Oct 032013
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

La comunicación del que suscribe versa sobre el léxico extremeños, porque los estudiosos tenemos obligación de conocer en busca de nuestras raíces, y destacar la importancia, pues, en parte, el hombre, al fin y al cabo, es producto de su lenguaje.

Del léxico popular extremeños era entusiasta Miguel de Unamuno (1864-1936), que muchas veces se lamentaba de que hubiesen desaparecido tantas palabras expresivas del más hondo significado. La señera figura de la intelectualidad española, vinculada a la docta Salamanca, por su dilatada y fecunda actuación, animó al sensitivo poeta campesino castellano-extremeño José María Gabriel y Galán (1870-1905), para que hiciese un vocabulario extremeño.

Lo propio puede decirse del insigne polígrafo Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), quien también invitó al sereno poeta de los llanos para que hiciese un vocabulario extremeño.

Asimismo el maestro Menéndez Pidal sostuvo abundante correspondencia con el investigador y académico de la de buenas letras de Sevilla y correspondiente de la española, Rafael García-Plata de Osma (1870-1918), en torno al vocabulario y peculiaridades de la fabla de Alcuescar.

En la baja Extremadura, el recio bardo Luis Chamizo (1894-1945), se distinguió por el cultivo de un viril dialecto. Ahí están “El miajón de los castuos”, su canto a Extremadura y, sobre todo, “La nacencia” para mejor comprensión del vocabulario badajocense.

Todo esto, las características del habla de Extremadura, estudió de la modalidad dialectal y de cuantos han abordado el tema, así como la inclusión de un breve vocabulario del terruño con voces que no figuran en las publicaciones al uso, es objeto de consideración en el ensayo que sometemos a los Coloquios Históricos Trujillanos.

Estas palabras relacionadas con las explicaciones pertinentes y ajustadas, constituyen el habla cotidiana de los pueblos extremeños, según comprobamos a diario.

Conforme consignamos no están todas las que son ni mucho menos. Las voces trascritas no son sino una pequeña muestra del copioso haz de palabras del vocabulario del territorio. Las demás las hemos agavillado junto con las mismas en un vocabulario que nos ha llevado, como fácilmente se comprenderá, muchos años de búsqueda afanosa, de labor de investigación in situ, para lo cual hemos contado con la ayuda de no pocos amigos y personas enamoraras de lo propio, lo genuino, que caracteriza al hombre de los pagos de la tierra parda y qué ingenios verdaderos se han encargado de incluir y aventar en sus endechas.

Ello nos lleva a sostener que en Extremadura hay de todo. Pero hay que estudiarlo con cariño. Cuidarlo todo mucho en una palabra, para que se sepa lo que atesorará esta región en la que se registrará a diario un movimiento imbuido de las más nobles inquietudes.

Extremadura es una sola desde el espinazo de Gredos, tan visitado por Unamuno, a Tentudía; desde el río Zujar al Tiétar. Las inquietudes y deseos son los mismos para los habitantes de la cuenca del Guadiana que para la de los del Tajo.

Sep 232013
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

 CONTORNO DE LA VILLA

 Herrera de Alcántara es una villa ribereña perteneciente al partido judicial de Valencia de Alcántara, emplazada en una pequeña loma, cerca del “padre” Tajo. Forma un triángulo con las capitales de Cáceres y Badajoz.

El término municipal de Herrera de Alcántara se halla si­tuado entre los ríos Tajo, Sever, Aurela y Alburrel. Nada menos que cuatro ríos fertilizan los campos herrerianos.

Son campos encineros, aunque también están poblados de alcornoques. Sus inmensas e intrincadas manchas de jara, tomillo y retama dan cobijo a una importante y variada gama de especies de caza mayor y menor, que constituyen una reserva natural de primera magnitud, que aún no ha sido estudiada en profundidad ni siquiera catalogada.

El centro comercial más próximo a la localidad es el de Valencia de Alcántara, frente a los campos del Alentejo portugués.

Herrera dista ciento dieciocho kilómetros de la capital de la Alta Extremadura. La iglesia parroquial está bajo la advo­cación de San Sebastián.

Los hijos de esta villa se denominan con gentilicio co­rrecto, que es el que admite la Real Academia de la Lengua, herrereños, como derivación del topónimo; y por su proximidad a Portugal, ferrereños.

Esta localidad produce cereales, principalmente trigo, y acoge buenas tierras oliveras. Destaca la ganadería lanar, seguida por la de cerda y caprina.

Si nos remontamos a la historia, podemos afirmar que He­rrera de Alcántara estuvo habitada en épocas prehistóricas, como lo atestiguan los restos hallados en su término, así como los ente­rramientos antropomórficos existentes en una finca no muy lejana a la localidad. Fue un centro comercial fluvial en la época de los romanos, y gabarras y veleros que navegaban hasta Lisboa y regresa­ban a fuerza de sirga y remos, atracaban en un muelle, próximo al casco urbano de la localidad, conocido popularmente como “muelle romano”, hoy cubierto por las aguas del embalse de Cedillo. Cabe dejar constancia de que Herrera fue Encomienda de la Orden Militar de Alcántara, teniendo los comendadores palacio en la población.

De re folklorística hay que destacar “la rosca” del día de las Candelas.

Las ferias y fiestas del vecindario tienen lugar por San Juan, el día 24 de junio.

 

 

UN ISLOTE DIALECTAL

 

Herrera de Alcántara es un verdadero islote en el aspecto idiomático y dialectal. En este orden, han estudiado la villa di­versos investigadores, que han hecho aportación de sus trabajos. El dialecto tiene analogías con el que emplean los montaraces portu­gueses.

 

 

 

ESFORZADOS HERREREÑOS

 

Hijo ilustre de Herrera de Alcántara fue Gonzalo Silvestre, compañero del conquistador Fernando de Soto, natural de Jerez de los Caballeros, en la invasión de La Florida. El soldado silvestre fue el único superviviente extremeño de la famosa expedición. Des­pués continuó con empeño y ardor la labor conquistadora.

Otro hijo esforzado de Herrera fue el teniente coronel legio­nario Domingo Firis Berrocal, luchador de fuste, de épica cidesca, en la gloriosa Legión Española, que tomó parte en más de cuatrocien­tas acciones de guerra y que estaba recompensado con varios ascensos por méritos de guerra y con la Medalla Militar Individual, en premio a su valeroso’ comportamiento castrense, a su heroísmo.

 

 

ANCESTRALES TRADICIONES

 

Hecho el anterior bosquejo de la villa cacereña, que consti­tuye una avanzada de España en Portugal y que forma con su costumbrismo parte de su esencia y de su historia, vayamos a abordarlo, aunque no sea con toda la extensión que merece. Porque el pueblo tiene personalidad propia, indiscutible y es obligado ponerlo de relieve en este trabajo de síntesis.

 

 

Variedad de costumbres

 

Harto sabido es la enorme variedad de costumbres que, originándose sus raíces en los antepasados, en otras generaciones, que se remontan a cientos de años, ejercieron su influencia en el comportamiento del país y que aún continúan testimoniándolo.

Herrera de Alcántara ofrece claras muestras de ello, confor­me se verá seguidamente.

“Caldos a los dolientes”

Entre las manifestaciones costumbristas que se hallan arraigadas hondamente, hay que reflejar una de acentos clásicos, concerniente a los “caldos a los dolientes”.

La costumbre, muy antigua por cierto, viene a consistir en llevar a los familiares del extinto o difunto, durante el tiempo del velatorio, y también el día después de la inhumación, unos caldos preparados cuidadosamente, a base de carnes, chocola­te, leche, etc. Son caldos muy alimenticios, que bien merecen figurar en la gastronomía herrerense.

Hay que patentizar la costumbre de que los familiares de los difuntos no toman ninguna clase de alimento sólido en el tiempo a que se hace referencia, sin duda alguna por la aversión que se tiene a masticar y también a la conversación, que se suele originar y discurrir durante las comidas, pues son estos momentos de relajamiento, que se pretende evitar a toda costa. Debido a esta singularidad, reciben tales líquidos o “caldos”, que les proporcionan los amigos, conocidos y los vecinos a los dolientes. Se los llevan con una expresión muy encomiable de generosidad y como una exteriorización voluntaria y notoria de condolencia y adhesión en el dolor.

Aunque en otras poblaciones extremeñas se acude a los do­lientes con alimentos y entrega en metálico de alguna cantidad para sufragios, es cosa que va desapareciendo a marchas forzadas, como puede constatarse con facilidad.

Siempre se conservó la costumbre en Herrera de Alcántara. La primera autoridad municipal y las personas de avanzada edad de Herrera de Alcántara participan que siempre conocieron la costumbre que facilitar “caldos a los dolientes” y que sus abuelos habían heredado a su vez tal hábito de sus anteriores.

Sin duda de ningún género, puede obedecer cuanto reflejamos sobre el estado de depresión del espíritu de los dolientes al momento psicológico que les embarga, y que les mueve a no desear llevar a la boca alimentación sólida de ningún género. De aquí las numerosas expresiones relacionadas con la ingesta de los alimentos sólidos cuando ocurren las desgracias familiares. “No me entra nada…” “No soy capaz de pasar nada…”

 

Nunca faltaron los “caldos a los dolientes”. Jamás se ha dado el caso de que en Herrera de Alcántara falten los “caldos a los dolientes”. Siempre acuden, como queda consignado, los amigos, conocidos y convecinos, para proporcionar­les la cantidad superior a lo que puedan necesitar. Acuden solí­citos y presurosos en los casos expuestos y en muestra de sus nobles sentimientos, que tanto les honran.

 

 

RECAPITULACIÓN

 

El profesor de la Universidad de Oxford John Campbell, con­liderado como la primera autoridad mundial en antropología griega, ha afirmado en el X Congreso de Antropología de Zaragoza, reciente­mente celebrado, lo siguiente: “El conocimiento de la antropología influye en el manejo y gobierno de los pueblos”.

Por nuestro afán costumbrista y como devoto de la antropolo­gía, hemos llevado a cabo y redactado este ensayo-comunicación, para someterlo, gustosamente, a los Coloquios Históricos de Truji­llo, que un año más tienen lugar, con todo entusiasmo, en la ciudad de Pizarro.    

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

– GUTIERREZ NACÍAS, Valeriano: “Mosaico de la Alta Extremadura. He­rrera de Alcántara. Ensayo inédito. Cáceres, 1970.

 

– MADOZ, Pascual: »Diccionario histórico-geográfico de Extremadura”. Publicaciones de la Jefatura Provincial del Movimiento. Departamento de Seminarios. Reedición. Cáceres, 1955.

 

– MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel (Conde de Canilleros): “Extremadura. La tierra en la que nacían los dioses”.            Espasa-Calpe. Madrid.

.

 

Oct 011993
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

Académico C. de la Real de la Historia.

El estudio del folklore, – palabra que empleó por primera vez Ambrosio Merton en la revista londinense “The Atheneum” en 1848 – lleva a no pocas consideraciones y algunas muy interesantes, relacionadas con la milicia, que conviene poner de relieve en este trabajo.

Muchos cambios de folklore, de unas regiones a otras, en los que los soldados, en sus horas de descanso, organizan tertulias y divertimientos, no pocos plenos de originalidad. El ocio, en la verdadera extensión de la palabra, bajo el signo castrense, por la índole del servicio, facilita este intercambio.

Entonces, hay, como si dijéramos a modo de un intercambio de canciones, refranes, dichos, etc.

Así, cuando se reúnen soldados de Galicia, Asturias, Extremadura, Aragón, Andalucía…jubilosamente, dan a conocer cuanto caracteriza a su tierra por lo que respecta al material folklorístico, tan interesante, como fácilmente se puede constatar.

No faltan soldados que con dos cucharas hacen el mismo sonido que si manejasen diestramente las más estupendas castañuelas. “¿El mejor bailaor y sin castañuelas?”, tal es una expresión de Ahigal, pueblo de la alta Extremadura, cuyos hijos se distinguen por sus buenos golpes o machadas.

La cosa tiene su explicación por la incorporación establecida de los ocho llamamientos militares actuales a los Cuerpos, en los que se airea al rico venero popular, tan digno de admiración como buscado con ahínco por los investigadores de la rama de la Etnología.

Aquí se puede comentar mucho.

Y lo propio por lo que concierne a la paremiología, que agrupa los comprimidos filosóficos cristalizados a través de los tiempos. Cervantes, nuestro escritor por antonomasia, llamaba a los refranes evangelios breves.

Hay también entre unos y otros servidores de la Patria intercambio de palabras por lo extrañas que son, por el efecto que les producen y se oyen manifestaciones como ésta, que no podemos omitir: “No te repuchis, quinto”, que cabe interpretar en el sentido de que no te ofendas ni te subleves.

Y es que, pensándolo bien, no hay otra manera de encontrarse, salvo hoy, con la terrible lacar de la emigración, ahora muy mitigada por la crisis económica, a la que, en todo caso, hay que poner coto, como sea, por la sangría que representa para la nación, como ocurrió en otros tiempos pasados de nuestra historia. Al poema “Regreso”, del celebrado vate campesino José María Gabriel y Galán (1870 – 1905), pertenece el verso “…y vuelvo a vuestro lado”, que ahora está muy de actualidad.

Además, hay que tener en cuenta que, antiguamente, el servicio a la Patria duraba tres y hasta cuatro años, en África.

Marchaban los soldados a Marruecos casi niños y volvían hechos unos hombres. ¡Cuántas impresiones se cambiarían en estos períodos tan amplios que daban de sí lugar a la transformación del hombre!

Cada región tiene sus instrumentos musicales, como harto es sabido, que constituyen verdaderas maravillas para – como el mejor acompañamiento – traducir el folklore nacional, variopinto por excelencia.

Cada región tiene sus instrumentos musicales, como harto es sabido, que constituyen verdaderas maravillas para – como el mejor acompañamiento – traducir el folklore nacional, variopinto por excelencia.

Conviene recalcar que nos estamos refiriendo a gente joven, con muchas ilusiones e inquietudes, sin temor a nada, dispuestos siempre a comunicar lo propio, lo que distingue específicamente a las parcelas de donde procede.

Porque el autor de este ensayo vive en Extremadura, donde desarrolla sus actividades y conoce su folklore, va a incluir algunas canciones, letrillas, refranes, dichos, etc. de la tierra parda, que estudian los afamados folkloristas Rafael García Plata de Osma, Manuel García Matos, Antonio Rodríguez – Moñino, Ángela Capdevielle, Adolfo Maillo García, Domingo Sánchez Loro, Juan Pedro Vera Camacho, Isabel Gallardo de Álvarez, Isabel Alía Pazos, etc. Aparte mencionaremos a los que fueron prestigiosos músicos militares, Bonifacio Gil, Guillermo Guió, Fernández Amor, Santiago Berzosa González y Julio Terrón. Todas estas figuras hicieron las importantísimas aportaciones de sus obras, que hoy son consultadas por cuantos se interesan por estas cuestiones, que muestran la idiosincrasia de los hombres de la región centro – occidental española.

Una forma de organizar los espectáculos era – y sigue siéndolo – la solemne conmemoración de los patronos de los Cuerpos. Siempre había y habrá espontáneos que amenicen las celebraciones con sus aires y decires, plenos de agudeza e ingenio, sobresaliendo el humor y algunas otras formas pintorescas que constituyen su sal y pimienta.

PIORNAL

Techo de Extremadura, a 1160 m., es famoso por su fiesta típica del “Jarramplas”, que tiene lugar el día 20 de enero. No se conoce – anota Emilio Páramo Sánchez – el origen del “Jarramplas”. Se barajan teorías desde mitológicas (Las luchas y el castigo que infligió Hércules a Caco), hasta las ceremonias vistas por los primeros conquistadores de América entre los indios, o la más simple, en la que se habla del personaje como el típico ladrón de ganados, que es sometido al castigo y a las burlas de sus convecinos. La fiesta se celebra el 20 de enero, en honor de San Sebastián, casi siempre entre nieve. El protagonista “Jarramplas”, vestido con un traje de cintas multicolores, una rara máscara con cuernos y crines de caballo y acompañado de un tamboril de piel de perro que toca con gruesas “cachiporras”, se dispone a recibir durante el día una verdadera lluvia de golpes. Nabos, troncos de col, bolas de nieve arrojadas por el pueblo, etc.

