pues afirmar que, fray Bartolomé Pérez ostentaba el título de cura de la iglesia de San Pedro desde el año 1490 y que la parroquia, fue refrendada en su título de colación en el año 1501 por los Reyes Católicos puesto que, fue en 1493 cuando paso la orden santiaguista a depender totalmente de la Corona. Título de Beneficio, Curato y Colación las recibiría de la institución eclesiástica en la última década del siglo XV pero, al cambiar la titularidad de la orden de los Maestres a los Reyes Católicos necesitó de su aprobación real. Que sucedió a fray Juan Ruíz queda claro en la siguiente cita:

“E ansy mismo mostró en las espaldas, una confirmación del dicho Provisor, firmado de su nombre y sellada con su sello y refrendada de los visitadores pasados. Fue proveído de su beneficio por finado y muerte de Juan Ruiz, clérigo del hábito de Santiago.”[26]

Destacar finalmente, que entre los años 1494 y 1498, el curato de la parroquia de San Pedro tenía una serie de anexos al beneficio, disfrutando de ellos en exclusividad. Poseía una viña, que se perdió y el propio Bartolomé Pérez la recuperó por el aprovechamiento que de ella se hacía de la uva. También poseía un pedazo de tierra que apenas le aportaba algo. Las celebraciones en días festivos, las donaciones en cera y vino, misas votivas y otros oficios, le rentaban al año mil maravedíes, permitiéndolo vivir holgadamente.

Una nueva realidad se nos abre como Montijo entre los últimos años del siglo XV y principios del siglo XVI: el hospital de pobres, del que esta villa ha sabido dar cuenta a lo largo de los siglos por la presencia de una institución caritativa siempre a favor de los más necesitados y dependiente de la Iglesia y que fue núcleo temático en la pasada convocatoria de estos Coloquios[27] por lo que no incidiré mas que recordar que, estaba a las espaldas de la iglesia de San Isidro, junto a la casa del Comendador al lado de la parroquia de San Pedro de quien dependía administrativa y económicamente.

2.6. Puebla de la Calzada.

“La iglesia del dicho lugar es de la vocación de nuestra Señora. El cura se llama Juan García Salvador, que lo es del hábito de Sant Pedro.”[28]

Puebla de la Calzada, junto a Montijo, Lobón y Torremayor, formarán progresivamente un triángulo de gran importancia para el desarrollo histórico de la Comarca. Puebla es uno de los más claros exponentes de la acción repobladora de la orden santiaguista y de la implantación de sus estructuras.

Conocemos por estudios realizados que Puebla, denominada en los primeros momentos por la Orden de Santiago como Puebla de Mérida, es el resultado de tres aldeas de claro origen medieval, una de las cuales, la Aldea del Rubio hemos citado en las primeras cartas puebla entregada a la ciudad de Mérida. Las otras dos aldeas eran conocidas como Aldea del Carazo Torrefresno. Fue una familia asentada en Montijo[29] quien daría lugar a la llamada Aldea del Rubio y que, posteriormente, finales del siglo XIV principios del siglo XV, el maestre don Alonso Suárez de Figueroa procedió al agrupamiento de caseríos en un solo núcleo, proceso que afectó a estas tres aldeas dando lugar a la Puebla de Mérida[30].

Puebla aparece perfectamente documentada ya a finales del siglo XV, siendo el año 1494 un reflejo claro de la existencia de edificios claramente santiaguistas, dando su información el cura de la iglesia Juan García el cual expresa a los visitadores que se encuentran en Lobón al no poder pasar por una crecida de las aguas del río Guadiana, que es tierra de Mérida y que tiene por iglesia parroquial la de Nuestra Señora. Poseía ya en estas fechas la parroquia tres pedazos de tierra que le producen al año doce fanegas de trigo; todas las rentas y las limosnas que percibe, son empleadas en la reforma y reparación de la fábrica parroquial pues se encuentra bastante deteriorada.

En el año 1498 la iglesia de Nuestra Señora aparece mejor descrita. Es una iglesia de una sola nave que se levanta sobre cinco arcos de albañilería. Ladrillo, cal y arena son los elementos más utilizados y que se encuentran en la práctica totalidad de edificios de aquellos lugares sobre los que actúa la Orden de Santiago y no son de nueva creación. Poseía una capilla en cuyo arco principal aparecía un Crucifijo de madera y dos imágenes pintadas, las cuales introducen a Puebla en el circuito de pueblos y villas de la pintura gótico tardía. La iglesia tenía Sagrario:

“El sagrario es pequeño, con sus puertas y cerraduras y dentro una arquylla, con su cerradura y llave en la que está el Corpus Divino.”[31]

La advocación parroquial es uno de los casos más curiosos por la evolución que va experimentando desde estos primeros años, en la que es mencionada como Nuestra Señora, para pasar entre los años 1508, 1511 y 1515 a ser denominada como Nuestra Señora de la Asunción[32] y a principios del siglo XVII (1603-1605) como Nuestra Señora de la Encarnación.

También curiosamente resulta algo complejo seguir el beneficio curado de la parroquia. Dichos beneficios que hemos visto como los disfrutan dependientes siempre de la orden santiaguistas, en el caso de Puebla de la Calzada están repartidos para ésta, la Orden de Santiago y la Orden de San Pedro que estaba formada exclusivamente por presbíteros que llegaron en muchos de nuestros pueblos a formar Cofradías o Hermandades de Clérigos. Así, en Puebla de la Calzada desde el año 1494 al año 1550, el curato recaerá en miembro del hábito de San Pedro: Juan García Salvador (1494-1498); Diego Alonso (1500-1508); Alonso Trigo (1508-1511); Rodrigo Alonso (1511-1515). Para los años 1550 a 1556 será Juan Esteban ya de la Orden de Santiago.

Junto a ello, la iglesia de Nuestra Señora no obtiene el título de parroquia hasta el año 1509, otorgado desde el conventual de San Marcos de León por su priorAntonio Dardas y firmado en Valladolid el 24 de diciembre del mencionado año. Así lo afirma la visita del año 1511:

“E por colación de don Antonio Dardas, prior del convento de San Marcos de León, fecha en Valladolid a veinte e cuatro días del mes de diciembre del dicho año de quinientos y nueve.”[33]

Una pregunta nos asalta al analizar la mencionada documentación: ¿por qué no aparece expresamente como iglesia parroquial hasta el año 1556? La documentación nos ofrece a este respecto algunos datos interesantes, pero hemos de viajar hasta los años centrales del siglo XVI, entre 1550 y 1556. La colación fue otorgada por el convento pero, para que tenga una validez, tiene que estar refrendada como ya hemos dicho, por la propia Corona y esto no ocurre hasta el año 1532:

“…por presentación de Vuestra Majestad, firmada de la Emperatriz, Nuestra Señora, fecha en la ciudad de Segovia a catorce días del mes de setiembre de mil quinientos e treinta e dos años, por colación del Prior don Martín de Caballa, Prior de San Marcos de León.”[34]

Como no podía ser de otra forma, esto mismo tiene una repercusión en el aspecto económico visible por medio de su mayordomía. Fueron mayordomos de la iglesia Martín Axenxo en 1500; Alonso Pérez para el año de 1508; Andrés Fernández para 1509; Pedro Gragera para el año de 1510; Blas Martín en 1511 proveído por el Concejo; Toribio Sánchez para 1513; Juan Bartolomé para 1514 y Bartolomé Ruis para el año 1515.

Decimos que hay un claro reflejo en el aspecto económico porque el cura de la iglesia en el año 1500, Diego Alonso afirma que es acogido por el Concejo que le da de soldada mil maravedíes. Los títulos del beneficio para el año 1508 siendo cura Alonso Trigo dicen:

“..que es hombre de mucha caridad, él es muy buen hombre y muy ataviado de su iglesia, de manera que se puede tener de los buenos curas de la parroquia.”[35]

La pertenencia a la encomienda de Mérida por parte de Puebla, hace que la iglesia exprese una serie de posesione, bienes y rentas que al ser en un primer momento enviadas para su revisión y aprobación por parte del Prior, se oculten en buena medida el total de ellas, obviamente en un intento de que no fueran fiscalizadas en su totalidad. Así por ejemplo, en el año 1500, los diezmos eran llevados en su totalidad por don Alonso de Cárdenas a través de su mayordomo Álvaro Sánchez Triguero, al igual que ocurriera con el llamado impuesto del menudo[36]. Sin embargo, cuando son revisadas e inspeccionadas por los visitadores, éstas suelen ser mayores que las declaradas en un principio:

“En el libro de la visitación pasada [año 1500] dijo que esta iglesia no tiene ningún propio. El visitador que hoy es, por información halló que la dicha iglesia tiene en término del dicho lugar, ochenta fanegas de trigo.”[37]

Pero las propiedades eran aún mayores puesto que en 1511 alcanzó a tener tierras en diferentes lugares del término de Puebla y del Ejido de Montijo que le rentaban un total de ochenta fanegas de trigo y 120 de cebada.

No puedo finalizar el estudio sobre la iglesia de Nuestra Señora sin hacer referencia a la cuestión advocacional recogida por medio de los altares y retablos. A parte de las referencias en el año 1500 sobre un único altar sobre el que se ubicaba la imagen de Nuestra Señora, imagen de bulto, aparecía otra imagen advocada a San Blas. En el año 1508 la iglesia posee tres altares donde el mayor sigue dedicado a la advocación de Nuestra Señora, otro a San Antonio y el otro a San Bartolomé, los mismos que aparecen en el año 1515. La historia de la retablística en Puebla de la Calzada alcanzará unas dimensiones interesantes con el pleito entre Estacio de Bruselas, el Concejo de Puebla y Luis de Morales, pero que escapa a las intenciones de este estudio.

Junto a la iglesia de Nuestra Señora, tenemos en Puebla de la Calzada la ermita de Santiago, cuyas referencias documentales nos ofrecen su localización muy cercana a donde estuvo situado el primer núcleo de población, la Aldea del Rubio, próxima al río Guadiana y frente a la villa de Lobón. Se dice de ella en el año 1508:

“…en este dicho lugar, está una ermita de Santiago que se faze agora. De la cual se falló por mayordomo a Martín Matheos Sánchez, al cual le fue pedida la cuenta de la que había recibido e soltado en nombre de la dicha ermita.”[38]

En este mismo año se invierten en obras para la ermita dos mil maravedíes resultantes de una pena impuesta al Caballero de Cuantía, Andrés Barrena. Entre los años el año 1503-1511 le son tomadas las cuentas a los mayordomos Mateos Sánchez y Alonso Sánchez Ovejero respectivamente, al último de ellos se le hace el mandato siguiente:

“…que se acrece el arco de la capilla e se ponga sobre el altar la imagen del Señor Santiago, pintado con algunas historias suyas. E cuando oviere disposición, se acabe de facer la dicha iglesia, e face el altar de blanquear, e la pintura. Que esté fecho para la fiesta del Señor Santiago primero que viene. E que se pongan armas reales de la Orden, so pena de dos mil maravedíes.”[39]

Para el año 1515 dicho altar está terminado y la ermita blanqueada y pintada, construyéndose en su nave principal un arco toral. Los bienes de la ermita también van aumentando, con su cabaña ganadera consistente en un toro, dos vacas y un añojo. El mayordomo, Miguel Sánchez (para este año de 1515) fue alcanzado con setecientos setenta y tres maravedíes, los cuales le ordenaron fueran gastados todos en la terminar la obra de la ermita.

Tuvo para Puebla de la Calzada esta ermita una importancia extraordinaria, esencialmente por los motivos de su erección. El lugar donde fue levantada es una zona donde en torno a 1970 fue localizada un antigua villa romana con un rico mosaico que se conserva en el Museo Arqueológico de Badajoz y en el que se puede leer la inscripción Dexterus[40]. Estos edificios residen en un progresivo culto a los santos, dentro de las necesidades que el hombre siente de tener protectores contra los males que le aquejan. La existencia de aguas salutíferas con poderes milagrosos y curativos situadas en parajes con pozos subterráneos, fue el origen de esta ermita que con su construcción, indudablemente se persigue la cristianización de estos lugares que habían sido durante mucho tiempo, lugares de culto pagano. Existía al lado de la ermita una fuente de agua, como ocurriera en la cercana villa de Lobón.

Las virtudes curativas de emanaban de ella la convierten en un centro de culto, en un espacio sagrado del cual se irradia salud material y espiritual, que sus fundadores ponen bajo la advocación de Santiago patrono de la Orden. Una ermita que dispuso además de un único altar con la imagen de Santiago, labrado entre los años 1515 y 1550.

2.7. Lobón

“El altar mayor tiene una imagen de Nuestra Señora de madera dorada y pintada y a sus espaldas unos rayos dorados y en la pared, muchas historias pintadas. Y en el altar un cruz de latón y un ara con sus corporales e hijuelas. Un palio de lienzo con sus flotaduras…”[41]

Lobón tiene una importancia bastante significativa en el proceso que estudiamos y fue durante el siglo XV, uno de los núcleos más importantes de la encomienda emeritense que pronto se convirtió en cabeza de encomienda, protagonismo que únicamente supo arrebatárselo la villa de Montijo. Lobón contó con comendador ya en el año 1460, residente en la misma localidad, don Diego de Alvarado, que llegó a llevar acumuladas las villas de Lobón y la de Montijo, lo que nos da una idea de la categoría de la localidad. Además es de las pocas visitas (junto a Montijo) que la orden santiaguista realiza, especificando el nombre de aquellos vecinos que asisten a la presentación de los privilegios de la propia orden. Así en el año 1494 se dice que fueron testigos Juan Martín de los Santos, Juan Esteban, Juan González Vaquerizo, Fernando Ruíz, Santos Moreno y Rodrigo Méndez, de los cuales y de cada uno de ellos, recibieron los visitadores el juramento de obedecerlos y decir toda la verdad en lo que les fuera preguntado.

Es quizá por todo ello, por lo que la información que los visitadores de la Orden de Santiago vierten sobre Lobón muestra una riqueza fascinadora en alguno de los procesos descriptivos tanto de sus edificios como de las relaciones entre comendador y orden. Tengamos en cuenta que, entre 1494 y 1517, Lobón contaba con: una iglesia parroquial, dos hospitales (Santa María y Santiago), dos ermitas (santos Mártires y Santa Brígida) y una casa fortaleza con su torre defensiva.

Respecto a la iglesia parroquial, es de la vocación de Nuestra Señora, imagen en madera dorada, que presidía el altar mayor. Poseía la imagen a sus espaldas unos rayos dorados y en la pared otras historias pintadas. La iglesia poseía tres naves sobre unos arcos de albañilería, siendo la de la capilla mayor de madera acapillada al igual que el resto de la iglesia que es toda de madera tosca. En la capilla, existía una viga donde aparecía pintado un crucifijo. Las obras de la iglesia corrían a cargo de los vecinos:

“Los vecinos de esta dicha villa, de sus caridades e limosnas, de poco tiempo acá, han comenzado a hacer una torre, que está fecha muy buena y la iglesia comenzada y prosiguen con sus limosnas y su obra.”[42]

También destaca de la situación de Lobón las condiciones en las que se encuentra el cura titular de la parroquia. Es el primer caso en el que su titular, Pero Hernández clérigo de la Orden de Santiago, el cual se encuentra ausente por lo que los visitadores se tienen que limitar a la información que le proporciona el clérigo de la Orden de San Pedro Gonzalo Moreno. El curato es mantenido por mandamiento de don García Ramírez, Prior del Convento de San Marcos quien así mismo ha dado la orden de que en ausencia del titular, sea este otro quien desempeñe las funciones. Las causas de encontrarse ausente son claras:

“…El cual estaba ausente del dicho beneficio por mandamiento de don García Ramírez, Prior del Convento de San Marcos de León por algunas causas e inconvenientes que han nacido entre él y el pueblo.”[43]

De toda esta situación podemos deducir por las actuaciones de los visitadores, prior y la propia orden, cómo funcionaba y el interés siempre por parte de la Iglesia de conocer y tener controlada la situación en sus territorios, máxima de un pueblo que era cabeza de encomienda. Al preguntar al clérigo sustituto sobre las rentas y anexos del beneficio y decir que desconoce lo que todo ello podía rentar, los visitadores no satisfechos recurren a determinadas personas del lugar sobre los que se expresan como “hombres honrados de esta villa” de quien logran extraer la información necesaria. Recordemos que los visitadores al llegar a un pueblo o lugar determinado, hacían reunirse, generalmente en la puerta del templo parroquial a los alcaldes, regidores y hombres honrados o buenos de la villa a quienes les exigían voto de obediencia del Capítulo General de la Orden y el compromiso de decir la verdad de todo lo tocante a la información sobre ese lugar. De esta manera, informan que la parroquia no tiene anexos ni beneficios, salvo una casa en la ciudad de Badajoz, la cual está administrada en 200 maravedíes al año, pero que realmente la situación es pobre. Junto a la casa, una huerta y otras pequeñas cosas que junto a lo que saca al pie del altar le sirve a él y los curas que fueren de la parroquial.

Esta situación económica queda ratificada por el entonces mayordomo, Juan Lozano, que remite a los visitadores para comprobar que no existen cuentas de la fábrica parroquial a los mismos testigos anteriormente interrogados. Sin embargo, el mayordomo afirma que la parroquia si posee tierras, aunque el curato no tenga rentas ni anexos. Posee una tierra en Valdeallente, en las eras de la villa, que renta en cada año cuatro fanegas de trigo; una casa en esta misma villa, con una renta anual de 120 maravedíes. Posee cuatro vacas paridas, con sus terneros y añojos junto a otras cuatro vacas paridas, que hacen más gastos estas últimas que provecho, todo ello obtenido no compra de la fábrica parroquial sino que han llegado a ella mediante limosna. Los visitadores ordenan al mayordomo guarde bien todos esos bienes para cubrir las necesidades parroquiales.

Tenía la villa de Lobón dos hospitales, algo inusual para un lugar que en estos años de 1494 y 1498 no superaba los 258 vecinos y con localidades como Montijo, Mérida y Badajoz muy próximas. Uno de ellos era el llamado hospital de Santa María, situado a las espaldas de la iglesia del que hoy no queda absolutamente restos de él. Se trataba de un edificio realizado sobre pilares de albañilería con su portal y una casa delantera donde se ubicaban las camas para los enfermos y el acogimiento de pobres. Completaba el edificio un corral y el establo. Los encargados del mencionado hospital eran el mayordomo Domingo Fernández que a la vez ejercía de hospitalero, el cual fue alcanzado en su cuenta con 1.938 maravedíes, los cuales eran empleados en la reparación del hospital, especialmente de su corral. Al finalizar la primera década del siglo XVI, el hospital de Santa María continúa utilizándose pues de él se dice en torno a los años de 1508 y 1510 que se encuentra en buen estado y bien reparado y que su mayordomo, Antón Sánchez, fue alcanzado en la cuenta de su año, con 2.164 maravedíes que emplea en reparaciones y mantenimiento del hospital. Este hospital dependía por tal de la parroquial mientras que el otro, nos cuenta unos orígenes y evolución bien diferente.

Se trata del segundo de los hospitales denominado de Santiago, que en el año de la visita (1498) se describe así pues merece la pena su trascripción literal:

“…el cual está fecha una capilla de bóveda con sus vergadas de madera de palo. Está un altar donde está el Santo Sacramento e una imagen de Nuestra Señora de madera, dorada y pintada. Este edificio de hospital y capilla comenzó a facer e edificar con Diego de Alvarado, comendador que fue de la dicha villa. E puso en obra el dicho edificio, por autoridad de una bula del papa Sixto de gloriosa memoria.”

García de Alvarado como hemos indicado anteriormente, fue el primer comendador de Lobón entre los años 1460 y 1480, fechas en las que situamos el comienzo de sus obras, posiblemente a partir de la década de los años 70 pues la Bula está firmada por el Papa Sixto, en referencia a Sixto IV que fue Sumo Pontífice entre los años 1471 y 1484 (este fue al papa que mandó construir la capilla Sextina que posteriormente pintaría Miguel Ángel). En la iglesia del hospital, fueron enterrados tanto don García de Alvarado como su mujer doña Isabel:

“En la dicha capilla está enterrado el dicho García de Alvarado y su mujer.”[44]

Volviendo al hospital y casa, la administración y gastos de él, correrían a cargo del dicho Comendador y sus sucesores y que en el momento de la visita posee dona Isabel, mujer del comendador y los hijos Diego y Juan de Alvarado, el cual éste último es en estos momentos comendador de la villa de Lobón. Interesante a partir de este momento, el que los patronos del hospital intentan que las cuentas y el hospital no sean visitados ante lo cual, los mismo visitadores santiaguistas le recuerdan a los Alvarado, que deben obediencia por el Capítulo General a la Orden, por lo que terminaron cediendo ante la presión de los santiaguistas. Las obras del hospital continuaron durante los primeros años del siglo XVI (1500 a 1508) para finalizarles prácticamente en los años centrales del siglo XVI.

Se componía el hospital de una primera estancia en la que se encontraba la capilla a la que se le adosaba la iglesia, como segundo espacio y que recibía el mismo nombre:

“Y en ella un cuerpo de iglesia grande cubierta y a los lados diez ventanas cerradas que dicen que había dos altares.”[45]

Un tercer espacio lo ocupaba la sacristía sobre la que se levantaba el campanario con tres campanas.

La llegada de los franciscanos en el año 1564 a Lobón y la intervención de la condesa de Puebla del Maestre, doña Elvira de Figueroa sobre la que se procedió la venta de la villa tras enajenarse de la Orden, convirtieron el hospital de Santiago en residencia de los franciscanos observantes de la Provincia de San Gabriel. Los libros de fábricas parroquiales de Lobón, Montijo, Puebla de la Calzada y Torremayor, así como los pertenecientes a cofradías y hermandades, están llenos de anotaciones sobre sus predicaciones por toda la comarca. Hoy en día pueden aún verse los restos del mencionado hospital consistente en parte de la bóveda de la iglesia.

Finalmente la villa de Lobón poseía dos ermitas, una bajo la advocación de los Santos Mártires y la otra de Santa Brígida. La primera de ella ubicada en el ejido de la villa en cuyo altar mayor, pintadas en la pared aparecía las imágenes de San Fabián y San Sebastián. Se trataba de un edificio de tres naves sobre arcos de albañilería recubiertas de madera tosca y teja. Se mantiene de las limosnas de los vecinos y no posee más cuentas ni bienes.

La segunda, de Santa Brígida, que se comenzó a construir entre los años 1507 y 1508. Se trata de una capilla pequeña, con un arco de ladrillo. Era su mayordomoAlonso Yañez el cual presenta una cuenta que es empleada toda ella en las obra de la dicha ermita. La ermita se encontraba en las afueras de la villa, cerca de la ribera del Guadiana. La ubicación de la villa de Lobón es en lo alto de un cerro a cuyas faldas pasa el mencionado río. En la actualidad no queda absolutamente nada de ella.

2.8. La Nava de Santiago

No hay referencias documentales sobre la Nava del Membrillo (actualmente de Santiago) para el siglo XV, puesto que los primeros datos documentales y las primeras informaciones dadas por los visitadores santiaguistas corresponden a los años 1507-1508. Se trata de un territorio perteneciente a la jurisdicción de Mérida, que entregaba a la Mesa Maestral todos sus bienes, diezmos y primicias que pertenecían al comendador de la ciudad emeritense.

La única información en estos momentos existente sobre La Nava es en torno precisamente a su iglesia parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora Santa María, la cual en los años de la visita, 1507-1508 se encuentra en obras y por disposición de los mandamientos de los visitadores, se está cubriendo el templo y al igual que ocurre en otras localidades estudiadas, todos los bienes de su fábrica deben ser empleados en terminar dichas obras.

En el año 1511 comienza a construirse la capilla por mandato de don Alonso de Cárdenas, capilla realizada sobre ladrillos. En 1515 ya está terminada expresando los visitadores que se ha terminado muy bien. Se construye en este año también su pila bautismal, finalmente a mediados del siglo XVI aparece descrita de la siguiente forma:

“La iglesia es de una sola nave y pequeña. Tiene la capilla una bóveda redonda. Y en ella un altar, y en el una imagen bendita de Nuestra Señora. Al lado de dicha capilla hay dos altares, y en uno, hay otros dos altares, y en uno hay una imagen de Santa Quiteria, metida en una caxa de madera pintada.”

Es inseparable del nombre de La Nava de Santiago el de su actual patrona, Santa Quiteria pero escapa a los ejes cronológicos para estos primeros momentos[46].

P.3. SIGNIFICADO Y PRESENCIA RELIGIOSA: LA IGLESIA EN SU ORGANIZACIÓN

La organización eclesiástica que se desprende de la presencia en todos estos pueblos y villas por parte de la Orden de Santiago viene marcada desde un principio por su carácter autónomo respecto a la autoridad diocesana por su dependencia directa del Papa. Los territorios castellanos, dependientes del Prior de Uclés y para la zona estudiad del convento de San Marcos de León (cuya acción era mucho más amplia que los pueblos expresados en este estudio), ejercían un gobierno que marcó desde un principio la acción eclesiástica-pastoral que para el caso especificado lo hizo a través de dos Prioratos, el de Mérida y el de Llerena.

Hemos ido analizando a través de los documentos, como la acción y fuerza del provisor resulta esencial para comprender la realidad eclesiástica en estos momentos. Los provisores o vicarios actuaban como jueces en quienes el Prior delegaba su autoridad y jurisdicción lógicamente ayudados por su curia, autoridad que recaía sobre párrocos, beneficiados, capellanes pueblo cristiano en general.

Son estos unos años en los que el sentir religioso y la propia estructura eclesiástica caminan de forma paralela pero no unidas. Hay manifestaciones religiosas en algunos pueblos que nos conducen a hablar sobre la extensión del fenómeno de los milagros, las advocaciones marianas con gran predominio en las titularidades de las parroquias y ermitas, altares y retablos mayores, Lógicamente el hombre del momento reacciona con parámetros diferentes. Tengamos en cuenta que desde el primer tercio del siglo XIII y hasta finales del XV, se produce la llegada de una población extraña a las tierras sobre las que se asienta. Este hombre es también un ser temeroso que necesita de la protección tanto directa de las estructuras propias existentes en ese momento que le de seguridad como de los sobrenatural. Está aquejado, como en algún momento del presenta trabajo hemos indicado, por males que le afectan directamente: la peste, las plagas, la situación de inseguridad bélica, las sequías, las enfermedades que diezman la población y que les obligaron en ocasiones a dejar sus propios lugares.

Las comunidades asentadas en torno a sus parroquias y ermitas, buscan esos abogados celestiales y llegan a esos compromisos con los santos para defenderse de los peligros inminentes. Es entonces cuando la devoción y el culto se materializa como hemos podido ver en la erección de altares, ermitas e incluso cofradías.

Los clérigos enseñaban la fe y estaban obligados por mandamiento expreso de la Orden ha llevar el control de los bautizados y que los Sacramentos fueran impartidos como manda la Santa Fe Católica. Los libros de visitas expresan en muchas localidades esas iniciativas.

“Que de aquí en adelante tenga un libro en el sagrario en que estén los nombres de los bautizados, e sus padres e madre, e padrinos e madrinas.”[47]

Incluso el tema de los conversos se da en algunas de las localidades estudiadas pues no podemos olvidar que nos movemos en el reinado de los Reyes Católicos y dentro de sus diferentes proyecciones políticas, junto al control e intentos de centralización, estuvo igualmente el religioso y el unificador bajo una sola fe La comarca estudiada es ejemplo, hemos mencionado la existencia a finales del siglo XV de aljamas de judíos y para la vigilancia en la fe y en los procesos de conversión, Montijo nos abre la puerta a ello con una expresión de los visitadores claros:

“Visitaron los convertidos que en esta dicha villa había, e fallaron que había en esta ocho vecinos, los cuales se hallaron bien informados en decir las cosas de la santa fe católica. Y en aquello que fueron hallados defectuosos, fueron impuestos e dogmatizados e encargados al dicho cura del dicho lugar.”[48]

Una deducción aparente nace de lo anterior. La preocupación de la Iglesia por la relajación y la fijación de las cuestiones esenciales en lo tocante a la fe eran clara. Si comparamos los mandamientos tocantes a la preservación de la fe y su catequesis, en relación a la administración y conservación de bienes, rentas y censos, la diferencia es grande. Es cierto que, todo iba en beneficio del crecimiento eclesiástico pero también somos sabedores de la relajación en muchas funciones cara al pueblo cristiano y que desembocará, unido a otros aspectos de mayor calado, en el Concilio de Trento (1543-1563), donde los teólogos españoles tendrían mucho que decir y se impondrían en aspectos tan interesantes como la justificación del hombre por sus obras mediante la gracia de Dios.


NOTAS:

[1] Véase para esta interesante apreciación, la Historia de Extremadura. Tomo II: Los Tiempos Medievales, concretamente las páginas dedicadas al comportamiento socio-religioso y organización eclesiástica. Biblioteca Básica de Extremadura. Editorial Universitas. Badajoz, 1985.

[2] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1103. Villa de Lobón. Año 1498.

[3] Iglesias Aunión, Pablo: La política económica de los Reyes Católicos en la Orden Militar de Santiago. La Mesa Maestral en la Encomienda de Mérida: 1494-1556. XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2004.

[4] Las fechas vienen determinadas por la propia documentación utilizada, especialmente las actas de los Libros de Visitas de la Orden Militar de Santiago que para la práctica totalidad de los pueblos estudiados, se inician a finales del siglo XV (1494-1498) y finalizan en una primera fase a mediados del siglo XVI (1556-1560). Posteriormente volvemos a tener un amplio conjunto documental para la primera década del siglo XVII (1603-1605).

[5] Navarro del Castillo, Vicente: Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Págs. 22-23. Mérida, 1973.

[6] Las fechas intentan reflejar el momento inicial y despegue de los índices demográficos en comparación con otros recuentos. Quiere ser una primera expresión de la vida en estas localidades y sus asentamientos.

[7] Los datos que aparecen recogidos en la tabla están cotejados de tres fuentes. La primera los libros de visitas de la Orden de Santiago para estas localidades y años (Libros números 1101, 1103, 1104, 11071108 y 1109), procedentes del Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. En segundo lugar los datos recogidos en la obra de Rodríguez Blanco, Daniel, págs. 97-98 de su obra titulada La Orden de Santiago en Extremadura. Siglos XIV-XV. En tercer lugar, igualmente los que aparecen en la obra de Iglesias Aunión, Pablo, pág. 43, de la obra titulada Historia de la Comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos.

[8] Iglesias Aunión, Pablo: Historia de la Comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos. Pág. 45. Edita: Adecóm-Lácara. Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 2002. IIª Edición.

[9] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1103. Villa de Lobón. Año 1498.

[10] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número 1101. Lugar: Alguijuela. Año 1494

[11] Alguijuela es la actual localidad de Torremayor. Aparece en la documentación de la Orden de Santiago mencionada de muy diversa forma tal como, Alguijuela, Elguijela e incluso Iljuela, propio de una regla no muy fija en el castellano. Ocurrirá con otras localidades como Barvanna, Varbana o Barbaño.

[12] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1101. Lugar de Esparragalejo de Mérida. Año 1494.

[13] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1101. Lugar Carmonita. Año 1494.

[14] Ibíd.

[15] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1103. Lugar: Montijo. Año 1498.

[16] Moreno de Vargas, Bernabé: Historia de la ciudad de Mérida y pueblos de su comarca. Págs. 456-457. Patronato de la Biblioteca Pública Municipal y Casa de la Cultura. VIIIª Edición. Mérida, 1992.

[17] El almaizal es un paño litúrgico que el sacerdote se ponía sobre los hombros.

[18] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro Número: 1103. Lugar: Montijo. Año 1498.

[19] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libros números: 1104-1106C. Lugar: Montijo. Años 1500-1503.

[20] Ibíd.

[21] Ibíd.

[22] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1108. Lugar: Montijo. Año 1511.

[23] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1101. Lugar: Montijo. Año 1494.

[24] Ibíd.

[25] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1103. Villa de Lobón. Año 1498.

[26] Ibíd.

[27] Iglesias Aunión, Pablo: Asistencia, caridad y pobreza en la Baja Extremadura. Los hospitales de pobres en la villa de Montijo y sus expresiones artísticas. Siglos: XV-XX. Actas de los XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2005.

[28] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1101. Lugar: Puebla de la Calzada. Año 1494

[29] Es importante aclarar que, Puebla de la Calzada dista de Montijo aproximadamente medio kilómetro, separados sus términos por una carretera comarcal.

[30] Bernal Estévez, A.: Poblamiento, transformación social del espacio extremeño. Siglos XIII al XV. Editora Regional. Junta de Extremadura. Consejería de Cultura y Patrimonio. Pág. 165.

[31] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1103. Lugar: Puebla de la Calzada. Año 1498.

[32] Posiblemente la expresión Asunción pueda tratarse de un error ya que en las fechas que aparece expresada de esta manera, la parroquia poseía un altar mayor en cuyo retablo aparecía la imagen de Nuestra Señora de la Encarnación junto a una imagen del arcángel Gabriel.

[33] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1108. Lugar: Puebla de la Calzada. Año 1511.

[34] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1112. Lugar: Puebla de la Calzada. Años 1549-1551.

[35] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1104. Lugar: Puebla de la Calzada. Año 1500.

[36] El menudo recaía sobre producciones pequeñas que eran pagadas al pie del altar en lo tocante a frutas y hortalizas.

[37] Ibídem. Nota 34.

[38] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1108. Lugar: Puebla de la Calzada. Año 1511.

[39] Ibíd.

[40] Álvarez Martínez, J.M.: La época romana. Página 108. Historia de la Baja Extremadura. Tomo I. Real Académica de la Letras y las Artes de Extremadura. Badajoz, 1986.

[41] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1101. Lugar: Lobón. Año 1494.

[42] Ibíd.

[43] Ibíd.

[44] Ibíd.

[45] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1107-C. Lugar: Lobón. Año 1507-1508.

[46] Para el estudio de las advocaciones patronales entre los siglos XVI-XVII recomendamos la consulta de obras como las de Vicente Navarro del Castillo en su obra Apuntes históricos de Esparragalejo y su Patrona, la Virgen de la Salud” editada por el autor en el año 1991; para el caso por ejemplo de Montijo con nuestra Señora de Barbaño, de Pablo Iglesias Aunión las Actas del XXXII Coloquios Históricos de Extremadura sobre las devociones marianas en la Baja Extremadura, fuentes historiográficas y comprensión de la religiosidad y piedad popular. En él aparecen las advocaciones patronales para Esparragalejo, La Garrovilla, La Nava de Santiago y Montijo.

