Oct 011978
 

Eleuterio Sánchez Alegría.

Confieso que quede muy perplejo, al leer el articulo publicado en «LA VANGUARDIA», 30 de marzo, por el conocido escritor Luis Romero: «Pedro Segura: el último cavernícola», como comentario a la abultada biografía de Ramón Garriga: «El cardenal Segura y el Nacional-Catolicismo». Planeta, 1977.

El epígrafe de la biografía ya es de suyo tendencioso, pero su comentario es para calificarlo con cero. L. Romero acusa gran desconocimiento de cosas de religión, si es que no malicia, enfocar así a un personaje tan ilustre del Episcopado español que, a pesar de sus defectos humanos, se reveló un hombre de cuerpo entero, todo un carácter, al estilo de San Pablo o San Antonio Mª Claret, y que, por otra parte, tampoco fue esa nulidad de inteligencia y fama que él pretende hacer creer a los lectores.

Lo menos que cabe decir del respetable ex-Primado es que tenía el talante de un autentico siervo de Dios y hacía todo con la mejor intención, importándole nada de lo que pudiera suceder y comentarse, si él estaba convencido de que aquello era la voluntad divina y el bien de la religión católica exigía obrar en determinado sentido en el preciso instante. Exactamente hizo lo que debía hacer una alta jerarquía de la Iglesia: cuadrarse y decir sin ambages ni rodeos «Non licet», cuando sus derechos eran lesionados, en República como en Dictadura. Su función era ésa y la cumplió fielmente. Hubo valentía y virtud en ello. Hay que reconocer que deber es de los obispos el defender el tradicional catolicismo de España y no dejar que se paganice en su sistema legislativo en cuanto éste en sus manos, sublimando perennemente el orden social y religioso.

No es licito adaptarse a las circunstancias en un plan maquiavélico, al margen de la religión y moralidad pública, ni hay razón para ir aguantando con pasividad católica el ataque sistemático de grupos sectarios. Falsas normas de conducta por parte de muchas personas están ocasionando una degradación de nuestra sociedad que ni interior ni exteriormente beneficia a España. Se habla con entusiasmo de «democracia» como ideal de convivencia, pero este lema público está resultando la gran estratagema para que personas no honestas constituyan una «pseudodemocracia» en muchas comunidades del país. Un pequeño grupo de audaces personas, que, por supuesto, no son las de conducta más ejemplar, acostumbra imponer su opinión a una prudente mayoría silenciosa que, por miedo a turbar la paz y alguna vez también por apatía social, acaba por condescender y cuando se da cuenta del abuso del poder, reacciona ya tarde y los primeros arman el alboroto. A la vista está que hay exceso de desorden publico y no por culpa de elementos conservadores, hay griterío en la calle, hay inconsciencia en lo que se pide y demasiada condescendencia en acceder a lo ilícito. El sentido común y hasta el mismo Dios acepta la bien entendida libertad, pero de ninguna forma ese libertinaje por el que claman determinadas masas…

A la corta y a la larga a nada bueno conducen el adulterio y el aborto y los anticonceptivos en un Estado bien organizado. Si por un «mal menor» se consienten por ley, «los creyentes en su foro interno ya saben a qué atenerse» y por eso no son «cavernícolas». Claro que, si ciertos librepensadores se empeñan en clasificar con ese despectivo a cuantos se esfuerzan por cumplir la ley de Dios y los mandamientos de la Iglesia, habrá que confesar que afortunadamente existen muchísimos cavernícolas en España, «los más», lo cual no es sinónimo de ignorantes y no progresistas, ya que la Iglesia fue precisamente la soberana civilizadora de Europa en la Edad Media en países que ahora son las adelantadas naciones modernas.

Por ello, es impropio e injusto calificar al cardenal Segura como «el último cavernícola». Un hombre erudito y santo y en verdad extraordinario, con méritos humanos y espirituales más que suficientes para encumbrarse muy por encima del «favor real». Cierto que Dios se valió de Alfonso XIII como medio para que el virtuoso Prelado de Coria realizara sus fines providenciales en calidad de Primado de España. Cuatro siglos antes Felipe II había escogido un simple «tonsurado», Santo Toribio de Mogrobejo, para arzobispo de Lima y Metropolitano del Perú y se vio bien claro que no se había equivocado en su elección. Y en verdad que, según Fray Justo Pérez de Urbel, prodigó lo que en la América de los conquistadores se llamaba «el ladrillo de Roma», la excomunión. Señal de que en determinadas circunstancias fue una necesidad para frenar ciertos abusos.

Nada dicen, pues, las maliciosas alusiones de L. Romero al «metafórico trabuco que nunca llegó a disparar» nuestro Cardenal. En cuanto a su hermana por él alabada como virtuosa, no olvidemos que también San Leandro, su glorioso antecesor hispalense, tributó elogios a su hermana Santa Florentina y San Benito a su hermana Santa Escolástica… Y por lo que se refiere a su intransigencia e incompatibilidad con otras jerarquías, incluso con el propio Franco, se explican perfectamente por su temperamento seco castellano y su espíritu apostólico. No se precisa mucho conocimiento de historia eclesiástica, para saber excusar tales deficiencias humanas, que se han dado en bastantes santos y no empañan por ello el brillo de sus virtudes. El hagiógrafo P. Pérez de Urbel explica muchos rasgos muy extraños de los santos celtas como algo connatural de sus peculiaridades étnicas.

Muchas contrariedades tuvo el Cardenal Segura y fue llamado justamente el «Mindszenty español», al no ser comprendido por las autoridades oficiales. Pero era un hombre superior, lleno de fe, y supo sufrirlo todo sin descorazonamiento, siempre impávido y en su puesto, al que cabía aplicarle aquel hexámetro de un poeta latino: «Impauidum feriere ruinae iustum», «aunque se desplome el cielo, no se inmutará el justo».

Hombre tal vez discutido el Cardenal Segura, pero de su virtud no duda nadie.

E. SÁNCHEZ ALEGRÍA

Oct 011978
 

Eleuterio Sánchez Alegría.

Con ciertas ciudades se produce idéntico fenómeno al de las novias, al menos de la primera que causó un sentimiento más entrañable. Parece que surgen no pocos parecidos. Es posible que en todo esto haya mucho de subjetivo. No podemos negarlo. Con todo, en no pocos casos se dan afinidades de común origen, coincidencias de lugares estratégicos y técnicas similares de planificación y estructura de determinadas poblaciones. Las mas de las veces idénticas circunstancias históricas y unas mismas influencias estéticas en una región o nación pueden ser la base de semejanzas insospechadas.

Sin ir más lejos, he de confesar que quedé estupefacto, cuando en la primera decena de julio del pasado año visité Oxford y observé que la piedra de los muros de algunos Colegios, sus espléndidos y famosos «Colleges», era dorada exactamente como la de nuestros centros universitarios y palacios de Salamanca. Le hice notar mi extrañeza a la documentada guía Ivanna -una erudita italiana afincada en Londres- y me replicó que efectivamente así era, porque a 30 kms. de allí existía una calidad de piedra de estas características, pero que me hacía constar que desde luego era bastante menos consistente que la salmantina de Villamayor, según le habían atestiguado y personalmente ella había comprobado en su visita a nuestra no menos célebre ciudad universitaria.

Épocas no muy distanciadas, unos mismos objetivos y fines docentes obligaban a unas construcciones similares, pero he aquí que una circunstancia imprevista, la de piedra dorada, colmo la semejanza entre estas dos famosas ciudades universitarias.

I

Pues bien: coincida o no coincida con la apreciación de otros, he de manifestar que cuantas veces he visitado Ibiza me parece que estoy en Trujillo, tan pronto como diviso aquella formidable masa de su encaramado barrio antiguo de la Peña, coronado por un extenso recinto fortificado que sobre la rocosa colina construyera el ingeniero italiano Juan Batiste Calvi, por encargo del emperador Carlos V. ¡Magnífico heptágono irregular flanqueado de siete bastiones! Una inscripción con el escudo de armas de España nos declara que la obra se remató bajo el reinado de Felipe II, en el año 1585.

Al pisar aquellas empinadas y muy angostas calles, de losas y cantos pizarrosos, surge por fuerza el recuerdo hermoso del recinto trujillano, también «conjunto histórico-nacional». Aunque en Ibiza se agudiza el problema, al aparecer numerosas callejuelas que se entrecruzan en la misma roca, adaptando el sistema de escaleras. Recuerdo que atrochando por una de estas salidas que más bien parecen trampas, abordé la muralla y sin saber como me vi ante la «Portella», de tanto sabor árabe. El conjunto de humildes casas bien blanqueadas evoca naturalmente el recuerdo de la viviendas de tierras del Sur, Andalucía y Extremadura, en donde esta nota de llamativa blancura salta a la vista por doquier como característica de todo el litoral mediterráneo y que alcanza, no poco a un Trujillo como lugar de interferencia de hombres del Norte y del Sur en pasadas épocas. El castillo de Trujillo es buena atalaya para contemplar la inmensa planicie de su comarca, pero la acrópolis ibicenca posee el más espléndido «Mirador» en el referido barrio de la Peña, desde donde se divisa toda la isla, campo y ciudad, y el mar hasta su infinita lejanía.

Un buen numero de habitantes algo aproximado en época normal y un buen puñado de hombres muy valientes, destacándose entre todos Vara del Rey, el héroe de la batalla de Caney, réplica de Francisco Pizarro, acaban por acentuar cierta semejanza con nuestra ciudad de Trujillo, gran plataforma lanzadora de hombres intrépidos a tierras americanas.

II

En el otoño de 1976, con ocasión del IV Congreso Nacional de Escritores de Turismo en la Costa del Sol, visitamos ante todo Málaga y una vez más con otros colegas di un romántico paseo al declinar de una tarde muy gris y hasta lluviosa por esta suave, dulce, hechicera ciudad, a la que los griegos denominaron «Malaká» por su blandura y sensualidad.

Paseamos por su bello Puerto; contemplamos con agrado sus típicos «Cenachero» y «Bizhaguero», no dejando, por supuesto, de mirar una y otra vez a sus joviales y garbosas hembras, con flores en el pelo, y deambulando por la calle Larios, tras tomar unas copas en el «Bar Quita-penas» y en algún otro del curioso Pasaje de Chinitas, donde radicara el famoso «Café de los Cantaores», nos acercamos a la Catedral, de cuyas bóvedas exiguas a modo de parasoles y todo su interior tan armónico quedamos, en verdad prendados. Tras andar por calles atestadísimas de macetas, alcanzamos los «Jardines de Puerta Obscura»,»verdadera apoteosis vegetal»; nos detuvimos unos momentos ante la estatua de Aben Gabirol, poeta y filósofo árabe y admiramos la monumental puerta en arco de herradura del Mercado Central de Atarazanas.

Mas era obligada la visita a la milenaria Alcazaba y no la omitimos. Las circunstancias no eran aquella tarde muy propicias para mantenerse allí a la intemperie. Sin embargo, yo cuando menos procuré contemplarla desde puntos muy diversos y cada vez encontraba nuevas perspectivas: unas veces me parecía contemplar en la lejanía la Alhambra de Granada y otras estar observando la semblanza de Trujillo en la morisca fachada de esta grandísima fortaleza, con dos muy elevadas torres a base de ladrillo, que franqueaban la entrada de un gran arco de herradura y en la parte inferior bonitos jardines en lo que antiguamente fuera su Patio de armas. Este costado de la famosa Alcazaba es el que, a mi juicio, evoca el natural recuerdo del espléndido castillo de Trujillo contemplado a lo lejos desde la carretera de Mérida, con su perfecto arco de herradura y el camarín de la Virgen de la Victoria en su parte superior, pero con la diferencia de que el material de construcción en nuestra ciudad extremeña es la dura piedra de sus extensos campos.

Nada tendría de particular, pues, que la Alcazaba de Málaga hubiera servido de inspiración para este extraordinario castillo árabe, aunque de hecho ya existiera el precedente de una primitiva y formidable base romana ,a juzgar por sus vetustos y bien labrados sillares.

Creemos que hay ciudades divinas con la entera plenitud de este atributo, porque Dios lo quiso así; las predestino para serlo desde la eternidad e inspiró a los hombres para que se luciesen en aquel sitio determinado y allí concentro de manera providencial arquitecto y escultores, como si se hubiera producido una lluvia celestial de artistas. En verdad, desde el punto de vista pagano, no andaban tan descaminados los antiguos al atribuir origen divino a ciertas ciudades. Parece que había su fundamento para tal espejismo.

En efecto, los casos de Atenas, Florencia, Siracusa y otras varias ciudades griegas o italianas, al igual que los de Cáceres, Trujillo, Córdoba, Málaga, Toledo o Granada… son tan singulares que a duras penas se repiten una veintena de casos parecidos en el ancho mundo.

Pues bien, las dos veces que en mis peregrinajes a Roma he visitado Florencia he quedado estupefacto al contemplar en un barrio céntrico no muy extenso una infinitud de soberbios edificios de la mas alta calidad histórico-artística, en que surge armoniosamente la flor y nata del «Quattrocento» italiano y siglos posteriores, fecunda época creadora, afortunada para la humanidad, por obra y gracia de los soberanos Médicis.

