Manuel Rubio Andrada.
Dedicado a la memoria de mi buen amigo Elías Diéguez Luengo: paisano, maestro, historiador e Hijo Predilecto de Valencia de Alcántara
INTRODUCCION
En un trabajo de estas características resulta necesario hacer una relación de las obras y los autores que se han referido a la Prehistoria de Trujillo; prácticamente han sido todos los que han relatado su pasado; generalmente este periodo de la Historia ha sido tratado de manera poco extensa por la falta de datos; a falta de enumeraciones de objetos arqueológicos todos usaron la suposiciòn como herramienta y así suplieron el vacio existente. Debía parecerles poco estético, históricamente hablando, que no tuviésemos Prehistoria.
En nuestra ciudad y su entorno, berrocales incluidos, las excavaciones arqueológicas han tenido lugar en escasas ocasiones, a mi juicio insuficientes para arrojar datos concluyentes que pudieran demostrar hipótesis; debían ir arrojando pequeños descubrimientos que podrían contribuir a confirmar teorías más amplias. Igualmente aquí encontramos el vacio; cuando han tenido lugar, o no se han hecho memorias o éstas no se han publicado -sospecho que lo primero-.; de ello podemos conjeturar que los datos aportados no debían ser espectaculares, quizàs descorazonadores para el excavador, en cualquier caso estos deberían haber hecho sus trabajos y de una u otra manera haber intentado su edición para que otros, -profesionales o aficionados -, puedan sintetizar contenidos donde ellos no supieron verlos o no los dieron suficiente valor. Por unas u otras razones, en la que casi siempre aparece la negligencia como factor comùn, no tenemos nada concreto.
Sirvan como ejemplo tres intervenciones, que quizàs de manera indirecta, ha realizado la Universidad de Extremadura a través de su profesorado con diferentes tipos de financiación entre ellas la pública. En la década de los 70 se excava una pequeña cuadrícula en la parte N extramuros de la ciudad, externamente se observaba un pequeño ábside y cercanos a él había varios sillares, los resultados de la excavación no se han publicado. En el año 1986 tuvo lugar otra excavaciòn «cientìfica» en el berrocal trujillano a cargo de otra profesora de la U. E., en una mesetilla cercana a la finca de Aldeanueva de Mordazos -ella equivocó el nombre de la finca señalando su localización en una finca inmediata por el N, Aguas Viejas-; la memoria de excavaciòn no se ha hecho. En septiembre de 1997 otro profesor de la U. E. dirige una nueva excavación esta vez intramuros, en un punto alto de nuestra ciudad, concretamente en la Plazuela de los Moritos, los resultados no se han divulgado, ¿habrán sido hechos?… con mucha suerte dormirán los materiales en el abigarrado almacén de nuestro museo provincial. Si esta forma de trabajo ha sido la habitual de nuestros arqueólogos parecida suerte han tenido las excavaciones realizadas en el marco de otras Universidades; concretamente en el recinto N de nuestro castillo… los resultados desconocidos. De ello se puede deducir, como antes se indicó, que los materiales encontrados no presentaban razones significativas para las espectativas aparentemente más personales que científicas, de sus excavadores.
Ante el panorama de la Arqueología oficial en nuestra ciudad, creo que está justificado que los aficionados intentemos rescatar con toda la seriedad que nos es posible los datos ofrecidos por la excavación. Esta postura que no debe entenderse como marginal en el sentido peyorativo del término, puede servir para revisar muchas acciones que sin estas desinteresadas colaboraciones dormirían en el «limbo» arqueológico a las que parece ser las destinaron; las piezas allí depositadas ni pasan a la «gloria » de las vitrinas ni están en su paisaje terrenal propio.