[47] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1101. Lugar: Lobón. Año 1494.

[48] Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro número: 1106. Lugar: Montijo. Año 1503.

Oct 012005
 

Pablo Iglesias Aunión.
INTRODUCCIÓN.
“Asistencia y caridad relacionada con el tema de la pobreza y la marginación”
Siempre he defendido la idea de que, el estudio de una realidad local que nos pueda poner contacto con una historia de marcado carácter local carece totalmente de sentido si no se tiene presenta la realidad y estructura superior en la que se debe encontrar enmarcada. Para el estudio de la asistencia, caridad y pobreza en la Baja Extremadura a través de más de cuatro siglos de historia en los hospitales de la villa de Montijo, hemos de conocer previamente la realidad de una Extremadura que se desarrolla especialmente dentro de los denominados Tiempos Modernos con en antecedente en los orígenes de estas instituciones a través de una aproximación a época del Medioevo y una prolongación para conocer su desaparición en la Edad Contemporánea.

 

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Oct 012004
 

Pablo Iglesias Aunión.

ESQUEMA GENERAL

  1. Introducción: La Orden Militar de Santiago en el proceso de reconquista y repoblación.
  2. La Orden Militar de Santiago y el Papel de los Reyes Católicos.
  3. Hacienda y Economía: Las Rentas y la Mesa Maestral.
    • Relación de pueblos que configuran la Tabla de la Encomienda de Mérida.
  4. Comendadores y Encomiendas. Los casos de las Villas Enajenadas de Lobón y Montijo.
    • La encomienda de Lobón: 1460-1556.
      • Comendadores de la villa de Lobón entre los años de 1460 y 1515.
      • La fortaleza, casa bastimento y provisiones de la encomienda de Lobón.
    • La encomienda de Montijo: 1460-1556.
      • Los comendadores en la villa de Montijo: 1460-1550.
      • Casa bastimento, rentas y provisiones: 1494-1550.
      • Representación gráfica de las tazmías en las dos encomiendas.
  5. Conclusión final.
  6. Fuentes inéditas.
  7. Fuentes bibliográficas.

I. INTRODUCCIÓN: La Orden Militar de Santiago en el proceso de Reconquista y Repoblación

La Orden Militar de Santiago jugó un papel primordial y de primera mano en el proceso de repoblación de lo que actualmente denominamos como Comarca Emeritense. Un papel que se transformó a lo largo de los siglos en función del desarrollo histórico del amplio proceso conocido como Reconquista (iniciado en el siglo VIII y finalizado en el siglo XV) y que llevó inserto el fenómeno de la Repoblación.

Más aún, la política que jugarán los Reyes Católicos será crucial para la vida de la orden santiaguista ya que de ellos, dependió esencialmente el darles un nuevo sentido a una institución que podía parecer no tener funcionalidad una vez que terminaba la mencionada reconquista con la toma de Granada en el año 1492.

Cuando el rey Alfonso IX tomó la ciudad de Mérida definitivamente de las manos musulmanas a finales del año 1230, se comenzaba a diseñar todo el programa repoblador de la zona entregándola el rey a la Orden de Santiago. No se trató de dar salida a un impulso sin sentido por parte del monarca sino que, respondía a una política ya pactada anteriormente entre abuelos y padres del rey en el castillo de Atalaya y formada por el Arzobispo don Bernardo.

Se entregaba un amplio término en el que irían naciendo pueblos, aldeas y villas que adquirirían una extraordinaria importancia dentro de la comarca emeritense. La Orden, a cambio de la cesión de estos territorios se comprometía a su defensa percibiendo por ello el arzobispo un total de dos mil quinientos áureos. El acuerdo quedó recogido el 12 de abril del año 1231 dentro de una concordia de la Orden de Santiago que estuvo representada por el maestre don Pedro González y el Arzobispo.

En el mencionado contrato que se firmó en la ciudad de Mérida en presencia de los reyes Fernando III «el Santo» y doña Berenguela (junto a sus hijos), se establecía una validez de cuatro años pasados los cuales, o se revocaba o se renovaba, lo que quedó reafirmado en el año 1234, con la incorporación en esta ocasión además de una bula del papa Inocencio IV firmada en la ciudad de Lyón en el año 1245.

Todo este proceso que podemos denominar burocrático, nos interesa desde el momento en que aparecerán recogidos los nombres de las tierras y poblaciones que están afectadas bajo la protección de la orden santiaguista y que indudablemente nos conducirán al núcleo de nuestro estudio. Tierras que fueron abandonadas por los antiguos moradores musulmanes y que se convertirán en lugares propicios que atraía a una población ávida de trabajarlas por su fertilidad y la seguridad –a pesar de la proximidad a Al-Andalus- que les proporciona la Orden de Santiago.

Así aparece la encomienda emeritense formada por Mérida, Aceuchal, Aljucén, Almendralejo, Alguijuela (posteriormente Torremayor), Arroyo de San Serván, Calamonte, Carmonita, Carrascalejo, Cordobilla de Lácara, Don Álvaro, Esparragalejo, Fuente del Maestre, La Garrovilla, La Nava de Santiago, Lobón que será enajenada, es decir, separa por medio de venta al igual que Montijo; Puebla de la Calzada, Los Santos de Maimona y Mirandilla.

Indudablemente hasta llegar a esta configuración espacial definitiva nos tenemos que mover dentro de una cronología que abarca los años centrales del siglo XIII y los finales del siglo XV donde además se dará una cuestión de enorme importancia puesto que, al llegar la década final de la Centuria del Cuatrocientos, la Reconquista pondrá su punto y final con lo cual el papel de la orden santiaguista tendrá indudablemente que cambiar pues, pervivió administrativa y jurídicamente hasta bien entrado el siglo XVI y eclesiásticamente hasta el siglo XIX.

Con la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos en el año 1492 y la llegada del final de la Reconquista, la Orden Militar de Santiago dará progresivamente un giro en su política de actuación sobre los territorios que le habían sido encomendados en el siglo XIII. No cabe ya hablar de una defensa de territorios puesto que no existe teóricamente peligro que pueda acechar a estas tierras. Las condiciones que quedaron establecidas en el documento fechado el 17 de julio del año 1235, por el cual el arzobispo de Santiago Bernardo II y el maestre de la orden don Pedro González Mango, así como en su nombre el Comendador Mayor de León,don Rodrigo Ennecio, por el que se establece bajo fuero el sistema de acogimiento tanto de territorios como de moradores, se convierte desde este mismo momento en uno de los documentos de especial importancia para entender el posterior giro que dará la presencia santiaguista en estas tierras.

Dicho fuero conocido como Fuero de Mérida, establecía que las tierras quedaban concedidas a los habitantes de Mérida y pobladores de su término, incluyendo los futuros moradores para el aprovechamiento, utilidades y repoblación de éstas. Igualmente se iba regulando la estructura económica sobre la que se asentaría posteriormente los diferentes requerimientos en esta materia. Quedaban los mencionados moradores exentos del pago del portazgo[1] facilitándose así el tráfico de mercancías lo que relacionó desde los primeros momentos a los diferentes núcleos y sobre los que se asentarán las futuras aportaciones a la Mesa Maestral.

Las tierras fueron de la misma manera reguladas en su reparto quedando la tercera parte para el Arzobispo, la Orden de Santiago y el futuro Obispo de Mérida. Las otras dos terceras partes, para los habitantes de Mérida pero teniendo que quedar en reserva una tercera destinada a todos aquellos que quisieran asentarse en las mencionadas tierras. De la misma manera, los montes eran repartidos: la mitad para el Arzobispo y los fraires de la orden. La otra mitad para los moradores de la ciudad y los habitantes de su término. Pero no todo eran otorgamientos y derechos pues los vecinos debían de pagar el tributo de la martiniega[2]que posteriormente se convirtió en una renta pagada al rey por uso de territorios de realengo, llegando a subsistir hasta el siglo XIX. Junto a la martiniega, el Fuero de Mérida establecía el pago de los diezmos[3].

Un capítulo importante se configura en torno a todo lo que se refiere el nombramiento de los cargos municipales, que además y gracias a las fuentes santiaguistas, pueden ser estudiadas en la reconstrucción de la historia local de estas localidades emeritenses. Cargos que recaían según el Fuero de Cáceres en los hombres buenos de las villas. Bajo el amparo de estos fueros y de todo un conjunto de privilegios, comenzaron a llegar a la comarca emeritense pobladores fundamentalmente de Galicia y León que, protegidos por la Orden irán configurando el tejido poblacional de los distintos núcleos anteriormente mencionados. Entre los años 1235 y 1327 tenemos configurado un amplio marco geográfico de poblaciones, muchas de ellas pequeñas aldeas que darán lugar a lo que se conoce como Encomienda de Mérida y donde poblaciones como Montijo, Lobón, Torremayor, Puebla de la Calzada, Esparragalejo y La Garrovilla darán buenas aportaciones al estudio que ahora presento.

II. La Orden Militar de Santiago y el papel de los Reyes Católicos

Una vez que finaliza todo el proceso repoblador con su conjunto de leyes que dimanan de la regulación de ese complejo proceso de asentamiento, ya en los albores de la última década del siglo XIV, los años siguientes que ocupan la práctica totalidad de la centuria del siglo XV, vamos a asistir a un interesante cambio en la función de la Orden Militar de Santiago.

Ahora, como ya he anunciado anteriormente, una vez que ha terminado la reconquista y nos encontramos con una población perfectamente asentada sobre núcleos reales, la idea de una presencia santiaguista con el objetivo de defender este territorio de las amenazas sarracenas ha terminado. No tenía sentido pensar que la Orden estaba para defender los territorios que le habían sido entregados. Los objetivos debían ser distintos y comenzaron a girar en torno a finalidades de carácter jurídico y administrativo y por ello, los Maestres, los propios Consejos dieron un paso hacia delante que hará que los pueblos, villas y aldeas alcance un esplendor y un desarrollo que podemos estudiarlo documentalmente por medio de los conocidos Libros de Visita de la Orden de Santiago.

Sin este nuevo sentido sería difícil comprender el que núcleos como Montijo, Puebla de la Calzada, Alguijuela, Esparragalejos, Carmonita, Cordobilla o La Nava de Santiago aparecen ya a finales del siglo XV y principios del XVI como poblaciones enteras y de derecho. A partir de este cambio, pertenecer a la Orden de Santiago suponía adquirir el carácter de encomienda y de manera automática pasar a manos de un comendador, caballero de la propia orden el cual defendería los interese económicos, civiles, religiosos y en general sociales de la citada encomienda.

Desde la Regla de la Orden, conjunto de artículos y normas a las que estaban sujetos todos los que formaban parte de ella, quedaban administradas y reguladas el funcionamiento de los núcleos poblacionales si bien, dejaba una cierta autonomía a los alcaldes, regidores y concejos de las villas, en cuyos asuntos nunca podría entrometerse la orden santiaguista siempre que los primeros cumplieran con las reglas establecidas dentro de la propia Orden. Era, dar una cierta autonomía dentro de una normativa que había quedado preestablecida sin contar con ellos[4].

Y con el cambio de objetivos, con las miras puestas en la administración propiamente de las tierras encomendadas comenzaron las disputas internas por hacerse con el maestrazgo[5]. A la muerte del maestre don Alonso de Cárdenas en el año 1493, se produce la incorporación del Maestrazgo de Santiago a la Corona en la persona del Rey. La medida es una consecuencia lógica desde unos reyes autoritarios donde el control de las órdenes fue necesario por un lado, por el deseo de los Reyes Católicos de someter a la nobleza y atendiendo a uno de los programas diseñados por Isabel y Fernando en cuanto al control social que eliminara así el fuerte poder medieval de los nobles (otra cosa es que lo lograran). Junto a ello, el Maestrazgo producía unas sustanciosas rentas a través de la Mesa Maestral muy necesarias para el patrimonio real.

Estamos ante una política en unos años en los que los reyes dirigen sobre todo la organización de una estructurada orden santiaguista. El control de los comendadores y de los bienes de las encomiendas, se alzan interesante y núcleo esencial de este trabajo de investigación. Más aún, con la llegada al poder los Austrias y la base política apoyada en el imperialismo, cuando el Emperador necesitó de recursos económicos para poder sufragar sus grandes gastos en las guerras y frentes abiertos en Europa, los concejos y villas de las órdenes y en concreto de la de Santiago, fueron enajenadas y vendidas a la propia nobleza para obtener el dinero necesario o que ayudara en parte, a sufragar dichos gastos.

Nada ha de extrañarnos en cuanto a la acción directa de los monarcas Católicos en todo ello puesto que nos adentramos en un proceso conocido como creación delEstado Moderno lo que suponía la existencia de un sentido de comunidad que abarcase el país entero, en un único territorio y bajo una única autoridad. El principal objetivo de los Reyes Católico era el de consolidación de la autoridad real y ello se dirigió especialmente en dos sentidos sobre las dos fuerzas que podrían disputarle dicha autoridad: la nobleza y las ciudades. Fernando e Isabel procuraron administrar una justicia personal que limitara los privilegios y que afianzara su autoridad. Aquí radica la destrucción por ejemplo de muchos castillos, la intervención directa en guerras privadas y disputas como las que se estaban causando en el interior de las órdenes militares (muchas desparecieron), de tal manera que, a finales del siglo XV, la nobleza había pasado a ser servidora de la monarquía aunque obviamente continuaron con su posición social privilegiada y sus enormes propiedades: se convierten en dirigentes de la Orden.

En torno al año 1474 la situación se había convertido en insostenible y bastante inestable dentro de las dispuestas por hacerse con la dirección de la Orden de Santiago. A la muerte en este año de Juan Pacheco la intervención real en los cargos dirigentes de la orden eran tan claros que, los propios Reyes Católicos ofrecieron el cargo a su hijo Diego López Pacheco. En todo el proceso interviene una personalidad que tiene figura y renombre propio dentro de la Orden de Santiago y vinculado directamente con la zona que estudiamos. Se trata de don Diego de Alvarado nombrado maestre de la Provincia de León siendo comendador de Lobón.

En los procesos internos de disputas y enfrentamientos por hacerse con el maestrazgo, los Reyes Católicos mostraron en todo momento un interés y una participación bastante directa. Sin querer entrar en minuciosidades de todo este proceso que se desarrolló entre los años 1474 y 1477[6]. Lo que si es digno de reseñar para los fines del presente estudio es que, en el antedicho proceso -complejo- de disputas y enfrentamientos, terminó siendo nombrado como Maestre Alonso de Cárdenas que servirá a los intereses reales. Llegaba así la Orden de Santiago a los años finales de su vida independiente, procediéndose a un saneamiento interno que llegó a afectar incluso al Capítulo General.

El proceso total de incorporación llegó en julio del año 1493 a la muerte de Alonso de Cárdenas pasando el maestrazgo a la Corona en la persona del Rey. Lógica desde ese autoritarismo real del que he hablado anteriormente. El control de las órdenes era necesario por parte de los reyes al aplicar esa política de sometimiento de la nobleza y además, el maestrazgo produce unas sustanciosas rentas por medio de su Mesa Maestral, las cuales eran muy necesarias para el patrimonio real. Los monarcas aluden como principales motivaciones de ese control el que los maestres no administraban como debían y no hacían la guerra a los infieles como debían, causando grandes escándalos y disensiones entre los reinos[7].

La política de los Reyes en los años posteriores se dirige sobre todo a la organización estructurada de la Orden hasta el punto, que ordenaron en la Corte la creación de un Consejo formado por hombres letrados que intervinieran en todas las causas civiles de las tierras de las órdenes. Es el conocido Consejo de las Órdenes, que actuará como intermediario entre el poder real y los súbditos. Podemos brevemente recoger las modificaciones que todo ello supuso para la vida de la orden santiaguista y para la zona que se estudia:

  • Posible aparición del cargo de Gobernador de la Provincia de León de la Orden por medio del cual, se ejercía un mayor control de la vida y la administración de los comendadores, atendiendo a que cumplieran con los estatutos.
  • A partir del año 1501 se empiezan a dar cuentas de las medias anatas, pagos en caso de la muerte del comendador, siendo la mitad de la renta de la encomienda por dos años.
  • Obligación a los curas a asentar en los libros los bautizos y muertes.
  • Extremo cuidado en las usurpaciones que se realizaban sobre la Mesa Maestral, patrimonio exclusivo de los Reyes Católicos.
  • Los comendadores se hacen absentistas es decir, van a la corte real, o simplemente se quedan allí.

En definitiva, la Orden de Santiago pasa a ser un solar particular de uso privado de la Monarquía. Las rentas de la Mesa Maestral de la que vamos a tener la oportunidad de estudiar detenidamente para el caso de la encomienda emeritense, desaparecen de los libros de visitas a partir del año 1503 en relación a sus aportaciones con ésta, pues desde ese momento, serán recogidas por agentes reales o los propios visitadores harán función de ello como meros previsores de que en nombre de sus Altezas, las mencionadas rentas se controlan con las finalidades adecuadas. La Orden de Santiago se constituía como un bien demasiado precioso y de ello da debida cuenta la Mesa Maestral a través del ejemplo tomado en la encomienda emeritense.

III. HACIENDA Y ECONOMÍA: las rentas y la Mesa Maestral

Indudablemente nos adentramos en uno de los terrenos más complejos y para algunos momentos más difíciles de organizar en la vida de la orden santiaguista. Partiendo de que hay que hacer una distinción entre economía referida a todas aquellas actividades que se desarrollan dentro del territorio santiaguista y hacienda, por cuando hablamos presión fiscal ejercida sobre la mencionadas actividades. Por ello, quedan unidos en este capítulo bajo el mismo epígrafe la expresión de «hacienda y economía», consciente de que economía y hacienda pueden ser aspectos tan unidos como diferentes.

Las actividades económicas que se presentan en los núcleos estudiados para la orden de Santiago aparecen mejor estructuradas para todo el territorio de la Orden y en concreto para el caso de la Encomienda de Mérida -a partir de ahora me ceñiré a la encomienda emeritense- puesto que se nos abren una serie de ramos preestablecidos: ganadería, agricultura, comercio, industria o artesanía. La parte fiscal sin embargo presenta una mayor complejidad puesto que en ningún momento podemos olvidar que la Orden de Santiago es un organismo señorial que a lo largo de su amplia historia, fue acumulando todo un complejo conjunto de privilegios fiscales sobre su dominio, llegando a dominar prácticamente la mayor parte de la función hacendística en sus señoríos. Pero la Corona no renunció en ningún momento a sus derechos, permaneciendo en vigor el derecho real sobre las alcabalas[8]y servicios de Cortes.

La Hacienda sobre estos señoríos que configuran los territorios de la Orden Militar aparece bifurcada entre los recursos propios de las encomiendas, lo que es una auténtica fragosidad de bienes y derechos y la Mesa Maestral, cuyos principios organizativos señala Rodríguez Blanco[9], se organizaron en el siglo XIII.

Una tercera aportación desde el punto de vista de la economía y la hacienda va a residir en la aportación de las propias villas y lugares sujetos a la jurisdicción y gobierno de la orden santiaguista. Finalmente no podemos olvidar algo que desde el plano administrativo, jurídico y político ya hemos señalado, el que a partir del año 1493 la Orden de Santiago se incorporó a la administración de la Corona de Castilla lo que explica como ya ha sido ampliamente estudiado que, los ingresos provenientes de la Orden pasasen a formar parte del apartado de rentas extraordinarias de la corona castellana.

En base a todo lo anterior, el presente trabajo se centra esencialmente en los libros de visitas a partir de 1494 y hasta los años centrales del siglo XVI, 1550-1553, pues a partir de estas fechas (las visitas continúan hasta el siglo XVII) se producirá un importante proceso de desmembración y venta de tierras y bines de la Orden. En la primera relación de las mencionadas aportaciones, la Mesa Maestral de la Encomienda de Mérida la configuran los siguientes lugares: Don Álvaro, La Garrovilla, Esparragalejo de Mérida, Elguijuela (actual Torremayor), Calamonte, Valverde, San Pedro, Trujillanos, Mirandilla, Arroyo, Puebla de la Calzada, Cordobilla, Lobón, Montijo y Almendralejo, todos ellos conjuntamente con la ciudad de Mérida.

En relación a la lista de pueblos, se ha elaborado una tabla individual correspondiente a cada uno de los mencionados lugares donde aparece la tasación realizada por los tesoreros de esos mismos lugares, tesoreros que generalmente eran nombrados por el Concejo. Junto al nombre de los tesoreros y el año de la tasación, las aportaciones respectivas en concepto de trigo, cebada y centeno, teniendo en cuenta que las cantidades que aportan en dinero, ganados y otras cosas menudas aparecen en la Mesa Maestral de la Encomienda de Mérida. Al mencionado reparto se le denominaba tazmía.

Existen localidades que aparecen en blanco lo cual quiere decir, que bien no aportan nada por ser lugares muy pequeños en los que ni siquiera existen tesoreros que tasen e informan o bien que por condiciones puramente geográficas como son los casos de Puebla de la Cazada, Cordobilla o Montijo a los que no se pudo acceder en el año 1494 por una crecida del río Guadiana[10].

LUGAR: Don Álvaro de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros[11]: Juan Serrano. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 389 fanegas y 4 celemines.
  • Cebada: 358 fanegas.
  • Centeno: 34 fanegas.

LUGAR: Garrovilla de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Juan Serrano. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 370 fanegas.
  • Cebada: —
  • Centeno: 218 fanegas y 3 celemines.

LUGAR: Esparragalejo de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: — . Aportación a la Mesa Maestral:

No fue visitada en persona y vinieron a dar razón de ella afirmando que los diezmos correspondientes a este lugar no están por que no existe tesorero y por tal, no se ha realizado tazmía correspondiente.

LUGAR: Elguijuela. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Francisco Sánchez y Juan Blásquez. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 394 fanegas y 1 celemín.
  • Cebada: 
  • Centeno: 86 fanegas y 3 celemines.

LUGAR: Calamonte de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesorero: Alonso Fernández Quinteros. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 986 fanegas y 1 celemín.
  • Cebada: 529 fanegas y 6 celemines.
  • Centeno: 41 fanegas y 7 celemines.

LUGAR: San Pedro de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Alonso Gutiérrez y Andrés de Arévalo. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 449 fanegas y 1 celemín.
  • Cebada: 153 fanegas y 10 celemines.
  • Centeno: 2 fanegas y 2 celemines.

LUGAR: Trujillanos. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Pero Martín y Alonso Martín. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 300 fanegas.
  • Cebada: 70 fanegas.
  • Centeno: — .

LUGAR: Mirandilla de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Diego Martín y Pero Sánchez. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 331 fanegas y 8 celemines.
  • Cebada: 246 fanegas y 11 celemines.
  • Centeno: 16 fanegas y 9 celemines.

LUGAR: Arroyo de Mérida. Año de la visita: 1494. Tesoreros: — Aportación a la Mesa Maestral: en este lugar no existen rentas con las que poder contribuir.

LUGAR: Puebla de la Calzada y Cordobilla de Mérida Año de la visita: 1494. Aparece la información de la imposibilidad de pasar a causa de una crecida del río Guadiana y añaden: «…los lugares son pequeños e nunca jamás fueron visitados por nuestros visitadores pasados.»[12].

LUGAR: Lobón. Año de la visita: 1494. Tesoreros: en este lugar la Mesa Maestral no tiene otras rentas que aquellas que le son propias a la encomienda. Las únicas referencias a las que hacen mención son las siguientes:

  • Al «pedido» pagan en cada año, 800 maravedíes.
  • Por la escribanía, el valor entre los años 1489 y 1493 es de 3.200 maravedíes. En el año de 1494 valió, 5.000 maravedíes.

LUGAR: Montijo. Año de la visita: 1494. Informan: los alcaldes y regidores de la villa los cuales exponen que no tienen información de las cosas y rentas tocantes a la encomienda. Lo único que pueden expresar es que tiene de renta al año 1.000 maravedíes del «pedido».

LUGAR: Almendralejo. Año de la visita: 1494. Tesoreros: Diego Fernández y Salvador Esteban. Aportación a la Mesa Maestral:

  • Trigo: 780 fanegas.
  • Cebada: 750 fanegas.
  • Centeno: —
  • Diezmo de vino: es propiedad del Comendador.
  • Escribanía: arrendada por varios años a Fernán Sancho por valor de 13.000 maravedíes en un año.
  • Renta del Jabón: 8.000 maravedíes en un año.
  • Pedido: 1.300 maravedíes.

LUGAR: Ciudad de Mérida. Año de la visita: 1494. Es Comendador don Álvaro Pacheco el cual en el momento de la visita no se encuentra en la ciudad. Da la información su mayordomo en la forma siguiente:

  • Portazgo: 70.000 maravedíes. Se incluye el portazgo de la ciudad y de todas las tierras de su encomienda.
  • Castillería[13]85.000 maravedíes.
  • Dehesa del Prado de Lácara: 40.000 maravedíes.
  • Cuartos y huertas: 38.000 maravedíes.
  • Aldeas de abajo, La Puebla y Arroyo que son de la comarca de la ciudad de Mérida: 70.000 maravedíes.
  • Diezmos de las moliendas: 6.000 maravedíes.
  • Huerta de «laborado»[14]: 700 maravedíes.
  • Poyas del alcalde: 15.000 maravedíes.
  • Los aguaderos: 2.400 maravedíes.
  • Diezmo de los moros: 2.400 maravedíes.
  • Valor en dinero de la dicha encomienda: 310.400 maravedíes.
  • Valor en dinero por los diezmos: 1.850 fanegas de toda clase.

IV. COMENDADORES Y ENCOMIENDAS: «Los casos de la villas enajenadas de Lobón y Montijo.»

Una de las figuras sin duda más destacadas dentro del funcionamiento administrativo, político e incluso social dentro de la Orden de Santiago es la del comendador. Caballeros que tenían a su cargo una encomienda, un conjunto de bienes que les habían sido cedidos por la propia Orden de por vida y que les permitía su mantenimiento pero igualmente, poder servir desde el punto de vista militar y en todas aquellas tareas más principales.

El paso de la encomienda por herencia aparece reconocida en el año 1483 ya que, debido al desastre de Ajarquía[15], se dieron grandes pérdidas de varones que condujo, antes que dotar las encomiendas a los freyres de convento, hacerlo con los hijos. Así será el caso por ejemplo de las encomiendas de Lobón y Montijocuando Diego de Alvarado cedió sus derechos a favor de García y Juan, sus hijos y que constituyen el núcleo temático del presente estudio. Los ejemplos de estas encomiendas resaltan claros y fabulosos para la comprensión del funcionamiento de estas instituciones claves dentro de la comarca emeritense de la Orden de Santiago.

El periodo cronológico comprendido para éstas abarca desde los años finales del siglo XV (1490-1499) hasta el primer tercio del siglo XVI para Lobón y mediados de esta misma Centuria para Montijo.

LA ENCOMIENDA DE LOBÓN: 1460-1556.

A) Comendadores de la villa de Lobón entre los años de 1460 y 1515.

«Es comendador de la dicha villa de Lobón, Juan de Alvarado. Fue visitada su persona en la forma acostumbrada e fallose esta persona, bien habilitado en todo lo que toca a la Orden…»[16]

Exhaustiva era la comprobación que realizaban los visitadores de la Orden de Santiago. Con la normativa marcada por la Regla casi «en la mano», los visitadores examinaban literalmente al comendador sobre su función con respecto a los servicios que debía prestar a la orden a saber: instruido en la Regla General de la Orden; en todas las cosas tocantes a ser buen cristiano; provisiones sobre la encomienda; estado, conservación y administración de los edificios que conllevaba anexo la dicha encomienda como casa de morada, fortaleza, casa bastimentos y rentas. Igualmente debía de dar en un periodo anual respuesta de todo lo relacionado con el pago y abono de los diferentes impuestos a los que se obligaba la encomienda tanto con la Orden como la Corona.

El primer comendador que tuvo Lobón fue don Diego de Alvarado el cual llevaba desde el año 1460 acumuladas las encomiendas de esta villa y la de Montijo. Don Diego, siguió el procedimiento arriba indicado de renunciar a ellas y de dotar las encomiendas a sus hijos y de esta forma, para la villa de Lobón dejó como titular a Juan de Alvarado y para la de Montijo, de la que nos ocuparemos posteriormente, a García de Alvarado.

Juan de Alvarado debió obtener la encomienda de Lobón en torno a los años de 1480-1482 y fue titular de ella hasta el año 1511 en el que lo sucede Gonzalo Ruiz de la Vega no sin problemas y dificultades que se estudiarán a continuación.

La llegada a la encomienda de don Juan de Alvarado aparece ya descrito en las primeras actas de los libros de Visita de la Orden de Santiago. En el año 1494, los visitadores preguntan al antedicho comendador de quién y por quién tenía carta de poder que le otorgaba la encomienda.

El comendador especifica que la tomó por mano de Alonso Esquimel comendador de Castilleja de la Cuesta y que cuenta con todos los documentos necesarios que le acreditan sobre la mencionada encomienda.

Así, en los encuentros con éstos se le preguntaba por las cosas tocantes a ser caballero digno y presto al servicio de la orden y de los Reyes; la formación en la Regla y en las cosas referidas a las normativas de la mencionada orden; el ser caballero cristiano y cumplir con las obligaciones devocionales correspondientes:

«E si tenía las lanzas con las que ha de servir a la Orden. E dixo que estaba presto para servir con su persona e con ellas a sus Altezas e a la Orden cada que vez que fuésele mandado.»[17]

La posesión de la encomienda, fortaleza y casa de bastimentos le fueron ratificadas al dicho Juan de Alvarado según expresó en el año de la visita de 1498 de manos de don Luis Manríquez, visitador, por mandato a través de «pleito y homenaje de vuestras Altezas». El titulo de comendador conlleva igualmente la provisión y el derecho sobre todas las rentas, bienes y disposiciones en nombre de la Orden y para el servicio de los reyes.

La sucesión de Juan de Alvarado por Gonzalo Ruiz de la Vega trajo problemas que han quedado latentes en las resultas de provisión que aparecen recogidas por los visitadores al exigir a los comendadores las cartas de provisión de la misma. Más aún cuando la Regla de la Orden de Santiago exigía la presencia y permanencia del comendador al menos unos meses determinados del año en la villa cabeza de la encomienda. Cuando en el año 1511 los visitadores realizan la obligada «visita» a la villa de Lobón, se encuentran con que el nuevo comendador Gonzalo Ruiz de la Vega no reside en la casa fortaleza y lo hace en la corte real, quedando primero como mayordomo y luego como alcaide a vecinos de villa.

El primero de estos administradores en nombre del comendador fue Miguel Cunilledos en el año 1511, el cual presentó legítimamente sus acreditaciones por nombramiento expreso de los Reyes y es éste, quien procede a entregar como era costumbre, las llaves de la fortaleza para la correspondiente visita. Sin embargo, la propia Orden exige ahora la ratificación de esta provisión a los alcaldes ordinarios de la villa (Miguel Sánchez de Rueda), el cura de ésta (Pedro González) y otros vecinos de la localidad. La situación se repite en las visitas de los años 1514 y 1515:

«El comendador de la encomienda de la dicha villa es Gonzalo Ruis de la Vega, el cual no pudo visitarse su persona por estar residiendo en la corte. Hallose por alcaide en nombre del mencionado Gonzalo Ruis de la Vega, Miguel Cunillero, el cual, después de haber entregado las llaves a los dichos visitadores en nombre de vuestras altezas e de la dicha orden, presentó pleito e homenaje en la forma según va presentado en las formas legales que se están visitando.»[18]

En esta ocasión, la Orden expresa claramente un interés porque este alcalde muestre si el proceso de sucesión en la encomienda se ha seguido según lo establecido y si la vacante había sido ocupada con los maravedíes que ella vale. Ahora, el alcaide es Juan Vaquero el cual mostró una carta firmada por el rey Fernando dirigida al los freires de la ciudad de Mérida mediante la cual la encomienda de Lobón pasa a manos del mencionado Gonzalo Ruiz:

«…Y por mi autoridad, como administrador sus dicho, podáis haser al dicho Ruiz de la Vega provisión, colación de la dicha encomienda de Lobón como de todos sus anexos e pertenecencias, para que la haga y la tenga e sea comendador de ella, siendo esta mi voluntad.»[19]

B) La Fortaleza, casa bastimento y provisiones de la encomienda de Lobón.

La Casa Fortaleza de la Encomienda de Lobón es una de las edificaciones más interesante de estudiar de toda la comarca emeritense, especialmente porque tenía en su exterior una pequeña fosa que la aislaba y protegía, accediéndose a ella por medio de un pequeño puente de madera cubierto de tierra.

De los posibles orígenes de la existente en tiempos del comendador don Diego de Alvarado y donde en esos momentos se levanta la casa fortaleza santiaguista, se habla de una de época árabe que se identifica con la de Lobón y que aparece mencionada por el cronista El-Idrisi en el siglo XII. El bastión, parece tener unos orígenes árabes, construido primero en adobe y posteriormente reedificado en piedra por los cristianos.

En el año de la visita, 1494, la casa contenía en un interior una primera línea o barrera de tapia, que se encontraba ya derribada y sin puertas, lo que muestra los restos de una antigua fábrica sobre la que se construyó la mencionada fortaleza. En el interior y una vez traspasada esta tapiada, ya en el patio, se encontraba en la zona de la derecha un aljibe junto con una escalera de piedra que daba acceso a la torre de la fortaleza:

«Subieron por la dicha escalera e fallaron en la puerta de la torre al comendador Juan de Alvarado, el cual, les dio las llaves de la dicha torre e los poderes en ella.»[20]

Pero es indudablemente la descripción de la visita del año 1498 la que arroja más luz de la importancia que tuvo la mencionada fortaleza cuando el comendador afirma que contó con una serie de aposentos en torno a la torre donde los moradores de las villas de Lobón y lugares próximos tenían la posibilidad de refugiarse. Estos aposentos fueron mandado hacer por el comendador Diego de Alvarado especialmente cuando se dieron las guerras entre Castilla y Portugal por se esta una zona próxima a la frontera:

«En el tiempo de las guerras pasadas entre Castilla y Portugal, el dicho Diego de Alvarado, comendador que fue, mandó façer alrededor de la dicha torre algunos aposentos para gente y barreras y baluartes a su costa. Fizo de tierra minuda y desde que se juró las paces, como no se sostuvo, cayose.»[21]

Las mencionadas guerras a las que se refiere son las que se desarrollaron con motivo de la sucesión al trono castellano y que se precipitaron a partir de 1469 tras la guerra civil abierta con la muerte de Enrique IV de Castilla entre los partidarios de Isabel, su hermana y la hija de éste, Juana –llamada la Beltraneja- que contó con el apoyo del rey de Portugal y que finalizaron en 1479 con la firma de la paz de Alcaçobas.

