Álvaro Vázquez Cabrera
Alfonso, el hijo de Fernando II de León
El futuro Alfonso IX, rey de León, nace en el verano de 1171, cuyos padres eran el monarca Fernando II y Urraca Alfonso de Portugal. Un matrimonio que se había contraído en irregular grado de consanguineidad y que fue disuelto[1], por este motivo, en 1175. Años después, Fernando II se casa, en segundas nupcias, con Urraca López, hermana de Diego López de Haro (señor de Vizcaya). Fruto de ese segundo matrimonio nació el infante Sancho Fernández, el principal rival para acceder al trono del reino de León.
Fernando II, que había conquistado numerosos territorios en Extremadura (Alcántara[2], Cáceres[3], Badajoz[4], el Valle del Jálama[5]…) va a fallecer el 22 de enero de 1188 en Benavente. Tras este hecho, la sucesión al trono va a ser disputada entre la viuda del rey que lucha en favor de su hijo Sancho, con el apoyo del monarca castellano Alfonso VIII, y el infante Alfonso. A esta presión castellana hay que sumar la que ejercía Sancho I de Portugal, que también apoyaba la causa de Sancho. Finalmente, Alfonso se hará con el trono apoyado por la mayor parte de la nobleza y los obispos.
Un reino, el de León, que abarcaba extensos territorios de unos 600 km de norte a sur y unos 400 de este a oeste. Esto motivó que Alfonso IX en sus primeros años de reinado no se desplazara en muchas ocasiones a Extremadura, centrándose en la capital del reino. Allí se va a celebrar las Cortes en marzo 1188, donde asistieron representantes de las ciudades, la nobleza y el alto clero. Otros lugares que fijó su interés serán Toro, Zamora (ciudad en la que nació), Astorga o Santiago de Compostela. Será en esta última ciudad donde será enterrado su padre, cumpliendo la voluntad testamentaria de Fernando II y asegurando, a su vez, el voluntarismo regio y la legitimidad sucesoria asociándola con el santuario apostólico por antonomasia. Además, será en el altar de la Catedral de Santiago donde le arman caballero, en junio de 1188.
En el periodo de tiempo entre 1191 y 1197 tiene lugar sus dos matrimonios. En 1191 va a casarse con Teresa de Portugal[6], hija de Sancho I de Portugal, pero por los mismos motivos que le sucedió a su padre con su propia madre, tuvieron que separarse en 1196. En octubre de 1197 contrae matrimonio con doña Berenguela[7], hija de Alfonso VIII de Castilla, en Valladolid. Sin embargo, en 1204 mediante la intercepción del papa Inocencio III el matrimonio será anulado, de nuevo, por ser parientes[8].
Durante su reinado, que ocupa 42 años, Alfonso IX [Fig.1] va a promulgar un gran número de textos legales con un fin integrador y con una prevalencia por imponer la justicia como mecanismo ligado a la legitimidad regia[9]. Muchas de las donaciones fernandinas fueron revocadas por su hijo, recuperando para la monarquía bienes y donaciones que se habían efectuado a iglesias, órdenes militares y nobles laicos. Pero también es cierto, que el último rey de León va a confirmar numerosas cesiones y va a promulgar otras nuevas. En definitiva, el monarca se va a hacer con el control de la situación, buscando el apoyo de la nobleza cuya soberanía era pactada y compartida.
En cuanto al objetivo de este estudio, la lucha anti-almohade no fue un problema prioritario para Alfonso IX, ya que dicha lucha contra el infiel era más un problema fronterizo con los otros vecinos reinos cristianos. Un ejemplo de esto es el ataque del califa Abu Yusuf en la batalla de Alarcos, donde el monarca leonés va a aprovechar para obtener ventajas territoriales a costa del reino castellano, incluso formalizando un pacto de alianza con el califa almohade contra el reino cristiano[10]. Viendo el papa Celestino III que el rey leonés no participó en la contienda, en Alarcos, va a excomulgarlo poniendo a todo el reino de León en entredicho.
En ese ambiente enrarecido por no participar en la contienda, donde hay que añadir que el rey de Portugal se unirá a la coalición anti-leonesa, Alfonso IX va a organizar un evento con un gran matiz propagandístico. Este es el de armarse, de nuevo, caballero, bajo la protección del Apóstol Santiago, en la catedral compostelana, con el objetivo de reivindicar y borrar, diez años después, la ceremonia que lo había convertido por primera vez en caballero, en Carrión, de manos del rey de Castilla[11]. El acto tendrá lugar en enero de 1197 que se verá como una lucha contra el papado y su cruzada contra el rey[12].
Unos años más tarde, en 1212 tendrá lugar la famosa batalla de Las Navas, donde Alfonso VIII de Castilla y numerosas tropas cristianas vencerán a las tropas musulmanas lideradas por Abu Abd Allah al-Nasir, pero sin contar de nuevo con el apoyo leonés, solo con algunos nobles del reino pero sin el respaldo del monarca, que estaba más interesado en consolidar el flanco occidental de su reino[13].
Tras la victoria cristiana en Las Navas, el régimen almohade empezó a dar síntomas de descomponerse, el rey de León va a implicarse de manera activa en la conquista de los territorios andalusíes, ya que no veía con buenos ojos que fuera el reino castellano el único beneficiario de ese derrumbamiento del poder almohade[14]. Llegará a firmar un pacto con Alfonso VIII para recibir a varias centenas caballeros que van a aglutinar a las tropas leonesas, las cuales van a consolidar la línea del Tajo mediante la ocupación de Alcántara y una primera acción en las cercanías de Cáceres (1213)[15].
En julio de 1217 tiene lugar la proclamación de su hijo Fernando, el futuro rey apodado “El Santo”, como rey de Castilla[16]. Un año después, en agosto de 1218, se firma la paz de Toro entre los dos reinos, que va a reactivar esa lucha leonesa contra el infiel. El objetivo era claro, tras tomar la ciudad de Cáceres irían hacia la línea del Guadiana e incorporar el viejo reino de Badajoz estas decisivas conquistas no van a llegar hasta los últimos años de vida del monarca, concretamente en invierno de 1230 se ocupará, de manera definitiva, plazas fuertes como Montánchez, Mérida, y la propia Badajoz, así como Elvas.
Tras llegar a la línea del Guadiana, el deseo de Alfonso IX era llegar hasta Sevilla, algo que no podrá ni conseguir ni ver, ya que será su hijo Fernando III el que lo logre, ya en noviembre de 1248[17].
Finalmente, Alfonso IX de León morirá el 24 de septiembre de 1230 en la localidad de Villanueva de Sarria, de camino a Santiago, lugar al que se dirigía para dar las gracias al Apóstol por sus victorias en el Guadiana[18].
Será en ese año cuando los dos reinos, León y Castilla, se unifiquen en uno solo bajo el reinado de Fernando III. Pero antes de eso, sabemos que Alfonso IX dejó como herederas a sus dos hijas (doña Sancha y doña Dulce) que había tenido con su primera esposa. Ambas aceptan la herencia apoyadas por varios valedores; sin embargo, los maestres de las órdenes militares se dividieron entre la candidatura de las infantas y el rey castellano Fernando[19].
Según el padre Coloma[20], la unificación de los dos reinos tuvo lugar en tierras extremeñas. Concretamente, será en Valencia de Alcántara donde se van a entrevistar las dos viudas. Doña Teresa de Portugal aceptó la propuesta de Doña Berenguela de Castilla al tercer día de reuniones entre ambas. A cambio, la reina de Castilla se comprometió en dotar a las dos infantas 30.000 doblas de oro anuales, cuyo pago procedía de la hipoteca de rentas de doce lugares. Estos compromisos fueron firmados, en Benavente, el 11 de diciembre de 1230.
Conquista de la Transierra
Tras realizar una breve explicación de algunos acontecimientos de su largo reinado, vamos a analizar el proceso reconquistador que va a efectuar Alfonso IX en tierras extremeñas. Comenzaremos con la, denominada, transierra leonesa que comprende aquellos territorios situados en el sur del Sistema Central hasta la línea del río Alagón. Por tanto, nos centramos en el Valle del Jálama y/o Sierra de Gata.
Este territorio durante los siglos XI-XII es considerado como un desierto de población salvo algunos islotes aislados[21]. Los almohades no lo van a poblar de manera efectiva, aunque sí lo van a fortificar eficazmente. Estamos hablando de castillos, torres, atalayas o torres vigías como son Trevejo, Almenara, San Juan de Mazcoras (la actual Santibáñez el Alto), Salvaleón, Eljas, Granadilla, Santa Cruz, Palomero, Gata o Cadalso, por citar algunas[22].
