
Rubén Núñez Quesada
Esta comunicación recupera la figura y la obra de José Gerber de Robles (†1845), médico, catedrático y pionero de la enseñanza científica en la España del siglo XIX. Desde el Instituto de Segunda Enseñanza de Cáceres, Gerber de Robles publicó el primer manual de historia natural concebido para el alumnado español, adaptando la ciencia a la realidad peninsular y apostando por una didáctica innovadora y contextualizada. Además, tradujo y divulgó el Corán, facilitando el acceso del público español al pensamiento islámico desde una perspectiva racionalista y comparada. Su labor abarcó también la medicina, con obras de referencia para la práctica sanitaria de su tiempo. El trabajo analiza el impacto de sus manuales, la recepción de sus traducciones y la proyección de su legado, subrayando la importancia de su contribución desde una ciudad de provincias y reflexionando sobre el olvido de figuras fundamentales en la construcción de la cultura y la ciencia españolas.
- INTRODUCCIÓN
La figura de José Gerber de Robles[1] emerge como un protagonista fundamental en la transformación de la enseñanza de las ciencias naturales en la España decimonónica, representando la transición desde una tradición académica dependiente de traducciones foráneas hacia la producción de materiales pedagógicos originales adaptados al contexto nacional. Doctor en Ciencias Médicas y catedrático de Historia Natural en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cáceres[2], Gerber de Robles encarna la figura del naturalista-educador que caracterizó el proceso de institucionalización científica española durante el siglo XIX[3].
Su obra más significativa, Elementos de Historia Natural para uso de los establecimientos de instrucción pública de España (Cáceres, 1843), constituye un hito en la historia de la didáctica científica española por ser el primer manual original en castellano específicamente concebido para la enseñanza secundaria, rompiendo con la secular dependencia de adaptaciones y traducciones de textos franceses o latinos que había caracterizado la educación científica en España. Esta innovación pedagógica se inscribe en el contexto más amplio de las reformas educativas liberales, particularmente el Plan Pidal de 1845, que institucionalizó la enseñanza de las ciencias naturales en los institutos de segunda enseñanza y responsabilizó al Estado de la función docente.
La historiografía sobre la enseñanza de las ciencias naturales en España durante el siglo XIX ha experimentado un desarrollo significativo en las últimas décadas, con contribuciones fundamentales como la tesis doctoral de Alberto Gomis Blanco sobre «Las Ciencias Naturales en España en el siglo XIX (1833-1874)», que examina exhaustivamente el estado de la morfología, fisiología y sistemática en el período de consolidación institucional. Sin embargo, la figura específica de José Gerber de Robles y su contribución a la manualística científica española permanece relativamente inexplorada en la bibliografía especializada.
Pero por si esto no fuera poco, los estudios sobre la traducción del Corán al español en el siglo XIX, desarrollados por Juan Pablo Arias Torres[4], han proporcionado información valiosa sobre la actividad traductológica de Gerber de Robles, situándose en el contexto de las «filias y fobias» hacia el mundo árabe-islámico que caracterizaron el orientalismo español decimonónico, siendo la traducción del Corán de Gerber de Robles al castellano una de las primeras y más importantes de la época. No obstante, esta perspectiva, aunque importante, ha sido relegada a un segundo plano por el análisis de su contribución fundamental a la pedagogía científica.
La ausencia de un estudio monográfico sobre Gerber de Robles resulta particularmente significativa si consideramos que su manual de historia natural fue adoptado en numerosos institutos españoles y utilizado de forma continuada durante al menos dos décadas, ejerciendo una influencia decisiva en la formación de una generación de naturalistas y en la profesionalización de la enseñanza científica en España.
Objetivos y metodología
El presente estudio se propone cubrir esta laguna historiográfica mediante un análisis exhaustivo de la figura de José Gerber de Robles y su obra, con los siguientes objetivos específicos:
- Contextualizar la producción científica y pedagógica de Gerber de Robles en el marco de la evolución de la historia natural como disciplina académica en la España del siglo XIX.
- Analizar la estructura, contenido e innovaciones didácticas de Elementos de Historia Natural (1843) en comparación con los manuales precedentes y coetáneos.
- Evaluar el impacto de su obra en la institucionalización y profesionalización de la enseñanza de las ciencias naturales en los institutos de segunda enseñanza.
- Examinar su labor traductológica, particularmente la traducción del Corán (1844), como expresión del contexto cultural e intelectual de su época.
- Determinar el legado y la influencia de Gerber de Robles en la evolución posterior de la manualística científica española.
La metodología empleada combina el análisis bibliográfico exhaustivo de fuentes primarias y secundarias con el estudio comparativo de los manuales de historia natural del período, aplicando enfoques propios de la historia de la ciencia, la historia de la educación y la historia de la traducción. Se ha prestado especial atención a la documentación conservada en archivos históricos y bibliotecas especializadas, así como a los estudios más recientes sobre la institucionalización científica en la España liberal.
Las fuentes primarias fundamentales para este estudio incluyen Elementos de Historia Natural de Gerber de Robles en su edición original de 1843, así como su traducción del Corán publicada en Madrid en 1844 3 [5]. La documentación sobre su actividad institucional en Cáceres se ha complementado con los estudios sobre la historia del Instituto de Segunda Enseñanza de dicha ciudad y sus archivos y las actividades de la Sociedad Económica de Amigos del País local, así como con el Archivo Diocesano de Cáceres.
Entre las limitaciones documentales más significativas se encuentra la escasez de información biográfica detallada sobre Gerber de Robles, particularmente en lo relativo a su formación académica, fecha de nacimiento, y contexto familiar. Esta carencia, común a muchas figuras científicas menores del siglo XIX español, obliga a reconstruir su perfil intelectual a partir de su producción escrita, de las referencias indirectas en la documentación institucional de la época y la poca documentación que hemos podido localizar.
La presente investigación aspira a contribuir al conocimiento de un período crucial en la historia de la ciencia española, cuando se sentaron las bases institucionales y pedagógicas que permitirían la modernización científica del país en las décadas siguientes. La figura de José Gerber de Robles, situada en la encrucijada entre la tradición ilustrada y la modernidad liberal, ofrece una perspectiva privilegiada para comprender estos procesos de transformación cultural y educativa.
