Dic 302020
 

Soledad Ucedo Villa

 

José Mª Gabriel y Galán, nació en Frades de la Sierra (Salamanca) el día 28 de junio de 1870, se celebra este año el 150 aniversario de su nacimiento por lo que se dedica la XLIX edición de los Coloquios Históricos de Extremadura a este escritor como poeta extremeño. Falleció el 6 de enero en Guijo de Granadilla (Cáceres). Hijo de campesinos propietarios de sus tierras, pasó su infancia en su pueblo natal y cursó allí los estudios de primaria.

A los 15 años, en octubre de 1885, solicita ingresar como alumno en la Escuela Normal de Salamanca para iniciar sus estudios de Magisterio. Se adjunta solicitud.

 

Cuadro Nº1.

Sr. Director de la Escuela Normal superior de Maestros de esta Provincia.

José María Gabriel Galán natural de Frades con cédula personal de undécima clase número 11.582, que exhibe a V.S. con el debido respeto expone: que desea ingresar como alumno en esa Escuela de su digno cargo, para lo cual acompaña adjuntos los documentos exigidos en la Circular de esa Dirección de 11 de Agosto de 1885.

Por todo lo cual suplico a V.S. se digne señalar día y hora en que haya de sufrir el examen de ingreso preparatorio. Gracia que el exponente no duda alcanzar de V.S. cuya vida guarde Dios m. a.

Salamanca, Octubre 28 de 1885.

José Mª Gabriel Galán

 

 

Fue admitido en dicha escuela y estudió los tres primeros años de Magisterio. El 21 de junio de 1888, tras superar los exámenes oportunos, obtiene el título de Maestro de Primera Enseñanza Superior.

 

Cuadro Nº 2

ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE MAESTROS DE SALAMANCA

Acta de exámenes de reválida para Maestro de primera enseñanza Superior.

 

  1. José Gabriel y Galán natural de Frades de la Sierra provincia de Salamanca que nació el día 28 de Junio de 1870, habiendo hecho constar los estudios que expresa la adjunta hoja, y sufrido en los días veintitrés de Junio de 1888 los ejercicios necesarios para obtener el título de Maestro de primera enseñanza Superior ante los Jueces que suscriben, y en la forma que previene el Reglamento de 15 de Junio de mil ochocientos sesenta y cuatro ha sido calificado con la nota de Sobresaliente en el ejercicio escrito, la de Sobresaliente en el oral, y la definitiva de Sobresaliente para Maestro de primera enseñanza Superior.

 

Salamanca, 21 de Junio de 1888

 

Tras las brillantes calificaciones y con el reciente título de Maestro de primera enseñanza fue destinado a Guijuelo (Salamanca) a tan sólo 20 km de su pueblo, aquí ejerció desde el 1889 hasta el 1892. Los métodos didácticos que utilizó eran los propios de una educación en valores para formar a la persona, motivando tanto a nivel educativo como en conocimientos con su propia poesía, que había comenzado a escribir en sus años de estudio en Salamanca y dedicada en su mayoría a la gente sencilla y a los campesinos que sienten verdaderamente la vida del campo. Como ejemplo incluimos un poema. [3]

 

MI VAQUERILLO

He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta
¡y se quiso quitar-¡pobrecito!
su blusilla y hacerme almohada!
Una noche solemne de junio,
una noche de junio muy clara…
Los valles dormían,
los búhos cantaban,
sonaba un cencerro,
rumiaban las vacas…
y una luna de luz amorosa,
presidiendo la atmósfera diáfana,
inundaba los cielos tranquilos
de dulzuras sedantes y cálidas.
¡Qué noches, qué noches!
¡Qué horas, qué auras!
¡Para hacerse de acero los cuerpos!
¡Para hacerse de oro las almas!
Pero el niño ¡qué solo vivía!
¡Me daba una lástima
recordar que en los campos desiertos
tan solo pasaba
las noches de junio
rutilantes, medrosas, calladas,
y las húmedas noches de octubre,
cuando el aire menea las ramas,
y las noches del turbio febrero,
tan negras, tan bravas,
con lobos y cárabos,
con vientos y aguas!…
¡Recordar que dormido pudieran
pisarlo las vacas,
morderle en los labios
horrendas tarántulas,
matarlo los lobos,
comerlo las águilas!…
¡Vaquerito mío!
¡Cuán amargo era el pan que te daba!
Yo tenía un hijito pequeño
-hijo de mi alma,
que jamás te dejé si tu madre
sobre ti no tendía sus alas!-
y si un hombre duro
le vendiera las cosas tan caras!…
Pero ¿qué van a hablar mis amores,
si el niñito que cuida mis vacas
también tiene padres
con tiernas entrañas?
He pasado con él esta noche,
y en las horas de más honda calma
me habló la conciencia
muy duras palabras…
Y le dije que sí, que era horrible…,
que llorándolo el alma ya estaba.
El niño dormía
cara al cielo con plácida calma;
la luz de la luna
puro beso de madre le daba,
y el beso del padre
se lo puso mi boca en su cara.
Y le dije con voz de cariño
cuando vi clarear la mañana:
-¡Despierta, mi mozo,
que ya viene el alba
y hay que hacer una lumbre muy grande
y un almuerzo muy rico… ¡Levanta!
Tú te quedas luego
guardando las vacas,
y a la noche te vas y las dejas…
¡San Antonio bendito las guarda!…
Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa,
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada… [4]

 

 

No describe José Mª la infraestructura de la escuela, sí algún compañero que también trabajó en ella, ejemplo, Fernández del Campo, decía que era “pobrísima” o Lorenzo Niño afirmaba que era un local falto de luz, pequeñísimo, sin ventilación y con mal pavimento. Por entonces estaban matriculados unos 150 niños con los que tenía que trabajar a diario por un sueldo ochocientas veinticinco pesetas anuales, que pagaba el Ayuntamiento.

Su tarea docente y educadora le ocupaba seis horas diarias y se dedicó con mucho entusiasmo como manifestaron algunos testimonios de sus discípulos que elogiaban a su maestro no sólo en su tarea docente, sino como educador y amigo. Apostaba él por un sistema de enseñanza individualizado, como manifestó en uno de sus exámenes de 2º curso en Salamanca, “…como si no tuviera más que educar e instruir a un solo individuo…” Por entonces este sistema, debido a la ratio en el aula y para evitar el desorden en clase, estaba prohibido y se vio obligado a utilizar un método mixto y aplicaba el individual en las clases particulares que daba a domicilio. Como era costumbre por entonces, el maestro llevaba a sus discípulos a misa los Domingos haciéndose responsables de ellos, tarea que le gustaba porque él era, desde pequeño, muy religioso, pero que no cumplía siempre porque solía pasar muchos fines de semanas en su pueblo, lo realizaba con frecuencia hasta Galán se enteró por Miguel de Unamuno del comentario que hizo en público el cura en misa diciendo que el maestro se ausentaba los domingos, decidió no volver acompañar a los alumnos a misa, ya que no toleraba las imposiciones impertinentes. [5]

Guijuelo homenajea la labor de este Maestro utilizando su nombre para señalar diferentes asociaciones culturales, como por ejemplo la Asociación de Padre y Madres de alumnos y alumnas del colegio de Educación Primaria.

Con tres años de docencia en Guijuelo, siente necesidad de cursar estudios superiores y decide seguir formándose, por lo que se marcha a Madrid para continuar estudios de 4º curso de Magisterio en la escuela Normal Central de la capital cuyo edificio hoy, desde el año 1945, es el Instituto de Bachillerato Lope de Vega. [6]

Fig. Nº 1. Instituto Lope de Vega. Madrid.

La Escuela Normal Central de Madrid, se le conocía también como Escuela Normal Superior, fue una institución estatal creada en 1839, con el objetivo de formar a maestros de escuela ya titulados. Desde su inicio, el funcionamiento de la escuela quedó regido por el reglamento Interino de la Escuela Normal de Instrucción Primaria de 27 de mayo de 1837, firmado por Juan Subercase aprobándose el Reglamento para el régimen y gobierno de la escuela que velaba por la formación de inspectores de primera Enseñanza y de profesores. [7]

En el año 1892, cuando se celebraba el IV centenario del Descubrimiento de América, con la formación recibida en esta Escuela Normal Central, Galán es destinado a Piedrahita, municipio de la provincia de Ávila, para hacerse cargo de la escuela, tomando posesión el 19 de abril del mismo año y con un salario de mil docientas pesetas anuales, lo que le permite disfrutar de un nivel de vida mejor que en Guijuelo. Ejerce aquí una brillante labor pedagógica hasta el año 1898 aplicando los nuevos conocimientos adquiridos en Madrid. Durante este periodo de su vida sólo tenemos conocimientos por las cartas que escribe a sus amigos, firmadas la mayoría con el seudónimo “El Solitario” por su bajo estado de ánimo, triste, melancólico y muy sensible que le caracterizaba. Fue un hombre muy religioso, como hemos dicho anteriormente, ideas que le había inculcado su madre. [8]

En esta localidad enseguida se hizo muy devoto de la patrona la Virgen de la Vega. Lo demuestra un poema que escribió y se lo envío a un amigo, que lleva por título:

 

A Piedrahita

 

Pueblo que a los pies postrado

de la Virgen de la Vega

suspiras enamorado:

¡Tu ruego hasta el cielo llega!

¡Tu amor te será premiado!

 

Pueblo que así sabe orar,

Pueblo que así sabe amar

y así cifra en Dios su anhelo,

es pueblo que ha de alcanzar

las bendiciones del cielo.

 

Tu fe te eleva y te abona.

¡Sigue postrado a las plantas

de tu divina Patrona,

y téjele una corona

de hermosas plegarias santas!

 

Dile que en Ella confías,

pídele virtudes puras,

confiésale cuanto ansías,

cuéntale tus alegrías,

llórale tus amarguras…

 

Dile que tú necesitas

una madre que en tus cuitas

te dé remedio y consuelo

cuando recurras al Cielo

con oraciones benditas.

 

Dile, sí, que de su mano

bajo el poder soberano

te acoges con puro amor,

¡y dile que en ser cristiano

cifras tu gloria mayor!

 

Y díselo al mundo entero

con varonil entereza

y santo orgullo sincero;

porque eso es noble grandeza

de cristiano verdadero.

 

Pueblo que sabe rezar,

nunca al borde del abismo

debe por nada temblar.

¡Pueblo que a Dios sabe honrar,

se sabe honrar a sí mismo!

 

Alza, pues, tus oraciones;

pues mientras ellas ascienden

por las celestes regiones,

otras tantas bendiciones

sobre tus hijos descienden.

 

¡Cuán grande ante Dios pareces

cuando, con tu fe por guía,

alzas al Cielo tus preces!

¡Cómo a los pies de María

Te sublimas y engrandeces!

 

Sigue a las plantas postrado

de la Virgen de la Vega

suspirando enamorado;

¡siempre el buen hijo que ruega,

es por su Madre escuchado!

 

Tú, que la sabes amar,

tú, que la sabes honrar

y en su amor cifras tu anhelo,

¡por Ella habrás de lograr

las bendiciones del Cielo! [9]

 

Se puede decir que fue como un sacerdocio su cargo de maestro, cuyo objetivo primordial era sacar buenos ciudadanos, quería educar el corazón de sus discípulos tanto como la inteligencia, les hablaba de la hermosura y grandeza del alma a la vez que les iniciaba en la ciencia. José Mª admiraba el campo, la naturaleza por lo que con frecuencia paseaba con sus alumnos/as por esos paisajes abulenses contemplando su belleza en los amplios horizontes y comparando, dicha belleza con el interior del ser humano. Así, entre bromas y veras, estudiaba las distintas aficiones y psicología de cada chico y hasta les escribía versos para que se dieran cuenta de sus defectos y se enmendaran, por ejemplo a uno muy charlatán le escribió éste para corregir su locuacidad. A modo de adivinanza.

“Charlatán incorregible

sempiterno e infinito

que su vicio más temible

es no cerrar su piquito

Es el lorito.”

 

 

La facilidad y afición que tenía con la poesía le permitía utilizarla en su labor docente enseñando a sus alumnos/as a conocer desde temprana edad el arte métrico, así participaban escribiendo cantares para la escuela, en álbums, en el reverso de los retratos, etc.

Como educador, Gabriel y Galán encarnaba con su labor los dotes que Don Francisco Giner de los Ríos, pedagogo, quería para el Maestro. Diciendo literalmente:

“Que tenga una educación fundamental capaz de despertar en su alma un sentido profundo, enérgicamente varonil, moral, delicado, piadoso; un amor a todas las grandes cosas, a la religión, a la naturaleza, al bien, al arte; una conciencia transparente de su fin , nutrida por una vocación arraigada; gustos nobles, dignidad de maneras, hábito del mundo, sencillez, sobriedad, tacto y ese espíritu educador, en fin, que remueve como la fe los montes , y que lleva en su seno, quizá cual ningún otro, el porvenir del individuo y de la patria.”[10]

Llega a su vida el amor en 1893, enamorándose de Desideria García Gascón, durante su noviazgo siguió ejerciendo la docencia hasta que decidió contraer matrimonio el 26 de enero de 1898 en Plasencia (Cáceres) lo que le obliga a cambiar completamente su vida dejando la escuela para dedicarse de lleno a las tareas del campo, profundamente apegado a esta vida desde su niñez, como confiesa él mismo en una carta a la condesa Pardo Bazán, “…al cultivo de unas tierras y al cuidado y cariño de mi gente…” administrando la dehesa “El Tejar” Extremadura, propiedad de la familia de su esposa.[11]

Cuando finaliza su estancia en Piedrahita, el Maestro se hace, como recuerdo, una fotografía con la última promoción de los alumnos de su escuela, ya que el poeta quiere dejar como un legado a aquellos niños que tuvo la suerte de educar.

Fig. Nº2. Últimos alumnos/as de J. M. Gabriel y Galán

 

En la parte posterior escribe un poema, que es la última lección de este hombre, y que hoy guardan como un tesoro los descendientes de aquellos niños. El poema autógrafo dice así:

Cuando de Dios el mandato
nos obligue a separarnos
observad este retrato
como un testigo grato
para jamás olvidarnos.
Yo que os estimo y os quiero
con cariño verdadero
jamás os tendré en olvido
pues quedará siempre entero
vuestro recuerdo querido.
Hacedlo también así
y cuando de mí estéis lejos,
sed buenos como hasta aquí,
y no olvidéis mis consejos,

aunque os olvidéis de mí. [12]

 

En Piedrahita, de Gabriel y Galán queda la huella en una calle, que lleva su nombre, y en el viejo caserón que fuera su hogar, las antiguas dependencias del Palacio de los Duques de Alba, y que hoy se llama: La Casa de Gabriel y Galán y sobre todo quedó en la memoria de aquellos que tuvieron la suerte de tener a este poeta por maestro, hoy todos fallecidos, pero cuyo recuerdo queda en sus descendientes y testigo mudo, de todo ello, se levanta el Viejo Torreón del Palacio de los Duques de Alba y frente a él un balcón, ahora cerrado, desde donde el poeta miraba en las tardes de invierno o primavera la Torre del Reloj.

Fig. Nº 3. Torre del reloj frente al palacio

 

En la actualidad, la casa es un museo donde se pueden observar objetos personales del poeta. Una habitación está dedicada a una de sus poesías más conocidas, “El Embargo”, escrita en castúo y de su libro, “Extremeñas”. Es interesante también la cocina montada con utensilios de la época, que guarda, sin lugar a duda, un gran valor etnográfico. [13]

Fig. Nº 4. Casa de Gabriel y Galán en Piedrahita

Tras el matrimonio con Desideria, comienza una nueva etapa de su vida en Extremadura, ya que fija su residencia en Guijo de Granadilla y se dedica a su familia y a las tareas del campo, dando testimonio de su día a día en los poemas que escribe, que con el transcurso del tiempo acumuló numerosos y merecidos premios, el primero y muy significativo fue el certamen literario, en Salamanca, dedicado a los “Juegos Florales” en el que concursó con el poema: “ El ama” inspirado en el amor a su madre, recia mujer de Castilla que le animó en sus principios literarios.

Fig. Nº 5.- Publicación del poeta premiado en el “Imparcial”

Citamos otros premios importantes que recibió el poeta: Zaragoza (1902), Murcia (1903), Lugo (1903) y Sevilla (1903), así como el nombramiento de hijo adoptivo de la localidad de Guijo de Granadilla o el homenaje recibido en Argentina al ser premiada su poesía “Canto al trabajo” . [14]

Fig. Nº6.- Casa de Galán en Guijo de Granadilla

La Casa de Gabriel y Galán en Guijo de Granadilla hoy es un Museo en su honor, legado por los descendientes en 1980, se encuentra abierta al público desde 1985.
Se distribuye en dos plantas donde se pueden ver objetos personales del poeta. También nos encontramos con una habitación dedicada a una de sus poesías más conocidas “El Embargo”, escrita en castúo. Apreciable es la cocina de indudable valor etnográfico.

Fig. Nº 7.- Interior de la casa –museo de Galán en Guijo de Granadilla

 

Dejó su docencia de forma activa, pero sus dotes de maestro los seguía ejerciendo en su vivir diario y ha estado y está presente en las escuelas y colegios de toda la geografía extremeña, sobretodo hubo unos años que junto a Luis Chamizo, sus poemas se recitaban en una semana de primavera que se celebraba en toda la Comunidad Autónoma conocida como “La Semana de Extremadura en la Escuela o Semana de Extremadura en Convivencia”. Fue un movimiento, espontaneo, libre que nació en el 1978 con el inicio de la democracia preautonómica. El objetivo principal era eliminar del mapa la frontera provincial entre Cáceres y Badajoz, dos provincias que vivían de espaldas desde los puntos de vistas administrativo, civil y religioso. Se programaban actividades para la promoción y el fomento de cultura extremeña con un estudio del Estatuto de Autonomía con el fin de conocer mejor la población escolar y ciudadana, todo era posible con la colaboración de asociaciones, instituciones y colectivos públicos y privados. Se celebraba en la escuela, la mayoría rural y muy humilde cuyos edificios se llenaban en estos días de objetos de labranzas, recuerdo de los abuelos; trajes regionales; las paredes se cubrían de cartulinas con la silueta de nuestra región y con banderas tricolores: verde, blanca y negra. [15]

Fig. Nº8. Exposición en la escuela

Fig. Nº 9.- Exposición bandera y traje regional

 

El entusiasmo que ponían los maestros y los alumnos por sentirse extremeños hacía que todos estudiaran, muy motivados, la región autonómica en el aula desde distintos punto de vista: geográfico, los Ríos Tajo y Guadiana; las Sierras de Tentudía o Guadalupe, la exuberante vegetación de Monfragüe y Cornalvo; personajes como Zurbarán, Pizarro,…       Este estudio salía a la calle con exposiciones y actuaciones donde no faltaba la recitación de alguna poesía de Gabriel y Galán y bailes regionales ensalzando el folklore extremeño.

Fig. Nº10.- Alumno recitando un poema de Gabriel y Galán

Este curso 2019/2020, en febrero, conmemorando el aniversario de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Extremadura por las Cortes Generales, el 25 de febrero de 1983, se ha celebrado una nueva edición del “Día de Extremadura en la Escuela” organizados por los CPR de la Comunidad, con el objetivo de recuperar esta tradición que durante tantos años se llevó a cabo en las escuelas de toda la región.

Dicha actividad consistió, a la vez que en una convivencia, en una Feria de muestras donde cada centro aportó su visión sobre Extremadura, a través de la organización de talleres y actuaciones que nos ofrecieron una visión particular sobre nuestra Comunidad Autónoma, así se hizo, como lo manifestó la Delegada de Educación, Susana Fajardo. “Mostraron sus trabajos, realizados por los propios escolares, junto a actividades y propuestas interactivas en las que todos los visitantes disfrutaron de robótica educativa, arte, gastronomía, danza, naturaleza, música, fiestas populares, o conocimiento del entorno natural”.

 

FUENTES Y WEBGRAFÍA

 

[1] Fernando E. Gómez Martín. Gabriel y Galán Maestro- Poeta de Castilla. Pag. 1. Vindicación del poeta a los 100 años de su titulación como Maestro.

[2] Fernando E. Gómez Martín. Gabriel y Galán Maestro- Poeta de Castilla. Pag. 2 Vindicación del poeta a los 100 años de su titulación como Maestro.

[3] Gabriel y Galán. Castellanas. Nuevas Castellanas. Extremeñas. Pag. 1. Colección Austral. Espasa Calpe, S.A.

[4] José María Gabriel y Galán. Obras completas. Pags 307, 308 y 309. Edición Junta de Extremadura.ConsejeríadeCultura.

[5] José Mª Gabriel y Galán Acevedo. José Mª Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo. Pags. 89, 90, 92 y 94. Editora Regional de Extremadura. Junta de Extremadura. Consejería de Cultura.

[6] https://es.wikipedia.org/wiki/josé María Gabriel y Galán

[7] https://es.wikipedia.org/wiki/escuela Normal de Madrid

[8] Mariano de Santiago Cividades. Epistolario de Gabriel y Galán. Pag. 40. Gráfica Excelsior, Campomanes,6. Madrid.

[9] José Mª Gabriel y Galán. Obras Completas. Pp 1033, 1034 y 1035. Ediciones Junta de Extremadura. Consejería de Cultura.

[10] Mariano de Santiago Cividades. Epistolario de Gabriel y Galán. Pag. 41, 42 y 43 Gráfica Excelsior, Campomanes,6. Madrid.

[11] Gabriel y Galán. Castellanas – Nuevas Castellanas- Extremeñas. P.1. Colección Austral Espasa Calpe, S.A.

[12] Mariano de Santiago Cividades. Epistolario de Gabriel y Galán. Pags. 43 y 44 Gráfica Excelsior, Campomanes,6. Madrid.

[13] web

[14] José Mª Gabriel y Galán Acevedo. José Mª Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo. Pag. 247. Editora Regional de Extremadura. Junta de Extremadura. Consejería de Cultura.

[15] http://www.hoy.es/extremadura/semana-extremadura-escuela.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dic 302020
 

 

 Juan Carlos Rodríguez Masa

Universidad de Extremadura

juancarlosrm@unex.es

 

 

  1. Introducción

La bella comarca extremeña de Las Hurdes (o Jurdes, como siempre la han llamado sus moradores), ubicada en el extremo norte de la provincia de Cáceres, ha inspirado infinidad de tópicos desde su “descubrimiento oficial” en el siglo XVI. Durante siglos, aunque de manera más acentuada en los albores del siglo XX, las Jurdes se convirtieron en un exótico escaparate patrio donde los mitos, misterios y leyendas hicieron correr ríos de tinta en la literatura.

La orografía endiablada de la zona, repleta de vertiginosos barrancos y escabrosos valles, propiciaron su aislamiento y “primitivismo” durante siglos. Además, el erróneo conocimiento geográfico de la comarca, cuyo territorio era confundido con el vecino valle de Las Batuecas (formando un todo), contribuyó al invento de una zona geográfica fabulosa, poblada según algunos por una “raza inferior”. Dentro de esta contingencia, muchos de los escritores de finales del siglo XIX, marcados por una idea preconcebida, ofrecieron una visión de Batuecas-Hurdes desfigurada, cuando no fantasmal, fundamentada principalmente en el desconocimiento de su realidad.

En la primera década del siglo XX, el estado general de la comarca jurdana suscitó la fundación en 1903 de la sociedad filantrópica La Esperanza de las Hurdes por el Ilmo. Sr. D. Francisco Jarrín y Moro, canónigo de Salamanca y más tarde Obispo de Plasencia, y otras destacadas personalidades. Esta asociación benéfica nació para redimir a la comarca de la pobreza y promover la “regeneración” de la zona, y su órgano de expresión fue la revista mensual Las Hurdes (1904-1908). Entre los numerosos colaboradores que participaron en la revista se encontraba el poeta Gabriel y Galán. Fue precisamente este poeta el que envió en 1904 una composición de 84 versos, “La jurdana”, en cuyas estrofas describió la precaria situación de los hurdanos, reclamando para ellos dos limosnas: ¡Pan de trigo para el hambre de sus cuerpos! ¡Pan de ideas para el hambre de sus almas! El poema no pasó desapercibido entre las élites intelectuales españolas y sembró una semilla de concienciación sobre el “país hurdano”, que germinó y dio sus frutos gracias a la intensa actividad pastoral del ilustre prelado placentino, Sr. Jarrín.

 

  1. La mitificación de Las Batuecas-Hurdes (mitad del siglo XVI hasta finales del XVII)

El conjunto Batuecas-Hurdes ha formado a lo largo de la historia un todo, un sistema, constituyendo una realidad complementaria hasta, al menos, el siglo XIX. Parece ser que el primer texto, de carácter legal, donde se localiza el topónimo se remonta a una escritura de cesión y deslinde de 8 de enero de 1327[1], documento por el cual la antigua villa de Granada[2] (denominada Granadilla desde la toma de su homónima andaluza) donaba las dehesas de Batuecas y Jurde[3], hasta entonces bajo su jurisdicción, al vecino concejo de La Alberca[4]. Los moradores de este territorio, fuertemente aislado del resto de comarcas, fueron casi desconocidos por el resto del país, desarrollando durante siglos un tipo de cultura de la pobreza, endogámica y peculiar, que les hizo aparecer como seres desconcertantes para sus futuros “descubridores”[5].

Las primeras menciones documentales sobre la zona y sus moradores, de contenido más imaginario que real, fueron producidas durante el siglo XVI, coincidiendo en el tiempo con las exploraciones oceánicas que incorporaron a la Corona castellana nuevos territorios y civilizaciones. En efecto, el “descubrimiento” oficial de Batuecas-Hurdes se situó en estricto paralelo con el descubrimiento, conquista y colonización del continente americano. Las Batuecas nacieron como un “Nuevo Mundo” en Castilla, convirtiendo a estos dos territorios dispares, América y Las Batuecas, en objetos homólogos para la actividad de geógrafos, historiadores, escritores y, por su puesto, Cronistas de Indias.

Según la bibliografía consultada, el primer autor que registró los orígenes de la leyenda del “bárbaro batueco” (que en realidad eran los hurdanos) fue el fraile dominico Diego Durán[6], en su obra Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme (1579), también conocido como Códice Durán. Al analizar algunos pasajes de su Historia, donde el dominico aludió a ciertos conceptos de la cosmovisión mexica, nos encontramos que, este defensor de la pureza religiosa, comparó conceptos y objetos del mundo indígena con los occidentales, a fin de que fueran más cercanos para el lector[7]. En este sentido, el padre Durán en el prólogo a la segunda parte de su Historia, al tratar las posibilidades de evangelización de la población de la Nueva España, comparó al “indio” novohispano con los “toscos” habitantes de Las Batuecas[8].

La composición de Fray Diego Durán se anticipó en varias décadas a la comedia de Lope de Vega, Las Batuecas del Duque de Alba, considerada el punto de partida de la “paradoja” y la fabulación socio-céntrica posterior sobre la comarca[9]. Marcelino Menéndez Pelayo dató la escritura de esta comedia de Lope entre 1604 y 1614[10]. Sin embargo, Morley y Bruerton, a juzgar por la métrica de la obra, la situaron entre 1598 y 1600 (en cualquier caso, nunca después de 1604)[11]. No obstante, la obra fue impresa algunos años después de la muerte de su autor, en 1638. Por todo ello, debemos anotar que es poco probable que Lope haya sido el primero que difundió la leyenda, ni incluso pensamos que haya sido el pionero en relacionar el descubrimiento de Las Batuecas y el de América, aunque probablemente su primacía literaria nos ha producido la ilusión de su prioridad[12]. La brillante imaginación de Lope, guiada y refrenada por unos informantes que conocían la comarca, intervino en los detalles y no en los aspectos esenciales de la “historia” que ya circulaba por los principales centros del país: Madrid y Salamanca[13]. En este sentido, y coincidiendo con la opinión de Menéndez Pelayo, debemos señalar que el comediógrafo seguramente no inventó la leyenda, aunque por la celebridad de sus escritos contribuyó principalmente a difundirla: “…puede decirse que la recogió apenas nacida…”[14].

Lope de Vega no visitó la comarca de Las Hurdes, pero oyó hablar de ella como un “país” primitivo, de vida arcádica[15]. Por ello, el “Fénix de los Ingenios” se inspiró para el argumento de la comedia, ambientada en la reinado de los Reyes Católicos, en la historia de una pareja de enamorados que huyeron del Duque de Alba (Don Juan de Arce y Doña Brianda) y se adentraron en un valle desconocido, Las Batuecas, donde se encontraron con una “tierra mágica” poblada por unas gentes “semihumanas” que hablaban con voces godas, y cuyos antepasados veneraban al demonio: “…y en el riñón de Castilla, encierra aquesta montaña / gente, que en fin descendió / de los fugitivos Godos / quando España se perdió…”[16]. Desde el principio de la obra aparecieron Taurina, “salvaje de cabellos desordenados, vestida con pieles”, y Giroto, “salvaje de cabellos largos, vestido con pieles” [17]. Sin duda, el poeta escenificó un paralelismo material y espiritual entre el descubrimiento del Nuevo Mundo y el descubrimiento de Las Batuecas: “…Que ignorancia? / Nosotros habitamos este valle, / cerrado de estos montes espesísimos, / cuyas sierras empinan sus cabeças / a topetar con las estrellas mismas, / sin que jamás ninguno aya sabido / quién fue el primero que nos dio principio. / En esta lengua habramos, estas choças / nos cubren, estos árboles sustentan, / y la caça que matan nuestros arcos…” [18]. Desde esta perspectiva, frente a la América en proceso de colonización, se alzaron estas Batuecas lopescas todavía vírgenes[19].

El relato teatral, cargado de exageraciones, se desarrolló sobre los dos condicionantes que constituyeron la esencia de la leyenda: aislamiento completo del territorio y salvajismo de sus habitantes, los cuales fueron subrayados por Lope en varias ocasiones. Además, Félix Lope de Vega Carpio, a quien Cervantes calificó como el Monstruo de la Naturaleza, introdujo nuevos elementos en la leyenda: la brujería y los demonios. En efecto, Lope fue el primero en introducir la leyenda del demonio en Las Batuecas, así lo advertimos la siguiente acotación: “…sale un Demonio en forma de Satiro, media máscara hacia la boca, con cuernos hasta la cintura un desnudillo de cuero blanco, y de la cintura á los pies de piel, á la hechura de cabrón, como le pintan…”[20]. Al mismo tiempo, en la acción teatral aparecieron misterios, supersticiones, hechicería, magia negra, y un largo etcétera de fenómenos sobrenaturales, “demostrando” así la naturaleza mágica que definió a la comarca durante varios siglos. Así pues, Las Batuecas se convirtieron en un escenario de la lucha entre las fuerzas del bien (cristianismo) y del mal (demonios e infieles), uniendo la comarca a esa esencia de misterio y de enigma que ha tenido desde entonces.

Indiscutiblemente, Lope de Vega escenificó y difundió la denominada ignominiosamente “leyenda negra” hurdana en los escenarios de toda Castilla, poniendo firmes cimientos a la generación de tópicos (alrededor de Las Hurdes y los hurdanos) que otros autores posteriores se encargaron de divulgar. Por todo ello, el gran Lope de Vega se intituló como el codificador y “padre” de la leyenda mitificadora de la zona, así como el primer “historiador” que definió el rocambolesco aspecto de sus habitantes, haciendo de aquellos barrancos “habitación de salvajes y demonios”.

En el periodo en el que se desarrolló esta peculiar acción teatral apenas existen referencias documentales sobre el tema, aunque sin duda alguna los elementos de la tradición que recogió Lope de Vega procedieron de las noticias y leyendas que circulaban por las posesiones ducales en la Alta Extremadura durante su estancia, como gentilhombre de cámara, en el palacio castillo de los Duques de Alba en Alba de Tormes (Salamanca), donde vivió entre 1592 y 1595[21]. Durante el transcurso de esta visita realizó un viaje, en una fecha imprecisa, por las posesiones ducales en la Alta Extremadura, en el que procuró un encuentro con el Valle y con las leyendas (de tintes paradisíacos) que enriquecían su geografía desconocida[22].

Las noticias y detalles suministrados por la Orden de Carmelitas Descalzos, instalados desde finales del quinientos en el “Desierto” de San José del Monte Batuecas, también debieron ser utilizados por el comediógrafo[23]. Sobre los descalzos hemos consultado el Memorial de la Provincia de San Gabriel, de la Orden de los Frayles Menores de la Obseruancia publicado por Fray Juan Bautista Moles[24] en 1592 (anterior o, cuanto menos, coetáneo de Las Batuecas de Lope). El padre Moles señaló que San Francisco, al volver de Compostela, se adentró en el límite de Salamanca y Cáceres, y desde allí apuntó que, desde tiempos antiguos, era frecuente que tanto los frailes como los pastores de la zona avistaran: “…muchas vezes de noche mucha claridad, y resplandores…”[25]. Del mismo modo, en la Crónica de la Reforma de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen (impresa en 1683, casi un siglo más tarde de haberse producido los acontecimientos), fray José de Santa Teresa se hacía eco de los rumores que ubicaban fantasmas y demonios en el valle de Las Batuecas.

Efectivamente, el cronista, historiador y teólogo carmelita Fray José de Santa Teresa refirió cómo el padre provincial de la orden en Castilla la Vieja, Fray Tomás de Jesús, encomendó en 1597 al padre carmelita descalzo Fray Alonso de la Madre de Dios, natural de Las Brozas, la tarea de encontrar un enclave adecuado para la fundación de un convento de desierto en el Valle de Las Batuecas. Fray Alonso, alentado por las noticias que le dieron, accedió a los escarpados montes batuecos y realizó una minuciosa descripción de cómo se llevó a cabo la elección del Valle: “…en los Pueblos mas distantes corría fama, q en tiempos passados avia sido aquel sitio habitacion de salvajes, y gente no conocida en muchos siglos, oída, ni vista de nadie, de lengua, y usos diferentes (…) que veneravan al demonio, que andavan desnudos, que pensavan ser solos en el mûdo, porq nunca avían salido de aquellos claustros…”[26].

Los testimonios escritos nos aseguran que Lope de Vega no tuvo la prioridad absoluta en el conocimiento del mito hurdano, pues, con anterioridad a la edición de la comedia, hubo diversos autores que hicieron alusión al hallazgo de las Jurdes y al tópico de la ascendencia goda de los batuecos. Uno de ellos fue el padre Gabriel Quiroga de San Antonio[27], quien en su libro, Breve y verdadera relación de los successos del Reyno de Camboxa (1604), señaló que las “Majadas[28] de Jurdes” fueron descubiertas por un cazador del duque de Alba[29]. Así pues, Las Hurdes-Batuecas aparecieron como tierra de caza en esta versión impresa de la leyenda[30]. Tras el dominico Gabriel Quiroga fueron varios los autores que trataron de este extraordinario hallazgo, siendo sustituido en sus relatos las “Majadas de Jurde” por Las Batuecas[31].

Un testimonio relevante, sobre todo porque amplió con datos inéditos la escueta referencia de Quiroga, fue el del teólogo Basilio Ponce de León[32], quien en 1611 confirmó la misma idea[33]: antiguos españoles que huyendo de la invasión musulmana se escondieron en el valle de Las Batuecas, donde estuvieron escondidos cerca de ochocientos años, engendrando ininterrumpidamente prole tras prole, hasta que los descubrió el Duque de Alba que practicaba en él la caza: “…eran ya tan bárbaros y tan olvidados estaban de su origen, que casi no les quedaba huella alguna de cristianos…”[34].

Otro autor que mencionó los míticos valles batuecos fue el sacerdote jesuita Juan Eusebio Nieremberg, en su obra Curiosa filosofía (publicada por primera vez en 1629). El erudito Padre Nieremberg recogió la versión mitológica de las Batuecas como “Paraíso Terrenal”, cuyos moradores vivían como “bestias sin religión”: “…en medio de España se nos han encubierto por inmemoriales años unos valles que llamamos aora las Batuecas, sin saber nosotros dellos, ni los que estavan alli de nosotros, criandose en aquel espacio breve como bestias sin religion, sin noticia de mas mundo: pues si en la frequencia del mundo, y sin extraordinaria providencia del cielo se nos ocultò aquella tierra hasta estos dias, que mucho, si el Paraiso se nos escondiese por singular consejo de Dios, y ministerio de los Angeles…”[35].

También, el catedrático de hebreo y griego de la Universidad de Alcalá, Alfonso Sánchez, divulgó el mito del salvajismo en Las Batuecas en su obra magna De Rebus Hispaniae Anacephalaeosis (1634). Este erudito salmantino, a la sazón buen amigo de Lope de Vega, se ocupó de Las Batuecas en el capítulo V del séptimo libro, titulado De Batuecis, donde se aventuró a decir que los “batuecos” hablaban un idioma desconocido[36] compuesto con algunos términos semejantes a los godos[37]. Para este “magister” salmantino, Las Batuecas eran una región misteriosa y escondida, oculta en el confín de Castilla con Extremadura, entre montañas y abismos ajenos a la decantada planicie castellana[38]. Del mismo modo, Alfonso Sánchez criticó lo que consideraba una paradoja: el descubrimiento de nuevos mundos exteriores mientras se ignoraban los propios. La obra de este erudito historiador, tenida por histórica tras su traducción al latín (“La Lengua de las Cosas Verdaderas”), gozó de cierta recepción entre los doctos, refrendando y concediendo carta de naturaleza histórica a la leyenda elaborada por Lope.

Casi medio siglo después de la publicación de la comedia de Lope de Vega, y siguiendo el planteamiento temático de éste, apareció la obra teatral El Nuevo Mundo en Castilla (1671) de Juan de Matos Fragoso, dramaturgo y poeta español de origen portugués. Esta comedia teatral también se situó en la época de los Reyes Católicos, cuya acción se gestó entorno a la peripecia amorosa de dos criados del Duque -don Juan Almendrares y doña Isabel de Avendaño- que huyeron de Alba, ante el deseo manifestado por el Duque de que Isabel se casara con otro personaje de la Casa Ducal[39]. Evidentemente, más que una creación nueva, el fondo argumental de esta comedia fue una refundición del texto de Lope, del que copió, con ligeras variaciones, versos y estrofas enteros. Aunque, probablemente concedió una mayor presencia al personaje del demonio[40]. Así, mediante esta producción dramática de enredo, Matos Fragoso redifundió la leyenda mitificadora de Las Batuecas en la Corte madrileña[41].

  1. La desmitificación de Las Batuecas-Hurdes (finales del XVII y XVIII)

Durante el siglo XVII se tramó en torno a Las Batuecas-Hurdes una fábula literaria que, partiendo de Las Batuecas del Duque de Alba, terminó proyectando sobre la comarca una imagen falseada de la realidad. Por ello, en paralelo a las hipótesis literarias mantenidas por Lope de Vega o Matos Fragoso se originó otro tipo de discurso que negó las fantasías, fabulaciones y falacias sobre este famoso Valle. En este sentido, el bachiller Tomás González de Manuel, presbítero y vecino de la Alberca, en su Verdadera relación y manifiesto apologético, de la antigüedad de Las Batuecas, y su descubrimiento (1693), arremetió indignado contra todos los que habían creado y divulgado la leyenda del salvajismo en Las Batuecas. Igualmente, pretendió deportar las patrañas sobre los batuecos como gente ignorante e ignorada, enjuiciando la historia de Alfonso Sánchez[42].

Del mismo modo, el Padre Feijoo[43] se propuso desterrar las fabulaciones sobre las Batuecas con “Fábula de las Batuecas y países imaginarios” (1730) en el tomo IV (discurso décimo) de su Teatro crítico universal, dando paso a un acercamiento historiográfico del tema[44]. Así pues, Feijoo desmontó la quimérica constitución del mito de las Batuecas y censuró todas las invenciones de la ficción supersticiosa[45] y, además, los errores de conocimiento, abundantemente distribuidos por una literatura de divulgación[46].

Lejos de las fábulas de Feijoo, en la segunda mitad del siglo XVIII se dieron los primeros pasos para deshacer toda una serie de planteamientos geográficos equivocados e incertidumbres sobre la historia y condiciones de vida de la comarca hurdana, por lo que avanzó a marchas forzadas la desmitificación de la región. Con esta pretensión encontramos a Antonio Ponz[47], quien recogió en el tomo séptimo de su Viage de España (1772-1794) las impresiones de sus jornadas por Las Batuecas y Las “Jurdes”. Efectivamente, el “abate Ponz” describió su patrimonio monumental y dio noticias sobre la vida, costumbres, monumentos y recursos de las distintas localidades visitadas, asentando así los límites entre lo mitológico y el marco geográfico e histórico del territorio[48].

A finales de la centuria del setecientos, Eugenio Larruga Boneta[49], en su colosal obra Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España (1795), fue el primero en definir de un modo más objetivo la región y establecer los límites exactos de su territorio, contribuyendo a deshacer el tradicional equívoco que confundía el desierto de las Batuecas con Las Hurdes[50]. En realidad, este ilustrado polifacético aragonés recabó los factores físicos, políticos y fiscales de la población hurdana, y éstos quedaron reflejados en la reseña que hizo de este territorio[51]. Además, E. Larruga denunció las condiciones de vida de los hurdanos (ya no “batuecos”) a través de un discurso progresista y comprometido en la propuesta de reformas, que no volverá a ser retomado hasta finales de la centuria siguiente[52].

Probablemente, E. Larruga fue el primer historiador que estableció una clara distinción entre Las Hurdes y Las Batuecas, cerrando de alguna manera toda una serie de planteamientos geográficos equivocados. No obstante, después de la aportación de E. Larruga tuvieron vigencia multitud de errores estrictamente geográficos sobre el lugar[53]. Así, el geógrafo erudito de Carlos III, Tomás López[54], fue uno de los autores que contribuyó con sus mapas a mantener el confusionismo geográfico sobre el conjunto Batuecas-Hurdes, ya que tanto en su Mapa de la Provincia de Estremadura (1766) como en otro más detallado sobre esta zona, Mapa de la Provincia de Extremadura: que contiene los partidos de Badajoz, Alcántara, Cáceres, Llerena, Mérida, Plasencia, Truxillo y Villanueva de la Serena (1798), López denominó “Tierra de las Batuecas” a un amplio territorio que comprendía la comarca de Las Hurdes, el valle de Las Batuecas, la villa de La Alberca y otras localidades de la actual comarca de Sierra de Francia[55].

En definitiva, el Siglo de las Luces se clausuró con visiones contrapuestas sobre el conjunto Batuecas-Hurdes, y buena prueba de ello fue la reedición de la “Verdadera relacion y manifiesto apologetico de la antiguedad de las Batuecas y su descubrimiento” (1797) de Tomás González de Manuel, cuyo propósito evidente (a priori) no podía ser otro que el de atacar de nuevo las leyendas e inexactitudes que corrían sobre Las Batuecas. No obstante fue sintomático que en esta edición se antepusiera una extensa composición poética (Epístola a Deliso), de mano anónima (F.D.V.), que relanzó de nuevo la imagen mítica de la comarca[56]: “…Allí en pajizas reducidas casas / De tosca firme piedra, sin cultura, / De indocto campesino por la mano / Con regla no aprendida, bien formadas / Verás reliquias sin igual dichosas / De la dorada edad, que la avaricia / Y el guerrero Nembrot abandonaron. / Entre empinados escabrosos montes / Se ocultan las sencillas Alquerías…”[57].

  1. La nueva dimensión del mito de Las Batuecas-Hurdes (siglo XIX)

En la bisagra entre los siglos XVIII y XIX encontramos una nueva dimensión del espacio Batuecas-Hurdes, pues el lugar sirvió de destierro político para toda una serie de aristócratas revolucionarios y sacerdotes liberarles, así como para toda clase de enemigos de los monarcas Carlos IV y Fernando VII[58]. Sin duda, durante el final de la Década Ominosa, o segunda restauración del absolutismo, el tópico de Las Batuecas como lugar de destierro intelectual terminó por alcanzar la prensa madrileña, concretamente la revista satírica El Pobrecito Hablador (agosto de 1832 a marzo de 1833), publicada por Mariano José de Larra[59], con el seudónimo de Pérez de Munguía. Larra, en su Carta a Andrés escrita desde las Batuecas por el Pobrecito Hablador (1823), se burló de la caracterización extranjera de los españoles adoptando el batuequismo como característica nacional, apareciendo comentarios irónicos sobre la situación del “país hurdano”[60]. En efecto, Larra jugó con la estructura del mito y cautivó a la sociedad romántica de comienzos del XIX, caracterizada por una vuelta a lo antiguo, al despojamiento, al gusto por un estilo más “rústico” [61].

Indistintamente, la disciplina geográfica estaba dando los primeros pasos para definir de modo objetivo el lugar. En este sentido, el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826-1829), dirigido por el ilustrado Sebastián Miñano[62], contribuyó de manera destacada a delimitar el perímetro del territorio hurdano. Además, el trabajo de Miñano constituyó una aportación de gran interés en la historiografía hurdanófila, ya que arremetió con rotundidad contra la literatura sobre el tema, calificando el descubrimiento de la comarca de meras fábulas inventadas[63].

Sin lugar a dudas, el desconocimiento histórico de la comarca, junto al confusionismo geográfico, favoreció la construcción de un “nuevo” relato novelado, de contenido más imaginario que real, sobre un territorio convertido ahora en lugar de destierro y castigo. Este tipo de relato sirvió para abultar el tópico y la leyenda negra que otros autores se encargaron de divulgar. Una leyenda que lejos de ser enterrada alcanzó un amplio eco social en el siglo XIX[64].

Pero no fueron exclusivamente dramaturgos y poetas quienes en pleno siglo XIX se encargaron de reconstruir y popularizar nuevamente el mito de Batuecas-Hurdes[65]. En este sentido, la responsabilidad del geógrafo Pascual Madoz en esta nueva popularización del mito fue decisiva, puesto que este político español publicó con gran éxito su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar (1845 y 1850) en 15 volúmenes, en cuyos tomos IX y X mencionó la comarca de Las Hurdes[66] con todo lujo de inexactitudes e incluso difamaciones denigrantes para las gentes a las que posiblemente nunca conoció “…está habitado el país por una raza degenerada e indolente…”[67]. Al parecer, este ilustre geógrafo nunca visitó Las Hurdes, y lo que plasmó fueron las líneas de unas cartas que le envió el sacerdote don Vicente Montero, que estuvo por los años 40 del siglo XIX como párroco de la localidad hurdana de Pinofranqueado y sus anejos[68]. Sin duda, “el Madoz” se impuso y abrió el camino para nuevas interpretaciones mitológicas de la comarca, de sus habitantes y de su historia, potenciando de manera decisiva la difusión de la antigua fábula.

La estela de Pascual Madoz fue seguida por grandes científicos “al pie de la letra”. Efectivamente, el periodista, historiador y polígrafo español Juan Pérez de Guzmán y Gallo[69] nombró la comarca de Las Hurdes en su Crónica de la provincia de Cáceres (1870), incluida en la obra histórica titulada Crónica General de España, refiriéndose a ellas como un país casi desconocido en el resto de la nación, poblado por mujeres y hombres “adustos y selváticos”[70]. Esta visión deformada, cuando no fantasmagórica, que ofrecieron de las Hurdes los escritores hasta finales del siglo XIX, se fundó, ordinariamente, en el desconocimiento de su realidad, en el clisé formado por leyendas que sobre ellas corrían y en su asimilación y reproducción mecánica[71].

Al mismo tiempo, poco favor le hizo a la región las fabulaciones de Romualdo Martín Santibáñez[72]sobre la supuesta tradición judía de la comarca en su libelo literario Historia de la Santa Cruz del Casar de Palomero (1870)[73]. Este notario de la villa jurdana de Casar de Palomero integró la fábula de los “judíos hurdanos” en la leyenda del conjunto Batuecas-Hurdes[74]. En un nuevo alarde de fantasía, el ilustre escritor pinense en su opúsculo titulado “Un mundo desconocido en la provincia de Extremadura: Las Hurdes” (1876), publicado en la Revista quincenal La Defensa de la Sociedad, vinculó el asentamiento de las comunidades judías en la comarca de Las Hurdes con los judíos deportados de Jerusalén por el emperador Vespasiano a Mérida, los cuales se refugiaron en la comarca tras el edicto expulsorio de 1492[75].

En efecto, Martín Santibáñez convirtió a los judíos en los primeros pobladores del Desierto hurdano, contaminando la mitología negra hurdana con difusas consideraciones literarias pseudojudías, ignoradas hasta ese momento por la historia y leyenda hurdana[76]. Desde una perspectiva histórica, carece de fundamento pues no disponemos de documentos que avalen, aunque ciertamente muchos de los judíos fueron a Portugal, pero no existen pruebas evidentes de que algunos de ellos se quedaran en Las Hurdes. Por ello, esta visión mitológica de Las Hurdes como refugio aforado de judíos es un dato insostenible a la luz de la metodología histórica, porque probablemente los judíos exiliados de Extremadura se encaminaron hacia Portugal a través de los puntos fronterizos establecidos por los monarcas en la raya española-portuguesa[77]. En el regionalismo romántico de Romualdo Martín no existieron fronteras perceptibles entre historia y literatura. Así, este escribano casareño dejó sentados unos orígenes infundados, y, a partir de él, numerosos escritores repetirán hasta la saciedad los mismos argumentos[78].

Como contrapunto a lo expuesto anteriormente, debemos señalar que Martín Santibáñez llevó a cabo un trabajo netamente hurdanófilo y fue uno de los primeros (si no el primero) en culpar de la pobreza de la comarca a la desidia de la Administración: “…La salud pública está en igual abandono… Donde no hay que comer, ni que vestir, ¿Cómo no han de reinar las más terribles enfermedades? ¡Pobres hurdanos! Vuestra pobreza, vuestra triste posición, vuestro nombre… ¡qué poco eco hacen en ninguna parte, por más que escupáis con vuestra presencia a la cara de la caridad cristiana y de todos los españoles! …”. [79]. En este sentido, este intelectual hurdano expuso la necesidad de articular una política religiosa que, con la ayuda de la instauración de escuelas y caminos, se pusiese al servicio de la regeneración comarcal[80]. Además, en su compendio historiográfico ofreció una visión del territorio hurdano más realista de la que se había dado hasta entonces y, por ello, sus descripciones sirvieron como fuente bibliográfica para otros conocidos hurdanófilos: “…por la exactitud y riqueza de sus datos y la verdad de sus descripciones, que anulan todas las fábulas difundidas hasta ahora sobre Las Hurdes…”[81].

Tampoco faltaron los ejemplos finiseculares de grandes científicos internacionales que siguieron avalando una interpretación mitológica de la comarca y su historia, como el eminente geógrafo francés Élisée Reclus[82]. Este destacado teórico y militante del anarquismo, en su obra Nouvelle Géographie Universelle (1876), se refirió a los pobladores de Las Batuecas como una tribu de “salvajes”[83]. En términos parecidos a Élisée Reclus se expresaron otras autoridades científicas nacionales del momento, entre ellas, el Doctor Pedro González de Velasco[84], fundador y director del Museo Etnográfico de Madrid. Este ilustre adalid de las ciencias médicas presentó una Nota acerca del estado de Las Hurdes (1880) en la Sociedad de Antropología y Etnografía, mediante la cual, el Doctor Velasco continuó propagando las muchas fábulas y calumnias sobre las Hurdes y sus moradores, anotando textualmente: “…entre nosotros, en nuestra propia casa, tenemos también desheredados para quienes a aún no han sonado la hora de la benéfica nueva. Parecerá paradoja decir que entre dos provincias como las de Salamanca y Cáceres existan Las Hurdes, y que sus habitantes representen al desnudo al hombre primitivo. ¡¡Al lado de Salamanca, Las Hurdes!! Sí, señores; allí cerca se hallan Las Hurdes, y sus moradores huyen de los que se les acercan, y los hurdanos viven en zahúrdas que degradan al hombre en cuya frente brilla el sol de la inteligencia (…). Pues nosotros, que tanto lamentamos la barbarie de ciertos remotos países, tenemos ante nosotros una región á cuyas covachas no han llegado ni las artes ni las industria…”. [85].

La prensa de la época también acogió otros relatos que fabulaban con este territorio olvidado. En esta línea encontramos, por ejemplo, el artículo Tribus primitivas (dividido en tres capítulos: 1º Geografía, 2º Etnografía y 3º Aventura de un caballero en la Hurdes), incluido en El Tiempo. Periódico Universal de Política (5 de agosto de 1882). La narración, firmada con las iniciales C.S.A., posiblemente correspondientes al escritor y periodista Carlos Soler Arques. El artículo instituyó un temprano antecedente de la ficción ensayística, puesto que habló de una comarca (Las Hurdes) habitada por verdaderas “tribus primitivas”[86].

El primero de julio de 1890, el cronista de Extremadura, Vicente Barrantes[87], pronunció ante los miembros de la Sociedad Geográfica de Madrid una conferencia titulada Las Jurdes y sus Leyendas (1891) en respuesta a la Nota del Dr. Velasco. El “explorador extremeño”, bibliófilo y diputado a Cortes pretendió con su discurso demoler los errores, convertidos en tópicos, arrastrados durante siglos y recogidos por el Doctor González de Velasco[88]. Barrantes repitió lo que con anterioridad dijeron otros autores y se apoyó, también, en la información que le facilitó Francisco Pizarro y Capilla, maestro de Casar de Palomero e Inspector Provincial de Educación en la zona[89]. En efecto, Barrantes contribuyó a desmitificar los desatinos y las fabulaciones con las que autores precedentes e incluso coetáneos pintaban a los hurdanos como salvajes criaturas, afirmando que el estado de las Hurdes se debía a la opresión históricamente ejercida por el municipio de la Alberca[90]: “…la supresión de los privilegios no fué verosímilmente conocida por los jurdanos, que viven fuera del mundo, y siguieron reinando allí las mismas costumbres tradicionales, y siguió la Alberca siendo señora del territorio ilegalmente…”[91].

El segundo médico que escribió sobre la comarca (después de Dr. Velasco) y, quizás, el primero que franqueó aquellos parajes fue el francés Jean B. Bide​. Este médico, expedicionario y “antropólogo” recabó una valiosa información en los viajes científico-turísticos que realizó a la región, que dio a conocer en dos conferencias leídas ante la misma Sociedad Geográfica a la que se había dirigido Barrantes (Sociedad Geográfica de Madrid), bajo el título “Las Batuecas y Las Jurdes” (1892). El propio Bide anotó que la Nota del Dr. D. Pedro Velasco fue el señuelo que suscitó su interés por la realidad de los hurdanos. Los argumentos que Bide esgrimió, gracias al trabajo de campo realizado “in situ”, fueron diametralmente opuestos a la extensa literatura fabulosa que circulaba sobre los jurdanos. Efectivamente, Bide, que era consciente de que el germen del mito hurdano (salvajismo) se hallaba entre las páginas del diccionario de Madoz, elaboró un discurso legendario para pretender acabar con las “fábulas y patrañas esparcidas sobre las Jurdes y sus pobladores”[92].

Iniciado el siglo XX, en el contexto regeneracionista de mejora de “escuelas y despensas” de Joaquín Costa, un tercer médico, don José González Castro[93], que firmaba sus artículos como Crotóntilo[94], completó la interpretación imagológica del jurdano en su artículo “Las Jurdes” (1901), publicado en la Revista de Extremadura. Este médico rural, que ejerció en pequeñas poblaciones del norte de la provincia de Cáceres (Abadía, Guijo de Santa Bárbara, o Mirabel), perfiló un estudio antropológico del jurdano con caracteres análogos o similares a “razas inferiores” y hasta a animales (sodomía y bestialismo), volviendo al tópico barroco del “bárbaro batueco”[95].

  1. Regeneracionismo y “catolicismo social”, para desvelar el mito de Las Hurdes (primeras décadas del siglo XX): Jarrín y Moro

Durante la primera década del siglo XX surgió en Extremadura, junto al “regeneracionismo” de finales del siglo anterior, una corriente del “catolicismo social” que encontró en Las Hurdes una base elemental para sus argumentos. El principal problema de la comarca era la pobreza, tanto moral como económica[96]. Así, el estado general de Las Hurdes suscitó la creación de una asociación de “jurdanófilos”, cuyos miembros se agruparon el 8 de julio de 1903 alrededor de “La Esperanza de Las Hurdes”, una asociación católica que surgió con el objetivo de aunar esfuerzos para mejorar moral y materialmente a los habitantes de la comarca[97]. El gran impulsor de esta sociedad filantrópica fue el M. I. Canónigo Magistral de la Catedral de Salamanca y luego Obispo de Plasencia, don Francisco Jarrín y Moro[98], quien recorrió Las Hurdes en el otoño de 1902 y de cuya visita surgió la idea de crear una sociedad protectora de la comarca jurdana[99].

Efectivamente, “La Esperanza de Las Hurdes” nació para promover el desarrollo de la zona y luchar por la redención espiritual y material de Las Hurdes. Sus integrantes persiguieron un objetivo común: la “regeneración” del país jurdano[100]. Del acto de constitución de la Sociedad, surgieron 34 socios protectores y 15 numerarios. El 10 de octubre de 1903 se reunió por primera vez la recién creada asociación, presidida por el Obispo de Coria, Monseñor Peris Mencheta, y dirigida por el Sr. Jarrín. El presidente efectivo de aquella primitiva reunión fue Pablo Hernández, párroco del Pinofranqueado, a quien correspondía este cargo por mandato de la propia asociación[101]. Francisco Martín Valencia era el vicepresidente y como vocales actuaron Juan Pérez Martín, que hacía las veces de tesorero, Patricio Segur Pascual, Santiago Pascual, Lucas Marcos y Tomás Gómez. El 24 de octubre de ese mismo año se aprobaron los estatutos de esta asociación benéfica, que se titulaba Sociedad Protectora de los hurdanos[102].

El órgano de expresión de la Sociedad “La Esperanza de Las Hurdes” fue la revista Las Hurdes (1904-1908), de periodicidad mensual, y cuyo primer número apareció el 22 de febrero de 1904[103]. La nueva revista sirvió para sensibilizar a la sociedad sobre la realidad hurdana, dar cuentas de las acciones de esta sociedad benéfica y captar nuevos socios. El fundador de la revista fue el Excmo. Señor don Jacinto de Orellana-Pizarro y Abecia, XI Marqués de la Conquista y Albaida, quien se hizo cargo de los gastos de impresión, dejando para “La Esperanza” las ganancias de las suscripciones. Asimismo, el director de la revista fue don Francisco Jarrín, activamente secundado por su colaborador activo, el joven presbítero Dr. D. José Polo Benito[104] (ordenado presbítero en Salamanca en febrero de 1904)[105], y por una serie de colaboradores que publicaron, durante cerca de cuatro años, interesantes artículos sobre la geografía, la historia y sobre todo las costumbres de Las Hurdes. Dicha publicación se convirtió en un foro de discusión y debate encaminado a plasmar las visiones que cualificados autores tenían sobre el país hurdano. Los artículos solían abordar distintos aspectos de la realidad hurdana, fundamentalmente aquellos de tipo etnológico y antropológico, además de encauzar las críticas hacia la inacción e indolencia institucional y la dejadez administrativa[106].

Entre los numerosos colaboradores que participaron en la revista Las Hurdes se encontraba el poeta José María Gabriel y Galán[107], considerado por la mayoría de autores un hombre de profundas convicciones religiosas y hondas preocupaciones sociales. Sin embargo, algunos críticos, como Arturo Souto o Antonio Merino Vicente[108], con absoluta rotundidad han entendido fuera de toda razón considerar a Galán un escritor social[109]. Sin duda, la vida de Gabriel y Galán cambió radicalmente cuando abandonó su dedicación a la enseñanza, y se trasladó a vivir, tras su boda con Desideria García Gascón en 1898, al pueblo cacereño de Guijo de Granadilla, en donde tomó la dirección y administración de una gran dehesa extremeña denominada “El Tejar”, propiedad del tío de su esposa[110]. En Guijo de Granadilla, el joven poeta debió tener contacto frecuente con los moradores de Las Hurdes y, posiblemente, conoció a través de ellos sus condiciones de vida y la delicada situación de la comarca extremeña. Por ello, en apoyo de esta tierra no dudó en aceptar el cargo de delegado en este municipio de la Sociedad “La Esperanza”, con la finalidad de obtener fondos para salvar el subdesarrollo de Las Hurdes[111].

Mediante carta de 28 de enero de 1904, el Sr. Jarrín solicitó cooperación a Gabriel y Galán para incluirlo como colaborador de la revista Las Hurdes, instándole a preparar una composición para el primer número de la misma. Gabriel y Galán no se negó y envió al canónigo un poema de 84 versos titulado “La Jurdana”. Dicha composición no pudo entrar en el primer número de la revista, pero apareció en el número siguiente, con fecha de 22 de marzo de 1904. Indudablemente, el tríptico poético “La Jurdana” fue el mejor alegato del poeta y su más hermosa petición a favor de los hurdanos, saltando poderosamente a la vista los desgarradores versos de su última estrofa: “…Yo les pido dos limosnas para ellos / a los hijos de mi patria: / ¡Pan de trigo para el hambre de sus cuerpos! / ¡Pan de ideas para el hambre de sus almas![112].

En efecto, aunque fueron muchas las ocasiones en las que Gabriel y Galán se sintió motivado a escribir en extenso sobre Las Hurdes (“El Ama”, “El Embargo”, etc.,), el poema “La Jurdana” fue el más crítico ante el problema social hurdano y en el que mostró más vehemencia al denunciar tan injusta situación. El poema no pasó desapercibido entre las élites intelectuales españolas, desarrollando una campaña de concienciación sobre Las Hurdes y de captación de nuevos socios para “La Esperanza de Las Hurdes” [113]. Así, esta Sociedad benéfica recibió las adhesiones del arzobispo de Burgos, de los obispos de Salamanca, de Zamora y de Badajoz, del duque de Alba, del ministro de Asuntos extranjeros, R. San Pedro, etc., de tal forma que cuando se celebró la primera asamblea general el 1 de agosto de 1904, la sociedad contaba con 181 miembros protectores y 91 miembros ordinarios. En la fecha de esta primera asamblea general, la sociedad tenía un capital de 3.470 pesetas y 90 céntimos[114]. De igual modo, en la asamblea se felicitó, por su activa propaganda, a los delegados don Modesto Batuecas y don Joaquín Gutiérrez, respectivamente médico y cura de Pozuelo, al excelentísimo don Modesto Durán, de Villanueva de la Sierra, a don Leopoldo Periañez, de Torrecilla de los Ángeles, a don Martín Botejara de Villa del Campo y al inolvidable poeta don José María Gabriel y Galán, de Guijo de Granadilla[115].

En septiembre de 1904, ante la anunciada visita del joven soberano Alfonso XIII a Salamanca, don Francisco Jarrín no quiso perder la oportunidad de exponer ante el Rey la situación de Las Hurdes. Para ello, el canónigo organizó y financió a un grupo de hurdanos de Nuñomoral para que actuasen como danzantes ante el monarca. Además, el Sr. Jarrín decidió publicar un número especial de la revista Las Hurdes dedicado al viaje[116]. En esa tirada extraordinaria Gabriel y Galán envió el poema titulado A su M. el Rey, que era un grito de socorro en favor de quienes consideraba los más necesitados, los hurdanos: “…Señor, en las tierras hermanas / de estas tierras castellanas / no viven vida de humanos / nuestros míseros hermanos / de las montañas jurdanas…”[117].

El 1 de octubre al mediodía, los “danzantes” hurdanos lucieron ante el monarca sus habilidades, y cuando Alfonso XIII se dirigió para felicitar al Sr. Jarrín, éste aprovechó el momento para entregarle el número extraordinario de la revista Las Hurdes y pedirle ayuda humanitaria para los habitantes de esta comarca. Además, fue éste el momento en el que Alfonso XIII se comprometió a visitar posteriormente Las Hurdes. Aquella folclórica iniciativa sembró una semilla de concienciación sobre el “país hurdano” que pronto germinó y dio sus frutos gracias a la extraordinaria dedicación del canónigo salmantino y su colaborador, el presbítero don José Polo Benito. Sin duda, ambos personajes encabezaron una serie de intentos para mover la conciencia de organismos y destacadas personalidades ante el problema hurdano.

