Nov 092024
 

 

José Antonio Ramos Rubio

 

Uno de los signos distintivos que nos han motivado a realizar este trabajo ha sido el desarrollo de una visión integradora entre el pasado y el presente, en aras de preservar nuestras tradiciones y nuestras obras artísticas con una vocación plural y afirmativa.

 

En este sentido, llevamos a cabo desde hace años una labor incesante de trabajo de campo, que en muchos casos ha dado lugar con nuestras publicaciones a importantes logros en la recuperación de nuestro legado histórico y artístico. Por ello, la firme voluntad por presentar al público en general, y al trujillano en particular, las joyas de su pasado es el que preside esta publicación en la que aparecen consignadas piezas histórico-artísticas que han desaparecido o que han sido recuperadas. Un catálogo monumental de imágenes y obras estudiadas para conocer de cerca y divulgar el conocimiento público de algunas obras significativas de Trujillo que han conformado nuestra identidad, y algunas han podido ser recuperadas por unos u otros cauces en un deseo generalizado por potenciar el patrimonio cultural extremeño.

 

Este trabajo es un documento fundamental para el conocimiento del pasado, a la vez que representa un símbolo de todo lo que podemos hacer cuando la cultura expresa una razón de ser en beneficio del público.

 

Se conservan obras de arte importantes en casas particulares pero silenciadas. En este trabajo damos a conocer aquellas obras (epígrafes romanos, inscripciones hebreas y árabes, escultura, pintura) que no están catalogadas en el patrimonio artístico e histórico de la ciudad de Trujillo y que en su día pertenecieron a él. Por diversas circunstancias se encuentran en manos privadas o en el callejero ciudadano, fuera de su contexto originario. Nuestro interés no es otro que el de publicar un catálogo monumental para que quede constancia de la existencia de estas obras artísticas para la posteridad. Por supuesto, contando con el beneplácito y los permisos oportunos de los propietarios de estas obras. A lo largo de mi vida como investigador he dado a conocer varias obras artísticas que estaban desaparecidas. Una de ellas, es la tabla de La Cruficixión del Maestro de Palanquinos que formó parte de las tablas del retablo mayor de la iglesia de Santa María de Trujillo. Concretamente, en 1992 conseguimos recuperar para el patrimonio artístico de la iglesia de Santa María la Mayor de Trujillo el cuadro del Maestro de Palanquinos que di a conocer y publiqué en 1992[1]. Se encontraba en la vivienda particular de la familia O´Mullony de Trujillo y al vender la obra en pública subasta en Galería Durán de Madrid, don José María Pérez de Herrasti, bajo su patrocinio, la adquirió y donó a la iglesia. Consiguiendo recuperar allí una gran pieza artística del siglo XV que había estado ubicada en el retablo mayor de la citada iglesia.

I.- Símbolo fálico en el rollo jurisdiccional

El rollo o picota fue levantado en 1497 y su primitivo emplazamiento fue la Plaza Mayor, donde además de testimoniar la calidad realenga de la ciudad, servía para la ejecución de la justicia y para otros servicios del mercado, pues en él se colocaban las medidas oficiales del trigo, la cebada, la cal, la sal… etc.

 

Desconocemos en cambio el nombre del artista que lo diseñó. No obstante, su autor habrá que buscarlo entre los maestros canteros activos durante finales del siglo XV en Trujillo: Alonso Veren, Hernando Davales, Diego de Nodera, Juan Méndez, Alonso Blasco… y particularmente Reduan de Piedrahita, alarife moro, a quien por aquellos años el concejo trujillano confió obras de cierta calidad, como la capilla del Caño o el puente sobre el Tamuja.

 

El rollo fue trasladado el 29 de julio de 1548 al paseo de la Encarnación o del Mercadillo, hasta que el concejo recibió las protestas del prior de la Encarnación, fray Felipe de Meneses y sería trasladado el 7 de enero de 1566 a la plaza del Campillo, donde se encuentra en la actualidad. El maestro cantero Antonio de Solís fue el encargado de realizar la obra, recibiendo 56 ducados. Sería reparado en 1864 por Juan Lozano, maestro alarife de la ciudad.

 

El rollo se levanta sobre un graderío circular tallado en sillares graníticos. Un podio cuadrangular sirve de base a una construcción de lados cóncavos con columnas adosadas en sus esquinas, enlazando en la zona superior mediante molduras conopiales. El rollo es un ejemplar gótico. Precisamente en el podio cuadrangular es donde se encuentra el símbolo fálico. (foto 1)

 

A media altura de cada columna hay una ménsula y en uno de los fustes el águila de San Juan con el escudo de los monarcas católicos. Corona el pilar un pináculo piramidal con la cruz de Santiago.

 

Símbolos fálicos hemos encontrado labrados en sillares romanos en Mérida (en el puente romano, en el acueducto de Los Milagros y en la zona arqueológica de La Morería) y en otros lugares de la geografía española. En Roma eran símbolos de fertilidad, de prosperidad y de protección, de larga tradición en el mundo agrario. El símbolo fálico en un sillar trujillano es una piedra de acarreo de alguna de las construcciones romanas que durante la Edad Media sirvieron de «cantera» para la construcción de otras obras civiles, lamentablemente tan solo nos han llegado escasos restos de la presencia romana en Turgalium: epígrafes romanos, parte de la muralla, el arco de la Coria y las dos torres cuadrangulares del arco de Santiago, dos terracotas y un busto que representa a Julio César.

II.- Terracotas romanas

 

En colección particular de don Jesús Blanco presentamos dos terracotas romanas (foto 2) que fueron encontradas en las obras llevadas a cabo en los 80 del siglo XX en la calle de Poniente de la iglesia de Santa María la Mayor (villa medieval), junto a otros restos de sillares.

 

Están realizadas en arcilla. Este tipo de  terracotas que presentan ornamentos, tocados y actitudes religiosas, son propias del mundo pre-romano, y darán lugar más adelante, en época romana, a manifestaciones de un estilo provincial que, sin embargo, presentan un claro signo de romanización, como lo observamos en estas y otras terracotas semejantes encontradas en otros lugares. Al intentar establecer una cronología tenemos que tener en cuenta los aspectos técnicos o estilísticos. De esta manera, si partimos de un análisis pormenorizado podemos situarlas entre los siglos I a. C. y I d. C. Los orígenes de las terracotas femeninas se remontan al Próximo Oriente. Le siguen las deidades acampanadas del mundo minoico de Creta[2] y numerosos ejemplos en la cultura micénica[3]. Estas representaciones, que muestran en su mayoría un carácter esquemático, sobreviven a la caída de estas grandes civilizaciones, y perduran en los períodos geométrico y submicénico hasta el siglo VI a. C[4]. Es en esta época, cuando podemos quizá hablar de una manifestación semejante a la que se está produciendo en la Península con la cultura ibérica, caracterizada por la sencillez y el descuido en su realización. Y si nos preguntamos acerca del modo en que estas producciones pasaron al resto del Occidente, podemos presentar entre otros, la vieja teoría de Vilaseca[5], quien opina que fueron los fenicios los que condujeron su expansión mediterránea[6].

III.- Busto romano

 

En el convento de M.M. Jerónimas se hallaba un busto romano en mármol del año 30 a. C. que representaba a Julio César. Fue localizado por los miembros de la Casa de Santiago en los años 80 del siglo XX en el patio del citado convento (foto 3).

Presenta características faciales muy específicas que se mezclan con los rasgos idealizados. Julio César, hombre político, militar y escritor (100-44 a.C.), transformó profundamente el estado republicano de Roma, preparando a su hijo adoptivo César Augusto el camino para la revolución del sistema político que llevó al establecimiento del imperio romano.

