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HERVÁS CON SUS CASTAÑARES RECOLETOS … CRÓNICAS VIAJERAS SOBRE HERVÁS

Posted on 3 diciembre, 20253 diciembre, 2025

Pedro Emilio López Calvelo

 

RESUMEN

Muchos viajeros por Extremadura, tanto extranjeros como nacionales, desde prácticamente el siglo XV, dejaron en sus crónicas descripciones de las ciudades y los lugares que visitaron. La población de Hervás, alejada de las rutas habituales de tránsito en épocas de malas comunicaciones y sin un patrimonio histórico-monumental destacable en aquellos tiempos, no fue objeto de curiosidad de ninguno de estos viajeros antiguos.

Hay que llegar a finales del siglo XIX para encontrar la primera de estas crónicas viajeras sobre Hervás. A lo largo del siglo XX otros viajeros, algunos escritores famosos, también dejaron sus impresiones sobre la población y sus habitantes.

En este trabajo hacemos un análisis de estas crónicas viajeras sobre Hervás.

 

PALABRAS CLAVE

Hervás, crónicas viajeras, Sinesio Delgado, Miguel de Unamuno, Camilo José Cela, Luis Cortés Vázquez, Víctor Chamorro.

 

INTRODUCCIÓN

Extremadura, como parte del territorio español, ha estado en la ruta de viajeros nacionales y extranjeros prácticamente desde el siglo XV (ya dejaron sus crónicas describiendo distintos aspectos de nuestra región viajeros como León de Rosmithal o J. Münzer, por citar algunos de ellos). También de la época moderna (siglos XVI-XVII) se conservan crónicas viajeras muy variadas describiendo nuestra región (por ejemplo, E. Cook, el conde de Koenigsmark o A. Jouvin, por citar sólo alguno de los cada vez más numerosos viajeros que pasaban por nuestras tierras).

Pero será muy especialmente a partir del siglo XVIII, con el desarrollo de la mentalidad ilustrada y la generalización entre los nobles e intelectuales europeos de la realización del Grand Tour [1], cuando sean más abundantes estas crónicas viajeras, también ya de algunos “viajeros” españoles buscando conocer la realidad del territorio español y, por ende, el extremeño: debemos recordar que España conoció en esta época un notable crecimiento demográficos, sucesivas reformas políticas, cierta expansión económica tras un siglo de crisis e intentos por llevar a la práctica nuevas modelos de delimitación territorial. Todas estas circunstancias favorecieron los deseos de conocer la realidad geográfica e histórica del territorio español… y las crónicas y descripciones de viajeros ayudaron, sin duda, a este conocimiento del territorio nacional: sus escritos permitían conocer de primera mano, y por alguien ajeno al territorio, el estado en que se encontraban las gentes, los caminos, la poblaciones, etc.

“El periodo en el que este tipo de viajeros comienza a visitar nuestra región con una mayor asiduidad parece coincidir con la segunda mitad del siglo dieciocho y con lo que se conoce como la moda del Grand Tour. Hay autores que creen ver en el llamado Grand Tour del siglo XVIII un precedente del turismo moderno. Era un viaje por motivos educativos que solían hacer los jóvenes aristócratas destinados por su familia a ejercer altas tareas de gobierno, sobre todo en el Reino Unido, aunque también por otras naciones, por países como Francia e Italia, para concluir el proceso formativo […].

La mayor parte de los viajeros que recorrieron tierras extremeñas se adentraban en Extremadura siguiendo el itinerario más común que une Madrid con Lisboa. Esta ruta transcurría por algunos pueblos y ciudades extremeñas en los que, a veces, a ojos de estos trotamundos, se detenían brevemente bien para admirar algunos de sus monumentos o para descansar del exhaustivo viaje. Así, por ejemplo, muchos de ellos cuentan sus impresiones de lugares tales como Trujillo, Cáceres, Badajoz, Mérida o Guadalupe entre otros” [2].

También fueron muy numerosos los viajeros del siglo XIX, sobre todo ingleses y franceses, que recorrieron el territorio dejando en sus crónicas viajeras las impresiones que les producían nuestros paisajes, nuestros monumentos, nuestras gentes o nuestras costumbres (son muy numerosos, por citar algunos: E. Clarke, G. Bowles, W. Beckford, A. Laborde, Lady Holland, S.E. Cook Widdrington, …). Lo indicaba el autor N. Bas Martín cuando señalaba que

“En ausencia de la fotografía, los libros de viajes se convirtieron en el caleidoscopio en el cual mirar más allá de nuestras fronteras, en el espejo en que comprender, lo más objetivamente posible, la cultura, economía, sociedad, política y modos de vida de una sociedad determinada” [3].

Sin embargo, no es demasiado elevado el número de “viajeros” españoles que han dejado escritas sus impresiones sobre la realidad del país. Entre las crónicas más destacadas, fruto de viajes de conocimiento del territorio, realizadas por viajeros españoles podemos citar las de Antonio Ponz Piquer (Viage de España, -1772/1793-) -a quien se dedica esta edición de los Coloquios Históricos de Extremadura-, Pedro Rodríguez Campomanes (Viaje a Extremadura, 1778); ya en el siglo XIX: Francisco de Paula Mellado (Recuerdos de un viage por España, 1849), Pedro Antonio de Alarcón (Viajes por España, 1883), Nicolás Díaz y Pérez (España. Sus monumentos y artes. Su naturaleza y su historia, -1887-), Darío de Regoyos (España negra, 1889). Entrados en el siglo XX: Miguel de Unamuno (Por tierras de Portugal y de España, 1911; Andanzas y visiones españolas, 1922); José Gutiérrez Solana (España Negra -1900/20- y La España Negra (II) Viajes por España y otros escritos -1913/36-); Víctor de la Serna (Nuevo Viaje de España. La ruta de los foramontanos -1955-) y Nuevo viaje de España. La vía del Calatraveño -1960-; Camilo José Cela, autor de los tres volúmenes de Viajes por España -1948/1964-; y, ya en el siglo XX, Manuel de Lope Iberia. La puerta iluminada (2003) e Iberia. La imagen múltiple (2005).

Buena parte de los viajes realizados por Extremadura, tanto de autores extranjeros como de autores españoles, especialmente hasta el siglo XIX, seguían, como se ha indicado, la ruta Madrid-Lisboa o Lisboa-Madrid. Por ello la mayor parte de las descripciones de poblaciones y paisajes extremeños que conservamos -especialmente las de autores extranjeros- son de aquellos territorios comprendidos en esta ruta (Navalmoral-Trujillo-Cáceres-Mérida-Badajoz). No obstante, algunos viajeros planificaron ciertos desvíos, más o menos separados de esta ruta principal, para visitar enclaves menos conocidos: hay descripciones de los importantes monasterios de Guadalupe y Yuste, desvíos hacia Plasencia-Salamanca incluyendo visitas a Cáparra-Granadilla, las Batuecas, las Hurdes o la comarca de La Vera; o hacía Arroyo de la Luz, Alcántara o Coria. También en la provincia de Badajoz: desvíos hacia Zafra, Fuente de Cantos, Monesterio, etc.