Además, el joven Rey solicitó todos los números publicados de la revista Las Hurdes y reconoció que su primera noticia sobre la lastimosa situación de la comarca hurdana le llegó gracias a los versos de Gabriel y Galán: “Conozco las Hurdes por una poesía de Galán, que leí no sé cuándo, y que, lo confieso, me impresionó profundamente”. Fue el rey Alfonso XIII quien pronunció estas palabras durante su visita a Salamanca y Gabriel y Galán, quien las registró en una carta a su amigo Mariano, fechada el 30 de octubre de 1904 en Guijo de Granadilla[118].

A partir de este momento, el trabajo de reorganización fue perseguido conjunta y metodológicamente por “La Esperanza”, en la que tuvieron cabida representantes de todos los intereses, o mejor dicho de todas las necesidades que había que satisfacer en la zona[119]. Según su director, el Sr. Jarrín, la verdadera regeneración del territorio hurdano radicaba en “maestros para instruir, pinos que explotar y caminos por donde conducir los productos”[120]. En este sentido, fueron varias las iniciativas adoptadas por esta Sociedad en 1905, como la plantación de pequeños pinares en Pinofranqueado, Caminomorisco y Nuñomoral, así como la edificación de varias escuelas en puntos estratégicos, “cesando con ella la vergüenza nacional que suponía el tener que habilitarse por algunos maestros la sombra de un árbol por aula de enseñanza y su tronco como mesa de escritorio” [121]. En el mismo año también se pusieron en marcha los estudios de campo para la construcción de caminos y puentes que vendrían a mejorar la precaria red de comunicaciones de Las Hurdes. Indistintamente, la voz de la revista Las Hurdes se escuchaba con respeto y entusiasmo y nuevos componentes engrosaron las filas de este “ejercito humanitario”: el conde de Retamoso, don Avelino Ortega, don Escobar Prieto, don Bernaldo de Quirós, don Eloy Bullón y la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País[122].

En un momento clave para la comarca jurdana, don Francisco Jarrín (en ese momento Chantre de la Santa Iglesia Catedral de Salamanca) fue designado el 26 de noviembre de 1906 para la Iglesia y Obispado de Plasencia, vacante por defunción de D. Pedro Casas Souto[123]. Poco tiempo después, el 6 de diciembre del mismo año, el Sr. Jarrín fue promovido a la silla episcopal de Plasencia[124] por Bula de San Pio X[125]. Una vez propuesto para Obispo de la diócesis placentina, fue consagrado el primero de mayo de 1907 e “hizo su entrada” el 15 del mismo mes[126]. Cuando el Ilmo. Sr. D. Francisco Jarrín y Moro tomó posesión de la mitra placentina trajo consigo a su fiel colaborador don José Polo Benito, por entonces nombrado Secretario-canciller del Obispado de Salamanca (1907), canónigo de Salamanca y Examinador sinodal (1908)[127]. Desde entonces, los dos salmantinos formaron un tándem de gran rentabilidad social, en el que el obispo Jarrín aportaba serenidad y mesura propias de su edad madura, y su secretario de cámara y gobierno, Polo Benito, la vehemencia combativa propia de su juventud[128].

Don Francisco Jarrín, durante el desempeño de su ministerio episcopal (1907-1912), desarrolló una intensa actividad pastoral, en la que destacó su interés de promoción, defensa y regeneración de la comarca hurdana, ganándose el sobrenombre de “celosísimo protector de Las Jurdes”[129]. El ilustre prelado placentino no cesó en su labor ingente en favor de la comarca jurdana, realizando toda clase de obras sociales y culturales en favor de los hurdanos[130]. Esta “regeneración” alcanzó una notable expresión en el Congreso Nacional de Hurdanófilos celebrado en Plasencia durante los días 14 y 15 de junio de 1908[131]. El Congreso fue coorganizado por Francisco Jarrín, y su secretario de cámara, José Polo Benito, y contó con el apoyo y la presencia de destacados políticos de la época, como Segismundo Moret[132], que ya por entonces había desempeñado la dirección de varios ministerios y hasta la misma presidencia del Gobierno. Por todo ello, el evento tuvo una gran repercusión en toda España, concluyendo con la adopción de grandes acuerdos novedosos y progresistas para la comarca hurdana[133]. Tras la celebración del simposio, el “problema mediático de Las Jurdes” trascendió su antiguo ámbito “reducido y provincial” y adquirió “una dimensión nacional”[134]. Sin duda, el Congreso fue el detonante que llamó la atención para el interés que posteriormente despertaron Las Hurdes con la visita de Alfonso XIII.

Asimismo, debemos destacar que el Sr. Jarrín fue un obispo eminentemente social, como lo ponen de relieve algunas de sus preocupaciones y de sus obras[135]. Efectivamente, el advenimiento de Francisco Jarrín, “el obispo social de Plasencia”, supuso una renovación de la conciencia obrera y favoreció la aparición de los primeros brotes de Acción Social Católica en la Diócesis de Plasencia. Su labor, junto a la de su secretario de cámara, don José Polo Benito, fructificó en numerosas asociaciones obreras de signo católico (sindicatos, cajas rurales, pósitos, círculos y centros sociales obreros, etc.), repartidas por parroquias salamantinas, cacereñas y pacenses. Efectivamente, la erección de círculos y sindicatos católicos se convirtió en una de las principales metas que se marcó Monseñor Jarrín a su llegada a la diócesis placentina[136].

La inesperada muerte de Francisco Jarrín, mientras realizaba la visita pastoral a la parroquia de Ibahernando (Cáceres) la noche del 3 de noviembre de 1912[137], supuso una gran pérdida para la Diócesis de Plasencia, especialmente para la comarca hurdana, ya que su figura había marcado un antes y un después en la “calumniada” región. Pero algo había cambiado para siempre: la cuestión de Las Hurdes había sido planteada de una manera tan impactante que ya no podría ser olvidada por la opinión pública ni por los que tenían responsabilidades de gobierno[138]. Sin duda, el prelado placentino había sembrado una semilla de esperanza en el pueblo hurdano, cuyo fruto más importante aún tardaría diez años en llegar.

Desgraciadamente el Obispo Jarrín no pudo ser testigo de la visita real que realizó S.M. el Rey Alfonso XIII a la comarca, del 20 al 24 junio de 1922, un acontecimiento fundamental para el futuro de las tierras hurdanas. Así, el monarca cumplió su promesa regia efectuada en 1904 al Sr. Jarrín durante la representación de “danzantes” hurdanos en Salamanca. Como no podía ser de otra manera, el promotor de este viaje real fue don José Polo Benito, quien al parecer se ganó el sobrenombre de “Padre de las Hurdes”. Además de Alfonso XIII, el grupo de expedicionarios incluía al Duque de Miranda, jefe de la Casa Real; Vicente Piniés, ministro de Gobernación; los médicos Gregorio Marañón[139] y Ricardo Varela; el periodista José García Mora, cronista de la marcha; el fotógrafo Campúa, quien la ilustraría; el ingeniero de montes Santiago Pérez Argemí, gran conocedor de las Hurdes; y el ayuda de cámara del soberano, el teniente coronel Obregón.

En definitiva, el viaje de Alfonso XIII supuso para Las Hurdes un verdadero impulso en el bienestar material, social y moral en todos sus ámbitos, comenzando a difuminarse definitivamente la leyenda negra que acompañó a la comarca durante siglos. Por ello, la figura de Francisco Jarrín construyó el cimiento al edificio regenerador hurdano y su legado permitió la redención aclamada por el poeta José María Gabriel y Galán. Asimismo, el patronazgo del prelado placentino, activamente secundado por su secretario Polo Benito, fue recogido con el mismo patrocinio y dirección por el Real Patronato de Las Hurdes (1922-1931), una institución de Beneficencia que asumió las actividades de “La Esperanza de las Hurdes”. Las acciones del Patronato se encargaron de encauzar el urgente desarrollo de la región y la acción sanitaria, comenzando así una nueva etapa de regeneración de la sociedad hurdana en todos sus aspectos y que progresivamente dejó una huella todavía visible hoy en esta extraordinaria comarca cacereña[140].

 

[1] “…La donación de Las Hurdes y Las Batuecas por el Concejo de Granadilla al Concejo de La Alberca, fechada en 8 de enero de la Era de 1327 (año 1291) está inserta en el mismo registro, folios 34 y 36…”. Berrogain, Gabrielle. “Ordenanzas de La Alberca y sus términos Las Hurdes y Las Batuecas”. Anuario de historia del derecho español. Número 7. Ministerio de Justicia. Madrid, 1930. Página 382.

[2] Colunga, Alberto. Santuario de la Peña de Francia. Tercera Edición. Editorial San Esteban. Salamanca, 1990. Página 18.

[3] Matías Marcos, Juan David. “De las Ordenanzas (1515) de la alberca a la Tierra sin pan (1933) de Buñuel: breve historia cultural de la dominación de Las Hurdes”. Tuércele el cuello al cisne: las expresiones de la violencia en la literatura hispánica contemporánea (Siglos XX y XXI). Editorial Renacimiento. Sevilla, 2016. Páginas 165 y 166.

[4] “…Sepan cuantos esta carta vieron como nos. El concejo de Granada, por hacer bien y merced a vos, el concejo del Alberca, damos vos y otorgamos vos por Dehesas estos castañales y estos lugares que aquí estan dichos, y los mojones son estos: Primeramente, como va la carretera del Alberca para Cepeda, y da en en los mojones, entre nos y Miranda, e como partamos por los mojones con Miranda, y va a dar a Francia, y Francia arriba como va hasta el Arroyo de la Alberca y el Arroyo arriba hasta la Aldea (…) comienza en Portielventoso e va todo carrera fasta la Vega de Coria e dende la Azeituna arriba como partimos Ciudad Rodrigo, e donde vierten aguas a la foz de Aceituna, de Riomalo por cima de las cumbres como da en cima de Batuecas (…) Juan Domínguez, notario del Rey en Ronda que ponga su signo; que fue fecha a ocho días de enero de mil trescientos y veinte y siete años …”. Blanco Carrasco, José Pablo. Las Hurdes. Aislamiento, pobreza y redención social (siglos XVI al XX). Universidad de Extremadura. Servicio de Publicaciones. Cáceres, 2008. Páginas 49 y 50.

[5] Pecellín Lancharro, Manuel. “María de las Hurdes, de Luis Antonio de Vega, difusión de la “leyenda negra” hurdana”. Revista de Estudios Extremeños. Tomo XLIX. Número 1. Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 1993. Página 193.

[6] “…Durán, Diego. Sevilla, Corona de Castilla, ca. 1537 – Nueva España, ca. 1588. Según Emiliano Jos, Durán viajó a Nueva España a los 7-8 años de edad y se instaló en Texcoco (Tezcoco). Dávila Padilla (cap. Final de su Historia de la fundación…): “F: D[iego] D[urán] hijo de México, escribió dos libros, uno de historia y otro de antiguallas de los indios mexicanos, la cosa más curiosa que en esta materia se ha visto. Vivió muy enfermo y no le lucieron sus trabajos, aunque parte de ellos están ya impresos en la Philosofía natural y moral, del padre Joseph Acosta (…)”. Durán profesó a los diecinueve años el día 8 de marzo de 1556 en el convento de Santo Domingo ubicado en Texcoco. Fue nombrado presbítero en 1559. A los veintidós años Durán fue nombrado diácono y, en 1561, fue destinado al convento de Oaxaca. Durán fue sacerdote en varios pueblos de indios por la zona sur de la Nueva España, aprovechó tiempo para obtener datos de los indios y de los religiosos sobre el pasado prehispánico y para redactar su Historia. En torno a 1565 se encontraba en la ciudad de México. En 1581 era vicario de Hueyapan (…), en 1587 se encontraba grave en el convento de Santo Domingo según las actas de la Orden. Dávila Padilla señala 1588 como el año de su muerte y el cronista Franco anota el año 1587…”. Denisova, Natalia K. Filosofía de la historia de América: los cronistas de indias en el pensamiento español. Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste. Tecnigraf. Badajoz, 2019. Páginas 259 y 260.

[7] Máynez Vidal, Pilar. “Fray Diego Durán y los trabajos de traducción de un nuevo mundo”. Caravelle. Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien. Número 66. Toulouse, 1996. Página 101.

[8] “…si consideramos que en españa ay otra gente tan rruda y basta como ellos, o poco menos, como es la gente que muchas partes de castilla ay, conviene assaver hacia sayago: las batuecas, y en otros muchos rrincones de provincias: donde son los hombres de juicios estranamente toscos y groseros y sobre todo faltos de doctrina mucho mas que estos naturales: pues a estos cada domingo y fiesta se les enseña la doctrina, y se les pedrica la ley evangelica y a Aquellos acontece no oyr un solo sermon la vida en muchas partes…”. Durán, Diego. Historia de las Indias de Nueva España e islas de la tierra firme. [Manuscrito]. México, 1579. Folio 226r.

[9] Catani, Maurizio y Fernández Gómez, Luciano. Las Hurdes o la fábula de Las Batuecas. Informe final para la Excma. Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, 1987. Página 67.

[10] “…LXXVI. LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALBA. No figura en la primera lista de El Peregrino, y sí en la segunda, lo cual indica que fué escrita entre los años 1604 y 1614; pero la tradición a que se refiere debió de recogerla Lope en Alba de Tormes, donde hizo tan larga residencia en los últimos años del siglo XVI, visitando entonces, según sospechamos por fuertes indicios, una parte de la Extremadura Alta, donde encontró los argumentos de La Serrana de la Vera, de Los Chaves de Villalba y de otras varias comedias. La de Las Batuecas apareció en la Parte 23 (póstuma), impresa en 1638…”. Menéndez y Pelayo, Marcelino. Estudios sobre el teatro de Lope de Vega. Crónicas y leyendas dramáticas de España. Tomo 3. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1949. Páginas 352 y 353.

[11] “…La comedia de Lope es anterior a 1600. Morley y Bruerton la sitúan entre 1598 y 1600…”. Rozas, Juan Manuel. «Las Batuecas del Duque de Alba» de Lope de Vega. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Alicante, 2002. Página 3.

[12] Maurice Legendre. Las Hurdes. Estudio de geografía humana. Enrique Barcia Mendo (Traducción), Paloma Sánchez Miguelez y José Pablo Blanco Carrasco (Edición y estudio), Luciano Fernández Gómez (Coda). Editora Regional de Extremadura. Mérida, 2006. Página 98.

[13] Blanco Carrasco, José Pablo. Opus Cit. Páginas 81 y 82.

[14] Menéndez y Pelayo, Marcelino. Opus Cit. Página 354.

[15] Herrera, Javier. Estudio sobre Las Hurdes de Buñuel (Evidencia fílmica, estética y recepción). Editorial Renacimiento. Sevilla, 2006. Página 164.

[16] De Faria y Sousa, Manuel. Parte veinte y tres de las comedias de Lope Felix de Vega Caripo del abito de San Pedro. María de Quiñones. Madrid, 1638. Página 35.

[17] Encontramos un cierto paralelismo en Las Carantoñas de Acehúche (fiesta declarada de Interés Turístico Nacional que se celebra los días 20 y 21 de enero en la localidad cacereña de Acehúche). Las Carantoñas son hombres que se visten con pieles de animales curtidas y una máscara. Representan las bestias que adoraban a San Sebastián cuando murió asaeteado. Invenciones inverosímiles, seres humanos convertidos, cíclicamente, en bestias imaginarias.

[18] De Faria y Sousa, Manuel. Parte veinte y tres de las comedias de Lope Felix de Vega Caripo del abito de San Pedro. María de Quiñones. Madrid, 1638. Página 25.

[19] Rodríguez de la Flor Adánez, Fernando. “Hurdes/Batuecas: una utopía regresiva”. Alcántara: revista del Seminario de Estudios Cacereños. Número 31-32. Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, 1994. Página 66.

[20] De Faria y Sousa, Manuel. Opus Cit. Página 37.

[21] Pedraza Jiménez, Felipe B. Lope de Vega: Pasiones, obra y fortuna del «monstruo de naturaleza». Edaf. Madrid, 2009. Página 36.

[22] Rodríguez de la Flor Adánez, Fernando. De Las Batuecas a Las Hurdes. Fragmentos para una historia mítica de Extremadura. Editora Regional de Extremadura. Badajoz, 1999. Página 40.

[23] Ibídem. Página 35.

[24] Moles, Juan Bautista. ¿Nápoles (Italia)?, 1542 – Plasencia (Cáceres), XII.1605. Fraile franciscano (OFM), escritor.

[25] Moles, fray Juan Baptista. Memorial de la Provincia de San Gabriel, de la Orden de los frayles Menores de Obseruancia. Pedro Madrigal. Madrid, 1592. Reproducción facsimilar por Publicaciones de Archivo Ibero-Americano, colección Crónicas Franciscanas de España. Editorial Cisneros. Madrid, 1984. Página 91.

[26] Santa Teresa, Giovanni Giuseppe di. Reforma de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen de la primitiva observancia hecha por Santa Teresa de Jesús en la antiquissima Religión fundada por el gran profeta Elías. Tomo Tercero. Libro X. Capítulo XIII. Julián de Paredes. Madrid, 1683. Página 6v.

[27] Fray Gabriel de San Antonio, llamado Gabriel Quiroga de San Antonio en la edición francesa de su obra, (¿Ocaña, c. 1565? – 1608) fue un fraile dominico, historiador de los españoles en Oriente y uno de los primeros en contemplar la antigua ciudad jemer de Angkor.

[28] Majada: lugar donde se recoge de noche el ganado y se albergan los pastores.

[29] “…descubrieróla los Camboxas andando a caça de badas; como se descubrieró en Castilla, en tiempo del Emperador Carlos V las Majadas de Jurde, junto ala peña de Francia (que agora son del Duque de Alva, a quien el Emperador hizo, merced dellas por averlas descubierto un caçador suyo) …”. De San Antonio, Fray Gabriel. Breve y verdadera relación de los successos del Reyno de Camboxa. Al Rey Don Philipe nuestro Señor. Pedro Lasso. Valladolid, 1604.

[30] Catani, Maurizio y Fernández Gómez, Luciano. Opus Cit. Página 68.

[31] Zulaika Hernández, Josu M. “Bascuence en Las Batuecas, un delirio de James Howel”. Sancho el sabio: Revista de cultura e investigación vasca. Número 35. Fundación Sancho el Sabio Fundazioa. Vitoria-Gasteiz, 2012. Página 56.

[32] Ponce de León y Varela, Basilio. Granada, 1570 – Salamanca, 28. VIII.1629. Religioso agustino (OSA), teólogo, catedrático de Prima y canciller de la Universidad de Salamanca, escritor.

[33] “…in media ferme Hispania, nec nimis protenso regno, cum Maurorum lues illa invasit, viginti non amplius milliaribus nostris à Salmantica, nonnullos ex antiquis Hispanis se abdidisse intra locorum planitiem natura munitam rupibus, ac fere inaccessam, quam appellamus Batuecas, & octigentis fermè annis latuisse, illosque nobis nec de fama notos, nos illis ignotos prorsus. Donec Albano Duce illac venatum exercente, ceruumque per eas rupes insequente, ad eam planitiem multis hominibus refertam, antiquum Hispanorum habitum conservantibus, ita iam Barbaris, ut nullum ferè Christianorum vestigium apud illos remanserit, aditus patuerit…”. Ponce de León, Basilio. Basilii Poncii Legionensis Augustiniani…Variarum disputationum ex utraq; theologia scholastica, & expositiva. Pars prima. Salmanticae: apud Antonian Ramirez del Arroyo, viduam. Salamanca, 1611. Página 466.

[34] Solórzano Pereira, Juan de. De Indiarum iure. Liber I. De Inquisitione Indiarum (1629). Ed. y trad. C. Baciero; Ana María Barrero García; Jesús María García Añoveros y José María Soto Rábanos. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 2001. Página 331.

[35] Nieremberg, Juan Eusebio. Curiosa filosofia y tesoro de maravillas de la naturaleza examinadas en varias questiones naturales. Libro Primero. Capítulo XXXV. Imprenta del Reno. Madrid, 1634. Página 30.

[36] Zulaika Hernández, Josu M. Opus Cit. Página 57.

[37] “…Repertum ibi genus hominum nulli mortalium aut cognitum, aut auditum. Linguae nostris nulla notitia (…). Nihil à barbara lingua perceptum, praeter quasdam voces Gotticis temporibus símiles…”. Sánchez, Alfonso. Magistri Alfonsi Sanctii de rebus Hispaniae Anacephalaeosis. Libri Septem. Antonio Duplastre. Compluti, 1634. Página 369.

[38] Domínguez Berrueta, Juan. “Las Jurdes”. Anthropos. Bd.2. H.3. Salzburgo (Austria), 1907. Página 492.

[39] Rodríguez de la Flor Adánez, Fernando. De Las Batuecas a Las Hurdes…Opus Cit. Página 50.

[40] Matías Marcos, Juan David. “Genlis y Hartzenbusch reescriben a Lope o Les Battuécas frente a Las Batuecas (del duque de Alba)”. Revista Cuadernos de Aleph. Número 7. Asociación Aleph. Valencia, 2015. Página 154.

[41] “…Dem. Ya no me pidas, Gerarda / que a tus preguntas acuda / con el gusto, que solia / sin replicarte a ninguna / ni me pida que enternezca / la voluntad, que mas dura / se resiste a quien la adora / y que mi fuego la infunda; / porqué me voy desta tierra / en cuya verde espesura / estuve seiscientos años / con tan próspera fortuna / desde el tiempo que Rodrigo / por una loca hermosura / rindió la mísera España / a la Africana coyunda…”. Matos Fragoso, Juan de. “El Nuevo Mundo en Castilla”. Comedias Nuevas escritas por los mejores ingenios de España. Parte XXXVII. Melchor Cano. Madrid, 1671. Páginas 135 y 136.

[42] “…de rebus Hispania, lib. y. cap. de Batuecis ,fol. 368. que dice lo siguiente : un hombre y una muger de la familia del señor Duque de Alba se habían enamorado, y que por huir de la ira del Duque, no teñiéndose por seguros en España, se habían ido a unas montañas distantes de Salamanca como doce leguas, que por su aspereza no habían sido penetradas de ninguno de sus vecinos, que de ellos; y que subiendo estos tales por aquellos montes, pareciéndoles que habían llegado al cielo, habían descubierto un valle, y en él unos hombres sin culto, ni ornato del cuerpo, y de lenguage no conocido, si es algunos términos semejante d lo de los tiempos de los Godos idólatras, como los indios, aunque habían hallado algunas cruces algo perdida la forma de ellas: y que dando noticia por la tierra de lo que fiabian descubierto, se juntaron algunas gentes, y de la familia dei señor Duque de Alba, con armas , habían penetrado y atravesado por los montes ó sierras , y habían despoblado el tal valle. Estas y otras cosas semejantes dice este autor, que mas parecen ficciones poéticas que otra cosa. Y de esta novedad tan sin fundamento sacó el otro la comedia: y en su opinión será así; pues aunque dice, que Gil González, Cronista del Rey, tiene esto por fabuloso, se atienen mas á lo que otros le han dicho, entre los quales solo trae á Lope de Vega en primer lugar de la poesía…”. González de Manuel, Tomás. Verdadera relación y manifiesto apologético, de la antigüedad de las Batuecas y su descubrimiento. Antonio de Zafra. Madrid, 1693. Páginas 38 y 39.

[43] Fray Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro; Casdemiro, 1676 – Oviedo, 1764. Erudito español. Fue uno de los espíritus más universales de su tiempo, exponente del racionalismo ilustrado.

[44] Rueda, Ana. “La fabulación de las Batuecas en el debate franco-español sobre la España no ilustrada”. eHumanista: Journal of Iberian Studies. Volumen 27. Universidad de California. Estados Unidos, 2014. Página 194.

[45] Rodríguez de la Flor Adánez, Fernando. De Las Batuecas a Las Hurdes…Opus Cit. Página 107.

[46] “…a vista de tantas tan patentes pruebas de ser falso lo que se dice de los habitadores de las Batuecas, ¿quién no admirará, que esta fábula se haya apoderado de toda España? ¿Qué digo yo España? También a las demás Naciones se ha extendido; y apenas hay Geógrafo Extranjero de los modernos, que no dé el hecho por firme (…) ¿Qué cosa tan absurda, como colocar muchos Pueblos en un Valle tan estrecho, que según las noticias seguras que hoy tenemos, apenas da espacio para una muy pequeña población? Sin embargo, con toda aquella amplitud le imaginan todos los que en España están preocupados de la fábula común, atribuyéndole la circunferencia de ocho ó diez leguas, y constituyéndole una pequeña Provincia, compuesta de varios Pueblos que habitaba aquella bárbara y solitaria gente. ¡Oh qué desengaño para tantos crédulos contumaces que están siempre obstinados a favor de tradiciones populares y opiniones comunes!…”. Feijoo y Montenegro. Fr. Benito Jerónimo. “Fábula de las Batuecas y países imaginarios”. Teatro crítico universal o Discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores comunes. Tomo cuarto. Discurso 10. Imprenta de Blas Román. Madrid, 1778. Páginas 270 y 271.

[47] Antonio Ponz Piquer (Bejís, Castellón, 28 de junio de 1725 – Madrid, 4 de diciembre de 1792), conocido en su época como “el abate Ponz”, fue un historiador ilustrado, pintor y viajero español.

[48] “…en pueblos algo mas distantes eran mayores las patrañas, creyendo, que los moradores de Batuecas eran salvages, sin conocimiento de mas mundo que aquel, y que veneraban al demonio. Despachaban por cosa indubitable, que cierta Señora dependiente de la casa de Alba, y un caballero á quien su amor le habla rendido, habiéndose puesto en huida, encontraron este nuevo mundo, y desconocida gente, cuyo lenguage no entendieron, fuera de algunas voces góticas. Todo fueron ficciones creidas en Salamanca, Madrid, y otras partes, y aun se compusieron novelas, y comedias sobre ellas…”. Ponz Piquer, Antonio. Viage de España, en que se da noticia de las cosas mas apreciables, y dignas de saberse que hay en ella. Tomo VII. Joachin Ibarra. Madrid, 1778. Página 184.

[49] Larruga y Boneta, Eugenio (Zaragoza, 15 de noviembre de 1747 – Madrid, 15 de febrero de 1803). Erudito, historiador y bibliógrafo.

[50] “…los mas de estos pueblos gozan de una hermosa y frondosa campiña, y de aguas abundantes y cristalinas. Su terreno es ménos ó mas feraz, según la mayor ó menor inmediación á la sierra, excepto algunos pedazos que hay en ésta poblados de matorrales: tambien hay pastos para ganado cabrio, vacuno y colmenas. Las poblaciones situadas en la llanura tienen mucha tierra de labor de buena calidad, y dehesas para ganado estante y trashumante…”. Larruga Boneta, Eugenio. Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España. Tomo XXXV. Antonio Espinosa. Madrid, 1795. Página 241.

[51] “…no sé puede culpar á aquellos habitantes de desidiosos, aunque todas las circunstancias fisicas y políticas son tan contrarias á su industria: los pocos y miserables frutos que recogen, son efectos de un trabajo increible, pues á veces para plantar un arbolito, tienen que desquajar un pedregal, reducir á polvo las piedras, y echar este polvo en los hoyos para que haga oficio de tierra…”. Ibídem. Página 240.

[52] Sánchez Granjel, Mercedes. Las Hurdes, el país de la leyenda: entre el discurso ilustrado y el viaje de Alfonso XIII. Milenio. Lérida, 2003. Páginas 30 y 31.

[53] Rodríguez de la Flor Adánez, Fernando. De Las Batuecas a Las Hurdes…Opus Cit. Página 124.

[54] Tomás López de Vargas Machuca (Madrid, 1730-ibidem, 1802) fue un geógrafo y cartógrafo español del período ilustrado.

[55] Sánchez Granjel, Mercedes. Opus Cit. Página 31.

[56] Rodríguez de la Flor Adánez, Fernando. De Las Batuecas a Las Hurdes…Opus Cit. Página 126.

[57] González de Manuel, Tomás. Verdadera relacion y manifiesto apologetico de la antiguedad de las Batuecas y su descubrimiento. Segunda Edición. Francisco de Toxar. Salamanca, 1797. Página 8.

[58] “…La lista de desterrados ilustres en Batuecas se abre con el Conde de Macuriges, que estuvo recluido en el Santo Desierto cuatro años en la década de los noventa del siglo XVIII; el canónigo de León y arcediano de Valderas que muere en el Santo Desierto, 1829, tras seis años de reclusión; Luis Pereira de la Guardia, también estuvo allí desterrado; Blas Gregorio de Ostolaza y Ríos, y éste es, quizá, el más conocido de los confinados en Batuecas, Capellán real y deán de la Catedral de Murcia, estuvo en Batuecas por orden de Fernando VII, desde marzo de 1818 a febrero de 1819 y de julio de 1825 a mayo de 1826. Finalmente, también Miguel Cuadrado, capellán de Ciudad Rodrigo, fue recluido en Batuecas, por Real Orden de 1833…”. Rodríguez de la Flor Adánez, Fernando. De Las Batuecas a Las Hurdes…Opus Cit. Páginas 135 y 136.

[59] Mariano José de Larra y Sánchez de Castro (Madrid, 24 de marzo de 1809-Madrid, 13 de febrero de 1837) fue un escritor, periodista y político español y uno de los más importantes exponentes del Romanticismo español. Es considerado, junto con Espronceda, Bécquer y Rosalía de Castro, la más alta cota del Romanticismo literario español.

[60] Rueda, Ana. “La fabulación de las Batuecas en el debate franco-español sobre la España no ilustrada”. eHumanista: Journal of Iberian Studies. Volumen 27. Universidad de California. Estados Unidos, 2014. Página 190.

[61] “…Andrés mío: Yo pobrecito de mí, yo Bachiller, yo batueco, y natural por consiguiente de este inculto país, cuya rusticidad pasa por proverbio de boca en boca, de región en región, yo hablador, y careciendo de toda persona dotada de chispa de razón con quien poder dilucidar y ventilar las cuestiones que a mi embotado entendimiento se le ofrecen y le embarazan, y tú cortesano y discreto! ¡Qué de motivos, querido Andrés, para escribirte! Ahí van, pues, esas mis incultas ideas, tales cuales son, mal o bien compaginadas, y derramándose a borbotones, como agua de cántaro mal tapado. Esa breve dudilla se me ofrece por hoy, y nada más. «¿No se lee en este país porque no se escribe, o no se escribe porque no se lee?» …”. Pérez de Munguía, Juan (seud. de Mariano José de Larra). “Carta a Andrés escrita desde las Batuecas por El Pobrecito Hablador (Articulo enteramente nuestro)”. El Pobrecito Hablador. Revista Satírica de Costumbres. N.º 3 – septiembre de 1832. Imprenta de Repullés. Madrid, 1832. Páginas 3 y 4.

[62] Sebastián de Miñano y Bedoya (Becerril de Campos, provincia de Palencia, 20 de enero de 1779-Bayona, 6 de febrero de 1845) fue un escritor, periodista, geógrafo, historiador y político afrancesado español.

[63] “…todo cuanto se ha referido en varios libretes, y aun en algunos diccionarios geográficos, acerca del descubrimiento de las Batuecas, son meras fábulas inventadas para la diversión de niños y de gente ociosa…”. Miñano y Bedoya, Sebastián. Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal. Tomo II. Imprenta de Pierart-Peralta. Madrid, 1826. Página 21.

[64] Sánchez Granjel, Mercedes. Opus Cit. Página 9.

[65] Rodríguez de la Flor Adánez, Fernando. De Las Batuecas a Las Hurdes…Opus Cit. Página 153.

[66] Iglesias, Anselmo. Las Hurdes, paraíso olvidado: Historia veraz de los pueblos hurdanos. Gráficas Sandoval. Cáceres, 1996. Página 48.

[67] “…habitado el pais por una raza degenerada é indolente, ni aun se conocen los oficios mas necesarios a la vida, su ocupación se reduce á pedir limosna por las provincias inmediatas, lo mismo los hombres que las mugeres y niños; algunos venden el fruto de sus huertos en el part. de Ciudad-Rodrigo, y muchas mugeres se dedican á criar niños espósitos de las cunas de esta c. y la de Plasencia, en lo que cifran su principal fortuna, y es tanto su anhelo por recibir el precio de las lactancias, que hay muger que mantiene 4 ó 5 criaturas ayudada de una cabra, alimentadas todas con la miseria consiguiente en medio de la desnudez, y arrojadas sobre las camas de helécho, sin cariño y sin cuidado maternal; de suerte, que mas son espectros vivos, que perecen luego de hambre y de frío, llegando muy pocos á una juventud siempre débil y enfermiza (…) Sus alimentos son tan escasos como nocivos: en general su alimento ordinario es la patata cocida y compuesta con sebo de cabra, la cual comen sin mas preparativo; después alguna judia, pero siempre con esta grasa, y por último, hojas frutales cocidas, raices y tronchos de yerbas silvestres, castañas, bellotas y alguna berza: apenas se conoce el pan, y el que usan es de centeno ó de los mendrugos que recogen pordioseando; solo cuando están próximos á la muerte se les da pan de trigo.… ”. Madoz e Ibáñez, Pascual. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Tomo IX. La Ilustración. Est. Tipográfico-Literario Universal. Madrid, 1847. Página 362.

[68] Barroso Gutiérrez, Félix. “Indumentaria tradicional en Las Hurdes”. Revista de Folklore. Número 269. Obra Social y Cultural de Caja España. Valladolid, 2003. Página 169.

[69] Pérez de Guzmán y Gallo, Juan. Ronda (Málaga), 25.II.1841 – Madrid, 23.IV.1928. Periodista, historiador y escritor.

[70] “…En el partido judicial de Granadilla hay una comarca conocida con el nombre genérico de Las Hurdes, que comprende cinco concejos ó ayuntamientos con 46 alquerías, distribuidas en lo eclesiástico en siete parroquias (…). De este país casi desconocido en el resto de la nacion, apenas se ha escrito mas que lo que Larruza dice en sus Memorias (1), y una obrita titulada Historia de las Hurdes, por D. Vicente Montero, cura del Pino, que permanece en manuscrito y de la cual se ha tomado la apreciable descripción que el Sr. Madoz ha insertado en su Diccionario (…). En la Historia de las Hurdes del Sr. Montero, de quien Madoz tomó todo un estenso artículo sobre esta comarca se completa el cuadro con el de las costumbres que allí se observan (…). Hombres y mujeres son de baja estatura y de un aspecto asqueroso y repugnante, aumentado con la palidez y miseria que asoma á sus rostros; en cámbio son ágiles trepan por las montañas con la mayor ligereza, y no hay distinción en uno ú otro sexo en cuanto á las ocupaciones necesarias para ganar su subsistencia. Todas estas circunstancias hacen que sean adustos y selváticos…”. Pérez de Guzmán, Juan. “Crónica de la provincia de Cáceres”. Crónica general de España, o sea, historia ilustrada y descriptiva de sus provincias sus poblaciones más importantes de Península y de Ultramar. Editores Rubio, Grilo y Vitturi. Madrid, 1870. Páginas 28 y 29.

[71] Marcos Arévalo, Javier. La construcción de la antropología social extremeña: (cronistas, interrogatorios, viajeros, regionalistas y etnógrafos). Universidad de Extremadura. Cáceres, 1995. Página 502.

[72] Don Romualdo Martín Santibáñez (Pinofranqueado, 1824-Casar de Palomero, 1895).

[73] Pecellín Lancharro, Manuel. Opus Cit. Página 193.

[74] “…los restantes judíos que habitaban en el Casar, con este fracaso, unos se hicieron cristianos y otros principiaron a expatriarse de él; y ya en 1492, cuando los Reyes Católicos decretaron la expulsión de los mismos del dominio español, pocos tuvieron que abandonar sus hogares en el Casar, pues habían quedado reducidos a un numero muy diminuto…”. Martín Santibáñez, Romualdo. Historia de la Santa Cruz del Casar de Palomero. Diputación Provincial de Cáceres. Cáceres, 1988. Página 12. (Edición facsímil de la editada en Plasencia, Imprenta de los Menores de Ramos, en 1870).

[75] Martín Manuel, Marciano. “La judería de Hervás (Cáceres): Historia de una invención”. XLII Coloquios Históricos de Extremadura. Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura. Cáceres, 2013. Página 9.

[76] Martín Manuel, Marciano. “La invención de la tradición: Leyendas apócrifas de los Judíos de Las Hurdes y Las Batuecas”. Revista de estudios extremeños. Volumen 59. Número 2. Diputación de Badajoz. Badajoz, 2003. Página 523.

[77] Ibídem. Página 528.

[78] Barroso Gutiérrez, Félix. “La falsa leyenda de los judíos de Casar de Palomero”. Alminar. Número 48 (octubre 1983). Institución Pedro de Valdivia y Periódico HOY. Badajoz, 1983. Página 13.

[79] Martín Santiváñez, Romualdo. “Un mundo desconocido en la provincia de Extremadura: Las Hurdes”. Edición y estudio: María Jesús Lorenzo Blanco. Fundación Caja Badajoz. Badajoz, 2016. Página 58. (Reedición de la editada por La Defensa de la Sociedad. Tomo 9. Madrid, 1876).

[80] Blanco Carrasco, José Pablo. Opus Cit. Página 104.

[81] Barrantes, Vicente. Aparato bibliográfico para la historia de Extremadura. Tomo II. Establecimiento tipográfico de Pedro Nuñez. Madrid, 1877. Página 297.

[82] Jacques Élisée Reclus, más conocido como Élisée Reclus (Sainte Foy la Grande, Gironda, Francia, 15 de marzo de 1830 – Torhout, Bélgica, 4 de julio de 1905), también conocido como Eliseo Reclus en los países de lengua española, fue un geógrafo francés, miembro anarquista de la Primera Internacional, creador de la Geografía social. Sus innumerables trabajos sobre geografía humana y geografía económica están entre los mejor elaborados en la historia de estas ciencias.

[83] “…C´est précisément dans la province de Salamaque, á soixante kilométres á peine de ce <<foyer>> des études, qu´au milieu de l´âpre vallée des Batuecas, au-dessous des rochers de la Peña de Francia, vivent encore des populations qualifiées de << sauvages >>, et que l´on accuse, évidemment á tort, de ne pas même connaître les saisons. Récemment, diverses légendes se racontaient au sujet e cette peuplade: on prétendait même qu´elle était restée complétement inconnue de ses voisins jusqu´aux âges modernes…”. Reclus, Élisée. Nouvelle Géographie Universelle. Librairie Hachette. Paris, 1876. Página 693.

[84] Pedro González de Velasco (23 de octubre de 1815 en Valseca de Boones, actualmente Valseca, Segovia – 21 de octubre de 1882, Madrid). Fue un famoso médico y antropólogo español. Conocido por ser el fundador en 1875 del Museo Nacional de Antropología que en tiempos fue su vivienda habitual.

[85] González Velasco, Pedro. Las Hurdes. Nota a la Sociedad Española de Antropología y Etnología. Imprenta de Aurelio J. Alaria. Madrid, 1880. Página 4.

[86] “…Es una preocupación creer que solo en la Oceanía, en el centro de África o en las Sabanas de América es donde se hallan hordas incultas y donde tiene aún la civilización que ganar palmos de terreno. Hay, en el partido judicial de La Granadilla -provincia de Cáceres-, una comarca que lleva el nombre genérico de Las Hurdes, casi desconocida en el resto de la Nación y habitada por verdaderas tribus primitivas…”. C. S. A. “Tribus primitivas. Geografía. Etnografía. Aventuras de un caballero en las Jurdes”. El Tiempo. Periódico Universal de Política. Madrid, 5 de agosto de 1882. Página 1.

[87] Vicente Barrantes Moreno (Badajoz, 24 de marzo de 1829-Pozuelo de Alarcón, 17 de octubre de 1898) fue un poeta y bibliófilo español.

[88] “…Por Octubre de 1880, con ocasión de un suceso ocurrido en una Sociedad científica digna de mejor empleo, tuve que apelar á la prensa rectificando errores impropios del tiempo en que vivimos, y para hacer justicia á un modesto historiador de las Jurdes, cuya obra nadie consulta, que sería el mejor medio de conocer teóricamente siquiera aquella inabordable comarca. Fué el caso que el insigne médico D. Pedro González de Velasco, ya difunto, fundador del Museo anatómico que excitando á la Sociedad á estudiarlas y redimirlas de la barbarie. Los que recuerden aquella hoja impresa, que circuló con abundancia y produjo en los periódicos declamaciones no menos abundantes, como era natural, tampoco habrán olvidado la ligereza impropia de un verdadero sabio que padeció el grave doctor, reproduciendo en pleno año 80 del siglo por excelencia crítico é investigador la novela que insertó D. Pascual Madoz en el tomo IX, pág. 301 de su Diccionario Geográfico, cuyo error fundamental consiste en pintar al país como lo pintó en su comedia Lope hace tres siglos, error indisculpable en un libro que podrá tenor poco de literario, pero blasona de geográfico y estadístico desde la misma portada. Pues ¿qué diré de la Nota del doctor antropólogo? No se concibe hecho tan desatinado de hombre tal, que con solo asesorarse de cualquier extremeño medianamente ilustrado, pudo evitar á su buena memoria semejante mancha, y menos se concibe la acogida que encontró aquella Nota en una Sociedad científica…”. Barrantes, Vicente Barrantes. “Las Jurdes y sus leyendas. Conferencia leida en la Sociedad Geográfica de Madrid la noche del 1.º de julio de 1890 (Publicada ahora con una Nota final)”. Establecimiento tipográfico de Fortanet. Madrid, 1893. Páginas 10 y 11.

[89] “…inspira tal lástima el espectáculo terrible de la miseria en toda su desnudez, que el convencimiento y la compasión mueven y arrastran involuntaria e incontrastablemente el ánimo de la investigación ansiando encontrar el germen del mal para extirparlo y arrojar con sus raíces la savia gangrena que alimenta estas calamidades permanentes, cuyo lúgubre atavío nos sonroja y envilece…”. Pizarro y Capilla, Francisco. Informe acerca del estado moral y material de las Hurdes en cuanto se relaciona con la educación e instrucción de sus habitantes y sobre los medios de establecer las escuelas de primera enseñanza. Imprenta de Nicolás María Jiménez. Cáceres, 1880. Páginas 5 y 6. (Lo presentó en la Junta de Instrucción Pública de la provincia de Cáceres, 1879).

[90] Marcos Arévalo, Javier. “Las Hurdes están más arriba”; “Las Hurdes están más abajo” …: Territorio, Grupo Social e Identidad”. Etnicex: revista de estudios etnográficos. Número 8. Asociación Profesional Extremeña de Antropología (APEA). Cáceres, 2006. Página 25.

[91] Barrantes, Vicente Barrantes. “Las Jurdes y sus leyendas. Conferencia leida en la Sociedad Geográfica de Madrid la noche del 1.º de julio de 1890 (Publicada ahora con una Nota final)”. Establecimiento tipográfico de Fortanet. Madrid, 1893. Página 67.

[92] “…Se ha dicho que los Jurdanos constituían una raza degenerada y bastarda, descendiente de los Godos. Podemos afirmar que tal suposición es en un todo gratuita. Sin determinar categóricamente cuál pueda ser su procedencia, desde luego sentamos que no presentan diferencia alguna con los demás habitantes de Extremadura, ni por la conformación de su cráneo, ni por su estructura anatómica. Son hombres como los demás…”. Bide, Jean B. “Las Batuecas y Las Jurdes”. Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid. Librería Gutenberg. Madrid, 1892. Página 73.

[93] José González Castro, alias “Crotontilo” (Fermoselle, Zamora, 1862 – Béjar, Salamanca, 1923), fue un médico, escritor, periodista e inspector de trabajo español.

[94] “…Crotontilo’ era el pseudónimo empleado en sus escritos por el médico salmantino José González Castro, destinado, a la sazón en Mirabel, tras pasar muchos años en Guijo de Santa Bárbara. Destacó como médico higienista, llegando a ser inspector de trabajo. Publicó varios opúsculos sobre la sanidad obrera e industrial: “El trabajo de la mujer en la industria” (1912), “Cartilla higiénica del obrero y su familia” (1917). Fue amigo íntimo del poeta Gabriel y Galán y colaboró en la prensa salmantina y extremeña (‘Revista de Extremadura’, ‘Regional’, etc.). ‘Regional’ dio en su primer número la noticia de que Crotontilo había obtenido el premio Roel de Real Sociedad Española de Higiene, dotado con 500 pesetas, por un trabajo sobre la pubertad. Un premio que consiguió Polo Benito sobre la higiene hurdana…”. Flores del Manzano, Fernando. “Acción Social Católica y asociacionismo agrario en la diócesis de Plasencia: 1903-1931”. Revista de Estudios Extremeños. Tomo LXVIII. Número II. Diputación de Badajoz. Badajoz, 2012. Páginas 790 y 791.

[95] “…el estudio antropológico del jurdano ofrece interés notable, pues da la razón de ser de esa rasa. El jurdano es generalmente pequeño de cuerpo (I), de color oscuro, cabello crespo, barba rala, cabeza pequeña, aplanado de occipucio, diámetro biparietal exagerado, frente inclinada hacia adelante, consecuencia de lo saliente del borde orbitario del frontal, resultando aquella, pequeña y estrecha, orejas grandes con el lóbulo adherido, fisionomía, en fin, inexpresiva y con un sello particular que delata al imbécil. Todos esos caracteres, corresponden á razas inferiores y hasta á animales. Desde el idiota en último grado, cuya vida es puramente vegetativa, hasta el imbécil en sus primeras gradaciones, expresa la menos grave por simple debilidad intelectual, hay muchos estados psicopáticos, que en las Jurdes pueden apreciarse con facilidad. El jurdano en general, solo percibe el mundo exterior y aprecia y se da cuenta de su personalidad. La conciencia solo concibe ideas que engendran la precepción inmediata, con juicios de naturaleza primitiva. El poder de recepción y asimilación de ideas abstractas, es nulo, y de ahí la ausencia de sentido ético, que sirve de freno á impulsos egoístas propios de todo abúlico…”. González Castro, José. (Crotontilo). “Las Jurdes”, Revista de Extremadura. Año III. Número 29. Cáceres, 1901. Página 510.

[96] Blanco Carrasco, José Pablo. Opus Cit. Página 109.

[97] “…El 8 de julio de 1903, convocada por el canónigo Jarrín, tuvo lugar, en la casa parroquial de Cambroncino, una asamblea a la que asistieron los canónigos Jarrín y Polo Benito, el abogado Mancebo, de Salamanca, el diputado provincial don Francisco Durán Martín, una representación oficial de los cinco municipios de Las Hurdes y de los siguientes pueblos vecinos: Pozuelo, Torrecilla de los Ángeles, Casar de Palomero, Rivera Oveja y La Pesga (…). La Esperanza de Las Hurdes quedó constituida de la siguiente manera: Director (por aclamación), don Francisco Jarrín y Moro; presidente de honor, el señor obispo de Coria, don Ramón Peris Mencheta; presidente del Comité directivo, don Pablo Hernández, cura de Pino Franqueado; tesorero, don Juan Pérez, secretario del Ayuntamiento de Pino Franqueado; secretario, don Tomás Gómez; vocales, don Patricio Segur, de Nuñomoral; don Lucas Marcos, de Cabezo; don Santiago Pascual, de Cáceres…”. Maurice Legendre. Opus Cit. Página 597.

[98] Francisco Jarrín y Moro (Salamanca, c. 1843-Ibahernando, 1912) fue un obispo español.

[99] “…se convocó á una reunión bajo la presidencia del Sr. Jarrín que con feliz acogida tuvo lugar en Cambroncino el 8 de Julio del pasado año, y á ella acudieron, representados, el dignísimo Diputado á Cortes por este distrito y decidido é incansable protector de los hurdanos D. Rafael Durán Martín, el excelentísimo Sr. Marqués de Albaida y el Diputado provincial D. Eloy Sánchez de la Rosa, haciéndolo personalmente nuestro diligente y cariñoso Diputado provincial D. Florencio Durán Martín, comisiones de Salamanca, Pozuelo, Torrecilla de los Ángeles, Casar de Palomero, Pesga, Ribera Oveja y de los cinco municipios hurdanos, y con cuya concurrencia se constituyó la Sociedad, nombrado socios fundadores a todos los señores asistentes…”. Gómez, Tomás. Memoria leída en la Junta General que la Sociedad “La Esperanza de las Hurdes” celebró el día 11 de agosto. Imprenta de Calatrava. Salamanca, 1904. Páginas 5 y 6.

[100] Marcos Arévalo, Javier. La construcción de la antropología…Opus Cit. Página 504.

[101] “…Convenidas las bases para formar el Reglamento por que se había de regir la incipiente Sociedad, fué nombrada Junta directiva, en la que se dio representación á los cinto municipios hurdanos, siendo conferida su presidencia al dignísimo é inteligente Párroco de Pinofranqueado, el Ldo. D. Pablo Hernández, cuya actividad y celo en el desempeño de su cargo mercen aplausos, que gustoso consigno, asi como también al gratuito trabajo y decidida cooperación del Tesorero D. Juan Pérez, Secretario de aquel Ayuntamiento…”. Gómez, Tomás. Memoria leída en la Junta General que la sociedad “La Esperanza de las Hurdes” celebró el día 11 de agosto. Imprenta de Calatrava. Salamanca, 1904. Página 6.

[102] Blanco Carrasco, José Pablo. Opus Cit. Páginas 109 y 110.

[103] Las Hurdes. Revista Mensual Ilustrada. Año I. Número 1. Lunes 22 de enero de 1904. Imp. de Calatrava a cargo de L. Rodríguez. Salamanca, 1904.

[104] José Polo Benito (Salamanca, 27 de enero de 1879 – Toledo, 22 de agosto de 1936) fue un clérigo y escritor español, deán de las catedrales de Plasencia y Toledo, presidente y consejero de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Plasencia y promotor del viaje de Alfonso XIII a Las Hurdes en 1922.

[105] Colomina Torner, Jaime. “Sacerdotes Toledanos Académicos”. Toletum: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Número 26. Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Toledo, 2013. Página 48.

[106] Montañés Pereira, Roberto C. “Aproximación a la “Leyenda Negra” de las Hurdes: las visiones de Marañón, Buñuel y Albiñana”. XXXI Coloquios Históricos de Extremadura. Centro de Iniciativas Turísticas de Trujillo. Cáceres, 2003. Página 317.

[107] “…Nacido en Frades de la Sierra (Salamanca) el 28 de junio de 1870, pero fue adoptado como autor extremeño, ya que, tras su enlace matrimonial en 1898 en Plasencia con una joven extremeña, Desideria García Gascón. Dimite de su cargo de maestro y se traslada a vivir a Guijo de Granadilla (Cáceres), donde vivió consagrado a la labranza y a la vida familiar, convirtiéndose en terrateniente. Allí empieza a producir su poesía en lengua extremeña. Este autor combinó tanto el uso del castellano como el del dialecto extremeño en sus obras…”. López Rodríguez, Pedro Manuel. “Regionalismo extremeño y su influencia en los autores extremeños en la literatura de principios del Siglo XX. Una puesta en común”. VIII Jornadas de Historia de Almendralejo y Tierra de Barros. Asociación Histórica de Almendralejo. Almendralejo (Badajoz), 2017. Página 249.

[108] “…Arturo Souto o Antonio Merino Vicente, con absoluta rotundidad han entendido fuera de toda razón considerar a Galán un escritor social. Para uno, Gabriel y Galán no era un poeta natural puesto que tendía a escamotear todo lo miserable, todo lo injusto y sombrío que rodeaba a la vida de los pastores y labriegos; para el segundo, sería osado, parcial o inexacto hablar de Gabriel y Galán como un poeta social…”. Gabriel y Galán, José María. “Gabriel y Galán o la necesidad de ser en la palabra escrita”. Alcántara: revista del Seminario de Estudios Cacereños. Número 63. Diputación Provincial de Cáceres: Institución Cultural El Brocense. Cáceres, 2005. Página 41.

[109] “…Sus reivindicaciones son poco convincentes, ya que no tienen continuidad en su obra, sólo subyacen y aparecen de manera esporádica y circunstancial. Parece una denuncia testimonial, literaria más que real, para la galería y con la intención de quedar bien, no con el firme deseo de que tan preocupante situación socioeconómica y cultural desapareciera…”. Gómez Martín, Fernando E. “José María Gabriel y Galán, poeta del pueblo”. Salamanca: Revista de Estudios. Número 52 (Ejemplar dedicado a: Monográfico Gabriel y Galán: estudios conmemorativos en el centenario de su muerte). Diputación de Salamanca. Salamanca, 2005. Página 68.

[110] “… José María Gabriel y Galán era maestro en Piedrahíta cuando contrae matrimonio con Desideria a finales de enero de 1898 (…), el matrimonio se traslada a Guijo de Granadilla, donde José María –abandonado el magisterio– se ocuparía de la administración de los bienes, fincas y ganado, de Juan Antonio Rivero Galán: se trata de un rico hacendado, pariente suyo, y casado con una tía carnal de su mujer; con este matrimonio había vivido Desideria hasta el día de su boda, por lo que para ella era volver a casa. Guijo de Granadilla está situado muy cerca del río Alagón, un poco aguas abajo de la actual presa del pantano que lleva el nombre del poeta. Gabriel y Galán vive en Guijo, pero ha de moverse también por Zarza y Granadilla, donde están algunas de las fincas, así como por otros pueblos de la zona en los que se ventilan los negocios ganaderos de Juan Antonio: Ahigal, Santibáñez el Bajo, El Bronco, Montehermoso, Coria… Las ferias solían ser visita obligada para cuantos tenían que comprar y vender ganado. Y, por supuesto, Plasencia, la ciudad más próxima, lugar de abastecimiento especializado y de servicios para los pueblos comarcanos. Una comarca ésta –téngase en cuenta– que es la antesala de las Hurdes: la distancia del Guijo a Mohedas y Casar de Palomero es pequeña, no tanto entonces como ahora, bien es cierto, cuando había que hacer el camino a pie o en caballería. Por otra parte, las comunicaciones en las Hurdes no pasaban de unos malos caminos por terreno las más de las veces accidentado. Para andar por las Hurdes en coche faltaban todavía treinta años. Consta que Gabriel y Galán tuvo interés e intención de visitar las Hurdes. Pero las dificultades del viaje, unido a las muchas tareas y compromisos que bien pronto le sobrevinieron al poeta, sobre todo después de obtener la flor natural en los Juegos Florales de Salamanca de 1901, dejaron sin cumplir aquel deseo. Unos juegos florales, por cierto, cuyo jurado preside Unamuno y del que forma parte otro personaje, don Francisco Jarrín…”. Rodríguez Núñez, Teresiano. “Pan y cultura, la limosna exigida de un poeta”. Periódico HOY del jueves, 6 de enero de 2005. Badajoz, 2005. Página 13.

[111] Fernández Daza, Carmen. “Gabriel y Galán o la necesidad de ser en la palabra escrita”. Alcántara. Época IV. Número 63. Diputación de Cáceres. Cáceres, 2005. Página 50.

[112] Gabriel ý Galán, José María. “La Jurdana”. Las Hurdes. Revista Mensual Ilustrada. Año I. Número 2. Martes 22 de marzo de 1904. Imp. de Calatrava a cargo de L. Rodríguez. Salamanca, 1904. Páginas 39 – 41.

[113] Rodríguez Núñez, Teresiano. Opus Cit. Página 14.

[114] Gómez, Tomás. Memoria leída en la Junta General que la Sociedad “La Esperanza de las Hurdes” celebró el día 11 de agosto. Imprenta de Calatrava. Salamanca, 1904. Páginas 9 y 10.

[115] Maurice Legendre. Opus Cit. Páginas 570 y 571.

[116] Fernández Daza, Carmen. Opus Cit. Páginas 50 y 51.

[117] Gabriel ý Galán, José María. “Á S.M. EL REY”. Las Hurdes. Revista Mensual Ilustrada. Año I. Número 8º. Viernes 30 de septiembre de 1904. Imp. de Calatrava a cargo de L. Rodríguez. Salamanca, 1904. Páginas 178-180.

[118] “…Él [rey] pidió todos los números de Las Hurdes anteriores al extraordinario y dijo a los que le presentaron el grupo de jurdanos: “Conozco las Hurdes por una poesía de Galán, que leí no sé cuándo, y que, lo confieso, me impresionó profundamente”. Y basta de jurdanos y de reyes, que son seres unos y otros que no parecen todos hijos de Adán y Eva, porque… ¡qué horrendas desigualdades Dios mío!…”. Gabriel y Galán, José María. Epistolario. Seleccionado y editado por Mariano de Santiago Cividanes. Fernando Fe. Madrid, 1918. Página 233.

[119] Maurice Legendre. Opus Cit. Página 571.

[120] “…Así lo ha entendido el por mil títulos benemérito director de esta Sociedad, Ilustrísimo Sr. D. Francisco Jarrín, al imponerse la pesada carga de sostener tres maestros y construir tres escuelas, Riomalo de Abajo, Fragosa y Riomalo de Arriba, estando sufragando también en este caserío un camino que lo comunique con Castilla…”. Gómez, Tomás. Memoria leída en la Junta General que la Sociedad “La Esperanza de las Hurdes” celebró el día 8 de agosto. Imprenta de Calatrava. Salamanca, 1905. Página 8.

[121] Gómez, Tomás. Memoria leída en la Junta General que la Sociedad “La Esperanza de las Hurdes” celebró el día 21 de julio. Imprenta de Calatrava. Salamanca, 1906. Página 7.

[122] Gómez, Tomás. Memoria leída en la Junta General que la Sociedad “La Esperanza de las Hurdes” celebró el día 21 de julio. Imprenta de Calatrava. Salamanca, 1906. Página 11.

[123] “…S. M. el Rey (Q. D. G.), por decreto fecha 26 del actual, se ha dignado nombrar para la Iglesia y Obispado de Plasencia, vacante por defunción de D. Pedro Casas Souto, á D. Francisco Jarrín y Moro, Chantre de la Santa Iglesia Catedral de Salamanca. Y habiendo sido aceptado este nombramiento, están practicando las informaciones y diligencias necesarias para la presentación á la Santa Sede…”. Ministerio de Gracia y Justicia. Gaceta de Madrid. Número 331. Martes 27 de noviembre de 1906. Madrid, 1906. Página 782.

[124] “…El día 6 de Diciembre del mismo año fue promovido a la Silla episcopal de Plasencia. Dios habrá premiado los méritos del Prelado…”. “El ilustrísimo y reverendísimo señor don Francisco Jarrín y Moro”. Ilustración Católica. La Hormiga de Oro. Año XXIX. Número 46. 16 de noviembre de 1912. Barcelona, 1912. Página 722.

[125] García Lucas, Francisco. Heráldica Episcopal Placentina. Recopilación y descripción de los blasones de los prelados placentinos del 1190 a 2019. Punto Rojo Libros S.L. Sevilla, 2019. Página 136.

[126] “…Nació don Francisco Jarrín en Salamanca el 20 de marzo de 1843, teniendo, por consiguiente, ahora 69 años (…). Propuesto para Obispo de esta diócesis, fue consagrado el 1º de mayo de 1907 e hizo su entrada el 15 del mismo mes. Ha sido, pues, poco más de cinco años Obispo de Plasencia (…). Cuando, la primera vez que ha Obispo vino a Béjar, le dijo el que esto escribe que pensaba fundar el Centro Social hoy aquí existente, acogió la idea con entusiasmo, contribuyendo después a la fundación con un importante donativo y suscribiéndose con una cantidad mensual para el sostenimiento del mismo (…). El día 5 del corriente, fue trasladado el cadáver del Sr. Obispo desde el pueblo de Ibahernando, pasando por Trujillo, á la capital de la diócesis, adonde llegó a las cinco y media de la tarde con números acompañamiento de sacerdotes y seglares en coches y automóviles. El vicario capitular interino, M.I. Sr. D. Jesús M. de Echeverría, el Ilmo. Cabildo y demás clero de la ciudad, el Ayuntamiento en pleno, precedido de maceros, autoridades civiles y militares y gran muchedumbre de fieles, esperaban para dar testimonio de respeto y cariño a los restos del que fue su Prelado. A hombres de sacerdotes y seguido de una numerosísima comitiva, fue conducido el féretro hasta el palacio episcopal, en el que entró a las siete de la noche. El jueves, a las diez de la mañana, después de llevado el cadáver a la catedral, se celebraron en esta muy solemnes funerales, en lo que ofició de Pontifical el señor Obispo de Coria, presidiendo en el coro el señor Obispo de Ciudad-Rodrigo. Terminados, el cadáver recibió sepultura junto al altar de la Asunción, a la izquierda mirando al mismo…”. S.A.B. “El Ilmo. Sr. Dr. D. Francisco Jarrín y Moro. Obispo de Plasencia”. La Victoria. Semanario de Béjar. Sábado 9 de noviembre de 1912. Año XIX. Número 934. Béjar (Salamanca), 1912. Página 1.

[127] Colomina Torner, Jaime. “Sacerdotes Toledanos Académicos”. Toletum: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Número 26. Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Toledo, 2013. Página 48.

[128] Flores del Manzano, Fernando. “Acción Social Católica…Opus Cit. Página 780.

[129] Hernández Díaz, José María. “Santuario de la ciencia para la pobreza del pueblo. El Seminario Diocesano de Salamanca (1874-1900)”, en Bonilla, José Antonio; Barrientos, José (coords.). Estudios históricos salmantinos. Homenaje al P. Benigno Hernández Montes. Universidad de Salamanca. Salamanca, 1999. Página 200.

[130] “…La famosa diócesis placentina tiene ya Prelado. El día 5 de Diciembre fué proconizada en Roma para Obispo de Plasencia el ilustre Jarrín. Escribir la biografía de este hombre singular es tarea abrumadora para mi pluma, falta del vigor necesario para expresar todo el valer, toda la grandeza, todo el talento y santidad que atesora el alma del hasta ayer Chantre de la Catedral de Salamanca. El nuevo Obispo es uno de éstos raros hombres que, de cuando en cuando, surgen de las muchedumbres, impulsadas por una fuerza poderosa; y que resumen en sí mismos virtudes y talentos con los que triunfan en la vida en cuantas empresas acometen.…” CROTONTILO (seudónimo de José González): “El obispo de Plasencia”. El Adelanto. Diario político de Salamanca. Año XXIII. Número 6915. Salamanca, 12 de enero de 1907. Página 1.

[131] “…El Congreso Nacional de hurdanófilos no aspira á ser una asamblea más, sino la reunión de los que van á laborar por la patria. Ni políticas ni sectarismo de color; en este congreso, el primero que en España se convoca con propósitos de patriótico hamanitarismo, se va á discutir reposada y serenamente de lo nuestro; esas ánsias, que ahora se sienten vivas y ardorosas de mejorar la condición social de los pueblos, esa oleada de filantropía y de altísimo españolismo que desde hace algun tiempo corre por la prensa, tendrán en este Congreso campo de acción dilatado y rico. El Gobierno español ha asociado sus energías á la empresa comenzada por la Esperanza de las Hurdes. Y si en los años de labor de ésta simpática Sociedad, la tierruca pobre ha visto edificar escuelas, abrir caminos, remediar necesidades con el préstamo gratuito, descuajar malezas, y con el alfabeto en una mano y el arado en la otra iniciarse una época de mayor prosperidad…”. Polo Benito, José. “Congreso Nacional en favor de las Hurdes. Convocatoria”. Crónica del Congreso Nacional de Hurdanófilos celebrado en Plasencia en los días 14 y 15 de junio de 1908. Talleres de Imp. y encuadernación M. Ramos. Plasencia, 1908. Página 6.

[132] Segismundo Moret y Prendergast (Cádiz, 2 de junio de 1838 – Madrid, 28 de enero de 1913) fue un hacendista, literato y político español.