IV.- Inscripciones musulmanas

 

 

El estudio de los restos romanos en Trujillo ha estado condicionado a los restos de sillares que componen la muralla trujillana así como a los restos epigráficos localizados en la misma y en la comarca trujillana. El interés que ha suscitado la Antigüedad romana de Trujillo se ha limitado al estudio de las inscripciones romanas encontradas.

Aquí vamos a tratar aquellas que se encuentran en colección particular y que gracias a su recuperación y protección han sido conservadas.

 

Inscripciones en el Palacio de Chaves Mendoza

 

En el Palacio de Chaves Mendoza u Hospital de la Concepción, edificio que está próximo a la puerta de San Andrés, situada en el  frente meridional de la muralla, se conservan varias inscripciones romanas procedentes de la finca Aldehuela de Mordazo en el patio claustrado de este edificio. Bien es cierto que ya fueron dadas a conocer por Carlos Callejo Serrano en 1975, precisamente en los V Coloquios Históricos de Extremadura[7], aunque no se publicó el trabajo ni dejó constancia del mismo, pero queremos perseverar en ellas para la posteridad, ya que el objetivo de este trabajo es catalogar aquellas obras artísticas “muebles” para su puesta en valor.

 

1) Ara de granito.- Tiene unas dimensiones de  90 × 35 × 22

 

Lib(ero) et Liber(ae) Q(Quinti) / ex voto (AE). El culto a Liber y Libera, se concentra exclusivamente en Lusitania y más concretamente en territorio de Trujillo[8]. Por el tipo de letra fechamos este ara votiva a mediados del siglo I d. C[9].

 

2) Estela de granito de forma rectangular. Procede de la necrópolis romana de la Aldehuela de Mordazo. Tiene unas dimensiones de 136 × 41 × 21.

 

L(uci) lib(ertus) Primigeniusa / an(norum) L h(ic) s(itus) e(st) /sorores/

et Calliope/ f(aciendum) c(uraverunt)

 

Por la fórmula funeraria se desecharía en la primera mitad del siglo I d. C[10].

 

 

3) Fragmento perteneciente a la parte inferior de una estela de granito. Procede de la necrópolis de Aldehuela de Mordazo. Dimensiones: 45 × 41 × 19.

 

h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) / Petronia/ Marcella/ patri f(aciendum) c(uravit).

 

Por la fórmula funeraria se desecharía en la segunda mitad del siglo I[11].

 

4) Fragmento de estela de granito decorada con un creciente lunar en la cabecera. El texto va incluido dentro de una cartela. Dimensiones: 60 × 45 × 21. Se encuentra muy mal estado de conservación, solamente puede leerse P(ublius) S…T..[12].

 

 

5) Fragmento de estela de granito, coronada por una especie de frontón en forma de arco rebajado decorado con un creciente lunar y volutas laterales con dos círculos gravados. Procede de la necrópolis romana de la Aldehuela de Mordazo. Dimensiones: 50 × 37 × 15.

 

Phoebillus L(uci) At(i) Ho(norati) ser(vus) an(norum) XXVII h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) Venusta.

 

El gentilicio del dueño es Attius, y Phoebillus es el nombre de un esclavo. En cuanto a Venusta se trata de un cognomen muy frecuente en Hispania[13]. Fechable a principios del siglo II.

 

Estas aras o epígrafes romanos fueron traídos desde la finca de Aldehuela de Mordazo en la primera mitad del siglo XX por el Marqués de Albayda para su conservación. El marqués fue el que se hizo cargo de todos los gastos que exigía el sostenimiento del Hospital Municipal, ubicado en este solar. El palacio en la actualidad se encuentra en manos privadas, cuyo propietario es Alfonso Higuero.

 

Inscripción en barbacana del castillo

 

En una barbacana del castillo aún se encuentra un epígrafe romano que publicamos hace seis años en la revista Conímbriga de la Facultad de Letras de la Universidad de Coimbra[14]. Se trata de un bloque de granito claro del lugar correspondiente a la parte de la cabecera de una estela funeraria, en la que se puede leer: MARCV[S] [I]VLIVS + — .

 

La inscripción corresponde al epitafio de Marcus Iulius, cuyo cognomen – si lo llevaba – se ha perdido. Quizá estaría indicado a continuación del gentilicio y el trazo final de la segunda línea corresponda a la inicial del mismo, aunque es más probable que en esta posición fuera la filiación del homenajeado. A destacar que el praenomen no vaya abreviado, lo cual es poco frecuente. El nomen gentile Iulius es, con mucho, el más ampliamente documentado en esta zona y rivaliza con el de Norbanus en el número de testimonios. La fundación cesariana de la colonia Norba Caesarina como principal centro romanizador de la zona, la extensión de su territorio hacia Turgalium, así como la ampliación del ager emeritensis tras la creación de la praefectura Turgaliensis en época de Augusto, serán determinantes en la implantación del citado gentilicio en esta parte de la Lusitania. Se fecharía a finales del siglo I o en el II d. C., por el tipo de letra irregular que suele acompañar a las inscripciones de la zona sin la dedicatoria a los dioses Manes.

 

Inscripción romana en convento de M.M. Jerónimas

 

Encontramos una placa de mármol rota en un lateral en el patio del convento de religiosas Jerónimas de Trujillo, representa un acto evergético por parte de Marcius con motivo de la erección de un triclinium asociado a un recinto sagrado. Marcius debió ser un personaje destacado en Turgalium. Es obra del siglo II d. C. Puede leerse: at fanum B(ellonae) / Marcius Va(..) / triclinem si(lice)[15].

 

Ara de granito en vivienda de doña Blanca Salón:

 

En la vivienda de doña Blanca Salón se encuentra un ara de granito localizada en el antiguo huerto del convento de religiosas franciscanas de San Francisco “El Real”, correspondiente a la segunda mitad del siglo II.

 

Publicada por Pérez Holguín y don Julio Esteban en su Corpus[16], en la que se lee: Genio / turg(alensium) /L (ucius) Crusi /nus Pr/imigen/ius /v(otum s(olvit). Esta inscripción es uno de los pocos testimonios de culto al Genius documentado en la epigrafía provincial. Según Esteban es probable que tras el teónimo Genius se esconda el nombre de alguna divinidad del tipo Bandia[17].

V.- Lápida hebrea

 

La Diputación de Cáceres llevó a cabo un proyecto de excavaciones arqueológicas en el año 2019 en un tramo de la calle Santa Beatriz de Silva. Se trata de una ejecución que quedó pendiente en 2015, debido a que se encontraron huesos al lado de lo que fue la iglesia del convento, ahora reconvertida en un espacio del Parador Nacional de Turismo. Producto de ese trabajo aparecieron quince tumbas antropomorfas Altomedievales (a partir de la segunda mitad del siglo XIII, correspondientes a la colación de la extinta iglesia de San Clemente, teniendo en cuenta que se construye el templo a raíz de la reconquista cristiana de 1233. Tumbas de las mismas características que las existentes en la iglesia de San Martín de la ciudad. Las tumbas excavadas en la roca constituyen uno de los vestigios arqueológicos más abundantes en la Península Ibérica, con hallazgos que se extienden desde Cataluña hasta Andalucía, aunque quedan al margen determinadas zonas del Norte Cantábrico. Estas tumbas están excavadas en afloramientos graníticos sirviendo directamente como depósito del cadáver.

Considerando que se trata de tumbas características del medievalismo y la consideración de incluirlas en el período medieval. Hemos de destacar que a partir del siglo IV es frecuente la alternancia de ritos que conducen a cambios estructurales, a modificar el rito de la inhumación.

