Dic 232020
 

José Pastor Villegas, Joaquín García Plata-Quirós y Matías Simón Villares

Resumen

Los autores, compartiendo conocimientos y sentimientos, hemos sumado para escribir unas páginas sobre el ferrocarril en la vida y obra del maestro y poeta del pueblo José María Gabriel y Galán. Nuestro trabajo versa también sobre la poesía española ferroviaria, de autoría variada, y sobre el necesario y poético tren por el cacereño Valle del Ambroz. Se han establecido tres conclusiones.

  1. El maestro y poeta del pueblo viajó numerosas veces por diferentes motivos, combinando los medios de transporte tradicionales con el ferrocarril de tracción vapor de su tiempo (1870-1905). Sus dos viajes más largos fueron Madrid-Galicia y Galicia-Frades de la Sierra tras finalizar el curso académico 1888-1889 en la Escuela Normal Central de Madrid, en los que, como en otros, sin que él lo supiera, es muy probable que la locomotora fuese una Alagón, es decir, con el nombre del río que nace en su Frades de la Sierra (Salamanca) natal.
  2. La poesía ferroviaria española es insuficientemente conocida. Ramón de Campoamor y Campoosorio escribió el importante poema “El tren expreso”, dedicado en 1872 al ingeniero de caminos José Echegaray y Eizaguirre, Premio Nobel de Literatura en 1904. José María Gabriel y Galán, es autor del también importante poema “Canto al trabajo”, incluido en su obra Nuevas Castellanas, o entre las poesías de temática social; cantó a la locomotora.
  3. La línea ferroviaria transversal de Palazuelo-Empalme a Astorga fue realidad en 1896; fue un desatino nacional y autonómico su supresión a partir de 1985. Corriendo el verano de 2020, el Consejo Económico y Social de Extremadura reivindica que la conexión transversal Plasencia-Salamanca es estratégica y preferencial para mercancías y viajeros.

 

  1. Introducción

En 2020, hace 200 años que nació la conocida escritora Carolina Coronado Romero (Almendralejo, Badajoz, 1820 – Lisboa, Portugal, 1911)[1], adscrita al Romanticismo. Y el 28 de junio de 1870 se cumplieron 150 años del nacimiento de José María Gabriel y Galán (Frades de la Sierra, Salamanca, 1870 – Guijo de Granadilla, Cáceres, 1905)[2], maestro de enseñanza primaria y poeta muy importante. Ella y él conocieron el desarrollo del ferrocarril en España.

Cuando el ferrocarril viaja hacia su bicentenario, cuando se sigue reivindicando un tren digno para Extremadura, los autores de este trabajo, compartiendo conocimientos y sentimientos, hemos sumado para escribir unas páginas sobre el ferrocarril en la vida y obra del maestro y poeta del pueblo. Nuestro trabajo versa también sobre la poesía española ferroviaria, de autoría variada, y sobre el necesario y poético tren por el cacereño Valle del Ambroz, en el que viajó con cierta frecuencia.

El presente trabajo está dedicado a las personas de diferentes edades que han participado y asistido, y siguen reuniéndose cada 6 de enero alrededor de la estatua del poeta en Cáceres para homenajear a tan importante personaje castellano-extremeño.

 

  1. José María Gabriel y Galán, maestro y poeta del pueblo

José María Gabriel y Galán, poco antes de morir, proporcionó datos sobre su vida y obra a la escritora Emilia Pardo Bazán de la Rúa-Figueroa (La Coruña, 1851 – Madrid, 1921)[3], en los que manifestaba ser maestro de enseñanza primaria y poeta del pueblo. Tales datos fueron transcritos en el prólogo de Nuevas castellanas[4]:

 

“Nací (dice) de padres labradores, en Frades de la Sierra, pueblecillo de la provincia de Salamanca. Cursé en ésta y en Madrid la carrera de maestro de primera enseñanza. A los diez y siete años de edad obtuve por oposición la escuela de Guijuelo (Salamanca), donde viví cuatro años, y después, por oposición también, la de Piedrahita (Ávila), que regenté otros cuatro años. Contraje matrimonio con una joven extremeña; dimití el cargo que desempeñaba, porque mis aficiones todas estaban en el campo, y en él vivo consagrado al cultivo de unas tierras y al cuidado y al cariño de mi gente, mi mujer y mis tres niños. Tengo treinta y cuatro años, y a escribir coplas dedico el tiempo que puedo robar a mis tareas del campo. Comencé a escribir poesías para Juegos Florales, y me dieron la flor natural en los de Salamanca, Zaragoza y Béjar, y otros premios en Zaragoza, Murcia y Lugo. Y nada más, si es que todo ello es algo. Mis paisanos, los salamanquinos, y lo mismo los extremeños, me quieren mucho, me miman. Yo también les quiero con toda mi alma, y con ella les hago coplas, que saben, mejor que yo, de memoria, porque las recitan en todas partes, y hasta las oigo cantar diariamente a los gañanes en la arada”.

 

Esta consideración propia de ser poeta del pueblo la comprobamos hace años junto a la estatua a él dedicada en el Paseo de Cánovas de Cáceres. Don Abilio Valle Arévalo, ganadero salmantino y extremeño, muy buena persona, asistió cada 6 de enero sin hacerse notar al homenaje a su paisano José María Gabriel y Galán. Con su manera de vestir, evocaba al ganadero salmantino y extremeño que era; tenía menos de dos años cuando murió su famoso paisano, pero conocía su vida, su obra y viajó en el tren de la época, solo y con su ganado. De estos aspectos de su paisano habló a sus descendientes.

La consideración de poeta del pueblo fue reiterada en la ponencia inaugural del congreso conmemorativo del centenario de su muerte celebrado en Salamanca, en cuyo resumen se dice[5]:

 

“El itinerario biográfico y literario de Gabriel y Galán confirma plenamente el sobrenombre: poeta del pueblo. Los motivos de sus cantares dan fe de la condición básica de poeta arraigado. La entusiasta acogida de sus versos por parte de los campesinos a lo largo de varias generaciones es la mejor prueba de la sintonía cordial con las gentes sencillas. Galán recrea las experiencias comunes de la vida, provocando el gozoso reconocimiento e identificación de los verdaderos valores con sus tonadas. La consideración de las breves etapas biográficas de Galán, la forja literaria, su propia poética y la peculiar asunción de la fama ratifican siempre la raíz popular del cantor castellano”.

 

  1. El ferrocarril en el tiempo de José María Gabriel y Galán, y sus viajes en tren

Como es conocido, la Revolución Industrial (Primera Revolución Industrial) fue el proceso de transformación económico, social y tecnológico iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII, que se extendió por Europa y Estados Unidos, y finalizó hacia la mitad del siglo XIX. Tal revolución cambió radicalmente a la humanidad. Se considera que con el ingeniero civil e inventor escocés James Wat (Greenock, Escocia, 1736 – Heathfiel, Birminghan, 1819)[6] se inició tal revolución por inventar y patentar una máquina de vapor el 29 de abril de 1769, que tuvo numerosas aplicaciones.

Con antecedentes inmediatos desde aproximadamente mediados del siglo XVIII, principalmente en las minas de carbón de Gran Bretaña, y antecedentes mundiales muy remotos[7], el importante invento de la Revolución Industrial llamado ferrocarril fue una realidad en el primer tercio del siglo XIX. El nuevo medio de transporte de personas y mercancías fue revolucionario y aceleró tal revolución; fue asunto de ingenieros, economistas y políticos. Esencialmente, el ferrocarril surgió de la confluencia de conocimientos científicos y tecnológicos: carriles de hierro para el soporte y guiado, y de la máquina de vapor (posterior a los carriles) aportando la energía para el movimiento.

En Gran Bretaña fue donde primero se desarrolló el ferrocarril. Aunque el mencionado James Wat patentó una locomotora tracción vapor en 1769, no significó el inicio del desarrollo del ferrocarril. Richard Trevithich (Illogan, Cornualles, 1771 – Dartford, Kent, 1833)[8], sin formación universitaria, trabajó como ingeniero de minas; fue el primero que sumó carril y máquina de vapor de alta presión en 1804 para que fuera una realidad el ferrocarril en las décadas siguientes. Al ingeniero británico George Stephenson (Wylam, Northumberland, 1781 – Chesterfield, Derbyshire, 1848)[9] se le considera inventor de la locomotora de tracción vapor, quien dijo “El Sol es una fuente de energía; el carbón es sol embotellado”; construyó la primera línea ferroviaria mundial en el Nordeste de Inglaterra, que unía Stockton (localidad con minas de carbón) con Darlington (localidad portuaria de embarque) y condujo la locomotora Locomotion (locomotora de cuatro ruedas de 1,22 m de diámetro y dos calderas verticales que desarrollaban una presión de 3,5 kg/cm2) el 27 de septiembre de 1825, día de la inauguración, con casi seiscientas personas en los vagones de carbón abiertos que fueron transportadas en algo más de dos horas, y miles que estaban alineadas a lo largo del recorrido de 34,5 km, entre Shildon y Darlingnton, y luego hasta el antiguo puerto de Stockton[10]. Este acontecimiento fue seguido por la construcción de la línea ferroviaria de Liverpool a Manchester, inaugurada el 15 de septiembre de 1830; la locomotora The Rocket (El Cohete), construida por él, formó parte del tren inaugural por ser la ganadora del Rainhill (concurso que se celebró en Rainhill, sobre la misma línea de Liverpool a Manchester, entre los días 6 y 14 de octubre de 1829, para medir la potencia de las máquinas de vapor)[11]. Su hijo, el ingeniero británico Robert Stephenson (Willington, Quay, Northumberland, 1803 – Londres, 1859)[12] colaboró con su padre en el tendido de las líneas Stockton-Darlington y Liverpool-Manchester, y en el diseño de tal locomotora.

El desarrollo de la red de ferrocarril continuó en Gran Bretaña a partir de 1830 pues la inauguración de la línea Liverpool-Manchester supuso la aceptación definitiva del ferrocarril como el nuevo medio de transporte pues la locomotora The Rocket, de los Stephenson y Booth, de 4 300 kg, ya tenía los elementos esenciales de caldera tubular y el ataque directo de las bielas a las ruedas motoras que le habían permitido alcanzar la velocidad de 47 km/h, elementos que después se mantuvieron y perfeccionaron. El nuevo medio de transporte se extendió pronto por toda Europa y América del Norte.

El ferrocarril forma parte de la Historia contemporánea de España y los ferrocarriles con tracción vapor atraían en el pasado y siguen atrayendo en el presente.

Es conocido que el mencionado Robert Stephenson visitó Jerez de la Frontera en 1828 y que el político liberal José Manuel Díez e Imbrechts (Cádiz, 1787 –Jerez de la Frontera, Cádiz, 1849)[13] fue el autor del primer proyecto para construir un ferrocarril desde Jerez de la Frontera a El Portal, con el fin de ganar rapidez y ser más económico el transporte de los vinos jerezanos desde las bodegas hasta el embarcadero del río Guadalete, transporte que entonces se realizaba con grandes carros arrastrados por mulos o bueyes, pero la concesión administrativa otorgada por el rey Fernando VII el 23 de septiembre de 1829 no cristalizó por falta de financiación. Menos conocida es la iniciativa ferroviaria del político liberal y promotor extremeño Marcelino Calero Portocarrero (Badajoz, 1778 – Madrid, 1839)[14], exiliado en Londres en el reinado de Fernando VII tras el Trienio Liberal; el pionero extremeño del ferrocarril (no andaluz, como figura frecuentemente) avanzó algo más que el pionero gaditano pues llega a constituirse una empresa para el transporte desde Jerez de la Frontera, al Puerto de Santamaría, a Rota y a Sanlúcar de Barrameda, aprobada por Fernando VII el 28 de marzo de 1830, pero el tren bodeguero no fue realidad por falta de capital[15]. Además, se decidió en abril de 1830 a promover desde Londres la discusión en la Habana sobre el ferrocarril como solución para el transporte del azúcar hasta los puertos de embarque de la isla de Cuba[16], entonces territorio español. En un trabajo reciente[17], hemos recordado que en la isla de Cuba fue una realidad el primer ferrocarril español y de Iberoamérica: la Habana-Bejucal (19 de noviembre de 1837), primer tramo del ferrocarril La Habana-Güines que se completó poco después; el acontecimiento fue conmemorado por España y Cuba 150 años después.

El mencionado George Stephenson visitó España en octubre-noviembre de 1845 para estudiar las posibilidades de una línea de ferrocarril desde el Cantábrico a la capital de España[18]. Independientemente de su viaje, los dos primeros ferrocarriles en la España peninsular fueron posteriores y con notable retraso respecto a la mayor parte de los países europeos: Barcelona-Mataró (28 de octubre de 1848) y Madrid-Aranjuez (9 de febrero de 1851)[19].

Se tendieron numerosas líneas férreas de vía ancha (6 pies castellanos, equivalentes a aproximadamente 1,67 m) en la España peninsular tras la Ley clasificando los ferrocarriles y demás particulares de este asunto, promulgada el 3 de junio de 1855, es decir, durante el Bienio Liberal (1854-1856), reinado de Isabel II (1843-1868), en cuya redacción intervino el gran ingeniero civil Cipriano Segundo Montesino y Estrada (Valencia de Alcántara, 1817 – Madrid, 1901) como Director General de Obras Públicas (1855-1856)[20]; la ley, vigente hasta 1877, abrió España al capital extranjero y se constituyeron grandes empresas ferroviarias, como Norte y MZA (Madrid, Zaragoza, Alicante). En 1866, es decir, tras un decenio y pocos años antes del nacimiento de José María Gabriel y Galán, el estado de la red ferroviaria española, de carácter radial, se muestra en la Figura 1[21], con 4 300 km[22]. Como se puede observar en esta figura, la red ferroviaria se había construido en gran parte del territorio peninsular. Se podía viajar desde Madrid a numerosas poblaciones y desde Cádiz a Hendaya, pero todavía el tren no llegaba al norte de Extremadura ni a Galicia ni a Portugal.

El desarrollo de la red ferroviaria española continuó durante la vida de José María Gabriel y Galán, que transcurrió durante casi todo el Sexenio democrático (1869-1874) y gran parte de la Restauración monárquica (1874-1923). Según la publicación del Museo Nacional Ferroviario Madrid-Delicias (referenciada en nota 16), en la primera de estas etapas históricas, solo se tendieron 560 km de nuevas vías debido a la instabilidad política y crisis económica. En la segunda etapa, se promulgó la segunda Ley General de los Ferrocarriles (23 de noviembre de 1877), que venía a ser una confirmación de la de 1855 y planteaba la necesidad de iniciar la construcción de líneas transversales de enlace. España comenzó el siglo XX con 11 400 km de vía ancha y 2 100 km de vía estrecha (anchos de vía entre 1,44 m y 0,75 m, siendo el más frecuente de 1,00 m).

En particular, en relación con el presente trabajo, dos líneas férreas fueron inauguradas durante la Restauración monárquica. La línea férrea radial de Madrid a Cáceres y a Portugal por Valencia de Alcántara fue inaugurada en Cáceres el 8 de octubre de 1881 por el rey español Alfonso XII de España y el rey portugués Luis I (referencia 20); la línea pasaba por la estación de Palazuelo-Empalme, conocida también como Plasencia-Empalme y hoy como Monfragüe, relativamente próxima a Plasencia. La segunda línea ferroviaria fue la transversal de 348 km entre Palazuelo-Empalme (pk 251,6 de la línea Madrid-Valencia de Alcántara) y Astorga (en la línea de la Compañía del Norte de Palencia a La Coruña, actual línea 800 de ADIF, La Coruña-León)[23], inaugurada corriendo 1896; tenía estaciones en Guijuelo (Salamanca), Casas del Monte (Cáceres) y Villar de Plasencia (Cáceres), poblaciones relativamente cercanas de Frades de la Sierra (Salamanca), Granadilla (Cáceres) y Guijo de Granadilla (Cáceres), respectivamente. Ambas líneas facilitaron el transporte de viajeros, mercancías y correos.

Jesús Gabriel y Galán Acevedo, nieto del maestro del pueblo y poeta, es autor de José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo[24], cuya portada se muestra en la Figura 2. En nuestra opinión, son muy acertados los tres párrafos que figuran en la contraportada de tan completa biografía porque permite redescubrir al personaje:

 

“Esta biografía del poeta José María Gabriel y Galán ve la publicación en el umbral del centenario de la muerte acaecida en el pueblo cacereño de Guijo de Granadilla el 6 de enero de 1905, donde reposan sus restos.

La efemérides por sí sola sería suficiente justificación, aunque no hubiere otras, para ofrecer al público la oportunidad de redescubrir al público la oportunidad de redescubrir una figura de gran popularidad en su tiempo y hasta mediados del siglo XX, y cuya influencia alcanzó a grandes poetas, como al propio Antonio Machado.

Sale pues, este libro con la pretensión de actualizar la figura y la obra de Gabriel y Galán, pero también con la de aportar una visión más real y auténtica de su vertiente humana. Encontrará aquí el lector gran cantidad de datos, cartas y fotografías inéditos que, a buen seguro, le ayudarán al mejor conocimiento de un poeta que es casi una leyenda y cuya obra sigue publicándose en nuestros días”.

 

Tabla 1. Datos de los viajes de José María Gabriel y Galán hasta su enlace matrimonial en Plasencia (Cáceres).

Motivo Fecha Itinerario en una o dos jornadas Final del itinerario
Formación en la Escuela Normal de Salamanca, tres cursos académicos 1885-1888. Fechas varias. Frades de la Sierra (caballería y correo tracción animal).

 

Salamanca (ídem).

Salamanca.

 

 

Frades de la Sierra.

Posesión de la plaza de Maestro de Enseñanza Primaria en Guijuelo (Salamanca). 30.07.1888. Frades de la Sierra (caballería).

 

Guijuelo (caballería).

Guijuelo.

 

Frades de la Sierra.

Curso académico 1888-1889 en la Escuela Normal Central de Madrid. Fechas varias. Frades de la Sierra (caballería y coche línea tracción animal) y Salamanca (tren a las 21.58).

 

Estación Madrid-Delicias.

Estación ferrocarril Madrid-Delicias, 8.30 día siguiente.

 

Salamanca (tren) y Frades de la Sierra.

Madrid-Galicia, invitado por su compañero de curso y amigo Casto Blanco Cabeza.

 

Regreso de Galicia a Frades de La Sierra.

24.06.1889.

 

 

25.06.1889.

 

22.07.1889

 

23.07.1889.

 

26.07.1889.

Madrid-Estación del Norte a Medina del Campo (Valladolid), transbordo a tren de La Coruña.

La Coruña.

 

La Coruña (estación tren)-Medina del Campo y transbordo a destino.

Salamanca (coche línea tracción animal).

La Maya (caballería).

La Coruña (estación tren).

 

San Saturnino (El Ferrol).

Salamanca (tren).

 

La Maya (Salamanca).

Frades de la Sierra.

Guijuelo, asuntos curso escolar 1889-1890.

 

La Maya por asuntos familiares.

10.08.1889.

 

 

13.08.1889.

 

Frades de la Sierra (caballería).

 

 

Guijuelo (caballería).

La Maya (caballería).

Guijuelo.

 

 

La Maya.

Frades de la Sierra.

Guijuelo, tres cursos escolares 1889-1892. Fechas varias. Frades de la Sierra (caballería).

Guijuelo (caballería).

Guijuelo.

Frades de la Sierra.

En Salamanca, Oposición a plaza superior de Maestro de Enseñanza Primaria; la gana con el número 1. Otoño 1891.

 

Otoño 1891.

Frades de la Sierra (caballería y coche de línea tracción animal).

 

Salamanca (a la inversa).

Salamanca.

 

 

Frades de la Sierra y Guijuelo.

Piedrahita (Ávila) cursos escolares 1892-1899.

 

Regresos a Frades de la Sierra o tras bajar a Extremadura (Granadilla y Guijo de Grandillla).

19.04.1892 y más fechas.

 

 

 

Varias fechas.

Frades de la Sierra (caballería); Guijuelo (caballería) a Santibáñez de Béjar (coche línea tracción animal).

 

 

Piedrahita.

 

 

Piedrahita.

 

 

Frades de la Sierra.

Oposición a cátedra de Escuela Normal de Salamanca (no la gana) y regreso. Primavera, 1893. Frades de la Sierra (caballería y correo tracción animal).

Salamanca.

Salamanca.

 

Frades de la Sierra y Piedrahita.

Enlace matrimonial con Desideria García Gascón en Plasencia (Cáceres) el 26.01.1898. 25.01.1898.

 

 

26.01.1898

Granadilla-Casas del Monte y Guijo de Granadilla -Villar de Plasencia, continuando en tren.

Plasencia (tren), aprox. a las 17 h.

Plasencia (estación tren),10 h 20 min.

 

A la inversa.

Fuente: elaboración personal consultando la publicación referenciada 23.

Esta biografía nos ha servido para elaborar la Tabla 1, en la que se relacionan los viajes realizados por el maestro y poeta del pueblo hasta su enlace matrimonial en Plasencia con la extremeña Desideria García Gascón, nacida en Granadilla (Cáceres), enlace que marcó un punto de inflexión en su vida y obra. Como se puede observar en esta tabla, algunos de los viajes los pudo realizar parcialmente en tren, en particular usando la línea férrea entre Palazuelo-Empalme y Astorga, inaugurada corriendo 1896, como hemos mencionado.

Concerniente a su largo viaje a Galicia, realizado en la noche de San Juan, sobra decir que al amanecer el día 25 de junio pudo observar desde el tren el panorama de verdor de los campos de Galicia y la grandiosidad del mar. Tras descansar en La Coruña, en casa de Antonio García (estudiante naval, amigo de su amigo Casto) continuaron el viaje hasta San Saturnino (pueblo del anfitrión Casto), cercano a la ría de El Ferrol. El 22 de julio inició el viaje de vuelta, siendo despedido a pie de estribo del tren (los trenes de la época estaban formados por coches con accesos independientes) por sus amigos Casto y Antonio en la estación de ferrocarril de La Coruña, con los que no se volverá a encontrar. En el viaje de vuelta, José María pasa por Astorga (León) y llega a la estación de Medina del Campo (Valladolid), en donde tiene que hacer el trasbordo a Salamanca. En ella, espera 10 horas 30 minutos hasta que toma el tren a la 1 hora 30 minutos de la madrugada, que le llevara a la estación de Salamanca; el viaje lo continuó el 23 de julio en el coche de línea tracción animal hasta La Maya (Salamanca), en donde estaba su querida madre y otros familiares. Y tras la festividad de Santiago, viajan en caballerías hasta Frades de la Sierra, recorriendo las tres leguas (aproximadamente 14,50 km) que separaban ambas poblaciones.

Concerniente al matrimonio de José Gabriel y Galán con Desideria García Gascón, que se celebró en la iglesia parroquial de San Esteban de Plasencia el 26 de enero de 1898 (hoy se conserva una placa de cerámica en el exterior de la iglesia que recuerda el casamiento), es de suponer que los contrayentes y otras personas viajaron el día anterior en tren desde las estaciones más próximas de Guijuelo, Casas del Monte y Villar de Plasencia, pero el mismo día de la boda lo hicieron familiares e invitados desde estas estaciones en el tren descendente. Después de la ceremonia religiosa y banquete nupcial, el nuevo matrimonio, familiares y amigos viajaron en el tren ascendente que salió de Plasencia a las cinco de la tarde hasta sus destinos respectivos. En otras palabras, gracias al ferrocarril fue posible una movilidad significativa en la época.

El matrimonio y una hermana de la esposa volvieron tras el permiso matrimonial a Piedrahita, pero en las vacaciones de verano del curso 1897-1898, se acordó en Frades de la Sierra la decisión de aceptar la propuesta de su tío y suegro de que renunciara a la escuela y que residiera en Guijo de Granadilla para atender la actividad agropecuaria familiar. Así fue desde final de noviembre de 1898 hasta el final de su vida.

Como es bien conocido, José María Gabriel y Galán, liberado de su actividad docente, continuó escribiendo y aumentando su prestigio como poeta. Además, viajó con frecuencia a Plasencia por motivos diversos, y a algunas otras poblaciones. En el viaje que realizó a Salamanca en septiembre de 1900, coincidiendo con las ferias, conoció personalmente al filósofo y escritor Miguel de Unamuno y Jugo (Bilbao, Vizcaya – 1864 – Salamanca, 1936)[25], quien era catedrático de griego de la Universidad de Salamanca desde 1891 y en octubre de 1900 sería nombrado Rector.

Como curiosidad, apuntamos que una locomotora denominada Alagón (Figura 3), es decir, con el nombre del río que nace en el Frades de la Sierra natal del poeta y desemboca en el Tajo, arrastrara al menos una vez los vagones en los que viajó José María Gabriel y Galán. En efecto, tal locomotora, que es la más antigua del Museo del Ferrocarril de Madrid data de 1863; formó parte del parque motor de la Compañía de los Caminos del Norte de España, siendo adquirida, en 1875, por la Compañía de los Ferrocarriles de Medina a Salamanca. Sus últimos servicios, ya en RENFE, fueron en la estación de Delicias de Madrid, sede hoy de tan importante museo.

Figura 1. Red ferroviaria de España en 1866. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía tomada de Vía Libre núm. 25, enero 1966, pág. 31.

Figura 2. Portada de José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía tomada de la obra referenciada en la nota 24.

 

 

Figura 3. Locomotora Alagón. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía realizada por este autor en el Museo del Ferrocarril de Madrid el 3 de julio de 2017.

  1. Poesía española ferroviaria y un ferroviario extremeño ganador en los dos primeros certámenes poéticos Ruta de la Plata, premio García-Plata de Osma

El ferrocarril impactó mundialmente y fueron numerosas las páginas escritas en prosa y verso sobre el nuevo medio revolucionario de transporte que aceleró el desarrollo industrial decimonónico. Concerniente a la poesía, en los párrafos que siguen figuran algunos fragmentos de poesías escritas por algunos autores españoles.

Concerniente a las inauguraciones de los dos primeros ferrocarriles en la España peninsular, hubo versos de admiración de ambos acontecimientos[26]. Tras la inauguración del ferrocarril Barcelona-Mataró en 1848, eran populares los versos:

 

“Entre los inventos mil

ninguno tan portentoso

como el del ferrocarril.

Tan rápido como el viento

te lleva hasta Mataró

el carril en momento.

Jamás tal cosa se vio:

El comer en Barcelona

y el cenar en Mataró”.

 

Y cuando se inauguró el ferrocarril Madrid-Aranjuez en 1851:

 

“Triunfaste al fin en la lid,

oh Aranjuez encantador

que en alas ya del vapor

a un paso estás de Madrid.

Ondas del Tajo, decid

cual es hoy vuestra alegría

al ver que se acerca el día

en que se van a estrechar

con el Cantábrico mar

los mares del Mediodía”.

 

Ramón de Campoamor y Campoosorio (Navia, Asturias, 1817 – Madrid, 1901)[27] es autor del célebre poema El tren expreso, publicado en Pequeños poemas, que dedicó en 1872 al célebre ingeniero de caminos José Echegaray y Eizaguirre (Madrid, 1832, Madrid, 1916)[28], ingeniero de Caminos, político, académico, Premio Nobel de Literatura en 1905. Se ha escrito que “hay en este poema, con el tren como escenario y casi como protagonista, muchos de los elementos característicos del posromanticismo literario, con un costumbrismo un tanto sentimentaloide, un tanto cursi si se quiere, pero – visto hoy – con la gracia de una estampa de época”, es decir, de una sociedad de inventos prodigiosos y de industrialización[29]. La primera estrofa del Canto primero (La noche), la primera estrofa del Canto segundo (El día) y la primera estrofa del Canto tercero (El crepúsculo) figuran a continuación.

 

“Habiéndome robado el albedrío

un amor tan infausto como mío,

ya recobrados la quietud y el seso,

volvía de París en tren expreso:

y cuando estaba ajeno de cuidado,

como un pobre viajero fatigado,

para pasar bien cómodo la noche

muellemente acostado,

al arrancar el tren subió a mi coche,

seguida de una anciana,

una joven hermosa,

alta, rubia, delgada y muy graciosa,

digna de ser morena y sevillana.

[…]

Y continuando la infeliz historia,

que aún vaga, como un sueño, en mi memoria,

veo al fin a la luz de la alborada

que el rubio de oro de su pelo brilla

cual la paja de trigo calcinada

por Agosto en los campos de Castilla.

Y con semblante cariñoso y serio,

y una expresión del todo religiosa,

como llevando a cabo algún misterio,

después de un -¡ay, Dios mio!-

me dijo señalando a un cementerio:

-¡Los que duermen allí no tienen frío!-

[…]

Cuando un año después, hora por hora,

hacia Francia volvía, echando alegre sobre cuerpo mío

mi manta de alamares de Zamora,

porque a un tiempo sentía,

como el año anterior, día por día,

mucho amor, mucho viento y mucho frío;

al minuto final del año entero,

a la cita acudí cual caballero

que va alumbrado por su buena estrella;

mas al llegar a la estación aquella

que no quiero nombrar, porque no quiero,

una tos de ataúd sonó a mi lado,

que salía del pecho de una anciana

con cara de dolor y negro traje;

me vio, gimió, lloró, corrió a mi lado,

y echándome un papel por la ventana,

-Tomad-me dijo- y continuad el viaje-

Y cual si fuese una hechicera vana

que después de un conjuro, en alta noche

quedase entre la sombra confundida;

la mujer, más vieja, envejecida.

De mi presencia huyó con ligereza

cual niebla entre la luz desvanecida,

al punto en que, llegando, con presteza

echó por la ventana de mi coche

esta carta tan llena de tristeza,

que he leído más veces en mi vida

que cabellos contiene mi cabeza:

José María Gabriel y Galán cantó también a la locomotora a principios del siglo XX a la manera del siglo anterior, es decir, considerando a los trenes raudas centellas o sierpes estruendosas que sembraban el progreso, y como lugar de encuentro romántico mientras el paisaje pasaba por las ventanillas con gran celeridad. En su poesía “Canto al trabajo”, premiada con la flor natural en los Juegos Florales de Buenos Aires, celebrados el 22 de octubre de 1904, que forma parte de Nuevas Castellanas[30], o de Poesías de temática social[31], canta a la locomotora tracción vapor en la estrofa número quince:

 

“Mirad cómo devora

la distancia en la audaz locomotora

que creó gallardísima y ligera:

mirad cómo perfora

la montaña que estorba su carrera”.

 

En relación con el poema “Canto al Trabajo”, ya Emilia Pardo Bazán comentó en el prólogo de Nuevas Castellanas (referencia 4) que aunque social es el conjunto de su obra:

 

“Ningún poeta, mejor que Gabriel y Galán, ha libertado a su alada Musa de la pesadumbre y carga enojosa de ideas políticas concretas; nadie menos que él se afilió a banderías, porque no es ser banderizo, sino meramente ser de su tierra y de su patria, cantar esa fe de roca y esa esperanza de diamante en que están cimentados los versos de Gabriel y Galán. Sin embargo, difícilmente se sustraería un poeta tan humano y sensible a las preocupaciones fundamentales de su edad. Yo hablo solo textos en mano; lo que durmiese en su conciencia, alborease en su mente o descubriese su conversación, ni lo sospecho. Limitándome a entresacar notas de sus poesías, se me figura que ideas algo distintas de las que inspiraron los Pastores de mi abuelo rompen en las estrofas del Himno al Trabajo, laureado en América”.

 

No se puede olvidar que el escritor extremeño Luis Chamizo Triguero (Guareña, Badajoz, 1894 – Madrid, 1945) es autor del Miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), publicado por primera vez en 1921, formado por doce poemas; el poema “Compuerta” comienza así:

“Corre’l tren retumbando por los jierros

de la vía. Retiemblan

los recios arcornoques qu’esparraman

al reor del troncón las hojas secas.

Juyen las yuntas cuando’l bicho negro,

silbando, traquetea.

S’esmorona un terrón, y el jumo riñe

con las ramas d’encinas que l’enrean…

 

Terminando este apartado, consideramos interesante mencionar que hubo poetas que tuvieron relación laboral con el ferrocarril. Dos de ellos fueron Vicente Aleixandre y Merlo y Francisco Durán Domínguez.

Vicente Aleixandre y Merlo (Sevilla, 1898 – Madrid, 1984)[32], poeta y académico de la Real Academia de la Lengua, Premio Nobel de Literatura correspondiente a 1977. Su padre, Cirilo Aleixandre y Ballester fue primero ingeniero jefe de Vía y Obras en la antigua Compañía de los Ferrocarriles Andaluces y luego miembro del Consejo Superior de Ferrocarriles; el hijo trabajó como agregado a la Dirección General en la antigua Compañía del Norte hasta 1925. El tren aparece en su poesía en el poema “El ferrocarril” que iba a figurar en principio en su libro En un vasto dominio (1962), de donde fue excluido por pensar el autor que perdería vigencia al ponerse en servicio la línea Madrid-Burgos[33]. Este dato no es muy conocido, y se supo al ser entrevistado para Vía Libre en 1964, revista del ferrocarril español, en la que se publicó[34].

Francisco Durán Domínguez, nacido en Casar de Cáceres en 1911, ya fallecido, compitiendo con importantes poetas, fue el ganador en habla popular con el poema “Miedo sabroso” en la primera edición (1977) del Concurso de poesía Ruta de la Plata, premio García-Plata de Osma; fue también el ganador y accésit en la modalidad de habla popular en la segunda edición (1978). La noticia de haber ganado el primer certamen se difundió por toda la red ferroviaria española[35]; los compañeros ferroviarios de Cáceres se unieron para felicitar al ganador, jubilado de RENFE, quien comenzó su vida ferroviaria de mozo de estación de Cáceres, y en esa misma actividad se jubiló, siendo ejemplo de inteligencia y virtudes, avaladas por cuantos con él convivieron durante los treinta y siete años de servicio en el ferrocarril.

La vida y obra de Rafael García-Plata de Osma (Guadalcanal, Sevilla, 1870 – Cáceres, 1918), nacido el 4 de marzo de 1870, es decir unos meses antes que José María Gabriel y Galán, y muerto a causa de la epidemia de gripe que asoló Europa tras finalizar la Primera Guerra Mundial, ha sido estudiada por José María Cancho Sánchez. En el libro Ruta de la Plata, 10 años de poesía en Extremadura (Figura 4), comienza y termina su presentación así[36]:

 

“Paseando por las calles de Cáceres encontramos una serie de nombres de personajes, de los cuales, a la mayoría de los habitantes de esta ciudad de finales del siglo XX no nos queda, en el mejor de los casos, más que unos pálidos reflejos de su paso por la vida. Incluso, solamente lo que indica la inscripción colocada en una esquina de la calle o plaza, que en su momento, el Ayuntamiento dedicara a su memoria. Es posible que para muchas personas sea éste el caso de García-Plata de Osma. Y sin embargo, en una época no tan lejana, formó parte integrante del ambiente cultural y social de Cáceres.

Rafael, ya lo hemos dicho, militaba en el Partido Liberal. Publicaba asiduamente en los periódicos de esta tendencia. En uno de ellos, El Noticiero, y a lo largo de varios días, según costumbre de la época, mantuvo una polémica sobre los niños expósitos que estaban al cargo de la Diputación Provincial de Cáceres. Era el 5 de noviembre de 1908, cuando salió a la luz la primera parte de su artículo “¡¡¡Piedad para los niños!!!”.

Figura 4. Portada del libro Ruta de la Plata, 10 años de poesía en Extremadura (1986). Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía del ejemplar recibido de Joaquín García-Plata Quirós, que fue presidente-coordinador del concurso poético en cada una de las ediciones celebradas.

 

  1. El Valle del Ambroz sin el necesario y poético tren desde 1984

No fue fácil el establecimiento de la línea ferroviaria Palazuelo –Empalme a Astorga. En los dos párrafos que siguen, el tercero de los autores del presente trabajo resume uno de los muchos apuntes de su abuelo Diosdado Villares del Río, Secretario del Ayuntamiento de Segura de Toro, concerniente a la construcción de la línea ferroviaria mencionada a su paso por el Valle del Ambroz.

Con motivo del trazado y consolidación de avenidas de gargantas y riachuelos, la dirección técnica del trazado al mando del correspondiente ingeniero solía recabar información, previa entrevista con el Alcalde o Secretario de turno, de avenidas de aguas en riachuelos y gargantas del correspondiente término municipal por donde discurría el futuro trazado del tren. Así las cosas, mi abuelo, Diosdado, entonces Secretario del Ayuntamiento de Segura de Toro, mandó al Alguacil Pedro Villares para que los acompañara con el fin de que en base a sus conocimientos observando las cuotas máximas de gargantas y riachuelos, trasladase dicha información al Ingeniero; informó sobre las cuotas máximas de la Garganta Cabrera a su paso por el paraje de El Sequero, donde se construyó un pequeño, pero hermoso puente de hierro, para dominar las aguas de esta garganta.

Entonces el tiempo transcurría mucho más despacio y tanto Pedro como el Ingeniero y sus dos ayudantes comieron al lado de la garganta después de haber fijado la cuota máxima de las avenidas de agua. La comida la había preparado la madre de Diosdado, a base de tortilla de patatas, jamón de matanza, queso y vino de pitarra. Con los vapores del recio vino de pitarra, Pedro le comentó al Ingeniero que no serían capaces de dominar el gran barranco de la localidad de Hervás para conectar con Baños de Montemayor. A lo que el Ingeniero le contestó que allí se construiría un hermoso y gran puente de hierro. Pedro seguía con sus dudas y el Ingeniero le dijo que cuando inauguraran el referido puente le invitaría a ver pasar la primera locomotora sobre él. Pedro le contestó que se bebería cinco litros de vino en su compañía si eso fuera cierto. Ni que decir tiene que toda vez finalizada la inauguración la borrachera que se agarraron los dos fue de las que marcaron época.

Establecida la línea férrea de Palazuelo –Empalme a Astorga, los trenes circularon en el tiempo del poeta (1780-1905) por el bello Valle del Ambroz, y después. La Figura 5 muestra una imagen del reinado de Alfonso XIII, en la se puede observar la belleza de un tren con tracción vapor circulando hacia Baños de Montemayor por el puente ferroviario sobre el río Ambroz en Hervás.

Hecho desatinado y triste fue que reinando Juan Carlos I, siendo Felipe González Márquez el presidente del Gobierno de España y Juan Carlos Rodríguez Ibarra el presidente de la Junta de Extremadura, se suprimió el servicio de viajeros entre las estaciones de Plasencia y Astorga, y el último tren ascendente circuló el 31 de diciembre de 1984. Hasta entonces, automotores TAF y TER recorrían diariamente todo el oeste español con el servicio Gijón-Sevilla a través de León, Zamora, Salamanca, Cáceres y Mérida. Además, circulaba el Tren Rápido Cáceres-Bilbao, acoplado entre Salamanca y Miranda de Ebro a otra rama Fuentes de Oñoro-Hendaya (nota 23). Los trenes de mercancías se mantuvieron en circulación durante una década más, pudiendo aprovechar el bypass de Palazuelo-Empalme, construido para que un tren procedente de Cáceres pueda dirigirse hacia el norte sin tener que cambiar de sentido.

Así pues, en la incipiente y dócil Extremadura autonómica, con Estatuto de Autonomía desde febrero del año anterior[37], las poblaciones del Valle del Ambroz se quedaron sin los trenes que habían circulado de día y de noche en los tiempos de José María Gabriel y Galán, y de los que circulaban casi ochenta años después de su muerte.

Casi veinticinco años después del cierre de la línea férrea, Antonio Armero[38], conocido periodista de Hoy, escribía que el tren acababa en Plasencia y que lo que quedaba en el norte extremeño del ferrocarril era pura nostalgia: 48 kilómetros de vía muerta y seis estaciones (Oliva-Almendral, Villar de Plasencia, Casas del Monte, Aldeanueva del Camino, Hervás y Baños de Montemayor). Y recordaba que vecinos de Hervás se plantaron delante de la vía el 31 de diciembre de 1984 y no dejaron pasar ni el tren que subía hacia Bilbao ni al que bajaba.

Matías Simón Villares[39] nos revive los hechos así:

Total, que ahora nuestra vía se ha convertido en un espacio triste, a base de museos, vías verdes y de fibras ópticas.

La noticia de que se acercaba el tren le llega a los pueblos del Valle del Ambroz en agosto de 1882 al aprobarse en Consejo de Ministros el proyecto y su concesión a la Compañía de Ferrocarriles del Oeste. Otra noticia, muy jaleada para reavivar la ilusión, fue el paso, 14 de febrero de 1894, allanando el balasto. El 21 de junio de 1896 el tren inaugura la línea, dando por finalizado los catorce laboriosos años a base de negociaciones y trámites, juntas, mociones en Cortes, tasaciones periciales, expropiaciones de terrenos, etcétera.

De estos catorce años, los últimos fueron agobiantes por el apremio económico, sin embargo, los primeros fueron más tortuosos para conseguir la unificación de los criterios. Hubo un primer proyecto que situaba el empalme en Galisteo. También, presiones por parte de Trujillo para atraer hacia sí la línea que venía de Portugal, más la velada amenaza de la Compañía, de que si no se asumía el proyecto, retiraría “los estudios realizados”, debiendo hacer el Gobierno otros nuevos, lo cual retrasaría muy mucho el objetivo final.

Hace años Televisión Española le encargó a mi gran amigo José Antonio Labordeta el rodaje de un capítulo en Extremadura para el programa Un País en la Mochila; el cual recomiendo que veáis, y éste eligió el Valle del Ambroz, por algo sería.

Labordeta me pidió que compusiera una canción para el Programa (El Tren del Valle del Ambroz) que canté en la estación abandonada de Baños de Montemayor en el mes de julio de 1998, y la canto y cantaré siempre en su recuerdo, y en el de todas aquellas gentes vinculadas a nuestro tren.