[133] “…CONCLUSIONES. El Congreso Nacional de Hurdanófilos suplica al dignísimo representante del Gobierno español mejore en lo posible las condiciones morales y materiales de la comarca jurdana. Para lograr la más pronta realización de esto, la Comisión propone el nombramiento de la siguiente comisión ejecutiva: Excelentísimo señor ministro de Fomento, vizconde de Eza, conde de Retamoso, don Segismundo Moret, don Juan M. Chaves, señor Obispo de Plasencia, Coria y Salamanca, don Eloy Bullón, don Fernando Sánchez Arjona, don Luis Grande, don Pablo Hernández, don Juan Pérez y don José Polo Benito. Propone las siguientes conclusiones: 1ª Que se declare la utilidad pública la Sociedad La Esperanza de las Hurdes y se conceda una subvención para realizar con ella más fácil y prontamente los altos fines que persigue. 2ª Se concederá un premio de 25 pesetas á los que hagan plantaciones de pinos en cada cuatro áreas de terreno. 3ª El Gobierno subvencionará anualmente la construcción de una escuela municipal. 4ª La Diputación provincial de Cáceres señalará en los presupuestos una cantidad para menaje escolar. 5ª Los municipios hurdanos se comprometen á que los maestros propietarios ó interino residan en los pueblos. 6ª La Esperanza de las Hurdes estimulará con premios la buena asistencia de los escolares. 7ª Se establecerá de un modo fijo la enseñanza de adultos. 8ª Se nombrará un inspector para las escuelas provinciales. 9ª Se procurará por el Gobierno, la Diputación, los municipios y La Esperanza de las Hurdes la terminación de la carretera y la construcción de los siguientes caminos vecinales: 1º Desde Caminomorisco á la estación del Villar, 2º Desde Caminomorisco al Puerto de las Herias. 3º Desde Nuñomoral al Puerto de Casares. 10ª Se estudiará, procurando llevarlo á la práctica, el establecimiento de una farmacia en las Jurdes y de los médicos subvencionados por el Estado, la Diputación, los municipios y La Esperanza de las Hurdes…”. Polo Benito, José. “La Sesión de clausura”. Crónica del Congreso Nacional de Hurdanófilos celebrado en Plasencia en los días 14 y 15 de junio de 1908. Talleres de Imp. y encuadernación M. Ramos. Plasencia, 1908. Páginas 144 y 145.

[134] Matías Marcos, Juan David. La producción geosimbólica de Las Hurdes: teoría, historia y práctica de un territorio imaginario (Tesis doctoral). Departamento de Lenguas Modernas y Literaturas Comparadas. Universidad de Extremadura. Cáceres, 2016. Página 298.

[135] Jarrín y Moro, Francisco. Carta pastoral que con motivo de su entrada en la Diocesis de Plasencia dirige á clero y pueblo el Obispo de expresada diócesis. Imp. de Calatrava Salamanca, 1907. Jarrín y Moro, Francisco. Preceptiva literaria o Retórica y Poética. Imp. Generoso Montero. Plasencia, 1907.

[136] “…nos creemos que la acción social católica bien dirigida puede dar beneficios grandes a la Iglesia y á los fieles. Preciso es, sin embargo, no dejarse deslumbrar por la brillantez y seducción de estos temas nuevos, en los que hemos entrado todos, acaso un poco tarde y no convenientemente preparados. No son fáciles ni llanos los caminos de esta acción y urge antes de fundar cualquier asociación de esta índole, que estudiemos bien las condiciones de vida en que nace y ha de desarrollarse para evitar posibles fracasos. Para esto y con el fin de que la acción social en nuestra amada diócesis se ejercite de un modo racional y bien fundado en la realidad, muy pronto distribuiremos entre los Sacerdotes el libro que con el título “Manual del propagandista” ha editado recientemente el Consejo Nacional de las Corporaciones Católico-obreras de España…”. Flores del Manzano, Fernando. “Acción Social Católica…Opus Cit. Página 778.

[137] “…En Ibahernando donde se encontraba con motivo de una visita pastoral, ha fallecido el ilustre prelado de la Diócesis placentino Ilmo. Sr. don Francisco Jarrin Moro. Su muerte ha causado general sentimiento en toda la provincia donde eran bien conocidas las grandes virtudes y extraordinarias dotes del prelado difunto cuyos meritísimos trabajos e pro de la región hurdana bastarían por si solas para colocar su nombre entre los más preclaros y beneméritos…”. “El Obispo de Plasencia”. El Bloque. Año VI. Número 255. Cáceres, 7 de noviembre de 1912. Página 1.

[138] Maurice Legendre. Opus Cit. Página 574.

[139] “…En 1922, en un viaje de reconocimiento médico-sanitario para preparar la visita del Rey Alfonso XIII, el doctor Marañón escribió que Las Hurdes constituían un problema sanitario y que las alquerías altas deberían haber sido abandonadas porque sus tierras de cultivo eran demasiado pobres…”. Catani, Maurizio. “Historia y antropología de la comarca de Las Hurdes”. Narria: Estudios de artes y costumbres populares. Número 67-68. Universidad Autónoma de Madrid. Madrid, 1994. Página 8.

[140] Domínguez Domínguez, José Pedro. “Real Patronato de las Hurdes (1922-1931): Una institución de beneficencia al servicio de las Hurdes”. Revista de estudios extremeños. Vol. 63. Nº 1. Excelentísima Diputación Provincial de Badajoz. Badajoz, 2007. Página 104.

Dic 292020
 

 

Guadalupe Rodríguez Cerezo.

 

RESUMEN

Tras la visita y residencia del Corregidor de la ciudad de Trujillo al lugar de Madrigalejo, se celebra Concejo abierto el 29 de enero de 1720, para tratar sobres las disposiciones del Corregidor. En este trabajo se realiza un estudio del acta de aquella reunión del Concejo de Madrigalejo, que puede ser una cata, en un momento concreto –hace exactamente 300 años-, de la política concejil. El documento está recogido en los Libros de Actas del Archivo Municipal de Madrigalejo.

En el documento se hacen patentes las posturas dispares entre el Corregidor y Concejo: la intención del Corregidor de introducir cambios y reformas en la gestión concejil y la resistencia a realizar los cambios por parte de las Justicias locales. Así mismo llama la atención actitudes y asuntos de la actividad política que pueden ser familiares hoy en día, como “auditorías”, “recortes” en salarios y dietas, indicios de “corrupción”, “comisiones de investigación”, etc.

 

INTRODUCCIÓN.

 

Indagando en el Archivo Municipal de Madrigalejo, me asaltó la curiosidad de saber qué podía deparar la actividad concejil 300 años atrás. Tan solo encontré dos actas de reuniones a Concejo en 1720. Una de ellas está fechada el 29 de enero y, poco después, la segunda, del 10 de marzo. Y a partir de esta fecha, existe un vacío hasta 1725, lo que parece indicar que el libro contiguo ya no se conserva.

Las actas concejiles abordaban asuntos que atañían de forma específica a la comunidad. Sería el caso de reglamentar la protección de cosechas -acotando las siembras, las viñas y la enriadera para el lino, o regulando rastrojos y agostaderos, etc.-; o de velar por los bienes de propios –dehesas, ejidos, eras…-; luchar contra los fuegos veraniegos; mediar con el Monasterio de Guadalupe en los conflictos de lindes o vecindad; poner precio a los productos de abastos, como el vino o los granos del pósito; procurar una fragua o una casa para la cilla; acomodar a un herrero, cirujano, maestro o sacristán; aislar y proteger a la población ante enfermedades contagiosas; tratar sobre el alistamiento de los soldados o cómo organizar los pagos de impuestos, así como cualquier otra cuestión que pudiera afectar al conjunto de los vecinos.

En esta línea van las dos actas de 1720, pues tratan asuntos que afectan directamente al devenir de la comunidad. Si en la primera se aborda el tema de la gestión del Concejo, la segunda es más de orden doméstico, pues está destinada a buscar un cirujano para ejercer en el lugar. Nada de particular hasta aquí. Sin embargo, leyendo detenidamente el documento fechado el 29 de enero, revela cosas muy interesantes que conviene analizar y en el que se advierten actitudes y asuntos de la actividad política de hace tres siglos que podemos encontrar en la prensa de hoy en día.

 

RAZÓN DE LA JUNTA.

 

El epígrafe del acta fechado el 29 de enero de 1720 reza de la siguiente manera: Acuerdo sobre si se a de repartir el seis por ziento en los libros y sobre los viajes de las justizias, salarios y alcanzes que hizo el sr. Corregidor en la visita. En el título, ya se advierte que, en realidad, son varios los asuntos que se habrían de tratar en la reunión del Concejo, aunque todos tienen un origen común, que es la visita que realiza el Corregidor de la ciudad de Trujillo al lugar de Madrigalejo y los mandatos que dejó estipulados para que fueran ejecutados.

El Corregidor era un funcionario de su Majestad; era el representante del Rey en un territorio formado por varios municipios y villas, llamado corregimiento. Al Corregidor lo nombraba el Rey, a instancias del Consejo de Castilla, que era el principal órgano asesor del monarca. Residía en la cabeza del corregimiento, es decir, en la ciudad principal del territorio, donde ejercía como alcalde. En las demás villas y aldeas de la jurisdicción, tenía las funciones de controlar a los regidores, de fiscalizar las haciendas locales y la calidad de los abastimientos, así como ser juez en la administración de justicia en lo civil y criminal. Y al finalizar su mandato –que estaba estipulado en tres años-, era examinada su actuación al frente del cargo, en lo que se llamaba “juicio de residencia”.[1]

En un principio –mediados del S. XIV-, el corregidor castellano era una figura excepcional, que solo intervenía en casos concretos y a petición de los concejos de las ciudades de realengo, para dirimir conflictos provocados por las rivalidades entre las banderías locales. Fue en el reinado de los Reyes Católicos, en las Cortes de Toledo de 1480, cuando se consolidó la figura del corregidor. Con este y otros cambios institucionales, se intenta modernizar el Estado, reforzando el poder real en las ciudades frente a los bandos nobiliarios, a través de la presencia de un funcionario real.[2]

En el caso que nos ocupa, el Corregidor de la ciudad de Trujillo habría hecho su correspondiente visita y residencia al lugar de Madrigalejo con anterioridad a la convocatoria del Concejo del 29 de enero de 1720, para ejercer sus funciones de control, fiscalización y revisión de las actuaciones de los representantes concejiles, de los libros de cuentas, del reparto de impuestos y de todo lo que pudiera ser objeto de inspección en las villas y aldeas de su jurisdicción. En el trienio comprendido entre 1717 y 1720, ejercía como corregidor en Trujillo D. Matías Crespo Suárez[3].

A través de Lorenzana de la Puente –en la lectura inaugural de los XLVI COLOQUIOS HISTÓRICOS DE EXTREMADURA-, sabemos que D. Matías Crespo era una persona celosa de su deber y honrada, que no se dejaba manipular por los regidores de la ciudad, pertenecientes a los principales linajes de Trujillo. Por ello, no estaba bien mirado por los poderosos y, durante su ejercicio, se le acusó de nombrar oficios que no le correspondían, de recortar el sueldo a los regidores y oficiales, de intentar fiscalizar las cuentas de los bienes de propios, etc., y le llegaron, incluso, a organizar una especie de escrache, llamado “fuego de la mariquilla con cencerros”, a la una de la madrugada, en la puerta de su casa, con voces y gritos contra el corregidor.[4]

Cuando fue a Madrigalejo a realizar la visita y residencia de control pertinente, seguro que su fama le precedería.

 

LLAMADA A CONCEJO

 

Como era uso y costumbre, las justicias –las autoridades del momento- llamaron a Concejo abierto, al son de campana repicada, para que se reunieran donde solían, que era en las casas de ayuntamiento. Las justicias convocantes eran los alcaldes ordinarios Bartolomé García Arias y Juan Sánchez Loro, los regidores Juan Cortés y Melchor Olalla, y el procurador síndico del común Alonso Gil Jiménez.

Al sonido de la campana, acudieron los siguientes vecinos: Gregorio Benito, Juan Jiménez Díaz, Alonso Gil Jiménez (viejo), Miguel Fernández Cortés, Francisco Moreno, Bartolomé ¿Fijara?, Juan Orejudo, Juan García Iglesias, Felipe Benito, Juan García Moreno, Antón Falaya, Francisco Martín Moreno, Blas González, Miguel Fernández Moreno, Juan Sánchez Caballero, Francisco Solís, Bartolomé Sánchez Malpartida, Juan Rodríguez David, Domingo López, Diego Pizarro, Juan de Madrid, Diego Largo, Juan Cano, Martín Sierra ¿..?, Andrés Bermejo y Andrés Palmerín. Además, también aparecen registrados más abajo Francisco García Ruiz, Pedro Santos, Francisco Blanco y Juan Fernández Bermejo. Por lo que puede contabilizarse en esta nómina, formaron el cónclave de aquel concejo treinta vecinos, además de las cinco autoridades convocantes y del escribano, Cristóbal Blázquez.

La afluencia a esta reunión de concejo fue sensiblemente superior a otras convocatorias anterior y posteriormente, lo que da idea de la importancia de la junta. Tan solo fue superada por otra que tuvo lugar el 31 de marzo de 1719 –con más de cincuenta asistentes- y en la que se trató sobre el rompimiento (roturación) de la dehesa boyal –la Quebrada-, porque convenía al bien común, y fue convocada a petición de varios vecinos a través del procurador síndico[5].

Y antes de continuar, nos detenemos para hacer un breve comentario sobre los nombres de aquellos vecinos de Madrigalejo que vivieron hace trescientos años. Repasando los apellidos que aparecen en el documento y dejando aparte patronímicos como García, Fernández, Sánchez, Jiménez o González, que podían y pueden encontrarse en cualquier punto de la geografía española, llama la atención que muchos de ellos aún perviven entre nuestros vecinos del siglo XXI, como Arias, Loro, Cortés, Gil, Benito, Moreno, Pizarro, Cano, Sierra, Cabanillas, Blázquez, Granjo o Blanco. Y en cuanto a los nombres de pila, se observa que predomina “Juan”, cosa que no tiene nada de extraño por estar en relación con el patrón del pueblo, San Juan Bautista.

Pero volviendo al tema, una vez congregados los vecinos, se les comunicaron las tres disposiciones que el Corregidor había considerado oportuno establecer en la visita para que fueran cumplidas. Las tres se refieren a aspectos económicos. A continuación, exponemos cada una de ellas, así como los acuerdos que el Concejo adoptó en relación con esas instrucciones.

 

CONTROL Y GESTIÓN DE IMPUESTOS

 

El primero de los asuntos que trataron abordaba el tema del control y de la gestión de los impuestos. El documento dice así: -el Corregidor mandó- quen los libros de repartimientos de dévitos reales se reparta el seis por ziento para el pago de subsidiarios y costas de ejecutores y conduzir de dichos devitos a las arcas.

Como más arriba se ha comentado, entre las funciones del Corregidor, estaba la de fiscalizar las haciendas locales. En realidad, la gestión de los impuestos de los concejos corría a cargo de sus Justicias y Regidores –las autoridades locales-, que debían ser ayudados y presididos por los corregidores. Es lo que puede leerse en la Novísima Recopilación de las Leyes de España, en el epígrafe de “Repartimiento y cobranza de tributos”, apartado 1: Los Escribanos de Concejo, u otros que tengan poder especial para ello, hagan cada uno en su jurisdicción los padrones de pecheros para el repartimiento de contribuciones. Y se declara privativo de las Justicias y Regidores, ayudados y presididos de los Corregidores, hacer el repartimiento[6].

Nos encontramos en el Antiguo Régimen, concretamente en el reinado de Felipe V, un periodo en la que se llevaron a cabo profundas reformas con el objetivo de centralizar la Hacienda Española. Recordemos que los Austrias mantuvieron la estructura política establecida por los Reyes Católicos, como una unión de reinos articulados en dos coronas: la Corona de Castilla, conformada por los reinos de Castilla y León, cuyos territorios gozaban de unidad jurídica e institucional, y la Corona de Aragón, constituida por los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, el principado de Cataluña, además de los reinos de Sicilia, Córcega y Cerdeña, y Nápoles, en la que cada uno de los territorios mantenían sus propias leyes e instituciones. El Conde Duque de Olivares –valido de Felipe IV-, en 1624, ya tuvo en mente la centralización en un solo reino siguiendo el estilo y las leyes de Castilla. Pero sería Felipe V, con los Decretos de Nueva Planta (1707, 1716), quien fue aplicando las leyes de Castilla en cada uno de los reinos de la Corona de Aragón. Por este procedimiento, las veguerías y bailías propias de la organización municipal de dicha Corona fueron sustituidas por los corregimientos.

En cuanto a los tributos concejiles, la recaudación de los impuestos en los municipios estaba basado en el sistema de encabezamientos, a través del cual, a cada concejo, se le asignaba un nivel de riqueza por el que debía contribuir, que es el montante de los encabezamientos[7]. Y esta contribución se cobraba por el método de repartimientos, es decir, mediante la derrama, entre los vecinos pecheros, de lo que debía contribuir cada localidad. Esto suponía una cierta autogestión fiscal por parte de los pueblos[8].

Siguiendo con la Novísima Recopilación de las Leyes de España, un poco más abajo, en el apartado 8, la Ley decía: En los pueblos encabezados por alcabalas, cientos, millones, tercias y fiel medidor, solo puedan repartir los Alcaldes y Regidores lo que, bajado el producto de puestos públicos y ramos arrendables, faltare para cubrir el encabezamiento, con más el seis por ciento de conducción y cobranza, y las quiebras que hubiere[9]. Es decir, la cantidad que debían cobrar los alcaldes y regidores a través de la derrama sería la diferencia entre el montante del encabezamiento y lo que se hubiere recaudado a través de los arrendamientos de tributos, más el 6 % por los gastos de cobranza de los tributos y el alcance de las quiebras, si las hubiese.

Ese apartado se complementa con el 24, en el que se puede leer que se abone a las Justicias y Regidores un seis por ciento por gastos de cobranza y conducción, y unos y otros entreguen a los sucesores en el oficio cuenta con pago dentro del término que se expresa, quedando de cargo de los que entraren el cobro del tercio último del año[10]. Por tanto, una vez que el Corregidor había revisado los Libros de Repartimiento del Concejo, mandó que se repartiera ese 6% para el pago de subsidiarios y costas de ejecutores o, lo que es lo mismo, para los gastos ocasionados en la gestión del cobro de los tributos, lo que decía la ley. Y una vez que se hubiesen hecho efectivos los pagos, dice el manuscrito que habría de conducir (…) dichos devitos a las arcas, refiriéndose a las arcas reales, es decir, a la ciudad de Trujillo, en la que se centraba la recaudación.

En los Libros de Repartimiento aparecían reflejados la nómina de vecinos pecheros, por el producto que pagaban –matanzas, aceitunas, vinagre y consumo- y la cantidad que tenían que abonar. Hubiese sido muy interesante haber podido revisar los Libros de Repartimiento del Concejo de Madrigalejo de aquellos años, pero lamentablemente, los que se conservan en su Archivo Municipal comienzan a partir de 1760[11].

Una vez que los vecinos conocieron lo que el Sr. Corregidor había ordenado, se posicionaron de la siguiente manera: que se corra como se a corrido hasta aora sin embargo de lo mandado por su Señoría el Sr. Correxidor y queste es su sentir. Es evidente, a través del nexo adversativo, que los lugareños expresaron su desacuerdo con llevar a cabo los cambios indicados por el Corregidor y preferían que siguiese el statu quo.

 

CONTROL DE GASTOS Y TOMA DE CUENTAS

 

En relación con los gastos del Concejo, dice el documento: Y así mismo –el Corregidor- fue servido de mandar –que- no se pague a los alcaldes por razón de viajes de por año (…) más de ochenta reales a cada alcalde, y a los rexidores, escribano y demás ofiziales de Conzejo nada = y que las corrias de términos toma de quentas no se haga más gasto quel de un alcalde (ilegible).

En este punto, el Corregidor pretendía regular lo que hoy en día podríamos llamar el “cobro de dietas”; es decir, los honorarios que debían recibir las personas que, por su cargo u oficio, tuvieran que realizar algún tipo de viaje –normalmente a la ciudad de Trujillo-, o de desplazamiento dentro del término, como, por ejemplo, para controlar lindes o cualquier problema que se plantease. Y al tomar cuentas al Concejo, el Corregidor ordena que se lleven a cabo algunos “recortes” en los gastos. Así, entre las disposiciones, dice que no se debe abonar a cada alcalde más de ochenta reales, y que las demás autoridades y oficiales no deberían recibir ninguna remuneración. Uno de los alcaldes, tras haber sido elegido para el cargo, obligatoriamente debía ir a Trujillo para hacer su juramento y, después, él mismo era el que debía tomar juramento al resto de los elegidos para ese año, ya en Madrigalejo. Por lo tanto, al menos en una ocasión, uno de los alcaldes debía viajar hasta la ciudad, a lo que se sumarían otros desplazamientos que llevasen a cabo ante cualquier circunstancia que se plantease durante su ejercicio.

Los vecinos, reunidos en concejo, vuelven a decir que se queden las cosas como estaban hasta ese momento: Ansí mismo acordaron por el segundo capítulo de los viajes de conzejales dijeron y acordaron se corra como se ha corrido hasta ora en lo que mira a viajes y gastos de corrías de términos y ojeos de lobos y toma de quentas y todo lo demás. Vemos que los lugareños no estaban de acuerdo con las propuestas del Corregidor de hacer recortes, y que, al fin y al cabo, eran algunos de los desafueros que se achacaban a D. Matías Crespo, los de minorar los sueldos de los oficiales y regidores, intentar fiscalizar las cuentas de propios, etc.[12].

No estaban de acuerdo los vecinos con que se menguara el presupuesto para gastos y dan sus razones, pues, a las sugerencias del Corregidor –viajes, recorrido del término y toma de cuentas-, los reunidos añaden el ojeo de lobos y todo lo demás. O lo que es lo mismo, que al concejo le salían más partidas de gastos que al Corregidor y unos trabajos que debían ser abonados.

Vemos también que, en el capítulo de gastos, un apartado importante debía ser el que ocasionaban las cacerías de lobos. Sus gastos venían determinados tanto por el número de jornaleros que se necesitaban para ojear o levantar los ejemplares y llevarlos a la trampa donde serían capturados, como para pagar las recompensas a quienes presentaran alguno o varios lobos, vivos o muertos. Hay que tener en cuenta que, durante siglos, se ha llevado a cabo una dura persecución a los lobos, debido a los daños que causaban en los rebaños, en un territorio donde la explotación ganadera era una actividad importante.

 

INDICIOS DE CORRUPCIÓN

 

Por último, el Corregidor también investigó las cuentas del Concejo, y no las encontró claras. Este es el tercer asunto al que hace referencia el documento. Las irregularidades que salieron a la luz tras la revisión de los libros se refieren a quentas por malgastadas y no justificadas. Y el Corregidor manda que los culpados paguen esos alcances de sus haciendas y que lo paguen de pronto.

Las personas investigadas habían dejado ya su cargo. Cada año, por San Juan, se renovaban las Justizias. Concretamente las elecciones de 1719 aparecen reflejadas en el acta del 29 de junio[13]. A partir de esta fecha, Alonso Garzía del Barrio y Miguel Fernández Moreno habían sido sustituidos en sus funciones de alcaldes ordinarios por Bartolomé Garzía Arias y Juan Sánchez Loro; los regidores Juan Ximénez Díaz y Francisco Moreno de Porras, por Juan Cortés y Melchor Olalla, y el procurador síndico del común Bartolomé Garzía Arias, por Alonso Xil Ximénez el mozo. Vemos que Bartolomé García Arias repite en la siguiente corporación y pasa de ser procurador a alcalde ordinario.

En la junta de los vecinos, se habla sobre los alcanzes de las tres justizias residenziadas. Es decir, que fueron tres las autoridades investigadas. En esta ocasión, los vecinos tampoco acatan las resoluciones del Corregidor y acuerdan crear lo que hoy llamaríamos una “comisión de investigación”. Esta comisión estaría formada por el Sr. Cura, el Procurador Síndico y seis hombres u ocho que no sea ninguno de los conprehendidos –comprometidos- en dichas quentas. El Cura rector de la Iglesia de San Juan Bautista de Madrigalejo desde 1719 hasta 1727 era D. Alonso Sánchez Gil[14], y recordemos que el Procurador Síndico era Alonso Gil Jiménez, el mozo -para diferenciarlo de otro vecino homónimo a quien llamaban el viejo-. El procurador síndico era el representante del común, encargado de “promover los intereses del pueblo, defender sus derechos y quejarse de los agravios que padecía”[15]. Las personas que se nombraron para esta determinación fueron las siguientes: Juan Sánchez Monçon nieto, Domingo López y Andrés Palmerín. Estos, a su vez, debían nombrar a otros para que les acompañaran en la “comisión de investigación”.

Los vecinos en la junta del concejo decidieron que, en este asunto de las cuentas alcanzadas, se ejecutase lo que el Sr. Cura, el Procurador Síndico y los demás diputados nombrados determinaren (…) y no otra cosa sin embargo de lo resuelto por el Sr. Correxidor –es la puya dada contra el Corregidor-. Y, además, dijeron que se pene a ello sin sumisión alguna. No iban a quedar sin castigo. De todo ello fueron testigos Francisco Cabanillas, Francisco Blázquez y Bartolomé Granjo.

Y termina el documento aclarando también que, en relación con los salarios de contadores –quienes revisaran las cuentas-, se procediera como se había hecho siempre.

 

CONCLUSIONES

 

Cualquier documento de tiempos pasados nos aporta información muy valiosa, que contribuye a conocer mejor un momento concreto. Es lo que ocurre con el manuscrito que se ha analizado en este trabajo, de una forma especial, para la historia local de Madrigalejo. La consideración especial se basa en el hecho de que se abordan en él varios asuntos relativos a la gestión de su Concejo.

Si se tiene en cuenta que el gobierno de una población se ejercía desde el concejo, pero que también estaba limitado por la autoridad de la ciudad a cuya tierra pertenecía, en este documento se hacen patentes las dos posturas que, sobre algunos asuntos concejiles, mantenían, por un lado, la ciudad de Trujillo a través de las disposiciones del Corregidor, y por el otro, el lugar de Madrigalejo a través de sus vecinos.

Además, teniendo en cuenta que los corregidores constituían el enlace del Estado con los territorios en los que ejercían su función, y estando en un momento de cambios destinados a ejercer una mayor centralización, el Corregidor de Trujillo pretende introducir una serie de reformas. Al mismo tiempo, sin embargo, los vecinos de Madrigalejo, como también ocurriera en la ciudad de Trujillo, preferían seguir sin que se produjese cambio alguno. Al fin y al cabo, este corregidor se iría y vendría otro en su lugar, que podría ser menos estricto.

Por otra parte, llama la atención que, a pesar de la perspectiva que pudieran ofrecer 300 años de diferencia, este documento revela ciertas similitudes con actitudes y hechos de la política actual, que pueden leerse en las cabeceras de cualquier periódico de hoy. Hemos visto que entonces también se producían lo que en la actualidad llamamos escraches –alentados por los adversarios políticos-; auditorías; recortes en gastos, salarios y dietas; asuntos de corrupción por cuentas mal gastadas y no justificadas, y hasta comisiones de investigación. Y, además, la importancia que entonces, como ahora, se daba y se da a la gestión y al control de los impuestos, imprescindibles en cualquier época, para llevar a cabo la administración de los servicios a la comunidad.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

– Archivo Municipal de Madrigalejo. Colección Archivos Municipales de Extremadura. Junta de Extremadura. Consejería de Cultura y Turismo. Diputación de Cáceres.

– P. FERNÁNDEZ ALBADALEJO. La Crisis de la Monarquía. Volumen IV de Historia de España. Editorial Crítica Marcial Pons. 2009.

-F. LORENZANA DE LA PUENTE: “Trujillo en el siglo XVIII. Dirigentes urbanos y dinámica institucional”. Actas de los XLVI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2017. Pág. 32.

Novísima Recopilación de las Leyes de España. Tomo VI. Título XXII.

– L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas Lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S. A. Badajoz. 2008.

https://confilegal.com/20161218-los-corregidores-mucho-mas-que-jueces/

https://journals.openedition.org/medievalista/1075

https://www.revistaquercus.es/noticia/3537/actividades/el-exterminio-del-lobo-en-extremadura.html

 

FUENTES:

-Archivo Municipal de Madrigalejo. Signatura 15.

 

APÉNDICE

Acuerdo sobre si se a de repartir el seis por ziento en los libros y sobre los viajes de justicia, salarios y alcanzes que hizo el Sr. Corregidor en la visita.

En el lugar de Madrigalejo, jurisdizión de la ciudad de Truxillo, en veinte y nueve días del mes de henero de mil setezientos y veinte años, sus mercedes, los señores Bartolomé Garzía Arias y Juan Sánchez Loro, alcaldes ordinarios en dicho lugar por su magestad, Juan Cortés y Mechor Olalla, rexidores, Alonso Gil Jiménez, procurador síndico del común, todos del conzejo deste dicho lugar, estando en las casas de ayuntamiento, a son de campana repicada, como lo acostumbran para tratar y conferir las cosas tocantes a el servizio de su magestad y utilidad desta república, a cuyo sonido acudieron a dicho ayuntamiento Gregorio Benito, Juan Ximénez Díaz, Alonso Gil Ximénez viejo, Miguel Fernández Cortés, Francisco Moreno, Bartolomé ¿Fijara?, Juan Orejudo, Juan Garzía Yglesias, Felipe Benito, Juan Garzía Moreno, Antón Faluya, Francisco Martín Moreno, Blas González, Miguel Fernández Moreno, Juan Sánchez Caballero, Francisco Solís, Bartolomé Sánchez Malpartida, Juan Rodríguez David – +, Domingo López, Diego Pizarro, Juan de Madrid, Diego Largo = Y aviéndoles hecho saver a dichos vecinos co (Juan Cano, Martín Sierra ¿–¿, Andrés Bermejo, Andrés Palmerín =) mo por el Sr. Corregidor de la ziudad de Truxillo, en la visita y residenzia en que hizo en este lugar, fue servido de mandar quen los libros de repartimientos de dévitos reales se reparta el seis por ziento para el pago de subsidiarios y costas de ejecutores y conduzir de dichos devitos a las arcas = Y así mismo fue servido de mandar no se pague a los alcaldes por razón de viajes de por año, no se les pase más de ochenta reales a cada alcalde, y a los rexidores, escribano y demás ofiziales de Conzejo nada = y que las corrias de términos, toma de quentas no se haga más gasto quel de un alcalde (ilegible) = y que por los alcanzes que se han fecho a las justizias residenziadas por razón de partidas que les desecho en sus quentas por malgastadas y no justificadas se les arían que en dichos alcanzes, de sus haziendas para el pago del, laplicazión que su señoría hizo en dicha visita al terzio de abril venidero, y oi manda lo paguen de pronto, para quen uno y otro se determine lo que más convenga, de uno y otro acordaron lo siguiente = Aviéndoseles fecho saber lo tocante al seis por ziento dijeron y acordaron lo siguiente = dixeron que por lo que mira a este capítulo se corra como se a corrío hasta aora sin embargo de lo mandado por su Señoría el Sr. Correxidor y queste es su sentir = Ansí mismo acordaron por el segundo capítulo de los viajes de conzejales dijeron y acordaron se corra como se ha corrido hasta ora en lo que mira a viajes y gastos de ¿corrías? de términos y ojeos de lobos y toma de quentas y todo lo demás = Y por lo que mira a los alcanzes de conzejales residenziados dijeron y acordaron lo siguiente = Dijeron que por lo que mira a los alcanzes fechos sobre los alcanzes de las tres justizias residenziadas se nombra al Sr. Cura para que acompañado con el procurador síndico en nombre de todo el común con asistencia del pte y seis hombres u ocho que no sea ninguno de los conprehendidos en dichas quentas y que lo questos determinaren se ejecute y no otra cosa sin embargo de lo resuelto por el Sr. Correxidor que luego que por dicho Sr. Cura, procurador síndico y demás diputados nombrados sesté i pase y esto se pene a ello sin sumisión alguna, así lo dijeron y acordaron siendo testigos Francisco Cabanillas, Francisco Blázquez, Bartolomé Granjo, vecinos deste dicho lugar y lo firmaron de sus mercedes el que supo y nombraron las personas siguientes por diputados para esta determinación.

Juan Sánchez Monçon nieto, Domingo López, Andrés Palmerín, y questos nombren otros los que les parezca para acompañados. Así lo dijeron y firmaron como va dicho. Al acer el acuerdo se hallaron Francisco Garzía Ruiz, Pedro Santos y Francisco Blanco = Y Juan Fernández Bermejo. Y por lo que mira a salarios de contadores dijeron corran por donde se a corrido siempre.

Bartolomé Garzía Arias, Juan Sánchez Loro, Alonso Gil Ximénez, Alonso Gil Ximénez, Martín Gil Ramos, Juan Ximénez, Miguel Cortés, Francisco Garzía Ruiz, Miguel Fernández Moreno, Fernando Moreno, Juan Orejudo, Juan Garzía Yglesias, Juan Rodríguez David, Juan Fernández Bermejo, Francisco Cavanillas.

 

Por mandado del gobierno

Cristóval Blázquez.

 

[1] https://confilegal.com/20161218-los-corregidores-mucho-mas-que-jueces/

[2] M.ASENJO-GONZÁLEZ. Función pacificadora y judicial de los Corregidores en las villas castellanas y ciudades a fines de la Edad Media:   https://journals.openedition.org/medievalista/1075

[3]F. LORENZANA DE LA PUENTE: “Trujillo en el siglo XVIII. Dirigentes urbanos y dinámica institucional”. Actas de los XLVI Coloquios Históricos de Extremadura. Trujillo 2017. Pág. 32.

[4] Ibídem. Pág. 36 y 37.

[5] Archivo Municipal de Madrigalejo. Signatura 15.

[6] Novísima Recopilación de las Leyes de España. Tomo VI. Título XXII. Pág. 267.

[7] P. FERNÁNDEZ ALBADALEJO. La Crisis de la Monarquía. Volumen IV de Historia de España. Editorial Crítica Marcial Pons. 2009. Pág. 472.

[8] Ibídem.

[9] Novísima Recopilación…. Op. cit. Pág. 267.

[10] Ibídem. Pág. 268.

[11] Archivo Municipal de Madrigalejo. Colección Archivos Municipales de Extremadura. Junta de Extremadura. Consejería de Cultura y Turismo. Diputación de Cáceres. Pág. 88.

[12] F. LORENZANA DE LA PUENTE: “Trujillo en el siglo XVIII. Dirigentes… Op. cit. Pág. 36.

[13]Archivo Municipal de Madrigalejo. Signatura 15. Fecha: 29 de junio de 1719.

[14]L. RODRÍGUEZ AMORES. Crónicas Lugareñas. Madrigalejo. Tecnigraf S. A. Badajoz. 2008. Pág. 305.

[15]F. LORENZANA DE LA PUENTE: “Trujillo en el siglo XVIII. Dirigentes… Op. cit. Pág. 52.

Dic 292020
 

Francisco Rivero Domínguez

Cronista oficial de Las Brozas

 

Resumen

El militar de Brozas Pedro Romo Vivas escribió una obra, no publicada, y cuyo original poseo gracias a la gentileza de su hijo. El título de la obra es “Sobre la conquista y colonización de América. (Nicolás de Ovando y otros). A primeros del año 1990, este ensayo fue presentado a los Premios Constitución que organizaba ese año la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura.

No hay ningún extremeño, interesado por la cultura, que no se haya atraído por este tema universal: La conquista y colonización de América, sobretodo sabiendo que en Las Brozas nació el primer gobernador de Indias, Nicolás de Ovando, comendador mayor de la Orden Militar de Alcántara, que sustituyó al descubridor Cristóbal Colón en la gestión y gobierno de la isla La Española, que hoy conforman dos países: República Dominicana y Haití.

La tesis del autor es que durante siglos los extremeños guerrearon contra los moros en la Reconquista del suelo patrio; guerrearon entre sí por hacerse con el poder en la región y en el Reino de Castilla, por lo que su vida era un continuo guerrear: por eso mismo, salir a la conquista de un nuevo continente era su “modus vivendi”.

Como buen militar, Romo argumenta que “quisimos justificar la bravura del extremeño como soldado. Sus dotes innatas para la guerra se basan en dos pilares singulares y eternos, que son disciplina y valor. Por añadidura, austeridad, coraje ante el sufrimiento, y paciencia. Fuera de los Ejércitos, confunden frecuentemente combatividad con agresividad. El extremeño es combativo, pero no agresivo.

 

 

 

Pedro Romo Vivas (Las Brozas, 1914 – 1990) fue un militar y ensayista que escribió una pequeña novela y muchas historias firmando con el sobrenombre francés de “Beau geste” (“Bello gesto”), según me cuenta su hijo Mariano Romo, hombre dedicado a los libros antiguos y que posee una librería en Madrid, de igual nombre “Libros Mariano Romo”.

Pedro quedó huérfano de padres, que fallecieron en 1918, con dos días de diferencia por la pandemia de la “Gripe Española”, que por cierto no fue española, sino universal y que para algunos investigadores empezó en Francia en 1916 o en China en 1917. El resultado fue 40 millones de muertos en todo el mundo. La razón por la que se le conoce en todas partes como la Gripe Española es que nuestro país era un país neutral en la I Guerra Mundial (1914 – 1918) y no censuró, como otras naciones europeas, las informaciones médicas y que sí las hizo públicas. Desde entonces arrastró esa denominación de Gripe Española. Con apenas 4 años, era el mayor de tres hermanos (Pedro, Aurelia y Teresa), fue un niño precoz, e inquieto, y famoso por las muchas bromas que realizaba con las gentes del pueblo. Teresa se convirtió en madre Carmelita de la Tercera Orden dentro del convento –colegio que fundaron las Carmelitas de Orihuela en Brozas en 1914, y que en 2014 recibieron un homenaje por parte el pueblo de Brozas.

Pedro Romo, ya, de jovencito, tras presenciar la actuación de la compañía teatral del actor y empresario Ramón Tejela, se enamora de la hija de éste (Julia), y se escapa del pueblo, uniéndose al grupo de cómicos. En Madrid intenta acogerse a ésta profesión, pero, al ser menor de edad, la Guardia Civil le devuelve a Brozas, tras la denuncia de su abuela Sofía Carbajo.

La Guerra Civil le llevó a combatir, con el ejército nacional, en el frente del Alto de los Leones, y en las batallas de Teruel, donde recibe distinciones militares (Cruces al Mérito Militar, y al Mérito en Campaña). En 1938 se une en matrimonio, en Segovia, con Natividad Aguado, que en 1939 da a luz, en Brozas, a una niña (María Dolores, “Loli”).

En el Diario Oficial del Ministerio del Ejército del miércoles, 13 de agosto de 1958 aparece su nombre al recibir una gratificación dentro del Grupo de Auxiliares del Almacén del Ejército, como Sargento especialista de la Escuela de Aplicación y Tiro de Artillería (Sección Campaña). Asimismo, en el Diario Oficial de ese mismo ministerio correspondiente al domingo 24 de agosto de 1958, aparee por llevar siete trienios (21 años) en la citada Escuela de Aplicación y Tiro de Artillería, por lo que comenzaría a cobrar el siguiente trienio a partir de septiembre de 1958. Ejerce como militar toda su vida, hasta que obtiene la jubilación anticipada (hacia 1975). Gran amante de Brozas, donde pasa grandes temporadas, y gran curioso histórico y literario. Se dedica a viajar e investigar (buen conocedor de la obra de Azorín). Indaga en bibliotecas y archivos, y da fin a su obra extremeña.

 

A primeros del año 1990, este ensayo fue presentado a los Premios Constitución que organizaba ese año la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura. El 8 de junio de ese mismo año, una empresa de Madrid le hizo un presupuesto para editar el libro, en un papel blanco de 80 gramos, de 21x 15 centímetros, para un total de 304 páginas y una tirada de 2.000 ejemplares ascendía a 836.234 pesetas, que corresponderían hoy a poco más de 5.000 euros, pero por falta de recursos económicos no consiguió publicar.

Pedro Romo Vivas falleció en Brozas en 1990, y reposa junto a su esposa, en el cementerio, muy cerca de sus padres, abuelos y hermana.

Nuestro protagonista dibujó su casa realizando una “recreación”, de la que pudo ser la construcción original de la fachada, en un principio, de una sola planta, del arquitecto de la Orden Militar de Alcántara, Pedro de Ibarra, (Alcántara 1510 – 1570), discípulo de Juan de Herrera, con el que colaboró en la obra de El Escorial, y que dirigió las obras del cercano templo de Santa María de la Asunción de la villa, su obra maestra, considerada desde 1988 Monumento Nacional.

 

El ensayo sobre la conquista y colonización de América

No hay ningún extremeño, interesado por la cultura, que no se haya atraído por este tema universal: La conquista y colonización de América, sobretodo sabiendo que en Las Brozas nació el primer gobernador de Indias, Nicolás de Ovando, comendador mayor de la Orden Militar de Alcántara, que sustituyó al descubridor Cristóbal Colón en la gestión y gobierno de la isla La Española, que hoy conforman dos países: República Dominicana y Haití.

La tesis del autor es que durante siglos los extremeños guerrearon contra los moros en la Reconquista del suelo patrio; guerrearon entre sí por hacerse con el poder en la región y en el Reino de Castilla, por lo que su vida era un continuo guerrear: por eso mismo, salir a la conquista de un nuevo continente era su “modus vivendi”.

Nuestro protagonista, Pedro Romo Vivas, escribió una obra, no publicada, y cuyo original poseo gracias a la gentileza de su hijo. El título de la obra es “Sobre la conquista y colonización de América. (Nicolás de Ovando y otros). Son 69 hojas mecanografiadas en la parte posterior sin usar de unos folios de artillería telemetrista, que muy bien podrían haber sido desechados por el Ejército, aunque el capítulo dedicado a Mont Roig se suma aparte con 8 folios, numerados con la paginación 57.1; 57,2; 57, 3…

El original comienza con una introducción, de seis folios, en el que el autor dice que fueron consultados exhaustivamente para la elaboración de este ensayo el padre Yepes, Torres y Tapia Cea Bermúdez, Rubio Muñoz-Bocanegra, Julio Rosado, Publio Hurtado, Guerra y Orbe, Alonso Maldonado, Fernando del Pulgar, Tapia y Paredes, Antonio Guerra, Padre Mariana, Garcilaso de la Vega, Fray Francisco de Redes, y Andrada, Hernán Pérez del Pulgar, Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros y Eugenio Escobar Prieto, autor, entre otros, del libro “Hijos ilustres de la villa de Brozas”, del que se han publicado desde 1901 cuatro ediciones, en alguna de las cuales ha intervenido este autor con la ampliación de la biografía del actor Casimiro Ortas Rodríguez.

Poseo, cedidos por su hijo, dos originales; uno de ellos, de 69 cuartillas, está escrito a máquina, una máquina que debería ser bastante antigua, hay textos que se leen muy bien, con la cinta nueva y otros que apenas se dejan ver. Comienza con un capítulo dedicado a una reflexión, desde el folio 7 al 20. El segundo capítulo (páginas 21 a 26) está dedicado a las Órdenes de Caballería. El tercero, muy corto, (páginas 27 a 30) es todo para Alcántara. Dos folios están dedicados al apartado de “la Encomienda”. El autor como broceño, consagra muchas hojas al capítulo de Brozas y al comendador mayor. Llama la atención que el tema siguiente esté dedicado a “Los infantes de Aragón en Extremadura”, no en balde realizaron una guerra para hacerse con todo el territorio de la región y crear en ella un reino independiente que ahogase a Castilla. Es curioso que metiera de “estrangis” un asunto dedicado a “Mont Roig”, el actual Monroy, con una paginación distinta, al suponer que se incluyó a última hora. Estos originales concluyen con el capítulo “La guerra del Clavero”.

 

El segundo original

Este original tiene 221 folios en total, (pero algunos repetidos en la numeración y así figuran 196), escritos a máquina y metidos por capítulos en unos sobres de cartas del Banco Popular, llenos de apuntes mecanografiados. En su prolegómeno, Pedro Romo habla de ¿Por qué fueron extremeños los conquistadores? y de la región de Extremadura y también del hombre extremeño

En la introducción cita al prestigioso historiador inglés Lord Thomas Macaulay (1800 – 1859) cuando en su obra “Estudios históricos” escribe: Para conocer profundamente la anatomía patológica de los gobiernos y las causas que conducen a su decadencia y postración en que a veces vienen a caer los grandes Estados, se hace necesario el estudio de la Historia de España y de los españoles”. Macaulay era famoso por sus juicios críticos. En el periódico español “El Mundo” del 14 de julio de 2010 hay su famosa frase: “La prueba suprema de virtud consiste en poseer un poder ilimitado sin abusar de él”

El escritor habla de “que en este ensayo se tratará el tema de los conquistadores de América; quiénes fueron, de donde salieron, por qué muchos, muchísimos, fueron extremeños; por qué los más señalados fueron extremeños. De paso se dirá de qué pueblos salieron y cómo vivían hasta el momento de su partida para el Nuevo Mundo. Todas estas cuestiones desgranadas se irán haciendo palpables conforme vayamos avanzando”.

En esta época reciente en que hay una hispanofobia contra los grandes hombres que conquistaron, con grandes sacrificios, todo un continente para la cultura, civilización y religión imperante en Europa, tenemos que reivindicar lo nuestro, lo propio. Es algo que llama la atención que países que han reconocido la legalización de los matrimonios mixtos en 1967 condenen lo que hacíamos los españoles desde siglos atrás y tachan de racistas a los españoles del siglo XVI porque se casaban con las indias, algo que ya recomendaban los Reyes Católicos. Y estos que habla de que los españoles hicimos genocidios no dejaron ningún indio vivo más allá de Río Grande, se puso de manifiesto en un curso de verano de este año 2020 en El Escorial sobre novela histórica dirigido por el periodista y comentarista Antonio Pérez Henares. Este ha publicado recientemente una novela sobre la vida de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el descubridor de las cataratas argentino-brasileñas de Iguazú.

En el libro, aún no publicado, se tratan varios temas, como el capítulo dedicado al guerrero; otro a las “Órdenes de Caballería”, la Encomienda, Alcántara, Gutiérrez de Sotomayor, Mont Roig, Los Solís y los Ovando, un maestre, 1492 como año singular, Nicolás de Ovando; la hora del Descubrimiento y concluye con una reflexión final. A lo largo de esta ponencia iremos desgranando, de una manera breve, lo que se dice en cada capítulo.

En el apartado de las Órdenes de Caballería, el autor se fija lo que hicieron los cruzados en Tierra Santa para recuperar esos territorios para la cristiandad y así los españoles que fueron a conquistar nuevos territorios para el Rey Católico de España, tuvieron como ejemplo a esos freyres soldados: Aquellas órdenes de caballeros hispanos se miraron en el espejo de los cruzados de Oriente. Y sus congregaciones religioso – guerreras se formaron a imagen y semejanza de aquellas que lucharon en Palestina para conquistar a los musulmanes los Santos Lugares del cristianismo. Además, sin dotes guerreras, los extremeños no hubieran hecho absolutamente nada.

Hace un rápido estudio de las órdenes militares: Calatrava, El Temple, Montesa, y las dos extremeñas: Alcántara, nacida en Portugal como San Julián del Pereiro, y la de Santiago surgida en la iglesia de igual nombre de Cáceres: Todas las órdenes tenían igual finalidad y funcionamiento análogo. Estaban formadas por hombres que mantenían en sus cerebros unas ideas muy claras, la de recuperación del territorio hispano para la cristiandad. Eran pequeños ejércitos con disciplina y leyes de honor.

Estudia también Pedro Romo lo que son las encomiendas antes de entrar a detallar la Orden Militar de Alcántara. Las encomiendas eran terrenos que los Reyes entregaban a las órdenes militares Para su custodia y explotación en nombre de dichas órdenes. De hecho, un estudioso de la de Alcántara informa que tenía de renta dos millones de monedas de aquella época y de capital unos 50 millones, una verdadera fortuna. Su formación militar y sus ingresos hacían que las órdenes militares fueran como unos estados dentro del Estado. Me recuerda, salvando mucho la distancia uno de mis viajes al África central, concretamente a la República de Camerún, donde hay varios reinos, con sus correspondientes reyes.

No lo podía entender; sería algo así como nuestras comunidades autónomas actuales. Un ejemplo práctico de ello con el rey de Batoufam o el Sultán de Fumbam.

           Camerún estaba formado por numerosos reinos, de ahí que en la actual República camerunesa haya todavía muchos jefes tribales que llevan el nombre de rey, (chefferi) como es el caso del de Batoufam, Su Majestad Nayang Toukam Inocent, un hombre simpático que conoce muy bien los Sanfermines de Pamplona y que manda sobre unas 12.000 personas. Fue una agradable visita la que hice a su palacio, a su salón del trono, concluyendo la jornada con una cena especial y la danza  guerrera de su pueblo y a la especial cena que nos dedicó.

            Esa jornada concluyó en el Dominio de Petpenoum, un lugar encantador, al borde de un lago, con todas las comodidades (incluido wifi), y que es propiedad de un francés. Para llegar hasta allí hay que recorrer 9 kilómetros por un camino, que por la noche tiene su riesgo. De todas formas, merece la pena.

            Un rey de primera es el Sultán de Fumbam, Su Majestad El Hadj Ibrahim Mbombo Njoya, el rey de los bamunes, reino fundado a finales del siglo XIV y que posee una lengua propia, inventada por su ascendiente en 1869, denominada «Shu-mon», que pudo ser descifrada gracias a una tabla escrita en esta lengua, en árabe y en francés, y que se puede ver en el museo del sultán. Por cierto se está construyendo junto al palacio un nuevo edificio que propone una muestra de los objetos artísticos de esta tribu con estilos museísticos mucho más modernos.

            El sultán tiene un protocolo extraordinario a su salida de la mezquita los viernes. Es agasajado por sus súbditos, mientras grandes trompetas anuncian su llegada y dos le abanican. Lentamente desde el templo hasta el palacio, el rey agradece las muestras de afecto de su pueblo. Los caballos, muy engalanados, brican delante del real cortejo. Al final nos recibió en su salón del trono y resulta que habla un español perfecto por haber sido años atrás embajador de Camerún en Guinea Ecuatorial.

Volvamos al tema extremeño:

“La encomienda jugó un papel en el poblamiento, explotación y cultivo de los terrenos, pues 1.500 años de yugo romano, visigodo y musulmán, habían ido desertizando y despoblando         . El establecimiento de minúsculos municipios y de otros extensos unidos y vinculados entre sí por lazos irrompibles de disciplina y religión, permitieron a las órdenes ser estados dentro del Estado.

Un paso concreto es cuando estudia la Orden Militar de Alcántara, asentada en un pequeño pueblo del oeste de España y con el Partido de la Serena, en la actual comarca de la Serena en el sureste de Extremadura. El protagonismo de esta villa viene desde los tiempos romanos cuando bajo el mandato del emperador hispano Trajano se construye el puente sufragado por las tribus de los alrededores y cuyo constructor, Cayo Julio Lácer, lo terminó “para la eternidad” en el año 105 de nuestra era, con 58 metros de altura y que se sigue usando hoy en día, `para asombro de muchos por su uso y porque no se reserva el mejor puente del mundo romano, “pues es un recreo para los amantes de la belleza y el arte”. Los árabes le nombraron como Kantara As Saif: “El puente de la espada”

Alcántara estaba relativamente cerca de tres grandes ciudades romanas: Emérita Augusta (Mérida), Cauria (Coria) y Conimbriga (Coimbra).

Con el tiempo, los caballeros de San Julián del Pereiro tomaron la villa, cedida por un documento real firmado en Ciudad Rodrigo, el 16 de junio de 1218.También se posesionaron de la cercana aldea de Las Brozas, situada al este, como a unas tres leguas de la villa capital (15 kilómetros), y que tenía ya una fortaleza situada sobre una colina, donde con el tiempo se constituyó la Encomienda Mayor y que en el pueblo se le conoce como “El Palacio”, por ser residencia de la segunda autoridad alcantarina, tras el Maestre: el Comendador Mayor, que venía a ser como el capitán general de las frailes –soldados. Los habitantes de esta comarca muchos se hicieron soldados, por lo que tuvieron que venir a repoblarlas y cuidar de sus tierras portugueses y salmantinos.

 

La villa de Las Brozas

Cuenta Pedro Romo sobre su villa natal de Las Brozas que “generalmente los inviernos húmedos, pero templados mantienen el crecimiento de las especies herbáceas por lo que, al llegar mayo y junio, lo que fue un hermoso prado coloreado por millones de flores se convierte en tierra desgreñada y brozosa. El prado se dora y las altas hierbas tantos meses alegres y de belleza cromática se secan tornándose hosco y seco con el fuerte calor de Extremadura, y todo el campo es una pura broza. De ahí, seguramente, le vino el nombre raro y peregrino de Las Brozas”.

Estudia el tema curioso del refrán: “En Brozas, ni vaca ni moza; y si me apura, ni sacristán ni cura”. El autor considera que en los terrenos de esta villa había buenas y bravas hembras de ganado vacuno, como sigue habiéndolas en estos años del siglo XXI. Una anécdota, buena parte de las terneras, crías de las vacas broceñas, llegan hasta El Líbano saliendo del puerto de Cartagena. Y en cuanto a las mozas se consideraban recias y bravas…En la segunda parte del famoso refrán, en esa época había muchos frailes – soldados, que con el tiempo relajaron sus costumbres y tenían sus barraganas y amas de casa con las que saciar el apetito sexual. Esto cuenta sobre este asunto Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros, académico correspondiente de la Real de la Historia, desempolvando documentos del concejo brocense: “en los que se reglamentaban impuestos y exacciones. Toda viuda que contrajera matrimonio antes del año y medio de la muerte de su esposo pagaba una multa consistente en un marco de plata, y toda mujer pública que viniera a vivir de asiento a la villa, 12 maravedíes”.

Otro tema curioso que trata es el del Toro de San Marcos, una fiesta que se está recuperando estos años en la villa, y cuyo tema fue tratado ya en el siglo XV por Luis Zapata de Chaves, natural de Llerena (1526 – Valladolid 1595), en su libro “Miscelánea de curiosos casos”, editado por la Compañía Iberoamericana de Publicaciones, con sede en Madrid y delegaciones en Barcelona y Buenos Aires.

Tras contar varios casos de corridas de toros en tiempos del emperador Carlos V, por Valladolid, Salamanca o Talavera de la Reina, se centra en Brozas. Esto dice de nuestro pueblo, con el estilo de escritura del siglo XVI (en la imagen copia del libro original archivado en la Biblioteca Nacional):

“Pensé atrás decir este caso que diré, y olvidóseme, como cuando del coso se escapa algún toro para correrse otra vez, y este cuento es de lo que pasa los días de San Marcos cada año, en un lugar que se llama Las Broças, tierra de Alcántara».

            “En aquel lugar teniendo alguno espantable y temeroso toro, y que de fiero no se pueden con el averiguar, dásele a la Iglesia. Llegando el día de San Marcos, a la víspera de él, donde no le para hombre que vea, y llegado en su asnillo ante el embajador de San Marcos, le dice: “Marco, amigo, ven conmigo a las Broças, que de parte de San Marcos te llamo para su fiesta”. El toro luego deja sus pastos, y manso váse delante de él; entra a las vísperas a la Iglesia como un cordero manso, y pónenle en los cuernos rosas y guirnaldas las mujeres; y sin hacer mal a nadie, sálese acabadas las vísperas al campo allí cerca. Otro día va en la procesión suelto entre la gente, y pasa un arco del claustro, tan estrecho que ha menester para pasar ladear los cuernos, y esto sin que se lo diga nadie, y toda la misa se está de pie delante de las gradas del altar mayor, y acabada de alzar la hostia postrera y de consumir alguna vez, sálese de la Iglesia a todo correr, como muchacho de la escuela, y base por esos montes y jarales, volviendo a su bravura natural”.

Pedro Romo sugiere, como lo hiciera años más tarde, el párroco de Santa María la Mayor. Gregorio Carrasco, que “es muy posible que el toro fuera alimentado el día de autos con ciertas hierbas adormecedoras que solo la gente campesina conocía y “drogado” cambiase su natural y anulara su bravura”

No se le pasa por alto, tras una relación de los personajes más importantes de la localidad como Francisco Sánchez de las Brozas, al que compara como rival de Erasmo de Rotterdam; y el comendador mayor de la Orden de Alcántara. Los comendadores eran en tiempos antiguos excelsos guerreros y en siglos posteriores “estos cargos los ocuparon hombres jóvenes… con la conquista de América, estos pueblos siguieron enviando guerreros a la campaña del nuevo continente”.

 

Los Infantes de Aragón en Extremadura

El siguiente capítulo, titulado “Los infantes de Aragón en Extremadura”, está dedicado a la guerra civil que en el primer tercio del siglo XV hubo en la Orden Militar de Alcántara protagonizado por el maestre Juan de Sotomayor y su sobrino Gutierre de Sotomayor, que fuera clavero (tercera autoridad de la orden) y posteriormente comendador mayor en Las Brozas.

Don Juan de Sotomayor fue comendador mayor en la villa de Las Brozas y por entonces se portó muy bien “había tratado con infinita dulzura y distinción a los Infantes de Aragón siempre que estos se acercaban por Extremadura”. Los infantes eran Enrique y Pedro, quienes eran hijos del rey Fernando de Antequera (Fernando I de Aragón), quien colocó muy bien a todos sus siete descendientes. Uno fue Alfonso, que le sucedió en el torno (Alfonso V); otro, Juan, fue rey de Navarra, y después de Aragón, tras el fallecimiento de su hermano mayor. María fue reina de Castilla por su matrimonio con Juan II y Leonor, reina consorte de Portugal, por su desposorio con el monarca luso. El infante Enroque fue maestre de la orden militar extremeña de Santiago; Sancho maestre de la de Alcántara y Pedro, el más pequeño, fue infante solo.

¿Qué querían los Infantes de Aragón en Extremadura?, pues hacer de ella un reino independiente, ya que Castilla estaba emparedada entre Portugal, Navarra y Aragón. Como los dos hermanos tenían el poder acumulado de las órdenes militares, y ante un rey Juan II, dedicado más a la cultura y otros menesteres, muy debilitado en su reinado, querían apoderarse de todos estos territorios para estrechar el cerco al reino castellano.

Estando en Alcántara y en ausencia de su tío el maestre Juan de Sotomayor arresta al infante don Pedro cuando, desde Alburquerque, llegó a Alcántara para hacerse con las propiedades y el poder de la Orden Militar. Y dice Pedro Romo: “El infante don Pedro se había metido en Alcántara subrepticiamente. Contando con la complicidad del maestre, sus tropas destruyeron algunas fortalezas menores, como la de Belvis y Navarra (que puede verse en la margen derecha de la carretera de Brozas a Alcántara) y Jartín, (una finca que le da nombre el Arroyo de Jartín entre los términos municipales de Las Brozas y Villa del Rey)”. Mientras tanto, el infante don Enrique atacó Valencia de Alcántara y se apropió de muchos rebaños de ganado. Don Juan de Sotomayor entregó Alcántara al infante y se quedó allí con él. Días después, el infante ataco la Encomienda Mayor de las Brozas, pero los habitantes de esta aldea supieron defenderse y el infante don Pedro no pudo nada contra su fortaleza, ni siquiera saquear la villa como hubiera deseado”.

            Gutierre de Sotomayor, comendador mayor, detiene al infante don Pedro y se pone al servicio del rey don Juan II de Castilla. En un capítulo genera, en julio de 1432 se depone al maestre Juan de Sotomayor y se nombra al comendador como nuevo maestre, siendo refrendado en diciembre de ese año por una bula del Papa Eugenio IV.

Por contar un chascarrillo de este maestre, a pesar de que la Orden Militar de Alcántara obligaba a la castidad, tuvo hasta 15 hijos de 8 mujeres. Gutierre está enterrado en el Monasterio de Guadalupe.

 

Mont Roig que es Monroy

El autor dedica dos capítulos a Mont Roig, que con el tiempo se transformó en Monroy, la villa de los Cuatro Lugares, junto a Hinojal, Talaván y Santiago del Campo. En este caso estudia la figura del clavero Alonso de Monroy, Clavero de la Orden Militar de Alcántara que hizo guerra a su maestre Gómez de Cáceres y Solís, y que consiguió ser también maestre, el penúltimo, antes que los Duques de Plasencia colocaran en el maestrazgo a su hijo don Juan de Zúñiga, bajo cuyo mandato se creó la Academia donde trabajó Elio Antonio de Nebrija y escribió la Gramática Castellana, editada en Salamanca en 1492, pero que cuyo original debió trabajarlo entre las localidades de Gata Alcántara, Las Brozas y Zalamea de la Serena, donde don Juan mandó construir un palacio.

Volvamos a la historia que concluye cuando la Orden Militar de Alcántara tiene hasta tres maestres en muy poco tiempo: Gómez de Cáceres y Solís, Alonso de Monroy y Juan de Zúñiga. Esta época fue muy violenta tanto que llego a haber una verdadera guerra civil entre los freyres de la milicia alcantarina, por apoyar al rey Enrique IV contra su hermanastro Alfonso de Castilla.

Sostiene Romo que “Don Gómez de Cáceres, nuevo maestre de Alcántara, y continuador de Sotomayor en el poderío y en la autoridad indiscutida, retuvo a su lado al de Monroy como pieza importante para el logro de sus grandes planes que no eran otros que la consolidación del poder de la Orden y de su persona en el dominio e toda Extremadura”, pues Gómez de Cáceres también era comendador de la Orden de Santiago.

 

Pese a todo el maestre metió en la cárcel a su valiente clavero porque en la boda Leonor de Solís, hermana del soberano de la Orden, hubo una fiesta con justas, que terminaron con uno de sus oponentes herido, Francisco de Hinojosa. El grupo que detuvo al clavero se detuvo en Brozas para curarle algunas heridas y lo llevaron a prisión a Alcántara, donde se logró escapar a los pocos días.

Con el tiempo, Monroy se hizo con la fortaleza de Azagala y allí resistió como un bravo las embestidas de las tropas el maestre que quería recuperarla. Con el tiempo hicieron las paces. Sin embargo, duró poco; de nuevo el maestre Gómez de Solís se alzó contra el rey y éste mando a Alonso de Monroy que le combatiese, por lo que destituyó del maestrazgo al primero y colocó a su aliado.

A Alonso de Monroy le sustituyó en el maestrazgo de Alcántara Juan de Zúñiga Pimentel, un joven hijo de la Duquesa de Arévalo, casada con el Duque de Plasencia, quien solicitó al rey el maestrazgo para su hijo Juan y también al Papa Sixto IV, logrando así que su vástago fuera el último maestre de la Orden de Alcántara. Incluso se llegó a nombrar un tercer maestre, Francisco de Solís, sobrino del maestre fallecido, por lo que hubo tres maestres: Alonso de Monroy, encarcelado, y el joven Juan de Zúñiga.

En el folio 67 termina su primer original Pedro Romo y concluye aquí con la siguiente frase: Jugada tan osada y procedimientos tan expeditos dejó anonadados a los partidarios de don Alonso que desconfiaron de salvar a su jefe”. Alonso de Monroy, conocido en la historia como el Clavero, murió en el castillo de Azagala en el año de 1511.

 

Los Solís y los Ovando

En el segundo original, más amplio que el primero y del que faltan las páginas 128 y 129, tiene varios capítulos: “Los Solís y los Cáceres”, “Un maestre, dos, tres”, “1492, un año muy singular”, “Ovando: Capitán General y Gobernador, “La hora XXIV del Descubrimiento” y “Reflexión final”.

Para Pedro Romo que conoce bien el tema sostiene que “el dominio de Extremadura por la Orden de Alcántara y su Maestre era la palanca que permitía tener un puesto preeminente en el Reino de Castilla.

 

Nicolás de Ovando y el Descubrimiento

El autor, como buen brocense, se fija en una de los hijos ilustres más importantes de la villa: Nicolás de Ovando, primer gobernador en las Indias, nombrado por los Reyes Católicos y sustituto del descubridor y navegante Cristóbal Colón y del juez pesquisidor Francisco de Bobadilla. Este llegó en agosto de 1500 y prendió a los Colón y los envió a España. Cometió tantos desmanes en la isla que los monarcas nombraron a Ovando para sustituirle. Y escribe Romo: “El cometido de Ovando no era nuevo, pero lo parecía. Y se mostraba nueva aquella misión por estar decidido los Reyes Católicos a empezar, de una vez por todas, con el buen gobierno de la isla. Había que colonizar aquellos extensos dominios y darle una organización cristiana y española. Las rencillas y las particulares codicias tenían que terminar. Había que civilizar a aquellas gentes en los usos y costumbres españoles”.