Continuando con la descripción de la fortaleza de la encomienda, en la primera de las salas de la torre se encontraban los escudos de armas tanto de la familia perteneciente a Diego de Alvarado como de la orden, en la que aparecían esculpidos dos figuras a caballo, la una representaba al apóstol Santiago y la otra a un caballero que aparecía hincado de rodillas delante de él, tendiendo sujeto al caballo por las riendas.

La torre y casa de la encomienda fue mandada a construir por Diego Alvarado y era la torre de plantas con materiales de buena calidad, utilizándose la piedra, la madera y la teja. Uno de los mandamientos dado desde las primeras visitas fue, la edificación en lo alto de la torre de unas almenas que aparecerán ya realizadas en el año 1500. Al lado de la torre, en la parte que da al río Guadiana, existían otras dos salas con sus cubiertas, chimenea y silos teniendo acceso directo desde la misma torre.

A la altura de los años de 1511 y 1515, los visitadores mandan realizar obras y remodelaciones de la fortaleza y torre para su conservación: un portal en la puerta de entrada a la torre; la sustitución de los restos de tapia, posiblemente lo que quedaba de la primitiva fortificación y una escalera nueva. Las obras aparecen bastante retrasadas por no haber en la villa albañil indicando los visitadores que estas obras han de estar realizadas para el año 1516 bajo pena de veinte ducados para la redención de cautivos.

En la casa de la fortaleza aparecieron una decena de paveses[22] pertenecientes al dicho comendador y junto a todo ello, aparecen descritas las provisiones de la fortaleza desde el punto de vista militar lo cual le servía tanto para la defensa de la encomienda como para el servicio a la orden y a la corona. En el año 1494 aparece la relación de las provisiones que durante todas las visitas prácticamente no cambia:

  • Nueve espingardas[23], cuatro propiedad del comendador[24] y las otras cinco emprestadas.
  • Siete ballestas de sierra grandes y pequeñas.
  • Unas cabalgaduras propiedad del comendador.
  • Dos cerbatanas.
  • Nueve armas de cubierta igualmente propiedad del comendador.
  • Un cajón con media arroba de pólvora.

Tenía una casa bastimento de vino propiedad de la encomienda y situada al lado de la torre. En buen estado y muy bien reparada, la casa contenía treinta y cuatro tinajas dedicadas a la uva y un lagar realizado en albañilería «…que tiene dentro todo su aparejo de husillo[25] y piedra y tableros.» En el año 1515 aparece una descripción completa de esta casa bastimento de la cual se dice que posee ya un lagar con su pilón, dividida la casa en dos cámaras, una que daba hacia la puerta y otra al costado.

Entre los años 1494 y 1515, las rentas de esta encomienda pueden encuadrase de la siguiente forma en un estudio comparativo que nos permite tener una idea amplia y bastante completa de lo que las encomiendas aportaban a la Orden:

Año 1494:

  • 270 fanegas de trigo correspondiente a los diezmos y primicias.
  • 570 fanegas y una cuartilla de cebada.
  • Renta de la Dehesa que esta encomienda posee y que está arrendada, 28.000 maravedíes.
  • Valen los diezmos menudos[26] en los que entran ganado, barca y portazgo un total de 27.000 maravedíes.
  • La renta de pollos: 2.000 maravedíes.
  • El diezmo del vino 180 arrobas y las primicias[27] de lo mismo: 41 arrobas.

Años 1507-1508:

  • Renta de la Dehesa de esta encomienda: 1.200 maravedíes.
  • De hierba, portazgo, horno e minucias: 34.000 maravedíes.
  • De trigo y cebada: 1.000 fanegas.
  • De vino: 300 arrobas.

Año 1514-1515:

  • Rentó la Dehesa que está junto a la Dehesa de esta villa en un año: 30.000 maravedíes.
  • Por el portazgo, barca, diezmo de molinos, de bueyes, de ovejas, de porcino, huertos, colmenas y otros usos viejos y nuevos, sus rentas son para la ermita de los Mártires.
  • Martiniega, derechos y primicias de pan y vino, en relación a todos los que son anexos a esta encomienda y que están arrendadas, no tienen relación con la Mesa Maestral a excepción de las primicias, las demás, pertenecen a la villa de Lobón.

Decir finalmente con respecto a la encomienda de Lobón, que nos encontramos ante una villa que sin duda pujó y tuvo una enorme presencia dentro del partido de Mérida y de la propia orden de Santiago, pujanza que fue perdiendo progresivamente a favor de Montijo que se alzó rápidamente como eje y núcleo de la comarca y como cabeza de una encomienda que había recaído en ella. Basta decir que, hemos hablado de una localidad que llegó a tener en torno a 1515: una iglesia parroquial bajo la advocación de Santa María; una ermita levantada a favor de Santa Brígida; dos hospitales, considerados por los visitadores de la orden como excepcionales en la comarca. Uno de ellos estuvo bajo la orden franciscana a partir de mediados del siglo XVI y era de la advocación de Santiago; varias cofradías entre las que destacó la de los Santos Mártires. Finalmente, la encomienda de Lobón estaría en manos de la Orden de Santiago hasta que en los años iniciales del reinado de Felipe II, fuera vendida a doña Elvira de Figueroa, condesa de Puebla del Maestre, integrándose después en la casa de Medinacelli siguiendo una política ya iniciada por el Emperador Carlos V de desmembrar de las órdenes militares partes de sus posesiones para poder obtener cuantiosas ganancias con las que poder financiar especialmente sus políticas exteriores y sus deudas en la hacienda.

Fue precisamente a partir de este momento cuando esta población logra un relativo desarrollo económico que permitió la remodelación y construcción de los principales edificios como la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, Casas Consistoriales, ermita de Ntra. Sra. De los Remedios, la de los Mártires y la de San Blas.

LA ENCOMIENDA DE MONTIJO: 1460-1556.

A) Los comendadores en la villa de Montijo: 1460-1550.

A pesar de la proximidad geográfica entre Lobón y Montijo (a penas ocho kilómetros) y la división natural por el río Guadiana que no dejó de causar más de un problema a los visitadores de la Orden a la hora de pasar a la villa montijana para visitarla[28], hablar de la encomienda, comendadores y aportaciones de Montijo a la Mesa Maestral es introducirnos en una realidad prácticamente nueva en relación a todo lo anterior.

Pronto se convertiría Montijo en cabeza de encomienda y pronto mostró Montijo su pujanza entre los años finales del siglo XV e inicios del XVI. Una de las muestras de este alza, no es ya sólo el propio empuje demográfico[29] pues, en todo momento contó la villa a través de sus censos, con una población que superaba con creces al resto de las localidades comarcales. También por su poder eclesiástico y civil pues ya en la primera mitad del siglo XVI tenía dos templos, el de San Isidro, primero y primitivo templo parroquial hasta 1490; el de San Pedro Apóstol; un hospital de pobres; la ermita de los Santos Mártires; la ermita y fábrica de Nuestra Señora de Barbaño y algunas cofradías entre las que destacaba la siempre presente Vera-Cruz; además de una casa de beatas de la Orden Tercera Franciscana. Además de poseer casa de morada para el comendador, casa bastimento e incluso en este aspecto, aparece documentado con anterioridad a Lobón los comendadores que la villa tuvo.

Sabemos que el primer comendador documentado que tuvo Montijo fue Juan Chacón al que le sucedió Fernando de Arce. La historia común de las dos encomiendas se inicia precisamente con el sucesor de don Fernando de Arce, Diego de Alvarado al que como hemos indicado, en torno al año 1467 se le encomienda también Lobón.

Antes de proceder a lo que es el desarrollo histórico y económico de la encomienda de Montijo a partir de la sucesión de Diego de Alvarado, es importante que aparezcan aquí reseñada, las afirmaciones que Aurora Ruiz Mateos[30] realiza sobre la primera casa encomienda en Montijo. Dice que las características principales que tuvo esta primera casa fue, la de tener una torre que el mismo Diego de Alvarado mandó a destruir junto con la casa para poder marchar a vivir a la casa de Lobón, especialmente por mejor situación y ubicación geográfica de ésta.

No hay provisiones militares especificadas en las visitas más que las aportaciones propias de éste y la de los caballeros de cuantía al igual que no procederé a la descripción de la casa de morada para la encomienda de Montijo al ser estudio ya publicado. Centraré mi atención en el aspecto económico y en la descripción de la casa bastimento y lagar.

Sabemos de la renuncia de Diego de Alvarado a favor de sus hijos para las encomiendas de Lobón y Montijo. En la visita del año 1498 aparece perfectamente documentando el año en que García de Alvarado sucede a su padre. Los visitadores preguntan al dicho comendador cuándo tomó el hábito santiaguista y cuando fue proveído de dicha encomienda:

«Mostró una provisión del Maestre don Alonso de Cárdenas, dada en quince días del mes de febrero del año setenta y siete. Firmada e sellada con su sello, refrendada de Fernando González, su secretario y remitida al comendador Alonso de Badajoz, juntamente con Alonso Fernández, cura de Cabeza, freire de la Orden…E mostró una presentación del dicho Maestre, refrendada de Juan Collado, su secretario, sellada con su sello, dados en primero de enero del año ochenta y nueve. Fue preguntado quien le proveio de la dicha encomienda, e mostró una provisión dada por don Alonso de Cárdenas, firmada con su nombre y sellada con su sello, refrendada por el dicho Juan Collado, dada en Valencia de las Torres a siete días del mes de enero del año ochenta y nueve.»[31]

Luego García de Alvarado se hace con la encomienda montijana en el año 1489 para continuar siéndolo el año 1515 y morir en 1530, sustituyéndole don Pedro Pimentel:

«Fue visitada la encomienda de la dicha villa, de la cual es comendador la persona de García de Alvarado, el cual se halló en la dicha villa, el cual obedeció el poder de vuestras Altezas e se halló que reside en la dicha encomienda.»[32]

La Regla de la Orden de Santiago obligaba al comendador a residir cuatro meses en su encomienda. Con el dinero procedente de la vacante entre la muerte de un comendador y el nombramiento del otro, comenzó a construirse la nueva casa encomienda que aparecerá descrita en las actas de la orden santiaguista por primera vez en el año 1550. Precisamente de esta visita conocemos que Pedro Pimentel lo fue hasta 1548, año en el que le sucede Jacques de Arbés Gentilhombre de la casa de Carlos V. Con él se procederá a la desmembración y venta de la villa entre los años 1549-1551.

El funcionamiento y control sobre los comendadores distaba en estos momentos mucho de lo que había sido su regular funcionamiento. No residían ya en la casa encomienda y así lo expresa García Rueda depositario de la dicha encomienda por ausencia del propio comendador. Los mismo visitadores dan sabido cuenta de estas ausencias tras la información recibida por el alcalde de ella:

«Súpose del alcalde de esta villa, que es comendador de la dicha villa Jacques de Arves, e que había dos años que es comendador de ella(1548). E ovo información, que no ha venido a la dicha villa desde que es comendador. Súpose ansí mismo por información, que en todo tiempo que don Pedro Pimentel, comendador de la dicha villa, nunca vino, ni residió tiempo alguno.»[33]

Si los años finales del siglo XV suponen un cambio importante dentro del procedimiento y funcionalidad de la Orden de Santiago al recaer el control de ésta en la Corona ahora, uniendo esta información con la que he dado sobre Lobón, donde viene ocurriendo algo parecido -recordemos el comendador que lo es en 1515 Gonzalo Ruiz de la Vega tampoco residía en la encomienda de Lobón- se demuestra que la Orden pierde el control efectivo sobre muchas de sus encomiendas en un claro preámbulo de la desmembración que se producirán y donde la propia encomienda de Montijo, Lobón y la comarca emeritense en general sufrirán fuertes desmembraciones. De esta forma:

  • Los marqueses de Villanueva del Fresno, don Pedro Portocarrero solicitan en 1548 la compra de la villa de Montijo que se realiza definitivamente entre los años 1550 y 1551.
  • A mediados del siglo XVI Felipe II vendió la villa a doña Elvira de Figueroa, Iª Señora de Lobón, integrándose después en la casa de Medinacelli.
  • Doña María Enríquez, marquesa de Villanueva del Fresno, en 1575 solicita la compra de Puebla de la Calzada, la cual quedó definitivamente incorporada a sus bienes en el año 1581.
  • Don Juan de Vera y Zúñiga, conde de La Roca, solicita adquisición de La Alguijuela (Torremayor) en el año 1626.

Del interés de la Corona, tanto durante el reinado de Carlos I como de su hijo Felipe II deriva sin duda el análisis que a continuación realizamos y da en buena medida explicación del por qué del interés de la Corona desde los mismo Reyes Católicos, no ya solo en controlar la Orden de Santiago sino ahora, debido a su productividad, vender propiedades de ésta para poder sufragar los gastos que ocasiones la pesada maquinaria de sus políticas reales.

B) Casa bastimento, rentas y provisiones de la encomienda de Montijo: 1494-1550

Al inicio del presente estudio cuando se procedía a dar la relación de la tabla de pueblos y sus aportaciones a la Mesa Maestral, hacía referencia a que tanto las villas de Lobón como la de Montijo, aportaban en sus respectivos libros las provisiones y producciones de las encomiendas a la mencionada Mesa Maestra.

Para en año 1498, siendo Martín Dado cobrador de las rentas de la encomienda montijana da la información siguiente sobre ellas:

  • 27.000 maravedíes de arriendo del diezmo de los menudos del año 1494.
  • 12.000 maravedíes de arriendo de la hierba de la encomienda.
  • 1.000 fanegas de trigo, 300 de cebada, en diezmos y primicias.
  • 300 arrobas de vino.
  • 16.000 maravedíes de diezmos, ganados, huertas, martiniega y portazgo.
  • 11.000 maravedíes de renta de la hierba que tiene esta encomienda en la Dehesa de Setisfocha, la cual está en el término de Badajoz.
  • 2.000 maravedíes de renta de hierba que tiene esta encomienda en la Dehesa de El Fresno, termino de Badajoz.
  • Ciertas cantidades que no especifica de unas tierras de pan en El Barreal, junto al Ejido de la dicha villa. No dan la cantidad porque el cobrador de rentas de la encomienda afirma que las cobra directamente el comendador.

En este año de 1498 aparece ya la descripción de la casa de bastimento de esta encomienda. Poseía un lagar de albañilería con pilón y diecinueve tinajas grandes de madera para desgranar la uva. La casa bastimento tenía adosada a las espaldas un pedazo de tierra que rentaba al año hasta cuatro fanegas en los años de sembradura. Los visitadores mandaron estuvieran adquiridas para la próxima visita nueve tinajas nuevas, con su husillo, piedras y tableros e incluso que se hicieran una serie de obras de remodelación. Fueron precisamente por estos mandamientos por los que se ordenó derribar la pared central que tenía la casa y agrandar la sala, por donde se ha podido averiguar que la casa bastimento estaba pegada a la iglesia parroquial de San Isidro.

Junto a la tierra mencionada, poseía igualmente la casa bastimento tres silos para «encerrar el pan», con una capacidad de 1.000 fanegas.

Para los años de 1503-1508 las rentas de la encomienda montijana han crecido considerablemente:

  • 10.000 maravedíes de renta por diez vacas que posee en la Dehesa de Setisfocha, término de Badajoz.
  • 2.000 maravedíes de renta de la hierba en la dehesa de El Fresno.
  • 27.000 maravedíes de renta de hierba en la dehesa Las Meninas.
  • 1.300 fanegas de trigo correspondientes al diezmo del año 1507.
  • 250 fanegas de cebada.
  • 300 arrobas de vino.
  • Las rentas de una huerta que posee arrendada Pedro González, linderos con tierras de Esteban Gallego.
  • Arrendamiento de un pedazo de tierra que tiene ahora convertido en huerta García de Porras.

Continuaban las obras sobre la casa bastimento en un intento por parte de los visitadores de ampliar dicho espacio. En el año 1508 mandan abrir una ventana encima de la puerta de entrada a la casa por donde poder introducir la uva para desgranarla. Aún no había finalizado las obras de rompimiento de la pared central de la sala:

«E que en el cuerpo que está a la mano izquierda de la entrada, se rompa la pared, que está entre el dicho cuerpo y el cuerpo por donde está el lagar. Que se le hiciesen dos arcos de ladrillo para que el un cuerpo y el otro fuesen uno.»[34]

Las mencionadas obras se amplían: la adquisición de doscientos vasos; la ubicación de una viga sobre la pila del lagar, la realización de unos arcos de ladrillo y el mencionado rompimiento de la pared «…e que todo lo suso dicho se fisiese fasta el día de la Trinidad del año 1509, so pena de veinte ducados para redención de caubtivos.»[35] Sin embargo la información de la visita del año 1511 informa que estas obras no han sido realizadas por lo que los mandamientos volvieron a cobrar efectividad y se recurrió ahora a la información correspondiente del por qué no se realizaban las obras.

En el año 1511, es el mayordomo de la encomienda González Sánchez quien da la información respectiva a las rentas de ésta:

  • Cuatro fanegas de tierra en sembradura que produce el pedazo de tierra que tiene adosada la casa bastimento.
  • Diez fanegas de sembradura de la huerta que posee Pedro González con sus treinta gallinas, linderos con tierras de Francisco Gallego, a los cuales les fue exigido presentar carta de arrendamiento.
  • 1.000 maravedíes de las setenta vacas de hierba en la dehesa Setisfocha, término de la ciudad de Badajoz.
  • 2.000 maravedíes de la renta de la hierba en la dehesa El Fresno.
  • 45.000 maravedíes de la renta de minucias del pasado año, 1510.
  • 1.300 fanegas de trigo.
  • 176 fanegas de cebada.
  • 2 fanegas de centeno.
  • 700 arrobas de vino.
  • Una viña de tierra que posee arrendada García de Alvarado con cuatro pares de gallinas al cual por no haber presentado en otros años rentas a la encomienda, le fue exigido carta de censo, mostrándola con la firma de Diego de Torremocha, comendador de la Cámara de Privilegios de Mérida, fechada el 24 de octubre del año 1510.
  • Dos pedazos de tierra de pan llevar en término de esta villa, linderos con tierras de Cristóbal Martín una y la otra, en Valdelobos.

Volviendo una vez más a la obras de la casa bastimento, los visitadores muestran ahora en el año 1511 un interés especial al ver que no se han realizado. Ellos mismo proceden a la tasación y averiguan el valor de lo que cuesta realizarlas, ascendiendo éstas a 3.500 maravedíes, mandando realizarlas en el tiempo de un año.

En la visita del año 1515 las rentas de la encomienda son las siguientes:

  • 15.000 maravedíes de renta por la dehesa de Setisfocha.
  • 2.000 maravedíes de renta por la dehesa El Fresno.
  • 32.000 maravedíes de renta por las minucias del año 1514.
  • 1.412 fanegas de trigo.
  • 300 fanegas de cebada.
  • 142 arrobas de vino.

Como censos anexos a la encomienda: 34 maravedíes de la huerta arrendada a Pedro González; Dos pedazos de tierra de pan llevar en término de esta villa, linderos con tierras de Cristóbal Martín una y la otra en Valdelobos.

La información que se da en la visita del año 1550 adquiere como ya he dicho una valía importante puesto que en la siguiente visita del año 1556, ya no aparece información sobre la encomienda al haberse realizado ya la venta a los marqueses de Villanueva del Fresno. En este año, dan la información Alonso Dean, alcaide nombrado por el comendador Jacques de Arbés y las cuentas de la encomienda las lleva Miguel Paez y Gaspar de Rueda La no presencia del comendador exigió a los visitadores santiaguistas cartas de conformidad de que realmente estas personas habían sido nombradas para tales cargos:

«Que el alcance que le fue fecha, dicha cuenta la dio e pago al dicho Miguel Paez en el dicho nombre, del cual tiene carta de pago, en las espaldas de ella, provisión de vuestras Altezas. De los cual todo hizo. Paresció haber recibido del dicho Gaspar de Rueda de la dicha medianata de la renta de los dos años de 1545 y 1546, cuatroncientas e cincuenta mil y, quinientas e diez y nueve maravedíes, de los cuales se hizo cargo el dicho Gaspar de Rueda por el dicho Miguel Paez, e por el licenciado Maldonado, alcalde mayor que a la sazón es en la ciudad de Mérida.»[36]

Ahora sí aparecen hechas las obras que se venían demandando. Gaspar Rueda presentó recibos de las cantidades de dinero que había gastado en ellas, junto a lo pagado al tesorero de la Orden. Para el presente año de 1550 fueron presentadas las últimas de las cuentas y rentas de la encomienda montijana cuando ésta se encontraba ya en pleno proceso de venta:

  • Los diezmos del pan, ganado, vino, hornos de la dicha villa pertenecen al comendador ya que en este año, dichas rentas se encuentra ya cerradas (recordemos el proceso de venta).
  • 25.000 maravedíes de renta de veinte vacas en la dehesa de Setisfocha.
  • 15 ducados de renta de quince vacas en la dehesa El Fresno.
  • 27.000 maravedíes que vale el diezmo de menudo que son todos los diezmos más el de molino, martiniega, lana y vino.
  • 12.000 maravedíes de renta de los hornos.
  • 28.000 maravedíes de la renta de dos pedazos de tierra propiedad de esta encomienda.
  • 1.850 fanegas de trigo de diezmo del año.
  • 840 fanegas de cebada de diezmo.
  • Más la producción de los cuatro silos que tiene de pan junto a la casa bastimento de vino.

En todo este proceso de rentas y aportaciones a la Mesa Maestral, no podemos olvidar los pagos que el comendador realizaba tanto al conventual de Uclés como a la propia corona. Quizás, una visión definitiva de la importancia que tenía desde el punto de vista económico todo el proceso de aportación que hemos venido describiendo y estudiando podamos verlo de una manera definitiva y global en el siguiente gráfico comparativo entre Montijo y Lobón:

Tazmías encomienda de Montijo desde 1498 a 1550 en maravedíes

graf1Tazmías encomienda de Montijo desde 1498 a 1550 en fanegas

graf2Tazmías encomienda de Montijo desde 1498 a 1550 en arrobas de vino[37]

graf3Cuando procedemos a la lectura de todo el conjunto documental sobre la desmembración y venta de la encomienda y villa de Montijo a los señores marqueses de Villanueva del Fresno, es cuando nos podemos hacer una idea real y definitiva del poder económico en bienes que llegaron a tener las encomiendas y por ende la Orden de Santiago. Insisto que indudablemente fueron muy sustanciosas las cantidades económicas que la los primeros Austrias sacaron de su venta. Para el caso de Montijo[38], que nos puede bastar para hacernos una idea de todo lo anteriormente mencionado, su venta ascendió a un total de 24.175.900 maravedíes, aproximadamente unos 65.000 ducados, a los que les fueron añadidos el valor de la casa y fortaleza que se convertiría en casa de los condes, casa bastimento y silo que se convertirían en casa granero de éstos y cortinales, lo cual todo ascendió a 24.615 maravdíes.

La escritura de venta recoge finalmente un juro de obediencia que hace que desde este último año de 1550, la villa quedara definitivamente separa de la Orden:

«…eximo y aparto a la dicha villa y sus términos y jurisdicción de cualesquier jurisdicción que en ella aya tenido y tenga dicho gobernador o corregidor de la ciudad de Mérida y otra cualquier justicias de ella, con aquellos alcaldes ordinarios y concejo de la dicha villa del Montijo.»[39]

V. CONCLUSIÓN FINAL

Bienes, provisiones, edificaciones y rentas generadas por la Orden Militar de Santiago fueron consideradas desde el último cuarto del siglo XV como una sustanciosa y suculenta aportación para la Hacienda Real. Primero por unos Reyes Católicos que ávidamente comprendieron y entendieron el momento en que debían de hacerse con el control de la dicha Orden al finalizar la reconquista y donde además, se sabía perfectamente que la reacción de la Orden iba a ser de total obediencia especialmente porque su sentido militar se perdía y con ello el objetivo primordial que le venía dando significado.

Estas poblaciones nacieron como núcleos y se desarrollaron en sus diversas formas y atendiendo a sus propias necesidades gracias indudablemente a la presencia de la orden santiaguistas. La comarca emeritense tiene ejemplos de todo esto y la casi totalidad de aldeas, pueblos y villas, conocieron desde el siglo XIII al XV su nacimiento y desarrollo. Es cierto que, aquellas que fueron vendidas por Carlos I y su hijo Felipe II cayendo en manos de la nobleza, alcanzaron cierto auge y despegue respecto a las formas de vida, maneras económicas y relaciones sociales pero, a la manera y administración santiaguista se le deben capítulos importantes de su historia.

Incluso desde la perspectiva metodológica y dentro del terreno de la investigación, los Libros de Visita de la Orden suponen un aporte documental de extraordinaria belleza e importancia para el conocimiento histórico. Gracias a ellos, podemos conocer los edificios existentes en las localidades, alcaldes, regidores, comendadores, composición social e incluso de las minorías (las actas de las visitas recogen la existencia de los llamados «convertidos» o conversos y de su instrucción en la fe católica), rentas y fábricas de todo lo existente en las villas.

El presente estudio no pretende sino poder conocer la importancia que estos lugares tuvieron para la orden santiaguista y la propia corona desde el punto de vista económico y como todo comenzó por la acción de unos monarcas, Isabel y Fernando que se empeñaron en la construcción de un mundo nuevo, una sociedad diferente y una España distinta a la que había venido siendo en la época medieval. No es desde aquí, de este estudio ni tampoco ahora, cuando saquemos las valoraciones oportunas a este respecto. Será en el conjunto de investigaciones históricas que se realizarán sobre la política de estos monarcas, la que nos permitirá conocer si todo ello se consiguió o no.

VI. FUENTES INÉDITAS

  • Archivo Nacional de Simancas.
    • Sección: Mercedes y Privilegios. Legajo 364-24. Venta de Montijo a los marqueses de Villanueva del Fresno.
  • Archivo Histórico Nacional de Madrid y Archivo Histórico Provincial de Badajoz.
    • Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Partido de Mérida. Priorato de San Marcos de Lobón. Encomiendas de Lobón y Montijo.
      • Año 1494. Libro número: 1101c. MCF: 33.
      • Año 1498. Libro número: 1103c. MCF: 34.
      • Año 1500. Libro número: 1104c. MCF: 35.
      • Años 1507-1508. Libro número: 1107c. MCF: 36.
      • Año 1511. Libro número: 1108c. MCF: 37.
      • Año 1515. Libro número: 1109c. MCF: 38.
      • Año 1549-1551. Libro número: 1112c. MCF: 41.
      • Año 1556. Libro número: 1113c. MCF: 41.

VII. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

  • Pino García del, José Luis: Extremadura en las luchas políticas del siglo XV. Colección Historia. Servicio de Publicaciones de la Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1991.
  • Rodríguez Blanco, Daniel: La Orden Militar de Santiago en Extremadura (siglos XIV-XV). Colección Historia. Servicio de Publicaciones de la Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1985.
  • Navarro del Castillo, Vicente: Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Mérida, 1974.
  • Ruiz Mateo, Aurora: La Orden Militar de Santiago en Montijo: la casa encomienda. Actas Coloquios sobre la Historia de Montijo. Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Montijo, 1987. Pág. 35.
  • Iglesias Aunión, Pablo: Historia de la comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos. Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz y Adecóm Lácara. Badajoz, 2001. 2º Edición.

NOTAS:

[1] El portazgo se trataba de un impuesto consiste en el pago que daba derecho al paso por un determinado camino.

[2] La martiniega consistía en un tributo muy generalizado en la Edad Media en los reinos de Castilla y León por el cual, en concepto de vasallaje se pagaba anualmente, concretamente el día 11 de noviembre, festividad de San Martín, en razón de los conceptos de reconocimiento del dominio ajeno y del disfrute de un predio.

[3] Entendida como el pago a la Iglesia de una décima parte de todo lo relativo a los frutos y ganados.

[4] Este proceso aparece desarrollado en la obra de Pablo Iglesias Aunión: Historia de la Comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos. Edita: Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz y Adecóm-Lacára . 2ª Edición. Badajoz, 2001. Págs. 37-39.

[5] Pino García del, José Luis: Extremadura en las luchas políticas del siglo XV. Colección Historia Departamento de Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1992

[6] Rodríguez Blanco, Daniel: La Orden de Santiago en Extremadura (siglos XIV y XV). Colección Historia. Servicio de Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1985.

[7] Ibídem. Página, 52.

[8] Alcabala: tributo del tanto por ciento del precio que se pagaba al fisco por parte del vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta. Existía variedades que nos hacen hablar por ejemplo del tributo que pagaba el forastero por los géneros que vendía, entonces era conocida como alcabala del viento.

[9] Ibíd.. nota 6.

[10] Todos los datos que aparecen en relación a los lugares y en función a las aportaciones y tazmías que realizan a la Mesa Maestral están tomadas de la siguiente fuente: Archivo Histórico Nacional. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de Visita correspondiente al año 1494. Libro número, 1101 c. Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Microfilm número 33.

[11] Generalmente los tesoreros eran nombrados por el concejo. Se supone que si los lugares eran demasiados pequeños, la propia Orden se encargaba de realizar la tasación.

[12] A.H.N. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de Visita número 1101 C. Mesa Maestral.

[13] La Castillería era un derecho que se pagaba por pasar por un territorio que poseía castillo.

[14] Se refiere a una huerta de labor.

[15] A mediados del siglo XV, se produjo una reacción importante de los musulmanes de la provincia de Málaga que alcanzó su momento más álgido en el llamado «desastre de la Ajarquía», cuando en 1483 las tropas de El Zagal, gobernador de Málaga, infringieron una seria derrota al ejército cristiano. Al año siguiente comenzó la ofensiva definitiva sobre la provincia.

[16] A.H.N. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de Visita número 1101 C. Villa de Lobón, año 1494. Sección: Comendadores.

[17] Ibíd.

[18] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Lobón. Libro de Visitas de los años 1514-1515. Número :1109-C.

[19] Ibidem. Nota 16.

[20] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Lobón. Libro de Visitas del año 1494. Número :1101.

[21] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Lobón. Libro de Visitas del año 1498. Número :1103.

[22] Los paveses son escudos ovalados.

[23] La espingarda tiene una doble acepción militar. Bien puede hacer referencia a un antiguo cañón de artillería largo, mayor que el falconete y menor que la pieza de batir o, que en este caso es lo más probable, a una escopeta de chispa muy larga.

[24] Especifico lo de «propiedad del comendador» porque en la composición social estamentalizada en la que nos encontramos, aparecían los llamados caballeros de cuantía, los cuales poseían caballo, armadura y armas que en muchas ocasiones eran depositadas en la fortaleza o casa del comendador para mejor servicio a éste.

[25] Husillo: tornillo de madera o de hierro que sirve para el movimiento de presas y otras máquinas.

[26] Los menudos son diezmos de los frutos menores, como hortalizas, frutas, miel, cera y otros semejantes que se arrendaban y recaudaban con el nombre de rentas menudas.

[27] Las primicias consistían en la prestación de frutos y ganados que además del diezmo se le daban a la Iglesia.

[28] El primer año de la visita no pudieron acceder a las poblaciones de Puebla, Montijo y Torremayor a causa de las crecidas del mencionado río.

[29] Se consolidó como la población más grande en cuanto a número de vecinos. En 1494 contaba con 212, que pasaron a 300 en 151 y 501 en 1556. Es nota del autor.

[30] Ruiz Mateo, Aurora: La Orden Militar de Santiago en Montijo: la casa encomienda. Actas Coloquios sobre la Historia de Montijo. Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Montijo, 1987. Pág. 35

[31] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Montijo. Libro de Visitas del año 1498. Número :1103.

[32] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago.Villa de Lobón. Libro de Visitas del años 1514-1515. Número :1109 c.

[33] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Villa de Montijo. Libro de Visitas del año 1549-1550. Número :1113 c.

[34] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Montijo. Libro de Visitas del años 1507-1508. Número :1107 c.

[35] Ibíd.

[36] A.H.N. Sección Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Villa de Montijo. Libro de Visitas del años 1549-1551. Número :1112 c.

[37] Para el año 1550 no aparece producción de vino porque está tasado e incorporado en maravedíes en la cuenta correspondiente.

[38] Todo el proceso de desmembración y la carta de venta se encuentra recogida en el Archivo Histórico Nacional de Simancas. Sección: Mercedes y Privilegios. Legajo 364-24. Venta de Montijo a los marqueses de Villanueva del Fresno.

[39] Iglesias Aunión, Pablo: Historia de la comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos. Edita: Excma. Diputación Provincial de Badajoz.- Adecóm Lácara. 2ª Edición. Badajoz, 2001. Págs. 173-177.

Oct 012003
 

Pablo Iglesias Aunión.

P.1. Objeto y Método del estudio: una interpretación cristiana de la Historia

Indudablemente, el estudio de la devoción Mariana entre los siglos XIV al XVI en el espacio geográfico de la Comarca Emeritense como ejemplo de un estudio que aborda un campo más amplio tanto cronológica como espacialmente, nos ha de conducir a una interpretación cristiana de la Historia. Cuando nos introducimos en una mirada abierta en el tiempo, encontramos una sucesión de acontecimientos en los que el hombre lucha por el perfeccionamiento, contrariamente a lo que se ha venido en denominar una lucha por avanzar cuyo motor eran los “miedos”. Desde los tiempos más remotos, individuos y grupos ha reaccionado contra situaciones opresivas. Estemos en el campo del actuar y del vivir del hombre en el que aparecerán ciertamente, fenómenos que responden a una opresión de tipo espiritual, económica o política.