En pasadas épocas, comencé mi tarea prospectora visitando los cerretes de nuestro berrocal en cuyas proximidades hubiese una fuente de agua que no se secase ni en pleno estío los pasados años de intensa sequía de comienzo de la década de los 90. De los materiales superficiales que podía encontrar solamente me serían válidos aquellos que presentaran cierta personalidad dentro de la Prehistoria desechando los lugares que no presentaran esta condición. Prácticamente he trasteado todo el berrocal y no voy a enumerar, por prolijo, los puntos donde se encontraron cerámicas a torno o manuales pero en tan escaso número y tan impersonales que a mi entender poco aportan.
Todavía es posible hallar en nuestro berrocal algún objeto lítico bien tallado o pulimentado que, fuera de contexto, nos hablan de la existencia de una población primitiva que combinaría el nomadismo con el sedentarismo propio de la Edad Neolítica; las piezas observadas por mí son escasas, se limitan a unas lascas de silex, un diente de hoz, un perforador de cuarcita y un par de hachas de gabro pulidas (fig. 15, A, B, C, D, E, F y G). Hemos localizado tres lugares donde la población se estableció de una manera estable.
El límite temporal cercano es la Protohistoria -Edad del Hierro-, época en la que los numerosos castros que contiene nuestro término municipal presentan unos materiales propios para acometer excavaciones en cada uno de ellos; por pequeña que esta fuera, aportaría datos sobre su origen vida y destrucción. Así pues este trabajo comienza en el Neolítico y termina con la Edad del Bronce.
POBLAMIENTO DEL ACEBUCHE
Se localiza en la cresta situada más a mediodía en la cerca denominada Canchera de D. Pedro en la zona S del berrocal trujillano. Tiene por coordenadas 39º 25´ 50´´ de latitud N y 2º 9´ 50´´ de longitud W; hoja 706 denominada Madroñera, 1ª edición del Instituto Geográfico y Catastral, Madrid 1963.
Los restos de este poblamiento se encuentran en torno a unos bolos de granito de forma redondeada e irregular de no excesivo volumen no diferenciándose mucho de otros próximos de esta parte del berrocal; en su parte más alta luce un precioso acebuche que ha desafiado al tiempo y al fuego rebrotando varias veces en un rachón. El vallecillo de la derecha proveniente de los cercones de Tercera Orden ofrece una fuente natural cerca del poblado, con escasez de agua en los años de mayor sequía; hacia el S el valle del río Magasca presenta una pequeña zona de terreno sedimentario muy apto para la agricultura; en el W otra fuente menos caudalosa; algo más alejado el valle de Vajohondo, igualmente fértil y muy apto para la ganadería.; hay que señalar igualmente que es un terreno muy apto para la caza menor .
Los restos mencionados están en un corto espacio más o menos circular de unos 30 m de diámetro; en superficie la mayor parte de las cerámicas se encuentran en pequeños racheados y en los encajes rocosos. En la parte S de estas rocas e inmediato a una con una bella hornacina natural de regular tamaño, se aprecian los restos de un pequeño murete realizado con piedra fácilmente manejable en talud exterior; construcción complementaria a las formadas naturalmente por las rocas que, a la vez de taponar el vano fortifica el lugar. Exteriormente a esta pared hay un desnivel de cerca de 1 m lo que hace sospechar que interiormente pueden encontrarse resto al menos en esa potencia.
El espacio, como se desprende de lo dicho, es muy reducido y puede ser el asentamiento de una amplia familia. Es también un lugar de visión privilegiada de toda la parte S, cerca del camino natural que proviene de la cuenca media del río Guadiana y por Sta Cruz de la Sierra se acerca al cerro de Cabeza de Zorro, donde se asienta la ciudad de Trujillo. Como no se conoce bien la estructura social que fundamenta estos poblamientos, dado su pequeño tamaño, podemos suponer también una función militar, una avanzadilla de un poblado de mayor entidad ya que desde el mismo se divisa perfectamente el cerro donde se asienta el castillo árabe de la ciudad aunque desde luego faltan materiales para decantarnos por este cometido.
