Domingo Quijada González
A través de este trabajo pretendemos presentar y analizar dos imágenes destacadas de Montehermoso, una por su antigüedad y valor histórico-artístico y la otra por su anécdota.
A.- La románica de Valdefuentes, encontrada en una encina
1.- Las vírgenes románicas
Una de las formas escultóricas más representativas del románico es el grupo Virgen-Niño, realizado en madera de diversa procedencia: por lo general de árboles locales (pino, nogal, roble…). Su acabado se efectuaba policromando la talla. En ocasiones, estas imágenes son verdaderos relicarios, al portar en una oquedad posterior, reliquias de santos. En otras ocasiones, la oquedad era para instalarla en la montura del caballero (época bélica).
Partiendo de la concreción «imagen-relicario», vigente durante el siglo XI, muy pronto se pasa al concepto «Madre-Hijo» como exponente de una profunda veneración popular. En este proceso, las imágenes más primitivas se caracterizan por un frontalismo total: la posición hierática, los rostros inexpresivos y rígidos. Se trata de un arte donde el símbolo interno prevalece sobre cualquier tipo de expresividad y belleza exterior.
Muy difundida en el Románico en Castilla y León estuvo la tipología denominada Sedes sapientiae («trono de sabiduría»), de tradición bizantina. En la que la Virgen se representa como trono de Jesús, dispuesto frontalmente en el centro de su regazo y en actitud de bendecir, entre las piernas de la madre, que no toca al Niño. Muchas de estas imágenes fueron desechadas de las iglesias por encontrarlas obsoletas, viejas o incluso feas y fueron sustituidas por otras tallas del nuevo estilo. Pero una imagen no se destruía nunca, así que lo que se hacía era enterrarlas o emparedarlas en los muros de las iglesias. Por eso al cabo del tiempo y con ocasión de hacer restauraciones muchas de ellas han ido apareciendo, o arrastradas por el agua cuando había riadas; dando lugar, en muchos casos, a la creencia de haber aparecido milagrosamente.
Así pues, la Virgen no suele representarse sola, sino junto a Jesús, como Madre de Dios (Theotokos). Para ello, se empleaban dos bloques de madera. Uno para la Virgen y el otro para el Niño.
La devoción mariana es cosa fundamentalmente del siglo XII. En España son los monasterios cistercienses y premostratenses los que más hacen por su veneración. Pero el culto se propagará durante la siguiente centuria, sobretodo.
Las esculturas son completamente simétricas y frontales, donde el hieratismo simbólico del románico se expresa con toda su fuerza. El rostro de ambos es solemne y serio, y en el caso de Jesucristo su carácter infantil es mitigado por unos rasgos propios de una persona de mayor edad, lo que le confiere el aspecto formal de su naturaleza divina, pleno de sabiduría. María alberga a su Hijo en el regazo sin mayor contacto ni comunicación, ya que sus brazos se colocan en ángulo recto separados del cuerpo del Niño, simulando los reposabrazos de un trono. En ocasiones la mano derecha de la Virgen lleva la manzana del Paraíso.
Jesús es representado también frontalmente, con su mano derecha bendiciendo y la izquierda portando los Evangelios o una bola (en representación del mundo). Nada hace suponer una relación maternal/filial entre ambos ya que lo que se persigue es la representación serena y profunda de su divinidad.
1.- Un grupo Madre-Hijo románico
Una parte importante en la religiosidad del hombre románico la constituyeron las tallas en madera para estimular sus sentimientos y devociones. El hecho de que la figura sea «de bulto», es importante a la hora de proyectar las emociones religiosas. Y a ello ayuda más la imaginería que la decoración pictórica. La mayor parte de las tallas en esta época corresponden a imágenes de la Virgen con el niño y Cristo crucificado, bien en solitario o formando grupo con La Virgen y San Juan, en forma de calvario.
Un buen número de Vírgenes románicas ha llegado en buena conservación hasta nuestros días. Muchas otras, han desaparecido por deterioro de su materia prima, incendios, destrucción intencionada o expolio. Realmente debió de ser elevado el número de las mismas y probablemente no hubiera templo que no las tuviese.
Como decíamos, son «Vírgenes-Trono» en las que prima su función de «mueble» desde el que reina Cristo. Esto es especialmente realista en las más antiguas. En ellas, la Virgen es hierática, inexpresiva, casi ausente, con los brazos extendidos flanqueando al Niño, como si de los brazos de un sillón se tratara; pero sin intentar siquiera tocarlo. El Niño se halla centrado, en el plano de simetría.
A medida que avanza el XII y sobre todo en el XIII, cambia el patrón descrito. Las Vírgenes pierden parcialmente su hieratismo para adquirir rasgos más naturales mientras que el Niño pasa a hallarse sobre la rodilla izquierda de la Virgen, tendiendo a la postura ladeada a su derecha. En las fases avanzadas, los rasgos son realmente naturales, como puede verse en la Virgen de Marcuello (Aragón).
2.- La Virgen de Valdefuentes (Montehermoso)
La Virgen de Valdefuentes es una talla románica que representa a la Virgen con el Niño situada en la localidad cacereña de Montehermoso. Es una de las imágenes más antiguas de Extremadura pues, como decíamos y veremos, se trata de una talla románica de madera de una época comprendida entre los siglos XII y mediados del XIII: por sus características y contexto histórico.