En Florencia te encuentras que a poca distancia uno de otro se alzan el centro religioso y el centro político de la ciudad, planeados ambos por un mismo arquitecto, Arnolfo di Cambio. Como hace notar A. Storti, «de las construcciones que los componen arrancó y se desarrollo la arquitectura florentina a lo largo de dos directrices: la religiosa, aligerada por el color en función de dulcificar los ánimos, y la civil, actuada para la defensa y ofensa, articulada sobre los valores de la lógica y del raciocinio».

Todo aparece allí planificado y, por haberlo sido previamente, todo es allí tan hermoso y sublime. Es bonito el paisaje junto a las riberas del Arno; deliciosa la contemplación de la basílica de Santa María del Fiore; majestuosos cada uno de sus palacios, como preciosas cada una de sus plazas. Pero en una zona antiquísima de la ciudad, a espaldas del primer cinturón de murallas, el viajero se hallará puntualmente en el punto clave de Florencia, en que se desarrollaron los principales hechos de sus muchas vicisitudes políticas.

Nos referimos a la Plaza de la Señoría, la plaza de los grandes duques Médici. Es una plaza en forma de L, grandiosa y solemne, limitada por el «Palazzo Vecchio» y la «Loggia», por el «Tribunale di Mercanzia» al fondo y por el «Palazzo Uguccioni» en su lado mas extenso. Sus cuatro estatuas colosales, obra de geniales artistas, en plena plaza, semejan nuestros excelsos «pasos» de Semana Santa, en ciudades andaluzas, repletos de faroles y luces. En ese aspecto la «Loggia de los Lanci» resulta una verdadera exposición.

Ahora bien, tras esta alusión general a la sublime ciudad de Florencia y con referencia a Trujillo, aun reconociendo muy acusadas diferencias por las distintas épocas de los monumentos y la desproporción de categoría entre ambas ciudades, encuentro para mi unas ciertas similitudes, tal vez bastante subjetivas, pero con fundamento suficiente para evocar un recuerdo, si es que no llega a una verdadera semblanza, a unos aspectos comunes, que ofrecen la apariencia de verdad.

Confieso que en un momento emocional pueden concurrir circunstancias que hacen ver las cosas en un sentido dado, lejano de la realidad. Y efectivamente, la primera vez que visité Florencia fue con un numeroso grupo de la diócesis placentina, bajo la dirección del gran organizador de Peregrinaciones diocesanas, el canónigo D. Ceferino González, y teniendo a mi lado al ejemplarísimo párroco-arcipreste de San Martín D. Mariano Duprado (q.s.g.h.). Y por supuesto, el recuerdo constante de Extremadura y concretamente de Trujillo era algo que llevaba de manera muy entrañable muy dentro de mi.

Y de hecho sucedió que tanto la primera como la segunda vez nos alojamos en el Hotel Columbia-Parlamento (Piazza di San Firenze), cuyo egregio comedor fue el gran salón de Cortes en el periodo crítico de la Unitá Italiana, bajo la égida de Garibaldi, cuando Florencia fuera capital de Italia (1865-1871). El «albergo» era, por de pronto ,un auténtico palacio, como lo eran otros fenomenales edificios adláteres en calles estrechas al estilo de las de Trujillo, y de repente desembocar en una grandísima Plaza, cual era la de la Señoría tenía que causarme, por fuerza, un verdadero impacto. Exactamente el mismo efecto, la maravillosa impresión que causa a todo turista la repentina contemplación de la Plaza de Trujillo, cuando a través de la angostísima calle de García Paredes, ha llegado a las puertas del extraordinario Palacio de los Duques de San Carlos.

Apenas había fijado yo la vista en la fuente monumental de Neptuno («Il Biancone»),en la hermosa copia del David de Miguel Ángel, así como en Hércules y Caco de Baccio Bandinelli, cuando reparé inmediatamente en la incomparable «Loggia della Signoría», de gótico tardío con rasgos renacentistas, una especie de iglesia al aire libre, apta para ceremonias oficiales, y hoy en día repleta de bellas esculturas de famosos artistas. Sin tener que reflexionar nada, al punto evoqué el soberbio palacio de estilo italianizante y resabios góticos en su crestería del marqués de San Juan de Piedras Albas en la Plaza Mayor de Trujillo. Y no hice mas que girar a mi derecha y contemplé con rendida admiración el monumento ecuestre del gran duque Cosme I de Medicis, obra de Juan de Bolonia, con su gordo y bien lucido caballo y príncipe florentino con talante flamenco. Inmediatamente lo relacioné con la fantasmal figura ecuestre de nuestro Francisco Pizarro, el auténtico guerrero de Trujillo, con su casco al estilo del bárbaro Atila, infundiendo pavor a los indios del Perú, a quienes pulveriza y somete definitivamente.

Pero es que además el gallardo palacio de Hernando Pizarro, marqués de la Conquista supone y es ciertamente para Trujillo lo que el «Palazzo Vecchio» es para Florencia. Aunque edificados en distintas épocas y distintos estilos, ambos coinciden en que fueron construidos a manera de fortalezas y con idéntico espíritu de hinchada grandeza y señorío sobre sus paisanos. En efecto, la «Loggia» nos ofrece varias estatuas con el signo de la violencia: «Rapto de las Sabinas», «Hércules derribando, al centauro Neso», «Menelao sosteniendo el cuerpo de Patroclo», «Perseo»… y dícese que los Señores de Florencia forzaban a sus vencidos a besar las nalgas del «Marzocco», el león tendido, símbolo de la fuerza de Florencia.

Y en un parangón, en menor escala, podemos también afirmar que en Trujillo el tan flamante escudo de la dinastía de los Pizarros, -posiblemente el mejor labrado de España-, acusa vehementemente de violencias bélicas en el Perú y otras tierras del Continente Sudamericano, acusa de esclavitud a unos soberanos, acusa de la secular distinción entre amos y siervos en la antigua Extremadura y en el resto de la nación, acusa de sempiternos feudalismos y banderías en nuestra España que tanto se ha jactado de católica…

Y es que desgraciadamente la anhelada unidad entre los hombres e incluso la cacareada igualdad entre los mismos, defendida y proclamada por los comunistas, nunca ha sido posible y así nos lo atestigua la historia, repleta de hechos sangrientos. La insigne ciudad de Florencia, objeto de nuestro estudio, constituye un claro exponente de como se derrumba una floreciente Patria por culpa de aciagas contingencias políticas.

Ahí están los desafortunados sucesos de su historia medieval referentes a las encarnizadas luchas entre güelfos y gibelinos (1152-1190) y a su vez más adelante, en los finales del siglo XIII, entre güelfos blancos y güelfos negros. Más tarde, a base de combatir con ciudades rivales como Pistoya, Arezzo, Volterra y Siena, el territorio de Florencia llegará a ampliarse en gran medida y en la primera parte del siglo XIV esta ciudad figurará ya entre las primeras de Italia desde el punto de vista cultural y económico. Mas he aquí que los últimos decenios del siglo XIV se caracterizan en Florencia por los contrastes más violentos entre el «pueblo graso», es decir, la rica burguesía que rige el Estado a través de las Artes Mayores y el «pueblo minuto», alcanzando su punto álgido en el tumulto de los Ciompi, humildes cardadores de lana,(año 1370). Muy efímeramente se hace la plebe con el poder, que de nuevo vuelve a las manos de una oligarquía manipulada por los Albizi y tras una serie de alternativas en que el protagonista es el mismo pueblo, más concretamente aquel «pueblo minuto», la Señoría de los Médicis queda constituida y afianzada en la ciudad, conservando todavía las apariencias republicanas. Se sucede toda una época de esplendor; es la edad del Humanismo y del gran Arte del Renacimiento en Florencia, faro de la Cristiandad.

Por una de tantas locas reacciones del pueblo se produce la expulsión de Pedro de Médicis, sucesor de Cosme el Viejo y Lorenzo el Magnífico, para acabar volviendo al poder más adelante, apoyado por el Emperador y el Pontífice. Su gran figura fue, por fin, Cosme el-gran Duque. Y es precisamente de este famoso Medici, de quien la historia nos cuenta y los guías nos repiten que hizo retirar del frontispicio de su palacio aquella inscripción fervorosa de inspiración savonaroliana, colocada durante el famoso sitio y que diría: «Iesus Christus, Rex florentini populi S.P. Decreto electus» y que Cosme, a fin de no aparecer excluido del mando, la modificó con una fórmula un tanto ambigua. Enmarcada en un artístico monograma de Cristo, I H S, entre dos flamantes leones, ordenó poner esta leyenda con sabor bíblico: «Rex Regum et Dominus dominantium».

¡Dichosos tiempos aquellos en los que quienes mandaban eran soberanos católicos y creían que su poder les venía de Dios, que, esta muy por encima de ellos y de todos los gobernantes!

Las gentes serían mejores o peores o iguales que nosotros, pero es indudable que eran siglos de mucha fe e infinidad de lemas religiosos estuvieron leyéndose de siglo en siglo sobre blasones de emperadores y reyes, de obispos y caballeros cristianos, de instituciones múltiples. Recuerdo, por cierto, que me emocionó leer sobre el blasón de la ciudad de Londres esta invocación latina:

«Domine, dirige nos». Al igual que me cautivó en Colegios Universitarios de Oxford esta otra de «Dominus illuminatio mea». Invocaciones que, en verdad, semejan fragmentos de salmos.

Es posible que parecidos lemas abundasen en los pasados siglos en este Trujillo glorioso, pero también cristiano, en completa consonancia con las grandes ciudades de España y del extranjero, como fruto espontáneo de aquel sublime espíritu caballeresco que pervivió en la Edad Media y en la ponderada Edad de Oro.

Como muestra de ello; y colofón de este improvisado estudio, queremos tan sólo hacer constar que todavía nos queda una muy significativa y espléndida inscripción sobre la portada del airoso alcázar de los Bejaranos, cuyas dos torres, perpetuos vigías, son el testimonio perenne de la primitiva edificación. El fundador del mayorazgo, D. Diego García Bejarano, quiso distinguir a su linaje por medio de un blasón en que figura un león rampante con cuatro cabezas de dragón en negro sobre campo de oro. Pero, hombre fervoroso de la Virgen de la Victoria, estampó sobre el frontispicio de su palacio, cual si fuera todo un soberano florentino, esta invocación: «Sub umbra alarum tuarum protegenos». Si, en efecto, no muy lejos de su fortificada morada, como dos alas protectoras de la Madre de Cristo, tenía por un lado el Arco de Triunfo de la muralla y por el otro el minúsculo santuario del Castillo, con sus sendas imágenes, y naturalmente D. Diego García Bejarano, hombre devoto, contaba muy confiado con la protección de la divina Señora, del mismo modo que contaron con ella Francisco Pizarro y tantos ilustres conquistadores trujillanos.

Toda una lección histórica de fe, que debemos asimilar los hombres de hoy, de los cuales muchos se hallan tan llenos de funestas ideas de puro pragmatismo utilitario o ahítos de vanos sueños existencialistas o inconfesables bajezas de ateos teóricos y prácticos. ¡Tristes equivocados de la generación actual, librepensadores de mínima talla o libertinos incorregibles, ya muertos por su vida miserable en cuerpo y alma! ¡O tempora! ¡O mores!…

E. Sánchez Alegría
Hospitalet,15-V-78

Oct 011978
 

Antonio Rubio Rojas.

En 1910 con la construcción de la llamada Casa del Millón se produce un esporádico intento para incorporar al paisaje urbano de Cáceres la llamada arquitectura de síntesis. Tras esta intentona aparece el Modern Style con sus usos y abusos decorativos, solo limitados por la imaginación de los arquitectos o el poder económico de los promotores. Aquellos excesos suscitan la reacción funcional que terminaría en la arquitectura racionalista de cuño utilitarista.

La historia de las dos últimas tendencias va ligada en Cáceres a los arquitectos don Ángel Pérez y don Francisco Calvo Traspadarne, sin que falte la accidental presencia de otros.

Ni don Ángel ni don Francisco cultivaron en exclusiva una u otra. Así el primero es autor de la casa nº 30 de la calle de San Antón (1927) netamente ornamental, pero también lo es de la recientemente derribada casa nº 10 de la Avenida de la Montaña (1934) de formas cubistas. El segundo es el autor de edificios racionalistas, los ocupados por los hoteles Jameo y Álvarez (1933 y 1934, respectivamente) sin que ello fuera obstáculo para que proyectase la casa de don Vicente Candela en la calle Parras (1925) y la nº 5 de la Avenida de la Montaña(1926), con sus fachadas repletas de motivos decorativos.

De estos breves ejemplos puede sacarse la conclusión de la importancia que tiene el cambio de década para el tránsito en Cáceres del modernismo «decorativo» al racionalista. Tránsito que lo marcan una serie de edificios, sin transcendencia urbanística, generalmente dedicados a casas de alquiler, proyectados por uno u otro de los arquitectos citados.

Oct 011978
 

Waldo Rubio Calzón.

Secretario jubilado del Ayuntamiento de MADRIGALEJO

El renombre de la CASA viene determinado, fundamentalmente, por el hecho histórico de haber fallecido en ella el Rey don Fernando V «El Católico» el día 23 de Enero de 1516.

La CASA no la construyó el Monasterio; la adquirió por compra a Gonzalo de Burgos. Sin poder concretar la fecha, debió ser hacia 1388, que es cuando adquirió las primeras tierras en este lugar.