 

El comendador mayor seleccionó personajes de la guerra de Granada, entre ellos apellidos tan ilustres en la historia de España y, por ende, de la de Extremadura, como Aldana, Villarroel, Saavedra, Montejo, Orellana, Barrantes, Hinojosa, Ocampo, Godoy, Holguín, Hurtado, Sanabria, Trejo, Chaves, Sande, Paredes y Villalobos, entre otros. Y se sumaron nombres que dieron fama a la historia hispanoamericana como Francisco Pizarro que fue con él a la isla de La Española y en otro viaje Hernán Cortés.

Y más adelante, el ensayista sostiene que “Ovando fue la causa que hizo posible el trasplante a latitudes remotas. Desde la prehistoria, en Extremadura se formó una raza de pastores y guerreros con duros músculos y enorme capacidad de resistencia frente a privaciones y contrastes. El nombramiento de Ovando, como gobernador en Indias, puso en pie a Extremadura”.

            En su reflexión final, como buen militar, Romo argumenta que “quisimos justificar la bravura del extremeño como soldado. Sus dotes innatas para la guerra se basan en dos pilares singulares y eternos, que son disciplina y valor. Por añadidura, austeridad, coraje ante el sufrimiento, y paciencia. Fuera de los Ejércitos, confunden frecuentemente combatividad con agresividad. El extremeño es combativo, pero no agresivo.

Los folios originales concluyen en el número 196 con el siguiente párrafo: “A partir de 1505 afluyeron de todas las regiones de España: Castilla, León, Cantabria, Vasconia y hasta de Aragón (que al principio se abstuvo por tener sus miras el Reino en el Mediterráneo), no iban en plan guerrero en su mayoría, por lo que siguieron siendo los extremeños, las fuerzas que formaban en todos sus cuerpos de expedición armada: Menestrales, artesanos, campesinos, comerciantes y otras profesiones, eran de toda España, pero combatientes siguieron siendo, en su mayoría, extremeños, motivo este para considerar que los conquistadores de América fueron extremeños en general, aunque figure en primera fila y en letras de oro, sus principales capitanes”.

 

 

APÉNDICE FOTOGRÁFICO

Fig 1. Pedro Romo en 1938

Fig 2. Pedro Romo en 1980

Fig 3. Condecoraciones militares de Pedro Romo

Fig 4. Casa de Pedro de Ibarra

Fig 5. Dibujo de Pedro Romo de su casa y la de Pedro Ibarra

Fig 6. Certificación del Premio Ensayo

 

Dic 282020
 

Manuel Quesada Fernández

 

RESUMEN

Este trabajo muestra la historia de la Semana Santa de Trujillo en la primera mitad del siglo XX, a través de sus cofradías. Etapa de gran relevancia para el movimiento cofrade, en la que destacamos la unión de las cofradías, que consiguió el empuje necesario para afrontar con éxito grandes retos y novedades, que aún perduran en la Semana Grande trujillana. Historia que hasta ahora se había tratado de una manera muy superficial, incluso con algunos errores, que trataré de justificar y enmendar.

En el estudio de esta parte del movimiento cofrade, exponemos datos inéditos, sacamos a luz numerosa información que con el paso del tiempo se había olvidado, contribuyendo con ello a enriquecer la historia de la Semana Santa de Trujillo.

Podemos dividir el estudio en dos grandes bloques, que son, los años anteriores a la fusión de las cofradías, que abarcaría desde el año 1900 hasta el año 1916, y a partir de dicha fusión, es decir, desde el año 1917 hasta el año 1950.

 

ANTECEDENTES

A pesar de las vicisitudes pasadas en otros siglos, tres eran las cofradías penitenciales que perduraron en el tiempo;

La Cofradía de la Vera Cruz: No tenemos constancia del año exacto de su fundación, aunque sabemos que existía ya en el año 15181. De esta Cofradía no conocemos hasta el momento datos sobre su funcionamiento, pero si sabemos de una tibia existencia en los años que vamos a tratar2.

La Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad: Se conoce su existencia desde el año 15653, de esta Cofradía y de la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, se conserva una cantidad importante de documentación a lo largo del tiempo, que nos ha permitido conocer la estrecha relación que tenían ambas cofradías, llegando a firmar dos concordias, siendo la más importante la firmada en 18484, es de gran importancia conocer la estrecha relación que existía entre estas cofradías, para comprender la unión que finalmente se produjo en el año 1917, como estudiaremos a continuación.

Por último, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno: Probablemente existiera antes de 1616, pero es de este año del que existen constancia fehaciente5, como hemos dicho anteriormente, existe gran cantidad de información de esta cofradía a lo largo de la historia.

 

EL MOVIMIENTO COFRADE TRUJILLANO EN LOS INCIOS DEL SIGLO XX

(1900 – 1916)

Como ya hemos dicho en la introducción, tres eran las cofradías penitenciales que llegaron hasta los albores del siglo XX. Desafortunadamente no son muchos los datos que se conservan de ellas. Algún libro de cuentas y la información que hemos podido recoger de noticieros locales de la época, es la base sobre la que apoyamos el presente trabajo.

Relativo a la cofradía de la Soledad y de la Vera Cruz, prácticamente no hemos encontrado documento oficial alguno, pero sí bastantes referencias a la primera en los periódicos locales de la época, no corriendo la misma suerte la de la Vera Cruz de la que apenas constan unos pocos apuntes. Existe también un libro de cuentas de la Cofradía del Nazareno que inicia sus inscripciones en 1889 y termina en 19166. A través de toda esta información, hemos podido concluir, que eran dos las funciones fundamentales que tenían las cofradías penitenciales trujillanas en los inicios del siglo XX. La primera, sería la organización de todo lo relacionado con la Semana Santa, como la preparación de la cuaresma, sermones, funciones religiosas y estaciones de penitencia. El segundo objetivo, serían las funciones asistenciales a los cofrades en el momento de la defunción, el acompañamiento a la hora de la inhumación, con la presencia de hachones e insignias de las cofradías y cera que portaban los propios cofrades, así como el sufragio del alma del difunto mediante oficios religiosos, costeados por la propia cofradía.

Las cofradías en el inicio del siglo XX se encontraban en estado precario, la extrema situación económica deficitaria hacía que las cofradías fueran dependientes de la voluntad de los bienhechores que tenían a bien entregar una limosna para el sustento de estas entidades. Así, en el periódico la Opinión de Trujillo se advertía constantemente de esta situación, cabe destacar el contenido del siguiente artículo; “Ya en otra ocasión, haciéndonos cargo del estado precario de las Cofradías á quienes pertenece organizar las fiestas de la Semana Santa, llamamos la atención de las personas piadosas para que auxiliaran á esas Cofradías(…)Ha transcurrido un año desde que con motivo del lastimoso efecto que nos causaron las procesiones de Semana Santa escribimos sobre el asunto y vemos que hemos conseguido muy poco.(…) No hay pueblo, por chico que sea, donde con más ó menos lujo no se exteriorice el culto cristiano de esos días tan solemnes. Sin embargo, aquí donde la piedad es grande, la caridad inagotable y los sentimientos religiosos arraigados, y generales las fiestas de la Semana Santa resultan ridiculizadas por su excesiva pobreza, asistencia tan reducida y arcaico ceremonial7.

 

CONSTITUCIONES

Conocemos como constituciones al reglamento por el que se regían las cofradías, en ellas se recogían los derechos y obligaciones de los hermanos, los cargos que conformaban la dirección de las cofradías y su forma de elección, los fines de las cofradías, etc. En el caso de la Cofradía del Nazareno, las constituciones que regían en el periodo que estamos estudiando, eran unas constituciones aprobadas por la autoridad eclesial, el 10 de marzo de 1846. No voy a entrar a detallar estas constituciones puesto que ya han sido ampliamente estudiadas y publicadas8. Las tres cofradías tenían unas constituciones antiguas y obsoletas y de ello se hicieron eco en varias ocasiones en el periódico la Opinión de Trujillo. Destacamos un artículo del año 1912 que nos describe la situación de las cofradías de la época en relación a las constituciones: “(…)Renuévense esos vetustísimos pergaminos á que las Cofradías dan el nombre de constituciones y mediante nuevos artículos más en armonía con los tiempos de hoy, véase el modo de nutrir de socios esas Hermandades, y entonces ni faltarán recursos ni iniciativas evitándose con ello el que tanto se abuse del petitorio(…)9.

 

MUJERES COFRADES

Ni que decir tiene que la presencia de las mujeres en las cofradías, hasta el momento había sido prácticamente nula. En la época que nos concierne, a las mujeres casadas no se les permitía pertenecer como hermanas, tan solo podían pertenecer aquellas que estuvieran o bien solteras, o bien viudas y únicamente para gozar de las atenciones asistenciales que ofrecía la cofradía en caso de defunción. Así, las viudas para ser inscritas como hermanas, tenían que pagar media entrada, que era la cuota que correspondía para adquirir los derechos de hermano. Lo mismo tenían que pagar los viudos casados en segundas nupcias para que sus esposas adquirieran los derechos asistenciales. Las mujeres solteras se inscribían en los libros de socios indicando esta situación.

 

ÓRGANOS DE GOBIERNO

La dirección de las cofradías de la época se caracterizaba por la única presencia de varones, con un nivel intelectual y social medio – alto. Las cofradías eran dirigidas por los alcaldes, que era la denominación que tomaban la persona que ocupaba el puesto, lo que hoy conocemos como presidente o hermano mayor.

Existía un mayordomo de arca, también conocido como depositario, que se encargaba de la llevanza de los libros contables de la cofradía y del depósito de los fondos con que la misma contaba. Así pues, se encargaba de librar los pagos, con la supervisión del alcalde, de todos los gastos que la cofradía hacía y se encargaba de recoger el montante económico procedente de las limosnas, petitorios o pago de entradas de los hermanos que se incorporaban, estas funciones en la actualidad las realiza el tesorero.

Contaban también con un secretario que hacía las mismas funciones de gestión que hacen en la actualidad los secretarios de las cofradías, se encargaban de levantar actas de las reuniones y de la custodia de los libros de actas de las cofradías.

También contaban con la figura del diputado mayor o diputado menor, también llamado diputado primero y segundo, a los que se les encargaban diferentes funciones organizativas, como, por ejemplo, regir las imágenes en las procesiones u otro tipo de cuestiones de menor importancia. Suplían al presidente cuando faltaba o estaba impedido por motivos de salud. En la actualidad esta figura la conocemos como vicepresidente o vicehermano mayor.

Importante también la figura del mayordomo de iglesia, encargado de la ornamentación y cuidado de imágenes, de la custodia de los enseres de la iglesia y de la limpieza de la misma10. En el caso de la Cofradía del Nazareno, el mayordomo de iglesia, se encargaba también del mantenimiento y puesta a punto de la iglesia de Jesús, así como de preparar todos los enseres que se precisaban para los oficios religiosos que se celebraban en la iglesia.

Y por último existía también la figura del demandadero o sirviente, que se encargaba de las asistencias a los cofrades difuntos, de citar a los cofrades para las juntas, cobrar las deudas con la cofradía, etc. Este servicio era remunerado mensualmente. Esta figura es parecida a la del muñidor, prácticamente realizaba las mismas funciones.

En cuanto a las personas que ocupaban estos cargos, en la cofradía del Nazareno, vemos la evolución de algunas personas que empiezan ocupando cargos menores y terminan en la cúspide de la dirección de la Cofradía. Este es el caso, por ejemplo, de Juan José de la Cruz López que fue alcalde de la cofradía hasta la reorganización de la cofradía en 1917, y que empezó como 2º diputado en 1908. Figura importante también la de Juan Sanabria, que ocupó el cargo de alcalde de la cofradía, prácticamente desde principios de siglo hasta que le tomó el relevo Juan José de la Cruz, en ese momento continuó ocupando el cargo de mayordomo, hasta la reorganización de la cofradía, y ocupando el cargo de sirviente, en la cofradía ya reorganizada, como veremos más adelante11.

 

RECURSOS ECONÓMICOS E INVERSIONES DE LA COFRADÍA

En cuanto a los recursos económicos debemos decir que era el verdadero problema que sufrían las cofradías. De esto dependía en gran medida el futuro de las mismas y fue este el principal motivo por el que terminaron uniéndose. En estos primeros años del siglo XX las cofradías atravesaban un gran calvario económico, pues con los ingresos que tenían no conseguían ilusionar, simplemente sus directivos se dedicaban a gestionar los recursos, y a duras penas conseguían cubrir todos los gastos ordinarios que tenían.

Podemos definir cuatro tipos de ingresos, que son los únicos que recibían las cofradías por aquella época; eran los relativos al pago de entrada o media entrada, según los casos, de los nuevos hermanos que se incorporaban. Las limosnas y petitorios que se realizaban en las funciones de Semana Santa, y en los funerales de los hermanos de la cofradía y por el arriendo de los hachones de la cofradía, singular este último movimiento, no por su cuantía, sino por las personas que los arrendaban pertenecientes a la nobleza de la época, como son la condesa de tres palacios o el vizconde de Amaya.

En cuanto a los gastos, gran parte de los mismos se realizaban para el mantenimiento de la iglesia de Jesús, en el caso de la cofradía del Nazareno, en el pago de los sermones y de los oficios funerarios a los sacerdotes y en cera para las procesiones. Gastos que eran cada vez más costosos y que provocaron que el último año, antes de la fusión de todas las cofradías, al cierre de cuentas se arrojara un resultado deficitario12.

 

FUNCIONES RELIGIOSAS

Las funciones religiosas, principalmente se llevaban a cabo en cuaresma y Semana Santa. Durante la cuaresma, se organizaban sermones en la iglesia de Jesús, todos los miércoles de cuaresma, a excepción del miércoles de ceniza. El Jueves Santo en San Francisco, se realizaba el sermón de la Pasión. El Viernes Santo se realizaba el sermón de las siete palabras, por la mañana y el sermón de la Soledad, que se predicaba al término de la procesión de ese día13. Estos sermones eran ofrecidos por sacerdotes, generalmente de Trujillo o de sus arrabales y sufragados por las cofradías organizadoras. Así, los sermones de cuaresma y el sermón de pasión, eran sufragados por la Cofradía del Nazareno y el sermón de las siete palabras y el de la Soledad por la Cofradía de la Soledad. Sin embargo, ya en los últimos años se pusieron de acuerdo para sufragarlos entre ambas cofradías, como nos cuentan el noticiero local de la época; (La cofradía del Nazareno) de común acuerdo con la cofradía de la soledad y a expensas de ambas, han encargado los sermones de pasión y siete palabras al P. Melquiades, franciscano del Palancar,”14. Además se contaba también, en estos sermones, con la participación de la Banda Municipal de Música, actuaciones que eran costeadas también por las cofradías15.

 

PROCESIONES

Dos eran las procesiones que se llevaban a cabo durante la Semana Santa. La primera se realizaba el Miércoles Santo, salía sobre las seis de la tarde de la iglesia de Jesús, pasando por la calle Encarnación, Merced, Canalejas, San Antonio, Sofraga, Sillería, Plaza Mayor y terminaba en la iglesia de San Francisco16. Esta procesión, en 1911 pasó a realizarse el Jueves Santo, debido a las condiciones meteorológicas de aquel año, que hicieron que se suspendiera la procesión del miércoles por la lluvia, aplazándose su celebración a la tarde del Jueves Santo, continuando así hasta la actualidad. El Viernes Santo se realizaba la segunda estación de penitencia de la Semana Santa. Salía de San Francisco, con un recorrido similar a la procesión comentada anteriormente17.

– Imágenes;

Referente a las imágenes que procesionaban en esta época, podemos decir que en la procesión del Miércoles o Jueves Santo, la imagen principal era la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, salían también la Oración en el Huerto, la Verónica y la Magdalena. En cuanto a la procesión del Viernes Santo, la imagen principal era el Cristo Yacente. Hasta 1915 se procesionaba el mismo Cristo articulado utilizado para el descendimiento que en la actualidad se conserva en la iglesia de Santa María. En dicho año, Doña María Guillen Cano, gran benefactora de Trujillo y de su Semana Santa, donó el paso actual del Santo Sepulcro a la Cofradía y se estrenó el Viernes Santo de ese mismo año18. Junto al Cristo Yacente, salían las imágenes de la Soledad, la Magdalena y San Juan

– Adorno de los Pasos

Ya en los inicios del siglo XX toma especial importancia el adorno floral de los pasos con flores silvestres, principalmente con escobas que se recogían en el campo o con hierbas aromáticas como el romero. Así, por ejemplo, encontramos una anotación en el libro de cuentas del Nazareno en la que se refiere a este aspecto, en el libro hay movimientos en los que se paga al “cogedor de flores” o se invierte en la compra de “romero para el huerto”, refiriéndose al paso de la Oración en el Huerto.

– Música

La música en las procesiones empieza a tener especial relevancia en la primera mitad del siglo XX, así en los inicios de siglo ya podemos ver cómo año tras año, se invierte en el pago del acompañamiento musical realizado por la Banda Municipal de la época. Por poner un ejemplo, en el año 1914 aparece un gasto en el libro de cuentas del Nazareno, en el que se le pagan 30 pesetas a Francisco Durán, por la “banda que toca en la procesión”.

 

LA UNIÓN DE LAS COFRADÍAS

(1917 – 1918)

Si importante fue lo acontecido hasta la fecha, más importante, si cabe, fue lo que ocurrió entre los años 1917 y 1918, pues marcó una nueva era en la Semana Santa trujillana.

Hasta entonces, las cofradías habían funcionado de manera independiente, con acuerdos importantes de colaboración, pero siempre respetando la independencia de cada una. Es a partir de este momento, cuando podemos hablar de una unión de todas las cofradías penitenciales trujillanas.

Los testimonios que han ido pasando de generación en generación, siempre nos han hablado de una unión cofrade, pero nunca se ha estudiado en profundidad este aspecto, siempre se ha dado por hecho que esto era así y nadie lo había cuestionado. Sin embargo, recientemente, ha tenido esta unión cierta transcendencia y así nos lo hacía saber Antonio Cantero Muñoz, en su trabajo de los XLVII Coloquios históricos de Extremadura diciendo; José Antonio Ramos Rubio, en su libro titulado El Procesionario de Trujillo, señala que en virtud de la Concordia mencionada, el 5 de febrero de 1848 se unen las cofradías del Nazareno y Soledad, siendo esta apreciación errónea, lo cual ha tenido cierta transcendencia” y continúa diciendo; En el mismo libro de actas, se refleja que la Concordia es un acuerdo sin más entre hermandades sobre puntos concretos, en ningún caso de unión, como se vuelve a reflejar en el acta de 23 de abril de 1876. La citada Concordia dejó de estar en vigor el 14 de noviembre de 1880, continuando cada cofradía su vida propia independiente, como consta en las juntas de ambas entidades correspondientes a los años siguientes.”

Aunque, es cierto que la concordia celebrada entre ambas cofradías en 1848, no es más que un acuerdo de mutua colaboración, y no un acuerdo de unión como nos narra Ramos Rubio19, fue esta concordia la que sentó las bases de la unión que se produciría años más tarde. Sin embargo, los datos que aporto en este trabajo no se conocen si no se hace un estudio en profundidad sobre el asunto, y seguramente fue este el motivo por lo que Ramos Rubio cometió el error que a mi juicio no es tan grave como nos cuenta Cantero Muñoz, básicamente porque unos años más tarde se produjo la unión.

Hasta la fecha todos los indicios que teníamos nos conducían a una unión de las cofradías penitenciales de Trujillo. Tanto los testimonios que teníamos, de personas de la propia cofradía resultante, como estudios realizados por varios historiadores, nos conducían a una unión cofrade. Ya, D. Juan Tena, en su magnífica obra, «Trujillo, histórico y monumental», nos decía, al hablar sobre la iglesia de Jesús; “La Cofradía de nuestro Padre Jesús de Nazaret, ha sido modernamente reorganizada bajo el título de Cofradía de Jesús del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad, existente hoy en San Francisco”20, también Ramos Rubio, en su estudio sobre la Semana Santa trujillana decía “Estas primigenias Cofradías han llegado a nosotros, tras haber pasado muchas vicisitudes y muchos cambios, de una forma u otra agrupadas en la Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad”21. Cabe recordar la importancia del testimonio de D. Juan Tena, no solo por la brillantez de su trabajo como riguroso historiador, sino también por ser testigo directo de esta fusión, pues D. Juan Tena vivió en primera persona la reorganización de la cofradía, de hecho, en el mismo año de la aprobación canónica de las constituciones, en 1918, fue el predicador del Sermón de Pasión.

Estos datos se refuerzan además, con lo recogido en el título de posesión de la iglesia de Jesús otorgado por el Juez de primera instancia D. Rufino Gutiérrez, en el que se cita que la iglesia de Jesús era de la Cofradía del Santo sepulcro desde tiempo inmemorial, recogiendo el auto lo siguiente:”(…) que la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra señora de la Soledad, establecida canónicamente en esta población y adscrita a la parroquia de Santa María la mayor – vulgo San Francisco -, viene poseyendo desde, digo, en concepto de dueña desde tiempo inmemorial la finca urbana que se describe (…) finca urbana propia de la Cofradía señalada con el número 5 de la Plaza Ruiz de Mendoza”22. Este auto judicial reconoce la propiedad de la iglesia de Jesús a la Cofradía del Santo Sepulcro, refiriendo que la poseía desde tiempo inmemorial.

También reforzamos nuestra teoría con lo recogido en las constituciones de la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad aprobadas canónicamente en el año 1949; “Por cuanto ésta ilustre cofradía surgió hace muchos años, de la refundición de otras que desde tiempo inmemorial existían en ésta Ciudad de Trujillo, se adoptó el título del «SANTO SEPULCRO Y NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD» con lo que se satisface la devoción tanto de los caballeros como de las señoras que en clase de cofrades, pertenezcan a la misma”23

Es cierto que todos estos datos, a pesar de ser muy evidentes, no son concluyentes, pues hacen ver que se produjo una unión, pero no lo hacen de forma determinante, de manera que no nos quepa ninguna duda.

Podemos afirmar categóricamente, que la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad se fundó en abril de 1917. Sin embargo, Ramos Rubio ubica la fundación de esta cofradía en el año 192424, dato erróneo puesto que tenemos constancia de esta fundación gracias al libro de cuentas de la cofradía del Santo Sepulcro en el que se recoge el siguiente texto; “Cuenta anual de ingresos habidos y gastos realizados por esta cofradia, desde su fundación en 1º de abril de mil novecientos diez y siete al dia de la fecha. Trujillo 1 de marzo de 1918”.25 En este mismo documento, que es muy importante para justificar como pretendemos, la unión que se produjo, queda acreditada sin lugar a dudas, que esta cofradía la componen las tres que habían perdurado en el tiempo, la de la Vera Cruz, la de la Soledad y la del Nazareno. De las dos primeras, y como primeros movimientos de la cuenta de ingresos en el mes de abril de 1917, dice lo siguiente; “Fondos de la antigua cofradia de la vera cruz, 100,00 Pesetas / idem idem de la soledad, 53,25 Pesetas” queda por tanto acreditado que ambas cofradías desembocaron en la nueva, es decir, que se fusionaron para formar la nueva cofradía. Sin embargo, más que una fusión, lo que realmente se produjo fue una absorción, de las dos cofradías por la del Nazareno, además del ya comentado cambio de nombre. Así en las primeras cuentas presentadas en 1918, en la suma de ingresos hay una diferencia de 33,30 pesetas, que sería correspondiente a la cantidad que aportaba la Cofradía del Nazareno. Además de esto, ya en las cuentas de los primeros años se puede ver cómo sigue los mismos patrones, en cuanto al funcionamiento, que dicha cofradía; se encargan de los funerales de los hermanos de la Cofradía del Nazareno, se encargan del mantenimiento de la iglesia de Jesús, se encargan de los actos que celebraba la del Nazareno, de procesionar a la propia efigie del Nazareno, de sufragar y organizar un triduo y la fiesta de la Piedad y un sin fin de coincidencias que afianzan la teoría de que esta seguía siendo la misma cofradía26, con la particularidad de que habían cambiado el nombre, como nos narraba D. Juan Tena “modernamente reorganizada” y que había absorbido a las otras dos que probablemente se encontraban más debilitadas.

Una observación que me llama la atención y que refuerza la idea que vengo defendiendo, es que el libro de cuentas de la Cofradía del Nazareno tiene la última anotación el 31 de diciembre de 1916, quedando en dicho libro varias páginas en blanco donde poder anotar los movimientos, si los hubiera habido. Como contrapunto, observamos que el libro de cuentas de la cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad comienza, como hemos comentado anteriormente, a primeros de abril de 1917, sería mucha coincidencia, si un libro no fuera la continuación del otro.

Pero hay muchas más coincidencias, aunque solo vamos a comentar una pocas que sirvan como muestra. Por ejemplo, podemos atender a lo que recoge el propio documento que comentábamos anteriormente, referente a las cuentas de la fundación de la cofradía: “Satisfecho por el vizconde de amaya alquiler de hachas, 18,25 Pesetas” Movimiento idéntico al que se recogía en el libro de cuentas del Nazareno de manera recurrente en años anteriores. También hay otro movimiento que dice: “A D. Fabian Rodriguez por el sermón de la pasión, 30,00 Pesetas” Sermón que hasta la fecha venía organizando y pagando la Cofradía del Nazareno y por último un movimiento que no deja lugar a dudas sobre nuestra teoría, que dice: “oficio por el alma de D. José de la Cruz (q.e.p.d.), 8,00 Pesetas”, correspondiente al pago del oficio por el alma del que fuera alcalde de la Cofradía del Nazareno, al menos hasta 1915.

A parte de todo esto, desde la reorganización del movimiento cofrade en 1917, Juan Sanabria se encarga de las tareas propias de muñidor, recogido como sirviente en el libro de cuentas de la cofradía, asignándole un sueldo mensual de 10 Pesetas. Recordemos que Juan Sanabria ocupó los cargos de alcalde y tesorero o depositario de la cofradía del Nazareno.

También, la cofradía del Santo Sepulcro continúa desde un primer momento a cargo del cuidado de la imagen de Jesús Nazareno, así en fechas muy cercanas a la unión de las cofradías, concretamente en septiembre de 1917 encontramos un recibo del libro de cuentas de la Cofradía del Santo Sepulcro, que recoge el abono del “arreglo de la túnica de Nuestro Padre Jesús Nazareno”.

Con todo lo expuesto anteriormente podemos ya afirmar rotundamente que las Cofradías Penitenciales de Trujillo se fusionaron en una, para fundar la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. Aun así y para que no quede la más mínima duda de que esto fue así, hay dos testimonios claves que resuelven cualquier duda que pueda surgir, el primero se recoge en el periódico la Opinión de Trujillo del año 1917, donde se publica un artículo bajo el título “NUEVA COFRADÍA” que recogía la siguiente crónica; “El estado de pobreza en que venían viviendo las cofradías religiosas, ya por el reducido número de cofrades, ya por los escasos servicios y asistencias a funerales, principales fuentes de ingresos, era causa de que los cultos de Semana Santa, dentro de su grave y majestuosa solemnidad, se hicieran con demasiada modestia, poco relativa a lo que exige la proverbial religiosidad y piedad de Trujillo. Tres años de entusiasta labor por parte de distinguidas damas y el celo de los antiguos cofrades han conseguido despertar nuevamente el perdido entusiasmo y reconstruir bajo la denominación de Cofradía del Santo Entierro ó Sepulcro y Soledad las de Jesús Nazareno, Vera-Cruz y Soledad. El domingo último y bajo la presidencia de los presbiteros señores Abril, Cancho y Rodríguez, delegados del señor Obispo y con asistencia de los cofrades antiguos y señores adheridos, se celebró una junta en San Francisco, donde fueron discutidas y redactadas las nuevas constituciones,(…)”.27

El segundo testimonio corresponde al Decreto del Obispo de Plasencia, D. Ángel Regueras López, de 28 de febrero de 1918 en el que autoriza, la fusión de las Cofradías del Nazareno y de la Soledad en la nueva Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad28. Con todo ello, queda perfectamente clarificada la unión que se produjo y las cofradías que se fusionaron, para formar la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad.

Por tanto, sería un error histórico considerar que la Cofradía del Nazareno desapareciera o dejara de existir, pues lo que hizo fue fusionarse y cambiar de nombre, continuando su existencia hasta la actualidad como Cofradía del Santo Sepulcro.

 

EL MOVIENTO COFRADE BAJO LA TUTELA DE LA ILUSTRE COFRADÍA DEL SANTO SEPULCRO Y NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

(1917 – 1950)

La Semana Santa trujillana y su movimiento cofrade quedaron reforzados mediante la unión ya comentada, al amparo de la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. A partir de su fundación, notamos un incremento de su actividad, así como una renovación de ideas e ilusiones, algunas de ellas muy acertadas, que perduraron hasta nuestros días. Principalmente podemos destacar la legalización de la posesión de la iglesia de Jesús, la incorporación de nuevos pasos a las procesiones o el establecimiento de cuotas anuales a los hermanos cofrades, medida tomada para aliviar la situación económica deficitaria que existía. Destacamos también la inclusión de la mujer como hermana, sin atender a su estado civil, como acostumbraban las cofradías fusionadas.

La Cofradía seguía la tradición de sus predecesoras, encargándose de las funciones asistenciales a los hermanos cofrades en el momento de su defunción y organizando las funciones religiosas y las procesiones durante la Semana Santa.

Para actualizar los enseres de la cofradía al cambio producido en su nombre y en su escudo, una de las primeras medidas tomadas, fue la actualización de su imagen corporativa. Por ello se renuevan los escudos de madera de los hacheros, se bordan los estandartes con el nuevo escudo, o se pintan los monogramas en los hachones. Todo ello quedó recogido en el libro de cuentas de la cofradía29.

 

TÍTULO DE ILUSTRE

Prácticamente, desde la gran unión cofrade de principios de siglo, se ha reconocido a esta Cofradía con el título de Ilustre. Sin embargo, el paso de los años, ha hecho que cayera en el olvido la persona por la que esta cofradía puede lucir, y luce en la actualidad, tan distinguido título, desconociendo a quién se debe tal privilegio. La recuperación de la memoria histórica cofrade que pretendo con este trabajo, desvela este enigma tan relevante que, sin lugar a dudas, es uno del hallazgo más importante del mismo.

Las cofradías o hermandades que pueden utilizar el título de Ilustre son aquellas que cuenten, entre sus filas, con un hermano que ostente o haya ostentado tal distinción. Varios son los motivos por los que una persona adquiere el grado de Ilustre, pero nos centraremos en el grado otorgado a los títulos nobiliarios, en especial al título de Marqués pues es este el título que ostentó la persona por la que la cofradía adquiere el título de Ilustre Cofradía. Se trata del Excelentísimo Señor D. Jacinto de Orellana-Pizarro y Avecia. Este señor fue, nada más y nada menos que, el XI Marqués de Albayda, marquesado que goza de grandeza de España, y por este motivo el grado de su titular es de Excelentísimo Señor. Sin embargo, el grado de Ilustre es inmediatamente inferior al que ostentó D. Jacinto de Orellana – Pizarro como Marqués de Albayda, por ello hay que atender a lo acontecido en su familia en un periodo anterior, para saber en qué momento obtuvo la dignidad de Ilustre.

  1. Jacinto de Orellana – Pizarro y Avecia, nació en el año 1841, su padre, D. Jacinto Telesforo de Orellana y Díaz obtiene el título de Marqués de la Conquista el 6 de abril de 1848. Este título, que no goza de grandeza de España, le otorgó la dignidad de Ilustrísimo Señor, tanto a él, como a su hijo primogénito, D. Jacinto de Orellana – Pizarro. Ambos ostentan esta dignidad, hasta que D. Jacinto Telesforo obtiene el título de Marqués de Albayda, el 3 de marzo de 188730, a partir de ese momento, es cuando ostentan ambos, uno por título y el otro por primogenitura, la dignidad de Excelentísimo Señor.

Queda, por tanto, suficientemente acreditado que, D. Jacinto de Orellana – Pizarro y Avecia ostentó el grado de Ilustre durante casi 40 años. Con todo ello, la cofradía que contara entre sus hermanos cofrades con este señor, puede utilizar el título de Ilustre Cofradía.

Es difícil demostrar que este señor perteneció a la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad sin tener localizado el libro de Hermanos, ni los libros de actas de aquella época donde se pudiera recoger tal pertenencia. Sin embargo, era un deber de la cofradía, que, al fallecer los hermanos de la misma, se aplicara un funeral para el sufragio del alma del difunto. Al aplicarse tal oficio, el sacerdote pasaba recibo a la cofradía para que el tesorero librase el pago de los servicios religiosos.

El XI Marqués de Albayda, muere el 4 de noviembre de 1919, y queda registrado en el libro de cuentas de la Cofradía del Santo Sepulcro una nota, a modo de recibo, del párroco de Santa María que recoge el siguiente texto; “Recibí de la tesorería de la Hermandad del Sto Sepulcro la cantidad de veintidos pesetas cincuenta centimos por el oficio de difunto del hermano excmo marques de albaida (q.e.p.d). Para que conste firmo en Trujillo a 19 de noviembre de 1919”. Es este recibo el que nos va a certificar que el Excelentísimo Marqués de Albayda, perteneció a esta cofradía y con esta pertenencia, la cofradía adquirió el título de Ilustre.

  1. Jacinto de Orellana – Pizarro, no fue el único noble que perteneció a esta Cofradía. Su única hija, heredera del Marquesado de Albayda, la Excelentísima Señora María de la Concepción Orellana Pizarro y Maldonado, también fue hermana de tan Ilustre Cofradía. Al igual que pasó con su padre, cuando fallece, la cofradía ofrece un funeral para el sufragio de su alma. Se recoge también el recibo en el libro de cuentas de la cofradía de éste oficio religioso y dice así; “He recibido de D. Benjamin moreno, tesorero de la cofradia del santo sepulcro la cantidad de treinta y ocho pesetas con cincuenta centimos como honorarios parroquiales del funeral de segunda clase aplicado en sufragio del alma de la excma sra marquesa de albayda (q.e.p.d) celebrado en la parroquia de mi cargo el día de la fecha. Trujillo 5 de diciembre de 1927” firma el recibo Félix Álvarez.

Si ya de por sí, es un honor para la Cofradía lucir el título de Ilustre, mayor honor es hacerlo por la pertenencia a esta Cofradía de un descendiente directo del conquistador Francisco Pizarro.

 

CONSTITUCIONES

Dos son las constituciones que rigieron a esta cofradía durante el tiempo que tratamos. Las primeras fueron aprobadas por la autoridad eclesial en 1918 y las segundas en 1949. Las segundas se conservan íntegras en el archivo histórico de la propia Cofradía.

En estas constituciones se empieza a vislumbrar la presencia de mujeres, aunque de manera tibia y totalmente sometidas a la voluntad de los varones. Se regula en su artículo segundo el escudo y el hábito de la cofradía que no es otro, que el que utilizan en la actualidad los cofrades de esta Cofradía.

La admisión de nuevos cofrades, recogida en su artículo cuarto, era previa aprobación de la Junta Directiva, quien decidía si se admitía o no. Podían acceder tanto hombres, como mujeres o niños, siempre que estos últimos hubieran hecho la primera comunión y tuvieran permiso de sus padres o tutores; las funciones asistenciales a los difuntos dejan de hacerse a las familias de los cofrades, pasando a gozar de este beneficio a título individual, así el artículo noveno dice: “estos derechos son personales y para ello es condición indispensable, por parte de los cofrades, el tener satisfechas sus cuotas”. Y en el artículo octavo referido a los derechos que se adquieren al ser cofrades, se recoge: “Los cofrades, sin distinción de clases, tendrán derecho (con excepción de cualquier otro miembro de su familia) a la asistencia de la cofradía(…) al entierro del cofrade en caso de fallecimiento”, disipando cualquier duda que pudiera haber a la hora de beneficiarse de los servicios que ofrecía la Cofradía.

En el capítulo de la organización y gobierno de la cofradía, no encontramos importantes cambios, podemos destacar la denominación que se hace al órgano de gobierno, que se llamará Junta Directiva o Junta de Gobierno, y a la Junta de todos los Hermanos que se denominará Junta General. Establecen también la renovación de cargos directivos en dos turnos, cada dos años. Terminan estas constituciones con la clasificación detallada de los cargos que componen la Junta Directiva. Al final de las constituciones consta el siguiente texto; “Plasencia, 15 de Febrero de 1949 – Vº.Bº. El Vicario General, Lic. RAFAEL GARCÍA”31.

 

MUJERES COFRADES

Ya en esta etapa cofrade se empieza a permitir la inscripción de mujeres a la Cofradía, sin discriminación por su Estado Civil, empezando a ocupar algún cargo directivo, pero limitando mucho el ejercicio del mismo y siempre sometido al control de los varones. Desde mi punto de vista, esto atendía más bien, a un interés recaudatorio, pues se duplicaban los ingresos, si las mujeres también pagaban su cuota, al fin y al cabo, se iban a beneficiar igualmente de las asistencias en su defunción.

Empieza, por tanto, un lento proceso en el que poco a poco la mujer se va abriendo camino en el mundo cofrade. Así, podemos ver, como en las constituciones de 1949 a las que nos hemos referido anteriormente, queda recogida la forma en que pueden participar las mujeres en la Cofradía. Una participación muy limitada, que no les permitía participar en los Órganos de Gobierno. Uno de sus artículos establece; “Sin intervención en el gobierno de la cofradía, pueden ingresar las señoras de reconocida piedad”. Se permitía su permanencia como cofrade, pero se les prohibía acceder a cargos directivos. En las obligaciones y derechos de los cofrades, referente a las mujeres, se matiza lo siguiente; “Las señoras y los niños (estarán obligados) sólo al cumplimiento de las constituciones, sin desempeño de cargo alguno. Se exceptúan las designadas para Camarera Mayor y Menor de Nuestra Señora de la Soledad, con voz, pero sin voto, en las juntas.”

En relación con el derecho de voz y voto de las mujeres, se especifica lo siguiente: “con excepción de las señoras y niños, todos los cofrades tendrán voz y voto en las juntas generales, en la elección de cargos, pudiendo ser elegidos para los mismos” Por tanto, la única forma que tenían las mujeres de hacerse oír en las Juntas, era a través de las Cameras Mayor y Menor que eran las únicas que gozaban del derecho de ser oídas en las mismas.

 

ÓRGANOS DE GOBIERNO

Encontramos bastantes cambios en las denominaciones de los cargos directivos, con la inclusión de nuevas figuras, no contempladas anteriormente. Así, como una de las personas más importantes dentro de la dirección de la Cofradía, se crea la figura del Director Espiritual, que en la actualidad lo conocemos como Consiliario. Recaía sobre el párroco de Santa María la Mayor y entre sus funciones estaba la de presidir honoríficamente las Juntas Generales y Directivas, gozando de voz y de voto, a diferencia de los consiliarios actuales que en general tienen voz, pero no tiene derecho a voto. Se encargaba también de visitar y consolar a los cofrades enfermos, entre otras cuestiones.

Lo que hoy conocemos como Presidente o Hermano Mayor, pasa a denominarse Mayordomo Mayor, con las mismas atribuciones que los Alcaldes en el inicio del siglo XX, aunque la mayoría de las cuestiones tenía que resolverlas de mutuo acuerdo con el Director.

El Vicemayordomo Mayor era el encargado de suplir al Mayordomo Mayor cuando faltase y de ayudar al Gobierno de la Cofradía, se suprimen por tanto las figuras de los Diputados, que hacían estas funciones en los inicios del siglo.

El Secretario realizaba las mismas funciones que venían realizando sus predecesores, encargándose, además, de la custodia de los originales de las constituciones.

El Depositario que hacía las funciones de lo que hoy conocemos como Tesorero, encargándose de librar los pagos, siempre autorizados por el Mayordomo Mayor, y de realizar los cobros que correspondieran a la cofradía.

El Mayordomo de Cera e Iglesia al que se le atribuye la función de suplir al Mayordomo Mayor y al Vicemayordomo Mayor en caso necesario y se le encarga la custodia de todos los ornamentos de la Cofradía destinados al culto, así como el cuidado de la imágenes, altares y capillas y la realización del inventario de bienes de la Cofradía.

Además, se crea la figura de los Vocales, para auxiliar a los cargos citados anteriormente y sustituirlos en caso de ausencia o enfermedad, limitando su número a cuatro personas.

También se crea la figura de Camarera Mayor y Menor, encargándoles, bajo la supervisión del Mayordomo de iglesia, guardar y custodiar las ropas de las imágenes y vestirlas para las procesiones, así como adornar los altares y andas donde se coloquen las mismas. La Camarera Menor sustituirá a la Mayor en caso de ausencia o enfermedad y la ayudará con sometimiento de sus actuaciones a la misma.

Contaban también con la figura del Sirviente que hacía las funciones del Muñidor y que cobraba entre diez y quince pesetas mensuales. Contaron con esta figura hasta el año 1927.

En cuanto a las personas que ocupaban los cargos, tenemos, por ejemplo, a D. Benjamín Moreno, persona muy conocida en Trujillo, que hacía la función de depositario de la Cofradía desde el año 1922, acompañándole en la Dirección y como Mayordomo Mayor, D. Marcelino González – Haba, abogado que se encargó de solicitar la posesión de la Iglesia de Jesús. D. Luis Buenadicha Cruz, sacerdote trujillano, Director Espiritual de la Cofradía, o D. Antonio Blanco Leo, que ocupó el cargo de Mayordomo Mayor, y que era tío de D. Agustín Villanueva Blanco, quien fuera Presidente de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro durante muchos años y Fundador, Presidente y Presidente de Honor de la Junta de Cofradías de Trujillo. También, D. Juan Terrones López, abogado de profesión y muy ligado al periódico La Opinión de Trujillo, ocupó el cargo de Tesorero o D. Juan Fernández Paredes que ocupó el cargo de Mayordomo Mayor de la Cofradía y fue alcalde de Trujillo entre 1937 y 1938.

 

RECURSOS ECONÓMICOS E INVERSIONES DE LA COFRADÍA

Uno de los principales motivos por los que se produjo la gran fusión de las cofradías, sin lugar a dudas fue el económico. Grandes dificultades económicas atravesaron las cofradías en los inicios del siglo XX, como hemos visto anteriormente. Sin embargo, la unificación económica de las cofradías suponían un alivio económico para la organización de la Semana Santa y un balón de oxígeno que se tradujo en un notable incremento de inversiones que dieron mayor pomposidad a las procesiones.

Así pues, el principal cambio en la fuente de ingresos fue el cobro de cuotas anuales a los cofrades permitiendo que las mujeres se pudieran inscribir como hermanas de la cofradía sin ninguna discriminación como ya hemos tratado. Esto aseguraba unos ingresos anuales en función de los socios inscritos que rondarían los doscientos. Dos eran las cuotas establecidas, dos pesetas para aquellos que contaran con menos recursos y cinco pesetas para los que gozaran de buena posición económica. Además, contaban con los ingresos procedentes de los entierros y funerales, así como de las limosnas de los petitorios de Jueves y Viernes Santo, las limosnas de cera y los donativos que algunos benefactores trujillanos, principalmente mujeres, ofrecían a la Cofradía. Testimonio de todo ello quedó recogido en el periódico local, diciendo; “los principales ingresos que la cofradía tiene son por las cuotas de cinco y dos pesetas que anualmente abonan los cofrades, que con los de asistencia a funerales, ya muy reducidos, apenas alcanzan a sufragar los gastos y de ahí que haya que recurrir a la piedad de los devotos»32. Ante la falta de recursos económicos, tuvieron que buscar otras alternativas de ingresos con el arriendo de la única posesión que tenían, que no era otra que la Iglesia de Jesús. Así pues, en los primeros años se dedicaron al trasladado de Altares y demás enseres de la Iglesia de Jesús, para dejarla libre para ser arrendada. Además, solucionaron la situación legal de la Iglesia, obteniendo el título posesorio de la misma en el año 192433. A partir de 1927 se publica anuncio del arriendo en el periódico La Opinión que decía lo siguiente; “Se arrienda. La cofradía del Santo Sepulcro cede en arrendamiento el local de la iglesia que fue de Nuestro Padre Jesús. Para informes, don José O´Mullony”34, finalmente se arrienda en 1933 para albergar una carbonería.

En cuanto a los gastos que la Cofradía realizaba debemos destacar las inversiones hechas en el mantenimiento de los enseres, andas y vestidos de las efigies. Pero sin lugar a dudas, destacamos las inversiones realizadas para la salida en procesión de nuevas Imágenes. También encontramos otro tipo de gastos que en la actualidad serían excesivos e irrelevantes por la implicación que ahora tienen con las cofradías, los directivos y algunos socios dispuestos a realizar cualquier tipo de trabajo en beneficio de la misma. Así encontramos que se pagaba un sueldo mensual a un sirviente o se contrataba a carpinteros para el montaje y desmontaje de las andas e Imágenes para la procesión.

Recurrentes también eran los pagos destinados a los servicios del clero, como por ejemplo los realizados a los Predicadores de los Sermones, los realizados por el encargo de misas de difuntos por las almas de los Cofrades o los realizados por los denominados derechos de procesión, que sufragaban los costes de vestuario de Sacristán y Monaguillos. Un gasto curioso que observamos es el realizado para convidar a los Sacerdotes que realizaban los Sermones, así encontramos el siguiente apunte; “He recibido del mayordomo de cera, por jerez pastas y café para el orador 4 (Pesetas)”.34

 

FUNCIONES RELIGIOSAS

En cuanto a las funciones religiosas continuaban con la tradición de la organización de los sermones de Pasión en la tarde de Jueves Santo, de las siete palabras en la mañana del Viernes Santo y de Soledad el Viernes Santo por la noche. También se organizaban novenas a la Soledad, en los días previos a la Semana Santa35. De estas novenas encontramos el siguiente apunte: “La novena a Nuestra Señora de los Dolores, terminada el Martes Santo, ha estado muy concurrida de fieles de distintos sexos. Durante ella han predicado don Valentín Casares y don Arturo Castillo, quienes, con su reconocida competencia, han desarrollado temas propios de la época cuaresmal”. 36

 

PROCESIONES

La primera procesión que se llevaba a cabo en Semana Santa era la Procesión de los Pasos, que se realizaba el Jueves Santo por la tarde. Solía salir sobre las siete de la tarde del templo de San Francisco. El recorrido era San Francisco, Plaza de Aragón, Pardos, Ruiz de Mendoza, Encarnación, Merced, Canalejas, San Antonio, Sofraga, Sillería, Plaza Mayor, Hernando Pizarro y Herreros37, era el mismo que a principios de siglo, con la salvedad de que en este caso no salía de la Iglesia de Jesús. Se pedía a los vecinos por donde pasaba la procesión que iluminaran las fachadas de sus casas y al Ayuntamiento se le solicitaba que pusiera unos focos en el centro de la plaza mayor para iluminar el paso de la procesión.

El Viernes Santo salía la Procesión denominada del Santo Entierro, que lo hacía sobre las ocho de la tarde, seguía el mismo recorrido que la Procesión de los Pasos del día anterior y se hacían las mismas indicaciones comentadas anteriormente referentes a la iluminación. Al término de esta procesión se predicaba el Sermón de Soledad y tras este, desde el año 1931, sobre las once de la noche, se sacaba en procesión a la Virgen de la Soledad.

Esta Procesión, denominada “del Silencio” partía de la Iglesia de San Francisco, pasaba por Ruiz de Mendoza, Encarnación, Nueva, Azobejo, Tiendas, Plaza Mayor, Carnicería y Herreros, para regresar a San Francisco.38 Las normas establecidas para esta Procesión le daban un toque que la hacía diferente y especial con respecto al resto de estaciones de penitencia. Se realizaba sin ningún tipo de música, en escrupuloso silencio y se pedía a los vecinos que no iluminaran sus fachadas, tal y como pedían para el resto de procesiones, así lo relataba el periódico local: “A esta procesión no asistirán las autoridades ni será acompañada por música alguna, rogándose a todos los asistentes, así como a quienes presencien su paso, guarden el mayor silencio posible.”39Además, desde el mismo año en que se instaura esta procesión y por primera vez en la historia de la Semana Santa, los cargueros y los que relevan a estos durante el recorrido de la procesión, vestían hábito y tapaban su cara con un capuz dando origen a lo que conocemos como capuchones. Con ello podemos decir que fue en este momento y en esta procesión donde se estrena el conocido “capuchón” del Santo Sepulcro en la misma forma que hoy lo conocemos. Así lo contaba el periódico La Opinión: “El solo hecho de llevar la cara tapada movía a gran parte del público a hacer frecuentes indagaciones para saber quienes eran. Empresa difícil, pues la igualdad del hábito y lo muy semejante de los tipos, proporciona una completa confusión en cuanto cambiaban de sitio y ya no podía señalarse con certeza cual era el conocido. Para satisfacer la curiosidad general daremos a continuación los nombres de los señores que, venciendo la apatía tan característica en el pueblo de Trujillo, han lucido por primera vez el hábito de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad. (…)”40, continuando el texto enumerando a todos los que vistieron el capuchón, haciendo un total de veintiún varones, entre los que se encontraban, por ejemplo, los hermanos Juan y Miguel Higuero Vidarte, Julián García de Guadiana y Artaloytia o Antonio Blanco Leo.

Las procesiones en esta época se celebraron de manera ininterrumpida, a excepción de las del año 1936. Este año, el Gobernador Civil de Cáceres mandó circular a los Ayuntamientos prohibiendo la celebración de las mismas. Así lo hacía saber el periódico La Opinión, insertando íntegro el contenido de la circular: “Siendo muchas las solicitudes a este Gobierno pidiendo autorización para celebrar procesiones en la próxima Semana Santa,(…)he tenido a bien disponer por la presente que queda prohibida absolutamente la celebración de procesiones en la referida Semana Santa, con carácter general, en todos los pueblos de la provincia”.41 La cofradía se limitó ese año a realizar el descendimiento y a procesionar las Imágenes por el interior del templo de San Francisco.

– Imágenes

Las Imágenes que desfilaban en la Procesión de los Pasos de Jueves Santo eran la Oración en el Huerto, Jesús Nazareno, la Magdalena, San Juan y la Soledad. Poco a poco y motivado por el empuje que la fusión de las Cofradías dio a la Semana Santa, se fueron ampliando las Imágenes que participaban en esta procesión. Así en 1923 hay dos incorporaciones relatadas en la crónica publicada en un noticiero local, que dice así: “dentro de los escasos recursos conque cuenta (la Cofradía) ha formado, con imágenes de la hermandad, el calvario, paso en el que aparecen en grupo el Stmo. Cristo de la agonía, la Soledad y San Juan y también saldrá procesionalmente la antigua imagen de Jesús en la columna, magnifica escultura que bien merece gastarse unas pesetas en repararla”.42 También en 1931 se añade un nuevo paso, el Cristo de las Maravillas, relatado de la siguiente manera en el noticiero local: “En la procesión de los pasos salió por primera vez el Stmo. Cristo de las maravillas, valiosa escultura de talla de las religiosas de san francisco el real (san pedro)”.43

En 1934 se acomete la ansiada restauración de Jesús en la Columna, recogiendo al respecto la siguiente crónica: “(…)Jesús en la Columna (magnífica y antigua efigie de talla que este año ha sido restaurada, y a nuestro juicio, muy acertadamente por el pintor trujillano Juan Tamayo, que ha sabido dar con sencillez un tono y colorido que la avaloran, así como otros detalles que le acreditan de buen maestro, merecedor al elogio que, con el nuestro, ha recibido de muchos que detenidamente observaron su obra)”.44

El Viernes Santo las Imágenes que desfilaban en la Procesión del Santo Entierro eran: el Santo Sepulcro, la Soledad, la Magdalena y San Juan, incrementándose también el número de efigies que participaban en esta Procesión. Así en 1918 se restaura y procesiona por primera vez la Virgen de las Angustias, que preside el Altar Mayor de San Francisco45 y en 1929 sacarían por primera vez a la que denominaron Dolorosa, más conocida por la Virgen del Mayor Dolor del convento de San Miguel. Así lo relataban en el noticiero local; “(…)La nota saliente de la procesión de Viernes Santo, de este año, la constituyó el feliz acuerdo de figurar entre los valiosos Pasos la magnifica escultura de talla, de la Dolorosa, que se venera en el altar mayor de San Miguel, generosamente cedida por las religiosas dominicas”.46 En la procesión denominada “del Silencio” únicamente salía la Imagen de la Soledad.

También empezamos a ver en esta época los primeros traslados que eran realizados el Miércoles Santo para trasladar del Convento de San Pedro hasta la iglesia de San Francisco al Nazareno. Así nos lo anunciaba el periódico La Opinión: “Esta noche, a las ocho, saldrá de San Pedro la procesión de Jesús Nazareno, para ser trasladado a la parroquia de San Francisco”.47

– Mejoras en los Pasos

Ya en los primeros años de funcionamiento de la Cofradía, se empiezan a tomar las primeras medidas encaminadas a la mejora y mantenimiento de los pasos que salían en procesión. Así podemos ver, en el libro de cuentas de la Cofradía del Santo Sepulcro varias anotaciones al respecto.

En 1917 se reparaban “las andas viejas del Nazareno y tornillos nuevos”, un año después se hacían unas andas nuevas para el paso de las Angustias y se confeccionaba un cajón para guardarlas. Ese mismo año se hacían unas mejoras también en el paso del Nazareno como indica el recibo de la carpintería que dice: “por el arreglo de las andas del Nazareno para ponerle las columnas portaluces, hierros para las mismas y darlas dos manos de pintura”. Unos años más tarde, en 1924, encontramos el siguiente recibo de carpintería: “por unas andas nuevas y la cruz para el paso de el Nazareno en las procesiones de Semana Santa, teñidas y barnizadas, con molduras doradas”. Así lo relataban en el periódico La Opinión; “en la procesión del jueves santo se estrenarán los faroles colocados en el paso del nazareno, donación de doña Antonia Mediavilla de Martín, así como las nuevas andas y la cruz del mismo costeadas por la cofradía”.48 Estos son algunos ejemplos de las numerosas mejoras en los pasos costeadas en gran parte por la Cofradía.

Música

Gran importancia toma el factor musical en las procesiones de Semana Santa, si ya en la etapa inicial del siglo XX contaban con la participación de la Banda Municipal de Música, a esta se suma la Banda de Cornetas y Tambores del Colegio Santiago y Santa Margarita participando inicialmente, una el Jueves Santo y la otra el Viernes Santo, debutando finalmente las dos bandas en ambas procesiones. A las dos se les gratificaba por su participación, a la banda de música con ciento sesenta pesetas y a la de cornetas con cincuenta pesetas.49 También empiezan a surgir el canto religioso tradicional que conocemos como saeta, que según las crónicas de la época en algunas ocasiones resultaban irreverentes y desafortunadas en su contenido. Así lo cuenta el noticiero local: “Desde hace unos años, se quiere imitar a otras poblaciones con los cantos de saetas, al paso de las procesiones, se ha convertido en un abuso de mal gusto por los que sin tener condiciones hacen reir con sus cantos alterando la religiosidad del acto. Todo lo contrario de lo que son las saetas entonadas con fervor y agradable voz.”50; y en un comunicado de la propia Cofradía al año siguiente decían: “(…) Además, y teniendo en cuenta el desorden que en años anteriores se observaron en las procesiones a causa de los cantos de saetas, esta Junta (Directiva), muy encarecidamente, ruega a todos se abstengan de hacerlo, pues si bien con ellas se exterioriza la fe cuando se entonan con armonía y fervor, resulta una irreverencia el provocar la hilaridad del público cantando sin ton ni son.” 51

Sin embargo, el paso de los años hizo que se fueran perfeccionando y en 1934 podemos ver un anuncio en el periódico La Opinión de Trujillo que apostaba por el fomento de la saeta en el que decía; “SAETAS.- Durante el paso de las procesiones, por la plaza mayor, en las noches de Jueves y Viernes Santo, se radiarán saetas de afanados cantantes por el magnífico amplificador «Philips», de cuyos aparatos es representante el industrial Francisco García Arce.”52

 

 

[1] CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna, Badajoz 2006. p. 49

[2] Archivo parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Sto. Sepulcro y de Ntra. Sra. de la Soledad (1917-1931). En el primer movimiento de la cuenta de ingresos de esta cofradía, se recoge “fondos de la antigua cofradía de la vera cruz”. Por otro lado; Periódico La Opinión de Trujillo Nº 954 de 31 de marzo 1926. “cofradías erigidas en la iglesia de San Francisco y Jesús (…) la de la Santa Cruz y Corazón de Jesús”. También se hace mención a esta cofradía en el Periódico la Opinión de Trujillo Nº 485 de 5 de abril de 1917; “(…)reconstruir bajo la denominación de Cofradía del Santo Entierro ó Sepulcro y Soledad las de Jesús Nazareno, Vera-Cruz, (…)”

[3] CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna, Badajoz 2006. p. 93

[4] Archivo Parroquial de Santa María. Libro de acuerdos y concordias de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús 1846 – 1884. Junta general de 5 de febrero de 1848.

[5] CANTERO MUÑOZ, A.: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna, Badajoz 2006. p. 124

[6] Archivo Parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del nazareno (1889-1916). Cuando nombremos al libro de cuentas del Nazareno, estaremos refiriéndonos a éste libro.

[7] Periódico la opinión de Trujillo – Nº 223 de 28 de marzo de 1912.

[8] CANTERO MUÑOZ, A: La cofradía de Jesús Nazareno de Trujillo 1820 – 1848. Actas de los XLVII coloquios históricos de Extremadura. Año 2018.

[9]Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 223 de 28 de marzo de 1912.

[10] Archivo Parroquial de Santa María. Libro de Hermanos de Luz de Jesús Nazareno (1846 – 1899). En las primeras páginas de este libro se recogían las constituciones aprobadas en 1846 y que regían en los inicios del siglo XX. En este libro vienen detallados los cargos y funciones de los directivos.

[11] Archivo Parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Nazareno (1889-1916). En éste libro de cuentas podemos ver quienes aprueban y firman las cuentas anuales, año tras año y el cargo que ocupan, así como los pagos realizados al sirviente.

[12] Archivo Parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del nazareno (1889-1916).

[13] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 954 de 31 de marzo de 1926. Recoge el siguiente artículo “(…)Los hermanos preparaban el Santo Sepulcro y demás imágenes para la procesión del Santo Entierro, que se tenía al atardecer y salía de San Francisco y terminaba en la misma iglesia con el sermón de la Soledad, que al regreso era predicado.”

[14] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 111 de 17 de marzo de 1910.

[15] Archivo Parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Nazareno (1889-1916). En este libro podemos ver como se pasan recibos a la cofradía referentes a la banda de música por su actuación en los sermones.

[16] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 16 de 16 de abril de 1908.

[17] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 954 de 31 de marzo de 1926.

[18] Archivo histórico de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro. Libro de Constituciones de la Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad de 1949. También encontramos una anotación al respecto en el Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1738 de 9 de abril de 1941.

[19] RAMOS RUBIO, J.A.: Historia de la Semana Santa en Trujillo, Cáceres, editado por la Iltre. Cofradía “Cristo Cautivo y San Juan” P. 28.

[20] TENA FERNÁNDEZ, J. Trujillo Histórico y monumental, Salamanca 1988. P. 134.

[21] RAMOS RUBIO, J.A.: Historia de la Semana Santa en Trujillo, Cáceres, editado por la Iltre. Cofradía “Cristo Cautivo y San Juan”. P. 10.

[22] Archivo histórico de la Junta de Cofradías y Hermandades Penitenciales de Trujillo. Título posesorio de la Iglesia de Jesús.

[23] Archivo histórico de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro. Constituciones año 1948.

[24] RAMOS RUBIO, J.A.: Historia de la Semana Santa en Trujillo, Cáceres, editado por la Iltre. Cofradía “Cristo Cautivo y San Juan” P. 29.

[25] Archivo Parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad (1917-1931). Nos estaremos refiriendo a este libro cuando citemos al libro de cuentas de esta Cofradía.

[26] Archivo Parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad (1917-1931). En el libro de cuentas de la cofradía, se pueden observar multitud de recibos con los conceptos que comentamos.

[27] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1318 de 23 de marzo de 1933.

[28] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 954 de 31 de marzo de 1926.

[29] Archivo parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Sto. Sepulcro y de Ntra. Sra. de la Soledad (1917-1931). Encontramos varios movimientos de cuentas que reflejan lo tratado.

[30] Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España y títulos del Reino (www.diputaciondelagrandeza.es).

[31] Archivo histórico de la Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro. Libro de Constituciones de la Cofradía del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad de 1949.

[32] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 853 de 24 de abril de 1924.

[33] Archivo histórico de la Junta de Cofradías y Hermandades Penitenciales de Trujillo. Título posesorio de la Iglesia de Jesús.

[34] Toda la información que no está referida en este apartado ha sido sacada del archivo parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Sto. Sepulcro y de Ntra. Sra. de la Soledad (1917-1931).

[35] Archivo parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Sto. Sepulcro y de Ntra. Sra. de la Soledad (1917-1931).

[36] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1322 de 20 de abril de 1933.

[37] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº de 21 de marzo de 1918.

[38] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1215 de 1 de abril de 1931.

[39] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1215 de 1 de abril de 1931.

[40] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1216 de 9 de abril de 1931.

[41] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1477 de 8 de abril de 1936.

[42] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 770 de 28 de marzo de 1923.

[43] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1216 de 9 de abril de 1931.

[44] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1372 de 5 de abril de 1934.

[45] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº de 21 de marzo de 1918. En este periódico se recoge el siguiente fragmento; “(…)en esta procesión se estrenará el paso de Ntra Sra de las Angustias”.

[46] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1111 de 4 de abril de 1929.

[47] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1110 de 27 de marzo de 1929.

[48] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 852 de 16 de abril de 1924.

[49] Archivo parroquial de Santa María. Libro de cuentas de la Cofradía del Sto. Sepulcro y de Ntra. Sra. de la Soledad (1917-1931).

[50] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1166 de 24 de abril de 1930.

[51] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1215 de 1 de abril de 1931.

[52] Periódico La Opinión de Trujillo – Nº 1371 de 28 de marzo de 1934.

 

 

Dic 262020
 

Dra. Guadalupe Pérez Ortiz. Directora de los Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz y de la Biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón mgperort@gmail.com

 

Dña. Rocío Pérez Ortiz. Técnico de la Biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón rocioperezortiz@gmail.com

 

Dr. Francisco González Lozano. Párroco de San José (Almendralejo) fglozano@hotmail.com

 

 

Resumen: con el desarrollo de este trabajo trataremos de dar a conocer a los interesados en la materia algunas de las principales obras que sobre Astronomía se conservaban en la Biblioteca del Seminario de Badajoz al alcance delos investigadores y que fueron lectura recurrente en una época concreta de nuestra historia. La Biblioteca del Seminario, como veremos en páginas sucesivas, alberga entre sus muros, casi en silencio, algunos ejemplares de gran valía y riqueza para el estudio de esta antiquísima ciencia.

 

 

  • Introducción: aproximación al concepto de astronomía

 

Es por todos conocida la importancia que la Astronomía ha tenido a lo largo de la historia para las diversas civilizaciones y culturas. Este trabajo pretende ser prueba de ello, aunque si bien es cierto, que desde una vertiente muy específica, la que a la literatura se refiere. Con el desarrollo del mismo trataremos de dar a conocer, a cuantos puedan estar interesados, algunas de las principales obras que sobre Astronomía se conservaban en la Biblioteca del Seminario Metropolitano de San Atón de Badajoz, la cual alberga entre sus muros algunos ejemplares de gran valía y riqueza para el estudio de esta antiquísima, pero nunca obsoleta, ciencia.

Antes de emprender el estudio de las obras que sobre Astronomía se conservan en la Biblioteca del Seminario queremos señalar, muy brevemente, algunos datos interesantes sobre esta ciencia que nos permitan acercarnos al menos someramente al fenómeno que vamos a analizar.

La Astronomía (del griego αστρονομία = άστρον + νόμος, etimológicamente “ley de las estrellas”) es la ciencia que se ocupa del estudio de los cuerpos celestes, así como todos los fenómenos ligados a ellos[1]. Todas las civilizaciones han tenido, en mayor o menor medida, contacto con esta ciencia y personajes de la talla de Aristóteles, Tolemo, Copérnico, Brahe, Kepler, Galileo, Newton, Kirchhoff, Eistein, etc., han sido algunos de sus máximos cultivadores.