Labordeta también se marchó, como José Luis Majada; aquella canción su letra:

Ya nadie se acuerda, cuando rompieron la tierra, cuando se expropió/un camino de Plata, de sonrisas y lágrimas, arrancando a la montaña./Ya nadie ya se acuerda, de aquellos carros y carretas, que bajaban robles mutilados/para tallar traviesas, de la sierra de Segura de Toro/cómo los bajaron./Al tren del Valle del Ambroz le han tapado su voz, que triste está mi valle ya no le importa a nadie./Al tren del Valle del Ambroz le han cerrado la estación/hay un niño que está triste, que ya nadie dice adiós./Camino de Plata, el Valle no quiere que te vayas/camino de hierro, que no y que no, te tapen ellos./A esos que están arriba, el maldito dinero, al ordenador/quiero que abran la vía de Plasencia, Oliva, Jarilla, Casas del Monte/Aldeanueva, Hervás/ y Baños de Montemayor/tal vez ese niño sonría, aunque ya me he hecho mayor.

El pasado 18 de febrero de 2017 las máquinas han llegado a Aldeanueva del Camino, vienen arrasando con todo; tienen unos ganchos enormes que se clavan en railes y traviesas; cruje la madera, el raíl y el balasto, los ganchos les separan; se resisten como cuando a una madre le intentan a un hijo de sus brazos. En la cuneta unos baúles enormes de hierro, donde meten toda la tornillería; tornillos grandes, martillos, con los que jugábamos de niño, y que sirven para engarzar las traviesas a los raíles. La señalización vertical desaparece en un abrir y cerrar de ojos.

Las traviesas de madera, partidas y astilladas, las van amontonando en piras enormes. El balasto, las piedras que acolchan los raíles, lo cargan en camiones. He parado el coche y me he bajado para sacar algunas fotos; recojo un trozo de madera de traviesa y un tornillo, de recuerdo; un encargado me grita que no puedo coger nada, pero al acercarse me reconoce y me deja hacer. En el tiempo que he estado allí unos 30 coches han pasado por el antiguo paso a nivel, pero nadie se ha detenido, eso sí, muchos me han reconocido y me han pitado. Con lágrimas en los ojos, desorientado, me monto en el coche, cruzo el antiguo paso a nivel para dirigirme a Segura de Toro”.

 

A los párrafos que preceden, añadimos la consideración de que José María Gabriel y Galán, maestro y poeta del pueblo, hubiera alzado su voz para ser escuchada en todos los pueblos del poético valle extremeño, hubiera concienciado a la Extremadura democrática incipiente para no permitir el desatino consumado pues el tren, además de poético, era y es necesario para el desarrollo de Extremadura y de todo el Oeste español.

Finalmente, recogemos la noticia periodística reciente[40] en la que se dice que el Consejo Económico y Social de Extremadura (CES), órgano consultivo del Gobierno regional, en un informe titulado “El corredor atlántico: una visión integradora desde Extremadura”, entiende que la ruta Plasencia-Salamanca “es una conexión ferroviaria transversal estratégica y preferencial para mercancías y viajeros, pues constituye la única ruta que posibilitaría conectar el norte y el sur peninsular por tren sin tener que pasar por Madrid, ahorrando muchos kilómetros y costes, al evitar la zona con el tráfico más denso y congestionado de nuestro país y también de Portugal”.

Figura 5. Anverso de postal del reinado de Alfonso XIII; muestra un tren circulando hacia Baños de Montemayor por el viaducto de construcción mixta sobre el río Ambroz en Hervás. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía autorizada por el Archivo y Biblioteca de la Diputación Provincial de Cáceres.

Figura 6. Matías Simón Villares canta en la estación de Baños de Montemayor (Cáceres), y escucha el cantautor, escritor y político español José Antonio Labordeta Subías. Fuente: Archivo de Matías Simón Villares.

Figura 7. Matías Simón Villares, con su guitarra, viendo el desatino que se estaba realizando al levantar las vías del ferrocarril del Valle del Ambroz. Fuente: Archivo de Matías Simón Villares.

 

  1. Conclusiones

En 2020, año del bicentenario del nacimiento de la extremeña Carolina Coronado Romero, del 150º aniversario del nacimiento de José María Gabriel y Galán, y del 150º aniversario del nacimiento del sevillano-extremeño Rafael García-Plata de Osma, hemos establecido las siguientes conclusiones:

  1. José María Gabriel y Galán, maestro y poeta del pueblo, viajó numerosas veces por diferentes motivos, combinando en sus viajes los medios de transporte tradicionales (caballerías y coches de línea con tracción animal) con el ferrocarril de tracción vapor de su tiempo (1870-1905). Sus dos viajes más largos fueron Madrid-Galicia y Galicia-Frades de la Sierra tras finalizar el curso académico 1888-1889 en la Escuela Normal Central de Madrid, en los que, como en otros, sin que él lo supiera, es muy probable que la locomotora fuese una Alagón, es decir, con el nombre del río que nace en su Frades de la Sierra (Salamanca) natal.
  2. Existe una poesía ferroviaria española desde el siglo XIX que consideramos insuficientemente conocida, siendo, tal vez el poema más conocido “El tren expreso”, del conocido escritor Ramón de Campoamor y Campoosorio, dedicado en 1872 al ingeniero de caminos José Echegaray y Eizaguirre, quien fue Premio Nobel de Literatura en 1904. José María Gabriel y Galán, es autor del importante poema “Canto al trabajo”, incluido en su conocida obra Nuevas Castellanas, o entre las Poesías de temática social; cantó a la locomotora tracción vapor.
  3. No fue fácil establecer la línea ferroviaria transversal de Palazuelo-Empalme a Astorga, que fue realidad en 1896; fue un desatino nacional y autonómico su supresión a partir de 1985. Corriendo el verano de 2020, el Consejo Económico y Social de Extremadura reivindica que la conexión transversal Plasencia-Salamanca es estratégica y preferencial para mercancías y viajeros.
  4. Agradecimientos

Los autores del presente trabajo agradecen a la Asociación Coloquios Históricos de Extremadura la continuidad para convocar y celebrar la XLIX edición de los Coloquios Históricos en estos tiempos tan difíciles de pandemia, y por haberlos dedicado a don José María Gabriel y Galán en la efeméride CL aniversario de su nacimiento (1870-2020).

 

[1] TORRES NEBRERA, Gregorio, “Coronado Romero, Carolina”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[2] GABRIEL Y GALÁN ACEVEDO, Jesús, “Gabriel y Galán, José María”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[3] VILLANUEVA PRIETO, Darío, “Pardo Bazán de la Rúa-Figueroa, Emilia”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[4] PARDO BAZÁN, Emilia, “Prólogo“, en Obras Completas de José María Gabriel y Galán, Tomo 3, Nuevas Castellanas, Salamanca, Imp. y Lib. Francisco Núñez, 1905, pág. V.

 

 

[5] GÓMEZ MARTÍN, Fernando, “José María Gabriel y Galán (ponencia inaugural)”, en GÓMEZ MARTÍN, Fernando, REAL RAMOS, César (Coords.), Congreso interdisciplinar Gabriel y Galán, el poeta campesino Reflejos de su tiempo, 1870-1905, SALAMANCA. Revista de Estudios núm. 52, 2005, págs. 19-48.

[6] ALFONSECA, Manuel, “Wat, James”, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, pág. 220.

[7] FONSECA, Andrea, ARANA, Joaquín, CLARET, Clotide, RUIZ PALACIO, Juan Pablo, Atlas ilustrado Trenes muy antiguos, Madrid, Susaeta, págs. 12-25.

[8] ALFONSECA, Manuel, “Trevithick, Richard”, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, págs. 211-212.

[9] ALFONSECA, Manuel, “Stephenson, George”, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, pág. 201.

[10] WALACE, Elwina, “George Stephenson condujo el primer tren de viajeros de la historia”, Vía Libre núm. 135, abril de 1975, págs. 14-15.

[11] FERNÁNDEZ SANZ, Fernando, “Hace ciento cincuenta años nacía el ferrocarril”, Vía Libre núm. 213, marzo de 1980, págs. 19-25.

[12] ALFONSECA, Manuel, “Stephenson, Robert”, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, pág. 201-202.

[13] MARISCAL TRUJILLO, Antonio, DIEZ ROMERO-VALDESPINO, Lorenzo, “Díez e Imbrechts, José Manuel”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[14] LAMA, José María, “Marcelino Calero Portocarrero”, en LAMA, José María (ed.), Los primeros liberales españoles. La aportación de Extremadura. 1810-1854 (Biografías), Badajoz, Diputación de Badajoz, Departamento de Publicaciones, 2012, págs. 309 – 328.

[15] WAIS SAN MARTÍN, Francisco, “El ferrocarril cumple ciento cincuenta años”, Revista de Obras Públicas núm. 3124, 1975, págs. 583-588.

[16] ALFONSO BALLOL, Berta, HERRERA SORZANO, Mercedes, MOYANO, Eduardo, SANZ FERNÁNDEZ, Jesús, SOCARRAS MATOS, Martín, El camino de La Habana a Güines. Primer ferrocarril de Iberoamérica, Madrid, Fundación de los Ferrocarriles Españoles, Raíz Técnicas Gráficas, 1987, págs. 27-41.

[17] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús F., “Después del Imperio Mexica: aspectos científicos y tecnológicos prehispánicos aportados por Hernán Cortés, novohispanos e hispano-mexicanos”, Congreso Internacional. HERNÁN CORTÉS EN EL SIGLO XXI, 2019, en prensa.

[18] MARSILLACH, Luis, “Stephenson, el tren español y los toros de “carril”, Vía Libre núm. 11, noviembre de 1964, págs. 17-18.

[19] FERNÁNDEZ SANZ, Fernando, “Cronología de los ferrocarriles españoles”, Vía Libre núm. 61, enero de 1969, págs. 21-24.

[20] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, José David, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, PÍRIZ MOTA, Álvaro, “Cipriano Segundo Montesino y Estrada, ingeniero ferroviario”, Vía Libre núm. 638, marzo 2019, págs. 51-56.

[21] “Los ferrocarriles españoles hace 100 años”, Vía Libre número 25, enero de 1966, pág. 31.

[22] FERNÁNDEZ SANZ, Fernando, Museo Nacional Ferroviario Madrid Delicias, Madrid, Ibergráficas, 1984.

[23] GADEA GARZÓN, Pablo, “El Ferrocarril en la provincia de Cáceres”, Vía Libre núm. 614, enero de 2017, págs. 44-57.

[24] GABRIEL Y GALÁN ACEVEDO, JESÚS, José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo, Mérida, Editora Regional, 2004.

[25] SENABRE, Ricardo, “Unamuno y Jugo, Miguel de”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

 

[26] SUÁREZ CAMPOS, José María, “En alas ya del vapor…”, Vía Libre núm. 161, junio de 1977, págs. 50-51.

[27] MONTOLÍ BERNADAS, Víctor, “Campoamor y Campoosorio, Ramón de”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[28] FORNIELES ALCARAZ, Javier, “Echegaray y Eizaguirre, José”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[29] SUÁREZ CAMPOS, José María, “Un león con melena de centellas…”, Vía Libre núm. 160, mayo de 1977, págs. 39-40.

[30]Obras Completas de José María Gabriel y Galán, Tomo 3, Nuevas Castellanas, Salamanca, Imp. y Lib. Francisco Núñez, 1905, págs. 51-55.

[31] GABRIEL Y GALÁN ACEVEDO, José María, GABRIEL Y GALÁN ACEVEDO, Jesús, José María Gabriel y Galán. Obras Completas; edición, comentarios y notas, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2005, págs. 638-642.

[32] DUQUE AMUSCO, Alejandro, “Aleixrandre y Merlo, Vicente”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[33] “Vicente Aleixandre, premio Nobel de Literatura”, Vía Libre núm. 165, octubre de 1977, págs. 42-43.

[34] TIJERAS, Eduardo, “Vicente Aleixandre, de la Real Academia, hijo de un ferroviario”, Vía Libre núm. 3, marzo de 1964, págs. 16-17.

[35] FERNÁNDEZ, Francisco Santiago, “El premio de poesía Ruta de la Plata, para un pensionista de RENFE: Don Francisco Durán Domínguez”, Vía Libre núm. 164, septiembre de 1977, págs. 53-54.

[36] CANCHO SÁNCHEZ, José María, “Presentación”, en GARCÍA-PLATA QUIRÓS, Rafael, Ruta de la Plata, 10 años de poesía en Extremadura, Madrid, Jacaryán, 1986, págs. 175-178.

[37] LEY ORGÁNICA 1/1983, de 25 de febrero, de Estatuto de Autonomía de Extremadura, Boletín Oficial del Estado núm. 49, de 26 de febrero de 1983, págs. 5580-5586.

[38]ARMERO, Antonio J., “25 años sin el viejo tren”, https/www.hoy.es/20090614/anos-viejo-tren-20090614.html.

[39] SIMÓN VILLARES, Matías, “El Tren del Valle del Ambroz”, Asociación Cultural Poetas de la Estatua de Gabriel y Galán, Cáceres.

[40] ARMERO, Antonio, “El CES pide reabrir el tren a Salamanca por ser la mejor ruta entre Sines e Irún”, HOY, domingo 26.07.20, pág. 27.

Ene 032020
 

José Pastor Villegas, Doctor en Ciencias (Sección de Químicas) e investigador en Historia de la Ciencia y la Tecnología y Jesús. F. Pastor Valle, Ingeniero Industrial.

Resumen

El Real Museo de Pinturas, origen del actual gran Museo Nacional del Prado (MNP), fue inaugurado el 19 de noviembre de 1819. Esta fecha, sin más, dice poco si no se consideran los antecedentes científicos y tecnológicos de la Ilustración española (1700-1808 o 1814).

Tras los reinados de Felipe V y Fernando VI, Carlos III y José Moñino Redondo, conde de Floridabanca y secretario del Despacho de Estado, decidieron alrededor de 1779 construir un edificio científico y tecnológico en la parte media del Paseo del Prado, junto al Real Jardín Botánico de Madrid, que estaba en traslado avanzado desde la Huerta de Migas Calientes y fue inaugurado inaugurado solemnemente en 1781. El nuevo edificio que quisieron construir incluiría la Academia de Ciencias Naturales, como alto organismo de docencia e investigación, el Real Gabinete de Ciencias Naturales y otras instituciones científicas y tecnológicas conexas; las obras comenzaron en 1785 según proyecto definitivo y dirección del arquitecto madrileño Juan de Villanueva y de Molina.

Reinando Carlos IV, el conde de Floridablanca encargó los Estatutos académicos al prestigioso químico Domingo García Fernández en 1791, siendo poco conocido o desconocido que José Antonio Pavón Jiménez y Pedro Gutiérrez Bueno, dos científicos extremeños ilustres en Madrid, fueron propuestos como académicos pensionados. El también extremeño Manuel Godoy y Álvarez de Faria, secretario de Estado, decidió en 1796 no establecer la Academia de Ciencias Naturales.

Las obras del edificio académico finalizaron antes de la Guerra de la Independencia (1808-1814). Reinando Fernando VII, se reparó el edificio de la non nata academia, y se inauguró el Real Museo de Pinturas en la fecha mencionada al principio.

Hace cuarenta años que Xavier de Salas Bosch (Barcelona, 1907 –Madrid, 1982), recién finalizada su dirección del MNP (1971-1978), y ya vinculado con Trujillo (Cáceres), se preguntó ¿Qué es el Museo del Prado? Su respuesta está recogida en el presente trabajo, a la que sumamos unos apuntes científico-tecnológicos nuestros sobre el MNP del bicentenario.    

 

  1. Introducción

Corriendo el convulso siglo XIX español, el 19 de noviembre de 1819 se inauguró el Real Museo de Pinturas reinando Fernando VII, cuyo nombre oficial se cambió tres veces en ese siglo. En 1830, se llamó Real Museo de Pinturas y Esculturas, denominación que se mantuvo hasta que la reina Isabel II fue al exilio en 1868. Desde ese año hasta 1872, se denominó Museo Nacional de Pinturas. Desde 1872 hasta el presente, se denomina oficialmente Museo Nacional del Prado.

Obviamente, se cumplirán los doscientos años de la inauguración en el mes de noviembre próximo. Según hemos leído, la idea motriz difundida institucionalmente es celebrar el Bicentenario del Museo Nacional del Prado como el gran regalo que se ha dado la nación española y explicar, cómo, a consecuencia de acontecimientos sociales y políticos, una colección privada concebida para deleite de unos pocos acabó convirtiéndose en la institución cultural principal de todos los españoles.

Así pues, los Coloquios Históricos de Extremadura de 2019 se celebran casi coincidentes con tal efemérides. Acertadamente, están dedicados a la figura de Xavier de Salas Bosch (Barcelona, 1907 – Madrid, 1982), quien fue director de tan importante museo mundial de 1971 a 1978; él y su esposa Carmen Ortueta Martínez (Santander, 1913-Trujillo, Cáceres, 2012) fundaron la Asociación de Amigos de Trujillo en 1972, y tomaron la decisión de establecer la Fundación Xavier de Salas en 1981 con sede en el Convento de la Coria, donde se celebran estos XLVIII Coloquios Históricos de Extremadura.

En estudios nuestros sobre la Historia de la Ciencia y Tecnología, conexos con Extremadura y América, no han faltado imágenes artísticas como documentos. A título de ejemplo, en nuestro libro Páginas extremeñas sobre el caucho, editado por la Fundación Xavier de Salas[1], la lámina del polifacético Cristoph Weiditz con texto en alemán corresponde a la exhibición del juego de pelota en 1529, documento que nos sirvió para concluir que el extremeño Hernán Cortés trajo el primer material de caucho a Europa en su viaje a la España de Carlos V en 1528, es decir, tras el descubrimiento y conquista del Imperio Mexica durante la expedición cortesiana (1519–1521), hecho que hemos recordado en el congreso internacional celebrado recientemente en Medellín y Trujillo[2].  

Pues bien, en el presente trabajo tratamos de los antecedentes científicos y tecnológicos inmediatos del Real Museo de Pinturas, insuficientemente conocidos, sin olvidar a los intelectuales de la Ilustración Española oriundos de Extremadura. En segundo lugar, recordamos lo que fue el Museo Nacional del Prado para el mencionado director Salas Bosch, vinculado con Extremadura. Y, en tercer lugar, apuntamos una mirada científica y tecnológica nuestra a los materiales que se conservan en el bicentenario de tan gran museo internacional.

 

  1. Preilustración e Ilustración en España

Publicaciones diversas que tratan de la Historia de la Ciencia y la Tecnología Española vienen a coincidir en señalar que España estuvo ausente del punto de partida de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII[3], revolución que marca una etapa anterior y otra posterior. La llamada Ciencia moderna (macro y microcosmo) surgió con las aportaciones de grandes científicos europeos, siendo uno de ellos el conocido matemático, físico y astrónomo británico Isaac Newton (Woolsthorpe, Lincolnshire, 1642 – Londres, 1727)[4], autor de la importante obra Philosophiae naturalis principia mathematica (Principios matemáticos de la Filosofía natural), publicada en Londres en 1687.

En España, en el reinado de Felipe II (1556-1598), se inició un apagón científico y tecnológico. Como es sabido, se impuso en 1558 la obligación de obtener autorización para publicar cualquier libro y prohibió al año siguiente los estudios en universidades extranjeras para evitar la contaminación del protestantismo. En opinión del médico y bioquímico Severo Ochoa de Albornoz (Luarca, 1905 – Madrid, 1993)[5], Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959[6], compartiéndolo con el bioquímico Arthur Kornberg (Brooklyn, Nueva York, 1918 – California, 2007), por estar más interesado en los asuntos de allá arriba que en los de aquí abajo, es decir, una religión mal entendida[7]. En nuestra opinión, tal apagón fue una realidad tras la Primera Expedición Científica a América (1571 – 1577), que se organizó y realizó en dicho reinado[8].

La atonía comenzó a remontarse en el reinado de Carlos II (1665-1700). En ese reinado, se tomó conciencia del atraso científico español. Se denunció el atraso correspondiente a la medicina moderna y conocimientos iatroquímicos y biológicos afines en la Carta filosófico-médico-chymica…, de Juan de Cabriada (Valencia, 1665 – Bilbao, post 1714), médico, fisiólogo y químico[9], publicada en 1687[10], es decir, el mismo año que Isaac Newton publicó su célebre obra antes mencionada; es un manifiesto, entre cuyos principales fragmentos figura:

 

“Que abramos los ojos, para poder ver las amenas y deliciosas provincias, que los escritores modernos, nuevos Colones y Pizarros, han descubierto por medio de sus experimentos, así en el macro como en el microcosmos. Y que sepamos que hay otro mundo nuevo, esto es, otra medicina más que la galénica, y otras firmísimas hipótesis sobre que poder filosofar”.          

 

El mencionado Juan de Cabriada y otros, conocidos como novatores, fueron científicos y tecnólogos preilustrados sin cabida en las instituciones existentes, por lo que tuvieron que depender de nobles y clérigos, y agruparse en “tertulias” independientes o en torno a mecenas. La única institución docente de relieve desde 1625 fue los Reales Estudios del Colegio Imperial de Madrid, de la Compañía de Jesús[11].

Hubo instituciones preilustradas para el desarrollo científico y tecnológico en España[12]: Colegio de San Telmo, fundado en Sevilla en 1681; Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias, fundada en Sevilla en 1681; Academias de Ingenieros de Barcelona (c. 1715) y de Guardiamarinas de Cádiz (1717); y el Real Seminario de Nobles de Madrid (1726). En otras palabras, instituciones vinculadas a cuerpos sociales (médicos, ejército y marina mercante) y a ciudades peninsulares (Madrid, Sevilla, Barcelona y Cádiz).

Como es sabido, la Ilustración fue un hecho en Francia, Alemania y en otros países, entre ellos España, en el siglo XVIII, cuya característica principal fue la aplicación de la razón por intelectuales y grupos sociales relevantes para iluminar los asuntos de la Edad Moderna en curso, de ahí que se denomine también Siglo de la razón o Siglo de las luces.

En España, hubo ilustración entre 1700 (llegada de Los Borbones) y 1808 (invasión de España por las tropas napoleónicas) o 1814 (fin de la Guerra de la Independencia). Durante la Ilustración española se sucedieron los reinados de Felipe V (1700-1724-1746), Luis I (1724-1724), Fernando VI (1746 – 1759), Carlos III (1759 – 1788), Carlos IV (1788 – 1808), José I (1808-1814) y comenzó el reinado de Fernando VII (1814 – 1833); hubo reformas diversas y se desarrolló una gran actividad ideológica, social y política, con su cenit en el reinado de Carlos III. La muerte de este rey, casi coincidente con el inicio de la Revolución Francesa (1789), marca un punto de inflexión pues las aspiraciones reformistas pierden su vigor en comparación con los reinados borbónicos anteriores, y se llegan a pagar las luces de la razón, sucediéndole un absolutismo monárquico en todo su apogeo[13]. Insistiendo, la esperanza desmesurada en el papel regenerador de la Ciencia y Tecnología moderna empezó a decaer al comienzo de la Edad Contemporánea.

            Con los Borbones, contando con el apoyo y la colaboración de políticos ilustrados, se impulsó la ciencia y la tecnología para recuperar el atraso científico y tecnológico, abriéndose España a Europa. Las medidas políticas ilustradas tendentes a la recuperación fueron[14]:

  • Contratación en el extranjero de un número importante de científicos y tecnólogos, que viniesen a ejercer en España.
  • Selección de españoles para completar su formación en el extranjero de pensionados por cuenta del Estado. Los países preferidos fueron Francia, Inglaterra, etcétera.
  • Establecimiento de nuevas instituciones para sumar el esfuerzo de los científicos y tecnólogos foráneos arraigados en suelo español y los pensionados repatriados, una vez completada su formación. Los más en la Villa y Corte de Madrid, pero muchos también en provincias, fueron surgiendo establecimientos diversos: jardines botánicos, gabinetes de Historia natural, observatorios astronómicos, laboratorios físicos y químicos, colecciones de máquinas, escuelas de ingeniería, etcétera.
  • Establecimiento de una Academia de Ciencias, con categoría de auténtica universidad.

 

  1. Antecedentes científicos y tecnológicos en los reinados de Felipe V y Fernando VI

Reinando Felipe V, se fundaron la Real Academia Española (1713), también conocida como Real Academia de la Lengua, y la Real Academia de la Historia (1738). En el mismo reinado surgió un proyecto de Academia general, es decir, sin desligar letras y ciencias.

Del reinado de Fernando VI data la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando (1752), denominada actualmente Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sita desde 1773 en el palacio de Goyeneche (Madrid, calle de Alcalá, 13). Del mismo reinado data el primer Real Jardín Botánico de Madrid, sito en el soto de la Florida de Madrid, en la llamada Huerta de Migas Calientes, a orillas del río Manzanares, en donde estuvo desde 1755 hasta ser ordenado su traslado el 25 de julio de 1774 al Paseo del Prado de San Jerónimo[15], es decir, reinando Carlos III.

Un proyecto de Academia general surge también en el reinado de Fernando VI por iniciativa de José de Carvajal y Lancaster (Cáceres, 1768 – Madrid, 1754), estadista, diplomático y ministro[16], quien buscó el asesoramiento de Ignacio Luzán Claramunt de Suelves y Gurrea (Zaragoza, 1702 – Madrid, 1754)[17], hombre de letras con conocimientos científicos. Más interesante es que, siendo ministro de Estado, pensionó en Roma en 1748 a José de Hermosilla y Sandoval (Llerena, Badajoz, 1703 – Leganés, Madrid, 1776)[18], ingeniero militar en el Real Cuerpo de Ingenieros de Madrid e interesado por la arquitectura civil. Este hecho tiene importantancia porque Fernando VI le encargó la construcción del nuevo Hospital General de la Corte (calle Santa Isabel); dirigió las obras durante algún tiempo según su proyecto de 1755, continuando la dirección de las obras el arquitecto real Francesco Sabatini (Palermo, Italia, 1721 – Madrid, 1797)[19], quien añadió parte de su nuevo proyecto. Después, reinando Carlos III, el llerenense tuvo protagonismo en la urbanización del Paseo del Prado y el arquitecto Ventura Rodríguez (Madrid, 1717 – Madrid, 1785)[20] en el embellecimiento.    

Otro proyecto académico del reinado de Fernando VI data de 1753, más interesante que el anterior, fue el establecimiento en Madrid de una Sociedad Real de Ciencias, concebida como centro de investigación y de enseñanza. Tal proyecto fue un encargo expreso de Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada (1702 – Medina del Campo, Valladolid)[21], desde la Secretaría de Marina e Indias; contó con la colaboración de Jorge Juan y Santacilia (Novelda, Alicante, 1713 – Madrid, 1773), náutico, físico, astrónomo, geógrafo y cartógrafo[22]. Ni este proyecto ni el anterior se realizaron.

  1. Antecedentes científicos y tecnológicos en el reinado de Carlos III

Del reinado de Carlos III data el Real Gabinete de Historia Natural, cuyo origen es de 1771 y está detallado en la Gaceta de Madrid[23]. Por Real orden de 17 de octubre de 1771, que firma el marqués de Gimaldi en San Lorenzo de El Escorial en esa fecha, se admitió la oferta que Pedro Franco Dávila hizo al rey del Gabinete de Historia Natural que había formado y tenía en París. El mismo rey destinó en seguida varias curiosidades de su propiedad particular para enriquecer tal gabinete y muchos particulares enviaron también materiales y colecciones para el desarrollo de la nueva institución científica. En la misma publicación oficial se dio noticia el 2 de enero de 1775 del importante establecimiento del Gabinete de Historia Natural, también llamado Museo de Historia Natural, y más adelante se avisó al público que desde el 4 de noviembre de 1776 (festividad de San Carlos) podían visitarse tres salas en el piso segundo de la calle de Alcalá, donde estaba establecida la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando, visitado también frecuentemente por el rey y familia. Tras la muerte de su primer director, el nuevo establecimiento continuó funcionando y por Real orden de 11 de diciembre de 1787 se introdujo también la enseñanza de las Ciencias Naturales y continuó con la denominación de Real Gabinete de Historia Natural hasta bien avanzado 1815. Después, por Real orden de 1 de octubre de 1815 se denominó Museo de Ciencias Naturales hasta 1913. Desde ese año se denomina Museo Nacional de Ciencias Naturales[24], estando dedicado al estudio y difusión de tales ciencias.

En el bicentenario de la muerte del mencionado Pedro Franco Dávila[25], se insistió acertadamente que si bien es verdad que en 1752, reinando Fernando VI, Antonio de Ulloa[26] proyectó un Estudio y Gabinete de Historia Natural, el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid inaugurado en el reinado de Carlos III fue la base y fundamento del actual Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid[27].    

Figura 1. Carlos III, óleo sobre lienzo de Rafael Antón Mengs, 1774. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

Tras estos necesarios pormenores, destacamos que Carlos III y José Moñino Redondo (1728, Murcia – Sevilla, 1808)[28], conde de Floridablanca, secretario del Despacho de Estado (1777 – 1792), centraron su atención en los asuntos científicos y tecnológicos en el Paseo del Prado de San Jerónimo, como resume a continuación.

Figura 2. José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca, óleo sobre lienzo de Francisco de Goya y Luciente, 1783. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

En 1781, ya prestaba servicio parte del Real Hospital General (edificio ocupado hoy por el Centro de Arte Reina Sofía), terminada su construcción en la parte baja de dicho paseo por el arquitecto Francesco Sabatini. En relación con las Ciencias de la salud, fue un avance ilustrado importante pues en los bajos del nuevo hospital comenzaría su actividad el Real Colegio de Cirugía de Madrid el 1 de octubre de 1787.

Figura 3. El Jardín Botánico desde el paseo del Prado, óleo sobre tabla de Luis Paret y Alcázar, hacia 1790. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

También, en 1781 fue inaugurada solemnemente por Carlos III la nueva sede del Real Jardín Botánico, sito en la parte media del Paseo del Prado, trasladado desde su primer emplazamiento antes mencionado a propuesta de Casimiro Gómez Ortega (Añover de Tajo, Toledo, 1741 – Madrid, 1818), científico de amplio currículo: médico, boticario mayor de los Ejércitos, etcétera. En el nuevo jardín continuó siendo catedrático primero de Botánica y director, y fue gestor de la política ilustrada en lo referente a la Historia natural metropolitana y ultramarina en los reinados de Carlos III y Carlos IV[29]. Hoy, el Real Jardín Botánico de Madrid, con extensión menor que en su inauguración, depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y es una de las instituciones más visitadas del Madrid científico, accediendo por la Puerta Norte, en la Plaza de Murillo, frente a la fachada sur del cercano edificio Villanueva del Museo Nacional del Prado que más adelante mostramos.

En el Real Jardín Botánico de Madrid se impartió docencia de Botánica general y aplicada para médicos, cirujanos y boticarios de acuerdo con el Reglamento de 16 de marzo de 1783. En los solemnes actos celebrados el 6 y 9 de diciembre de 1786, a los que asistió el conde de Floridablanca, en representación del rey, y numerosas personalidades nacionales y extranjeras, el entonces boticario Vicente Cervantes Mendo (Ledrada, Salamanca – México, 1829)[30] pronunció un discurso brillante el primer día[31], en el que reflejó el momento político-científico español y sus perspectivas de futuro, aludiendo en uno de los párrafos a la obra visible ya de la Academia de Ciencias Naturales y a algunas de sus dependencias. En otras palabras, en nuestra opinión, reforzaba la defensa de España ante Europa con criterio científico en base al Real Jardín Botánico de Madrid y a su entorno científico. No hay que olvidar que casi coincidente con la disertación de Vicente Cervantes Mendo, se informaba de la publicación de la Oración apologética por la España y su mérito literario…[32], obra del conocido extremeño Juan Pablo Forner y Segarra (Badajoz, 1756 – 1797)[33], jurista, a quien el propio conde de Floridablanca había encargado la respuesta oficial al escritor francés Nicolas Masson de Morvilliers en la polémica sobre el pasado científico español; polémica inútil y que contribuyó a dudar de sobre la capacidad hispana para dedicarse a la Ciencia y una visión excesiva sobre su papel en la renovación de las estructuras socio-económicas españolas[34].

El mencionado Vicente Cervantes Mendo, discípulo distinguido de Casimiro Gómez Ortega, no era extremeño de nacimiento pero sí con ascendientes maternos de Casar de Cáceres (Cáceres) y casado después con extremeña de Hervás (Cáceres), se había formado profesionalmente como boticario y botánico en el Madrid de los años finales del reinado de Carlos III; tuvo vinculación profesional con el Real Hospital General de Madrid antes de pasar a Nueva España como catedrático de Botánica de México formando parte de la Real Expedición Botánica a Nueva España (1787-1803), llegando a ser un insigne científico hispanomexicano[35].

Pues bien, estando en construcción el nuevo jardín botánico madrileño, Carlos III y el conde de Floridablanca decidieron alrededor de 1779 establecer también una Academia de Ciencias Naturales, como alto organismo de enseñanza e investigación en Madrid. Sobre tal academia se ha sabido relativamente poco hasta la publicación de Rumeu de Armas (referencia 14).

Para ello, escogieron un solar extenso en el bello y concurrido Prado de San Jerónimo, próximo al monasterio del mismo nombre y al palacio del Buen Retiro. En 1785 fue elegido el arquitecto Juan de Villanueva y de Montes (Madrid, 1739 – Madrid, 1811)[36], en cuya biografía consta:

Figura 4. Juan de Villanueva, busto en mármol de José Grajera y Herboso, 1877-1878. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

“El año 1785 es crucial en la biografía artística de Juan de Villanueva, ya que en febrero, mientras dirige la recepción y consolidación del Patio de Mascarones de El Escorial, comienza a proyectar por orden del secretario de Estado, a la sazón José Moñino, conde de Floridablanca, un Real Museo de Historia Natural en el paseo del Prado, junto al Jardín Botánico. El proyecto del edificio que será Museo del Prado es presentado el 30 de mayo de 1785 a Carlos III cuando se encuentra acompañado del príncipe [futuro Carlos IV] y del mismo Floridablanca. Para responder al encargo que el ministro de Estado le hizo, Villanueva presentó entonces dos opciones posibles de edificio. Una de ellas, ilustrada en cuatro láminas que se conservan en la Academia de San Fernando, tenía unos característicos pórticos cubiertos para el paseo público. De la otra, muy distinta y sin tales pórticos, ha quedado constancia únicamente por la maqueta de madera que se conserva en el propio Museo, ya que sus planos se han perdido. Este último proyecto sin pórticos exteriores fue elegido por el propio Rey para su construcción en paralelo al antiguo Paseo del Prado de Atocha, en continuidad con el jardín Botánico y bajo la iglesia y el doble claustro de los Jerónimos. A finales de aquel mismo año de 1785 se inician los movimientos de tierras y la apertura de zanjas de cimentación del futuro edificio, que en 1788, año de la muerte de Carlos III, veía elevarse sus muros sobre la rasante del terreno.

La utilidad pública era una condición irrenunciable de las obras de la Ilustración y el futuro edificio del Museo del Prado tenía para Villanueva un doble compromiso: hermosear la ciudad y crear un establecimiento para el estudio, la investigación y la instrucción pública. En concreto, el programa de necesidades que el Museo tenía que alojar en su interior con la solidez y extensión apropiadas incluía un Gabinete de Historia Natural con salas de estudio, una Academia de Ciencias Naturales con capacidad para sus instrumentos, laboratorios, aulas y biblioteca, y un gran salón para las juntas académicas. Tres establecimientos en un único gran edificio.

El solar del futuro Museo se elegía entonces para crear un frente prolongado paralelo al Prado de Atocha, a los pies de la iglesia y convento de San Jerónimo, con una fachada alargada de escaso fondo construido y asentado sobre un terreno que en su estado natural presentaba una doble pendiente, con una fuerte inclinación desde los jerónimos hacia el Paseo del Prado, y con un desnivel más suave entre la fuente de Neptuno y la antigua puerta de Atocha. Para preparar el solar y sacar partido de las pendientes del terreno, Villanueva creó un muro de contención en ángulo y en relación con él hizo el vaciado necesario para dejar definido un plano horizontal, a la cota del Prado, sobre el que elevar el edificio. De este modo, la nueva topografía del lugar estaba modelada para comenzar a responder por sí sola al triple uso requerido, ya que favorecía que existieran tres diferentes accesos sobre diferentes niveles del terreno y en tres orientaciones también diferentes.

La principal idea del proyecto de Villanueva consistía en crear dos plantas bajas funcionalmente independientes, con circulaciones interiores siguiendo esquemas de fondos de saco, y dispuestas una encima de otra. La destinada a Academia de Ciencias tenía entrada y salida por la puerta sur, enfrentada al jardín Botánico y a su misma cota. Y el Museo-galería de Historia Natural tenía entrada y salida a una cota superior por la puerta norte, a cuya altura se accedía desde el Paseo del Prado gracias a una característica rampa que recortaba en curva la pendiente natural del terreno. Se creaba así un edificio de un extraño neoclasicismo pintoresco, nacido de las condiciones topográficas de un lugar que explican su configuración tanto funcional como compositiva.

El resultado de esta operación de adaptación al terreno creaba una obra con dos entradas distintas, en niveles también distintos y en orientaciones opuestas, cada una de ellas a dar acceso a una única planta del edificio y caracterizada por un orden clásico propio, de capiteles corintios asociados a la puerta de la Academia y jónicos para la puerta del Museo. Faltaría para responder al programa de necesidades inicial dar forma y posición al salón de juntas. Éste es, de nuevo, un edificio independiente, de eje perpendicular a los dos anteriores, con su propia puerta de entrada y salida, el pórtico dórico central orientado a poniente, e imaginado por Villanueva como un gran templo laico de tipo basilical y cabecera absidial”.

Figura 5. Vista de las fachadas norte y principal (oeste o de Velázquez) del Museo del Prado y fotografía de Xabier de Salas Bosch. Fuente: Cartel de los XLVIII Coloquios Históricos de Extremadura, 2019.

En nuestra opinión, el cartel ilustrativo de los XLVIII Coloquios Históricos de Trujillo (Figura 5), además de destacar a Xavier de Salas Bosch, sirve para ilustrar los párrafos anteriores. La Figura 6 es también muy ilustrativa.

Figura 6. Vista de la fachada sur del Museo del Prado, desde el interior del Jardín Botánico, óleo sobre lienzo de José María Avrial y Flores, hacia 1835. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

Volviendo a Rumeu de Armas, hubo cierta discrepancia entre el arquitecto y el ministro en la denominación del edificio:

“La idea de Carlos III era que el edificio fuese conocido con el nombre de Academia de Ciencias, el organismo más importante a cobijarse dentro de sus muros. Pero el arquitecto Villanueva, por su cuenta y riesgo, decidió bautizarlo con la denominación de Museo de Ciencias, dada la importancia de las instituciones que se iban a integrar en el mismo y el carácter acentuadamente experimental con que estaban concebidas las enseñanzas de dichas disciplinas.

Al conde de Floridablanca no le agradó ni poco ni mucho el arbitrario cambio operado en la concepción original, y continuó aferrado a la idea de que el verdadero objeto de la edificación era cobijar una Academia de Ciencias Naturales.

Ha de advertirse que a la Academia de Ciencias, como alto organismo rector, venían a sumarse diversas instituciones encargadas de investigar y difundir las más variadas disciplinas; por esta razón puede afirmarse que la nueva entidad se asemeja en todo a una auténtica Universidad de las Ciencias”.

 

Hubo también polémica con Bernardo de Iriarte (Puerto de la Cruz, Santa Cruz de Tenerife, 1735 – Burdeos, Francia, 1814)[37] y Tomás Iriarte (Puerto de la Cruz, Santa Cruz de Tenerife, 1750 – Madrid, 1791)[38] . El conde de Floridablanca iba encaminado a establecer una Academia de Ciencias Naturales en un gran edificio (conocido hoy como edificio Villanueva del Museo Nacional del Prado) en donde iban a establecerse también el Real Gabinete de Historia Natural y otras dependencias científicas y tecnológicas: Laboratorio químico, Observatorio astronómico, Gabinete de máquinas y la Academia de las tres artes (si fuera posible). En cambio, los eruditos hermanos insistían en el establecimiento de una Academia general (Ciencias y Letras).  

 

    

Figura 7. Portada del discurso leído por Pedro Gutiérrez Bueno en la apertura de la Real Escuela de Química, Madrid, Imprenta Real, 1788. Fuente: Biblioteca Nacional de España, fotografía recibida con autorización para publicación.