Igual hemos de partir de otra idea netamente esencial. Se dice que la historia está hecha por el hombre y por tanto, la historia puede darnos una luz valiosa sobre lo que aquél es y lo que busca[1]. Pero en este caso, la historia no basta, hay que conocer al hombre, como un ser complejo, como centro del bello proyecto que es la creación. Y a la vez, ese hombre es un ser que se encuentra “situado” en las sociedades. Por ejemplo: el hombre extremeño que vivió entre los siglos XIII al XV en la comarca emeritense, sintió unas opresiones sociales, económicas, políticas y religiosas de los procesos de reconquista y repoblación a lo que no se vio sometido el hombre de los siglos XVI y XVII, perfectamente asentado sobre una realidad bien diferente.

Quizá cueste en estos tiempos que nos ha tocado vivir, analizar la historia desde estos parámetros, lo cierto es que, marcados por el materialismo, aprisionado el hombre en una situación economicista de productor-consumidor, yo he querido ver en este tema la comprensión de una Historia de marcado carácter teológico y cristocéntrico. Nada debe extrañarnos. En la esencia misma de la marcha histórica, el hombre ha anhelado una sociedad solidaria, llena de libertad, igualitaria, fraterna, donde abunde la Justicia Social, democrática y libre.

En el presente estudio, parto de un conocimiento del hombre en su proceso de cristianización de un tejido romanizado, evolucionando en el medioevo (siglos XIV-XV) y caminando hacia la Modernidad (siglo XVI). Permítanme recoger textual una cita de la obra de Alexis Carrel[2] para situarnos ante un dualismo entre hombre e historia:

“Es evidente que para nosotros, los observadores, no somos capaces de penetrar en todas las regiones en que se prolonga la persona humana. Nuestras técnicas no recogen lo que no tiene dimensiones ni peso. No alcanzan sino las cosas colocadas en el espacio y el tiempo. Son impotentes para medir la vanidad, el odio, el amor, la belleza, la elevación hacia Dios del alma religiosa, el ensueño del sabio y del artista. Pero registran con facilidad aspectos fisiológicos y los resultados materiales de los estados psicológicos”.

Efectivamente, no han podido ser conocidos muchos de los aspectos que señala Carrel, a pesar de los avances importantes en este terreno pero, de no alcanzar una comprensión científica de esas cosas, hoy sentimos la presencia de muchas potencialidades nacidas del espíritu y con presencia en la historia que tiene una clara herencia en el tiempo presente, especialmente en las formas de expresión de la conocida piedad y religiosidad popular[3] que existen por los pueblos tanto de nuestra geografía extremeña, como andaluza y castellana especialmente.

En este entorno socio histórico se desarrollará el núcleo temático del presente estudio, comprensión del fenómeno advocacional en torno a la figura de María y el surgimiento en los siglos de Medioevo de una conjunto de edificios propios y típicos de estas manifestaciones: santuarios y ermitas.

A este respecto, hay que tener en cuenta que las manifestaciones impuras, desviadas, incluso aberrantes, son inherentes a todo proceso humano, y más todavía a fenómenos en que intervienen multitudes heterogéneas, de toda procedencia y educación.

De todo lo anterior se van a derivar realidades muy importantes, como la de los santuarios, a pesar de ser tan antigua y tan constante en la historia de los pueblos, no resulta actualmente fácil de comprender para mucha gente, tampoco sus mitos, sus ritos e incluso las diferentes, abigarradas, formas de piedad y de vida, romerías, fiestas, etc., que en torno a ellos suele darse, repeliendo incluso a veces, a los dirigentes y tratadistas religiosos, que han llegado a emitir recientemente juicios muy duros sobre o contra ellos llegándose a afirmar en alguna interpretación de las formas actuales de religiosidad y piedad popular:

“En torno a los santuarios sigue una situación folklórica, de subdesarrollo moral y religioso, de miseria e injusticia. En torno a ellos se mueve mucho dinero, etc. Allí aumenta la clientela, las ofrendas y el opio del pueblo”

Pero, a pesar de personas que educadas en estamentos sociales más refinados o racionalizados, rechazan muchos de los fenómenos que aún hoy se dan en muchos santuarios, la verdad es que el pueblo sigue con sus expresiones de fe y sus manifestaciones religiosas de un modo paralelo y a veces, al margen de las posturas religiosas diríamos oficiales. Lo que no se comprende, quizá porque falta la sensibilidad suficiente para ello, es que el pueblo no analiza, no separa sus propias actitudes y manifestaciones religiosas, las vive en una síntesis simbólica o natural, y las va uniendo a una tradición imaginativa y creadora que a lo largo de los siglos ha venido a constituirse por un entreverado de vivencias de fe, de expresiones artísticas y culturales.

La religiosidad popular viene a ser así una de las formar superiores, si no la más alta de todas, entre las propias de la cultura de los pueblos, y por tanto se hace merecedora del máximo respeto y de la máxima atención por parte de los estudiosos y de los mismos dirigentes-responsables eclesiásticos.

P.2. Una visión generalizada del nacimiento de la advocación Mariana.

El por qué de la elección de un tema de estas características gira esencialmente en torno a una respuesta que se encuentra en el terreno de la religiosidad y la piedad popular visto desde el punto de vista histórico. Y ocupa indudablemente un gran protagonismo. Podríamos incluso pensar que, unido a lo mariológico debe ir el estudio histórico de lo santoral. Cierto, pero la magnitud de una obra de estas características exige que sea estudiado en posteriores investigaciones.

Todos los estudios apuntan a que, la aparición de la devoción popular mariana aparece de manera espectacular especialmente en el paso del siglo X al XI, dejando precisamente en muchos sitios el culto a los santos por el culto a María. El siglo XI está considerado como el de la fuerte irrupción y el auge impetuoso de lo mariano en la estructura y tejido de la religiosidad popular del pueblo. Lógicamente no porque antes a estas fechas no existiera el culto a María. Ésta sería otra cuestión importante a analizar, que una vez más escapa ahora del núcleo investigado.

Lo que si queda claro es que, a partir de estas fechas, el número de iglesias, santuarios, ermitas e imágenes puestos bajo la advocación de María o dedicados a ella experimentan un incremento extraordinario. Todo el paisaje europeo se cubrió del culto a las imágenes marianas al igual que ocurrirá en el peninsular y más concretamente en el extremeño aunque con unas fechas más tardías especialmente en la zona que aquí presento.

La causa es amplia y profunda atreviéndome a señalar, que el impuso llegaba desde la misma Roma de tal manera, que en el breve espacio histórico de un siglo, del XI al XII por muchos lugares de Occidente se fue extendiendo al culto mariano y en aquellos lugares donde la titularidad de iglesias, ermitas e incluso catedrales recaía en un patrón o santo, ahora comienzan a compartirse con el de la Virgen.

En este terreno, no faltan quienes han desarrollado sus tesis apoyadas en la existencia de una herencia mariana precristiana[4]. Creo que reducir el elemento devocional popular mariano a tales afirmaciones, a parte de que pudiera poseer un cierto fundamento, sería reduccionista y muy unilateral frente a un fenómeno tan rico, plural y variado como el mariano.

Para el caso de España, existen estudios en esta línea de arqueólogos e historiadores de las religiones que apuntan a una constatación de la relación con los cultos existentes en la Península Ibérica ante de la llegada del cristianismo: en la religión de los tartesios las reproducciones de la diosa Astarté, de origen fenicio-cananeo; o el hecho de que las diosas de la fecundidad tenían una fácil adaptación en la devoción popular.

Creo sin duda que explicar el fenómeno advocacional mariano a una simple readaptación del culto a las divinidades precristianas en la península sería un error por un motivo esencial: sacamos del propio proceso de la Historia de la Salvación de la difusión evangélica a María, cumplidora de un papel claro en ese mismo proceso Salvador que se encuentra representado de manera máximo en Cristo. María es Madre de Cristo y Madre de Dios, Madre de todos los hombres en un exponente que no encuentra lugar ni parecido en ningún espacio religioso en la misma dirección, con el mismo sentido y de tal magnitud que en el cristianismo. Intentaré aportar datos históricos con su correspondientes pruebas documentales a lo largo de este trabajo.

Ni siquiera el concepto femenino que se ha intentado adaptar al hecho de un culto mariano intentando “equiparar” el papel de la mujer a la del varón con explicaciones de “introductoria del pecado”, “intrínsicamente mala”, etc., corresponden claramente con el conocimiento exegético correcto de la figura de María en la Sagrada Escritura y en los mismos documentos del Pentateuco.

Creo que el fenómeno advocacional mariano que se estudia en los siglos del Medioevo extremeño representado en la Baja Extremadura en los casos analizados, son producto de elementos sociales y especialmente religiosos. De fuertes procesos de asentamiento poblacional en distintas fases de la reconquista extremeña de las zonas del Guadiana y aledaños de otros elementos fluviales, que nada tienen que ver con readaptaciones de cultos virginales clásicos. Ni siquiera en los casos tan claro donde se han encontrado mezclados elementos que responden a las leyendas con aquellos propiamente históricos, como es el caso de aquellos donde existieron asentamientos romanos.

Muchos más cuando nos adentramos en los años iniciales de la centuria del Quinientos y estas advocaciones aparecen claramente asentadas. Si comprendemos que la Iglesia, especialmente las órdenes militares y concretamente la Orden Militar de Santiago, ayudaron a los monarcas a velar y defender los territorios recién conquistados de manos musulmanes; si analizamos el traslado de población a lugares y tierras desconocidas dentro de una mentalidad y un ambiente claramente religioso y teocéntrico, donde Dios era la explicación de todo lo existente y fuente claro de conocimiento único, en cuyo proceso, los personajes divinos -como el caso de María y de los mencionados santos- ayudaban a la protección del hombre frente a las adversidades correspondientes, entonces, el fenómeno advocacional mariano se convierte en una parte invariable y transitiva de la historia de nuestros pueblos, villas, aldeas y ciudades.

Junto a lo anterior, no podemos tampoco en ningún momento olvidar que, junto al Hijo, aparece la Madre, en una unión que se va estrechando cada vez más, hasta el punto de que habrá un creciente influencia mutua, una reciprocidad cada vez mayor entre Cristo y María en el pueblo. Lógico, es la mejor comprensión teológica de este fenómeno pues, María sin Cristo no tiene absolutamente sentido.

Con repercusiones claras en expresiones artísticas, sociales, religiosas con asociaciones tan importantes como las cofradías y hermandades, cargos a los que accedieron muchos individuos del pueblo llano que tenían prohibidos, por la estamentalización de la sociedad, otros cargos de carácter concejil y municipal. Son los casos de mayordomos, administradores de rentas, hermanos mayores, secretarios de cofradías, etc.

P.3. Un tejido estructural apropiado: cristianización de la zona.

Antes de profundizar en lo que es propiamente el conocimiento de las advocaciones marianas y de manera más concreta y específica, aquellas advocaciones marianas que adquirieron el rango de patronas y titulares de los pueblos y villas escogidos, creo sería de enorme interés, centrar el presente punto de investigación en lo que podemos llamar “tejido estructural apropiado”.

Esencialmente porque no podemos en ningún momento pensar que el surgimiento de un culto divino advocacional se hace sobre un terreno desolado y despoblado que ocasionalmente provoca la aparición de un determinado culto. Entonces únicamente apuntaríamos a causas exclusivamente dentro de la tradición oral y por tal, muy cerca del fenómeno de la “leyenda”, por otro lado muy dado en temas de con estos contenidos. Para poder refutar otros elementos de un mayor contenido históricos, hemos de tener en cuenta los siguientes elementos comunes en lo lugares donde posteriormente, en el siglo XVI se nos presentan ermitas, santuarios y templos de rango parroquial dedicados a María. Estos elementos serían:

A) Un espacio y entorno con tradición: el análisis de un tema como el que aquí tratamos, exige la afirmación de que no se actúa sobre un terreno desolado y abandonado, sino con una clara ebullición humana. Estamos ante lugares como Lácara o Torreáguila, en las existe una tradición cristiana y surge un movimiento de población con el tiempo. Zonas y formas de adehesamiento bajo la jurisdicción de la Orden Militar de Santiago, que nos lleva a un segundo elemento.

B) Una administración apropiada: procesos de repoblación ya expresados de la mano de la reconquista que recogieron toda esta zona y fue entregada a las órdenes militares que regularon su jurisdicción, controlando y repoblando, impulsando esencialmente las instituciones eclesiásticas. Esencial para la cronología establecida: siglos XIV al XVI.

C) Un pueblo: derivados lógicamente de los diferentes procesos de asentamiento y donde la mayoría de los núcleos comienzan a surgir entre los siglos XIII y XIV. Así ya a finales del siglo XV aparecen parroquias claramente definidas, hospitales dedicados a la caridad y la asistencia a lo más pobres; ermitas y santuarios con claro signo mariano y a los santos.

D) Un medio y un espacio para el culto: la aparición de imágenes y zonas de culto donde se desarrolló el primer culto cristiano como podremos estudiar más detenidamente.

Todo un conjunto de elementos para que las poblaciones desarrollen sobre un solar que se va humanizando y con la mentalidad propia del hombre medieval, la presencia de lo divino como claro sentido de su misma existencia. El teocentrismo entendido en su máxima expresión, como fenómeno no sólo de conocimiento, de razonamiento del mundo existente bajo la idea de Dios sino, desde los elementos más populares como una necesidad de protección, alentado por las mismas instituciones como lo hizo la orden santiaguista. Protección y amparo bajo lo divino.

El mismo momento que estamos analizando desde una metodología que sincretiza fe y razón, se producía por la Orden Militar de Santiago procesos de demarcación de zonas, adehesamientos y establecimientos de núcleos de población: Montijo, Arguijuela, Puebla de la Calzada, Lobón, La Garrovilla, Esparragalejos, etc. Las poblaciones que se van asentando nos han dejado muestras artísticas e históricos suficientes para estudiar el diálogo que se produce entre el hombre y Dios, pero para nada fruto de la casualidad, si somos incapaces de interpretar por ejemplo, el elementos de las denominadas “apariciones”.

De esta forma, empezamos a acercarnos a realidades concretas. Entre los años centrales del siglo III e inicios del siglo IV, comienzan los fenómenos de cristianización en el territorio de la comarca emeritense que discurre al margen derecho del río Guadiana y donde se encuentran las principales poblaciones que posteriormente estudiaremos como de afluencia advocacional propiamente mariana.

El doctor Rodríguez Martín[5] señala que, los primeros testimonios de la presencia cristiana en la zona corresponden al año 254, en la que se ha fechado la carta que el obispo de Cartago, San Cipriano, remitió a los fieles de Mérida, como narra Paula el Diácono, con monasterios y casas de recogimiento para el clero. En el territorio sobre el que se centra el presente estudio, existían ya una distribución de iglesias rurales, según el trazado diseñado por el obispo Mausona.

Las actas del XII Concilio de Toledo, siendo arzobispo de Mérida Esteban, en el año 681 d.C., en el capítulo IV se expresa la petición de permiso para crear una diócesis: Aquis. Algunos historiadores han querido ver en la similitud de Aquis con Águila, la villa romana de Torreáguila. Pero estamos únicamente ante una hipótesis carente de refutación científica correcta pero que abre una posibilidad de estudio importante.

Lo cierto es que, Torreáguila aparece refutada arqueológicamente al igual que otros restos arqueológicos de similitudes en la configuración del tejido espiritual apropiado para la aparición posterior de una fuerte advocación mariana. Lácara y Torreáguila aparecen unidas por la presencia cristiana que darán lugar a una devoción popular en torno a la Virgen de la Caridad en la primera y, la Virgen de Barbaño en la segunda.

Es decir, la aparición de fenómenos religiosos dentro de la expresión popular en los siglos del medioevo donde arranca el presente estudio, no es exclusivamente sobre un terreno desolado en los cuales no hay presencia humana y religiosa hasta el mismo proceso de repoblación con la reconquista. Ni mucho menos. Existió todo un tejido socio-religioso importante y para ello, basta el ejemplo de la zona o comarca montijana ubicada en el lado derecho del río Anas.

Es precisamente este espíritu humano, el que condujo desde momentos muy tempranos y bajo la constancia de la supervivencia, a no perder el dominio material sobre las zonas de asentamiento desde época romana hasta finales del Medioevo. Se aprovecha la base espiritual asentada en algunas zonas ya en el siglo III. Es un verdadero proceso de recuperación y posterior esplendor, en el que se puede hablar de manera perfecta de unas zonas con formas de vida rural, que se amplían, o decaen por factor endémicos, crisis agrícolas o bien, reformas y remodelaciones con un tejido espiritual ya propio y adaptado, donde posteriormente se asentará una fe que se expresa las formas marianas que estudiaremos.

Muchos de estos lugares aparecen ocupados como he indicado anteriormente desde época antigua donde aparecerán todo un conjunto importante de funciones y actividades religiosas. Sabemos que el término, que la comarca emeritense de esta zona de la Baja Extremadura se ve plagada de restos romanos rurales donde destacan: Alzaba, Las Tiendas y Lácara junto al modelo que he escogido, la villa romana de Torreáguila, ubicada a orillas del Guadiana, cercana a la dehesa de Barbaño y a la población de Montijo, Torremayor, Lobón y Arguijuela (actualmente Torremayor), importantes villas cuando la devoción mariana está perfectamente extendida y desarrollada.

P.3.1. Un ejemplo de modelo romano cristianizado: Torreáguila, siglos I al V.

La villa de Torreáguila, fue fundada en el año 50 d.C. por algunos nobles procedentes de Emérita Augusta, la villa llegó a contar sobre el año 250 con una población que alcanzó los 400-500 pobladores, momento de máximo esplendor de la mencionada villa. Estamos precisamente en unas fechas en las que está surgiendo con cierta fuerza el fenómeno de cristianización de la zona como también he explicado ya en este mismo apartado.

img1Sin embargo, la arqueología nos proporciona datos importantes sobre la no existencia de lugares propios de reunión al no aparecer en esta primera fase de Torreáguila zonas delimitadas para ello, por lo cual, el modelo de reunión de tipo religiosa pudiera realizarse en cualquier zona de la casa, con lo que la localización ha sido complicada.

Sin querer profundizar en temas propiamente arqueológicos y que nos desvirarían del tema central, si es importante decir que, en una segunda fase de la historia de Torreáguila ya si podemos hablar de una base cristiana con zonas claramente delimitadas. Esta segunda fase a la que hago referencia se presenta a partir de la crisis de los años finales del siglo III que llegó a presentar una imagen desoladora y de casi práctico abandono. Con una actividad económica centrada en la explotación de la vid y del olivo, una vez más, los estudios arqueológicos nos habla también de una vuelta a la actividad ganadera, otra de las importantes fuentes económicas de la población recogida en la villa romana, desarrollando un modelo económico conocido como mixto. Este tipo de economía no va a caracterizar únicamente a Torreáguila, también lo hará a la zona de Lácara, precisamente donde se desarrollan las futuras advocaciones marianas que en este presente trabajo se han estudiado.

Esta economía impulsara de una nueva etapa en la villa, desarrolla a su vez un impetuoso espíritu que dará lugar a una etapa de recuperación y mayor esplendor en los siglos IV y V. Sin duda un espíritu que condujo en estos momentos a la villa hacia la constancia de la supervivencia y a no perder como he indicado ya, un interés no sólo por lo material sino también lo espiritual.

La repercusión y la realidad de la presencia cristiana comienza en los yacimientos arqueológicos nos hablan de la existencia de unos lugares destinados para el culto, con unas dependencias sobre las que posteriormente se edificaron el martirium y el baptisterio. El primer de ellos, conocido como zona del martirium, era la antigua zona clásicamente romana donde se producían los sacrificios a las deidades que protegían la villa (deidades posiblemente locales, dioses protectores del hogar) y que con la presencia de población cristiana, aprovechando la zona del ara, se dedicaría a las reuniones propias y características de los cristianos es decir, celebración de la Eucaristía y reuniones litúrgicas.

La segunda zona, también en un claro aprovechamiento de zonas de baños, pues no olvidemos que la ubicación de la villa es muy próxima al río Anas, denominación romana del actual Guadiana, sería dedicada por los cristianos a los bautizos como ritual de iniciación e incorporación a la vida del creyente.

La época de ocupación visigoda sería un momento decepcionante y desolador para la villa romana de Torreáguila pues varias pestes asolaron el término y entre los años 533 al 601 en una primera oleada, para a finales del siglo VII llegar una nueva oleada de pestes que afectó especialmente a los niños y más jóvenes. Estas oleadas han sido estudiadas como causa de muerte en ochenta cadáveres aparecidos y los resultados son de treinta y nueve muertos por causa de la peste.

Las invasión musulmana hará de Torreáguila una recuerdo de la historia en el siglo VIII: luchas, enfrentamientos, crisis de subsistencia y epidemias, irán ensombreciendo una zona que obligó indudablemente a la marcha de los señores responsables de la villa, especialmente en el proceso de huída hacia el norte peninsular ante la invasión árabe.

Un dato importante antes de hablar de que la villa y la zona no caerá totalmente en el olvido histórico gracias a la devoción mariana. En la que fue primitiva parroquia de la villa de Montijo, San Isidro, aparecieron (actualmente desaparecidas) dos lápidas funerarias que hacen clara referencia a la existencia de cristianos perfectamente asentados en esta zona. Se trata de dos cristianos del año 604 d.C., año 566 de la era cristiana. La primera de ellas decía:

“FIORENT IUS FAMULUS DEI VIXIT ANNOS SEPTUAZINTA ET CINQU REQUIEVIT IN PACE ERA SISCCENS QUATTUS” , cuya traducción sería: “Florencia, siervo de Dios, que vivió 75 años, descansó en paz en el año 604. Era cristiana del 566”.

La otra expresa:

“FLORENTIA FAMULA DEI VIXIT ANOS XXXI REQUIEBIT IN PACE ERA SSISSCENS QUATTU”, que traducimos como “Florencia, siervo de Dios, que vivió 31 años, descansó en paz en el añ0 604 d.C. Era cristiana 566”.

En la misma villa romana de Torreáguila apareció una lápida correspondiente a Brapridia, de 19 años de edad, muerta en el 602 d.C., reinando Luiva II. Ambas inscripciones -señala Germán Rodríguez Martín- son de fechas que coinciden con el reinado de Athanagildo. De la misma fecha son las encontradas precisamente en Torreáguila, de la que se desconocen el nombre pero si la edad, 90 años.

Siguiendo dentro del mismo circuito geográfico que nos interesa dentro de la aparición de los fenómenos marianos, aparecerán también lápidas funerarias procedentes de Lácara que nos indican la existencia de enterramientos propiamente cristianos.

Lo cierto es que, todo el término, bajo la presencia y dominación árabe no volvió a tener el esplendor y el auge económico, social, cultural, religioso y político hasta que hagan acto de presencia los procesos de reconquista y repoblación de la mano de la Orden Militar de Santiago en el siglo XIII.

P.4. El fenómeno de cristianización con la reconquista. La aparición de los fenómenos de advocación mariana: siglos XIII-XV.

“Tiene esta villa [del Montijo] cerca del río Guadiana una ermita de Nuestra Señora que llaman de Barbaño, por estar fundada en la dehesa del mismo nombre, cuya imagen es antiquísima y de mucha devoción. Hallose entre los edificios antiguos que están arruinados allí cerca, y llaman los paredones de la dehesa de Torre del Águila”.[6]

Esta cita del historiador emeritense y alcalde de la villa de Montijo Bernabé Moreno de Vargas, pone de relevancia la esencia misma del fenómeno mariano en la comarca durante el proceso de asentamiento de población, donde incluso, volviendo a citar al historiador de inicios del siglo XVII, una misma advocación podía claramente ejercer una importante influencia en toda una zona. Dice en la misma obra este emeritense, que deja claramente entrever su amor por la villa montijana y la imagen de María de Barbaño:

“Hace cada día muchos milagros, por donde ha conseguido entre los pueblos de la comarca muy grande devoción que con ella se tiene viniéndola a visitar y cumplir sus promesas de muchas y diferentes partes. Siempre que los del Montijo acuden a su casa a cumplimentarla, los favorece en sus necesidades, se les remedia y es de manera que si hubiesen aquí de contar sus milagros, no cabrían en el corto espacio de un capítulo, antes necesita libro particular. Quisiera dar Dios aliento a algún devoto de esa gloriosa Virgen, para que los escriba y manifiesta al mundo, tan sagrado y rico tesoro como tiene Montijo”[7]

Ahora bien, cuando Moreno de Vargas escribe estas líneas estamos en el primer tercio del siglo XVII, fuera de las marcas cronológicas establecidas para el presente trabajo. Las villas, pueblos y aldeas a las que haré referencia más adelante, están claramente asentadas y en perfecto desarrollo. Para poder llegar hasta aquí, la comarca ha conocido un tremendo pero apasionante proceso de reconquista y repoblación que se inició a finales del año 1230 de la mano del rey Alfonso IX al tomar la ciudad de Mérida. Entre las finalidades y formas propias de la reconquista y siguiendo los modelos de repoblación, el rey la entregó al Arzobispado de Santiago[8].

Lo cierto es que, le eran entregado un amplio término en el que irán naciendo pueblos, villas y aldeas donde la presencia mariana será una constante. El 12 de abril del año 1231 se firmaba un acuerdo por medio del cual, el arzobispo de Santiago se comprometía a la defensa de la zona para lo cual, les fueron entregado un total de dos mil quinientos áureos. La zona de la que hablamos recogerá el nacimiento de localidades desde Mérida como: Aljucén, Aceuchal, Almendralejo, Alguijuela (Torremayor), Arroyo de San Serván, Calamonte, Carmonita, Carrascalejo, Cordobilla de Lácara, Don Álvaro, Esparragalejos, Fuente del Maestre, La Garrovilla, La Nava de Santiago, Lobón, Los Santos de Maimona, Mirandilla, Montijo y Puebla de la Calzada.

El cotejo se centra en lo que se ha denominado administrativamente la comarca de Lácara que recogería de las anteriores localidades: Lobón, Montijo, Puebla de la Calzada, Alguijuela, Carmonita, Cordobilla de Lácara, Esparragalejos y La Nava de Santiago. En ellos, hay una clara advocación mariana tipificada en la siguiente tabla:

Localidad Templo Parroquial Fecha
La Garrovilla Nuestra Señora 1498
La Garrovilla Nuestra Señora de la Caridad 1498
Puebla de la Calzada Nuestra Señora 1494
Esparragalejos Virgen de la Salud XV-¿?
Esparragalejos Nuestra Señora del Rosario 1549-1556
Montijo Nuestra Señora de Barbaño 1555-1556

Sobre estas localidades, aparecerán desde fenómenos propios de “aparición” de imágenes marianas a, templos matrices convertidos rápidamente en parroquias con título de colación, lo que nos lleva igualmente al conocimiento de un fenómeno directamente relacionado con el tema mariano: lo templos tipificados en santuarios y ermitas.

P.4.1. La importancia de los templos en la advocación mariana.

Vamos a partir de la idea de que, un santuario es un lugar sagrado. Sin querer entrar en algunas definiciones que giran sobre una desvirtualización del sentido que se le ha dado actualmente debido a algunas modificaciones estéticas que los han convertido más en espacios turísticos o “supermercados de lo religioso”, los santuarios son ciertamente importantes y provechosos centros espirituales para el hombre, pero que realmente guardan en su interior lo más importante: el santuario es un lugar santo, en el que el hombre se encuentra con lo minucioso, lo sobrenatural, la divinidad y además lo hace de manera individual y colectiva, especialmente bajo la primera forma.

La noción del concepto “santo” era aplicada en la antigüedad a ciertos lugares separados (relacionado etimológicamente con la palabra santo), es decir, delimitados y guardados para evitar una profanación, una vez que la divinidad se ha manifestado en ellos. Estamos pues ante lugares inviolables, que luego se convierten en venerables, es decir, en lugares donde se venera y se adora a la divinidad. Cuando he procedido al estudio de las devociones marianas, especialmente aquellas que se convierten en patronales y fuera de lo que podemos denominar como perímetro urbano, sea el caso del santuario levantado en el siglo XV a Nuestra Señora de Barbaño en la zona de Montijo o, a Nuestra Señora de La Caridad de La Garrovilla, a una legua de distancia de la población, el concepto de lugar especial adquiere una importancia extraordinaria. Sobre todo porque, aquel espacio siempre recuerda el primero momento de aparición o fenómeno conocido en la Historia de las Religiones y la Teología como hierofanía.

A la hierofanía o teofanía, el hombre responde con un culto centrado en el santuario con una serie de ritos. Peleará si es necesario por adquirir sus derechos jurisdiccionales para levantar un santuario. Para el hombre religioso y, el hombre de época Medieval y Moderna lo era, al igual que para el hombre que no lo es, los lugares y los tiempos no son todos iguales e igualmente significativos. Los hay de especial relieve porque en ellos se llevó a cabo la presencia de Dios, o también porque tienen una especial evocación de esa presencia.

Así por ejemplo, lugares predominados por la naturaleza muestran su grandeza y expresan al hombre la inmensidad de lo divino: montañas, cuevas y cavernas, ríos, selvas, bosques, tempestades, fuentes, etc. En estos lugares pueden surgir santuarios naturales y si no, el hombre los construirá, como serán los casos que aquí se estudian, que se convertirán en ermitas o templos, que se dedican a mansión y morada de la divinidad o de algún personaje divino. Especialmente el río, jugará un protagonismo especial en la zona que se estudia y que aquí presento.

Si retrocedemos ante el mundo greco-latino, nos encontraremos como algunos templos levantados a deidades propias y particulares, terminaron en época cristiana siendo ocupados para el culto de algún santo o devoción a la Virgen. A este respecto hay que realizar una aclaración. Actualmente existe la tendencia a explicar muchas de las expresiones religiosas propias del cristianismo por medio de una “transposición de culto”: una determinada ermita dedicada a la Virgen había sido culto de la ninfa de tal en época romana. Los cristianos adaptan el culto al modelo propio. Nada más lejos de una acertada y correcta interpretación como anteriormente hemos podido aclarar.

El cristianismo utilizó muchas de las formas externas, como bien pudieron ser los espacios que en la antigüedad se utilizaron para el ese culto determinado pero, lo que después ocurre allí de la mano del cristianismo, se adapta a una teología claramente propia. Tiempo tendremos en los casos que aquí se estudian de poder responder adecuadamente a estos interrogantes.

El cristianismo supo perfectamente, por muchas coincidencias que se quieran ver con centros de origen romano o anteriores, dar su concepción al santuario porque no podemos olvidar que, el cristianismo nace en un ambiente y con un marcado sentido judío, de lo que realmente era para el pueblo de Israel. Igual que para los israelitas, el santuario era un recinto sagrado en que se guarda el Arca de la Alianza que contenía las Tablas de la Ley es decir, donde se daba el culto oficial, incluso con el mismo rey a la cabeza, el cristianismo recibirá esa misma herencia, educado a dar culto a Dios bajo una pedagogía utilizada con el mismo hombre en la que éste aprendió a adorar a un Dios invisible y trascendente. Un culto que en muchas épocas se debilitó y se hizo superficial, llegando incluso a tendencias y prácticas idolátricas. Con frecuencia, el pueblo se vuelve más hacia lo material y la sensualidad de los ídolos.

En la figura de María, el santuario adquiere una especial significación. Desde la más pura teología y mariología, María es propiamente el santuario de Cristo, santuario vivo de Dios y síntesis personal de la Iglesia. Este es un hecho religioso. La presencia de Dios en medio de su pueblo, era para los israelitas, como es para el cristianismo, la presencia de Dios en medio de la Iglesia, un trasunto del cielo, donde los ángeles y los hombres salvados gozan de la presencia eterna y ya visible de Dios. Existe realmente esta idea en los hombres pobladores del Medioevo en la comarca emeritense. Tengamos en cuenta que, entre los siglos XIII al XV se está produciendo un asentamiento de población traída esencialmente desde tierras leonesas. El desconocimiento de las tierras, la influencia de la religiosidad propia de su lugar de origen, se convertirán en elementos imprescindibles para entender el proceso advocacional en torno a la figura de María.

El santuario tiene su origen en un lugar y unos hechos que son interpretados religiosamente por la fe de una comunidad, y luego que el santuario permanece como tal, mientras la fe de los devotos siga llevándoles a él como centro de una espiritualidad, o sea de una vida referida a la dimensión sobrenatural. Se quiere decir con esto que el carácter de peregrino y de espíritu de peregrinación han de estar vivos en el devoto, y, unidos a otros caracteres, es necesario que permanezcan, a fin de que se mantenga la identidad de santuarios para el lugar que sea, sea templo o ermita.

Desde esta perspectiva, el antropólogo A. Christian para definir los santuarios dice -en especial lo de nuestra geografía peninsular- que:

“Es un lugar donde hay una imagen o reliquia que recibe una devoción particular. Un santuario de define para la devoción de la gente y no por una característica histórica o artística inherente a un edificio o institución”.

En los casos que se estudian aquí, debemos unir un cuarto elemento del que hemos hecho referencia anteriormente: son lugares de peregrinación es decir, el santuario atrae a sus devotos y a otras gentes, que emprenden caminos[9], a veces largos y no siempre fáciles para acudir al santuario en cualquier momento y a veces en fechas de fiestas y celebraciones muy señaladas[10]. Se trata pues de un sentir religioso, a unos lugares determinados, que no están vacíos, sino que guardan en su interior algo, una imagen o una reliquia que mueve a la gente a peregrinar.

Esta claro que, para el devoto peregrino y su conciencia religiosa existe la convicción de que los espacios y los tiempos no son todos iguales. No ya porque algunos lugares son más propicios para sus cualidades o condiciones naturales para desencadenar una vivencia religiosa para la evocación de lo abstracto, lo numinoso, lo divino, sino porque están marcados por una especial presencia o un toque particular de lo sobrenatural, de la divinidad, que tiene su origen en algún suceso histórico maravilloso: “aparición de la Virgen a los pastorcillos” por ejemplo. Proximidad a una fuente de aguas saludables.

Afirmamos entonces, que para el hombre creyente, en esos lugares se ha dado lugar una revelación divina, una hierofanía o teofanía, que ha consistido en un milagro, una aparición, una curación, la preservación de un mal individual o colectivo: enfermedad, peste, guerra, hambre, terremoto, inundación o tempestad, desconocimiento y temor, sentido de protección ante los peligros de una tierra desconocida.

