Oct 012007
 

 Cecilia Martín Pulido y Mercedes Martín Pulido.

Afortunadamente los estudios sobre la Historia de la Enseñanza en Extremadura ya no son contados y escasos. Hoy reclama la atención de los investigadores y estudiosos de la historia extremeña convencidos de que el acercamiento a lo que se enseñó, y se aprendió, aporta aspectos valiosos e imprescindibles para el conocimiento de la evolución del pensamiento colectivo y de su instalación en la sociedad. Es la mejor oportunidad para conocer la respuesta de la escuela a las exigencias y necesidades que demanda, en cada tiempo, la sociedad; por todo ello los distintos aspectos relacionados directa o indirectamente  con la educación y con la enseñanza merecen la mirada atenta, objetiva y considerada del historiador si quiere manejar todas las variables que inciden en la vida.

 

Hay que conocer y recuperar la presencia y la actuación de los centros de enseñanza, públicos y privados, la labor desarrollada en este campo por instituciones y sociedades culturales, la de particulares, que movidos por distintos intereses asumieron según el caso, el mecenazgo o la caridad, la de quienes ejercieron la función de enseñar o plantearon sus actuaciones desde la perspectivas educativa y cultural.

 

Hora es ya de acercarse a  los autores extremeños que desde el mundo de la experiencia educativa dejaron tratados pedagógicos y asuntos relacionados con las labores de enseñar, lamentablemente no integrados en los repertorios bibliográficos[1], y sin embargo, por derecho, son parte de una realidad patrimonial digna de ser estimada.

 

En este convencimiento no están de más estas breves e inarticuladas notas sobre la enseñanza en Trujillo referidas al siglo XIX y XX, para las que he tenido en cuenta las alusiones e informaciones  sobre centros de enseñanza aparecidas en trabajos que tienen como objeto de estudio aspectos diversos de esta ciudad (me refiero, entre otros a los de Juan Tena, Clodoaldo Naranjo, José Antonio Ramos Rubio o el más reciente de los hermanos Pérez-Zubizarreta). Y me he asomado a la prensa local y provincial donde he constatado la existencia de talleres de carpintería, de bordados y confección, de clases de música, de dibujo, de comercio, de jardinería…etc., es decir, la enseñanza no reglada que diríamos en la terminología actual. También la presencia de la Sociedad Económica del País, de los círculos recreativos, la afición teatro, las agrupaciones musicales, la labor de las imprentas, la dedicación de asociaciones benéficas protectoras del Niño… todo ello necesario para entender el discurrir vital e intelectual de la  ciudad de Trujillo.

 

Así, de este espigueo por la prensa y por algún archivo particular he entresacado estos datos:

 

El Instituto

Me refiero al Instituto de Cáceres, creado en 1839, el único existente en la provincia. En él realizaron sus estudios secundarios la mayoría de los estudiantes trujillanos cuyas familias tuvieron posibles para ello. Del desembolso que realizaban los padres para mantener a su hijo, estudiante en Cáceres,  tenemos conocimiento a través de la correspondencia  que D.

Valentín Collazos, vecino de Trujillo, mantenía con el maestro D. Nicolás Rey Galeano que era quien durante los cursos 1852-53,1853-54 y 54-55 dio pupilaje a su hijo, Fidel, en Cáceres. Parece que Rey Galeano actuaba como tutor muy interesado a todos los efectos, ello se desprende de la mencionada correspondencia de la que extraigo algunas frases:

 

«el niño sigue bien, al que puede recomendar que estudie más, pues por más que se le advierte, se abandona mucho” (31-3-1854)

 

nos hemos examinado de Latín  y ya veremos” (3-3-1954)

 

Las constantes minutas enviadas al padre de los gastos de Fidel se refieren a facturas de botica, arreglo de zapatos, de vestido, compra de sombrero, de libros y otros sin especificar. La minuta del mes de marzo es de 170 rs y 17 mv por 31 días de alimentos. A estos gastos hay que añadir los 106, 9 rs v y 9 mv que había que abonar al mes al maestro   D. Felipe Uribarri. No respondió el alumno a las expectativas paternas a juzgar por los resultados finales que son evaluados de “mediano” por el Director del Instituto, D. Luis Sergio Sánchez y el Secretario del mismo, D. Andrés Paredes, en 1853.

 

La formación profesional

Un maestro de taller fue José Bacciarini, artista grabador, especialmente de toda clase de sellos con escudo de armas. Llega a Cáceres en 1839 pero se afinca en Trujillo donde vive en 1858 e instala su taller en el que al mismo tiempo que responde a los trabajos de encargo tiene dos aprendices del oficio.