Centrándonos ya en el caso de Hervás, población cuyas descripciones realizadas por “viajeros” es el objeto de nuestro trabajo, hemos de indicar que no hemos encontrado ninguna descripción que nos ayude a conocer la población antes del siglo XX (o, al menos, muy a finales del siglo XIX). Su posición alejada respecto de esa línea Madrid-Lisboa, incluso alejada, también, de la citada desviación hacia Plasencia-Salamanca, y la inexistencia de monasterios, ruinas, monumentos o yacimientos arqueológicos de interés, que pudieran mover la curiosidad de los viajeros, hizo que no fuera objeto de visita de ningún ilustre viajero ni extranjero ni español. Sólo hay una pequeña alusión del homenajeado en esta edición por los Coloquios Históricos de Extremadura, Antonio Ponz que, en el tomo octavo, viajando desde Plasencia a Salamanca, al atravesar el puerto de Baños, indica:

“El lugar de Ervás queda a mano derecha en la subida de una de las más altas sierras, donde no es regular que falte nieve todo el año” [4].

 

IMAGEN 1. Cita de Antonio Ponz: Viage de España

 

A pesar de ello, sí hemos encontrado varias descripciones de “viajeros” de la localidad de Hervás y de su territorio, que analizaremos a continuación. En concreto, las crónicas viajeras sobre Hervás localizadas, por orden cronológico, son las siguientes:

▪ Sinesio Delgado García (1897-1900): España al terminar el siglo XIX: apuntes de viaje.

▪ Miguel de Unamuno (1930): Poema Hervás con sus castañares…

▪ Camilo José Cela (1952): Cajón de sastre: «Del Tranco del Diablo a la judería de Hervás«.

▪ Luis Cortés Vázquez (1973): Viaje literario al norte cacereño.

▪ Víctor Chamorro (1981): Por Cáceres de trecho en trecho (Trecho primero).

 

CRONICA VIAJERA DE SINESIO DELGADO

Más allá de la breve alusión de Ponz, la primera crónica viajera sobre Hervás la hace Sinesio Delgado a finales del siglo XIX.

Sinesio Delgado García, nacido en Tamara de Campos (Palencia) en 1859 fue, según sus biógrafos, médico, poeta, dramaturgo y periodista. Un personaje curioso que, establecido en Madrid a partir de 1880, fue director del semanario Madrid Cómico entre 1883 y 1897. En esta revista publicaba sus versos y su prosa y se ocupaba de las Secciones «Correspondencias particulares«, «Chismes y cuentos«, «Crítica teatral» con el seudónimo «Luis Miranda de Burgos» y sobre poesía con el seudónimo «Rui Díaz».

Fue, además, colaborador habitual en muchos medios de prensa de la época, llegando a publicar más de mil artículos en periódicos como ABC, El Imparcial, La Iberia, Ateneo Palentino, Blanco y Negro, La Correspondencia de España, La Crónica Teatral, El Heraldo de Madrid, El Nuevo Mundo, El Socialista, La Ilustración Española y Latinoamericana y un largo etcétera.

También, como periodista, fue uno de los introductores de la publicidad en la prensa y defendió valores como el patriotismo por España y la no intervención en conflictos bélicos (I Guerra Mundial), la creación de un ejército profesional o los derechos de la mujer (sufragio universal e inserción en el mundo laboral), etc.

Como autor teatral escribió más de un centenar de obras muchas de las cuales fueron representadas en numerosos teatros del país y en teatros de muchos países americanos.

Participó en grupos intelectuales de su época enmarcados en las generaciones de 1898 y 1914, donde coincidió con personajes como Miguel de Unamuno, Ramón y Cajal, Ruperto Chapí, Joaquín Costa, Carlos Arniches y otros muchos.

Sinesio Delgado obtuvo, otorgada por Alfonso XIII y tras componer el poema “Salutación a la Bandera Española” y la canción militar “La Canción del Soldado” y otras marchas militares, la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo Blanco y el tratamiento de Excelencia.

Fue, además, uno de los precursores de la Sociedad de Autores Españoles, hoy llamada Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Sinesio Delgado falleció en 1928 [5].

En 1897 apareció su obra «España al terminar el siglo XIX: apuntes de viaje«, fruto de un largo recorrido por la geografía de España junto al dibujante Ramón Cilla. En esta obra Sinesio Delgado dispuso la organización de sus crónicas provinciales por orden alfabético, dedicándole a la provincia de Cáceres una crónica entre las páginas 149 y 162 del primer tomo, en el que describe sus experiencias viajeras en Navalmoral de la Mata, Hervás, Plasencia, Alcántara, Almaraz, Cáceres y Trujillo.

 

IMAGEN 2. Sinesio Delgado y su obra España al terminar el siglo XIX

 

Sinesio Delgado, acompañado por el fotógrafo Cilla, llegó a Hervás, en el mes de mayo, en el recién estrenado ferrocarril de la línea Plasencia-Astorga procedente de Navalmoral de la Mata, haciendo, en primer lugar, una descripción geográfica del lugar; en su crónica aparecen calificativos amables como: “pueblecito rodeado de huertas”, “cadencioso rumor del río”, “picachos coronados de nieve” o “vega florida y brillante”. Se alojó en una fonda que él denominó como Círculo de la Unión.

Después, la crónica que hace de la población parece menos positiva que la del paisaje:

“Callejones oscuros, intrincados, sucios, revueltos, mal empedrado; casucas negras de piedra con remiendos de madera, teja y ladrillo, vetustas puertas de dos hojas horizontales formadas de tablas sin labrar, con enormes cerrojos, clavos y bisagras llenos de herrumbre, cargados de siglos; corredores de madera que parecen derrumbarse sobre el transeunte, portales que parecen covachas, encrucijadas, revoltijos, cuestas… todo negruzco, desigual, enrevesado… Eso es lo que constituye la población de Hervás, dominada por una vetusta, sencillísima y pobre iglesia cuyos paredones grises se atreven a mirar a la cara a las montañas vecinas, que con su verdor eterno y con sus perfumes agrestes infiltran la alegría en aquella callejuelas, dándolas no sé qué belleza incopiable, saturándolas de una poesía especial, dulcísima, que arroba y suspende.

El panorama que se divisa a uno y otro lado del cerrillo en que se levanta el tempo es variadísimo y pintoresco. Cerca del río, cuya corriente se utiliza en algunas fábricas de tejidos y de harinas y en la de la luz eléctrica está el barrio de los judíos o de las sinagogas […].