- El estudio de la Historia Natural en España: génesis y evolución hasta el siglo XIX. Manuales previos a Gerber de Robles y concepción de la enseñanza de la historia natural
2.1. Raíces y consolidación de la Historia Natural en España
El estudio de la historia natural en España tiene antecedentes remotos que se remontan a la Antigüedad, con la figura de Plinio el Viejo y su Naturalis Historia, obra que ya en época romana dedicaba especial atención a Hispania y que fue traducida al castellano en el siglo XVII, contribuyendo a la difusión de un saber enciclopédico y sistemático. Sin embargo, es en la Edad Moderna, especialmente a raíz del “descubrimiento de América”, cuando España desempeña un papel primordial en la recopilación, observación y clasificación de especies desconocidas para la ciencia europea. Naturalistas como Gonzalo Fernández de Oviedo, realizaron extensos estudios de mineralogía, geología, biología, zoología, botánica y antropología en el Nuevo Mundo, sentando las bases de una tradición empírica y descriptiva que marcaría el devenir de la disciplina en los siglos posteriores[6].
Durante la Ilustración, la creación de instituciones como el Jardín Botánico de Madrid (1755), dirigido por José Quer, y el impulso dado por figuras como Juan Minuart, José Gómez Ortega y, ya en el siglo XIX, Antonio José Cavanilles y Mariano Lagasca, consolidaron la botánica y la zoología como ramas científicas de primer orden. Estas instituciones no sólo promovieron la investigación y la clasificación de especies, sino que también patrocinaron expediciones científicas a América y Asia, y sentaron las bases para la enseñanza reglada de la historia natural en España.
2.2. El modelo enciclopédico y la enseñanza preuniversitaria
Hasta bien entrado el siglo XIX, la enseñanza de la historia natural en España estuvo marcada por una concepción enciclopédica, heredera de la tradición ilustrada y de la influencia francesa. Los manuales utilizados en colegios y universidades eran, en su mayoría, traducciones o adaptaciones de obras extranjeras, especialmente francesas, que priorizaban la descripción sistemática y la clasificación según los modelos de Buffon, Linneo y Cuvier. Ejemplo de ello es la proliferación de textos que reproducían la estructura tripartita (animal, vegetal, mineral) y la nomenclatura internacional, con escasa adaptación al contexto ibérico[7].
La dependencia de manuales extranjeros se observa en la circulación de obras como los Éléments de l’histoire naturelle de Doyère o los tratados de Buffon, que se tradujeron y adaptaron para el uso escolar español, pero que apenas incluían referencias a la flora, fauna o geología peninsulares. El contenido era eminentemente teórico, con poca atención a la experimentación, la observación directa o la aplicación práctica, y las ilustraciones, cuando existían, solían ser copias de grabados franceses.
2.3. Primeros manuales impresos y los intentos de adaptación nacional
A mediados del siglo XIX, algunos autores españoles intentaron adaptar la enseñanza de la historia natural a las necesidades del país. Destaca la figura de Manuel María José de Galdo, cuyo Manual de Historia Natural (1849) es uno de los primeros intentos de elaborar un texto en castellano con anotaciones propias, aunque todavía muy influido por la tradición francesa y la estructura sistemática importada. Sin embargo, estos manuales seguían careciendo de una orientación didáctica moderna y de una contextualización real en el entorno español.
La ausencia de uniformidad curricular y la falta de un sistema educativo centralizado provocaban grandes diferencias entre regiones e instituciones. La enseñanza dependía en gran medida de la iniciativa de los catedráticos y de los recursos disponibles en cada centro, lo que generaba una gran heterogeneidad en la formación científica del alumnado.
2.4. Limitaciones y carencias del modelo previo a Gerber de Robles
Hasta la década de 1840, la enseñanza de la historia natural en España presentaba varias limitaciones estructurales y pedagógicas:
- Predominio de la traducción: La mayoría de los textos eran traducciones o adaptaciones, con escasa originalidad y poca relevancia para el contexto nacional.
- Enfoque teórico y enciclopédico: Se priorizaba la clasificación y descripción sobre la experimentación y la observación directa.
- Desconexión con la realidad local: La flora, fauna y minerales descritos rara vez correspondían al entorno inmediato del alumnado, dificultando la apropiación del conocimiento científico.
- Falta de material gráfico propio: Las ilustraciones eran limitadas y, en muchos casos, no representaban especies ibéricas.
- Ausencia de pedagogía experimental: No se promovía el trabajo de campo ni la manipulación de especímenes, lo que restringía la formación práctica de los estudiantes.
- Consolidación y profesionalización de la Historia Natural en el siglo XIX: instituciones, docentes y manuales
El siglo XIX fue el escenario de una transformación profunda en la enseñanza y el desarrollo de la historia natural en España. Este proceso, que culminó en la profesionalización de la disciplina y en la aparición de manuales originales como el de Gerber de Robles, estuvo marcado por el avance de la legislación educativa, la consolidación de instituciones científicas, la emergencia de un cuerpo docente especializado y la progresiva modernización de los contenidos y métodos didácticos.
3.1. Reformas educativas y contexto político
La génesis del sistema educativo español moderno se sitúa en el siglo XIX, impulsada por las grandes reformas políticas que acompañaron la transición del Antiguo Régimen al Estado liberal. La Constitución de Cádiz de 1812 reconoció por primera vez el derecho a la educación y la obligación del Estado de garantizarla, sentando las bases para la construcción de un sistema educativo nacional y laico[8] [9]. Sin embargo, el proceso fue largo y estuvo jalonado por sucesivas constituciones y leyes (1837, 1845, 1869, 1873, 1876), que reflejaron los vaivenes políticos y las tensiones entre liberales y conservadores. La presión por modernizar la enseñanza científica y dotarla de materiales propios se intensificó con las reformas educativas liberales de mediados del siglo XIX.
El Plan Pidal[10] (1845) y la creación de los institutos de segunda enseñanza respondieron a la necesidad de unificar y elevar el nivel de la educación secundaria, haciendo imprescindible la elaboración de manuales originales en castellano, adaptados a los nuevos programas oficiales y a la realidad natural española.
La Ley de Instrucción Pública de 1857, conocida como Ley Moyano, supuso el primer intento de unificación y regulación integral de todos los grados de la enseñanza, desde la primaria hasta la universidad[11]. Esta ley consolidó la estructura de la educación secundaria, estableció la obligatoriedad de materias científicas y sentó las bases para la profesionalización de los docentes y la creación de manuales específicos. La Ley Moyano recogía y sistematizaba normativas previas, dotando a la instrucción pública de un enfoque general y clarificando las relaciones administrativas y curriculares entre sus distintas partes.
En este contexto, la historia natural pasó de ser una materia marginal a ocupar un lugar central en los programas de los institutos de segunda enseñanza, en parte por la influencia de la Ilustración y el reconocimiento de la ciencia como motor de progreso social y económico 2.