Cuenta Piornal con un importante grupo folklórico que da a conocer sabrosas, alegres y dignas de ser aventadas canciones. El grupo se acompaña con música de acordeón y de varios instrumentos tradicionales: la botella de anís, el caldero, el peculiar triángulo y almirez. Lo forman hombres y mujeres. Han grabado “Villancicos rondaores” y otros aires piornaliegos. Debido a esta circunstancia transmiten las letrillas y músicas propias del pueblo.

Piornal tiene tradición cantoral que sus quintos llevan a la mili:

El veinte de enero,
cuando más nieva,
sale un capitán valiente
a poner bandera
——
La otra tarde un piornalego
amargamente lloraba;
porque no alcanzaba el burro
al pilar a beber agua.
——
Que la tomatera
que no da tomate,
que no es tomatera,
que es hierba que nace.
——
Que la pimentera
que no da pimiento,
que no es pimentera,
que es hierba del huerto.

ARROYO DE LA LUZ Villa de labradores y alfareros. Posee un rico folklore en el vestir y en las canciones que se entonaban al son del pandero moruno en los “corros” que desfilaban por la Corredera el Lunes de Pascua de Resurrección. Incluimos en este trabajo la copla que con frecuencia nos recita el esclarecido hijo de la localidad, el filósofo Pedro Caba:

¿Dónde estará mi amante
que no ha venío,
ni a la voz, ni al reclamo
ni al retumbío?

Con la copla que trasladamos ahora a los lectores brotaba de las mozas un son de queja, cuando se formaban, antiguamente, en Arroyo, los bailes del pandero en cualquier esquina, aunque fuesen las de las iglesias, al son monorrítmica del pandero y no acudían los mozos:

Toda la calle viene
llena de Juanes;
como no viene el mío
no viene nadie.

Canciones arroyanas de quintos

Ya se van los quintos, madre,
ya se llevan a mi hermano,
ya no tiene quién le dé
pañuelo para la mano

Ya se van los quintos, madre,
ya se llevan a mi primo,
ya no tiene quién le dé
pañuelo para el bolsillo.

La vara de San José

La vara de San José
todos los años florece;
la vergüenza de los hombres
se ha perdido y no aparece.

GARGANTA LA OLLA

Cuna de la garrida moza que tiene por sobrenombre “La serrana de la Vera”, que en la historia hecha leyenda, presenta también su folklore, con la famosa danza de “Las Italianas” y canciones de quintos:

Ya se van los quintos, madre,
ya se va mi corazón,
ya se van los que tiraban
chinitas a mi balcón

(Estribillo:
Si te toca te aguantas,
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti.

Si te toca te aguantas,
que te tienes que ir.

Mi morena tiene pena,
porque soy “quinto” de hogaño.
Yo le digo a mi morena
que pronto pasan tres años.

Si te toca te aguantas,
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti.

Si te toca te aguantas
que te tienes que ir .

Esta calle la rondan los mozos,
los que se van a la guerra,
voluntarios y forzosos.

Esta calle la rondan los mozos…

Si te toca te aguantas,
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti.

Si te toca te aguantas
que te tienes que ir.

Caminito de la fuente,
las mozas llorando van.
Se dicen unas a otras.
“Mi novio también se va”

(Al estribillo)

A tu puerta puse un guindo
y a ventana un cerezo.
Por cada guinda, un abrazo;
Por cada cereza, un beso.

(Al estribillo)

JERTE

En la población de Jerte – enclavada en el maravilloso valle de Plasencia, que lleva a evocar la estampa oriental de los cerezos en flor – se baila la “Jota del Jerte”. He aquí una copla que dice lo que son las jerteñas:

Vale más una jerteña
con una cintita al pelo
que toda la serranía
vestida de terciopelo.

ABERTURA

En esta localidad, próxima a Trujillo, cuna de la Conquista, se ponían los quintos en el Ayuntamiento. Estaban esperando el sorteo que empezaba a las nueve en punto de la mañana. De aquí la canción:

¡Qué ganas tengo que lleguen
las nueve de la mañana,
para saber si mi suerte
ha sido buena o mala!

Acostumbraban a poner dos cántaros del fino cobre de Guadalupe. En uno iban las papeletas con los nombres y en el otro los números. Cantaban, tanto los nombres como los números, dos niños, y el alguacil o “El voz pública”, como se llamaba allí, daba a conocer dichos nombres y números. Aludiendo a esto, había una copla que decía:

Mete la mano, chiquillo,
en ese cántaro nuevo
y sácame el número uno
que me vaya de este pueblo.

¡Qué ocurrencia de quintos!

Somos los “quintos” de hogaño
y verán los fanfarrones
que nos sobra valentía
y tenemos pantalones.

Todos temen a Melilla
como si en Melilla hubiera
algún león encantado
que a los hombres comiera.

Las mocitas de este pueblo
son pocas y bailan bien
y en llegando a la costura,
ninguna sabe coser.

Esta copla iba muy en contra de la realidad.

Esta es la “Calle Real”,
la de las mozas garridas,
que tienen sal por arrobas
y que son muy pretendidas.

La pandereta del “quinto”
no lleva oro ni plata;
lleva el aro de una criba
con piel de perro y sonajas.

Uno de los quintos abertureños cantó en la calle del domicilio de su amada:

¡Adiós, “Calle de la Huerta”,
cuánto por ti he paseado,
y lo que yo pasearía
si no fuera a ser soldado!

La copla hizo fortuna entonces y en años siguientes, pues con sólo variar el nombre de calles, iba sirviendo para todo “quinto”, enamorado de reemplazos posteriores.

Alguna vez se dio el caso de que, entre los “quintos” sorteados ya y los que se sortearían después, no reinó el buen compañerismo. Ello lo justifican las dos coplas que figuran a continuación. Cantaron los no sorteados:

Los “quintos” son los que cantan,
que los “sextos” ya no valen;
pues van las calles arriba
sin decir adiós a nadie.

Y cantaron los aludidos:

Estos “quintos” no son “quintos”,
que son niños por criar;
pues rompen las panderetas
por no saberlas tocar.

Casi todas estas coplas fueron acompañadas por estribillo. Había varios, pero es oportuna su omisión, porque en ellos anduvo muy libertina la picaresca de manos del Diablo.

VILLAMESÍAS

Los de Villamesías solían cantar en las rondas de quintos:

Esta noche, si Dios quiere,
me tengo que divertir
con permiso del alcalde
y de la Guardia Civi.

Aquí se ve el respeto que tenían a las autoridades y sus agentes, en sentido un tanto irónico. Pero hay que añadir que las canciones no adolecían de sus notas picarescas. Los quintos de las fechas evocadas había días que constituían la máxima autoridad de hecho. Cometían toda clase de excesos. Volteaban carros, cogían pollos y gallinas, en fin, par qué seguir. Después, el alcalde los sancionaba con arreglos de calles y caminos o imponiéndoles multas que pagaban los padres.

IBHERNANDO

Debemos al comandante Honorífico de Artillería, Antonio Cartagena Martínez, parte de la letra del folklore de su pueblo natal, Ibahernando, que incluimos seguidamente:

Bien sé que estás acostada,
pero, dormidita no,
yo sé que estarás diciendo:
Ese que canta es mi amor.

Por una calle me voy,
por la otra doy la vuelta,
la que quiera ser mi novia
que deje la puerta abierta.

A lerén, lerén, lechuga,
a lerén, lerén, cogollo.
Se ha muerto mi delirio,
madre, cómprame otro.

¡Qué contenta está la novia,
porque estrena cama nueva;
más contento estará el novio
que se va acostar en ella.

La madrina es una rosa
y el padrino es un clavel,
la novia es un espejo
y el novio se mira en él.

Viva la novia y el novio
y el cura que los casó,
y padrino y la madrina
y que viva también yo.

HERGUIJUELA

Cuando las guerras Carlistas se cantaba en la localidad, por las mozas:

Ojos que te vieron dil
por aquel camino llano,
¿cuándo te verán venil
con el canuto en la mano?

MONTEHERMOSO

En Montehermoso, de la parcela cacereña, capitalidad del traje típico regional que se distingue por el famoso sombrero, promontorio de borlas, se cantan en todas las fiestas de la localidad y, principalmente, el día del Patrono, San Bartolomé, 24 de agosto, por los mozos, rondas con letras algunas muy picarescas. Vamos a incluir una que nos ha facilitado Juan Clemente Quijada, monterhermoseño de ley y capitán del Cuerpo de Oficinas Militares:

Cuando yo era chiquinino
me arruyaban las mozuelas,
y ahora que soy mayorcito,
juyen de mí como ciervas.

Hacemos la salvedad de que la terminación INO distingue a los hipocorísticos cariñosos de la tierra parda.

¿Me quieres, Costilla?
-Te quiero, Costal.
-Dame las manos
y vamos a bailar.

Ya se van los “quintos”, madre,
ya se van los buenos mozos,
ya queda la plaza llena
de tuertos y legañosos.

Claramente alude a los que no van a la prestación del honroso servicio militar.

PUERTO DE SANTA CRUZ

En Santa Cruz hay un árbol,
en El Puerto caen las hojas
y en el pueblo de Ibahernando
están las mejores mozas.

¿Me quieres, Talega?
-Te quiero, Costal.
-Pos conmigo esta noche
te vas a acostal.

TORREJONCILLO

Pueblo industrial, famoso por sus antiguos telares y la fiesta de “La envamisá”, se canta:

El novio le dio a la novia
la mano por la gatera;
pero no pudo saberse
lo que el novio le dio a ella.

NAVALMORAL DE LA MATA

Esta localidad es una de las más bellas puertas de entrada en la alta Extremadura. A ella corresponde esta nota folklórica, que es un elogio de las bellas moralitas:

¿Con qué lavas la cara
que la tienes tan bonita?.
-Me lavo con agua clara
de la fuente de la ermita.

VIANDAR DE LA VERA

El Sargento Mutilado Permanente, Bonifacio Miranda, nos dice algo popular de su pueblo natal; el segundo en altitud de la fértil comarca cacereña de La Vera:

Viandar, parar y andar,
la merienda adelante
y no atrás.

Sin duda alguna para evitar la sustracción.

VILLANUEVA DE LA VERA

En el desarrollo de la fiesta del “Pero-Palo”, declarada de Interés Turístico, las mozas y los mozos, ataviados con el típico indumento, cantan:

Ese que llaman “Reviste”
y por nombre Pero-Palo,
ha salido en la sentencia
que tiene que ser quemado
a eso del tercer día.

COMARCA DE LA SIBERIA EXTREMEÑA

En la provincia de Badajoz existe la comarca denominada “La Liberia Extremeña”, a la que pertenecen estas rondas:

Por esta calle abajo
va una gallina,
con la cola a la rastra,
la muy cochina.

Catalina María Márquez,
¿cómo has tenido el valor
a casarte con Juan Lanas
estando en el mundo yo?.

Por la calle abajo
van tres ratones;
uno va haciendo media
y el otro calzones.

Y el otro lleva la cesta
de los botones.

A la comarca citada pertenecen estas estrofas, que denotan los exacerbacismos y rivalidad entre pueblos vecinos:

El castillo de Herrera
se está jundiendo;
una pulga y un piojo
los están sosteniendo

En Peloches, no hagas noche,
en Herrera, las que quieras,
en Fuenlabrada de los Montes,
las semanitas enteras.

SIRUELA

Por la curiosidad que presentan, vamos a incluir una expresión relacionada con la forma en que pretendían a las mozas, antiguamente, en Siruela, de la provincia de Badajoz:

¿Me quieres, Mantuda?
Te quiero, Estropajo.
-Pues ya está hecho el ajo.

El diálogo de la manifestación amorosa no puede ser más rudo y expresivo.

VILLANUEVA DE LA SERNA

En la populosa Villanueva de la Serena, también de la Baja Extremadura, cuando existía Caja de Recluta, al incorporarse los quintos, cantaban:

Al entrar en Villanueva
lo primero que se ve,
la Caja de Recluta
y el Teniente Coronel.

ESPARRAGOSA

En encomio de las mozas de Esparrgosa, se cantaba esta copla:

Las mozas de Esparragosa
tienen todas tanta maña
que hasta el agua de la fuente
la toman con una caña.

DON BENITO

Esta apacible y próspera ciudad de la provincia de Badajoz, a través del muy aplaudido “Grupo Caramancho”, ha resucitado mucho de su antiguo folklore. De allí son estas canciones de quintos:

Ya se van los quintos, madre;
ya se va mi corazón,
ya se va quien me tiraba
chinitas en mi balcón.

(Estribillo)

Si te toca te aguantas
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti,

para librarte a ti,
para librarte a ti…
Si te toca te aguantas
que te tienes que ir.

Las madres son las que lloran,
que las novias no lo sienten.
Les quedan cuatro chavales
y con ellos se divierten.

Al estribillo

A ti te ha tocao el uno
y a tu compañero el dos.
¡Qué suerte tan desgraciá
que habéis tenío los dos!

Al estribillo

Esta es la calle del aire,
la calle del remolino,
donde se remolinea
tu corazón con el mío.

Al estribillo

Un pie tengo en el umbral
y otro tengo en el tejado.
Mira si por tu cariño,
vivo yo espatarracao.

Al estribillo

Frecuente también era este otro estribillo:

Acabarse la paja,
morirse el burro
y caerse el pesebre
todo fue uno;

fue todo uno, niña,
fue todo uno,
acabarse la paja
y morirse el burro.

OLIVENZA

Ciudad de la provincia de Badajoz, a dos kilómetros de Portugal. La razón fundamental de su existencia está en que el rey don Dionis de Portugal, en 1.306, ordenó edificar un castillo y una ciudadela, que pasaron a la Corona de España en la llamada “Guerra de las Naranjas”. Tiene magníficos monumentos, como la fabulosa iglesia de Santa María del Castillo y Santa María Magdalena, y el Hospital de la Misericordia. Olivenza fue hace poco declarada Conjunto Monumental Histórico – Artístico. Su gastronomía es muy rica, requiriendo especial mención el “Bollo podre”, “Las quesadas” y la “Técula Méluca”, de fórmula casi misteriosa, arcano aún por descifrar, pues nadie ha podido ni siquiera imitar esta maravillosa muestra de la repostería extremeña.

A las luchas y vicisitudes de Olivenza se debe la siguiente canción.

Las chicas de Olivenza
no son como las demás:
son hijas de España
y nietas de Portugal.

Las oliventinas muestran la belleza de la mujer lusitana y el salero y la gracia de la mujer española.

Del folklore oliventino es la siguiente estrofa:

Anda diciendo tu madre
que tiene un olivar;
el olivar que tú tienes
es que te quieres casar.

PLASENCIA

Plasencia, llamada por sobrenombre “La Perla del Jerte”, sede episcopal, “Grata a Dios y a los hombres”, tiene también un rico y variado folklore, del que, a continuación ofrecemos una muestra.

LOS QUINTOS DE HOGAÑO

(Canción de ronda de los coros de Plasencia)

Dicen que no hay morenas por los rincones,
morenas hay que roban los corazones.
-Traime, majico, un peine,
de esus que en Madre vendin;
azuli, colorau, pajusu y verdi.
-Adios, cariñosita, quitapesaris,
que me voy a la guerra
y tú no lo sabis,
por unas malas lenguas
y malas voluntadis.

La ronda va por la calli
la ronda va por la calli,
no va ningún andalú,
que todos son extremeñus
y llevan la sal de Jesús.

Hola, resalá y olé,
lleva la sal de Jesús.

Desde que te vi, morena,
me van a matar,
me tiene a mí
malitu en la cama
desde que te vi.

GARROVILLAS DE ALCONETAR

En la villa de Garrovillas de Alconetar, después de las ferias de San Mateo, mozos y mozas se reúnen y hasta la Navidad cantan, entre otras, esta estrofa

Mi suegra, la novelera,
no encuentra nuera a su gusto;
que haga una de madera
y luego le coja el fruto.