Lo que pudiéramos llamar arrabal moderno, que se extiende al extremo opuesto al río, tiene algunas casas de mejor aspecto, o que lo parecen al menos, sin duda por el contraste con el núcleo del caserío que se agrupa en torno a la plaza del Relator González, pequeña, irregular, negruzca también, adornada con algunos soportalucos bajos, y de la cual parten los tortuosos callejones que en áspera cuesta conducen a la meseta de la iglesia parroquial […].

Parece mentira que, en aquel apiñado caserío, que cabe el parecer en la palma de la mano, se alberguen cerca de cinco mil habitantes, soliviantados de continuo por luchas políticas, que les dividen en bandos para que se odien y persigan con inusitado encarnizamiento.” [6].

Vemos como Sinesio Delgado visitó las dos zonas en que, claramente, se dividía la población de Hervás en aquel momento: el barrio bajo (hoy Barrio Judío) que no pareció gustarle: “callejones oscuros …, mal empedrados …, casucas negras, …, todo negruzco, enrevesado”, y el barrio alto, que él denomina “arrabal moderno” en torno a la plaza de Relator González (hoy La Corredera), que tampoco pareció ser de su agrado (“soportalucos bajos, tortuosos callejones”). También se hace eco, en escueta cita, de la existencia de fábricas de industria textil y de harina en las proximidades de los ríos, pero sorprende que sólo cite de pasada la existencia de luz eléctrica, que no debía ser nada habitual en poblaciones pequeñas en aquel momento y que en Hervás existía desde las navidades de 1895, siendo uno de los primeros pueblos de la región que contó con este importante adelanto técnico. Apenas hace alusiones a los pobladores de Hervás.

No obstante, de una forma sorprendente si tenemos en cuenta los apelativos anteriores, finaliza su crónica con el calificativo de “población encantadora”.

Esta crónica de Sinesio Delgado aporta un valor histórico y etnográfico interesante ya que es la primera descripción de este tipo referida a Hervás que se conserva.

La crónica se acompaña con tres fotografías que, a pesar de que no son de gran calidad, sí podemos decir que son de las imágenes más antiguas que se conservan de Hervás.

IMAGEN 3. Fotografías de Hervás incluidas en la obra de Sinesio Delgado

 

MIGUEL DE UNAMUNO EN HERVÁS

Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca entre 1901 y 1914 y entre 1931 y 1936, fue un viajero que también estuvo en Hervás y dejó sus impresiones sobre en entorno de la población en un conocido poema:

Vuelvo a visitar Hervás el 30 de agosto, 1930

 

Hervás con sus castañares

recoletos en la falda

de la sierra que hace espalda

a Castilla; sus telares

 

reliquia de economía

medieval que el siglo abroga,

y a un rincón la sinagoga

en que la grey se reunía,

 

que hoy añora la verdura

de España, la que regara

con su lloro, -de él no avara-

el zaguán de Extremadura.

 

 

31 de agosto, 1930 [7]

IMAGEN 4. Unamuno y su poema en una plaza de Hervás

 

Según se indica en la cabecera del poema, Miguel de Unamuno visitó Hervás en agosto de 1930, pero sabemos que el rector de la Universidad de Salamanca debió visitar Hervás en diferentes ocasiones y que estas visitas debieron estar muy relacionadas con sus estancias en Baños de Montemayor, población a la que, entre 1903 y 1936, debió viajar con asiduidad. Estas estancias pueden deducirse de la correspondencia que mantuvo Unamuno con quien sería su fraternal amigo Marcelino Cagigal Valdés, correspondencia que ha sido estudiada por el investigador Jonás Sánchez Pedrero [8]. Según este autor, Unamuno hizo una primera visita al balneario de Baños de Montemayor en febrero de 1903, en una excursión universitaria como rector de la Universidad de Salamanca.

A partir de esta fecha Unamuno mantuvo vínculo constante con Baños de Montemayor a través de Marcelino Cagigal que, como catedrático de Aritmética y Geometría, ejerció como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Béjar (antecedente de la Escuela Superior de Industria) y que se desplazaba con frecuencia a Baños. La correspondencia entre Unamuno y Cagigal fue abundante, como lo eran la coincidencia de ambos y la realización de excursiones en la población. Un ejemplo de esta relación la ofrece el periódico salmantino El Lábaro del 1 de agosto de 1910 cuando narra:

“El Sr. Unamuno ha salido hoy para Baños de Montemayor con los señores don Cipriano Rodríguez y don Marcelino Cagigal” [9].

A partir de 1914 Cagigal pasó largas temporadas en Baños de Montemayor, donde Unamuno solía ir a visitarle. Tenemos constancias documentadas de visitas en 1923 [10] y, tras el exilio parisino de Unamuno, en verano de 1930, donde acompañaba a Cagigal el político Indalecio Prieto.

Suponemos que, en estas visitas a Baños de Montemayor, que solían ir acompañadas de excursiones por el entorno de la población con Cagigal y otros visitantes, Unamuno, aprovechando seguramente al existencia del ferrocarril que unía ambos pueblos, visitó Hervás en más de una ocasión y, aunque no dejó, que conozcamos, otros escritos con sus impresiones o descripciones, fruto una de estas visitas es el poema que dedicó a Hervás (y que hemos escrito más arriba), precisamente en agosto de 1930. El investigador Teodoro Martín también lo afirma así al indicar que, tras volver de su exilio, en junio de 1930, Miguel de Unamuno estuvo primero en San Martín de Castañeda, junto al lago de Sanabria, para aproximarse a la ambientación del paisaje y elementos simbólicos que luego plasmaría en su obra San Martín Bueno y Mártir. A mediados de agosto está ya en Salamanca, a la que dedicó un poema, pero

“su primera obra poética extremeña tras su destierro se la dedica a este bello pueblo de Cáceres, ya que confiesa que el 30 de agosto ha vuelto a visitar Hervás. Una serie de aspectos geográficos, económicos, religiosos y evocadores le sirven para construir un poema bien trabado” [11].

Hemos encontrado, además, una pequeña crónica que refuerza el desarrollo de los paseos que pudo realizar Unamuno por Hervás. El periodista vasco Julio Campuzano, que en las últimas décadas del siglo XX pasaba temporadas vacacionales en Hervás (y donde hoy reside hoy una de sus hijas) escribió un artículo en la revista mensual Bilbao (1999) bajo el título de “Los extremeños se tocan” y narraba lo siguiente:

“[…] en pleno centro de la villa de Hervás una placita y una pequeña lápida-mosaico recuerdan al vasco Unamuno. Porque D. Miguel, desde “su” Salamanca, se trasladaba en verano a gozar del frescor de esta tierra, donde los cerezos en flor proclaman el estallido de la Primavera, lo natural y lo bello. Unamuno escribió: ´Hervás con sus castañares recoletos […]´. Hace años, un exalcalde de aquella villa, octogenario, contaba a este escribidor los largos paseos y conversaciones que él, D. Eduardo Cortés, había dado acompañando al D. Miguel de ´contra esto y aquello´ por trochas y veredas cercanas a la ermita del Cristo de la Salud” [12].