Este acontecimiento, es atribuido por la fe a la acción de la divinidad en esos lugares, convirtiéndolos en sagrados, y así han sido seleccionados y construidos por la fe, una fe que se ha hecho a lo largo del tiempo común y colectivo. A estos elementos propiamente religiosos hay que unir otros de carácter administrativo y jurídico para la elección del lugar donde edificar el mencionado santuario. Muchas veces, el lugar natural, con su capacidad y fuerza evocadora de lo divino, subraya y sirve de entorno a la edificación del santuario como casa de Dios, como monumento conmemorativo de la actuación sobrenatural de la divinidad allí. Ambos elementos, el natural y el sobrenatural, el estrictamente religioso y el histórico, juntos, dan lugar al proceso devocional y lo sostiene a lo largo del tiempo. Tales son el caso de las advocaciones estudiadas pues, existen y perduran hoy en día desde su nacimiento medieval.

Una vez surgido y perdurable, el santuario se convierte en un microcosmo constituido por el hombre que pone su centro simbólico en ese lugar. Dios es un para él, un universo ordenado, armónico, limpio y bello; un universo organizado y orgánico en su correspondencia con el orden natural y el sobrenatural, que permite la transparencia del absoluto, del eterno y del todopoderoso. Además, se hace cercano al hombre porque es considerado también como propio.

P.5. La presencia mariana en los casos propios de la comarca Montijana.

P.5.1. La devoción en torno a María bajo el topónimo de Barbaño.

Nuestra Señora bajo la advocación de Barbaño, es la patrona de la villa de Montijo. A pesar de no ser una de las expresiones marianas más antiguas documentalmente, sin embargo, si es la que presenta una de las mejoras formas para el estudio de lo que es realmente el fenómeno en nuestra comarca.

Decimos que no es de las más antiguas puesto que, no será hasta los años centrales del siglo XVI cuando aparecen en los libros de visita de la Orden Militar de Santiago referencias sobre el estado de su ermita y la fábrica de su mayordomía. Sin embargo, la unidad historiográfica y la referencia de cronistas de diferentes momentos, unidos a la “tradición popular”, nos obligan a situar la aparición de esta advocación posiblemente en los años de los siglos XIV-XV.

La tradición oral que ha sido posteriormente recogida por historiadores desde el siglo XVII al actual[11] afirma que, siendo la zona conocida como paredones de Torreáguila (recordemos la importancia de esta zona en los apartados anteriores), lugar de preferencia para llevar el ganado, especialmente desde las poblaciones más cercanas como la villa de Montijo, a dos pastorcillos naturales de esta población mientras pacía su ganado a las orillas del Guadiana, se les “apareció” la Virgen María dándoles unas órdenes muy específicas: a cambio de una divina protección sobre Montijo, éstos tendría que levantar una ermita o santuario en esa zona para su culto y devoción.

Continua el relato, que estos pastorcillos decidieron trasladar la imagen que a su vez allí era encontrada sobre la divina Madre hasta la entonces iglesia parroquial de San Isidro en Montijo (uno de los pocos datos que nos permitirán posteriormente fechar el origen de esta “aparición”), y que por dos veces, la imagen desapareció, volviendo al lugar original, es decir, en la zona de Torreáguila y junto al Guadiana.

La posterior investigación histórica y el lógico intento de adaptación a la propia realidad del momento, nos permite hoy en día por un lado, conservar esta bella historia que se sigue transmitiendo de generación en generación -que tampoco es nada original en el fenómeno mariano en Extremadura, recordemos la misma sobre la Virgen de Guadalupe- y por otro lado, conocer con una mayor exactitud, cómo y por qué surge este fenómeno mariano que aún perdura hoy en día y que sin duda, constituye una fuente inagotable de fe y de amor a Dios, verdadero centro de todo culto mariano (aspecto que posteriormente explicaré).

Existen varios elementos en esta narración que nos permiten ubicarnos cronológica y geográficamente. Éstos son:

  • Paredones de Torreáguila como lugar original de la aparición.
  • Cercanía del río Guadiana, confirmando la situación anterior.
  • Toponimía de la advocación Barbaño, evolución fonética de la palabra original Barvanna, que incluso en documentos del siglo XIX, era todavía utilizado y conservados en el Archivo Diocesano del Arzobispado e Mérida-Badajoz, conservándose además copia en el Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol en su sección del Fondo Histórico.
  • Traslado de la imagen hasta la iglesia de San Isidro.
  • La imagen “vuelve” al lugar de origen.

Los dos primeros de ellos lo hemos estudiado con anterioridad. Torreáguila había sido una zona de gran afluencia poblacional desde el siglo I hasta el momento de las invasiones musulmanas. Será igualmente una importante zona en los procesos de reconquista y repoblación, especialmente por su cercanía a las ricas y afluyentes aguas del río Guadiana. Esta zona fue adehesada por la Orden Militar de Santiago desde el mismo momento en que en el año 1235, el arzobispo de Santiago don Bernardo II y el maestre de la orden don Pedro González Mengo, y en su nombre, el comendador mayor de León, don Rodrigo Ennecio, se establece el fuero para regular a todos los individuos que pueblen la zona emeritense, entre las que se encontraba esta zona mencionada. Ello quedó reflejado en el denominado Fuero de Mérida, donde aparecen las cláusulas y concesiones para los habitantes de Mérida y pobladores del término, incluyendo expresamente también a los “futuros moradores”.

A partir por tanto, del siglo XIII, comenzarían los lentos procesos de repoblación sobre un territorio desconocido y por tanto temido, ubicado geográficamente muy cerca de las razzias musulmanas. Entre los siglos XIV y mediados del siglo XV, el proceso repoblador se completaba , esencialmente moradores leoneses por recaer la reconquista en beneficios a este reino castellano-leonés y por ello, situamos en estas fechas la aparición de esta advocación mariana así como la de los restantes pueblos de la comarca.

El tercer elemento es uno de los aspectos más interesante sobre la advocación mariana específicamente abordada. Se trata del actual nombre, Barbaño. Estamos ante una evolución fonética de la primitiva denominación Barvanna, palabra compuesta por el prefijo hebreo Bar- que significa “hijo-a” y el sufijo latino “-anna”, nombre con el que los romanos denominaban al río Guadiana. Su traducción sería Hija del Guadiana o Hija de las Aguas, puesto no olivemos que además de la cercanía del río, la antigua villa romana contaba con una amplia zona dedicada a las termas o baños, próxima a las zonas de culto cristiana del baptisterio y martirium.

La excepcional desaparición de la imagen una vez traslada lógicamente por quienes la encuentran, lógicamente alguna antigua imagen de culto cristiano de época anterior, desde la iglesia de San Isidro en Montijo a la zona donde se encuentra actualmente, la dehesa de Barbaño, se debe sin duda a problemas jurisdiccionales con los comendadores y encargados de la orden santiaguista, que obligaron a que la imagen volviera al lugar donde se había encontrado, eso sí, monopolizando su culto la naturalidad de quienes la habían encontrado y que pertenecían a la población con más fuerza en esos momentos a parte de Mérida, la villa de Montijo.

Procesos lentos, como todo lo que es protagonizado históricamente por el hombre y que contaría ya a finales del siglo XV con una importante fuerza para levantar la ermita que poco después, a mediados del siglo XVI, se nos cuenta como un edificio que se he quedado pequeño y que se introduce en obras de remodelación y ampliación. Tampoco podemos olvidar que, la iglesia de San Isidro es una edificación plena en rendimiento en esta centuria y que decaerá a finales del siglo con la obtención del título de parroquia en un nuevo templo en la villa montijana, la de San Pedro, propio también de la orden santiaguista, dotar a las poblaciones de nuevas edificaciones religiosas para mayor impronta de su institución.

Respecto a la talla de Nuestra Señora de Barbaño, la que actualmente veneran los montijanos nada tiene que ver con la primitiva que si pareció ver el historiador Moreno de Vargas afirmando en 1633, que era morenita como la de Guadalupe. Se trataba entonces de una imagen sedente con el niño en sus rodillas. Hoy es una imagen de vestir, con la imagen del niño Jesús en una de sus manos y un cetro de reina en el otro, que ha sido recientemente restaurada y datada su noble madera más antigua en el siglo XVII.

Al llegar los años centrales del siglo XVI, la ermita levantada con anterioridad y que ha sido tipificada por la doctora Aurora Ruiz Mateo como una ermita de morfología no precisa y cercana a un modelo que podría representar un espacio con dimensiones aproximadamente entre veintiocho y treinta pies, es recogida dentro del 45,9% de las ermitas estudiadas por la doctora[12], recibirá el aliente económica de una fábrica de la que he podido documentar los primeros mayordomos en el año 1553 de la mano de García Sánchez de Juan y que administrativa y eclesiásticamente recaería en la parroquia de San Pedro, siendo su cura párroco y por tanto capellán de ella, los frailes de la orden santiaguista Fernando Núñez y Lucas Pérez (que lo fueron entre los años 1550-1556).

Una administración que creció hasta dotar al santuario y advocación en torno a María de Barbaño de una Cofradía que nació a inicios del siglo XVII según la documentación existente y que pervive en la actualidad siendo lógicamente centro de todas las actividades de culto que se realizan sobre el santuario que cuenta igualmente con algunos de los bienes de renta y censo que adquirió a lo largo de los siglos y que sigue canalizando las fiestas patronales el 8 de septiembre (festividad de la Natividad de la Virgen).

P.5.2. Santa María del Rosario y Nuestra Señora de La Salud en la villa de Esparragalejo: siglo XV-XVII.

Sobre la población de Esparragalejo, no existe constancia documental de advocación mariana hasta los años iniciales del siglo XVI, pues las actas de la visita santiaguista para el último tercio del siglo XV, únicamente hacen referencia a la asistencia espiritual dentro del templo bajo la advocación de Santiago.

Sin embargo, al llegar los años iniciales de la Centuria del Quinientos, concretamente entre 1507 y 1508, esta misma fuente documental nos afirma la construcción de una nueva iglesia, que adquirirá el rango de parroquia perdiéndolo la hasta entonces de Santiago. El nuevo templo se encuentra en estos años en construcción y se dice que es “…la qual es nuevamente fecha”.[13] Junto a esta afirmación, la funcionalidad del nuevo templo en estos momentos está enormemente reducida pues el Sagrario no tiene puertas y en él aún no se recoge el Santísimo, aspecto que la Orden de Santiago controlaba con especial observancia y ponía como condición indispensable para el culto[14] el que no sólo se encontrara, sino que además lo hiciera en buen estado.

En el año 1508 contaba la iglesia con tres altares, el mayor estaba dedicado a la advocación de Santa María, con una imagen de bulto de buena calidad. Junto a ella en este mismo altar, otra imagen de la Verónica, procedente de la ahora ermita e Santiago (en la visita de este año no aparece y en las anteriores fue descrita). Otro de los altares estaba dedicado a los Santos Mártires, advocación de enorme importancia en toda la comarca pues, en la práctica totalidad de pueblos estudiados existía el culto a San Fabián y San Sebastián y, que en el caso de Esparragalejo se repetía el culto, pues en Santiago existía otro altar a los mártires. El último dedicado a San Juan.

La fuerza advocacional en torno a Santa María era desde los inicios muy grandes pues, una de las muestras que refleja la misma fuerza advocacional radica en las posesiones. En el año 1508, para una iglesia en construcción y una advocación tan naciente, poseía ya dos casas en la villa, cuatro fanegas de tierra para cebada, ocho fanegas de trigo, cuatro borregos y dos becerros. Dichos bienes eran administrados por Marcos Ximénez mayordomo de la iglesia en el año de la visita.

En 1511 fue construida en la iglesia una pila de bautizar, otro de los elementos indispensables para el correcto funcionamiento de un templo como exigencias de la orden santiaguista. Igualmente, los mandamientos de los visitadores autorizan la realización de objetos de culto como ornamentos para la iglesia:

“Que se faga un caliz de plata y para ello, sea pagado de la venta del pan, los puercos y los borregos que la iglesia posee”.[15]

Contaba con un clérigo con título de beneficio que era Bartolomé Sánchez del hábito de San Pedro. Resulta este dato importante porque a través de la presentación de sus credenciales, situamos con mayor exactitud la erección de la iglesia de Santa María. Bartolomé Sánchez presentó título firmado en 1508 en la ciudad de Burgos y colación (que otorgaba a un templo una adscripción de territorios, lo que llamamos propiamente una parroquia), firmada por el Provisor del conventual de San Marcos de León, con fecha del 10 de julio del mismo año. Igualmente, el cura párroco presentó un libro donde se recogían la administración de los sacramentos.

El esplendor de la iglesia parroquial de Santa María se alcanza entre los años 1549 y 1551 con censos, bienes y posesiones que se incrementan en estos años centrales del siglo XVI. Ahora bien, la devoción patronal más importante en Esparragalejo gira en torno a la Virgen de la Salud. Las preguntas pueden centrarse en torno a las siguientes cuestiones: ¿Es ésta la advocación de Santa María a la que hemos hecho referencia? ¿Se trata de dos imágenes advocacionales distintas? ¿Si son diferentes, cuándo surge la vocación de la Virgen de la Salud?

En primer lugar hay que decir que, la talla de la Virgen de la Salud es una imagen de finales del siglo XV. A partir de los años centrales del siglo XVI, la titulación de la iglesia parroquial es la de Nuestra Señora del Rosario, luego no hablamos de una misma imagen y de un mismo culto. Por otro lado, el origen toponímico de “Virgen de la Salud” le proviene del nombre de una fuente que existe próxima a su ermita y que es conocida como la fuente de La Salud y los orígenes de su culto está sin duda relacionado con atribuciones salvíficas de las aguas e intervención divina.

A inicios del siglo XVII esta idea se ratifica aún más. La iglesia parroquial es de la vocación de Nuestra Señora del Rosario, imagen que presidía el altar mayor entre los años 1600 y 1610, cuyos bienes y posesiones eran administradas por el mayordomo Francisco Sánchez y el título de beneficio era desempeñado por el licenciado Juan Dávalo, religioso del hábito de San Pedro desde el año 1602.

P.5.3. Nuestra Señora y Nuestra Señora de La Caridad en la Garrovilla: siglo XV.

La devoción mariana en la villa de La Garrovilla aparece documentada en el mismo espacio cronológico que las fuentes santiaguistas sobre esta población. En el año 1494 contaba con una iglesia parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora[16].

Se trataba de una imagen de bulto situada en el altar mayor de la iglesia. De singular importancia es para este estudio, la visita recogida en el Libro de Actas de la Orden Militar de Santiago en el año 1498[17] pues nos da ya referencia a la ermita en torno a la advocación de Nuestra Señora de La Carilla, cuya evolución fonética dará lugar a la actual Virgen de La Caridad[18]. La ermita se situaba en el término de la población y se recoge como un edificio en muy buen estado, a pesar de no existir sobre ella descripción alguna desde el punto de vista arquitectónico. De ella se dice en esta primera visita:

“Hay en este lugar, en su término, una ermita que se llama de Santa María de la Carilla, la qual está muy bien reparada. Tiene un corral parte de la casa y cincuenta colmenas”.[19]

¿Dónde puede estar el origen de este culto? Posiblemente en los mismo orígenes medievales que hemos descrito en los procesos de repoblación de la zona. Los orígenes de la Virgen de La Caridad encierran un lenguaje similar al de Nuestra Señora de Barbaño en Montijo. La tradición cuenta que, alrededor de los años de 1490, dentro de una ambiente marcado por la lluvia, en los aledaños de la villa, fue encontrada una imagen de talla morena en las riveras del río Lácara, levantándose una ermita tras un suceso exactamente igual al de Nuestra Señora de Barbaño para Montijo: trasladada a la iglesia parroquial, “se volvió al lugar de origen donde se levantó una ermita”.

Responde igualmente su ermita a los rasgos analizados en el capítulo dedicado al estudio de los santuarios pues, aún dentro del término, se encontraba a una legua de éste. Su devoción en torno a los años finales del siglo XV y principios del XVI, llevaron a una bonanza económica que permitió la ampliación en las obras de la ermita con la construcción de una puerta en la zona del portal realizados en materiales de muy buena calidad según hincan los visitadores, obras realizadas entre 1498 y 1500. Sí contamos ya con el nombre del primer administrador documentado, que no mayordomo, pues era un vecino encargado de llevar las cuentas Juan Visado, al que reconocemos por el alcance que recibió del bachiller Alonso Ruiz Zambrano, Provisor de la Provincia. La actividad económica que nos presenta en estos primeros años resulta esencialmente centrada en la producción de trigo, cebada y ganado, consistente en tres ovejas y tres cabras, destinadas a la venta para obtener un dinero que iba destinado a la realización de una caja de plata donde poder guardar con mayor dignidad el Santísimo Sacramento y, para cubrir aquellas necesidades propias de la ermita.

Alrededor de la ermita existía una cerca de piedra, restos de una edificación muchos más antigua que nos sitúa con más certeza en los orígenes anteriormente indicados de esta devoción y que ahora, en el momento de la visita, era utilizado como lugar para recoger las colmenas. En el altar mayor, una imagen de bulto de Nuestra Señora. Dentro de la descripción de la ermita para los años iniciales del siglo XVI, se dice de ella en 1503 que en el arco central existía un crucifijo. Era mayordomo Juan Castaño, el cual presentaba los recibos de gasto por las obras de reformas que en la ermita se estaban realizando destinadas al mantenimiento, blanqueado y arreglo del altar mayor.

En el año 1508, la ermita adquirió un cáliz de plata y un ara para consagrar. El mayordomo y el cura párroco de la villa, Pablo Bolaños, presentaron a los visitadores las cuentas de la ermita, entregándolas al sucesor de la fábrica de la ermita, Alonso Cacereño. Muy importante para la ermita y el entendimiento de la devoción del pueblo de La Garrovilla es el año 1508. En este momento los visitadores santiaguistas mandaron:

“…que se faga en la dicha hermita la capilla de ella buena en madera de pino. Una capilla de dos gradas e que se blanquee la dicha capilla e se pinte alrededor de la imagen, que está de bulto, un friso de ángeles que lleguen desde lo alto e que se ponga rexa en el arco de dicha capilla…e que se blanquee toda la hermita por dentro”.[20]

Tres años más tardes, siendo mayordomo Alonso Fernández, fueron levantadas dos tapias en el lugar donde se encontraban las antedichas colmenas propiedad de la ermita. Realizadas en arquería de forma redonda, incluía dentro de este recinto la casa del ermitaño. Obras posteriores en los siglos XVII y XVIII, remodelan la ermita hacia espacios artísticos más adecuados a las necesidades del momento y que le hicieron perder sus formas originales como por ejemplo, la sustitución en los años finales del siglo XVII de la techumbre de madera en la capilla mayor por una bóveda de piedra.

De igual forma que en otros lugares estudiados y presentados en este trabajo, surgirá en los años iniciales del siglo XVII una cofradía que se encargaba de la regulación, administración y funcionamiento de la dicha ermita y advocación en torno a Nuestra Señora de La Caridad.

P.5.4. Advocación a Santa María en la villa de Puebla de la Calzada: siglos XV al XVII.

Quiero finalizar este pequeño acercamiento a las advocaciones marianas en torno a la imagen de María con la villa de Puebla de la Calzada. Si Montijo constituye el ejemplo de una ermita en las afueras dedicadas a Santa María. Si la villa de Esparragalejo es la pugna entre la devoción típica mariana y la advocación en torno a la Virgen de la Salud, al igual que ocurre en La Garrovilla con Nuestra Señora y la Virgen de La Caridad, Puebla de la Calzada levantó a finales del siglo XV un templo a expensas de la Nuestra Señora que desde el primer momento se convirtió en iglesia parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación.

Con toda probabilidad, el culto y devoción tan cercano y próximo de Nuestra Señora de Barbaño (Montijo dista medio kilómetro de Puebla de la Calzada), inclinó a sus moradores a levantar en el último tercio del siglo XV un templo dedicado a María, del que era en 1494 párroco Juan García Salvador, de la orden de San Pedro. La importancia reside junto a su perfecto conocimiento arquitectónico desde 1494 hasta 1605[21].

Entre los años de 1498 y 1500 se nos presenta un edificio de pequeñas proporciones, de una sola nave con una capilla de madera y el techo atejado, que verá como en los años iniciales del siglo XVI (1500-1508) se inician obras por el derribo de la zona donde posteriormente se edificará un hospital de pobres. La primera fase importante de obras abarca los años de 1508 a 1515 sobre su arco, portal y torre, ampliándose el espacio arquitectónico del edificio. Sucediéronse en el curato parroquial Juan García Salvador (1494-1498), Diego Alonso (1500), Alonso Trigo (1508) y Rodrigo Alonso (1511-1515).

Las obras más importantes en torno a Nuestra Señora de la Encarnación corresponden a los años centrales del siglo XVI, con la utilización de la piedra y la realización de tres cruceros de cantería; la capilla mayor fue alzada con la construcción de unas gradas para el altar mayor y la decoración con azulejos.

Interesante respecto a la realización del altar mayor fue encargado en el año 1545 una vez que terminan las obras de su capilla mayor y que originó un importante pleito que ha sido profundamente estudiado por Pablo Iglesias Aunión y Manuel García Cienfuegos en obra anteriormente citada, pleito que enfrentó a Estacio de Bruselas y el nada desdeñable Luis de Morales.

Pero sin querer entrar en el desarrollo de todo lo anterior, entre otros motivos porque junto a estos dos autores, Carmelo Solís tiene igualmente importantes reseñas a este pleito y a estas obras y además, nos desviraría del tema central, si es cierto que, el encargo de una obra de estas dimensiones y a artistas de la fama de Estacio o Morales, expone bastante bien la enorme fuerza de la advocación de los moradores de Puebla de la Calzada hacia la figura de María, sobre la cual, incluso podemos ver una evolución en la advocación con atributos y títulos que se ciernen con fuerza en el amor de este pueblo a la Virgen.

Me refiero a que, en los primeros años de descripción de la iglesia parroquial, aparece como titular que en los años de 1494 a 1500 es recogida como Nuestra Señora, titulo que se repite hasta el año 1550, con pequeñas acepciones como son las correspondiente a los años 1508, 1511 y 1515: iglesia parroquial de Santa María. Pero a partir de 1556, se intitula como Nuestra Señora de la Asunción y en 1605, iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación.

P.6. El fenómeno de los milagros: una aproximación a su interpretación.

Estudiar el fenómeno mariano es indudablemente tener que atender al tema de los “milagros” es decir, intentar aproximarnos al conocimiento histórico de aquellos acontecimientos que el pueblo ha ido recogiendo a lo largo de los siglos y que él mismo ha interpretado como “hechos divinos”.

img2En el caso que nos ocupa, dentro de la comarca emeritense, una de las advocaciones que mejor permite conocer este hecho es sin duda la devoción montijana en torno a María de Barbaño. Ya a la altura de los años iniciales del siglo XVII, el historiador emeritense Bernabé Moreno de Vargas afirmaba:

“Hace cada día muchos milagros, por donde ha conseguido entre los pueblos de la comarca muy grande devoción que con ella se tiene viniéndola a visitar y cumplir sus promesas de muchas y diferentes partes. Siempre que los del Montijo acuden a su casa a cumplimentarla, los favorece en sus necesidades, se les remedia y es de manera que si hubiesen aquí de contar sus milagros, no cabrían en el corto espacio de un capítulo, antes necesita libro particular. Quisiera dar Dios aliento a algún devoto de esa gloriosa Virgen, para que los escriba y manifiesta al mundo, tan sagrado y rico tesoro como tiene Montijo”[22]

La devoción surgida rápidamente adquiere una llamada de atención sobre lo que más puede fijar la atención del ser humano: la intervención divina en los acontecimientos humanos. Y en el caso de Santa María de Barbaño llega a ser así, que son inseparables de su propia historia, las narraciones sobre este tipo de manifestaciones. El actual santuario, posee un habitación conocida popularmente como la de “los milagros” donde se guardan muchos exvotos[23] del pueblo ofrecidos a la imagen. Es sin duda este espacio, lo que queda históricamente del antiguo edificio descrito por los visitadores santiaguistas a inicios del siglo XVII, cuando afirman que:

“Tiene el arco toral de ella una reja de madera en la qual estaban colgadas diez muletas de enfermos”.[24]

Una devoción que no distinguía socialmente a los individuos. Analizando una sociedad propia del Antiguo Régimen extremeño, absolutamente estamentalizada, dentro de la nobleza montijana, concretamente de la mano de don Cristóbal Portocarrero y Luna, III Conde de Montijo, un esclavo de éste, moro de nación y de nombre Antonio, fue bautizado el 15 de agosto de 1623, como respuestas ante las rogativas a Nuestra Señora de Barbaño por la llegada de las lluvias. Su conversión a la fe católica viene como agradecimiento por la desaparición de una época de sequías:

“En la villa de Montijo, a quince días del mes de agosto de mil seiscientos veninte y tres años. Yo, el licenciado Hernández Silvestre, cura de esta villa, baupticé a Antonio, esclavo de su Señoría, el conde de esta villa. Moro de nación que se volvió a nuestra santa fe católica. Fue su padrino su Señoría y por verdad lo firmé”.[25]

Además, el mencionado “milagro” fue plasmado en un cuadro del cual únicamente conservamos un capia realizada en el año 1939.

En este mismo terreno y dentro del campo de las rogativas, existe otro exvoto pictórico que reproduce ya para el siglo XIX, la intervención de Nuestra Señora de Barbaño en los acontecimientos de la epidemia del Cólera Morbo Asiático, que azotó la villa de montijo y la comarca emeritense entre los años 1854-1855. La obra le fue encargada a un pintor natural de Zafra en 1863 por encargo del presbítero don Toribio Bautista. En la parte inferior del cuadro puede leerse:

“En el año de 1854 penetró el cólera morbo en la Puebla de la Calzada, los montijanos consternados por su proximidad, invocan a Nuestra Señora de Barbaño, atendiendo a sus ruegos y tendiendo el manto de la misericordia sobre su pueblo, ahuyenta a la mortal aguadaña que huye entre nubles tenebrosas y despeja la atmósfera, derrama esta Señora sobre sus devotos la pureza y claridad de su gracia, restituyéndoles la tranquilidad, y en agradecimiento a tan singular favor, don Toribio Bautista, pbro., le dedica esta memoria”.

Relacionado igualmente sobre este triste acontecimiento que se cobró un número importante de víctimas afectados por el cólera, se conserva otra súplica de la que fue autor el profesor de enseñanza primaria don Santiago Barrena: “Súplica a la Virgen de Barbaño para que nos libre del cólera”. En ella se pueden leer las siguientes estrofas:

“¿Qué delito cometió
Madre mía de Barbaño
el Montijo en este año
para usar tanto rigor?
Si otra vez se salvó
como milagro patente
Vos, que cual madre indulgente
mostráis con vuestros hijos,
retirad ya del Montijo
este cólera imponente”
.[26]

P.7. Valoración del sentido de la devoción popular en torno a la figura de María en la Baja Extremadura.

Nada de lo que escapa en las referencias anteriores a la refutación y documentación histórica podría en torno a la devoción del pueblo sobre María ser desdeñado. Porque en toda la evolución de estos siglos, desde lo que ha llegado a nosotros por medio de la tradición y la leyenda como, lo que oficialmente ha sido recogido e las actas eclesiásticas, responde claramente a una disposición interior y estable que inclina al hombre al reconocimiento que es capaz de tributar en forma de culto.

Hoy, cuando reflexionamos entre la antropología, la sociología religiosa, la propia teología y la Historia, la devoción no se puede identificar con sentimentalismo, que cuando este aparece, lo hace de manera accidental. Tampoco con otros cultos, por numerosos y frecuentes que puedan darse. No se mide la fe popular y la devoción en un pueblo o villa de los que hemos estudiado por la repetición excesiva y participación masiva en ellos de actos folklóricos, ofrendas florales, romerías y novenas. Se mide porque es el tiempo y la historia quien demuestra que estamos ante manifestaciones auténticas de lo espiritual, enraizado con la voluntad y la entrega total.

El Concilio Vaticano II dice que:

“la verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio, ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes”.[27]

De este texto podemos deducir tres elementos característicos en todo el devenir histórico de estos pueblos y villas de la Baja Extremadura centrando en los pueblos de la comarca emeritense que se encuadran dentro del mismo análisis del tema mariológico:

  1. El reconocimiento de la excelencia de María. Se trata de un conocimiento sobrenatural, fruto de la fe revelada. Es, por tanto, un don de Dios, que nos descubre la grandeza de la maternidad de divina y de los demás dones que El le ha otorgado, para hacerla digna morada de su Hijos.
  2. Amor filial, como consecuencia de ese conocimiento sobrenatural es el amor, pues fides per caritatem operatur. Evidentemente es una amor sobrenatural, que nos lleva a honrar y a venerar a María, porque es Madre de Dios y Madre nuestra y es digna de ser amada.
  3. Imitación de sus virtudes, ya que el amor, si es verdadero tiende siempre a la identificación

Fuentes Bibliográficas Utilizadas:

  • Bastero de Eleizalde, Juan Luis: María, Madre del Redentor. Editorial: Eunsa. Pamplona, 1995.
  • Concilio Vaticano II. Documentos. Edición promovida por la Conferencia Episcopal Española. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 1996.
  • Eliades, Mircea: Historia de las creencias y las ideas religiosas. Tres tomos. Editorial Piados Orientalia. Barcelona, 1999.
    • Tratado de la Historia de las Religiones. Editorial: Ediciones Cristianas. Madrid, 2000.
  • Iglesias Aunión, Pablo García Cienfuegos, Manuel: La villa de Puebla de la Calzada (años 1494-1605). Una visión de su estructura social, económica, administrativa y religiosa. Excmo. Ayuntamiento de Puebla de la Calzada y Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 2001.
    • La epidemia del cólera morbo en la villa de Montijo. Revista de Feria y Fiestas. Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Septiembre, 1990.
  • Iglesias Aunión, Pablo: Historia de la Comarca de Lácara. Del Medioevo a los Tiempos Modernos. Edita: Adecóm-Lácara y Excma. Diputación Provincial de Badajoz. II Edición. Badajoz, 2002.
    • Historia, religión y fe en Nuestra Señora de Barbaño. Piedad y Religiosidad popular en Montijo. Edita: parroquia de San Pedro Apóstol. Montijo, 1999.
  • Maldonado, Luis: Introducción a la religiosidad popular. Editorial: Sal Térrea. Presencia Teológica. Santander, 1985.
  • Matte, Alfredo Ginés, Jesús: Hacia una interpretación cristiana de la historia. Editorial: Desal-Herder. Barcelona, 1974.
  • Moreno de Vargas, Bernabé: Historia de la ciudad de Mérida y pueblos de su comarca. Año 1633. Patronato de la Biblioteca Pública Municipal y casa de la Cultura de Mérida. Octava Edición. Mérida, 1992.
  • Navarro del Castillo, Vicente: La Garrovilla. Pinceladas históricas de una villa santiaguista. Excmo. Ayuntamiento de La Garrovilla, 1994.
  • Rodrígurez Martín, Germán: El poblamiento rural en la época antigua. Coloquios sobre la Historia de Montijo. Edita: Excmo. Ayuntamiento de Montijo, 1987.
  • Ruiz Mateos, Aurora y Otros: Arte y Religiosidad Popular. Las ermitas en la Baja Extremadura. Siglos XV-XVI. Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Servicios de Publicaciones. Badajoz, 1995.

Fuentes Inéditas utilizadas:

  • Archivo Histórico Provincial de Badajoz.
    • Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago: Libros de visitas correspondientes a los años 1494-1605 para las localidades de: Montijo, Puebla de la Calazada, La Garrovilla y Esparragalejo.
    • Series:
      • Libro de visita número 1101 c. Mc. Año 1494.
      • Libro de visita número 1103 c. Mc. Año 1498.
      • Libro de visita número 1104 c. Mc. Año 1500.
      • Libro de visita número 1107 c. Mc. Año 1508.
      • Libro de visita número 1108 c. Mc. Año 1511.
      • Libro de visita número 1109 c. Mc. Año 1515.
      • Libro de visita número 1112 c. Mc. Año 1550
      • Libro de visita número 1113 c. Mc. Año 1556.
      • Libro de visita número 1246 c. Mc. Año 1605.
  • Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Sección: Registros Sacramentales.
    • Libro Segundo de Bautizados. Años: 1620-1641

NOTAS:

[1] A este respecto es decir, sobre una interpretación cristiana de la Historia, es importante conocer la obra de Alfredo Matte y Jesús Ginés titulada Hacia una interpretación cristiana de la historia. Editorial HERDER, Barcelona. 1974.

[2] Carrel, Alexis: El hombre, un desconocido. Editorial Zig Zag.

[3] Ya fueron expuestos en estos mismos Coloquios Históricos de Extremadura, en su edición XXVII, dentro del trabajo que presente bajo el título Una aproximación a la religiosidad y la piedad popular por medio de las Cofradías en Extremadura durante los Tiempos Modernos. Actas de los coloquios, páginas 211-236.

[4] Me refiero a esas teorías que apuntan que el cristianismo, dentro del fenómeno devocional mariano, lo que únicamente ha hecho ha sido, heredar el culto a las “grandes madres” relacionando a María especialmente con la diosa Cibeles (Frigia), Deméter (Eleusis), Artemis (Efeso), Isis (Egipto), Afrodita (Grecia), Venus (Roma), que fueron adoradas como “mater dolorosa”, “stella maris”, “regina coeli”, etc.

[5] Rodríguez Martín, German: La presencia visigoda y árabe en MontijoColoquios sobre la Historia de Montijo. Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Montijo, 1987. Pág. 19.

[6] Moreno de Vargas, Bernabé: Historia de la ciudad de Mérida y pueblos de su comarca. Año 1633. Patronato de la Biblioteca Pública Municipal de Mérida y Casa de la Cultura. Octava Edición. Página 457.

[7] Moreno de Vargas, B. Op.cit.

[8] La entrega respondía a un antiguo compromiso adquirido por abuelos y padre del monarca de realizar dicha donación al arzobispo don Bernardo y, que fue firmado en el castillo de Atalaya.

[9] Moreno de Vargas cita en el siglo XVII para la advocación en torno a María de Barbaño, que ésta era ya afamada por sus innumerables “milagros” que realizaba por toda los pueblos de la comarca.

[10] Aquí reside la explicación de que, por ejemplo, sea en fechas próximas el 8 de septiembre (natividad de María), cuando la imagen es trasladada desde su santuario a la matriz. Montijo, Virgen de Barbaño, el 28 de agosto.