Era una CASA-GRANJA. No fue por tanto, como pudiera parecer, un gran palacio ni una edificación singular. Estaba un poco aislada del pueblo, en un pequeño alto dominando el paso del río Ruecas. Era un perímetro cerrado de unos 15.000 metros cuadrados, formada por dos grupos de edificios con un patio central de unos 15 metros de ancho por 80 de largo. Lindaba por el Norte con el camino que decían de Los Llanos, que la separaba del río; por Levante, con tierras de la Nación; por el Sur, camino y por el Poniente con el camino de Villanueva de la Serena a Guadalupe.

El grupo de edificios del lado del Poniente, mas cercano a la población, tenia la vivienda de piso alto y bajo, capilla para celebrar misa, dependencias para frailes, mayordomo, el escribano, graneros y un huerto con olivos. El grupo del lado de Levante estaba destinado a caballerizas, pajares, corrales, cortinales, etc.

Para Gabriel Tetzel eran unos magníficos edificios que sobresalían de los demás del pueblo y, en contraste, para Pedro Mártir de Anglería era una casucha sin comodidades.

En el libro de hacienda del Monasterio se reseña: «En Madrigalejo tiene este Monasterio unas casas, que es aposentamiento de frailes, con una capilla en que dicen misa, con otros aposentamientos para los gañanes y establos, corrales, cortinales, y en ella está continuamente un casero».

El P. Alhobera dice que la CASA tenia muchos privilegios y preeminencias y voto en el Concedo, y el P. Arturo Álvarez manifiesta que el cenobio guadalupense tenia grandes fincas y una buena casa con capilla y que la cámara del Rey estaba bien apuntalada.

En el libro Becerro del Concejo se reseña que el Monasterio de Guadalupe tiene una CASA-GRANJA inmediata a la población.

Con motivo de la desamortización, los peritos nombrados por el Ayuntamiento para designar los terrenos que pudieran ser divididos, de los que pertenecieron al Monasterio de Guadalupe, incluyeron la CASA entre los predios rústicos, susceptibles de división. Esto ha podido ser la causa principal de que haya desaparecido todo vestigio del piso alto y de las edificaciones primitivas, quedando solo como restos identificables de la época la conocida por «el pajar de Santa Maria».

Oct 011978
 

Resúmenes 1978

ALONSO MONTEQUIN, Valentín
«Don Raimundo Martínez Módenes, un sacerdote placentino en las Américas»

ALVAREZ CADENAS, Antonio
«Apunte para la Historia placentina»

ANDRÉS MARTÍNEZ, Gregorio de
«Noticias sobre algunas bibliotecas de Extremadura»

AVILES FERNANDEZ, Miguel
«Experiencias agrícolas de Campomanes en San Pedro de Mérida»

BASANTA REYES, Antonio
«Toponimia extremeña en el arcipreste de Hita»

BECERRA NORIEGA, Laureano
«Economía agraria: la guarda de los cereales»

BENITEZ FLORIANO, Santos
«Una aportación al estudio socioeconómico de Cáceres en el año 1931»

BLANCO REY, Manuel
«Un extremeño arzobispo de Santiago de Compostela: D. Juan Beltrán de Guevara (1618-1622).»

«Pastorales del obispo don Justo Rivas Fernández»

CABALLERO VENANZALA, Manuel
«El autor del epitafio de García de Paredes»

CÁRCEL RAMOS, Adelaido
«Obispos y sacerdotes conquenses en las diócesis de Extremadura y extremeños en el obispado de Cuenca»

CARRO CELADA, Antonio
«Biobibliografía de don Melitón Amores, poeta de Montánchez en Astorga»

CORDERO MARINA, Pedro
«Sor Hermenegilda García, monja jerónima de Trujillo, nacida en Guadalupe»

DIEGUEZ LUENGO, Elías
«Supersticiones extremeñas. Amuletos: La Higa, la Media Luna, el Cuerno y el Pentalfa»

FERNANDEZ RODRÍGUEZ, Manuel
«Una pastoral sobre el cultivo de la patata, publicada por el obispo de Tuy don Juan García Benito»

FERNANDEZ SERRANO, Francisco
«Vidas paralelas: Francisco Elías de Tejada y Spínola (1917-1978) – Alonso González Cancho (1909-1976).»

«Geografía Tipográfica de Extremadura»

GARCIA-MURGA ALCÁNTARA, Juan
«La Iglesia de Santiago de Don Benito»

GÓMEZ Y GÓMEZ, José
«Estudio-Taller de Conservación y Restauración del Arte Sacro»

GÓMEZ SOBRINO, Jesús
«Años tudenses del obispo don Juan María Valero»

GOÑI GAZTAMBIDE, José
«Gregorio Fernández Pérez, historiador de Mérida»

GUERIN BETTS, Patricio
«Los Lobera de Plasencia»

GUERRA Y GUERRA, Arcadio
«Trujillo en la Historia de Extremadura del P. Francisco de Coria – 1608»

GUTIERREZ MACIAS, Valeriano
«El Capitán Diego de Cáceres Ovando»

HERNÁNDEZ GARCÍA, Vicente
«Ntra. Sra. de Roque Amador, Patrona de Almaraz»

HOYO MANZANO, Filiberto
«A los VIII Coloquios Históricos de Extremadura»

LÁZARO SÁNCHEZ, José Mª
«Sepulturas Prehistóricas en la dehesa de Alpotreque, Cuarto de Alpotrequillo»

LOZANO RAMOS, José
«Trujillo y sus estatuas»

MARTÍN DE HIJAS, Eduardo
«Enigmas de la Puebla de Nanciados; su nombre»

MARTÍN VIZCAÍNO, José
«El M. I. Sr. D. Eladio Mozas Santamera, fundador en Plasencia»

MARTÍNEZ DÍAZ, Tomás-E.
«Realidad del turismo extremeño»

MONROY GARCÍA, Herminio
«Para una biografía seria de D. José García Mora. Su estancia en Piornal»

MONTERO APARICIO, Domingo
«Arquitectura monástica del norte de Cáceres»

MUÑIZ SÁNCHEZ, Antonio
«Personajes seculares, ilustres, de Guadalupe»

NAVARRO DEL CASTILLO, Vicente
«La epopeya de la raza extremeña en Indias»

NAVAZO GANCEDO, José Luis
«Extremadura ante las centrales nucleares»
«Política forestal e incendios forestales en Extremadura»

NUÑEZ MARTÍN, Ramón
«Una nueva gloria de Trujillo: Sor María de la Cruz, religiosa agustina recoleta en Baeza»

PARRÓN FERNANDEZ, Felipe
«Heráldica de Aldeanueva de la Vera»

«Un canto a Extremadura de Ángel Marina»

PASTOR SERRANO, Juan José
«Vida de los santos Fulgencio y Florentina»

PAULE RUBIO, Angel
«Una vida y un monumento»

PEREZ ENCISO
«El lino en la artesanía textil cacereña»

PRIETO AGUILAR, Dionisio
«Tres Coronas en la Historia de Plasencia»

RODRÍGUEZ AMORES, Lorenzo
«Tierras de Conde, tierras de Frailes»

RUBIO CALZÓN, Ubaldo
«La casa de Ntra. Sra. de Guadalupe en Madrigalejo»

RUBIO ROJAS, Antonio
«Algunas muestras de la arquitectura modernista en Cáceres»

RUIZ-NAVARRO Y RUIZ DEL RIQUELME, Manuel
«Colegiales extremeños en el Real Seminario de Nobles de San Pablo de la Ciudad de Valencia (1.670 – 1.836)»

SÁNCHEZ ALEGRÍA, Eleuterio
«Trujillo, caballeresco y señorial, evocado en ciudades famosas.»

«El cardenal Segura, recia personalidad de España»

SÁNCHEZ CASTAÑER, Francisco
«Una carta a cerda de la Escuela de Cristo en Don Benito»

SÁNCHEZ MAURANDI, Antonio
«El cardenal Segura, gran obispo de Coria»

SÁNCHEZ MORALES, Narciso
«Un Centenario Yustino: Jeromín»

SÁNCHEZ PAREDES, Jenaro
«Corrección epigráfica de una lápida cauriense»

SOLIS RODRÍGUEZ, Carmelo
«El corral de Comedias de Badajoz»

SORIA SÁNCHEZ, Valentín
«Noticias sobre arqueología extremeña»

TORRA DE ARANA, Eduardo
«Una fotografía Histórica de la estación ferroviaria de Mérida»

VALVERDE LUENGO, Francisco de Jesús
«El templo parroquial de Galisteo»

VELO PENSADO, Ismael
«Felipe de Meneses y Miguel de Cervantes»

VERA CAMACHO, Juan-Pedro
«Once noticias curiosas de Extremadura»

ZARAGOZA PASCUAL, Ernesto
«Fray Alonso de Barrantes, general de la Orden de San Benito»

Oct 011978
 

Dionisio Prieto Aguilar.

Entre las personalidades más relevantes de la historia de Plasencia, ocupan un primer lugar (después del rey Alfonso VIII fundador de la Ciudad, hace ahora justamente ocho siglos), tres nobles benefactores: los Marqueses del Vadillo, de Mirabel y de la Constancia, fundadores de trascendentales Instituciones.

Ofrecen estas egregias figuras la característica común de no ser placentinos de nacimiento. No obstante, con sus fundaciones largamente centenarias, ha quedado enaltecido el nombre de la Ciudad en sus tradicionales principios religiosos y benéficos.

Por la afortunada y fecunda permanencia de estas Instituciones, es inevitable y de justicia la recordación y conocimiento de sus benefactores, que intentamos hacerlo brevemente por la limitación impuesta a estos trabajos, exponiendo algunos de sus perfiles biográficos más destacados y el proceso seguido hasta la culminación de las Fundaciones, según el orden cronológico de su aparición.

– I – EL MARQUES DEL VADILLO Y SU FUNDACIÓN.

Don Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, primer Marqués del Vadillo, nació en Soria en el año de 1646. Hijo de don Antonio de Salcedo y Arbizu, caballero de la Orden de Alcántara, vecino de la muy noble y leal ciudad de Soria, y de su esposa doña Teresa de Aguirre y Usinza de preclaro linaje alavés. Por herencia de sus antepasado de la rama paterna, tenía el disfrute de los mayorazgos de la Póveda y de Tera, y fundó el mayorazgo del Vadillo.

Fue el Marqués contemporáneo y consanguíneo del primer Conde de Gómara y de su dijo don Luis de Salcedo y Azcona, obispo de Coria y, posteriormente, arzobispo de Santiago y de Sevilla en donde murió.

Como indica en su biografía el Marqués del Saltillo, publicada en la revista soriana «Celtiberia», se ignora en donde estudió; pero vienen pronto formó parte de la Administración en la gestión de Rentas de Sevilla y, sucesivamente, en los Corregimientos de Plasencia, Salamanca y Jaén.

Contrajo matrimonio el Marqués con una deuda suya, doña Isabel Manuela de Tordoya y Salcedo de ilustre familia extremeña que tuvieron un hijo que se casó en Plasencia y murió sin sucesión.

Siempre mostró el Marqués singular predilección por su hermana germana la Marquesa de Montehermoso, aya que fue de Luis I, rey por abdicación de su padre Felipe V, de muy efímero reinado por su pronto fallecimiento.

Por Real despacho de 17 de agosto de 1712 el monarca Felipe V recompensó sus servicios con el título de Marqués del Vadillo y, tres años después, en 1715 fue nombrado Corregidor de Madrid, cargo que ejerció durante catorce años, hasta su muerte.

FUNDACIÓN EN MADRID DE LA ERMITA DE LA VIRGEN DEL PUERTO.

La especial devoción del Marqués por la patrona placentina la Virgen del Puerto, nacida en los seis años de Corregidor en Plasencia quedó patentizada, según la tradición, en su decidida y eficaz intervención ante el sacrílego robo de las alhajas de la Virgen, al ponerse al frente de sus hombres en persecución de los ladrones no cesando ésta, hasta dar con ellos y apresarlos en tierras de Portugal.

A partir de su nombramiento de Corregidor de Madrid, puso pronto de manifiesto la firme determinación de construir una ermita con esta Advocación, como lo llegara a realizar en tierra y sitio real del llamado Paseo Nuevo, a extramuros de la Villa, inmediato al río Manzanares y al puente de Segovia.

Encomendó la dirección de esta obra al arquitecto Pedro de Ribera, máximo representante del barroco madrileño, preferido por el Corregidor para todas las construcciones de la Villa, de las que aún quedan importantes muestras de este estilo, entre otras, en las de fábrica del que fue cuartel de las guardias Reales de Corps en la calle de Conde Duque; el puente de Toledo, y en la portada del antiguo Hospicio, hoy Museo municipal, considerada como el más típico ejemplar del barroco, plena de la más exuberante ornamentación.

Concluidas las obras de la ermita dentro de los tres primeros años de su Corregimiento madrileño, el diez de septiembre de 17l8 se trasladó la imagen de la Virgen, (perfecta copia de una talla del siglo XVI), en solemne procesión desde el Colegio Imperial a su nuevo Santuario, con asistencia del Cabildo, Comunidades de la Villa y su Ayuntamiento, que acordó hacer ese día festivo.