 

Esta cita nos confirma, por tanto, que Miguel de Unamuno visitó Hervás con alguna frecuencia y fue acompañado en sus paseos, además de sus amigos de Baños de Montemayor, por hervasenses: se cita a Eduardo Cortés (que fue alcalde durante la dictadura militar de Primo de Rivera y presidente de la Gestora Municipal a partir del pronunciamiento militar en julio de 1936 y alcalde en algunos momentos posteriores) y, seguramente, por José Sánchez Matas, el erudito local de la época que solía hacer de cicerone de los visitantes a la población.

 

CAMILO JOSÉ CELA VISITA HERVÁS

Hemos conocido la presencia de Camilo José Cela en Hervás a través de la reseña del libro de Arsenio Muñoz de la Peña Los viajes de Cela por Extremadura, reseña que apareció en la Revista de Estudios Extremeños nº 1 de 1978 [13]:

«Arsenio Muñoz de la Peña se estira e hincha el pecho cuando nos habla del viaje que hizo Cela a la bella e interesante ciudad de Hervás en 1952; suelta su pluma por aquellos agrestes paisajes y pintorescos caseríos; se pasea engolado por la Corredera, la Plaza del Convento, la de los castaños de Indias y le sale barba puntiaguda y nariz aguileña, que se junta al mentón, al visitar el barrio judío -el Rabilero-, lleno de bellas callejuelas y leyendas como la del Manchón y la del Gabacho, en la Guerra de la Independencia, colgado de la viga de una bodega. Cela es todo ojos y orejas. ¡Buen cicerón tuvo en Hervás con Arsenio Muñoz!«.

Por tanto, sabemos de la presencia en Hervás de Cela en 1952. Sin embargo, y a pesar de que el escritor era ya bien conocido a nivel nacional (ya había publicado su novela La familia de Pascual Duarte -ambientada en Extremadura- en 1942 y La Colmena -publicada en Argentina- en 1951), no hemos encontrado ningún rastro de esta visita en el Archivo Municipal de Hervás (ni en actas de sesiones ni en ningún otro documento).

Cela llegó a Hervás, seguramente en ferrocarril, procedente de la cercana ciudad de Béjar, en la que era asiduo visitante y asiduo conferenciante. Cela estuvo en Béjar por primera vez en 1950, dos veces en 1951 y volvió en 1952 (además de otras visitas posteriores). El futuro premio nobel tenía relación de amistad en Béjar con un grupo de personas, procedentes en buena medida de la clase media textil de la ciudad, con inquietudes cultures: Alejandro García Sánchez y Ceferino García Martínez, presidente y secretario respectivamente del Casino Obrero de Béjar, Juan Muñoz García, culto cronista de la población y Arsenio Muñoz de la Peña, docente y secretario del Juzgado Comarcal y aspirante por aquellos tiempos a escritor, cuyo padre había ejercido la docencia en Hervás. Cela, en aquellos momentos bastante falto de dinero, se aprovechaba de este tipo de amistades para redondear sus ingresos por medio de conferencias remuneradas: el Casino Obrero de Béjar fue testigo, como hemos dicho, de varias de estas conferencias. Y en la visita a esta población en 1952 fue cuando, acompañado de sus amigos Alejandro, Ceferino, Juan y Arsenio, realizaron un viaje a Hervás “cuatro leguas al sur, en el camino de Plasencia y ya en los campos y en los acentos cacereños” [14].

La obra en la que Camilo José Cela narra su visita a Hervás es un libro titulado Cajón de sastre y publicado en 1957 por la editorial Cid; el propio D. Camilo indicaba en la introducción del libro: «En el cajón de sastre cabe todo. El diccionario lo dice: Cajón de sastre, conjunto de cosas diversas y desordenadas. Aquí no se engaña a nadie. El cajón de sastre, por definición, es vario y bullidor, abigarrado y con poca afición al orden y, menos aún, al concierto» [15].

Por lo tanto, Cajón de sastre es un libro de estructura compleja en el que caben artículos de prensa, ensayos breves, relatos de viaje, etc. En esta última categoría es en la que podemos incluir el relato en el que habla de Hervás y que Cela tituló: «Del Tranco del Diablo a la judería de Hervás«, incluido en un capítulo que llamó: Balada del vagabundo sin suerte.

 

IMAGEN 5. Camilo José Cela y su obra Cajón de sastre

 

En el recorrido por Hervás Cela se fija inicialmente en el río que se encuentran al llegar; el río Ambroz y hace referencias a la activa industria textil que, tiempo atrás, se alimentaba con sus aguas:

“Según el viajero oye decir, el río Ambroz nace de la fusión del arroyo Gallego, el torrente Marinejo y la garganta del Santi-Hervás.

En tiempos – ¡ay, manes de Jorge Manrique! – el río Ambroz movía catorce máquinas de cardar e hilar, siete perchas, cinco tundidoras, tres frisas, cuatro tintes, cinco batanes y quince molinos harineros” [16].

A continuación, en su recorrido por la población y citando cada una de los lugares que visitan, Cela se fija en los habitantes de Hervás describiendo las actividades que realizan:

“En la plaza de la Corredera, dos clérigos pasean sus años al solecillo primaveral mientras fuman los ásperos farias del último bautizo. En la plaza de los Mesones, los arrieros de Castuera y de Quintana, de Don Benito y de Montánchez […], beben el vino de la concordia apoyados en la sabia calma del atardecer. En la plazuela del Convento […] dos viejas hablan de la novena de Nuestra Señora de las Aguas Vivas y de los bienes terrenales y celestiales que la Virgen depara a sus devotos de Hervás. En la ciudad de abajo […], los niños de la Judería saltan, al igual que núbiles bestezuelas, recortando sus renegridas y panzudas figurillas sobre el severo nutricio verde del bosque que, quizás por umbrío, llaman Gallego. Por el paseo del Robledo toman el aire, vestidas de azul, las educandas de las Josefinas” [17].

  1. Camilo, “el viajero” como se autodefine, entabla charla con los paisanos que, en el paseo con sus amigos, se van encontrando por las calles, ilustrando así los tipos humanos y algunas costumbres del pueblo:

“habla con la mujer que lava y con la moza que va a buscar agua a la fuente […]; saluda con sosegado respeto al viejo que se rasga la mugre que el sol despierta; levanta del suelo al niño que rodó en la cuesta; acaricia a la niña morenucha que lo mira como a un extraño […] y deja que la vista se le escape, más allá de los montes, por el raro cielo que tan misteriosas y gloriosas sombras hizo caer sobre este rincón del mundo” [18].