En particular, concerniente a la Química, mencionamos brevemente que mientras se terminaba la construcción del edificio proyectado por el arquitecto Villanueva, se estableció provisionalmente la Real Escuela y Real Laboratorio de Química en lo que fue Botica del Convento del Carmen Descalzo, con entrada por la calle de Alcalá. La enseñanza pública de la Química comenzó en esta institución, dependiente del Ministerio de Estado, el 2 de enero de 1788 (último año del reinado de Carlos III) con un discurso inaugural pronunciado por el catedrático primero Pedro Gutiérrez Bueno (Figura 7), boticario, a quien se considera en algunas publicaciones madrileño cuando en realidad es Pedro Gutiérrez Jiménez (Cáceres, 1743 – Madrid, 1822)[39]. En el discurso pronunciado elogió al rey (Carlos III) y al Ministerio de Estado, manifestando la conexión de la Química con otras ciencias y con las artes, la necesidad de esta ciencia para justificar la necesidad de su enseñanza y la gloria que en el futuro proporcionaría. En particular, hablando de la necesidad de la Química dijo[40] lo que a continuación se transcribe con ortografía actual:

“Pongamos la consideración en los lentos y sucesivos conatos con que el entendimiento humano ha ido formando y perfeccionando las artes que sirven al uso de la vida. Sale el hombre de las manos de la naturaleza; y sin otro auxilio que la sagacidad de su entendimiento, se ve en la tierra rodeado de incomodidades y de peligros que le molestan, le oprimen, y le acongojan. Quiere sustentarse, y halla desabridos los frutos que le ofrece la fecundidad de la naturaleza no cultivada. Quiere abrigarse, y desgajando ramas, y matando fieras, fabrica una cabaña rústica, y se ciñe con su vestido áspero. Estimulado del deseo de apartar de sí la incomodidad de estos auxilios, medita, examina, experimenta; y en este punto, valiéndose de la actividad del fuego, derrite, o ablanda con él los metales, y de esta primera operación química salen como en tropel los instrumentos más necesarios que sirven a la Agricultura, a la Arquitectura, y a las fábricas. Acompañó después la Química a todas las restantes operaciones de la comodidad y de la magnificencia con inseparable unión, contribuyendo perennemente a este esplendor, a esta majestad, a esta infinidad de invenciones que dan tan ilustre prueba de la fuerza, grandeza y divinidad del espíritu que nos anima. Ella desenterró el oro en las entrañas de los montes, fundió la plata, suavizó el hierro, modificó el bronce, proporcionándolos a la infinita variedad de labores y usos con que hoy nos sirven y nos recrean. Ella reveló la naturaleza íntima de todas las piedras, descubrió sus principios, mostró sus usos. Ella proveyó de instrumentos maravillosos a la Astronomía, para que trasladando su vista a la inmensidad del espacio, corra de sol en sol, de planeta en planeta, de mundo en mundo, observe sus concertados giros, siga y calcule sus movimientos, describa las leyes del Universo, y perciba el orden admirable de los entes que dominamos. Ella suministró vidrios al Físico para desentrañar la luz, separar sus rayos, dividir sus colores, y producir los maravillosos efectos de la Óptica. Ella dio al Pintor los materiales con que la superficie de una tabla o de un lienzo abulta los seres, emula los milagros de la naturaleza, y retrata sus obras, tal vez mejorándolas. Ella enseñó… “

 

La enseñanza química impartida estaba más o menos en sintonía con la Revolución Química que se estaba iniciando en esos años, principalmente desde la publicación en 1789 del Traité élémentaire de Chimie, del gran científico Antoine Lauret Lavoisier, conocimientos que convirtieron definitivamente la Química en ciencia (ciencia experimental) y la dejaron en condiciones de continuar su desarrollo para llegar al estado actual. Tal tratado fue pronto conocido y traducido al español en España y virreinato de Nueva España[41]. En otras palabras, España, ausente en el inicio de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII como dijimos en el apartado segundo, estuvo en la iniciación de la Revolución Química del siglo XVIII.

Otros dos Laboratorios de Química se establecieron en Madrid casi coincidentes con mencionado centro inaugurado, ambos de Química aplicada. Uno fue el Laboratorio de Química metalúrgica, a cargo del químico francés contratado Françoise Chavaneau (Notron, Francia, 1754-Francia, 1842)[42], funcionó primero en la calle Hortaleza de Madrid y después en la calle del Turco (hoy Marqués de Cuba). El otro fue el Laboratorio de Química aplicada a las artes, a cargo del prestigioso químico español de formación francesa Domingo García Fernández (Belorado, Burgos, c. 1759? – 1829 pos.)[43], autor de diferentes investigaciones y publicaciones nacionales e internacionales, una de ellas con el mencionado Juan Pablo Forner Segarra[44], jurista que también tuvo relación con Pedro Gutiérrez Bueno. Los tres laboratorios madrileños y el segoviano, a cargo del químico francés contratado de gran reputación europea Joseph Louis Proust (Angers, Francia, 1754 – Angers, 1826)[45], fueron refundidos con posterioridad, de lo cual nos hemos ocupado en trabajos anteriores.

 

  1. Academia de Ciencias Naturales non nata en el reinado de Carlos IV y Real Museo de Pinturas en el reinado de Fernando VII

Siguiendo a Rumeu de Armas (referencia 14), el conde de Floridablanca, ya en el reinado de Carlos IV, contactó en 1791 con el mencionado Domingo García Fernández, pidiéndole asesoramiento para establecer los Estatutos de la futura Academia de Ciencias Naturales de Madrid como centro de enseñanza e investigación; informó a mediados de ese año que en su opinión los académicos serían de cuatro tipos: honorarios, asociados, pensionados y supernumerarios. De ellos, los pensionados (Matemáticas, Astronomía, Geografía, Mecánica e Hidráulica, Física experimental, Reinos animal y mineral, Botánica, Química y Medicina y Cirugía) eran los más importantes y deberían residir en Madrid, fijando su número en veinticuatro y proponiendo sus nombres. Entre los académicos pensionados que seleccionó figuraban dos ilustres extremeños residentes en Madrid: el boticario y botánico José Antonio Pavón Jiménez (Casatejada, Cáceres, 1754 – Madrid, 1840) como botánico, y el mencionado Pedro Gutiérrez Bueno como químico. De ambos, hemos escrito en trabajos anteriores, el más reciente en el trabajo presentado en los Coloquios de 2017, que estuvieron dedicados a la Ilustración en Extremadura[46].

Sin embargo, tras la destitución del conde de Floridablanca en 1792, la Academia de Ciencias, todavía non nata, fue clausurada por decisión de Manuel Godoy y Álvarez de Faria (Badajoz, 1767 – París, Francia, 1851)[47], siendo secretario de Estado. La decisión fue tomada en orden reservada el 6 de septiembre de 1796, escribiendo “no se verá concluido el establecimiento”. Por consiguiente, se cumplieron los vaticinios de Leandro Fernández de Moratín, hechos en 1787, sobre la suerte que correría la Academia de Ciencias Naturales a la caída del conde de Floridablanca. Sin embargo, las demás instituciones más o menos conexas con tal academia le debieron cierto desarrollo y progreso, declarándose él mismo su protector (referencia 14).

Obviamente, con la decisión tomada se perdieron los grandes esfuerzos del conde de Floridablanca, quien en una Instrucción reservada para la dirección de la Junta de Estado, establecida por Real Decreto de 8 de julio de 1787, decía en nombre del rey Carlos III[48]:

 

“Las enseñanzas públicas y las Academias tienen por objeto el complemento de la educación, que es la instrucción sólida de mis súbditos en todos los conocimientos humanos. En esta parte, lo que hace más falta es el estudio de las Ciencias Exactas, como las Matemáticas, la Astronomía, la Física Experimental, Química, Historia Natural, la Mineralogía, la Maquinaria y otras ciencias prácticas. Con el fin de promover entre mis vasallos el estudio, aplicaciones y perfección de estos conocimientos, he resuelto fundar una Academia de Ciencias, y encargo muy particularmente a la Junta coopere a estas ideas, y las recuerde con frecuencia y oportunidad”.                  

De aquel proyecto de Carlos III de instituciones científicas reunidas en un único edificio junto al Real Jardín Botánico han llegado hasta nuestros días dos instituciones científicas dispersas: Museo Nacional de Ciencias Naturales (sito en el antiguo Palacio de las Artes y la Industria del Paseo de la Castellana, calle José Gutiérrez Abascal, 2) y Real Observatorio Astronómico (construido en el Cerrillo de San Blas y constituido en 1790, reinando Carlos IV, reanudando su actividad en 1845). En cambio, el nacimiento del establecimiento académico científico tuvo que esperar hasta la Regencia de María Cristina de María Cristina de Borbón Dos Sicilias (1833 – 1840), estableciéndose primero la Real Academia de Ciencias Naturales de Madrid por Real Decreto de 7 de febrero de 1834. Reinando Isabel II (1843-1868), tal academia científica fue declarada suprimida trece años después y establecida la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid por Real Decreto de 25 de febrero de 1847, que llega hasta nuestros días. Desde 1897, la sede de esta academia científica es la calle Valverde de Madrid, números 22 y 24 (anterior sede de la Real Academia Española), en la que celebramos el 17 de abril de 2018 uno de los actos del bicentenario del nacimiento del insigne ingeniero civil extremeño Cipriano Segundo Montesino y Estrada (Valencia de Alcántara, 1817 – Madrid, 1901), que fue su tercer presidente.

Finalizada la Guerra de la Independencia (1808-1814), que había quedado al país en ruina, y sin entrar en más detalles, se inauguró el Real Museo de Pinturas el 19 de noviembre de 1819 con solo 311 pinturas expuestas en tres salones (154 en el primero, 136 en el segundo y 21 en el tercero), todas de autores españoles, catalogadas en catálogo de ese año[49]; asistió Fernando VII (Figura 8) y su esposa María Josefa Amalia de Sajonia. José Gabriel de Silva y Waldstein (¿Viena, Austria, 1782 – Madrid, 1839), académico, diplomático y político[50], fue el primer director palatino (1819-1820), quedando abierto el museo al público tan solo los miércoles; la apertura continuó hasta marzo de 1826, cerrando durante dos años para acometer reformas, como es sabido (referencia 14).

Figura 8. Fernando VII con manto, óleo sobre lienzo de Francisco de Goya y Lucientes, 1814-1815. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

  1. El Museo Nacional del Prado según Xavier de Salas Bosch

El currículo del historiador del arte Xabier de Salas Bosch (Barcelona, 1907 – Madrid, 1982) figura como historiador del arte en el Diccionario biográfico español, de la Real Academia de la Historia[51], en el que consta que estuvo vinculado con el Museo Nacional del Prado, como subdirector (1962-1971) y director (1971-1978). En cambio, no figura en el currículo referenciado el folleto que tiene por título ¿Qué es el Museo del Prado?[52] (Figura 9), raro de encontrar, que hemos localizado en la actual Biblioteca y Archivo del Museo Nacional del Prado (MPN) tras insistir.

Siendo subdirector del MNP durante las direcciones de Francisco Javier Sánchez Cantón (1960-1968) y de Diego Angulo Íñiguez (1968-1971), uno de los problemas que le preocupó fue la contaminación química atmosférica interior por afectar la conservación de las obras de arte, contaminación producida por diferentes fuentes contaminantes, fijas y móviles:

“El número de visitantes aumentaba de día en día, la amplitud tomada por el turismo en España, fenómeno social que incidía preferentemente en las zonas costeras, pasaba en parte por Madrid, estando los turistas cultivados ansiosos de conocer las colecciones. Los visitantes crecieron en estos años a un ritmo que se acercó en mucho a los 100 000 anuales, situándose en las cercanías del millón de visitantes, sin contar más que parcialmente a los estudiantes habituales del mismo. Esto comportaba una contaminación atmosférica interior que agravaba la exterior, ya que Madrid, crecido monstruosamente, y convertido en una ciudad de tres millones de habitantes, no tenía medidas dispuestas, ni aun previstas, para contrarrestar la contaminación debida a las industrias de su extrarradio, a las calefacciones de toda la ciudad y al extenso parque de automóviles que, para colmo de males, pasa por el Paseo del Prado, formando un río ininterrumpido que recorre todo un frente del museo [fachada occidental o de Velázquez].

El subdirector entonces, que es quien escribe esta historia, desde su primera declaración a la prensa, denunció la existencia de este grave problema, que afectaba gravemente la conservación de las obras de arte. Su primera llamada de atención (1961) cayó en vacío; la reiteró numerosísimas veces, algunas con escándalo de quienes tenían en su manos la posibilidad de emprender su remedio. En tanto las necesidades del museo hicieron preciso el aumento de personal. Pero disposiciones desafortunadas de la Administración fueron causa de que el taller de restauración iniciara su descomposición, pues las plazas fueron declaradas a extinguir. Se soñó en organizar la restauración según modelo italiano, sin tener en cuenta, ni tenía ni podía tener en muchos años, ni el personal ni los medios, del que fue tomado como modelo”.

 

            Nos dice también que su gestión como director entre 1971 y 1978 no fue fácil por la maraña administrativa, afirmando que “las reglas de la Administración no tienen relación con el funcionamiento diario de un organismo como el Museo del Prado”. Entre las dificultades, señala la problemática de la instalación del aire acondicionado en el recinto del museo, problemas de personal, etcétera. Muchos problemas los heredó su sucesor en la dirección José Manuel Pita Andrade (1978-1981):

 

“Heredó éste las obras de instalación del aire acondicionado paralizadas desde hace más de un año; los graves problemas de personal; la necesidad de revisión conjunta de los fondos en depósito, que no hallando el que suscribe manera de conseguir personal para ello, fue iniciada por con personal universitario por medio de la ayuda a la Investigación, siendo interrumpida al alcanzar las obras del museo el local en que trabajan. Heredó también el afán sentido por todos los que conocen la vida del museo de que precisa resucitar al Patronato del mismo con facultades suficientes para conseguir vencer la maraña administrativa”.        

Y finaliza respondiendo a su pregunta con el párrafo que resaltamos:

“El museo del Prado es patrimonio común a todos y una de las mayores colecciones que jamás han sido reunidas. Algo que es orgullo de España, y que precisa conservar adecuadamente para el futuro”.

Figura 9. Portada del folleto escrito por Xavier de Salas Bosch en marzo de 1979. Fuente: Fototeca de José Pastor Villegas, fotografía realizada con autorización en la Biblioteca y Archivo del Museo Nacional del Prado, Madrid, 08.08.2019, con autorización para publicación.

  1. Apuntes científicos y tecnológicos nuestros sobre el Museo Nacional del Prado del bicentenario

Como es sabido, el MNP conforma en la actualidad un campus museístico, iniciado en 1995, que se suele llamar Campus del Prado, formado por el Edificio Villanueva, el Claustro de los Jerónimos, el Casón del Buen Retiro, el Edificio administrativo y el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Sin duda, tal complejo es uno de los más importantes del mundo.

Corriendo 2019, se está conmemorando el bicentenario del MNP, uno de los más importantes del mundo. Según circular de su director actual, Miguel Falomir Faus[53], datos de la Biblioteca y el Archivo de la institución a tener en cuenta son:

– Una colección artística, accesible a más de dos millones y medio de visitantes anuales, y con un fondo bibliográfico y documental accesible, tanto a los usuarios internos como externos.

– En el Casón del buen Retiro, actual sede del Centro de Estudios del MNP, se encuentra la Biblioteca, cuya sala de lectura, denominada Sala Giordano, se ubicada desde 2009 bajo la espléndida bóveda pintada por Luca Giordano, en donde se sirven los fondos de la biblioteca y del archivo.

– La Biblioteca del MNP cuenta con unos 100 000 libros (monografías y obras de referencia), 1500 títulos de revistas, 260 títulos de catálogos de subastas, materiales audiovisuales, recursos electrónicos especializados, carteles y folletos. Además, conserva un destacado patrimonio bibliográfico (impresos y manuscritos) anteriores a 1900, importante por su cantidad (7000 volúmenes), por su especialización (tratados de pintura y arquitectura, libros de fiestas, cartillas de dibujo y libros de iconografía, emblemas, anatomía y fisiognomía) y por la rareza de algunos de sus ejemplares.

– El Archivo del MNP reúne, organiza, conserva y difunde la documentación generada o recibida en el ejercicio desde su fundación en 1819. Custodia los fondos propios del propio MNP y otros fondos. El conjunto de la documentación asciende a aproximadamente 5200 unidades de instalación.

Pues bien, considerando:

– Que la Química es la ciencia experimental que tiene por objeto el estudio de la composición, estructura, propiedades y transformaciones de la materia, así como los cambios energéticos conexos con tales transformaciones.

– Que el origen de la Química está en la conquista del fuego, desarrollada en el transcurso del tiempo del tiempo en lugares diversos y por intereses diversos, a la que nada ha escapado o que nada funciona sin ella, es decir, que está presente en la vida y en todos los aspectos de la vida.

– Que mirando al pasado, se pueden distinguir cinco etapas históricas: Prealquimia (desde tiempo inmemorial hasta el siglo IV a. C.), Alquimia (desde el siglo IV a.C. hasta 1500, aproximadamente), Etapa de Transición a la Química (Iatroquímica entre 1500-1650 y Época Inicial de la Química entre 1650-1775), Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794) y la Revolución Química, y Química Contemporánea (Edad Contemporánea).

– Y el discurso de Pedro Gutiérrez Bueno pronunciado en la inauguración de la Real Escuela y Real Laboratorio de Química en 1788, en el que afirma la utilidad de la Química “porque ella dio al Pintor los materiales con que la superficie de una tabla o de un lienzo abulta los seres, emula los milagros de la naturaleza, y retrata sus obras, tal vez mejorándolas”.  

Hemos decidido terminar el presente trabajo con unos apuntes sobre la Fragua de Vulcano (Figura 10), importante obra de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, 1599 – Madrid, 1660)[54], pintada en Roma, vendida en España en 1634, que fue una de las 311 que se expusieron en la inauguración del Real Museo de Pintura, y que se conserva en el MNP. De acuerdo con un trabajo anterior[55], la escena recoge el momento en que Apolo irrumpe en la fragua de Vulcano, quien está trabajando una pieza de armadura en su fragua junto con los cíclopes Brontes, Estéropes y Piracmon, para avisarle que su mujer le ha sido infiel con el dios Marte; un personaje aparece en el fondo, que puede ser un ayudante, o bien el gallo, personaje que alerta a los amantes y protege para que no sean descubiertos; figuran también los materiales propios del trabajo en una fragua. El estudio de la obra mediante análisis químicos y otras técnicas experimentales proporcionó información interesante del soporte sobre el que está realizada la obra, pintura del lienzo central y tiras verticales, etcétera.  

Afirmamos que hay mucha química conexa con las obras del MNP: materiales y técnicas. Asimismo, algunas obras enseñan calladamente química y otras ciencias experimentales, y también tienen interés tecnológico y didáctico.

Figura 10. La Fragua de Vulcano, óleo sobre lienzo de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Velázquez), 1630. Fuente: Museo Nacional del Prado, fotografía descargada por José Pastor Villegas con autorización para publicación.

  1. Conclusiones
  2. Los antecedentes inmediatos del Real Museo de Pintura, inaugurado el 19 de noviembre de 1819 se encuentran en la Ilustración española (1700-1808 o 1814), siendo principalmente científicos y tecnológicos pues el denominado actualmente Edificio Villanueva en el llamado Campus del Prado se proyectó e inició su construcción en el reinado de Carlos III para sede de la Academia de Ciencias Naturales non nata y otras instituciones científicas y tecnológicas reunidas: Laboratorio químico, Observatorio astronómico, Gabinete de máquinas y la Academia de las tres artes (si fuera posible). Reinando Carlos IV, los Estatutos se redactaron, figurando dos ilustres extremeños residentes en Madrid propuestos como académicos comisionados: el casatejano José Antonio Pavón Jiménez y el cacereño Pedro Gutiérrez Bueno, ambos de profesión farmacéutica. En ese reinado, el también extremeño Manuel Godoy y Álvarez de Faria, secretario de Estado, decidió en 1796 que tal academia científica no se construiría.
  3. El conocido historiador del arte Xavier de Salas Bosch (Barcelona, 1907 – Madrid, 1982), vinculado con el Museo Nacional del Prado y con Extremadura, recién terminada su dirección (1971-1978) es autor del interesante folleto ¿Qué es el Museo del Prado?: su historia y sus problemas, en el que termina afirmando en marzo de 1979 queEl Museo del Prado es patrimonio común a todos y una de las mayores colecciones que jamás han sido reunidas. Algo que es orgullo de España, y que precisa conservar adecuadamente para el futuro”.
  4. En nuestra opinión, el Museo Nacional de Prado conserva algunas obras que enseñan calladamente Historia de la Ciencia (Ciencias Experimentales) y la Tecnología (incluyendo la Técnica) y necesitan de los avances científicos y tecnológicos para su conservación y estudio integral.

 

Agradecimientos y dedicatoria

Al personal de los numerosos archivos y bibliotecas que hemos visitado. En particular, al personal de la Biblioteca y Archivo del Museo Nacional del Prado por la solvencia y diligencia con que nos han atendido.

Reiteramos nuestro agradecimiento a la Asociación Cultural Coloquios Históricos de Trujillo, organizadora. En particular, nuestro deseo de que pronto pueda sumar el Prof. D. Vicente Pastor González.

Finalmente, reiteramos nuestra gratitud a la Fundación Xavier de Salas que ya expresamos en 2003 como autores del libro Páginas extremeñas sobre el caucho.  

Notas

[1] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, Páginas extremeñas sobre el caucho, Trujillo, Cáceres (España), Ediciones la Coria, Fundación Xavier de Salas, 2003, pág. 128-129.

[2] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús F., “De1spués del Imperio Mexica: aspectos científicos y tecnológicos prehispánicos aportados por Hernán Cortés, novohispanos e hispanomexicanos”, en Actas del Congreso Internacional Hernán Cortés en el siglo XXI. V Centenario de la llegada de Hernán Cortés a México, Medellín y Trujillo, 4, 5 y 6 de abril de 2019, en prensa.

[3] LÓPEZ PIÑERO, José María, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona, Labor, 1979, págs. 371-384.

[4] ALFONSECA, Manuel, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, págs. 154-155.

[5]ALFONSECA, Manuel, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, págs. 157-158.

[6] ALFONSECA, Manuel, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 1, pág. 120.

[7] OCHOA, Severo, “Prólogo”, en RAMÓN Y CAJAL, Reglas y consejos sobre investigación científica, Madrid, Espasa Calpe, 1995, págs. 9-10.

[8]PASTOR VIILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, PASTOR VALLE, Montaña Belén, “Las expediciones científicas a América y las expediciones a América dirigidas por Miguel de la Quadra-Salcedo y Gallarre”, en XLV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, Cáceres, Ciempozuelos (Madrid), Estugraf Impresores, 2017, págs. 381-409.

[9] LÓPEZ PIÑERO, José María, “Cabriada, Juan de”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, vol. 1, págs. 149-152.

[10] LÓPEZ PIÑERO, José María, “La carta filosófica-médico-chymica (1867) de Juan de Cabriada. Punto de Partida de la Medicina Moderna en España”, Asclepio, 1965, 17, 207-214.

[11] LÓPEZ PIÑERO, José María, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona, Labor, 1979, págs. 387-401.

[12] LAFUENTE, Antonio, PESET, José Luis, “Los inicios de la institucionalización de la ciencia moderna en España”, en MARTÍN FERRO, P., Actas del simposium CCL aniversario del nacimiento de Joseph Celestino Mutis, Cádiz, 1986, págs. 49-58.

[13] PUERTO, Javier, “La Ciencia durante la Ilustración y la Guerra de la Independencia”, An. R. Acad. Nac. Farm., 2009, 75 (E), 527-576.

[14] RUMEU DE ARMAS, Antonio, Origen y fundación del Museo del Prado, Valencia, Instituto de España, 1980.

[15] CORRAL, José de, La vida cotidiana en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, Ediciones La Librería, 2000, págs. 171-185.

[16] OZANAM, Didier, “Carvajal y Lancaster, José de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, vol. 28.

[17] PALACIOS GUTIÉRREZ, Elena, PALACIOS FERNÁNDEZ, Emilio, “Luzán Claramunt de Suelves y Gurrea”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, vol. 21.

[18] DICCIONARIO BIOGRÁFICO ESPAÑOL, “Hermosilla y Sandoval, José de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 25, págs. 729-730.

[19]DÍEZ-PASTOR IRIBAS, Concepción, “Sabatini, Francesco”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010, vol. 16.

[20] GAVILÁN MONLEÓN, Gavilanes, “Rodríguez Tizón, Ventura”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, vol. 44.

[21] GÓMEZ URDÁÑEZ, José Luis, “Somedevilla y Bengoechea, Zenón de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, vol. 23.

[22] NAVARRO BROTÓNS, Victor, “Juan y Santacilia, Jorge”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Península, 1983, vol. 1, 483-486.

[23]JANER, Florencio, “El antiguo Gabinete de Historia Natural”, Gaceta de Madrid 1858, núm. 219, 7 de agosto de 1858, pág. 4.

[24] CALATAYUD ARINERO, María de los Ángeles, Catálogo de las expediciones y viajes científicos españoles, Madrid, C. S. I. C., Imprenta Aguirre, 1984, pág. 20.

[25] CALATAYUD, María de los Ángeles, “Franco Dávila, Pedro Dávila”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 20.

[26] NAVARRO BROTÓNS, Victor, “Ulloa, Antonio de”, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, vol. 2, págs. 382-385.

[27] CALATAYUD ARINERO, María de los Ángeles, “Antecedentes y creación del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid”, Arbor, 1986, núm. 482, págs. 9-33.

[28] VALLEJO GARCÍA-HEVIA, José María, “Moñino Redondo, José”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, vol. 49.

[29] PUERTO SARMIENTO, Francisco Javier, “Gómez Ortega, Casimiro”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 23, págs. 505-508.

[30] PASTOR VILLEGAS, José, “Vicente Cervantes Mendo: lugar y fecha de nacimiento, bicentenario no conmemorado y próximo 250 aniversario”, An. R. Acad. Nac. Farm., 2007, 73, págs. 747-762.

[31] PASTOR VILLEGAS, José, “La formación y ejercicio profesional en España de Vicente Cervantes Mendo”, Asclepio, 2010, 70, núm. 2, julio-diciembre, págs. 517-540.

[32] Memorial Literario, Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid, diciembre de 1786, pág. 50.

[33] CAÑAS MURILLO, Jesús, “Forner y Segarra, Juan Pablo”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 20, págs. 477-481.

[34] PUERTO SARMIENTO, Francisco Javier, Ciencia e Historia en España (Oración de gracias), Discurso leído el día 28 de octubre de 2012 en el acto de su recepción por el Excmo. Sr. D. Francisco Javier Puerto Sarmiento, y contestación por el Excmo. Sr. D. Luis Alberto Cuenca, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012.

[35]PASTOR VILLEGAS, José (ed. y coord.), Ledrada, el insigne científico hispanomexicano Vicente Cervantes Mendo y Zafra, Béjar (Salamanca), AGH Impresores, 2011.

[36] MONLEÓN GAVILANES, Pedro, “Villanueva y de Montes, Antonio de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2012, vol. 50, 2013.

[37] QUINTANA BERMUDEZ, Covadonga de, “Iriarte, Bernardo de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 27.

[38] PRIETO DE PAULA, Ángel de, “Iriarte, Bernardo de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 27.

[39]PASTOR VILLEGAS, José, “Pedro Gutiérrez Bueno [Jiménez], farmacéutico y químico ilustrado e ilustre extremeño en Madrid”, en Actas de las I Jornadas de Historias locales de Extremadura, Garrovilla de Alconétar (Cáceres), 23 de mayo de 2009, Plasencia, Gráficas Rozalén, 2010, págs. 243-249.

[40] Memorial Literario Instructivo y Curioso de la Corte de Madrid, 1788, febrero de 1788, págs. 302-309.

 

[41]PASTOR VILLEGAS, José, “El insigne científico Vicente Cervantes Mendo”, en PASTOR VILLEGAS, José (ed., coor.), El insigne científico Vicente Cervantes Mendo, Ledrada y Zafra PASTOR VILLEGAS, José (ed. y coord.), Ledrada, el insigne científico hispanomexicano Vicente Cervantes Mendo y Zafra, Béjar (Salamanca), AGH Impresores, 2011, págs. 297-311.  

[42]PORTELA MARCO, Eugenio, “Chavaneau, Francisco”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, vol. 1, págs. 214-216.

[43] DICCIONARIO BIOGRÁFICO ESPAÑOL, “García Fernández, Domingo”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 21, pág. 378.

[44] FORNER SEGARRA, Juan Pablo, GARCÍA FERNÁNDEZ, Domingo, Noticia de las aguas minerales de la fuente de Solán de Cabras en la sierra de Cuenca, Madrid, Viuda de Ibarra, Hijos y Cía, 1787.

[45]PORTELA MARCO, Eugenio, “Proust, José Luis”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones Península, 1983, vol. 2, 201-205.

[46] PASTOR VILLEGAS, José, “Apuntes sobre los Reales Hospitales de Guadalupe en la Ilustración y tres insignes científicos extremeños conexos con las reformas sanitarias ilustradas”, en XLVI Coloquios Históricos de Extremadura, Ciempozuelos (Madrid), Estilo Estugraf Impresores, 2017, págs. 571-589.

[47] LA PARRA LÓPEZ, Emilio, “Godoy y Álvarez de Faria, Manuel”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2011, vol. 23, págs. 222-228.

[48] DURÁN MIRANDA, Armando, “La Ciencia española vista por los académicos desde la Academia”, en La Real Academia de Ciencias 1582-1995, Madrid, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1995, págs. 187-253.

[49] Catálogo de los cuadros de Escuela española que existen en el Real Museo del Prado, Madrid, Imprenta Real, 1819.

[50] CORRAL RAYA, José de, “Silva Bazán y Walstein, José Gabriel de”, en Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, vol. 46.

[51] GARCÍA SEPÚLVEDA, María del Pilar, “Salas Bosch, Xavier de”, Diccionario biográfico español, Madrid, Real Academia de la Historia, 2013, vol. 45

[52] SALAS BOSCH, Xavier de Salas, ¿Qué es el Museo del Prado? Su historia y sus problemas, Madrid, Ediciones Orgaz, 1979, 22 págs.

[53] FALOMIR, FAUS, Miguel, Resolución del Director del Museo Nacional del Prado por la que se aprueba la instrucción por la que se establece el procedimiento de funcionamiento de los servicios de la Biblioteca y del Archivo del Museo Nacional del Prado, Madrid, 27 de marzo de 2019, págs. 1-7.

[54] PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E., “Rodríguez de Silva y Velázquez, Diego”, en Diccionario biográfico español, 2013, vol. 44.

[55] GARRIDO PÉREZ, María del Carmen, CABRERA, José María, McKIM-SMITH, Gridley, NEWMAN, Richard M., Boletín del Museo del Prado, 1983, vol. 4, núm. 11, págs. 79-95.

Dic 152016
 

  José Pastor Villegas.

 Jesús Francisco Pastor Valle.

 Montaña Belén Pastor Valle.

. INTRODUCCIÓN

Nuestra aportación a los XLV Coloquios de Extremadura estuvo proyectada primero más directamente con el quinto centenario del fallecimiento del rey Fernando el Católico, pero cambiamos por las razones confluyentes que se dicen a continuación.

En primer lugar, una continuación de nuestro trabajo presentado el año pasado a los Coloquios Históricos de Extremadura,[1] en donde concluimos que los conocimientos directos de Nueva España mencionados por Hernán Cortés y los conocimientos indirectos proporcionados por el mismo al menos a Lucio Marineo Sículo y a Francisco López de Gómara en su primer retorno a España en 1528 fueron un antecedente muy valioso para el descubrimiento científico del Virreinato de Nueva España durante la Primera Expedición científica a América (1571-1577) realizada en el reinado de Felipe II. En segundo lugar, el reciente fallecimiento de Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre (Madrid, 1932 – Madrid, 2016),[2] español polifacético e internacional, cercano a Extremadura y experto en el conocimiento de América, director de numerosas expediciones a América desde 1979, conexas con Extremadura, en las que han participado miles de jóvenes de diferentes países. Y en tercer lugar, el hecho de la inauguración reciente en Trujillo del denominado Centro Los Descubridores, quinientos diez años después de la muerte de Cristóbal Colón (Génova, 1451 – Valladolid, 1506), geógrafo y náutico,[3] quien realizó cuatro viajes de descubrimiento bien conocidos durante el reinado de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, los Reyes Católicos, soberanos de la Corona de Castilla (1474-1504) y de la corona de Aragón (1479-1516); ambos reyes y el descubridor estuvieron en Guadalupe (Cáceres, España), antes y después del primer viaje de descubrimiento, y el rey Fernando el Católico murió en Madrigalejo en 1516.[4]

Aquí, versamos más ampliamente sobre la Primera Expedición Científica a América (1571-1577) que en nuestro trabajo anterior. Nuestro trabajo versa también sobre las expediciones científicas españolas de los siglos XVIII y XIX, destacando la participación de los científicos José Antonio Pavón Jiménez (Casatejada, Cáceres, 1754 – Madrid, 1840)[5] y Vicente Cervantes Mendo (Ledrada, Salamanca, 1758 – México, 1829)[6]. Tratamos también de las expediciones a América dirigidas por el mencionado Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre. Y, finalmente, sobre el centro inaugurado en Trujillo dedicado a los descubridores de América de los siglos XV y XVI.

 

 

  1. LA PRIMERA EXPEDICIÓN CIENTÍFICA A AMÉRICA (1571-1577)

 

El descubrimiento de América impactó en Europa, teniendo consecuencias intelectuales, económicas y políticas.[7] En otras palabras, reinando en España los Reyes Católicos, ambos mundos comenzaron a descubrirse y a compartir la historia tras arribar Cristóbal Colón a la isla de Guanahaní el 12 de octubre de 1492, a la que llamó San Salvador, que forma parte del archipiélago de las Bahamas. Al conmemorarse el V Centenario del Descubrimiento de América, se insistió en que con el descubrimiento se inició, aunque no se tomara conciencia de ello, el encuentro de los mundos viejo (europeo) y nuevo (indígena)[8].

El descubrimiento de América abrió la posibilidad del descubrimiento científico de una nueva naturaleza y una nueva medicina. Alejandro San Martín y Satrústegui (Larrainzar, Navarra, 1847 – Madrid, 1908), participante activamente en la medicina y cirugía, y en la política,[9] pronunció una conferencia en el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, el 18 de abril de 1892, con motivo de la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América;[10] consta en ella que Cristóbal Colón pidió que fueran hombres doctos a estudiar aquella tierra, petición recogida en unos de nuestros libros.[11]

Desde el primer viaje colombino se aportaron noticias de interés científico por numerosas personas. Hubo extremeños que pasaron a América con diferente formación que fueron cronistas, como Hernán Cortés, Pedro Cieza de León, etcétera;[12] dieron algunas noticias de interés científico del Virreinato de Nueva España y del Virreinato del Perú en sus crónicas. Otros cronistas escribieron también noticias de interés científico y tecnológico de los virreinatos.

En nuestro trabajo anterior, argumentamos que el conocimiento de América como necesidad de estado fue un hecho durante el reinado de Carlos V (1516 – 1556). Establecido el Consejo de Indias oficialmente en 1524, surgido como escisión de una parte del antiguo Consejo de Castilla (al que estaban vinculadas las Indias), comenzó el objetivo fundamental para la Corona, o más bien para García de Loaisa (presidente) y Francisco de los Cobos (secretario), de recoger información sistemática sobre América. Mediante provisión de 5 de abril de 1528 dirigida a Nuño de Guzmán y, en general, a la primera audiencia de México, se pedía información colegiada, fundamentada en documentos y/o en el testimonio de testigos fidedignos españoles o indígenas (principalmente de éstos) sobre descripción cosmográfica y topográfica de la tierra, censo aproximado de habitantes y censo de los recursos mineros. Desgraciadamente, la accidentada historia de la Primera Audiencia de México y el turbulento estilo de Nuño de Guzmán no contribuyeron. La petición fue reiterada a la Segunda Audiencia de México y a su presidente, Sebastián Ramírez de Fuenleal. La Descripción de la Nueva España se terminó y envió el 5 de julio de 1532, no llegando a la Corte hasta marzo de 1533. La información se consideró insuficiente y el 19 de diciembre de 1533 se volvieron a emitir cédulas ordenando obtener más y mejor información de Nueva España y de otros territorios, incluyendo información gráfica. A todo ello, siguió la actividad del Consejo de Indias durante el reinado de Carlos V, cuyo nuevo presidente fue Luis Hurtado de Mendoza, Marqués de Mondéjar, en 1546.[13]

Pronto hubo transferencia de información a Europa sobre Historia natural del Nuevo Mundo, con interés en torno al uso medicinal de sus plantas, animales y minerales. Al mismo tiempo, se estaba intentando integrar la Geografía del Nuevo Mundo en la versión de Ptolomeo.[14]

A mediados del siglo XVI solamente se habían difundido entre los médicos y farmacéuticos europeos un número reducido de productos americanos, como se refleja en la traducción comentada a la Materia médica, de Dioscórides, que publicó Andrés Laguna en 1555. Se puede hablar de una etapa de primera noticias y descripciones (1492-1553), en la que hicieron aportaciones Cristóbal Colón, Hernán Cortés y otros. A esta etapa siguió otra, la de los estudios científicos de los médicos y naturalistas Nicolás Monarde y Francisco Hernández; ambos tienen en común que se formaron inicialmente en la Universidad de Alcalá de Henares y que realizaron sus estudios experimentales casi simultáneamente durante los años sesenta y setenta del siglo XVI. El primero, desde un punto de vista de la farmacognosia y terapéutica, es autor del libro Historia Medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, cuyas tres partes aparecieron entre 1565 y 1574 redactadas sin moverse de Sevilla, en el que trata de casi un centenar de nuevas medicinas. El segundo, comisionado por Felipe II, estudió casi todo el virreinato de Nueva España en la década de los setenta del siglo XVI desde un punto de vista principalmente botánico, aunque anotó las aplicaciones medicinales; escribió sobre más de tres mil plantas y sobre numerosos animales y vegetales. Las aportaciones de ambos tuvieron una difusión diferente; los libros de Nicolás Monarde fueron muy difundidos, mientras que nada se publicó en vida de Francisco Hernández.[15]

En el reinado de Felipe II (1556 – 1598) se reunieron plantas útiles para la Medicina en el Jardín Botánico de Aranjuez, procedentes de España y de ambas Indias.[16] A finales de los años sesenta y comienzo de los setenta del siglo XVI se organiza una política destinada a obtener el máximo control y los máximos beneficios de las tierras americanas, considerándose imprescindible el mejor y máximo conocimiento de ellas[17]. Esto motivó la primera expedición científica mundial, dirigida por Francisco Hernández, nombrado Protomédico de Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano,[18] es decir, el protomédico con la jurisdicción más extensa.

Así pues, hasta el reinado de Felipe II no se atendió la petición de Cristóbal Colón de que fueran hombres doctos a estudiar aquella tierra. En otras palabras, transcurridos más de cincuenta años del descubrimiento y conquista del mundo novohispano por Hernán Cortés se realizó la Primera Expedición Científica a América (1571-1577), cuyo resultado fue el descubrimiento científico de lo que entonces era Virreinato de la Nueva España, único virreinato que pudo investigar, siendo director de tal expedición, es decir, investigador principal, el gran científico, médico y naturalista toledano, Francisco Hernández.[19]

Sobre Francisco Hernández se ha sabido relativamente poco durante siglos. En 1790, Casimiro Gómez Ortega,[20] Director del Real Jardín Botánico de Madrid, escribió que nació en la provincia de Toledo, fue médico del Real Monasterio de Guadalupe en los años de 1555 y 1556, murió en Madrid en el 28 de febrero de 1587, y que se enterró en la Parroquia de Santa Cruz, habiendo dejado por testamentarios a su hijo Dr. Juan Hernández Caro, a Andrés Barahona, y a doña María Figueroa[21]. Posteriormente, se ha escrito mucho sobre su vida y obra; dos diccionarios prestigiosos publicados en 1983[22] y 2011[23] coinciden en dar como lugar de nacimiento Puebla de Montalbán (Toledo), como año de nacimiento 1517 y 1515, respectivamente, y como fecha de su muerte el 28 de enero de 1587.

De la vida y obra Francisco Hernández, destacamos aquí que antes de ser comisionado había estado en el prestigioso complejo de la cultura en general y de la Medicina y Cirugía en particular que en el pasado fue el Real Monasterio de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe y sus Reales hospitales, a cargo de la Orden de San Jerónimo, de los que fue médico. En Guadalupe, investigó practicando la cirugía, dirigiendo el famoso jardín botánico y explorando el entorno montañoso de las Villuercas. Los recuerdos de sus actividades de investigación pasaron con él a América, estando reflejados algunos de ellos en su obra Historia natural de Cayo Plinio Segundo, la cual comenzó en España y continuó en el Virreinato de Nueva España; la experiencia previa y esta obra debieron influir para que el rey Felipe II le confiara la expedición científica.[24]

Como se puede observar en la orden que Francisco Hernández recibió el 11 de enero de 1570, el objetivo principal de la expedición era hacer la Historia natural de todo el territorio americano en su relación con la Medicina. La orden recibida comienza así:

 

“La orden que vos el doctor Francisco Hernández, nuestro médico, habéis de tener y guardar en el oficio de nuestro protomédico general de las nuestras Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano en que os habemos proveído, y en las otras cosas que se os cometen tocantes a la historia de las cosas naturales que habéis de hacer en aquellas partes, es la siguiente:

Primeramente, que en la primera flota que de estos reinos partiere para la nueva España os embarquéis y vais a aquella tierra primero que a otra ninguna de las dichas Indias, porque se tiene relación que en ella hay más cantidad de plantas y yerbas y otras semillas medicinales conocidas que en otra parte.

Item, os habéis de informar dondequiera que llegareis de todos los médicos, cirujanos, herbolarios e indios y otras personas curiosas en esta facultad y que os pareciere podrán entender y saber algo, y tomar relación generalmente de ellos de todas las yerbas, árboles y plantas medicinales que hubiere en la provincia donde os hallareis.

Otrosí, os informareis qué experiencia se tiene de las cosas susodichas y del uso y facultad y cantidad que de las dichas medicinas se da y de los lugares adonde nacen y cómo se cultivan, y si nacen en lugares secos o húmedos, o acerca de otros árboles y plantas, y si hay especies diferentes de ellas; y escribiréis las notas y señales.

Item, de todas las cosas susodichas que pudiereis hacer experiencia y prueba la haréis, y de la que no, procuraréis de informaros de las personas susodichas, para que sabiendo y estando certificado de la verdad, las escribiréis de manera que sean bien conocidas, por el uso, facultad y temperamento de ellas.

De todas las medicinas o yerbas o sus simientes que viereis por aquellas partes y os parecieren notables, las haréis enviar acá, entendiendo que de las que así enviareis no las hay en estos reinos.

En lo que toca a la escritura que habéis de hacer de la dicha Historia, porque tenemos entendido que lo haréis como convenga, os lo remitimos a vos para que hagáis de ella como de vuestro buen juicio y letras se confía.

Item, cuando hubiereis concluido con lo que hubiere que hacer en la dicha Nueva España, os podréis partir de allí e iros a la provincia del Perú, donde proseguiréis las cosas arriba declaradas en lo que se os comete”.[25]

 

Como se puede observar, la información cualitativa de que se disponía en el siglo XVI acerca de las plantas del continente americano tuvo reflejo en las instrucciones que Francisco Hernández recibió al partir.