Será, precisamente el río Alagón el que funcione como frontera y barrera natural que va a proteger el reino aftasí de las incursiones cristianas. En medio nos encontramos con Coria que ejerce como centro estratégico de todo este territorio, además de ser considerada como ciudad[23]. Será conquistada en 1142 por Alfonso VII[24], para ser cedida a los Templarios en 1168[25] pero que con Alfonso IX obtiene el realengo, concediendo fuero en 1227[26].
Las numerosas fortificaciones situadas en el Valle del Jálama van a ser conquistadas por Alfonso IX, en 1212, con la misma intención que tuvo su padre, Fernando II, en la expedición de 1166: llegar a Alcántara. La fortaleza de Eljas, tras su dominio, fue entregada a Coria (1259) para, posteriormente, donarla a la Orden de Alcántara (1302)[27]. La de Salvaleón, también será entregada a la orden alcantarina, dándole fuero en 1227[28]. La Almenara[29] la tomaría junto al castillo de Santibáñez, ambos muy próximos entre sí. Esta última, la de Santibáñez, domina gran parte de la sierra del norte y las vegas del sur, siendo unas cualidades y condiciones naturales que posibilitan un protagonismo dentro de ese territorio. Alfonso IX concederá esta plaza fuerte a la orden militar, al igual que todas las demás, en 1218[30]. Se le concede fuero[31] con un fin repoblador y se convertirá en una encomienda con un amplio alfoz de la que va a depender otras poblaciones y aldeas.
La toma de Alcántara y su cesión a la Orden del Pereiro
Tras la conquista definitiva del Valle del Jálama, el área geográfica de Alcántara va a ser el siguiente objetivo, ya que se trataba de un punto de disputa entre almohades y cristianos por la necesidad de proteger el paso del puente.
Alfonso IX llevará a la villa alcantarina una hueste de 600 caballos liderados por don Diego López y de su hijo Lope Díaz, cedida por el rey castellano Alfonso VIII[32]. El itinerario para llegar a la villa fue desde Ciudad Rodrigo, pasando por puertos como los de Acebo y el de Perales, llegando así a Coria. Desde allí, se dirige por el camino natural bordeando la orilla izquierda del río Alagón, hacia Alcántara.
Además de estas huestes, van a participar en la contienda numerosos personajes y caballeros pertenecientes a las Órdenes del Pereiro, de Santiago y del Temple[33].
Estas huestes cristianas acamparon en los alrededores del castillo: en el Cerro de las Vigas[34], en el Teso[35] y otro cerca del arroyo de la Pileta[36].
Ante tal peligro, el gobernador árabe mandó recoger las barcas de toda la comarca y avisar a las poblaciones musulmanas de Cáceres, Montánchez, Medellín, Mérida, Badajoz y Valencia (de Alcántara) para que «marchasen a toda priesa a su socorro, para assi divertir y tener a raya al exercito enemigo»[37]. A su vez, van a destruir uno de los arcos del puente romano y hundir las barcas situadas en el puente de Alcónetar para impedir que las tropas leonesas pudieran acercarse.
El cronista de la Orden, de la que seguimos su relato casi en su totalidad, nos indica que tuvo lugar una batalla en un cerro alto[38] donde los almohades se van a hacer fuertes, pero las huestes leonesas van a acometerlos, con brío y coraje, ganándoles el sitio, matando y cautivando un gran número de personas.
Esta victoria va a aminar a los cristianos, que con ayuda del hambre[39] que ya se comenzaba a sentir los habitantes que defendían la villa, van a unir todas las tropas para asediarla por dos frentes distintos. Para tal efecto, van a construir escalas y demás instrumentos necesarios para el asedio. Primero, acometieron la plaza por la actual puerta de la Villa pero atacaron, finalmente, por la puerta de Xartín sin muchas reticencias, abriendo las puertas por donde entraron los ejércitos y saquearon la población. Los defensores se instalaron en el castillo que a los pocos días tuvieron que entregar. La conquista definitiva tuvo lugar el 17 de enero de 1213, día de San Antonio Abad, cuya advocación es titular de una iglesia que se edificó tras la toma de Alcántara[40].
Muchos de los integrantes de las tropas cristianas se quedaron a vivir en la villa y poblarla. En esa conquista fueron partícipes, también, al servicio del rey de León, el maestre de la Orden del Pereiro don Benito Suárez. De la Orden de Santiago todos aquellos naturales o que tenían Encomiendas en el reino leonés, cuyo líder era don Nuño Freyle, Comendador de Santa María de la Barra. Otros partícipes de la contienda fueron los caballeros templarios, así como personas integrantes de la nobleza y «ricos ommes».
La crónica nos dice, de manera inmediata, que el rey y sus tropas tomaron la villa y el puente de Alconétar, la fortaleza de Portezuelo[41] y de camino a la ciudad de Coria, de vuelta de la conquista, tomó los castillos de Benavente y de Bernardo[42] que cedió a la Orden del Temple.
Por su parte, la villa de Alcántara será entregada a la Orden de Calatrava en 1217, en tiempos del maestre don Martín Fernández[43]. Poco tiempo después la villa[44] pasó a la Orden del Pereiro [Fig.2], cuyo núcleo principal de asentamiento estaba en las orillas del río Coa[45]. Este cambio de posesiones entre órdenes militares se va a concretar a cambio de cierta independencia en sus respectivos procesos de expansión[46].
Por tierras cacereñas. Intentos de conquista
Otra de las expediciones para avanzar y conquistar territorios extremeños, y que tenía Alfonso IX entre ceja y ceja, va a ser la ciudad que había conquistado, un siglo antes, su padre para cederla a los caballeros de la Espada: Cáceres.
En 1218, el monarca leonés organiza una cabalgada[47], con ayuda de tropas de su hijo Fernando III de Castilla, que intimidara a los almohades. Para ello va a devastar mediante el fuego y las armas todo lo que encontró a su paso, en las cercanías de la villa. Según algunas crónicas, la ciudad no se pudo tomar por «los grandes peligros y considerarla peligrosa y poco prometedora»[48] aunque devastó árboles, viñedos y mieses[49] en un asedio que se prolongó durante un mes y medio pero que, antes de Navidad, regresaron a León.
Además de destruir campos y cosechas cercanas a Cáceres, pretendía con estos ataques reconocer el terreno y deducir si la ciudad fortificada por los almohades, con esas torres albarranas, era fácil y asequible conquistar. Por lo que va a repetir otro asedio cuatro años más tarde, en 1222.
En esta ocasión, el monarca leonés va a aglutinar tropas y caballeros de la Orden de Santiago para luchar por lo que fue su ciudad de origen. Las crónicas nos hablan de la manera que intentaron asediarla, con máquinas de guerra[50] derribando torres de defensa. Cuando estaban a punto de tomar la plaza[51] van a parar el asedio ya que el rey de Marruecos le promete grandes cantidades de dinero y riquezas. Al ver los cristianos que tenían muchas bajas en sus tropas[52], van a desistir y deciden levantar el cerco y retirarse[53]. En definitiva, estamos ante un pago de parias por parte de los almohades para que las huestes cristianas no los ataquen.
Algunos autores, como Floriano Cumbreño, consideran que hubo otras tres intentonas para tomar la plaza fuerte de Cáceres. En 1223, otra en 1225[54] y la tercera en 1226. Sin embargo, indica que no hay noticias veraces sobre si las tropas leonesas se acercaron a la ciudad, tan solo en la expedición de 1226 que fue una acción conjunta con el rey de Portugal, cuya base de operaciones fue el castillo de Alburquerque[55].
Todas las tentativas no tuvieron un buen final para las tropas cristianas, por lo que a partir de 1227 Alfonso IX empezará a preparar la campaña, que a la postre será, definitiva.
Conquista del sur del Tajo, la toma de Valencia
Mientras el monarca leonés Alfonso IX intentaba tomar la ciudad fuerte de Cáceres, el oeste extremeño no se había recuperado. Tan solo se había conquistado la villa de Alcántara por lo que toda la zona sur del río Tajo aún estaba bajo dominio almohade.
En esta zona destacaba por encima de todo la villa de Valencia [Fig.3] con su fortaleza[56], siendo una plaza valiosa para el monarca leonés y no olvidemos que también los portugueses la codiciaban. Por tanto, el rey Alfonso IX le concede licencia al maestre del Pereiro (y Alcántara) don García Sánchez para hacer la guerra contra los almohades[57].