2.- Ermita de la Virgen de Valdefuentes
Según cuenta una leyenda local muy antigua, la imagen fue encontrada en el hueco de una encina en el siglo XIII por los primeros habitantes del entorno de Montehermoso (pues aún no existía este municipio), en la dehesa de Valdefuentes (por ese paraje discurre un arroyo junto al que son frecuentes los manantiales), cerca del castillo sarraceno de Pelayo Velídiz (ubicado en un cerro junto al río Alagón, entorno ya poblado por los romanos y conocido por los comarcanos como La Atalaya), muy relacionado con los lugares próximos de Galisteo y Coria (a los que servía de avanzadilla defensiva u ofensiva, según los sucesivos procesos históricos de reconquista o retroceso en esa zona).
Hoy día el templo que acoge a la imagen, edificio de estilo popular y construcción imprecisa pues ha sido muy restaurado a lo largo de los años (sobre todo entre los siglos XV y XVIII, así como a finales del siglo XX, tiene una gran accesibilidad, pues sobre el antiguo camino de La Atalaya se ha reconvertido en la actual carretera EX-370, que une Montehermoso con Alagón del Río y Autovía EXA1 Navalmoral-Moraleja. Además, está a poco más de un kilómetro del río Alagón (entre los vados Carretero y de Carrascalejo (que posibilitaban el acceso desde Montehermoso a Galisteo y otras localidades y dehesas del entorno).
La ermita actual es una construcción de tres naves, cubiertas con bóvedas de cañón y con pórtico columnario a los pies.
Centrándonos en la imagen de la Virgen, está sentada sobre un trono muy pequeño, más bien una banqueta. Aunque debemos precisar que esa talla de la ermita no es la original, sino una copia pues, debido a su inestimable valor, la auténtica se encuentra protegida y blindada en la iglesia parroquial de Montehermoso. A ambos lados de ese retablo, de estilo barroco del siglo XVIII, se encuentran las imágenes de Santa Bárbara y Santa Lucía. La ermita se utiliza para hacer la romería de Valdefuentes dos semanas después de Semana Santa y las procesiones de subida y bajada de la virgen en septiembre.
La talla original se situaba hasta principios de siglo XXI en la ermita de su nombre –Valdefuentes– edificio construido en el lugar donde cuenta la leyenda que se encontró la imagen. Milagrosamente y tal vez debido a la ignorancia, siempre se libró de ser robada (aunque sí el “cepillo” de los donativos de sus devotos.
La talla de María, de 60 centímetros de altura, tiene a su hijo sobre su rodilla izquierda, y sobre una mano derecha de descomunal tamaño sostiene una fruta esférica. Los zapatos son puntiagudos y los pies parece que le cuelgan sobre el escabel, lo que viene a reforzar aún más su antigüedad. Por detrás presenta un hueco de considerables dimensiones, procedimiento que servía para sanear la madera y aligerar el peso, ya que las vírgenes de esta época las llevaban los ejércitos en campaña. El punto de vista ideal para ver a la Virgen y al niño es el frontal y existe gran hieratismo y rigidez en ambas imágenes, no existiendo comunicación entre la Virgen y su Hijo.
3.- Imagen actual de la Virgen de Valdefuentes
4.- Romería con la imagen
A principios del siglo XVIII se pusieron de moda las imágenes de vestir para ponerles mantos y alhajas donadas. Y, desde entonces, a los montehermoseños no les gusta despojarla de sus mantos, pero el 13 de febrero de 1982, a puerta cerrada, en compañía del secretario general del obispado don Ciriaco Fuentes Baquero y el párroco del pueblo D. Fausto Sánchez Dorado, se la despojó de sus mantos; y fue en aquel momento cuando se hizo visible la escultura de la Virgen con el antes escondido niño. También fue restaurada entonces, pues tal vez en los siglos XVII o XVIII se “guapearon” gran número de imágenes de la época románica, retocando los rostros del grupo escultórico.
5.- Talla antes de ser restaurada
6.- Colocada en el Manifestador en el 2015
En 1992 se produjo uno de los habituales robos en el cepillo de la ermita, después de violentar las puertas y ventanas. Pocos años después de esto, el párroco del pueblo decidió trasladarla a la iglesia para evitar posibles robos, ya que la imagen es muy antigua y está situada muy lejos de zonas pobladas. En su lugar la imagen ha sido sustituida por otra imagen similar con gorra de Montehermoso en lugar de corona.
3.- Imágenes relacionadas
3.1.- Virgen de Argeme (Coria)
La devoción a la Virgen de Argeme se remonta a la Reconquista. León XIII, por solicitud del obispo Ramón Peris Mencheta, la nombrará patrona de Coria y de la Diócesis de Coria-Cáceres. Será coronada el 20 de mayo de 1956, bajo el pontificado de Pío XII, por el entonces obispo titular Manuel Llopis Ivorra y por el entonces nuncio apostólico en España, monseñor Ildebrando Antoniutti. Recordemos que Coria se halla a poco más de 20 kilómetros de Montehermoso, y menos aún de la ermita de la Virgen de Valdefuentes.