Tras la lectura de su texto, da la impresión que, a pesar de que no debió permanecer en el municipio muchas horas, aprovechó bien el tiempo, describiendo con maestría lugares y lugareños, aunque algunas de las descripciones resultan un tanto mordaces o inquietantes: “núbiles bestezuelas”, “renegridas y panzudas figurillas”, “viejo que se rasga la mugre”, “niña morenucha”, …

El citado Arsenio Muñoz de la Peña, uno de los acompañantes en la visita que Cela realizó a Hervás, escribió un pequeño librito titulado Los viajes de Camilo José Cela por Extremadura, publicado por la institución Pedro de Valencia, de la Diputación Provincial de Badajoz, en 1982. En uno de los capítulos de este libro, comprendido entre las páginas 38 y 45, Muñoz de la Peña describe, con buen sentido literario, el viaje que, años antes, hizo con Cela a Hervás, a la que él define como la Suiza extremeña.

“Camilo vio un Hervás, limpio en la plaza de La Corredera, con soportales de acogedora traza, salutífero en el parque denominado del Robledo, recoleto en la Plaza del Convento, la de los castaños de Indias gigantescos, moderno en la prolongación del Collado…” [19].

 

IMAGEN 6. Arsenio Muñoz de la Peña y su obra sobre los viajes de Cela

 

En esta visita por Hervás, el grupo de amigos fue acompañado por el ya mencionado D. José Sánchez Matas, propietario e industrial hervasense, notable erudito que solía hacer de cicerone cuando a Hervás llegaban visitas ilustres. Como no podía ser de otra manera, los paseantes estuvieron visitando, como se ha indicado, el barrio judío, el barrio del Rabilero como define Muñoz de la Peña, quien indicó que fue la zona que más interesó a Cela, que también se interesó por la historia y las leyendas de Hervás y, como vimos, las particularidades de sus vecinos:

“con gentes singulares que parecen arrancadas de algún pasaje bíblico, con viviendas que tienen todavía claros indicios de su procedencia hebraica y un olor de leche y miel, de dátiles y corderos pascuales […] Camilo copió los dichos de: «En Hervás, judíos los más». Y estos otros: «En Baños, judíos y tacaños», «En Béjar, judíos hasta las orejas», «En Aldeanueva, la judería entera»  [20].

Como se ha podido apreciar, se conserva, por tanto, una doble documentación literaria sobre la visita que Cela realizó a Hervás en 1952, aunque, como ya indicamos, en el Archivo Municipal no hemos encontrado ninguna referencia.

 

EL VIAJE LITERARIO AL NORTE CACEREÑO DE LUIS CORTÉS

Siguiendo el orden cronológico de las crónicas viajeras sobre Hervás tal como lo hemos planteado, la siguiente crónica nos la ofrece Luis Cortés Vázquez, catedrático en la Universidad de Salamanca, en 1973. El texto de esta crónica fue publicado por el Colegio Universitario de Cáceres y corresponde con una conferencia que este catedrático pronunció en Cáceres el día 14 de mayo de 1973, incluida dentro de los actos de inauguración de la Universidad de Extremadura (que había sido creada oficialmente pocos días antes: el 10 de mayo de 1973; Decreto 991-1973, BOE de 18 de mayo).

El autor, Luis Cortés Vázquez, era catedrático de la Universidad de Salamanca, un hombre polifacético: filólogo, investigador, historiador del arte, fotógrafo y catedrático de Filología francesa. Como escritor, hizo aportaciones en el ámbito de literatura popular y de la lingüística, del arte, de la etnografía, autor de libros de viajes y de estudios literarios. Precisamente, el Viaje Literario al Norte Cacereño pertenece a una mezcla de estos dos últimos géneros -el libro de viaje y el estudio literario-.

En el librito, el autor, después de agradecer el haber sido invitado a dar la conferencia, hace el recorrido de un viaje literario por diferentes comarcas del norte de Cáceres, empezando por la comarca del Ambroz y concluyendo por Plasencia y La Vera. Al hablar del Valle del Ambroz no sólo hizo reflexiones literarias sobre Hervás, sino que también incluyó descripciones de otras localidades del valle, como Baños de Montemayor y Abadía.

La descripción que Luis Cortés hizo de Hervás en su conferencia es, dentro de las crónicas que estamos describiendo, la más previsible, puesto que se fijó en los tópicos comunes sobre Hervás que aparecían ya en las publicaciones locales y guías turísticas (y que hoy están, en buena medida, desmentidas por los avances de los estudios históricos de la población).

Como se trata de una crónica poco extensa, la reproduciremos en su totalidad:

“En Hervás judíos los más, y así fue verdad, que la villa albergó durante siglos, altos linajes de los hijos de Sión: los hermanos Cohen, Aben Haxiz, la «bellida rica» y el Rabí Samuel, con muchos otros, tuvieron allí morada. A sus arcas acudían pedigüeños los propios reyes de España, cuando las suyas estaban exhaustas, como siglos antes acudiera a las de Raquel y Vidas Mio Cid Ruy Díaz, en trance de destierro y de miseria. Bellísima villa de Hervás, que se retira discretamente del polvo y del rumor de la carretera general, para no quebrar su paz ni enturbiar la limpidez de su cielo y de sus aguas, con las ruidosas explosiones de los motores y sus nauseabundos humos. Hervás en la que, si los judíos se retiraron ya o se diluyeron, queda vivo su recuerdo, y así será mientras se conserve el lindísimo barrio de la judería que les diera cobijo. Judíos que ocuparon antaño toda la zona, si hemos de dar crédito a la copla, cuyo primer verso ya conocemos:

                        En Hervás judíos los más, / En Aldeanueva la judería entera; 

                        En Béjar hasta las tejas, / En Baños, judíos y tacaños

Hervás con su bellísimo horizonte, cerrado al norte por los picachos cercanos coronados de nieve. Arriba la blanca toca inmaculada y fría, más abajo, la roca desnuda a la que sólo se agarran los austeros líquenes; más abajo aún, los primeros verdes de la vegetación, que va ganando en jugosidad y frescura a medida que se desciende, para terminar con los copudos y corpulentos castaños. Don Miguel de Unamuno, viajero incansable y curioso de todos los caminos de España, dedicó a Hervás, este felicísimo apunte poético -aparece el poema de Unamuno ya reproducido en este trabajo-” [21].

 

IMAGEN 7. Portada del libro de Luis Cortés Vázquez

 

Como se ha indicado, Luis Cortés nos acerca a un Hervás con notable valor paisajístico, cultural e histórico, pero recurre a algunos de los tópicos históricos sobre la presencia judía en Hervás (la de los ricos judíos que prestaban dinero a los reyes), buena parte de los cuales hoy están ya desechados por las investigaciones históricas posteriores.

VICTOR CHAMORRO Y HERVÁS

El último de los relatos viajeros que tenemos sobre Hervás, el más extenso y el más próximo en el tiempo, se refiere al que le dedicó un autor literario muy cercano a Hervás: el escritor Víctor Chamorro.