BADAJOZ

Transcribamos a continuación una copla geográfica badajocense:

Una niña bonita
se tragó, se tragó;
Montijo y La Puebla,
Talavera y Lobón.

Y si no la sujetan
se traga a Badajoz,
el cuartel de la Bomba,
con artilleros y tó…

PAREMIOLOGÍA

Es muy curiosa la paremiología extremeña, y, como toda, goza de la fuerza, “porque, en pocas palabras y de un modo atractivo, expresan generalmente la verdad, ofrecen un consejo o reflejan una experiencia que resulta valiosa”. Un verdadero haz podríamos formar. Vayan algunas muestras.

“Primero están los dientes/, después el tragadero”.

“A los viajeros les quita Dios el dormir,/ pero no les quita el gruñir”.

“Alos viejos les quita Dios el mascar, / pero no les quita el tragar”.

“El que habla mal de la pera/ comer quiere de ella”.

“El tiempo que viene a su tiempo/ es buen tiempo”.

“El que en la juventud se come la sardina/ en la vejez caga las espinas”.

“El que a mi casa no viene/ de la suya me desecha”.

“Ahí va la loba,/ con el tocino en la boca” (indica la hora de comer entre los que cogen aceitunas o “apañadores”, en los olivares, y que anuncian en voz alta).

“El que quiere comer de la olla ajena/ que tenga la suya sin tapadera”.

“No comer por haber comido/ nada perdido”.

“Por San Antón / pares son” (Las perdices, que se aparecen).

“Por San Antón/ toda ave pon”.

“Entre San Sebastián y Los Mártires/ no salgas de casa aunque de pan no te jartes”.

“Tú lo que quieres es peer en botija, para que retumbe”. (Alude a quién fanfarronea, que no quiere pasar inadvertido, que a toda costa quiere que se le oiga)

DICHOS

Son muchísimos los que podríamos agavillar y tienen su encanto. He aquí los que damos a conocer a los lectores:

“Por Navidad/ muchos a Guadalupe van/ pero luego van los que van”.

“Ruin con ruin/ así se casan en Dueñas”.

“El tamborilero de Bodonal/ que tacando, tocando/ se le olvidó tocar”.

“Si tienes un hijo conde o desea ser duque/ mételo a fraile en Guadalupe” (El real y secular monasterio mariano extremeño, uno de los principales templos de la cristiandad).

“Si quieres matar a un fraile/ quítale la siesta y échale de comer tarde”. (Los frailes se levantan muy temprano y llevan el horario a rajatabla).

“O por fraile o por hermano/ todo el mundo franciscano”.

Estos saberes, estos sentires, estas canciones, proverbios y dichos, salidos de lo más hondo de la entraña del pueblo, del pueblo más sincero, han recorrido el mundo entero, desde la tórrida y húmeda manigua cubana hasta la jungla filipina, desde las heladas tierras centroeuropeas, hasta los resecos desiertos africanos, siempre en boca de soldados, de soldados y misioneros.

Y han dejado algo de ellos en aquellas tierras, han dejado parte del alma y, a veces, frecuentemente, la vida. Pero con ello han inspirado y moldeado, a lo largo del tiempo, el folklore de otras regiones, de otros países, pues la huella del hombre auténtico, en nuestro caso el soldado, es imperecedera.

BIBLIOGRAFÍA

ALIA PAZOS, Isabel: Trabajos periodísticos sobre asuntos extremeños en los diarios “Extremadura” y “Hoy”, de Cáceres y Badajoz, respectivamente, y comunicaciones presentadas a los Congresos de Estudios Extremeños.

BERZOSA GONZÁLEZ, Santiago: “Boda típica extremeña”, fiesta típica en Torrejoncillo” “Cáceres canta”, “Sinfonía extremeña”, “Tornavacas canta”, “Redoble, redoble” etc.

BLÁZQUEZ MARCOS, José: “Por la vieja Extremadura”, “Guía artística de la provincia de la provincia de Cáceres”, Cáceres. Tipografía Extremadura. 1929

CAPDEVIELLE, Ángela: “Cancionero de Cáceres y su provincia”. Servicios Culturales de la Diputación Provincial de Cáceres. Artes Gráficas. Madrid, 1969.

COLLADO ALONSO, Gregoria: “Ensayos sobre asuntos extremeños”.

CORDERO GÓMEZ, Juan Luis: “Lírica arroyana”.

GALLARDO DE ALVAREZ, Isabel: Colaboraciones sobre folklore en la “Revista de Estudios Extremeños”, de los Servicios Culturales de la Diputación Provincial de Badajoz.

GARCÍA MATOS, Manuel: “Lírica popular de la alta Extremadura”.Unión Musical Española. Madrid, 1944.

GARCÍA-PLATA DE OSMA, Rafael: “Geografía popular de Extremadura. Apuntes folklóricos recogidos en Alcuéscar”. Revista de Extremadura. Cáceres.1.907. “Los sanchicos de Alcuéscar”. Revista de Extremadura. Cáceres, 1.907

GARCÍA SERRANO, Rafael: “Bailando hasta la Cruz del Sur”. Gráficas Gíes. Madrid, 1954.

GIL GARCÍA, Bonifacio: “Folklore musical extremeño. Principales rasgos de su riqueza tonal”, Revista de Estudios Extremeños, Badajoz, 1935. “Cancionero popular de Extremadura”. Colección, estudio y notas. Dos tomos. Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1971.

GONZÁLEZ BARROSO, Emilio: “Cancionero popular extremeño”. Biblioteca Básica Extremeña. Badajoz, 1980.

GONZÁLEZ MENA, María Ángeles: “Museo de Cáceres. Sección de Etnografía”. Servicios Culturales de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid, 1976.

HOYOS, Nieves de: Ensayos publicados y comunicaciones presentadas a los Congresos de Estudios Extremeños.

MAILLO GARCÍA, Adolfo: “Ensayos sobre material folklórico”. Diario “El Imparcial”, Madrid, 1930.

MARTÍN GIL, Tomás: “Motivos extremeños” (artículos publicados en “La Montaña” y “Extremadura” de Cáceres; “Revista del Centro de Estudios Extremeños” y “Hoy”, de Badajoz). Escuelas Profesionales del Sagrado Corazón de Jesús. Juan Bravo, 3. Madrid, 1968.

NICOLÁS RODRÍGUEZ, Santos: Información proporcionada al autor de este ensayo.

SÁNCHEZ LORO, Domingo: Trabajos sobre “Los coros placentinos y coros y danzas”, del libro “Jornadas Literarias por la Alta Extremadura”. Cáceres, 1955.

TERRÓN SOBRADO, Julio: “Recopilación de canciones populares”. Plasencia.

Oct 011989
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

CONTORNO DE LA VILLA

Herrera de Alcántara es una villa ribereña perteneciente al partido judicial de Valencia de Alcántara, emplazada en una pequeña loma, cerca del “padre” Tajo. Forma un triángulo con las capitales de Cáceres y Badajoz.

El término municipal de Herrera de Alcántara se halla si­tuado entre los ríos Tajo, Sever, Aurela y Alburrel. Nada menos que cuatro ríos fertilizan los campos herrerianos.

Son campos encineros, aunque también están poblados de alcornoques. Sus inmensas e intrincadas manchas de jara, tomillo y retama dan cobijo a una importante y variada gama de especies de caza mayor y menor, que constituyen una reserva natural de primera magnitud, que aún no ha sido estudiada en profundidad ni siquiera catalogada.

El centro comercial más próximo a la localidad es el de Valencia de Alcántara, frente a los campos del Alentejo portugués.

Herrera dista ciento dieciocho kilómetros de la capital de la Alta Extremadura. La iglesia parroquial está bajo la advo­cación de San Sebastián.

Los hijos de esta villa se denominan con gentilicio co­rrecto, que es el que admite la Real Academia de la Lengua, herrereños, como derivación del topónimo; y por su proximidad a Portugal, ferrereños.

Esta localidad produce cereales, principalmente trigo, y acoge buenas tierras oliveras. Destaca la ganadería lanar, seguida por la de cerda y caprina.

Si nos remontamos a la historia, podemos afirmar que He­rrera de Alcántara estuvo habitada en épocas prehistóricas, como lo atestiguan los restos hallados en su término, así como los ente­rramientos antropomórficos existentes en una finca no muy lejana a la localidad. Fue un centro comercial fluvial en la época de los romanos, y gabarras y veleros que navegaban hasta Lisboa y regresa­ban a fuerza de sirga y remos, atracaban en un muelle, próximo al casco urbano de la localidad, conocido popularmente como “muelle romano”, hoy cubierto por las aguas del embalse de Cedillo. Cabe dejar constancia de que Herrera fue Encomienda de la Orden Militar de Alcántara, teniendo los comendadores palacio en la población.

De re folklorística hay que destacar “la rosca” del día de las Candelas.

Las ferias y fiestas del vecindario tienen lugar por San Juan, el día 24 de junio.

 

 

UN ISLOTE DIALECTAL

 

Herrera de Alcántara es un verdadero islote en el aspecto idiomático y dialectal. En este orden, han estudiado la villa di­versos investigadores, que han hecho aportación de sus trabajos. El dialecto tiene analogías con el que emplean los montaraces portu­gueses.

 

 

 

ESFORZADOS HERREREÑOS

 

Hijo ilustre de Herrera de Alcántara fue Gonzalo Silvestre, compañero del conquistador Fernando de Soto, natural de Jerez de los Caballeros, en la invasión de La Florida. El soldado silvestre fue el único superviviente extremeño de la famosa expedición. Des­pués continuó con empeño y ardor la labor conquistadora.

Otro hijo esforzado de Herrera fue el teniente coronel legio­nario Domingo Firis Berrocal, luchador de fuste, de épica cidesca, en la gloriosa Legión Española, que tomó parte en más de cuatrocien­tas acciones de guerra y que estaba recompensado con varios ascensos por méritos de guerra y con la Medalla MilitarIndividual, en premio a su valeroso’ comportamiento castrense, a su heroísmo.

 

 

ANCESTRALES TRADICIONES

 

Hecho el anterior bosquejo de la villa cacereña, que consti­tuye una avanzada de España en Portugal y que forma con su costumbrismo parte de su esencia y de su historia, vayamos a abordarlo, aunque no sea con toda la extensión que merece. Porque el pueblo tiene personalidad propia, indiscutible y es obligado ponerlo de relieve en este trabajo de síntesis.

 

 

Variedad de costumbres

 

Harto sabido es la enorme variedad de costumbres que, originándose sus raíces en los antepasados, en otras generaciones, que se remontan a cientos de años, ejercieron su influencia en el comportamiento del país y que aún continúan testimoniándolo.

Herrera de Alcántara ofrece claras muestras de ello, confor­me se verá seguidamente.

“Caldos a los dolientes”

Entre las manifestaciones costumbristas que se hallan arraigadas hondamente, hay que reflejar una de acentos clásicos, concerniente a los “caldos a los dolientes”.

La costumbre, muy antigua por cierto, viene a consistir en llevar a los familiares del extinto o difunto, durante el tiempo del velatorio, y también el día después de la inhumación, unos caldos preparados cuidadosamente, a base de carnes, chocola­te, leche, etc. Son caldos muy alimenticios, que bien merecen figurar en la gastronomía herrerense.

Hay que patentizar la costumbre de que los familiares de los difuntos no toman ninguna clase de alimento sólido en el tiempo a que se hace referencia, sin duda alguna por la aversión que se tiene a masticar y también a la conversación, que se suele originar y discurrir durante las comidas, pues son estos momentos de relajamiento, que se pretende evitar a toda costa. Debido a esta singularidad, reciben tales líquidos o “caldos”, que les proporcionan los amigos, conocidos y los vecinos a los dolientes. Se los llevan con una expresión muy encomiable de generosidad y como una exteriorización voluntaria y notoria de condolencia y adhesión en el dolor.

Aunque en otras poblaciones extremeñas se acude a los do­lientes con alimentos y entrega en metálico de alguna cantidad para sufragios, es cosa que va desapareciendo a marchas forzadas, como puede constatarse con facilidad.

Siempre se conservó la costumbre en Herrera de Alcántara. La primera autoridad municipal y las personas de avanzada edad de Herrera de Alcántara participan que siempre conocieron la costumbre que facilitar “caldos a los dolientes” y que sus abuelos habían heredado a su vez tal hábito de sus anteriores.

Sin duda de ningún género, puede obedecer cuanto reflejamos sobre el estado de depresión del espíritu de los dolientes al momento psicológico que les embarga, y que les mueve a no desear llevar a la boca alimentación sólida de ningún género. De aquí las numerosas expresiones relacionadas con la ingesta de los alimentos sólidos cuando ocurren las desgracias familiares. “No me entra nada…” “No soy capaz de pasar nada…”

 

Nunca faltaron los “caldos a los dolientes”. Jamás se ha dado el caso de que en Herrera de Alcántara falten los “caldos a los dolientes”. Siempre acuden, como queda consignado, los amigos, conocidos y convecinos, para proporcionar­les la cantidad superior a lo que puedan necesitar. Acuden solí­citos y presurosos en los casos expuestos y en muestra de sus nobles sentimientos, que tanto les honran.

 

 

RECAPITULACIÓN

 

El profesor de la Universidad de Oxford John Campbell, con­liderado como la primera autoridad mundial en antropología griega, ha afirmado en el X Congreso de Antropología de Zaragoza, reciente­mente celebrado, lo siguiente: “El conocimiento de la antropología influye en el manejo y gobierno de los pueblos”.

Por nuestro afán costumbrista y como devoto de la antropolo­gía, hemos llevado a cabo y redactado este ensayo-comunicación, para someterlo, gustosamente, a los Coloquios Históricos de Truji­llo, que un año más tienen lugar, con todo entusiasmo, en la ciudad de Pizarro.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

– GUTIERREZ NACÍAS, Valeriano: “Mosaico de la Alta Extremadura”. He­rrera de Alcántara. Ensayo inédito. Cáceres, 1970.

 

– MADOZ, Pascual: »Diccionario histórico-geográfico de Extremadura”. Publicaciones de la Jefatura Provincial del Movimiento. Departamento de Seminarios. Reedición. Cáceres, 1955.

 

– MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel (Conde de Canilleros): “Extremadura. La tierra en la que nacían los dioses”.      Espasa-Calpe. Madrid.

Oct 011986
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

Fervoroso el que os habla de Extremadura y sus figuras esclarecidas, se honra en colaborar en estos Coloquios Históricos con una comunicación sobre el Capitán General de la Armada José Solano Bote, natural de Zorita, villa contigua a estos pagos, del secarral cacereño.

La Alta Extremadura, aunque geográficamente es una parcela del interior, siempre tuvo vocación marinera, como lo demostró en La Conquista y en cuántas ocasiones se le han presentado. Buen ejemplo de ello es el del marino José Solano Bote (de 1726-1806).

Solano Bote se distinguió muy pronto, al ser elegido, nada más acabar sus estudios preparatorios como guardiamarina, para acompañar al insigne Jorge Juan y a otros oficiales en sus viajes por Europa, con la finalidad de conocer el estado de los progresos científicos de la náutica. Estuvo destinado en América para acordar con los portugueses la línea de demarcación al norte del río Marañón. Mandó el navío “Rayo” y fue Capitán General de Venezuela. Durante su mandato limpió la costa de Caracas de contrabandistas. Después pasó con el mismo cargo a la isla de Santo Domingo (1770). Fue jefe de la escuadra en 1779 y sobresalió en la nueva guerra contra Inglaterra. Destinado otra vez a América en 1880 para proteger, al mando de una escuadra, las comunicaciones con Las Antillas. Estuvo designado para el mando de apostadero de La Habana. Ascendió a Teniente General en el año 1782. Al terminar la contienda, fue premiado por sus servicios con el título de Marqués de Socorro. Cuando regresó a España le hicieron Consejero de Estado. Todavía, anota Olimpia Bergué, influyó en el mando de nuevas escuadras, en la conclusión del tratado de paz con Inglaterra. En 1796, nuevamente zarpó de Cádiz al mando de la flota de América y ocasionó serios daños a barcos y establecimientos ingleses.