No parece que tuvieran encaje para la losa de cubierta, aunque algunas, al aplanar la superficie de la roca para posteriormente labrar la sepultura den la impresión de  tenerla. La orientación de las mismas se acerca bastante al rito cristiano que sería la cabeza al Oeste y los pies al Este, aunque en este caso el eje que siguen es Suroeste–Noroeste, realmente sobre el terreno parece que fueron excavadas siguiendo la misma orientación que tiene la iglesia a la que están anexas.

 

 

VI.- Lápida árabe

 

Esta interesante lápida árabe (foto 4) se encuentra en colección particular, procedente de las obras realizadas en 1999 con motivo de la construcción de la fábrica Navidul[18].

 

Trujillo ha proporcionado interesantes lápidas romanas y árabes. A esta riqueza epigráfica de la ciudad extremeña podemos añadir ahora esta lápida árabe de mármol. Está rota y solamente se ha conservado su parte superior, probablemente un tercio o un cuarto del total. Los bordes están dañados, así como la superficie correspondiente a la última línea conservada. Sus medidas son: altura, 52 cm.; ancho, 62 cm., grosor 9,2 cm.

 

La inscripción está tallada de realce en letras cúficas, enmarcada por una bordura que simula una puerta con arco circular que se estrecha para alcanzar los pilotes verticales. El arco, a su vez, está enmarcado por arriba con otra bordura recta rematada con un friso de almenas típicas de la arquitectura islámica. Este tipo de puerta tiene su antecedente en la puerta de la biblioteca de la mezquita mayor de Cairuán y está imitada en la portada del patio de la mezquita de Meditat al-Zahra de Córdoba; un ejemplo muy conocido de arco circular es el de la Puerta Elvira de Granada. Los dos vanos que quedan entre el arco y la bordura recta se han rellenado con sendos florones en cuyos extremos inferiores hay un círculo. Dentro ya de la inscripción, para rellenar espacios vacíos hay tres florones o especies de flores de lis muy desiguales y mal hechos, resultando evidente que el marmolista, o quien le encargó el trabajo, sentía un cierto horror vacui. Los florones son los habituales en vigas y decoraciones califales. Traducción: 1- En el nombre de Dios 2-el Clemente, el Misericordioso. Y bendiga 3- Dios a Mahoma y a su parentela y 4- a sus Compañeros todos …. Con sólo este piadoso inicio, común a infinidad de escritos musulmanes, no es posible dilucidar si se trata de un epitafio o de una lápida conmemorativa de la construcción de algún edificio público, palacio o mezquita. De tratarse de un epitafio, lo más probable es que siguiera un “y falleció Fulano hijo de Zutano el día tal del mes tal del año tal” con probable intercalación de fórmulas piadosas para el difunto y sus amigos o parientes si la piedra daba espacio para ello. Si fuera una lápida conmemorativa nos daría el nombre del responsable con los elogios correspondientes y nos indicaría la fecha y los fines del edificio o del acontecimiento que se quiere resaltar. También cabe la posibilidad de un adorno de pared, posiblemente cerca del mihrab de una mezquita.

 

El hecho de que la lápida sea de mármol y la escritura cúfica, así como de que esté adornada con molduras de arco, rosetones y almenas, permite suponer que se hizo probablemente durante el principio de la taifa del reino de Badajoz, al cual pertenecía Trujillo, todavía con los gustos suntuarios del Califato.

 

Una interesante inscripción hebrea se encuentra en Casa Casco[19]  era propiedad de las hermanas Martínez Jaraíz.

Casa de Casco aparece reflejada en el mapa de finales del siglo XVIII del Partido de Trujillo conservado en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres[20]. Resulta interesante los testimonios del geógrafo Tomás López como son sus escritos así como los mapas publicados en la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. En este sentido, destacamos su Mapa de la provincia de Extremadura fechado en 1766[21]. En él quedan reflejadas varias casas como La Matilla, Magasquilla, Casa de Casco y El Carrascal, a las que tenemos que añadir la casa fuerte de Casillas[22]. Esta casa perteneció en el primer decenio del siglo XVI a los herederos de Juan Casco, al que hemos vinculado con el conquistador trujillano Francisco Pizarro, del que mucho se ha estipulado acerca de su nacimiento, uno de los personajes que más gloria ha dado a su patria natal. Son varias las versiones sobre su nacimiento.

 

La familia materna pertenecía al arrabal de Huertas, que no tuvo iglesia propia hasta el siglo XVI, en que se construyó la parroquia de Santo Domingo[23]. Francisca González vivió con sus padres Juan Mateos y María Alonso, labradores, en el arrabal de Huertas[24], pero cuando Francisco vino al mundo, el padre había fallecido y María Alonso se había casado con un tal Juan Casco, que vivía en el arrabal de San Miguel[25]. Es muy interesante la instrucción seguida en Trujillo sobre la información, en virtud de Real Cédula despachada en Toledo el 1 de junio de 1529 por frey Pedro Alonso, de la Orden de Santiago, para preparar el expediente de ingreso de Francisco Pizarro en la citada Orden[26]. Se preguntó a doce testigos contemporáneos a él, aportando todos ellos datos interesantes sobre el conquistador y sus familiares, pues habían conocido su ascendencia. Todos coincidieron en que su madre era Francisca González, hija de honrados pecheros, y que su padre perteneció a la hidalguía trujillana[27]. Sobre el nacimiento y nuestra teoría acerca de haberlo sido en el arrabal de San Miguel, los datos fundamentales para ello los facilita la Información de 1529 en tres declaraciones: Alonso García Torres dice: “este testigo estuvo presente quando nascio…quel dicho francisco piçarro es natural desta cibdad de Trujillo”. Inés Alonso “la Barragana”, viuda de Juan García, presenció el nacimiento y nos ofrece otra importante aclaración con su manifestación: “esta testigo le vido nacer. oyo decir a la dicha maria alonso que la dicha francisca gonçalez madre del dicho capitan francisco piçarro hera su hija e juan mateos su primero marido”. Antón Zamorano puntualiza que el conquistador “avia nacido en casa de uno que se llamava  juan casco[28]. El nombre de Juan Casco, revelado por el testigo, junto con las manifestaciones sobre su segundo matrimonio de María Alonso, son el punto de partida para el esclarecimiento de la casa en la que pudo haber nacido el conquistador del imperio Inca. Los caballeros Casco eran muy antiguos en Trujillo, militaban por el bando de los Añascos, habían sido los regidores del Ayuntamiento, tenían su casa establecida en el último cuarto del siglo XV en el arrabal de San Miguel. Son hidalgos de tercera fila, pero de primera en su arrabal, donde viven en la calle Tintoreros (que pertenecía a dicho arrabal)[29], junto a la ermita de San Miguel. A lo largo de los siglos esta familia estaría muy vinculada al monasterio de religiosas dominicas de San Miguel y Santa Isabel, ubicado en los inicios del siglo XVI aprovechando la ermita existente como iglesia conventual.

Pueden concluir nuestros argumentos considerando que Francisco Pizarro nació en Trujillo en 1478, en la casa de su madre Francisca González y del matrimonio que contrajo con Juan Casco, en la calle Tintoreros o teñidores de paños (“casa de uno que sé llamava Juan Casco[30]), perteneciente al arrabal de San Miguel y pudo bautizarse en la iglesia de dicho barrio. La iglesia o ermita[31] de San Miguel tenía testero a la plazuela y entrada lateral por el lado de la Epístola, vale decir, por la calle Tintoreros. El altar mayor quedaba en la misma esquina izquierda de la acera de Juan Casco. De hecho, las distintas generaciones de los Casco están sepultadas en la iglesia conventual de San Miguel, y que fueron los constructores de la casa residencial “Casa de Casco”.

Esta lápida hebrea de ”Casa Casco”, también conocida como “La Alameda”[32], es un bloque de piedra de 177 cm de alto, 76 cm de ancho y 20,5 de fondo, en el que puede leerse: R. Yshq n. hb/ny/wb (“Rabí Isaac ben Hab”). Esta lápida –quizá del siglo XIV- fue encontrada en un riachuelo cercano.