La historia de la Astronomía se remonta a los orígenes mismos del hombre. Antiguamente se ocupaba exclusivamente de los movimientos de los objetos visibles a simple vista. En Babilonia encontramos el Disco Celeste de Nebra que es considerado como la representación más antigua, hasta la fecha conocida, de la bóveda celeste. Más tarde, los antiguos griegos hicieron importantes contribuciones a esta ciencia tales como la definición de magnitud[2]. Ellos postulaban que la Tierra era plana siguiendo el modelo aristotélico y definían lo celestial como un concepto que pertenecía a la perfección mientras que lo terrestre era imperfecto y opuesto ello.

La Astronomía Observacional estuvo estancada durante la Edad Media en Europa a excepción de las aportaciones que hizo el rey Alfonso X el Sabio con sus tablas alfonsíes[3], pero si había florecido en el mundo Persa y Árabe. Prueba de ello es que a finales del siglo X Al-Khujandi, astrónomo persa, había construido en Teherán (Irán) el que fue el observatorio más importante de la antigüedad[4]. También en Persia, Omar Khayyam llevó a término la reforma del calendario acercándose mucho al Gregoriano. A finales del siglo IX otro astrónomo persa, Al-Farghani, se centró en el estudio del movimiento de los cuerpos celestes dando lugar a interesantes trabajos. En el siglo XV, Abraham Zacuto adaptó las teorías astronómicas que hasta el momento se conocían aplicándolas a la navegación[5].

Durante siglos, la visión egocéntrica de que el Sol y otros planetas giraban alrededor de la Tierra fue una máxima no cuestionada. Sin embargo, en el Renacimiento Copérnico propuso el Modelo de Heliocentrismo del Sistema Solar que más tarde sería defendido, divulgado y corregido por Galileo[6] y Kepler[7]. Galileo añadió el uso del telescopio como algo novedoso, lo que le permitió precisar mucho en sus observaciones. Al principio sólo se obtuvieron reglas Ad-hoc como las Leyes de Movimiento Planetario de Kepler (s. XVII). Fue, más tarde, Isaac Newton quien extendió a los cuerpos celestes las teorías de la gravedad terrestre conformado la Ley de Gravitación Universal[8], inventando así la mecánica celeste con la que explicó el movimiento de los planetas consiguiendo unir el vacío entre las teorías de Kepler y Galileo. Este hecho supuso la unificación entre la Astronomía y la Física (Astrofísica). Tras la publicación de los Principios Matemáticos de la Filosofía Natural por Newton se transformó considerablemente la navegación marítima. A mediados del siglo XVII y gracias a la utilización de modernos instrumentos de latitud y relojes se ubicó cada lugar de la Tierra en los mapas. Más tarde, a finales del siglo XIX, se descubrió que al descomponer la luz del Sol se podían observar multitud de líneas de espectro. Se descubrió también que las estrellas eran objetos muy lejanos y similares al Sol pero con variadas temperaturas, masas y tamaños.

La astronomía moderna ha descubierto gran variedad de objetos tales como quásares, radiogalaxias, agujeros negros, etc., y ha utilizado estas observaciones para desarrollar teorías físicas que describen estos objetos. La Cosmología ha hecho grandes avances durante el siglo XX como el modelo del Big Bang, la radicación de fondo de microondas, la Ley de Hubble, etc.[9]

 

  • La biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón de Badajoz: breve recorrido histórico
  1.  

Inicios y desarrollo

 

Los orígenes de la biblioteca van ligados a la historia del Seminario, a aquellos comienzos el 3 de mayo de 1664, con los primero colegiales, Domingo Tablero y Antonio de Silva y, cómo no, con la fundación definitiva gracias al obispo fray Jerónimo Rodríguez Valdera. En sus comienzos no puede hablarse una biblioteca a la imagen de lo que conocemos hoy, siglos a atrás siempre se hacía referencia a la “librería” del Seminario, nacida a la vez que la institución aunque con pocos medios debido a la escasez de recursos para la creación de la misma. Esa “librería” primigenia estaba formada por un reducido número de textos bíblicos que poco a poco fue aumentando gracias a las donaciones de otras instituciones, así como de fieles que entregaban parte de sus fondos a la misma. Claves era los 60 reales[10] que los alumnos del seminario pagaban al ingresar en el mismo y que se destinaban a su formación y, por tanto, a la compra de obras para la enseñanza.

Para el obispo Solís y Gragera la biblioteca fue esencial en su magisterio. En las constituciones del Seminario puso en valor a la biblioteca como el medio necesario y primordial para la formación de los alumnos, dotándola de normativa propia y, cómo no, de recursos económicos propios. En el capítulo XXI de las mencionadas Constituciones Generales (1784) se recogen los elementos constitutivos de la misma, punto por punto. Son las únicas Constituciones en las que se alude directamente a la biblioteca.

Pero no se queda ahí la relación del obispo con la biblioteca, consiguió ponerla en funcionamiento a imagen y semejanza de un centro moderno, como en otras diócesis españolas y muy especialmente en Francia e Italia. Tal era el vínculo que se estableció entre el obispo y la “librería” que: “Hemos determinado ceder como en efecto, hemos cedido ara ello los libros y obras mas selectas de nuestra Librería propia y hecho trasladar a dicho Seminario estas, y las que nos han parecido más útiles y convenientes de los libros que se hallan en nuestro Palacio Episcopal…”.

Estas palabras fueron pronunciadas por el obispo Solís y Gragera al consolidar oficialmente la Biblioteca del Seminario de Badajoz, a finales del 1786. Hay que remontarse al 9 de diciembre de 1786, fecha en la que Solís y Gragera y el Cabildo catedralicio firmaban un edicto de consolidación para la Biblioteca.

El trabajo incesante del Obispo, con las constituciones formuladas para su creación, va dando vida poco a poco a la misma. Hay que destacar que en sus orígenes y para poder ya hablar de la existencia de una biblioteca, parte muy importante de los fondos de la primitiva “librería” fueron los libros llegados del Colegio de la Compañía de Jesús de Badajoz y las 14 cargas del Colegio de Jesuitas de Higuera la Real[11]. Queda así patente el papel tan importante de los Jesuitas en cuento a la cultura, de manera especial en relación a la educación y pedagogía.

Hasta el momento los fondos eran en su mayoría relativos a las ciencias religiosas y con la llegada del material de la Compañía las ramas se diversifican: astronomía, física, botánica, medicina, matemáticas, etcétera.

Muchos han sido los que han escrito sobre esta biblioteca, ya los hemos mencionado en líneas anteriores, los estudios de Solar y Taboada[12], Rubio Merino[13] y Blanco Cotano[14] respaldan que Solís y Gragera junto con el cabildo catedralicio firmaron la consolidación de Biblioteca el 9 de diciembre de 1786, un documento cuyo fin principal era reafirmar la Constitución de 1784. Pero si hay una medida que resaltar y que mayor repercusión haya tenido con el paso de los siglos es la apertura de la Biblioteca del Seminario de Badajoz al público, convirtiéndose en la primera biblioteca pública de Badajoz.

Para esta primera biblioteca pública en la ciudad Solís y Gragera decide que “hasta que pueda disponer de mayores arbitrios que le permitan enriquecer y aumentar la biblioteca ha determinado ceder los libros y obras más selectas de su biblioteca personal y trasladar al seminario las obras que le habían parecido más útiles sitas en el Palacio Episcopal[15]”. Y es ahora cuando se establece lo que podíamos considerar el primer reglamento para el funcionamiento de la biblioteca a finales del siglo XVIII.

En esta época el fondo de la biblioteca contaba con 821 títulos, más de 2000 volúmenes, y poco a poco, en los años siguientes casi llegar a duplicarse el número debido a los libros provenientes de bibliotecas de los colegios jesuitas extinguidos y a las donaciones recibidas, hay que destacar las de los obispos don Amador Merino y Malaguilla (1730-1755) y don Alonso Solís y Gragera (1783-1797). Se crea en esta etapa el Catálogo Fundacional de la Biblioteca. ¿Qué podemos encontrar en él? Un gran número de ejemplares de la Biblia, comentarios de las Sagradas Escrituras, obras de Teología Dogmática, Escolástica y Moral, obras de Filosofía, varios ejemplares de historia de la Iglesia y de historia profana y otras obras que fueron incluidas bajo el título de “asuntos varios” y que eran, en gran medida, manuales de apoyo a la docencia.

Tomada forma la Biblioteca llega el reconocimiento del Seminario como Centro Universitario adscrito a la Universidad de Salamanca, por la Real por Real Cédula de Carlos IV, de 17 de agosto de 1793, estableciéndose cuatro facultades: Arte, Teología Escolástica y Moral, Derecho Civil y Derecho Canónico.

La etapa de gloria y esplendor de la Biblioteca en la historia antigua se cierra con el fin del mandato de Solís y Gragera, quien dio todo y trabajo por conseguir que el prestigio y reconocimiento de la Biblioteca se perpetuara en el tiempo y así lo demuestras los escritos han llegado a nuestros días.

Años más tarde, con Delgado Moreno, que fue arzobispo de la diócesis, volvió el interés por la Biblioteca y todo lo que conlleva la misma, pero los avatares de la época que llevaron a la ocupación de Badajoz por parte del ejército francés, hicieron que lo que se había conseguido hasta 1808 se viniera abajo, la Guerra de la Independencia había comenzado.

El funcionamiento del Seminario sufrió un notable retroceso con la guerra viéndose particularmente afectada la Biblioteca, muchos libros fueron robados, otros tantos desaparecieron, algunos quemados, todo ello conllevó la pérdida para siempre de importantes obras y, por tanto, la desaparición de piezas singulares para la historia y la cultura en general. Eso sí, hubo libros que tuvieron la suerte de volver al Seminario en 1814, había permanecido hasta entonces en manos de las autoridades militares. Una vez recuperadas las obras, Delgado Moreno manda ordenar la documentación conservada por clases y estantes. En el año 1819 se realiza un nuevo catálogo, que también es conservado en la actualidad, en éste se reflejarán las pérdidas sufridas durante los saqueos de la guerra, más de mil títulos de diferente temática desaparecieron para siempre, principalmente de ámbito teológico.

El débil patrimonio bibliográfico con el que se quedó la Biblioteca tras la guerra fue poco a poco aumentando y durante los siglos XIX y XX recibió grandes donaciones que fueron un revulsivo para el fondo. ¿De dónde venían esas remesas de libros? En primer lugar, llegaron las obras incautadas a los conventos masculinos de la ciudad de Badajoz durante las desamortizaciones, eso sí, el volumen era testimonial, pues la mayoría de títulos se destinarios a la Biblioteca Pública de Badajoz y a la Diputación Provincial. En segundo lugar, la valiosa donación del obispo Soto Mancera (1904-1910), tan voluminosa como rica por la calidad de sus obras, tal es así que gran parte de los incunables y de los ejemplares de mayor valor bibliográfico con los que la biblioteca ha contado fueron donados por él.

 

La biblioteca hoy

Es necesario hacer referencia a otras épocas más recientes para así poder conocer la historia de la biblioteca en sí, sin ahondar en la materia pero al menos con los datos primordiales para tener una información general, de este modo hay que destacar la llegada de donaciones de bibliotecas personales, destacamos la de don Aquilino Camacho Macías (Derecho e Historia); don José María Robles Febré (Literatura), don José García (Sagrada Escritura) y don Tomás Fernández Tamayo (Filosofía) y un nutrido conjunto de obras, de variada índole, donadas por el arzobispo don Antonio Montero. A todo esto hay que sumar la gran donación del sacerdote de la diócesis, don Antonio García Moreno, ya no solo de biblioteca personal, sino de publicaciones actuales que llegan periódicamente a la institución y que él se encarga de sufragar. En el último lustro el que fuera arzobispo de la diócesis, don Santiago García Aracil, donó su biblioteca particular de la que había estado haciendo uso durante mandato y que tuvo a bien legar a la Biblioteca del Seminario permitiendo así enriquecer considerablemente el fondo de la misma, no solo por su cantidad, sino por la calidad y variedad de los mismo.

Los años pasan y la Biblioteca sigue creciendo, poco a poco y gracias a esas grandes y prestigiosas donaciones va recuperando el nivel y la importancia de aquella biblioteca por la que tanto luchó Solís y Gragera. Llegamos a nuestros días con una instalación que desde 1927 se sitúa en el Seminario Metropolitano de San Atón y que ha sufrido modificaciones con el paso de los años; el gran cambio tuvo lugar en 2015, con el arzobispo don Santiago García Aracil, que tanto veló por la cultura, se inauguran las instalaciones que actualmente son la biblioteca, un moderno edificio anexo al Colegio Diocesano San Atón, con entrada directa desde la calle que facilita así el acceso de la misma por parte de estudiantes e investigadores de diversa índole.

El edificio está distribuido en tres plantas, la principal con una primera sala de trabajo y estudio, y una gran habitación en la que se encuentran los libros que corresponden al fondo moderno. La primera planta en la que se custodian con mimo las obras pertenecientes al fondo antiguo y que con este gran cambio en las instalaciones han ganada, pues un moderno sistema controla la temperatura, humedad y luz para que estas obras de siglos atrás sigan vivas. Y la segunda planta en la que se recoge las revistas a la que la biblioteca está suscrita y se reciben de forma periódica, las revistas inactivas y una parte dedicada al archivo histórico del Seminario.

En cuanto al fondo del que hemos hecho referencia, podemos decir que pertenece en su mayoría al ámbito de las ciencias religiosas, aunque no por ello se han descuidado otras ramas del saber, gracias a las múltiples donaciones se han ido enriqueciendo otras temáticas. En la actualidad existen alrededor de 50.700 volúmenes, los cuales se encuentran ubicados en esos armarios/archivadores que se disponen entre las tres plantas con las que la Biblioteca cuenta. Además, la entidad mantiene más de 75 suscripciones activas a revistas (teológicas, filosóficas, pedagógicas, históricas y literarias). Esto supone estar hablando de más de 3.000 volúmenes adicionales que no son libros. Estos fondos llegan a nuestras instalaciones por medio de compras, suscripciones a editoriales y por donaciones, tanto de entidades culturales extremeñas como de particulares, destacando muy especialmente las del clero extremeño.

Los fondos se organizan siguiendo una clasificación temática diseñada específicamente para nuestro centro a finales del siglo XX. Las grandes materias de las que se constituye son: A (arte), B (bibliografía), D (derecho civil), F (filosofía en sus diversos tratados, filosofía de la naturaleza, historia de las ciencias), FC (filología clásica: autores griegos y latinos) H (historia), L (literatura, lingüística y filología castellana, francesa, italiana, inglesa, alemana, etc.), S (sociología) y T (Teología).

En cuanto a los fondos cabe destacar las obras clasificadas con la signatura EN (ediciones notables) custodiadas de manera especial puesto que podrían clasificarse bajo la condición de «raros», como sucede en otras bibliotecas. Los incunables (1484-1499) con los que cuenta el centro son: SALIS, Baptista de, Summa casuum conscientiae. Rosella casuum. Venetiis: GeorgiusArrivabene. (1495); BENITO, Santo. Regula. Compilatio regulae S. Benedicti. In Monasterio BMV de Monteserratto. (1499); BIONDO, Flavio. Historiarum ab inclinatione Romanorum imperiidecades. Venetiis: Thomas de Blavis. (1484); ZUTPHANIA, Gerardu de, De spiritualibusascensionibus. In Monasterio BMV de Monteserrato: Johannes Luschner. (1499); MARCELO, Nonio. De proprietatelatinisermonis. Venetiis: Antonius de Gusago. (1498); CESARIENSE, Prisciano. Opera. Venetiis: BonetusLocatellus: impens. OctavianiScoti. (1496); Pseudo Buenaventura. De instructionen ovitiorum. De quattuor virtutibus cardinalibus. De triplicivia, sive Incendium amoris, alias Fons vitae. Meditationes vitae Christi In Monasterio BMV de Monteserrato. (1499).

Pero no queda aquí el interesante y rico grueso de obras, destacamos la extraordinaria Políglota de Amberes o Biblia Regia de Arias Montano (1569). No faltan otras Biblias interesantísimas del siglo XVI, particularmente las ilustradas dado que sus múltiples grabados se llegan a considerar puras piezas de arte. También pueden citarse, como ejemplo, la edición «princeps» romana de El Fisiólogo de San Epifanio (1587), de la que uno de los pocos ejemplares existentes en España es el de la Biblioteca del Seminario. Por recordar sólo algunos libros de estas ediciones notables y raras bástenos citar los Sermones de San Vicente Ferrer (1509), la Catena aurea de Santo Tomás de Aquino (1520), las Obras de Virgilio (1527), la edición italiana del Orlando Furioso de Ariosto (1556), la edición de 1558 de la Gramática latina de Nebrija o, del mismo año, el Catecismo del arzobispo de Toledo Bartolomé Carranza, uno de los poquísimos ejemplares existentes en el mundo.

 

  • Libros de Astronomía en la Biblioteca del Seminario San Atón de Badajoz

 

En la Biblioteca del Seminario pacense existen un total de 18 títulos sobre astronomía. Éstos, que fueron escritos por autores de la talla de Camile Flammarion o Galileo Galilei, se distribuyen entre los siglos XVI-XIX (1573-1880). Procedamos en este momento al análisis de cada una de estas obras. Para ello, presentamos una ficha técnica, ordenada cronológicamente, en la que se nos dan a conocer los datos más significativos de estos ejemplares. Además, incluiremos imágenes de cada una de ellas.

 

 

 

 

 

 

1

 

 

 

 

 

 

Autor

Pérez de Moya, Juan. (San Sebastián del Puerto, 1513- Granada, 1597). Matemático, mitógrafo y escritor español. Estudió en Salamanca donde alcanzó el grado de bachiller. Fue un vulgarizador de las disciplinas matemáticas y escribió el libro más importante de esta disciplina en castellano en el siglo XVI, Diálogos de aritmética práctica y especulativa (1562). Compuso, además, Arte de Marear (1564), verdadera exposición de los conocimientos del momento donde recogió cómo se trazaban las meridianas en las cartas de navegación, el uso del astrolabio, las alteraciones de la aguja o el uso de la ballesta para la estrella polar; un Tratado de matemáticas (1573), un Tratado de Geometría (1573) y unas Reglas para contar sin pluma y de reducir unas monedas castellanas a otras.
Título Tratado de cosas de Astronomía y Cosmographia y Philosphia Natural.
Publicación Alcalá de Henares: Por Juan Gracian, 1573.
Signatura C 5006 (2)
 

 

Contenido

Descripción científica en tres libros de toda clase de elementos terrestres, marítimos y celestes, con indicación precisa de los movimientos de las estrellas y nociones fundamentales de filosofía natural, del estudio de la esfera, la cosmografía (se incluyen las longitudes y latitudes de algunos pueblos) y la navegación (sobre el manejo del astrolabio, así como el uso de los «reloxes solares, orizontales y verticales», disciplina que el autor denomina «horologiographia»). Nos interesa de forma particular la segunda parte de la obra, la cual se dedica exclusivamente a la Astronomía. Dividida en 26 capítulos los cuales oscilan indistintamente entre cuestiones de Astronomía y Astrología.

 

 

 

 

 

 

 

 

2

Autor Valle, Bartolomé del.
Título Explicación y pronóstico de los dos cometas.
Publicación Granada: por Francisco Hielan y Pedro de la Cuesta, 1616.
Signatura C 6105 (6)
Contenido Acceder a datos técnicos sobre la obra resulta una tarea compleja, debido, a nuestro juicio, a que en ningún momento llegó a ser impresa de forma independiente sino que compartió estructura dentro de un tratado general de Astronomía, editado por el mismo autor. Su volumen da prueba de ello, tan solo 24 páginas que recogen un interesantísimo estudio con aires un tanto novelescos sobre el fenómeno de los cometas.

 

En especial, el autor se centra, de una forma casi literaria, en dos de los más importantes cometas estudiados hasta la fecha (principios del siglo XVII): posición, tamaño, brillo, forma, etc, son algunos de los aspectos analizados en la obra, en la que cuesta un tanto discernir si se trata de un estudio puramente científico o engalanado de aires literarios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3

 

 

 

 

Autor

Tosca, Tomás Vicente (Valencia, 1651-1723). Eurito valenciano, matemático, cartógrafo y teólogo.Ingresó en la Academia valenciana estudiando Gramática, Filosofía y Teología. Estudió Griego, Hebreo e Italiano. Se dedicó durante su juventud al estudio de las Ciencias Matemáticas. En 1672 obtuvo el título de Teólogo. En 1686 funda el movimiento de los Novatores (grupo de pensadores, científicos, filósofos españoles del siglo XVIII que desarrollan un interés preilustrado por las novedades científicas atomistas en oposición al Escolasticismo tomista y neoaristotélico). Al momento de su muerte, con 71 años, dejó una biblioteca de 1000 volúmenes.
Título Compendio matemático en que se contienen todas las materias más principales de las ciencias que tratan de la cantidad. Tomo VI: que contiene la Astronomía.
Publicación Madrid: Imprenta de Antonio Marín, 1727
Signatura C 5013
 

 

 

 

 

 

 

 

Contenido

Se trata de la obra más importante de este autor.Se encuentra la obra dividida en 9 tomos: 1. Geometría elemental, Aritmética inferior y Geométrica práctica. 2. Aritmética superior, Álgebra, Música. 3. Trigonometría, Secciones cónicas, Maquinaria. 4.Estática, Hidroestática, Hidrotécnica, Hidrometría. 5. Arquitectura civil, Montea y Cantería, Arquitectura militar, Pirotécnica o Artillería. 6. Óptica, Perspectiva, Catóptrica, Dióptrica y Meteoros. 7. Astronomía. 8. Geografía y Náutica. 9. Gnomónica, Ordenación del tiempo, Astrología.

 

Tomás Vicente Tosca dedicó un volumen de su obra por entero a la Astronomía por considerarla la ciencia más importante dentro de las matemáticas cuyo origen sitúa en el origen mismo del mundo. En este tratado divide la Astronomía para su estudio en: Esferas celestes; Sol; Luna; Eclipses; Estrellas fijas; Planetas Superiores y Planetas inferiores.

                                         

 

 

 

 

 

4

 

 

Autor

Galilei, Galileo. (Pisa, 1564- Florencia, 1642). Astrónomo, filósofo, matemático y físico que estuvo relacionado estrechamente con la revolución científica. Sus logros incluyen la mejora del telescopio, gran variedad de observaciones astronómicas, la primera Ley del Movimiento y un apoyo determinante para el copernicanismo. Ha sido considerado como el «padre de la astronomía moderna», el «padre de la física moderna» y el «padre de la ciencia». Su trabajo se considera una ruptura de las asentadas ideas aristotélicas y su enfrentamiento con la Iglesia Católica Romana suele tomarse como el mejor ejemplo de conflicto entre la autoridad y la libertad de pensamiento en la sociedad occidental.
Título Opere di Galileo Galilei. Tomo I.
Publicación Padua: Stamperia del Seminario: appresso Gio: Manfré, 1744
Signatura C 5046 (1)
 

 

 

 

 

 

Contenido

Esta obra es una de las más importantes escritas por Galileo. A través de sus cuatro volúmenes se exponen algunas de las teorías más significativas sobre la ciencia astronómica que han partido del autor o de otros investigadores. No debemos olvidar que el autor fue considerado como el padre de la Astronomía moderna, lo que nos permite postular que este ejemplar fue obra de referencia en bibliotecas y otros centros culturales y científicos.

 

En el primer tomo se exponen algunas de las aseveraciones dispuestas por el autor sobre teorías del campo de la astronomía que han sido postuladas por otros científicos de todos los tiempos. De este modo podemos acceder a las disertaciones de Galileo sobre las cartas de Tolomeo, el discurso apologético de Ludovico della Colombe, las consideraciones sobre el libro de Vicenzio Grazia.

 

5
Autor Galilei, Galileo.
Título Opere di Galileo Galilei. Tomo II.
Publicación Padua: Stamperia del Seminario: appresso Gio: Manfré, 1744.
Signatura C 5046 (2)
 

 

Contenido

Este segundo volumen de la obra es utilizado por Galileo para exponer a los investigadores, estudiantes, científicos y al público en general que se haya interesado en cuestiones de Astronomía algunas de sus teorías y disertaciones. Así podemos acceder al Tratado de la Esfera o a diversas   operaciones astronómicas. Además, se exponen múltiples datos sobre los cometas, haciendo especial alusión al cometa que fue visible en el año 1618. La obra se completa con las letras que Galileo escribió al príncipe Leopoldo aclarándole algunos de sus postulados más significativos, que el segundo curioso por las cuestiones de astronómicas pero con poco conocimiento en las mismas no llegaba a comprender. Este hecho nos permite observar la buena conexión existente entre el príncipe y el científico, y entender como en ciertas ocasiones Galileo fue enormemente beneficiado por las clases poderosas.

 

6
Autor Galilei, Galileo.
Título Opere di Galileo Galilei. Tomo III.
Publicación Padua: Stamperia del Seminario: appresso Gio: Manfré, 1744.
Signatura C 5046 (3)
 

 

 

Contenido

El tercer tomo lo dedica Galileo a dos cuestiones que han estado presente a lo largo de toda su obra: la gravedad y la materia. Respecto a la primera expone algunas de sus teorías que fueron de suma relevancia para la sociedad de su época y rebate ciertos principios arraigados en la sociedad que consideraba anquilosados en el pasado y carentes de todo fundamento científico. Este hecho supuso que otros científicos del momento mantuvieran continuos enfrentamientos con Galileo. En relación a la materia, Galileo expone el tema a través de su Diálogo de la Ciencia Nueva, ofreciendo a los investigadores máximas nuevas que han servido a la ciencia a lo largo de largos periodos de tiempo.

 

 

7
Autor Galilei, Galileo.
Título Opere di Galileo Galilei. Tomo IV.
Publicación Padua: Stamperia del Seminario: appresso Gio: Manfré, 1744.
Signatura C 5046 (4)
 

 

 

 

Contenido

El último tomo de la obra es utilizado por el autor para exponer algunas de sus más afamadas disertaciones, como fueron las P. Calmet. Además, recoge una síntesis general pero exhaustiva sobre los diferentes puntos que han sido tratados a lo largo de toda la obra, exponiendo un conjunto de máximas y postulados que pueden venir a resumir los estudios e investigaciones realizadas por el autor hasta la fecha. Este resumen final es considerado por algunos investigadores tanto de tiempos pasados como actuales como el compendio perfecto sobre Astronomía del siglo XVIII.

 

 

8
 

 

 

 

 

 

Autor

Hervás y Panduro, Lorenzo. (Horcajo de Santiago (Cuenca), 1735- Roma, 1809). Polígrafo jesuita, lingüista y filólogo español. Escribió unos 90 volúmenes. Su obra fundamental es una especie de enciclopedia escrita en italiano, la Idea dell’Universo, (Cesena, 1778-1792). La obra se divide en once tomos repartidos en 21 volúmenes y tres partes: «Historia de la vida del hombre», «Elementos cosmográficos» y, sobre todo, «Lengua». Esta última parte fue la que más fama le dio: contiene un compendio o catálogo de muy diversas lenguas, muchas de ellas exóticas, y una relación bibliográfica de los autores que escribieron gramáticas y diccionarios en diversos idiomas. En 1792 publicó Analisi filosofico-teologica della natura della carita. En esta época publica también Virilità dell’ Uomo («Virilidad del Hombre», en 4 volúmenes., 1779-80); Vecchiaja e morte dell’ Uomo (1780), Viaggio estatico al Mondo planetario (1780), de la que después hará una versión revisada en español); Storia della Terra (1781-83)
Título Viaje estático al mundo planetario: en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo. Parte primera. Tomo I.
Publicación Madrid: Imprenta de Aznar, 1793.
Signatura C 5012 (1)
 

 

 

 

 

Contenido

Tomo 1: La importancia del cielo es sobradamente conocida por todos. También lo fue para este autor que lo definía como “algo sorprendente y admirable por su indefinida extensión y por el número, variedad y fenómenos que sus astros ofrecen continuamente al hombre”.

 

Esta obra que mezcla los aspectos puramente científicos con un aire novelesco se presenta dividida en 4 volúmenes. En ellos, el autor acomete un viaje que le lleva a diferentes lugares. En el primer tomo al Sol para analizar su tamaño, color, luz, propagación de la luz, distancia entre el Sol y la Tierra, etc.

 

9
Autor Hervás y Panduro, Lorenzo.
Título Viaje estático al mundo planetario: en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo. Parte primera. Tomo II.
Publicación Madrid: Imprenta de Aznar, 1793.
Signatura C 5012 (2)
 

 

 

Contenido

Tomo 2: El segundo tomo de la obra prosigue con el viaje iniciado en el tomo anterior. Se presenta dividido en tres jornadas de viaje: en la primera de ellas continúa su viaje al Sol, comenzado en el tomo anterior, y emprende un nuevo trayecto hacia Mercurio y Venus, dos planetas que considera claves para el estudio y conocimiento del mundo planetario. En la segunda jornada se centra en el planeta Mercurio estudiando su movimiento y grandeza. Por la gran cantidad de datos que aporta sobre el mismo podemos manifestar que es un profundo conocedor de su historia. Por último, llega a Venus para analizar su figura, masa y densidad.

 

 

10
Autor Hervás y Panduro, Lorenzo.
Título Viaje estático al mundo planetario: en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo. Parte segunda. Tomo III.
Publicación Madrid: Imprenta de Aznar, 1793.
Signatura C 5012 (3)
 

 

 

 

 

 

 

 

 

Contenido

Tomo 3: Se trata del viaje más largo acometido por el autor dado que se integra por 4 intensas jornadas:

 

1º Le lleva a la Luna. Por los datos que aporta sobre la misma podemos manifestar que conoce la conoce al detalle y que su aportación es de gran calidad. De ella nos habla sobre su iluminación, eclipses, distancia con respecto a la Tierra y el influjo de esta respecto a los hombres. Este último dato es de gran significación dado que, en muchos casos, el hombre del siglo XVIII otorgaba a la Luna ciertos poderes que significaban beneficio y prosperidad, pero, en otros casos, eran enfermedades y calamidades.

 

La 2º jornada de viaje discurre en el planeta Marte para mostrarnos su grandeza, color, manchas, etc.

 

El 3º día se destina exclusivamente al planeta Júpiter donde nos muestra su color, tamaño, órbita.

 

Y por último, va a Saturno donde nos habla de su densidad, anillo, movimiento, etc. El estudio que se aporta relativo al anillo de Saturno colma las expectativas el hombre del siglo XVIII y en algunos matices supone un adelanto a las investigaciones realizadas hasta la fecha.

 

 

11
Autor Hervás y Panduro, Lorenzo.
Título Viaje estático al mundo planetario: en que se observan el mecanismo y los principales fenómenos del Cielo. Parte segunda. Tomo IV.
Publicación Madrid: Imprenta de Aznar, 1793.
Signatura C 5012 (3)
Contenido Tomo 4: En el cuarto volúmen se ejecuta la última jornada de viaje que le lleva a centrarse exclusivamente en el fenómeno de los cometas. En este tomo analiza en primer lugar algunas cuestiones de carácter general referidas a los cometas: qué son, sus movimientos, tamaños, formas, colores, etc., así como la distancia entre ellos y la Tierra. Posteriormente, aporta datos exhaustivos de los cometas que han acontecido hasta la fecha de la obra (1793), así como la repercusión de los mismos en la sociedad y la ciencia del siglo XVIII.

 

12
 

 

 

 

 

Autor

Biot, Jean Baptiste. (Paris 1774-1862). Es considerado como uno de los físicos franceses más prestigiosos del siglo XIX. También cultivo con interesantes resultados la Química, la Matemática y la Astronomía. Fue la primera persona en descubrir las propiedades ópticas únicas de la mica, y del mineral basado en la mica denominado biotita (el nombre del mineral se puso en su honor). En el año 1804 elaboró un globo y ascendió con Joseph Gay-Lussac a una altura de cinco kilómetros en lo que sería las primeras investigaciones sobre la atmósfera terrestre. Se conoce la magnitud adimensional en termodinámica como número de Biot.
Título Traité élémentaire d`astronomie physique.
Publicación París: Bachelier, imprimieur-libraire, 1841-1857.
Signatura C 5024
 

 

 

Contenido

Prueba de sus trabajos sobre Astronomía es este libro dividido en tres volúmenes que en la Biblioteca del Seminario aparecen encuadernados conjuntamente, suponemos que para facilitar el estudio a los interesados en la materia. En él, se ha prescindido totalmente del texto para centrarse únicamente en los objetos que son estudiados por esta ciencia. De este modo, a lo largo de la obra aparecen 65 láminas sobre elementos y tratados fundamentales de Astronomía Física. La calidad de los grabados y dibujos es significativa por ello fue tomada como obra de referencia para otros investigadores.

 

13
 

 

 

 

Autor

Flammarion, Camille. (Francia 1842-1925). Era un astrónomo francés conocido por sus obras de popularización de la astronomía. Comenzó su carrera como astrónomo en 1858 como colaborador del Observatorio de París. En 1883 fundó un observatorio astronómico en Juvisy-sur-Orge. En 1887 fundó la Sociedad astronómica francesa.

Flammarion fue el primero en sugerir los nombres actuales de Tritón, satélite de Neptuno y de Amaltea, luna de Júpiter, si bien estos nombres serían aceptados oficialmente únicamente varias décadas más tarde. Sus numerosas observaciones de Marte le otorgaron el honor de que uno de sus cráteres recibiera su nombre. Entre los muchos honores que recibió en vida destaca la condecoración de la Legión de honor en 1912 por su labor de popularización de la astronomía.

Título Narraciones de lo infinito: historia de un cometa, la vida universal y eterna.
Publicación Barcelona: Jané Hermanos, 1869.
Signatura C 6274 (4)
Observaciones Traducida de la última edición francesa por A. López Llasera. Obra ilustrada con grabados.
 

 

 

 

Contenido

No se trata esta obra de una novela de ficción, como a muchos lectores podría parecerles, sino de todo lo contrario. Es un estudio riguroso y preciso nacido del suelo cinético.

 

El cometa que va a presentarse en escena a lo largo de toda la obra ha existido. Muchas personas lo vieron brillar por todo el mundo. Las fechas de sus apariciones no son arbitrarias ni elegidas al azar son las reales, así como el conjunto de lugares. De todos los fenómenos descritos en la obra no hay ni uno sólo inventado, todos son base de profundas y exhaustivas investigaciones científicas. Por ello, esta obra es considerada como uno de los mejores trabajos de investigación sobre cometas hasta la fecha existentes. Supuso un punto y aparte de lo escrito hasta el momento, muchas investigaciones sobre los cometas cayeron por tierra asentando las bases de una nueva etapa en este desconocido campo.

 

14
Autor Flammarion, Camille.
Título Historia del cielo.
Publicación Madrid: Imprenta de Gaspar y Roig, 1874.
Signatura C 6281
Observaciones Traducida al español por C. Ochoa. Contiene interesantísimos grabados.
 

 

 

 

 

Contenido

Cuenta el autor que encontrándose reunido en el cabo de Flamanville con una serie de eruditos mantenían una interesantísima conversación en la que muy pronto la Astronomía se convirtió en el eje de la misma. Así se fueron forjando una serie de sesiones en las que se iba tomando nota de lo que allí se hablaba. De estas anotaciones surge la obra Historia del Cielo.

 

Las páginas que configuran este libro despliegan la vista ante la historia popular de la Astronomía. Hecho muy interesante dado que es una de las escasas obras conservadas en la Biblioteca que presenta esta vertiente de la Astronomía: la muy apreciada Astronomía popular. Se divide en 16 capítulos que corresponden a cada una de las reuniones que aquel grupo de amigos mantuvo para conversar sobre el cielo y la Tierra, la filosofía del cielo según los Galos, la antigüedad de la Astronomía, el origen de las constelaciones, los signos del zodíaco, naturaleza, la estructura del cielo, los sistemas astronómicos, el mundo terrestre de los antiguos, el mundo de los primeros cristianos, el mundo de la Edad Media, la superstición de los números, grandeza y decadencia de la astrología y el tiempo y el calendario.

 

 

 

15
Autor Flammarion, Camille.
Título Las tierras del cielo: astronomía popular, descripción astronómica, física, climatológica y geográfica de los planetas.
Publicación Madrid: [s.n.], 1877.
Signatura C 6264
Observaciones Versión española por Segundo Flórez.
 

 

 

 

Contenido

Se trata de una obra sumamente precisa sobre Astronomía. Dividida en 9 libros y otros tantos capítulos, dentro de cada uno de ellos abarca todos y cada uno de los aspectos de esta ciencia. A nuestro juicio puede ser considerada más que como una obra de placentera lectura como un trabajo científico y de conocimiento. Sin embargo, la historia constata todo lo contrario. Es considerada como un exponente de referencia dentro de este campo científico. Debemos señalar que incorpora una parte muy significativa sobre la Astronomía popular.

 

Comienza con un análisis detallado de la óptica a finales del siglo XIX (señalar que el mismo supuso punto y aparte de las investigaciones efectuadas hasta a fecha), para posteriormente centrarse en el conocimiento del Sol, el planeta Mercurio, Venus, la Tierra, La luna, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. De todos ellos se muestran interesantes estudios sobre sus características, volumen, densidades y otras propiedades.

 

16
Autor Fuertes Acevedo, Máximo. (Oviedo, 1832- Madrid, 1890). Cursó sus estudios de Ciencias en las Universidades de Oviedo y de Madrid. Su labor intelectual es varia y de interés dentro de la cultura asturiana. Cultivó sobremanera los estudios científicos, histórico-biográficos y literarios. Como biógrafo de asturianos supo continuar la especialidad histórica fundada en el S.XVIII por Campomanes y el canónigo González Posada. Entre sus obras publicadas, cabe destacar: Curso de Física elemental y nociones de Química (1879); Mineralogía asturiana (1880); El darwinismo: Sus adversarios y defensores (Badajoz, 1883); Noticias históricas de la prensa periodística de Asturias (1868); Bosquejo acerca del Estado que alcanzó en todas las épocas la literatura en Asturias, seguido de una extensa bibliografía de los escritores asturianos (Badajoz, 1885); Vida y escritos del Marqués de Santa Cruz Marcenado (1886); La atmósfera: su composición, su importancia en la vida terrestre, presión atmosférica y modo de apreciarla (1885); Influencia de los Agustinos en la literatura española (Badajoz, 1887). Fundador del Boletín-Revista del Instituto de Badajoz.
Título Estudios sobre astronomía, física y meteorología al alcance de toda clase de personas.
Publicación Badajoz: [s.n.], 1880.
Signatura C 6279
Observaciones El ejemplar que se conserva en la Biblioteca aparece dedicado por el autor de la obra. Este hecho puede ser debido a la estancia del autor en la ciudad.
 

 

 

Contenido

El libro aparece divido en tres grandes partes que se corresponden con el título de la obra. La dedicada a la Astronomía es la de mayor tamaño y a nuestro juicio la más pulcramente tratada ofreciendo un análisis digno de toda mención y referencia para otros autores, investigadores y público en general. Como en muchas de las obras expuestas en el apartado dedicado al autor, nos presenta un recorrido escueto pero exhaustivo de elementos claves de esta ciencia: el Sol, la Tierra, la Luna, los planetas, los asterorides, los cometas, las estrellas fijas, las constelaciones, las nebulosas, la vía láctea, etc.

 

 

17
Autor Ball, Robert Stanele.
Título La historia de los cielos: tratado popular de astronomía.
Publicación Barcelona: Ramón Molina, [s.a.]
Signatura C 6301
Observaciones Obra dotada de multitud de grabados y cosmolitografias.
 

 

 

 

 

Contenido

Tal es el título de nuestro maravilloso libro. Trátese, a decir verdad, de una historia maravillosa y si pudiéramos narrarla convenientemente se reconocerían desde luego su incomparable interés, su belleza exquisita, que conducen a la contemplación de los más poderosos esfuerzos de la naturaleza y de los más admirables coronamientos del genio humano”.

 

De este modo da comienzo esta interesante obra en la que se trata de dar respuesta a un conjunto de preguntas sobre los aspectos más interesantes de esta ciencia: ¿Qué es el Sol, qué calor produce, que volumen y a qué distancia se halla de la Tierra?; ¿Qué es la Luna, qué paisajes nos presenta, cómo se mueve y que relaciones guarda con nuestro globo?; ¿Son los planetas como la Tierra?; ¿Qué sabemos de los satélites de Júpiter y de los anillos de Saturno?; ¿Qué diremos de todas las variedades de estrellas?; ¿Qué es la Vía Lactea?, y por último ¿qué se sabe de las nebulosas que los telescopios permiten ver?…

 

 

 
Autor Flammarion, Camille.
Título Las maravillas celestes.
Publicación Barcelona: Jané Hermanos, [s.a.]
Edición
Signatura C 6274 (1)
Observaciones Traducida de la última edición francesa por A. López Llasera. Obra ilustrada con 57 grabados.
 

 

 

 

 

Contenido

Miles de ejemplares se han editado de este pequeño libro que pretende difundir de manera única las maravillas de la naturaleza y que se debe, según palabras del autor, al progreso creciente de la Astronomía. Si comparamos algunas de las diferentes ediciones existentes de la obra podremos comprobar como cada reimpresión ha sido corregida y aumentada siguiendo la marcha de la ciencia. Son incluidos nuevos grabados que realzan la calidad de este estudio.

 

En el ejemplar que se conserva en la Biblioteca del Seminario San Atón hemos podido observar como aparecen algunas aportaciones novedosas respecto a otras ediciones. El capítulo del Sol aparece modificado con los últimos descubrimientos del análisis espectral. A los capítulos sobre Marte y Júpiter se les ha otorgado mayor importancia. El de los eclipses ha sido completado con los nuevos sucesos acaecidos hasta la fecha   (septiembre de 1877). El capítulo de las estrellas dobles ha sido corregido. Además, los grabados han sido aumentados hasta 57 diferenciándose notoriamente de la primera edición.

 

  • Conclusiones
  1.  

A modo de conclusión queremos manifestar la importancia de la Biblioteca del Seminario Metropolitano San Atón de Badajoz con un extenso fondo de más de 50.000 volúmenes que permiten el estudio de numerosas disciplinas y, aunque bien es cierto, que el mayor volumen y relevancia lo tienen las obras de Teología, la selección de grandes obras sobre Astronomía expuestas a lo largo de estas páginas dan prueba de ello.

 

  • Bibliografía

A.S.M.M.B. Sección Gobierno, Constituciones (1783-1797).

A.S.M.M.B. Sección Administración, Libro de contabilidad (1783-1789).

ARRUTI, A. “La rebelión de los astrónomos: Copérrnico y Kepler” en Nueva revista de política, cultura y arte, LXXVI (2001), pp. 83-85.

BERNAL GONZALEZ, A. “Plutón y las Leyes de Kepler” en Tribuna de Astronomía: revista de Astronomía, Astrofísica y Ciencias del Espacio, LXXX (2006), pp. 68-69.

BLANCO COTANO, M. El primer centro Universitario de Extremadura: Badajoz 1793. Historia pedagógica del Seminario de San Atón. Cáceres: Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1998, pp. 218-222.

DEYERMOND, A. Historia de la literatura española I. Barcelona: Ariel, 1985. p. 166.

KEESING, R.G. “La Historia del manzano de Newton” en Contemporary Physics, XXXIX (1998), pp. 377-91.

PANNEKOEK, A. History of astronomy. New York: Dover books, 1989.

PEREZ DE LABORDA, A. “Kepler y Galileo: la ciencia moderna” en Cuadernos Salmantinos de Filosofía, VI (1979), pp. 31-46.

RUBIO MERINO, P. El Seminario Conciliar de San Atón. (1664-1964). Madrid: Artes gráficas Maribel, 1964, pp. 304-310.

SAMSÓ, J. “Abraham Zacuto y la astronomía europea en el mundo árabo-islámico” en Revista de Investigación y Ciencia, CCCXXII (2003), pp. 68-75.

SOLAR Y TABOADA, A. El Seminario de San Atón de Badajoz. Badajoz, 1945, pp. 85-89.

 

[1] Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de la lengua española. 23ª ed. Madrid: Espasa, 2004.

[2] PANNEKOEK, A. History of astronomy. New York: Dover books, 1989.

[3] DEYERMOND, A. Historia de la literatura española I. Barcelona: Ariel, 1985. p. 166.

[4] TEKELI, S. Biography in Dictionary of Scientific Biography. New York, 1970-1990. (voz: Al-Khujandi).

[5] SAMSÓ, J. “Abraham Zacuto y la astronomía europea en el mundo árabo-islámico” en Revista de Investigación y Ciencia, CCCXXII (2003), pp. 68-75.

[6] PEREZ DE LABORDA, A. “Kepler y Galileo: la ciencia moderna” en Cuadernos Salmantinos de Filosofía, VI (1979), pp. 31-46.

[7] ARRUTI, A. “La rebelión de los astrónomos: Copérrnico y Kepler” en Nueva revista de política, cultura y arte, LXXVI (2001), pp. 83-85.

[8] BERNAL GONZALEZ, A. “Plutón y las Leyes de Kepler” en Tribuna de Astronomía: revista de Astronomía, Astrofísica y Ciencias del Espacio, LXXX (2006), pp. 68-69.

[9] KEESING, R.G. “La Historia del manzano de Newton” en Contemporary Physics, XXXIX (1998), pp. 377-91.

[10] A.S.M.M.B. Sección Gobierno, Constituciones (1783-1797).

[11]Libro de contabilidad del Seminario Metropolitano San Atón (1783-1789), fol. 123 en ASMMB.

[12] SOLAR Y TABOADA, A. El Seminario de San Atón de Badajoz. Badajoz, 1945, pp. 85-89.

[13] RUBIO MERINO, P. El Seminario Conciliar de San Atón. (1664-1964). Madrid: Artes gráficas Maribel, 1964, pp. 304-310.

[14] BLANCO COTANO, M. El primer centro Universitario de Extremadura: Badajoz 1793. Historia pedagógica del Seminario de San Atón. Cáceres: Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, 1998, pp. 218-222.

[15]A.S.M.M.B. Sección Gobierno, Constituciones (1783-1797).

Dic 242020
 

 

Luis Vicente Pelegrí Pedrosa

 

Toda la historiografía, clásica y actual, asume la imagen de Gonzalo Pizarro como un promimente hidalgo trujillano, coronel, destacado militar en las guerras de Granada, de Italia junto al Gran Capitán y viejo guerrero indómito que muere peleando en la guerra de Navarra. Padre de una numerosa prole bastarda, fruto de aventuras extramatrimoniales. Llamado, «el Largo»; «el Tuerto» y «el Romano»[1]. El estudio pormenorizado de las fuentes y la resolución de contradicciones que, hasta ahora se han pasado por alto, ofrece una nueva visión y permite contrastar la realidad con el mito que tiene un momento concreto de creación. Es una de las claves del tópico que denominamos al estilo de fundador de saga, con amplio eco historiográfico y que pretendemos desmontar con este trabajo. La «deconstrucción» del mito del «coronel Pizarro», paradójicamente, contribuye a completar la biografía de su hijo bastardo nunca reconocido: Francisco Pizarro, conquistador del Perú, durante el período de su juventud y comienzo en las armas que, hasta ahora, se podía llamar «los años perdidos» y que, creemos, ya se pueden denominar «los años encontrados». Revisamos toda la información biográfica disponible sobre el personaje, en dos ámbitos: uno, su origen familiar y contexto social; y, otro, su carrera militar. En los títulos de los apartados de este trabajo expresamos los tópicos que rebatimos.

El contexto social de partida: los antecedentes familiares colectivos, la posición heredada, por un lado; y el prestigio y el ascenso económico y social, personal e individual, conseguido, o no, por otro lado, marcan la distancia entre el éxito o la continuidad. A su vez, el estatus de cada uno de los miembros del linaje variaba según fueran o no mayorazgos, o herederos y cabezas de principales bienes de la familia, y según la fortuna pesonal y las red de contactos de cada uno de ellos. Podemos dividir el marco vital de Gonzalo Pizarro en dos momentos y escenarios principales, como se va a demostrar: en Trujillo, la mayor parte de su vida, salvo alguna campaña bélica, y la última década en la guerra de Navarra.

 

 

 

 

1- Un hidalgo prominente y prolífico padre extramatrimonial.

Para acarcarnos a la cronología vital de Gonzalo Pizarro hay que recurrir a la comparativa con la de sus hijos, conquistadores del Perú, natural, Francisco Pizarro; y legítimo, Hernando Pizarro; así como hay que atender a su su trayectoria militar. Si consideramos que pudo tener a su hijo Francisco, cuando él contaba en torno a 20 años y si, según las fechas más seguras, éste nació entre 1478 y 1482, podemos concluir que Gonzalo Pizarro nació hacia 1460, o como muy pronto, entre los años finales de la década de 1450. Por tanto, cuando se supone que prestó servicios en la Guerra de Granada se encontraría en la veintena de años. Cuando se casó en 1503 y, a finales de ese año o principios del siguiente, tuvo a su hijo Hernando, se encontraría comenzando la cuarentena[2]. En la contienda de Navarra, se hallaba en la cincuentena. Por todo ello, la edad más posible de su fallecimiento, en 1522, se sitúa en torno a los 62/65 años. Paradójicamene, muy próxima a la de su hijo bastardo que nunca reconoció  ni legitimó, pero que le superó con creces en méritos militares y en fama

Gonzalo Pizarro y Rodríguez de Aguilar, fue hijo de Hernando Alonso Pizarro y de Isabel Rodríguez de Aguilar. Nieto de Hernando Alonso de Hinojosa y de Teresa Martínez Pizarro por el lado paterno; y de Juan Rodríguez de Aguilar y de Leonor Trapero, por el materno. Los antecedentes más antiguos conocidos de sus apellidos en su línea directa de ascendencia son los que se describen a continuación. Por línea paterna, Diego Hernández Pizarro, su bisabuelo, casado con Sevilla López de Carvajal. A partir de abuela Teresa, ya nombrada, hija de los anteriores, el apellido Pizarro le llega por vía femenina, quién además lo antepuso a sus hijos sobre el de su marido. Por línea materna, el apellido proviene de su bisabuela, Inés Rodriguez de Aguilar, casada con Benito Hernández Altamirano, hijo a su vez de Sancho Hernández Altamirano y Juana García Caballero, tatarabuelos de nuestro protagonista quién, gracias, por tanto, a la ascendencia materna, entronca con el linaje más preeminente de Trujillo.[3] Si tenemos en cuenta un plazo vital de reproducción de unos 25 años por generación, tendríamos, partiendo de la cronología de Gonzalo Pizarro, como años más probables de nacimiento de sus padres, en torno a 1430-35, de sus abuelos hacia 1410-1400 y de sus bisabuelos: 1375-1380. De hecho, los datos que conocemos de algunos de ellos, por los memoriales genealógicos familiares, nos aproximan a esta afirmación. El padre, Hernando Alonso Pizarro estaba vivo en 1477, cuando relizó una venta.[4].

Tuvo dos hermanos, Diego y Juan Pizarro; y tres posibles hermanas: Isabel Rodríguez de Aguilar, Inés Rodríguez de Aguilar y Estefanía de Vargas.Todas ellas poseen nombres y apellidos por parte materna, pero también coinciden con los apellidos de la familia de su mujer[5]. Desconocemos que lugar ocupaba por edad, entre los hermanos. Vamos a tratar del tema al estudiar los nombres familiares. Sólo tenemos noticias documentales ciertas de su hermano Juan que emigró a Indias, hacia 1502, cuando nuestro protagonista preparaba su boda, como veremos, y fue econmendero en Santo Domingo que murió sin sucesión y al que heredó, como es sabido[6]. Estefanía de Vargas, puede que no fuera hermana. Había muerto en 1536. En el testamento de ese año de su hijo, Juan Pizarro, figura como difunta. La menciona como tía, pero puede ser perfectamente tía política[7]. De hecho, en nuestra opinión la expresión «mi hermana» que usa el capitán Gonzalo Pizarro, también en su última voluntad, puede referirse a hermana política, o sea cuñada. La razón principal del argumento: el apellido Vargas pertenece a su familia política y ese mismo nombre corresponde, en la misma generación a una hermana de su madre, como vamos a tratar al ocuparnos de las relaciones con la familia de Isabel de Vargas.

 

Las fecha de matrimonio de Gonzalo Pizarro está clara. El 29 de julio de 1503, en la puerta de enmedio de Santa María la Mayor de Trujillo, Fernando Alonso Villarejo, clérigo, vicario, lugarteniente del arcipreste “ende presentes Gonzalo Pizarro e Isabel de Vargas, su esposa». Hicieron presentación de las dispensa del provisor general y vicario en lo espritual del obispado de Plasencia, “por la autoridad apostólica, yo obe dispensado y dispensé a Gonzalo Pizarro e Isabel de Vargas, vecinos de la ciudad de Trujillo, para que, no obstante el impedimente de consanguinidad que entre ellos había de segundo e tercer grado, puedan casar por palabras legítimas de presente, según que más por extenso se dice”. Previamente recibieron sentencia absolutoria, en Plasencia, a cuya diócesis pertenecía Trujillo, el 24 de marzo de ese mismo año: “Yo absolví a los dichos Gonzalo Pizarro, estando presente, e a la dicha Isabel de Vargas, absente (…) de la sentencia de excomunión en que incurrieron por se haber esposado estante el dicho impedimento, por la presente doy licencia en facultad».

Por tanto, el matrimonio fue excomulgado por no haber pedido licencia previa de consanguinidad que, una vez obtenida, fue de nuevo celebrado. Si la suspensión de la primera ceremonia se realizó el 24 de marzo de 1503, quiere decir que ésta se efectuó antes de esa fecha. Este dato es muy importante para calcular la fecha de nacimiento del primogénito, el futuro conquistador Hernando Pizarro que, por las fechas de concepción, pudo haber nacido a fines de ese mismo año. Éste es un aspecto se había pasado por alto hasta ahora.

Su legítima mujer, Isabel de Vargas y Rodriguez de Aguilar, hija de Inés Rodríguez de Aguilar y de Hernando de Vargas,  era su tía segunda; ya que era prima hermana de su madre que se convirtieron así en nuera y suegra[8].  El abuelo materno de Gonzalo, ya citado, y la madre de su mujer, eran hermanos.  Por tanto, el entronque común de ambos cónyuges eran los bisabuelos de él, a la vez que abuelos de ella, los ya citados Benito Hernández Altamirano e Inés Rodríguez de Aguilar. Su edad de matrimonio fue bastante tardía para la época, con más 40 años, como se ha dicho. Esta circunstancia, la consanguinidad con la novia y la diferencia de edad con la novia, ya que era una generación mayor, tiene toda la apariencia de un matrimonio convenido entre familias del mismo linaje de los Rodríguez de Aguilar, aunque se pudieran aproximar en edad los contrayentes, porque la novia puede que fuera la menor de entre sus hermanos[9]. No obstante, no hubo unanimidad en la aceptación del novio dentro de la familia de ella[10].

Los familiares de la novia se dividieron a favor del enlace, las mujeres: la madre; Inés Rodríguez de Aguilar y las hermanas Leonor de Vargas y Estefanía de Vargas; en contra, los hombres: los hermanos Sancho y Gonzalo, este último para más abundamiento homónimo del novio y con una característica que nos va a ayudar a arrojar luz sobre otro tópico de Gonzalo Pizarro. Y para la oposición de éstos se apresuró la celebración del matrimonio. Esta premura explicar el hecho de obviar la consanguinidad que derivó en nulidad. Quizá podamos suponer que por denuncia de alguno de los opositores al enlace.[11] Con ese dato sobre Estefanía, confirmamos que era cuñada y no hermana del capitán Gonzalo Pizarro, como adelantamos más arriba.

 

Por otro lado, la nómina de testigos nos aproxima a las relaciones personales y familiares del contrayente. Fueron, Juan Nuñez de Prado, Juan de Chaves, Nuño de Chaves, Martín de Chaves, Diego García de Chaves, Francisco de Gaete. Firmas de ambos apellidos eran habituales en documentos de los Pizarro, según Canilleros, y tal y como vamos a verificar más adelante[12].

 

El matrimonio tuvo poca duración, poco más de cinco años, debido a la prematura muerte de Inés, en 1508[13], un año después que su madre[14]. Esas fechas nos sitúan de pleno en el contexto de  epidemia que asoló Castilla por esas fechas. Llama la atención, por tanto, lo mayor que se casó; la diferencia, de casi una generación entre el primogéntico bastardo, Francisco, y el promogénito legítimo, Hernando; y que todos los hijos habidos fuera de matrimonio no fueron fruto de relaciones de juventud, que podría ser más común, sino en la madurez, una vez quedó viudo[15].  Incluso fundó una nueva familia en Pamplona, como se verá, a pesar de los hijos bastardos y legítimos que dejó en Trujillo.

 

Gonzalo Pizarro tuvo once hijos e hijas con mujeres distintas: Francisco Pizarro, con Francisca González Mateos; con Isabel de Vargas y Rodríguez de Aguilar, su legítima mujer, ya nombrada: Hernando Pizarro, Isabel de Vargas, Inés Rodríguez de Aguilar; con María Alonso: María de Aguilar, Juan Pizarro y Gonzalo Pizarro; con María de Biedma: Graciana y Catalina Pizarro; y con una mujer desconocida: María y Francisca Rodríguez.[16] La única mujer legítima, como se ha visto pertenecía al estamento hidalgo, igual que él, el resto eran plebeyas[17]. El testamento de uno de los hijos menores, Juan Pizarro, sirve para argumentar la estrecha relación general que existió tanto entre todos los hermanos y que parece fomentó el padre. El testamento de nuestro protagonista, como «pantalla» final de toda una trayectoria recoge la ya repetida tendencia de preocuparse y acordarse de todos sus hijos menos del ilegítimo mayor. Incluso no olvida a sus «hijas navarras», María y Graciana. Envía, a sus albaceas en Trujillo, dotación para casarse o ser monjas. Para la otras dos hijas, de madre desconocida, María y Francisca Rodríguez, monjas. De todas ellas, y de que se cumpliera el destino social dispuesto, debían encargarse Estefanía de Vargas e Inés Rodríguez[18].

 

El estudio de la nomenclatura de nombres y apellidos personales, cuando no había unas reglas legales fijas, es muy interesante para determinar, tanto las vinculaciones afectivas con los familiares y ancestros, como para conocer el lugar de cada uno en la sucesión de bienes y derechos dentro del linaje. En su generación, Gonzalo y sus hermanos, Diego y Juan reciben el primer apellido paterno. Sin embargo, las  tres hermanas: Isabel, Inés y Estefanía,  reciben los apellidos por parte de la madre, la dos primeras el primer apellido: Rodríguez de Aguilar; y la tercera, otro del linaje materno: Vargas. Mientras que en la generación de su padre tanto aquél, como su hermano y dos hermanas recibieron el Pizarro de Hinojosa de primer apellido, resultado de anteponer el primer de la madre de todos ellos, Teresa Martínez Pizarro, al Hinojosa de su marido: Hernando Alonso de Hinojosa[19].

Gonzalo Pizarro mantuvo la misma regla. Los hijos e hijas, incluidos los conquistadores, ostentaron todos el apellido Pizarro, menos sus dos hijas legítimas, Isabel de Vargas e Inés Rodríguez de Aguilar , que llevaban en primer lugar respectivamente el primer y segundo apellido de la madre. La primera era además homónima de ella y la segunda lo era de su tía paterna.

Era tradición entonces, y lo siguió siendo durante siglos, en Extremadura y en el conjunto de Castilla, imponer al hijo primogénito el mismo del abuelo paterno. Sin embargo, nuestro protagonista no sigue esta norma, ya que su abuelo, como se ha visto, era Hernando Alonso de Hinojosa. Para encontrar ese hombre hay que retraerse hasta tres generaciones atrás, a un bisabuelo paterno, Gonzalo Díaz, Casado con Francisca Alonso de Hinojosa, ya citados. Tampoco ninguno de sus hermanos lleva el nombre de Hernando, dominante en el linaje de los Hinojosa. Aunque se pudiera conjeturar que el cambio, en la nomenclatura familar, fuera resultado del mismo que impuso Teresa Martínez Pizarro en los apellidos. Es significativo que el nombre de su hermano Diego provenga también de tres generaciones atrás, del padre, ya nombrado, de su abuela Teresa. Por tanto, éste último evoca prioritariamente la ascendencia de los Pizarro, mientras que Gonzalo con su nombre recuerda la ascendencia en origen de los Hinojosa, sin que esta dualidad nos permita averiguar cual de los dos era mayor y tenía prelación en su generación.

Gonzalo sí respetó la tradición de dar el nombre del abuelo paterno a su hijo primogénito y legítimo, Hernando Pizarro y Vargas, el otro conquistador destacado del incario. El nombre Hernando también lo debe a su abuelo materno, es decir, por parte de los Vargas; de quienes recibió también la ascendencia Bejarano, el segundo linaje histórico más destacado de Trujillo por su bisabuelo, Juan Alonso Bejarano, casado con Leonor Alonso de Vargas e hijo, a su vez, de Sancho Ximénez Bejarano y de Isabel López de Carvajal.

De sus hijos con María Alonso, le dio a uno su nombre, futuro conquistador del Perú junto a sus otros tres hermanos. De sus dos hijas con María de Biedma, a una le dio el nombre de su tía paterna, Gracia Pizarro de Hinojosa. Ese nombre ya venía de la hermana de su abuela paterna, Teresa Martínez Pizarro (Apéndices). Los demás nombres de sus hijos, varones y mujeres, María, Francisca,  Francisco, Juan, eran abundantes en el santoral de cualquier linaje, y el de Francisco-Francisca, tenía antecedentes, tres generaciones atrás al progenitor, como se ha visto, con Francisca Alonso de Hinojosa[20].

Los Pizarro formaban parte de la hidalguía, auténtica «clase media» en la sociedad rural castellana, entre la nobleza y el pueblo llano, con propiedades pero no las suficientes como para vivir de rentas. Las principales salidas profesionales y vías de progreso para un hidalgo, sobre todo si no era mayorazgo, se ceñían a la pluma: ser funcionario del Rey; la cruz y la Iglesia; las armas y el Ejército. Ésta fue la vía de promoción pesonal que escogió Gonzalo Pizarro que por su condición social, como miembro más bajo del estamento nobiliario, podía optar al rango de capitán y, más dificilmente, al de coronel aunque, con méritos de guerra se podía ascender a éste puesto que, como vamos a demostrar, nunca alcanzó nuestro protagonista. Gonzalo Pizarro pertenecía a una rama secundaria de los Pizarro por línea materna y su apellido de origen era Hinojosa, como hemos comprobado[21].

Sobre su promoción en el poder político, según Mira Caballos, a partir de los datos ofrecidos por Fernández-Daza, Gonzalo Pizarro fue regidor de Trujillo en 1486[22]. Mantenemos nuestas reservas sobre esta circunstancia, como vamos a tratar en otro apartado. A cerca de su posición económica, contamos, como balance de una vida, con la referencia de bienes y propiedades que Gonzalo Pizarro, lega en su testamento. Declara tener tres propiedades «heredamiento de la Zarza, con todas sus pertenencias, molino e cerca , e casa e tierra, e ansimismo las casas que yo tengo en Trujillo», y la «posesión de Valmesado»[23]. El heredamiento de la Zarza tenía también viña y huertas Con las dos primeras propiedades, formó un mayorazgo que heredó su hijo primogénito legítimo, Hernando Pizarro. La casa sería incoporada por éste al actual palacio de la Conquista, como es sabido. La tercera posesión, se repartió entre sus tres hijos legítimos y herederos, ya conocidos, Hernando, Isabel de Vargas e Inés Rodríguez de Aguilar. No era un gran caudal, pero en una sociedad donde la mayoria de la población, rural y campesina, carecía del principal recuso, la tierra, es una base notable de riqueza y de prestigio. La propiedes de la Zarza son heredadas y, por exclusión, y si no hay mención de que lo fueran también la casa de la Plaza y la posesion de Valmesado, hemos de concluir que éstas últimas propiedades fueron adquirida por él[24].