INVENTARIO DE MATERIALES OBSERVADOS EN SUPERFICIE
FRAGMENTOS DE CERAMICA
Los fragmentos observados en superficie no son escasos y suficientemente dotados de personalidad para ser perfectamente clasificados y relacionados. Pertenecen a unos recipientes que he agrupado según la proporción i/h=100/d.e.; según este índice se clasifican en platos, si el índice es inferior a 20; cuenco si está entre 30 y 50 y se denomina vaso a los recipientes con un índice mayor de 50.
Para calcular la altura -h- y el diámetro exterior -d.e.- de los fragmentos he tomado cálculos aproximados -no puede ser de otra manera dada su pequeñez- por lo que cabe la posibilidad de error en alguna clasificación formal. La forma de los bordes ofrece mayor veracidad a la hora de reconocer el recipiente y establecer las pertinentes relaciones por lo que los posibles errores de clasificación poco tendrán que ver en las conclusiones finales.
PLATOS
Nº 1.- Fragmento de cerámica parda con desgrasante de mediano tamaño; factura manual y cocción mixta -participación de una atmósfera reductora con otra oxidante-; perteneció a un recipiente que tenía unas paredes de 10-12 mm de espesor y más de 35 cm de diámetro; el acabado de sus caras se presenta alisado. Su borde se reforzó engrosando desde unos 5 cm en elipse de 11 mm de eje y vuelto ligeramente hacia el interior (fig. 1).
Nº 2.- Fragmento de cerámica naranja con desgrasante grueso; realización manual y cocción bastante oxidante; sus paredes presentan un ancho próximo a los 15 mm y el diámetro de su boca debió pasar de los 35 cm; sus dos caras se presentan alisadas. El borde se doblo ligeramente hacia el interior redondeando las esquinas (fig. 1).
Nº 3.- Fragmento de color pardo y desgrasante variado; factura manual y cocción en atmósfera bastante reductora; el ancho de sus paredes está en torno a los 9 mm y el diámetro de su boca pasó los 35 mm; sus dos caras se presentan muy poco alisadas. Superiormente el recipiente se terminó reforzando y ensanchando poco a poco el borde desde 10 mm; termina en un labio logrado con abultamientos tanto al interior como al exterior, la parte superior está completamente plana y las esquinas redondeadas (fig. 1).
Nº 4.- Fragmento de color pardo naranja con desgrasante de medio tamaño; factura manual y cocción mixta; sus paredes tienen 8 mm de espesor correspondiendo a un recipiente de más de 35 mm de diámetro; sus caras se presentan alisadas. El borde se reforzó desde 10 mm con ensanchamientos redondeados a ambos lados de las esquinas, el abultamieto exterior presenta una curvatura algo más amplia que en el interior (fig. 1).
Nº 5.- Fragmento de cerámica de color pardo naranja acompañado de desgrasante grande y mediano; factura manual y cocción mixta; sus paredes tienen un espesor de 17 mm, el diámetro del recipiente pasó de los 35 mm; su terminación interna y externa es poco alisada. El borde, un poco doblado hacia el interior, ofrece un ligerísimos abultamientos en ambas caras desde un par de cm (fig. 1).
Nº 6.- Fragmento de color pardo naranja con desgrasante de mediano tamaño; factura manual y cocción mixta; tiene de grueso unos 10 mm y corresponde a un recipiente de más de 35 cm de diámetro; el acabado de sus paredes es alisado. Superiormente presenta un borde redondeado y algo doblado hacia el interior, se reforzó con un sencillo engrosamiento por ambos lados, la cara superior sufrió un pequeño rebaje hacia la parte interna (fig. 1).
Nº 7.- Fragmento de cerámica de color pardo-naranja acompañado de desgrasante medio y grande; factura manual, el color denota claramente que sufrió una cocción reductora y oxidante; el ancho de las paredes oscila entre 8 y 13 mm perteneciendo a un recipiente que debió pasar de 35 cm de diámetro; su terminación interna y externa es simplemente alisado. El borde se reforzó con un abultamiento anular casi redondo de 15 mm de diámetro (fig. 1).