3.2. Instituciones científicas y redes profesionales
La consolidación de la historia natural como disciplina académica fue inseparable de la creación y desarrollo de instituciones científicas de referencia. El Real Jardín Botánico de Madrid, el Museo Nacional de Ciencias Naturales (heredero del Real Gabinete de Historia Natural) y las Sociedades de Amigos del País (a la que pertenecía Gerber de Robles), desempeñaron un papel crucial en la investigación, la formación de naturalistas y la difusión del conocimiento científico.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la fundación de la Sociedad Española de Historia Natural (1871) y la proliferación de gabinetes y laboratorios en los institutos y universidades reforzaron la profesionalización y la especialización disciplinar. Estas redes institucionales facilitaron el intercambio de ideas, la publicación de trabajos originales y la incorporación de las novedades científicas internacionales, como la teoría de la evolución o los avances en morfología y fisiología vegetal y animal.
El establecimiento de las Escuelas Normales (1839) para la formación de maestros de primaria fue otro hito relevante, pues permitió la transición de un modelo gremial y autodidacta a uno reglado, aunque inicialmente primó la formación cultural sobre la pedagógica. Para la enseñanza secundaria, la creación de un cuerpo de catedráticos de historia natural, seleccionados por oposición y adscritos a los institutos provinciales, supuso la consolidación de una élite docente responsable de la transmisión y renovación del saber científico[12].
3.3. El perfil del naturalista-educador
La figura del naturalista-educador del siglo XIX se caracteriza por una formación académica sólida, una vinculación activa con las instituciones científicas y una dedicación tanto a la investigación como a la docencia. Estos docentes, muchos de ellos médicos o farmacéuticos de formación inicial, se especializaron progresivamente en disciplinas como la botánica, la zoología o la mineralogía, y participaron en la elaboración de manuales, la organización de excursiones científicas y la creación de colecciones didácticas.
La profesionalización del docente de historia natural se reflejó en la exigencia de títulos universitarios, la pertenencia a sociedades científicas y la participación en congresos y publicaciones especializadas. Esta nueva generación de profesores introdujo innovaciones metodológicas, como la observación directa, el trabajo de campo y el uso de material gráfico y experimental, anticipando la didáctica activa que se consolidaría a finales de siglo.
3.4. Manuales y tratados: evolución, debates y modernización
La evolución de los manuales de historia natural en el siglo XIX refleja el tránsito desde la dependencia de traducciones y adaptaciones extranjeras hacia la producción de textos originales y adaptados al contexto español. Durante las primeras décadas del siglo, los manuales más utilizados eran traducciones de obras francesas (Buffon, Cuvier, Doyère) o adaptaciones poco contextualizadas, con un enfoque enciclopédico y una escasa atención a la flora, fauna y geología peninsulares.
La progresiva consolidación del sistema educativo y la profesionalización docente propiciaron la aparición de manuales originales en castellano, concebidos específicamente para la enseñanza secundaria. Obras como el Manual de Historia Natural de Manuel María José de Galdo y, sobre todo, los Elementos de Historia Natural de José Gerber de Robles, que ahora trataremos con detenimiento, marcaron un punto de inflexión al ofrecer contenidos adaptados al currículo nacional, con ejemplos y terminología relevantes para el alumnado español.
La segunda mitad del siglo XIX fue testigo de una modernización acelerada de los contenidos y métodos, impulsada por la recepción de las teorías evolucionistas y la renovación de la clasificación biológica. Autores como Odón de Buen e Ignacio Bolívar introdujeron la perspectiva darwinista y promovieron la experimentación y la observación como ejes de la enseñanza, aunque estas innovaciones encontraron resistencias en sectores conservadores y eclesiásticos.
3.5. La transición hacia la didáctica experimental y la influencia del evolucionismo
El impacto de la teoría de la evolución y los avances en morfología y fisiología vegetal y animal transformaron la enseñanza de la historia natural en España. Los manuales comenzaron a incorporar la clasificación filogenética, la explicación de los mecanismos evolutivos y la importancia de la variabilidad y la adaptación. La observación directa, el trabajo de campo y la experimentación pasaron a ocupar un lugar central en la formación científica, en línea con las tendencias internacionales.
Sin embargo, la integración de estos nuevos paradigmas no estuvo exenta de polémica. La resistencia de sectores religiosos y conservadores a la enseñanza del evolucionismo se tradujo en la censura de manuales, la exclusión de determinados contenidos y la defensa de una visión creacionista de la naturaleza. A pesar de ello, la historia natural se consolidó como una disciplina fundamental en la formación de la ciudadanía y en la construcción de una cultura científica moderna. Muy posiblemente la nueva visión evolucionista de la historia natural es lo que hizo que el manual de Gerber de Robles quedara tan pronto obsoleto y se perdiera rápidamente su memoria.
- José Gerber de Robles y los Elementos de Historia Natural (1843): Análisis exhaustivo
4.1. Biografía y contexto intelectual de Gerber de Robles
El registro parroquial de la misa de difuntos (Santa María de Cáceres, 4 de abril de 1845) documenta que José Gerber de Robles (en el acta como «Gerver», variante frecuente en fuentes eclesiásticas), natural de Cádiz, falleció el 20 de marzo de 1845 a los 29 años por tuberculosis. Casado con María Dolores Coronel (natural de Jaén), murió sin testar ni recibir sacramentos. Su entierro se realizó el 21 de marzo (Viernes Santo) con restricciones litúrgicas: solo se permitió el «oficio de sepultura» y la misa de cuerpo presente. Testigos del entierro fueron los nobles locales Miguel Sayago y Gregorio Pérez. Era doctor en ciencias médicas y catedrático de Historia Natural en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cáceres[13]. Fue una figura central en el proceso de profesionalización y modernización de la enseñanza científica en la España isabelina. Su pertenencia a la Sociedad Económica de Amigos del País[14] y a otras corporaciones científicas y literarias subraya su integración en las redes ilustradas provinciales, que desempeñaron un papel fundamental en la difusión del saber y la innovación pedagógica fuera de los grandes centros urbanos.
El impacto de su labor y la conmoción provocada por su prematura muerte quedaron reflejados en la prensa local. El Boletín Oficial de la provincia de Cáceres (n. º 39, 31 de marzo de 1845) narra el solemne entierro al que asistieron el director, los catedráticos y los alumnos del instituto, así como amigos y personalidades de la ciudad. El IX Marqués de Torreorgaz, Fernando de Aponte y Ulloa[15], pronunció un emotivo discurso fúnebre en el cementerio, subrayando la trascendencia de su legado científico y humano:
“Un amigo nuestro yace en ese lecho… ese ataúd sombrío le arrebata para siempre del comercio a los hombres… admirados, contemplamos todavía su cadáver, creyéndole bajo la influencia de un sueño espantoso; y sin embargo es la horrible realidad la que tocamos.