Tras algunas incursiones de tanteo, el maestre junto a sus tropas van a conquistar Valencia en 1221, bajo el mandato y los pendones del reino de León[58]. El cronista, Torres y Tapia, nos menciona la conquista de esta manera:
«Pensaba pasar de aquella parte del río Salor a hacer la guerra a los Moros de Valencia y su partido. Todo se ordenó assi, y pasado el mes de Marzo, juntó en Alcántara un buen número de Caballos e Infantes, y partió la vuelta de aquella Villa, quiso el Cielo ayudar a sus religiosos deseos, y que muy en breve los viese cumplidos, tomandola por armas, y todas sus Aldeas y Castillos, desapoderando los Moros de ellos y echandolos de toda su tierra; y dexando buena guarnición de Soldados a regimiento de algunos de sus Freyles Caballeros, dio la vuelta a su convento de Alcántara»[59].
Desde el momento de la conquista, Valencia será villa que, aunque fue conquistada por la orden militar, será cabeza de su propia Encomienda con un concejo propio y un amplio territorio donde se encontrarán aldeas y otros lugares dependientes de ella[60]. Además de ser cabeza de priorato y sede del Arciprestazgo[61]. En definitiva, estamos ante una de las villas y encomiendas más ricas de las que había conquistado la orden militar y que recibirá numerosos privilegios por parte de maestres y monarcas castellanos a lo largo de la Edad Media[62].
Por fin, Cáceres
A finales de 1226, el monarca se encontraba en Sabugal, desde donde va a partir hacia el norte para preparar la próxima campaña que era tomar la ciudad de Cáceres. El itinerario que va a realizar Alfonso IX es bien conocido por la historiografía: el 8 de enero de 1227 se encuentra en Ciudad Rodrigo, desde donde va a fijar los términos de San Juan de Mazcoras (Santibáñez el Alto) para ser punto de partida apoyándose en las Órdenes Militares como instrumento fundamental para alcanzar el objetivo. Tres días después está en Corujo y el 23 de ese mismo mes llega a Compostela donde va a intentar recaudar fondos para los gastos que le ocasionaba la campaña. El 6 de febrero estaba en Palas de Rey, el 10 en Lugo, el 24 en Nava del Rey, el 27 de marzo en Lugo de nuevo, el 1 de mayo en Cubillos, el 17 en Avilés y el 28 en la ciudad de Toro[63].
Será precisamente el motivo de su llegada a Compostela uno de los factores determinantes de haber fracaso en las otras intentonas de ganar la plaza de Cáceres. Es decir, esos gastos para las guerras que habían empobrecido al reino de una manera continuada en el tiempo y la búsqueda, por tanto, de caudales que va a encontrar en la ciudad compostelana. Otro factor que va a condicionar a esos fracasos será el de no tener un plan de campaña y actuar de manera improvisada según las circunstancias del momento.
En los preparativos para la contienda, Alfonso IX se va a entrevistar con el monarca castellano con el fin de obtener su colaboración en la guerra, además de que las Órdenes Militares acudieran. En febrero de 1229 se encuentra el rey en Ciudad Rodrigo y el 5 de abril lo tenemos ya ante los muros de la ciudad fortificada de Cáceres.
No tenemos datos de que cómo pudo ser el asedio, pero no debió de resistir mucho ya que, finalmente, el día 23 de abril en la festividad de San Jorge[64], cayó en poder de los cristianos de manera definitiva[65].
Queda, por tanto, en la villa cacereña la tradición de encender hogueras en las calles y plazas para conmemorar la conquista. Unas hogueras que hacen recordar a las señales de los almohades pidiendo auxilio o, incluso, las hogueras encendidas del campamento de las tropas cristianas. Como pasa en todas las conquistas de los territorios andalusíes, queda en el poso del recuerdo relatos más o menos fantásticos y cercanos a las leyendas. En el caso cacereño, también sucede.
En el momento que las tropas de Alfonso IX acampan cerca de los muros intentando cercar la ciudad, va a enviar a una embajada para entrevistarse con el cadí árabe. En esas reuniones uno de los capitanes cristianos va a ver a una de las hijas del rey musulmán de la que se va a enamorar, siendo además correspondido por ella. Todas las noches la princesa se escapaba del alcázar por un pasadizo secreto o galería oculta, saliendo de la muralla [Fig.4] y llegando a las cercanías del campamento cristiano, cerca de la ribera del Marco. Allí, una de esas noches, el capitán le insistía la princesa de que le diera las llaves de la ciudad y, así, poder verse sin tener que escaparse de la ciudadela. Al principio, la muchacha se negaba pero, con el tiempo, finalmente accedió proporcionándole las llaves de la entrada de la galería al capitán. Este, sin miramientos, una noche entró a la ciudad junto a sus tropas hasta el alcázar, librándose cruentas batallas tanto en el palacio almohade como dentro del recinto amurallado de la ciudad, hasta que la Cáceres almohade cayó[66].
La leyenda de esta conquista añade que la princesa por traicionar a su padre y a su cultura, fue hechizada convirtiéndose en gallina que vive, de manera permanente, en el alcázar y la galería por donde ella se escapaba de la ciudad. Esta princesa recobra todos los años su aspecto de humana y recorre, de manera silenciosa y triste, las calles de la ciudad. Esa noche es, precisamente, el día de San Juan (aunque algunos otros autores han insistido que sería la misma noche de San Jorge que coincide con el día de la conquista de la ciudad)[67].
Dominio del Guadiana, las tomas de Mérida y Badajoz
Al conquistar, por fin, ese oppidum fortissimum como era Cáceres, Alfonso IX va a dirigir su última gran campaña hacia el río Guadiana. Desde Alba de Tormes van a partir las tropas leonesas con un fuerte ejército compuesto por caballeros de las órdenes del Temple, de Alcántara y de Santiago; a lo que hay que añadir las mesnadas de algunos obispos como los de Oviedo, León, Zamora o Coria, y sobre todo, las de Bernardo II, el arzobispo de Santiago[68]. Antes de llegar a Mérida, se apoderaron de Montánchez[69].
La campaña para sitiar la antigua ciudad romana va a comenzar el 20 de febrero de 1230 que, según Moreno de Vargas[70], se rendirá a consecuencia de un combate mientras que otros investigadores consideran que se atacó por el puente tomando la ciudad por asalto[71]. La toma de la ciudad emeritense [Fig.5] debió ser rápida, finalizando en los primeros días del mes de marzo[72].
En esas tropas cristianas tuvieron un papel destacado las huestes zamoranas [Fig.6] y la Orden de Alcántara, por lo que el monarca va a incorporar el puente romano de Mérida al escudo de la ciudad de Zamora[73], mientras que el 30 de marzo firma una carta de donación al maestre alcantarino, Arias Pérez, unas casas y bienes en la ciudad recién conquistada[74]. A pesar de las donaciones, por parte del monarca, a la orden alcantarina, finalmente la que va a asentarse y tener los derechos de la ciudad emeritense será la Orden de Santiago[75].
De manera casi inmediata, se produce una batalla cerca de Alange[76] de la que se hace eco las crónicas. Las huestes cristianas atravesaron el río Guadiana la noche del 14 de marzo, para enfrentarse en campo abierto al día siguiente. La noticia le llegó al lugarteniente y señor de Murcia, Muhammad Ibn Hud, que llegará con sus tropas (algunos hablan de 80.000 hombres) desde Córdoba, a la zona para enfrentarse al ejército de Alfonso IX. La batalla fue sangrienta, donde los efectivos almohades sufrieron una derrota y el mismo Ibn Hud tuvo que abandonar el campo de batalla herido mientras que gran parte de sus tropas fueron masacradas durante la retirada[77]. Lucas de Tuy, en su crónica, añade a su narración ciertos tintes sacros en los que gracias a la ayuda divina (aparición de Santiago Apóstol a lomos de un corcel blanco o la aparición de San Isidoro) los cristianos van a tener éxito en su lucha contra los musulmanes[78].
La batalla de Alange tuvo unas consecuencias enormes, allanando el camino de Alfonso IX para conquistar la capital del reino aftasí, Badajoz. Las noticias que tenemos sobre la toma de la ciudad almohade más importante del occidente peninsular son escasas, ya que los cronistas de la época aportan pocos datos sobre la campaña, incluso algunos como Jiménez de Rada ni Juan de Osma la mencionan[79]. Por otra parte, tenemos el testimonio de Lucas de Tuy que sí dedica más espacio a relatar estas conquistas.
Según se desprende de los pocos testimonios que tenemos, la conquista de Badajoz tuvo que ser rápida, ya que existe un documento en la cancillería firmado el 19 de abril[80]. A pesar de esta afirmación, en crónicas se especula que la fecha exacta de la toma de la ciudad fuese el 26 de mayo, según el Cronicón Conimbricense[81], o en junio, según el Cronicón Cordubense[82]. Si fuera en junio, debería ser en los primeros días de mes ya que el día 9 tenemos a Alfonso IX en Cáceres, de camino hacia el norte empleando ya el título de Rex Legionis et Badalocii[83]. Por lo tanto, podemos negar que la toma de la ciudad fuese en los meses de mayo y de junio y sí podemos fijar como fecha exacta de la conquista de Badajoz [Fig.7] el 19 de abril de 1230, por ser el primer documento que se firma en la recién conquistada ciudad ya con ese título anteriormente citado.