Nº 8.- Fragmento de cerámica de color pardo con escaso desgrasante grande y mediano; factura manual y cocción mixta que debió ser a alta temperatura por presentar una masa muy compacta y dura; las paredes tienen 8 mm de grueso y el diámetro de su boca pasaba de los 35 cm; se acabaron sus caras con un buen alisado y la parte interna se cubrió con un engobe negro. El borde presenta un refuerzo de perfil almendrado (fig. 1).
Nº 9.- Fragmento de cerámica de color pardo al exterior y gris en el interior con desgrasante medio y grande; factura manual y cocción mixta, ésta debió ser deficiente por su mala textura; el ancho de sus paredes oscila entre 10 y 16 mm y el diámetro de su boca pasa de los 35 cm; ambas caras presentan un acabado alisado. Superiormente se remató con un borde reforzado doblándole levemente hacia el interior y logrando un ensanchamiento de forma trapezoidal de unos 2 cm de ancho y algo menor de alto con las esquinas superiores redondeadas (fig. 1).
CUENCOS.
Todos los fragmentos observados presentan forma de casquete esférico redondeando la terminación superior que, en ocasiones, se dobló ligeramente hacia el interior; su factura es siempre manual variando el grosor en proporción al diámetro del recipiente; las pastas de las que se realizaron son por lo general bastante elementales con numerosos y variados desgrasantes igualmente parecida es su cocción predominando la atmósfera reductora; la terminación de estos recipientes es alisada. Pertenecen a cuencos de uso cotidiano.
Nº 10.- Fragmento de color gris con desgrasante grueso y mediano; factura manual y cocción reductora; tiene 5 mm de grueso y perteneció a un recipiente que tenía de diámetro entre 20 y 25 cm; fue acabado alisando las dos caras. Superiormente acaba con un borde engrosado unos milímetros y doblado levemente hacia el interior desde unos 2 cm; la cara superior termina de forma redondeada (fig. 1).
Nº 11.- Fragmento gris con desgrasante menudo; factura manual y cocción reductora; tiene un ancho de 4 mm y el recipiente al que perteneció poseía un diámetro entre 20 y 25 cm; se acabó alisando las dos caras. El borde, apenas doblado internamente, es ligeramente elíptico desde unos 3 cm y la terminación superior se afiló ligeramente (fig. 1).
Nº 12 .- Fragmento de color pardo anaranjado acompañado de fino desgrasante micáceo; factura manual y cocción mixta; tiene un espesor de 8 mm y 20-30 cm de diámetro; el acabado de sus caras esta poco alisado. El borde se doblo hacia el interior desde 4 cm engrosándose unos mm, la curvatura es algo más pronunciada en la cara externa que en la interna, el labio superior es redondeado y algo afilado (fig. 1).
Nº 13.- Fragmento pardo – naranja con variado desgrasante; factura manual y cocción mixta; presenta un grosor de 9 mm y perteneció a un recipiente que tenía entre 20 y 30 cm de diámetro; ambas caras presentan un acabado alisado. El borde se dobló ligeramente al interior con un abultamiento redondeado de escasamente un par de mm en la cara externa; la parte superior es lisa con las esquinas redondeadas (fig. 1).
Nº 14.- Fragmento de cerámica de color gris con desgrasante de tamaño variado; factura manual y cocción reductora; el grosor de esta pieza es de 7 mm y perteneció a un recipiente que tenía de diámetro entre 20 y 30 cm de diámetro; su acabado interno y externo es alisado. La parte superior acaba en un borde ligeramente afilado con la terminación redondeada (fig. 1).
Nº 15.- Fragmento de cerámica de color gris con desgrasante variado; factura manual y cocción reductora; tiene unos 5 mm de grosor y perteneció a un recipiente que tenía entre 20 y 30 cm de diámetro; su cara externa está bien alisada no así la interna que nos ha llegado deteriorada. Su borde se realizó escasamente afilado y la parte superior aparece bien redondeada (fig. 1).