Pasó su vida, cual el rayo hiende las nubes y ya había legado a la posteridad su nombre consignándole en sus obras… ¡apenas se concibe tanta desventura!
Joven de esperanzas, las ciencias se lastiman de tu pérdida… tus amigos sin consuelo cercan en este momento supremo tu lecho mortuorio… tu familia desolada quiere arrebatarte a las miradas compasivas, que inspiras… ¡Qué cuadro tan sublime, señores! Nosotros hemos visto sobre las tumbas de los héroes levantarse otros colosos, que los han eclipsado: sus huellas se han grabado hondamente en las naciones… sobre los sepulcros no rueda una lágrima. Ved en cambio las silenciosas tumbas de los Alumnos de las Ciencias… ante ellas la humanidad se postra y llora el mundo.”
Este reconocimiento público y la conmoción social reflejan la importancia de Gerber de Robles en la consolidación de la enseñanza de la historia natural en Extremadura y, por extensión, en la España del siglo XIX.
También hemos localizado un documento en el Archivo Diocesano de Coria-Cáceres de Santa María de Cáceres. Libro 41. Difuntos. 1828-1872, de donde obtenemos algunos de estos datos biográficos
«Don José Gerver. Marido de Doña María Dolores Coronel. No testó. Como cura de Santa María, parroquia mayor de esta villa y capital de Cáceres, provincia de su nombre y habiendo precedido la Nota de toma de razón en el Registro Civil, mandé dar sepultura en el día 21 de marzo, que fue Viernes Santo de este año de la fecha, al cadáver de Don José Gerver, Médico y Catedrático del Instituto de segunda enseñanza de esta Capital, natural de Cádiz, Marido de Doña María de los Dolores Coronel, natural de Jaén. Falleció de una tisis pulmonar en el día anterior, 20 de marzo, a los veinte y nueve años de edad. No recibió sacramento alguno, ni testó. El dicho día 21 sólo se le hizo el oficio de la Sepultura por no permitir más el Rito de Nuestra Santa Madre la Iglesia, y en este día de la fecha se le ha cantado la vigilia y misa llamada de Cuerpo Presente. Fue sepultado en ataúd propio y entierro a manos de nobles: fueron testigos los Señores Don Miguel Sayago y Don Gregorio Pérez, naturales y vecinos de esta capital. Y para que conste, lo firmo en Cáceres a los cuatro días del mes de abril de 1845. Licenciado Bartolomé López y Paredes.»
4.2. Proyecto didáctico y justificación
La publicación de los Elementos de Historia Natural se anunció en la prensa nacional, como recoge el Boletín Oficial de la provincia de Logroño[16] (n. º 103, 24 de diciembre de 1843), en un prospecto que revela tanto la estrategia editorial como la ambición pedagógica de la obra. Gerber de Robles ofrece al público “una obra en la que hemos procurado reunir los grandes principios de los tres vastos ramos en que la Historia Natural se divide, sus principales clasificaciones, con descripciones interesantes y las más inmediatas aplicaciones a la vida social, adoptándolas a las tiernas inteligencias de la juventud y a la comprensión de las personas menos iniciadas en la ciencia”. El prospecto subraya la utilidad del manual para profesores de institutos, directores de Escuelas Normales y colegios, a quienes proporciona “una guía fácil y metódica para dirigir sus explicaciones”.

Imagen 1. Primera página del libro
El manual fue concebido para su uso inmediato en el curso escolar, publicándose en tres entregas sucesivas y distribuyéndose tanto en Madrid como en provincias, lo que favoreció su rápida implantación y difusión. Esta estrategia editorial, junto con el precio accesible y la letra clara, muestra la voluntad de Gerber de Robles de democratizar el acceso al conocimiento científico y de contribuir a la modernización del sistema educativo nacional. El prólogo del manual refuerza esta vocación de servicio público y modernización, alineando la obra con las políticas educativas liberales y la necesidad de superar el atraso científico nacional:
“Nuestro país que hasta ahora ha permanecido inerte en medio de los progresos científicos de las demás naciones y que en el día procura salir de su letargo… necesita más que ningún otro de tratados elementales que le proporcionen la fácil comprensión de los grandes principios de tan variada ciencia y le pongan en disposición de poder sacar partido de los luminosos escritos de los grandes autores”.
Gerber de Robles destaca su empeño en “hermanar la concisión con la claridad”, aprovechar “los trabajos de todos nuestros antecesores”, y describir “con exactitud lo que hemos observado por nosotros mismos”, mostrando así una voluntad de integración crítica entre la tradición científica europea y la observación local.
4.3. Fundamentos filosóficos y científicos: Introducción y estructura
La introducción del manual es un auténtico manifiesto filosófico y científico. Gerber de Robles sitúa el estudio de la naturaleza como el “más ameno, más útil y más filosófico que pudiera intentarse”, capaz de “suavizar nuestras costumbres y derramar en el alma una dulce tranquilidad que la conduce insensiblemente ante el trono del Altísimo”. Esta visión, que integra ciencia y religiosidad, es característica de la manualística ilustrada y romántica.

Imágen 2. Prólogo
El autor delimita con rigor el objeto de la historia natural, distinguiéndose de la física, la química, la astronomía y la meteorología, y define su campo como el estudio de “la forma, estructura, modo de existir y clasificación de los cuerpos que componen nuestro globo y cubren su superficie”. Gerber introduce una comparación sistemática entre cuerpos inorgánicos y organizados, analizando su origen, crecimiento, duración, fin, forma y estructura, y justifica la división tripartita de la naturaleza en reinos animal, vegetal y mineral.
Especial atención merece su explicación de los sistemas y métodos de clasificación, donde distingue entre “sistema” (el modo particular de considerar los individuos de un reino, basado en caracteres generales, como los de Linneo o Cuvier) y “método” (la colocación regular de las especies según el sistema y el medio más fácil de estudiarlas). Esta precisión terminológica y conceptual es avanzada para su tiempo y muestra la influencia de la taxonomía europea, pero también la voluntad de claridad didáctica.
La obra se estructura en tres partes (zoología, botánica y mineralogía), siguiendo la división clásica, y cada sección parte de los principios generales para descender a la descripción de clases, órdenes, familias, géneros y especies, siempre con atención a la utilidad práctica y la relación con el entorno del alumno.