Entre sus vías principales de ingresos se encontraban, tanto su sueldo de capitán como las posibilidades de negocio que le facilitaron sus cometidos oficiales, en Navarra, tal y como tratamos más adelante; así como las posibilidades de botín que daban los usos de la guerra: «compré a varios soldados del saco en la ciudad de Nájera, -1521- de suso, unas cuentas gruesas de, ambar en ocho reales, e un cofrecillo con dos llaves, todo lo cual vale más de lo que yo di por ello, mando que se vuelvan a sus dueños, pagando lo que yo di por ellos»[25]. Por otro lado, las numerosas mandas piadosas que ordena en su testamento reflejan los valores cristianos de caridad y, a la vez, de ostentacion social de las que estaba obligado a hacer gala un hidalgo[26].

 

2.-«El coronel y viejo guerrero». El tópico del «Romano» y el «Tuerto».

           

               Los motes, junto a rasgos físicos, como ser tuerto, eran, en la época, señas de identidad para reconocer a las personas, muy extendidos entre los convecinos de una población. Y más en una ciudad mediana como se puede considerar a Trujillo a principios del siglo XVI, en el conjunto de la Corona de Castilla. A pesar de ello, ninguno de los testigos de las informaciones que vamos a analizar y que le conocían bien a él y a su familia, aluden a Gonzalo Pizarro como «el tuerto» ni como «el romano»; sólo uno de ellos lo menciona como «el largo». De hecho, éste es el único mote que conocemos en las fuentes documentales, asociado sin ningún tipo de duda a nuestro protagonista y el que nos parece más auténtico, como vamos a demostrar.

El análisis de los motes corre parejo al de las acciones guerreras en las que se implica a Gonzalo Pizarro. La única noticia que tenemos, en una fuente directa, sobre la posible presencia de Gonzalo Pizarro en la Guerra de Granada, se debe a García Torvisco, un testigo en la Información del linaje de Francisco Pizarro, para obtener en hábito de Santiago, realizada en Trujillo el agosto de 1529, cuando el conquistador preparaba su capitulación y salto definitivo al incario:

Supo e vido, este testigo, que en tierra de moros, Gonzalo Pizarro, padre del dicho capitán, fue     tres      veces desafiado de moros en Loxa y en Veles Málaga e que salió todas tres veces al desafío, e todas       tres veces venció y ansí cree este testigo e tiene de cierto que, siendo el dicho capitán, hijo de tal         padre que, si oviera sido desafiado que obiera salido al desafío, que esta es la verdad de lo que             sabe     cree vido, oyo dezir, e al presente se le acuerda[27].

 

Para Porras Barrenechea, el testigo es tan directo que incluso lo considera un escudero de Gonzalo en aquella contienda[28]. Hay una paradoja en esa afirmación que se contradice con su ejercicio como regidor de Trujillo, como se anunció. Si estuvo en la toma de Loja y de Vélez Málaga, 1486-1487, dificilmente pudo ser, por esas mismas fechas, regidor en Trujillo. Y, al revés, si fue regidor, no pudo estar presente en esos dos acontecimientos bélicos, salvo que contase con una licencia específica. Por lo tanto, una de dos: o no tuvo el peso que se le ha supuesto en la oligarquía local o, tal vez, ni siquiera participó en la Guerra de Granada.

Por otra parte, ¿cuándo pudo quedar tuerto? Si acaso hubiera sido en la Guerra de Granada, cabe preguntarse, ¿un capitán lisiado, aunque sólo fuera por esa tara, con más de 50 años, podría haber optado a un puesto de combate en la Guerra de Navarra, siquiera a puestos de intendencia y retaguardia, como vamos a ver? Nuestra respuesta, más intuitiva que argumentativa es: no, difícilmente. En nuestra opinión, nunca estuvo tuerto. ¿De dónde puede provenir el tópico, entonces?.

Ambas paradojas pueden tener una solución si reinterpretamos una información que da Muñoz de San Pedro en su estudio sobre la familia política del capitán[29]. Sus dos cuñados, Sancho y Gonzalo participaron en la Guerra de Granada. El segundo además era apodado «el tuerto» porque perdió un ojo en un duelo ¿pudo confundir el testigo García Torivisco a uno y a otro, y de ahí la tradición errónea de suponer tuerto a Gonzalo e incluso dar por hecha su presencia en la guerra granadina? Es una hipótesis muy posible. Es difícil tanta coincidencia de dos paisanos homónimos y coetáneos, que sufrieran la misma mutilación en la misma guerra.

En la Información que se realizó en Trujillo, en abril de 1534, para ser armado Hidalgo Pizarro caballero de Santiago, en un interrogatorio similar y con el mismo fin al que encargó su hermano cinco años antes, Hernando de Orellana, convecino y amigo de la familia expone:

A la primera pregunta dijo que conosce al dicho Hernando Pizarro, de más de treinta años a esta parte, e sabe que es natural de la dicha cibdad, hijo de Gonzalo Pizarro el largo, que llamaban, y           de        Isabel de Vargas, su mujer, ya difuntos, vecinos que fueron de esta dicha cibdad, a los cuales    conoció este testigo muy bien de vista e trato que con ellos tovo»[30].

Podemos aportar otra prueba directa de época sobre el apelativo «el largo». Se halla en los documentos que manejó el conde de Canilleros, en su archivo familiar, para su trabajo, ya citado, sobre la mujer del capitán Pizarro, al referir las discordancias de los hermanos en relación al enlace entre Isabel de Vargas y Pizarro «que dijeron el Largo»[31]. Suponemos es una referencia a su elevada estatura. Su hijo natural, Francisco, está demostrado que era alto para aquella épocacomo refieren las crónicas y demuestran los estudios antropológicos de sus restos[32].Y Hernando era también corpulento. Esa característica pudo ser un rasgo genético heredado por sus hijos y que justifica ese mote en el padre.

En otra investigación anterior ya descartamos la participación de Gonzalo Pizarro en la segunda guerra italiana del Gran Capitán y en la campaña de Cefalonia, 1500-1504, durante la cual se forjó como militar su hijo bastardo y futuro conquistador del Perú[33]. La prueba más evidente de que no tomó parte en aquella guerra es que, el año álgido de la misma, 1503, -batallas de Ceriñola y Garellano- estaba preparando su boda en Trujillo, como vamos a ver. Esta paradoja había sido pasada por alto por toda la historiografía hasta ahora. Es más, si el Gonzalo Pizarro que menciona el alarde de 1502, que revistó a los caballeros movilizables de Trujillo, y que estudió Ladero Quesada[34], es nuestro protagonista, hay más motivo todavía para descartar su presencia en Italia, y por el contrario, probar su estancia en su ciudad natal por esos mismos años.

Por otro lado, no tenemos pruebas directas para afirmar que estuviera en la primera, de 1494 a 1498. Sólo contamos, como indicio, con la única posible mención directa en un documento a su apelativo «el Romano», en el citado alarde de 1502[35] Desde luego de lo que carecemos realmente es de evidencia alguna que justifique ese mote, en relación a la versión de su estancia en la capital vaticana, como supuesto guardián del castillo de «Sant Angelo», a pesar de su amplia difusión historiográfica[36].

La primera referencia a este tópico, como otros, tiene su punto de partida en la obra panegírica «Varones ilustres del Nuevo Mundo», escrita por su bisnieto: Fernando Pizarro de Orellana, publicada en Madrid, en 1639, de la que vamos a tratar, plagada de inexactitudes, pero que ofrece muchas pistas para investigar y reescribir la biografía de los Pizarro[37]:

Por esta causa, pocos años que apenas pasaba de los diez y seis, pudo acompañar a su     padre en las             guerras de Italia y Francia: donde asistió mucho tiempo, hallándose como alférez de su padre, en todas las facciones importantes que se ofrecieron. Estas fueron          muchas, porque, como dicen Zorita y otros historiadores, en las compañías de Pizarro, Zamudio y Villalva, libraban los          capitanes generales de sus Magestades los buenos sucesos, y el dichoso fin de ellos acreditaba sus        esperanzas».

En esta obra debieron apoyarse los litiganges para incorporar datos fehacientes el otros genealógicos que, a todas luces son manipulados en el ya citado Memorial[38]:

El testamento del mismo Hernando Alonso que en el pleito antiguo de thenuta presentó don Gregorio       de Tobar, otorgado por testimonio de   González de Guadalupe, escribano público de la Puebla de     Santa María de Guadalupe, en ella, a día 5 del mes de enero de 1476, en el cual declara por sus hijos        legítimos y de Isabel Rodríguez, su mujer, a Gonzalo, Juan y Diego Pizarro, a quienes instituye por        sus únicos y universales herederos, expresando que dicho Gonzalo se hallaba sirviendo en las guerras de Italia. Qué con Juan había tenido muchos gastos en darle buena enseñanza y estudio y que Diego le había servido, como buen hijo, más tiempo que los demás hasta que tuvo casamiento.

 

La guerra de conquista de Navarra se extendió, con diversa intensidad, durante más de una década. 1512 fue año de combates casi contínuos, tras la rápida conquista del reino, en poco más de dos meses, en verano, por las tropas del Duque de Alba, enviado por Fernando el Católico y el derrocamiento del rey Juan III Albret, coaligado con el rey de Francia, Luis XII. Inmediatamente se produce la primera contraofensiva francesa y rebelión de una parte de la nobleza y de las ciudades navarras, en el último trimestre de ese mismo año. La nobleza y navarros beaumonteses eran partidarios de Castilla y Aragón y los agramonteses lo eran de Francia. Desde diciembre se extendió un período de  reorganización del poder en el reino, salvo choques puntuales, y operaciones mútuas de hostigamiento y saqueo con  pequeños combates y escaramuzas, salvo la breve y efímera alteración de marzo de 1516. Sin embargo, la tercera contraofensiva, que llevó al repliegue de las armas españolas de casi todas las principales ciudades, hasta la definitiva reconquista,  prolongó la guerra abierta durante más de un año:  de mayo de 1521 a julio de 1522. En este momento tienen lugar:  el cerco francés de Logroño, del 5 a 11 de junio de 1521;  las principales y más sangrientas batallas campales, como la de Noáin, el 30 de ese mismo mes, y la toma del castillo de  Maya, el 19 de julio de 1522, que cierra lo más crudo de ese ciclo; si bien, la resistencia se prolongó, ultrapuertos, en la Baja Navarra, casi dos años más. Por tanto, entre los cuatro momentos, propiamente dichos de guerras y operaciones militares, se intercalan otras tantas etapas  de pacificación  y  relativa tranquilidad[39].

Los documentos oficiales, que vemos más adelante, no permiten situar a Gonzalo Pizarro en el escenario bélico antes de enero de 1515, pero el análisis de las crónicas sí. Gracias  a la obra del cronista real de Fernando el Católico, Jerónimo Zurita, aparece citado en el contexto de noviembre de 1512, después de la rápida y exitosa conquista del reino por el duque de Alba y durante los movimientos castellano-aragoneses para frenar la  primera contraofensiva franco-navarra y levantar el cerco de Pamplona que duró todo ese mes. La narrativa de la crónica permite deducir que nuestro protagonista no se encontró sitiado, dentro de la capital, sino que formaba parte de las tropas que acudieron en su auxilio y provocaron que el enemigo levantase en campamento y se retirase, antes de sufrir un movimiento envolvente de contracerco[40].

Luego que el duque de Nájera tuvo la nueva de ser cercada Pamplona, el mismo día mandó apercibir       todo el ejército, con propósito de ponerse en lo alto de la sierra, porque si tal dispusición hubiese,            quería dar en el real de los franceses: o tomar un fuerte, de donde pudiese quitarles las vituallas.           Envió a don Álvaro de Luna, y a Pedro Ruiz de Alarcón, y a Pizarro, que descubriesen el campo: y    reconociesen los pasos hacia la parte de Huarte de val de Araquil: porque por allí les entraban a los       franceses los bastimentos: y también para que viesen si se podía subir la artillería en lo alto de la          sierra, porque esto los detuvo que no pasase aquel día el   ejército, a ponerse a vista de la ciudad.       Entretanto que los franceses aderezaban las cosas necesarias para dar el combate

 

Y en la segunda ocupación y pacificación del reino[41]:

 

En el principio del año del Nacimiento de Nuestro Señor de 1514 tuvo el marqués de Comares aviso,      que el rey don Juan de Albret tenía trato con algunos soldados de S. Juan de Pie del Puerto, para que       enclavasen la artillería: y se le diese entrada en la fortaleza. Esto se descubrió por uno dellos al               capitán Gonzalo Pizarro:

 

Confeccionando un extracto, a partir del propio inventario del Fondo Rena, del Archivo General de Navarra, obtenemos las siguiente relación de nueve expedientes[42]. En total, distinguimos trece documentos, extendidos a lo largo de 8 años de forma contínua, de 1515 a 1522 y que pueden agruparse en 9 expedientes principales, que tratan de cuatro asuntos principales, :  1) Obras en la fortaleza de San Juan Pie de Puerto, y objeciones en el empleo del dinero al efecto.- 2) Cobro de atrasos en sueldos.-  3) Negocios mineros.- 4) Compra de una capitanía.- Los primeros asuntos podemos calificarlos de oficiales, en función de su cargo, principalmente, y los otros dos son más particulares[43].

Gonzalo Pizarro encontró la fortaleza de San Juan de Pie de Puerto, a donde fue destinado, desprotegida y en lamentable estado. En marzo de 1516 solicitó fondos para su reparo que recibió, 200 ducados. El «veedor general de obras» debió de poner algún reparo al empleo de los mismos, porque el  6 de junio de 1517 recibió orden de devolver esa cantidad al pagador real -Real Cédula de la reina Juan y de Carlos I-. Gonzalo se negó a reintegrarlos, alegando que se habían empleado en «servicio de sus Altezas», bajo orden del virrey de Navarra, duque de Nájera. Más de dos años después, Juan Rena se los seguía reclamando -requerimiento y comparecencia de ambos ante notario, en Pamplona, el 19 de noviembre de 1519-.

Las órdenes de demolición o, por el contrario, de reconstrucción y mantenimiento de fortalezas coinciden con las etapas de rebelión y pacificacion respectivamente para evitar que navarros y franceses las utilicen en el primer caso y para guarnecer el reino en el segundo caso. En la primavera de 1516,  el cardenal Cisneros, regente de Castilla, ordenó derribar todas las fortalezas, incluidas las pertenecientes a los aliados navarros beaumonteses,  salvo algunas consideradas estratégicas. Por otro lado, se remozaron las del cinturón pirenaico, pero sobre todo las defensas de Pamplona. En ese contexto, recibió Gonzalo Pizarro el encargo de remozar la fortaleza de San Juan de Pie de Puerto. En noviembre de 1521 Carlos I, de nuevo, ordenó el derribo de las fortalezas que aún quedaban en pie, manteniendo únicamente las de Pamplona, Estella y Puente la Reina. Por contra, en marzo de 1522 los españoles volvieron a tomar Roncesvalles con su derribo parcial y fortificación. Es  la situación que describen las libranzas de pago de  ese año a su favor: «por derrocar la fortaleza de Monreal, los muros de Lumbier, y tomar la casa de Roncesvalles».

El atraso en el pago de las soldadas era frecuente motivo de motines en los ejércitos. Gonzalo Pizarro esperó pacientemente los atrasos que le debía la hacienda militar en concepto de ayudas de costa y que podemos considerar como dietas y gastos ordinarios que tuvo que adelantar en el cumplimiento de sus misiones. Desde, por lo menos 1516, tenía concedidos anualmente: 25.000 maravedíes -90 ducados- Por si acaso se encontraba en algún destino, apoderó a Juan de Gamboa, en Pamplona, en septiembre de 1520, para poder cobrar. Eso no ocurrió hasta justo un año después, cuando recibió la cantidad correspondiente a 1518: «y hasta agora no le han seido pagados a costa de las alteraciones pasadas»;. El último pago que había recibido, hasta entonces, por este concepto, fue el del año anterior y aún le debían, cuando  cobró, las del siguiente ejercicio, 1519. 4 de agosto, 3.258 mrs, -12 ducados que adelantó el año anterior a «ciertas gentes de esas compañias, cuando entraron los franceses en el reino», que se asentó en los «Libros del sueldo». Lo que parece indicar que socorrió con dinero a algunos compañeros de armas y tenía solvencia económica para ello[44].

Los asuntos de índole particular de Gonzalo Pizarro tratan de sus negocios, invirtiendo en una explotación minera, al alza entonces, y en la adquisición de un compañía: no hay que olvidar que un capitán era un «empresario de la guerra» a riesgo y ventura propios. Él y Pedro de Malpaso[45], veedor general de obras del reino de Navarra, acordaron solicitar, en sociedad  y repartirse por mitad, el monopolio de los derechos de explotación minera del reino. No dio tiempo a la concesión por la muerte del rey a Fernando el Católico, en enero de 1516, lo cual indica que el acuerdo es anterior a esa fecha. Malpaso volvió a  pedirla con un nuevo socio a los nuevos reyes: Juana y Carlos I que se la otorgaron. Pizarro le reclamó y llegaron a un acuerdo: Malpaso le cede casi la mitad de su participación, a cambio de retirarse del negocio, que luego el propio Pizarro traspasó a Juan Rena, a título particular, por valor de 16 ducados. No parece que tuviera perspectivas muy lucrativas el negocio. -Concordia del 28 de agosto de 1519 y cesión del 9 de septiembre de ese mismo año-

En 1521, Gonzalo Pizarro compró una capitanía vacante, la del capitán Valdés[46], y pidió, al virrey, los 300 ducados para pago del precio de la misma, a través del pagador real, Juan Rena, -reconocimiento de deuda, 25 de noviembre de 1521- quién se comprometió a librarle esa cantidad en nombre del virrey, en fecha que, efectivamente, se cumplió -recibo, 7 de febrero de 1522-

por razón que vos el dicho capitán Pizarro disteis una carta al (del) señor conde de Miranda para los                  señores gobernadores en que les suplicasteis que la capitanía de Alonso de Valdés la den a la persona       que el dicho señor conde les suplicare Lo cual prometo de cumplir dentro del dicho término y que          directa ni indirecta no iré ni vendré contra ello y que dentro de diez días  primeros siguientes os daré        carta del dicho señor conde de Miranda para que libremente podáis sacar vuestra patente de la dicha          capitanía y que el dicho señor conde no será contra vos[47]

 

Aun así, Gonzalo Pizarro, debería de haber recibido una carta de pago, por haber abonado el precio de la capitanía. Sin embargo, recibió  todo lo contario, un libramiento por una cantidad equivalente para que la pagase No aparenta lógica el acto. No obstante, se puede plantear la siguiente hipótesis viable: Gonzalo Pizarro se cobró, en forma de patente de capitanía vacante, alguna cantidad que, para cumplir funciones de su cargo, adelantó de su propio bolsillo, como se puede comprobar que ocurió en otras ocasiones por otras cartas de libranzas de ese mismo año. Es más, tenemos la sospecha de que es la misma que recibe su hijo, Hernando Pizarro. Y que, una vez más,  nos encontramos, en ese tema, con otra de las mitificaciones del cronista familiar por excelencia.

De todas las fechas y acontecimientos descritos, en los que participa nuestro protagonista, podemos reconstruir el siguiente itinerario, durante la guerra de Navarra. En noviembre de 1512 participa en las operaciones militares para evitar el cerco francés de Pamplona, en la primera contraofensiva.  Todo parece indicar que estuvo destinado en  la fortaleza de Maya durante 1514, ya que se encontraba allí a principios de ese año y del siguiente. En marzo de 1516, a comienzos del segundo contraataque navarro-francés, lo encontramos destinado en San Juan de Pie de Puerto[48].     Las fechas de los documentos oficiales de 1519, entre el 28 de agosto y el 19 de noviembre, lo sitúan en Pamplona, puede que en una estancia continua, donde también se encontraba el 21 de septiembre de 1520.  Justo un año después, el 2  de septiembre de 1521, también se halla en la capital del reino. En ese caso no pudo tratarse de una estadía continua,  por la toma de esa ciudad por los franceses, en la tercera contraofensiva, en mayo, aunque fuera una ocupación efímera. A fines de ese año,  y principios del siguiente,  se desplaza en misión por Monreal, Lumbier  y Roncesvalles. De nuevo lo hallamos en Pamplona en 1522,  el 7 de febrero y el 14 de septiembre, día de su testamento.

Tuvo su residencia principal en Pamplona, durante su vida en Navarra. Los enseres que lega, rebelan algunos lujos de su mobiliario en las casas «donde posso»: «cinco varas de Londres» -telas-; «ropas de lienzo de camas, ansí como colchones, sábanas, colchas, paños, y otras ropas de cama cualesquier». «taza pequeña de plata de peso de un marco», «un jarro de plata» «dos cofres que yo tengo en la ciudad de Logroño». «Piezas de plata, seda y ropas de mi vestir». En esa casa casa convivía con su criada y madre de dos hijas, María de Viedma[49].

No es demostrable que muriera a consecuencia de  heridas sufridas en combate sino de posible enfermedad aunque fuera cerca del frente. ¿Por qué pensamos que no murió a consecuencia del cerco y toma del castillo de Maya, el 19 de julio de 1522?  Primero, porque no hay constancia directa documental de su participación en el mismo, ni siquiera referencia en su testamento, confeccionado poco más de dos meses después. Segundo, porque en la libranza, citada, del 4 de agosto, no hay ninguna referencia a mala salud o que tenga problemas para librar. Tercero, si hubiera estado de forma permanente en Pamplona, entre febrero y septiembre de ese año, tal y como puede indicar el hecho de su presencia en esos meses, no es viable siquiera su concurso en aquel acontecimiento bélico.

Dispuso que su entierro se realizase en la iglesia de San Francisco, de Pamplona y de allí se trasladasen sus restos a la iglesia mayor de Trujillo, o a la que allí dispusieran sus testamentarias ya citadas[50]. Su fecha de muerte, por tanto hay que situarla en torno a la de su testamento, el 14 de septiembre de 1522, por su precario estado de salud:

 

Estando presentes por testigos, Martín de Chaves, maestre de Campo; Hernando de Gina, tenedor de             bastimentos de este reino; e Gonzalo de Aponte, vecino de Trujillo; e Juan de las Cabezas y Cristóbal             Gutiérrez, vehedor de la gente de guerra, e Hernando de Medina, criado del dicho maestre de campo        e porque el dicho capitán Gonzalo estaba muy indispuesto de su persona y no se podía asentar en la           cama para firmar rogó a todos los señores testigos e testamentarios que firmaran por él, los cuales      todos firmaron». Y como testamentarios en Trujillo, los dos familiares más allegados, su hija Inés,     que tal vez fuera la mayor o en quién depositaba más confianza.

 

Los datos que ofrece esta cita son muy reveladores de las perspectivas y cometidos del capitán Gonzalo Pizarro en Navarra. 1) Los testigos, con quienes mantenía indudablemente una estrecha relación son mandos ante todo relacionados con funciones que podríamos asimilar a Intendencia e Inspección del Ejército, lo cual refuerza la idea, ya expuesta, de que los cometidos de nuestro protagonista se movieron prioritariamente en este ámbito. 2) Los dos paisanos presentes, fueron además albaceas testamentarios y se comprueba el estrecho lazo y vieja amistad personal que mantiene el maestre de Campo Martín de Chaves que, como explicamos, fue también testigo en su boda, en Trujillo, en 1503 y con quién pudo partir hacia Navarra[51].

Una vez que Gonzalo Pizarro salió de Trujillo, en 1512. Todo indica que se planteó una nueva vida en Pamplona, más allá de la contingencia de la guerra, como nueva oportunidad. Hubo cinco años de relativa tranquilidad y sin perspectivas de guerra cotínua. Sin combates, ni botín, había pocas posibilidades de prosperar para un soldado profesional con ambición, salvo adaptarse a un sueldo por tareas de retaguardia e intendencia que, por otro lado, eran más apropiadas para su avanzada edad para la época, en la cincuentena de años. ¿Por qué Navarra , y no cualquier otro de los muchos destinos militares que ofrecía entonces la creación del Imperio Español? La respuesta puede econtrarse en su estrecha relación con su paisano y superior, el maestre de campo, Martín de Chaves, que pudo actuar como aliciente, como se ha demostrado. Son conocidos los lazos de paisanaje y parentesco en losmovimientos migratorios de la Edad Monderna. En el fondo, la instalación del capitán Pizarro en el nuevo territorio en conquista, lo era[52].

Asentanto conclusiones. Gonzalo pertenecía a una línea secundaria del linaje Pizarro,  por vía femenina, desde sólo dos generaciones atrás.  Ni fue mayorazgo, ni tenemos pruebas fehacientes de que fuera cabecera de linaje o el mayor de sus hermanos, como no sea por la herencia que recibió en la Zarza. Con una posición económica que no le permitía vivir de rentas, ni tampoco asus hijos, escogió la vía de las armas, propia de la hidalguía y de segundones de casas nobles. No hay evidencias claras de que fuera  un miembro destacado de la oligarquía local ni en poder económico ni político.

No hay pruebas de que Gonzalo Pizarro pasase la mayoría de su vida batallando, ausente de su ciudad de origen, sino que las evidencias demuestran más bien todo lo contrario; salvo su paso por la Guerra de Granada. Podemos descartar, como hemos demostrado en estudios anteriores, que participase en la segunda guerra italiana del Gran Capitán y no hay demostración de que combatiese en la primera, y si lo hizo no tuvo en papel destacado por las crónicas. Aun así, no hay justificación evidente de motes como «el Romano» o el «Tuerto» como resultado de acciones de guerra; y el de «el Largo», es el único realmente contrastado. Todo ello hay que admitirlo así mientras no se compruebe su  presencia en otras campañas militares, durante esos mismos años. Sin embargo, cuando en Navarra ejerce desde un principio como capitán, significa que tenía experiencia previa.

No debía gozar de una posición económica y social muy holgada en Trujillo cuando, en 1512, ya mayor, se aventura al riesgo de una guerra, en Navarra. Y no debía tener mucho apego por volver, cuando fundó una nueva familia en Pamplona, aunque en sus mandas testamentarias, al ocuparse de sus últimas hijas naturales, procurase que se instalasen en Trujillo y ordenase su propio entierro definitivo en su ciudad natal.

No desempeñó grandes misiones de acción en la guerra de Navarra, sino tareas secundarias «descubiertas» de exploración; y de retaguardia: levantar cercos del enemigo y, labores de intendencia y  aprovisionamiento de fondos en relación al suministro y reparación de fortalezas o, por el contrario, derrocar otras fortalezas capturadas al enemigo. No obstante, por sus servicios allí, mereció ser recordado en los anales del cronista real, Jerónimo Zurita. Nunca fue coronel. La rimera mención como capitán en documentos oficiales, hasta ahora conocidos, es de 1512., como se ha expuesto.

El citado Pleito Ejecutoria de 1863, complementa la verificación de éste hecho[53]:

Y porque con lo dicho concurre en probarse la identidad del capitán Gonzalo por la citada escriptura        de venta que quedan referidas, pues muchasde ellas fueron otorgadas después del casamiento que    contrajo con Isabel de Vargas, que fue en veinte y nueve de julio del año pasado de mil quinientos      tres, -la boda definitiva- en ninguna de ellas se hace mención de su mujer, como era preciso, siendo       instrumentos de adquisición de bienes que había de adquirir necesariamente por mitad y lo que más,       es que siendo capitán de grande ordenanza, desde el año de mil quinientos y trece, aunque     posteriormente se otorgaron algunas de las referidas escripturas, en ninguna de ellas se hace mención

 

Aunque alcanzó el rango de capitán, es muy significativo que los testigos que le conocían y declararon en las resepctivas informaciones para hábitos de sus hijos, ninguno se refiere a él con este grado que sí hacen explícito para sus vástagos. Ello puede ser indicio de que no había en Trujillo una memoria destacada sobre la carrera militar del progenitor de los conquistadores del Perú, si bien fue el creador de la estirpe en el oficio de las armas y que ambos llevaron a su culmen[54].

¿Cuál es la principal fuente historiográfica de los tópicos sobre Gonzalo Pizarro? Se trata de una publicación, en forma literaria, de un memorial de méritos que Juan Pizarro de Orellana, redactó ante la Corona, para apoyar las pretensiones de su primo, Juan Hernando Pizarro, al marquesado de la Conquista, que obtuvo en 1629, confirmado dos años después[55]. Ambos eran nietos de Hernando Pizarro, por dos ramas distintas, y bisnietos de Gonzalo Pizarro, de ahí la necesidad de ensalzar entronque común, glorificar a un descendiente que solicita mercedes reales y dar realce, incluso en forma de tópicos, a los méritos del fundador de la saga guerrera. El título abreviado: «Varones ilustres del Nuevo Mundo», publicado en Madrid en 1639, como se ha dicho. El origen del tópico de la muerte en el asalto de Maya[56]:

Después de haber servido en estas guerras mucho tiempo, -Hernando Pizarro- muerto su padre en el         asalto de Amaya. Y, desbaratando a un capitán francés que le venía a socorrer, le pareció que, con          usta causa podía pretender la sucesión de las compañías de su padre; asistiéndole el Derecho Divino           y Natural; porque los grandes servicios que por su persona había hecho, solicitaban y aseguraban esta pretensión.

A cerca de los tópicos de la graduación de coronel y de Italia, en el que implica también a Hernando Pizarro, del que ya hemos adelantado una cita:

Considerado el valor con que en Italia, Francia y Navarra sirvió siendo       alférez de las compañías del             coronel Gonzalo Pizarro, su padre, y capitán de infantería, enviado por el Rey, don Felipe I, en     Gante, a 27 de julio de 1521, el lugar del rebelado Nicorte».

 

De paso, junto al párrafo anterior, confirma el grado de capitán obtenido por Henando Pizarro que se reforzó por tres vías posibles y complementarias: la posibilidad de heredar por méritos el puesto de su padre y la compañía que éste compró, como se vio al tratar de sus negocios en Navarra y el propio nombramiento que obtuvo en 1521, con poco más de 18 años[57].

A pesar del tópico del ejemplo paterno, como «fundador de la saga», extendido hasta ahora por toda la historiografía que ha tratado del tema, podemos afirmar que la influencia directa del padre en el hijo natural fue poca, y menos en su promoción militar; como, por el contrario, si la tuvo, indiscutiblemente, en la de su hijo legítimo, Hernando Pizarro. Como hemos demostrado ya en otro trabajo, no sólo podemos afirmar que Francisco Pizarro sí participó en la segunda guerra italiana junto al Gran Capitán sino que, para ello, no necesitó del apoyo paterno[58].  El desapego entre ambos, a lo largo de sus vida, parece ser mutuo. Sin embargo, Francisco sí lo menciona personalmente en su testamento[59]. Desconocemos la razón, y si esta circunstancia tuvo como detonante algún hecho de desencuentro concreto. Lo cierto es que Gonzalo Pizarro nunca reconoció ni legitimó a su vástago bastardo, a pesar de que ello era frecuente en la hidalguía y la nobleza de la época, en todos sus escalones[60]. Se puede afirmar que el fin del mito del viejo coronel, en realidad capitán, Gonzalo Pizarro, «el Largo», refuerza el real de su hijo bastardo, nunca reconocido, del joven militar, también de carrera, hecho a sí mismo:  Francisco Pizarro, conquistador y capitán general del Perú

 

 

[1]Todos, o gran parte, de estos asertos se repiten de forma invariable, en casi todos los biógrafos de Francisco Pizarro, de manera que sería prolijo y hasta tesdioso citarlos, autor por autor. Un ejemplo, divulgativo, de la reiteración de estos tópicos en «La heroica muerte Gonzalo Pizarro, el Largo, el padre bastardo del conquistador del Perú». Diario ABC, 20 de junio de 2017.

 

[2] MIRA CABALLOS, Esteban.: Francisco Pizarro, una nueva visión de la conquista del Perú. Barcelona, Crítica, 2018, pp.65-66; 313. Idem. «Documentos inéditos sobre Gonzalo Pizarro, padre del conquistador del Perú». Actas de losXXXIX Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, 2012.

[3] El conde de Canilleros, MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel, sigue siendo referencia fundamental para el estudio genealógico de los Pizarros. Todas las aportaciones de autores posteriores, en este terreno, se basan en completar o matizan sus datos. «Información sobre el linaje de Hernando Pizarro». Revista de Estudios Extremeños, t.XXII, nº II, Badajoz, 1966, p.213. «Francisco Pizarro debió llamarse Díaz o Hinojosa. Las rencillas familiares trujillanas y el cambio de apellidos en los ascendientes del conquistador del Perú». Revista de Estudios Extremeños, t.VI, nº 3-4, Badajoz, 1950. «Informe sobre el nacimiento de Francisco Pizarro», Boletín de la Real Academia de la Historia, t..CLXV, Cuaderno I, pp.109-129.

[4] Ver los apéndices de extractos de los memoriales genealógicos, clasificados en párrafos. Y las deducciones que hacemos más adelante sobre la cronología de los suegros de Gonzalo Pizarro, al tratar de su boda. Los datos genealógicos de estos documentos deben tratarse con reserva, sobre todo los conducentes a demostrar la vinculación con el pretendido tronco común de todas las partes litigantes, Diego Hernando Pizarro y Sevilla López de Carvajal, bisabuelos de Gonzalo Pizarro, como se ha dicho. Sin embargo, en general, las en fechas de los documentos principales que hemos usado, contenidos en estos sumarios, no hay grandes divergencias entre las partes aunque sí la haya en su interpretación y en algunos datos de enlaces familiares. Por ejemplo, sabemos por esta fuente que Diego Hernández Pizarro y su primera mujer, Teresa Martínez Pizarro habían fallecido ya en 1428, año en que sus hijos pactan el reparto de la herencia, Memorial párrafos 340 y 341.  Hemos utilizado los ejemplares del Archivo de la Fundación Obra Pía de los Pizarro. Memorial Ajustado hecho con citación de las partes. Madrid, 17 de octubre de 1742. Ejecutoria del Mayorazgo del marqués don Francisco Pizarro. Madrid, 1863. Se trata de sendos compendios de argumentos y sentencias de varias ramas de los Pizarro, a partir del entronque citado, para dirimir la propiedad de los mayorazgos fundados por el capitán Gonzalo Pizarro y sus hijos, Francisco, Juan y Hernando Pizarro.

[5] Esta relación de hermas y hermanos se basa en la genealogía más reciente publicada por Mira y se fundamentan, principalmente en el Memorial y Pleito. Los datos ofrecidos para Diego y Juan, por esos documentos, son refutados, desde luego, por varias partes. De hecho, y en lo que más nos interesa, varias partes cuestionan que los mencionados Juan, arcediano en la catedral de Jaén, y Diego, platero y vecino de Guadalupe sean hermanos del capitán Gonzalo Pizarro; y que su padre hiciera testamento en 1476 en esa misma villa, estando de paso, cuando era vecino de Trujillo. En ese dudoso documento se menciona, como vamos a tratar, de la supuesta estancia de nuestro protagonista en Italia.

[6] CUESTA, Luisa.: «Una documentación interesante sobre la familia del conquistador del Perú». Revista de Indias, t.8, Madrid, 1947. Testamento de Gonzalo Pizarro., pp.870-871. MIRA, Francisco Pizarro, cit.p.63.

[7] Estefanía de Vargas crió a los tres hijos legítimos del capitán, según Canilleros, Vid. «Doña Isabel…», cit. p.26. Sin embargo, Juan Pizarro, bastardo, en su testamento, (Cuzco, 16 de mayo de 1536), estipuló: «mando que, por el ánima de Estefanía de Vargas, mi tía, que me crió, cien misas e paguen lo acostumbrado». Por el mismo testamento sabemos que su hermana carnal también había fallecido: «mando que, por el ánimia de María de Aguilater, mi hermana, se digan cincuenta misas y se pague lo acostumbrado». Igualmente menciona mandas a favor de sus otras dos medio hermanas, Inés Rodríguez de Aguilar, de su hermanastro Hernando, y Graciana, hija de María de Biedma. Esto demuestra que hubo relación entre los hermanastros, seguramente por iniciativa del propio padre, aunque nunca recordase al primero. Por otro lado, el hecho de que Juan conociera a Graciana, la hermanastra nacida en Navarra, confirma que se cumplieron las disposiciones de su padre para con ella y su hermana en Trujillo. CUESTA, cit., pp.867, y 872-873.

[8] MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel: «Doña Isabel de Vargas, esposa del padre del conquistador del Perú», Revista de Indias, nº 11, Madrid, 1951. El conde de Canilleos recoge en este trabajo la transcripción literal del acta de matrimonio y de la sentencia de dispensa y absolución, dada por el provisor de Plasencia, doctor Fernando de la Puente. El autor se basa, como él mismo afirma, en el manuscrito que redactó Diego de Hinojosa, en 1548, y recopiló su sobrino, Alonso de Hinosa, en 1563, pp.10-27.

[9] “hermosa dama”, la define el manuscrito original y «joven tía de Gonzalo» la califica Canilleros, Ibídem, p.24

[10] También había discordias entr

e los dos clanes, Pizarros y Vargas, desde la muerte de Hernando de Vargas, el padre de la novia, en 1488, Ibídem, p.11. Podemos interpretar que tal vez la boda pudo ser un intento de aplacarlas. Vid. MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel: Crónicas trujillanas del siglo XVI. Cáceres, 1952.

[11] Ibídem, p. 25. Cfr. MIRA, Francisco Pizarro…, p.273.

[12]Ibídem,pp.26-27

[13]Muñoz de San Pedro, «Información sobre el linaje de Hernando Pizarro», p.213.

[14] «Doña Isabel de Vargas…». Según Canilleros y los datos biográficos del manuscrito de Hinojosa, Inés Rodríguez de Aguilar murió «como, años antes, su marido, Hernando de Vargas, de calenturas con peste» y era «gruesa y cargada» y «mujer de recia condición», enfrentada a los familiares de su marido y a sus hijos. Al igual que aquél, falleció con 70 años.Él era: «alto, moreno, valiente, no» muy rico, aunque tuvo buena casa y caballos». Idem, pp.1, 22 y 24. De ahí que «podamos interpretar que la respectivas cronologías vitales de ambos sean: 1437-1507 para ella y 1418-1488 para él, como se ha dicho. Por ello, con una importante diferencia de edad, entre ambos, casi una generación, como se repitió en el matrimonio de su hija con el capitán Pizarro, siendo en ese caso mayor la mujer. Ines Rodríguez de Aguilar. Hacia 1437 y murió con unos 70 años, como el marido de calenturas con peste de 1507, p.24

[15]Eso sí, desconocemos cuándo nacieron y quién fue la madre de las dos hijas que menciona en su testamento y a las que dota para monjas: María y Francisca Rodríguez. Cuesta, cit., pp.868-869.

[16]MIRA, Francisco Pizarro... p.274. La unión con María Alonso tuvo que tener lugar entre 1508 y 1512, desde que se quedó viudo hasta que partió a Navarra, como vamos a comprobar.

[17]Francisca González, madre natural de Francisco Pizarro, criada de doña Beatriz Pizarro de Hinojosa, tía de Gonzalo Pizarro, en el convento de freilas de San Francisco de la puerta de Coria, en Trujillo, como es sabido, pertenecía a una familia de cristianos viejos, demostrados, pero plebeyos, dedicados posiblemente al comecio y trato textil. María Alonso formaba parte de una familia de molineros de la Zarza y María de Biedma era su criada, como admite el propio Gonzalo en su testamento. Según Mira, «los Ropero», familia de Francisca González, tenían alguanas tierras y un molino en la Zarza -hoy Conquista de la Sierra-, al igual que los Pizarro. Vid. MIRA. «Francisco Pizarro…» p.90. De ser así, habría que aceptar para esa familia una mayor posición social respecto a la conocida y una tradición «molinera y zarzeña» en los amoríos del capitán Pizarro que, en cualquier caso, refuerza la vinculación familiar con esta población. Todas tuvieron recuerdo y algún legado en el testamento del capitán, menos Francisca González y su hijo Francisco. Vid. Cuesta, Luisa.: «Una documentacion interesante sobre la familia del conquistador del Perú». Revista de Indias, t.8, Madrid, 1947. Testamento del capitán Gonzalo Pizarro, pp.866-871

[18]CUESTA, cit. p.868-869,

[19]MIRA, Francisco Pizarro… p.273.

[20] Ella es, por cierto, el antecedente más cercano, en el linaje, al nombre de Francisco, que recibió el futuro conquistador del Perú, con lo cual no se puede afirmar que sea extraño al mismo aunque no sea frecuente.

[21] La abuela, Teresa Martínez Pizarro, como se ha adelantado, antepuso su apellido a sus cuatro hijos. Martín, Hernando Alonso, Gracia y Beatriz, y postergó el de Hinojosa de su marido porque su familia no vengó el asesinato de éste a mano del clan de los Coraxo. Muñoz de San Pedro, Miguel: «Francisco Pizarro debió apellidarse Díaz o Hinojosa. Las rencillas familiares trujillanas y el cambio de apellidos en los ascendientes del conquistador del Perú». Revista de Estudios Extremeños, VI, nº 3-4, Badajoz, 1950, pp.503-542. El cabeza del linaje era su hermano mayor, Álvaro, quién heredó de sus padres la conocida casa de los Pizarro, junto a Santa María. De él descienden los condes de Torrejón y los marqueses de San Juan de Piedras Albas, según Canilleros. Muñoz de San Pedro, Miguel:»Informe sobre el nacimiento…», pp.118.

[22] Durante el siglo XV, hubo al menos seis Pizarros que fueron regidores de Trujillo: Ferrán Alonso Pizarro en 1434 -que pudo ser el abuelo de Gonzalo-, Sancho Pizarro en 1480, Alonso Pizarro en 1484, García Pizarro y Gonzalo Pizarro en 1486 y Juan Pizarro en 1511. FERNÁNDEZ- DAZA ALVEAR, Carmen: La ciudad de Trujillo y su tierra en la Baja Edad Media. Badajoz, Junta de Extremadura, 1993, pp. 332-340. Canilleros afirma que el padre de nuestro protagonista fue regidor, pero por la cronología el Ferrán Alonso mencionado sería su buelo si acaso. «Información sobre el linaje de Francisco…», p.361.

[23]CUESTA, cit., p.868

[24] Según Canilleros, Gonzalo Pizarro heredó estas propiedades de los Vargas, después de nacer su hijo Francisco, es decir, su posesión es posterior a 1478, fecha más antigua de su posible nacimiento. MUÑOZ DE SAN PEDRO, M.: «Informe sobre el nacimiento…», p.112. Pero no encontramos la explicación a esta afirmación, porque los Vargas, en realidad, eran familia política, por parte de su mujer.

[25]CUESTA, citl., p.870. Testamento de Gonzalo Pizarro.

[26] Ibidem, pp.868-869

[27]PORRAS BARRENECHEA, R.: «Información sobre el linaje de Francisco Pizarro, hecha en Trujillo de Extremadura en 1529». Revista de Estudios Extremeños, t.VI, nº III-IV, Badajoz, 1950, pp.331-393. Cita en página 380.

[28] Lo supone escudero suyo, por la expresión «vido». Ibidem. p.349.

[29] MUÑOZ DE SAN PEDRO, «Doña Isabel de Vargas…, p.23

[30]MUÑOZ DE SAN PEDRO, «Información sobre el linaje de Hernando Pizarro…», cit., pp.220-221.

[31]Idem. «Doña Isabel de Vargas…», p.24.

[32]MIRA, «Francisco Pizarro…», p.70

 

[33]PELEGRÍ PEDROSA, Luis Vicente.: «Francisco Pizarro en las guerras de Italia (1497-1504). La formación militar del conquistador del Perú». Coloquios Históricos de Extremadura, 2019. (En prensa). Edición digital en la página web de los Coloquios.

[34] LADERO QUESADA. Miguel Ángel: «La caballería y la población de Extremadura, según los alardes de 1502». Norba, Revista de Historia, nº 17, Cáceres, 2004, p.179.

[35] Ibidem, cit., p.179.

[36] Según Porras Barrenechea, en una conferencia dictada en 1949, pero sin pruebas documentales, Gonzalo Pizarro el Largo y el Romano fueron dos pesonas homónimas distintas. Indirectamente acertó, porque tampoco hay evidencias de que fueran la misma persona.

Vid, MIRA. Francisco Pizarro…pp.70-316.

[37] PIZARRO Y ORELLANA, Fernando: Varones ilustres del Nuevo Mundo. Madrid, Díaz de la Carrera,1639, p.246. Esta teoría de la presencia de Gonzalo Pizarro, mencionado como padre del conquistador, en la segunda guerra italiana del gran Capitán, fue trasmitida a la historiografía del siglo XIX, por Manuel José Quintana. Vid. QUINTANA, Manuel José.: Vidas de españoles célebres. Edición de Espasa Calpe, Madrid, 1922, vol.II, p.35.

[38] Memorial, párrafo 345.

[39] En esa década larga fueron virreyes y capitanes generales de Navarra, con sede en Pamplona: desde diciembre de 1512 a mayo 1516, Diego Fernández de Córdoba y Arellano, marques de Comares; desde esa última fecha, Antonio Manrique de Lara,  duque de Nájera, hasta agosto de 1521; cuando fue nombrado nuevo virrey el conde de Miranda, Francisco de Zúñiga y Avellaneda que aparece en la documentación autorizando libranzas y pagos a Gonzalo Pizarro. Los cambios de gobierno coinciden con la pacificación tras sofocar las correspondientes revueltas.

[40] Zurita, Jerónimo.: Historia del Rey don Fernando el Católico , de las empresas y liga de Italia. Zaragoza, 1580. Edición electrónica de Francisco Javier Iso (coordinador). «Del combate que se dio a la ciudad de Pamplona por el rey don Juan». Libro X, Capítulo XLI.

[41] Ibidem. «De lo que el rey proveía para la conservación del reino de Navarra». Libro X. Capítulo, LXXXII.

[42] En el inventario se indica la ubicación en caja y número. El productor de los documentos es siempre Juan Rena, como pagador real. Todos los documentos  pertenecen a la serie de este cargo e institución y varían en su formato, según  la función administrativa que cumplen: a) informes; b) correspondencia de salida o de entrada -en versión definitiva o en minuta-; c) disposiciones reales; d) justificantes de pago.

1-Informe-inventario de la munición, artillería y bastimentos existentes en la fortaleza de Maya (Amaiur, Baztán) para conocimiento del virrey y del licenciado Vargas, tesorero real. 19 de abril de 1515. Contiene: Informe sobre las necesidades de la fortaleza, y ordenes del virrey para cumplimiento de lo informado. Testimonio notarial del requerimiento de Anton Alguacil, capitán, a Gonzalo Pizarro, capitán, de la entrega de la fortaleza de Maya, con su munición, en cumplimiento de Real Cédula. Maya, 17 de enero de 1515. 5 hojas. Caja 43, nº 3-14.

2-Minutas de cartas de Juan Rena sobre la ayuda de costa de Gonzalo Pizarro, capitán, los memoriales enviados al cardenal Cisneros, gobernador; las obras de Lumbier; y los problemas en el pago de las obras de la fortaleza de Pamplona. 1 de enero de 1516; 31 de diciembre de 1516. 1 hoja. Caja 24, nº 24-26 .

3-Carta de Gonzalo Pizarro a Juan Rena sobre los reparos de la fortaleza de San Juan de Pie de Puerto. 3 de marzo de 1516. 1 hoja. Caja 24, número 22.

4-Real Cédula de Juana I y Carlos I, refrendada por el cardenal Cisneros, a Gonzalo Pizarro, capitán, mandando devolver a Juan Rena 200 ducados para reparos de la fortaleza de San Juan de Pie de Puerto. 6 de junio de 1517. Contiene: Carta testimonial de Ginés Martínez de Salazar, escribano, certificando la negativa de Gonzalo Pizarro, capitán, de entregar los 200 ducados a Juan Rena . Pamplona, 19 de noviembre de 1519. 1 hoja. Caja 28, nº 2.

5-Concordia entre Gonzalo Pizarro y Pedro de Malpaso, veedor general de obras, y cesión a Juan de Rena. Pamplona, 28-VIII-1519 y 9 de septiembre de 1519. Caja 83, nº 8

6-Real Cédula del rey Carlos I, a Juan Rena para pago de ayuda de costa a Gonzalo Pizarro, capitán. 27 de agosto de 1521. Contiene: Recibo de Gonzalo Pizarro del dinero entregado por Juan Rena. Pamplona, 2 de septiembre de 1521. Real Cédula a Francisco de Vargas, tesorero real, mandando pagar a Gonzalo Pizarro, capitán, una merced de 25.000 maravedís de ayuda de costa. Zaragoza, 9 de agosto de 1518. Carta de poder de Gonzalo Pizarro. Pamplona, 21 de septiembre de 1520. 4 hojas. Caja 34, nº 1-81.

7-Reconocimiento de deuda de Juan Rena a favor del capitán Gonzalo Pizarro, de 300 ducados por llevar una carta del conde de Miranda, Francisco López de Zúñiga y Avellaneda, virrey de Navarra, a los gobernadores de Carlos I. 25 de noviembre de 1521. Contiene: Recibo de Gonzalo de Pizarro de 300 ducados entregados por Juan Rena. Pamplona, 7 de febrero de 1522. Carta de obligación del virrey, conde de Miranda, a favor de Juan Rena, de entrega de una libranza de los gobernadores para pago de 300 ducados al capitán Gonzalo Pizarro. 4 hojas. Caja 33, nº 7.

8-Libranza del virrey a Juan Rena para pago a Gonzalo Pizarro, capitán, por derrocar la fortaleza de Monreal, los muros de Lumbier, y tomar la casa de Roncesvalles. 1 de marzo de 1522. 1 hoja. Caja 34, nº 3-107.

9-Libranza del virrey a Juan Rena, a favor de Gonzalo Pizarro, capitán, por el socorro entregado a las capitanías de Ursiano y Collazos durante la defensa del reino. 4 de agosto de 1522. 1 hoja. Caja 29, nº 3-143.

[43] Mira, en su trabajo de 2012, enumera siete documentos; en 2018, por el contrario, señala diez:  uno fechado en cada uno de estos años: 1515, 1516, 1517 y 1521 y tres en 1519 y 1522 respectivamente. Nosotros aportamos tres más: las minutas de cartas de 1516, la Real Cédula de 9 de agosto de 1518; y el poder de Gonzalo Pizarro. Pamplona, 21 de septiembre de 1520.  Cfr. MIRA, «Documentos inéditos…» p.301; Idem. «Francisco Pizarro…», p.317.

 

[44]Hay que distinguir entre sueldo y ayuda de costa, como hace el mismo interesado en sus mandas testamentarias, cuando encarga a su albacea, cabezalero y paisano: «de las deudas que Su Magestad me debe en el ayuda de costa que me mandó hacer y de mi salario de capitán de este año, y todo lo cobre el dicho Martín de Chaves, y todas las otras deudas que pareciere en esta ciudad y en exército». CUESTA, cit., p.870.

[45]Hizo otros negocios con él. En su testamento explica: «mando a Juan Pizarro, mi hijo un macho de silla que yo tengo en que cabalgo» (…) «un macho que yo compré de Antonio de Malpaso». Ibídem, pp.868,870.

[46] El capitán Valdés participó en la rebelión del 24 de septiembre por atrasos en los pagos de los sueldos y fue apresado en el castillo de Burgui. Murió allí en combate, cuando,  en la primera contraofensiva, las tropas navarro-francesas de Juan III Albret y del general La Palice sitiaron la fortaleza durante dos días y la asaltaron el 21 de octubre

[47] La transcripción del texto tiene más sentido con el «del» en vez de con el «al»

[48] El  3 de mazo, de 1516, como se ha dicho, pidió fondos para hacer obras de mantenimiento y pagar los sueldos atrasados de los 800 hombres destinados a guarnición de San Juan de Pie de Puerto. -Carta a Juan Rena-. Esos efectivos no podían ser todos de su mando, ya que exceden con creces, en número, los que corespondían a una compañía: 250 a 300 hombres, ni pudo dar el sólo la orden de acantonarlos allí ya que, por esa cifra, es una atribución que corresponde a un coronel, grado que él nunca tuvo y necesitaria una habilitación específica para ello.

[49]CUESTA, cit., pp.868 y 871.

[50]CUESTA, cit., p.867. Hernando Pizarro, en su testamento de 1557, reconoce que su padre está enterrado en la iglesia de la Zarza y dispone que se enterrase con él, por tanto, ambos deberían haber de compartido sepultura en la iglesia del convento de San Francisco de Trujillo. Cfr. MIRA, Francisco Pizarro…, p.75.

[51] La cantidad de la dote para sus «hijas navarras», María y Graciana, para matrimonio o en religión, en Trujillo, la encarga a Martín de Chaves, para que en su ciudad natal lo entregue a Diego Mexía, hijo de Juan Martín de Prado, que también fue testigo en su boda. Era tan estrecha la vinculación del capitán Pizarro con esta familia que a «Diego Mexía, vecino de la dicha de Trujillo, a el cual pido por merced que haya por encomendadas a las dichas mis hijas, como y de la manera que a él le pareciere. CUESTA, cit., p.868 y 870.

[52]Es significativo que no haya constancia de esa misma relación estrcha con otro ilustre mando extremeño en aquella contienda, el coronel Villalba, del que era insparable el Pizarro que mencionan lasa crónicas en la segunda guerra italiana del Gran Capitán. Otra prueba de que Gonzalo no era ese Pizarro.

[53] En la argumentación de Agustín de Orellana Pizarro, marqués de la Conquista, contra sus oponentes, el Conde de Cancelada y el Conde de Torrejón. Se podría decir que era un capitán reconocido «en nómina» en los cuadros de mando del Ejército, según la Ordenanza de 1503, además de contar con su «patente». El grado de coronel aparece en las crónicas de la época como un capitán de capitantes o de varias compañías. Pero es un grado reconocido que no se adjudica en ninguna fuente directa al capitán Gonzalo Pizarro. Vid. LADERO QUESADA, Miguel Ángel: Ejércitos y armadas de los Reyes Católicos: Nápoles y el Rosellón (1494-1504). Madrid, Real Academia de la Historia, 2010.

[54]PORRAS BARRENECHEA, Raúl: «Información sobre el linaje de Francisco Pizarro, hecha en Trujillo de Extremadura, en 1529. Revista de Estudios Extremeños, t.VI, nº III-IV, 1955, pp.331-393.- MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel: «Información sobre el linaje de Hernando Pizarro». Revista de Estudios Extremeños, t.XXII, nº II, 1966, pp. 209-227.

[55] PELEGRÍ PEDROSA, Luis Vicente. «La sucesión de Hernando Pizarro y el marquesado de la Conquista (1578-1629): bases de la oligarquía indiana en Extremadura». Actas del Congreso la Tierra de Trujillo en el Renacimiento (1500-1600). Trujillo, 2006.

[56]PIZARRO Y ORELLANA, cit. p.246.

[57]Ibidem, p.245.Copia simple del        nombramiento en Archivo General de Indias, Patronato, legajoº 1, ramo 1. En ella anota, de su puño y letra, el I marqués de la Conquista, que presenta copia simple en el expediente porque su apoderado ha perdido el original.

[58] Francisco Pizarro, tanto por necesidad como por vocación, eligió la carrera de las armas en la que superó con creces a su progenitor. Si acaso, tal vez sólo le sirviera la pertenencia al linaje Pizarro, de  impulso inicial a su aventura, para partir a Italia, gracias a las relaciones y los vínculos de paisanaje y parentesco de los trujillanos presentes en Roma. Y aun así, ello se deba posiblemente más al linaje Paredes y al cardenal de Santa Cruz, alto dignatario extremeño en la Corte del papa Alejandro Borgia.

[59] En él se reconoce Francisco como hijo del capitán Gonzalo Pizarro. PORRAS BARRENECHEA, Raúl: «El testamento de Francisco Pizarro, conquistador del Perú». Cuadernos Hispanoamericanos, nº 131, Madrid, 1960, p.218. Además del reconocimiento explícito que hacen los testigos en su Información de limpieza de sangre. 1529.

[60] Mira Caballos plantea la hipótesis de que fuera hijo adoptivo aunque no reconocido, e hijo natural de un primo de Gonzalo. MIRA, Francisco Pizarro…pp.66-69

 

 

Dic 232020
 

 

Ángel Paule Rubio

 

INTRODUCCIÓN

Unas pinceladas serán necesarias para expresar el apasionado amor de José María Gabriel y Galán por la Naturaleza. Su equilibrio ideológico en los momentos que le tocó vivir. La eterna belleza que sabía extraer de todas las cosas, hasta de las cosas más sencillas y humildes. La tristeza del labrador por la esposa perdida. La pobreza superada por la riqueza del espíritu.

La amistad de D. Miguel de Unamuno y Gabriel de Galán, a pesar de su antagonismo político, están unidos por un substrato de una sombra imperceptible que busca la eterna sabiduría.

Este pequeño resumen te invita a leer, meditar su gran obra poética, sería para ti, lector, el palpitar de sus emociones que no duran, sino perduran.

Ocupa un lugar destacado para mí el poder añadir a su obra poética dos joyas, inéditas hasta este momento, tal vez perdidas, hoy recuperadas, jurdanas ambas y recitadas en el habla del pueblo jurdano y transmitidas por vía oral por una madre que vivió aquel presente y por un hijo que lo vive hoy.

 

Entender el lenguaje de la Naturaleza exige atención, íntima armonía entre lo vivido y lo expresado

 

Tal es la bibliografía de José María Gabriel y Galán que mi pobre pluma no podría añadir más a su merecida y gran historia.

Nació en Frades de la Sierra el día 28 de Junio de 1870. Murió en Guijo de Granadilla el día 6 de Enero de 1905.

Sus padres, Narciso Gabriel y Bernarda Galán. Estudió Magisterio; los tres primero cursos en la Escuela Normal de Salamanca y el cuarto curso en la Escuela Normal de Madrid.

Hizo un viaje a Galicia con su compañero y amigo el coruñés Casto Blanco Cabeza. Impresionado por el paisaje gallego compuso “La Fuente Vaquera” y “Adiós”.

Ejerció su magisterio en Guijuelo y Piedrahíta, ambos por oposición.

Su imaginario, como poeta, podríamos encuadrarlo en varios aspectos: La familia como unidad social básica, célula fundamental. La aldea como el entorno social inmediato y más próximo. La Naturaleza como libro de texto donde todo es equilibrio y fuente de sabiduría. La ciudad como antítesis. Ese entramado de dependencia campesina como fuente de vida y de ayuda mutua.

Los valores educativos promovidos en sus poesías forman un conjunto de deberes como la verdad, la justicia, el amor a Dios y a sus semejantes, amor a la vida, al trabajo, al aprovechamiento del tiempo, al afán de vivir. Antítesis del valor del dinero, el placer inmediato, la eficacia técnica y el poder. De vida triste. Amaba la soledad hasta que en 1893 conoció a Desideria García Gascón con la que contrajo matrimonio cuatro años después, dejando el Magisterio para convertirse en administrador de la dehesa “El Tejar” propiedad de su mujer. Desde este momento vivió el terruño con pasión y al que dedicó los más tiernos sentimientos, su amor por la Naturaleza y su cariño por las gentes que les rodean formaron parte del éxito de sus poesías.

Su éxito llevó a Gabriel y Galán el libro de poemas titulado “Extremeñas” y poco después nuevas “Castellanas”

En 1902 Zaragoza celebra sus juegos florales en los que el poeta obtuvo la Flor Natural con su poesía “Amor”. Terminados los juegos D. Miguel recibe desde Zaragoza el diploma del triunfo obtenido por el poeta. Inmediatamente se lo mandó Baldomero, hermano del poeta, sin reparar, que como Rector de la Universidad de Salamanca debería contestar a la Universidad de Zaragoza, cosa que no hizo.

En 1903 ambas facciones políticas salmantinas organizan un banquete en honor de Gabriel y Galán, llamado el “banquete de la discordia”, también se habría podido llamar el “banquete de la reconciliación” valga la paradoja. Al final del mismo el poeta recitó el poema “Brindis”

Comienza así:

Mi pobre prosa rimada

                        no podrá deciros nada

                        que suene a cosa asombrosa:

                        esto será una charrada:

                        No puede ser otra cosa.

Otros versos:

            Y adiós trono, cetro y manto.

                        Y adiós oro y esplendores,

                        ¡ mucho grande y mucho santo!

                        ¡Mas no los santos amores

                        De los hijos que amamanto!

Su última estrofa:

                        ¡Adiós! ¡Hasta la primera!

                        Gente que estudia o que ara,

                        debe ser poco fiestera.

Yo me voy a mi senara,

                       que estamos en sementera.

 

Como padre y esposo fue modelo para su pueblo. Recordemos entre sus poesías campesinas: “Mi Vaquerillo” dice así: Pero,

¿qué van a decir mis amores,

si el niñito que cuida mis vacas        

también tiene padres

con tiernas entrañas?

 

Gabriel y Galán concentrando sus sentimientos en aquella carita de niño:

El niño dormía

Cara al cielo con plácida calma;

La luz de la luna

Puro beso de madre le daba,

Y el beso del padre

Se lo puso mi boca en su cara.

Recuerdo, en un certamen sobre poesía de Gabriel y Galán en el Colegio Marista de Salamanca, al niño que recitó esta poesía emocionado y emocionando hizo saltar lágrimas.

Su obra conservadora de profunda tradición católica se mueve en una atmósfera campesina y rural ataviada con sus convicciones religiosas.

En otra ocasión en las tertulias realizadas por la Asociación de amigos de Unamuno en la sala de la Palabra de Salamanca, a la que asistí, sobre las relaciones de Unamuno con Gabriel y Galán. De esta amistad podemos citar doce cartas que el Rector de la Universidad, Unamuno, mantuvo con el Poeta:

Unamuno tiene con Gabriel y Galán un sentido de la amistad enraizado y compartido. Amistad nunca enturbiada por el politiqueo provinciano de Salamanca. En la Carta VII Unamuno previene al poeta contra aquellos que quieren convertirlo en pendón y cabecilla de una secta.

En torno a la poesía “El Cristu Benditu” Unamuno hace de ésta los más encendidos elogios, hasta tal punto que la memorizó y en cualquier momento, que ve idóneo, la recita con emocionado énfasis publicándola en la “Ilustración Española Americana”, (Carta I). Gabriel y Galán participa a Unamuno que hay una lista negra de periódicos en los que no estaba dispuesto a colaborar

Su hermano Baldomero Gabriel y Galán, eminente abogado del Estado Español y amigo de Unamuno   instó a su hermano que la publicara en “El Lábaro” periódico al que estaba ligado el Obispo de Salamanca, Padre Cámara. Baldomero dice textual mente “yo estaba impaciente por ver impresa la poesía”, a lo que José María le contesta “Déjalo, ya se publicará”.

En la Carta I del 1-12-1900. Unamuno dice que la poesía del “Cristu Benditu” se la envió a su hermano Baldomero para que la copiara y no se la había devuelto. ¿Cuál es la causa?

En la Carta II de Diciembre de 1902 le envía un sentido pésame por la muerte de su hijo.

En la Carta III Unamuno la dirige a su hermano Baldomero.

En la Carta IV el 3-1-1903 enviada también a Baldomero diciendo que él la leyó y le sorprendió ver un mensaje de Zaragoza a esta Universidad, mensaje que no conozco por lo que no pude cumplir lo que en él se pedía.

En la Carta VIII sobre una interinidad de magisterio en Doñinos.

En la Carta IX del 1904 Unamuno felicita a Gabriel y Galán por sus poesías y le gustaría la publicación de su conjunto. Ruega que escriba con alguna extensión una novela de costumbres del país.

En la carta X Unamuno comunica al poeta la obra que ha escrito sobre “La vida de Don Quijote y Sancho”.

La Carta XI Pésame por la muerte de su padre.

No ha pasado por la tierra como callada sombra, deja cantos de consuelo para los pobres soñadores del sueño de la vida. En estos cantos nos queda el alma de su alma. Se la dio su pueblo y a su pueblo volverá. En 1901 nace en el pueblo su primer hijo, Jesús, el cual evento le inspira componer “El Cristu Benditu” en lengua vernácula “el castúo”. En ella refleja su cambio hacia la alegría de ser padre. En el mismo año Unamuno convoca por la Universidad de Salamanca unos juegos florales a los que concurre Gabriel y Galán con la poesía “El Ama”. El fallo del jurado recayó en el poeta al que le entregó el premio Flor Natural. En su obra quedó plasmada con profundidad los vivos recuerdos de su madre, muerta unos años antes. Tal emoción sintió Unamuno que desde este momento surgió una sincera amistad entre Unamuno y el poeta. .