7.- Rostro de la imagen de la Virgen de Argeme
La imagen se presenta como una virgen de gloria, con atributos que aparecen en el capítulo 11 del Apocalipsis. Se trata de una mujer de pie, coronada de estrellas y con la media luna a los pies.
Ha sido muy modificada a lo largo de los años, con alteraciones y añadidos.
La imagen original de la Virgen de Argeme es una talla románica, datada hacia el siglo XIII. Muy similar a la imagen de la Virgen de Guadalupe, podría haber sido la imagen de campaña que llevaba Alfonso VII cuando reconquistó la ciudad. Con el paso de los años, fue adaptada a los gustos dieciochescos, para vestirla. Esto supuso la retirada de la mano derecha, que se sustituyó por otra para sostener el cetro.
Tras estos avatares, ya durante el siglo XIX se decide realizar una nueva imagen acorde con los gustos de la época. Sobre la imagen original se monta un nuevo busto, con brazos articulados. Esta intervención es la que le da a la imagen el aspecto que ofrece hoy en día.
3.2.- Virgen de los Antolines (Guijo de Galisteo)
Localidad y ermita próximas a Montehermoso, la imagen fue hallada en el tronco de una encina desgajada por un vendaval. Según la leyenda, un pastor que cuidaba sus ganados encontró en el interior de la encina la figura de una dama –que él confunde con una muñeca– y sin sospechar que se trata de la Virgen, la lleva a su chozo para dársela a su mujer. Pero, como en otras apariciones marianas, la imagen retorna al lugar de su aparición, en la finca de Los Antolines. Así una y otra vez, hasta que acuden a las autoridades eclesiásticas. Éstas acuerdan preservarla de momento en el interior de la encina en tanto se le edificaba una ermita. Hallazgo y talla románica que guarda cierto paralelismo con la de Montehermoso.
8.- Virgen de los Antolines
Se trata de una talla de madera policromada, la cual está vestida con su correspondiente manto. La imagen está elevada sobre una especie de miriñaque, constituidos por cuatro listones lígneos atornillados a su cuerpo y apoyados en un basamento circular.
María está de pie, sujeta a su hijo con la mano izquierda y lleva una fruta esférica de color verde, en la derecha. Calza zapatos puntiagudos, cosa típica de la imaginería más arcaica.
3.3.- Nuestra Señora de la Encina (Pozuelo de Zarzón).
Otro municipio cercano a Montehermoso. Según la tradición, también fue encontrada en el hueco de una encina donde, para evitar su profanación, la habían ocultado los caballeros templarios cuando ante el empuje almohade se vieron obligados a retroceder hacia tierras más septentrionales, abandonando algunas de sus posesiones en la Transierra. La imagen, que se venera en la ermita de Santa María, fue traída a estas tierras por la Orden desde Astorga, donde se reverenciaba otra de igual advocación, encontrada también, curiosamente, en el hueco de una encina. Más adelante, cuando las tropas cristianas reconquistaron estas tierras, el monarca leonés Alfonso IX, no se las entregó a los templarios, sino a los calatravos, de modo que el lugar de Pozuelo pasó a depender de esta Orden. Y fue entonces cuando la imagen se encontró en el hueco de la encina –de ahí su nombre–, donde había sido ocultada por los templarios.
En la actualidad se halla muy retocada y con pocas apariencias románicas.
3.4.- La Virgen de Guadalupe
Patrona de Extremadura, es una advocación mariana cuyo santuario, Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, está en el valle y pueblo de Guadalupe (Cáceres), ente Villuercas y Altamiras.
El Monasterio era un lugar donde solían detenerse los monarcas castellanos de paso a Portugal. De ahí su valor como archivo y biblioteca.
Se trata de una talla románica ejecutada en madera de cedro, que, según una antigua leyenda, fue encontrada por un pastor de nombre Gil Cordero, vecino de Cáceres, a quien se le apareció junto al río Guadalupe, del que tomó nombre tanto el pueblo como la Virgen.
Sobre sus orígenes se han dicho muchas cosas, e incluso se la vincula a San Lucas. Su reaparición se produjo con la Reconquista, a finales del s. XIII o primeros años del s. XIV.
9.- Talla de la Virgen de Guadalupe sin manto ni corona
La talla se asignó inicialmente al grupo de Vírgenes negras de Europa occidental de los s. XI y XII. Desde el s. XIV aparece vestida con ricos mantos y joyas, dándole ese carácter triangular que la caracteriza.
Pertenece al grupo de las Vírgenes con el Niño, mide 59 cm. de altura y pesa alrededor de 4 kg. Su manto es verde con vueltas en verde bermellón, presenta un sobrecuello imitando un bordado en hilo, unos puños dorados y un manto de color ocre. Sobre la cabeza lleva un velo blanco con vueltas de color bermellón.
El rostro de la Virgen es ovalado aunque parece ser oblondo debido al rostrillo que lo circunda y que le oculta en parte las mejillas. La Virgen sostiene al niño, algo recostado en su pecho, con la mano izquierda (mano que no es visible ya que se oculta bajo los vestidos), portando un cetro con la derecha. Del cuerpo de la Virgen tan solo son visibles su rostro y su mano derecha, muy delicadamente tallada. La mano extiende sus fines y delgados dedos hacia el frente sosteniendo entre ellos con gran finura el cetro.