4.4. Análisis textual y científico del contenido: Ejemplos y singularidad

Imagen 3. Índice
Uno de los mayores valores del manual de Gerber de Robles es su adaptación al contexto español y su esfuerzo por incluir ejemplos locales, lo que lo distingue radicalmente de los manuales traducidos del francés. Esto se aprecia en fragmentos como los siguientes:
- Zoología. Al describir los felinos, introduce especies peninsulares y su distribución local:
“El lobo Cerval y el lince se hacen notar por dos mechones de pelos largos que tienen en la punta de las orejas, son de dos pies y medio de largo y tienen la vista muy perspicaz habitando los climas meridionales de Europa. El primero se encuentra en los Pirineos y montañas de Extremadura y el segundo se ve en Persia y Turquía. Se distinguen en el color de la piel que es leonada en ambos, con manchas negras en el lobo cerval y pardas en el lince”.
- Mineralogía. La atención a la geología y mineralogía peninsular es igualmente notable:
“El esmeril no es otra cosa que una de las especies más inferiores y opacas del corindón, sirve para pulimentar los metales y otras piedras y se encuentran en España en los alrededores de Reynosa y de Puebla de Alcocer”.
Sobre el granito:
“El granito se emplea en la construcción de edificios y monumentos y en el baldosado de las calles en los puntos que abunda, como sucede en Madrid. En San Petersburgo existe una columna de cuarenta varas de alto hecha de una sola pieza de granito. En España se encuentra en los montes de Guadarrama, en Colmenar Viejo, Mérida y otros puntos”.
Estos ejemplos demuestran el esfuerzo de Gerber de Robles por contextualizar el conocimiento científico, mostrando la riqueza natural y mineralógica de España y fomentando el interés aplicado y local de la ciencia.
4.5. Innovaciones didácticas y terminológicas
El manual introduce varias aportaciones originales y pioneras en la didáctica de las ciencias naturales en España:
- Adaptación al currículo nacional. Concebido expresamente para el programa de los institutos de segunda enseñanza españoles, no como traducción o adaptación de modelos extranjeros.
- Enfoque contextualizado. Introduce ejemplos, especies y minerales del entorno peninsular y extremeño, facilitando la apropiación del conocimiento científico por parte del alumnado.
- Cuadros sinópticos. Aunque limitado por los recursos editoriales de la época, el manual incorpora tablas que favorecen la comprensión visual y la memorización.
- Didáctica activa. Propone ejercicios prácticos, trabajo de campo y elaboración de colecciones. El propio prólogo menciona la importancia de la observación y de la práctica como complemento indispensable a la teoría.
- Terminología precisa. Adapta la nomenclatura internacional a la lengua castellana, introduciendo neologismos y definiendo con rigor los conceptos fundamentales. Su distinción entre “sistema” y “método” es especialmente relevante y avanzada.
4.6. Comparación exhaustiva con otros manuales de historia natural
La singularidad de los Elementos de Historia Natural de Gerber de Robles se aprecia con mayor claridad al situarlos en diálogo crítico con los principales manuales de historia natural utilizados en España durante la primera mitad y mediados del siglo XIX. Esta comparación permite valorar el salto cualitativo que supuso su publicación y la impronta que dejó en la tradición didáctica posterior.
Hasta la aparición de la obra de Gerber de Robles, la enseñanza de la historia natural en España descansaba fundamentalmente en traducciones de los grandes naturalistas franceses, en particular Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon (Histoire naturelle, 1749-1788) y Georges Cuvier (Leçons d’anatomie comparée, 1800-1805; Le Règne Animal, 1817). Estas obras, aunque de enorme valor científico, presentaban varios inconvenientes para el contexto español:
- Enfoque universalista y ajeno a la realidad peninsular: La fauna y flora descritas eran en su mayoría centroeuropeas o exóticas, con escasísimas referencias a especies ibéricas o a la geografía española.
- Estilo literario y erudito: Buffon, por ejemplo, emplea un estilo narrativo y filosófico, más orientado a la divulgación culta que a la didáctica escolar. Cuvier, por su parte, es riguroso pero denso, con una terminología que en traducción resultaba a menudo oscura para los estudiantes.
- Ausencia de recursos didácticos: No incluyen cuadros sinópticos, ejercicios, ni propuestas de observación directa, y la estructura es más enciclopédica que pedagógica.
En el ámbito nacional, destacan textos como el Compendio de Historia Natural de Juan Vilanova y Piera (publicado en 1846, aunque posterior a Gerber, sigue el modelo francés), o el Manual de Historia Natural de Francisco Doyère, traducido y adaptado por varios autores españoles. Estos compendios, aunque útiles, adolecían de:
- Dependencia de esquemas y ejemplos franceses: Incluso cuando se adaptaban, los ejemplos seguían siendo foráneos y la terminología, poco castellanizada.
- Falta de propuestas prácticas: Se limitaban a la exposición teórica y la memorización de clasificaciones, sin fomentar la observación o el trabajo de campo.
A diferencia de los manuales anteriores, Gerber de Robles introduce ejemplos y descripciones de especies, minerales y paisajes propios de la Península Ibérica y, en particular, de Extremadura y Castilla. Así, mientras los manuales de Buffon o Doyère apenas mencionan la fauna ibérica, Gerber describe con detalle el lince, el lobo cerval, el esmeril de Reynosa o el granito de Guadarrama, conectando el saber científico con la experiencia cotidiana del alumnado español. Gerber no sólo traduce, sino que adapta y precisa la terminología científica, diferenciando con claridad entre “sistema” y “método”, y explicando los criterios de clasificación con un lenguaje accesible y riguroso. Frente a la traducción literal y a menudo confusa de los manuales franceses, Gerber logra una síntesis entre fidelidad científica y claridad didáctica.
Su manual está organizado de forma progresiva, partiendo de los conceptos generales hasta llegar a la especificidad de órdenes, familias y especies. Incorpora cuadros, tablas y, en la medida de lo posible, material visual, algo prácticamente inédito en la manualística española previa. Además, sugiere ejercicios prácticos y observaciones directas, anticipando la didáctica experimental que se consolidaría décadas después.
4.6.1. Manuales posteriores: recepción, influencia e impronta
- Manual de Historia Natural de Casiano de Prado (1854). Casiano de Prado, geólogo y naturalista, publica un manual que recoge la orientación nacionalista y didáctica de Gerber, ampliando el repertorio de ejemplos españoles y proponiendo excursiones y trabajos de campo. Prado cita y reconoce la labor pionera de Gerber en la contextualización y en la adaptación terminológica.
- Manual de Historia Natural de Vicente Janer (1860). Janer, representante de la generación post-Ley Moyano, incorpora ejercicios prácticos, láminas y descripciones de la fauna y flora españolas, siguiendo la senda abierta por Gerber. Su manual, de gran difusión, consolida la nacionalización de la enseñanza de las ciencias naturales.