[11] Basta citar por ejemplo, Bernabé Moreno de Vargas para el siglo XVII o Vicente Navarro del Castillo, Manuel García Cienfuegos en la década de los setenta y ochenta del siglo XX y, Pablo Iglesias Aunión en la actualidad.

[12] Ruiz Mateo, Aurora y Otros: Arte y Religiosidad Popular. Las ermitas en la baja Extremadura. (Siglos XV-XVI). Departamento de Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz. Colección Arte-Arqueología. Badajoz, 1995. Pág. 80. También en la obra de Iglesias Aunión, PabloHistoria, Religión y fe en Nuestra Señora de Barbaño. Piedad y religiosidad popular en Montijo. Edita: iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. Montijo, 1999. Págs. 20-30.

[13] Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de visita número 1107 c. Mc. 36. Esparragalejo: Años 1507-1508

[14] Existe en la reglamentación de los visitadores santiaguistas, un patrón que se repite y que por tal se sigue en todas las localidades del territorio santiaguista. Al visitar un templo, fuera del rango que fuese es decir, parroquia, ermita o santuario, lo primero que los visitadores realizaban era la visita al Santísimo y observan con una enorme pulcritud, el estado en el que se encontraba el Santísimo Sacramento resguardado.

[15] Ibídem, nota 13. Libro de visita número 1108 c. Mc. 37. Esparragalejo, año 1511.

[16] El templo bajo la advocación de Nuestra Señora, titular en La Garrovilla, aparece descrito en la visita del año 1498 en los libros de actas de la orden militar de Santiago. Estamos una vez más dentro de los parámetros constructivos propios de la época y dentro de las regulaciones arquitectónicas de la misma Orden Santiaguista. Sin embargo, Vicente Navarro del Castillo afirma en su obra La Garrovilla. Pinceladas Históricas de una villa santiaguista, afirma que (pág.98), que se carece de documentación antigua sobre el templo y que construcción debía de ser de inicios del siglo XVI, fechas sin duda equivocadas pues el templo poseía ya sagrario en 1498 y una imagen de bulto perfectamente descrita.

[17] Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de visita número 1103-c. Mc: 34. La Garrovilla. Año 1498.

[18] Vuelve a equivocarse Navarro del Castillo, cuando habla de que la imagen de Nuestra Señora de La Caridad remotándose a las referencias de Bernabé Moreno de Vargas. Desconoce la existencia en el siglo XV de una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de La Caridad.

[19] Ibíd.

[20] Archivo Histórico Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de visita número 1107 c. Mc. 36. La Garrovilla, año 1508.

[21] Importante para el conocimiento de la villa de Puebla de la Calzada bajo la influencia de la Orden Militar de Santiago, la obra de Iglesias Aunión, Pablo yGarcía Cienfuegos, ManuelLa villa de Puebla de la Calzada (años 1494-1605). Una visión de su estructura social, económica, administrativa y religiosa. Edita: Excmo. Ayuntamiento de Puebla de la Calzada y Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Servicios de Pueblicaciones. Colección de Historia IV. Badajoz, 2001.

[22] Moreno de Vargas, op.cit

[23] Los exvotos hemos de entenderlos como, una ofrenda pública de un objeto que el hombre de fe realiza a un ser sobrenatural. Lo hace en actitud de gratitud como respuesta a un favor recibido. Esta objeto que ahora es donado, fue en un primero momento ofrecido como promesa. En el mismo objeto encontramos una estrecha relación entre él mismo, la persona que lo ofrece y lo sucedido.

[24] AA.HH. Provincial de Badajoz. Sección: Órdenes Militares. Orden Militar de Santiago. Libro de visita número 1246 c. Mc. Año 1605. Villa de Montijo

[25] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Sección: Registros Sacramentales. Libro Segundo de Bautizados. Años: 1620-1641.

[26] García Cienfuegos, M. e Iglesias Aunión, P: La epidemia del cólera morbo en Montijo (1854-1855). Revista de Feria y Fiestas. Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Septiembre, 1990.

[27] Concilio Vaticano II: Lumen Gentium.

Oct 012002
 

Pablo Iglesias Aunión.

INTRODUCCIÓN: LAS FUENTES, SU INTERPRETACIÓN Y LAS NUEVAS “ESTRUCTURAS”.

“A partir del segundo viaje de Colón, en 1493, se pasó al descubrimiento y colonización, como lo demuestra la profusión de medios utilizados y la creación de una administración elemental. Se acometió la explotación de las nuevas tierras de un modo rápido y brutal.”[1]

Cuando en 1492 Cristóbal Colón descubría el Nuevo Continente, se abría no sólo una puerta hacia un conjunto de expectantes tierras. Se abría también un campo en el terreno historiográfico de innumerables posibilidades. Estudios que se centraron en los grandes conquistadores pero que han evolucionado de la misma forma hacia aquellos que utilizaron algo más que únicamente las armas y el caballo para dar a España unas nuevas tierras. Sobrepasará el pleno de la rivalidad entre las principales “potencias ibéricas” de Portugal y Castilla.

El acercamiento entre culturas tan dispares y sociedades tan encontradas, hicieron que los individuos que las ocuparon, vivieran y transformaran un espacio y un territorio determinado. La movilidad poblacional supuso desde un principio la regulación desde la Corona por medio de un conjunto de medidas destinadas al buen gobierno de estos reinos ahora patrimonio de la corona de Castilla. Una de las primeras medidas fue la de prohibir que los indios fueran reducidos a esclavitud, salvo como castigo de delitos graves: canibalismo, asesinato, etc.

El conjunto de medidas arbitradas primero por los Reyes Católicos, después por Carlos I con la ayuda del Consejo de Indias, y finamente, por Felipe II, fueron recopiladas en tiempo de este último rey con el título Recopilación de las leyes de Indias; puestas en orden en 1634. En total, constan de 6.336 leyes.

El presente estudio intenta reflejar la realidad de estas leyes en el caso extremeño y en concreto, a la hora de iniciar la “gran aventura hacia las Indias Occidentales”, qué se regulaba sobre los pasajeros a Indias; de qué trataban los llamados informes de limpieza de sangre; cómo se concedía una licencia o se denegaba; las dificultades para los matrimonios, donde en primer lugar partía el esposo y posteriormente se solicitaba licencia y consentimiento para que su mujer pasase al Nuevo Mundo y las actitudes cuando la decisión era claramente de permanecer en Las Indias. Todo ello, como indico, con casos extremeños, apoyados en una rica documentación de diferente procedencia que más adelante analizaré.

Los casos de los trujillanos que se vieron sometidos a estos controles así como, el traslado de familiares con la concesión de las autorizaciones matrimoniales o de heredad, me ha permitido tener un conocimiento más exacto del complejo proceso de emigración al Nuevo Mundo.

Primero en cuanto a un conjunto de fuentes apoyadas esencialmente en los estudios de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de antiguas posesiones españolas en Ultramar publicados en Madrid (1985); la colección de documentos inéditos para la historia de Hispanoamérica, igualmente publicados en Madrid, Barcelona y Buenos Aires (1930-1986); indudablemente la Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias, mandadas imprimir y publicar por la Majestad Católica del rey don Carlos II, consistente en cuatro volúmenes en edición de facsímil (Madrid, 1973) y la obra De Veitia y Linaje titulada Norte de la Contratación de las Indias, en facsímil (Madrid, 1981).

Ha sido y es necesario para ello, tener con cierta precisión en todo lo referente a la legislación de pasajeros a Indias especialmente para no caer en el error de pensar que, unas imperaban sobre otras o que aquéllas eran menos relativas que éstas.

Desde aquí, el salto al manejo e interpretación de los documentos[2] que se articulan especialmente en tres grandes bloques:

img1Con todo, lo que pretendo presentar en este estudio es esencialmente la idea de un Nuevo Mundo nada fácil en su acceso y muy poco dado en la prontitud a una bonanza económica. El viaje hasta el continente recién descubierto entrañaba a parte de innumerables peligros para los viajeros, un complejo proceso burocrático y administrativo que exigía por ejemplo, el poder demostrar que el individuo estaba “limpio” y no trasladaba hasta el lugar de destino unas estructuras que pudieran ser dañinas por un Estado que en ese mismo año había finalizado la reconquista con la toma de Granada y firmado el decreto de expulsión de los judíos.

Una primera aproximación al tema, nos exige pues acercarnos a un entorno histórico en el que se están asentando las bases para la creación del Estado Moderno a través de una progresiva centralización del poder y de una política de expansión territorial, tanto fuera como dentro de los límites peninsulares. Esa idea de “Estado” fue de la misma manera trasladada a Indias:

  • Rey de Castilla
    • Consejo de Castilla: Audiencias con la función de asesorar al virrey o gobernador. Su autoridad prevalece sobre la del virrey. Además garantiza el respeto de los derechos de los indios como tribunal de justicia. Existía uno en cada capital. Consejo de Indias, como máximo organismo legislador con el rey y máximo organismo ejecutivo pues propone y nombra todos los altos cargos de la administración de los nuevos territorios, civiles e incluso eclesiásticos. Es el máximo tribunal de apelación. Su sede estaba en la Corte de Castilla. Casa de Contratación (1503) desde donde se centralizaba y organizaban todos los asuntos económicos (flotas, comercio americano, etc. Se impulsaban las investigaciones y las nuevas exploraciones. Su sede: Sevilla.
    • Virreinatos: con la función de representar al Rey, por debajo de las decisiones de la Audiencia. Existían cuatro importantes virreinatos: Nueva España, Nueva Granada, Perú y de la Plata. En las regiones donde no hubo virrey, se nombró un capitán general o un gobernador.
    • Cabildos: que tuvieron la función de dirigir la vida municipal y su término. Estaban compuestos por un corregidor, varios consejeros, varios subalternos, notarios, alguaciles, escribanos, etc. La sede se ubicaba en cada ciudad de nueva o vieja fundación.
    • Encomiendas: señoríos de carácter jurisdiccional sobre cierto número de indios. En encomendero protegía e instruía, pagando un salario a los encomendados a cambio de sus servicios personales. Ante los abusos producidos en 1542, Carlos I prohíbe cualquier tipo de trabajos forzados en tierras, minas o pesquerías. En 1549 prohíbe la sustitución del pago de impuestos por trabajos forzados. Las encomiendas al principio no fueron hereditarias, más que “por dos vidas”; los caciques nativos se respetaron muchas veces a modo de encomenderos de sus antiguos indios. Sin embargo, pronto fueron duramente criticadas, y dieron lugar a abusos, que la legislación tuvo que corregir.

P.2. TRUJILLO EN LA EMIGRACIÓN DEL SIGLO XVI: ÍNDICE Y FICHEROS DE EMIGRANTES.

2.1. La emigración atendiendo al sexo en Trujillo: 1499-1609.

Basándome en la obra de la doctora Rocío Sánchez Rubio[3], donde se recoge el impresionante trabajo de elaboración del denominado Fichero de emigrantes, Trujillo se alza como uno de los núcleos poblacionales más importantes en su aportación al Nuevo Mundo en la cuestión de los emigrantes, desde todas las condiciones sociales y económicas que podamos entender que se produjo la mencionada emigración y atendiendo esencialmente a esos dos parámetros que la doctora Sánchez Rubio maneja, es decir, emigraciones de carácter forzosa y voluntarias.

Antes de adentrarnos en los casos especiales que aporta este estudio en relación a las condiciones de obtención de licencias para los trujillanos estudiados, resulta importante que podamos tener una idea amplia y aproximada del cómo y de qué manera emigró la población trujillana en la centuria del Quinientos.

Trujillo aportó a lo largo del siglo XVI[4] un total de 1.546 individuos según las fichas de emigrantes manejadas. De ese total, un 17,91% fueron mujeres lo que representa en valores un total de 277. El resto, es decir, el 82,02% unos 1287 individuos, fueron hombres. El siguiente gráfico nos permite ver comparativamente estos datos:

Gráfico nº1. Total de hombres y mujeres.graf1

Interesa incorporar esta visión general desde el punto de vista neurálgico del presente trabajo en relación a las licencias para pasar a Las Indias, porque en ella quedan perfectamente reflejadas la legislación anteriormente analizada y porque, dicha emigración hemos de realizarla en función no ya sólo al sexo, en el que claramente la emigración masculina supera a la femenina por razonamientos y causas que más adelante expondré, sino también en función a las profesiones y a los períodos en los que emigraron, concentrándose a partir de la segunda mitad del siglo XVI, cuando la legislación estaba perfilada y en funcionamiento y los efectos que ellos tuvo.

Podemos en relación al sexo decir que, cabe preguntarse en líneas generales si, la emigración a Las Indias atendiendo al sexo fue proporcional. La respuesta con los valores delante nos responde claramente que no. La mujer contaba con enormes dificultades a la hora de desplazarse, desde el interior y a nivel peninsular, máxime hacia el exterior. Una primera causa en el tema tocante a la emigración indiana reside en la travesía y las condiciones de viaje, mucho más duras para la mujer que para el hombre. Algunas de las cartas estudiadas lo reflejan, como el caso del poder otorgado en 1574 para una mujer que quiere viajar a Cuzco. Se llegan a registrar viajes de mujeres en estado, lo que aumentaba el peligro por las nefastas condiciones de éstos.

La centuria del Dieciséis significa también conquista, exploración de territorios que aún no están dominados y que evidencia un cierto peligro y enfrentamiento con los nativos lo que a su vez, requiere una mayor presencia de hombres que de mujeres. Éstas aumentarán en la segunda mitad del siglo XVI cuando el peligro ha cesado: “Es cierto que los pueblos de Indias nuevamente poblados no se tienen por fijos o estables ni permanecedores hasta tanto que mujeres españolas entren en ellos, y los encomendadores y conquistadores se casen, por muchas causas y respetos buenos y saludables que para ellos hay.”[5]

2.2. Los ritmos a lo largo del período estudiado.

Los ritmos por tanto de emigración trujillana hay que analizarlos teniendo en cuenta los siguientes valores por tercios, quedando incluido en el último de ellos, la década desde 1600 a 1609, cerrándose así los mencionados valores:

Década Valores Porcentaje
Siglo XV 1.- 0,06%
1500-1539 227.- 14,68%
1540-1579 808.- 52,26%
1580-1609 502.- 32,47%
Sin especificar[6] 8.- 0,51%
Total 1546.- 100%

Si interesa especificar, que dentro de estos períodos, podemos destacar el período que va desde 1570 a 1579, pues sólo en él se dieron un total de 401 emigrantes (25,9% respecto al total y un 49,6% respecto al total del periodo 1540-1579).

Claramente es a partir de la segunda mitad del siglo XVI cuando se producen las cotas más altas de emigración: desde 1499 a 1549 emigran un total de 228 personas, mientras que desde 1540 a 1609 lo hacen 1318 individuos, disparándose desde el año 1569, pues sólo entre los años de 1570-1599 se dieron 903casos. El gráfico número dos nos acerca aún más a esta realidad.

Ahora bien, no podemos pasar alto (lo refleja el gráfico) que en los últimos años del siglo XVI, la emigración decreció, pues los requerimientos para obtención de las licencias de viajes dificultaron lo que antes había resultado hasta cierto punto fácil.

Trujillo queda inserto en lo s valores y en los ritmos propios de la emigración extremeña al Nuevo Mundo.

Gráfico nº.2 Emigración por periodos: 1499-1609

graf2Gráfico nº. 3. Emigración por periodos en %

graf32.3. La emigración trujillana en función a las profesiones.

Con respecto a las profesiones, el estudio se centra en aquellas que presentan un mayor número de casos, incidiendo en las de labores o tareas que les motivaba al viaje. La variedad profesional es amplia como la propia presencia española en Las Indias. Así podemos ver como desde Trujillo viajan criados, escribanos, militares, clérigos, herreros, labradores, hidalgos, canteros, mercaderes, cirujanos y médicos, abogados, pajes, licenciados, sederos, carreteros, plateros, sastres, zapateros, etc.

Algunos de los emigrados van con una misión determinada como pueden ser los casos de los clérigos y frailes o lo militares.

– Religioso y miembros de Órdenes –

Individuo Orden Religiosa Año Destino
Juan Alonso de Tapia Clérigo-Licenciado 1591 Cuzco
Juan Cabaña de Hinojosa Clérigo-Bachiller 1572 Río de la Plata
Jerónimo Loaysa Dominico 1529 Santa Marta
Juan de Madrazo Franciscano 1577 Nuevo Reino de Granada
Diego Monje Franciscano 1584 Tierra Firme y Perú
Juan Madrazo Franciscano 1577 Nuevo Reino de Granada
Martín de Olmos Capellán de la Orden de Santiago 1559 Cuzco
Miguel de Oro Dominico 1585 Guatemala
Juan de Orellana Franciscano 1592 Perú
Pedro de San Miguel Franciscano 1563 Santo Domingo
Diego de Torre Altamirano Franciscano 1568 Lima
Alonso Trueno Dominico 1541 Santo Domingo
Juan Trujillo Jerónimo 1588 Guadacalnal (Nueva España)
Juan de Trujillo Franciscano 1511 Isla de San Juan
Pedro de Valencia Franciscano 1577 Nuevo Reino de Granada
Alonso de Vargas y Carvajal Caballero de la Orden de Alcántara Lima
Diego de Vargas y Carvajal Caballero de la Orden de Santiago Lima

Al hablar de los religiosos que marcharon a Las Indias en el siglo XVI desde Trujillo, aparecen en los ficheros un total de 35 individuos, donde la Orden Franciscana ocupa el primer puesto seguido de los Dominicos y un único caso para los Jerónimos. Caballeros de las órdenes militares de Santiago y Alcántaraigualmente aparecen en esta emigración. Recordemos que América se convierte desde el mismo momento de su descubrimiento en un punto de referencia para los deseos evangelizadores de la Iglesia. La presencia de religiosos trujillanos es una vez más, el claro reflejo de la emigración extremeña en particular y de la española en general.

Otro sector socio-profesional interesante a la hora de marchar hacia las Indias fueron los militares, especialmente los capitanes:

Militares

Individuo Cargo Militar Año Destino
Pedro de Alonso de Hinojosa General 1534 Perú
Francisco Barrena Capitán 1550 Río de la Plata
Sancho Briceño Capitán Siglo XVI Venezuela
Pedro de Castro Capitán 1599 Santiago de Chile
Martín García Capitán 1569
Diego García de Paredes Capitán 1527
Jerónimo Márquez Capitán 1600 México
Martín de Meneses Capitán 1536 Santa Marta
Martín Meneses Capitán 1567 Cuzco
Francisco Pizarro[7] Capitán 1504
Hernando Rodríguez Chacón Capitán 1572 Cuzco
Juan Serpa Altamirano Capitán 1602 Valdivia
Francisco Serrano Capitán 1569 Anserma
Pedro Soto de Altamirano Capitán 1600 Cartagena
Alonso Sotomayor Capitán 1581 Chile
Luis Sotomayor Capitán 1581 Chile
García Suárez de Figueroa Capitán 1599 Nuevo Reino de Granada
García de Torres Carvajal Capitán 1569 Oforno
Pedro de Valencia Capitán 1595 Potosí

Pero sin duda la profesión más solicitada en Las Indias fue la de criado con un total de 126 casos. Sin embargo el sector primario fue escaso, dos labradores. Por su parte el sector servicio estuvo bien representado en canteros (9); sastres (8); mercaderes (7); herradores (6); para posteriormente aparece todo un conjunto de profesiones entre tres y un individuo: escribanos, cerrajeros, cirujanos, sastres, zapateros o plateros como fueron los casos de Francisco Elvas que marchó a Victoria en el Nuevo Reino de Granada en el año 1568 o Francisco de Hervás, también al Nuevo Reino de Granada en 1569.

Destaca igualmente el caso de los hidalgos, con un total de siete, sobresaliendo el caso de un hidalgo, Antonio Ribera de Torres que marchó en el año 1594 al Perú. Representando gráficamente las principales profesiones, obtenemos el siguiente cuadro:

Profesión Número de individuos
Criados 126
Militares 19
Clérigos y Religiosos 35
Canteros 9
Hidalgos 8
Sastres 8
Mercaderes 7
Herrador 6
Licenciados 4
Médicos-Cirujanos 2
Plateros 2
Escribanos 1
Pajes 1

Gráfico número 4. Ocupaciones Socio-Profesionales

graf41: criados. 2: militares. 3: clérigos y religiosos. 4: canteros. 5: hidalgos. 6: sastres. 7: mercader. 8: herrador. 9: licenciado. 10: médico. 11: platero. 12: escribano. 13: paje

P.3. LA LEGISLACIÓN SOBRE “PASAJEROS A INDIAS.”

Para poder viajar hasta las Indias, era necesario la obtención de una licencia es decir, estaban obligados a obtener un permiso de la Corona, que era dada a título personal e intransferible. Esta era una obligación que de manera continuada se recordaba lo que ha hecho pensar en la existencia de una emigración que podemos considerar como ilegal.

Tanto la salida de España como la rigurosa y estricta vigilancia sobre la entrada, eran recogidas por los funcionarios, pudiendo mostrarse en cualquier momento para comprobar su legalidad. Las mencionadas licencias tenían una validez de dos años, plazo que se les deba para poder embarcar, puesto que estamos ante un viaje nada fácil y que exigía un periodo amplio de preparación.

Ciertamente existieron licencias con carácter especial que exigían determinadas condiciones como podía ser, el paso hacia lugares prefijados por la Corona como podían ser Chile, Filipinas, La Florida o Río de la Plata, zonas poco apetecidas por los emigrantes pero que eran necesarias poblar, obligándose a residir entre seis y ocho años para posteriormente dar una cierta libertad de movimientos.

Especial eran también aquellos viajes que se solicitaban en función al ejercicio de determinados oficios y que podían necesitar un asentamiento, un sedentarismo que conllevaba la reproducción de la vida peninsular.

De la misma manera nos encontramos con las llamadas licencias temporales es decir, concedidas para un periodo y que estaban motivados por ejemplo, por una herencia, mercadurías, etc. Lo normal era concederlas por un período de tres años. Fuera a parte de estos casos, en líneas generales, el titular debía depositar una fianza de manera obligada que luego podía recuperar.

Obtener una licencia para el Nuevo Mundo no era nada fácil. Exigía un completo y complejo proceso de información sobre el demandante que comenzaba con la obligatoriedad de informar sobre la limpieza de sangre es decir, acreditar la naturaleza y calidad social, el no pertenecer a grupos sociales prohibidos. Se realizaba en el lugar de origen y se presentaba en la Casa de Contratación. Respecto a ello, la legislación decía lo siguiente:

  • “Ninguno nuevamente convertido a nuestra Santa Fe Católica de Moro o Indio, ni sus hijos puedan passar a las Indias sin expresa licencia nuestra.”[8]
  • “Mandamos, que ningún reconciliado, ni hijo del que públicamente huviere traído sambenito, ni hijo, ni nieto de quemado, o condenado por herética pravedad, ni apostasía por línea masculina, ni femenina, pueda passar, ni passe a nuestras Indias, ni islas adjacentes, penda de perdimiento de todos sus bienes para nuestra Cámara y fisco, y sus personas a nuestra merced, y de ser desterrado perpetuamente de las Indias, y si no tuvieran bienes, les den cien azotes públicamente…”[9]

En la limpieza, aparecían verdaderas genealogías de familiares, descripciones físicas de emigrante para que no hubiera una suplantación. Únicamente dos grupos sociales quedaron exentos de la limpieza de sangre. Los primeros, denominados provistos que viajaban para ejercer un cargo y función especial. Los segundos, loseclesiásticos.

La legislación recogía también la preferencia de la Corona por una emigración de tipo familiar. La preocupación residía especialmente en que el marido lo hiciera sin su mujer, imperando en ello unos criterios más propios del ambiente socio-religioso y cronológicamente en los años iniciales del siglo XVI para con Carlos I, aparecer una legislación en la que los varones casados que marchaban a Indias, eran seguidos y controlados, especialmente para que no se produjeran casos de abandono familiar o bigamia. Así, sobre la Legislación General podemos destacar:

  • “Mandamos, que no se consienta llevar, ni enviar a nuestras Indias, todos los casados, y desposados que sea, esclavos negros, siendo casado en estos Reynos, si no llevaren consigo a sus mujeres e hijos…”[10]
  • “Declaramos por personas prohibidas para embarcarse y passar a las Indias, todo los casados, y desposados de estos Reynos, si no llevaren consigo sus mugeres, aunque sean Virreyes, Oidores o Governadores, o que fueren a servir en qualesquier cargos, y oficios de Guerra, Justicia y Hazienda: porque es nuestra voluntad, que todos los susodichos lleven a sus mugeres: y asimismo concurra la calidad de llevar licencia nuestra para sus personas, mugeres y criados.[11]
  • “Habiendo reconocido cuanto conviene al servicio de nuestro señor, buen gobierno y administración de justicia de nuestros vasallos casados o desposados en estos reinos y ausentes en las Indias, donde viven y pasan apartados mucho tiempo de sus propias mujeres, vuelvan a ellos y asistan en lo que es su obligación…los hagan embarcar y venir a estos reinos sin dispensación.”[12]

De manera especial y, configurándose en el eje central del presente estudio, será la limpieza de sangre y el caso de los matrimonios, los que con un mayor detenimiento analizaré y serán presentados para el Trujillo del siglo XVI.

Pero además, la legislación amplia y como he indicado anteriormente, preocupada por no dejar ningún aspecto suelto, tocaba el tema de la mujer soltera, que un principio no se presentó como un problema pero que rápidamente comenzaron a llegar las quejas, especialmente por la proliferación de prostíbulos. Con Felipe II se inicia el control el llegar la obligatoriedad de marchar siempre acompañada de algún familiar.

Pensar que esta legislación funcionó correctamente sería un error o mejor dicho, hemos de pensar que existió una emigración ilegal. Ilegalidad desde el embarque de grupos que estaban expresamente prohibidos (no podemos conocer el grado que llegó a alcanzar, pero la misma legislación recuerda e incluso aumenta las penas porque denota la existencia de este tipo de emigración), sino de pasajeros que no cumplían los requisitos exigidos pues no podemos olvidar, que las licencias y el viaje suponía una aventura costosa y de mucho tiempo, elementos de los cuales se solía carecer.

Entre las formas habituales de realizar el viaje escapando a la legalidad nos encontramos por ejemplo, la falsificación de documentos, pues existía en torno a ello un auténtico “mercado”, tanto en la Corte como en Sevilla (tampoco podemos saber el grado que alcanzaron). Otra manera habitual era en las plazas de soldado o marinero en buques que daban facilidades en el reclutamiento y que posteriormente no regresaban a España con ellos. Sobornos a capitanes u oficiales encargados de la vigilancia se daban también con frecuencia.

Un último recursos era, el de partir de puertos que no fueran Sevilla o Cádiz, los lugares reconocidos como únicos oficialmente para el traslado de pasajeros y para el tráfico comercial. Canarias o Lisboa se convertían en centros de atracción para esta emigración ilegal que con el tiempo, obligo a la Corona a nombrar funcionarios para su control.

Todo este proceso de emigración ha dado lugar documentalmente a los Catálogos de Pasajeros, convirtiéndose en un complemente a la documentación general que se encuentra en el Archivo General de Indias.

3.1. El caso de la limpieza de sangre: Alonso Ramiro, vecino de Trujillo. Año: 1575.

Como he indicado anteriormente, uno de los aspectos más importantes en cuanto a la obtención de la licencia para pasar a Indias era la denominada información de limpieza de sangre. Estudiado en el caso del trujillano Alonso Ramiro, que solicita pasar al reino de Nueva España se nos pone de manifiesto cómo era el proceso y de cuantas partes constaban dichos informes: “En la çibdad de Truguillo en diez y nueve días del mes de Março de mill e quienientos e setenta e cinco años, antel ylustre Juan de Henao, corregidor de la dicha çibdad, e ante mi, Alonso Rodríguez, escribano público y del ayuntamiento desta dicha çibdad, por aprobación de su majestad, paresçió Alonso Ramiro, vecino de esta çibdad, e presentó el pedimento del tenor siguiente…”[13]

Obtenida licencia ésta no tenía validez si no aparecía el informe de limpieza de sangre y así lo expresa el dicho Alonso Ramiro: “…que yo digo que tengo çierta información ad perpetuam rey memoriare, por quanto yo tengo licencia de su Majestad para pasar a los Reynos de Nueva España y llevar conmigo a mi muger e hijos, conforme la dicha çédula real, tengo necesidad de hacer información de cómo soy el que va en dicha licencia y de la limpieza de mis padres e avuelos, y de cómo no somos prohibidos a pasar a aquellas partes y de cómo, ansi mismo, los dichos mis hijos no lo son, y de cómo son solteros y no sujetos a religión y de las señas de nuestras personas.”

La información expresa un primera parte donde aparece lo que podemos decir que tras la exposición por parte del demandante, se solicitaba al ayuntamiento la ratificación de lo que había sido expresado, llegando en el parentesco hasta sus abuelos, indicando si todos ellos son libres de delito relacionado con la fe, dando el nombre y los apellidos de los padres por parte de su mujer (Juan García Cerrajero y Francisca López) y los suyos (Pedro Ramiro y María Alonso). A continuación, el proceso de descripción continuaban con los abuelos tanto paternos (Pedro Ramiro e María Sánchez, Alonso Hernández y María Alonso) como maternos (Francisco de Salamanca y Teresa Álvarez, Juan de Escobar y Francisco López). La fórmula utilizada era la siguiente: “Yten, si saben y conocieron a Pedro Ramiro e Mari Sánchez, aguelos del dicho Alonso Ramiro de parte de padre, e si conocieron a Alonso Hernández y a Mari Alonso, aguelos del dicho Alonso por parte de madre…”

A continuación, en una segunda parte, la información solicitada giraba en torno a demostrar si estaban casados según mandaba la Santa Iglesia Católica, y los hijos fruto del dicho matrimonio: “Yten, si saben que dicho Alonso Ramiro y la dicha Inés García, su muguer, son marido e muguer legítimos, casados e velados según precepto de la Santa Madre Iglesia y que del dicho matrimonio, ovieron e procrearon a Alonso y a Francisco y Pedro, sus hijos legítimos avidos e procreados del dicho matrimonio y que por tales sus hijos los ven y an visto criar e mantener e llamadlos hijos, digan lo que saben.”

La sexta pregunta de la información nos introduce en la tercera parte, la descripción física del matrimonio, tanto del hombre como de la mujer y de sus hijos. Tengamos en cuenta que no existía otra forma de poder comprobar que la licencia presentada había sido expedida al pasajero que la mostraba. La descripción física era la una de las maneras de evitar que dichas licencias fueran pasadas a otros individuos y por tal, falsificadas: “…el dicho Alonso Ramiro de hedad de trinta e nueve años o quarenta años y alto de cuerpo barbirrubio y tiene una señal grande en el cornejal del ojo derecho. Y la dicha Inés García es de hedad de veinte e çinco años, poco más o menos, alta de cuerpo y blanca de rostro e oxos negros y tiene un lunar en la frente negro…” Lo hijos eran de dieciocho, quince y dos años.

La última parte de este procedimiento trata de la presentación de testigos. En nuestro caso, María Alonso, viuda; Diego Alonso, clérigo y Alonso Hernández, tejedor. Todos ellos, vecinos de la ciudad de Trujillo. El orden de respuesta de los testigos es el siguiente:

  • 1. Confirmación de que conocen a los dichos Alonso Ramiro e Inés García.
  • 2. De que no están sujetos a religión alguna que no sea la católica.
  • 3. No están perseguidos por la Inquisición: “…ni tampoco an sido castigados ni penitenciados por el Santo Oficio de la Santa Inquisçión…”, así como no son conversos sino cristianos viejos: “…son avidos e tenidos a esta çibdad de Trujillo por cristianos viejos de limpia generación, no moros ni judíos ni de los nuevamente convertidos a nuestra Santa Fee cathólica…”
  • 4. Que la descripción física de todos ellos concuerda.

Una vez finalizado este procedimiento, el escribano del ayuntamiento ratificaba todo lo anterior: (…) Yo Alonso Rodríguez, escribano público del número y ayuntamiento de esta çibdad de Triguillo que presente fui a lo susodicho, lo fize sacar y escribir según que ante mi pasó y demandamiendo del dicho señor Arenguer que aquí firmó su nombre e de pedimento del dicho Alonso Ramiro que doy yo fee que le conozco e a su muger por ende en fe e testimonio de verdad hize mi signo acostumbrado ques atal.
Alonso Rodríguez, escribano (rúbrica)

Pero el proceso no había terminado. Obtenida la información y con la licencia firmada en Madrid en 1574, formando parte del conjunto de documentos exigidos para pasar a Indias, el demandante tenía que presentarse en la Casa de Contratación de Indias en Sevilla y que allí, le fuera aceptada y concedida definitivamente la licencia para pasar: “En Sevilla en la Casa de la Contratación de las Indias, a diez y ocho del mes de Mayo de mill e quinientos y setenta y çinco años, los señores juezes, officiales de su majestad en la dicha Cassa, dixieron que davan y dieron licencia a el dicho Alonso Ramírez para que pueda pasar y pase a Nueva España y llebar consigo a Inés García, su muger y a Alonso Ramiro y Francisco y Pedro, sus hijos solteros, conforme a la licencia de su majestad que presentaron poniendo en la licencia que se le diere, la edad y señas de sus personas.”

doc1Rúbrica del secretario del ayuntamiento de Trujillo que pone final al informe de “Limpieza de sangre.”

P.4. CUANDO NO SE REGRESA A ESPAÑA.

Hay un interesante aspecto referente al regreso desde Las Indias a España, es decir, el proceso contrario al anteriormente estudiado. Salvo raras excepciones, resulta complicado saber si quien emigraba a América, lo hacía con intenciones de volver. Volver dependía por ejemplo, de la experiencia vivida en Las Indias y del nivel de éxito alcanzado por las empresas allí desempeñadas. Como señala la doctora Sánchez Rubio[14], quienes se convierten en exponente más claro de todo ello, son los que gozaron de licencias temporales, por ejemplo los mercaderes, y que debían de regresar expirados el plazo concedido.

Vuelven en ocasiones, aquellos que tiene ya intención de permanecer en su lugar de origen o tiene también la intención de regresar una vez más a Las Indias y lo han hecho para cobrar un testamento, visitar parientes, solicitar algún cargo o mercedes al Rey, inversiones en sus propiedades.