El resto de las instrucciones recibidas antes de partir se refieren al oficio de protomédico, cargo que ejerció relativamente poco.

No recibió inicialmente instrucciones acerca de la Geografía e Historia. Sin embargo, en los dos diccionarios referenciados anteriormente consta que al embarcar en Sevilla, en septiembre de 1570, a Francisco Hernández le acompaña su hijo Juan Hernández y el cosmógrafo portugués Francisco Domínguez. En nuestra opinión, se debió tomar la decisión de encargar también el estudio geográfico e histórico de América durante los meses anteriores, lo más probable es que influyera ya el cacereño Juan de Ovando (Cáceres, c.1515 – Madrid, 1575), quien desde el 7 de junio de 1567 hasta el 12 de agosto de 1571 cumplió el encargo de visitador del Consejo de Indias y luego fue su presidente desde el 29 de agosto de 1571 hasta su muerte.[26]

Francisco Hernández y los demás expedicionarios arribaron al puerto de Veracruz en febrero de 1571. El arribo debió ser antes del 19 de febrero de ese año, porque ese día presentó su nombramiento de Protomédico en México y el 25 de noviembre de 1570 lo había hecho en Santo Domingo. ¡Por fin llegaron a América hombre doctos comisionados oficialmente, un médico con formación específica naturalista para hacer la Historia natural del territorio y un geógrafo!, quienes siguieron hasta la capital del Virreinato de Nueva España casi medio siglo después el itinerario que había seguido Hernán Cortés hasta Tenochtitlán.

Las exploraciones del territorio realizadas por Francisco Hernández y otros (componentes de la expedición, pintores, escribientes, herbolarios, médicos indígenas y los mozos y acemileros) fueron cinco itinerarios: Exploración de la zona central (actuales estados de Moruelos, México, Puebla, Tlaxcala e Hidalgo), Viaje al Mar Austral, Exploración de Oaxaca, Viaje a Michoacán y Viaje al Pánuco. Durante estas exploraciones interrogó para obtener información botánica medicinal y experimentó siempre que tuvo ocasión. Después de tales itinerarios, a partir de 1574 realizó experimentación clínica en el Hospital Real de San José, dedicado a la población indígena, con capacidad para más de doscientos hospitalizados.[27]

Francisco Hernández informó a Felipe II y a Juan de Ovando sobre el curso de la expedición científica en el Virreinato de Nueva España. En 1576, muerto Juan de Ovando y requerido por Felipe II, le remitió dieciséis cuerpos de libro de la Historia natural, con dibujos e ilustraciones. Y al año siguiente, regresó a España con otros veintidós cuerpos de libros, figurando entre ellos la mencionada traducción de Plinio y el manuscrito latino De Antiquitatibus Novae Hispaniae, es decir, Antigüedades de la Nueva España, estructurado en tres libros, a los que sumó un cuarto libro titulado De Expugnatione Novae Hispaniae.

La gran obra manuscrita del docto médico y naturalista Francisco Hernández, cuyas vicisitudes hemos estudiado, quedó inédita durante su vida. En 1926, se imprimió en México el manuscrito latino mencionado, considerándose como edición latina. Sesenta años después, la extremeña Ascensión Hernández, residente en México desde 1965, publicó una nueva edición, en la que atiende a lo que significó el encuentro del Renacimiento y la sabiduría indígena del siglo XVI[28]. De acuerdo con su editora, el primer libro de las Antigüedades es una miscelánea sobre geografía, costumbres, etcétera; el libro segundo está dedicado a la astrología, medicina, arte culinario y organización religiosa; y el libro tercero es una síntesis de la vida religiosa de los pueblos nahuas de la región central de México. En el Libro de la Conquista, como complemento, Francisco Hernández hace una síntesis acerca de los acontecimientos sucedidos entre los años 1519 y 1521 en buena parte de los que hoy es la República de México; el relato arranca cuando Hernán Cortés sale de la isla de Cuba en marzo de 1919 y termina con la estancia en la capital mexica y su posterior conquista, inclinando su narración a una gran empresa para la cristiandad y para España.

Añadimos aquí que Francisco Hernández no menciona en el manuscrito de las Antigüedades, con su complemento final el Libro de la Conquista, que lo escribió por encargo del mencionado Juan de Ovando, justificando su redacción en el Proemio a Felipe II Óptimo Máximo, Rey de las España y de las Indias, considerando que lo que ofrece es una semilla de historia, es decir, una síntesis histórica.

Entre 1959 y 1984, el médico español Germán Somolinos D´Ardois, quien pasó a México al finalizar la Guerra Civil Española (1936-1939), realizó la publicación de los manuscritos de Francisco Hernández, con el título Obras Completas. En esta publicación, ya referenciada, a título de ejemplo, figura la primera descripción científica ilustrada de un árbol cauchífero, su producto y sus aplicaciones; denomina holquáhuitl al árbol cauchífero o árbol del olli, y goma a la al producto vegetal descubierto, identificándola con la materia prima famosa utilizada en la preparación de las pelotas del juego azteca llevado por Hernán Cortés a España. La descripción figura también en nuestro libro referenciado sobre el caucho, referenciado anteriormente.

La Primera Expedición Científica a América (1571-1577) inició el estudio científico in situ de las plantas del continente que alberga la mayor variedad de plantas del mundo. Muchos años después, se ha afirmado que de las más de cien mil plantas existentes en América Latina, más del 20% pueden tener aplicación farmacéutica.[29]

No hubo más expediciones científicas en los reinados de los Austrias posteriores, lo que indica claramente que hubo un apagón científico y tecnológico en los asuntos ultramarinos. De acuerdo con Severo Ochoa de Albornoz (Luarca, Asturias, 1905 – Madrid, 1993), Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959,[30] porque España, quizá desde Felipe II estaba más interesada en los asuntos de allá arriba que en los de aquí abajo, es decir, una religión mal entendida.[31]

 

 

  1. EXPEDICIONES CIENTÍFICAS ESPAÑOLAS A AMÉRICA DURANTE LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA

 

Durante la Ilustración Española, es decir, entre 1700 (llegada de Los Borbones) y 1808 (invasión de España por las tropas napoleónicas), o 1814 (fin de la Guerra de la Independencia), se desarrolló una gran actividad ideológica, social y política, con su cenit en el reinado de Carlos III (1759-1788). La muerte de este rey casi coincide con el inicio de la Revolución Francesa (1789), y marca un punto de inflexión. En los años sucesivos, las aspiraciones reformistas pierden su vigor en comparación con los reinados borbónicos anteriores, y se llegan a pagar las luces de la razón, sucediéndole un absolutismo monárquico en todo su apogeo.[32]

Durante la Ilustración Española se realizaron numerosas expediciones a los territorios ultramarinos españoles. Se han relacionado un total de 41 expediciones científicas[33]: dos en el reinado de Felipe V, tres en el reinado de Fernando VI, veinte en el reinado de Carlos III y dieciséis en el reinado de Carlos IV. Según que predomine el carácter estatal o privado y la iniciativa nacional o internacional se han clasificado en: expediciones estatales de iniciativa internacional, expediciones estatales de iniciativa nacional, expediciones estatales de iniciativa plurinacional y expediciones privadas de iniciativa nacional o internacional.

De la primera expedición científica de la Ilustración Española, es decir, la Expedición Geodésica Hispano-Francesa al Virreinato del Perú (1734-1743), ya hemos tratado en nuestro libro sobre el caucho.[34]

Las principales expediciones científicas realizadas a América y Filipinas en los reinados de Carlos III y Carlos IV están relacionadas en la Tabla 1, elaborada consultando el libro La ilusión quebrada.[35] Las expediciones botánicas (Perú y Chile, Nueva Granada y Nueva España) que figuran en esa tabla tuvieron tres objetivos: inventariar las riquezas naturales americanas (importancia científica, conocer sus aplicaciones y su posibilidad de utilización (importancia económica), y desarrollar en las colonias el nuevo modelo sanitario de la metrópoli (reorganización de las profesiones sanitarias en las colonias); tuvieron un carácter utilitario claramente farmacológico.

Casimiro Gómez Ortega, además de catedrático primero del Real Jardín Botánico de Madrid y figura clave de la Farmacia del siglo XVIII, fue el científico cortesano principal gestor de la ciencia ilustrada en los reinados de Carlos III y Carlos IV, en lo referente a la Historia Natural y sus colonias ultramarinas, e incorporó la Botánica al proyecto ambicioso, utópico y, en cierta medida original, de inventariar y comercializar las riquezas coloniales.

Como extremeños objetivos, destacamos aquí a los científicos José Antonio Pavón Jiménez y Vicente Cervantes Mendo, cuyos datos de nacimiento y muerte hemos mencionado en el primer apartado de este trabajo. El primero, boticario y botánico es conocido desde hace mucho tiempo que nació en Casatejada (Cáceres), y que participó en la Real Expedición Botánica a Perú y Chile (1777-1787) como segundo botánico. Y el segundo científico, conocido como Vicente Cervantes durante mucho tiempo, se ha tenido como nacido en Zafra en 1755 hasta que el primero de los autores del presente trabajo demostró que era en realidad el insigne científico Vicente Cervantes Mendo, nacido en Ledrada (Salamanca) en 1758, cuya familia materna era de Casar de Cáceres (Cáceres); fue boticario, botánico y químico, y alumno distinguido del mencionado Gómez Ortega, pasando con su esposa, nacida Hervás (Cáceres), a Nueva España desde Cádiz en el navío Mentor con destino a Veracruz, el 30 de junio de 1787, como Catedrático de Botánica del Real Jardín Botánico de México, quien finalizada la Real Expedición Botánica de Nueva España (1787-1803) vivió en México colonial y México independiente hasta su muerte; es patrimonio de España y de México.[36] Ambos científicos son autores o coautores de publicaciones importantes relacionadas con la expedición botánica de la que fueron investigadores; las dos expediciones científicas en que participaron se pueden considerar continuación de la Primera Expedición Científica a América (1571-1577)

 

 

 

 

 

 

 

Tabla 1. Algunos datos de las expediciones científicas principales realizadas en los reinados de Carlos III y Carlos IV

Expedición y duración Primeros expedicionarios, profesiones y actividades en la expedición Territorios explorados
Perú y Chile

(1777-1787)

Hipólito Ruiz López, farmacéutico; Primer botánico y Director de la expedición

José Antonio Pavón y Jiménez, farmacéutico; Segundo botánico

 

Territorios peruanos, chilenos y ecuatorianos
Nueva Granada

(1783-1808)

José Celestino Mutis y Bosio, clérigo; Director de la expedición

Juan Eloy Valenzuela, clérigo; botánico hasta 1784

Diego García, clérigo; botánico encargado del estanco de la quina

Otros investigadores

Territorios correspondientes a la actual Colombia
Nueva España

(1787-1803)

Martín Sessé y Lacasta, médico; Director y herborizador

Vicente Cervantes Mendo, farmacéutico; Director del Real Jardín Botánico de México

Otros investigadores

México, algunos estados de los Estados Unidos de América, isla de Nukta (Archipiélago de Vancouver), Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Cuba y Puerto Rico
Filipinas

(1786-1806?)

Juan de Cuéllar, farmacéutico; botánico contratado por la Real Compañía de Filipinas y botánico del Rey, Director del Jardín Botánico de Filipinas Filipinas
Malaspina

(1789-1794)

Alejandro Malaspina, marino, Comandante de la corbeta Descubierta; Director de la expedición

José Bustamante y Guerra, marino; Comandante de la corbeta Atrevida y segundo jefe de la expedición

Otros investigadores

Uruguay, Patagonia, islas Malvinas, Chile, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, México, isla de Nukta, islas Marianas, Filipinas, Australia, Archipiélago de Tonga, Perú
Mopox

(1796-1802)

Baltasar Manuel de Mopox y Jaruco, Conde de Boldo, aristócrata y médico; Director y botánico hasta 1799

José Estévez; pasó de la Expedición Nueva España (1787-1803)

Otros investigadores

 

Cuba y algunos estados de los Estados Unidos de América

Fuente: elaboración de los autores a partir de datos tomados del libro La ilusión quebrada: botánica, sanidad y política científica en la España Ilustrada, págs. 272-275, y datos propios.

  1. LAS EXPEDICIONES A AMÉRICA DIRIGIDAS POR MIGUEL DE LA QUADRA-SALCEDO Y GAYARRE

 

Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre ofreció en 1979 su proyecto educativo Aventura 92, consistente en organizar una serie de expediciones, repitiendo los viajes de Cristóbal Colón y de otros navegantes españoles y portugueses, con el objetivo de impulsar la reflexión en jóvenes iberoamericanos y europeos de la importancia trascendental, histórica y de futuro del Descubrimiento de América o Encuentro de Dos Mundos. En la Tabla 2 se relacionan las expediciones Aventura 92 dirigidas por español tan polifacético e internacional (Figura 1).

El segundo de los autores del presente trabajo fue expedicionario en 1992, última expedición del programa Aventura 92; fue uno de los 191 preseleccionados españoles (estudiantes de Bachillerato Unificado y Polivalente y de Formación Profesional) por los distintos jurados (de la Universidad Complutense de Madrid y Quinto Centenario) calificadores de los trabajos presentados, y seleccionado definitivamente en la segunda fase del concurso en Televisión Española. El trabajo presentado tiene por título Páginas de ciencia hispanoamericana,[37] en el que se trata con brevedad de las expediciones científicas españolas, resaltando el referente extremeño de ellas. En la Figura 2, se muestra una de las páginas de mencionado trabajo.

Los jóvenes de la Expedición 1992 recibieron una carta del rey Juan Carlos I, visitaron la Exposición Universal de Sevilla y fueron recibidos por el Papa Juan Pablo II en la República Dominicana. El programa fue muy amplio en España (5-29 de septiembre de 1992) y en la República Dominicana (5 de septiembre de 1992 – 15 de octubre de 1992). Las Figuras 3 y 4 corresponden a dos momentos de la expedición en Extremadura (18-22 de septiembre de 1992) y la Figura 5 corresponde a la Bahía de Samaná en la República Dominicana. La Figura 5 corresponde a una entrevista a los cuatro jóvenes cacereños expedicionarios tras finalizar la expedición.

El director de la expedición explicó el 22 de septiembre de 1992 en la Oficina Enclave 92 de Badajoz que “Aventura 92 es un programa de Estado que moviliza a toda la juventud, con el ideal común de los países que han tenido páginas de la historia en común y, sobre todo, que han dado ese mestizaje cultural que ha enriquecido a las dos orillas”. Y destacó la experiencia que están viviendo los jóvenes participantes de treinta y cinco países de Iberoamérica, Europa y Asia, de entre 16 y 17 años, de cara al futuro.[38]

Añadimos a sus declaraciones que en el Programa de 1992 ya se decía que funcionaba la Asociación de Amigos de la Aventura 92, formada por ex-alumnos, para participar en programas sociales que las Comisiones del Quinto Centenario de distintos países de América tiene establecidos, con campañas de alfabetización, cooperación con agricultores, etcétera, logros que los antiguos alumnos de Aventura 92 comunicaban a otros jóvenes que se incorporaban así a los programas sociales. Buena prueba de ello fue el Encuentro de expedicionarios de las expediciones anteriores celebrado en Cáceres en 1992 y el Encuentro de expedicionarios de la Expedición 1989 celebrado en la misma ciudad en 2015.

Aventura 92, declarado Programa de Interés Cultural por la UNESCO en 1990, continuó dirigido por el mismo experto con otras denominaciones a partir de 1993, financiado principalmente por Argentaria y el Banco de Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA): Ruta Quetzal Argentaria, Ruta Quetzal BBVA en 2001 y Ruta BBVA desde 2014.

En particular, Ruta Quetzal 1997 estuvo dedicada a la Primera Expedición Científica en América, convocada para la participación de jóvenes españoles o extranjeros nacidos exclusivamente en los años 1980 y 1981 que cursaban estudios en España en enseñanzas medias/educación secundaria (BUP, FF, ESO, LOGSE…). La ruta de ese año fue muy interesante; los párrafos y la Figura 6 que hemos seleccionados son muy ilustrativos:

 

“En esta aventura científica, Francisco Hernández viajaba en una litera que llevaba dos mulas. El resto del grupo, que seguía a pie o a caballo, lo formaban tres dibujantes, otros tantos escribientes, un intérprete, cuatro herbolarios y un cosmógrafo. Junto a ellos, viajaban varios médicos indígenas, además de los acemileros encargados de acarrear la impedimenta de la expedición.

A lo largo de toda su expedición, Francisco Hernández viajó interrogando a los indígenas más ancianos y anotando en su diario todo aquello que le decían. Además probaba y experimentaba en él las hierbas y medicinas poniéndose alguna vez al borde de la muerte por envenenamiento. Su figura quedó grabada en la memoria de los indios como “El Preguntador”.

En el incendio de 1671 de la Biblioteca Real del Monasterio de El Escorial, se destruyeron muchos de los manuscritos de Francisco Hernández y para completar su obra se envió la “Real Expedición científica” de 1787-1803, dirigida por el aragonés Martín Sessé con la participación del científico mexicano José Mociño.

En su viaje de estudios la expedición Ruta Quetzal Argentaria atravesará los estados mexicanos de Puebla, Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz, volviendo a México D.F. por el camino de Hernán Cortés desde la costa. En 1997 se cumple el 450 aniversario de su muerte en Castilleja de la Cuesta (Sevilla), cuando estaba regresando a México.

La gran aventura de ese año será la ascensión al volcán Popocatepetl de 5452 metros de altitud. Los expedicionarios que logren llegar al cráter y después a la cumbre, podrán ver entre nieves perpetuas unas vistas inigualables de las ciudades de México y Puebla, así conmemoramos la primera subida del leonés Diego de Ordás a este volcán en 1519.

Esta duodécima edición de la expedición Ruta Quetzal [realmente fue la quinta edición pues antes se habían celebrado siete expediciones de Aventura 92] está patrocinada una vez más por Argentaria, uno de los mayores grupos financieros de España, y la colaboración de las Comunidades de Castilla-La Mancha y Castilla y León, que hacen posible este ambicioso programa cultural que une a los jóvenes de Europa y América a través de una aventura educativa.

En la presente edición, Miguel Miguel de la Quadra-Salcedo, director de la expedición, propone una aventura en la que se estudiarán las civilizaciones precolombinas (aztecas, zapotecas, mayas y olmecas) profundizando con arqueólogos e historiadores en los templos y zonas arqueológicas de estas culturas, muchas de ellas hoy día atrapadas por la selva, y donde habitan los indios lacandones, descendientes de los mayas, siguiendo la antigua ruta del científico Francisco Hernández.

El programa está auspiciado por por el Ministerio de Asuntos Exteriores a través de su Secretaría de Estado de Cooperación y para Iberoamérica, en estrecha colaboración con el Gobierno de México. Ruta Quetzal Argentaria es un programa declarado de Interés Universal por la UNESCO”.

La última expedición realizada, Ruta BBVA 2016, titulada “Aventura en la Selvas Mayas de Yucatán”, se ha realizado primero por México y después por España. Según noticias de BBVA, el 29 de junio pasado comenzó en Cancún (México) la última expedición patrocinada por esta entidad. Los expedicionarios recorrieron la península de Yucatán y en España recorrieron Extremadura y Andalucía para profundizar en la figura del inca Garcilaso de la Vega y conmemorar el quinto centenario de la muerte del rey Fernando el Católico.

La última ruta se ha realizado sin la presencia de Miguel de la Quadra-Salcedo  y Gayarre, quien falleció el viernes 20 de mayo de 2016 en su domicilio de Madrid, a los 84 años de edad. La noticia del fallecimiento de tan conocido personaje fue muy difundida. El periodista Francisco Pérez Henares ha escrito en El Español su adiós al compañero de profesión y de aventuras con el título Lo que me enseñó Miguel de la Quadra.[39], en cuyo primer párrafo dice:

 

“Me enseñó que no se era español del todo hasta que no se conocía y se amaba Hispanoamérica. Y para que lo aprendiera me arrastró tras él por todo continente y me hizo recorrerlo de arriba a abajo, de costa a costa, de manglares a nieves, de las selvas al desierto, de mares a ríos, de cascadas a lagos y de ciudades prehistóricas a malocas actuales, desde San Blas de las Californias a Nombre de Dios, desde Isla Colon a Pico Duarte y el Popocatepel, desde el Darién a Sonora, de Orinoco al mar de Cortés, del Salto del Ángel o Basaseachic a Arareko y de Ingapirca al Pastaza.”

 

Y en el cuarto párrafo:

 

“Y España le debe a Miguel de la Quadra un reconocimiento que no le dio, un Premio Príncipe de Asturias que un jurado cegato le negó, un legado que jamás pagaremos en su justa medida. La Ruta Quetzal fue la obra de su vida y por ella vivirá Miguel en el corazón de miles de ruteros, de más de 50 países diferentes, unidos por nuestra lengua y desde su paso por los campamentos por un espíritu compartido que “les cambió la vida”, como repiten cuando recuerdan, que les dio una lección de igualdad, solidaridad y de abrir sus mentes y sus corazones a lo diferente”.

 

El mismo día de su fallecimiento, a propuesta del Ministro de Educación Cultura y Deporte, el Consejo de Ministros acordó concederle, a título póstumo, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.[40]

El personaje fallecido fue siempre cercano a Extremadura. A propuesta del Presidente de la Junta de Extremadura, el Consejo de Gobierno en su sesión del 17 de agosto de 2012, se le concedió la Medalla de Extremadura, es decir, la más alta distinción de la Comunidad Autónoma de Extremadura.[41] En el Decreto de concesión, tras varios párrafos, consta:

 

“En definitiva, D. Miguel de la Quadra-Salcedo es un personaje clave en la recreación y puesta en valor de la importante labor llevada a cabo por los grandes descubridores extremeños del siglo XVI, con lo que ello implica para la memoria colectiva del pueblo extremeño, lo que le hace merecedor del reconocimiento de la región con la cesión de la más alta distinción de la Comunidad Autónoma de Extremadura”.

 

Tras recibir tan alta distinción, continuó ejerciendo su vinculación con Extremadura. La Junta de Extremadura lamentó el fallecimiento de tan polifacético personaje, al tiempo que transmitió sus condolencias a los familiares de una de las personalidades más queridas y respetadas en nuestra Comunidad Autónoma.

Tal vinculación ha tenido como epílogo póstumo el hecho de que la última expedición de la Ruta BBVA ha recalado en Madrigalejo casi dos meses después del fallecimiento. Los 213 jóvenes, la treintena de monitores que les guiaban y los 40 periodistas internacionales que acompañaban la expedición de 2016 durmieron el pasado 16 de julio en el pueblo cacereño y partieron al día siguiente hacia Córdoba para, posteriormente, continuar a Granada.[42]

Según Íñigo de la Quadra-Salcedo Asumendi, uno de los tres hijos del director fallecido, su padre le dijo las cosas importantes de la Ruta 2016 en noviembre del año anterior. En América, el árbol del chicle, y el mestizaje, y en España, Madrigalejo, porque lo que más le importaba era que se conmemorara la muerte del rey Fernando el Católico.[43]

Según fuentes de BBVA, esta entidad ha decido no continuar con un proyecto irrepetible de Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre. En total, se han realizado 31 expediciones, habiendo participado más de diez mil jóvenes de 57 países que han tenido la oportunidad de descubrir la dimensión humana, social, geográfica e histórica de otras culturas. El proyecto del fallecido pare que tuvo su inspiración en un viaje organizado en 1933 por la Institución Libre de Enseñanza por el mar Mediterráneo.

Tabla 2. Expediciones Aventura 92 dirigidas por Miguel de la Quadra-Salcedo Gayarre

Expedición Título Itinerario
Expedición 1979 Aventura en el Amazonas Bolivia, Perú y Brasil
Expedición 1985 Rumbo a Zipango España, Bahamas, Cuba y República Dominicana
Expedición 1988 Rumbo a las Antillas España, Bahamas, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Portugal
Expedición 1989 Rumbo a las Selvas del Orinoco España, Islas de Cabo Verde, Venezuela, República Dominicana y Portugal
Expedición 1990 Rumbo al Mundo Maya España, México, Costa Rica, Panamá, Colombia y Puerto Rico
Expedición 1991 Rumbo al Amazonas España, República Dominicana, Venezuela y Brasil
Expedición 1992 Rumbo al mundo del futuro España y República Dominicana

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Aventura 92.

 Figura 1. El Miguel de la Quadra-Salcedo Gayarre y expedicionarios. Fuente: tríptico Expedición 1992 de Aventura 92

Figura 2. Hispanidad en Guadalupe (Cáceres, Extremadura, España). Fuente: Páginas hispanoamericana, trabajo inédito del autor Jesús Francisco Pastor Valle, expedicionario en 1992.

Figura 3. Expedición 1992 en la Plaza Mayor de Trujillo, 20 de septiembre 1992. Fuente: Expedición 1992 de Aventura 92.

Figura 4. Expedición 1992 en la Bahía de Samaná, República Dominicana, 6 de octubre de 1992. Fuente: fotografía de los autores.

Figura 5. Los cuatro jóvenes cacereños entrevistados por Santos A. Vázquez en Cáceres tras finalizar la Expedición 1992. Fuente: HOY Diario de Extremadura, 31 de octubre 1992, pág. 25.

Figura 6. El Preguntador, grabado único que representa a Francisco Hernández. Fuente: Ruta Quetzal 1997, fotografía de los autores.

 

 

  1. CENTRO LOS DESCUBRIDORES EN TRUJILLO

 En los XLIV Coloquios Históricos de Extremadura, concluíamos que la exposición sobre Hernán Cortés celebrada en Madrid en 2014-2015 con el título Itinerario de Hernán Cortés había sido la primera exposición internacional sobre tan gran personaje de la Historia. Y que tal exposición, si bien muy interesante, tuvo muy poca difusión institucional en Extremadura, que faltó presencia institucional extremeña, y que fueron relativamente pocos los materiales expuestos de Extremadura.

Recientemente, se ha inaugurado el Centro Los Descubridores en Trujillo, sito en la que fue Iglesia de la Preciosa Sangre. La inauguración fue realizada por José Luis Navarro Ribera, consejero de Economía e Infraestructura de la Junta de Extremadura. Según información que figura al entrar en el centro inaugurado, esta iglesia, erigida entre 1627 y 1635, se encontraba en un lamentable estado al borde de la ruina. Ello motivó la actuación del ayuntamiento trujillano, con el apoyo de la Junta de Extremadura, adquiriendo y restaurando el edificio, para sumarlo al extraordinario patrimonio de la ciudad. La restauración y musealización de la iglesia se finalizó en el mes de julio de 2016, siendo Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Trujillo Alberto Casero Ávila. El Museo Naval de Madrid y el Archivo General de Indias han colaborado.

El centro inaugurado está estructurado en diferentes ámbitos. Dos de ellos son se denominan Los descubridores y La peligrosa aventura del Descubrimiento, en donde hay un gran palo mayor hasta la cúpula y suena cada cierto tiempo un océano embravecido. Se muestran datos esenciales de los descubrimientos de los siglos XV y XVI:

 

  • Los motivos que impulsaron la financiación de la expedición de Cristóbal Colón, al servicio de los Reyes Católicos.
  • Las Capitulaciones de Santa Fe, es decir, el acuerdo entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón firmado el 17 de abril de 1492 en Santa Fe (Granada) para el descubrimiento y conquista de nuevos territorios trasatlánticos. Las carabelas La Pinta y La Niña, y la nao Santa María, zarparon del Puerto de Palos (Palos de la Frontera desde 1642, Huelva) el 3 de agosto de 1492 al mando del almirante Cristóbal Colón en busca de una nueva ruta hacia Oriente; arribaron a la isla Guanahaní, es decir, San Salvador, una de las islas de las actuales Bahamas, tras dos meses y nueve días de navegación, superando grandes tormentas y otras dificultades.
  • Trujillanos y trujillanas protagonistas de hechos diversos en el Nuevo Mundo: Francisco de las Casas, María de Escobar, Diego García de Paredes, Inés Muñoz, Francisco de Orellana, Francisco Pizarro González y Hernando de Soto.
  • Las fechas y hechos importantes relacionados con las expediciones por mar y tierra realizadas durante el descubrimiento y exploración del Nuevo Mundo, con fechas extremas 1492 y 1571, es decir, los años del Descubrimiento de América y el inicio de la Primera Expedición Científica a América.
  • Se remarca que el Descubrimiento del Nuevo Mundo fue una aventura peligrosa. Hay un panel en donde se ilustran instrumentos de navegación de los siglos XV y XVI: astrolabio, ballestilla, compás magnético, cuadrante de dos sectores, cuadrante náutico o de altura y nocturlabio.
  • Información sobre la religión durante la colonización, señalando que el motor de la Reconquista a los musulmanes permanece vivo durante el siglo XVI y se traslada como motivación esencial al continente descubierto. En otras palabras, la Iglesia Católica fue un aliado político de España y sus descubrimientos en el nuevo continente. Y también se señala que el cúmulo de denuncias y alegatos de misioneros y humanistas determinaron la aprobación de las Leyes de Burgos, en 1512, obligando a los encomenderos, bajo la supervisión de oficiales reales, a su cumplimiento.

No obstante, se puede mejorar. No hay ni una sola mención al trujillano Alonso de Chaves (Trujillo, Cáceres, ca. 1493 – Sevilla, 1587)[44] ni a su hijo Jerónimo Chaves Ramos (Sevilla, 1523 – Sevilla, 1574).[45] El padre fue nombrado piloto, cosmógrafo y maestro de la manufactura de los instrumentos náuticos de la Casa de Contratación de Sevilla el 24 de abril de 1524, y el 11 de julio de 1552 sucedió al geógrafo y náutico italiano Sebastián Cabot como piloto mayor hasta 1586; estuvo al frente de la construcción y licencia de instrumentos, así como de la enseñanza y licencia de pilotos, y dedicó su larga vida a las tareas cotidianas de supervisión de la empresa de Indias, es decir, la empresa con más exigencias de la ciencia aplicada de su época, ya que el retorno de cada barco conllevaba un informe técnico, cuaderno de bitácora e información recogida de los pilotos. Su hijo, por insistencia de su padre, antes de que se hiciera cargo de la cátedra de cosmografía, realizó un examen consistente en presentar un currículum obligatorio para la licencia de los pilotos de la carrera de Indias; desempeñó el puesto entre 1552 y 1568, siendo su principal contribución científica las tablas astronómicas, cartas y mapas. Padre e hijo fueron bien considerados en la corte y sus opiniones fueron solicitadas por el Real y Supremo Consejo de Indias.

Hasta el momento, no existe una publicación informativa resumen para los visitantes del Centro Los Descubridores, pero los visitantes pueden aprender o recordar en este centro que la vinculación de la ciudad de Trujillo en el descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo no se limita al monumento dedicado a Francisco Pizarro González que encuentran y fotografían en la Plaza Mayor (Figura 7). En uno de los paneles, se puede leer un primer párrafo del trabajo “La Hispanidad de Trujillo en las Américas”, cuyo autor es Vicente González Hernández, y dos párrafos más que ilustran que Trujillo fue protagonista indiscutible de la Historia en el Nuevo Mundo. Los tres párrafos los transcribimos a continuación tomados del panel expuesto (Figura 8).

 

“En Trujillo y en aquellos lugares del Nuevo Mundo llamados Trujillo; en el paisaje americano abierto al entendimiento entre Culturas milenarias, los nombres de Francisco Pizarro y Hernán Cortés simbolizan ideales de universalidad; representan todas aquellas virtudes y defectos, triunfos y derrotas, proximidades y alejamientos que abrieron los caminos de la Hispanidad, título éste que doy por merecido y ha de otorgase con justicia a la ciudad extremeña e hispana en la memoria de América: Trujillo”.

“Resulta evidente que para cualquiera que contemple Trujillo, la enorme vinculación que posee la ciudad con el Descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo.

Podría afirmarse que Trujillo es hoy el más vivo exponente de aquella época histórica que modificó el mundo. Sus monumentos, sus archivos documentales y hasta muchos de sus habitantes, son, sin lugar a dudas, el mayor patrimonio histórico y cultural de aquellos tiempos y el mejor testimonio del protagonismo de Trujillo en la extraordinaria aventura del Descubrimiento”.

 

Los autores del presente trabajo consideramos que si Miguel de la Cuadra-Salcedo y Gayarre hubiera vivido en la fecha de la inauguración, hubiera tenido la satisfacción de ver, aunque con mucho retraso, que Extremadura es más reivindicativa. Como epílogo de lo mostrado en el centro inaugurado, falta recordar a tan polifacético español, cuyas expediciones dirigidas a partir de 1979 tuvieron como motivo frecuente los descubrimientos de América de los siglos XV y XVI, reivindicando la proyección de Extremadura en América, y en particular de Trujillo.

Finalmente, en nuestra opinión, los numerosos contenidos Extremadura-América requieren un centro general, es decir, una Casa de América en Extremadura, en donde se muestren permanentemente de manera concisa y didáctica las aportaciones significativas de los extremeños y extremeñas que pasaron a América, incluyendo las aportaciones científicas y tecnológicas. O bien, otros centros similares al inaugurado en Trujillo en otras poblaciones extremeñas que en el pasado tuvieron también vinculación importante con América. Sobra decir que tales centros sumarían también al potencial turístico de Extremadura.

Figura 7. Estatua ecuestre de Francisco Pizarro en la Plaza Mayor de Trujillo (1929). Fuente: fotografía de los autores.

Figura 2. Panel ilustrativo del protagonismo indiscutible de Trujillo en la Historia del Nuevo Mundo. Fuente: Centro Los Descubridores de Trujillo, fotografía de los autores.

 

 

  1. CONCLUSIONES

 

  1. Hasta el reinado de Felipe II no se atendió la petición de Cristóbal Colón de que fueran hombres doctos a estudiar aquella tierra. Transcurridos más de cincuenta años del descubrimiento y conquista del mundo novohispano por el extremeño Hernán cortés, se realizó la Primera Expedición Científica a América (1571-1577), cuyo investigador principal fue el médico y naturalista toledano Francisco Hernández. Este gran científico, vinculado antes con los Reales Hospitales de Guadalupe, recibió al partir la distinción de Protomédico de Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, es decir, el médico con la jurisdicción más extensa. El resultado de la expedición, cuyo objetivo principal era realizar la Historia Natural en su relación con la Medicina, fue el descubrimiento científico de lo que entonces era Virreinato de Nueva España, único virreinato que pudo investigar; inició el estudio científico in situ de las plantas del continente que tiene la mayor variedad de plantas del mundo. Además, trató del México precortesiano y de su conquista por Hernán Cortés.
  2. Tras la Primera Expedición Científica a América (1571-1577), hubo un apagón en el estudio científico y tecnológico en los asuntos ultramarinos. Durante la Ilustración Española se realizaron numerosas expediciones científicas. Las llamadas expediciones botánicas tuvieron un carácter utilitario claramente farmacológico. En la Real Expedición Botánica a Perú y Chile (1777-1787) destacó el científico José Antonio Pavón y Jiménez (Casatejada, Cáceres, 1754 – Madrid, 1840). Y en la Real Expedición Botática a Nueva España (1787-1803), y después, destacó el científico Vicente Cervantes Mendo (Ledrada, Salamanca, 1758 – México, 1829), quien no es extremeño de nacimiento, pero tuvo vinculación con Extremadura; es patrimonio de España y de México.

2. El polifacético Miguel de la Quadra Salcedo y Gayarre (Madrid, 1932- Madrid, 2016), conocedor de América, dirigió 31 expediciones a América desde 1979, con las denominaciones Aventura 92, Ruta Quetzal Argentaria, Ruta Quetzal BBVA y Ruta BBVA, por España y diferentes territorios de América. Todas ellas relacionadas con los descubrimientos de los siglos XV y XVI, y con las expediciones científicas españolas. En total, más de diez mil jóvenes de 57 países han tenido la oportunidad de descubrir la dimensión humana, social, geográfica e histórica de otras culturas. Durante las expediciones estuvo muy vinculado con Extremadura y puso en valor a los descubridores extremeños del siglo XVI; recibió merecidamente la Medalla de Extremadura en 2012.

3. El Centro Los Descubridores recientemente inaugurado en Trujillo, necesario desde hace tiempo, y mejorable, ofrece información esencial sobre el Descubrimiento del Nuevo Mundo en los siglos XV y XVI, e incluye algunos aspectos científicos y tecnológicos anteriores a la Primera Expedición Científica a América (1571-1577). En particular, se destaca a los descubridores extremeños del siglo XVI, a Trujillo, y a trujillanos y trujillanas que pasaron al mundo nuevo. Dicho centro, suma al potencial turístico de la ciudad de Trujillo.

4. En nuestra opinión, falta un gran centro general porque hay que mostrar la proyección total que en el pasado tuvo Extremadura en América. O bien más centros, similares al inaugurado en Trujillo, en poblaciones extremeñas que en el pasado tuvieron también vinculación importante con América.

REFERENCIAS

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AGRADECIMIENTO

 

Seguimos expresando nuestro agradecimiento a la Asociación Coloquios Históricos de Extremadura por sus 45 años de trabajo. En nuestra opinión, ha acumulado méritos para ser distinguida con la Medalla de Extremadura.

[1]PASTOR VIILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, PASTOR VALLE, Montaña Belén:   “Itinerario de Hernán Cortés en el descubrimiento y conquista de México, antecedente de la Primera Expedición Científica al Virreinato de Nueva España”. En: Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura (edición), XLIV Coloquios Históricos de Extremadura, en prensa. Trujillo, 2015.

 

[2]LORENCI, Miguel: “El conquistador de la aventura”, HOY, Diario de Extremadura, 21.05.2016, págs. 30-31. Badajoz, 2016.

 

[3]GLICK, Thomas F. “Colón, Cristóbal”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 239-242. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[4]ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Arturo: Cien personajes en Guadalupe, págs. 85-87, 239-244. Fuenlabrada (Madrid), Graficinco, 1995.

 

[5]LÓPEZ PIÑERO, José María, GLICK, Thomas F.: “Pavón Jiménez, José Antonio”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2, págs. 148-149. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[6]PASTOR VILLEGAS, José: “Vicente Cervantes Mendo: lugar y fecha de nacimiento, bicentenario no conmemorado y próximo 250 aniversario. An. R. Acad. Nac. Farm. 73, 747-762. Madrid, 2007.

 

[7]ELLIOT, J. H.: El Viejo Mundo y el Nuevo (1492-1650), págs. 13-40. Madrid, Alianza, 1970.

 

[8]LEÓN-PORTILLA, Miguel: “Encuentro de dos mundos”, América 92,4, 16-17, Madrid, 1985.

 

[9]LÓPEZ PIÑERO, José María: “San Martín Satrústegui, Alejandro”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2, págs. 291 – 293. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[10]SAN MARTÍN, Alejandro: “Influjo del descubrimiento del Nuevo Mundo en las Ciencias Médicas”. En: El Continente Americano, Vol. III, págs. 5-54. Madrid, Ateneo de Madrid, Sucesores de Rivadeneira, Impresores de la Real Casa, 1894.

 

[11]PASTOR VILLEGAS, José y PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, pág. 18. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[12]BARAJAS SALAS, Eduardo: Cronistas extremeños de Indias. Badajoz, Estudio, 1992.

 

[13]BUSTAMANTE, Jesús: “El conocimiento como necesidad de estado: las encuestas oficiales sobre Nueva España durante el reinado de Carlos V”, Revista de Indias, Vol. 60, núm. 218, págs. 33-55. Madrid, 1954.

 

[14]Enciclopedia de Latinoamérica, Vol. 3, págs. 162-63. Madrid, Debate/Círculo, 1987.

 

[15]LÓPEZ PIÑERO, José María, FRESQUET FEBRER, José Luis, LÓPEZ TERRADA, María Luz, PARDO TOMÁS, José: Medicinas, drogas y alimentos del nuevo mundo: textos e imágenes españolas que los introdujeron en Europa, págs. 13-16. Madrid, Ministerio de Sanidad y Consumo, 1992.

 

[16]MURILLO CAMPOS, Francisco., BERMÚDEZ CAMACHO, Diego: “Estudios en el Archivo General de Indias de Sevilla, Prólogo”, Anales de la Real Academia de Farmacia 15, núm. 5, págs. 653-655, 1949.

 

[17]ALVÁREZ PELÁEZ, Raquel: “El Doctor Hernández, un viajero ilustrado del siglo XVI”, Revista de Indias 47, núm. 180, 617- 629, 1987.

 

[18]GUERRA, Francisco: Historia de la Materia Médica Hispano Americana y Filipina en la Época Colonial, págs. 63-64. Madrid, Afrodisio Aguado, 1973.

 

[19]PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, págs. 22-23. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[20]CARLES GENOVÉS, Concepción: “Gómez Ortega, Casimiro”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 408-410. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[21][GÓMEZ ORTEGA, Casimiro]: Noticias del descubrimiento e impresión de los Mss. De Historia Natural de Nueva España del doctor Francisco Hernández. Madrid, Imprenta Real, 1790.

 

[22]LÓPEZ PIÑERO, José María: “Hernández, Francisco”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 443-446. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[23]GUERRA, Francisco: “Hernández, Francisco”. En: Diccionario biográfico español, Vol. 25, págs. 743-746. Madrid, Real Academia de la Historia, 2011.

 

[24]SOMOLINOS D´ARDOIS, Germán: “Prólogo”. En: Historia natural de Cayo Plinio Segundo, págs. VII-XXX. Madrid, Visor Libros, 1999.

 

[25]TORIBIO MEDINA, José: Biblioteca hispanoamericana (1493-1810), Vol. 2, págs. 265-297. Santiago de Chile, 1959.

 

[26]BARRIENTOS GRANDÓN, Javier: “Ovando, Juan de”. En: Diccionario biográfico español, Vol. 39, págs. 372-378. Madrid, Real Academia de la Historia, 2012.

 

[27]SOMOLINOS D´ARDOIS, Germán: “Vida y obra de Francisco Hernández”, págs. 194-258. En Obras Completas, Vol. 1. México, Universidad Nacional Autónoma, 1960.