Esos dos documentos firmados en Badajoz nos demuestran que Alfonso IX permaneció en la ciudad una temporada hasta que en el mes de junio está ya por tierras cacereñas (Cáceres, Galisteo, hasta que el 1 de julio se encuentra ya en Ciudad Rodrigo, para llegar un mes después a su ciudad natal). Lo más probable es que durante su estancia en la antigua capital del reino aftasí, le otorgaría fuero[84] y le concedería el título de ciudad fijando así sus términos[85]. Además, muy pronto se convertiría en obispado cuya cabeza visible sería el obispo Fray Pedro Pérez, siendo la mezquita[86] principal de la ciudad consagrada como iglesia mayor[87].
Tomada Badajoz, la expansión hacia el sur fue una realidad ocupando la Orden del Temple territorios como Jerez[88], Burguillos[89], Fregenal[90] o Alconchel, donde el propio monarca leonés recorrió la zona ya que el 2 de junio, cerca de Zafra, dona Mérida y sus términos al arzobispo de Santiago[91].
Conclusiones
El largo reinado de Alfonso IX es un período continuista del de su padre Fernando II, cuya herencia otorgada va a consolidar el reino de León, fortaleciendo instituciones, repoblando y fijando sus fronteras. Su reinado se puede dividir en dos grandes períodos, divididos a su vez por la fecha de 1212. La primera parte del reinado va a caracterizarse por años de paz contra los almohades y de colaboración con ellos, pero tras la victoria de Las Navas va a dar un giro total en su política frente al Islam.
Por lo que respecta al territorio extremeño, sus primeros viajes son más para una pequeña toma de contacto por ser un territorio muy lejano de los centros de decisión, tanto a nivel político (ubicado en León) como eclesiástico (no olvidemos que la iglesia dependía de la sede metropolitana de Santiago de Compostela). Como hemos mencionado, aprovechando la victoria cristiana de 1212, el rey Alfonso IX va a protagonizar una serie de cabalgadas de manera anual, prácticamente, en suelo extremeño. Esas acciones provocarán saqueos y conquistas definitivas.
A pesar de que la historiografía ha consolidado a Alfonso IX como una persona fuerte, de aspecto formidable cuando estaba armado, valiente y algo irascible; también se le presenta como un rey menos generoso con los poderosos en contraposición a lo que fue su padre, incluso como un monarca débil y dadivoso.
Sobre sus logros conquistadores, que en este trabajo hemos analizado viendo que sus acciones fueron exitosas culminando así la conquista de gran parte de Extremadura, en parte van a ser silenciados de manera intencionada ya que las crónicas cristianas del momento son las únicas que nos pueden facilitar y ofrecer información, de primera mano, sobre estos acontecimientos.
La obra de Jiménez de Rada ensalza las acciones bélicas castellanas siendo para él, todo lo leonés negativo. Según el arzobispo, el último rey de León había cometido varios errores en sus decisiones como, por ejemplo, el dañar a su primo y suegro Alfonso VIII de Castilla en vez de atacar a los musulmanes, con los que en algún momento se alía.
En la obra del canciller de Fernando III, Juan de Osma, las acciones bélicas por parte de los reyes de León van a ser obviadas, considerando a Alfonso IX como un vasallo del monarca castellano. Además, lo considera un cruel enemigo para el rey de Castilla al firmar una coalición con los musulmanes con el único objetivo de devastar el reino de Castilla cometiendo atrocidades, poniendo impedimentos, y ser una deshonra de la religión cristiana. Este autor, va a narrar acontecimientos desarrollados en Castilla, en otros lugares de Europa y Tierra Santa antes que relatar algún acontecimiento protagonizado por el reino de León, y por supuesto, por Alfonso IX que las considera como pequeñas conquistas sin darle el valor que tienen.
Solamente será la crónica del obispo de Tuy la que ensalce, un poco, al rey de León aunque con prudencia ya que la va a elaborar en tiempos de su hijo Fernando encontrándose en un ambiente vigilado pero que aprovechará, en ocasiones, a elogiar a los reyes leoneses proyectando a Alfonso IX como un rey que nunca había sido derrotado.
En definitiva, estamos ante un rey que fue silenciado por las fuentes, en su mayoría castellanas, pero que sus acciones bélicas van a completar el proceso conquistador de los territorios andalusíes ubicados en la actual Extremadura; salvo la parte oriental de la región que culminará, tras su fallecimiento, su hijo Fernando, el futuro Fernando III el Santo, ya como rey de los dos reinos unificados.
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APÉNDICE FOTOGRÁFICO
Fig. 1. Alfonso IX en el Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela
Fig. 2. Escudo de la Orden de San Julián del Pereiro en el convento franciscano de San Pedro de los Majarretes de Valencia de Alcántara. En este convento tomó los hábitos San Pedro de Alcántara (Fotografía del autor)
Fig. 3. Torre del Homenaje y puerta principal del castillo-fortaleza de Valencia de Alcántara, a principios del siglo XX (Archivo Histórico Provincial de Cáceres)
Fig. 4. Baluarte de los Pozos o Coracha, sector este de la muralla de la Ciudad Monumental de Cáceres (Fotografía del autor)
Fig. 5. Alcazaba de Mérida a principios del siglo XX (Maximiliano Macías, 1913)
Fig. 6. Placa conmemorativa, en Zamora, donde se alude a las conquistas de Alfonso IX en tierras extremeñas (Fotografía del autor)
Fig. 7. Azulejo conmemorando la conquista de Badajoz por Alfonso IX en 1230
[1]José MATTOSO, D. Afonso Henriques, Lisboa, Editorial Temas e Debates, 2007, p. 292.
[2]En 1166 el rey leonés la toma pero la pierde, de nuevo, en 1174. Francisco GARCÍA FITZ, Relaciones políticas y guerra: la experiencia castellano-leonesa frente al Islam. Siglos XI-XIII, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2002, p. 118. Carlos de AYALA MARTÍNEZ, “Los obispos leoneses y las guerras santas de Fernando II”, en Homenaje al profesor Benito Ruano, Sociedad Española de Estudios Medievales, Madrid, 2010, pp. 99-194. Carlos CALLEJO SERRANO, “Barones catalanes en la reconquista de Extremadura”, Revista de Estudios Extremeños, 1986, nº 3, pp. 653-670. Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Regesta de Fernando II, CSIC, Madrid, 1943, p. 392. Carlos DE AYALA MARTÍNEZ (ed.), Libro de Privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII-XV), Instituto Complutense de la Orden de Malta, Madrid, 1995, pp. 262-263. Nicolás DÍAZ Y PÉREZ, España sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia. Extremadura (Badajoz y Cáceres), Establecimiento Tipográfico-Editorial de Daniel Cortezo y Compañía, Barcelona, 1887, p. 799.
[3]La conquista de la ciudad tuvo varios episodios. En 1142, otra en 1170 y la tercera en 1183. La segunda reconquista fue el momento que se cede la ciudad a los Fratres de la Espada (germen de la Orden de Santiago) que la perderán cuatro años después por las tropas almohades lideradas por Abu Jacob. BULARIO DE ALCÁNTARA, p. 4. Antonio FLORIANO CUMBREÑO, Estudios de Historia de Cáceres (desde los orígenes a la reconquista), Diputación Provincial de Cáceres, Oviedo, 1957, pp. 121-136.
[4]El caudillo portugués Geraldo Sempavor asaltó la ciudad en 1169 apoyado por el rey lusitano. Por su parte, Fernando II de León reacciona, llega a las puertas de la ciudad, la asedia y apresa al rey portugués y a Geraldo Sempavor. Matías Ramón MARTÍNEZ Y MARTÍNEZ, Historia del Reino de Badajoz durante la dominación musulmana, Badajoz, 1905, pp. 240-241. Manuel TERRÓN ALBARRÁN, Extremadura Musulmana, Badajoz 713-1248, Badajoz, 1991, p. 175. David PORRINAS GONZÁLEZ, “La actuación de Giraldo Sempavor al mediar el siglo XII, un estudio comparativo”, II Jornadas de Historia Medieval de Extremadura, Cáceres, 2005, pp. 179-188. Moisés CAYETANO RODRÍGUEZ, “Geraldo Sem Pavor. Un guerrero medieval en la frontera extremeño-alentejana”, Congreso Internacional de Historia y Cultura en la Frontera, 1999, pp. 1173-1185. Carlos Jesús RODRÍGUEZ CASILLAS, “Geraldo Sempavor: las hazañas de un guerrero portugués por tierras extremeñas”, XXXVIII Coloquios Históricos de Extremadura, Vol. 2, 2010, pp. 693-716.