VIII.- Estatua orante de Iván Calderón de Tapia

 

Es obra renacentista de mármol. Se encontraba emplazado en el único enterramiento que se conserva en el altar mayor de la iglesia con inscripción y blasón nobiliario: “S. DE IVAN CAL/DERON DE TAPIA /Q AIA GLORIA / I DE FRANCISCA / (escudo)/XIMENEZ MONTEJO SU MUGER / Q LA MANDO PO/NER”. Esta escultura fue vendida en 1960 a un anticuario de Palma de Mallorca para poder pagar las obras realizadas por el arquitecto Miguel López-Pedraza en el convento. Aún se encuentra en la tienda del anticuario en Palma de Mallorca[33].

IX.- Escultura en mármol de la Virgen

En Trujillo aún quedan varias capillas callejeras: emplazada el Cañón de la Cárcel donde hubo una pintura de la Virgen de la Victoria ejecutada en 1575 por Muriel Solano[34], que ha desaparecido; en la calle de Afuera donde se dio culto a una imagen de Nuestra Señora de mármol (foto 7) que actualmente conserva la familia que vive en la casa en cuya fachada está la hornacina (la que está en la hornacina es una copia)[35] o la capilla que hubo en la calle de Sillería, de la que no queda rastro alguno. Retablos callejeros que unían la plaza mayor con la villa.

 

X.- Las obras pictóricas de la ermita de San Juan de los Prados

 

Sabemos de la existencia de la ermita de San Juan desde principios del siglo XVI, ubicada en unos prados que se extendían desde la actual ermita de San Lázaro hasta donde estaba el Humilladero, justo donde se construyó en el siglo XVIII la ermita de Santa Ana.

 

Tenemos constancia documental de la ermita de San Juan de los Prados cuando se preparaba una corralá en los Prados de San Juan y se celebraban corridas de toros coincidiendo con las fiestas de San Juan[36] cerca de la ermita. Estos festejos se habían comenzado a celebrar en el espacio placero, extramuros, que en el siglo XVI se completó con la construcción de palacios y casonas, para convertirse en una de las mejores plazas del reino, especialmente apta para los festejos, ferias, etc.

 

Hemos localizado en una vivienda de Trujillo[37] los óleos sobre lienzo que proceden de la ermita de San Juan de los Prados: San Juan, último tercio del siglo XVIII (foto 10); una Dolorosa, último tercio del siglo XVIII;  San Pedro, siglo XVIII ; un Ecce Homo, del siglo XVIII; el Buen Pastor, siglo XVIII . Un San Miguel Arcángel, obra del siglo XVII, San Juan Evangelista (siglo XVIII) .

 

En esta ermita se veneraban una imagen de San Juan y otra de San Gregorio, ambas desaparecidas. La procesión con la imagen de San Juan tenía lugar el día 24 de junio, pero llegó a adquirir mayor importancia la de San Gregorio, que era considerada como procesión “fija” en el Procesionario del siglo XVI[38]. San Gregorio tenía en la ciudad una singular devoción como abogado de las cosechas, fertilidad de los campos y prosperidad de la ganadería, y al que en 1582 hizo voto de ir la ciudad con su consejo en procesión desde la iglesia de Santa María la Mayor a la ermita de los Prados de San Juan, en la que levantó un altar a este Santo Obispo de Ostia, y en cuyo día se corrían toros y se celebraban festejos[39].

 

En la Edad Media fueron muy frecuentes las pestes, que se interpretaban como castigo de Dios. Se acudía a los santos para obtener su protección y hasta se les asignaba la protección de alguna peste especial, como a San Gregorio, a quien se acudía como abogado contra la langosta. Entró muy joven en la Orden de San Benito, en el monasterio de San Cosme y San Damián de Roma. Ya desde su noviciado brilló por su ciencia y su virtud. Todos auguraban que llenaría de gran honor la Orden benedictina. Los rápidos progresos que hizo le merecieron el concepto de docto y de santo. Murió el abad de San Cosme y San Damián, y todos eligieron a Gregorio como su sucesor. En vano él se excusó, pero los monjes, convencidos de las cualidades de Gregorio, insistieron en la elección hasta conseguirlo. Desempeñó el cargo con tanto celo, prudencia y suavidad que pronto la disciplina monástica brilló, debido a sus sabias exhortaciones, a sus muchas virtudes y a sus edificantes ejemplos. Pronto cundió su fama por Roma. El Papa Juan XVIII le pidió una más estrecha colaboración, y lo nombró cardenal y obispo de Ostia, una diócesis de Roma, para la que designaba personas de mucha confianza y consejo. Le encomendó además el cuidado de la biblioteca apostólica, cargo que desempeñó con acierto y sabiduría. Cuando así brillaba en Roma San Gregorio, ocurrió en España una terrible plaga de langosta, que asoló totalmente las provincias de Navarra y la Rioja. Acudieron al Papa a pedirle socorro. Era tal su confianza en Gregorio que no dudó en enviarle a España para que aliviase la desesperada situación. Gregorio recorrió las zonas devastadas por la langosta, consolando y predicando. Organizó ayunos y rogativas públicas, exhortaba con palabras de fuego a la conversión para que Dios se apiadase de ellos. La plaga desapareció. Le acompañaba Santo Domingo de la Calzada. Los cinco años que habían durado sus grandes sacrificios e incesantes fatigas, debilitaron totalmente su salud. Cayó enfermo de gravedad y se retiró a Logroño. Recibió los últimos sacramentos y fijando los ojos en el cielo, fue a descansar en los brazos del Padre Celestial en el año 1048. Los escritos de la época nos dicen que los sagrados restos de Gregorio fueron trasladados prodigiosamente a Peñalba, en Navarra, donde los fieles seguían acudiendo para pedir al santo protección y auxilio, sobre todo en las plagas de langosta. Lo tenían por especial abogado contra este contagio. La ermita de San Juan de los Prados ha desaparecido, no se conserva ningún resto de ella.

 

Existieron en Trujillo dos imágenes de San Gregorio. Una de ellas se encargó para las Casas Consistoriales. Es la imagen de San Gregorio que actualmente se encuentra en las dependencias del Ayuntamiento. Fue tallada por el escultor trujillano Juanes de la Fuente en el año 1582[40], y fue pintada y dorada por el pintor Muriel Solano[41].

 

Gran importancia tuvo la veneración a este Santo en Trujillo, una ciudad dedicada esencialmente a la actividad agrícola y ganadera. De hecho, esta imagen se ubicó en el altar de las Casas Consistoriales o antiguo Ayuntamiento, junto a la imagen de San Andrés, que fue patrón de la ciudad, obra realizada en el año 1595 por el escultor placentino Pedro de Mata, en el lugar donde se decidieron y aprobaron los asuntos más importantes que concernían a la ciudad tal o pueden constatar Libros Capitulares[42].

 

Según el Procesionario del siglo XVI, la procesión de San Gregorio tenía lugar el día 9 de mayo, votada por el Cabildo y el Clero de la Ciudad en el año 1582, salía de la iglesia de Santa María y discurría hacia la Plaza pasando por las calles del Peso de la Harina, de los Toros y Nueva hasta la ermita de San Juan de los Prados, donde estaba el Altar a San Gregorio (como ya hemos indicado), pasando por la ermita de San Lázaro. Al finalizar la misa, regresaba a la parroquia de Santa María pasando por las calles de los Herreros, Carnicerías y Plaza Mayor, asistiendo las Cofradías con sus insignias y pendones.