 

[28]HERNÁNDEZ DE LEÓN-PORTILLA (ed.): Antigüedades de la Nueva España, págs. 7-48. Madrid,  Historia 16, 1986.

 

[29]MURRAY PRISANT, G.: Medicina y Cultura (Puerto Rico), Vol. 3, núm. 4, 23-27.

 

[30]ALFONSECA, Manuel: Grandes científicos de la humanidad, Vol. 2, págs. 157-158. Madrid, Espasa Calpe, 1998.

 

[31]OCHOA, Severo: “Prólogo”. En: S. Ramón y Cajal, Reglas y consejos sobre investigación científica, págs. 9-10. Madrid, Espasa Calpe, 1995.

 

[32]PUERTO, J.: “La Ciencia durante la Ilustración y la Guerra de la Independencia”. An. R. Acad. Nac. Farm. 75 (E), 527-576. Madrid, 2009.

 

[33]PINO DÍAZ, Fermín del, GUIRAO DE VIERNA, Ángel: “las expediciones ilustradas y el estado español”. Revista de Indias, Vol. 47, núm. 180, 379-429.

 

[34]PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, págs. 27-32. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[35]PUERTO SARMIENTO, Francisco Javier: La ilusión quebrada: botánica, sanidad y política científica en la España Ilustrada, págs. 272-275. Barcelona, Serval y Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988.

 

[36]PASTOR VILLEGAS, José (ed. y coor.): Ledrada, el insigne científico hispanomexicano Vicente Cervantes Mendo y Zafra, págs. 297-349. Béjar (Salamanca), AGH Impresores, 2011.

 

[37]PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas de ciencia hispanoamericana, trabajo seleccionado para participar en la Expedición 92 de Aventura 92. Cáceres, inédito.

 

[38]MORENO, Nieves: “Quinientos jóvenes viajan con Miguel de la Quadra en la “Aventura 92”. Extremadura, 23 de septiembre de 1992, pág. 8. Cáceres.

 

[39]PÉREZ HENARES, Antonio: “Lo que me enseñó Miguel de la Quadra”. El Español, 21.05.2016 3:02 h.

 

[40]Real Decreto 215/2016, de 20 de mayo, por el que se concede, a título póstumo, la Gran Cruz de la Orden civil de Alfonso X el Sabio a don Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre. BOE, núm. 123, sábado 21 de mayo de 2016, pág. 34130.

 

[41]Real Decreto 164/2012, de 17 de agosto, de concesión de la Medalla de Extremadura a D. Miguel de la Quadra-Salcedo y Gayarre. DOE, núm. 163, jueves 23 de agosto de 2012, pág. 18657.

 

[42]R. R.: “Fernando El Católico lleva la ruta Quetzal a Madrigalejo”. HOY Diario de Extremadura, lunes 18.07.2016, pág. 11.

 

[43]MARCOS, Miguel Ángel: “Un centro de interpretación recuerda a Fernando El Católico”. HOY Diario de Extremadura, miércoles 20.07.2016, pág. 9.

 

 

[44]LAMB, Úrsula: “Chaves, Alonso de”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 216 – 217. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

 

[45]LAMB, Úrsula: “Chaves, Jerónimo de”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 218-219. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

 

Ago 312016
 

José Pastor Villegas*, Jesús Francisco Pastor Valle, Montaña Belén Pastor Valle

*josepastorvillegas@gmail.com

INTRODUCCIÓN

Es bien conocido que el extremeño Hernán Cortés (Medellín, Badajoz, 1485 Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1547), hijo de Martín Cortés Monroy y de Catalina Pizarro Altamirano, conquistador de México, es autor de las Cartas de Relación,[1] es decir, los cinco informes oficiales enviados a Carlos V entre 1519 y 1526, no todos publicados en la época, que alcanzaron una difusión diferente:

  • Primera Carta de Relación: De la Justicia y Regimiento de la Rica Villa de la Vera Cruz a la Reina Doña Juana y al Emperador Carlos V, su Hijo. 10 de julio de 1519.
  • Segunda Carta de Relación: De Hernán Cortés al Emperador Carlos V. Segura de la Frontera, 30 de octubre de 1520.
  • Tercera Carta de Relación: De Hernán Cortés al Emperador Carlos V. Coyoacán, 15 de mayo de 1522.
  • Cuarta Carta de Relación: De Hernán Cortés al Emperador Carlos V. Tenuxtitlán, 15 de octubre de 1524.
  • Quinta Carta de Relación: De Hernán Cortés al Emperador Carlos V. Tenuxtitlán, 3 de septiembre de 1526.

Y es también conocido que se ha escrito mucho sobre su vida y obra. Aquí, hemos tenido en cuenta la poco conocida biografía escrita por el humanista italiano Lucio Marineo Sículo, publicada en 1530, es decir, en vida del conquistador, considerada la primera biografía de Hernán Cortés; fue reproducida por León-Portilla en 1985.[2] La segunda publicación tenida en cuenta es la obra de Francisco López de Gómara.[3] La tercera publicación tenida en cuenta es la obra de Bernal Díaz del Castillo,[4] cuestionada por Cristian Duverger.[5] Además, hemos tenido en cuenta las documentadas publicaciones de Ramos Pérez[6] y Mira Caballos,[7] la reciente Itinerario de Hernán Cortés[8] y otras que se referencian en este trabajo.

La última de las publicaciones mencionadas trata de la exposición celebrada en el Centro de Exposiciones de Canal de Isabel II Gestión, junto a la Plaza de Castilla de Madrid; estuvo abierta entre el 3 de diciembre de 2014 y el 3 de mayo de 2015. En palabras de su comisario Martín Almagro Gorbea, fue sugerida por Canal de Isabel II Gestión, que antes había acogido una exposición sobre Alejandro Magno y su encuentro con Oriente, y porque no se había realizado ninguna a un personaje tan importante.[9]

Los tres autores de este trabajo, además de estar vinculados familiarmente, estamos más o menos vinculados con la Historia de la Ciencia (Ciencias Experimentales) y la Tecnología. Dos de nosotros hemos afirmado que mucho se había escrito sobre la vida y obra de Hernán Cortés, pero que había sido insuficientemente investigado su papel vector reversible en los dos mundos de su época: Viejo Mundo (europeo) y Nuevo Mundo (indígena).[10] Y el primero de los autores de este trabajo, asistiendo y participando en la XXV Semana Cultural de la Hispanidad de Medellín celebrada en 2011, conoció que se proyectaba la gran exposición mencionada; apuntó entonces que era una gran ocasión para exponer mucho de Extremadura conexo con Hernán Cortés porque no había nada de qué arrepentirse aunque hubiera algunas cosas que lamentar.

Este trabajo, motivado por mencionada exposición y por el hecho de que los XLIV Coloquios Históricos de Extremadura estén dedicados a Hernán Cortés y su tiempo de descubrimiento, conquista y colonización, versa sobre los conocimientos conexos con la Ciencia y la Tecnología que figuran en sus Cartas de Relación, y sobre los conocimientos que autores cercanos a él recogieron en su retorno a España en 1528. Tales conocimientos fueron un antecedente muy valioso para el descubrimiento científico posterior del Virreinato de Nueva España durante la Primera Expedición Científica a América, realizada en el reinado de Felipe II entre 1571 y 1577.

  1. LA CONQUISTA DE MÉXICO DESDE UN PUNTO DE VISTA CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO

Es conocido hoy que Hernán Cortés, tras residir en Salamanca y Valladolid, pasó por primera vez a América con cierta formación humanista en 1504; embarcó en San Lúcar de Barrameda y arribó en la isla La Española (Santo Domingo) en ese año. En 1511, pasó a Cuba y en esta isla estuvo hasta que Diego Velázquez de Cuéllar, gobernador, lo puso al mando de la tercera expedición exploratoria de las costas de México en 1519 por razones diversas, cuyo interior se ignoraba. Las dos expediciones anteriores a las de Hernán Cortés habían sido la de Francisco Hernández de Córdoba (1517) y la de Juan de Grijalva (1519), siendo en esta segunda expedición cuando se tuvo conocimiento por primera vez del fabuloso Imperio Mexica.

Sin instrucción de establecer colonia ni de conquistar, tras recorrer la isla de Cozumel, la costa de la península de Yucatán y el golfo de México, Hernán Cortés decidió adentrarse en el territorio del Imperio Mexica, Azteca o Triple Alianza (México-Tecnochtitlán, Texcoco y Tlacopan) para llegar y conquistar México-Tenochtitlán. Tal imperio era extenso: área central, donde se encuentra hoy la ciudad de México, territorios adyacentes como Cuauhnachuac (Cuernavaca), Matlatzinco (Toluca) y Oaxaca, y otros más lejanos costas del Golfo de México, océano Pacífico y el distante y rico Xoconochco, en la región del istmo de Tehuantepec. En tan gran extensión vivían numerosos pueblos étnica, lingüista y políticamente diferenciados, aproximadamente dos millones de habitantes que hablaban la lengua náhuatl. Los dos grandes enemigos del imperio eran los estados de Tlaxcala, al este del valle de México, y el tarasco de Michoacán, quienes habían contenido la expansión del imperio.[11]

En la época de la conquista española había un sistema lacustre de más de dos mil kilómetros cuadrados, del que formaba parte el gran lago central de Texcoco y los cuatro lagos menores de Zumpango y Xaltocan al norte y Xochimilco y Chalco al sur. El agua de los ríos llegaba a dulcificar partes del sistema lacustre, en el cual había muchas especies de peces, utilizados en la alimentación de las poblaciones ribereñas; había también numerosas aves (flamencos, gansos, patos, garzas, etcétera). La vegetación era abundante en las montañas (los pinos eran abundantes) y en las partes bajas y riberas de los ríos (fresno, liquidámbar, etcétera). La fauna terrestre del valle era muy variada (el venado y la liebre eran importantes en la alimentación). La producción agrícola fue muy importante debido a la abundante tierra de aluvión y condiciones para la irrigación y el drenaje. Pocas economías preindustriales tuvieron la riqueza variada del valle de México, que dio sustento a una sociedad urbana rica; el punto débil era el régimen de lluvias de la meseta centro-meridional mexicana (hasta seis meses o más sin lluvias), que influía en el caudal de los ríos y el nivel de los lagos. El transporte terrestre se realizaba a pie por los caminos de entonces; los porteadores cargaban hasta 20 kg y las caravanas solían recorrer hasta 30 km al día. Por los caminos circulaban también los tributos que los pueblos sometidos pagaban.[12]

Moctezuma II Xocoyotzin (Tenochtitlán, México, 1468 – Tenochtitlán, 1520), es decir, Moctezuma, era el emperador mexica al iniciarse la conquista de México. Como se ha dicho anteriormente, el imperio estaba compuesto por las ciudades de Tenochtitlán, Texcoco y Taclopan (Tacuba), gobernadas por señores emparentados que recibían tributos del vasto territorio imperial. El territorio imperial iba desde Oxitipán, aproximadamente a 300 km del actual México DF, hasta Zacatula en el océano Pacífico e Ixhuatlán al sur, en tierra maya. El 8 de noviembre de 1519, en el cénit del imperio con más de siete millones de súbditos, sucedió el encuentro de Hernán Cortés con Moctezuma, quien haría declinar su imperio, el más rico y populoso descubierto hasta entonces. A Moctezuma le sucedió su hermano Cuitláhuac, señor de Iztapalapa, quien dirigió la batalla llamada de la Noche Triste de Cortés, en la que los españoles tuvieron más de mil bajas (casi dos tercios).[13]

Tenochtitlán[14] era la capital del Imperio Mexica, que fue establecida hacia el año 1325 en el centro del México actual, en un valle cerrado rodeado de montañas de más de 5 000 m de altitud y a más de 2 200 m sobre el nivel mar, ocupaba varias islas unidas por puentes y calzadas. En ella había calles de tierra, de agua y mixtas; las casas era de una sola planta y había palacios señoriales con varias plantas y muchos aposentos. La ciudad, con una singular y estratégica ubicación en el lago Texcoco estaba unida a tierra firme por tres amplias calzadas al sur, oeste y norte, que estaban cortadas por puentes de tablas que se podían retirar. En el centro de la ciudad estaban los palacios de los gobernantes y el recinto del Templo Mayor, en el que había 78 edificios. Alrededor del centro de la ciudad había más de 100 barrios, con casas más modestas, dotados de templo, escuela y baño de vapor de agua. Las cifras más repetidas de la población son 300 000 y entre 150 000 y 200 000 habitantes. Esta gran población se abastecía de agua potable mediante el acueducto de Chapultepec; había puntos de toma de agua para los aguadores que la iban a vender en canoas por los barrios de la ciudad, mientras que los palacios la recibían directamente por una red de conductos. Era una ciudad inexpugnable hasta que fue conquistada por los españoles, poblada por gentes de procedencias diversas, que hablaban lenguas diferentes y dedicadas a más de 200 profesiones diferentes.

En particular, es de destacar los conocimientos mexicas de ingeniería hidráulica,[15] Consecuencia de tales conocimientos fue el abastecimiento de agua potable a Tenochtitlán y el desarrollo de la agricultura, base de la alimentación mexica. El agua potable se llevó desde un manantial de Chapultepec, situado en la orilla del lago Texcoco mediante un acueducto, siguiendo la calzada que unía la orilla de Chapultepec y Tenochtitlán; tenía dos caños alternativos para llevar el agua, uno en servicio mientras el otro se limpiaba. Concerniente al desarrollo de la agricultura, actividad principal de los plebeyos, fueron importantes los diques y canales en los ríos del centro de México. En lo que hoy es el estado de Moruelos se utilizaron todos sus ríos para regar las plantaciones de maíz y algodón; muchos de los canales aún siguen hoy los cursos originales de los canales de riego construidos por los mexicas. Los ingenieros mexicas construyeron también acueductos para llevar agua de riego a través de desfiladeros y barrancos muy profundos. Había parcelas lacustres en las que las aguas pantanosas poco profundas se transformaban en tierras muy productivas; los mexicas llamaron chinampas a tales parcelas de cultivo elevadas, habiendo numerosas alrededor de Tenochtitlán. La producción agrícola, fundamental en el desarrollo mexica, se vendía en los mercados de las ciudades, siendo el más importante el mercado de Tlatelolco, en la parte norte de Tenochtitlán, en los que se utilizaba como moneda pequeña las semillas de cacao y las mantas de algodón eran como billetes, equivalentes de 100 a 200 granos de cacao.

Y concerniente a las expresiones artísticas del mundo mexica, hay que tener en cuenta el esplendor de su arquitectura, escultura, escritura y otras manifestaciones artísticas: plumerías, preciosas y orfebrería. En el centro de Tenochtitlán estaba el recinto del Templo Mayor, donde estaban los edificios religiosos más importantes. En el Templo Mayor se adoraba a sus dioses principales: Huitzilopochtli (sol y guerra) y Tláloc (agua, fertilidad, agricultura). En ese recinto estaban también el templo circular de Ehécatl-Quetzalcóatl (dios del viento), el edificio del juego de pelota, etcétera.[16]

Según datos recientes,[17] la flotilla de Cuba se componía de 11 naves, de las cuales cuatro eran de gran calado (entre 60 000-100 000 kg); iban unos 530 hombres, de los cuales 12 eran arcabuceros y 30 iban armados con ballestas. En la flotilla iban también unos 50 marineros (españoles, portugueses, napolitanos o genoveses), 30 mujeres (casi todas españolas) y 200 indios cubanos como sirvientes, 16 caballos y varios perros. Además de las espadas, las piezas más eficaces del armamento español, llevaban material de artillería: 10 culebrinas de bronce, cuatro falconetes (cañones de retrocarga del siglo XVI muy usado en artillería naval y en ocasiones como arma terrestre) y algunas bombardas o cañones de retrocarga y grueso calibre con los que por lo general estaban equipados los barcos de entonces. La expedición había sido financiada por el propio Hernán Cortés con el apoyo de algunos amigos de Santiago de Cuba.

La conquista de México y liberalización de pueblos indígenas sometidos se consiguió tras los hechos político-militares que se mencionan. En primer lugar, el hecho político de la fundación de la Villa Rica de la Cruz (15 de mayo de 1519) y proclamación de consejeros (regidores), dejando la cuarta parte de su ejército. En segundo lugar, el hecho militar del nombramiento de Capitán General, dependiente del rey español Carlos V y renuncia a la autoridad de Diego Velázquez. Los demás hechos son también militares: el hundimiento de las naves que componían la flotilla para evitar la tentación de regresar a Cuba; la matanza de Cholula; la entrada amistosa en Tenochtitlán; la ausencia de Hernán Cortés de Tenochtitlán para detener la expedición enviada por dicho gobernador de Cuba al mando de Pánfilo de Narváez; vuelta a la capital y huida de españoles y aliados en la noche del 30 de junio al 1 de julio de 1520 (Noche Triste); el reagrupamiento de las huestes en Tacuba y la reorganización en Tlaxcala tras la batalla ganada de Otumba; y el sitio de la capital mexica, defendida  por Cuauhtémoc, sobrino de Moctezuma, hacia el 30 de mayo de 1521 hasta rendirla el 13 de agosto de ese año. En el itinerario, la elocuencia de Hernán Cortés, transmitida mediante el doble sistema de traducción de la nativa Malinche o Marina (náhuatl al maya) y del español Jerónimo de Aguilar (maya al español), fue muy importante para conseguir el apoyo del pueblo Totonaca en la costa y de los gobernantes de Tlaxcala.

Fue el oro y las expectativas de obtener riqueza y poder, y la posibilidad de alianza con los pueblos indígenas enemigos de los mexicas, lo que llevó a Hernán Cortés hacia el interior de México. El itinerario seguido de Veracruz a Tenochtitlán desde agosto hasta noviembre de 1519 está descrito en la Segunda Carta de Relación e ilustrado en las Figuras 1 y 2; fue por las densas y húmedas selvas tropicales del Caribe, los desiertos del interior, terrenos montañosos, grandes quebradas y ríos caudalosos. Aunque la distancia equivale a unos 400 km en línea recta, el ejército europeo debió recorrer más de 1 000 km porque Hernán Cortés no se limitó a seguir los caminos y las veredas de las rutas comerciales indígenas; siguió un itinerario según la información de los indios y su propia intuición. El itinerario seguido no estaba establecido ni utilizado por los indígenas para ir de Tenochtitlán a las costas del Golfo de México y viceversa. Sin embargo, a partir de la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz sería el itinerario oficial y el más importante durante todo el virreinato de Nueva España.[18]

A los datos de los dos párrafos anteriores, hay que añadir que en la dura batalla final parece que el número de bajas españolas fue de 500 y las de los mexicas 5 000. Tras triunfar, Hernán Cortés cabalgó por la ciudad como si fuese Alejandro Magno.

Figura 1

Figura 1. Itinerario de Veracruz a Tenochtitlán. Fotografía de los autores realizada en la Exposición Itinerario de Hernán Cortés, autorizada el 23.04.2015.

Figura 2 (1)

Figura 2. Ilustración de la parte final del itinerario. Fotografía de los autores de este trabajo realizada en la Exposición Itinerario de Hernán Cortés, autorizada el 23.04.2015.

Un monumento inaugurado en 1890, obra del escultor español Eduardo Barrón González, recuerda la conquista de México en el Medellín natal de Hernán Cortés (Figura 3). Su estatua de bronce en traje militar mira al edificio del Ayuntamiento, con estandarte de Castilla en la mano izquierda, cetro de mando en la mano derecha y pie izquierdo pisando trozos mexicas. El pedestal de piedra tiene dos escudos de bronce, uno de Medellín (frente) y otro del metellinense (detrás), y cuatro placas de bronce con las palabras Méjico (frente), Tlascala (izquierda), Tabasco (derecha) y Otumba (detrás). En la base, hay a cada lado dos cabezas de león unidas por una barra. Cerca del monumento hay una copia del escudo heráldico familiar (Figura 4); consta en la parte posterior que allí estuvo la habitación donde el metellinense nació en 1485.

Figura 3 (1)

Figura 3. Monumento contemporáneo de Hernán Cortés en la plaza a él dedicada en su Medellín natal, cerca de lo que fue su casa, con los monumentos medievales iglesia de San Martín y Castillo que fue de los Portocarrero al fondo. Fotografía de los autores de este trabajo, 24.08.2015.

Figura 4

Figura 4. Copia del escudo heráldico familiar en la plaza de Hernán Cortés de su Medellín natal, colocada en donde se supone que fue la casa familiar natal. Fotografía de los autores de este trabajo, 24.08.2015.

Si se tiene en cuenta que el número de hombres del Viejo Mundo que combatieron con Hernán Cortés contra los mexicas fue de 574, principalmente de Andalucía (31,70%) y de Extremadura (22,82%),[19] hoy sigue pareciendo imposible la conquista de México por Hernán Cortés y quienes con él combatieron contra los mexicas que les superaban desproporcionadamente en número.

Hay que tener en cuenta para explicar la conquista de México el estado de desarrollo científico y tecnológico de los dos mundos contendientes. En nuestra opinión, dos razones de tal conquista fueron: el atraso de la minería y metalurgia en el territorio que Hernán Cortés denominó pronto Nueva España y los factores sanitarios que afectaron negativamente a los indígenas novohispanos.

 

2.1. Atraso de la minería y metalurgia en Nueva España

 

Concerniente a la minería y metalurgia, mostramos en la Tabla 1 los metales conocidos en España y Nueva España en el tiempo de la conquista de México; hoy, se conocen más de ciento diez elementos químicos ordenados en la llamada tabla periódica de los elementos químicos, de los cuales la mayoría son elementos metálicos. En el Imperio Mexica de la época de la conquista se conocían los metales cobre, plata, estaño, oro y plomo, y el bronce, es decir, menos metales y aleaciones que en la España de Carlos V. En tal imperio no se conocían los metales importantes hierro y mercurio. Es decir, el Imperio Mexica no había entrado en la Edad del Hierro.

Conocían el oro, sabiéndolo fundir y labrar. De manera rudimentaria, el oro nativo lo extraían de placeres en los ríos, o de fondos poco profundos; fundían los pedazos en crisoles de arcilla relativamente pequeños calentados con fuegos que avivaban soplando con cañas, y el metal líquido lo solidificaban en moldes de arena o piedra. Las menas dóciles de cobre, plata (sulfuro de plata) y plomo (galena, es decir, sulfuro de plomo) las reducían con carbón vegetal, a lo que seguía la solidificación del metal líquido en moldes. El bronce lo prepararon mezclando los metales cobre y estaño, y no directamente por beneficio de menas cupro-estanníferas. Algunas piezas fueron trabajadas en aleaciones de oro-plata-cobre. A todos estos datos, hay que añadir que en Tlaxcala se instaló la primera fragua para forjar los herrajes de los trece bergantines utilizados en la conquista de Tenochtitlán y las primeras herraduras, armas, etcétera.[20]

Omitimos las reacciones químicas correspondientes a los procesos de beneficio de los metales conocidos en el mundo mexica de la conquista. Y señalamos que el desarrollo de la minería y metalurgia en Nueva España fue posterior a la conquista de México. En particular, hasta mediados del siglo XVI no fue introducido el método de patio para el beneficio de los minerales que contenían oro, plata o ambos.

Es conocido que no había moneda acuñada en México en la época de la conquista. Como hemos mencionado anteriormente, utilizaban la semilla de cacao como moneda menor y las mantas de algodón como moneda mayor. Con la llegada a Nueva España del virrey Antonio de Mendoza, se fundó la Casa de la Moneda de México en 1535.

El desconocimiento del hierro por los mexicas y el hecho de no estar extendido el uso del bronce explica que el armamento militar de los conquistadores fue considerablemente mejor que el de los mexicas contra los que combatieron. A ello hay que sumar que los conquistadores y sus caballos estaban protegidos también con materiales metálicos para combatir.

Otra consecuencia del desconocimiento del hierro, así como del calafateado, fue que solo hacían navíos de una sola pieza de madera. En cambio, Hernán Cortés mandó construir 13 bergantines durante su refugio en Tlaxcala que sirvieron para llevar a cabo un bloqueo anfibio durante el asedio de Tenochtitlán; el transporte de los bergantines construidos estuvo a cargo del capitán Gonzalo de Sandoval, metellinense también.

 

Tabla 1. Metales conocidos en España y Nueva España en la época del descubrimiento y conquista de México

Metales Metales conocidos en España Metales conocidos en Nueva España
Hierro No
Cobre
Plata
Estaño
Oro
Mercurio No
Plomo

2.2. Factores sanitarios perjudiciales

La medicina de los mexicas era equiparable a la europea de su tiempo; supieron diagnosticar y curar enfermedades nerviosas, cardiovasculares, del aparato respiratorio, del aparato digestivo, hepáticas, renales venéreas, infecciosas, de la nutrición, dentarias, de los órganos de los sentidos, de la piel y provocadas por parásitos. Por medio de la cirugía trataron eficazmente heridas, úlceras, luxaciones, fracturas, quemaduras, fístulas y algunos tumores. Los mexicas habían adquirido amplios conocimientos sobre las virtudes curativas de las plantas; consiguieron medicamentos numerosos, que los utilizaban en cocimientos, maceraciones, polvos secos, píldoras, etcétera. Los medicamentos vegetales o patli se aplicaban externa o internamente, pudiéndose clasificar según la acción que se les atribuía en: purgantes, eméticos, emético-catárticos, antheméticos, diuréticos, diaforéticos, emenagogos, ocitócicos, abortivos, antiabortivos, antidiarréicos, antespasmódicos, anestésicos, narcóticos, expectorantes, tónicos, revulsivos, emolientes, parasiticidas, estornutarios, antipiréticos, antiperiódicos, hemostáticos, contravenenos, contra la esterilidad, afrodisíacos, para las heridas, para las úlceras y otras enfermedades de la piel, para las enfermedades venéreas, para las enfermedades de los ojos, galactóforos, colagogos, medicamentos para después del parto, para las inflamaciones, para las enfermedades cardíacas, para las fracturas y para las enfermedades de los niños.[21]

En el primer Congreso Internacional sobre Hernán Cortés, se afirmó que desde la conquista de México se había escrito mucho sobre las plantas medicinales de Nueva España, siendo Hernán Cortés el primero en escribir sobre la historia fascinante de la medicina precortesiana. Los jardines botánicos precortesianos (jardín del Peñón en el lago Texcoco, jardines de Nezahualcóyotl, jardín de Oaxtepec, etcétera) ponían a disposición de los titici (médicos indígenas) plantas que contribuyeron a desarrollar una terapéutica empírica compleja que sobrepasaba a la europea si se considera solo el número de especies vegetales disponibles. Con estos jardines botánicos se beneficiaba también el pueblo, que compraba las plantas medicinales en los mercados.[22]

No es de extrañar que Gutiérrez-Colomer apuntara que Hernán Cortés escribió a Carlos V por el año 1522 solicitando que no autorizase el paso a Nueva España de médico alguno, pues tenía suficiente con los nativos sanitarios.[23] Sin embargo, durante la conquista de México, en particular durante el asedio a la ciudad de Tenochtitlán, capital política de la confederación mexicana, los conocimientos sanitarios mexicas fueron superados por las epidemias y enfermedades infecciosas por transmisión hídrica.

De acuerdo con Francisco Guerra[24], hubo combatientes conquistadores y mexicas con diferente herencia inmunológica a la viruela, la gripe, la disentería, el tifus exantemático, el sarampión y probablemente a la fiebre amarilla. En particular, la propagación de la viruela en México se inició el 30 de mayo de 1520 en Cempoala, al día siguiente de haber sido hecho prisionero Pánfilo de Narváez, siendo afectados más los aliados de Hernán Cortés y tuvo efectos muy perjudiciales para la población sitiada en Tenochtitlán. Sobre la epidemia de viruela, 1520-1521, hay imagen en el Códice Florentino o Historia general de las cosas de Nueva España (1547-1577), Libro XII, folio 53v, del fraile franciscano Bernardino de Sahagún.

Francisco Guerra apuntó también que la población sitiada, carente de suministro de agua potable, tuvo que hacer uso del agua salobre y contaminada por desechos y muertos, causándoles enfermedades infecciosas por transmisión hídrica y disenterías. En otras palabras, tales enfermedades favorecieron también la victoria de los conquistadores.

Ayuda a comprender el efecto sanitario del corte de agua potable durante el asedio lo que escribió Hernán Cortés sobre cómo era el abastecimiento de agua potable a la ciudad de Tenochtitlán:

“Hay en esta ciudad muchas casas muy buenas y muy grandes, y la causa de haber tantas casas principales es que todos los señores de la tierra, vasallos del dicho Mutezuma, tienen sus casas en la dicha ciudad y residen en ella cierto tiempo del año, y además de esto hay en ella muchos ciudadanos ricos que tienen así mismo muy buenas casas. Todos ellos, además de tener muy grandes y buenos aposentamientos, tienen muy gentiles vergeles de flores de diversas maneras, así en los aposentamientos altos como bajos. Por la una calzada que a esta gran ciudad entra vienen dos caños de argamasa, tan anchos como dos pasos cada uno, y tan altos como un estado, y por el uno de ellos viene un golpe de agua dulce muy buena, del gordor de un cuerpo de hombre, que va a dar al cuerpo de la ciudad, de que se sirven y beben todos. El otro, que va vacío, es para cuando quieren limpiar el otro caño, porque echan por allí el agua en tanto que se limpia; y porque el agua ha de pasar por los puentes a causa de las quebradas por donde atraviesa el agua salada, echan la dulce por unas canales tan gruesas como un buey, que son la lengua de las dichas puentes, y así se sirve toda la ciudad.

Traen a vender el agua por canoas por todas las calles, y la manera de cómo la toman del caño es que llegan las canoas debajo de los puentes, por donde están las canales, y de allí hay hombres en lo alto que hinchen las canoas, y les pagan por ello su trabajo. […]”.[25]

3. ASPECTOS CIENTÍFICOS Y TECNOLÓGICOS DE NUEVA ESPAÑA EN LAS CARTAS DE RELACIÓN, DE HERNÁN CORTÉS

Aunque las Cartas de Relación, son principalmente informes políticos, jurídicos y militares a Carlos V, consideramos que el tiempo de conquista fue también tiempo de descubrimiento. Aquí, comentamos páginas de ellas que tienen interés científico y tecnológico de una civilización floreciente distinta a las Antillas y Tierra Firme.

Las cartas segunda, tercera y cuarta se publicaron en España al poco tiempo de ser recibidas, siendo prohibida nueva publicación posterior en 1527. Estas cartas se tradujeron pronto a varias lenguas europeas, siendo la fuente primaria para que los europeos cultos supieran por primera vez de México. Hernán Cortés es considerado el primero y más importante divulgador de los nuevos descubrimientos de la franja central americana y contribuyó al conocimiento de Nueva España en el siglo XVI en Europa debido a las expediciones que organizó.[26]

En una conferencia conmemorativa del IV Centenario del Descubrimiento de América, se mencionaron plantas citadas por Hernán Cortés, entre ellas el cacao[27]. Y casi cien años después, se señaló que en las cinco cartas de relación citó un total de 21 plantas diferentes, de las cuales diecisiete son alimentos, dos son especias (ají y ajos) y las otras dos son el algodón y el ánime. El maíz es citado frecuentemente en la segunda y quinta carta de relación, ya que fue el alimento principal. Sin embargo, fue el cacao la planta más citada, siendo su información la primera conocida por los europeos.[28]

Hernán Cortés da noticias del cacao en la segunda y quinta carta de relación, es decir, en sus itinerarios hacia Tenochtitlán y la actual Honduras. En primer lugar, estando en la ciudad de Churultecal, a veinte leguas antes de llegar a Tenochtitlán, mencionó que había recibido cacao en forma de brebaje como obsequio de Moctezuma. Después, antes de describir Tenochtitlán, interesado en conocer los lugares de extracción del oro, dedica unas líneas al cacao como planta cultivada expresamente para el Emperador Carlos V en la provincia de Malinaltebeque. En sus palabras:

“Y porque allí, según los españoles que allá fueron me informaron, que hay mucho aparejo para hacer estancias para sacar oro, rogué al dicho Mutezuma que en aquella provincia de Malinaltebeque, porque era para ello más aparejada, hiciese una estancia para Vuestra Majestad y puso para ello tanta diligencia, que en dos meses que yo se lo dije, estaban sembradas sesenta hanegadas de maíz, diez de frijoles y dos mil de cacao, que es una fruta como almendras, que ellos venden molida y la tienen en tanto, que se trata por moneda en toda la tierra y con ella se compran todas las cosas necesarias en los mercados y otras partes. Y había cuatro casas muy buenas, en que la una, además de los aposentos, hicieron un estanque de agua y en él pusieron quinientos patos, que acá tienen en mucho, porque se aprovechan de la pluma de ellos y los pelan cada año y hacen ropas con ella y pusieron hasta mil quinientas gallinas, sin otros aderezos de granjerías, que muchas veces juzgadas por los españoles que las vieron, las apreciaban en veinte mil pesos de oro”.[29]

Como se ha dicho antes, el cacao es una planta cultivada. A la llegada de los españoles se cultivaba entre Colima y Papaloapán en México, hasta Nicaragua y Costa Rica. El nombre científico de la planta más frecuente es Theobroma cacao L.

En el itinerario hacia la gran ciudad lacustre de Tenochtitlán, a Hernán Cortés le debió impresionar el paisaje del volcán Popocatépetl (la montaña que fuma) y la montaña cercana Iztaccihuatl (la mujer blanca). La descripción que realizó es:

“Que a ocho leguas de esta ciudad de Churultecal están dos sierras muy altas y muy maravillosas, porque en fin de agosto tienen tanta nieve que otra cosa de lo alto de ellas si no la nieve, se parece. Y de la una, que es la más alta sale muchas veces, así de día como de noche, tan grande bulto de humo como una gran casa y sube encima de la sierra hasta las nubes, tan derecho como una vita, que, según parece, es tanta la fuerza con que sale que aunque arriba en la sierra andaba siempre muy recio el viento, no lo puede torcer. Y porque yo siempre he deseado de todas las cosas de esta tierra poder hacer a vuestra alteza muy particular relación, quise de ésta, que me pareció algo maravillosa, saber el secreto y envié a diez de mis compañeros, tales cuales para semejante negocio eran necesarios y con algunos naturales de la tierra que guiasen y les encomendé mucho procurasen de subir la dicha sierra y saber el secreto de aquel humo, de dónde y cómo salía. Los cuales fueron y trabajaron lo que fue posible para subirla y jamás pudieron, a causa de la mucha nieve que en la sierra hay y de muchos torbellinos que de la ceniza que de allí sale andan por la sierra y también porque no pudieron sufrir la gran frialdad que arriba hacía, pero llegaron muy cerca de lo alto y tanto que estando arriba, comenzó a salir aquel humo y dicen que salía con tanto ímpetu y ruido que parecía que toda la sierra se caía abajo y así se bajaron y trajeron mucha nieve y carámbanos para que los viésemos, porque nos parecía cosa muy nueva en estas partes a causa de estar en parte tan cálida, según hasta ahora ha sido opinión de los pilotos, especialmente, que dicen que esta tierra está en veinte grados, que es en el paralelo de la isla Española, donde continuamente hace muy gran calor. Y yendo a ver esta tierra, toparon un camino y preguntaron a los naturales de la tierra que iban con ellos, que para donde iba y dijeron que a Culúa y que aquél era buen camino y que el otro por donde nos querían llevar los de Culúa no era bueno y los españoles fueron por él hasta encumbrar las sierras, por medio de las cuales entre la una y la otra va el camino y descubrieron los llanos de Culúa y la gran ciudad de Temixtitan y las lagunas que hay en la dicha provincia, de que adelante haré relación a vuestra alteza y vinieron muy alegres por haber descubierto tan buen camino y Dios sabe cuánto holgué yo de ello.

Después de venidos aquellos españoles que fueron a ver la sierra y haberme informado así de ellos como de los naturales de aquel camino que hallaron, hablé a aquellos mensajeros de Mutezuma que conmigo estaban para guiarme a su tierra y les dije que quería ir por aquel camino y no por el que ellos decían, porque era más cerca. Y ellos respondieron que yo decía verdad que era más cerca y más llano y que la causa porque por allí no me encaminaban, era porque habíamos de pasar una jornada por tierra de Guasucingo, que eran sus enemigos, porque allí no teníamos las cosas como por las tierras del del dicho Mutezuma y que pues yo quería ir por allí, que ellos proveerían cómo por la otra parte saliese bastimento al camino, y así nos partimos con harto temor de que aquéllos quisieren perseverar en hacernos alguna burla. Pero como ya habíamos publicado ser allá nuestro camino no me pareció fuera bien dejarlo ni volver atrás, porque no creyesen que falta de ánimo me lo impedía”.[30]

 

La Figura 5 ilustra la descripción anterior. No se llegó hasta la boca del volcán porque estaba en erupción, lo cual se consiguió en otra ascensión, posterior a la conquista, realizada excepcionalmente para recoger azufre, necesario para la fabricación de pólvora.[31] Otra ilustración interesante figura en un trabajo de Miguel Rodríguez Cancho,[32] en la que se puede apreciar la planta maguey formando parte de la vegetación, de la que trataremos más adelante. El puerto entre los volcanes  por el que Hernán Cortés y los suyos pasaron al valle de México se conoce como Paso de Cortés.

Figura 5 (1)

Figura 5. Cuadro del Santuario de Nuestra Señora de los Remedios de Cholula, Puebla, y volcán Popocatépetl, expuesto en la Exposición Itinerario de Hernán Cortés. Fotografía autorizada a los autores de este trabajo, 23.04.2015.

Aspectos conexos con la Historia Natural, la Medicina y la Tecnología figuran en la descripción de la ciudad de Tenochtitlán que Hernán Cortés hace con admiración en la Segunda Carta de Relación. En los párrafos que siguen incluimos alguna aclaración que consideramos necesaria entre corchetes:

 

“Porque para dar cuenta, muy poderoso señor, a vuestra real excelencia, de la grandeza, extrañas y maravillosas cosas de esta gran ciudad de Temixtitan, del señorío y servicio de este Mutezuma, señor de ella, y de los ritos y costumbres que esta gente tiene, y de la orden que en la gobernación, así de esta ciudad como de las otras que eran de este señor, hay, sería menester mucho tiempo y ser muchos relatores y muy expertos; no podré yo decir de cien partes una, de las que de ellas se podrían decir, mas como pudiere diré algunas cosas de las que vi, que aunque mal dichas, bien sé que serán de tanta admiración que no se podrían creer, porque los que acá con nuestros propios ojos las vemos, no las podemos con el entendimiento comprender. Pero puede vuestra majestad ser cierto que si alguna falta en mi relación hubiere, que será antes por corto que por largo, así en esto como en todo lo demás de que diere cuenta a vuestra alteza, porque me parecía justo a mi príncipe y señor, decir muy claramente la verdad sin interponer cosas que la disminuyan y acrecienten.

Antes de que comience a relatar las cosas de esta gran ciudad y las otras que este capítulo deje, me parece, para mejor se puedan entender, que débese decir de la manera de México, que es donde está el principal señorío de Mutezuma. La cual dicha provincia es redonda y está cerca toda cercada de muy altas y ásperas sierras, y lo llano de ella tendrá en torno hasta setenta leguas, y en el dicho llano hay dos lagunas que casi la ocupan todo, porque tienen canoas en torno más de cincuenta leguas. Y la una de estas dos lagunas es de agua dulce, y la otra, que es mayor, es de aguas saladas; divídelas por una parte una cuadrilla pequeña de cerros muy latos que están en medio de esta llanura, y al cabo se van a juntar las dichas lagunas en un estrecho de llano que entre estos cerros y las sierras altas se hace. El cual estrecho tendrá un tiro de de ballesta, y por entre una laguna y la otra, y las ciudades y otras poblaciones que están en las dichas lagunas, contratan las unas con las otras en sus canoas por el agua, sin necesidad de ir por la tierra. Y porque esta laguna salada grande crece y mengua por sus mareas según hace la mar todas las crecientes, corre el agua de ella a la otra dulce tan recio como si fuese caudaloso río, y por consiguiente a las menguantes va la dulce a la salada.

Esta gran ciudad de Temixtitan está fundada en esta laguna salada, y desde la tierra firme hasta el cuerpo de la dicha ciudad, por cualquier parte que quisieren entrar a ella, hay dos leguas. Tienen cuatro entradas, todas de calzada hecha a mano, tan ancha como dos lanzas jinetas. Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba. Son las calles de ella, digo las principales, muy anchas y muy derechas, y algunas de éstas y todas las demás son la mitad de tierra y por la otra mitad es agua, por la cual andan en sus canoas, y todas las calles de trecho en trecho están abiertas por donde atraviesa el agua de las unas a las otras, y en todas estas aberturas, que algunas son muy anchas hay sus puentes de muy anchas y muy grandes vías, juntas y recias y bien labradas, y tales, que por muchas de ellas pueden pasar diez de a caballo juntos a la par. Y viendo que si los naturales de esta ciudad quisiesen hacer alguna traición, tenían para ello mucho aparejo, por ser la ciudad edificada de la manera que digo, y quitadas las puentes de las entradas salidas, nos podrían dejar morir de hambre sin que pudiéramos salir a la tierra; luego que entré en la dicha ciudad di mucha prisa en hacer cuatro bergantines, y los hice en muy breve tiempo, tales que podían echar trescientos hombres en la tierra y llevar los caballos cada vez que quisiésemos.

Tiene esta ciudad muchas plazas, donde hay continuos mercados y trato de comprar y vender. Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil ánimas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías que en todas las tierras se hallan, así de mantenimientos como de vituallas, joyas de oro y de plata, de plomo, de latón, de cobre, de estaño, de piedras, de huesos, de conchas, de caracoles y de plumas. Véndese cal, piedra labrada y por labrar, adobes, ladrillos, madera labrada y por labrar de diversas maneras. Hay calle de caza donde venden todos los linajes de aves que hay en la tierra, así como gallinas, perdices, codornices, lavancos, dorales, garcetas, tórtolas, palomas, pajaritos en cañuela, papagayos, búharos, águilas, halcones, gavilanes y cernícalos; y de algunas de estas aves de rapiña, venden los cueros con su pluma y cabezas y pico de uñas.