[5]Fernando II tomará en 1166 las fortalezas de Eljas, Salvaleón, Santibáñez el Alto y Trevejo. Alonso de TORRES Y TAPIA, Crónica de la Orden de Alcántara, Madrid, Tomo I, 1763, p. 65. Publio HURTADO, Castillos, torres y casas fuertes de la provincia de Cáceres, Editora Regional de Extremadura, 1989, p. 69. Gervasio VELO Y NIETO, Castillos de Extremadura (tierra de conquistadores), Caja de Ahorros y Monte de Piedad, Madrid, 1968, p. 496.
[6]María Alegría FERNANDEZ MARQUES, Estudios sobre la Orden del Cister, Universidad de Coimbra, Coimbra. 2008, p. 62. Inés CALDERÓN MEDINA, “Las arras de doña Teresa. El tratado entre Alfonso IX y Sancho I de Portugal de 1194”, Castilla y el mundo feudal: homenaje al profesor Julio Valdeón, Vol. 2, 2009, pp. 443-456. Gregoria CAVERO DOMÍNGUEZ, “Teresa Alfonso, infanta y reina de Portugal, a través de la historiografía y las crónicas Castellanoleonesas de su época”, Fundamentos medievales de los particularismos hispánicos, 2005, pp. 411-426.
[7]H SALVADOR MARTÍNEZ, Berenguela la Grande y su época, 1180-1246, Ediciones Polifemo, Madrid, 2012. Fray Valentín DE LA CRUZ, Berenguela la Grande. Enrique I el Chico, Editorial Trea, 2006. Gonzalo MARTÍNEZ DÍEZ, Fernando III (1217-1252), Editorial La Olmeda, Burgos, 1993. Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Reinado y diplomas de Fernando III, Caja de Ahorros de Córdoba, Córdoba, 1980, 3 vols. Rafael RAMOS CERVERÓ, Berenguela Magna. Reina de Castilla y León (1180-1246), Tesis doctoral, 2016.
[8]Antonio SÁNCHEZ DE MORA, La nobleza castellana en la plena Edad Media: el linaje de Lara (ss. XI-XIII), Tesis doctoral, Universidad de Sevilla, Tomo I, 2003, pp. 232-233. Laura GARCÍA DURÁN, “La intervención de Inocencio III en la política matrimonial de Felipe Augusto de Francia y Alfonso IX de León”, Vergentis: revista de investigación de la Cátedra Internacional conjunta Inocencio III, nº 3, 2016, pp. 221-245.
[9]Estos decreta y constituciones fueron estudiadas por los profesores Fernando de Arvizu o Carlos Estepa. Vid. Fernando DE ARVIZU Y GALARRAGA, “Las Cortes de León de 1188 y sus decretos: un ensayo de crítica institucional”, El Reino de León en la alta edad media. I, Cortes, concilios y fueros, Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1988, pp. 11-141. Carlos ESTEPA DÍEZ, “La Curia de León en 1188 y los orígenes de las Cortes”, Las Cortes de Castilla y León, 1188-1988, Vol. 1, 1990, pp. 19-40. Carlos ESTEPA DÍEZ, “Los inicios de las Cortes en el reinado de Alfonso IX (1188-1230), De las cortes históricas a los parlamentos democráticos: Castilla y León, s. XII-XXI, 2003, pp. 65-75.
[10]Rodrigo JIMÉNEZ DE RADA, Historia de los hechos de España, Edición y traducción de Juan Fernández Valverde, Alianza Editorial, Madrid, 1989, p. 184. Francisco GARCÍA FITZ, “La batalla en su contexto estratégico: a propósito de Alarcos”, Alarcos 1195: Actas del Congreso Internacional Conmemorativo del VIII centenario de la batalla de Alarcos, Universidad de Castilla-La Mancha, pp. 265-282.
[11]Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Alfonso IX, CSIC, Madrid, 1944, pp. 149-150.
[12]Carlos DE AYALA MARTÍNEZ, “Obispos, guerra santa y cruzada en los reinos de León y Castilla (s. XII)”, Cristianos y musulmanes en la Península Ibérica: la guerra, la frontera y la convivencia, XI Congreso de Estudios Medievales, León, 2009, pp. 252-256.
[13]Existe numerosa bibliografía, tanto nacional como internacional, al respecto. Por citar algunos: Bernardo JURADO GÓMEZ, “Los ejércitos contendientes en la batalla de las Navas de Tolosa”, Alcazaba: revista histórico-cultural, nº 12-13, 2012-2013, pp. 65-84. Miguel Ángel LADERO QUESADA, “1212: las Navas de Tolosa”, Nueva revista de política, cultura y arte, nº 138, 2012, pp. 175-185. Armando BESGA MARROQUÍN, “La batalla de las Navas de Tolosa. Hechos y consecuencias”, Razón española: Revista bimestral de pensamiento, nº 216, 2019, pp. 35-52. Carlos VARA THORBECK, Un burgalés, el verdadero artífice del triunfo de las Navas de Tolosa, Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes, 2009. Carlos VARA THORBECK, “Las Navas de Tolosa: una batalla decisiva en la historia de España”, Anuario. Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, nº 5, 2005, pp. 61-74. Este último autor presentó su tesis sobre la batalla, apoyándose en las crónicas modernas y esclareciendo el itinerario del ejército cristiano. Vid. Carlos VARA THORBECK, La batalla de Las Navas de Tolosa. Mito y realidad, Tesis doctoral, Universidad de Málaga, 1998. Por último, vamos a destacar a dos investigadores por encima de todos que cuentan con numerosos trabajos relacionados con el estudio y análisis, detallado, de la batalla acontecida en 1212. Francisco GARCÍA FITZ, Las Navas de Tolosa, Ariel, Barcelona, 2005. Francisco GARCÍA FITZ, “Las Navas de Tolosa, ¿un punto de inflexión en las dinámicas históricas peninsulares?”, 1212-1214: El trieno que hizo a Europa: XXXXVII Semana de Estudios Medievales, Estella, 2011, pp. 47-84. Francisco GARCÍA FITZ, “El año de la batalla de Las Navas de Tolosa”, 1212, un año, un reinado, un tiempo de despegue: XXIII Semana de Estudios Medievales, Nájera, 2012, pp. 171-200. Francisco GARCÍA FITZ, “Las Navas de Tolosa y el paradigma bélico medieval”, La Península Ibérica en tiempos de las Navas de Tolosa, 2014, pp. 17-52. Francisco GARCÍA FITZ, “La batalla de las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario”, Las Navas de Tolosa 1212-2012: miradas cruzadas, 2014, pp. 11-36. En el caso del profesor Alvira Cabrer, su tesis doctoral es sobre esta batalla. Vid. Martín ALVIRA CABRER, Guerra e ideología en la España medieval: Cultura y actitudes históricas ente el giro de principios del siglo XIII. Batallas de las Navas de Tolosa (1212) y Muret (1213), Tesis doctoral, Universidad Complutense, Madrid, 2003. Martín ALVIRA CABRER, “De Alarcos a las Navas de Tolosa: idea y realidad de los orígenes de 1212”, Alarcos, 1196: actas del Congreso Internacional Conmemorativo del VII Centenario de la Batalla de Alarcos, 1996, pp. 249-264. Martín ALVIRA CABRER, Las Navas de Tolosa, 1212: idea, liturgia y memoria de la batalla, Sílex, 2012. Martín ALVIRA CABRER, “Antes de De rebus Hispaniae. La primera versión de la batalla de Las Navas de Tolosa de Rodrigo Jiménez de Rada”, E-Spania: Revue électronique d’études hispaniques médiévales, nº 25, 2016.
[14]Algunos autores han considerado que el detenimiento de las conquistas leonesas estaba motivado por carencia de recursos materiales y humanos. María Dolores GARCÍA OLIVA, “Consideraciones sobre la estructura defensiva almohade y la expansión leonesa”, La Península en la Edad Media treinta años después: estudios dedicados a José Luis Martín, Salamanca, 2006, pp. 159-174. Francisco GARCÍA FITZ, “Relaciones políticas y guerra…” ob. cit. p. 157-160.
[15]Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX” ob. cit. pp. 150-151.
[16]Ana RODRÍGUEZ LÓPEZ, La consolidación territorial de la monarquía feudal castellana: expansión y fronteras durante el reinado de Fernando III, CSIC, 1994, p. 98.