 

Por lo tanto, existió otra imagen de San Gregorio en la propia ermita de San Juan de los Prados[43], que era muy venerada por el gremio de labradores, contribuyendo también a su culto y al cuidado de la propia ermita con importantes limosnas el Concejo[44]. Por un Inventario que está en el Protocolo del escribano Juan de Santiago Madrigal, sabemos que en esta ermita había en el año 1598 los siguientes bienes muebles: dos imágenes de bulto, una de San Juan, puesto en un retablo de madera, y la otra de San Gregorio en sus altares. Otra imagen de Nuestra Señora, vestida. Otra imagen de bulto pequeña de San Juan con el cordero a los pies. Otra de San Juan Evangelista pintado en un lienzo. Una Verónica y otra tabla de la Magdalena[45].

 

Un santero se encargaba del cuidado de la ermita. Concretamente, el 25 octubre del año 1602, obsequió el Concejo con una capa al santero, agradeciendo de sus desvelos por el cuidado y ornato de la ermita. En el mes de junio del año 1603, el Ayuntamiento pagaba 12 reales por unas puertas que se pusieron en la ermita. Cerca de la misma había un pozo. El Concejo, el 15 noviembre del año 1604 comisionó a Diego de Saz Carrasco que se case el pozo por ser peligroso[46].

 

Desconocemos el lugar exacto en el que estuvo ubicada la remita. No obstante, en los prados de San Juan existen dos pozos, distante uno de otro escasamente 100 m, al lado de uno de estos pozos estuvo ubicada la ermita, justo en el camino antiguo de Sevilla, el que se dirige hacia la ermita de Santa Ana. En el año 1709, en un Libro Capitular del Concejo, un acuerdo dice literalmente: «El Ayuntamiento dona a la cofradía del Hospital de la Caridad dos casas del aceite y tarazana que servían para la fábrica del cáñamo y están en el prado de San Juan frente a la ermita, casi arruinadas, que en ellas hay algunos materiales de madera, teja y piedra que puede servir para reparar la Casa de Comedias, que era aquella propiedad de dicha cofradía del Hospital de la Caridad«[47].

 

Esta ermita desapareció con la invasión francesa del año 1809, según un acuerdo del Concejo con fecha 13 mayo 1825 se dice lo siguiente: “Atendiendo a que se han consumido crecidas cantidades en la extinción de langosta sin que sea bastante para votar la, se acuerda que todo vecino sin distinción presente medio celemín de langostas en el corral de la ermita destruida de San Juan a las cinco de la tarde”[48].

 

En el año 1868, todavía existían ruinas de la ermita de San Juan, ya que el día 28 diciembre, se dio cuenta de una solicitud de Lucas Acedo, en representación de la cofradía de las ánimas, pretendiendo que se le devuelvan los documentos que otra instancia en que solicitaba la inscripción de la ermita y corral de San Juan a nombre de dicha cofradía[49].

 

 

En la colección particular de la familia Gartton, en el palacio de Piedras Albas de Trujillo, en las paredes del salón principal cuelgan dos tapices de la primera mitad del siglo XVIII.

 

TAPIZ 1º.- El primero de los tapices recoge la muerte de Saúl y su escudero, tal y como aparece descrita en el Libro primero de Samuel (31, 1-6): «Los Filisteos libraron batalla con Israel y los israelitas huyeron ante los Filisteos y cayeron heridos de muerte, en el monte Gélboe. Los Filisteos persiguieron a Saúl y a sus hijos y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Melquisúa, hijos de Saúl. El peso del combate cayó sobre Saúl. Lo descubrieron los arqueros y fue muy herido por ellos. Entonces dijo Saúl a su escudero: -Desenvaina tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan esos incircuncisos y se burlen de mí-. Pero su escudero no quiso, pues tenía gran miedo. Entonces Saúl cogió su espada y se dejó caer sobre ella. Cuando vio el escudero que Saúl había muerto, se echó él también sobre su espada y murió con él. Y así murieron juntos el mismo día Saúl, sus tres hijos y su escudero»[50] No lleva firma ni fecha.

 

El artista se ha preocupado más de la decoración que de la composición, más de la riqueza del color que de la claridad compositiva. En la capa del personaje que está suicidándose en primer término, aparece bordado su nombre que lo identifica: SAVL. Su cuerpo destaca sobre el resto de los personajes que aparecen en escena. El acentuado sentido tridimensional se observa en las piernas que avanzan, el movimiento deslizante de caída y el brazo que retrocede. En segundo término está su escudero, clavándose la espada en el pecho, y, al fondo, el fragor de la lucha, en donde la profundidad se expresa con un gran despliegue de medios. Todo tiende a la unidad total, al vértigo de la acción.  Las figuras carecen de acusados contrastes de luz y sombra. El artista muestra preferencia por los tonos claros y por una entonación delicada y unitaria, aunque se preocupa por la perspectiva y por un fuerte realismo. El color y el dibujo, el fondo y los personajes se subordinan a un noble efecto decorativo. El artista se ha interesado por el movimiento, los escorzos y el análisis del cuerpo humano, con criterio de anatomista. Se ha utilizado la técnica del alto lizo, con los hilos de la urdidumbre en sentido vertical. La bordura está decorada con motivos vegetales.

 

Este asunto del suicidio es muy semejante a un emblema que recoge Alciato, pero no debe confundirse con él. En este otro caso, no se refiere a un personaje bíblico sino a Bruto. El gran leit motiv de la mentalidad renacentista fue la Fortuna, a la que Alciato dedicó algunos emblemas. A veces, la Fortuna vuelve la espalda a la Virtud, como se significa en el emblema 119, Fortuna virtutem superans (la Fortuna vence a la Virtud). Así el grabado presenta a Bruto, uno de los asesinos de César, que, viendo muerto a su compañero del triunvirato Casio, y que no podía escapar de ser vencido o muerto o caer prisionero, y antes de huir pidió a su soldado Straton que le ayudase a suicidarse[51].

 

Diego López al explicar la moralidad nos dice que «no puede aver mayor cobardía que matarse un hombre a sí mismo, porque ninguna cosa ay más fácil, pero es de hombre pusilánime, y es muy grande argumento de floxedad y mal consejo«[52].

 

TAPIZ 2º .- El segundo de los tapices que vamos a estudiar, de contenido mitológico, lleva bordada en hilo de oro de la fecha: 1744, en el lateral derecho. El asunto que nos ofrece está recogido literalmente de La Eneida de Virgilio, en concreto se trata del momento de la llegada de Dido y Eneas a la construcción de Cartago[53].

 

En este tapiz los problemas de ambientación y composición se multiplican. Entre los personajes que se agrupan en primer término, está Eneas que se maravilla de la mole de edificios. En segundo término, unos tienden los muros y alzan la ciudadela, otros van rodando a mano enormes piedras. Mientras se ofrecen tales maravillas ante los ojos del troyano Eneas, llega la reina Dido, radiante de belleza, acompañada por un grupo de jóvenes que la van dando escolta. El artista ha representado íntegro el texto recogido de La Eneida, con una composición compleja y acertada, un correcto dibujo y unas excelentes cualidades en el uso del color. El tapicero ha optado por la técnica del bajo lizo, en la que el telar está dispuesto en un plano casi horizontal, de modo que ha tenido que trabajar inclinado sobre el telar. Este procedimiento es más económico y más rápido de trabajar que el utilizado en el anterior tapiz. La bordura es muy ancha y está decorada con motivos vegetales. Estos tapices del Palacio de Piedras Albas de Trujillo se han constituido en émulo de la pintura, con la ventaja de no producir reflejos y aportar una calidad suntuaria.

 

XI.- Nuestra Señora dormida

 

El convento de La Merced de Trujillo tiene un importante valor histórico-artístico, fue fundado en 1594 por Francisca Pizarro Yupanqui, hija del conquistador del Perú y hermana del último emperador inca. Conserva valores arquitectónicos notables como las hermosas portadas, y el amplio claustro de estilo herreriano. En la que fuera vivienda practicada en las dependencias del convento aún se conserva la imagen pétrea de Nuestra Señora, obra del siglo XVII.