Venden conejos, liebres, venados, y perros pequeños, que crían para comer, castrados. Hay calle de herbolarios, donde hay todas las raíces y yerbas medicinales que en la tierra se hallan. Hay casas como de boticarios donde se venden medicinas hechas, así potables como ungüentos y emplastos. Hay casas como de barberos, donde lavan y rapan las cabezas. Hay casas donde dan de comer y beber por precio. Hay hombres como los que llaman en Castilla ganapanes, para traer cargas. Hay mucha leña, carbón [carbón vegetal], braseros de barro y esteras de muchas maneras para camas, y otras más delgadas para asiento y para esterar salas y cámaras. Hay todas las maneras de verduras que se hallan, especialmente cebollas, puerros, ajos, mastierzo, berros, borrajas, acederas y cardos y tagarninas. Hay frutas de muchas maneras, en que hay cerezas, y ciruelas, que son semejantes a la de España. Venden miel de abeja y cera y miel de cañas de maíz, que son tan melosas y dulces como las de azúcar, y miel de unas plantas que llaman en las otras islas maguey [metl en náhuatl y maguey, pitera o pita en español], que es muy mejor que arrope, y de estas plantas hacen azúcar y vino, que asimismo venden. Hay a vender muchas maneras de hilados de algodón de todos los colores, en sus madejicas, que parece propiamente alcaicería de Granada en las sedas, aunque esto otro es en mucha mayor cantidad. Venden colores para pintores, cuantos se puede hallar en España, y de tan excelentes matices cuanto pueden ser. Venden cueros de venado con pelo y sin él; teñidos, blancos y de diversos colores. Venden mucha loza en gran manera muy buena, venden muchas vasijas de tinajas grandes y pequeñas, jarros, ollas, ladrillos y otras infinitas maneras de vasijas, todos de singular barro, todas o las más, vidriadas y pintadas de singular barro, todas o las más, vidriadas y pintadas.

Venden mucho maíz en grano y en pan, lo cual hace mucha ventaja, así en el grano como en el sabor, a todo lo de las otras islas y tierra firma. Venden pasteles de aves y empanadas de pescado. Venden mucho pescado fresco y salado, crudo y guisado. Venden huevos de gallinas y de ánsares, y de todas las otras aves que he dicho, en gran cantidad; venden tortillas de huevos hechas. Finalmente, que en los dichos mercados se venden todas cuantas cosas se hallan en toda la tierra, que además de las que he dicho son tantas y de tantas calidades, que por la prolijidad y por no me ocurrir tantas a la memoria, y aun por no saber poner los nombres, no las expreso. Cada género de mercaduría se vende en su calle, sin que entremetan otra mercaduría ninguna, y en esto tienen mucho orden. Todo lo venden por cuenta y medida, excepto que hasta ahora no se ha visto vender cosa alguna por peso.

Hay en esta gran plaza una gran casa como de audiencia, donde están siempre sentadas diez o doce personas, que son jueces y libran todos los casos que en el dicho mercado acaecen, y mandan castigar los delincuentes. Hay en la dicha plaza otras personas que andan continuo entre las gente, mirando lo que venden; y se ha visto quebrar alguna que estaba falsa”.[33]

 

En particular, en relación con la sanidad se puede observar que Hernán Cortés menciona que en la calle de herbolarios hay una gran cantidad y variedad de raíces e hierbas medicinales, y casas parecidas a las boticas, donde se venden medicinas, las cuales no compara con las de España.

A los párrafos comentados siguen otros referentes a aspectos religiosos de los mexicas, al abastecimiento de agua potable a Tenochtitlán, que fue cortado durante el asedio a esta ciudad, como hemos mencionado antes (subapartado 2.2), etcétera.

 

 

  1. CONOCIMIENTOS NOVOHISPANOS CONEXOS CON LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA EN EL PRIMER RETORNO DE HERNÁN CORTÉS A ESPAÑA  

 

Tras el descubrimiento, conquista e inicial colonización de México, Hernán Cortés retornó a la España de Carlos V. En la Corte se quería que retornase y él también quería retornar por asuntos diversos, pero temerosos de que desobedeciera si el llamamiento lo hacía el Rey, se acordó que fuese el obispo de Osma, que presidía el Consejo Supremo de Indias, quien le enviara una carta bien tejida de lisonjas, y así se la mandó.[34] El viaje lo preparó minuciosamente; dejó en manos la gobernación a Alonso de Estrada y zarparon dos buques del puerto de Veracruz a mediados de abril de 1528 y llegaron a España el 27 de mayo de 1528, alojándose en el Monasterio de La Rábida.[35]

La arribada fue cerca de Palos de la Frontera (Huelva) tras una travesía relativamente rápida (poco más de 40 días). En esta villa colombina, su paisano y muy leal Gonzalo de Sandoval murió a los pocos días, siendo enterrado en el Monasterio de la Rábida. Después del entierro, inició el itinerario hasta la villa de Monzón (Huesca), a donde había llegado Carlos V el 30 de mayo de 1528 para la celebración de Cortes.[36]

Consultada la biografía publicada por Ramos Pérez[37], Hernán Cortés fue de Palos a Sevilla, en donde fue atendido por el duque de Medina Sidonia, y siguió a Guadalupe (Cáceres), Toledo, Madrid y Monzón (Huesca), a donde pudo llegar en junio de 1528. Tras ser recibido por primera vez por Carlos V y pasar sus pretensiones a la consideración del Consejo de Indias, cuyos miembros estaban casi todos presentes en la villa aragonesa, regresó con la Corte a Toledo ya avanzado el mes de octubre de ese año, en donde permaneció. En Toledo se entrevistó de nuevo con Carlos V, entrevista que debió tener lugar en noviembre de ese año, en la que fue nombrado in voce marqués. En el año siguiente, Carlos V parte hacia Zaragoza y Barcelona, nombrándole Marqués del Valle de Oaxaca en Barcelona el 6 de julio de 1529, el más alto título de nobleza al que podía aspirar, con la merced otorgada de veintitrés mil vasallos, y se le refrenda el nombramiento de Capitán General de Nueva España, distinción más bien honorífica. Desde Barcelona, Carlos V embarcó en ese mes con rumbo a Italia para ser coronado  definitivamente emperador del Sacro Imperio Germánico (el 23 de octubre de 1520 había recibido en Aquisgrán la corona de emperador electo) y Hernán Cortés pasó a Madrid, para que los del Consejo de Indias cumplieran todo.

Siguiendo la biografía publicada por Mira Caballos,[38] Hernán Cortés había retornado a España viudo de Catalina Suárez Marcayda desde 1522. En España, además de visitar Medellín, en cuyo convento de San Francisco (hoy inexistente) estaba enterrado su padre, fallecido poco antes de desembarcar en Palos, viajó a Guadalupe, en donde estuvo algún tiempo. A Guadalupe llegó desde Madrid su primo Francisco Núñez, procurador, y siguió a Toledo, en donde estuvo con seguridad el 20 de junio de 1528. En Toledo no estaba Carlos V; estaba en Monzón, como hemos mencionado en el párrafo anterior, y hasta allí viajó. A mediados de abril del año siguiente, contrajo nuevo matrimonio en la villa de Béjar (Salamanca) con Juana de Arellano y Zúñiga, hija del Conde de Aguilar, con quien lo había pactado el padre de Hernán Cortés. Y tras solucionar asuntos de herencia en Extremadura durante este año, pasó a Sevilla comenzado el año 1530, en donde estuvo algún tiempo hospedado en el palacio de los Duques de Medina Sidonia hasta embarcar con su nueva esposa y con su madre con destino a Nueva España; la comitiva formada por unas trescientas personas arribó a Nueva España el 15 de julio de 1530, pasando a residir en Cuernavaca.

Referidos estos datos imprescindibles del retorno de Hernán Cortés a España, ya que hay confusiones e imprecisiones en gran parte de la bibliografía cortesiana, añadimos que proporcionó conocimientos directos o indirectos del imperio descubierto, conquistado e inicialmente colonizado durante su estancia en España.

 

4.1. Juego de pelota precortesiano traído por Hernán Cortés a España

Con Hernán Cortés llegó el caucho al Viejo Mundo en su primer retorno a España, es decir, el ulli o caucho natural de Nueva España, usado en la vida cotidiana, rituales y medicina. De ello, y de su estancia en Guadalupe camino de la Corte, hemos tratado ampliamente en nuestro libro sobre el caucho (Figura 6).

Figura 6 (1)

Figura 6. Portada del libro Páginas extremeñas sobre el caucho. Fotografía de los autores del mismo.

El juego de pelota fue observado por Hernán Cortés en Nueva España, juego que debió impresionarle pues con él vinieron jugadores mexicas expertos para exhibirlo en España. Y es muy probable que estuviese familiarizado con los usos del caucho preparado a partir del látex de los árboles cauchíferos. El árbol cauchífero novohispano se denomina científicamente Castilla elastica Cerv., en honor del insigne boticario, botánico y químico científico Vicente Cervantes Mendo (Ledrada, Salamanca, 1758 – México, 1829), vinculado con Extremadura.[39]

El alemán Cristoph Weiditz, artista polifacético (escultor, medallista, dibujante, acuarelista y editor) realizó numerosas láminas con textos en alemán en la España de 1529, que iba camino de convertirse en el centro del mundo. En la lámina XXIII figura un retrato de Hernán Cortés y la lámina XXIV corresponde a la exhibición del juego de pelota en Toledo ante Carlos V. El autor, impresionado por el juego exhibido, escribió que no lo habían visto nunca los europeos.[40]

Los apuntes del juego de pelota se debieron tomar estando Carlos V en Toledo, antes de partir hacia Zaragoza, Barcelona y Roma. Y antes del casamiento de Hernán Cortés con la mencionada Juana de Arellano y Zúñiga, pues ausente Carlos V de Toledo, consta en una real cédula fechada en Toledo el 5 de abril de 1529, que no firma el rey, que Hernán Cortés, marqués del Valle, va a casarse a la villa de Béjar, y que de allí llevará a su esposa a la ciudad de Sevilla, para embarcar a Nueva España.[41]

En la Figura 7, se puede observar parte de la cancha de Chichén Itzá, una de las grandes ciudades mayas y centro de culto y peregrinación más grande de la península de Yucatán, hoy de interés turístico bien conocido; la cancha de juego es una de las más grandes de Mesoamérica. Y en la Figura 8 se muestra la exhibición del juego de pelota precortesiano.

Figura 7

Figura 7. Vista parcial de la cancha de juego de pelota de Chichén Itzá. Fotografía de los autores, 14.07.2015.

Figura 8 (1)

Figura 8. Exhibición del juego de pelota de Nueva España en España. Fotografía de los autores en el libro Páginas extremeñas sobre el caucho, pág. 128.

El dibujo del juego de pelota y las palabras de Cristoph Weiditz son un referente de la llegada del caucho a Europa. El hecho es importante porque significa que desde el primer retorno de Hernán Cortés a España ambos mundos comenzaron a compartir la historia del caucho, material importante del pasado y del mundo global actual. En otras palabras, es erróneo atribuir al científico francés Charles Marie de la Condamine la introducción del caucho en Europa al regresar de la Expedición Geodésica Hispano-Francesa (1734-1743).

4.2. Publicaciones de dos humanistas informados por Hernán Cortés  

El ya mencionado Marineo Sículo, dice en la introducción de la biografía sobre Hernán Cortes lo que sigue:

“Deseando mucho escribir las cosas nuevas y admirables que don Fernando Cortés en nuestros tiempos ha hecho, dignas todas de gran loor y que quedan en perpetua memoria de los hombres, busco nuevo estilo y manera de escribir y nueva orden de loor. Pero a la verdad, aunque mucho lo procuro, no lo hallo. Porque ni yo (contestando la verdad) y por ventura los otros que en estilo e ingenio me hacen ventaja, podemos con nuestro decir igualar a las novedades y grandezas de sus hechos. Con los cuales don Fernando Cortés no sólo mereció título de marqués, más aun también título y corona de rey. Oh varón felicísimo y muy digno de nuevas maneras y título de honras. Y que tal que aunque todos los escritores se junten a loarlo, nunca será loado cuanto merece. Al cual ninguno de los capitanes pasados, ni a los presentes se puede comparar. Porque los loores y guía de todos los príncipes, y los excelentes y claros hechos de todos los capitanes ha excedido, ha oscurecido y casi muerto, con esfuerzo y virtud admirable, con ánimo nunca vencido, y lealtad muy limpia. Maravillábamos hasta aquí de los trabajos hechos de Hércules, subidos y ensalzados en fama más por el fabuloso y gracioso decir de los poetas, que por la verdad que en ellos hubo […]. Más don Fernando Cortés, hombre que a nuestro siglo ha dado grande honra y gloria, y con razón se debe a todos anteponer […]”.

 

Y al final, al tratar de las costumbres y ceremonias de los indios, tiene información sobre el aprovechamiento de la planta denominada metl en náhuatl, que en español recibe los nombres de maguey, pitera o pita, así como información zoológica breve:

 

“Finalmente, por todas aquellas regiones que son de la Nueva España comúnmente se emborrachan todos y hacen vino de un árbol grande que llaman Methle, el cual es semejante al árbol que en España se llama tavira. De este árbol los indios sacan unas cuerdas que son como de cáñamo, de las cuales se visten y calzan. Sacan también miel y azúcar, y las hojas comen guisadas en los hornos. De la cual vianda viven entre ellos y se mantienen muchas gentes, y de las hojas secas se aprovechan en lugar de leña. Hay también en todas aquellas regiones muchos animales de cuatro pies en los montes, como son leones, osos, tigres, ciervos y otros menores como liebres y conejos. Hay asimismo muchas maneras de aves, salvo perdices que (según dicen) nunca allá fueron vistas”.

Con precisión, el metl es una especie de la familia Agave, género Fourcroya (centro de origen está en los Andes ecuatorianos); es la especie Agave fourcroydes Lemaire. Y el maguey pertenece al género mencionado y al género Agave (centro de origen en México y sur de los Estados Unidos de América). Ambos géneros estaban muy extendidos en América a la llegada de los españoles. Las especies más habituales son Agave sisalona Perrine, la ya citada Agave fourcroydes Lemaire, Agave rigida Mill y Agave cocui Trelease.[42]

Otro hombre docto que recibió información de Nueva España durante el retorno de Hernán Cortés fue Francisco López de Gómara (Gómara, Soria 1511 – Gómara, Soria, 1562).[43] Este humanista español, clérigo de pluma poco recatada en la censura, aunque no estuvo en América, es autor de la obra Historia de las Indias y de la Conquista de México, publicada por primera vez en Zaragoza en 1552, reeditada en la misma ciudad y en Medina del Campo (Valladolid) al año siguiente. No hubo más ediciones en castellano porque fue prohibida por el entonces príncipe Felipe (después Felipe II) el 17 de noviembre de 1553. En cambio, fue traducida y editada dieciséis veces fuera de la Monarquía Hispánica.[44] En particular, además de proporcionar datos biográficos de Hernán Cortés, la obra contiene en su segunda parte (Conquista de México) numerosos datos de Historia Natural novohispana.

Sobre la venida de Hernán Cortés a España, que vivió López de Gómara, escribió un capítulo. Claramente se puede observar que fue la carta de fray García de Loaisa, que era entonces obispo de Osma, presidente del Consejo de Indias y confesor del Emperador, equivalente a una orden de Carlos V, la que debió influir decisivamente para iniciar los preparativos para retornar a España. Al leer el párrafo que sigue, advertimos que no precisa el lugar del desembarco y que da el dato erróneo a finales del año 1528; fue en Palos en la primavera de ese año.

“Como Alonso de Estrada gobernaba por la sustitución de Marcos de Aguilar, según el Emperador mandó, le pareció a Cortés que no habría orden de volver a él el cargo, pues su majestad aquello proveyó, si no iba él a negociarlo, y estaba muy afligido; y aunque pensaba estar sin culpa, no se le cocía el pan, porque tenía muchos adversarios en España, y de malas lenguas y poco favor, que en ausencia era como nada. Así que acuerda venir a Castilla a muchas cosas muy importantes a él principalmente. Ellas eran muchas, y diré de algunas. A casarse por tener hijos y mucha edad; a parecer delante del Rey con la cara descubierta, y a darle cuenta y razón de la mucha tierra y gente que había conquistado y en parte convertido, e informarle de palabra de la guerra y disensiones entre los españoles de México, temiéndose que no le habrían dicho la verdad; a que le hiciese mercedes conforme a sus servicios y méritos, y le diese algún título para que no se le igualasen todos; a dar ciertos capítulos al Rey, que tenía pensados y escritos sobre la buena gobernación de aquella tierra, que eran muchos y provechosos. Estando en este pensamiento le llegó una carta de fray García de Loaisa, confesor del Emperador y presidente de Indias, que después fue cardenal, en la cual le invitaba con muchos ruegos y consejos a venir a España a que le viese y conociese su majestad, prometiéndole su amistad e intercesión. Con esta carta apresuró la partida, y dejó de enviar a poblar el río de las Palmas, que está más allá de Pánuco, aunque tenía ya dispuesto el camino, y despachó primero doscientos españoles y sesenta de a caballo con muchos mexicanos a tierra de los chichimecas, para si era buena, como le decían, y rica en minas de plata, poblasen en ella, y si no los recibían de paz, hiciesen la guerra y cautivasen para esclavos, pues son gente bárbara. Escribió a Veracruz que le preparasen dos buenas naos, y envió a ello delante a Pero Ruiz Esquivel, un hidalgo de Sevilla; mas no llegó allá, que al cabo de un mes le hallaron enterrado en una isleja de la laguna, con una mano fuera de ella, comida de perros o aves; estaba en calzas y jubón, y tenía una sola cuchillada en la frente. Nunca apareció un negro que llevaba, ni dos barras de oro ni la barca, ni los indios, ni se supo quién le mató ni por qué. Hizo Cortés inventario de su hacienda mueble, que le valoraron en doscientos mil pesos de oro; dejó como gobernadores de su estado y mayordomos al licenciado Juan Altamirano, pariente suyo, a Diego Docampo, y a un tal Santa Cruz. Abasteció muy bien dos navíos, dio pasaje y matalotaje franco a cuantos entonces pasaron; embarcó mil quinientos marcos de plata, y veinte mil pesos de buen oro, y otros diez mil de oro de ley, y muchas joyas riquísimas. Trajo consigo a Gonzalo de Sandoval, Andrés de Tapia, y otros conquistadores de los más principales y honrados. Trajo un hijo de Moctezuna, y otro de Maxixca, ya cristianos, y por nombre Don Lorencio, y muchos caballeros y señores de México, Tlaxcallan y otras ciudades. Trajo ocho volteadores de palo, doce jugadores de pelota, y algunos indios e indias muy blancos, y otros enanos, y otros contrahechos. Y además de todo esto, traía para ver, tigres, alcatraces, un aiotochtli, animal que enseña o embolsa a sus hijos para comer; cuya cola, según las indias, ayuda mucho a parir a las mujeres, y para dar, gran número de mantas de pluma y pelo, abanicos, rodelas, plumajes, espejos de piedra, y cosas así. Llegó a España a fines del año de 1528, estando la corte en Toledo. Llenó todo el reino de su nombre, y todos le querían ver”.[45]

López de Gómara dedicó capítulos enteros al volcán Pococatépetl y al metl, escribiendo sobre esta planta:

“El metl es un árbol que unos llaman maguey y otros cardón; crece más de dos estados de altura, y en grueso cuanto un muslo de hombre. Es más ancho de abajo que de arriba, como el ciprés. Tiene unas cuarenta hojas, cuya forma parece de teja, pues son anchas y acanaladas, gruesas al nacimiento, y terminan en punta. Tienen una especie de espinazo, grueso en la curva, y van adelgazando la halda. Hay tantos árboles de éstos que son allí como aquí las vides. Lo plantan, y echa espiga, flor y simiente. Hacen lumbre, y muy buena ceniza para lejía. El tronco sirve de madera, y la hoja de teja. Lo cortan antes de que crezca mucho; y engorda mucho la cepa. La excavan por la parte de dentro, donde se recoge lo que llora y destila, y aquel licor es luego como arrope. Si lo cuecen algo, es miel; si lo purifican, es azúcar; si lo destemplan es vinagre; y si le echan la ocpatli, es vino. De los cogollos y hojas tiernas hacen conserva. El zumo de las pencas asadas, caliente, exprimido sobre llaga o herida fresca, sana y encora pronto. El zumo de los cogollitos y raíces, revuelto con jugo de ajenjos de aquellas tierras, cura la picadura de víbora. De las hojas de este metl hacen papel, que corre por todas partes para sacrificios y pintores. Hacen asimismo alpargatas, esteras, mangas de vestir, cinchas, jáquimas, cabestros y finamente son cáñamo y se hilan. Las púas son tan fuertes, que las hincan en otra madera, y tan agudas, que cosen con ellas como con agujas cualquier cuero, y para coser sacan con la púa la veta, o hacen como lezna o punzón. Con estas púas se punzan los que se sacrifican, según muchas veces tengo dicho, porque no se rompen y despuntan en la carne, y porque, sin hacer gran agujero, entran cuanto es menester. ¡Buena planta, que de tantas cosas sirve y aprovecha al hombre!”[46]

Esta descripción sugiere varias transformaciones físicas y químicas. A título de ejemplo, mediante la combustión del metl utilizaban la energía (calor y luz) de tal reacción exotérmica y aprovechaban las cenizas resultantes para la preparación de lejía, es decir, la disolución acuosa del carbonato de sodio de la planta.

López de Gómara escribió juego de pelota, sin mencionar la exhibición de tal juego en España. De hemos tratado en nuestro libro sobre el caucho; aquí solo señalamos que utilizó la palabra ulli para el árbol cauchífero novohispano, que dice es de tierras calientes, y ullamaliztli para la pelota hecha de su látex.[47]

Entre las plantas mencionadas por Hernán Cortés no podían faltar algunas líneas sobre el cacao, al que denomina también cacauatl en náhuatl. Sobre esta planta cultivada, la más citada por Hernán Cortés, López de Gómara escribió:

“No tenían moneda, teniendo mucha plata, oro y cobre, y sabiéndolo fundir y labrar, y contratando mucho en ferias y mercados. Su moneda usual y corriente es el cacauatl o cacao, el cual es una especie de avellanas largas y amelonadas; hacen de ella vino, y es el mejor, y no emborracha. El árbol no fructifica sin compañero, como las palmas; pero en llevando fruta, se le puede quitar sin daño; echa la fruta en racimos como dátiles; requiere tierra caliente, pero no demasiado”.[48]

 

Finalmente, destacamos otro capítulo dedicado a cómo contribuyó Hernán Cortés al enriquecimiento de Nueva España:

 

“No le parecía a Cortés que la gloria y la fama de haber conquistado la Nueva España con los otros reinos estaba cumplida, si no la pulía y fortificaba […]. Envió por vacas, puercas, ovejas, cabras, asnas y yeguas a las islas de Cuba, Santo Domingo, San Juan de Boriquen y Jamaica, para casta. Entonces y aún antes, vedaron la saca de caballos en aquellas islas, especialmente en Cuba; para carne, leche, lana y corambre, y para carga, guerra y labor. Envió por cañas de azúcar, moreras para seda, sarmientos y otras plantas a las mismas islas, y a España por armas, hierro, artillería, pólvora, herramientas y fraguas, para sacar hierro, y por cuescos, pepitas y simientes, que salen vanas en las islas. Labró cinco piezas de artillería, dos de las cuales eran culebrinas, a mucha costa, por haber poco estaño y muy caro. Compró los platos de ello a peso de plata, y lo sacó con gran trabajo en Tacho, a veintiséis leguas de México, donde había unas piececitas de ello como de moneda, y hasta sacándolo se halló vena de hierro, que le alegró mucho. Con estas cinco y con las que comprara en la almoneda de Juan Ponce de León y de Pánfilo de Narváez, tuvo treinta y cinco tiros de bronce y setenta de hierro colado, con lo que fortaleció a México, y después le llegaron más de España, con arcabuces y cóseteles. Hizo asimismo buscar oro y plata por todo lo conquistado, y se hallaron muchas y ricas minas, que hincharon aquella tierra y ésta, aunque costó la vida de muchos indios que llevaron a las minas por fuerza y como esclavos. Pasó el puerto y descargadero que hacían las naos en Veracruz, a dos leguas de San Juan de Ulúa, en un estero que tiene una ría para barcas y es más seguro, y mudó allí a Medellín, donde ahora se hace un gran muelle para seguridad de los navíos, y puso casa de contratación, y allanó el camino de allí a México para la recua que lleva y trae las mercaderías”.[49]

5. LA PRIMERA EXPEDICIÓN CIENTÍFICA A AMÉRICA (1571-1577): ANTECEDENTES CORTESIANOS EN LAS OBRAS DE FRANCISCO HERNÁNDEZ

El descubrimiento de América abrió la posibilidad del descubrimiento científico de una nueva naturaleza y una nueva medicina. En una conferencia pronunciada en el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid el 18 de abril de 1892 con motivo de la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América,[50] consta que Cristóbal Colón pidió que fueran hombres doctos a estudiar aquella tierra, petición recogida en nuestro libro sobre el caucho.[51]

El conocimiento de América como necesidad de estado fue un hecho durante el reinado de Carlos V. Establecido el Consejo de Indias oficialmente en 1524, surgido como escisión de una parte del antiguo Consejo de Castilla (al que estaban vinculadas las Indias), comenzó el objetivo fundamental para la Corona, o más bien para García de Loaisa (presidente) y Francisco de los Cobos (secretario), de recoger información sistemática sobre América. Mediante provisión de 5 de abril de 1528 dirigida a Nuño de Guzmán y, en general, a la primera audiencia de México, se pedía información colegiada, fundamentada en documentos y/o en el testimonio de testigos fidedignos españoles o indígenas (principalmente de éstos) sobre descripción cosmográfica y topográfica de la tierra, censo aproximado de habitantes y censo de los recursos mineros. Desgraciadamente, la accidentada historia de la Primera Audiencia de México y el turbulento estilo de Nuño de Guzmán no contribuyeron. La petición fue reiterada a la Segunda Audiencia de México y a su presidente, Sebastián Ramírez de Fuenleal. La Descripción de la Nueva España se terminó y envió el 5 de julio de 1532, no llegando a la Corte hasta marzo de 1533. La información se consideró insuficiente y el 19 de diciembre de 1533 se volvieron a emitir cédulas ordenando obtener más y mejor información de Nueva España y de otros territorios, incluyendo información gráfica. A todo ello, siguió la actividad del Consejo de Indias durante el reinado de Carlos V, cuyo nuevo presidente fue Luis Hurtado de Mendoza, Marqués de Mondéjar, en 1546.[52]

Antes de la Primera expedición científica a América (1571-1577), se había transferido a Europa información sobre Historia Natural del Nuevo Mundo, con interés en torno al uso medicinal de sus plantas, animales y minerales. Al mismo tiempo, se estaba intentando integrar la Geografía del Nuevo Mundo en la versión de Ptolomeo.[53]

A mediados del siglo XVI solamente se habían difundido entre los médicos y farmacéuticos europeos un número reducido de productos americanos, como se refleja en la traducción comentada a la Materia médica, de Dioscórides, que publicó Andrés Laguna en 1555. Se puede hablar de una etapa de primera noticias y descripciones (1492-1553), en la que hicieron aportaciones Cristóbal Colón, Hernán Cortés y otros. A esta etapa siguió otra, la de los estudios científicos de los médicos y naturalistas Nicolás Monarde y Francisco Hernández; ambos tienen en común que se formaron inicialmente en la Universidad de Alcalá de Henares y que realizaron sus estudios experimentales casi simultáneamente durante los años sesenta y setenta del siglo XVI. El primero, desde un punto de vista de la farmacognosia y terapéutica, es autor del libro Historia Medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, cuyas tres partes aparecieron entre 1565 y 1574 redactadas sin moverse de Sevilla, en el que trata de casi un centenar de nuevas medicinas. El segundo, comisionado por Felipe II, estudió casi todo el virreinato de Nueva España en la década de los setenta del siglo XVI desde un punto de vista principalmente botánico, aunque anotó las aplicaciones medicinales; escribió sobre más de tres mil plantas y sobre numerosos animales y vegetales. Las aportaciones de ambos tuvieron una difusión diferente; los libros de Nicolás Monarde fueron muy difundidos, mientras que nada se publicó en vida de Francisco Hernández.[54]

Felipe II había ordenado reunir plantas útiles para la Medicina en el Jardín Botánico de Aranjuez, procedentes de España y de ambas Indias.[55] En su época, a finales de los años sesenta y comienzo de los setenta del siglo XVI se organiza una política destinada a obtener el máximo control y los máximos beneficios de las tierras americanas, considerándose imprescindible el mejor y máximo conocimiento de ellas[56]. Esto motivó la primera expedición científica mundial, dirigida por Francisco Hernández, nombrado Protomédico de Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano.[57], es decir, el protomédico con la jurisdicción más extensa.

Así pues, hasta el reinado de Felipe II no se atendió la petición de Cristóbal Colón de que fueran hombres doctos a estudiar aquella tierra. En otras palabras, transcurridos más de cincuenta años del descubrimiento y conquista del mundo novohispano por Hernán Cortés se realizó la Primera Expedición Científica a América (1571-1577), cuyo resultado fue el descubrimiento científico de lo que entonces era Virreinato de la Nueva España, único virreinato que pudo investigar, siendo director de tal expedición, es decir, investigador principal, el gran científico, médico y naturalista toledano, Francisco Hernández.[58]

Sobre Francisco Hernández se ha sabido relativamente poco durante siglos. En 1790, Casimiro Gómez Ortega, Director del Real Jardín Botánico de Madrid, escribió que nació en la provincia de Toledo, fue médico del Real Monasterio de Guadalupe en los años de 1555 y 1556, murió en Madrid en el 28 de febrero de 1587, y que se enterró en la Parroquia de Santa Cruz, habiendo dejado por testamentarios a su hijo Dr. Juan Hernández Caro, a Andrés Barahona, y a doña María Figueroa[59]. Posteriormente, se ha escrito mucho sobre su vida y obra; dos diccionarios prestigiosos publicados en 1983[60] y 2011[61] coinciden en dar como lugar de nacimiento Puebla de Montalbán (Toledo), como año de nacimiento 1517 y 1515, respectivamente, y como fecha de su muerte el 28 de enero de 1587.

De la vida y obra Francisco Hernández destacamos aquí que antes de ser comisionado, había estado en el prestigioso complejo de la cultura en general y de la Medicina y Cirugía en particular que en el pasado fue el Real Monasterio de Nuestra Señora Santa María de Guadalupe y sus Reales hospitales, a cargo de la Orden de San Jerónimo, de los que fue médico. En Guadalupe, investigó practicando la cirugía, dirigiendo el famoso jardín botánico y explorando el entorno montañoso de las Villuercas. Los recuerdos de sus actividades de investigación pasaron con él América, estando reflejados algunos de ellos en su obra Historia natural de Cayo Plinio Segundo, la cual comenzó en España y continuó en el Virreinato de Nueva España; la experiencia previa y esta obra debieron influir para que el rey Felipe II le confiara la expedición científica.[62]

 

Como se puede observar en la orden que Francisco Hernández recibió con fecha 11 de enero de 1570, el objetivo principal de la expedición era llevar a cabo la Historia natural de todo el territorio americano en su relación con la Medicina; además, que ejerciera como protomédico. La orden recibida comienza así:

“La orden que vos el doctor Francisco Hernández, nuestro médico, habéis de tener y guardar en el oficio de nuestro protomédico general de las nuestras Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano en que os habemos proveído, y en las otras cosas que se os cometen tocantes a la historia de las cosas naturales que habéis de hacer en aquellas partes, es la siguiente:

Primeramente, que en la primera flota que de estos reinos partiere para la nueva España os embarquéis y vais a aquella tierra primero que a otra ninguna de las dichas Indias, porque se tiene relación que en ella hay más cantidad de plantas y yerbas y otras semillas medicinales conocidas que en otra parte.

Item, os habéis de informar dondequiera que llegareis de todos los médicos, cirujanos, herbolarios e indios y otras personas curiosas en esta facultad y que os pareciere podrán entender y saber algo, y tomar relación generalmente de ellos de todas las yerbas, árboles y plantas medicinales que hubiere en la provincia donde os hallareis.

Otrosí, os informareis qué experiencia se tiene de las cosas susodichas y del uso y facultad y cantidad que de las dichas medicinas se da y de los lugares adonde nacen y cómo se cultivan, y si nacen en lugares secos o húmedos, o acerca de otros árboles y plantas, y si hay especies diferentes de ellas; y escribiréis las notas y señales.

Item, de todas las cosas susodichas que pudiereis hacer experiencia y prueba la haréis, y de la que no, procuraréis de informaros de las personas susodichas, para que sabiendo y estando certificado de la verdad, las escribiréis de manera que sean bien conocidas, por el uso, facultad y temperamento de ellas.

De todas las medicinas o yerbas o sus simientes que viereis por aquellas partes y os parecieren notables, las haréis enviar acá, entendiendo que de las que así enviareis no las hay en estos reinos.

En lo que toca a la escritura que habéis de hacer de la dicha Historia, porque tenemos entendido que lo haréis como convenga, os lo remitimos a vos para que hagáis de ella como de vuestro buen juicio y letras se confía.

Item, cuando hubiereis concluido con lo que hubiere que hacer en la dicha Nueva España, os podréis partir de allí e iros a la provincia del Perú, donde proseguiréis las cosas arriba declaradas en lo que se os comete”.[63]

 

El resto de las instrucciones recibidas antes de partir se refieren al oficio de protomédico, cargo que ejerció relativamente poco.

No recibió inicialmente instrucciones acerca de la Geografía e Historia. Sin embargo, en los dos diccionarios referenciados anteriormente consta que al embarcar en Sevilla, en septiembre de 1570, a Francisco Hernández le acompaña su hijo Juan Hernández y el cosmógrafo portugués Francisco Domínguez. En nuestra opinión, se debió tomar la decisión de encargar también el estudio geográfico e histórico de América durante los meses anteriores, lo más probable es que influyera ya el cacereño Juan de Ovando (Cáceres, c.1515 – Madrid, 1575), quien desde el 7 de junio de 1567 hasta el 12 de agosto de 1571 cumplió el encargo de visitador del Consejo de Indias y luego fue su presidente desde el 29 de agosto de 1571 hasta su muerte.[64]

Francisco Hernández y los demás expedicionarios arribaron al puerto de Veracruz en febrero de 1571. El arribo debió ser antes del 19 de febrero de ese año, porque ese día presentó su nombramiento de Protomédico en México y el 25 de noviembre de 1570 lo había hecho en Santo Domingo. ¡Por fin llegaron a América hombre doctos comisionados oficialmente, un médico con formación específica naturalista para hacer la Historia natural del territorio y un geógrafo!, quienes siguieron hasta la capital del Virreinato de Nueva España casi medio siglo después el itinerario que había seguido Hernán Cortés hasta Tenochtitlán.

Las exploraciones del territorio realizadas por Francisco Hernández y otros (componentes de la expedición, pintores, escribientes, herbolarios, médicos indígenas y los mozos y acemileros) fueron cinco itinerarios: Exploración de la zona central (actuales estados de Moruelos, México, Puebla, Tlaxcala e Hidalgo), Viaje al Mar Austral, Exploración de Oaxaca, Viaje a Michoacán y Viaje al Pánuco. Durante estas exploraciones interrogó para obtener información botánica medicinal y experimentó siempre que tuvo ocasión. Después de tales itinerarios, a partir de 1574 realizó experimentación clínica en el Hospital Real de San José,  dedicado a la población indígena, con capacidad para más de doscientos hospitalizados.[65]

Francisco Hernández informó a Felipe II y a Juan de Ovando sobre el curso de la expedición científica en el Virreinato de Nueva España. En 1576, muerto Juan de Ovando y requerido por Felipe II, le remitió dieciséis cuerpos de libro de la Historia natural, con dibujos e ilustraciones. Y al año siguiente, regresó a España con otros veintidós cuerpos de libros, figurando entre ellos la mencionada traducción de Plinio y el manuscrito latino De Antiquitatibus Novae Hispaniae, es decir, Antigüedades de la Nueva España, estructurado en tres libros, a los que sumó un cuarto libro titulado De Expugnatione Novae Hispaniae.

La gran obra manuscrita del docto médico y naturalista Francisco Hernández, cuyas vicisitudes hemos estudiado, quedó inédita durante su vida. Hay páginas sobre Hernán Cortés en ellas, de lo cual tratamos brevemente en los párrafos que siguen.

En 1926, se imprimió en México el manuscrito latino, considerándose como edición latina. Sesenta años después, la extremeña Ascensión Hernández, residente en México desde 1965, publicó una nueva edición (tercera edición en español), en la que atiende a lo que significó el encuentro del Renacimiento y la sabiduría indígena del siglo XVI[66]. De acuerdo con su editora, el primer libro de las Antigüedades es una miscelánea sobre geografía, costumbres, etcétera; el libro segundo está dedicado a la astrología, medicina, arte culinario y organización religiosa; y el libro tercero es una síntesis de la vida religiosa de los pueblos nahuas de la región central de México. En el Libro de la Conquista, como complemento, Francisco Hernández hace una síntesis acerca de los acontecimientos sucedidos entre los años 1519 y 1521 en buena parte de los que hoy es la República de México; el relato arranca cuando Hernán Cortés sale de la isla de Cuba en marzo de 1919 y termina con la estancia en la capital mexica y su posterior conquista, inclinando su narración a una gran empresa para la cristiandad y para España.

Añadimos que Francisco Hernández no menciona en el manuscrito de las Antigüedades, con su complemento final el Libro de la Conquista, que lo escribió por encargo del mencionado Juan de Ovando, justificando su redacción en el Proemio a Felipe II Óptimo Máximo, Rey de las España y de las Indias, considerando que lo que ofrece es una semilla de historia, es decir, una síntesis histórica:

 

“Aun cuando me hayas comisionado tan solo para la historia de las cosas naturales de este orbe, Sacratísimo Rey, y aunque el cargo de escribir sobre antigüedades, pueda considerarse como que no me pertenece, sin embargo, juzgo que no distan tanto de ella las costumbres y ritos de las gentes […] Pero yo, considerando la historia para la cual trabajo con empeño por tu clemencia y liberalidad y que sin esta parte no puede ser considerada concluida en todos sus números y buscando la claridad y recreo para los nuestros que viven en este mundo, y lo que es más, el esplendor tuyo y la conveniencia de estos indios, para lo cual consideraba de importancia que conocieras sus ritos y costumbres, me apliqué con cuanto esmero pude y cuidado para que no se considerase que había yo faltado completamente a esta parte y que no había echado algunos fundamentos a una fábrica que tal vez dilataré y aumentaré en los días futuros, Entre tanto, recibe, Sacratísimo Felipe, esta semilla de historia, cualquiera que sea, transmitida si no con la facundia que conviniera al menos con la que fue dada que conviniera al menos con la que fue dada por mi fe y afecto no común hacia tu Majestad; cuyo amplísimo imperio en gracia de la república cristiana, Cristo Óptimo Máximo, Señor de todos, se digne proteger y conservar largos años”.

 

Entre 1959 y 1984, el médico español Germán Somolinos D´Ardois, quien pasó a México al finalizar la Guerra Civil Española (1936-1939), realizó la publicación de los manuscritos de Francisco Hernández, con el título Obras Completas. En esta publicación hay también antecedentes de Hernán Cortés. A título de ejemplo, figura la primera descripción científica ilustrada de un árbol cauchífero, su producto y sus aplicaciones; denomina holquáhuitl al árbol cauchífero o árbol del olli, y goma a la al producto vegetal descubierto, identificándola con la materia prima famosa utilizada en la preparación de las pelotas del juego azteca llevado por Hernán Cortés a España. La descripción que sigue figura en nuestro libro sobre el caucho.

 

“Hay dos especies de este árbol. Una tiene tallos grandes, lisos, leonados y llenos de médula blanda, flores blancas, hojas muy grandes […]. La corteza es en ambas amarga, caliente en tercer grado y algo mucilaginosa; su cocimiento, que es la goma llamada por los indios holli, cura introducido las disenterías; y es tan elástica dicha goma, que conformada en esfera sirve como pelota de mano o de las llamadas vulgarmente de aire. Es útil además el holli para muchas otras cosas pues evacua admirablemente la orina, limpia el útero, cura la esterilidad aplicado a la vulva, y provoca las reglas […]. Alivia aplicado a los cólicos, expele los excrementos; quemado disuelve las nubes de los ojos; su polvo espolvoreado en la nariz quita las jaquecas y demás dolores de cabeza, expele la pituita y provoca estornudos. Nace la especie segunda en tierras de los mechoacanenses, donde la llamarán tarántaqua; la primera nace en Mecatlan e Igualapa. Es esta la famosa goma con que en otros tiempos practicaban los indios el batey, juego admirable que, conservado [llevado] por Cortés, conocieron los españoles hace algunos años. Las hojas secas hechas polvo se dice que matan a los leones y demás animales”.

 

Finalizamos este apartado dejando constancia que la Primera Expedición Científica a América (1571-1577) inició el estudio científico in situ de las plantas del continente que alberga la mayor variedad de plantas del mundo. La información cualitativa de que se disponía en el siglo XVI acerca de las plantas del continente americano tuvo reflejo en las instrucciones que Francisco Hernández recibió al partir. Se ha afirmado que de las más de cien mil plantas existentes en América Latina, más del 20% pueden tener aplicación farmacéutica.[67]

 

  1. EXPOSICIÓN ITINERARIO DE HERNÁN CORTÉS, PRIMERA EXPOSICIÓN INTERNACIONAL SOBRE EL DESCUBRIMIENTO, CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE MÉXICO

 

El descubrimiento de América impactó en Europa, teniendo consecuencias intelectuales, económicas y políticas.[68] Sin que entremos en la consideración de antecedentes  más remotos, al conmemorar el V Centenario del Descubrimiento de América, se insistió en que con el descubrimiento se inició, aunque no se tomara conciencia de ello, el encuentro de los mundos viejo (europeo) y nuevo (indígena)[69]. En otras palabras, reinando en España los Reyes Católicos, ambos mundo comenzaron a descubrirse y a compartir la historia tras arribar Cristóbal Colón a la isla de Guanahaní el 12 de octubre de 1492, a la que llamó San Salvador y que forma parte del archipiélago de las Bahamas.