El ocho de marzo de 1725, cuatro años antes de morir, otorgó el Marqués la escritura de Fundación de la capilla de Nuestra Señora del Puerto y del Patronato Real de Legos, a honra, gloria y alabanza de la Virgen, y en provecho de su alma y de sus más directos familiares. La dotó generosamente con bienes y efectos públicos sobre Madrid y sus sisas, y para atender a su culto y facilitar en todo momento el cumplimiento de los deberes religiosos a las lavanderas y vecinos de aquellos contornos, nombra dos capellanes y un sacristán, también sacerdote, con minuciosas y estrictas obligaciones, entre otras, la de permanecer siempre algunos de estos en la ermita. En una de sus cláusulas se eligió Patrono único de la Fundación durante su vida, y designó el Patronato que le había de suceder después de sus días.

La Gaceta recogió su óbito acaecido en el año de 1729, con reconocimiento y aprobación de su gran actividad y celo del real servicio en el ejercicio de numerosos cargos.

Fue sepultado en la ermita de su fundación al pié del altar mayor, como había dispuesto. En la piedra de mármol puesta sobre su sepultara, figura inscrito un epitafio elogioso de su primer capellán don Francisco Javier Echegaray, que dice así: «Aquí yace el señor don Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, Marques del Vadillo, del Consejo de S.M. el Rey Supremo de las Indias, Corregidor de Madrid, etc. Fue este hombre grande, de aquellos a quienes echan de menos los mármoles, los bronces; fue grande con Dios en la religión, con los reyes en la fidelidad, con su Patria en el amor, con sus empleos en el desinterés. Fue con sus amigos fino, con sus émulos magnánimo. Con sus iguales atento; con sus superiores urbano y hombre de bien con todos. Gobernó cincuenta años en diversas ciudades de España. Las obras insignes que hizo no caben en breves elogios. Ellas lo serán de si mismas, sin que jamás las pueda callar la fama ni deslucir la envidia. Fundó, dotó y adornó a sus expensas esta ermita de María Santísima del Puerto, de quién igualmente fue devoto que favorecido. Aquí está enterrado quién no debía haber nacido, o no había de haber muerto. Falleció a los ochenta y cinco años de su edad en veinticuatro de junio de mil setecientos y veintinueve. P.A.C.E.A.S.M.P.»

Creemos necesario añadir que, convertida en nuestra guerra civil la zona del río en donde está situada la ermita, en teatro de operaciones durante el largo asedio a Madrid de casi tres años, la metralla, ocasionó graves desperfectos al templo y sufrió la pérdida de la imagen de la Virgen.

Por decreto del Ministerio de Educación Nacional de 28 de diciembre de 1945, se declaró a la ermita monumento histórico artístico, en razón a la armónica composición del edificio con su gran cúpula central y sus dos torres laterales en el exterior, que recuerdan las características de la época de los Austrias: al buen gusto de la ornamentación interior del templo con su planta de cruz griega, y por su especial situación rodeada de las zonas verdes del paseo de su nombre, el Campo del Moro y la Casa de Campo. Concluye esta disposición invocando la necesidad de conservar y restaurar esta ermita, verdadera fórmula barroca de la primera época de Ribera, inconfundiblemente española.

Una vez cedido el templo al Arzobispado de Madrid por el actual Marqués del Vadillo, último Patrono de la Fundación, el Estado, bajo cuya tutela había quedado este monumento nacional procedió a su restauración, abriéndose nuevamente al culto en el año de 1951, como capilla adscrita a la parroquia madrileña de Santa Marta de la Cabeza.

Constituida la actual Cofradía de la Virgen en el año de 1954 bajo una nueva imagen y fiel reproducción de la Patrona de Plasencia del escultor Víctor González Gil, su Directiva, formada por fervientes y entusiastas devotos en su mayoría placentinos, viene atendiendo e impulsando su culto, que culmina en la solemnidad anual de dos grandes festividades: Una, con motivo de la celebración de la Natividad de Nuestra Señora, aniversario de la implantación de su culto en Madrid y, la segunda, con aires de romería y de exaltado fervor y evocación placentina, el domingo de Cuasimodo.

Para una ciudad episcopal, de obligada rectoría religiosa, nada puede ser más halagador y emotivo que contemplar la escalada del arraigado culto de su Patrona a la resonancia de la gran capital. El Marqués del Vadillo con su Fundación, otorgó a Plasencia el privilegio de ser la única población de España que tiene en Madrid templo dedicado a su Patrona, la Virgen del Santuario «sito en lo alto del puerto que va a las Castillas».

– II – EL MARQUES DE MIRABEL Y SU FUNDACIÓN EN PLASENCIA DEL COLEGIO DE HUÉRFANAS DE SAN JOSÉ

El señorío y la casa de Mirabel es muy antiguo en Plasencia.

A finales del siglo XV era señor de Mirabel don Francisco de Zúñiga hijo del duque de Arévalo y de Plasencia, hermano del Maestre y Cardenal Arzobispo de Sevilla Don Juan de Zúñiga, discípulo de Nebrija y gran figura de su tiempo.

Entre las personalidades que ostentaron el Marquesado de Mirabel, merece especial mención el segundo Marqués consorte don Luís de Avila, Comendador Mayor de Alcántara, que estuvo al lado del Emperador Carlos V al que profesó gran devoción y como historiador, escribió en elogio del César unos Comentarios de la guerra de Alemania. Fue embajador en Roma y se retiró a Plasencia.

El fundador del Colegio de niñas huérfanas en Plasencia, don Antonio Fernández de Córdoba, era Marqués de Mirabel en la primera mitad del siglo XIX. Lleno de caridad por las huérfanas pobres, la practicaba con la acogida de estas niñas en su palacio placentino y, a veces, en otras casas, hasta que dio forma definitiva a este amor al prójimo, creando el establecimiento benéfico docente de San José.

Tuvo su origen esta Fundación en las cláusulas establecidas en su testamento de 8 de junio de 1844 por las que reservaba parte de la propiedad de sus bienes para atender con sus réditos a la subsistencia y educación de las huérfanas que tenía a su cargo, y disponía que quiénes de sus sucesores fueran usufructuarios de la mitad de los bienes del Mayorazgo, contribuyeran con 50.000 reales en oro o en plata al sostenimiento del Colegio. Asimismo designaba el Patronato, (constituido por primeras autoridades eclesiásticas, civiles y judiciales de la Ciudad), que habría de dirigir y administrar la Fundación después de su fallecimiento.

Por Real orden de 10 de febrero de 1845, fue aprobada la Fundación, inaugurándose el Colegio el 18 de abril del siguiente año, con las niñas que tenía recogidas el Marqués.

Durante 132 años de existencia, la economía de la Fundación se ha mantenido próspera, merced a que los bienes raíces que constituyen su patrimonio fundacional, no fueron vendidos ni transformados.

Como Institución ejemplar, en donde reciben formación completa 60 niñas de la comarca placentina, bajo la dirección de religiosas de la Sagrada Familia, sirvió de inspiración y modela a otra análoga de niños huérfanos que, poco más de dos decenios después, fundara también en Plasencia el Marqués de la Constancia.

El espíritu altruista del Marqués de Mirabel, constituyó una admirable norma de su vida, claramente definida, no solo por el estable: miento de la mencionada Institución, sino en el gesto, nada común, de acoger en su palacio placentino, antes de fundar el Colegio, a niñas huérfanas pobres con fines asistenciales y educativos, hecho digno de ser resaltado como de máxima valoración de sus profundos sentimientos benéficos.

– III – EL MARQUÉS DE LA CONSTANCIA.
FUNDADOR DEL COLEGIO DE HUÉRFANOS DE LA CONSTANCIA.

Bajo el título GRATITUD se abre el prólogo del folleto biográfico del Marqués de la Constancia, escrito por Monseñor Ildefonso Prieto López, sobresaliente antiguo alumno del Colegio de niños huérfanos que aquel fundara en Plasencia.

Inspirado en idéntico sentimiento, otro de sus huérfanos protegidos intenta ahora trazar con fervorosa emoción, unas breves notas biográficas del último en el tiempo de estos tres nobles personajes, destacable, además de por la trascendencia de su Fundación, por estar en la cima de los mayores favorecedores de la Ciudad, en la prestación de desinteresados servicios a la población y juventud placentina, en diversos aspectos de la cultura. Como justa comprensión de tan amplia generosidad, la Ciudad por suscripción pública, a iniciativa de la Asociación de los antiguos alumnos del Colegio, erigió a la figura del Marqués una estatua, la única existente en la Ciudad, que se alza en uno de sus jardines, ante la arquería de su antiguo y bello acueducto.

Entrando en su biografía diremos, que en el año de 1779 el 14 de octubre, festividad en el santoral católico de San Calixto, Papa, nació en Badajoz don CALIXTO PAYAN Y VARGAS, el varón mayor de una familia de seis hermanos, descendientes por línea materna de la noble Casa placentina de Los Vargas, regidores perpetuos de Ciudad y señores de la villa del Barrado. Por la unión de su abuelo materno con la familia pacense de Los Lagunas, trasladaron temporalmente su residencia a Badajoz.

Allí nació la madre de Don Calixto, doña María de la Candelaria Vargas y Laguna, y en dicha ciudad se casó con don Felipe Payan Rubio, natural de Torrecilla de Cameros, provincia de Logroño, cuya posición no era, al parecer, tan brillante como la de las familias extremeñas de los Vargas y Lagunas.

Como la mayoría de los nobles de aquella época, don Calixto abrazó muy joven la carrera de las armas, profesión que le ofrecía un brillante porvenir, dado lo altos cargos que en los Reales Ejércitos ostentaban familiares suyos, especialmente su tío carnal don Vicente Vargas y Laguna, Mariscal de Campo, ingresando a los 16 años en el Regimiento de Caballería de Carabineros de la reina María Luisa.

Muy resumidamente diremos, que intervino en numerosas acciones de guerra en acantonamientos de Extremadura, y en diversas batallas, algunas de extraordinaria importancia, como la reñida en Talavera de la Reina en el año de 1809, en cuyas operaciones estuvo presente el rey José Bonaparte y en la que la suerte se inclinó a favor de los españoles e ingleses contra los franceses.

Dos años después, estando concentrado en la defensa de Badajoz se produjo un suceso decisivo para la vida militar de Don Calixto. El mando ordenó la capitulación y entrega de la plaza a los franceses, quedando prisionero, entre otros muy numerosos, durante más de un año, hasta la reconquista de la Ciudad por las tropas españolas.

No obstante haber sido purificado favorablemente por su conducta en el tiempo que permaneció en país ocupado por el enemigo, decidió retirarse de la vida militar con el grado de teniente coronel, en edad muy temprana cuando solo contaba 38 años, influyendo, tal vez, en esta determinación el estado achacoso de su quebrantada salud.

Terminada esta etapa militar comienza otra muy distinta, pródiga en penurias dificultades económicas, por lo que traslada su residencia a Madrid en busca de una nueva orientación de vida. A partir de este momento intensifica sus relaciones con su tío carnal don Antonio Vargas y Laguna, embajador de España ante la Santa Sede y primer Marqués de la Constancia, título concedido por el rey Fernando VII en atención a la lealtad y constancia con que había servido al altar y al trono en la época dificilísima de la dominación napoleónica.

Solicitó de este familiar de gran influencia política, obtener algún empleo digno de su rango, que hizo cuanto pudo sin llegar a conseguirlo. Entretanto le suministraba una cantidad mensual, ya que sus haberes como militar retirado eran insuficientes para vivir como correspondía a su posición social.

Siete años después de su retiro militar, ocurrió el fallecimiento en Roma, en estado soltero, de su tío don Antonio en funciones de embajador, cargo que había ejercido durante muchos años, con breves interrupciones.

Como varón mayor de la familia, hereda don Calixto las cuantiosas rentas que suponían los vínculos y mayorazgos reunidos en la casa de Los Vargas, junto con el título de Marqués de la Constancia. Y sus cinco hermanos a quienes el Embajador ayudaba con regularidad desde la muerte de sus padres, ocurrida con anterioridad, reciben también un capital de la herencia, que vino a resolver su difícil situación económica.

Hemos de hacer necesariamente mención de la familia de don Calixto por desempeñar cierto protagonismo en el proceso de la Fundación, que no hubiera tenido existencia de no concurrir un conjunto de infrecuentes circunstancias familiares. Primeramente, que sus tíos permanecieran solteros; después que sus cinco hermanos se mantuvieran célibes y murieran todos antes que don Calixto.

Señal evidente de que el Marqués no hubiera testado en favor de la Fundación mientras viviera alguno de sus hermanos, lo confirma el hecho de haber otorgado testamento nombrando heredera de todos sus bienes a su hermana menor, una vez fallecidos los demás hermanos, dejando una parte de los de libre disposición a doña Soledad Peroni, ama de llaves de don Calixto durante más de cuarenta años.

Si en estas circunstancias hubiera fallecido el Marqués, la Fundación del Colegio no hubiera sido posible. Pero parecía marcado por designio providencial el destino benéfico de su capital. Así, a los tres años de haberse otorgado el testamento citado, muere su última hermana, la designada en él de heredera, y fue menester cambiar el testamento y formalizar un Codicilo Poder, en el que ya sin familia se disponía la Fundación del Colegio de huérfanos y el nombramiento de los ejecutores testamentarios.

Este nuevo cambio de noluntad se reducía a manifestar que la masa o cuerpo de sus bienes, derechos y acciones, los heredara íntegros la referida doña Soledad, en calidad de usufructuaria por los días de su vida y, muerta ésta, se fundara en la ciudad de Plasencia un Instituto de beneficencia análogo o parecido al que fundó el Marqués de Mirabel.