 

Fueron varias las casas y conventos que los agustinos tuvieron en la provincia cacereña hasta 1835, tiempo de la desamortización. Hubo un monasterio y colegio en Jarandilla, conventos en La Viciosa (Deleitosa), en Santa Cruz de la Sierra y en Valdefuentes. Una enfermería en Trujillo anexa a la ermita de San Judas y, la enorme trascendencia que tuvieron los Agustinos en la fundación de la ermita de Santa María de los Hitos en Jaraicejo.

 

Fray Antonio Rubio Zamorano, del hábito de San Juan, párroco de la iglesia de la Vera Cruz de Trujillo, fundó una ermita en la plazuela de San Clemente, contigua a su casa, con licencia del señor obispo dada en 31 de marzo de 1745 con su capellanía cedió dicha ermita y casa para enfermería de los frailes agustinos de Santa Cruz de la Sierra, Valdefuentes y La Viciosa (Deleitosa)[54], el día 30 de marzo de 1749[55]. La enfermería de los agustinos, sita en la calle Garciaz lindaba con la fábrica de la ermita.

 

En el Protocolo de José Cecilio Bernet puede leerse una escritura de posesión del vínculo que fundó fray Antonio Rubio Zamorano, con fecha 17 de julio de 1827, a favor del monje proceso y sacerdote del monasterio de Guadalupe, fray Antonio lobo Flores, natural de Trujillo el hijo de Vicente lobo y de Manuela Flores, como legítimo sucesor en dicho vínculo, con bienes vinculados a una vivienda la plazuela de San Judas, lindera por otra parte del mismo vínculo que habitaba Félix secos y por la debajo con la calle que se dirige a la plazuela de Quiroga. Según el acta capitular del 15 de enero de 1819, el Consejo dio un memorial de Manuel Blanco, vecino de esta ciudad en que solicita licencia para construir una casa en la rinconada contigua a la ermita de San Judas, y se dio comisión los señores  don Agustín Atocha hilo José Flores para que reconociendo el terreno y no causando perjuicio ni deformidad al aspecto público concedieran al interesado, en nombre de este ayuntamiento, la licencia que pretende o en otro caso se la nieguen[56].

 

La ermita de San Judas debió de servir casi exclusivamente para uso en enfermería de los Agustinos, ya que no existe ningún fondo documental que se refiera a la realización de actos religiosos en la misma. La invasión francesa destrozó la ermita de San Judas en el año 1808. Actualmente es una vivienda particular. Aún se conservan testimonios arqueológicos en algunas viviendas de la primera mitad del siglo XVI, arcos conopiales, sillerías y un aljibe, así como restos del siglo XVII correspondientes a la Enfermeria de los Agustinos Recoletos.

 

Las imágenes que recibían culto en la ermita eran las de San Judas, San Ramón, San Antonio y un niño Jesús de talla, un crucificado de ébano, una imagen de Nuestra Señora (Inmaculada )[57] y una imagen de San Juan. También destacamos un Crucifijo de marfil, otro de bronce, varios cuadros al óleo con las representaciones de San Agustín, Santo Tomás, San Pedro, San José y San Juan. Había en la ermita tres altares.

 

 

Imagen de Santa Teresa de Jesús

En colección particular de don Francisco Pérez Solís, se conserva la imagen de Santa Teresa de Jesús, obra del siglo XIX, que perteneció al Convento de Santa Clara de Trujillo. Fue regalada por las religiosas a la tía de Francisco Pérez. Desde el punto de vista artístico no tiene mucha importancia, pero desde el punto de vista histórico si, a pesar de que tienen más de 100 años. En Trujillo siempre se ha creído que el fundador de la Archicofradía de la santa fue el sacerdote don Fulgencio Fernández. Según nos describe el historiador don Juan Tena: “No fue don Fulgencio Fernández quien erigió canónicamente la Archicofradía de las Hijas de María y la de Santa Teresa de Jesús en la iglesia del convento de Santa clara, aunque siempre fueron objeto de su predilección apostólica”[58]. Según Tena: “He retrasado en estos días la documentación oficial de la fundación de dichas cofradías en Santa Clara. Fue ello obra del santo y sabio misionero apostólico don José María Barbero, natural de Hervás, de venerada y agradecida recordación en muchos pueblos de la diócesis la Argentina y especialmente en Trujillo. Causa emoción de la firma de don Enrique de Ossó, cuyo proceso de beatificación está incoado, secretario y fundación en Tortosa de la Archidiócesis Primaria de Jóvenes Católicas de María Inmaculada y de las Teresianas, agregando la del convento de Santa Clara, a la por él erigida con autorización apostólica en la iglesia de San Antonio de Tortosa el 21 de noviembre de 1877, pues fue una de las primeras Archicofradías de España, la de Trujillo, enriquecida con singulares privilegios como consta en el documento que tengo a la vista (se refiere al Reglamento y Oraciones de Visita de Enrique de Ossó), que también conserva don Francisco Perez[59].

 

 

En la tienda de Antigüedades de Trujillo, sita en Ronda de la Piedad, se encuentra este cuadro pintado por Antonio Picazo. Tiene gran valor simbólico e histórico, ya que Antonio Picazo pintó varios cuadros de la Virgen de la Victoria; este es el cuadro que pintó en 1881 con ocasión de las Fiestas en honor de la Patrona del citado año.

La festividad de Ntra. Sra. de la Victoria, Patrona de Trujillo, tenía lugar en la iglesia de San Martín, y era celebrada con modestidad. Pero, en el mes de octubre del año 1881, siendo Alcalde don Miguel Núñez Castilla, las fiestas adquirieron un nuevo impulso. El Himno «Salve» que tanto nos emociona en esa noche maravillosa del sábado, fue cantado por primera vez ante un cuadro de Ntra. Sra. en su castillo que fue pintado por el artista local don Antonio Picazo y fue colocado en una de las puertas de los portales de la carne (ahora es la puerta del centro de la Plaza de Mercado). El autor de la música del Himno fue el sacristán de la iglesia de San Martín don José Iglesias, y el autor de la letra el maestro don Joaquín Cuadrado. El festejo popular consistió en correr un toro de cuerda por las calles de nuestra ciudad (el correr al toro enmaromado se mantuvo hasta el año 1892). Desde entonces, se comenzó a celebrar el último domingo de Octubre con gran pompa[60].

 

 

La Cruz de los Caídos.

 

Por encargo del Ayuntamiento, el maestro de cantería don Francisco Carrasco, talló un monolito en piedra en forma piramidal truncada, rematado en una bola coronada por una cruz, correspondiente a la Cruz de los Caídos que se colocó bajo la torre del reloj en la fachada o atrio de la iglesia de San Martín en 1939, con la siguiente inscripción: “España vencedora del Comunismo en la Cruzada que levantó este día, busca la paz del Imperio por la Unidad, por la Grandeza, por la Libertad, en el signo de Franco, Caudillo. ¡¡Arriba España!!! XVII-XVIII-XIX 1936” .

 

Fue retirada con motivo del Cincuentenario de la Coronación Canónica de la Virgen de la Victoria y puesta en su lugar un monumento conmemorativo de dicho evento en el año 2003. Don Duarte Pinto Coelho, la recogió y actualmente se encuentra depositada en el jardín del palacio Chaves Mendoza u Hospital de la Concepción, propiedad de don Alfonso Higuero.

 

 

Otras obras artísticas.