Nº 16.- Fragmento de cerámica de color gris con trozos pardo rojizos en la cara externa y variado desgrasante; se realizó con factura manual y su cocción denota una atmósfera reductora con algo de ventilación; tiene 8 mm de grueso y perteneció a un recipiente cuyo diámetro sitúo entre 20 y 30 cm; su acabado interno y externo es simplemente alisado. La terminación superior se estrechó y finalmente se redondeó (fig. 1).
Nº 17.- Pequeño fragmento de cerámica de color gris en el interior y pardo en el exterior, con fino desgrasante; factura manual y cocción mixta; tiene 5 mm de grosor y perteneció a un recipiente cuyo diámetro sitúo entre 20 y 30 cm de diámetro; el acabado interno y externo es alisado. El borde, algo doblado hacia el interior, se terminó superiormente redondeándolo (fig. 1).
Nº 18.- Pequeño fragmento de color pardo con variados desgrasantes; factura manual y cocción mixta; tiene 7 mm de grosor y perteneció a un recipiente de 25-30 cm de diámetro; se terminó con un alisado bastante simple, El trozo de borde que nos ha llegado se presenta algo afilado con la terminación superior redondeada (fig. 1).
Nº 19.- Numerosos fragmentos de un pequeño cuenco de cerámica de color pardo acompañado de fino desgrasante; realización manual y cocción mixta; tiene unos 6 mm de grosor, 10-12 cm de diámetro y una altura de 5 cm; el acabado interno y el externo es alisado. Se terminó superiormente redondeando el borde con irregularidad (fig. 1).
VASOS GLOBULARES.
Nº 20.- Fragmento de cerámica de color pardo rojizo, acompañada de fino desgrasante; factura manual y cocción mixta; tiene de ancho 10 mm y corresponde a un recipiente cuyo diámetro debió estar entre los 15 y 20 cm; el acabado de sus caras es alisada. El borde es algo afilado y la terminación superior redondeada. Presenta una decoración formada por cuatro incisiones ungulares cerca del extremo superior distribuidas de forma paralela al mismo (fig 1).
Nº 21.- Fragmento de cerámica de color pardo rojizo acompañada de fino desgrasante; factura manual y cocción mixta; tiene de ancho 8 mm y perteneció a un recipiente que debió tener de diámetro entre 15 y 20 cm; su acabado interno y externo es alisado. El borde termina escasamente afilado y la terminación superior es redondeada (fig. 1).
Nº 22.- Fragmento de cerámica de color castaño acompañada de desgrasante de mediano tamaño; factura manual y cocción mixta; tiene de ancho 8 mm y perteneció a un recipiente cuyo diámetro desconocemos dada la pequeñez del fragmento; la cara interna presenta un alisado corriente mientras que la externa se realizó con mayor delicadeza. El borde se rebajó en la parte superior interna desde 1 cm y la terminación es redondeada. Presenta una línea incisa y paralela al borde en la parte rebajada (fig 1).
Nº 23.- Fragmento de cerámica pardo con desgrasante fino y alguno de mediano tamaño; factura manual y cocción mixta; tiene un ancho de 10 mm y dada su pequeñez no se puede calcular ni aproximadamente el diámetro del recipiente al que perteneció; sus caras se terminaron con simple alisado. El borde es ligeramente engrosado y levemente vuelto hacia el exterior (fig. 2).
Nº 24.- Fragmento de cerámica pardo rojizo acompañada de finos desgrasantes; factura manual y cocción mixta; tiene un ancho de 7 mm y su diámetro es igualmente indeterminado; las dos caras se terminaron con un alisado corriente. El borde ligeramente engrosado y vuelto al exterior termina de forma afilada y redondeada (fig. 2).
Nº 25.- Fragmento de cerámica de color pardo rojizo acompañada de fino desgrasante y algún grano de cuarzo de mediano tamaño; factura manual y cocción mixta; tiene de ancho 7 mm y perteneció a un recipiente que tuvo de diámetro entre 15 y 20 cm. El borde se terminó con el extremo ligeramente afilado y vuelto al exterior (fig. 2).