 

 

Imposible hablar de la enseñanza en Trujillo y no mencionar aunque sea con la brevedad de ahora, a su centro más emblemático: el Colegio Preparatorio Militar. Levantado en terrenos que el Ayuntamiento compró en 1888 a los herederos de Dª Lucía Elías Serrano para la instalación en lo que hoy es Paseo Ruiz de Mendoza de un Colegio Preparatorio Militar. Además de la enseñanza específica de este centro, se podía cursar el bachillerato

En 1902, por R. O. del Ministerio de la Guerra se suprimen en España las academias preparatorias militares y por lo tanto la de Trujillo. El profesorado se disemina y así en 1903 Carlos Marra comandante de Infantería y el capitán Santiago G. Barberá abren en Cáceres una Academia Preparatoria Cívico-Militar. Se anuncian en la prensa como  exprofesores del colegio Preparatorio Militar de Trujillo. En ella se daba preparación especial y completa para el ingreso en las academias militares.

El edificio que fue requerido por los jesuitas para establecer en él un Colegio de Segunda Enseñanza, pasó por una época de abandono quedando solo habitable el pabellón de la oficialidad destinado a casa-cuartel de la Guardia Civil y el gimnasio convertido en garaje automovilista. Otros espacios comprados en 1916 por Dª Margarita Iturralde permitieron la instalación de nuevos centros de enseñanza[2]

La nueva calle, Marqués de Albayda que el Ayuntamiento abre en 1920 dividió en dos tan magnífico edificio[3].

 

Un maestro de escuela pública

Lo fue el trujillano Joaquín Cuadrado Retamosa, que ejerció su profesión de maestro de Primera Enseñanza en Cáceres  y posteriormente en Trujillo. Es conocido como autor de la letra del Himno a la Virgen de la Victoria. En su tiempo fue estimado como buen maestro y alguna muestra ha dejado que así lo corrobora. Me refiero al librito que publicó titulado Cartilla Agraria en verso para uso de las escuelas de Primera Enseñanza. Imp. de Nicolás Mª Jiménez, Cáceres, 1887.

 

Sobrino suyo fue Cipriano Guerra Cuadrado (1862-1928) auxiliar de la sección de Letras del Instituto General y Técnico (donde daba Francés, Historia y Geografía desde 1891-hasta 1916). Ocupará el puesto de director en 1918 tras la marcha a Valencia de Manuel Castillo  Quijada Como profesor se había hecho querer, de carácter bondadoso , de él se cuenta que jamás suspendió a un alumno.

 

La imprenta:

Una de las imprentas existentes en Trujillo  en el siglo XIX es la que regentó la sociedad “Acedo Hermanos”, anterior a la  imprenta  de Benito Peña, de larguísima permanencia, y a “La Minerva” de  Agustín Durán pero posterior a la de Lucas Moreno que funcionaba en 1856.  En la primera de las citadas se imprimió en 1872 el texto escolar  de José Bravo y Díaz, maestro de Primera Enseñanza en Zarza de Montánchez titulado Nociones fundamentales de Aritmética Teórico-práctica en verso para la enseñanza de las escuelas. El método memorístico estaba instalado  en la escuela y el verso era una apoyatura muy apreciable.

 

La enseñanza a distancia

Una nueva modalidad de enseñanza es la que introduce Rafael Heredia Rodríguez Jaén, trujillano, uno de los fundadores del semanario local La Opinión, de ideas republicanas, diputado provincial en Madrid y director de la Revista Pericial Mercantil. En 1908 abrió y dirigió la Escuela Práctica de Comercioubicada en la c/ de la Montera, nº 43 de Madrid. Escuela que abre a un entorno más amplio al iniciar la  enseñanza por correspondencia para adquirir en seis meses el título de Tenedor de Libros, y que lo sitúa en Extremadura como pionero de esta modalidad.

En la provincia de Cáceres encontró alumnos que prepararon esta carrera siguiendo esta forma tan novedosa de enseñanza-aprendizaje.

 

 

La obra benéfica:

La representa Lucía de Orellana, condesa de Romero, que estableció en octubre de 1915 el Colegio y Talleres de la Stma. Trinidad  en la c/ Ancha, en el antiguo solar de los Paredes Saavedra, en Cáceres. Se trataba de un colegio-residencia para jóvenes totalmente gratuito. La Obra era pobre y se mantenía de limosnas y de la venta de sus manufacturas.