El Niño es del mismo estilo románico, presenta una mano derecha en plata tras haber pasado por un proceso de restauración. Sus medidas son 23 cm. de alto y pesa unos 200 gr. Toda la imagen presenta la poca expresividad característica del románico. El Niño pende de un anillo sujeto a los vestidos de su madre. Igualmente realizada en madera, lo mismo que la Virgen. Sólo se aprecia su rostro (modelado en pasta) y su pequeña mano derecha que está en actitud de bendición. La mano del Niño, sin embargo, está efectuada en plata. La menor habilidad y delicadeza que se observa en el Niño han hecho pensar que se debe a un artista diferente del que efectuó la talla de la Virgen.
3.5.- La Virgen Negra de Tejeda de Tiétar
Procedente de una ermita situada dentro de los márgenes de una finca particular nos encontramos, en la presente talla, con la imagen más antigua y de policromía original mejor conservada de la comarca de La Vera. Una imagen, datada en el siglo XII, conclusión aportada por el catedrático de restauración D. Francisco Arquillo Torres, de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, quien procedió a su restauración en el año 1989. Y es precisamente aquí, durante la citada restauración, donde comienza parte del enigma de esta hermosa imagen.
10.- Virgen de Tejeda de Tiétar
Teniendo en su haber la restauración de imágenes tan importantes como la citada Virgen de Guadalupe y La Macarena, el profesor Arquillo descubrió que el rostro de ésta Virgen de la Torre era moreno, siendo sus comentarios posteriores, el haber optado por conservar la policromía actual -blanca-, por respeto a la devoción de los fieles tejedanos. Ahora bien, durante la restauración, se alteraron algunos detalles de la imagen, que conviene reseñar: la peana, la corona y la mano derecha, precisamente aquélla que, de aspecto desproporcionado, sujeta la tradicional bola.
Como vemos, todas ellas –y muchas– más fueron halladas en el tronco de una encina. Tanto en las religiones indoeuropeas primitivas como en las que se extendían por el resto del mundo, el culto a los árboles desempeñó un papel trascendental ya que muchos de sus bosques fueron tenidos en un principio como santuarios. Pero, sin duda, el árbol más venerado en la antigüedad fue la encina, árbol dedicado al Sol.
Pero también es cierto que el tronco hueco de una encina grande y vieja era el lugar más indicado para esconder una pequeña imagen –como eran las tallas románicas– en el momento de una huida precipitada. Éste pudo haber sido el caso de la Virgen de Valdefuentes, en una de frecuentes enfrentamientos entre árabes y cristiano, según veremos a continuación.
4.- Contexto histórico
A.- El islam en esa trama histórica
Almorávides:
Alfonso VI (1040–1109) toma Toledo el 25 de mayo de 1085, alarmando a los andalusíes que ven peligrar su futuro, lo cual les fuerza a tomar la decisión, no sin grandes reparos, de llamar en auxilio a los curtidos guerreros almorávides, facción que predicaba el cumplimiento ortodoxo del islam.
Los almorávides derrotan a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas en 1086, pero no aprovecharon la victoria puesto que, recién obtenida, el emir Yusuf ibn Tasufin vuelve al norte de África debido a que su hijo acababa de morir. Sin embargo los almorávides vuelven a cruzar el estrecho de Gibraltar y a partir de 1090 se fueron apoderando de los reinos de taifas. El verano de ese año Yusuf se dirige a Toledo con objeto de recuperarla pero el rey de León, con la ayuda de un ejército de Aragón, rechaza al ejército almorávide que, cambiando sus planes, conquista en septiembre de 1090 Granada. Una vez conquistada, Yusuf vuelve al Magreb dejando en la Península Ibérica a su primo Sir ibn Abu Bakr con el mandato de reducir el resto de las taifas de al-Ándalus.
Mientras tanto, el Cid dominaba el levante y, el 17 de junio de 1094, conquista Valencia creando en ella un principado y rechazando por dos veces a los almorávides. Tras la muerte del Cid en 1099 el principado de Valencia pasa a ser gobernado por su esposa viuda Jimena, pero en 1102 Alfonso VI decide que no puede mantenerse la ciudad y la evacúa, abandonándola al poder almorávide, no sin antes incendiarla.
A partir de la conquista de Valencia en 1102 comienza la hegemonía almorávide en España.
Almohades: desembarcaron desde 1145 en la península ibérica y trataron de unificar las taifas utilizando como elemento de propaganda la resistencia frente a los cristianos y la defensa de la pureza islámica. Por eso su yihad se dirigió por igual contra cristianos y contra musulmanes. En poco más de treinta años, los almohades lograron forjar un poderoso imperio que se extendía desde Santarém en la actual Portugal hasta Trípoli en la actual Libia, incluyendo todo el norte de África y la mitad sur de la península ibérica, y consiguieron parar el avance cristiano cuando derrotaron a las tropas castellanas en 1195 en la batalla de Alarcos.
Poco después, la victoria cristiana en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) marca el comienzo del fin de la dinastía almohade, no sólo por el resultado del encuentro en sí mismo, sino por la subsiguiente muerte del califa al-Nasir y las luchas sucesorias que se produjeron y que hundieron el califato en el caos político.