[17]Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Las conquistas de Fernando III en Andalucía, Editorial Maxtor Librería, 2006. Carlos DE AYALA MARTÍNEZ, “La realeza en la cronística castellano-leonesa del siglo XIII: La imagen de Fernando III”, Monarquía, crónicas, archivos y cancillerías en los reinos hispano-cristianos: siglos XIII-XV, CSIC, pp. 247-276. Francisco GARCÍA FITZ, “Las huestes de Fernando III”, Archivo Hispalense: Revista histórica, literaria y artística, Tomo 77, nº 234-236, 1994, pp. 157-190. Francisco GARCÍA FITZ, “El cerco de Sevilla: reflexiones sobre la guerra de asedio en la Edad Media”, Sevilla 1248. Congreso Internacional Conmemorativo del 750 Aniversario de la Ciudad de Sevilla por Fernando III, Rey de Castilla y León, Centro de Estudios Ramón Areces, 1998, pp. 115-154. Alejandro GARCÍA SANJUAN, “La conquista de Sevilla por Fernando III (646 h/ 1248). Nuevas propuestas a través de la relectura de las fuentes árabes”, Hispania, Vol. LXXVII, nº 255, 2017, pp. 11-41.
[18]Luis CHARLO BREA (ed.), Crónica latina de los reyes de Castilla, Turnhout, 1997, p. 84. Lucas, obispo de Tuy, nos da noticia de este acontecimiento en su crónica. Chronicon mundi, Ms. 2248 del Colegio Mayor de San Bartolomé, 1237. Existe una edición facsímil de la obra. Crónica de España, por Lucas, obispo de Tuy, edición de Julio Puyol, Editorial Maxtor, 2007, p. 425. Ricardo ARCO Y GARAY, Sepulcros de la Casa Real de Castilla, CSIC, 1954, pp. 183-184. Anales Toledanos Terceros, en España Sagrada, vol. XXIII, p. 412.
[19]Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, pp. 249-251.
[20]Luis COLOMA, Flabas de dueñas, Imprenta del Corazón de Jesús, Bilbao, 1898, pp. 10-24.
[21]José Luis MARTÍN MARTÍN, “La repoblación de la Transierra (s. XII-XII)”, Estudios dedicados a Carlos Callejo Serrano, Cáceres, 1979, pp. 477-497.
[22]Julián CLEMENTE RAMOS, Juan Luis DE LA MONTAÑA CONCHIÑA, “La Extremadura cristiana (1142-1230). Ocupación del espacio y transformaciones socioeconómicas”, Historia. Instituciones. Documentos, nº 21, 1994, p. 90.
[23]El cronista árabe Al-Idrisi indica que Coria estaba rodeada por fuertes murallas, con una excelente fortaleza, con un territorio extremadamente fértil que producía frutos en abundancia, sobre todo uvas e higos. Muhammad AL-IDRISI, Geografía de España, Traducción por Antonio Blázquez, Valencia, 1974, p. 20.
[24]La toma de la ciudad cauriense la describió, con bastante detalle Velo y Nieto. Gervasio VELO Y NIETO, Coria. Bosquejo histórico de esta ciudad y su comarca, Madrid, 1947.
[25]Fidel FITA, “Coria compostelana y templaria”, Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo LXII, 1912, p. 346. Antonio LÓPEZ FERREIRO, Historia de la Santa, Apostólica, Metropolitana Iglesia de Santiago de Compostela, Apéndice de documentos, Nº XXXII-XXXIX, Tomo IV, Santiago de Compostela, 1901.
[26]Gervasio VELO Y NIETO, “Coria y los Templarios: Don Fernando II de León reconquista los territorios de la antigua diócesis cauriense”, Revista de Estudios Extremeños, Tomo V, nº 3-4, 1949, p. 297.
[27]Gervasio VELO Y NIETO, “Castillos de Extremadura…” ob. cit. p. 489. BULARIO DE ALCÁNTARA, pp. 129-131. Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 464.
[28]BULARIO DE ALCÁNTARA, pp. 35-36. Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 239.
[29]Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 142.
[30]Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 220.
[31]La concesión de fuero será por el maestre Don Gonzalo Martínez de Oviedo en 1338. Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo II, pp. 17-18.
[32]Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX” ob. cit. pp. 150.151. Luis CHARLO BREA (ed.), “Crónica latina…” ob. cit. p. 37.
[33]Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 142. Biblioteca Nacional de España, Mss. 17.996. Noticias de Alcántara escritas por Pedro Barrantes Maldonado en 1572, recogidas y anotadas en 1722 por don Fabián de Cabrera y Barrantes. Fol. 31 vto. Con motivo del V centenario del nacimiento del cronista Pedro Barrantes Maldonado se editó la obra por parte de la Diputación Provincial de Cáceres. Dionisio Ángel MARTÍN NIETO, Bartolomé MIRANDA DÍAZ, Serafín MARTÍN NIETO, José María LÓPEZ DE ZUAZO Y ALGAR, Noticias de Alcántara: Pedro Barrantes Maldonado y sus antigüedades de la villa de Alcántara, Diputación de Cáceres, Cáceres, 2010, p. 195-197.
[34]Según el cronista Torres y Tapia, en un alto puesto antes del río Tajo, llamado en árabe como Gibel Alfarrias, situado a poniente.
[35]Se trataba de un cuartel situado al sur de la villa, llamado en árabe como Azobor de Mezeltuyn, que en época del cronista se denominaba “osario” por la presencia de enterramientos.
[36]Situado al norte, donde en la actualidad se encuentra la ermita de Santa Ana.
[37]Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 143.
[38]Ese cerro es el que se llama, hoy día, Mira de Matamoros.
[39]En las crónicas se habla de falta de lluvias y de cosechas en esos años. Enrique FLÓREZ, España sagrada: Theato geographico-histórico de la iglesia de España, Tomo XXIII, Madrid, 1767, p. 399.
[40]Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, pp. 143-144.
[41]Conquistada en 1167 por Fernando II que se la cede a los templarios, pero es recuperada por lo almohades en 1196. Tras la conquista definitiva en 1213, Alfonso IX se la cederá esta vez a la milicia alcantarina lo que provoca un pleito entre ambas órdenes militares pero el monarca sentencia a favor de la Orden de Alcántara. BULARIO DE ALCÁNTARA, pp. 23-24. Florencio Javier GARCÍA MOGOLLÓN, Francisco Manuel SÁNCHEZ LOMBA, “Reformas del siglo XVI en el sistema defensivo de Portezuelo. Una traza de Pedro de Ibarra”, En la España medieval, nº 6, 1985, p. 499. Gervasio VELO Y NIETO, “Castillos de la Alta Extremadura: El Portezuelo”, Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, nº 55, 1951, pp. 223-243.
[42]Ambas fortalezas, dentro del término de Zarza la Mayor, formaban parte de la línea defensiva cercana a la frontera con Portugal. Estos castillos se convirtieron muy pronto en despoblados. Antonio NAVAREÑO MATEOS, Arquitectura militar de la Orden de Alcántara en Extremadura, Editora Regional de Extremadura, 1987, pp. 133-136.
[43]Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, pp. 173-176. Julio GONZÁLEZ, “Alfonso IX…” ob. cit. p. 66. Ladero Quesada fecha la cesión un año después. Manuel Fernando LADERO QUESADA, “La Orden de Alcántara en el siglo XV. Datos sobre su potencial militar, territorial, económico y demográfico”, En la España medieval, nº 2, 1982, p. 506.
[44]Se da como fecha el 16 de julio de 1218. Publio HURTADO, “Castillos, torres y casas…” ob. cit. p. 23. Pedro BARRANTES MALDONADO, Noticias de Alcántara, B.N., mss. 17.996, fol. 32r. Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, pp. 181-184.
[45]BULARIO DE ALCÁNTARA, p. 21. Luis CORRAL VAL, La Orden de Alcántara: organización institucional y vida religiosa en la Edad Media, Tesis doctoral, Universidad Complutense, 1998, p. 156.
[46]El cronista calatravo apunta a un difícil mantenimiento de tener un convento en una villa tan lejos de Calatrava. Por su parte, Torres y Tapia confirma una falta de recursos económicos y humanos para establecer un convento en pleno reino de León. Francisco RADES Y ANDRADA, Crónica de las tres Órdenes y Caballerías de Santiago, Calatrava y Alcántara, Toledo, 1572, pp. 6-7. Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 179.
[47]El papa Honorio III va a promulgar una bula de cruzada para que Alfonso IX intente conquistar la ciudadela. Demetrio MANSILLA, La documentación pontificia de Honorio III (1216-1227), Roma, Instituto Español de Estudios Eclesiásticos, 1965, pp. 414-416.
[48]Luis CHARLO BREA (ed.), “Crónica latina…” ob. cit.
[49]Lucas TUY, Chronicon Mundi, traducción y estudio por Emma Falque, Turnhout, 2003, p. 96.