Al siguiente año de haber formalizado el Codicilo Poder citado, se casó el Marqués, hasta entonces soltero, con su antigua ama de llaves doña Soledad, siguiendo, tal vez, consejos convenientes a los intereses de la Fundación. Duró poco más de siete meses este matrimonio por fallecimiento de la esposa, quedando solo el Marqués aunque por poco tiempo, ya que diez meses después murió a la edad de 85 años, extinguiéndose el título de Marqués de la Constancia por falta de sucesión.

Tras laboriosas gestiones administrativas de sus ejecutores testamentarios, los caballeros placentinos amigos del Marqués, don Vicente de Silva y don Joaquín de Silos, se dictó la R.O. de l6 de marzo de 1868, autorizando en Plasencia la fundación del Colegio de niños huérfanos, instituido por el Marqués de la Constancia.

Fue habilitada para instalar el Colegio, la casa solariega del Marqués y sus antepasados los Vargas, que también fuera palacio del Obispo de Plasencia don Gutierre de Vargas y Carvajal, de rancia estirpe madrileña a la que va unida el recuerdo de San Isidro, Patrono de la Villa. En este histórico edificio en el que convivió temporalmente don Francisco de Borja con el obispo Vargas, mientras se edificaba enfrente uno de los primeros conventos de jesuitas, del que éste era fundador, se abrió el primero de octubre de 1869 el Colegio la Constancia con veinte niños huérfanos.

Los más fecundos y brillantes primeros setenta años de la vida del Colegio, la lamentable decadencia en las últimas décadas su orfanato, y su transformación en colegio abierto a la enseñanza e internado de la juventud placentina y de su comarca, así como la necesidad de reestructurar su patrimonio para hacer posible su resurgimiento, fue tema de una comunicación por mi presentada en los VII Coloquios.

Hemos ofrecido muy resumidamente tres biografías más o menos brillantes, coronadas por ejemplares Instituciones con las que sus fundadores alcanzaron la posteridad. Confiere a Plasencia la primera de estas fundaciones mayor brillo a su arraigado sentido espiritual y religioso, y las dos últimas han venido a enriquecer el título más profundamente humano que ostenta su escudo de «Ciudad muy benéfica».

Cada una de ellas hubiera llenado ampliamente el espacio de una comunicación. Pero los que contamos ya muchos años y divisamos corto el futuro, sentimos demasiada prisa en proclamar afectos, gratitudes y admiraciones, como los que, por honroso deber, quisiéramos haber ofrecido en estos Coloquios históricos de Extremadura a tres grandes benefactores de la Ciudad de Plasencia.

Madrid, septiembre de 1978. Dionisio Prieto Aguilar.

Oct 011978
 

Pérez Enciso.

El lino ha sido desde antiguo una planta utilizada para la obtención de tejidos. Se estima que fue la primera materia utilizada incluso antes que la lana. Lino y lana fueron tejiéndose en los telares verticales de rudimentaria estructuras y con estas fibras se hicieron ya texturas decoradas en relieve y por tición de las fibras.

En las habitaciones lacustres de la Edad de la Piedra se han encontrado restos de lino en diferentes fases de tratamiento así como trozos tejidos con los ligamentos de tafetán y de sarga, que son los básicos de todos los demás.

En España se ha cultivado el lino en casi todas las regiones, obteniéndose de distintas calidades ya que la geografía también influye en los aspectos de su color y brillo espacialmente.

En la provincia de Cáceres fueron muy importantes los linares de la zona de Logrosán. La siembra del lino en esta zona data de tiempos muy remotos. El sembrado se hacia con cierto aire ritual: siempre en la primera quincena de octubre por la influencia determinista del adagio que decía: «el lino por los Santos ni lino ni tascos». Esto confirma que no había de esperarse a sembrarlo a finales de octubre pues la fecha de los Santos -el 2 de noviembre- era tarde y ya no se obtendría ni lino ni tascos. Los tascos hacían referencia a la estopa gruesa del cáñamo y también del lino que se obtiene por la acción del espadado y como elemento de deshecho. Sus aplicaciones son de carácter tosco y para tejidos muy bastos.

La obtención del lino es muy laboriosa. Se parte de la planta linacea más como un -pues hay más de 90 especies de lino- que es anual y alcanza desde 20 a 60 centímetros, lo que facilita la obtención de las fibras y su hilado. La hilaza se obtiene de las fibras paralelas de que está formada la corteza. Es planta de regadío y prospera en terrenos arcillosos y, sobretodo, próximos al mar, los abonos hay que enterrarlos bien pues se alimentan por la raíz vertical o principal. La de buena calidad nace a los 8 días y exige escardarla con frecuencia. Cuando el lino se pone amarillo se arranca y se pone a secar. A partir de aquí surgen una serie de operaciones con la intervención de instrumentos apropiados. En nuestra tierra cacereña hay una rica terminología que voy a ir citando:

1.- desgranado del lino. Recibe también el nombre de «esbagado» y consiste en golpearlo con mazas, de madera y de forma cilíndrica. Esta operación se hace mas fácilmente si con anterioridad ha sometido las plantas, en pequeños haces, a un embalsado o enriado, operación que se denomina empozar. Se cuecen en este agua durante nueve días por la acción lenta de la humedad pero sin la intervención del fuego.

2.- Majado, machado o mazado. Con las mismas mazas se golpea para separar la capa exterior del lino ya que la aprovechada es la interior. Si el lino se ha sumergido en agua corriente en lugar de estancada se obtiene un lino mucho mas blanco. En la operación de mazado también se utiliza otro instrumento llamado agramadera. Es de madera, de dos piezas encajadas entre si. La riqueza del léxico textil hace que se llame también barga, garba y bregadora.

3.- Espadado: Se hace con la espadadora también llamada espada, espadilla, espadeta o espadador. La operación consiste en desprender las partículas de cascarilla que aún le quedan. Se realizan dos o tres espadados. El instrumento tiene diversas formas pero esencialmente consta de una madera alargada sobre la que se montan unas púas de hierro en unos de sus extremos o en el centro. Las púas se agrupan en círculos o en cuadrado y quedan a modo de un cepillo. Las extremeñas suelen llevarlas más bien en el centro.

4.- Hilado. Se hace en rueca. Se colocan porciones entre la horquilla o el rocador de la misma y se va estirando con los dedos enrollándolo en el huso. Estos instrumentos son de madera y tienen decoraciones talladas y dedicatorias o leyendas. Las fibras se disponen en madejas y se pasan luego al telar donde se realizan los tejidos de lino llamados de «lienzo casero» o de hilo.

Los tejidos de lino se caracterizaban por su blanco marfileño su brillo sedeñoso, su anchura angosta pues los telares eran caseros y estrechos y por una largura determinada, la necesaria para dada pieza o prenda que pensaba hacerse según su uso y función.

La anchura dependía del número de liñuelos que se montaran en, el telar, es decir, son las hebras o urdimbres de lino. La más estrecha tenía 30 liñuelos y se llamaba angosta y se aplicaba para usos del hogar principalmente para almohadas y servilletas; las telas obtenidas con 40 liñuelos se llamaban descabezado y se empleaba para sabanas, toallas y manteles. Las primeras se obtenían con tres o dos bandas unidas por las orillas. Las de 54 liñuelos es el tejido de lino que propiamente se llamaba lienzo casero y se aplicaba para sabanas grandes y colchas.

Cuando el lino se empleaba para costales y haldas-arpilleras grandes para envolver algodón, paja, etc, -se obtenía del primer espadado y recibía el nombre de lino de puntas. Se utilizaban solamente 18 liñuelos pues eran más gruesos y quedaban en el telar mas separados.

En cuanto a lo largo del tejido del lino habían que tener en cuenta la finalidad de la pieza pues dependía de ella la longitud de los liñuelos. Se media por ramos, medios ramos e instantes. El ramo tenía dos medios ramos o cuatro instantes. Traducido en metros su equivalencia era la de cuatro metros, dos o uno , aproximadamente. También a cinco varas, dos o media y una y cuarto, respectivamente. Cada pieza de lino se enrollaba hasta ser usada y por eso se llamaban «rollos». Con la longitud de ramo y medio se obtenía una sábana con tres bandas que se denominaban piernas. La longitud máxima de cada rollo era la de 8 o 10 varas.

Los géneros que se obtenían eran de ligamento de tafetán o labrados. También pilosos o afelpados y, por último, calados que representaban una textura como de encaje. Al del ligamiento de tafetán se le llamaba plano y era de diversos gruesos y se empleaba para ropa de uso personal o casero porque podían ser decorada por medio de deshilado bordados. Los tejidos labrados recibían muchos nombres de sabor local y popular. Tenían influencias mudéjares. Los nombres más conocidos por la tradición son: de helecho, rueda doble y sencilla, limón, callos, melocotón, ojete y palote; en épocas avanzadas se hicieron los llamados labrados nuevos de Guadalupe. Algunos de estos tejidos llevaban cenefas en color, siempre en tonos suaves como rosa, amarillo, salmón, azul, o malva.

Los tejidos pilosos más repetidos son el de felpa y el del confite menudo y grueso. Cuando los de felpa se cortaban los bucles se denominaban de mecha de vela; los de confite se obtenían por la introducción de una trama más gruesa por cada seis o cinco mas finas; se dejaba recogida, de trecho en trecho, y se retorcía. Con ella se formaba la decoración.

El tejido calado que se ha venido haciendo, posiblemente en todo el campo del Arañuelo en otros tiempos, es el denominado «red de Valdeverdeja». La tradición lo centra en este pueblo de Toledo pero se ha constatado que los ejemplares obtenidos en la zona de Cáceres son de una mayor percepción y la decoración mucho más perfecta y complicada.

El lino se combina con la lana para obtener ropas de abrigo, mantas, tapijos, delantales, etc. Este tipo de tejido mixto se denomina de pañolino.

Sobre el lino, bien labrado o liso, pero más bien en este último se han obtenido las más diversas decoraciones y se han aplicado para camisas típicas de las diversas localidades. Camisas de varón y de mujer, calzoncillos, frontales, paños de puerta, paños de mano, toallas, paños velatorios, paños de difuntos, paños de pared, paños de barba, sábanas, fundas de almohadas, etc. Frontales de cama.

En ellos se ha hecho toda suerte de finos bordados en blanco y policromados; deshilados que semejan encajes; randas, soles llamados del Casar.

Con hilo de lino, del tercer espadado se hacían bellos encajes cuya tradición conserva Acebo; ganchillo, macramé y mallas.

Como labor singular hemos de mencionar las colchas guatadas que se hacían en exclusiva para familias nobles. Posiblemente en los talleres conventuales. Se obtenían por dos piezas de tela superpuesta entre las que se introducían las mechas de lino retorcido para obtener extraordinarias decoraciones.

Oct 011978
 

Angel Paule Rubio.

21 de Septiembre de 1978

El amor de un padre fundado en lo material, no es amor. Traspasar lo caduco es el verdadero amor.

En un cruce de carreteras y a cien metros se levanta un edificio donde los niños canturrean, saltan y brincan cuál corzos lejos de la mirada feroz de la bestia salvaje. Estamos hablando no menos ni más que de esos muros donde la cultura, la educación y el aprender a conducirse por el camino o los caminos del Señor, cobijan a las cándidas almas de un par de centenares de corcillos encantadores.

Un patio central, unas palmeras, macho y hembra con amarillos dátiles apetecidos al extremo por los pícaros niños. Un naranjo, dos castaños de Indias, un gigantesco pino de dimensiones colosales con fresca sombra en los calurosos días de verano. Acacias, dos eucaliptos de olorosas hojas, que sirven de remedio para aliviar la tos de los recién nacidos bebes.

Cuatro casas, donde habitan cuatro profesores de los siete que componen esta Graduada.

En el centro del recinto, presidiendo día y noche, año tras año, una estatua. Un hijo de este pueblo. Un soldado vigilante. Nada escapa a su mirada. Inmutable, sereno, con destino cumplido, con misión gloriosa, con olor a santidad. Un mártir de la Patria.

Al fondo, una sierra. Dios Padre se llama. Parece que en otra ocasión diera nombre a la Sierra de Gata. Por allí holló con sus encallecidos y descalzos pies la egregia figura de San Pedro Alcántara. Hasta encontramos un paraje, que todos conocemos, como la Mata del Santo. Fue un día cansado de caminar con una cruz pesada sobre los hombros, sin fuerzas para continuar cayó en un éxtasis de amor, nuestro santo, San Pedro.

Una campiña de milenarios olivos dan sudor y pan a este pueblecito, que aunque todos lo conocemos, la Historia lo ha designado con el nombre de Villanueva de la Sierra.

Aquí vivía una de tantas familias incultas, sin apenas de letras, pero, eso sí, honrada y con amplios horizontes como los horizontes de las familias cristianas , perdidos en las inmensidades de lo infinito.

Esa está formada por un padre: Ambrosio Rubio, una madre, María Gallego y un hijo, Inocencio.

Este único hijo, nació en esta Lidia un 16 de septiembre de 1899.