Pero existían casos, por diversos motivos, en los que las intenciones no eran claramente las de volver. He escogido para ello, las muestras de dos trujillanos que por diferentes motivos no puede uno y posiblemente no quiere el otro regresar a España. El primero, por tener problemas con la justicia del Perú y además verse obligado por la ley a reclamar a su esposa. El segundo, deja ver claramente que sus intenciones son desprenderse de todo lo que posee en España.

Referencias documentales para los casos en que se envían dinero con claras intenciones están perfectamente estudiadas por ejemplo para los casos de lasfundaciones donde el dinero es la base económica de la fundación como requisito necesario para que el capellán destinado, normalmente pariente del fundador u otra persona amiga o conocida, pudiera cumplir con las cargas impuestas por el mismo[15]. Así conocemos hoy los casos del doctor don Marcos Ramos, natural de la Coronada, donde mandó fundar una Capellanía, siendo canónigo de la catedral de Trujillo[16].

4.1. Poder otorgado en el Cuzco para llevar una esposa desde España. El caso de Alonso Castro y Leonor López.

Sabemos que la Legislación de pasajeros a Indias expresaba y regulaba todo lo relacionado al paso a éstas de varones casados sin sus mujeres y de mujeres solteras. Ya se ha mencionado, que el control y la vigilancia exigía, que en el caso de pasar al Nuevo Mundo sin su mujer, el marido quedaba obligado pasado un cierto tiempo a mandar por ella. Fue el caso de Alonso de Castro, que en el año 1586 da poder para que su mujer, Leonor López pueda viajar hasta Cuzco ante la imposibilidad de realizar dicho viaje él mismo, al tener problemas con la justicia en el Perú en relación con sus posesiones y haciendas.

Gozó con la ventaja de que en el momento de solicitar la licencia, en Trujillo se encontraban el capitán Martín Meneses[17], vecino de la ciudad de Cuzco y natural de Trujillo, así como el hermano del demandante, Pedro de Castro y Juan Gómez, al que entrega la cantidad de quinientos ducados para cubrir los gastos del viaje y poder realizar todas las diligencias necesarias, “…Y sobre ello hagan las diligencias que convengan…representando mi persona puedan parecer y parezcan ante su Majestad y señores de su rreal Audiencia e ente qualesquier sus justicias e juezes e puedan e requieran a la dicho Leonor López, mi muguer…”

Comparecen ante las autoridades competentes para obtener la licencia, exponiendo los motivos por los cuales el marido no realiza las gestiones personalmente: “Y sobre ello hagan las diligencias que convengan atento que en estos rreynos soy lolestado y agraviado por las justicias de este dicho rreyno, para que vaya a los dichos rreynos de España al dicho efecto. Y me tienen tomados y secuestrados mis bienes e yo al presente no puedo yr por no tener recogidas mis haziendas y si fuese perderían todos.”

El poder fue concedido en Cuzco el 16 de enero del año 1586, siendo testigos Francisco de Morales, presbítero y don Melchor Maldonado y Alonso Paniagua. Dio fe de ello, los escribanos Alonso de Castro y Sebastián de Vera.

4.2. Poder de “otorgamiento y consentimiento” para vender y heredar.

El último de los casos que traemos hasta este estudio, hace referencia a Cristóbal Fernández, vecino de la ciudad de México en Nueva España, el cual entrega una carta por medio de la cual da licencia y concede todos sus bienes a los familiares que se encuentran en Trujillo: “Sepan cuantos esta carta vieren, como yo, Cristóbal Fernández, vecino de la ciudad de México en la Nueva España, natural de Trujillo en Extremadura de Castilla. Hijo legítimo de Gonçalo Fernández, difunto y de Juana Rodríguez Barroso su mujer, vecino y naturales de la ciudad de Trujillo…”[18]

La mencionada carta da poder a Gonzalo de las Casas, Juan Fernández, Alexo González de San Pedro, presbítero y a Cristóbal de Amarilla así como a Juana Rodríguez Barroso, su madre, para que en su nombre “…puedan recibir y enviar en juicio y fuera de todas y cualquier personas, todos los ducados y maravedíes y pesos de oro y otra cualquier bienes…”[19] De la misma manera, en su nombre y con el mencionado dinero, puedan pagar todo lo que se deba, renunciando además a cualquier herencia por parte de él: “para que reciban cualquier peso de oro, plata y otras cosas que son en enviar de esta Nueva España…así como por herencia de los dichos mi padres y hermanos y de otras personas como por escripturas censuales, cuentas de libros y cartas misivas y en cualquier manera y ansí mismo, e de lo que recibieran, puedan dar en sus cartas de pagos este finiquito.”

El mencionado poder termina concediendo licencia para que en su nombre, puedan vender cualquiera de los bienes, tanto muebles como raíces que le pertenezcan.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Trujillo se configura pues como espacio natural, social y económico que sirve de modelo y ejemplo en el estudio de la emigración a Las Indias. El mencionado fenómeno, queda claramente –difícil sería de no ser así su comprensión- inserto dentro de la importante emigración realizada desde Extremadura.

El fenómeno de la emigración atendiendo a los parámetros que se han ido estableciendo y ratificado en casos específicos, nos hablan con toda claridad de un trasvase de población que buscó insistentemente las mejoras de sus incomodas condiciones de vida en la región o en los lugares determinados movidos por una tarea específica o un viaje programado con unas claras intenciones sociales.

El proceso de América es algo amplio, que bajo mi punto de vista, refleja con claridad el deseo de trasladar los modelos españoles en sociedad, política, cultura, religión y administración, sin quedarnos en viejas retóricas que mal forman una visión de este acontecimiento que marcó el inicio de una nueva edad histórica y del propio hombre.

Los intereses de una Corona que consideraba como suya la tierras descubiertas y que como tal se portó. El conocimiento de todo ello es imprescindible y obligatorio para cualquier historiador o persona interesada en el pasado. Subsistieron más que notables factores para que este hombre extremeño, tipificado en el presente estudio a través de los ejemplos de trujillanos del siglo XVI, se determinara en buscar una salida hacia el Nuevo Mundo.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA:

  • Archivo Municipal de Trujillo: legajos 53 y 34. Años: 1575 y 1585.
  • Conjunto Documental Inédito procedente de la Casa de Contratación de Indias. Curso de Doctorado: Documentación y Fuentes Inéditas en la Emigración a Las Indias. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Extremadura. Departamento de Historia Moderna. 1995-1996. Cáceres. A esto mismo pertenecen:
  • Documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de antiguas posesiones españolas en Ultramar. Madrid (1985).
  • Documentos inéditos para la historia de Hispanoamérica. Madrid, Barcelona y Buenos Aires (1930-1986).
  • Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias, mandadas imprimir y publicar por la Majestad Católica del rey don Carlos II, consistente en cuatro volúmenes en edición de facsímil (Madrid, 1973) y la obra De Veitia y Linaje titulada Norte de la Contratación de las Indias, en facsímil (Madrid, 1981).
  • Cardialliaguet Quirant, M.: Historia de Extremadura. Biblioteca Popular Extremeña. Editorial Universitas. Badajoz, 1988.
  • Hernández Bermejo, M.A.; Santillana Pérez, M. y Testón Núñez, I: El contexto familiar de la emigración a Indias en el siglo XVI. Separata Studio Historia. Salamanca.
  • Iglesias Aunión, P.: La emigración a Indias en la Comarca de Lácara. Historia de la Comarca de Lácara. Del Medievo a los Tiempos Modernos.Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Adecom-Lácara. Puebla de la Calzada, 2001.
  • Méndez Venegas, E.: Fundaciones de indianos badajocenses. Badajoz, 1987.
  • Mörner, M.: Movimiento Migratorio a Hispanoamérica. Suplemento de A.E.A., tomo XLVIII. Historia y Bibliografía, nº.2- 1991.
  • Pérez, J.: Historia de España. Editorial Crítica. Barcelona, 1999.
  • Sánchez Rubio, R.: Ficheros de emigrantes. La emigración extremeña el Nuevo Mundo. Sociedad Estatal Quinto Centenario. Ediciones Siruela, S.A. Madrid, 1993.

INFORMACIÓN DE LIMPIEZA DE SANGRE. CONJUNTO DOCUMENTAL I

doc2PODER OTORGADO EN EL CUZCO PARA LLEVAR A UNA ESPOSA DESDE ESPAÑA

doc3ARCHIVO MUNICIPAL DE TRUJILLO. I

doc4ARCHIVO MUNICIPAL DE TRUJILLO. I

doc5


NOTAS:

[1] Pérez, J.: Historia de España. Editorial Crítica. Pág. 140. Barcelona, 1999.

[2] Quiero reconocer desde estas páginas, mi más sincero y profundo agradecimiento a la doctora Rocío Sánchez Rubio la cual, me proporcionó en el curso de doctorado del año 96, un conjunto de fuentes documentales sobre las que ha podido basar este presente estudio.

[3] Sánchez Rubio, Rocío: La emigración extremeña al Nuevo Mundo. Exclusiones voluntarias y forzosas de un pueblo periférico en el siglo XVI. Junta de Extremadura. Sociedad Estatal del Quinto Centenario. Madrid, 1993.

[4] En el número total de individuos que marcharon a Las Indias, aparecen incluidos un grupo de diez que lo hacen en los años iniciales del siglo XVII, para cerrar mejor los datos estadísticos al igual que el único individuo que lo hizo en el siglo XV (año 1499).

[5] Sánchez Rubio, Rocío: op.cit. pág. 139.

[6] Al expresar el término “sin especificar” quiere decir que las fuentes utilizadas para la elaboración del fichero de emigrantes de la doctora Sánchez Rubio, únicamente aparecen que emigra en el siglo XVI sin aclararse el año concreto en el que lo hace.

[7] Respecto a los Pizarros, en el fichero de pasajeros a Indias aparecen Hernando Pizarro en el año 1530 al Perú como hidalgo y Juan Pizarro de Orellana en 1531, también al Perú.

[8] Recopilación, Ley XV.

[9] Recopilación, Ley XVI: según Veitia estas prohibiciones se ratificaron por cédulas de los años 1518, 1522, 1530 y 1539.

[10] Recopilación, ley XXII.

[11] Recopilación, ley XXVIII.

[12] Real Cédula del año 1544.

[13] Curso de Doctorado: Documentación y Fuentes Inéditas en la Emigración a Las Indias. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Extremadura. Departamento de Historia Moderna. 1995-1996. Cáceres. Para el mencionado Informe, las citas textuales o literales proviene siempre de esta misma fuente.

[14] Op.cit. pág. 351.

[15] Méndez Venegas, EladioFundaciones de indianos badajocenses. Badajoz, 1987. Pág. 53

[16] Ibíd. Pág. 168.

[17] Hemos estudiado en capítulos anteriores que este capitán marchó a la Isla de Santa Marta en el año 1536

[18] Archivo Municipal de Trujillo. Legajo 53. 17/10/1575.

[19] Ibíd.

Oct 011999
 

Pablo Iglesias Aunión.

– Introducción –

Cuando nos introducimos en la historia de Extremadura durante el período moderno y lo hacemos desde una perspectiva tan compleja pero tan rica como la de la expresión religiosa, no debemos olvidar que lo que estamos haciendo es diseccionar uno de los tejidos más apasionantes de nuestro pasado.

Quizás el tema del franciscanismo pueda ser un pretexto para adentrarme en este campo. Lo que sí es cierto es que, en la zona de la Baja Extremadura y concretamente en el área de influencia que tuvo el Convento de San Isidro de Loriana, aparecen rasgos, expresiones, comportamientos y actitudes, que movieron durante estos tres siglos a todo un conjunto de actividades que merecen enormemente la pena estudiar. Preciso será pues primero, entender el marco cronológico en que nos desenvolvemos para posteriormente adentrarnos con una mayor exactitud y un mejor detenimiento, el tema escogido.

Porque cierto es que, España seguirá muy lentamente todos los influjos que le van llegando de Europa, en lo religioso ocurrirá algo muy parecido máxime, si tenemos en cuenta el protagonismo español en el siglo XVI, cuando nuestro emperador Carlos V, se alza en la defensa de una unidad europea bajo la bandera del catolicismo[1] frente a las transformaciones que estaba planteando el protestantismo.

La centuria posterior del XVII, tendrá para nosotros una especial significación con la aplicación de las normas tridentinas, desde la exigencia en una mayor formación del clero, la residencia de los obispos en sus lugares de actuación, la formación catequética, la potenciación de la religiosidad popular por medio de la piedad, uno de ellos sería el tema de la pobreza donde el franciscanismo tendrá mucho que decir.

Lo cierto es que, el comienzo de la Edad Moderna, nos ofrece una serie de cambios importantes y transcendentales que se inician ya con la aparición del Nuevo Mundo (sin el ánimo de prefijar unas fechas) y que de esta forma, América se abre como terreno de gran exponente para el mismo tema que trato pero que, los congresos celebrados sobre la presencia franciscana en el Nuevo Mundo, especialmente importante el celebrado en La Rábida (21 al 26 de septiembre de 1987), han marcado la producción historiográfica sobre ello.

Estamos en los años del erasmismo, del humanismo, del luteranismo, de la reforma protestante y del Concilio de Trento, como aspectos que condicionan todo el siglo XVI, la centuria barroca del XVII y que no serán cuestionados hasta el intelectualismo del siglo de las luces con la ilustración del XVIII.

Los Tiempos Modernos han venido pues marcado por elementos esencialmente espirituales, acolmatados de movimientos (para algunos historiadores revoluciones), unas veces apoyadas en causas estrictamente religiosas y otras de carácter político (véanse las comunidades, germanías, Alpujarras, independencia de Portugal, etc.). En todo este panorama, nos hemos encontrado siempre con la actitud por parte del hombre, bien represora, por medio del Estado y de la propia Iglesia, bien de manera conjunta; igualmente un hombre reprimido, que buscó válvulas de escape y que lo encontró en la religión.

Sin embargo, sería enormemente imparcial, si quedara exclusiva esta visión de la Edad Moderna. A pesar de que la gran estructura de los Austrias, hizo de España una corona que a pasos agigantados fue perdiendo el tren de la aculturación, no permitiendo el desarrollo de las ciencias en su plenitud o al menos como estaba ocurriendo en otros lugares de Europa. A pesar de que, existía un índice de libros prohibidos (Códices de la Inquisición) y de que, se prohibió el paso de nuestras fronteras por parte de intelectuales que sin duda hubieran enriquecido nuestras universidades, a pesar de todo ello, hubo algo que escapó al control del estado: el espíritu y la mentalidad del hombre.

Es por lo que resulta imposible comprender estos siglos, si no entendemos el comportamiento mental del hombre desde el plano religioso, desde la espiritualidad que caracterizó a estos siglos. De esta manera uno es capaz de adentrarse en el humanismo del XVI, en las formas retorcidas y en la expresividad brusca y temerosa del XVII y en la fuerza racional del XVIII. En el plano religioso, el franciscanismo tendrá mucho que decir, especialmente en Extremadura y de una manera más parcial, en la zona de la Baja Extremadura.

El espíritu franciscano en la Edad Moderna extremeña: objetivo del trabajo.

Descendiendo al tema en concreto que refleja el presente estudio, la presencia franciscana en la Baja Extremadura por medio del ejemplo que llevaron sobre una amplia zona de ésta los conventuales y ermitas franciscanas levantados en el siglo XVI y sus transformaciones hasta la centuria del XVIII, lo que pretendo es esencialmente estudiar el impacto que provocó esta presencia franciscana en un núcleo geográfico que podemos dividir en dos partes:

1.- Siglos XVI y XVII: centro de actuación el convento de San Isidro de Loriana en la dehesa del mismo nombre y sus repercusiones en La Roca de la Sierra, La Nava de Santiago, Torremayor, Montijo, Puebla de la Calzada y Lobón.

2.- Siglo XVIII-XIX: la fundación del Convento del Santísimo Cristo del Pasmo bajo la rama franciscana femenina de las clarisas y procesos de elección de sacristán-capellán y abadesa.

Teniendo como fuentes primordiales las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada para los años centrales del XVIII, la situación en la que se encuentran los conventos de estas poblaciones.

Además, se añade una segunda fuente, el Censo de Floridablanca, con una situación que se abre a otros lugares tales como, Badajoz, Mérida, Zafra, Llerena, Fuente de Canto y Fuente del Maestre como cotejo general de la zona.

De esta manera, el período que hemos mencionado de Edad Moderna, en la zona dela Baja Extremadura estudiada, nos ofrece una impronta franciscana que resulta de enorme y extraordinaria importancia y sin la que muchos aspectos de nuestra historia no tendrían especial sentido.

Todo ello inserto en una realidad, la extremeña, que nos inicia en la idea de que la territorialidad descrita tiene que esta adscrita a un marco más general, a un ámbito espacial que le da un gran significado. Así, podemos hablar de una sociedad extremeña y de una espiritualidad franciscana.

Respecto a la primera, la sociedad extremeña en los Tiempos Modernos es una realidad bastante compleja por varios motivos. Desde su poblamiento diverso, heterogéneo, hasta su propio tejido que comprende grupos nobiliares, oligarquías locales, campesinado, desheredados de la tierra y pobres de solemnidad (importante en l mundo franciscano).

Precisamente el pilar sobre el que quiero fundamenta este trabajo es sobre el segundo de los aspectos, el religioso. La presencia de una idea de Dios, de la religión y de la fe católica, marcan los siglos de la modernidad. El profesor Julio Fernández Nieva afirma que quien da cohesión a la sociedad civil es la Iglesia.

Luego Extremadura, nos plantea un ámbito desde el Antiguo Régimen en la que, junto a las básicas estructuras económicas y sociales, se añade la especial relevancia de las formas religiosas. A cada momento, a cada siglo le corresponde un tipo de mentalidad y por tal un tipo de comportamiento y de respuesta religiosa, articulada en una economía señorial y una sociedad muy estamentalizada.

La presencia franciscana tiene igualmente su devenir en estos siglos. Los franciscanos, se verán envueltos ya desde el siglo XIV en la historia propia y singular de estas tierras extremeñas. Cuando la modernidad se acerca, toda Extremadura se había convertido en un auténtico telar sobre el que se comenzaban a tejer las edificaciones y las obras franciscanas. Se ha afirmado lo siguiente: “A finales del siglo XV, toda Extremadura se había convertido en una auténtico vivero de los más subidos fervores reformistas…la eterna tentación de la vida eremítica, siempre renovada y siempre superada en las reformas franciscanas.”[2]

Por ello, hablar del franciscanismo en este marco cronológico es hablar de fr. Juan de la Puebla, fr. Francisco del Campo, fr. Francisco de Oropesa, fr. Juan de Guadalupe, y toda una larga lista que irá engordando a lo largo de los años para analizar por parte de quien estudia este tema, las luchas entre observantes y descalzos, la obra de Pedro de Alcántara, las divisiones de las provincias de San Gabriel y San José, en la que no me adentro pues la producción historiográfica es amplia y completa.

No quiero por tal, centrarme en estos núcleos temáticos, que sin duda han generado ya, importantes publicaciones y, dado a la luz, estudios que sirven actualmente de punto de referencia para tales temas.

Sin embargo, el impacto del franciscanismo desde mediados del siglo XVI sobre la actual comarca emeritense, es de un acento elevado si miramos a un núcleo, a un eje que se convierte y transforma en centro de todo ello: el convento de San Isidro de Loriana.

Para su estudio, dentro de lo que podemos denominar como circuito franciscano, reitero la idea inicial de establecer dos ejes cronológicos: el primero de ello para los siglos XVI y XVII. El segundo, para la centuria del XVIII al nacer en la villa de Montijo, población de enorme influencia en la comarca emeritense durante la Edad Moderna, el convento del Santísimo Cristo del Pasmo, dentro de la rama femenina del franciscanismo: las clarisas.

El Convento franciscano de San Isidro de Loriana: su influencia en la Comarca Emeritense.

En primer lugar, hemos de señalar que, a la hora de hablar sobre la comarca emeritense, centro geográficamente esta área en una parte de ella es decir, en lo que hoy equivale a la zona de las Vegas Bajas del Guadiana: Montijo, Puebla de la Calzada, Lobón y Torremayor y, la zona de influencia dentro de la actual Comarca de Lácara: Esparragalejos, Puebla de Obando y La Roca de la Sierra.

Desde aquí, comenzamos a entender el nacimiento del convento franciscano de San Isidro de Loriana en la dehesa de su mismo nombre, cerca de la entonces Villa del Manzanete, actual Roca de la Sierra.

1.- Nace el convento franciscano de San Isidro de Loriana.

El estudio actual sobre el convento de Loriana se asienta sobre importantes y amplios estudios, a pesar de que, la parte final en la vida del convento, la tenemos muy pobremente estudiada y sin embargo, pudiera ser aquí, en el presente estudio para estos Coloquios, el momento de dar a conocer un evolución cronológica e histórica bastante completa.

San Isidro de Loriana es levantado en el año 1551 por fr. Alonso del Manzanete, dentro de la conocida dehesa de Loriana. El apoyo económico de fr. Alonso residió en el caballero Juan Velázquez Dávila, el cual, se ofreció para correr con los gastos de edificación del convento y atención a los religiosos, siempre y cuando, esa edificación fuera realizada en territorio de su propiedad[3].

Lógicamente, la oferta fue aceptada por fr. Alonso, el cual escogió para su construcción, una antigua ermita dedicada a San Isidro, muy próxima a la casa del caballero fautor. Fue una edificación humilde y pequeña: “que no avía en ella más que dos quartos pequeños de tapias, sin Claustro; cuyos altos se dividieron en siete celdas, y lo baxo en Receptorio, cozina, Deporfundis, oficina y Sacristía.”[4]

En el año 1551, quedó inaugurado el mencionado convento que iba a tener en toda la comarca una importancia extraordinaria ya que, la acción de los frailes, será visible en la casi totalidad de pueblos, especialmente en sus predicaciones de las que posteriormente, podremos ver claros ejemplos en diferentes instituciones religiosas. Además, desde este momento e insistiendo en la idea de la influencia, se levantarán otros conventos en la zona: “…se ofreció a hacerle un convento en una ermita que estaba en aquel despoblado, de la advocación de San Isidro, que se cree haber sido antiguamente de los templarios.”[5]

Fray Alonso fue Guardián del convento durante siete años, pasando posteriormente a vivir a Rocamador, Salvatierra y Alconchel, donde moriría en el año 1569. En el convento de Loriana se realizaron los Definitorios Provinciales de 1557 y 1559, siendo elegido Comisario Provincial, San Pedro de Alcántara. Fr. Alonso, ha pasado a la Historia extremeña por ser un hombre virtuoso, que tomó el hábito en el año 1526 en Badajoz. La dedicación a una vida marcada por austeridad, le permitió un Bula Papal de la cual nace la creación del convento de la descalces.

El convento se encuentra situado en la vertiente sur de las estribaciones de la Sierra de San Pedro, en una dehesa que en su momento estuvo poblada y que, a mediados del siglo XVIII, aparece ya como dehesa despoblada de Loriana. Muy cercano a la Roca de la Sierra, situado como ya he indicado en la dehesa que recibe el mismo nombre, en la finca del Vidrio, límite con la del Carnero, aparece hoy aún majestuosos, los restos del que fue este convento.

Esta dehesa que en el siglo XVI, comenzó a concentrar población, estaba adscrita jurisdiccionalmente a La Nava de Santiago. El nombre de Loriana proviene del riachuelo que pasa, el Lorianilla, afluente del río Alcazaba.

Hipólito Ámez Prieto, afirma que, a inicios del siglo XVI, en el año 1605, agravado arquitectónicamente por la humedad, el convento fu remodelado, reedificándose en un lugar mucho más alto y seguro. Nuevas modificaciones conocerá el convento si tenemos en cuenta, que la ubicación geográfica lo sitúa en las proximidades de la frontera con Portugal por lo que, en la centuria siguiente, sufrirá los efectos de la guerra de secesión.

El protector del convento fue el Marqués de Loriana, don Juan Vázquez Dávila, al que fr. Alonso recurrió para que éste, fuera levantado a sus expensas. En un estudio recientemente publicado por Ámez Prieto afirma que, su fábrica era pobre y pequeña, con unos muros de tapial, en cuyo interior, se encontraban siete celdas situadas en la parte alta, mientras que en la baja, aparecían el refectorio, cocina, sacristía y demás dependencias (actualmente son visibles los restos donde se encontraban dichas dependencias).

A partir de 1593, el convento pasó a la Provincia de San Gabriel, extendida por toda Extremadura, lo que trajo como primera consecuencia, una reedificación y reformas en él y que han sido expresadas anteriormente en relación con la humedad y proximidad al río. Entra así el conventual de Loriana, en el mismo circuito de poblaciones pertenecientes a la Orden de Santiago y que sufrieron problemas como edificaciones que aprovecharon (este es el caso de la antigua ermita de San Isidro) y que, por la proximidad a los ríos, tuvieron que ser reedificadas en otros lugares. Además, en el siglo XVII el convento –según han señalado ya algunos especialistas en diferentes estudios- sintió los estragos de la guerra con Portugal, siendo modificados algunas de sus partes por los daños sufridos en ese momento.

Nos situamos ante un edificio realizado en mampostería, ladrillo y sillares, cuya fábrica gira toda ella en torno al claustro central, reducido, muy apropiado en líneas generales con la obra de los descalzos. El mencionado claustro, tiene unos veinticinco metros cuadrados, que se ha levantado como imagen simbólica de las actuales ruinas del conventual. Igualmente destaca el patio, el pozo con su brocal –de forma cuadrada y realizado en cantería- En torno al claustro se organizan y distribuyen todas las demás dependencias: refectorio, coro, sacristía, biblioteca, sacristía, corredores y las doce celdas.

La iglesia del convento, que como el resto del convento, actualmente se encuentra en un estado realmente lamentable e incluso peligroso de ser visitado por su amenaza de derrumbe, es de la misma forma de reducidas dimensiones. Está levantada sobre una sola nave dividida en tres tramos, apareciendo en primer lugar el coro, con la cabecera absidal y toda ella, se encontraba cerrada y abovedada.

Pero si hay una imagen que define e identifica a Loriana desde el punto de vista arquitectónico es sin duda, los cinco grandes contrafuertes, macizos y escalonados que se encuentran en su lado meridional. Es una imagen que estructuralmente nos recuerda a la iglesia parroquial de La Nava de Santiago.

Lo cierto es que, hoy parece un edificio perdido y de grandes problemáticas para su recuperación. Sin embargo, no ya desde una visión artística, sino igualmente histórica, Loriana tuvo un empuje en la comarca de grandes herencias. Su misma evolución poblacional, nos relaciona la vida del monasterio con el de la propia dehesa, en la que debió de surgir un pequeño núcleo poblacional en torno a la vida que generaba la comunidad franciscana.

En el Catastro del Marqués de la Ensenada para mediados del siglo XVIII, se dice de esta dehesa: “En la dehesa villa despoblada de Loriana, a diez días del mes de enero, de mil setecientos y cinquenta y quatro año. El Señor Conde de Benajiar, ministro principal para el establecimiento de la única contribución en este Provincia…”[6]

Los datos demográficos en relación al número de frailes que tuvo el convento de Loriana desde 1587 a 1834, incorporando como datos inéditos a su estudio, son los que precisamente nos proporcionan el catastro de Ensenada y el Censo de Floridablanca y, permiten la realización del siguiente gráfico:

AÑOS NÚMERO DE FRAILES[7]
1587 10
1605 13
1628 16
1645 12
1675 16
1753 33
1821-1834 7

Comunidad de San Isidro de Loriana. Siglos XVI-XIX

graf1Para el año 1753, en la trigésimo novena respuesta del catastro de Ensenada se dice sobre el convento de Loriana: “…que en este término hay un convento de religiosos franciscanos descalzos que se compone su comunidad de catorze sacerdotes, quatro coristas, ocho legos y siete donados.”[8]

2.- La presencia de los franciscanos descalzos en la comarca.-

Sin el ánimo de caer en la repetición, las fuentes parroquiales de los diferentes pueblos de la comarca, recogen en sus diferentes instituciones, la presencia de los frailes franciscanos de Loriana así como, la de otros frailes igualmente franciscanos que, desde el siglo XVI y hasta el siglo XIX, llenan con sus predicaciones y sermones las fiestas, charlas cuaresmales, etc. Igualmente, el convento recogió individuos que fueron frailes naturales de las poblaciones cercanas, como se puede observar en la tabla siguiente.

He tomado como referencia la villa de Montijo, por extensión en cuanto a núcleo poblacional y por instituciones ya que, esta presencia franciscana la reflejo en relación a: iglesia parroquial; hospital de pobres; cofradías y patrona. Todo ello, a lo largo del siglo XVIII y parte del XIX, concretamente entre los años 1716 y 1815. El impacto franciscano es considerable, veamos:

Institución Año Predicador Motivo Pago
Parroquia de San Pedro Apóstol.[9] 1798 Fr. Juan de Rivera. Guardián del Convento de Loriana. Viernes Santo: entierro de Cristo. 60 reales v.
1799 Fr. Juan de Albalá. Descalzo[10] 45 r.v.
1800 Fr. Toribio del Barco. Observante. 45 r.v.
1801 Fr. Manuel del Montijo. Descalzo 45 r.v.
1802 Fr. Agustín Bonajera. Observante. 45 r.v.
1803 Fr. Pedro de Garrovillas. Descalzo. 45 r.v.
1804 Fr. Miguel de los Santos. Observante. 60 r.v.
1805 Fr. Juan de Torrecilla. Descalzo. 60 r.v.
1808 Fr. Fernando Vaca. Observante. 60 r.v.
1810 -13 Fr. Alonso Calvo. Observante 60 r.v.
1814 Fr. Juan Cano. Observante. 80 r.v.
1815 Fr. Toribio de Jesús. Descalzo 320 r.v.
Cofradía de la Vera-Cruz[11] 1723 Fr. Francisco Durán Romero. Observante. Predicación de un fraile la noche del Jueves Santo para los disciplinantes 15 r.v. de limosna
1725 Pedro Sánchez Barrena. Síndico del convento de Loriana.[12] 15 r.v. de limosna.
Ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno 1760 Fr. Francisco de Fermoselle. Descalzo. Sermón día de la festividad de la imagen. 40 r.v.
1761 Pagados al conventual de Loriana 40 r.v.
1762 Fr. Francisco Zeverino 40 r.v.
1763 Pagados al conventual de Loriana 45 r.v.
Nuestra Señora de Barbaño. Patrona 1814 Fr. Francisco Sierra. Descalzo. Día 8 de septiembre. Festividad imagen.

El Convento franciscano del Santísimo Cristo del Pasmo en la Villa de Montijo: antecedentes y evolución. Siglos XVI al XIX

Para tener una visión completa de la presencia franciscana en la villa de Montijo y acceder con total conocimiento a lo que es el convento franciscano de clarisas bajo la advocación del Santísimo Cristo del Pasmo, hemos de trazar la siguiente línea de evolución cronológica:

  1. Beaterio de la Orden Tercera Franciscana: años 1548-1617.
  2. Beaterio de Nuestra Señora de los Remedio: 1617-1699.
  3. Convento del Stmo. Cristo del Pasmo: siglos XVIII-XIX.

1.- Beaterio de la Orden Tercera Franciscana: años 1548-1617.-

Muestra ineludible de la influencia franciscana en la comarca emeritense está en, que a lo largo de todo el siglo XVI, tanto en la rama masculina como en la femenina, nacieron más de una docena de conventos, tanto en ciudades como en villas y aldeas. Las poblaciones conformadas sobre un núcleo demográfico importante, recogieron rápidamente este testimonio. Es el caso de la villa de Lobón, con un convento de franciscanos observantes o la de Montijo, con la presencia de la rama femenina de las clarisas.

Pero en los orígenes del actual convento de clarisas montijano, existe un devenir histórico rico, ameno y crucial para entender lo que ha sido y es, el franciscanismo extremeño.

El origen arranca en el primer beaterio que existió con referencias cronológicas al primer cuarto del siglo XVI, sobre el año 1548. Mujeres que por su condición social no podían ingresar en conventos, imposibilitadas de entregar las dotes o por propios obstáculos familiares, decidían enclaustrarse de manera voluntaria en sus casas tomando en este caso, la regla franciscana. Así, han pasado a engrosar las listas de nombres en nuestros pueblos dentro del capítulo de las beatas. Vistiendo el hábito religioso pero, sin pertenecer a ninguna orden ni comunidad, viven en sus casas un vida de recogimiento y dedicadas a obras de virtud.

Las primeras referencias para Montijo como he indicado anteriormente, nacen a la altura del año 1548, cuando la familia de Beatriz Jiménez decide trasladarse a Elbas, desprendiéndose de una media casa que poseía en la villa montijana. Dado poder a Juan Rodríguez, su padrastro, el 21 de febrero del año 1548, se firma el antedicho poder que es refrendado por el escribano portugués Arias Gomes.[13]

La casa fue comprada por las beatas Isabel Alonso, Catalina Enterey y Juana Gómez, a las que podemos considerar como fundadoras del primer beaterio en Montijo, situado en la calle Badajoz.

Un segundo momento importante es el testamento de Marina Sánchez. Esta mujer, que no vivía en el beaterio ni pertenecía a comunidad alguna, testó una casa a favor de las beatas que daría lugar al segundo de los beaterios, el de Nuestra Señora de los Remedios. Gracias a un libro de mandas testamentarias existente en el Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol, hemos podido recuperar una buena parte del mencionado testamento que ahora, por su importancia, reproduzco en este estudio[14]:

María Sánchez, hija de Diego García. Es de las Monjas de esta Villa.

“Yn dey nomine amén. Sepan quantos esta carta de testamento, última y postrímera voluntad vieren, como yo, Marina Sánchez, hija de Diego García del Miradero, vecina de esta villa.