Víctor Chamorro había nacido en Monroy, pero se trasladó, siendo niño, a Hervás al ocupar su padre, D. José Chamorro, la secretaría del Ayuntamiento de esta localidad. Cursó estudios de Derecho en Salamanca y trabajó brevemente como abogado. Pronto se dedicó a la enseñanza, impartiendo docencia en el Colegio Libre Adoptado de Hervás hasta 1973, y, después, hasta su jubilación, en el Colegio Destino de Madrid, regresando, tras su jubilación, a residir en Hervás.

La amplia obra literaria de Víctor Chamorro es suficientemente conocida en nuestra región. Ganador de los premios Urriza de 1967 (con su obra La venganza de las ratas), Ateneo Jovellanos de novela corta de 1968 (con su obra El Seguro), el Premio Café Gijón de 2002 (con su obra La hora del barquero). Finalista de los premios Nadal, Planeta, Alfaguara, Ateneo de Sevilla, …, destacó también como colaborador periodístico, conferenciante o guionista de programas de televisión (Esta es mi tierra, Extremadura desde el aire). En 2012 se le concedió la Medalla de Extremadura. Víctor Chamorro falleció en mayo de 2022.

Víctor Chamorro publicó en 1981 un libro de viajes que tituló: «Por Cáceres de trecho en trecho«, publicado por la Editorial Quasimodo. Se trata de un relato de viajes por distintas zonas de la provincia cacereña (Valle del Ambroz, Hurdes, Valle del Jerte, La Vera, Guadalupe, …) en las que Víctor aúna el valor documental con el literario aportando datos, citas históricas, … en un ameno relato como es habitual en otros casos de su abundante literatura viajera (Las Hurdes, tierra sin tierra; Extremadura. Afán de miseria; Guía secreta de Extremadura, …). En el año 2009 la Obra Social de la Caja de Extremadura, reeditó una parte de este libro, el Trecho primero, dentro de la colección Visiones de Extremadura que lleva editando desde 2001 con motivo del Día del Libro, en una intención de fomentar la lectura y ampliar el conocimiento de su tierra entre los escolares extremeños. Es en este libro de Por Cáceres de trecho en trecho donde Víctor Chamorro realiza un poética e interesante visión del Hervás de los inicios de la transición.

 

IMAGEN 8. Víctor Chamorro: Por Cáceres de trecho en trecho

 

Como se trata de una narración bastante extensa, haremos un recorrido por los aspectos que, como viajero, describió de un Hervás que conocía bien (llega a calificarlo como “Macondo ácrata y extraño” [22]), incluyendo algunas citas de su texto.

El recorrido de Víctor por Hervás, con cierto tono documental, empieza con una breve descripción del medio natural en que se sitúa el pueblo con mención expresa a su diferente vegetación oceánica (castañar Gallego de Hervás) y a sus altas montañas (haciendo referencia al pico Pinajarro y sus nieves).

Después de recomendar el alojamiento en el gran hotel a la entrada de la localidad (hoy Hotel Sinagoga), de reciente construcción en los momentos en que escribió su relato, Víctor recomienda una visita al cercano cementerio para observar una curiosa y compleja tumba-mausoleo, obra de un cantero local, que hay a la entrada del camposanto.

Hace un repaso de algunos de los espacios significativos del municipio, fijando su atención en la céntrica Plaza de la Corredera, que en aquellos momentos aún llevaba el nombre de Plaza de Francisco Franco:

“Plaza para el descanso y la lectura en las terracitas adormecidas por el murmullo del agua de la fuente, y sobresaltada por el incesante trasiego de vehículos. Se titula Plaza del General Franco, pero este pueblo parece como si hubiera estado de espaldas a los rectores, que así la bautizaron, y siempre la conoció con el entrañable nombre de La Corredera, pese a la bonita placa de mosaico talaverano con el rostro del Caudillo, tan jovencito y regordete. Aquí nadie anhela y reivindica -como en otros lugares- que los regidores de la villa caigan por fin en la cuenta de que ya periclitó la andadura histórica del franquismo. Ellos mantienen la plaza y el nombre porque sus nostalgias tendrán. Y el pueblo es comprensivo. Pero el pueblo, por algo soberano, zanjó hace años el asunto de espaldas a lo oficial llamando a la plaza La Corredera” [23] .

En este tránsito por espacios significativos en aquellos momentos, Víctor Chamorro invita al viajero a hacer un alto para tomar una copa en alguno de los bares y tabernas del municipio, muchos de los cuales ya no existen en la actualidad: cita como espacios emblemáticos la taberna Los Conos, las famosas Cuevas del Calvo, el bar El Refugio, lugar de reunión de los políticos que visitaban Hervás, El Corralito o el muy conocido, y aún existente, Mesón de la Vaca Brava.

Una vez repuesto el cuerpo con bebida y comida, el autor prosigue su trayecto descubriendo las particularidades arquitectónicas y las numerosas leyendas del conocido Barrio Judío:

“Pero estamos en Hervás, judíos los más, y esta conseja quiere decir algo en una tierra en la que judíos, moros y cristianos interpretaron papeles encontrados. Dicen que este barrio es uno de los mejor conservados de España. ¡Pues cómo estarán los otros! Pero aún mantiene rincones intactos que deberás buscar perdiéndote por calles angostas, de rollos, y algunas tan estrechas que los gordos deberán abstenerse. No es cuestión de exagerar lo que puede verificarse: busca la calle más estrecha del mundo, y tú mismo lo comprobarás”

Casas de adobe y ahumadas maderas de entramado de castaño. Conjunto Histórico-Artístico salpicado de algún chalecito que no hermana […]. Calles y plazas de exóticos nombres: Rabilero, Sinagoga. Dicen que aquí vivieron hombres tan prepotentes como los Cohen, los Aben Haxiz, los Bellida de la Rica, acostumbrados a prestar dinero a los reyes” [24].

También se fija Víctor Chamorro en distintos personajes locales singulares por sus vocaciones artísticas, varios de los cuales pertenecían a su círculo personal de amistades y tertulia, como el poeta y rapsoda Emilio González de Hervás, con amplias relaciones en el mundo cultural madrileño de la época o el poeta-pintor autodidacta y ácrata Antonio Calzado del que indica

“pintura naif de buen colorido y elemental técnica. Pero interesa tanto el hombre como el artista: coincide en la cárcel -en su desmedido afán por volcar un autobús- con los últimos días de Puig Antích. Pinta en Montmartre. Torea vaquillas. Trepa cucañas. Es poeta y brillante orador a su manera. Ácrata y militante del PC con un punto de pasota” [25].

Pero no se olvida de citar a un pintor local mucho más académico: José Luis Acera, de técnica depurada, y a los estudiantes ingleses de arquitectura que, durante los veranos de la época de los años 80, visitaban Hervás para estudiar y dibujar su arquitectura rural.