 

Por último destacar un escudo de la Inquisición situado en la farmacia de la calle San Miguel (solamente se conservan dos escudos del Tribunal Inquisitorial en Trujillo, el citado y otro existente en una fachada de la calle de San Pedro de la ciudad de Trujillo –. Los escudos de la Ciudad más antiguos se encuentran en la portada de la iglesia conventual de San Pedro y otro que localicé hace algunos años en los sótanos del Palacio Municipal y que actualmente se encuentra en el patio del citado palacio. Damos a conocer otro escudo que se encuentra en un local particular en la calle Sillerías, además de un escudo de los Bejarano en propiedad particular de la familia Colina, en la calle Encarnación.

 

1] RAMOS RUBIO, J. A: «La Crucifixión, una obra inédita del Maestro de Palanquinos». Archivo Español de Arte, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, núm. 258, Madrid, 1992, pp. 227-231.

[2] HIGGINS, R: Catalogue of terracottus in the department of Greek and Roman Antiquities British Museum.

Oxford. 1970, 9-10.

[3] TREUIL, R., DARCQUE, P., POUSART, J. C. TOCHAIS, G; Les civilizations 6géennes du NColithique et de 1’Age du Bronze: 516-520. Nouvelle Clio.1989.

[4] MOUARD-BESQUESS: Les terres cuites grecques. Presses Universitaires de Frunce: 1963, 44.

[5] VILASECA, S: Dos figuritas de barro del poblado ibérico de Serra de 1’Espada de Capsanes, provincia de Tarragona. II CASE, 1947, 264.

[6] FERNÁNDEZ DÍAZ, A: “Sobre unas terracotas romanas del museo del Alcoy”, Recerques del Museu DÁlcoi, 7 (1998). 184-185.

[7] CALLEJO SERRANO, C: «Las inscripciones turgalenses de Aldehuela de Mordazo», V Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 1975, 8-9; BELTRÁN, M: «Aportaciones a la epigrafía y arqueología romana de Cáceres «, Caesaraugusta, 39 – 40 , 1976, número 58,85 y 86.

[8] FERNÁNDEZ, J.M y REDONDO RODRÍGUEZ, J. A: «Liber Pater et Libera: nuevo hallazgo en Zurita», AEFE 8, 1985, 70 y 71.

[9] ESTEBAN ORTEGA, J: Corpus de inscripciones latinas de Cáceres. Tomo II, Cáceres, 2012,  p. 227

[10] ESTEBAN ORTEGA, op. cit., pp. 235 y 236; CALLEJO SERRANO, C: Diario Extremadura, 28 de mayo de 1975 (CPILC, 579).

[11] CALLEJO SERRANO, op. cit., 1975,9 (CPILC 733); BELTRÁN, op. cit., 1976, número 25,  46 y 47; ESTEBAN ORTEGA, op. cit., p. 262.

[12] ESTEBAN ORTEGA, J y REDONDO RODRÍGUEZ, J. A: «Epigrafía inédita en Ibahernando, Puerto de Santa Cruz, Trujillo y Villamesías», 2011.

[13] ESTEBAN ORTEGA, op. cit., 235.

[14] ESTEBAN ORTEGA, J y RAMOS RUBIO, J. A: “Fragmento de inscripción romana en la barbacana del Castillo de Trujillo”, (Conventus Emeritensis) en Ficheiro Epigráfico, suplemento de Conímbriga, núm. 173, Facultad de letras de la Universidad de Coimbra. Coimbra, 2018,  p. 1-5.

[15] ESTEBAN ORTEGA, J: Corpus de Inscripciones Latinas de Cáceres, Turgalium, Cáceres, 2012, p. 224.

[16] ESTEBAN ORTEGA, op. cit., 2012, p. 228 y 229; PÉREZ HOLGUÍN, J: Manuscrito de Trujillo.

[17] ESTEBAN, 229.

[18] Véase nuestro trabajo RAMOS RUBIO, J. A y DÍAZ ESTEBAN, F: “Nueva lápida árabe de Trujillo”. Anaquel de Estudios Árabes de la Universidad Complutense de Madrid, vol. 16, Madrid, 2005, pp. 201-204.

[19] Descubiertas por José Antonio Ramos y publicadas por DÍAZ ESTEBAN, F: “Inscripciones árabes y hebreas de Trujillo”, Actas del Congreso Trujillo Medieval, Trujillo, Real Academia de Extremadura, 2002, p. 27-40; DÍAZ ESTEBAN, F: “Dos nuevas inscripciones árabes de Trujillo y relectura de una tercera”, Homenaje al Prof. Daría Cabanelas, Granada, Universidad de Granada, 1987, II, pág. 171-181.

[20]Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección Mapas, nº 6 (sacado de: Real Audiencia, Legajo 13, expediente 17). Mapa del Partido de Trujillo.

[21]Servicio Geográfico del Ejército. Cartoteca Histórica. Mapas de Extremadura, nº 151. Mapa de la provincia de Extremadura dedicado al Excmo. S. D. Pedro de Alcántara, Pimentel, Henrriquez, Luna, Osorio, Guzman, Toledo y Silva, Hurtado de Mendoza, Marqués de Tavara, Conde de Saldaña, de Villada, y Duque de Lerma & c. Grande de España de primera clase, y Gentil-hombre de Camara de S. M. con exercicio. Para la formacion de este se ha tenido presente el Mapa manuscrito de D. Luis Joseph Velazquez; el de Maestre de Campo, D. Luis Venegas; y nuevamente sujeto a las memorias remitidas por los naturales, y a las Observaciones Astronomicas. Dividido en sus Obispados, y Partidos. Por D. Thomas Lopez. 1766.

[22]Mapa de la Provincia de Extremadura, Tomás López 1766 (Servicio Geográfico del Ejército. Cartoteca Histórica. Mapas de Extremadura, nº 151)

[23] Los arquitectos trujillanos Alonso Becerra y Francisco Becerra, padre e hijo, suscriben el contrato de la obra de la iglesia en 1566, bajo el pontificado diocesano de don Pedro Ponce de León (1560-1573). Contrato entre los maestros Alonso y Francisco Becerra, padre e hijo, de un lado; y, por otro, el mayordomo de la parroquia de Santo Domingo D. Pedro Martínez Calero (Archivo de Protocolos de Trujillo. Pedro de Carmona, 1566-1567. Leg. 10, fol. 55.). El contrato fue reformado en noviembre de l567, pero sólo afectó al pago; inicialmente se había acordado a plazos y en el nuevo contrato se acordó realizarlo a jornales. Solís, 1973, pp. 29-32.

[24] ORELLANA PIZARRO Y PÉREZ-ALOE, A. de: Francisco Pizarro, Santander, 1928.p. 12.

[25]         LOCKHART, J: Spanish Peru, 1532-1560. A Colonial Society, Madison. 1968. Los de Cajamarca. Un estudio social y biográfico de los primeros conquistadores de Perú, 2 volúmenes, Lima. 1972, p. 150; BALLESTEROS GAIBROIS, M: Francisco Pizarro, Madrid. 1986, p. 12.

[26] Expediente clasificado con el número 6524, fue publicado por PORRAS, R: Información sobre el linaje de Francisco Pizarro, Badajoz 1951.

[27] Todos los testigos coincidieron en la respuesta, por ejemplo, la testigo de ochenta años Inés García, viuda de Juan de Macinos contestó “conoscio a gonçalo piçarro padre del dicho francisco piçarro e a hernando alonso piçarro padre del dicho francisco piçarro e a hernando alonso piçarro e a Isabel Rodríguez su padre e madre e aguelos del dicho francisco piçarro e esta testigo los vido todo el tiempo que se acuerda que heran avidos e tenidos cada uno por si onvres e personas hijos dalgos e en tal posesion los vido estar y heran avidos e tenidos comúnmente en la dicha cibdad de Trujillo…conoscio a francisca gonçalez madre del dicho francisco piçarro e asy mismo conoscio a juan mateos e a maria alonso, su muger aguelos del dicho francisco piçarro y que hera muy horrada gente porque esta testigo los converso mucho y heran avidos e tenidos e conmunmente reputados por xpianos viejos”. Información sobre el linaje…. Véanse los estudios de BUSTO DUTHURBURU, A. del: “La familia materna y la casa natal de Francisco Pizarro”, en sobretiro de la Revista de la Universidad Católica del Perú 8, nueva serie, pp. 95-106, 1980. Francisco Pizarro y Trujillo de Extremadura, Lima. 1983.