Aunque Hernán Cortés murió en 1547 y sus restos mortales fueron llevados al Virreinato de Nueva España, la conquista de México ha sido valorada controvertidamente, con valoraciones extremas de haber sido una de las mayores gestas de la Historia y como un genocidio. Ha habido odio interesado a España.

Antes de seguir, merecen ser tenido en cuenta el intelectual Octavio Irineo Paz y Lozano, quien, con motivo de la conmemoración V Centenario del Nacimiento de Hernán Cortés, afirmó:

 

“El conquistador debe ser restituido al sitio a que pertenece con toda su grandeza y todos sus defectos: a la Historia. Así dejará de ser un mito antihistórico y se convertirá en un personaje histórico, es decir, humano. Entonces los mexicanos podremos vernos a nosotros mismos con mirada clara, generosa y serena. Se trata de una cura moral y deben emprenderla los herederos directos de los usuarios del mito, es decir, nuestra intelectualidad y clase política. De allí que la crítica propuesta debe comenzar con una autocrítica. Exorzizando a Cortés se asoma la genuina liberalización”.[70]

 

Y merecen ser tenidos en cuenta también los tres últimos párrafos del discurso de apertura pronunciado en la Villa y Puebla de Guadalupe (Cáceres) por el Presidente de la Junta de Extremadura en el Congreso “Hernán Cortés y su tiempo”, conmemorativo del V Centenario de su nacimiento:

 

“Para terminar, quiero sacar a colación, de que hace muy pocos días, el 12 de Octubre, celebramos en Medellín un acto de Homenaje a Hernán Cortés, en el V Centenario de su Nacimiento, coincidiendo con un acto de solidaridad con el pueblo hermano de México. Allí dije que teníamos que convenir en que aquella tarde, en Medellín, se celebraba un solo acto, con la mayor solemnidad y con el firme e intenso convencimiento de que no se podían separar, pues era la causa y el efecto de un mismo y definitivo acontecimiento, esto es: La simbiosis cultural, el Encuentro de dos mundos, con el que la humanidad experimentó una sacudida.

En todos los casos, coincidíamos en que la Historia y sus protagonistas han de ser entendidos en su contexto y toda interpretación extrapolada por principio es falsa. Extremadura asume la figura de Hernán Cortés como un hombre genial y universal, un personaje que ha trascendido más allá del tiempo y del espacio. Que ha trascendido de la historia para pasar al mito al que lo eleva en su admiración Salvador de Madariaga.

De la misma forma asume y pregona un nuevo encuentro con América y lo pregona como un pueblo viejo al que la historia le ha enseñado que tenemos que asumir con vitalismo la confrontación de civilizaciones y la simbiosis de culturas que inevitablemente se resuelven siempre en una realidad de luces y sombras”.[71]

 

Transcurridos siglos desde su muerte, la exposición reciente Itinerario de Hernán Cortés (Figura 9) comisariada por el mencionado Martín Almagro Gorbea y por Cristina Estera Martín, con el impulso y coordinación de Canal Isabel II Gestión, y con la colaboración de la Real Academia de la Historia de España y del Museo Nacional de Antropología de México, ha sido la primera organizada en el mundo sobre tan gran personaje de la Historia. Según sus comisarios,[72] la exposición era una oportunidad de dar a conocer a Hernán Cortés, revisado y actualizado, y comprender que hubo un encuentro entre dos mundos, España y América. La exposición la plantearon con el objetivo de informar objetivamente para una nueva interpretación en el siglo XXI de su figura poliédrica y del tiempo de su vida, y fortalecer el entendimiento entre México y España en el mundo progresivamente globalizado, a cuya configuración contribuyó.

En la gran sala de exposiciones (una de las mayores salas expositivas de España) hubo siete ámbitos: El hombre, animal colonizador, La forja del conquistador, El esplendor del Imperio Azteca, La ruta de Cortés, Tecoaque, Reconstrucción de México-Tenochtitlán y El Virreinato de Nueva España (1535-1821): hacia la civilización global. El número total de piezas expuestas fue más de 400, procedentes de diversas entidades y colecciones prestatarias diversas.

En el primer ámbito se mostró que la Historia está marcada por conquistas y colonizaciones desde el Paleolítico hasta la Edad Contemporánea, es decir, ha habido encuentros entre culturas, algunas muy diferentes, que han configurado el mundo actual. A título de ejemplo, se mostró cómo los hallazgos arqueológicos en Medellín, localidad natal de Hernán Cortés, documentan la presencia de lusitanos, tartesios, fenicios, griegos, celtas, romanos, visigodos, árabes y cristianos. Se ilustró muy bien con fotografía actual de Medellín que Hernán Cortés procedía de un pueblo colonizado repetidas veces, y que la colonización de México se inserta en el amplio proceso que desde Mesopotamia, a través de Grecia y Roma, llegó a América, donde se combinó con las colonizaciones prehispánicas; Hernán Cortés en México prosiguió la tradición de Alejandro Magno y Julio César. La Figura 9 muestra el pasado romano de Medellín.

La crueldad de la guerra por ambas partes, con triunfos y derrotas fueron narradas mediante las crónicas de vencedores y vencidos A la destrucción de gran parte de Tenochtitlán, siguió el inicio de su reconstrucción en tiempos de Hernán Cortés. Al transcurrir el tiempo, resultó una de las más bellas urbes del mundo como resultante de la espléndida tradición urbanista mexica y la tradición humanística europea.

Como fue bien señalado, la conquista de México supuso el encuentro entre dos de las culturas más florecientes del Viejo y el Nuevo Mundo: la Corona Hispana y el Imperio Azteca. Fue el principio de una nueva sociedad mestiza. El Imperio Azteca se convirtió en el Virreinato de Nueva España (1535-1821), la región más culta y avanzada de América, determinante en la conformación del mundo global actual del que forman parte las naciones de España y México.

Ya en un artículo periodístico nuestro reciente,[73] afirmamos que la exposición celebrada fue en general muy interesante; lo fue porque en idioma español se mostró el proceso intercultural de España y América. No obstante, seguimos afirmando que faltaron materiales de Extremadura y presencia institucional extremeña. En la Tabla 2 están relacionadas las once piezas expuestas procedentes de Extremadura, de las cuales ocho eran del primer ámbito, una del segundo, una del cuarto y una del séptimo.

 

Tabla 2. Piezas de Extremadura expuestas en la Exposición Itinerario de Hernán Cortés

Pieza Procedencia Ámbito de la exposición
Estela lusitana de guerrero. Granito, Bronce Final, siglos X-IX a.C., Puerto de Honduras (Cabezuela del Valle, Cáceres) Museo de Cáceres [inv. núm. D7204 ] El hombre, animal colonizador
Ajuar de tumba tartésica: una urna tipo Cruz del Negro, dos vasos caliciformes y dos platos. 625-600 a.C., Necrópolis tartésica de Medellín (Badajoz) Museo Arqueológico Provincial de Badajoz [inv. núm. D2022, Ajuar 86H/21] El hombre, animal colonizador
Plato gris con lechuzas y grafitos. Cerámica, 625-600 a.C., Necrópolis tartésica de Medellín (Badajoz) Museo Arqueológico Provincial de Badajoz [inv. núm. D2015, Ajuar 86H/13] El hombre, animal colonizador
Placa del Tesoro de la Martela. Oro, siglo IV a.C., Tesoro de la Martela (Segura de León, Badajoz) Museo Arqueológico Provincial de Badajoz [inv. núm. 1223] El hombre, animal colonizador
Verraco. Granito, siglos IV-II a.C. Madrigalejo (Cáceres) Museo de Cáceres [inv. núm. D2325 ] El hombre, animal colonizador
Retrato togado de la Majona. Mármol de Estremoz, siglo III, Villa romana de La Majona (Don Benito, Badajoz) Museo Arqueológico Provincial de Badajoz [inv. núm. D2768] El hombre, animal colonizador
Fíbula visigoda aquiliforme. Bronce dorado con vidrios de colores incrustados, 500-550, La Jarrilla (Galisteo, Cáceres) Museo de Cáceres [inv. núm. D4072] El hombre, animal colonizador
Epitafio de un alfaquí fallecido en un ataque cristiano en Badajoz. Mármol grisáceo, 1161 (566 de la Hégira), Antiguo cuartel de La Bomba, Badajoz Museo Arqueológico Nacional, Madrid [inv. núm. 50566] El hombre, animal colonizador
Escudo de Hernán Cortés; granito, siglo XVI, procedente de la casa de los Cortés en Medellín (Badajoz) Ayuntamiento de Medellín (Badajoz) La forja del conquistador
Dibujo de colgante en forma de alacrán; copia en papel (la joya era de oro, esmalte, esmeralda y perlas), hacia 1530 Archivo del Monasterio de Guadalupe, C-85, f. 69 La ruta de Cortés
Cruz de altar; plata dorada y cristal de roca, México, hacia 1560 Iglesia parroquial de Santa María, Fregenal de la Sierra (Badajoz) El virreinato de Nueva España (1531-1821: hacia la civilización global

Fuente: elaboración propia al visitar la Exposición Itinerario de Hernán Cortés.

 

De Medellín se expuso el escudo heráldico (granito, siglo XVI), resto que se conserva de la casa familiar, aportado por el Ayuntamiento de su Medellín natal. De Guadalupe (Cáceres, España), villa emblemática de España y América, no se mostró nada de la vinculación de los Reyes Católicos y de Cristóbal Colón con el muy importante Real Monasterio de Nuestra Señora Santamaría de Guadalupe, antes y después del descubrimiento de América, ni hubo mención del viaje del rey Carlos V en abril de 1525 (detallado por Arturo Álvarez Álvarez[74]), es decir, aproximadamente tres años antes que Hernán Cortés. Se expuso el dibujo colgante en forma de alacrán procedente de mencionado monasterio, pero no se mostró el itinerario de Hernán Cortés en su retorno de 1528. Estuvo expuesta la Virgen de Guadalupe mexicana (óleo sobre tela, Luis Berrueco, México hacia 1740, Colección Carteia Fine Arts, Madrid), pero no se expuso imagen alguna del monasterio extremeño. No hubo tampoco mención de la importante Primera Expedición Científica a América, cuyo investigador principal fue antes médico e investigador en los famosos Reales Hospitales de Guadalupe, muy importantes en la Baja Edad Media y Renacimiento.

Figura 9 (1)

Figura 9. Cartel de la Exposición Itinerario de Hernán Cortés celebrada en el Centro de Exposiciones de Arte Canal y bandera de Extremadura en una caseta de un vendedor extremeño en el exterior. Fotografía de los autores, 23.04.2015.

Figura 10 (1)

Figura 10. Pasado colonial romano y medieval en Medellín. Fotografía de los autores, 24.08.2015.

 6. CONCLUSIONES

  1. Una razón importante de la conquista de México por Hernán Cortés y quienes con él combatieron contra los mexicas fueron el atraso de la minería y metalurgia en el territorio que pronto se denominó Nueva España y después Virreinato de Nueva España. Otra fueron los factores sanitarios que afectaron más negativamente a los indígenas novohispanos.
  2. Hernán Cortés proporcionó conocimientos directos de Nueva España, conexos con la Ciencia y la Tecnología, en sus Cartas de Relación. Y conocimientos indirectos al menos a Lucio Marineo Sículo y a Francisco López de Gómara en su primer retorno a España, humanistas que los incluyeron en sus publicaciones de 1530 y 1552, respectivamente.
  3. Los conocimientos directos e indirectos mencionados fueron un antecedente muy valioso para el descubrimiento científico del Virreinato de Nueva España durante la Primera Expedición Científica a América (1571-1577) en el reinado de Felipe II, cuyo investigador principal fue el Doctor Francisco Hernández, médico y naturalista toledano que estuvo vinculado con los Reales Hospitales de Guadalupe antes de mencionada expedición científica.
  4. La exposición sobre Hernán Cortés recientemente celebrada en Madrid con el título Itinerario de Hernán Cortés ha sido la primera exposición internacional sobre tan gran personaje de la Historia, con el objetivo de mostrar que la conquista de México fue principalmente un encuentro entre dos de las culturas más florecientes del Viejo y el Nuevo Mundo: la Corona Hispana y el Imperio Mexica. Y que tal encuentro fue el principio de una nueva sociedad mestiza, determinante en la conformación del mundo global actual, del que forman parte las naciones de España y México.
  5. Tal exposición ha sido muy interesante. Sin embargo, tuvo muy poca difusión institucional en Extremadura; faltó también presencia institucional extremeña y fueron relativamente pocos los materiales expuestos de Extremadura. En relación con el itinerario seguido por Hernán Cortés en su retorno de 1528, se expuso solo el escudo heráldico familiar aportado por el Ayuntamiento de su Medellín natal, y el dibujo de colgante en forma de alacrán del Archivo del Monasterio de Guadalupe, pero no hubo imagen alguna ni de la Villa y Puebla de Guadalupe, en donde estuvo Hernán Cortés camino de la Corte de Carlos V, ni cuadro de la Virgen de Guadalupe extremeña (si hubo cuadro de la Virgen de Guadalupe mexicana) y tampoco de los famosos Reales Hospitales de Guadalupe. En relación con el juego de pelota exhibido por los indios mexica en la España de Carlos V, hecho histórico importante de tal retorno conexo con el caucho novohispano, tampoco hubo imagen alguna.

 

 

REFERENCIAS

 

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AGRADECIMIENTOS

 

A la Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura por la continuidad de su trabajo gustoso durante 44 años, catalizador para un mejor conocimiento de Extremadura, Asociación que ha acumulado méritos para ser distinguida.

 

 

 

 

 

[1]HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, Mario (ed.): Hernán Cortés: Cartas de Relación. Madrid, DASTIN, 2000.

 

 

[2]LEÓN-PORTILLA, Miguel: “Hernán Cortés, primera biografía: la obra de Lucio Marineo Sículo, 1530. En: Historia 16, núm. 108, págs. 95-104. Madrid, 1985.

 

[3]ROJAS, José Luis de (ed.): La conquista de México/Francisco López de Gómara. Madrid, Historia 16, 1987.

 

[4]DÍAZ  DEL CASTILLO, Bernal: Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España (edición de Miguel León-Portilla), Vols. 1 y 2. Madrid, DASTIN, 2000.

 

[5]DUVERGER, Christian: Crónica de la eternidad: ¿quién escribió la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España? Madrid, Taurus, 2013.

 

[6]RAMOS, Demetrio: Hernán Cortés: mentalidad y propósitos. Madrid, Ediciones Rialp, 1992.

 

[7]MIRA CABALLOS, Esteban: Hernán Cortés: el fin de una leyenda. Trujillo, Palacio de Barrantes Cervantes, 2010.

 

[8]ALMAGRO-GORBEA, Martín, ESTERAS MARTÍN, Cristina (editores): Itinerario de Hernán Cortés. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[9]HOY Diario de Extremadura, 15.02.2015, pág. 54. Badajoz, 2015.

 

[10]PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, pág. 13. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[11]SANTAMARÍA NOVILLO, Carlos: “El Imperio Mexica“Cortés”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 45-48. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[12]ESCALANTE GONZALBO, Pablo: “Los mexicas en vísperas de la conquista española”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 49-52. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[13]CARRILLO DE ALBORNOZ, José Miguel: “Moctezuma”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 57-60. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[14]DE ROJAS, José Luis: “Tenochtitlán”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 61-63. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[15]SMITH, Michael E.: “Sociedad y desarrollo económico”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 65-69. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[16]BATALLA, Juan José: Expresiones artísticas del mundo azteca”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 71-76. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[17]HUGH, Thomas: “Cortés y la conquista de México”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 89-92. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[18]FALERO RUIZ, Cora María Antonia: “Europeos en “las “Indias”: Itinerancias en América, el Nuevo Mundo”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 93-101. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[19]MIRA CABALLOS, Esteban: Hernán Cortés: el fin de una leyenda, págs. 349-384. Trujillo, Palacio de Barrantes Cervantes, 2010.

 

[20]CALVO, Felipe A.: “Repercusiones del descubrimiento de México en el campo de los minerales y de la metalurgia”. En: A. Navarro González, Actas del Primer Congreso Internacional sobre Hernán Cortés, págs. 443-462.Salamanca, Ediciones Universidad, 1986.

 

[21]DE GORTARI, Elí: “Algunas notas características de la ciencia del México prehispánico”. En: E. Beltrán (dir.), Memorias del Primer Congreso de Historia de la Ciencia y la Tecnología, Vol. 1, págs. 47-70. México, D. F. Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología, 1964.

 

[22]GONZÁLEZ, A. G., BERMEJO, J., LUIS, J: G:, RAVELO, A. G.: “Las plantas medicinales mejicanas como fuente de moléculas bioactivas”. En: A. Navarro González, Actas del Primer Congreso Internacional sobre Hernán Cortés, págs. 463-513. Salamanca, Ediciones Universidad, 1986.

 

[23]GUTIÉRREZ-COLOMER, Leonardo: “Médicos y Farmacéuticos con Hernán Cortés”, Anales de la Real Academia de Farmacia, Vol. 15, núm. 6. Madrid, 1949.

 

[24]GUERRA, Francisco: “La logística sanitaria en la conquista de México”. En: Hernán Cortés y su tiempo: actas del congreso, Vol. 1, págs. 407-414. Mérida, Editora Regional de Extremadura.

 

[25]CORTÉS, Hernán: “Segunda Carta de Relación”. En: M. Hernández Sánchez-Barba (ed.), Hernán Cortés: Cartas de Relación, pág. 143. Madrid, DASTIN, 2000.

 

 

[26]KEITH, Robert G.: “Cortés, Hernán”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 255-258. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[27]COLMEIRO, Miguel: “Primeras noticias acerca de la vegetación americana suministrada por el almirante Colón y los que inmediatos continuadores de las investigaciones dirigidas al conocimiento de las plantas”. En: El Continente Americano, Vol. III, págs. 1-41. Madrid, Ateneo de Madrid, Sucesores de Rivadeneira, Impresores de la Real Casa, 1894.

 

[28]PARDO TOMÁS, José, LÓPEZ TERRADA, María Luz: Las primeras noticias sobre plantas americanas en las relaciones de viajes y crónicas de Indias (1493-1553), págs. 63-65, 162-167, 269. Cuadernos Valencianos de Historia de la Medicina y de la Ciencia, núm. XL Serie A (Monografías). Valencia, Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia, Universitat de València – C. S. I. C., 1993.

 

[29]CORTÉS, Hernán: “Segunda Carta de Relación”. En: M. Hernández Sánchez-Barba (ed.), Hernán Cortés: Cartas de Relación, págs. 112, 130. Madrid, DASTIN, 2000.

 

 

[30]CORTÉS, Hernán: “Segunda Carta de Relación”. En: M. Hernández Sánchez-Barba (ed.), Hernán Cortés: Cartas de Relación, págs. 113-114. Madrid, DASTIN, 2000.

 

[31]CORTÉS, Hernán: “Cuarta Carta-Relación”. En: M. Hernández Sánchez-Barba (ed.), Hernán Cortés: Cartas de Relación, págs. 339-340. Madrid, DASTIN, 2000.

 

[32]RODRÍGUEZ CANCHO, Miguel: “Hernán Cortés. La vida y su tiempo”, Cuadernos Populares núm. 20. Mérida (Badajoz), Editora Regional de Extremadura, 1989.

 

[33]CORTÉS, Hernán: “Segunda Carta de Relación”. En: M. Hernández Sánchez-Barba (ed.), Hernán Cortés: Cartas de Relación, págs. 137-148. Madrid, DASTIN, 2000.

 

 

[34]VALLE-ARÍZPIDE, Artemio de: Andanzas de Hernán Cortés y otros excesos, pág. 168. Madrid, Biblioteca Nueva, 1940.

 

[35]MIRA CABALLOS, Esteban: Hernán Cortés: el fin de una leyenda, págs. 266-274. Trujillo, Palacio de Barrantes Cervantes, 2010.

 

[36]LÓPEZ de MENESES, Amada: “El primer regreso de Hernán Cortés a España”, Revista de Indias,  núms. 55-56, págs. 68-91. Madrid, 1954.

 

[37]RAMOS, Demetrio: Hernán Cortés: mentalidad y propósitos, págs. 235-251. Madrid, Ediciones Rialp, 1992.

 

[38]MIRA CABALLOS, Esteban: Hernán Cortés: el fin de una leyenda, págs. 145-179, 266-277. Trujillo, Palacio de Barrantes Cervantes, 2010.

 

 

[39]PASTOR VILLEGAS, José (ed., coor.): El insigne científico Vicente Cervantes Mendo y Zafra, págs.297-312. Béjar (Salamanca), AGH Impresores, 2011.

 

[40]WEIDITZ, Christoph: El Códice de los trajes (Trachtenbuch). Valencia, Ediciones Grial, 2001.

 

[41]VALLE-ARÍZPIDE, Artemio de: Andanzas de Hernán Cortés y otros excesos, pág. 223. Madrid, Biblioteca Nueva, 1940.

 

[42]PARDO TOMÁS, José, LÓPEZ TERRADA, María Luz: Las primeras noticias sobre plantas americanas en las relaciones de viajes y crónicas de Indias (1493-1553), págs. 299-300. Cuadernos Valencianos de Historia de la Medicina y de la Ciencia, núm. XL Serie A (Monografías). Valencia, Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia, Universitat de València – C. S. I. C., 1993.

 

[43]LÓPEZ PIÑERO, José María: “López de Gómara, Francisco”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 538-539. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[44]ROJAS, José Luis, de (ed.): La conquista de México/Francisco López de Gómara, 5-30. Madrid, Historia 16, 1987.

 

 

 

[45]ROJAS, José Luis, de (ed.): La conquista de México/Francisco López de Gómara, págs. 402-403. Madrid, Historia 16, 1987.

 

[46]ROJAS, José Luis, de (ed.): La conquista de México/Francisco López de Gómara, págs. 486-487. Madrid, Historia 16, 1987.

 

[47]PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, págs. 127-128. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[48]ROJAS, José Luis, de (ed.): La conquista de México/Francisco López de Gómara, págs. 383-384. Madrid, Historia 16, 1987.

 

[49]ROJAS, José Luis, de (ed.): La conquista de México/Francisco López de Gómara, págs. 342-343. Madrid, Historia 16, 1987.

 

[50]SAN MARTÍN, Alejandro: “Influjo del descubrimiento del Nuevo Mundo en las Ciencias Médicas”. En: El Continente Americano, Vol. III, págs. 5-54. Madrid, Ateneo de Madrid, Sucesores de Rivadeneira, Impresores de la Real Casa, 1894.

 

[51]PASTOR VILLEGAS, José y PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, pág. 18. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[52]BUSTAMANTE, Jesús: “El conocimiento como necesidad de estado: las encuestas oficiales sobre Nueva España durante el reinado de Carlos V”, Revista de Indias, Vol. 60, núm. 218, págs. 33-55. Madrid, 1954.

 

[53]Enciclopedia de Latinoamérica, Vol. 3, págs. 162-63. Madrid, Debate/Círculo, 1987.

 

[54]LÓPEZ PIÑERO, José María, FRESQUET FEBRER, José Luis, LÓPEZ TERRADA, María Luz, PARDO TOMÁS, José: Medicinas, drogas y alimentos del nuevo mundo: textos e imágenes españolas que los introdujeron en Europa, págs. 13-16. Madrid, Ministerio de Sanidad y Consumo, 1992.

 

[55]MURILLO CAMPOS, Francisco., BERMÚDEZ CAMACHO, Diego: “Estudios en el Archivo General de Indias de Sevilla, Prólogo”, Anales de la Real Academia de Farmacia 15, núm. 5, págs. 653-655, 1949.

 

[56]ALVÁREZ PELÁEZ, Raquel: “El Doctor Hernández, un viajero ilustrado del siglo XVI”, Revista de Indias 47, núm. 180, 617- 629, 1987.

 

[57]GUERRA, Francisco: Historia de la Materia Médica Hispano Americana y Filipina en la Época Colonial, pàgs. 63-64. Madrid, Afrodisio Aguado, 1973.

 

[58]PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús Francisco: Páginas extremeñas sobre el caucho, págs. 22-23. Trujillo, Ediciones La Coria. Fundación Xavier de Salas, 2003.

 

[59][GÓMEZ ORTEGA, CASIMIRO]: Noticias del descubrimiento e impresión de los Mss. De Historia Natural de Nueva España del doctor Francisco Hernández. Madrid, Imprenta Real, 1790.

 

[60]LÓPEZ PIÑERO, José María: “Hernández, Francisco”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 443-446. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[61]GUERRA, Francisco: “Hernández, Francisco”. En: Diccionario biográfico español, Vol. 25, págs. 743-746. Madrid, Real Academia de la Historia, 2011.

 

[62]SOMOLINOS D´Ardois, Germán: “Prólogo”. En: Historia natural de Cayo Plinio Segundo, págs. VII-XXX. Madrid, Visor Libros, 1999.

 

[63]TORIBIO MEDINA, José: Biblioteca hispanoamericana (1493-1810), Vol. 2, págs. 265-297. Santiago de Chile, 1959.

 

[64]BARRIENTOS Grandón, Javier: “Ovando, Juan de”. En: Diccionario biográfico español, Vol. 39, págs. 372-378. Madrid, Real Academia de la Historia, 2012.

 

[65]SOMOLINOS D´ARDOIS, Germán: “Vida y obra de Francisco Hernández”, págs. 194-258. En Obras Completas, Vol. 1. México, Universidad Nacional Autónoma, 1960.

 

[66]HERNÁNDEZ DE LEÓN-PORTILLA (ed.): Antigüedades de la Nueva España, págs. 7-48. Madrid,  Historia 16, 1986.

 

[67]MURRAY PRISANT, G.: Medicina y Cultura (Puerto Rico), Vol. 3, núm. 4, 23-27.

 

[68]ELLIOT, J. H.: El Viejo Mundo y el Nuevo (1492-1650), págs. 13-40. Madrid, Alianza, 1970.

 

[69]LEÓN-PORTILLA, Miguel: “Encuentro de dos mundos”, América 92,4, 16-17, Madrid, 1985.

 

[70]PAZ, Octavio: “Hernán Cortés: exorcismo y liberación”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 370-371. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[71]RODRÍGUEZ IBARRA, Juan Carlos: “Discurso de Apertura”. En: Congreso Hernán Cortés y su tiempo: Actas del Congreso V Centenario (1485-1985), págs. 20-21. Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1987.

 

[72]ALMAGRO-GORBEA, Martín y ESTERAS MARTÍN, Cristina: “Hernán Cortés en el siglo XXI”. En: M. Almagro-Gorbea y C. Esteras Martín (editores), Itinerario de Hernán Cortés, págs. 10-13. Madrid, Canal de Isabel II Gestión, 2015.

 

[73]PASTOR VILLEGAS, José: “Exposición Itinerario de Hernán Cortés”, HOY Diario de Extremadura, núm. 26476, 10.05.2015, pág. 34. Badajoz, 2015.

 

 

 

 

[74]ÁLVAREZ, Arturo: “Relaciones entre el Emperador Carlos V y el Real Monasterio de Guadalupe” (ponencia mecanografiada, 5 págs). Archivo Biblioteca del Monasterio de Guadalupe). En: III Congreso de Cooperación Intelectual, octubre de 1958. Madrid, Instituto de Cultura Hispánica.

 

Ago 252015
 

José Pastor Villegas , José David Pastor Valle, Jesús Francisco Pastor Valle.

1. INTRODUCCIÓN

 

Los estudios sobre la Historia de la Ciencia (Experimentales) y la Tecnología de Extremadura son una minoría en el total de publicaciones sobre Extremadura. En particular, se puede comprobar nuestra afirmación revisando los trabajos de los Coloquios Históricos de Extremadura publicados hasta ahora.

En nuestra opinión, el pasado de la fosforita de Logrosán, que tiene relación con Trujillo, es conocido insuficientemente en el presente. Tal pasado es el antecedente inmediato de la fosforita que se descubrió en El Calerizo de Cáceres hace aproximadamente 150 años.

Mirando al pasado, el fósforo es un elemento químico descubierto por el químico alemán Henning Brand (Hamburgo, 1625 – Hamburgo, 1692); aisló de la orina una sustancia de color blanco que daba luz en la oscuridad, a la que denominó fósforo, es decir, portador de luz. Su descubrimiento lo comunicó, pero no lo publicó, estimándose que fue en 1669 o 1677[1]. El elemento químico se aisló pronto de otras materias, en particular de los huesos. Entre los compuestos químicos de fósforo están los fosfatos, que componen las fosforitas.

La fosforita es una roca formada por minerales fosfatados del grupo del apatito y otros minerales; tiene aspectos diferentes y el fosfato de calcio (Ca3(PO4)2) es el compuesto químico principal. Su fórmula general es 3Ca3(PO4)2·CaX2…Ca10X2(PO4)6, en donde X = F, Cl, OH, 1/2O2-, 1/2CO32-, es decir, tres moles de fosfato de calcio por uno de isosal acompañante; el calcio puede estar reemplazado parcialmente a veces por hierro, magnesio o calcio. La calidad de la fosforita se evalúa en el mercado en porcentaje de pentóxido de difósforo (P2O5); la roca comercial contiene 25-35% de este óxido (equivalente a 50-73% de fosfato de calcio) y proporciones variables de otros compuestos químicos: carbonatos de calcio y de magnesio (CaCO3 y MgCO3) se tolera hasta un 12% expresado como óxidos de calcio y de magnesio (CaO y MgO), no más de un 12% de dióxido de silicio (SiO2) y no más de un 2% de suma de óxidos de aluminio e hierro (Al2O3 y Fe2O3)[2].

En el siglo XIX, la influencia de los abonos naturales era conocida desde hacía mucho tiempo, si bien los conocimientos eran en gran parte empíricos. Menos aún, eran conocidos los abonos minerales fabricados a partir de fosforita.

Tras los descubrimientos de los yacimientos de la fosforita en Logrosán y Cáceres, tuvo gran interés internacional; los yacimientos fueron muy estudiados y se explotaron en el siglo XIX y en el siguiente para la fabricación de fertilizantes fosfatados. Se exportó a diferentes países porque el uso de los abonos minerales era mucho mayor que en España. En otras palabras, Logrosán y Cáceres fueron conocidas mundialmente y sus yacimientos de fosforita tuvieron interés científico y tecnológico internacional en el ámbito de la industria química de la Segunda Revolución Industrial, que se inició en la segunda mitad del siglo XIX y continuó en el siglo XX.

De los descubrimientos y estudios decimonónicos que se realizaron sobre la fosforita hasta 1876, así como de las páginas que los investigadores escribieron al pasar por Trujillo en sus viajes a Logrosán, tratamos en este trabajo. Aquí, tratamos también del importante problema del transporte de la roca a los diferentes países europeos para fabricar fertilizantes.

 

 

  1. DESCUBRIMIENTO Y ESTUDIOS DECIMONÓNICOS DE LA FOSFORITA DE LOGROSÁN

 

Antes de ser conocida la composición química de la fosforita, se sabía que había piedras en Logrosán de aspecto diferente a las rocas de esta villa que tenían la propiedad de fosforescencia. La luminosidad era bien observable cuando los fragmentos de tales piedras se calentaban en la oscuridad al ser esparcidos sobre brasas.

Las primeras noticias escritas de la fosforita de Logrosán son de la Ilustración Española: reinados de Carlos III (1759 – 1788) y Carlos IV (1788-1808).

El científico irlandés William Bowles (Cork, Irlanda, ca. 1720 – Madrid, 1780)[3] es autor de Introducción a la Historia Natural y á la Geografía Física de España, publicada en 1775 y reeditada varias veces. Su curiosidad científica le llevó a escribir sobre la fosforita tras viajar a Logrosán, localidad perteneciente entonces a la jurisdicción de Trujillo. Después de esta publicación, el interés por la fosforita de Logrosán aumentó considerablemente.

El químico francés Louis Joseph Proust (Angers, Francia – Angers, Francia)[4] republicó en 1791[5] y 1799[6] un artículo que había publicado en la revista Journal of Physique en abril de 1788. En ellos, repite el párrafo que escribió mencionado irlandés:

 

“Camino de Logrosán, Lugar que está situado al pie de una cordillera que corre de Levante a Poniente, y se llama la Montaña de Guadalupe, al salir de dicho lugar se encuentra una vena de piedra fosfórica, que atraviesa el camino real oblicuamente de Norte a Sur. Esta piedra es de un color pálido, no tiene sabor, y esparcida sobre las ascuas, hecha polvo, se levanta una llama azul que no despide olor alguno”.

 

Seguidamente, afirma que la fosforescencia tan notable de la piedra de Logrosán es lo que la había hecho objeto de curiosidad; observó que no decrepitaba cuando la echaba sobre las ascuas y que daba llama de color verde hermoso tras tiempo suficiente para admirar su brillantez, sospechando que el fosfato de calcio forme parte de ella como en los huesos. Refiere los experimentos hechos con dificultad por no tener instalado totalmente su laboratorio, afirmando haber obtenido fósforo a partir de las muestras recibidas. No duda que la piedra, mejor estudiada en el futuro, pueda ser de utilidad. Y sobre el problema de su formación, afirma que las aberturas de pozos, excavaciones y cortaduras manifestarán algún día a quienes las reconozcan con inteligencia la información necesaria.

Asimismo, manifiesta su deseo de viajar a la localidad y se equivoca al comunicar al editor de tal revista sobre su gran abundancia:

 

“Esta piedra se encuentra, no por venas, sino por collados enteros, a las inmediaciones de Logrosán, Aldea de la jurisdicción de Truxillo en la Provincia de Extremadura. Las casas, y paredes de sus cercados están construidas con ella. El haber visto la situación de estos cerros, su elevación y figura, su base y proporción con las demás que las circundan, hubiera sido más del caso que no formar conjeturas. Pero no previendo cuando tendré ocasión ni tiempo de recorrerlas, considero que no podré tan presto darle a usted noticias de más extensión”.

 

Finalizando el artículo, añade que las primeras noticias de la piedra fosfórica de Extremadura y muestras de ella para los análisis se las había dado el boticario Pedro Gutiérrez Bueno, ejerciente en Madrid, y que figuran colocadas en el Real Gabinete de Madrid entre las piedras fosfóricas. Añadimos que Pedro Gutiérrez [Jiménez] nació en Cáceres (Cáceres, 1743 – Madrid, 1828)[7] y fue el primer catedrático que enseñó públicamente Química en Madrid.

En la mencionada revista Journal of Physique, se publicó en septiembre de 1791 el primer análisis de la composición química de la fosforita realizado por los franceses Pelletier y Donadei, republicándose un extracto del mismo inmediatamente en Anales del Real Laboratorio de Química de Segovia[8] y años más tarde en Anales de Historia Natural[9]. Los autores de los análisis determinaron: aire fijo (1.5%), hierro (1%), tierra silícea (2%), tierra calcárea o cal (59%), ácido fosfórico (34%) y ácido fluórico (2.50%). Este análisis recalculado es: Fe2O3 (1%), CaO (60.2%), P2O5 (34.7%), CO2 (1.5) y F (2.5%)[10].

Tras la publicación del Real Decreto de 4 de julio de 1825[11], considerado como la primera ley de minas del siglo XIX[12], extranjeros expertos viajaron a Logrosán comisionados por las administraciones de sus países para verificar la exactitud de las informaciones sobre la fosforita y ocuparse de otros asuntos mineros. Entre ellos, el francés Pierre Guillaume Frédéric Le Play viajó meses antes de morir el rey Fernado VII, y los ingleses Charles Daubeny y Samuel Edward Cook viajaron en el reinado de Isabel II (1833 – 1868); los tres pasaron por Trujillo.

El francés Pierre Guillame Frédéric Le Play (1806-1882) fue un brillante ingeniero de minas y sociólogo, editor de Annales des Mines y la Statistique de l´Industrie mineral; fue comisionado para evaluar la potencialidad minera del sur de España. Su expedición geológica a España, entre el 12 de abril y el 15 de julio de 1833, tuvo como primer objetivo la fosforita de Logrosán, pudiendo observar pequeños filones de cuarzo y fosforita. Un año después de la realización de la expedición, publicó en Annales des Minnes dos artículos: Itinéraire d´un voyage en Espagne, précédé d´un aperrçu sur l´etat actuel et sur l´avenir de l´industre minérale dans ce pays y Observations sur l´Estramadure et le nord d´Andalousie, et essai d´une carte géologique de cette contrée. En el segundo de ellos, figura un mapa geológico de Extremadura y norte de Andalucía a escala 1:1 000 000, a todo color, con escala gráfica doble en leguas castellanas y unidades del Sistema Métrico Decimal, mucho antes de ser introducido este sistema en España; el yacimiento de fosforita de Logrosán está indicado en la dirección errónea NNW-SSE[13].

El inglés Samuel Edward Cook, quien prefirió llamarse Samuel Edward Widdrington, capitán de navío, acompañó al Dr. Charles Daubeny, profesor en la Universidad de Oxford, en un viaje científico a Logrosán realizado en la primavera de 1843 con el fin de examinar la fosforita e informar a la Royal Agricultural Society of England sobre la posibilidad de importarla para la fabricación de fertilizantes en sustitución de los huesos animales importados desde lejos y que disminuían cada año. Este capitán, viajero en la década anterior en España, es autor del libro Spain and the Spaniards in 1843[14], en el que relata el viaje desde Madrid a Logrosán, primero en diligencia hasta Trujillo y después en mula hasta Logrosán; trata de la villa trujillana en un capítulo, escribiendo en los párrafos primero y último[15]:

 

“Trujillo ocupa una majestuosa y elevada posición en un extenso promontorio formado por un montículo de granito como si hubiese sobresalido de las pizarras que forman la base de la región. Cuenta con una fértil llanura y está rodeada por cadenas y altos picos de colinas y montañas en todas direcciones. La ciudad moderna ocupa la ladera este del montículo; el oeste y el norte son zonas escarpadas y de fácil defensa.”

 

“Llevamos cartas para algunas personas del lugar y recibimos de ellos toda clase de atenciones que pudieron dispensarnos. Una, que se ofreció voluntariamente para servirnos de guía, persistió hasta el final pero me di cuenta de que hizo falta toda la fuerza de la cortesía española para inducirle a quedarse mientras yo paseaba por la Villa, y no podía comprender la causa de mi atracción por un lugar que ningún trujillano pisaría si no fuese estrictamente necesario. El señor Luján [Francisco Luján y Miguel Romero], al contrario de la costumbre tan frecuente en las capitales entre los hombres tan ocupados con asuntos oficiales, se había excedido más que quedarse corto en sus promesas y nos encontramos con que todo el mundo en la región estaba enterado de nuestro viaje y del objeto del mismo. Tuvimos numerosos visitantes y recibimos a varios personajes del lugar. Sugerí que viésemos al alcalde pero estaba enfermo y no pudo ver a nadie durante nuestra estancia allí. Me quedé sorprendido al saber que la población de esta ciudad se reducía, en la actualidad, a 4 000 habitantes cuando debería ser una capital con al menos diez veces este número. En mi trabajo con ellos los encontré serios y refinados en sus costumbres y su dialecto extremadamente puro.”

 

Sigue el viaje desde Trujillo a Logrosán; refiere que entraron en la villa por el oeste y que fueron muy bien recibidos y atendidos durante su estancia. En Logrosán, observaron que la fosforita era bastante independiente del granito y que formaba parte de la pizarra, extrayéndola para ser analizada en el futuro por Daubeny. Ambos y un criado partieron de Logrosán a Guadalupe en tres mulas y un guía a pie.

Los mencionados Daubeny y Wriddintong son autores de un artículo publicado en 1845[16]; ilustraron el relieve desde Trujillo a Logrosán, señalando granito y pizarra alternativamente, y escribieron que en las inmediaciones de Logrosán la superficie de la pizarra es ondulada, estando encajada la fosforita en la pizarra. Como media de los análisis de dos muestras de fosforita dieron: sílice (1.70%), óxido de hierro (3.15%), fluoruro de calcio (14.00%) y fosfato de calcio (81.15%), llamando la atención de que los elementos químicos flúor y fósforo componen la fosforita.

Joaquín Ezquerra del Bayo (Ferrol, La Coruña, 1793 – Tudela, Navarra, 1857)[17], ingeniero profesor de la Escuela de Minas de Madrid e inspector general del cuerpo de ingenieros de minas, a partir de 1825 atendió encargos diversos de la Dirección General de Minas. En Trujillo, el 26 de junio de 1845, escribió[18]:

 

“Salí de paseo hasta la ermita situada unas 300 varas [aproximadamente 252 m] al S. de la población para ver una cantera empezada a abrir en el granito que, hace poco se ha observado ser fosforescente. Efectivamente lo es, y, a mi parecer esto proviene de su descomposición, o por mejor decir de la descomposición del feldespato que deja libre la fosforita. El cómo se verifique esta descomposición es lo que yo no sabré explicar, pero lo cierto es que aquel granito no contiene otra cosa que mica, cuarzo y fosforita, notándose muy bien en algunas partes la cristalización pseudomórfica del feldespato. Es de notar que el sitio donde se encuentra el granito fosforescente se halla atravesado por una masa o especie de filón de granito de grano fino aporfidado, dirección N.S. de la brújula, y que allí inmediato hay un manantial de agua constante que surte de granito de grano grueso, cuyo fenómeno no podría verificarse si no estuviera descompuesto.

Probablemente el fenómeno de la fosforita de Logrosán tendrá el mismo origen, es decir, que serán filones o bancos de feldespato metamorfizados en fosforita, que en otras partes lo es caolín […].