En este “paseo” por personajes peculiares no se olvida de mencionar a su amigo carnicero y amante del rock Tinín, que regentaba carnicería en la plaza de La Corredera o al párroco de la iglesia, que fue compañero impartiendo clases en el Colegio Libre Adoptado, don Abilio “el pico de oro de la diócesis, competente para hablar de Santo Tomás o de la catarsis freudiana. Un auténtico San Isidoro que tiene su cenobio a la vera de la iglesia” [26].

Después de mencionar los valores artísticos de las dos iglesias de la población, muy especialmente los de la antigua iglesia del convento de Padres Trinitarios (hoy parroquia de San Juan Bautista de la Concepción), el narrador se fija, con más detalle, en los valores paisajísticos del monte castañar Gallego y en su importancia como sustento para la notable industria de la madera hervasense. Pero, especialmente, fija su atención en la plaza de toros ubicada en este monte, de la que era asiduo visitante siempre que se le presentaba la ocasión dada su conocida afición taurina. Y le gusta contar anécdotas de esta plaza de toros:

“Desde que es plaza de toros democrática tiene su pequeña historia pues la fiesta brava ha servido de aglutinante y detonante para que este pueblo proteste por vía taurina sin necesidad de partidos ni centrales. Tal vez influenciada por la historia medieval de la localidad, la empresa se manifiesta siempre bastante ´judía´. Por ello se produce un divorcio total entre ella y el ´pagano´ […]. Anécdotas taurinas aparte, el hecho es que en septiembre la fiesta se politiza. El pueblo se reúne alrededor de la plaza y decide el boicot. Una comisión ´consensua´ con el empresario, que clama es su ruina. Por fin se reduce el precio de la novillada y se abren las puertas de la plaza, pero el escándalo prosigue pulverizando récords. Hasta cinco devoluciones de toros en una sola tarde […]. Raro es el año que no se provoca algún show de este tipo” [27].

En definitiva: una crónica, este trecho sobre Hervás de Víctor Chamorro, rica en matices, vívida y afectuosa de unos espacios y unas gentes que pertenecieron a su ámbito personal y a sus vivencias sentimentales y que le acompañaron hasta el día de su fallecimiento.

 

A MODO DE CONCLUSIÓN

Nos hemos acercado a las visiones que, sobre Hervás, dejaron plasmadas estos cinco autores que visitaron la población entre finales del siglo XIX y finales del siglo XX.

Para este análisis hemos prescindido de los abundantes escritos -generalmente laudatorios- que numerosos colaboradores dejaron plasmadas sobre la localidad en la anual Revista de Ferias y Fiestas (que se edita ininterrumpidamente desde 1947); también hemos prescindido de estudios sobre aspectos artísticos o monumentales de la población -por ejemplo, el Catálogo Monumental y Artístico de J. R. Mélida (1914-1918)-, ya que, estimamos, todos ellos no responden al espíritu que se les presupone a un escrito de crónica viajera.

Lo que hemos encontrado, en general, en el análisis de estas cinco crónicas (como se ha visto, una en forma de poema) son menciones al medio físico y paisaje de Hervás, con sus montañas, sus ríos, su abundante vegetación (especialmente, aludiendo al magnífico monte castañar de la localidad); al pasado histórico, muy particularmente centrado en el pasado judío de la villa (tan lleno de leyendas y de alusiones a la importancia que tuvo esta comunidad judía antes de la expulsión); a las características de la arquitectura tradicional, a veces vista con tintes bastante negativos, con alguna mención a la arquitectura eclesiástica de las dos iglesias existentes en el municipio y, por último, alusiones a las actividades económicas de la población, mencionando, según la fecha de la crónica, la antigua industria textil de Hervás y la industria de aprovechamiento de la madera del monte castañar. Pero, cada autor lo hace desde un enfoque propio, desde la poesía, los valores estéticos del medio y los análisis sociológicos con matizaciones, incluso, irónicas.

Como hemos indicado en nuestro análisis, la crónica más sentimental sobre Hervás es, sin duda, la de Víctor Chamorro, el autor más cercano a la localidad por haber desarrollado allí buena parte de su vida, tanto laboral como personal.

 

BIBLIOGRAFÍA:

Las referencias sobre las obras analizadas en este trabajo se han tomado de:

  • Ponz Piquer, A. (1778): Viage de España en que se da noticia de las cosas más apreciables que hay en ella. Tomo Octavo. Madrid, MDCCLXXVIII. Por D. Joachin Ibarra, impresor de Cámara de S.M.

Digitalizado por Biblioteca Digital Hispánica (Biblioteca Nacional de España) (https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000154545&page=1)

  • Delgado García, S. (1897-1900): España al terminar el siglo XIX: apuntes de viaje. Lugar de publicación, [S.l.]. Editorial, [s.n.].

Digitalizado por Biblioteca Digital Hispánica (Biblioteca Nacional de España) (https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000008813&page=1)

  • Unamuno, Miguel de (2002): Obras completas V (Poesía). Cancionero. Poesías sueltas. Traducciones. Ed, y prólogo de R. Senabre. Biblioteca Castro. Ediciones de la Fundación José Antonio de Castro. Madrid.

Digitalizado por Libros Corcha:  https://libroschorcha.wordpress.com/wp-content/uploads/2018/01/obras-completas-tomo-5-miguel-de-unamuno.pdf

  • Cela, C. J. (1957): Cajón de sastre. Ediciones Cid. Col. Altor. Madrid.
  • Muñoz de la Peña, A. (1982): Los viajes de Camilo José Cela por Extremadura. Institución Pedro de Valencia. Segunda edición. Badajoz.
  • Cortés Vázquez, L. (1973): Viaje literario al Norte Cacereño. Conferencia pronunciada en Cáceres el día 14 de mayo de 1973. Publicación del Colegio Universitario de Cáceres.
  • Chamorro Calzón, V. (1981): Por Cáceres de trecho en trecho. Editorial Quasimodo y Por Cáceres de trecho en trecho (Trecho Primero). Caja de Extremadura, Obra Social. Abril 2009, Día del Libro.

Digitalizado por Biblioteca Virtual Extremeña.

(https://bibliotecavirtualextremena.blogspot.com/2017/09/por-caceres-de-trecho-en-trecho-trecho.html).