Homenaje a José María Gabriel y Galán en el cincuenta aniversario de su muerte. Buscando y rebuscando he encontrado en la Biblioteca Extremeña unas páginas de hondo significado, de tristeza y de dolor que me atrevo analizar, a profundizar en sus propias raíces y cantar y contar los más sublimes elogios que hacerse puede a una figura, irrepetible.

Cincuenta años hace que un sacerdote llegara a Guijo de Granadilla. Tristeza, dolor y serena angustia reflejan en su mirada y en su rostro su emoción por el poeta. Por camino hollado por los pasos de un alma imperceptible cuya sombra camina hacia refugio seguro para contar sus penas a un Cristu Benditu. Así caminaba Gabriel y Galán, así camina el sacerdote. Quiere ofrecer su misa por el eterno descanso de un poeta. Por el camino hay un triste silencio. Labriegos saludan al sacerdote. Este inclina su cabeza no sin antes cruzar miradas tristes. Triste silencio. Llega al Camposanto. Busca una tumba.

Ante ella, baja su cabeza, silencioso. La mente de aquel sacerdote buscaría la simiente del monte feraz y de la eterna primavera, se sienta junto a la tumba, saca papel y lápiz y escribe estos versos:

En la losa que cubre al cadáver

Escribo estos versos…

El sacerdote hace una pausa. Recuerda:

Y al través de parduscas paredes

                        Yo percibo los flébiles ecos

             Del solemne cantar funerario

                       Que, isócrono y lento,

                        Va llenando los ojos de lágrimas,

                        Va llenando de sombras el templo.

El místico sacerdote encerrado en sí, no percibe a un pobre jurdano, humilde, cohibido, mal trajeado. Se acerca a la tumba y dice esto en los versos del sacerdote:

                                   A la losa que cubre el cadáver

                                   Se agarra, gimiendo,

                                   El jurdano que hogaño en la siega

                                   Tuvo pan y cariños tan tiernos

                                   Que no acierta a expresar con la boca,

                                   Aunque sabe sentir con el pecho.

                                   Y me dice con voz quejumbrosa:

                                   -¡Ay, señol don José mos s´a muertu!           

                                   Hogañazu, ni como a su vera,

                                   Ni sus miesis siegu

El sacerdote, terminados sus versos, ha puesto en su cuaderno: Cementerio de Guijo de Granadilla, 19 de enero de 1905.

Pasan los años este buen sacerdote vive en Toledo. En la noche del 23 de agosto de 1936, junto a la fuente del Salobre suena una descarga, por odio a Cristo segó su vida. Es otro mártir de Cristo. Este sacerdote ha puesto su firma:

José Polo Benito.

(Publicado en “Extremadura” de Cáceres, Abril de 1955)

 

 

UN CANTOR ANALFABETO

 

Es el 6 de enero de 1905. En Guijo de Granadilla ha muerto el poeta. Aunque algunos ignoren su nombre todos saben, de corrido, sus poesías, que lanzan al aire en la sementera, detrás del arado, en plena naturaleza, acompañados por el cencerro de las vacas, el chirrido de las chicharras o el santoral que Dios puso rítmicamente en la naturaleza de las cosas. Cantos de un pueblo sin ropaje externo, pero con alma, con pureza, sencillo y como lo sabe hacer el pueblo llano.

En los funerales de este poeta ha sonado la voz de un obispo: Don Francisco Jarrín y Mor, obispo de Plasencia.

Hoy cincuenta años más tarde, muchos de aquellos que besaron sus pies y manos, los que gozaron del momento, recuerdan y añoran lo que dijo el buen Obispo, la hermosura que puso Dios en el mundo, la belleza da las almas buenas. Aquella noche José María fue a morar la mansión de la luz, la auténtica vida. El pueblo entristecido por la pérdida de una persona siempre presta a ayudar, a llenar el alma de sabias enseñanzas, amor como fuente de vida, ayuda generosa y sincera:

Tú te quedas luego

guardando las vacas,

y a la noche te vas y las dejas …

¡San Antonio bendito las guarda!…

Y a tu madre a la noche le dices

Que vaya a mi casa .

porque ya eres grande

y te quiero aumentar la soldada.

 

Han pasado algunos días que murió el poeta. En Béjar monta en el tren el Obispo de Plasencia, de voz melodiosa y de encendidos sentimientos, desgarró la emoción de su alma en los funerales del poeta. Le acompaña su secretario, el canónigo don José Polo Benito, posteriormente muerto por tener los mismo ideales que el poeta. En el mismo departamento viaja el escritor don Rufino Blanco Belmonte, con recuerdos vivos y emotivos del poeta. Don Rufino hace un análisis exhaustivo de la figura del poeta. Recordaba el triunfo clamoroso que logró el poeta en el Ateneo de Madrid. Los aplausos interrumpen al poeta que le obligan a permanecer varios minutos con la cabeza inclinada. Recuerda dos lágrimas que se desprendían de las pupilas del poeta. Termina la velada. Los Próceres de las letras reconocen el triunfo apoteósico.

En el tren viaja un mocetón con sombrero y alforja, rudo, como gañán. Es de Oliva de Plasencia. El obispo lo llama por su nombre, Juan, No sabe leer, pero sabe muchas obras poéticas de don José María. ¿Quieres recitarnos algunas coplas?

Seño juez, pasi usté mas alanti

Y que entrin tos esos

No le de a usté ansia;

No le de a usté mieu…

Si venis antiayer a afligila

Sos tumbo a la puerta. ¡Peru ya s’a muertu!

 

El obispo sonríe; don Rufino se emociona y don José Polo se deleita. Juan, el de Oliva, termina con “El Embargo” recita “Los pastores de mi Abuelo”. Y finaliza con las quintillas “Castellanas”.

-Seño Obispu, no pue unu por menú… ¡son tan jondas y tan sentías las coplas de don José!

(Publicado en “Extremadura” de Cáceres en abril de 1955)

 

Quiero aportar a este cúmulo de obras, notas de prensa. Asociaciones de amigos del poeta, citas, nombres de calles y tantas obras que llevan implícitamente y explícitamente la huellas de José María Gabriel y Galán que mi pluma no da para mucho, pero siempre hay un pero. Veamos:

Yo también fui como un Juan de Oliva. Mis maestros nos enseñaron muchas poesías de Gabriel y Galán. Fuera de la escuela, mi madre, Mercedes, también me enseñó de viva voz algunas que yo nunca he visto en las Obras Completas de José María; dos poesías, que aprendí bien, pero cuando he querido escribirlas he tenido lagunas. Ya me explicaré

 

 

 

CANCIÓNES JURDANAS (inéditas)

 

Mi madre, María de las Mercedas, nacida en 1892, me contaba, en las noches de serano, historias, poesías, proverbios y decires. En el momento que le tocó vivir fue persona muy culta. Siendo niña se la llevó su tío, cura de pueblo, juntamente con su madre. Los tres recorrieron varios pueblos donde ejerció su misión de cura de almas: El Palancar, con su monasterio de Franciscanos, La Alberca, El Guijo de Granadilla, donde vivió y murió Gabriel y Galán, Las Hurdes, Pinofranqueado, Marchagaz y Palomero. Entorno donde Gabriel y Galán hizo su vida.

He respetado la ortografía y la fonología.

Memoricé dos poesías, que acompaño, casi olvidadas. Ella, mi madre, me decía que eran de Gabriel y Galán. Ambas inéditas.

Una

Hilaba una rueca,

y allá en sus adentros

echaba estas cuentas.

Que oficio más malo

hay en esta tierra,

Por dos riales, que es una maeja,

que tiene quince yusos.

Hila, que te hila

desde la roanga

hasta el pié de la rueca.

Que había materiales            

Para dar la vuerta

A toitas las jurdes

y sobraba cuerda.

Te pone más mala,

Te entra una flojera,

Y si el pilo llora

dale una gotera.

Y por to alimento

una pilaera,

metes en la boca

pa que no esté seca.

Oficio más malo

no hay en esta tierra,

pero que Dios quiera

que no falte nunca

Quien te de maejas                

 

Otra

Lo sé jurdanilla

Si no lo supiera,

No vendría toitas las noches,

Gateando por riscos y sierras,

Na más que pa verte

Y hablarte siquiera,

Pero tengo algo en el alma,

Que me la envenena.

Hicen que te casas,

Que por otro me ejas,

Porque el es rico, y yo soy un pobrete.

Yo te quiero, saber de ti mesma.

Ímelo tu mesma, no tengas empacho,

Que por duro y amargo que sea,

Mas amarga es la vía viviendo con este rescoldo,

que el alma me quema.

Primero te mato y me mato,

que vel que otro sea el que se mire,

en la luz de tus ojos negros como teas

y se pinte el carmín de tus labios,

que paecin cerezas.

Y ese cuerpo de corza bravia,

jecho sólo pa andar en la tierra.

Antes que el sol pinte del risco a la cresta,

Ya estoy yo en el huerto de la Jondonera,

cava que te cava, riega que te riega,

Ensartando cantares y coplas,

al tuntún de caer el agua en las peñas,

haciendo una espuma que se colorea,

con to los colores, cuando el sol acaricia la cresta

lo mismito que tu que te ponis,

cuando te hablo, encarná de vergüenza.

Pa tí será el güerto

jurdano de la Jondonera.

Pa ti, será el güerto jurdano,

na más que tu quieras

 

 

 

 

 

Ángel Paule Rubio.

Dic 232020
 

José Pastor Villegas, Joaquín García Plata-Quirós y Matías Simón Villares

Resumen

Los autores, compartiendo conocimientos y sentimientos, hemos sumado para escribir unas páginas sobre el ferrocarril en la vida y obra del maestro y poeta del pueblo José María Gabriel y Galán. Nuestro trabajo versa también sobre la poesía española ferroviaria, de autoría variada, y sobre el necesario y poético tren por el cacereño Valle del Ambroz. Se han establecido tres conclusiones.

  1. El maestro y poeta del pueblo viajó numerosas veces por diferentes motivos, combinando los medios de transporte tradicionales con el ferrocarril de tracción vapor de su tiempo (1870-1905). Sus dos viajes más largos fueron Madrid-Galicia y Galicia-Frades de la Sierra tras finalizar el curso académico 1888-1889 en la Escuela Normal Central de Madrid, en los que, como en otros, sin que él lo supiera, es muy probable que la locomotora fuese una Alagón, es decir, con el nombre del río que nace en su Frades de la Sierra (Salamanca) natal.
  2. La poesía ferroviaria española es insuficientemente conocida. Ramón de Campoamor y Campoosorio escribió el importante poema “El tren expreso”, dedicado en 1872 al ingeniero de caminos José Echegaray y Eizaguirre, Premio Nobel de Literatura en 1904. José María Gabriel y Galán, es autor del también importante poema “Canto al trabajo”, incluido en su obra Nuevas Castellanas, o entre las poesías de temática social; cantó a la locomotora.
  3. La línea ferroviaria transversal de Palazuelo-Empalme a Astorga fue realidad en 1896; fue un desatino nacional y autonómico su supresión a partir de 1985. Corriendo el verano de 2020, el Consejo Económico y Social de Extremadura reivindica que la conexión transversal Plasencia-Salamanca es estratégica y preferencial para mercancías y viajeros.

 

  1. Introducción

En 2020, hace 200 años que nació la conocida escritora Carolina Coronado Romero (Almendralejo, Badajoz, 1820 – Lisboa, Portugal, 1911)[1], adscrita al Romanticismo. Y el 28 de junio de 1870 se cumplieron 150 años del nacimiento de José María Gabriel y Galán (Frades de la Sierra, Salamanca, 1870 – Guijo de Granadilla, Cáceres, 1905)[2], maestro de enseñanza primaria y poeta muy importante. Ella y él conocieron el desarrollo del ferrocarril en España.

Cuando el ferrocarril viaja hacia su bicentenario, cuando se sigue reivindicando un tren digno para Extremadura, los autores de este trabajo, compartiendo conocimientos y sentimientos, hemos sumado para escribir unas páginas sobre el ferrocarril en la vida y obra del maestro y poeta del pueblo. Nuestro trabajo versa también sobre la poesía española ferroviaria, de autoría variada, y sobre el necesario y poético tren por el cacereño Valle del Ambroz, en el que viajó con cierta frecuencia.

El presente trabajo está dedicado a las personas de diferentes edades que han participado y asistido, y siguen reuniéndose cada 6 de enero alrededor de la estatua del poeta en Cáceres para homenajear a tan importante personaje castellano-extremeño.

 

  1. José María Gabriel y Galán, maestro y poeta del pueblo

José María Gabriel y Galán, poco antes de morir, proporcionó datos sobre su vida y obra a la escritora Emilia Pardo Bazán de la Rúa-Figueroa (La Coruña, 1851 – Madrid, 1921)[3], en los que manifestaba ser maestro de enseñanza primaria y poeta del pueblo. Tales datos fueron transcritos en el prólogo de Nuevas castellanas[4]:

 

“Nací (dice) de padres labradores, en Frades de la Sierra, pueblecillo de la provincia de Salamanca. Cursé en ésta y en Madrid la carrera de maestro de primera enseñanza. A los diez y siete años de edad obtuve por oposición la escuela de Guijuelo (Salamanca), donde viví cuatro años, y después, por oposición también, la de Piedrahita (Ávila), que regenté otros cuatro años. Contraje matrimonio con una joven extremeña; dimití el cargo que desempeñaba, porque mis aficiones todas estaban en el campo, y en él vivo consagrado al cultivo de unas tierras y al cuidado y al cariño de mi gente, mi mujer y mis tres niños. Tengo treinta y cuatro años, y a escribir coplas dedico el tiempo que puedo robar a mis tareas del campo. Comencé a escribir poesías para Juegos Florales, y me dieron la flor natural en los de Salamanca, Zaragoza y Béjar, y otros premios en Zaragoza, Murcia y Lugo. Y nada más, si es que todo ello es algo. Mis paisanos, los salamanquinos, y lo mismo los extremeños, me quieren mucho, me miman. Yo también les quiero con toda mi alma, y con ella les hago coplas, que saben, mejor que yo, de memoria, porque las recitan en todas partes, y hasta las oigo cantar diariamente a los gañanes en la arada”.

 

Esta consideración propia de ser poeta del pueblo la comprobamos hace años junto a la estatua a él dedicada en el Paseo de Cánovas de Cáceres. Don Abilio Valle Arévalo, ganadero salmantino y extremeño, muy buena persona, asistió cada 6 de enero sin hacerse notar al homenaje a su paisano José María Gabriel y Galán. Con su manera de vestir, evocaba al ganadero salmantino y extremeño que era; tenía menos de dos años cuando murió su famoso paisano, pero conocía su vida, su obra y viajó en el tren de la época, solo y con su ganado. De estos aspectos de su paisano habló a sus descendientes.

La consideración de poeta del pueblo fue reiterada en la ponencia inaugural del congreso conmemorativo del centenario de su muerte celebrado en Salamanca, en cuyo resumen se dice[5]:

 

“El itinerario biográfico y literario de Gabriel y Galán confirma plenamente el sobrenombre: poeta del pueblo. Los motivos de sus cantares dan fe de la condición básica de poeta arraigado. La entusiasta acogida de sus versos por parte de los campesinos a lo largo de varias generaciones es la mejor prueba de la sintonía cordial con las gentes sencillas. Galán recrea las experiencias comunes de la vida, provocando el gozoso reconocimiento e identificación de los verdaderos valores con sus tonadas. La consideración de las breves etapas biográficas de Galán, la forja literaria, su propia poética y la peculiar asunción de la fama ratifican siempre la raíz popular del cantor castellano”.

 

  1. El ferrocarril en el tiempo de José María Gabriel y Galán, y sus viajes en tren

Como es conocido, la Revolución Industrial (Primera Revolución Industrial) fue el proceso de transformación económico, social y tecnológico iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII, que se extendió por Europa y Estados Unidos, y finalizó hacia la mitad del siglo XIX. Tal revolución cambió radicalmente a la humanidad. Se considera que con el ingeniero civil e inventor escocés James Wat (Greenock, Escocia, 1736 – Heathfiel, Birminghan, 1819)[6] se inició tal revolución por inventar y patentar una máquina de vapor el 29 de abril de 1769, que tuvo numerosas aplicaciones.

Con antecedentes inmediatos desde aproximadamente mediados del siglo XVIII, principalmente en las minas de carbón de Gran Bretaña, y antecedentes mundiales muy remotos[7], el importante invento de la Revolución Industrial llamado ferrocarril fue una realidad en el primer tercio del siglo XIX. El nuevo medio de transporte de personas y mercancías fue revolucionario y aceleró tal revolución; fue asunto de ingenieros, economistas y políticos. Esencialmente, el ferrocarril surgió de la confluencia de conocimientos científicos y tecnológicos: carriles de hierro para el soporte y guiado, y de la máquina de vapor (posterior a los carriles) aportando la energía para el movimiento.

En Gran Bretaña fue donde primero se desarrolló el ferrocarril. Aunque el mencionado James Wat patentó una locomotora tracción vapor en 1769, no significó el inicio del desarrollo del ferrocarril. Richard Trevithich (Illogan, Cornualles, 1771 – Dartford, Kent, 1833)[8], sin formación universitaria, trabajó como ingeniero de minas; fue el primero que sumó carril y máquina de vapor de alta presión en 1804 para que fuera una realidad el ferrocarril en las décadas siguientes. Al ingeniero británico George Stephenson (Wylam, Northumberland, 1781 – Chesterfield, Derbyshire, 1848)[9] se le considera inventor de la locomotora de tracción vapor, quien dijo “El Sol es una fuente de energía; el carbón es sol embotellado”; construyó la primera línea ferroviaria mundial en el Nordeste de Inglaterra, que unía Stockton (localidad con minas de carbón) con Darlington (localidad portuaria de embarque) y condujo la locomotora Locomotion (locomotora de cuatro ruedas de 1,22 m de diámetro y dos calderas verticales que desarrollaban una presión de 3,5 kg/cm2) el 27 de septiembre de 1825, día de la inauguración, con casi seiscientas personas en los vagones de carbón abiertos que fueron transportadas en algo más de dos horas, y miles que estaban alineadas a lo largo del recorrido de 34,5 km, entre Shildon y Darlingnton, y luego hasta el antiguo puerto de Stockton[10]. Este acontecimiento fue seguido por la construcción de la línea ferroviaria de Liverpool a Manchester, inaugurada el 15 de septiembre de 1830; la locomotora The Rocket (El Cohete), construida por él, formó parte del tren inaugural por ser la ganadora del Rainhill (concurso que se celebró en Rainhill, sobre la misma línea de Liverpool a Manchester, entre los días 6 y 14 de octubre de 1829, para medir la potencia de las máquinas de vapor)[11]. Su hijo, el ingeniero británico Robert Stephenson (Willington, Quay, Northumberland, 1803 – Londres, 1859)[12] colaboró con su padre en el tendido de las líneas Stockton-Darlington y Liverpool-Manchester, y en el diseño de tal locomotora.

El desarrollo de la red de ferrocarril continuó en Gran Bretaña a partir de 1830 pues la inauguración de la línea Liverpool-Manchester supuso la aceptación definitiva del ferrocarril como el nuevo medio de transporte pues la locomotora The Rocket, de los Stephenson y Booth, de 4 300 kg, ya tenía los elementos esenciales de caldera tubular y el ataque directo de las bielas a las ruedas motoras que le habían permitido alcanzar la velocidad de 47 km/h, elementos que después se mantuvieron y perfeccionaron. El nuevo medio de transporte se extendió pronto por toda Europa y América del Norte.

El ferrocarril forma parte de la Historia contemporánea de España y los ferrocarriles con tracción vapor atraían en el pasado y siguen atrayendo en el presente.

Es conocido que el mencionado Robert Stephenson visitó Jerez de la Frontera en 1828 y que el político liberal José Manuel Díez e Imbrechts (Cádiz, 1787 –Jerez de la Frontera, Cádiz, 1849)[13] fue el autor del primer proyecto para construir un ferrocarril desde Jerez de la Frontera a El Portal, con el fin de ganar rapidez y ser más económico el transporte de los vinos jerezanos desde las bodegas hasta el embarcadero del río Guadalete, transporte que entonces se realizaba con grandes carros arrastrados por mulos o bueyes, pero la concesión administrativa otorgada por el rey Fernando VII el 23 de septiembre de 1829 no cristalizó por falta de financiación. Menos conocida es la iniciativa ferroviaria del político liberal y promotor extremeño Marcelino Calero Portocarrero (Badajoz, 1778 – Madrid, 1839)[14], exiliado en Londres en el reinado de Fernando VII tras el Trienio Liberal; el pionero extremeño del ferrocarril (no andaluz, como figura frecuentemente) avanzó algo más que el pionero gaditano pues llega a constituirse una empresa para el transporte desde Jerez de la Frontera, al Puerto de Santamaría, a Rota y a Sanlúcar de Barrameda, aprobada por Fernando VII el 28 de marzo de 1830, pero el tren bodeguero no fue realidad por falta de capital[15]. Además, se decidió en abril de 1830 a promover desde Londres la discusión en la Habana sobre el ferrocarril como solución para el transporte del azúcar hasta los puertos de embarque de la isla de Cuba[16], entonces territorio español. En un trabajo reciente[17], hemos recordado que en la isla de Cuba fue una realidad el primer ferrocarril español y de Iberoamérica: la Habana-Bejucal (19 de noviembre de 1837), primer tramo del ferrocarril La Habana-Güines que se completó poco después; el acontecimiento fue conmemorado por España y Cuba 150 años después.

El mencionado George Stephenson visitó España en octubre-noviembre de 1845 para estudiar las posibilidades de una línea de ferrocarril desde el Cantábrico a la capital de España[18]. Independientemente de su viaje, los dos primeros ferrocarriles en la España peninsular fueron posteriores y con notable retraso respecto a la mayor parte de los países europeos: Barcelona-Mataró (28 de octubre de 1848) y Madrid-Aranjuez (9 de febrero de 1851)[19].

Se tendieron numerosas líneas férreas de vía ancha (6 pies castellanos, equivalentes a aproximadamente 1,67 m) en la España peninsular tras la Ley clasificando los ferrocarriles y demás particulares de este asunto, promulgada el 3 de junio de 1855, es decir, durante el Bienio Liberal (1854-1856), reinado de Isabel II (1843-1868), en cuya redacción intervino el gran ingeniero civil Cipriano Segundo Montesino y Estrada (Valencia de Alcántara, 1817 – Madrid, 1901) como Director General de Obras Públicas (1855-1856)[20]; la ley, vigente hasta 1877, abrió España al capital extranjero y se constituyeron grandes empresas ferroviarias, como Norte y MZA (Madrid, Zaragoza, Alicante). En 1866, es decir, tras un decenio y pocos años antes del nacimiento de José María Gabriel y Galán, el estado de la red ferroviaria española, de carácter radial, se muestra en la Figura 1[21], con 4 300 km[22]. Como se puede observar en esta figura, la red ferroviaria se había construido en gran parte del territorio peninsular. Se podía viajar desde Madrid a numerosas poblaciones y desde Cádiz a Hendaya, pero todavía el tren no llegaba al norte de Extremadura ni a Galicia ni a Portugal.

El desarrollo de la red ferroviaria española continuó durante la vida de José María Gabriel y Galán, que transcurrió durante casi todo el Sexenio democrático (1869-1874) y gran parte de la Restauración monárquica (1874-1923). Según la publicación del Museo Nacional Ferroviario Madrid-Delicias (referenciada en nota 16), en la primera de estas etapas históricas, solo se tendieron 560 km de nuevas vías debido a la instabilidad política y crisis económica. En la segunda etapa, se promulgó la segunda Ley General de los Ferrocarriles (23 de noviembre de 1877), que venía a ser una confirmación de la de 1855 y planteaba la necesidad de iniciar la construcción de líneas transversales de enlace. España comenzó el siglo XX con 11 400 km de vía ancha y 2 100 km de vía estrecha (anchos de vía entre 1,44 m y 0,75 m, siendo el más frecuente de 1,00 m).

En particular, en relación con el presente trabajo, dos líneas férreas fueron inauguradas durante la Restauración monárquica. La línea férrea radial de Madrid a Cáceres y a Portugal por Valencia de Alcántara fue inaugurada en Cáceres el 8 de octubre de 1881 por el rey español Alfonso XII de España y el rey portugués Luis I (referencia 20); la línea pasaba por la estación de Palazuelo-Empalme, conocida también como Plasencia-Empalme y hoy como Monfragüe, relativamente próxima a Plasencia. La segunda línea ferroviaria fue la transversal de 348 km entre Palazuelo-Empalme (pk 251,6 de la línea Madrid-Valencia de Alcántara) y Astorga (en la línea de la Compañía del Norte de Palencia a La Coruña, actual línea 800 de ADIF, La Coruña-León)[23], inaugurada corriendo 1896; tenía estaciones en Guijuelo (Salamanca), Casas del Monte (Cáceres) y Villar de Plasencia (Cáceres), poblaciones relativamente cercanas de Frades de la Sierra (Salamanca), Granadilla (Cáceres) y Guijo de Granadilla (Cáceres), respectivamente. Ambas líneas facilitaron el transporte de viajeros, mercancías y correos.

Jesús Gabriel y Galán Acevedo, nieto del maestro del pueblo y poeta, es autor de José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo[24], cuya portada se muestra en la Figura 2. En nuestra opinión, son muy acertados los tres párrafos que figuran en la contraportada de tan completa biografía porque permite redescubrir al personaje:

 

“Esta biografía del poeta José María Gabriel y Galán ve la publicación en el umbral del centenario de la muerte acaecida en el pueblo cacereño de Guijo de Granadilla el 6 de enero de 1905, donde reposan sus restos.

La efemérides por sí sola sería suficiente justificación, aunque no hubiere otras, para ofrecer al público la oportunidad de redescubrir al público la oportunidad de redescubrir una figura de gran popularidad en su tiempo y hasta mediados del siglo XX, y cuya influencia alcanzó a grandes poetas, como al propio Antonio Machado.

Sale pues, este libro con la pretensión de actualizar la figura y la obra de Gabriel y Galán, pero también con la de aportar una visión más real y auténtica de su vertiente humana. Encontrará aquí el lector gran cantidad de datos, cartas y fotografías inéditos que, a buen seguro, le ayudarán al mejor conocimiento de un poeta que es casi una leyenda y cuya obra sigue publicándose en nuestros días”.

 

Tabla 1. Datos de los viajes de José María Gabriel y Galán hasta su enlace matrimonial en Plasencia (Cáceres).

Motivo Fecha Itinerario en una o dos jornadas Final del itinerario
Formación en la Escuela Normal de Salamanca, tres cursos académicos 1885-1888. Fechas varias. Frades de la Sierra (caballería y correo tracción animal).

 

Salamanca (ídem).

Salamanca.

 

 

Frades de la Sierra.

Posesión de la plaza de Maestro de Enseñanza Primaria en Guijuelo (Salamanca). 30.07.1888. Frades de la Sierra (caballería).

 

Guijuelo (caballería).

Guijuelo.

 

Frades de la Sierra.

Curso académico 1888-1889 en la Escuela Normal Central de Madrid. Fechas varias. Frades de la Sierra (caballería y coche línea tracción animal) y Salamanca (tren a las 21.58).

 

Estación Madrid-Delicias.

Estación ferrocarril Madrid-Delicias, 8.30 día siguiente.

 

Salamanca (tren) y Frades de la Sierra.

Madrid-Galicia, invitado por su compañero de curso y amigo Casto Blanco Cabeza.

 

Regreso de Galicia a Frades de La Sierra.

24.06.1889.

 

 

25.06.1889.

 

22.07.1889

 

23.07.1889.

 

26.07.1889.

Madrid-Estación del Norte a Medina del Campo (Valladolid), transbordo a tren de La Coruña.

La Coruña.

 

La Coruña (estación tren)-Medina del Campo y transbordo a destino.

Salamanca (coche línea tracción animal).

La Maya (caballería).

La Coruña (estación tren).

 

San Saturnino (El Ferrol).

Salamanca (tren).

 

La Maya (Salamanca).

Frades de la Sierra.

Guijuelo, asuntos curso escolar 1889-1890.

 

La Maya por asuntos familiares.

10.08.1889.

 

 

13.08.1889.

 

Frades de la Sierra (caballería).

 

 

Guijuelo (caballería).

La Maya (caballería).

Guijuelo.

 

 

La Maya.

Frades de la Sierra.

Guijuelo, tres cursos escolares 1889-1892. Fechas varias. Frades de la Sierra (caballería).

Guijuelo (caballería).

Guijuelo.

Frades de la Sierra.

En Salamanca, Oposición a plaza superior de Maestro de Enseñanza Primaria; la gana con el número 1. Otoño 1891.

 

Otoño 1891.

Frades de la Sierra (caballería y coche de línea tracción animal).

 

Salamanca (a la inversa).

Salamanca.

 

 

Frades de la Sierra y Guijuelo.

Piedrahita (Ávila) cursos escolares 1892-1899.

 

Regresos a Frades de la Sierra o tras bajar a Extremadura (Granadilla y Guijo de Grandillla).

19.04.1892 y más fechas.

 

 

 

Varias fechas.

Frades de la Sierra (caballería); Guijuelo (caballería) a Santibáñez de Béjar (coche línea tracción animal).

 

 

Piedrahita.

 

 

Piedrahita.

 

 

Frades de la Sierra.

Oposición a cátedra de Escuela Normal de Salamanca (no la gana) y regreso. Primavera, 1893. Frades de la Sierra (caballería y correo tracción animal).

Salamanca.

Salamanca.

 

Frades de la Sierra y Piedrahita.

Enlace matrimonial con Desideria García Gascón en Plasencia (Cáceres) el 26.01.1898. 25.01.1898.

 

 

26.01.1898

Granadilla-Casas del Monte y Guijo de Granadilla -Villar de Plasencia, continuando en tren.

Plasencia (tren), aprox. a las 17 h.

Plasencia (estación tren),10 h 20 min.

 

A la inversa.

Fuente: elaboración personal consultando la publicación referenciada 23.

Esta biografía nos ha servido para elaborar la Tabla 1, en la que se relacionan los viajes realizados por el maestro y poeta del pueblo hasta su enlace matrimonial en Plasencia con la extremeña Desideria García Gascón, nacida en Granadilla (Cáceres), enlace que marcó un punto de inflexión en su vida y obra. Como se puede observar en esta tabla, algunos de los viajes los pudo realizar parcialmente en tren, en particular usando la línea férrea entre Palazuelo-Empalme y Astorga, inaugurada corriendo 1896, como hemos mencionado.

Concerniente a su largo viaje a Galicia, realizado en la noche de San Juan, sobra decir que al amanecer el día 25 de junio pudo observar desde el tren el panorama de verdor de los campos de Galicia y la grandiosidad del mar. Tras descansar en La Coruña, en casa de Antonio García (estudiante naval, amigo de su amigo Casto) continuaron el viaje hasta San Saturnino (pueblo del anfitrión Casto), cercano a la ría de El Ferrol. El 22 de julio inició el viaje de vuelta, siendo despedido a pie de estribo del tren (los trenes de la época estaban formados por coches con accesos independientes) por sus amigos Casto y Antonio en la estación de ferrocarril de La Coruña, con los que no se volverá a encontrar. En el viaje de vuelta, José María pasa por Astorga (León) y llega a la estación de Medina del Campo (Valladolid), en donde tiene que hacer el trasbordo a Salamanca. En ella, espera 10 horas 30 minutos hasta que toma el tren a la 1 hora 30 minutos de la madrugada, que le llevara a la estación de Salamanca; el viaje lo continuó el 23 de julio en el coche de línea tracción animal hasta La Maya (Salamanca), en donde estaba su querida madre y otros familiares. Y tras la festividad de Santiago, viajan en caballerías hasta Frades de la Sierra, recorriendo las tres leguas (aproximadamente 14,50 km) que separaban ambas poblaciones.

Concerniente al matrimonio de José Gabriel y Galán con Desideria García Gascón, que se celebró en la iglesia parroquial de San Esteban de Plasencia el 26 de enero de 1898 (hoy se conserva una placa de cerámica en el exterior de la iglesia que recuerda el casamiento), es de suponer que los contrayentes y otras personas viajaron el día anterior en tren desde las estaciones más próximas de Guijuelo, Casas del Monte y Villar de Plasencia, pero el mismo día de la boda lo hicieron familiares e invitados desde estas estaciones en el tren descendente. Después de la ceremonia religiosa y banquete nupcial, el nuevo matrimonio, familiares y amigos viajaron en el tren ascendente que salió de Plasencia a las cinco de la tarde hasta sus destinos respectivos. En otras palabras, gracias al ferrocarril fue posible una movilidad significativa en la época.

El matrimonio y una hermana de la esposa volvieron tras el permiso matrimonial a Piedrahita, pero en las vacaciones de verano del curso 1897-1898, se acordó en Frades de la Sierra la decisión de aceptar la propuesta de su tío y suegro de que renunciara a la escuela y que residiera en Guijo de Granadilla para atender la actividad agropecuaria familiar. Así fue desde final de noviembre de 1898 hasta el final de su vida.

Como es bien conocido, José María Gabriel y Galán, liberado de su actividad docente, continuó escribiendo y aumentando su prestigio como poeta. Además, viajó con frecuencia a Plasencia por motivos diversos, y a algunas otras poblaciones. En el viaje que realizó a Salamanca en septiembre de 1900, coincidiendo con las ferias, conoció personalmente al filósofo y escritor Miguel de Unamuno y Jugo (Bilbao, Vizcaya – 1864 – Salamanca, 1936)[25], quien era catedrático de griego de la Universidad de Salamanca desde 1891 y en octubre de 1900 sería nombrado Rector.

Como curiosidad, apuntamos que una locomotora denominada Alagón (Figura 3), es decir, con el nombre del río que nace en el Frades de la Sierra natal del poeta y desemboca en el Tajo, arrastrara al menos una vez los vagones en los que viajó José María Gabriel y Galán. En efecto, tal locomotora, que es la más antigua del Museo del Ferrocarril de Madrid data de 1863; formó parte del parque motor de la Compañía de los Caminos del Norte de España, siendo adquirida, en 1875, por la Compañía de los Ferrocarriles de Medina a Salamanca. Sus últimos servicios, ya en RENFE, fueron en la estación de Delicias de Madrid, sede hoy de tan importante museo.

Figura 1. Red ferroviaria de España en 1866. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía tomada de Vía Libre núm. 25, enero 1966, pág. 31.

Figura 2. Portada de José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía tomada de la obra referenciada en la nota 24.

 

 

Figura 3. Locomotora Alagón. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía realizada por este autor en el Museo del Ferrocarril de Madrid el 3 de julio de 2017.

  1. Poesía española ferroviaria y un ferroviario extremeño ganador en los dos primeros certámenes poéticos Ruta de la Plata, premio García-Plata de Osma

El ferrocarril impactó mundialmente y fueron numerosas las páginas escritas en prosa y verso sobre el nuevo medio revolucionario de transporte que aceleró el desarrollo industrial decimonónico. Concerniente a la poesía, en los párrafos que siguen figuran algunos fragmentos de poesías escritas por algunos autores españoles.

Concerniente a las inauguraciones de los dos primeros ferrocarriles en la España peninsular, hubo versos de admiración de ambos acontecimientos[26]. Tras la inauguración del ferrocarril Barcelona-Mataró en 1848, eran populares los versos:

 

“Entre los inventos mil

ninguno tan portentoso

como el del ferrocarril.

Tan rápido como el viento

te lleva hasta Mataró

el carril en momento.

Jamás tal cosa se vio:

El comer en Barcelona

y el cenar en Mataró”.

 

Y cuando se inauguró el ferrocarril Madrid-Aranjuez en 1851:

 

“Triunfaste al fin en la lid,

oh Aranjuez encantador

que en alas ya del vapor

a un paso estás de Madrid.

Ondas del Tajo, decid

cual es hoy vuestra alegría

al ver que se acerca el día

en que se van a estrechar

con el Cantábrico mar

los mares del Mediodía”.

 

Ramón de Campoamor y Campoosorio (Navia, Asturias, 1817 – Madrid, 1901)[27] es autor del célebre poema El tren expreso, publicado en Pequeños poemas, que dedicó en 1872 al célebre ingeniero de caminos José Echegaray y Eizaguirre (Madrid, 1832, Madrid, 1916)[28], ingeniero de Caminos, político, académico, Premio Nobel de Literatura en 1905. Se ha escrito que “hay en este poema, con el tren como escenario y casi como protagonista, muchos de los elementos característicos del posromanticismo literario, con un costumbrismo un tanto sentimentaloide, un tanto cursi si se quiere, pero – visto hoy – con la gracia de una estampa de época”, es decir, de una sociedad de inventos prodigiosos y de industrialización[29]. La primera estrofa del Canto primero (La noche), la primera estrofa del Canto segundo (El día) y la primera estrofa del Canto tercero (El crepúsculo) figuran a continuación.

 

“Habiéndome robado el albedrío

un amor tan infausto como mío,

ya recobrados la quietud y el seso,

volvía de París en tren expreso:

y cuando estaba ajeno de cuidado,

como un pobre viajero fatigado,

para pasar bien cómodo la noche

muellemente acostado,

al arrancar el tren subió a mi coche,

seguida de una anciana,

una joven hermosa,

alta, rubia, delgada y muy graciosa,

digna de ser morena y sevillana.

[…]

Y continuando la infeliz historia,

que aún vaga, como un sueño, en mi memoria,

veo al fin a la luz de la alborada

que el rubio de oro de su pelo brilla

cual la paja de trigo calcinada

por Agosto en los campos de Castilla.

Y con semblante cariñoso y serio,

y una expresión del todo religiosa,

como llevando a cabo algún misterio,

después de un -¡ay, Dios mio!-

me dijo señalando a un cementerio:

-¡Los que duermen allí no tienen frío!-

[…]

Cuando un año después, hora por hora,

hacia Francia volvía, echando alegre sobre cuerpo mío

mi manta de alamares de Zamora,

porque a un tiempo sentía,

como el año anterior, día por día,

mucho amor, mucho viento y mucho frío;

al minuto final del año entero,

a la cita acudí cual caballero

que va alumbrado por su buena estrella;

mas al llegar a la estación aquella

que no quiero nombrar, porque no quiero,

una tos de ataúd sonó a mi lado,

que salía del pecho de una anciana

con cara de dolor y negro traje;

me vio, gimió, lloró, corrió a mi lado,

y echándome un papel por la ventana,

-Tomad-me dijo- y continuad el viaje-

Y cual si fuese una hechicera vana

que después de un conjuro, en alta noche

quedase entre la sombra confundida;

la mujer, más vieja, envejecida.

De mi presencia huyó con ligereza

cual niebla entre la luz desvanecida,

al punto en que, llegando, con presteza

echó por la ventana de mi coche

esta carta tan llena de tristeza,

que he leído más veces en mi vida

que cabellos contiene mi cabeza:

José María Gabriel y Galán cantó también a la locomotora a principios del siglo XX a la manera del siglo anterior, es decir, considerando a los trenes raudas centellas o sierpes estruendosas que sembraban el progreso, y como lugar de encuentro romántico mientras el paisaje pasaba por las ventanillas con gran celeridad. En su poesía “Canto al trabajo”, premiada con la flor natural en los Juegos Florales de Buenos Aires, celebrados el 22 de octubre de 1904, que forma parte de Nuevas Castellanas[30], o de Poesías de temática social[31], canta a la locomotora tracción vapor en la estrofa número quince:

 

“Mirad cómo devora

la distancia en la audaz locomotora

que creó gallardísima y ligera:

mirad cómo perfora

la montaña que estorba su carrera”.

 

En relación con el poema “Canto al Trabajo”, ya Emilia Pardo Bazán comentó en el prólogo de Nuevas Castellanas (referencia 4) que aunque social es el conjunto de su obra:

 

“Ningún poeta, mejor que Gabriel y Galán, ha libertado a su alada Musa de la pesadumbre y carga enojosa de ideas políticas concretas; nadie menos que él se afilió a banderías, porque no es ser banderizo, sino meramente ser de su tierra y de su patria, cantar esa fe de roca y esa esperanza de diamante en que están cimentados los versos de Gabriel y Galán. Sin embargo, difícilmente se sustraería un poeta tan humano y sensible a las preocupaciones fundamentales de su edad. Yo hablo solo textos en mano; lo que durmiese en su conciencia, alborease en su mente o descubriese su conversación, ni lo sospecho. Limitándome a entresacar notas de sus poesías, se me figura que ideas algo distintas de las que inspiraron los Pastores de mi abuelo rompen en las estrofas del Himno al Trabajo, laureado en América”.

 

No se puede olvidar que el escritor extremeño Luis Chamizo Triguero (Guareña, Badajoz, 1894 – Madrid, 1945) es autor del Miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), publicado por primera vez en 1921, formado por doce poemas; el poema “Compuerta” comienza así:

“Corre’l tren retumbando por los jierros

de la vía. Retiemblan

los recios arcornoques qu’esparraman

al reor del troncón las hojas secas.

Juyen las yuntas cuando’l bicho negro,

silbando, traquetea.

S’esmorona un terrón, y el jumo riñe

con las ramas d’encinas que l’enrean…

 

Terminando este apartado, consideramos interesante mencionar que hubo poetas que tuvieron relación laboral con el ferrocarril. Dos de ellos fueron Vicente Aleixandre y Merlo y Francisco Durán Domínguez.

Vicente Aleixandre y Merlo (Sevilla, 1898 – Madrid, 1984)[32], poeta y académico de la Real Academia de la Lengua, Premio Nobel de Literatura correspondiente a 1977. Su padre, Cirilo Aleixandre y Ballester fue primero ingeniero jefe de Vía y Obras en la antigua Compañía de los Ferrocarriles Andaluces y luego miembro del Consejo Superior de Ferrocarriles; el hijo trabajó como agregado a la Dirección General en la antigua Compañía del Norte hasta 1925. El tren aparece en su poesía en el poema “El ferrocarril” que iba a figurar en principio en su libro En un vasto dominio (1962), de donde fue excluido por pensar el autor que perdería vigencia al ponerse en servicio la línea Madrid-Burgos[33]. Este dato no es muy conocido, y se supo al ser entrevistado para Vía Libre en 1964, revista del ferrocarril español, en la que se publicó[34].

Francisco Durán Domínguez, nacido en Casar de Cáceres en 1911, ya fallecido, compitiendo con importantes poetas, fue el ganador en habla popular con el poema “Miedo sabroso” en la primera edición (1977) del Concurso de poesía Ruta de la Plata, premio García-Plata de Osma; fue también el ganador y accésit en la modalidad de habla popular en la segunda edición (1978). La noticia de haber ganado el primer certamen se difundió por toda la red ferroviaria española[35]; los compañeros ferroviarios de Cáceres se unieron para felicitar al ganador, jubilado de RENFE, quien comenzó su vida ferroviaria de mozo de estación de Cáceres, y en esa misma actividad se jubiló, siendo ejemplo de inteligencia y virtudes, avaladas por cuantos con él convivieron durante los treinta y siete años de servicio en el ferrocarril.

La vida y obra de Rafael García-Plata de Osma (Guadalcanal, Sevilla, 1870 – Cáceres, 1918), nacido el 4 de marzo de 1870, es decir unos meses antes que José María Gabriel y Galán, y muerto a causa de la epidemia de gripe que asoló Europa tras finalizar la Primera Guerra Mundial, ha sido estudiada por José María Cancho Sánchez. En el libro Ruta de la Plata, 10 años de poesía en Extremadura (Figura 4), comienza y termina su presentación así[36]:

 

“Paseando por las calles de Cáceres encontramos una serie de nombres de personajes, de los cuales, a la mayoría de los habitantes de esta ciudad de finales del siglo XX no nos queda, en el mejor de los casos, más que unos pálidos reflejos de su paso por la vida. Incluso, solamente lo que indica la inscripción colocada en una esquina de la calle o plaza, que en su momento, el Ayuntamiento dedicara a su memoria. Es posible que para muchas personas sea éste el caso de García-Plata de Osma. Y sin embargo, en una época no tan lejana, formó parte integrante del ambiente cultural y social de Cáceres.

Rafael, ya lo hemos dicho, militaba en el Partido Liberal. Publicaba asiduamente en los periódicos de esta tendencia. En uno de ellos, El Noticiero, y a lo largo de varios días, según costumbre de la época, mantuvo una polémica sobre los niños expósitos que estaban al cargo de la Diputación Provincial de Cáceres. Era el 5 de noviembre de 1908, cuando salió a la luz la primera parte de su artículo “¡¡¡Piedad para los niños!!!”.

Figura 4. Portada del libro Ruta de la Plata, 10 años de poesía en Extremadura (1986). Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía del ejemplar recibido de Joaquín García-Plata Quirós, que fue presidente-coordinador del concurso poético en cada una de las ediciones celebradas.

 

  1. El Valle del Ambroz sin el necesario y poético tren desde 1984

No fue fácil el establecimiento de la línea ferroviaria Palazuelo –Empalme a Astorga. En los dos párrafos que siguen, el tercero de los autores del presente trabajo resume uno de los muchos apuntes de su abuelo Diosdado Villares del Río, Secretario del Ayuntamiento de Segura de Toro, concerniente a la construcción de la línea ferroviaria mencionada a su paso por el Valle del Ambroz.

Con motivo del trazado y consolidación de avenidas de gargantas y riachuelos, la dirección técnica del trazado al mando del correspondiente ingeniero solía recabar información, previa entrevista con el Alcalde o Secretario de turno, de avenidas de aguas en riachuelos y gargantas del correspondiente término municipal por donde discurría el futuro trazado del tren. Así las cosas, mi abuelo, Diosdado, entonces Secretario del Ayuntamiento de Segura de Toro, mandó al Alguacil Pedro Villares para que los acompañara con el fin de que en base a sus conocimientos observando las cuotas máximas de gargantas y riachuelos, trasladase dicha información al Ingeniero; informó sobre las cuotas máximas de la Garganta Cabrera a su paso por el paraje de El Sequero, donde se construyó un pequeño, pero hermoso puente de hierro, para dominar las aguas de esta garganta.

Entonces el tiempo transcurría mucho más despacio y tanto Pedro como el Ingeniero y sus dos ayudantes comieron al lado de la garganta después de haber fijado la cuota máxima de las avenidas de agua. La comida la había preparado la madre de Diosdado, a base de tortilla de patatas, jamón de matanza, queso y vino de pitarra. Con los vapores del recio vino de pitarra, Pedro le comentó al Ingeniero que no serían capaces de dominar el gran barranco de la localidad de Hervás para conectar con Baños de Montemayor. A lo que el Ingeniero le contestó que allí se construiría un hermoso y gran puente de hierro. Pedro seguía con sus dudas y el Ingeniero le dijo que cuando inauguraran el referido puente le invitaría a ver pasar la primera locomotora sobre él. Pedro le contestó que se bebería cinco litros de vino en su compañía si eso fuera cierto. Ni que decir tiene que toda vez finalizada la inauguración la borrachera que se agarraron los dos fue de las que marcaron época.

Establecida la línea férrea de Palazuelo –Empalme a Astorga, los trenes circularon en el tiempo del poeta (1780-1905) por el bello Valle del Ambroz, y después. La Figura 5 muestra una imagen del reinado de Alfonso XIII, en la se puede observar la belleza de un tren con tracción vapor circulando hacia Baños de Montemayor por el puente ferroviario sobre el río Ambroz en Hervás.

Hecho desatinado y triste fue que reinando Juan Carlos I, siendo Felipe González Márquez el presidente del Gobierno de España y Juan Carlos Rodríguez Ibarra el presidente de la Junta de Extremadura, se suprimió el servicio de viajeros entre las estaciones de Plasencia y Astorga, y el último tren ascendente circuló el 31 de diciembre de 1984. Hasta entonces, automotores TAF y TER recorrían diariamente todo el oeste español con el servicio Gijón-Sevilla a través de León, Zamora, Salamanca, Cáceres y Mérida. Además, circulaba el Tren Rápido Cáceres-Bilbao, acoplado entre Salamanca y Miranda de Ebro a otra rama Fuentes de Oñoro-Hendaya (nota 23). Los trenes de mercancías se mantuvieron en circulación durante una década más, pudiendo aprovechar el bypass de Palazuelo-Empalme, construido para que un tren procedente de Cáceres pueda dirigirse hacia el norte sin tener que cambiar de sentido.

Así pues, en la incipiente y dócil Extremadura autonómica, con Estatuto de Autonomía desde febrero del año anterior[37], las poblaciones del Valle del Ambroz se quedaron sin los trenes que habían circulado de día y de noche en los tiempos de José María Gabriel y Galán, y de los que circulaban casi ochenta años después de su muerte.

Casi veinticinco años después del cierre de la línea férrea, Antonio Armero[38], conocido periodista de Hoy, escribía que el tren acababa en Plasencia y que lo que quedaba en el norte extremeño del ferrocarril era pura nostalgia: 48 kilómetros de vía muerta y seis estaciones (Oliva-Almendral, Villar de Plasencia, Casas del Monte, Aldeanueva del Camino, Hervás y Baños de Montemayor). Y recordaba que vecinos de Hervás se plantaron delante de la vía el 31 de diciembre de 1984 y no dejaron pasar ni el tren que subía hacia Bilbao ni al que bajaba.

Matías Simón Villares[39] nos revive los hechos así:

Total, que ahora nuestra vía se ha convertido en un espacio triste, a base de museos, vías verdes y de fibras ópticas.

La noticia de que se acercaba el tren le llega a los pueblos del Valle del Ambroz en agosto de 1882 al aprobarse en Consejo de Ministros el proyecto y su concesión a la Compañía de Ferrocarriles del Oeste. Otra noticia, muy jaleada para reavivar la ilusión, fue el paso, 14 de febrero de 1894, allanando el balasto. El 21 de junio de 1896 el tren inaugura la línea, dando por finalizado los catorce laboriosos años a base de negociaciones y trámites, juntas, mociones en Cortes, tasaciones periciales, expropiaciones de terrenos, etcétera.

De estos catorce años, los últimos fueron agobiantes por el apremio económico, sin embargo, los primeros fueron más tortuosos para conseguir la unificación de los criterios. Hubo un primer proyecto que situaba el empalme en Galisteo. También, presiones por parte de Trujillo para atraer hacia sí la línea que venía de Portugal, más la velada amenaza de la Compañía, de que si no se asumía el proyecto, retiraría “los estudios realizados”, debiendo hacer el Gobierno otros nuevos, lo cual retrasaría muy mucho el objetivo final.

Hace años Televisión Española le encargó a mi gran amigo José Antonio Labordeta el rodaje de un capítulo en Extremadura para el programa Un País en la Mochila; el cual recomiendo que veáis, y éste eligió el Valle del Ambroz, por algo sería.

Labordeta me pidió que compusiera una canción para el Programa (El Tren del Valle del Ambroz) que canté en la estación abandonada de Baños de Montemayor en el mes de julio de 1998, y la canto y cantaré siempre en su recuerdo, y en el de todas aquellas gentes vinculadas a nuestro tren.

Labordeta también se marchó, como José Luis Majada; aquella canción su letra:

Ya nadie se acuerda, cuando rompieron la tierra, cuando se expropió/un camino de Plata, de sonrisas y lágrimas, arrancando a la montaña./Ya nadie ya se acuerda, de aquellos carros y carretas, que bajaban robles mutilados/para tallar traviesas, de la sierra de Segura de Toro/cómo los bajaron./Al tren del Valle del Ambroz le han tapado su voz, que triste está mi valle ya no le importa a nadie./Al tren del Valle del Ambroz le han cerrado la estación/hay un niño que está triste, que ya nadie dice adiós./Camino de Plata, el Valle no quiere que te vayas/camino de hierro, que no y que no, te tapen ellos./A esos que están arriba, el maldito dinero, al ordenador/quiero que abran la vía de Plasencia, Oliva, Jarilla, Casas del Monte/Aldeanueva, Hervás/ y Baños de Montemayor/tal vez ese niño sonría, aunque ya me he hecho mayor.

El pasado 18 de febrero de 2017 las máquinas han llegado a Aldeanueva del Camino, vienen arrasando con todo; tienen unos ganchos enormes que se clavan en railes y traviesas; cruje la madera, el raíl y el balasto, los ganchos les separan; se resisten como cuando a una madre le intentan a un hijo de sus brazos. En la cuneta unos baúles enormes de hierro, donde meten toda la tornillería; tornillos grandes, martillos, con los que jugábamos de niño, y que sirven para engarzar las traviesas a los raíles. La señalización vertical desaparece en un abrir y cerrar de ojos.

Las traviesas de madera, partidas y astilladas, las van amontonando en piras enormes. El balasto, las piedras que acolchan los raíles, lo cargan en camiones. He parado el coche y me he bajado para sacar algunas fotos; recojo un trozo de madera de traviesa y un tornillo, de recuerdo; un encargado me grita que no puedo coger nada, pero al acercarse me reconoce y me deja hacer. En el tiempo que he estado allí unos 30 coches han pasado por el antiguo paso a nivel, pero nadie se ha detenido, eso sí, muchos me han reconocido y me han pitado. Con lágrimas en los ojos, desorientado, me monto en el coche, cruzo el antiguo paso a nivel para dirigirme a Segura de Toro”.

 

A los párrafos que preceden, añadimos la consideración de que José María Gabriel y Galán, maestro y poeta del pueblo, hubiera alzado su voz para ser escuchada en todos los pueblos del poético valle extremeño, hubiera concienciado a la Extremadura democrática incipiente para no permitir el desatino consumado pues el tren, además de poético, era y es necesario para el desarrollo de Extremadura y de todo el Oeste español.

Finalmente, recogemos la noticia periodística reciente[40] en la que se dice que el Consejo Económico y Social de Extremadura (CES), órgano consultivo del Gobierno regional, en un informe titulado “El corredor atlántico: una visión integradora desde Extremadura”, entiende que la ruta Plasencia-Salamanca “es una conexión ferroviaria transversal estratégica y preferencial para mercancías y viajeros, pues constituye la única ruta que posibilitaría conectar el norte y el sur peninsular por tren sin tener que pasar por Madrid, ahorrando muchos kilómetros y costes, al evitar la zona con el tráfico más denso y congestionado de nuestro país y también de Portugal”.

Figura 5. Anverso de postal del reinado de Alfonso XIII; muestra un tren circulando hacia Baños de Montemayor por el viaducto de construcción mixta sobre el río Ambroz en Hervás. Fuente: Archivo de José Pastor Villegas, fotografía autorizada por el Archivo y Biblioteca de la Diputación Provincial de Cáceres.

Figura 6. Matías Simón Villares canta en la estación de Baños de Montemayor (Cáceres), y escucha el cantautor, escritor y político español José Antonio Labordeta Subías. Fuente: Archivo de Matías Simón Villares.

Figura 7. Matías Simón Villares, con su guitarra, viendo el desatino que se estaba realizando al levantar las vías del ferrocarril del Valle del Ambroz. Fuente: Archivo de Matías Simón Villares.

 

  1. Conclusiones

En 2020, año del bicentenario del nacimiento de la extremeña Carolina Coronado Romero, del 150º aniversario del nacimiento de José María Gabriel y Galán, y del 150º aniversario del nacimiento del sevillano-extremeño Rafael García-Plata de Osma, hemos establecido las siguientes conclusiones:

  1. José María Gabriel y Galán, maestro y poeta del pueblo, viajó numerosas veces por diferentes motivos, combinando en sus viajes los medios de transporte tradicionales (caballerías y coches de línea con tracción animal) con el ferrocarril de tracción vapor de su tiempo (1870-1905). Sus dos viajes más largos fueron Madrid-Galicia y Galicia-Frades de la Sierra tras finalizar el curso académico 1888-1889 en la Escuela Normal Central de Madrid, en los que, como en otros, sin que él lo supiera, es muy probable que la locomotora fuese una Alagón, es decir, con el nombre del río que nace en su Frades de la Sierra (Salamanca) natal.
  2. Existe una poesía ferroviaria española desde el siglo XIX que consideramos insuficientemente conocida, siendo, tal vez el poema más conocido “El tren expreso”, del conocido escritor Ramón de Campoamor y Campoosorio, dedicado en 1872 al ingeniero de caminos José Echegaray y Eizaguirre, quien fue Premio Nobel de Literatura en 1904. José María Gabriel y Galán, es autor del importante poema “Canto al trabajo”, incluido en su conocida obra Nuevas Castellanas, o entre las Poesías de temática social; cantó a la locomotora tracción vapor.
  3. No fue fácil establecer la línea ferroviaria transversal de Palazuelo-Empalme a Astorga, que fue realidad en 1896; fue un desatino nacional y autonómico su supresión a partir de 1985. Corriendo el verano de 2020, el Consejo Económico y Social de Extremadura reivindica que la conexión transversal Plasencia-Salamanca es estratégica y preferencial para mercancías y viajeros.
  4. Agradecimientos

Los autores del presente trabajo agradecen a la Asociación Coloquios Históricos de Extremadura la continuidad para convocar y celebrar la XLIX edición de los Coloquios Históricos en estos tiempos tan difíciles de pandemia, y por haberlos dedicado a don José María Gabriel y Galán en la efeméride CL aniversario de su nacimiento (1870-2020).

 

[1] TORRES NEBRERA, Gregorio, “Coronado Romero, Carolina”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[2] GABRIEL Y GALÁN ACEVEDO, Jesús, “Gabriel y Galán, José María”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[3] VILLANUEVA PRIETO, Darío, “Pardo Bazán de la Rúa-Figueroa, Emilia”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[4] PARDO BAZÁN, Emilia, “Prólogo“, en Obras Completas de José María Gabriel y Galán, Tomo 3, Nuevas Castellanas, Salamanca, Imp. y Lib. Francisco Núñez, 1905, pág. V.

 

 

[5] GÓMEZ MARTÍN, Fernando, “José María Gabriel y Galán (ponencia inaugural)”, en GÓMEZ MARTÍN, Fernando, REAL RAMOS, César (Coords.), Congreso interdisciplinar Gabriel y Galán, el poeta campesino Reflejos de su tiempo, 1870-1905, SALAMANCA. Revista de Estudios núm. 52, 2005, págs. 19-48.

[6] ALFONSECA, Manuel, “Wat, James”, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, pág. 220.

[7] FONSECA, Andrea, ARANA, Joaquín, CLARET, Clotide, RUIZ PALACIO, Juan Pablo, Atlas ilustrado Trenes muy antiguos, Madrid, Susaeta, págs. 12-25.

[8] ALFONSECA, Manuel, “Trevithick, Richard”, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, págs. 211-212.

[9] ALFONSECA, Manuel, “Stephenson, George”, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, pág. 201.

[10] WALACE, Elwina, “George Stephenson condujo el primer tren de viajeros de la historia”, Vía Libre núm. 135, abril de 1975, págs. 14-15.

[11] FERNÁNDEZ SANZ, Fernando, “Hace ciento cincuenta años nacía el ferrocarril”, Vía Libre núm. 213, marzo de 1980, págs. 19-25.

[12] ALFONSECA, Manuel, “Stephenson, Robert”, Grandes científicos de la humanidad, Madrid, Espasa Calpe, 1998, vol. 2, pág. 201-202.

[13] MARISCAL TRUJILLO, Antonio, DIEZ ROMERO-VALDESPINO, Lorenzo, “Díez e Imbrechts, José Manuel”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[14] LAMA, José María, “Marcelino Calero Portocarrero”, en LAMA, José María (ed.), Los primeros liberales españoles. La aportación de Extremadura. 1810-1854 (Biografías), Badajoz, Diputación de Badajoz, Departamento de Publicaciones, 2012, págs. 309 – 328.

[15] WAIS SAN MARTÍN, Francisco, “El ferrocarril cumple ciento cincuenta años”, Revista de Obras Públicas núm. 3124, 1975, págs. 583-588.

[16] ALFONSO BALLOL, Berta, HERRERA SORZANO, Mercedes, MOYANO, Eduardo, SANZ FERNÁNDEZ, Jesús, SOCARRAS MATOS, Martín, El camino de La Habana a Güines. Primer ferrocarril de Iberoamérica, Madrid, Fundación de los Ferrocarriles Españoles, Raíz Técnicas Gráficas, 1987, págs. 27-41.

[17] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, Jesús F., “Después del Imperio Mexica: aspectos científicos y tecnológicos prehispánicos aportados por Hernán Cortés, novohispanos e hispano-mexicanos”, Congreso Internacional. HERNÁN CORTÉS EN EL SIGLO XXI, 2019, en prensa.

[18] MARSILLACH, Luis, “Stephenson, el tren español y los toros de “carril”, Vía Libre núm. 11, noviembre de 1964, págs. 17-18.

[19] FERNÁNDEZ SANZ, Fernando, “Cronología de los ferrocarriles españoles”, Vía Libre núm. 61, enero de 1969, págs. 21-24.

[20] PASTOR VILLEGAS, José, PASTOR VALLE, José David, PASTOR VALLE, Jesús Francisco, PÍRIZ MOTA, Álvaro, “Cipriano Segundo Montesino y Estrada, ingeniero ferroviario”, Vía Libre núm. 638, marzo 2019, págs. 51-56.

[21] “Los ferrocarriles españoles hace 100 años”, Vía Libre número 25, enero de 1966, pág. 31.

[22] FERNÁNDEZ SANZ, Fernando, Museo Nacional Ferroviario Madrid Delicias, Madrid, Ibergráficas, 1984.

[23] GADEA GARZÓN, Pablo, “El Ferrocarril en la provincia de Cáceres”, Vía Libre núm. 614, enero de 2017, págs. 44-57.

[24] GABRIEL Y GALÁN ACEVEDO, JESÚS, José María Gabriel y Galán. Su vida. Su obra. Su tiempo, Mérida, Editora Regional, 2004.

[25] SENABRE, Ricardo, “Unamuno y Jugo, Miguel de”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

 

[26] SUÁREZ CAMPOS, José María, “En alas ya del vapor…”, Vía Libre núm. 161, junio de 1977, págs. 50-51.

[27] MONTOLÍ BERNADAS, Víctor, “Campoamor y Campoosorio, Ramón de”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[28] FORNIELES ALCARAZ, Javier, “Echegaray y Eizaguirre, José”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[29] SUÁREZ CAMPOS, José María, “Un león con melena de centellas…”, Vía Libre núm. 160, mayo de 1977, págs. 39-40.

[30]Obras Completas de José María Gabriel y Galán, Tomo 3, Nuevas Castellanas, Salamanca, Imp. y Lib. Francisco Núñez, 1905, págs. 51-55.

[31] GABRIEL Y GALÁN ACEVEDO, José María, GABRIEL Y GALÁN ACEVEDO, Jesús, José María Gabriel y Galán. Obras Completas; edición, comentarios y notas, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2005, págs. 638-642.

[32] DUQUE AMUSCO, Alejandro, “Aleixrandre y Merlo, Vicente”, en Real Academia de la Historia (en red, http: //dbe.rah.es/).

[33] “Vicente Aleixandre, premio Nobel de Literatura”, Vía Libre núm. 165, octubre de 1977, págs. 42-43.

[34] TIJERAS, Eduardo, “Vicente Aleixandre, de la Real Academia, hijo de un ferroviario”, Vía Libre núm. 3, marzo de 1964, págs. 16-17.

[35] FERNÁNDEZ, Francisco Santiago, “El premio de poesía Ruta de la Plata, para un pensionista de RENFE: Don Francisco Durán Domínguez”, Vía Libre núm. 164, septiembre de 1977, págs. 53-54.

[36] CANCHO SÁNCHEZ, José María, “Presentación”, en GARCÍA-PLATA QUIRÓS, Rafael, Ruta de la Plata, 10 años de poesía en Extremadura, Madrid, Jacaryán, 1986, págs. 175-178.

[37] LEY ORGÁNICA 1/1983, de 25 de febrero, de Estatuto de Autonomía de Extremadura, Boletín Oficial del Estado núm. 49, de 26 de febrero de 1983, págs. 5580-5586.

[38]ARMERO, Antonio J., “25 años sin el viejo tren”, https/www.hoy.es/20090614/anos-viejo-tren-20090614.html.

[39] SIMÓN VILLARES, Matías, “El Tren del Valle del Ambroz”, Asociación Cultural Poetas de la Estatua de Gabriel y Galán, Cáceres.