- Manual de Historia Natural de Francisco Giner de los Ríos (1870s-1880s). Giner, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, lleva al extremo la didáctica activa y experimental, proponiendo la observación directa, la recolección de muestras y el trabajo en la naturaleza. Aunque su enfoque es más radical y moderno, la transición hacia una ciencia nacional y aplicada ya había sido iniciada por Gerber.
La obra fue adoptada en numerosos institutos españoles y utilizada de forma continuada durante al menos dos décadas, hasta la llegada de manuales con influencia darwinista en la década de 1860. El prospecto y las crónicas de prensa atestiguan su rápida difusión y su impacto en la profesionalización de la enseñanza de las ciencias naturales.
4.7. La aportación inédita del programa manuscrito de 1841

Imagen 4. Preguntas
Un hallazgo documental de enorme relevancia para comprender la labor pedagógica de José Gerber de Robles es el manuscrito fechado en Cáceres el 3 de junio de 1841[17], conservado en el archivo del Instituto El Brocense, heredero directo del antiguo Instituto de Segunda Enseñanza donde Gerber ejerció como catedrático[18]. Este documento, inédito hasta la fecha, recoge el programa de su asignatura de Historia Natural, articulado en forma de preguntas que el estudiante debía ser capaz de responder al finalizar el curso.
El manuscrito revela la adopción de una metodología catequística, basada en el aprendizaje por preguntas y respuestas, que era característica de la pedagogía científica española de la primera mitad del siglo XIX. El cuestionario abarca tanto los fundamentos teóricos de la Historia Natural: definiciones, distinción entre cuerpos brutos y organizados, fisiología animal y vegetal, y clasificaciones zoológicas y botánicas… como aspectos muy detallados de anatomía, fisiología y taxonomía, en línea con los avances científicos europeos contemporáneos. Especialmente significativo es el peso concedido a la fisiología y a la anatomía comparada, así como la inclusión de cuestiones sobre la estructura y funciones de los vegetales, lo que evidencia una visión integradora y moderna de la disciplina.

Imagen 5. Preguntas
La existencia de este programa manuscrito permite afirmar que Gerber de Robles no solo fue pionero en la publicación del primer manual de historia natural en castellano, sino también en la aplicación de una didáctica activa y estructurada, orientada a la comprensión profunda y sistemática de los contenidos científicos por parte del alumnado. El documento, que se presenta aquí por primera vez (parcialmente por falta de espacio), constituye una fuente de primer orden para el estudio de la renovación pedagógica en la España provincial del siglo XIX y sitúa a Gerber de Robles como figura clave en la modernización de la enseñanza secundaria científica.
Además, gracias al Boletín Oficial de la Provincia, podemos saber cuáles de esas preguntas planteadas por Gerber de Robles fueron las seleccionadas para los exámenes de junio de Primero de Filosofía, donde se cursaba Historia Natural. En el curso 1840/1841[19], el de su incorporación al centro cacereño, las preguntas seleccionadas fueron la 81: ¿Cuáles son las gallináceas? y la 26: ¿Qué es un aparato? En el siguiente curso[20] las elegidas fueron la 10: ¿Qué es la mineralogía? y la 72: ¿Cuáles son los animales obovivíparos[21]? En el curso 1842/1843[22] las preguntas fueron la 98: ¿Cuáles son los vivíparos y los escisiparios? y la 99: ¿Qué beneficios causan a la agricultura los carniceros[23] y las rapaces? En el último curso que pudo impartir de forma completa, las preguntas seleccionadas fueron las siguientes[24]: 92: ¿Cuáles son las características de las gallináceas? y la 13: ¿En qué se diferencian los cuerpos orgánicos de los inorgánicos respecto a su crecimiento? Por desgracia, su fallecimiento prematuro impidió que siguiera realizando estas pruebas en los cursos sucesivos.

Imagen 6. Firma
- José Gerber de Robles y la traducción del Corán: contexto, análisis y relevancia
5.1. Introducción y contexto histórico
José Gerber de Robles, además de su labor como médico y pedagogo, destaca en el panorama cultural español del siglo XIX por su papel como traductor y divulgador de textos fundamentales de la tradición islámica. Su obra más relevante en este ámbito es Al Korn o Dogmas y doctrinas civiles, morales, políticas y religiosas de los musulmanes precedidas de la vida de Mahoma, publicadas en Madrid en 1844. Esta traducción se inscribe en un contexto de creciente interés europeo por el islam y la cultura árabe, motivado tanto por la expansión colonial como por el auge de los estudios orientalistas en Francia, Inglaterra y Alemania[25].
5.2. Características y fuentes de la traducción
La traducción de Gerber de Robles no es un traslado literal del texto árabe original, sino una versión indirecta realizada a partir de traducciones francesas, tradicionalmente se ha venido afirmando que especialmente de la versión de André du Ryer (1647) y, en menor medida, la de Savary (1783) pero ahora se sabe que la traducción de Gerber de Robles se basó principalmente en la versión francesa de Kazimirski (1840), más que en la de André du Ryer (1647), según los estudios más recientes de Juan Pablo Arias Torres . El propio Gerber reconoce en el prólogo su dependencia de estas fuentes, justificando su elección por la dificultad de acceder al texto original y la falta de arabistas en la España de su tiempo.
La obra se estructura en dos partes fundamentales:
- Una introducción biográfica sobre Mahoma, que ofrece una visión historicista y racionalista del profeta, siguiendo el modelo de las biografías ilustradas francesas.
- La traducción del Corán, acompañada de notas explicativas, comentarios y aclaraciones sobre las doctrinas civiles, morales, políticas y religiosas del islam.
Gerber busca, según sus propias palabras, “proporcionar al público español un conocimiento directo y desapasionado de las doctrinas musulmanas”, alejándose tanto de la polémica confesional como de la visión romántica orientalista predominante en la época.
5.3. Antecedentes, relevancia y recepción de la obra
Existieron otras traducciones del Corán al castellano anterior a la de Gerber de Robles
- Traducciones medievales y aljamiadas. Traducción de Juan de Segovia e Isa de Yebir (1455-1456): Realizada por el alfaquí Isa de Yebir por encargo del teólogo Juan de Segovia, era una versión trilingüe (árabe-castellano-latín). El texto castellano se perdió, aunque se conservan fragmentos del prólogo latino. Su objetivo era el diálogo interreligioso y la fidelidad al original árabe. Traducciones aljamiadas moriscas (siglos XV-XVII): Diversos manuscritos, realizados por comunidades musulmanas hispanas, contienen traducciones parciales del Corán al castellano en grafía árabe (aljamía). Destaca el llamado Corán de Toledo (1606), editado modernamente, que representa el intento de mantener la cultura islámica en lengua castellana durante la represión de los moriscos.[26]
- Traducciones y versiones polémicas o parciales (siglos XVI-XVIII). Juan Andrés de Játiva (siglo XVI): Converso valenciano que realizó una versión polémica del Corán en castellano, con fines antimusulmanes, por encargo eclesiástico. Se conocen fragmentos y referencias en obras posteriores[27]. Traducciones indirectas y fragmentarias: A lo largo de los siglos XVI y XVII, existen referencias a versiones parciales y adaptaciones del Corán al castellano, muchas veces con fines polémicos o apologéticos, y en ocasiones a partir de traducciones latinas o francesas.