En 1216–1217, los benimerines se enfrentan a los almohades en Fez. Un ejército formado por fuerzas de las Órdenes Militares y del obispo de Plasencia puso sitio a la ciudad de Trujillo. La ciudad fue conquistada el 25 de enero de 1232.
B.- Reyes de León:
Alfonso VI (de Castilla y León): 1065-1109.
Alfonso VII, el emperador (de Castilla y León): 1126-1157.
Fernando II de León (hermano de Sancho III de Castilla): 1157-1188.
Alfonso IX de León: 1188-1230 (expansión y repoblación extremeña).
Fernando III el Santo: 1230-1252 (últimos reductos y Guadalquivir)
La evolución entre 1142 (conquista de Coria por los cristianos) y 1230 (toma definitiva de Cáceres) puede dividirse en cuatro etapas bien diferenciadas: entre 1142 y 1174 (primera expedición almohade), de claro dominio cristiano; entre 1174 y 1196 (segunda expedición almohade), bajo control musulmán; desde esa última fecha a 1212 (Batalla de las Navas de Tolosa), época de frecuentes razzias por ambos bandos; tras el triunfo cristiano en Navas de Tolosa, los árabes retroceden hacia el Sur posibilitando la progresiva conquista y repoblación de Extremadura: toma de Cáceres (1229-1230).
C.- Localidades del entorno relacionadas con el hecho histórico
11.- Mapa del Norte cacereño donde acontecen los hechos
Granadilla fue fundada por los musulmanes en el siglo IX como baluarte estratégico de la zona, ya que se sitúa en una colina de pizarra que domina un extenso terreno y es un paso obligado por la Vía de la Plata. En su parte más vulnerable (el noroeste), los almohades levantaron la alcazaba, que más tarde sería castillo cristiano.
En 1160 el rey Fernando II de León conquistó la aldea, que entonces se llamaba Granada y hasta ese momento había pertenecido a los árabes. La rehízo y repobló dotándola de murallas y le otorgó el título de Villa en 1170. Su intención era que sirviera de muro de contención contra posibles avances de los musulmanes que se asentaban y dominaban toda la parte meridional de las Transierras leonesa y castellana. La villa era una verdadera fortificación situada estratégicamente, al ser paso obligado entre la antigua Vía de la Plata y la comarca de las Hurdes. Estaba rodeada por las vegas del río Alagón. Su nombre original fue Granada aunque, tras la conquista de Granada en 1492 por parte de los Reyes Católicos, pasó a denominarse Granadilla para evitar confusiones. Y el 31 de agosto de 1191 fue cedida a la Orden de Santiago por el rey Alfonso IX de León.
Posteriormente volvió a la Corona, aunque el rey Alfonso X de Castilla la entregó en 1282, junto con otros señoríos a su hijo, el infante Pedro de Castilla. Y este infante, además de ser señor de Granadilla y de Ledesma, poseía los señoríos de Alba de Tormes, Salvatierra, Miranda del Castañar y Galisteo. Hasta que en 1446 el rey Juan II fijó la sucesión señorial de la villa en los Álvarez de Toledo, duques de Alba, que reedifican el castillo.
Coria: era el centro geoestratégico musulmán principal al norte del tajo, en el sector noroccidental de Extremadura.
1ª conquista en 1079, por Alfonso VI de Castilla. Como anticipo de la toma de Toledo. Pero cae en poder de los almorávides entre 1110 y 1113. Un nuevo asedio cristiano en 1138, hasta que Alfonso VII la toma definitivamente en 1142, con algunas incursiones almohades posteriores que son eliminadas definitivamente por Alfonso IX, tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
La Atalaya de Pelayo Velídiz data del siglo IX, como pequeño castillo árabe que se erige sobre un montículo ubicado en uno de los meandros del Alagón (junto a unos restos romanos, y tal vez prerromanos dada su geomorfología). Realmente se trataba de una avanzadilla que protegía las espaldas de Galisteo y, sobre todo, Coria.
Alfonso VI la conquista por vez primera en 1077, como paso previo para hacer lo mismo con Coria (aprovechando la decadencia de los reinos taifas). Y se la dona a su mayordomo Pelayo Vellido (o Velídiz), de donde derivaría su posterior denominación.
Pero, tras la derrota de Zalaca (o Sagrajas) en 1086, pasa a manos almorávides durante bastantes años (como ya señalaba Publio Hurtado en 1927 en su obra “Castillos, torres y casas fuertes de la provincia de Cáceres”.
Habrá que esperar a que el hijo del anterior, Alfonso VII, la conquiste para hacer lo mismo con Coria en 1142. Incluso hubo varias razzias posteriores, porque de nuevo hallamos que Fernando II de León vuelva a conquista La Atalaya en 1170. En 1181 ya está integrada en las tierras leonesas y, dos años después, el citado monarca dona la fortaleza a la catedral de Santiago de Compostela. Lo que confirma a su muerte su hijo Alfonso IX, quien pasa unos días allí con su esposa doña Berenguela.
Ante el interés de la Orden de Santiago por poseer esa fortaleza y los deseos del monarca por ampliar sus conquistas y necesitar la colaboración de los santiaguistas, les cede la fortaleza en 1209 a cambio de otros territorios. Pero el rey vuelve a instalarse en el castillo en 1229, cuando organiza la definitiva toma de Cáceres y Montánchez.