Nº 26.- Fragmento de cerámica de color gris acompañada de grueso desgrasante; realización manual y cocción reductora; tiene de ancho 7 mm y perteneció a un recipiente que debía tener de diámetro entre 15 y 20 cm; el acabado externo de sus caras nos ha llegado sin alisar. Presenta en la parte superior un pequeño cuello de unos 2 cm con la terminación redondeada (fig. 2).
Nº 27.- Fragmento de cerámica de color gris acompañada de finos desgrasantes; se realizó con factura manual y cocción reductora; tiene de ancho 10 mm y el diámetro del recipiente al que perteneció se situaría entre los 15 y 20 cm; la cara interna nos ha llegado con un buen alisado y la externa sin alisar. La parte superior presenta un pequeño cuello desde unos 2 cm y un borde vuelto hacia el exterior en ángulo recto con su terminación redondeada y decorada con pequeñas líneas incisas, oblicuas y paralelas (fig. 2).
Nº 28.- Fragmento de cerámica de color pardo claro con numerosos desgrasantes de mediano tamaño y algunos mayores; su factura es manual y la cocción mixta; presenta un ancho de 8 mm y perteneció a un recipiente cuyo diámetro debía tener sobre 30 cm; sus caras se terminaron de manera alisada. El borde presenta en la parte externa un engrosamiento circular de 19 mm de diámetro. Formaba parte de una vasija esférica de almacén de 30-35 cm de altura o quizás mayor (fig. 2).
OTROS FRAGMENTOS
Nª 29.- Fragmento perteneciente a la línea de carena de un recipiente, poco marcada, su color es gris-castaño; se acompañó de desgrasante de tamaño grueso; la factura es manual y tiene mala cocción; el ancho está entre 10 y 12 mm y el alisado que remata sus caras es muy elemental, sobre todo en la cara interna (fig. 2).
Nº 30.- Fragmento elíptico de cerámica de color pardo, cocción mixta y factura manual; tiene 4 cm de eje menor y mide aproximadamente 6 cm el mayor, su grueso es de 1,5 cm (fig. 2).
Nº 31.- Fragmento de cerámica de color pardo claro con desgrasantes de mediano tamaño y cocción mixta, su pared tiene un ancho de 8 mm; su presentación interna y externa es por simple alisado. Externamente presenta una decoración incisa a base de puntos realizados con un punzón de mediano tamaño (fig. 2).
OBJETOS LITICOS
Nº 32.- Fragmento en forma de punta realizado en roca muy blanda de color ocre claro con brillo céreo bastante apagado. Sus caras aparecen perfectamente pulidas y los bordes finamente dentados. Debió pertenecer a una albarda de carácter votivo ya que el material de la que está realizada se fragmentaría con los mínimos golpes. Su uso debió estar muy restringido ya que no conozco relaciones al menos dentro de nuestra Comunidad (fig. 2).
Nº 33.- Fragmento de lasca realizado en roca bastante blanda aunque no tanto como la anterior; presenta color gris en el exterior y ocre claro en el interior, brillo céreo apagado. Sus filos aparecen ligeramente retocados (fig. 2).
Nº 34.- Fragmento perteneciente a un hacha pequeña, de color gris y realizada en pizarra dura; solamente se pulimento en las proximidades del filo (fig 2).
Nº 35.- Fragmento de pizarra de color pardo al exterior y gris verdoso en el interior cuya forma tiene tendencia cilíndrica; mide 38 mm de alto y los ejes de su sección tienen 22 X 18 mm; uno de sus extremos presenta el color pardo general del exterior mientras que el otro lo tiene en el gris del interior, ello demuestra su posterior fragmentación (fig. 2).
Nº 36.- Fragmento de pizarra de color gris verdoso, cuya forma tiene tendencia trapezoidal; su base mayor, que se encuentra fracturada de manera oblicua, mide 73 mm y la inferior 55, de alto tiene 75 mm y 10 de espesor. La particularidad de esta pieza es mostrar las aristas no fracturadas de manera biselada por pulimentación pudiendo ser el soporte de un ídolo placa que no se llegó a trazar (fig. 2).