Las memorias del Capitán General Solano Bote, que se hallan en el palacio de Monsalud de la ciudad de Almendralejo, esperan que hallan espíritus generosos que se preocupen de su publicación. Entonces será el momento de saber de todos los trabajos que llevó a cabo el glorioso marino y los secretos de su quehacer científico que tanto interesa conocer dada su preparación y talento.

También podrá desvelarse con el estudio exhaustivo de las memorias de Solano Bote, una parte de la historia de España relativa a la época en que vivió, y que podría servir para desentrañar otros muchos piélagos de ignorancia sobre los hechos acaecidos en aquellos tiempos turbulentos y dinámicos, pues algunos de ellos fueron protagonizados por él mismo, o fue testigo directo de los sucesos.

Fervoroso el que os habla de Extremadura y sus figuras esclarecidas, se honra en colaborar en estos Coloquios Históricos con una comunicación sobre el Capitán General de la Armada José Solano Bote, natural de Zorita, villa contigua a estos pagos, del secarral cacereño.

La Alta Extremadura, aunque geográficamente es una parcela del interior, siempre tuvo vocación marinera, como lo demostró en La Conquista y en cuántas ocasiones se le han presentado. Buen ejemplo de ello es el del marino José Solano Bote (de 1726-1806).

Solano Bote se distinguió muy pronto, al ser elegido, nada más acabar sus estudios preparatorios como guardiamarina, para acompañar al insigne Jorge Juan y a otros oficiales en sus viajes por Europa, con la finalidad de conocer el estado de los progresos científicos de la náutica. Estuvo destinado en América para acordar con los portugueses la línea de demarcación al norte del río Marañón. Mandó el navío “Rayo” y fue Capitán General de Venezuela. Durante su mandato limpió la costa de Caracas de contrabandistas. Después pasó con el mismo cargo a la isla de Santo Domingo (1770). Fue jefe de la escuadra en 1779 y sobresalió en la nueva guerra contra Inglaterra. Destinado otra vez a América en 1880 para proteger, al mando de una escuadra, las comunicaciones con Las Antillas. Estuvo designado para el mando de apostadero de La Habana. Ascendió a Teniente General en el año 1782. Al terminar la contienda, fue premiado por sus servicios con el título de Marqués de Socorro. Cuando regresó a España le hicieron Consejero de Estado. Todavía, anota Olimpia Bergué, influyó en el mando de nuevas escuadras, en la conclusión del tratado de paz con Inglaterra. En 1796, nuevamente zarpó de Cádiz al mando de la flota de América y ocasionó serios daños a barcos y establecimientos ingleses.

Las memorias del Capitán General Solano Bote, que se hallan en el palacio de Monsalud de la ciudad de Almendralejo, esperan que hallan espíritus generosos que se preocupen de su publicación. Entonces será el momento de saber de todos los trabajos que llevó a cabo el glorioso marino y los secretos de su quehacer científico que tanto interesa conocer dada su preparación y talento.

También podrá desvelarse con el estudio exhaustivo de las memorias de Solano Bote, una parte de la historia de España relativa a la época en que vivió, y que podría servir para desentrañar otros muchos piélagos de ignorancia sobre los hechos acaecidos en aquellos tiempos turbulentos y dinámicos, pues algunos de ellos fueron protagonizados por él mismo, o fue testigo directo de los sucesos.

Oct 011985
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

Esta comunicación concierne a la interesante figura y cometido del rapa. Se trata de una institución de Derecho consuetudinario, de tipo costumbrista, que existía en la vieja Extremadura, principalmente en las poblaciones de Cáceres, Alcántara, Brozas y Valencia de Alcántara, hasta casi la primera mitad de este siglo. También figuraba el rapa en la ruralidad de la Baja Extremadura, en Fregenal de la Sierra, Almendralejo, y aún se habla de Andalucía, pero con otra denominación, como la de paje y que, por añadidura, ha sido muy bien definido en sus funciones por la extinta María Moliner, en su magnífico «Diccionario de uso del Español». El rapa era el criado de confianza, un tipo de persona muy viva, inteligente y sensible. El hombre fiel que atendía en las casas al ganado, los caballos de silla y al señor de la heredad, en no pocas cosas con é1 mismo relacionadas. Y tenía al corriente a los señores de las novedades, dimes y diretes -hasta de los chismes, era alcahuetillo-, es decir, de todo lo que ocurría en la localidad, a modo de gaceta viviente, ya que había de comunicarlo con fidelidad. Hacía un periódico local, oralmente, para sus amos. Era un verdadero cronista familiar, un servidor atento y amable, elegido no en balde por su competencia, y como elemento de confianza entre el personal de la casa, que ya no podía dedicarse de lleno a las operaciones agrícolas y ganaderas.

El rapa era un verdadero busca-todo, todo lo sabía porque, es lo cierto, todo lo indagaba y diligenciaba. Sus servicios eran muy diversos y amplios. Lo mismo podría prestarlos en la localidad en que normalmente se desarrollaban sus actividades que fuera de la misma, según el encargo que recibiese. Hay que tener en cuenta que nos estamos refiriendo y relacionando con Cáceres, Alcántara, Brozas, etc., poblaciones eminentemente agrícolas y ganaderas y distinguidas por sus gentes y la prosapia y estirpe que las definían. De Alcántara y Brozas decía una vieja copla popular:

Adiós, Alcántara y Brozas,
que en todo lleváis la gala;
en ovejas y carneros
y en el precio de la lana.

Mas todo hay que decirlo. Tampoco faltaban los malintencionados que sostenían que el rapa hacía de todo y que hasta incluso se prestaba a ciertos servicios más o menos celestinescos. Que la naturaleza humana es cambiante y voluble y admito de todo.

No poco cabría decir aquí para completar el trabajo sobre los rapas. Aludimos a la historia de buen número de rapas, historias algunas muy divertidas y pintorescas, que arrojarían luz sobre sus actuaciones y conductas, se adaptaban muy bien a todos los papeles que les correspondía desempeñar y al comportamiento de los jefes y familias respectivas.

El rapa, que era la lealtad y la fidelidad a toda prueba, era una institución que tuvo su importancia en la Extremadura del pasado siglo, sobre todo, y que, como verdadero secretario de la familia importante, acomodada, podría habernos contado la verdadera historia de Extremadura.

En la comunicación que resumimos, queda reflejada la misión del rapa que pertenece a una época de la región extremeña ya definitivamente ida pero conviene evocarla para conocimiento de las nuevas generaciones y para que se sepa de un aspecto de la sociología rural, del vivir de las localidades, que conviene abordar para que ilustren en torno al desenvolvimiento de los pueblos, siempre tan interesantes para el estudio y hasta para el atento observador de los cambios experimentados siguiendo las leyes naturales.

Claro, el rapa murió con el transcurso del tiempo. Se extinguió mucho antes de la jornada de cuarenta horas semanales y de las vacaciones pagadas, mucho antes de los sindicatos de clase y de los llamados seguros sociales.

El rapa era una institución casi medieval y, por eso, murió con los tiempos que crearon tan singular figura.

En nuestra búsqueda afanosa de datos relativos al tema, no hemos hallado literatura ni importante bibliografía con é1 relacionada, pese a lo que hemos investigado sobre el asunto que nos ocupa y al auge que tuvieron en los núcleos urbanos y rurales consignados. La mayor información que hemos obtenido ha sido oral, tanto de investigadores como de personas de otras profesiones distintas, profundamente conocedoras de la institución evocada.

Solamente el documentado y ameno investigador Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros y de San Miguel (Cáceres 1899-1972), que tuvo a su servicio a dos rapas: «Tirillas», de Brozas y “Bravo”, de Aldea del Cano, localidades próximas a Cáceres, ha dejado alguna breve referencia en sus estampas retrospectivas de Extremadura, que tanto le gustaba dar o la luz pública en la revista «Alcántara», de literatura de creación, y en el diario «Extremadura». (El Conde de Canilleros, académico Correspondiente de las de Extremadura, Real Academia Española y Real de la Historia, digámoslo para completar su rapidísimo perfil; completó su archivo, el de sus antepasados, en el palacio de Fernando de 0vando, hermano de frey Nicolás de Ovando, primer Gobernador de Indias, casona realenga que enriquece la ciudad monumental cacerense).

Oct 011983
 

Valeriano Gutiérrez Macías
.Académico C. de la Real de la Historia.

El estudio del folklore, – palabra que empleó por primera vez Ambrosio Merton en la revista londinense «The Atheneum» en 1848 – lleva a no pocas consideraciones y algunas muy interesantes, relacionadas con la milicia, que conviene poner de relieve en este trabajo.

Muchos cambios de folklore, de unas regiones a otras, en los que los soldados, en sus horas de descanso, organizan tertulias y divertimientos, no pocos plenos de originalidad. El ocio, en la verdadera extensión de la palabra, bajo el signo castrense, por la índole del servicio, facilita este intercambio.

Entonces, hay, como si dijéramos a modo de un intercambio de canciones, refranes, dichos, etc.

Así, cuando se reúnen soldados de Galicia, Asturias, Extremadura, Aragón, Andalucía…jubilosamente, dan a conocer cuanto caracteriza a su tierra por lo que respecta al material folklorístico, tan interesante, como fácilmente se puede constatar.

No faltan soldados que con dos cucharas hacen el mismo sonido que si manejasen diestramente las más estupendas castañuelas. «¿El mejor bailaor y sin castañuelas?», tal es una expresión de Ahigal, pueblo de la alta Extremadura, cuyos hijos se distinguen por sus buenos golpes o machadas.

La cosa tiene su explicación por la incorporación establecida de los ocho llamamientos militares actuales a los Cuerpos, en los que se airea al rico venero popular, tan digno de admiración como buscado con ahínco por los investigadores de la rama de la Etnología.

Aquí se puede comentar mucho.

Y lo propio por lo que concierne a la paremiología, que agrupa los comprimidos filosóficos cristalizados a través de los tiempos. Cervantes, nuestro escritor por antonomasia, llamaba a los refranes evangelios breves.

Hay también entre unos y otros servidores de la Patria intercambio de palabras por lo extrañas que son, por el efecto que les producen y se oyen manifestaciones como ésta, que no podemos omitir: «No te repuchis, quinto», que cabe interpretar en el sentido de que no te ofendas ni te subleves.

Y es que, pensándolo bien, no hay otra manera de encontrarse, salvo hoy, con la terrible lacar de la emigración, ahora muy mitigada por la crisis económica, a la que, en todo caso, hay que poner coto, como sea, por la sangría que representa para la nación, como ocurrió en otros tiempos pasados de nuestra historia. Al poema «Regreso», del celebrado vate campesino José María Gabriel y Galán (1870 – 1905), pertenece el verso «…y vuelvo a vuestro lado», que ahora está muy de actualidad.

Además, hay que tener en cuenta que, antiguamente, el servicio a la Patria duraba tres y hasta cuatro años, en África.

Marchaban los soldados a Marruecos casi niños y volvían hechos unos hombres. ¡Cuántas impresiones se cambiarían en estos períodos tan amplios que daban de sí lugar a la transformación del hombre!

Cada región tiene sus instrumentos musicales, como harto es sabido, que constituyen verdaderas maravillas para – como el mejor acompañamiento – traducir el folklore nacional, variopinto por excelencia.

Cada región tiene sus instrumentos musicales, como harto es sabido, que constituyen verdaderas maravillas para – como el mejor acompañamiento – traducir el folklore nacional, variopinto por excelencia.

Conviene recalcar que nos estamos refiriendo a gente joven, con muchas ilusiones e inquietudes, sin temor a nada, dispuestos siempre a comunicar lo propio, lo que distingue específicamente a las parcelas de donde procede.

Porque el autor de este ensayo vive en Extremadura, donde desarrolla sus actividades y conoce su folklore, va a incluir algunas canciones, letrillas, refranes, dichos, etc. de la tierra parda, que estudian los afamados folkloristas Rafael García Plata de Osma, Manuel García Matos, Antonio Rodríguez-Moñino, Ángela Capdevielle, Adolfo Maillo García, Domingo Sánchez Loro, Juan Pedro Vera Camacho, Isabel Gallardo de Álvarez, Isabel Alía Pazos, etc. Aparte mencionaremos a los que fueron prestigiosos músicos militares, Bonifacio Gil, Guillermo Guió, Fernández Amor, Santiago Berzosa González y Julio Terrón. Todas estas figuras hicieron las importantísimas aportaciones de sus obras, que hoy son consultadas por cuantos se interesan por estas cuestiones, que muestran la idiosincrasia de los hombres de la región centro – occidental española.

Una forma de organizar los espectáculos era – y sigue siéndolo – la solemne conmemoración de los patronos de los Cuerpos. Siempre había y habrá espontáneos que amenicen las celebraciones con sus aires y decires, plenos de agudeza e ingenio, sobresaliendo el humor y algunas otras formas pintorescas que constituyen su sal y pimienta.

PIORNAL

Techo de Extremadura, a 1160 m., es famoso por su fiesta típica del «Jarramplas», que tiene lugar el día 20 de enero. No se conoce – anota Emilio Páramo Sánchez – el origen del «Jarramplas». Se barajan teorías desde mitológicas (Las luchas y el castigo que infligió Hércules a Caco), hasta las ceremonias vistas por los primeros conquistadores de América entre los indios, o la más simple, en la que se habla del personaje como el típico ladrón de ganados, que es sometido al castigo y a las burlas de sus convecinos. La fiesta se celebra el 20 de enero, en honor de San Sebastián, casi siempre entre nieve. El protagonista «Jarramplas», vestido con un traje de cintas multicolores, una rara máscara con cuernos y crines de caballo y acompañado de un tamboril de piel de perro que toca con gruesas «cachiporras», se dispone a recibir durante el día una verdadera lluvia de golpes. Nabos, troncos de col, bolas de nieve arrojadas por el pueblo, etc.

Cuenta Piornal con un importante grupo folklórico que da a conocer sabrosas, alegres y dignas de ser aventadas canciones. El grupo se acompaña con música de acordeón y de varios instrumentos tradicionales: la botella de anís, el caldero, el peculiar triángulo y almirez. Lo forman hombres y mujeres. Han grabado «Villancicos rondaores» y otros aires piornaliegos. Debido a esta circhstancia transmiten las letrillas y músicas propias del pueblo.

Piornal tiene tradición cantoral que sus quintos llevan a la mili.

El veinte de enero,
cuando más nieva,
sale un capitán valiente
a poner bandera

La otra tarde un piornalego
amargamente lloraba;
porque no alcanzaba el burro
al pilar a beber agua.

Que la tomatera
que no da tomate,
que no es tomatera,
que es hierba que nace.

Que la pimentero
que no da pimiento,
que no es pimentera,
que es hierba del huerto.

ARROYO DE LA LUZ Villa de labradores y alfareros. Posee un rico floklore en el vestir y en las canciones que se entonaban al son del pandero moruno en los «corros» que desfilaban por la Corredera el Lunes de Pascua de Resurrección. Incluimos en este trabajo la copla que con frecuencia nos recita el esclarecido hijo de la localidad, el filósofo Pedro Caba:

¿Dónde estará mi amante
que no ha venío,
ni a la voz, ni al reclamo
ni al retumbío?

Con la copla que trasladamos ahora a los lectores brotaba de las mozas un son de queja, cuando se formaban, antiguamente, en Arroyo, los bailes del pandero en cualquier esquina, aunque fuesen las de las iglesias, al son monorrítmica del pandero y no acudían los mozos:

Toda la calle viene
llena de Juanes;
como no viene el mío
no viene nadie.

Canciones arroyanas de quintos

Ya se van los quintos, madre,
ya se llevan a mi hermano,
ya no tiene quién le dé
pañuelo para la mano

Ya se van los quintos, madre,
ya se llevan a mi primo,
ya no tiene quién le dé
pañuelo para el bolsillo.

La vara de San José

La vara de San José
todos los años florece;
la vergüenza de los hombres
se ha perdido y no aparece.