Galisteo: fue conquista en primer lugar por Alfonso VI, pero a partir de entonces cambiaría constantemente de manos (según los avances y retrocesos árabes o cristianos). Hasta que es reconquistada y repoblada definitivamente por Alfonso IX tras las tomas de Coria y Alcántara. Se puebla entre 1203 y 1217 con gente castellanoleonesa.
Se constituye a partir de entonces la Mancomunidad de Villa y Tierra de Galisteo. En el año 1268 Alfonso X el Sabio dona Galisteo y su tierra a su hijo Fernando de la Cerda. Pasa después por varios dueños, hasta que recae en los Manrique de Lara (con Juan II).
La villa de Galisteo fue cabeza del estado de su nombre, que con la misma comprendía los lugares de Aldehuela del Jerte, Aceituna, Carcaboso, Guijo de Galisteo, Holguera, Montehermoso, Pozuelo, Riolobos y Valdeobispo. La vida económica de cada aldea estaba regulada por un concejo.
Fernando de la Cerda lo donó a don García Fernández Manrique, conde de Osorno; recayendo por último, en la casa del señor duque de Montellano y del Arco, conde del Cervellón, que nombraba el corregidor y las justicias. Los mismos pueblos componían el sexmo de Villa y Tierra, aprovechando en común los pastos y montes, los cuales fueron donados por el duque, formando para su gobierno un cuaderno de leyes municipales, en el año 1531; que fue sancionado por el mismo señor en 1547; cuyo sexmo quedó disuelto en 1837, por orden de la diputación provincial, adjudicando a cada pueblo la parte de terreno correspondiente.
Cáceres: Geraldo Sempavor en 1166, pero la pierde.
Fernando II en 1169. La pierde en 1174.
Alfonso IX la toma definitivamente el 23-IV-1229 (San Jorge).
Trujillo: Sempavor en 1165. Después pasa a la Casa de Castro. La toman los almohades hasta que Fernando III la conquista definitivamente en 1232.
B.- La Inmaculada que llegó del río
Que sepamos, al menos en nuestra geografía Patria son diversos los casos en que aparecieron imágenes de María en las más genes de ríos o corrientes de agua. Los ejemplos más próximos a Montehermoso los tenemos en la cercana Riolobos con Nuestra Señora de la Argamasa que, según la leyenda, se encontró sobrenadando sobre las aguas del río Alagón.
Igualmente, algo similar ocurrió en Jaraíz de la Vera con la Virgen de Salobral, que se apareció en las márgenes del río Tiétar.
Pero en este caso de Montehermoso es más reciente y no se trata de leyendas, ya que sobreviven los descendientes de quienes la encontraron hace unos doscientos años, a quienes les fue transmitido el hallazgo por sus progenitores oralmente y quienes fueron tomando buena muestra de ello. Precisamente, uno de esos descendientes es hermano político mío, que fue quien me puso en contacto con el resto de familiares (padres, tíos, etc.) con el fin de cotejar lo acaecido. Antes de continuar, veamos una sección del árbol genealógico de la familia que he preparado hasta llegar a quien encontró la imagen:
TABLA 1: 12.- Árbol genealógico desde el que halló la Virgen, Francisco Domínguez (D. Quijada)
B.-1 Inmaculada Concepción (la que llegó del Alagón)
B.1.1.- Los antecedentes
Desde hace unos años, a través de mi hermana y hermano político, me llegó la historia de una imagen que antes se hallaba instalada en la ermita del Cristo de los Remedios de del lugar de Montehermoso. Todo ello nos llegó porque un antecesor de mi cuñado (Francisco Domíguez) fue quien la halló hace más de siglo y medio entre unos sauces de las márgenes del río Alagón, en el paraje del Galapagar y a corta distancia de la ermita de Valdefuentes (de la que antes hemos hablado).
Al principio no le dedicamos la atención que requería pero, una vez que fue restaurada en el 2010, comenzamos a centrarnos en la misma.
La historia (porque está documentada oralmente y por escrito a partir de los descendientes del citado autor del hallazgo) surge a mediados del siglo XIX (ver árbol genealógico nº 12) cuando el mencionado Francisco Domínguez, que poseía una huerta cercana, fue a dar de beber a las caballerías con la que trabajaba. Pero resulta que coincidía con una fase de gran avenida del citado río y, circunstancialmente, halló entre los sauces y mimbreras que pueblan ese paraje del Alagón con una talla de la Virgen que estaba trabada entre los mencionados árboles. Con la ayuda de una soga logró acercarla hasta la orilla y, sin informar de lo acontecido, la llevó primero a su cabaña y más tarde a su casa de Montehermoso, donde la mantuvo bastante tiempo (los diferentes descendientes no se ponen de acuerdo, pero todos ellos opinan que el margen estuvo en torno a los 50 años). Hasta que llegaron unos frailes en misión catequística (tan habituales antes), con uno de los cuales entablaron confianza y le comunicaron el descubrimiento a la vez que le mostraron la imagen, quien decidió realizar una primera reparación tras la cual fue depositada en la ermita del Cristo señalado.