Es notable la abundancia de aguas con que está surtida la población de Trujillo, a pesar de hallarse edificada, como ya hemos dicho, cuasi en el punto culminante de la línea divisoria ente Tajo y Guadiana, y ser el terreno exclusivamente de granito de grano grueso y de grano fino. Cuasi en la parte más alta y dentro del recinto de la antigua fortaleza, hay una gran alberca natural de 30-40 varas [aproximadamente 25,2-33,6 m] de diámetro, donde nunca falta el agua por calurosa y seca la estación […]”.

 

A mediados del siglo XIX, Felipe Naranjo y Garza[19], ingeniero de minas por Madrid, reconoció la cuenca del Guadiana por encargo de la Dirección General de Minas, dedicando un párrafo a la fosforita de Logrosán[20]:

 

“La fosforita de Logrosán, que en el cerro de San Cristóbal está en contacto del granito con la pizarra arcillosa, es un criadero notable por su corpulencia y extensión. Está situado al Sud-Este, y a mil pies [aproximadamente 305 m] de distancia del pueblo, en el cerro de la Costanaza, sobre el camino de Guadalupe a Cañamero. Su longitud, hasta ahora reconocida no baja de media legua [aproximadamente 2,786 km] desde el arroyo Nava-Zarza hasta la falda meridional del cerro en que se encuentra el santuario de la Virgen del Consuelo. Este mineral, influido grandemente por la enunciada roca plutónica, parece ser mucho más antiguo en su formación de lo que hasta ahora se ha creído. Aparece en capas verticales intercaladas con las del esquisto, con vetas de cuarzo grosero y en dirección de Norte a Sur con un espesor de doce a veinte pies [aproximadamente 3,66 a 6,10 m]. En la actualidad no se explota pertenencia alguna de las que con tanto afán se denunciaron en estos últimos años y créese que esto consiste en que los grandes bancos de cropolites descubiertos recientemente en Inglaterra han reemplazado al fosfato de cal español, para el abono de los terrenos del extranjero”.

 

Nuevas aportaciones científicas sobre la fosforita de Logrosán fueron realizadas por extranjeros y españoles en la segunda mitad del siglo XIX. Entre ellos, es de destacar al científico español Ramón Torres Muñoz de Luna (Madrid, 1822 – Málaga, 1890)[21], vinculado con Extremadura, ya remarcó la importancia del viaje científico del mencionado Dauveny a Logrosán y recogió en una publicación de 1856[22] los hechos químicos referentes a la industria agraria, en la que resumió el interés práctico procedente de aportaciones científicas de numerosos investigadores, siendo uno de ellos el gran químico alemán Justus von Liebig (Darmstadt, 1803 – Munich, 1873)[23], su maestro, quien fue el primero en realizar experimentos sobre la fertilidad de un suelo con abonos químicos.

En primer lugar, el mencionado Naranjo y Garza y el también ingeniero de minas Lino Peñuelas y Fornesa (Madrid, 1830 – Madrid, 1878)[24] trataron sobre la fosforita de Logrosán detalladamente en una publicación escrita por orden del Gobierno en 1858[25]. En ella, adjuntaron un plano topográfico y geológico que comprueba en su mayor parte las observaciones del primero de los autores diez años antes, indicaron consideraciones sobre la exploración, dieron la composición química de la fosforita (87% fosfato básico de cal), mencionaron sus usos, hicieron consideraciones sobre las vías de comunicación y sobre la explotación del yacimiento que consideraron el más importante de los conocidos entonces.

En una publicación sobre la Exposición Universal de Londres de 1862[26], Torres Muñoz de Luna, comisionado por España, informó que se expuso fósforo y otros productos obtenidos a partir de la fosforita de Logrosán por Ramón Manjarré y Bofarrull, profesor de Química industrial de Sevilla; señaló también que ya es urgente que en España se emprenda un estudio experimental completo sobre las diferentes clases de abonos:

 

“Ya es urgente que en España se emprenda un estudio experimental, detenido, y con arreglo a los adelantos de la ciencia agrícola en Europa de la acción que las diferentes clases de abonos conocidos ejercen sobre los diversos terrenos de nuestra Península, teniendo en cuenta la clase de producción, el clima y sobre todo la cuestión económica del agente fertilizador que debe emplearse.”

 

En el mismo año de 1862, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales convocó un concurso público abierto sobre la “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales de la Península”, siendo premiadas cuatro memorias[27] [28] [29] [30]. Tal concurso indica el interés científico-utilitario de los fosfatos térreos como abonos en España, asunto no fácil de Química aplicada. En las cuatro memorias se trata con mayor o menor extensión de la fosforita de Logrosán.

En la década siguiente, es decir, durante el Sexenio democrático o revolucionario (1868 – 1874) y el reinado de Alfonso XII (1874 – 1885), se redactó y publicó la Memoria geológico-minera de la provincia de Cáceres, cuyos autores eran ingenieros de mina que formaban parte del Personal de la Comisión Ejecutiva del Mapa Geológico de España[31]. En el prólogo de la misma, se aclara que por Real orden de 10 de junio de 1872 se nombró al profesor de Geología de la Escuela especial de minas Justo Egozcue y Cía, jefe de una comisión para el estudio de los fosfatos calizo de Extremadura, y en 13 de julio del mismo año, la Dirección general de Agricultura, Industria y Comercio destinó para complementarla a Lucas Mallada y Pueyo. En la publicación figura información de los yacimientos de fosforita conocidos hasta entonces, clasificados en criaderos que arman en granito, criaderos que cortan las pizarras cambrianas y criaderos intercalados en las calizas. Se da también información de la fosforita en cada uno, las labores efectuadas, el origen probable de la fosforita, análisis efectuados en la Escuela de Minas de Madrid y consideraciones industriales.

Asimismo, afirman que de los tres tipos de yacimientos, los menos importantes son los que arman en granito. En lo referente a los yacimientos de Logrosán, el filón Costanaza, a tan solo 450 m al este de la villa, es el más importante de los que arman en pizarra, siendo también el más importante de la provincia; los otros yacimientos que arman en pizarra son: Mingote, Navacerrada, Canchas, Jinjal, Cañuelo, Casillón, Zorreras, Terrenos Colorados y Cumbre Bajera.

La mayor parte de la fosforita del filón Costanaza, así como de otros filones de la provincia de Cáceres, corresponde a la variedad palmeada porque las fibras se reúnen formando haces entrecruzados en abanico; hay manchas amarilla irregulares alternantes con otras rojizas y parduzcas sobre un fondo blanquecino. El análisis de una muestra de dicho filón dio: fosfato de calcio (87,320%), fluoruro de calcio (6,158%), sulfato de calcio (indicios), óxido de hierro (III) (1,800%), peróxido de manganeso (0,356%), alúmina (indicios), sílice (1,800%), agua higroscópica (2,300%) y pérdidas (0,266%). Los autores estimaron una existencia de 596 944 000 kg de fosforita.

Los autores mencionados consideraron que las fosforitas tienen un origen geiseriano, es decir, hidrotermal, existiendo relación entre las masas graníticas y los depósitos de fosfato. La influencia del granito entre las pizarras no necesita explicación diferente, pues el yacimiento principal de Logrosán toca al extremo oriental del afloramiento granítico del cerro de San Cristóbal.

Dicho con otras palabras[32], los magmas que originaron el batolito de Logrosán causaron grandes fracturas al ascender lentamente entre las rocas preexistentes (pizarras y grauvacas) del Neoproterozoico (hace más de 600 millones de años) dentro del anticlinal de Logrosán hoy desaparecido por la erosión. Los fluidos (gases y líquidos) de los magmas se inyectaron en tales fracturas y al solidificar resultaron los filones de fosforita, los cuales presentan una longitud aproximada de 5 km y una potencia variable (entre 0,10 y 8 m); alternan las mineralizaciones de apatito con las de cuarzo, y en ocasiones también carbonatos (calcita, siderita y ankerita).

En la Figura 1, como complemento a todo lo expresado anteriormente, se puede observar la fosforita de Logrosán en una galería de la mina la Costanaza, mina recuperada en los últimos años; es el geositio tercero de los cuarenta y cuatro descritos en la Guía de geositios del Geoparque Villuercas Ibores Jara, antes referenciada.

Figura 1 XLIIICHE (1)

 Figura 1. Galería de la mina de fosforita la Costanaza de Logrosán (Cáceres). Fotografía: José Pastor Villegas, 9.12.2012.

 3. DESCUBRIMIENTO Y ESTUDIOS DECIMINÓNICOS DE LA FOSFORITA DE EL CALERIZO DE CÁCERES

 

El Calerizo de Cáceres es uno de los calerizos de Extremadura, es decir, terrenos formados principalmente por roca caliza. Las calizas son rocas sedimentarias carbonatadas formadas por depósitos de los productos de alteración física y química de rocas preexistentes; el carbonato de calcio (CaCO3) es el componente mayoritario de las calizas, principalmente en forma de calcita. En la Figura 2, se puede observar la roca caliza en la entrada a la Cueva de Maltravieso en la actualidad, sita en el calerizo cacereño.

Según los autores de la Memoria geológico-minera de la provincia de Cáceres, El Calerizo, al sur de la villa de Cáceres, consta de dos partes principales, situada una a la derecha y la otra a la izquierda de la carretera de Mérida y unidas por una estrecha lengüeta que, partiendo de la fuente de El Marco, llega al horno del Sapillo, junto al camino de Montánchez. La parte oriental, de menor extensión, se apoya en la falda de Sierra de Fuentes. La parte occidental es la de mayor extensión y la de mayor interés; el límite norte es el Cerro de Cabeza Rubias, el límite sur remata de manera bastante regular y poco sinuosa, siguiendo una línea paralela al barranco de Valdacoz; el límite este está en las pizarras y el límite oeste pasa por la dehesa Corchuela hasta mencionado cerro.

Años después, el Prof. Dr. Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan (Madrid, 1872 – Alcuéscar, Cáceres, 1965)[33], insigne geólogo que ejerció en el Instituto de Enseñanza de Cáceres y que después fue catedrático de la Universidad de Madrid[34], escribió sobre El Calerizo de Cáceres en varias ocasiones. En 1902, viene a decir que la porción oriental, que es muy estrecha, se apoya contra las estribaciones meridionales de la serreta silúrica de la Montaña y la occidental, de mayor extensión, está limitada al Norte por la manchita silúrica cacereña, al sur por la misma formación del Cerro de los Romanos, al oeste por el granito que en su contacto ha metamorfoseado la caliza, impregnándola de cuarzo y resquebrajándola en todos los sentidos, y por el este está limitado por las pizarras. Y que tal calerizo está constituido por calizas dolomíticas, cavernosas y corroídas superficialmente por las aguas pluviales, con sus huecos rellenos por tierras arcillosas; con las calizas alternan pizarras calizas y arcillosas[35].

En nuestra opinión, se puede definir El Calerizo de Cáceres, química y geológicamente como un sistema material complejo en el sinclinal de Cáceres, al sur de la ciudad actual, de vital importancia en la historia de Cáceres; es un sistema abierto, pues intercambia materia y energía con el exterior, teniendo una superficie exterior de aproximadamente de 14 km2 y una profundidad variable (puede llegar a cientos de metros), cuyas rocas calizas se formaron hace millones de años (era paleozoica, sistema carbonífero, entre 360 y 325 millones de años[36]). En tales rocas el proceso de carstificación durante milenios ha formado cavidades complejas con gran capacidad de almacenamiento de agua (estimada en aproximadamente 3 hm3).

La fosforita de El Calerizo de Cáceres está encajada en la caliza; predomina la fosforita palmeada, dominando las de colores claro y brillo anacarado o sedoso de alguna intensidad. Una muestra de fosforita de Cáceres, expuesta en el Museo del Instituto Geológico y Minero de España (I. G. M. E.), se puede observar en la Figura 3.

Antes de 1864, el calerizo cacereño tenía gran importancia, porque de él se extraía la roca caliza para fabricar artesanalmente cal viva (óxido de calcio, CaO) por los caleros de la villa de Cáceres en los numerosos hornos cercanos a las canteras. Tal vez, algunos vieron la fosforescencia producida por alguna piedra caliza calentada en los hornos de cal.

En ese año, se considera que se descubrió la fosforita y que sus descubridores fueron Francisco Lorenzo Acuña y Diego Viviano González, vecinos de Cáceres, quienes contaron con la colaboración del también vecino Florencio Martín y Castro[37].

En relación con tal descubrimiento, precisamos que Francisco Lorenzo de Acuña había sido fraile y que era abacero, que Diego Viviano González, o con más precisión Diego Viviano González Martín era Subdirector de la Sociedad de Seguros La Nacional, y que Florencio Martín y Castro es en realidad Florencio Martín Herrero, doctor en Farmacia y farmacéutico de Cáceres, quien determinó un contenido de fosfato de calcio del 62% en piedras arrancadas del sitio de Cabeza Rubia que aquellos le presentaron, sitio donde al poco tiempo comenzó la actividad minera de la mina Abundancia. Los tres fueron después accionistas de sociedades mineras.

Además, precisamos que el ya mencionado Torres Muñoz de Luna da noticia del descubrimiento de la fosforita en Cáceres en su publicación premiada por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1863. Por consiguiente, el descubrimiento debió ser anterior a 1864. De ello trataremos en otro trabajo próximo con mayor extensión.

Los dos primeros registros de pertinencias mineras (una pertenencia son 10 000 m2 de extensión superficial) de fosforita en el término de la capital de Cáceres fueron solicitados por dos vecinos en el Gobierno de la Provincia de Cáceres en marzo de 1864[38]. Con el nombre de Blanca Fosforita fueron solicitadas dos pertenencias en la dehesa de los Arenales por el ya mencionado Francisco Lorenzo de Acuña el día 21 de marzo de 1864. Y con el nombre de Abundancia fueron solicitadas dos pertenencias en la dehesa de Corchuela por Antonio María Concha y Cano, el día 30 de marzo de 1864.

Ocho años después, se relacionan 34 minas en el Calerizo de Cáceres en una publicación. Su autor[39] señaló que las minas podían proporcionar materia prima industrial con una riqueza media en fosfato de calcio de 65 a 66%, y que la explotación debería ser no solo una cosa local sino nacional. En particular, describe la mina Abundancia, situada sobre la pendiente oeste de la colina Cabeza Rubia, extendida aproximadamente de este al oeste 800 m de longitud y de norte al sur 200 m de latitud, y unida a la carretera de Mérida por un camino de aproximadamente 1 500 m; el filón desciende en forma de cuña, desde el noreste (45º) hacia el suroeste (65º), y que debe pasar por la cantera calcárea que le encajona al sur.

En la posterior publicación de Egozcue y Mallada, mencionada en el apartado anterior, se expresa que los filones de fosforita en roca encajante caliza son más importantes que los de roca encajante pizarra o granito, y que las minas de fosforita se hallan dispuestas siguiendo la línea de separación de las calizas y las pizarras por el sur, suroeste y oeste de El Calerizo, entre Cabeza Rubia y el cerro del Viso, por Corchuela y Valdealcoz, a lo largo de aquella en una longitud de 6 200 m y anchura variable de 100 a 200 m, componiendo una superficie de 165 ha. Y añaden que fuera de esta zona, la caliza no tiene al exterior ni indicios de fosforita rellenando las numerosas fisuras y gritas de aquella. Las minas reseñadas son: Labradora, Casualidad, Agricultora, Abundancia, San Eugenio, San Salvador, La Esmeralda, María Estuardo, Estrella, Eloísa, Carvajala y Flor de Extremadura. En todas ellas, la abundancia de agua dificulta el laboreo. En todo El Calerizo, estimaron al menos existentes 1,3 billones de kg de fosforita, con composiciones químicas diferentes.

En particular, los dos autores antes mencionados proporcionaron datos interesantes de la Abundancia. Se profundizó hasta 27 m en una zanja irregular, donde después se instaló el pozo número 1. En este pozo se alcanzó una profundidad de 63 m, que fue la mayor profundidad de laboreo alcanzada en las minas de El Calerizo entonces; el primer nivel empezó a los 20 m con una galería de 5 m dirigida al norte, otra de 11 m al oeste y otra de 4 m al sur, y a los 35,60 m se estableció una galería a poniente. Se describen tres pozos más y se dan otros datos de interés sobre desagüe, trabajadores y producción; el desagüe se realizaba con dos máquinas de vapor; el número de trabajadores empleados al día en 1871 y 1872 fue variable (máximo de 160 obreros entre enero y mayo de 1871, y mínimo de 80 obreros entre noviembre a fin de marzo de 1872), y que a principio de 1876 se ocuparon 40 trabajadores en la instalación de un malacate y labores de exploración, y posteriormente en la colocación de una máquina de vapor portátil y en preparar el arranque que obreros entre mayo y octubre; la riqueza de la fosforita de varias clases (en general, térreo-palmeada, compacta y terrosa, más o menos cuarcíferas, bastante ricas) no debe estimarse en más del 65% y que la producción alcanzada fue de aproximadamente 20 millones de kilogramos. Asimismo, proporcionan información de la demasía de la Abundancia, al sudoeste de la mina Abundancia.

Años después, Hernández-Pacheco apuntó en su publicación de 1902 que la fosforita de El Calerizo se encuentra en los contactos de la caliza con las pizarras de formaciones más antiguas, rellenando grietas y constituyendo grandes bolsadas, en su mayoría de la variedad terro-palmeada, teniendo con ganga de cuarzo una riqueza en fosfato de calcio superior al 60%; apuntó también que la fosforita debe de tener su origen en aguas geiserianas que corroyeron los bancos calizos y rellenaron de fosfatos los huecos fraguados. Dice también que las minas más ricas eran Esmeralda, San Salvador, San Eugenio y Abundancia.

Según el I. G. M. E.[40], al sur de Cáceres están los yacimientos decimonónicos de fosforita explotados hasta mediados del siglo XX; la caliza carbonífera es la roca encajante, siendo el origen hidrotermal la hipótesis más considerada, es decir, venidas hidrotermales de flúor y apatito ascendieron a altas temperaturas a través de fracturas preestablecidas.

Figura 2 XLIIICHE

Figura 2. Caliza observable en el exterior de la Cueva de Maltravieso en la actualidad. Fotografía: José Pastor Villegas, 6.07.2014.

Figura 3 XLIIICHE

Figura 3. Muestra de fosforita de Cáceres expuesta en el Museo del I. G. M. E. Fotografía: José Pastor Villegas, 13.02.2012.

 

  1. COMIENZO DE LA EXPLOTACIÓN Y DEL TRANSPORTE DE LA FOSFORITA DE LOGROSÁN Y CÁCERES A LISBOA

 

Nuestras investigaciones en el Archivo Histórico Provincial (AHP) de Cáceres y en el Archivo Histórico de Protocolos (AHP) de Madrid nos han permitido conocer a los primeros propietarios de minas de fosforita de Logrosán. Entre ellos, Julián de Luna y de la Peña, Antonio Pérez Aloe, José Rodríguez Tocha y Pedro de Echevarría.

Julián de Luna y de la Peña (Zarza Capilla, Badajoz, 1789 – Cabeza del Buey, Badajoz, 1848) fue un ilustre liberal sobre el que escribió su nieto Mario Roso de Luna[41]. Añadimos que Luna y de la Peña, siendo vecino de Cáceres, fue propietario de canteras de fosfato de calizo en Logrosán en 28 de febrero de 1840[42], quien se asoció el 10 de agosto de 1845 con Antonio Pérez Aloe, vecino de Trujillo, propietario de una cantera de granito fosfórico llamada Santa Ana en las inmediaciones de Trujillo[43], yacimiento que suponemos cercano a la ermita Santa Ana. Ambos se asociaron con José Rodríguez Tocha, vecino de Estremoz (Portugal), el 8 de diciembre de 1845[44].

El mencionado Pérez Aloe nació en Cervera de Pisuerga (Palencia) al finalizar el siglo XVIII y se estableció muy joven en Trujillo debido a la trashumancia. A partir de 1837, comenzó su vida parlamentaria, representando primero a la provincia de Cáceres y desde 1846 hasta su muerte al distrito de Trujillo. Su hija mayor, María Asunción Pérez Aloe Elías casó con Jacinto Orellana Pizarro Díaz, X Marqués de la Conquista, X Marqués de Albayda y VII Vizconde de Amaya, viudo de su primera esposa, riquísimo terrateniente; fue diputado a Cortes por Trujillo en 1857, 1859 y senador vitalicio desde 1862, así como senador por Cáceres en 1876, 1877 y 1879 por derecho propio desde 1887. Ambos, personajes significativos en la estructura político-institucional de Extremadura (1808-1874)[45], tuvieron también negocios conexos con la fosforita de Logrosán durante su vida.

Otro de los primeros propietarios de minas de fosforita de Logrosán fue el mencionado Echevarría, vecino de Madrid, quien formó una sociedad minera en Madrid el 27 de julio de 1856 para la explotación de seis minas: La Cacereña, La Riojana, Vascongada, Francesa, Madrileña y Castellana[46]. Entre sus consocios figuraba el ingeniero de minas de nacionalidad francesa Clemente Roswag.

La importancia de la fosforita fue asunto de Estado en el reinado de Isabel II. Torres Muñoz de Luna viajó a Logrosán comisionado por el Gobierno y el jurista Claudio Antonio Moyano y Samaniego (La Bóveda de Toro, Zamora, 1809 – Madrid, 1890)[47], siendo ministro de Fomento, el día 12 de junio leyó en las Cortes para su aprobación el Proyecto de ley para que se reserven al Estado las minas de fosforita de Logrosán, y cualesquiera otras del mismo mineral que existan en todo el reino [48], fechado el día anterior, que finaliza con los dos artículos:

 

“Artículo 1º. Se reservan al Estado las minas de fosforita del partido judicial de Logrosán, y cualesquiera otras que existan del mismo mineral en todo el reino para que pueda explotarlas bajo la dependencia del Ministerio de Fomento.

Artículo 2º. El Gobierno se atendrá en todo a las disposiciones de la ley, beneficio y aprovechamiento de las mismas minas de fosforita, comprendidas en terrenos particulares.”

 

Este proyecto de ley, que fue retirado, dio origen a la oposición de Julián de Luna y Arribas, hijo de Julián de Luna y de la Peña, y otros de los primeros propietarios de yacimientos de fosforita de Logrosán. Asimismo, originó una polémica científico-tecnológica desde el día de su presentación. De ello trataremos en el XV Congreso Internacional sobre Patrimonio Geológico y Minero, que se celebrará en el mes en curso en Logrosán.

Problema no menor para el comienzo de la explotación de tales yacimientos fueron los litigios mantenidos durante muchos años entre los descendientes de los propietarios de Luna y de la Peña y de Pérez Aloe con el propietario Rodríguez Tocha, así como otros litigios. De ello trataremos detalladamente en un trabajo próximo.

No obstante, el problema más importante para comenzar la explotación de los yacimientos de fosforita de Logrosán y Cáceres fue el estado de las vías de comunicación en España en general y en particular en Extremadura. Entonces, eran pocas y dejaban mucho que desear; perjudicaron el desarrollo minero-industrial en ambas villas.

Como es sabido, el ferrocarril es un medio de transporte que surgió en el siglo XIX; el primer ferrocarril comunicó Stockton (localidad con minas de carbón) con Darlington (localidad portuaria de embarque) en Inglaterra, inaugurado el 27 de septiembre de 1825. En la Tabla 1, están resumidos los proyectos decimonónicos para comunicar Madrid con Portugal, vía Extremadura; hubo ferrocarril por el valle del Guadiana debido a la necesidad de unir Madrid con las fronteras y puertos marítimos, siendo inaugurado oficialmente en diciembre de 1867. No fue realidad la comunicación de Logrosán y Trujillo con la red ferroviaria que entonces se proyectaba y construía, perjudicando el desarrollo minero-industrial de los yacimientos de fosforita de Logrosán, e indirectamente a Trujillo.

A pesar de que el descubrimiento de la fosforita fue anterior en Logrosán que en la capital de Cáceres, es un hecho a señalar que el comienzo de la explotación fue casi al mismo tiempo en ambas villas en la década de 1860, transportándose desde las minas mediante carros hasta la estación de ferrocarril de Mérida, continuando en ferrocarril hasta Lisboa. Consecuentemente, no se pudo intensificar la explotación hasta no haber enlace ferroviario con Portugal por Mérida.

Tabla 1

La publicación Estadística Minera informó sobre la explotación y transporte de la fosforita desde Logrosán y Cáceres a partir de 1863[49]. En ese año, solo se recoge que las explotaciones de Logrosán pueden desarrollarse en los próximos años. En el año 1864, se practicaba el arranque en las concesiones mineras de Logrosán en lo general a cielo abierto y sin ningún género de precauciones, y se informa del descubrimiento en las inmediaciones de Cáceres, estando los yacimientos no tan caracterizados como en Logrosán. En 1865, se señaló que continuaba con alguna actividad el arranque de la fosforita en los yacimientos cercanos a ambas villas, siendo un obstáculo para la explotación asuntos de propiedad de las concesiones mineras en Logrosán. Referente al año 1866, se apunta que continuaba la actividad de arranque en Logrosán y Cáceres, y los asuntos de propiedad en la primera de estas villas. Del año 1867, se dice que en las inmediaciones de la villa de Cáceres, la fosforita se presenta en los potentes bancos de caliza y atravesando en forma de filones las pizarras del mismo terreno que en estratificación concordante con aquellas constituyen el subsuelo, y que la fosforita arrancada se transportaba en carros hasta Mérida, desde donde se conducía por ferrocarril hasta Lisboa para seguir al extranjero, precisándose que una sola casa extranjera había contratado 6 000 toneladas (6 000 000 kg). La demanda de fosforita aumentó en 1868, siendo la materia prima que sostenía casi exclusivamente los gastos del ferrocarril de Mérida a Lisboa, y se añade que la carretera hasta Mérida había quedado inútil por los numerosos carros que la transportaban, pensándose en establecer una vía férrea que comunicara las minas con Mérida por el sur y con el río Tajo por el norte para reducir los gastos de transporte y atender las demandas crecientes. Y en el año 1869 se recoge la cantidad de 180 000 quintales métricos (1 800 000 kg) de fosforita arrancada por 639 operarios, con un gasto de 25,124 escudos cada tonelada desde Cáceres hasta Lisboa, y se recoge también que la paralización de las minas de Logrosán parece que finalizará.

En 1872, Dalençon señaló en su publicación de 1872 que el transporte de la fosforita desde el Calerizo de Cáceres a Mérita era caro, estimado que cada tonelada costaba aproximadamente 80 reales (una peseta son cuatro reales), es decir, tanto como el valor de la roca fosfática a boca de mina, y tanto como el flete del guano de las Islas Chinchas (Perú) hasta Londres o Hamburgo. Y los autores Egozcue y Mallada estimaron en su publicación de 1876 que el precio de la tonelada de fosforita de Logrosán o Cáceres puesta en Londres variaba entre límites poco distintos, aproximadamente 291,47 reales.

En la década de 1880, la fosforita de El Calerizo comenzó a transportase en ferrocarril desde Aldea Moret por Valencia de Alcántara hasta Lisboa, y desde el puerto marítimo de la capital de Portugal hasta los países de destino. Recientemente, se ha conmemorado en Cáceres el Centenario de la muerte de Segismundo Moret y Prendergast (Cádiz, 1838 – Madrid, 1913). Este grande de la historia contemporánea de España, Hijo Predilecto de Cádiz en 1907, fue alumno y catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, y abogado; político liberal y monárquico, no cacique, adelantado en la necesidad de fomentar la educación, la ciencia y la tecnología para el progreso y reformas sociales. Casi desde el inicio de la Restauración de la monarquía borbónica, tuvo vinculación con Cáceres por su participación en dos compañías anónimas: Sociedad general de Fosfatos de Cáceres, formada y constituida en la villa de Madrid el 22 de agosto de 1876, con modificación y complemento de los Estatutos en la capital de Cáceres el 7 de junio de 1881; y Sociedad de los ferro-carriles de Cáceres a Malpartida de Plasencia y a la frontera Portuguesa, formada y constituida en Cáceres el 27 de octubre de 1877. El Ayuntamiento de la villa cacereña acordó en 1880 denominar Barrio de Moret, llamado pronto Aldea Moret, sito en El Calerizo, y le nombró Hijo Adoptivo en 1881. A título póstumo, el Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad de Cáceres acordó dar el nombre de calle de Moret a la que en 1913 llevaba el de Cortes, nombre que se mantiene en la actualidad[50].

En la Figura 4, se puede observar la vía férrea a Valencia de Alcántara, próxima a la mina Abundancia (rehabilitada), en la que comenzó a extraerse fosforita en el siglo XIX. Los reyes Alfonso XII de España y Luis I de Portugal pasaron cerca de ella al viajar en ferrocarril desde Valencia de Alcántara el 8 de octubre de 1881 con motivo de la inauguración oficial de la línea ferroviaria MCP, que comunicó Cáceres con Madrid y Lisboa mediante el ramal a Arroyo del Puerco (después, Arroyo de la Luz). Por tal línea se transportó directamente durante muchos años la roca fosfática desde Aldea Moret hasta el puerto de Lisboa, desde donde continuaba el transporte marítimo hasta los países de destino.

Fig 4

Figura 4. Vía férrea actual que comunica Cáceres con Valencia de Alcántara a su paso cerca de la mina Abundancia, mina de fosforita de Aldea Moret explotada en los siglos XIX y XX. Fotografía: José Pastor Villegas, 11.01.2014.

 

La llegada del ferrocarril a Cáceres tuvo como consecuencia una revolución industrial en Aldea Moret en el siglo XIX, y supuso la comunicación internacional ferroviaria de Cáceres con Portugal hasta ser suprimida en agosto de 2012. De ello, trató el primero de los autores de este trabajo en una conferencia pronunciada en la conmemoración del centenario mencionado. En cambio, las minas de fosforita de Logrosán quedaron relativamente lejos de la estación de ferrocarril de la capital de la provincia, y Trujillo quedó otra vez sin ferrocarril.

 

 

  1. CONCLUSIONES

 

  1. La fosforita de Logrosán se investigó a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, siendo frecuentes los viajes de investigadores españoles y extranjeros a Logrosán, vía Trujillo, con miras a saber su potencial como materia prima para la fabricación de fertilizantes fosfatados. Algunos escribieron páginas sobre Trujillo.
  2. Entre los primeros propietarios de yacimientos de roca fosfática de Logrosán figuran Julián de Luna y de la Peña y Antonio Pérez Aloe, quienes destacaron en la estructura político-institucional de Extremadura (1808-1874). Con sus descendientes y otros propietarios comenzó la explotación discontinua de los yacimientos tras ser retirado el proyecto de ley de 1857 tendente a reservar al Estado minas de Logrosán y cualesquiera otras que pudieran existir de tal roca en todo el reino, y tras ser inaugurado en 1866 el ferrocarril de Madrid a Portugal por Ciudad Real, Mérida y Badajoz. La fosforita de Logrosán se transportó hasta la estación de ferrocarril de Mérida mediante carros, continuando en ferrocarril hasta Lisboa, desde cuyo puerto marítimo se embarcaba con destino a varios países europeos.
  3. La fosforita se descubrió en El Calerizo de Cáceres en los primeros años de la década de 1860, registrándose las primeras minas en marzo de 1864. Antes de 1881, se transportó también vía Mérida a Lisboa. A partir de ese año, la fosforita comenzó a transportase en ferrocarril desde Aldea Moret por Valencia de Alcántara hasta Lisboa, continuando desde el puerto marítimo lisboeta hasta los países de destino.
  4. No llegó a ser realidad el proyecto de ferrocarril a la frontera de Portugal por Talavera de la Reina, Navalmoral, Trujillo y Cáceres de 1864, ni otros proyectos ferroviarios decimonónicos posteriores para comunicar Logrosán, Trujillo y Cáceres. La falta de una línea férrea cerca de las minas perjudicó el desarrollo minero-industrial de la fosforita en Logrosán y Cáceres, e indirectamente a Trujillo.

 

 

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AGRADECIMIENTOS

 

A la Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura por la continuidad de su trabajo gustoso durante 43 años, catalizador para un mejor conocimiento de Extremadura, y al Prof. D. Vicente Pastor González por sus informaciones puntuales conexas con Trujillo.

[1]ALFONSECA, Manuel.: Grandes científicos de la humanidad, Vol. 1, pág. 31. Madrid, Espasa Calpe, 1998.

 

[2]VIAN ORTUÑO, Ángel: Introducción a la Química Industrial, págs. 178-202. Madrid, Alhambra, 1987.

 

 

[3]PORTELA MARCO, Eugenio: “Bowles, Guillermo”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, Eugenio Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 129-130. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[4]PORTELA MARCO, Eugenio: “Proust, Luis José”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, Eugenio Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2., págs. 201-205. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[5]PROUST, Luis: “Sobre la piedra fosfórica de Extremadura. Carta escrita a Mr. Darcet, de la Academia de París”, 1791. Anales del Real Laboratorio de Química de Segovia, T. 1, 439-450. Segovia, Academia de Artillería, 1990.

 

[6]PROUST Luis: “Sobre la piedra fosfórica de Extremadura. Carta escrita a Mr. Darcet, de la Academia de París”, Anales de Historia Natural 1799-1804, Vol. 1, núm. 2, 127-138. Madrid, 1799.

 

 

[7]PASTOR VILLEGAS, José: “Pedro Gutiérrez Bueno [Jiménez], farmacéutico, y químico ilustrado e ilustre extremeño en Madrid”, Actas de las I Jornadas de historias locales de Extremadura, págs. 243-249. Mérida, Asamblea de Extremadura, 2010.

 

 

[8]PROUST, Luis: “Continuación sobre la piedra fosfórica de Extremadura”, Anales del Real Laboratorio Químico de Segovia , 1791, Vol. 1, 453-456. Segovia, Academia de Artillería, 1990.

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[9]PROUST, Luis: “Continuación sobre la piedra fosfórica de Extremadura”, Anales de Historia Natural 1799-1804 Vol. 1, núm. 2, 138-140. Madrid, 1799.

 

[10]LA IGLESIA, A. y GONZÁLEZ, V.: “Exactitud y precisión de los análisis en análisis de minerales realizados por Proust, Elhuyar y otros químicos contemporáneos”, Rev. R. Acad. Cienc. Exactas Fis. Nat. Madrid 87, 19-36. Madrid, 1992.

 

[11]“Real decreto relativo al laboreo y beneficio de las minas de 4 de julio de 1825”, Gazeta de Madrid núm. 81, jueves 8 de julio de 1825, págs. 323-324. Madrid, 1825.

 

[12]NAHARRO QUIRÓS, Elena: “La legislación de minas y la regulación de sociedades en la segunda mitad del siglo XIX. La ley de sociedades especiales mineras de 6 de julio de 1869”. Anuario de la Facultad de Derecho, Vol. 23, 379-400. Madrid, 2005.

 

 

[13]BOIXEREU VILA, E.: “El boceto de un mapa geológico de Extremadura y Norte de Andalucía de Fréderic Le Play (1834): Primer mapa geológico realizado en España”, Boletín Geológico y Minero 119 (4), 495-508. Madrid, 2008.

 

[14]WIDDRINGTON S. E.: Spain and the Spaniards in 1843, London, T. & W. Boone, 1844.

 

[15]COOK, Samuel Edward: Un viaje por Extremadura con Samuel Edward Cook, págs. 30-60. Cáceres, Caja de Extremadura, 2012.

 

 

[16]DAUBENY, Charles y WIDDRINGTON, S. E.: “On the occurrence of phosphorite in Estremadura”, Quartely of the Geological Society 1 (1), 52-55. London, 1845.

 

[17]PORTELA MARCO, Eugenio: “Ezquerra del Bayo, Joaquín”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, Eugenio Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España Vol. 1, págs. 314-315. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[18]EZQUERRA del BAYO, Joaquín: “Sobre la fosforita de Logrosán”, Revista Minera T. 8, núm. 179, 683-685. Madrid, 1857.

 

 

[19]PORTELA MARCO, Eugenio: “Naranjo y Garza, Felipe”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2., págs. 101-102 Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[20]NARANJO y GARZA, Felipe: “Reconocimiento geológico de la cuenca del Guadiana”. Revista Minera T. 1, 65-82. Madrid, 1850.

 

 

[21]PORTELA MARCO, Eugenio: “Torres Muñoz de Luna, Ramón”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España. Vol. 2., págs. 359-360. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[22]TORRES MUÑOZ DE LUNA, Ramón: La Química en sus aplicaciones a la Agricultura. Madrid, Imprenta Félix de Bona, 1856.

 

[23]ASIMOV, Isaac: Enciclopedia biográfica de ciencia y tecnología, págs. 282-283. Madrid, Alianza Editorial, 1982.

 

[24]PORTELA MARCO, Eugenio: “Peñuelas y Fornesa, Lino”. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 2., págs. 150-151. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[25]NARANJO y GARZA, Felipe y PEÑUELAS, Lino: Extracto de una Memoria sobre la fosforita de Logrosán. Madrid, Imprenta de la Viuda de Antonio Yenes, 1860.

 

[26]TORRES MUÑOZ de LUNA, Ramón: Memoria relativa a la Exposición Universal de Londres, págs. 37-41. Madrid, Imprenta Nacional, 1863 págs. 37-41.

 

[27]SAÉN DIEZ, M.: “Memoria premiada en el concurso público abierto por la Academia para el año 1862, sobre el tema “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales en la Península”. Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, T. VI, 8-198. Madrid, Aguado, Impresor de Cámara de S. M. y de su Real Casa, 1863.

 

[28]MANJARRÉS Y BOFARRULL, Ramón: “Memoria premiada en el concurso público abierto por la Academia para el año 1862, sobre el tema “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales en la Península”. Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, T. VI, 203-298. Madrid, Aguado, Impresor de Cámara de S. M. y de su Real Casa, 1863.

 

[29]HIDALGO TABLADA, J de.: “Memoria premiada en el concurso público abierto por la Academia para el año 1862, sobre el tema “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales en la Península”. Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, Tomo VI, 297-346. Madrid, Aguado, Impresor de Cámara de S. M. y de su Real Casa, 1863.

 

[30]TORRES MUÑOZ de LUNA, Ramón: “Memoria premiada en el concurso público sobre el tema “Influencia de los fosfatos térreos en la vegetación, y procedimientos más económicos para utilizarlos en la producción de cereales en la Península”. Memorias de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, T. VI, 349-413. Madrid, Aguado, Impresor de Cámara de S. M. y de su Real Casa, 1863.

 

[31]EGOZCUE J. y MALLADA, L.: Memoria geológico-minera de la provincia de Cáceres. Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1876.

 

[32]BARRERA MARTÍN-MERÁS, José María y GIL MONTES, Juan (coords.): Guía de geositios del Geoparque Villuercas Ibores Jara. Cáceres, pág. 3. Cáceres, Diputación Provincial de Cáceres, 2013.

 

 

[33]PORTELA MARCO, Eugenio: “Hernández Pacheco y Estevan, Eduardo. En: J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotóns, E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Vol. 1, págs. 448-449. Barcelona, Ediciones Península, 1983.

 

[34]LOZANO LOZANO, Julio: Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan (1872 – 1965): apuntes biográficos y obra científica. Cáceres, I. E. S. “Profesor Hernández Pacheco”, 2004.

 

[35]H-PACHECO, Eduardo: “Apuntes de Geología Extremeña (continuación): los calerizos”, Revista de Extremadura 4 (cuaderno 38, 1 de agosto 1902), 337-342. Cáceres, 1902.

 

 

[36]PIEREN PIDAL, Agustín Pedro: “Tabla cronoestratigráfica”. En: Tesoros en las rocas, pág. 24. Mérida, Junta de Extremadura, Consejería de Economía y Trabajo, 1999.

 

[37]HURTADO, Publio: Crónica de la venida a Cáceres de SS. MM. D. Alfonso XII de España y D. Luis I de Portugal con motivo de la inauguración de la vía férrea, que cruzando esta provincia une a Madrid con Lisboa, págs. 5-6. Cáceres, Imprenta de Agustín Figueroa, 1881.

 

[38]Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres núm. 46, sábado 16 de abril de 1864, 2. Cáceres, 1864.

 

 

[39]DALENÇON, Eugenio: Estudio sobre las minas de fosfato de cal del distrito de Cáceres. Cáceres, Imprenta de Fernández y Compañía, 1872.

 

[40]BARÓN RUIZ de VALDIVIA, José María et al. (Instituto Geológico y Minero de España): Mapa geológico de España E. 1: 50 000, Cáceres (segunda serie, 1ª edición). Madrid, Servicio de Publicaciones del Ministerio de Industria y Energía, 1982.

 

[41]ROSO de LUNA, Mario: “D. Julián de Luna”. Revista de Extremadura, año III, núm. 21, 1 de marzo de 1901, 115-123. Cáceres, 1901.

 

[42]AHP de Cáceres, tomo 3069.

 

[43]AHP de Cáceres, tomo 2310.

 

[44]AHP de Madrid, tomo 25355, 1003r-1004v.

 

 

[45]SÁNCHEZ MARROYO, Fernando: “Estructura político-institucional de Extremadura (1808-1874)”. Revista de Estudios Extremeños 69 (1), 141-206. Badajoz, 2013.

 

[46]AHP de Madrid, tomo 25867, 518r-525v.

 

[47]ÁLVAREZ LÁZARO, Pedro: “Moyano y Samaniego, Claudio Antonio”. En: Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico Español, vol. XXXVI, págs. 618-622. Madrid, Real Academia de la Historia, 2012.

 

[48]MOYANO SAMANIEGO, Claudio: “Proyecto de ley para que se reserven al Estado las minas de fosforita de Logrosán, y cualesquiera otras del mismo mineral que existan en todo el reino”, Gaceta de Madrid núm. 1623, 15 de junio de 1857, 4. Madrid, 1857.

 

 

[49]Estadística Minera, años 1863, 1864, 1865, 1866, 1868 y 1869. Madrid.

 

[50]PASTOR VILLEGAS, José: “Acto inaugural del Centenario de la muerte del Excmo. Sr. D. Segismundo Moret y Prendergast, Hijo Adoptivo de Cáceres e Hijo Predilecto de Cádiz”. Alcántara núm. 89, julio-diciembre, 11-38. Cáceres, 2014.

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