- Traducciones modernas inmediatas a Gerber de Robles Andrés Borrego[28] (1844): Traductor y periodista, publicó una traducción incompleta del Corán al castellano, basada en la versión francesa de Kazimirski (1840). Esta versión fue contemporánea, pero no completa ni tan difundida como la de Gerber de Robles.
Con todo ello podemos concluir que antes de Gerber de Robles no existía una traducción completa, moderna y de amplia difusión del Corán al castellano realizada directamente desde el árabe, ya que las versiones anteriores eran o bien medievales y de difícil acceso (como la de Juan de Segovia e Isa de Yebir), o bien traducciones aljamiadas y parciales, o textos polémicos y fragmentarios. La traducción de Gerber de Robles (1844), aunque indirecta y basada en versiones francesas, fue la primera completa y accesible en el contexto español decimonónico, seguida poco después por la de Andrés Borrego (incompleta, 1844).
La traducción de Gerber de Robles destacaba por su:
- Divulgación y acceso: Acercó el texto coránico y la figura de Mahoma a un público no especializado, en un momento en que el islam era percibido en España con gran desconocimiento y prejuicio.
- Enfoque didáctico y racionalista: La obra está concebida como un instrumento de conocimiento y diálogo cultural, más que como un texto devocional o polémico. Gerber subraya la dimensión ética, jurídica y social del islam, destacando sus afinidades y diferencias con el cristianismo y el judaísmo.
- Influencia en la bibliografía posterior: La traducción de Gerber fue citada y utilizada por estudiosos, arabistas y divulgadores españoles de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, aunque posteriormente fue superada en rigor filológico por las versiones directas del árabe realizadas por Vicente G. de Echevarría (1879) y Juan Vernet (siglo XX).
5.4. Valoración crítica y limitaciones
Si bien la traducción de Gerber de Robles supuso un avance significativo en la recepción del islam en España, presenta limitaciones notables: su dependencia de fuentes francesas introdujo sesgos interpretativos y estilísticos que alejaron el texto del original árabe; careció de un aparato crítico filológico riguroso, especialmente en análisis lingüísticos y contextuales propios del orientalismo posterior; y adoptó una perspectiva ilustrada eurocéntrica que, si bien evitó la polémica confesional, condicionó su lectura del islam mediante los valores y prejuicios de la cultura europea de su tiempo. Pese a ello, su contribución resulta innegable tanto por abrir la cultura española a la comprensión de la tradición islámica, como por normalizar el Corán como objeto de estudio académico y comparado
- Conclusiones, legado y proyección de la figura de José Gerber de Robles
6.1. Síntesis de su aportación científica y educativa
José Gerber de Robles representa una de las figuras más notables y menos reconocidas de la modernización educativa y científica española del siglo XIX. Su Elementos de Historia Natural no solo fue el primer manual de ciencias naturales concebidas y escrito en castellano para los institutos nacionales, sino que supuso un cambio de paradigma: frente a la dependencia de traducciones francesas y a la enseñanza memorística, Gerber apostó por la contextualización local, la claridad terminológica y la utilidad práctica. Su método, basado en la observación, la clasificación y la experiencia directa, anticipó la didáctica activa y experimental que décadas después se consolidaría en la educación española.
La estructura progresiva, el lenguaje accesible y la inclusión de ejemplos y referencias a la fauna, flora y geología peninsulares convirtieron su manual en una herramienta de democratización del saber científico. Su influencia se percibe en la nacionalización de los contenidos, la profesionalización del profesorado y la consolidación de una identidad científica propia en los institutos y escuelas normales de todo el país.
6.2. Su papel como traductor y divulgador intercultural
La traducción del Corán realizada por Gerber de Robles en 1844 constituye otro hito en la historia cultural española. Por primera vez en la Edad Contemporánea, el público español pudo acceder a una versión íntegra y didáctica del texto sagrado islámico, acompañada de una biografía de Mahoma y de notas explicativas que buscaban el entendimiento y el respeto mutuo. Aunque dependiente de fuentes francesas y limitada por el conocimiento filológico de la época, la obra de Gerber abrió un espacio de diálogo intercultural y sentó las bases para los estudios posteriores de arabistas y comparatistas españoles.
Su voluntad de ofrecer una visión racionalista y comparada del islam, alejada de la polémica y el prejuicio, refleja su espíritu ilustrado y su compromiso con la tolerancia y el conocimiento mutuo entre culturas.
6.3. Otras obras y su perfil intelectual
La labor de Gerber de Robles no se limitó a la historia natural o a la traducción religiosa. Su Nuevo formulario general completo o Colección de las recetas más usadas en la práctica médica (1842) fue una obra de referencia para médicos y farmacéuticos, contribuyendo a la actualización y sistematización del saber terapéutico en una época de profundos cambios en la ciencia médica. Esta faceta, menos conocida pero igualmente relevante, muestra su vocación de servicio público y su capacidad para integrar la ciencia, la educación y la salud en beneficio de la sociedad.
Su pertenencia a sociedades científicas y literarias, su implicación en la vida académica provincial y su apertura a la cultura internacional completan el perfil de un intelectual polifacético, comprometido y moderno.
6.4. Reflexión final: el legado invisible desde la periferia
La historia de José Gerber de Robles es también la historia de tantos otros sabios y pedagogos que, desde ciudades de provincias, levantaron con esfuerzo y pasión los cimientos de la cultura y la ciencia modernas en España. Desde Cáceres, lejos de los focos de Madrid o Barcelona, Gerber demostró que la excelencia intelectual y el compromiso cívico no conocen fronteras geográficas.
El tiempo, sin embargo, suele ser injusto con quienes trabajan en silencio, lejos de los centros de poder y de los grandes nombres. Sus libros se pierden en anaqueles polvorientos, sus ideas se diluyen en manuales posteriores, y su memoria se apaga en la bruma de la historia. Pero el legado de Gerber de Robles, como el de tantos otros maestros olvidados, sigue latiendo en cada aula donde se enseña a observar la naturaleza, a pensar con rigor, a dialogar con otras culturas y a buscar el bien común.