Por ese árbol genealógico y los pormenores indicados suponemos que el hallazgo pudo ocurrir entre 1820 y 1850.
Por los destalles de la última restauración, es obvio que estuvo poco tiempo en el agua. Tampoco conocemos –por más que lo hemos intentado– su lugar de procedencia, aunque es evidente que pudo proceder de alguna localidad importante –por la calidad de la talla– de las márgenes del Alagón: Granadilla, Hervás, Baños de Montemayor, Béjar; o de algún otro municipio de la provincia de Salamanca –donde nace y por donde transcurre ese río–. Pudo estar relacionado, también, con la Desamortización de Mendizábal (1834).
Las autoridades eclesiásticas nos informan que era habitual enterrar, emparedar o quemar las imágenes que habían perdido devoción: incluso intuimos que pudo ser una consecuencia de la Guerra de Independencia.
Sea lo que fuere, lo cierto es que la talla llegó a Montehermoso a través de Francisco Domínguez y sus descendientes. Y que hoy se encuentra felizmente restaurada.
Tras una introducción básica, pasaremos a las últimas actuaciones sobre la misma, partiendo de la memoria que nos ha legado Beatriz Rodríguez Blanco, Licenciada en Bellas Artes, especialidad en Conservación y Restauración.
B.1.2.- Aclaraciones
Aunque el dogma de la Inmaculada concepción de María no fue proclamado hasta 1854, la representación de la Virgen que desciende a la Tierra, enviada desde el cielo por Dios que la había elegido para la obra de redención; hizo su aparición hacia finales de la Edad Media.
En origen en la representación de este tema iconográfico, la Virgen aparece rodeada por los símbolos de las Letanías. Las fuentes de esta representación proceden del Antiguo y del Nuevo Testamento, del Cantar de los Cantares y el Apocalipsis.
Sin embargo, es en el Barroco cuando este tema alcanza su máximo apogeo y se crea el tipo definitivo de Inmaculada Concepción.
Desaparecen los símbolos de las Letanías y se la representa de pie sobre la media luna, como en este caso. Coronada de estrellas y con las manos sobre el pecho o juntas orando, como en la talla de Montehermoso.
Dirige su miranda hacia la tierra, para distinguirla de la Virgen de Asunción, que los dirige hacia el cielo.
B.1.3.- La última restauración
La autora se encontró con una talla de madera policromada al óleo, que puede considerarse como relieve (por la ausencia de modelado en su parte posterior).
Altura: 98 centímetros (107 con la peana).
Estado de conservación: muy malo antes de la restauración.
Actuación definitiva: marzo-junio de 2010
B.1.4.- Análisis del estado de conservación de la obra
B.1.4.1.- Soporte.
Tipo de Soporte: Madera. La talla está trabajada sólo en la parte anterior, por lo que puede considerarse relieve. Es la prueba de que estuvo en un retablo.
13.- Imagen antes de ser restaurada
14.- Imagen actual de la Inmaculada
B.1.4.2.- Estado de conservación:
En el momento de la intervención la obra había sido intervenida en anteriores ocasiones. Encontramos una diferencia de tratamiento en las manos en relación al resto de la imagen, siendo además de tamaño inferior al que debería corresponder a una talla de este tamaño. Pensamos que habrían podido ser retalladas sobre los restos de las manos originales que habrían perdido los dedos. Pero se trata de una teoría de la que no hemos encontrado pruebas concluyentes (los descendientes de Francisco siempre recibieron la información de que su antecesor la halló sin manos…).
La peana, añadida a la imagen, se encontraba fragmentada y unida a la pieza mediante grandes clavos.
Se había fragmentado y perdido el dedo meñique izquierdo.
En la parte posterior, plana, existe un acanaladura vertical que se encontraba oculta por un entelado.
Beatriz encontró grietas de distinto tamaño y pequeñas pérdidas de soporte derivadas de las mismas, generalizadas, que se hallaron tras la retirada de las capas de repinte.
Presentaba sucesivas capas de repolicromía. No era posible en un análisis visual conocer el estado de conservación de la policromía original bajo las capas de repinte, que eran de muy mala calidad aplicados en dos fases superpuestas con sus correspondientes preparaciones.
La policromía original se encontraba en relativo buen estado de conservación, aunque con pérdidas de gran tamaño, en mayor medida en la parte superior de la cabeza, zonas salientes del manto, nariz, etc.
La policromía original era fina y pulida, realizada probablemente al óleo en las carnaciones. Las vestiduras se encontraban emboladas con bol rojo, sobre el que se había aplicado una corla rojiza actualmente oxidada y oscurecida de la que se conservan restos en diversas zonas. No se ha llegado a aplicar el dorado y estofado que aparecen habitualmente en este tipo de tallas. Sin embargo el que presente ese acabado al barniz nos indica que este es el aspecto final original de la talla.
Otras causas que han podido influir en el estado de deterioro de la policromía original, son el uso de la talla como imagen de vestir y los golpes, roces, etc. derivados de dicho uso o de su etapa en el agua…
La película superficial presentaba un barniz oscurecido, aceite de linaza, cera, humo derivado de la combustión de velas y suciedad incrustada.
Como decíamos, la obra antes de la intervención se encontraba recubierta de una película prácticamente negra muy incrustada en la última repolicromía, de tal modo que era imposible su retirada sin dañar ésta.