El tiempo transcurre con el consabido cariño paternal. Poco tiempo dura esta paz. Dios llama a la madre, cuando Inocencio era pequeñín. Padre e hijo se amaron más entrañablemente y mutuamente en la esencia del amor. Así creció hasta convertirse en mozo, aunque no grande de estatura si de virtudes. Llegó la fecha de cumplir el servicio militar. Por estatura no alcanzaba la talla. Pero el tallador Benito Galindo, no sabemos razones, tal vez, como suele decirse, un golpe bajo, hizo que el mozo se estirase y fuera mozo soldado.

Ya es soldado. Cariño y posición social y no menos económica del padre le hicieron soldado de cuota de segunda. Estos sólo servían a la patria tres meses y seis meses en dos años sucesivos.

Fue destinado al Regimiento de Infantería Segovia No. 75, de guarnición en Cáceres. Alí encontró a un buen amigo, estaba de furriel del Regimiento, José Simón, superviviente.

Un permiso le trajo a su pueblo natal. Aquí y mientras se celebraba un acabijo en un molino aceitero llamado del Río, recibió la noticia de marcharse a Cáceres, ya que su Regimiento iba a marchar hacia Africa. La fiesta terminó como destruida por un fulminante rayo. El permiso había cumplido sin cumplir. Maleta, dinero, provisiones y sobre ancas de caballo a tomar el tren en la estación más próxima, para llegar cuanto antes a su destino. Otro soldado en iguales circunstancias de Pozuelo de Zarzón, llamado Urbano le acompañó, apellidado Plaza, quien le propuso quedarse en Cáceres escondidos debajo de un vagón. Él se negó y partió. Patriótico gesto. Urbanos se quedó en Cáceres en la Plana Mayor y con la banda de música, que la guerra no necesitaba.

Esto ocurría un 22 de agosto de 1922. Ya está en Africa. El lucha mientras el padre sufre. Pasaron unos días. Se aproxima el fin. El 4 de septiembre del mismo año moría a balazos, cuando su convoy se dirigía desde Melilla a Casabona. Los moros atacaron al convoy sin que pocos pudieron escapar. Fue un combate heroico, duro, según fuentes fidedignas. El lugar fue el Zoco Had de Melilla. Los moros se apoderaron de esta posición estratégica, que permaneció en sus manos hasta unos dos meses más tarde. Cuando pudo ser rescatada la posición una fosa común en Zoco de Viniseca ocultó a los valientes soldados. Fue su paisano, escribiente de la Compañía, quien notificó la muerte a su padre, Juan Corchero. Al conocer su padre lo ocurrido, con delirante pasión quiso marchar a Africa para recoger el cadáver de su hijo. No era fácil. Imposible diríamos en aquel entonces poder ir a Africa. Amigos y familiares, le indicaron que escribiera a su paisano y amigo Juan Corchero para que le indicara situación y forma del viaje. Al conocer esta decisión Juan le contesta, con el único fin de que no se pusiera en camino: «El cadáver de su hijo se ha retirado y esta debidamente enterrado por los camilleros de la Compañía.

El padre un poco consolado porque se temía que las fieras y el olvido dejaran en el campo el cadáver de su hijo, le envió 200 pta para que le pusiera una losa esculpida. Nada era verdad. Los moros permanecieron allí unos dos meses y los cadáveres se putrefactaban en los campos en espeluznante contemplación. Sólo se salvó de esta situación el Comandante del convoy D. Francisco Javier Quiroga Nieto, que no consintiendo un voluntario, que el cadáver de su Jefe fuera destrozado, no por las alimañas, sino por los enemigos, sabiendo el lugar exacto donde se encontraba y con grave peligro hizo una arriesgada operación de rescate en una noche sin luna. Quien me cuenta esta hazaña, me dice: «Un soldado casi sin talla, en una oscura noche se trajo hasta las tropas españolas, unas veces arrastrando, otras alumbró el cadáver de su comandante, hombre dos veces más alto y más grande que él».

Según un testigo presencial, un soldado de Arroyo de la Luz, apellidado Flores, los cadáveres en el momento de la retirada estaban descompuestos y enterrados en una fosa común.

El dolor del padre le llevó a pensar que su capital debería corresponder a los camilleros que recogieron el cadáver de su hijo.

Se interesó por la dirección de estos y donó su capital en partes iguales entre Cirilo Flores de Talaván y Antonio Contreras de Ciudad Real.

El entonces Juez, Macario Rubio, ofició a ambos por dos veces para que vinieran a hacerse cargo de la herencia correspondiente. Ambos sorprendidos por esta decisión, considerada como chistosa, se decidieron venir. Era verdad. El Juez entregó la herencia. El Sr. Contreras vivió de bar en bar, de venta en venta, hasta que disipó lo correspondido. No así Cirilo Flores, que hoy, superviviente, vive con el capital y del capital que nos ocupa.

Nadie había retirado aquellos cadáveres. No había lápida ni inscripción.

La mentalidad de un hombre de campo, rudo y sin letras, escudriñó al máximo las posibilidades para el bien de su hijo. Un monumento sin par, como símbolo externo. Una fortuna espiritual, como símbolo de eternidad.

Lo primero lo quedó plasmado en una genial estatua. Un bronce colosal. Lo segundo quedó hecho realidad al gravar sus fincas donadas por siempre en una cantidad suficiente para pagar el estipendio de un funeral cada año el día de su muerte y un Padrenuestro en todas las misas de los domingos y días festivos del año. Cosa que se viene realizando.

Sólo una finca escapó de este reparto. Aquí al lado de la Laguna y en el recinto del Egido, mandó levantar el monumento ya precitado. Aquí está presenciando la entrada y salida de los niños del Grupo Escolar.

El monumento es colosal, no en lo grande, sino en lo exacto, en la técnica, en el estilo. Es un fiel retrato.

En los talleres Mr y Ferrero, Fundidores de Madrid, se realizó esta estatua. Tamaño natural. Vestido de soldado. Con fusil y machete. Posición: descanso. Arrugueces en el pantalón Botoandora. Polainas. Expresividad en el rostro. Perfecto parecido en sus facciones. Venas de las manos abultadas. Nudillos perfectos. A pesar de que en el pie del bronce dice M. Rubirón 1927. La tradición del pueblo, el estilo, todo, dice que de Benlliure. Costó 35.000 pta.

Esta obra está sin catalogar. Creo merece un minucioso estudio artístico. Bellas Artes tiene la palabra. La inauguración del monumento se realizó con gran brillantez. Las primeras autoridades provinciales tuvieron la gentileza de enaltecer esta figura. Gobernador militar, Civil y Obispo. Oratoria sagrada, civil y militar, exaltaron las virtudes de un patriota, el amor de un padre y el homenaje de un pueblo. Fiesta religiosa y como no, profana. Se repartió dos litros de aceite y un pan a cada persona que asistió al acto. Su padre Ambrosio, emocionado, lloraba de tristeza y alegría, un sol y sombra, un amanecer y un atardecer.

Pensemos, contemplemos y profundicemos en la psicología de este padre que nos puede servir de enseñanza. Hoy que tanto se habla, se estudia, acerca de las personalidades históricas, del conocer la mentalidad del ayer, aquí tenemos recogido una breve síntesis, un pensamiento, un hombre sin letras pero con agudeza en el futuro, conocer y esperanza en el más allá, su mejor herencia.

Oct 011978
 

Juan José Pastor Serrano.

SOBRE LA FAMILIA, VIDA DE S. FULGENCIO Y FLORENTINA, PATRONOS DE LA DIÓCESIS DE PLASENCIA

Probablemente el siglo VI sea el mas importante de la historia de España en la época visigoda tanto en su aspecto político como en el religioso. Y precisamente en este siglo se desarrollan las vidas de la familia más importante de la época a la que pertenecen nuestros Santos.

Con una hija de Teodorico el grande, Teodora -según Alonso Fernández en Anales e historia de la Diócesis de Plasencia- se casa Severiano, joven de importante familia hispano-romana de Cartagena. Por sus grandes cualidades se convierte pronto en una personalidad civil y militar de la Cartaginense siendo gobernador de Cartagena -según M. Pidal III,99-, llave de África y Primada de España.

Este matrimonio debió celebrarse poco antes del 520, pues en esta fecha nace su hijo mayor Leandro.

Pudo plantearse el problema religioso. El era católico y ella arriana, aunque sólo fuera por obligación civil. El hecho es que en la familia solo hay que señalar la sucesiva aparición de sus cinco hijos, Leandro, Teodosia, Florentina, Fulgencio e Isidoro, nombres que brillan en el más hermoso cielo de la Iglesia y de España por su ejecutoria difícil y ejemplar.

Según la costumbre de la época estos jóvenes se educaron en los mejores cenobios del sur de España y Toledo. Aunque su talante natural y su mucha inteligencia los ayudaron a comprender lo que entonces se sabía y superarlo con sus decisivas aportaciones.

Para entender mejor esta familia digamos algo sobre Teodosia. En el frontal del altar de las imágenes del templete de los santos Fulgencio y Florentina en la Iglesia de Berzocana se representa en azulejos talaveranos, S. Leandro, S. Isidoro, Stª Teodosia y S. Hermenegildo. -Martín de Turs en Historia Francesa T.IV, c XXV, pag.l29 -dice: que difunta la primera esposa, Leovigildo se casa con Brunequilda, teniendo dos hijos de la primera esposa- y en Historia de España de M. Pidal T III, pag.99 -Leovigildo caso primero con Teodosia, Hija de Severiano gobernador de la Cartaginense y hermana de S. Leandro, Florentina, Fulgencio e Isidoro-. Y en verdad dos cosas tenía Teodosia para uno que aspirara muy alto, el entronque con la realeza goda y el prestigio de un padre en lo político y lo militar, y quizá una tercera muy importante para el, que casándose con la hija mayor cortaba el paso a las posibles aspiraciones del padre.

Este matrimonio debió realizarse mientras la disputa de Atanagildo y Agila por el poder. Conseguido esto Leovigildo se dedica a conseguir el poder, primero ayudado por Liuva, Dux de La Narbonense y después presentarse como rey de España el 569.

Lo que es cierto según -E.A Thomson en Los godos en España- que Leovigildo una de las primeras leyes que dio fue la de abolir la prohibición de celebrar matrimonios entre Godos y Romanos, castigado en el código de Alarico con pena capital. Así su Matrimonio con Teodesia no era ilegal. Pero esta muere pronto quedando dos hijos, Hermenegildo mártir de la Fe católica y Recaredo que proclamó como rey de España la unidad de la Fe católica en el III concilio de Toledo.

Del padre, no sabemos si murió defendiendo Cartagena -M Pidal III,449- ante la entrada de los bizantinos mandados por Liberio el 554.o en una de las revueltas del sur contra Liuva. Lo que sabemos es que su importancia política y su fidelidad a la causa española, fue al parecer, lo que hizo que la familia se refugiara en Sevilla a la caída de Cartagena en manos del emperador de Constantinopla.

Este destierro será para la familia un día de luto, pero la madre debió encontrar en la ciudad del Betis grandes consuelos espirituales y aún la verdadera Fe. Muchas veces -dice Leandro- preguntábala yo que volviésemos a nuestra patria, y ella sabiendo que había salido de allí por voluntad de Dios decía que no quería volver a verla, y añadía llorando amargamente: «El destierro me hizo conocer a Dios, moriré desterrada; donde a Dios conocí allí estará mi sepulcro. -H. Es: M. Pidal III,449-

Estos acontecimientos pesaron en el animo de esta familia consiguiendo unirlos más en la fe. Muertos los padres Leandro se encarga de la formación de sus hermanos menores Florentina, Fulgencio e Isidoro.

El año 572 por apoyar a Hermenegildo en la disputa contra su padre Leovigildo fueron desterrados con otros Obispos Leandro y Fulgencio que se ampararon en Cartagena dominada por los bizantinos, donde conservaban parte de su hacienda y el prestigio de sus padres y el suyo propios -M. Pidal III.99- y P. Flores T V pag 200.

De este destierro Leandro vuelve el 589 pues preside el III Concilio de Toledo, siendo Obispo de Ecija entonces Pegaso-Códice Lucense T III. Pag.90?

Fulgencio no debió volver entonces, y aquí debemos enmarcar el problema tan controvertido de si Fulgencio fue o no Obispo de Cartagena, que la tradición y los breviarios nos dan como afirmativo y el Cardenal Belluga defendió.

D. Vicente de la Fuente en su Historia de España, Eclesiástica T.II nos dice: El 523, a la muerte de Celso Obispo de Toledo le sucede el célebre Montano, reconocido como Metropolitano sólo por la parte Occidental de la Cartaginense. Por lo cual Cartagena siguió siendo la Metropolitana en manos de los bizantinos.

Nada se sabe de esa época en Cartagena, sólo que los obispos eran independientes de Toledo. Por eso es difícil la certeza de sí Fulgencio es Obispo allí o no, aunque la importancia de esta familia, y el conocimiento de Fulgencio en particular, pues fue mandado por Leandro, siendo joven a organizar la hacienda familiar, no hacen imposible tal evento y se explicaría el no volver de allí hasta que quedó vacante Ecija y se traslada a ella de Obispo.

En la época del destierro y siendo Obispo de Ecija, como conocedor de las lenguas más corrientes entonces, se distinguió el parecer por sus escritos de teología y Sda. escritura. Parece suyo el libro de las Etimologías según Juan Bolando y otros.