GARGANTA LA OLLA

Cuna de la garrida moza que tiene por sobrenombre «La serrana de la Vera», que en la historia hecha leyenda, presenta también su folklore, con la famosa danza de «Las Italianas» y canciones de quintos:

Ya se van los quintos, madre,
ya se va mi corazón,
ya se van los que tiraban
chinitas a mi balcón

(Estribillo:

Si te toca te aguantas,
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti.
Si te toca te aguantas,
que te tienes que ir.

Mi morena tiene pena,
porque soy «quinto» de hogaño.
Yo le digo a mi morena
que pronto pasan tres años.

Si te toca te aguantas,
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti.
Si te toca te aguantas
que te tienes que ir .

Esta calle la rondan los mozos,
los que se van a la guerra,
voluntarios y forzosos.
Esta calle la rondan los mozos…

Si te toca te aguantas,
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti.
Si te toca te aguantas
que te tienes que ir.

Caminito de la fuente,
las mozas llorando van.
Se dicen unas a otras.
«Mi novio también se va»

(Al estribillo)

A tu puerta puse un guindo
y a ventana un cerezo.
Por cada guinda, un abrazo;
Por cada cereza, un beso.

(Al estribillo)

JERTE

En la población de Jerte – enclavada en el maravilloso valle de Plasencia, que lleva a evocar la estampa oriental de los cerezos en flor – se baila la «Jota del Jerte». He aquí una copla que dice lo que son las jerteñas:

Vale más una jerteña
con una cintita al pelo
que toda la serranía
vestida de terciopelo.

ABERTURA

En esta localidad, próxima a Trujillo, cuna de la Conquista, se ponían los quintos en el Ayuntamiento. Estaban esperando el sorteo que empezaba a las nueve en punto de la mañana. De aquí la canción:

¡Qué ganas tengo que lleguen
las nueve de la mañana,
para saber si mi suerte
ha sido buena o mala!

Acostumbraban a poner dos cántaros del fino cobre de Guadalupe. En uno iban las papeletas con los nombres y en el otro los números. Cantaban, tanto los nombres como los números, dos niños, y el alguacil o «El voz pública», como se llamaba allí, daba a conocer dichos nombres y números. Aludiendo a esto, había una copla que decía:

Mete la mano, chiquillo,
en ese cántaro nuevo
y sácame el número uno
que me vaya de este pueblo.
¡Qué ocurrencia de quintos!
Somos los «quintos» de hogaño
y verán los fanfarrones
que nos sobra valentía
y tenemos pantalones.

Todos temen a Melilla
como si en Melilla hubiera
algún león encantado
que a los hombres comiera.

Las mocitas de este pueblo
son pocas y bailan bien
y en llegando a la costura,
ninguna sabe coser.

Esta copla iba muy en contra de la realidad.

Esta es la «Calle Real»,
la de las mozas garrida,
que tienen sal por arrobas
y que son muy pretendidas.

La pandereta del «quinto»
no lleva oro ni plata;
lleva el aro de una criba
con piel de perro y sonajas.

Uno de los quintos abertureños cantó en la calle del domicilio de su amada:

¡Adiós, «Calle de la Huerta»,
cuánto por ti he paseado,
y lo que yo pasearía
si no fuera a ser soldado!

La copla hizo fortuna entonces y en años siguientes, pues con sólo variar el nombre de calles, iba sirviendo para todo «quinto», enamorado de reemplazos posteriores.

Alguna vez se dio el caso de que, entre los «quintos» sorteados ya y los que se sortearían después, no reinó el buen compañerismo. Ello lo justifican las dos coplas que figuran a continuación. Cantaron los no sorteados:

Los «quintos» son los que cantan,
que los «sextos» ya no valen;
pues van las calles arriba
sin decir adiós a nadie.

Y cantaron los aludidos:

Estos «quintos» no son «quintos»,
que son niños por criar;
pues rompen las panderetas
por no saberlas tocar.

Casi todas estas coplas fueron acompañadas por estribillo. Había varios, pero es oportuna su omisión, porque en ellos anduvo muy libertina la picaresca de manos del Diablo.

VILLAMESÍAS

Los de Villamesías solían cantar en las rondas de quintos:

Esta noche, si Dios quiere,
me tengo que divertir
con permiso del alcalde
y de la Guardia Civil.

Aquí se ve el respeto que tenían a las autoridades y sus agentes, en sentido un tanto irónico. Pero hay que añadir que las canciones no adolecían de sus notas picarescas. Los quintos de las fechas evocadas había días que constituían la máxima autoridad de hecho. Cometían toda clase de excesos. Volteaban carros, cogían pollos y gallinas, en fin, par qué seguir. Después, el alcalde los sancionaba con arreglos de calles y caminos o imponiéndoles multas que pagaban los padres.

IBHERNANDO

Debemos al comandante Honorífico de Artillería, Antonio Cartagena Martínez, parte de la letra del folklore de su pueblo natal, Ibahernando, que incluimos seguidamente:

Bien sé que estás acostada,
pero, dormidita no,
yo sé que estarás diciendo:
-Ese que canta es mi amor.

Por una calle me voy,
por la otra doy la vuelta,
la que quiera ser mi novia
que deje la puerta abierta.

A lerén, lerén, lechga,
a lerén, lerén, cogollo.
Se ha muerto mi delirio,
madre, cómprame otro.

¡Qué contenta está la novia,
porque estrena cama nueva;
más contento estará el novio
que se va acostar en ella.

La madrina es una rosa
y el padrino es un clavel,
la novia es un espejo
y el novio se mira en él.

Viva la novia y el novio
y el cura que los casó,
y padrino y la madrina
y que viva también yo.

HERGUIJUELA

Cuando las guerras Carlistas se cantaba en la localidad, por las mozas:

Ojos que te vieron dil
por aquel camino llano,
¿cuándo te verán venil
con el canuto en la mano?

MONTEHERMOSO

En Montehermoso, de la parcela cacereña, capitalidad del traje típico regional que se distingue por el famoso sombrero, promontorio de borlas, se cantan en todas las fiestas de la localidad y, principalmente, el día del Patrono, San Bartolomé, 24 de agosto, por los mozos, rondas con letras algunas muy picarescas. Vamos a incluir una que nos ha facilitado Juan Clemente Quijada, monterhermoseño de ley y capitán del Cuerpo de Oficinas Militares:

Cuando yo era chiquinino
me arruyaban las mozuelas,
y ahora que soy mayorcito,
juyen de mí como ciervas.

Hacemos la salvedad de que la terminación INO distingue a los hipocorísticos cariñosos de la tierra parda.

¿Me quieres, Costilla?
-Te quiero, Costal.
-Dame las manos
y vamos a bailar.

Ya se van los «quintos», madre,
ya se van los buenos mozos,
ya queda la plaza llena
de tuertos y legañosos.

Claramente alude a los que no van a la prestación del honroso servicio militar.

PUERTO DE SANTA CRUZ

En Santa Cruz hay un árbol,
en El Puerto caen las hojas
y en el pueblo de Ibahernando
están las mejores mozas.

¿Me quieres, Talega?
-Te quiero, Costal.
-Pos conmigo esta noche
te vas a acostal.

TORREJONCILLO

Pueblo industrial, famoso por sus antiguos telares y la fiesta de «La envamisá», se canta:

El novio le dio a la novia
la mano por la gatera;
pero no pudo saberse
lo que el novio le dio a ella.

NAVALMORAL DE LA MATA

Esta localidad es una de las más bellas puertas de entrada en la alta Extremadura. A ella corresponde esta nota folklórica, que es un elogio de las bellas moralitas:

¿Con qué lavas la cara
que la tienes tan bonita?.
-Me lavo con agua clara
de la fuente de la ermita.

VIANDAR DE LA VERA

El Sargento Mutilado Permanente, Bonifacio Miranda, nos dice algo popular de su pueblo natal; el segundo en altitud de la fértil comarca cacereña de La Vera:

Viandar, parar y andar,
la merienda adelante
y no atrás.

Sin duda alguna para evitar la sustracción.

VILLANUEVA DE LA VERA

En el desarrollo de la fiesta del «Pero-Palo», declarada de Interés Turístico, las mozas y los mozos, ataviados con el típico indumento, cantan:

Ese que llaman «Reviste»
y por nombre Pero-Palo,
ha salido en la sentencia
que tiene que ser quemado
a eso del tercer día.

COMARCA DE LA SIBERIA EXTREMEÑA

En la provincia de Badajoz existe la comarca denominada «La Liberia Extremeña», a la que pertenecen estas rondas:

Por esta calle abajo
va una gallina,
con la cola a la rastra,
la muy cochina.

Catalina María Márquez,
¿cómo has tenido el valor
a casarte con Juan Lanas
estando en el mundo yo?.

Por la calle abajo
van tres ratones;
uno va haciendo media
y el otro calzones.
Y el otro lleva la cesta
de los botones.

A la comarca citada pertenecen esta estrofas, que denotan los exacerbacismos y rivalidad entre pueblos vecinos:

El castillo de Herrera
se está jundiendo;
una pulga y un piojo
los están sosteniendo

En Peloches, no hagas noche,
en Herrera, las que quieras,
en Fuenlabrada de los Montes,
las semanitas enteras.

SIRUELA

Por la curiosidad que presentan, vamos a incluir una expresión relacionada con la forma en que pretendían a las mozas, antiguamente, en Siruela, de la provincia de Badajoz:

¿Me quieres, Mantuda?
Te quiero, Estropajo.
-Pues ya está hecho el ajo.

El diálogo de la manifestación amorosa no puede ser más rudo y expresivo.

VILLANUEVA DE LA SERNA

En la populosa Villanueva de la Serena, también de la Baja Extremadura, cuando existía Caja de Recluta, al incorporarse los quintos, cantaban:

Al entrar en Villanueva
lo primero que se ve,
la Caja de Recluta
y el Teniente Coronel.

ESPARRAGOSA

En encomio de las mozas de Esparrgosa, se cantaba esta copla:

Las mozas de Esparragosa
tienen todas tanta maña
que hasta el agua de la fuente
la toman con una caña.

DON BENITO

Esta apacible y próspera ciudad de la provincia de Badajoz, a través del muy aplaudido «Grupo Caramancho», ha resucitado mucho de su antiguo folklore. De allí son estas canciones de quintos:

Ya se van los quintos, madre;
ya se va mi corazón,
ya se va quien me tiraba
chinitas en mi balcón.

(Estribillo)

Si te toca te aguantas
que te tienes que ir,
que tu madre no tiene
para librarte a ti,
para librarte a ti,
para librarte a ti…
Si te toca te aguantas
que te tienes que ir.

Las madres son las que lloran,
que las novias no lo sienten.
Les quedan cuatro chavales
y con ellos se divierten.

Al estribillo

A ti te ha tocao el uno
y a tu compañero el dos.
¡Qué suerte tan desgraciá
que habéis tenío los dos!

Al estribillo

Esta es la calle del aire,
la calle del remolino,
donde se remolinea
tu corazón con el mío.

Al estribillo

Un pie tengo en el umbral
y otro tengo en el tejado.
Mira si por tu cariño,
vivo yo espatarracao.

Al estribillo

Frecuente también era este otro estribillo:

Acabarse la paja,
morirse el burro
y caerse el pesebre
todo fue uno;
fue todo uno, niña,
fue todo uno,
acabarse la paja
y morirse el burro.

OLIVENZA

Ciudad de la provincia de Badajoz, a dos kilómetros de Portugal. La razón fundamental de su existencia está en que el rey don Dionis de Portugal, en 1.306, ordenó edificar un castillo y una ciudadela, que pasaron a la Corona de España en la llamada «Guerra de las Naranjas». Tiene magníficos monumentos, como la fabulosa iglesia de Santa María del Castillo y Santa María Magdalena, y el Hospital de la Misericordia. Olivenza fue hace poco declarada Conjunto Monumental Histórico – Artístico. Su gastronomía es muy rica, requiriendo especial mención el «Bollo podre», «Las quesadas» y la «Técula Méluca», de fórmula casi misteriosa, arcano aún por descifrar, pues nadie ha podido ni siquiera imitar esta maravillosa muestra de la repostería extremeña.

A las luchas y vicisitudes de Olivenza se debe la siguiente canción:

Las chicas de Olivenza
no son como las demás:
son hijas de España
y nietas de Portugal.

Las oliventinas muestran la belleza de la mujer lusitana y el salero y la gracia de la mujer española.

Del folklore oliventino es la siguiente estrofa:

Anda diciendo tu madre
que tiene un olivar;
el olivar que tu tienes
es que te quieres casar.

PLASENCIA

Plasencia, llamada por sobrenombre «La Perla del Jerte», sede episcopal, «Grata a Dios y a los hombres», tiene también un rico y variado folklore, del que, a continuación ofrecemos una muestra.

LOS QUINTOS DE HOGAÑO

(Canción de ronda de los coros de Plasencia)

Dicen que no hay morenas por los rincones,
morenas hay que roban los corazones.

-Traime, majico, un peine,
de esus que en Madre vendin;
azuli, colorau, pajusu y verdi.

-Adios, cariñosita, quitapesaris,
que me voy a la guerra
y tú no lo sabis,
por unas malas lenguas
y malas voluntadis.

La ronda va por la calli
la ronda va por la calli,
no va ningún andalú,
que todos son extremeñus
y llevan la sal de Jesús.

Hola, resalá y olé,
lleva la sal de Jesús.
Desde que te vi, morena,
me van a matar,
me tiene a mí
malitu en la cama
desde que te vi.

GARROVILLAS DE ALCONETAR

En la villa de Garrovillas de Alconetar, después de las ferias de San Mateo, mozos y mozas se reúnen y hasta la Navidad cantan, entre otras, esta estrofa

Mi suegra, la novelera,
no encuentra nuera a su gusto;
que haga una de madera
y luego le coja el fruto.

BADAJOZ

Transcribamos a continuación una copla geográfica badajocense:

Una niña bonita
se tragó, se tragó;
Montijo y La Puebla,
Talavera y Lobón.
Y si no la sujetan
se traga a Badajoz,
el cuartel de la Bomba,
con artilleros y tó…

PAREMIOLOGÍA

Es muy curiosa la paremiología extremeña, y, como toda, goza de la fuerza, «porque, en pocas palabras y de un modo atractivo, expresan generalmente la verdad, ofrecen un consejo o reflejan una experiencia que resulta valiosa». Un verdadero haz podríamos formar. Vayan algunas muestras.

«Primero están los dientes/, después el tragadero».

«A los viajeros les quita Dios el dormir,/ pero no les quita el gruñir».

«Alos viejos les quita Dios el mascar, / pero no les quita el tragar».

«El que habla mal de la pera/ comer quiere de ella».

«El tiempo que viene a su tiempo/ es buen tiempo».

«El que en la juventud se come la sardina/ en la vejez caga las espinas».

«El que a mi casa no viene/ de la suya me desecha».

«Ahí va la loba,/ con el tocino en la boca» (indica la hora de comer entre los que cogen aceitunas o «apañadores», en los olivares, y que anuncian en voz alta).

«El que quiere comer de la olla ajena/ que tenga la suya sin tapadera».

«No comer por haber comido/ nada perdido».

«Por San Antón / pares son» (Las perdices, que se aparecen).

«Por San Antón/ toda ave pon».

«Entre San Sebastián y Los Mártires/ no salgas de casa aunque de pan no te jartes».

«Tú lo que quieres es peer en botija, para que retumbe». (Alude a quién fanfarronea, que no quiere pasar inadvertido, que a toda costa quiere que se le oiga)

DICHOS

Son muchísimos los que podríamos agavillar y tienen su encanto. He aquí los que damos a conocer a los lectores:

«Por Navidad/ muchos a Guadalupe van/ pero luego van los que van».

«Ruin con ruin/ así se casan en Dueñas».

«El tamborilero de Bodonal/ que tacando, tocando/ se le olvidó tocar».

«Si tienes un hijo conde o desea ser duque/ mételo a fraile en Guadalupe» (El real y secular monasterio mariano extremeño, uno de los principales templos de la cristiandad).

«Si quieres matar a un fraile/ quítale la siesta y échale de comer tarde». (Los frailes se levantan muy temprano y llevan el horario a rajatabla).