[50]Utilizaron, entre otras, los denominados almajaneques, que consisten en vigas oscilantes reforzadas con hierro que se golpeaban contra los muros abriendo grandes brechas en las murallas.
[51]Consiguieron derribar torres y llegar, incluso, a varios tramos del adarve y de la barbacana.
[52]Algunos autores consideran que los ejércitos cristianos sufrieron más bajas durante la retirada que en el propio asedio de Cáceres, puesto que los almohades los van a perseguir en esa retirada, matando a muchos cristianos y haciendo prisioneros. Antonio FLORIANO CUMBREÑO, “Estudios de Historia de Cáceres…” ob. cit. p. 156.
[53]Anales Toledanos II
[54]Este año, según Ortí Belmonte, repiten correrías por los campos de Cáceres, arrasando viñedos, huertas y olivares. Noticia que repite Lumbreras Valiente. Miguel Ángel ORTÍ BELMONTE, “Las reconquistas de Cáceres”, Revista de Estudios Extremeños, Tomo III, nº 1-2, 1947, p. 125. Pedro LUMBRERAS VALIENTE, La Reconquista de Cáceres por Alfonso IX de León, Biblioteca Pública y Archivo Histórico de Cáceres, Cáceres, 1956, p. 44.
[55]La fortaleza y villa de Alburquerque se había tomado en 1218 que se convirtió en señorío desde el primer momento. Aurelio CABRERA GALLARDO, “De Arqueología del Arte I: el castillo de Alburquerque”, Revista de Estudios Extremeños, Tomo V, nº 2, 1931, pp. 213-221. Lino DUARTE INSÚA, Historia de Alburquerque, Badajoz, 1929.
[56]El origen de esta fortaleza es musulmana siendo, en su origen, la Torre del Homenaje una torre albarrana. Así lo confirma el hecho de dejar una guarnición tras la toma de la villa. Antonio ÁVILA VEGA, “Apuntes para la historia del castillo de Valencia de Alcántara”, I Simposio sobre Castillos de la Raya entre Portugal y España, 1984, pp. 7-28. Sobre las diferentes reformas que tuvo la fortaleza valenciana ver los trabajos de Navareño Mateos. Vid. Antonio NAVAREÑO MATEOS, “Arquitectura militar de la Orden…” ob. cit. pp. 257-269. Antonio NAVAREÑO MATEOS, Arquitectura y arquitectos en el siglo XVI en Extremadura, Universidad de Extremadura, 1994, pp. 187-200.
[57]Alfonso IX le había dado a la Orden el privilegio de donarle todas las villas y castillos que conquistase a los moros en Extremadura. Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 20.
[58]En la crónica, Torres y Tapia, fecha la conquista de Valencia en 1220 aunque la historiografía posterior ha planteado, y se ha aceptado como tal, que la toma tuvo lugar un año después. Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX…” ob. cit. p. 195. Miguel Ángel ORTÍ BELMONTE, “Las reconquistas…” ob. cit. p. 24. Domingo BOHÓRQUEZ JIMÉNEZ, Ordenanzas del Concejo de Valencia de Alcántara, Institución Cultural “El Brocense”, Cáceres, 1982, p. 15. Nicolás DÍAZ Y PEREZ, “España sus monumentos…” ob. cit. p. 862.
[59]Alonso de TORRES Y TAPIA, “Crónica de la Orden…” ob. cit. Tomo I, p. 223.
[60]Esas aldeas son la de Santiago y la de San Vicente. Mientras que otros lugares que dependían del Concejo de Valencia son Herrera, Esparragal, Mayorga o Piedrabuena (donde algunas de ellas fueron sedes de encomiendas).
[61]Título que fue concedida a la Iglesia de Nuestra Señora de Rocamador, junto al castillo-fortaleza de la villa. Se trataría de la iglesia que alude una bula de Gregorio IX en 1235 como “Ecclesiam Sanctae Mariae de Valencia”. BULARIO DE ALCÁNTARA, p. 43. José BUENO ROCHA, “Nuestra Señora de Rocamador: la difusión de su culto por España”, II Coloquios Histórico-Culturales del Campo Arañuelo, 1996, pp. 121-124. El proceso constructivo del templo está bien documentado. Vid. Bartolomé MIRANDA DÍAZ, “La desdichada historia constructiva de una iglesia rayana: Nuestra Señora de Rocamador de Valencia de Alcántara (siglos XVI-XVIII), Revista de Estudios Extremeños, Tomo LVIV, 2008, pp. 1429-1567.
[62]Por citar algunos, concesión de fuero y el pecho de la Martiniega en 1262, exención de impuestos durante cinco años en 1317, el privilegio de celebrar feria anual desde 1338, y así una larga lista de mercedes y privilegios, algunos nuevos y otros confirmaciones. Estos privilegios concedidos los hemos podido estudiar Vid. Álvaro VÁZQUEZ CABRERA, “El Barrio Gótico de Valencia de Alcántara a 25 años de su declaración como Conjunto Histórico-Artístico”, (en prensa).
[63]Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX…” ob. cit. pp. 201-202.
[64]Investigadores locales, a mediados del siglo pasado, tuvieron un debate acerca de la fecha de la conquista, ya que se planteó que la conquista de la ciudad de Cáceres fuese el 24 de junio de 1227, festividad de San Juan. Una hipótesis que se fundamentaba en noticias de autores clásicos como el padre Risco o el obispo de Tuy, además del análisis del fuero concedido por el rey. Vid. Antonio FLORIANO CUMBREÑO, “La fecha de la Conquista de Cáceres ante los documentos”, en Homenaje a don Agustín Millares Carlo, Confederación Española de Caja de Ahorros, Las Palmas de Gran Canaria, 1975, pp. 193-204. Antonio FLORIANO CUMBREÑO, Cáceres, los problemas de su reconquista y de su nombre, Oviedo, 1956. Antonio FLORIANO CUMBREÑO, La villa de Cáceres, Institución cultural El Brocense, Cáceres, 1987, pp. 59-91. Antonio FLORIANO CUMBREÑO, “Estudios de Historia de Cáceres…” ob. cit. pp. 163-171. Pedro LUMBRERAS VALIENTE, “La Reconquista de Cáceres…” ob. cit. pp. 63-73. Pedro LUMBRERAS VALIENTE, Los fueros municipales de Cáceres. Su derecho público, Cáceres, 1974. Pedro LUMBRERAS VALIENTE, Los fueros municipales de Cáceres. Su derecho privado, Institución cultural El Brocense, 1990. Pedro LUMBRERAS VALIENTE, “A San Juan lo que es de San Juan y a San Jorge lo que es de San Jorge”, 1994. Derek William LOMAX, “La fecha de la reconquista de Cáceres”, Archivos Leoneses: revista de estudios y documentación de los Reinos Hispano-Occidentales, nº 66, 1979, pp. 309-320.
[65]Publio HURTADO, Ayuntamiento y familias cacerenses, Tipografía, Encuadernación y Librería de Luciano Jiménez Merino, Cáceres, 1918, pp. 22-23. Miguel Ángel ORTÍ BELMONTE, La conquista de Cáceres por Fernando II y Alfonso IX de León. Su Fuero Latino anotado, Diputación Provincial de Badajoz, 1947.
[66]La leyenda de San Jorge o, también llamada, de “La Mansaborá” ha sido recogida en numerosos estudios, donde vamos a citar varios. Javier ALCALÁ CALDERA, José RASERO MACHACÓN, Enrique BARCIA MENDO, La leyenda de San Jorge, Cáceres: tradición, historia, mitología, Ayuntamiento de Cáceres, 1998. José Manuel LÓPEZ CABALLERO, “Dragones en Extremadura: desde San Jorge hasta Juego de Tronos”, Revista de Estudios Extremeños, Vol. 74, nº 1, 2018, pp. 615-646. José Luis HINOJAL SANTOS, Historias y leyendas de la vieja villa de Cáceres, Tau Editores, 2016, pp. 148-152 y 255-257. Alonso José Román CORRALES GAITÁN, “San Jorge, protector de Cáceres”, XXXIII Coloquios Históricos de Extremadura, 2004, pp. 159-189. Javier ALCALÁ CALDERA, “Una propuesta globalizada de la leyenda de San Jorge en Cáceres”, Actas del I Seminario Internacional de Cuentos y Leyendas de España y Portugal, Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1997, pp. 177-182.
[67]Simón BENITO BOXOYO, Noticias históricas de Cáceres y monumentos de la antigüedad que conserva, 1794. Miguel Ángel ORTÍ BELMONTE, “Las reconquistas…” ob. cit. p. 129.