Un manuscrito que hay en el archivo de Berzocana sobre la identificación de Fulgencio Astigitano y Fulgencio Ruspense habla del libro de la Confesión que publica Mayo Menando y que después de copiado al comenzar Fulgencio Obispo, dice: Esta confesión debe ser de uno de los dos celebérrimos Fulgacios o del Fulgencio Obispo Ruspense en África o del Fulgencio Obispo Astigitano de España, hermano de Leandro y S. Isidoro, de momento no se qué decir. El manuscrito esta en la Biblioteca Corbeiense.

Probablemente por la influencia de Constantinopla en Cartagena y por su inteligencia y carácter bondadoso Fulgencio acomete en Ecija la reforma tan necesaria, de la vida religiosa.

Notas de su gobierno parece ser que fueron la ayuda a los necesitados la formación del clero, evitar el absentismo de las parroquias, restablecer el celibato y delimitar jurídicamente la Diócesis como se ve en el II Concilio de Sevilla por el litigio de unas parroquias entre Fulgencio Astigitano y Honorio de Córdoba. Desconociéndose la resolución.

Como Obispo de Ecija consta que participó en el Decreto de Gundemaro el 610 y también en el Concilio II de Sevilla año de 619. Debió morir no mucho después, en Ecija, y trasladado después a Sevilla con su hermana Florentina.

De florentina diremos que nace por el año 550 en Cartagena. Probablemente cuando sus dos hermanos van al destierro, ella se queda con su hermano Isidoro mas joven, y ordenado este de Sacerdote, Florentina ingresa como monja de S. Benito en Sevilla.

Debió vivir en varios cenobios en los que su austera vida, su virtud y su sabiduría consiguieron de ella una personalidad dentro de la Orden.

Es nombrada superiora y abadesa, y según sus aguiógrafos llegó a dirigir hasta 40 cenobios, siendo su centro, según parece el Monasterio de Santa Maria del Valle en Ecija. -P. Flores-

En sus deseos de perfeccionamiento y para ayudar a sus hermanas en religión pide a su hermano Leandro una regla de vida y éste la dedica su regla con el título de «Del desprecio del mundo y de la institución de las Vírgenes». También a Isidoro le pide algo sobre los judíos e Isidoro la obsequia con » De la Fe Católica contra los Judíos».

Pero ante las grandes responsabilidades Florentina necesitaba un consejero más cerca y lo consiguió al encargarse de la Diócesis de Ecija Fulgencio, venido de Cartagena.

Ambos estarían unidos ya hasta el fin de su vida. Florentina muere en Ecija y es trasladada después a la Iglesia de S. Vicente en Sevilla.

Juan José Pastor 1978

Oct 011978
 

Felipe Parrón Fernández.

Mis queridos compañeros y amigos en los próximos Coloquios de Extremadura; hoy sólo se me ocurre presentar este trabajo que no es más que un comentario a unos cantos de un poeta para mí desconocido como lo fuera Ángel Marina López. Desconozco, en los momentos de estar escribiendo esto si era extremeño o no lo era; pero lo que sí quiero aclarar es que hace unos cantos poéticos maravillosos, como tendrán oportunidad de comprobar mas adelante.

He querido hacer este comentario porque aunque no me encuentre en la Extremadura que me viera nacer, sí, en mi humilde y modestísima biblioteca conservo algunos datos y cartas de personas y amigos que juntamente con los ideales de poder sacar a la luz la historia completa de la cuna de tantos conquistadores que fueron, cruzando los mares para llegar al nuevo mundo; por primera vez en el año 1492.

No voy a matar el tiempo, como generalmente se suele decir, comentando fechas de salida ni llegada, sino, también como se suele comentar, voy al grano.

La fecha de nacimiento de Francisco Pizarro ya es conocida por todos, o al menos por casi todos; pues bien, para dar principio a este trabajo, quiero dar a conocer en primer lugar el título del libro que dice llamarse «POESÍAS SELECTAS DE ÁNGEL MARINA LÓPEZ», y fue publicado por los Servicios Culturales de la Diputación Provincial de Cáceres en el 1951, desconociéndose o no anotando en el libro la fecha de publicación del tema dedicado a Francisco Pizarro, ya que los poemas y temas recogidos en el citado libro tienen fecha de publicación casi en su totalidad; pero el que trato de introducir en este trabajo no la trae, y trae por título «CANTO A PIZARRO»; El Bergantín; dicho canto es el siguiente;

«CANTO A PIZARRO»

El Bergantín.-
Por el piélago austral tenebroso y bravío
entre el ronco rugido del huracán furioso
sin temor a la roca, sin temor al bajío,
con las velas al viento, gallardo y orgulloso;

II
Las encrespadas aguas cortando va un bajel.
y es de luces la estela que tras de sí deja en pos.
Una voz de los Cielos le dice al timonel:
la providencia os guía, vais en manos de Dios.

III
¿Que bergantín navega por aquellas regiones?
Una nave de ensueños con velas de ideal,
a prueba de tormentas, sin miedo a los ciclones,
cuya quilla ha cortado la línea ecuatorial.

IV
¿Qué tripulantes lleva? Corazones de acero,
donde noble heroísmo hecho tenaz raigambre,
los de gestas gloriosas, dignas del Romancero,
que no retrocedieron ni en el Punto del Hambre.

V
Los que cuando el caudillo les trazó
con la espada la raya divisoria, no oyeron a Tafur
y olvidando trabajos, el alma bien templada,
siguieron a su jefe por los mares del Sur.

VI
¿Qué capitán los guía? Otro nuevo Quijano
nacido en las llanuras del solar Extremeño
que buscando la gloria, cruzaba el Océano
sobre las tablas frágiles del nuevo Clavileño.

VII
Como el héroe manchego, pelo con vestigios,
u aunque también quisieron empañarle su gloria
depurados los hechos al cabo de los siglos
la verdad ha brillado, como el Sol, en la historia

VIII
Lleno de fe y aliento, sin abrigar temores,
fiado en la pericia del piloto andaluz
a los indios lleva como prenda de amores,
el tesoro más rico, la verdad de la Cruz…

IX
¡Capitán Extremeño! Levanta la visera,
para que el mundo vea descubierta la frente
tras la cual se esconde la dorada quimera,
que abrasa con fuego tu corazón ardiente.

X
Boga, boga, piloto, por los mares australes
que en las noches serenas mirando hacia el azur,
te servirán de brújula, serán vuestras señales
los brillantes destellos de la estrella del Sur.

XI
!Pizarro ya llegaste! Pon alta la mirada,
que en las andinas crespas la niebla se disipa,
y verás confundirse con la línea azulada
el cráter apagado del volcán de Arequipa.

XII
En esa tierra virgen que contemplas ahora
será verdad tu sueño, certeza tu ideal,
después de cien combates, harás dueña y señora
del cóndor de los Andes al águila imperial.

XIII
Y después de estas luchas vendrá una era nueva;
América y España, se unirán con tal lazo,
como si una vía láctea invisible existiera
desde el frío Mulhacen al alto Chiborazo…

XIV
El gallardo velero rozó ya con su quilla
la arena de la playa ¡Capitán español!
¡Clava en el suelo el acta del pendón de Castilla!
¡Que en las tierras de España nunca se ponga el Sol!

HORAS AMARGAS
XV
Ya conquisto el Perú donde su empresa Cima
¡Que orgulloso, que altivo!… No debió serlo cuando
en apartada estancia del palacio de Lima,
humilde y silencioso le he visto sollozando…

XVI
¡Oh, Pizarro valiente! Ni el peso de los años
mengua tu entero ánimo, ni la muerte temiste;
¡Y ahora te abruma el peso de amargos desengaños!
¡y lloras, como Hernán, cuando la noche triste!

XVII
A la orden de Ojeda cumpliste como bueno,
arrogante león del linaje de Añasco,
que sin sentir pavura, confiado y sereno,
vengaste con Nicuesa la rota de Tabasco.

XVIII
Con Núñez de Balboa cruzando audaz el istmo
la fama de Colón quisisteis superar
para gloria de España, pues salvando el abismo
lo mismo que el mundo, descubristeis un mar.

XIX
En la isla del gallo gravaste con la espada
un hecho que la fama en sus trompas pregona
aquella raya celebre sobre arena trazada
el nuevo Rubicón para ir a la Gorgona.

XX
Héroe de Cajamarca, vencido Atabaliba
¿hiciste allí justicia? Si; pues, sin duda alguna
el Inca tortuoso, traidor y cauto iba;
basta con recordar lo de Túmbez y Puna

XXI
La conquista de Cuzco, después la rebelión
de un ejercito indio que feroz atacaba
sofocándola solo conseguiste colocar el pendón
de Castilla más alto que el gigante Orizaba.

XXII
Realizada la empresa tras rudo batallar
al pueblo Peruano ¿no diste sabias leyes?
¿Quien fundó en fértil valle, casi a orillas del mar
la perla del Rimao, ciudad de loe reyes?

XXIII
¿Cómo llevaste a cabo lo que hoy parece un sueño?
En las tierras australes que el Pacífico baña
mirando a lo futuro Capitán Extremeño
¿No sembraste al boleo los amores de España?

XXIV
La bendición del Cielo hizo el grano fecundo
y cuando al fin parecía que se iba a agotar.
Transcurridos los siglos, ve con asombro el mundo
cómo la mies de amores llega a fructificar

XXV
¡La verdad de la Cruz con el padre Valverde!
¡Qué ubérrima cosecha! Esas simientes buenas
si caen en tierra fértil, ni un granico se pierde
cuando se las abona con sangre de las venas

XXVI
Pues si obraste bien siempre, si ofreciste la vida
a la Patria y tu sangre derramaste sin tasa;
si en tu marcha gloriosa no se cuenta una huida
¿Por qué esa cobardía? ¿Que dolor te traspasa?

XXVII
Más ya sé por que lloras; tu espíritu despierto
presintió que almas negras con ansias de morderte
como canes rabiosos, después de verte muerto,
viles profanarían tu cadáver inerte

XXVIII
Y que, tergiversando las épicas acciones
dirían; no fue héroe, tuvo instintos de fiera
dejando así la honra manchada, hecha firones
para que luego el mundo tu nombre maldijera

XXIV
Y cobardes lo hicieron los chacales humanos
¡El baldón para aquella sangrienta muchedumbre!
¿Qué sabe el ruin arbusto que medra en los pantanos
del oloroso cedro, gigante de la cumbre?

XXX
El sembrador murió, pero entonces la gloria
le acogió en su regazo, le alumbro con su luz
¡Pizarro, ya estas limpio! Justicia hizo la historia
moriste cual los mártires los labios en la Cruz.

DÍA GLORIOSO
XXXI
Campanas de Trujillo, que recordáis saudades
pues evocáis los ecos de una vieja canción
campanitas de plata, como en otras edades
tocad hoy a rebato, llamando a la región

XXXII
Decid a Extremadura, la preclara matrona
que acuda hoy a Trujillo con sus galas mejores
adornada la frente con la regia corona
que para ella labraron tantos conquistadores

XXXIII
Que se oiga tu voz Santana cantarina
que se escuche entre tantos tu arpegio de cristal
deja ya de estar muda, vuelve a ser golondrina
y que diga a las gentes tu lengua de metal;

XXXIV
Acudid españoles, llenos de fe y aliento
con el alma preñada de hermosos ideales
a la ciudad gloriosa que tiene por asiento
las rocas milenarias de viejos berrocales

XXXV
Acudid aquí todos los hombres de la gleba
los sabios, los artistas, de mente sobrehumana
todos los que sembráis, los que empuñáis la esteva
en las fértiles vegas del Tajo y del Guadiana

XXXVI
Salgan de los sepulcros y vengan los primeros
los que vistieron sayos, los de férrea coraza;
acudan los del agro, los santos, los guerreros
que en el yunque, forjaron el alma de la raza

XXXVII
Vengan desde los Andes todos los Peruanos
venid todos los hijos de la América española
no faltéis a la cita que os dan vuestros hermanos
que la madre de todos no quiere verse sola.

XXXVIII
Aquí os espera España, sus brazos maternales
tesoros de ternura os tiende con afán
quiere que en este día seáis sus comensales
que bebáis de su vino que comáis de su pan…

XXXIX
Estatua de Pizarro, glorioso monumento
recuerdo de epopeyas sublimes de la historia
Que por unos instantes te preste Dios aliento,
mientras ciñe a tu frente sus laureles la Gloria

XL
Invencible caudillo de la férrea armadura,
álzate tu visera; que contemplen tus ojos
el soberbio espectáculo; la vieja Extremadura
temblando de cariño, está puesta de hinojos

IXL
Mira y verás a España colocada en su estrado;
la rodean sus hijas galanas como flores
Ya no existen recelos, ya todo se ha olvidado
el camino de América es camino de amores

VIIIL
Subida en la atalaya que domina Trujillo
al que tiene prendido del amor con los lazos
la que vela por todos desde el viejo castillo
verás como sonríe tendiéndote los brazos

VIIL
Mira hacia Guadalupe, que allá en el Oriente
una estela de luz la Providencia traza
que desde las Villuercas ilumina tu frente
es beso que te envía la Virgen de la raza.

Como otros muchos temas de Ángel Marina López, todos dan a conocer, mediante la pluma de su autor, aunque, yo, personalmente sí voy a citar los títulos que en este libro se publican, con algunas estrofas de los mismos, para dar una ligera idea al que aun no conozca a Ángel Marina, puesto que es de tener en cuenta a aquellos que no hayan tenido la oportunidad de leer al citado autor.