[28] Esta aportación es la más interesante para nuestra hipótesis pues era el único de los testigos que sobrevivía a todos en 1529, ofreciéndonos valiosas noticias sobre el nacimiento de Pizarro. El afirmó que “avía nascido en casa de uno que se llamava juan casco”. El documento que las contiene, signado con el número 6524, está en el Archivo de Órdenes Militares, Repartimiento de Santiago, en la sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid, y su título es: Información sobre el hábito de Santiago para Francisco Pizarro. Probanza que va de la ciudad de Trujillo al Concejo de la Orden, sobre la genealogía del capitán don Francisco Pizarro.

[29] A finales del siglo XIX aún vivían familias con el apellido Casco en la calle Tintoreros, concretamente Antonia Casco, en una casa que curiosamente lindaba por la zona trasera con el Monasterio de San Miguel. NARANJO ALONSO, C: Trujillo y su tierra. Ed. Sánchez Rodrigo, Serradilla, 1929.

[30] Información de limpieza,…declaración de Antón Zamorano.

[31] Antes del Concilio de Trento un niño podía ser cristiano en cualquier catedral, iglesia, capilla, santuario o ermita, en cualquier lugar sagrado. Fue el Concilio quien ordenó que, preferentemente, debería bautizárseles en un templo parroquial cabeza de collación y, además, dejarse constancia escrita de la filiación del bautizado para asentarla en un libro de bautizos.

[32] Curiosamente se conoce en el vulgo popular este paraje como “Valle del judío”.

[33] Ya di a conocer esta obra en el libro RAMOS RUBIO, J. A: Estudio sobre los conventos de la T.O.R.F. de Trujillo (Monasterios de San Francisco el Real y San Pedro), Cáceres, 1991, p. 72.

[34] También pintó y doró la imagen de San Gregorio para las Casas Consistoriales que realizara Juanes de la Fuente en 1582. Libramiento, 6 diciembre de 1582: “en este día se mandaron librar a Juanes de la Fuente, diez ducados para la  fechura de una imagen de San Gregorio que fizo para la sala del Ayuntamiento”. Archivo Municipal de Trujillo. “El 6 mayo de 1583 mandaron librar a Muriel Solano, pintor, 14 ducados porque pintó y duró la imagen de San Gregorio para la capilla del Ayuntamiento”. Libramiento. Archivo Municipal de Trujillo. La imagen de San Gregorio se conserva actualmente en secretaría del Ayuntamiento trujillano.

[35] Conservada por doña Mercedes Pulido.

[36] Archivo Municipal de Trujillo, leg. 64, 15 y 16vº, junio y julio de 1504.

[37] Propiedad de don Javi Redondo y Marisa Fernández.

[38] Vid. RAMOS RUBIO, J. A y CILLÁN CILLÁN, F: Procesionario de Trujillo del siglo XVI, Iberprint, Montijo, 2011. Trabajo basado en el Procesionario del siglo XVI, Archivo Municipal de Trujillo.

[39] TENA FERNÁNDEZ, J: Trujillo, histórico y monumental. Gráficas Alicante, 1967, 365.

[40] Libramiento, 6 diciembre de 1582: “en este día se mandaron librar a Juanes de la Fuente, diez ducados para la fechura de una imagen de San Gregorio que fizo para la sala del Ayuntamiento”. Archivo Municipal de Trujillo.

[41]“El 6 mayo de 1583 mandaron librar a Muriel Solano, pintor, 14 ducados porque pintó y duró la imagen de San Gregorio para la capilla del Ayuntamiento”. Libramiento. Archivo Municipal de Trujillo.

[42] Legajo 1-3-1- Archivo Municipal de Trujillo.

[43] La ermita se construye el año 1572, que es la primera referencia que encontramos en las actas del Concejo. El 18 abril de 1572, el Concejo mandó librar veinticuatro ducados para la obra de la ermita de San Juan, y el 27 junio de 1575, el propio Concejo entregaba diez mil maravedíes para tejar la iglesia, finalizando las obras el 27 junio de 1578. Cit. Tena, 1967, 552.

[44] Libro Capitular del Concejo, 1709. Archivo Municipal de Trujillo.

[45] Protocolo del escribano Juan de Santiago Madrigal. Archivo de Protocolos de Trujillo, 1598.

[46] Tena, 1967, 552.

[47] Véase TENA FERNÁNDEZ, 1967, 553.

[48] Incluso en el año 1868, todavía existían restos de los muros de esta ermita, pues el 28 diciembre del año 1868 en una sesión municipal se da cuenta de una solicitud de Lucas Acedo, en representación de la Cofradía de Ánimas, pretendiendo que se devuelvan los documentos en que se solicitaba la inscripción de la ermita y corral de San Juan a nombre de dicha Cofradía, había unido, así como se le franqueará certificación del acuerdo en que el ayuntamiento lo había resulto, y el ayuntamiento acordó según se solicita por este interesado. TENA, 1967, 553.  En la actualidad, ya no quedan restos de la ermita.

[49] Sesión municipal del 28 de diciembre de 1868. Archivo Municipal de Trujillo.

[50]La Santa Biblia, texto bajo la dirección de Evaristo Martín Nieto, ediciones Paulinas, 16ª ed., Madrid, 1972. Libro 1 de Samuel, 31, 1-6. pp. 340-341.

[51]«Sobre la punta de su espada,/ con atrevido acento echó un gemido/ Diciendo, O Fortaleza desdichada,/ No más que palabrera ¿por qué aora/ Sigues a la fortuna mandadora?». SEBASTIAN LOPEZ, S: Emblemas. Alciato. Akal, Madrid, 1985, pp. 156-158.

[52]LOPEZ, D: Plutarco: Brutus, p. 51.

[53]VIRGILIO: Eneida, libro 1, pp. 153-157 (facs. Gredos, 1992).

 

 

[54] El convento de San Juan Bautista, conocido como convento de la Viciosa (nombre que proviene por el valle que le rodea, por la magnífica vegetación que allí crecía era llamado El Vicioso), además en el Interrogatorio de la Real Audiencia se especifica claramente: “En el término de esta villa a distanzia de una legua se halla un combento de Agustinos Recoletos, su nombre San Juan de la Penitenzia en el Balle de la Viziosa, de cuya fundazion, yndibiduos y rentas dara razon el reberendo padre prior de el”.  Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791.

Fue fundado en el año 1559 por fray Pedro de Alcántara, a expensas de don Fernando Álvarez de Toledo y Figueroa, II Conde de Deleitosa.

[55] Documento propiedad de los legajos de don Federico Acedo.

[56] TENA FERNÁNDEZ, 1967, 126.

[57] Las imágenes de la Inmaculada y San Antonio han sido custodiadas por doña Elvira Andrada y don Antonio García. Ahora se conservan en las viviendas de sus herederos.

[58] TENA FERNÁNDEZ, 1967, op. cit., p. 235.

[59] Libros de Actas y de Registros de los Cofrades y junta directiva de las Hijas de María y Santa Teresa de Jesús.

[60] Véase nuestro trabajo RAMOS RUBIO, J. A: Trujillo Costumbrista, 1870-1970. Cáceres, 1993.

 

 

 

 

 

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