«O por fraile o por hermano/ todo el mundo franciscano».

Estos saberes, estos sentires, estas canciones, proverbios y dichos, salidos de lo más hondo de la entraña del pueblo, del pueblo más sincero, han recorrido el mundo entero, desde la tórrida y húmeda manigua cubana hasta la jungla filipina, desde las heladas tierras centroeuropeas, hasta los resecos desiertos africanos, siempre en boca de soldados, de soldados y misioneros.

Y han dejado algo de ellos en aquellas tierras, han dejado parte del alma y, a veces, frecuentemente, la vida. Pero con ello han inspirado y moldeado, a lo largo del tiempo, el folklore de otras regiones, de otros países, pues la huella del hombre auténtico, en nuestro caso el soldado, es imperecedera.

BIBLIOGRAFÍA

  • ALIA PAZOS, Isabel: Trabajos periodísticos sobre asuntos extremeños en los diarios «Extremadura» y «Hoy», de Cáceres y Badajoz, respectivamente, y comunicaciones presentadas a los Congresos de Estudios Extremeños.
  • BERZOSA GONZÁLEZ, Santiago: «Boda típica extremeña», fiesta típica en Torrejoncillo» «Cáceres canta», «Sinfonía extremeña», «Tornavacas canta», «Redoble, redoble» etc.
  • BLÁZQUEZ MARCOS, José: «Por la vieja Extremadura», «Guía artística de la provincia de la provincia de Cáceres», Cáceres. Tipografía Extremadura. 1929
  • CAPDEVIELLE, Ángela: «Cancionero de Cáceres y su provincia». Servicios Culturales de la Diputación Provincial de Cáceres. Artes Gráficas. Madrid, 1969.
  • COLLADO ALONSO, Gregoria: «Ensayos sobre asuntos extremeños».
  • CORDERO GÓMEZ, Juan Luis: «Lírica arroyana».
  • GALLARDO DE ALVAREZ, Isabel: Colaboraciones sobre folklore en la «Revista de Estudios Extremeños», de los Servicios Culturales de la Diputación Provincial de Badajoz.
  • GARCÍA MATOS, Manuel: «Lírica popular de la alta Extremadura».Unión Musical Española. Madrid, 1944.
  • GARCÍA-PLATA DE OSMA, Rafael: «Geografía popular de Extremadura. Apuntes folklóricos recogidos en Alcuéscar». Revista de Extremadura. Cáceres.1.907. «Los sanchicos de Alcuéscar». Revista de Extremadura. Cáceres, 1.907
  • GARCÍA SERRANO, Rafael: «Bailando hasta la Cruz del Sur». Gráficas Gíes. Madrid, 1954.
  • GIL GARCÍA, Bonifacio: «Folklore musical extremeño. Principales rasgos de su riqueza tonal», Revista de Estudios Extremeños, Badajoz, 1935. «Cancionero popular de Extremadura». Colección, estudio y notas. Dos tomos. Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1971.
  • GONZÁLEZ BARROSO, Emilio: «Cancionero popular extremeño». Biblioteca Básica Extremeña. Badajoz, 1980.
  • GONZÁLEZ MENA, María Ángeles: «Museo de Cáceres. Sección de Etnografía». Servicios Culturales de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid, 1976.
  • HOYOS, Nieves de: Ensayos publicados y comunicaciones presentadas a los Congresos de Estudios Extremeños.
  • MAILLO GARCÍA, Adolfo: «Ensayos sobre material folklórico». Diario «El Imparcial», Madrid, 1930.
  • MARTÍN GIL, Tomás: «Motivos extremeños» (artículos publicados en «La Montaña» y «Extremadura» de Cáceres; «Revista del Centro de Estudios Extremeños» y «Hoy», de Badajoz). Escuelas Profesionales del Sagrado Corazón de Jesús. Juan Bravo, 3. Madrid, 1968.
  • NICOLÁS RODRÍGUEZ, Santos: Información proporcionada al autor de este ensayo.
  • SÁNCHEZ LORO, Domingo: Trabajos sobre «Los coros placentinos y coros y danzas», del libro «Jornadas Literarias por la Alta Extremadura». Cáceres, 1955.
  • TERRÓN SOBRADO, Julio: «Recopilación de canciones populares». Plasencia.
Oct 011980
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

A orillas del inmenso Guadiana, el río de los ojos verdes en frase del que fue ágil periodista y cronista de España, Víctor de la Serna, en el paso de Portugal, se halla situada Badajoz, población fundada por los romanos que le dieron el nombre de Batallium; en 1089 recibió el nombre de Batalayoz y fue la capital del pequeño reino moro de los Aftásidas.

Badajoz es tierra de fronteras. Plaza fuerte. Ávida de pronto y en ocasiones frondosa, Badajoz es cuna de héroes, vivero de grandes hombres y luz especial del Oeste español, en frase del ilustre escritor y comediógrafo Alfonso Paso.

Badajoz registra activa vida industrial y comercial. Sus fiestas principales se celebran en honor de multitud jubilosa del 23 al 30 de junio en torno a San Juan. Hay que mencionar las típicas romerías de Botoa y de San Isidro.

Badajoz se distingue por su carácter regional y rico y auténtico folklore, que ahora está siendo estudiado en la mayor profundidad por investigadores plenos de inquietudes.

Los gentilicios propios de esta ciudad son los que consignamos seguidamente con los que se conocen a sus recios hijos: Badajocenses, Badajoceños y Pacenses, tal vez en lo eclesiástico. También hay que consignar Badajocies.

Entre la monumentalidad de Badajoz, hay que destacar la Catedral, dedicada a San Juan Bautista, fundada por Alfonso el Sabio el año 1528; la torre del Alpendiz o de Espantaperros, que presenció la reconquista de la ciudad a los musulmanes por Alfonso IX en 1230, la Puerta de Las Palmas, especie de arco triunfal con inscripciones que aluden a Carlos V y a su hijo el Príncipe Felipe, etc.

La ciudad de Badajoz vio nacer a Serafín Asensio Vega y Muñoz el año 1836. Era hijo de Ángel Asensio Vega y de doña Estrella Muñoz.

Fue Teniente Coronel de Caballería, Caballero Laureado de San Fernando, que puso siempre de relieve sus sólidas virtudes castrenses y sobresalió por su valor en grado sumo, heroico. Ostentó el empleo de Teniente con el famoso General Prim, una de las más grandes figuras militares y estadista de la nación que tanto se distinguió en la célebre batalla de  Los Castillejos, demostrando extraordinario valor militar y personal.

Más vayamos a registrar la carrera militar y vicisitudes de Serafín Asensio Vega, que bien merece ser estudiado por cuanto encierra ya que si se ha afirmado que todas las cosas tienen su historiador, con más motivo y satisfacción debe requerirlo una figura de la reciedumbre de ésta que estudiamos.

Cursó vocacionalmente los estudios propios que le dieron la gran formación castrense que tenía en la Academia General de la imperial ciudad de Toledo. Alcanzó el empleo de Alférez de Caballería en 1853. En el ejercicio de su carrera profesional participó en la guerra de África, donde conquistó la preciada recompensa de la Cruz Laureada de San Fernando por su heroico comportamiento en la batalla de Was-Ras, que los españoles, dignamente mandados por el glorioso General Leopoldo O’Donell (1809-1867) ganaron a los marroquíes, capitaneados por Muley Abbas, hermano del Emperador el año 1860.

Asensio Vega contribuyó a sofocar el movimiento revolucionario de Loja en 1863.

Durante la guerra Carlista, prestó sus servicios en la División que mandaba el General Don Domingo Morlones y Muhillo, Marqués de Orioqueta, (1823-1891), de extraordinarias dotes de mando y condiciones de gobernante.

Habiendo sido destinado a Cataluña, Asensio Vega fue Comandante General de Valls. Venció en diferentes combates a los Carlistas. Libertó a Caldas de Montbuy y levantó el bloqueo de Villanueva y la Geltrú.

Asensio Vega, a la caída del Rey Amadeo, fue de los primeros que proclamaron el régimen republicano en Badajoz.

Cuando Asensio Vega ostentaba el empleo de Teniente Coronel y movido por sus ideas proclamó la República en Badajoz el día 25 de julio de 1882. Le secundaron los Regimientos de Caballerías Villaviciosa, de su mando y de Infantería Gravelinas. La guarnición se le unió toda. Sin embargo no recibió los apoyos de las fuerzas con las que creía contar. No le secundaron otras guarniciones.

Los golpes militares son así. Como ha dicho el agudo periodista y laureado escritor militar, José Ramón Alonso: «Eran días terribles, con la convulsión histórica de nuestra nación. Había entonces conatos  de sublevación por todas partes».

El el siglo XIX hubo en España casi cerca de 200 Ministros de la Guerra. Esto da idea de los constantes cambios que se experimentaban y también en los demás Ministerios. Producto, al fin y al cabo, de una España agitada.

A la altura en que se hallaba la Restauración, resulta muy interesante esta proclamación de la República que indudablemente respondía a unas convicciones.

Fracasado en su intento, Asensio Vega penetró en Portugal con sus tropas, no obstante la resistencia que se le opuso de donde paso a Francia.

Amnistiado, en 1891 regresó a España y fijó su residencia en La Parra, donde falleció, ya entrado el presente siglo, el día 8 de febrero del año 1905.

Entre las anécdotas que se refieren del militar badajocense, militar de fuste, hay una en la que se alude a que al proclamar la República en Badajoz ordenó colocar un centinela a la puerta del Palacio Episcopal para evitar que nadie se metiese con el Prelado de la Diócesis, lo que prueba la distinción de que le hizo objeto y el concepto que tenía de la jerarquía eclesiástica y el respeto que le merecía. Un ordenanza gritaba constantemente: «¡Viva el Herodes!», en vez del héroe.

Asensio Vega, como buen militar, era de mucho carácter y francamente enérgico. Tenía buena cabeza, no obstante sus desaciertos de los que nadie está libre. A pesar de todo, hondamente humano, Serafín Asensio Vega y Muñoz era un personaje llamativo.

Su pensamiento lo exteriorizaba en lo concerniente al régimen republicano en estos términos:

– «Insisto: Unido por la razón hasta la fuerza». Así lo exclamaba arrogante, erguido y dirigiéndose al símbolo de la República, una alegría que tenía en su domicilio, de la que se mostró siempre tan partidario y defensor.

A su regreso del exilio dio una lección soberana de su energía en la propia estación de Madrid donde fue recibido con motivo de una interperancia de que fue objeto, casi diríamos persecución que pudo costarle la vida a  no ser por sus excelentes reflejos y rápida actuación de defensa personal.

Por las ideas que mantuvo en su existencia y que pretendía con su actuación plasmar en realidad, Serafín Asensio Vega fue conocido por el sobrenombre de «El Republicano de Badajoz».

Conforme consta anteriormente, Asensio Vega se refugió para siempre en La Parra, villa badajocense, perteneciente al partido judicial de Zafra que está ubicada en las faldas convergentes de dos sierras.

El terreno es montuoso en la mayor parte con una vega cercana a la localidad.

Su iglesia parroquial -considerada como una verdadera joya- está dedicada a la Asunción de Nuestra Señora. Es un edificio sólido.

Entre las construcciones de tipo espiritual hay que incluir las ermitas del Apóstol Santiago, que servía de ayuda a la parroquia y la de San Juan Bautista que se conserva en buen estado, Santa Lucía, los Santos Mártires y San Pedro, hoy en ruinas. (Ya habló Ortega y Gasset el original pensador, ahora más de actualidad con motivo del 25 aniversario de su fallecimiento, de la lírica de las ruinas).

La villa de La Parra fue en el pasado siglo arciprestazgo. Comprendía los siguientes pueblos: Morera, Nogales, Torres, Almendral, Valverde de Leganés, Salvaleón, Barcarrota, Salvatierra, Feria, Arconera, Villalba, Solana, Albuera y Santa Marta. Esta jurisdicción eclesiástica habla bien claro de la importancia espiritual de la localidad que abordamos.

La Parra tuvo un convento de clausura de Religiosas Clarisas fundado en 1673 por Sor María de Cristo, hija del pueblo.

HISTORIA

La villa se originó al ser el único paso de Mérida a Jerez y como era tan peligroso, los templarios tenían una fortaleza donde estuvo la primera casa del pueblo, que hoy es huerta y una horca en el pico de la sierra, así llamada a sus inmediaciones.

En el año 1706 fue desenterrada una lápida de mármol, que hoy sirve de pila del agua bendita en la citada ermita de San Juan, de vara y media de alta y media de ancha, con la inscripción, que traducida, dice: «Sagrados dioses Manes: Helvia, de una familia ilustre y virtuosa, murió de edad de cuarenta años. S.T.T.L. Lucio Blayo Calpurniano dedicó este monumento a su querida madre».

La Parra perteneció al famoso ducado de Feria. Fue bastante mayor de lo que es en la actualidad. Todavía existen restos de las calles Matadero, Tralasierra y Amarguras que han sido transformadas en productivos olivares. También se conservan restos de lo que antiguamente fue Palacio de los Templarios.

El gentilicio correcto con que son conocidos los hijos de esta localidad es el de «parreños».

En este pueblo son abundantes las cosechas de cereales y aceite.

En su termino municipal se cría bastante ganado: cerda, lanar, cabrío, vacuno. También hay que mencionar la caza mayor, que supone un renglón importante en la vida económica.

Las tradicionales ferias y fiestas locales tienen lugar en los meses de mayo, agosto y septiembre. Es famosa la feria de San Bartolomé con animación, extraordinaria. La afluencia de visitantes es grande, lo mismo de emigrantes que de viajeros visitantes de pueblos limítrofes. Es la época en que el pueblo cobra nueva vida cuando se congregan gozosamente todos los «parreños».

La Parra tuvo un establecimiento de Beneficencia que funcionó bien y después quedó arruinado. Servía para el abrigo de transeúntes y mendigos.

El bachiller Alonso Martín Galindo, de grata memoria, fundó una obra piadosa.

La Parra es una población con inquietudes y afanes culturales. Tuvo siempre una verdadera élite intelectual. Una biblioteca particular con buenos fondos fue la de don José Antonio Diosdado, persona que se distinguió además de por el placer por la lectura por sus acendrados sentimientos religiosos y acusada espiritualidad.

También hay que destacar que en esta casa existe un oratorio particular con puerta abierta al público dedicado a San Antonio de Pádua.

En este precioso escenario rural encontró refugio Serafín Asensio Vega, que amó mucho a La Parra, por lo que bien puede considerarse «parreño».

Tan experimentado y desengañado de la vida se hallaba Serafín Asensio Vega, que al final de su existencia sólo amaba los pájaros y las flores. No quería cuentas con nadie más. Esta es la realidad que hay que evocar.

Supone mucho la mujer en la vida del hombre. Es fundamental para su desenvolvimiento.

La mujer con quién Serafín iba a contraer matrimonio se llamaba Irene. Falleció en días anteriores a la unión, quedando por ello, sumido en la mayor tristeza, hasta el extremo de que no volvió a tener relaciones tan avanzadas con ninguna otra dama.

Cual si dijéramos que, cercado por sí propio, el viejo león se había retirado.

Serafín tenia casa en La Parra, pero vivía siempre en el término municipal, en una huerta de su propiedad que dedicó por entero a jardín para lo cual se auxiliaba de dos jardineros consagrados a su servicio, uno de ellos su antiguo asistente en la vida militar. El jardín lo tenia cuidado perfecta y amorosamente. Casi puede decirse que vivía en los últimos tiempos para sus flores.

Sin embargo, mostraba una rareza singular. No daba una flor a nadie ni siquiera para el exorno de la iglesia parroquial, aunque se lo pidiese con el mayor interés el sacerdote. Es cosa insólita y hay que registrarla.

Pero un día se le presentó una niña de unos siete años a pedirle también flores. Asensio Vega hizo con ella lo propio que con todo el mundo, se negó rotundamente a facilitarle las bellas flores que dieron fama a su jardín.

Ya cuando la despidió y se iba la niña, acertó a pasar por el sitio uno de los jardineros que la conocía y le dijo:
-Adiós, Irene.