 

BIBLIOTECA COMPLEMENTARIA (sobre viajes y viajeros en Extremadura):

  • Aguilar Yuste, M. -texto- (2018): La ruta de los viajeros extranjeros a su paso por Extremadura: 500 años de aventuras. Dirección General de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural. Junta de Extremadura. Badajoz.
  • Bayo, C. (1910): Un viaje romancesco a Yuste (de El peregrino entretenido). Caja de Extremadura, Obra Social. Abril 2003, Día del Libro. Digitalizado por la Biblioteca Virtual Extremeña.
  • Calle, F.V. (2010): “Plasencia y sus comarcas vistas por algunos viajeros franceses de los siglos XVIII y XIX”, en XXXVIII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, págs. 203-222.
  • Calleja, S.: Un viaje por España. Editorial Saturnino Calleja, S.A. Biblioteca Perla. Madrid.
  • Díaz y Pérez, N. (1887): Extremadura (Badajoz y Cáceres) (de España. Sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia). Caja de Extremadura, Obra Social. Abril 2005, Día del Libro. Digitalizado por la Biblioteca Virtual Extremeña.
  • García Sánchiz, F. (2009): Un viaje a Extremadura (de El viaje a España. Libro para todos y especialmente para viajeros y lectores latinoamericanos). Caja de Extremadura, Obra Social. Abril 2004, Día del Libro. Digitalizado por la Biblioteca Virtual Extremeña.
  • Gardoqui Iturriarte, M. (2019): “El viaje de Alexandre Laborde por Extremadura en los relatos de viajes. Análisis Histórico-artístico”, en XLVIII Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, págs 187-210.
  • Marañón y Posadillo, G. (1948): En tren por Extremadura con Gregorio Marañón -1948-. Caja de Extremadura, Obra Social. Abril 2002, Día del Libro. Digitalizado por la Biblioteca Virtual Extremeña.
  • Marcos Arévalo, J. (1995): La construcción de la antropología social extremeña (cronistas, interrogatorios, viajeros, regionalistas y etnógrafos). Servicio de publicaciones de la Universidad de Extremadura.
  • Marín Calvarro, J.A. (2002): Extremadura en los relatos de viajeros de habla inglesa (1760-1910). Diputación Provincial de Badajoz.
  • Marín Calvarro, J. A. (2005): “Con pan y vino se anda el camino: viajeros de habla inglesa por la Extremadura de los siglos XVIII, XIX y XX”, en Revista de Estudios Extremeños. Vol. 61, nº 2, págs. 537-554.
  • Martín Hernán, V. (2021): El viaje de Pedro Rodríguez Campomanes a Extremadura. Aspectos sobre la obra pública y la representación del paisaje en el siglo XVIII. Consejería de Economía, Ciencia y Agenda Digital. Junta de Extremadura, Cáceres.
  • Martín, T. (2024): “El paisaje en Unamuno: Extremadura”, en LIII Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo.
  • Mellado Salvador, F. de P. (1849): Viage a Estremadura (de Recuerdos de un viaje por España). Caja de Extremadura, Obra Social. Abril 2006, Día del Libro. Digitalizado por la Biblioteca Virtual Extremeña.
  • Ramos Rubio, J. A. (2023): Los ojos del extraño. Trujillo en los textos de los viajeros y cronistas desde la Antigüedad al siglo XX. Tau Editores. Cáceres.
  • Rol Jiménez, J. y Alonso Sánchez, A. (2005): “Extremadura, la mirada de una tierra por el paso de los viajeros durante el siglo XVIII, XIX y XX”, en XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, págs. 617-632.

 

 

 

[1] El Grand Tour fue una costumbre extendida entre el siglo XVII y comienzos del siglo XIX que consistía en un viaje a través de Europa, con Italia como destino clave, emprendido por jóvenes europeos de clase alta de suficientes medios y rango (típicamente acompañados por un tutor o un miembro de la familia), cuando habían alcanzado la mayoría de edad (alrededor de 21 años). Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Grand_Tour.

 

[2] Ros Jiménez, J. y Alonso Sánchez, A. (2005): “La mirada de una tierra por el paso de los viajeros durante el siglo XVIII, XIX y XX”, en XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura. CHDE Trujillo Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. http://www.chdetrujillo.com

[3] Bas Martín, N. (2007): “Los repertorios de libres de viaje como fuente documental”, en Revista Anales de documentación, nº 10. Universidad de Murcia; pág. 5.

[4] Ponz Piquer, A. (1778): Viage de España (1772-1793), Tomo octavo.

[5] Pueden consultarse las biografías de Sinesio Delgado:

  • https://www.bne.es/es/autores/delgado-sinesio
  • https://historia-hispanica.rah.es/biografias/13015-isidro-sinesio-delgado-garcia

 

[6] Delgado García, S. (1897-1900): España al terminar el siglo XIX: apuntes de viaje. Lugar de publicación, [S.l.]. Editorial, [s.n.]; págs. 151-152.

Obra digitalizada por la Biblioteca Nacional de España: https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000008813

 

[7] Esta versión del poema ha sido extraída de:

Unamuno, Miguel de (2002): Obras completas V (Poesía). Cancionero. Poesías sueltas. Traducciones. Ed, y prólogo de R. Senabre. Biblioteca Castro. Ediciones de la Fundación José Antonio de Castro. Poema 1541, pp. 736-737.

[8] Sánchez Pedrero, J. (2021): “Miguel de Unamuno y Baños de Montemayor”, en Revista Alcántara, nº 92; pp. 151-162. Diputación Provincial de Cáceres

[9] El Lábaro, 1 de agosto de 1910; pág. 2.

[10] El Socialista nº 4521, 6 de agosto de 1923.

[11] Martín, T. (2024): “El paisaje en Unamuno: Extremadura”, en Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo, 2024.

[12] Periódico Bilbao, nº 130; agosto 1999, p. VII (Pérgola)

[13] Revista de Estudios Extremeños. T. XXXIV, nº 1, enero-abril 1978. Reseñas, noticias y Misceláneas. Título: “Los viajes de Camilo José Cela por Extremadura” / Arsenio Muñoz de la Peña. Autor: Fernando Pérez Marqués. Pág. 169.

[14] Cela, C. J. (1957): Cajón de sastre. Ediciones Cid. Col. Altor. Pág. 243.

[15] Ibidem. Introducción.

[16] Ibidem. Pág. 244.

[17] Ibidem. Pág. 244.

[18] Ibidem. Págs. 244-245.

[19] Muñoz de la Peña, A. (1982): Los viajes de Camilo José Cela por Extremadura. Institución Pedro de Valencia. Segunda edición. Pág. 39.

[20] Ibidem. Págs. 40 y 43.

[21] Cortés Vázquez, L. (1973): Viaje literario al Norte Cacereño. Conferencia pronunciada en Cáceres el día 14 de mayo de 1973. Publicación del Colegio Universitario de Cáceres. Pág. 10.

[22] Chamorro Calzón, V. (1981): Por Cáceres de trecho en trecho. Editorial Quasimodo y Por Cáceres de trecho en trecho (Trecho Primero). Caja de Extremadura, Obra Social. Abril 2009, Día del Libro. Pág. 14.

 

[23] Ibidem. Pág. 13.

[24] Ibidem. Pág. 15.

[25] Ibidem. Pág. 16.

[26] Ibidem. Pág. 18.

[27] Ibidem. Págs. 18-19

 

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Palabras clave: Alfonso XIII, Extremadura, Las Hurdes, Congreso de los Diputados, Diario de Sesiones.

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