[40] ARMERO, Antonio, “El CES pide reabrir el tren a Salamanca por ser la mejor ruta entre Sines e Irún”, HOY, domingo 26.07.20, pág. 27.

Dic 212020
 

Vicente Montojo Montojo

Resumen

Se expone el contexto y evolución de la Cofradía de San Martín, de Trujillo, de caballeros, fundada a mitad del siglo XVI, de la que se conservan sus constituciones en el Archivo Municipal de Trujillo y un documento en el Archivo Histórico de la Nobleza. Este último, de 1558, es el que permite situar cronológicamente la cofradía.

Las constituciones de la cofradía permiten la comparación con otras cofradías, como en las características de sus oficiales u otros extremos.

Desde la observación de la disposición de los documentos de archivo, este texto parte de la utilidad de los testimonios y referencias de una cofradía de Trujillo para entresacar la participación de distintos grupos sociales, como los judeo-conversos o cristianos nuevos de judíos, en ellas y de sus relaciones profesionales y sociales. La experiencia del tratamiento de algunos archivos permite además relacionar algunas familias de Trujillo (Cáceres) con otras de Talavera de la Reina y Toledo y descubrir su participación en otras cofradías y en estrategias familiares y matrimoniales.

 

Introducción

El reinado de los Reyes Católicos fue un periodo de transición en la Alta Extremadura, desde la convulsión del inicio entre los bandos de Trujillo y otras poblaciones[1], que fue continuación del difícil reinado de Enrique IV, hasta su pacificación y encuadramiento en el servicio de los reyes. Uno de los medios fue la formación de nuevas cofradías y en concreto de caballeros, como se había formado en Cáceres anteriormente, pero no una cofradía militar[2].

La Cofradía de San Martín fue fundada por los caballeros de la ciudad de Trujillo en la parroquia de esa advocación. A pesar de que existían varias iglesias, siendo la más importante la de Santa María la Mayor, así como conventos de distintas órdenes religiosas, su creación y nacimiento en la de San Martín de Tours no fue causal, pues estaba ubicada junto a la Plaza Mayor, que por entonces era el punto neurálgico donde se desarrollaba la vida social de la localidad, por lo que los representantes más destacados de las familia nobles, buscaron el mejor lugar para dejar constancia de su relevancia social y económica, pues debemos tener presente que las manifestaciones de religiosidad popular han sido y son el balcón social por excelencia.

Esta hermandad la podemos incluir en la categoría de cofradías de gloria, con carácter cerrado, pues se exigía a quienes desearan formar parte de la misma disfrutar de la condición de hidalgo, en virtud de sentencia o ejecutoria de audiencia o caballeros de las órdenes militares, incluidas las de Santiago, Calatrava, Alcántara y San Juan de Jerusalén (no se incluía la de Montesa y la del Temple había sido extinguida)[3]. Como todas, sus fines explícitos eran rendir culto a San Martín de Tours, mejora espiritual de sus miembros, caridad con los más necesitados.

Don Juan Tena Fernández indica que sus estatutos conservados en el Archivo Histórico Municipal de Trujillo, no indican de forma expresa fecha de su fundación[4], pero disponemos de varios testimonios documentales que acreditan su existencia en testamentos de protocolos notariales de Trujillo de mitad del XVI, en el Archivo Municipal de Trujillo[5]. Por tanto, su nacimiento tiene lugar en un momento histórico de gran vitalidad del movimiento cofrade en Trujillo, con respecto a todo tipo de cofradías, de las que hago referencia a algunas como ejemplo: en 1490 estaba fundada en San Martín la Cofradía del Santísimo Sacramento[6]; en 1521 se fundó en el Convento de San Francisco la Cofradía de la Vera Cruz[7]; a mediados del siglo XVI existía la Cofradía de la Caridad[8]; la de la Cofradía de la Soledad de Nuestra Señora fue anterior a 1567[9].

Hemos indicado la relevancia de la Parroquia de San Martín, que lo era también por ser donde se reunía el concejo en el siglo XV, cofradía de la que Diego de Vargas y Carvajal, segundo correo mayor de Indias, fue censualista[10].

Como todas las cofradías, sus reglas muestran una organización que refleja una evolución social, pues fueron redes de relaciones de todo tipo y nivel, ya horizontales o verticales, o estamentales o grupales. Por ejemplo, en la de San Martín de Trujillo se procuró evitar las injerencias de los comendadores de Santiago[11], en favor de una disciplina social[12] de carácter pacificador (quizá en recuerdo del conflicto entre el segundo conde de Feria y el maestre de Santiago Alonso de Cárdenas), por lo que se incidió en la resolución pacífica de deudas[13], o en evitar los dispendios e incluso la presencia de familiares (n. 13), y en cierta flexibilidad para enmendar las constituciones (n. 26), con un cierto control[14], o incorporar un clérigo (n. 14), lo que puede dar lugar a pensar que contribuyó a formar una nueva mediana nobleza[15].

  1. De las cofradías a los linajes: el de los Vargas CarvajalEs así que con Hernán Cortés fueron a México algunos primos lejanos y colaboradores, como Francisco de las Casas, de Trujillo, que le llevó de España el nombramiento de gobernador de Nueva España, y Cortés le nombró alcalde mayor de México en 1524 y justicia mayor, gobernador y capitán general interino de Nueva España en 1526, pero hubo además pleitos. Entre sus detractores estuvo Bernardino Vázquez de Tapia, de Oropesa[20]. Pero los Vargas Carvajal estuvieron relacionados con la Cofradía de San Martín, por lo que mi pretensión es además reconstruir el contexto archivístico o el de los productores de documentos en los que firmaron o signaron los agentes y clientes a los que recurrieron, empleando una metodología histórico archivística.
  2. Los Vargas Carvajal fueron uno de los linajes de Trujillo, unos de ellos detentadores del oficio de correo mayor de Indias (Diego de Carvajal y Vargas)[16] y condes de Castillejo (Lima, 1687), y otros señores y condes del Puerto[17] (Juan de Vargas Carvajal[18]), en Extremadura, todos ellos descendientes del doctor Galíndez de Carvajal, y de los Chaves, también de Trujillo, descendientes ilegítimos del comendador Alonso de Chaves[19]. En estas familias fue muy importante la mujer.
  3. Paralelismo entre la Cofradía de San Martín de Trujillo y otras de ToledoEn la cofradía había muchas personas principales, de las que se temía que se recelaran de las reelecciones que se hicieron en años anteriores, que habían sido restringidas entre unos pocos, por lo que se prohibieron las reelecciones[23]. Entre las obras de caridad que se hacían estaban las de dar comida a los pobres de la cárcel y del Hospital del Rey, lo que conllevó unos gastos, además de los de cera y otros, por lo que se decidió reducir el número de misas que se celebraba por cada cofrade difunto de 16 a 6[24]. En la Cofradía de San Martín de Trujillo se prestó igualmente este servicio asistencial a los pobres, que fomentaron las Cortes de Castilla de 1523. Incluso en la de Toledo se dispuso que los mayordomos que rindieran cuentas también hicieran inventario[25].Alguno de los Hurtado (Juan Hurtado y otros vecinos de Toledo) fue con Hernán Cortés y Francisco Pizarro a la conquista y población de México y Perú, pues con ellos, naturales de Medellín y Trujillo, fueron algunos o muchos extremeños, sobre todo de sus respectivas poblaciones de origen, algunos de ellos parientes más o menos lejanos, y además otros castellanos de áreas próximas, como Oropesa, Talavera de la Reina o Toledo capital. En 1571, al investigar la preparación militar de las milicias locales, el doctor Velasco comprobó su deplorable situación, achacándolo a la carencia de ricos voluntarios, hidalgos y hombres casados, y propuso una nueva milicia “bajo el nombre y título de cofradías y de la advocación de algún santo, concediendo a los cofrades o compañeros de esta milicia los mismos privilegios y preeminencias y allegando a ello algunas gracias espirituales…”[30]. Este programa dio lugar a que se formaran otras cofradías de hidalgos o caballeros en otras ciudades de España.
  4. Por último se acordó que se nombraran dos personas por contadores, que habían de quedar además por diputados (este nombre se usó en la Cofradía de San Martín de Trujillo, donde eran 3, además de un mayordomo, un muñidor y un escribano[26]) para el Viernes Santo, es decir, para salir en la procesión de penitencia de la Cofradía de la Soledad, según concordia que había hecho[27], lo que nos indica que ya en 1572 la Cofradía del Santo Nombre de Jesús era penitencial. La de San Martín de Trujillo no fue penitencial, como sí la de la Cruz (1518)[28] o la de Jesús Nazareno (1616)[29], pero en sus constituciones se decide dirigir oraciones a las Llagas de Cristo (n. 5). Muchos años después sabemos que Gonzalo Hurtado de Arteaga se declaró uno de los mayordomos o diputados del Hospital del Rey, lo que sugiere una posible relación de algunos Hurtado con el mencionado hospital. La Cofradía de San Martín estableció una celebración religiosa de la fiesta del santo y algunas misas de difuntos y otras misas y oraciones por los cofrades fundadores y vivos.
  5. Es posible que la prevención de los cofrades de San Martín de Trujillo tuviera su causa en los problemas de convivencia entre cristianos viejos y cristianos nuevos –como los judíos conversos- y entre hidalgos y pecheros o privilegiados y no exentos. Así, en Toledo ya existía la Cofradía del Nombre de Jesús, con sede en la Iglesia de la Trinidad aunque lo normal es que la tuviera en una iglesia dominica (en Trujillo se asentó en la iglesia de dominicos), de la que fueron mayordomos Bernabé Román y Pedro Hurtado de la Fuente, apellidos con tradición en la ciudad, quienes recibieron poder de los cofrades para pedir el añadido de unos capítulos a la regla de la cofradía[21]. Pedro Hurtado de la Fuente[22] era miembro de una familia de judeoconversos de Toledo, muy implantada en la ciudad y bien conocida.
  6. Extensión geográfica de matrimonios y descendientes en forma de redesPor otra parte, relacionados con los Vargas Carvajal de Trujillo estuvieron los Meneses Manrique de Talavera de la Reina (Toledo), a través de Francisco Carvajal Meneses, y aquellos Meneses con otros de Toledo. Por ejemplo, entre los Álvarez de Toledo condes de Oropesa estuvo Francisco de Toledo, virrey de Perú, quien envió mucha plata a Oropesa, para diversas fundaciones, y Oropesa estaba cercana a Talavera de la Reina y algo menos a Trujillo. Estos Álvarez de Toledo procedieron de Fernando Álvarez de Toledo, conde de Alba, emparentado con los señores de Noez y Pinto, como las importantes Teresa de Ayala, mujer de Fernán Álvarez de Toledo el viejo (+ 1454), y Leonor de Toledo, señoras de Pinto[32], que casó en 1456 con Alonso Carrillo de Acuña, señor de Caracena desde 1491 (antes lo fue Juan Fernández de Tovar peró lo perdió por apoyar a Juana la Beltraneja)[33] y sobrino del arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo, aportándole 3 millones de maravedíes. Aquella Leonor fundó un mayorazgo del señorío de Pinto para su hijo Gómez Carrillo de Toledo, quien fue regidor del Toledo post-comunero en 1526-1528 y señor de Pinto (1508-), Caracena e Inés y marido de Aldonza Manrique, todo lo cual heredó su nieto Alonso Carrillo de Toledo, regidor (1528-1530) y señor de Pinto, Caracena e Inés, adquiriente de las alcabalas de Pinto y marido de Sancha Pacheco, hija del primer conde de la Puebla de Montalbán y nieta del marqués de Villena. Fue ésta una línea que reiteró su hijo Luis Carrillo de Toledo y Acuña al casar con Leonor Chacón, hija de Alonso Téllez Girón y Juana de Cárdenas, señores de la Puebla de Montalbán, y sobrina de su madre. Otro Luis Carrillo de Toledo, natural de la Puebla de Montalbán, fue presidente del Consejo de Órdenes y I marqués de Caracena, y fue premiado con una ayuda de costa sobre los bienes de los moriscos de Hornachos expulsados[34].Pero un Alonso Suárez de Toledo casó con María de Meneses y relacionados con ellos estuvieron los Meneses Padilla (Cosme de Meneses Padilla y sus descendientes), de Talavera de la Reina, de quienes procedieron otros colonos o repobladores[36].Los contactos entre personalidades talaveranas y extremeñas no fueron extraños, pues estaban relativamente cercanas. En tiempos de Enrique IV, Diego de Carvajal, regidor y vecino de Talavera[39], casado con Elvira de Toledo (hija de Pedro Suárez de Toledo), fue comisionado para juzgar en un pleito de Fernando de Monroy, señor de Belvís, Deleitosa y Fresnedoso (Extremadura)[40], y Beatriz de Monroy, sucesora de Fernando, casó en 1535 con Fernando Álvarez de Toledo y Figueroa, 3er conde de Oropesa, hijo de María Figueroa-Toledo primogénita del 2º conde de Feria Gómez Suárez de Figueroa[41] y de aquí que el estado de Jarandilla pasara a los condes de Oropesa[42]. Estas relaciones geográficas se dieron asimismo de tipo económico[43].
  7. Precisamente en 1625 Cosme Meneses Manrique, hijo de Francisco de Meneses Manrique (caballero de Alcántara y regidor perpetuo de Talavera) y Catalina de Loaysa y Guzmán[37], hizo pruebas de limpieza de sangre para ingresar en la Cofradía de San Bartolomé de Talavera de la Reina, de hidalgos como la de San Martín de Trujillo, como las hizo Francisco Méndez de Carvajal[38]. Entre las propiedades de estos Meneses estuvieron algunas dehesas como la de Chozas, muy próximas a Extremadura, que fueron arrendadas por vecinos de sus poblaciones cercanas, a diferencia de las de Caracena, que lo fueran por los de Cameros.
  8. Todos estos matrimonios incidían en un mismo círculo, el de algunos señores de la tierra de Toledo, siendo marginal Caracena e Inés, en tierra de Soria, círculo del que no salió Gómez Carrillo de Toledo al casar con María de Ayala, sobrina del conde de Fuensalida, por tercera vez, con quien tuvo a Juana de Castilla, quien se mantuvo en el círculo toledano, pues casó con Hernando Niño, 2º señor de Tejares y sobrino de María Niño de Ribera, señora de Noez y mujer del contador Lope Conchillos, un cortesano[35].
  9. Este planteamiento inicial, el de observar algunas cofradías como zonas de convergencia social, es decir, de personas de distintos grupos sociales, se puede derivar a una dimensión geográfica, o la de una diversidad de procedencias territoriales. Por ejemplo, de Toledo, precisamente entre los Hurtado, surgió Alonso Hurtado, quien casó con María del Águila y procrearon a Gonzalo Hurtado del Águila, de quienes fue nieto el primer conde de Cartago, Baltasar Hurtado de Chaves, que a su vez contó con este último apellido extremeño importante en la zona de Trujillo, relacionada con Oropesa. De aquí que por ejemplo de Trujillo salieron en 1677 las monjas clarisas que fueron a fundar el Monasterio de la Encarnación (Mula), viaje que pagó la condesa de Oropesa[31].
  10. Órganos de gobierno y administración de la Cofradía de San MartínEl art. 4 se refiere al secretario, que era un escribano de Trujillo, pero debía tener la condición de escribano de número, recibiendo un salario. Era el responsable de la custodia de la documentación de la cofradía, al que le correspondía según el art. 2 de la importante tarea de recoger en un libro las sentencias que acreditaran la nobleza de sus miembros, en los términos descritos en el art. 1.
  11. El art. 3 se refiere al muñidor, un cargo que existía en la práctica totalidad de las cofradías durante la Edad Moderna. Era la persona encargada de citar a los actos a los hermanos, por tanto era un trabajo subalterno y quien lo desempeñaba no era noble, pero cobraba por ello un sueldo.
  12. Las reglas que se analizan reflejan cuáles eran sus cargos. El art. 7 indica que terminadas las vísperas a que se refiere el 5º, se daba una pequeña comida a cuyo término se designaban los nuevos mayordomos y diputados de la hermandad. El art. 12 disponía que cada año se procedía a designar mayordomo y diputados en los términos del art. 5. La designación era a suerte, entre los nombres de diez cofrades que no lo hubieran sido, el primero que sacaba el hermano más anciano era el mayordomo, el segundo diputado, y los otros dos oficiales. El art. 14 se refería a la custodia del dinero de la hermandad.
  13. Los cofrades, las fiestas religiosas y la protección socialEl art. 5 especifica que su advocación es la de San Martín, por lo que tendrían lugar la fiesta principal el 11 de noviembre, si bien tenían lugar unas vísperas, a las que los cofrades serían citados por el muñidor. Ese día además de la misa, se rezaban cinco Padre Nuestro y cinco Ave María, ofrecidas por los fundadores de la cofradía, así como cofrades vivos y difuntos, o bienhechores de la hermandad. El art. 6 imponía unas multas a quienes no asistieran a las vísperas.El art. 15 dispuso que cada primero domingo o viernes de mes se oficiara una misa por los fundadores de la misma, difuntos y bienhechores, siendo citados los hermanos por el muñidor.ConclusionesLa sucesión de componentes de cofradías de Trujillo, Toledo y Talavera de la Reina es testimoniada por los archivos de los propios conventos y monasterios, y en menor medida los archivos de las familias. Este último es el caso de algunos fondos del Archivo Histórico de la Nobleza, como los de Frías o Villagonzalo, fondos archivísticos nobiliarios que permiten un mejor conocimiento.La Cofradía de San Martín fue de caballeros, hecho exitoso que setenta años después Felipe II quiso que se extendiera a toda España, pero con un fin distinto, el de conseguir mantener unas entidades que aunaran a los caballeros para sostener caballo y armas, algo distinto al fin pacificador de la cofradía de Trujillo.
  14. APÉNDICE DOCUMENTAL
  15. Pues unos y otros hicieron poner sus escudos heráldicos en capillas, retablos y documentos como signos de su identidad histórica, por lo que también son testimoniales las series de documentos de algunos fondos de archivos, como las llamadas cuentas de Oropesa, aunque quizá más frágiles, que nos ilustran sobre las cofradías de Trujillo.
  16. A través de una línea argumental que da la evolución de la Cofradía de San Martín de de Trujillo y otras de Toledo y Talavera de la Reina puede descubrirse la participación de una serie de individuos que formaron parte de unas familias de las tres ciudades con relaciones matrimoniales y económicas, de las que dan testimonio documentos patrimoniales, quizá no muy atractivos por su carácter económico pero sí ilustrativos.
  17. La protección social se refleja en el art. 10, al disponer una comida de todos los cofrades en el lugar dispuesto por el mayordomo, donde también se daría de comer a los pobres. El art. 19 detalla las limosnas que se debían dar por la cofradía a los cofrades que se hubieran empobrecido. El art. 20 los oficios religiosos ofrecidos por el alma de los difuntos.
  18. El 11 de noviembre todos los cofrades debían asistir con velas a misa cantada, con diácono y subdiácono. Al término del oficio religioso, se oficiaba un responso cantado, por las almas de todos los cofrades, tanto vivos como difuntos, dando una comida a los oficiantes de la ceremonia.
  19. Se ha indicado el carácter noble de sus miembros, pero además a su entrada daban un donativo de 8 ducados. Los hijos de los cofrades podían adquirir tal condición cuando tuvieran 12 años, siendo presentados el día de San Martín y anotándolos en el libro de la hermandad, como señala el art. 18.
  1. Constituciones de la Cofradía de San Martín de Trujillo (Archivo Municipal de Trujillo, Legajo 65, nº. 13).Por ende nos temiendo este temeroso día conviniéndonos esforçar en alguna obra piadosa y acepta a Dios nuestro señor y a su Sacratíssima Madre acordamos de hazer una congregación y hermandad con sus capítulos y hordenanças seguir que el Spíritu Sancto nos administrare y infundirá su sancta y bendicta gracia que para ello umillmente imploramos.(2) Iten hordenamos que el cofadre que se rescibiere ante todas cosas presente su sentencia esecutoria ante los diputados e escribano que fueren de la dicha cofadría y aya un libro para en que el dicho escriuano assiente por fee las dichas sentencias con el día e mes e año en que se dieron y ante que escriuano pasaron, y el tal libro esté en el archivo de la dicha Yglesia de Señor San Martín porque estén perpetuas en el dicho archivo y libro para los descendientes de los tales caballeros hijosdalgos cofrades y que los tales cofadres que ansi fueren rescebidos juren luego solemnemente en poder de los diputados de la cofradía sobre un libro missal que siempre atenderán y mirarán al bien y pro de la cofradía, y guardarán y cumplirán los capítulos e ordenanças de ella y que no votarán ni rescibirán por cofadre a persona alguna de ningún estado o condición que sea si no fuere [tachado: conforme a este capítulo] que sea [tachado: hidalgo] cauallero en la forma e la razón susodicha.(4) Iten ordenamos ansi mismo que esta dicha cofadría tenga un escriuano del número de esta villa ante quien passen todas las escripturas y negocios tocantes a esta dicha cofradía al qual de los propios y rentas de ella se le dé por su trabajo un onesto salario.(6) Y queremos y ordenamos que los que no vinieren a las dichas vísperas antes que digan la Magnificat estando buenos y no impedidos de prisión u otro tan legítimo impedimento que caya en pena de media libra [tachado: un quarterón] de cera, en lo qual sean executados sin les hazer gracia ni remissión de ello.(8) Iten ordenamos que el día siguiente que será el día y fiesta del bienaventurado Señor San Martín, nuestro patrón y abogado, los cofadres sean obligados de guardar y honrrar la fiesta con toda solemnidad y devoción y sean obligados a venir a la iglesia a oyr la missa cantada y officio divino antes que sea començado el evangelio, la qual se diga muy solemnemente con diácono y subdiácono y sean obligados a estar con sus candelas de cera a las manos con atención y deuoción, sin hablar unos con otros, ni divertirse en otras cosas por el tiempo que la missa durare hasta el Ita missa est, y que el que faltare y no viniere a la dicha ora pague media libra [tachado: un quarterón] de cera sin le poder ser hecha gracia ni remissión y que todos los cofadres sean obligados de ofrescer en la dicha missa cada uno, según fuere su devoción.(10) Iten en señal de paz y caridad ordenamos que en el dicho día de la fiesta después de acabada la missa y el responso e absolución, todos los cofadres juntamente vayan a comer a la casa o lugar que el mayordomo de la dicha cofadría tuviere aparejado y que la comida sea onesta y no superflua ni demasiada y que ansí mismo se dé a comer a los pobres que paresciere el mismo día y que sean muy bien servidos y si ser pudiere primero que los cofrades porque el servicio de Dios y la caridad de los pobres vaya adelante, y que después de la comida los cofrades escoten hasta que Dios nuestro señor provea de manera que lo uno y lo otro se pueda suplir y que el escote sea onesto y sin ningún fraude, según fuere el gasto de la dicha comida y que el cofrade que no viniere a comer por conservación de la dicha paz y caridad de los cofrades estando en la villa que pague el escote como si comiese, y acabado de comer ningún cofadre se vaya sin mandado de el mayordomo, antes todos juntos vayan a la dicha iglesia a dar gracias a Dios nuestro señor y que el clérigo diga una comemoración de la fiesta con su verso y oración y un responso en tono por los defuntos.(12) Iten ordenamos que cada un año se aya de elegir mayordomo y diputados en el dicho día del Señor San Martín y que en medio de la comida el mayordomo venga con la regla en la mano a dar disculpa de las faltas que a echo y pedir perdón y traiga diez cédulas de las personas que no han sido mayordomos y las echen en una gorra y las saque el más anciano y la primera que sacare sea el mayordomo y la segunda diputado y las otras dos compañeros de manera que an de ser quatro oficiales.(14) Iten, ordenamos e mandamos que aya una arca en la dicha nuestra cofadría con dos cerraduras y la una llave tenga el mayordomo y la otra el diputado que nombraren en que esté la cera (tachado: y el libro de las cuentas y el dinero que Dios diere de propios para ello; añadido al margen: y otra para el dinero con tres llaves, la una tenga el dicho mayordomo y el deputado y otra el escribano e que todo el dinero que entrare en poder del mayordomo se escriva en un libro.(16) Iten ordenamos que si por caso, lo que Dios no quiera, acaescieren algunos ruydos o escándalos en la villa, que si la justicia que a la sazón tuviere, llamare a caualleros hijosdalgo, seamos obligados a yr con nuestro mayordomo todos juntos a favorescer la justicia y a toda otra cosa de bien, paz y sosiego de la villa e república de ella.(18) Iten ordenamos y mandamos que los cofrades que tuvieren hijos los traigan y presenten el día de Señor San Martín estando juntos en su cabildo para que se scriban en el libro donde estuvieren escritas las sentencias de sus padres para que adelante sepan quien son y de donde vienen y no se pierda la memoria de su libertad y si quisieren ser cofrades cada uno pague de entrada tres ducados [tachado: reales] y en auiendo doze años y sea auido por cofadre.(20) Iten establecemos y hordenamos que quando fallesciere algún cofadre o cofradesa que la cofradía sea obligada a le onrrar y acompañar el cuerpo el día de su enterramiento haciendo la absolución en su casa, y después en la iglesia y que otro día que muriere el tal cofrade o cofradesa [tachado: a conoscimiento y alvedrío de] el mayordomo y diputados [tachado: la cofradía por si le aya de hazer las obsequias y onrras en que por lo menos] se le diga una missa cantada con diácono e subdiácono y que estén los cofadres en el evangelio y mientas tuvieren el Sanctísimo Sacramento en el altar con candelas encendidas en sus manos y que los tales cofadres sean obligados a decir cinco pater nostres con cinco avemarías por el ánima de aquel difunto su cofadre y hermano.(22) Otrosi establecemos y ordenamos que ordinariamente todos los días y fiestas que los cofadres y cofadría se juntaren se pida limosna para la cofadría entre los cofadres el mayordomo que fuere o un compañero de el mayordomo si no estuviere el mayordomo presente.(24) Iten ordenamos y mandamos que quando algún hermano cofadre deuiere dineros o penas al cabildo o a cofadre y no pagare al tiempo que está obligado e ordenado que nuestro mayordomo le pueda sacar prendas por las dichas penas o dineros y si el dicho hermano le defendiere la prenda, que pague una libra de cera, y si la defendiere al mayordomo y compañeros que pague dos libras de cera y que sea apremiado por el juez eclesiástico a que pague las dichas penas so cargo de el juramento que hizo.(26) Iten queremos y hordenamos que si algún tiempo nos paresciere a los cofadres que agora somos o de aquí adelante serán que alguna cosa de esta nuestra regla se deua enmendar o quitar o añadir o interpretar que lo podamos hazer el dicho día de Señor San Martín paresciendo útil y necesario que se hagan a todos o la mayor parte de los cofrades que se hallaren presentes y quanto a esto queremos que el juramento que haze cada cofadre al tiempo de su entrada no se estienda a esto sino que quedemos libres como si no uviésemos jurado.
  2. [Adición en nota:] Excepto que para ahora e para sienpre jamás no se pueda enmendar ni comentar primero ni segundo capítulo que sobre esto ará la dicha cofradía e no de otra manera, porque en rompiéndolo, quebrándolo, dejándolo. Otrosi reservamos en nos y los que de aquí adelante fueren mayordomo e deputados que puedan concertar la vocación cada que por ellos e por los cofrades bien visto les fuere.
  3. (25) Iten ordenamos y mandamos que por que esta nuestra regla y ordenanças vengan a noticia de los cofadres y las sepan cada un año se lean una vez estando presentes los cofrades el día o víspera del Señor Sant Martín a la collación o comida e que el mayordomo que fuere las haga leer a alta voz de manera que las oyan todos so pena de una libra de cera y al cofrade que no estuviere presente a las oyr que pague media libra de cera.
  4. (23) Iten ordenamos e mandamos que quando nuestro cabildo estuviere junto que todos estemos en paz y en sosiego y cada uno hable y responda bien y onestamente y el que barajare o se levantare o el contrario o el contrario hiziere mandándole callar nuestro mayordomo y no lo hiziere que por la primera vez pague media libra [tachado un quarterón] de cera y por la segunda una [tachado: media] libra y por la tercera pague dos [tachado: una] libra y que los hagan luego amigos e pague la dicha pena el que se hallare más culpado. [al margen: junto el cabildo].
  5. (21) Iten ordenamos que en los todos santos de cada un año el mismo día a las vísperas se digan en la dicha capilla vísperas solemnes por los defuntos y el día siguiente missa cantada y después de la missa responso y absolución general por las ánimas de los defuntos cofadres e que para esto se ponga la cera necessaria al alvedrío de los deputados e mayordomo de la dicha cofradía.
  6. (19) Iten ordenamos que si acaesciere que alguno de los cofadres de la dicha ermandad viniese a estado de tanta pobreza y necesidad que le fuese forçado auer de pedir limosna para su sustentación, que en tal caso, llegando a noticia del mayordomo y diputados si de el arca y propios de la cofadría pudiese ser socorrido le socorran de ella a su alvedrío según Dios y sus conciencias y si no ouiere dinero en el arca, por que no pida por su persona ni se le consienta, que en tal caso el dicho mayordomo e diputados por sí o por medio de otros cofadres, virtuosos e amigos de caridad, ayan de pedir limosna entre los cofadres y devotos de la dicha cofadría y que esto hagan todas las vezes que sea necesario secretamente sin afrenta de el tal cofadre por quien se oviere de pedir la dicha limosna y que sea con la caridad y cuidado e diligencia que semejante obra requiere, y que lo mismo se haga con los cofrades pobres y necesitados que estovieren enfermos, ellos y sus mujeres e hijos, remitiéndolo al alvedrío y caridad de los mayordomos y diputados y de los otros cofadres.
  7. (17) Iten disponemos e hordenamos que los cofrades que de presente entraren en la dicha cofadría y fueren de aquí adelante para ayuda de la cera y de los sacrificios y missas e otras cosas necesarias para el culto divino y para el ornato e autoridad de la dicha cofadría, ayan de dar de entrada cada ocho [tachado: dos] ducados el día que fueren rescebidos y hizieren el juramento susodicho.
  8. (15) Otrosi ordenamos y mandamos que cada primer domingo o viernes de mes se diga una missa por los fundadores de esta dicha cofadría y defuntos y bien hechores, y todos los cofadres vengan a ella so pena de media libra de cera, siendo munidos por muñidor, y acabada la missa se junten todos los cofadres con el mayordomo para consultar las cosas provechosas a la cofadría.
  9. (13) Otrosi ordenamos e mandamos que mayordomo nuevo y viejo y diputados y compañeros muñan para missa de seis o siete para el día siguiente y que todos los cofrades sean obligados a venir a ella so pena de media libra [tachado: un quarterón] de cera y a prendar a los que no fueren a comer [tachado: y tengan su muñidor, y le den cierto salario, que sea hombre pechero] y el que escusare la prenda que el mayordomo y diputados e compañeros le lleven una libra de cera y todavía pague la pena.
  10. (11) Iten ordenamos y mandamos que se busque un clérigo de buena fama, limpio y le den un certinqui y el día de la comida le lleven a comer con los dichos cofrades e no se puedan recebir asta ser muerto éste otro alguno si no fuere por justa causa.
  11. (9) Iten que después de dicha e acabada la missa y el oficio divino con toda devoción e solemnidad, luego ynmediadamente se diga un responso cantado con el sacerdote, diácono e subdiácono y con la cruz y todos los clérigos que ouieren estado en la missa por las ánimas de los defuntos cofadres de la dicha cofadría y por los cofadres vivos, que Dios Nuestro Señor que allí los juntó los junte en su Sancto Reyno quando fuere su voluntad, y les paguen de pitança lo que justo fuere [tachado: por el tal responso].
  12. (7) Iten ordenamos que acabadas las dichas vísperas del día de la fiesta todos los cofadres con mucho reposo e hermandad vayan con el mayordomo al lugar donde tiene acordado a rescebir colación y mandamos que antes que se dé la colación se consulte y platique todo aquello que fuere servicio de Dios nuestro señor y honra y pro de la cofadría y cofrades de ella y se nombren mayordomo e deputados y que después de hecho y consultado con toda paz y sancto e piadoso zelo por señal de paz y amistad se dé la dicha collación, a la qual siruan los cofrades que mandare el mayordomo que fuere de la dicha cofadría y no otras personas. [Al margen: colación].
  13. (5) Iten establescemos y hordenamos que la invocación de esta sancta y loable cofadría y congregación sea de Señor San Martín Cauallero, al qual tomamos por nuestro patrón e abogado, por cuyo ruego e ynterçession esperamos ganar gracia y perdón de nuestros peccados, y que esta dicha fiesta sea por nosotros y por los otros cofadres que por tiempo fueren muy solemnemente celebrada, guardada y tenida y ordenamos que las Vísperas de la dicha fiesta sean munidos todos los cofadres para que vengan a honrrar la fiesta a la Yglesia de Señor Sant Martín de esta villa y allí estén muy atentos y con devoción en vísperas con cirios blancos de a libra en las manos y no arrimados y que otra persona no tenga la cera por ningún cofadre so pena que pague una libra [tachado: quarterón] de cera y cada cofrade o cofradessa sean obligados a rezar cinco pater nostres con cinco avemarías por los fundadores de esta cofadría y por los cofadres defuntos y biuos a reverencia de las cinco plagas de nuestro Redemptor Jesucristo y por todos los cofrades bien hechores de la dicha cofadría.
  14. (3) Iten establescemos y ordenamos que en la dicha cofadría aya siempre un muñidor para llamar y munir los cofadres de esta cofadría en los días y tiempos necesarios [tachado: que sea pechero hijodalgo] y se le dé un onesto salario.
  15. (1) Primeramente stablescemos y hordenamos que esta dicha cofadría no puedan entrar ni entren, ni sean admitidos a ella otra persona alguna sino que sea caballero hidalgo [tachado: hidalgo] de sentencia de executoria de su hidalguía dada por los alcaldes de los hijosdalgo que residen en las reales audiencias, [tachado: o cauallero de sentencia de su hidalguía], o si no fuere cauallero de las hórdenes de Santiago, Calatrava o Alcántara o San Juan, porque para darles los dichos ábitos y armallos caualleros hacen prouanza como son hijosdalgo.
  16. “En el nombre de la Sanctissima Trinidad Padre, Hijo y Spíritu Santo, tres personas, una esencia y un solo Dios verdadero, criador y gobernador de todas las cosas celestiales y terrenales, ymfernales, y de la Bienaventurada Virgen sin mancilla, Nuestra Señora Sancta María, la qual fue fallada digna entre todas las mujeres para ser madre de Jesucristo y sagrario del Spíritu Sancto y a honra y devoción del glorioso Señor Sant Martín bienaventurado se celebra […] en el mes de noviembre […]. Por quanto en la Sancta Iglesia Cathólica tenemos por artículo de fee que Jesucristo nuestro redemptor, hijo de la Virgen descenderá en carne humana el último día de este presente siglo para el juicio universal y por los sus ángeles serán llamados de todas quatro partes del mundo a son de muy spantable tuba, todos los hijos de Adán, a dar estrecha cuenta y razón de sus obras, y aquel mismo día avemos de resurgir en estas mismas carnes como nos apercibe nuestro redemptor Jesucristo en su evangelio y sernos a tomada cuenta estrecha de todos los bienes y males que avemos obrado. Del qual temeroso y espantable no puede ninguna criatura huyr.
  17. Recibo de Lope de León a Diego de Vargas Carvajal, de Trujillo, 9.11.1555
  18. Recebí del señor Francisco de Quevas, mayordomo del señor Diego de Vargas Carvajal, trezientos y veynte y ocho maravedíes de las pagas pasadas de Navidad y San Juan del censo que la Cofradía de Señor San Martín tiene en las casas del dicho señor Diego de Vargas Carvajal. Son de las pagas de San Juan de cinquenta y cinco y de la paga de Navidad de cinquenta y quatro años, lo qual recebí como mayordomo de la dicha cofradía. Fecho a nueve de noviembre de mil quinientos cinquenta y cinco años. CCCXXVIII. Lope de León [Firma y rúbrica]. AHNob, Frías+, n.18, lib.19, f.474-475v.

[1] Trujillo fue concedida al conde de Feria al morir Juan Pacheco (1474), pero Pedro de Baeza, alcaide de Trujillo, vasallo del marqués de Villena Diego López Pacheco, rehusó entregar el castillo, a que le obligó Isabel la Católica (1476): Mazo Romero, Fernando: «La intervención del segundo Conde de Feria en la Guerra de Sucesión Castellano-Portuguesa», Revista de Estudios Extremeños, 37/2, 1981, pp. 429-453.

[2] Como la de Belchite: Rassow, Peter: «La Cofradía de Belchite», Anuario de Historia del Derecho Español, 3, 1926, pp. 200-226.

[3] En un libro los diputados y escribano pondrían las fechas y datas de las sentencias, que se conservaría en el archivo de la iglesia, y habría un mayordomo, tres diputados, un clérigo de buena fama limpio, un muñidor y un escribano público de la villa –hidalgo-, estos dos últimos con salario. Archivo Municipal de Trujillo (AMT), Legajo 65, n. 13 (desde ahora xx/xx). Sobre este archivo: Ramos Rubio, José Antonio: «Archivo Municipal de Trujillo», Anuario de Historia de la Iglesia, 12, 2003, pp. 285-288.

[4] Tena Fernández, Juan: Trujillo Histórico y Monumental, Trujillo, R.H. Virgen Dolores, 1988, p. 277.

[5] De testamentos en protocolos de Trujillo de García de Sanabria (1551-), en AMT, he encontrado el de Juan Carrasco, mesonero, que dejó 4 maravedíes a la obra de San Martín (Leg. 1, microfilme 8172816, imagen 215, 1555), lo que quizá se refiriera a la capilla de la cofradía, pero cuyo primer documento es el de 1558 del Archivo Histórico de la Nobleza (AHNob), ver nota 10.

[6] Cantero Muñoz, Antonio: «Ordenanzas de la cofradía del Santísimo Sacramento de Trujillo durante la Edad Moderna», en XXXVI Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, AC Coloquios Históricos de Extremadura, 2008, pp. 155-176.

[7] Cantero Muñoz Antonio: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna, Badajoz, 2006, p. 48.

[8] Tena Fernández, Juan: Trujillo Histórico Monumental, Trujillo, R.H. Virgen Dolores, 1988, pp.131 y ss.

[9] Cantero Muñoz Antonio: La Semana Santa en Trujillo durante la Edad Moderna, Badajoz, 2006, p. 92.

[10] A la que su mayordomo Francisco de Cuevas pagó 328 maravedíes de las pagas de Navidad de 1554 y San Juan de 1555: Recibo de Lope de León, Trujillo a 9.11.1555: AHNob, Fondo Frías+, libro 19, f. 474-5v. Sobre este archivo: Lafuente Urién, Aránzazu: «Los archivos nobiliarios», en Estudios sobre señorío y feudalismo, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000, pp. 27-75. Gómez Vozmediano, Miguel Fernando: «El Archivo Histórico de la Nobleza», Boletín de la ANABAD, 67/1, 2017, pp. 15-32. La Cofradía percibía una o media libra de cera de sus cofrades que faltaban a la fiesta del santo o a su víspera, o a parte de la misa del día de fiesta, y 8 ducados de entrada a cada cofrade no fundador y 13 al hijo de cofrade de 12 años: Constituciones nn. 6, 7, 11, 15, 18. Para la cera se dispuso un arca: Constituciones de la Cofradía de San Martín, n. 14.

[11] Enmienda 3ª: “Mas que los comendadores de Santiago no puedan (pertenecer?) a dicha cofradía sin que tengan sentencia ejecutoria en esta orden de comendadores a intento (…) esta es la enmienda”.

[12] Sobre tal: Bravo Lozano, Jesús ed.: Espacios de poder: Cortes, ciudades y villas, Madrid, 2002, 2 vols.

[13] “y que el cofrade que no viniere a comer por conservación de la dicha paz y caridad de los cofrades estando en la villa que pague el escote como si comiese” (n. 15). El n. 24 era una forma de autoregulación cuasijudicial.

[14] Añadido a n. 26, en letra cursiva. Muchas de las enmiendas están tanto en el margen del documento, lo principal escrito en letra grande, a colores y elegante, como al final del mismo.

[15] Gerbet, Marie Claude: «Essai sur l’apparition d’une moyenne noblesse dans l’Estremadure de la fin du Moyen Aye», Anuario de Estudios Medievales, 16, 1986, pp. 557-570.

[16] García y Diego de Carvajal, hijos de Diego de Carvajal y Beatriz de Vargas, dieron licencia a su hermano Lorenzo Galíndez de Carvajal, para que pudiese disponer de 1.000 ducados de sus legítimas. Testimonios de los  años 1750, 1753 y 1758. AHNob, Fondo Frías+, caja 473/n. 1, año 1569. Francisco de Vargas Manrique, marido de Dª Francisca Chacón, vecino de Madrid y estante en Cartagena, se obligó a pagar al capellán mayor y mayordomo de la Capilla de San Juan de Letrán de Madrid, 300 ducados por préstamo de su arca y archivo: Archivo Histórico Provincial de Murcia (AHPM), Notariado (Not.) 5.159/134-135 y 155/187, 28.4 y 22.5.1577. Sobre el archivo: Montojo Montojo, Vicente: «El archivo objeto de la archivística: El Archivo Histórico Provincial de Murcia en su 50 aniversario», Murgetana Revista de la Real Academia Alfonso X el Sabio, 117, 2007, pp. 169-187.

[17] El título fue concedido el 30.9.1641 con el previo de vizconde de Cerralbo de 19.10.1632 a Juan de Vargas Carvajal, natural de Trujillo, padre de Diego de Carvajal Vargas: Archivo Histórico Nacional (AHN), Consejos (Cons.), 4439, A.1665, Exp.61. Con este Diego pleiteó su hermana María Antonia de Carvajal, mujer de Juan Pizarro de Vargas y Aragón Pizarro de Carvajal, caballero calatravo, vecinos de Trujillo, sobre el mayorazgo que fundó Juan Rodríguez de Mora, llamado de los Fresnos: AHN, Cons. 30398/1, 1661. Sobre este archivo y fondo: Bernal Alonso, Eva: «Los fondos del Consejo de Castilla en el Archivo Histórico Nacional: monederos falsos y saca de moneda», en Muñoz Serrulla, Mª Teresa coord.: La moneda: Investigación numismática y fuentes archivísticas. Madrid: Asociación de Amigos del Archivo Histórico Nacional, 2012, p. 185-215. Ver además: Altieri Sánchez, J.: La casa de los Figueroa del Castillo de Badajoz, Badajoz, 4gatos, 2015: http://publicaciones.4gatos.es/palaciofigueroa/chapter/capitulo-2-las-casas-del-mayorazgo-de-los-fresnos-en-el-castillo-de-badajoz/ [Consultado el 18.6.2019].

[18] AHNob, Fondo Frías, 115/66. Juan de Vargas Carvajal, caballero de Calatrava, pleiteó con Diego de Carvajal y Vargas, vecino de Salamanca, sobre sucesión de mayorazgo fundado por Diego de Carvajal y Vargas y Dª Beatriz de Vargas por una regiduría de Salamanca, heredada del Doctor Galíndez de Carvajal, padre de Diego de Vargas Carvajal: Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Registro de ejecutorias, 2.242/26, año 1618. Hubo otro pleito entre Diego González de Carvajal y Alonso García de Vargas, vecino de Trujillo, sobre el casamiento de Beatriz de Vargas con Diego de Carvajal según la cláusula testamentaria de éste (1519-1520): AHNob, Fondo Frías, 1.655/11. Sobre la relación artística entre Trujillo y Salamanca: García Mogollón, Florencio-Javier: «Una inmaculada del escultor salmantino Antonio de Paz en Trujillo (Cáceres)», Norba. Revista de Arte, 14-15, 1994-1995, pp. 313-319.

[19] Documentos de Martín de Chaves, morador de Herguijuela (Trujillo): AHNob, Fondo Frías, 1559/3.

[20] Martínez, José Luís: Hernán Cortés, FCE, Madrid, 1992, pp. 528 y 540.

[21] Bernabé Román y Pedro Hurtado de la Fuente fueron los mayordomos de la Cofradía del Santo Nombre de Jesús, con sede en la Iglesia de la Trinidad, que pidieron en nombre de ella el añadido de unos capítulos a la regla. Los cofrades Florián de Segura, visitador, Miguel de Burgos, escribano, Cristóbal Enríquez, Cristóbal Jiménez, Gabriel Hurtado, Antón García, Pedro de Santiago, Alonso de Madrid de Montalvo, Esteban Vázquez, Francisco de Morales, Martín López, Luís Sánchez, Juan Francés, Gaspar de Aguilar y Alonso de Pina apoderaron el 6.7.1572 a los mayordomos y a Cosme Jiménez, clérigo, para tramitar su aprobación, con fray Juan de la Trinidad, Jerónimo de Córdoba y Lázaro Martín como testigos. Capítulo primero: Que ningún visitador, ni oficial, ni contador, ni diputado pueda ser tornado a reelegir hasta tercero año.

[22] Francisco Hurtado de la Fuente testó en Potosí (Perú) el 13.3.1576 y dejó albacea a Diego Hurtado, quien hizo la fundación de misas para la Iglesia de San Vicente en Madrid el 18.9.1581: Ramírez de Arellano y Díaz de Morales, Ramón: Las parroquias de Toledo, Toledo, Tipografía de Sebastián Rodríguez, 1921, pp. 129-130, 184, 195-196, 231, 236-8, 244 y 284. También en Trujillo, donde Catalina García, hija de Cristóbal García, vecina de ella, recibió de Alonso de Trujillo, vecino de México, 9 marcos y 6 onzas de plata en herencia, o Diego de Saz, mercader de Trujillo, mantuvo tratos en Perú con Diego de Arévalo y Francisco de Cuevas, estantes en Perú, para cobrar deudas al licenciado Juan Álvarez, cirujano y su mujer. AMT, Not. nn. 1 (G.Sanabria), f. 89, recibo de 10.7.1551 y 7, (25.8.1551) 24.2.1564.

[23] Capítulos de los mayordomos de la Cofradía del Nombre de Jesús de Toledo. Toledo, 6 y 18.7.1572. Ordenamos que por cuanto después que esta cofradía se fundó de muchos de los que sirvieron el primero y el segundo año en oficios se han tornado a reelegir de unos años para otros hasta este año presente, lo cual ha causado y causa mucho escándalo entre los cofrades, esto por causa que en esta nuestra cofradía hay muchas personas principales que se han sentido por agraviados por no haber hecho cuenta de ellos en la elección, queremos y tenemos por bien que de aquí adelante ningún visitador, ni oficial, ni contador, ni diputado que este año hubiere servido en los tales oficios no pueda ser tornado a reelegir en ningún oficio si no fuere para mayordomo hasta tercero año, porque así conviene al servicio de Dios Nuestro Señor y de esta cofradía, y de esta suerte se entienda que ha de haber la dicha orden en todos los años para siempre jamás. Archivo Diocesano de Toledo (ADT), Cofradías (C), caja 27, n. 32 y 25/25

[24] Capítulo segundo: Que porque se cumpla con nuestros cofrades difuntos se reducen las dieciséis misas que la cofradía estaba obligada a decir a seis misas. Item ordenamos que por cuanto por capítulos de nuestra regla estábamos obligados a decir por cada cofrade o cofrada que falleciere diez y seis misas, y por ser muchos los cofrades que mueren por ser la cofradía como es de mucho número de gente y estar siempre muy alcanzada con gastos de cera, de la disciplina y entierros y comida que es obligada a dar a los pobres de la cárcel y del Hospital del Rey y otras obligaciones que tiene, no ha cumplido ni puede cumplir las dichas misas, por tanto queremos y tenemos por bien que porque con más facilidad la dicha cofradía cumpla con los dichos cofrades que fallecieren que las dichas dieciséis misas se reduzcan a seis misas, las cuales se digan luego y de esta suerte se cumplirá con los cofrades que fallecieren. Ídem.

[25] Capítulo tercero. Que los bienes de esta cofradía se den por inventario a los mayordomos que entraren en cada un año. Otrosi queremos que porque los bienes que esta dicha cofradía tiene no vengan en disminución ordenamos que después que los nuestros mayordomos que salieren hubieren dado cuenta de los maravedíes que en el tiempo de su mayordomía hubieren entrado en su poder que así mismo den cuenta de todos los bienes que les fueren entregados por inventario por ante nuestro escribano y si alguna cosa faltare de dar que lo pague de sus bienes a la dicha cofradía; el cual inventario han de dar a los mayordomos nuevos que así hubieren tomado a la dicha cofradía. Capítulo cuarto. Que el repartir de los cargos y cetros que es de mayordomos, visitadores y oficiales en caso que hubiere diferencia entre ellos quede a solos mayordomos y visitadores. Item que por cuanto al tiempo del repartir de los cargos y cetros que han de ir el Viernes Santo en nuestra disciplina suele haber entre los mayordomos, visitadores y oficiales grandes diferencias, esto a causa de no conformarse porque cada uno pretende nombrar a sus amigos para los dichos cargos y cetros, por tanto ordenamos que en caso que en cabildo de mayordomos, visitadores y oficiales no se conformaren o la mayor parte de ellos sin tener escándalo, que el tal repartimiento quede a parecer de solos mayordomos para que ellos lo provean como más convenga al servicio de Dios nuestro Señor y de esta cofradía. Ídem.

[26] También hubo dos diputados en la Cofradía de la Soledad, de finales del s. XVI (ordenanzas de 1609): Cantero Muñoz, A.: “La Semana Santa de Trujillo en época de Cervantes, a través de las Ordenanzas de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, Angustias, y Dulce Nombre de Jesús”, XXXIV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, C.I.T. Trujillo, 2006, pp. 127-154.

[27] Capítulo quinto. Que al tiempo de la elección nombren dos personas por contadores los cuales han de quedar por diputados para el Viernes Santo. Otrosi queremos y ordenamos que de aquí adelante al tiempo que se juntaren a cabildo de oficiales y mayordomos y visitadores para elegir y hacer elección para el año siguiente, que entonces se nombren en el dicho cabildo dos personas honradas y buenos cristianos por contadores para que tomen las cuentas a los mayordomos que hubieren sido, a los cuales se les encargue las conciencias que las tomen fielmente y tomadas las presenten el primer cabildo general que hubiere después de la dicha elección, los cuales contadores queden por diputados para ir la noche de la disciplina a la Cofradía de la Soledad a hacer que se cumpla la escritura de concordia hecha entre ambas cofradías, y si los dichos estuvieren ocupados o enfermos y no pudieren ir aquella noche a la dicha Cofradía de la Soledad, los mayordomo visitadores nombren dos cofrades, los que les pareciere por diputados para el dicho efecto, lo cual queremos que se haga y cumpla como es dicho para siempre jamás. Yo Miguel de Burgos, escribano de la Cofradía del Santo Nombre de Jesús de la dicha ciudad doy fe que en seis días del presente mes de julio de este año, estando en cabildo general se ordenaron los capítulos arriba contenidos y por la verdad lo firmé de mi nombre. Miguel de Burgos. [Nota:] Va en tres renglones si no fuere por mayordomo en ningún oficio. Sin fecha. ADT, C, 27/32 y 25/25.

[28] Consta junto con la de la Caridad en el testamento de Mª Herrera de Cervantes: AMT, Not.7, rº 6, 1564. Cantero Muñoz, A.: “Órdenes religiosas y cofradías penitenciales durante la Edad Moderna. La fundación de la cofradía de Jesús Nazareno en el convento de la Merced”, XXXV Coloquios Históricos de Extremadura, Trujillo, C.I.T. Trujillo, 2007, pp. 149-162.

[29] Cantero Muñoz, A.: “La devoción a Jesús Nazareno en Trujillo durante la Edad Moderna”, Actas del Congreso Nacional La Advocación de Jesús Nazareno, Córdoba, Ayuntº Pozoblanco, 2007, pp. 679-694.

[30] Thompson, I.A.A.: Guerra y decadencia. Gobierno y administración en la España de los Austrias, Barcelona, Crítica, 1981, p. 157.

[31] La cuenta es un buen ejemplo de la dietética y gastronomía de la época: “Gastos hechos en virtud de carta de mi señora de 20 de mayo de este presente año [1677] en 2 de junio de él con las relixiosas franciscas que pasaron de Trujillo a fundar a Mula, que se ayan en su compañía otras tres seglares y veynte personas entre ermanos y parientes y criados del señor Duque de Alva y a todos se les dio de çenar y almorçar: Carnero y criadillas: Primeramente çinquenta y seis reales y medio del precio de treinta y dos libras de carnero y criadillas a 15 quartos. Pollos y pichones: Sesenta y cinco reales y medio que costaron doce pollos y doçe pichones que se gastaron en çena y almuerço. Pan: Diez y ocho reales de pan en paneçillos y pan grande. Vino: Doce reales y medio de vino de dos arrobas y media a cinco reales la arrova. Çera: Seis reales y ocho mrs. de media libra de velas de cera. Agua de limón: Cinco reales que costó una garrafa de agua de limón que hiço el aloxero para cuando llegaron. Bizcochos: Nueve reales de libra y media de bizcochos a seis reales la libra. Toçino: Onçe reales y 10 mrs. de del precio de cuatro libras de xamón que se pusieron con las criadillas a 24 cuartos la libra. Sardinas en escabeche: Diez y nueve reales de siete libras de sardinas en escabeche a 23 quartos la libra que se gastaron […] llegaron y las quatro que llevaron por haberlas pedido el guardián de Çalamea que venía con dichas religiosas. Peçes: Siete reales de seis libras de peçes a diez cuartos la libra que compré el día 25 de mayo cuando aguardava dichas religiosas y se perdieron dichos peçes. Leña: Çinco reales de una carga de leña que se gastó en la coçina. Dulces: Trece reales de dos libras de tallos de lechuga y çiruelas que se trajeron por decir el criado del señor Duque de Alva que ayunaban algunas de las religiosas. Manteca, especias y ensalada: Cuatro reales y medio de manteca, especias y ensaladas. Aceyte: Cuatro reales de aceyte que se gastó en los velones, lámparas y ensaladas. Chocolate: Treçe reales y medio de media libra de chocolate y el açucar para açerlo que se les dio por la mañana. Guisandera: Doçe reales que pagué a Ysabel Baptista, vezina de esta villa, a quien truje para que ayudase a guisar y se estuvo sin acostar toda la noche para guisar el almuerço. Propios: Veinte reales que dí los diez a Matheo Fernández, vezino de esta villa, para que fuese a la de Talavera el día 26 de mayo a sauer si tenía noticia de las religiosas, si auian de venir o auian pasado para disponer de alguna prevención que auia hecha que no se perdiese, y los otros diez a otro propio que me despachó D. Estevan de Escobar con todos sus papeles que están con éste. Pregonero y gallegos: Diez y seis reales de traer y llevar las camas que se buscaron prestadas para las cinco religiosas y tres seglares que durmieron en casa, que los demás de cumplimiento se acomodaron en casas particulares. Que el dicho gasto según estas partidas suma y monta 298 doscientos noventa y ocho reales y un maravedí salvo error, que fue el que se hiço y así lo juró y firmó, en cuatro de […] de mil seiscientos y setenta y siete años. Don Joseph de Loyola. (AHNOB, Cuentas de Oropesa, en catalogación).

[32] Era hija de Pedro Suárez de Toledo (+ 1456), 4º señor de Pinto, y Juana de Guzmán: Martínez Caviró, Balbina: «Árbol genealógico de los Álvarez de Toledo y de los señores de Higares», Toletum Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, 53, 2006, pp. 93-97, v. 94. Otra hija, Dª Elvira de Toledo casó con Diego Carvajal y fundó el mayorazgo de Salinas, recibido en dote para contraer con Diego Carvajal, abuelos de Fernando Carvajal: AHNob, Fondo Frías, Árbol genealógico.

[33] AHNob, Fondo Frías, 1.724/7-8, años 1450-1480.

[34] 21.518 reales que cobraron por él Marcos Fúcar o Fúger y sus hermanos a los fiadores de Nicolás Leonardo, vecino de Hornachos, por la deuda en la administración de los bienes de los moriscos, con intervención de Bonifacio de Almonacid, gobernador de Hornachos, Pedro Gutiérrez, contador de la mesa maestral del partido de Llerena, y Segismundo de Inderhofen: AHNob, fondo Frías, 1.715/3, 1619-1620.

[35] Franco Silva, Alfonso: «Los Niño: Un linaje de la oligarquía municipal de Toledo en el siglo XV», Anuario de Estudios Medievales, 31-1, 2001, pp. 191-294. Quirjona Rodríguez, Ana: «Mecanismos y estrategias de promoción, ascenso y consolidación de los Carrillo de Toledo, Señores de Caracena y Pinto», Historia y Genealogía, 2, 2012, pp. 209-231.

[36] Pedro Montero Pantoja, hijo de Isabel Gutiérrez, viuda de Guillén de la Merced, vivía en Toledo, en casa del beneficiado Juan Alonso, vecino de Talavera de la Reina -Testamento de Isabel: AHPM, Not. 5.324/322, 12.8.1632-, situación no extraña ésta de vecinos de Talavera que vivían en Toledo por trabajo.

[37] Catalina Loaisa hija de D. Juan Duque de Estrada Guzmán y Portugal y Dª María de Morales y Guzmán, ésta natural de Guadalajara, por lo que depusieron 16 testigos de Guadalajara, 8 de Madrid y 12 de Talavera. Él fue biznieto de Francisco de Meneses y Dª María de Padilla y nieto de D. Cosme de Meneses y Dª Lorenza Manrique, sobre el que tuvieron antes derecho de sucesión: 2º Hernán Álvarez de Meneses (cc. Dª Germana de Luna), 3º D. Carlos de Guevara y Meneses (cc. Dª María de Meneses), 4º D. Antonio de Meneses Padilla, 5º D. Pedro de Padilla y Meneses, y a quien siguieron: 7º Dª Francisca de Padilla (cc. Pedro González Gaytán), 8º Juan de Ayala, 9º el mencionado D. Francisco de Meneses Manrique, 12º D. Juan de Meneses (cc. Dª María del Águila), 13ª Dª María de Padilla (cc. D. Francisco López de Zúñiga, marqués de Baides), por la que más adelante pasó al marqués de Santa Cruz. La 20ª Dª Mariana de Meneses casó con D. Gaspar Rodríguez de Monroy: de los Monroy de Toro, Villalón y Aguilar del Campo: Ávila Seoane, Nicolás: «Hernando Monroy y Orellana», en DB-e, Real Academia de la Historia. Fernández Sánchez, Manuel V.: Una cronología ilustrada sobre Valverde de la Vera. 2019: https://manuelvicentefs.files.wordpress.com/2014/03/una-cronologc38da-sobre-valverde-de-la-vera.pdf . Barredo de Valenzuela, Adolfo: Nobiliario de Extremadura, Madrid, Hidalguía, 1996, v. 4, p. 122.

[38] AHNob, Bornos, caja 673/6, años 1523-1779. Olmedo Ramos, Jaime: «Historia y actualidad de la Semana Santa en Talavera», Alcalibe, 9, 2009, pp. 387-407, v. 394 nota 31. Huerta García, Florencio: «Criados mayores, juntas de gobierno señoriales y archivos nobiliarios», Alcalibe, 5, 2015, pp. 164-181.

[39] Sobre Talavera: Suárez Álvarez, Mª Jesús: La villa de Talavera de la Reina y su tierra en la Edad Media (1369-1505), Oviedo, Universidad de Oviedo, 1983, pp. 89-90. Cuesta Nieto, José Antonio: «Una familia con mayorazgo. Los Carvajal de Talavera de la Reina», Tiempos modernos, 27/2, 2013, 32 p. Gómez-Menor Fuentes, José Carlos: «Los Loaysas de Talavera de la Reina, señores de Huerta de Valdecarábanos», Anales Toledanos, 26, 1989, pp. 353-379. Franco Silva, Alfonso: «La implantación de señoríos laicos en tierras de Toledo durante el siglo XV. El ejemplo de Gálvez», en I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, Vol. 6, Tomo 1 (Campesinos y señores en los siglos XIV y XV), Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, pp. 68 y 73.

[40] En 1502 (Ladero, p. 163) el tercer señor con más escuderos con acostamientos o soldadas en Trujillo era el señor de Belvís (6), después del conde de Belalcázar (24) y el duque de Béjar (9). El acostamiento “’vive con…’ significa que el interesado recibía alguna ayuda, cantidad (…) a cambio de mantenerse a punto para los llamamientos que le hiciera su señor con objeto de prestarle servicios militares. Es una forma tardía o derivada del vasallaje clásico que los reyes practicaban con caballeros y escuderos de todo el reino, y los grandes y medianos nombres también”.

[41] Mazo Romero, Fernando: El Condado de Feria (1394-1505), Badajoz, Institución Cultural Pedro de Valencia, 1980. Rubio Masa, Juan Carlos: El mecenazgo artístico de la Casa Ducal de Feria, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2001.

[42] He aquí un ejemplo de archivo. Aunque la data del documento es Cebolla, en él se relacionan todos los dominios extremeños de Jarandilla y Deleitosa: “Excelentísimo. La proposición de sujetos para la elección de oficiales de justicia del año venidero, emos procurado con el debido cuidado que se deue nombrar personas si no méritas y que sean combenientes al servicio de Dios nuestro Señor y el de Vuestra Excelencia y aunque hay tan pocos sujetos que no son cuatro, que no sean deudores al pósito y otros no an pasado los hucos de los oficios de justicia que an servido, por esta razón no los proponemos, si bien en la eleción, que remitimos a Vuestra Excelencia, van nombrados en la forma que Vuestra Excelencia verá, quisiéramos aver azertado y cumplir con la voluntad y servicio suyos, a cuyos pies postrados todos pedimos perdón de nuestro yerro que en esta parte ayamos cometido. Simón Sánchez, escribano de este ayuntamiento, queda con el debido cuidado sacando el testimonio del pósito de los deudores morosos que deven oy a su caudal, y como se necesita de algún tiempo para hazerle le remitimos de presente, prometemos a Vuestra Excelencia, luego que se acaue, remitirle como propio. También dezimos a Vuestra Excelencia emos hecho la dilijencia que nos mandó en apremiar a los panaderos que precisamente vayan a moler a los molinos de Vuestra Excelencia, y sobre esto les emos propuesto penas y quedan adbertidos para dezirlo a la justicia venidera observen los mandatos de Vuestra Excelencia y se cumplan como es justo. Y todos deseamos Vuestra Excelencia vea y goçe de muy buena Pascua del Naçimiento de nuestro salvador y redentor Jesuchristo con los aumentos de graçia y salud que merece en días buenos del marqués de Jarandilla y señora marquesa, hijos de Vuestra Excelencia, cuyos excelentísimos pies besamos. Cevolla y Ayuntamiento a 21 de diciembre de 1665 años. Señor besan los pies de Vuestra Excelencia. Pedro de Bustos de Bedmar, Juan Jaime Molinero, Jaime Ávila de Frías, Alonso Sánchez Mançanilla. De acuerdo del ayuntamiento: Simón Sánchez. Estado de Oropesa: Oropesa, Calzada, Gartera, Torralva, Parrillas, Navalcán, Torrico, Alcañizo, Herreruela, Caleruela, Corchuela, Guadierna Alta, Lavaja, San Julián. Estado de Belvís: Belvís, Almaraz, Mesa de Ibor, Casas de Belvís, Valdecanar (Valdecañas), Valdehúncar. Estado de Deleytosa: Deleytosa, Campillo, Fresnedoso, Medio Robledo. Marquesado de Jarandilla: Jarandilla, El Guijo, Tornavacas. Escrivanos: Antonio Hermosa, Joseph Cordero Leal, Manuel González, Joseph Manuel Torrejón, Baltasar de Villalba, Francisco Agustín de Arroyo, Manuel Mausano, Diego del Verro, Juan González Sedillo, Manuel de Miranda, Bonifacio Téllez, Ambrosio Conde, Joan García Álvarez”. (AHNOB, Cuentas de Oropesa, en catalogación).

[43] Cristóbal de Alarcón, vecino de Trujillo, apoderó a Francisco Caballero, su criado, de Trujillo, para cobrar 142.766 mrs. a Hernán y Pedro López, de Torrijos, obligados de las carnicerías de Talavera, por carnes que les vendió por obligación de plazo pasado: AMT, Not. 1, f. 97v, 29.7.1559.

El contenido de las páginas de esta web está protegido.