Estando enferma del cuerpo y sana de la voluntad en toda misma memoria y entendimiento natural a la que Dios Nuestro Señor fue servido darme, creyendo firmemente creo en este misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas y un solo Dios verdadero. Y en todos los demás que tiene y creo y confiesa la Santa Madre Iglesia Romana. Y baxo de esta fe y creencia que tengo confesada, profeso vivir y morir y, si lo que Dios Nuestro Señor no quiere ni permita por persuasión del demonio o demencia grave o en otra manera, ahora en otro cualquier tiempo alguno lo dijere o pensare contra lo que tengo dicho y confesado, quiero que no valga y para que me guíe en las cosas tocantes a este servicio de Dios Nuestro Señor, tomo por abogada a su gloriosa madre, Nuestra Señora a la qual suplico interceda por mi y contra inmolación divina. Hago y ordeno mi testamento y última voluntad en la forma siguiente:

– Cláusula:

Y para que Dios Nuestro Señor sea servido y la salvación de mi alma, quiero y es mi voluntad que después de cumplido y pagado este mi testamento, mandas y legados en el contenidas las dichas tierras que yo tengo a razón de las tierras que hacen veinte fanegas de trigo de sembradura poco más o menos que a por linderos, tierra de Bartolomé Sánchez de Pablos Gutiérrez y otros. Y una casa que es en la qual al presente vivo, que está en esta villa en la calle del Miradero, linde con casas de Alonso Guisado y de los herederos de Sancho García, todo libre de diezmo y tributo. Los cuales lleven y hereden las beatas de esta villa que al presente son unas y estan recogidas en una casa de la calle de Badajoz que son: Inés Dominguez, beata mayor y María de la Cruz y María de los Ángeles. Con todos los demás bienes atrás recibidos y otros que a ser quiera míos, que estén de mis puertas adentro y por míos se hallaron en esta villa y en otras partes.

Porque todo uniéndose, quiero que se asíen y lleven en cargo y fundación que sea declarada y desposeídos sus días de los susodichos y las que en sus días entraren en su compañía y se recogiesen y estuviesen como las susodichas están y como adelante están declarados perpetuamente para siempre jamás.

Así lleven y hereden lo susodicho siendo usufructuarias de ello, no pudiendo vender, ni enajenar la dicha tierra y casa, quedando los demás bienes a su albedrío común, bien goze en utilidad y provecho de su religión, con cargo de que en cada un año, perpetuamente y para siempre jamás, sean obligadas hacer, decir cinco misas rezadas; la una de ellas, el día de Nuestra Señora de Agosto, de cada un año, por el ánima de mi padre, Diego García y otra, en la Natividad de Nuestra Señora de septiembre, por el ánima de mi madre, María Mateos y otra, el día de San Miguel de septiembre, por el ánima de Miguel Pérez, mi hermano y otra, el día de los finados, que es un día después de todos los Santos. Por las Ánimas del Purgatorio. Y otra, el día de Santiago, de cada un año, como dicho quedan por Diego García, mi hermano, que al presente es vivo.

Las quales misas quiero y es mi voluntad las diga Rodrigo Gragera, clérigo atrás referido, durante los días de su vida. Y después de sus días, el capellán, que la madre mayor de las dichas beatas, que es o fuere nombrare principal capellán y se le de e pague al dicho Rodrigo Gragera y, después al dicho capellán arriba referido en limosna en cada un año, diez reales por las dichas cinco misas, que es a dos reales cada una. Las cuales son obligadas las dichas beatas y religiosas a pagar luego como las fueren diciendo de la renta que produciese de la dicha tierra y de la dicha casa.

Y si Dios fuese servido que la dicha casa heredera de beatas, se hiciere clausura y hubiese iglesia y altar, teniendo licencia para decir misa en dichos altares y iglesia, se digan allí, que para eso después de aver avido la dicha iglesia y altar, mando se le de así mismo, la casulla, estola y amiso, y manípulo y alba amarillo de Damasco y otras que da este referido, para que allí se sirva a Nuestro Señor y durante que no lo hubierelo, se le de y se digan dichas misas en la iglesia mayor del Señor San Pedro de esta Villa. Y para que mejor se cumpla lo dicho y cada cosa de ello, es mi voluntad que sea administradora de la dicha fundazión, la dicha Inés Domínguez beata y después, de sus días, subzeda en dicho cargo en María de la Cruz y Menzía de los Ángeles, o qualquiera que fuera, viva.

Y si ambas fueren vivas, lo tenga la más antigua y de allí para sobreiendo en las beatas y religiosas que estubieren recogidas en la dicha casa y en otras se hiciere y no en otras algunas, aunque las dichas fueran de la dicha casa en esta villa.

Y si hubiere clausura sea la que tenga el dicho cargo de administración y administradora de la dicha fundación, la abadesa mayor que fuere nombrada por el prelado para la dicha religión a las cuales y a cada una de ellas ynsolidem, les encargo la conzienzia para que tengan, que se guarden y cumpla los dicho, haziendo dezir las mismas y para las dezir sean obligadas a dar más de la dicha limosna, vino y zera y todo lo demás que sobre y sobrare de las rentas de la dicha casa y tierra con los demás bienes que están ynventariados y por míos se hallaron como dicho queda al tiempo de mi muerte son para las dichas beatas religiosas en la dicha casa, para su administración y vestido a dispensación de la dicha su madre y mayor persona de ellas que es por administrada.

Y que si la dicha casa y iglesia tubiere nescesidad de reparar beneficio alguno, la dicha venta se convierte en ellas y en las cosas que más utilidad y provecho fuese de la dicha religión e albedrío y administrazión como dicho queda de dicha mayor que es de las dichas beatas fuere de manera que todo baya en aumento y no en disminución para que de ello se sirva mejor, más.

Las quales, las dichas misas se entiendan se han de comenzar a dezir después de yo fallecida, en cada un año perpetuamente que para ello, siendo neszesario como mejo ha lugar de derecho de juro de dicha tierra y casa de los demás vienes muebles, hago herederas y nombro y establezco por tales, a las dichas Inés Domínguez y María de la Curz y Menzía de los Ángeles y a las demás, que se acojan en la dicha casa, a las que les llamo por tales personas que representan la dicha religión y quiero que asíen todos los dichos mis bienes y casas, y tierras y otros qualesquiera derechos y acciones que tengo y me pertenecen.

Y para que el dicho Diego García, mi hermano es vivo, le mando en manda la dicha misa y lo desheredo y he por desheredado de todos los mis bienes, ni parte de ellos que quiero que los haia tan solamente el dicho sufragio, al cual pongo perpetuo silencio para que no baia contra lo contenido en esta escriptura ni parte de ella.

Lo cual hago y ordeno en la forma que es dicho para servicio de Dios nuestro Señor, a quien se lo encomiendo en la mejor vía que aia lugar de derecho y le doy poderes al qual convenga a las dichas beatas y religiosas para que después de mis días y aver cumplido este mi testamento para lo cumplir luego que sea fallecida, entren en mi casa y tomen y lleven los bienes suso dichos y los demás que hallaren en la posesión de ellas y de cada tierra por ellas, o por procurador, acudiendo con los bienes que fueren menester para cumplir las dichas mis mandas, a los dichos mis albaceas a los que les encargo las conciencias para que defiendan y amparen a las suso dichas y hagan cumplir lo dicho que es mi voluntad.

Y se guarde y cumpla y llegue a debido recaudo y para que todas las cosas perecen y así se pueden alavar y no aia duda sobre ese mi testamento y las dichas fundación, que digo que si Dios fuese servido que la dicha casa heredera de beatas, se hiciere clausura y hubiese iglesia y altar, teniendo licencia para decir misa en dichos altares y iglesia, se digan allí, que para eso después de aver avido la dicha iglesia y altar, mando se le de así mismo, la casulla, estola y amiso, y manípulo y alba amarillo de Damasco y otras que da este referido, para que allí se sirva a Nuestro Señor y durante que no lo hubierelo, se le de y se digan dichas misas en la iglesia mayor del Señor San Pedro de esta Villa. Y para que mejor se cumpla lo dicho y cada cosa de ello, es mi voluntad que sea administradora de la dicha fundazión, la dicha Inés Domínguez beata y después, de sus días, subzeda en dicho cargo en María de la Cruz y Menzía de los Ángeles, o qualquiera que fuera, viva.

Y si ambas fueren vivas, lo tenga la más antigua y de allí para sobreiendo en las beatas y religiosas que estubieren recogidas en la dicha casa y en otras se hiciere y no en otras algunas, aunque las dichas fueran de la dicha casa en esta villa.

Y si hubiere clausura sea la que tenga el dicho cargo de administración y administradora de la dicha fundación, la abadesa mayor que fuere nombrada por el prelado para la dicha religión.

A las cuales y a cada una de ellas ynsolidem, les encargo la conzienzia para que tengan, que se guarden y cumpla los dicho, haziendo dezir las mismas y para las dezir sean obligadas a dar más de la dicha limosna, vino y zera y todo lo demás que sobre y sobrare de las rentas de la dicha casa y tierra con los demás bienes que están ynventariados y por míos se hallaron como dicho queda al tiempo de mi muerte son para las dichas beatas religiosas en la dicha casa, para su administración y vestido a dispensación de la dicha su madre y maior persona de ellas que es por administrada.

Y que si la dicha casa y iglesia tubiere nescesidad de reparar beneficio alguno, la dicha venta se convierte en ellas y en las cosas que más utilidad.

La aparición de esta mujer dejando todos sus bienes al beaterio supone, un giro importantísimo en este devenir vocacional. Entre los bienes, aparece una casa en las que van a poder vivir las beatas de una manera más holgada y con una transformación económica evidente. El testamento les dejaba igualmente unas tierras que producían veinte fanegas de tierra en sembradura y que aparecían localizadas en el denominado Arroyo del Ciervo. Las cargas por las misas de su alma y el surgimiento de una capellanía que contaba con don Rodrigo Gragera como primer capellán, reportarán beneficios cuantiosos al beaterio. Su administradora, Inés Domínguez, beata mayor.

2.- El nuevo beaterio de Nuestra Señora de los Remedios: 1617-1699.

El traslado del beaterio desde la casa en la calle Badajoz, a la casa dejada por Marina Sánchez en 1583, en la calle Santa Ana, supone desde un principio un crecimiento no sólo en los aspectos espiritual y cuantitativo sino, también en el material.

Prueba de ello es que, en el nuevo beaterio, en el año 1617 se pudo levantar una nueva iglesia, lo que demuestra esa bonanza económica. Obviamente, una obra de estas características conlleva la previsión de que, en las fuentes económicas que sufragaron los gastos de fábrica de la iglesia, entraron las limosnas de los vecinos y el propio conde de Montijo, don Cristóbal Portocarrero y Osorio. Este nuevo edificio se levantó, a expensas de la rehabilitación de la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios.

La comunidad la formaban un total de once personas[15]:

Nombre Cargo
Sor Elvira de San Juan Beata presidenta
María de San Juan
Juana María de San Francisco
María de Santiago
María de San José
Leonor de Jesús
Mariana de la Concepción
Catalina de San Marcos
Isabel de San Agustín
Constanza de San Bernardo

La forma de vida, especialmente estudiada por Navarro del Castillo expone que, vestían de religiosa, con manto y hábito de extremeña como los que usaban las monjas clarisas, de aquí que posteriormente, abrazaran la orden franciscana de Santa Clara. Diariamente rezaban dos horas de oración mental, una de prima y otra después de completas.

De forma diaria, realizaban el rezo del oficio a la Virgen en el coro, al igual que se acostumbraban en otros conventos. Ayunaban en la festividad de todos los Santos hasta Navidad, días de Cuaresma y algún día de la semana de manera voluntaria.

La organización social resultaba interesante, por cuanto, no hemos de olvidar que la entrada en las comunidades religiosas, exigía presentación de lo que conocemos como estatuto o limpieza de sangre, en la que se demostrase estar libre de toda sospecha de tener ascendencia morisca o judía. Una vez dentro, se iniciaban con un noviciado y al final, profesaban tres votos de la Orden Tercera de San Francisco, guardando la clausura de manera voluntaria.

Como he indicado anteriormente, el beaterio debió de crecer en número y en bienes. Sin embargo, documentalmente ha existido un enorme vació, especialmente entre la fecha del testamento de Marina Sánchez y la fecha del erección del convento (1704). Una vez más, el estudio de una parte de las fuentes documentales que se encuentran en el Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo, permiten dar algo de luz a través de los libros de Mandas Testamentarias. Por medio de él, podemos conocer y estudiar los testamentos de algunas de las beatas y de vecinos de la villa que dejaron parte de sus bienes al mencionado beaterio.

El 9 de febrero de 1649, hacía testamento la beata Catalina de San Marcos, la cual expresaba en su encabezamiento: “Catalina de San Marcos, beata recogida en la casa de beatas profesas de la orden de San Francisco y vecina de esta villa…”[16] El testamento continua informándonos de una importante cantidad de dinero que se le entrega al beaterio y que alcanza la cantidad de sesenta ducados: “…para alabar a Nuestra Señora de los Remedios que rezamos en nuestra casa…”[17]. Dicha cantidad se asienta sobre unas cargas de tres misas rezadas durante un año: “…la primera por las ánimas del purgatorio el día de los difuntos. La segunda por mis pariente pobres que no tienen quien rueguen por ellos. Y la otra, por los cautivos que están en tierra de moros y sean christianos.”[18] El dinero debía ser entregado a la madre beata, siendo siempre su beneficio para la comunidad, seguro dentro del sostenimiento de estas asociaciones religiosas.

Otro de los testamentos de gran interés para este estudio es el de la beata María de los Ángeles, realizado el 8 de febrero de 1662. En este caso, la persona encargada de testar, deja una casa a su hermano, el cual no puede en los primeros cuatro años tras la muerte de ésta, más que alquilarla y los beneficios de dicho alquiler han de ser entregados al beaterio de Nuestra Señora. Una vez pasados esos años, queda obligada a decir misa perpetuamente cada un año: “…la una a Nuestra Señora de la Anunciación. La otra el Jueves Santo. La otra el día del señor San Miguel…”[19]

Incluso la funcionalidad del propio beaterio va creciendo. El 10 de julio de 1693, Catalina del Espíritu Santo manda sea enterrada en la casa de beatas, al que ya comenzaba a denominar bajo el término de convento: “Catalina del Espíritu Santo, beata profesa en el convento de Nuestra Señora de los Remedios de esta villa de Montijo…es mi voluntad, sea sepultada en el dicho convento, en la sepultura que les paresciera a mis albaceas…”[20].

Igualmente podemos destacar que, el beaterio se convirtió con el paso del tiempo, en un importante punto de referencia espiritual y material para los vecinos de Montijo. Los testamentos, no sólo se refieren desde las beatas como testamentarias propiamente sino que, los mismo montijanos comienzan a dirigirse a él como lugar de refugio ante la muerte. El 13 de noviembre de 1678, Isabel Sánchez Piedehierro deja al ya denominado convento de betas el beneficio correspondiente a las cargas de una casa en censo que arrojaba la cantidad de treinta ducados, tendiendo ducado y medio de rédito en cada año: “…con la obligación que han de dezir dos misas rezadas, la una el día de Ildelfonso y la otra, el día de la Aszensión, por el alma de Alonso Sánchez, mi hermano.”[21] Igualmente dejó al convento de beatas un “…codizilo y unas escripturas de cien ducados de principio a la cual paga el licenciado Bartolomé Rodríguez Presal, con cargas de que se me han de dezir al año diez misas rezadas perpetuamente.”[22]

3.- El convento bajo la advocación al Santísimo Cristo del Pasmo. Convento de las Clarisas: máxima expresión del franciscanismo en Montijo. Siglos XVIII-XIX.

El actual convento de clausura bajo la advocación del Santísimo Cristo del Pasmo, regentado desde la orden femenina del franciscanismo, las clarisas, es sin duda para la villa de Montijo el máximo exponente de la presencia durante siglos, desde que los primeros frailes franciscanos de Loriana vinieron a este lugar, del mundo franciscano.

No sólo fue levantado en el siglo XVIII este convento sobre el antiguo beaterio de Nuestra Señora de los Remedios. Igualmente Montijo conoció la creación del hospicio de San Antonio pero, quedamos fuera de la órbita de estudio este edificio, tan emblemático por otro lado en la comprensión de la caridad y la asistencia en la comarca montijana junto a los hospitales de pobres y de viandantes.

El convento, más concretamente su erección, fue realizada en marzo del año 1703, entrando prácticamente un año después a funcionar como tal. En todo el proceso de erección, jugó un papel fundamental e importantísimo, el conde de Montijo don Cristóbal Portocarreo y Guzmán, a quien se le puede considerad prácticamente como fautor de todo el proceso de reconocimiento y otorgamiento del título del convento, así como sostenedor económico en sus inicios, pues no en vano fue erigido a sus expensas.

Tuvo don Cristóbal una hija que abrazó la fe franciscana, doña María Portocarrero, quien ingresó en el convento de religiosas de San Francisco de Madrid, tomando el nombre de Sor María Dominga de Jesús[23]. Sabemos que renunció a la dote que le correspondía por herencia, unos veinte mil ducados a favor de su padre el cual, desde un principio deseo fueran para el beaterio montijano y así, pudiera levantarse un convento de clausura. Aquel dinero rentaba al año unos mil ducados que servirían como una de las formas de subsistencia de las monjas.

La primera de las dotaciones por parte del conde consistió en un total de cien fanegas de trigo estipuladas en el año 1699. Dos arrobas de cera anuales y dos reales diarios de aceite, para la iluminación del convento. Igualmente y de manera paralela a la dotación, el conde se preocupó de gestionar a Roma el permiso para poder levantar el mencionado convento, con el deseo de que éste no tuviera más que veintisiete monjas, de las cuales, cuatro podrían ser legas, reservándose él como patrono y el derecho de poder presentar dos sin dote.

El 11 de marzo del año 1703 era concedida la licencia para la erección del convento. De ella se deduce la presencia, el dominio y patronazgo de la nobleza montijana: “Hacía más de cien años que existía en la villa de Montijo un Conservatorio de religiosas, que tiene el título de beatas, las cuales han vivido siempre dando ejemplo conforme a la tercera Orden de Seráfico Padre San Francisco, observando ahora de su voluntad la clausura, y en este estado el fervoroso celo del señor Conde de Montijo había fabricado un convento con su iglesia, no muy grande y de grande capacidad, costoso. Y ricamente alhajado, de tal suerte que no hay otro mayor en toda Extremadura, la cual habrá ahora más de ocho años, la perfeccionó con dota y capital de veintemil ducados, que han de rentar al año mil ducados y otra cosas.”[24]

La licencia además concedía que fuera levantado bajo la advocación del Santísimo Cristo del Pasmo y bajo la rama femenina del franciscanismo, las clarisas:“…bajo la advocación de Nuestro Señor Jesucristo, que vulgarmente se llama del Pasmo y de la jurisdicción del Prior de San Marcos de León, con el establecimiento o estatuto de la verdadera clausura y hacer los votos acostumbrados y profesar la Orden de Santa Clara y todas sus constituciones y reglas y que para tal efecto puedan pasar dos monjes, de las que quisieran de los Conventos de la misma orden o regla de la Provincia de Extremadura…”[25]

Respecto a lo que supone artísticamente algunas de las piezas que actualmente posee el convento, caben destacar en primer lugar, la propia imagen delSantísimo Cristo del Pasmo, traída por el IV Conde de Montijo desde Fuentidueñas en Valladolid. La autoría de esta obra apunta al escultor Juan de Juni, entrando así en las líneas artísticas del Renacimiento bajo los parámetros de la escuela vallisoletana. La talla, de magníficas proporcionas, se encuentra situada en la capilla-oratorio del convento, visible al público pues en ella se oficia diariamente la Eucaristía. (las medidas de la talla son de 1,80 por 1,30 en lo que respecta a la figura. La cruz, 2,10 por 1,50[26]).

La mencionada imagen fue restaurada en 1991 por García Sánchez Herrero y Ángeles Penis Rentero, gracias a la contribución de la Junta de Extremadura y a las gestiones realizadas por las monjas.

Otra de las joyas artísticas que posee el convento de las clarisas de Montijo es, el cuadro de Luis de Morales. Se trata de un Nazareno sobre el que ha recaído un importante estudio realizado por don Carmelo Solís[27]. El motivo de encontrarse en el conventual montijano es, por la donación que realizó en el año 1752 don José de Olías y Zabala, sobrino y heredero de don Miguel de Zabala y Auñón, Superintendente General de Fueros de su Majestad en Extremadura y familia de la entonces madre abadesa.

4.- Algunos aspectos del devenir del convento en el siglo XIX: 1803-1860.

De la misma manera indicar, que esa presencia franciscana de Loriana en la villa de Montijo, a la que he hecho referencia desde los primeros momentos de este trabajo, se demuestra y se prolonga en el mismo y secularizado siglo XIX. Lo muestra un documentado fechado el 1 de mayo del año 1803. Se trata de una solicitud realizada por fr. Toribio de Jesús y Montijo, Guardián del Convento de Loriana, al Ilustrísimo Señor Obispo y Prior del conventual de San Marcos de León, para obtener licencia con la que poder asistir espiritualmente a las monjas:

“Señor ilustrísimo, don Toribio de Jesús y Montijo, el mismo que se expresa en los papeles que incluyo, con todo respeto y sumisión dice a vuestra Señoría Ilustrísima que, en primero de noviembre del año pasado, llegué al Convento de San Isidro de Loriana de Guardián, y siendo la villa de Montijo ya mi patria y uno de los principales pueblos de este Guadiana, me ha sido preciso el visitarle, por una causa que me han suplicado varias veces las Religiosas de dicha villa, que solicitan licencia para confesar, pues algunas lo desean. Suplico a Vuestra Santidad Ilustrísima, haga lo que sea de su agrado, que yo siempre quedaré gustoso y afecto. El Capellán.”[28]

Sin duda, la asistencia espiritual y por tal, la existencia de un capellán para el convento, se constituía en uno de los elementos fundamentales a lo largo de la historia de éste. En el año 1859, hay una solicitud por parte de don Fernando Rodríguez Luengo, presbítero de la villa, solicitando asistencia espiritual para el convento de franciscanas de Montijo. Junto a esta solicitud, también la de un sacristán, pues parece que llevaba varios años el convento sin este tipo de prestación: “Que hace muchos años que la comunidad de religiosas clarisas, intramuros de esta población y de la obediencia de Vuestra Santidad, se hallan sin sacristán, por lo que en las festividades, tienen que valérselas de algún eclesiástico para que asistan a los divinos oficios y además, que en ellas se celebran, sin que hasta el presente hayan formalizado nombramiento por parte del Gobierno Eclesiástico del digno cargo de V.S.”[29]

La respuesta afirmativa conllevó el nombramiento de don Fernando Rodríguez Luengo como capellán-sacristán del conventual de las clarisas, tomando posesión de ello el 1 de Octubre del año 1859 ante el presbítero de la villa don Pedro Reinoso: “En la villa de Montijo a primero de octubre de mil ochocientos cincuenta y nueve años. Habiéndome requerido con un oficio el señor Gobernador Eclesiástico de este Obispado-Priorato, por don Fernando Rodríguez Luengo, presbítero, para dar posesión de la sacristía del convento de religiosas de esta villa. Me dirigí a la iglesia del dicho convento y, entrando por la puerta principal, cogiendo de la mano al dicho don Fernando, le conduje al altar mayor, en cuya grada se arrodilló. Cogió las llaves de la iglesia y abrió y cerró sus puertas.

Igual operación verificó con las puertas de la sacristía y comulgatorio, e hizo otros actos y ceremonias en señal de posesión, que recibió tranquilamente, sin la menor oposición, quedando poseído de memorada sacristía con la solemnidad legal. Siendo las diez de la mañana de hoy, en presencia de don Toribio Bautista Pérez, don Pedro Bautista Guzmán y don Blas Quintana, presbíteros de esta Villa.”[30]

Por último, antes de finalizar el estudio sobre el convento franciscano de Montijo bajo la advocación de Nuestro Señor del Pasmo, quiero resaltar para inicios del siglo XIX, la población de monjas y el nombramiento de superiora según documentación a la que he podido localizar en el Archivo Diocesano del Arzobispado de Mérida Badajoz.

Para los años difíciles de la Guerra de la Independencia, existía un total de catorce monjas en el convento (año 1809, inicios de la mencionada guerra). Éstas se dividían entre las que tenían voto activo y pasivo y las de únicamente voto activo. Entre las primeras encontramos en estas fechas a: Sor Orosia de la Concepción; Sor Juana de San Matheo; Sor Vicenta de San Juan; Sor María de los Dolores; Sor María de San Miguel; Sor Theresa de San Nicolás; Sor María de San Rafael; Sor Maura de Santa María de los Ángeles; Sor Ana de Santa Buena Ventura y Sor Josefa de San Gabriel.

Con voto activo únicamente: Sor María de Santa Clara; Sor María de Santa Ana; Sor María de Santa Isabel y, Sor María de San Onofre.

Dicho listado aparece adjunto a la solicitud de elección de nueva abadesa ante el fallecimiento de Sor Antonia de Santa Teresa, anterior abadesa. En primer lugar aparece la súplica de nueva elección a don Gonzalo Vélez de Guevara, cura de la parroquia de San Pedro Apóstol de Montijo.

El procedimiento era sencillo. Cada una de las monjas procedía a votar: “Recibirán voto de cada una de las religiosas, que estarán en la reja y sitio acostumbrado, sin entrar en la clausura.”[31]Además, para poder optar al cargo de abadesa, se exigía un mínimo de cinco años de profesa: “…los de edad competente y haber vivido loablemente según lo dispuesto por el Santo Concilio…”[32] A continuación la solicitud era aprobada por el párroco, “…siendo conveniente se le haga saber a la madre y señora Sor María de Santa Clara, Vicaria del Convento de Santa Clara de esta villa, se preparen su comunidad para que en el día de mañana, se haga elección de abadesa, haciendo que confiesen y comulguen sus religiosas, y que se celebre misa de Espíritu Santo. Y ansí mismo, entreguen lista de individuas de dicha comunidad, con expresión de las que tengan voto activo y pasivo. Y de las que solamente tengan el voto activo, por la que se arreglen las cédulas que han de servir en dicha elección.”[33]

La expresión de la dignidad hacia la persona elegida, nos pone de relieve la solemnidad y la responsabilidad del cargo electo. Ello aparece en este conjunto documental perfectamente recogido: “Habiendo amonestado sobre ella y obligación de votar por la más digna a las religiosas, a quienes por la cratícula[34]del comulgatorio, por no haberlas en el coro baxo, se fue recibiendo el juramento necesario, conforme a derecho, distribuyéndoles la lista que en zédulas contenían los nombres de las religiosas, que tienen voto pasivo con arreglo a la pregunta que les fue leída y que, aseguraban estar conforme.

Y pasando el escrutinio con asistencia de don Toribio Pérez Barroso, presbítero; don Juan Caballero, clérigo diácono y, don Agustín Gragera, clérigo subdiácono, a quienes su merced nombró por testigos presenciales, se contaron los quince votos recibidos de las religiosas. Y registrado el resultado, haber salido electa canónicamente con once votos la madre y señora Sor Osoria de la Concepción; con tres la señora Sor Vicenta de San Juan y con uno, la señora Sor María de los Dolores.”[35]

El acto finalizaba dando a conocer públicamente a la comunidad de religiosas el resultado y entonando el Te Deum. La persona elegida tomaba posesión: “Sentada en la silla le rindieron todas la obediencia y recibió de su merced, los sellos con que se concluyó tal acto. Notario, don Escobar y Domínguez. Dado a don Gonzalo Vélez de Guevara.”[36]

Los mismos procedimientos quedan recogidos para años posteriores, como son los casos de la elección en 1823 de Sor María de los San Miguel o el de Sor Gabriela de Jesús.

Fuentes Documentales Inéditas:

Archivo Histórico Provincial de Badajoz.

  • Sección: Hacienda. Catastro del Marqués de la Ensenada. Dehesa Despoblada de Loriana. Folio 244. Año: 1754. Mc.: 5.

Archivo Histórico Diocesano. Arzobispado Mérida-Badajoz.

  • Legajo número 810. 1 de mayo de 1803. Convento de San Isidro de Loriana.
  • Nº.: 28701. Legajo número 810. Solicitud, nombramiento y toma de posesión de sacristán y capellán del convento de las Clarisas de Montijo. Años: 1858-1859.
  • Nº.: 20178. Legajo número 509. Proceso de elección de abadesa para el convento de clarisas de Montijo. Año 1809.

Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico.

  • Libro Primero de Mandas Testamentarias. Recopilatorio perteneciente a los siglos XVI al XIX.
  • Cuentas y Fábrica. Libro Primero de la Fábrica Parroquial: 1795-1851.
  • Sección: Cofradías y Hermandades.
    • Libro Primero de Fábrica del Hospital Ermita Nuestro Padre Jesús Nazareno: 1716-1774.
    • Libro Primero de Fábrica de la Cofradía de la Vera-Cruz:1716-1836.
    • Libro de Fábrica de la Hermandad de Nuestra Señora de Barbaño: 1795-1832

Fuentes Bibliográficas utilizadas:

  • Navarro del Castillo, Vicente: Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Mérida, 1974.
  • Ámez Prieto, Hipólito: La provincia de San Gabriel en la descalces franciscana. Comunidad Franciscana de Guadalupe. Madrid, 1999.
  • Solís Rodríguez, CarmeloLuis de Morales. Fundación Caja de Ahorros de Badajoz. Badajoz, 1999.
  • Abad Pérez, Antolín (OFM): La espiritualidad franciscana en Extremadura. Historia de la Baja Extremadura. Tomo II. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Badajoz, 1986. Pág. 348.
  • Santa María, J.: Crónica de la Provincia de San José de los Descalzos de la orden de los menores franciscanos. Madrid: Imprenta Real. 1615-1618. pág.37.
  • Zamora, H.: Los descalzos. Fundaciones extremeñas (1563-1835). San Pedro de Alcántara un hombre universal. Congreso de Guadalupe, 1987. Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Extremadura.
  • Iglesias Aunión, Pablo: Montijo en el siglo XVIII. Una visión según Tomás López. Revista de Feria y Fiestas. Edita: Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Septiembre, 1988.

NOTAS:

[1] No olvidemos los intereses políticos y económicos que igualmente movieron al emperador, pues los príncipes alemanes que abrazaron el protestantismo, supieron rápidamente levantar la voz de la independencia de sus estados.

[2] Abad Pérez, Antolín (OFM): La espiritualidad franciscana en Extremadura. Historia de la Baja Extremadura. Tomo II. Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Badajoz, 1986. Pág. 348.

[3] Gómez Prieto, Hipólito: Los descalzos de San Francisco en Extremadura desde fray Juan de Guadalupe hasta fray Pedro de Alcántara. San Pedro de Alcántara, hombre universal. (Guadalupe: Ediciones Guadalupe. Congreso de Guadalupe. Comunidad franciscana de Guadalupe, 1998. p.210).

[4] Ibíd. Nota 3.

[5] Santa María, J.: Crónica de la Provincia de San José de los Descalzos de la orden de los menores franciscanos. Madrid: Imprenta Real. 1615-1618. p.37.

[6] A.H.P. de Badajoz. Sección: Hacienda. Catastro del Marqués de la Ensenada. Dehesa Despoblada de Loriana. Folio 244. Año: 1754. Mc.: 5.

[7] El Censo de Floridablanca, otorga en el año 1787 para la ciudad de Mérida, un total de cuarenta y un frailes, clasificados como franciscanos descalzos entre los que parecen estar incluidos los del conventual de Loriana. No pudiendo ser identificados los que exclusivamente pertenecen a Loriana, he preferido no incluirlos en el mencionado cuadro.

[8] Ibídem. Nota 6.

[9] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Sección: Cuentas y Fábrica. Libro Primero de la Fábrica Parroquial: 1795-1851. Montijo.

[10] Cada vez que aparezca el término descalzo, se refieren a los franciscanos de Loriana. Cuando aparece el término observante, lo hace en relación a los franciscanos venidos desde el conventual de la villa de Lobón.

[11] Las cofradías bajo la advocación de Vera-Cruz, tienen unas enormes reminiscencias franciscanas por lo que, la presencia de estos frailes es una nota característica. Las fuentes utilizadas pertenecen al Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Sección: Cofradías y Hermandades. Libro Primero de Fábrica: 1716-1774. Montijo.

[12] De la misma manera y en otras ocasiones, aparece el pago al Síndico del Convento de Lobón.

[13] Navarro del Castillo, Vicente: Montijo. Apuntes históricos de una villa condal. Mérida, 1974.

[14] El original, se encuentra en el archivo del convento de las clarisas. La negatividad de las clarisas a que pueda ser visitado a los seglares, ha privilegiado su uso. Finalmente, la recuperación del mencionado libro, nos permite conocer con exactitud documental el citado testamento.

[15] Navarro del Castillo, op.cit.

[16] Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Fondo Histórico. Sección: Mandas Testamentarias. Testamento de Catalina de San Marcos. 9 de febrero de 1649. Libro Primero Recopilatorio. Montijo.

[17] Ibíd.

[18] Ibíd.

[19]A.P. Fondo Histórico. Testamento de María de los Ángeles. Beata. 8 de febrero de 1662. Libro Primero Recopilatorio. Montijo.

[20] A.P. Fondo Histórico. Testamento de Catalina del Espíritu Santo. Beata profesa. 10 de julio de 1693. Libro Primero Recopilatorio. Montijo.

[21] A.P. Fondo Histórico. Testamento de Isabel Sánchez Piedehierro. Vecina de Montijo. 13 de noviembre de 1678. Libro Primero Recopilatorio. Montijo

[22] Ibíd.

[23] Navarro del Castillo, op.cit.

[24] Navarro del Castillo, op.cit.

[25] Ibíd.

[26] Serrano Pascual, J.: Un Juan de Juni en Montijo. El Cristo del Pasmo, talla de Juan de Juni. Revista de Feria y Fiestas de Montijo. Edita: Excmo. Ayuntamiento de Montijo. Pág. 71. Montijo, 1996.

[27] Solís Rodríguez, Carmelo: Luis de Morales. Fundación Caja de Badajoz. Págs. 162-163. Badajoz, 1999.

[28] Archivo Diocesano. Arzobispado de Mérida-Badajoz. Legajo número 810. 1 de mayo de 1803. Convento de San Isidro de Loriana.

[29] Archivo Diocesano. Arzobispado de Mérida-Badajoz. Nº.: 28701. Legajo número 810. Solicitud, nombramiento y toma de posesión de sacristán y capellán del convento de las Clarisas de Montijo. Años: 1858-1859.

[30] Ibíd.

[31] Archivo Diocesano. Arzobispado de Mérida-Badajoz. Nº.: 20178. Legajo número 509. Proceso de elección de abadesa para el convento de clarisas de Montijo. Año 1809.

[32] Ibíd.

[33] Ibid.

[34] La cratícula es, una ventana pequeña por donde se da comunión a las monjas.

[35] Ibíd. Nota 31.

[36] Ibíd.

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