En 1917 edita el Boletín de los Talleres de la Santísima Trinidad para dar a conocer la labor que se hace.

 

Una revista:

El Colegio-Academia de la Purísima Concepción  establecido desde 1922 en el Palacio del Marqués de Albayda bajo la dirección del abogado D. Marcelino Gonzalez H. Barrantes propició la salida de Ensayos, una publicación periódica que apareció en enero de 1922 como “Revista quincenal ilustrada de Literatura y Arte”. El título de la revista responde perfectamente a la finalidad que se propusieron sus responsables: servir de ensayo y aprendizaje al grupo de redactores en las manifestaciones de sus inquietudes literarias.

En un formato clásico de revista, es decir, el cuarto mayor y revestida con una cubierta  en color donde campea el dibujo que firma “Carlos” (castillo y patrona de Trujillo sobre una bella orla) da custodia a las 8 páginas que fueron habituales. El director artístico de Ensayos, es el autor del dibujo de portada, Carlos Baruteaud.

 

La permanencia de esta revista fue muy corta, no llegó a sobrepasar el año, nota característica en las de su género y sobre todo en las realizadas por jóvenes como era el caso de Ensayos. El cuadro de redacción dirigido por Juan Chamorro Padilla lo formaban estudiantes vinculados al Colegio citado: Elisa Miura Pérez[4], Tomás Civantos Morales, Manuel Bazaga Medina, Andrés Cancho Bravo, los hermanos Blanca y Antonio Míguez Paredes, Fernando Marcos Calleja, Tomás Pumar Cuartero y Francisco López Pedraza; a ellos se sumarían después Álvaro de Zurita de los Ríos y Alejo Leal García.

 

Además de una Crónica Local, incluía una serie de problemas aritméticos y geométricos para ser resueltos por los lectores. La disconformidad en la solución de algunos de ellos llegó a enfrentar al director de Ensayos con el de Voz Regional, Julio Martínez Gala, poco tolerante con los fallos de los jóvenes. Estas discusiones tenían como punto final las explicaciones de ambos en la prensa local, retirando, «las ofensas personales inferidas, que deseamos no dejen recuerdo alguno de amargura» (nº 14).

 

La revista se sostuvo con las suscripciones  de sus lectores, la mayoría padres de los citados, que debían abonar 1,50 pts al trimestre. Recurrieron al comercio y a la industria de Trujillo para financiar los gastos de papel en época de carestía,  y de impresión en “La Perfección Trujillana” de Benito Peña.

 

Las clases de idiomas:

La enseñanza de idiomas ya había tenido ejercicio en Trujillo desde los primeros años del siglo XX. En este eje cronológico que me guía, y que llega  a la mitad de dicho siglo se me ha ocurrido incluir la academia denominada Academia Latino-Francesa  que en 1935 dirigía D. Miguel Abril Blanco: Estaba establecida en el nº 3 de la  C/ Cruces,   y en ella se impartían clases complementarias para alumnos de Bachillerato, especialmente  de Latín y Francés. Se preparaba el ingreso en el Instituto de Segunda Enseñanza y en Escuelas Especiales, y también se daban clases particulares a domicilio.

 

Es en este momento cuando pongo punto final a nuestra exposición en el convencimiento de que ni siquiera hemos logrado esbozar este gran tema.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Con algunas excepciones. Afortunadamente las ideas y pensamiento de ilustres pedagogos están siendo divulgados a través de la Consejería de Educación y de la Fundación “Juan Uña”. La Unión de Bibliófilos Extremeños, en su afán de conocer, estudiar y divulgar el patrimonio bibliográfico extremeño ha incluido en sus publicaciones anuales con motivo de la Feriadel Libro una mirada interesada a este tipo de publicaciones. Por otra parte,  la  Exposición “Extremadura en sus páginas. Del papel a la web”, celebrada en Badajoz en 2005, incluyó en su catálogo  piezas bibliográficas  de enorme interés.

 

[2] Sobre el Colegio Militar de Trujillo hay publicado algunos trabajos: GUTIÉRREZ MACÍAS, Valeriano: “El Colegio Preparatorio Militar de Trujillo”, Comunicación presentada a los XXII Coloquios Históricos de Extremadura de 1996.

 

[3] El Noticiero, Cáceres, 17-1-1920.

 

[4] Posteriormente se convirtió en una conocida escritora, publicando en las revistas literarias de la región aparecidas a principios de siglo. Es autora de la novela Deseo de amor, publicada en 1911

 

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