RELACIONES Y CRONOLOGIA
Los escasos fragmentos de platos con el borde engrosado y almendrado presentes en la superficie de este yacimiento constituyen el guía más fiable para establecer relaciones ya que tanto los cuencos como los vasos, son generalmente utilizados por el hombre en diversas épocas y culturas y, aunque indudablemente presentan diferencias, éstas son mínimas y difíciles de precisar. En general en el Calcolítico pleno y dentro de la denominada cultura del SW a la que parece pertenecer este poblado, se observa un desarrollo de los platos y un deseo de reforzar sus bordes mediante ensanchamientos, molduraciones en forma de perfil almendrado etc.
Un problema con el que nos encontramos al buscar relaciones próximas con la época de nuestro yacimiento, es la carencia de publicaciones que, en el ámbito provincial, vayan más allá de la reseña arqueológica; en general es muy escasa la enumeración, dibujo y pormenorizaciones de materiales lo que atenúa la calidad científica de los mismos que, casi siempre, resultan incompletos.
Los platos con borde engrosado y almendrado parecen ser semejantes a los encontrados en el área de la sierra de Plasenzuela en el poblamiento del cerro de La Horca ( 1) enmarcado su nivel en el Calcolítico pleno, yo también los he observado en la superficie del cercano poblamiento de La Pepa, situado en el mismo batolito y datado por sus excavadores en el Calcolítico inicial, ello simplemente indica una prolongación de su vida durante el Calcolítico medio o pleno. También aparece reseñado este momento cultural en Los Berruecos, Malpartida de Cáceres ( 2) y El Jardinero, Valencia de Alcántara ( 3). No aparecen restos de este tipo entre los materiales observados en Campo Arañuelo y La Jara en las proximidades de Navalmoral por lo que la relación de aquellas zonas cacereñas con el Calcolítico medio propio del SW de la península debió ser más débil ( 4). En la provincia de Badajoz son numerosos los poblados con cerámica de este tipo siendo el más importante La Pijotilla. Algo más alejados en la cuenca baja del río Guadalquivir se encuentra Valencina de la Concepción en las proximidades de Sevilla y en Huelva en el poblado del Cabezo de los Vientos. Su cronología viene situándose entre el 2500 y el 2000 a. C. de acuerdo con las dataciones de C-14 realizadas en La Pijotilla y Valencina entre otras ( 5).
Los fragmentos nº 29 y 31 pertenecen igualmente a este momento cultural pero su uso fue mucho más restringido y menos generalizado. Semejantes se observan: el nº 29 entre los materiales del cerro de La Horca, Plasenzuela, Cáceres; en el de Araya, Mérida, Badajoz y el nº 31 en el Apeadero, Zarza de Alange, Badajoz ( 6).
BIBLIOGRAFIA
( 1) González Cordero A., de Alvarado Gonzalo M., Municio González L. y Piñón Varela F. (1988): El poblado del Cerro de la Horca (Plasenzuela, Cáceres). Datos para la secuencia del Neolítico Tardío y la Edad del Cobre en la Alta Extremadura. T. P. 45, pág 87.
( 2) Sauceda Pizarro M. I. (1991): La secuencia cultural de «Los Berruecos» Malpartida de Cáceres (Cáceres). E. A. II, pág 34.
( 3) Bueno P., Mauricio L., de Alvarado M. y González A. (1988): El yacimiento del Jardinero (Valencia de Alcántara) E. A. I, pág 91.
( 4) González Cordero A y Quijada González D. (1991): Los orígenes del Campo Arañuelo y La Jara Cacereña y su integración en la Prehistoria regional. Navalmoral de la Mata.
( 5) Enríquez Navascués J. J. (1990): El Calcolítico o Edad del Cobre de la cuenca extremeña del Guadiana: Los poblados. Museo de Badajoz, nº 2. Badajoz.
( 6) Enríquez Navascués, J. J. (1990): Obr. cit., pág 118 y 142.