Al escuchar este nombre el bravo militar puede decirse que se transformó como por encanto. Llamó a la niña:
– ¿Tú te llamas Irene?
– Sí, dijo tímidamente
.

Al contestar en forma afirmativa la prodigó palabras cariñosas, ya que el nombre le traía la viva presencia de su amada y a continuación le dijo:

– Mira, vete al jardín y coge todas las flores y de la clase que quieras. Desde ahora tienes permiso para venir cuantas veces lo desees y coger las flores.

Así empezó la protección de la angelical criatura. Que no en balde le recordaba a su gentil prometida de la que estaba tan profundamente enamorado.

Todo esto nos refleja la importancia, del nombre a lo que aludía con tan buen sentido Antonio Reyes Huertas -que buscaba nombres escogidos y significativos para sus narraciones- el maestro de la novela, el creador de la «estampa campesina extremeña», nuevo género literario, que dio a conocer en «El Debate», de Madrid, periódicos de Argentina, etc.

La escena que hemos descrito no es una bella leyenda, si no una realidad, que pone bien claro de relieve el aspecto humano del guerrero y los sentimientos que anidaban en su corazón atribulado por la pérdida tan enorme que experimentó al frustrar el destino un futuro de esperanza.

Cuanto queda expuesto sirve admirablemente para llevar a cabo un estudio interesante de la personalidad de Serafín Asensio Vega, que mostraba una rareza singular.

Su comportamiento con la niña pone de manifiesto el sentir de su corazón, pese a encarnar un militar de cuerpo entero y aparentemente rudo.

No todo es áspero en la vida castrense. También hay en sus componentes, en sus hombres los más puros sentimientos. Irene, la niña de siete años ablandó el corazón del laureado soldado.

Las flores de su jardín eran, como si dijéramos, una ofrenda a la bien amada que personificó en la niña.

La conducta, la anécdota reflejada no es si no el producto de la época del Romanticismo, que dio en Extremadura tipos ejemplares, muy representativos y en lugar destacado hay que citar a Carolina Coronado, la más bella flor del romanticismo.

LA FAMILIA

En la época que estudiamos en éste trabajo, la familia del ínclito Jefe de Caballería estaba constituida en la forma siguiente:

Ángel Asensio Vega y Muñoz, Coronel de Infantería. Era hermano del Jefe que proclamó la República en la capital badajocense. La vida militar casi toda y con grandes vicisitudes de Ángel, discurrió por el Caribe regresando enfermo a la Patria y al poco tiempo falleció. Contrajo matrimonio con una dama cubana.

Ángel también tenía mucho amor a la villa parreña, a cuyo regazo se acogió.

Al recibir el ordenanza de Serafín a la cuñada de éste, después, en un informe que facilitó a su Jefe, en las primeras impresiones ponderó sus encantos, no obstante su baja estatura. La información la facilitó en este estupendo retrato: «Como fea no lo es del todo; esmirriá, más negra que el carbón; habla como un hombre y encima juma».

Ángel, de brillantísima campaña y rápida y meritoria carrera, falleció a consecuencia de las fiebres que contrajo en Cuba.

Otro hermano de los anteriores fue Ventura, farmacéutico y hombre de campo, persona de no común inteligencia, que vivió en la capital de la Alta Extremadura entregado a sus afanes. Dos hijas suyas contrajeron matrimonio con dos dignos militares también. Ventura heredó de sus hermanos y recogió el archivo y la biblioteca, bastante importante, de Serafín.

BIBLIOGRAFÍA

  • BECERRA. DE BECERRA, Emilio: Información facilitada al autor de este ensayo.
  • DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ESPASA-CALFE. MADRID.
  • GARCÍA GUTIÉRREZ, Antonio: » La Parra». «Conozca su tierra». Sección semanal del Diario «Hoy». Badajoz. 5 de Julio 1980.
  • MADOZ, Pascual: «Diccionario histórico-geográfico de Extremadura», (La edición consultada fue debida al Departamento de Seminarios de la Jefatura Provincial del Movimiento. Cáceres 1953, que dirigió Domingo Sánchez Loro.
  • MIJARES ASENSIO VEGA, Antonio: Datos proporcionados al autor.
  • RAMÓN ALONSO, José: «Una censura: La crisis de Castelar». «El Noticiero Universal». Número correspondiente al día 28 de mayo de 1980.
Sep 011980
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

CONTORNO DE LA VILLA

Herrera de Alcántara es una villa ribereña perteneciente al partido judicial de Valencia de Alcántara, emplazada en una pequeña loma, cerca del “padre” Tajo. Forma un triángulo con las capitales de Cáceres y Badajoz.

El término municipal de Herrera de Alcántara se halla situado entre los ríos Tajo, Sever, Aurela y Alburrel. Nada menos que cuatro ríos fertilizan los campos herrerianos.

Son campos encineros, aunque también están poblados de alcornoques. Sus inmensas e intrincadas manchas de jara, tomillo y retama dan cobijo a una importante y variada gama de especies de caza mayor y menor, que constituyen una reserva natural de primera magnitud, que aún no ha sido estudiada en profundidad ni siquiera catalogada.

El centro comercial más próximo a la localidad es el de Valencia de Alcántara, frente a los campos del Alentejo portugués.

Herrera dista ciento dieciocho kilómetros de la capital de la Alta Extremadura. La iglesia parroquial está bajo la advocación de San Sebastián.

Los hijos de esta villa se denominan con gentilicio correcto, que es el que admite la Real Academia de la Lengua, herrereños, como derivación del topónimo; y por su proximidad a Portugal, ferrereños.

Esta localidad produce cereales, principalmente trigo, y acoge buenas tierras oliveras. Destaca la ganadería lanar, seguida por la de cerda y caprina.

Si nos remontamos a la historia, podemos afirmar que Herrera de Alcántara estuvo habitada en épocas prehistóricas, como lo atestiguan los restos hallados en su término, así como los enterramientos antropomórficos existentes en una finca no muy lejana a la localidad. Fue un centro comercial fluvial en la época de los romanos, y gabarras y veleros que navegaban hasta Lisboa y regresaban a fuerza de sirga y remos, atracaban en un muelle, próximo al casco urbano de la localidad, conocido popularmente como “muelle romano”, hoy cubierto por las aguas del embalse de Cedillo. Cabe dejar constancia de que Herrera fue Encomienda de la Orden Militar de Alcántara, teniendo los comendadores palacio en la población.

De re folklorística hay que destacar “la rosca” del día de las Candelas.

Las ferias y fiestas del vecindario tienen lugar por San Juan, el día 24 de junio.

UN ISLOTE DIALECTAL

Herrera de Alcántara es un verdadero islote en el aspecto idiomático y dialectal. En este orden, han estudiado la villa diversos investigadores, que han hecho aportación de sus trabajos. El dialecto tiene analogías con el que emplean los montaraces portugueses.

ESFORZADOS HERREREÑOS

Hijo ilustre de Herrera de Alcántara fue Gonzalo Silvestre, compañero del conquistador Fernando de Soto, natural de Jerez de los Caballeros, en la invasión de La Florida. El soldado silvestre fue el único superviviente extremeño de la famosa expedición. Después continuó con empeño y ardor la labor conquistadora.

Otro hijo esforzado de Herrera fue el teniente coronel legionario Domingo Firis Berrocal, luchador de fuste, de épica cidesca, en la gloriosa Legión Española, que tomó parte en más de cuatrocientas acciones de guerra y que estaba recompensado con varios ascensos por méritos de guerra y con la Medalla Militar Individual, en premio a su valeroso’ comportamiento castrense, a su heroísmo.

ANCESTRALES TRADICIONES

Hecho el anterior bosquejo de la villa cacereña, que constituye una avanzada de España en Portugal y que forma con su costumbrismo parte de su esencia y de su historia, vayamos a abordarlo, aunque no sea con toda la extensión que merece. Porque el pueblo tiene personalidad propia, indiscutible y es obligado ponerlo de relieve en este trabajo de síntesis.

Variedad de costumbres

Harto sabido es la enorme variedad de costumbres que, originándose sus raíces en los antepasados, en otras generaciones, que se remontan a cientos de años, ejercieron su influencia en el comportamiento del país y que aún continúan testimoniándolo.

Herrera de Alcántara ofrece claras muestras de ello, conforme se verá seguidamente.

“Caldos a los dolientes”

Entre las manifestaciones costumbristas que se hallan arraigadas hondamente, hay que reflejar una de acentos clásicos, concerniente a los “caldos a los dolientes”.

La costumbre, muy antigua por cierto, viene a consistir en llevar a los familiares del extinto o difunto, durante el tiempo del velatorio, y también el día después de la inhumación, unos caldos preparados cuidadosamente, a base de carnes, chocolate, leche, etc. Son caldos muy alimenticios, que bien merecen figurar en la gastronomía herrerense.

Hay que patentizar la costumbre de que los familiares de los difuntos no toman ninguna clase de alimento sólido en el tiempo a que se hace referencia, sin duda alguna por la aversión que se tiene a masticar y también a la conversación, que se suele originar y discurrir durante las comidas, pues son estos momentos de relajamiento, que se pretende evitar a toda costa. Debido a esta singularidad, reciben tales líquidos o “caldos”, que les proporcionan los amigos, conocidos y los vecinos a los dolientes. Se los llevan con una expresión muy encomiable de generosidad y como una exteriorización voluntaria y notoria de condolencia y adhesión en el dolor.

Aunque en otras poblaciones extremeñas se acude a los dolientes con alimentos y entrega en metálico de alguna cantidad para sufragios, es cosa que va desapareciendo a marchas forzadas, como puede constatarse con facilidad.

Siempre se conservó la costumbre en Herrera de Alcántara. La primera autoridad municipal y las personas de avanzada edad de Herrera de Alcántara participan que siempre conocieron la costumbre que facilitar “caldos a los dolientes” y que sus abuelos habían heredado a su vez tal hábito de sus anteriores.

Sin duda de ningún género, puede obedecer cuanto reflejamos sobre el estado de depresión del espíritu de los dolientes al momento psicológico que les embarga, y que les mueve a no desear llevar a la boca alimentación sólida de ningún género. De aquí las numerosas expresiones relacionadas con la ingesta de los alimentos sólidos cuando ocurren las desgracias familiares. “No me entra nada…” “No soy capaz de pasar nada…”

Nunca faltaron los “caldos a los dolientes”. Jamás se ha dado el caso de que en Herrera de Alcántara falten los “caldos a los dolientes”. Siempre acuden, como queda consignado, los amigos, conocidos y convecinos, para proporcionarles la cantidad superior a lo que puedan necesitar. Acuden solícitos y presurosos en los casos expuestos y en muestra de sus nobles sentimientos, que tanto les honran.

RECAPITULACIÓN

El profesor de la Universidad de Oxford John Campbell, conliderado como la primera autoridad mundial en antropología griega, ha afirmado en el X Congreso de Antropología de Zaragoza, recientemente celebrado, lo siguiente: “El conocimiento de la antropología influye en el manejo y gobierno de los pueblos”.

Por nuestro afán costumbrista y como devoto de la antropología, hemos llevado a cabo y redactado este ensayo-comunicación, para someterlo, gustosamente, a los Coloquios Históricos de Trujillo, que un año más tienen lugar, con todo entusiasmo, en la ciudad de Pizarro.

BIBLIOGRAFÍA

  • GUTIERREZ NACÍAS, Valeriano: “Mosaico de la Alta Extremadura”. Herrera de Alcántara. Ensayo inédito. Cáceres, 1970.
  • MADOZ, Pascual: »Diccionario histórico-geográfico de Extremadura”. Publicaciones de la Jefatura Provincial del Movimiento. Departamento de Seminarios. Reedición. Cáceres, 1955.
  • MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel (Conde de Canilleros): “Extremadura. La tierra en la que nacían los dioses”. Espasa-Calpe. Madrid.
Oct 011978
 

Valeriano Gutiérrez Macías.

La familia de los Ovando es una de las más antiguas, de alcurnia, de las más esclarecidas de Cáceres, estando la actualidad casi desaparecida.

Diego Mexias de Ovando, hijo de un Embajador de Felipe II en Venecia, escritor del siglo XVII, publicó «La Ovandina». Este literato, cuya vida y obra están por estudiar, y bien valdría la pena hacerlo con algún detenimiento, llevó una vida aventurera en el Nuevo Mundo. Los Ovando, que eran oriundos de Vizcaya, tenían ascendencia visigótica y gallega. El origen cercano de la familia Ovando hay que buscarán el matrimonio Hernán-Blázquez de Cáceres y Mogollón, quinto nieto del conquistador de Cáceres, con Teresa Alfonde Ovando, que fue dama de la Reina Católica. Sus hijos tomaron el apellido Ovando. Hernán-Blázquez descendía de Juan Blázquez de Cáceres, uno de los conquistadores de la Villa de Cáceres y de la familia de los Ovando.

gutierrez_macias_img

El Capitán Diego de Cáceres Ovando

El famoso Capitán Diego Ovando de Cáceres, primogénito del matrimonio citado, nació por el año 1425, según el conocido y ameno investigador cacereño Conde de Canilleros. El historiador Jerónimo de Zurita, afirma que se crió en la Corte del Infante Don Juan, que fue después Rey de Navarra y también de Aragón, aprendiendo en ella el arte militar «en el que tanto se distinguió más adelante». En su juventud, estando en Aragón, le denominaron Cáceres en razón a ser de esta Villa, lo que, sin duda alguna, contribuyó a que lo conservare durante su existencia delante del apellido de Ovando. Del servicio del Reeditó Juan II, padre de Fernando el Católico, Diego de Ovando pasó después a Castilla. Alistóse en el bando del Infante Don Alfonso, del que recibió varias mercedes: le dio el título y empleo de Capitán. Muerto don Alfonso, Diego pasó a pertenecer al partido del Rey Enrique IV, el cual, por cédula dada en Madrid el 30 de agosto de 1473, le decía que habiéndose don Alfonso de Monroy, Clavero de la Orden de Alcántara, hecho que elegir Maestre de ella sin consentimiento y ocupado por fuerza muchas villas y lugares de la institución, ordenaba al Capitán Diego de Cáceres Ovando que hiciese la guerra en su nombre al citado Maestre, turbulento personaje conocido por el sobrenombre de «El Be zudo», para lo cual le daba todo su poder. Asimismo mandó a los freires y comendadores de la Orden le asistiesen con las danzas con que estaban obligados a atender al verdadero Maestre, estando a la orden del Capitán siempre que por él fuesen requeridos.

Diego de Ovando de Cáceres se apoderó de varias fortalezas, entre esta es la de Benquerencia, en donde se encontraba como Alcalde cuándo fueron exaltados al trono los Reyes Católicos, a los que se apresuró a rendir pleitesía en Valladolid, «villa por villa Valladolid es Castilla», y puso a su servicio su castillo, fortaleza y su lanza.

Los Reyes Católicos, por carta dada en Valladolid el 2 de mayo de 1475, mandaron a los Priores, Comendador Mayor, Clavero, Comendadores y Freires de la Orden, que habiendo ordenado al Capitán Diego de Cáceres que «faga algunas cosas» cumplideras a sus servicios y a la defensa de sus reinos, que cuando los requiriesen se juntasen con las lanzas que por razón de su Encomienda tenían que servir, bajo pena de perder las temporalidades que tuviesen en el reino. Veamos como la primerísima figura de Extremadura, Diego de Cáceres Ovando, pasa a área nacional.

El erudito historiador Orti Belmonte hace referencia a que el Capitán reunió 1000 hombres con caballos de Cáceres, Badajoz, Coria, Trujillo y de las Encomiendas de Alcántara y Santiago para impedir la entrada al Rey de Portugal Alfonso V, que venía a contraer matrimonio con doña Juana La Beltraneja, siendo el único que intentó cortarle el paso camino ya de la muy noble y muy leal y en la centuria que corremos muy benéfica ciudad de Plasencia. (El último título le fue otorgado por Real Decreto de la Reina doña María Cristina de 15 de julio de 1901 por su humanitario y patriótico comportamiento con los soldados repatriados de nuestras guerras coloniales el año 1899, «enfermos en el cuerpo por la malaria o la fiebre amarilla y heridos en el alma por la inutilidad de su heroísmo»).