[68]No hay que olvidar que Santiago de Compostela consiguió, en la primera mitad del siglo XII, arrebatar a Mérida la dignidad arzobispal y metropolitana, todo ello por la petición del obispo Diego Gelmírez al papa Calixto II. Historia Compostellana, Corpus Christianorum, Continuatio Mediaevalis, LXX, edición Emma Falqué Rey, Turnhout, 1988 (edición latina). Hay una traducción al castellano de esta crónica: Historia Compostelana, traducción de Emma Falqué Rey, Madrid, 1994.
[69]Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX…” ob. cit. p. 207.
[70]Bernabé MORENO DE VARGAS, Historia de la ciudad de Mérida, 1633, Madrid, pp. 228.
[71]Cesáreo FERNÁNDEZ DURO, Memorias históricas de la ciudad de Zamora, su provincia y su obispado, Madrid, Tomo I, 1882, p. 387.
[72]Se postula que la entrada de los cristianos en Mérida tuvo lugar el 11 de marzo de 1230. Manuel TERRÓN ALBARRÁN, Historia de la Baja Extremadura: de los orígenes al final de la Edad Media, Real Academia Extremeña de las Letras y de las Artes, Badajoz, Tomo I, 1986, pp. 448-451. Derek W. LOMAX, “El Cronicón Cordubense de Fernando Salmerón”, En la España Medieval, nº 2, 1982, pp. 595-642. Ambrosio DE MORALES, Noticias históricas sacadas del Archivo de Uclés, de sus sepulcros y calenda, Madrid, Tomo II, 1793, p. 40.
[73]Además del puente, en la Puerta de Olivares, conocida hoy día como Puerta del Obispo, cerca de la Catedral, aparece una inscripción en latín donde se hace mención a las victorias de Alfonso IX en Cáceres, Montánchez, Mérida y Badajoz sobre el rey moro Abenfuit. Ramón LUELMO ALONSO, Estampas zamoranas, Imprenta de “El Correo de Zamora”, Tomo I, 1949, p. 43.
[74]Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX…” ob. cit. Tomo II, doc. 613, p. 823.
[75]La orden santiaguista y el arzobispo compostelano tenían derechos en Mérida. Sobre las negociaciones entre ambas partes y el repartimiento de la ciudad ver Manuel LÓPEZ FERNÁNDEZ, “Mérida cristiana. El inicio de una nueva época”, en Historia de Mérida. De los antecedentes de Augsta Emerita al fin del medievo, Tomo I, Mérida, 2018, pp. 691-716. Manuel LÓPEZ FERNÁNDEZ, “Mérida y la Orden de Santiago en las décadas centrales del siglo XIII (1231-1274), Revista de Estudios Extremeños, Tomo LXV, nº 1, 2009, 143-174. Ángel BERNAL ESTÉVEZ, Mérida capital y encomienda de la Orden de Santiago, Diputación de Badajoz, 2013. Esteban RODRÍGUEZ AMAYA, “La Sede Metropolitana Emeritense, su traslación a Compostela e intentos de restauración”, Revista de Estudios Extemeños, Tomo V, nº 3-4, 1949, pp. 493-559.
[76]Julio González antepone la batalla de Alange a la toma de Mérida, sin embargo nosotros hemos seguido el relato de la crónica de Lucas de Tuy, donde los acontecimientos serían de esta manera: asedio de Mérida, batalla de Alange (15 de marzo) y, por último, asedio de Badajoz. LUCAS DE TUY, “Chronicon mundi…” ob. cit. pp. 114.
[77]Bernabé MORENO DE VARGAS, “Historia de la ciudad…” ob. cit. p. 225. El cronista emeritense menciona el lugar donde aconteció la batalla como el “Valle de la Matanza”.
[78]LUCAS DE TUY, “Chronicon…” ob. cit. p. 337.
[79]Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, en su Historia de rebus Hispaniae, menciona las conquistas de Alfonso IX de manera muy fría sin entrar en detalles. Por su parte, Juan de Osma, canciller de Fernando III, en su Chronica regum Castellae, empequeñece las campañas bélicas en Alange, Mérida y Cáceres sin entrar en detalles y en tan solo una frase. La toma de Badajoz la obvia y menciona que los habitantes de Elvas huyeron abandonando el castillo. Por tanto, estamos ante dos cronistas pro-castellanos y que, en todo momento, marginan las ideas y acciones leonesas para engrandecer a las castellanas. Rodrigo JIMÉNEZ DE RADA, “Historia de los Hechos…” ob. cit. Libro VII, capítulo XXV, p. 295.
[80]Documento firmado en Badajoz en el que el rey concede a su alférez Rodrigo Fernández la villa de Friera y la tierra de Aguilar. Unos días después, el 28 de abril, firma de nuevo en Badajoz otro documento para confirmar al monasterio de Melón el coto de Teelas. Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX…” ob. cit. Tomo II, docs. 614-615, p. 823.
[81]Chronicon conimbricense, en España sagrada, Vol. XXIII, p. 334.
[82]Derek W. LOMAX, “El Cronicón Cordubense…” ob. cit. p. 624.
[83]Alfonso IX firma un documento, en Cáceres el 9 de junio, donde manda destruir unas aceñas en Granada si es que estas le perjudican a las que poseía en sus proximidades el arzobispo de la ciudad. Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX…” ob. cit. Tomo II, doc. 616, p. 823.
[84]Fuero o carta puebla que se alude en documentación de la cancillería de Alfonso X en 1258. Citado en Domingo DOMENÉ SÁNCHEZ, “Fueros y privilegios del Badajoz medieval”, Revista de Estudios Extremeños, Tomo LXV, nº 1, 2009, p. 104. Tomás GONZÁLEZ, Colección de privilegios, franquezas, exenciones y fueros, concedidos a carios pueblos y corporaciones de la Corona de Castilla, Tomo VI, Madrid, 1833, pp. 113-114.
[85]José Luis MARTÍN MARTÍN, Historia de Extremadura. Tomo II: Los tiempos medievales, Badajoz, 1985, p. 296. Esteban RODRÍGUEZ AMAYA, “La tierra de Badajoz, 1230-1500”, Revista de Estudios Extremeños, Vol. VII, nº 3-4, 1951, pp. 395-497.
[86]Sobre la mezquita o las mezquitas en Badajoz existe numerosa bibliografía. Vid. Fernando VALDÉS FERNÁNDEZ, “La mezquita privada de Abd Al-Rahman Ibn Marwan al-Yilliqi en la alcazaba de Badajoz”, Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, nº 25, 2, 1999, pp. 267-290. María CRUZ VILLALÓN, “Mezquita-catedral de Badajoz”, Norba: Revista de arte, nº 12, 1992, pp. 7-28. Leopoldo TORRES BALBÁS, “La mezquita de la Alcazaba de Badajoz”, Al-Andalus, XIII, 1943, pp. 466-470. Pilar MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, “La iglesia de Santa María la Obispal de Badajoz, símbolo de la arquitectura de control en poblaciones multiculturales”, De arte: revista de historia del arte, nº 1, 2002, pp. 41-54. María Dolores GÓMEZ TEJEDOR-CÁNOVAS, “La catedral de Badajoz”, Revista de Estudios Extremeños, Vol. 14, nº 3, 1958, pp. 533-560.
[87]Nicolás DÍAZ Y PÉREZ, “España sus monumentos…” ob. cit. pp. 120-122. Este autor considera que la conquista de Badajoz tuvo lugar el 19 de marzo de 1228. Es posible que tomara el dato de Rodrigo Dosma en sus Discursos patrios de la Real Ciudad de Badajoz, publicados en Madrid en 1601. Existe otra edición, estudiada por Vicente Barrantes y publicada por la Comisión Provincial de Monumentos de Badajoz, en 1870. Julio GONZÁLEZ GONZÁLEZ, “Alfonso IX…” ob. cit. Tomo I, p. 211.
[88]Matías Ramón MARTÍNEZ Y MARTÍNEZ, El libro de Jerez de los Caballeros, Sevilla, 1892, pp. 55. Manuel TERRÓN ALBARRÁN, “Historia de la Baja Extremadura…” ob. cit. p. 454. Julián GARCÍA FRANGANILLO, El memorial ajustado del pleito sobre jurisdicción en la vicaría de Jerez de los Caballeros (Badajoz), Sociedad Andaluza de Estudios Histórico-Jurídicos, Córdoba, 2009.
[89]Matías Ramón MARTÍNEZ Y MARTÍNEZ, Apuntes para un mapa topográfico-tradicional de la villa de Burguillos, Sevilla, 1884.
[90]Fregenal es concedida a la Orden del Temple por Alfonso X en 1283. Pedro RODRÍGUEZ DE CAMPOMANES, Dissertaciones históricas del Orden y Cavallería de los Templarios, Madrid, 1747, pp. 288-290.
[91]Esteban RODRÍGUEZ AMAYA, “La Sede Metropolitana Emeritense…” ob. cit. doc. XII, pp. 549-550.