Los hay de diversos tipos de interpretación, incluso usando en los mismos la lengua autentica Extremeña; dichos temas los doy a conocer por orden de publicación en el libro, y son los siguientes:

El primero es un canto a la virgen de las Villuercas y el mismo autor le pone el título de «VIRGENCITA DE LAS VILLUERCAS», publicado en el día 25 de Abril de 1925 en Guadalupe; «CAMPOS DE PAZ», publicado en el mes de Junio de 1942; «DESDE LAS VILLUERCAS», publicado en el mes de Julio, concretamente el día 22, del año 1925; «EL CRISTO DE MI TERRUÑO», se desconoce su fecha de publicación y su terminación; «EL PRODIGIO», publicada en el 4 de Marzo de 1944; «EL ROSAL», en el mes de Noviembre de 1933; «EL SUEÑO DEL ARTISTA», publicada el 22 de Diciembre de 1939, poesía esta leída por el propio autor, en la velada celebrada en honor del pintor extremeño Francisco Zurbarán, en el tercer centenario de haber pintado los cuadros de la sacristía del Real Monasterio de Guadalupe; «EN LAS VILLUERCAS», publicada en el día 25 de Julio, y como todas las demás en Guadalupe, en el año 1940; «EVOCACIÓN», en Octubre de 1940 y leída por su autor en la velada conmemorativa del Salado; «GRATITUD», en el 10 de Octubre de 1944.  Se refiere a la tormenta de Septiembre de 1944 y a la solicitud y auxilios prestados por el Excmo. Señor Gobernador Civil de la provincia de Cáceres; «HACE UN AÑO», en Octubre de 1929; haciendo canto a unas palabras de gratitud y cariño al Excmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal D. Pedro Segura Sáenz, Arzobispo de Toledo en el acto de descubrirse la lápida que Guadalupe le dedica: «LA OFRENDA» en el día 8 de Octubre de 1928 «MI CANTO», sin fecha de publicación conocida, pero si voy a dar la ultima estrofa de este poema, es un canto que hace a la Virgen y termina así:

que te quiere con locura
que busca alivio en su pena
ante la Virgen mas pura
ante la Virgen Morena
que es madre de Extremadura

Continuando con los cantos a Extremadura, el título siguiente es «NOCTURNO», con fecha de publicación desconocida; «ROMANCE DEL REY DON SEBASTIAN», poesía que fue leída por su autor en la velada celebrada en el Real Monasterio de Guadalupe, en honor a los peregrinos portugueses, y publicada en el mes de Noviembre de 1940; «VERDAD ETERNA», en el 12 de Octubre de 1939. Hasta aquí he citado títulos exclusivamente Guadalupenses pero hay una segunda parte que es totalmente distinta, pues no hay que dejar atrás que el mismo autor pone el título que en unión de las letras de las mismas le favorece en toda esta parte que voy a seguir. «EXTREMEÑAS» es la segunda parte y la primera lleva por título «ABUELO», desconociendo fecha de publicación; «A LOS PIES DE LA VIRGEN», en Guadalupe el día 16 de Mayo de 19l6; «AMARGURAS», el 20 de Marzo de 1919: «CANTO A LA MUJER EXTREMEÑA», en el mes de Mayo de 1927; «CANTO A PIZARRO», el que doy a conocer en este trabajo, en su totalidad, y del que daré una opinión al final del mismo; «COBARDE», tema que dedica por entero a sus amigos Campero, Torres y Corrales, sin fecha de publicación; «CUADROS TRISTES»

No puede ser: estoy perdió
mañana cumplí el terrajo
y pa comel no tenemos
cuanti mas para pagarlo.
Ya lo sabis, esos hombris
no nos perdonan un cuarto
Tendré que vender el burru
los aperos del arao;
y las jocis
y los jachos.

Esto es la primera estrofa de «CUADROS TRISTES», tema muy interesante por lo que el autor da a conocer en el mismo; pero esto no me impide dar a conocer más temas de este hombre escritor y amante de la tierra que un día lo viera nacer.

El siguiente tema lleva por título «DE MI RAZA», publicado como otros muchos en Guadalupe en el día 27 de Diciembre de 1919; «DESPEDIDA», tema leído por su autor en el acto celebrado en el teatro Gabriel y Galán, como homenaje de despedida a M. I. Sr. D. Rafel García López, y del que no puedo evitar el escribir aquí unas líneas:

Al pie de la lumbri
las nochis de invierno
cuando cai la nievi
cuando brama el vientu
pa evital que los lobus les quiten
tan siquiá un borrego
Señol cura párroco
usté ha sio de esos
Por, ese motivu
tristis nos pusimus,
cuando nos digeron
que ya era calóndrigo
aue según m’han dicho es un cargo mu güeno.

Tema publicado en el día 27 de Agosto de 1,947, y seguido del titulado «EL AMO», dedicado este ultimo a su querido amigo Manuel Nogales Solís, con fecha que vio la luz pública el 29 de Agosto de 1917; «EL MEDICO RURAL», en el 15 de Mayo de 1926; «EXTREMEÑA», también se la dedica a su amigo de Montánchez Manuel Nogales Solfa y que ve la luz pública en el 6 de Octubre de 1913;

«HOSPICIANO», publicada en Guadalupe en el día 16 de Octubre de 1915; «¡JUSTICIA!», el día 21 de Abril de 1921: «LA CARTA», sin fecha de publicación; «LAS CUENTAS DEL VIEJO», el 1 de Mayo de 1916; «LA MENDIGA», el 8 de Mayo de 1930; «LA VEREA», sin fecha de publicación: «LÓGICA SUEGRIL», también sin fecha de publicación; «LEY MATERNA», en Guadalupe, mes de Enero de 1923; «NOCHE INVERNAL», sin fecha conocida en su publicación; «NUESTRO PAN», también sin fecha de publicación; «¿POR QUE?», características idénticas a la anterior; «TEMPLE EXTREMEÑO», en Guadalupe en el año 1916.

El libro cuenta también con una parte de poemas de los llamados religiosos, parte que comprende los siguientes títulos: «BALADA DEL NIÑO TRISTE», publicada en el mes de Diciembre de 1935; «BUSCANDO TRABAJO», en Enero de 1941; «CONSOLATRIX AFLICTORUN», también en Guadalupe, descifrando lo que fuera la Guerra Civil, puesto que si bien el autor no dice lo ya citado sí hace mención de lo que se ha llamado año de la Victoria; «EL CALIZ», el día 22 de Febrero de 1925; «ESTRELLITA DE ORIENTE», sin fecha que indique su publicación; «JESÚS VUELVE», en el día de la Pascua de Resurrección del año 1941 «¡MADRE MÍA!» el día 12 de Abril de 1916; «SOLEDAD», el 22 de Febrero de 1920; «VÍA DOLOROSA», en el mes de Noviembre de 1.921 sin concretar día exacto; «VUELVE A NOSOTROS», el día 3 de Diciembre de 1.945.

Finalizada la parte de los llamados poemas religiosos doy paso a los denominados patrióticos, que son los siguientes: «AGUA DE VIDA», publicada el día 28 de Marzo del año 1923, y de la que doy a conocer unos versos.

Tierras y mares ignotos
y remotos
muerto de sed, recorría,
en las selvas misteriosas
rumorosas
sólo el cansancio sentí
y si al acaso encontraba
alguna fuente perdida
jamás mi sed saciaba
!Ay, no eran aguas de vida!

«MADRES ESPAÑOLAS», es el título que le sigue, también publicada en lo que se ha nombrado anteriormente año de la Victoria; «ORACIÓN POR ESPAÑA», publicada como todas las anteriores en Guadalupe en el año 1937, concretamente en el mes de Mayo; «SALUDO», tema que dedica al Excmo. Sr. D. Miguel Primo de Rivera, Marques de Estella, publicado en el mes de Octubre de 1925; «SALUTACIÓN», tema dedicado a su Majestad el Rey D. Alfonso XIII, en la coronación de la Santísima Virgen de Guadalupe el día 11 de Octubre de 1928; «VOZ DEL CAUDILLO», tema que el mismo autor leyera en homenaje a los caídos, celebrado en el Real Monasterio de Guadalupe con fecha 29 de Octubre de 1937, año que en este libro se le llama segundo año triunfal.

Y por último de la denominada parte patriótica entramos en la llamada Campesina, siendo su primer título «EL ABRAZO», del que se pueden leer los siguientes versos:

La madre amorosa
le dijo llorando
-Adiós, hijo mío, ven que yo te bese
aprieta esos brazos
así juntos, la madre ya anciana
y el pobre soldado
juntaron sus penas
mezclaron su llanto

Encontrándose sin fecha de publicación, doy paso al siguiente que resulta llevar el título de «EL CANELO», tema publicado el 23 de Febrero de 1927; «EL CABRERILLO», con una parte de súplica y con fecha de publicación totalmente desconocida; «EL SOLITARIO», como en la anterior, sin fecha de publicación conocida; «BN LA CUMBRE», «EN LA SENDA», las dos tienen fecha desconocida en que vieron por primera vez la luz pública; «ESTAMPAS CAMPESINAS», en el mes de Julio de 1942; «LA JABALINA», «LEY DE AMOR», «NUVE DE VERANO», «MILAGRO», «MUJER», «PERJURA», las seis sin fecha de publicación conocida; «SIN HOGAR», en el día 11 de Noviembre de 1917; «VOCACIÓN», el 23 de Julio de 1943.

Como poemas íntimos también Ángel Marina López tiene sus notas favorables, cosa que podemos comprobar al leer unos versos; la primera tiene el título de «DESDE LEJOS», tema que dedica a una sobrina. Carmen Cordero Ducha, con un beso como él mismo dice al dar comienzo el tema.

Cariños de los ausentes
que casi nunca se ven
y que a distancia caldean
con su fuego nuestro ser
Amor que tiendes un arco
que dulce cadena es
de ilusión; lo que esta lejos
haces que muy cerca esté.

Fue publicado en el mes de Octubre de l939; «EN LA NOCHE GRANDE», con una parte a la que el autor llama envío, y sin fecha de publicación; «LAS CUATRO ESTACIONES», aquí el autor da a conocer en sus versos lo que personalmente piensa sobra las cuatro estaciones climatológicas del año, y como otras muchas del itinerario de lectura, sin fecha de publicación «LATIDOS», «LATIDOS DEL CORAZÓN», tema leído por el mismo autor, con motivo del homenaje tributado a D. Ruperto Cordero Viñuelas, médico de Guadalupe y cuñado del poeta, publicado en el mes de Julio de 1949, concretamente el día 5; «MI AMIGO EL PASTOR» publicada el día 1 de Enero de 1917; «MI CHATA», en el mes de Octubre de 1916; «NO LLORES» el día 1 de Enero de 1917; «RECUERDOS», en el mes de Febrero de 1946; «UN BESO», tema dedicado por el mismo autor a una hermana suya, en el primer aniversario de su muerte; por ejemplo esto es lo que dice en una de sus estrofas.

La enfermedad traidora
honda y sañuda
con sus crueles dolores
la dejo muda;
Decirnos parecían
sus ojos fijos;
no dejéis nunca,
solos a mis cinco hijos

Un tema que fue publicado, o vio la luz pública por primera vez, como quiera que se diga, el día 8 de Noviembre de 1918; «ALMAS SECILLAS», sin fecha de publicación conocida, pero muy interesante por lo que en unos versos podemos leer:

Vivía en un sotabanco
pues aunque le ofrecieron
los que su honor atropellar quisieron
el dinero a montones,
aceptarlo no quiso, pues decía
que jamás gozan paz los corazones
que truecan su pureza y alegría
por joyas y millones.

«ADELANTE», es el tema que le sigue, publicado en el mes de Noviembre de 1929; «CUESTIÓN DE EDAD», sin fecha conocida de publicación y muy corta, pues cuenta con tan solo 16 versos; «EL CIEGO DE ESPARTEROS», en el día 29 de Abril de 1947; «EL PANAL», en el mes de Abril de 1948; «FLOR DE ESPINO», en memoria le la joven Valeriana Plaza, publicado en el día 23 de Agosto de 1920, y este es su final:

Así era su cuerpo
así era su alma
como flor de espino
como nieve blanca.

«MI GOLONDRINA», en Enero de 1927; «¡MALDITA SEA!», el 9 de Octubre de 1915; «PAZ», en el mes de Mayo de 1944; «¿POR QUE?», sin fecha, de presentación; «TRÍPTICO», en el día 14 de Abril de 1917.

Queridos amigos los temas que Ángel Marina López da a conocer en el libro poesías selectas de él mismo, si hemos contado los títulos que han resultado ser en la primera parte, llamada Guadalupenses, 16; en la parte Extremeñas 24; en la parte Religiosas 10; en la parte Patrióticas 6; En Campesinas 15; en Íntimas 10; en Varias 11, lo que daría a conocer un total de 92 poemas, dignos de ser admirados y leídos por todos los amantes de las letras.

Aunque para dar fin a este trabajo, que si bien es una recopilación de unos cuantos títulos, con el único objetivo de dar a conocer un poco, porque ofrecerlo en su totalidad sería extralimitarse; pues bien, como acabo de decir sólo se me ocurre terminar preguntándome a mí mismo. ¿Quién era Ángel Marina López?

Hasta la próxima amigos,
Felipe Parrón Fernández

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