En la casa denominada de «Las Argollas», su fachada testimoniaba el derecho de asilo que tenía concedido, en la calle del Rey se hospedó La Beltraneja, de dudosa cuna. (Es una construcción del siglo XIII que levantará el caballero Pedro Sánchez de Grimaldo, que fue servidor de Alfonso X el Sabio y Sancho IV el Bravo).

El día 30 de mayo de 1475 tuvieron lugar los desposorios, no así el matrimonio por esperar la dispensa del Rey. El pensamiento de la princesa castellana era con el enlace reforzar la defensa de los derechos de la Corona de Castilla.

En la villa y Torreón del Homenaje de la muralla de Plasencia se levantaron los pendones de Portugal y Castilla por La Beltraneja. Lastima que no podamos evocar cumplidamente el cortejo que se formó: el Arzobispo de Toledo, los Condes de Ureña y Medellín, Marqués de Viana, el Conde de Plasencia, etc.

La guerra continuó y los Reyes Católicos, por cédula de 12 de mayo de 1475 autorizaron a su Capitán Diego de Cáceres para qué utilizarse todas las rentas de la Corona de Extremadura al objeto de subvenir a los gastos de la campaña.

Acerca de la designación de Diego de Cáceres Ovando precisa el historiador Conde de Canilleros: «El Rey tuvo que elegir entonces un Capitán de los de su absoluta confianza, enérgico, competente y experimentado, para que fuera a organizar la salida y el avance. El nombramiento recayó en Diego de Cáceres. Desde las primeras horas de aquel día, el más histórico de su vida, su nombre empezó a sonar, con aureola de lealtad, valor y competencia. Del orden a desorden en el avance, podrían depender el triunfo con la derrota».

El esforzado Capitán intervino en la batalla de Toro. «En la madrugada del 1 al 2 de marzo de 1476 -anota el ínclito historiador Pedro Aguado Bleye en su «Manual de Historia de España», una de las mejores y más completa síntesis del pasado español- don Fernando alcanzó al ejército rival entre Toro y Zamora, en Peleagonzalo o Castro-Quemado y se libró un encarnizado combate de tres horas que terminó con la huida de los portugueses. No otra cosa fue la Batalla de Toro que asegura definitivamente a los Reyes Católicos en el Trono de Castilla. Razón tenía don Fernando cuando dijo a la Reina, por boca del emisario Iñigo López de Albornoz que le llevó la noticia del desenlace del combate: «Haced cuenta de que esta noche Nuestro Señoros ha dado toda Castilla».

«Durante la batalla, Diego hallose en lo más sangriento de ella y al lado del Cardenal de España D. Pedro González de Mendoza».

En la batalla de Toro que el Capitán Diego de Cáceres Ovando mandó la caballería y puso de relieve sus excepcionales dotes de guerrero, haciendo los mayores méritos.

EL TESTIMONIO DEL CRONISTA HERNANDO DEL PULGAR

Hernando del Pulgar fue Secretario y Embajador de los Reyes Católicos al Rey de Francia. Les acompañaban todas sus expediciones y las narró como testigo ocular. Gran prosista y uno de los mejores historiadores del habla castellana, el insigne cronista dice del Capitán Diego de Cáceres Ovando lo siguiente:

«E porque muchos, ansi del pie como de caballo, iban desordenadamente enpos de los portugueses, el Rey mandó a un subcapitán que se llamaba Diego de Ovando de Cáceres, que con 200 hombres a caballo, fuese a tener la gente, que no fuese desordenada fasta que todos los de su hueste fuesen salidos de la ciudad e puestos en orden de batalla».

Abatido el estandarte del monarca portugués por el Cardenal Mendoza y queriendo librar de la muerte al Alférez que lo portaba, Hernando del Pulgar ponen en sus labios estas palabras:

«Segúnd Señor la vitoria que Dios ha querido dar oy al Rey, e no vos ocupéis en esto, que están ya vencido».

Son numerosos los eruditos que han elogiado al valeroso Capitán por su actuación, cabiendo citar a Antonio de Nebrixa y al cacereño Juan Blázquez en su obra «Perfecta razón de Estado».

MEDIDAS DE LOS REYES CATÓLICOS PARA EL CESE DE LA GUERRA CIVIL

Los Reyes Católicos anhelaban que la guerra civil con don Alfonso de Monroy no se encendiese nuevamente, ordenaron a su Capitán que le dejase la villa de Benquerencia a cambio de otra. Por cédula de 12 de mayo de 1476 le decían que «en tanto que no cumpliamos, él hubiese para nuestro servicio dicho castillo de villa de Benquerencia e rentas a pechos e derechos de él, y más un quento y ciento treinta y seis mil setecientos cincuenta maravedises de la renta de las dehesas de Berrocal, Cabeza Rubia, Mijadas, El Guijo, Badija, El cuarto de la Barca de Arroyo campo, el cuarto de la Barca de Ramiro Pérez y la Dehesa de Malpica. Hasta el 1480 estuvo el Capitán en posesión de la Alcaidia en que hizo entrega a don Juan de Zúñiga, Maestre de la Orden de Alcántara.

Ovando, siguiendo las guerras contra Portugal, ganó los lugares de Arroche, Ugüela, Alegrete, Myira, Morón y Selpa, de los que fue señor. Los Reyes Católicos le otorgaron privilegios, concediéndole doscientos mil maravedises de renta por juro de heredar, sobre las alcabalas de Cáceres. Gozó de la debilidad de Vasallo y fue de su Real Concejo. Murió en 1487, siendo Alcaide de la fortaleza de Mon León. El testamento lo otorgó el Capitán el 2 de febrero de citado año de 1480. En este documento ordenó que se le diese sepultura en su capilla de San Antonio del convento de San Francisco, de Cáceres. También mandó «que se faga por mi ánima e por la de mis padres unaremembranza de la iglesia de San Mateo».

El Capitán Diego de Cáceres Ovando se distinguió mucho en el arte militar. En la iglesia de San Mateo de Cáceres, antigua mezquita levantada en el barrio monumental, en el presbiterio del altar mayor, hay tres enterramientos de los Ovando: un sepulcro con una estatua yacente en alabastro, con armadura gótica, manto, birrete, colar y espada con gavilanes sobre el pecho; el escudo de los Ovando en el arca y una lápida encima con esta inscripción:

ESTE ENTIERRO Y ESTA CAPILLA SON DE LA CASA DEL CAPITÁN DIEGO DE OVANDO DE CÁCERES

«Idem digo que por cuanto yo tengo depositado en la iglesia de San Mateo, de Cáceres, en un arco los huesos de mi abuelo para los sepultar que la capilla que yo hiciese es mi voluntad e mando que en la dicha iglesia de San Mateo hagan un arco muy honrado e bien fecho e donde sean puestos e sepultados e que gasten en hacer el dicho arco hasta treinta mil maravedises».

MATRIMONIOS DEL CAPITÁN DIEGO OVANDO DE CÁCERES

El Capitán Diego de Cáceres Ovando contrajo dos veces matrimonio. La primera por el año 1440 en Brozas con doña Isabel de Flores, dama de la Reina doña Isabel la Católica, emparentada con las más linajudas familias que por su madre, de esmerada educación, descendía de la casa de Sancho Paredes Golfin y Paredes, el Camarero. De este matrimonio hubo cinco hijos. El menor de estos fue fray Nicolás de Ovando, Baje del Príncipe don Juan, Comendador de Lares en la Orden de Alcántara y luego Comendador Mayor de ésta. Por sus relevantes cualidades los Reyes Católicos le designaron Gobernador de la Española, la isla que descubriera hacía diez años el famoso navegante Cristóbal Colón, para sustituir a Francisco de Bobadilla, de tan nefasta administración. Fue fray Nicolás de Ovando, Primer Gobernador de Indias, según Bartolomé de las Casas, «varón prudentísimo y amigo de la justicia, honestísimo en su persona y celoso de su autoridad». El capitán cacereño contrajo segundas nupcias en Cáceres con doña Catalina Godoy. De este segundo matrimonio hubo tres hijos.

DIEGO DE CÁCERES OVANDO Y LA CASA Y TORRE DE LAS CIGÜEÑAS

Estando al servicio de Enrique IV, El Impotente, Diego de Ovando de Cáceres obtuvo una Real cédula, dada en Madrid el 16 de julio de 1473 con la merced de que continuase la obra que había comenzado en el solar del Alcázar, no obstante los reparos que se le habían hecho por el Concejo de Cáceres y por Diego Gómez de Torres, levantándole las penas en que hubieran incurrido, debido a que había empezado la construcción sin permiso y utilizando materiales de las ruinas del Alcázar, concediéndole todo por juro de heredar. Hay que hacer constar que en los momentos históricos a que nos referimos la villa de Cáceres se hallaba ensangrentada por las discordias que registraba porque su nobleza estaba dividida en dos bandos, uno que seguía al Maestre de Alcántara citado y otro al Clavero don Alonso de Monroy. Los Reyes Católicos, fieles con su política antinobiliaria y de represión de la nobleza, poco a poco anularon y atajaron las maquinaciones de los turbulentos, al tener conocimiento de los disturbios de Cáceres y de cómo por causa de algunas torres que están en algunas casas principales… «Se han fecho grandes escándalose movimientos e ruidos e feridas e muertes de homes» dieron en Madrigal una Real cédula en 12 de mayo de 1476, refrendada por Pedro Camaña, que era su Secretario y de su Concejo por la que mandaron de todas «las torres que tuviesen las casas de los caballeros fucasen dentro de treynta dyas derribadas, de manera que quedasen yguales con las paredes principales de la casa sin exceptuar alguna por nynguna razón».

UNA EXCEPCIÓN PARA EL CAPITÁN

Sin embargo, en la misma cédula que citamos hay una excepción para el Capitán Diego de Ovando de Cáceres, al que los excelsos Soberanos de la Unidad Nacional conceden facultad y licencia para que pudiese fabricar su casa en la forma y manera que quisiesen, sin que para ello se le pusiese impedimento alguno.

Es de apreciar que la Real Cédula fue dada al poco tiempo de la batalla de Toro -apenas habían transcurrido dos meses de la misma, pues terminó el 12 de mayo de 1476, encontrándose los Reyes en Madrigal- cuando estaban tan recientes los triunfos bélicos, los excelentes servicios prestados a los Reyes en la Guerra de Sucesión.

Por todo ello es de suponer que el privilegio, la excepción decretada para que construyera su torre sin atenerse a la disposición general, fue naturalmente una muestra de la gratitud de los Reyes.

UNA LEGIÓN DE SELECTOS DE LA CASTA DEL CAPITÁN CÁCERES OVANDO

No es posible en un trabajo de esta naturaleza ocuparnos del linaje, de toda la descendencia del Capitán Diego de Cáceres Ovando, que ha sido estudiada exhaustivamente por los maestros Publio Hurtado y Orti Belmonte.

Hermano del Capitán objeto de este artículo, fue Francisco de Ovando «El Viejo», señor de la Aldea y Castillo de Las Arguijuelas. El hijo primogénito del Capitán fue su homónimo y sucesor en el mayorazgo que fundara y primogénito de los Marqués del Rey.

Un descendiente importante del Capitán es Alonso de Ovando y Solís, «Caballero de la Orden de Calatrava, Comendador de Ballesteros y Capitán de las Reales Guardias Españolas», a quien en premio a sus numerosos y principales servicios, a haber sido hecho prisionero y a las heridas de gravedad que recibió, el Rey Don Carlos lo agració con el título de Marqués del Reino. Con el empleo de Brigadier, Alonso de Ovando y Solís siguió tomando parte en las guerras de Italia, encontrando la muerte en la sangrienta batalla de Campo Santo, a las órdenes del general don Juan de Gajes, cuando luchaba contra los austriacos mandados por Traun en marzo de 1743.

Francisco de Ovando y Solís, segundo de la Casa de Camarena y primer Marqués de Ovando, benemérito militar que sirvió a sus Reyes y a su Patria por mar y tierra, desde su juventud hasta que terminó su existencia. Sus brillantes hechos de armas en Italia le valieron el título de Marqués de Ovando, con que lo favoreció el Rey de las dos Sicilias don Carlos de Borbón, luego tercero de España, siendo ascendido a Capitán de Navío y Jefe de la Escuadra con cuya empleo hizo rumbo con su flota hacia las Indias occidentales. Intervino en la batalla del Cerro de San Lázaro que se libró el año 1740. De Cartagena pasó a Lima, donde se portó heroicamente. Al regresar a España el Rey le nombró Inspector y Comandante general del mar del Sur. Fue Capitán General de Filipinas y Presidente de su Real Audiencia. Falleció el Marqués de Ovando el día 9 de diciembre de 1755 en alta mar a bordo del galeón «Santísima Trinidad», viajando desde Filipinas a la América Central. (El escudo de los Ovando está formado por una Cruz de Santiago floreteada con cuatro veneras en campo de plata y por orla ocho aspas de oro en campo rojo).

Vicente Mariano de Ovando Solís y Pereiro, tercero y último Marqués de Ovando y gentilhombre de Cámara de S.M. con el ejercicio en 1824. Varias veces rigió la villa de Cáceres. Abrazó la causa del Infante don Carlos. Cuando los ejércitos liberales afirmaron la corona hispana en las sienes de doña Isabel II, Ovando emigró a Italia. Falleció en Turín en 1864. Su fortuna la legó a los PP. Misioneros de la Preciosa Sangre, orden fundada por el Beato Gaspar de Búfalo con la obligación de establecer una casa residencia en su palacio de Cáceres conocido por la Casa del Sol, palacio fortaleza, solar de los Solís, nombre que recibe del escudo de su portada, donde continúa residiendo la Comunidad desde el año 1899.

ANÉCDOTA CURIOSA

Respecto a los Marquesados del Reino, de Camarena la Vieja y la Real y del Señorío de las Arguijuelas, los dos títulos de Camarena y los pleitos tramitado sobre el mejor derecho a los bienes dotales de los mayorazgos. El ilustre cronista cacereño, primer cronista oficial de la ciudad de Cáceres, consigna una anécdota que le transmitió el Marqués de Torreorgaz sobre los marquesados de Camarena.

Hasta el año 1776 no existía más que el de Camarena la Vieja, heredado por los Ovando de sus parientes por cognación los Castrejones, de Agreda, y los poseía don Vicente Francisco Antonio de Ovando y Rol, Capitán General de Castilla la Vieja, dignatarios muy querido del monarca Carlos III. Había entablado pleito contra él, reclamándole título y mayorazgo otro Ovando, primo suyo, a quien los Tribunales estimaron con mejor derecho a poseerlo, y se los adjudicaron. Fue a visitar cierto día el General a su amigo y Monarca, y al penetrar en la Cámara Real, éste le dijo en tono familiar:

«¡Hola, Camarena!
-Señor -advirtió este inclinándose-, ya no puedo responder por ese título.
-¿Cómo así…?
-Porque he perdido el pleito, y es mi primo a quien pertenece ya el marquesado.
-Pues para mí seguirá siendo Camarena: si los Tribunales te han prohibido titularte Camarena la Vieja, yo te hago Camarena la Real, y seguirá siendo Marqués»
.

Y de esta entrevista nació tal título, que entró a los pocos lustros en la casa del Marquesado de Torreorgaz, conforme queda anotado, con el de Camarena la Vieja pasó a la de los Arces, por casamiento de doña María Josefa de Ovando, con el que llegó a Teniente General, don Antonio Vicente de Arce, de cuyo biznieto don García, lo heredó la familia de Carvajal.

Esforzados y conspicuos Capitanes, hombres de Estado, espíritus superiores, dignísimos caballeros, almas piadosas, ascéticas, sabios religiosos, damas arrogantes y distinguidas, he aquí una verdadera legión de selectos de la estirpe del Capitán Cáceres Ovando, que da esplendor a la historia de Cáceres en la que se señorea y que, en trazos rápidos, hemos evocado en este ligero bosquejo.

Valeriano Gutiérrez Macías

El contenido de las páginas de esta web está protegido.