Quizá sea esa la mayor lección de su vida: que desde cualquier rincón, por pequeño que sea, se pueden hacer grandes cosas; que la verdadera grandeza reside en la generosidad de quien siembra conocimiento para los que vendrán, aunque no espere ni fama ni recompensa. Porque, como dijo el Marqués de Torreorgaz al despedirle, “ante las silenciosas tumbas de los Alumnos de las Ciencias… la humanidad se postra y llora el mundo”.
[1] En la documentación de la época aparece también como «Gerber de Robles, José» y ocasionalmente con la variante «Gerber y Robles» y “José Gerver” y “José Gerver y Robles”, siguiendo las convenciones onomásticas del período.
[2] El Instituto de Segunda Enseñanza de Cáceres fue fundado oficialmente en 1839, convirtiéndose en el centro educativo más antiguo de la provincia y de toda Extremadura. Su creación supuso la consolidación de la segunda enseñanza en la región, en sustitución del anterior Colegio de Humanidades (1829), y se enmarca en el proceso de implantación de la educación secundaria en España durante el período liberal. El instituto abrió sus puertas en el edificio que había sido anteriormente Colegio de los Jesuitas de San Pedro, y posteriormente Seminario Conciliar, Universidad Pontificia, hospital, cuartel y colegio. La institución jugó un papel central en la vida cultural y educativa cacereña, adaptándose a los cambios de planes de estudio y corrientes pedagógicas a lo largo de los siglos XIX y XX, y su historia está estrechamente ligada al desarrollo de la enseñanza pública en Extremadura.
[3] Las Ciencias Naturales en España en el siglo XIX (1833-1874). Morfología, Fisiología y Sistemática. GOMIS BLANCO, ALBERTO
[4] Redescubrir el Alcorán en la España del XIX: filias y fobias a la sombra de la versión francesa de A. de B. Kazimirski. Juan Pablo Arias Torres. Universidad de Málaga
[5] Apuntes para una historia de la traducción del Corán al español. Juan Pablo Arias.
[6] Guía BNE: Historia natural – La ciencia española hasta el s. XIX. Obras impresas.
[7] Digital CSIC: Obras de Historia Natural del siglo XIX en España.
[8] Real Apolo, C. (2012). El sistema educativo español en el siglo XIX: fundamentos constitucionales y política escolar. Cuadernos de Historia de la Educación, 10, 435-454
[9] Aula en Abierto (2017). La escolarización en el siglo XIX. INTEF
[10] El Plan Pidal, promulgado el 17 de septiembre de 1845 bajo la dirección del ministro Pedro José Pidal, supuso una profunda reforma del sistema educativo español y la consolidación de la enseñanza secundaria como competencia estatal. El plan estableció la centralización y el control gubernamental sobre los centros educativos, la unificación de fondos y la integración de los catedráticos en un cuerpo único, así como la uniformidad de programas y textos, que debían ser aprobados periódicamente por el Consejo de Instrucción Pública. Además, reorganizó el mapa universitario, reservando a la Universidad Central de Madrid la celebración de oposiciones y la concesión de doctorados, y sentó las bases para la creación y sostenimiento de institutos de segunda enseñanza en las capitales de provincia. El Plan Pidal condenó la libertad absoluta de elección de textos y abogó por una educación secundaria orientada especialmente a las clases medias, considerando la enseñanza superior como formación para las profesiones liberales y el servicio al Estado. Esta reforma, aunque criticada por su centralismo y elitismo, sentó las bases para la modernización y estandarización del sistema educativo español en la segunda mitad del siglo XIX
[11] Molina Poveda, M. D. (2022). Cómo hemos cambiado: la educación en el siglo XIX. Blog Universidad Isabel I
[12] Centralización universitaria siglo XIX. Universidad de Sevilla.
[13] Aunque la información biográfica sobre Gerber de Robles es escasa, sabemos que era doctor en ciencias médicas y que, además de su labor como naturalista y traductor, publicó obras médicas como el ‘Nuevo formulario general completo o Colección de las recetas más usadas en la práctica médica’ (1842)
[14] La pertenencia de Gerber de Robles a la Sociedad Económica de Amigos del País de Cáceres lo sitúa en las redes de la élite ilustrada provincial. Esta institución, como otras similares, surgió en la segunda mitad del siglo XVIII con el objetivo de fomentar el desarrollo económico y social desde ambientes culturales no vinculados directamente a las administraciones públicas.
[15] Fernando de Aponte y Ulloa, IX Marqués de Torreorgaz (no confundir con anteriores titulares del mismo marquesado), pertenecía a una de las familias más influyentes de Cáceres. El título había sido creado por Carlos II en 1699 a favor de Diego de Aponte y Zúñiga
[16] El prospecto completo de la obra apareció en el Boletín Oficial de la provincia de Logroño (n. º 103, 24 de diciembre de 1843), donde se detallaban las características, precio y sistema de distribución del manual.
[17] Similar al de los cursos posteriores y que se conservan también en el archivo de IES El Brocense
[18] El manuscrito original se conserva en el archivo del Instituto de Educación Secundaria El Brocense de Cáceres, continuador histórico del Instituto de Segunda Enseñanza donde Gerber de Robles ejerció su magisterio. Su contenido se reproduce aquí de manera inédita, con autorización del archivo, y constituye un testimonio excepcional de la práctica docente y la metodología científica en la España del primer liberalismo.
[19] Boletín oficial de la provincia de Cáceres: Número 71 – 1841 Junio 15
[20] Boletín oficial de la provincia de Cáceres: Número 76 – 1842 Junio 26
[21] Transcripción literal del BOP.
[22] Boletín oficial de la provincia de Cáceres: Número 84 – 1843 Julio 14
[23] Forma a la que en este manual se refieren a los carnívoros
[24] Boletín oficial de la provincia de Cáceres: Número 82 – 1844 Julio 10
[25] José Gerber de Robles (19th century), Spanish translator of the Qur’an. Arias Torres, Juan Pablo
[26] Apuntes para la historia de la traducción del Corán al español. Juan Pablo Arias. Universidad de Málaga.
[27] Buscando el verdadero mensaje del islán en las traducciones al español del sagrado Corán. Said Abdunur Pedraza Revisión: Karonlains Alarcón Forero Anas Amer Quevedo.
[28] Contemporáneamente a la traducción de Gerber de Robles, el político y periodista Andrés Borrego (Málaga 1802-Madrid 1891) publicó una traducción incompleta del Corán al castellano, también basada en la versión francesa de Kazimirski. Sin embargo, la obra de Borrego tuvo menor difusión que la de Gerber.