Envejecimiento del barniz por efecto del tiempo.
Retraimiento y oscurecimiento por la cercanía de fuentes de calor, probablemente velas.
Por tradición oral nos ha llegado la historia de cómo una persona halló esta imagen flotando en el río. No podemos dilucidar, a través de los deterioros presentes en la misma la certeza o no de esta leyenda. Pero sí es cierto que, de haber estado sumergida en agua, no habría sido por mucho tiempo ya que ni hallamos disgregación en los estratos de la obra y otros deterioros en el soporte de madera habituales bajo dichas condiciones.
Desconocemos si la talla se encontraba ya repolicromada en este momento. De ser así, estas capas, de gran grosor habrían podido actuar como barrera ante la humedad.
La talla carece de documentación referente a su autoría, procedencia o intervenciones anteriores.
Decíamos que esta imagen se halla tallada exclusivamente en la zona frontal, a modo de relieve; que habría sido creada para decorar probablemente la hornacina central de un retablo. Es éste un modelo muy habitual en la fecha de ejecución de la obra, que habría pertenecido a un retablo de tipo Contrarreformista. Como ejemplo tenemos el retablo mayor de la Parroquia de Montehermoso (¿pudo proceder de ella?…).
Como se ha explicado en el apartado dedicado a la policromía, la talla presenta un acabado de barniz coloreado (corladura) aplicado directamente sobre el embolado rojo. Éste no es en modo alguno un acabado habitual en el s. XVII. Pensamos más bien que por razones de presupuesto la obra no pudo dorarse para realizar posteriormente el estofado característico de esta fecha. Probablemente por este motivo se aplicó el barniz coloreado que habitualmente se aplicaba sobre superficies plateadas (o incluso doradas) como medio para imitar dorado o piedras preciosas). Con él se habría intentado “adecentar” la obra, que luciría un aspecto brillante.
Desde su hallazgo, la obra ha estado depositada en la ermita del Cristo de Montehermoso, donde carecía de un lugar adecuado para su exposición. Recientemente se ha trasladado a la Iglesia Parroquial donde ocupa uno de los retablos laterales, barroco, de columnas salomónicas, de fecha de ejecución posterior a la talla de la Virgen y que hasta la fecha albergaba una imagen de la Inmaculada de Olot (actualmente en la sacristía).
B.1.4.3.- Tratamiento de intervención
A.- Desmontaje de piezas y limpieza superficial.
Eliminación del polvo y suciedad superficial.
Desmontaje y retirada de los clavos de la peana y eliminación de ésta, al no ser original y encontrarse fragmentada.
B.- Limpieza.
Tras la realización de las pertinentes pruebas de limpieza se llevó a cabo el proceso de retirada de las sucesivas capas de repinte.
La primera repolicromía se realizó mediante disolventes de acción lenta y medios mecánicos. Para la segunda policromía se acompañaron además de humedad controlada y calor; empleándose principalmente bisturí para su retirada.
Fue un proceso complejo dados los grandes grosores, dureza de los repintes y fragilidad de la capa de policromía original.
La limpieza dejó al descubierto una policromía con pérdidas extensas en determinadas zonas y otras, generalizadas, de menor tamaño; y de calidad muy superior a la de las repolicromías.
C.- Tratamiento insecticida y de consolidación.
La obra no presentaba ataque de insectos xilófagos. Incluso así se realizó una desinsección preventiva, para evitar futuros ataques. Se realizó por impregnación en las zonas no policromadas de la madera.
D.- Reposición y unión de piezas y resane del soporte.
Se procedió entonces al rellenado de agujeros, grietas, etc. La Reconstrucción de fragmentos de dedos y otros elementos, se realizó mediante resina Araldit.
Se colocó una nueva pena de Cedrela a la que se aplicó un tratamiento insecticida, se tiñó para armonizar el tono de la misma con el de la madera de la talla y se protegió mediante el mismo acabado aplicado al resto de la obra.
Finalmente se fijó a la talla mediante el ensamble de lengüeta de la zona inferior de la talla en el que se aplicó una resina de tipo Epoxi incolora asegurando la estabilidad.
E.- Estucado y reintegración cromática
El fin del estucado es el de poner la laguna al mismo nivel que la capa pictórica para proceder a la reintegración cromática. Se realizó mediante sulfato de cal y cola animal, utilizados en el original y perfectamente compatibles con éste.
En cuanto a la reintegración cromática, se trata de una reconstrucción cromática de las partes faltantes con el fin de devolver la legibilidad y unidad a la obra.
Se emplearon dos métodos complementarios. Las vestiduras se reintegraron empleando un tono bol rojo cercano al original aplicado en tinta plana.
En las carnaciones se empleó un rigattino realizado mediante pigmento al barniz aplicado sobre base plana al agua.
F.- Montaje y barnizado.
Finalmente se protegió la obra mediante barnizado con Paraloid en disolvente Nitro de fácil reversibilidad.
15.- Plano del Alagón y lugares de apariciones
16.- Río Alagón en el paraje de su hallazgo
17.- Plano del río Alagón y lugares de aparición: 1 = Inmaculada, 2 = Virgen de Valdefuentes
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Domingo Quijada González